Está en la página 1de 11

FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE NEGOCIOS INTERNACIONALES

Progreso económico y social en las redes mundiales.


Problemas teóricos y de medición

De: WILLIAM MILBERG Y DEBORAB WINKLER

Integrantes:

ROJAS GARCIA, Angie

ARIAS MALASQUEZ, Cesar Alberto

COSTILLA MURO, Ian Sebastián

CAPCHA ROMAN, Angie

LESCNO SILVA, Ronaldo

PROFESOR:

JOSE ALBERTO YSLA URQUIZA

Lima – Perú

2018
INDICE

INTRODUCCION ...................................................................................... 3

1. Progreso económico y el progreso social ............................................ 8

2. Progreso comercial y progreso social .................................................. 8

3. Progreso económico y progreso social ................................................ 9

4. Vigilancia del cumplimiento normativo y debate sobre el progreso

“automático” ........................................................................................ 10

5. Conclusiones para la investigación y programas políticos ................. 10


INTRODUCCION:

Desarrollo económico es sinónimo de progreso económico esto es gracias a las redes


productivas (RPM) que se dan a largo del tiempo, sobre la relación entre el crecimiento de la
producción y el crecimiento internacional de estos temas se ha conversado mucho ya que dan
más auge a estos temas y poco se evalúa la situación social que está pasando por ejemplo los
salarios, las condiciones de trabajo, derechos económicos, igualdad entre los sexos y la
seguridad de ingresos En el presente artículo denominaremos «progreso social» a los avances
en todos esos aspectos. Centrándonos principalmente en los países en desarrollo,
analizaremos la forma en que se mide el progreso económico y social en las RPM; al mismo
tiempo, exploraremos los nexos teóricos que unen estas dos vertientes del asunto. Las
exportaciones industriales de los países en desarrollo han aumentado de manera espectacular
desde 1980, sobre todo en países como el Brasil, China, India y México.

Al fijar el último año de la estimación en 2009 se difuminan algo las extraordinarias tasas de
crecimiento alcanzadas en el conjunto del decenio de 2000, aunque se retrata mejor así el
panorama del comercio internacional después de la crisis, que se caracteriza por una
intensificación de las relaciones Sur-Sur. Gran parte de la expansión comercial se ha alcanzado
en el marco de las RPM y no tanto a través de las relaciones tradicionales de plena
independencia de las partes que se dan por supuestas en la competencia internacional reinante
en los mercados de bienes y servicios finales.

En diversos estudios recientes se indica que del 35 al 40 por ciento del crecimiento del
comercio de China durante el período 1992-2003 es atribuible a la especialización vertical, con
un crecimiento muy rápido de esta fórmula a lo largo de la década de 2000, en la que llegó a
superar el 50 por ciento del comercio total en algunos sectores (OIT, 2008, pág. 8). La
globalización de la producción se plasma en los datos sobre la «externización» emprendida por
los países desarrollados. La «externización» de materiales y servicios, medida por la cantidad
de insumos importados en el total de insumos —exceptuando los energéticos—, fue
difundiéndose a lo largo de los años noventa; la de materiales llegó casi al 30 por ciento en el
Reino Unido, al 23por ciento en Alemania y a más del 17 por ciento en los Estados Unidos. Los
niveles de los dos últimos países mencionados indican un crecimiento lento, pero sostenido, del
uso de insumos materiales importados, que aumentó en alrededor del 50 por ciento durante el
decenio de 2000. Las cifras relativas a los servicios son más bajas (entre el 0,8 y el 3 por
ciento), aunque las tasas de crecimiento fueron superiores a las de la «externización» de
materiales en los tres países citados. Como indican algunos estudios recientes, es probable
que en los años venideros la «externización» de servicios mantenga un ritmo más rápido que la
de materiales (véanse las estimaciones que se hacen en Blinder, 2007, sobre los puestos de
trabajo del sector que pueden verse en peligro por esta causa). Aunque la «externización»
tiene ya una larga historia, fue en los años noventa cuando la gestión de cadenas mundiales de
suministro llegó a ser en sí misma un “activo estratégico”

