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Lo público en cuestión en las Universidades Argentinas

Mazzola Carlos Francisco


UNSL
mazzolacarlos@gmail.com
Mazzola Eduardo Alejandro
UNSL
emazzola@unsl.edu.ar

LEYENDA: “Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso


Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.”

Área: 1. Reforma Universitaria en América Latina

Resumen

Desde el regreso de la democracia, las Universidades Argentinas han atravesado


diversas reformas, las cuales han impactado en sus niveles organizacionales y políticos.
Algunas universidades se han resistido, las más grandes, mientras otras han tenido una
dinámica activa en distintos cambios. La UNSL es un ejemplo de estas últimas: cuatro
reformas del estatuto ponen en evidencia esto. Sistema electoral, organización
departamental, autonomía política de la escuela pre universitaria, incorporación del
convenio colectivo de trabajo. Son algunas de las modificaciones. Todos estos cambios
que se han realizado bajo fundamentos de ampliar derechos a la comunidad
universitaria, en los hechos estamos encontrando que paradójicamente se limitan
derechos, profundizado una cultura institucional que facilita y promueve el
personalismo. Prácticas políticas que conforma lo que denominamos la P2 que pone en
cuestión el derecho a la autonomía universitaria.

Desarrollo

Desde el regreso de la democracia, las Universidades Argentinas han atravesado


diversas reformas, las cuales han impactado en sus niveles organizacionales y políticos.
Algunas universidades se han resistido, las más grandes, mientras otras han tenido una
dinámica activa en distintos cambios. La UNSL es un ejemplo de estas últimas: cuatro
reformas del estatuto ponen en evidencia esto. Sistema electoral, organización
departamental, autonomía política de la escuela pre universitaria, incorporación del
convenio colectivo de trabajo. Son algunas de las modificaciones. Todos estos cambios
que se han realizado bajo fundamentos de ampliar derechos a la comunidad
universitaria, en los hechos estamos encontrando que paradójicamente se limitan
derechos, profundizado una cultura institucional que facilita y promueve el
personalismo. Prácticas políticas que conforma lo que denominamos la P2 que pone en
cuestión el derecho a la autonomía universitaria.

El concepto de lo público

La pérdida paulatina y sostenida del espíritu público en las universidades, es quizás


producto de la formación de pequeños grupos corporativos que perduran en el poder
universitario.

“Uno de los principales problemas no resueltos de la teoría y la práctica política


de la democracia es cómo mantener un grado mínimo de espíritu público en la
ciudadanía en general y en la burocracia en particular, cómo evitar lo que
Maquiavelo llamó corruzione, con lo cual no quería decir corrupción, sino la pérdida
del espíritu público, la concentración exclusiva del esfuerzo individual en interés
personales o secciónales” (Hirschman, A. p:35 1996. Citado por Iazzetta O.
2001)

El concepto de lo público a partir de la conformación de los estados modernos (Estado


Nación, republicano y democrático) sintetiza diversas dimensiones. En primer término
como opuesto a lo privado, en donde involucra no solo lo estatal sino lo “común a
todos” El Estado de derecho, que caracteriza al moderno, implica también que lo
público se vincula a poder visible en oposición al secreto e invisible. al mismo tiempo
cabe destacar que desde los 90`a esta parte asistimos a la pérdida del espíritu universal
de lo publico en detrimento de una forma de gestionar clientelar, neo patrimonialista y
particularista (Iazzetta, O. 2001). A lo que agregamos nosotros que dicho estilo de
gestión es desplegada por pequeñas corporaciones que rindiendo un culto al
personalismo construyen poder en virtud de la burocratización.

La conformación del estado moderno, implico una doble transferencia de poder:


de lo privado a lo público y de lo local a lo nacional. Dado que el Estado expropio
poderes de terratenientes asentados en diversos puntos. El Estado desarticula los
pequeños poderes autónomos y concentra poder, que para tornarse en autoridad
requerirá, en primer término de la legitimidad correspondiente de la sociedad civil, por
otro lado, de la necesaria separación de los medios de trabajo con el trabajador, no solo
el soldado de su arma, sino el docente e investigador de sus medios de trabajo. Weber
(1982)

De modo que en ellos, dice Weber, refiriéndose a los nuevos administradores del
Estado:

“… rige la separación entre el patrimonio público del cargo y el patrimonio


privado, entre la oficina y el hogar, introduciendo una clara delimitación entre los
bienes estatales (presupuesto público) y los bienes domésticos (patrimonio
privado) del soberano” (Weber, 1982: 175)

Más lo público también, como hemos adelantado, requiere de la visibilidad, de hacer


público los actos de Estado: “ Que funcionario público puede declarar en público que
utilizara el dinero público para intereses privados” (Bobbio 1994, citado por Iazzetta
2001) y agrega “ La idea de la «opinión pública» o de los partidos políticos como
representantes del «publico » también se inscriben dentro de esta nueva connotación de
los publico” ( Iazzetta 2001 :47)

La visibilidad es un requisito que ayuda al control que la sociedad civil requiere


hacer para garantizar que los funcionarios públicos no pierdan dicho carácter, este
proceso si bien posee la institucionalización de la justicia como procedimiento de
garantía al caer en órbita de funcionario acólitos se relaja tan necesario control.

Se ha tornado habitual desde los 90´en adelante que quienes gobierna confunden
Estado y gobierno:

“Cabe recordar que la noción de particularismo – tanto bajo las formas de facción
o de corporación - han atravesado toda la historia del pensamiento político
asumiendo una connotación negativa fundada en el rechazo a la primacía de los interés
privados de grupo sobre los intereses generales” (Ob. Cit: 48)

Constituye un lugar común que los que gestionan con poco cuidado de lo público o lo
institucional, en palabras de O`Donnell (1988) apela al proceso electoral y sus
resultados como un libre conducto o un cheque en blanco, para gestionar sin controles.

“La dimensión institucional de una democracia no se agota en el acto electoral -


por crucial que resulte para su existencia- sino que también comprende otros
aspectos ligados al proceso de toma de decisiones y al contralor de los actos de
gobierno. En este sentido el avasallamiento de la justicia y de los órganos de control,
la ausencia de equilibrio de poderes y el abuso de recursos de excepción por
parte del Ejecutivo; representan transgresiones que expresan un deterioro de la
institucionalidad democrática. Dicho deterioro asume una doble modalidad:
representa una trasgresión cuando una agencia estatal invade ilegalmente la
autoridad de otra; en cambio adquiere carácter de corrupción cuando un funcionario
público obtiene ventajas ilícitas para sí mismo y/o sus asociados (O´Donnell,
1998:25)

El tema electoral, en las universidades es de una gran complejidad, no solo como


argumento de legitimidad para gestionar sin control, lo cual es común al espacio social
general, además debemos dar cuenta de otras fuente de legitimación, de la existencia de
voto calificado y del eufemismo de los partidos políticos como franja morada, el MNR,
JUP, etc.

La apelación a los resultados electorales y manipulación de los mismos para


legitimar la gestión no podemos tomarla como argumento para subestimar el
procedimiento mismo. Las elecciones constituyen un modo racional de dirimir
diferencias y en las Universidades Argentinas, la mitad de ellas posee un sistema
indirecto de elección, sistema tradicional, mientras otras, desde el periodo democrático a
esta parte han ido mudando al sistema directo.

“ Si bien en las universidades existen diversos tipos de organizaciones- académicas,


políticas, gremiales- es posible advertir una creciente gravitación de las que
reconocen una identidad político partidaria. En la medida en que el componente
electoral adquiere mayor centralidad y densidad en la vida universitaria, aumenta
las chances de que se instauren informalmente, regímenes de gratificación y de acceso
a los roles de conducción regulados en función de aquella identidad” (Iazzetta, O.
ob cit: 57)

Hemos intentando dar cuenta de la importancia del carácter público de las


universidades, y desde el tema electoral tendemos una línea de profundización. Ya que
venimos observando desde mediados de la década de los 80 que en los procesos
electorales salvo excepciones muy aisladas se da una regla, cual es que quien viene
gestionando y va por la reelección gana la contienda. ¿Cuál es la razón de este proceso?
Se pensó que se debía al sistema de elección indirecta, ya que el mismo permite
alianzas, acuerdos de cúpulas, y con ello se restaba poder de elección a la comunidad,
sin embargo luego de varias elecciones con sistema directo, esta regla no se ha logrado
alterar, por el contrario parece robustecerse ya que goza, ahora, de una legitimidad que
antes no se tenía. Es preciso complementar el poder de la legitimidad con otros.

Pensamos que existen tres fuentes de poder en la universidad, las que pasamos a
describir de menor a mayor impacto:

1.- La fuente de poder que brinda la legitimidad académica. Tanto Weber como
Bourdieu, sostienen que es lo académico lo que brinda prestigio y capital a sus agentes.
La posesión del mismo ubica en las posiciones tanto formales como informales en el
espacio- La legalidad de un cargo se funda en el reconocimiento de la posesión de
conocimientos. Tal es así que los estatutos universitarios establecen el concurso
académico como forma de ingreso y ascenso, a la vez que se constituye en fuente de
ciudadanía universitaria, ya que para votar o ser electo se requiere ser efectivo
(condición que se adquiere por concurso) y lo que es más importante aún, los cargos de
autoridades unipersonales - Rector o Presidente, Decanos, Directores de Departamento,
etc.- para poder ser ejercido se requiere ser profesor efectivo adjunto o más.

