Está en la página 1de 12

PLACER Y NO AMAR

Sentía el roce de su cuerpo, me causaba esa sensación de excitación como ninguna,

las yemas de sus cálidos dedos lograron marcar cada parte de mi piel, no sabía si

estaba volando, soñando o que es lo que en realidad me pasaba.

Había perdido el control del momento, yo solo lo seguía. Así como cuando un feroz

lobo persigue a su presa y debe alimentarse continuamente. Besar el alrededor de su

cuello y susurrar lentamente ¡Despacio! a su oído, causaba que lleguemos al clímax.

No sé si era obsesión por el sexo solo sé que ya estábamos dentro.

Al despertar veía todo opaco a mí alrededor, me alisté para ir rumbo al trabajo; se

supone que los jefes deberían tener días libres, estaba realmente agotada.

- Srt. Rose, buenos días – dijo la recepcionista

- Bueno días – respondí yo

Compartimos miradas, sonreí y di marcha a mi oficina.

Ser una buena publicista a mi edad no era algo normal. Estudié en Pierre y Marie

Cure, la universidad más conocida de toda Francia, rodeada de gente de alto nivel;

distinguidos empresarios y gente de muy buenas familias eran parte de mi entorno

social. Para ser exactos crecí con todas las comodidades que una persona hubiera

querido y las únicas tres cosas deseadas en toda mi vida eran: fama y viajes, y en esos

viajes conocer hombres.

Me consideraba una mujer de negocios pero tenía un problema, no sé si era un

pequeño o gran problema, pero el deseo de sentir a alguien deslizándose por el borde

de mis piernas era una total plenitud.


Tocaron la puerta y se trataba de Evans, considerado uno de los más guapos

diseñadores gráficos, no era mi tipo pero sí un gran amigo, y digamos que le tenía

“ganas”, ganas de deleitar su escultural cuerpo y practicar el sexo.

Se había dirigido a mi oficina solo con el fin de informarme sobre el último proyecto.

Evans en mi opinión era uno de los mejores trabajadores y amigo que podía tener

dentro de mi agencia, lo conocí dentro de mi carrera universitaria; caballero,

responsable y muy modesto, envidiado y deseado por muchas. Pero para mí no sería

imposible, casi cuando deseo algo lo logro, juego sucio pero lo logro.

Los hombres que me atraían físicamente eran los de pechos y brazos marcados; altos,

de rostro delgado y refinado, de piel no tan blanca como el papel, cabello oscuro

como la noche y bastaba con que tenga una mirada tan inocente y a la vez tan

provocadora como para completar la perfección de mis gustos.

Cuando comentaba esto con personas de confianza como mi mejor amiga creían que

necesitaba ayuda psicológica pero no era así, no está mal expresar la forma en que

deseas algo por placer.

Dentro de mis 20 y algo años de edad y la cantidad de hombres que había conocido

y entre su gran mayoría ni tan tranquilos como aparentan, había servido de mucho

como para aprender a solo jugar sin que pierdas mucho. Las cosas que uno pueda

hacer se basan en pensar más con la cabeza, hacer uso de todos los sentidos, en

especial la vista y el tacto; ver no es ningún pecado, y tocar es mucho mejor, es bueno

sentir algo sobre ti para saber si estás volando o si en verdad es algo real. Con

diversión conseguía lo que quería, no me acostumbraba a lo rutinario y simple, nadie

me controlaba.
Aproximadamente las 6 de la tarde; de una lluviosa tarde, bajé los 8 pisos del edificio

y me encontraba en toda la Avenida Campos Elíseos. Subí a mi carro, un Mercedes

Benz color blanco y fui dirección a la Torre Eiffel, era el mejor lugar y momento

perfecto para estar frente al aire libre y a orillas del río Sena, solía hacer esto cuando

me sentía muy excitada, si no encontraba con quien calmar mi placer al menos lo

calmaba con uno de las cosas que más me gustaba, la noche.

Al paso de las horas, el reloj marcaba las 12 de la media noche, volví a subir a mi

carro pero esta vez con dirección a Cerca de Saint Supice, París 6. Entré a mi casa y

me encontré con una sorpresa, no sabía que Evans me dejaría un mensaje de voz a

estas horas de la noche. Dormí un poco inquieta, sabía lo que pasaba por su mente y

lo que planeaba hacer de mí, si me conociera perfectamente sería capaz de ir a cada

punto débil de mi cuerpo y eso sí estaría peor.