Según Sturgeon (2001) define las RPM como «un conjunto de relaciones interempresariales
que integran a un grupo de empresas en una unidad económica de mayores dimensiones».
Son hoy en día un instrumento formidable para estudiar el progreso económico, pues
constituyen la base sobre la cual las empresas han reforzado su capacidad productiva,
especialmente por lo que aprenden en sus relaciones con los compradores; no hay que olvidar
que son empresas proveedoras cuyo propósito es producir bienes y servicios competitivos en la
arena internacional. Con respecto a la considerable mejora de sus resultados lograda por las
empresas industriales de algunos países en desarrollo en los años noventa, en un informe de la
Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) se decía que
«parece que la causa principal de este gran salto adelante es la participación en redes de
producción mundiales integradas, que elevan considerablemente la proporción de productos
complejos en las exportaciones» (ONUDI, 2002, pág. 42).

MEDICIÓN DEL PROGRESO EN LAS REDES PRODUCTIVAS MUNDIALES

Bueno según la vasta bibliografía publicada acerca del progreso en las RPM predominan los
estudios monográficos de países o sectores, que han servido para conocer más a fondo el
funcionamiento del progreso, el papel que desempeñan en él los diversos agentes principales y
los obstáculos con que tropiezan las empresas en las cadenas mundiales de valor. En esta
bibliografía monográfica cabe observar algunos patrones generales: el progreso económico
suele medirse por la variación del volumen de las exportaciones o por el valor unitario de éstas;
el progreso social suele valorarse por la evolución del empleo o de los salarios. Los estudios de
este tipo ofrecen información de inestimable valor sobre las circunstancias locales que sirven
para entender las condiciones en las que se fragua el progreso; pero suelen hacer hincapié en
uno de los dos aspectos del progreso, no en ambos. Y los fenómenos que se estudian suelen
ser experiencias que han acabado bien, por lo que puede haber un sesgo de selección que
desvirtúe toda generalización que se realice con la bibliografía. Junto a esta abundante
investigación monográfica y sectorial sobre las cadenas mundiales de valor hay otros dos
importantes enfoques metodológicos del estudio del progreso y el comercio, que se basan en la
contabilidad y la econometría.

CÓMO SE VALORA EL PROGRESO

El progreso económico se ha cuantificado principalmente a través de los conceptos de


crecimiento de la productividad, competitividad internacional y precios unitarios. Pero un
examen detenido de las definiciones concretas de estos conceptos revela una posible
ambigüedad a la hora de relacionarlos con el progreso social. La productividad del trabajo (Π)
se estima con el producto (Q) por trabajador (L).

Π = Q/L (1)

Así, la variación de la productividad del trabajo (Π) tiene, a su vez, dos componentes: la
variación del producto (Q) y la variación del empleo (L):

Π=Q−L

Al reorganizar la ecuación 2 se obtiene:

Q=Π+L

Basándose en Kaldor (1957), Pieper (2000) califica de «sostenible económicamente» todo


crecimiento de la productividad que supere el 3 por ciento anual, y de «sostenible socialmente»
todo crecimiento del empleo que supere el 3 por ciento anual. Esta autora calcula estos
indicadores en una amplia muestra de países en desarrollo y llega a la conclusión de que hay
situaciones no sostenibles en muchos de los países de África y América Latina considerados y
situaciones sostenibles en muchos de los países de Asia. También se basan en mediciones
algunos intentos recientes de elaborar indicadores normalizados del progreso económico
logrado gracias al comercio.

ESTUDIOS ECONOMÉTRICOS DEL PROGRESO ECONÓMICO Y EL SOCIAL

Junto a la bibliografía monográfica y los estudios basados en las mediciones, la tercera


aportación importante al conocimiento del progreso es la investigación econométrica. El punto
de partida es en este caso el análisis del crecimiento económico. Ha habido una explosión de
trabajos basados en datos de muestras constantes sobre los correlatos del crecimiento
económico. Estas investigaciones se acometieron seriamente en los años noventa, cuando los
estudiosos del crecimiento trataban de aplicarle una «nueva» teoría que superara la tradición
de Solow —centrada en la acumulación de factores y en un cajón de sastre, exógeno y
residual, llamado «cambio tecnológico»— y de poner de relieve dos factores: a) el carácter
endógeno del cambio tecnológico, y b) las instituciones (véase uno de los primeros panoramas
de estas innovaciones teóricas en Mankiw, Romer y Weil, 1992).