El poder tanto institucional como simbólico que brinda la posesión de


conocimientos se refleja en todos los espacios académicos y disciplinares - ya que
también en el campo de una disciplina es esta dimensión la que sitúa a los académicos-.
Más en los procesos electorales, hay que dar cuenta de un cambio que se viene
sosteniendo a medida que trascurren los años, ya que si observamos los primeros
candidatos a los cargos unipersonales, luego de la normalización de las universidades,
notaremos que estos eran en su mayoría prestigiosos académicos. Hoy bastaría revesar
los currículos de las autoridades para tomar nota de cómo esta dimensión esta
devaluada.

2.- La pertenencia a un partido político. Los partidos políticos en las universidades no


irrumpen tan solo como un proceso externo que ingresa a inmaculadas aulas, hay que
pensarla también como un proceso que los miembros de la comunidad universitaria van
hacia los partidos para nutrirse de poder en ellos y tender un puente entre la universidad,
los partidos y la sociedad. Esto no es reciente ni es patrimonio de un único partido o
sector. En la reforma del 18 (González, j. v. 1987) se produce una división entre los
estudiantes, aquellos que plantean una visión externalista o revolucionaria, que
entienden que la transformación debe ser social y completa, y aquellos internalistas que
acotan la trasformación al espacio universitario. Curiosamente los primeros son
socialistas o anarquistas, mientras los segundos radicales. Son estos últimos que con el
apoyo del presidente de entonces Hipólito Irigoyen consiguen plasmar no la revolución
sino la reforma.

La llegada del peronismo, no fue extraña a las universidades, la gratuidad de la


enseñanza, la creación de nuevas casas de estudio (en particular la universidad obrera,
hoy UTN) no hubiera sido posible sin la JUP, los no-docentes y docentes peronistas.
Los alfonsinistas con Alfonsín, los menemistas con Menem, los kirchneristas con los
Kirchner y los macristas con Macri, completan la acuarela.

Pedro Krotsch (2001) llamó la atención sobre la lógica externalista que la


partidización imponen a las universidades. Lo cual ha estado en el imaginario de
muchos y se ha puesto en evidencia como resistencia a los sistemas de elección directa.
El principal argumento es que dicho sistema en virtud de adoptar la misma lógica de la
compulsa ciudadana, en particular la de las campañas electorales, se teme que quien
cuente con mayor financiamiento pasea mayor ventaja sobre el resto y que sean
precisamente los partidos políticos quienes realicen este aporte. (Mazzola, C. 2007)

Mas la partidización está presente con o sin elección directa y la misma se


concentra y focaliza en los dirigentes universitarios. Resulta un tanto extraño observar
que una buena proporción de miembros de la comunidad universitaria no está afiliada a
partido político alguno, y que muda su identidad partidaria casi con cada proceso
electoral, sin embargo los dirigentes universitarios (sea estos docentes, no docentes o
alumnos y sean además académicos o gremiales) todos, salvo pequeñas excepciones, se
adscriben a un partido político. Si observamos el gremio docente, hay dos federaciones
dominantes: una es Kirchernista, la otra socialista; si miramos los Rectores, casi la
mitad son radicales, la otra Kircherista, los no-docentes, casi todos peronistas. Los
alumnos: franja morada, socialistas, JUP, etc. Esta partidización en los dirigentes, se
produce por un juego de alianzas superestructurales, ya que a medida que se asciende en
términos de organización, más necesario se torna trazas alianzas. ¿Cuánto poder podrá
tener un Rector si no se alinea con otros Rectores? ¿Cómo articular una agrupación
estudiantil, que emerge en una facultad, si pretender ser una opción para toda la
universidad? ¿Cómo dar impacto a una medida de fuerza gremial, si la misma se mide
nacionalmente? Esta lógica de poder que se acrecienta o acota en proporción con las
alianzas que se realizan, encuentra en los partidos el lenguaje para ello.

3.- A pesar de ser esta línea, que vamos a desarrollar, la que entendemos la más
importante, la que más poder atribuye, y ser la razón primordial de porque se ganan las
reelecciones, es la menos observada y analizada.

Dos lógicas convergen para entenderla: La de la burocratización y la del clientelismo


político.

Burocracias y burocratización. La burocracia surge con los Estados modernos


como un modo racional de administrar las nuevas y bastas tareas del Estado en
expansión. (Weber, M. 1982). Mas burocratización, es un concepto desarrollado en el
conocimiento popular como forma exagerada y torpe de administrar, como modos de
duplicar, triplicar trámites de manera innecesarias. También es utilizado el concepto
para referirse a la burocratización de dirigentes, políticos y gremiales, para hacer
referencia a una desviación de representación por perpetuarse en los cargos y
representar intereses particularistas, de la propia elite. Este sentido es el que más nos
interesa y particularmente la cuestión de permanecer en los cargos.

Con cierta ironía, podemos sintetizar estas dos vertientes con la conocida
denominación de la mafia italiana -la P2- ya que queremos hacer referencias a dos
dimensiones subjetivas de gran impacto en el poder y la política: Pertenecer y
Permanecer.

La pertenencia, es la herramienta clave de las mafias, así lo describe el


Colombiano Aldo Civico:

“ Los escándalos por corrupción que están saliendo a flote en Colombia son la señal
tangible de que hay una crisis profunda en el sistema político basado en los
partidos. De hecho, los partidos políticos en Colombia no han logrado garantizar
la dialéctica democrática, ni ser promotores del bien común. La Constitución del 91
define a los partidos como organizaciones que tienen como principios rectores la
transparencia, objetividad y moralidad. Contrario a esto, han promovido intereses
particulares y a veces hasta criminales.
En otras palabras, el principio rector de los partidos no ha sido la transparencia sino la
pertenencia. O sea, a través del clientelismo y de la corrupción se han beneficiado más
fácilmente aquellos individuos que pertenecen a una u otra corriente del partido que esté
en el poder. Por eso, cuando la política está empapada de corrupción, lo que vale nos es
quién eres sino a quién perteneces. Porque la corrupción no es otra cosa que la
expresión de un vínculo de pertenencia; una especie de cuota de afiliación. …si alguien
tiene vínculos de pertenencia fuertes, así sea un individuo trivial va a tener un futuro
brillante. En cambio, si la pertenencia de alguien es débil, uno puede ser un genio, pero
va a quedar sin empleo. Esta es la lógica que promueve la pertenencia porque no
valora el mérito.
De hecho, dado que la corrupción es la expresión de una lógica de la pertenencia, hay
que deducir que la corrupción coincide con la lógica mafiosa. Efectivamente, el
principio rector de la mafia es la pertenencia, y por eso la negación de la libertad y de la
democracia son su prioridad y su objetivo final. … Debido a que la corrupción no es
solo un acto criminal, sino también la expresión de una cultura política, la lucha contra
la corrupción y la mafia no puede ser responsabilidad exclusiva de la fuerza pública y
de los fiscales. La lucha contra la corrupción tiene que privilegiar una estrategia
cultural, porque tiene que generar la transformación de los valores y de las prácticas
culturales. Es una lucha que tiene que salir desde la ciudadanía y verterse en la política.
Porque se trata de liberar la esfera pública de la corrupción y de los intereses mafiosos
para poder afirmar la democracia y la libertad.(Cívico A. 2017)

En la universidad pertenecer a un grupo es la clave de poder. ¿Qué tipos de grupos se


forman?: a) académicos: miembros de una cátedra, un área, departamento, carrera,
facultad, b) disciplinares: los miembros de un campo de conocimientos (psicólogos,
físicos, historiadores, etc), c) de claustros: los docentes, los alumnos, los no-docentes y
d) de agrupamientos políticos1. Estos lazos forman redes de relaciones, capital social,
en términos de Bourdieu (1997) aunque como describiremos luego, son algo más que un
capital.

En las universidades el pertenecer, como dimensión distintiva de formación de


un grupo, no es algo nuevo, lo podemos ya evidencia en el manifiesto liminar, cuando
estos jóvenes hablan del profesorado, camarillas o de la Corda Frates: “una hermandad
católica semi secreta de profesores universitarios, funcionarios y políticos que extendía
sus tentáculos por todos los partidos, la Universidad y los poderes de gobierno” (Ferro
A. 1999).

Más esta como casi todas las agrupaciones semi o secretas, semi o mafiosas, en
donde rige el grupo como criterio de demarcación del bien y del mal, de lo permitido o
prohibido, es la confianza que los liga, la confianza se sobrevalora más que ningún otro
requisito: clase social, capacidad, genero, etc.

