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LA BIBLIOTECA

N° 4-5 | Verano 2006

ÍNDICE

3 Editorial

La imaginación crítica
12 • Borges y Perón. Por Antonio J. Cairo
16 • Productividad de la crítica. Por Noé Jitrik
26 • Josefina Ludmer: “Algunas ‘nuevas escrituras’ borran fronteras”. Por Susana Haydu
32 • La ficción proletaria. Por Nicolás Rosa
52 • Rojas, Viñas y yo (Narración crítica de la literatura argentina). Por Jorge Panesi
60 • Una profesión de fe. Por Alberto Giordano
74 • Crítica de la crítica (Negatividad y mimetismo). Por Juan Bautista Ritvo

Nombres, linajes y recorridos


84 • Poéticas de inventario. Fuera de serie: Eva Perón. Por Daniel Link
96 • Enrique Pezzoni: sigilo y espectáculo. Por Jorge Monteleone
104 • Ana María Barrenechea, la descifradora. Por Jorge Monteleone
110 • La traducción entre forma y fantasma: el escritor-crítico-traductor en el cruce de
horizontes culturales. Por Delfina Muschietti
122 • Juan José Saer: una crítica sin atributos. Por Susana Cella
134 • Héctor Libertella: la pasión hermética del crítico a destiempo. Por Martín Kohan
146 • Bianco, lector de Proust. Por Guillermo David
160 • Un problema crítico: la historia de la literatura argentina. Por Horacio González
174 • Jaime Rest, hacia la reafirmación del hecho literario. Por Pablo De Santis
180 • La crítica de Masotta sobre Arlt: entre la conciencia y el destino. Por Silvio Mattoni
188 • La crítica a principios del siglo XX: Roberto Fernando Giusti. Por Verónica Delgado

Trazos malditos
200 • Retrato de un pensador materialista. Por Adrián Cangi
210 • Lectores argentinos de Manuel Puig. Por Ariel Schettini
216 • Ecos lejanos, voces tenues: apuntes para la crítica de H. A. Murena. Por Diego Poggiese
226 • Matar o morir. Murena y la transfiguración del espíritu. Por Luciano Carniglia
234 • Carácter y destino: en busca del modo de leer a Victoria Ocampo. Por María Celia Vázquez

Ficciones Críticas
244 • Crítica y hospitalidad. Marta Riquelme de Martínez Estrada: genealogías, lina-
jes e intertextos. Por Susana Romano Sued
260 • Diversos ejercicios de la crítica cultural argentina. Por Tomás de Tomatis
276 • ¿Borges crítico? Por Sergio Pastormerlo
284 • El viaje circular. Por Carlos Bernatek
290 • La creación es el verdadero poder. César Aira y la tenacidad de lo imposible.
Por Evelyn Galiazo
306 • Crítica interpretativa según el pensamiento de Paul Ricœur en la obra de
Alejandra Pizarnik. Por Ana María Rodríguez Francia
312 • Crítica y ficción: otra literatura. Por Carolina Orlando

Reflexiones sobre la condición intelectual


318 • Reflexiones sobre el intelectual crítico. Por Miguel Vedda
328 • Libros sin crítica. Por Jorge Dubatti
336 • El escritor como crítico. Por Mario Goloboff

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344 • La crítica literaria y el problema de los intertextos. Por Alba Omil

Groussaquianas
352 • La modernidad latinoamericana y el debate entre Rubén Darío y Paul Groussac.
Por Mariano Siskind
364 • Sobre una tesis que falla por la tesis. “Paul Groussac: un estratega intelectual”.
Por Marta Elena Groussac

Tribunas literarias, memoria editorial


390 • Contorno y alrededores: sucesiones, herencia y desvíos en 50 años de crítica
argentina. Por Marcela Croce
402 • Claridad o la cultura a granel. Por Juliana Cedro
408 • La revista Martín Fierro de Alberto Ghiraldo o un anarquismo (casi) nacional
y popular. Por Juan Navarro
416 • Las armas y las letras. Un recorrido por las ediciones anarquistas. Por Pablo M.
Pérez, Hernán Villasenín y Liliana Jofre
428 • Breve historia de Ediciones de la Flor. Editar en la Argentina: ¿un oficio insalubre?
Por Daniel Divinsky
452 • Gregorio Weimberg y la edición. Estampa de un fundador de la biblioteca
argentina. Por Gustavo Sorá
472 • Breve historia de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA). Por
Leandro de Sagastizábal
482 • La editorial Jorge Álvarez, cenáculo de los sesenta. Por Ana Mosqueda
490 • “Todo está en el catálogo”. Notas sobre Arnaldo Orfila Reynal y Siglo XXI
Editores. Por Carlos E. Díaz y Alejandro Dujovne

Labor bibliotecológica
502 • La Biblioteca Nacional. Aportes para una estrategia de fortalecimiento. Por
Luis Herrera
524 • La imagen de Raymond Foulché-Delbosc en Argentina. Por Hebe Carmen Pelosi
532 • El período incunable entre Bernard von Mallinckrot y Philippe Labbé. Por
MarioTesler
538 • La música y el largo derrotero de su preservación. Por Silvia Glocer
542 • Para una genealogía del discurso bibliotecario. Comisión Permanente de Homenaje
a Bibliotecarios y Trabajadores de Bibliotecas Desaparecidos y Asesinados por el
Terrorismo de Estado
546 • La fototeca de la Biblioteca Nacional: un proyecto en marcha. Por Graciela I.
Funes y Clara Guareschi

552 Semblanzas

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Editorial
Redundancia e innovación
La Revista La Biblioteca ofrece con tranquilidad algunas redundancias. Una
muy notoria. Toma el mismo nombre de la institución que la edita. Además,
ya se dijo, actúa nomás como continuidad con la revista similar que publicara
Paul Groussac al cerrarse el siglo XIX. Agrega así un eslabón más a la serie
histórica. Las otras redundancias son menos evidentes y hay que verlas por el
revés. Redunda en querer tener una escritura del máximo nivel de independen-
cia intelectual, a pesar de ser una revista contenida en los pliegues públicos,
proveniente del arcano estatal. No es fácil recordar publicaciones en el área
pública que superen el mero cariz propagandístico y el dictum complaciente
del funcionario del momento.
Esta revista habla sola, por su propia voz, es libre. Redunda así por el lado opuesto.
Cuando se esperaba el ditirambo, elige excederse por su reverso. Transita por ese
territorio de las revistas vocacionales, las del llamado a la idea crítica. Una crítica
autonomista parecería inadecuada en el lugar de donde sale esta revista, pues si la
crítica es el momento de debilidad de las cosas, la Institución Pública no toleraría
saber o conocer su propia trama de fragilidad.
Pero la institución pública suele ser más débil que lo que sus simulacros
administrativos permiten pensar. Muchas veces, una revista intelectual libre que
lanza las novedades de lenguaje que los públicos esperan, quiere postular menos
su propia debilidad –es sólida, segura de sí, véase la Martín Fierro de Borges y
Girondo, en los 20, o Contorno en los 50, de los Viñas, Rozitchner y Masotta–,
que su concisa capacidad de crear culturas autónomas.
En cambio, revistas como ésta –La Biblioteca– respiran inesperadamente por su
fractura esencial, su origen sospechado, su voz presuntamente ronca con vaho a
bóveda estatal. ¿Pero no fue Borges, aventurero intelectual de los 20, de los 30,
y, aún adentrado mucho más el siglo, también atrevido director de la Biblioteca
Nacional? No atrevido por sus gestas administrativas –aunque firmaba documentos
oficinescos, incluso tenemos a la vista cierto apercibimiento de rutina a algún
empleado que ahora puede exhibirlo no como demérito sino casi como gloria–;
atrevido por su concepción bibliotecaria, una concepción geométrica, ficcional y
a la vez técnica, pues si la biblioteca era el mundo, era también sus deficiencias y
sus escatologías, sus fuerzas automatizadas y sus recodos más azarosos. Basta leer
Tlön, Uqbar... para percibir cómo está pensando el desdoblamiento del mundo a
través de un juego de espejos entre lo real y lo virtual.
Es que el autor de El Informe de Brodie estaba dentro de la civilización y dentro
de la barbarie, como lo está toda literatura merecida. Las revistas que surgen
dentro de la institución pública no están obligadas a ser ditirámbicas, pero sí
intimadas a reflejar el sorprendente espejo de todo lo que no se les atribuiría:
redundantes con lo otro que no se espera de ellas. Así deben ser. Redundantes
con lo que sordamente no es el Estado.
Este número de La Biblioteca sobre la crítica literaria argentina –y la historia
editorial– es redundante de lo que no formaría parte de una revista nacida de
la institución pública nacional. Se trata del aroma libertario que funda nuestra
vida, que no siempre puede decirse, pero que alguna vez –ésta, quizás–, puede
confesarse dentro del círculo de nuestros aprecios. Se place pues en ser reiterativa
de lo mejor del revisterío nacional, mezcla de la primigenia La Biblioteca y La

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Montaña de Ingenieros y Lugones. Y además, es voluminosa, orgullosamente


ostentosa, pero casi se autofinancia, como testimonio de que puede entrar en
el circuito del don, que es el del lector libre y real, interesado en sufragar por
ella, más allá de siglas estatales y jergas institucionales, que por supuesto no son
solamente las del Estado, sino que abarcan toda pedagogía y toda comunicación
por espontánea que parezca.
Pero una cuestión más difícil debemos tratar en este prólogo. Ya que de crítica
hablamos, se trata de criticar el concepto de sociedad de conocimiento o gestión
de conocimiento que se encuentra difundido en muy diversas esferas y grupos
intelectuales. Al parecer, se trataría de formular una visión optimista del
conocimiento y su proceso interno, pero no basado en el legado de la episteme o
la gnosis clásica. No se trata ahora de que el conocimiento sea la rareza o la escasez
de lo que también genera –el sujeto, el individuo, el lenguaje, la conciencia de
sí en todos sus capítulos de construcción, negatividad y olvido–, sino un plano
exterior, meramente resultante del modo en que actúan los signos informáticos y
de reproducción virtual del encadenamiento del saber.
Aunque por otro lado con gestión del conocimiento, a veces se alude al
reaprovechamiento de la intuición, el saber espontáneo y la experiencia de
vida de las personas, como ilusión institucional de que no estamos ante la
pura regla, el puro reglamento. No parece esta idea más que una derivación de
las técnicas de adecuación laboral bajo la ilusión de la experiencia individual
creadora, en la era en la que el libre albedrío de los trabajadores llega a un
punto de oclusión, de máxima intensidad.
¿Qué habría de nuevo en esta concepción de la sociedad del conocimiento que
no lo tuvieran los tiempos de Kant, a fines del siglo XVIII, o los tiempos
de Husserl, a comienzos del siglo XX? Era en la que está de por medio la
revolución digital, informática o tecnotrónica –que busca su alianza con la
sabiduría espontánea de las gentes–, según el nombre que desee utilizarse o la
hipérbole que cada uno quiera sostener.
La primera crítica que cabría sería la de postular que se emplee otro nombre para
las nuevas realidades generadas por esta teoría de los signos, pues así como está,
no puede hacerse cargo de todas las modalidades del conocimiento, tampoco
puede arrogarse la redefinición completa de todos los horizontes de lo social. Ya
se empleó en el pasado inmediato el concepto de “sociedad de la información”,
que si se quiere tenía un poder de yuxtaposición menor con todo el conocimiento
existente en la historia social e intelectual de la humanidad. Se sugeriría, a través
de estas elaboraciones, que estamos ante una posibilidad doble, la de pasar en
limpio toda la cultura heredada a nuevos símbolos de almacenamiento, y que
del conocimiento así entendido (como planicie intelectual infinita y sin relieves)
puede extraerse sin más una idea completa de sociedad sin conflictos, autoeducada
en una felicidad comunicacional abstracta.
Pero en verdad, la teoría de la “sociedad del conocimiento” es estrecha en relación
a las posibilidades que abre el desarrollo de la red electrónica y sus derivados.
Ninguna evolución en el lenguaje, en la época de los grandes cambios técnicos,
debe implicar una reducción a insignias de codificación fijas. Sin embargo, con la
hipótesis de la sociedad del conocimiento, todos los bajorrelieves del conocimiento

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histórico se pondrían a disposición de una brusca reconversión del conocer a


meros emblemas de señalización compendiada y a la vez perpetua, que encarnaría
una nueva ontología de lo social. Lo social como una arcadia de transparencia
comunicativa, lo que le daría a la sociedad de conocimiento el destino de ser una
interpretación lacónica de procesos más vastos y aún impredecibles, surgidos de
la revolución en la propia idea de signo. El signo de lo que llaman sociedad del
conocimiento es plano, binario, lineal. El conocimiento, en cambio, es denso,
derivativo y entrecortado.
Ciertamente, las realidades del mundo digital nos ponen frente a una dimensión
crucial de la historia humana. Estamos inmersos en ella de una manera inocente
y feliz, lo que siempre ocurre en los primeros tramos de las grandes y necesarias
mutaciones tecnológicas.
Falta sin embargo otra colección de signos que ponga esta transformación vital
del uso del lenguaje simbólico en términos más amigables con el conocimiento
recibido a lo largo de las edades históricas (y del largo ciclo en el cual se habló
de trabajo manual y de trabajo intelectual), para que la conciencia lingüística
de las tecnociencias no desactive erradamente la conciencia histórica. Por eso
el empleo de la palabra “sociedad” para acoplarla a “conocimiento ” –sociedad
es una expresión esencial del siglo XIX, o no muy anterior a él–, nos pone ante
la idea de que las tramas sociales sólo lo serían si se producen en un mundo
de articulaciones simbólicas virtuales, lo que apuntaría al último reduccionismo
posible en la historia del conocimiento humano.
Este reduccionismo proviene de un pensar rápido que toda revolución técnica
carga consigo misma, y que no la favorece para que ella misma derrame sus frutos
irreversibles y creativos en la historia del trabajo humano. Estamos aún en el
momento en que las tecnologías crean su propio lenguaje absorbente, como pasó
en las primeras décadas de la imprenta, del motor a explosión o de los métodos
de cirugía anestésica. Estarían en el momento equivalente al que, como en la
filosofía, pueden surgir conceptos como “sustancia extensa y sustancia pensante”,
“juicio sintético a priori” o “lo concreto es síntesis de muchas determinaciones”.
¿Pero están acertando las tecnociencias con su lenguaje? ¿Tienen su nomenclatura
denominativa a la altura de la importancia de sus logros? Una revolución técnica
como la que vivimos, sólo en una etapa posterior –que ya presentimos–, realiza
el potente ejercicio de plasmar el legado completo de la civilización en el seno de
su sumario, aunque vistoso cuerpo de lenguaje, con el que surge a la admiración
garantida de sus contemporáneos.
Las metáforas informáticas –migrar, exportar, virus, navegar, amigable, soporte, red,
cortar, pegar, ver, insertar, herramientas, ventana, “analfabetismo” informático–, son la
más poderosa construcción idiomática que ha acompañado a un descubrimiento
tecnológico. Se dirá que no ha generado estos conceptos, tomándolos de todo el
orden del conocimiento humano, pero con este gesto también señala sus virtudes
apropiativas, y en el límite, expropiatorias. La retórica revolucionaria sale a luz con
ropajes ajenos, los toma de prestado sin rigor crítico pero con evidente imaginación.
Esta fuerza expropiativa del lenguaje, en toda revolución técnica se ha realizado
tomando también los lenguajes preexistentes, revelando que estaba vacante de
nombres (homenaje implícito a los que ya existían), pero mostrando asimismo

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un ánimo sustitucionista respecto a la total experiencia humana en materia de


nombres, símbolos y lenguajes. Por eso se entiende el concepto de “sociedad de
conocimiento” vista la gran operación de embargo de las culturas previas. Lo
que nos pone frente al problema mayor de la civilización contemporánea: surge
un nuevo tipo de experiencia comunicativa, pero el lenguaje (lo inherente a la
comunicación) puede quedar lesionado.
Saludamos nosotros a la red con todas sus acciones cognoscitivas –es elocuente el
nombre de documento y archivo que poseen sus acciones básicas– y no vemos en
ella más que una gran oportunidad creadora a escala de la historia de la ciencia
y de la cultura. Y al mismo tiempo, nos preocupamos que de ella no surja una
deficiente filosofía desatenta con la realidad de los conflictos históricos y la situación
experiencial del trabajo y del lenguaje como forma de existencia colectiva.
Este rico orden metafórico de la lengua informática no es asumido como
tal, sino como un apresurado gesto, aunque no exento de gracia, para tomar
precipitadamente palabras de la naútica, de la economía o de la medicina. Pero
es un atrevimiento distraído. Habilita a creer que un ciclo del conocimiento ya
se ha cancelado y todo puede resumirse en una retórica aglutinadora universal,
como quería Gorgias en su controversia con Sócrates. A la manera de una última
y radical fenomenología del espíritu, las formas compendiadas que llevan a ganar
tiempo, espacio y capacidad de síntesis, van señalando el periplo de la misma
historia humana hacia el saber condensado y al mismo tiempo ramificado según
la lógica del hipertexto. Así vistas las cosas, es necesario un concepto rápido, de
circunstancias, meramente plano e inelocuente: la sociedad del conocimiento.
Él dará cuenta del movimiento de anexión de lenguajes. Se convierte así en una
neo-retórica al paso, una mera ideología de la ciencia y la técnica, como en los
años 60 bien supo criticar el joven Habermas.
La materia cultural anterior se tornará entonces en un “tesoro” encerrado en
la caverna platónica y sus copias con distintos grados de verdad serán apenas
el mundo de ideas que verán los ojos de las generaciones futuras. El archivista
adquirirá un carácter sacerdotal, y de este modo, una formidable vena de los
inventos de la humanidad (digamos, la lanzadera mecánica, la caldera ferroviaria,
la electricidad o la telegrafía) puede presentarse como discontinuidad antes que
como continuidad –cierto que repleta de desvíos y opacidades–, con las fuerzas
cognoscitivas reticulares de la época.
De ahí la formidable utopía de la sociedad de la información o del conocimiento
como llamado a romper la continuidad de la historia del trabajo humano frente
a la naturaleza y a la vida colectiva. Vastos sectores del movimiento cultural en
todo el mundo emplean ese concepto un tanto ingenuamente, pensando que
compran así su billete hacia el progreso técnico. Debemos decir que el progreso
técnico es demasiado delicado, importante y esencial como para que quede en
manos de conceptos que no realizan enteramente la misión de comprenderlo
en sus significaciones últimas.
La hipótesis del nuevo alfabetizador nos dice que hay brechas digitales, indicando
la necesaria cruzada para rescatar del analfabetismo de nuevo tipo a millones de
seres humanos. Se trata de una nueva partición en la sociedad que se sobrepone
a las clásicas líneas de fractura social, provenientes de diferentes interpretaciones

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del mundo del trabajo, la producción y el arte. Nuevos maestros nos sacarán de
nuestra condición ágrafa, aunque hayamos compartido largamente el fruto de las
culturas. El alfabetizador informático es el fruto notorio, educacional, surgido
del seno de las utopías tecnológicas del siglo XX, como la reflexión moral es el
fruto de utopías como las de Tomás Moro.
Pero sus resultados no son meramente utópicos, sino que intervienen de un modo
excesivamente banalizador en la discusión sobre las instituciones pedagógicas y
las decisiones sobre las redes escolares. Cuando éstas cumplan con su deseo real de
estar interligadas al cuerpo de la red virtual –lo que es también nuestra postura–,
una efectiva revolución pedagógica sólo ocurrirá por el diálogo con las fuentes de
la práctica cultural que unen las generaciones pasadas a las actuales. Se precisará
entonces de la filosofía y la literatura clásicas –y de la ciencia y técnica no como
ideología sino como conocimiento liberado– antes que de conceptos surgidos
del marketing superficial de la revolución tecnológica. A ésta la queremos sin sus
ideologías triviales ni sus implícitos mitos de dominio.
Sino, un nuevo saintsimonismo de los savants, con su ingenuo evangelio
social de los industriales, avanzaría sobre los nuevos descubrimientos con un
monolingüismo abstracto, en un momento en que la humanidad sigue con
sus guerras, demoliciones y saqueos, precisamente de los bienes preservados
por generaciones anteriores, y todo como prueba de la marcha sacrificial de
la especie humana, que el archivismo puntual no logrará detener. Pensar el
conocimiento es también pensar el saqueo y la pérdida. Las nuevas consignas
de la informatización han generado un poderoso lenguaje que, de un modo
virtual, absorbe todos los movimientos que las filosofías de la acción y del
conocer desde antiguo habían explorado. El dudoso concepto de sociedad de
conocimiento proviene de ahí, incapaz de pensar adecuadamente las novedades
que él mismo contiene, la gran reduplicación del signo real de la vida en formas
electrónicas y micro-compendiadas de la memoria.
Ningún lenguaje surgido de las metáforas de la técnica puede encargarse de la
totalidad del conocimiento humano, como el de sociedad de conocimiento, a
riesgo de que haga peligrar lo único que puede resguardar la presencia efectiva
de la técnica en las sociedades, el conocimiento filosófico como autonomía del
sujeto y del concepto. Más que sociedad del conocimiento (idea que cierra el
saber sobre una variante del progreso técnico) hay conocimiento de la sociedad
(forma abierta del saber que alienta nuevos descubrimientos técnicos).
Por eso, el error del concepto de “sociedad del conocimiento” proviene de la
confusión que introduce con la historia de las civilizaciones. ¿Qué sociedad
no sería del conocimiento? ¿Excluiríamos las cavernas de Altamira, los indios
Caduveo, la corte de Luis XVI, una asamblea jacobina, la China imperial, el
sur norteamericano de las novelas de Faulkner? El concepto de sociedad ya es
el de conocimiento. Sea en la alta Edad Media o en la Nueva York de Woody
Allen. La aparente ambigüedad del concepto solo querría decir que con los
signos de la sociedad informática recién podemos entrar a un conocimiento
universal y democrático. Desde luego, es necesario afirmar que la convicción
que une tecnología a democracia –derivada de la idea de democracia industrial
del pragmatismo norteamericano, que un digno hombre, John Dewey, intentó

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descifrar adecuadamente antes que se convirtiera en credo de las muchedumbres


solitarias–, precisa de más resguardos para no perder poder explicativo.
Admitamos que buena parte del cuerpo tecnológico en uso real por las sociedades
tiene valores neutros en cuanto a su verdad. Eso no nos exime de preguntarnos
por las posibilidades del uso inadecuado de los medios técnicos. Se dirá: los
jueces se reservan la aplicación de la figura contemporánea de la mala praxis.
¿Y la sociedad del trabajo, la idea misma de trabajo? Los teóricos le reservan un
destino adecuado, como los que en los últimos años difundieron Toni Negri y
Michael Hardt, indicando que este problema –las tecnologías “inmateriales” y
su relación con el trabajo real–, se relacionaba con una nuevo tipo de política
mundial en la era del “imperio y las multitudes”.
En el debatido libro Imperio, Negri y Hardt hablan de una “intelectualidad
de masas”, de “trabajo inmaterial”, y de “intelecto general”, tomado esto
último de un pequeño fragmento de las obras de Marx, para decirnos que
al trabajo fabril debe vérselo cada vez más reemplazado por una fuerza
laboral intelectual, inmaterial y comunicativa, surgida de la fuerza tecno-
comunicacional del capitalismo informático. Todo ello exigiría desarrollar
una nueva teoría política del valor y una nueva subjetividad que vea en esa
inmaterialidad del trabajo las nuevas formas de acumulación económica o en
su defecto, los síntomas de una nueva liberación.
Se reclama por parte de estos autores una nueva teoría del valor que
debería encarar nuevos descubrimientos de la “subjetividad”, esta vez con
sus dimensiones ligadas al conocimiento, la comunicación y el lenguaje.
¿Y si este refinamiento de la idea de sociedad de conocimiento –lejana a los
enfoques simplificadores que acostumbramos a escuchar–, también cerrara la
construcción del conocimiento, simbólico o lingüístico, al universo exclusivo
de la “fuerza laboral inmaterial”, dislocando de un modo drástico y pifiado
todo el orden real a la trama comunicacional?
No desvalorizamos estas expresiones de Toni Negri; con respeto vemos sus
dificultades. Y las declaramos aquí porque estamos en una Biblioteca Nacional.
No deja de ser atractiva la idea de “trabajo inmaterial” –es, al cabo, el pensamiento
mismo–, pero a condición de que no se alce con todo el embalaje de la historia
simbólica de las sociedades, los usos materiales del habla, las formas de las luchas
políticas en la polis, y el realismo crítico –la “cautela del salvaje”, como dice
Diego Tatián–, que es el tejido oscuro del que sale la imaginación técnica y su
utopía: tanto la reconversión del pensamiento humano de un modo arrollador, o
la regulación del ingenio técnico que se acopla y dialoga con todos los lenguajes
conocidos sin pretender resumirlos en una cartilla totalista.
Una Biblioteca es el campo de este debate y a la vez el modo de resolverlo
adecuadamente. Por un lado, las tranformaciones en la reproducción técnica,
la reduplicación inmaterial, la catalogación en red, la preservación en digital,
el continuum del dato que nace sin referente real –los metadatos–, producirán
más efectos civilizatorios en la medida que no se desliguen de ninguna teoría
de la cultura. Puesto que toda tecnología es legado que no se puede no emplear,
no se puede no interrogar, no se puede no adaptar. Y todo ello con “cauta
simpatía”, como dice Paolo Virno, a fin de considerarla capaz de superar

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la brecha entre ciencias de la cultura y ciencias de la naturaleza. Y así, toda


tecnología es también un elemento conceptual no neutro. El lenguaje con la
que hable o se la hable no debe ser segregado por su retórica sustractiva de
términos de la cultura anterior, apagándoles su condición metafórica. Debe
ser continuidad problemática con las formas del conocimiento antepasadas,
a las que no se les debe un mero homenaje, sino que si no se las mencionara,
sucumbiría la fuerza misma de los nuevos artefactos semióticos y su propuesta
de recolocar el archivo en el centro del tejido cultural.
La incorporación más lograda de las tecnologías del signo a la vida humana
proviene de dos terrenos específicos. De a) que no sea un axioma el que toda
revolución técnica hable con el lenguaje precario inventado por ella, en su
primera presentación mundana. Su orden metafórico puede tener alternativas
incluso mejores para su propio crecimiento, que la que surge a veces de la modesta
poética copiativa de sus inventores. Y de b) que junto a la no neutralidad de la
técnica –lo que no sólo no la obstruye, sino que la obliga a pensar caminos no
obligatorios y aún de mayor inventiva–, se debe pensar en el constante repique
del mundo virtual con la presencia experiencial, activa y práctica del orden de
objetos que son de rigurosa convivencia para el juego humano.
Un mundo con hombres activos y objetos vivos es lo que corresponde para la
prosecución empírica y simbólica de la especie humana. A nadie le conviene –a
la ciencia no lo conviene, a las tecnologías no les conviene– un empobrecimiento
del mundo táctil, visual, auditivo, lectural, objetual que la humanidad recorrió
durante siglos. Del interior de las Bibliotecas suele surgir una voz profunda
que parece advertirnos de esto. Habíamos dicho que en esta revista veíamos
una sugestiva redundancia. La redundancia de la libertad. Y allí donde vemos
innovación, también queremos verla con la cautela de quien dialoga con las
antiguas persistencias del legado.

Di­rec­ción de la Bi­blio­te­ca Na­cio­nal

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La crítica literaria en la
Argentina concedió estilos per-
sonales bien reconocibles. En
realidad, puede decirse que la
crítica comienza a serlo cuando
se manifiesta como estilo perso-
nal. Ciertamente, siempre hay
La imaginación un estilo, pero no hay crítico
si no se comienza a reflexionar
sobre un estilo, es decir, sobre
crítica el absurdo del yo. Arriesgamos
un pensamiento: sería posible
incluso definir que en las tra-
diciones novelísticas hay menos
variedad de estilos que en los
empeños y ejercicios de la críti-
ca. La crítica se inicia con una disconformidad, con una abjuración
entre el yo y el no yo, y con este parecer homenajeamos ahora a Nicolás
Rosa. Se equivocan pues los que suponen que se trata de recrear un
texto o de someterlo al cotejo con sus antecedentes y proyecciones. Se
trata de atacarlo, zaherirlo, combatirlo. De obtener sobre las ruinas de
lo criticado otro texto que a su vez espere su propia ruina. Esa espera es
un logro del estilo sin el cual es difícil el arte crítico, es decir, el arte de
actuar con serenidad en un intervalo entre dos ruinas. En esta sección
tenemos un conjunto de escritos que nos comunican esa posibilidad,
que, sin mayores esfuerzos, denominamos imaginación crítica.
En 1981, Antonio J. Cairo –seudónimo escogido por David Viñas–
escribió un artículo alarmante: una comparación entre Borges y Perón.
Lo que inquieta aquí no es el planteo de sus diferencias, obvias y reco-
nocibles. Se trata de una lógica que actúa por debajo de ellas y permite
equipararlos cuando el crítico los piensa. El triunfo de un esquema
vertical que excluye toda relación de reciprocidad consagrándolos como
los “burgueses más célebres”, capaces de concluir el proyecto político y
literario del siglo XIX. El sitio donde estas afirmaciones vibran: Les
Tempes Modernes, la mítica revista que dirigió Jean Paul Sartre.
Noé Jitrik traza una genealogía de las actitudes críticas que, en cada
momento, ponen en crisis las discursividades dominantes. Descartes,
Kant, Hegel, Freud, Marx y Nietzsche abren el espacio para la pre-
sencia del sujeto crítico en la historia. Sus aportes ofrecen la posibili-
dad de ser retomados a partir de las grietas que han provocado y de
sus nuevos enunciados, productores de nuevas legitimidades.
En un diálogo intenso, Josefina Ludmer traza las derivas de su
itinerario personal, pensándolas a partir de las mutaciones en
las formas de dominio contemporáneas. Un recorrido que va del
análisis elaborado al interior del campo literario hacia otros modos
de producción crítica que desafíen las “verdades del sistema” que
conquistan y renuevan las posibilidades de escritura.
Nicolás Rosa nos dejó este texto en el que compara el “folletín” con
la alta literatura, a menudo conectados por hilos no siempre reco-
nocidos. De hecho, la literatura menor se sirvió de los materiales y
las formas de la literatura universalmente consagrada. Esta hibri-
dación convierte la literatura de los bajos fondos urbanos –realista
y romántica– en un “género mixto” capaz de componer la crítica
social con los estilos literarios dominantes.
A partir de un reciente ensayo publicado por Martín Prieto, Jorge
Panesi se interroga por el tipo de autor que hay detrás de todo
crítico. Encuentra en este texto un conjunto de preocupaciones
–literarias, críticas, pero también existenciales– que emergen de
la capacidad de no ajustarse a pretensiones totalizadoras, o a los
formatos estandarizados de la academia.
Alberto Giordano encuentra en el relato, el ensayo y la autobiogra-
fía, formas de escritura que permiten compensar los sinsabores de
un cotidiano abrumador. Estos géneros –si pudiesen ser llamados
así– ofrecen posibilidades de imaginar nuevas formas de vida. La
crítica como una perspectiva ética que no se deja apresar por las
modas banalizantes y que nos predispone al desafío de desconstruir
las certidumbres para quedar disponibles ante encuentros que con-
muevan nuestra existencia y nos rehagan en esa sorpresa.
Juan Ritvo cuestiona las formas en que el periodismo cultural modela la
crítica a partir de un estilo pedagógico que oficia como mediador entre
los “espectadores” y la “obra”. Recuperar la sensibilidad kantiana en tanto
examen no para comunicar una obra, sino para ofrecer aquello que de
incomunicable tiene toda creación, la negación no en tanto mimesis,
sino como rasgo de excepcionalidad, secreto íntimo de toda obra.
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Borges y Perón(*)
Por Antonio J. Cairo

En el año 1981, la legendaria revista francesa Les


Tempes Modernes que dirigió Jean Paul Sartre, con-
sagró su número 420/421 a la Argentina con el títu-
lo “Argentina entre populismo y militarismo”. Allí
escribieron César Fernández Moreno, Juan Carlos
Portantiero, Osvaldo Bayer, León Rozitchner,
Noé Jitrik, Julio Cortázar, Juan Gelman, Tununa
Mercado y Juan José Saer entre otros.
Antonio J. Cairo es el seudónimo escogido
por David Viñas para ofrendar una reflexión
inquietante. Se trata, ni más ni menos, de una
comparación entre Borges y Perón cuyas dife-
rencias evidentes a menudo oscurecen sus pun-
tos de contacto, según sugiere el autor. Ambas
figuras nos ofrecen, a través de su literatura,
un modelo vertical que excluye la disidencia y
el reconocimiento de sus próximos (sean estos
lectores condenados a la pasividad o colabora-
dores confinados al servilismo). Así, el triunfo
de este esquema por sobre una posible relación
horizontal, de reciprocidad, consagra a Borges y
a Perón como los dos “burgueses más célebres”
de la Argentina, cuyas figuras que promueven la
adhesión santificada, expresan la conclusión de
un modelo literario y político emanado del siglo
XIX. Por la firmeza polémica, y por su capacidad
de expresar el valor de la crítica, hemos decidido
recuperar y traducir este valioso texto a modo de
reconocimiento de un itinerario anómalo.
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Sus diferencias son conocidas. Por eso tudes en virtud de una cronología
mismo yo querría destacar sus pare- “generacional” previsible, de climas
cidos; en sus escritos creo que podría familiares comparables y de una his-
encontrarse, en principio, una misma toria compartida desde la Semana
exclusión de la historia, que se mani- Trágica de Buenos Aires en 1919 hasta
fiesta mediante la negación de la lucha los años de la Década Infame (1933-
de clases en Perón y en una literatura 1943). Verdadera matriz que confor-
analgésica en Borges. En uno y en otro mó a los dos hombres en el período
se asiste a una evacuación del sufri- que precedió a su eclosión respectiva,
miento y del drama inherentes a la sobre todo si se tiene en cuenta la
vida cotidiana: evacuación que resulta, influencia decisiva de la presidencia
en el texto borgesiano, de su oposición del general Justo (1932-1938), “tío”
al “Centro” trágico y deslumbrante, de Perón y mecenas de Borges.
y en los documentos de Perón, de Pero en realidad es el parentesco de
su necesidad de borrar todo lo que símbolos entre Borges y Perón lo que
implica un cuestionamiento. Porque me interesa particularmente. Símbolos
si los escritos de Borges no reconocen poderosos: con-
a sus lectores sino que los inmovilizan, centración de la
el discurso de Perón no incorpora a línea elitista-libe-
sus mejores colaboradores sino que ral en Borges,
los fija. Y si el movimiento esencial encarnación de la
de Borges se orienta hacia el ruego, el corriente nacio-
de Perón se especializa en las órdenes. nal-populista
Uno y otro, me parece, instauran un en Perón. Sobre
espacio vertical, de arriba hacia abajo todo en relación
y a la inversa, que poco a poco excluye con los dos secto-
toda dimensión horizontal: incapaz res de Argentina:
de hacer que una comunidad se res- la clase media
pete incluso después de haber visto liberal y la clase
sus propias miserias, ambos prefieren media populista,
–cada uno según los valores y con un cuyas connota-
objetivo diferentes– que esta comuni- ciones preferidas
dad continúe ignorándolos. son el doctor
En otro aspecto –el empleo de las Houssay, el hom-
palabras– me parece útil establecer sus bre que habló en
lazos de parentesco recíprocos con el La Sorbona y polo sacralizado por la
Leopoldo Lugones de los años veinte: tendencia liberal-elitista, y el tango
cuando Perón dice “muchachos”, está trivializado, el Viejo Vizcacha y un
impregnado del Elogio de la espada Gardel de opereta para la franja nacio-
pronunciado por Lugones en 1924 nal-populista. Dos sectores que, si se
en ocasión del centenario de la batalla enfrentan en su adhesión, uno a Borges,
de Ayacucho; cada vez que Borges otro a Perón, a menudo se intersectan y
emplea el término peyorativo “mucha- se ponen de acuerdo: en especial cuan-
chones”, está retomando los semitonos do se trata de exaltar el símbolo de una
del Lugones de La Patria fuerte. vieja Argentina de virtudes patriarcales
Podrían incluso establecerse simili- tranquilizadoras y estereotipadas.

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Sucede que el verticalismo al que dado que Perón y Borges –a pesar (y


me refería –tanto el de Perón como a causa) de sus contradicciones y sus
el de Borges– acarrea, tanto en los matices– son la concreción perfecta de
liberales-elitistas como en los nacio- esta conciencia posible.
nalistas-populistas, una adhesión Lo que quiero decir es que las variantes
exenta de crítica, a las que puede llegar el pensamiento
Dos sectores que, si se enfren- incondicional en burgués son infinitas. Infinitas sus
tan en su adhesión, uno a la mayoría de los posibilidades de combinación, pero
Borges, otro a Perón, a menu- casos; eclesiásti- finitos los ingredientes a partir de los
do se intersectan y se ponen ca, diría. Y con cuales han sido formuladas la teoría y
de acuerdo: en especial cuan- ella todo lo que la proposición programática; y, lo que
do se trata de exaltar el sím- suponen el star hoy me preocupa, agotadas. Porque si
bolo de una vieja Argentina system y el star sus combinaciones pueden hacerse en
de virtudes patriarcales tran- cult: filisteísmo, un espacio imaginario (sea Madrid o
quilizadoras y estereotipadas. i d e n t i f i c a c i ó n un relato), su finitud y su agotamien-
y proyección to eclosionan en un espacio histórico
inmovilizadoras, autosatisfacción, concreto: la Argentina actual.
incondicionalidad. Herencia a lo Es por eso que estos grandes símbolos
sumo, no apuesta. que son Borges y Perón ya no consti-
Podría decirse, para intentar compren- tuyen hoy (justificando, realimentan-
der un poco mejor, que Borges y Perón do y, si puede decirse, mitificando)
“son dos burgueses”. Dos grandes bur- sino un movimiento circular, del que
gueses. Y si se quiere, los dos burgue- por cierto no se escapará utilizando los
ses más célebres que haya producido recursos del collage.
Argentina. Que con ellos culminan la
literatura y la política concebidas en el (*) Retraducción de la versión francesa
núcleo programático inicial de 1845, por José Luis Moure.

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David Viñas

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Productividad de la crítica
Por Noé Jitrik

La crítica ha ganado su lugar en la modernidad


a través de sucesivas y originales intervenciones
que la fueron configurando como una práctica
capaz de interpelar los lenguajes dominantes.
Diferentes estilos de pensamiento y escritura
han constituido un legado rico en tradiciones y
linajes variados. Hoy se nos ofrecen como posi-
bles hitos en los que reconocer el ejercicio de la
crítica, como aquellas elaboraciones susceptibles
de ser retomadas en su espíritu fundante que se
abre paso, procesando sus rupturas y formulan-
do nuevas legitimidades, desde las que producir
sus propios procedimientos discursivos.
Noé Jitrik, con una clara vocación emancipa-
toria, traza una genealogía de estas actitudes
críticas que al enunciar nuevos relatos ponen en
crisis los supuestos del pensamiento existente.
Descartes, Kant, Hegel, Freud, Marx y Nietzsche
sientan las bases, según el autor, de la presencia
del sujeto crítico en la historia, encontrando en
esta irrupción, el fundamento de la propia pro-
ductividad de la actividad crítica.
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Hay tres modos, o ámbitos, de entrar cer, en relación con la forma de la ac-
a discurrir acerca de la crítica. El titud crítica, una historia que transcu-
primero tiene que ver con una tra- rriría por tres carriles. Uno, la determi-
dición filosófica que tiene una pri- nación de los mo­mentos históricos en
mera formulación enceguecedora con los que tiene presencia, fuerza y defini­
Descartes y culmina, sin concluir, en ción y, correlativamente, de sus lapsos
Kant; no ignoro, por supuesto, lo que o ausencias –lo que estable­cería quizás
implica en esta línea el pensamiento un ritmo entre presencia y ausencia–,
de Hegel, de Marx, de Nietzsche, de con la co­ rrespondiente explicación
Freud, de Wittgenstein, de Habermas acerca de las causas que motivan am-
y todo el resto. El segundo se vincula bos fe­nóme­nos (en las sociedades teo-
con una actitud que halla su funda­ lógicas o muy jerar­qui­za­das la actitud
mento, sin saberlo, en la mayor parte crítica se ausenta o es reprimida, da
de los usos, en diver­sas coagulaciones igual, mientras que en las de tenden-
de aquella tradición. El tercero afecta cia democrática parece más facti­ble).
a una práctica particular y concreta Dos, el desarrollo probable, en el cur-
que tiene, aparentemente, un objeto so histórico, de
particular y concreto sobre el cual la actitud críti­ca, Por “actitud crítica” puede enten-
ejercerse, la litera­tura y el arte. No me su eventual ge- derse, ante todo, aquella exigen-
voy a ocupar ahora de lo que atañe a la neralización y cia que los sujetos pueden tener
historia filosófica del concepto ni a su perfeccionamien­ respecto de afirmaciones o de
situación en la refle­xión contemporá- to (la forma que hechos que intentan imponer-
nea; sí, en cambio, haré algún deslinde adquiere en un se, por la argumentación o por
en rela­ción con lo que llamo “actitud momento consti- la fuerza. No por ello tiene un
crítica” para, por fin, centrarme en la tuye el punto de alcance negativo aunque esto es
posición o situación o ubicación de par­tida para un lo que resulta en términos genera-
la práctica específica, vinculada ante ejercicio más am- les de su consecuente aplicación;
todo con los objetos literarios. plio y difundido lo fundamental es que lo que se
en el momento si­ dice o se presenta ante los ojos es
1. Por “actitud crítica” puede enten- guiente), y tres, la sometido a un examen que des-
derse, ante todo, aquella exigencia que relación de la for- cansa, a su vez, en supuestos apa-
los sujetos pueden tener respecto de ma que adopta en ratos coherentes que responden a
afirmaciones o de hechos que intentan cada mo­mento fines de los que, hipotéticamente,
imponerse, por la argumentación o por con una base filo- se puede dar cuenta.
la fuerza. No por ello tiene un alcance sófica establecida
negativo aunque esto es lo que resulta por su lado, con sus propios alcances
en términos generales de su consecuen- críticos (no es ningún secreto que el
te aplica­ción; lo fundamental es que lo escepti­cismo alimentó una actitud crí-
que se dice o se presenta ante los ojos es tica, tanto que parece indisociable de
sometido a un examen que descansa, a ella y hasta, en los tiempos que corren,
su vez, en supuestos aparatos coheren- vulgar, así como las diversas filoso­fías
tes que responden a fines de los que, modernas, mencionadas al comien-
hipotética­mente, se puede dar cuenta. zo: el mar­xismo y el psico­análisis, por
De esta expresión genérica se pueden ejemplo, sostienen lo que se llamó la
desprender diversas líneas de reflexión. “era de la sospecha”, expresión que
En primer lugar, sería posible estable- alude sin duda a esta dimensión).

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En segundo lugar, la actitud crítica orden de las simples relaciones socia-


que, acaso sin saberlo, “actúa” la crí- les, desde las privadas –valga como
tica, posee un triple alcance. Por un ejemplo la conversación (piénsese en
lado tiene una aspiración descriptiva la incidencia del psicoanálisis como
y heurística, intenta saber “cómo son filosofía fundante en las interacciones
realmente las cosas” o “qué se ocul- interindividuales)– a las públicas (por
ta en las declaraciones”, siempre, ejemplo en los esquemas de trans-
desde luego, a partir de los mencio- misión del saber), pero también en
nados respaldos, determinadas prácticas que parecen
En la medida en que todo dis- so­ciales y filosó- no sólo exigirla sino que la tendrían
curso político –que carga con ficos. Por el otro, como punto de partida y principio
el peso de la práctica política y al describir sacu- rector: la política sobre todo y, tam-
se confunde con ella– muestra de la inmovi­lidad bién en el último siglo, el periodismo
su sentido y opera su función de lo fáctico o el y los medios en gene­ral.
ordenadora y garantizadora del peso de las afir- Vale la pena detenerse un instante en
quehacer social por su carácter maciones y pone este último punto. La política, tanto
crítico, lo que llamamos “acti- en evi­dencia que en su aspecto de articulación de la
tud crítica” pasa de lo volitivo “están en crisis”, vida social como en el de propuesta
a ser marca constituyente, casi o bien, al forzar- de modificación, se constituye desde
condición de su especificidad y las a reconside­rar una actitud crítica, lo que se pone
aun de su existencia. el dominio que sobre todo en evidencia en el discurso
pretenden, las de oposición, pero también, aun-
hace “entrar en crisis” con la fi­nalidad que intentando disminuir su carácter
de lograr una modificación, tanto de vistiéndose de una objetividad que
lo que se entiende acerca de ellas –si trata de confun­dirse con la necesidad
se trata de cosas, y, por lo tanto, de lo social satisfecha, en el del poder. Es
que podría ser eso que se denomina la más, en la medida en que todo dis-
“realidad”– como de lo que se busca curso político –que carga con el peso
si se trata de discursos. La actitud de la práctica política y se confunde
crítica tiene que ver, por lo tanto, con con ella– muestra su sentido y opera
una ética, sean cuales fueren sus fines su función ordenadora y garantizado-
y sus fundamentos. Pero, y por fin, ra del que­hacer social por su carácter
para ejecutarse no le basta a la actitud crítico, lo que llamamos “actitud
crítica con dejar que la recorran las crítica” pasa de lo volitivo a ser marca
diversas savias que la alimentan, le constituyente, casi condición de su
es preciso concentrar todo eso en un especificidad y aun de su existencia.
mecanismo o aparato que podemos En cuanto al periodismo y los medios,
designar como “interpretativo”: de la “actitud crítica” comparte con la
aquí se desprende un rasgo que pare- “información” lo esencial de su discur-
ce muy propio de la actitud crítica, so, son las dos “marcas” predominan-
la “opinión”, que remite a su vez al tes de su identidad. Es evidente que
orden de la libertad o la subjetividad, tam­bién en este campo hay una his-
que es donde la ética, precisamente, toria de alzas y bajas de una marca en
dirime su mayor combate. relación con la otra; la prensa del siglo
En tercer lugar, la actitud crítica pasado era eminente­mente crítica, e
se ejerce, cuando ello ocurre, en el iba en paralelo con los discursos polí-

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ticos; a­vanzado este siglo y a partir del impor­tante: el discurso político parece
surgimiento de la noción de “pú­blico”, haber perdido incidencia y capacidad
que hace retroceder la de “ciudadano”, de penetración; el del periodismo y
avanza la información y la actitud crí- los medios, en cam­bio, en especial la
tica se recluye en las entrelíneas, en la televisión, parecen haberlas ganado.
sintaxis periodística y en la elección, Falta­ría, por lo tanto, determinar en
u omisión, de los nú­cleos semánticos este discurso en qué consisten y cuáles
informables. Es muy probable que son los fundamentos de la actitud crí-
estas idas y venidas tengan alguna rela- tica que parece ser­les la propia.
ción con los avatares de la democracia Para concluir con este punto, quiero
y su teleología, siempre en definición: volver a una zona anun­ciada y dejada
si la democracia es la posibilidad de de lado al comenzar a discurrir sobre
una acción colectiva, la “actitud crí- la “actitud crítica”; me refiero a las
tica” reapare­ce por sus fueros puesto relaciones sociales simples de las cua­les
que los destinatarios son considerados puse como ejemplo la conversación.
ciudadanos libres; si, en cambio, se Desde una perspectiva lingüística, se
define sólo como el derecho al acceso diría que la conversa­ción es algo así
de toda clase de bienes, incluso sim- como la culminación de la dimensión
bólicos, predomina la información, es del habla; es el lugar en el que se ponen
en ese punto en el que la noción de a prueba todas las capacidades pragmá-
“público” se impone. ticas de la lengua y de los hablantes y, al
A veces, como ocurre en la actuali- mismo tiempo, es el campo en el que las
dad, hay una conciliación entre ambas finalidades dan sentido a la situación;
marcas: se trata de informar para en la conversación se trata de comuni-
que el público opte pero, al mismo cación, de intercambio, de interacción
tiempo, se le proporcionan los ele- y, por lo tanto, los actos conversaciona-
mentos como para que pueda hacerlo les están saturados de condiciones para
ejerciendo al mismo tiempo su propia estimarlos exitosos, o sea, en el pleno
“actitud crítica”, aunque en los hechos alcance de tales finalidades.
eso es una ilusión porque en verdad lo En tal sentido, existe una historia de
que se intenta es inducirlo a seguir un las formas que adoptó la conversación
solo camino. Por lo general, la actitud en diversos momentos de la historia de
crítica, en este caso, reviste el carácter la humani­dad; podríamos afirmar que
de “opinión” y aunque se supone –y ninguna de esas formas ha desapareci-
sobre esa suposición se constru­ye– que do y que todas conviven o, al menos,
posee una autorización mayor así sea que sus restos pueden ser reco­nocidos
porque está escrita, dis­fraza en nues- en las formas actuales.
tros tiempos su poder mediante una
argumentación tan abundan­ te y a 2. Si, como parece, la crítica actúa en
veces tan eficaz que sustituye de mane- la filosofía hasta el punto de alimentar
ra con­vincente a un discurso político lo que llamamos “actitud crítica” y pro-
que arrastra su decadencia hasta el veerla de los instrumentos para ponerse
punto de la disolución de su sintaxis. a prueba en cada instancia de las rela-
Asistimos pues, en el orden de las prác- ciones sociales, estos dos campos poseen
ticas ordenadas por el principio de la cierta universa­lidad y están presentes,
“actitud crítica”, a un desnivelamiento de manera directa o por mediacio­nes,

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en esa actividad específica, consagrada estabilidad de su desarrollo, al estable­cer


con el nombre de “crítica” y que, a causa preceptivas que por supuesto se codifi­
de los objetos también específicos sobre can en retóricas, se pierde algo de teoría
los que ac­túa, ha logrado el privilegio y se gana en crítica, en la medida en que
de recibir adjetivos que la distin­guen. se debe considerar una obediencia y un
A uno de ellos, “crítica literaria”, quiero cumplimiento de tales retóricas. La críti-
referirme en adelante, en el entendido ca, de este modo, adquiere una función
de que ha logrado tal grado de autono­ de control que encarna el control que
mía que, a su vez, atrae otros adjetivos las sociedades intentan ejercer sobre el
origina­dos en los instrumentos de los fluyente universo simbólico.
que se vale para llevar a cabo su acción: En el proceso de configuración del con-
“críti­ca históri­ca”, “crítica socio­lógica”, cepto moderno de crítica, ese cambio
“crítica psicoanalítica”, “crítica para- es importante y da lugar a una nueva
digmática”, “crítica filosófica”, etcétera. conver­ sión: el cumplimiento de las
Puedo, de igual modo, consignar, en un normas por parte de las obras es consi-
desplazamiento importante –la conver- derado fuente de un “valor”; reconocer-
sión del sustantivo, “críti­ca”, en adjetivo, lo define la posición del discurso de la
junto a un sustantivo que adquiriría por crítica y, en consecuencia, el poder del
eso más relieve, “trabajo”–, un intento crí­tico, sancionador, corrector, admoni-
de rescatar lo esencial de la crítica lite- torio, en la medida en que puede decir
raria como discurso para potenciarla y respecto de un texto que es “sublime”
clarifi­car una función o una posición o “nefasto”. Ha de ser obvio, sin duda,
llena de ambigüedades, en perma­nente que la idea de valor tiene algo que ver
búsqueda de una definición imposible. con el predominio que va adquiriendo
Si nos remitimos, así sea vagamente, al el discurso económico en la constitu-
origen, podríamos decir que la “crítica ción de la modernidad; ese “algo que
literaria” se constituye a causa del interés ver” no me parece que sea un efecto de
que tienen en general los objetos simbó- sobredeterminación sino que se sitúa
licos y, dentro de ellos, en un proceso, en una red interdiscursiva que ilumina
por más primitivo y embrionario que procesos aparentemente alejados en su
sea, de laicización de las sociedades, los semiosis unos de otros.
que se sustentan en elementos sensibles Apegado a las reglas y los códigos de
y logran encarnar representaciones sig- composición, a los que los textos se
nificativas de imaginarios sedientos y atienen, el crítico halla el valor en su
hambrientos. Por eso, porque alcanzan observan­cia pero ese campo de acción
esa dimensión, son enigmáticos y para crítica se modifica en el momento
esclarecer ese enigma, toma forma y en que los textos se rebelan contra
consistencia un discurso que aspira ante el dominio de la retórica y si­túan su
todo a describirlos. Podemos llamar a imagina­ ción productora en otro u
ese discurso “crítica literaria” o, puesto otros lugares, el refe­rente y la perso-
que se hace preguntas en general acerca nalidad. La virtud de los textos se des-
de la consistencia de esos objetos, “teoría plaza, pues, hacia el llamado “creador”
literaria”. En una instancia posterior, y hacia la realidad referenciada y en el
pero muy cercana en el tiempo, y como modo eficiente de presentarse uno y
habiendo comprendido que describir de presentar la otra, el crítico opera,
actividad tan importante no garantiza la juzga y consagra o jerarquiza. Se diría

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que hay algo más, acaso también no los campos. Así, por ejemplo, si lo
evaluable, pero huidizo: el efecto de que la crítica histórica o sociológica ha
lleno signi­fi­cante, también considera- ayudado a buscar y a seguir buscando
do como la trascendencia de un texto, es el referente, o sea lo que consideran
respecto de lo cual la adjudicación de la rea­lidad en la representación, no otra
valor no puede sino ser adjetiva dada cosa persigue la crítica es­tructu­ra­lista
la índole misma de esta cualidad. en su empeño por describir la organi-
Es muy posible que todas estas líneas de zación semánti­ca de los textos; quizá se
acción se hayan conjugado en las ope- desplaza hacia la representa­ción, donde
raciones críticas más famosas; algunas implí­citamente reconoce un valor, en
predominan y otras se oscurecen pero detrimento de lo representado, pe­ro el
suelen no desaparecer: en lo que va de campo es el mismo. ¿Y no es esto acaso
la crítica romántica a la estructuralista, lo que ocurre entre la crítica romántica,
si ese arco traza una evolución “moder- que trata de hallar en los textos persona­
na”, se puede ver de qué modo to­das lida­des excepcionales, y la estilís­tica que
es­tas marcas se entretejen, resaltan de inten­ta encontrar rasgos personales en
pronto más algunas en de­trimento de las inflexiones textuales? La diferencia
otras pero están todas, unas y otras, y consiste en que para una todo está
lo que cam­bia son las vías de acceso, fuera del texto y el texto es un mero

El fantasma de Marx,
por Juan Rearte

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receptáculo o un medio y, para la otra, por cómo son generados o por el lugar
todo está dentro del texto que, por que ocupan junto a otros objetos so­ciales,
lo tanto, debe ser tenido en cuenta, simbólicos o materiales.
es donde se debe trabajar. El va­ lor, Y, hablando de la crítica en la moder-
pues, sea cual fuere el lugar en que se nidad, quizás al mismo tiempo se pro-
lo sitúa, define la duce otro desplazamiento: empieza a
En cuanto al modo de exposición función principal interesar más el crítico que la crítica,
propio de la crítica literaria, a la de la crítica, pero lo que quiere decir la función o la res-
forma que adopta para presen- no la única. ponsabilidad de aquél, frente a la so-
tarse, existen varios registros que Los textos, como ciedad, desde luego, lo que es también
mantienen, tal vez, relaciones se sabe, tienen un decir los lectores y la opinión, antes
secretas entre ellos. La opinión proceso de produc- que la configu­ración y la legitimidad o
o el comentario de tipo perio- ción que los lleva el perfil de su discurso en relación con
dístico, por ejemplo, que afecta a ser lo que son, los otros discursos y, en especial, con el
el distraído aire de no deberle mínima fenome- discurso que im­plican los textos.
nada a nadie, salvo a los desin- nología supongo De ese giro salen ideas bastante difun­
formados lectores, depende por que indiscutible; didas y populares acerca de la crítica,
un lado del discurso periodístico pero, además, son como por ejemplo que su fun­ ción
general, informativo e interpre- objeto de comu- consiste en ponerse entre los textos y
tativo y, por el otro, no puede nicación, entra- los lectores para a­yudar a éstos a com-
no dejar entrar en su preten- ñan mensajes, son prender mejor lo que por sí solos no
sión descriptiva y valorativa los actos de habla compren­den; o bien entre los autores
grandes vientos que soplan en el que intentan, a su y los lectores para contri­buir a que esas
ambiente filosófico y literario; ni modo, incidir en per­sonalidades se conozcan mejor; o
vale la pena apuntar que suele ser los actos huma- bien entre lo ficticio e ideali­za­do y la
extremadamente sensible a los nos, morales, polí- realidad para iluminar mejor su senti-
intereses económicos que impor- ticos, cognoscen- do; o bien entre los mensajes que no
tan para la lectura. tes, etcétera. Por pueden faltar en los textos, en tanto
esa razón, entran entida­des de orden comunicativo, y
en circulación: aquí es donde desempe- la sociedad que puede extraer alguna
ña un papel la noción de público que, lección de ellos. Esa idea de respon-
como vimos, también tiene que ver con sabilidad conduce por vía di­recta al
las modalidades de consumo de objetos orden de lo político y se transfiere a
simbólicos, aunque en las operaciones lo político de los textos, por lo general
concretas frente a textos concretos esa declarado en los mismos términos, no
noción se precisa adjetivándose; se habla, necesariamente a su politicidad, que
entonces, de “público lector”, lo que puede residir en lugares textuales que
da origen a dos categorías, que atraen el crítico o quienes esperan sus ilumi­
mucho a la crítica en varias de sus vertien- naciones a veces no logran imaginar:
tes, la de “lectura” y la de “recepción”. La si no lo determina y no establece un
crítica se hace cargo de ello y se descentra, juicio de acuerdo con cánones más o
en el sentido de que da por obvios los menos autoriza­dos por un sa­ber po-
momentos de producción, se desentiende lítico corriente es que está querien­do
de ellos y atiende sólo a los posteriores, y situar­se en un te­rreno neu­tral, intenta
aun “entiende” los tex­tos por cómo pre- no tomar partido, es cómplice de las
suntamente son leídos y/o recibidos, no per­ver­sida­des que los textos alber­gan.

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En cuanto al modo de exposición pro- en límites impuestos por la transmisión


pio de la crítica litera­ria, a la forma que cultural o por la costum­bre o por el
adopta para presentarse, existen varios interés; en todo caso, se trata de un
re­gistros que mantienen, tal vez, rela- apartarse de todos ellos pero, al mismo
ciones secretas entre ellos. La opinión o tiempo, ello indica la proliferación de
el comentario de tipo periodístico, por tales mo­dos de una práctica que, no
ejem­plo, que afecta el distraído aire de obstante, no encuentra recompensas a
no deberle nada a nadie, sal­vo a los desin- sus desvelos, suele ser menospreciada y
formados lectores, depende por un lado disminuida en sus funcio­nes, puesta en
del dis­cur­so perio­dístico general, infor- un lugar de servicio a discursos que son,
mativo e interpretativo y, por el otro, no per se, enaltecidos aun sin la interven-
puede no dejar entrar en su pretensión ción de la crítica y con más razón cuan-
descripti­va y valorativa los grandes vien- do ésta, en cualquiera de sus modos, se
tos que soplan en el ambiente filosó­fico ocupa de ellos.
y lite­rario; ni vale la pena apuntar que
suele ser extrema­damente sen­sible a los 3. Si los textos, como obje­tos, son un
intereses económicos que importan para enigma, la crítica literaria, en todas sus
la lectura, porque eso no se ignora y versiones y tentativas, no ha superado
es trivial gastar energías en repetir­lo. A por lo general –hay excepciones extraor-
su vez, y en el polo opuesto, la crítica dinarias– el estadio del acer­ camiento
llamada académica recoge la herencia de avizor; gira en torno de ellos, está atraída
la filología y se protege en la exhaustivi­ por ellos pero no les llega, se queda al
dad sistémica: su principal problema margen, contemplándolos absorta o,
es encontrar el refugio de un método a en un gesto de rebeldía, reduciendo su
cuyos méritos adhiere y del que trata de misterio a explicaciones externas, sobre
mostrar su productividad; como tributa- todo las ligadas a la mecánica de la auto-
rio de la nostalgia filoló­gica su dis­curso ría, la representación o la comunicación.
trata de ser demostrativo y científico. Eso no quiere decir que nada de lo que
Se di­ría, en una exagerada simplifica- constitu­ye la tradición crítica sea inváli-
ción, que entre ambos términos hay do, desechable y engañoso; sólo quiere
una gama muy extensa de compromisos decir que haciendo eso la crítica –los
expositivos: el más acre­dita­do es el del críticos– suele renunciar a la posibilidad
ensayo que, en sus formulaciones más de constituirse como discurso autóno­
exito­sas, se valida tra­tando de establecer mo, en situación de horizontal­idad res-
puentes diversos entre diversos modos pecto de y junto a los otros discur­sos,
del discurso: dar a conocer, interpretar, en especial los literarios, para admitirse
vincu­lar, juz­gar, apoyarse en la objetivi- como dependiente y subordinada y, por
dad y dar cauce a lo subjeti­vo, recu­rrir lo tanto, sin esperanzas de lograr una
al modelo científico y también al de posi­ción similar a la que ocupan otros
divulgación, apelar al capricho poéti­co y discursos en el espacio social.
confesional, descubrir elementos inter- Pero, como no se trata de decir “discurso
nos y responder a exi­gen­cias externas autónomo” para que éste se constituya,
de recepción. El ensayo intenta reunir, es preciso, ante todo, tomar distancia
como se infiere de esta enumeración, res­pecto de la crítica literaria y reformular
resultados de plura­les modos de ejercer algunos puntos que, por cierto, recogen,
la crítica, disociados o aislados, recluidos como lo anuncié, elementos de la tradi­

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 La imaginación crítica

ción crítica. Partamos del desplazamiento posición de vecindad respecto de su


de sustantivo a adjeti­vo acerca del cual texto-objeto, y no más de subordina-
hice un anticipo al comienzo; resumiendo ción o de seguimiento.
o reiterando, el sustantivo “crítica” pasa a Encaradas las cosas así es preciso
ser adjetivo de otro sustantivo, “trabajo”, poseer una teoría acerca del texto, no
de donde resulta el sin­ tagma “trabajo se lo puede tomar como un “estar ya
crítico”. Esta idea surge del hecho sim- ahí”, pura pre­sencia inefable y aislada
ple de que si un en su propia esfera, sino como un obje­
También hay que configurar texto es lo que está to sometido a miradas que podrían
una teoría del “trabajo crítico” escrito más todo desgarrar los velos que lo cu­ bren.
mismo, que al operar sobre los lo que se ha dicho Esa teoría preconiza que, siendo los
textos debe dar cuenta tanto de sobre él, lo que, textos objetos signi­fican­tes, lo que los
ellos como de su propia iden- en consecuencia, caracteriza, lo esencial a ellos, es su pro­
tidad. Se trata, por lo tanto, lo modifica, tal ceso de producción de significación,
de establecer algunas hipóte- modifi­cación no objetos semióticos pues, y, como tales,
sis con sus correspondientes sólo está implica- resultado de múltiples operaciones
condiciones epistemológicas. da en el acto crí- transformativas que se realizan en
Se diría que, al menos en esta tico, como siem- diversos planos, desde el de la materia
formulación, hay tres: una, el pre ocurrió, sino sobre la que actúan hasta los imagina-
movimiento de constitución que debe ser una rios de quienes las emprenden y aun
del acto crítico debe ser homó- dimensión asumi- del mundo que incide en ellos y en el
logo del movimiento de cons- da y sistematiza­da. modo de tales operacio­nes.
titución del texto-objeto; dos, Si, entonces, se Pero también hay que configurar una
el acto crítico debe poder pro- admite este carác- teoría del “trabajo crí­tico” mismo, que al
ducir un modelo de texto que ter del acto crítico operar sobre los textos debe dar cuenta
atienda a su carácter de objeto y la operación que tanto de ellos como de su propia identi-
semiótico; tres, el discurso del se realiza modifica dad. Se trata, por lo tanto, de es­tablecer
acto crítico debe ponerse en el objeto sobre el algunas hipótesis con sus correspondien-
condiciones de interactuar con que se realiza, va tes condicio­nes epistemológicas. Se diría
otros discursos sociales. de suyo que se trata que, al menos en esta formulación, hay
de un trabajo que, tres: una, el movimiento de constitución
como todo trabajo, obedece a leyes que, del acto crítico debe ser homólogo del
a su turno, necesitan de un funda­mento movimiento de constitución del texto-
sobre el que apoyarse, o sea una teoría del objeto; dos, el acto crítico debe poder
texto pero también de sí mismo. producir un modelo de texto que atien-
Dicho de otro modo, se trata de da a su carácter de objeto semiótico; tres,
hacer algo en y con el tex­ to. ¿En el discurso del acto crí­tico debe ponerse
qué consiste? Ese hacer tiene una en condiciones de interactuar con otros
primera instancia mo­dal, hacer para dis­cur­sos sociales.
hacer cono­cer, y otra también irre­ Sobre estos puntos de partida se abre
nunciable: en ese hacer se hace cono- una doble avenida; por un lado, se trata
cer, al mismo tiempo, el discurso de consolidar esta teoría que abarca, al
que lo lleva a ca­bo. En esa doble ins- mismo tiempo, los dos órdenes, el
tancia, el discurso que se consti­tu­ye textual y el metatextual; por el o­tro, se
puede aspirar a una autonomía como trata de hacerla producir en acciones
discurso singular y específi­co, en una concretas, lo cual pone en escena el

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

problema de la metodología que, en una genotextualidad a la que rearma y


esta pers­pectiva, ya no podrá ser un reformula hasta darle un nuevo y recono-
útil de aplicación sino una mediación cible carácter, siendo tal genotextualidad
necesa­ria entre texto, empíricamente un universo de saberes –de experiencia,
considerado, en su singula­ridad signi- de imaginación, de juicio–, el texto que
ficante, como solicitud o demanda de puede constituir el acto crítico sólo difiere
una acción sobre él –lo que en térmi- en el hecho de que su genotextualidad
nos generales se incluye en el efecto está ya configurada, tanto en lo que hace
de lec­tura– y teoría del trabajo crítico, al objeto que considera como a los sabe-
como campo en el que toman forma res teóricos que le permi­ten considerarlo.
miradas que percibirán lo que están Si es así, se trata, por lo tanto, de nuevos
en condiciones de per­cibir de acuerdo modos de es­critura que no tienen por
con los elementos que las preparan. qué recaer en los discursos críticos tradi­
Éstos son los elementos centrales de cio­nales; su desafío es el de toda escritura
una variante sobre el concepto en curso que busca las marcas de su identidad.
de crítica literaria. Se ven, creo, las En ese sentido, si el “ensayo”, tal como
dife­rencias: ya no se trata de juicio ni fue descrito, pro­ponía una variante de
de valor sino de significa­ ción como escritura en la medida en que absorbía
tendencia que, metonímicamente, se mu­chos registros que aparecían en el
vincula con el orden del sentido. Esto horizonte de la crítica por separa­do, yo
permite múltiples redefini­ciones de las me estoy inclinando por dejar entrar
relaciones entre textos como produc- la narración en el texto/metatexto que
ción y en su circulación. También, resulte del acto crítico. Dicho de otro
los discursos producidos desde este modo, intento contar el acto crítico
lugar teórico pueden correr una suer- para que salga a la luz, en forma de
te menos humillante de oscura ser­ relato, cubriendo otras dimensiones de
vicialidad y pueden, quizás, entrando a la escritura, un nuevo texto que pueda
formar parte de una nueva textualidad, ser consi­derado junto a los textos que le
integrar el elenco de los discursos socia- dan origen, haciéndolos conocer, desde
les decisi­vos, en posibilidad de nuevas luego, pero dando paso a una dimen-
formas de diálogo interdiscursivo. sión comunica­tiva a que todo discurso
Una última acotación. En un momento autónomo tiene derecho a aspirar.
de la formación de este concepto postulé No puedo decir qué vaya a salir de ello;
que el discurso del trabajo crítico debía sí que un intento semejante choca contra
decla­rar, así como lo hacen los textos, los estilos muy arraigados e institucionalmen­
principios y los elementos que lo rigen; se te garantizadores de la práctica crítica.
trataba de “poner sobre la mesa” el modo Lo que puedo decir, en cambio, es que
del trabajo a fin de desideologizarlo, o es probable que tal modo de discurso
sea de quitarlo del circuito de la natu- provoque sorpresas de lectura con el
ralización. Desde el punto de vista de la consiguiente efecto de ampliación. El
comunicación existía el riesgo del exceso objetivo final, en todo caso, es generar
de sistema, el discurso crítico po­día volver nuevos textos, obviamen­te de alcances y
a encerrarse en su propia ética y asfixiar, repercusiones diversas, que, junto a los
de este modo, sus alcances. La posibilidad otros, integren un universo en el que
de neutralizar este riesgo venía en la teoría sensibilidad e inteligencia convo­ quen
misma: si un texto se constituye desde por igual a la creatividad de la lectura.

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Entrevista (*)

Josefina Ludmer:
“Algunas ‘nuevas escrituras’
borran fronteras”
Por Susana Haydu

La conversación mantenida con Josefina Ludmer,


en mayo de 2005 por Susana Haydú para el espa-
cio Ciberletras, revela aspectos profundos de una
singular trayectoria que intenta reelaborar las
derivas personales que la autora no cesa de explo-
rar críticamente: desde sus puntos de partida –el
campo literario como un sitio de análisis textual
y las estrategias narrativas de diferentes auto-
res– hacia otro tipo de configuraciones sociales
que expresan mutaciones profundas de la lite-
ratura, capaces de desbordar su propia historia.
Ludmer enuncia como desafío la necesidad de
comprender “las verdades del sistema” que una
y otra vez, incesantemente, renuevan –al tiempo
que conquistan– las posibilidades de la escritura.
Un presente redefinido por la pérdida de unidad
y autonomía de la literatura, y por la dispersión
de los “lectores-espectadores” que hacen prolife-
rar los estilos fusionándose con otras imágenes
y prácticas que no provienen estrictamente de lo
que se ha conocido como “campo” de la literatura.
El desafío –propone Ludmer– es pensar las resis-
tencias a partir de la intuición de que no existe
un afuera capaz de reservar un territorio liberado
para la crítica. Se trata, en suma, de potenciar las
significaciones resistentes en este nuevo territorio:
la ambivalente imaginación colectiva.
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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

–¿ Cómo te definirías hoy y cómo ha tivo de “un autor”. Es decir, partí de


cambiado tu percepción crítica a lo las categorías puramente literarias de
largo de tus trayectos? “texto” y “autor”: de sus objetos de
Soy una extraterritorial: dejé Argentina culto y sus principios metodológicos.
en 1992 para ir a Yale, y volví a Después pasé a configuraciones cultu-
Argentina en 2005. Soy una fóbica rales más complejas, no dadas como
en fuga perpetua... No soy ni estoy en un libro o un autor, sino construidas:
ninguna parte y por lo tanto mi posi- redes, cadenas, corpus. Me puse en
ción es de una exterioridad radical, un lugar trans o post o pre literario y
siempre veo y pienso cada lugar desde ahora trabajo con
el otro, cada libro desde otro y cada superposiciones e ... el deseo ahora no es enten-
lengua desde la otra. interrelaciones der o inventar el sistema de
La vejez es una forma de locura. Con múltiples. Con un texto o el sistema de un
los años se me acentúan las fobias instrumentos de autor, y ni siquiera el de un
y también la paranoia. Mi ambición lectura [como género. Ahora es la ambición
actual es entender El Sistema: descu- el delito, el pre- desmedida y final de poseer
brir el funcionamiento de eso que nos sente] que son “la verdad del sistema” en el
envuelve y es destino. Y creo que no soy nociones articu- presente: de ver funcionar en
la única que está imaginando o que- ladoras abstractas “tiempo presente” la máquina
riendo entender el funcionamiento del y concretas a la de producción de realidad.
sistema: en películas como The Matrix vez, y atraviesan
[la máquina de producción de realidad todos los campos [cultural, político,
de un sistema] o El señor de los anillos económico]. Y, sobre todo, trabajo
[la máquina de producción de mitos hoy con métodos provisorios. También
de un sistema] se despliega un universo pasé de una posición de lectura fija en
complejo y perfecto donde viven los los primeros trabajos, a la movilidad
seres humanos: uno está “en futuro”, de puntos de vista y a la proliferación
y el otro en “un pasado lejano”. En ese de posiciones imaginarias de lectura.
delirio sistemático estoy metida siem- En síntesis: ha cambiado mi idea de
pre, pero el deseo ahora no es entender la literatura y de la crítica. Y aunque
o inventar el sistema de un texto o el puedo leer con mucho placer ensayos
sistema de un autor, y ni siquiera el de o crítica “puramente literaria” [de autor
un género. Ahora es la ambición des- y/o texto], ya no practico esas formas.
medida y final de poseer “la verdad del Por eso en este momento tengo una
sistema” en el presente: de ver funcio- relación ambigua [para llamarla de
nar en “tiempo presente” la máquina de algún modo] con la literatura. Trabajo
producción de realidad. y no trabajo con y en la literatura o con
Como ves, el sistema se me fue la lógica de “la literatura”. Mi lugar de
ampliando cada vez más, por eso mi lectura o mi campo, lo que conozco
percepción crítica ha cambiado y se mejor, de un modo más sistemático
ha dislocado. En los años 70 partí [ese lugar donde fui formada y por lo
de un campo predominantemente tanto donde puedo ver cosas que no veo
literario para intentar una forma de en los otros campos], sigue siendo la
lo que entonces se llamaba “análi- literatura argentina y latinoamericana.
sis interno” [o “textual”]. Y también Trabajo con literatura y en Argentina
partí del análisis del universo narra- y América Latina pero no quiero leer

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“literatura nacional”, y tampoco, quizá, –¿Qué influencia ha tenido en tu


“literatura”. La literatura me sirve para trabajo crítico el hecho de haber
pensar el Sistema o el Mundo: desde vivido fuera de Argentina durante
allí puedo ver algo de la cultura, del los últimos años?
derecho, de la economía, la política y La decisión de ir a enseñar a Estados
hasta de la sexualidad. Unidos fue una aventura y una apues-
Por eso para mí, hoy, no hay litera- ta: quise ir a ver cuánto podía dar en
tura buena o mala. La tomo como condiciones óptimas para la investiga-
“un medio”. Leo todo lo que “me ción. ¿Cómo será pensar y escribir sin
divierte” o “entretiene”, y considero carencia, sin represión, sin obstáculos
“literatura” todo políticos y económicos? El resultado
Las “literaturas” formarían lo que se produ- más visible de mis años en EE.UU.
parte de un campo mucho ce como tal, sin es El cuerpo del delito, que apareció en
mayor, real-virtual, el de la niveles altos ni 1999. Es mi libro de Yale, una ficción
imaginación pública: todo lo bajos [me inte- crítica con y en la biblioteca de Yale:
que se produce y circula, y nos resa tanto Isabel un trabajo pensado e investigado en
penetra y es social y privado y Allende como condiciones de libertad y abundan-
público y “real”; todo lo que César Aira]. cia. Creo que uno de los elementos
vemos y recibimos y nos rodea y Porque creo que importantes de ese libro “norteame-
se hace destino: ideas, ficciones, eso es lo que ocu- ricano”, por lo menos para mí, es el
imágenes, memoria, aconteci- rre en el presen- humor. La idea era poner humor en
mientos. Es allí, en el campo de te: la literatura los estudios literarios, tan solemnes y
la imaginación pública, donde pierde su unidad pretenciosos: descontracturarlos. Ese
puedo leer la literatura como y su autonomía humor crítico está influido por la cul-
fabricadora o productora de y, como las salas tura popular norteamericana y por su
modos de imaginar, de decir y de cine, se pone espíritu “playful”. Hoy, ese ciclo de la
pensar, y sobre todo de signifi- en el shopping, universidad americana y la vida en una
car, que producen presente. se pluraliza, se ciudad universitaria, se cierran para
fragmenta, se mí. Me retiré en 2005 y vuelvo a vivir
dispersa según diversos espectadores- y a enseñar en Buenos Aires. Ya siento
lectores, y se fusiona, por así decirlo, una enorme nostalgia por esos años
con otras imágenes y prácticas. Las tan productivos, pero también estoy
“literaturas” formarían parte de un muy entusiasmada con la enseñanza y
campo mucho mayor, real-virtual, el la diversión “nacional”.
de la imaginación pública: todo lo
que se produce y circula, y nos pene- –¿En qué estás trabajando en este
tra y es social y privado y público y momento?
“real”; todo lo que vemos y recibimos Como te digo, el libro que estoy
y nos rodea y se hace destino: ideas, escribiendo [una serie de notas, o un
ficciones, imágenes, memoria, acon- libro hecho de notas, o un diario]
tecimientos. Es allí, en el campo de versa sobre el presente, como noción y
la imaginación pública, donde puedo como categoría, y sobre la “producción
leer la literatura como fabricadora o de presente”. Por ahora está dividido
productora de modos de imaginar, de en ”Temporalidades del presente” y
decir y pensar, y sobre todo de signifi- “Territorios del presente”. En 2002
car, que producen presente. publiqué un artículo en Márgenes/

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

Margins [una revista bilingüe, una límites, las islas. Los lugares donde
colaboración entre Argentina y Brasil] la imaginación pública pone cuerpos
sobre las temporalidades del presente. y comunidades.
Parto de la premisa de que un presente
es una acumulación-superposición de –Así que, en un sentido, éste es
temporalidades públicas, y analizo las un trabajo sobre “nuevas escritu-
temporalidades [es decir, las configu- ras”. ¿Podrías caracterizarlas? ¿Hay
raciones entre pasado, presente y futu- algún rasgo específico que veas
ro, las figuras que forman] de algunas como central?
de las ficciones que aparecieron en Un rasgo que me parece importan-
el año 2000 en Argentina. Ese corte te es que algunas “nuevas escrituras”
en el año frontera 2000 [un año que borran fronteras, borran las divisiones
fue postulado como el futuro por el
pasado] me permite analizar, siempre
en las ficciones, las diferentes tempo-
ralidades que constituyen, habitan y
producen “presente” y le dan forma: la
temporalidad de la memoria y la de la
historia de la nación [que son políticas
y nacionales], la temporalidad de la
utopía y la de la ciencia ficción [que
son formales y se inscriben fuera de la
nación]. Esas diferentes temporalida-
des están superpuestas, son simultá-
neas, están “en sincro” y “en fusión”,
y son uno de los modos de “construir
presente” o “realidad”.
El de las temporalidades es un tra-
bajo que sigo escribiendo. También
sigo con la otra parte del libro,
“Territorios del presente”: una ver-
sión inicial apareció en diciembre
2004 en la revista Confines de Buenos
Aires. Se trata de otro tipo de corte,
porque leo ficciones de casi toda entre géneros literarios, entre literatu-
América Latina desde 1990 hasta ra urbana y rural, fantástica y realista,
hoy. En ese campo “latinoamerica- nacional y cosmopolita, “literatura
no” trato de ver ciertos territorios pura” y “literatura social”, y hasta
que producen constantemente “rea- borran la separación entre realidad y
lidad” y “sentido”: “la Exposición ficción. Pero una de las características
Universal”, la ciudad, y la isla urba- del presente es que esas escrituras [esas
na, que aparecen no solamente en prácticas desdiferenciantes o desdife-
la literatura sino en el cine, la TV renciadoras] conviven, por así decirlo,
y en casi todos los medios. Me con las anteriores, las que siguen las
interesan los regímenes territoriales divisiones clásicas. Quiero decir que
de significación: las divisiones, los lo que me interesa de este presente es

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N° 4-5 | Verano 2006 La imaginación crítica

que, para decirlo de un modo gráfico, colonial, lo muestra claramente. Las


“el antes” está en “el ahora”, en synchro culturas marginales [o poscoloniales,
y en fusión. Las nuevas escrituras pon- o periféricas] se legitiman o adquie-
drían un personaje de Rulfo en el DF. ren autoridad por una exhibición
“excesiva” de cultura libresca, de
–¿Existe en el siglo XXI una divi- dominio de la cultura occidental [y a
sión entre cultura de elite y cultura veces desde su origen, como el Ulises
popular? ¿Cómo se manifiesta esto de Joyce, otro marginal de imperio].
en la literatura? Se definen con cantidades de citas y
En El cuerpo del delito creí que el sur- referencias universales que pueden
gimiento de la cultura “aristocrática” llegar hasta la Enciclopedia misma,
latinoamericana era obra de la coa- como ocurre en Borges. Es una
lición cultural del estado liberal de exhibición de la cultura entendida
1880. O sea que esa cultura de elite como libro, biblioteca y dominio de
se funda junto con el establecimiento lenguas extranjeras: ésa era “la alta
del estado moderno en Argentina. La cultura”, aristocrática, argentina y
cultura alta tendría, según mi hipóte- una de las culturas latinoamericanas.
sis, una tradición o una marca cons- Los márgenes culturales se esfuerzan
titutiva, que es cierta combinación por mostrar saber (y “poder”) en el
de “la enciclopedia universal” con un campo cultural y lingüístico.
elemento “criollo”: enciclopédica y La combinación entre elemento
montonera, como quería Borges, esa criollo y enciclopedia fue, entonces,
combinación, que aparece claramente una de las marcas de lo que fue la
en las escrituras de la “generación del alta cultura argentina, cuyo ciclo
80”, sería un modo de definirse como histórico se estrecha y desaparece,
una cultura auténticamente argentina como todas las altas culturas hoy:
y a la vez “occidental” y “europea”. las fronteras entre niveles culturales
En Estados se van mezclando o borrando. Ya no
En Estados Unidos descubrí lo Unidos descubrí diría entonces que esa marca defi-
que me faltaba: que el “deseo lo que me falta- ne la alta cultura argentina actual
enciclopédico” de la literatura ba: que el “deseo porque eso ya no existe. Todavía
de elite argentina sería una enciclopédico” hay una división entre best-sellers
marca de marginalidad. La de de la literatura y lo que podría llamarse “literatura
la Enciclopedia es una figura de elite argen- seria” o “culta”, pero la pluralización
imperial [porque es un intento tina sería una y disgregación del público tiende a
de unificación del saber] que marca de margi- borrar esos niveles: culto o de elite,
traza márgenes internaciona- nalidad. La de la y popular. Pienso el acontecimiento
les, nacionales, sociales. Enciclopedia es de la entrada de Paulo Coelho a la
una figura impe- Academia de Letras de Brasil como
rial [porque es un intento de unifi- esa borradura “en acción”.
cación del saber] que traza márgenes
internacionales, nacionales, sociales. –En Los libros dijiste una vez que el
A veces define culturas de provincia crítico argentino debe tomar concien-
en relación con la cultura de la capital cia de que en una sociedad depen-
o metrópoli. El caso de Sarmiento, diente del imperialismo la función
un provinciano en la Argentina pos- del crítico es limitada. ¿A comien-

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

zos del siglo XXI es todavía válida que disputar el poder es imposible.
esa aseveración y hasta qué punto? Yo entiendo la resistencia como un
¿Cómo afecta este hecho tu labor? juego semiótico, un juego de códigos,
Ya no hablaría hoy de “la función del un juego con el sentido. Y también
crítico”; ya no creo en eso, si es que entiendo la resistencia como una
alguna vez creí. El problema actual práctica estratégica: la idea es que si
sería para mí cómo hacer resisten- podemos entender o conocer/cap-

Josefina Ludmer

cia con y en una crítica que ya no tar el funcionamiento de El sistema


sería solamente “literaria”. La idea del Presente, si podemos entender
de resistencia es útil hoy porque no los regímenes de significación que
quedan espacios donde uno se podría constituyen la imaginación pública,
refugiar. El sistema [la globalización, podemos practicar su crítica más
las políticas liberales e imperiales, radical. Trabajo con la vieja idea de
los estados nacionales reducidos a la ambivalencia y no ya con la idea
administración de la pobreza] pare- de indecidibilidad del sentido. Creo
ce no tener “afueras” y no permitir que el funcionamiento del sistema
escapes: ésa es la idea de “pensamien- de producción de realidad es ambi-
to único”. Estamos adentro, en un valente y podría darse vuelta. Como
mundo sin zonas liberadas. dice Santiago López Petit: hay que
Por eso, creo que la definición de orientar el proceso en otra dirección
“resistencia” es una de las claves del o en “la otra dirección”.
presente. Foucault la puso frente al
poder, como la práctica que, del otro (*) Publicada en Ciberletras, Revista
lado, le corresponde. Es una práctica de crítica literaria y de cultura N° 13,
de larga duración, de sobrevivencia, julio 2005 (http://www.lehman.cuny.
que implica no confrontación, por- edu/ciberletras).

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La ficción proletaria
Por Nicolás Rosa

La distancia que separa al “folletín” o la litera-


tura elaborada en los márgenes, respecto de la
“alta” literatura, no debería impedir encontrar
sus conexiones. Nicolás Rosa elabora un exhaus-
tivo análisis de las formas en las que las literatu-
ras menores se sirvieron de los procedimientos
de la literatura universalmente consagrada, con-
virtiéndolas en un “genero mixto”. Tanto en sus
temas, marcados por un fuerte realismo misera-
bilista que propone una profunda imaginación
sobre las formas urbanas bajas, como en la ape-
lación –para sus clasificaciones descriptivas– a
los métodos propios de la ciencia actual. De
esta manera, el romanticismo moderno aparece
asociado a profusas taxonomías de las nuevas
figuras erráticas de una Buenos Aires heterogé-
nea, consideradas bajo el prisma de la psicopa-
tología. Hombres del conventillo, munidos de
un difuso cocoliche porteño y en “estado larva-
rio” –tal como proponía Castelnuovo– dibujan
los contornos de una realidad social agobiante.
Unas veces con tonalidad nihilista, otras con
impregnaciones cristianas y otras tantas con una
carga emancipatoria redentora de las injusticias
padecidas que lograban unir la literatura a vin-
dicaciones románticas del bandolerismo o a la
promesa y la agitación política.
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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

La historia de la pobreza y sus fenó- ciones, más allá de sus vinculaciones


menos coalescentes –hambre, miseria, genéricas: habría un “espíritu folleti-
desclasamiento, descalificación social– nesco” en la modernidad romántica,
y en la vertiente opuesta, pietismo, una forma “rocambolesca” y “aventu-
motivos de proselitismo, preocupa- rera” que restringe y por momentos
ciones filantrópicas, enunciados polí- rechaza las pruebas racionales y de
ticos y religiosos, tuvieron un espacio juicio de la alta literatura.
relevante desde su nacimiento en la Dentro del campo literario, estas pro-
segunda mitad del siglo XIX hasta ducciones reproducen ciertas expe-
bien entrado el siglo XX. La otra riencias, significaciones y valores que
variante narrativa y literaria –el mise- no pueden ser sustantivamente veri-
rabilismo y su expresión folletines- ficados –por prohibiciones, censuras
ca– no tuvo el mismo eco. Si bien es o represiones– en la cultura domi-
cierto que en la literatura italiana y nante, hecho que produce el traslado
sobre todo en la francesa del perio- hacia los márgenes de la esfera pública
do ocuparon un espacio considerable, y sus sistemas de representaciones.
siempre fueron un campo de reflexión Raymond Williams llama a esto “lo
subsidiario; la “gran literatura” ocupó residual” nosotros, intentando carac-
el espacio mayoritario en los estudios terizarlo en el registro de lo humano,
literarios, renovados ahora por la repo- lo llamamos la “resaca social”, impreg-
sición de los niveles “bajo” y “alto” nados de la novela de Gómez Bas
de la producción literaria, salvo en la titulada La Resaca.
concepción de Gramsci. Los “dramas de vida” de la narración
En la reflexión moderna, las tesis de del siglo XIX, cuyos temas familiares
Marx y Engels sobre Eugene Sué, más frecuentes eran la constitución
retomadas por Umberto Eco, eleva- de la familia ilegitima, el hijo de
ron el folletín a objeto de estudio, padre desconocido, la madre soltera,
delineando las primeras producciones matrimonio desigual, divorcio, adul-
folletinescas en el área social e históri- terio y en casos extremos, el incesto
ca, desde la Revolución de 1848 hasta –recordemos que el folletín es siem-
la IIIa República, sobre las formas del pre, en todas sus variantes, un “texto
melodrama y las variaciones folleti- moral”– producen sobre estos enun-
nescas –sentimentales, de aventuras, ciados narremas que constituyen la
históricos y pseudohistóricos– etc. trama folletinesca: la novela de la
Los sucesores de esta materia escri- víctima, la novela del sacrificio, la
turaria y su presentación retórica novela de la madre soltera, engañada,
tuvieron en nuestro país un impacto rescatada abandonada, la novela del
poderoso en la literatura, la radio (la hijo perdido y reencontrado que se
novela radioteatral), el cine de melo- fundamenta en su núcleo narrativo de
drama, con estrellas de fuerte brillo relevancia en el folletín del siglo XIX
como Delia Garcés y Zully Moreno, y de la telenovela actual y que hemos
y la televisión (la telenovela con denominado como “anagnoris” folle-
Celia Alcántara, Abel Santa Cruz; tinesca. En la literatura argentina, las
Nené Cascallar o Alberto Migré), que formas de la novela popular se organi-
construyeron la estructura mental e zan en dos secuencias: el teatro de la
histórica que sostiene a estas produc- “miseria laica” proletaria, relación del

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N° 4-5 | Verano 2006 La imaginación crítica

asalariado y del patrón y las formas garrones la potencia del descaro social.
reivindicativas del paro, la huelga y en Hormiga Negra de Eduardo Gutiérrez,
las formas relevantes pero poco evi- comienza en la cárcel; escuela de vicios
dentes, de la insurrección, y la “miseria que anuncia el reformatorio de Larvas
cristiana” (el miserabilismo erístico de de Elías Castelnuovo. El lugar de
Elías Castelnuovo o el misionerismo la des-humanización, de regresión a
de Almafuerte). En última instancia, las formas larvarias de vida, de los
estas operaciones son formas de escri- escombros, medidos por el fracaso. En
tura paralelas pero opuestas en sus su densidad articulada por la acción
intenciones: alienación, desalineación, continua de la pobreza; el referente
conversión y proselitismo, es decir, de inmediato y angustioso es el hambre,
los desharrapados, de los harapientos, como tema fundamental del cuento
de lo que hemos llamado “andrajos La miseria permanente y se instala dise-
sociales”, de los marginados y mise- minada en los cuentos miserabilistas
rables, de los ex convictos y la cárcel de Castelnuovo (Cf. Tinieblas, y en
es simultáneamente lugar de reclusión particular el relato “De Profundis”).
–el presidio– y de la participación de Detrás de esta vivencia literaria, en
la “comunidad de excluidos” donde el caso de Tuñón está la lectura de la
se concentran la artería del ladrón y novela de Knut Hamsun, Hambre;
el resarcimiento asesino del criminal. detrás de la lectura de Castelnuovo
Quizá como venganza o como repa- está la vivencia real de la experiencia
ración social. Actualmente la unifor- humillante de la penuria. La encar-
midad de la ropa hace que la pobreza nación sistemática de este tema lo
se disimule en los estratos bajos o se separan de la picaresca criolla, aquí no
revierta en moda de lo rotoso y des- hay pícaros ni artimañas, ni política de
gastado que lo convierte en una plus- sobrevivencia, sólo aparece el hambre
valía de la vestimenta en las socieda- de los desterrados como un golpe en
des de exclusión. el estómago. ¿Cómo encarnar esta
¿Cómo encarnar esta experien- “La miseria del experiencia en la letra?, es la difícil
cia en la letra?, es la difícil tarea plato de sopa se tarea de la escritura; si el hambre
de la escritura; si el hambre es oculta, la miseria es dentro de nuestra perspectiva un
dentro de nuestra perspectiva un de la ropa no”, “inenarrable” debemos aceptar que el
“inenarrable” debemos aceptar dice González miserabilismo como pretensión litera-
que el miserabilismo como pre- Tuñón y quizá ria se ve obligado a describir panes de
tensión literaria se ve obligado a esté recitando la papel que no podrán nunca saciar la
describir panes de papel que no lógica unitaria de hambruna de los pueblos. Si los pue-
podrán nunca saciar la hambru- Kropotkin (Cf. blos están ahítos, ¿puede escribirse la
na de los pueblos. El vestido en La saciedad? quizás en prosas voluptuosas
conquista del pan. generando una profusión barroca de
Rosario, Kolectivo Editorial, 2004), los organismos de la lengua, quizá
la miseria del vestido es ostentosa, la realizando una prosa golosa de los
del hambre puede ocultarse; ello no enunciados lingüísticos. No hay una
implica que a la postre, el “harapo” lengua pobre ni mucho menos eso que
muestre simultáneamente el hambre y la doxa dice como “pobreza del len-
la pobreza. El “harapo” no tiene valor guaje”, hay una lengua denotativa que
de ocultamiento, muestra en sus des- pretende decir sin discreción: al pan

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pan (la hambruna) y al vino vino (la risotada del Comisario. Personajes que
borrachera). El peligro es la metáfora. han “caído” como la sombra bíblica
El presidio es una entidad militar que del ángel caído, y allí radica su des-
en Hormiga Negra se confunde con la ventura, descienden del rango social
exigencia de la leva, lo que lo vincula que en algún momento tuvieron. Por
con el Martín Fierro y los separa abier- el contrario, los
tamente de Estanislao del Campo. El “pobres de siem- ... Personajes que han “caído”
gaucho Hormiga Negra es un facine- pre” es un esta- como la sombra bíblica del
roso y asesino llamado por el reclamo do crónico de la ángel caído, y allí radica su des-
de la sangre. La gauchesca proba es sociedad de cla- ventura, descienden del rango
la puesta en escena del valor y de la ses, imperturba- social que en algún momen-
moral gauchesca; la gauchesca asesina ble a los avances to tuvieron. Por el contrario,
no es vindicativa, es sólo criminal, se de la distribución los “pobres de siempre” es un
mata como se dice, por matar. Es un de la riqueza, y es estado crónico de la sociedad
régimen de castigo que en la perspec- uno de los siste- de clases, imperturbable a los
tiva del común social es una “sociedad mas más fuertes avances de la distribución de
de anómalos”, que repite por inversión de la organiza- la riqueza, y es uno de los sis-
las leyes ciudadanas y por ende es la ción capitalista, temas más fuertes de la orga-
prueba del espejo, el hombre libre ve que se traduce nización capitalista, que se
allí reflejados su truhanería y su trai- cruelmente en la traduce cruelmente en la cris-
ción, la venganza, el robo y la ignomi- cristalización lin- talización lingüística: “pobres
nia de todos los días. ¿Es la purgación güística: “pobres habrá siempre”.
de los pecados sociales o la celebración habrá siempre”.
de los grupos del lumpenaje? Es el Hormiga Negra, en sus reglados y
fundamento de las legalidades sociales consecutivos episodios integra una
que sólo se logra por la violencia y novela de aventuras homicidas, es una
la exacción. La penitenciaría –lugar “novela criminal”, la novela de Tuñón
de penitentes– donde impera la ley Camas desde un peso es una novela
del llamado, precisamente, Derecho por retazos, marcada por la crónica
Penal, lugar de los crímenes confe- y el episodio. La crónica –le viene
sados, un lugar cuasi religioso de la de su trabajo periodístico en Noticias
confesión y la prueba, un lugar de Gráficas y en Crónica, se formula a
expiación. Es el espacio de la comuni- partir del criterio de “verdad narrati-
dad de excluidos y lugar de enseñanza va”. Lo que se cuenta tiene su correla-
vicaría del delito, mientras que la to en lo “real” absoluto de la realidad,
cárcel es una entidad civil que preten- mientras que el episodio es la sustrac-
de reformar al delincuente, lugar de ción temporal del “efecto de realidad”
arresto y por ende de control social y para mostrarse como una “lógica de
se asimila al reformatorio y al asilaria- las acciones” encaminadas. Una apela
to. Hormiga Negra es producto de un a la realización de lo verdadero real, la
matonaje militar y entra a degüello y otra a una lógica de la verdad. Ambas
cuchillo; los personajes de Tuñón –los dos, por la potencia de la narración
cinco casos que habitan la pensión– asesina y su proliferación en Hormiga
son ladrones, cafishos, morfinómanos, Negra, y por sucesión de ejemplos en
desharrapados que no merecen el pre- Camas desde un peso (1932), se defi-
sidio, sólo la cárcel y por horas, bajo la nen por una “serialidad”, ambos dos

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son la marca del folletín. En el caso la profecía. En nuestra perspectiva,


de Castelnuovo cobra un claro senti- nos interesa señalar en ambos textos
do diagnóstico seudo psiquiátrico: el –el prefacio y la novela– la presencia
loquero, el reformatorio, la variedad de dos elementos propios quizá del
zoológica de los sujetos. estilo de época pero constitutivos de
En el relato “De Profundis” de la novela popular, más evidente en la
Castelnuovo, la comunidad de ani- ficción proletaria, desde la perspectiva
males integrada por monos, una de los novelistas de izquierda: el apoyo
serpiente y un ratón, en donde el de la descripción con elementos técni-
elemento humano el protagonista cos provenientes de la “gran novela”
queda asimilado al conjunto animal como si ese tipo de narración no
por su interacción lingüística, habla, pudiese encontrar sus propios medios
discute, pelea con sus “congéneres”, de expresión sino en la desmesura y
posee todas las características de un exageración de esas mismas técnicas, y
colectivo animal donde el hombre el intento de “mostrar” la realidad en
se ha mimetizado por incorporación su excesos –la enfermedad, la locura,
y adhesión. Pero en realidad, no se la exclusión, el estigma– renegando
trata de la equiparación del colec- de la demostración argumentativa.
tivo animal y humano como ocurre Estos elementos si reales deben ser
en la gauchesca fúnebre y en la sutilizados. La novela de lo real es
gauchesca bufa, sino de una mezcla una novela que apela a ciertos ins-
dentro de la banda animal donde trumentos elementales: la intriga sin
el humano queda absorbido por el reglas fijas y por momentos contra-
elemento animal, como miembro de dictorias, la temporalidad propia del
la “familia doméstica”, como núcleo diarismo desde donde surgió el folle-
heterogéneo, en donde el instinto tín, la inverosimilitud psicológica, la
y su aprendizaje son certeros: el rapidez de las secuencias propias de
animal debe enseñar al hombre su la proliferación de personajes y sobre
propia animalidad (instinto) pero todo el contraste rígido de los senti-
también su propia humanidad (sus mientos relatados; lo que interesa es
sentimientos, su afectividad). El el tema –la riqueza y la pobreza, la
propio personaje dice: “sentí deseos aventura o la desventura, la buena o
animales de lanzarme sobre la olla mala fortuna– es lo que permite su
y devorarme todo lo que en ella casuística y la despega del fundamento
había con fruición, gruñendo como de la periodicidad. El folletín emigra
una bestia y restregando mi hocico como emigran los personajes, salvo
diabólicamente...”, el hambre reúne en la novela pobre porque narra las
rigurosamente a la bestia y a la bestia desventuras de los pobres y es pobre
humana. (Cf. Elías Castelnuovo, “De en sus recursos narrativos, por eso dis-
Profundis”. En Tinieblas, Librería trae pero también atrapa (Cf. Nicolás
Histórica, Buenos Aires 2003). Rosa, “El folletín: historial clínico”,
El prólogo de César Tiempo que pre- En Moral y enfermedad, Rosario, Ed.
side la primera edición de Camas desde Laborde, 2004).
un peso es un texto de compañero y de El apoyo de la descripción sobre tér-
amigo tutelar sin recaer en la melo- minos técnicos y científicos prove-
sidad paternal, aunque no desdeñe nientes de la biología, de la medicina,

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y en menor medida de la psiquiatría nóstico pero también el pronóstico de


que sostiene la prevención asistencial la vida que compartirían Cervantes
que provenía de la generación anterior y Dostoievski, en donde los estigmas
y de la contemporánea (Ramos Mejía, de la locura afectaban tanto a los
Ingenieros) determina este tipo de personajes como a los autores. La des-
descripción: “Era un muchacho cen- cripción de la “pobreza digna” sobre
ceño, de incisivos ojos leales, tranqui- el enunciado paradigmático “pobres
lo, dolicocéfalo y pálido”, en donde pero limpios” referido a Cervantes, se
se mezclan Lombroso y Mesmer, la pliega por un proceso de incremento
fisonomía y la figsionómica, el retrato, adictivo en Dostoievski “pobres pero

Nicolás Rosa

el cráneo y el espíritu que lo anima humillados”. La humillación era el


(Hegel). El rasgo del cráneo alargado producto de la asunción manifiesta de
potencia su inteligencia y lo vincula su propia sumisión y de la aceptación
a un rasgo de locura inspiradora. El cristiana de su propio abatimiento.
tema de la locura como genialidad La humillación producida por efec-
viene del romanticismo fúnebre y de tos de la denigración social conduce
la novela gótica presidida por Poe y a la conformidad o a la rebelión. El
Baudelaire, que encarnaron las tinie- anarquismo en su variante social e
blas del sol negro de la melancolía y insurreccional nunca fue asumido por
la tristeza. En otro nivel pero coales- la escritura argentina. Las variantes
cente, la relación tan marcada entre van desde el revolucionarismo letrado
alienismo y literatura organiza los (César Tiempo, González Martínez,
sistemas retóricos de la descripción. Si Gerchunoff ) y el anarquismo cristico
los signos de la locura, en Tuñón indi- –Almafuerte, Castelnuovo– sobre la
cados por las “sienes ligeramente hun- fórmula “anarquismo gracias a Dios”.
didas”, eran simultáneamente el diag- Los registros de la novela popular en

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estos escritores de tendencia izquier- Tuñón puede y no deja de hacerlo,


dista, comunistas en su mayoría y espigar en el diccionario y encontrar
en menor medida anarquistas; y en palabras como “andábata” o como
el caso de Tuñón anarquista y luego “zahurda”. La convención más que
comunista en su virulenta clasificación erudita es didáctica y explicativa y
de Trotski puede rastrearse en su decla- proviene del reservorio lingüístico de
ra admiración por los escritores rusos la tradición española mezclada con el
y en su procaz provocación al enigmá- lenguaje de observación médica. La
tico Lugones (La primera proviene del criollismo culto,
En el magma social de la hora de la espa- por ejemplo “Zogoibi” de Larreta,
época, la sólida creación de da), produce una la otra del sanitarismo social y de la
los movimientos de derecha y mezcla de sibari- ergástula carcelaria. La inclusión de
simultáneamente la insurgen- tismo lingüístico la lengua del conventillo, de la len-
cia del comunismo efectivo en donde convi- gua lumpen, el tango, y de la lengua
producto de la revolución del ven hipercultis- delincuencial del primitivo lunfardo
17 y de movimientos anar- mos y termino- que cubre todo el dominio delictivo
quistas románticos inspirados logía proveniente más que el sexual, se sobrepone impe-
en la lectura de Bakunin pero de la ciencia. La riosamente a este fondo, pues organiza
también de Max Stiner (El i m p o n d e r a b l e los ideologemas de la narración. Si se
único y su propiedad) revelan melancolía de proponía como una vanguardia polí-
un marcado desplazamiento Tuñon, según tica y regeneradora –y en realidad lo
de las conductas sociales, de César Tiempo, era– tenía que atacar y desplazar las
la lucha por el régimen de se balancea entre lenguas de las vanguardias artísticas y
poder de los instrumentos de el “nefebilata” el primer libro de Castelnuovo así fue
la letra –leer y escribir– y de y el “tracista”, entendido. Éste es el núcleo que funda
producción literaria. es decir, entre la oposición entre Florida y Boedo,
el soñador y el política y las políticas de la lengua.
inventivo e idealista, donde el moder- ¿Arlt queda exento?
nismo lingüístico de Darío funda y En el magma social de la época, la sólida
afirma la terminología técnica de la creación de los movimientos de dere-
descripción “Muchacho de la cabeza cha y simultáneamente la insurgencia
aquilina”, es decir de nariz y rostro del comunismo efectivo producto de
delgado y por momentos macilento la revolución del 17 y de movimientos
que refleja la combustión de las ideas y anarquistas románticos inspirados en
del fervor de los sentimientos propios la lectura de Bakunin pero también de
de la “divina locura”. Por momentos, Max Stiner (El único y su propiedad)
este registro diccionario obstaculiza, revelan un marcado desplazamiento
para el lector contemporáneo, la com- de las conductas sociales, de la lucha
presión, y sobre todo tiene un efecto por el régimen de poder de los instru-
contrapuesto en el estilo: estilo de mentos de la letra –leer y escribir– y
historial cínico y estilo ilustrado que de producción literaria. El folletín
atenta contra el protocolo del lenguaje no tuvo prestigio letrado como en
popular que emplea el folletín. Y si Francia, de inspiración socialista y de
el protagonista dice “tenía una dica- recursos retóricos “bajos”, pero signifi-
ción armada de espolones” para decir có la incorporación de nuevos sectores
que tenía una mordacidad ingeniosa, –mujeres, niños y en menor medida

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obreros– y en profundidad la doble las crueldades sociales narradas en su


migración de los recursos de la novela conformación de grupos y clases con
alta hacia los estratos inferiores y de descripciones que emplea un lenguaje
la técnica narrativa de los folletines castizo pero altamente eficaz que nos
hacia la “gran” literatura. En Balzac, retrotrae al folletín español de Escrich.
en Zola, los elementos folletinescos De las fórmulas empleadas en la alta
tienen una relevancia fundamental, y sociedad integrada por burgueses enri-
de los sucesivos misterios de la vida quecidos con estratagemas inconfesa-
ciudadana, los de Sarmiento, los de bles constituidas por “forzados, trabu-
la primitiva novela policial argentina, cadores de caminantes”, “aventureros
digamos la de Eduardo Holmberg, los de toda laya”, una “caterva de depor-
de la radionovela y de la telenovela tistas del robo y del crimen” pasamos
vuelven, a veces sin transformación a los inmigrantes como inmigrantes
en la alta literatura. Este “desplaza- negros o estafadores de la baratija, el
miento” todavía opera en los escritores último hálito de la Ley de inmigra-
argentinos más allá de sus propuestas ción y de la acerba argumentación
explicitas, la adhesión a una literatura crítica que funda la Ley de Expulsión
realista –cualquiera fuese el sentido de Extranjeros justificada por Miguel
que le otorguemos a este término– Cané. (Cf. Nicolás Rosa, “Una teo-
exige conscientemente –en contra de ría del naufragio”. En Relatos críticos.
la equívoca fábula balzaciana– una Cosas animales discursos. Buenos Aires,
relación estricta con el fenómeno de Santiago Arcos, 2006.) La discusión
transposición: revolución permanente política entre un anarquista reforma-
o lucha de clases que sobredetermina do –la reforma social pero también
encubiertamente la naturaleza de las la reforma religiosa– (Don Álvaro) y
relaciones humanas. del comunista revolucionario (Bartolo
Cuando el texto de Camas desde un el Pelirrojo) produce un principio
peso dice “la historia de algunas fortu- de desajuste en la organización de la
nas horroriza”, y más sofisticadamente trama, pasamos de la novela de aven-
“El Gotha se inicia en galeras”, la turas folletinescas hacia una novela
novela regresa a sus fuentes sobre todo de tesis, hecho que fue predominante
al Pére Goriot de Balzac pero también en aquellos textos que pretendieron
a La Bolsa de Martel; esta duplicación ilustrar y convencer de las que hemos
de las fuentes proviene en el folletín llamado “novelas del hambre”, una
argentino de los años veinte. La novela verdadera alteración narrativa, aunque
deja la narración y se convierte en un estos procedimientos no entren en esta
panfleto político y por momentos por topología difusa de la narración. El
su exaltación en un manifiesto y por discurso entimemático que sobrelleva
su proselitismo moral en una requisi- un régimen sapiencial en la forma de
toria. A medida que avanza esta zona combate que mezcla, en este caso, la
del texto centrada en el capítulo “La injuria y el aforismo satírico es la base
miseria permanente” se va elaborando sobre la que se edifica un ideologema
una sociología de los efectos del ham- y en última instancia una ideología.
bre que se extiende a toda Sudamérica. Tarde o temprano, la formación folle-
La proliferación de sustantivos que tinesca de la realidad lo convierte en
se convierte en la adjetivación de una visión crepuscular del mundo.

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Simultáneamente, se va construyendo el hambre suicida con las hipótesis de


una “filosofía casera” de los componen- Clausewitz sobre la guerra. Estamos
tes raciales y nacionales de la pobla- muy lejos de la fuerte impostación ale-
ción sudamericana. El condimento górica del anarquismo del Astrólogo
racial es relevante en la constitución de Arlt y mucho más cerca de una for-
de los personajes como la única mane- mulación escolástica de las doctrinas
ra de elaborar una efigie y un modo (el políticas de la época. Luego la novela
sainete llevó este hecho a su máxima vuelve a su cauce: a la miseria, al
explotación, el cocoliche, el tano, el hambre, al prostíbulo (recordemos la
negro, el provinciano, el turco). La asunción de una fórmula repetida en
filosofía de vida de las naciones veci- la época respecto a una figura literaria
nas, uruguayos, bolivianos, brasileños relevante en ese momento, la prostitu-
en particular, permiten la organiza- ta, “el prostíbulo es el caño maestro de
ción de una psicología aventurera y la sociedad”) a la mendicidad y nueva-
grotesca de las naciones adyacentes. mente al hambre como escena capital
Por supuesto que esta presunta elabo- de las formas miserabilistas. La habita-
ración de tendencias ideo1ógicas está ción humana para estos deshabitados
llena de contradicciones lógicas y casi se mitiga por un peso, la prostituta
afectivas pues el sentimiento y en este y el hambre –deseos de una satisfac-
caso la sentimentalidad, es siempre ción eternamente intermitente– por
molar, va en bloque, el enunciado se dos pesos, una economía procaz de
ama o se odia puede contradecirse la promiscuidad callejera. Carriego,
sentimentalmente –amar a quien se en su variante redentorista, se aleja
odia y odiar a quien se ama– pero no de Tuñón y se acerca a Castelnuovo,
lógicamente. La historia política y su cuya demostración mayor está en la
lógica adyacente dicen: no se puede desposesión territorial –choza, tugurio
discutir la quiebra del capitalismo, o rancho– y el hambre de la ciudad
como lo dice el optimismo de Bartolo, [pensión barrial, fondín, cuchitril].
pero nunca podrá modificar la esencia Hay pobres de ciudad y pobres de
malvada del hombre, como lo sugiere campo y este nivel narrativo se refleja
el pesimismo que lo embarga. Tarde o en dos instancias que se perfilan cla-
temprano el recurso a cierto pietismo ramente: el hambre en (la) ciudad y
intentará resolver la contradicción de el hambre en (el) campo. La miseria
las conductas pero no de las políticas. ciudadana se disfraza por el hábito,
Estamos frente al fracaso de la acción ¿no se dice el hábito hace al monje?,
como a la frustración de las palabras mientras que la miseria campesina se
que nos lleva a un horizonte religioso revela en el rictus amargo y desviado
donde la compasión y la misericordia de la hambruna y su relación estoma-
intentan paliar la afrenta social del cal: la notoriedad del hambre es que
hambre y la desesperanza. Y la razón pega en el estómago.
rabiosa pero más cruel la esgrime el Lo ruin, lo sórdido, cobran una prestan-
desilusionado Don Álvaro: una epi- cia narrativa fundamental que centrifu-
demia o una guerra para clarificar la ga toda otra perspectiva de la narración
estructura social con un enfoque en y esto permite ciertas desinencias, la
donde se entremezclan las visiones novela de aventuras, el folletín de capa
malthusianas para reducir la pobreza y y espada, la narración policial de sus-

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penso. El folletín americano de la mafia finanzas y sus exutorios: empresas, fon-


china o el folletín de amores contraria- dos de capitalización, bancos, dieron
dos o el folletín sentimental no alcanzan una motivación fuerte para la novela
a cubrir la contundencia de la “novela social y sobre todo en sus estruendo-
del hambre”. Si sostenemos que desde sos deterioros, el remate, la quiebra,
el punto de vista genérico el folletín la bancarrota, el embargo de bienes
es el cruce de todas estas sustancias y el descrédito financiero y moral. La
narrativas y por ende es transgenérico, novela realista, en especial Balzac, Zola
no las emplea metanarrativamente, no y Maupassant
es un metarelato, es una infracción a toman cuenta de La miseria de los hombres sin
las leyes éticas del género. La novela este hecho social Dios es inocente, la miseria de los
policial debe descubrir y castigar al ase- y lo llevan al hombres sin pan es malvada, y al
sino o al ladrón. La novela sentimental plano novelísti- nivel histórico, la contravención
puede inclinarse por la buena o mala co pues ofrecían absoluta del contrato social.
conclusión, por el casamiento final de elementos fuer-
la “engañada” o por la condena de la temente dramáticos que exaltaban la
“desgraciada” ya sea por la reclusión crítica social. Los elementos dramá-
en los bajos fondos prostibularios o en ticos se convirtieron en “narremas”
la superación religiosa de su “pecado”, consistentes para mostrar el “ascenso
encomendándose a la protección de la y descenso de las grandes fortunas” y
Virgen como un gesto de solidaridad luego del deterioro y humillación de
femenina. La “novela del hambre” y las clases bajas. El folletín encontró en
el “folletín proletario” sólo se redimen este drama social como en los flagelos
por una intertextualidad utópica –la de la enfermedad por su solidaridad
revolución, la rebelión, el exceso– o con la proyección del descrédito, la
por una renuncia al mundo que lo bancarrota efectiva, como las enferme-
marca sutilmente como misantropía dades venéreas, a todo un sector de la
social, o al perdón de los pecados, en población propias de las ciudades de
este caso, “capitalistas”. Aquí ya no fin de siglo. Las enfermedades llama-
se trata de la “pobreza de espíritu” de das sociales eran propias del contacto,
ciertos pensadores de la época, ni del de la aglomeración, en última instan-
“espíritu de pobreza” franciscano sino cia de la promiscuidad. Al lado de este
del maleficio de la pobreza de los cuer- fenómeno como residuo del roman-
pos que merodean en los habitáculos ticismo pero como fenómeno espec-
ciudadanos. La miseria de los hombres tacular, las crisis, las neuropatías, la
sin Dios es inocente, la miseria de los histeria (el arco reflejo), la mostración
hombres sin pan es malvada, y al nivel de casos, se convirtieron en el teatro
histórico, la contravención absoluta del de los locos. El suicidio del espíritu, la
contrato social. locura, la vesanía, las locuras razonan-
tes, mostraban el lado oculto del hom-
bre, la insensatez, y ponían en tela de
La industrialización del deseo juicio el racionalismo. En la faz cor-
poral pero sin entrar en contradicción
La industrialización del deseo es pro- y mostrando la fragilidad del ámbito
pia de la última etapa del capitalismo corporal, las locuras alcohólicas atra-
financiero y la creación de las altas vesaban la distinción entre el cuerpo

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y el alma; el cólera, la lepra, la fiebre orden legal –la trata de blancas– ni


amarilla, la sífilis, la tuberculosis, son en el orden societario, en la secuen-
enfermedades que culminan literaria- cia semióticamente degradante que
mente en el siglo XIX para avanzar, va desde la “garconiére”, casa de citas,
ya afianzadas, hacia el siglo XX espe- lenocinio, prostíbulo, burdel, lupanar
rando a las vacunas, pero también al y quilombo –y la novela de Tuñón
cáncer y al sida. Sintomáticamente lo revela como prostíbulo– sino que
estas descripciones operan una distin- repone la oposición retórica entre el
ción entre las enfermedades mentales “pecado” y la “redención” sobre el
y las corporales y fomentan la división orden folletinesco “caída” (seducción),
entre enfermedades intelectuales –y condena (expiación), castigo (reden-
la locura lo es– y ción) y triunfo (de la “virtud repa-
El sistema de explotación de las enfermeda- rada”), con un estereotipo religioso
la mano de obra barata se des corporales, que, en la novela realista básicamen-
extiende a la mujer obrera del las enfermeda- te desacralizada, desaparece para ser
sexo. El sucesivo grado de la des vinculadas al reemplazado por el castigo somático
manumisión de la mujer debió régimen social, (locura, tuberculosos, sífilis). El triun-
esperar mucho tiempo para enfermedades de fo de la Muerte es al mismo tiempo
que el sexo se convirtiera en los ricos y enfer- castigo secular y reparación social.
una transacción imaginaria de medades de los (Cf. Donna Guy. El sexo peligroso. La
iguales. Lo que se discutía y pobres. El de- prostitución legal en Buenos Aires 1875-
se ocultaba detrás del velo de sarreglo del meta- 1955, Ed. Sudamericana, 1991.)
una moralidad social, era la bolismo corporal En la misma época en que Carriego
“propiedad de los cuerpos”, repite el metabo- arrastra su mistagogia barrial de ori-
¿propiedad privada, personal, lismo social. La gen salvacionista, como un refina-
propiedad familiar, doméstica, prostitución para miento del discurso misionerista de
o el conflicto entre propiedad Lombroso es una Almafuerte, Manuel Gálvez escribe su
publica o propiedad privada enfermedad gené- brevísima pero reveladora tesis sobre
que fantasmáticamente repro- tica y hereditaria la “trata de blancas” que, más allá de
ducía la propiedad de la mer- vinculada a las la retórica de las tesis, tuvo también
cancía y su cortocircuito? formas externas una función redentorista. El misticis-
de la morbilidad, mo larvado de Carriego desaparece
las prostitutas asesinas, propias de en el discurso legislativo de Gálvez,
la degeneración genética, enfermedad condimentado por el proselitismo reli-
hereditaria. El tema de la prostitución gioso que le rendía buenos frutos en
en el folletín novelesco sentimental, su narrativa (por ejemplo, en Nacha
novelesco amoroso, por momentos Regules, La maestra normal, Historia
vagamente erótico, el erotismo y más de Arrabal). La meretricia, sustantivo
crudamente la pornografía aunque descriptivo hiperculto empleado por
puede ser organizado con técnicas Lugones en El payador, según recuerda
folletinescas rechaza la sustancia del Borges en su trabajo sobre Carriego,
folletín que es básicamente ideali- para designar la “profesión mas vieja
zante o miserabilista. Uno condena del mundo”, haciéndose cargo de este
el sexo como pecado, el otro como estereotipo, existió desde siempre desde
humillación degradante, no recrea el las hetairas griegas recordadas por Safo,
tratamiento de la prostitución en el las prostitución sagrada de las vestales

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romanas que rompían su votos de casti- Soy al lujo insultante de las damas, ni a
dad, la prostitución reglamentada de la las promesas infames del capataz, ni a las
Suburra de Petronio, la demi-mondain monedas criminales del burgués, ni a las
de la novela francesa del siglo XIX, y inmundas babas del señorío que forcejea
la prostitución mucho más degradante en su cuarto... ¡La justicia primero; luego
por la pobreza en Zola, se reemplaza en los vicios de los explotadores y de la aris-
el folletín por el exutorio de la forma tocracia degradada, y por fin, la usura del
del capitalismo monetario. El capita- proletario y del agenciero! (Patricio Tovar.
lismo de producción y de intercambio La Protesta, primera quincena de julio
rige la contratación tanto de bienes de 1908. Santiago de Chile).
como de mujeres: la trata de blancas,
como la de los negros se rige por la La segunda dice:
moral de intercambio, se intercambian
mercaderías, sujetos y prostitutas. El Esta noche no faltará pan aunque para
valor sagrado del cuerpo humano esta ello tenga necesidad de vender mi honra,
regido, en los países periféricos, y con yo si quiero tengo derecho a dejarme morir
mayor insistencia en los países del de hambre, pero no lo tengo de dejar a mi
Tercer Mundo, por una interferencia madre enferma y a mis hermanos chicos
en la organización disciplinaria del que lo sufran... Así que a cualquier pre-
encierro, la cárcel de mujeres; el encie- cio tendrán un pan. (Manuel Lourido.
rro a medias disciplinario y profesional Suplemento de La Protesta, Buenos Aires
del Buen Pastor y la organización de 1909.) Un poco de tiempo más, y no
controles, control de la sanidad públi- mucho, aparecerá en la escena folletinesca
ca, control de la marginación, control nuestra famosa “costurerita”, aquella que
de la moral societaria. La prostitución, “dio el mal paso”.
más que la delincuencia, afecta todos
los órdenes de las sociedades capitalis-
tas porque pone en evidencia el sistema Ergástula prostibularia
de contratación de desiguales generado
por la misma sociedad –todo el folletín La diversidad pero no el enfrenta-
y sobre todo el folletín vindicativo de miento es evidente en los sistemas de
clase obrera y de la mujer sostiene este nomenclatura que sugieren los textos
punto con rebeldía y rabia anarquis- en el drama de la prostitución como
ta– y lo marca como “lacra social”. Esto “drama social” vinculado al folletín
señala una forma diversa de procesar la social, el rótulo es la “prostitución”
figura de la mujer en el folletín prole- como insignia del hecho social de
tario y el folletín sentimental, entre la la presencia de una anomalía dentro
reivindicación y la compasión. El sis- de la circulación de los sujetos y de
tema de explotación de la mano obrera la interrupción de la justicia social.
se extiende a la mujer; la reivindicación En el folletín de orden sentimental,
social del proletariado obrero pasa ser la enajenación corporal es un hecho
un reclamo humanitarista de la “obre- individual, producto de la miseria y
rita del barrio”. La primera dice: de hambre, pero no revela las urgen-
cias de la reivindicación. Es un hecho
¡Soy la que todavía no ha pactado con el doméstico producto de los grupos
cabrón comerciante de carne humana...! mal avenidos y de la desintegración

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familiar. La organización en el rela- matriz original. Los problemas de


to y luego en el análisis del mismo orden histórico que esto plantea se
permite el despeje de dos “locus”, resuelven, como es nuestro caso, des-
el locus familiar y el locus social pojando a las estructuras folletinescas
que entran en diversas combinacio- de su condición genérica llevándo-
nes en la materia lo hacia un formato itinerante que
La ruptura del tejido familiar narrativa pero migra entre la literatura alta y la baja,
las llamadas “novelas de fami- que al mismo entre las formas de la novela psicoló-
lia” desciende de la novela bur- tiempo permite gica y la novela de aventuras, entre el
guesa (celos, amantes, com- señalar sus zonas suceso y el acontecimiento histórico
promisos de dinero o de joyas de congruencia y seudohistórico que aparece en las
robadas y embargadas como en y sus zonas de novelas de capa y espada francesa
algunos relatos de Dumas o de disparidad. En el pero también argentina (recordemos
Maupassant) la novela realista, “locus familiar” los embozados que circulan entre
la naturalista, tanto la francesa aparecen clara- las sombras nocturnas de la asonada
como la argentina, son siempre mente la ruptu- revolucionaria de Myriam, la conspi-
novelas del dinero acumulado, ra del contrato radora de Hugo Wast). La ruptura del
heredado, dilapidado, robado, afectivo entre tejido familiar en las llamadas “nove-
esquilmado, novelas de bancos los miembros del las de familia” desciende de la novela
y bancarrotas que ilustran la grupo al mismo burguesa (celos, amantes, compro-
forma fiduciaria de la circula- tiempo y en otro misos de dinero o de joyas robadas
ción (pagarés, fondo de comer- nivel la desin- y embargadas como en algunos rela-
cio, letras de cambio, etc.). El tegración de las tos de Dumas o de Maupassant), la
folletín es un género capitalista. identificaciones, novela realista, la naturalista, tanto la
y en el caso más francesa como la argentina, son siem-
extremo la imposibilidad del mismo pre novelas del dinero acumulado,
generando un lugar de perversión, heredado, dilapidado, robado, esquil-
como podría afirmarse en el caso de mado, novelas de bancos y bancarro-
O. Lamborghini. Las solidaridades tas que ilustran la forma fiduciaria
se rompen salvo las “fraternales” que de la circulación (pagarés, fondo de
direccionarán al folletín hacia otras comercio, letras de cambio, etc.). El
instancias. Todo lleva en la familia folletín es un género capitalista.
folletinesca a la ruptura del lazo El “locus social” hace del folletín un
familiar. Pareciera que el folletín no género ciudadano, organiza y recorre
reflejase el orden social sino que todas las formas de la ciudad y marca
impone su propia matriz al hecho las características genéricas del mismo.
social. Una crítica de las llamadas Circula entre los barrios pobres y los
comprometidas no podría sostener barrios ricos, entre los barrios con-
esta inversión de las precedencias en sumidores (generalmente la periferia
la constitución de las formaciones de la ciudad que acoge tanto a las
folletinescas, pero lo que se intenta residencias como a los ranchos de paja
señalar es la presión que ejerce la en un primer tiempo y luego de lata),
materia narrativa, después de haberse los extramuros, la barriada y luego
solidificado y la arquitectura formal miserias del arrabal, el muchacho de
del folletín es una sustancia que no arrabal, la arrabalera, y en última
se puede modificar sin modificar su instancia y a los lejos el camposanto y

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luego el campo. La muerte está fuera familiar, como sistema de atracción


del ejido de la ciudad, el cementerio de entidades subjetivas y familiares, y
de los pobres está siempre ubicado en su propia desintegración, es un géne-
las afueras, como los prostíbulos de la ro anarquista. En todo conventillo,
época, donde se reúnen sexo y muerte aparte de los pobres, habrá siempre
proletaria. La ruptura de los lazos algunos que no son “trigo limpio”,
familiares genera la población narra- como dice la doxa barrial, una pros-
tiva del folletín, su drama y la loca- tituta y un sospechado de anarquis-
lización demográfica de este drama, mo. Si tomamos como ejemplo El
orfandad, hambre, relaciones sexuales conventillo, folletín de Elan Ravel, es
perversas son localizadas narrativa- el “locus” espacial de reunión y de
mente en tugurios, covachas, ranchos, conflictos domésticos, oficios y demo-
verdaderos antros de la miseria. El grafías inestables: “sastres” (profesión
sistema de explotación de la mano masculina de tareas femeninas: corte
de obra barata se extiende a la mujer y confección, y en el renglón superior
obrera del sexo. El sucesivo grado de la la “tallerista” y la “oficiala”), zapate-
manumisión de la mujer debió esperar ros (progenie anarquista), vendedores
mucho tiempo para que el sexo se ambulantes (el “mercerito”, el “turco”
convirtiera en una transacción ima- jabón jaboneta), las planchadoras y
ginaria de iguales. Lo que se discutía lavanderas (tareas de fémina como la
y se ocultaba detrás del velo de una “costurerita”), y lugar de la “criolla” de
moralidad social era la “propiedad de golosas carnes, bocado de proxeneta
los cuerpos”, ¿propiedad privada, per- que traba amistad con la “galleguita”
sonal, propiedad familiar, doméstica, inocente. Esta demografía del conven-
o el conflicto entre propiedad pública tillo, recreada simultáneamente por
o propiedad privada que fantasmáti- el sainete, luego fue recuperada por
camente reproducía la propiedad de la el radioteatro (Juan Carlos Pulido,
mercancía y su cortocircuito? En una Arsenio Mármol, el folletín rosista del
novela que supera el período conside- radioteatro Lux, etc.).
rado, Oro bajo de Gómez Bas, publi- Hemos descendido del drama al melo-
cada en 1957, reaparecen todos los drama, desde el destino trágico de los
estigmas prostibularios y repite como Atridas hasta el El conventillo de la
marca de género el universo concen- paloma. En el descenso se han produ-
tracionario del folletín: el conventillo. cido no sólo una destitución genérica,
El conventillo es el foco de irradiación sino que el género se ha corrompido,
de aspectos sociales, individuales, pri- es un género sucio. Desde el punto de
vados. En el régimen genérico difrac- vista de su producción, es escrito por
tan todas las características del género, miembros de la clase alta o por inte-
la novela sentimental, la novela de lectuales comprometidos que no han
suspenso, la novela delincuencial y sufrido la experiencia de la pobreza.
en su máxima exposición, la novela El máximo exponente del folletín de
proletaria –siempre habrá un obrero aventuras rocambolescas, Ponson du
o familia de obrero en el conventi- Terrail, era un noble de provincias,
llo–, y la novelización de lo político; pero noble al fin; Eugène Sué, autor
en ese sentido, el folletín que toma de Los misterios de París, burgués y
como unidad de lugar el melodrama socialista, y Alejandro Dumas, hijo del

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general Alexandre Davy de la Palléterie Todavía hoy el proxenetismo existe


y el escritor más prolífico del folletín amparado por el silencio y el anoni-
de orden histórico, que permitió en mato de Internet, cuyas figuras son
sus encarnizados lectores generar la mudas y exentas de la mano de la
idea y por momentos el verosímil de justicia. Cuando Gálvez describe la
que la historia francesa era un pro- situación de la prostituta vacila entre
blema de hermandades (los famosos la responsabilidad del Estado (leyes,
tres), de intrigas palaciegas (El collar educación pública, educación feme-
de la reina) o de amores secretos (“La nina, protección de menores abando-
torre de Neslé), novelas que gustaron nados) y la constitución de la forma
tanto a las clases altas como a las bajas. ideológica de la mujer pública. El peso
El folletín argentino, escrito por una de la larga tradición cristiana, repudio
variedad de escritores provenientes de la mancha de sangre de tradición
de distintos estratos sociales, Stella judía (la menarca), y de la bíblica
de César Duayen, Hugo Wast, o de mujer adúltera, revisadas por hipótesis
diversas ideo1ogías como es el caso de positivistas lo lleva a una condimen-
Tuñón o César Tiempo, o de escritores tación cuasi literaria de la descripción
anarquistas como Alberto Ghiraido, que inunda el escenario del prostíbu-
Pedro Pico o Manuel Lourido, desco- lo: Las mujeres que allí ingresan –el
nocidos de la historia literaria argen- notorio tráfico que se analiza en la
tina, que mamaron al folletín como tesis de las falsas polacas que, en prin-
fenómeno de protesta y reivindica- cipio, eran todas judías y en término
ción, nunca fue escrito por obreros. genérico, eslavas y la creación de Zwy
Este hecho indica por lo menos dos Migdal – vienen de todos los oficios
fenómenos: uno social, los obreros del y regiones. Son amantes abandonadas
momento eran generalmente iletra- (aquí se elabora un “topos” común al
dos, pero otro más complejo, integra- sencillismo regenetivo de Carriego),
ron la masa de lectores creando una que en su sensualismo de histéricas
diferencia que remite a la historia de sentimentales, esta caracterización;
esa fórmula: la escritura reenvía una desde el punto psiquiátrico es impre-
forma activa de la praxis de escritura, cisa sino falsa, pero podemos suponer
mientras la lectura a una acción pasiva que se intenta apelar a una impresión
de la recepción. Es evidente que estas imaginaria ligada a los fantasmas mas-
posiciones pueden intercambiarse y culinos marcados por una regresión a
modificarse históricamente, pero vin- situaciones angustiosa de la infancia,
culadas a la forma de la expresión, la la importación de mujeres blancas –el
novela folletinesca por su dispositivo elemento nativo no es bien conside-
accional implica una temporalidad rado, es decir, “no era bien pagado”–,
extensiva que fuese recurrente, mien- y muy jóvenes, nacidas en tugurios
tras que los lectores como ideogramas donde quizás el propio hermano les
propios de la ideología de izquierda reveló el sexo (este señalamiento marca
convertidos en escritores apelarán a un incesto habitual en el conjunto de
formas rápidas contundentes, formas la agrupación familiar, a veces conver-
lingüísticas y semióticamente breves: tido en incesto paterno y muy ajeno al
panfleto, sátira, invectiva, una litera- sofisticado incesto materno –la madre
tura de persuasión. santa y virgencita– pero apunta a un

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hecho habitual en el folletín argenti- de la literatura. Los escritores anar-


no, la predilección aguda y marcada quistas se nutren de los escritores
por las relaciones entre hermana y propios de la ideología que intentan
hermano), viven en ciudades populo- representar, autores que no están res-
sas y un hacinamiento en los grandes paldados por la confirmación de la
centros manufactureros, la caída de la cultura “bella”, quieren consumir para
ingenua obrerita pero al mismo tiem- transmitir pocas y precisas ideas. El
po levemente el conflicto social –lo lector ilustrado se apropia de la Gran
que se llamó “la cuestión social”– de Biblioteca de los Grandes Autores
la etapa de la industrialización que y genera un lector universal para la
aparece notoriamente en Zola y en constitución de una comunidad de
la que según Dumas “la promiscui- lectores internacionales. Son lectores
dad era tan grande y el libertinaje que escriben. Citan sus lecturas en sus
precoz”. La prueba literaria, después textos narrativos generando una trans-
de haber bebido en las aguas pesti- fusión genérica que reenvía el texto a
lentes de la realidad, confirma que lo un testimonio de orden subjetivo: son
real textual opera como modelo de sus apetencias, sus fraternidades lite-
los comportamientos de los hombres rarias, sus autoridades narrativas. En
reales, la literatura no sólo confirma el caso de Tuñón, se cita y se comenta
especularmente la realidad, sino qu a Oscar Wilde en su ocaso como
enfrentada al lado oscuro y opaco del hombre y como autor, a Schnizteler,
espejo, la crea. La literatura realista se pero también a Alphonse Daudet, y
nutre de casos; la literatura naturalista más allá de las variantes visibles entre
de ejemplos del zoológico humano, el estos autores, podría pensarse que es
folletín de series. Entre casos y series se avidez de lectura pero también una
desarrolla la historia heterogénea del mezcolanza propia del desenfado de
folletín que corroe su homogeneidad los Lamborghini. Y por momentos,
genérica. La otra, la prueba científica como cita de autoridad y ya no de
es la verdad autorizada la que conven- lectura a Proust y Joyce, una verdadera
ce y previene salutariamente como maestría. Las citas implícitas bordan el
una diagnosis y curación. Pero la ver- texto, lo transforman en un recorrido
dad del folletín no está en la ciencia de aparición y ocultamiento pero no
psiquiátrica como lo analiza Gálvez, son una señal para advertencia del
que emplea como cita la autoridad del lector o para sortear su competencia
Esquirol, para dar cuenta del liberti- de lectura, sino es la suma de una
naje precoz y asesino de una niña de erudición de la alta literatura, un ver-
cuatro años, reverso de la “perversa dadero asalto a la gran literatura. Los
precoz” preciosista de Rachilde, rareza héroes de la gran literatura son golosos
que impresionó a Darío. y tenaces lectores, como los de Balzac,
como los de Proust, hicieron de mues-
tra de los escritores comunistas como
El folletín proletario ejemplo de esa misma literatura. Los
semianalfabetos de la literatura anar-
Los autores de procedencia comunista quistas –autores y personajes– leen
agrupados alrededor de Boedo son para aprender y sus citas, que son de
lectores de la gran cultura universal una proliferación limitada, en especial

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Bakunin y Kropotkin –en un orden el reducto del conventillo, espacio de


didáctico y de convencimiento revolu- convergencias y disensiones.
cionario y por sobre todo en protesta La literatura copia la realidad, la lite-
por el orden admitido. El auditorio de ratura copia un reflejo de la realidad,
obreros, de mujeres y desocupados, lo la literatura copia la literatura, ¿la
vincula con los gauchos y criollos de literatura nunca deja de copiar aunque
los primeros lectores de la gauchesca. fuese la vida; para crear lo real? En la
Era una lectura al “servicio del lector”, ciudad de Rosario existía una pensión
y cuando en las Memorias del ver- que reunía mendigos disfrazados de
dulero ignorante trabajadores y estudiantes disfrazados
La literatura copia la realidad, de Castelnuovo, de eternos doctores, que era llamada
la literatura copia un reflejo de que “recitaba” y “La Albóndiga Embrujada” por la
la realidad, la literatura copia la no “leía”, “Las dificultad de encontrar esa suculenta
literatura, ¿la literatura nunca aventuras de bola de carne en el “menjunje” gra-
deja de copiar aunque fuese la Rocambole”, el soso del licuado guiso carcelario. En
vida; para crear lo real? folletín dirigido la novela de Tuñón, la pensión se
a un auditorio llama “El puchero misterioso”. Más
analfabeto, por un lado recordaba a allá del misterio del madrileño cocido,
los payadores y guitarristas de la gau- esas pensiones lóbregas convertidas
chesca del matonaje criollo, y por el en “paradores de pobres”, verdaderos
otro era el “servicio de lectura” para los focos de la realidad del referente.
obreros sin calificación. La letra como Todos sabemos que la palabra “comi-
asunción de la literatura burguesa o da” no alimenta al hambriento, pero
la letra como testimonio resistencial también sabemos que al enunciar la
en el anarquismo y como ofertorio de palabra “guiso” se nos hace, como
la humillación del miserabilismo. ¿Se dice la doxa infringiendo la gramática,
leían libros o folletos? Los libros son agua la boca.
para ilustración de los revolucionarios, En Castelnouvo, en la década del
los folletos como arma de combate 30 –y la organización temporal de
para anarquistas. El folleto pasa de sus novelas y relatos deben ser leídos
ser una entidad cuantitativa –breve, como una anterioridad temporal más
de pocas páginas– a multiplicarse en allá de la fecha de su producción y éste
páginas, en extensión, en continuidad, es el marco donde debe leerse toda su
en series, en folletín. Castelnuovo es obra– aparecen condensadas todas las
un ensayista consumado, en sus nove- formas temáticas del folletín tenebro-
las es expositor de casos y de series so, con un rasgo de experimentación
verificada en la suma y procesión de sociológica. El discurso, desprendido
los pobres y humillados. Un lugar del personaje e incluso del narrador,
para aprender, el otro para sufrir. Los quiere aparecer como un “muestrario”
antagonismos entre ricos y pobres, el de las lacras sociales. En la novela poli-
burgués y el proletariado, el patrón y cial, que no es el contrafáctico de la
el obrero, remiten a otro tipo de enti- realidad pero que tampoco es la ima-
dades, la del inmigrante, la del campe- gen de la realidad y por ende nunca
sino iletrado, a una “realidad criolla” será una “novela social”, en las novelas
que itinera de la gauchesca al folletín de “crímenes en serie” el caso está
y sus sucesores, todos agrupados en organizado a partir de la suspensión

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probable de la serie, pero en sí misma en la gauchesca florida, “los mellizos


la serie es infinita. Es una serialidad de la flor”, y en los “hijos, hermanos
suspendida pero prorrogable, formu- y enfrentados” de Hormiga Negra y
lada por la deducción y sólo detenida como dice el narrador, “tenía otras
por el descubrimiento del asesino. cosas en común, siendo la principal de
Pero si los asesinos son múltiples, todas ellas, tal vez, la similitud de sus
la serie de asesinatos sería una serie orígenes incestuosos”. La reprobación
infinita. Es la base de una prueba del incesto como relación biológi-
deductiva. En el folletín, la serie de ca se complementa con el vituperio
casos es del orden de la prueba y por por su presencia social. El folletín de
ende encadenado a la medicina, a lo Castelnuovo se mueve siempre entre
taxonómico, al orden social; no es lo fisiológico hereditario y la fisiología
del orden del continuo potencial sino social. Estos personajes con arreglo a
de la “mostración de casos” como en la ficha individual del reformatorio
la psiquiatría; como la taxonomía de son catalogados fisiopatológicamente
la clasificación de los casos –idiocia, como gemelos univitelinos epilépti-
oligofrénica, neurastenia, paranoia o cos, pues en efecto habían sido conce-
locura, para usar términos de la época– bidos por el padre y su hija.
como certeza diagnóstica, la marca de Su procedencia uterina figuraba
identidad del registro de la sucesión de siempre en un lugar destacado en la
anomalías sociales. No es deducible, ficha de la cabecera de la cama, una
es verificable. En los relatos de Larvas, máquina tenebrosa consagrada a la
Castelnuovo organiza un catalogo de marca de fábrica, haciendo congruir
la morbidez social. Repite, como una dos fenómenos capitales del folletín:
autodescripción de los mismos, una fábrica y registro, uno como espacio
serie de manera de organizar el relato fabril de las “fabriqueras” y el otro
por casos, retórica propia del folletín como registro y sitio de una con-
siniestro que alcanza también al nove- gregación humana de imprevisib1es
lón criollista. En el relato “Mandinga” consecuencias. En otro registro, la
–cuya titulación aparece también en importancia que el folletín obrero le
Hormiga Negra como invocación al da a una serie lingüística de registros
ángel de las tinieblas–, se expresa una idiomáticos vinculados a la produc-
notoriedad extraña al género. El inces- ción y en particular a la fabricación:
to, más allá de la patología familiar la industria textil, la industria de los
que se intenta marcar en este caso, alimentos enlatados, la proyección de
reúne la familiaridad paternal que sor- las vías de comunicación, sobre todo
prende en el folletín: los gemelos, los el símbolo mágico del ferrocarril, que
hermanos, la relación hermano-her- en Zola aparece como una máquina
mana, una forma de enmarcar insó- monstruosa y en el folletín argentino
litamente, en una sustancia narrática, como creadora de un nuevo espacio de
la prueba de “amistad fraternal” tanto encuentro donde viajeros, paseantes,
en Tuñón como en Evaristo Carriego: circulantes, maringotes, prostitutas,
la comunidad de la fratría. El folletín generaron un espacio de aventuras y
francés, Alejandro Dumas, la gauches- de rigores de la clase humilde, niños,
ca culta, “los hermanos sean unidos pobres, mendigos, conscriptos, sujetos
y los consejos del Viejo Vizcacha”, de la vida errante.