 ¿Es el comercio en sí mismo una variable de sustitución idónea del progreso?

Desde el punto de vista de la teoría del crecimiento económico, en algunos estudios


considerados solventes se ha demostrado que la apertura del comercio es un elemento
importante (véase, por ejemplo, Frankel y Romer, 1999). Rodrik, Subramanian y Trebbi (2004)
sostienen que las instituciones son más importantes que los otros dos factores, y que «una vez
que se tiene en cuenta a las instituciones, la integración carece de efectos directos en los
ingresos, mientras que la geografía tiene, en el mejor de los casos, unos efectos directos
débiles. Al igual que muchos de los indicadores geográficos, el comercio suele entrar en la
regresión de los ingresos con el signo ‘malo’ (es decir, negativo)» (ibíd., pág. 4). Ahora bien,
estos análisis no versan sobre el crecimiento económico, sino sobre el nivel de ingresos
propiamente dicho. Aunque los economistas vienen resaltando cada vez más la influencia de
las instituciones en el crecimiento económico, las que se dedican al progreso industrial no han
figurado hasta ahora de manera destacada en sus análisis. Raras veces se han hecho
investigaciones conjuntas sobre el crecimiento y el progreso, y cada uno de los dos ámbitos
plantea una serie de retos al otro. El análisis de regresión no entra en los pormenores de la
expansión del ingreso y la innovación en el nivel micro o sectorial. En la bibliografía al respecto
se presta muy poca atención al progreso intersectorial y a sus causas, que pueden situarse en
la demanda agregada, en la difusión de conocimientos o en la intensificación de la
competencia.

SELECCIÓN DE VARIABLES Y COMPARABILIDAD

El problema de la comparabilidad de los estudios monográficos se agrava por el hecho de que


utilizan muchas variables distintas para medir el progreso económico y el progreso social. En el
cuadro 2 figura una lista de los indicadores de ambos tipos de progreso empleados en los
estudios anteriores en distintos niveles de análisis: el país, el sector o RPM, y la empresa o la
fábrica. Se observa en el cuadro una mareante diversidad de indicadores en función del nivel
del análisis, pero también entre los análisis del mismo nivel. La mayoría de las variables que se
recogen en el cuadro 2 se explican por sí mismas. Es oportuno señalar que el producto (la base
para calcular el crecimiento de la productividad) y el valor añadido se utilizan a menudo de
manera intercambiable para hacer las mediciones nacionales. Y es porque cuando se calcula el
PIB sumando la producción de bienes y servicios al igual que en el concepto de valor añadido
no se contabilizan dos veces los bienes intermedios. En las cuentas del PIB se resuelve el
problema al contabilizarse únicamente las ventas finales. Éstas equivalen al valor añadido que
se obtiene sumando salarios, beneficios, intereses e ingresos públicos. Una de las razones de
ello tiene que ver con la utilización del concepto de valor añadido en su sentido amplio. Al
concentrarse en el valor añadido y su evolución para definir y analizar el progreso se deja al
margen la cuestión de cómo se distribuye el mismo entre beneficios, salarios e impuestos. Y
ello es esencial para saber hasta qué punto el progreso económico va acompañado de
progreso social. Según Gereffi y otros: «el uso de la rentabilidad para analizar las cadenas
mundiales de valor tiene sus limitaciones, pues el capital (que se retribuye con beneficios) no
es más que uno de los varios factores de producción. Los beneficios no nos dicen nada sobre
los rendimientos del trabajo ni sobre la productividad general de la economía en su conjunto»
(2001, pág. 5).
DATOS TRANSNACIONALES SOBRE EL PROGESO ECONOMICO Y EL PROGRESO SOCIAL