Estos lazos se tejen, mantienen y fortalecen más que de prácticas rituales, lo


hacen sobre una lógica de favores diferidos. Como diría Bourdiu (1997) una troca de
favores, requiere de diferimiento temporal, ya que un intercambio inmediato devela el
interés de los mismos, el tiempo que media entre el toma y daca, opera como con un
eufemismo, que hace parecer el toma como regalo, más quien toma sabe que quedo en
deuda y deber realizar una daca en algún momento.

En el manifiesto liminar de los reformistas nos recuerdan este aspecto, este


aspecto de hermandad que los estudiantes observaron y criticaron:

“La juventud Universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de


nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un
método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones
públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas. No se

1
Hemos desarrollado en otros trabajos, como estos tres tipos de lazos de pertenencia: claustro,
facultad y agrupación política, inciden en los miembros del Consejo Superior como orientadores
de la toma de decisiones en las votaciones. ( Mazzola C. y Medina A. 2009)
reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los
cambios pudiera perder su empleo. La consigna de "hoy par ti, mañana para
mí", corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario”
(Barros F.; Vafdés H. ; Bordabehere I. : y otros. 1918)

Más este párrafo citado, condensa además de esta lógica de la que se nutre la
pertenencia, el bloqueo a los cambios. Reiteramos la frase que dice: - No se reformaban
ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su
empleo-. No se alteraba nada, para que nadie que pertenezca al grupo pueda
perjudicarse, esta es la clave de la permanencia, no cambiar para perdurar. Pertenecer,
no cambiar y perdurar, se nutren y necesitan entre sí. Y con ello estamos a un paso de
la burocratización.

En las Municipios, en los Gobiernos Provinciales, en las Universidades hemos


observado Gobernadores, como Intendentes, como así también Rectores que han estado
30 años en sus cargos. Habilitados por la reelecciones indefinidas, que vienen siendo
observadas y trasformadas en algunos casos. Y casi como regla, no excepción, en los
gremios.

En parte, esta situación de permanencia, ha sido descripta por Robert Michels,


sociólogo alemán contemporáneo a los reformistas cordobeses, como la Ley de hierro
de las oligarquías. (Michels, R. 2008)

Los líderes, aunque en principio se guíen por la voluntad de la masa y se digan


revolucionarios, pronto se emancipan de esta y se convierten en una elite conservadora
Quienes siempre buscarán incrementar o mantener su poder a cualquier precio, incluso
olvidando sus viejos ideales.

Por eso, las organizaciones políticas, gremiales – universitaria agregamos


nosotros- pronto dejan de ser un medio para alcanzar determinados objetivos
socioeconómicos y se transforman en un fin en sí mismas. La ley de hierro de la
oligarquía se fundamenta en unos pocos principios tales como:

En primer lugar, cuanto más grandes se hacen las organizaciones, más


se burocratizan, ya que, por una parte, se especializan, y, por otra, deben tomar
decisiones cada vez más complejas y de una forma más rápida. Aquellos individuos que
conocen cómo tratar los temas complejos con los que se enfrenta la organización se van
volviendo imprescindibles, formando la élite.

Se desarrolla una tensión eficiencia y democracia interna; ya que para que la


organización sea eficiente necesita un liderazgo fuerte, a costa de una menor
democracia interna.

Este principio, resulta algo paradójico para los universitarios, ya que nuestro
derecho de autonomía, debería tornarnos menos delegativos, y ser más responsable de
las cuestiones públicas.
Michels, un tanto escéptico de que las personas fueran ciudadanos en lugar de
masas, creía que la propia psicología de las masas hace deseable el liderazgo, puesto
que son apáticas, son agradecidas con el líder, y tienden al culto de la personalidad. Su
única función sería, pues, la de escoger de vez en cuando a sus líderes.

Más en definitiva, nos recuerda Fernández (2013) comentando a Michels, que


los regímenes son materialmente oligárquicos aunque no lo sean formalmente las
formas de gobierno. Las familias que acceden a la oligarquía forman un grupo más o
menos reducido de la sociedad política. La estructura institucional del régimen político
determina que sea más cerrada o más abierta la sociedad política. Es decir hay un grado
de oligarquización de la sociedad. Existen dos conceptos que permiten analizar esto.
Hay que diferenciar entre el poder formal y la influencia -o poder informal-. Por
un lado, las formas de gobierno constituyen una estructura formal que determina el
número de responsables del mando en la sociedad y su grado de poder sobre los
ciudadanos. Y, por otro lado, las formas de régimen constituyen el funcionamiento
efectivo del orden político que determina el número de personas influyentes y su grado
de influencia sobre los individuos.

A nuestro entender se produce una fusión de atribuciones en una élite que


detenta el poder formal, más que por una actitud delegativa de la ciudadanía, se torna en
poder informal también. La ruptura con un sistema democrático no es solo por la
eliteización, sino por la permanencia de esa élite en el poder. No hay élite sin
permanencia y está sin la lógica de pertenencia.

A modo de cierre

En las Universidades Argentinas, no hemos podido resolver lo que los reformistas hace
cien años observaron como la conformación de una Corda Frates, claro que ya no se
trata de una élite de profesores católicos, ni siquiera se trata de una élite de profesores
partidarios, se trata de una Corda Frates que por los beneficios del poder, hacen de la P2
una ideología.

En la Universidad Nacional de San Luis- entendemos que es un caso que ilustra


a varias universidades Argentinas más- podemos dar cuenta que los Rectores desde
1983 a la fecha han sido miembros del partido radical. Por otra parte si observamos que
el sector no-docente, que posee un poder muy significativo y que se da bajo un
liderazgo personalista, notamos que éstos son militante del partido peronista. Sin
embargo se ha dado siempre una fuerte alianza entre los Rectores y el gremio. Las
autoridades y no docentes, en la UNSL conforman la Corda Frates. Las diferencias
partidarias, son secundarias.

Las practicas P2 en las universidades ponen en discusión la legitimidad de la


autonomía universitaria. O Donnell (2001) hace referencia a la pérdida del sentido de
lo público de las universidades en virtud de malas prácticas:
“ La sensación que me queda de lo reseñado es de tanta frustrada ambigüedad. Sin
duda, la autonomía universitaria, sobre todo de la universidad pública, es un bien
sumamente importante que debe ser defendido contra intromisiones confesionales,
del estado y sus temporarios ocupantes, y de lo que se ha dado en llamar “mercado”
pero en realidad son intereses económicos y sociales dominantes. Esta autonomía -
relativa, al menos porque pasa por la dependencia de asignaciones presupuestaria
estatales – es una conquista histórica de las universidades, aquí y en otras partes del
mundo. Y debe ser importante, no solo porque nosotros universitarios, la valoramos
sino también. Porque es una de las primeras cosas que los autoritarismos de todo
signo - como bien sabemos- se ocupan de avasallar. (O Donnell, G 2001. p 65)

Si Foucault (1999) acuño una frase que hizo historia: “Saber es Poder” nosotros
podemos decir que en las universidades, donde la misma debiera observarse como en
ningún otro lugar, rige sin embargo una mutación, cual es: Pertenecer y Permanecer es
Poder.

Referencias bibliográficas

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978-950-518-198-8. Amorrortu editores (2a, ed. 2008)
XIII CONGRESO NACIONAL Y VI CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE
DEMOCRACIA
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Universidad Nacional de Rosario
10 al 13 de septiembre de 2018
Área temática: Reforma Universitaria

Dimensiones internacionales de la Reforma Universitaria de Córdoba en 1918

Nerina Sarthou y María Lis Rolandi

El surgimiento y desarrollo de la educación universitaria en América Latina ha


transcurrido por diversas transformaciones. Desde la creación de las Universidades en la
América colonial española, inspiradas en el modelo de la Universidad de
Salamanca, hasta las Universidades surgidas en el contexto de las Independencias del
siglo XIX, los modelos universitarios fueron emergiendo en cada Estado sin
vinculaciones aparentes. Con el proceso de la Reforma Universitaria de 1918, los
impactos se hacen sentir en el resto de la región, conmocionando a los diversos actores
involucrados. Esta ponencia busca brindar una visión de las consecuencias de la
Reforma para los demás países de la región, centrando la atención en los espacios
habilitados por las relaciones internacionales vinculadas a la cuestión universitaria.

Introducción

La Reforma Universitaria de Córdoba ocurrida en 1918 marcó un punto de


inflexión en cuanto inició un periodo de transformaciones en la educación superior
argentina y, en algunos casos, latinoamericana. De acuerdo a Schenone (2010), en la
bibliografía tradicional sobre este proceso se mitificaron sus logros, fosilizando el
análisis en las décadas siguientes. No obstante, señala la autora, en los últimos años se
han desarrollado investigaciones con una nueva perspectiva historiográfica, que
cuestiona dicha interpretación. Esta ponencia busca aportar en un sentido similar a lo
planteado porque pretende brindar una descripción y análisis sobre las dimensiones
internacionales de la reforma, dimensiones sub-exploradas sobre la temática.