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La familia, la cárcel, el presidio, el hos- un punto máximo de saturación y


picio, el orfanato, el asilo, el reforma- proporciona el modelo del desequili-
torio, más allá de sus determinaciones brio de las otras agrupaciones, espacio
específicas, son la certificación, admi- propicio para el folletín: la familia. En
nistración y legislación de los espacios el folletín de orden político, no es la
de encierro. Estos espacios, algunos llamada “célula básica de la sociedad”
de ellos de larga tradición, como el sino es el muestrario indigno de todas
hospital y la reclusión de ancianos, las bajezas humanas. La familia es el
débiles mentales y menesterosos que sistema integral de la domesticidad
dependía de las órdenes religiosas, en burguesa, lugar de los afectos más
la proximidad y a profundos y de las sevicias más extre-
El folletín proletario recuerda veces en el recin- mas. Por su posición central se rela-
costumbres pero no normativas to conventual, ciona con los otros espacios –escuela,
ni legalidades y se proyecta en fueron reclama- internado, partidos y agrupaciones
su discurso hacia la revolución dos por el folle- políticas–, espacios reservados para
futura, es básicamente produc- tín como materia la confraternidad. Simultáneamente,
to de las instancias progresivas novelesca para la aparece como un espacio de reclusión
de la sociedad y, por ende, como organización de del maternazgo –en el folletín los
lo proponían Marx y Engels, “grupos narra- padres están ausentes– y de la fratría,
un folletín capitalista. tivos” propicios espacios explotados tanto por el melo-
para mostrar la drama, el miserabilismo y el relato
endogamia de estas agrupaciones de obrero, no tanto en relación a la “cues-
atracción y rechazo frente a los circui- tión social” de la época, sino como el
tos externos vinculados con el espacio núcleo básico de la ficción proletaria.
exterior. Los “asilados” en esta ordena- La diferencia, que en realidad no es
ción espacial entre el afuera y el aden- tal, sino un espacio de relación, de
tro, toda forma de asilariato es, entre vinculación, consiste en que el “espa-
otras cosas, un intento de controlar cio familiar” es endogámico y el de la
la juntura de estos dos espacios y su fábrica es centrífugo por su atracción
regulación social: ¿estos “anormales” hacia el espacio público (asambleas,
pueden vivir en relación con el espacio corporaciones, agremiaciones, sindi-
del común social referido como nor- catos y en su faz reivindicativa, mitin,
mal? Las sociedades de encierro son paro, huelga). En este sentido, el folle-
sociedades de punición, las de control tín era el espacio de exposición de los
son reglamentaristas, definen la ubica- conflictos gremiales y su formulación
ción de los sujetos en el espacio social. reivindicatoria lo separa del espacio
En esta conformación, ¿cuál es el lugar familiar, lugar de atracción y concen-
del obrero, la posición del cuerpo tración, es un espacio edípico, como
del obrero? ¿Y cómo es representada el espacio del gremio es un espacio
esa posición en el folletín obrero? La de conflictividad paranoica contra el
sociedad de reglamentación elabora otro social. La familia del folletín está
simultáneamente las zonas de exclu- a mitad de camino entre las sociedades
sión y las formas de reparación social, de encierro y las sociedades heterogé-
desde la mendicidad hasta los proyec- neas de participación. Como grupo
tos de legislación obrera. La densidad nuclear y reducido, características del
de estas agrupaciones sociales tiene siglo XIX, está centralizada temporal-

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mente por las sucesivas generaciones no normativas ni legalidades y se pro-


en donde se mezclan diacronía (niños, yecta en su discurso hacia la revolución
jóvenes, adultos, viejos) y genealogías: futura, es básicamente producto de las
la tradición familiar, las sucesivas his- instancias progresivas de la sociedad
torias de los inmigrantes en donde el y, por ende, como lo proponían Marx
lenguaje coloquial se mixturaba con y Engels, un folletín capitalista. El
el “cocoliche”, la leve epicidad del folletín de reivindicación social, de
“tiempo de los abuelos” contrarrestada “reinvención” de la ciudad futura sin
por los que “se quedaron” y los “que se leyes ni constricciones, de nihilismo
fueron” dentro del marco de la situa- social pero de lucha libertaria de la
ción económica y social del grupo, el servidumbre humana, es un folletín
mundo de las familias desintegradas y anarquista. Este doble movimiento
el mundo proletario. En el relato “La puede ser pensado como integración
costurerita” de Josué Quesada (Cf. narrativa y como efracción de las leyes
La novela semanal 1917-1926. Ed. de propiedad, de las costumbres, hábi-
Universidad de Quilmes, Margarita tos, incluso del “placer “y del “lujo”
Pierini, S/N), enmarcada por los ver- como lo pensaba Kropotkin, que se
sos de Evaristo Carriego, se organiza manifiestan en la mixtura del género
narrativamente una confluencia del como de los sentimientos y pasiones
folletín sentimental y el folletín prole- que se representan en el espacio narra-
tario. Del primer elemento aparecen la tivo. Así como los subterfugios de los
demografía habitual (obrera, talleris- temas de las intrigas rocambolescas, de
ta), sus hábitos diarios: recorridos por las aventuras melodramáticas, hacen
la ciudad, amistad femenina con com- del folletín una sustancia transgenéri-
pañeras de trabajo, el amor callejero y ca, la combustión de las ideas políticas
por supuesto la sucesión estereotipada lo constituyen en un género mixto. Si
de noviazgo, seducción, embarazo, las acciones de los hombres pueden
traición y la intensidad melodramática ser heroicas o cobardes, siempre serán
del suicidio. Del otro, aparece la lucha acciones políticas. El folletín es simul-
ideológica entre la estructura familiar táneamente un género sentimental
y el hermano social-anarquista como y un género de aventuras, familiar y
complemento de la tragedia familiar colectivo, de quietismo social y de
y la reubicación del anarquismo en la revoluciones comunistas, es también y
democracia parlamentaria. El folletín al mismo tiempo, un género capitalis-
proletario recuerda costumbres pero ta y un género anarquista.

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Rojas, Viñas y yo
(Narración crítica de la literatura argentina)
Por Jorge Panesi

A partir del recientemente publicado ensayo


Breve historia de la literatura argentina, de
Martín Prieto, Jorge Panesi se pregunta por el
tipo de autor que se expresa en la crítica. En este
sentido, lejos de las pretensiones totalizadoras o
estandarizadas que presentan los estudios acadé-
micos, encuentra en la obra de Prieto una inda-
gación situada desde la cual entabla un diálogo
con la historia de la literatura. Conversación que
se desarrolla a partir de una selección que, lejos
de representar corrientes y linajes, escoge –de sus
distintas estaciones– aquellas reverberaciones
textuales que respiran en las indagaciones del
propio autor. Situado en la periferia litoraleña,
Prieto construye su punto de perspectiva a partir
de enlazar sus interrogaciones a la del lector y
sus derivas, comprometiendo en ello su propia
existencia y llevando el saber de la academia más
allá de sí mismo y sus límites para vincularlo a
la vitalidad que brota de las lecturas contem-
poráneas. De allí que sus preocupaciones se
concentren en la literatura, en sus lectores, pero
también en el aura mitológica que la rodea.
Panesi, quien se interesa muy especialmente en el
desafío de Prieto, encuentra en el estilo irónico de
su trama narrativa la condición propia de la bús-
queda antes que un método que ofrezca garantías.
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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

Sabrán, o ya lo habrán adivinado, extendido desde lo inmemorial hacia


que el “yo”, puesto en serie con un futuro radicalmente incognoscible.
Rojas y con Viñas en el título de mi En este caso, un diálogo manteni-
intervención, no se refiere a mí, sino do desde una “Zona” específica, el
a Martín Prieto, el autor de Breve Litoral, Santa Fe, Rosario, y que pre-
historia de la literatura argentina, tende conversar con toda la literatura
aparecida este año. Si de mí algo tiene argentina. Ligeramente desplazado de
ese yo, es el resabio de una intuición, un supuesto centro, pero con la certe-
el relumbrón de una certeza1. Que za de que en ese desfasaje leve, en la
no es, precisamente, querer fabricar corrección necesaria de ese desplaza-
una ironía con el “yo” de Martín miento, puede dar mejor cuenta de la
Prieto, por la cual se denunciaría conversación interminable.
un gesto abarcador y pretencioso Los críticos argentinos, decía yo en esos
–refundar, volver a narrar la historia trabajos, exhiben
de la literatura argentina después de un pathos muy ... el autor crítico de una histo-
las marcas fundadoras del iniciador, intenso y contor- ria de la literatura argentina es
y de las que todavía están vigentes nista cuando se aquel que sólo con su nombre
en el gesto contornista de Literatura trata de la histo- se hace cargo de un diálogo, o
argentina y realidad política–, ni tam- ria de la literatura si se prefiere, es el transcrip-
poco censurar lo aparente, necesaria argentina. Pero tor de un diálogo incesante y
y subjetivamente caprichoso que se no hasta el punto extendido desde lo inmemo-
encontraría en alguien que con su de comprometer rial hacia un futuro radical-
firma, con su yo y con su nombre su yo –agrego mente incognoscible.
va a hacerse cargo de narrar toda la ahora– firman-
literatura argentina. Además, supon- do la entera historia de la literatura
go con buenas razones de lectura, argentina. Ese “yo” de Prieto en la
Martín Prieto sólo aceptaría figurar breve serie de mi título está, en rigor,
en una serie encabezada por Rojas, precedido solamente por el nombre
y después de algún otro nombre, de Rojas. Rojas sólo, el nombre de
más bien colectivo, “Contorno”, por Rojas solamente, exceptuado Viñas,
ejemplo, o “la Zona”, o “el Litoral”, que mostró apuntes luego repetidos
o “Rosario”. Porque es cosa pesada por casi todos los críticos, pero que no
hacerse cargo con su nombre solo del firmó con su nombre todo un relato
entramado evidente y a la vez enig- integral sobre la literatura argentina, o
mático de toda una literatura. exceptuado también el de Noé Jitrik,
En algún trabajo anterior, rastreando que como Rafael Arrieta, repartió su
los derroteros de la crítica argentina, nombre y el relato de su historia entre
me preguntaba qué cosa es para un muchos colaboradores.
crítico convertirse en autor, o qué Siempre creí que la crítica literaria,
clase de autor es el crítico. Martín entre otras cosas, debía ser útil, nece-
Prieto me ofrece ahora la evidencia: saria. Mirado desde este ángulo, el
el autor crítico de una historia de “yo” de Martín Prieto, el yo delegado
la literatura argentina es aquel que de Martín Prieto, era un necesario
solo con su nombre se hace cargo integrante de la lista. ¿Por qué? Por
de un diálogo, o si se prefiere, es el una necesidad casi historiográfica:
transcriptor de un diálogo incesante y en una época como la nuestra, en la

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que se ha revalorado el poder cog- que imprima su color y su acento en


noscitivo y conformador del relato, las mismas arias que el público sabe
era esperada y necesaria la aparición de memoria; es por ello riesgoso, por
de un narrador que más que totalizar el exigente público atento al error y al
a la manera de las historias acadé- falsete, pero también porque ese acen-
micas (la de Jitrik, la de Arrieta), y to que parece muy poco en la historia
las académicas de divulgación (las del canto, también afecta la historia de
dos de Capítulo), la partitura misma.
Los defensores del bel canto aca- se centrara en Los defensores del bel canto aca-
démico, o lo que es lo mismo, el lector y en el démico, o lo que es lo mismo, los
los defensores del decoro esta- diálogo de lec- defensores del decoro establecido
blecido por una encorsetada turas, aquellas por una encorsetada ética y estéti-
ética y estética académica, han que verdadera- ca académica, han mostrado ya su
mostrado ya su medrosa indig- mente tejen la medrosa indignación por el libro
nación por el libro de Prieto. mutable vigen- de Prieto. María Rosa Lojo, desde
cia de los tex- La Nación2, encuentra en él una
tos. Imaginemos un lector que como “exasperación individualista” que
ustedes o como yo, más que una haría caer a su autor en un infier-
consulta sesgada y especializada –ésa no: tal subjetivismo –dice– “afronta
es una lectura casi rutinaria, obligada, incluso el riesgo de caer fuera del
en nuestra profesión– quisiéramos ámbito académico”, porque Prieto
por fin, al fin, una narración en la es profesor de Literatura Argentina,
que el volumen fuera tan importante y lo que hace está bien para cons-
como el detalle, en la que el diseño truirse una imagen de autor pro-
del tejido fuera tan determinante vocativo, como Aira, pero no para
como la estructura de sus hebras. Por escribir una historia que debe regirse
fin, al fin, una historia de la literatura por los criterios de objetividad y
argentina pensada para lectores, para neutralidad en la valoración, crite-
lectores críticos de la literatura argen- rios que, según Lojo, deberían ser
tina, que no son los críticos de la lite- “universales, atemporales y unáni-
ratura argentina, o son algo así como mes”. Debo decir que comparto los
los mismos críticos en un estado “descartes” y las valoraciones de la
ideal de vacaciones. Y a ellos, a esos Breve historia que molestan tanto a
lectores, es a quienes Prieto dedica Lojo: no dedicarle demasiado espa-
su libro: “A los lectores de literatura cio a las escritoras del siglo XIX
argentina, mis hermanos.” (Juana Manuela Gorriti, Eduarda
“Desafíos” llama María Teresa Mansilla...), y a otras del siglo XX
Gramuglio a la imaginaria trastienda (Jorgelina Loubet, Luisa Valenzuela,
intelectual con la que Prieto ha debi- Sara Gallardo, Alicia Steimberg), o
do lidiar. Las ideas recibidas sobre la reprobación del enfático y mayús-
cómo es la historia de la literatura culo estilo de Sabato, o la lectura
argentina, o cómo debería ser su relato imposible de Mallea, o considerar
–imagino– no es uno de los menores. a Manuel Mujica Lainez como una
Escribir una historia de la literatura es derivación apoltronada y sin riesgos
como ser un cantante de ópera: nadie del modernismo.
espera que rehaga la partitura, sino Sólo académicamente, con el saber y

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el archivo académico, puede ensayarse démicas, como surgen de los protoco-


una historia que respete –como hace los de Prieto) hacen avanzar el relato,
Prieto– las discusiones y sedimenta- la Breve historia no mezcla los criterios
ciones académicas, que las contenga como cree Lojo, sino que los sopesa
y a la vez que se sitúe más allá de los en función de las piezas capitales de su
estrictos protocolos universitarios, o narración. Algo que cualquier historia
más allá también de sus púdicas y ver- académica o no (si es que pudiera hoy
gonzosas restricciones. Lo que permite concebirse una
realizar esta operación no es el falso obra semejan- ... me parece que la apuesta a
desenfado académico (un rasgo teatral te) se encargaría contrapelo de Prieto es a favor
muy notorio en algunos universita- escrupulosamen- de una historia literaria de la
rios), sino la consideración o el deseo te de realizar. literatura (no sociológica, o
por el lector, por el lector presente y A Lojo no le política, o cultural), lo más
por el lector futuro. molesta el estilo desnuda posible de injerencias,
Oigamos los criterios de Lojo que por momentos lo más desnuda y sola posible
suscribe esperanzada los vaivenes favo- irónico y festi- en su propio terreno. ¿Es esto
rables del marketing académico: vo, humorístico, posible? Por supuesto que no;
de Prieto (final- poco hay de propio en el poro-
La Historia de una pasión argentina de mente, es una so terreno de la literatura.
Mallea sigue siendo un libro clave para tonalidad que el
cualquier estudio de la sensibilidad y las académico puede permitirse si es que
ideas en la Argentina y, mal que le pese se ciñe a la ley del decoro universita-
a Prieto, se reedita. Mujica Lainez (en rio, nos dice Lojo, haciendo gala de
opinión del autor, representante de la tolerancia). Pero lo que Lojo no lee en
oligarquía, anacrónico y manierista que el libro, es que estos efectos de ironía
ha licuado todos los riesgos artísticos del no son solamente un rasgo perdonable
modernismo en una prosa de supuesta de estilo, sino que forman parte de la
“calidad”) o Sabato (según Prieto, ale- disposición misma del material, del
górico, pomposo y grandilocuente) son entramado narrativo que es dispuesto
objeto de interés no sólo para muchos lec- y expuesto en un encadenamiento
tores, sino para la comunidad académica irónico. Y este sentido irónico que
internacional. Sus obras pronto se incor- surge de la cadena expositiva; es qui-
porarán a la exigente colección Archivos zás, el componente de Breve historia
de la Unesco. que ha podido irritarla más, pues las
conexiones inesperadas o desatendidas
Señalemos al pasar que la pretendida que pueblan el discurso, o que son
división entre una crítica periodística provocadas por su dispositio, suponen
y otra académica, es cosa del pasado un pensamiento que maneja, más allá
y que, entre otras cosas, el periódico de las apariencias consabidas, grandes
es hoy una continuación por otros masas textuales que se sujetan a la
medios de las reyertas académicas y suprema ironía del tiempo, ese tiempo
de sus internas fragmentaciones en que en esta historia muy bien puede
pugna por el acceso a un misterioso llamarse “la ironía del tiempo de la
público más amplio. lectura”, y que Prieto revela casi siem-
Entendida como un diálogo en el que pre con objetiva e impiadosa gracia.
las discusiones (mayoritariamente aca- Porque me parece que la apuesta a

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contrapelo de Prieto es a favor de una versitarios llamamos “diletantismo”.


historia literaria de la literatura (no La seguridad del método, más allá de
sociológica, o política, o cultural), lo los resultados o de los pensamientos.
más desnuda posible de injerencias, ¿Prieto esconde, como suelen hacer los
lo más desnuda y sola posible en su diletantes literarios, sus herramientas?
propio terreno. ¿Es esto posible? Por No. Pero tampoco las exhibe como
supuesto que no; poco hay de propio garantía ante una aventura riesgosa
en el poroso terreno de la literatura. Si en la que compromete, ante todo,
hay que buscar esa pureza imposible su nombre propio. Dos pistas ante
en algún lugar no menos incierto, pero el recato literario de Prieto, que no
que puede dar algún indicio plausible, quiere deliberadamente escudarse en
la tranquilidad del método o la teoría.
Una me la da María Teresa Gramuglio
en su título que menta la Breve historia
entre comillas, “La historia de la lite-
ratura como desafío”, vale decir, con
un giro de Hans Robert Jauss. Pero
el concepto de lectura o de historia
literaria que pone a prueba Prieto no
es el de la teoría de Jauss, o no lo es
completamente. La segunda me la da
Prieto cuando recuerda que el proyec-
to de Ricardo Rojas es contemporáneo
del formalismo ruso, que luego de
una “poblada experiencia” –dice– “ha
convertido en incómoda cualquier
tentativa de pensar en una historia de
la literatura”3. Pero si hay algo central
en el formalismo más acabado, es el
pensar la literatura, la literariedad de
la literatura como sujeta a la historia, a
su propia historia, si es que hay (y por
cierto, no hay) tal desnudez de una
historia exclusivamente intra-literaria.
ese lugar es el del tiempo y el de la lec- Más que un método, se trata de una
tura. El tiempo de la lectura, de donde guía que permanece en ese hori-
habría que arrancar, como hace Prieto, zonte de incomodidad crítica y que
la desnuda historicidad de la literatu- se advierte por la adhesión a un
ra. ¿Cuál es entonces el instrumento, vocabulario: la expresión (la cómo-
el método, la herramienta? da expresión) “sistema literario” que
Esta última pregunta es lo que un encontramos en muchos momentos
crítico, un historiador o un teórico de la Breve historia, o la palabra
exigirían que se contestase primero: “serie”. Claro que la breve referencia
el marco o la concepción teórica, a de la introducción queda contrarres-
la que el libro debiera sujetarse para tada o limpiada con una cita de Eliot:
no caer en ese vértigo que los uni- “Es deseable que cada tanto un nuevo

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crítico estableciera un nuevo orden Esta lógica asincrónica de “destiempos


de textos y autores”4. Como si Prieto y desencuentros” funciona a la manera
dijera: ya sé que la teoría pensó la his- de “Kafka y sus precursores”, tiene
toricidad literaria, pero prefiero que un funcionamiento borgeano, como
la literatura o los poetas la piensen. cuando Prieto observa que en los poe-
¿Y cómo la piensa Prieto? Sin excluir mas de Macedonio Fernández
la innegable relación, la cada vez
nueva relación entre literatura y cul- los entusiastas martinfierristas encontra-
tura, o entre literatura y orden social ron, retroactivamente, el germen invo-
u orden político, que encontramos luntario del ultraísmo.7
siempre precisada; lo determinante
de esta historia será la relación pro- Prieto está atento a lo que no es un
ductiva que se establece entre unos accidente de la lectura, sino parte
textos y sus lecturas. Proteica y móvil, constitutiva de su estructura histórica:
esta relación despliega en el tiempo en esta asincronía fundamental, leer
una lógica situada, paradójica y sor- es también des-
prendente en la que se cifraría la par- leer, no leer, no La lógica asincrónica se reve-
ticular historicidad de la literatura. poder leer, dejar la no como la desnudez pura
“Efectos de acronicidad radical” po- ilegible. En este de la literatura, sino como el
dríamos llamar a esta forma temporal sentido, su histo- componente más poroso y
de la lectura que devela Prieto bajo la ria de la litera- abierto al devenir social, cul-
forma de ironías narrativas. Acronici- tura hace posible tural y político.
dad, pues el tiempo de la lectura tiene comprender esta
varias dimensiones: sobre todo, la re- parte esencial del proceso de his-
troactiva y la prospectiva, que jamás torización literaria para la literatura
hacen coincidir del todo el tiempo argentina. Es, consecuentemente, una
lector con el presente histórico. Lea- parte mayor en la figura narrativa que
mos algunos ejemplos: si Marechal logra trazar, y uno de los méritos del
quiere enterrar su pasado vanguar- recorrido de inteligibilidad del relato.
dista, Adán Buenosayres permitió, Por lo tanto, la lógica asincrónica se
–apunta Prieto– a finales de los años revela no como la desnudez pura de la
cuarenta, una impensada y muy viva literatura, sino como el componente
resurrección del martinfierrismo5. más poroso y abierto al devenir social,
En la lógica a-crónica de la lectura, cultural y político. Es lo que subraya
los entierros queridos pueden equi- Prieto cuando analiza la poesía de
valer a resurrecciones impensadas. Y Juana Bignozzi en los contextos de los
es Martín Prieto quien utiliza, a pro- años sesenta y ochenta:
pósito de la bífida alabanza borgeana
a la poesía de Martínez Estrada, el ... mal leída, o directamente no leída
vocablo “asincronía”, y agrega que esa durante muchos años, Bignozzi encontró
lectura (junto a la de César Fernández una franja entusiasta de lectores y críticos
Moreno) funcionan como señales que y su obra empezó a influir en los nuevos
anuncian esa suerte de destiempos y des- poetas argentinos, recién a partir de los
encuentros que condenaron durante casi años ochenta, cuando la extremadamente
medio siglo la obra de Martínez Estrada referencial poesía de sus contemporáneos
a la excentricidad.6 envejecía junto con sus asuntos.8

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N° 4-5 | Verano 2006 La imaginación crítica

Siguiendo a Rojas, Prieto se enfrenta a lectura y de la narración es “la produc-


un modo de funcionamiento de la lec- tividad”: se analizan textos, personas y
tura literaria que llamaríamos “trans- lecturas a la escucha de las reverberacio-
fronterizo” o quizá, también, “mun- nes que unos textos forman sobre otros;
dializador”: en el plano de la escritura, lo esencial es que esas reverberaciones
los textos escritos en otro idioma forman un tejido histórico. Puede obje-
(Hudson, Wilcock, Gombrowicz), sin tarse la ejecución de ese principio o
embargo, en el plano de la lectura es cómo se adecua a cada emergencia, a
donde la aparente paradoja insiste a cada retrospección o adelanto, pero en
través de las traducciones. La litera- sí es un principio de objetividad inob-
tura, como cualquier otra índole de jetable. La productividad que ejercen
fenómenos en los que el texto es el los textos, y también la productividad
centro, nace bajo la protección nacio- de la lectura de esos textos, pareciera
nalista (la lengua, el territorio, la san- subsumir la narración de Breve historia
gre, la fratría, la cultura), pero tiende, en el exclusivo campo de la textualidad.
como en un gesto de subsistencia cuasi No es así, tanto por razones narrativas
imperialista, a abandonar su morada. y de declarado destinatario (ese lector
Y es en el plano de la lectura en el no especializado que imagina o desea
que esta mundialización o internacio- Prieto). Ya he apuntado que la apuesta
nalización se produce: un lector que o el desafío de la Breve historia pasa por
sólo leyese su literatura nacional, no el relato, por su fuerza cognoscitiva y
leería literatura. Es la incorporación persuasiva, y agrego ahora que hay en
de Borges a la literatura mundial que el relato no sólo textos y lecturas, sino
Prieto recoge de las observaciones de también un espacio para los susurros
Beatriz Sarlo, o el caso de la traduc- mitológicos que rodean a la literatura,
ción porteña de Gombrowicz, un caso que hasta cierto punto modulan su efi-
que no lo entusiasma demasiado: cacia social. Por esa eficacia a contrapelo
de los doctos, el libro consigna y repite
queda como un enigma a resolver – con irónico encantamiento los sonso-
dice– “un extraño y acotado lugar en la netes popularizados: “Juventud, divino
historia de la literatura naciona”.9 tesoro...”, “La costurerita que dio el
mal paso”, “Setenta balcones y ninguna
No es un mérito menor que en este flor”. Prieto declara en un reportaje:
contexto de proyecciones mundiales,
la Breve historia se preocupe por la Todo gran autor y todo gran texto genera
relación con la literatura latinoame- una mitología a su alrededor y muchas
ricana, y no solamente cuando narra veces el relato de esa mitología, que es
el famoso boom de los años sesenta, más primario, tiene mayor y mejor cir-
sino a propósito de Darío como per- culación que la obra misma. Sucede, sí,
sonaje protagónico del relato nacional. con Borges y Cortázar como sucede con
Sucede que –y Prieto estaría, supongo, El Quijote.10
de acuerdo– Darío, más que un perso-
naje, es un acontecimiento de la len- Por eficacia narrativa, la Breve historia
gua y, como tal, y como toda lengua, no desdeña la anécdota, pero hace un
tiende a trascender sus fronteras. uso esclarecedor de ella. Prieto suele
El criterio rector de esta teoría de la introducir los apartados de la historia

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con una anécdota, que luego se revela primer término, muchas ganas de
en el desarrollo de la exposición como narrar, de narrar literariamente, esto
un irónico condensador semántico: es, con las armas desnudas de la lite-
Sabato habla en Mendoza sobre el ratura; segundo, cierta perspectiva y
humanismo en Madame Bovary, y uno cierto gesto seguro que no excluye la
de sus escuchas, Antonio di Benedetto incomodidad que experimentan los
prepara un texto que contradice tal buenos críticos. Seguridad y pers-
humanismo; Borges conversa con pectiva: la perspectiva segura desde
César Fernández Moreno sobre la la que escribe Prieto es la del litoral,
imposibilidad de que surgiese un buen que supone un fuerte linaje literario
poema que reivindicara el peronismo, (Mateo Booz, Carlos Mastronardi,
y Prieto agrega: Juan L. Ortiz, Saer, entre otros), pero
también toda una tradición de críti-
ese poema… ya lo estaba escribiendo ca académica (Adolfo Prieto, María
desde la década del cincuenta Leónidas Teresa Gramuglio, Nicolás Rosa,
Lamborghini.11 Josefina Ludmer, Sandra Contreras,
Alberto Giordano) con la cual Prieto
¿Qué se necesita para escribir una dialoga incesantemente, y no desde
historia de la literatura argentina? los bordes de ningún centro, pues
Martín Prieto nos da la receta: en estos nombres son el centro.

NOTAS

1. Martín Prieto, Breve historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Taurus, 2006.
2. María Rosa Lojo, “Historiar las letras argentinas”, La Nación, domingo 28 de mayo de 2006.
3. Martín Prieto, op. cit., p. 9.
4. Martín Prieto, op. cit., p. 10.
5. Martín Prieto, op. cit., p.
6. Martín Prieto, op. cit., p. 293.
7. Martín Prieto, op. cit., pp. 229-230.
8. Martín Prieto, op. cit., p. 426.
9. Martín Prieto, op. cit., pp. 184 y 185.
10. Hoy digital, viernes 23 de junio de 2006, en www.hoy.com.do
11. Martín Prieto, op. cit., pp. 346 y 384.

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Una profesión de fe
Por Alberto Giordano (*)

Relato, ensayo y autobiografía son formas lite-


rarias que se cruzan en un punto donde el au-
tor presiente que su abrumadora cotidianeidad
puede ser compensada con la posibilidad de
otros modos de vida, quizá menos castigados por
la pérdida de la sorpresa ante la frecuencia con
que se replican los hechos propios de la propia
biografía. Giordano confiesa no escribir más que
acerca de aquello que estimula la configuración
de sus intereses estéticos, pero sobre todo, aque-
llos problemas que son capaces de conmover o
suscitar pasiones y desvelamientos. En ese senti-
do, se propone asumir el riesgo inmanente a tal
propensión selectiva, aún cuando esto pudiera
comportar un recorte significativo de las posibi-
lidades de escritura respecto a la variedad infinita
que ofrece la ficción como potencialidad.
Si la crítica, lejos de toda moda actual y sus
reconocimientos académicos, consiste en el desa-
rrollo de una perspectiva ética antes que una
línea teórica o metodológica, es necesario –para
el autor– continuar la indagación trazada por
aquellos puntos capaces de conmover y resonar
con las propias búsquedas. Para ello, hace falta
componer todas las intensidades, las emociones
y la imaginación, aún cuando esto signifique
“despedirse” de lo que uno mismo ha hecho y
enfrentar la incertidumbre que propone el desa-
fío de la crítica, cuando esta es capaz de vincular-
se al propio desarrollo de la existencia.
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Como no podía escribir por falta de que, como algunos sueños, terminan
tema (apenas comenzaba a imaginar imponiéndose como más reales que la
el desarrollo de un ensayo, enseguida misma realidad. Como los diarios de
descubría que no tenía nada intere- escritores son, por estos días, el tema
sante para decir sobre el autor o el de una investigación que enmascara
libro elegidos), me pasé las últimas dos de sistematicidad mis siempre frag-
semanas leyendo continua y desorde- mentarios ejercicios críticos, leí La
nadamente lo que me fue saliendo al edad de la franqueza de P. D. James,
paso. Leí la primera novela de Romina que en realidad son unas memorias a
Paula, ¿Vos me querés a mí?, porque las que la autora les dio, por conve-
me atrajo el título y porque le oí decir niencia retórica, la forma de un diario
a alguien que se podían encontrar que recoge sucesos y vivencias de un
huellas del arte de Puig en la forma en único año que casi siempre sirven
que están narradas algunas conversa- como pretexto para que emerjan los
ciones entre amigas. Leí Infancias de recuerdos (la traducción de Ernesto
François Dolto, porque me gustó la Montequin es excelente: un ejem-
idea de que el relato autobiográfico de plo más de la mítica superioridad de
una madre se sostuviera en un diálogo los traductores argentinos sobre sus
tramado por la curiosidad y el amor colegas de habla hispana). Por pura
de la hija (y porque cuando lo hojeé casualidad, después de La edad de la
en la librería me pareció que el tono franqueza leí Con toda intención de
de la rememoración era de una alegría C. E. Feiling, que alguna vez escribió
y una falta de resentimientos encan- que P. D. James “está entre las mejores
tadores). Aunque no me habían gus- novelistas contemporáneas”, segura-
tado demasiado algunos de sus libros mente porque lo creía, pero también
anteriores, leí Mi oído en su corazón para sacudir un poco a la pretenciosa
de Hanif Kureishi porque desde que intelectualidad porteña de fines de los
papá tuvo el accidente que lo redujo ochenta, a la que imaginaba, con una
casi a una sombra de quién era me maledicencia casi infantil, sometida
aficioné a las narraciones del género a una dieta hipocalórica a base de
“mi padre y yo”, y también porque sé películas de Godard y disonancias
que la mezcla de relato, ensayo y auto- de Coltrane. Bajo el insidioso signo
biografía es una de las formas literarias de la rivalidad, leí esta recopilación
que con más fuerza pueden apartar- de ensayos, crónicas y reseñas menos
me del mundo y dejarme presentir, por curiosidad que por un afán de
incluso en la mía, tan pobre como comprobación, para verificar si, como
la de cualquiera, la posibilidad de lo recordaba, esa lograda combinación
otras vidas. Leí, en horrible traducción de sentido común y sofisticación, de
española, las cuatro novelas de Philip sensatez y arbitrariedad, con la que
Roth reunidas en Zuckerman desenca- Feiling construye su figura de críti-
denado, porque los escritores son mis co, antes de ser un legado inglés, es
personajes de ficción favoritos; las leí una herencia directa de los ensayos
convencido de que en cada una hay un del joven Borges. Finalmente, leí tres
sustrato autobiográfico muy amplio o cuatro entrevistas a Derrida que
sobre el que se asienta la imaginación encontré en un sitio de la web dedi-
para fabular excesos y deformidades cado a su divulgación en castellano;

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en un adormecimiento casi total de la que constase casi exclusivamente de


voluntad de comprensión, las leí por escrituras autobiográficas. El “casi” no
encima, para ver si encontraba, como es aquí más que una concesión a las
otras veces, anécdotas o digresiones convenciones culturales que establecen
referidas a los aspectos privados de su la diferencia entre ficción y autobiogra-
práctica profesio- fía, porque en verdad hasta la novela
No es que no sepa que la ficción nal de ensayista y de Romina Paula la leí creyendo en
se construye deformando vio- docente universi- la identidad entre narrador, autor y
lentamente la realidad y que de tario, esa prácti- protagonista. Desde la primera réplica
esa violencia depende en buena ca que, pasando del primer diálogo, Inesia tuvo para
medida el efecto de realidad por alto obvias mí un rostro bien definido, el que
autobiográfica al que soy tan diferencias, es reproduce la fotografía en la solapa de
sensible, pero tiendo a olvidar- la mía. (De esta ¿Vos me querés a mí?, un rostro hermoso
lo, porque así disfruto más. modorra nar- que, transpuesto al de la protagonista,
cisista me sacó, impregnó de belleza la trivialidad de
parcialmente, “Estoy en guerra contra algunas conversaciones, la obvia com-
mí mismo”, la entrevista que Derrida plejidad de algunos gestos (sería injus-
dio un par de meses antes de morir to si no reconociese que a veces es la
y que, por ser la última que refrendó escritura de Paula la que consigue esos
para su publicación, se lee como un efectos de intensificación de lo conven-
involuntario y conmovedor testamen- cional, como cuando Inita se subleva
to intelectual. Enfermo de muerte, y se enternece por el dolor y el desam-
esboza una teoría de la vida como paro que sufre la abuela que tuvieron
supervivencia, una teoría según la cual que dejar en un geriátrico, y el amor y
sólo el sobreviviente está en condicio- la furia resuenan en su voz). Supongo
nes de afirmar el proceso de vivir, que que para cualquier lector Zuckerman
dice, en la lengua de los conceptos, es un alter ego de Roth, pero en mi caso
algo muy semejante a lo que sugieren tengo que confesar una disposición casi
las narraciones de Tununa Mercado y ilimitada a tomar por efectivamente
Un año sin amor de Pablo Pérez.) ocurridas y protagonizadas por el autor
Con la sola excepción del libro de las historias, a veces de una extrava-
Feiling, leí todo esto sin interés de gancia inaudita, del personaje. No es
encontrar algo sobre lo que pudiese que no sepa que la ficción se construye
escribir, para distraerme del malestar deformando violentamente la realidad
y el desasosiego que me provocaban y que de esa violencia depende en
la inactividad más que para forzar una buena medida el efecto de realidad
posibilidad de superarlos. Ayer le con- autobiográfica al que soy tan sensible,
taba de este nuevo bloqueo a una amiga pero tiendo a olvidarlo, porque así
con la que me reúno periódicamente disfruto más. Cada vez que advertí que
para “ponernos al tanto” (sin perder el el devenir de la trama rozaba el deli-
gusto por la ironía, trató de consolarme rio y se enrarecía la identificación del
argumentando que no poder escribir es escritor ficticio con el verdadero (eso
también la prueba de que uno se con- ocurre sobre todo en la tercera novela
virtió en escritor), y al confrontar con del ciclo, La lección de anatomía, tal
la suya la lista de mis lecturas desde el vez la mejor), tuve que poder procesar
último encuentro, le llamó la atención primero el sentimiento de decepción

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

que me embargó de inmediato para hago como crítico, no tanto mientras


poder seguir leyendo luego sin perder lo hago como cuando me sorprende lo
el interés. Es cierto que a veces, después que escriben colegas más inteligentes,
de atravesar la decepción (donde, ima- o más talentosos, o más sabios, enton-
gino, otros lectores dieron un salto que ces sí puede ser que dude de la conve-
ni siquiera notaron), por una metamor- niencia de insistir sobre algunos pocos
fosis cuya lógica se me escapa, el interés problemas que, aunque me siguen
se volvió más fuerte. interesando viva-
Me confieso prisionero de una supers- mente, acaso Me confieso prisionero de una
tición autobiográfica, cuando no un respondan a una superstición autobiográfica,
lector interesado casi exclusivamente íntima voluntad cuando no un lector interesa-
en las “escrituras del yo”. Tengo que de redundan- do casi exclusivamente en las
confesarlo porque pesa sobre mi con- cia o resistencia “escrituras del yo”. Tengo que
ciencia la duda de si aquella inclina- que empobrece confesarlo porque pesa sobre mi
ción y esta preferencia no entrañan mis lecturas, que conciencia la duda de si aquella
una limitación. Cuando me digo, y reduce las posibi- inclinación y esta preferencia no
después escribo, que John Cheever lidades de que lo entrañan una limitación.
y Julio Ramón Ribeyro son todavía que leo me con-
más interesantes como diaristas que mueva. Una vez más la deliberación
como narradores, ¿le hago justicia a sobre las limitaciones y las potencias
la excepcionalidad de una obra que de la crítica se me presenta desde un
podría considerarse menor o nada más punto de vista ético, antes que en tér-
me dejo llevar por un interés personal minos teóricos o metodológicos.
en el que acaso se manifiesta una difi- En los últimos años escribí una serie
cultad para tratar con la ambigüedad de trabajos que sirvieron para que
irreductible de la ficción? Tengo la pudiese reeditar, ampliando el índice
fortuna de ser un crítico que casi no y desplazando un poco la perspectiva,
escribe más que sobre lo que le gusta, mi primer libro, Modos del ensayo, y
sobre lo que interpela sus emociones también, más o menos simultánea-
y sus formas de pensar. Por eso me mente, un libro dedicado casi por
preocupa a veces que las obvias limita- completo a escrituras autobiográficas
ciones de mi curiosidad lectora empo- al que esta confesión, deliberación o
brezcan mi labor profesional. Si en una declaración de principios –ya veremos
librería o en la biblioteca de un amigo en qué termina– podría servir como
compruebo la presencia silenciosa de epílogo. En los modos del ensayo,
tantos relatos fantásticos, tantas nove- en algunas escrituras íntimas (cartas,
las históricas o de ciencia ficción que diarios, memorias) y en narraciones
difícilmente leeré, ni me inquieto ni modeladas por las retóricas del ensayo
me siento en falta: hace tiempo apren- y la autobiografía descubrí o busqué
dí –es uno de los privilegios de la las formas en que ciertas experiencias
madurez– que los límites de nuestros impersonales (la del amor, la de la
mundos imaginarios no se miden en enfermedad, la de la infancia) desvían,
términos de extensión sino de intensi- descomponen o suspenden los juegos
dad y que siempre es bueno perseverar de autofiguración en los que se sostie-
en la exploración de la propia rareza. ne el diálogo de los escritores con las
Pero cuando reflexiono sobre lo que expectativas culturales que orientan

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la valoración social de sus obras. No “arbitrario” del acto de composición.


creo que mis “objetos” y mis temas Si fuese un novelista y no careciese
sean menos relevantes que otros: sé de imaginación creadora, supone que
que las relaciones entre fuerzas inter difícilmente podría usarla ya que hay
y transubjetivas en la escritura de un algo intratable en las profundidades
diario pueden ser tan interesantes y de su naturaleza que se rebela con-
dar tanto para pensar como las luchas tra toda forma de transposición. Sin
por la legitimidad en el campo lite- proponérselo, la falta de creencia en
rario argentino de la posdictadura o la verdad de la ficción reduciría sus
las representaciones del mundo del tentativas novelescas “ya a la estricta
trabajo en la literatura argentina de autobiografía, ya a la obra con clave”2.
“nuestro fin de siglo”. Como dije, las No es raro que a Pizarnik la fastidien
limitaciones que a veces temo no con- estos razonamientos en los que adivi-
ciernen a la mayor o menor extensión na una forma elegante de enmascarar
del corpus textual sobre el que me inhibiciones. Su apuesta a la imagina-
aplico. Lo que me inquieta, desde el ción es tan genuina y absoluta como
corazón secreto de lo que hago, tiene para que se le planteen reservas incluso
que ver con el presentimiento de que frente a una obra profunda y exquisita
tanto interés puesto en lo que pasa a –los epítetos le pertenecen– como la
través de las escrituras autorreflexivas de Proust. Por la misma época en la
podría estar funcionando como una que registra las impresiones que le
coartada, muy productiva por cierto, dejó la lectura de Du Bos, anota en su
para que pueda desentenderme sin diario el descontento que le provoca
conflictos de la exigencia, a la que mi saber que el mundo de la Recherche
“formación” teórica me volvió tan sen- remite en su mayor parte a una rea-
sible, de responder activamente desde lidad documental: si hubiese salido
la crítica a la afirmación intransitiva por completo de la imaginación de su
de la ficción, esa afirmación que ano- autor, le gustaría más. Como Du Bos,
nada hasta las certidumbres retóricas y sé que sólo puedo narrar a partir de un
(auto)referenciales con las que operan referente autobiográfico preciso y que
las “escrituras del yo”. me gustan mucho (y me gusta mucho
A veces siento que me alcanzan las escribir sobre) las novelas que trans-
reservas y el menosprecio con el que ponen el universo privado y público
Alejandra Pizarnik juzga en su diario la del autor. (Desde hace algún tiempo
“impotencia creadora” de Charles Du barajo, con bastante seriedad, la posi-
Bos, la suposición de que la confesada bilidad de escribir un libro sobre los
imposibilidad del crítico de componer últimos días que pasamos juntos con
obras absolutamente imaginarias es papá antes de su accidente, y en todos
síntoma de “una gran desconfianza en los esbozos se cruzan indefectiblemen-
sí mismo”1. Du Bos dedicó una exten- te los caminos de la narración con los
sa entrada de su propio diario al exa- del ensayo. Querría escribir algo seme-
men de esta imposibilidad en la que jante a Íntima de Roberto Appratto, la
conjetura que un “exceso de vanidad” novela de otro hijo escritor fascinado
y una “concepción bastante literal de por la excepcionalidad del padre, que
la sinceridad” podrían estar en la base es al mismo tiempo una de las mejores
del rechazo que le despierta el carácter que leí en estos años y la primera que

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me forzó a plantear el conjunto de una amistad con Carlos Monsiváis (“Con


lectura crítica desde una perspectiva Monsiváis, el joven”) y las entradas
explícitamente autobiográfica.) Como de diario íntimo que registran lo que
Pizarnik, entiendo que las obras de pasaba por sus días (lecturas, tra-
imaginación son más reales que las bajos, pasatiempos, encuentros con
que, de uno u otro modo, se sostienen amigos y episodios de la vida literaria,
en el pensamiento y en la facultad de anhelos, frustraciones) mientras vivió
reflexionar, que es necesario dar el en Barcelona a fines de los sesenta
salto al vacío de la imaginación, y des- (“Diario de Escudilliers”); si es seguro
prenderse de las identificaciones y del que volveré a alguno de estos textos, o
poder de valorar, para experimentar la al ensayo sobre la contemporaneidad
realidad como una fuerza impersonal de Chéjov, antes de recorrer cualquie-
que nos atrae vertiginosamente hacia ra de sus novelas, es porque en ellos
lo desconocido3. Aunque el curso encuentro resonancias o alusiones a
que tomó esta digresión podría darlo las cosas de la vida de escritor que me
a entender, imaginación e impulso ilusionan o me obseden. Como lector
autobiográfico o ensayístico no son, y escritor de mis lecturas me parezco
estrictamente, alternativas contrapues- bastante al viajero enamorado de la
tas. (La intimidad a la que alude el repetición, e indiferente a los encan-
título de la novela de Appratto es una tos de lo absolutamente nuevo, que
dimensión desconocida del vínculo también soy: antes que conocer otras,
filial que la narración bordea o señala volvería siempre a las tres o cuatro
desde lejos gracias a la potencia de la ciudades extranjeras en las que, sin
imaginación autobiográfica.) Si así lo perder la sensación de extrañeza, pre-
expuse, a través del diálogo desigual sentí que podría vivir. Me exalta esa
entre Du Bos y Pizarnik, fue tal vez mezcla de extranjería y familiaridad,
para dramatizar la tensión que agita estar de nuevo en un bar que podría
desde dentro mi escritura crítica y ser el de todas las mañanas y que al
que me lleva a sospechar a veces que mismo tiempo conserva el atractivo de
podría no estar haciendo lo que sé lo distante e irreal. Supongo que hay
–digo y hasta enseño– que hay que algo infantil en esto. Si lo miro con los
hacer si se quiere participar de la afir- ojos de un viajero menos previsible,
mación de la experiencia literaria. limitarse de este modo podría pasar
Esa sospecha puede agravarse cuando por la manifestación de alguna inhibi-
reparo en que la voluntad de identifi- ción muy fuerte (algo que quizá tam-
cación que me atrae hacia las formas bién sea). Pero si lo miro con mis ojos,
autobiográficas me orienta todavía los de la madurez como fidelidad a lo
con más fuerza en la búsqueda de que retorna de la mirada infantil para
narraciones, ensayos o diarios que intensificar la percepción, descubro
exponen vidas en las que se refle- que cualquier viaje es una aventura,
jan más o menos directamente las no importa cuán –o cuán poco– sor-
fantasías y los fantasmas que inquie- prendente sea el destino, si el que viaja
tan la mía. Si todavía no leí ningún pasa en algún momento por la zona
relato de Sergio Pitol pero releí un de ambigüedad en la que lo próximo
par de veces El arte de la fuga, sobre y lo lejano, lo familiar y lo extranjero,
todo las memorias fragmentarias de su dejan de oponerse.

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Si aceptamos como cierto el lugar con la rivalidad, la enemistad y otras


común que identifica lectura, escri- miserias mayores). ¿En qué ficción
tura y viaje (y el ejercicio de la crítica podía encontrar un personaje que me
con las memorias y los diarios de un resultase igual de atractivo? En ningu-
viajero), ¿no sería conveniente que, en na, por lo mismo por lo que el diarista
lugar de someterlas al juicio de una se convirtió casi inmediatamente en
razón demasiado preocupada por su un personaje novelesco, en una figu-
apariencia, expusiese mis limitaciones, ra que manifestaba una ambigüedad
con inocente responsabilidad, ante esa discreta pero potente. La forma y el
mirada que puede vislumbrar la aper- tono con los que Rama registró el
tura a lo desconocido en un desplaza- proceso de su vida, en contacto con
miento sin demasiadas novedades ni mi disposición a creer que la inteli-
sorpresas? Al fin de cuentas, se pueden gencia a veces se mueve por impulsos
ampliar indefinidamente los límites de que prefiere desconocer, intensificaron
lo que conocemos, pero nadie puede el rapto identificatorio hasta conver-
experimentar más que lo desconocido tirlo en otra cosa. Cuando después
de sí mismo, y esto vale tanto para el escribí un ensayo para disponer de las
que se aventura al descubrimiento de impresiones que me dejó esa lectura
mundos lejanos y diferentes, como para organizarlas bajo la forma de
para el que prefiere darle otra vuelta al argumentos críticos, varias veces noté
mundo de lo familiar. que la identificación había terminado
Cuando me enteré, gracias al entu- disolviéndose en una relación menos
siasmo de dos amigos escritores, que cierta, en un diálogo cuerpo a cuerpo
se había publicado el Diario de Ángel con las fuerzas impersonales que se
Rama y que, más allá de su múltiple enmascaran de moralidad en los gestos
valor testimonial, la calidad literaria del crítico y que, sin que él lo sepa, sin
de este libro póstumo era sorpren- que pueda nombrarlas directamente
dente, de inmediato supe que se iba en las anotaciones diarias, lo sostienen
a convertir en uno de los libros de mi en tensión hasta en los momentos
vida. Aunque una cierta resistencia a más dramáticos, cuando parece que
la sociología literaria (en estos casos van a derrumbarlo. Una vez presenté
pienso que no se trata sólo de falta este ensayo en un congreso y después
de interés) me había mantenido hasta de la lectura se me acercó alguien que
entonces más o menos lejos de la había sido colaborador de Rama en
mayor parte de la obra de Rama, esos Venezuela para asegurarme, con la
fragmentos autobiográficos que me autoridad que confieren “lo visto y lo
decían estaban tan bien escritos me vivido”, que el retrato espiritual que
interesaban como nada desde antes de había esbozado a fuerza de conjeturas
leerlos porque correspondían a episo- guardaba notables semejanzas con lo
dios de la vida de un crítico apasio- que recordaba como el rostro verdade-
nado e inteligente que transitó por el ro del original. Me alegré tanto como
mundo académico, ese mundo por el sentí frustrado. (Mi amiga, la que
que pasan las pasiones, alegres y tristes, gusta ironizar, diría que esta ambigüe-
que tienen que ver en mi vida con el dad prueba que ser crítico no siempre
trabajo, la amistad, el compañerismo, significa haber renunciado al deseo
e incluso con el amor (también, claro, de escribir ficción.) Lo cierto es que

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hasta ese momento sólo estaba seguro giana de no dejar pasar ningún juicio
de que algunos de los gestos en los que intelectual o estético que circule como
había sorprendido a Rama, agitado interpretación dominante sin someter
al mismo tiempo por una necesidad sus criterios de valoración a un rápido
exorbitante de reconocimiento y una e inflexible trata-
exigencia de objetividad acorde con miento impugna- Las limitaciones de la enseñan-
su rol de intelectual, habían termi- dor. Para definir za de la literatura y de la inves-
nado remitiéndome a otros deseos una posición de tigación y la crítica literaria
y otras exigencias cruzados, los que lucha que pudie- que se practican en nuestras
sospechaba en el origen de algunos ra ser tomada universidades son obvias y ya
“malentendidos” profesionales en los como un foco de fueron señaladas, en ocasiones
que a veces quedaba entrampado. Al resistencia a la con más perspicacia que la que
Diario de Rama le debo la revelación pretenciosa bana- se desprende de las ironías de
de que esa forma de escritura autobio- lidad de algunos Feiling, por ensayos escritos en
gráfica puede ser la más auténtica de hábitos cultura- los límites del orden académi-
todas, porque presenta la vida como les prestigiosos, co, ensayos que se propusieron,
un proceso que está siempre in medias juega con inteli- y a veces lograron, explorar las
res. Le debo también el descubrimien- gencia y elegan- tensiones entre conocimiento
to de que lo que me atrae con más cia al anglófilo y saber, entre método y escritu-
fuerza en los gestos reflexivos con los exasperado por la ra, hasta el límite de sus posi-
que me identifico es la posibilidad de falta de sensatez bilidades. Por supuesto que no
encontrar en ellos, sólo en ellos, la y sentido común tendríamos por qué pedirles a
afirmación secreta de alguna otra cosa de la francofilia las reseñas y las notas de un
que conmueve mi intimidad. Ése es reinante. Como escritor que se hiciesen cargo
desde que lo leí mi predicamento crí- el joven Borges, de semejante empresa.
tico, ahora que puedo formularlo. que a despecho
Este elogio solapado y tendencioso de de su manifiesta ignorancia de la obra
lo que tal vez habría que seguir consi- freudiana gastaba ironías contra el
derando limitaciones, puede comple- psicoanálisis, al que consideraba poco
mentarse con otro que supongo más más que una superstición, Feiling ejer-
convincente y fácil de exponer: un ce la superioridad de su escepticis-
elogio de la teoría literaria como pers- mo contra los cultores vernáculos del
pectiva y lengua convenientes para el “irracionalismo” que propaga, cual
ejercicio de una crítica afirmativa. Me epidemia, la obra de Foucault. El
dieron ganas de escribirlo mientras enemigo de todas sus escaramuzas es
leía Con toda intención, al advertir que el “gusto medio intelectual”, o el “pro-
lo que en un principio había tomado gresismo ilustrado”, un punto de vista
como saludables ironías destinadas fraudulento que encarnan bien las
a desenmascarar las imposturas del figuras del profesor y el becario aliena-
orden académico se iban volviendo, a dos por la “industria de las tesis de
fuerza de repetición, gestos obsesivos. doctorado”, o la no menos embrutece-
Con una franqueza y un coraje poco dora “industria de las Introducciones a
habituales entre quienes practican la la Teoría Literaria”.
crítica literaria dentro de los suple- Las limitaciones de la enseñanza de la
mentos y las revistas culturales, Feiling literatura y de la investigación y la crí-
repite a fines de los 80 la estrategia bor- tica literaria que se practican en nues-

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tras universidades son obvias y ya fue- repitiendo la lección o desea progresar


ron señaladas, en ocasiones con más en el mundo académico”. Las supers-
perspicacia que la que se desprende ticiones de la historia literaria que se
de las ironías de Feiling, por ensayos enseña en las universidades modelan
escritos en los límites del orden aca- las preferencias de los lectores que
démico, ensayos que se propusieron, ignoran su propia convicción y su pro-
y a veces lograron, explorar las tensio- pia emoción (otra lección borgiana).
nes entre conoci- Pero a veces su obsesión por lo que
¿Por qué herida sangra el crí- miento y saber, considera el “autoritarismo” propio
tico cuando, para subrayar la entre método y de la teoría literaria lo somete a una
supuesta excepcionalidad de escritura, hasta retórica manifiestamente falaz, que
su gusto por las novelas a la el límite de sus sirve para que el rechazo se disfrace
manera decimonónica, mete p o s i b i l i d a d e s . de afectación de sensatez (en toda
nada menos que a Barthes den- Por supuesto que repetición obsesiva se puede adivinar
tro de la bolsa de los teóricos no tendríamos la huella de algún resentimiento). ¿Por
que desprestigian el realismo por qué pedirles qué herida sangra el crítico cuando,
por considerarlo un discurso a las reseñas y para subrayar la supuesta excepcio-
ideologizante que no promue- las notas de un nalidad de su gusto por las novelas a
ve entre los lectores más que escritor que se la manera decimonónica, mete nada
hábitos de consumo? hiciesen cargo menos que a Barthes dentro de la
de semejante bolsa de los teóricos que desprestigian
empresa. Agradezcámosles, en todo el realismo por considerarlo un dis-
caso, con una elegancia que sirva no curso ideologizante que no promueve
sólo para disimular el rencor, sino entre los lectores más que hábitos
también para transmutarlo en otra de consumo?4 Supongo que Feiling
cosa, que al violentar nuestra autoes- habrá escuchado más de una vez, en
tima nos impongan la necesidad de sus años de estudiante o en los que
volver a pensar con cierta distancia las dedicó a la enseñanza de la literatura,
condiciones y los alcances de nuestros a algún profesor y algunos estudiantes
actos. Se los agradezco, pero prefiero seducidos por su vanguardismo repetir
dejar para otra ocasión ese necesario esa cantinela seudoteórica. Lo raro es
autoexamen y avanzar en la exposi- que, a despecho de su inteligencia,
ción de las razones que me llevaron haya preferido tomar por enunciados
a suponer que esta profesión de fe de Barthes esa forma reductora, y cier-
podía ser también un buen lugar para tamente autoritaria, de usarlo.
el elogio de la teoría literaria (no de la Barthes es mi valor. Barthes, las tensio-
disciplina, claro, de la que sé más bien nes e incluso las contradicciones que
poco, sino de un modo de argumentar recorren su escritura ensayística, repre-
que se vale de conceptos y tiende a la senta la figura del crítico que querría
generalización, al que los otros, para ser. Aunque es probable que pocos lo
ejercer su voluntad de identificación o hayan leído, el librito que le dediqué
de rechazo, llaman “teórico”). hace más de diez años me exime de la
Feiling tiene algunas ocurrencias bri- necesidad de exponer aquí las razones
llantes, como cuando sospecha que de esta apuesta excesiva que desborda
si alguien dice que prefiere leer a la simple identificación. Los prejuicios
Sarmiento que a Mansilla o “está de Feiling, en los que reconozco el

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antiacademicismo muchas veces banal de la intimidación teórica imaginen


de otros críticos y escritores, desper- posibilidades de distanciarse ligera-
taron en mí un impulso encomiástico mente de sí mismos para ver qué pasa,
que puede prescindir muy bien, de qué se puede saber y escribir a través
ahora en más, de las gesticulaciones de ese intervalo.
polémicas. (Después de haber escrito Una colega a la que me unen lazos
varias veces sobre las virtudes éticas del más fuertes que los que los que
arte de polemizar, acuerdo finalmente promueve la solidaridad teórica me
con el muy razonable y sensato punto puso en contacto hace algunos años
de vista foucaultiano, según el cual con un libro extraordinario de José
nunca “sea ha visto surgir una idea Luis Pardo llamado La intimidad. Es
nueva de la polémica”5.) Si definimos curioso que nuestro muy informado
la teoría literaria como una de las len- medio intelectual, que tanto interés
guas de saber que usan los “especialis- viene prestando a las prácticas y los
tas” para conversar entre colegas sobre géneros identificados con la “esfera”
literatura, el interés y la eficacia de los de lo íntimo, no registre su existen-
ensayos que discurren entre conceptos cia. Esto se debe seguramente a que
y argumentos teóricos dependen de el sentido del concepto de intimidad
los usos que el crítico sepa o pueda que propone Pardo no se deja pensar
darles a esos artefactos retóricos. Hay desde un punto de vista sociológico y
quien los usa para autorizar la repro- a que presupone modos de existencia
ducción de un pensamiento y hay que tienen que ver con lo imperso-
quien los usa para tratar de pensar. nal, lo imperceptible y lo imposible
Digamos que el autoritarismo tiene de decir directamente. Lo íntimo no
que ver con uno de estos usos posibles, sería tanto “una sutil gradación de lo
tal vez más extendido entre profesores privado”6, como una dimensión irre-
y becarios de lo que querría reconocer, presentable de la subjetividad, una
pero poco, según mi experiencia, con reserva de indeterminación que esca-
lo que transmite el estilo barthesiano: pa a la dialéctica simple en la que lo
la exigencia y el deseo de que los con- privado y lo público se oponen para
ceptos, que son lugares comunes pero poder complementarse. Tiene que ver
también gestos enunciativos, nos ayu- con la manifestación de una distancia
den a imaginar por qué una realidad indecible que impide tanto identi-
cultural específica, un hecho verbal ficarse, apropiarse sin restos de uno
que por su construcción y sus fuerzas mismo, como ser identificado; una
pragmáticas vale lo mismo que otros, distancia que fuerza la enunciación,
puede imponerse a nuestra sensibili- hace hablar o escribir, y transforma
dad como un acontecimiento único secretamente cualquier performance
sin imponernos nada. Como cualquier autobiográfica en una experiencia de
lengua, porque todas se definen como la propia ajenidad. Esta otra versión
una trama de estereotipos, la teoría de la intimidad, que habla de lo ínti-
literaria sirve para que algunos reali- mamente desconocido que “aparece
cen su voluntad de imponerse a la de en el lenguaje como lo que el lengua-
otros, dominarla o inhibirla. Puede je no puede (sino que quiere) decir”,
servir también para que esos mismos está siempre ligada según Pardo al
que padecen y reproducen los poderes arte de contar la vida, a la posibilidad

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que tienen las palabras de suspender cirla demasiado, la ambigüedad de los


su significación para transmitir sen- afectos que transmiten algunas formas
timientos y emociones “en estado autobiográficas: la retórica epistolar
afectivamente puro”7. de un hijo que busca aproximarse
No cuesta mucho imaginar los usos para conservar la distancia, el entra-
autoritarios que se le podrían dar a este mado insidioso de los recuerdos en las
concepto de intimidad tan diferente memorias de un donjuán decadente
de otros, tan interesado en afirmar su decidido a olvidar, o los ejercicios
diferencia. Como nadie puede leerse espirituales de un diarista que cuida
desde un lugar distinto al que supone de cerca su enfermedad para que no se
que escribió, no tiene sentido que debiliten sus peligros.
remita a alguno de mis ensayos sobre La teoría literaria, cuando los que la
las experiencias íntimas que recorren practican creen en el valor de un saber
y desdoblan las escrituras autobio- sobre la literatura que no participa
gráficas como prueba inequívoca de de algún modo de sus misterios y sus
que son posibles otros usos menos encantos, puede servir para que algún
reprochables. Al margen de cualquier profesor pedante y autoritario encause
voluntad de confrontación, si fuese sus risibles apetencias de dominación.
una posibilidad de los humanos des- La teoría literaria que me gusta pensar
plazarnos hacia tales márgenes, quiero es la que aprendí y enseño, sirve para
recordar que la lectura del libro de que en los críticos académicos se des-
Pardo fue para mí la ocasión de volver pierte una sensibilidad de ensayista:
a aprender algunas cosas que ya había los fuerza a no desconocer, no tanto
descubierto en Barthes o Blanchot: porque las reconozcan como porque
que lo más potente de la literatura quieran escribir a partir de ellas, las
tiene que ver con que presenta sin razones íntimas de su identificación
dar y que los conceptos que piensan con algunos conceptos y con el estilo
lo paradójico de ese acontecimiento de argumentación que le imponen.
se escriben con sutileza. Lo volví a La intimidad de un crítico… ¿a quién
aprender, y no es lo mismo que haber- puede importarle? A otro crítico, a
lo reconocido, cuando el concepto de uno de esos que mientras escribe se
intimidad sirvió para darles una forma imagina un personaje de novela.
problemática a los argumentos críticos
que se me iban ocurriendo mientras
leía las cartas familiares de Puig, las Addenda
memorias de Bioy Casares o los diarios
de John Cheever y sentía que a través A veces los críticos se transforman
de los gestos privados y los ademanes en personajes de novela fuera de su
públicos pasaban otras cosas menos escritura. Una vez me pasó y puedo
reconocibles, cosas que proyectaban asegurar que no tiene nada que ver
inmediatamente esas escrituras no lite- con la muy discreta experiencia a la
rarias hacia los dominios de la ficción. que alude esta profesión de fe cuando
Lo que en sus usos se define como la trata “lo novelesco de la crítica”. Le
potencia teórica de este concepto tiene debo ese sobresalto a la amistad con
que ver, según mi experiencia, con que César Aira. No sé si lo compensa,
abre posibilidades de pensar, sin redu- pero le debo también varias revela-

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ciones (Lluvia de Simenon, en primer atención a los agradecimientos por-


lugar), el recuerdo de anécdotas que que aparecía mencionado (como si le
me hicieron lamentar no llevar un hubiese dicho que no hacía falta que
diario en el que pudiese conservarlas y lo leyese porque seguía usando ejem-
algunas cartas. (Escribo como amigo, plos). Él también tenía un regalo, esta
no como lector, por eso no agradez- vez para mi hija que iba a cumplir un
co también su literatura.) Cuando año. Algunos días después, el lunes 13
todavía no habíamos accedido al uso de agosto de 2001, recibí este mail:
del correo electrónico, más o menos
a mediados de los noventa, Aira me Mon cher Alberto:
escribió tres o cuatro cartas muy perdón por no escribir-
extensas, verdaderos ensayos epistola- te hasta ahora (de paso, feliz cumpleaños
res dedicados a “refutar” mis planteos atrasado a Emilita) pero quería termi-
críticos de entonces. Recuerdo bien nar tu Puig, cosa que hice anoche. Es
una “refutación”, así las llama él, excelente. Tu mejor libro. Lo leí palabra
de “Tontas ocurrencias”, mi primer por palabra, “giro del pensamiento” por
ensayo sobre Felisberto Hernández, “giro del pensamiento”, y era como si lo
y otra de “La supersticiosa ética del estuviera escribiendo yo. Identificación
lector”, uno de mis caballitos en las total. Se me ocurre que tiene algo de
batallas metacríticas. Aunque tomaba “último libro”, como si fuera tu despe-
esa correspondencia como una espe- dida de la ortopedia de la literatura
cie de privilegio, casi siempre queda- y ahora salieras a una temática más
ba decepcionado, no tanto porque amplia. Como si tu etapa de crítico
esperara un improbable asentimiento, literario hubiera sido un aprendizaje,
como porque el argumento refutador como en tu querido Barthes cuando se
giraba invariablemente alrededor del puso a escribir sobre el amor, la fotogra-
lugar común aireano, al que yo sus- fía, él mismo, la civilización. Este libro
cribía con entusiasmo, de que no mismo, si lo sacás a Puig, la excusa de
conviene usar ejemplos para explicar Puig, ya es uno de esos tratados del alma
la literatura, porque la lógica del que escribían los moralistas franceses,
ejemplo es refractaria a la apreciación de La Bruyére a Stendhal, persiguiendo
de particularidades absolutas. ¿No era sutilezas y repliegues de los secretos de
eso lo que yo trataba de demostrar? nuestras vidas. (Entre paréntesis, ¡qué
Después de que el juego de las refu- realista genial fue Puig! ¡Qué salto en el
taciones se interrumpió, me seguí concepto de realismo. No hay nada ni
ocupando de que le llegasen mis libros remotamente parecido en la literatura
apenas publicados, sobre todo porque argentina.) (...)
cada vez que nos veíamos él me rega-
laba el último suyo, pero por años Cualquiera que conozca a Aira de
evité que el tema de nuestras con- cerca sabe que el fantasma de la ironía
versaciones volviese a ser mi trabajo. acecha en los énfasis que desequilibran
Durante el coloquio sobre políticas del sus elogios. Igual acepté como ciertos
ensayo que hicimos en Rosario en los los que le dedicó a mi libro pensan-
primeros días de agoto de 2001, le di do en que esa improbable y excesiva
un ejemplar de Manuel Puig, la con- “identificación total” remitía tal vez a
versación infinita y le pedí que prestase una vivencia de lectura auténtica. Sin

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N° 4-5 | Verano 2006 La imaginación crítica

reconocerse, Aira podría haber recono- articula el saber con ciertas experiencias
cido como genuinamente interesante subjetivas que desbordan lo concep-
mi sostenido esfuerzo por desarrollar, tual, pero algo se resiste a que pueda
a través de conceptos y estrategias crí- identificar como propio ese deseo de
ticas, la ambigüedad y la clarividencia una existencia radicalmente distinta y
que transmiten las intuiciones de sus lo devuelve convertido en un mandato
dos ensayos sobre Puig. Como sea, lo pesado. Debes volverte escritor, porque
que impactó con más fuerza sobre mi parece que así lo quieres, desprendiéndote
conciencia, después de rebotar contra de la “ortopedia” literaria. No es que crea
lo que imagino es un anudamiento imposible, ni siquiera extremadamente
íntimo de anhelos y temores, fue la idea difícil, pasar de la crítica a la narrativa
fascinante, pero difícil de sostener para o la poesía, si sólo se tratase de sustituir
alguien que se define como un profesor una retórica por otra. (Todos conoce-
que escribe, de que La conversación infi- mos poetas que se volvieron tales frente
nita transmite un deseo de abandonar a la recurrente imposibilidad de redac-
la crítica y pasar a otra cosa en la que tar una ponencia para algún congreso.)
el encuentro de escritura y vida pudiera El problema es que supongo que cual-
darse con tanta intensidad como en los quiera de esos cambios de registro me
últimos ensayos de Barthes, los más llevaría más lejos de la literatura que lo
extraordinarios de una obra extraordi- que estoy en este momento, mientras
naria. Enseguida entendí y acepté el reflexiono sobre, y acaso en, los límites
mensaje (el que me llegaba desde el de mi condición de crítico. A lo que se
libro a través de la recensión privada refiere el mensaje de Aira es a la posi-
de Aira): si quería volverme como mi bilidad de dar un salto desde la crítica,
“querido” Barthes, tendría que olvidar- que no importa con cuanta ironía se
me también de él, de la identificación la practique siempre queda pegada a
con la figura del crítico-ensayista que imposturas metalingüísticas, hacia la
responde activamente a la afirmación invención de una forma ensayística que
de lo intratable de la literatura; tendría pueda desenvolverse según impulsos
que olvidarme hasta de la idea de la inmanentes, que prescinda incluso de
crítica como conversación con la lite- los usos más interesantes de la teoría,
ratura aunque todavía fuese mi norte de su tendencia a la generalización.
y nunca la hubiese encarnado. ¿A qué Para dar ese salto no hacen falta com-
otra cosa podía invitarme el “mons- petencia ni talento, sólo convicción. Si
truo” de Flores si no a una fuga hacia de veras creyese que lo que me salió al
adelante? Hasta el fondo de lo desconoci- paso como la afirmación de un valor
do para alcanzar por fin lo novelesco, ya también es un llamado desde lo desco-
no de la crítica, sino del crítico. nocido que habla de la posibilidad de
Desde un principio traté de acordar con una vida más fuerte, le respondería con
las impresiones de Aira sobre La conver- decisión. Pero como sigo creyendo que
sación infinita sin tener que hacerme literatura es lo que escriben otros, aun-
cargo de lo que me parecía y todavía me que no sé si esa creencia se sostiene en
parece una exigencia excesiva. Me gusta lo que quiero o en su negación, todavía
pensar que, como los buenos libros de prefiero las imposturas menores de la
crítica, el mío sobre Puig manifiesta crítica a la más pretenciosa de actuar
sus deseos de volverse literatura porque como si fuese un escritor.

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

Alentado por el tono de sus comen- plazándose hacia sus bordes exterio-
tarios al libro sobre Puig, alguna vez res, me inquieta porque lo reconozco
le volví a mandar a Aira lo que estaba como propio en la medida en que no
escribiendo para que me contase qué puedo atribuir las expectativas de Aira
le parecía. Actué con esa peligrosa nada más que a un capricho de su
necedad infantil que hace que todavía extravagancia generosa y destructiva.
nos ilusione lo que ya sabemos que ¿De dónde sale si no el proyecto, que
es imposible que pueda ocurrir. Para seguramente no voy a realizar, pero
que viese cuánto había progresado quién sabe, de narrar los últimos días
en el estudio de las sutilezas y los que pasamos juntos con papá, entre
repliegues del alma humana (la iden- General Villegas y Rosario, antes de
tificación con los moralistas fran- su accidente? No tengo escrita ni una
ceses, aunque excesiva, me pareció palabra, pero varias veces comencé a
apropiada), le recomendé sobre todo recorrer imaginariamente los caminos
la lectura de “Unos días en la vida de la rememoración y si en todos la
de Ángel Rama”. Demoró mucho literatura de un modo u otro estuvo
la respuesta y cuando finalmente presente –porque estuvimos juntos
nos reunimos me dijo que sí, que el en unas jornadas sobre Puig, porque
ensayo estaba bien escrito, pero que conversamos con Aira en un bar de
no me había podido encontrar en él, Villegas, porque en el viaje de vuelta
y pasó rápidamente a otra cosa para leí La experiencia sensible–, nunca la
no abrumarme con su decepción. necesité como soporte “ortopédico”
¿Estoy o no en lo que escribí sobre la para poder moverme.
intimidad del otro crítico? Sé que sí, Hasta aquí llego. No sé si para salir del
pero temo que no. Y el temor hace vacío de escritura en el que voy a caer
evidente que la pregunta apunta a la después de terminar esta profesión de
posibilidad de aparecer, no sólo indi- fe, tendré que encontrarle otra vuelta
rectamente, sino bajo las condiciones a la retórica del ensayo crítico (parece
de una transformación radical: en el tan agotada), o si finalmente me voy a
olvido de mi identidad como crítico. probar como narrador y autobiógrafo.
Aunque se trata de un problema que No lo sé. No lo puedo saber.
no podría resolverse desde dentro del
ejercicio de la crítica, ni siquiera des- (*) CONICET

NOTAS

1. Alejandra Pizarnik, Diarios, Barcelona, Lumen, 2003, p. 123.


2. Charles Du Bos, Extractos de un diario 1908-1928, Buenos Aires, Emecé, 1947, pp. 246-247.
3. ¿Es necesario volver a recordar que lo que en contextos como éste llamamos “lo desconocido” no se confunde
con lo que no se conoce o falta conocer en general, sino que remite a la puntual desaparición de las condiciones
que hacen posible el conocimiento en una ocasión irrepetible?
4. Cfr. “Un novelista de otro siglo”, en Con toda intención, Buenos Aires, Sudamericana, 2006, p. 182.
5. Michel Foucault: “Polémica, política y problematizaciones”, en Estética, ética y hermenéutica, Obras esencia-
les, Volumen III, Barcelona, Paidós, 1999, p. 354.
6. Leonor Arfuch: “Cronotopías de la intimidad”, en Leonor Arfuch (compiladora): Pensar este tiempo. Espacios,
afectos, pertenencias, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 239.
7. José Luis Pardo: La intimidad, Valencia, Pre-Textos, 1996, p. 55.

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Crítica de la crítica 1

(Negatividad y mimetismo)
Por Juan Bautista Ritvo

En los últimos tiempos, la crítica ha sido mode-


lada por las formas del periodismo cultural.
Este hecho, según Juan Ritvo, la convierte en un
ejercicio banal dotado de cuestionables modos
pedagógicos y funciones mediadoras entre un
público expectante y una obra cuya interioridad
queda reducida a rasgos aristocráticos, lejanos de
las apetencias del nuevo mercado cultural. Esta
situación coloca al pretendido crítico en funcio-
nes de comentarista de las obras, a menudo ador-
nado de jergas técnicas interdisciplinarias capa-
ces de otorgarle status académico. Pero Ritvo
insiste en recuperar la sensibilidad kantiana de la
crítica en cuanto examen cuya práctica, lejos de
comunicar la obra con sus expectantes lectores,
intenta “comunicar” aquello que de “incomuni-
cable” hay en toda obra que se precie de tal. Para
ello, es necesario retomar la negación como fun-
damento (anterior a toda mímesis), despoján-
dola del carácter de la dialéctica hegeliana, para
detectar en la obra su “excepcionalidad extrema”
antes que su realidad cristalizada. Negación que
queda destruida en el momento en el que logra
esa comunicación con el corazón secreto de la
obra, cuya fascinación mágica logra vislumbrar-
se en la agonía, y en cuyas evocaciones, los pade-
cimientos colectivos dejan de ser tales.
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La crítica, si queremos recuperar las Lo que llamamos obra no es o no


resonancias kantianas del término, si coincide con lo que empíricamente
queremos, ante todo, despojarla de se denomina así; en todo caso, esta
ese sentido banal que el periodismo última es precisamente la realidad en
cultural ha sedimentado para signi- el sentido cristalizado del término.
ficar pedagogía, mediación entre el Realidad de las jergas, de las influen-
público supuestamente ávido y la obra cias, de los gustos, de las canoniza-
supuestamente encerrada en su altiva ciones y de las
aristocracia, comentario altivo, ama- d e g r a d a c i o n e s No hay crítica sin negativi-
ble, erudito, resentido ante la obra o al de las jerarquías, dad y la negatividad empieza
revés, comentario sabio o displicente, realidad de un por constituirse contra la rea-
educativo o hermético, mas en cual- marco institu- lidad, contra la realidad cuyo
quier caso comentario, es decir, algo cional sin el cual, producto censura la actividad
en definitiva prescindible luego de ser no obstante, la desgarrada, antagónica, con-
usado como corresponde, aunque la obra no podría trastante y contradictoria que
infatuación lo eleve a la categoría de surgir y subsis- lo ha constituido, que lo está
ciencia, atiborrándolo de jergas técni- tir en tanto que constituyendo, que lo habrá
cas tomadas de las más diversas disci- tal, en tanto que de constituir en un futuro
plinas à la page, la crítica, entonces, si ideal que es pre- que repetirá las vacilaciones,
merece este nombre que refiere a exa- ciso reconstruir los azares, los repliegues y las
men (y antes que nada examen de las y que jamás será heridas del presente; es decir,
condiciones de posibilidad), división, dado, como no del ahora inaudito.
apartamiento, debe, antes que nada, es dada ninguna
antes que comunicar a la misma obra ejecución perfecta de una partitura
literaria con el público, comunicar a la musical, y no por razones misteriosas
obra con lo que ella tiene de extrema e que harían de la partitura la encarna-
indecidiblemente incomunicable. ción de vaya a saberse qué universo
No hay crítica sin negatividad y la celeste, sino porque cada ejecución
negatividad empieza por constituirse gira en torno a un centro ausente,
contra la realidad2, contra la realidad pero no abstracto, porque siempre
cuyo producto censura la actividad está atravesado por las huellas que
desgarrada, antagónica, contrastante dejan allí la multiplicidad de ejecu-
y contradictoria que lo ha constitui- ciones, sobre todo las que son a la vez
do, que lo está constituyendo, que lo excepcionales y extremas.
habrá de constituir en un futuro que (Toda obra, si merece el nombre de tal,
repetirá las vacilaciones, los azares, los si su realidad no se consuma en la rea-
repliegues y las heridas del presente; es lidad del libro, es excepcional –fuera
decir, del ahora inaudito. de clase –y extrema– le es inherente no
(Podríamos decir, con y contra Hegel, diré representar sino expresar lo que se
que el resultado arroja de sí y sin acerca, de ambos lados de la infinitud,
retorno, buena parte del proceso que infinitud intensiva e infinitud exten-
hasta él llegó, casi como un corredor siva, al límite de la composición, allí
exhausto que alcanza, por fin, la meta. donde el saber se descompone.)
Por eso el ejercicio de la negatividad Pero no hablo de la negación en cuan-
tiene un carácter más simple, más to tal, que Hegel tiene razón, es la
ascético que en Hegel.) abstracción carente de forma, sino de

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la negación determinada, determinada del genio (en el sentido que el siglo


y a la vez afirmada. XVIII podía asignarle a ese voca-
Es la negación que en la superficie blo, que designa menos a la persona
de la comunicación comunica con lo supuestamente genial que a la brusca
incomunicable, hace de lo inconmen- iluminación del espíritu, alcanzado
surable la medida imposible de toda por el rayo del dios), evoca con una
medida. Al comunicar con lo inco- sabiduría sin saber, con un artificio
municable, la negación pierde toda refinado y no obstante inocente, con un
dimensión dialéctica, ya no puede sufrimiento deslumbrado y deslumbran-
encarnar la nega- te y por eso mismo la evoca con un sufri-
Es la negación que en la super- ción de la nega- miento que ya no es sufrimiento.
ficie de la comunicación comu- ción: se ha comu- Ha dicho Valéry: “Lo bello tal vez
nica con lo incomunicable, nicado con algo exija la imitación servil de lo que es
hace de lo inconmensurable que la destruye indefinible en las cosas”5.
la medida imposible de toda y que a la vez Esta agudeza, que posee el encanto de
medida. Al comunicar con lo descubre lo que la paradoja, es absolutamente verdade-
incomunicable, la negación obra en la obra; ra; y sin embargo uno no puede evitar
pierde toda dimensión dialéc- es la fuerza de la la pregunta: ¿cómo la forma puede imi-
tica, ya no puede encarnar la mímesis, en el tar lo informe?
negación de la negación: se ha sentido que recu- En este punto la mímesis según
comunicado con algo que la pera Adorno3, Caillois, la mimesis cuyo sentido reto-
destruye y que a la vez descu- desviándolo del ma Adorno, quien adrede ha citado
bre lo que obra en la obra; es uso antiguo e esta frase de Valéry, adquiere su esta-
la fuerza de la mimesis, en el incluso del uso tuto singular. El ojo (o falso ojo, más
sentido que recupera Adorno. clásico o neoclá- bien) del ala de la mariposa es un dise-
sico, gracias a lo ño preciso que al tomar contacto con
que Caillois ha captado no en el arte el organismo hechizado se difunde y
sino en la naturaleza y en las activi- se vierte por todos lados como halo
dades rituales o mágicas del hombre; sombrío y no obstante luminoso, halo
la máscara del brujo, el falso ojo de de muerte, en definitiva; es algo seme-
las alas de las mariposas –el denomi- jante al vértigo del alpinista atraído
nado ocelo–, el travestismo animal, por el fondo, allá al pie de la montaña;
el disfraz, la actividad intimidatoria y también es algo que evoca, a través
que simula un poder que no se posee de la máscara del hechicero, repug-
pero que no cesa de provocar estupor nante y vil, que arteramente succiona
o espanto, son actividades en las cua- y abate la resistencia de la criatura, el
les la semejanza, sin duda existente, pavor del que despierta sin cesar para
es perfectamente secundaria4, porque no cesar de estar incluido en la asfixia
lo que allí se pone en acción, es un del dormir ciego.
modo, pasivo o activo, intencional o Sin embargo, la forma que atrae lo
no, de convocar la fuerza de la fascina- sin forma, debe tener algo adecuado,
ción, ese elemento irracional presente precisamente adecuado, insustituible,
en la magia, en el amor, en las pasio- conforme incluso con aquello que
nes colectivas, en esos momentos en rechaza cualquier conformidad, para
que todo parece irse a pique; y que la poder generar pavor, temor, reveren-
obra literaria, si aspira a la dimensión cia. Sólo que esa adecuación inadecua-

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

damente adecuada puede mostrarse, no Murena en el comienzo de su “Retrato


decirse; obviamente uso estos términos del poeta”6, cuando encabeza la serie
en el sentido de Wittgenstein: con “IMAGÍNENSELO”, así, con
no mostramos lo que se da a ver, sino que mayúsculas: no escribe “Imaginen” ni
mostramos lo que se sustrae de la visión tampoco “Imagínenlo”; el uso enclíti-
en la visión misma, aunque deje su hue- co del poema tiene ese doble aspecto,
lla, su ceniza, esa ceniza que indagamos el “lo” remite al objeto, el “se” al sujeto
antes de que el viento la disperse. convocado a memorar, a inventar; hay
como un imperativo deíctico orien-
Al igual que la intuición de algo no tado por la escena y el escenario del
intuible que gusta mencionar Adorno, poeta de la patria, José Hernández,
la obra debe librar ese momento dis- tomados ambos, poeta y patria, en su
cordante que la habita y que hace que desnudez esencial; el poeta derribado
ella se edifique tan sólo para que el por la tristeza y el corazón que fallaba,
rayo de la fascinación irrumpa con y la patria cifra casi borrada del cenota-
por los medios más sutiles del proce- fio del padre.
dimiento artístico. Transcribo la última estrofa –la última
(“Tan sólo…” es una restricción adver- escena– del poema:
bial no demasiado conveniente: es que
el rayo aparece fugazmente y no por- Imagínenselo ahora,
que se oculte: no tiene otra realidad Mercaderes, capitanes, políticos,
que esa fugacidad evocada por medios hombres eminentes y hombres oscuros,
diligentes, laboriosos, distribuidos por almas enfermas de un tiempo
etapas y por medio de la conjetura que perdió el futuro, imaginémoslo,
más experimental que pueda conce- Su corazón late todavía
birse: nada puede ni podrá reunir en en el vivo viento de las tardes claras,
una misma unidad temporal el rayo toquémoslo con el sentimiento y la
y el trueno; la fascinación consiste mente:
[ahora sí] sólo en eso: se ve el fulgurar será como si nos purificáramos.
que se nos escapa, se escucha lo que
nos sacude antes de que podamos ubi- Al finalizar la tercera parte del primer
carlo con precisión.) volumen de En busca del tiempo perdi-
La actividad negatriz debe primero do, Proust recuerda:
sustraerse a ese empuje mimético para
luego entregarse a él; pero en la sus- Esta complejidad del Bois de Boulogne,
tracción sigue operando la fuerza irra- que lo convierte en un lugar facticio
cional y en la entrega el abandono y, en el sentido zoológico o mitológico
está lejos de ser relajación; siempre de la palabra, en un jardín, la he
conserva el tenor de la atención, en el vuelto a encontrar este año cuando lo
sentido kafkiano del vocablo. atravesaba, para ir a Trianon, una
A veces, la irrupción del momento de esas primeras mañanas de este mes
mimético puede provenir de una sola de noviembre al que, en París, en las
palabra, con la condición de que con- casas, la proximidad y la privación
dense de modo extremo (otra vez el del espectáculo del otoño, que termina
extremo) el conjunto del escrito. tan pronto y sin que uno asista a él,
Por ejemplo, la invocación que hace confieren una nostalgia, una verdadera

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fiebre de hojas muertas que puede llegar facticio y tembloroso contorno. Cuando
hasta no dejarnos dormir. En mi cuarto un rayo de sol doraba las ramas más
cerrado se interponían desde hacía un altas, éstas parecían, impregnadas de
mes, evocadas por mi deseo de verlas, una humedad refulgente, emerger solas
entre mi pensamiento y cualquier otro de la atmósfera líquida, color de esme-
objeto al que me aplicaba, arremoli- ralda, en que la arboleda entera estaba
nándose como esas manchas amarillas sumergida, como en el mar.7
que a veces, adonde quiera que mire-
mos, bailan ante nuestros ojos. Y esa “Facticio” (factice8) es uno de los voca-
mañana, al no oír más la lluvia que blos claves de este fragmento textual.
caía como los días anteriores, al ver el Es, sin duda, lo artificial, opuesto en
buen tiempo que sonreía en los ángulos toda la línea a lo así llamado natural.
de las cortinas cerradas, como las comi- Pero la acepción proustiana de “natu-
suras de una boca cerrada que deja ral” tiene otra extensión que la habi-
escapar el secreto de su felicidad, sentí tual: aunque se presente en primer
que podría mirar esas hojas amarillas, plano el tiempo en que el narrador
atravesadas por la luz, en su suprema atraviesa el Bois para ir a Trianon, el
belleza: y no pudiendo contener ya el tiempo de la narración es el momento
deseo de ir a ver los árboles, del mismo del “cuarto cerrado”, la temporaliza-
modo que antes no podía, cuando el ción extática del recuerdo que vaga
viento soplaba fuerte en mi chimenea, y divaga desde el mar espectral de
dejar de ir a la orilla del mar, salí su propio cuarto. Todo lo que no es
camino de Trianon atravesando el Bois este cuarto, todo lo que no pertenece
de Boulogne... una doble hilera de a la red metafórica del encierro y del
castaños arananjados parecía, como repliegue nostálgico hacia el interior,
en un cuadro apenas iniciado, haber hacia el alma intermitente, todo eso
sido pintada por un decorador que no pertenece a lo “natural”, la naturaleza
había puesto color en el resto…Y el Bois salvaje, la cultivada y aun la historia.
tenía el aspecto provisorio y facticio Pero a la inversa, ese exceso de artifi-
(...) en el crepúsculo que se inicia, se cialidad, ese exceso de convención que
ilumina como una lámpara, proyecta a aparentemente se desprende de la mate-
distancia sobre el follaje un reflejo arti- rialidad, por una torsión que le es propia
ficial y cálido y hace llamear las hojas alcanza, en última instancia, algo incon-
superiores de un árbol que sigue siendo mensurable, algo no facticio.
el candelabro incombustible y opaco de Como en tantos momentos de Proust,
su cúspide incendiada. (...) Iba hacia la mímesis imita lo radicalmente ini-
el paseo de las Acacias... La luz atraía mitable y fracasa triunfando, y no por
diestramente a dos árboles y, utilizando rehusarse a imitar; por el contrario, y
el cincel poderoso del rayo de la sombra, acusadamente en esta escena del Bois,
recortaba a cada cual una mitad de sus los códigos paisajísticos, botánicos,
troncos y sus ramas y, trenzando las dos escultóricos, pictóricos que siempre
mitades que quedaban, las convertía convoca para apresar a su objeto (obje-
en una sola columna de sombra que to construido y jamás dado, como
delimitaba la iluminación de alrede- ocurre en toda obra, mas aquí con
dor, o un único fantasma de claridad plena conciencia de ello) atraviesan,
cuya red de sombra negra cernía el de plantación en plantación, de claro

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en claro, de sendero en sendero, cier- montaje de esos contrastes extremos


tos intervalos que permiten ordenar, que son el armazón vivo de la obra,
provisoriamente, una forma, una dis- a trenzar, es el verbo que usa Proust
posición, que luego el ritmo y la –tresser, junto a retrancher, aquí ver-
textura de la prosa, el ondular espe- tido como “recortar”–, la luz y la
jeante del juego metafórico, llevan a oscuridad, el fulgor y la tiniebla, a
su culminación que es su combustión establecer una columna de sombra
y que, lejos de apagarse, se prolonga rodeada de luz o, en inversión simétri-
en la configuración del texto: combus- ca, un fantasma de claridad que cierne
tión de segundo grado, combustión el contorno facticio, cuyo temblor
incombustible, luz que se opaca y per- denuncia lo negro.
manece, no obstante, indeleble. Dos elementos
¿Qué es lo inimitable? No cabe aquí polares que se En todas las articulaciones
establecer una duplicidad estática y trenzan (se com- posibles de la crítica y de la
simple que opondría lo simplemente binan) en dos mímesis, Proust es constante-
imitable a lo igual y simplemente formas simétri- mente ejemplar, al igual que,
inimitable; la imitación (la antigua, cas y en posición en otro campo y con otros
que no es tan distinta de la moderna, inversa la una registros, lo es Kafka.
salvo porque ésta revela –lo que no es con respecto a la
poco– lo que la primera oculta) busca otra; no se podría, en verdad, pedir
y se esfuerza por adoptar un perfil mayor sencillez estructural; y, sin
isomórfico, pero el mismo término de embargo, ese mismo dispositivo es ya
comparación se evade, se difumina y la magia que fascina, la causa eficien-
como el objeto de la ciencia infusa, se te que hechiza y desborda por todos
pierde dejando tras sí algunas briznas lados los contornos de la forma,
elementales de incógnita. en la misma medida en que lo sin
Así prepara el terreno en el cual estaba medida no es sombra, no es luz, es
situada desde antes y sin saberlo: ya no ambigüedad cuyos términos se alejan
hay fenómeno que imitar, ya no hay el uno del otro, el uno en el otro;
tampoco esencia alguna que capturar ambigüedad extrema y suprema que
con el esfuerzo de la inteligencia: lo convoca sin poder nombrarlos a esos
inimitable (que, es importante, nunca términos extremos que son los míti-
se reduce a una pura generalidad, por- cos alfa y omega; alfa sin alfa, omega
que continúa siendo este inimitable, el sin omega.
inimitable singular de una imitación En todas las articulaciones posibles
fallida y singular) se torna poso y pozo de la crítica y de la mímesis, Proust
de un remolino de manchas amarillas es constantemente ejemplar, al igual
que bailan ante nuestros ojos, rehu- que, en otro campo y con otros regis-
sándose a fijarse en una imagen cen- tros, lo es Kafka.
trada, nítida, espesa, inmóvil. La multiplicación sutil de los códigos,
Nos introducimos en lo informe que la ironía que lo muestra solidario
yace en la travesía de la forma, en el con rituales, valoraciones, ideales, de
vértigo que captura un movimiento los que no ignora sus límites y hasta
del alma que, más allá de la nostalgia, sus profundas miserias, la inteligencia
su causa ocasional, alcanza, con el formal que puede urdir frases serpen-
cincel del rayo y de la sombra, con el teantes y larguísimas, en apariencia

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invertebradas que, pese a lo cual, son ausencia de trascendencia, o que ins-


efectiva, profundamente vertebradas, taura (lo que viene a ser lo mismo)
se disponen en abanico, y así multipli- una suerte de trascendencia blanca:
cación, inteligencia, ironía, acabarán otro de los nombres de la legendaria
por cerrarse, postreramente, sobre el mímesis que nos acosa de maneras que
misterio cuyo torbellino es clara y remiten a un imposible foco de iden-
ardientemente (claridad y ardor que tidad que sólo apreciamos caso por
desarman, sin duda) el punto último caso, oportunidad por oportunidad;
del silencio, el punto último de la como quien dice, en cada ocasión.

NOTAS

1. Este texto está inspirado en “Acerca de la crítica”, de Maurice Blanchot, que figura como prefacio a su Sade
y Lautréamont, Buenos Aires, Ediciones del Mediodía, 1967.
2. Hegel, G. W. F., Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Hachette, 1956, T. I, pp. 146/7.
3. Adorno, Th. W., Teoría estética, Obra completa, vol. 7, Madrid, Akal, 2004, pp. 156/8.
4. Caillois, R, Medusa y Cia. Barcelona, Seix Barral, 1968.
5. Cit. en p. 102 del texto mencionado en la nota 3.
6. Murena, H. A., Visiones de Babel, Buenos Aires, FCE, pp. 482/3.
7. Cito según la versión de Estela Canto, con algunas correcciones: Proust, M. Del lado de Swann, Buenos
Aires, Losada, 2000, pp.440/2; Proust, M. Du côté de chez Swann, Paris, Folio Classique, 2001, pp. 414/6.
8. En la versión de Estela Canto y en varias oportunidades se vierte factice “ficción o ficticio” lo cual es un
despropósito; ambos vocablos conservan la connotación de “engaño” pero el primero apunta a lo “artificial” y
se opone así a lo “espontáneo”; el segundo opone lo “imaginario” a lo “real”. Habría que preguntarse si buena
parte de lo que llamamos ficción, no merecería mejor ser llamado “género facticio”; El realismo corriente es
indiscutiblemente ficticio, pero en modo alguno facticio –o si lo es–, lo es a pesar suyo.

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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006

Franz Kafka

81
Un crítico se mide frente a
su motivo inspirador, que fre-
cuentemente es un nombre,
otro nombre. Es usual escribir
bajo el dulce dictamen de un
nombre que se quiere –es el
caso de los ensayos críticos de
Nombres, linajes esta sección– pero nada impide
que ellos nos hagan recordar
el movimiento contrario. El
y recorridos del escritor por la antípoda.
En el célebre ensayo proustiano
Contra Sainte-Beuve se dice
que este crítico no distingue
entre ocupación literaria y con-
versación. Siendo el periodismo
el resultado de la conversación, se pierde el elemento distanciador que,
previo a la amistad, es el fundamento de la crítica. Pero agreguemos:
no la mera distancia, sino el pathos de la distancia, que en realidad
consiste en pensar frente al abismo, o frente a la irresoluble disparidad
entre las cosas. Así considerada, esa distancia es la crítica. Sería bueno
preguntarse si ese distanciamiento no estaría también presente en las
celebraciones críticas, cuando éstas festejan y se satisfacen con su objeto.
Allí es la amistad la que se ejerce como una invisible forma de distan-
cia. Estos artículos lo demuestran, pues sostienen la amistad a la vez
que la desesperación de no ser materia homóloga de lo que se habla.
Daniel Link propone pensar el archivo como serie que emerge de
la falla que toda colección ofrece. En ese vacío se inscribe la obra
de Copi, Eva Perón, cuya pretensión busca reparar la ausencia que
había alrededor de esta figura en la producción literaria.
Jorge Monteleone nos ofrece dos intervenciones en las que visita
dos estilos de la crítica literaria. Ana Barrenechea es considerada a
partir de las obsesiones que constituyeron sus búsquedas: descifrar los
enigmas, los secretos virtuales, de la obra borgeana en una empresa
tan infinita como el autor. En la figura de Enrique Pezzoni –a
quien extraña y recrea– halla los rasgos de un habla literaria que,
oscilante y sigilosa, busca las señales en las “voces de los textos”.
Delfina Muschietti piensa el problema de la traducción en la poe-
sía. Un arte que no consiste meramente en el pasaje de una lengua
a otra, sino que requiere de una sensibilidad capaz de acompañar
las respiraciones y cadencias del texto. Con estas premisas, compara
el trabajo de traducción de Amelia Roselli y Silvina Ocampo.
Susana Cella analiza las formas de la escritura de Juan José Saer.
Textos que escapan de las vocaciones explicativas y representativas
para sumergirse en una indagación de otro orden: nuestro ser en
el mundo que despliega una perspectiva desde la que valorar el
sentido de la crítica.
Martín Kohan realiza una audaz meditación sobre Héctor
Libertella –recientemente fallecido– de quien rescata su apuesta
a partir del desarrollo de un lenguaje que roza con lo ilegible y
que resiste, por esta vía, a la lógica comunicativa mercantil. Una
apuesta que elude la complacencia instrumental para adentrarse
en el mundo de los sobrevivientes.
Guillermo David descubre a un Bianco, lector de Proust, siem-
pre en fuga, queriendo escapar de la obra para poder inspirarse
en ella. Un rescate paradojal en el que está en juego un vínculo
narrativo y existencial.
Horacio González encuentra en los estilos de los críticos argentinos
las claves para pensar el devenir de una práctica que, errante, se
erigió a través de un dilema constituyente: las pretensiones totali-
zadoras de la literatura y las invenciones singulares como polos de
un murmullo crítico que persevera en su dificultad.
Pablo De Santis evoca a Jaime Rest, amable prologuista, que bus-
caba un público lector que escapara de la pretensión especialista
y encasilladora de la literatura para rescatarla en sus intentos de
“aferrarse a la vida” que ella misma es capaz de producir.
Silvio Mattoni retoma una recurrente relación: pensarse en
otro, como Oscar Masotta se pensó en Roberto Arlt. Un sugesti-
vo modo de abordar los misterios de los personajes arltianos que
(im)posibilitan la libertad.
Polemista firme respecto a la constitución de la identidad nacio-
nal, el recorrido de Roberto Giusti –didáctico y con pretensiones
modernizadoras– es reconstruido por Verónica Delgado, quien
evoca la ingenuidad de aquella vocación fundacional.
84

Poéticas de inventario
Fuera de serie: Eva Perón 1

Por Daniel Link (*)

A través de Proust, de Agamben y de Foucault,


Daniel Link nos incita a repensar algunos de los
conceptos a los que apelamos para (re)construir esa
sustancia resbalosa y efímera que constituye el pasa-
do. Memoria e historia son puestas en tela de juicio
cuando se trata de reflexionar sobre el sentido del
término archivo: no lista sino serie; no colección
(como conjunto azaroso) sino sistema gobernado
por cierta lógica. Como consecuencia de ello, el
archivo reclama un operador que introduzca deter-
minado criterio entre los documentos para que
éstos se revelen como posibles fabulaciones a partir
de la falla que toda colección presenta.
Hasta la década del 70 –sostiene Link– nuestro país
adolecía de un vacío en la serie de figuras de Evita
que había inventariado la literatura. Copi denuncia
esta ausencia que, con su obra de teatro Eva Perón,
pretende saldar. Precisamente, Evita y Eva Perón
proponen el desdoblamiento de la identidad entre
la mujer de Estado y aquella mujer de las tareas
políticas con un pasado ligado al espectáculo, más
próxima al imaginario popular. Así, Copi logra
sustraerse respecto al par memoria-olvido, logran-
do mostrar de qué modo ambas mujeres coexisten,
una como sombra de la otra.
Desgarrada por fuerzas antagónicas, la valoración de
Copi fue, con el tiempo, tan exaltada como reproba-
da. Así suele ocurrir con pensadores inclasificables,
pensadores fuera de serie que convocan extremos.
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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

En un pasaje justamente célebre de forma que está ya allí, pero incom-


su busca de tiempos perdidos, Marcel pleta. Incompleta, en primer lugar,
Proust ha proporcionado una imagen porque responde a la dinámica de
definitiva del conflicto entre anes- serie (en el caso concreto de Proust y
tesia e hiperestesia que atraviesa la su novela, se trata de una doble serie
modernidad y todavía nos alcanza. tournoyant:3 helicoidal, y hundida
Me refiero al episodio en el cual el en el tiempo), antes que a la de la
narrador refiere todo lo que le viene colección de recuerdos y, en segundo
de una taza de tilo que le ha ofrecido término, porque a la serie virtual le
la madre y, antes, su Tante Leonie. Si falta el catalizador que la revele como
tantas veces se ha señalado el equívoco tal y no como mera colección.
de leer como texto memorialístico uno La lista o colección que interpela
que no lo es en nada, es porque se pasa al narrador y lo
por alto algo en ese episodio que grita arrastra hacia ella ... en el hueco de esa falla (en
con toda su fuerza: lo que la memoria (“todas las flores la marca de esa ausencia) es
involuntaria introduce como un rayo de nuestro jardín donde el narrador cae (debe
en la conciencia del narrador llega y las del parque caer) para que se reconozcan
como “un décor de théâtre”. Todo del señor Swann las formas en lo informe, los
sucede como en: y las ninfeas del planos de composición o de
Vivonne”), “todo inmanencia que atraviesan el
ce jeu où les Japonais s’amusent à eso”, en su infi- caos, la serie en la lista, el
tremper dans un bol de porcelaine nitud, se mues- archivo en la colección.
rempli d’eau, de petits morceaux de tra incompleto y
papier jusque-là indistincts qui, à fallado: en el hueco de esa falla (en
peine y sont-ils plongéss’étirent, se con- la marca de esa ausencia) es donde el
tournent, se colorent, se différencient, narrador cae (debe caer) para que se
deviennent desfleurs, des maisons, des reconozcan las formas en lo informe,
personnages consistants et reconnais- los planos de composición o de inma-
sables, de même maintenant toutes les nencia que atraviesan el caos, la serie
fleurs de notre jardin et celles du parc en la lista, el archivo en la colección.
de M. Swann, et les nymphéas de la No es tanto que lo Imaginario interpe-
Vivonne, et les bonnes gens du village le al sujeto (como podría sostener una
et leurs petits logis et l’église et tout lectura memorialista del fragmento
Combray et ses environs, tout cela qui proustiano) y lo arrastre en el pozo
prend forme et solidité, est sorti, ville sin fondo del recuerdo, sino que, al
et jardins, de ma tasse de thé.2 hacerlo, permite una revelación (en el
sentido óptico, no trascendental). Es
En lo aparentemente informe, dice el pasaje de la colección a la serie pero,
Proust, hay una forma secreta pero sobre todo, de la lista a la serie, o de la
consistente (funciona, de hecho, en colección al archivo.
un plano de consistencia que corta Antes de la articulación entre el sujeto
el caos: es una poiesis y no una mera y la colección o la serie todo es del
referencia). No se trata de una forma orden de lo Imaginario (y, por lo tanto,
oculta y acechante que la conciencia de la máquina binaria trascendental de
metódica podría llegar a describir las identificaciones especulares: “me
con paciencia y suplicio sino de una gusta”/“no me gusta”). Postular una

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

disciplina de lo Imaginario (una ana- Leo, en la novela proustiana, ese “sis-


lítica del polvillo de sentido o del tema de relaciones entre lo no dicho”
rumor de la historia), como en su y lo dicho en el momento en que
momento lo hizo Roland Barthes,4 alguien sin nombre dice yo. Así, no es
sólo sería posible en la medida en que la palabra “invertido” (repetida hasta
el sujeto opere en esa dimensión para la náusea a lo largo de su novela) ni
transformarla en otra cosa. la palabra “homosexual” (que Proust
Lo que nos enseña el narrador de la consideraba germánica y pedante) la
novela proustia- que hiere la memoria del narrador
Nada menos historicista que el na es que se llega para transformarla en otra cosa, sino
goce del archivista, cuya única al archivo (no al la palabra Tante (que Proust envi-
función es operar como revela- recuerdo), sólo en diaba del estilo vulgar de Balzac).
dor de una serie que lo incluye el momento en El archivo proustiano se abre por el
y lo arrastra en su singulari- que se encuentra lado de la Tante (su posición a la vez
dad, lo hace devenir con él. el lugar (vacío, interior y exterior, su hiperestesia, su
fallado) en una punto de vista).7 Y el archivo supone
colección o una lista y cuando ese lugar la identificación de esa dimensión no
es el lugar de la propia inscripción en semántica del lenguaje.8
tanto operador en relación con ella. Las listas y las colecciones organizan
Tiene razón Giorgio Agamben cuan- documentos. El archivo y la serie cons-
do señala que lo que Foucault llama tituyen monumentos que, por su pro-
archivo no corresponde al archivo en pia consistencia, se sustraen tanto a la
sentido estricto –es decir, al depósi- memoria como al olvido. Nada menos
to que cataloga las huellas de lo ya historicista que el goce del archivista,9
dicho para consignarlas a la memoria cuya única función es operar como
futura– ni a la babélica biblioteca que revelador de una serie que lo incluye y
recoge el polvo de los enunciados para lo arrastra en su singularidad, lo hace
permitir su resurrección bajo la mira- devenir con él: “Un monumento no
da del historiador.5 conmemora, no honra algo que ocurrió,
El archivo es, para Foucault y también sino que susurra al oído del porvenir las
para Agamben (a quien cito): sensaciones persistentes que encarna el
acontecimiento”, puntualizaron Deleuze
la masa de lo no semántico inscripta en y Guattari.10 “El acto del monumento
cada discurso significante como función no es la memoria, sino la fabulación.”11
de su enunciación, el margen oscuro que El archivo es como esas papirolas evo-
circunda y delimita cada toma concreta cadas por Proust, que se abren no para
de palabra. Entre la memoria obsesiva revelar las vicisitudes de un mundo
de la tradición, que conoce sólo lo ya muerto sino un acontecimiento que
dicho, y la excesiva desenvoltura del retorna, sucede todo el tiempo y en esa
olvido, que se entrega en exclusiva a lo persistencia nos arrastra.
nunca dicho, el archivo es lo no dicho o Es inútil, pues, interrogar al monu-
lo decible que está inscripto en todo lo mento buscando el sentido de lo dicho
dicho por el simple hecho de haber sido porque él es la encarnación de lo decible,
enunciado, el fragmento de memoria que queda no dicho en el acto mismo de
que queda olvidado en cada momento decirlo: el afuera del lenguaje, el hecho
en el acto de decir yo.6 bruto de su existencia como acto.