1. Progreso económico y el progreso social

Se analiza la relación entre el comercio y progreso se parte de una muestra de 30 países de


desarrollo, es un análisis que se limita apuntar ya que es para una demostración más rigurosa
sería necesario apreciar mucho mejor lo que sucede en el plano de los sectores y en el de las
empresas que incluso en niveles muy agregados es posible que no valgan algunos de los
supuestos básicos sobre las relaciones entre comercio, progreso económico y progreso social

La conclusión de que hay muy pocos países que logren un progreso económico de base amplia
se ve respaldada por estudios recientes según los cuales la estrategia de crecimiento fundada
en las exportaciones que abrazaron la mayoría de los países en desarrollo tras la crisis de la
deuda del decenio de 1980 (en lugar de la estrategia anterior de industrialización basada en la
sustitución de importaciones) adolecía de un «error de composición». Es decir, conseguir
exportar en un determinado sector o ramo puede ser beneficioso para un país solo; pero si
muchos países se hacen ese mismo cálculo, ninguno de ellos alcanzará una ventaja
semejante, ya que los precios descenderán si se expande la oferta a nivel mundial.

2. Progreso comercial y progreso social

La relación positiva que se percibe entre exportaciones y empleo es, sin duda, una de las
razones por las que los países siguen apostando hoy por las zonas francas industriales. El
número de países que las tienen ascendía a 130 en 2006, frente a 116 en 2002 y 25 en 1975
(véase Milberg, 2007). Estos 130 países contaban con 3.500 zonas francas industriales, que
daban empleo a 66 millones de personas. Se estima que en China, que es, con mucho, el país
en donde más se han extendido, trabajaban en zonas francas industriales o en sistemas
similares 40 millones de personas en 2006. Fuera de China, la ocupación de las zonas francas
industriales se duplicó entre 2002 y 2006, pasando de 13 a 26 millones de trabajadores. Estas
zonas tenían en 2006 una presencia bastante notable en el empleo de todas las regiones del
mundo, salvo Sudamérica por otro lado las zonas francas industriales siguen aportando una
parte muy importante a las exportaciones nacionales en numerosos países, a veces más del
80%.

Concluimos que el progreso económico conlleva


progreso social en un sector si se dan condiciones de
rápido crecimiento de la demanda agregada, en
particular de la demanda mundial. De ser así, habría
una fuerte correlación del progreso entre los distintos
sectores de un mismo país. Dicho de otro modo, es
del todo probable que existan circunstancias de
ámbito nacional que condicionen decisivamente todos
lo aspecto del progreso .
3. Progreso económico y progreso social

El progreso económico y progreso social en lo que va con el aspecto económico se


basa en la comprobación de que el aumento de los salarios está estrechamente
vinculado al aumento de la productividad. Si se acepta que éste (es decir, el aumento
de la cantidad de producto por trabajador) es una variable de sustitución del progreso
económico, y que el aumento de los salarios es un indicador razonable del progreso
social, se le puede pedir a la teoría económica que explique la relación que existe
entre ambos tipos de progreso. Los salarios son
una función tanto de la productividad marginal
del trabajo como del precio que tiene el producto
en el mercado. De esto se desprende que los
salarios suben cuando sube la productividad
marginal del trabajo siempre que el precio del
bien producido se mantenga constante. A los
efectos que aquí nos interesan, esta teoría
sostiene que, a igualdad de otros factores (la
oferta de fuerza de trabajo y las condiciones del
mercado de bienes), todo incremento de la productividad debe redundar en un
incremento de los salarios.

La relación entre el progreso de la productividad y el de los salarios ha sido polémica,


especialmente en los últimos años. En su estudio de una muestra de unos cien países
en desarrollo, estima que en el sector industrial hay una coincidencia estadística
notable entre la mejora de la productividad y el aumento de los salarios. Esta
conclusión respalda la idea de que del progreso económico se sigue el progreso social
y de que, para conseguir el segundo, las estrategias políticas han de fijarse en el
primero, La principal alternativa a la teoría neoclásica sobre los mercados de trabajo
es el planteamiento institucionalista, en el que los salarios se consideran una función
de la fuerza de negociación de los trabajadores frente a las empresas y en el que las
leyes laborales y su observancia efectiva condicionan en buena medida los resultados.
4. Vigilancia del cumplimiento normativo y debate sobre el progreso “automático”