En la primera parte del trabajo se plantea el contexto internacional durante el cual


se desarrolló la Reforma Universitaria en Argentina, la cual se manifestó como un
movimiento social, cultural, económico y político de alcance regional e internacional.
Posteriormente se especifica el contexto regional y luego nacional en el cual se inicia la
Reforma Universitaria, haciendo hincapié en el proyecto político, económico y social
dominante de la oligarquía. En una tercera parte se describe brevemente en qué
consistió el movimiento y en qué consistieron algunos de sus logros. Finalmente, se
presentan las dimensiones internacionales de la Reforma Universitaria, a través de los
múltiples movimientos que se iniciaron en el continente americano, de las
consecuencias de la expansión de la misma en la región y de la incorporación de la
cuestión universitaria y de sus actores en la agenda política internacional. En las
conclusiones se identifican los principales aspectos desarrollados en este trabajo y se
incita a pensar el legado, el presente y el futuro de la Universidad como elemento
transformador de la sociedad y en las consecuencias de la Reforma en término de las
relaciones internacionales de la región.
I. Entre guerras y revoluciones: el contexto internacional de la Reforma de
1918

La Reforma Universitaria se sitúa en un contexto internacional caracterizado por


las consecuencias aún visibles de la crisis del capitalismo mundial de 1890 (Marichal
1988) y la Primera Guerra Mundial (1914-1918), provocada por rivalidades coloniales
que pusieron en desequilibrio el sistema de valores occidentales, a los que América
Latina se hallaba vinculada. La guerra finaliza con la Conferencia de París en 1919
dando lugar al inicio de la hegemonía mundial de Estados Unidos.
Hasta 1914 Gran Bretaña era el centro hegemónico financiero mundial, seguido
por otras potencias europeas pero hacía varios años que había perdido su posición de
primer país industrial del mundo. La Primera Guerra Mundial potenció la participación
norteamericana en el comercio mundial al tiempo que declinaba la inglesa (Rapoport,
2007). En este marco, es posible comprender uno de los elementos que caracterizó al
movimiento de la Reforma Universitaria: el antiimperialismo o antinorteamericanismo.
El cambio de siglo y la afirmación del fenómeno del imperialismo a escala
mundial coincidieron con unos Estados Unidos que se fortalecieron en varios aspectos,
no sólo en el económico. Luego de completar su proceso de consolidación estatal y su
desarrollo industrial de manera acelerada y sostenida, surgió una vocación de liderazgo
mundial, cuestión que se acentuó después de la Primera Guerra Mundial. Especialmente
en América Latina, la forma que asumió su dominación fueron las fuertes inversiones en
la producción, proceso de extroversión de los recursos productivos de muchos países
latinoamericanos (desplazados del control nacional de sus estructuras económicas) y el
control de esos enclaves, desde el punto de vista económico y en ciertos casos, político-
militar. Esto generó una reacción política e ideológica que puso en el centro del
problema al imperialismo y al carácter dependiente de estas sociedades. La contracara
de ese antimperialismo fue el reforzamiento de los rasgos de cohesión identitaria
(Funes, 2006).
En este sentido, Recalde (2018: 10) expresa que:
“uno de los aspectos importantes del ideario reformista fue el antimperialismo. En parte,
esta posición se derivaba como una respuesta a la actitud beligerante y colonialista de las
potencias embarcadas en la Primera Guerra. Además, la conciencia antiimperialista de los
universitarios fue una réplica a la política exterior y comercial de los Estados Unidos. La
participación norteamericana en la Independencia de Cuba, en la creación de Panamá o en la
ocupación de Nicaragua por militares norteamericanos (1912-1933), son sucesos
fundamentales para comprender el ideario del año 1918”.

De acuerdo a Romero (2012), el reformismo universitario fue, más que una teoría,
un sentimiento, expresión de un movimiento de apertura social e intelectual, que
funcionaba como aglutinante de las ideologías más diversas, pero que se nutrió sobre
todo del antiimperialismo latinoamericano todavía difuso y, de la misma revolución
rusa, con su apelación a las masas.
Dentro de los sucesos mencionados, la Primera Guerra Mundial significó un
hecho muy relevante para América Latina, ya que esta región configuró desde los años
1880 un modelo económico basado en la exportación de materias primas agrícolas y
minerales y alimentos, la importación de productos manufacturados y una fuerte
dependencia hacia las inversiones y los capitales extranjeros, provenientes sobre todo de
Europa, y cada vez más de los Estados Unidos.
Este modelo económico significaba una fuerte dependencia que repercutió durante
el conflicto bélico. En efecto, América Latina sufrió una crisis crediticia que afectó sus
inversiones y su comercio, a través de la disminución de sus exportaciones hacia Europa
y un deterioro de los precios de intercambio de las materias primas. En este contexto,
señala Halperín Donghi (1980) algunos países pudieron reorientar una parte de sus
exportaciones hacia los Estados Unidos. Los productos de exportación que se
beneficiaron fueron sobre todo productos estratégicos para una economía de guerra,
como carne congelada o en conserva, lana, cuero, cereales, algodón y minerales.
En 1913, de acuerdo a Ramírez Bacca (2015) Alemania todavía poseía un
mercado relevante en algunos países latinoamericanos. Sin embargo, cuando comenzó
la guerra en 1914, éstos se declararon neutrales. Entre las causas que motivaron esta
actitud de los países de América Latina se puede considerar: el alejamiento geográfico,
la no intromisión en un problema estrictamente europeo, la influencia creciente de
Estados Unidos y las relaciones económicas que se mantenían, sobretodo comerciales,
con los países en guerra.
La situación empezó a cambiar a partir de 1917, cuando los Estados Unidos
entraron en guerra al lado de Francia y del Reino Unido. A partir de dicha fecha, los
aliados solicitaron a los países de la región americana el cese del vínculo para eliminar
la influencia de las potencias del Eje en esa parte del mundo 2 . Gran Bretaña y los
Estados Unidos crearon listas que implicaban un boicot hacia las empresas
latinoamericanas que hacían negocios con Alemania, disminuyendo la posibilidad de
comercialización. De esta manera, La Primera Guerra Mundial puso en evidencia la
dependencia de las economías latinoamericanas en el marco de su modelo exportador,
no pudiendo realizar los gobiernos una reorientación radical de las estrategias
económicas.
Dentro de la situación mundial también cabe mencionar el significado de la
Revolución mexicana (1910) en Latinoamérica, que fue un acontecimiento que empezó
a causa de un problema político, la sucesión presidencial de Porfirio Díaz, pero se
convirtió en una revolución social con la incorporación de las masas populares de todas
las regiones luchando por amplias reformas económicas y sociales, entre ellas, la
necesidad de una distribución de la riqueza y de la propiedad de manera justa (Mires,
1984). Al respecto, Recalde (1998) destaca:
“de la revolución emergió una nueva conciencia social asentada en las nociones de la
revolución “agraria, antifeudal y antiimperialista”. El proceso mexicano inició un cambio
profundo en el terreno social, las tres clases mayoritarias oprimidas -proletaria industrial,
campesina y media- conformaron un frente político y construyeron un Estado democrático y
antiimperialista que no se sometió a la egida de los autoritarismos europeos nazi, fascista o
comunista” (1998: 33).

Es necesario subrayar que la Revolución Mexicana, iniciada a principios del siglo


XX y completada con las importantes transformaciones del mandato cardenista (1934-
1940), significó un impacto relevante en América Latina, caracterizada entonces por
regímenes antidemocráticos, vinculados al capital extranjero y las oligarquías locales.
Las reivindicaciones agraristas y nacionales, promovieron amplias expectativas en el
hemisferio, asociadas de una oleada de sentimientos revolucionarios en vastos sectores
populares. Guerra Vilaboy (2014) expresa que este movimiento revolucionario se
manifestó en la fundación de nuevas organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles,
algunas de ellas antiimperialistas, antioligárquicas y/o federaciones anticlericales. Por lo
tanto, varios procesos latinoamericanos de la primera mitad del siglo XX fueron
delineados por la gesta revolucionaria de México.

2
Los países de América Central y del Caribe (Nicaragua, Haití, Guatemala) declararon la guerra a las
potencias centrales, seis países rompieron las relaciones diplomáticas con Alemania sin declaración de
guerra, entre ellos Bolivia, Perú, Ecuador y seis conservaron su neutralidad: Argentina, México,
Colombia, Chile, Venezuela y Paraguay.
Otro proceso relevante hacia fines de la década es la Revolución en Rusia (1917),
iniciada por campesinos y proletariados a través de una serie de revueltas para acabar
con las injusticias sociales y económicas, implicando la caída del régimen zarista, el
triunfo comunista y el inicio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. De esta
manera, la revolución rusa significó un cambio radical de régimen en Europa y en Asia
y desempeñó una relevante influencia entre los jóvenes y pensadores reformistas. El
impacto provocado por esta revolución en los países latinoamericanos se vio reflejado
en el pensamiento de las corrientes socialistas, siendo una de las formas de
manifestación el movimiento anarquista, el cual se expande en varios países, a través de
de inmigrantes rusos que se establecen, en principio, en áreas rurales y luego en el
medio urbano. Estos movimientos anarquistas tuvieron su auge en toda la región entre
1917 y 1919, años en los que se organizaron huelgas generales significativas, que
abrieron un proceso de sindicalización del movimiento obrero, como en los casos de
Brasil en 1917, Argentina y México en 1918 y Perú en 1919.
En este contexto, explica Paz Rada (2017):
“representantes de la Generación del 900 3 , formada por intelectuales, periodistas,
cronistas, novelistas y poetas que asumieron una posición antiimperialista e impulsaron la
Unidad de América Latina se convirtieron en importantes receptores, divulgadores y
polemistas que reflexionaron los alcances de la Revolución Bolchevique en la región”.