La mañana siguiente fue habitualmente a las otras, entrar al edificio, saludar y

dirigirme al único lugar para explayar mi mente, mi oficina. Observé el ordenador

buen tiempo, tenía mensajes y citas por responder, me sentía extraña pero no era

cansancio creo que era necesidad, mi necesidad humana. Por la tarde tenía una

importarte reunión con el gerente de JWT París, sería una de las oportunidades

perfectas para cerrar un negocio de más de 12000 dólares, cuando se trataba de

dinero y de trabajo mi mente sabía que no podía faltar.

La recepción fue en Paris Expo Porte de Versailles, un lugar muy lujoso y visitado

por mucha gente, me sentía importante en el evento o ya era una persona importante

solo que necesitaba de algo más. Mi mirada se expandió ante tanta multitud,

parpadeé y a los 2 o 3 minutos que abrí los ojos ya estaba en el suelo.


Las miradas apuntaban sobre mí, mientras que una amable enfermera me sostenía

la cabeza sobre su brazo y pedía alcohol desesperadamente. Me asusté nunca me

habían pasado este tipo de cosas, supongo que la vergüenza me pesaba más, de

pronto un hombre entre los 23 años de edad se acercó a mí tendiéndome su mano,

extendí la mía para poder pararme y le agradecí, había algo en él que llamaba mi

atención, no solo por su físico que se notaba muy bien trabajado, y era más que obvio

que asistía a un gimnasio o tenía reglas estrictas sobre dietas y esas cosas, si no por

sus ojos. Reaccioné y me dije a mi misma que no puedo estar hablando de esa manera

es como si me hubiera enamorado, y enamorarse de un hombre en estos tiempos

solo sería perder la cordura mas no la postura. Mientras pensaba en todo esto y la

gente seguía mirándome solo solté en pedir disculpas y muchas gracias.

Me llevaron hasta la puerta de mi casa, eso sí que ya es demasiado vergonzoso pero

en fin solo pensaba en descansar para poder olvidar el mal momento.

Al despertar, abrí mi correo y encontré un email, era la respuesta del reconocido

gerente:

Srta. Lautrec

Debido a los inconvenientes suscitados el día de ayer, quiero expresarle que el

negocio se cerró con mucho éxito, necesito que viaje lo más pronto a la ciudad de

Los Ángeles. Espero recibir una respuesta pronto, gracias.

Sr. Bond Di Pro

Claro que esto no era mejor que estar en pleno acto del sexo pero si era muy

emocionante, con solo pensar en viajes y los hombres diversos que se pueden

conocer, eso es completamente perfecto. Mi celular sonó y era la llamada entrante


de Evans, contesté y me comunicó inmediatamente que pasaría a recogerme para ir

a la oficina, creo que no tardó ni una hora en llegar por mí.

Tocaron la puerta, procedí a abrir y lo segundo extraño en decirme durante el día

era su pregunta un poco temerosa, solo quería saber si estaría toda la noche libre.

Era más que obvio lo que quería, si fuera alguien ingenua no sabría qué intención

puede haber detrás de cada palabra, no respondí más y él ya se encontraba fuera de

mi casa.

Ya estaba en mi oficina y seguía mirando el ordenador y así me la pasé toda la tarde,

estaba en shock o mi subconsciente deseaba con ganas la noche. Para apresurar un

poco las cosas me puse a hacer los últimos papeleos del día, creo que hacer eso hizo

de mí un desastre; la falda un lado más abajo que el otro lado, la blusa totalmente

desacomodada y mi peinado ni que decir, era como si recién me hubiera despertado

un domingo a las 11 de la mañana.

Sonó mi alarma, avisando que era casi hora de partir del trabajo, minuto después

Evans entra a mi oficina, yo sorprendida y soltó sus dos primeras palabras

- tu blusa – Evans dijo mirándome directamente los pechos

-¿Mi blusa qué? – respondí retraída

-Está casi abierta – él respondió sonrojado

Me quedé muda por un instante, no sé si era el aire atmosférico que nos rodeaba

pero ambos estábamos con la temperatura muy elevada. Se acercó a mí, mordí mis

labios, él me miró fijamente y al segundo sentí su boca excitante desabrochando cada

uno de los botones de mi blusa. Me apretó contra la pared y sentí un nudo intenso

en mi garganta, quería llorar y gemir a la vez.


Al salir de la oficina comportándonos como dos personas civilizadas él paró un taxi

llevándome con dirección al placer. Vivía en el piso más alto de un Pent-house, lujoso

y muy cálido lugar para estar a solas, ubicado exactamente en la calle Rue de Berri.