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Me propongo, pues, abrir ante ustedes el hervidero de agua. Salgo por fin a la
el archivo Copi, sobre quien Foucault calle. Estoy en París, es mayo.12
planeaba un libro que no terminó de
escribir y cuya dirección desconoce- “Estoy en París, es mayo” aclara, hacia
mos de acuerdo con severas restric- el final de un fragmento narrativo que
ciones testamentarias. Más allá (o más mucho le debe a (y que puede com-
acá) de las fabulosas hipótesis que petir con) los mejores momentos de
sobre esas páginas podríamos sostener, Salambó de Flaubert, el Copi del rela-
abro el archivo Copi por la página to. Sabemos que la escena responde a
donde se toca con el archivo Foucault. las alarmas del Dr. Michel Foucault
En la novela Le bal des folles (1978), el
narrador (un escritor llamado Copi),
hace estallar las calderas de los Baños
Continental, en Place de l’Opera,
donde ha ido a refugiarse después de
haber cometido varios asesinatos:

Pongo el termostato a cien, subo las


escaleras lo más aprisa que puedo
(...), y apenas he salido de las calderas
cuando ya oigo la explosión. Al llegar
al pasillo de las cabinas la puerta de
vapor ya se ha venido abajo, y sale de
ella un vapor tan espeso que apenas se
ve nada: se oyen gritos, hay heridos con
quemaduras graves. Yo avanzo lo más
rápido que puedo hacia la piscina, el
agua hirviendo empieza a desbordar-
se. Al poner el pie en el primer escalón
de salida, el agua ya me llega a la
suela del zapato. Varias locas descalzas
empiezan a gritar. Algunas me ade-
lantan por la escalera, con sus capu-
chas aún en la cabeza, pero no más
de una docena, las demás todavía no
se han dado cuenta del peligro. Subo
las escaleras de dos en dos, perseguido
por el agua hirviendo. Veo a una loca quien, en esos mismos baños, hacia Copi, por Juan Rearte
que nada tras de mí, dando grandes mediados de la década del setenta,
chillidos, logra agarrarse a la rampa habría comentado con el autor la posi-
de la escalera, y yo le doy la mano para bilidad de un accidente semejante.13
ayudarla a subir, está tan caliente que Copi hace el relato de la experiencia
estoy a punto de quemarme, pero poco (imaginaria) que Foucault le transmite
importa, cuando la atraigo hacia mí (como una peste) y es esa articulación
me doy cuenta de que ya está muerta. de dos archivos lo que permite com-
La suelto, y el cadáver cae de nuevo en prender la lógica de Copi, cuyo arte,

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todavía no muy bien comprendido, es Creo haber ahogado todos mis tangos en
la aplicación literal (la puesta en mar- las arenas movedizas del olvido durante
cha hasta sus últimas consecuencias) de los quince años en que fui bastante mal
unidades (móviles) de lo Imaginario. visto en los medios intelectuales, por un
Uno de sus más agudos comentado- lado por culpa de una obra de teatro
res, César Aira, ha insistido en que “el representada en París en 1969, en la que
tránsito de Copi hacia la imagen (...) la prensa argentina creyó apropiado y útil
es un aumento leer un insulto a la memoria de la señora
Se trata, una vez más, de rozar de las velocida- Eva Perón, mal visto, por otra parte, por
lo Imaginario e ir más allá, sólo des, hasta rozar el poder de aquel momento, como por
que, en este caso, Copi decide lo Imaginario, y todos mis hermanos, dos de los cuales
atravesar (herir de muerte) dos más allá.”14 Es viven hoy en París y otro en México.17
Imaginarios: la novela familiar ese más allá de
y el imaginario político que, en lo Imaginario Nacido en el seno de una familia mí-
su perspectiva (como en la de lo que constitu- tica en la historia cultural argentina,
Borges, la de Victoria Ocampo ye lo propio del para Copi el asunto “Eva Perón” es un
o la de Gertrude Stein), se archivo Copi (de episodio de la memoria familiar:
intersectan todo el tiempo. todo archivo): el
momento en que El día mismo en que [mi hermano me-
la imaginación abandona los terrores nor Juan Carlos] llegó de la clínica en
y los anhelos de las identificaciones brazos de mi madre, la policía invadió
especulares y se vuelve acto (de escri- la casa y mi padre logró huir. Yo tenía
tura y de ascesis): transformación del seis años. Mi madre, mis dos hermanitos
yo y, con ella, la doble implicación: la y yo nos exiliamos en Montevideo pocos
puesta en movimiento de la serie, su días antes del 17 de octubre de 1945, fe-
aparición como una forma. cha de la Revolución Peronista, cuya vio-
En marzo de 1970, algunos años antes lencia se desató en parte contra el diario
de ese encuentro entre dos celebridades radical de mi familia, Crítica.18
de la intelligentzia parisina post 68,
Copi había estrenado la obra de teatro Se trata, una vez más, de rozar lo Ima-
Eva Perón,15 dirigida por Alfredo Arias ginario e ir más allá, sólo que, en este
y protagonizada por Facundo Bo, para caso, Copi decide atravesar (herir de
escándalo de sus contemporáneos, que muerte) dos Imaginarios: la novela fa-
a uno y otro lado del Atlántico saluda- miliar y el imaginario político que, en
ron el acontecimiento con amenazas de su perspectiva (como en la de Borges, la
muerte. Mientras en el teatro l’Épée de de Victoria Ocampo o la de Gertrude
Bois, en cuyas paredes apareció la leyen- Stein), se intersectan todo el tiempo:
da Vive le Justicialisme,16 se provocó un
incendio durante una representación, El Argentino, para quien la Historia es
la familia de Copi tuvo que abandonar contemporánea de la novela, se compla-
precipitadamente Buenos Aires. En un ce recortándola en capítulos precisos de
texto autobiográfico, el mismo Copi títulos redundantes como Eva Perón, las
se ha referido a ese acontecimiento en Madres de Desaparecidos, la Guerra
relación con la escena familiar, sin la de Malvinas, que siempre les deparan,
cual no se entiende cabalmente la expe- de año en año, un lugar respetable en los
riencia que Copi está haciendo: periódicos del mundo entero.19

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De modo que durante 1969, todavía metralleta en las manos no hay tiempo
bajo los efectos del Mayo francés, tal para pensar en la felicidad, y cuando
vez del Cordobazo y, sin duda alguna, se muere a los 33 años con un imperio
en relación con el ánimo que la clausu- que se escapa de las manos, tampoco se
ra de la muestra argentina “Tucumán tiene tiempo de pensar en la felicidad.
arde” pudo haber provocado en sus
amigos que en ella intervinieron (esos Copi: ¿Qué tono desearía usted qué
“fantasmas demasiado urgentes” que le dé a la pieza?
ha evocado Jorge Monteleone20), Copi Eva: El más atroz.
diseña un dispositivo para ahogar sus Lo que sorpren- En la entrevista, Copi (que ya
tangos en las arenas del olvido, una de de del texto es había terminado de escribir la
cuyas primeras piezas (y una de las más su inexactitud pieza) entrega una imagen de
importantes) es el acontecimiento Eva como presenta- Eva Perón que (más aun que
Perón: una obra de teatro “de título ción de una obra en la pieza de teatro), “tiene
redundante”, un atentado pirómano y en la cual Eva mucho de parecido con la
“un lugar respetable en los periódicos Perón no sólo no ópera-rock de Webber y Rice”,
del mundo entero”. muere, sino que pero que no desdeña el papel
El 24 de febrero de 1970, pocos días declara a la enfer- de capitana armada de una
antes del estreno de la pieza, Copi pu- medad como una Revolución. La metralleta y el
blicó en Le Figaro (el mismo diario que, artimaña política tip-tap, al mismo tiempo.
hasta el affaire Dreyfus, había cobijado para preservar el
los desvaríos diletantes de Proust) una régimen. El cadáver no será el de la
breve entrevista a Eva Perón: propia Eva sino el de la enfermera a
la que ella misma asesina, en un rapto
Copi: ¿Cómo debería contarse la de “frenesí isabelino” (las palabras son
historia de Eva Perón? de Beatriz Sarlo21), antes de vestir-
Eva: Quiero que cuente todo: mis la con su vestido “presidencial”. Por
comienzos difíciles, mi carrera de supuesto, la obra tampoco tiene tres
star en las pantallas latinoamericanas, actos sino sólo uno y se desentiende
mi llegada triunfal a Hollywood. En completamente del progreso artístico-
el segundo acto, el regreso a mi pa- político de Eva Duarte, a la que se ve
tria para ponerme al frente del mo- ya convertida en mito inasible: una
vimiento de los pobres. En el tercer unidad del Imaginario político pero
acto logro la gloria, me enfermo, pero también de la novela familiar.
antes de morir logro salvar a América En Eva Perón no hay números musica-
Latina del imperialismo americano y les pero sobre todo está ausente la Evita
del totalitarismo ruso. En cuanto al montonera que la entrevista parece
estilo, me gusta el melodrama, pero evocar. No se equivoca Beatriz Sarlo
desearía algunos números musicales cuando insiste en que “atribuir a Copi
para poder mostrar mi experiencia en una virulencia política en línea con las
el tip-tap. Desearía un melodrama sin ideologías setentistas es colocarlo en
exageraciones, para no ofender a la un lugar donde él no se coloca”22 y en
crítica vanguardista. que “su materia es la leyenda negra del
evitismo, no su leyenda revoluciona-
Copi: ¿Ha sido usted feliz? ria”23, pero esa sentencia pierde consis-
Eva: Cuando se llega al poder con una tencia si se piensa, más allá de la pieza

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teatral, en el acontecimiento complejo Salvo excepciones, la crítica especia-


del que forma parte. Copi convoca lizada ha aceptado con unanimidad
imaginarios completos (incluso el de burocrática26 esa nómina de textos
la Revolución) para transformarlos y de la que falta, sin embargo, lo que
transformarse en otra cosa. revele su forma.
En la entrevista, Copi (que ya había En la pieza de Copi, ha señalado
terminado de escribir la pieza) entrega César Aira:
una imagen de Eva Perón que (más
aun que en la pieza de teatro), “tiene Evita travesti, el sueño del mito, sobre-
mucho de parecido con la ópera-rock vive para difundirse por el mundo como
de Webber y Rice”24, pero que no imagen. Ésta es la primera profecía que
desdeña el papel de capitana armada contiene la pieza: porque efectivamente
de una Revolución. La metralleta y el a partir de ella sobrevino la moda Evita,
tip-tap, al mismo tiempo. la comedia musical, etcétera.27
Ahora bien, lo que presentan en común
las dos Evas de Copi es que ambas están, Eso hace Copi, arranca una unidad
en 1970, vivas y sueltas por el mundo. del imaginario peronista (no impor-
No habitan el depósito que cataloga las ta si su posición es properonista o
huellas de lo ya dicho ni el polvo de antiperonista, porque el imaginario
los enunciados pasados. Eva Perón es político completo de los argentinos es
convocada para que diga en nombre de peronista) y de la novela familiar (por-
Copi lo que de sí se sustrae, al mismo que el imaginario peronista le llega
tiempo, a la memoria y al olvido, al por vía paterna y porque el imaginario
silencio y al ruido. Copi se abre a la peronista es patriarcal) y la proyecta
memoria de Eva Perón para encontrar hacia el futuro: hacia la comedia musi-
allí los trajes que vestirá mañana. cal (como observan con perspicacia
En su “Nota sobre la traducción” de Aira y Sarlo), hacia la acción política
Eva Perón, Jorge Monteleone (a quien (como casi nadie parece querer notar
Beatriz Sarlo corrige25) incluye la pieza de la pieza de Copi), que supone una
de Copi en una “serie” de textos más revolución, si no montonera28, segura-
o menos canónicos de la literatura mente antropológica.
argentina. La hipotética serie es, en Varias, diríamos, son las piezas que
realidad, una lista, cuyos primeros faltan para que la lista se comporte
términos (cronológicos) son: como serie: una de ellas, natural-
“Ella” (1953) de Juan Carlos Onetti mente, es el propio Copi, que se deja
“Ella”, objeto de necrofilia popular arrastrar por una marea de la ima-
“El simulacro” (1960) de Borges “La ginación con la elegancia de quien
muñeca rubia”, “Eva Duarte” sabe que sólo así podrá ahogar todos
“La señora muerta” (1963) de David sus tangos y que, al hacerlo, revela la
Viñas “La señora”, “la yegua ésa” forma de lo informe.
“Esa mujer” (1965) de Rodolfo Walsh Las otras son la pieza Evita (1976) de
“Esa mujer”, objeto de deseo necrofílico Webber y Rice (el Bildungsroman pop
“Eva Perón (1969-1970) de Copi que toma como fuente la diatriba The
“Eva Perón” Woman with the Whip [1952] de Mary
“Evita vive” (1975) de Néstor Main [María Flores], otra de las piezas
Perlongher “Evita” faltantes) y la autobiografía que Eva

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

Perón había firmado duchampiana- al propio lenguaje y al sujeto en cuanto


mente, ya enferma, con el título La puro semblante.30 Hay una falla de las
razón de mi vida (1951). Allí Eva Perón identidades, cada una de las cuales
explica la razón de la serie (es decir, lo supone un más allá del nombre:
infinito de lo finito, lo que ordenará
para siempre la serie y el archivo): Los hombres de gobierno, los dirigentes
políticos, los embajadores, los hombres de
A la doble personalidad de Perón debía empresa, profesionales, intelectuales, etc.,
corresponder una doble personalidad que me visitan suelen llamarme “Señora”;
en mí: una, la de Eva Perón, mujer y algunos incluso me dicen públicamente
del Presidente, cuyo trabajo es sencillo y “Excelentísima o Dignísima Señora” y
agradable, trabajo de los días de fiesta, aun, a veces, “Señora Presidenta”.
de recibir honores, de funciones de gala;
y otra, la de Evita, mujer del Líder de Hasta la intervención de Copi en
un pueblo que ha depositado en él toda el memorial literario de Eva Perón,
su fe, toda su esperanza y todo su amor. nadie la había
Unos pocos días al año represento el pa- llamado de ese Se trata de una mujer que repre-
pel de Eva Perón; y en ese papel creo que modo, desaten- senta el papel de Eva Perón:
me desempeño cada vez mejor, pues no diendo la razón una personalidad escindida, un
me parece difícil ni desagradable. de la serie. Antes cuerpo doble que es, con dife-
La inmensa mayoría de los días soy en que Copi, Borges rentes nombres, ya Aparato de
cambio Evita, puente tendido entre las había escrito “Eva Estado, ya parte del imaginario
esperanzas del pueblo y las manos rea- Duarte” y “la popular y, lo que es de capi-
lizadoras de Perón, primera peronista muñeca rubia” tal importancia, una parte no
argentina, y éste sí que me resulta papel (la niña y el cadá- coincide con la otra.
difícil, y en el que nunca estoy totalmen- ver). Antes y des-
te contenta de mí. pués que Borges, Juan Carlos Onetti,
De Eva Perón no interesa que hablemos. David Viñas y Rodolfo Walsh optaron
Lo que ella hace aparece demasiado por el no-nombre: “Ella”, “esa mujer”,
profusamente en los diarios y revistas de “la señora.”31 Néstor Perlongher la
todas partes29. llama “Evita”, retomando la desig-
nación propia de los evitólatras, y
Y sin embargo esa Eva Perón, capaz Beatriz Sarlo analiza los procesos de
de ocupar “un lugar respetable en los construcción de la soberanía política
periódicos del mundo entero” vuelve, a partir de su imagen designándola
con Copi, para decir lo mismo y otra como “Eva” (la primera mujer, la res-
cosa. Se trata de una mujer que repre- ponsable de la caída).
senta el papel de Eva Perón: una per- Copi es el primero que nombra lo
sonalidad escindida, un cuerpo doble innombrable: la relación de “esa mujer”,
que es, con diferentes nombres, ya de “la señora” con el Estado. Por eso,
Aparato de Estado, ya parte del ima- su pieza se llama Eva Perón, aunque su
ginario popular y, lo que es de capital personaje habla bajo la máscara de Evita
importancia, una parte no coincide con (y en esa distancia se cifra el secreto de
la otra. Como sombra de la sombra, la historia). Por eso, es imposible con-
tales imágenes revelan la distancia de signar en el archivo Copi la pieza teatral
sí consigo misma que resulta inherente llamada Eva Perón y desasignarla de la

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

entrevista en la que hace hablar a Eva: las para componer un personaje que con-
dos, caras de la misma moneda. fundiera a los oficiales de aduana
Esa figura doble, prevista por un per- que conocían bien su foto), sino que
sonaje psicosomático en un texto que comenta con apatía la adecuación de
es a la vez su memoria y su testamento, ese relato al Imaginario paterno: “Lo
irrumpe con toda su fuerza para desba- vi más distendido que nunca, casi
ratar la novela familiar: no se trata de triunfal”. Es ese triunfo del Imaginario
oponerse a ese relato sino de llevarlo patriarcal lo que Copi convoca para
hasta sus últimas consecuencias. formar parte de su dispositivo.
¿Qué esperaba Raúl Damonte, el padre Es verdad que Copi decide no llevar
de Copi (que se llamaba como él y como el nombre del padre (Raúl Damonte
su abuelo mater- es lo que Copi no quiere ni puede ser)
Esa figura doble, prevista por no: Raúl Natalio pero, al mismo tiempo, es evidente
un personaje psicosomático Damonte Botana), que decide repetir su intensa relación
en un texto que es a la vez la quinta pieza que con el acontecimiento peronista, jugar
su memoria y su testamento, hay que incorpo- el mismo juego.
irrumpe con toda su fuerza rar a la lista para Aquel que años después, en su autobio-
para desbaratar la novela fami- que la serie fun- grafía, habría de reflexionar sobre el exi-
liar: no se trata de oponerse a cione (hable) por lio paterno en los siguientes términos:
ese relato sino de llevarlo hasta sí misma?:
sus últimas consecuencias. Mi padre, que tenía el hábito del exilio,
Su ilusión de ayu- lo consideraba como el período de la vida
darme a emprender a su imagen una en que los hombres se abren a la libertad.
carrera política en Argentina (eso para Pero mi madre y nosotros, niños, aun
lo cual me habían concebido) había fra- cuando comprendíamos que habíamos
casado al primer intento, como sucedió escapado de la muerte o de algo parecido,
también con mis dos hermanos.32 sabíamos también que una vida –la que
hubiéramos vivido en Argentina– se nos
Llevamos en nosotros la perplejidad escaparía para siempre. He experimenta-
de haber sido concebidos. Copi sabía do con frecuencia ese sentimiento, a veces
(o quiso creer) que había sido conce- de manera dolorosa y en circunstancias
bido para la política (parlamentaria). muy distintas, como la que se siente en
Puesto a examinar ese destino previsto el escenario de un teatro en el momento
por el imaginario de su padre, se topa de los aplausos,33 ese mismo, en 1970,
fatalmente con la figura de Eva Perón obligó a su familia a un segundo exilio
que, por todas partes, interpela y des- (y éste, definitivo).
barata su novela familiar.
En su autobiografía, Copi no sólo Copi escribe Eva Perón con las pala-
repite la historia completamente falsa bras del padre, que había ficcionali-
que le llega de la fuga de su padre en zado diálogos entre Perón y Eva en
1945 (haber tenido que cruzar el Río uno de sus libros,34 en el que se lee
de la Plata tendido en el fondo de por ejemplo, que en los momentos
un barco de contrabandistas, haber previos al 17 de octubre de 1945, ante
cambiado varias veces de pasaporte los titubeos del líder, “Eva lo mira con
durante el viaje, usar un bigote falso lástima” y “le escupe”: “sos un cagón”.
que guardaba en el bolsillito del saco “Levantate marica, que no te va a pasar

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

nada”, habría dicho Eva a su marido (decorativa) de Evitas literarias y se


según el alucinado relato de Damonte inscribe en relación con ella para
(padre). Como señala Beatriz Sarlo, hacer que la serie funcione pero,
Copi trabaja a partir de esos “discursos sobre todo, para sacar a Eva Perón
de infancia”: convoca una “imagen de del armario en que se ha encerrado,
Perón con migraña, enfermedad feme- presa ella también del Imaginario de
nina”35 como continuación del Perón los otros. La Madre dice: “Se ence-
afeminado que su padre había diseña- rró en el placard y no quiere salir”.
do para divertimento de sus vástagos Concebido como armario, placard o
(ya que no había forma de incluirlos closet, el archivo sólo puede esperar
en la política parlamentaria). a sus asesinos. De lo que se trata es
No es que Copi retome y desarrolle de re-usar lo que
la voz del padre y la someta a “un el archivo con- También en esto las enseñan-
giro paródico, pero no para el lado tiene y seguir zas de Proust y de Copi se
de la revolución política sino hacia el juego de las parecen. Para postular una
el lado de un populismo negro que voces previas. teoría completa y radical de la
dice: pues bien, en la Rosada hay Copi lo hizo y, al transexualidad como la que en
una puta vestida por Dior, ¿y qué?”36. hacerlo, profanó sus obras se deja leer hay que
Nada más lejano a Copi que el deseo la novela familiar profanar lo sagrado. Proust
de parodiar al padre. Nada más ajeno y el Imaginario llamaba sadismo a esa relación.
al dispositivo de Copi que la parodia peronista (es Copi, sencillamente, teatro.
de discursos. Más bien se trata de decir: político).
seguirlo, de repetir sus pasos, hasta También en esto las enseñanzas de
la extenuación. Si Evita, puta, vestía Proust y de Copi se parecen. Para
Dior en la sede de la soberanía, lo postular una teoría completa y radi-
mismo hará Copi en muchas de sus cal de la transexualidad como la que
puestas. No tanto un giro paródico en sus obras se deja leer hay que
como una revolución antropológica; profanar lo sagrado.38 Proust llamaba
jugar el juego del padre como forma sadismo a esa relación. Copi, sencilla-
de profanación: mente, teatro.
En ese teatro de la transexualidad,
El pasaje de lo sagrado a lo profano puede, se llega al archivo (se sale del recuer-
de hecho, darse también a través de un do), sólo en el momento en que
uso (o, más bien, un reuso) completamen- se encuentra el propio lugar (vacío,
te incongruente de lo sagrado. Se trata del fallado) en una lista, en el momento
juego. (…) El juego no sólo proviene de la en que se aísla un elemento (digamos:
esfera de lo sagrado, sino que representa de Eva Perón) de la serie y se lo pone a
algún modo su inversión.37 funcionar en otra: “Mediante la tran-
sexualidad generalizada, lo humano se
Todos los personajes de Eva Perón ha vuelto imagen.”39
juegan el mismo juego: cajas, baú- He abierto por ahí (y para mí, y ante
les, cofres, maletines, puertas que ustedes) el archivo Copi. Me extraña-
se abren y se cierran, cuyas llaves y ría si algún día se cerrara.
números de combinación se buscan,
se encuentran y se pierden. (*) Universidad de Buenos Aires
Copi llega a la colección literaria daniel.link@gmail.com

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

NOTAS

1. Leído en el Seminario Internacional “Poéticas do Inventàrio: coleções, listas, séries e arquivos” organizado
por la Casa de Rui Barbosa, a Universidade Federal de Minas Gerais y la Stanford University (Río de Janeiro,
29 de mayo al 2 de junio de 2006).
2. Du Côté de chez Swann. París, Nouvelle Revue Française,1919.
3. “Ces évocations tournoyantes et confuses ne duraient jamais que quelques secondes.”
4. “El mito es un habla” en Mitologías. Madrid, Siglo XXI, 1980.
5. Agamben, Giorgio, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo (Homo Sacer III). Valencia, Pre-textos, 2000, p. 150.
6. Op. cit. p. 150-151.
7. En Contre Sainte-Beuve, la rememoración provocada por la taza de té arrastra al narrador al recuerdo de su
abuelo. Uno de los fragmentos del libro lleva por título “La race des tantes”.
8. Agamben. op. cit. p. 144.
9. Véase, una vez más, Raúl Antelo. op. cit.
10. Qué es la filosofía. Barcelona, Anagrama, 1993, p. 178.
11. Op. cit. p. 169.
12. Copi, El baile de las locas. Barcelona, Anagrama, 2000, cap. IX, pp. 119-120. Tr. Alberto Cardín y Biel Mesquida.
13. Raúl Escari (comunicación personal).
14. Aira. Copi. Rosario, Beatriz Viterbo, 1991, p. 108.
15. Copi. Eva Peron [sic]. París, Christian Bourgois, 1969.
16. Raúl Escari (comunicación personal), Alfredo Arias (comunicación personal).
17. “Copi en Copi”, incluido en Copi (textes rassemblés par Jorge Damonte; photos, Jorge Damonte). Paris,
Christian Burgois editeur, 1990, p. 81.
18. Op. cit., p. 85.
19. Op. cit., p. 84.
20. Copi. Eva Perón. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2000, p. 14. Tr. Jorge Monteleone. Sobre la muestra
colectiva “Tucumán arde” puede consultarse con provecho Giunta, Andrea, Vanguardia, internacionalismo y
política. Arte argentino en los años sesenta. Buenos Aires, Paidós, 2001.
21. Sarlo, Beatriz, La pasión y la excepción. Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 236.
22. Op. cit. p. 236.
23. Op. cit. p. 17.
24. Sarlo, op. cit. p. 18.
25. Op. cit. p. 236.
26. Además del monumental siempre creciente estudio de Gabriela Sontag: Eva Perón: Books, Articles and Other Sources of
Study: An Annotated Bibliography (Madison, Wisconsin, 1983), pueden consultarse: Navarro, Marysa (comp.), Evita. Mitos y
representaciones. Buenos Aires, FCE, 2002; Tello, Nerio y Santoro, Daniel, Eva Perón para principiantes. Buenos Aires, Errepar,
2002; Cortés Rocca, Paola y Kohan, Martín, Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón: cuerpo y política. Rosario, Beatriz
Viterbo, 1998; y Soria, Claudia, Los cuerpos de Eva. Anatomía del deseo femenino. Rosario, Beatriz Viterbo, 2005.
27. Op. cit., p. 109.
28. Según Tomás Eloy Martínez, los montoneros (todavía desconocidos para el gran público pero incluso para
los personajes principales del drama peronista) se habrían presentado a Perón para solicitarle permiso para
ejecutar a Copi, a lo que el ex presidente se habría negado (Raúl Escari: comunicación personal).
29. Perón, Eva, La razón de mi vida. Buenos Aires, Peuser, 1951.
30. Antelo, Raúl, op. cit., pp. 115-116.
31. Viñas es, en todo caso, el único que acepta uno de los designadores previstos en la constelación de nombres
diseñada por Eva Perón respecto de las funciones del Estado.
32. Op. cit. p. 85.
33. Op. cit.
34. ¿A dónde va Perón?: de Berlín a Wall Street. Montevideo, Ediciones de la Resistencia Revolucionaria Argentina, 1955.
35. Op. cit. p. 236.
36. Sarlo, op. cit. p. 235.
37. Agamben, Giorgio, “Elogio de la profanación” en Profanaciones. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005, p. 100.
38. Raúl Antelo sugiere que “el reportaje de Giselle Freund, defensora de la reproducción como lógica de la imagen, sobre Eva para
Life profana el mito y funciona como bastidor de un circo: muestra cómo se monta la drag-queen” (comunicación personal).
39. Cfr. Aira, op. cit. p. 108. Y también: “Evita es un travesti; no hay nada en la obra que lo diga explícitamente,
como no sea el hecho de que en la primera representación el papel fue interpretado por un hombre. Pero su tra-
vestismo se sostiene en el sistema mismo: si no es la Santa de los Humildes, la Abanderada de los Trabajadores (y
esta Evita harto demuestra no serlo) tampoco necesita ser una mujer. La representación de la mujer es una mentira.
Luego, tampoco necesita morir como estaba programado en su mito. Se hace inmortal como imagen” (p. 107).

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Enrique Pezzoni:
sigilo y espectáculo
Por Jorge Monteleone (*)

El modo de evocación centrado en las anécdotas


capaces de detectar los estilos personales, tiene la
capacidad de actualizar algo de lo existencial que
una determinada figura, y su experiencia vital,
dejaron como marca. Así, Jorge Monteleone se
propone recordar, extrañando y recreando, la
figura de Enrique Pezzoni, su vocación profeso-
ral pero, sobre todo, el modo en que la seducción
de un habla se situaba en los puntos de conflicto
entre “la palabra y el mundo”. Traductor, pero
no como actividad reproductiva, sino como acto
de innovación que logra deslizar sentidos entre
los textos y sus transfiguraciones de contexto.
Monteleone recorre el vaivén en el que oscila
Pezzoni: entre la escenificación espectacular de
un habla literaria, –agónica, merodeante y por
momentos crispada–, y el sigilo de quién no cesa
de traer sus preocupaciones pretéritas, siempre
irresueltas y perseverantes. De allí la madurez del
autor de El texto y sus voces: negarse a sí mismo
como modo de rejuvenecer en cada acto. Ahí, en
ese ir y venir, donde sus alumnos van a buscarlo
cuando van a buscarse.
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Es probable que para hablar sobre nalista traductor es un escándalo.


Enrique Pezzoni sea ineludible la Pero Enrique Pezzoni era alguien
anécdota o la confesión. Él habría así: una especie de nominalista, cuya
sonreído al prever el artificio retóri- desconfianza en la palabra constituía
co de la intimidad, habría ironizado una fe, una fidelidad hacia lo irreal
sobre el apurado matiz, que reduce a del nombre. Por eso se situaba siem-
un hombre a dos o tres episodios que pre en el intersti-
impresionaron la memoria. Esto sig- cio, nos hablaba Una anécdota no puede reite-
nifica, además, que para hablar sobre desde el lugar rar un hecho, una confesión
Enrique Pezzoni no podamos dejar de mismo del des- no es la intimidad, un maestro
imaginar qué habría dicho él acerca ajuste entre pala- no señala la verdad. Pero en
de lo que decimos: es la prerrogativa bra y mundo, la retórica del relato, en las
de los maestros. Ironía y enseñanza o, entre sentido e inflexiones subjetivas de la con-
mejor dicho, ironía en la enseñanza. interpretación, fesión y en las interpretaciones
Una anécdota no puede reiterar un en el vertiginoso relativas de la verdad es posible
hecho, una confesión no es la intimi- deslizamiento de que algo aparezca, que algo se
dad, un maestro no señala la verdad. las mediaciones. actualice, que algo actúe. Tal
Pero en la retórica del relato, en las Todos recorda- vez, al pensar en su enseñanza y
inflexiones subjetivas de la confesión mos cómo ape- al evocar los gestos cotidianos,
y en las interpretaciones relativas de laba a vocablos no podemos no recordar que
la verdad es posible que algo aparezca, extranjeros para algo aparecía, algo inadvertida-
que algo se actualice, que algo actúe. hacerse entender mente se volvía cercano cuando
Tal vez, al pensar en su enseñanza y al mejor. No era un Enrique Pezzoni actuaba.
evocar los gestos cotidianos, no pode- afectado perso-
mos no recordar que algo aparecía, naje de Henry James el que hablaba,
algo inadvertidamente se volvía cerca- sino alguien que súbitamente des-
no cuando Enrique Pezzoni actuaba. esperaba del idioma. “En realidad,
Había, por un lado, la seducción, la todos somos traductores –escribió–.
risa, la voz, la mirada, la vestimenta, Vivir en contacto con el mundo y
la cortesía, la broma; por otro, el len- con el mundo del arte es actividad
guaje, el comentario, la pregunta, la de traducción permanente.” La frase
duda, la evidencia, el recelo de quien pertenece a su artículo “Malraux: el
no afirma sino en el rodeo. Pero aque- gran traductor.”2 Porque la traduc-
llo que comunicaba comprendía la ción no era para Pezzoni una mera
reunión de ambos aspectos, la puesta transposición lingüística, ni siquiera
en escena de un habla. Y lo comuni- una sabia recreación. Cumplidos la
cado era, precisamente, aquello que pericia y el arte, la traducción era
escapa a las reglas de la comunicación. una metáfora que daba cuenta de
Acaso lo comunicado era que la mate- una subjetividad transformándose en
ria imposible de la literatura, aquello sucesivos cambios, por los cuales, a la
que apenas podría traducir el gesto o vez, se posee a sí misma y se entrega
el balbuceo, es lo incomunicable1. en otra. La traducción concebida
Si, para un nominalista lo real está como orden existencial, como posi-
siempre más allá de la palabra, qué bilidad de metamorfosis, como con-
hiato insuperable no hallará entre jura del suceder. “No sucesión –escri-
una palabra y otra. Por eso, un nomi- bió– pero sí metamorfosis continua:

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traducción de mi yo efímero a otros modo de tejer en el hueco de la incer-


no menos fugaces pero que afirman tidumbre acerca del sentido textual.
siempre la permanencia del traspaso” Habla sigilosa, pero también espectá-
(p. 134). Lo que podría denominarse culo: representación del habla. Sigilo y
un “sistema de la traducción” explica- espectáculo son vocablos muy propios
ba todas sus actividades y sus mutuas de Pezzoni pero, en general, tienden a
repercusiones. Porque en la enseñan- eliminarse mutuamente: se refieren a
za, el sujeto tra- modos discursivos donde, si uno ocu-
En sus clases, Pezzoni dudaba duce y se traduce rre, el otro desaparece. Por ejemplo, en
en infinitos merodeos y suti- al intercambiar “La revuelta sigilosa” se lee:
lezas y humoradas repentinas, los códigos y
pero en ese delicado laberinto valores de con- Borges avanza: inicia una nueva derrota
de su conversación lo que hacía textos diversos y fingiendo reescribirse sin reinterpretar,
era obliterar, con la inmediata de experiencias como asumiendo una antirrevuelta que,
pasión de su cuerpo afectivo, distintas. Del en verdad, es una revuelta sigilosa, una
aquella imposibilidad radical de mismo modo, suerte de alzamiento contra sí mismo.
la que está hecha la literatura. la interpreta- Si algo niega a sus contemporáneos es el
ción crítica es un espectáculo de esa revuelta (p. 62).
modo de traducción entre saberes y
también una traducción del sujeto Pero en Enrique Pezzoni, de un modo
interpretante en la particular visión muy afín a su pensamiento móvil,
de su objeto. Sin embargo, en este sigilo y espectáculo podían convivir.
tránsito diferencial siempre se pro- Por una parte, su lección del maestro
duce el hiato, la inadecuación, la consistió en ser un artífice del decoro:
grieta. Una interrupción de la total el que susurra en los entresijos de la
inteligibilidad que permite, a la vez, palabra autorizada, el que cuestiona la
la tensión y el movimiento del sen- monolítica certeza de un Orden neu-
tido. Pezzoni interrogaba esa zona tro y feroz. Presencia intersticial de su
casi indiscernible de los contrarios palabra suspendida, presencia lateral y
incomunicables y su discurso crítico pudorosa: el relato de las lecturas críti-
y su discurso pedagógico la reco- cas como pudor de lo autobiográfico;
rrían como una lanzadera que viene la escritura que se entreteje con la de
y va. Laborioso de tejido que aspira otro como pudor de la traducción;
a cubrir la intemperie, laborioso de la desplegada respuesta del alumno a
trama que se desteje y se rehace, su demanda como pudor de la sabi-
laborioso de cada voz hilada, había duría. Pero al evocar esa presencia
elegido para sí un seudónimo justí- reaparece, también, la experiencia de
simo cuando firmó la traducción de su dramaturgia, la puesta en escena
Lolita, de Nabokov, publicada por de la pedagogía. Las frases de puntua-
Sur en 1959: Enrique Tejedor. ción nerviosa, la bondadosa malicia,
Podía discurrir sobre la retórica de el discurso que elude toda aserción
la emoción, sobre la mascarada del exclusiva y se colma de paréntesis,
sujeto que se brinda y se sustrae o de acotaciones y de citas. Esa ago-
sobre el soliloquio del amor, sobre nística elegante de la seducción, esa
todos aquellos restos que son litera- avidez apasionada de un cuerpo, era
tura. Pero hablaba y esta habla era su en verdad un teatro de lo literario: el

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escenario luminoso donde las palabras donde los lugares del sujeto, que se
entran, se pulverizan y se disparan. En sabe momentáneo simulacro, se hallan
sus clases, Pezzoni dudaba en infinitos interceptados por el referente de la
merodeos y sutilezas y humoradas crítica. Podrían hallarse atisbos de ese
repentinas, pero en ese delicado labe- “limo elemental” del Yo, por ejemplo,
rinto de su conversación lo que hacía en el modo de articular dicotomías:
era obliterar, con la inmediata pasión norma y transgresión, saturación y
de su cuerpo afectivo, aquella imposi- vaciamiento, plenitud y carencia,
bilidad radical de la que está hecha la
literatura. Un movimiento afín al que
describió en Eduardo Wilde:

... en el deseo mismo de convencer, de


seducir al lector con la gracia de su hablar
conversado, siempre es inminente en Wilde
el momento en que la realidad se declara
inabordable por las palabras que podrían
transmitirla. (...) Acusar de incapacidad
al lenguaje es, contrario sensu, exaltarlo,
incitarlo a decir (p. 261).

Con su habitual perspicacia, Sylvia


Molloy notó que las referencias de
Pezzoni a Wilde, o a Pizarnik, o a
Borges o a Capote podrían entenderse
como una forma lateral de la confesión,
toda vez que se abjurase de una obje-
tividad presunta, para conformarse,
en cambio, como una red personal de
elecciones y de preferencias.3 En esto
mismo consiste el programa crítico de
Pezzoni en esa nota, breve y magistral,
que precede El texto y sus voces:

La crítica literaria: biografía, autobio-


grafía. (...) El crítico compone la bio-
grafía de la literatura, que es su autobio-
grafía. Historia de sus modos de acceso,
cartografía de los rumbos que lo llevan a
encontrar / producir el sentido. Revelar ofrecimiento y rechazo, infracción y
y ser revelado. Desplegar el juego de las contrato. Juego dicotómico, siempre
creencias, las convicciones, los modos de diferencial y de pleno diferimiento,
percibir. Ser en y por el texto (p. 7). que no es una mera alternancia, sino
un vaivén. La ida abre una vuelta dis-
En El texto y sus voces es posible tinta que lleva a otro sitio desde donde
seguir las líneas de un autorretrato, se vuelve a otro lugar. Movimiento

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típico de la escritura de Pezzoni: el En esta serie, el espectáculo corres-


vaivén, el avance y retroceso sobre ponde a los objetos críticos, a los
el límite significante de la literatura, textos y a los saberes que organizan
para desbaratar y modificar el marco. su lectura. Es posible seguir allí un
Un sujeto en la permanencia del irse a itinerario cambiante donde el texto se
otra parte, como escribía de Truman atestigua como caso y donde el saber
Capote: ... ir hacia ese otro que él se enrarece en la singularidad. En esa
desearía ser, hacia otra forma posible de continuidad, sin embargo, los textos
respuesta (p. 300). se modifican y prolongan sin cerrarse
Y en esto consistía la madurez de en una verdad única, mientras los
Pezzoni: no en perfeccionar sus ges- saberes entran en constante colisión.
tos críticos de Cuanto más distanciados en el tiempo
Si el hombre asiste a su propia antaño, sino en se hallan los ensayos, tanto más se
degradación en la temporali- negarse, rejuve- advierten estos rasgos. En su sola dis-
dad padecida, si se halla exi- necer median- posición en el volumen se exaltan sus
liado en la dualidad de materia te la infalible diferencias o, para decirlo con pala-
y espíritu y su conciencia no d e p r e c i a c i ó n bras de Pezzoni, la mutación teórica
puede restaurar la distancia del Yo anterior. se “espectaculariza”. Por ejemplo, en
entre palabra y mundo, si lo “Pero entonces “Felisberto Hernández, parábola del
puramente humano consiste –nos dijo en una desquite”, que data del año 1982, hay
en situarse en esa encrucijada clase– antes no una concepción de lo fantástico, sus-
donde los contrarios no pue- éramos más que pendido entre lo trivial y lo inexplica-
den conciliarse, entonces la unos miserables ble, referida a códigos socioculturales,
vida sólo tiene sentido organi- f o r m a l i s t a s . ” así como la descripción del Yo felisber-
zada como lectura de la vida, Nos sorpren- tiano en co-oposición con el Otro que
como proposición acerca de día siempre con bordea el paradigma psicoanalítico. En
la vida. Una construcción que la humildad de “Adversos milagros”, sobre la narrativa
colme el vacío y que, a la vez, una cambiante de Adolfo Bioy Casares, que data de
sea ella misma un vacío. En y falible sabidu- 1969, el debate sobre la literatura fan-
este punto, destino se vuelve ría: aquella que tástica responde al problema del realis-
anagrama de sentido. no reclama la mo y la narración se ordena en torno
novedad como del personaje y sus niveles de lengua.
distracción vanidosa, sino que asume En Pezzoni podemos seguir con cierta
lo nuevo como una forma suprema claridad las capas superpuestas de los
de autocrítica. Así se explica la dispo- paradigmas teóricos que atravesaron
sición de los ensayos de El texto y sus la crítica argentina entre 1950 y 1990,
voces, al margen de la obvia división en uno de sus usos más originales y
temática. Me refiero al contrapunto deslumbrantes. Podríamos, también,
de escritos de épocas diversas, de verificar las diversas formaciones cul-
modo que al Enrique de 50 años turales que pudo, que puede integrar
precede el de 25 y sigue el de 40: ese un intelectual argentino y sus correla-
constante ir y venir por una memoria tivos medios de expresión. Podríamos,
crítica que salta en el tiempo, convie- en fin, asistir a las variables relecturas
ne a una inteligencia que de continuo de textos y su resignificación en la
reniega de sí misma y se desvía hacia crítica, textos que entran en nuevos
otra posibilidad de presentarse. cánones, abandonan zonas de sombra

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o realizan programas estéticos. Todo 1969, el destino corresponde a la ten-


esto es visible y puede rastrearse en sión dialéctica entre vida y literatura.
los ensayos de El texto y sus voces: es su Si el hombre asiste a su propia degra-
espectáculo. Pero hay otro recorrido dación en la temporalidad padecida,
posible que corresponde al sigilo del si se halla exiliado en la dualidad de
sujeto que se sustrae en esa muestra y, materia y espíritu y su conciencia no
al mismo tiempo, va dejando huellas puede restaurar la distancia entre pala-
irreductibles, gestos que en su insis- bra y mundo, si lo puramente huma-
tencia reconocemos a través de sus
definidas máscaras. Esto se vuelve más
preciso si leemos El texto y sus voces
de otro modo, es decir, si leemos los
ensayos del libro cronológicamente.
Hallaríamos entonces cuestiones deci-
sivas que no se abandonan a lo largo
del tiempo sino que, más bien, se
problematizan y retornan con mayor
complejidad. Cuestiones que, en una
lectura inmediata, más atenta a los
brillos de la prosa y a los meandros de
la reflexión, pueden pasar desapercibi-
dos en su carácter de obsesión central,
en su apasionada recurrencia. Son el
dibujo en el tapiz. Una de ellas, por
ejemplo, corresponde a la noción de
destino. Es evidente en el texto sobre
Alejandra Pizarnik –”La poesía como
destino”– pero no ha sido abandonada
en toda la trayectoria. En la nota sobre
Henry James, de 1950, ya leemos esta
frase: “Pues aun el ser de existencia más
frívola va impulsado por un designio:
cumplir cabalmente sus posibilidades
y modelar el destino a que está condi-
cionado, clave única para poder gustar
con plena conciencia “el sabor verda-
dero de la vida”(p. 285). En el ensayo
sobre Pizarnik el destino consiste en
singularizarse a partir de una cadena
de instantes en los que el sujeto se
da plenamente, como una experien- no consiste en situarse en esa encruci-
cia viva de autorrepresentación. Entre jada donde los contrarios no pueden
uno y otro ensayo, el destino va de conciliarse, entonces la vida sólo tiene
la experiencia vivida a la experiencia sentido organizada como lectura de la
imaginaria, de la existencia al texto. vida, como proposición acerca de la
En el ensayo sobre Alberto Girri, de vida. Una construcción que colme el

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vacío y que, a la vez, sea ella misma un ser reencontrado en el cruce con
vacío. En este punto, destino se vuelve nuestra propia experiencia afectiva.
anagrama de sentido. Una noche ya extraviada, en la pre-
Derrotero, sucesión y, a la vez, burla sentación de uno de sus libros de
del suceder en un contrapunto de poesía, Tamara Kamenszain recono-
negaciones. Como toda revuelta –escri- ció: “cómo seguimos dedicándole los
be Pezzoni en 1982– la de Borges es un libros a Enrique, cómo esperamos
movimiento que parte en un sentido, lo todavía sus lecturas”. Todos busca-
abandona y vuelve a él. Borges se con- mos a Pezzoni de ese modo, y quizá
tradice, o se reitera para contradecirse lo buscamos al azar. Por mi parte,
(p. 63). En este movimiento aparecen busqué a Enrique en esa fotografía del
todas las figuras de un Yo atravesado libro Atlas, de Borges, con él mismo
por la oscilación, la ambigüedad, la sonriente, sentado a la mesa junto a
dispersión, en un desplazamiento que Girri distraído, a María Kodama, a
altera siempre su derrotero. Sentido Borges que, sobre aquella cena que
indecidible, fijación y vértigo. Así apa- prefiguraba su viaje, escribió allí:
recen en los ensayos de Pezzoni formas
de la subjetividad transformadas en En un restaurante japonés nos reuni-
una cadena de dualidades. De nuevo, el mos María Kodama, Alberto Girri,
vaivén, a través de figuras con las cuales Enrique Pezzoni y yo. La comida era
describe sus objetos críticos: en el acto una antología de sabores fugaces que
de vaciarse y a la vez colmarse, en el nos llegaban de Oriente.4
acumular descartando, en la expansión
y el replegamiento, en la inscripción O en esa carta de Victoria Ocampo
del uno en el otro y de lo otro en uno. escrita en París hacia 1951, dirigida
Parábola que va del destino al sentido. a Enrique con la curiosa inscripción
Es decir, del destino mortal a la bús- “Mi querido Facaldo” y donde le decía
queda de un sentido y, en un segundo “siento mucha ternura por lo que hay
movimiento, del vacío de significación en vos de juventud y de avidez (esta-
a la muerte como límite de todo sen- dos que conocí tan bien). Más que
tido posible. En estas huellas sigilosas, ternura es como un enternecimiento.
como en los textos de Silvina Ocampo ¿Comprendés? El mismo enterneci-
o como en otros textos donde el sujeto miento que siento ante los niños.”5 O
deriva, se propone la existencia de un Yo en su firma garabateada y angulosa,
central que aguarda el momento en que con tinta negra. O en la mirada risue-
será conocido, pero siempre reconocido ña con que recibió a un compañero
como ausencia, como carencia radical. del seminario, que en la clase anterior
Seducción constante de un vacío que se había adoptado un tono teórico levan-
colma con fugaces simulacros de plenitud. tisco y a quien asombró con la frase:
Y rechazo obstinado de esas plenitudes “¡Aquí llega el maula!”. O quizá lo
que se muestran como modos de ofus- busqué en el instante en que Humbert
cación, de ficción, de doble sentido de Humbert acaricia la espalda marfileña
invención y mentira (p. 188). Una espe- de Lolita; el instante en el cual el joven
cie de permanencia en la desaparición, angélico de Teorema lee un pequeño
el juego del sigilo en el espectáculo. volumen de Rimbaud, iluminado por
Pero ese Yo elusivo siempre puede el sol oblicuo que ilumina el jardín;

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

el instante en el que el capitán Ahab, ardua travesía, dan con el sitio donde
izándose al palo mayor del Pequod, hubo un Nacimiento, el nacimiento
divisa el fúlgido chorro vaporoso de y la amarga angustia de la muerte del
la ballena blanca; el instante en el que poema de Eliot. Muchos vivimos esos
Malraux descubre el aspecto sencillo momentos porque Enrique, al tradu-
de Mao, vestido de azul y con zapa- cirlos, los reescribió.
tos marrones, convenciéndolo de que Y allí volví a buscarlo y volveré.
luchara contra el Japón; el instante en
el que los Reyes Magos, luego de la (*) CONICET

NOTAS

1. La primera versión de este ensayo, con algunas variantes, fue publicado en Filología, XXIX, 1-2, Instituto
de Filología y Literaturas Hispánicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1996, pp.
157-162. He preferido no reescribirlo ni ampliarlo, ya que en ese caso sería un texto distinto, que evocaría otras
cuestiones complementarias y debería considerar, además, los textos críticos publicados después sobre Enrique
Pezzoni (entre los cuales se cuentan, entre otros, los de Jorge Panesi, Sergio Chejfec, Laura Estrín, Alberto Gior-
dano, Patricia Willson). De todos modos, quisiera mencionar otro libro fundamental para su conocimiento.
Me refiero a la compilación realizada por Annick Louis de algunas de sus clases sobre Borges: Enrique Pezzoni,
lector de Borges. Lecciones de literatura 1984-1988, Buenos Aires, Sudamericana, 1999. Annick Louis señala allí
algo que se sugiere en este ensayo bajo las nociones de sigilo y espectáculo: en Pezzoni, la oralidad es la tierra de
la libertad y la escritura era el territorio de la contención. Sus clases son sistemas no menos rigurosos que sus textos,
pero trabajan de otra manera con la situación y el contexto en que se despliegan, (p. 13).
2. Enrique Pezzoni, El texto y sus voces, Buenos Aires, Sudamericana, 1986, p. 312. En adelante señalaré entre
paréntesis el número de página al que pertenezca la cita.
3. Sylvia Molloy, “1926-1989”, en Babel, a. IV, N°. 22, pp. 26-27.
4. Jorge Luis Borges, Atlas, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, p. 84.
5. Victoria Ocampo, Correspondencia. Sur, N° 347, Buenos Aires, julio/diciembre 1989, p. 159.

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Ana María Barrenechea,


la descifradora(*)
Por Jorge Monteleone (**)

Todo texto crítico no sólo ofrece la posibilidad de


ver en él los rasgos autobiográficos de su autor,
sino también una operación capaz de componer
imágenes sobre la literatura, sobre el ejercicio
de la crítica, y sobre el crítico mismo, sus lec-
turas y obsesiones. Tales obsesiones son las que
desvelan a Ana María Barrenechea en su intento
por descifrar los enigmas que, incesantemente,
ofrece la literatura borgeana. Así describe Jorge
Monteleone el esfuerzo de Barrenechea a partir
del libro que consagró al estudio de la obra del
escritor de infinitudes y eternidades: La expre-
sión de la irrealidad en la obra de Jorge Luis
Borges y otros ensayos. En él, la autora se pregun-
ta por los sentidos ocultos, virtuales, escondidos
en cada realización ofrecida en la literatura bor-
geana, volviéndose –aquellas enigmáticas posibi-
lidades– materia perturbadora e incesante, capaz
de relativizar cualquier intento de juicio sobre
la escritura de Borges. Todo podría ser otra cosa
de lo que es, y allí anida el “secreto fugitivo” que
escapa sin cesar a todo intento revelador. Es por
ello, y tras esa huella perdida, que Barrenechea
–nos dice Monteleone– sigue los pasos de ese
deseo descifrador que nunca podrá alcanzarse
plenamente, de una vez y para siempre.
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Para Anita, por su incesante generosidad. Borges y otros ensayos, acaso permita
entrever la imagen que propone, el
Nunca me cansaré de citarlo; cada vez autorretrato de la crítica.3 No para leer
que una persona lidia con el enigma a Borges, o acaso sí, acaso para leerlo
de una literatura, cada vez que alguien de un modo casi definitivo, acucioso,
lee y escribe la historia de su atención, monumental en este volumen, para
lo recuerdo: “El escritor escribe la bio- leerlo del mismo
grafía de la literatura –apuntó Enrique modo en que se La crítica no propone sólo el
Pezzoni– que es su autobiografía.”1 Lo leen ciertas ver- despliegue de una intuición, el
cual a su vez es una reformulación de siones críticas de ejercicio de un saber, la racio-
Oscar Wilde, que escribió: los objetos litera- nalidad de un método, el espec-
rios historizados. táculo de una teoría literaria,
[la crítica] es la única forma civilizada de Aun parcialmen- sino también las intermitencias
autobiografía, ya que se trata, no de los te, aun ignorán- imaginarias de una conciencia
acontecimientos, sino de los pensamientos dolos, aun en las que aquí o allá, en una “red
de la propia vida; no de los accidentes físi- antípodas de su humoral”, traza en su escritura.
cos de los actos o las circunstancias, sino esbozo, la ima-
de los estados espirituales y las pasiones gen histórica de ciertos libros está
imaginativas del espíritu.2 indisolublemente ligada a lo que se
escribió sobre ellos, como si esos
Desde entonces no puedo leer la crí- libros no hubieran alcanzado en el
tica sin pensar, siquiera por un mo- momento de su aparición su entero
mento, en la desplazada autobiografía cumplimiento, porque entonces no
que su forma disemina aquí o allá, en eran, de ningún modo, lo que ahora
la insistencia de sus elecciones, en ese son para nosotros. Nuestra imagen
autorretrato a contraluz que oculta del Martín Fierro, nuestra imagen
su nombre y sin embargo resplande- cultural, está unida, siquiera parcial-
ce como conciencia alerta. Todo texto mente, al pensamiento desvelado de
crítico no sólo compone la imagen de Ezequiel Martínez Estrada; el Ulysses
una escritura, de un autor, de una lite- a la arquitectura de Stuart Gilbert; la
ratura ajena, sino también la imagen Fábula de Polifemo y Galatea al dédalo
propia del crítico, a través de aquello de Dámaso Alonso. Y en Shakespeare
que ha elegido como espacio propicio está Samuel Johnson, y Francesco de
de su experiencia fundamental, que es Santis en Dante, y Jean-Paul Sartre en
la lectura. La crítica no propone sólo el Flaubert y Octavio Paz en Sor Juana
despliegue de una intuición, el ejerci- Inés de la Cruz. La primera imagen
cio de un saber, la racionalidad de un coherente de la literatura de Borges,
método, el espectáculo de una teoría la primera relación sistemática de la
literaria, sino también las intermiten- negatividad borgeana, de su potencia
cias imaginarias de una conciencia que imaginaria en la disolución de todas
aquí o allá, en una “red humoral”, tra- las nociones identitarias, la prime-
za en su escritura. ra representación vertiginosa de sus
La relectura de las cuatrocientas pági- “orbes afantasmados” fue escrita por
nas de un libro fundamental de Ana Ana María Barrenechea en su tesis
María Barrenechea, La expresión de doctoral, hacia 1955, y está en este
la irrealidad en la obra de Jorge Luis libro. La primera digo, pero como se

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verá, esa primera vez no es un origen, a vivir junto a la tribu elegida, para
sino un comenzar destituido por la conocer sus ritos y su magia. Con el
interminable pasión por descifrar el tiempo soñó en un idioma distinto al
enigma. Es decir, aquello que define de sus padres, olvidó sus costumbres,
el afán mismo de la crítica Ana María comenzó a pensar de un modo que
Barrenechea. No es esa imagen de su anterior lógica rechazaba. Al cabo
Borges la que quiero entrever ahora, de dos años, cuando en las noches
sino la de la crítica, el espejo en cla- de luna llena soñaba con bisontes, el
roscuro de su celo y de su deseo en la sacerdote le reveló su doctrina secreta.
escritura sobre otro autor. Al regresar a su universidad Murdock
Comenzaré por el final, por el último le reveló a su profesor que conocía el
ensayo, aparecido allí por primera secreto, que podría enunciarlo de cien
vez. Se llama “El hacedor de tramas modos distintos y aun contradicto-
secretas”. Ese título es sintomático y rios, pero no pensaba revelarlo. “El
nos acerca a una doble valencia: por secreto –dijo– no vale lo que valen
una parte está el hacedor, el poeta, los caminos que me condujeron a él.
el monstrorum artifex, el constructor Esos caminos hay que andarlos.” De
desvelado que es, al mismo tiempo, ese relato, Barrenechea observa que, al
el hombre mortal, cargado de penas mismo tiempo que refiere una “reve-
y de días; por otra, está la trama que, lación recibida y en el fondo trans-
como la figura en el tapiz de James, misible como acontecimiento lineal”,
posee un dibujo suspende su sentido al final, para
La dilatada construcción de secreto, un sen- ser interrogado incesantemente por el
los ensayos borgeanos de tido enigmático lector, que así regresa una y otra vez al
Barrenechea se sitúa en esa que las innume- comienzo de su enigma. En esa fábu-
apertura del sentido que en su rables líneas de la crítica ya podemos reconocer una
misma realización se sustrae, su diseño ocultan imagen de Ana María Barrenechea,
y por ello mismo es virtual- en su desnuda es decir, en la incesancia del descifra-
mente inconclusa, no jerár- aparición y en miento. Como si toda su crítica fuera
quica, lejos de toda definición un simulacro de arrebatada por el deseo de un sentido
y de toda aserción autoritaria: eternidad. Esa secreto, constantemente diferido y,
porque su atención es incesan- confluencia entre además, como si toda la literatura
temente llamada a revelar el el secreto que borgeana fuera una criptografía que
secreto fugitivo, el imposible pertenece a un se abre en multiplicidad de caminos
enigma, la ignorada laguna. tiempo indefini- significantes y se cierra sobre sí en
do e inalcanzable un significado penúltimo, elusivo y
y el artista cercado por el tiempo desviado. Barrenechea es así la desci-
se halla en todas las indagaciones fradora de tramas secretas y a la vez la
borgeanas de Barrenechea. El breve más perfecta hilandera de su enigma,
relato ejemplar de Borges que eligió porque lo potencia en la minuciosidad
allí es “El etnógrafo”, prosa recogida del tejido, en súbitos dibujos, en los
en Elogio de la sombra (1969). Es la nudos inextricables del revés.
historia de un hombre llamado Fred En ese deseo del desciframiento se
Murdock al cual en la universidad le inscribe la cita de Borges que en este
aconsejan emprender el estudio de las libro aparece con frecuencia y que se
lenguas indígenas. El hombre se fue refiere al hecho estético. Podría decir-

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se que no hay ensayo que, explícita o define a sí mismo sino en la refor-


implícitamente, no aluda a esa frase mulación, que pudo haber nacido,
extraordinaria del texto de Borges “La incluso, en cierta ilusión esencialista
muralla y los libros”. Dice así: como horizonte incumplido de un
celo arquetípico: “es indudable –escri-
Ya Pater, en 1877, afirmó que todas las be Barrenechea– que cuando volvemos
artes aspiran a la condición de la mú- a la lectura de [las] obras [de Borges]
sica, que no es otra cosa que forma. La sentimos la obligación de revisar nues-
música, los estados de felicidad, la mito- tros primeros juicios, aunque ambi-
logía, las caras trabajadas por el tiempo, cionábamos en una etapa anterior
ciertos crepúsculos y ciertos lugares quie- alcanzar la definición de lo borgeano
ren decirnos algo, o algo dijeron que no esencial (por lo menos yo siempre
hubiéramos debido perder, o están por siento la obligación de re-pensarlos en
decirnos algo; esta inminencia de una cada momento)” (p. 324).
revelación, que no se produce, es, quizás,
el hecho estético. Pero ese modelo de escritura crítica,
como observa Barrenechea en Borges,
La dilatada construcción de los ensa- muestra en filigrana las líneas primor-
yos borgeanos de Barrenechea se sitúa diales que propone y basa su eficacia
en esa apertura del sentido que en su en la tensión entre sus diversas ma-
misma realización se sustrae, y por ello nifestaciones. Ese modelo, como en
mismo es virtualmente inconclusa, no abismo, postula su propia historia
jerárquica, lejos de toda definición y en el comienzo del ensayo “Borges
de toda aserción autoritaria: porque su entre la eternidad y la historia” y el
atención es incesantemente llamada a lector puede seguir su cronología en
revelar el secreto fugitivo, el imposible este libro. Podría afirmarse que en su
enigma, la ignorada laguna. Ese mode- propia formulación el modelo posee,
lo crítico es a la vez: como ejercicio de un saber deceptivo,
a) exhaustivo, con esa exhaustividad que la misma estructura lacunar que alien-
le legaron los maestros de la estilística tan los relatos borgeanos. Es decir, el
en la persecución de los vocablos pulu- deseo del desciframiento siempre ha-
lantes, las articulaciones y modos en los lla un orden provisorio del que sólo
cuales una conciencia literaria distribu- dan cuenta ciertos eslabones y asiste
ye sus huellas en la escritura; siempre a la postergación y renova-
b) estructurante, con esa estructura- ción de su propio enigma, incluso a
ción en ciernes que dispusieron todos partir de revelaciones parciales. Barre-
los formalismos, donde un elemento nechea señala al comienzo de ese en-
unitario es al mismo tiempo un eje de sayo que, para formular su argumen-
relaciones en un conjunto dinámico; tación, debe relatar el camino que he
c) abierto, con esa apertura que asimi- seguido durante años en las lecturas y
ló en la genética textual, donde una relecturas de sus textos (p. 303). En la
escritura es menos una cristalización sucesión de los diversos ensayos per-
definitiva que la momentánea fijeza cibe, entonces, ampliaciones cualita-
de reescrituras en el tiempo, versiones tivas de su interpretación crítica. Así
mutables y metamorfosis; refiere que en 1957 juzgó que la clave
d) autoengendrado, porque nunca se borgeana se hallaba en la proyección

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de un orbe literario que obliteraba el lateral de su busca cuando dice: “me


tiempo, el espacio y el yo en su bo- atrevo a sugerir que [el modelo] es
rramiento y a la vez en su presencia. la empresa eterna, siempre fracasada
Hacia 1975, Barrenechea advertía y siempre renovada, de la búsqueda
que aquella expresión de la irrealidad de un modelo?” (p. 259). Y reaparece
correspondía, aquí aquella definición del modelo
La crítica de Ana María además, al cues- lacunar, que “hace suponer que hay
Barrenechea [...] agota la exé- tionamiento del un sentido aún no captado e inci-
gesis de sus representaciones lenguaje y de la ta también al desciframiento y que
y desvíos y los reinstituye otra literatura, para recrea un núcleo semántico que el
vez, como formas nuevas del lo cual configu- lector no debe perder” (p. 255). Y
álgebra para verificar el secre- raba un referente así el lector-crítico, recibe señales
to del fuego. Allí radica su diverso, imagina- dispersas y crecientes en el texto,
deseo descifrador, ese inter- rio, que el autor que lo llevan a una exigencia de des-
minable, indefinido, terrenal introducía en el ciframiento cada vez más abstracta,
deseo de revelar aquello que mundo. Al año más elusiva y más compleja. Y en eso
se halla, como el secreto. siguiente perci- consiste también la indecibilidad de
bía que aquellas la crítica interpretativa.
oposiciones entre lo imaginario y lo De aquí se deriva asimismo cierta
real, de fundamento lingüístico y lite- ética de la crítica literaria en ese celo
rario, correspondían en verdad a una descifrador, que podríamos reconocer
lógica general de los opuestos, la cual a partir de una de las dicotomías bor-
configuraba una disyunción que era a geanas preferidas por Barrenechea:
la vez una conjunción: A o no A es “álgebra y fuego, formas eternas y
igual a A y no A. Más tarde, afirmó humanidad concreta”. En el ensayo
que esa misma serie de oposiciones re- “Borges: álgebra y fuego”, que abrió
tornaba sobre una dualidad borgeana el año del centenario borgeano en
que reside en lo que llamó “la diversa Venecia, 1999, Barrenechea revisa
entonación (sudamericana) de algu- aquellos extraños objetos imposibles
nas metáforas (universales)”, donde que cifran el universo y se imponen
mediante mestizajes literarios entre a lo real: los discos, las monedas, las
arquetipos míticos y encarnaciones esferas, los anillos, aquellas cosas que
locales, Borges realizaba un trabajo responden a un imaginario borgeano
constante de dispersión de aquellas de circularidad, un imaginario more
oposiciones, dado que “establece dis- geometrico que encarna, en el seno
tinciones y luego las anula para volver mismo de lo físico, el mundo de los
a oponerlas haciéndolas más comple- arquetipos y esplendores. Ese otro
jas y perturbadoras” (p. 250). mundo secreto, de “vacío o plenitud
¿Pero acaso no es esto último lo que simbólica”, postula una totalidad y
sugiere el deseo descifrador de la a la vez oculta su imposible verdad
propia Ana María Barrenechea en su en lo limitado del mundo cotidiano.
modelo dinámico de pasajes entre Formas residentes en su eternidad,
uno y otro estrato hacia la revelación múltiples y perfectas, que se cruzan
de un enigma que no se revela? ¿No con el tiempo de los hombres, el
es acaso su propia descripción del barro del yo personal, el fuego de la
modelo borgeano una formulación afección y la desgracia:

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No sólo álgebra sino también fuego busca descifrar ambos enigmas o,


–escribe Barrenechea–. Fuego en el mejor dicho, busca el segundo enigma
intenso pavor ante el don del amor, un en el esplendor del primero, agota
amor físico insoportable, temido y deso- la exégesis de sus representaciones y
lado (p. 339). desvíos y los reinstituye otra vez, como
formas nuevas del álgebra para verifi-
Porque esas formas del orden del se- car el secreto del fuego. Allí radica su
creto son asimismo una ilusoria re- deseo descifrador, ese interminable,
presentación de lo eterno en medio indefinido, terrenal deseo de revelar
de todas las servidumbres, “formas en aquello que se halla, como el secreto
la sustancia de una patética aventura mismo de lo humano, en el Otro. De
humana”. Formas, al fin, de la ilu- eso mismo hablaba Enrique Pezzoni
sión, que, en su capacidad de ofrecer sobre ella, cuando se refería al “mode-
el enigma, no agotan el celo inagota- lo llamado Anita”. Decía: “Anita sigue
ble de buscar un sentido. En esa ten- la marcha de ese aprendizaje inter-
sión contradictoria que oscila entre la minable que (...) es el de un yo que
eternidad y la historia, “entre los mo- sigue las revoluciones del deseo. Es la
delos abstractos y el concreto indivi- imagen del deseo que la proyecta hacia
duo carnal”, afirma Barrenechea que el lenguaje, hacia el hablar con el otro
ha encontrado la voz de Borges. Pero y del otro. Eso, sobre todo le agrade-
lo dice así: “Pienso ahora (no sé si lo cemos: la generosidad de un deseo que
pensaré mañana) que he encontrado la constituye y nos constituye en el
la voz de Borges”. Y en este punto diálogo con ella.”4
toda la ficción borgeana se vuelve ella
misma un objeto enigmático, como (*) La primera versión de este ensayo fue
las piedras azules que se multiplican leída en la presentación de La expresión
a sí mismas en un número indefinido. de la irrealidad en la obra de Jorge Luis
Y también se vuelve el espacio contra- Borges y otros ensayos, junto a Ricardo
dictorio, irresuelto, demasiado huma- Piglia, en el Instituto de Cooperación
no, que hace señales precisas desde el Iberoamericana, Buenos Aires, el 13 de
horizonte de sus magias parciales. septiembre de 2000.
La crítica de Ana María Barrenechea (**) CONICET

NOTAS

1. Pezzoni, Enrique, El texto y sus voces, Buenos Aires, Sudamericana, 1986, p. 7.


2. Wilde, Oscar, “The critic as artist”, en Intentions, Works, Collins, London & Glasgow, 1954, p. 966. Me
refiero a estas mismas citas de Pezzoni y Wilde en un ensayo sobre esta cuestión específica en: “Crítica y
autobiografía”, en: Ana Porrúa (comp.), La escritura y los críticos, Facultad de Humanidades, Universidad
Nacional de Mar del Plata, 2001, pp. 103-112.
3. Barrenechea, Ana María, La expresión de la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges y otros ensayos, Buenos
Aires, Ediciones del Cifrado, 2000. El volumen recoge la reedición del texto clásico de Barrenechea, La expresión
de la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges (México, El Colegio de México, 1957), con el agregado de otros
catorce ensayos que la autora dedicó a Borges, entre 1953 y 2000. El último, “El hacedor de tramas secretas”,
era inédito. En adelante señalaré entre paréntesis el número de página al que pertenece la cita.
4. Pezzoni, Enrique, “Imagen de Ana María Barrenechea”, en VV. AA., Homenaje a Ana María Barrenechea,
Buenos Aires, Ministerio de Educación y Justicia, 1987, p. 26.

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110

La traducción entre forma y


fantasma: el escritor-crítico-traductor
en el cruce de horizontes culturales 1

Por Delfina Muschietti

La tarea de la traducción de una obra poética es un


asunto delicado. Tal es así que Delfina Muschietti
propone el nacimiento de una nueva filología poé-
tica capaz de desarrollar una devota vocación por
escuchar las respiraciones originales de la poesía. Su
singularidad, tramada de ritmos y tonalidades, revela
la intensidad sólo en la forma espectral de una poten-
cia elevada a la forma. Si nada se sabe respecto a las
intenciones previas al poema, el lector crítico debe
entregarse a las formas captando lo que, en su repeti-
ción, permite anudar sonido, sentido y grafema. No
se trata de una equivalencia en el pasaje de una len-
gua a otra sino, y de ahí la maestría del traductor, de
recomponer ese fantasma para indagar el por qué una
palabra ha sido escogida entre otras tantas posibles.
Así, el desafío, consiste en volverse un investigador de
la propia lengua evitando los peligros del “traductor
narcisista” que sobre la dificultad que presenta el
texto original produce una invención para escuchar
su propia voz, y el “traductor explicador” quien se
propone salvar la dificultad neutralizando el lengua-
je para hacer de su enigmática presencia algo “com-
prensible”. Bajo esta particular óptica, Muschietti
revisa las traducciones de la obra de Emily Dickinson
elaboradas en nuestro país por Amelia Roselli y por
Silvina Ocampo. Del juego de sus diferencias se
deducen sensibilidades diferentes para captar aquello
que habla en el habla de Dickinson.
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Este trabajo se inscribe en el proyec- adiestrarnos en la lectura de la forma


to de fundación de una Escuela de particular del poema para analizar lue-
Traducción Poética, en la que nos go los modos en que se relacionan len-
proponemos pensar y practicar nue- gua primera y segunda con el canon
vos criterios específicos para traducir de la época para una y otra, las fuerzas
poesía. Las premisas teóricas de Gior- de hospitalidad y hostilidad que allí se
gio Agamben y Walter Benjamin2 nos imbrican. En el acto de traducir poesía
sirven para pensar nuestra tarea como se cruzarían, según nuestra propuesta,
una Nueva Filología. Será fundamen- las siguientes posiciones y momentos,
tal en ella el estudio interdisciplinario siempre móviles, nunca fijos:
en el que confluyen filosofía, historia,
psicoanálisis, estética y teoría literaria.
Una filología absorta en la facticidad y 1.
la devoción mágica por los particulares,
por el detalle, que Agamben destaca Ocupamos el lugar de lectores-críti-
como fundamentales en Benjamin. El cos. Nos enfrentamos a una forma,
poema es una caja de resonancia y des- que remite a un estado de la lengua
de ella el sentido estalla, viaja, difiere. original, la del poema. Estado de la
El poema parte las palabras, se parte, lengua, estado de la norma literaria
arma y desarma melodías, tonalidades, y poética, relaciones contiguas con
e insiste en la repetición como técnica contextos sociales y culturales que
clave del ritmo, que desde Tinianov en involucran cuerpos, géneros, subje-
adelante, se sabe principio construc- tividades, memoria individual y co-
tivo, procedimiento dominante en el lectiva. Sólo la lengua del poema nos
poema. Para traducir un poema hay provee de modos de acercamientos a
que estar atentos a esas intensidades ese previo al poema. Del texto y sus
que llegan precisamente de esa forma intensidades localizadas en la repe-
singular. Hay que estar atentos como tición de la palabra, parten envíos
lectores a ese juego de la repetición que nos llevan a esa trama previa a
sonora o de sentido, desmontarla, ha- la que nunca llegaremos en verdad, a
cerla hablar. Traducir el poema será, la que nunca conoceremos a ciencia
entonces, hallar una nueva forma que, cierta, como no podremos nunca sa-
como afirma Benjamin, debe capturar ber intenciones o propósitos previos
el modo-de-decir del original, o po- al poema. Tampoco son importantes
dríamos decir, el modo de repetir del de frente a lo dado. Sólo tenemos esa
original. Como lectores-receptores, forma, esos envíos disparados por las
debemos aguzar nuestra capacidad palabras y la repetición, ese esqueleto
para leer dicha singularidad. Caja de fantasmático y a la vez pura potencia
resonancia, dijimos, intensidades de la que se eleva de la forma. El traductor
repetición. Formas del fantasma que tiene que detenerse allí para dejarse
van y vienen entre posiciones móviles tomar por esa voz, por esa respiración,
(la del poeta, la del crítico-traductor- por ese estado de la lengua, esos con-
escritor) que se intersectan y ponen en textos que llegan aletargados en los
contacto diferentes horizontes cultura- envíos del poema. En ese lugar, espía
les y diferentes tendencias frente a la también los pre-textos, juega a tomar
lengua. Para traducir no podemos sino el lugar del poeta de frente a ciertos

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

materiales. Pero sólo es un modo de que radica su singularidad. Habrá que


la especulación, porque el poema ya darle nueva forma en la lengua de lle-
ha sido escrito y ahora se trata, como gada. Sólo que se trata, como bien dice
bien dice Benjamin en clave forma- Benjamin una vez más, de una forma
lista, de una relación entre lenguas. derivada o segunda, lo cual para nada
A partir de allí, indica una sacralización del original en
Porque la maestría del traduc- claramente, está desmedro de la traducción, como algu-
tor reside en un trabajo sutil: la información nas malas lecturas de Benjamin insis-
recomponer el fantasma de la bibliográfica e ten en señalar3. Porque la maestría del
repetición, y allí tornarse invisi- histórica, otros traductor reside en un trabajo sutil: re-
ble. Dejarse tomar por la forma textos, otros poe- componer el fantasma de la repetición,
primera y su lengua, ahuecar la mas de la misma y allí tornarse invisible. Dejarse tomar
propia, alojando ese fantasma firma o no, que por la forma primera y su lengua, ahue-
desprendido de la repetición se cruzan con esa car la propia, alojando ese fantasma
primera. Un fantasma que (…) forma a traducir, desprendido de la repetición primera.
es pura potencia y espera reen- eso que llama- Un fantasma, que como dijimos, es
carnar en otra lengua. mos original, es- pura potencia y espera reencarnar en
crito en la lengua otra lengua. Porque en la posición de
1, o lengua de partida. Primero, en- traductores hay que volver a repetir.
tonces, habría que detenerse a escu- Componer una misma forma pero otra,
char, a leer, a componer el fantasma en la economía de la repetición, como
de la repetición antes de partir de la quería Deleuze: economía del robo y la
lengua de partida. Y por sobre todo, diferencia, por oposición a la economía
escuchar la extrañeza que se pega y de la equivalencia o del intercambio.
se desprende de cada momento de la Como se sabe no hay equivalencias en-
repetición. Foucault ya nos enseñaba tre las lenguas, hay cercanías oblicuas,
en Arquelogía del saber la importancia choques, expansión de connotaciones
de leer lo que esta allí de hecho en que se irradian casi sin querer por fuera
un discurso y preguntarse por qué esa del radio del original, y que el traductor
palabra, esa lengua allí y no otra entre debe controlar. Es allí donde el traduc-
las muchas posibles. Preguntar al dato tor se vuelve equilibrista, minucioso
inmanente de la forma para construir técnico de la repetición. Es allí cuando
los sentidos y los desvíos que llevan al gana y cuando pierde. Un luminoso
contexto. No se trata, entonces, de ser fracaso, sabido de antemano y que igual
o no literales. Se trata de ser fiel a esa no obstaculiza el afán de traducir. Y en
extrañeza que deriva de la repetición. tanto el traductor mantenga la decisión
de no neutralizar el texto de partida, res-
petar ambigüedades e impactos, llegará
2. al objetivo deseado: mantener abierta
la más abierta de las formas que es la
Nos movemos de lectores-críticos a la poesía. Igualmente, la traducción en
de escritores dadores de forma. De la tanto implica una lectura del original,
potente materialidad del poema, sólo forma parte de su crítica y es una ex-
nos queda un fantasma en el oído, el pansión de la obra (Benjamin, otra vez)
fantasma de su repetición, esa que anu- y de algún modo, la cierra. El desafío
da sonido, sentido y grafema; esa en la del traductor es que ese cierre sea ape-

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nas como un temblor: esa levedad está guas. Paradójicamente, la renuncia del
sustentada, sin embargo, por intensas traductor de poesía implica nunca re-
investigaciones de las formas de la len- nunciar ante el desafío de la dificultad.
gua, trabajo con diccionarios múltiples, Los defensores del traductor-explicador
despliegue de posibilidades. Por allí, se preferirán antes que la extrañeza ambi-
cuela también la renuncia que está en el gua que el original propone, una forma
original alemán del título del texto de neutralizada, “comprensible” y com-
Benjamin “La tarea del traductor”. Es puesta en “buen español”. Si un sentido
lo que nos advierte dice Paul de Man nunca es trasladable, como nos enseña
en su artículo...4 O sea que al traducir Derrida5, menos aun en la forma de la
“tarea” perdemos la línea que en alemán poesía, cuya singularidad implica atar
se tiende hacia el campo semántico de sonido a sentido, a grafema, y volver el
la renuncia, del rendirse. ¿Ante qué? sentido indecidi-
Ante la evidencia de que no hay equi- ble, en constante Si la tarea del traductor respon-
valencia entre las lenguas, que sólo vale fuga. Mantener de a determinadas elecciones,
en la traducción de poesía, trasladar el esa indecibilidad en esta posición tercera podre-
fantasma de la repetición a la lengua de es el desafío del mos apreciar los modos en que
llegada. Rendirse también ante el fin traductor. Y no el horizonte cultural y retórico
del traductor-narcisista que hace escu- escribir en “buen de cada escritor-traductor (esto
char su voz en lugar de la respiración español” porque es, su forma de leer, su orien-
del original. Por el contrario, el traduc- el poema que tación en el campo estético e
tor-invisible trabaja minuciosamente traduce no fue es- intelectual al que pertenece) ha
para respetar una forma hallada, ser fiel crito en español, velado ciertas intensidades del
a una respiración fantasma. Y esa tarea- ni responde al original, y ha guiado en otra
traslado implica opciones, elecciones en estado de la len- dirección las elecciones en el
el elenco de palabras y giros sintácticos gua del traductor. momento de traducir.
que la lengua 2 o de llegada ofrece. Es Hay intercambio
así como el traductor se vuelve inves- y violencia mutua entre los estados de
tigador de su propia lengua. Traducir las lenguas, alojos y desalojos. Por eso
poesía especialmente, nos obliga a ale- el español del traductor debe ser el más
jarnos de nuestra lengua, para mirarla, neutro y universal posible –como el
escucharla como extraños a ella, y poder mismo Borges lo admitía al final de su
así calibrar, medir las diferentes opcio- carrera, luego de tantas idas y vueltas
nes a la hora de traducir. Un momento al respecto6– para que en él pueda ins-
más en el que el traductor se toca con el cribirse como en juego de veladuras y
creador: volverse extraños en la propia transparencias, como quería Genette7.
lengua, como quería Rilke, para luego
empezar a escribir. Y en un momento
propio e inherente a la tarea de traducir, 3.
alojar la lengua del original y dejar que
ésta violente la lengua propia. Los de- Cuando comparamos traducciones,
fensores de la traducción-narcisista pre- pasamos a una posición tercera, otra
ferirán que éste invente sobre las dificul- vez en el lugar de lectores-críticos. Si
tades del original, en lugar de aceptar el la tarea del traductor responde a deter-
desafío que la forma de éste le ofrece a minadas elecciones, en esta posición
la investigación y el detalle de las len- tercera podremos apreciar los modos

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en que el horizonte cultural y retóri- Paul Ricoeur ha dicho en su libro So-


co de cada escritor-traductor (esto es, bre la traducción8, aparecido reciente-
su forma de leer, su orientación en el mente, que no se pueden establecer
campo estético e intelectual al que per- criterios para traducir, y que por ende
tenece) ha velado ciertas intensidades sólo se puede decir que una traducción
del original, y ha guiado en otra direc- es buena o mala, o una es mejor que
ción las elecciones en el momento de otra, e incluso tratar de mejorar a la
traducir. Particularmente reveladores más pobre. Pero, ¿cómo establecer una
los casos de Silvina Ocampo y Amelia gradación de valor entre traducciones?
Rosselli leyendo a Emily Dickinson y ¿Sobre qué bases juzgar buena o mala
traduciéndola casi simultáneamente: una traducción, sobre qué bases actuar
para mejorar la mejorable? Es obvio
que el juicio de valoración siempre
subyace en una serie de criterios que se
consideran válidos. Nadie puede pen-
sar que sólo se trata de conocer más o
menos la lengua del original. Tampoco
basta conocer la lengua del original y
ser poeta, como queda demostrado, a
pesar del lugar común, que Benjamin
desmiente con su habitual lucidez.
Además hace falta capacidad crítica y
analítica, paciencia, devoción fáctica
por los particulares, y por esa singular
forma que es el poema, como decía-
mos en un principio. Amelia Rosselli
y Silvina Ocampo, ambas poetas, de-
dicaron tiempo y esfuerzo a la lectu-
ra y a la traducción de los poemas de
Emily Dickinson, con resultados disí-
miles. Ambas trabajaron en períodos
cercanos. Rosselli se suicida en 1996
en Roma, Silvina Ocampo muere en
Buenos Aires en 1993. Las traduccio-
nes de Rosselli fueron recogidas en el
tomo Tutte le poesie de ED editado por
Mondadori, a cargo de Marisa Bulghe-
roni en 1975. Las de Silvina Ocampo
aparecieron en Tusquets, Barcelona,
en 1985. Se sabe por testimonios que
Silvina Ocampo ¿qué forma de respiración nos llega en ambas dedicaron mucho tiempo a leer
las traducciones de cada una?, ¿cuál de y a traducir a Dickinson. Rosselli logra
esas formas captura la dicción Dickin- y publica once poemas, Ocampo más
son, el tono de su poesía como un fan- de 600. De Rosselli se conoce además
tasma en la fuga de la pérdida? un breve pero interesante análisis de
la lectura de Dickinson publicado en

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1976 en el diario La Stampa, con el no se encuentra ninguna de esas mayús-


título “Emily escribe al mundo”9. culas, rasgo que se va afianzando a me-
Por un lado, hay que destacar la impor- dida que llegan los poemas de madurez.
tancia del esfuerzo de ambas por tradu- Los contemporáneos abominaron de ese
cir a una de las poetas más grandes de rasgo, así como la sobrina de Dickin-
habla inglesa. Dickinson es una de las son, que en su edición, las elimina por
voces, junto a Rimbaud y Mallarmé, completo. Rasgo especial, si notamos,
que abre las puertas de la poesía moder- que Dickinson pone mayúsculas a pa-
na, cuyo eje es la experimentación con labras que designan objetos comunes y
la lengua. Poesía difícil y desconcertan- animales, y en especial partes del cuerpo
te, que implica todo un desafío para el o prendas del vestido femenino, palabras
traductor. Traductora, diremos en este de uso muy cotidiano (Shoes, Dog, Heel,
caso, porque en la elección de Dickin- Ankle, Boddice, Belt, Hat, Gown), y las
son no se halla ausente una apuesta de mezcla con otras de registro muy dife-
género: hacerle justicia a esta poeta en rente (God, Science, Surgery, Senses, Soul,
el ámbito de la poesía europea y lati- Cathedral), de una manera muy poco
noamericana, cuando no en su propio convencional para una mujer escritora
país. Muchas veces las traducciones (ella es en realidad casi la única) de fi-
repercuten en los campos intelectuales nes de 1800 en Estados Unidos. Otro
de origen de los poetas traducidos para rasgo fundamental son los guiones que
efectuar una reconsideración de sus cortan, también de manera arbitraria, la
figuras dentro del canon. En nuestro sintaxis del verso, la suspenden y ambi-
país, por ejemplo, tanto Alfonsina Stor- guan, muy en clave mallarmeana. Am-
ni como Alejandra Pizarnik obtuvieron bos rasgos irán a la escritura también de
reconocimiento en la Academia norte- ruptura de Sylvia Plath (otra poeta tra-
americana y en las europeas (y fueron ducida por Rosselli). En cuanto al rasgo-
traducidas en ese ámbito) antes que en guión, tanto Rosselli como Ocampo lo
la Academia Argentina. respetan. Con lo cual, podríamos decir,
Tomamos ahora algunos ejemplos de Ocampo se queda a medio camino en el
comparación de traducciones paralelas, seguimiento de la ruptura propuesta por
y de ciertas pautas que guían los traba- Dickinson, que incide en su respiración
jos de una y otra. Los más evidentes, que y ritmo cortante. Las mayúsculas y los
saltan al ojo porque se trata de una cues- guiones repiten e insisten en el corte de
tión gráfica, con sus implicancias, por su- la respiración del flujo gráfico y sonoro.
puesto. Dickinson utiliza las mayúsculas Son formas de indicar voces en alto y
de una manera aparentemente arbitraria, silencios. Las mayúsculas también dibu-
no al menos según las reglas de la gramá- jan con su repetición de letras, insisten
tica inglesa, salpicando el poema aquí y en la materialidad de la palabra, sonido
allá, a veces de manera muy apretada, de o grafema. Del mismo modo, los versos
esos cortes tipográficos de las mayúscu- de Dickinson insisten en un ritmo corto
las elevándose en medio del verso breve. (6 ó 7 sílabas son sus preferidos), a veces
Rosselli las respeta en casi todos los ca- combinados con otros muy largos que se
sos; Ocampo, nunca. Éste es un rasgo de cortan con guiones. Ocampo no respeta
estilo relevante, y que implica un quan- esa dicción, Rosselli tiene más cuidado.
tum formal de ruptura. Tanto es así que Ocampo se deja llevar sin más por las
en los primeros poemas de Dickinson dimensiones de las palabras en español.

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Veamos el comienzo del poema 443. invenciones de parte de Ocampo10.


¿Se trata, entonces, sólo de poco tra-
I tie my Hat - I crease my Shawl - bajo? Se podría elegir “tarea” en lugar
Life’s little duties do - precisely - de “obligaciones”, que es mucho más
As the very least corto y da un sentido muy similar,
Were infinite - to me - e insiste en el sonido fuerte T como
en Dickinson. Igualmente “hago” en
Primer verso: Ocampo pone un Me el lugar de “cumplo”, no dicho en el
inicial, muy español, que puede evitarse texto y que agrega más peso a “duties”
y que da lugar a un equívoco, casi como que el que el texto pone. Del mismo
si la mujer estuviera aprontándose para modo el adverbio en mente, que vuelve
salir (como es el caso del 520), y quita el verso en su conjunto en español in-
las mayúsculas de Hat-Shawl: acabable. Rosselli en cambio dice:

Me ato el sombrero - cruzo mi chal - I piccoli doveri della vita eseguo con precisione
Rosselli, más fiel al espíritu escueto de
Dickinson dice Nosotros proponemos cortar el verso
Annodo il mio Capello - cencico il en dos en español
mio Sciallo
Las pequeñas tareas de la vida hago - con
Nosotros proponemos, siguiéndola precisión

Ato mi Sombrero - doblo mi chal - No sólo para acortar el verso, sino para
evitar esa rima en ión tan fuerte y pesa-
Con lo cual se imponen acciones se- da al final de un verso largo. Al partirse
cas en primeras personas, y el posesivo el verso, se aligera la rima, queda más
mi-mi junto a cada prenda. Importan- escondida.
te también el hecho de que “crease”
aunque muy parecido fónicamente a Tercer verso: Aquí aparece un proble-
“cruzo”, se refiere a la acción de doblar ma recurrente en las traducciones del
una tela, con lo cual estamos en las inglés: la cuestión del género. Grave
“ínfimas tareas” del verso siguiente, y problema, porque el inglés no des-
no en el apronte para salir que sugiere ambigua lo que el español hace conti-
la traducción de Ocampo. nuamente al cerrar las opciones en la
polaridad excluyente o-a. Con lo cual,
Segundo verso: Ocampo convierte un si no se es muy atento, como traducto-
verso muy breve en uno larguísimo: res nos vemos arrastrados a posiciones
o afirmaciones de sexo-género que no
las pequeñas obligaciones de la vida están en el original, y que la firma en
cumplo meticulosamente femenino Emily Dickinson parece le-
gitimar en una lectura apresurada. El
¿Podría ser éste un ejemplo para la guión que cierra y aísla el verso anterior
acusación de “literalidad” que Borges del tercero, en cambio, presenta a éste
deja caer para la traducción de Ocam- último como una isla que Rosselli ve
po? Sin embargo, otros ejemplos, des- bien Come se il più piccolo.
mienten esa presunción, con literales Dice cortando la concordancia en-

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tre doveri (masculino plural) - piccolo fueran infinitas –para mí–


(masculino-singular). Al aparecer en
singular y luego ligado a infinito, pier- Rosselli escucha mejor, creemos, la res-
de por completo la relación de concor- piración de la forma Dickinson y dice
dancia con doveri, y como parece jugar Fosse –per me– un infinito.
el poema de Dickinson, abrirse a otras Aunque agrega el artículo “un” y, sin
especulaciones filosóficas. Sin embar- necesidad, altera el orden de las pa-
go, con estas elecciones Rosselli repite labras. El final del verso, como bien
dos veces el mismo adjetivo piccolo, re- señalaba Tinianov, es una posición
petición que no está en Dickinson. evidenciada, de gran intensidad en el
Ocampo, en cambio, sigue con el gé- verso, y ese –to me– entre guiones es
nero y el número que llegan arrastrados sumamente significativo.
desde “obligaciones”, con lo cual cierra Nosotros proponemos:
el ámbito a lo femenino y plural, y des-
virtúa el salto a la reflexión mayor. Fuera infinito –para mí–

como si las más ínfimas más, ínfimo, infinito y para mí esta-


blecen conexiones fónicas como least,
Y agrega además una carga especial, un infinite y to me.
poco despectiva a ese femenino, con la
elección de la palabra “ínfimas” para Ato mi Sombrero –doblo mi Chal–
traducir lo que en inglés se dice en sin- Las pequeñas tareas de la vida hago
gular como the very least. –con precisión–
Nosotros proponemos Como si lo más ínfimo
Como si lo más mínimo
Como si lo más ínfimo Fuera infinito –para mí–

Mantenemos “ínfimo” pero al desligar- Ocampo logra una melodía seguramente


lo de las tareas en femenino y ponerlo mucho más cercana a lo que el oído del
en neutro, le damos otro estatuto, ge- hablante español está acostumbrado pero
neral, más apropiado para la remisión no es ésta precisamente la que resuena en
al contraste con el infinito que sigue en las repeticiones, cortes y contrastes que
el verso siguiente. Contraste que es muy establece Dickinson. En el mismo poema
frecuente en el universo Dickinson. Por algunas otras notas son inexplicables
otro lado, la F así como la I acentuada de
la esdrújula, obtienen una carga sonora Too telescopic eyes
similar al tono del original, más breve y
con carga acentuada en el sonido fuerte Traducido como “a telescópicos ojos”
T ligado al suave S (en español lo suave con preposición “a” en lugar del adver-
lo pone la M, lo fuerte la F). bio “demasiado” (largo sí pero inevi-
table en el sentido de exceso de vigi-
Cuarto verso: Ocampo continúa con lancia de la ciencia sobre el cuerpo en
el arraste de género y número desde el que el poema se extiende), además
“obligaciones”, dándole al verso una usado otra vez para lograr una cohe-
cohesión sintáctica que la estrofa de sión sintáctica que el poema no tiene,
Dickinson se empeña en negar es decir, normalizando lo que el origi-

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nal presenta como extrañeza. Y convir- E chiedermi come si sentano le dita


tiendo el adverbio too en proposición I cui rari - celestiali-movimento
de lugar hacia, como si el poema dijera Evocano un così dolce Tormento -
to. Rosselli en cambio prefiere E così suntuosa - Disperazione -

Occhi troppo Telescopici Rosselli se acerca más al sentido físi-


co de stir con movimenti, sin embargo
Nosotros proponemos esta palabra junto a “celestiales” da una
Ojos demasiado Telescópicos conjunción más convencional que la
El acento esdrújulo y la rima interna del original inglés. Mucho más insis-
os-os de principio y final nos ayudan a tente en el movmimiento físico.
acortar el verso.
Otra nota interesante para destacar en Stir: 1 a: to cause an especially slight
Ocampo es la elección de palabras que movement or change of position of b: to
hacen virar el campo semántico hacia la disturb the quiet of: agitate.
emoción, cuando en el original dickin-
soniano se mantiene ambiguo: Según testimonios de hablantes nativos:
Estamos en el poema 505. es la palabra que designa el movimiento
de revolver la sopa, por ejemplo.
And wonder how the fingers feel Nosotros proponemos:
Whose rare - celestial - stir -
Evokes so sweet a Torment - Y averiguar cómo sienten los dedos
Such sumptuous - Despair - Cuyo raro - celestial - remover
Evoca tan dulce un Tormento
Ocampo elige traducir stir como emo- Tal suntuosa - Desesperación
ción, dejándose atrapar por las fuertes
palabras que le siguen al final de verso en El paso de stir a “emoción” es sólo un
la estrofa Torment - Despair. Y en lugar ejemplo de tantos en los que la elec-
de hablar de los movimientos del pincel ción de Ocampo lleva el original desde
como parece sugerir el original, dice: lo concreto-físico al ámbito o esfera de
lo emocional-sentimental. ¿Cuál es el
y averiguar cómo los dedos sienten fantasma que se levanta en la repeti-
la rara - celeste - emoción - ción de dichas elecciones? Lacan nos
que evoca tan dulce tormento - dice, leyendo siempre a Freud, que la
tan suntuosa - desesperación - repetición es evitamiento y llamada,
oculta y devela al mismo tiempo11.
Cayendo así en la rima ión-ión de fi- Esa duplicidad fantasmática percibe
nal de verso, la misma de la que hacía claramente al observar las repeticiones
burla Oliverio Girondo en el poema de las elecciones de Ocampo. ¿Sobre
“Espantapájaros” de 1932, y de la que qué llaman la atención y qué evitan
se burlaba también Alfonsina en “Li- decir esas repeticiones de Ocampo?
gadura Humana” en 1920, llamándola Los pasajes que realiza de lo concreto a
“pesado moscardón”. emotivo-sentimental, por ejemplo, se
Rosselli, en cambio, advierte la dife- vuelven aun más llamativos y arbitra-
rencia entre too adverbio y to preposi- rios cuando leemos el artículo escrito
ción, y dice: de Rosselli, en el que sumariza en su

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reseña el estudio minucioso de Guido mismo tiempo que nos señala esa repe-
Errante. Rosselli lo sigue e indica que tición como una insistencia particular a
muy pocos son los poemas de amor tener en cuenta? Ese fantasma muestra
de E. D., en contraste con los muchos un desvío de la dicción Dickinson, ¿qué
dedicados a la naturaleza, al proce- la origina? ¿Qué presiones discursivas
so fisico de corrupción del cuerpo, a del contexto cultural, de la posición de
la disquisición intelectual-filosófica. Ocampo en el campo intelectual pueden
Destaca Rosselli: actuar allí para que no escuche el fantas-
ma de la repetición de Dickinson, y lo
En el cuidado prefacio de Guido Errante, vele con otro fantasma? Podemos anotar
único estudioso de los poemas y cartas di- que no es un detalle a ignorar cuáles son
ckinsonianos, se hace mención del hecho las figuras masculinas tutelares para am-
de que el vocabulario de Dickinson está bas poetas traductoras, las firmas de va-
constituido por más de 7.000 palabras; rón que han significado en su carrera una
y que una comparación entre éstas y las forma de alianza y salvoconducto. La fi-
palabras usadas por Keats, Emerson y gura de Pier Paolo Pasolini para Rosselli,
Lander, muestra que hay cerca de 2.400 su primer lector y crítico elogioso; la de
palabras utilizadas por ella y no por Jorge Luis Borges para Ocampo, el que
los otros, entre los que prevalecen los legitima su posición por primera vez en-
términos técnicos y aquellos de origen tre los poetas argentinos en su Antología
anglosajón. Ciento cincuenta vocablos publicada en 194113. Mientras Pasolini
no se encuentran en los diccionarios de la se deleita con las búsquedas vanguardis-
época y son en general palabras compues- tas de Variazioni Belliche, aparecido en
tas, formadas con prefijos y sufijos. 1964, y define el procedimiento rosse-
En los adjetivos la proporción entre los lliniano como lapsus, Borges antologiza
concretos y los abstractos es de 4 a 2; los a Ocampo, poniendo énfasis en el dul-
verbos más frecuentes expresan cualida- zón y sentimental “Enumeración de la
des físicas; los nombres abstractos son Patria”. Será que Borges persistía, desde
llevados a representar acciones concretas. la ya famosa reseña del libro de Nydia
El sustantivo love, uno de los más usados Lamarque, en destinar los libros de las
entre cientos de poetas ingleses y ameri- muchachas a ocuparse “de la espera del
canos entre 1540 y 1940, no es usado querer, la víspera segura del corazón y de
por Dickinson más que 90 veces; y la las luces sabatinas encendidas aguardan-
palabra ocupa uno de los últimos lugares do la fiesta”. Definía así Borges el “suje-
en la lista de sus preferidas12. to” del libro de N. Lamarque y agregaba:
“Es el idéntico sujeto que hay en La Ca-
Esta importancia de lo técnico, físico y lle de la Tarde por Norah Lange”. En el
concreto (y cotidiano, agregaríamos no- prólogo al libro de Norah, Borges vuelve
sotros) en combinación con la disquisi- a enfatizar sobre el territorio estético-re-
ción filosófica, junto a la experimenta- tórico destinado a las mujeres:
ción lingüísitica (¡150 neologismos!) son
los rasgos formal-semánticos más rele- El tema es el amor: la expectativa ahon-
vantes de la obra de Dickinson. Rosselli dada del sentir que hace de nuestras al-
parece escucharlos mejor que Ocampo mas cosas desgarradas y ansiosas, como los
a la hora de traducir. ¿Qué oculta este dardos en el aire, ávidos de su herida (p.
fantasma de la repetición de Ocampo, al 101, op. cit.).

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Y nada mejor que esos trebejos del senti- este volumen, tenemos las palabras
miento que se acomodan al verso de las originales en el mismo orden.
muchachas, por oposición al del varón No es cotidiano el hecho de un poe-
“obligado al verso pensativo”14. Lejos ta traducido por otro poeta. Silvina
estaba Emily Dickinson de responder Ocampo es, fuera de duda, la máxima
a ese deslinde genérico de territorios. poeta argentina; la cadencia, la ento-
Pero Ocampo no pudo saltar ese cerco nación, la pudorosa complejidad de
de la poesía sentenciado como campo Emily Dickinson aguardan al lector de
de exclusión estético-sentimental para estas páginas, en una suerte de ventu-
la mujer. Con una mirada bizca, mi- rosa transmigración.
tad hacia la convención normalizadora, Con la ambivalencia que lo caracteri-
mitad abierta a percibir el cambio, se za a la hora de hablar de traducción,
asoma a la obra de Dickinson, que le Borges parece elogiar la literalidad en
atrae con su fuerza gravitatoria, pero el trabajo de Ocampo, y cuando da las
que no es suficiente para hacerle desatar causas del elogio, se halla muy cerca de
las fuertes alianzas de clase social y esté- nuestro argumento del fantasma. Ha-
ticas que la tenían apresada al escribir bla de “venturosa transmigración” de
poesía, y que sí quizá pudo derribar en un ritmo, el de Dickinson que Ocam-
otro género, la narrativa. En poesía no po parecería trasladar con minucia li-
pudo abandonar al patrón Borges, y teral. Sin embargo, ese plan de trabajo
surge en su traducción de una poeta tan trazado por Borges parece más bien
revulsiva como Dickinson, aquietando una sentencia irónica porque precisa-
sus aguas, atemperando su tendencia a mente no es el seguido por Ocampo
lo físico y a lo concreto, haciéndolo fu- como hemos intentado demostrar. A
gar hacia la emoción, cuando el poema nuestros ejemplos quiero sumar otro,
de Dickinson se aparta expresamente para terminar, aportado por Jorge Ca-
de ese campo, para construir otro. En el rrión en la reseña a Emily Dickinson,
prólogo al libro de las traducciones de 71 poemas, (Barcelona, Lumen, 2003,
Ocampo, Borges vuelve a insistir. De trad. de Nicole D’Amonville). Ca-
Dickinson destaca, además de su deseo rrión critica una de las traducciones de
de no publicar y de la intensidad de sus Ocampo, la del poema 258, que muy
versos. “No hay, que yo sepa, una vida lejos está de la presunción de literali-
más apasionada y más solitaria que la de dad. Traduce Ocampo:
esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso
imaginarlo y temerlo”. De la traducción Hay un cierto sesgo de luz,
de Ocampo, además de señalarla como en las tardes de invierno -
una gran poeta, hace pesar la acusación que oprime, como
de literalidad, cuando en otros textos la profundidad de las catedrales -
parece desmerecer ese criterio15. El final de la estrofa decía en el original:
He sospechado que el concepto de ver-
sión literal, desconocido para los anti- That opresses, like the Heft
guos, procede de los fieles que no se Of Cathedral Tunes
atrevían a cambiar una palabra dictada Que oprime como el peso
por el Espíritu. Emily Dickinson pare- de los acordes de la Catedral (el matri-
ce haber inspirado a Silvina Ocampo monio Domechina y Champourcin;
un respeto análogo. Casi siempre, en México, 1946)

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Que oprime como el Peso película por TV ayer.) Además por qué
De los Cantos de Iglesia (Margarita colocar “Himnos” que es una palabra
Ardanaz en Madrid, Cátedra, 1997) más solemne, y que Dickinson usa
en otros poemas (cfr.) para traducir
Que oprime como la Carga Tunes, que está efectivamente allí en el
De Himnos, Catedrales (Nicole original y es mucho más simple, más
D’Amonville) coloquial... Dejo algunas posibilidades
para ser trabajadas.
Lo de Ocampo es directamente una Que oprime como el Peso (7 sílabas
metáfora inventada, una interpreta- como el original, heft=weight en el
ción que cierra el sentido del texto, lo diccionario)
clausura en una posibilidad otra vez de Catedral Acordes (7 sílabas)
llevando el plano de lo concreto (Peso- de Catedral Tonos The decisión day
Catedral-Tonos) al de lo abstracto; y de Catedral Melodías
además invierte las palabras de lugar... Ambos versos tienen 7 sílabas como el
cosa que no hace D’Amoville, Carrión original, y “Catedral” se convierte en
dice que así atiende a la violencia de una palabra oscilando entre sustantivo
la sintaxis en el inglés pero ésta añade, y adjetivo, entre espacio concreto y
pienso, más extrañeza que la que la cualidad. Sería interesante, entonces,
expresión en inglés tiene y la saca de definir qué se entiende por literalidad.
foco. (The decision day, escuché en una Pero eso queda para otro trabajo.

NOTAS

1. Ponencia leída en el VI Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria “Las tradiciones
críticas” realizado por la Universidad de La Plata en mayo de 2006.
2. Walter Benjamin en La tarea del traductor, de 1923; Giorgio Agamben en Infancia e historia, de 1978, con
traducción al español publicada en Buenos Aires por Adriana Hidalgo, 2001.
3. Cfr. Waisman, Sergio, Borges y la traducción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005.
4. “Conclusiones: La tarea del traductor de Walter Benjamin” en Resistencia a la teoría. Madrid, Visor, 1990.
5. Ver especialmente “Firma, acontecimiento y contexto”.
6. “Pero creo que se comete un error cuando se insiste en las palabras vernáculas. Yo mismo lo he cometido.
Creo que un idioma de una extensión tan vasta como el español, es una ventaja y hay que insistir en lo que
es universal y no local.” “Problemas de la traducción” en La Opinión Cultural, 21/9/1975, luego recogido en
Textos recobrados, Buenos Aires, Emecé, 1997.
7. Citado por Eco en Dire quas la stessa cosa. Milano, Bonpiani, 2003.
8. Ricoeur, Paul, Sobre la traducción, Buenos Aires, Paidós, 2005.
9. Todas las citas de este artículo son traducción mía.
10. El caso del poema 258.
11. Mariscal, José Naranjo, “La repetición en Freud y Lacan”. Instituto del Campo Freudiano. Sección Clínica
de Barcelona, en http://www.scb-icf.net/nodus/default.htm
12. “Emily escribe al mundo”(tomado de La Stampa, 6 de febrero de 1976, reproducido en Transparenze,17-
19, Génova, San Marco dei Giustiniani, 2003). Mi traducción.
13. Antología poética argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1941.
14. Borges deslinda así la literatura escrita por varones de la literatura sentimental destinada a las mujeres
que florecen en las “quintas”: allí se destaca por oposición la disonante poesía de Alfonsina, a la que destina
la ya famosa frase descalificadora: “...sin incurrir ni en las borrosidades ni en las chillonerías que suele infe-
rirnos la Storni”. He trabajado en detalle estas demarcaciones en “Borges y Storni: la vanguardia en disputa”,
Hyspamérica, N° 95, University of Maryland.
15. Ver “La música de las palabras y la traducción” en Arte poética, Barcelona, Crítica, 2001.

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Juan José Saer:


una crítica sin atributos
Por Susana Cella

Los textos de Juan José Saer no adoptan su


forma crítica en función de la confirmación de
una teoría previa. Su método –sostiene Susana
Cella– que aparece en sus ensayos como frag-
mentos paralelos a su narrativa, consiste en
desarrollar un estilo personal que no pretende
representar la realidad sino desarrollar una voz
que habla a título personal. Despojado de inten-
ciones explicativas a las que considera redun-
dantes, Saer se propone deconstruir ilusiones a
partir de una indagación de carácter antropo-
lógico: se trata de la pregunta por nuestro ser
en el mundo impregnada por el aire litoraleño
que recorre toda su literatura. La crítica como
el despliegue de un punto de vista valorativo
compuesto de afectos y rechazos, huidizo de
lógicas mercantiles y estandarizadas propias de
los estereotipos y las imposturas que inundan el
mercado cultural. Difícil de encasillar, crítico de
modas y banalidades académicas o provenientes
del mundo periodístico, Saer invoca una escri-
tura afirmativa de sentidos como modo de deve-
lar los desafíos que nos impone la cotidianeidad
de la existencia, resistiendo a la invariantes que
ofrecen los géneros literarios.
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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

En la enumeración de la vasta obra de con un fervor de contendiente y con


Juan José Saer, aquellas que aparece una sensibilidad capaz de ofrecer, en la
definida como ensayo –El concepto de belleza de algunas de las imágenes dise-
ficción, La narración-objeto, Trabajos– ñadas a partir del despliegue sensorial, el
no es sino un conjunto de textos escri- dibujo concreto de este suelo y su deve-
tos en un lapso de casi tres décadas y nir. Saer consigue hacer del libro que le
en forma paralela o simultánea, o la encomendaron parte de un proyecto
que se lista como narración; recopila- editorial por el cual se convocó a varios
ciones por tanto, y en cierto sentido, escritores a escribir sobre grandes ríos
algo así como fragmentos, cuyo carác- –el Danubio, entre otros– un “objeto
ter misceláneo es menos verdadero que que apunte a aquello que especialistas y
aparente, porque aunque se trate de legos tiene en común: en eso se resume
apuntes, artículos para alguna revista o la función de la literatura” (Saer, 1991,
períodico, conferencia, etc., la unidad 218), es decir,
de lugar, para usar una expresión del apelar a lo que Saer incursiona, podría decirse,
autor, está dada precisamente, por una cada lector, desde en la Argentina, o tal vez en
perspectiva que más allá de variantes su experiencia, el litoral como sinécdoque de
de época, es su carácter más profundo puede percibir, un país cuya historia, literatura
y parece ser una invariante, en tanto sentir y pensar, no y sociedad no deja de escrutar
ya sea que esté tratando una cuestión mediante genera- simultáneamente con un fervor
sociológica, una obra literaria, algún lizaciones o abs- de contendiente y con una sen-
tipo de concepto, un autor, una teoría, tracciones, sino, sibilidad capaz de ofrecer, en la
etc., habría como un método –sin que paradójicamente, belleza de algunas de las imáge-
este término haga pensar en el cumpli- por acentuar los nes diseñadas a partir del desplie-
miento de una serie de pasos ordena- detalles que apa- gue sensorial, el dibujo concreto
dos, o algo así–, o mejor, un modo –y recen como la de este suelo y su devenir.
modo hay que entenderlo como una contrapartida de
forma, una actitud, un proceder, un lo estereotipado. Es así que la pampa
estilo y hasta una costumbre (todos y su río principal (en este caso menos
estos sinónimos de la palabra)– que que sin orillas, de una sola, ya que se
muestra en la heterogeneidad, la insis- refiere a la costa argentina y remonta
tencia de lo homogéneo. hasta el Paraná) se tornan evidentes,
Sin embargo, además de los tres men- inmediatos, y al mismo tiempo mues-
cionados, El río sin orillas también cali- tran su particularidad y la pertenencia
fica entre los ensayos, y casi se diría que a un orden mayor que los abarca, el
a la inversa de los otros, en que al tratar del mundo. Es así que en el asado
diversos temas, se percibe el núcleo –tema sobradamente mencionado en
fundamental dador de sentido; en éste Saer– convergen el orden universal y
es un tema, el río, y el de la Plata, ese lugar “único también, a causa de
específicamente, el motivo desencade- unos azares llamados historia, geografía
nante, y como si se tratara de un viaje y civilización” (Saer, 1991, 250).
en el espacio-tiempo, Saer incursiona, Estas inferencias intentan subrayar que,
podría decirse, en la Argentina, o tal además de la teoría implícita o incorpo-
vez en el litoral como sinécdoque de un rada en cuentos y novelas, Saer escribió
país cuya historia, literatura y sociedad una cantidad de textos –de exten-
no deja de escrutar simultáneamente sión variable y muchas veces, como él

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

mismo destaca con cierta ironía “por Escritos en una prosa donde el distin-
encargo”– que, genéricamente, se ads- tivo estilo que da a la narrativa de Saer
criben a una zona ensayística, en dis- su calidad y altura, y en el permanente
tintas entonaciones e inflexiones pero y nunca abandonado ejercicio de la
siempre en torno de lo que han sido sus sutileza, rigor y sensibilidad que acerca
recurrentes y constantes preocupacio- estos textos a sus relatos, y con ellos,
nes acerca de la escritura, la que, ubi- a la breve pero magnífica producción
cada en una dimensión antropológica, lírica, los ensayos tienen, sin embar-
alcanza el carácter abarcativo de una go, su especificidad. Desde luego, no
reflexión sobre nuestra razón de ser en se trata de algo así como apostillas
el mundo, cuya vía regia es la literatura. o explicaciones a su obra, lo que el
Por otra parte, señala Saer, “el ensayo propio Saer rechazaría porque sería
en tanto que forma literaria, es, antes según su implacable mirada, o bien
que nada, la consideración fragmen- una falla en ese otro texto, o una mera
taria e individual de un tema dado, y redundancia, innecesaria en tanto la
la actitud previa del ensayista es jus- obra literaria, como la concibe, funda
tamente la de hablar a título personal un mundo y establece sus reglas en
y no adjudicarse un conjunto autónomo. Es, más bien,
Cuando Saer plantea la unici- ninguna represen- la incursión por otra modalidad de
dad de la obra de arte, la sin- tatividad” (Saer, escritura para ejercer, algo que ha sido
gularidad de cada texto artís- 1997, 124). Es práctica constante en los relatos, una
tico, su capacidad de plantear por tanto una voz mirada que intenta deshacerse de lo
su propio sistema, no es sim- cuyo peso se sos- engañoso, lo aparente, que se opone
plemente que esté citando a tiene en su propia con vehemencia a lo dado por cierto
Theodor Adorno –aunque lo consistencia, no o convenido, desmontando precisa-
cite, y varias veces, sobre todo en algún tipo de mente el mecanismo por el cual tales
en cuanto a la irreductibilidad instancia o tari- ilusiones funcionan. En este sentido,
de la obra de arte– sino que ma desde la que los textos ostentan, indiscutiblemente,
está estableciendo una catego- alguien enuncie la categoría de crítica. Ahora, cuando
ría valorativa, y con eso afir- en una preten- esa actitud crítica hace centro en la
mando no ya la pertinencia de sión de autoridad, literatura, vale preguntarse qué está
la dimensión valorativa, sino emparejada a las diciendo a y sobre la crítica, y sobre la
más bien, la imposibilidad de maniobras por literatura (y desde luego ese qué está
que esté ausente, en la crítica. las cuales se fijan indisolublemente ligado al cómo), o,
de antemano las dicho de otro modo, qué aporta a la
pautas de lo que debe escribirse o leer- crítica literaria en varios aspectos.
se, sea por el mercado o la academia, No es cuestión menor, entonces, lo
los resultados son similares: que gira en torno de cómo encarar
una escritura crítica, en este aspecto el
Los novelistas ya no necesitan buscar ensayo de Saer cobraría un sesgo parti-
nuevos caminos formales o una visión cular, en lo que concierne a la reflexión
inédita del mundo para ejercer su arte, del escritor sobre el propio trabajo.
sino que les basta con limitartse a repro- Pero también aparece en la forma de
ducir la ideología, los valores y la situa- análisis de textos de otros escritores,
ción social, étnica o cultural de su públi- que viene a ser el concepto más acep-
co” (Saer, 2006, 11-12). tado de crítica literaria. En este caso lo

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que nunca aparece en Saer es lo que que Saer va incorporando, su sentido,


bajo el rótulo de crítica, no es más que no de acto en un momento de crisis,
mera descripción o un tipo de lectura ya que como afirma, la idea de crisis
que utiliza el texto para mostrarlo señalaría un momento pasajero, en
como confirmación de una teoría, de cambio, el contexto, claramente pre-
modo que reducido así a ejemplo ilus- sente en todos los ensayos, es el de un
trativo, el texto estaría perdiendo su mundo en el que la persistencia y la
razón de ser. Justamente cuando Saer intensificación de un ordenamiento
plantea la unicidad de la obra de arte, social que sustenta y promueve un
la singularidad de cada texto artístico, imaginario de adaptación y repro-
su capacidad de plantear su propio ducción indefinida de la mercancía
sistema, no es simplemente que esté cultural que trata de ahogar o neu-
citando a Theodor Adorno –aunque tralizar todo lo que intente cuestionar
lo cite, y varias veces, sobre todo en esta dominación. Por tanto la crítica
cuanto a la irreductibilidad de la obra no aparece como emergente de un
de arte– sino que está estableciendo momento excepcional, sino de un
una categoría valorativa, y con eso estado permanente o por lo menos
afirmando no ya la pertinencia de la prolongado. Aun cuando haga esta
dimensión valorativa, sino más bien la distinción, su crítica remite al gesto
imposibilidad de que esté ausente en propio de los momentos históricos en
la crítica. Lo que nos lleva a considerar que el cuestionamiento de lo estable-
que toda pretensión de asepsia es o cido es más alto; es decir, Saer con-
bien una suerte de actitud maquinal servaría esa actitud a pesar del clima
ante un texto o un engaño. Un texto adaptativo o de las derivaciones acríti-
–y digamos nada– se contempla o cas de la crítica, de ahí esa afirmación
mira, o describe o analiza desprendido en el prólogo a La narración-objeto,
del sujeto que se enfrenta a ese obje- “renunciar a la crítica es dejarles el
to; una de las cosas que se destaca en campo libre a los vándalos que, al final
estos ensayos es precisamente, y casi del segundo milenio de nuestra era,
se diría al contrario de una especie pretenden reducir el arte a su valor
de imparcialidad, la pasión puesta en comercial” (Saer, 1999, 12). Un poco
vindicaciones y afectos no menos que más adelante, en el mismo prólogo,
en rechazos y denostaciones. Desde y podría decirse, filiándose en una
luego la presencia del sentimiento, o tradición, presenta otra faceta y otra
la pasión, no significa la defensa de justificación para la crítica:
una lectura meramente impresionista
o caprichosa, la argumentación que la La crítica es una forma superior de lectu-
sostiene disipa tal postura. Y cuando ra, más alerta y más activa, y que, en sus
la argumentación es fuerte, firme, por grandes momentos es capaz de dar páginas
la potencia del razonamiento y porque magistrales de literatura (Saer, 1999,13).
está habitada por esa misma pasión,
y se realiza con las afinadas armas Cuando quien enuncia ya no es algu-
del lenguaje, con sus varios registros, no de sus narradores, que bien pue-
surge una intervención crítica. den ocuparse de hacer crítica literaria
La trajinada y repetida palabra va –pienso por ejemplo en el Tomatis de
adquiriendo, mediante las acotaciones Lo imborrable–, sino que la voz nos

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

remite a la instancia del autor, al escri- muestran, como reacción en cadena,


tor Saer, es posible destacar su lugar sus efectos en el imaginario social, lo
como lector, con una salvedad que que a su vez se vincula con las tácticas
vale destacar. Para Saer: de dominio y opresión.
Siendo precisamente el amplio campo
La lectura pone en movimiento todos de lo imaginario donde se desarrolla
nuestros componentes, sumergiéndonos la existencia humana, y el magma
en un entresueño que es de índole pul- del que surgen las obras artísticas, la
sional, y en el que la razón interviene de actitud crítica surge en las modula-
cuando en cuando, y de un modo dife- ciones –como tonos de voz, como
rente cada vez (Saer, 1997, 103). ritmos– que asumen sus fervores y
las refutaciones, cuyo denominador
Tal lectura es capaz de suscitar lo que común es la posición de irreductibili-
se puede llamar el arte de la crítica, dad frente a varios de los componentes
arte por el cual los textos no sólo son de ese imaginario que son atacados,
el resultado del examen de una cues- como el prejuicio, el estereotipo y las
tión sino también, y de ahí su pro- impostaciones. Esto arma un sistema
fundidad, su penetración, resultado de valores que trascienden la crítica
de una disposición especial según la aunque la incluyan, y en la literatura,
cual las palabras demuestran su ade- específicamente, lleva a una decidi-
cuación y su fuerza, como núcleos de da disquisición con afirmaciones en
irradiación de sentido. Nada más lejos general contundentes.
entonces de lo anodino de un paper Desechado cuanto se propone como
rezumante de citas y referencias, sin reproducción de un orden que Saer
salir, como cualquier género literario define como democratismo posmoder-
–que Saer no se cansa de denostar no –lo que de paso tiene la venta-
como premoldeados para la fabrica- ja de que simultáneamente vincula
ción en serie– de las convenciones, y ideología, política y arte, así como
por tanto, meras reproducciones. Vale el cuestionamiento de “un concepto
entonces tener en cuenta ese grado de blando”, el de posmodernidad–, la
responsabilidad al asumir la crítica, atención está puesta en todo aquello
incluso cuando sea el artista quien la que signifique una forma de oposición
ejerce, Saer la reafirma contra algo así y simultáneamente la búsqueda que da
como una tolerancia que se tendría sentido, porque es capaz de producirlo
ante tal tipo de figura a la que se le y porque en su radicalidad se valida. Así
permitiría, por el valor de su obra, como en la escritura de Saer observa-
cualquier extravagancia o necedad, mos esos movimientos envolventes de
que en más de un caso serían más frases, que van desgranando a medida
bien formas de –para usar una palabra que se discurre por ellas la captación de
que Saer repite– “inepcia”. En varias un aspecto no percibido antes, por un
ocasiones se dedica a mostrar que es detalle, por la combinatoria de las pala-
precisamente esa inepcia la coartada bras, por la demora en las parentéticas,
de muchas actitudes no sólo frente por la suerte de suspenso que supone
a la literatura, sino también en los el tramo final, que remata una frase y
comportamientos sociales. La inepcia van dibujándose zonas que, de algún
adquiere toda su gravedad cuando se modo, giran sobre los mismos luga-

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res, pero siempre para iluminar algún muchas veces no cedió a la convenien-
punto diferente, en esa lógica entre lo cia de “alabar” una obra, si con esto
igual y lo distinto –sobre todo en tanto tenía que ceder a sus convicciones. La
coloratura tinte–; en el ensayo, y por ética mencionada por Saer se nota en
tanto en los pliegues y repligues de su este tipo de elecciones, que, manteni-
pensamiento, hay un recorrido similar. das consecuentemente implican el ries-
Las recurrencias, sucesivas vueltas sobre go de un aparta-
“lo mismo” (eso que no desconoce la miento absoluto A la literatura, recurren una y
heterogeneidad pero, a su vez, percibe (Saer, 1999, 97). otra vez, los mismos autores,
lo sustancial), no son sino el intento de Tal vez sea impor- precisamente esos cuya obra
aproximarse a lo que en su misterio, en tante señalar que y proyecto responde a esta
su carácter de vedado, incognoscible, la actitud de Saer, exigencia de calidad, esmera-
puede ser atisbado por el arte, en este sus afirmaciones, da elaboración, inclaudicable
caso, el arte de la palabra, reconocien- no se relacionan fidelidad y consecuencia con
do esa dimensión por la indisoluble con una especie el proyecto sin resultados cal-
relación de lectura/escritura. La recu- de virtuosa mar- culados de antemano.
rrencia es entonces la manera de explo- ginalidad, como
rar según lo que sería una lógica de coartada que estaría ocultando la falta
repetición/diferencia, entendida, desde de respuesta –o la respuesta negati-
luego, la primera no como reproduc- va– ante un texto no precisamente
ción, sino más bien, en tanto retorno por sus valores, sino por la falta de
de algo que para nada es aleatorio, y la éstos. Saer no se negó a publicar en
segunda, como los modos en que ese los períodicos pese a sus fulminantes
retorno se manifiesta. críticas al periodismo como parte de la
Y entonces a la literatura recurren una maquinaria de simplificación propia de
y otra vez los mismos autores, pre- la industria cultural; tampoco rechazó
cisamente esos cuya obra y proyecto participar en jurados o congresos, ni
responden a esta exigencia de calidad, se refugió en alguna editorial inde-
esmerada elaboración, inclaudicable pendiente. No sin un largo período de
fidelidad y consecuencia con el proyecto paciencia, comenzó a publicar en sellos
sin resultados calculados de antemano. como Alianza y Seix Barral, pero sin
No es extraño entonces que pueda citar que esto significara “adaptar” su obra
la fórmula joyceana “soledad, exilio y a las exigencias temáticas, de lenguaje,
astucia”, aunque no dejen de resultarle género, etc. del mercado. Es decir,
problemáticas, sobre todo la última, debió ser considerado también por esa
pero sin embargo, incidentes. De la maquinaria que, asimismo, publica la
soledad y el exilio no faltan reflexiones obra completa de Theodor Adorno.
desde el comienzo, la otra quizá quede Con todo, cabe señalar que jamás se
como el interrogante que, para Saer, convirtió en un best-seller, y que en
Joyce deja planteado. En el ejercicio algunos casos fue una temporada en
de la que llama “verdadera crítica” (lo el infierno de las modas académicas.
cual deja entrever la existencia de otra Desde luego que nada de esto incide
u otras) los términos saerianos son en una obra cimentada sobre una base
muy concretos: análisis, distinciones, mucho más resistente y duradera, del
rigor intelectual y ética (Saer, 1999, tipo de las que define, por ejemplo, en
12). Joyce también escribió crítica, y La narración objeto:

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...podríamos dar el ejemplo de cier- momento decisivo, más elevado y pri-


tas narraciones que, partiendo de un mordial, en comparación con otros, y
mismo elemento constructivo, por la nunca se trata de un parricidio ni nada
inclusión de abundantes figuraciones por el estilo– además de afinadas ob-
particulares, llegan a obtener ese estatu- servaciones acerca de la ideología po-
to de objeto único que es el de la obra de lítica de Borges, manifiesta para Saer
arte, de narración-objeto que se basta mucho antes de que alcanzara mayor
a sí misma y que, dentro de los límites difusión y mayor oposición. La ve en
que se ha impuesto por sus principios un temprano escrito de Borges:
de construcción soberana, es un mundo
propio, un verdadero cosmos dentro del La lógica de las declaraciones que treinta
otro (Saer, 1999, 26). años más tarde causarían tanto escánda-
lo ya estaba inscripta en la concepción
La distinción que reclama en el ejer- de Occidente que tenía en 1944 (Saer,
cicio de la crítica arremete contra las 1999, 123).
etiquetas del mercado que promueven
las serializaciones; así Saer puede de- La crítica en Saer suele ser perentoria,
cir que, según tal lógica, Juan Carlos si bien hace algunos reparos en ocasio-
Onetti e Isabel Allende son novelistas, nes, y que en general tienen el sentido
pero además esta falta de valoración de mostrar las diversas facetas intervi-
estética también es percibida en la ac- nientes en una cuestión, predomina la
tividad crítica, digamos, especializada. forma asertiva por sobre el terreno más
Así refiere Saer (Saer, 1999, 125): bien conjetural y vago de los subjun-
tivos y condicionales. Es precisamente
A menudo he podido observar que una en ese mismo ensayo sobre el problema
estimación estética correcta no siempre Borges, que Saer, al tiempo que se ocu-
sugiere la elección de los textos estudiados pa del tema, asienta algunas distincio-
y que su valor específicamente literario nes –una de las condiciones de la críti-
no parece ser tenido en cuenta por quie- ca, sostiene– como la diferencia entre
nes se interesan en ellos” (en “Borges el crítico y el polemista: “Para el verda-
como problema”, Saer, 1999, 115). dero crítico todo debe ser sometido a
examen, tanto los argumentos propios
Justamente este ensayo no sólo con- como los ajenos; para el polemista en
tiende con afirmaciones de Borges, cambio, el asunto consiste únicamen-
sino que también se dedica a hacer un te en ganar la discusión” (Saer, 1999,
examen de esa escritura e ideología, sin 116). Al mismo tiempo que califica
el temor reverencial que precisamente a Borges de polemista, no deja de se-
Saer critica. No es, claro, la actitud ñalar que tal distinción es de “orden
de un provocador ni de un iconoclas- moral o intelectual y no estético”, bas-
ta, esto último porque está tomando ta un ejemplo: “Kafka, que nunca se
aquello que analiza despojado de todo peleó con nadie, es infinitamente me-
prejuicio, incluido el de una vene- jor escritor que André Breton, que sin
ración incondicional, y tampoco lo embargo escribió algunos magníficos
anterior, porque la argumentación va panfletos”. La perspectiva que adopta
ajustando las distintas consideraciones Saer es la del crítico y por tanto está
sobre la obra borgiana –señalando su ahí asentada la orientación que tiene el

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texto, si por esto entendemos el tono y modo en que vuelve una y otra vez
modo de argumentar que presenta. sobre ciertos autores entraña, desde
El cuidado examen sobre Borges, pue- luego, la valoración vinculada con la
de contrastarse con el texto dedicado defensa de la cualidad artística capaz
a Vladimir Nabokov, cuyo título es de ofrecer un ensanchamiento de la
un indicio de lo que viene, “Sobre un experiencia humana, y una referencia.
pavo real” (Saer, 2005, 101), donde Como soportes, como ejemplos de lo
Saer, muestra nuevamente que no hay que sostiene, recurren en los ensayos
para él vacas sagradas y desenmasca-
ra la campaña de autopromoción de
Nabokov, sus frivolidades, mezquin-
dades, autoelogios, desprecio por la
mejor literatura. Apela en este caso a
otro tono, menos un paciente análisis
que una suerte de desenmascaramien-
to severo. Las frases irónicas adquieren
a veces un cierto matiz cómico, las
afirmaciones son palmarias y demos-
trativas de las zonas de la escritura en-
sayística de Saer que, con vehemencia,
declara su oposición a las imposturas,
refiere así respecto de Nabokov:

la primera afirmación de su libro es


‘pienso como un genio’, sin que en las
trescientas setenta páginas siguientes se
obtenga la menor prueba que justifique
esa afirmación (Saer, 2005,103).