La aguda crisis del orden internacional generó la sensación de que se deshacían


los sistemas políticos; en ese contexto, la Reforma se presentó como un movimiento de
recreación cultural, social y político de alcance regional y mundial.

II. Estado, sociedad y universidad en América Latina

Las primeras universidades en territorio latinoamericano fueron creadas en la


época colonial y su localización coincidió con las líneas de expansión del dominio
español sobre América; es así que ya en el siglo XVI fueron creadas cuatro instituciones
en: Santo Domingo, México, Lima y la Nueva Granada. La formación escolástica fue lo
característico para América en las Universidades de esa primera etapa. Los modelos de
la Universidad de Salamanca y de Alcalá de Henares fueron los que inspiraron a la
mayor parte de las Universidades hispanoamericanas.

Para la segunda mitad del siglo XIX casi todas las naciones iberoamericanas ya
estaban independizadas de España -a excepción de Cuba y Puerto Rico- y de Portugal.
Es un período signado por cierta decadencia de algunas de las universidades pero
también es el momento de nacimiento de otras, creadas en esa fase inicial de la vida
independiente. Así fue el caso de la Universidad de Buenos Aires en Argentina, las
Universidades Mayor de San Andrés y de San Simón en Bolivia, la Universidad de
Chile, la Universidad Central del Ecuador, la Universidad de El Salvador, la
Universidad Literaria y Pontificia de Chiapas en México, las Universidades Nacional de
la Libertad y Nacional de San Agustín en Perú, la Universidad de la República en
Uruguay y la Universidad de Los Andes en Venezuela, todas ellas creadas antes de
1850. Como signo distintivo de las mismas, son las primeras que surgen como

3
Se refiere a un grupo de escritores Uruguayos nacidos entre 1868 y 1886 que tuvieron su apogeo
literario alrededor del año 1900. Caracterizados por una tendencia renovadora, sus producciones
literarias se enmarcaron en el modernismo. En este período se vivió en Uruguay la crisis y el ocaso del
caudillismo, dando comienzo al duro debate sobre el lugar de las minorías partidarias en la escena civil
que llevaron a levantamientos apenas entrado el siglo XX.
iniciativas de los gobiernos criollos, aunque puedan tener alguna participación de las
jerarquías eclesiásticas locales (Pittelli y Hermo, 2010).
Para comprender el rol de las universidades en los países de la región es necesario
caracterizar la singularidad del periodo histórico en el cual se inicia la Reforma, período
que los historiadores sobre América Latina identifican como “el derrumbe del proyecto
oligárquico” (Carmagnani, 1984) o la “madurez del orden neocolonial” (Halperín
Donghi, 1980).
Según Carmagnani (1984) en América Latina se configuró entre 1850 y 1930 un
proyecto oligárquico que recorrió tres fases: entre 1850 y 1880 fue el “arranque”, entre
1880 y 1914 fue la “edad de oro” y entre 1914 y 1930 fue el “derrumbe”. Este proyecto
como indica su denominación tenia al frente como clase dominante a la oligarquía y se
asentaba sobre bases económicas (modelo primario exportador), políticas (Estado
oligárquico) y sociales (exclusión de la mayoría de la población de la participación
política y económica). Este proyecto, en términos generales, fue una ilusión según el
autor porque se consolidó sobre bases preexistentes y pospuso las reformas estructurales
necesarias.
Para Halperín Donghi (1980) la historia de América Latina ha transcurrido por
tres momentos: un primer momento en el cual se transita desde un orden colonial a un
orden neocolonial entre 1810 y 1850, un segundo momento en donde se establece y
madura el orden neocolonial entre 1850 y 1930 y un tercer momento en el cual se agota
ese pacto en el año 1930 y los países de la región buscan un nuevo equilibrio. Entre
1880 y 1930 se observa en la región la madurez del orden neocolonial.
Ambos autores, identifican distintas etapas en el desarrollo histórico de los países
latinoamericanos de acuerdo a los vaivenes o el grado de éxito de la clase dominante –la
oligarquía- en su relacionamiento con la clase gobernante de las potencias de la época.
Primero fue España, luego Gran Bretaña y, finalmente, Estados Unidos el principal
socio en términos económicos y políticos con el cual la oligarquía de la región entablaba
diálogo.
Es rol de la universidad dentro del proyecto oligárquico y del orden neocolonial
consistía en sostener y reproducir a la propia clase oligárquica en términos culturales. Al
respecto, Iriarte y Correa (2010) sostienen que como no existían partidos ni
instituciones políticas con estructuras formales y burocratizadas, las funciones que estos
cumplen habitualmente para la selección de funcionarios fueron ejecutadas por
los grupos de familias o de amigos, constituidos sobre la base de lealtades particulares.
La Universidad de Córdoba y especialmente la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires desempeñaron el papel más significativo en el proceso de
reclutamiento de funcionarios y líderes políticos.
Por este motivo, Halperín Donghi (1980) posee una visión crítica del movimiento
de Reforma universitaria. Enmarca su caracterización dentro de lo que denomina
“movimientos antioligárquicos”, de fines del siglo XIX y principios del XX: se oponen
antes que al lazo neocolonial, a la situación privilegiada que dentro de ese orden se le ha
dado a lo que se denomina oligarquía. Mirando lo que han hecho cuando han estado en
el poder, Halperín Donghi (1980) señala que su acción es más coherente que su
ideología: aumentar la gravitación en el sistema político de los sectores que lo apoyan es
su objetivo primero; mejorar mediante esbozos de legislación social y previsional la
situación de esos sectores, su finalidad complementaria; en los rasgos básicos de su
estructura económico-social que encuentran, no introducen, en cambio, modificaciones
importantes. La manifestación característica de estos movimientos antioligárquicos de
acuerdo a la visión de Halperin Dongui (1980) es la Reforma universitaria de 1918 en
Argentina que rápidamente se difunde por el resto de América Latina.
III. Estado, sociedad y universidad en Argentina

A partir de la segunda mitad del siglo XIX se configuró en la Argentina un Estado