Para ser exactos eran las 3 de la mañana siguiente, chapoteábamos juntos en el

jacuzzi, mi mente y yo éramos conscientes que todo esto solo lo hacía por diversión,

tal vez tener sexo al primer contacto sería algo muy mal visto, tal vez me darían el

concepto de una prostituta pero yo no aceptaba dinero, solo era una ninfómana

complaciendo su necesidad básica. Nos acostamos en ese cálido colchón de 3 plazas

muy grande diría yo como para hacer intimidad pero toda la desvelada valió la pena.

Se movía muy bien y yo sabía corresponder de la misma forma, por ser mujer nunca

te debes quedar atrás y en ese momento sentí que había dormido hasta lo más

profundo de mi mente.

-¡Rose! –me gritó

-¿Qué paso? Me asustas – respondí totalmente desconcertada

-Es tarde y tenemos una reunión, ¿lo olvidas? ¡Despierta! – dijo Evans

-Solté un tono burlesco- Ahora mismo me cambio -le dije

Al instante no dudo en preguntar el porqué de mi sarcasmo, solo respondí con una

sonrisa muy pícara y pensé en todos las posiciones extrañas practicadas toda la

madrugada.

Llegamos a la oficina juntos y todas las miradas apuntaban hacia nosotros, en ese

momento pensé que era mi vestido corto el que causaba eso o era él y su caro terno

Jersey. No creo haber estado muy elegante para la situación siempre trataba de

marcar una cierta diferencia para causar buena impresión en los hombres.
Empezó la reunión de negocios entre tanta gente muy distinguida; para que acepten

la propuesta del viaje a Dubai no faltó menos de una hora y todos muy eufóricos

celebraron con palmas. Ahora tocaba decidir quién era la persona indicada para

realizar esto, todos titubean mi nombre. Ser dueña de una gran agencia publicitaria

no me daba mucho derecho ante la decisión, sin embargo la respuesta fue muy

favorecida hacia mi persona.

El vuelo salía hoy a las 2 de la mañana, me encontraba mucho mejor que el incidente

que se me presentó ayer y bueno el viaje a Los Ángeles aún podría esperar. Se trataba

de Dubái, considerado uno de los países con la mejor arquitectura y donde además

de conocer todo tipo de gente podía incrementar mis visiones como publicista.

Las horas pasaban lentamente en pleno aeropuerto, la multitud de gente me

ocasionaba estrés pero, ¡Esperen! que acaban de ver mis ojos en esos momentos. No

hablábamos de la misma persona que me tendió su mano aquel día, hablábamos de

una persona casi perfecta con esa test que brillaba, esos ojos azules como el agua y

nada más que una buena talla para darse cuenta que lo que podía esconder debajo

de ese pantalón negro azulado sería un monumento; pero empezamos mal porque

automáticamente lo perdí de vista; creo que la mirada me falla últimamente, no sabía

su nombre pero si la buena parada que acompañaban a sus perfectos músculos. Para

expresar todo eso con tan solo palabras el encuentro anterior dado con Evans debió

ser tan bueno que me tuvo así por buen rato.

A media hora de abordar el avión, me acerqué al piloto para preguntarle sobre un

itinerario de vuelo. Di la vuelta por la derecha y me observaban de aquel lado desde

la sala de espera, sentía que algo me seguía y no estaba en condiciones como para

alocarme. Era él, se paró y continuó con la fila de abordaje, hablaba de la misma
persona que era tan exquisitamente sensual la cual mis ojos lo habían encontrado de

nuevo.

Mientras subía al avión, alguien rozó mi espalda a la altura de mi hombro, di un

pequeño salto del susto y era Evans, quedé sorprendida porque no lo esperaba en el

mismo vuelo destino a Dubái conmigo para hacer negocios, mucho menos en el

mismo vuelo donde se encontraba aquel atractivo hombre que ya había despertado

mi interés. Mi dilema ahora estaba entre probar lo mismo o algo nuevo que

estremecería mis entrañas. Me gustaba el riesgo de muchas cosas.

Sentada en clase ejecutiva deleité un agradable aroma Emporio Armani Diamonds,

los perfumes varoniles solían ser mi droga y mi mejor medicina era probarlos.

En la pequeña pantalla que tenía al frente mío elegí la opción de películas y

seleccioné el género de erotismo, mientras veía fijamente bajé mi mano muy sutil

sobre mi pecho, luego me dirigí a mi ombligo, obvie la pretina del pantalón y cuando

me palpé estaba demasiado húmeda. Me paré bruscamente al baño y nos chocamos.

Sentí que fue el más inesperado y arriesgado encuentro.