Para quien lleva a un grado extre-


mo el cuidado en la palabra, cada Cervantes, Borges, William Faulkner,
matiz que van asumiendo es cosa Macedonio Fernández, Juan L. Ortiz,
fundamental, y la elección de tonos, Kafka, Musil, Onetti, el Nouveau
consecuentemente se relaciona con el Roman, Proust, Flaubert, entre los
tipo de intervención que realiza. En la principales. El carácter de referencia,
comparación citada anteriormente el de modelos, si se quiere, de estos escri-
contraste es palpable, contra la entro- tores, lo lleva a considerar también
nización de la falsedad aguza el tono, el tema de las influencias, y lo hace
incrementa la ironía. La ilación la cuando está refiriéndose a Faulkner
provee el apasionamiento por aquello (Saer, 1999, 17). El modo de abordar
que, visto en el instante de peligro, el tema, de introducirlo y desarrollarlo
desea preservar, y que no es otra cosa tampoco es cuestión menor en la ensa-
que la literatura como arte de la pala- yística, y en el caso de Saer, el hecho
bra, en sus mayores representantes y de apelar a diferentes recursos, como
textos (de ahí la reiterada mención de el relato de la experiencia personal,
ciertos nombres paradigmáticos). El lejos de quitarle lo que podría pensarse

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como cierto distanciamiento “crítico”, Cuando cierto escritor caribeño preten-


como prevención contra el desborde de que si su obra y la de Faulkner se
subjetivo, le confiere a lo que dice una parecen es porque Colombia y el deep
nitidez mayor, que se valida no en el south son lugares muy parecidos, y por-
antojo sino que acude a la prueba de que Faulkner es un escritor latinoame-
la experiencia (“como cualquier lec- ricano avant la lettre, no nos queda más
tor”), y por tanto a todo lo que entra remedio que pensar que esa influencia
en juego –inteligencia y afectos– en es superficial, y que por su carácter ver-
la lectura, como más de una vez lo gonzante proyecta más resentimiento
reafirma o lo observa al considerar que admiración sobre el modelo.
otras escrituras.
A partir de la imborrable marca de Ya en un texto de 1980, “Una literatura
una primera lectura de Faulkner en sin atributos”, Saer había manifestado
una etapa temprana de la vida se su oposición a una denominación tal
desliza hacia la obra del autor, a como “literatura latinoamericana”, no
la recepción e influencia que tuvo como designación sino en la ideologi-
en otros. Es ahí, donde, según su zación del término –fuerza, inocencia
estilo de incluir en el desarrollo de estética, sano primitivismo, compro-
un tema algún aspecto importante miso político– que condicionaría de
o la reflexión sobre algún tipo de antemano al escritor, y alimentaría una
problema atinente a la materia que producción en serie, donde lo esen-
trata, se refiere, ya no a la influencia cial de cada escritor, su peculiaridad
de Faulkner, retomada luego, sino al e irreductibilidad (que ve en autores
“problema bastante complicado” de latinoamericanos como Darío, Vallejo,
la influencia a secas, para señalar lo Neruda, Felisberto Hernández, Borges,
que advierte, en algunos casos, como por ejemplo) quedaría opacado o sos-
mera afectación: layado. Es una vez más, la constante
postulación saeriana de que lo que ver-
... cuando tal o cual escritor pretende daderamente vale en literatura es aque-
que Flaubert, por ejemplo, es el autor llo que según una figuración única, se
que más admira, el lector de-salentado constituye en un objeto nuevo capaz de
preferiría que en la obra y el compor- “transfigurar” la percepción del mundo
tamiento de ese escritor haya de tanto y ofrecer “su aura viviente y generosa”
en tanto algún signo que demuestre esa (Saer, 1997, 275).
supuesta admiración (Saer, 1999, 76). Entre autores varios, va a aparecer
otro de los núcleos recurrentes en la
La cuestión parece apuntar a ciertos crítica de Saer, y que tiene que ver
comportamientos del campo literario con el tipo de textualidad a la que se
consistentes en filiarse en un linaje abocó fundamentalmente, la narra-
prestigioso para validar una obra, o ción. Su modo de distinguir eso que
maniobras similares. Sin embargo, un quedaría uniformado en la masa de
poco más adelante, la observación narraciones –de narraciones valoradas,
apunta a un solo individuo, y cabe no de simples nominaciones mercan-
decir que no es sólo aquí donde Saer tiles– donde indistintamente cabrían
muestra hacia García Márquez, algo tanto Rojo y negro como el Ulysses, es
cercano a la aversión: mediante el cuestionamiento, precisa-

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

mente del nombre que las engloba, de habría que deshacerse. Los parámetros
ahí que considere a la novela –que es que preestablecen definiciones tales
la categoría en cuestión– un episodio tendrían, entre sus varias consecuen-
de un conjunto mayor, que sería el de cias negativas, el de establecer algo así
la narración. Así como en la tradición como regulaciones que influyen sobre
literaria mucho se trató el paso de la quienes escriben y sobre quienes leen.
epopeya a la novela, Saer considera Es decir, se trata de la enunciación,
que esta última tiene fechas bastan- por sofisticada que quiera aparecer, de
te precisas, que corresponden a un prejuicios, cuyos orígenes pueden ser
período histórico bien definido –no diversos, pero en todo caso apuntan
sin que recuerde en cierto sentido a a un establecimiento de lugares de
Lukács, mencionado por otra parte, autoridad que coartan justamente la
con las previsibles discrepancias, pero experiencia estética como la entiende
con el respeto acordado a su capacidad Saer, en tanto ejercicio de libertad. De
intelectual–: la novela correspondería ahí que le sirva la frase de Musil, “sin
al momento de la narración de la atributos”, para aplicarla al escritor,
época burguesa. Dos textos marcan el hombre sin atributos que no se somete
itinerario: desde el Quijote a Bouvard a los múltiples modos que asumen las
y Pecouchet que son por otra parte, en coerciones institucionales.
su siempre valorado rescate de la tra-
dición literaria, constante referencia y La ortodoxia estética, que es producto
objeto también de análisis. de una intoxicación crítica, implica por
Pero la ruptura con las convencio- otra parte, un voluntarismo: las van-
nes de la novela, que observa en el guardias se manejan con manifiestos,
siglo XX, promueve la idea de que con programas. Desgraciadamente, el
se trata de textos menos adscribibles tiempo parece ensañarse muy especial-
a tal nombre que al desarrollo de mente con los manifiestos y los progra-
otros caminos de la narración. Es mas (Saer, 1997, 221).
esta búsqueda la que otorga valor a
quienes la emprendieron según sus Hablar de realismo, desde luego
propios caminos. Si se quisiera empa- implica, y Saer lo hace, ir al meollo
rentar esto con ese conocido gesto de de la cuestión, y hablar acerca del
rechazo a todo lo que se denominó concepto de representación para seña-
realismo, Saer adopta aquí, una vez lar su no inmutabilidad, y no por el
más, una actitud diferente. En uno contrario, su variabilidad histórica.
de los varios ensayos donde se ocupa Como cita inapelable menciona –no
del Nouveau Roman, que retoma a lo es la única vez– el espléndido texto de
largo de su ensayística en modos dife- Erich Auerbach, Mímesis: la realidad
rentes, desde discutir algunas de sus en la literatura. Pero además, agregará
teorías hasta analizar magníficamente luego, lo que se olvida frecuentemente
algunas de sus obras, Saer discute, en en los ataques inconsistentes es que
1973, con una formulación posterior- “la representación es inherente al len-
mente banalizada y despojada de la guaje”. En definitiva, lo que deshace
consistencia teórica que pudo tener es la pareja convertida en insepara-
al comienzo, según la cual el realismo ble entre representación (cierto tipo
sería algo así como un lastre del que de representación) y realismo (como

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escuela literaria decimonónica). Y para lleva a considerar algunas subespecies


mostrar la transformación operada, narrativas –además de la novela de
desde, por ejemplo, Rastignac a Molly aventuras y la psicológica cuando exa-
Bloom, acude a la categoría de perso- mina las posiciones de Borges al res-
naje. Esta consideración no es poco pecto– tal vez por la difusión de tales
significativa, ya que el personaje como géneros. Ya en El concepto de ficción
uno de los constituyentes narrativos (225) habló de los límites de lo fantás-
es primordial, y la reaparición de un tico y su ejemplo fue Lovecraft, a quien
mismo personaje en distintas novelas menos como valor literario consideró
que, según Saer, Michel Butor señala como muestra perfecta de los alcances
como rasgo fundamental en Balzac, de la literatura fantástica, género con-
llevaría a asociarlo con su poética siderado en otro lugar, estrictamente
realista. Entre las muchas diferencias acotado, para mostrar que lo fantás-
que va a observar entre la novela deci- tico opera en par indiscernible con la
monónica y la del siglo XX, un rasgo realidad: “que sin la contraparte de lo
común sería, según Saer, la inclusión real el mundo de la literatura fantás-
de lo que la convención considera- tica se borra, no sólo como literatura,
ría “no novelable” (Saer, 1997, 130). sino también como creación imagi-
Aunque Saer señale al pasar que toma naria”. Pero fue el género policial el
la categoría de personaje porque le que ocupó más su atención, y no sólo
resulta más cómodo, sin embargo, se porque el fantástico goce actualmente
puede inferir algo más, y que es la de mucha menos presencia que el
persistencia y reaparición del persona- otro, sino porque intenta ver qué par-
je no sólo en un autor como Faulkner, ticular inflexión se produce respecto
sino también en la propia novelística de la cuestión en autores que valora,
de Saer, que, como bien se sabe, ha como Dashiell Hammet o Ricardo
girado siempre sobre un conjunto Piglia, hasta el punto de que encaró
reconocible y bien definido. Se trata en su propia narrativa –La pesquisa– el
más bien de inscribir ese componente género (como problema, desde luego,
en otra estructura narrativa, obvia- no como premoldeado). Por más que
mente no preexistente sino concebida considere que “la novela negra está
según cada escritor, siempre según la definitivamente muerta” (Saer, 1999,
idea de que las novelas no serían “un 159), ve la posibilidad, y en esto no
receptáculo de forma más o menos diverge de otras modalidades narra-
invariable, llenas de un contenido tivas –así la utilización por parte de
inteligible conocido de antemano”. Faulkner de procedimientos tomados
En el tenaz antagonismo contra lo del Quijote– de que esa suerte de
prefabricado, que iría en contra de estructura se incorpore, es decir, sea
toda posible modificación que diera asimilada y por tanto transformada en
cuenta de la variedad, complejidad y un “sistema narrativo personal”. Del
opacidad de cuanto lo circunda en el mismo modo que respecto de los otros
tiempo y el espacio, en la existencia, la subgéneros acomete contra la novela
oposición de Saer a los géneros como histórica –y esto particularmente a
invariantes es, digamos, habitual. “La propósito de tal atribución a Zama
tiranía del género, la rutina repetitiva de Antonio Di Benedetto– es contra
de los géneros” (Saer, 1999, 26, 27) lo la idea de una reconstrucción de una

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época, con la pretensión de fidelidad, la credibilidad del relato y su razón de ser


que Saer se pronuncia, y habría que peligran si el autor abandona el plano de
decir que, de algún modo, esta idea lo verificable (Saer, 1997, 11).
no deja de entrar en sintonía, o por lo
menos de rozarse en algún punto, con La combinación entre lo empírico y
la del “anacronismo necesario” de que lo imaginario iría a favor de un grado
hablaba, precisamente, el inventor de mayor de verdad en la ampliación de
tal categoría, el propio Lukács. horizontes que postula.
En el último libro, Trabajos, hay un Saer habla de “modelar” lo que se
ensayo donde retoma el tema del canto presenta en el conflicto entre verdad y
de las sirenas, ya no para mencionar a falsedad, y aunque dicha al pasar, esa
Kafka y el silencio, sino para contrapo- palabra, nos remite a una etimología
ner dos posibles finales junto con las que ya había visto Auerbach cuando en
varias interpretaciones que ha tenido Figura, dice que deriva del verbo latino
el texto homérico. Lo que interesa aquí fingere, precisamente modelar, plasmar.
son esos finales: Ulises logró llegar a La defensa de la ficción de Saer no deja
Ítaca, la versión optimista, o la contra- de mantener en vilo la oposición, es
ria: Ulises pereció sin poder llegar a su decir, no resuelve la cuestión diciendo
hogar, perdido por querer escuchar el sencillamente que todo es ficción, ya
canto prohibido. Saer considera que que no es en ese tipo de teorización
una y otra versión son correctas, ya en que se encuentra, sino en una
que lo que es permanente, verdadero, consideración más inmediata de los
es que hubo un instante en que oyó fenómenos y las teorías aledañas. Por
el canto, instante que se hace evidente eso va a pronunciarse también contra la
en el relato, las consecuencias son “un otra pretensión: y aquí es Eco el blanco
persistente enigma” (Saer, 2005, 100). de su crítica, en tanto defensor de “lo
De algún modo, esto nos devuelve a falso” como puro artificio que elimina
la frase inicial del primer ensayo de El ese grado de ambigüedad sin el cual la
concepto de ficción, “Nunca sabremos obra literaria pierde su núcleo de pro-
cómo fue James Joyce” (Saer, 1997, 9), ducción de sentido, capaz de persistir
el instante de evidencia, la verdad del en el tiempo.
texto, no se adscribe a un género, sea Con igual precisión que cada una de
este la biografía, la autobiografía o la sus narraciones, los ensayos de Saer
non fiction, en tanto: aportan no respuestas –término que
seguramente rechazaría– sino más bien
todo lo que es verificable en este tipo de indicios como un desafío, para encarar
relatos [lo que sería la verdad objetiva] es con igual lucidez, varias cuestiones que
en general anecdótico y secundario, pero diariamente nos desvelan.

BIBLIOGRAFÍA

Saer, Juan José:


• El río sin orillas, Buenos Aires, Alianza Editorial, 1991.
• El concepto de ficción, Buenos Aires, Ariel, 1997.
• La narración-objeto, Buenos Aires, Seix Barral, 1999.
• Trabajos, Buenos Aires, Seix Barral, 2005.

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Héctor Libertella: la pasión


hermética del crítico a destiempo
Por Martín Kohan

La crítica siempre logró desplegarse en las resis-


tencias. Resistencia contra los poderes y las
obviedades de cada época. Héctor Libertella ha
desarrollado una notable y singular resisten-
cia despojada de toda connotación épica. Con
una clara vocación por el “destiempo” capaz
de trastocar las temporalidades sincrónicas que
confunden y homologan como conjunto a los
contemporáneos, Libertella resistía desde una
literatura a la que reservaba otros tiempos. Sus
trazos, que bordeaban el hermetismo y la opa-
cidad, eran reivindicados frente a las formas
utilitarias de un lenguaje ligado a la sociedad
comunicativa y mercantil que reclama para sí
una escritura normativa, comprensible y expli-
cativa. No se trata de una resistencia ideológica
puesto que el mercado actúa en niveles de mayor
concretitud: tiene siempre un lugar acechante en
el que cobijar al crítico. Otro tipo de resistencia
ligada a la supervivencia, a una guerra incesante
donde la astucia es la condición para transitar
un desfiladero estrecho sin despeñarse en él. El
método: un hermetismo capaz de fundar inte-
rioridades donde el sigilo devenga capacidad de
desplazamiento en esa intemperie, del mismo
modo que –compara Martín Kohan en esta pro-
funda evocación– lo imaginaba Rodolfo Fogwill
para los combatientes, habitantes de las cuevas
subterráneas, de la guerra de Malvinas.
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Para Rafael Cippolini tal del contemporáneo. Y lo mismo


se percibe cuando Libertella presta
atención (y en el hecho mismo de que
I. generosamente preste tanta atención)
al futuro literario de esa contempo-
“La desgracia de los sincrónicos –de- raneidad cronológica: a César Aira
fine, sereno, Héctor Libertella–. Vivir (pero ya desde Moreira, ya en 1975),
el presente” (ECH, pág. 191). ¿Acaso y luego a Daniel Guebel o a Sergio
se podrían leer los distintos momentos Bizzio, y luego a Marcelo Damiani o
de su obra crítica (hasta donde quepa a Damián Tabarovsky, hasta hoy.
separarla, aunque sea provisoriamen- Esta expansión gozosa de la contem-
te, de su obra narrativa) bajo el signo poraneidad es precisamente aquello
perseverante de la neutralización de que termina por liquidarla. Libertella
esa desgracia? Un prolongado esfuer- se apoya en cierta premisa que deja
zo literario para acabar con la sincro- sentada justamente en el prólogo a la
nía. Llama la atención, sin embargo, antología de Literal: “El tiempo en
el fuerte sentido de la contempora- literatura es otro” (L, pág. 8). Al am-
neidad que exhibe Libertella. Cuan- paro, o al desamparo, de esta cualidad
do escribe sobre Osvaldo Lamborghi- diferencial, Libertella ensaya el juego
ni, sobre Luis Gusmán, cuando cita a artificioso de extender y contraer esa
Germán García, cuando cita a Josefi- condición de contemporáneo, sabien-
na Ludmer, vale decir cuando visita – do que así, con la evidencia del artifi-
y prologa y antologa– el mundo de la cio, la vacía como dato real. Es el tra-
revista Literal, que es el suyo, exhibe yecto exactamente opuesto al del salto
la plena decisión de ser un contem- a la clasicidad, que en su pretensión de
poráneo de sus contemporáneos (que suprahistoria se especializa en ser ubi-
sean sus contemporáneos es un hecho cua. Libertella va justo al revés: apren-
objetivo, pero que él también lo sea de a desfasarse, se ejercita para ser un
de ellos, es un acto de voluntad). Cla- experto en el destiempo.
ro que, en cuanto Libertella desplaza Al comenzar “La leyenda de Jorge Bo-
su enfoque crítico en el tiempo, ese nino”, por excepción admite: “Preciso
efecto de contemporaneidad no se las fechas; las necesito para no perder-
diluye, y hasta podría decirse que, ya me” (¡C!, pág. 51). La regla de esta ex-
como artificio, por el contrario, hasta cepción, sin embargo, lo libera de la
se intensifica. Cuando se ocupa, por precisión y del precisar, y revela por
caso, de Manuel Puig o de Saer, o de contraste la despreocupación de per-
Borges o de Mujica Lainez, o si se derse. La vocación del desfasaje exige
va hasta Macedonio Fernández, o si, tanto esmero como la puntualidad o
más aun, se retira hacia el siglo XIX y la sintonía. El narrador de Memorias
se sitúa en los días del Salón Literario de un semidiós lanza la pregunta decisi-
de Marcos Sastre, se vislumbra siem- va: “¿Cuánto tiempo es necesario para
pre un mismo arrimarse confiado y a llegar tarde?” (MS, pág. 83). Tenía
la vez cuidadoso, un aire similar de que ser Libertella, a quien el recono-
familiaridad general matizado con un cimiento como escritor le llegó bien
soplo (o un suspiro) de cierta reserva, pronto (Premio Paidós en 1968, Pre-
que expresa la condición fundamen- mio Monte Ávila en 1971), quien con-

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cibiera este afán por retardarse. Llegar Roland Barthes) o literaria (descen-
temprano o llegar tarde, pero nunca trados: Enrique Lihn, Salvador Eli-
llegar a tiempo, es la gracia que revier- zondo), hay en Libertella al menos
te la desgracia de los sincrónicos. dos momentos en los que el foco se
La laboriosa extemporaneidad de Li- pone sobre la cultura popular. En
bertella (laboriosa y larga: le llevó su uno se refiere al fútbol de la Selección
tiempo) se irradia sobre su manera uruguaya: su estilo cansino, demasia-
entera de pensar a la literatura. Para do reposado, su parsimonia ancestral,
pensarla como él lo hace, se vuelve su desafío abdominal a la fina línea
indispensable dislocar determinadas atlética (ver PPC, pág. 60). En vez del
premisas y coordenadas temporales Uruguay campeón del mundo, el del
(quien sabe si las cosas no ocurrieron treinta o el del cincuenta, Libertella se
a la inversa: a fuerza de sabotear tem- fascina con el Uruguay del Mundial
poralidades, acabó por desfasarse él 70: el que queda, ya para siempre,
mismo). La consigna teórica de “des- fuera de época, desfasado, obcecado
baratar la ilusión de progreso” (LSE, por nobleza con un fútbol ya extin-
pág. 195) se multiplica en una saga de guido. En otro momento, Libertella
desbaratamientos cronológicos en se- se ocupa de Roberto Goyeneche, del
rie: decir que “el futuro ya fue” (EAS, canto de Goyeneche, de su pronun-
pág. 43), y después preguntarlo: “¿El ciación; no es su edad de oro la que
futuro ya fue?” (EAS, pág. 99); decir lo convoca, no es el Goyeneche en es-
que hay que hacer “de pasado presen- plendor de Troilo o de Salgán, sino el
te” (EAS, pág. 44) (¿y eso qué viene último, el habitualmente disminuido
a ser? ¿sincronía o asincronía?); pro- Goyeneche del final. A Libertella le
poner “una memoria retrospectiva de interesa éste y no otro, para Liberte-
lo que vendrá” (EAS, pág. 99); definir lla la culminación se verifica ahí, en
lo posmoderno como “aquello muy el fraseo fantasmático del que canta
muy antiguo que se pone en choque desde otro tiempo, para Libertella ésa
eléctrico con aquello muy muy del es la gracia, ése es el don, el arte de in-
futuro” (LSE, pág. 108); entender ventar ruinas, el arte de hacer de pa-
a las vanguardias no como anticipa- sado presente, con el futuro ya sido,
ción, sino como lo más ancestral (el para habitar ese presente en estado de
pictograma); establecer, en el prólogo asincronía, y en la ilusión consecuen-
a una antología de la nueva narrativa te de la contemporaneidad total.
argentina, que hay un “arte de inven-
tar ruinas” (NRA, pág. 8). De este
modo, con futuros ya pasados, con II.
pasados presentes, con vanguardias
ancestrales, con las ruinas del ahora, La actualidad que se procura Héctor
Libertella elabora su enciclopedia del Libertella es ante todo teórica. Sus
destiempo y cultiva su propia entrada lecturas críticas se escriben siempre
en esa misma enciclopedia. con las categorías de vigencia más
Si bien su interés crítico privilegia los probada: el borramiento del yo y su
objetos de cierta sofisticación artísti- reinscripción en el nombre propio;
ca (Jorge Bonino del Di Tella a París; el juego literario en su inutilidad y
Mirtha Dermisache comentada por como derroche; el privilegio de una

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pura superficie sin volumen y sin rio (en especial entre la ficción y la
adentro; la proliferación, el descen- teoría: la crítica lírica, la literatura
tramiento, el desvío; el énfasis en lo crítica) y la de la reescritura (Liber-
parcial y el descreimiento del todo; tella inscribe, heráldicamente, el lema
la impregnación intertextual: la paro- de su método de obstinación crítica:
dia, el pastiche, la postulación de que “Volveremos con variaciones sobre lo
“la literatura es un papel que viene de mismo” (LSE, pág. 21).
otros papeles” (LSE, pág. 92 y EPRH, Si hay algo que sin dudas puede de-
pág. 79/80), de que “lo escrito pro- cirse de este universo de categorías y
viene de lo escrito” (LSE, pág. 10); el aun de este índi-
erotismo del texto: el goce o la perver- ce onomástico, es
sión; la diferencia (Pierre Menard: la que está nítida-
diferencia en lo mismo de lo mismo). mente fechado.
Dichos o implícitos, Roland Barthes, Entre el final de
Julia Kristeva, Jacques Derrida, Mau- los años sesenta
rice Blanchot, Gilles Deleuze, Geor- y el comienzo
ges Bataille, Michel Foucault, Mijaíl de los años se-
Bajtin y algunos otros, rondan o ha- tenta, se verifica
bitan los textos de Libertella. Tam- su afirmación;
bién funciona una tradición, la de los en los setenta y
formalistas rusos; la noble fidelidad a comienzos de
del arte como artificio, la práctica los ochenta, su
continua de la desnaturalización, la expansión y su
atención puesta en los procedimien- esplendor; de ahí
tos, la insistencia aforística en que en más, su reduc-
“la literatura no es un pensamiento” ción a vulgata y
(EPRH, pág. 97; EAS, pág. 56; LSE, su domesticación
pág. 103 –sólo que aquí el sujeto es como moda. Héctor Libertella, con- Héctor Libertella
“escritura”–; LLA, pág. 70). En el temporáneo, vive el presente y se afilia
mismo orden de puesta al día en la a sus lecturas; pero Héctor Libertella,
teoría literaria, se destaca en Liber- extemporáneo, saturado de contem-
tella el énfasis aplicado a la noción poraneidades, despega de ese presen-
de escritura. La escritura se subraya te hacia un pasado (en su interés por
como objeto privilegiado (y allí otra la etimología, en su gusto por la letra
vez Barthes, allí otra vez Derrida); la antigua) y hacia un futuro (¿cuánto
escritura es abordada en términos de tiempo es necesario para llegar tarde,
producción (y allí otra vez Kristeva, para que se haga tarde?), y entonces
pero también Pierre Macherey, y tam- zafa. Y por eso hay siempre un plus
bién, desde otro tiempo, Bertolt Bre- en Libertella. Por ejemplo: disuelve el
cht); la escritura es vista como trazo yo, pero lo hace mediante una capta-
material, como dibujo, como marca ción genial: que, en castellano, “yo” se
tipográfica (“algo físico tiene que apa- compone de “y” (conjunción) y de “o”
recer cuando el que escribe escribe” (disyunción), una letra que une y otra
(EPRH, pág. 37). Y desde esta noción que separa (EAS, pág. 45; LSE, pág.
de escritura, se abren dos prácticas o 11). O se tienta con la idea de que lo
dos pasiones: la del cruce disciplina- más extremo es el Centro, porque el

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Centro es lo que “toca todos los extre- (ver EPRH, pág. 6)]. Libertella dice
mos a la vez” (EPRH, pág. 22) o con bien, que le interesan los efectos par-
esta otra idea: que “la verdad de la red ciales y no las obras completas, y antes
es puro agujero” (EAS, pág. 98). Por que el palabreo, el silabeo (el silabeo:
lo demás, Libertella no incurre en la otra vez Goyeneche, el último Goye-
tendencia tantas veces vista de impos- neche); y su lectura efectivamente asti-
tar el encomio de lla y opera con una moral de la esquir-
Libertella es, inseparable- la proliferación la. Libertella reescribe, una y otra vez,
mente, un teórico y un escri- descentrada, pero y en esas reescrituras, en las que tantas
tor, y como escritor hace eso haciéndolo desde veces habla de la diferencia, produce
que como teórico dice. Su un discurso per- diferencia. Se puede tomar por caso
escritura habla de prolifera- fectamente esta- su consideración sobre Pierre Menard:
ciones, y ella misma prolifera; ble y sosegado; que Pierre Menard produce una dife-
se deslumbra con opacidades, no trajina la jerga rencia en lo mismo de lo mismo. Pero
y ella misma sabe opacarse; de la diferencia como el propio Libertella reitera esta
dice el desvío, y ella misma se pero con pala- idea, y la reescribe, y no la reescribe
desvía; postula que lo escri- bras de comple- siempre igual, termina produciendo,
to viene de lo escrito, y ella ta identidad; no también él, en lo mismo de lo mismo,
misma va y viene de escritu- cuestiona la escri- una diferencia.
ra en escritura. Menciona el tura instrumental
goce y es gozosa; y hablando pero con una
de perversiones, se pervierte. escritura instru- III.
Ve en la letra un dibujo, y mental; no habla
además de eso dibuja. de goce literario Hay un dato que proporciona la mito-
pero con pala- logía griega y que mereció, de parte de
bras anodinas; no exalta la opacidad Libertella, tanto su notación como su
pero desde un texto que aspira a la reescritura. Ese dato dice que Hermes,
transparencia; no repite la prédica del el dios de lo secreto, era también el dios
fragmento pero para integrar un todo; de las comunicaciones y del comercio.
no se planta en la crítica literaria más Si hay un credo en el proyecto crítico
tradicional pero pretendiendo estar de Héctor Libertella, es el del herme-
en un cruce de disciplinas. Libertella tismo (credo proferido, pero también
es, inseparablemente, un teórico y un practicado, porque la escritura de Li-
escritor, y como escritor hace eso que bertella no favorece, y hasta incluso
como teórico dice. Su escritura habla repele, el sosiego de la comprensión
de proliferaciones, y ella misma pro- más clara y más lineal). El hermetis-
lifera; se deslumbra con opacidades, mo desaloja ese orden de certezas que
y ella misma sabe opacarse; dice el procura la interpretación clásica, con
desvío, y ella misma se desvía; postula la promesa de aquietarse en un sentido
que lo escrito viene de lo escrito, y ella único y final. En su lugar, y en su re-
misma va y viene de escritura en escri- emplazo, el hermetismo instaura otro
tura. Menciona el goce y es gozosa; y mapa literario y otra tradición literaria,
hablando de perversiones, se pervierte. que resisten por definición ese modelo
Ve en la letra un dibujo, y además de de lenguaje útil, práctico, entendible,
eso dibuja [Eduardo Stupía, nada me- transparente, esos modelos de escritu-
nos, le da una mano, la de su mano ra eficiente que son “prescriptos por el

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capitalismo” (NEL, pág. 16). Esa nor- el barroquismo y el neobarroco, la ex-


mativización de un estilo económico y trañeza, la letra como cosa concreta, los
sencillo, que favorece su consumo, pre- textos que reescriben textos: todo eso
tende hacer de la literatura un elemen- va permitiendo la enhebración de otro
to de comunicación. La red hermética corpus, uno donde están Macedonio
viene por su parte a contrarrestar esta Fernández, Lezama Lima, Severo Sar-
“ideología específica de la comunica- duy, Salvador Elizondo, Osvaldo Lam-
ción” (NEL, pág. 107), esta “histeria borghini, Reinaldo Arenas, Manuel
de la transparencia” (LSE, pág. 147). Puig, Augusto Roa Bastos, Augusto de
En su lugar activa la práctica de una Campos, Enrique Lihn.
escritura oscura, incomprensible, ile- La vuelta de tuerca que aplica Liber-
gible, de puro idiolecto; un registro de tella consiste en admitir, y más que
escritura que es social, pero no por eso en admitir en propiciar, una impron-
sociable. De Jorge Bonino le interesa ta patológica para la pasión del juego
a Libertella que se mantuviese indife- hermético. Él mismo delinea la cadena
rente al hecho de que lo entendieran de asociación del pathos: pasión, pade-
o que no lo entendieran, con lo que el cimiento, patología; para desembocar
problema del sentido iba a parar a las resueltamente en la figura radical del
rajaduras del sistema, a los confines de patógrafo Libertella se aboca, con un
la comunicabilidad. De Mirtha Der- espíritu completamente dichoso y para
misache le interesa su trabajo con lo nada clínico, a considerar cada “pato-
concreto del lenguaje, porque lo con- logía literaria” (LSE, pág. 17/8). En los
creto le ofrece resistencias al sentido. bordes del hermetismo está la afasia, en
Libertella sueña un sueño de Roland los bordes del hermetismo está el au-
Barthes (y lo cita): el de un mundo tismo; el idiolecto se resuelve como es-
exento de sentido. Y también propone critura enferma o desviada, y acaba ga-
una imagen: la de unas piedras opacas nada por (pero ganando a) toda la serie
tiradas contra el vidrio transparente de de los trastornos verbales. “La lengua
la comunicación. Y agrega esta otra: desvaría”, constata Libertella (EPRH,
la de la pena capital, una condena a pág. 94); y es esa constatación la que
la muerte lingüística, aplicada por la le permite formularse una pregunta
comunidad bienhablante y bienpen- decisiva, cargada de tentación antes
sante contra todos los que hablan un que de inquietud: “¿los locos son her-
lenguaje desviado. méticos?” (EPRH, pág. 12; LSE, pág.
La red hermética (y en la red, sus agu- 246). La pregunta queda suspendida,
jeros) da lugar a otro tipo de mapa li- vale decir sin respuesta; lo que solicita,
terario. Ese mapa quiebra felizmente en todo caso, antes que ser contestada,
ciertos hábitos de autosuficiencia ar- es ser invertida. Formularla en sentido
gentinista, y se instala con claridad en la opuesto y preguntarse, también sin es-
dimensión de la cultura latinoamerica- perar respuesta, si acaso los herméticos
na (fuertemente recortada por Liberte- en cierta manera son locos.
lla del colonialismo de Estados Unidos, No se trata, aun así, de concebir una his-
país donde él daba clases en los años se- toria de la literatura como si pudiese ser
tenta). El hermetismo, la artificialidad, una historia de la locura. La patografía
la ruptura de linealidades, la muestra traza una línea demasiado irregular, de-
de la mecánica de producción textual, masiado inconstante y demasiado sinuo-

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sa como para pensarla como una línea vas, sino desvíos, desvaríos, extrañezas,
histórica, o incluso para pensarla tan hermetismos, su propia alienación lin-
siquiera como una línea. Es otra cosa, güística, su propia perdición.
que Libertella podría señalar mediante Para Libertella, así es como funciona
su propia versión de la operación Me- Borges respecto de Macedonio Fer-
nard. Libertella concibe a un Cervantes nández: “Literatura versus patografía
que contuviese dentro de sí a un Lewis en la Argentina” (LSE, pág. 222). Las
Carroll. Entonces habría que decir que, palabras locales, enfermas de incomu-
así como al nicación, se curan en Borges. Y enton-
Quijote se le ces, ya curadas, transparentes, se hacen
secó el seso de centro y se internacionalizan. Borges
tanto leer, hay es el síntoma de esa enfermedad, la de
patógrafos que la oscuridad del idiolecto, y por eso
de tanto se- mismo permite la curación. Desde
cárseles el seso esta perspectiva, la literatura argentina
se pusieron se sana en Borges, porque Borges es su
a escribir. Y padre sanador.
escriben justa-
mente desde el
trastorno ver- IV.
bal de sus sesos
ya secados. Una de las líneas de tensión más tiran-
Es evidente tes de los debates estéticos del siglo XX
que una his- –el que ubica en un polo a las vanguar-
toria literaria dias y en el otro polo al mercado– no
no se escribe puede no verse alterada bajo los térmi-
desde ahí, que nos críticos de las lecturas de Liberte-
ningún ca- lla. Las cosas se plantean en sus textos
non literario necesariamente de otro modo, toda
puede esta- vez que la idea misma de evolución es
bilizarse por cuestionada (entonces la vanguardia ya
este medio. Frente al desvarío de estos no es, ya no puede ser, lo que está más
lenguajes, frente a las patologías de los adelante) y toda vez que el mercado re-
patógrafos, es el Sentido el que define gula incluso sus desvíos radicales.
lo que es la salud, y la salud no supone Se percibe en Libertella un acento des-
otra cosa que represión (por eso Liber- creído respecto de la potencia corro-
tella deja otra pregunta más, también siva de las vanguardias que ya fueron
sin contestar: “¿El canon reprime?” (como si prefiriese seguir el consejo
(LLA, pág. 77). Ese sistema de Salud que registra en una de sus novelas: “Un
Pública (que Libertella atribuye, por poco de atención a retaguardia” (PPC,
ejemplo, al boom) fija y estabiliza y pág. 87). Los límites de las antiguas
esclarece sanidades, allí reposa el buen vanguardias, y aun cierta esterilidad
decir, allí habita el buen sentido. La en la recurrencia del vanguardismo,
patografía no le opone otro canon ni promueven en Libertella un tono más
otra historia (por lo demás, no po- bien reticente en la constatación de que
dría). No le opone rectitudes alternati- hay también una vanguardia sociable,

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

bien dispuesta a comunicar, que cuen- letra del loco no genera dinero” (EAS,
ta con un “rol oficial” (NEL, pág. 41) pág. 85). Por otro lado, no obstante,
ya programado y para la que el mer- las vanguardias de los años veinte se
cado reserva un determinado circuito. reconocen en el mercado, y allí se pre-
No por eso, sin embargo, se pliega sin vé igualmente una circulación para las
más a la conclusión resignada de que nuevas vanguardias, y aun para el es-
a toda vanguardia le espera un destino critor hermético
de museo o de mercantilización, y en existe un mercado No es el éxito lo que introduce
el desplazamiento “de la vanguardia al epigonal (el de su el mercado, no son las ventas
centro” (LLA, pág. 80), que señala en cofradía). Enton- cuantiosas, ni la figuración, ni
lo que va de Macedonio a Borges, no ces Libertella se la masividad: es la superviven-
detecta un trayecto inexorable. decide y enfatiza: cia. El artista del hambre es
La alteración medular de las proporcio- el mercado –dice– aquí una referencia no dicha
nes cronológicas altera necesariamente determina el lugar pero perceptible. Lo que hace
los términos en los que puede darse un que le conviene el escritor en el mercado no es
sostenimiento teórico del afán de las a la literatura en ni triunfar ni renunciar, sino
vanguardias. Para Libertella, la vanguar- cada momento, sobrevivir. Y lo que Libertella
dia ya no es “lo que está más adelante”, en toda obra hay considera entonces son “las
sino “lo que está más íntimo” (NEL, una apuesta mar- posibles estrategias literarias
pág. 34); y ya no es la anticipación, sino cada en la mesa para sobrevivir en el mercado”
“lo más ancestral” (EPRH, pág. 35) (el de intercambios (un poco en él, un poco contra
pictograma, la vuelta al grafismo rupes- y toda escritura él, un poco gracias a él), la
tre; pero también por caso una vuelta puede ser vista astucia para hacer el propio
al antiguo español, o al barroco, o a la como pura estra- negocio en un campo de posi-
gauchesca). Es una lectura activa de la tegia de mercado. bles negocios, la perspicacia
tradición, reconociendo allí los proce- Plegándose a esa para detectar qué vías de esca-
dimientos que sobreviven como ruinas; resistencia a cual- pe ofrece el mercado para sus
es saber apoderarse de una tradición, quier conciliación escritores desviados.
como hace Lezama, pero sin renunciar que de por sí pre-
a la propia patología. supone toda escritura hermética en su
La idea de que “el mercado explica a las proclividad a lo ilegible, y plegándose
vanguardias mejor que las ideologías incluso a ciertas resonancias de las ve-
y creencias que ellas simulen asumir” hemencias de los vanguardistas (ya sea
(NEL, pág. 38) expresa hasta qué pun- retrospectivamente o ya sea en la con-
to, para Libertella, lo que tantas veces temporaneidad del Di Tella), Libertella
se dispuso como un drástico antago- podría haber despachado la cuestión del
nismo admite ahora cierta clase de re- mercado en los términos más esperables
formulación. Por una parte, no deja de del liso rechazo y la completa exteriori-
ser cierto que el mercado es un espacio dad. Pero hace otra cosa, más compleja
al que se combate, pero por otra parte y más interesante: advierte que el mer-
debe notarse que el mercado es también cado es atacado idealmente pero actúa
un espacio en el que se combate. Así, en lo más concreto. Y en consecuencia
por un lado, el mercado es el ámbito atiende, escrupuloso, a las vicisitudes de
de la comunicación generalizada, el que esa concreción, porque también en ese
desea ante todo una escritura limpia y sentido un texto asume una presencia
transparente, el que evidencia que “la material.

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Al hacerlo, Libertella se precave con de la literatura no es menos significati-


un ajuste de términos y de conceptos vo que lo que hace con los tiempos. Su
que resulta fundamental. No es el éxi- imaginación, de hecho, y por lo tanto
to lo que introduce el mercado, no son su repertorio metafórico, es predomi-
las ventas cuantiosas, ni la figuración, nantemente espacial. Libertella conci-
ni la masividad: es la supervivencia. El be lugares, y sólo así alcanza a plantear
artista del hambre es aquí una referen- cuáles son sus ideas de lo que sucede
cia no dicha pero perceptible. Lo que con la literatura. No se trata de espa-
hace el escritor en el mercado no es ni cialidades teóricas (como el espacio
triunfar ni renunciar, sino sobrevivir. literario de Blanchot o el campo litera-
Y lo que Libertella considera enton- rio de Bourdieu), sino de lugares con-
ces son “las posibles estrategias lite- cretos que le permiten figurar una ma-
rarias para sobrevivir en el mercado” nera de existir de la literatura. Cuando
(EPRH, pág. 14) (un poco en él, un se plantea la definición de la literatura
poco contra él, un poco gracias a él), latinoamericana como objeto, por lo
la astucia para hacer el propio negocio pronto, la plantea como espacialidad:
en un campo de posibles negocios, la como la fundación de un Continente
perspicacia para detectar qué vías de mediante la fabricación de un cierto
escape ofrece el mercado para sus es- espacio. La geografía es una suma de
critores desviados. inscripciones y el estilo es un signo fí-
En El árbol de Saussure, donde se habla sico en el mapa. Cuando, en otro mo-
de “los días de mercado” (EAS, pág. mento, toma como referencia al Salón
19) en una acepción eminentemente Literario de 1837, lo hace subrayando
barrial, Libertella distingue con ab- lo que ese sitio define como ámbito: la
soluta precisión cuál es el aspecto del literatura fundada en un salón, anida-
que es preciso recelar: la exigencia, o la da en un salón.
ambición, de masividad; la imposición La imaginación topográfica de Héctor
intrusiva del criterio de lo cuantioso. Libertella multiplica sus variantes a
Como antídoto, y no como plan de partir de esos orígenes así localizados.
fuga, Libertella luminosamente estipu- Habla entonces, con insistencia, de un
la que, allí donde hay un interlocutor, gueto literario; concibe la geografía ar-
hay un mercado. Recurso al menudeo, gentina como una isla lejana; a la lite-
microfísica de la distribución literaria, ratura establecida la ve estancada en un
es la admisión –también barrial– del foso; para pensar la sedimentación de
diminutivo: el mercadito, el negocito. una tradición habla de la acumulación
No se vive ni se muere en el mercado, subterránea de “napas críticas” (NEL,
se sobrevive, y la manera es más ajena pág. 17). En El árbol de Saussure dis-
al modelo de la difusión masiva que a cierne lugares diversos: la barra del bar,
la clásica tutela de un Mecenas (“Tal la plaza y su árbol, el gueto otra vez,
vez sólo Mecenas podría ser todo el la aldea global. Por fin habla también
mercado” (LLA, pág. 111). de un barco, de la Librería Argentina
Los artistas, dice Libertella, son “po- y de los cuchicheos de palacio, y para
bres posicionales” (EAS, págs. 85 expresar como topología la determina-
y 86). Su arte, incluso si rentado, es ción de no ser transparente, piensa en
siempre gratuito. una “jaula hermética” (¡C!, pág. 192.
Lo que hace Libertella con los espacios La piensa para Jorge Bonino). Tam-

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bién sobre este imaginario espacial se del escritor en la literatura rioplatense,


arroja una pregunta sin respuesta, y se Libertella propone un cuadro donde la
la deja colgando. Dice así: “Una escri- interioridad es muy lábil o es nula del
tura que se desplaza, ¿hacia dónde?” todo: una toldería a la intemperie. En
(NEL, pág. 110). ese espacio y en esa difícil interioridad,
Esta pasión planométrica de Liberte- resume la situación del escritor aisla-
lla reitera, si se la sigue con cuidado, do, desprotegido por el estado, librado
siempre un mismo gesto de insistente a una extraterritorialidad que es ya su
creación espacial: la definición variada hábitat. La intemperie es así la cifra del
de distintos interiores. Su mirada críti- abandono. No hay resistencia, según
ca procede de ese modo, concibiendo parece, si no existe algún interior.
interioridades, y son esos espacios in- Sobre la imaginación espacial así trama-
teriores los que irradian sobre sus lec- da en la escritura crítica, Libertella des-
turas ese aire de furtividad conspirati- pliega su propia versión de la impronta
va que tantas veces introduce para dar agonística de la literatura. Porque queda
cuenta de lo que cierta literatura hace. claro que su enfoque recupera, en este
¿Qué otra cosa es una jaula herméti- sentido, la tradición vanguardista del
ca, sino un puro adentro? ¿Qué otra arte como campo de luchas. Hereda esa
cosa está marcando Libertella cuando visión y hereda sus palabras: combate,
dice que la vanguardia no es lo que estrategia, táctica, ataque y resistencia,
está más adelante, sino lo que es más atentado, enemigo, aliado, y por su-
íntimo? ¿Qué clase de noción corpo- puesto la noción misma de vanguardia,
ral está activando cuando imagina a con su consabida inspiración militar.
un Miguel de Cervantes con un Lewis Claro que, signa-
Carroll dentro? Libertella habla de un da notoriamente Héctor Libertella hace de la
gueto, y después habla del baño de ese por la imagina- literatura un arte del sigilo
gueto (para ver si tiene inscripciones o ción espacial de y de la lucha silenciosa. Una
no). Habla de una librería, y después Libertella, esta di- consecuencia, tal vez impen-
habla de la trastienda de esa librería. mensión agonís- sada pero nada menor, del
Habla de un barco, y después habla de tica de conflicto trastrocamiento crítico de las
la bodega de ese barco, que es el lugar o de guerra asu- cronologías y del desafío a la
donde se lee y es su “cueva de resonan- me características noción de progreso, es que
cia” (LLA, pág.17). Libertella se vale particulares. El este combate carece de de-
antes que nada de una cartografía, con combate se define senlace. Al igual que el puro
la que consigue espacializar a la litera- menos como un posicionamiento, que le da su
tura, pero en cada ocasión encuentra cierto suceder que tono, su destino es cambiar y
el modo de suscitar, en cada espacio, como un cierto es también permanecer.
la interioridad correspondiente: baño, posicionarse. El
jaula, bodega, cueva, caverna, trastien- título de una de sus novelas lo resume
da, sótano. En Las sagradas escrituras lo bien: Personas en pose de combate. Toda
explicita: “una escritura de los interio- guerra es para Libertella una guerra de
res (adentro)” (LSA, pág. 187). Esos posiciones y para resolverse o decidirse
interiores proporcionan por lo menos le basta con la pose. Así es que impe-
dos cosas: la posibilidad del sigilo, y el ra el espacio. Para la escritura se pun-
efecto de resonancia. Para entregar una tualiza que toda táctica es sintáctica, y
visión definitiva de la desprotección la sintaxis no es otra cosa –lo dice la

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etimología– que “el arte de disponer” minante de su dispositivo espacial: su


(por ejemplo en LSE, pág. 46). Esta capacidad de producir interioridades.
belicosidad aquietada, esta belicosidad Porque así se activa un aspecto defini-
suspendida en la paciencia, deja a Li- torio de este combate posicional. “In-
bertella más cerca de Sun Tzu que de ternalizar la voz del enemigo” (EPRH,
pág. 89), para el caso, es un recurso
ciertamente destacado. Y lo es también
este otro: el que pergeña Libertella al
postular que hay una vanguardia evo-
lutiva y detectada, pero hay otra que
simula y disimula escondida en un
caballo de Troya. La pose de combate
obtiene así, del nutrido sistema de in-
terioridades espaciales, su estratagema
y su chance, su sigiloso crédito para
una victoria secreta. No hay guerra sin
la cavidad de este caballo y no la hay
sin las cuevas subterráneas: la perspec-
tiva crítica de Libertella va desde Ho-
mero hasta Los pichiciegos de Fogwill
(cuya versión de la guerra de Malvinas
privilegia igualmente lo que es la pura
supervivencia). Guerra de astucia, de
máscara y de disfraz, una clave de su
transcurso radica en la multiplicación
inestable de las tácticas a emplear. Por
Maquiavelo o de Von Clausewitz. La eso especula Libertella con la pluride-
fijación territorial habilita un modelo terminación del que escribe. El objeti-
de hostigamiento inmóvil. Esta guerra vo no es único ni es siempre el mismo.
se libra en estado de detención; con la No tiene por qué serlo siempre el sen-
pose de combate es suficiente, porque tido clásico, pero tampoco tiene por
se trata de un combate en pose o de un qué serlo siempre la ruptura. La van-
combate de poses. Así concibe entonces guardia, por ejemplo, también puede
Libertella al escritor: “inmóvil o fijo en ejercer cínicamente la prosa transpa-
su sitio, pero todo el tiempo fuera de sí” rente y comunicativa. La eficacia pue-
(EPRH, pág. 36). Y entonces piensa así de medirse en el uso de lo transparente
a esa cárcel del lenguaje que desplega- o en el uso de lo opaco, puede ser ope-
ra Fredric Jameson (o a su propia jaula rativo oscurecer pero también puede
hermética): como la posibilidad de “de- serlo explicitar. Lo evidente es que se
cirlo todo sin moverse de los límites de puede prescindir de propuestas y es-
su propia materia” (LSE, pág. 75). trategias fijas y simplemente funcio-
Para entender del todo la escena bélica nar, y que no hay que hacer siempre lo
que despliega Libertella (hasta donde mismo (como se afirma en Personas en
“entender del todo” es posible, o inclu- pose de combate: “Pronto se acabarán
so pertinente, cuando se trata de él), los esteticismos y habrá que cambiar
es preciso recuperar esa cualidad deter- las tácticas” (PPC, pág. 87).

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Combate de camuflaje, pura táctica y y de la lucha silenciosa. Una conse-


no estrategia, destreza para la varia- cuencia, tal vez impensada pero nada
ción coyuntural, para la adaptación menor, del trastrocamiento crítico
a cada circunstancia y a cada mo- de las cronologías y del desafío a la
mento. Significativamente, la pose noción de progreso, es que este com-
de combate se desliza entonces hacia bate carece de desenlace. Al igual
la guerra de guerrillas (y de Sun Tzu que el puro posicionamiento, que le
al Che Guevara). Héctor Libertella da su tono, su destino es cambiar y
hace de la literatura un arte del sigilo es también permanecer.

ABREVIATURAS Y REFERENCIAS DE LOS TEXTOS CITADOS

ECH: El camino de los hiperbóreos, Paidós, Buenos Aires, 1968.


PPC: Personas en pose de combate, Corregidor, Buenos Aires, 1975.
NEL: Nueva escritura en Latinoamérica, Monte Ávila, Buenos Aires, 1977.
¡C!: ¡Cavernícolas!, Per Abbat, Buenos Aires, 1985.
EPRH: Ensayos o pruebas sobre una red hermética, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1990.
LSE: Las sagradas escrituras, Sudamericana, Buenos Aires, 1993.
NRA: “Prólogo. ¿Hay fantasmas en la Biblioteca de Babel?”, en El nuevo relato argentino, Monte Ávila, Caracas, 1996.
MS: Memorias de un semidiós, Perfil, Buenos Aires, 1998.
EAS: El árbol de Saussure. Una utopía, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2000.
L: “Prólogo. La propuesta y sus extremos”, en Literal 1973-1977, Santiago Arcos, Buenos Aires, 2002.
LLA: La Librería Argentina, Alción, Córdoba, 2003.

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Bianco, lector de Proust


Por Guillermo David

La propia soberanía de la crítica, defendida


por Bianco, se deconstruye en función de un
gran desplazamiento de razonamientos: desde
la novela a la vida y desde la vida a la moral,
representando la hoja de ruta de los extravíos
implícitos en una vocación epigonal por la obra
proustiana. Ella se lee en Bianco a partir de com-
ponentes introspectivos, demarcatorios de zonas
cuyo alcance escapa a la vocación de ambos
autores. Esos componentes revelan, al menos,
restos de diálogos presentes en la escritura de
Bianco, quizá como el efecto menos deseado de
su propia búsqueda.
Guillermo David descubre un poco conocido
lector de Proust en fuga, como lo fue el joven
Bianco. Acaso Bianco, acaso el propio David,
desean transmitirnos que a la obra de Proust
sólo se llega queriendo escapar de ella, como si
las biografías literarias tuvieran que transitar
esta paradoja para poder ensayar inspiradoras
modalidades del vínculo narrativo y vital.
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Sucedido en el período de entreguerras, nada por el yo narrante; ese yo que es


el diálogo crítico con la obra de Marcel siempre otro, un otro próximo y distin-
Proust en Argentina fue acompañado to. Al recorrer sus relatos se tiene la sen-
desde los primeros momentos por una sación, lograda pocas veces incluso por
vocación narrativa epigonal. Baste ver aquellos autores que se propusieron con
las obras de Manuel Gálvez1, Roberto deliberación alevo-
Mariani2, Max Dickmann3, Enrique sa aparecer como Al recorrer sus relatos se tiene la
Anderson Imbert4 y Juan Pablo Ramos5 émulos declara- sensación, lograda pocas veces,
(y obsérvese el arco ideológico que cu- dos, de que se está incluso por aquellos autores
bre ese espectro, que va desde la derecha leyendo, aun, pá- que se propusieron con delibe-
nacionalista católica al izquierdismo so- ginas que podrían ración alevosa aparecer como
cialista pasando por el fascismo y el van- haber sido escritas émulos declarados, de que se
guardismo social) para corroborar en sus por el mismísimo está leyendo, aun, páginas que
ensayos de aproximación al texto prous- Proust si éste hu- podrían haber sido escritas
tiano el paralelo con sus emulaciones fic- biera poseído el por el mismísimo Proust si
cionales. José Bianco no constituye una español –y vivido éste hubiera poseído el espa-
excepción a esta experiencia de abordaje. en Argentina–, o ñol –y vivido en Argentina–, o
Quien estaría destinado a ser uno de los que podrían in- que podrían incluirse entre sus
más finos escritores argentinos y alma cluirse entre sus papeles como una prolonga-
secreta del grupo Sur publicará en su ju- papeles como una ción letánica y apócrifa, com-
ventud –apenas a los 24 años– un libro prolongación le- puesta con restos autónomos
de exquisitos relatos, algunos de los cua- tánica y apócrifa, expurgados de sus novelas.
les anticipara en La Nación, titulado “La compuesta con
pequeña Gyaros”, texto con que daba restos autónomos expurgados de sus
inicio a su larga y prolífica relación con novelas. Situación que, desde ya, por sí
el autor francés. Compuesto por seis na- misma desmerecería los resultados –y
rraciones cuya atmósfera común remeda de hecho lo hace con no pocos de los
el tono de sociedad declinante propio de escritores que habrían de proponerse el
las invenciones de Proust (aunque por desafío de respaldar su prosa en la de
diversos motivos –el primero de ellos: Proust– al imponer su condición subsi-
el formato breve que les conferirá–, los diaria, supérstite, como vicio de origen.
textos del volumen recuerdan más bien a Pero que en el caso de Bianco, y he aquí
Los placeres y los días, así como La pérdida su mérito, a mi entender único entre
del reino, su gran novela de la madurez, quienes se mantuvieron apegados al es-
remitirá a En busca del tiempo perdido en píritu proustiano en su narrativa, triunfa
más de un sentido), la presencia en ellos de su propia vocación epigonal6.
de un narrador que permanece como un Acompasando esta incursión narrativa,
espectador solitario más o menos pasivo, el joven Bianco escribirá uno de sus
ingenuo y espantado, oscilando entre la primeros ensayos críticos destinado a la
apatía y el solaz apaciguado por el lugar prensa titulado Stendhal y Proust, editado
de testigo incómodo que se adjudica, en La Nación de Buenos Aires el 9 abril
propone –demanda– la complicidad de de 1933. Denotaba así, con ese emparde
un lector específicamente proustiano. y mutua contaminación entre crítica y
Esto es, un lector que acepte esa condi- ficción, sus operaciones de lectura del
ción de espectador incluido en la trama, texto proustiano a través de las cuales
inclusiva y a la vez distanciadora, propi- se autorizaba y constituía escritor. Todas

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sus mitologías personales se pondrían en la plétora de su universo subjetivo le


juego en estos textos primeros. resulta insuficiente placebo a su dolor
Las “mismas deficiencias que Proust sim- existencial. Esa naturaleza excepcional...
plemente anota y Stendhal censura” son
el punto de sutura en que la comparación se halla sometida a los complejos fan-
entre la relación de cada uno de estos tasmas que logró rescatar del caos de
autores con su época le sugiere a Bianco la inconciencia, merced a su agudeza
un lazo. Si –aduce–, la obra de Beyle privilegiada, y que ahora han crecido
parece insinuarle a Proust el carácter de desmesuradamente hasta hacer un escla-
una dudosa confidencia, de un simulacro vo de quien los liberó.
de despreocupación en el que se mostra-
ba “lo que era, y, sobre todo, lo que anhe- La relación secreta entre las cosas le
laba ser”, la hondura del compromiso del ofrecerá un aspecto penumbroso por
autor de la Recherche con la escritura (no el que se resiste a ser descifrada; el
por escéptico menos apegado a la vida, vano deseo de aprehenderlo todo,
sin ilusiones trascendentales que lo guíen según Bianco, nacerá allí para Proust.
o entorpezcan; “en vano Mauriac deduce No lo guía ningún propósito ulterior a
a Dios de las páginas de Proust precisa- su tarea de novelista. Lo vemos, en su
mente por su ausencia”, escribe Bianco), lucha contra el tiempo, dedicado a im-
hace de él un traidor inevitable de su pedir que transcurra sin haber aprisio-
propio ámbito existencial. Los seres que nado, en sus redadas, la cantidad más
en el ciclo proustiano actúan “sometidos abundante de minucias impalpables, de
a las artimañas de este sutil ilusionista, sensaciones fugitivas y evanescentes.
se van desposeyendo poco a poco de Por su parte Stendhal, para el crítico
su encanto”. “La tarea demoledora que argentino, interpela a una humanidad
Proust ejecuta”, sostiene: futura; es vigoroso y lozano incluso en
su prurito moralista acomodado a un
de acuerdo con su estrategia, cuando ya statu quo al que fustiga, pero en el que
ha derrumbado mentalmente el artificioso se apoltrona con fruición.
andamiaje que levantaban sus deseos –vale
decir, en lugar de rechazar las cosas una vez Stendhal sigue un procedimiento inverso
que ha observado sus defectos, se percata de al de Proust. En cada capítulo tiende un
ellos y reemplaza los valores desmesurados lazo al lector y lo sorprende a cada página.
y ficticios que les asignaba por sus valores Proust prescinde del lector y le exige, desde
reales, cuando ya las cosas no le interesan– un principio, el máximum de esfuerzo.
adquiere su potencia máxima al socavar la Las sorpresas que prepara son lentas,
coronación del edificio francés. laboriosas. Se requieren varios tomos para
que desanude del cuello de sus personajes
Pero esa operación no es sino a costa la máscara que llevan y frecuentemente,
de un inmenso gasto: al caer ésta, nos encontramos con otra
máscara, tan ficticia como la primera,
de espaldas al mundo exterior, Proust más desconcertante aun.
se envuelve en una telaraña refulgente
de placeres, inquietudes, angustias, afa- En este estudio veremos cómo el paso
nes inextinguibles: justificativos de vivir de los años incitó a José Bianco a ir
extraídos de sí mismo; dando diversas modulaciones a su diá-

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logo con la obra de Marcel Proust. oscurecimiento, de mistificación, sino


El año 38 Bianco accede a la secretaría de verdad, pero recuerda la afirmación
de redacción de Sur, transformándose de Arnaud Dandieu8 mediante la que
en una figura clave del campo cultural aclara que en el autor de la Recherche la
argentino en la medida en que funcionó metáfora conserva el carácter religioso
como promotor de lo mejor de nues- de las fórmulas primitivas.
tras letras. Transcurridas dos décadas de
sus primeras aportaciones a la crítica Ha dejado de ser una figura retórica,
proustiana, sucedido el peronismo, que es un angustioso intento de yuxtaponer
fue bastante más que una incomodidad el pasado al presente, de convertir la
expresiva para Bianco y su grupo de rela- reminiscencia en
ciones, excusándose en la aparición de la presencia –cita–. Acota Bianco “la debilidad
Correspondencia de Proust con su madre7, Aunque va dirigi- irreparable de la metáfora
escribió un trabajo en el que aborda do contra el tiem- constituye su grandeza”. La
ciertos tópicos de la personalidad de su po y el espacio, calidad estética estriba allí, en
admirado escritor. La muerte de la madre continúa situado su incompletud, en su radical
en 1905 significó para Proust dos décadas en el tiempo y el imposibilidad. Algo similar
de semiclausura “y la Summa novelística espacio. ocurre en la propia vida de
más admirable que se haya producido Proust, quien sólo al perder
en Francia” –escribe. “Nadie mejor que Por lo que tanto la figura de la madre, contra-
Proust ha demostrado el beneficio espi- la memoria invo- riamente a lo que pensaba,
ritual del sufrimiento”– sostiene Bianco, luntaria como su puede dar con su destino.
para quien “este recurso por excelencia forma, la metáfo-
de las personas poco inteligentes” ha sido ra, constituyen intentos frustrados:
explotado por Proust con infinita inspi-
ración poética merced a la cual el escritor la correspondencia entre sensación y recuer-
descubre en sí mismo verdades que de do o entre objetos dispares no conduce a la
otro modo permanecerían ocultas. Las unidad ni tampoco a la identidad, sólo
“enseñanzas implacables del dolor” son puede expresarse por una analogía.
escuela proustiana de conocimiento, de
ascesis. El “precioso desgarramiento que Pero, acota Bianco, “la debilidad irre-
llamamos desgracia” es la puerta de ingre- parable de la metáfora constituye su
so; “las tristezas son servidores oscuros, grandeza”. La calidad estética estriba
aborrecibles”, que conducen a la verdad allí, en su incompletud, en su radical
y a la muerte. Pero todo, incluso el dolor, imposibilidad. Algo similar ocurre en
se desvanece: Bianco leerá en términos la propia vida de Proust, quien sólo al
éticos su apuesta literaria. Pese a su per- perder la figura de la madre, contra-
manente proclamación de un laicismo riamente a lo que pensaba, puede dar
radical para la literatura, a la que preten- con su destino.
de autónoma de todos los órdenes que Resulta interesante enfatizar este corri-
tientan heteronomizarla, la dimensión miento hacia la lectura alegorista que
ética de los textos y su entramado con termina apresando sus razonamientos
el mundo vital será una constante en sus críticos: Bianco, que anhela la soberanía
abordajes críticos. de la crítica como género, de continuo
Leyendo la Correspondencia sostiene pasa de la novela a la vida y de ésta a
que no hay en Proust voluntad de la moral, perdiendo su radicalidad tex-

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tual. Vale decir: es un moderno cabal, quien según el argentino se ciñe de conti-
un lector decimonono. Lo cual desde nuo al concepto de justo castigo, daría en
los años setenta, con el giro estructural la escritura con la práctica curativa de su
y textualista hegemónico, rápidamente mal existencial. Así, algo del orden de la
daría pie a su exclusión del gremio por verdad reveladora alumbra en la palabra.
los críticos que se postulan autárquicos,
encastrados en la costumbre de la sumi- Una mujer es de mayor utilidad en nues-
sión a la materialidad de la letra que tra vida si en vez de ser un elemento de
prescinde de las felicidad es un instrumento de tristeza,
[Bianco] es un moderno cabal, otras dimensiones porque no hay amor que no nos sea tan
un lector decimonono. Lo cual en las que inter- precioso como las verdades que nos descu-
desde los años setenta, con viene la literatura bre cuando lo perdemos.
el giro estructural y textualis- a su paso por el
ta hegemónico, rápidamente mundo9. En el episodio de la muerte de la abuela
daría pie a su exclusión del Centrado en la en la Recherche, supone Bianco, Proust
gremio por los críticos que se relación vida/obra, ha ficcionalizado la muerte de la madre:
postulan autárquicos, encas- Bianco puntúa en
trados en la costumbre de la la Correspondencia Antes de morir Proust, ya en los últimos
sumisión a la materialidad de la figura de Mme. volúmenes de esas memorias ejemplarmen-
la letra que prescinde de las Weil –la abuela de te noveladas, muere su madre por segunda
otras dimensiones en las que Proust, incitadora vez, irrevocablemente. Proust, junto con él
interviene la literatura a su e iniciadora en las mismo, la ha sacrificado a su obra.
paso por el mundo. percepciones esté-
ticas del nieto, a la La verdad es superior a la muerte y al
que sigue en su variada peripecia–, y de amor, que se desvanece mediante la
la madre, colaboradora y protectora de palabra escrita. Ese credo ético, apre-
aquel; así como detalla los momentos de hendido en la lectura de Proust, será
las cartas que traspasarán transmutados a la clave de su mirada crítica sobre la
la obra del petit Marcel. Pero el núcleo de literatura y su ligazón con la vida.
su artículo es la auspiciosa catástrofe que Pocos años después, en 1959, Bianco
significaría en la vida de Proust la muer- brindará en la Sociedad Hebraica una
te de la madre, de quien dependía de clase sobre “El sentido del mal en la
modo excesivo hasta en los más mínimos obra de Proust”, luego editada en la
detalles de la vida cotidiana, al punto de revista La Torre de San Juan de Puerto
no poder llevar a cabo su proyecto nove- Rico. Su lectura recorre En búsqueda
lístico, fallido tras dos intentos –el Jean del tiempo perdido puntuando la impo-
Santeuil y el Contra Sainte-Beuve– sino sibilidad de asignar a los caracteres de
hasta su desaparición. El “desamparo la novela valores absolutos:
afectivo, moral, espiritual, intelectual y
material” en que lo sume la muerte de en Proust, los llamados monstruos no
Mme. Adrien Proust –sostiene– “indu- carecen de sensibilidad, de imagina-
ce al escritor al abandono de la vida ción, de inteligencia (...) las naturalezas
mundana y le insta a una reclusión cuasi proustianas atormentadas por el mal son
monástica”. “Ha comenzado la expiación aquellas en las cuales los sentimientos
de Marcel”, escribe Bianco, postulando más nobles – la generosidad, la solidari-
una idea salvífica de la literatura; Proust, dad, la piedad, la delicadeza, la ternura-

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se dan en formas ejemplares; aquellas en de bondad y perversión una ocasión de


las cuales el problema moral se plantea superación. El placer es sacrílego, un
en toda su intensidad, acaso por horror privilegio de los malos, sostiene, conse-
a ese mismo mal cuyo poder de atracción cuentemente proustiano.
han comprobado tan a menudo.
Mme. Vinteuil es buena: no a la manera
Un maridaje con el mal que funciona de Odette, la ex cocotte, con una bondad
como principio dinamizador, como visceral, fisiológica, sino con una bon-
“energía que fecunda la imaginación”, dad humana, inteligente, hostigadora;
sostiene Bianco, permite a personajes esta bondad le exige un esfuerzo de crea-
como Bergotte y Elstir ser “eficazmen- ción que no tiene la energía de realizar.
te buenos”. A su vez, la imaginación Entonces sucumbe a los reproches de su
es condición de la bondad; allí nace la propia bondad, se deja aturdir, ensor-
relación al otro, el sentimiento moral. decer por ellos. El fatalismo romántico
El ejercicio del arte, como en Elstir, que la induce a creerse un monstruo le
redime, ennoblece las almas. impide, al mismo tiempo, ver claro en
En este punto el crítico, como res- su naturaleza, aceptar su desequilibrio
puesta al pedagogismo moral en el sexual, sobrellevar sus limitaciones, y
que el personaje proustiano deriva tras después luchar con ellas, y después ven-
la depuración de sus maldades por la cerlas, trascenderlas, operar la síntesis
vía del arte, supone –construye– un creadora de sus virtudes y de sus vicios,
diálogo entre el pintor y el narrador. Es síntesis propia del hombre, que no es ni
decir, se coloca en la posición del autor. ángel ni bestia.
Elstir ha de corregirle al narrador las
sospechas sobre su bondad adquirida, Esta doxa que matiza el maniqueísmo
antes impensable debido a la mediocri- moral y le abre las compuertas de la legi-
dad de los ambientes que frecuentaba: timidad a la transgresión, a la manera de
es un momento extraordinario de la un Bataille criollo10, será una constante
crítica, que súbitamente vuelve al texto en la obra ficcional de Bianco, y tiñe
ficcional, en el que el artilugio de un sus apreciaciones críticas de una cierta
personaje que interviene la andadura pertinencia filosófica. Escribe:
de una pesquisa moral del autor es
tomado como voz reflexiva propia. Para Mme. Vinteuil, buena, inteligente, sen-
Bianco, como para Proust –tal es su sible, habría podido ser, si no una gran
epigonismo– el camino de la sabiduría artista, pongamos por caso, como ese pa-
no admite atajos de la experiencia, que dre a quien tanto se parece, una artista
sólo revela la verdad a costa de dolor decorosa. En vez de una artista, se resig-
y desazón. Sacar del mal un partido nó a ser una sádica. O, como dice Proust,
benéfico es la lección que proponen las una artista del mal.
vidas ejemplares de Bergotte y Elstir,
que metaforizan las del propio Proust. Por su parte, en Charlus (sobre cuyo
En este punto el amor homosexual da modelo real, el conde de Montesquiou,
ingreso al mal en las consideraciones del Bianco traza pinceladas precisas), que
argentino: Mme. Vinteuil y Charlus, ha convertido en “una especie de
sádicos y homosexuales, se estancan en poesía” la estupidez del ambiente aris-
el mal por no saber hacer de la mezcla tocrático dando cabida a un “delicado

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mito”, señala su bondad como reverso te lo contrario de lo que se esperaba de


complementario de su sadismo. Su ellos”. La mirada displicente que echa
ociosidad “lo hunde en la tristeza, y, sobre el por entonces ya impresionante
de rebote, en los abismos del mal que corpus crítico que ha levigado en torno
lo seducen con todo el falso esplendor de nuestro autor, lo lleva a describir
del vicio”. Concluye: “estas enseñanzas una deriva tendiente a revalorar lo que
morales (...) han sido inferidas por aparece entramado en la sola ficción,
Proust de su propia naturaleza, que punto de sutura y condensación de los
quizá, o sin quizá, debió de sentirse diversos registros –históricos, biográfi-
terriblemente atraído por el mal”. Su cos, sociológicos, filosóficos, etc.– que
grandeza es acorde a esa atracción y al convocan a los críticos.
poder de resistencia que supo oponer- La obra de Proust suscita a través de
le con su alquimia creadora: “la capa- los años las más dispares reacciones,
cidad de asimilarlo para transmutarlo argumenta Bianco, pero la más perdu-
en bien que le permitió escribir En rable estriba en el conjunto de múlti-
busca del tiempo perdido”. ples sentidos que admite y propone.

Años más tarde, insistiría tanto en Según Revel, Proust confunde amistad
sus textos críticos como en su novela con brillar en la conversación, aunque
sobre esta valuación moral del texto se diga poco y nada. Pero brillar en la
proustiano, en la que ampararía sus conversación es un sacrificio que Proust
propias opciones. hace en aras de la amistad y que res-
La percepción acabada que posee ponde a una inclinación profunda de su
Proust de la distancia entre el yo públi- naturaleza: tratar de seducir, llevado por
co y la personalidad más íntima del au- la necesidad de apoderarse del prójimo.
tor hace a su oposición a Sainte-Beuve, Con los años, ese prójimo será el próji-
sostiene Bianco una década más tarde mo, en la acepción más amplia de la pa-
en El Centenario de Proust; texto ela- labra, el interlocutor por antonomasia,
borado en el ánimo de descreer de la el lector, y entonces, a través de su obra,
prolífica producción exegética sobre su a ese hombre silencioso le transmitirá su
vida y su obra para reivindicar la sobe- pensamiento metódicamente, sin caer en
ranía de la ficción. “¿Qué puede impor- equívocos de ninguna clase.
tarnos que Montesquiou sea Charlus?
Charlus es mucho más que Montes- Nuevamente, aquí la ética que asume
quiou” –escribe–. “En la novela, todos al otro como condición del propio de-
los seres que la han conformado, dejan cir. Sólo que en Bianco esta dimensión
de existir.” A quien por entonces, ya en aparece resistiendo al abordaje crítico,
el ocaso de la vida, se encontraba dan- desfundándolo subrepticiamente. “Sin-
do coronación a su propia experiencia gular destino el de Proust”, concluye.
narrativa y vivencial proustiana con su
novela La pérdida del reino, los perso- Tan pronto han visto en él una especie de
najes de la Recherche se le antojan po- filósofo visionario, metafórico, que se ha
bres peleles despojados de historicidad elevado por encima de la observación y
en manos de un Mefistófeles perverso ha hecho el proceso del realismo, volcan-
que, como declarara el propio Proust, do en su novela un mundo de imágenes
“en la segunda parte harán exactamen- previas a su experiencia e independien-

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tes de ella, tan pronto un narrador en te– fueron inhumando con el tiempo,
contacto permanente con la realidad, y dio con una carta de Proust a un
que extrae de la observación sus mejores amigo de Henri de Regnier –quien
hallazgos. Proust es ambas cosas. Su obra estaba en relación
fundamenta todas las admiraciones, to- con Lèautaud– de
das las indagaciones. ¿Puede pedirse una fecha tan tem-
más justa sobrevivencia? prana como
1907, en la que
Al año siguiente Bianco volvería sobre el futuro autor de
su autor favorito con un ensayo magis- la Recherche abo-
tral, que obtendrá varios galardones, el mina con furia
cual funcionará como adecuado acom- y asco inusuales
pañamiento para su novela, La pérdida del comentaris-
del reino (la cual, tras editar en La Na- ta, cuyos libros
ción un fragmento bajo el título Trelles autobiográfi-
en 1953, se había visto interrumpida en cos conoce. Y es
1955 hasta ser retomada por esta fecha, que en ellos Paul
“por puro aburrimiento”). En su ensayo Lèautaud ha refe-
El ángel de las tinieblas, de 1972, Bianco rido la peculiar
contrapone dos impedidas amistades li- historia de su vida
terarias que no llegaron a tales más que amorosa, pletórica
José Bianco
en su propio deseo personal: la de Paul en irregularidades de todo tipo, siendo
Lèautaud y Marcel Proust. En uno de el incesto consumado con su madre la
los volúmenes sucesivos de sus Diarios, no menos atendible de ellas; una vida
refiere Bianco, el singular crítico teatral familiar que, como dice Bianco, evocan-
de la NRF, mientras declara su volun- do irónico a Lévi-Strauss, “no encuadra
taria ignorancia de la obra de Proust no dentro de las tradicionales estructuras
vacila en proclamar su admiración al leer del parentesco”. A Proust, cuyo ferviente
el número de homenaje que la revista laicismo sólo se ve atenuado por una
dedicó a su muerte –y que, al postergar pasión cuasi mística por su madre, se
el hecho la publicación de su crítica se- le antoja tan deleznable semejante per-
manal le cuesta, según apunta con sor- sonaje que lo conducirá a equipararlo
na, 250 francos: “una buena corona”. con el Mal, y, en una muestra más de
“Siento también, por instantes, cuántas sus melindres, a no atreverse a revelar
cosas deben disminuir de interés al lado esta opinión, “... Pues me parece que
de la obra de Proust”, exclama, tras ha- tendría que batirme con el ángel de
ber recorrido sólo un par de páginas –y las tinieblas”, según augura. Pero “no
haberse bastado con ellas: será todo lo soy bastante puro para esperar vencer”,
que en su vida leerá de él– de la novela, agrega. Bianco otorgará a esta última
allí reproducidas. Hasta ahí Lèautaud, su afirmación poco menos que el rango
acentuada reticencia admirativa del au- de una confesión, una declaración de
tor de Les plaisirs et les jours. paridad moral con Lèautaud, cuando,
Bianco ha rastreado en la Correspondencia merced a las investigaciones realizadas
rescatada, es decir, no enviada o que por Maurice Sachs –que, por lo demás,
quedó en estado de borrador y que los el mismo Bianco intentará corrobo-
especialistas –Phillip Kolb, centralmen- rar infructuosamente en la Francia de

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posguerra, entrevistando a sus apócri- o más bien la dolorosa liberación que


fos cómplices–, sean reveladas ciertas supondrá, recuerda Bianco, le permitirá
costumbres del petit Marcel no menos a Proust ficcionalizar lo que ingresará sin
perversas que las que trazaron el destino contención en su vida: sadismo, maso-
de su abominado admirador, que inclu- quismo, homosexualidad. Facetas todas
yen escenas de profanación erótica de la que aparecen en su texto de modo tras-
imagen materna y cruentos sacrificios de polado con sorprendente fidelidad, con
animales. (Esto último, anota Bianco, escasos enmascaramientos. Pero dado
sin duda hubiera suscitado un previsible que es el problema de la salvación por
odio ilevantable en Lèautaud, que en las obras, de la purificación por la lite-
su isla del Sena criaba a centenares de ratura lo que le interesa destacar como
perros y gatos.) Y tratará de explicar central en la –su– lectura de Proust, esta
el encono de Proust precisamente por presencia inalienable del mal –volun-
esa secreta afinidad electiva que los taria u ocasional– en la obra de ambos
emparda a ambos, y que supondrá una le induce a preguntarse si, como en los
cifra moral profunda, radical, cuando su ambiguos personajes de A la Recherche
pasaje a través de la experiencia de la lite- du Temps Perdu –como Charlus o Mlle.
ratura adquiera ribetes de ordalía de la Vinteuil–, que acaban redimiéndose al
cual saldrán, autor y lector, más sabios11. encontrar un sentido estético a sus actos
Venciendo su costumbre, ese infatigable más abyectos, en sus textos no habría
proustiano que fue José Bianco, ampa- una oportunidad de comprensión mati-
rará en profusas zada de los dilemas éticos que atosigan
El trabajoso e intangible tono citas su operación nuestra época. Citará a Gide: “No hay
neutro, deliberado, con que h e r m e n é u t i c a . obra de arte sin la colaboración del
Bianco teje su trama, conti- “Gilles Deleuze demonio”. Y agregará: “El demonio
nuamente deja adivinar, pro- –en su Proust et ha colaborado en las obras de Proust y
mete, anuncia enclaves dra- les signes– hace Lèautaud, pero esas obras están del lado
máticos, pero esta alternativa notar que la pro- de Dios”. “Porque es fácil hablar de la
esperada jamás sucede en el fanación, junto malevolencia, del cinismo, del impudor,
relato; apenas se trasluce a tra- con el secuestro y de los sarcasmos de Lèautaud: la vida
vés de lo insulso, de lo trivial el voyeurisme, son de ese loco, e insisto en ella porque
del devenir cotidiano cierto medios de cono- Lèautaud nos cuenta su vida en casi
desmayado hálito melancólico cimiento para un todos sus libros (...) hace pensar por
que enrarece y a la vez presenta amante celoso: al momentos en la vida de un santo.” Pero,
en su más palmaria y percep- Narrador le per- agrega, “... También es fácil decir que
tible objetividad la sorda tra- miten descubrir, Proust ha comunicado los gérmenes que
gedia amorosa que anuda los traducir, encon- lo infectan a todo un mundo novelesco:
destinos de los personajes. trar el sentido del en ese mundo novelesco resplandece
signo”, escribe. la verdad”. Y concluye: “En resumen,
“La verdad no se entrega, se traiciona; Proust y Lèautaud obedecen a una
no se comunica, se interpreta, no es deli- moral y persiguen un bien, para suerte
berada, es involuntaria”, cita. Y colige: del lector, muy distintos de la moral y el
“En suma, para decirlo con palabras de bien convencionales. No son, ni uno ni
Lévi-Strauss, la naturaleza de lo verdade- otros, el ángel de las tinieblas”.
ro resplandece en el cuidado que se pone Esa moral es la que Bianco tratará de
en ocultarlo. La muerte de su madre, construir en sus demoradas estrategias

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estilísticas –que Borges llamara “invi- modesto escritor que ha resuelto con-
sibles”– y en la construcción de sus fiarla, inconclusa, al cuidado de otro
delicados argumentos. Antecedida en que no lo es menos, en un clima social
varias décadas por sus escuetos rela- ligado a los sectores de una vetusta
tos de La pequeña Gyaros (1932), Las aristocracia liberal que ya roza su
ratas (1943), y Sombras suele vestir decadencia, en un Buenos Aires –por
(1944), textos todos de una tersura lo demás, apenas sugerido y por ello
que torna prácticamente imperceptible mismo reconocible–, que remite sin
su laboreo de la lengua, La pérdida del ambages al universo social y cultural
reino (1972) es sin duda la mayor de de Sur. El trabajoso e intangible tono
las novelas argentinas que, recostadas neutro, deliberado, con que Bianco
en este sesgo de lectura de la obra de teje su trama, continuamente deja
Proust, se cobijan para realizar sus pre- adivinar, promete, anuncia enclaves
guntas a lo real. Y Bianco lo hará de un dramáticos, pero esta alternativa espe-
modo conmovedor, un modo del que, rada jamás sucede en el relato; apenas
sabedor de los maltratos que el aconte- se trasluce a través de lo insulso, de
cer prodiga a una vida, no excluirá lo lo trivial del devenir cotidiano cierto
patético sino que más bien lo compren- desmayado hálito melancólico que
derá dramáticamente, lo incluirá entre enrarece y a la vez presenta en su
las inflexiones ineludibles de un desti- más palmaria y perceptible objetivi-
no. Como una especie de prolongación dad la sorda tragedia amorosa que
extenuada de la idea que Proust baraja anuda los destinos de los personajes.
en su estudio sobre El estilo de Flaubert, Finalmente, el lector entiende que es
mediante la cual concibe a La educación su propia subjetividad la invocada,
sentimental como “un largo informe de la involucrada involuntaria en una
toda una vida sin que los personajes trama en la que se opera un juego de
tomen, por decirlo de alguna manera, ocultamientos y develaciones; y en
parte activa en la acción” –premisa el pendular del cual se acabará por
que, como lo ha sospechado Ortega entregar, merced a su colaboración
y Gasset, bien podría considerarse un –en la espesura de lo que el bergso-
declarado principio metodológico que nismo, tan vinculado a la impronta
rige la construcción de la Recherche–, proustiana en torno del Tiempo, el
Bianco ha entregado su indagación gran protagonista velado y eminente
del lacio declinar de un mundo urba- del texto proustiano, llamó la durée–,
no íntimo con serenidad técnica y el secreto de una vida carente de secre-
precisión estilística en el seno de una tos. La historia de Rufino Velásquez,
arquitectura prosaica impecable, de un la narración de su vida y de su muerte,
modo que bien podría resumirse en la construida con nudos de tensiones
palabra mesura. sutiles entre fuerzas sensibles más que
La novela refiere la vida –o, más bien, con las fáciles y reconocibles peripe-
habría que decir la historia de cómo cias de la experiencia, toma su poderío
se construye una sensibilidad a partir precisamente de su simpleza, de su
del sufrimiento y de su gobierno o engañosa simpleza, en la que intuimos
modulación morigerada por medio la tersura de lo que Nietzsche llamó
de la literatura, tema filosófico que “la inocencia del devenir” y que acuna
torsiona la propia Recherche–, de un en su vientre lo trágico y lo terrible.

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Presumiblemente el mismo Bianco to de reflexión, transformándose él


ha contado, como Proust, su propia mismo (pero hay que ver de qué sí
búsqueda del tiempo perdido en esta mismo hablamos) en espectáculo”.
novela, que demoró un cuarto de siglo Se trata del ensayo Proust a los sesenta
en escribir; en ella asistimos a la narra- años de su muerte, escrito en 1982 y
ción de sí misma, recogido en el volumen antológico
y a Bianco, en el Ficción y reflexión, texto que el crítico
meditado torbe- rosarino calificará como una “teoría
llino de la crea- en acto de la escritura ensayística”.
ción de un desti- “¿Qué impresión tendrán las genera-
no, escribiéndose ciones actuales que leen por primera
a sí mismo en el vez a Marcel Proust?”, se interroga
ventriloquismo Bianco en la apertura de su ensayo, en
de una interpósi- el que tratará de reconstruir las condi-
ta personae. Y sos- ciones de su primera recepción, medio
pechamos, como siglo atrás. El “asombro mágico” ante
en el texto prous- el hecho de verse “transportados a
tiano, como en una realidad análoga a la realidad en
la propia trama que vivimos pero más compleja, más
de La pérdida del rica, más ambigua y perfectamente
reino, que sólo la inteligible”, se vería corroborado en
muerte segará la el influjo que las “verdades psicoló-
novela. Mas tam- gicas y metafísicas descubiertas por
Marcel Proust bién, al finalizar el libro, la certeza de Proust” tendrían sobre el mundo. “El
que el autor –y nosotros, lectores, con espíritu de muchos novelistas poste-
él– ha triunfado de la muerte por la riores a Proust, su manera de ver y
resurrección que le provee el arte –y sentir las cosas, su punto de vista, se
he aquí un dilecto motivo redencio- ha modificado. Y sus lectores están
nista, subrepticio, en Proust–, cobra la leyendo vicariamente a Proust”, afir-
fuerza de una verdad, de una eviden- ma. Destino que, dirá siguiendo al
cia incontrastable. Y es ése, sin duda, Borges de Kafka y sus precursores,
el mayor indicio de que Bianco ha alteraría nuestra percepción de sus
hecho suya la lección del maestro12. antecesores impensados. “Me ha ocu-
Una larga y dolorosa década transcu- rrido no hace mucho releer el primer
rriría antes de que el antiguo secreta- tomo de las Memorias de ultratumba
rio de redacción de Sur nos entregase de Chateaubriand”, confiesa, no sin
la que sería su postrera y más perso- experimentar claras reminiscencias
nal meditación sobre Proust. “Como proustianas. Pero aquella percepción
si hubiese sabido que era la última adquirida por su generación, por la
ocasión en la que daba testimonio misma existencia del texto proustia-
del vínculo dichoso que lo unió a no en la literatura universal, se ha
Proust por más de medio siglo”, escri- enriquecido para los mejor posiciona-
be Alberto Giordano en Imágenes de dos lectores actuales, reflexiona. “Han
José Bianco ensayista, “se despide de pasado el difícil aprendizaje que exige
su obra de una manera proustiana, su lectura”, lo cual “no sucedía en
tomándose a sí mismo como obje- Europa ni en América cuando intenté

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leerlo”. En este punto el ensayo asume muestra de un modo ciertamente


el tono de un relato autobiográfico. paradigmático, aparecen resumidos
Un verano, cuando contaba apenas en la observación del crítico:
17 años –refiere–, sucedió su fracaso
inicial en el abordaje de A l’ombre des Mientras que el lector lo único que
jeunes filles en fleurs. Nótese: se trata hace y quiere es leer, el ensayista quie-
de un adolescente de 16 años que en re saber por qué al leer ocurren ciertas
1925 lee con displicencia las revistas cosas. A veces, por querer saber y escri-
francesas, y se atreve con Proust. bir sus hallazgos, transforma esas cosas
(“Había visto fragmentos de sus obras inciertas, esos afectos innombrables, en
póstumas que aparecían por entregas valores y se olvida de sí mismo como
en la N.R.F.”, escribe; como en otras lector para representarse como crítico.
ocasiones Bianco asume un tono de Otras veces la fuerza de la pasión que
esforzada modestia con el cual tratará lo liga a una obra resiste el olvido, se
de mitigar su íntima vanagloria no sin apodera de su voluntad de conocimien-
apelar a cierta clave de parodia ante to y escritura, y lo hace entredecir, más
la propia imposibilidad de compren- acá de cualquier protocolo o estrategia,
der el texto en su primera lectura.) la rareza y ambigüedad de su sensibi-
Poco después, refiere, “un amigo de lidad y de lo que la conmueve.
Córdoba, que ahora es sacerdote”, el
enigmático Fray Mario Agustín X13, le El texto de Bianco se cierra con la actua-
habría guiado al indicarle que tratara lización de aquella experiencia inicial:
de ingresar en Proust por Un amour
de Swann. Allí se produjo entonces Siempre recordaré la impresión que me
el milagroso deslumbramiento, para- hizo Un amour de Swann. Impresión
dójico por demás: “¿cómo era posible que redundaba en beneficio de uno
que un libro poblado de seres tan mismo, porque llegamos a olvidar la
poco atractivos, un libro en que no existencia del novelista. Éste, al prestar-
sucedía nada, o casi nada, pudiera nos su mirada, conseguía desaparecer,
ser de un interés tan vertiginoso?” se y uno creía estar descubriendo las cosas
pregunta mientras con perplejidad da por cuenta propia. [...] Por momentos
cuenta de todo aquello que distinguía olvidaba que estaba leyendo”,
aquel texto de la tradición literaria
preexistente y lo incitaba a tratar de recuerda, hasta que la grandiosidad de
ubicar la especificidad de la novedad un ciclo sintáctico nos advertía que
proustiana. Es decir, como apunta con estábamos viendo la realidad a través de
agudeza Giordano, Bianco muestra un gran novelista y sentíamos hacia él
en su racconto un desplazamiento del tanta gratitud que cerrábamos el libro y
lugar de lector al del ensayista con la por unos minutos dejábamos de leer.
construcción de un espacio de valores Bianco concluirá con una fórmula
–una moral de lectura–, vecino pero en que condensa su credo literario,
distante de los ademanes de la crítica. y el de Proust: “Construir con mate-
Todos los movimientos que hemos riales efímeros una obra perdurable
mostrado a lo largo de otro estudio que justifique [la vida] es el único
sobre la relación con Proust en nues- medio que un escritor tiene a su
tro país, y que la deriva de Bianco alcance para salvarse”, escribe.

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NOTAS

1. Cfr., por ejemplo, El cántico espiritual (Agencia general de librería y publicaciones. Bs. As, 1923), que
puede ser leído en contrapunto con La literatura y el conocimiento: A propósito de Marcel Proust (El espíritu de
aristocracia y otros ensayos. Buenos Aires, Agencia general de librería y publicaciones, 1924).
2. Cuentos de la oficina. Claridad, Bs. As. 1925, que hace juego con Introducción a Marcel Proust. Nosotros a. 21,
vol. 56, N° 215, pp. 16-23, abril 1927.
3. Los cuentos de Europa (Bs. As. Palacio del Libro, 1930) y la novela Gente (La Plata, 1936), fueron precedi-
dos por el ensayo Por el camino de Proust (Nosotros a. 21, vol. 56, N° 215, pp. 24-42, abril 1927).
4. Abocado desde 1931 a “difundir a Proust en la clase obrera” Anderson Imbert ofreció su primer abordaje
crítico en “Retrospectiva de la creación literaria” (La Vanguardia. Bs. As., 14 de marzo de 1937).
5. Su conferencia Una lectura de Proust. (Verbum. Bs. As., septiembre de 1926. Anales del Instituto Popular de
Conferencias. T. 12. Bs. As., 1926) y su ensayo Marcel Proust (La Prensa. Bs. As., 1° de mayo de 1926), acom-
pasan la escritura de La vuelta de las horas (Bs. As., Viau y Zona. 1933).
6. Mas ello no se dio sin vacilaciones, sin tentativas iniciales frustradas. Restos desvaídos de un primer intento de cons-
trucción epigonal son dos fragmentos titulados Siete años, editados en noviembre de 1935 por la revista Sur (n° 14 y n°
15), presentados como el inicio de una narración autobiográfica, la cual fue malograda por carecer, a mi entender, de
la distancia y la experiencia necesarias para llevarla a cabo. Un mimetismo vital involuntario con el propio Proust, en
todo caso, es lo que ha efectuado Bianco, quien sólo tres décadas más tarde, con La pérdida del reino, podrá llevar a buen
término esta intención primitiva, impedida incluso en los años cincuenta tras un fallido recomienzo en su narración
Trelles. Pero para que ello fuese posible habría de construir primero un espacio de enunciación análogo al del Narrador
proustiano a fin de dotar de autonomía al yo narrativo y conferirle mayor verosimilitud y presteza al discurso. Es decir,
recorrer la distancia que en Proust va del Jean Santeuil a la Recherche, pasando incluso por el Contre Sainte-Beuve.
7. “Proust y su madre”. La Nación. Bs. As., 3 de junio de 1956. Ficción y realidad, y Homenaje a Marcel Proust.
8. “Marcel Proust: su revelación psicológica”. Sur. N° 24. Bs. As., septiembre de 1936; N° 25, octubre de 1936;
N° 26. noviembre de 1936; N° 27, diciembre de 1936.
9. En relación a la entonces reciente edición del Jean Santeuil, Bianco se mostrará remiso: considera “censu-
rable que manos extrañas se hayan permitido reconstruir originales que Proust desechó por no considerarlos
dignos de su talento, máxime tratándose de un escritor que nos ha dejado una obra tan laboriosamente con-
certada”. Proust lamentaba obras imperfectas –recuerda– como las del “pobre Peguy, que busca su camino a la
vista del lector...”, e imagina a Proust cayendo en una de sus terribles crisis si le fuera dado conocer su destino
póstumo, escarbadas sus intimidades por “piadosos y minuciosos admiradores”. Posición ésta de literato, de
escritor, sin duda, que desdeña los menesteres de la filología y la crítica.
10. Amigo, traductor y editor de Roger Caillois, Bianco será responsable de la aparición de El erotismo, el
primer texto de George Bataille en castellano en la editorial Sur.
11. Hugo Beccacece, persistente cronista proustiano, ha dicho de Bianco que su aproximación a Proust nace de “esa
especie de eticidad de la expresión que ambos aprecian, del hecho de que una frase bien dicha, un pensamiento bien
expresado, un aspecto bien analizado de la naturaleza humana, por más siniestros que resulten, son precisamente un
bien. Todo lo humano debe ser dicho, porque nadie debe avergonzarse de la propia condición, sino de la mentira, del
ocultamiento”. Eugenio Montejo: Recuerdos de José Bianco. Vuelta Sudamericana. A. I, N° 5. Bs. As., diciembre 1986.
12. Son múltiples los guiños encapsulados en el texto que Bianco le envía al lector proustiano: un personaje lateral lleva
por nombre Marcel; el narrador/protagonista va decidiendo su vocación tardíamente tras un peregrinar estéril por los
salones en los que descree de las pretensiones de los escritores y demás figuras sociales que juzga fatuas; finalmente, en
un impasse de la trama, mientras da una clase sobre literatura francesa, el narrador despliega una larga explicación sobre
la memoria: “Entonces, con motivo de ese presente que es al mismo tiempo pasado y porvenir, sensación y movimiento,
habló de las dos formas de memoria que discierne Bergson. La primera, conquistada por el esfuerzo, dependiente de
nuestra voluntad, y la segunda, espontánea, caprichosa, que le muestra a la primera las imágenes que han precedido
o son consecuencia de situaciones análogas y que permiten la asociación de ideas. De allí, insensiblemente, pasó a la
memoria afectiva de Proust. Para que lo entendieran mejor, les contó el episodio de la magdalena. Los alumnos escu-
chaban con interés, algunos tomaban nota”. Sin embargo, a Bianco esa notoria relación con el universo proustiano lo
incomodaba en la medida que lo ponía bajo el estigma de la angustia de las influencias. En un reportaje concedido a
Beccacece en 1982, expresaba: “No sé por qué [a La pérdida del reino] la asocian con Proust. Hasta han llegado a decir
que es un relato muy proustiano. Hablando de eso con Victoria [Ocampo], ella me dijo: los que dicen eso no han leído a
Proust. El libro de Proust se propone la recuperación del tiempo perdido, como señala su título; el mío tiene más que ver
con la búsqueda de una identidad”. Denegación deliciosa que no hace más que confirmar cuánto la sombra del maestro
les pesaba a los dos referentes centrales del grupo Sur, y, por extensión, a buena parte de la literatura argentina.
13. Para Giordano, verosímilmente, el paradójico gesto de omitir un apellido por discreción y reconocer esa
omisión indica un voluntario énfasis a develar: se trataría no sólo de una iniciación literaria sino amorosa la
revivida medio siglo después por el autor de La pérdida del reino.

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Un problema crítico: la historia


de la literatura argentina
Por Horacio González

La historia de la crítica literaria argentina puede


encontrar sus orígenes en un intento –vano y persis-
tente al mismo tiempo– que mereció la reprobación
de sus contemporáneos. Se trata de la Historia de
la literatura argentina, cuya pretensión fundacional
considera a la nación como un cuerpo material defi-
nido por su literatura, en la que el gaucho es el sujeto
de una historia que se despliega albergando, en sus
secretos y tradiciones, la emancipación de la concien-
cia estética nacional. La ironía borgeana respecto a la
confusión de Rojas entre una habla real gauchesca, de
carácter esencial, y una literatura gauchesca (“género
como cualquier otro”) forjada en las plumas urbanas
que hablaban en su nombre, sitúa un segundo pelda-
ño en la historia crítica literaria, una crítica de la críti-
ca. Pero –analiza Horacio González– el propio Borges
no estaba a salvo en sus aspiraciones universalistas. Él
mismo escucha las voces de un pasado legendario en
cuya tradición se inscribe.
El dilema entre las pretensiones totalizadoras de la
literatura y las invenciones singulares, parece recorrer
la historia de la crítica en sus distintas estaciones. Así,
González repasa estilos de escritura que conformaron
este laborioso terreno: Enrique Pezzoni; Nicolás Rosa;
las series viñescas; Beatriz Sarlo; Josefina Ludmer;
Ricardo Piglia; Noé Jitrik y Martín Prieto son pen-
sados minuciosamente. Sus señas, la cadencia de sus
lenguajes, los trazos y ademanes personales van con-
figurando la materia literaria sobre la que se talla la
perseverante trama de la crítica.
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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

En la Historia de la literatura argenti- viaje europeo y que tantas críticas le


na de Ricardo Rojas hay un apartado habían atraído de quienes vieron en él
donde se estudia la oratoria, único a un restaurador nacionalista, a pesar
género literario en el cual el autor es de que Jean Jaurés y Enrico Ferri ase-
vehículo de su obra. No es la única guraran, luego de apreciar los textos
originalidad de esta extensa historia, de Rojas, que también para el socialis-
denostada ligeramente por quienes mo europeo era más que justificable la
no se han tomado el trabajo, sino de cuestión de la nacionalidad.
leerla, por lo menos de comprender Con la gauchesca, a la que se le
qué significaría para la fundación de dedica uno de los
la crítica literaria en la Argentina. volúmenes, Rojas De algunos cenáculos satíricos
Por ejemplo, uno de los héroes polí- arriesga que los surgió la expresión de que los
tico-literarios de Rojas, Avellaneda, es gauchos son los volúmenes de Rojas compo-
definido en tanto orador a través de protagonistas de nían una escena más larga que
un elegante escorzo: “nuestra historia la de la propia literatura argen-
interna”, trama tina. Aún hoy se suele citar esta
la adocenada compostura de los predi- íntima colecti- chanza injusta y perezosa. ¿Es
cadores virreynales y la desmelenada va que para él obligatorio entonces ser mini-
espontaneidad de los tribunos demagógi- equivale a una malista, como se dice, o bien
cos, quedaron extrañas a sus gustos. historia literaria. huir de los grandes frisos y
Y siguiendo este panoramas en nombre de algu-
Imaginar la oratoria como uno de los rumbo imanen- na investigación específica?
carriles de la literatura, destacar con tista de la litera-
refinado gesto un caso actual en con- tura como figura inherente a la propia
traposición al fastidioso pasado, habla nacionalidad, declara a la gauchesca
del propósito totalista que abrigaba como “forma de la vida mental argen-
Rojas, que muy de inmediato fue cri- tina” y lleva la cuestión un poco más
ticado por sus contemporáneos. allá al proclamar que ella, si es estu-
De algunos cenáculos satíricos surgió diada con un canon o reglas propias,
la expresión de que los volúmenes puede ser útil en lo futuro como emanci-
de Rojas componían una escena más pación de nuestra conciencia estética.
larga que la de la propia literatura De todos modos, con cierta convicción
argentina. Aún hoy se suele citar esta evolucionista, escribe que los gauches-
chanza injusta y perezosa. ¿Es obliga- cos son “nuestros primitivos”, lo que
torio entonces ser minimalista, como lo pone cerca de una elaboración de la
se dice, o bien huir de los grandes fri- conciencia colectiva en la que se des-
sos y panoramas en nombre de alguna glosarían una serie de eslabones que
investigación específica? en lírica culta irían a perfeccionar la
Lo cierto es que el intento de tomar el primera figuración tosca pero esencial
cuerpo nacional como definido por la de la mentalidad nacional. La idea de
literatura y a la vez ésta recibiendo el una kultur getschichte opera aquí con
encargo de ampliar las fronteras men- toda su fuerza, y motiva las respuestas
tales de la nación, son los fundamen- desconfiadas que hasta hoy se escucha-
tos que esgrime Rojas a partir de su rían, comenzando por la muy notoria
visión de la historia cultural, la ciencia de Borges, que la escribirá en El escri-
alemana que había aprendido en su tor argentino y la tradición.

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

En ese perdurable ensayo borgeano se y la creación poética que la dispo-


lee que Ricardo Rojas comete la “astu- ne como obra. Ésta no podría ya
cia” –hay desdén aquí–, de presentar la postular una referencia en el mapa
poesía de los gauchos o de los payado- previamente experimentado de una
res como la derivación de una preexis- lengua. Segundo, la crítica entendida
tente raíz esencial que la poesía de los como mordacidad, al señalar en Rojas
autores gauchescos recogería en forma ese “hábil error”, con lo cual elige un
literal. Así, serían elaboradas sobre acto sobrador para referirse al autor de
métricas y presu- Historia de la literatura argentina. Era
Borges [...] imaginaría tardía- posiciones lexi- el “arte de injuriar” a través de sutiles
mente un Lugones, precisame- cales que gene- construcciones retóricas –en este caso,
nente como aquel al que “le rarían el artificio la bofetada selecta de un oxímoron–,
hubiera gustado que le gustara del “color local”. que recorrió un largo camino en el
un trabajo mío”, es decir, un Sin embargo, ejercicio de la crítica al que Borges se
trabajo de Borges, confundi- embate Borges, aplicó con entusiasmo.
dos ambos en (nuevamente) la solo es posible Pero en su propia opción universalista,
cronología, reconciliados en la considerar la en apariencia tan alejada de la historia
eternidad. Pero esta historia de gauchesca como de la conciencia literaria nacional,
la eternidad no podría ser nunca “género como Borges va a intercalar subrepticios
una historia de la literatura, cualquier otro”. elementos del “carácter nacional”. No
salvo que la practicase el propio Es que su base solamente porque acepta que un encla-
Borges incluyendo a Coleridge, paradojal sería la ve nacional como argentina, relativa-
Carriego, Keats, Sarmiento y exacerbación de mente periférico de Occidente, pueda
Whitman, todos nadando en el criollismos saca- recoger todos los afluentes del legado,
mismo vapor hipnotizado de las dos de un ficti- sin prejuicios ni desagrados. También
ruinas circulares. cio diccionario por las menciones que hace al pudor
ad-hoc. Ricardo argentino, la reticencia argentina, ade-
Rojas, que postulaba la creación de más de afirmar que la historia argen-
una “filología argentina”, había come- tina por la cronología y la sangre está
tido entonces “hábiles errores” al con- muy cerca de nosotros”. No hay duda
fundir la lengua real de los gauchos de que Borges reintroduce aquí los
con las poesías de escritores urbanos componentes particularistas y raigales
que pretendían exponer sus versifica- que de otra manera su escrito intenta
ciones no espontáneas como emana- anonadar. Si el pudor, la sangre, el
ción del habla gauchesca. tiempo, no son ingredientes abisales
Esta burla de Borges (terrible: elogiar del ser, sería muy difícil encontrar
a alguien por sus imaginadas deficien- otros, lo que hace que Borges, criti-
cias) tendrá largas consecuencias. En cando al pobre Rojas por creer que
primer lugar, el establecimiento de los la gauchesca es un localismo o una
fundamentos del género gauchesco coloración inherente a la médula y la
como una invención autónoma de sus grafía nacional, incurra luego en una
actos dialogales efectivos, supuesta- mucho más embarazosa apología de la
mente originados en la carne misma heráldica nacional (el linaje, la familia,
del habla cotidiana. Esto es, una crí- las batallas, el sentimiento aristocráti-
tica al continuum entre la materia co de recato, etc.).
empírica de la práctica conversacional Si Borges hubiera escrito una imposi-

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

ble historia de la literatura argentina, sin soñador” Borges podría conjugar


se habría basado en la genealogía de una realidad de sangre y vindicta –el
un Enrique Banchs o en la onírica íntimo cuchillo que obliga a describir
colecta de un indiferenciado “orbe un destino sudamericano– con una
de símbolos”, en la que igualmente realidad de la temporalidad –la visión
imaginaría tardíamente un Lugones, que obliga a refutar el tiempo a pesar
precisamenente como aquel al que de lo imposible que resultaría–, lo que
“le hubiera gustado que le gustara un le daría un poder inusitado respecto
trabajo mío”, es decir, un trabajo de a la literatura historicista y al lirismo
Borges, confundidos ambos en (nue- de “los raros” del período anterior.
vamente) la cronología, reconciliados Arrasaría a ambos.
en la eternidad. Pero esta historia de En aquellos momentos, la rareza era
la eternidad no podría ser nunca una cierta apología de la locura simbolis-
historia de la literatura, salvo que ta, pero se estaba lejos de sospechar la
la practicase el propio Borges inclu- manera borgeana en la cual el tiempo Ricardo Rojas,
yendo a Coleridge, Carriego, Keats, pampeano se convertiría en eternidad por Juan Rearte
Sarmiento y Whitman, todos nadan-
do en el mismo vapor hipnotizado de
las ruinas circulares.
Pero es lógico que Borges postulara
al mismo tiempo una línea de sangre
legendaria y un sueño de eternidad.
De ninguna de las dos formas –por
exceso y por carencia–, hubiera llega-
do a comprender los probablemente
modestos propósitos que embargaban
al hacedor de una historia de la litera-
tura nacional, sobre todo si ésta debe
acercarse a ciertos conceptos como
el de conciencia estética colectiva.
Lugones sólo hubiera entrado en el
parnaso de Borges cuando mañana yo
también habré muerto y se confundan
nuestros tiempos y la cronología se per-
derá en un orbe de símbolos.1
Lo que en Rojas era una colección
de obras que remitían a una historia
cultural situada y concisa, en Borges
los autores son un diálogo en sueños
frente a la perennidad literaria. Pero
no por eso dejaría de ser una historia
literaria homogénea, dependiendo de
qué amplitud tuviese la capacidad
soñadora de su autor. Es claro que
en ese sitial onírico de “percibidor
abstracto del universo” o de “un sueño

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del mismo modo que una eternidad mencionarse a Hudson aunque no a


percibida en la campiña inglesa –por Bianciotti. Pero para Prieto es el caso
ejemplo, en El jardín de senderos Gombrowicz el que abre una relevan-
que se bifurcan–, podría operar los te cuestión respecto a la condición
mismos trazos de abstracción que nacional de su obra, que él ve con
un suburbio porteño de 1929. Este escepticismo prudente, aunque una
alegorismo radical, como veremos, lectura menos indulgente que inte-
deja un sendero abierto, libremente resada, no tanto de Ferdydurke como
bifurcado a los intentos actuales de del Diario argentino, arrojaría resulta-
escribir una historia verosímil y críti- dos aceptables para la hipótesis de la
ca de la literatura argentina. “argentinización” de Gombrowicz, no
De ahí que el crítico Martín Prieto sólo porque la literatura y la política
pueda seguir otro partido en su recien- argentinas del siglo XX serían coteja-
te Breve historia de la literatura argenti- bles en ciertos aspectos con el roman-
na2. Hay en él una importante alusión ticismo polaco del siglo XIX. Lo cierto
a Rojas, que se proyecta sobre muchos es que Rojas, para Prieto, merece una
tramos de su libro y en los propios consideración mayor que lo que prefi-
preludios de los capítulos. Pero sobre guraba la mojiganga de señoritos zahi-
todo en el intento de interrogarse que rientes y divertidos –como Groussac
habría que incluir o excluir hoy para y Borges–, y lo muestra escribiendo
seguir “el mapa de Rojas”. buenamente su propia, denostada his-
Sin duda, en el problema de Rojas, toria de la literatura argentina.
hay un tema que en mucho evoca las Prieto festeja en Rojas las argucias de
disquisiciones de Adorno en su Teoría la periodización, ciertas postulaciones
estética –ni más ni menos–, respecto al sobre la gauchesca y el atinado trata-
peso de la obra en la definición de la miento de las fuentes, pero a cambio
unidad del arte. Si no hay tal unidad, de la idea de nacionalidad cultural
es porque las obras actúan como “si que mantiene el autor de Eurindia,
fueran enemigas unas de otras”. Pero al es partidario del concepto de nación
mismo tiempo, hay un hilo conductor como una “construcción”, aunque sin
que las trasciende, por lo menos en los gritería ni exhibición de jergas; no
métodos o materiales que les son inhe- recaerá desde luego en las monsergas
rentes. Prieto comprende estrictamen- extraídas de los cultural studies con las
te este dilema –que es el de Rojas–, y que el tema se munió en los últimos
lo proyecta de un modo interesante a tiempos. También romperá las marcas
la consideración de qué sería hoy una más rudas de historicidad, yendo y
valoración respecto a autores y obras viniendo del pasado a la actualidad, y
argentinas que escriben argentinos en propondrá, Prieto, de un modo indi-
otro idioma o que escriben o traducen recto pero visible, una certera revisión
extranjeros en lengua nacional. de la historia de la crítica literaria en
Así, si se hiciera el balance de lo que la Argentina. Por ejemplo, en las sinté-
se incluiría o excluiría hoy de la lite- ticas entradas que preceden cada capí-
ratura argentina siguiendo el criterio tulo, se ocupa de anticipar los temas
de intensidad idiomática más allá de tratados con algunos cebos dirigidos al
lo que circunscribe el territorio y lector, como éste que alude a Cortázar:
una nacionalidad, ya fijada, debería “Lo que se pregunta Lezama Lima y

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lo que responden Enrique Pezzoni y Prieto procede desde la urdimbre críti-


Nicolás Rosa”. Con esto consigue eva- co-literaria en la que cada obra suscita
dirse de lo que en Rojas es el llamado a sobre sí otra malla de enjuiciamientos
la construcción del cenotafio nacional que se enfrentan. No necesariamente
por la vía de condecoraciones que sólo para contradecirse, aunque mutuamente
daría la historia literaria emanada del se encaran, como cuando a propósito
cuerpo precursor de la lengua. de La traición de Rita Hayworth de
Porque Ricardo Rojas atribuía por Puig se compone
doquier títulos nobiliarios o simple- una escena, una ... Prieto asienta en primer térmi-
mente condescendientes –como el que asamblea imagi- no aquella pregunta de Lezama
otorga a Vicente Quesada, notoria- naria donde opi- Lima sobre Cortázar, respecto
mente reticente, que reza “ciudadano nan Juan Carlos a si éste finaliza o inaugura un
virtuoso y útil historiador”–, no sin Onetti, Ricardo período literario caracteriza-
ponerlo en un complejo sistema de Piglia y Alberto do por formas vanguardistas,
medidas y valoraciones que, aunque Giordano, en a lo que Pezzoni responde que
no lo favorecen, lo reinscriben en la diferentes épocas y Rayuela culmina las operacio-
colectiva trama previa de cualquier estilos, como por nes de la vanguardia –a dife-
instancia literaria3. Prieto, cuando si acaso también rencia de lo que dice Ana María
hace lo mismo –crea tramas con nom- hubiera una “his- Barrenechea– y Nicolás Rosa, a
bres a los que les solicita compare- toria de la eterni- su vez, propone que no estamos
cer ante un mismo interrogante–, no dad” para enfocar ante una novela de vanguardia
pretende más que agrupar un núcleo las novelas y sus sino de descubrimiento de cier-
problemático dado, que finalmente rupturismos. tos misterios vitales.
expande a lo largo del tiempo como Ha mencionado
un artilugio válido para debilitar el Prieto a Enrique Pezzoni. Es evidente
peso de la explicación histórica y pro- que este crítico ineludible y sutil no
poner, más que otra cosa, un conjunto se habría de proponer escribir una
de voces de críticos –en gran medida, crítica argentina, pues su estilo rehuye
de la generación del propio Prieto–, el mundo de la cultura histórica –pero
intentando lo que probablemente le véase como lo adopta momentánea-
interesa por encima de cualquier otra mente en el reconocimiento que hace
cuestión, una historia de la literatura de las apreciaciones de Murena sobre
argentina a través de una historia de la Borges4– sino que busca una secreta
crítica literaria argentina. teoría estética en Borges a través de
Entonces, Prieto asienta en primer tér- finas cosechas de texto, dándole real
mino aquella pregunta de Lezama Lima importancia al ideal borgeano de la
sobre Cortázar, respecto a si éste finaliza “inminencia de una revelación”. Desea
o inaugura un período literario carac- Pezzoni fijar allí la radicalidad del yo y
terizado por formas vanguardistas, a del propio mundo borgeano, mezcla de
lo que Pezzoni responde que Rayuela enigma y develamiento que su prosa,
culmina las operaciones de la vanguardia con interna alegría y sin rastro de ser-
–a diferencia de lo que dice Ana María vidumbre, evoca también. Nombrar,
Barrenechea– y Nicolás Rosa, a su vez, denominar un libro El texto y sus voces
propone que no estamos ante una nove- parecería cierta concesión a una cono-
la de vanguardia sino de descubrimiento cida modalidad de la crítica de los
de ciertos misterios vitales. Como se ve, años 80, pero revelaba los alcances del

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proceder de Pezzoni, ya desde los años ratura argentina, que –recuérdese– es el


50, en el sentido de ir desprendiendo tema programático del cual, a la mane-
ocultos titubeos de todo escrito y rozar- ra de reflexión por el absurdo, partimos
los apenas con tímidos, en apariencia en este artículo. Entonces, poner tan
reticentes añadidos personales. alto y espectacular propósito indiviso
Al afianzar ese como meta actual, no deja de ofrecer
diálogo, el críti- un gran contraste con la crítica verda-
co es y no es ese dera que se hace entre nosotros, que
texto, y cuando no suele procurar proyectos engloban-
captura sus voces tes, aunque además del propósito de
las devuelve pres- Martín Prieto, ya tendremos ocasión,
to, pero deján- con la brevedad del caso, de referirnos
dolas resonar en a los proyectos explícitos de historia
su propio escri- literaria de Viñas y de Jitrik.
to. Este método Nicolás Rosa ha escrito sobre Sarmiento
incon-sútil no –sobre el linaje de los Oro– tanto
sólo era el menos como sobre Néstor Perlongher. Ese
apto para una his- arco que va de Facundo a Cadáveres
toria completa de podría reunir un propósito totaliza-
la literatura; tam- dor, al sabor de aquella invitación
bién la insinuaba viñesca que propone de Sarmiento a
por su reverso Cortázar, jugando con una secuencia
como proyecto armoniosa que luego se deshace como
supremo tendido ilusión necesaria, pues simplemente
sobre el vacío, aludía al concepto de serie, que en
pues en la recu- Viñas es esencial, y es evidente que no
Ricardo Piglia peración de una frase, una “voz”, hay goza del favor de Rosa.
insinuaciones que nos dejan cerca de En efecto, Rosa labora con el reco-
una valoración total de la obra. Pero nocimiento de materias pringosas del
a través de una distracción, quizás un texto, como si fuera un alquímico que
deliberado descuido, que deja huecos sopesara en un balancín traductoral las
o vacíos de los que empieza luego un espesuras de un escrito con sus expre-
nuevo escrito, esfuerzo de fingida dife- siones equivalentes en sustancias de la
renciación que sin embargo abre una naturaleza. No hay cosa tal en Pezzoni,
distancia decisiva entre texto y texto, aunque de alguna manera Viñas repo-
entre voces y voces. Esa distancia hace ne la cuestión de las sustancias reales,
de cada texto no una continuidad pero a propósito de su idea de cuerpo.
en la historia de la cultura, sino una Nicolás Rosa, decimos, al emprender
discordia que debe fundar despiadada- la tarea de ver, por ejemplo, el mate-
mente su propia singularidad, su vida rial perlongheriano, adopta un análisis
excluyente y caprichosa. sobre el modo en que se comportan
Había vinculado también Prieto a las superficies físicas, en cuanto a su
Nicolás Rosa en las propias voces enla- “lisura”, sus “limaduras fractales”, las
zadas de su texto. Este último crítico “materias algodonosas o vaporosas”,
lógicamente no tiene en su disposición que le parecen al crítico que son de
declarada escribir una historia de la lite- tradición barroca. Estas equivalencias

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entre ingredientes de la naturaleza y físicos” que sustentarían la verdadera


corrientes estéticas son tratadas por crítica de la literatura en cuanto a que
Rosa con una irradiación terminológi- sus fundamentos últimos serían las
ca en la que surgen expresiones como sensaciones, la percepción encarnada
“farfulleo protoglótico” o “glotología en los sentidos que adhieren a los
obscena”, todas formas del conoci- sujetos al acto vital. La literatura no es
miento que acentúan en acto el modo inocente, dice Viñas, y en esa capaci-
en que los materiales se retuercen en dad de decir lo que al mismo tiempo
su letra, formando hule o baba. percibe que dice, está su compromiso
La materia se hace grasienta, untuosa, con las luchas históricas, lo que quizá
debe aceptar que al ser mencionada quedaría mejor garantizado cuando
como letra, lo es también como flui- las metáforas corporales se funden en
do, como escatología o sexualidad, el volumen de la escritura, aludiendo
con lo que surge no sólo una “lengua a un sensorialismo que puede ser bur-
soez”, sino en lo que atinamos a inter- gués, como en Sarmiento o Mansilla,
pretar de ese movimiento que Rosa pero endosa un acceso a la verdad.
denomina de “carie del significante”, Viñas es un materialista del estilo, es
sería un intento de hacer de la escri- decir, un estilista de la expresión sen-
tura un acto simultáneamente creador sual. Su fisicalismo sensorial admite
de repugnancia física. Llamar a esa en evocación lejana una encrucijada
repugnancia una forma poética supone estilística en la que cruzan sus voces
también conjugar el verbo de la physis Jauretche y Roland Barthes, el yri-
y del eros con la materia escatológica goyenismo y Sartre, Mansilla y Rosa
de la vida. El estudio de esas trans- Luxemburgo. No hay acercamiento a
figuraciones, para Rosa, debe contar lo verdadero si no
con un lenguaje crítico mimético, que hay una media- La literatura no es inocente,
en su extremo las reproduzca como ción de estilo, dice Viñas, y en esa capacidad
una parodia de la parodia, o como un un complejo sis- de decir lo que al mismo tiem-
“fulgor del simulacro”, que para el caso, tema de signos po percibe que dice, está su
es título rosiano que reproduce en una que destilan las compromiso con las luchas his-
asombración barroca de la crítica5, formas de vida y tóricas, lo que quizá quedaría
lo que para Pezzoni era lo que más las paralizan en mejor garantizado cuando las
sosegadamente podía decirse como el su momento de metáforas corporales se funden
“texto y sus voces”. mayor fulgor. en el volumen de la escritura,
David Viñas, por su parte, ha hecho Una semiolo- aludiendo a un sensorialismo
del movimiento corporal un fastuoso gía iconoclasta y que puede ser burgués, como
paralelismo con las voces del texto. Su montaraz, que en en Sarmiento o Mansilla, pero
léxico cuenta desde hace mucho tiem- su último extre- endosa un acceso a la verdad.
po con conceptos como respiración, mo lleva a con-
codeo, ademán, y otros que hacen de traponer las “fachadas” que quieren ser
la crítica un recuento de las posibili- interpretadas y la vida en su capacidad
dades del cuerpo, de lo que un cuerpo de recuperar sus ademanes más verídi-
puede. Quizá no se sepa hasta qué cos, es decir, aquello que conduce al
punto llega la corporeidad encarnan- honor. El hombre de honor, en Viñas,
do un pensamiento, pero en Viñas hay es el crítico que toma a su cargo todo
una búsqueda de “materiales” y “actos contenido cultural o social como un

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trazo de estilo. El honor sería el alma Versalles, empieza a exasperarse en


inversa del sudor, pero no cuando un Acción (1924), a través del impacto
sudor prorrumpe egregio del cuerpo. de Mussolini, se demora en el fracaso
Ahí complementa. novelístico de El ángel de la sombra
Se piensa y actúa dentro de las com- (1926), hasta tensarse definitivamente
pulsiones de una clase social, pero se en La patria fuerte y La grande argen-
lo hace a través del estilo, modo singu- tina, ya en las cercanías de 1930”. Se
lar, biográfico, modo del fingimiento percibe en este párrafo la organización
sintomático que torna imposible que física y temporal que adquiere la mira-
ninguna vida se disuelva sin más en da crítica. Precisamente, Viñas alude a
la totalidad social. Al contrario, ésta un imaginario instrumento de obser-
actúa estilísticamente en los sujetos vación óptico que se acerca o aleja del
literarios, y ese estilo será la verdad bio- objeto como una cámara de cine o un
gráfica con la que cada vida se situará aparato radiográfico (a veces, el lapso
en la urdimbre de lo histórico-social. de fraseo es cifrado con los movimien-
La crítica de Viñas, a partir de la idea tos de otro instrumento: “apretando
de “que toda estética implica una el bandoneón”). Las estaciones del vía
moral”, adquiere el poderoso aparejo crucis lugoniano se espacializan (es
del develamiento: develar, en el estilo, una franja, otras veces dirá zona) y se
las morales ambientes, historizadas. mueven a través de metáforas de articu-
En el proyecto de Viñas de historia lación de pasaje o convulsión (enhebrar,
de la literatura argentina, que toma exasperación), para concluir en las trage-
el siglo XX y que recoge trabajos de dias personales del sujeto involucrado
diversos autores6, ya su título supone (Lugones fracasa, se tensa, etc).
un compromiso con la conciencia En Viñas hay, pues, una serie. Un
histórica: Yrigoyen entre Borges y Arlt. intento de serializar en el espacio y en
Y comienza allí donde Rojas concluye. el tiempo un derrotero existencial. En
Pero no hay aquí ningún despliegue el párrafo citado dice una “serie insi-
de la conciencia colectiva sosteniendo diosa”, que de algún modo recuerda
cada obra, sino que flota muy eviden- la “malvada serie” borgeana. En el pri-
temente el tipo de examen de ruptu- vilegio de la sensorialidad en la crítica
rismos e historias en discontinuidad viñesca, esto significa una visión de la
que los climas de los años 80 aconse- verdad surgida de una lucha de due-
jaban, y quizá reclamaban. listas (individuos que tienen la verdad
Ya desde el escrito inicial de Yrigoyen porque sobreviven, no al revés). Y sig-
entre Borges y Arlt, David Viñas describe nifica también una literatura de acción
de esta manera el periplo de Leopoldo que debe preguntarse si el burgués
Lugones: “Se trata, mirando de más conquistador (Mansilla, Sarmiento)
cerca, de una serie insidiosa que, en la derivará hacia un escritor recio, de
franja de la producción lugoniana, va hombría y regusto épico garantizado,
enhebrando el Rubén Darío de 1916 capaz de actuar entre los herederos de
como homenaje al cierre más concreto la revolución del siglo XX. Pide Viñas
del modernismo finisecular; y que si vehemencia (es su palabra para asociar
se prolonga en La torre de Casandra, frenesí y praxis) en el intento de trasla-
explicitación de su desaliento ante los dar el esgrimista-dandy al proletario de
infortunios del presidente Wilson en la Semana Trágica. La crítica que de allí

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surge será el emblema de un reconoci- considera el problema de la relación


miento de las fuerzas (la clase social y el Borges/Rojas en cuanto señala la vir-
estilo, que a la larga serían lo mismo), tualidad de un debate sobre la misma
que atrapan o encarcelan al escritor. fundación de la literatura nacional,
Escribir, género no inocente, supo- en principio ordenado bajo la contra-
ne así la búsqueda libertaria de una posición fragmentarismo/monumen-
salida de esas prisiones. El burgués talidad. Desde luego, Borges intenta
vehemente también lo intenta –la crí- escribir otra versión de la historia de
tica de Viñas lo reconoce, en primer la literatura argentina, y como crítico
lugar en Sarmiento, quién escribirá –Borges es un crítico7–, a partir de su
palabras “como quien pega obleas en reelaboración de la gauchesca, donde
un vidrio”– y queda así pendiente la fulgura su diferendo con Rojas, el
utópica construcción del legado de un reaprovechamiento mítico de los detri-
escritor con ética de izquierda, pero tus de una historia nacional “monto-
con hipótesis de conocimiento basa- nera” y la traducción alegorizada de
das en el honor y en el héroe sacrifica- la literatura universal a un lengua-
do. Se trata del programa de la crítica je criollista severamente enrarecido
viñesca que tanto se parece al intento por una lengua artificial evocativa, en
de romper ese mismo dilema por parte cuyo destino debía escucharse tanto
del Lukács de los años 20, aunque la el grito del asesinado Laprida como
mittel-Europa de los años soviéticos no el punto final del Martín Fierro que a
compone la misma figura de la larga Hernández no le era dado escribir.
agonía de la Argentina yrigoyenista, El trabajo de Montaldo pertenece a
que en Viñas debe pensarse mucho un estado del uso del lenguaje de la
más allá de los episódicos nombres crítica, que madura –con éste y otros
posteriores que la reemplazan en la trabajos– hacia el final de los años 80.
insidiosa serie –a veces el peronismo, Por ese mismo tiempo, se publica uno
a veces el tragicismo de izquierda, de los más importantes libros de críti-
que son sinónimos de un Yrigoyen ca de Beatriz Sarlo, Una modernidad
“entre Borges y Arlt”, es decir, un periférica: Buenos Aires 1920 y 1930.
caudillo comediante y mártir, escrito Pero este libro pertenece en verdad a
por otros mientras él escribe en ellos. uno de los momentos altos de la socio-
Llegamos entonces a cruzar el fin de logía cultural practicada en el mundo
siglo con Tartabul, novela con las universitario argentino8. El período
voces superpuestas de todos los planos analizado por Sarlo es el mismo que
heridos y monologales del crítico. En interrogan Viñas y sus colaboradores
la novela Tartabul se hace manifiesto en Yrigoyen entre Borges y Arlt, y parte
todo lo escuchado –en una lengua de utilizar un acervo terminológico
rota– mientras el país se cuartea- en el orbe de la crítica, que roza por
ba. Máximo de criticismo, máximo momentos el mismo vocabulario del
de novela, máximo de hermetismo área viñesca. En la terminología, hay
en clave doliente. Vía crucis viñesco, “zonas”, desde luego, pero en Sarlo
retórica cifrada de una hermandad de se extreman estas dicciones con las
almas en desvarío. sombras proyectadas del lenguaje, más
En el mismo volumen de Yrigoyen que de otros, de un Bourdieu, como
entre Borges y Arlt, Graciela Montaldo en el caso de las “fracciones del campo

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intelectual” y otras mensuras semejan- pia paradoja o contraposicón. Dicho


tes, propias del deseo de poseer una con un tecnicismo: el oxímoron.
lengua crítica que sopesa atributos, En un momento de su libro, Sarlo
los mezcla con fruición, pero de todos juzga la poesía de Norah Lange con un
modos quiere hacerlos parte de un movedizo acicate crítico, no sin con-
diccionario de ideas críticas momen- cluir que las vacilaciones de la poeta
táneamente bien “exhiben las marcas de una construc-
Josefina Ludmer, ante el desafío establecido. ción oximorónica”. Este sonoro fraseo,
de escribir una historia de la Es así que en que la crítica tamizaría, en sus futuros
literatura argentina, que no sea Sarlo las palabras textos, con tiradas de economía glacial
la de las mentalidades históri- críticas se exte- y sentenciosidad minuciosa, aunque
co-literarias de Rojas ni la de núan, pero no ceñidas, sin sobras, no pocas veces de
las series viñescas, inventa una cobran un valor un charol despectivo, pertenecía a la
lengua que cumple funciones de e s c e n o g r á f i c o , selecta colección de ideogramas de
pureza retórica entre la lengua un tanto nove- aquel recordable momento de la críti-
real hablada y la ley de forma- lero como en el ca nacional. Aún pervive esa palabra,
ción de los cuerpos políticos. caso de Viñas, oxímoron, sin duda inquietante, pero
que lanza con- cuyo uso por parte del parnaso crítico
ceptos como salidos de una fragua local hablaba del tenue atrevimiento
retórica en actividad volcánica, entre- al que se había llegado –en una crítica
sacando vocablos de muchas obras convertida en sociología cultural–, con
pero ya digeridos y lanzados como logros tales como “modernidad perifé-
parte de una convulsión personal que rica”, oxímoron, o “criollismo urbano
no obedece a rangos de citación ni de vanguardia”, otra vez, oxímoron.
a ponderaciones del “colectivo críti- Esta crítica sociológica, con todo,
co”, sino a las estocadas personales revelaba hasta qué punto la sombra
y biográficas del agonista literario. del crítico Borges sobrevolaba sobre
Sarlo, en cambio, no puede evitar ella, pues sin decirlo con repertorio
una designación para ese movimiento alguno, todo borgismo no dejaba
retórico, al que le saca desasosiego y de ser una serie salvaje de figuras
incitación. Llama a su “modernidad retorizadas y a la vez encubiertas en
periférica” un libro de mezcla, para tanto tales: oxímoros ocultos, reglas
analizar lo que asimismo se le aparece secretas para el uso de la metáfo-
como mezcla en la cultura argentina. ra, inversión de opuestos, desprecio
Este concepto que la sociología cul- imperceptible, además de metoni-
tural de fines del siglo XX llevara al mias sofocadas y risueñas a modo de
paroxismo –y que no es otra cosa burla del escritor consigo mismo. La
que una matización o rebajamien- teoría de la mezcla, de la hibridez,
to del que en los años de Lezama llevaba en Sarlo al reconocimiento
Lima se llamó curiosidad barroca, es de estas mismas figuras dentro del
decir, mezcla, pero a través de choques “campo intelectual”, lo que las politi-
energéticos, fluidos contrapuestos en zaba en una lucha por predominios y
colisión incandescente–, no nos deja recepción de influencias, rompiendo
entre manos más que una idea de con el legado de Viñas sólo desde la
contraposición de sabor borgeano: un dimensión más establecida de la crí-
campo lineal que se escinde en su pro- tica, pues del otro lado, esos mismos

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conceptos aparecían erráticamente, lengua, al mismo tiempo tomada por


pero con una fuerza que desde los los escritores cultos que habían leído
imaginables prontuarios viñescos en a Sade, Freud o Bataille. Las guerras
mucho recordaban los más célebres del siglo XIX en las del siglo XX, al
barroquismos americanos. promediar los años sesenta.
Josefina Ludmer, ante el desafío de No existe aquí la hipótesis de las
escribir una historia de la literatura culturas híbridas, sino al contrario,
argentina, que no sea la de las men- la idea de que en la sustracción de
talidades histórico-literarias de Rojas, la experiencia real para embarcarla
ni la de las series viñescas, inventa una en los modos de un género, sólo
lengua que cumple funciones de pure- puede existir la nitidez de una gran
za retórica entre la lengua real hablada colisión. Encuentro violento, sí, pero
y la ley de formación de los cuerpos entre fuerzas diáfanas. Su único final
políticos. De alguna manera, su libro sólo podría escribirse desde el género
sobre la gauchesca9 es la extremidad de la barbarie literaria. Precisamente,
del desafío de Borges respecto a que Ricardo Piglia había abierto en 1980
ella “es un género como cualquier con Respiración artificial –hace 26
otro”, y trata el concepto de Patria años–, estos problemas de la histo-
como una construcción absoluta que ria literaria nacional. Veamos lo que
se da en el dominio de un poder ahora parece obvio, pero no lo fue en
lingüístico en el que la alianza entre ese momento.
la voz sin escritura y la palabra letrada Escuchemos cómo hablaban los perso-
se constituye con la guerra. Se trata de najes de esa novela:
un esfuerzo por escribir la historia de
la literatura argentina examinando las Para nosotros, decía Borges, vos te debés
fuerzas violentas que componen tal acordar, Marconi, dice Renzi, para noso-
concepto, tal como el uso de la voz tros, se arrepiente ahora Borges, escribir
y la incesante reversión de opuestos bien quería decir escribir como Lugones.
entre el género y el antigénero (la vida El estilo de Lugones se construye ardua-
brutal en un mundo hostil). mente y con el diccionario, ha dicho
De este modo, una guerra literaria también Borges. Es un estilo destinado
que se mueve en el lenguaje vigilando a borrar cualquier rastro del impacto, o
su empleo práctico para identificar mejor, de la mezcolanza, que la inmi-
la ley, ser la ley o encarnar la antiley, gración produjo en la lengua nacional.
lleva a Josefina Ludmer a escribir su Porque este buen estilo le tiene horror a
historia literaria argentina sin Rojas la mezcla. Arlt, está claro, trabaja en el
ni Viñas –aunque con un Borges que sentido opuesto. Por de pronto, maneja
parecería leído por Lévi-Strauss y sus lo que queda y se sedimenta en el len-
cadenas de simetrías opuestas– bus- guaje, trabaja con los restos, los fragmen-
cando un punto tiránico y vacío que tos, la mezcla, o sea, trabaja con lo que
llamará fiord al aleph, y finalmente realmente es una lengua nacional.
verá ahí –en el El fiord de Osvaldo
Lamborghini–, todo lo que conduciría En primer lugar, este parlamento
a contar la gauchesca y “los desafíos entrecruza los nombres de Borges,
de la guerra del género” en el interior Renzi, Marconi, todos ellos persona-
de una misma voz espontánea de la jes ficcionales (aunque Borges desde

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su nombre y existencia real) de una les que hagan del idioma una mezcla
discusión metacrítica en el seno de –un hibridismo, sí–, pero en el tras-
una novela. El habla se encadena fondo de una historia posible de la
en citas eslabonadas, una ristra de literatura nacional. No son los tiem-
voces que se apoyan unas a otras de pos de Ricardo Rojas, esa historia no
modo fantasmal: podría ser una viga coherente que
Respiración artificial es una alguien dice lo emane de una voluntad colectiva, a
novela que pone una teoría en que otro dice en la manera gramsciana. Pero tampoco
estado de ficción, y los hablan- un abstracto pre- un renunciamiento tan irreversible de
tes aparecen como espectrales sente que borra la historia que luego sea sólo posible
soportes de una invocación his- los planos ante- pensar en la literatura a partir de la
tórica basada en aquellos restos riores del habla. ilusión de un punctum que atraviesa
idiomáticos. Piglia, al formular La novela reside todas las épocas, sea la gauchesca o
duraderamente el problema de en un complejo un borgesismo que le pone a la crítica
que una novela es un hablar modo de escu- la camisa de fuerza del célebre escrito
crítico sobre los propios estilos char todo lo que El escritor argentino y la tradición.
ficcionales, tiene que postular se dice. Lo dicho Noé Jitrik, en un temprano trabajo
una lengua mezclada, revuelta son las acciones. crítico10, citaba a Maurice Blanchot
en sus propios escombros. Por eso se respi- circunscribiendo aspectos de la poesía
ra allí artificial- de René Char.
mente. Es una forma de significar
lo artificioso del descubrimiento fic- La búsqueda de la totalidad, en cual-
cional de Borges, aunque el tema sea quiera de sus formas, es la pretensión
la alquimia del verbo arltiano, ese poética por excelencia, una pretensión
trabajo con los restos que fundan la en la que está incluida, como su con-
realidad de una lengua nacional. dición, la imposibilidad de su cumpli-
Respiración artificial es una novela miento, de modo tal que si llega alguna
que pone una teoría en estado de fic- vez a cumplirse, es en tanto ello no es
ción, y los hablantes aparecen como posible y porque el poema pretende eng-
espectrales soportes de una invo- lobar en su existencia su imposibilidad
cación histórica basada en aquellos y su irrealización.
restos idiomáticos. Piglia, al formular
duraderamente el problema de que Más de cuarenta años después, como
una novela es un hablar crítico sobre director de una Historia crítica de la
los propios estilos ficcionales, tiene literatura argentina –obra de largo
que postular una lengua mezclada, aliento que está en curso11–, Jitrik
revuelta en sus propios escombros. Si vuelve a enfrentarse al problema de
Viñas constituye el habla en sus nove- la totalidad postulando el deseo de
las como un ejercicio críptico, alusivo que esos volúmenes de historia crítica
a diálogos ocurridos en un panteón se conviertan en una obra colectiva,
nacional derruido, Piglia hace hablar preservando su unidad de dicción y de
a funámbulos que intentan definir el prosodia sin perderse el énfasis de cada
idioma nacional para que se escriban autor que contribuye a la obra. Tal vez
novelas en las que puedan hablar esa observación de Blanchot sobre una
normalmente, no con “respiración totalidad deseada pero imposible –que
artificial”, sino con planos tempora- Jitrik procura en sus ensayos y nove-

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las–, sea también el destino de toda que descubren de repente el alma uni-
historia literaria que apunta a recrear versal, nominalista de los relatos.
un sentido de máxima abarcabilidad, Borges, así, sobrepondría el poder de
aun sin postular como en Rojas una su práctica crítica encima de lo literal
estética secreta de la nación, y que y evolucionista de la historia de Rojas.
en algún momento percibe que esa Pero éste no admite cualquier refu-
totalidad es un espejismo que debe tación, y por eso mismo, como tota-
atenderse con un colectivo histórico lidad desarrollada, como mito moral
convertido en sueño, por lo tanto, en colectivo ninguna imputación de su
un juego de irrealidad donde quede la probable y molesto fárrago alcanzará
disparidad de nombres y circunstan- para suprimir el gusto por las leyen-
cias, ya sea para dejar que éstas sean das. Ellas son la literatura hablando de
verdaderas y aquéllos falsos, o para la literatura, lo que a veces llamamos
que aquéllos sean banderas localistas crítica, con palabra próspera y audaz.