liberal, con un gobierno centralizado conformado por los productores de bienes
primarios, que fue dominando no sólo el espacio social sino también el territorial, el
cual favoreció a la integración de la economía internacional a través del modelo
agroexportador. En este contexto, la estancia fue el elemento productivo central que
representó el prototipo de acumulación imperante y el dominio de una clase tanto a
nivel económico, político como social.
Para contribuir al desarrollo de dicho esquema, Filmus y Hernaiz (1996) afirman
que fue “necesario integrar a importantes sectores sociales al modelo productivo e
incorporar un volumen significativo de mano de obra a partir de la inmigración (…)
aunque esto no significó una apertura del Estado a la incorporación de nuevos sectores
sociales en la conducción del poder público sino que el modelo de participación política
siguió siendo muy restrictivo”. Efectivamente, fue un modelo excluyente que utilizó a la
educación como herramienta para unificar y modernizar al conjunto de la población,
con el objetivo de lograr la integración social, la consolidación de la identidad nacional,
la generación del consenso y la construcción del propio estado, para ello era necesaria la
educación gratuita, gradual, laica y pública.
La primera norma universitaria, Ley 1.597 de 1885, conocida como Ley
Avellaneda, establecía tres órganos colegiados de gobierno: la Asamblea Universitaria -
compuesta por los miembros de las facultades y presidida por el Rector-, el Consejo
Superior –integrado por el rector, los decanos de las facultades y los delegados que las
mismas nombrasen-; las facultades –formadas por un número no mayor a 15 miembros
y en el que participen al menos una tercera parte de los profesores. Respecto de los
órganos unipersonales, delegaba en la Asamblea Universitaria la elección del rector.
Esta norma, que tuvo vigencia hasta 1947, era mínima en las regulaciones que
establecía, lo que permitió realizar diversas modificaciones al gobierno de las
instituciones en la práctica como la incorporación de los estudiantes al gobierno a partir
de la Reforma universitaria de 1918, sin necesidad de sancionar una nueva ley (Nosiglia
y Mulle, 2015).
Hacia 1885, cuando se sancionó dicha Ley, en Argentina sólo existían dos
Universidades: la de Córdoba, que había sido creada en 16134 y la de Buenos Aires, que
había sido establecida por la Provincia de Buenos Aires en 1821. Por su mayor
desarrollo histórico, de estas Universidades emergían los futuros funcionarios para los
cargos públicos, los ministerios y la carrera diplomática.
En relación a la Universidad de Córdoba, Pitelli y Hermo (2010) señalan que, fue
una de las primeras universidades creadas en América, de modo que era además la más
antigua de las argentinas y la única que estaba funcionando antes de la independencia.
Afirman los autores que: “por tal motivo, la Universidad de Córdoba tuvo
características oscurantistas y oligárquicas en su funcionamiento, se basaba en el
modelo escolástico tradicional, el derecho canónico era su máxima expresión formadora
y tenía programas de estudio anticuados” (2010: 145). Con respecto a la provincia de
Córdoba, los autores analizan que la misma era un bastión unitario, lo cual contribuyó a
una continuidad tradicional de la enseñanza en la misma, la situación comenzó a
complejizarse a partir de la inmigración masiva de fines del siglo XIX y principios del
4
En 1820 el General Juan Bautista Bustos, gobernador de la Provincia de Córdoba, colocó a la
universidad en la órbita provincial; finalmente en 1854, fue nacionalizada por decreto del Ejecutivo
Nacional (Buchbinder, 2005).
XX, junto con el ascenso de la clase media. Estos grupos reclamaban por una
formación universitaria que les permitiera mejorar la situación económica y laboral a
futuro.
Para el preludio del movimiento reformista en Córdoba, se habían creado otras
dos universidades con orientaciones muy diferentes: la Universidad de La Plata 5
(1905), impulsada para dar respuesta a las renovadas necesidades de formación
científica, técnica y cultural que manifestaban las nuevas generaciones que habitaban la
nueva capital de la provincia de Buenos Aires, y la Universidad de Tucumán6 (1914), a
la cual se le asigna una vocación regional con carácter moderno, atenta a la ciencia de la
época y abierta al mundo.
En este contexto, surgieron los reclamos reivindicatorios de los estudiantes
universitarios. Efectivamente entre 1900 y 1905 se organizaron los centros de
estudiantes en las Facultades de Medicina, Ingeniería y Derecho en la Universidad de
Buenos Aires, los cuales comenzaron a exigir por medio de una huelga un nuevo
sistema de exámenes, reducción de los aranceles y modificación en el proceso de
designación de los docentes.
Uno de los factores claves para el inicio de la Reforma fue la conocida Ley Sáenz
7
Peña , sancionada por el Congreso de la Nación Argentina el 10 de febrero de 1912, la
cual estableció el voto universal, secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos,
nativos o naturalizados, mayores de 18 años de edad y solo para hombres, habitantes de
la nación y que estuvieran ya inscriptos en el padrón electoral. Esta ley adoptaba el
espíritu de universalizar el voto, aunque en la práctica había restricciones que dejaban
fuera a parte de la sociedad.
Las primeras elecciones presidenciales realizadas bajo el sistema de la Ley
ocurrieron en 1916, siendo el triunfo para el candidato por la Unión Cívica
Radical, Hipólito Yrigoyen (1916-1922), la principal fuerza opositora al Partido
Autonomista Nacional, que hasta entonces no había accedido al poder. Durante el
primer gobierno de Yrigoyen se promovió una ampliación de la participación popular,
expresada en la vida de los comités barriales del partido y en la movilización electoral.
En efecto, los cambios políticos e institucionales permitieron que las clases medias
pudieran expresarse, facilitando de este modo la integración de una considerable parte
de la población que hasta ese momento estaba excluida de toda participación política. Es
en este escenario de incremento de participación de las capas medias en los aspectos
políticos donde se comienza a gestar el movimiento de la reforma universitaria, iniciada
en Córdoba en 1918.

5
En 1889 se sancionó la Ley para la creación de la casa de estudios provincial, en 1890 fue promulgada,
sin embargo la norma no tuvo cumplimiento efectivo sino hasta 1897, cuando el gobernador Guillermo
Udaondo decretó que se cumpliera la Ley y se constituyera la Universidad Provincial de La Plata. La casa
de estudios quedó inaugurada públicamente en abril de 1897 bajo el mandato del Dr. Dardo Rocha, que
fuera elegido como su primer Rector, y extendió su vida académica hasta 1905. Comenzó a funcionar
con tres facultades -Derecho, Fisicomatemáticas y Química- y una Escuela de Parteras. La Universidad
funcionó entre 1897 y 1905 en condiciones precarias por falta de recursos materiales y elementos para
la enseñanza (Buchbinder, 2005).
6
En 1914 se inaugura oficialmente la Universidad de Tucumán. El rector-fundador y gestor fundamental
fue el Dr. Juan B. Terán. Nacionalizada en 1921 con la promulgación de la Ley 11.027, comenzando una
nueva época en donde la docencia y la investigación van a ser sus objetivos centrales (Buchbinder,
2005).
7
Esta ley debe su nombre a su impulsor, el presidente Roque Sáenz Peña, miembro del ala modernista
del Partido Autonomista Nacional. La primera aplicación de la ley fue en abril de 1912, en Santa Fe y
Buenos Aires.
Las universidades, cuyo propósito central era formar profesionales, eran
socialmente elitistas y académicamente escolásticas. Muchos jóvenes estudiantes
quisieron abrir sus puertas, participar en su dirección, remover las antiguas camarillas
profesorales, instaurar criterios de excelencia académica y de actualización científica y,
vincular la universidad con los problemas de la sociedad (Romero, 2012). Estas
demandas, si bien lograron eclosión en el mes de Junio de 1918, eran producto de
reclamos estudiantiles de la última década y se encontraban inmersas en un contexto
más amplio de transformaciones sociales.

IV. El contenido de la Reforma

En relación a los componentes que precipitaron la Reforma, Sánchez expresa que


respondió a un proceso muy amplio e intenso de agitación social. Las transformaciones
en la correlación internacional de las fuerzas político-económicas, producto de la guerra
y cambios internos, vinculados con la expansión del capitalismo en la región sumado a
la emergencia de una clase media que había aumentado considerablemente su número y
su participación activa en el proceso social, así como una notoria inquietud en el
proletariado que ya se hacía sentir en los principales centros urbanos, determinaron la
presencia de un clima propicio a las más hondas transformaciones (Sánchez citado en
Tünnennann Bernheim, 1998).

Efectivamente, en la exploración del origen y significado de la Reforma, deben


tenerse en cuenta el momento social que se vivía, la trayectoria y la situación de la
Universidad y las características del movimiento juvenil que surgía. En este sentido,
Recalde expresa que:
“el estallido de la Reforma Universitaria siguió inmediatamente a la conquista del
poder político por el radicalismo, es decir, por la pequeña burguesía liberal y democrática.
Desalojó de la Universidad -aunque no completamente- a una “élite” intelectual
estrechamente ligada a la gran burguesía nativa, depositaria del saber y encargada de preparar
los núcleos gobernantes del país” (2018: 20).