-¡Disculpa! – dijo aquel hombre de mi agrado

-No hay problema – respondí rápidamente

Para mi mala suerte dentro del baño se encontraba un menor de edad, supuse que

demoraría una eternidad y no sabía qué hacer como para que aumentara la

velocidad. Tanto fue la demora que me puse a hablar con los pasajeros que se

encontraban cerca, creo que me estaba quejando en ese momento porque no sabía

que más hacer.


Al fin, entré y no aguantaba, no sé si era el deseo o yo estaba muy excitada con solo

imaginar hombres desnudos en mi cabeza, enjuagué mi cara con agua para

calmarme, levanté la mirada y ahí estaba.

Evans me empujó y me besó como si el deseo que tenía en el momento se lo hubiera

contagiado. Se sentó en la tapa blanca del inodoro y yo solo correspondí; abrí mis

piernas, me bajé el pantalón y me acomodé encima de él. En el acto lo único capaz

de hacer era morder para no gritar, el escándalo de mi voz no iba a hacer algo

oportuno, demoramos solo cinco minutos.

Fingir era una de las tácticas, fuimos muy cautelosos. Llegué a mi asiento y la

aeromoza vino hacia a mí.

-Srta. beba esto – y me ofreció una copa de vino

-No pedí nada-respondí

-Ah cierto, se lo manda aquel Sr. el del asiento de allá – dirigió su mirada para

indicarme.

-¿Y usted sabe cuál es el nombre del Sr.?-le pregunté

-Se llama, el Sr. Christian Zimmerman.

Tenía los ojos desorbitados y no dejaba de sonreír, levanté la copa y le mandé un

gracias desde lejos, él me respondió con una sonrisa.

Para ser francés su apellido no me sonaba nada familiar, creo que él no era de Francia

mucho menos de París, su apellido daba elegancia, postura y buena atención a

cualquiera que lo escuchará. Recuerdo que mi padre tenía un hermano casi con las

mismas características que este apuesto joven, ¿Y si era su hijo?, qué gran sorpresa

y casualidad me daría la vida.


Como siempre dicen que conocer a nuevas personas nunca es malo entonces me

acerqué a su asiento 6E, estaba solo y era raro que el asiento de a lado esté vació o

acaso lo estaba reservando para alguien más. Antes de seguir suponiendo empecé

una linda y amable conversación, con el típico ¡Hola! ¿Cómo estás?, después de esto

entramos en confianza, resulta que él también era publicista pero no cualquier

publicista sino uno mentado, me gustaba su manera de hablar y dicen que por las

palabras es donde se convencen a las mujeres, pues a mí ya me había convencido.

La aeromoza se dirigió a todos los pasajeros informando que el vuelo ya había

aterrizado y que nuestro destino a Dubái se dio con éxito. Me paré y recogí mi bolso

de mano, me puse en la fila para poder bajar y Christian me habló, ofreciéndome de

acá irnos rumbo a lo desconocido, tomar y comer algo solo los dos. Solo sonreí y

acepté.

Mientras nos desplazábamos a recoger el resto de equipaje ya había pasado una hora,

una rápida hora e íbamos por la segunda. Necesitaba refrescarme, había olvidado

que era temporada de verano, la emoción que tenía encima por el trabajo me hizo

olvidar ese pequeño detalle. Christian al verme tan acalorada creo que me miró y se

rió de mi aspecto. ¡Esperen! Alguien gritaba mi nombre desde el fondo de la fila

izquierda, era Evans ¡ups, lo olvidé! , llegó hasta mi costado para preguntarme donde

me había metido y solo lo miré con cara de fastidiada, detestaba que me llamaran la

atención frente a otros. Christian recogió su maleta y se fue sin decirme nada.

Para mí Evans fue la persona más odiada durante ese incomodo momento,

discutimos rumbo al hotel, él no era quién para hablarme como quería, nunca se lo

permito eso a ningún hombre porque una vez que lo hacen ¡saz!, sienten que tienen
todo el control sobre ti, y a mí particularmente me gustaba llevar el control sobre

muchas cosas.

Nuestras habitaciones estaban reservadas por parte de la compañía, entré a mí suite

y Evans se encontraba atrás mío, creo que estábamos sincronizados. Me empujó a la

cama, le saqué la correa que ajustaba su pantalón y se la puse en las manos, esperaba

que sepa lo que quería que hiciera en ese momento.

Solo me mordía los labios y no sabía en que acabaría tanto sadomasoquismo.

La cólera que tenía solo me daba ganas de más y más, creo que ya había enloquecido

pero él no era la persona correcta como para enloquecer con alguien.

También podría gustarte