NOTAS

1. Borges, Jorge Luis, El Hacedor (1960).


2. Prieto, Martín, Breve historia de la literatura argentina (2006). Este libro, que fue festejado por el reseñismo
periodístico como una afectación del “canon”, en la medida que hace intervenir un juicio continuo y relevante
sobre los poetas, no innova en eso, pues lo toma del modelo que trata con atinado criterio a la vez que lo revisa
esencialmente (Ricardo Rojas). Su valor reside en que los panoramas de conjunto que releva nunca son supe-
riores al peso que tienen las obras y los problemas que plantean. Escribe así una historia de problemas –por lo
tanto una historia de la crítica reciente–, y un parecer sobre las obras que surgen de su lectura de primera mano,
y a un tiempo, habitando ya en las críticas que las envuelven como si ya fueran carne de la propia obra.
3. Por ejemplo, escribe Rojas de Vicente Quesada: Aun como publicista, no tiene la inquietud fecundadora de Echeve-
rría, ni la pintoresca elocuencia de Sarmiento, ni el método objetivo de Mitre, ni la combativa dialéctica de Alberdi.
4. Pezzoni, Enrique, El texto y sus voces, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1986.
5. Rosa, Nicolás, Fulgores del simulacro, edición de la Universidad del Litoral, 1988.
6. Viñas, David (director), Montaldo, Graciela (compiladora), Yrigoyen entre Borges y Arlt (1916-1930), Litera-
tura argentina siglo XX. Paradiso-Fundación Crónica General. 2006 (primera edición 1988).
7. Montaldo, Graciela, “Borges: una vanguardia criolla”, en Yrigoyen entre Borges y Arlt. Este artículo considera
con gran propiedad el tema de la ruptura borgeana en el ciclo de la historización de la literatura nacional, y en
gran medida, a partir de una verdadera perla –la apreciación de Inquisiones de Borges por Valéry-Larbaud en
1925–, elabora un amplio panorama de la ubicación disolvente con la que el programa borgeano se sitúa ante
la tradicional disyuntiva entre nacional y cosmopolita.
8. Sarlo, Beatriz, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Ediciones Nueva Visión, 1988.
9. Ludmer, Josefina, El género gauchesco, un tratado sobre la patria, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
10. Jitrik, Noé, Lugones, mito nacional, Editorial Palestra, 1960.
11. Jitrik, Noé, director, Historia crítica de la literatura argentina, Buenos Aires, Emecé, 2000.

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Jaime Rest, hacia la reafirmación


del hecho literario
Por Pablo De Santis

Ausente de las rememoraciones más frecuentes,


Jaime Rest solía definir un sujeto para su escri-
tura, que además de expresarse en sus libros
orgánicos a menudo obraba con la “amabilidad”
del prologuista: se trata de un lector “enterado
pero no especializado”. Este tipo de utopía lec-
tora buscaba preservar el hecho literario de sus
expropiaciones más frecuentes: tanto las ten-
dencias clasificatorias del campo cultural, en las
cuales sobresalía un vigoroso estructuralismo al
que denominaba “budinera” capaz de moldear
la escritura, como cierta tendencia marxista a la
atribución sociológica en la que la literatura se
derivaría de las pertenencias a las clases sociales.
Es por ello que –señala Pablo De Santis– el ensa-
yo, sea en su forma ficcional o fantástica, es el esti-
lo que conmovía a Rest en la medida de saberse
capaz de guardar cierta distancia con las formas
más organizadas del pensamiento y como modo
de mantener viva esa tensión heredada del siglo
XIX entre el racionalismo y el misticismo.
Autónoma de las pretensiones encasilladoras, la
literatura siempre logra fundar un orden en el
vacío moviéndose entre los límites que impone
la realidad, pero produciendo en ellos distintos
estilos de “aferrarse a la vida”.
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De todas las formas de la crítica, en Literatura Europea Septentrional.


hay una que prefiero porque alcanza Entre 1956 y 1963 compartió la cáte-
un equilibrio justo entre autoridad y dra de Literatura Inglesa con Jorge
timidez: es el prólogo. Esta introduc- Luis Borges, a cuya obra y sus cruces
ción se justifica cuando hay alguna con la filosofía dedicó uno de los tex-
distancia entre el texto y el lector; el tos fundamentales de la bibliografía
prólogo se convierte en mensajero borgeana: El laberinto del universo.
entre ese reino todavía brumoso y el Borges y el pensamiento nominalista
lector. Se dice que los libros se bas- (1976). También fue profesor en la
tan a sí mismos, que toda intención Universidad Nacional del Sur, en
pedagógica debe ser extirpada, que el Bahía Blanca. Literatura y cultura de
texto es real, el autor no, y el prolo- masas (1966), Tres autores prohibi-
guista menos: pero me agrada el gesto dos (1968), Novela, cuento y teatro
de amabilidad que significa el prólo- (1971), Conceptos de literatura moder-
go. La soledad esencial de la lectura na (1979), Mundos de la imaginación
tiene su contraparte en la comunidad (1979) y El cuarto en el recoveco (1982)
que formamos con aquellos a quienes completan su obra. Rest estuvo a cargo
comentamos un libro recordado, un de la supervisión de la nunca superada
descubrimiento, aun el despertar de enciclopedia Capítulo de la Literatura
una aversión; el prólogo anticipa la Universal, que publicó el Centro Editor
aspiración a esa concepción utópica de de América Latina. La editorial de la
la lectura, que no acepta como única librería Fausto lo tuvo como asesor:
condición la soledad. su catálogo ofreció ediciones exqui-
Jaime Rest fue un maestro del pró- sitas de Henry James, Italo Calvino,
logo, y aunque escribió varios libros Joris-Karl Huysmans, Matthew Lewis
orgánicos, en todos mantuvo la acti- o Joseph Conrad. Un ataque al cora-
tud amable de quien organiza las zón lo derribó el
expectativas del lector frente a un 8 de noviembre El rastreo de la obra de Rest no
texto futuro. Sus propios libros son de 1979, cuando permite advertir ninguna afi-
casi imposibles de conseguir (en el visitaba la redac- ción a la polémica, pero al final
fondo de alguna librería de Avenida de ción de una revis- de su vida arremete (...) contra
Mayo sobrevive algún ejemplar, entre ta que funcionaba la tendencia de la crítica litera-
restos de las colecciones del Centro en la Universidad ria argentina a convertirse en
Editor de América Latina); pero los de Belgrano. Su una sociología de la literatura
lectores consecuentes han de encon- viuda, Virginia de inspiración marxista.
trar una y otra vez su nombre en el Erhart, debió
umbral de libros ajenos. En Conceptos poner en orden el original de El cuarto
de literatura moderna (Centro Editor en el recoveco, que recogía un ciclo de
de América Latina, 1979) definió a conferencias que Rest había dado en la
quien estaba destinado su libro, y Sociedad Argentina de Escritores entre
podemos decir, todos sus libros: el lec- septiembre y octubre de 1978. Rest era
tor enterado, pero no especializado. un conferenciante experto, capaz de
Rest nació en Buenos Aires en 1927. transmitir su conocimiento inclusive a
En 1953 completó la licenciatu- un público masivo: dio varias charlas
ra en Letras en la Universidad de por Radio Nacional. El escritor Carlos
Buenos Aires, con la especialización Gardini, que estuvo entre sus alumnos

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y que fue luego su amigo, lo recuerda ralistas están en su mira. Escribe Rest:
como “un magnífico profesor, por su
ironía, su buen humor, su clarísima El objeto del crítico consiste en relacio-
dicción, su voz vibrante”. nar explícita y esclarecedoramente al
La obra de Rest mantuvo un carácter artista con el mundo que elige o en que
disperso, no sólo porque gran parte de se inserta, y comprenderlo en función de
sus textos, publicados en revistas, nunca esa compleja circunstancia; ese mundo
fueron recogidos puede ser real o fantástico, social o reli-
en libro, sino por gioso, social y religioso, y cuantas varian-
la variedad misma tes y combinaciones se puedan concebir.
de sus intereses. Lo importante es establecer de qué modo
Y sin embargo, cada autor ha satisfecho plenamente su
sus dos últimos propósito en el ámbito que escogió. Lo
libros, Mundos contrario, que supone fatigarse buscan-
de la imagina- do métodos o escuelas antes de saber a
ción y El cuarto qué o a quién se los aplicará, consiste
en el recoveco, nos en fabricar budineras en los que los más
tientan a leer un variados propósitos artísticos se evalúan
deliberado balan- con un solo molde.
ce de las pre-
ocupaciones que El rastreo de la obra de Rest no
habían agitado permite advertir ninguna afición a
su pensamiento la polémica, pero al final de su vida
durante toda su arremete por igual, como vimos, con-
vida. En todo se tra los fabricantes de budineras (fun-
complementan: damentalmente los estructuralistas),
uno es un volumen de 350 páginas; el pero también contra la tendencia de la
otro, un libro muy breve. Uno recopila crítica literaria argentina a convertirse
artículos publicados a lo largo de un en una sociología de la literatura de
cuarto de siglo; el otro, una serie de inspiración marxista.
conferencias que abarcan poco más de Opino que la crítica ha insistido exce-
un mes. Uno está dedicado a la ficción, sivamente en consideraciones sobre la
en especial en lengua inglesa; el otro, misión social y moral de la literatura, lo
al ensayo argentino. Pero en los dos cual significa –no nos engañemos– que
libros, Rest –quizás impresionado por a los valores poéticos se les ha conferi-
haber atravesado la barrera del medio do, sin eufemismos, una importancia
siglo– detalla concepciones personales, relativa y puramente secundaria, como
su biografía intelectual, los maestros meros ornamentos destinados a decorar
que lo formaron (José Luis Romero, formas de militancia y compulsión.
Ángel Battistesa, el profesor de estética La autonomía del hecho literario está
Luis Juan Guerrero, Jorge Luis Borges), en el centro de las preocupaciones de
su modo de entender la crítica. Rest, que veía con disgusto el uso de
En el prólogo de Mundos de la ima- la literatura para la justificación de las
ginación, Rest se desentiende de toda más diversas disciplinas. Hoy ya nadie
idea de “aplicación de un método a la habla de “compromiso”, la lectura psi-
crítica literaria”. Los excesos estructu- coanalítica ha perdido toda autoridad,

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y después del affaire Sokal (y de su ocupa por cruzar las diferentes definicio-
continuación, el demoledor libro de nes del ensayo –que lo delimitan a través
Jacques Bouveresse, Prodigios y vérti- de la imprecisión, y lo objetivan a través
gos de la analogía) nadie le firma un de la subjetividad– para luego vincular
cheque en blanco a los herederos del ese juego de contradicciones con la obra
estructuralismo; sin embargo la tenta- de autores como Sarmiento, Martínez
ción a preferir unos textos sobre otros Estrada, Borges, Arlt en primer plano,
debido a su adecuación a la teoría que pero también con
debe interpretarlos, o a la capacidad Mansilla, Lugones A Rest le interesa el ensayo no
para convocar a ciertos fenómenos y Mallea. Rest por su oposición a la ficción,
sociales o políticos, sigue distrayendo encara los temas sino por la distancia que man-
a la crítica del fenómeno estético. Por nacionales desde tiene con los tratados, con las
poner un solo ejemplo, La fiesta del una mirada uni- formas de pensamiento clara-
monstruo, de Borges y Bioy Casares, es versal: El Facundo, mente organizadas. Lo carac-
citado con harta frecuencia en papers nos dice, es nues- terístico del ensayo es la dispo-
y artículos, mientras un lector fiel a tro Moby Dick. El sición de los materiales detrás
cualquiera de los dos autores (enterado texto comienza de la búsqueda de un efecto.
pero no especializado, como definiría con la metáfora
Rest) no habrá de darle, imaginamos, inolvidable que da título al libro:
la menor importancia.
En cuanto a El cuarto en el recoveco, Quienes han frecuentado la mansión de
su tema es el ensayo. Este interés de la literatura saben que ésta posee mul-
Rest hay que situarlo dentro de su titud de aposentos. Algunos se muestran
curiosidad hacia todas las otras formas espaciosos, brillantes, activos, y en ellos
no consagradas de la literatura (par- se exhibe cuidadosamente alineada y
ticularmente la literatura de género). clasificada una diversidad casi infinita
No en vano, entre los textos que elige de objetos denominados poemas, dramas
(el Facundo, los “ensayos de interpre- o novelas. Otros, en cambio, revelan
tación nacional” de Martínez Estrada, empañado su pretérito esplendor y desde
los artículos que Borges dedica a la hace tiempo permanecen casi olvida-
filosofía) incluye las Aguafuertes porte- dos y en penumbras, mientras el polvo
ñas de Roberto Arlt. A Rest le interesa se acumula sobre composiciones que
el ensayo no por su oposición a la a menudo son sólo completo desorden
ficción, sino por la distancia que man- de nuevos materiales de la especie más
tiene con los tratados, con las formas dispar, habitualmente marginados y des-
de pensamiento claramente organiza- cuidados por los críticos o estudiosos cuya
das. Lo característico del ensayo es la tarea consiste en mantener la pulcritud
disposición de los materiales detrás de y organización de todo el edificio. Éste
la búsqueda de un efecto: es el sitio que se reserva al ensayo, cuya
naturaleza, variedades y dimensiones
Sean cuales fueren el tono y la dimensión parecen imposibles de ser determinadas
del ensayo, éste debe resultar persuasivo, a causa de la abundancia y anarquía
y ha de crear en torno del lector una es- con que tales obras se han ido acumu-
pecie de sortilegio verbal. lando, provocan un interés erudito o
arqueológico, tal como suele ocurrir con
En El cuarto en el recoveco, Rest se pre- la habitación reservada a la épica. Pero

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en algún recoveco hay un cuarto muy autores como Elvio Gandolfo y Carlos
activo, en el que sin cesar se amontonan Gardini (también notables narradores
en completo desorden nuevos materiales y traductores), que escribieron prólo-
de la especie más dispar, habitualmente gos de tantas antologías; a estos auto-
marginados y descuidados por los crí- res agregaría, en el terreno de la ciencia
ficción, el nombre de Pablo Capanna.
Rest concibe al género fantástico, la
ciencia ficción y el policial como hijos
de un conflicto de la cultura del siglo
XIX: la dificultad de conciliar el racio-
nalismo científico con los elementos
sobrenaturales del romanticismo. Los
tres géneros fueron diferentes modos
de reunir la razón y el fondo oscuro de
lo inexplicable, a través de la ruptura
de la realidad, la alucinación de la
ciencia o la irrupción del crimen.
Una cita larga puede ser indicio de
pereza, pero tal vez se nos perdone la
extensión de la que sigue (del prólogo
de Mundos de la imaginación) porque
resume espléndidamente el credo lite-
rario de Rest:

Por último he de confesar que, para mí,


la literatura, aun la más trivial, es una
especie de fe que deben compartir escri-
tor y lector. Nada en ella es gratuito,
todo es intento de capturar un sínto-
ma, afán de escapar al naufragio. La
ticos o estudiosos cuya tarea consiste en obra literaria siempre posee un margen
mantener la pulcritud y la organización de juego, de instauración de un orden
de todo el edificio. Éste es el sitio que arbitrario que se constituye en el vacío;
se reserva al ensayo, cuya naturaleza, sin embargo esta construcción tiene que
variedades y dimensiones parecen impo- cumplirse dentro de ciertos límites nece-
sibles de ser determinadas a causa de la sarios, dentro de las exigencias rigurosas
abundancia y anarquía con que tales que impone la vigencia o la crisis de
obras se han ido acumulando. una concepción de la realidad, dentro
del conjunto de ideas que los hombres
Rest dio cabal importancia a la lite- comparten a lo largo de la historia o en
ratura de género: la literatura fantás- un determinado período para disimular
tica, el policial, la ciencia ficción, la el vértigo que produce el silencio. Aun
historieta, el ensayo, aun la literatura contra toda ilusión, contra toda certeza,
infantil. El género fantástico le debe hasta la literatura más nihilista mani-
páginas fundamentales, que se com- fiesta una desesperada voluntad de creer
pletan con la labor persistente de en sus propios enunciados. Cada texto

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

poético declara una manera de aferrarse riencia para la cual nuestra lengua
a la vida; su ausencia, en cambio, no es no tiene palabras. Todos los ensayos
más que un circunloquio de que se vale de Rest parten de una doble y secreta
la muerte –el anonadamiento– para intención: por un lado, la de explicar
anunciarse en nosotros. el funcionamiento de la máquina
literaria, de todo aquello que se deja
El pensamiento de Rest no está lejos ver a la luz de la lectura; y por otro,
del Steiner de Presencias reales, aun- señalar aquellas zonas de indetermi-
que desde luego, Mundos de la ima- nación, de silencio, donde la literatu-
ginación es muy anterior. En cuanto ra dice sin decir. La literatura es una
al silencio (“el vértigo que produce el fe compartida: las preocupaciones de
silencio”), ha estado en el centro de Rest por la mística nos permiten leer
la poética de Rest: silencio y noche, “fe” como una mera confianza, pero
nos advierte, son los términos que también como un reflejo o metáfora
aparecen una y otra vez en la historia de la fe verdadera, una nostalgia de
de la mística, para describir, a través la presencia real.
de la negación, el acceso a una expe-

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La crítica de Masotta sobre Arlt:


entre la conciencia y el destino
Por Silvio Mattoni

Buena parte de los misterios que sigue entra-


ñando la figura de Oscar Masotta, reside en un
trastrocamiento en el que los nombres circulan
y se confunden para poder pensar un problema
común que los atrae. De este modo, el dile-
ma sartreano entre determinación y libertad,
entre voluntad y destino, es repensado a partir
de los nombres que acuden a su convocatoria.
En Masotta el nombre propio se intercambia
con otro (Roberto Arlt, yo mismo) para poder
pensar el sí mismo en el otro. La búsqueda por
desprenderse de las marcas de origen y producir
la propia singularidad, se ve paradojalmente
señalada en Arlt y sus personajes que expresan
la (im)posibilidad de la libertad. Silvio Mattoni
indaga en esta operación de pensarse en otro
como otras inspiraciones también lo hicieron:
Masotta se piensa en Arlt como Sartre en Genet,
a fin de poder develar el dilema existencial que
oscila entre la búsqueda de lucidez y la banali-
dad reinante en los personajes arltianos.
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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

Es sabido que Masotta presentó su Sin embargo, podríamos decir –el


libro Sexo y traición en Roberto Arlt mismo Masotta lo dice– que todo
ocho años después de haberlo escri- estaba allí antes de la reflexión sobre lo
to. Entonces, un tanto alejado ya hecho y lo escrito. Es decir que el paso
de las descripciones sartreanas de la de las descripciones de conciencia, de
conciencia de clase y de aquel modo la fenomenología de las decisiones, las
en que podía leerse la literatura voluntades, a lo que no puede decidir-
como intuición de una estructura se, a lo indescriptible de un destino,
social estratificada y como revela- ya estaba dado en Sexo y traición. Allí
ción de lo que las coberturas ideo- veríamos cómo un intelectual, alguien
lógicas escondían, Masotta describe que habla y en el mejor de los casos
la experiencia subjetiva desde la cual piensa, se convierte en escritor, un
pudo escribir su ensayo sobre Arlt. espacio donde las palabras reflejan y
Pero el problema había dejado de refractan el mundo incluyendo a las
ser cómo descifrar el nudo de rela- palabras adentro.
ciones sociales atado alrededor de Así, desde un principio, Masotta señala
la literatura y se había vuelto lo que que el hombre de Arlt, que surge de la
en aquella revisión ulterior llama- masa, no apunta a la clase social, sino
ría el problema del destino. Parece a la excepción, lo cual sería política-
preguntarse: ¿cómo escribí lo que mente incorrecto desde una perspectiva
escribí? O bien: ¿cómo llegué a ser lo ingenua de izquierda, aunque desde un
que soy? Sin embargo, no se trata de punto de vista literario no habría nove-
interrogantes líricos, que apelarían a las sin esa excep-
una intimidad, una fuente interior cionalidad. Pero El paso de las descripciones
del sentido. Lo que ocurre, lo que si la literatura dice de conciencia, de la fenome-
pasa, lo que se escribe se presenta la excepción, ¿de nología de las decisiones, las
en el yo. El nombre de Masotta es dónde proviene? voluntades, a lo que no puede
el lugar donde se produjo un libro y Lo político, que decidirse, a lo indescriptible de
también la reflexión sobre ese libro. incluye obvia- un destino, ya estaba dado en
Y ese lugar está sujeto a causalidades mente la moral Sexo y traición. Allí veríamos
externas e internas, aunque sólo en y la economía, cómo un intelectual, alguien
apariencia, porque el sujeto precisa- puede explicar que habla y en el mejor de los
mente se define por un pliegue de lo las determinacio- casos piensa, se convierte en
exterior que simula una interioridad nes de un sujeto, escritor, un espacio donde las
hecha de palabras. Las determina- pero no su singu- palabras reflejan y refractan el
ciones sociales, de clase, de ideo- laridad. ¿Cómo mundo incluyendo a las pala-
logía, los saberes pueden reducirse se desprende lo bras adentro.
a eso que constituye lo más ajeno, excepcional de
lo más externo, el lenguaje, pero una generalidad que sin embargo está
que en su distancia de superficie en su origen? No es posible separar lo
refractaria también da toda la vuelta interior de lo exterior, que la novela
y forma el interior de un volumen disocia en razón de su mismo procedi-
horadado. Masotta analizará pues, miento, es decir: por un lado la prosa
a posteriori, las causas de su libro a de las relaciones sociales, por el otro la
partir de consecuencias vitales que poesía de los sentimientos o las con-
exceden cualquier libro. ciencias. Masotta aclara:

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

No hay política y economía por un lado Arlt o son las de Masotta? ¿Cómo es
y arte, vida y sociedad por el otro. Sólo que lo determinante encuentra su crí-
hay un todo indiscernible: vida, política y tica en una conciencia que supera su
arte a la vez; economía y vida a la vez. origen aunque no pueda dejar de con-
servarlo dentro de sí? En el momento
No obstante, las condiciones generales de escribir su libro, Masotta todavía
de la clase, o aun de la masa, no expli- cree en la posibilidad de modificacio-
can lo particular. Lo que sucede es lo nes, en una especie de progresismo de
contrario, lo particular habrá de expli- la lucidez, de tal manera que escribe:
car lo general. En cierto modo, todo “Para cambiar es necesario comenzar
sujeto, al leerse en el personaje nove- por no ser lo que se es y llevar en sí
lesco, contempla su propia excepcio- la posibilidad de convertirse en lo
nalidad. Si bien el hombre, según una que no se es”. Por consiguiente, para
frase de Marx que comenta Masotta, que existiera esa posibilidad debería
es el “producto” de sus condiciones haber un momento puramente nega-
económicas, también sobrepasa “en tivo en la conciencia, que se negaría
mucho” esas condiciones. ¿Qué sería a sí misma y se volvería otra. Dicho
ese exceso del producto sobre sus con- instante de autonomía, instante crí-
diciones, que Marx indica como un tico, es el fundamento de la libertad
punto ciego donde los determinismos que Sartre no podía dejar de salvar.
se suspenderían? Pero lo que expresan los personajes de
Arlt sería el carácter ilusorio de toda
Frase difícil –interpreta Masotta– en libertad, debido a que las causas de los
la que el hombre es pensado como abso- actos resultan demasiado complejas o
lutamente libre y como absolutamente se han sustraído de la conciencia. Así,
determinado a la vez. Erdosain, por ejemplo, es lo que es, no
puede cambiar, ha padecido un origen
Y justamente Masotta va a leer en Arlt que no se revela y que nunca deja de
el despliegue de esta contradicción volver. Aunque Masotta descarta rápi-
entre libertad y determinación, entre damente el lado subjetivo, la infancia
voluntad y destino. Sólo que este apa- escondida del personaje, y piensa lo
rente conflicto ideal se impregnaría traumático desde una óptica social, de
de realismo debido a que las volun- clases. Si Erdosain parece tener una
tades están circunscriptas, de alguna ventaja sobre los otros miembros de su
manera encerradas por lo patológico, comunidad secreta, porque pertenece
por un origen traumático y olvidado a la clase media y desde allí contempla
que impide decidirse en el mismo a esa banda de marginales, no obs-
momento en que fuerza la decisión, tante padece la máxima humillación
mientras que el destino está marcado porque su conciencia está fijada por el
por una estructura económica, el ori- valor de las clases altas. En ascenso o
gen de clase. El principal hallazgo del en descenso, esa conciencia no puede
libro de Masotta consistirá en leer la desprenderse de lo que es, y por otro
unidad de ambos factores: el trauma lado, no tiene lugar propio, siempre
sexual y la conducta de clase, el dine- se ubica un poco más abajo de lo que
ro y la traición. supone que le corresponde y aspira a
Pero esas determinaciones, ¿son las de estar más arriba de lo que sabe que los

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otros van a suponer que le correspon- de Masotta, justamente porque no


de. Así la clase se vuelve un destino, el era una decisión, indica esa posibili-
movimiento de un péndulo que oscila dad de dejar de ser lo que se es que
sin descanso entre el resentimiento y sobrevuela como promesa o amenaza
el esnobismo. las condiciones materiales de un inte-
El mismo Masotta, en esa revisión lectual. Pero la locura, que tiene más
autobiográfica que se titula “Roberto lógica que la racionalidad cotidiana,
Arlt, yo mismo”, hablará de la angus-
tia por escapar de una fijación de
clase, por dejar de ser lo que un ori-
gen podía determinar, y que acaba-
rá retornando como síntoma, como
derrumbe cuando el padre traiciona-
do ya no pueda seguirlo siendo. Pero
antes también los personajes de Arlt
luchaban en vano contra lo que eran,
contra lo que pareciera un dictado
social. Entre el individuo excepcional
y el destino siempre se juega una
tragedia. Aunque en este caso, el del
enloquecido personaje de clase media,
del apremiado escritor de clase media,
del crítico revolucionario de clase
media, el destino asume la forma de
lo banal: las condiciones, los empleos
y oficios, la escasez que impulsa hacia
adelante una fuerza cuya merma todo
el tiempo se anuncia. Sin embargo, diría que el cambio es imposible. Se
en el acto crucial se asoma un rayo de había creído alcanzar algo, cometer
soberanía. “Arlt encuentra en la prác- un delito absurdo, cuya pura gratui-
tica de la maldad un hálito de sobera- dad se elevaría a la trascendencia por
nía”, escribe Masotta. ¿Y qué actos se consagrar la excepción del sujeto, o
incluirían en esa práctica? “Inventar, bien realizar una obra, escribir o pen-
crear, robar, imaginar, soñar, mentir, sar, pero enseguida ese acto revela su
delatar”, ¿puede decirse que estos ver- escasa significación. Hay condiciones
bos designan cierto espacio de la lite- que faltaron y siempre van a faltar.
ratura? Se trata de detener el tiempo No se tiene un talento absoluto, una
social, cortarlo con el abandono de inteligencia absoluta, una maldad sin
la clase, sea con la rebeldía, la revo- bordes. El acto, la obra o la crítica
lución o la simple lucidez que revela recuperan un sentido relativo, social,
sus contradicciones, pero también, y terminan comunicando algo, no se
sobre todo, se trataría de interrumpir aislan en tanto que siguen siendo
el lenguaje que instaura esa ilusión de palabras, actos como palabras. El
tiempo, cortar con el plan escrito y sueño –para usar la retórica senti-
hablado de una vida, no salir del pre- mental que aparece y desaparece en la
sente en cada episodio. El derrumbe cabeza de los personajes de Arlt– sería

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inventar lo absolutamente nuevo, nocimiento, para ocurrir, exige que


quebrar el tiempo, salir del mundo y la excepcionalidad no sea absoluta.
ser un nombre que no se repetirá. Tampoco el mal de las tentativas
Ese aura de trascendencia, por otro de Silvio Astier puede ser absoluto
lado imposible y atada a las mismas en tanto depende de su visibili-
condiciones que la imposibilitan ya dad, incluso de un desdoblamiento
que ha surgido de su negación, es des- dentro de sí que solidariza imagi-
cripta así por Masotta: nariamente al autor y al espectador
del acto. En el mismo sueño de la
El sentimiento de una carencia interna, obra trascendental, se sabe, anida la
de algo que le falta a su ser y que él debe pesadilla prosaica de la impotencia.
lograr para sí, es el móvil que lo arran- Porque justamente la negación de lo
ca hacia esos actos malos que debieran que se es por la vía trascendental no
servirle de ascesis: en medio de las calles hace más que traducir esa superación
oscuras y tristes un pequeño fogonazo, del origen que lo conserva como
una llamarada de maldad recortaría ideal. El acto absoluto es una forma
a la figura de su autor, un joven que de elevar al nivel de la escritura lo
un instante antes que el resentimiento y el esnobismo
Esa confusión entre valor y permanecía acha- expresarían en el nivel del habla, que
visibilidad impulsa a escribir tado por las tinie- a su vez es el nivel de la concien-
y a leer, tratando de incremen- blas de la noche. cia. ¿Sería ésa una manera en que
tar imaginariamente un valor el personaje, el escritor, el crítico
que no podía permanecer en ¿No es acaso explican su posición a la vez interior
la intimidad del sujeto a ries- este flâneur una y exterior respecto de un conjunto
go de dejar de existir. Por lo figura típica del dado? Porque si Astier y Erdosain
cual el incremento del valor, escritor? Pero al son de clase media, y también Arlt
lo que excede las condiciones, mismo tiempo, y Masotta, no todos los sujetos de
lo excepcional debe dar signos, ¿no encierra la clase media cometen esos actos, esas
hacer señas, en suma, escribir- imposibilidad obras. Así el exceso de alguien, con
se. Y llegamos otra vez al ins- de escribir y respecto a sus condiciones, llegaría
tante del acto, vale decir, a la hasta de pensar? a cristalizarse en un objeto o un
actuación. La farsa a la que se El fogonazo, la hecho, llegaría a escribirse de algu-
entregan los personajes de Arlt aureola súbita- na manera contra el flujo del habla
sin llegar a estar nunca conven- mente adquiri- social que todo lo borra.
cidos, esos actos que caen en el da por un acto Nuevamente la negación, la barre-
desencanto apenas se cometen, o una obra no ra, son las figuras para escribir y
¿no representan la ficción, pero hace más que pensar. Pero, ¿pensar y escribir qué
también la crítica, la fe y la falta confirmar el cír- cosa? ¿Hay algo que decir? ¿Hay un
de fe que les son inherentes? culo de las tinie- momento afirmativo de la crítica? Tal
blas, porque vez sea, como dice Masotta después
finalmente habría que proyectar esa de su libro, su postración y su retorno
llamarada hacia el resto, habría que a la escena pública, “una banalidad”,
comunicar, de otro modo, ¿quién pero esa banalidad lo había acompa-
reconocería la excepcionalidad del ñado desde el nacimiento, como un
acto? Y aun podemos bajar un cír- origen espurio, semiconsciente y por
culo más, ya que ese mismo reco- ello, aun más determinante. Masotta

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parece decirnos: probablemente haya juvenil de la ficción, su naufragio en


que decir otra cosa, el exceso mismo el proyecto de novela, dice:
que nos haría excepcionales, pero no
es posible hacerlo si se olvida este Lo que ocurría era que mi fe en la lite-
sombrío acompañamiento, eso que ratura se iba deteriorando. Quiero decir:
impide decir tanto y que fuerza a lo que se deterioraba era la aceptación
decir tanto, eso que somos para cual- de la mala fe necesaria para creer en la
quiera, para una simple mirada ajena. palabra escrita.
Es decir, cito a Masotta:
Y aquello que se deteriora debe ser
la clase cuya condición de superviven- como apuntalado por el pensamiento.
cia parece ser la confusión del valor de La reflexión crítica repite la obra en
la persona con lo que exteriormente se otro lugar, y en tal sentido dismi-
ve de ella. nuye lo inaceptable de su gratuidad.
Si Masotta planteaba la alternativa
Sólo que esta clase tal vez sea la única “violencia o comunicación” cada vez
posible, ¿o habrá acaso un valor que que uno escribe o actúa, “para no
no pueda confundirse con lo apa- confundirse con un ángel”, según
rente? La misma escritura puede, y decía, podríamos agregar que la críti-
acaso deba, adquirir los trazos de la ca transforma parcialmente la violen-
impostura. Y tal vez Masotta estaba cia de la literatura, su soberanía, en
en este punto confundiendo la since- comunicación. Pero justamente en la
ridad ingenua, proclamada por Arlt, crítica de Masotta sobre Arlt lo que
con su necesidad crítica de veracidad se comunicaba era un saber elegido,
social, de significaciones literarias admirado, por ende siempre superfi-
como intuiciones de las contradic- cial, apariencia y representación para
ciones de clase. Pero también esa un público selecto: hablar de Arlt pen-
confusión entre valor y visibilidad sando en Genet leído por Sartre, apli-
impulsa a escribir y a leer, tratando car los conceptos de Sartre intentando
de incrementar imaginariamente un escribir a la manera fenomenológica y
valor que no podía permanecer en la refinada de Merleau-Ponty. Es lo que
intimidad del sujeto a riesgo de dejar se “elegía” leer en aquellos años para
de existir. Por lo cual el incremento “ser” un crítico, pero eran los dispo-
del valor, lo que excede las condicio- sitivos de un sujeto, no su condición
nes, lo excepcional debe dar signos, de posibilidad. De hecho, Masotta
hacer señas, en suma, escribirse. Y los cambia después por Lévi-Strauss y
llegamos otra vez al instante del acto, Lacan. En todo crítico se da ese círcu-
vale decir, a la actuación. La farsa a la lo de cambios, de saberes mudables.
que se entregan los personajes de Arlt Lo que no se podía elegir, aquello que
sin llegar a estar nunca convencidos, alguien “era” o sigue siendo, delataba
esos actos que caen en el desencanto precisamente la negación originaria
apenas se cometen, ¿no representan la escondida en todas las elecciones de
ficción, pero también la crítica, la fe objetos y posiciones. La confesión de
y la falta de fe que les son inherentes? ese vacío en el saber y en el placer de
Cuando Masotta cuenta, en aquella la lectura como lo único que puede
mirada retrospectiva, su abandono saberse, o sea que el saber siempre se

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supone pero no existe, implicará para de otro modo quedarían confinadas en


Masotta una posibilidad de relatar la su interioridad. Y esos actos de liber-
angustia subsiguiente, anunciada, tras tad que se engarzan y exteriorizan la
determinación, ¿no son precisamente
puro efecto, pura reacción, salvo por
el hecho de que muestran el origen y
el destino en su cumplimiento más
lúcido, más autoconsciente? Curiosa
libertad, la de saber que no se puede
actuar de otro modo. Aunque en
verdad se trataría de no saber lo que
resulta necesario y escribir el compro-
miso del cuerpo en un tiempo que
lo desgasta y en un lenguaje que lo
ocupa y lo hace visible o decible. En
el delirio pueril, en las imágenes de
la angustia que caen como la sombra
del destino y fijan en veredas dema-
siado creíbles, rotas, la figura de los
pasos que se dan, está el origen. No
obstante, antes que una economía,
ese origen será siempre una moral, es
decir, una forma de pensar en el sexo:
origen de esas estúpidas repugnancias
que yacen en el fondo de nuestras histo-
rias y que no dejan de determinarnos,
escribía Masotta.
Para el origen, los ascos y la codicia
que no pueden dejar de impulsarnos,
da lo mismo tratar de ser un espíri-
tu, un agente del pensamiento, que
una conciencia, un agente de cambio
Roberto Arlt el goce de la crítica comprometida. social. Para responder por el origen
Porque el problema de un destino habría que volver a lo negado, al
que parece cumplirse, no por fuera punto de partida improbable, inalcan-
del sujeto sino en sí mismo, en la apa- zable, donde el asco ante el nombre
riencia de una libertad que siempre se propio se convirtió en fetichismo.
expresa como exteriorización de con- “Arlt”, una vocal y tres consonantes.
diciones, ya aparece en la supuesta ¿Qué hacer con eso y con lo que
materialidad de la lectura de las signi- delata? “Masotta”, la doble “t” de un
ficaciones sociológicas de ciertas esce- inmigrante. Cuando el resentimiento
nas. A la vez objeto del determinismo le impide repetir sus anteriores des-
social, escribe Masotta, ahí mismo el cubrimientos novelescos en El amor
héroe se engarza en esa cadena causal brujo, Arlt hará explícito ese núcleo
por su voluntad libre de convertirse en opaco, casi fuera de toda literatura
efecto y de exteriorizar esas causas que posible. Y Masotta lo cita:

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Las hijas de tenderos estudian literatura que afirmarse con la mayor intensidad
futurista en la Facultad de Filosofía y antes de desaparecer, aun cuando para
Letras, y se avergüenzan de sus padres. hacerlo requiera un largo pasaje por la
negación de lo que es, de lo que cree
¿No estaba entonces ya todo ahí? Si así ser y de lo que quiere hacer creer.
fuera, escribir sería imposible. La impostura de Masotta se resuelve
Si bien las ansiedades literarias, por en la imposibilidad de volver a escri-
así decir, parecieran la contrapartida bir sobre Arlt, años después, y en la
exacta de una cadena económica, y el imposibilidad de seguir creyendo en
acto espiritual de un personaje o de aquella especie de libertad compro-
un escritor le contesta a un efectivo metida. Pero toda crítica no es más
sometimiento en el mundo dado, aun que eso: un saber que se supone para
así, la respuesta, lo escrito excede en poder leer la verdad en la literatura,
alguna medida toda determinación que no existe. Salvo que exista una
pensable. Igualmente, lo que supues- verdad propia, para cada cual, única,
tamente se sabe sobre el mundo debe cuyo brillo sólo sería perceptible a
ser excedido para que en lo impro- lo lejos, desde otra mirada, desde
bable, en lo incierto de esos objetos otro, como un pálido reflejo de la
y esos seres que lo atraviesan se abra única experiencia imposible que el
algo. Porque uno está condenado a ser lenguaje sin embargo anuncia: la
lo que es, pero el que es no puede más propia muerte.

BIBLIOGRAFÍA

• Masotta, Oscar,tt Sexo y traición en Roberto Arlt, Corregidor, Buenos Aires, 1998.
• Masotta, Oscar, “Roberto Arlt, yo mismo”, en Conciencia y estructura, Corregidor, Buenos Aires, 1990.
Anteriormente le he dedicado a Masotta un par de ensayos que no necesariamente coinciden con lo arriba
expuesto; cfr. Silvio Mattoni, Las formas del ensayo en la Argentina de los años 50, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 2003, el capítulo titulado “Masotta: ensayo, delación y
clase media”, que manifiesta su deuda con el libro de Alberto Giordano, Modos del ensayo, Beatriz Viterbo,
Rosario, 2005 (nueva edición ampliada); cfr. también mi artículo “Estilos soberanos”, en Boletín 8 del Centro
de Estudios de Teoría y Crítica Literaria de la UNR, Rosario, octubre de 2000.

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La crítica a principios del siglo XX:


Roberto Fernando Giusti
Por Verónica Delgado

Desde la redacción de la revista Nosotros –espa-


cio de difusión de las letras argentinas que junto
a Alfredo Bianchi dirigió entre 1907 y 1943–
Roberto Giusti desempeñó un papel fundamen-
tal en la producción cultural de nuestro país.
En un contexto general de modernización,
Giusti participó activamente en las polémicas
contemporáneas, fundamentalmente en aque-
llas vinculadas al debate acerca de la constitu-
ción de una identidad nacional. Para Giusti,
fervoroso creyente del rol del intelectual, la
intervención de los críticos era decisiva para lle-
var a cabo esa empresa modernizadora. Por eso
hacía oír su voz en distintos medios que, repro-
duciendo el eco de sus enseñanzas, transmi-
tían a los lectores una concepción de la crítica
entendida sobre todo como una manifestación
didáctica. Verónica Delgado nos invita a reme-
morar ese momento adánico y optimista –quizá,
por eso mismo, de cierta ingenuidad propia de
toda vocación fundacional– en el cual, investi-
dos de un deber, los críticos asumían el desafío
de educar a una nación joven y de moldear sus
preferencias estéticas.
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1. En 1965, en la colección “Cristal del Nuestros poetas jóvenes. Revista crítica


tiempo” de editorial Losada se publicó del actual movimiento poético argen-
Visto y vivido, anécdotas, semblanzas, tino (1911) y de Crítica y polémica.
confesiones y batallas1, libro en el que su Primera serie (1917). El análisis de esas
autor, Roberto Fernando Giusti (Luca, primeras intervenciones entre 1907 y
1887, Buenos Aires, 1978) organizaba 1913 en Nosotros muestra un momen-
gran parte de la memoria común del to decisivo de la historia de la crítica
colectivo cultural al que perteneció, argentina, género
de un modo menos autorreferente, que no siempre Se vuelve evidente la importan-
aunque también menos detallado, del tuvo su sede en el cia de las revistas como espacio
que lo había hecho hasta ese mismo soporte material de configuración de un saber
año Manuel Gálvez en los cuatro del libro. En ese específico sobre la literatura,
tomos de sus Recuerdos de la vida lite- sentido, se vuel- en el contexto de una moder-
raria, de Hachette. Inmediatamente ve evidente la nización cultural respecto de
después de la “Justificación” con que importancia de la cual las mismas fueron vehí-
se abrían estas memorias y en la que las revistas como culo y encarnación.
se señalaban los problemas vinculados espacio de confi-
con la verdad que pudieran encerrar guración de un saber específico sobre
las evocaciones de ese género dudoso, la literatura, en el contexto de una
a veces testimonio, otras casi novela, modernización cultural respecto de
Giusti afirmaba: “Mi mayor virtud ha la que las mismas fueron vehículo y
sido durar”. Esa frase que podría leerse encarnación. De esta evidencia dieron
como guía de un pensamiento resig- cuenta quienes las hacían y coinci-
nado y conformista, resaltaba un valor dieron en traer a un primer plano la
asociado al modo de intervención reflexión sobre las revistas que, como
intelectual y literario que definió los productos culturales propios de una
anhelos de muchos de los miembros fase del desarrollo de la vida inte-
de un mundo cultural en emergen- lectual y artística, eran consideradas
cia en el pasaje del siglo XIX al XX. como su medio inherente de manifes-
Actualizado en la realización de una tación. Esta apreciación no era nueva
empresa de cultura como lo fue la y en ella coincidieron miembros de la
revista Nosotros que entre 1907 y 1943 fracción intelectual de la elite liberal
dirigió junto con Alfredo Bianchi, (Ernesto Quesada, en su ya clásico “El
dicho valor se tradujo en rasgo de movimiento intelectual argentino” de
longevidad un tanto accidentada, que 18822, Paul Groussac en “La biblioteca
por momentos, hizo posible pensar de Buenos Aires”, 1896)3, los moder-
en Nosotros como una sobreviviente, nistas (Rubén Darío, Ricardo Jaimes
si se la compara con otras numerosas Freyre, Luis Berisso, etc.) y los jóvenes
revistas anteriores y contemporáneas. de principio de siglo XX. En algunos
Fue en las páginas de su revista donde casos dentro de los que debe incluirse
Giusti reflexionó acerca de las atri- a La Revista de América de Darío y
buciones de la crítica en el ejercicio Jaimes Freyre (Buenos Aires,1894),
sistemático de una labor que llevó El Mercurio de América (1898-1900)
adelante principalmente desde la sec- dirigida por Eugenio Díaz Romero,
ción “Letras argentinas”, algunas de Ideas (1903-1905) fundada en 1903
cuyas notas luego formarían parte de por Manuel Gálvez y Ricardo Olivera,

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N° 4-5 | Verano 2006 Nombres, linajes y recorridos

y Nosotros4, el énfasis se concretó en en un mundillo literario de dimen-


la presencia de secciones destinadas a siones todavía exiguas, pero que se
dar cuenta de las revistas editadas no ampliaba y a la vez se democrati-
sólo en el país y en el continente ame- zaba por –entre otras razones– la
ricano sino también en las metrópolis acción de la institución universitaria,
de Europa, que funcionaron como en cuyo ámbito Giusti se había for-
modelos indudables para las capita- mado7 y donde ubicaba el comienzo
les latinoamericanas. En ese sentido, de Nosotros, y se encontraba el públi-
las revistas como productos cultura- co preferencial de sus artículos. Esa
les modernos llevaron adelante una insistencia estuvo acompañada de un
tarea de importación y difusión de la imperativo indeclinable de actualidad
modernidad cultural europea, de la que testimonian sus notas en Nosotros
cual muchos de los escritores latinoa- y su primer libro, Nuestros poetas jóve-
mericanos formaron parte en su cali- nes de 1911, publicado a la edad de 25
dad de viajeros, residentes o cronistas años8. Giusti fue pródigo en los gestos
y ejercieron la crítica en los géneros de una sociabilidad literaria en la que
asociados a la prensa periódica como sin duda se asentaron los valores de su
los relatos de viaje o las crónicas. Aquel acción intelectual a la que otorgaba un
afán de difusión era una prueba efec- alcance no circunscripto a cuestiones
tiva de lo que Ángel Rama denominó exclusivamente disciplinares, sino que,
“un cierto isocronismo”, al que señaló inserto en la discusión dominante
como característico de la transforma- sobre la identidad nacional y como
ción de la literatura latinoamericana5. sería común a muchos otros jóvenes
Definido como el grado de proximi- –como Rojas– otorgaba a la crítica,
dad con que desde Hispanoamérica a la literatura, a los intelectuales y a
se siguió la producción de las grandes los escritores un papel preponderante
capitales culturales, tal isocronismo en la construcción de dicha identidad
en los primeros años de Nosotros tuvo nacional a la que entendía en términos
como referencia a Madrid, antes que culturales. Así afirmaba:
París. Como partícipes de una moder-
nización marcada por el internaciona- [Nosotros] somos todos quienes creemos
lismo6 y, como hacedores de revistas que a la patria se la sirve tanto con la
en las que no sólo informaban sobre labor intelectual como con el esfuerzo
las obras recientemente publicadas o material (…) Nuestra aspiración no es
daban a conocer textos inéditos, sino la de dormir gloriosamente en las biblio-
también en su tarea fundamental de tecas del futuro; es la de vivir, y muy
traductores, los críticos mostraron al despiertos, la vida del día, con todos sus
público literaturas, autores y movi- afanes, sus contratiempos, sus satisfaccio-
mientos hasta entonces escasamente nes morales”9.
conocidos para el espacio nacional en
el que intervenían. Inclusión, camaradería, comunión, fra-
En el desempeño de una función ternidad, hermandad, solidaridad, son
crítica que no eximió de cierto peda- términos definitorios de un tipo de
gogismo a sus escritos, Roberto Giusti vínculo entre escritores que desde su
insistió en la necesidad de la crítica revista no dejó de promover y que de
como discurso disciplinar y específico, algún modo afectaron los modales de

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Nombres, linajes y recorridos N° 4-5 | Verano 2006

una crítica que se decía imparcial y a Naturalidad, belleza, serenidad, sen-


la que se observaba siempre dispuesta cillez, concisión, fuerza, originalidad,
a no escatimar el elogio cuando lo sabor castizo y riqueza del léxico,
consideraba merecido. En ese sentido claridad, rasgos todos ellos contrarios
los términos crítica y polémica, con los de “la afectación
que más tarde –y a partir de 1917– dio y la retórica”10,
nombre a los cuatro volúmenes de la se constituyeron
serie (1917, 1924, 1927, 1930), no en evaluacio-
guardaron una relación de implicación nes recurrentes
invariable, así como tampoco designa- y positivas, casi
ron operaciones e “intenciones” presen- cristalizadas, que
tes en un mismo discurso en las mismas Giusti reconocía
dosis. La crítica tomó en ocasiones como cualidades
una forma más cercana al consejo o la deseables y que
reconvención; otras, al elogio reticente prescribía para
o la disputa atemperada; otras veces, la la literatura y los
confrontación directa. escritores. De ese
modo, y al refe-
2. Entre 1907 y fines de 1913 rirse a sí mismo,
Roberto Giusti colaboró en distin- Giusti hablaría
tas secciones de Nosotros. Estuvo a satisfecho de lo
cargo de “Letras argentinas” hasta que algunos crí-
el número 28, en que lo reemplazó ticos señalaran
Álvaro Melián Lafinur. Antes y des- de su estilo escri-
pués escribió también sobre literatura turario definido
argentina por fuera de la sección, como prosa “relativamente limpia y
para dedicar artículos más exten- significativa”11. La preferencia por
sos que las reseñas a determinadas una literatura de corte realista se erige
obras como El imperio jesuítico (N° en parámetro de juicio tanto para la
10-11, mayo-junio, 1908, segunda obra como para el autor elegidos y
edición), Lunario sentimental (22-23, orienta la construcción de una ima-
julio-agosto 1909), La restauración gen autoral marcada por los rasgos
nacionalista (de 1909, N° 26, febrero, de la salud, la fuerza, el esfuerzo
1910), Leopoldo Lugones y su obra de continuado, la serenidad, señalando
Juan Más y Pí (N° 27, abril 1911), una distancia explícita con los atri-
o a autores como Enrique Banchs o butos de cierta imagen estereotipada
Ernesto Mario Barreda (N° 33, octu- y residual del escritor tardomoder-
bre de 1911). En todas estas interven- nista y decadente, principalmente
ciones es posible leer la construcción aquel que Giusti caracterizó como el
del conjunto de valores en los que se caso del escritor que se “encasti(lla)
fundamenta su práctica; éstos se ligan en sí mismo”12. Del mismo modo,
fuertemente con el señalamiento de esas notas dan cuenta de la figura
una estética capaz de actualizarlos a del crítico como especialista –más
la que se proyecta o transfiere sobre semejante al docente que al escritor o
la figura del escritor, el lenguaje poeta con los cuales no establece una
de la obra y el discurso del crítico. identificación 13– que se distingue de

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lo que podría denominarse crítico- más tarde Giusti denominó “pasión


artista más ligado a algunos moder- comunicativa”, “anhelo de compren-
nistas argentinos, uno de cuyos casos der y explicar”19. En Visto y vivido
paradigmáticos fue Luis Berisso14. afirmaría que la crítica, en tanto
En un mundo literario en el que los “historia del espíritu, es creación
pocos libros de crítica no eran pensa- de valores: descubre, fija, revisa”20.
dos como obras orgánicas sino que, Asimismo, y según se planteaba en las
tributarios del modo de producción páginas de Nosotros, la crítica debía
periodística se acompañar en una misión estratégica
Según se planteaba en las formaban como las obras de valor a la vez que debía
páginas de Nosotros, la críti- recopil aci on es establecer criterios específicos para su
ca debía acompañar en una –tal el caso de legitimación, y realizar aquello que
misión estratégica las obras Burbujas de vida en palabras de Álvaro Melián Lafinur
de valor a la vez que debía o de Las nuevas –otro crítico de Nosotros– constituía
establecer criterios específicos tendencias litera- el “ideal de cultura y difusión literaria
para su legitimación, y reali- rias de Manuel y artística”21. Para Giusti dicho valor
zar aquello que en palabras de Ugarte15 y, en dependía y debía medirse según las
Álvaro Melián Lafinur cons- parte también, el propias condiciones de producción
tituía el “ideal de cultura y de Nuestros poe- inherentes al estado del mundo cul-
difusión literaria y artística”. tas jóvenes–, un tural. Así, en 1907 podía escribir:
mundo en el cual
ensayo y crítica, constituían según Por más que el mérito de tal o cual libro
Giusti y en ese momento, géneros sólo sea escaso, sin embargo se impone
exóticos16, es decir, ausentes, el crítico en estas notas bibliográficas el elogio, la
debía plantear su tarea como estudio frase de aliento para su autor, si es que
riguroso y extenso. La aparición de el libro, en su valor meramente relativo,
Almafuerte o de Ideaciones de Juan revela un digno esfuerzo o una sana as-
Más y Pí, libro este último a pro- piración de arte. Y la razón es obvia.
pósito del cual reflexionaba sobre el Nuestra literatura –si es que existe– no
descuido y desinterés por parte de tiene sino un valor relativo. Por lo tanto
los críticos nacionales, de los estudios no se puede usar a su respecto el mismo
“de aliento” dedicados a escritores criterio que se emplearía al juzgar la li-
o temáticas particulares17, así como teratura europea22.
las opiniones sobre la severa edu-
cación literaria de Rojas y su labor Se trataba entonces de una crítica que
sostenida, mostraban ese imperativo. sin dejar de polemizar mostraba su
Encuadrada en un marco de “ampli- carácter estratégico, augurando porve-
tud y tolerancia” y la “más estricta nires “fecundos” cifrados en las correc-
neutralidad acerca de lo que en ella ciones de los errores del presente, o
[la revista Nosotros] se piensa y se que apuntando al futuro promisorio
dice”18, la crítica era entendida como de algún escritor, se detenía en el juicio
afirmación de tales valores y como sobre sus “intenciones” y sus caracte-
discurso eficaz en la educación del rísticas morales. Así, por ejemplo, en
gusto literario a través de un discurso un gesto ambivalente (y burlón) Giusti
especializado, entre cuyas premisas se refirió a El enigma interior, libro
básicas se pudo contar aquello que marcado por la experiencia modernista

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de la poesía francesa (simbolista), y a contenían –sobre todo si se trataba de


Manuel Gálvez, a quien, dicho sea de autores noveles– una especie de coda
paso, fustigaría una y otra vez, no sólo en la que Giusti, desde su propia poé-
en las páginas de Nosotros23: tica crítica, aconsejaba abiertamente o
Otro libro más, El enigma interior, solicitaba a los escritores la depuración
impregnado todo él de una indefinible de la lengua literaria o el abandono
melancolía. Diríase llegado del boule- de ciertos tópicos. Verdaderos actos
vard. Podrá haber en ello un motivo de habla, estos envíos, explicitaban
de censura, pero ésta no ha de ser sino un tipo de valoración que franqueaba
relativa. Cierto es que esos versos suenan los límites del gusto y del saber litera-
extrañamente en nuestro idioma, porque, rios. Así, por ejemplo, en relación con
en verdad, a pesar de toda nuestra buena Enrique Banchs, cuyo descubrimiento
voluntad por imitar a los demás –a los como poeta nunca dejaría de enorgu-
noruegos, a los rusos, a los japoneses, ¡qué llecerlo25, Giusti anticipaba:
sé yo!– y por dejar de ser americanos,
aún no hemos logrado acostumbrarnos a Si a su imagina- También, opinaba (pedía o
ese parisienismo excesivo. (…) ción desbordante, recomendaba) sobre la con-
El defecto fundamental de El enigma a su potente ins- veniencia de que narradores
interior es su carencia de originalidad. piración, compa- y poetas cultivaran determi-
Verlaine sobre todo –dejo de lado otras rables con las de nadas temáticas en desmedro
visibles influencias– pesa sobre este libro. los más grandes de otras. La explicación que
Pero Gálvez es sincero consigo mismo. Él poetas, une, como Giusti no daba, había que bus-
siente a sus poetas predilectos, con ellos se parece que está en carla no solamente en cuestio-
ha compenetrado y como ellos se expresa. camino de hacerlo, nes propias de la lógica de fun-
En sus versos se advierte la sinceridad de el estudio, un arte cionamiento del mundo lite-
los sentimientos que canta. No es, pues, refinado, la niti- rario que mostraban la decli-
un vulgar imitador. dez en todo, sin nación del modernismo, sino
Mas, dejo ya de hacer hincapié en este concesión alguna además en una concepción de
lamentable defecto de El enigma inte- al desgano inte- la literatura y de la cultura de
rior, para pasar a considerarlo desde lectual, Banchs no signo clásico, a las que recono-
otros puntos de vista más interesantes. tardará en ser un cía un papel básico, formativo,
Es un libro delicado y a ratos intenso. poeta completo. modelador de la sociedad a la
Rasgos hay en él que revelan toda un que pertenecían.
alma de artista. Pero es un libro des- También, opina-
igual. Felices expresiones, bellos versos, ba (pedía o recomendaba) sobre la con-
codéanse en él con tropiezos verdadera- veniencia de que narradores y poetas
mente lastimosos. cultivaran determinadas temáticas en
desmedro de otras. La explicación que
En general, luego de los análisis sobre Giusti no daba, había que buscarla no
aspectos disciplinares, como podían solamente en cuestiones propias de la
serlo la cuestión del verso libre a pro- lógica de funcionamiento del mundo
pósito de El enigma interior de Manuel literario que mostraban la declinación
Gálvez24, el uso o la elección del epíteto del modernismo, sino además en una
en Las Barcas de Banchs, o la realización concepción de la literatura y de la cul-
a veces defectuosa del soneto en Joyeles tura de signo clásico, a las que reconocía
de Juan Aymerich, muchas de las notas un papel básico, formativo, modelador

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de la sociedad a la que pertenecían; al Este Borderland es una flor extraña: es


mismo tiempo, estas peticiones podían un libro demasiado doloroso. Sobre sus
vincularse con una creencia aún arraiga- páginas se cierne una atmósfera mal-
da –más allá de los matices e incluso de sana. Por eso, expresando una opinión
las contradicciones– en un evolucionis- puramente personal, sin pretensiones de
mo optimista de base científica, a partir despacharla como receta, gustaríame que
del cual era posible pensar la literatura el señor Chiappori se apartara desde ya
como una forma más o menos directa de esta literatura anormal, y nos diera
de conocimiento26. con su estilo tan propio, tan inconfun-
dible, algún otro libro –¿cómo decirlo?–
más sano, más humano...” (pág. 333).

Si en relación con Horacio Quiroga,


Giusti elogiaba la sencillez de la histo-
ria de Historia de un amor turbio, que
su autor “desarrolla con sólida lógica
y sana naturalidad” y consideraba a
esta novela digna de alabanza por el
“noble verismo que sinteti[za] las reali-
dades de la vida interior o exterior”29,
no sucedía lo mismo con respecto al
relato “Los perseguidos” por su “índo-
le patológica, sobre la cual Quiroga
tiene especial dominio” (pág. 316). El
párrafo final, y aun habiendo recono-
cido la pericia escritural de Quiroga,
reiteraba el consejo para demandar a
la literatura la inclusión de personajes
y el cultivo de una temática tributa-
rios de los parámetros de normalidad
A propósito de Misas herejes de Evaristo de la psiquiatría, que confirmaban
Carriego, Giusti decía: algunos otros pasajes de la nota sobre
Nuestros poetas de América deben pro- Borderland (N° 5).
ponerse el apostolado de una poesía sen-
cilla, honda y, no de enfermizos credos, Y si al terminar me permitiera hacerle
flores de un día regadas con ajenjo. Lo a Quiroga una indicación (siempre es
cual no significa que hayan de cantar conveniente dar consejos para mantener
eternamente la patria, la bandera, los alto el prestigio de la crítica) le diría que,
Andes o Manco-Capac27. ya que se ha revelado maestro en ambas
psicologías, la normal y la mórbida, re-
La misma situación se registraba al ocu- sultarían sin duda más simpáticos sus
parse de los cuentos de Atilio Chiappori, libros si se inclinara con preferencia por
en la que además, se ponía de manifies- la primera...
to el valor del humanismo que también
podía funcionar como un elemento po- Como es evidente, los nombres (y esos
sitivo a verificar en los textos28: textos) de Chiappori o Quiroga, dos

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cultores del cuento modernista, remi- la plaza” del N° 12, todos de Banchs,
tían al gusto por lo raro, la alucinación, dan cuenta de esto. La joven tísica de
la locura, los sueños, los personajes que “Bajo la angustia”, la costurera decente
mezclan lo demoníaco con lo patológi- y trabajadora de “Al pasar” (N° 5) y
co30; el de Gálvez, y en la reseña citada, la escena de “El camino de nuestra
a la influencia dominante de la poesía casa” (N° 31) de Carriego se leen en
francesa a la que Giusti se oponía tanto el mismo sentido. Finalmente, a estas
en esta mala realización como en “las figuras habría que agregar al menos
estimables aplicaciones” de Lugones otras dos, cuya presencia en Nosotros
en Los crepúsculos del jardín31. Por fue central en los años que analizamos,
su parte, Banchs y Carriego además tanto por razones estéticas como por
de encarnar una lengua literaria del el tipo de subjetividad que represen-
gusto de Giusti, indicaban en poesía taron. Ellas son: Florencio Sánchez
la preferencia por las geografías y per- para el teatro, y, sobre todo, Roberto J.
sonajes urbanos contemporáneos. Los Payró, quien para Giusti personificaba
poemas “El café”, “Rincón de patio”, con su “vida de trabajo” y con su vasta
“El Cristo del juzgado” y “Bajo la llu- obra “inspirad(a) en la realidad” una
via”, publicados en el primer número literatura destinada a “exponer, criticar
de Nosotros, al igual que “Hombre de y remediar”32.

NOTAS

1. En 1994 la obra fue reeditada por la Secretaría de Cultura de la Nación junto con Ediciones Theoría, con
prólogo de Alberto Perrone.
2. Según Ernesto Quesada, a la prensa diaria “(n)o se le puede pedir que lleve a cabo una empresa que no entra
evidentemente en sus fines, la de llevar adelante una labor crítica –la “sana crítica”- que inculque en el público
el gusto por las letras (p. 125)”, Reseñas y críticas, Buenos Aires, Félix Lajouane editor, 1895, pp. 119-141.
3. Nosotros, Año I, T. 1, julio de 1896, pp. 161-193.
4. La sección en Nosotros se llamó “Revista de revistas” y su encargado fue Alfredo Costa Rubert. Si bien fue
anunciada desde el primer número, su aparición tuvo un carácter errático.
5. Rama, Ángel, Rubén Darío y el modernismo, Caracas-Barcelona, Alfadil ediciones, 1985, p. 36.
6. Dentro de lo que llama modernización, Rama plantea la existencia de un macroperíodo al que denomina de
la cultura modernizada internacionalista que se extiende desde 1870 a 1910, año en que se inicia otro macro-
período, el de la cultura modernizada nacionalista. Dentro del primer macroperíodo 1870-1910, distingue
tres momentos: el de la cultura ilustrada (1870-1890), el de la cultura democratizada (1890-1900) y el de la
cultura prenacionalista (1900-1910). Rama, Ángel, Las máscaras democráticas del modernismo, Montevideo,
Fundación Internacional Ángel Rama.
7. Giusti había ingresado en 1904 y concluyó sus estudios ocho años después.
8. En esta revisión crítica de la producción “actual” y joven se ocupa, sorprendentemente, de Carlos Guido
y Spano, Rafael Obligado, Calixto Oyuela, Martín Coronado, Leopoldo Díaz, Enrique Rivarola, Joaquín
Castellanos. Como se ve, bajo el nombre de “La Vieja Guardia” aparecen escritores ya reconocidos de distintas
escuelas. En ese mismo capítulo y con otro criterio de agrupamiento –no solo cronológico–, hace referencia
a aquellos poetas consagrados “por el favor popular y las antologías”. En tal grupo reúne a Diego Fernández
Espiro, Francisco Soto y Calvo, Pedro J. Naón, Osvaldo Magnasco, Alberto del Solar, y a los uruguayos Victo-
riano Montes y Víctor Arreguine. Entre los más jóvenes objeto de su interés se encuentra, en primer término,
Leopoldo Lugones a quien dedica tres escritos (el segundo capítulo y los dos artículos del Apéndice). Luego, en
el capítulo que da nombre al libro, “Nuestros poetas jóvenes”, Giusti realiza un catálogo crítico del conjunto
de poetas, principalmente argentinos, en el que incluye a algunos hispanoamericanos. La lista es abultada y
casi todos ellos han sido publicados en la revista Nosotros: Ernesto Mario Barreda, Enrique Banchs, Eugenio

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Díaz Romero, Luis Doello, Ángel de Estrada, Ricardo Rojas, Evaristo Carriego, Rafael Arrieta, Edmundo
Montagne, Ricardo Jaimes Freyre, Alberto Ghiraldo, José Maturana, Manuel Ugarte, Domingo Robatto, Ale-
jandro Sux, Federico Gutiérrez, Mario Bravo, Carlos F. Melo, Luis María Jordán, Juan Aymerich, Juan Julián
Lastra, Gustavo Caraballo, Tomás Allende Iragorri, Carlos Alberto Leumann, Leopoldo Velasco, Arturo Ponto
Esaclier, Ernesto Turini, Manuel Gálvez, Álvaro Melián Lafinur, Fernán Félix de Amador, Eduardo Talero, Luis
Reyna Almandos, Daniel Elías, Salvador Debenedetti, Luis González Calderón.
En la primera serie de Crítica y polémica escribe sobre José E. Rodó, Giovanni Pascoli, Carducci, Unamuno,
Gálvez, Fernández Moreno, Luis Ipiña, Juan Más y Pí, Florencio Sánchez, Belisario Roldán, Rojas, Ernesto
Mario Barreda, y en relación problemas como la enseñanza y la metáfora.
9. Nosotros, Año IV, N° 27, abril, 1911.
10. A propósito de El libro de los elogios de Enrique Banchs, Nosotros, N° 15, p. 102.
11. Visto y vivido, p. 26.
12. Nosotros, N° 6-7, enero-febrero, 1908, pp. 5-6.
13. Giusti mismo realiza esta distinción en “Generalidades”, en Nuestros poetas jóvenes, p. 9.
14. Fue justamente sobre Luis Berisso que Víctor Pérez Petit en el prólogo a El pensamiento de América del
mismo Berisso afirmó que se trataba de “uno de esos caballeros medievales, esclavos de su lema, completamente
extranjeros en nuestras civilizaciones modernas”, Buenos Aires, Félix Lajouane, 1898, p. XII.
15. Tanto en la reseña de Burbujas de vida como en la nota sobre Las nuevas tendencias literarias, que son
elogiosas, Giusti hacía referencia negativa al modo en que se concebían los libros de crítica en el país. Cfr. las
secciones de “Letras argentinas” de Nosotros de abril de 1908 y enero-febrero de 1909, respectivamente.
16. Visto y vivido, p. 93.
17. Nosotros, Año I, T. 1, N° 5, diciembre, 1907, p. 333.
18. Año V, T. VI, N° 32, septiembre, 1911.
19. En el prólogo de la segunda serie de Crítica y polémica (1924) Giusti había definido la extensión de su
práctica y su concepción de la literatura: “Crítica, si no siempre de libros, siempre de ideas, sentimientos y
costumbres que encuentran su expresión en la obra literaria” (p. 5).
20. Visto y vivido, p. 28. Cursivas mías.
21. Melián Lafinur, Álvaro. Nosotros, Año V, N° 41, pp. 153-154. Con estas palabras establece la continuidad
entre su labor y la de Giusti, a quien reemplaza en la sección de “Letras argentinas”.
22. Año I, N° 4, noviembre, 1907, p. 264.
23. En P. B. T. escribió sobre “El mal metafísico”; el artículo apareció después en la primera serie de Crítica y polémica.
24. “Una cuestión que este libro levanta es la del verso libre, cuestión que ya desde el prólogo el poeta se
apresura a plantear y discutir brevemente. No es éste el lugar para volver sobre tan debatido asunto, cuya
discusión requeriría una amplitud que no puedo darle aquí. Pero es el caso de observar, muy a la ligera, muy
dogmáticamente si se quiere, puesto que a continuación va sin pruebas, que hay composiciones en verso libre
en El enigma interior y en otros libros, nuestros y extranjeros, que, a pesar de todos los artificios tipográficos
no pasan de estar en prosa, en sencillísima prosa. Esa cuestión del ritmo interno es cosa muy delicada y que
nos se resuelve con meras palabras preliminares”, pp. 119-120.
25. En realidad lo había descubierto Bianchi, aunque Giusti llevó adelante su campaña de legitimación desde la
revista. En la primera crítica Giusti lo compara con Almafuerte y Lugones. Sus dos primeros libros Las Barcas
(1907) y El libro de los elogios (1908), fueron publicados por la editorial de la revista Nosotros.
26. Según Giusti, este pensamiento encontraba en Ameghino su figura más representativa.
27. Nosotros, Año II, T. 3, agosto-septiembre, N° 13-14, 1908, pp. 114-116.
28. Giusti se refirió retrospectivamente a este humanismo: “Sin duda la cálida onda de humanismo que circuló
por las venas del Ochocientos, la que incendió en individuos y pueblos el sentimiento de la libertad, impulsó
las revoluciones redentoras de las nacionalidades y los movimientos emancipadores del proletariado, avivó la
exaltación poética del romanticismo y renovó la fe en la fraternidad pacífica de los hombres, esa onda llegaba
ya a nosotros, jóvenes argentinos de principios del Novecientos, lenta, enturbiada y tibia; pero (...) aquella má-
gica fuente de energía espiritual todavía alcanzaba a calentarnos la fantasía y el corazón” (p. 347). Las palabras
pertenecen a “Una generación juvenil de hace cuarenta años”, escrito en 1942 con motivo de la muerte de
Alfredo Bianchi, y reproducido en 1946 en Siglos, escuelas y autores y en Visto y vivido bajo el título levemente
modificado de “Una generación juvenil de comienzos del siglo”.
29. Cursivas mías.
30. A esta mezcla se refiere Guillermo Ara, en su breve presentación del relato “La corbata azul” de Chiappori,
perteneciente a Borderland. Cfr. La prosa modernista. Antología, CEAL, 1980.
31. Año I, T. 1, N° 2, septiembre, 1907, pp. 119-120.
32. Giusti, Roberto F., “La obra literaria de Roberto Payró”, Crítica polémica. Segunda serie, Buenos Aires,
Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires, Agencia General de Librería y Publicaciones, 1924, pp. 9-36. El
artículo se publicó por primera vez en La Nación en octubre de 1917.

196
Trazos malditos

Como cualquier otra denominación, lo maldito es una suprema arbi-


trariedad. Todo nombre es maldito. Pero sólo por convención, y por
respeto a Baudelaire –no a muchos más que a él– decimos maldito
como pronombre personal. Pero si lo maldito nos emociona, es por el
instante de peligro que atravesamos cuando ese concepto se nos cruza
como una centella venida del pasado. Luego, al mirar lo que ha sido
tocado por ese nombre, percibimos que era un objeto o una persona
apacible, placentera. Lo maldito, así, es lo que nos toca y pasa, cual-
quiera sea la superficie rozada. Estos artículos persiguen lo maldito
en la acción de ese toque fugaz, en un Murena, un Perlongher, un
Puig, una Victoria Ocampo. Los malditos siempre precisan de un no
maldito, una no maldita para mostrar que no se trata de una elección
permanente, sino de una promesa luctuosa que flota encima de todos
y a todos alcanza sin haber hecho nada para ganarlo.
Adrián Cangi dibuja los contornos de Néstor Perlongher, una
biografía que obra por oscilaciones bruscas. Mutaciones corpo-
rales tramadas de afectos y preceptos que no cesan de interrogar
las posibilidades materiales de afirmar la vida. Una cuerda
deseante que vibra al ritmo del “autoexilio erótico” que practica
en su experiencia brasilera, persiguiendo el destino de construir
una “comunidad emocional”.
Ariel Schettini recupera la obra de Manuel Puig a partir de sus
lecturas y de los trabajos más destacados que sobre él se han escrito.
Desde las más diversas perspectivas concluye que siempre hay un
Puig disponible para las más diversas propensiones hermenéuticas.
Lectores críticos que rehacen la obra agregando interpretaciones
desde las que siempre se parte cuando se explora un autor.
Ambigua y polémica, tanto por sus lecturas explícitas como por sus
omisiones recurrentes, la obra de Héctor Murena recibió reproba-
ciones frecuentes. Su inclinación hacia un anacronismo que eludía
tratar los problemas que la hora reclamaba con urgencia suscitaba
la desaprobación de la crítica. Así, concluye Diego Poggiese, desa-
rrolló un pensamiento que admitía sus propias contradicciones y,
sobre ellas, una persistente búsqueda de absolutos.
Su prolífera obra es retomada por Luciano Carniglia, quien ana-
liza el filo punzante de sus aseveraciones polémicas, a menudo
apocalípticas, que luchaban por restituir un sentido sacro para
una América secularizada.
María Celia Vázquez repasa la particular lectura que Victoria
Ocampo desarrolló sobre la obra de Virginia Woolf. Una curiosa vin-
culación a partir de la cual se pueden desentrañar los misterios que
rondan las biografías literarias. Afinidades electivas entre un autor y
un lector que componen una geografía común desde la que pensar las
atmósferas como paisajes que prolongan el sí mismo del escritor.
200

Retrato de un pensador
materialista
Por Adrián Cangi

Situado entre aquellas vertiginosas páginas literarias


y la invención de estilos de vida, Néstor Perlongher
procede por oscilaciones, brusquedades y muta-
ciones. Un “pensamiento materialista” que no se
interroga sobre las finalidades de su acción, sino
que da cuenta de las errancias corporales lanzadas
a la búsqueda de nuevas intensidades. Cuerpos que
piensan por percepciones y afectos y que no cesan
de impedir, una y otra vez, quedar atrapados en el
dualismo cuerpo-mente. Una escritura compulsiva
que expresa el mundo tal y como queda expuesto
en la carne, en sus marcas y pliegues que atraviesan
sus líneas. Cuerpos que intentan extraer de sus
vidas existencias singulares, desplegándose sobre
un fondo común, su poder creativo. Adrián Cangi
analiza las “operaciones gramaticales” que desvane-
cen los sustantivos a partir de una poética sensual
que reconstruye las escenas, explorando las fuerzas
que se expresan en ellas. Una descomposición de la
sintaxis que revela la intimidad de los más remotos
rincones corporales.
El “autoexilio erótico” que Perlongher profesa en su
experiencia brasilera bajo el influjo del tropicalismo,
le permite lograr un nivel de conexión con un social
deseante que vibra como fondo de sus prácticas esté-
ticas. Una auténtica “comunidad emocional” capaz
de obrar como materia inspiradora de una resisten-
cia donde la calle y los submundos carnavalescos
destilan los sabores de la creación.
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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

1. Cuerpo dades en las localidades singulares. El


cuerpo es la gran razón que formula los
Este retrato es obra del trazo o de la man- conceptos. Es el que impulsa a pensar por
cha de color. Se propone un movimien- percepciones o por afectos. ¿Qué es aque-
to motivado por toda clase de espacios llo común a los que enaltecen el cuerpo?
empíricos que hacen real una presencia Parten por interrogar la teatralización de
corporal. Se trata de una impresión deter- la carne y la herida como azar configu-
minada por el motivo obsesivo que la rante de la expre-
anima. La intención última de un retrato sión. El retrato Entre el linaje de nuestros
es hacer ver, trazar una silueta, ensayar un del cuerpo es una pensadores materialistas qui-
contorno, definir un ritmo. Entre el lina- cicatriz del alma. siera detenerme en Néstor
je de nuestros pensadores materialistas Un sustrato, resto Perlongher y en las relacio-
quisiera detenerme en Néstor Perlongher o color que impul- nes que traza con otros escri-
y en las relaciones que traza con otros sa las potencias de tores. En nuestras tierras al
escritores. En nuestras tierras al pensador creación. Un cata- pensador materialista hay
materialista hay que buscarlo entre las lizador que trans- que buscarlo entre las pági-
páginas literarias y la invención de estilos forma la carne en nas literarias y la invención
de vida. Aquello que lo define, en una verbo y donde por de estilos de vida. Aquello
pincelada gruesa, es la preferencia por el su intermedio se que lo define, en una pince-
cuerpo y el tránsito. Su movimiento no opera la inversión lada gruesa, es la preferencia
pregunta por el punto de partida o por de los valores. El por el cuerpo y el tránsito.
el fin. Su naturaleza y carácter es conflic- cuerpo duda entre
tivo. Se encuentra dispuesto a cambiar de la dureza del cristal geométricamente
rumbo y a transformarse. Sus prácticas ordenado y la fluidez de las molécu-
se abren a la irrupción de lo otro, de lo las blandas y deslizantes. Se dice como
extraño. Sus modos buscan las lindes y material intermedio, como envoltura que
las discrepancias de valor. Evoca lo múl- evoca superficies planas o alabeadas en
tiple, habita entre tierras diversas, afirma el espacio. Por ello, Perlongher puede
la oscilación sin fin. Siempre a mitad de predicar como tarea de la literatura un
camino destila afiebrado una experimen- escribir/inscribir en los cuerpos. Como si
tación como potencia activa y selectiva. dura y suave, resistente y blanda, la carne
Reconoce que lo experimentable es una dudase entre fluido y sólido.
vida y nada más… pero cada vida tiene Tanto la piel como el soporte de la
su ritmo y modo de modificarse, su dura- escritura son tejidos. Superficies, al fin,
ción y poder. Dice en la escansión de su en las que se inscribe el tatuaje o el tajo
escritura que una vida es el camino de sí como presión de un objeto punzante.
misma y que su esplendor se debe a su En el germen de una forma hay una
potencia expresiva, a su estilo. marca de pluma o de puñal. Los cami-
Para el pensador materialista todos son nos del pensamiento y de la existencia
cuerpos. Cuerpos enmarañados, náufra- son trazados e inscriptos en la carne.
gos, abandonados, desdichados, gloriosos La carne es la potencialidad de la exis-
e incluso siempre pudriéndose, siempre tencia, la condición de posibilidad de
derrumbándose. Cuerpos que habitan las cualidades del mundo, la materia
en tránsito como frágiles pero insistentes cargada de una intensidad apasionada
proyectos de piltrafa. Cuerpos que deam- e igualmente intelectual. En el movi-
bulan erráticamente buscando intensi- miento de su obra, Perlongher no evoca

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

el término carne en sentido directo unidad y el detalle, la macroscopía y


sino que propone un procedimiento la microscopía de las fuerzas. Por un
para desollar y extender los órganos lado, se evalúa lo social maximizando
del cuerpo. Como si el término cuerpo las propiedades como acumulación y
resultara insuficiente por estar aprisiona- riqueza, stock y flujo, circulación y capi-
do en el funcionamiento jerárquico de tal; por otro, se avanza minorizando en
los órganos y de la conciencia. Se trata el análisis del átomo y el clinamen, de la
primero, de desollar el cuerpo prisionero mónada y el pliegue, del individuo y el
del dualismo “mente/cuerpo”. Luego, se fractal. Las dos caras del materialismo
trata de extender los órganos allí donde parten del cuerpo y permiten trazar dos
la realidad y la apariencia se confunden, series diversas. Está la que se desarrolla
donde la profundidad y la superficie se por un movimiento dialéctico distribu-
mezclan. Carne es el nombre de una yendo identidades y funcionando por
profundidad superficial, de una aparien- contradicciones lógicas y la que lo hace
cia real de la existencia. El mundo existe sabiendo que todo se repite y que no
irremediablemente expuesto en la carne. existe más que afirmación como repe-
En la exposición erótica de ésta los lími- tición diferencial. En ambas series lo
tes y discontinuidades entre el sí mismo primero que encontramos son cuerpos y
y el otro son traspasados. El yo es vacia- efracción, pensamiento y violencia bajo
do y abandonado anónimamente como el imperativo del cambio. Hay un mate-
carne. Este abandono del cuerpo como rialismo dialéctico y también hay un
materia indiferente pone en movimien- materialismo aleatorio. Perlongher cree
to una anomalía salvaje. La de multipli- en este segundo como aquel que puede
cación de zonas erógenas y modos de comprender la violencia de la carne
intensidad que estallan en la superficie como intensidad y alegría trágicas, como
entre los cuerpos. La carne expuesta el que puede extraer de la vida el poder
como materia indiferente niega las reglas de creación, como el que puede trans-
de la propiedad privada del cuerpo y formar el resentimiento en potencia
abre en la búsqueda de continuidad vital. Por ello, su gesto indica una doble
de la vida, lo sustracción: del examen de las verdades
Perlongher busca en la escritu- común. La como forma del juicio y de las lógicas
ra un teatro de fuerzas en pura c o m u n i d a d de la identidad como presencia de uni-
exterioridad que no cesa de de la carne dad. Intuye que el movimiento se dice
afirmar el acontecimiento como expuesta. La como imagen del pensamiento y como
herida en la carne. Sus procedi- carne, para materia del ser. Que todo es siempre la
mientos de escritura y de crítica Pe r l o n g h e r, misma cosa y que no hay más que un
son evaluaciones inmanentes es la super- solo y mismo fondo. Que todo se distin-
de experiencias vividas. ficie donde gue por el grado y difiere por la manera
se raspa o se en la superficie de los cuerpos. ¿Qué es
tajea. Superficie plegable, desgarrable, lo que evalúa el materialismo aleatorio
extensible que duda entre el líquido en la materia? Que no existe una esencia
y el sólido. La duda del cuerpo entre ontológica que se encuentre mas allá
dureza y fluencia lo es también entre la del mundo sino que todo se expresa
masa inmensa y el movimiento de los completamente en la carne. Que la con-
átomos. El materialismo de Perlongher dición de posibilidad del ser se afirma en
se debate entre la masa y el pliegue, la la superficie material reivindicando que

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no existe necesidad de mediación entre espacios, en la descomposición de la


lo trascendente y lo inmanente sino sintaxis para alcanzar la intimidad de
una estrecha complementariedad. Si hay los recovecos. El cambio que profesa
trascendencia es sólo inmanente y ésta Perlongher en el pensamiento materia-
se dice como exterioridad del ser, como lista es político al nivel de las fuerzas y
potencias del cuerpo. ¿Cómo afecta este no lógico al nivel de las esencias.
pensamiento a los procedimientos de
expresión? Perlongher encarnó en los
sucesos en nombre de la mutación cor- 2. Tránsitos
poral del deseo, imprimiendo en la Encarnación
escritura una zona de mezclas e impreci-
siones. Instaló operaciones gramaticales Los relatos de tránsitos que evocan el
que concretan la subjetividad política nombre Brasil funcionan como crónicas
creadora de estilos de vida con la materia de una experiencia tanto mental como
preindividual. Sintácticamente utilizó corporal. Se producen como prácticas
nexos disyuntivos y formas pronomina- de un ir hacia el otro y entretejen sen-
les neutras como el ni, el se y el lo, que saciones donde la motivación última es
atraviesan su poética en tanto rasgos una voluntad de encarnación entre los
de estilo que afirman procesos imper- cuerpos y una mutación física y moral de
sonales y mutantes. Lo indecidible se la experiencia. Será con los viajes de auto-
inscribe en la gramática como un des- exilio erótico o de iniciación deseante que
vanecimiento de los sustantivos y una el movimiento hacia el otro alcance el
oscilación de los pronombres personales fondo sensible de lo social. Carella, Puig
hasta fundirse en lo neutro. Perlongher y Perlongher en las décadas del sesenta y
busca en la escritura un teatro de fuerzas ochenta alcanzarán en el tránsito un des-
en pura exterioridad que no cesa de vío de los fines, donde resultaba posible
afirmar el acontecimiento como heri- el encuentro de la libido con la energía
da en la carne. Sus procedimientos de social. El otro asegura los márgenes y tran-
escritura y de crítica son evaluaciones siciones en el mundo, la expresión de un
inmanentes de experiencias vividas. Del mundo posible. En los grandes tránsitos
mismo modo que dice “yo creo que los todo se expresa en la carne. Encarnación
espacios están dados para que vos entres significa que la unicidad absoluta del ser
en las leyes del mercado sexual o para coincide con el constante devenir de todas
que los uses para crear nuevas formas de las modalidades de la existencia. Carella,
nomadización” definiendo un modo y Puig y Perlongher parten de un estado de
una orientación de la práctica política, agobio al que resisten, pasan por puntos
afirma que la tarea de la escritura poéti- críticos y terminan descubriendo en el
ca consiste “simplemente en reinventar tránsito la fusión con los cuerpos en la
escenas tratando de captar lo que había efervescencia social. Estos tránsitos no
por abajo o por adentro” definiendo un son huidas o evasiones sino actos de
modo del teatro de las fuerzas. En las creación de sí. No se satisfacen en lo
prácticas políticas crea tensiones al nivel imaginario, se alcanzan en una transfor-
del deseo, en la poesía hace del poema mación real. Pueden ser pensados como
un cuerpo. Las experiencias vividas son impulsos para crear mundos posibles o
épicas sensuales que insisten en la crea- posibilidades de vida. Los aprendizajes
ción de formas, en la multiplicación de que prometen son experimentaciones de

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un camino que se aparta del camino, de busca transformar el encierro, entre beato
una bifurcación o extravío, de un éxodo y puerco, de una Buenos Aires descripta
o una anábasis. El rodeo y el detalle, las por Arlt como la “gusanera humana”.
estupefacciones y los descubrimientos se El amor y la sexualidad dejan de ser
extraen de un paisaje donde se han mez- una “cosa negra” y una práctica repug-
clado mundo y cuerpo, verbo y carne. nante. Descubre una vitalidad eléctrica
Brasil se transforma en una comunidad que toma los cuerpos y los envuelve en
emocional y una nebulosa de afectos flujos e intensidades. Practica las mezclas
llamada por Carella: “Estados Unidos do de la carne y acepta la impureza de los
Fogo”; por Puig: “Siete pecados tropicales” deseos sin represiones. Quedan atrás las
y por Perlongher: “Paraíso”. João Silverio conductas descoloridas de la “gente fati-
Trevisan, autor de Devassos no paraíso, gada, fantasmas apenas despiertos que
comparaba en su apestaban la tierra con su grávida som-
Entre la brisa marítima, el olor primera edición nolencia, como en las primeras edades
a miel en el aire y el calor que los tránsitos eróti- los monstruos perezosos y gigantescos”,
diluye la sangre, un cráneo de cos de Carella y narrados por Arlt en Los siete locos (1929)
color impone una fuerza eró- Perlongher. Carella y Los lanzallamas (1931). Un delirio
tica y un contacto corporal. Se a comienzos de afirmativo toma el cuerpo y exalta la
trata de la sustancia vital de los los sesenta había personalidad. Bajo la luz del trópico los
trópicos, la misma que confun- dejado registro en cuerpos revelan su forma inocente y bes-
de pasión con pecado en Puig. un diario de viaje tial al mismo tiempo. Lúcio, el personaje
ficcionalizado titu- de Orgía, circula por Recife como en una
lado Orgía (1968) de su paso por Brasil. Sodoma tropical y siente que como entre
Inédito aún en español, Orgía alcanza los pájaros, “el macho es más atractivo”.
una inmersión en una centralidad subte- Entre la brisa marítima, el olor a miel en
rránea para un especialista en picarescas el aire y el calor que diluye la sangre, un
porteñas, autor de Tango, mito y esencia cráneo de color impone una fuerza eróti-
(1956) y de Antología del sainete criollo ca y un contacto corporal. Se trata de la
(1957). Movido por potencias deseantes sustancia vital de los trópicos, la misma
y a la búsqueda de una intensificación, que confunde pasión con pecado en
Carella conoce el extravío de los juegos Puig. Fascinado por los “sararás” (negros
de la pasión y el acuerdo “simpático” con rubios del nordeste caracterizados por
el genio colectivo del pueblo brasileño. una ausencia de pigmentación), Lúcio
El dramaturgo no llegaba como Puig a termina agotadoras caminatas en la des-
Río de Janeiro o como Perlongher a São nudez de su cuarto, después de haberse
Paulo, sino al nordeste brasileño para perdido prisionero de atractivos nunca
cumplir un contrato como profesor de antes imaginados. En las calles siente que
Dirección y Escenografía en la Escuela de las personas lo miran, lo abordan
Teatro de la Universidad local. El encuen- con propuestas, lo siguen en un
tro entre él y Recife está atravesado por movimiento expectante.
una mezcla de sensaciones sin matices:
gestos de miseria y lujuria conviven con E de repente surge uma nítida imagem
un atisbo de promesa de transformación em sua mente: dois forasteiros chegam a
social. Aquello que lo conmociona son las Sodoma e pedem hopedagem a Lot. Os
costumbres de los cuerpos. El tránsito del sodomitas, acossados pela luxúria, que-
autor de la Farsa de don Basilio mal casado rem gozá-los. É em vão que Lot lhes ofe-

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rece suas filhas. Êles querem a carne nova, El tacto vibra y busca. Describe trayec-
desconhecida, que lhes proporcionará um tos en una danza bajo la ley del cuer-
prazer estranho. Lúcio pensa com melan- po mestizo. Incesantemente expuesto,
colia que não é um Mensageiro. siempre desviado en el lugar, Lúcio
descubre el nexo que une lo íntimo a lo
El tránsito imprime la plenitud de una colectivo. “Uma excitação sexual se apo-
carne radiante y nueva que mueve pode-
rosas intensidades. La curiosidad de la
carne es táctil pois tocam em suas roupas
para certificarem-se que tecido é, e sua
carne, como se fôsse por descuido... Lúcio
imagina que debe haber pocos extran-
jeros para que él atraiga tanta atención.
Todo parece invitar al contacto.

A franela não é desconhecida aquí, pensa


Lúcio. E não pensa mais porque um
jovenzinho literalmente cai em cima dêle,
apalpando-o como se fôsse uma mercado-
ria à venda. É negro, é lindo e em silêncio
toma-lhe a mão entre as suas. A chuva
que volta a cair quebra o contacto e o
jovenzinho desaparece no tumulto.

Los encuentros del trópico se mueven


al ritmo de la lluvia y del tacto como si
la geografía fuera tanto una experiencia
mental como corporal. Lúcio descubre
que el medio lo implica en el ritmo de
una experimentación proxémica. El espa-
cio subjetivo se habita afectivamente al
ritmo del tacto y un enigma del tiempo
se abre en el resplandor de los cuerpos. El
encanto reside en una cotidianidad donde
el movimiento y el contacto van creando
una propensión al acontecimiento.

Agora, Lúcio sente que uma mão se apóia


em suas cadeiras. Será casualidade? Veste
uniforme e olha para o outro lado.
Hàbilmente maneja as mãos que traz
metidas nos bolsos. Chega até mesmo a dera de todos...”, la fuerza vibratoria del Néstor Perlongher
beliscar Lúcio, suavemente. Também é medio vence las desconfianzas y crea un
negro e, ao sentir-se observado, fica quie- clima alucinatorio. Lúcio arde de vida
to. Depois, olha sua prêsa, sorri e diz-lhe mezclado en un espacio inexplorado que
que é quentinho, e que o deseja... da lugar a la preposición “entre”. En el

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

“país da brasa”, envuelto en las “poten- se pierden en la naturaleza de fuerzas


cias do fogo” practica la conversión y la misteriosas como sutiles inflexiones de
encarnación. Conversión de las calles una vivacidad fisiológica. Recife encarna
de Sodoma en las veredas del Paraíso. a Carella rodeado de un deseo festivo
Encarnación en los giros por las calles, e incesante. Aunque terminara preso y
en los baños de los bares, en las decla- sospechado de traficar armas a Cuba
raciones de amor susurradas. Como si para miembros de las Ligas campesinas
viviera sobre un balancín, Lúcio vence de Pernambuco, requisado policialmente
las melancolías de sus recuerdos y afirma en su propiedad, incluso en su diario, y
que “viver não era apenas uma frase”. En chantajeado por la institución escolar,
un vagabundeo erótico consumado son Carella prefigura la escena del deseo
las flexiones o declinaciones del cuerpo como la captura de acontecimientos
las que se registran fugaces e instantáneos y registra atisbos
Escribir se asemeja a una cami- como crónicas en de un movimiento de mutación.
nata que salmodia el cuerpo. la gramática. El
Testimonio de un vértigo corpo- “entre” que João Declinación
ral y de un pasaje continuo de un Cabral de Melo
estado de equilibrio hacia otro Neto alcanzara en El Brasil mítico de los años ochenta
estado paradojal y refinado. El perro sin plu- con sus carnavales que emulsionan una
mas (1950) en las eclosión de sensaciones e intensifican
sección IV “Discurso del Capibaribe” una multiplicación de simulaciones
(“viver / é ir entre o que vive / O que permite ver una cadena de imágenes de
vive / incomoda de vida...”); Carella cuerpos vibrantes. Liberación sexual del
lo descubre en Orgía (O clima moral “desbunde”, travestis, taxiboys y noches
de Pernambuco é particularmente turbu- interminables del Baixo Leblon conju-
lento, o meio destaca-se pela sensualidad gan alcohol, trips y lujuria. Río “libera-
brutal). Como en las narraciones de do” adonde llegaron tantos argentinos y
Reinaldo Arenas la voracidad sexual de latinoamericanos escapando de los años
Lúcio supera todos los prejuicios, repre- de plomo y represión. Contra la postal
siones y prohibiciones. de morros y costa, en un crisol de gen-
tes, descubrimos a Puig viviendo su pro-
Todos êsses rapazes... dispõem de uma pio exilio mientras escribe en “letra de
liberdade que de outro modo não teriam. mujer” Cae la noche tropical (1988). Su
camisa colorida se deja ver entre putos y
El calor afrodisíaco diluye la sangre y poetas en el arrastre de las conversacio-
propicia las mezclas. El tacto toma y nes sin rumbo. Nadando por las maña-
crea libertad como una fuerza persuasiva. nas y caminando atardeceres aplaca su
Descubrimos que el “entre” tiene nombre soledad. Vive amores a los que desea
de “sarará”, forma de sensualidad brutal perdurables, aunque pasen fugaces por-
y es práctica de una libertad sexual sin tando como todo “garoto de programa”
frenos. La promiscuidad va haciendo del una única filosofía: apenas una buena
deseo una mezcla que da nacimiento a apariencia. Puig vive en Río, pasados
un tercero, a un nosotros. Carella, Puig los 50 años, el amor y el sexo pasional
y Perlongher descubren a “Urano en las mientras registra la íntima consistencia
esquinas” y alcanzan el residuo emocional de la vida en las conversaciones con sus
en el callejeo. Y es en éste que también amantes. El entredecir doméstico revela

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

un tránsito de implicación, donde un A todo esto, dijiste que había cosas muy
vendedor ambulante o un muchacho picantes que me iban a escandalizar. Yo
que pinta muebles serían los lazos con estoy esperando y todavía de picante no
la creencia amorosa y con un dejarse hubo nada.
estar. El impulso de agregación resulta
contrariado en la continuidad amorosa Las hermanas conversan en el exilio
pero festejado en la superficie de la donde Río y Buenos Aires son compa-
cartografía de los cuerpos. Puig busca radas en sus contrastes gruesos. Nidia
en lo semejante y lo cercano, lo lejano y le pregunta a su hermana:
lo diferente. Busca en los garotos, divas
y galanes de celuloide. Descubre en los ¿ella por qué se vino a Rio?
lapsos de lo cotidiano lo extraño y lo
exótico. Los lugares comunes de una Luci responde:
voz de mujer carioca son la materia
prima de una tolerancia que el pro- Ya te dije, por amenazas de las tres A, ¿te
pio narrador dice no haber encontrado acordás?, la Triple A.
nunca en otros sitios. “De alguna mane-
ra nadie te ve ni te observa. La mirada O la referencia al clima:
carioca es otra cosa, no es crítica pero
jamás es indiferente.” En esta mirada ¡Qué feo vivir en un país frío, ya me
practica un “estar ahí” y un “pasaje acostumbré al calor de acá.
hacia el exterior”. Habita “a través de” la A nuestra edad eso no tiene precio, un
mirada, en la “chatura” de la lengua y en lugar donde nunca llega el invierno.
la superficie de los cuerpos. Habita un No sabés cómo sufro cuando vuelvo a
umbral que nombra al mismo tiempo la Argentina.
el estar “adentro-afuera” y el tránsito
mismo. Busca sustantivos y verbos que Y la distinción entre bares que tampo-
le devuelvan zonas semánticas estables y co escapa a la mirada de las señoras:
encuentra flexiones gramaticales como
expresiones elásticas e inestables. Como Yo te llevo a un bar, pero no es lo mismo
lo es un encuentro entre un pederasta y que en Buenos Aires. Acá son mas para
un revolucionario que sólo puede sos- tomar cerveza, y por eso es toda juven-
tenerse en las declinaciones del detalle. tud, o si no hombres solos. Pero señoras
Puig encuentra en Río de Janeiro un no van, y es un bochinche loco. Río no
vivir presente que sostiene el continuo es para gente mayor, ya viste que en la
con sus amores cinematográficos. El playa somos nosotras las únicas.
tránsito oblicuo conquista el recorrido
general donde el engendramiento de las Siempre en la búsqueda del hombre
mezclas descubre las miniaturas singu- verdadero y del amor durable, Puig es
lares. Tan singulares porque alcanzan el movido por la melodía “senda florida” de
humus cotidiano en la fidelidad a una Gardel, uma lembrança (1987):
mirada caleidoscópica y banal. Como
en las conversaciones de dos hermanas Un muchacho solo y extraviado / que
que en el crepúsculo de sus vidas viven también está buscando / la vuelta hacia
de prestado la historia de amor de una el hogar / (...) / El destino.../ era adver-
vecina más joven: so... / mas nos sonreirá.../.

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

Camino sobre un ritmo cuya inclinación callejas estrechas. Hay cierta vocación de
se eleva suavemente y conserva la ilusión monumentalidad: la ciudad presume de
de los placeres efímeros de la sensualidad: ser la Nueva York de Sudamérica. Desde
(...) había imaginado que en ese paseo lo alto de sus súper vigilados bunkers, una
él podía desvestirla para verla a la luz clase media observa y teme a un pueblo en
de la luna, ella se moría de ganas de andrajos, marginalizado pero no melan-
ver si quedaba mejor, más fresca, más cólico. Este abismo social guarda un dejo
joven, con la piel imperial: el esclavismo derogado en títulos
Si el funcionamiento social iluminada por esa se ostenta en las ropas y en las pieles. Todo
expulsa al deseo y condena el famosa luz platea- ello en una heterogeneidad abigarrada.
afecto a la privacidad, los tra- da de la luna (...) Así, en el centro de São Paulo, familias
yectos del deseo descolocan y american way coexisten con putas, lúmpe-
conectan zonas de circulación Escribir se asemeja nes, conejeras de inmigrantes nordestinos,
pulsional. Evocar el tránsito es a una caminata que tugurios de travestis...
experimentarlo en una multi- salmodia el cuerpo.
plicidad de fugas donde deseo Testimonio de un Perlongher describe los medios y la
y violencia conviven. vértigo corporal y escena donde el deseo parece contener
de un pasaje conti- una prefiguración que se actualiza en
nuo de un estado de equilibrio hacia otro la captura del acontecimiento instan-
estado paradojal y refinado. Puig escribe táneo. O negocio do Michê (1987),
tránsitos que son hábitos complejos del Territorios Marginais (1988) y Poética
cuerpo en los que encuentra la embria- urbana (1989) suman una trilogía de
guez del amante. Cae la noche tropical textos donde los medios y la escena
es sensualidad y vértigo en la flexión y permiten alcanzar las nociones de vida
declinación del cuerpo. El vértigo funcio- e invención. “Vivir la ciudad es sentirla
na como una atracción cuyo primer efec- y en ese sentimiento inventarla.” Se
to abruma al instinto de conservación. trataría de una invención que conecta
Destruye la autonomía del ser y abre la lo individual con lo colectivo: la ciu-
experiencia del abismo. El gusto por el dad vivida es imaginada e imaginante.
fondo secreto trama una complicidad Aquello que interesó a Perlongher es
íntima e implacable. Descubrimos que el un desplazamiento de la óptica de
paraíso también es el infierno donde no los territorios, monumentos y espacios
hay tránsito real sin las violencias irrepara- físicos a las comunidades que ellos
bles del cuerpo. Perlongher cartografió las viven. A estas comunidades las llamó
calles, plazas, saunas, zaguanes de los bajos “itinerantes” y procuró sus tránsitos
fondos, guaridas clandestinas, discotecas, implicándose en las líneas de deseo que
pensiones de mala muerte, experimen- describen. Estas líneas pueden ser pen-
tando ceremoniales sórdidos, esporádicos sadas por sus códigos de funcionamien-
y brutales del deseo. Visión del paraíso to, a través de una economía del deseo
(1984) presentaba a São Paulo como y de una cartografía y topología de sus
peripecias como de la producción de
un sistema de laberintos propicios para subjetividad que crean. Los tránsitos
las aventuras eróticas (...) ciudad decidi- describen espacios de transición en los
damente fea. Arroja un efecto de sordidez que Perlongher alcanza la noción de
quizás atribuible a un ruidoso urbanismo “comunidad sensorial” y la trama de
que acumulaba automóviles veloces en sus lazos secretos. El ojo del etnólogo

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

está puesto en la válvula de escape de cercano lo más extraño, así como las
las regiones morales, en los territorios naturalistas hacen de lo lejano y lo
donde se juegan los pactos de carne diferente lo exótico. Para Perlongher
y las “condensaciones instantáneas”. el tránsito es una experimentación de
“Lo primero que se ve son cuerpos los cuerpos como mezcla y del espacio
provocativamente machos: ciñe un blue como secreto singular donde reside lo
jean gastado la escultura de esa teatra- vivo. Si consideramos que lo infinito
lidad del virilismo; telas rústicas, antes vive en lo finito en un atomismo del
opacas que brillosas, que se adhieren deseo, esto confunde las fronteras entre
viscosamente, a una protuberancia que clases de tránsitos y tipos de viajeros.
destacan: hay en esos cuerpos sobre- Los geógrafos y los antropólogos son
expuestos toda una escenificación de cartógrafos y topólogos especialistas
la rigidez, de los varios sentidos de la en espacios y en trayectos. Si la noción
dureza.” Una etnografía urbana que de espacio vincula trayectorias geomé-
capte los tránsitos vibratorios es una tricas a procesos vitales, la noción de
erótica que se desplaza del “yo” al tránsito despliega topologías dinámicas
“nosotros”. Las relaciones y posiciones complejas con un número variable
son el principio óptico de la intensi- de dimensiones. Todo viajero extrema
dad que irá a fundirse en el afecto de una experimentación posicional y rela-
las mezclas. Recuperar el afecto en el cional que pasa “por”, “en” y “entre”
tránsito es una de las motivaciones de los cuerpos. Para describirlos hay que
Perlongher porque los climas afectivos decir que son los que viven “a través
y sensuales permiten que “cada instante de”, expresiones preposicionales mas
sea más de lo que es”. Si el funciona- que zonas semánticas estables. Como
miento social expulsa al deseo y con- en Carella y en Puig, las flexiones y
dena el afecto a la privacidad, los tra- declinaciones del cuerpo se correspon-
yectos del deseo descolocan y conectan den en Perlongher con expresiones
zonas de circulación pulsional. Evocar preposicionales. La crónica ficcional, la
el tránsito es experimentarlo en una novela o el ensayo se traman de restos
multiplicidad de fugas donde deseo y y excedentes que tratan a la posición y
violencia conviven. La violencia festiva la relación como un ensanchamiento
es la que pone en peligro y exige la de la ficcionalidad de la ley. Los exilios
superación de sí mismo. Todo aconte- forzosos y las girias carcelarias se despla-
cimiento en el tránsito es topográfico zan de un lado a otro de las fronteras.
porque en el “aquí” se abre la singu- El habitar turbulento enhebrado de
laridad de un mundo y de un cuerpo. traiciones crea el sedimento de los res-
Describir procesos y movimientos pro- tos donde lenguajes carcelarios se unen
duce una mezcla entre lo semejante y lo a viajes lúmpenes y la indistinción es la
diferente, entre lo cercano y lo lejano. única fidelidad. Caprichos, desvíos y
La intersección de estas dimensiones errores de los lenguajes transmutan las
define una cartografía de los cuerpos o miserias cotidianas. El tránsito afirma
una “corpografía”. Para los viajeros fan- el desliz y la mezcla, la indistinción y el
tásticos, el viaje es una declinación de error de los lenguajes a la deriva que no
lugares quiméricos; para los naturalistas respetan a los idiomas estabilizados. La
lo es de lugares físicos. Las cartografías literatura siempre ha vivido de los res-
fantásticas hacen de lo semejante y lo tos y saca partido de las declinaciones.

209
210

Lectores argentinos de
Manuel Puig
Por Ariel Schettini

Toda obra literaria es también un conjunto de


lecturas y discusiones que se suscitan alrededor
de ella. De este modo, Ariel Schettini valora la
escritura de Manuel Puig recuperando la histo-
ria de sus lecturas, a partir de las más importan-
tes tesis que en nuestro país se elaboraron sobre
el escritor. Aquellas que reconstruyeron su
objeto levantando las armas de la crítica cultu-
ral del marxismo, y aquellas otras que vieron en
el autor de El beso... una construcción de obje-
tos narrativos exteriores a la propia cultura lite-
raria; a menudo fetichizada y autorreferencial.
Escritor que liga determinadas prácticas sexua-
les con valores sociales específicos; adscripto al
universo del cine, el musical y las demás artes
visuales; o como erudito de la cultura pop,
siempre hay un Puig que, a través de las más
diversas máquinas hermenéuticas, se fragmenta
y se disuelve precisamente para ser reconstrui-
do. Héctor Schmucler, Ricardo Piglia, José
Amícola, Alberto Giordano, Jorge Panesi, Alan
Pauls, Graciela Speranza, César Aira y Daniel
Link son los nombres que Schettini nomina
a la hora de recortar un conjunto de lectores
críticos. Lectores que rehacen la propia obra al
agregar capas interpretativas luego de las cuales
ninguna escritura vuelve a ser la misma.
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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

La primera escena de la historia de las en un punto de inflexión de la litera-


lecturas de la obra de Manuel Puig es tura después del cual no hay retorno.
un relato que se transformó en una Casi inmediatamente después de ese
leyenda y es, al mismo tiempo, el lugar episodio (en 1969, 1971 y 1972)
común del joven escritor postergado aparecen tres lecturas que sellan por
por el establishment. En 1968, el largo tiempo el destino de la lectura
jurado del concurso de novela de la de Manuel Puig.
revista Primera Plana se divide entre Héctor Schmucler, Josefina Ludmer y
Severo Sarduy (que defiende Boquitas Ricardo Piglia, respectivamente, cons-
pintadas como la ganadora) y Mario truyen no sola-
Vargas Llosa y Juan Carlos Onetti que mente los mar- Héctor Schmucler, Josefina
la desestiman. Finalmente, se dice que cos dentro de los Ludmer y Ricardo Piglia, res-
Onetti dio el veredicto final: la voz del cuales se leerá la pectivamente, construyen no
escritor estaba tan fundida con la de novela de Puig solamente los marcos dentro
sus personajes que se corría el riesgo sino que le dan la de los cuales se leerá la nove-
de que el escritor mismo tuviera el legitimidad de un la de Puig sino que le dan la
registro verbal de sus personajes. objeto inteligible legitimidad de un objeto inte-
por la academia. ligible por la academia.
Cuando la presenté a un concurso de En el caso de
novela en Buenos Aires, Juan Carlos Schmucler2 se trata de leer en Boquitas
Onetti no quiso darme el premio porque pintadas una estrategia del leguaje que
dijo que yo copiaba a tal punto la cul- implica a los sujetos en un lenguaje
tura popular que no se podía saber cómo alienado (la clase y las construcciones
era mi verdadera escritura.1 simbólicas de la clase) que impide
hablar a los sujetos y hace que siem-
La historia o el mito quieren que ese pre “sean hablados”. Piglia3 lee en La
juicio del máximo escritor rioplatense traición de Rita Hayworth y en Boquitas
del momento selle el destino de la pintadas un destino de la burguesía
obra de Puig. En ese juicio oral, que nacional que niega, rechaza y oculta
está a mitad de camino entre la valora- todos los gestos que impliquen al cuer-
ción estética y el comentario insidioso, po y sus estrategias de placer. La novela
Onetti se convierte en un personaje de de Puig se trata, entonces, de un debate
Puig para mostrar el desprecio sobre en el interior de la cultura en la cual
una obra en ciernes del mismo modo el libro mismo, en tanto memoria del
en que previsiblemente, un personaje pasado y reconstrucción de los hechos,
de Puig tendría dificultades en enten- no es sino la traición imaginaria a una
der La traición de Rita Hayworth como ley irrecusable. En ambos casos se trata
literatura y, mucho menos, como la de usar los instrumentos de la crítica
gran literatura argentina del siglo XX. cultural del marxismo para ponerlos en
La novela es recompensada con la pri- una escena nacional.
mera mención… Ya David Viñas en 19694 había ade-
Pero aun cuando el mismo Puig no lantado en un artículo sobre la nueva
perdió oportunidad para lamentarse narrativa argentina el lugar de Puig
por el tibio reconocimiento que tenía como uno de los epígonos de Cortázar,
su obra en Argentina, lo cierto es que cuyo valor residía en un tipo de uso y
la crítica no cesó (no cesa) de ubicarlo sustracción del cuerpo mediante la

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

técnica cinematográfica. En esa lectura con su tesis, la obra de Puig se lee


precursora Puig es un nuevo momento desde la crítica social de Roberto Arlt
de la construcción de la vida íntima y las experimentaciones vanguardistas
moderna en Argentina. de Julio Cortázar. Los tres casos son
Josefina Ludmer5 es la primera lecto- una serie de exposición de los idea-
ra que hace de Puig un escritor que les pequeñoburgueses (del lado de la
reflexiona sobre su propio trabajo y su crítica social) y una continuidad de
propia escritura: Boquitas pintadas es exploraciones sobre los géneros (del
una colección de tipos de narrador y lado de la construcción literaria).
de estilos de escritura. Según Ludmer, Esa tesis de Amícola es impugnada
en los intercambios de cuerpo y len- por Giordano desde la distancia de
guaje se cuelan dos formas correlativas los escritores frente a sus propias tex-
y alternativas de leer a Puig: la lectura tualidades. Para Giordano, no se trata
del folletín y la lectura camp de la de apenas “representar” el discurso del
cultura. Josefina Ludmer repone sobre folletín o del cine o de la burguesía: se
la obra de Puig aquello que aparece trata de poner la mirada en un punto
nombrado como el primer escándalo crítico, de hacer de esos géneros no sólo
de su obra: las novelas de Puig no instrumentos de representación sino,
fetichizan la literatura del modo en el también, instrumentos de la crítica de
que lo habían hecho los grupos alre- los espacios culturales que ocupan esas
dedor de las revistas Sur y Contorno. representaciones y el modo irónico,
Sus objetos narrativos son exteriores paródico o abiertamente crítico con el
a la literatura y sus debates no tienen que se construyen las lecturas.
la cultura letrada europea como su En ambos casos los críticos tratan de
centro de focalización. Y aun así, es darle a Puig un contexto y un modo
narración (que habla sobre los modos de valorar el contexto dentro del cual
de narrar) al mismo tiempo que es jui- se pueden leer sus obras. Más allá de
cio y valoración (que pone los juicios y la polémica, los trabajos de Amícola
los valores en escena). y Giordano tienen un valor funda-
A partir de estas lecturas, se puede mental en la historia de las lecturas de
decir que esa doble mirada de y sobre Puig. Son las primeras tesis que ponen
Puig se sostuvo casi de modo constan- sobre la obra de Puig una lectura
te: la crítica no ha cesado de pensar el ordenadora, comprensiva y detallada
modo en el que aparece el valor en las sobre la obra completa. Establecen, en
novelas de Puig. sus dos estilos divergentes, el marco
De hecho, dos de las tesis más impor- de lectura de una obra que se ofrece
tantes que se escribieron sobre la obra para el estudio. Colmado de legitima-
completa del autor, las de José Amícola ciones teóricas y filosóficas en el caso
y las de Alberto Giordano6, polemizan de Amícola o releyendo, revisando y
y luchan por el lugar exacto donde apa- poniendo al día la bibliografía sobre el
rece el juicio de valor en las novelas. autor, en el caso de Giordano, ambas
Amícola fue acaso el primer crítico en obras son ineludibles para el estableci-
construir para Puig un linaje y una miento completo de la obra de Puig.
serie de precursores en la historia de la Si el valor ético y estético de las nove-
literatura, ubicándolo en una historia las de Puig es un problema para la crí-
de la heterodoxia literaria. De acuerdo tica, también lo son los acercamientos

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a la sexualidad. Desde la crítica de güística) y la conversación de los per-


Piglia, las diversas aproximaciones a sonajes sólo trata de desidentificar o de
la sexualidad como problema no han desmarcar un campo minado. En ese
dejado de ser un asunto recurrente de contexto y a partir del modo en el que
la crítica. En 1983 Jorge Panesi7 cons- Puig se acerca a nombrar las sexualida-
truyó el espacio de debate sobre lo que des, Link encuentra una nueva familia
sería el tema de la crítica que explora de autores para comprender su obra: su
el mundo de los sexos y los géneros rasgo distintivo
en la obra de Puig. Lo masculino y lo sería la subversión En uno de los trabajos más
femenino es entonces una guerra que de todo aparato minuciosos de análisis sobre una
se combate en los espacios ocupados identificador, de obra de Puig, Alan Pauls analiza
por los personajes (la familia, la cárcel toda posición de La traición de Rita Hayworth
y otras instituciones de control), en clase y del siste- con todos los instrumentos de
el vocabulario de los géneros y en los ma de represen- la crítica cinematográfica: lee la
campos de batalla elegidos por ambos tación. Puig pone novela como si se tratara de una
bandos. Desde El beso de la mujer en escena la voz película que mira al cine.
araña, un texto donde claramente de Arlt, podría-
Puig toma posición con respecto a los mos decir siguiendo a Link, para cons-
debates sobre el género, el tema de truir un nuevo desmoronamiento del
la homosexualidad no ha cesado de lenguaje y una renovada crítica del dis-
formar parte de un una discusión tan curso que impugna toda clasificación y
ardiente como equívoca. toda mirada ordenadora de la identidad
José Amícola8 lee en el discurso de la social y de las prácticas sociales. Ahora
homosexualidad el primer discurso se trata de leer a Puig junto a Walsh y
modernizador de la literatura de Puig: junto a Lamborghini.
un nuevo tipo social y un nuevo modo En uno de los trabajos más minucio-
de evaluación de ese tipo social. Pero sos de análisis sobre una obra de Puig,
también encuentra en las notas al pie Alan Pauls10 analiza La traición de Rita
una verdad “científica” del narrador y Hayworth con todos los instrumentos
una toma de posición didáctica que de la crítica cinematográfica: lee la
interviene sobre el vínculo entre prác- novela como si se tratara de una pelí-
ticas sexuales y valores sociales. cula que mira al cine. Planos, encua-
Años después, Daniel Link9 hará del dres, secuencias, montajes y continui-
tema de la sexualidad un problema de dades narrativas le permiten a Pauls
construcción desestabilizarte del len- señalar el lugar donde Puig, entonces,
guaje: ni Molina ni Valentín tienen se vuelve, como si no hubiera sido un
una identidad per se (el homosexual o escándalo su gesto pulverizador de la
el terrorista finalmente son modos de literatura, un erudito y un coleccionis-
la clasificación y siempre es “otro” el ta de cine. Pauls ubica a Puig en una
que los nombra). Ambas nominaciones galería del consumo cultural moder-
no son sino nuevas “cárceles” para dos no: el cine de Joseph von Stemberg, la
tipos de subjetividad que sobrellevan filosofía de Benjamin sobre la repro-
su nombre. De modo que la cárcel no ductibilidad técnica o la filosofía de
es sino una metáfora de los modos de los planos y las secuencias de Deleuze.
identificar (las voces de la ciencia en Esa nueva erudición de Puig, leída
notas al pie no son sino otra cárcel lin- por otro erudito del arte, le permite a

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

Pauls descubrir en Puig una máquina noamericano que ocupando su lugar


narrativa como nunca antes se conoció magistral no puede ver el canon del
en la cultura argentina. Una máquina futuro. Muchos años después, el nuevo
que involucra al cine de Hollywood, escritor canónico le rinde el homenaje
tanto desde la revisión de géneros necesario y lo convierte, entonces, en
discursivos en el policial y el chisme, el héroe de toda la literatura; pero ese
en el diario íntimo y las cartas, como espacio de “indiscutible consagrado”
en el modo de construir personajes y Manuel Puig no lo ocupó jamás.
la construcción de un star system y sus César Aira hace de Puig un escritor
mitologías que discuten el límite entre clásico12. Sea bajo la forma de la
la vida privada y la vida pública. representación de la escena originaria
De esa adscripción del universo de de la literatura y la muerte en “El
Puig a las artes visuales y a las for- sultán” (El beso de la mujer araña
mas modernas de reproducción es vendría a reponer el vínculo mortí-
de donde parte la tesis de Graciela fero entre Sherezada y el Sultán, el
Speranza para repensar la obra “des- intercambio de narración que pone
pués del fin de la literatura”11. en juego la vida) o bajo la forma de
Speranza pone el foco en ese aspecto una figura retórica (La prosopopeya)
de la obra de Puig que había sido sos- que le sirve a Puig para hacer hablar
layado: lo lee como un erudito de la a una cultura (y al universo moral de
cultura pop. Puig es entonces el más esa cultura): el mundo visto a través
conspicuo representante de un nuevo de los ojos de la madre joven o, mejor
modo crítico de evaluar la cultura que dicho, del universo simbólico que
puede releer toda la literatura y todo rodea a la madre joven. La obra de
el arte desde nuevas tecnologías. Pero Puig es un ejercicio de justicia poéti-
tomar en cuenta el nuevo universo ca en la que el mundo de los objetos
de la tecnología pone, entonces, a los sale a contar historias para impartir
autores en una una moral sobre los personajes y una
Al final del siglo y después del nueva instancia moraleja sobre las narraciones.
fin de las novelas de Puig, Aira política. La cul- Como si se tratara entonces de un puro
lo condena a ser un clásico: tura pop mezcla acto de magia, la literatura de Puig
ahora es demasiada literatura. y rechaza cate- encuentra ahora su “modo de ser” en la
Aira lo remite a una cultura gorías como las historia de la cultura occidental. Aira lo
del pasado y le da un lugar de lo alto y bajo, compara con Diderot (Jaques el fatalista
híper literario. lee el psicoanáli- y El sobrino de Rameau), con Las mil y
sis como una de una noches, con Kafka, con el Quijote y
las formas del melodrama y disuelve con el Tristram Shandy de Sterne.
mediante el pastiche las fronteras entre Cuando Puig comenzó a escribir,
la cultura popular y la cultura de elites. Onetti lo condenó por haber cons-
El gesto hace de Puig un autor con un truido un objeto dudosamente litera-
sello personal y un estilo propio de las rio... como si hubiera padecido de un
dimensiones de Borges en la literatura déficit de literatura.
argentina. Después de su obra sólo se Al final del siglo y después del fin de
puede pegar un salto hacia adelante. las novelas de Puig, Aira lo condena a
Cuando Onetti descartó la novela de ser un clásico: ahora es demasiada lite-
Puig, se trataba del gran escritor lati- ratura. Aira lo remite a una cultura del

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

pasado y le da un lugar híper literario.


Entre lo insuficiente y el exceso, la obra
de Puig perdura como objeto inagota-
ble y consecuentemente magnético, de
la literatura argentina. Nunca en el cen-
tro ni en la proporción exacta; siempre
una fuerza desequilibrante y una prosa
fluctuante entre el objeto vacío y la
exuberancia de identificación; aquello
que los lectores no han dejado, desde
la primera vez, de puntualizar con sus
lecturas: desasosiego y felicidad.