Por lo tanto, la Reforma Universitaria también debe su origen en la inmigración


que a partir del sexto decenio del siglo XIX modifica toda la estructura económica del
país y conforma una clase social media. El Movimiento fue como sostiene Orlando
Albornoz la consecuencia de un número de presiones sociales impuestas por la dinámica
de la vida económica de la Argentina y por los cambios que se producían en su
estructura social, entre ellos, un intenso proceso de urbanización, el cual crea
necesidades nuevas, como las de educación superior (Albornoz citado en Tünnennann
Bernheim, 1998).
Hacia finales de 1917 comenzaron a manifestarse los reclamos estudiantiles en la
Universidad de Córdoba. Primero, el Centro de Estudiantes de Ingeniería elevó una
protesta a raíz de una ordenanza que establecía nuevas condiciones de asistencia a clase.
Luego, se desató el episodio que daría origen a la Reforma: los estudiantes de Medicina
elevaron al ministerio de Justicia e Instrucción Pública un memorial cuestionando
duramente el régimen docente vigente en la Facultad y protestando por la supresión del
internado para alumnos avanzados de la carrera en el Hospital de Clínicas, dependiente
de la Universidad. De esta manera, la protesta articulaba objeciones de carácter
científico con críticas a las formas de gobierno y al sistema de enseñanza. Denunciaban
el carácter vitalicio de los miembros de las academias y las irregularidades en la
provisión de los cargos docentes y administrativos, cuestionaban los dispositivos para
la designación de los profesores acusando a la Academia de nepotismo y de no
considerar ni a adscriptos ni a profesores suplentes y criticaban el manejo de los fondos
(Buchbinder, 2005).
Las autoridades de la institución no dieron respuesta a estos reclamos así que los
estudiantes a partir de marzo de 1918 comenzaron una serie de ruidosas manifestaciones
callejeras, organizadas por el Comité Pro Reforma integrado por delegados de distintas
facultades. En este escenario, en abril de 1918 surgió la Federación Universitaria
Argentina (FUA) y en mayo la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). Amabas
organizaron en el mes de julio el primer Congreso Nacional de Estudiantes que tuvo la
participación de delegaciones de las principales universidades, cuyos presidentes
tuvieron una relevante ascendiente en los sucesos de Córdoba así como en la vida
cultura y política del país.
La FUC se creó para organizar y representar a los estudiantes que reclamaban la
reforma de los estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba, adoptando como
órgano de prensa a La Gaceta Universitaria. Paulatinamente las actividades del
movimiento se fueron extendiendo y profundizando sus reclamos que terminaron en una
petición ante el Consejo Superior de la Universidad, pero éste se negó a tomar en cuenta
sus reclamos (Buchbinder, 2005). La dirección del movimiento convocó a una huelga
general hasta que se satisficieran sus demandas, sin embargo el conflicto continuó,
ampliándose las demandas iniciales. Entre las más significativas se pueden mencionar:
pluralismo filosófico de la crítica de la experimentación científica, autonomía de la
influencia eclesiástica, impugnación de las estructuras autoritarias de poder y
participación estudiantil en el gobierno de la Universidad.
En junio de 1918 se dio a conocer el Manifiesto Liminar de la Reforma en el cual
se daba a conocer a la opinión pública los reclamos del movimiento. Ante el clima
convulsionado, el gobierno de Irigoyen intervino la universidad y con esta intervención
se inició un proceso de transformación, al llamar a una Asamblea Universitaria
constituida por la totalidad de profesores titulares y suplentes, reemplazando a los
cuerpos vitalicios que tenían el gobierno universitario. Esta Asamblea debía elegir
Rector, siendo designado Antonio Nores, persona vinculada a la expresión del
pensamiento católico más tradicional, y que integraba una asociación tradicional
conocida como Corda Frates 8 , la cual poseía una muy amplia influencia en la
universidad, pero también en la política y la sociedad cordobesa.
Dada esta situación los estudiantes ocuparon la Asamblea, los mismos contaban
con el apoyo de sectores populares, el movimiento sindical y obreros, así lo explica
Bustelo (2013:16) “por un lado, los estudiantes han adquirido un aprendizaje político,
pues les resulta manifiesto que sólo pueden alcanzar sus reclamos a través de alianzas
extraestudiantiles; desde entonces se asocian con los gremios obreros de Córdoba, el
Partido Socialista y algunas figuras significativas de la contraélite cultural argentina
enfrentadas a la cultura clerical, como Ingenieros, Korn, Palacios, Ugarte, Lugones,
Susini (Portantiero, 1978: 42). Por otro lado, esa vinculación alienta a que el
movimiento comience a radicalizarse ideológicamente. Ante estas circunstancias, Nores
renunció y el Gobierno Nacional intervino nuevamente la universidad.
El fracaso del intento de construir la reforma sobre la base de un sector del
profesorado fortaleció la consigna de un gobierno universitario integrado en partes
iguales por profesores, estudiantes y diplomados. De este modo, la participación

8
Significa “la cuerda de los hermanos”, es decir el poder, la línea que une a todos los miembros de la
misma secta. Tiene las características de la logia masónica. Es de tipo aristocrático, reaccionario y
funciona en muchos países, especialmente en Europa y América del Sur. Es un pequeño sector dentro de
la religión católica romana, consideran que el pueblo creyente debe ser gobernado por esa élite; de allí
que poseían los cargos públicos, docencia, magistratura, ministerios.
estudiantil apareció como el instrumento privilegiado para introducir cambios en la
universidad (Buchbinder, 2005).
De acuerdo a Salazar Bondy los cuatro objetivos fundamentales del movimiento
político-académico que fue la Reforma:
“a) abrir la Universidad a sectores más amplios de alumnos, sin
consideración de su origen y posición social, y facilitar en todo lo posible el
acceso de estos sectores a las profesiones y especialidades -de donde se
derivó la reivindicación de la asistencia libre en beneficio de los estudiantes
que trabajan; b) dar acceso a la enseñanza a todos los intelectuales y
profesionales competentes, sean cuales fueren sus ideologías y sus
procedencias, de donde la cátedra libre y la periodicidad del contrato
profesional; c) democratizar el gobierno universitario de donde la
participación estudiantil y la representación de los graduados; y d) vincular la
Universidad con el pueblo y la vida de la nación de donde la publicidad de los
actos universitarios, la extensión cultural, las universidades populares y la
colaboración obrero-estudiantil” (Salazar Bondy citado en. Tünnennann
Bernheim, 1998: 17).

A partir de allí el programa de la Reforma excedió los aspectos estrictamente


docentes e incluyó toda una serie de planteamientos político-sociales, que aparecen ya
propuestos en el propio Manifiesto Liminar de 1918, el cual titulaba en su primera
página el llamamiento: “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud
América». Era una clara expresión de creencia emancipadora respecto de lo que se
consideraba un bastión del pasado colonial, clerical y oligárquico.
El nuevo interventor fue directamente el ministro de Instrucción Pública de la
Nación. Ante este hecho renunciaron muchos de los catedráticos ligados a los grupos
más conservadores, al igual que el rector. Los nuevos estatutos sancionados dispusieron
la organización de un gobierno para la universidad compartido por profesores titulares,
suplentes y estudiantes, asimismo, se dispusieron otros cambios y en octubre mediante
elecciones asumió un nuevo rector.
La Reforma marcó un hito pero no alcanzó a instaurar todos los cambios que
necesitaba la Universidad de Córdoba ni la profundidad necesaria en ellos. La lucha
universitaria continuó durante la década de 1920 con los reclamos de docencia libre,
asistencia libre a clase, profesores que tuvieran práctica científica de la materia que
enseñaban, actualización de programas de estudio, extensión universitaria, cogobierno
universitario, concurso docente para cubrir las cátedras- con la abolición de privilegios
y amiguismos para la designación de profesores y autoridades-, autonomía universitaria,
función social de la universidad Schenone (2010).
Paralelamente, en la Universidad de Buenos Aires las reformas, que venían
siendo realizadas se consolidaron y ampliaron. En la Universidad de La Plata el proceso
de modificaciones y rebeliones estudiantiles fue muy violento y continuó entre 1919 y
1920, con importantes conflictos que finalizaron con la reforma de los estatutos.

V. Las dimensiones internacionales de la Reforma Universitaria

i. Antecedentes internacionales de la Reforma


Moraga Valle (2014) subraya que existe “un mito historiográfico”, esto es, un
conjunto de interpretaciones tradicionales que sostienen que el proceso de la Reforma
Universitaria se esparció planteando el cogobierno universitario y la solidaridad
sudamericana y que ejerció una “influencia directa” en los movimientos estudiantiles
del continente. Según el autor el origen del programa continental, que más tarde tomó el
nombre de “reforma universitaria”, proviene de la acumulación histórica de diez años de
trabajo desde el Primer Congreso Internacional de Montevideo, de la elaboración
programática del Bureau o Oficina y de 11 años de edición de la revista “Evolución”,
entre otras publicaciones estudiantiles del Cono Sur. De allí que, en principio, las
dimensiones internacionales de la Reforma Universitaria de 1918 son aquellas que
dieron origen al proceso.
Previamente, se dio un “período preparatorio o académico” (1870-1917) de la
Reforma que le dio una propulsión propia al movimiento al partir de las distintas
iniciativas renovadoras en las Universidades de Chile, Uruguay y Argentina, junto a los
Congresos de Estudiantes Americanos que se realizaron en 1908 en Montevideo, en
1910 en Buenos Aires, y en 1912 en Lima, en los cuales se comenzó a esbozar el
planteo de la participación de los alumnos en la política universitaria (Bascuñán Valdés
citado en Bruera: 239).
En 1908 la Asociación de Estudiantes de Montevideo convocó al Primer
Congreso Internacional de Estudiantes, que reunió a universitarios de Argentina,
Bolivia, Brasil, Cuba, Chile, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay. La particularidad
de este congreso fue que al tener lugar paralelamente una importante discusión
legislativa sobre una reforma educacional, el congreso alimentó el debate político entre
el Estado y la Universidad, y a su vez, recogió esa polémica en sus propias discusiones.
Finalmente la ley aprobada permitió el cogobierno de la Universidad a través de
consejos universitarios con representación académica, estudiantil y del Poder Ejecutivo
(Moraga Valle, 2014).
El segundo congreso tuvo lugar en Buenos Aires, en julio de 1910 en el marco de
las celebraciones del Centenario de la Independencia de Argentina. Esta vez la
convocatoria se extendió, además de los países iniciales, a El Salvador, Venezuela y
Estados Unidos. El tercer congreso 9 se realizó en Lima en 1912. La recientemente
creada Oficina Internacional Universitaria Americana había realizado una encuesta
entre las federaciones del continente preguntando por tres temas centrales: la autonomía
universitaria, la democratización de la enseñanza y la representación en los consejos
universitarios; a partir de sus resultados, antes del evento, elaboró un programa
continental de lucha estudiantil (Moraga Valle, 2014).
En 1914 debía tener lugar el Cuarto congreso en la ciudad de Santiago de Chile,
sin embargo, al desatarse la guerra mundial el mismo se postergó indefinidamente,
retrasando el proceso de unidad continental.