Los estudios sobre el cumplimiento de las normas en los propios centros de trabajo parten de
que para conseguir objetivos de progreso social son suficientes las leyes y la vigilancia, sin
necesidad ni de progreso económico ni siquiera de crecimiento económico como condición
previa. Esta opinión choca con la mayor parte de la teoría económica, tanto la neoclásica como
la keynesiana, que consideran el progreso social un efecto automático del progreso de la
economía y la productividad. Para los neoclásicos, una mayor productividad marginal se
traduce en salarios más elevados. Para los keynesianos, unos niveles más altos de demanda
agregada conducen a una mayor demanda de fuerza de trabajo y (a igualdad de los demás
factores) a unos salarios más elevados. Estos dos puntos de vista sobre el progreso social,
además de condicionar en gran medida la orientación de los programas de investigación,
arrojan conclusiones programáticas muy distintas. Es probable que ambas interpretaciones
Sean parcialmente acertadas. Kucera y Sarna (2004, pág. 9), por ejemplo, sostienen que
algunas normas del trabajo (como, por ejemplo, las relativas al trabajo infantil) son una
función del ingreso por habitante, mientras que otras no lo son (como, por ejemplo, las
referentes a los derechos de libertad de asociación y negociación colectiva)

Conclusiones para la investigación y programas políticos

Primero, es preciso integrar la investigación empírica sobre el crecimiento económico


con la dedicada al progreso sectorial. ¿Van siempre emparejados los dos procesos o
hay casos en los que el progreso sectorial no está asociado a una expansión de la
economía nacional? Esta cuestión genera tensiones tanto metodológicas como
teóricas. La tensión metodológica radica en la ensambladura de la investigación en el
plano de los sectores (o de las empresas) con el análisis macroeconómico. La tensión
teórica confronta las interpretaciones neoclásica e institucionalista: en la primera, la
conexión entre progreso económico y progreso social es automática, mientras que en
la segunda la relación está condicionada por las diversas normas y reglamentos.

Segundo, es necesaria una reflexión pausada sobre el nexo entre progreso económico
y progreso social. Y, para ello, hay que abordar las tensiones teóricas que acabamos
de mencionar. Existen dos posiciones distintas; ambas cuentan con partidarios, y
ambas tienen también consecuencias programáticas. Una sostiene que el progreso
económico y el progreso social son un producto automático del proceso de crecimiento
económico Una es que el progreso económico que se consigue en un determinado
sector no llega a difundirse ampliamente por el resto de la economía. La otra es que
las RPM están gobernadas por las empresas más importantes y están al servicio de
sus intereses. Por tanto, los efectos del aumento de la productividad en una red
determinada pueden trasvasarse a las empresas principales en forma de más
beneficios.

Tercero, debe analizarse también cuidadosamente la relación entre expansión del


comercio internacional y progreso social. La idea tradicional es que unos salarios más
altos y unas normas del trabajo más estrictas elevan los costos de las empresas y
reducen su competitividad internacional. Pero en algunos estudios recientes se ha
comprobado que mejorar la protección social no afecta negativamente al
comportamiento de las exportaciones. Esta idea se opone a la teoría del comercio más
aceptada, pero hemos de señalar que toda perspectiva general del progreso es
anatema para las teorías del comercio tradicionales, basadas como están en la ventaja
comparativa. El concepto de progreso económico se basa en gran medida en
incrementar la competitividad en los procesos que tienen más valor añadido. Y esa
estrategia puede entrar en conflicto con lo que dicta el principio de ventaja
comparativa, según el cual el modelo de comercio «óptimo» exige que siga habiendo
países especializados en los productos de valor añadido bajo.

Cuarto, se precisa una teoría del retroceso. Los resultados que arroja nuestro estudio
sobre múltiples países coinciden con las conclusiones de muchos otros autores en el
sentido de que la mayoría de los países y sectores no están progresando según las
definiciones convenidas de este fenómeno. Como estos casos son los mayoritarios,
sería conveniente elaborar una teoría al respecto en vez de ponerles simplemente la
etiqueta de falta de progreso.

También podría gustarte