Manuel Puig,
por Juan Rearte

NOTAS

1. Almada Roche, Armando, Buenos Aires, cuándo será el día que me quieras, Buenos Aires, Editorial
Vinciguerra, 1992.
2. Schmucler, Héctor, “Los silencios significativos”, Revista Los libros N° 4.
3. Piglia, Ricardo, ”Clase media cuerpo y destino” en Nueva Novela Latinoamericana (Jorge Lafforgue comp.)
Buenos Aires, Paidós. T. II.
4. Viñas, David, “Después de Cortázar: historia y privatización” en Cuadernos Hispanoamericanos, N° 234,
Madrid, junio 1969.
5. Ludmer, Josefina, “Boquitas Pintadas, siete recorridos” en Actual. Revista de la Universidad de Los Andes,
enero-diciembre de 1971, Año II, N° 8/9.
6. Ver Amícola, José, Manuel Puig y la tela que atrapa al lector. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
1992; y Giordano, Alberto, Manuel Puig. La conversación infinita. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2001.
7. Panesi, Jorge, “Manuel Puig, las relaciones peligrosas” en Críticas, Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2000.
8. Amícola Ibíd.
9. Link, Daniel, Clases. Literatura y disidencia. Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2005, Parte 4, cap. 1973.
10. Pauls, Alan, Manuel Puig: La traición de Rita Hayworth. Buenos Aires, Hachette, 1986.
11. Speranza, Graciela, Manuel Puig. Después del fin de la literatura. Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2000.
12. Aira, César, “La prosopopeya”, 1994, en www.beatrizviterbo.com.ar/ineditos; Aira, César, “El sultán”, en
Revista Paradoxa, 1991, VI, 6, pp. 27-29.

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216

Ecos lejanos, voces tenues: apuntes


para la crítica de H. A. Murena
Por Diego Poggiese

A menudo la crítica literaria evidencia cierta pe-


reza cuando evita formularse sus preguntas fun-
damentales: por qué leer a algún autor, y por qué
hacerlo en el momento en el que el crítico lo recla-
ma. Diego Poggiese nos recuerda la importancia
de estas preguntas cuando él mismo se pregunta
por el sentido de retomar una obra ambigua y
polémica, tanto por sus lecturas explícitas como
por sus omisiones recurrentes. Se trata de Héctor
Murena, cuyas provocadoras voluntades incita-
ron impugnaciones sesentistas, reprobatorias de
su manifiesto gusto por el “anacronismo”, que
eludía pronunciarse sobre el tratamiento de los
problemas que la época reclamaba con urgencia.
Murena también despertó silencios en los seten-
ta, quizá por su intolerable pesimismo capaz de
sospechar del socialismo, al que equiparaba con
el capitalismo tardío, como un designio fatalista
de la razón instrumental de occidente. La indi-
ferencia de los ochenta tampoco pudo encontrar
allí un estímulo inspirador en un pensamiento
que procede por sus propias contradicciones,
torsionándose sobre sí mismo y obsesivo por los
efectos polémicos de los que emergerían verdades
en un improbable, aunque empecinado, camino
hacia la búsqueda de absolutos.
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El arte devuelve la angustia olvidado o silenciado. Otras, se per-


a la boca de los hombres, mite la canonización de una obra
toda obra (incluso maestra) postergada. Otras más, la domestica-
desalienta al autor, ción de una obra revulsiva en la con-
humilla a quien la prueba, sagración de un museo escolarizado.
pues estanca el río del tiempo En los vaivenes del paso del tiempo,
mediante la implacable forma podríamos leer las preguntas que
que es del tiempo atraviesan la historia de las lecturas
miedo. críticas de la literatura argentina:
“¿Y ahora, por qué leo esto?”
H. A. Murena “Toda obra, toda vida” Nos permitimos una reflexión imper-
F. G. Un bárbaro entre la belleza tinente, que supone extender a la críti-
ca las inquietudes
A veces, la crítica literaria tiene que nos interpe- El tiempo le da al lenguaje críti-
en el tiempo un aliado que corroe lan sólo a veces, co el espacio necesario para que
como un ácido: su decurso pone al en el encuen- la voz se torne audible; le da a
descubierto una mayor cantidad de tro con algunas la obra la distancia para que se
elementos de juicio, de apreciación, manifestaciones ilumine desde una perspectiva
para interpelar una obra; y al mismo puntuales de la reveladora o, al menos, justa; le
tiempo modera las voces que se con- literatura. Tal da a los escritores involucrados
vocan en esa lectura. El paso de los es el caso de la un desfasaje que los libera de
años amplifica los ecos, vuelve más obra de Héctor urgencias y contingencias.
sutiles los efectos, modera las pasio- Álvarez Murena.
nes y los disgustos, puede explicar Escritor argentino que transitó con
mejor. Hasta cuenta con algunas suerte dispar las décadas que van
muertes, otras vejeces e incluso, desde mediados de los cuarenta hasta
en contados casos, mejores y más mediados de los setenta en que murió,
confortables condiciones de vida y y cuya tenue pervivencia se dio en un
de trabajo que asordinan los chirri- sentido más o menos similar. La pre-
dos que suponen la tensión entre la gunta “quién es Murena” aún es más
subjetividad de un lector crispado y o menos pertinente, aunque durante
una obra polémica, o bien explican un tiempo fue casi indispensable en el
el enmudecimiento y la torpeza de inicio de cualquier lectura, ya que sus
un lector fascinado frente a la obra libros no se reeditaron durante más
que lo desborda. El tiempo le da al de dos décadas1, y las referencias al
lenguaje crítico el espacio necesario escritor aparecían ensombrecidas por
para que la voz se torne audible; le el recelo o el misterio. Hugo Savino2
da a la obra la distancia para que se da cuenta de este silencio, con un
ilumine desde una perspectiva reve- enunciado provocador:
ladora o, al menos, justa; le da a los
escritores involucrados un desfasaje Murena murió en 1975 –en mayo–.
que los libera de urgencias y con- No sé si hartó de ver. (...) Nadie lo cita.
tingencias. Algunas veces el ejercicio A los diez años de su muerte sólo leí un
de la crítica encuentra en estas con- breve y bello artículo de Juan Liscano.
diciones las posibilidades de rescate No lo citan pero tampoco lo olvidan.
para un autor maldito, injustamente (Savino, pág. 158)

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

Hay diferentes maneras de presentar ra de una verdad agobiante e inalcan-


a Murena como escritor. Una posible zable. Américo Cristófalo6 señala su
es seguir progresivamente (el término llegada tardía a Murena en relación con
es injusto con el autor, por más que las condiciones de recepción en que se
intente remedar la idea de currículo) encontraba su obra:
el recorrido de su obra. En estos tér-
minos podemos sintetizar su produc- Los jóvenes del setenta no alcanzamos
ción en el cruce, más o menos arbi- a leerlo. Murena había dicho cosas
trario, de un criterio genérico y otro insoportables que no leímos a su tiempo.
temporal. Murena publicó cuentos, Estuvo ostensiblemente fuera del campo
novelas, ensayos, poesía y una obra de de lecturas de esos años. O en todo caso
teatro3 en las casi tres décadas en que fue leído en una clave esotérico –román-
se dedicó a escribir. Su labor puede tica que lo deformó y lo situó al borde
seguirse en la vinculación con diver- del absurdo. Nada más antirreligioso
sas revistas y editoriales, desde una que el teísmo sin nombre de Murena,
celebrada participación en la revista nadie más despojado de fórmulas y cultos
Verbum4 o el fallido intento de su pro- de idolatría. Si es fácil entender por qué
pia revista Las ciento y una5, hasta los el clima político cultural de los sesenta
años en que participó activamente en y setenta le fue hostil, que la generación
Sur (en la revista como colaborador de Contorno lo impugnara y viera en
al principio, más tarde en la editorial) él una polémica inadecuación con el
y La Nación o en Cuadernos, Mundo espíritu de la época, es en cambio más
Nuevo y editorial Monte Ávila, ya en extraño, en cierto modo más perturba-
la década del sesenta. Recibió algunos dor, que hacia mediados de la década
premios por sus textos y hasta fue del ochenta, los dueños de Benjamin en
bien recibido por el público. la Argentina, no lo leyeran, no vieran
Una segunda forma de presentarlo es la a quien “en más de un sentido –como
de recuperar sus efectos de lectura. Esto señala Schmucler– repitió a Benjamin
es bastante frecuente en los ensayos en América Latina” (pág. 105).
que, a partir de la muerte de Murena,
propusieron más o menos periódica- El destiempo, la llegada tardía, el
mente una recuperación y un ajuste anacronismo pueden ser una tercera
de sus lecturas. Durante las décadas en manera de presentarlo. Es cierto que
que su obra apareció más escuetamente la inadecuación con las urgencias de
mencionada, muchos de los ensayos la época era una de las premisas desde
más lúcidos sobre su obra recurrieron a las que Murena desarrolla su obra, y
este hecho para iniciar sus lecturas. Las la plantea desde sus primeros ensayos.
razones por las cuales fue incomprendi- El anacronismo de un escritor que lee
do, los modos en que fue injustamente y piensa la obra de Walter Benjamin
leído, los aspectos de su obra que fue- desde sus primeros ensayos, es una
ron dejados de lado en función de una línea de lectura interesante y que
lectura apresurada o mezquina, son permitiría explicar gran parte de sus
suficientes como para que a partir de decisiones de escritura7. Nos intere-
ellos pueda remontarse una lectura que san, sin embargo, dos lecturas más
dé cuenta de la riqueza y coherencia de cercanas al escritor, que conducen
esa obra, de esa búsqueda en la escritu- este anacronismo a un espacio vital

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LA BIBLIOTECA
Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

que trasciende ese resto que nos deja De manera tácita queda en estos diálogos
en libros. Recientemente la editorial también aquello que el oyente de radio
Ópera Prima publicó una compilación no suele adivinar: la tempestad silencio-
de escritos de diversos escritores cuyo sa que a veces los acompañaba, hecha de
punto en común es el final de sus vidas ademanes vehementes, de gestos de nega-
en un suicidio8. Sin detenernos en lo ción o afirmación por parte de Murena;
complejo del criterio (por arbitrario y de pausados movimientos de cabeza,
por lo que debería deducirse de él), y de un fruncir de
en la discutible decisión de incluir a ojos, de un son-
Murena en la selección, nos detene- reír por parte de
mos en la breve reseña biográfica que Vogelmann. Y
se agrega al final del volumen: las risas, a veces
mudas, a veces
Héctor Álvarez Murena (1923-1975) abiertas.
Este poeta, dramaturgo y novelista fue un Está aquí esa res-
gran conocedor de la realidad argentina piración que es el
a la que criticó con pesimismo. Trabajó ir venir de un diá-
como gerente de la editorial Sur y fue logo de dos ami-
colaborador del diario La Nación tras gos... (pág. 7-8).
realizar estudios de ingeniería y filosofía.
Con fama de huraño y trato difícil, veía Las dos afirma-
la vida con una sensibilidad poco frecuen- ciones de quien
te. En 1975 se halló su cuerpo sin vida en fue la mujer de
su cuarto de baño, acompañado de un Murena sitúan
número considerable de botellas de vino. otras preguntas
Su propia mujer le dedicó la siguiente respecto de su
nota necrológica: “Personaje absurdo, casi obra: “por qué
fuera de nuestra época, interesado por las leerlo (ahora)”
ciencias esotéricas, dotado de una memo- y “cómo leerlo
ria prodigiosa y de una extraordinaria (ahora que, quizás, irrite menos)”. Al
cultura, por señales para otros inadverti- menos son las formas en que podemos
das logra captar la realidad que lo circun- sintetizar las inquietudes que surgen
da con admirable exactitud”. desde Cristófalo, en la medida en que
se supone que ahora sí sabríamos cómo
La referencia nos interesa tanto por lo leerlo. Algunas lecturas intentan regis-
que aporta como por el enunciador: trar las muestras de esa sensibilidad
Sara Gallardo introduce y reedita el sobre la realidad que el paso del tiem-
último libro de Murena, que consiste po permite observar con la distancia
en la transcripción de los diálogos de necesaria. Otras encuentran las sutiles
Murena con D. J. Vogelmann en Radio marcas de singular mirada de la cultura
Municipal, en un espacio que tuvieron americana y occidental de fin de siglo.
entre 1971 y 19729. El libro ve la luz en Otras más pueden revisar de qué mane-
1977, cuando ambos habían muerto, y ra introduce y comprende lecturas que
el prólogo, breve, se centra en lo más tardarían años y hasta décadas en ingre-
anacrónico para esa circunstancia: la sar en los espacios de saber, los debates,
respiración de ese diálogo. discusiones culturales en Argentina.

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

Para decirlo en términos más precisos, Martin Heidegger o Lewis Mumford17,


podemos mencionar algunos ejemplos. cubren explicativamente afirmaciones
Así, en relación con la contingencia, de Murena que, en su momento fue-
podemos leer las observaciones que ron incomprendidas por arbitrarias,
hace sobre las recurrentes revoluciones anacrónicas o descentradas respecto de
cada vez más violentas, y los cambios de las cuestiones que estaban en discusión.
signo político que no modifican dema- Cualquiera de estas lecturas cuenta con
siado el destino, aparentemente inevita- la colaboración del paso del tiempo,
ble, de un país como Argentina10, dejan que permite trazar perspectivas con
de ser de un “pesimista, determinista, corroboraciones más certeras.
denuncialista sin voluntad de cam- De todos modos, el punto de mayor
bio”11 para transformarse retrospecti- coincidencia entre sus lectores más
vamente, en las sutiles inflexiones de lúcidos está en su voluntad de pro-
una voz casi profética. En otro sentido, vocación como modo de interpelar
en relación con un espacio por resquicios incorrectos.
Pueden desprenderse dos ideas su filiación polí- Para ser más precisos, nuevamente,
que recurrentemente afirma tica, es necesario señalan su capacidad para serlo. Y, en
Murena. Una es la idea de des- desbrozar la des- ese sentido, el paso del tiempo juega
plegar un pensamiento que a apasionada des- un papel diferente. La posibilidad de
fuerza de contradecir(se) en cripción que hace provocar, de irritar, de generar una
absolutos pueda irritar o caer del capitalismo discusión o una inquietud inesperada,
en su propia negación, pero tardío, el comu- de despertar reacciones ambivalentes,
también hacer aparecer un nismo y la iglesia tiene dos planos. Por un lado, en la
grano de verdad o la valentía como formas de concordancia entre su proyecto de
para enfrentar, sin autocom- opresión en un escritura y los efectos que genera entre
placencias, las limitaciones de punto homolo- sus contemporáneos. Por otro, en la
la razón frente a una realidad gables12, ponen relación a establecer entre ese mismo
que la desborda. en evidencia su proyecto y la pérdida que puede supo-
compromiso con ner para él una explicación que lo
la indagación de la realidad antes que vuelva menos irritante.
cualquier componenda o adscripción Vamos por partes. En primer lugar,
con lo que él llamaba las “facciones de existen en la obra de Murena una
poder”13. En términos de la afección serie de tópicos recurrentes y pre-
que supone ponerle el cuerpo a la inda- ocupaciones que se mantienen, más
gación de una realidad que lo desborda, o menos constantes, a lo largo de su
podemos leer la convicción de hacerse obra. Uno, la perspectiva metafísica
cargo de las limitaciones de su intelecto sobre el ser americano, sostenida en
y su saber al desplegar como premisa la idea de que el destierro original del
sus “ejercicios de contradicción consigo americano se constituye en una culpa,
mismo”14. Finalmente, es posible recos- un pecado original, que determina su
tar su obra contra voces con capacidad destino. Otro, la condición secular y
de legitimación, y entonces el pensa- desacralizada del mundo occidental,
miento de Adorno en relación con la tecnificado y deshumanizado de la
idea de industria cultural 15, los postula- segunda mitad del siglo XX. Un ter-
dos lingüísticos de Walter Benjamin16 o cero, la función del hombre de letras
la mirada sobre la técnica y la ciudad de en la sociedad. Este último es quizás

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

el más persistente, aunque sus mani- de verdad o la valentía para enfrentar,


festaciones a veces se reduzcan a un sin autocomplacencias, las limitaciones
enunciado en un prólogo, una nota, de la razón frente a una realidad que
un excursus18 en una recopilación. Dos la desborda. La otra, la que no interesa
de esas notas nos sirven como medida en tanto marca la audibilidad de esa
de ese proyecto que pone la profesión respiración del pensamiento, es la de
del hombre de letras como un acto de aceptar que un proyecto así resulta
fe destinado a una subversión perma- intolerable: o mejor, debería resultarlo
nente de los valores culturales contra para saber que se va por buen camino.
los que se recorta. El primero tiene En su libro Ensayos sobre subversión,
que ver con uno de sus primeros tex- Murena presenta más claramente esta
tos, un diario que publicó entre 1949 idea en un ensayo completo: “La
y 1950 en Sur y que tituló “Los penúl- subversión necesaria”19. Allí recurre a
timos días”. En la primera anotación una metáfora, la del portero que mira
del diario anuncia un proyecto de desde atrás del vidrio las figuras que
difícil concreción, que se va a extender pasan por la calle y evalúa desde allí
al resto de su obra: su grado de amenaza, para explicar el
rol del hombre de letras en una socie-
Abril 4. Todo verdadero diario se escribe dad deshumanizada. Entonces, dice,
con decisión de criminal y con íntima misión es la de provocar, aguijonear,
voluntad de santo. Es una repetición de punzar las cristalizaciones y barrer con
los propios asesinatos no exenta de so- todo lo muerto que ellas generan, y
berbia, pero disparada –misteriosamen- eso debe conseguirlo a partir de una
te– hacia la humildad y la perfección. escritura que no le reditúa ningún
Escribirlos es la valentía de afrontarlos y beneficio, ya que, si alguna vez logra
aceptarlos como culpa; interpretarlos sig- imponer sus ideas, tiene que enfren-
nifica esforzarse por hacer desaparecer la tarse inmediatamente con ellas. Llevar
fuente de la culpa. Intento una experien- adelante un proyecto así, con un tem-
cia que puede resultar provechosa: apli- peramento que conspira contra las
car este espíritu a la consideración de los posibilidades de éxito (un horizonte
acontecimientos públicos más que a los que se manifiesta deseado y se resuelve
privados con la convicción de que todos como si se despreciara), le hace anun-
somos igualmente responsables por todo ciar en el prólogo de ese volumen su
lo que ocurre. La duda: respecto al grado misión como escritor:
en que ello podrá resultar tolerable para
los partidistas de cualquier orden, para Este temperamento es además responsa-
los que creen que la verdad está sólo en ble de algunos de los defectos que el lector
alguna de las facciones de la vida. hallará sin tardanza en el libro: repeti-
ciones, contradicciones aparentes entre lo
De la propuesta pueden desprenderse que se dice en una página y otra respecto
dos ideas que recurrentemente afirma al mismo asunto, etc. El autor ofrece a
Murena. Una es la idea de desple- las críticas un blanco fácil y lo sabe. No
gar un pensamiento que a fuerza de obstante, ha dejado que así fuese. Tiene
contradecir(se) en absolutos pueda la esperanza de que sus hipótesis –aun-
irritar o caer en su propia negación, que cuestionables en los detalles– encie-
pero también hacer aparecer un grano rren en el fondo un adarme de alguna

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indiscutible verdad. Y, como autor, está fin de los tiempos una forma de com-
persuadido de que la misión de los auto- prensión consensuada sería un hori-
res, más que la de tiranos que dentro del zonte deseado para esa obra), cómo
espacio impreso que ocupan procuran legitimarlo sin congelarlo (si eso fuera
hipnotizar y maniatar al lector, debe necesario, a riesgo de que se transfor-
consistir en provocar a éste a costa de me en una excéntrica pieza de museo).
disensiones. Por lo menos, lectores capa- Es cierto que las discusiones en las que
ces de disentir son los únicos que busca el intervenía Murena eran anacrónicas en
autor de este libro (pág. 12). su momento y deben ser reconstruidas
para que esas intervenciones cobren
Éste es el punto de mayor continuidad sentido. Y también es cierto que con
en la obra de Murena: un pensamiento el paso del tiempo y los cambios en
que se construye a fuerza de torsionar- las condiciones de recepción, la obra
se sobre sí mismo, una interlocución de este escritor moderadamente mal-
que contempla como inicio el desen- dito, puede ser mejor comprendida,
cuentro. Escribir para ser discutido explicada, justificada en sus puntos
y que en esa discusión aparezca una más difíciles de sostener. Y entonces,
verdad, en lugar ahora que su obra parece entrar defini-
de pretender sos- tivamente en el campo de lecturas que
tener a cualquier se le había negado ostensiblemente20
costo una verdad en los sesenta, ahora que el paso del
indiscutible. tiempo parece haber propiciado la
La crítica sobre la recepción, parece que esas capacidades
obra de Murena de irritación corren riesgo.
encuentra aquí la La provocación en Murena puede
posibilidad de un tener diferentes planos en el orden de
punto ciego. Es las preocupaciones, tópicos o apuestas
decir, si Murena estéticas: algunos de ellos son irrepe-
proclama que tibles fuera del contexto histórico de
la misión de un publicación, otros son directamente
intelectual es irrecuperables. La apuesta por remon-
la de subvertir tar el ejercicio de la contradicción
un conjunto de entraña el riesgo de la incompatibi-
valores vigentes, lidad con un ejercicio de discurso
sean éstos los que crítico que sostiene sobre una lógica
sean, por el hecho demostrativa. Sin embargo hay, al
de que allí gene- menos, un plano retórico en el que la
rará ese disenso obra de Murena parece configurar su
necesario para crítica y dispararla en el mismo sentido
que una cultura se mantenga viva, la en que ella podría haberse proyectado.
pregunta es cómo leerlo. Mejor dicho, La comprensión de un pensamiento a
cómo leerlo sin aplanarlo sobre saberes veces supone la voluntad de captar su
legitimados (con lo que podría ser un respiración, el horizonte incierto hacia
mero importador de discursos, algo el que se dirige, el sonido desacompa-
torpe, algo ecléctico) y cómo leerlo sado de una marcha que no tiene por
sin domesticarlo (imaginando que al qué ser lineal y progresiva. Si no hay

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que hacer de Murena un criminal ni marxismo clásico, la política leninista y


un santo, tampoco es necesario for- la forma histórica del socialismo soviéti-
zarlo a ser más justo ni certero de lo co: esa articulación fue naturalmente
que se propone y puede ser. Murena ofensiva para la cultura de izquierda
inscribe su actividad intelectual en el de los años sesenta y setenta. A su vez, el
terreno de la búsqueda de absolutos énfasis con que incriminó las creaciones
sabiendo el riesgo del fracaso que del liberalismo democrático, las formas
entraña y con la vacilación propia de culturales del capitalismo central, las
quien es consciente de ese riesgo. Y derivaciones nacionalistas y totalitarias
consecuentemente con esa decisión, de la política moderna, tenían natu-
los ensayos críticos más lúcidos sobre ralmente que afectar el gusto de la
Murena, que lo mantuvieron más o ruda derecha argentina e incomodarla.
menos dentro del campo de lectura No decimos esto a favor de esa débil
(un lugar marginal, pero al menos un comodidad intermedia con que tres
lugar) encontraron que más allá de la décadas más tarde se redefinen los
posibilidad de rescatar sus sutilezas o revolucionarios de entonces y, los
aciertos debían ahondarse en el riesgo otros, tullidos doctores, juristas cóm-
de reposicionarlo con enunciados con- plices. Murena no escribió para nin-
densados y provocadores. Así pode- guna iglesia (Cristófalo, pág. 101).
mos leer tres diferentes, de distintos
períodos21, que tienen la capacidad de Los resaltados son nuestros, y preten-
abrir discusiones a partir de su obra: den señalar, no más, aquellos puntos
en que el tono de la afirmación con-
Tampoco se fascinó con el chuf-chuf de tinúa aquella persecución del enun-
Saadi-Carnot. Ni con las conversacio- ciado condensado y provocador. En
nes de escritores. Ni con las incursio- la escritura de sus críticos más lúcidos
nes en el género chico. Ninguna ambi- se prolonga esa voluntad de jugar con
ción por fundar la esperanza. Nada de los absolutos, ese ejercicio de riesgo
andar por los escenarios. (...) Todos que pone la escritura al borde de la
van y vienen y nadie se olvida de él. arbitrariedad, la desmesura y el error,
Es lógico. Uno que logró escapar en “el pero que también ataca la ausencia de
crisol de la metáfora”. Uno que no se discusiones, busca la ebullición en las
hizo escritor para gozar sino por aparentemente tranquilas aguas de la
mandato, por interés. Y no parece conversación académica, revuelve con
que entre sus intereses estuviera el voluntad de polémica. Seguramente
de rendir cuentas al género humano no son justas las diatribas de Savino
(Savino, pág. 166). contra el campo de los escritores, pro-
[Murena] en más de un sentido, repitió bablemente es desmesurada la posi-
a Benjamin en América Latina (...) bilidad de repetir nada menos que
no eludió la pobreza ni la soledad. Fue a Benjamin, y es irritante el juicio
un hombre de coraje: se obstinó en generalizado que descerraja Cristófalo.
atravesar los cantos de sirena sin Pero no hay por qué ser ecuánime,
atarse a ningún mástil, como Ulises desapasionado ni bienintencionado en
para evitar los peligros de su encanto la lectura de una obra que no pretende
(Schmucler, pág. 8). concesiones y pone en duda las certe-
Describe allí un nexo lógico entre el zas de un pensamiento sin fisuras.

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

(...) he tratado de mostrar momentos Como una descarga eléctrica residual que
distintos de su pensamiento, diverso y vulnera el apaciguamiento de los años,
uno. Intolerable para un tiempo donde también en la escritura de algunos de
todo parece ser comprendido para ser sus críticos, la obra se prolonga para que
tolerado, consensuado; donde todo es el “por qué ahora”, “por qué esto”, que
negociable. He intentado mostrar lo sostiene cada nueva lectura, mantenga
que podrían ser las llaves de entrada la capacidad de dar sentido resistiendo la
para leer su obra. Tal vez sea nuestra corrosión adormilante del tiempo que a
tarea más relevante: leer a Murena veces canoniza y ordena las voces, como
(Schmucler, pág. 9). mariposas pinchadas en un telgopor.

OBRAS DEL AUTOR

CUENTO
• Primer testamento, Buenos Aires, Sudamericana, 1946.
• El centro del infierno, Buenos Aires, Sur, 1956.
• El coronel de caballería y otros cuentos, Buenos Aires, Tiempo Nuevo, 1971.

NOVELA
(Serie “Historia de un día”)
• La fatalidad de los cuerpos, Buenos Aires, Sur, 1955.
• Las leyes de la noche, Buenos Aires, Sur, 1958.
• Los herederos de la promesa, Buenos Aires, Sur, 1965.
(Serie “El sueño de la razón”)
• Epitalámica, Buenos Aires, Sudamericana, 1969.
• Polispuercón, Buenos Aires, Sudamericana, 1970.
• Caína muerte, Buenos Aires, Sudamericana, 1971.
• Folisofía, Caracas, Monte Ávila, 1976 (reed, Buenos Aires, EUDEBA, 1998).

POESÍA
• La vida nueva, Buenos Aires, Sudamericana, 1951.
• El círculo de los paraísos, Buenos Aires, Sudamericana, 1958.
• El escándalo y el fuego, Buenos Aires, Sudamericana, 1959.
• Relámpago de la duración, Buenos Aires, Losada, 1962.
• El demonio de la armonía, Buenos Aires, Sur, 1964.
• F. G.: un bárbaro entre la belleza, Buenos Aires, Tiempo Nuevo, 1972.
• El águila que desaparece, Buenos Aires, Alfa Argentina, 1975. (reed, Revista Nombres, N° 7, abril-junio, 1996).

ENSAYO
• El pecado original de América Latina, Buenos Aires, Sur, 1954 (reed. Buenos Aires, Sudamericana, 1965).
• Homo Atomicus, Buenos Aires, Sur, 1961.
• Ensayos sobre subversión, Buenos Aires, Sur, 1962.
• El nombre secreto, Caracas, Monte Ávila, 1969.
• La cárcel de la mente, Buenos Aires, Emecé, 1971.
• La metáfora y lo sagrado, Buenos Aires, Tiempo Nuevo, 1973.

TEATRO
• El juez, Buenos Aires, Sudamericana, 1953.

DIÁLOGOS
• El secreto claro (diálogos con V. J. Vogelmann), Buenos Aires, Fraterna, 1979.

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

NOTAS

1. Recién en los últimos años se reeditó más de la mitad de su obra, a saber:


El águila que desaparece. Revista Nombres, N° 7, abril-junio, 1996;
Folisofía, EUDEBA, Buenos Aires, 1998;
Ensayos sobre subversión (seguido de “El nombre secreto”), Octaedro, Barcelona, 2002;
El pecado original de América Latina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006;
Visiones de Babel, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002 (compilación al cuidado de Guillermo
Piro, que incluye la novela Caína muerte, el relato Primer testamento, una serie de cuentos, los libros de ensayos
La cárcel de la mente y La metáfora y lo sagrado y una selección poética).
2. Savino, Hugo, “Murena. La palabra injusta”, Innombrable, N° 1, 1985. Publicado en la edición de EUDEBA
de la novela Folisofía. Las referencias pertenecen a esta última edición.
3. Para la obra de Murena agregamos una lista de sus libros publicados al final del artículo.
4. “Reflexiones sobre el pecado original de América”, Verbum, N° 90, 1948.
5. Único número en 1953.
6. Cristófalo, Américo, “Murena, un crítico en soledad” en Jitrik, Noé (dir.), Historia crítica de la literatura
argentina. vol. X. La irrupción de la crítica, Buenos Aires, Emecé, 1999.
7. En ese sentido, cf. Schmucler, Héctor, “H. A. Murena”, La Caja. Revista de ensayo negro. N° 10 noviembre-
diciembre, 1994.
8. A. A. V. V. Suicidas. Antología / Prólogo de Benjamín Prado. Madrid. Ópera prima. 2003.
9. El secreto claro (diálogos con V. J. Vogelmann), Buenos Aires, Fraterna, 1979.
10. “Notas sobre la crisis argentina”, Sur, N° 248, septiembre-octubre de 1957.
11. Y con eso, cómplice: Afrontarse explícitamente con los adversarios me parece mucho mejor que confrontarme secreta-
mente conmigo mismo. Al fin de cuentas ‘el argentino silencioso’ de Mallea o el ‘teatro del silencio’ de Murena responden
a la misma coartada que los ‘silencios decretados’ por los Mitre. Viñas, David, El grillo de papel, N° 2, 1960.
12. Nos referimos a lo que llama “la parábola del soldado” en “El estridor del conformismo”, Ensayos sobre
subversión, Buenos Aires, Sur, 1962.
13. “Ensayos sobre subversión”, “Los penúltimos días” Sur N° 175, mayo de 1949; N° 176, junio de 1949; N°
177, julio de 1949; N° 178, agosto de 1949; N° 179, septiembre de 1949; N° 181, noviembre de 1949; N°
183, enero de 1950 y N° 186, abril de 1950.
14. Prólogo a El pecado original de América.
15. “El espíritu hacia las catacumbas”, Cuadernos N° 76, septiembre 1963.
16. “Sobre la naturaleza del verbo”.
17. En este sentido es interesante el dossier dedicado a Murena en la revista Artefacto. Pensamientos sobre la
técnica, N° 4, octubre 2001, pp. 97-129.
18. La cárcel de la mente es una recopilación que hace Murena de sus propios ensayos en la década en que no
publica nuevos de ensayos, sólo reedita ensayos ya publicados (El pecado original de América, El nombre secreto,
La cárcel de la mente). El período va de 1962 a 1973. Este volumen en particular se caracteriza por poner la
escritura en una serie de pequeños prólogos a cada ensayo, que van formando una escritura paralela que traza
una especie de autobiografía intelectual del escritor.
19. Op. cit., pp. 14-48.
20. Cristófalo, p. 105.
21. Hasta el artículo de Cristófalo los ensayos y artículos acerca de la obra de Murena son espaciados, relativa-
mente pocos y, en general, parecen dialogar entre sí, formando un corpus bastante particular.

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Matar o morir. Murena y la


transfiguración del espíritu
Por Luciano Carniglia

Traductor, editor de libros y revistas dispares,


novelista, poeta, ensayista y hasta conductor de
radio, Héctor Murena desempeñó un papel deci-
sivo en la cultura argentina de los años cincuenta.
Tanto, que se recurrió a su nombre para rotular
cierta corriente de pensamiento forjada en el exi-
lio del aplauso: el murenismo, que buscó restituir
el destino sagrado de América en un mundo cada
vez más orientado hacia la secularización. Con
una clara vocación fiscalizadora de lo existente,
Murena hace del anatema su recurso principal.
Luciano Carniglia da cuenta de los bordes pun-
zantes de sus juicios, que hallaban en la revela-
ción apocalíptica una profecía de la tan anhelada
conciliación. Analizando la apropiación crítica
que Murena hace de Poe, de Martínez Estrada y
de Roberto Arlt, Carniglia repone el movimien-
to mureniano que sienta las bases para el surgi-
miento de una hermenéutica argentina y ameri-
cana. En el transcurso de estas páginas, el afán
disruptivo de Murena se revela como exhortación
a crear, por sobre la cartografía heredada, nuevos
horizontes para las fuerzas vernáculas.
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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

Extraña figura dentro de la historia pero que laten contra esta creación”4.
intelectual argentina, la obra de Héctor Señalando, de este modo, un punto
Álvarez Murena portó desde sus comien- ciego en los alcances explicativos de
zos la atracción y el estigma de lo incla- la discursividad científica imperante,
sificable. Desarrollada a lo largo de tres legitima su incursión en el ámbito lite-
décadas, sus incursiones en la novela, la rario como espacio de manifestación
poesía y el género ensayístico lo llevarán privilegiado “de las fuerzas humanas y
al ejercicio de una crítica lúcida, involu- sobrehumanas que hacen que el trozo
crada en el marco mayor de las cuestio- de orbe llamado América milagrosa-
nes relevantes a su propia época. mente ande y que su andar sea a la vez
Siendo América su foco de atención tan extraño y dificultoso”5.
predominante, la apropiación crítica que El recorrido que iremos trazando visi-
Murena realiza de ciertos autores america- ta las estaciones principales de un
nos reproduce o más bien prefigura, con peculiar ejercicio crítico del abordaje
algunos matices, la actitud fundamental literario que, en su andar, desembo-
que el crítico Emir Rodríguez Monegal cará en una interesante elucidación
atribuía, allí por los años cincuenta, a la en torno al arte, la literatura y al rol
generación de los contornistas: que juegan en la gesta de una nueva
espiritualidad americana.
Ese análisis, esa demolición, presuponen
algo más que el mero ejercicio de la crítica I. En El pecado original de América Latina,
literaria. Y en realidad, quienes la practi- libro de 1954 reeditado en el 65 por
can suelen ser más creadores que críticos1. Sudamericana y que recién ahora vuelve a
estar disponible en una tercera reedición6,
En el caso de Murena, dado que “las encontramos un primer artículo dedica-
figuras que un artista forja expresan a do a la obra de Edgar Allan Poe.
la vez en la forma más secreta y más Titulado Los parricidas, introduce de
clara los términos decisivos del pro- lleno al lector en la incursión mureniana
blema que su existencia afronta”2, la dentro del ensayo de interpretación de la
literatura será el ámbito propicio para realidad argentina y americana. De este
desarrollar una búsqueda articulada en modo, se inscribe en la serie de debates y
clave metafísica, pujante por esclarecer discusiones en torno a la profunda crisis
la posición y el destino del hombre de valores de posguerra que reconfigura
americano. Tales interrogantes lo lle- el ámbito en el que se batalla por una
varán a desvincularse de especialidades definición de lo nacional.
aisladas como la política, la economía En la lectura de Murena, la escritura
o la sociología, en tanto discursos de Poe irrumpe en la escena americana
estructurados a partir de la categoría como un grito que demanda una restitu-
de totalidad3, ilusoria pretensión de ción. La de la historia que le fue ampu-
lo que denominará “pensar titáni- tada a todo el grupo humano que emigra
co”, el cual, mediante rígidos sistemas hacia inhóspitas tierras americanas.
explicativos, sume al hombre en el
anonimato existencial no resignándose Poe es la voz de ese misterioso drama del
a admitir que “la creación entera se alma occidental, el de toda vida huma-
halla envuelta en los paréntesis de un na que tiene que avanzar de lo histórico
misterio que el hombre no franqueará hacia lo ahistórico.

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Compartiendo el exilio humano del Voz que anuncia la declinación del


Paraíso, América es culpable de un espíritu de Europa, era de esperarse
segundo pecado. Los americanos viven que la obra de Poe fuera recibida
en su continente un nuevo destierro, por aquellos europeos exiliados en la
el espiritual. Europa, reino de la histo- propia tierra. Baudelaire, Mallarmé
ria, ha quedado atrás condenándolos y Rimbaud simbolizan la aversión al
a poblar un mundo ahistórico, un propio padre; el violento aflorar del
destino ajeno al cobijo espiritual de la cansancio por la historia y la declina-
humanidad y al de sus grandes tradi- ción europea de la idea de progreso.
ciones culturales. Para Murena: Murena cifra en el escritor norteameri-
cano esa tarea negativa y necesaria que
Las figuras de Poe componen en total un abrirá juego a una afirmación. Asesinar
monólogo de lucidez delirante pronuncia- al padre para poder vivir; destruir la
do desde el mirador de los expulsados (...) patria cultural europea como desautori-
Significan estrictamente los estados que zación espiritual y búsqueda del punto
padece el alma europea en el destierro”7. de partida a partir del cual enarbolar la
propia palabra. No otra será la lección
Los frecuentes emparedamientos vivos fundamental que emerge de la obra y
y los casos de catalepsia serán repre- figura de Edgar Allan Poe.
sentaciones del sentimiento de muerte
en vida que el espíritu experimenta II. Pero si Poe representa el alma
“entre las rejas del mundo brutal y europea que “refluye sobre sí misma
ahistórico del exilio”. Así también, la para minar y romper la vieja residen-
culpa “constante, encubierta e inexpli- cia”, Martínez Estrada será esa voz
cable” que atraviesa todos los relatos y que entre nosotros vuelca sobre sí una
que el destierro obliga a presuponer. aguzada facultad interpretativa.
Pero será sólo a fuerza de reconducir la Como un nuevo jirón dentro de la crí-
escritura de Poe al corazón de una her- tica a la que Murena somete la cultura
menéutica americana, es decir, desde la americana, Martínez Estrada conden-
óptica de los desterrados, que Murena sa ejemplarmente la extenuación y el
hará brotar el gesto íntimo, el sentido clima intelectual de los años treinta.
profundo y verdaderamente disrupti- El hombre que había escrito esas páginas
vo de sus narraciones. Bajo esta luz, había sufrido también las devastadoras
su obra simbolizará una voluntad de experiencias que nosotros acabábamos
parricidio espiritual, histórico, de ani- de pasar. ¡Pero qué revelaciones había sa-
quilación de la paterna Europa. bido arrancarle a su propia destrucción!,
dirá Murena, tras el encuentro con dos
[Pues] cuando el parricidio no se ejecu- de los principales textos del conspicuo
ta, es porque algún resorte decisivo se ha miembro de Sur: Radiografía de la Pam-
quebrado, es porque los hijos llevarán una pa y La cabeza de Goliat. Era la afamada
vida frustrada e impersonal a la sombra de Década Infame; los años en que un joven
los padres o porque los padres están muertos y compungido Murena experimenta esa
de antemano. Todo el que quiere vivir nulidad e “inexistencia espiritual” ante la
tiene que matar, y sólo después del asesina- imposibilidad de suplir la falta que repre-
to podrá reconciliarse con los muertos (…) sentaba, para todo joven aspirante a hom-
Matar o morir, no hay otra alternativa8. me de lettres, el haber nacido en el exilio

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

histórico-cultural, en la tierra sin nombres horrendo mundo, a recoger en sus ojos las
ni tradiciones, ajena al “solar originario de imágenes hirientes, a pensar.10
la cultura”. Imposibles de compensar, las
desventajas y el tiempo perdido, el plagio Como escribe Américo Cristófalo,
y la repetición se erguían como destino “Murena reconoce en Martínez Estrada
inevitable para la intelectualidad ame- la génesis de una conciencia en torno
ricana. La vedada originalidad tornaba del mal, de un método, “el virus contra
imposible un capítulo vernáculo como el virus”, y de un horizonte: “la obra
continuación de la tradición cultural eu- de Martínez Estrada (...) es de natu-
ropea. Para Murena, este panorama abría raleza profética”11. En efecto, su voz
dos caminos posibles y humillantes: asestará el primer duro golpe al mal y a
la pestilencia que
proseguir leyendo, manipulando lo tri- aquejan a todo Para Murena, este panorama
llado o precipitarse en la trivialidad, americano y, bajo abría dos caminos posibles y
en el dinero” y conseguir así el olvido de la forma de una humillantes: proseguir leyen-
aquel fervoroso trance de la juventud. El pormenorizada do, manipulando lo trillado o
miedo a la orfandad sumía la vida cul- descripción desde precipitarse en la trivialidad,
tural americana en la compulsión enfer- el punto de vista en el dinero y conseguir así el
miza por tragar pensamientos “ya hechos de un observador olvido de aquel fervoroso tran-
y olvidar la inaudita valentía que signi- interno, constitui- ce de la juventud. El miedo a la
ficaba pensar por uno mismo9. rá el tan necesario orfandad sumía la vida cultural
primer paso hacia americana en la compulsión
Pero la acumulación frenética de cono- la apertura de la enfermiza por tragar pensa-
cimientos dista de aquello que Murena posibilidad de una mientos “ya hechos y olvidar la
entiende por cultura. “Ésta es para el cultura propia. inaudita valentía que significa-
hombre el título que lo declara amo de Proféticamente ba pensar por uno mismo”.
la realidad”, un pensar sobre las cosas “anuncia con ana-
tan necesario a él como su alimento. De temas el advenimiento de un orden supe-
su falta brotan la ilegitimidad, la angus- rior”. Sin tapujos, la obra de Martínez
tia por la erudición, el vivir pendientes Estrada simboliza para Murena “el surgi-
de lo que “se dice acerca de”. Esta acu- miento de la conciencia americana”.
mulación irreflexiva de conocimientos
es precisamente el vicio, la enfermedad Se dice que su obra es de carácter socioló-
de los desposeídos de la cultura. gico, se dice que la vigencia de su palabra
esta limitada a este país. (...) No y no. Los
Sobre la conciencia de ese vicio se alza libros de Martínez Estrada no son de índo-
la obra de Martínez Estrada –escribe le sociológica, sino ontológica. Pues no se
Murena en La lección de los desposeídos– refieren a una accidental situación por la
. (...) Advertir que el eclecticismo era un que atraviesa una comunidad, sino a una
vicio, vislumbrar a través de él la parali- instancia de ser o no ser, a un problema de
zante verdad de la desposesión, y aceptar- vida o muerte, a una deuda que hay que
la: entender que la cultura viva, la tan pagar antes de arribar a lo universal.12
necesitada cultura, es el fuego que se ini-
cia con la chispa de un acto de valentía, Casi pregonando una filosofía trascen-
del acto que cumplió el primer hombre dental, Murena recupera la palabra pro-
cuando se irguió y se atrevió a mirar el fética de aquellas escrituras que, como

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

él mismo dirá, hicieron posible el hecho III. Son estas últimas, precisamente,
de escribir entre nosotros. Martínez las palabras elegidas por Murena para
Estrada, Jorge Luis Borges, Eduardo delinear la característica más destacada
Mallea y Leopoldo Marechal, “estos de Roberto Arlt. Lo hará en un bre-
hombres son los que han tenido la vísimo pero esclarecedor ensayo titu-
valentía de desplazar nuestra actividad lado El sacrificio del intelecto, donde
espiritual hacia las bases inquietantes y el autor de las Aguafuertes porteñas es
exigentes pero por primera vez fértiles presentado como un héroe, un héroe
y verdaderas. Es por eso que se han mártir, un héroe del fracaso.
convertido en nuestros padres. Nuestros
primeros padres”13. Constituirán aquel Héroe y mártir constituyen las dos caras
espacio mítico, el panteón patrio sobre de una misma aspiración: la de ser más
el cual comenzar a erigir, para América hombre, la de cumplir al extremo el
toda, una verdadera cultura literaria. mandato que la vida significa.17
Héroes y profetas como Poe y Martínez
Estrada, la lectura martirológica de Arlt La obra de Arlt es leída por Murena
y Horacio Quiroga trazan, en la ensayís- como aquella que apuesta a inventar en
tica de Murena, ese espacio fundamental el espacio abierto por el reconocimien-
sometido a profunda controversia. to de la desposesión y el mentado parri-
Pero el don de la profecía entraña cidio, al tiempo que asume la necesidad
asimismo el peso de una condena. de aceptar la enfermedad, de “perma-
Y esta también tendrá su cumpli- necer en ella y no pretender evitarla
miento en Martínez Estrada. Pues si con la fuga o la destrucción”, ni, como
“el profeta, para poder anunciar un Martínez Estrada, renegarla buscando
nuevo espíritu, debe tornarse un poco refugio en la zona celestial, neutra, de
extraño, un poco ajeno a su gente y a la naturaleza y la universalidad.
su tierra”, esta ascensión, este escape La Novela arltiana con mayúscula, ese
al refugio prístino de la zona celestial conjunto de narraciones que profética-
tomará la forma, en Martínez Estrada, mente Murena identificará como uno de
de un pronunciado desdén hacia los los antecedentes principales de la novela
“seres apestados que somos nosotros”. argentina, es planteada como crítica al
Se resguardará en una idea de salud realismo, como recuperación de la esencia
imposible, sin ver cómo ella es otro del género novelesco. Pues si ésta consiste
brote del mismo padecimiento. en tornar verosímil un hecho que rompe
Murena se separará entonces de su el orden vulgar, maravilloso, su inversión,
maestro, consciente de “que vivir es el relato realista, al buscar exponer lo
aceptar la enfermedad14. Que para salvar maravilloso que hay en lo vulgar recu-
a Jerusalén hay que permanecer en ella rriendo a la psicología, la caracterología y
y no pretender evitarla con la fuga o la la verdad, logra naturalmente plausibles
destrucción”15. Y si el mal consiste en la resultados sociales, descriptivos, filosófi-
adopción acrítica de una cultura ajena, cos, pero ahoga la imaginación en lo real,
si nuestro vicio radica en la renuncia de ocluye, según Murena, la “irrupción de lo
un pensamiento autónomo y autocons- profético en lo cotidiano, de lo fabuloso y
ciente, batallar por una cultura legítima- distinto de la imaginación del hombre”18.
mente americana consistirá en un osado Recuperar la “mirada apocalíptica”, aque-
ejercicio de la invención16. lla que hizo estremecer a los cronis-

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

tas de la Antigüedad y que consiste en nos comporta el haber sido culpables de


“tener siempre presente la idea de que un segundo pecado original. Pero éste no
la creación puede acabar en cualquier es un destino exclusivo de los americanos.
instante”19, abre para Murena una puerta “Cada tierra guarda en sí un mandato de
al misterio, a la libertad de lo divino y, Dios.”21 Preguntará, entonces, Murena:
dando cuenta de su profunda vocación ¿qué sentido parece tener el de la nuestra?
antitotalitaria, hiende en el cuerpo sólido Sólo resta al hombre presumirlo. Pero,
del sistema una fractura sólo subsanable en todo caso, de la privación espiritual,
por un ininterrumpido ejercicio de la vio- del descendimiento que reviste el carácter
lencia20. Ni el relato histórico, ni la expli- pecaminoso del sino americano, bien vale
cación sociológica podrán dar cuenta de recordar el dinamismo que ha ocupado el
la no pequeña medida en que los hechos mal como motor del universo, allí donde
son símbolos de lo sobrenatural; ni tam- el hombre ha emprendido todas sus cons-
poco del carácter de destino, llamado o trucciones. Así, “nuestra situación peca-
misión que para América y los america- minosa parecería indicar una elección de

H. A. Murena,
por Juan Rearte

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

índole positiva, señalaría aparentemente A “golpe de mazo”, escribirá Murena,


una batalla de importancia a librar. Pero, consuma Arlt ese impulso profético
¿qué batalla, en qué campo?”22. Pues como artesanía de la lengua. Golpeando
bien, la batalla deberá librarse en el sobre las viejas palabras, forjará el “len-
campo del espíritu, y la lucha será por guaje de un nuevo espíritu”. Mezquinas,
una nueva forma de la espiritualidad; por entonces, serán aquellas críticas por las
la posibilidad del trance en que la articu- cuales su escritura fue denostada. “Son
lación de la propia palabra forje una más esos viriles errores los que constituirán en
plena humanidad. el futuro la base para los aciertos de otros
Casi en diálogo con este último ensayo novelistas.”24 Pero no todos supieron ver
del libro, cuyo título da nombre a todo la novedad espiritual que entrañaban las
El pecado original de América Latina, páginas del escritor de Boedo. Y porque
podríamos pro- “un nuevo espíritu se paga caro”, Roberto
Así, para los americanos, la bablemente cifrar Arlt, dirá Murena, recogerá sobre su ros-
metaforicidad del ámbito lite- la apropiación tro “las flagelaciones de la duda respecto
rario, les permitirá entrever crítica que en El de sí, los golpes, las bofetadas del fracaso,
el carácter no definitivo de su sacrificio del inte- el intolerable desconcierto ante la tarea
dependencia cultural y, final- lecto Murena rea- de recomenzar; en fin, las graves ense-
mente, matar, acometer el parri- liza de la escritura ñanzas del silencio de los que deberían
cidio e inaugurar nuevos hori- de Roberto Arlt. entenderlo”25. Mártir, “héroe del fracaso”,
zontes interpretativos al calor de Pues si el pecado Arlt logrará, justamente por eso, alcanzar
los cuales consumar la osadía, y la desposesión “el sabor de cada calle de Buenos Aires, el
como invención creadora. son tantos otros gesto íntimo de cualquier porteño, el ros-
nombres para un tro de la ciudad entera, ese rostro secreto
llamamiento, el de América a gestarse que la ciudad alza de noche en alguna
un lugar en la historia espiritual de la parte para decir con palabras próximas a
humanidad, el mismo Murena encon- él: Señor, Dios, dame fuerzas para poder
trará en Arlt un adalid de esta batalla. seguir sufriendo, haz que no evite con
engaños el dolor, para que pueda ser más,
Porque el arte, desde lo cómico hasta lo para que pueda ser lo que debo”26.
trágico, es la alegría por el triunfo de la
invención sobre lo natural, por el desago- IV. Si la literatura fue en la obra de
tamiento del dolor del hombre a través de Murena el ámbito privilegiado para el
las formas que impone en el caos mecá- despliegue de una profunda vocación
nico de las cosas en bruto. Y esa prueba disruptiva, hacia el final de su obra
de fuego de la alegría la pasa Arlt a cada ensayística, en el contexto de una crí-
momento, porque sus patéticas y truculen- tica al arte en general (La metáfora y lo
tas historias están siempre aureoladas por sagrado), dicho impulso se consumará
el contagioso entusiasmo de una energía como irrupción de lo Divino. Pues el
en marcha, pero más que nada salva esa arte, mediante el transporte metafórico,
prueba porque él fue el extrañísimo hom- disloca la osificación del ser, lo cuestiona
bre capaz de exclamar entre nosotros a un poniéndolo ante la posibilidad de su
camarada, en un subterráneo atestado, ser-otro, de su no-ser. “La metáfora deja
con humilde maravilla: “¡Qué suerte la ver que no existen ni la materia ni la
nuestra, hermano! Nosotros somos crea- metáfora, muestra la posibilidad general
dores, inventamos cosas”.23 de la no existencia, lo no existente, lo

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

infinito, Dios.”27 En Murena, lo sagrado no definitivo de su dependencia cul-


como sustracción, conjura la pretensión tural y, finalmente, matar, acometer el
aniquiladora de “encarnar lo absoluto parricidio e inaugurar nuevos horizon-
en fuerzas terrenales”. De este modo, tes interpretativos al calor de los cuales
la literatura, como arte de la palabra, consumar la osadía, como invención
“viene a cambiar todos los lugares y las creadora, que Murena leía en la obra de
criaturas del mundo, para que cada cosa Roberto Arlt. “Ser más, tener que ser lo
viviente, al comprender que no es lo que que se debe, comprender que no se es lo
creía, pueda ser más, pueda ser cualquier que se creía”, son quizá las más preciosas
otra cosa, todo lo que se debe. El arte enseñanzas e invalorables exhortaciones
viene a salvar al mundo”28. Así, para los que, al cerrar las páginas de su obra ensa-
americanos, la metaforicidad del ámbito yística, persisten como legado singular
literario les permitirá entrever el carácter en la escritura de Héctor A. Murena.
NOTAS

1. El juicio de los parricidas, Buenos Aires, Deucalión, 1956, p. 83.


2. Murena, Héctor A., El pecado original de América Latina, Buenos Aires, Sur, 1954, p. 19.
3. Cfr. Djament, Leonora, “El intelectual ultranihilista: H. A. Murena, antisociólogo”, en Historia crítica de la
sociología argentina, Buenos Aires, Colihue, 2000, p. 473.
4. Murena, Héctor A., El pecado, pp. 172-173.
5. Murena, Héctor A., El pecado, p. 11.
6. Editado recientemente por el Fondo de Cultura Económica.
7. Murena, Héctor A., El pecado, p. 19.
8. Murena, Héctor A., El pecado, p. 24.
9. Murena, Héctor A., El pecado, p. 121.
10. Murena, Héctor A., El pecado, pp. 122-123.
11. Cristófalo, Américo, “Murena: un crítico en soledad”, en Historia crítica de la literatura argentina (La
irrupción de la crítica), vol. 10, Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 114.
12. Murena, Héctor A., El pecado, p. 125.
13. Murena, Héctor A., El pecado, p. 126.
14. Cf. Murena, Héctor A., Ensayos sobre subversión, Buenos Aires, Sur, 1962, p. 70. Permanecer en lo enfermo
y hacerlo estallar desde sus adentros será aquello que Murena denominará, con inconfundible sabor nietzs-
cheano, ultranihilismo: “asunción voluntaria del nihilismo ambiente para promover una reforma vertical de la
sociedad”. Sobre las influencias nietzscheanas en la obra de H. A. Murena ver Galiazo, Evelyn, “Siempre en el
límite”, en Instantes y azares. Escrituras nietzscheanas 2, Buenos Aires, EUDEBA, 2003, pp. 199-212.
15. Murena, Héctor A., El pecado, p. 128.
16. Murena, Héctor A., El pecado, p. 100.
17. Murena, Héctor A., El pecado, p. 100.
18. Murena, Héctor A., El pecado, pp. 100-101.
19. Murena, Héctor A., El pecado, p. 173.
20. Cf. García, Luis Ignacio, Murena, el aguafiestas, 2005 (inédito). En esta indagación esclarecedora en torno
al vínculo entre violencia y política en la obra de H. A. Murena, García suma sus esfuerzos a aquellos que en
nuestro país, y como él mismo afirmará, “reconducen el pensamiento a su vibrante dramatismo histórico”.
21. Murena, Héctor A., El pecado, p. 178.
22. Murena, Héctor A., El pecado, p. 178.
23. Murena, Héctor A., El pecado, p. 102.
24. Murena, Héctor A., El pecado, p. 102.
25. Murena, Héctor A., El pecado, p. 103.
26. Murena, Héctor A., El pecado, p. 103.
27. Murena, Héctor A., “La metáfora y lo Sagrado”, en Visiones de Babel, México, 2002, p. 440.
28. Murena, Héctor A., “La metáfora y lo Sagrado”, en Visiones de Babel, México, 2002, p. 441. Ver también
Murena, Héctor A. y Vogelmann, D. J., El secreto claro, Córdoba, Alción, 2005, p. 58. En estos entrañables
diálogos, Murena ejemplifica el carácter redentor del arte con la escritura de Kafka: me parece que es la única
respuesta (...) a la catástrofe religiosa de los seres humanos en el sentido de que procura que la figura de sus narraciones
sea polivalente, metafórica, tratando de abarcar al mundo y de salvarlo.

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Carácter y destino: en busca del


modo de leer de Victoria Ocampo
Por María Celia Vázquez (*)

Lecturas gobernadas por el placer. Pasiones y


conmociones corporales que rehuyen del méto-
do y de la erudición, son los rasgos que distin-
guen a Victoria Ocampo en su voraz indagación
de Emily Brontë y Virginia Woolf. Una curiosi-
dad –sugiere María Celia Vázquez– que intenta
desentrañar el misterio del carácter del escritor
en su relación con el destino inexorable que rige
las biografías literarias. Desde una geografía co-
mún, desde el paisaje como prolongación del ser
del autor, puede hallarse una experiencia enrai-
zada en “afinidades electivas”, en la subjetividad
de escritor y lector. En esas atmósferas, que tanto
fascinaban a Ocampo, se despliegan las intensi-
dades capaces de liberar a los personajes noveles-
cos de sus aprisionadas formas estáticas.
Inspirada en la inhóspita monotonía pampeana,
Victoria Ocampo encuentra su verdad perdién-
dose en las sensaciones de alguien que no cesa de
explorar las posibilidades de imaginar una rela-
ción virtuosa entre literatura y vida.
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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

Voy a hablarles como una lectora común. de Arabia), una puesta en valor de sus
No esperen ustedes oír crítica literaria ensayos demuestra el interés que tiene
pura; se decepcionarían, nos advierte el modo en que Victoria lee la relación
Victoria Ocampo al comienzo de una entre el escritor, la vida y la literatura,
conferencia sobre la vida y la obra para explorar, en torno a la subjeti-
de Virginia Woolf. Aunque suenen vidad y la experiencia, cuestiones de
a retórica, a declaración “cumplida” las que se han ocupado en el campo
de falsa modestia, estas palabras, en de la teoría, autores como Barthes,
verdad, encierran una declaración Benjamin, Deleuze, entre otros.
de principios a favor de una lectura Sin duda la relación entre la literatu-
gobernada exclusivamente por el pla- ra, el escritor y la vida constituye un
cer y completamente desentendida de factor clave en la definición de la pe-
la preocupación de tener que transmi- culiaridad del modo de leer de Ocam-
tir conocimientos. En efecto, Victoria po, más específicamente la manera
Ocampo es una lectora común, en el que tiene de comprender la vida en el
sentido en que piensa Woolf a esta marco de esta relación. Para empezar,
figura para distinguirla de la del crítico en sus lecturas la dimensión biográfi-
y del erudito, ya que su modo de leer ca, como sabemos, predomina sobre
se caracteriza por no tener “un método la estética, y sobre la base de este pre-
sino una pasión: la lectura”, en virtud dominio se define su particular con-
de la cual las conmociones del cuerpo cepción de la literatura y, además, se
están presentes, mezcladas, enredadas: configura la forma del ensayo literario
la fascinación, el dolor, la voluptuosi- como una ceñida trama en la que se
dad” (Barthes, 1987: 46). “El campo entretejen las minucias del relato bio-
de la lectura, dice Barthes (refirién- gráfico con los comentarios de la obra;
dose a la experiencia de leer), es el de casi a la manera positivista, Victoria
la absoluta subjetividad: toda lectura comienza con la descripción de la épo-
procede de un sujeto” del que no se ca, sigue con la biografía del escritor y
separa “más que por mediaciones esca- finalmente se ocupa del comentario de
sas y tenues, por ejemplo, el aprendi- las obras (“Virginia Woolf, Orlando y
zaje de las letras, unos cuantos proto- Cía” aporta un ejemplo paradigmáti-
colos retóricos” (Barthes, 1987: 49). co de esta estructura de cajas chinas).
Sin duda la afición de Victoria por los Una interpretación apresurada de esta
libros siempre la lleva a fascinarse con constatación, sin embargo, podría lle-
la literatura, a leer con voracidad, sin varnos al doble equívoco de asimilar
embargo, a veces sus lecturas parecen su modo de leer al método biográfico,
no encerrar nada “fuera de sus gustos, y de confundir el sentido de la vida
sus inclinaciones y sus instintos”, por con el de la biografía del escritor. La
lo que pueden resultar “insustanciales crítica de Victoria, al contrario de lo
y por demás discretas”, para usar los que podría suponerse, se desvía de la
adjetivos que Aira dedica a los tomos estela de Sainte-Beuve. De la misma
de su Autobiografía. Más allá de estas manera, dista de los postulados posi-
objeciones, y también de los casos tivistas que exigen establecer correla-
excepcionales en los que resplande- ciones entre la biografía y el “medio”
cen brillantes intuiciones (pienso, por entendido como un conjunto de de-
ejemplo, en el libro sobre Lawrence terminaciones (la raza, la lengua, el

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

género). Aunque con frecuencia alude y la subjetividad, en una dirección que


a diversas circunstancias que podrían la lleva a creer en una fuerza natural, a
resumirse bajo el denominador común la que llamaremos destino, en relación
de factores sociales, éstas no aportan con la cual, para Ocampo, se define lo
datos concluyentes ni son primordia- singular de la vida y de la obra.
les para su lectura. Victoria no en- El destino es la fuerza que gobierna los
cuentra en la matriz histórica y social acontecimientos de la vida y, además,
el que influye en la configuración del
modo específico de reaccionar, que
identifica el carácter de una persona.
Ambos conceptos, carácter y destino,
son piezas claves para comprender en
qué consiste la relación que establece
Ocampo entre la literatura y la vida; a
partir de ellos se hace evidente que esta-
blecer una correlación entre la biografía
y la obra no es el objetivo primordial de
sus comentarios, sino que dicha corre-
lación está al servicio de aportar pistas
que permitan localizar, en el bosque de
signos, cuáles son los que encierran las
cifras del destino y cuáles los que insi-
núan el carácter del escritor.

El destino, como el carácter (advierte


Benjamin), puede ser observado sólo a
través de signos, no en sí mismo –pese
a que este o aquel rasgo de carácter, este
o aquel encadenamiento del destino,
puedan ser inmediatamente visibles–,
porque la conexión indicada por estos
conceptos no está nunca presente más
que en los signos, debido a que se halla
por encima de lo inmediatamente visible
(Benjamin,1999: 131).

Así es como la lectura de Victoria –por


focalizar en los conceptos de destino y
Victoria Ocampo su clave de interpretación; no es que de carácter– “queda ligada a una prác-
ignore o desconozca las consecuencias tica hermenéutica no ajena por com-
que tienen, por ejemplo, las restriccio- pleto a las artes adivinatorias” (Benja-
nes que impone el medio social en las min, 1999: 135). En el ensayo que le
condiciones de posibilidad de la lite- dedica a la autora de Cumbres borrasco-
ratura (ella misma, en tanto mujer, las sas, “Terra incógnita (Emily Brontë)”1,
ha padecido), sino que el norte de la pareciera que la escritora inglesa le
lectura se orienta hacia la experiencia tiende la obra y la biografía, como las

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palmas de la mano, para que Victoria y destino, y en este sentido, podríamos


descifre los signos del destino a través decir que para Victoria, igual que para
de un arte quiromántico algo paradó- Nietzsche, “quien tiene carácter tiene
jico, ya que en lugar de predecir lo que también una experiencia que siempre
vendrá, adivina retrospectivamente el vuelve”. En el caso de Emily Brontë,
destino ya cumplido: “Cuando Emily “la experiencia que siempre vuelve” se
a los nueve años elige para reino suyo relaciona con la naturaleza, más preci-
una isla que es pura roca soberbia azo- samente, consiste en la experiencia vital
tada por las olas y los vientos, ya ensa- de una geografía peculiar, como es el
ya la escena, el drama, para los cuales páramo, que posee todos los atributos
ha venido al mundo” (pág. 116). Si la del paisaje sublime. Sin duda Victoria
elección infantil de esta isla imagina- siente una particular fascinación por los
ria “pura roca soberbia azotada por las paisajes sublimes y en todos los casos,
olas y los vientos” encierra, para Victo- desde su perspectiva, éstos forman par-
ria, la cifra de la vida futura de Emily, te de una experiencia vital vinculada al
es porque ella puede ver, del mismo destino y al carácter de quienes lo ex-
modo que Benjamin, la tensión dia- perimentan. Pensemos, por ejemplo,
léctica entre el presente y el futuro que en el desierto para Lawrence de Arabia,
está implícita en los signos del desti- o en la pampa para la propia Ocampo.
no, en tanto es imposible que éstos no Por otra parte, es la experiencia de la
“estén ya en su lugar” antes de que el pampa como un paisaje sublime, enor-
futuro acontezca: “quien pretende pre- me, vacío, infinitamente repetido en su
decir a los hombres su destino, sobre la monotonía, lo que le permite establecer
base de determinados signos, sostiene vasos comunicantes entre su subjetivi-
la tesis de que ese destino, para quien dad como lectora y la subjetividad del
sepa ver (para quien tenga ya en sí una autor. Esta suerte de diálogo entre dos
noción inmediata del destino en gene- subjetividades mancomunadas por la
ral), está ya de alguna forma presente, experiencia de una geografía común,
o dicho con más cautela, está ya en su tan sublime como inhóspita, garantiza,
lugar” (Benjamin, 1999: 131). a su juicio, una verdadera comprensión
La idea de destino, para Victoria (no basada en las afinidades electivas: “nos
para Benjamin), connota fatalidad en hemos encontrado (se refiere a Lawren-
el sentido del cumplimiento de una ley ce de Arabia) en los libros, en la música
inexorable que rige el curso de la vida; que prefería, pero sobre todo en la lla-
el destino como la ley, sabemos, se fun- nura, en esa llanura donde él se perdía
da en el principio de regularidad: “Cada y se buscaba y que pronto se convirtió
ser lleva dentro de sí la misma escena, el para él en desierto” (Ocampo 1944:
mismo drama desde que nace a la con- 15). En idéntico sentido, hay que leer
ciencia y por todo el resto de su vida; y la escena repetida con la que se abre y
representa su escena, su drama, cuales- se cierra, dibujando un círculo, el en-
quiera que sean los acontecimientos o sayo “Terra incógnita (Emily Brontë)”
los personajes que le salgan al paso hasta (en la primera escena aparece Victoria
dar con su acontecimiento, su persona- “inclinada sobre un mapa de Inglaterra”
je” (Ocampo, 115). Pensar en la repeti- buscando las referencias de las peque-
ción de una única escena a lo largo de ñas aldeas donde nació y murió la auto-
la vida lleva a hacer coincidir carácter ra de Cumbres borrascosas; en la última

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se imagina a ésta buscando la pampa en Cumbres borrascosas (Williams,1997:


un viejo atlas). La repetición de la es- 71) constituye un elemento vital para
cena sugiere una sensibilidad compar- la conformación de la atmósfera junto
tida entre las dos mujeres en torno al al acento con el que se narra “esta in-
espacio vital, a la vez, el parecido entre tensidad del sentimiento, llamada pa-
el páramo y la pampa las aúna, aunque sión”, un tono tan intenso como som-
la tierra de cada una resulte distante y brío, tan desolado como furioso. En la
misteriosa para la otra. En este esque- peculiaridad del tono que caracteriza a
ma, la subjetividad se funde en el sen- esta novela, por lo demás, peculiarísi-
tido de fusionarse con la naturaleza, así ma, “sin historia: sin antecedentes ni
como el carácter y el destino (de nuevo descendientes”, según Williams, se vis-
Benjamin) son fuerzas naturales en el lumbra como un espejismo el carácter
sentido en que conciernen a la condi- de quien narra, “esa mezcla de infierno
ción natural del hombre, o a la natura- y de cielo”, como resume Victoria al
leza en el hombre. conjunto de rasgos disímiles (la aus-
De aquí, entonces, el enorme poten- teridad, la pasión, la desnudez), que
cial simbólico que adquiere el páramo conforman la subjetividad de Emily
en la interpretación de Ocampo: el es- marcada a fuego por la experiencia del
pacio natural, la geografía de Brontë, páramo y sus formas de habitarlo.
y las formas que tiene de habitarla, se Esos páramos, como nuestra pampa, son
transforman en la metáfora de su ex- un paisaje monótono, aburrido y repeti-
periencia vital y literaria: “ese páramo do, pobre de pintoresco para quien no
que ella conoce, en el cual vive, en que los lleva en sus entrañas. La imaginación
ha crecido como los brezos, en que el capaz de complacerse en él no puede ser
viento ha gemido y ha aullado al uní- de tipo “suave paloma”, asegura Char-
sono de su corazón. Ese páramo no es lotte, sino más bien del tipo “cuervo
para ella un paisaje, (...) sino una pro- amante de la soledad”. Emily va a nu-
longación de sí misma que es impres- trirse de este paisaje, a identificarse con
cindible expresar” (pág. 141). Victoria este paisaje de tal modo que ya no podrá
identifica, reconoce esa “prolongación prescindir de él (pág. 117).
de sí misma que (según ella, para Emi- El carácter superlativo que le asigna a
ly) es imprescindible expresar” en una la experiencia del paisaje natural en re-
atmósfera, en el clima de violencia y lación con la cual se juega el destino de
aspereza continuas en el que viven los la literatura y la vida, hace que el clima
protagonistas de esa pasión tan intensa social en el que le tocó vivir y escribir
como inusitada, cuya irrupción repre- a Brontë, ese mundo de estricta moral
senta “algo muy nuevo en la novela y de fuertes restricciones para la mujer,
inglesa” (Williams, 1997: 71), y por quede relegado a un segundo plano. Si
la que Dante tendría que inventar un bien repara en el papel que juegan la
nuevo círculo si quisiera condenar a familia y la época victoriana en el des-
estos amantes al infierno. Sin duda “el tino literario de Emily, estos factores
acento puesto en la intensidad del sen- sociohistóricos le resultan insuficientes
timiento, en una suerte de compromi- para explicar la atmósfera de emociones
so hacia lo que, directamente, podría- e intensidades afectivas, la que, como
mos denominar pasión”, al que alude vimos, representa lo más característico
Raymond Williams a propósito de de la novela, y es la razón por la que

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alcanza el rango de obra excepcional. encantamos –en el sentido de vivir un


Aunque en su lectura, Victoria incor- encantamiento– como los niños con
pore datos e indicios del contexto social los libros y por un momento ponemos
y de la biografía, y aun cuando los re- entre paréntesis el mundo externo y,
lacione con elementos de la obra, éstos por consiguiente, la literatura como
no son decisivos para su interpretación, documento social. Justamente, la ima-
como tampoco lo eran para la autora de gen que Victoria rescata del personaje
Cumbres borrascosas quien, como dice Orlando2, quien “al leer, se quedaba
Woolf, posee “el más raro” de todos los solo, desnudo” como un “evadido del
dones, el que le permite “liberar la vida tiempo, evadido de los sexos, evadido
de su sujeción a los hechos”, o como de la carne”, alegoriza al lector que
dice Victoria “sus manos rápidas ama- experimenta la lectura. Aunque sin
san como un nuevo pan para el mundo, llegar a evadirse
lo conocido y lo desconocido; lo que ha por completo del Aunque sin llegar a evadirse
visto y lo que imagina; lo que ha sen- tiempo, ni del por completo del tiempo, ni del
tido y lo que presiente; lo que sabe y sexo, ni del cuer- sexo, ni del cuerpo como hace
lo que adivina; lo que posee y lo que po como hace Orlando, Victoria, cuando lee la
nunca le será cedido” (pág. 140). Orlando, Victo- obra de Woolf, no circunscribe
Podríamos decir que el modo de leer ria, cuando lee la ni reduce el valor de la literatura
de Ocampo comparte ese raro don de obra de Woolf, a la problemática de género, sin
liberar la vida de su sujeción a los he- no circunscribe que por eso deje de reparar con
chos, que elogia Woolf en la literatu- ni reduce el valor cierta insistencia en los guiños
ra de Brontë, y al que Proust, por su de la literatura a que hace la novela acerca de la
parte, incluye entre los placeres que la problemática situación de la mujer.
procura la experiencia de la lectura. de género, sin
Decimos que cuando lee Victoria libe- que por eso deje de reparar con cierta
ra la vida de su sujeción a los hechos, insistencia en los guiños que hace la
porque cuando se pregunta por la in- novela acerca de la situación de la mu-
tensidad inusual de la novela, piensa jer. El “polvo de arco iris” que se des-
en la atmósfera más que en los perso- prende de los materiales de los que está
najes, la trama, el argumento. Las at- hecha la literatura de Woolf, creando
mósferas que fascinan a Victoria en los una atmósfera etérea, casi impercep-
libros no son algo distinto a “la esencia tible, la fascina tanto, o quizá más,
misma de esta cosa, de alguna manera, que los avatares a través del tiempo
sin espesor –espejismo detenido sobre del personaje andrógino de la novela,
una tela– que constituye una visión” aun cuando muchas de las vicisitudes
de la que habla Proust, “La bruma que que le acontecen en su fase de mujer
nuestros ojos ávidos quisieran pene- poseen evidentes resonancias autobio-
trar” (Proust, 2000: 44). Ella, como él, gráficas. En el mismo sentido, prefiere
quisiera penetrar la bruma de ese espe- como metáfora de Cumbres borrascosas,
jismo detenido sobre una tela, o lo que la imagen del páramo antes que la de
es lo mismo, ese “poco de espuma, de la jaula. La diferencia entre estas dos
imperceptible espuma” a la que se re- imágenes se refiere a la oposición na-
fiere a propósito de la novela Orlando turaleza/cultura en relación con la cual
de Virginia Woolf. Es que una atmós- la metáfora del páramo explota su cau-
fera sólo puede cautivarnos cuando nos dal simbólico. Mientras la jaula como

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N° 4-5 | Verano 2006 Trazos malditos

imagen, en tanto objeto fabricado vidad, la composición singular, una


por los hombres, está mediada por la idiosincrasia” (Deleuze,1996: 167).
cultura, y por ende, sugiere las deter- La imagen del páramo, porque “lleva
minaciones histórico-sociales (la falta consigo como un reflejo imperceptible
de libertad que padecen las mujeres la impresión que el genio le propor-
en la época victoriana), el páramo, en cionó” como dice Proust, connota la
cambio, identifica la subjetividad con idiosincrasia (la aspereza del carácter,
un elemento de la naturaleza, el paisa- el deseo desenfrenado de libertad, el
je natural con el que aparece consus- ansia infinita de soledad), es decir, la
tanciada. La identificación entre sub- naturaleza esencial de Emily, en la que
jetividad y naturaleza sobre la que se se encierra toda la fuerza espiritual. De
apoya la metáfora del páramo alude a este modo se produce un movimiento
la existencia de rasgos comunes al pai- circular entre la literatura (la obra) y la
saje y al carácter, y además sugiere que vida (el carácter), según el cual el pá-
estos rasgos son naturales en el sentido ramo del mundo exterior es arrastrado
de esenciales. El carácter (al que Victo- al espacio interior y el mundo interior
ria denomina temperamento y alma) se exterioriza. Las emociones y las in-
se define a partir de rasgos que son tensidades afectivas en torno a la sole-
constantes, inmutables, fijos, como las dad y la libertad habitan un páramo
rocas. “El concepto de carácter deberá íntimo que se aplica al paisaje exterior,
estar referido a su vez a una esfera na- y que proyecta en él imágenes a través
tural y deberá tener tan poco que ver de los cuerpos, los brezos, el viento. En
con la ética o con la moral como el des- definitiva, el enorme potencial simbó-
tino con la religión” (Benjamin, 1999: lico del páramo se explica porque para
135). Cuando Victoria compara el ca- Victoria, como para Proust, “la reali-
rácter de Brontë con la naturaleza del dad verdadera es interior”; Adorno le-
páramo, no se refiere a la “vida interior yendo a Proust advierte:
empíricamente hablando”, es decir, al
objeto de la psicología, porque lo que el mundo es arrastrado a ese espacio in-
le interesa es subrayar la corresponden- terior, y lo que ocurre en el exterior se
cia entre lo arisco de su temperamento presenta como un trozo de interioridad
y lo desértico del paisaje y no indagar (Adorno, 2003: 45).
la trama psicológica compleja de la
personalidad. “El carácter se despliega La fascinación que siente Victoria por
luminosamente en el esplendor de su el páramo (“el hechizo que tienen para
único rasgo, que no permite subsistir nosotros ciertos lugares”) no proviene
a ningún otro visible junto a sí, sino de la hermosura o de su riqueza, sino
que lo anula con su luz” (Benjamin, de “una misteriosa relación”, que no
1999: 136). Victoria no busca iden- es otra que la que se establece entre
tificar en la obra la proyección de la el trozo de interioridad de Emily y el
personalidad de la autora en términos paisaje, y entre éste y la subjetividad
psicológicos (es archiconocida su aver- de la lectora:
sión por las teorías psicoanalíticas),
sino descifrar los signos del carácter, El carácter, las dimensiones que hallamos
al que Deleuze define como “esa cifra en ellos (se refiere a los lugares) son como
secreta en lo profundo de la subjeti- el reflejo del paisaje interior que se en-

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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006

ciende en nosotros cuando nuestros ojos, pasado queda fuera de su control y de


cerrados o abiertos, se vuelven ciegos a su poder, “el pasado está en cualquier
cuanto los rodea. (Ocampo, 1944: 11) objeto material (o en la sensación que
tal objeto provoca en nosotros)” (Benja-
Kafka dice: mis historias son una forma min, 1999: 9). Memoria íntima, expe-
de cerrar los ojos. Y Barthes aclara: riencia, son palabras afines al mundo de
la lectura en el caso de Victoria Ocam-
la subjetividad absoluta sólo se consigue po, quien para conocer la realidad inte-
mediante un estado, un esfuerzo de silen- rior no necesita datos nuevos (como lo
cio (cerrar los ojos es hacer hablar la ima- demuestra la fascinación por el pupitre
gen en silencio (Barthes, 1999: 104). de Emily), ni tampoco cuadernos de
notas, ni cámaras ni anteojos, ni mé-
En la patria de Proust, la lectura (el todos experimentales ni artilugios, más
modo de leer) de Ocampo liga expe- bien, sensibilidad, sensaciones, porque,
riencia con memoria cuando intuye como dijimos al comienzo con Barthes,
que el pupitre de Emily, un objeto el campo de la lectura es el de la absolu-
cualquiera de la vida cotidiana, conser- ta subjetividad. La ética de la lectura, de
va las huellas del pasado y de la expe- su experiencia, incita al lector a encon-
riencia mejor que toda su bibliografía: trar la verdad, su verdad, que no tiene
nada de conceptual, de moral, porque
No me proporcionaría datos nuevos, es enteramente sensación vivida. Por
desde luego; pero me daría un modo de eso, cuando Victoria encuentra la suya,
emoción, semejante al de una repentina se queda “ciega y sorda a todo lo de-
y muda presencia (pág. 96). más”, “anonadada de felicidad durante
días enteros”.
Según Benjamin, en Proust el azar go-
bierna la memoria, por consiguiente, el (*) Universidad Nacional del Sur

BIBLIOGRAFÍA

• Adorno, Theodor W., “La posición del narrador en la novela contemporánea”, en: Notas sobre literatura.
Madrid, Akal, 2003, pp. 42-48.
• Barthes, Roland, La cámara lúcida, Notas sobre la fotografía. Barcelona, Paidós. 1990.
•Barthes, Roland, “Sobre la lectura”, en: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona,
Paidós; 1987, pp. 39-49.
• Benjamin, Walter, “Carácter y destino”, en: Ensayos escogidos. México, Ediciones Coyoacán, 1999, pp. 131-137.
• Benjamin, Walter, “ Sobre algunos temas en Baudelaire”, en: Ensayos escogidos. México: Ediciones Coyoacán,
1999, pp. 7-41.
• Deleuze, Gilles, Crítica y clínica. Barcelona, Anagrama, 1996.
• Ocampo, Victoria, Testimonios. Segunda Serie. Buenos Aires, Sur. 1941.
• Proust, Marcel, Sobre la lectura. Buenos Aires, Leviatán, 2000.
• Williams, Raymond, Solos en la ciudad. La novela inglesa de Dickens a D. H. Lawrence. Madrid, Debate, 1997.

NOTAS

1. “Terra incógnita (Emily Brontë)”, en: Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires, Sur, 1941, pp. 95-165.
Citamos por esta edición.
2. Nos referimos al ensayo “Virginia Woolf, Orlando y Cía”, en: Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires, Sur,
1941; pp. 13-93.

241
Suele afirmarse, con cierta
seguridad, que todo escritor
es al mismo tiempo un crí-
Ficciones críticas tico. Podríamos tomar este
enunciado y trocarlo dicien-
do, con algo de pudor, que
todo crítico es también un
escritor. La crítica alcanza
tal pretensión al realizar un
ejercicio de ficción. El crítico atribuye preocupaciones, compara
y asocia estilos, deslinda tradiciones, analiza y establece géneros,
pero sobre todo imagina al escritor. Y al hacerlo, se imagina a sí
mismo en el acechante mundo que lo perturba. La crítica es una
inquieta búsqueda que, por esta vía, desarrolla formas de escritura
ficcional; siempre que logre evadir la tentación de repetir modelos
estandarizados. Un acto de escritura que, al interrogar otras escri-
turas, propone un texto en el que fluyen virtuosas las potencias del
ensayo –polémico, pero también solidario– en el que sus personajes
son protagonistas imprescindibles del diálogo literario. Esta sección
presenta un conjunto de escritos que indagan esos nombres, los
valoran y examinan, estableciendo alrededor de ellos meditaciones
que componen verdaderas ficciones críticas.
Susana Romano Sued se pregunta por las formas en que la escritura
acude al auxilio de otros textos. No sólo este reconocimiento se da a
través de un uso instrumental (la cita como autoridad), sino tam-
bién –y esto interesa especialmente a la autora– bajo la modalidad
de la hospitalidad y reciprocidad que desgarra el continuo cronoló-
gico. Bajo esta intuición, analiza la presencia de Marta Riquelme,
de Martínez Estrada, precursora de Rayuela de Cortázar.
Tomás de Tomatis intenta explorar una vía imposible: la de esta-
blecer una relación entre los diversos estilos de la crítica a partir
de sus nombres e invenciones singulares. Las distintas figuras se
precipitan en un encadenamiento infinito en el que reaparecen las
preocupaciones que animaron a los críticos y sus influencias capaces
de exceder el estricto campo literario.
Sergio Pastormerlo recuerda la felicidad experimentada por Borges
cuando interrumpía su trabajo crítico frente a la sorprendente
irrupción del impulso narrativo. A partir de ello, piensa la ruptura
de las fronteras rígidas entre crítica y ficción que el autor transgre-
día sistemáticamente, volviendo indistinguibles ambos géneros.
Carlos Bernatek compara las peripecias vivenciales de Conrad y
Dal Masetto desde un dilema común: la adopción de una lengua
que interrumpe el habla original y el viaje como un campo de
experimentación que confunde ambas biografías desde el recono-
cimiento de haber sido encontrados por el horror en dos tiempos
y lugares diferentes.
Evelyn Galiazo analiza la obra de César Aira en tanto crítico litera-
rio. Evasivo de los consensos tranquilizadores que ese mundo ofrece,
el autor habita un cotidiano imperceptible que sólo es desbordado
cuando la irrupción de violentas afirmaciones visibilizan su existen-
cia. Crítico de sus contemporáneos, también piensa a los clásicos por
sus afinidades con las corrientes de la historia literaria.
Ana María Rodríguez Francia adopta como metodología el enfo-
que propuesto por Paul Ricœur para estudiar la tensión entre la
obra poética de Alejandra Pizarnik y su biografía. Una relación
que no logra armonizar la presencia de los signos del mundo y los
intentos descifradores de la poeta.
Carolina Orlando sitúa su interés en reflexionar sobre aquellos
autores que se mantuvieron en el terreno ficcional sin sostener su
producción en ambiciosos proyectos narrativos. Un conjunto de
autores es agrupado y reflexionado en plumas que hacen hablar a
sus personajes el tono de la crítica.
244

Crítica y hospitalidad.
Marta Riquelme de Martínez Estrada:
genealogías, linajes e intertextos
Por Susana Romano Sued (*)

Las formas en las que la escritura usualmente


acude a otros textos suele estar acompañada
por vocaciones instrumentales: la cita como la
alusión que persigue un gesto de autoridad. Sin
embargo, estas remisiones pueden ser pensadas
bajo otras modalidades más próximas a la reci-
procidad y la hospitalidad que nos permiten, en
el acto literario, alojar en un texto otras presen-
cias que obraron como precursoras inspiraciones
o contemporáneas interlocuciones. Textos que
nacen de otros textos, presencias centelleantes
que no son derivables de un continuo cronológi-
co, estallidos capaces de desarreglar la sucesión
del tiempo. Disrupciones fechadas en las que
Susana Romano Sued piensa para ubicar zonas
de eclipse de nuestra literatura.
Marta Riquelme, nouvelle de Martínez Estrada,
de órdenes confusos e ilegibles, fue predecesora
de Rayuela en la prolífica década del 50 que
alberga una buena parte de la obra del autor de
Radiografía de la Pampa. Pero ¿cuál de ambas
novelas sería el borrador y cuál la versión defi-
nitiva en una relación que se escurre a la lineali-
dad narrativa? Tal es el dilema que brota de una
imposibilidad de establecer secuencias en un
horizonte esquivo a la comprensión lógica.
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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

0. Hospitalidad versus tolerancia abordar el fenómeno literario acumula,


desde el siglo XX, un sinnúmero de
Otros títulos posibles del presente traba- esquematismos, casi siempre intolerantes
jo podrían haber sido: desmoronamien- por su tendencia a la imposición de lo
to o destitución irónica de los conceptos homogéneo, eso que detestaban tanto
de la crítica, “teoría fragmentaria de la Adorno como Mukarovsky y Bajtin1.
escritura vacante”, reducción al absurdo La hospitalidad, por el contrario, alberga
del género de las Memoires por oposi- sin prevenciones lo que llega inesperado,
ción a las operaciones de memorización hace lugar sin cita previa; es utópica y por
o mnemotecnias; declive de la ilación eso su misma existencia corroe los casille-
narrativa; humillación de las categorías y ros fijos del canon, prefiere la Banda de
las preceptivas de la narratología; fracaso Moebius a la planilla excel, o al cuadrado
de la ordenación enunciativa; estallido y semiótico, o al listado infinito de Figures
anulación de la función autor; crispación palimpsestuosas de Genette, y las exégesis
destituyente de la dupla textual enun- clasificatorias de todo método que se
ciador-enunciatario. Con ello estaría yo quiera exhaustivo, captor del Todo.
haciendo de la negatividad una materia La hospitalidad la podemos encontrar
de consistencia, al modo del enunciado dentro de los textos2, bajo el término-saco
de Deleuze en Diferencia y repetición. (escaso de todos modos) de la intertextex-
Preferí pensar la crítica como el gesto tualidad, y de las peripecias de las diégesis
amigable, la seña que puede hacerse al y lepsis, en las heteroglosias triunfantes
visitante inesperado, para que el relato sobre las actancias modales de los ritos
que puse bajo mi mirada se hospedara interpretativos de la academia. La hos-
en el presente ensayo de una manera pitalidad se promete, para mí, ni más ni
casi irrestricta. He aquí entonces lo menos que en la crítica; aquella crítica
que entiendo junto con Derrida como que restaña las heridas discriminatorias
hospitalidad. Pero sobre todo junto causadas por el canon. Es la que me alien-
con Martínez Estrada, hospitalario, ta a la exposición presente. Y es la crítica
anfitrión por excelencia de la literatu- que acoge la vacilación entre lo clasifica-
ra, y anticipador eficiente de los apara- ble y el borde; que capta lo discontinuo
tos críticos al uso académico de hoy. para que haya serie.
Es el momento de enunciar la noción de
hospitalidad, su alcance, y distinguirla
de la tolerancia, siguiendo los pasos del 1. De autorías y precursoriedades
pensamiento derridiano. La tolerancia
supone un otro radicalmente diferente, ... el objetivo no es recobrar, sino com-
a quien consentiríamos su existencia, a binar, mezclar y construir otros cuerpos
pesar de lo que es, forzando una acepta- y otros acontecimientos, las operaciones
ción de aquello que jamás seríamos. esperan que nuevos y diversos sentidos
Hay muchas variantes de este concepto, conlleven la memoria y la invención de
que van desde lo religioso incluido el las andaduras 3.
derecho canónico, hasta lo más cotidiano,
pasando por los sistemas categoriales de la El discurso paradójico habita lo corporal,
crítica literaria, es decir lo que en ella se es huésped, y distribuye los sentidos,
denomina justamente canon. Es así que impugnando la sucesión, el origen, la
la fijación de términos y conceptos para propiedad sobre los textos. Es un discurso

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

que no se capta de un solo golpe, requiere que se supiera cómo una hace luz a la
de la intelección imaginativa, del desen- otra, es decir revelando cómo trabaja la
trenamiento de molicies canónicas. literatura: a relámpagos de iluminaciones
La precursoriedad de los textos, la ori- que no hacen caso de la cronología.
ginalidad de las ideas, han sido temas Eliseo Verón es quien tuvo el mérito
propios de la discusión moderna (para de explicar de una manera didáctica (es
algunos “posmoderna”), con sus hete- como nombro a la transferencia de cono-
rotopismos, teorías de la cita, de la cimientos en el circuito del lazo social)
intertextualidad, a veces empleados cómo son en determinados momentos
como eufemismos del plagio. de una cultura, las miradas y los pensa-
El plagio en sí, mientos en torno de una obra o conjunto
La precursoriedad de los tex- tomado desde una de obras, en lo que él llama la dialéctica
tos, la originalidad de las perspectiva cínica, entre los textos fundadores y las gramáti-
ideas, han sido temas propios es consentido de cas de reconocimiento, esa incesante pro-
de la discusión moderna (para una manera ale- ducción de sentido en la semiosis social4.
algunos “posmoderna”), con gre: Foucault ins- Cualquiera sea el instante de suspensión
sus heterotopismos, teorías taura en 1967 un del flujo discursivo que elegimos para
de la cita, de la intertextuali- lugar legalizado prestar atención a un texto, instauramos
dad, a veces empleados como para la remisión de inmediato el orden aludido, efectua-
eufemismos del plagio. a otro texto, un mos un reconocimiento en pleno ejerci-
gesto de auctori- cio de la gramática; de modo que hacia
tas, en este caso realizando el ademán atrás (nachträglich), y hacia adelante se
eficaz de doble consagración, la propia despliega un recorrido, una lógica.
y la de Borges, en las palabras y las Todo este prolegómeno para introducir
cosas. Y así se inscribe también como mi comentario sobre la lectura de un
eslabón en la larga cadena de los legados relato, una nouvelle acaso, de Ezequiel
intelectuales, disciplinares de la cultura Martínez Estrada, Marta Riquelme5, que
occidental. Este libro nace de un texto aspira a ser tratado según las inteligencias
de Borges, se nos dice en la obra men- con que años después Kristeva empeza-
cionada. Su inclusión allí aparece luego ría a nombrar a los textos literarios o del
como salvoconducto del desorden, o del tipo: “mosaico”, “lugar de encuentro”,
desarreglo fantástico que instituye una “de cita”, de varios y variados textos, y
dimensión –u orden otro– al tiempo que más tarde Genette organizaría como
que la figura de autor, convertida luego sistema teórico-metodológico.
en muerto carnal pero resucitado como Mosaicos, injertos, repeticiones, rizo-
pliegue de discurso, participa de la para- máticas, linajes, parásitos imagológicos:
dójica condición de ser consentido y una vitrina para el goloso lector, mode-
expulsado de la escritura, por efecto de lizado ya desde las inquietantes máqui-
la alocada enumeración wilkinsoniana y nas con las que Umberto Eco empezó a
de la enciclopedia china. hostigarnos, para sacarnos del ocio o la
La precursoriedad, sin embargo, ya nos la pereza, y hacernos entrar de un saque a
había presentado y destituido el mismo la interactividad con los textos.
Borges cuando, en “Kafka y sus pre- Me autorizo, entonces, a situarme en
cursores”, su ensayo trajinado, colocaba la instancia de abrir la obra, en el
en la misma (a)- posición a Kafka y a campo de posibilidad; al respecto Eco
Browning, mejor dicho a sus obras, para nos dice que se trata de una expresión

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

que conjunta la noción proveniente de naje central de la nouvelle de M. E., el


la física, “campo”6, y de “posibilidad” nombre de la autora, doncella cautiva
que proviene de la filosofía; la primera de unas Memorias escandalosas sobre su
ya institucionalizada en la crítica literaria propia familia, escritas desde su puber-
y sobreentiende una renovada visión de las tad y durante casi una década. Son
relaciones clásicas de causa y efecto unívoca unas memorias cifradas, en las que se
y unilateralmente entendidas implicando muestra y se oculta al mismo tiempo
ahora una constelación de acontecimien- la peripecia atroz y candorosa, perversa
tos; la segunda, indica el abandono de las e inocente de las figuras familiares. El
visiones estáticas y hace lugar a las decisio- manuscrito, comentado largamente en
nes individuales, subjetivas, ligadas a sus el prólogo –que es en sí mismo la nouve-
circunstancias históricas e historizadas de lle de Martínez Estrada– es declarado
los valores que la atraviesan7. ilegible por el enunciador (“Martínez
Estrada”, narrador protagonista, quien
La tradición es, sin embargo, más vieja: tiene el rol de editor de las Memorias,
hago una caótica genealogía y recuerdo en cumplimiento de un encargo de
que Schleiermacher, José Hernández, “Orfila Reynal”). Las memorias tienen
los epitafios de la Antigüedad clásica, casi dos mil páginas, pero la numera-
interpelaban desde hace mucho a los ción es caótica, arbitraria, su orden es
lectores, al viator, a la audiencia. La cita pesadillesco: faltan párrafos y páginas,
del texto mesiánico, su injerto en los otros se duplican o triplican; la caligrafía
pasajes bíblicos de Lucas o de Hechos es confusa e ilegible; todo lo cual obsta-
del Nuevo Testamento8, podrían ser culiza la laboriosa y agobiante tarea del
considerados una forma primitiva con- editor y sus compañeros de descifrado,
sagratoria de la intertextualidad precur- quienes deciden cada vez la movida-
sora y avant-la-lettre. Con lo cual –y significado de las piezas-escrituras en
vuelve, en la repetición, Borges– todo simultáneas partidas de ajedrez, modelo
lo que hay sería un aprés-la-lettre. de las combinatorias de los significantes.
Suscribo la hipótesis de Verón antes cita- Más de tres años lleva la tarea del grupo
da: deberíamos decir que nos hallamos para establecer el manuscrito, ahora per-
en el momento gramatical de reconoci- dido en algún recoveco absurdo de la
miento de M. E., dada la efemérides típi- imprenta. La edición de la obra, enton-
camente funeraria acaecida en su ápice en ces, debe hacerse a partir del registro
el año 2004, al cumplirse las cuatro déca- mnemotécnico perfecto que ha hecho
das desde su fallecimiento. Pero es una “Martínez Estrada”, para dar cumpli-
gramática fallida, en vista de la llamativa miento al encargo y también hacer lugar
escasa voluntad de internarse en la narra- al vaticinio que la propia autora de las
tiva de M. E. –ni hablar de su poesía– y Memorias ha formulado en sus páginas:
su canonización en el no poco restaurado “comprendo, por mi destino, que este libro
honor del género ensayo. nunca se publicará” (M. E., 1956, 10).
Así, el prólogo –anuncio permanente de
una inminencia suspendida– imbrica los
2. Síntesis argumental contenidos del relato y las vicisitudes de
la imposible existencia de los sentidos
Marta Riquelme, figura ambigua, equí- infinitamente probables de las páginas,
voca e inquietante, es el título y perso- y se instala en el discurso paradojal. La

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

historia de la familia transcurre en una período en que se produjo la expansión


casa monstruosa figurada cual laberinto del psicoanálisis y su absorción en la
en el tronco central de un enorme árbol, literatura11. Estas décadas albergan una
un magnolio, que multiplica y mezcla buena parte de lo que llamaríamos la
espacios y miembros de la familia en tér- producción literaria de Martínez Estrada,
minos de crímenes, incestos, suicidios. para distinguirla mínimamente de su
Pero nada ha quedado del manuscrito; ensayística, haciéndome perfectamente
sólo unas huellas que, como las huellas cargo de que los ensayólogos airados dis-
mnésicas de Freud, deben atravesar cutirán esta categorización. Ojalá.
sucesivas barreras Es decir que Marta Riquelme es muchos
Así, el prólogo –anuncio per- para su estable- años anterior a Rayuela12, novela esta
manente de una inminencia cimiento como última constituida para la crítica en
suspendida– imbrica los conte- recuerdo autori- signo mayor y modelo de la destitución
nidos del relato y las vicisitudes zado en la con- del continuum narrativo y del formato
de la imposible existencia de los ciencia, ordenán- convencional de libro. Señalo que ambas
sentidos infinitamente proba- dose en dirección novelas no hacen sino habitar el mismo
bles de las páginas, y se instala a un sentido. horizonte en el cual el proceso de des-
en el discurso paradojal. Hago mío el escritura de la herencia decimonónica
enunciado de de la narratividad llega a su apogeo, y
Camblong referido al prologuismo que por lo que conocemos como efectos
de Macedonio Fernández, canjeando de la larga duración, es un proceso que
el nombre de Macedonio por el de no puede fecharse a modo de efeméri-
Martínez Estrada: des13. La tematización metadiscursiva
de tiempo y espacio como dimensiones
Si se instala la máquina de leer en estos sui generis de la ficción del relato con sus
mundos prologantes, es factible relevar responsabilidades en la construcción de
diversas configuraciones discursivas que van la historia y sus personajes, proporcio-
armando los complejos teóricos del universo nan en M. R. un testimonio de dicho
estradiano. Por lo pronto cabe reiterar que proceso, según puede apreciarse en este
el pensamiento paradojal no acata las dife- párrafo, anticipatorio a su vez de teoriza-
rencias ni la dialéctica de los contrarios; los ciones de la disciplina:
principios de identidad, contradicción y ter-
cero excluso, no lo rigen, ni lo determinan. Hago esta advertencia porque la sensación
Dicho de otra manera, la discursividad del tiempo en la novela es falaz. Un autor
paradojal hace juegos alternativos, no inten- poco avezado en estas cuestiones podría
ta ni refutar ni contradecir, su sentido se suponer que abarcan medio siglo y por lo
orienta a problematizar, poner en crisis 9. que cuenta ella en muchas de sus páginas,
que la autora ha llegado a la ancianidad.
No es así. Pero esto tampoco quiere indi-
3. Marta Riquelme, precursora car que esos ocho años no equivalgan, no
a medio siglo, sino a un siglo entero, por
Marta Riquelme fue publicada primero la intensidad con que ha vivido su vida ya
en 1949 y luego en 1956 en la editorial saboreándola minuciosamente, ya como si
Nova10. Estamos en los prolíficos años cerrara los ojos en un vértigo. Si el lector
40 y 50 que cobijaron tantos proyec- observa cuidadosamente advertirá tam-
tos ejemplares de la cultura argentina, bién que por la naturaleza de los aconteci-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

mientos, por la índole de las personas y por el lector y el escritor, revelando y pro-
mil detalles que se precipitan en la lectura, piciando un deseo fundamentalmente
el tiempo no tiene ninguna importancia. lúdico. Se habilita de este modo la com-
Tampoco la tiene el lugar. Creo que el plicidad del lector para el engaño, el pla-
pueblo de Bolívar es apacible y de pobla- cer, la hospitalidad, el entretenimiento.
ción no muy grande; pero si uno olvida He mencionado el término umbral pues-
que esos hechos ocurrieron allí y en nuestro to que es así como
tiempo, podría caer en la falsa idea de que titula Genette, en Macedonio, Borges, Eco y
se trata de una ciudad inmensa y de tiem- francés, su estudio Genette se han ocupado de
pos muy lejanos (M. R., 21). teórico sobre los prólogos y de sus teorías más
prólogos: Seuils. La o menos explícitas: su discurrir
¿Cuál de ambas novelas sería el borra- utilidad de conser- instaura una relación privile-
dor, y cuál la versión definitiva? var ambos térmi- giada entre el lector y el escri-
Tanto da, si vamos a pensar con el nos para mi pro- tor, revelando y propiciando un
maestro Borges, que no hay razón para pósito de abordar deseo fundamentalmente lúdi-
suponer que el borrador H es mejor M. R., se puede co. Se habilita de este modo la
o más correcto que el 9 en el infinito ver de inmediato complicidad del lector para el
fluir de las versiones –que así llama él en la siguiente cita engaño, el placer, la hospitali-
a la literatura–, según se nos aclara en –primer párrafo– dad, el entretenimiento.
el ensayo “Las versiones homéricas”. del libro:
Esto atañe a críticos, teóricos, traduc-
tores, en el incesante traducirse de los La obra inédita de M. R. –el nombre me
textos, unos a otros14. Los exégetas de era conocido, hasta familiar, no recuerdo
las memorias de M. R., han hecho lo por qué lecturas– que el lector encontrará
que se hace normalmente para traducir a continuación fielmente reproducida y
un original lejano: el establecimiento de que por este prólogo se le presenta, ha sido
un texto15. Han procedido a su desci- escrita por su autora con la intención de
frado palabra por palabra incluso con que llegara a conocimiento de muchas
la ayuda de un perito calígrafo, y gra- personas. Quiero decir, que se publicara,
fólogo para más (el señor Limperalta), y es lo que hago yo ahora obediente a su
figura a través de la cual se hace hablar voluntad y al interés del relato. Pero debo
la doxa psicológica y psicologista ingre- advertir que M. R. no es una escritora.
sada en forma masiva en la cultura por- Hasta diría que casi no sabe escribir.
teña, en la misma década en cuestión16. Los originales me fueron entregados por
Como se ve hay aquí una teoría de la el Dr. Arnaldo Orfila Reynal, quien los
traducción, entre las muchas metatex- obtuvo a su vez de un amigo de la autora
tualidades o metapoéticas que como un con recomendación de que los revisase y
doppelgänger, desfilan por la nouvelle17. que, en caso de encontrarlos de interés los
publicara con un prólogo que es el que
estoy escribiendo (M. R., 1956, 9).
4. De prólogos y umbrales
Se nos introduce en el umbral de un re-
Macedonio, Borges, Eco y Genette se lato, el prólogo, que nunca será abando-
han ocupado de prólogos y de sus teo- nado en cuanto tal. Radicado al modo
rías más o menos explícitas: su discurrir de un atractor extraño, centrípeto, ab-
instaura una relación privilegiada entre sorbe toda la narración, y cumple al

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

mismo tiempo la función que Borges el límite entre ficción y realidad, entre
signó para el género prólogo. Pues hace narración e imposibilidad de narración,
posible la buena relación entre su objeto entre escritura y su negación, entre enun-
y su receptor: las apelaciones continuas ciación y enunciado, entre registro escrito
al lector, sea en términos de una incre- y memorización, entre diégesis y mundo,
pación directa, “tú”, sea en la condición entre manuscrito y libro, entre paratexto
neutral de la tercera “sepa el lector”18; y texto. Las puestas en abismo acosan al
y porque establece las pautas a las que lector, lo intranquilizan; haciéndolo en-
todo prólogo debe ajustarse. trar y salir fatigosamente de los circuitos
de estas dimensiones que acabo de enu-
merar en forma de pares. En fin, que la
fusión y fisión de los mundos intra y extra
textuales, ponen en escena la confusión:

Debo advertir que M. R. no es una escritora.


Hasta diría que casi no sabe escribir (9).

A partir de estas primeras marcas para-


textuales –en las que lo extra e intratex-
tual se conectan como por una banda
de Moebius–, se desencadena la nouvelle
de Martínez Estrada atravesada por la
imposibilidad “extra” e “intratextual”:

se diría que Marta Riquelme previó tan-


tas dificultades en un estado de clarivi-
Julio Cortázar En concreto, tanto desde el punto de dencia profética... Aunque éste es episodio
vista de los contenidos como de la extraño al texto, no lo es en cuanto coin-
forma, este prólogo performativiza las cide en su semántica con el destino de la
funciones a las que todo prólogo debe autora y aún refleja una faceta pavorosa
aspirar, y los compromisos que todo de su misteriosa existencia (Ibíd 10).
prólogo debe contraer. Habría enton-
ces aquí una estética del prólogo, una De lo que está consignado como extra-
poética, que a su vez vuelve a hacer textual por el narrador, sus estrategias
vivo, presente, el linaje que comen- de verosimilización, señalo el mundo
zaría con el Museo de la novela de la editorial, con sus etiquetas semánticas,
Eterna19. Allí como aquí, en la dimen- sus espacios, sus funcionarios, con nom-
sión para y metatextual, se trata de una bres propios, parlantes y enciclopédicos
función literaria y normativa, práctica (“Martínez Estrada”, el editor-prolo-
y teórica, en tanto el prólogo-nouvelle, guista; “Finderalte”, en alemán “el viejo
se constituye en un paradigma de crea- encontrador”; “Orfila Reynal”, editor por
ción, de teoría y de crítica literarias. excelencia; el linotipista, el gerente, etc.).
Después de la presentación de ese um- Allí es por donde el narrador busca: por
bral, todo lo que sigue en el relato es la los laberintos kafkianos de depósitos y
construcción paradójica de un discurso oficinas, como un detective iría tras el
que oscila en el vacío: se vuelve difuso autor de un delito (de acuerdo a lo que

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

nos sugiere Eco en su relectura de Peirce, aventura de su descifrado por parte de los
para quienes la captura del sentido de un verosímiles descifradores de la caligrafía,
texto seguiría por los senderos detectives- de los sentidos, del orden, los establece-
cos de Sherlock Holmes) y/o del rastreo dores de la compaginación. Del jurado,
abductivo de un Freud tras los dichos de en seminario, que capitulando, capitula
la subjetividad inconsciente. ante el sinsentido de la historia.

En tanto continúo diligencias para resca- Otro aspecto interesante de esta aventura
tar el original de sus indignos poseedores... es la de descifrar el manuscrito, y todo es
Fui la semana pasada repetidas veces a la tan endiablado en ella que hasta el papel
casa editora y de allí a la imprenta, sin y la tinta parecería
poder dar con la copia dactilografiada que se hubiesen Allí es por donde el narra-
y corregida por última vez en jurado puesto al servicio dor busca: por los laberintos
reunido en pleno, para evitar lapsus (que de los demonios. kafkianos de depósitos y ofi-
aparecieron a pesar de todo demasiado El trabajo de des- cinas, como un detective iría
numerosos por desgracia). En la editorial cifrar la letra o los tras el autor de un delito (de
daban a entender que no tenían la más logogrifos de ese acuerdo a lo que nos sugiere
remota idea del libro... (Ibíd). manuscrito de cer- Eco en su relectura de Peirce,
ca de dos mil pá- para quienes la captura del
Nadie tenía conocimiento de las ginas ha sido una sentido de un texto seguiría
Memorias de Marta Riquelme, ni de tarea superior a las por los senderos detectives-
libro ninguno de la índole del que yo les fuerzas humanas, cos de Sherlock Holmes), y/o
explicaba (Ibíd,11). y yo no hubiera del rastreo abductivo de un
podido realizarla Freud tras los dichos de la
–Discúlpeme –le dije– ... Necesito cote- sin el auxilio y la subjetividad inconsciente.
jar algunos pasajes del libro de Marta colaboración de
Riquelme, Memorias de mi vida, de la un grupo de amigos que, interesados pro-
Editorial Tierra Purpúrea. Es estúpido fundamente, tanto en el contenido del
que me lo oculten a mí, desde que yo soy manuscrito como en el ejercicio de la pa-
el verdadero editor responsable (11). ciencia que significaba ir descifrándolo,
no me hubiesen ayudado. Su colabora-
Se trata del mundo que va a contener (o ción ha sido heroica (17).
des-contener) lo intratextual, el texto,
el manuscrito perdido, extraviado en La historia contenida en esas monstruo-
todos los sentidos de la palabra; un sas memorias nos introduce en el mundo
extravío signado por la contradicción: de la familia, de sus vicisitudes siniestras,
pues por una parte los manuscritos ambiguas, inquietantes, en la que abun-
ya han sido un libro¸ ahora perdido, dan incestos, seducciones, suicidios, ro-
extraviado, lo mismo que el destino de bos, estafas, según uno de los derroteros
extravío que acusa la memoriosa autora significantes atribuibles al escrito.
de las Memorias y sus personajes.
Mundo a su vez que contiene la multi- Durante tres años nos hemos reunido casi
plicidad equívoca de los entramados y diariamente para realizar en comisión,
peripecias oscuras de sus vidas, enlazadas o mejor dicho en seminario, ese trabajo.
al tronco memorioso de la escritura de Aunque a la verdad, muchísimas de esas
la autora. Mundo textual que enlaza la noches la tarea, que se prolongaba hasta el

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amanecer, giraba más bien que sobre el tex- de éxtasis, sin decir palabra, horas enteras,
to sobre alguna interpretación o comentario rumiando una frase aparentemente absur-
que se nos ocurría y que nos llevaba hasta da pero que prometía, una vez captada a
los mismos lindes de la metafísica (17). fondo, revelaciones que compensaran tanta
cavilación (17-18).
La caligrafía, ilegible, y causa de la
intervención del grafólogo, origina la
situación de enigma, de secreto, que 5. Marta Riquelme-Rayuela:
queda, sin embargo, irresuelto en el versiones intertextuales
plano del verosímil, aunque justifica-
do en el de la ficción, explícitamente Según otra de las posibles lecturas alen-
enunciada en la siguiente cita: tadas por el mismo texto, ahora estable-
cido, nada de eso ocurre y se trata más
Era una letra imposible, y de ahí que haya bien de las peripecias de una familia
anticipado que la autora no sabía escribir. de un barrio de Buenos Aires que son
No solamente su letra representaba grafoló- pura inocencia carente de toda perver-
gicamente las infinitas complicaciones del sión o tinte sexual. Todo depende de
laberinto de su alma, una de las más com- qué parte del manuscrito se coloca o se
plejas y diabólicas de las que se conocen en la inserta junto a qué otra para ser leído
historia de la literatura, sino que las grafías en algún sentido según un probable –o
amontonadas y en trazos muy personales, di- improbable– “tablero de dirección”.
ficultaban la tarea hasta convertirla en una
solución de acertijos. La f, por ejemplo, la g Lo cierto es que muchas noches las hemos
y la p están escritas con un trazo tan seme- perdido jugando al ajedrez. Porque cuan-
jante que si se las considera aisladamente, no do ya nos fatigaba el trabajo de clasificar y
podrían ser discernidas. Y lo grave fue que descifrar, tomábamos el tablero y los trebe-
en muchas ocasiones confundir una con otra jos para alejarnos de nuestras preocupacio-
letra significaba alterar por completo tanto nes más que para distraernos. Y así ocurría
la palabra como el que, al mover una pieza, en vez de anun-
La novela M. R. propone en su sentido total de la ciar el jaque dijéramos: “Debemos enten-
prólogo una instrucción para frase. Por lo demás es der hebilla en vez de temblaba”; a lo que
su lectura que está construida una “letra fingida”, el otro le respondía, cubriendo el jaque con
sobre la pura paradoja; es decir acaso trazada con un alfil: “Yo estaba pensando en trastorna-
la imposibilidad de articular un la mano izquierda da; tiene más sentido” (M. R. 34).
sentido que permita la pacifica- o con el deliberado
ción imaginativa del lector des- propósito de enre- Para no abusar de una causalidad genealó-
plazándose por un camino que dar la interpreta- gica entre una y otra novela, propongo esta-
empieza, sigue, y concluye. ción, dificultando blecer un sitio para hacer dialogar a ambas
la lectura con lapsus obras apelando a ciertas analogías y a cier-
y ambigüedades que ponían en los pasajes tas discrepancias. Por ejemplo, el principio
decisivos una insalvable alternativa. Sin de incertidumbre y de indeterminación
contar las páginas sin numerar, sueltas, que presente en ambas obras, es decir su condi-
pueden ser colocadas en diferentes lugares ción de abiertas, constaría, sin embargo, de
sin alterar el orden lógico del discurso, pero distintas salidas que a mi juicio terminan
sí el sentido, y esto de modo fundamental. oponiéndose o bien divergiendo.
Otras veces, nos deteníamos en una especie La novela M. R. propone en su prólo-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

go una instrucción para su lectura que el texto concierta perfectamente también


está construida sobre la pura paradoja; con lo que sigue en el párrafo sucesivo. Pero
es decir la imposibilidad de articular un con esta diferencia: donde está, significa que
sentido que permita la pacificación ima- el hurto de la billetera debe atribuirse a
ginativa del lector desplazándose por un que Florindo era jugador, había contraído
camino que empieza, sigue, y concluye. deudas y no encontró mejor recurso que
Si bien el tablero de M. R. es una figura penetrar de noche en la habitación de D.
material que podría organizar, estruc- Indalecio y sustraerle la cartera donde guar-
turar, por el contrario empuja al lector daba el sueldo y los ahorros; en la página
hacia el delirio, tomando el término en 422 indicaría que Florindo, al jugar al
su significado literal: apartamiento del poker en un garito habría ganado la for-
camino. Llevando al extremo la bifurca- tuna de que lo vemos poseedor, no se sabe
ción borgeana, e iconizando los senderos cómo, en ese pasaje; en la página 105, que
de la memoria, M. E. hace del tablero fue el quien pudo salvar, mediante el socorro
una multifurcación infinita de los senti- en dinero, a la pobre muchacha que fue a
dos-senderos de la obra de M. R. pedir un préstamo de urgencia para evitar
que remataran un campo del padre, y en la
El lector habrá caído en la cuenta –des- página 14, sería simplemente un episodio
pués de tener presente la integridad del en la vida del joven disipado, pero que
texto–, que según el sitio en que se la tanto podría ser Florindo, como se colige
intercale altera inclusive el sentido de la que es, como Mario. Y con eso variaría por
historia que se refiere al personaje de que completo el concepto que se nos da de él en el
trata. La supresión era inacatable, por resto del manuscrito.(M. R., 33-34).
tratarse del pasaje de mayor inspiración,
por decirlo así, dentro de la veracidad Rayuela por su parte propone una diso-
del tema. Mas, adviértase, por sí misma lución de las causalidades narrativas y de
esa página no dice nada –no aclara los dispositivos del género, aunque acom-
nada–, y sin embargo, ¡cuan profundo paña al lector en el diseño de dos caminos
es el trastorno que provoca según el lugar posibles, lo que se ve claramente en este
en que se la lea! Podría decirse que más paratexto, la contratapa del libro:
que altera, perturba el sentido de uno de
los “destinos”, como Marta dice, de ese La clave de su ruptura con el orden clá-
personaje tan atrayente (M. R. 35). sico del relato radica en la postulación
de una estructura inorgánica y lúdica
De esta manera se instituye el tamba- en la que el lector juega un papel de
leo delirante del sentido y se pone en primera importancia20.
cuestión toda coherencia narrativa en
la que podría refugiarse el lector ha- Sin embargo, el enunciado “estructura
ciendo uso de sus competencias para inorgánica” no equivale estrictamente
andar por un camino indicado: a una inorganicidad tal que el lector
pudiera quedar confundido, total-
Haga la prueba el lector, leyéndola prime- mente despistado. Se añade además:
ro donde va inserta y después leyéndola a
continuación de la línea 6 de la página Este espacio abierto a las sugerencias y reso-
422; de la línea 26 de la página 105; de la nancias internas de la novela, a la búsqueda
línea 9 de la página 14. En todos los casos de la complicidad de quien recorre sus

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páginas, está configurado por los materiales se van contando hasta formar una tela-
mismos con que se construye la obra y por la raña de indicios y huellas que son justa-
reflexión del autor acerca de la novela en sí y mente lo que compone el tejido siempre
de la relación del arte con la vida21. actualizable de la memoria.
Tejido que se arma con la inteligible
Es decir que las variantes en Rayuela creatividad de los actores del campo de
están predeterminadas puesto que la la recepción, en tanto asumen su con-
invitación al diseño de un itinerario dición de buscadores-detectives en los
“direccionado” permite sostener un laberintos del texto.
campo relativamente acotado de posi- Es la condición de obra abierta cons-
bilidades para los senderos de la narra- tatada ya: en el caso de M. R. en tanto
ción. Los “muchos” posibles se pre- precursora de la teoría de Eco, y en el
determinan como “dos”, y se habilita caso de Rayuela porque manifiesta el re-
la pacificación de clamo cortazariano del lector cómplice,
Es decir que las variantes en la lectura sin por dispuesto a la interactividad. En ambos
Rayuela están predetermina- ello disminuir el casos queda evidente la filiación borgea-
das puesto que la invitación al entusiasmo lúdi- na y macedoniana, en la medida en que
diseño de un itinerario “direc- co del receptor. por la vía del humor y de la discursividad
cionado” permite sostener un paradójica la ficción se vuelve para el lec-
campo relativamente acota- A su manera este tor una práctica conjetural de interpre-
do de posibilidades para los libro es muchos taciones, de confrontaciones y sorteos
senderos de la narración. Los libros pero sobre con trampas que confunden, mezclan y
“muchos” posibles se predeter- todo es dos libros. tornan inciertos los límites entre verdad
minan como “dos”, y se habili- El lector queda y mentira, entre ficción y realidad, entre
ta la pacificación de la lectura invitado a elegir intra y extra textualidad.
sin por ello disminuir el entu- una de las dos
siasmo lúdico del receptor. posibilidades ...
el primer libro se 6. Tradición, linajes, descendencias
deja leer en la forma corriente, y termina
en el capítulo 56, al pie del cual hay tres Marta Riquelme es el título de un rela-
vistosas estrellitas que equivalen a la pala- to de Guillermo Enrique Hudson. Ya
bra fin. Por consiguiente, el lector prescin- hemos visto antes cómo la existencia de
dirá sin remordimientos de lo que sigue. un libro llamado Memorias de Marta
El segundo libro se deja leer empezando Riquelme, editado por Tierra Purpúrea,
por el capítulo 73 y siguiendo luego en el descoloca el extravío de la obra, por una
orden que se indica al pie de cada capítu- parte, y por otra parte y al mismo tiem-
lo. En caso de confusión u olvido bastará po, intertextualiza sus contenidos en
consultar la lista siguiente22. cuanto a la condición de cautiva que la
doncella-protagonista de nuestra nouve-
Junto con el desarrollo fragmentario o lle, remite a aquella Marta Riquelme
continuado de sendas historias, se discu- hudsoniana, una muchacha que fuera
rre sobre distintos aspectos de la teoría cautiva de los indios, y que muriera
de la literatura, la narratividad misma, la presa de la locura o de un hechizo, con-
función autor, la función lector, discursos vertida en el bicho monstruoso de cuyo
de la cultura que duplican, en muchos nombre, “kakué” según leyenda, deriva-
casos fantasmáticamente, las historias que ría el nombre de la provincia Jujuy23.

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

Cabe recordar que Hudson fue una figura Para documentar la pertinencia de ese
señera en la hospitalidad crítica del mismo antecedente, cabe recordar que la antino-
Martínez Estrada, que lo inmortalizó en vela de Macedonio, la de la Eterna, opera
el clásico ensayo El mundo maravilloso de sobre la incesante injerencia de la voz
Guillermo Enrique Hudson (1941). La autorial, que se ocupa de la postergación
repetición del nombre para dos historias continua, a través de sus 56 prólogos, de
muy diversas, aunque emparentadas, rati- la “verdadera” narración, así como de las
fica el enunciado de Deleuze, de que el reflexiones, antes mencionadas, metatex-
ejercicio de la repetición genera la diferen- tuales, metaficcionales. Vías por medio
cia. La repetición idéntica rehace asimismo de las cuales quedan al descubierto los
el gesto borgeano de “Pierre Menard, artificios, los dispositivos narrativos, abis-
autor del Quijote”, personaje que ejecuta- mados, desarticulados.
ría la traducción de la obra de Cervantes Dice Macedonio:
mediante la repetición palabra por palabra
del original24. En un mismo gesto M. E. ... tú lector, que
reúne a un antepasado y a un contempo- podrías ahora ente-
ráneo en un hospitalario recinto como es rarte en mis pági-
la novela. El mencionado estudio sobre nas, perderte del ser
Hudson, si bien está referido al género y librarte de la rea-
ensayo, hace visible el diseño de una escri- lidad y de estos pro-
tura cuya estructura sería la digresión: blema (...) –Autor:
No debo decirle al
(Hudson) siempre hace incursiones lector : “Éntrese a mi
digresivas... tal como al pensamiento se novela”, sino indi-
le ocurren aún en la labor más ceñida a rectamente salvarlo
un propósito concreto, y como acontece de la vida. Yo busco
sin excepción al que camina de un lugar que cada lector
a otro cuando no duerme en el trayecto entre y se pierda a sí
sino que procura observar cuanto hay de mismo en mi nove-
interesante y de novedoso en la ruta (M. la, ésta irá asilando,
E., 1941, 307)25. encantando lectores,
vaciándolos.26
Ezequiel Martínez Estrada
7. El eterno novelista Macedonio
8. Constelaciones psíquicas:
Vemos aquí la indiscutida filiación que mujeres, familias y memorias
liga a Hudson y M. E., articulados
ambos en la genealogía establecida con Las constelaciones psíquicas, en especial
Macedonio (y con Borges), especialmen- las referentes a la construcción de “la
te con respecto a la destitución del orden mujer”, evidencian la circulación de las
clásico para el argumento, la dispositio, tesis freudianas en el horizonte cultural
el continuum. El desvío arborescente argentino de la época, establecen los
de la digresión, propio de los discursos vínculos literarios legitimando los linajes
paradójicos ya apuntados, constituye el y sus extensiones hacia los parentescos.
hilo de sangre que emparienta a estos Los personajes protagónicos femeninos
hacedores de nuestra literatura. son todos “cautivos”, particularmente

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de sus mundos psíquicos, expuestos al una catalogación, tributaria también de


“diagnóstico” de la locura. la inestabilidad de la narración:
He acatado las indicaciones detectivescas
del enunciador y reconstruyendo a par- Ya sé que ése es un tercer aspecto en que
tir de las pistas textuales que el narrador puede abarcarse la obra, “una tercera
nos proporciona, fui tras las huellas de lectura” y hasta la más interesante; mas
otra mujer de existencia histórica, María ello obligaría a representarnos a Marta
Bashkirtseff, introducida como “referen- como a una histérica –o una perverti-
te” en el relato. El narrador rebate una da–, lo cual es casi un sacrilegio frente a
hipótesis del calígrafo Limperalta que su luminosa figura angelical (44).
ayudó a establecer el manuscrito:
Esta cita nos lleva irremediablemente
Las constelaciones psíquicas, Debo advertir a los dichos que el narrador de la
en especial las referentes a la que, a mi juicio, Marta Riquelme de Hudson enuncia
construcción de “la mujer”, estaba equivo- en su relato; primero en relación con
evidencian la circulación cado en su hipó- su propio manuscrito (memorias), y
de las tesis freudianas en el tesis arbitraria, luego en relación con la figura equívo-
horizonte cultural argentino al suponer que ca de su personaje Marta Riquelme.
de la época, establecen los se trataba de un
vínculos literarios legitiman- caso de reencar- Y si yo asentara en esta relación cualquier
do los linajes y sus exten- nación de María cosa que pudiera perjudicar a nuestra
siones hacia los parentescos. Bashkirtseff. Un santa Religión, debido a nuestro pobre
Los personajes protagónicos absurdo descomu- entendimiento y nuestra poca fe, ruego
femeninos son todos “cauti- nal. No logrará que el pecado que cometo en ignorancia
vos”, particularmente de sus aclarar nada de se me perdone, y que este manuscrito
mundos psíquicos, expuestos este misterio, estoy perezca milagrosamente sin que nadie lo
al “diagnóstico” de la locura. seguro (13). haya leído (Hudson, Marta Riquelme,
www.elaleph.com, 3-4).
Según datos verificados, esta mujer, una (Marta) a veces trataba de ayudar en los
joven rusa nacida en la segunda mitad quehaceres de la casa… pero de repente,
del siglo XIX, escribió un diario íntimo en medio de lo que estaba haciendo, deja-
a lo largo de doce años, cuya edición ba caer el atado de leña y, arrojándose en
sufrió varias peripecias escandalosas, así el suelo, prorrumpía en los gritos y lamen-
como sus traducciones al francés en tos más desgarradores... (Ibíd, 19).
las que hubo supresiones, omisiones,
disimulos, críticas negativas, denuncias. La sintomatología histérica, los dichos
María Bashkirtseff fantaseó, como nues- acerca del “método” interpretativo de la
tra Marta Riquelme, en el destino que psicología, circulan en el caso de la nouve-
tendría su diario pensando en los lecto- lle de M. E. con una explicitud extrema:
res, y también como la primera Marta
Riquelme de Hudson fue sospechada de Para juzgar del alma de Marta Riquelme,
locura, perversión sexual y otras patolo- resulta un auxiliar útil el examen de sus
gías. La locura femenina, las histéricas de emociones tal como lo haría un psicólogo,
Freud están aquí representadas en el dis- siempre tan espontáneas y generosas. Todo
curso estradiano, en el cual lleva al extre- la conmueve y la inclina al amor. Tras
mo de la ironía el recurso psicologista de la avalancha que a veces la hace girar y

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

la recobra, vuelve a renacer en ella esa ello hace más que coincidencias, una
tranquila bondad que todo lo ilumina premonición y hasta un prototipo de la
a su arededor. Tampoco debemos pensar obra del colombiano? 27
en nada freudiano. Es una hipótesis que
después de obsesionarnos más de un año, Y dejo al lector las pistas abiertas para
todos desechamos avergonzados y resuel- ulteriores o anteriores parentescos, pues
tos. A no ser que pudiéramos admitir
que, en conocimiento de las obras mismas “Todo lo que sigue es sencillamente estu-
de Freud, Marta hubiese construido una pendo” (M. R., 45)28.
formidable e inaudita fantasía de su
vida, mistificando con alusiones de doble
y hasta de triple sentido lo más sagrado y 9. Breve comentario-huésped-con-
lo más vil. (M. E., M. R., 43-44). clusión

La descendencia en la estirpe literaria que Concluyo que Marta Riquelme de


estoy proponiendo podría llevarnos a una Martínez Estrada puede entenderse
interminable reticulación. Antes de caer en como un homenaje múltiple a la línea
esa afiebrada tentación y salirme del espa- genealógica, a la estirpe que se inau-
cio, hospitalario, que se me ha ofrecido guraría con Hudson, pasando por sus
en esta publicación, extiendo la referencia contemporáneos, que son los nuestros,
a otro monumento de la literatura, Cien como Macedonio, Borges. Quiero pen-
años de soledad. Esta vez, haciendo lugar a sar la nouvelle como una precursora
la palabra crítica de un “latinoamericanis- botella al mar de
ta”, Ernesto Volkening, de quien tomo en sus descendien- Quiero pensar la nouvelle
forma textual el siguiente comentario: tes, pródigos como una precursora bote-
también, como lla al mar de sus descendien-
Hay muchas luces que pueden iluminar Cortázar, García tes, pródigos también, como
las posibles genealogías o parentescos en Márquez y tantos Cortázar, García Márquez y
los que se inscriben obras excepcionales. otros que tal vez tantos otros que tal vez hoy no
Un conocedor de la cuentística de nues- hoy no notemos notemos pero que asomarán
tro Martínez Estrada, ¿cómo se podría pero que asoma- a la ventura crítica por mor
sustraer a la tentación de relacionar rán a la ventura de alguna otra hospitalidad.
Cien años de soledad con el relato que crítica por mor de Y preparan, de algún modo,
nos ocupa y del que se podría decir que alguna otra hos- la teoría crítica, que induce
es una variación anticipada? ¿No es pitalidad. Y pre- sus parámetros, sus modelos,
su tema la historia de la familia (no paran, de algún de estas propuestas anticipa-
nuclear) Riquelme; el ambiente sórdido modo, la teoría torias que la genialidad del
de una casa que en sí misma conforma crítica, que indu- creador entrega para su eluci-
un pueblo llamado Bolívar; el símbolo ce sus paráme- dación a los estudiosos.
de una dinastía, un árbol centenario tros, sus modelos,
(la magnolia); el manuscrito donde se de estas propuestas anticipatorias que la
cifra toda la estirpe con caracteres ilegi- genialidad del creador entrega para su
bles, las relaciones sexuales situadas en elucidación a los estudiosos.
la zona del incesto y la promiscuidad, el
peso específico de la gran familia donde (*) Universidad Nacional de Córdoba,
la mujer constituye el eje vital? Todo CONICET

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NOTAS

1. Véase Romano Sued, “Crítica y traducción: el sujeto y el otro en la periferia”, Nomos Verlagsgesellschaft, Baden
Baden, 2000, y Jean Mukarovsky y la fundación de una nueva estética, Epoké, Córdoba, 2001.
2. Véase mi extenso estudio sobre el acogimiento de las autorías, entre ellas la de Martínez Estrada: Romano
Sued, Susana “Retóricas de la resistencia y mitos de la nación: Restos pampeanos de Horacio González”, en AA.
VV., Umbrales y catástrofes: literatura argentina de los 90, Epoké, Córdoba, 2003, pp. 47-112.
3. Camblong, Ana, Macedonio. Retórica y política de los discursos paradójicos. EUDEBA, Buenos Aires, 2003, p. 115.
4. Recuérdese que la localización histórica de una fundación es en sí misma un producto del proceso del reconocimien-
to, una fundación es inseparable del reconocimiento retroactivo del hecho de que efectivamente, ocurrió. siempre
se reconoce después. Véase Verón, Eliseo, La semiosis social, Gedisa, Buenos Aires, 1987 pp. 36-37 y 73-79.
5. En adelante M. R.
6. No me ocupo aquí de la extensión concentracionaria de la semántica de “campo”.
7. Eco, Umberto, Obra Abierta, Seix Barral, Barcelona, 1965, p. 92
8. Véase Preveraro, Octavio, “Escritura y camino”, revista Anatellei, Buenos Aires, 2006.
9. Camblong, Ana, Macedonio. Retórica y política de los discursos paradójicos. EUDEBA, Buenos Aires, 2003, p. 132.
10. Se trata de la edición con la que estoy trabajando y que incluye un segundo relato titulado “Examen sin conciencia”
11. Véase Ben Plotkin, Mariano, Freud en las Pampas, Sudamericana, Buenos Aires, 2003.
12. Publicada en 1962.
13. En los 50, el semiolvidado Carlos Mastronardi reconocía los desmoronamientos ejercidos por Valéry en sus
lógicas escriturales y metódicas: un atajo hacia afuera de la tradición francesa. Véase de Mastronardi: Valéry o
la infinitud del método, Raigal, Buenos Aires, 1955. También en esa década Sabato planeaba minuciosamente
destituciones de los planos narrativos y discursos psicologizantes en Sobre héroes y tumbas.
14. Véanse, Romano Sued, Susana, La escritura en la diáspora, poéticas de traducción, Narvaja Editor, Córdoba,
1998, y “Mundos, textos, lenguas: identidad latinoamericana y traducción”, revista Estudios, Vol. 14, Universi-
dad Nacional de Córdoba, Primavera 2003, pp. 77-90.
15. Y si así pensamos, el manuscrito, la copia mecanografiada tras el establecimiento exegético, o el libro supues-
tamente editado por Tierra Purpúrea, o finalmente la versión transcripta de memoria de las memorias gracias
a la extraordinaria capacidad de memoria del prologuista, serían todos originales, todos borradores, o todos
versiones del discurrir de M. R. Véase al respecto, Sued, Susana Romano, “Cantos Paralelos”, en El hilo de la
fábula, revista de la Universidad del Litoral, N° 5, Santa Fe, 2006, pp. 79-86.
16. Véase nota 11, y más adelante, las consideraciones del apartado 8: Constelaciones psíquicas.
17. Véase Romano Sued, Susana, Consuelo de lenguaje, Ferreyra Editor, Córdoba, 2005.
18. Resulta, además, evidente la figura del lector previsto, tematizado hasta el cansancio en las diversas teorías
de la recepción y del lector implícito que arrancan con Jauss y Eco, pasando por Iser, Link, Schmidt, acogidas
ampliamente por la crítica vernácula desde el último cuarto del siglo XX.
19. Véase más adelante en el apartado 7 las observaciones sobre Macedonio.
20. Texto de contratapa de Rayuela de la edición de Bruguera, Barcelona 1981.
21. Ibíd. Nota 12.
22. Del “Tablero de dirección”, Julio Cortázar, Rayuela op. cit., p. 5.
23. Tierra Purpúrea, es a su vez otra novela de Hudson, escrita originalmente en inglés a fines del siglo XIX,
traducida luego al castellano en Argentina.
24. Véase Romano Sued, Susana, (ed.) Borgesíada, TopGrafía, Córdoba, 1999; asimismo, “Duelo y melancolía en
la traducción: La busca de Averroes, ficción y metatextualidad”, en Docta, Revista de Psicoanálisis, N° 1, A. P. A.
ediciones, Córdoba, 2003.
25. Eco al referirse a Mallarmé con su Livre nos recuerda que éste “debía ser un monumento móvil… donde
gramática, sintaxis, y disposición tipográfica del texto introducían una poliforme pluralidad de elementos en
relación no determinada. En el Livre las mismas páginas no habrían debido seguir un orden fijo: habrían de-
bido ser relacionables en órdenes de diversos según leyes de permutación” (Eco O. A. 1965, 42-42); y continúa
“Abriendo el Livre a una serie amplísima de órdenes a elegir... /que/ el autor tendía a proponer al /lector/ a tra-
vés de ofrecimientos de ciertos elementos verbales y de la indicación de sus posibles continuaciones”. (Ibíd).
26. Museo de la novela de la eterna, Corregidor, Buenos Aires, 1975, pp. 180-181.
27. Juan Guillermo Gómez García, Los pasos perdidos de Ernesto Volkening, http://www.lablaa.org/blaavirtual/
publicacionesbanrep/boletin/boleti1/bol40/bol40tres.htm*
28. Con esta frase termina la nouvelle.