ii. Proyección e impacto internacional de la Reforma Universitaria


La primera universidad en la cual hicieron mella las chispas de las ideas de la
reforma desde Córdoba fue la Universidad de San Marcos en Lima, en Perú. Allí los
estudiantes lograron un cambio profundo en la estructura universitaria y, luego, en la
política nacional. Entre 1919 y 1923 se abrió una discusión política sobre el futuro de
Latinoamérica (Colter, 1982), que estuvo orientada hacia la formación de partidos
políticos para las clases medias y populares: Víctor Raúl Haya de la Torre, líder
estudiantil y exiliado político en México fundó en 1924 la APRA, la Alianza Popular
Revolucionaria Americana y José Carlos Mariátegui, que había apoyado decididamente
a los estudiantes, definió más tarde una política socialista para el Perú y fundó el Partido
Socialista Peruano (Marsiske, 2015). En Perú el impacto del movimiento de reforma de
9
El Congreso de Lima dejó un legado de unidad: el Himno de los estudiantes americanos, con letra del
peruano José Gálvez y música del chileno José Soro, que fue la canción de las luchas estudiantiles en los
años siguientes
1918 fue más bien de carácter ideológico involucrando en la discusión varios aspectos
políticos, económicos y sociedad de la sociedad.
En Cuba, entre 1921 y 1925 las repercusiones del movimiento de reforma
universitaria se vincularon estrechamente al Partido Comunista Cubano y a uno de sus
fundadores, Julio Antonio Mella, dirigente estudiantil. Mella consideraba que toda lucha
social se tenía que someter a la dirigencia de los organismos proletarios y que la
reforma universitaria era solamente una parte de la revolución social de toda la sociedad
cubana. Los estudiantes habían logrado algunas reformas en la Universidad de La
Habana durante su lucha, los que fueron declarados nulos por las nuevas autoridades del
gobierno del dictador Machado (1929-1933) (Marsiske, 2015).
En Colombia los estudiantes universitarios influenciados por el movimiento de
reforma de Córdoba se lanzaron a la protesta por motivos académicos, sin prescindir del
marco político del país. Se registraron 13 conflictos estudiantiles entre 1920 y 1924 y
otros tantos en los siguientes años, en 1921 en la Universidad de Antioquia, en 1926 en
la Universidad del Cauca y en 1929 en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá.
De modo que, en Colombia, el movimiento reformista de Córdoba sentó las bases de la
lucha estudiantil al propender no sólo por la modernización de la educación superior,
sino por la búsqueda de la autonomía universitaria, un elemento que prevalecerá a lo
largo de la historia del movimiento estudiantil colombiano (Tarazona y Arévalo, 2017).
Por su parte, en México, el movimiento de los estudiantes universitarios en 1929
expresó los reclamos de la clase media mexicana descuidada por los gobiernos
revolucionarios a favor de los reclamos más apremiantes de la población rural. Este
sector de la población se había aglomerado como fuerza política alrededor de José
Vasconcelos, rector de la universidad entre medianos de 1920 y medianos de 1921, y
luego fundador y primer secretario de la nueva Secretaría de Educación Pública.
El proceso reformista argentino también tuvo repercusión en Chile. A mediados
de junio de 1920, se realizó la Primera Convención Estudiantil, organizada por la
Federación de Estudiantes de Chile, en cuyas conclusiones y declaración de principios
plasmaron los principios de la Reforma Universitaria.
En Uruguay, la obra de renovación política que contemplaban las reivindicaciones
sociales y democratización institucional había sido realizada, en alguna medida, por el
gobierno de José Batlle y Ordoñez. Mientras en Argentina y en México, los
movimientos renovadores habían nacido de la misma sociedad, para luego insertase en
el ámbito político, en el caso uruguayo se llevó a cabo este accionar de manera
impersonal y “oficializada”, sin darse las condiciones para conformarse una camada de
intelectuales, como las que acompañaron aquellos procesos, y que aparecieron luego en
el espacio público nacional y continental promovidos por la Reforma Universitaria.
La juventud universitaria de los años de la reforma, entre 1918 y 1930, se
manifestó como fuerza social y política y así expandió su influencia como actor de las
relaciones internacionales de la América Latina de aquellos años. En consecuencias,
otra de las dimensiones internacionales de la Reforma de 1918 fue la expresión de
grupos de estudiantes que se formaron para tomar posición en el acontecer de sus
respectivos países y en algunos casos, del continente.

iii. La educación universitaria en la agenda internacional


El año 1918 es un punto de inflexión importante en la agenda internacional,
especialmente, en el ámbito de la política universitaria. A partir de las consecuencias del
movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba puede decirse que el tema de la
educación universitaria se incorpora en la agenda de política internacional. Comienza a
considerarse la temática como una cuestión que excede a los propios países y que
requiere de la organización de conferencias, reuniones y diversas instancias de
congregación de actores universitarios a nivel internacional.
Los estudiantes fueron los primeros actores del ámbito universitario que
adquirieron fuerte presencia a nivel mundial. La realización de diversos Congreso
Internacionales de Estudiantes caracteriza los años inmediatos al inicio de la Reforma.
De un lado, las federaciones nacionales de estudiantes comienzan a organizar eventos
con organizaciones similares en países vecinos (Biagini, 2006). Del otro, a nivel
regional se inicia un periodo que culmina con la celebración del Congreso de
Estudiantes Latinoamericano de Santiago de Chile en 1937. Dicho espacio constituyó
un lugar en que estos enfrentamientos políticos e ideológicos desplegaron sus propias
potencialidades para los estudiantes del continente. De acuerdo a Moraga Valle (2012),
en él convergieron las estrategias del variado campo ideológico de los movimientos
estudiantiles de la región, desde el reformismo argentino y uruguayo, el
indoamericanismo peruano, el socialismo chileno, la mediterraneidad boliviana, el
pacifismo ecuatoriano, hasta el nacionalismo puertorriqueño.
Por su parte, los gobiernos se incorporaron a la discusión de las cuestiones de la
educación universitaria a nivel multilateral luego de la Segunda Guerra Mundial cuando
se instauraron diversos organismos internacionales y distintos asuntos que eran
considerados domésticos se transformaron en trasnacionales. Dentro de la Organización
de las Naciones Unidas se crea la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en cuyo seno va a adquirir
paulatinamente mayor presencia la cuestión de la educación universitaria hasta que en la
década de 1990 y 2000 se desarrollan las Conferencias Regionales de Educación
Superior. A nivel de la región de América Latina éstas logran formular en ambos
períodos una agenda de problemáticas y desafíos comunes, cuestión que en la
Conferencia Mundial de 2009 –ante el descrédito de la Organización Mundial permite
cohesionar los intereses y principios de los Estados del bloque de América Latina y el
Caribe y generar capacidades para redefinir en su favor la concepción de la educación
superior como bien público (Rovelli, 2018).
En este punto, es de destacar que no sólo organismos cuya misión estaba
relacionada con la educación comenzaron a generar espacios de discusión multilaterales
sino también organismos con fines distintos como los organismos multilaterales de
crédito, como el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, los cuales
cobraron protagonismo a partir de la década de 1980 y 1990. La emergencia de ellos
tornó urgente la conformación de espacios regionales propios basados en un
posicionamiento que recuperó y redefinió los postulados de la Reforma de 1918, en el
marco de las relaciones internacionales de la política universitaria.
Conclusiones

En 1918 surgió un movimiento estudiantil en la Argentina como resultado de un


contexto político, social, económico y cultural particular, caracterizado por un proceso
de transición desde el modelo oligárquico hacia una sociedad transformada por un
conjunto de acontecimientos tanto de índole interno como externo.
La Universidad y especialmente la de Córdoba, estaban caracterizadas hasta ese
momento, por una conducción asociada a la iglesia y al autoritarismo. Sin embargo, a
partir de principios del siglo XX esta situación comenzaría a modificarse, merced a la
llegada de un conjunto numeroso y diverso de inmigrantes con aportes políticos y
sociales significativos para la democratización. Conjuntamente, la Ley Sáenz Peña
permitió el acceso a otros sectores de la sociedad al ámbito político y universitario,
contribuyendo a modernizar las pautas elitistas que dominaban los claustros dentro de
las Universidades. Efectivamente, la organización de los centros de estudiantes y la
conformación de la Federación Universitaria Estudiantil, pueden considerarse el primer
ciclo de actividad del movimiento de estudiantes.
En este trabajo se buscó revisitar el proceso que se inició con la Reforma
Universitaria resaltando las dimensiones internacionales del mismo, dimensiones sub-
exploradas por la literatura específica. De este modo, se presentaron tres cuestiones: los
antecedentes internacionales de la Reforma, su proyección e impacto internacional y la
incorporación de la educación universitaria en la agenda internacional. Consideramos
que estas tres dimensiones arrojan luz sobre la relevancia que tuvo el proceso iniciado
en 1918 en otros ámbitos como lo son la política internacional. Los orígenes de la
discusión a nivel internacional deben rastrearse desde el mismo inicio de la Reforma y
los vaivenes de la misma tienen su arraigo en los procesos de las décadas de 1920 y
1930 cuando los propios estudiantes universitarios de América Latina buscaron redefinir
no sólo la política universitaria sino el rol de la universidad en las sociedades de la
región.

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