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Codificación

La memoria es la capacidad para codificar, almacenar y recuperar información. Los recuerdos confieren a
un organismo la capacidad de aprender y adaptarse a partir de las experiencias previas, así como
establecer relaciones significativas. La codificación permite convertir los elementos percibidos en
constructos que pueden ser almacenados en el cerebro y evocados posteriormente desde la memoria a
corto plazo o la memoria a largo plazo. Por su parte, la memoria de trabajo almacena información con
vistas a su uso o manipulación inmediata.

El proceso de codificación
Un cambio significativo bioquímico a corto plazo es la modificación covalente de las proteínas
preexistentes para modificar las conexiones sinápticas que ya se encuentran activas. Esto
permite que los datos sean transferidos a la memoria a corto plazo sin que se produzca una
consolidación para su almacenaje permanente. A partir de este punto, puede seleccionarse una
asociación o un recuerdo específico para trasladarlo a la memoria a largo plazo, o bien puede
ser olvidado mediante la debilitación de las conexiones sinápticas asociadas. El proceso de
cambio de la memoria a corto pazo a la memoria a largo plazo implica tanto a la memoria
implícita como a la memoria explícita. Este proceso está regulado por una serie de restricciones
inhibitorias, principalmente el balance entre la fosforilación y la desfosforilación proteínicas. Por
último, los cambios a largo plazo son los que posibilitan la consolidación de los recuerdos. Estos
cambios incluyen la síntesis de nuevas proteínas, la formación de nuevas conexiones sinápticas,
y finalmente, la activación de la expresión génica de acuerdo con la nueva configuración
neuronal.
Se ha descubierto que el proceso de codificación está parcialmente mediado por las
interneuronas serotoninérgicas, concretamente en lo referente a la sensibilización, de modo que
el bloqueo de estas interneuronas imposibilita completamente esta sensibilización. No obstante,
aún no se han identificado con precisión las implicaciones últimas de estos descubrimientos.
Además, se sabe que el proceso de aprendizaje conlleva la participación de diversos
transmisores modulatorios en el proceso de la consolidación de recuerdos. Estos transmisores
provocan que el núcleo inicie los procesos necesarios para generar el crecimiento neuronal y el
recuerdo a largo plazo, marque las sinapsis específicas para la puesta en marcha de los
procesos a largo plazo, y regule la síntesis local de proteínas. También parece influir incluso en
los procesos atencionales requeridos para la formación y la recuperación de los recuerdos.

Aspectos genéticos del proceso de codificación


La memoria humana, incluido el proceso de codificación, se considera un rasgo hereditario
controlado por más de un gen. De hecho, los estudios realizados con gemelos sugieren que las
diferencias genéticas son las responsables del 50% de la varianza observada en tareas de
memoria.14 Las proteínas identificadas en estudios con animales han sido asociadas
directamente con una cascada de reacciones moleculares que conducen a la formación de
recuerdos, y un número considerable de estas proteínas son codificadas por genes que también
se expresan en humanos. De hecho, las variaciones en estos genes parecen estar asociadas a
las diferencias de capacidad memorística, y han sido identificadas en recientes estudios
genéticos realizados con seres humanos

REPERCUSIÓN DE LA MEMORIA A LARGO PLAZO


La memoria a largo plazo (MLP) se puede definir como el mecanismo cerebral que nos permite
codificar y retener una cantidad prácticamente ilimitada de información durante un periodo
largo de tiempo. Los recuerdos que almacenamos en la memoria a largo plazo pueden durar
desde unos segundos hasta varios años.

La memoria a largo plazo resulta un elemento clave para realizar nuestras tareas cotidianas sin
errores y de forma autónoma. Este tipo de memoria hace referencia a la capacidad del cerebro
para almacenar hechos, conocimientos o destrezas y recuperar más tarde esos recuerdos. La
memoria a largo plazo es una capacidad muy amplia y compleja que implica una gran cantidad
de estructuras cerebrales. Por esto mismo, es muy sensible al daño cerebral. Afortunadamente,
la práctica y el entrenamiento cognitivo puede mejorar esta importante función cognitiva.

● La gran mayoría de los conocimientos que adquirimos en ámbitos académicos son


almacenados en nuestra memoria semántica. Por tanto, cuando estudiamos o
recordamos la geografía de nuestro país, anatomía, química, matemáticas o cualquier
otra asignatura, estamos poniendo en marcha nuestra memoria a largo plazo.
● Si trabajamos en un restaurante y tenemos que recordar qué plato ha pedido cada
comensal de cada una de las mesas, haremos uso de nuestra memoria episódica. Lo
mismo ocurre cuando recordamos a los clientes habituales, por ejemplo.
● Cuando aprendemos a montar en bicicleta, nos suele costar mucho desplazarnos
unos metros sin caernos. Esto es porque todavía no sabemos cómo mover los
músculos de la manera apropiada. En cambio, cuando hemos practicado lo suficiente,
nuestra memoria procedimental se encarga de las habilidades motoras que hemos
conseguido automatizar. Esto nos permitiría montar en bicicleta con normalidad. Algo
semejante ocurre cuando aprendemos a conducir un automóvil.
● Para recordar dónde hemos dejado el coche, el cargador del teléfono, cuál es la
capital de nuestro país o cualquier tipo de información que tengamos que retener de
un día para otro, utilizaremos nuestra memoria a largo plazo.

REFERENCIAS
Smith, S. M. (1979). «Remembering in and out of context». Journal of Experimental Psychology: Human
Learning and Memory (5): 460-471

https://www.cognifit.com/es/habilidad-cognitiva/memoria-a-largo-plazo

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