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260

Diversos ejercicios de la crítica


cultural argentina
Por Tomás de Tomatis

La crítica cultural no cesa de reaparecer como


una noción inevitable emanada de una singular
combinatoria. Una convocatoria tramada de una
pluralidad de afluentes –literarios, filosóficos,
antropológicos, psicoanalíticos y sociológicos–
que acuden, precipitándose, a la invitación que
el crítico les formula. Ella respira al ritmo de
estilos portadores de nombres propios con los
que pueden identificarse.
Tomás de Tomatis traza un recorrido exhausti-
vo, urdido de una meditación refinada y atenta
sobre los modos que destilan esos nombres de la
crítica. Una paciente revisión de los ademanes y
las lenguas que inventaron formas de percibir la
realidad a partir de aquello que se les escurría y
amenazaba con corroer sus propias certidum-
bres. Un mosaico heterogéneo que se compone
de ritmos, problemas y apuestas existenciales,
unas veces rozando el pesimismo, otras la ironía
y otras tantas imaginando promesas redentoras.
De Tomatis reconoce lo absurdo de su empresa:
intentar recomponer la crítica cultural a partir
de evocaciones que se eslabonan en una infinita
cadena de ensayos desde los que pensar el oficio
del crítico como vocación emancipatoria, pero
también como errante persistencia.
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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

No es tan vieja la noción de crítica cul- como un tejido de conocimientos


tural, pero en ella se reconoce el anti- astillados, como un sueño cercano
guo sesgo de la historia cultural o de la a la pesadilla, que introduce lógicas
historia intelectual, a la que luego –con de miedo, hipocresía o fraude en
digno fervor faccioso– se le adjuntará la conciencia colectiva. La “época”,
un condimento adicional, lo crítico o entonces, no será otra cosa que una
la crítica, con esa vieja palabra severa y forma de la razón quebrada, equi-
prestigiosa. La cultura, sí, pero corroída valente al mismo sujeto envuelto en
por dentro por el bacilo de la crítica. una reproducción degradada de valo-
Estaríamos entonces en el ámbito cer- res ya anulados pero formalmente
cano al de la historia de las ideas –para vigentes. A ese sujeto sólo le queda,
decirlo con otro nombre–, pero mati- para Casullo, la descripción sarcástica
zado con un impulso de intranquili- de su entorno cultural vaciado.
dad sobre las épocas o los tiempos, lo La obra crítica de Casullo se expone
que Sartre denominó “el gusano de especialmente en la revista Pensamiento
la Nada”, para averiguar de ese modo de los confines, que dirige, la que exa-
los resultados reales de la práctica mina con preferencia las formas que
humana en el seno de toda estructura una época adquiere en la subjetiviza-
estable, cuyo destino es la verdad de ción colectiva, bajo el amplio lienzo
su inconsistencia. Toda época trazaría de las fuertes evocaciones críticas que
un horizonte de angustia o de sorpresa provienen de lecturas del romanticis-
por sus novedades no necesariamente mo alemán, de la crítica religiosa a la
apropiadas al curso de la civilización, religión, de una sociología de los sen-
lo que habilitaría el espíritu de incer- tidos o del gusto, de una reubicación
tidumbre o de pesar. De ahí la crítica, de las filosofías del mal o sobre el mal,
exploración de ese desconsuelo. de una problematización del concepto
Pero si el pesimismo cultural –más de época que menos proviene de las
aun si dicho con la devota expresión “epistemes” de raíz francesa que de un
kulturpessimismus– suele cargar con magma conceptual en que se traducen
la mayor posibilidad de ser el sello formas que van del sujeto heroico –a la
de una hipótesis recurrente, la crítica manera de momentos sociales épicos,
cultural que percibe que todo movi- como los 70 argentinos–, hacia una
miento moral, espiritual o intelec- razón simbólica o a una filiación de lo
tual introduce sacudidas colectivas, no “sagrado social”. Ambas ideas, sin men-
necesariamente es hija de las teorías cionárselas más que quedamente, son
del colapso civilizatorio. el cierne de la reflexión más elocuente
Nicolás Casullo ronda, con todo, esos de lo que sin duda –y no hace falta
pretiles. Ha apuntado con una escri- evocar a Bataille o a Goethe, entre tan-
tura rica en alegorías y recursos expre- tos– sería el aproximado sinónimo de
sivos, hacia una gran investigación de la idea de “pensar en los confines”.
las lógicas bajo las que se produce y En ese marco, escritos y obras como
reproduce una época. En efecto, la las de Ricardo Forster y Alejandro
noción de época es fundamental en Kauffman revelan lo fructuoso del
los ensayos de Casullo, pero no la ve método de la sacralidad como napa
como una determinación final en el interna del pensar; en el primero, con
crisol de los sujetos culturales, sino amplias reflexiones –con prosa cauta-

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

mente redentista– en torno a una laica reparación. Quizá cuando la crítica


religiosidad del existir, con las figuras cultural huye hacia el famoso abismo,
de la reparación moral, el sufrir como el crítico literario que subyace en todo
pensar y el mal como síntoma obstrui- crítico cultural intenta el salvataje.
do de la historia; y en el segundo, con A propósito de uno de estos salva-
meditaciones que buscan el reverso de tajes, véanse como ejemplo los tra-
toda frase cultural para reescribirla en bajos de Josefina Ludmer. El punto
el idioma del sufrimiento humano y de partida es este cruce ineluctable
de la crítica a los procedimientos de entre crítica literaria y análisis de
sujeción y humillación de personas. la fuerza discusiva de los mundos
No se trata en culturales. En algún punto de esa
La crítica cultural, sea éste un estos trabajos de encrucijada, Ludmer lleva hasta las
buen nombre o no, es una mix- mentar al colap- últimas consecuencias la idea del “fin
tura que desea ser de naturale- so civilizatorio, de la escritura de estilo”, en nom-
za fina, entre la crítica literaria sino de tomar bre de un abandono de su primer
y la teoría de las civilizaciones. las esquirlas de macedonismo (el lúdico estilo del
El colapso seduce y vierte miel un fracaso que escribir sustrayendo el motivo literal
en el pensar. La mejor crítica flotan en el aire de la escritura). Correspondiendo a
cultural se hace con un oído y detallarlas en ciertos movimientos en la literatura
en el colapso, el Gran Hotel una escritura que de ficción hecha en Argentina desde
del Abismo del que habló el apela a imágenes los 80 –Piglia y Puig simulando vas-
Lukács joven. Pero resta el otro complejas capa- tas planicies de escritura en donde
oído para un saber de repara- ces de referir el sólo se trataría de realizar informes
ción. Quizá cuando la crítica espectáculo de la objetivos de situación, descripciones
cultural huye hacia el famoso razón en crisis. de apariencia indiferente o burocrá-
abismo, el crítico literario que En verdad, la tica, mientras en la piel interna de
subyace en todo crítico cultu- idea de colapso lo escrito rebulle la tragedia–, los
ral intenta el salvataje. cultural –esencial últimos libros de Josefina Ludmer, El
en varias de las género gauchesco y El cuerpo del delito
direcciones de la crítica que estare- –de gran repercusión en los medios
mos considerando– cruza la actuali- de la crítica argentina y latinoameri-
dad intelectual argentina. Si tomamos cana–, muestran cierta revalorización
ese concepto con la amplitud retros- ironista de los idiomas científicos y
pectiva de varias décadas, podemos matemáticos, cierta reescritura fis-
reconocer la crítica cultural (que de sional de universos geométricos del
él se ocupa) como colindante con la pensar, y en general, el juego con un
crítica literaria. La crítica cultural, sea extraño renunciamiento a la escritura
éste un buen nombre o no, es una llamémosla así, literaria.
mixtura que desea ser de naturaleza Esos libros exhiben los poderes del
fina, entre la crítica literaria y la teoría texto dentro de un sistema de opo-
de las civilizaciones. El colapso seduce siciones invertidas y metáforas que
y vierte miel en el pensar. La mejor aluden a simetrías y continuidades en
crítica cultural se hace con un oído en un conjunto nomológico que pare-
el colapso, el Gran Hotel del Abismo ce traernos un cuadro cientista para
del que habló el Lukács joven. Pero interpretar los textos, pero en verdad
resta el otro oído para un saber de dejan la impresión de que el signifi-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

cante se vacía para convertirse en un contemporánea, en la cual inspira sus


equivalente general de la cultura, lo obras (novelas y ensayos críticos). En
que de inmediato lleva a explorar el ellas se notan las marcas de frecuentar
crimen como fundación social y la extensas bibliotecas y de un uso pica-
guerra como contrapunto exquisito resco de la teoría, cuyo tema final es
de la ley, del texto y de la voz. Este el mundo intelectual haciendo gala de
realismo discursivista que busca la fac- malos, pasables
ticidad última en los textos no deja de o a veces inte-
asemejarse a la empresa retórico-lógica resantes intentos
de Ernesto Laclau en el seno de las tra- de dialogar con
diciones políticas clásicas y modernas. el legado univer-
Y por un flanco inesperado, recuerda sal, traerlo a estas
los trabajos de Nicolás Rosa –tan dis- playas y hacerlo
tantes de los de Ludmer en su manera objeto de recep-
escrita–, que se acercan en el hecho de ciones no vica-
ver en el espejo de la metáfora y los rias ni apocadas
vocablos científicos todo el andar de en el intento de
la crítica literaria. medrar con el
Dígase que Ludmer quiso forjar un prestigio ajeno.
gran contrapunto a los recuerdos de Urticante críti-
sus comienzos en la revista Literal, ca la de Germán
donde el macedonismo estaba elo- García, un psi-
cuentemente despierto, o siempre por coanálisis críti-
despertar. No es posible afirmar que las co de la cultura
complejas combinaciones de oposicio- progresista, sin
nes simétricas a las que ahora apela en rastros reduc-
sus ejercicios críticos más avanzados, cionistas ni de
no sean retraducciones macedonianas improvisación; con rápidas metáfo- Aníbal Ford

en un nivel aun más abstracto, y desde ras freudianas, sino con la angustia
luego, fuertemente enigmático a pesar efectiva del pensar (aunque en este
de sus diáfanas estructuras de sostén. autor, la angustia viene combinada
El macedonismo no se ha extinguido. con la risa hedónica del mundo).
Hasta hoy, la obra y los ensayos perio- Otros autores de la veta psicoanalíti-
dísticos de Noé Jitrik lo recuerdan en ca en su intervención decisiva junto
la cita o en el tono. Una crítica a lo a la cultura contemporánea, Juan
Macedonio, en Jitrik, sigue la senda Ritvo, Jorge Jenkins o Luis Gusmán,
de tomar como objeto irónico el pro- dejan percibir el nivel que alcanzó en
pio ejercicio de la crítica y al “lector Argentina una de las grandes vertien-
salteado” como un espectro que vuela tes de la crítica y el análisis de sig-
encima de todo escrito. Entretanto, nificados culturales. El primero con
la obra de Germán Leopoldo García apuestas a una escritura espesa, con
sirve también para verificar que no se planos que van de una estética deli-
ha agotado el resuello macedoniano. cada del pensar al modismo coloquial
Este autor posee una erudición de de deliberada brusquedad; el segundo
gran amplitud que abarca todo el lega- con hallazgos de escritura y reflexión
do del psicoanálisis y de la literatura de refinado polemismo, y el tercero

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con un ensayismo sutil que en nada David Viñas, gemas persistentes de


va a la zaga de sus grandes novelas, la herencia crítica argentina a las que
fruto de un trabajo celoso y recatado, se vuelve una y otra vez. Es lástima
en medio de sus temas ligados a lo que Jorge Abelardo Ramos, dota-
espeluznante del existir. do de una perspicacia sobradora y
Visto de este modo, encontraríamos penetrante, haya preferido en Crisis y
en la crítica cultural un vasto rol de resurrección de la literaura argentina, a
autores y publicaciones ante los cuales mediados de los 50, dejar una colec-
el reseñista vacila como todo lector ción de risueños denuestos contra
en las puertas de Martínez Estrada y Borges, en vez de
... Martínez Estrada sí hubiera una interminable desviar esa crítica que no estaba des-
desdeñado la incorporación de hemeroteca de pojada de intuiciones válidas, hacia
su obra a la especie de la críti- babel. Nada de una nueva perspectiva en la relación
ca cultural, aunque no debería esto es de extra- entre literatura y política, que no
ser su Análisis funcional de la ñar en el país del abusara del papirotazo condenatorio,
cultura un mal programa para Facundo, texto propicio para forjar genéricos con-
ella en Argentina. Corrían los de crítica cultu- ceptos, como colonialismo pedagógico
años 60 y ese mohíno autor, ral si es que este (tomado de Spranger), que plancha-
bajo aquel título, escribe lo anacronismo no ban los dramáticos bajorrelieves que
que quizá sea una de las insi- lo hubiera extra- poseían las escrituras de los autores
nuaciones reflexivas más rele- ñado –aunque que se enviaba al patíbulo.
vantes al estado del mundo quizá nunca Precisamente, Viñas poseía esas nuevas
regido por el descubrimiento encolerizado– a perspectivas. Puede ser considerado el
y la praxis técnica. su propio autor. gran maestro de la crítica cultural –ori-
Desde luego, ginador de corrientes interpretativas,
Martínez Estrada sí hubiera desde- estilos de trabajo y nuevas vocaciones
ñado la incorporación de su obra a la intelectuales–, aunque no es autor que
especie de la crítica cultural, aunque reclame o acepte rótulos para comen-
no debería ser su Análisis funcional tar su actividad, o como suele decir, su
de la cultura un mal programa para “faena”. Escritura con una teatraliza-
ella en Argentina. Corrían los años ción de la voluntad de escribir, fuerte-
60 y ese mohíno autor, bajo aquel mente monologante, y con implícitos
título, escribe lo que quizá sea una que son cada vez más abundantes a
de las insinuaciones reflexivas más medida que Viñas va escribiendo a
relevantes al estado del mundo regido través de severos recuerdos de su escri-
por el descubrimiento y la praxis téc- tura anterior, gloriosamente astillados.
nica. No en vano la revista Contorno Viñas fusionará finalmente su retórica
hereda bajo ese influjo un estilo de agitadora (que surge de su práctica
crítica que muy bien puede acompa- agónica, cuestionadora) y su semióti-
sarse a la que aquí llamamos “cultu- ca poderosa (fruto de su observación
ral”, representada tanto por artículos entre scalabriniana y barthesiana de
como el de Oscar Masotta, Sur o el la ciudad de Buenos Aires). Todo
antiperonismo colonialista, el de León Viñas es la expresión de un proyecto
Rozitchner, Comunicación y servidum- inconcluso de hablar de una sola vez
bre (una penetrante crítica a Mallea), y en un único cuerpo de afirmaciones,
y Los dos ojos de Martínez Estrada, de a través del manejo simultáneo de los

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

“dos paños”, el de la política y la litera- más o menos hegeliano, reluctante a


tura. Esto es, los paños de la aventura pasar sin más a las filas del estructura-
en el choque interpersonal y el de las lismo althusseriano u otros similares.
poéticas, un poco lugoniano en esto, Su propensión al humor –entendido
pero con punzadas libertarias y de un como una manera irónica de ver el
etéreo anarquismo yigoyeniano, que mundo y declararlo inestable o cómi-
da un lado (un “fleco”) insurrecto a su co, en el sentido de Bajtin–, lo llevó
coloquialismo desafiante, duelístico. a un cambio de frente filosófico, en
De ahí la inmersión de Viñas en una consonancia con los reclamos de aper-
memoria arcaica que nunca aparece tura de conciencia que se originaban
completa sino a través de diálogos en las movilizaciones políticas de los
partidos, frases espectrales, mascullos años 70. Volcado luego al examen de
que extraviaron su hablante, detri- los medios de comunicación desde un
tus perdidos de formas de vida, que punto de vista que mucho le debía a
tienen una sobrecogedora expresión sus atentas lecturas de Merleau-Ponty,
en Tartabul, resumen probable de su se especializó en el estudio antropoló-
linaje crítico existencialista y de su gico de la mirada y en una interpre-
politicismo épico con no muy distante tación existencial de los mas antiguos
sabor jauretcheano, y de su monolo- legados retóricos de la humanidad.
guismo atormentado, inspirado en la Su perspectiva interesó y fue manantial
gran novela del siglo XX que a falta de conflictos: a muchos no les parecía
de nombre mejor, muchas veces se la que la ambiciosa expresión crítica cul-
consideró como instrumento del “río tural debiera refugiar, como acaso lo
de la conciencia”. hacía Landi, una visión auspiciosa
María Pía López retomará un lega- de los medios de comunicación. Pero
do crítico desde una ecuación donde él, sin perder el sentido de lo cómico
el ensayismo adelantado convive con que albergaba su fenomenología de la
un modelo de lectura e investigación percepción, al estudiar los síntomas
de más en más riguroso –su Lugones de precariedad existencial del mundo
es mostración de eso–, y del mismo televisivo, no sólo no se situaba frente
modo, Eduardo Rinesi, quizá como a ellos de manera apologética, sino que
sino de nuevas voces, configurará el deseaba hacerlos un capítulo avanzado
relevante cauce teorizador en que está de lo que sus autores favoritos habían
empeñado, con fintas expositivas en las llamado una “ontología salvaje”.
que el teórico convive con una secreta En su momento, Beatriz Sarlo cuestio-
comicidad intelectual –a veces con nó la evolución de Oscar Landi desde
logros expresivos únicos–, que coloca la filosofía crítica hacia el análisis
el espíritu y la crítica ante dimensiones optimista de los medios, señalando
operativas insospechadas. Todo lo cual que el pasaje del legado cultural a la
nos conduce hacia la obra que dejó era de la televisión tuvo un poder de
inconclusa Oscar Landi. shock –o de desbarate–, que el pasaje
No hubiera vacilado Oscar Landi en a la imprenta no había tenido, pues
considerar su trabajo como apto para ésta mantenía continuidades ostensi-
serle adjudicado a los anaqueles de la bles con la cultura anterior mientras
crítica cultural. Landi había comen- aquella interfería con un caudal de
zado en los dominios del marxismo invenciones retóricas desmantelado-

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ras. En esta polémica, todos han ido teóricas–, sea para llamar a un oublier
y venido con afirmaciones de condena Benjamin o para afirmar las diversas
a los mídia, luego ultramatizadas al maneras por las cuales se debe relati-
punto de aceptarlos en pars o toto. vizar el testimonio personal en la elabo-
Hay que reconocer que los medios ración del sentido de una época y su
comunicativos circundan desde siem- verdad profunda.
pre la actividad intelectual como con- La influencia de Sarlo, notoria en el
ciencia segunda, o segunda naturaleza, actual common sense intelectual, se
si se puede decir así. Por eso, una crí- expresa en el giro a veces apresurado
tica cultural asentada firmemente, no que adquieren ciertos trabajos de este
tiene otro tema que ése, y no sólo se momento académico argentino, que
abre polémica a diario respecto a qué se decidían en primera instancia a
porción de la conciencia intelectual entonar un cántico hacia la memoria
está inducida por los medios, sino qué como sujeto sin más, en virtud del
parte se le “regala” y cuál debe oponér- rehacimiento de la verdad social,
sele como última pizca de autenticidad para pasar ahora a relativizarla como
de la palabra viva remanente. un orden testimonial o experiencial
Se notan estas oscilaciones en la auto- fundado frágil y meramente en la
ra antes mencionada, simultáneas o “primera persona o en el recuerdo de
extensivas en el tiempo, lo que lejos de lo vivido”. Con estas acepciones, se
quitarle agudeza, entiende que finalmente –es lo que
La crítica cultural de raíz rea- la convierte en queríamos decir– aquella polémica
lista y dialéctica, decimos, tiene uno de los terre- con Landi no fuera enteramente algo
un sesgo meduloso en Agosti. nos más relevan- referido al papel que éste hacía cum-
Ayudado por lo que serían las tes –en su tex- plir a ciertos comediantes de la tele-
primeras lecturas argentinas de tualidad y en sus visión en la elaboración del momento
Gramsci, que también en sus inter venciones incierto del vivir, sino que era una
discípulos –como Juan Carlos públicas– para confrontación en ciernes sobre la
Portantiero, autor temprano de observar la cons- consideración de lo “vivido” –Landi
Realismo y realidad en la narra- trucción de una apreciaba ese concepto y su raíz filo-
tiva argentina, publicado alre- escritura ascética sófica–, en el armazón entero de la
dedor de 1960– darían algunas y enjuta. La reali- vida humana, colectiva o social.
evidencias de que ése podía ser dad epigramática Otros rumbos de la crítica cultural no
un camino fructífero –antes que de Sarlo, la breve se presentan tan hurgados por el afán
la sociología cultural sin más– extensión de su polemista. Investigativa, erudita y atil-
para justipreciar la novela rea- fraseo, sucinta dada es la obra de Adolfo Prieto, con
lista argentina en el clima vital en la definición sus indagaciones cuidadosas y medita-
de los compromisos sociales de punzante de un das –lindantes con la sociología cultu-
mediados del siglo XX. problema, a la ral, pero menos gárrula y más rigurosa
manera de una que ésta–, entre las que encontramos
abreviatura o una cifra brevemente su trabajo pionero sobre el público
revelada, son artificios álgidos con de arte, en 1955; sobre el criollismo
los que se lanza a un polemismo que –realizado mediante lecturas de las
elige cuidadosamente sus blancos –no colecciones de Lehman-Nitsche exis-
sin una llamativa dureza en la expre- tentes en el Instituto Iberoamericano
sión de sus aversiones personales o de Berlín– y sobre los viajeros ingleses

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

del siglo XIX. Estas investigaciones y Martínez Estrada (éste, el implícito


recordables y permanentemente con- maestro del primero), surgen obras
sultadas hoy, establecen un horizonte como las de Héctor Agosti, que en
que no es fácil de superar en mate- su defensa del realismo logra dar una
ria del uso y la interrogación de los versión más amena de las doctrinas ofi-
“documentos de cultura”. ciales del arte en
A su vez, Jaime Rest consigue dar un los ámbitos de la
Borges notable con su ensayo sobre el izquierda, y con-
nominalismo, que de un modo inicial sigue con Nación
liga a Borges con las tendencias filóso- y cultura una
fícas que lo acompañan y lo sostienen, pieza mayor que
aunque sea a fuer de una interpretación no pasaría inad-
irónica por parte del propio Borges. vertida al pro-
Que Jaime Rest hubiera llamado la pio Hernández
atención sobre la potencialidad del Arregui, siempre
concepto de nominalismo –tan arcai- reacio a brindar
co y tan moderno en Borges– es una reconocimientos y elogios, sobre todo Beatríz Sarlo,
por Paola Rizzi
pedrería perdurable de la reflexión a escritores provenientes de trincheras
intelectual en los dominios de la políticas que cuestionaba. Pero de este
cultura crítica argentina. Murena, el último, es obligación caballeresca –si
gran antagonista de Contorno, por la no fuera reclamo del verdadero abanico
misma época, o quizás un poco antes de la crítica argentina–, no dejar caer la
que Rest, no hacía más que demos- reflexión sobre sus grandes escritos, La
trar que las observaciones de cuño formación de la conciencia nacional o
ensayístico respecto a lo sagrado, el Imperialismo y cultura.
nombre secreto, el pecado original La crítica cultural de raíz realista y dia-
rigiendo la historia de los pueblos o léctica, decimos, tiene un sesgo medu-
el peligro de las tecnologías sin raí- loso en Agosti. Ayudado por lo que
ces culturales, eran el complemento serían las primeras lecturas argentinas
remoto –pero que una generación de Gramsci, que también en sus discí-
después se apreciaría– entre la crítica pulos –como Juan Carlos Portantiero,
histórico-política que Viñas, Jitrik, autor temprano de Realismo y realidad
Masotta o Rozitchner invocarían – en la narrativa argentina, publicado
con mayor o menos adscripción a los alrededor de 1960– darían algunas
lenguajes filosóficos, o en su defecto, evidencias de que ése podía ser un
con una fuerte readaptación argentina camino fructífero –antes que la socio-
del lenguaje existencialista–, y la crí- logía cultural sin más– para justipre-
tica al mundo de dominación inhu- ciar la novela realista argentina en el
mana implicado en la razón vacía y clima vital de los compromisos socia-
meramente planificadora, que con el les de mediados del siglo XX.
pretexto de apaciguar la temporalidad Por otro lado, la vía de una crítica
inquieta, intentaría cuadricularla con adusta de la obra de Martínez Estrada
fórmulas econométricas como “corto, –cierto que no implacable ni arbi-
largo y mediano plazo”, etc. traria–, como la de Bernardo Canal
En este mismo camino, alumbrado por Feijóo, demostraría que también con
las críticas “materialistas” a Murena la antropología profesional era posible

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obtener obras más atractivas y con- caminos para la escritura basada en la


movedoras –como el ya clásico Burla, crisis de la conciencia moral, y en este
culpa y credo en la creación anónima–, rumbo vemos la obra, fruto de déca-
explorando el camino siempre abierto das de labor, de Héctor Schmucler,
de la coalición entre ensayismo pene- que vinculada formalmente a una
trante e investigación académica. Es interpretación auspiciosa de las cien-
que Martínez Estrada es el confín, cias de la comunicación (que no se
y no tiene claros herederos –quizá verificó necesariamente en las fun-
no debería tenerlos–, salvo el breve dadas carreras que con ese nombre
intento de Murena y los destellos de la crecieron luego de los años 80), des-
pluma cincelada por silenciosas orfe- plegó finas consideraciones sobre las
brerías de Christian Ferrer, repleta de escenas de dominación cultural, inte-
hallazgos de un alegorismo que pone rrogándose por las secretas y oscu-
a los objetos del mundo en un museo ras potencialidades de la memoria
imaginario, en un devocionario hip- reconstructiva del vivir común.
nótico. Canal Feijóo mantendría hasta Para Schmucler el sujeto se funda en
hoy su legibilidad –aun entre el breve una iluminación radical de su propia
puñado de curiosos activos que nunca precariedad (y por tanto, el ejercicio
de la violencia es retráctil, puede agra-
var la interinidad del vivir sin presen-
tar anuncios del mundo nuevo). La
tarea intelectual es cargar con el peso
de este dilema. La crítica cultural que
de aquí emerge, entonces deberá ver
el conjunto de la urdimbre mundial
como si fuera ésta la encarnación
de un sujeto individual en peligro.
Sujeto ampliado ante un abismo,
tentando en penumbras por un modo
de recuperación de la raíz humana
del existir, que pendula en Schmucler
entre un cauto salvacionismo lúcido
y la refundación realista de los estilos
comunicacionales de la humanidad.
En el terreno abierto por la reflexión en
los medios de comunicación –sus posi-
bilidades para la expansión del sentido
de lo popular y también sus fórmulas
Noé Jitrik decaen– es cierto que por su estilo inhibitorias para que lo popular des-
abierto y libre, atento al psicoanálisis pliegue su capacidad autorreflexiva–,
tanto como en Martínez Estrada, y se sitúan las obras de Jorge B. Rivera,
al igual que ése, su criticado, lleno de Eduardo Romano y Aníbal Ford, que
alternativas de escritura y de impa- de alguna manera retoman experien-
ciencia por comprender la vida en un cias notables de la revista Crisis y del
cosmos social festivo y doliente. Centro Editor de América Latina, inte-
Murena ha dejado temas y abonado rrogando con agudeza el patrimonio

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cultural argentino surgido de las vetas que subyacen en el mundo revisteril


masivas y populares, siempre aledañas –sobre todo de principios del siglo
a los modos finalmente eruditos de XX–, en el cine, en el cancionero
la cultura popular. Tal parece ser el popular, en las literaturas nativistas,
fino hilo paradojal –erudición y cul- en el efecto de la televisión sobre el
turalismo del pueblo– que conduce habla popular, en las letras de tango,
exploraciones decisivas hechas por estos en fin, en la obra de narradores como
investigadores, que recopilaron sus tra- Arlt o Borges. Sus trabajos constantes
bajos en un recordable libro en común y eruditos combinan detalladas des-
–Cultura popular y comunicación de cripciones de su objeto de estudio y
masas, editorial Legasa, a mediados de conclusiones que surgen armoniosa-
los años 80–, y en sus obras personales mente del material consultado.
prosiguieron indagando los distintos Aníbal Ford, a su vez, se destaca en
ramales de esta veta. Un verdadero la investigación del poder oclusivo de
programa de acción, investigación y los medios de comunicación, las redes
crítica cultural. telemáticas y las manifestaciones de
Jorge Rivera, recientemente fallecido, las tecnologías de información en la
se destacó como conocedor profundo creación de nuevos sujetos lacrados
de todo el ciclo de las culturas popula- por cartillas virtuales de consumo
res del siglo XX en el Río de la Plata, cultural. Ford ha escrito varias novelas
dueño de una inalcanzable erudición, en las que reivindica una voz narrativa
de la que obtenía resultados de valiosa que sostiene un viaje mágico por el
originalidad, al exponer las infinitas territorio para extraer significaciones
ramificaciones del periodismo con la culturales nostálgicas, que a su vez
crítica, de la crítica con el ensayo social, reapropian adecuadamente las tecno-
del ensayo de denuncia con sutiles logías. Semejantes experiencias etno-
autores olvidados, de los autores secre- gráficas y etnometodológicas le sirven
tos y poetas menores con la historia para estudiar la vinculación entre la
editorial del país, de la historia editorial trama comunicacional y los sujetos
con los suplementos culturales y de las que ven atomizados sus relatos vitales.
biografías marginales con los grandes El modo crítico de Ford parte de la
panoramas de las ideologías de época descripción de los elementos de estas
(y sus autores canónicos). Rivera fue nuevas culturas (“la marca de la bes-
un investigador del inagotable folletín tia”), pero deja que el lector obtenga
popular en su relación con todas las conclusiones que no se hallan espe-
formas de cultura, y su tarea logró ser cialmente inducidas por un proyecto
más elocuente gracias a la fina ironía crítico específico.
que desplegaba al comentar los modos En un sentido semejante, los trabajos
en que la cultura se modifica a sí misma de Jorge Lafforgue aceptan la veta del
recorriendo tanto máscaras sublimes interés por los géneros populares, al
como grotescas, en un sinfín que – que le dedicó decisivos estudios, pero
como gran promesa teórica– Rivera se pasados por los anteriores signos de
lanzó a detectar. la preocupación de este autor, asenta-
Eduardo Romano, por su parte, se dos en discusiones filosóficas que en
ha especializado en investigaciones su momento tuvieron expresión en
culturales de las poéticas argentinas revistas como Cuestiones de filosofía,

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dirigida por Eliseo Verón, también un muestran una versión de la semiología


expresivo crítico cultural –no acep- que atinadamente no se ha desasido de
taría tampoco este rótulo–, que se originarios parajes literarios, por más
elevó a las cumbres de la semiología remotos que sean.
y del análisis del discurso, adaptando Rodolfo Enrique Fogwill, precisamente
la teoría del soporte subyacente en la un lector atento de Verón, plasma en sus
revolución informática. novelas un estilo encubierto de crítica
Si es para decir algo muy breve sobre cultural, una sociología al revés, que
Verón, se puede observar un refina- ve a los sujetos inermes en sus cápsulas
miento extremo de las teorías de la lingüísticas, intentando realizar inútil-
enunciación hasta llegar a un deslum- mente una teoría de la enunciación que
brante análisis de los “contratos de lec- les devuelva la libertad que les sacó el
tura”, que pretende, sin que su logro lenguaje. Este autor es fundamental por
quede enteramente a la vista, sustituir su crítica desgarradora al acto mismo
las antiguas teorías contractualistas del habla, buscando en la abyección una
de la política por un nominalismo (el verdad poética que al emerger, cautiva y
“soporte”: la materialidad del discuso) ofende, agasaja e irrita.
que linda con- En las áreas no estructuralistas de la
En las áreas no estructuralistas subsumir toda cultura crítica argentina, sigamos ahora
de la cultura crítica argentina, la realidad a lo brevemente el estallido del planeta
sigamos ahora brevemente el que llama “efec- Contorno –en el que pudo convivir un
estallido del planeta Contorno tos de agenda”, es sutil y retirante Rodolfo Kusch– que nos
[...] que nos deja advertir la cri- decir, la realidad deja advertir la criticada obra de Juan
ticada obra de Juan José Sebreli, tomada por el José Sebreli, que se inició en el seno de
que se inició en el seno de las discurso del dis- las “cuestiones de método sartreanas” y
“cuestiones de método sartrea- curso, una forma en verdad abandonó la tradición dialéc-
nas” y en verdad abandonó la más cruda de la tica, lo que le permitió elaborar un sen-
tradición dialéctica, lo que le hegemonía de lo cillismo de gran repercusión consistente
permitió elaborar un sencillis- que se estudiaba en postular una crítica al irracionalismo
mo de gran repercusión consis- desde el realismo cultural en cuyo concepto pudo alojar
tente en postular una crítica al maquiaveliano sucesivamente a la obra de Martínez
irracionalismo cultural en cuyo con los impor- Estrada, a la política militarizada de cier-
concepto pudo alojar sucesi- tantes conceptos tas facciones del peronismo, a las van-
vamente a la obra de Martínez renovadores de guardias artísticas del siglo XX o al ideal
Estrada, a la política militari- Croce-Gramsci, tecermundista que sacudió la mitad de
zada de ciertas facciones del como el de “hege- ese mismo siglo. Su obra se halla entre la
peronismo, a las vanguardias monía”. Sin dejar divulgación mediática y la filosofía que
artísticas del siglo XX o al ideal la temible apa- preserva, sino su lenguaje estricto, por lo
tercermundista... riencia, como en menos un aproximado vocabulario. El
Verón, de que las lenguaje de Sebreli conservó una dicción
teorías de la enunciación que se des- evocativa y sumaria, pero eficaz, la que
criben constituyen por entero la realidad había obtenido en sus años sartrismo,
efectiva que se despliega ante nosotros corriente que siempre expuso en dimen-
(un kantismo y un hegelianismo sin siones públicas sus descubrimientos.
sujeto, estado o sociedad), los trabajos Sebreli adecuó la frase y el argumento
de Oscar Steinberg y Oscar Traversa a las necesidades de un público amplio

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y fue desde la crítica a los “asaltantes de En el fraseo de Grüner, amante del


la razón” hacia una complaciente visión jazz, se mantiene un juego de impro-
de las fuerzas del neoliberalismo que visación y variaciones, de fina erudi-
caracterizaron el pensamiento político ción y de una elegante consideración
de los 90. Nada de esto puede ser visto en el momento en que incluso se
como un malbaratamiento del pensar, pone la pica de la refutación en el
como muchos dijeron, sino como un cuerpo del adversario teórico, como
dificultoso intento de presentar una sus recordadas impugnaciones de los
herencia intelectual junto a la lógi- cultural studies. Sin ceder en nada
ca expositiva reclamada por grandes su apresto crítico, la escritura de
públicos producidos por la televisión. Grüner expone sus citas desde el
Creemos que ese intento ha fracasado enorme cofre de la filosofía moder-
en él y en tantos que se lo propusie- na: también Sartre, pero pasado por
ron, pero la valoración de este magno Adorno, y éste por Jameson, y éste a
y chasqueado encuentro entre los su vez por Benjamin, y donde todo
medios de comunicación (y su tempo puede resolverse en las colinas de una
específico) y las filosofías de época bibliografía antropológíca, que va
más ambiciosas (las que precisamente desde Clifford Geertz hasta Dumezil,
refundaron la idea de temporalidad), sin abandonar del todo a Martínez
puede valorarse como parte de una Estrada. Un caldero del que Grüner
polémica nunca enteramente dada, extrae galantemente sus delicias, sin
y en el caso de Sebreli, con el sesgo excesos ni superposiciones.
adicional de que su lengua cortante Grüner está elaborando una teoría
colabora para mantener el interés de política contemporánea en tanto crí-
sus últimas publicaciones memoria- tico cultural y literario: la llamará
listas y testimoniales, en particular, antropología crítica o como fuere,
su autobiografía, no necesariamente en donde los ritos de violencia, la
absorbida por la lógica inmediata de violencia ritual o la violencia a secas
sus intervenciones públicas. aparecen dando una inquietante voz
Otra perspectiva ofrece la obra de interna a toda la construcción social.
Eduardo Grüner, escrita desde un yo Detectar ese hilo interno y a veces
ensayístico que recuerda las grandes secreto de la vida colectiva exige una
jornadas de este género de promo- reflexión sobre los ritos de fundación,
ción de ideas, desde un sujeto que la extrema simbolización de los pensa-
saca fuerzas de su fragilidad política. mientos, y Grüner se lanza a ella con
A la Montaigne. Los movimientos lo que precisamente podríamos llamar
de la escritura de Grüner retroceden un alto ritual de escritura. Escribir
morosamente hacia lo ya escrito en para Grüner es la observancia de un
un momento anterior de su propio rito donde cada enunciado, cada esto-
texto y matizan con un remoquete cada pertenece a la cartilla literaria
la frase apenas antepasada, sea para del gentleman polemista, que no por
agregar una meditación última sobre mantener elevadas manners deja de
lo aparentemente ya dicho, sea para decir lo que conviene al régimen del
relativizar una afirmación fuerte ante- duelismo intelectual.
rior injertándole un coloquialismo o Otro costado, en cuanto a las men-
un petit sarcasme, nunca rudos. cionadas manners, ofrece la obra y el

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estilo de participación pública de Tomás Es la querella que zahiere, como


Abraham. Así como Carlos Altamirano forma de despertar el pensamiento,
aparece con su estilo exacto y cultivado sacudir a los adormecidos con el
por toques últimos de una casi imper- impulso de un epíteto destempla-
ceptible ironía, donde el foro o rasgo do, un verdadero cogito depretiatoris.
polémico de sus escritos recién aparece Este modo filosófico, desde luego,
al final, luego de recorrerse ámbitos de no cuenta con muchos cultores en el
modo polémico nacional y son mayo-
ría los que no le ven consistencia filo-
sófica. Es nuestro deber decir que la
tiene, sin por ello recomendar su uso.
Pero quisimos relevar aquí los estilos
de la crítica cultural argentina, y no
podía dejar de mencionarse el estilo
Abraham, que de su filosofar a mano
alzada hasta su estilística para la liber-
tad de despreciar, no deja de señalar
severas cuestiones de un orden moral
e intelectual en ruinas, tanto de indi-
viduos como de sociedades.
Del mismo modo, Fogwill –novelista
y poeta, claro, pero abrupto opinador
en cuestiones básicas del orden cultu-
Jorge B. Rivera, ral–, persigue una tesis sobre el poder
por Ernesto Monteavaro desencarnado y desnudo, pero lo ve en
las instituciones productivas, en los asen-
fina artesanía en la escritura y en la cita tamientos tecnológicos y en los infi-
–sea meramente cortés, sea obtenida nitos modos en que se superponen en
como perla decisiva en la economía del el hablante los planos de lenguaje. ¿Es
razonamiento–, Tomás Abraham con- posible llegar a la verdad con el lenguaje
vierte la filosofía en un ejercicio práctico y la técnica? Tal el problema de Fogwill,
en pos de construir un arte de imputa- lo que lo lleva a una anti-crítica cultural,
ción. En Abraham, todo problema –el pues condena con ingeniosas razones
fútbol o una discusión filosófica sobre el armazón intelectual culto, o el culto
la muerte– exige lenguajes de irritación. a las armazones intelectuales, pero su
Como si el cogito cartesiano por fin crítica vive de la irreparable duda –y de
pudiera ser reemplazado por un pensa- ahí también su interés– sobre si hay que
miento que sin perder su proveniencia conciliar con ese mundo de sustentáculos
encumbrada debiese poner la consigna intelectuales, o destrozarlo al mostrarle
de un nuevo método querellante. Hay el espejo de sus omisiones en cuanto al
Nietzsche, Foucault y Sartre masticados íncubo que regula la vida, los hipnóticos
como finas hierbas ya digeridas, macera- empirismos del dinero, de la técnica o del
das sin regurgitar en el estomago filosófi- sexo. Ante la duda, Fogwill realiza ambos
co de Abraham, de donde salen fustazos movimientos, a veces simultáneamente,
que no necesariamente están previstos de integración y de denuncia.
en la lengua de esos autores. El modo crítico fogwilliano “no puede

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

con su genio”. Pero es un genio de algu- de vacío operativo, sino a la ironía de


na manera clonesco. Cuando encuentra la escritura, en el interior de su propio
el hito de su dentellada, olvida el cuida- bastidor de lógicas contrastantes. La
do de las manners, a pesar de que toda ironía conduce entonces a una teoría
su obra es un llanto por un paraíso cor- del obstáculo de la teoría. La teoría
tés estallado, como revela en el fondo existe sólo bajo el obstáculo metafórico
su gran novela malvinera. Ejemplo: de su imposibilidad creadora. Con estos
cierta vez, escuchando que un “pane- utensilios, recrea De Ípola, como en
lista” que le precedía en el uso de la una alucinación teórica extraordinaria,
palabra recordó el ejemplo de Carlos V los comienzos mismos del pensamiento
alcanzándole el pincel caído a Tiziano, social general y de una no asumida,
esgrimió a su vez el no menos apócrifo pero efectiva, crítica cultural.
incidente de Menem alcanzándole un Para terminar, la crítica cultural argen-
chorizo al Soldado Chamamé, en un tina –con o sin ese nombre: sabemos
asado en la Quinta de Olivos. El arte que si se lo saca, todo este artículo
de la injuria así practicado no se dete- cae irrisoriamente, pero fue bueno
nía ante nada, en la confianza de que ponerlo–, mucho le debe a la mirada
descubría un mundo sarcástico, de que juguetona y trágica de María Moreno,
ejercía cabalmente el desprecio y de en la que luce una opción fuerte por
que sería perdonado. De esas tres cosas, la picaresca de las márgenes sociales, la
se dice que todas están por ocurrir, sin filigrana que tuerce el texto hacia un
que especialmente ocurran nunca. La tierno ridículo del existir y el escorzo
esencia de su novelística y de su críti- que redime a vidas golpeadas, en las
ca cultural es agarrar distraídas a sus que un sublime gesto de risa lleva a
víctimas y luego advertir –en secreta descubrirles, en el subsuelo, una sabi-
religiosidad del lírico apenado– que es duría enigmática y profunda.
necesario absolver(lo). En el número anterior de esta revista,
A diferencia de estos derramamientos Tomás Abraham –tocayo nuestro: casi
irrefrenables del ser angustiado, Emilio sólo en eso coincidimos– imaginó un
de Ípola maneja la comicidad teóri- recorrido de un alter ego suyo, el filó-
ca como un modo crítico que parte sofo N. E. Perdomo, a fin de retratar
de una complacencia con el mundo las mecas filosóficas que debían ser
–su gran teoría reza sobre las creencias, visitadas a fin de una buena formación
como si dijera: sería bueno poder creer, en el mundo esquivo de la filosofía.
si los lazos socialmente construidos Este artículo, en cambio, tomó otro
nos dejaran, y a fe que nos impulsan rumbo, aunque ha hecho sus visitas.
hacia ello–, para luego descubrirnos las Pero no las apimentó con ningu-
fisuras del mundo, tanto en todo texto na prevención o reparo. Convocó a
como en el orden inventado por los muchos, olvidó seguramente a unos
hombres para convivir en sociedad. tantos –el tema de siempre, ante la
La obra de De Ípola se halla adentrada omisión, perdón–, y realizó un tableau
en ejercicios retóricos heredados de la descriptivo, casi pintoresco, convi-
postulación de estructuras enunciativas viente, sereno. En verdad, cercano a
que recaen en la vivacidad del “signifi- una ecuanimidad gallarda, al útil dic-
cante”. En este caso, para trasladar al cionario civilmente respetuoso. Por el
significante no tanto hacia un estatuto honor de los De Tomatis.

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PROYECTO LAS HERAS
Construcciones del Bicentenario
El “Proyecto Las Heras” significa, en primer término, la efectiva finalización de las obras de la
Biblioteca Nacional, de acuerdo a como fueran esbozadas en sus trazos originales. El diseño de
este espacio cultural, largamente demorado e incluso por momentos desviado de su curso inicial,
plantea una mayor integración de la Biblioteca a la trama urbana, orientándose hacia el sur de
la ciudad, a través de su proyección sobre la Avenida Las Heras. Un proyecto cuya demorada
concreción hace de aquellas postergaciones y dificultades un desafío fundamental. Se trata de
reanimar el complejo arquitectónico y cultural de la Biblioteca Nacional de cara a su principal
necesidad: producir sus propios lectores y acudir a la imaginación intelectual y crítica para re-
construir la cultura del libro y los legados culturales pretéritos que la animan y que reclaman ser
reavivados por una nueva interrogación contemporánea.
Luego de efectuar la demolición por medios mecánicos y manuales –minimizando cualquier per-
turbación ambiental– de los edificios hoy degradados e irrecuperables que se encuentran entre las
calles Austria y Agüero, los arquitectos Clorindo Testa y Francisco Bullrich, autores del proyecto
original, estarán a cargo de la nueva edificación permitiendo de ese modo, una continuidad con-
ceptual y estética con el edificio principal de la Biblioteca.
La nueva construcción, que contará con un espacio para la reflexión sobre la historia de la escritu-
ra, el libro y la imprenta, albergará un templete donde se exhibirán al público las lunetas murales
provenientes de las Galerías Pacífico – actualmente en restauración– de autoría de los pintores
Demetrio Urruchúa, Manuel Colmeiro, Juan Carlos Castagnino y Lino Enea Spilimbergo. Así, se
consumará el rescate de una obra artística de importancia, interrumpiendo un
largo período de descuido y deterioro fruto de una polí-
tica restrictiva y mercantil del espacio público, poniéndola nuevamente a disposición de la visita
curiosa de este fundamental testimonio del movimiento muralista argentino.
El nuevo espacio pretende producir un aporte cultural innovador ofreciendo una aproximación
a la historia del libro; la lengua, la escritura y la imprenta, a través de diversos métodos y desde
diferentes puntos de vista.
Con estas obras y proyectos, la Biblioteca expresa una voluntad constructiva y esperanzada, que se articu-
la con otros esfuerzos de recuperación de su acervo; la adopción de una nueva perspectiva organizativa y
bibliotecológica y la ampliación, en un sentido profundamente democrático, de su
disposición a reencontrarse con el mundo lector y cultural
en las vísperas del bicentenario.
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¿Borges crítico?
Por Sergio Pastormerlo

A Borges le gustaba recordar una anécdota en la


que Hudson confesaba haber emprendido muchas
veces el estudio de la metafísica y haber sido inte-
rrumpido, en cada ocasión, por el imprevisto de
la felicidad. Críticos y analistas de variadas pers-
pectivas han percibido que el propio Borges tuvo
una ocurrencia similar. Dedicado durante toda
su vida a la tarea del crítico, solía ser sorprendido
súbitamente por el fervor narrativo, a cuyo impul-
so cedía una y otra vez.
Sergio Pastormerlo recrea el camino borgeano
que va de un género al otro y el espacio que en
este recorrido cifra ambos conceptos: “crítica” y
“ficción” como zonas permeables, de difícil deli-
mitación, que escapan a todo afán clasificatorio.
Borges era un especialista en diluir sus fronteras.
Los bordes y las orillas constituían su pasión.
Desde estas periferias supo construir un singular
punto de vista crítico y una posición política que
evitaba complacencias y convocaba perturbacio-
nes. Como él solía meditar, los hechos políticos
proceden de especulaciones anteriores, mientras
que la llamada realidad candente no es otra cosa
que la coagulación de viejas discusiones.
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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

Como sucede siempre en la definición más de mil textos. Un tercer argumen-


de un género, trazar los límites de la to podría sostener que, en el marco
crítica borgeana es una cuestión de de su literatura (que hablaba incesan-
verdad y a la vez una cuestión de deci- temente sobre la literatura misma),
sión. Uso las palabras “crítica borgeana” la crítica funcionó como un género
para referirme a sus ensayos literarios, dominante que invadía el territorio de
reseñas, prólogos y conferencias edita- otros géneros. Siempre se ha repetido
das. No excluyo las ficciones críticas, que en Borges se esfumaban las fron-
como “El acercamiento a Almotásim” teras entre la ficción y la crítica, entre
(1935), ni los textos escritos en colabo- la narración y el ensayo, pero ese cruce
ración. Así definida, la crítica borgeana de géneros tuvo, por así decirlo, un
comprende una amplia serie de tex- punto de partida y una dirección: del
tos heterogéneos en su forma, algunos ensayo a la narración, de la crítica a la
muy breves, como las notas publicadas ficción. Cuando
en la revista El Hogar, y otros con la abandonó la poe- Defender la tesis de que Borges
extensión de libros, como Leopoldo sía alrededor de fue un crítico parece, en reali-
Lugones (1955) o Literaturas germánicas 1930, se inició dad, la mejor manera indi-
medievales (1966). en la narración a recta de cuestionarla. Quizá
Defender la tesis de que Borges fue un partir del único convenga probar, aunque sólo
crítico parece, en realidad, la mejor género conserva- sea a modo de ensayo, una
manera indirecta de cuestionarla. Qui- do del período tesis más fuerte: una tesis que
zá convenga probar, aunque sólo sea a anterior. Aquel afirme que Borges fue, ante
modo de ensayo, una tesis más fuerte: Borges fue un crí- todo, un crítico, y que la poe-
una tesis que afirme que Borges fue, tico que narraba sía y la narración ocuparon
ante todo, un crítico, y que la poesía y y ficcionalizaba. un lugar relativamente lateral
la narración ocuparon un lugar relati- Los ocho textos en su literatura.
vamente lateral en su literatura. No la de El jardín de
planteo para argumentar a su favor o senderos que se bifurcan (1941), su pri-
en su contra, sino para poner a prueba mer libro de ficciones si dejamos a un
su verosimilitud e imaginar qué razo- lado las reescrituras de Historia univer-
nes emplearía, en esa discusión estéril, sal de la infamia (también moldeadas
un defensor de la tesis. por la distancia propia del discurso
La crítica fue el único género presente crítico), fueron la obra de un escritor
en todas las etapas de su producción que, al pasar de la crítica a la ficción
literaria: Borges no siempre fue un narrativa, se detuvo en el límite entre
narrador (década del 20), no siempre esas formas. Por último, cabría soste-
fue un poeta (décadas del 30 y del ner que la vasta gravitación de Borges
40), pero siempre fue un crítico. Más sobre la literatura argentina procedió
allá del anecdotario infantil, el primer fundamentalmente de esa zona de su
texto publicado por Borges fue una obra, la crítica. Voy a retomar este
reseña1, y su muerte interrumpió la posible argumento más adelante.
escritura de la serie de prólogos de Algunos críticos se preguntaron por
la “Biblioteca personal”. Otro argu- qué la crítica borgeana recibió menos
mento podría referirse, sin escrúpulos atención que sus cuentos y poemas2.
aritméticos, a las dimensiones de la La pregunta no es interesante porque
crítica borgeana, integrada por algo conocemos la respuesta de antemano.

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

La crítica prefiere no adoptar como por la negativa a reeditar los primeros


objeto otro discurso crítico: el hecho de libros de ensayos o por haber excluido
que sus relatos hayan sido más comen- de los siguientes muchos de sus textos
tados que sus reseñas no constituye críticos, sino también por el desdén
una anomalía y no parece necesario, que no pocas veces exhibió contra la
por lo tanto, buscar una explicación. crítica, definiéndola como un obstá-
La pregunta que quisiera considerar es culo entre los lectores y la literatura.
otra: ¿por qué Borges terminó por ser Esta opinión, sin embargo, sólo figura
un crítico sin imagen de crítico? En los en el último Borges y es el reverso de
estudios generales sobre su literatura, lo que escribió y practicó durante toda
ese tercer género recibió casi invariable- su trayectoria anterior. Una cuarta
mente la denominación de “ensayo”. Y parte de las reseñas que publicó en El
en algunos de los trabajos dedicados Hogar estuvieron dedicadas a textos
específicamente a esa zona de su obra de crítica. Su introducción a la Divina
fue notable la voluntad de eludir el Comedia (1949) terminaba con estas
término “crítica”. Rodolfo Borello, para palabras: “Bárbaramente se repite que
no llamarlo “crítico” ni repetir dema- los comentadores se interponen entre
siado las palabras “ensayista” y “lec- el lector y el libro, dislate que no
tor”, apeló a circunloquios tan insóli- merece refutación”5. Aunque admira-
tos como “juzgador de la literatura”, ba, desde luego, el poema de Dante,
“gustador de la literatura” o “pensador no deja de resultar sorprendente cuán-
relacionado con to lo seducían y qué especial placer de
El propio Borges contribuyó a la literatura”3. lectura le proporcionaban los comen-
debilitar su imagen de crítico, Hasta su muerte, tarios de las numerosas ediciones ano-
no sólo por la negativa a reedi- la mayor parte tadas que consultó. Lo admitió en
tar los primeros libros de ensa- de los textos crí- muchas oportunidades: al leer por
yos o por haber excluido de los ticos borgeanos primera vez la Divina Comedia, en la
siguientes muchos de sus textos permaneció dis- versión de Longfellow, comenzó por
críticos, sino también por el des- persa en diarios las notas6. También Otras inquisiciones
dén que no pocas veces exhibió y revistas. Borges (1952) vino a atenuar su imagen de
contra la crítica, definiéndola nunca permitió, crítico, porque muchos de sus ensayos
como un obstáculo entre los como es sabido, ignoraban con ostentación la volun-
lectores y la literatura. que se reeditaran tad de verdad atribuida a la crítica.
sus tres primeros Como lo advirtieron enseguida quie-
libros de ensayos. Es cierto, también, nes reseñaron el libro, estos ensayos
que fuimos lectores intempestivos de la proponían una especie de pasión pura
literatura borgeana: para sus contem- por las ideas y una indiferencia por las
poráneos, lectores ocasionales de sus realidades que esas ideas representa-
frecuentes colaboraciones y testigos de ban7. Borges, experto en adelantarse
una obra inicial predominantemente a las objeciones, fue el primero que
ensayística (a fines de la década del 30 lo señaló: en el epílogo afirmaba que
llevaba publicados seis libros de ensa- al corregir las pruebas había notado
yos, tres de poesía y uno de relatos4), una tendencia a considerar las ideas,
su crítica literaria pudo resultar más escépticamente, “por su valor estético,
visible. El propio Borges contribuyó a y aun por lo que encierran de singular
debilitar su imagen de crítico, no sólo y maravilloso”. Por otra parte, durante

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

los años 40 (la mayoría de los textos dirigida por Susana Zanetti. El nombre
de Otras inquisiciones fue redactada en de Borges no aparecía entre los muchos
esa década) se había ido acentuando críticos considerados, pero en la intro-
una tendencia borgeana que alcanza- ducción Rosa reconocía enfáticamente
ría su culminación en libros como el su difusa gravitación en el espacio de la
Manual de zoología fantástica (1957): crítica argentina:
Borges se transformaba, cada vez más,
en un coleccionista de curiosidades Si bien el campo es heterogéneo y complejo,
literarias, pequeñas rarezas y erudicio- hay una presencia que, en mayor o en me-
nes superfluas. nor grado, se hace sentir en toda la crítica
Borges y la nueva generación8, en tanto contemporánea: la obra de Borges, leída
primer libro dedicado a su obra, supu- globalmente como un tratado de retórica y
so un acto crucial de consagración. Al como una crítica de la literatura...
mismo tiempo, el libro quería conde-
nar enteramente la literatura borgeana. Los límites del mapa de la crítica
Al examinar a Borges como crítico, literaria en Argentina parecen haber Jorge Luis Borges
Adolfo Prieto se concentró en el análisis
de Otras inquisiciones, el libro que más
se apartaba de las normas exigidas al
discurso crítico. Prieto veía en Borges
un crítico literario, y veía, también,
un mal crítico. Dos o tres décadas más
tarde, estas miradas llegaron a invertir-
se. Por un lado, se produjo una fuerte
revalorización de la crítica borgeana.
Sin perder los atributos de “capricho-
so”, “fragmentario”, “impresionista”,
“asistemático” o “arbitrario”, que se
iban volviendo más aceptables, Borges
pasó a ser considerado un notable anti-
cipador de algunos de los caminos que
la crítica y la teoría literaria recorrerían
muchos años después. Su condición
misma de crítico, sin embargo, comen-
zó a resultar menos evidente.
La Historia de la literatura argentina
dirigida por Rafael Arrieta incluía un
capítulo titulado “La crítica y el ensa-
yo”9. El capítulo estaba dividido en dos
partes: el nombre de Borges, ausente en
la primera (“La crítica”), figuraba en la
segunda (“El ensayo”). Veinte años más
tarde, Nicolás Rosa escribió el capítulo
“La crítica literaria contemporánea”10
para la segunda Historia de la literatura
argentina editada por Centro Editor y

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

quedado demarcados por figuras como Una revalorización de la crítica bor-


Jaime Rest o Enrique Pezzoni: críti- geana que al mismo tiempo borra su
cos universitarios que retuvieron, quizá carácter de crítica; un homenaje, como
conflictivamente, algo de la figura tra- el de Nicolás Rosa, que compensa
dicional del hombre de letras. Se los una exclusión; una promoción, que es
suele retratar como críticos de dos también un destierro, de la crítica de
caras: una de ellas mira hacia la acade- Borges a la categoría, más distinguida,
mia; la otra, hacia del ensayo literario; y el roce de las
Para Borges la crítica fue un el ensayo, hacia citas y las alusiones, que confirman su
lugar de intervenciones, y los Sur, hacia Borges. autoridad mediante un reconocimiento
cambios que introdujo en la Si esta dualidad tan constante como elusivo. ¿Se celebró
literatura argentina no hubie- los ubica cerca del la crítica de Borges para no otorgarle
ran sido posibles sin la violen- borde de la crítica, credencial de crítico?
cia de la polémica. como figuras más Imaginar a Borges como crítico exige
o menos excéntri- recordar otra tradición de la crítica:
cas, a Borges parece corresponderle el la de los “críticos practicantes”, como
otro lado del borde11. los llamó Eliot, la de los “escritores
Quizá sea ocioso discutir qué nombre críticos”, como los llamó Todorov, o
resulta más adecuado para ese tercer simplemente “la crítica de los escri-
género borgeano, pero parece induda- tores”, como la llamó Piglia. Su per-
ble que el prestigio del género ensayo tenencia a esta tradición se advier-
ayudó a disolver la imagen de Borges te en los nombres preferentemente
como crítico. Casi la totalidad de sus citados por su crítica: Poe, Arnold,
ensayos son ensayos de crítica literaria. Swinburne, Chesterton, Valéry, Eliot.
Menos específico, el rótulo “ensayo” Todos sus ensayos sobre la gauchesca
no compensa esa menor especificidad o el Martín Fierro dialogan con Rojas,
con una mayor amplitud. Aunque Lugones y Martínez Estrada. Quizás
parece más comprensivo, dirige nues- el mejor texto para ver en qué espacio
tra atención hacia textos como los de de la crítica se movía Borges sea su
Otras inquisiciones, y en la práctica Introducción a la literatura inglesa: la
resulta inaplicable, por ejemplo, a mayoría de los comentarios ajenos
las brevísimas notas publicadas en citados proceden de los mismos escri-
Síntesis, Selección o El Hogar. tores allí comentados.
Aunque la crítica argentina emplea Es difícil describir la crítica borgeana
abusivamente la crítica borgeana, se sin confrontarla con las modalidades
trata de un abuso distanciado, el de más académicas de la crítica universi-
las citas y las alusiones. Son muchas taria. Decir que no disimula las huellas
las fórmulas borgeanas que circulan de la subjetividad, que está escrita en
como refranes, pero utilizar la crítica una primera persona de autobiografía,
de Borges como un repertorio de que expone las valoraciones de una
citas aisladas puede ser una forma de manera bien directa, que se desen-
olvidar la existencia de principios que tiende de los aparatos conceptuales
articulen el conjunto de sus textos y le de época y los circuitos de lecturas
otorguen consistencia a su crítica. obligatorias, que sus argumentaciones
¿En todos los ejemplos hasta aquí refe- avanzan rápidamente, que está regida
ridos no ocurre básicamente lo mismo? por el arte de la brevedad y la simpli-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

ficación, que es entretenida, ¿no equi- argentino y la tradición”? ¿Qué estuvo


vale a decir, reiteradamente, que es un haciendo Borges, al escribir su litera-
negativo de la crítica académica? tura, con la literatura argentina?
Las objeciones que Adolfo Prieto formu- Se ha dicho que al escribir su literatura
ló contra la crítica borgeana procedían Borges estaba escribiendo una versión
de una concepción universitaria de la en miniatura de la literatura argen-
crítica. Borges era un mal crítico porque tina en la que sus principales líneas
desconocía las normas que regulaban la aparecían reproducidas. La tensión
producción crítica universitaria. Se lo conflictiva propia de nuestra tradición
acusaba de tomar sólo aspectos aislados cultural entre lo criollo y lo europeo
y hasta marginales de los textos, de aparecería en Borges, por ejemplo,
practicar una crítica gobernada por el como una oposición que divide su
hedonismo, de formular observaciones propia obra. Según lo señaló Piglia,
puramente retóricas, de usar los textos la literatura borgeana se bifurca en
como pretextos. El libro de Prieto, aun- dos series de textos que corresponden,
que Prieto se haya arrepentido de su tanto en el plano temático como for-
escritura, es uno de los mejores estudios mal, a aquellas dos líneas antagónicas:
existentes sobre la crítica de Borges: no la serie de los textos como “Hombre
es fácil compartir sus valoraciones, pero de la esquina rosada” (la oralidad, el
desde un punto de vista descriptivo las culto del coraje, la gauchesca) y la serie
acusaciones siempre aciertan. Cuando de los textos como “Pierre Menard”
desaprobaba sus “observaciones pura- (la lectura y la
mente retóricas”, por ejemplo, captaba escritura, el culto El hecho de que hoy sólo poda-
una característica importante de la críti- de los libros, la mos intentar imaginar el sobre-
ca borgeana, su interés por los procedi- erudición enci- salto con que en 1939 algu-
mientos. Cuando le reprochaba su voca- clopédica)12. La nos lectores leyeron “Pierre
ción polémica, iluminaba otro rasgo elección borgea- Menard” en las páginas de Sur,
significativo y relativamente común en na de las orillas indica hasta qué punto modi-
la crítica de los escritores. Para Borges la de Buenos Aires ficó un sistema de creencias y
crítica fue un lugar de intervenciones, y recibió una lec- valoraciones. Lo más raro es
los cambios que introdujo en la literatu- tura similar. Al que llevó adelante estas ruptu-
ra argentina no hubieran sido posibles ubicar su litera- ras sin el gesto de la ruptura:
sin la violencia de la polémica. tura en esa zona sin énfasis ni reticencias, sin
Quizá lo más interesante de la crítica intermedia entre vacilaciones ni aclaraciones.
sobre Borges de las últimas décadas se el campo y la ciu-
encuentre en los textos que lo abor- dad, Borges elegía un espacio simbóli-
daron desde esta perspectiva, ubicán- co entre el criollismo y el europeísmo.
dolo en la trama de relaciones de la Y al mismo tiempo, su literatura ori-
literatura argentina contemporánea y llera era una imagen de la literatura
analizando sus textos como interven- argentina, ella misma periférica13.
ciones. Esta forma de leerlo se deja El primer Borges y el Borges clásico
resumir en una pregunta: ¿qué opera- intervinieron en casi todos los debates
ciones estaba llevando a cabo Borges relevantes para la literatura argentina
sobre la literatura argentina mientras del siglo XX y sus intervenciones tuvie-
escribía Evaristo Carriego, el prólogo ron efectos decisivos. Con “El escritor
a La invención de Morel o “El escritor argentino y la tradición” (1951), para

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

volver a uno de los ejemplos mejor gratitud, pero estaba avalada por el
recordados, torció un largo debate cul- ejemplo de su propia literatura. Las
tural. En lugar de añadir una participa- opiniones que allí se ridiculizaban no
ción más, tomó el debate mismo como parecen repuestas, y las paradojas que
objeto y lo redujo a un simulacro, en su lugar proponía Borges parecen
como si desatara un nudo imaginario. haberse vuelto transparentes.
La transformación de una condición Cuando se introdujo en la narración,
impuesta y restrictiva (la marginali- a principios de la década de 1930, lo
dad de la literatura argentina) en una hizo con una poética que entonces
elección y una libertad podría haber parecía el atajo más corto al fracaso,
sido percibida como un soborno a la y que hoy resulta familiar. Atacaba lo
inatacable y defendía lo indefendible.
Afirmaba que el gran género, la nove-
la, era una superstición de época. Se
aburría con Proust, mientras festejaba
a Ellery Queen. Despreciaba la nove-

Borges en el sótano de El
Aleph, por Juan Rearte

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

la psicológica y valoraba el cine de ría una compleja serie de cambios,


Hollywood. El hecho de que hoy sólo muchos de ellos anteriores a 1920.
podamos intentar imaginar el sobre- Para comprender el lugar que ocupó
salto con que en 1939 algunos lec- en esa historia fue necesario analizar
tores leyeron “Pierre Menard” en las sus estrategias, sus apropiaciones, sus
páginas de Sur, indica hasta qué punto manifiestos, sus polémicas, los efectos
modificó un sistema de creencias y de sus trabajos editoriales, su relectura
valoraciones. Lo más raro es que llevó de la gauchesca, su intervención en
adelante estas rupturas sin el gesto de debates como el de “El idioma de los
la ruptura: sin énfasis ni reticencias, argentinos”, sus reordenamientos de
sin vacilaciones ni aclaraciones. las tradiciones y las jerarquías. La gra-
Cuando se lo lee a partir de la pregun- vitación de Borges sobre la literatura
ta ¿qué hizo Borges, al escribir su lite- argentina, escribí antes, procede prin-
ratura, con la literatura argentina?, se cipalmente de su crítica, ese espacio de
presupone que la literatura argentina, intervenciones desde el cual llevó ade-
tal como la concebimos hoy, es una lante sus operaciones y rupturas. No
invención en la que Borges participó leer a Borges es un buen método para
crucialmente. Si se lo quitara de esa no entender la literatura argentina, y
historia, quedaría el vacío dejado por en esta afirmación “Borges” significa,
sus textos, pero también se produci- antes que nada, Borges crítico.

NOTAS

1. “Chronique des lettres espagnoles. Trois nouveaux livres”, en La Feuille. Journal d’Idées d’Avant-Garde, II,
306, Ginebra, 20 agosto, 1919, p. 6.
2. Hart Jr., Thomas, “The literary criticism of Jorge Luis Borges”, en Modern Languaje Notes, LXXVIII, Balti-
more, diciembre 1963; Rodríguez Monegal, Emir, “Borges como crítico literario”, en La palabra y el hombre,
N° 31, Veracruz, julio-agosto 1964; Alazraki, Jaime, “Borges: una nueva técnica ensayística”, en El ensayo y la
crítica literaria en Iberoamérica, Toronto, Universidad de Toronto, 1970.
3. Borello, Rodolfo, “Borges, lector de las letras argentinas”, en Cuadernos Hispanoamericanos, N° 505-507,
Madrid, julio-septiembre 1992.
4. La primera edición del Quién es quién en Argentina. Biografías contemporáneas, aparecida en 1939, lo definía
así: “Borges, Jorge Luis: escritor (especialidad: Crítica Literaria)...”. Tomo la referencia de Annick Louis, Jorge
Luis Borges: oeuvre et manoevres, Paris, L’Harmattan, 1997, p. 67.
5. Estudio preliminar a Dante Alighieri, la Divina Comedia, Clásicos Jackson, v. 31, Buenos Aires, Jackson, 1949.
6. “Quienes me acusan de pedantería comprenderán que no se equivocan si les confieso que, antes de entrar en
el poema, leí con deleite las notas.” (“Mi primer encuentro con Dante”, en Quaderni italiani di Buenos Aires,
a. 1-2, vol. 1, Buenos Aires, 1961.)
7. Jitrik, Noé, “Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges”, en Centro, a. 2, N° 4, Buenos Aires, diciembre 1952.
8. Prieto, Adolfo, Borges y la nueva generación, Buenos Aires, Letras universitarias, 1954.
9. Giusti, Roberto, “La crítica y el ensayo”, en Rafael Arrieta (dir.), Historia de la literatura argentina, Buenos
Aires, Peuser, 1959.
10. Rosa, Nicolás, “La crítica literaria contemporánea”, en Susana Zanetti (dir.), Historia de la literatura argen-
tina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980.
11. Bardauil, Pablo, “El excéntrico Jaime Rest” y Estrin, Laura, “Enrique Pezzoni: la lectura, un ejercicio de in-
tensidad”, en Nicolás Rosa (ed.), Políticas de la crítica. Historia de la crítica literaria en la Argentina, Buenos Aires,
Biblos, 1999; Panesi, Jorge, “Enrique Pezzoni: profesor de literatura”, en Críticas, Buenos Aires, Norma, 2000.
12. Piglia, Ricardo, “Ideología y ficción”, en Punto de vista, a. II, N° 5, Buenos Aires, marzo 1979.
13. Sarlo, Beatriz, “Borges y la literatura argentina”, en Punto de vista, a. XII, N° 34, Buenos Aires, julio-sep-
tiembre 1989.

283
284

El viaje circular
Por Carlos Bernatek

Los universos vivenciales de Joseph Conrad y


Antonio Dal Masetto padecen recíprocas usurpa-
ciones cuando se conforma un paralelismo otorga-
do por la lectura de Carlos Bernatek, quien rastrea
con una curiosidad minuciosa, los entornos de El
corazón de las tinieblas y Fuego a discreción.
La renuncia a la lengua dada es un litigio con
el origen que no puede ser ignorado en ambos
escritores. Instituye una intuición que posi-
bilita proyectar la idea de viaje. Experiencia
iniciática y destino forzoso, territorios reales e
intangibles se confunden en una circularidad
inmanente que recorre un itinerario que va de
una lengua a otra. Un tránsito –en la compa-
ración amistosa que traza Bernatek– entre el
Congo Belga (la selva conradiana profanada
por la civilización) y una Buenos Aires dictato-
rial (acechada por espectros insoportables sobre
una aparente superficie calma).
Trayectos que modifican las perspectivas pre-
téritas en sus encuentros con el horror. Marcas
sobre el cuerpo que se verifican en un regreso
despojado de todo aquello que quedó atrás pero
persevera desarreglando las coordenadas que
“nos mantenían a flote”.
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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

Si Conrad anduvo en barcos aventure- ra en Dal Masetto, ofrecen a priori


ros por el mundo, donde aprendía el una vista escenográfica. Francis Ford
inglés, en tanto habitaba los horizon- Coppola pudo trasladar en el film
tes literarios de Kipling, de Stevenson, Apocalypse now el paisaje de Conrad a
virando hacia mundos más oscuros, Vietnam, sin alterar el sentido “odisei-
Antonio Dal Masetto, muchos años co” del viaje, porque el exotismo en el
más tarde, se detuvo en esos mismos texto no vertebra la historia de Marlow
patrones textuales, y en Salgari, y en y Mr. Kurtz, sino que el ámbito donde
Verne, en una biblioteca de Salto, en la se desarrolla la trama refiere a lo des-
provincia de Buenos Aires, para zarpar conocido para las culturas centrales, a
desde la lengua italiana hasta aprender ese sector del mundo donde la norma
el idioma argentino. El idioma y todo “civilizada” pierde toda validez y sen-
lo que connotaba ese aprendizaje. tido de referencia. Los horrores que el
Pero, ¿qué pueden tener en común propio Conrad presenció hacia 1890
estos autores, aparentemente inconci- como oficial de marina mercante en la
liables, extemporáneos? En principio, antigua Leopolville, constituyen una
no sólo la adopción literaria de una visión cruda e
lengua distinta de la de origen. Se me impiadosa sobre Dal Masetto, en pasajes pre-
ocurren ciertas cuestiones vinculadas la deshumaniza- cisos del relato, instala a
al itinerario, al tránsito, y en particu- ción en los bor- los personajes en la deriva.
lar al rumbo, específicamente en El des mismos en Puntualmente, la “nave” es
corazón de las tinieblas del polaco, y en que lo real tiende aquí un Citröen destartalado,
Fuego a discreción de Dal Masetto. al derrame. Y la una amenaza en sí mismo por
No son muchos los casos de aprehen- palabra “horror”, su estado, en lo específico, por
siones literarias significativas, en ese tanto en el libro un particular agujero en el
aspecto fundante que convierte la len- como en la pos- piso –que se torna casi metafí-
gua en herramienta, en instrumento terior película sico– amenazando “tragar” al
dúctil. Podríamos considerar, respecto m e n c i o n a d a , pasajero hacia el asfalto. Esa
de ese viaje simbólico, a una etapa ini- no es un simple chapa podrida que permite ver
cial del periplo que va de una lengua a adjetivo; en reali- el camino desplazándose por
otra, a esa adquisición forzosa o deli- dad constituye el debajo, juega con el riesgo de
berada que no se limita en estos casos verbo que articu- perder pie, como una metáfora
al habla, sino que traza un objetivo la la acción. de un río que traga cuerpos.
más ambicioso: el empleo literario de En Fuego a dis-
un código y una construcción cultural creción de Dal Masetto, el horror no
ajenas. Los modelos prestigiosos –ade- se menciona con esas características,
más de Conrad, Nabokov y Beckett pero planea sobre la escena temporal
por caso, o el modo revertido en –innominado como el protagonis-
Wilcock– dan cuenta de que el cambio ta– en un vagabundeo errático. No
de idioma acarrea, paralelamente, una es aquí el río Congo y su vegetación
modificación de perspectivas referidas salvaje, ni un barco remontando la
al pasado que señalan un contraban- corriente hacia un destino incierto
deo, y quizás, una forzosa traición. donde se halla el protonazi Kurtz. El
El antiguo Congo Belga –actual Zaire– horror porteño y suburbano en este
para Joseph Conrad o la Buenos Aires caso toma la peculiaridad tácita de
dilatada en el suburbio de la dictadu- la escena de la dictadura: aquélla en

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

la cual las cosas discurren por debajo El protagonista de Dal Masetto


de lo cotidiano aparentemente habi- comienza su periplo en Santa Fe y
tual, de cierta armonía ritualizada en Coronel Díaz. En ambos casos se trata
la superficie, que encubre la temida de sitios “centrales”, enclaves urbanos
y fantasmal escena oculta. Emerge la lejanos de cualquier barbarie ulte-
consecuencia –los desaparecidos– en rior. “Lo civilizado”, en este punto,
tanto el horror reviste la condición demarca una primera frontera con lo
de lo innombrable. que va a ocurrir, cuando aparezca la
Dal Masetto, en pasajes precisos del zona más sombría (interior/exterior)
relato, instala a los personajes en la y marginal de los agonistas.
deriva. Puntualmente, la “nave” es El texto de Dal Masetto está en pri-
aquí un Citröen destartalado, una mera persona; el de Conrad en tercera,
amenaza en sí mismo por su estado, pero el modo de relato a que refería-
en lo específico, mos (Marlow contando), remeda en la
por un particular práctica la primera persona.
agujero en el piso Mr. Kurtz es un agente del monarca
–que se torna casi belga, una bestia temible que esclaviza
metafísico– ame- y tortura a los nativos, que expone
nazando “tragar” sus cadáveres empalados para el escar-
al pasajero hacia miento público. Ha acumulado una
el asfalto. Esa gran fortuna mediante la explotación
chapa podrida del marfil, lo que le concede una elo-
que permite ver cuente autonomía feudal. Dal Masetto
el camino des- prescinde de esta figura “del mal”: no
plazándose por personaliza al sistema quizá por su
debajo, juega omnipresencia en el contexto de la
con el riesgo de época. Eso ya existe por fuera del texto,
perder pie, como donde cualquiera podría referenciar
una metáfora de fácilmente la figura de Kurtz en los
un río que traga siniestros y paradigmáticos personajes
cuerpos. En esa de la dictadura, con el agravante de su
ciudad los nazis concreta realidad. Narra Dal Masetto:
no se muestran,
sobrevuelan el Calles sin fondo, destellos cegadores,
fuera de escena (por consiguiente, asfalto humeante, señales de una civi-
embozados en el adentro), en un lización condenada [...] los pequeños
todo monolítico que conforma la desechos de los hombres, cosas inútiles,
imagen estética de la dictadura como vergüenzas, también aquella sangre que
urdimbre del mal. había buscado el declive en las baldosas
Conrad inicia la obra en un crepúscu- acanaladas y se estaba secando al sol 2.
lo en la desembocadura del Támesis,
sitio en el cual Charlie Marlow cuenta Ésta es “su” selva conradiana.
la historia del viaje a unos compañe- En ambos textos la penumbra –men-
ros: “Y también éste –dijo de pronto cionada o sugerida– supera la escala
Marlow– ha sido uno de los lugares de la anotación. Cuando Conrad
oscuros de la tierra”1. remite a “oscuridades” no se está refi-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

riendo a tempestades tropicales, a fie- Me encontré vagando por tierras tor-


bres, a junglas brutales, malarias, ríos mentosas, entre ruinas, muros de historia
cenagosos o puertos amenazantes. antigua, grietas de epopeyas, marcas de
Siempre es mucho más grave y temi- algún tiempo heroico, cuyo polvo arras-
ble –por analogía– la sombra que se trado por el viento ocultaba turbulencias
despliega en los entresijos de sus per- de relinchos y golpear de cascos. Me perdí
sonajes3, ese entramado de la lobre- entre columnas de templos custodiados
guez interior que sólo admite la refe- por efigies de dioses o demonios y descen-
rencia sesgada. Acorde con ello, viene dí a galerías cuyos
al caso la anécdota de filmación de la ecos seguían repro- El protagonista de Dal Masetto
película de Francis Ford Coppola. El duciendo fórmulas también se transforma y se des-
actor Martin Sheen había padecido mágicas de ritos y poja. Lo que Conrad se propo-
hasta físicamente –tuvo un infarto– conjuros, sacrificios ne es infundir a su protagonista
las alternativas del rodaje en Filipinas humanos, mutila- la complejidad moral a la que
–muy accidentado–, particularmente ciones, ceremonias está sometido. Así, la materia
por la construcción emotiva de su de sangre4. fluvial y aventurera entorna
personaje de Marlow –en el film, el al laberinto de Marlow con el
Capitán Benjamin L. Willard–. La Lo que no parece pathos de la tragedia griega,
escena opresiva con que abre la pelí- muy distante a: donde el destino y la suerte, se
cula, transcurre en una habitación relativizan.
de hotel, con Martin Sheen ebrio, Una sombra insa-
que rompe un espejo y se lasti- ciable de apariencia espléndida, de reali-
ma la mano. Ésta fue una situación dad terrible, una sombra más oscura que
real, incorporada a la película por las sombras de la noche [...] la multitud
el director, que subraya aquello que salvaje de obedientes adoradores, la oscu-
apuntábamos sobre las características ridad de la selva, el brillo de la lejanía
del personaje. La interpretación de entre los lóbregos recodos, el redoble de
la transformación que sufre Willard/ tambores, regular y apagado como el
Marlow/Sheen cuando remonta el río latido de un corazón…el corazón de las
nos hace comprender el cariz del viaje tinieblas vencedoras.5
emprendido. Esa escena intramuros,
curiosamente, podría corresponder El periplo heroico clásico, en estas y
a la lógica del personaje que narra otras novelas, suele señalar una cir-
Fuego a discreción. cularidad. Historias blancas o negras,
El protagonista de Dal Masetto tam- respetan ese itinerario elíptico de los
bién se transforma y se despoja. Lo personajes con diferentes matices de
que Conrad se propone es infundir a tránsito y distintas posibilidades de
su protagonista la complejidad moral salida del dédalo trazado. Todas las
a la que está sometido. Así, la materia alternativas ofrecen, de algún modo,
fluvial y aventurera entorna al labe- una forma de medir el tiempo y el espa-
rinto de Marlow con el pathos de la cio. Aun la ruptura temporal o espacial,
tragedia griega, donde el destino y la al plantear una lógica propia de men-
suerte se relativizan. sura, considera como parámetro –por
Ambos textos parecen confluir en oposición– a la norma clásica que nos
ciertas imágenes comunes. Dice Dal dejara Homero. Y los protagonistas de
Masetto: estos dos textos regresan transmutados

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

por el despojamiento que el viaje les ha la cabeza de uno contra los pies del
impuesto a modo de cicatriz indeleble. siguiente ¿tiene idea de qué distancia
Respecto de la medida, al modo arbi- podrían llegar a cubrir? 6
trario y al recur-
so de mensurar La línea comienza en la Casa de
lo humano en Gobierno y atraviesa paulatinamen-
la literatura –y te la ciudad, hasta excederla brutal-
para proseguir mente. La dilución de un horizonte
con Antonio Dal visible, de la noción de límite, vuel-
Masetto– cabe ve más ominosa la cuantificación
mencionar en par- de la muerte. Los cuerpos, en tanto
ticular al cuento medida de lo humano, fracturan la
titulado: “Tema: geografía de la ciudad en ese trazado.
la muerte”. Se El “paisaje” cae en un irremediable
trata de un diálo- segundo plano abstracto, se objetivi-
go sencillo de bar, za y se resume en el simple hito refe-
donde uno de rencial ante la visión de esa humani-
los personajes se dad violada. Nuevamente la imagen
propone graficar connota al itinerario, al punto de
la magnitud de la partida y al destino.
muerte a través La lengua de origen y la adquiri-
de la referencia da aluden al viaje iniciático que la
a los cuerpos de narrativa posterior va a apostrofar.
los desaparecidos. El descubrimiento discurre así desde
Toma aleatoriamente la cifra estimativa el territorio real hacia otro intangi-
del Nunca más: unos nueve mil, para ble que percibimos al comprobar la
hacer la imagen más elocuente: ruptura del marco de referencia, esa
línea del horizonte que nos mantenía
Trate de pensar 9.000 cuerpos acostados a flote y que, de pronto, se vuelve
en el suelo, uno a continuación del otro, errática en su circularidad.

NOTAS

1. Conrad, Joseph, El corazón de las tinieblas, Ediciones del Sur, 2004, p. 8.


2. Dal Masetto, Fuego a discreción, Editorial Planeta, 1997, p. 182.
3. Conrad, Joseph, ...para él (Marlow) la importancia de un relato no estaba dentro de la nuez sino afuera, envol-
viendo la anécdota de la misma manera que el resplandor circunda la luz.... p. 9, op. cit.
4. Dal Masetto, op. cit., p. 197.
5. Conrad, Joseph, op. cit., p. 126.
6. Dal Masetto, El padre y otras historias, Editorial Sudamericana, 2002. p. 140.

288
290

La creación es el verdadero poder.


César Aira y la tenacidad
de lo imposible
Por Evelyn Galiazo

Si en todo escritor hay un crítico que destila


valoraciones y relee desde su propia escritura
las obras que dialogan con él, es posible –como
propone Evelyn Galiazo– considerar la obra de
César Aira bajo el prisma de un crítico.
Enigmático y sustraído de las visibilidades públi-
cas cuando éstas reclamaban exceder la propia
escritura, Aira evadía su inscripción en los tran-
quilizadores consensos del mundo literario ali-
mentando un aura misteriosa sobre sus silencios,
sólo interrumpidos para emprender violentos
juicios sobre la obra de escritores argentinos
contemporáneos. Pero sus reflexiones también
orillaban los clásicos a quienes examinaba por
su afinidad con las vanguardias: Pizarnik leída
desde el surrealismo, Arlt desde el expresionismo
y Kafka desde Duchamp y el exotismo.
El escritor reúne un conjunto de fugaces pen-
samientos. Emite una mirada dispersa sobre los
hechos que en su dinámica van diluyendo los
significados en procura de nuevos símbolos. Una
mirada que, cuando rebasa los límites de la ima-
ginación, otorga vida a la experiencia.
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Independientemente de aquello a lo a su talento, e incluso en algunos cír-


que en particular se dedique, todo culos especializados llegó a afirmarse
escritor es de alguna manera un críti- que guardaba escritos en un cajón.
co. Sea cual sea su métier, la escritura,
esa pulsión por transmitir la sutileza Junto a Laiseca, Peyceré y Zelarayán
que cada cosa oculta, dejará traslucir, era parte de un submundo de las letras
más o menos explícitamente, tanto los que brillaba en la oscuridad”, cuenta
juicios del autor sobre otros escritores, Abraham1. A la seducción que ejerce
sobre la literatura y su función, como la clandestinidad se le agregó después
sobre la crítica misma. En el caso de otro entusiasmo: el de la indignación.
César Aira no es necesario tomarse el Cada vez que aparecía un artículo suyo
trabajo de rastrear estas concepciones rodaban unas cuantas cabezas. En una
en el apabullante volumen de su obra; nota de 1981 donde esboza el mapa
al margen de que también se hallan de la narrativa argentina contemporá-
dispersas en todas sus novelas y rela- nea, descalifica en un solo movimiento
tos, sus postulados críticos aparecen a Luisa Valenzuela, Rodolfo Rabanal,
delineados con nitidez en el conjunto Juan Martín Real, Jorge Asís y Ricardo
de ensayos que desde fines de los 80 Piglia. Según su diagnóstico, nuestra
viene publicando. Entre la experiencia novelística es en términos generales, “una
de la lectura y la práctica de la crítica especie raquítica y malograda2.
fue conformándose una constelación
de reflexiones literarias que aparecieron Las voces críticas que por aquella
y siguen apareciendo en suplementos época comenzaron a hacerse oír fue-
culturales, revistas especializadas, libros ron efecto de estas características, ya
de otros autores –a modo de introduc- que buscaban develar el misterio de
ción–, y en forma separada, como el Aira, corregir sus injusticias, o ambas
temprano Copi o el más reciente Las cosas a la vez. Más o menos obnubi-
tres fechas, donde expone un personal y lada por sus encantos, escandalizada
novedoso método de análisis. en mayor o menor medida, del lado
La mayoría de estos textos abundan de la aprobación o del reproche, la
en declaraciones terminantes: Aira es bibliografía que hasta la actualidad
incisivo, polémico y muchas veces continúa circulando se congrega en
enigmático. Quizás, éste haya sido uno torno a una cuestión respecto de la
de los motivos por los que se puso de que hay consenso: las vanguardias his-
moda. En uno de sus últimos libros, tóricas constituyen la clave interpre-
Tomás Abraham destaca esa relación tativa con la que el prolífico escritor
inversamente proporcional que se da lee. Resultaría difícil negarlo porque
entre su producción escrita y su ima- un primer acercamiento a los tex-
gen mediática. La desaparición supo tos corrobora esta afirmación como
ser una de las principales característi- cierta y evidente: para Aira, Pizarnik
cas del escritor, que se mantuvo oculto se comprende desde el surrealismo,
hasta la década del 90. No se dejaba Arlt desde el expresionismo, Kafka
ver ni daba entrevistas, era casi un desde Duchamp, y el exotismo, desde
desconocido. Esta evasiva estimuló el Raymond Russell y la lógica del ready-
surgimiento de un mito: comenzaron made. Entender por qué las vanguar-
a propagarse ciertos rumores en torno dias se le imponen como necesidad

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

requiere, en cambio, encarar un rodeo mos una gran injusticia contra esa obra.
que reponga el circuito a través del que Referirse a las peripecias del ingenioso
Aira considera la historia de la litera- hidalgo de la Mancha como a una
tura en general, y particularmente, la novela implica sacarlas de contexto y
de nuestro país. Una fugaz genealogía ubicarlas en la estantería del museo o
de lo que esta impronta vanguardista del supermercado.
implica en su pensamiento permitirá,
a su vez, dar cuenta del aparato crítico El Quijote –afirma– no es una novela
que Aira establece a la hora de enfren- entre otras sino el fenómeno único e irre-
tarse no sólo con la tradición sino petible (...) del que deriva la definición
también con sus contemporáneos y de la palabra ‘novela’.”4
simultáneamente, atisbar el alcance de
la controvertida discusión que estable- Convertirse en clásico consiste, enton-
ce con ellos. ces, en superar al género desde el cual
se escribe. De este modo, la relación
entre género y clásico se asemeja a la
1. Un hábito crepuscular que establece un buen discípulo con
su maestro: para corroborar el talento
Belleza, ¿por qué todo es tan cálido del segundo, el primero tiene que trai-
cuando está perdido? cionarlo, porque los mejores epígonos
¿Por qué seremos nosotros tan de último son siempre apóstatas. Es probable
momento? que tengan razón quienes afirman que
Ariel Schettini el don de la imaginación proviene de
la perversidad del espíritu. Si es así,
La creación es todo, y más que todo por- el laberinto viviente de la literatura
que es la fuente de la que mana todo. se levanta sobre las ruinas de todos
César Aira los impulsos generosos. Ya lo decía
Aira: de los buenos discípulos nunca
Convertirse en clásico con- Adorno seña- podrán surgir buenas novelas.5
siste, entonces, en superar al la que una obra Por otra parte, cada género tienen su
género desde el cual se escribe. forma parte del historia particular; un devenir que obe-
De este modo, la relación entre canon cuando dece tanto al momento concreto en el
género y clásico se asemeja a la no es reconocida que los textos se producen como aquel
que establece un buen discípu- como pertene- en el que se leen. Durante el siglo XIX,
lo con su maestro: para corro- ciente a un género la novela alcanza su forma plena y en el
borar el talento del segundo, el determinado y a XX da un paso más en esa misma direc-
primero tiene que traicionarlo, la inversa, porque ción. Con Flaubert –esa mano profesio-
porque los mejores epígonos canon y género nal que pule perseverante las perlas del
son siempre apóstatas. suponen aparatos estilo– la novela realista arriba al cenit
de lectura dife- de la literatura. Pero sigue avanzando.
rentes3. Borges no debe ser considerado ¿Hacia dónde? Hacia su propio abismo,
cuentista ni Shakespeare dramaturgo, evidenciando que todo punto cúlmine
porque no sólo son mucho más que eso suele ser, también y simultáneamente,
sino que son algo distinto de eso. Según un punto culminante.
Aira, si al hablar de novelas menciona- Sin embargo, lo que ha muerto no es la
mos como ejemplo al Quijote, comete- novela sino su forma clásica. La deca-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

dencia del realismo burgués está lejos de funcionar como tal. “Una vez que la
de revelar el fin de la literatura; más escurridera firmada ha sido aceptada en
bien anuncia la irrupción de una nueva los museos, la provocación pierde senti-
realidad, sustentada por las vanguar- do, se convierte en lo contrario”, resume
dias. Al cuestionarse el agotamiento del Bürger8. Del mismo modo, Aira denun-
género la institución literaria gira sobre cia: por más subversivos que sean los
su propio eje y da otra vuelta de tuerca enunciados, la Historia se encargará de
a la maquinaria combinatoria de las asimilarlos serenamente, ya que en eso
posibilidades narrativas. Y del colapso consiste su ser: la historia [de la literatu-
de una forma se alimentan otras, como ra] es una acumulación apabullante de
quien hace leña del árbol caído, o en enunciados des-
términos de Aira, como quien aprove- provistos de todo Por otro, cuando la vanguar-
cha el reloj de un pariente difunto6. poder subversivo dia se canoniza, es decir, cuan-
Las vanguardias históricas se abren o innovador9. do la institución flexibiliza y
paso fagocitando la crisis del realismo Su lectura de modifica su propia identidad
y de sus pretensiones representativas. Alejandra Pizarnik hasta el punto de absorber la
El movimiento vanguardista hace de la es consecuencia protesta e incorporarla a su
reacción estética y política su programa. de esta perspecti- seno, el gesto vanguardista
Repudia el estilo individual, la obra y va aparentemente deja de funcionar como tal.
la autonomía artística; desacraliza la desalentadora.
esfera del arte; lleva sus convenciones Para Pizarnik, la calidad es un mandato.
al absurdo y, parodiadas, las transfor- Este requisito cualitativo determina la
ma en literatura de último momento. selección del tono, de las palabras, y de
Pero, al mismo tiempo, transgrede los los temas con los que la poeta ensayará
antiguos interdictos en pos de la utopía sus inquietudes. Construida exclusiva-
de decirlo todo: su proyecto también mente de términos elevados, su poesía
supuso enunciar el inconsciente y el trata siempre de la noche o el amor, de
sueño (tentativa surrealista), el sin sen- las sombras o la muerte. En vano rastrea-
tido y la locura (tentativa de Artaud), remos en sus versos la presencia de un
la imposibilidad y la nada (tentativa de colectivo, un cigarrillo o un desayuno. Ni
Beckett y de Blanchot). una sola trivialidad en su discurso, que
A esta altura de las circunstancias parece sólo admite intensidades.
que no quedara nada en pie ni nada por Para Alejandra, el trabajo poético era
decir. Amanece entonces la pregunta: una búsqueda, y estaba convencida
¿cómo seguir escribiendo después del de que buscar no es un verbo sino un
final? Por un lado, ante la magnitud de la vértigo, un arrebato peligroso que no
biblioteca surge la melancólica sospecha puede ni debe ser empobrecido por la
de que ya todo está escrito, inmejora- inercia opaca y el aburrimiento de la
blemente escrito. “Algunos de los auto- vida cotidiana. Derivadas de la temáti-
res canónicos son desalentadores –dice ca nocturna y angustiada, tales restric-
Aira–. Son casi demasiado buenos”7. Por ciones imponen una práctica basada
otro, cuando la vanguardia se canoniza, en la constante reescritura, es decir,
es decir, cuando la institución flexibiliza en la reaparición de los bosques, los
y modifica su propia identidad hasta el muros y los ojos tatuados, que vuelven
punto de absorber la protesta e incorpo- en distintas configuraciones una y otra
rarla a su seno, el gesto vanguardista deja vez. Limitándose a un número acotado

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

de términos, la combinatoria opera La palabra que viene a cubrirla la


teniendo ante la vista el horizonte de su transforma en ‘poesía’. Pero cuando la
agotamiento, se llena de oscuros presa- palabra cese, cuando la poesía se agote,
gios que conjuran tanto la clausura de al retirase dejará a la vista no ya a la
la obra como la muerte de la poeta10. vida, sino a la muerte.11
A su vez, el repertorio garantiza la cons-
trucción de un mito personal que con- El análisis enfatiza la condición póstu-
diciona, desde ma de la poeta, aquello que le permite
el principio, escribir desde su propia posteridad.
el conteni- Como la ardiente enamorada del viento,
do de toda la a quien tanto admiraba, Aira pertenece
obra, acabada a esa clase de escritores tardíos, que
ya desde antes aparecen cuando no quedan ni espa-
de tomar la cios vírgenes ni caminos por descubrir,
palabra. El y más que conocer esta condición, la
mito funciona viven, sintiendo como un imperativo la
como síntesis necesidad de empezar de nuevo.
biobibliográ- Así lo entiende Sandra Contreras,
fica: condensa para quien el rasgo distintivo del lugar
una imagen de que fue ganando Aira en la literatura
sí y coagula un argentina es lo que llama la vuelta al
destino tanto y del relato. Vuelta al relato después
para la poeta de la parálisis y la saturación de sus
como para procedimientos, y vuelta del relato,
su poesía. La en tanto periódica insistencia del acto
pequeña viaje- narrativo, en tanto proliferación12. La
ra con pies de piedra fundamental sobre la que se
pájaro perma- sustenta dicho regreso es un proyecto
necerá siem- de signo positivo: la promoción de
pre fiel a este una potencia soberana: el supremo
precepto pesimista y vampírico. A lo poder de la invención. Plasmada tanto
largo de toda su existencia, Alejandra no en su literatura como en su pro-
hará otra cosa que revivir ese momento ducción crítica, la posición de Aira
adánico en el que, seleccionando sus instaura una dimensión plenamente
materiales de trabajo, se crea a sí misma. afirmativa. Sus textos defienden cierto
Su vida será la repetición constante de su optimismo inherente a la escritura,
propio mito de origen. La atracción del una suerte de euforia que destila la
origen se identificará con la fascinación narración. Pero el relato ¿no estaba
que provoca la infancia, cuyo reflejo muerto, acaso? En esta instancia surge
especular invertido es el vacío que ven- la necesidad de asumir nuevamente la
drá después –la muerte–, incorporado a mirada de las vanguardias, cuyo méri-
sus poemas. Cito a Aira: to consistió en rehabilitar el conjunto
de técnicas artísticas, obturadas por su
El origen actúa como pulsión de muer- automatización. John Cage y el surrea-
te. (...) Primero, ‘antes’, está ‘la vida’, lismo, Duchamp y Raymond Russell,
desnuda, animal, edénica, infantil. el constructivismo ruso y Dadá son los

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

evangelistas de una fe inexplorada, los tiguan nuestra persistencia y no la suya”17.


portavoces de la mejor de las noticias: Después de todo, anacrónica no sólo es
“el triunfo del arte sobre la mezquin- Alejandra sino toda la literatura18. Pero
dad mercantil de la obra de arte. La no hay que rasgarse las vestiduras ni
victoria del proceso sobre el resultado. ponerse de luto sino más bien todo lo
(...) La Buena Nueva no es un ejem- contrario. A la luz de esta verdad se des-
plo, sino que es el procedimiento en sí vanece como
para crear historias”13. un espejismo ... aunque la Historia se apro-
Aira no deja de advertir que si bien el el encandila- pie de los enunciados, aunque
surrealismo empezó siendo puro proce- miento que congele el instante de arreba-
so –un presente absoluto que se mante- generaban los to y momifique los versos más
nía siempre en el grado cero del senti- colosos y resur- lábiles cosificando su sentido,
do–, “Breton terminó dando el mayor ge la posibili- lo que no puede ni podrá
precio a la frase objetivada, (...) es decir, dad de escribir. nunca asimilar es el gesto ina-
al resultado”14. Sin embargo, aunque la Con el destino sible de su enunciación. La
Historia se apropie de los enunciados, de grandeza enunciación es la intensidad,
aunque congele el instante de arrebato de la novela el entrecruzamiento de las
y momifique los versos más lábiles cosi- cae la autoexi- fuerzas en fuga, y el enuncia-
ficando su sentido, lo que no puede ni gencia y nace do, su mera representación. La
podrá nunca asimilar es el gesto inasible la libertad, la enunciación es lo que permite
de su enunciación. La enunciación es plena liber- transmitir lo único que vale la
la intensidad, el entrecruzamiento de tad de escribir pena de ser comunicado: eso
las fuerzas en fuga, y el enunciado, su cualquier cosa. que se expresa en el lenguaje,
mera representación. La enunciación Si los muertos pero que nosotros no pode-
es lo que permite transmitir lo único se llevaron el mos expresar mediante él.
que vale la pena de ser comunicado: eso genio, los vivos
que se expresa en el lenguaje, pero que podemos jugar a inventar historias; pode-
nosotros no podemos expresar mediante mos experimentar con las formas, crearlas
él. Por lo tanto, no importa que Breton y destruirlas siguiendo únicamente la
se volviera archivista en la estela de rutina de nuestro capricho, sin más cen-
Dadá. Instrumentalizar el legado de una sura que la que nos impongan los límites
escuela muerta sigue siendo una fértil de nuestra propia fantasía. Despojado de
posibilidad. “Desvanecida la ideología la misión sublime que había heredado de
del procedimiento, la mecánica de éste la tradición, el escritor recupera la esencia
puede servir para nuevas creaciones”, lúdica e infantil del arte. Como señala
sentencia Aira15. Todos los recursos valen Abraham, “muerta la obra de arte nace
para llegar lo antes posible a ese estado el artista niño que hace masitas de arena
de resurrección en vida que es condición en el borde del mar”19.
para hacer poesía una vez que toda la
poesía ya ha sido escrita.16 Luego de Balzac y Flaubert, de Proust y
Harold Bloom sostiene: de Joyce, cualquier pretensión de exce-
lencia se vuelve irrisoria; la seriedad se
los muertos poderosos retornan (...) con transmuta en ridiculez y la frustración
nuestros colores y hablando en nuestras en oportunidad. En este contexto, “el
voces, al menos parcialmente, al menos pesimismo es inconducente. (...) Lo
en ciertos momentos, momentos que ates- que importa es hacerlo”20. Porque nos

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

encontramos en el punto de inflexión virtud de los espíritus poderosos, por


entre los dos epígrafes propuestos al lo que sabe intuitivamente que existe
principio. El pasaje del primero al otra alternativa: treparse al muro y
segundo se corresponde con el momen- usarlo como medio para contemplar
to en que la tristeza por haber llegado el mundo. Hay un universo posible en
tan tarde se convierte en esa alegría el que esta niña existe. Y aunque habla
implacable que emana de la creación. de sí misma en femenino responde al
La creación llegaba hecha Literatura nombre de César. Lo que parece difí-
(...) Era ella, la Reina del Mundo, mi cil es en realidad muy fácil para ella;
Reina personal intransferible. (...) No puede lograrlo en una sola frase, una
necesitaba lujos porque Ella es el lujo frase que dice simplemente:
de mi vida. Es el lujo del mundo21.
La literatura como lujo. ¿Habrá leído desde mi suprema impotencia tenía
Aira el hermoso libro de Bataille que firmemente dominadas las riendas de
lleva ese nombre? Curiosamente, el texto lo imposible24.
comienza diciendo:

todo aquello que es humanamente posible 2. Una política del humor argentino
se debe intentar, merece la pena hacerlo y
se puede lograr con éxito22. Las interpretaciones no serán lecturas
hermenéuticas sino interpretaciones polí-
La máxima de Bataille nos recuerda a ticas en reescritura política del texto y su
Aira porque parece surgida del mismo destinación. Así ha sido siempre.
vigor optimista que anima toda su poé- Jacques Derrida
tica. Pero si esta perspectiva afirmativa y
vitalista es la marca característica de Aira, Se trata, entonces, de pensar cómo es
¿cómo se concilia con la visión de las van- posible algo así como Aira en la litera-
guardias, que se definen como poéticas tura argentina. Adelantémonos: Aira
de la ruptura y de la negatividad? Para es imposible. O mejor dicho, ¿queda
lograrlo es preciso llevar a cabo una trans- otro modo de concebir lo imposible
mutación de carácter nietzscheano; una mismo que no sea leyendo a Aira?
metamorfosis que, progresiva y subrepti- La imposibilidad es también su punto
ciamente, contamine la negatividad con de partida. Como decíamos antes, las
el germen de lo positivo hasta convertirla producciones literarias posteriores a la
en absoluta afirmación. No invertir sino caída del realismo dan cuenta de dis-
más pervertir, porque –como sostiene tintos aspectos de esta imposibilidad.
Contreras– no se trata, simplemente, de Uno de ellos alude a lo imposible de la
afirmar en lugar de negar, sino de elevar representación. Siempre habrá que dar
la negación más allá de sí misma, hasta cuenta de una ineludible ausencia, de
alcanzar el poder de la afirmación23. un resto en fuga que se sustrae a todo
Un desafío inquietante para quienes intento codificador.
no se dejan intimidar por los obstá- Aira responde a esta situación desde
culos. Imaginemos a una niña que, la misma forma. Su narrativa se frag-
detenida frente a una pared, desea menta y se disuelve precisamente para
con fervor divisar el horizonte. Podría ser construida. De eso nos hablaba la
resignarse, pero la sumisión no es la niña-Aira, protagonista de Cómo me

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

hice monja: de un discurso que no se que transmuta los venenos en bálsa-


desentiende de sus debilidades sino mos. Por un lado, lo nuevo radica en
que se aprovecha de ellas, para vol- lo ya hecho. Según Aira, la novedad
verlas a su favor. Eso es tener, desde es el ready-made y “no hay que pre-
la suprema impotencia, firmemente ocuparse por la originalidad porque
dominadas las riendas de lo impo- sería virtualmente imposible que no la
sible. Algo que sólo podría ocurrir haya”.28 Por otro, allí donde el lenguaje
en el lenguaje, a través del lenguaje; se manifiesta como límite insuperable,
esa suerte de no-lugar donde [no] es ahí mismo se evidencia también como
[im]posible que cohabiten “los anima- única salida. Este secreto de alquimista
les (...) a) pertenecientes al emperador, lo aprendió de Russell, a quien también
b) embalsamados, c) amaestrados, d) tenía el vicio
lechones, e) sirenas, f ) fabulosos, g) de leer y quien Lo viejo, lo que ya fue inven-
perros sueltos, h) incluidos en esta le transmitió tado, es, paradójicamente, lo
colección, i) que se agitan como locos, esa maravillo- que permite inventarlo todo.
j) innumerables, k) dibujados con un sa propiedad Quizás por eso (Aira) a la hora
pincel finísimo”25. El insólito encuen- que tiene el de empezar, sintiendo el reto
tro da cabida a toda clase de libros lenguaje de de hacerse un lugar en la his-
(según Aira: catálogos, epistolarios, enriquecerse toria de la literatura argentina,
manuales, ilustrados, de tapa dura, con su propia encaró lo que ya había sido un
de veinte páginas, de mil setecientas, miseria. De destino para otros.
apasionantes, para niños, de poesía, transformar la
de viajes, best-sellers, técnicos, troque- impotencia suprema en total potestad.
lados, clásicos, en chino, en papel de En un ensayo de 1995 leemos:
arroz)26 cuya escritura hace estallar el
mundo de la representación. En su El ready-made es la mejor solución para
sitio aparece ese espacio siempre vacío encontrar lo Nuevo, que por definición
que no hemos sabido llamar de otro es algo que no puede buscarse porque ya
modo que literatura. Porque todas se ha encontrado29.
estas cosas “¿en qué lugar podrían
encontrarse, a no ser en la voz inmate- Lo viejo, lo que ya fue inventado,
rial que pronuncia su enumeración, a es, paradójicamente, lo que permite
no ser en la página que la transcribe? inventarlo todo. Quizá por eso a la
¿Dónde podrían yuxtaponerse a no ser hora de empezar, sintiendo el reto de
en el no-lugar del lenguaje? Pero éste, hacerse un lugar en la historia de la
al desplegarlos, no abre nunca sino un literatura argentina, encaró lo que ya
espacio impensable”27. había sido un destino para otros. Ema,
A través de Borges, Aira consigue ren- la cautiva y Moreira, El vestido rosa y
dir homenaje a otro de sus favoritos: La liebre, evocan relatos nacionales,
Lautréamont, el gran promotor de la convocan viejos estereotipos y rein-
exaltación que provoca juntar un para- ventan la tradición30.
guas y una máquina de coser sobre la Esta operación de reciclaje define una
mesa de vivisección. Su apología de lo política de sentido específica en relación
imposible se apoya en dos lógicas: la al problema de la literatura nacional.
reescritura como principio constructi- Más allá de los distintos objetivos que
vo de lo nuevo y un artificio mágico le atribuye la crítica, su reescritura busca

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

encontrar un tono nacional auténtico. repudio contra los escritores argentinos


Para gozar de cierta calidad genuina, que según él apuestan por la negación:
dicho tono debe evadir la representación todos los mencionados al principio
de lo obscenamente autóctono. En “El –esos nombres centrales de nuestro
escritor argentino y la tradición” Borges sistema literario– pero principalmente
señala que la ausencia de camellos en el Piglia y Saer, dupla que según su lec-
Corán constituye tura simboliza el más ferviente derro-
Inventar el dispositivo pero la prueba máxima tismo. Ambos son responsables de una
no cualquiera, sino uno por el de su proceden- doble culpa: la de instalar al impulso
que valga la pena reivindicarse cia árabe. De esa negativo en primer plano y la de com-
argentino. Aira nos interpela indicación se des- prender a la praxis narrativa como un
desde una ética de la escritura. prende que no se mero ejercicio de oposición.
Su axiología narrativa pauta lo trata de representar Si Piglia piensa la novela como utopía
que se debe y lo que no se debe sino de presentar o negativa que se sustrae a las presiones
hacer con palabras; para qué y construir una len- del mercado y disputa con las enve-
de qué modo, recalcando todo gua. Dice Aira: jecidas tradiciones dominantes, Aira
el tiempo que lo importante rechaza la utopía deconstruyendo los
es insistir, hacerlo. Una y otra La literatura es el supuestos sobre los que se apoya. La
vez regresa, con Aira, la fuerza medio (…) para utopía es la descripción de una socie-
avasallante de la creación; el que el Brasil se dad imaginaria que surge de la críti-
optimismo como mandato y transforme en el ca a la realidad vigente. Su carácter
tracción en virtud de la cual Brasil, para que la ideal se complementa con un programa
avanza el texto. Argentina llegue a de acción concreta. La manifestación
ser la Argentina. del desacuerdo subyacente para con
(...) La autenticidad no es un valor que la actual conformación del mundo se
esté dado de antemano, esperando a un inscribe en la visión alternativa que
individuo que lo ocupe. Por el contrario, la literatura opone a dicho estado de
es una construcción como lo es el destino, o cosas. A este supuesto se debe aspirar
el estilo. No se trata sólo de ser argentino o ya que, sin la intención utópica, el
brasileño sino de inventar el dispositivo por pensamiento que la configura resultaría
el que valga la pena serlo31. estéril. Pero, la negación de la época en
nombre de un futuro feliz se identifica,
Inventar el dispositivo pero no cual- al menos en parte, con la proyección de
quiera, sino uno por el que valga la historia concebida como el continuo
la pena reivindicarse argentino. Aira rechazo del presente. En el impulso
nos interpela desde una ética de la utópico, la utopía negativa “se concreta
escritura. Su axiología narrativa pauta con mayor precisión (...) en la negación
lo que se debe y lo que no se debe de lo que no quiere”32.
hacer con palabras; para qué y de qué El problema del pensamiento utópico
modo, recalcando todo el tiempo que se desprende de la presión alienante
lo importante es insistir, hacerlo. Una que ejerce. Al negar la realidad nos
y otra vez regresa, con Aira, la fuerza somete al yugo de la necesidad teó-
avasallante de la creación; el optimis- rica, a la perpetua búsqueda de una
mo como mandato y tracción en vir- virtud que se nos escapa porque, como
tud de la cual avanza el texto. denuncia Aira, siempre estaremos
De este enfoque afirmativo surge el cayendo en desfallecimientos de bon-

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

dad. Cuesta sangre, sudor y lágrimas mos en una postura: siempre seremos
volver a reincidir sabiendo que, como juzgados por el mínimo opuesto. Por
Aquiles contra la tortuga, volveremos eso, con el menor gesto encomiable
a perder la carrera. Aunque odia los el marido malo brilla como un sol.
ejemplos, Aira se sirve de uno en este Mientras que la idea del Bien paraliza,
caso: el matrimonio, cuya exposición, el mal permite que la vida siga, devalúa
no podemos pasar por alto: las supuestas jerarquías de importancia,
da la medida justa
El marido bueno complace a su mujer en de la banalidad
todo. La rodea de comodidades, de con- necesaria para que
sideraciones, de gentilezas, la escucha, la el hombre recorra
comprende, hace las camas, cocina, lava su camino en el
los platos, plancha, paga las cuentas, la mundo. Empezar
lleva de vacaciones, se ocupa de los chicos, a ser malo equiva-
cambia los cueritos de las canillas. Su le a entrar, ni más
mujer vive descontenta, se queja, se pre- ni menos, al fin,
gunta por qué cometió el error de casarse en la realidad34.
con un hombre al que no puede querer ni Por otra parte,
respetar. Y si no lo dice por un sentido de insistiendo en el
la justicia que le pesa como una conde- fracaso del empe-
na, basta que el infeliz cometa el menor ño narrativo, Saer
desliz (que se le rompa un plato mientras declara:
lo lava) para que en ella estalle toda la
amargura contenida en un torrente de El único modo
injurias. (...) En cambio el marido malo posible [que tiene]
somete a su pareja a toda clase de malos el novelista argen-
tratos y humillaciones. Tiene amantes, se tino para rescatar
emborracha, le grita insultos soeces, se va la novela consiste
de viaje con excusas increíbles, se juega el en abstenerse de
sueldo de él y lo que puede echar mano del escribirlas35.
de ella, le hace ascos descaradamente a la
comida, contrae deudas, deja que la casa Esta sentencia es ineconomizable en
se venga abajo. Y la esposa no se queja; el sistema de Aira, que se hace monja,
¿de qué serviría? Ya agotó su provisión niña de ocho años, chica moderna o
de llanto, y además él no se lo permite: mosca violada sólo para poder seguir
no le presta atención o se la presta para contando. Los personajes de ese cor-
gritarle, y hasta podría darle un sopapo. pus amorfo que llamamos literatura
Ella lo quiere y lo respeta (...) porque él aireana podrán desarmarse en torbe-
le hace vivir intensamente el drama del llinos de incertidumbre pero nunca se
matrimonio y de la vida en general33. callarán. Sus voces son como fuerzas
centrífugas de la dispersión; se afirman
Las intenciones del marido bueno no camufladas, valiéndose de la reptante
dejan de naufragar porque la perfec- relación que en los textos de Aira se da
ción nos está vedada por naturaleza. entre los cuerpos y los discursos. A esas
Adorarla es un vicio del pensamiento. voces, que convertidas en mil gotas de
Y no importa cuánto nos mantenga- óleo ruedan libres por el mundo, les

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

repugnan el compromiso negativo de Los ‘premios’ al cabo de una vida dedica-


la noción de estética y la moral de la da a la literatura son bastante incoheren-
frustración que de él se desprende. Su tes, casi surrealistas. Nunca se parecen a
protector, Aira, es demasiado nietzs- lo que habría podido esperar en términos
cheano para tolerarlo. ¿Cómo alguien razonables. Por lo pronto, no he ganado
puede postular plata. En ese rubro sigo donde estaba a
A la teoría que formula para una poética de los veinte años, es decir en cero37.
pensar la figura del buen artis- la negatividad
ta, la vida le responde con una sin enfermar- El héroe que reclama Aira coincide
recompensa no tan surrealista se o deprimirse con sus propios rasgos. Los reproches
como pretende. Si ser un escri- horriblemente? que le endosa a Saer y a Piglia tienen
tor comprometido consiste en ¿Y qué clase de como reverso la apología de su propia
jugarse por el Arte-impulso obra resulta de política: Saer es el escritor bienin-
sacrificando los resultados, la esa enfermedad tencionado y hacendoso que trabaja
obra y la fama, entonces por del alma? La bilis incansablemente sobre el texto persi-
más apasionada que sea, será negra no sirve guiendo la perfección38; él, su contra-
una vocación trágica. para nada bueno. cara: el escritor alegre que se sacrifica
Pero hay más: el no por las obras concretas sino por el
pretendido compromiso para con la Arte en sí, en cuanto pulsión. El que
sociedad oculta un interés personal. escribe desaforadamente, el que no
Aira necesita descargar toda su arti- corrige y publica sin filtros todo lo que
llería contra Piglia. Declara entonces produce, el que rescata de su parálisis
que el escritor comprometido no es la verdadera esencia del arte, que es
simplemente el que denuncia los per- acción e invención. Y que a nadie se
versos mecanismos de poder, porque le ocurra pensar que esta aceleración
no alcanza con atestar los argumentos vertiginosa redundará en el beneficio
de guerrilleros en desgracia como si de su carrera porque no es algo que
fueran parte del decorado. No es cues- Aira tenga en mente cuando escribe.
tión de apropiarse del material mítico “No tengo una sola célula de oportu-
que aportó la dictadura para asegurar- nista”, se queja39. No obstante, repetir
se unos cuantos lectores. La causa es la en cada entrevista que escribe mal por
literatura misma y hay que inmolarse amor a la literatura podría desper-
por ella; hay que sacrificar el éxito, tar cierta desconfianza en sus lectores.
e incluso la obra, para que triunfe el Primero, porque lo desmiente la des-
proceso, siempre. Sin embargo, se treza inocente y perversa de su estilo,
necesita un santo para crearlo.36 En y segundo, porque la mayoría de las
términos de Aira, un santo es el que no veces, el mismo intento de aclarar,
usufructúa sus circunstancias sino que oscurece. Al reivindicarse como modelo
se deja llevar por el puro devenir de la pierde un poco de esa ironía que suele
escritura, sin corregir, aunque el resul- desbordarlo. El sarcasmo que tonifica
tado sea necesariamente un fracaso. El sus palabras cede entonces su espacio a
fracaso se refiere tanto a la calidad de la seriedad, y ésta termina afirmando lo
los textos (consecuentemente despro- mismo contra lo que en un principio
lijos, descuidados, monstruosos, casi peleaba. Porque, como señala Barthes,
deformes), como a los beneficios que “el acto último de todas las objetivacio-
el escritor obtiene: nes [es] la destrucción”40.

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

A la teoría que formula para pensar dad que le sirve, a su vez, para leer –con
la figura del buen artista, la vida le una suerte de alegría violenta– todo el
responde con una recompensa no tan espectro de la literatura nacional en el
surrealista como pretende. Si ser un que se inserta. Si las instancias media-
escritor comprometido consiste en doras de narrador y mediador son
jugarse por el Arte-impulso sacrifican- máscaras de una subjetividad que por
do los resultados, la obra y la fama, medio de la crí-
entonces por más apasionada que sea, tica literaria reve- Si las instancias mediadoras de
será una vocación trágica. Para su la sus filiaciones narrador y mediador son más-
sorpresa, la justicia poética consiste en y rechazos más caras de una subjetividad que
el reconocimiento de la crítica. Dice ocultos, entonces por medio de la crítica literaria
Daniel Link: es cierto que dicha revela sus filiaciones y rechazos
práctica encarna más ocultos, entonces es cier-
Aira es el escritor argentino por excelen- el devenir de la to que dicha práctica encarna
cia, como antes lo fueron (sólo) Borges, autobiografía. La el devenir de la autobiografía.
Cortázar, Puig41. dificultad a la que El inconveniente al que debe
debe enfrentarse enfrentarse dicho género es que
El mecanismo de lectura que le per- dicho género es nadie puede ser objetivo respec-
mite a Daniel Link incluir a Aira en que nadie puede to de su propia persona, porque
la lista de clásicos parte de Cómo me ser objetivo res- el aparato perceptivo gira en
hice monja. Link se pregunta cómo pecto de su propia falso cuando intenta convertirse
leer esa novela que desde el título persona. El apara- en su propio objeto de estudio.
promete una historia de revelaciones to perceptivo gira
trascendentales, pero que luego, en su en falso cuando intenta convertirse en
desarrollo, traiciona todas las expecta- su propio objeto de estudio. Aira lo
tivas canjeando la asunción de votos sabe bien y lo reconoce cuando afirma
por una muerte. Para dotar de sentido que los ojos nunca podrán mirarse a sí
al título, Link apela al habla popular mismos42. Pero tomar la distancia nece-
rioplatense. Uno de los recursos más saria (la mínima distancia que garantice
empleados por dicha estructura léxica visibilidad) exige un verdadero sacrifi-
es el famoso vesre según el cual monja cio: “para crearse como mito el escritor
es sinónimo de jamón, y éste, en tanto debe morir”43.
fiambre, significa muerto o cadáver.
El truco de la novela se cifra en este
demencial sistema de equivalencias. 3. Qué es la crítica, qué es la litera-
Descubrirlas –hallazgo accesible úni- tura, qué es la realidad
camente para quienes dominen el
horizonte de nuestra cultura popu- Escarbando en la osamenta del aire, la
lar– permite comprender el título no mosca, las nupcias de la mosca y el perro.
como historia hagiográfica sino como Todo el verosímil caía estrepitosamente.
simple juego de palabras. Por culpa del lenguaje, de los códigos
Según Link, Aira consigue construir el empleados.
dispositivo por el que vale la pena ser Dante y Reina
argentino. Se trata de un artefacto sen-
sible, semejante al que Aira le atribuye Los que seguimos y perseguimos el
a Copi: un cierto realismo de la felici- sinuoso itinerario de Aira nos enfren-

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

tamos una y otra vez con el mismo En la narrativa aireana conviven al


interrogante: ¿qué es la realidad? Su menos dos miradas acerca de lo real.
insistencia en el tema ya no despierta Una de ellas se despliega en La liebre.
ningún asombro. Sí, en cambio, el Hay en esta novela “un regocijo escan-
modo en que todas las veces elude dar daloso de lo imposible”. Literalmente,
una definición definitiva. Semejante a “el escándalo estaba en que, como todo
un concepto fino visto de perfil, la rea- el mundo sabe, lo imposible es lo pri-
lidad –dirá– “siempre es ligeramente mero en hacerse real”46. En su incesante
más extraña de lo que uno espera”44. e infinito desarrollo, la realidad se está
Como si se tratara de una cuestión de constituyendo todo el tiempo. Avanza
palabras para la que no hay palabras sin cesar y “en su cascada cava una
adecuadas, la realidad es una materia eternidad cada segundo”47, haciendo
resbalosa, un problema de leyes incom- que cualquier cosa pueda pasar. Por
prensibles e inexpresables. Podemos eso, únicamente podemos esperar lo
postular su posibilidad pero no su exis- insospechable. Desde esta perspectiva,
tencia. En síntesis, lo real es una mera la realidad manifiesta su perfil más
hipótesis de trabajo. Dice Aira: absurdo y su rostro nos parece un ver-
dadero descaro literario, tan poco pre-
La falta de relato, la emergencia desnuda visible como el casamiento de la mosca
y fulminante de la imagen o la realidad violada con el perro que la agredió.
[...] asquea. Antes Como bien dice Daniel Molina, Dante
El mundo es un delirio y su de la emergencia de y Reina nos enfrenta sin anestesia a “la
consecuencia principal, la con- cualquier resultado pura realidad en estado bruto, (...) tal
junción caprichosa de circuns- artístico debe haber como la percibimos cotidianamente
tancias incoherentes, disloca- un relato como pro- durante una millonésima de segundo,
das e incluso contradictorias; cedimiento45. antes de hacer el infame esfuerzo por
la suma mayor de todos los des- ficcionalizarla, por agregarle siglos de
varíos. Enfrentarlo (soportarlo Si la realidad es olvido al instante”48.
y sobrevivirlo) exige vocación enceguecedora,
literaria, precisamente porque urge mediatizar En tanto fuerza surrealista, la realidad
la fuerza de lo imposible funda la relación que se es una hiperimaginación de poderes tan
lo literario por excelencia. establece con ella. exacerbados, que ninguna imaginación
Esta relación de individual podría siquiera soñar con
carácter hermenéutico es un relato. Sin hacerle competencia49.
embargo, la realidad no supone ninguna
clase de prioridad ontológica respecto El mundo es un delirio y su conse-
de su representación; ambas instancias cuencia principal, la conjunción capri-
se constituyen juntas en un vínculo de chosa de circunstancias incoherentes,
mutua dependencia. Por eso, lo mismo dislocadas e incluso contradictorias;
da preguntarse por una o por la otra. la suma mayor de todos los desvaríos.
Llevando el análisis a sus últimas conse- Enfrentarlo (soportarlo y sobrevivirlo)
cuencias, obtendremos en ambos casos exige vocación literaria, precisamente
idéntica respuesta. Pero como sólo se porque la fuerza de lo imposible funda
puede hablar de realidad especulando lo literario por excelencia.
sobre la literatura, hagamos un rápido Esta imaginación literaria debe poner-
intento a través de sus novelas. se al servicio de la erudición teórica.

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

Sólo su predisposición al disparate podrá toda la estabilidad que se puede esperar.


librarnos de convertir a la crítica en una La indolencia con la que se contempla es
mera repetición de lo ya dicho. Siempre también el impulso por el que se cuestio-
que el ensayista se someta a aquello que na sobre la [in]trascendencia de ese “gran
lee, y en nombre de la verdad o el autor acto indiferente que es la existencia”52:
tolere con docilidad los límites que éste
le impone, sucederá exclusivamente lo La vida casi nunca tiene momentos úni-
previsible, es decir, lo que menos intere- cos, sino que presenta sus desarrollos como
sa. Si el objetivo de la escritura consiste una perpetua combinatoria, demasiado
en dinamizar anquilosadas estructuras y amplia como para suscitar la peculiar
hacerlas fluir en una operación sin fin, concentración del espanto. (...) Pensaba
el de la crítica no puede ser estancarse que la vida era una gran molicie, aun
en los textos. La lectura, o es transfor- para los más acti-
madora, o clausura el proceso del que lo vos. No había Para Aira, el escritor no es
escrito nace. Lamentablemente –se queja nada que hacer.53 más que el escenario de los
Aira– ése suele ser “el resultado corriente pensamientos, su lugar de
de críticos que pese a las mejores inten- En su inocente fri- aparición, y no quien decide
ciones parecen empeñados en congelar volidad, Reynaldo cuándo se presentarán. Las
la literatura en objetos”50. Sin imprevisto tiene claro que la ideas que valen la pena no
no hay sorpresa, y sin sorpresa, no hay existencia es efí- pueden perseguirse: irrum-
pensamiento. Alan Pauls comenta en un mera y que la clave pen como los relámpagos.
artículo delicioso que tiempo atrás Aira, de la vida nos la
excusándose, le dijo: “disculpame, lo que da su fugacidad. Lo único importante
pasa es que cuando yo quiero pensar, no son las experiencias, cuyo valor depende
pienso. Y a veces, en cambio, me sucede de su carácter excepcional e irrepetible,
pensar”51. Para Aira, el escritor no es más pero éstas se desvanecen en el aire si
que el escenario de los pensamientos, su nadie las registra. De las meditaciones
lugar de aparición, y no quien decide de Reynaldo, que demora sus cigarrillos
cuándo se presentarán. Las ideas que viendo amanecer, inferimos que a la
valen la pena no pueden perseguirse: conciencia de esta verdad no se accede
irrumpen como los relámpagos. sin una cuota de melancolía:
A esta visión exaltada de lo real, la lite-
ratura y la crítica, Aira opone la letárgica Un caracol en la jaula de vidrio deja su
mirada que textualiza La luz argentina. rastro plateado, y el hombre que ha pasa-
La novela narra las peripecias de una do su vida estudiándolo mira con cierta
pareja singular durante la época en la nostalgia esa huella magnífica de la nada
que nuestro país sufría periódicos cortes de la existencia; después de todo, puede
de energía eléctrica. A lo largo de sus decirse, ya sabía eso, y en consecuencia lo
páginas Aira bordea constantemente esa sabía todo. Pues la variedad del mundo
disciplina sinuosa que los académicos se ha reducido, al fin, a un toque único,
llaman metafísica. Reynaldo, el protago- instantáneo. Y sin embargo, la molicie
nista, lleva una vida liviana y monótona, increíble de la vida (...) exige siempre
una vida que día tras día sigue su curso una mirada más: porque si la mirada no
incesante sin antes ni después. Con su cruza el momento preciso nunca tendrá
trabajo rutinario, su matrimonio tran- lugar, (...) la jaula se cubrirá de moho,
quilo, su buen pasar económico, goza de (y) los animalitos presos morirán54.

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Siguiendo el evanescente derrotero de historia de su familia, los avatares de


esos pequeños seres, toda acción muere sus antepasados, y todo el microscó-
en el momento justo en que su energía pico entramado de causas que lo con-
se pone en juego. El rescate salvífico ducen a estar donde está, se condensa
lo aporta la mirada; es la mirada que para hacer realidad ese momento en el
reconstruye los acontecimientos y les que lee que lee mientras se lo devoran
da sentido, revelando que el relato, las hormigas. El misterio se disipa y,
incluso en sus detalles más triviales, simultáneamente, adviene la catástrofe
no tiene otro objeto que la misma que precipita el desenlace. Por fin todo
reconstrucción, y está dictado retros- termina; dentro del círculo quedan
pectivamente por ella. La misión de la una novela y cien años de soledad.
literatura consiste en materializarla. Me pregunto qué diferencias hay entre
No consigo evitar que las ensoñacio- los caracoles y las estirpes condenadas
nes de Reynaldo dejen de remitirme a a la desaparición. Creo que pocas o
un país encantado en el que, luego de ninguna. Dicen que Aira detesta a
un siglo de aventuras, una estirpe de- García Márquez y seguramente así
saparece de la faz de la tierra. El ciclo sea. Incluso podría presentarse el
se cierra cuando el último descen- mismo Aira y decirme que no debería
diente descifra el manuscrito mágico haber desempolvado esa novela, que
que predecía ese final. El relato entero estoy radicalmente equivocada. Poco
depende de ese momento en el que se importa si soy impertinente al evo-
revela el significado de los antiguos carla. Como él, yo también prefiero
pergaminos, porque lo que se narra la crítica impresionista y la intro-
es la historia de su desciframiento. En yección feliz de lo imaginario, a la
ese instante crucial el personaje lee hacendosa y consecuente proyección
exactamente lo que está ocurriendo: la de lo simbólico.

NOTAS

1. Cfr. Abraham, Tomás, “Aira y Piglia” en Fricciones, Buenos Aires, Sudamericana, 2004, pp. 11, 135 y 137.
2. Aira, César, “Novela argentina: nada más que una idea” en Vigencia Nº 51, Buenos Aires, agosto de 1981, p. 12.
2. Cfr. Adorno, Theodor, Teoría estética, Madrid, Akal, 2004, pp. 265 y ss.
4. Aira, César, “La nueva escritura” en Boletín/8 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Rosario,
octubre de 2000, p. 22.
5. Aira, La luz argentina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, p. 80.
6. Aira, César, Alejandra Pizarnik, Rosario, Beatriz Viterbo, 1998, p. 14.
7. Aira, César, Alejandra Pizarnik, pp. 45-46.
8. Bürger, Peter, Teoría de la vanguardia, Barcelona, Península, 1987.
9. Cfr. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p. 62-63.
10. La equivalencia (o coincidencia) entre la muerte y el fin de la escritura se desprende de otra premisa surrea-
lista: la fusión entre vida y poesía, que según Aira constituye el objetivo de los verdaderos artistas. Al respecto
puede consultarse Aira, César, Las tres fechas, Rosario, Beatriz Viterbo, 2001, pp. 49 y ss.
11. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p. 44.
12. Contreras, Sandra, Las vueltas de César Aira, Rosario, Beatriz Viterbo, 2002.
13. Aira, César, La trompeta de mimbre, Rosario, Beatriz Viterbo, p. 80.
14. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p. 29.
15. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p.14.

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

16. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p.72.


17. Bloom, Harold, La angustia de las influencias, Caracas, Monte Ávila, 1991.
18. “Se diría que el anacronismo es lo que pone en hora a la literatura” dice en Las tres fechas, p. 55. “La lite-
ratura ha muerto y yo soy la prueba viviente” había declarado antes (ver Aira, César, “El último escritor” en El
Banquete, No 1, 1997). También recrea esta idea en El juego de los mundos. La novela ficcionaliza el mundo del
futuro, en el que la literatura corresponde al pasado.
19. Abraham, Tomás, Fricciones, p. 138.
20. Aira, César, La trompeta, pp. 20-23.
21. Aira, César, “Introducción y ensayo” en La trompeta, p. 83.
22. Bataille, Georges, La literatura como lujo, Madrid, Cátedra, 1993, p. 35.
23. Cfr. Contreras, Sandra, Las vueltas de César Aira, p. 22.
24. Aira, César, Cómo me hice monja, Rosario, Beatriz Viterbo, 1993, p. 15.
25. Borges, Jorge Luis, “El idioma analítico de John Wilkins”, en Otras inquisiciones, Buenos Aires, Emecé, 1983, p. 2.
26. Aira, César, “La trompeta de mimbre”, en La trompeta, p. 132.
27. Foucault, Michel, Las palabras y las cosas, Madrid, Siglo XXI, p. 3.
28. Aira, César, La trompeta, p. 132.
29. Aira, César, “La innovación” en Boletín/4 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Rosario, 1995, p. 28.
30. Nicolás Rosa, por ejemplo, se pregunta si vale la pena analizar La cautiva, sin remitirse a las cartas que
Mansilla publicó un volumen con el título de Una excursión a los indios ranqueles. Cfr. Rosa, Nicolás, Críticas de
la crítica, Buenos Aires, Biblos, p. 15. Del mismo modo, Sandra Contreras afirma que La liebre “reescribe una
fábula de identidad nacional, el cuento clásico del viaje de la civilización a la barbarie”. Ver Contreras, Sandra,
Las vueltas de César Aira, p. 55.
31. Aira, César, “Exotismo” en Boletín/3, Rosario, septiembre 1993, p. 74.
32. Neusüss, Arnhelm, Utopía, Barcelona, Seix Barral, 1971, p. 25. Los análisis en los que Piglia aborda la
cuestión de la novela como utopía negativa pueden leerse especialmente en Piglia, Ricardo, Crítica y ficción,
Buenos Aires, Siglo XX, 1993.
33. Aira, César, “Diario de un demonio” en La trompeta, pp. 64-65.
34. Cfr. Aira, César “Diario de un demonio”, en La trompeta, pp. 65. Yendo un poco más lejos, Aira dirá
que negar el mal implica negarlo todo: la realidad pero también el pensamiento. No en vano denuncia que, a
pesar de que se plantearon todas las utopías imaginables, positivas y negativas, realizables e irrealizables, jamás
se planteó una sociedad en la que todos fueran ricos. No se la postuló ni se la postulará jamás porque “ahí la
utopía encuentra su límite infranqueable. Y basta pensar que el límite infranqueable de la utopía es también
la realidad, y sumar dos más dos, para sospechar que en esta utopía imposible e impensable está el puente,
quizás el único puente, que une el pensamiento y lo real”. Igual que la realidad, la utopía es tan buena para
unos como mala para otros, “siempre hay alguien que cae bajo el golpe implacable del Bien”. Cfr. Aira, César,
“Introducción y ensayo”, en La trompeta, pp. 84-85.
35. Saer, Juan José, “La novela” en El concepto de ficción, Buenos Aires, Ariel, 1997, p. 130.
36. Aira, César, La trompeta, p. 80.
37. Aira, César, La trompeta, pp. 143-144.
38. En un artículo publicado en El Porteño lo acusa, por ejemplo, de aplicado y escolar. Cfr. Aira, César, “Zona
peligrosa”, en El Porteño, abril de 1987.
39. Aira, César, “Introducción y ensayo”, en La trompeta, p. 88.
40. Barthes, Roland, “Prólogo” a El grado cero de la escritura seguido de Nuevos ensayos críticos; México, Siglo
XXI, 1996, pp. 11-12.
41. Link, Daniel, “Introducción” a La Chancha con cadenas. Doce ensayos de literatura argentina, Buenos Aires,
Ediciones del Eclipse, 1994, p. 10.
42. Aira, César. Las tres fechas, p. 63.
43. Aira, César. “Arlt”, en Paradoxa No 7, Rosario, Beatriz Viterbo, 1997.
44. Aira, César, “Las dos muñecas”, en La trompeta, p. 152.
45. Aira, César, Copi, Rosario, Beatriz Viterbo, 1991, pp. 13-15.
46. Aira, César, La liebre, Buenos Aires, Emecé, 1991, p. 19.
47. Aira, César, La trompeta, p.12.
48. Molina, Daniel, “Zoo/surrealismo”, en La Gandhi, No 1, 1997, subraya el autor.
49. Aira, César, La trompeta, p. 8.
50. Aira, César, Alejandra Pizarnik, pp. 9-10.
51. Pauls, Alan, “En el cuarto de las herramientas”, Página/12.
52. Aira, César, La luz argentina, p. 8.
53. Aira, César, La luz argentina, p. 12 y p. 38.
54. Aira, César, La luz argentina, p. 12.

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306

Crítica interpretativa según el


pensamiento de Paul Ricœur en la
obra de Alejandra Pizarnik
Por Ana María Rodríguez Francia (*)

La relación entre literatura y vida ha sido plan-


teada por el surrealismo como unidad capaz
de indagar en ella la “presencia de lo humano”
que obra como materialidad de este vínculo.
Literatura y vida como los términos que suelen
acompañar la crítica literaria son problemati-
zados bajo el esquema metodológico de Paul
Ricœur, que nos ofrece la posibilidad de escindir
ambos términos de la relación. Tal es el enfo-
que que escoge Ana María Rodríguez Francia
para analizar la obra de Alejandra Pizarnik a
partir del desdoblamiento entre comprensión e
interpretación que el propio Ricœur propone
siguiendo la pista heiddegeriana y distanciándo-
se de la perspectiva fenomenológica de Husserl.
De este modo, los hilos que conectan la escritura
de Pizarnik con su propia biografía son resque-
brajados en la tensión entre poesía (que se cierra
a la apertura) y mundo que suele aparecer como
jeroglífico a ser develado por el poeta, pero que
en el caso de Pizarnik no encuentra posibilida-
des de experimentar una relación virtuosa.
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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

Introducción a la problemática desde el romanticismo aparece como


un jeroglífico y el poeta como “traduc-
Dentro de la relación literatura-inti- tor” o “descifrador” del fondo analógi-
midad se observa la vinculación que co universal, que califica de “inagota-
algunos poetas, ligados al surrealismo ble”. (El símbolo, 14).
en su actitud “en presencia de lo huma- El texto pizarnikiano expresa:
no” (Breton, Manifestes, 169), asumen
respecto de la unión vida-literatura. Tal Ni luz ni sombra. Una ausencia total.
el caso, en la literatura Argentina, de Esta creencia de que escribiendo veré
Alejandra Pizarnik quien manifiesta: una señal, algo con qué seguir. Nostalgia
pura, en estado de fuerza apremiante.
La vida perdida para la literatura por (Semblanza, 255).
culpa de la literatura. Por hacer de mí
un personaje literario en la vida real “Mi búsqueda del lenguaje ‘puro’ es una
fracaso en mi intento de hacer literatura prueba de mi impotencia” (Ibíd., 270).
con mi vida real pues ésta no existe: es
literatura. (Semblanza, 253). Esta inquietud deslumbró a los poetas
franceses, los malditos, algunos de los
Si observamos con atención, notamos cuales también entrevieron la posibi-
que el texto presenta cierto antagonis- lidad de la pérdida de la vida en esta
mo entre vida y literatura. Al menos, batalla, pienso en Rimbaud, y otros
se trata de una oscilación, producto que concretamente la perdieron, como
de cierta dificultad en la visión. La es el caso de nuestra poeta.
hablante no distingue, contradictoria- Pensando entonces en el rol del críti-
mente, tal oscilación que ella misma co literario que, como se ha definido,
explicita. Y se transforma a sí misma en cierto modo
en una voz que no tiene lugar en la corresponde a una En esta fusión vida-literatura
intemperie de la vida y el mundo. suerte de copilo- se visualiza un elemento pri-
Así, en esta fusión vida-literatura se to del escritor, mordial de escollo para que la
visualiza un elemento primordial de he reflexionado palabra poética pueda trans-
escollo para que la palabra poética largamente en mutar esa vida que la tras-
pueda transmutar esa vida que la tras- búsqueda de la ciende y compromete: esto se
ciende y compromete: esto se eviden- aproximación a un evidencia en el acto mismo
cia en el acto mismo de escribir poéti- acierto metodoló- de escribir poéticamente; y a
camente; y a la vez le cierra el camino gico, para encarar la vez le cierra el camino de
de apertura al mundo, anulando la el estudio de la apertura al mundo, anulando
propia noción de mundo. obra de una poeta la propia noción de mundo.
Más hondo se presenta el escollo cuando como Pizarnik,
en su poesía se observa que tal hablante inmersa en esta problemática, creyendo
pretende alcanzar lo prístino del lengua- haber hallado una vía satisfactoria, que
je, y nos preguntamos si aposentando en paso a explicar a continuación.
el ámbito de aquello que ya está dado
(pensamos en el positum husserliano),
anterior a toda facticidad estética. En el enclave de una metodología
María Rosa Lojo, comentando a
Baudelaire, define que el mundo, ya Entendiendo que un paradigma es

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N° 4-5 | Verano 2006 Ficciones críticas

un marco teórico de referencia más expresado que tal biografismo ha sido


amplio, Mignolo señala cuatro para- favorecedor de una crítica romántica,
digmas como elementos rectores de los demasiado subjetiva entre la alabanza
estudios literarios: el semiológico, el y la conmiseración, convirtiéndose en
fenomenológico, una suerte de voz de sonoridad uni-
La temática vida-literatu- el sociológico y el valente, definitivamente empobreci-
ra ha conducido, respecto de psicoanalítico. da (Rodríguez Francia, La disolución,
Pizarnik, en el marco de la Dentro del ele- 364-365/infra). La segunda, relacio-
crítica argentina, al planteo de mento fenomeno- nada con lo anterior, y teniendo en
un problema teórico específico lógico, se generan cuenta que fenomenología en Ricœur
como es el del biografismo, dos tipos de teo- significa permanencia dentro de los
diferente de lo que sería la rías basadas, res- límites de una actitud “neutra” regu-
consideración del texto por el pectivamente, en lada por la epojé, puesta entre parén-
texto mismo. Por mi parte, he la fenomenología tesis de la realidad absoluta y de toda
expresado que tal biografismo de Husserl (que cuestión concerniente a lo absoluto,
ha sido favorecedor de una a su vez com- entendí que este método podía brin-
crítica romántica, demasiado prende las teo- dar herramientas singularmente útiles,
subjetiva entre la alabanza y rías de estructura a fin de adentrarme exclusivamente en
la conmiseración, convirtién- ontológica de la los textos y aprehender el sentido de
dose en una suerte de voz de obra literaria), y los mismos sin influencias subjetivas.
sonoridad univalente, definiti- en la de Martín Así, en mi ensayo La disolución en la obra
vamente empobrecida. Heidegger o teo- de Alejandra Pizarnik. Ensombrecimiento
rías de la recep- de la existencia y ocultamiento del ser1,
ción, cuya base se halla en El ser y el me guío por este método fenomenoló-
tiempo, donde comprensión-interpre- gico interpretativo, al que he de referir-
tación funcionan en lo que Mignolo me de inmediato.
califica como doble operación. Y hace
alusión a Paul Ricœur expresando:
El método fenomenológico-inter-
que en Ricœur se encuentra un fuer- pretativo de Paul Ricœur
te desarrollo del segundo aspecto, el
de la interpretación, o descripción Con sólido basamento que, como
fenomenológica de la comprensión. aludimos antes, afinca en el pensa-
(Comprensión, 29). miento de Martín Heidegger, Ricœur
establece la posición de la interpre-
Puesta entonces a la consideración tación como relativa al sujeto empí-
metodológica, me pareció que el enfo- rico productor de textos, frente a
que crítico ricœuriano convenía por la fenomenología husserliana, que
dos razones: la primera, porque la sostiene la teoría del sujeto tras-
temática vida-literatura ha conduci- cendental, fundante del saber sin
do, respecto de Pizarnik, en el marco supuestos (Ricœur, Phénoménologie et
de la crítica argentina, al planteo de herméneutique, 31-75).
un problema teórico específico como No entraremos aquí en pormenores
es el del biografismo, diferente de lo acerca de la discusión ricœuriana
que sería la consideración del texto respecto de Husserl. Sólo digamos
por el texto mismo. Por mi parte, he que Ricœur sostiene que hay una

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Ficciones críticas N° 4-5 | Verano 2006

evidencia que se explicita y una expli- ser mediada por una interpretación.
citación que se torna evidencia. De Se trata, en todo caso, del juego de la
esto se trata la experiencia fenome- pregunta y la respuesta, por la que los
nológica, y es de esta manera como la interlocutores determinan los valores
fenomenología no puede efectuarse contextuales, que estructuran un diá-
más que como hermenéutica. logo; diálogo que sólo es un segmento
De aquí se desprenden las tres opera- dentro de toda una tradición cultural.
ciones a través de las cuales el método Recordemos que Ricœur asume esta posi-
se vehicula, a saber:

1. De la pertenencia
La noción de pertenencia está ligada,
para Ricœur, irrecusablemente a la no-
ción de finitud de conocer (leemos aquí
su oposición al sujeto trascendental de
Husserl). Y formula con Heidegger la
noción de ser-en-el-mundo y horizonte
propio, relacionado con la fusión hori-
zóntica de Gadamer (Verdad y método,
372 ss.). La posición de esfuerzo de
ser-en-el-mundo instaura significacio-
nes que reclaman interpretación y han
de constituir una hermenéutica. Esta
es la raíz última del problema, porque
en ella reside la conexión primitiva en-
tre el acto de existir y los signos que
desplegamos en nuestras obras. Justa-
mente la reflexión debe transformarse
en interpretación, porque no se puede
aprehender el acto de existir, sino en
los signos dispersos por el mundo (Ri-
coeur, Le conflit, 325).
Resulta entonces invalorable, en esta
Alejandra Pizarnik
etapa, a través de una exhaustiva pro- ción, frente a textos tan antiguos como la
fundización semiótica, compenetrar- Biblia y el estudio de mitos ancestrales.
se con la cosa o mundo del texto, con Entonces, como toda comprensión
todos sus alcances estructurales, por debe ser mediada por una interpre-
medio de una suspensión total de toda tación, tal mediación, en el contexto
función referencial, exterior al texto. referencial que venimos desarrollan-
do, la puesta en distancia opera en el
2. De la puesta en distancia sitio donde se ubica el texto, expresión
Una vez efectuado ese paso, hallamos que fija la escritura, texto autónomo
que el segundo, la puesta en distan- que corresponde a la intención de un
cia, es dialécticamente solidario con autor y a una situación de discurso en
respecto al primero (Phénoménologie, relación con un primer destinatario.
40). Porque toda comprensión ha de Es el momento de la exégesis, en el

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que se abren posibilidades múltiples. jetividad del interpretante, significa


Porque el texto abre múltiples propo- comprenderse delante del texto.
siciones de sentido. Porque apropiar remite a que lo
Interesa muy especialmente el desarro- que era ajeno se torne propio y esto
llo que Ricœur, a continuación des- es la cosa del texto. Esto no puede
pliega respecto de los textos literarios, suceder si no me desapropio de mí
en especial la poesía. mismo, para dejar que sea la cosa
La poesía parece abolir toda referencia del texto. Esta operación significa
a la realidad cotidiana, a tal punto cambiar el “yo, maestro de sí mismo”
que el lenguaje contra el “sí, discípulo del texto”
El suicidio real, puesto que lo mismo se proyec- (Phénoménologie, 51).
haya sido, pertenece a la vida ta como suprema
de la autora. A los críticos, dignidad, glorifi-
creo, nos cabe afincar en la cándose a costa A manera de conclusión
revelación de los textos de la función
referencial de Remitiéndome entonces a los pre-
primer grado, que “pone al descubier- supuestos metodológicos enunciados,
to” una referencia de segundo grado. y al puntual encuadre dentro de los
En el sitio de la poesía, el mundo mismos, escuchando atentamente los
se manifiesta no ya como conjunto textos pizarnikianos y su entramado
de objetos manipulables, sino como en relación con la vida de la autora,
mundo de la vida, es decir, como ser- pero intentando a cada paso “suspen-
en-el-mundo. Lo que hay que inter- der” esta valencia, creo que me ha sido
pretar es la proposición y el proyecto posible iluminar de un modo original,
de mundo donde yo podría habitar y todo lo que en mi ensayo /supra/
donde podría proyectar mis posibles integro dentro del ítem: “Nuevas pro-
más propios. puestas de lectura”.
El desarrollo de la estrategia metodo- Así, he evaluado el alcance que en
lógica que estamos explicando con- la lírica argentina obtiene con esta
ducirá al interpretante hacia la última poeta ese género distinto, al decir de
categoría del proceso, vale decir, la de Bernard (Le poème, 408) que es el
la apropiación. poema en prosa.
Por otra parte, y seguro se trata de
3. De la apropiación lo más meduloso, he podido llegar
La instancia de la apropiación respon- a descubrir, también de la mano
de, sobre todo, a la cosa del texto, vale de Bajtín, que esos extraños textos,
decir, a las proposiciones de sentido Los poseídos entre lilas y La bucanera
desplegadas por el texto; y funciona de Pernambuco o Hilda la polígrafa,
como contrapartida, a su vez, de la donde el biografismo leyó sólo una
otra puesta en distancia por la cual destrucción lingüística en razón del
el nuevo ser-en-el-mundo proyectado estado mental de la autora, constitu-
por el texto, se sustrae a las falsas yen auténticas menipeas en el marco
evidencias de la realidad cotidiana. La de la literatura argentina.
apropiación es la respuesta a esta doble Más allá de estos ejemplos, que sólo
puesta en distancia y, relativo a la sub- son algunos, poder distinguir que el

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tan mentado suicidio en la vida de visita de Pizarnik al entonces llamado


Alejandra, respecto de los textos, no es Muséee des Thermes de l’Hôtel de
menos “real” que su escritura desde la Cluny de París, hoy Musée National
muerte, como se aprecia en Extracción du Moyen Age, que consta en una
de la piedra de locura que tanto nos fotografía con Olga Orozco en el
hace pensar en Igitur o la locura de patio del museo, me ha permitido,
Elbhénnon de Mallarmé. En última visitando el lugar, vincular la poética
instancia, el suicidio real, puesto que pizarnikiana con el arte de los tapices
lo haya sido, pertenece a la vida de la del siglo XV –aludido en los textos–,
autora. A los críticos, creo, nos cabe intitulados “La dame à la licorne”.
afincar en la revelación de los textos, Pero el considerar huellas, en el marco
sobre todo. /Supra/ de suspensión que el método crítico
No obstante estos desarrollos, no de- propuesto impone, reclama del inves-
sestimo la consideración de ciertas tigador y crítico especialísima cautela.
huellas autoriales, cuando se trata,
como en nuestro caso, de un poeta (*) Centro de Investigaciones de la Facultad
o escritor cercano en el tiempo y en de Filosofía y Humanidades (CIFF y H)
la distancia. Tales huellas, como la Universidad Nacional de Córdoba.

BIBLIOGRAFÍA

• Pizarnik, A., Obras completas, Buenos Aires, Corregidor, 1991 y 1993.


• ... , Prosa completa, Barcelona, Lumen, 2003.
• ... , Semblanza, Frank Graciano (introducción y compilación), México. FCE, 1984.
• Breton, A., Manifestes du surréalisme, París, Gallimard, 1962, 1992.
• Bernard, S., Le poème en prose. De Baudelaire jusqu’ à nos jours, París, A-G Nizet, 1959, 1994.
• Gadamer, H. G., Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica, trad. de Ana Agud Aparicio
y Rafael de Agapito, Salamanca, Sígueme, 1984.
• Lojo, M. R., El símbolo: poéticas, teóricas, metatextos, México, Universidad Autónoma de México, 1997.
• Ricœur, P., “Phénoménologie et herméneutique”, en Phànomenologie heute, Freiburg / München, Alber, 1976.
• ... Le conflit des interprétetions. Essais d’ herméneutique, París, Seuil, 1969.
• Mignolo, W., “Comprensión hermenéutica y comprensión teórica”, en: Separata de Revista de Literatura, T.
XLV, 90 (julio-diciembre, 1983).

NOTAS

1. De la existencia y ocultamiento del ser, Corregidor, Buenos Aires, 2003.

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Crítica y ficción:
otra literatura
Por Carolina Orlando

El conjunto de escritores que sustentan el edifi-


cio de sus ficciones sobre la base firme de un pro-
yecto narrativo ensayístico es inconmensurable.
Sin embargo, no son menos los que prefieren
revelar sus reflexiones literarias sin abandonar
el terreno dúctil de lo ficticio. Carolina Orlando
se ocupa aquí de este último grupo, en el que
ubica a Sarmiento, José Hernández, Macedonio,
Borges, Cortázar, Arlt y Arturo Carrera. Quienes
sepan leer entrelíneas descubrirán en las páginas
de todos ellos la huella de un pacto referencial
que se camufla: esas verdades acerca del mundo
o la literatura que los autores ponen en boca de
sus narradores y de sus personajes. La crítica, esa
otra literatura, resulta entonces del entrecruza-
miento de géneros permeables que se alimentan
unos de otros. De este análisis se desprende que
situarse entre la experiencia de la lectura y la
producción literaria tal vez sea el modo en que
el discurso crítico asume su condición de cons-
trucción ficcional.
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[La escritura] se desarrolla como un sociales, funcionamientos del lenguaje


germen y no como una línea, manifiesta dependiendo de esas relaciones. Por
una esencia y amenaza con un secreto1 medio de la ficción entenderá lo real
de otro modo. Hará crítica en un es-
pacio distinto: desde dentro del texto,
Todo texto está compuesto por un agazapada en las tensiones, tajante en
juego profundamente razonado con el las discusiones, atemperada en las des-
lenguaje. La combinación acertada de cripciones, abierta, múltiple. La meta-
palabras, oraciones, párrafos, ritmo son crítica aporta esa apertura por dialéc-
sólo algunas substancias de ese acaecer tica. Porque son los personajes los que
lúdico. Por sobre esos aspectos visibles y hablan, la situación la que transmite,
audibles del relato, existe una coordina- la voz del escritor la que nos murmura
ción armónica de elementos interpues- y es ese murmullo, oculto en los már-
tos que lo hacen único. Son una serie de genes, lo que hace que el texto cambie,
reflexiones e ideas personales del autor se desarrolle, adquiera una forma.
integradas por vivencias, creencias, per- Esta relación incestuosa entre espe-
cepciones, hipótesis. cies de la misma familia –hablamos
Todo ese bagaje es captado por cier- aquí de entrecruzamiento de géneros:
to lector: uno que lee con suspicacia, uno rígido, estructurado, verídico; el
que entra en diálogo con el autor, que otro, maravillosamente falso–, hace
sospecha, que discute, que se apasio- que la rigurosidad del ensayo crítico
na. Ese lector entiende, consciente o gane flexibilidad. Ese intercambio con
inconscientemente, que el texto es los aspectos fictivos de un relato lo
sólo un embrión, el germen del que refundan desembalado de la envoltura
nos habla Barthes, al que hay que dar- impermeable. La novela, el cuento, la
le vida. El autor y el lector entran en poesía suman estructuras verdaderas
un diálogo íntimo para desarrollar el de apoyo, se fortifican.
proyecto vivífico. Muchos son los ejemplos en la
Ahora bien: si quien lee es, además, Literatura Hispana. El caso de Yo
escritor, esa relación dialéctica no el Supremo de Augusto Roa Bastos,
muere con el final del libro o con la como modelo al caso, es pura ficción
resolución del secreto. Esa lectura crí- crítica. Allí se integran todas las lectu-
tica reaparecerá en cada momento de ras previas del autor desde la voz de un
escritura de quien lee porque, y es personaje totalmente antagónico en
indefectible abreviar, en ese escritor cuanto a ideología y accionar. El autor
comprometidamente activo como lec- nos maravilla desde la negación como
tor existe, inherente, un escritor acti- método crítico para entender desde
vamente crítico. ese otro lado sus hipótesis literarias,
Es entonces cuando la literatura se genealógicas, de relaciones entre las
convierte en un laboratorio donde crí- estructuras sociales.
tica y ficción se transfunden creando La Literatura Argentina, particular-
“otra literatura”. La escritura será un mente, está dotada de una vasta tra-
campo de experimentación. El autor dición metacrítica. Desde el Facundo,
creará personajes aptos para la dis- Sarmiento aclama sus verdades y
cusión, escenas útiles al fin, escogerá disertaciones políticas. Hernández
palabras simples, entenderá relaciones somete a Martín Fierro a su rebelión.

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Macedonio Fernández encauza sus Quisiera un castillo sangriento, había


teorías de avanzada en la escritura de dicho el comensal gordo.
ficción. Y un Borges que, inquisiti- ¿Por qué entré en el restaurante Polidor?
vamente, desarrolla esta “otra-litera- ¿Por qué, puesto a hacer esa clase de
tura” como género en sí. En su libro preguntas, compré un libro que proba-
titulado Ficciones, y por ello ejemplo blemente no habría de leer? (El adver-
paradójico, se descifra un círculo ana- bio era ya una zancadilla, porque más
lítico de amplia construcción reflexiva de una vez me había ocurrido comprar
y el propósito de resolver con astucia libros con la certidumbre tácita de que
vastas complejidades críticas. se perderían para siempre en la biblio-
También encontramos en Julio teca, y sin embargo los había compra-
Cortázar esa relación de ficción-crí- do; el enigma estaba en comprarlos, en
tica. En todas sus novelas nos guía, la razón que podía exigir esa posesión
nos conduce hacia su bagaje textual inútil.) Y ya en la cadena de pregun-
para que podamos entender la obra tas: ¿Por qué después de entrar en el
a su manera. Cortázar, a diferencia restaurante Polidor fui a sentarme en
de Borges que utiliza la imitación la mesa del fondo, de frente al gran
como base intertextual, alude. Desde espejo que duplicaba precariamente la
el comienzo, Los Premios, como pri- desteñida desolación de la sala? Y otro
mer ejemplo, nos advierte un devenir eslabón a ubicar: ¿Por qué pedí una
propio del entorno vanguardista del botella de Sylvaner?3
momento. El personaje intelectual,
Carlos López, dice: “La marquesa Aquí Cortázar nos entrega, aunque
salió a las cinco. ¿Dónde diablos subliminalmente, los materiales nece-
he leído eso?”2. Pues lo ha leído en sarios para entender la novela o, al
Valéry quien, por medio de esta menos, para entender hacia dónde
frase, se excusaba de escribir novelas quiere dirigirse él, hacia dónde nos
y los novelistas franceses la evocaban quiere conducir y qué es lo que
en sus anti-novelas. Nos conduce, quiere que leamos. En este primer
entonces, a su intento de ruptura con párrafo aparece el castillo sangriento
la novela tradicional. Siguiendo el de Csejthe, donde habitó Ezebeth
camino novelístico cortazariano lle- Bathory, más conocida como “La
gamos a Rayuela y con ella, a Morelli. condesa sangrienta”; John William
Un crítico de existencia ficticia que, Polidori, amigo de Lord Byron, autor
creado en la falsedad, desarrolla ideas, de El Vampiro; una Transilvania difu-
plantea hipótesis reales sobre lengua- sa en Sylvaner; y una crítica atenta al
je, estilo y literatura. comportamiento de la sociedad con
Cortázar, habiendo percibido el no respecto al objeto libro.
logro de esa ruptura, llega a 62/modelo En Arlt, en cambio, descubrimos una
para Armar con el objetivo de armar, ficcionalización de la crítica audaz,
esta vez desde adentro, su hipótesis independiente, apasionada; llevada
literaria. Esta novela, que también hasta el límite de la discusión, hasta
comienza preguntando –la pregunta los trasfondos de la realidad social. Una
es inicio repetido y conductor de crítica hábilmente atemperada por la
todas sus novelas– también alude. ficción, sabiamente descentralizadora
Recordemos el primer párrafo: de los cauces literarios de la época.

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Actualmente, e intentando un amplio mediador entre la “buena” literatura y


surtido de ejemplos, la poesía de la sociedad, sin compromisos. No es su
Arturo Carrera posee, como pocas, la objetivo pontificar o defenestrar.
capacidad de asimilar diversas corrien- Recordemos, además, que en el con-
tes del arte poética. junto de la Literatura Latinoamericana,
En todos estos casos, prosapia lite- el exilio, la persecución opresiva de
raria y autobiografía se conjugan en intelectuales, el silenciamiento obli-
secreto con el relato, pues su aparición gado de vastos escritores, la necesidad
tácita negaría el carácter fictivo de la de transmitir una opinión cuando, de
obra. El valor autónomo de verdad otra manera, esa opinión sería sega-
literaria permanece intacto y es de su da por voces ocultas, han aportado
análisis que podrán deducirse todos potencia al desarrollo de esta modali-
los elementos latentes. Estos autores dad de escritura.
–y otros– pusieron en práctica sus Ignorar el mundo del mercado y el
hipótesis para discutirlas y abrieron el intento de una revolución desde dentro
juego a sus lectores para que siguieran del texto son aspectos que condicen la
con el examen. No se encorsetaron en idea de que esta “otra literatura” es una
el lenguaje del ensayo crítico, llega- de riesgo. Y el riesgo es elemento esen-
ron a un público más amplio con su cial en todo escritor experimental.
manera de decir, de escribir. En fin, el escritor que arriesga, que
En esta “otra literatura” encontramos experimenta, que critica, que dialoga,
a autores negados, a literatura injus- está guiado por una ética de inter-
tamente olvidada. El escritor como cambio magistral. De ahí que sus tex-
crítico no tiene la necesidad de criticar tos merezcan ser recordados, leídos,
dependiendo de la economía de mer- analizados, multiplicados. De ahí que
cado o la obligación de escribir atado llamemos al escritor-crítico, al hacedor
al discurso socialmente aceptado, no se de esta “otra literatura”, al que germina
limita al listado Best Seller. Actúa como letras y esconde secretos, Maestro.

NOTAS

1. Barthes, Roland, “Escrituras políticas”, El grado cero de la escritura seguido de nuevos ensayos críticos, Siglo
XXI Editores, 1997.
2. Cortázar, Julio, “Prólogo” en Los Premios, Editorial Sudamericana: duodécima edición, 1972, p. 11.
3. Cortázar, Julio, 62/ modelo para armar, Buenos Aires, Alfaguara S.A., 1995.

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Reflexiones sobre la
condición intelectual

Los devenires de la aventura intelectual están asociados a la


vocación crítica. Una incomodidad con la contemporaneidad
de la experiencia en la que el intelectual crítico asumió los
riesgos de una empresa, unas veces solitaria y otras en compañía
amistosa, que se situó en los márgenes de lo pensable en cada
época. Una actitud que no sólo consistió en repensar las formas
de vida, sino que acompañó las luchas sociales, cuestionando
banalidades y asumiendo compromisos emancipatorios. Sin
embargo, las modalidades mercantiles actuales han aprendido
de la crítica. Adaptaron sus formas y toleran la disidencia;
es más, la incitan para luego ofrecerle un lugar reconocido
y confortable desde el que seguir produciendo sus textos. La
denuncia, aspecto fundamental de la historia intelectual, deja
entonces de ser algo inadmisible y censurable para pasar a for-
mar parte del mercado discursivo. ¿Cómo no recordar entonces
las invocaciones sartreanas a implicarse con la realidad de
los sufrientes? ¿Qué nos queda de aquel espíritu intelectual?
Indudablemente, la práctica del pensamiento debe encontrar
nuevas imágenes del compromiso capaces de pensar un mundo
de innovaciones tecnológicas, bélicas y de dominio que desafíen
las propias posibilidades de la vida.
Esta sección ofrece un abanico de textos que abordan esta cuestión.
Jorge Dubatti valora la importancia de que el texto teatral haya
dejado su posición marginal en el terreno de la crítica y haya
alcanzado la dignidad de su reconocimiento como un terreno
fértil desde el cual pensar la sociedad. Aunque advierte sobre los
riesgos de que su potencialidad sea obturada por los más habitua-
les estereotipos de la literatura, augura un porvenir promisorio
para la dramaturgia.
Mario Goloboff analiza los riesgos que corre el pensamiento crítico
frente a la homologación que realiza el pensamiento publicitario.
Abrirse a las rectificaciones de la práctica literaria puede resultar
un buen antídoto para un autor que no deja de vivir su práctica
como frágil y provisoria.
Miguel Vedda denuncia una creciente academización del pensa-
miento, perdiendo con ello su filo crítico. Esta situación hace de
la crítica un ejercicio minoritario que resiste a su conquista, al
tiempo que advierte la declinación de un modelo: el intelectual que
juzga los acontecimientos de su época.
Alba Omil indaga en las nociones de intertexto, pacto, plagio,
deuda e imitación para pensar en los modos en que ciertos auto-
res son retomados para –luego– deshacer su peso en las rúbricas
posteriores. Una estrategia de reconocimiento que aliviana el peso
original de la producción literaria.
318

Reflexiones sobre el
intelectual crítico
Por Miguel Vedda (*)

¿Es la crítica un hábito crepuscular? Tal como la


entomología o la caza de halcones, la crítica ha
devenido en un hábito minoritario. Mediante
un recorrido que resalta momentos claves de la
historia de esta praxis, Miguel Vedda reconstruye
este diagnóstico, denunciando que la academi-
zación de la crítica es correlativa a la declinación
de un modelo: el del intelectual que juzga los
acontecimientos de su tiempo. Vivimos en un
mundo donde el artista ha dejado de ser bohe-
mio y el marxista, revolucionario; el primero se
convirtió en investigador subvencionado y el
segundo, en profesor de filosofía política. A tra-
vés de Heine, Marx, Bloch, Benjamin, Brecht,
y Marcuse entre otros, Vedda advierte que los
momentos de mayor fervor crítico se desencade-
nan en el marco de diversas crisis. Estos autores
perciben el perfume apocalíptico que emana de
la coyuntura crítica en la que producen sin dejar
de reconocer en ella cierto potencial liberador.
Porque en el peligro propio de toda crisis se ins-
cribe también la oportunidad que representa la
inminencia de lo nuevo. Apropiarse de esta posi-
bilidad es, según la lectura de Miguel Vedda, el
futuro de una crítica genuina, símbolo de una
cultura en la que intelectual deja de ser sinóni-
mo de espectador pasivo.
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I II

A menudo se ha señalado y discuti- Hablar del intelectual crítico mo-


do que en las últimas décadas (y, en derno implica invocar una figura
especial, a partir de los años setenta), que tuvo su primera manifesta­ción
la crítica ha abandonado sus ámbitos destacada en Europa en la era na-
tradicionales de circulación para refu- poleónica y, sobre todo, durante la
giarse en las universidades. En 1984 Restauración. Situada en los um-
escribió Terry Eagleton: brales de la modernidad, enfrentada
con la desintegración efectiva de las
La crítica carece hoy de toda función culturas tradicionales y con el avan-
social sustantiva. Es parte de la rama de ce del capitalismo, pero emplazada
relaciones públicas de la industria litera- también en un mundo en el que la
ria o una cuestión totalmente interna a historia había dejado de ser materia
las academias1. de erudición para ingresar en la vida
cotidiana, la intelligentsia del perío-
De un modo más lúcido y preciso do sintió agudamente la necesidad de
señaló Russel Jacoby, en 1982, que los abandonar la perspectiva del especta-
críticos más recientes ya no necesitan dor del mundo para tomar posición
ni buscan un público amplio, ya que: ante la realidad contemporánea; y
este vuelco súbito de la contempla-
[...] son casi exclusivamente profesores. ción a la acción se constata tanto en
Los campus son sus hogares; los colegas, progresistas como en conservadores.
su audiencia; monografías y periódicos Así, en el ámbito cultural alemán, el
especializados, sus medios. [...] Sus tra- proceso de politización de la literatu-
bajos, su progreso y sus salarios dependen ra que comenzó a cobrar intensidad
de la evaluación de especialistas, y esta a partir de la invasión napoleónica, y
dependencia afecta las cuestiones expues- que se prolongó durante toda la pri-
tas y el lenguaje empleado. [...] Los mera mitad del siglo XIX, no sólo se
profesores comparten un idioma y una expresó a través de la lírica y el ensa-
disciplina. Reuniéndose en conferencias yo comprometidos de los Revoluzzer,
anuales para comparar notas, consti- sino también en la obra literaria y
tuyen su propio universo. Un sociólogo publicística de la segunda generación
o un historiador del arte “famoso” es romántica, que fue aproximándose
famoso para otros sociólogos o historiado- paulatinamente al realismo estético
res del arte, no para alguien más2. y al político. La convicción de que
se había cerrado una etapa marcada
Cabe añadir que la academización de por el alejamiento idealista respec-
la crítica a la que aquí se alude es inse- to del mundo –acrecentada a partir
parable del correlativo desvanecimiento de la muerte de Hegel (1831) y de
de un modelo: el del intelectual crítico. Goethe (1832)– ayudó a propagar la
Imposible discutir aquí en profundidad sensación de que se había entrado en
todo el complejo de cuestiones; estas la era de la crítica. En 1833 escribía
notas –dispersas y tentativas– aspiran Heinrich Laube:
sólo a presentar algunas reflexiones en
torno al problema. Vivimos en una época crítica, todo es

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puesto en cuestión, hace ya mucho tiem- La intelectualidad crítica que nace


po que ha comenzado el gran examen de esta crisis histórica antepone su
del mundo. Se despliega ahora un mun- propio parecer subjetivo al marco
do en devenir; su bandera es la prueba; orientador que proveen las institucio-
su cetro, el juicio. En un período evo- nes. En su tesis de doctorado (1840),
lutivo tal, rara vez se muestra el cálido Marx cotejó su época con la antigüe-
sol; todo busca la guía de la luna, es dad tardía: el pasaje desde la época
decir: de la crítica3. de Goethe y Hegel a la suya propia
era cotejable, en muchos aspectos,
Laube pensaba que en una era crítica con el que lleva desde la “serenidad
el intelectual tiene que verse privado teórica” de los dioses representados
de los parámetros por Homero y los escultores grie-
Enfrentado con las tendencias fijos de orienta- gos al intenso dinamismo –al bellum
antitéticas de restauración y ción que carac- omnium contra omnes– que cobra
revolución, colocado en un terizan las épo- vida en la filosofía de Epicuro o en
punto de transición entre la cas dogmáticas. la poesía de Lucrecio; en el atomis-
sociedad feudal y la burguesa, Entre estas últi- mo de estos se expresa la decadencia
y entre el mecenazgo y el mer- mas se encuen- del mundo antiguo, pero también la
cado, tensionado entre la auto- tra la “época de exhortación para que la humanidad
nomía literaria y la literatura Goethe”, y no es se emancipe de las cadenas impuestas
de tendencia, Heine aparece fortuito que el por la tradición y abra los espacios
como el escritor representativo autor de Fausto para la espontaneidad individual.
de una etapa de desgarramien- resulte cuestio- Relacionado de manera crítica con las
tos que constituyó la prehisto- nado desde el instituciones de su tiempo, el intelec-
ria de la modernidad. punto de vista de tual de la época de la Restauración
un presente que tenía que experimentar vivamente la
acepta sacrificar la pasiva seguridad de alienación social y proclamarla en sus
un sistema normativo a fin de ampliar obras. Como un anuncio de esta rela-
los espacios para la espontaneidad ción con las instituciones nos suena
subjetiva. La objetividad goetheana aquel punto de la Fenomenología del
cede su lugar al subjetivismo de un espíritu (1807) en que Hegel con-
Heinrich Heine: trapone la conciencia noble [edel-
mütiges Bewußtsein] del pasado con
El joven Heine es el más subjetivo; la conciencia vil [niedertrachtiges
Goethe –más viejo– es el más objetivo Bewußtsein] del mundo moderno;
de los poetas. Aquel descubre, revela sin es decir, con una conciencia “que ve
miramientos su interior, como quie- en el poder soberano una cadena y
ra que este se vea –lo más íntimo del una presión del ser para sí, y por ello
hombre, su sentimiento [...] es siempre odia al soberano, sólo lo obedece con
poético–; todo es poético, lo único que perfidia, y está siempre al borde de la
importa es la mirada que se orienta en rebelión”5. Una disposición tal podría
esa dirección. Así habla aquel partido. atribuirse al escritor y crítico literario
Este, el objetivo, nunca abre el pecho; alemán más importante del período,
solo presenta el sentimiento una vez que es decir, al ya mencionado Heine.
este ha sido sustentado y ordenado por Enfrentado con las tendencias anti-
una mano ordenadora4. téticas de restauración y revolución,

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

colocado en un punto de transición Pero también se siente desgarrado


entre la sociedad feudal y la burguesa, Heine entre el riguroso cultivo del
y entre el mecenazgo y el mercado, oficio de escritor y la necesidad de
tensionado entre la autonomía litera- rebasar los límites del propio métier
ria y la literatura de tendencia, Heine a fin de comprometerse con la reali-
aparece como el escritor representati- dad contemporánea; es sugestivo que
vo de una etapa de desgarramientos el escritor no sólo haya sido blanco
que constituyó la prehistoria de la predilecto de la ofensiva conservado-
modernidad. Heine escribió: ra a raíz de su radicalismo político,
sino, además, cuestionado por algunos
El carácter general de la literatura moder- revolucionarios –ante todo, Ludwig
na consiste en que en ella predominan Börne– que encontraban inadmisi-
la individualidad y el escepticismo. Las ble el culto de la perfección artística
autoridades se han derrumbado; la razón practicado por el autor de los Cuadros
es la única lámpara del hombre y su de viaje. Pero Heine también ha sido
conciencia, su único bastón en los oscuros hostigado por no colocar su crítica al
meandros de esta vida. [...] La poesía servicio de un partido y preservar su
ahora ya no es objetiva, épica e ingenua, autonomía en tanto intelectual inde-
sino subjetiva, lírica y reflexiva6. pendiente. Perspicazmente anticipaba
Heine uno de los grandes dilemas que
Es revelador que la palabra desgarra- habría de enfrentar el intelectual críti-
miento [Zerrissenheit] sea un término co a lo largo del siglo XX: la dificultad
representativo de la vida y la obra de y, a la par, la necesidad de mantener
Heine, y la marca de un período de la posición lúcida del Einzelgänger y
transición. Dividido entre principios de sostener, sin embargo, un com-
contrapuestos –una verdadera con- promiso inclaudicable con la realidad
ciencia desgarrada–, Heine se sentía, a política y social.
la vez, alienado de todos los órdenes
sociales. Gerhard Höhn, quien recla-
mó para Heine la condición de primer III
intelectual moderno, caracterizó el des-
garramiento en estos términos: Al margen de las ostensibles dife-
rencias, la situación de la crítica
Judío en Alemania, alemán en Francia, en Alemania durante las primeras
ha debido “pagar” la introyección del décadas del siglo XX presenta mar-
desgarramiento [...] con la ruptura o cadas semejanzas con lo señalado a
alienación respecto de todas las vincula- propósito de la “era de Heine”7. Una
ciones orgánicas con la vieja y la nueva generación de intelectuales –Siegfried
sociedad: con su familia “opulenta”, con Kracauer, Ernst Bloch, Walter
su comunidad religiosa, con la sociedad Benjamin, Bertolt Brecht, Herbert
burguesa (carrera), con la patria atrasa- Marcuse, entre otros– sintió, como
da y [...] con el país de acogida burguesa, Heine, la necesidad de encontrar un
hasta ser exiliado del lenguaje alemán. camino que permitiera eludir tanto la
¿No escribió en 1840 [...] que “También reclusión en la torre de marfil como
mis ideas se encuentran exiliadas, exilia- los zigzagueos determinados por los
das en un lenguaje extranjero?” cambios de orientación en la línea

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

partidaria. La Zerrissenheit volvió a reformulase enteramente su campo


ser estigma de una intelectualidad de reflexión “en una crisis permanen-
que, resuelta a cuestionar la tradición te; es decir, que concibiera la época
anterior y dramáticamente enfrentada como una ‘época crítica’, en el doble
con una realidad signada por la crisis, sentido”8. En Benjamin la concien-
decidió indagar a fondo los presu- cia de vivir en una época crítica era
puestos de su propia labor. El título igualmente clara; lo testimonia ya
propuesto por Benjamin y Brecht nítidamente el “Anuncio de la revista:
para una revista que, finalmente, Angelus Novus” (1922); y, hacia fines
no llegó a editarse –Krise und Kritik de la década del veinte y comienzos
[Crisis y crítica]– es en sí elocuente: de la del treinta –cuando planeaba
se trataba de impulsar una crítica que escribir un artículo con el título:

Goethe,
por Juan Rearte

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

“Declinación de la crítica literaria años sesenta, parece haber sido arti-


en Alemania”–, atravesaban sus ensa- ficiosamente recompuesto durante el
yos como un hilo rojo, como señala último tercio del siglo XX. En 1966,
Momme Brodersen, las “reflexiones Sartre señaló que “bajo la influencia
sobre la posición social, la importan- de ideas norteamericanas” los intelec-
cia y la tarea del intelectual”9. Le inte- tuales estaban desapareciendo: “los
resaba entonces encontrar respuesta a progresos de la ciencia harán que
las preguntas por “dónde se sitúa el estos universalistas sean reemplaza-
intelectual, qué papel e importancia dos por equipos de investigadores
le caben en la sociedad, qué tareas rigurosamente especializados”11. La
tiene que buscar para sí mismo”10. El industria capitalista, opina Sartre,
principio de Gründlichkeit, es decir: busca “meter mano en la universidad
el imperativo de orientar el pro- para obligar a
pio pensamiento hacia los problemas ésta a abandonar “Hoy la mayoría de los jóvenes
fundamentales de la crítica, antes el viejo humanis- ambiciosos y talentosos, dentro
que hacia las cuestiones superficiales mo perimido y a de la academia literaria, publi-
y de acuerdo con la terminología à la reemplazarlo por ca sólo en revistas leídas por sus
mode, fue decisivo para los intelectua- disciplinas espe- colegas, y parece encontrar que
les de esta generación. La confluencia cializadas, desti- ésta es una condición acepta-
–sólo en apariencia paradójica– de nadas a dar a las ble, e incluso normal.”
una atención escrupulosa a los pro- empresas admi-
blemas del presente y de una deter- nistradores de tests, cuadros secunda-
minación enérgica de sustraerse a las rios, public relations, etc.”12. Lo que
modas pasajeras en materia teórica y aquí se lamenta, pues, es la extinción
crítica se produce primordialmente de aquellos pensadores que abusan
en un grupo de intelectuales que se de su fama “y critican la sociedad y
ven a sí mismos desde un comienzo, los poderes establecidos en nombre
pero todavía más a partir de la viven- de una concepción global y dogmá-
cia del exilio, como marginales. Karl tica [...] del hombre”13. El modelo
Mannheim acuñó la expresión polé- impusado es el de una envilecida
mica de “intelligentsia flotante” [freis- conciencia noble, o –en términos sar-
chwebende Intelligenz] para designar a treanos– el del falso intelectual.
los intelectuales modernos; Kracauer
solía hablar de sí mismo como de un
extraterritorial, y Benjamin presen- IV
tó al autor de Los empleados como
la encarnación misma del solitario Que nos encontramos ante un fenó-
[Außenseiter], pero no sin ver, al meno más complejo de lo que se sos-
mismo tiempo, en ese ensayo de tiene en la “Defensa de los intelectua-
Kracauer un paso decisivo hacia la les”, es algo que queda demostrado
politización de la intelligentsia. por el empeño de Sartre en cerrar el
Este desgarramiento que atravesó la desgarramiento que él mismo había
conciencia y la praxis de los intelectua- experimentado durante la mayor
les críticos durante la primera mitad parte de su vida. Hasta finales de los
del siglo XX, y que volvió a hacerse sesenta había concebido al intelectual
transitoriamente visible durante los “como un ‘técnico del saber práctico’

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

al que desgarraba la contradicción revistas leídas por sus colegas, y pare-


entre la universalidad del saber y el ce encontrar que ésta es una condi-
particularismo de la clase dominante ción aceptable, e incluso normal”17.
de la que era producto; así encarnaba Pero la universalidad del fenómeno
la conciencia desventurada, tal como debería desalentar cualquier tentativa
la definió Hegel”14; los acontecimien- para hacer depender la “declinación
tos del 68 lo convencieron de la nece- de la crítica literaria” contemporánea
sidad de contraponer al intelectual tan sólo de la determinación indi-
clásico con el nuevo intelectual que vidual de los autores. Afirmar esto
busca fusionarse con la masa al riesgo equivaldría a desdeñar de manera
de renunciar, por ello, a la condi- voluntarista –o, incluso, moraliza-
ción de intelectual. Las generaciones dora– las condiciones materiales que
posteriores procuraron borrar el des- provocaron la academización de la
garramiento en un sentido diverso: crítica. De ahí que el afán senti-
cortando los vínculos con la praxis y mental de recuperar la ingenuidad
con los problemas del mundo social; del pasado suela resultar tan abs-
adaptándose, al mismo tiempo, a tractamente utópica (y, por ende,
un dócil institucionalismo. En tal inofensiva) como la añoranza conser-
sentido pudo hablar acertadamente vadora de un mundo preindustrial.
Edward Said de una nueva trahison Cuestionar la crítica académica no
des clercs, quienes dejaron a los ciu- supone adoptar la cómoda postura
dadanos de la sociedad moderna en del alma bella, sino buscar otra forma
manos de las fuerzas del mercado, de extraterritorialidad: adoptar una
las corporaciones internacionales, las perspectiva que cuestione el statu
manipulaciones de los apetitos de quo sin ignorarlo. La crítica de las
los consumidores15; en lo que atañe condiciones vigentes no puede limi-
a la crítica literaria, ésta sustentó su tarse a su mero rechazo ideológico; el
especialización en la “no interferen- compromiso genuino no consiste en
cia con lo que Vico llama el mundo situarse fuera de la historia, sino en
de las naciones, pero que prosaica- rastrear las posibilidades innovadoras
mente podría igualmente llamarse den­tro de aquella realidad que se tiene
‘el mundo’”16. Said relacionó esta en vista modificar.
inflexión de la crítica con una serie Con excesiva frecuencia, el anhelo
de fenómenos políticos asociados con nostálgico y voluntarista de cultivar
el ascenso de Reagan; fenómenos modelos de crítica anteriores a los
que hoy, desde una perspectiva más que caracterizan a nuestra época,
amplia, podemos identificar como haciendo abstracción de las actuales
rasgos definitorios del neoliberalis- condiciones socioculturales, se pone
mo. Todos estos cambios contribu- al servicio de una justificación de la
yeron a que la intelligentsia dejara pereza intelectual, de la vaguedad
de flotar libremente para arraigarse teórica, del reemplazo del análisis por
–de ser posible– en las universidades, una serie de afirmaciones generales y
de modo que, como sostuvo Irving bombásticas. Por cierto que el mérito
Howe, “hoy la mayoría de los jóvenes de un estudio crítico no se deriva
ambiciosos y talentosos, dentro de directamente de la cantidad de notas
la academia literaria, publica sólo en al pie, pero es pueril pensar que la

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

inexistencia de notas es la real garan- ner trivialidades, o que desarrolla


tía de la calidad del análisis. aventuradas tesis para las cuales no
es posible hallar un fundamento ni
en las obras literarias analizadas, ni
V en el mundo real. A esta ostentación
de desdén hacia la inmanencia de las
Hablamos más arriba sobre la obras –en la que Marx veía un corre-
Restauración como momento de sur- lato inmediato de la indiferencia
gimiento de la intelligentsia moder- idealista frente al mundo material–
na. Es característico que la palabra suele aproximarse la crítica acadé-
crítica haya sido uno de los términos mica contemporánea, empeñada en
clave de esa época; un ejemplo de convertir la propia metodología en
ello lo ofrece la obra de Marx, algu- un Juggernaut encaminado a triturar
nos de cuyos títulos son: Para una las obras. Los efectos de este proceso
crítica de la filosofía del derecho de pueden verse en el obsesivo interés
Hegel, Fundamentos para una crítica en construir modelos aplicables a
de la economía política, Contribución cualquier contexto, de modo que
a una crítica de la economía políti- los esquemas teóricos y críticos sean
ca, Crítica del programa de Gotha. extraídos de sus condiciones histó-
Algunos subtítulos no son menos ricas de surgimiento, y de su enlace
elocuentes; así, el de La ideología ale- con un corpus específico de obras
mana (“Crítica de la filosofía alema- para transmutarse en esquemas eter-
na más reciente”), o el de El capital nos, que han de funcionar como res-
(“Crítica de la economía política”). puestas definitivas a los problemas
La insistencia sobre el término dela- que plantean las obras literarias.
ta una estrategia recurrente en Marx, Como en otros planos, también en
a saber: la que consiste en partir el de la crítica reveló nuestro medio
del punto de vista de la ciencia y la su distintiva propensión a importar
filosofía más avanzadas de su tiem- productos prefabricados –con fre-
po para luego adoptar, respecto de cuencia: de los ámbitos académicos
él, una posición superadora. En La norteamericanos– sin presentar la
Sagrada Familia (1845) –la primera menor resistencia. En las antípodas
obra escrita en colaboración por de semejante claudicación teórica se
Marx y Engels; una obra cuyo subtí- encuentra la mejor crítica literaria
tulo es, significativamente, “Crítica latinoamericana; un ejemplo destaca-
de la crítica crítica”– desarrolla Marx do de esta lo ofrece una figura como
su estudio literario más exhaustivo: la de Antonio Candido, en quien la
un análisis sutilmente irónico de la apertura hacia las teorías europeas
reseña que uno de los colaboradores no conduce jamás a la parálisis críti-
de la Allgemeine Literatur-Zeitung ca. Roberto Schwarz ha indicado en
había dedicado a los Misterios de qué medida el proceder de Candido
París, la popular novela por entregas se sitúa “en la contracorriente de la
de Eugène Sue. Este análisis le brin- especialización universitaria común”;
dó a Marx la ocasión de cuestionar ajenos a todo mecanicismo, los aná-
aquella crítica literaria que recurre a lisis del autor de Formação da litera-
un lenguaje abstruso a fin de expo- tura brasileira (1957) no se proponen

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

“la reducción de una estructura a mercado posee para la complejidad


otra, sino la reflexión histórica sobre de la poesía de Baudelaire”18. Nada
la constelación que ellas forman. de esto impide que Antonio Candido
Estamos en la línea de la mirada sea, en el sentido más pleno de la
estereoscópica de Walter Benjamin, expresión, un intelectual crítico.
con su acuidad, por ejemplo, para
la importancia que el mecanismo de (*) Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

NOTAS

1. Eagleton, T., The Function of Criticism, Londres, Verso, 1984, p. 7. Las traducciones son mías.
2. Jacoby, R., The last intellectuals. American culture in the age of academe, Nueva York, Basic Books, 1987, pp. 6-7.
3. Laube, H., “Die neue Kritik”, en Hermand, J. (ed.), Das Junge Deutschland. Texte und Dokumente, Stuttgart,
Philipp Reclam, 1972, pp. 102-197, p. 102.
4. Ibíd., p. 107.
5. Hegel, G. W. F., Phänomenologie des Geistes, en: Hauptwerke in sechs Bänden, Darmstadt, Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1999, p. 273.
6. Heine, H., Zur Geschichte der Religion und Philosophie in Deutschland, en –, Heines Werke. Ausg. und eingel.
von H. Holtzhauer, Weimar, Aufbau,1956, vol. 5, p. 54.
7. Razones de espacio nos impiden considerar aquí la importancia que tuvo la figura del intelectual crítico a
finales del siglo XIX, ante todo en el contexto del affaire Dreyfus, durante el cual, como se sabe, se empleó por
primera vez como sustantivo la palabra intellectuel.
8. Brecht, B., “Entwurf zu einer Zeitschrift Kritische Blätter”, en Gesammelte Werke in 20 Bänden, Frankfurt
a/M, Suhrkamp, 1967, vol. 18, pp. 85-6.
9. Brodersen, M., Spinne im eigenen Netz. Walter Benjamin: Leben und Werk, Bühl-Moos, Elster, 1990, p. 197.
10. Ibíd., p. 198.
11. Sartre, J.-P., “Plaidoyer pour les intelectuels”, en Situations philosophiques, París, Gallimard, 1990, p. 221.
12. Ibíd., p. 229.
13. Ibíd., p. 221.
14. de Beauvoir, S., La céremonie des adieux. Suivi de Entretiens avec Jean-Paul Sartre août-septembre 1974, París,
Gallimard, 1981, p. 13.
15. Said, E., “Secular Criticism”, en The World, the text, and the critic, Cambridge, Massachusetts, Harvard U.P., 1983, p. 4.
16. Ibíd., p. 2.
17. Howe, I., “The Common Reader”, en A Critic’s Notebook, San Diego, etc., Harcourt Brace & Company,
1994, pp. 117-130, aquí, p. 125.
18. Schwarz, R., “Adequação nacional e originalidade crítica”, en Seqüências brasileiras: ensaios, San Pablo,
Companhia das Letras, 1999, pp. 24-45; aquí, p. 28.

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328

Libros sin crítica


Por Jorge Dubatti

Una copiosa tradición editorial respecto de la


crítica literaria teatral antecede al fenómeno
devastador que tuvo la dictadura sobre esta
producción. Sin embargo, un lento proceso de
reconstitución, anuncia Jorge Dubatti, viene
desplegándose desde la posdictadura, volviéndo-
se más intenso en la actualidad, aunque la ausen-
cia de una bibliografía capaz de compendiar el
conjunto de publicaciones teatrales no permita
tener una valoración adecuada de las dimensio-
nes que ha alcanzado la dramaturgia. Aun así, es
posible, para el autor, reconocer un avance “epis-
temológico” en la medida en que el texto teatral
deja su posición marginal en el terreno de la crí-
tica para situarse en una posición que reconoce
la dignidad de su labor, tanto como la narrativa
y el ensayo. Sin embargo, su potencia a menudo
se ve obturada por imágenes generadas desde la
propia literatura: “el escritor fracasado” de Arlt
o “el perseguidor” de Cortázar proporcionan
modelos que encorsetan la capacidad creativa.
Dubatti confiesa su espíritu utópico a partir del
cual enuncia los “principios del crítico”. No teme
glosar los elementos que componen el “deber
ser” del crítico y observa la distancia entre estos
“axiomas” y las prácticas contemporáneas de la
crítica signadas por el devenir del mundo perio-
dístico y publicitario.
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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

Argentina tiene una rica historia en combinatorias3. Los nuevos criterios


materia de edición de libros de tea- han modificado los hábitos de edi-
tro, sostenida con intensa regulari- ción: no sólo se publican los textos de
dad ya desde fines del siglo XIX. Si Florencio Sánchez y Alberto Adellach
hasta la década del setenta nuestro –en tanto exponentes de la drama-
país fue considerado uno de los cen- turgia de autor–, sino también los de
tros de mayor producción editorial Ricardo Bartís (Cancha con niebla),
de Hispanoamérica, la dictadura de Alejandro Urdapilleta (Vagones trans-
1976-1983 produjo un vaciamiento portan humo) o Los Macocos (Teatro
del que aún hoy se pelea por salir, deshecho I), ejemplos –respectivamen-
aunque en los últimos quince años te– de dramaturgia de director, de actor
se han observado nítidas señales de y de creación grupal. También se editan
reconstitución, especialmente en can- con mayor fluidez textos de narradores
tidad de títulos. La literatura teatral se orales, de titiriteros, de teatro infantil/
ha abierto caminos de publicación ya adolescente y de danza-teatro. De esta
sea a través de las colecciones de los manera, en los últimos años el libro
grandes sellos editoriales o de aquellas de teatro ha ampliado su registro y,
solventadas en forma independiente; en consecuencia, la composición y los
están también las series diseñadas por intereses de su lectorado.
instituciones oficiales y por las univer- Sólo en 2004-2005, de acuerdo con
sidades, o las planeadas con un criterio los datos del Anuario bibliográfico del
masivo (como en el caso de las revis- teatro en la Argentina (véase nota 2),
tas-libro Bambalinas o La Escena)1. se publicaron en nuestro país más
Buenos Aires fue siempre, claramente, de un centenar de volúmenes que
el centro principal de la actividad edi- recogen piezas teatrales nacionales o
torial, pero no deben desatenderse las extranjeras. Sin embargo, ese movi-
publicaciones teatrales de las provin- miento editorial no está acompañado
cias, valiosas en número y calidad. Si por una producción de discurso crí-
bien existen trabajos de investigación tico que dé cuenta de él ni siquiera
parciales sobre esta historia, aún no se mínimamente. Los libros de teatro no
ha escrito un libro completo sobre el tienen crítica, salvo muy esporádicas
tema. Aprovechamos este espacio para excepciones. El balance de cada año
recordar lo que está pendiente: una permite sumar escasos comentarios.
Bibliografía del teatro en la Argentina, El tema es complejo. Los directo-
que incluya un apartado especial dedi- res y coordinadores de suplementos
cado al relevamiento de ediciones de culturales y revistas literarias, en los
textos dramáticos, ya sea de autores que escriben críticos especializados,
nacionales o extranjeros2. consideran la dramaturgia un género
La posdictadura ha sido escenario de marginal y se centran en el ensayo y
una auténtica conquista epistemológi- la narrativa, algo menos en la poesía.
ca en lo que a la definición de “texto Suplementos y revistas sólo registran
teatral” respecta: en los últimos veinte los nombres excepcionales del teatro
años el concepto de dramaturgia se ha mundial: Harold Pinter, Arthur Miller
ampliado, han empezado a reconocerse o Tennessee Williams, y los clásicos
dramaturgia(s) de autor, de actor, de contemporáneos: Eduardo Pavlovsky,
director, de grupo, con sus múltiples Griselda Gambaro o Roberto Cossa.

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

Todo el resto –muchísimo...– queda mayor: la pauperización del espacio


al margen: los nuevos exponentes, los del teatro en los medios masivos, la
menos consagrados, los latinoamerica- consecuente pauperización de la crí-
nos, los clásicos no contemporáneos, tica especializada en materia teatral.
los no occidentales, el teatro infantil... Las revistas y suplementos ayudan a
Pero también ignoran estos libros los leer cuando dan cabida en sus páginas
críticos especializados de los suple- al ejercicio de la crítica. ¿Quién es
mentos y revistas de espectáculos, que el crítico que extrañamos? ¿A quién
consideran al tea- estamos dispuestos a llamar crítico? A
El crítico brinda mucho más tro un aconteci- un constructor de lecturas. El crítico
que información. No hay nada miento escénico brinda mucho más que información.
que ayude tanto a aprender a y la lectura litera- No hay nada que ayude tanto a apren-
leer como ver leer a otros. El ria, su desnatura- der a leer como ver leer a otros. El crí-
crítico tiene una formación pri- lización. De esta tico tiene una formación privilegiada:
vilegiada: ha leído muchísimo manera la dra- ha leído muchísimo teatro, conoce la
teatro, conoce la historia del maturgia trans- historia del teatro y a quienes la han
teatro y a quienes la han hecho curre entre dos hecho y la hacen, tiene una sensibili-
y la hacen, tiene una sensibi- ausencias, entre dad amasada por el ejercicio sostenido
lidad amasada por el ejercicio dos vacíos. Hay, de la lectura. Sabe que “para conocer
sostenido de la lectura. sin embargo, un bien una literatura es preciso conocer
amplio público lo mejor posible la mayor cantidad
que compra esos libros, aunque según posible de literaturas. Y otras cosas”
los cálculos de los editores, es mar- (Laura Cerrato)4. Su experiencia en el
cadamente inferior al que consume campo literario-teatral debería darle
novelas. El libro de teatro es doble- autoridad para producir un pensa-
mente liminal: está en la periferia miento elaborado y complejo sobre
de la literatura y en la periferia de la dicho campo, que lo libere de las sos-
práctica escénica. pechas y ataques a que se lo ha some-
Algunas revistas especializadas en acti- tido desde hace décadas: la imagen
vidad escénica –Teatro del Complejo del “eunuco” de Oliverio Girondo,
Teatral Buenos Aires, Teatro XXI de la la del “escritor fracasado” de Roberto
UBA, Palos y Piedras del Centro Cultural Arlt (en el cuento homónimo), la del
de la Cooperación– poseen secciones de “suicida” de Manuel Mujica Lainez
reseñas, pero su frecuencia de salida o (en el cuento “Las alas”), la del “perse-
su discontinuidad hacen que sólo den guidor” de Julio Cortázar.
cuenta de unos pocos libros. Se opta en El crítico debe ofrecer visiones de con-
general por nombrar los textos publica- junto del campo literario-teatral, y es
dos, sin crítica. Son en realidad espacios conciente de su marco axiológico, de
de información sobre la existencia de su escala de valores, que muchas veces
esos libros, pero no análisis o discusión, explicita. Sabe que cuanto analiza,
menos todavía de tendencia. interpreta y juzga debe ser argumen-
tado rigurosamente, y que para ello
debe formarse todo el tiempo. No hay
¿Quién es el crítico? descanso para el crítico. Debe otorgar
dignidad intelectual a su práctica, a
A estas variables se suma un problema partir de la densidad de pensamiento.

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LA BIBLIOTECA
Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

Debe establecer conexiones del teatro de la verdad, como dice Said, “decirle
con la cultura más allá de lo artístico. la verdad al poder”7. Debe ser cons-
Debe cuidar su carácter de escritor ciente de la propia tarea, reflexionar
y su uso de la lengua, privilegiando sobre ella y convertirse, por nece-
la comunicación y la transparencia sidad, en una suerte de teórico o
expresiva sin perder la especificidad filósofo de la práctica teatral. Debe
del lenguaje técnico de su materia, la
estética y la poética literaria. El dis-
curso del crítico sigue siendo, según
Marcel Reich-Ranicki, “hasta hoy
sobre todo una mezcla de periodismo
y ciencia. Ambos componentes están
distribuidos por igual tan pocas veces
como ninguna, cada uno de ellos exige
un espacio mayor o menor, pero no se
puede renunciar a ninguno de ellos.
Pues la ciencia sin el periodismo, en la
crítica, es superflua… y el periodismo,
sin unos fundamentos científicos, es
francamente dañino”5. Aunque, como
agrega Reich-Ranicki, no se le exige
calidad literaria extremada:

¿Necesita la crítica esa calidad, debe ser


literatura ella misma, la crítica de la
literatura? No, no necesariamente. Por
lo menos no se trata de eso. Que la prosa
crítico-literaria de un Schiller, de un
Heine, de un Thomas Mann, tanto si los
autores lo quisieron como si no, es litera- profundizar en el reconocimiento de
tura de la más alta categoría, es algo que su subjetividad y trabajar equilibra-
cae por su peso (op. cit., pág. 71). damente desde dicha subjetividad,
consciente de que esa categoría es su
El crítico debe tener conocimiento instrumento más preciado. El crítico
de un vasto corpus, debe manejar el vale más por su subjetividad que
teatro en escena y literatura como por su objetividad, en términos de
superposición de mapas de las téc- Charles Baudelaire, quien reflexiona
nicas, de las poéticas, de los artistas, en torno de la crítica de arte:
de los públicos, en su campo teatral
y en el extranjero. Debe superar las Creo sinceramente que la mejor crítica es
“trampas” de la crítica (como dice la divertida y poética; no esa otra, fría y
Anne Ubersfeld6): el horror del cliché algébrica que, bajo pretexto de explicarlo
lingüístico, el sentido común raso, el todo, carece de odio y de amor, se despoja
capricho del gusto. Debe prestigiar y voluntariamente de todo temperamento;
defender la profesión con una ética siendo un hermoso cuadro la naturaleza
intachable y estar siempre al servicio reflejada por un artista, debe ser ese

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

cuadro reflejado por un espíritu inteli- despeña– en ella. Se tiende, en todos los
gente y sensible. Así, el mejor modo de campos, a la homogeneización, la inme-
dar cuenta de un cuadro podría ser un diatez y la simplificación, a través de la
soneto o una elegía8. trivialización de la imagen visual. En
este paisaje, el periodismo que sostenía
Y también debe reunirse a dialogar e que hay distintos públicos para diversos
intercambiar su pensamiento sobre el asuntos –que creía en la inteligencia y
teatro y la litera- la disponibilidad de un público para la
En la gran lucha entre los deseos tura teatral con difusión y la discusión, en términos espe-
del crítico y las condiciones de otros críticos, con cíficos, de la actualidad cultural–, ese
posibilidad del medio, hay que los artistas y con periodismo carece de espacio; casi podría
capitalizar los pasos anteriores los lectores. De decirse que no ocurre9.
de su institucionalización, su allí la necesidad
grado histórico de desarrollo de crear espacios Frente a estas nuevas condiciones,
para seguir construyendo, a de encuentro hay críticos que resisten, tratando de
partir de lo ya conquistado, convivial, de pre- preservar el prestigio intelectual tra-
y no permitirse la pérdida de sencia, de perso- dicional del oficio. Son pocos, cada
espacio y especificidad. na a persona. vez menos. No sólo entonces libros
En Argentina la sin crítica, también libros sin críticos.
crítica literaria-teatral ha tenido por Por eso, tal vez hoy, la verdadera ins-
tradición una gran influencia en la titución que mueve al lector a buscar
sociedad. Sin embargo, en los últimos un libro de teatro no son los críticos
veinticinco años se ha pauperizado, sino el “boca a boca” de los lectores: el
fundamentalmente por los condicio- “Leelo sin falta”, el “No gastes la plata
namientos de las nuevas normas de en eso”, de un lector a otro.  
los medios masivos. Ahora “hay que” La crítica es además una poética his-
usar un lenguaje poco técnico, y “se tórica, situada en un contexto y un
cuenta” con escaso espacio para los proceso histórico de desarrollo. No
libros; “hay que” resumir las notas con se puede pensar la crítica sin pensar
recuadros e íconos de calificación que la realidad cultural. Todo crítico debe
dispensen al público de leer la nota; saber dónde está parado: cuáles son
“hay que” soportar la presión de la las condiciones culturales del pre-
publicidad y la reducción de personal sente en las que están inmersos él y
especializado. Guillermo Saavedra ha los lectores. La tarea del crítico debe
expresado inmejorablemente las nue- poseer el rasgo de la contemporanei-
vas condiciones de trabajo y su impac- dad, es decir, el crítico atravesado
to en el discurso crítico: por la situación histórica. Una de
las formas de esa contemporaneidad
Desde aquellos años próximos [se refiere la imponen las limitaciones institu-
a su tarea en La Razón, 1985] y a la cionales que determina el medio. El
vez, lejanos, el periodismo devino cada crítico debe saber que trabajar hoy
vez más espectacular, autorreferencial en los medios significa luchar contra
y oportunista. Sin duda acompaña el la pauperización y estar atento a los
pulso de un estado de cosas más amplio, fenómenos de reacomodamiento y
cuyo riñón es la vida política y el modo desvíos del discurso crítico, del achi-
cómo la sociedad se desempeña –o se camiento de los suplementos a las

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

mayores posibilidades de las revistas de esas condiciones de producción–,


y especialmente de la web10. pero que orienta permanentemente las
Creo en la crítica como una práctica opciones, criterios y luchas –metas por
no abstracta sino histórica (forman lograr– en materia de discurso crítico.
parte de su actividad saber dónde En el marco de las condiciones institu-
escribir, cómo escribir) y en el con-
cepto de profesionalización (como un
trabajo estable y remunerado, realiza-
do como especialización). En la gran
lucha entre los deseos del crítico y las
condiciones de posibilidad del medio,
hay que capitalizar los pasos anteriores
de su institucionalización, su grado
histórico de desarrollo para seguir
construyendo, a partir de lo ya con-
quistado, y no permitirse la pérdida de
espacio y especificidad.

Un discurso presionado.

La crítica como género11 debe definir-


se por sus condiciones de producción, T. S. Eliot
ya que en el texto están inscriptas las
marcas de su elaboración. Se trata de cionales de la poética crítica de libros,
un género presionado por distintas recorto mi utopía crítica.
tensiones, a saber: el centimetraje, la Toda crítica debería tener capacidad
ilustración, el “reflejo” de actualidad, de producción de pensamiento. Se
la situación del área en el diario o trata de otorgar dignidad intelec-
la revista, el estilo de redacción, las tual a la práctica crítica. Capacidad
medidas del título y los cortes que de articular pensamientos amplios y
obligan a recurrir a prioridades, a la complejos. Ideas, mucho pensamien-
brevedad y la síntesis para dar cuen- to e hipótesis.
ta de un objeto complejo. La crítica Debería establecer conexiones con la
literaria-teatral es, por lo tanto, un cultura, es decir, con la vida, la polí-
discurso presionado y el producto de tica, la historia, la existencia integral
un emisor complejo. En el producto del hombre. Conectar la obra con los
final han intervenido diversos sujetos: grandes debates de la cultura actual.
redactor, editor, diagramador, a su vez Toda crítica debería evidenciar un alto
influidos por intermediarios como los grado de elaboración. Se trata de pro-
jefes de prensa, los departamentos de cesar los materiales con la mayor labo-
publicidad, la dirección. riosidad posible, en contra de la crítica
Quiero, entonces, proponer un mode- del apuro o el desentendimiento.
lo ideal o utópico de una crítica lite- Además, el crítico debería tener un
raria-teatral plena, que muchas veces amplio conocimiento de la bibliogra-
no se resuelve en la práctica –víctima fía anterior al texto que está leyendo.

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

No se trata de ostentar erudición, establecer relaciones y de leer ten-


sino más bien de descubrir la utilidad dencias, fenómenos amplios, no sólo
que se le puede dar a la bibliografía particulares. A estos aspectos hay que
previa. Esto implica una formación sumarle: la lucha contra las precon-
permanente del crítico. cepciones, los prejuicios y clichés, la
Debe transmitir pasión, predicar con superación de los lugares comunes y
los clichés, los prejuicios y los pre-
conceptos estéticos e ideológicos. El
crítico como un “laboratorio de per-
cepción y autopercepción”, según las
acertadas palabras de la crítica mexi-
cana Luz Emilia Aguilar.
Y practicar la reflexión epistemológi-
ca, pensar cuáles son las condiciones
de posibilidad de su discurso. ¿Cómo
piensa la literatura? ¿Cuál es para él su
rol de mediador? ¿Qué logros y nove-
dades puede aportar desde la cons-
trucción de su lectura? ¿Desde dónde
lee, con qué posibilidades y límites?
Y evitar las tautologías, no descubrir
lo ya descubierto, no repetir lo ya
muy conocido. Dar entidad a nuevos
corpus/nuevos planteos. Favorecer la
circulación, el movimiento y la recep-
ción de los libros. Cumplir una fun-
ción organizadora: construir mapas o
imágenes de la literatura de una épo-
T. S. Eliot ca, un país o el mundo, diseñar ór-
denes múltiples a partir de jerarquías
el ejemplo, conmover. Invitar a la dis- en las que lo guían básicamente “las
cusión, al rechazo, al placer. preguntas: ¿qué es la poesía? ¿es éste
El ideal lingüístico del crítico debería un buen poema?, [que] constituyen
ser el de la transparencia, precisión las dos metas teóricas de toda labor
técnica y alto grado de comunica- crítica” (T. S. Eliot)12.
bilidad. Una crítica debería tener al Debería entablar estrecho contacto
menos transparencia expresiva, preci- con el campo literario-teatral, frecuen-
sión y concisión en un equilibrio entre tar a los artistas y las instituciones del
términos del habla común y términos campo, “vivir” dentro de él.
técnicos debidamente explicados. Hay Finalmente, asumir un rol intelec-
que defender un lenguaje técnico espe- tual: decirle la verdad al poder. El
cífico, que diferencia la crítica literaria crítico de literatura debería cumplir,
de otras formas del periodismo, como en tanto intelectual, una función
la crónica de deportes o el artículo de en la sociedad en la que vive: estar
fondo sobre economía. atento a los manejos del poder,
El crítico debe tener la capacidad de estar en guardia contra las manipu-

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

laciones editoriales o comerciales de a leer cuando sus críticos fundan con


los libros. Contra el mero negocio, sus lecturas nuevas territorialidades
contra el mero mercado. Contra el de subjetividad. Expuesta en estos
negocio de los editores, contra el términos, la crítica de libros de teatro
negocio del medio, contra el negocio es hoy en Argentina, salvo contadí-
del crítico o de la “banda” de amigos simas y honrosas excepciones, una
a la que el crítico pertenece. materia en retroceso, una ausencia. Y
Las revistas y los suplementos ayudan un deseo que permanece.

NOTAS

1. Destaquemos entre los grandes sellos editoriales la labor de Losada, Sudamericana. Emecé, Losange,
EUDEBA, Nueva Visión, Centro Editor de América Latina, Corregidor, De la flor y Colihue, entre otros.
Claridad, Talía, Atuel, Artes del Sur, Adriana Hidalgo, Nueva Generación, Teatro Vivo, son algunos de los
independientes. En materia de instituciones oficiales, han publicado teatro de la Academia Argentina de
Letras, el Fondo Nacional de las Artes, el Teatro San Martín, y especialmente el Instituto Nacional de Teatro
(fundado en 1997). En cuanto a las universidades, es sobresaliente el trabajo de los Institutos de Literatura
Argentina y de Filosofía Hispánica y del Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA.
2. Algunos de los trabajos ya realizados, primeras contribuciones a materia tan vasta y que debe enfrentar un
equipo de investigadores, son: Pepe, Luz, y María Luisa Punte, La crítica teatral argentina (1880-1962), Buenos
Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1965 (Serie Bibliografía Argentina de Artes y Letras, Compilaciones espe-
ciales, N° 27-28); Zayas de Lima, Perla, Contribución bibliográfica al estudio del teatro argentino, Buenos Aires,
Asociación Argentina de Actores, l985; Mazziotti, Nora, “Bambalinas: el auge de una modalidad teatral perio-
dística”, en Diego Armus (comp.), Mundo urbano y cultura popular. Estudios de Historia Social Argentina, Buenos
Aires, Sudamericana, 1990, pp. 69-89; Dubatti, Jorge, Bibliografía sobre teatro argentino, Informe CONICET,
1995 (inédito); Maunás, Delia, Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, Buenos Aires, Colihue, 1995;
Sabsay, Fernando, Sin telón. Losange Teatro, Buenos Aires, Ciudad Abierta, 2003; Dubatti, Jorge (dir.), Anuario
bibliográfico del teatro en la Argentina, dos tomos correspondientes a 2004 y 2005 (inéditos).
3. Sobre la distinción conceptual de diversos tipos de dramaturgias (de autor, de dirección, de actor, etc.), véase
Dubatti, Jorge, “La escritura teatral: ampliación y cuestionamiento”, Nuevo teatro argentino (antología), Buenos
Aires, Interzona, 2003, pp. 5-18.
4. Cerrato, Laura, “La vuelta a la literatura”, en su Doce vueltas a la literatura, Buenos Aires, Botella al Mar, 1992, p. 9.
5. Reich-Ranicki, Marcel, “La doble óptica de la crítica. Discurso de agradecimiento con motivo de la conce-
sión del Premio Ludwig Börne”, Humboldt, a. 38, N° 117 (1996), pp. 71-73.
6. Ubersfeld, Anne, “Las trampas de la crítica teatral”, Teatro/Celcit, a. 1, N° 1 (1990), pp. 62-63.
7. Said, Edward, Representaciones de intelectual, Barcelona, Paidós, 1996, p. 17.
8. Baudelaire, Charles, “¿Para qué sirve la crítica? Fragmentos del Salón de 1846”, en su Pequeños poemas en
prosa, Crítica de arte, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1948, p. 147.
9. Saavedra, Guillermo, “Sobre el periodismo cultural”, en Jorge B. Rivera, El periodismo cultural, Buenos Aires,
Paidós, 1995, pp. 210-211.
10. Dubatti, Jorge, “El teatro frágil. Procesos de pauperización y de cambio en el teatro argentino actual”, en su
El teatro laberinto. Ensayos sobre teatro argentino, Buenos Aires, Atuel, 1999, pp. 25-40.
11. Nos referimos aquí tanto a la crítica literaria como a la teatral.
12. Eliot, T. S., “Introducción” en su Función de la poesía y función de la crítica, Barcelona, Tusquets Editores, 1999, p. 44.

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336

El escritor como crítico


Por Mario Goloboff

Las motivaciones que subyacen en la compul-


sión crítica se nutren de diversas anomalías del
espíritu. La disconformidad con la realidad que
vive el escritor, en tanto crítico potencial, suele
expresarse a partir de manifestaciones estéticas
no siempre toleradas e incluso en ocasiones con-
denadas. De este modo es difícil superar el pen-
samiento uniforme (publicitario) que homologa
y subsume la diferencia.
Diversas acciones, solapadas o explícitas, soporta
la propensión literaria y su obra. Reacciones que
a la vez sustentan los textos enfrentados, no en
tanto objetos sino más bien como destinos, con
los preceptos que enmarcan lo establecido en la
práctica social. Conciente de estas adversidades,
Mario Goloboff sugiere intentar un reconoci-
miento de esta convergencia entre escritura y crí-
tica que encuentra al autor encausando su texto
a partir de inevitables y sucesivas rectificaciones.
Ellas, después de todo, son capaces de desentrañar
la naturaleza cuestionadora de su pensamiento.
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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

El escritor es siempre un crítico. En sustancia –apuntaba Cesare Pavese–


Del mundo, de la realidad, de los sis- ¿por qué deseamos ser grandes, ser genios
temas, de los gobiernos, de las socie- creadores? ¿Para la posteridad? No. ¿Para
dades que eligen y/o aceptan a éstos, circular entre la multitud, y que ésta nos
de los demás hombres y mujeres que señale con el dedo? No. Para sostenernos
conviven con él. en la fatiga cotidiana, en la certeza de
Del mundo, porque, si no, no dedica- que vale la pena cuanto hacemos, de que
ría su actividad a crear otros mundos, es algo único. Por el presente, no por la
a llevarlos durante mucho tiempo en eternidad.
su cabeza, a componerlos y a recom-
ponerlos según sus deseos, según sus Sí: escribir supone una disconformidad
insatisfacciones frente al mundo real. profunda con el mundo en que se vive;
De la realidad, porque, si no, no esta- sin embargo, el pasaje del campo de ese
ría creando otras realidades, imaginan- desacuerdo a la mesa y la lámpara está
do otras realidades, futuras, irreales (o sujeto a muy complejas mediaciones.
irreales para aquellos según los cuales la Cuando Juan Carlos Onetti firmaba
realidad tiene una precisión y una limi- notas en Marcha bajo el seudónimo de
tación acorde con los postulados del “Periquito el aguador”, escribió estos
racionalismo y de la lógica kantiana). todavía desoídos consejos:
De los sistemas imperantes y de los go-
biernos, porque el escritor es un des- Que cada uno busque dentro de sí
contento radical, para quien todo or- mismo, que es el único lugar donde
den, toda coerción, toda sujeción a la puede encontrarse la verdad y todo ese
libertad individual cercena los poderes montón de cosas cuya persecución, fra-
de la mente y, por ende, de la produc- casada siempre, produce la obra de arte.
ción estética, literaria.
Esto no quiere decir que el escri- Como en tantos otros casos semejan-
tor, para quien la literatura es sólo tes, las posturas civiles de este escri-
fuente de más trabajo y de pasión tor y sus textos
(aquel que, naturalmente, se sitúa demuestran hasta Sí: escribir supone una dis-
fuera de los vaivenes del mercado y qué punto es conformidad profunda con
de la publicidad), escriba porque sepa innecesario que el mundo en que se vive; sin
como ningún otro de dónde viene la literatura tenga embargo, el pasaje del campo
y hacia dónde va; escriba porque que estar, casi de ese desacuerdo a la mesa y
tenga, como se pretende, un mensaje constantemente, la lámpara está sujeto a muy
claro, algo que enseñar, que “decir” a justificándose. complejas mediaciones.
los demás. Por el contrario, lo hace, De ahí también
justamente, porque su mensaje no que se transformen en dudosos, en
termina en él, porque sus textos contradictorios, en inconstantes, tanto
son una apelación hacia los otros el estatuto que nuestras sociedades
para encontrar todo lo que le falta. reconocen a la literatura como las fun-
Y, fundamentalmente, porque siente ciones que, a veces, ella misma se asig-
que tiene algo que hacer; que hay un na. Vilipendiada y temida, silenciada
impulso interior irresistible alojado y usada, halagada, cortejada, destrui-
en la delgada sombra que todavía lo da, manoseada, incendiada, ella vacila
separa de la muerte. entre tanta ausencia y tanta presencia,

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

y no acaba por encontrar su verdade- los de un Boris Pasternak, un Heberto


ro sitio, mientras nuevos y refinados Padilla, un Breyten Breytenbach o un
sistemas se combinan para mantenerla Salman Rushdie.
en una incómoda ambigüedad. Las (Sería motivo de otras conjeturas el
“ilusiones literarias” retroceden día hecho, históricamente probado, de
a día ante la indiferencia creciente que el carácter bárbaro de ciertos
de quienes necesitan y recompensan regímenes haya comenzado a mani-
las cosas concretas, palpables, efica- festarse, casi constantemente, por su
ces, evaluables. Pero también avanzan velocidad y dureza en la represión de
bajo las catacumbas de los hospita- manifestaciones estéticas, ratificando
les psiquiátricos y de las antiguas y de tal modo interesantes hipótesis
renovadas prisiones, descubriendo qué sobre los componentes tan peculiares
magnos rencores concita, qué altas de esta actividad humana.)
potestades hiere. (Y, aun, de otras conjeturas más, el
Lo cierto es que sólo poquísimas hecho, en apariencia paradójico, de
democracias actuales toleran (y el uso que los regímenes llamados socialistas
casi habitual de este verbo es de por sí hayan alentado durante su vigencia
harto significativo) el ejercicio irres- un arte obediente, compuesto y orde-
tricto de la libertad de escribir y de nado, temiendo toda prolongación
publicar. Pero, hasta en ellas, sectores de los desarreglos y utopías vanguar-
muy importantes del poder social (y, distas que, en sus orígenes, habían
en oportunidades, del oficial) inhi- inspirado y acompañado las luchas
ben, perturban, atacan o impiden revolucionarias.)
el conocimien- Los dilemas están entre los tantos
El escritor es también, y quizá to y la difusión (no los más graves, probablemente;
sobre todo, un crítico del len- de determinadas sin embargo, significativos) que la
guaje. Porque está sometido a obras o textos. época de las computadoras, el con-
la extraña paradoja de tener que Hay también una trol de cuerpos y de cerebros, y la
manejarse con la lengua corrien- censura (unas uniformidad en cadena, plantean al
te, con la lengua de la comunica- veces larvada, mínimo hombre. Pero así como éste
ción, para expresar aquello que él otras evidente, siente que su trabajo, en medio del
imagina, que él está producien- otras que, afortu- intrincado mundo, parece no valer
do, y para lo que no alcanza con nadamente, que- nada (y constituye, no obstante, la
la lengua de la comunicación. dan como inten- base y el alimento de todo), otros
tos) en distintos tan comunes y tan problematizados
canales de exposición o de comuni- individuos, dedicados en este caso a
cación, que evita o demora el conoci- una práctica social específica, pueden
miento de ciertas creaciones literarias, llegar a sentir que si sus menguados
o que, desde el origen, es decir en la movimientos ciertas veces alcanzan a
producción, mediante la presión eco- irritar de ese magnífico modo, quizás
nómico-financiera, paraliza o coarta la alberguen en su propia textura, en su
libre expresión artística. propia conformación, tal vez en su
Pese a todo, en dichos regímenes demo- propio ejercicio, insufribles datos de
cráticos nos encontramos, evidentemen- una tarea de remoción del presente,
te, lejos de fenómenos del tipo de la cen- huellas insoportables de un porvenir.
sura nazi o franquista, o de “casos” como ¿Acaso porque la ficción dibuja un

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

mundo donde las normas, las consig- la falta de ellos) que hagan más feliz
nas, las leyes, importan por lo que no la vida del hombre sobre la tierra.
importa, pueden por lo que no puede, Pero, de todas las utopías conocidas,
hacen “contar” lo que no cuenta? la de fundar un nuevo lenguaje es la
¿Acaso porque, liberada de las com- mayor y la más radical porque, siendo
pulsiones de “lo real”, la ficción pone la que da origen a las otras, está tam-
en tela de juicio, desde el más alejado bién en su fin:
polo, las condiciones de producción y sólo hablándose
de reproducción de todo “lo real”? de otro modo,
El escritor es también, y quizá sobre escuchándose y
todo, un crítico del lenguaje. Porque entendiéndose de
está sometido a la extraña paradoja otros modos, se
de tener que manejarse con la lengua realizará la frater-
corriente, con la lengua de la comu- nidad. Y puesto
nicación, para expresar aquello que él que no otra cosa
imagina, que él está produciendo, y es la literatu-
para lo que no alcanza con la lengua ra, un lenguaje
de la comunicación. nuevo, una per-
El escritor es el único artista que debe manente creación
vivir en medio de esta contradictoria de lenguaje, una
ambigüedad: servirse de un lenguaje invención que
que, aparentemente, ya existía antes, cada gran escri-
independientemente de su arte (lo tor recrea perso-
que no sucede ni con la música ni con nalmente ¿cómo
la pintura ni con la escultura ni con no habría de ser
la arquitectura), el lenguaje que todos transgresora?
sus congéneres usan para la comuni- Los malos enten-
cación, y escribir, supuestamente, en didos son nume-
la lengua corriente entre sus conciu- rosos, pero (si
dadanos y contemporáneos, cuando la simplificación me es permitida)
en realidad está recreando esa lengua, podrían ser reducidos a uno: desde
distorsionándola, transformándola, ópticas a menudo distintas se ha tra-
inventando otra lengua en la que, tado siempre de establecer una suerte
como dice en uno de sus magníficos de acuerdo entre literatura y moral. Y
epigramas Ernesto Cardenal, quizá la primera, como no podía ser de otra
purifique en sus poemas el lengua- forma, se ha resistido a lo largo de los
je del pueblo “en el que un día se siglos. Simplemente, porque las leyes
escribirán los tratados de comercio, que gobiernan la actividad estética y
la Constitución, las cartas de amor, y literaria no son las mismas que rigen
los decretos”. el comportamiento social. O, en todo
No hay probablemente nada que aten- caso, determinados comportamientos
te más contra un orden establecido, y del presente. Ésos que condenan a
bien o mal defendido, que la utopía: Sade, a Flaubert, a Michelet, en fun-
su empecinado horizonte es el de ción de principios consagrados, fun-
fundar nuevos mundos, nuevas reglas damentos contra los cuales, es cierto,
(o la falta de ellas), nuevos órdenes (o atenta la obra, que es, casi siempre,

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

una apelación al futuro, quizás a una sura y la trascendencia no es sólo “la


nueva conducta moral. búsqueda sollozante” de un Baudelaire
En muchísimas ocasiones se ha ha- (quien, dicho sea no de paso, señaló,
blado sobre el tema, pero en pocas se a mediados del siglo XIX, que es un
han explorado las razones que llevan pobre escritor aquel que no tiene un
al artista y su obra, poco menos que crítico dentro); no es sólo, tampoco,
necesariamente, a tal encrucijada. ¿Por “el desorden de los sentidos” de un
qué el arte y la literatura tienen que Rimbaud; también el racionalismo de
terminar revistiendo, en casos de gran- un Rousseau, cuando emprende sus
des creadores, ese carácter transgresor, Confesiones, lo conduce a la desespe-
impío, profanatorio? ración en la empresa: “Para lo que yo
Por el momento, pienso que la única tengo que decir –asienta– se necesi-
respuesta interna que puede ensayarse taría inventar un lenguaje nuevo, tan
(al menos, en literatura) surge de su nuevo como mi proyecto”.
ejercicio mismo. Y en el núcleo más La legalidad, los sistemas, las religio-
concreto: la lengua. Es como si el pro- nes, los (y las) órdenes, el pensamiento
pio lenguaje, el totalitario, han creído encontrar reme-
Finalmente, y como no podía trabajo con él, su dio para tales violaciones: éste sería el
dejar de serlo, el escritor es un exploración hasta del fuego purificador. Desde que ha
crítico de los textos de otros. el límite y más habido libros, vienen incendiándose
Entre los dudosos descubri- allá de los límites las bibliotecas y quemándose textos,
mientos teóricos del siglo litera- condujeran ine- real o metafóricamente, hasta hacerse
rio pasado (descubrimientos o vitablemente a la carne en la historia de la cultura la idea
invenciones que, además, poco subversión, al en- de que la amenaza específica contra la
a poco se han ido transforman- frentamiento, al transgresión literaria es ígnea.
do en trivialidades), se hallan escarnio. Como No es casual que sea en Viena, y en
los de afirmar que todo escritor si la invención de pleno desarrollo del nazismo, donde
es ya un crítico literario, o que realidades verbales Elías Canetti concibe su primera no-
todo escritor es el primer lector supusiera el obli- vela, Auto de fe, o que en Fahrenheit
y, por ende, juez de su obra, gatorio ataque a 451 Ray Bradbury ilustre el avance
o que en la plasmación de la la realidad vigen- totalitario con su empecinamiento por
propia obra entran obligatoria- te, la violación de quemar lo escrito. Y su fracaso. Porque
mente consideraciones críticas ciertos principios, no basta con borrarlo, ya que lo que ha
que el autor se ha formulado la destrucción de entrado por la letra en la memoria de
sobre la obra de los otros. todo dogma. En los hombres, no sale jamás.
suma, una agre- En nuestra América, Juan Rulfo, no
sión insoportable para cualquier auto- menos impuro, ni menos transgre-
ridad que se precie de serlo. (Si no fuese sor, también interiorizó en sus tex-
así, no se comprendería la similitud en tos tamaños pecados y tales castigos.
las reacciones de tan diferentes regíme- Sabiendo cuánto infringía con su obra,
nes políticos, iglesias, credos.) colocó sobre las llamas al Llano, y en
Todo hombre que escribe, siente, en su única, breve e infinita novela Pedro
algún momento de su vida, que las Páramo designó Comala al pueblo de
palabras conocidas no le alcanzan, los grandes pecados y la dudosa puri-
que debe buscar, descubrir o inventar ficación. Rulfo, justamente, que supo
otras nuevas. Lo que exige la desme- trabajar más con el silencio que con la

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

palabra; Rulfo, cuyos murmullos valen arte” o “crítica literaria”, se vincularía


más que los gritos en la gran memoria, más bien con la vilipendiada crítica del
en la gran vigilia literaria. gusto, y con una rama de la psicología
Finalmente, y como no podía dejar fantástica que alimenta cursos de liceos
de serlo, el escritor es un crítico de y universidades, y hasta columnas de
los textos de otros. Entre los dudosos revistas y diarios especializados, en los
descubrimientos teóricos del siglo li- que profesores,
terario pasado (descubrimientos o in- alumnos e inves- ... me parece que, del mismo
venciones que, además, poco a poco tigadores siguen modo que tratamos de leer las
se han ido transformando en trivia- empeñándose en significaciones de un relato o de
lidades), se hallan los de afirmar que revelar “qué ha- un poema en los elementos y en
todo escritor es ya un crítico literario, brá querido decir los procesos que los constitu-
o que todo escritor es el primer lector el autor”. yen, más allá de lo dicho y de las
y, por ende, juez de su obra, o que en Sería preferible referencias, podríamos buscar
la plasmación de la propia obra en- dedicarse a los en esos mismos trazos las hue-
tran obligatoriamente consideracio- textos (esos la- llas de una actividad crítica.
nes críticas que el autor se ha formu- boratorios, esas
lado sobre la obra de los otros. máquinas del inconsciente en los que
No sé de dónde exactamente proceden tantas veces se escribe más y otra cosa
estas leyendas, tan fascinantes como que lo que se dice y, aun, que lo que se
inciertas. Quizá, para ser tales, de al- quiere decir). Y luego, si perseguimos
gunos dichos de aedos sobre sus con- las significaciones en lo que es el tex-
temporáneos y competidores, de más to, no en lo que se dice que es, habría
de un sobreentendido rabelesiano, que preguntarse dónde puede verse,
de la implacable quema que efectúan dónde puede registrarse, reconocerse,
el barbero y el cura en El Quijote... una auténtica actividad crítica, radical,
o, más cerca de nuestro espacio, de profunda, no siempre programática,
las disputas sobre Descubrimiento y pero tampoco del todo espontánea;
Conquista entre cronistas (que jamás una actividad crítica que acompañe a
dejan de ser narradores y rivales). O la actividad creativa.
tal vez, más cerca todavía en el espa- Es cierto que hay autores con alta con-
cio, el tiempo y la veneración folkló- ciencia y alto ejercicio de ambas prácti-
rica, de aquel que “ha visto muchos cas, pero es también verdad que casos
cantores” que “se cansaron en parti- como el de un Henry James, un Ezra
das” aun antes de largar. Pound, un Paul Valéry o un Jorge Luis
Conferir categoría crítica a esos arre- Borges no son tan comunes, y aun en
glos de cuentas entre colegas (algunas estos excepcionales ejemplos habría que
veces, justos; siempre subjetivos e ines- determinar en qué medida se cubre, se
tables), parece un exceso y una desvia- edulcora, se transforma, se traiciona
ción del lenguaje, y tiene menos que (hasta sin desearlo), se falsea, en fin, el
ver con una tarea intelectual, reflexiva, relato de los antecedentes, los motivos,
reposada y ecuánime que con amista- las intenciones, los procesos que lleva-
des y enemistades cuyos motivos gene- ron a la constitución de un texto.
ralmente desconocemos los de afuera. Por eso, me parece que, del mismo
En todo caso, si esta práctica roza lo modo que tratamos de leer las signi-
que llamamos “crítica” o “crítica de ficaciones de un relato o de un poema

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

en los elementos y en los procesos que o salvable, qué ha querido inscribir de-
los constituyen, más allá de lo dicho y finitivamente y qué, criticándolo, ha
de las referencias, podríamos buscar en decidido suprimir como si se tratara
esos mismos trazos las huellas de una de las huellas de la imperfección.
actividad crítica. Claude Simon, el enorme narrador
Pienso que la primera, la más material francés, ignorado premio Nobel, sos-
de todas, la que además se asienta no tuvo al recibirlo en 1985:
en vagas ideas u opiniones sino en el
elemento irreemplazable de la lengua, y Puesto que finalmente se ha denunciado
por otra parte la que más profundamen- tanto, aquí y allá, el egoísmo y la vana
te tiene que ver con la crítica literaria gratuidad de eso que se llama ‘el arte por
porque comienza con el texto propio, el arte’, no es para mí una recompensa
es el trabajo de los borradores, la correc- menor ver mis escritos, que no tenían
ción que hacemos de nuestras primeras más ambición que la de izarse a ese ni-
versiones, la tachadura, el borrón, la de- vel, catalogados ahora entre los instru-
puración, el pulido del original. mentos de una acción revolucionaria y
Y que probablemente en esas marcas y desestabilizadora.
en los signos de esas operaciones pue-
dan verse, antes o después, los núcleos Por eso es que en todos los sentidos que
ideológicos de una auténtica actividad he venido tratando, pienso que la me-
crítica. No probablemente del mismo jor crítica que puede hacer un escritor
nivel, ni con las mismas apoyaturas al mundo, a los sistemas y gobiernos,
teóricas que sustentan la crítica lite- a las sociedades que eligen y/o aceptan
raria o el trabajo crítico, pero sí quizá a éstos, a los demás hombres y muje-
como una tarea coadyuvante y, en todo res que conviven con él, al lenguaje, a
caso, útil de dilucidar para saber lo que la cultura y a la literatura misma es su
un escritor ha considerado desechable propia obra de escritor.

342
344

La crítica literaria y el problema


de los intertextos
Por Alba Omil (*)

Victor Sklovsky sostenía que “las imágenes son


Dios”. Con esta frase, el formalista aludía a cierto
problema tan antiguo como la literatura misma:
el de la originalidad, la propiedad y la apropia-
ción. Según Sklovsky, Dios es el único capaz de
crear ex nihilo imágenes verdaderamente nuevas.
El resto serán meras reescrituras, mejores o peo-
res variaciones en torno a un mismo tema. Alba
Omil indaga esta cuestión tal como se manifiesta
en el presente, analizando los conceptos de inter-
texto, pacto, plagio, deuda e imitación. Si bien la
autora analiza distintas versiones argentinas del
Canto V del Purgatorio (como las de Leopoldo
Marechal, Manuel Mujica Láinez y Victoria
Ocampo), se detiene principalmente en la reela-
boración que hace Borges del material dantesco.
Su Poema conjetural da cuenta de cómo el estra-
tega de la palabra es diestro en eludir el peso
apabullante de sus precursores. Porque el verda-
dero poeta es aquel que no se deja perturbar por
las influencias, aquel que, rindiéndoles tácito
homenaje, las rubrica con el sello intransferible
y único de su estilo.
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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

¿Cómo encarar la crítica literaria les, uno de los materiales empleados


en el caso de una relación evidente para levantar un edificio estético. Lo
de co-presencia entre dos o más esencial es estudiar qué es lo que el
textos? A veces la situación puede nuevo autor ha hecho con sus fuentes
volverse problemática y hasta llegar acarreadas [...] cosa de abejas, no de
a los estrados tribunalicios... Acaba cornejas. Averiguar qué nueva esencia
de pasar un caso así, de gran reper- ha obtenido el poeta con sus viejos
cusión en este mundo globalizado. materiales ajenos, o contemplar cómo
Bueno es, pues, reflexionar un poco con la nueva forma se refleja la índole
sobre este tema. poética del autor-deudor con tanta
Gerard Genette llama hipertexto a eficacia como con la forma vieja, la
todo texto (B) derivado de otro ante- índole del autor creador.
rior (A), hipotexto, por transforma-
ción o por imitación. Podemos retornar a la Divina Comedia
A esta terminología nos ajustaremos. para verlo.
Veamos un caso paradigmático, la Tomemos el caso del ”Poema conje-
Commedia, de Dante Alighieri tural” (monólogo de conciencia de
¿Cuántas transformaciones diferentes Francisco Narciso Laprida antes de
ha sufrido este poema a lo largo de morir) donde Borges reelabora un frag-
los siglos? ¿Y no es la Commedia, a su mento del canto V del Purgatorio.
vez, una transformación? ¿Hubiera Toma la figura de Buonconte de
existido sin la Eneida? ¿Y la Eneida Montefeltro, personaje fugaz, que sale
sin la Odisea? al cruce de Dante y de Virgilio, y cuenta
Renglón aparte para las leyendas algunos hechos de su vida: su nombre,
cristianas medievales por un lado, su lucha armada, la garganta herida, su
y por otro para las leyendas musul- fuga, su persecución y su muerte.
manas derivadas del Alcorán (Asín Todos estos elementos se reelabo-
Palacios, M., 1943) y su presencia ran (y se recrean admirablemente)
en la Divina Comedia. en el Poema conjetural, aunque no
El hipotexto (llamado tradicional- hay comillas ni cursiva, ni nota de
mente “fuente”) suele ser citado entre pie de página, ni forma exterior de
comillas, en nota de pie de página relieve alguna que remita a la Divina
o en epígrafe. O no citado. Y no es Comedia. Veamos:
infrecuente oír hablar de plagio, de
imitación, de deuda. 81 Corsi al palude, e le cannucce e il brago
A propósito de esto recordamos un 83 m’ impigliar si, ch’ io caddi; e li vid’ io
admirable artículo de Amado Alonso 84 delle mie farsi in terra lago.
(1965), maestro de la crítica, más allá de 94 ... A pie del Casentino
cualquier moda, quien señalaba acerca 95 traversa un acqua ch’ ha nome
de los préstamos y de las fuentes: l’Archiano,
96 che soura l’Ermo nasce in Appennino
Con mucha frecuencia el descubri- 97 dove il vocabol suo diventa vano
miento de una fuente se ha presentado 98 Arriva’ io, forato nella gola,
y recibido como un hecho de policía 99 f uggendo a piede e sanguinando
literaria, un robo o una ratería [...] il piano.
las fuentes no son más que materia- 100 quivi perdei la vista, e la parola.

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N° 4-5 | Verano 2006 Reflexiones sobre la condición intelectual

(82 Corrí al pantano, mas el cieno aciago más allá de la circunstancia de Laprida, y
83 y las cañas me hicieron caer al suelo participar con él, con Borges, del disfru-
94 ... Al pie del Casentino te secreto de evocar la Divina Comedia.
95 un agua pasa que se llama
Arquiano ¿Qué ha hecho Borges con los mate-
96 y nace en Erno, cabe el Apenino riales acarreados?
97 adonde su vocablo se hace vano Ha hecho una transferencia importante
98 llegué con la garganta traspasada y ampliatoria: ha sobrepuesto la figura
99 huyendo a pie y ensangrentando de Francisco Narciso de Laprida en la de
el llano. Buonconte de Montefeltro, y ha agre-
100 Allí perdí la vista...) gado otro elemento, que no figura en el
poema dantesco: “Como aquel capitán
del Purgatorio” (aquí, para el lector com-
Poema conjetural petente, ya está plena la referencia), pero
Borges ha salido del texto dantesco para
Como aquel capitán del purgatorio escarbar en la historia: Buonconte capita-
Huyendo a pie y ensangrentando el llano neó a los guerreros gibelinos de Arezzo,
Fui cegado y tumbado por la muerte contra los Güelfos de Florencia en 1268.
Donde un oscuro río pierde el nombre. Murió en esa batalla entre cuyos vence-
La noche lateral de los pantanos dores figuraba Dante (Crespo, Á. 1977,
p. 237. Nota).
En estos versos está reproducido el Amplía la figura y su espacio y la revis-
citado fragmento de la Commedia, casi te de una suerte de ironía trágica:
en su totalidad, por lo que habría que
formularse dos preguntas: Yo que estudié las leyes y los cánones,
¿Cuáles son las razones de Borges para Yo, Francisco Narciso de Laprida
omitir la referencia? Cuya voz declaró la independencia...
¿Qué ha hecho con estos materiales
de acarreo? ... Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
El lector común no advierte la trans- de sentencias, de libros, de dictámenes
ferencia, quizás porque no ha leído la cielo abierto yaceré entre ciénagas.
Divina Comedia, o porque nada sabe
de Buonconte de Montefeltro ni de su Laprida, hombre de leyes y de cáno-
vida ni de su muerte, o porque disfruta nes, es asesinado por los montoneros
del poema de otra manera y sólo ve a de Aldao, figuras que en la memoria
Laprida en su huida hasta el triste final. de los argentinos evocan el desorden
Posiblemente a Borges no le inte- y el desconocimiento de la ley, y tam-
resaba mucho este tipo de lector bién la barbarie.
(acaso ningún otro y sólo el disfrute Inscribe en las entrelíneas una advertencia
de escribir el poema, goce íntimo sobre el peligro de esa barbarie, y al pro-
e intransferible) aunque tal vez sí, yectarla en el poema, advierte que podrìa
podía gustarle este tipo de lectura, no proyectarse también hacia el futuro:
crítica sino hedónica.
O acaso le hacía un guiño a un lec- Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
tor competente que en el “Poema Cambia el contexto: es América en
Conjetural” pudiera sobreleer otra cosa, su guerra civil.

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Reflexiones sobre la condición intelectual N° 4-5 | Verano 2006

Crea un clima sombrío, premonitorio trabajado años en la obra de Dante y


y evocador, que no se advierte en el que respalda cada aserto con los textos
episodio dantesco y donde va agigan- correspondientes. Pero, no obstante
tándose la imagen de la muerte: esos paralelismos, la Commedia no
refleja el espíritu musulmán, ni el
Zumban las balas en la tarde última. mundo musulmán, ni la cosmovisión
Hay viento y hay cenizas en el viento. musulmana. No. Refleja el espíritu del
medioevo que se va alejando, y el del
Inscribe su propia historia personal, Renacimiento que irrumpe con vio-
ligada a la historia de la patria, un lencia, y sus respectivos valores.
fragmento de su pasado, de su sangre, Refleja también el alma y la sabiduría de
y con eso rinde su culto al coraje y Dante Alighieri. Expresa su experiencia
a sus antepasados, entre los que se vital, su credo, su dolor y sus pasiones, la
encontraba Laprida: violencia de su ánimo, su destierro.
El sistema expresivo de la Divina
... los pretéritos nombres de mi sangre: Comedia nada tiene que ver con las
Laprida, Cabrera, Soler, Suárez. fuentes musulmanas. El mundo que
ha creado Dante es único, es dantes-
Expone su propio sistema expresivo, co. El deleite estético que provoca, no
conocido por todos. lo producen las leyendas derivadas del
Alcorán; tampoco las leyendas cristianas
Volviendo al tema de las fuentes y de medievales de viajes al otro mundo.
los préstamos, no podemos elidir el Hay en la literatura argentina diver-
nombre de Miguel Asín Palacios, de la sos hipertextos de la Divina Comedia
Real Academia Española (1943) quien, donde pueden advertirse recreaciones
en un libro memorable manifiesta: con muy distintos sistemas expresivos:
Leopoldo Marechal, Manuel Mujica
Nuestra patria tendría el derecho de rei- Láinez, Victoria Ocampo.
vindicar, para algunos de sus pensadores Es muy cercano el parentesco de la
musulmanes, una parte no exigua de ciudad de Cacodelphia (Marechal,
los timbres de gloria con que la crítica L.1948) con el infierno de Dante.
universal ha decorado la obra inmortal Sin embargo en Cacodelphia late el
de Dante Alighieri. espíritu zumbón de su autor, su con-
cepción del mundo y su concepto de
Claro que luego reconoce, apoyándose la literatura. Refleja también su propio
en los críticos del siglo XIX, el rasgo contexto, la ciudad de Buenos Aires,
esencial del genio no es la novedad u sus figuras y su idiosincrasia.
originalidad absoluta de la obra de arte, Cacodelphia es a la vez que un símil en
ni puede consistir en la facultad exclusi- solfa del infierno dantesco, una gran
va de Dios, de crear de la nada, así la metáfora entre sarcástica y risueña,
forma como la materia (p. 14). dolorosa y lírica de la ciudad donde
Asín Palacios analiza los paralelismos Marechal vive, ama, sufre, crea y da
del poema dantesco con las leyendas vida a sus criaturas literarias.
derivadas de un versículo del Alcorán. Adán Buenosayres tiene, sin duda,
Paralelismos innegables, encarados muchos materiales provistos por la
con seriedad por un estudioso que ha Divina Comedia; también por la

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Eneida ( Sibila de Cumas-Doña Tecla, de investigación, con una tesis muy


p. ej.), pero con esos materiales, el original, minucioso, denso, serio, bien
argentino levanta un edificio diferen- escrito, bien traducido, perfectamente
te, nacional y personal. estructurado y con una formidable
Otro tanto podría decirse del infierno documentación y del que no se da
de Mujica Láinez (1974) en El viaje de ninguna referencia en el intertexto en
los siete demonios que de a ratos hace cuestión: El código Da Vinci
reír a carcajadas y que, en la hora de la Hace dos años, una lectora del común
lectura crítica, demuestra que le debe nos comentaba, no sin cierto embeleso,
mucho a Dante. Pero su obra elaborada el Código, que ya estaba de moda...
con tanto material prestado –no sólo de A medida que avanzaban la conversa-
Dante– no pierde un miligramo de su ción y el comentario, más nos embar-
originalidad ni sus sabrosos condimen- gaba la imagen del Enigma Sagrado,
tos políticos argentinos ni el poderoso siempre vivo en nuestro recuerdo,
sistema expresivo de su autor. renovado por los vívidos paralelismos.
Victoria Ocampo (1983) hace su pro- Después seguimos a través de los medios
pia interpretación tanto del poema de comunicación el curso del juicio por
dantesco como de dos de sus figuras: plagio, al mismo tiempo que la desme-
Beatriz y Francesca de Rímini. surada carrera del Código hacia el éxito.
Si salimos del ámbito de la literatura Finalmente terminamos por aceptar
argentina, y de la Divina Comedia, en –aunque sin mucho convencimiento–
este a veces vidrioso papel de la crítica que el Código es una novela elaborada
frente al problema de los intertextos, no con materiales ajenos, pero con su
podemos dejar de referirnos a un caso propia estructura, su propio ritmo y
actual, muy sonado: El código da Vinci su propia y formidable buena suerte.
(Brawn, Dan, 2003) que llegó hasta un Pero al mismo tiempo, llegamos a la
juicio por plagio, dirimido finalmente conclusión de que este problema de
a favor del autor norteamericano. los intertextos tiene sus matices y exige
Hace más de veinte años leíamos sus justificaciones.
–y releíamos con pasión– El enigma
sagrado (Baigent, M. et al, 1985), libro * Universidad Nacional de Tucumán

BIBLIOGRAFÍA

• Alonso, Amado : Materia y forma en poesía. Madrid, Gredos. 1965


• Asín Palacios, Miguel: La escatología musulmana en la Divina Comedia. Madrid-Granada. 1943
• Baigent, Michael; Leigh, Richard; Lincoln, Henry : El enigma sagrado. Traduccion de Jordi Beltrán.
Barcelona, Martínez Roca.1985
• Brown, Dan El código da Vinci. Trad. de Juanjo Estrella. Barcelona, Circulo de lectores. 2003
• Crespo, Ángel. Nota para su edición y traducción de la Divina Comedia. Barcelona, Planeta. 1977
• Marechal, Leopoldo, Adánbuenosayres. Buenos Aires, Sudamericana. 1948
• Mujica Láinez, Manuel El viaje de los siete demonios. Buenos Aires, Sudamericana, 1983
• Ocampo, Victoria, De Francesca a Beatrice. Bs. Aires, Sur. 1983

348
Groussaquianas De origen francés, luego radi-
cado en el país, Paul Groussac
se transformó en un contro-
vertido intelectual argentino.
Llegó a dirigir los destinos
de la Biblioteca Nacional
durante cuarenta años, desde donde libró grandes polémicas
acerca de la historia –en buena medida hecha sobre los propios
fondos bibliográficos de la Biblioteca Nacional– y del origen de
ciertos escritos fundantes de la Nación, como la autoría del Plan
de Operaciones de Moreno. Un filoso duelista que, desde las
páginas de la revista La Biblioteca que él mismo había creado
y cuyo nombre tomamos prestado, se convirtió en un personaje
central de la política y la cultura argentina del período.
Un modernista ilustrado con fuertes inspiraciones europeas, que
compartió el espíritu de la generación del 80. Un pensador oficial
que, aun en esa condición elaboró un pensamiento de tono crítico,
hecho desde los mismos pliegues de un Estado, que no se caracteri-
zaba por aceptar el disenso.
Su incontrolable pulsión polémica le trajo sinsabores en su tarea
como director de la Biblioteca, a la que modernizó dotándola de
nuevos sistemas de catalogación y de un relevo inédito de sus volú-
menes hecho a partir del Catálogo Metódico.
Su figura solía suscitar adhesiones y rechazos igualmente inten-
sos. Llegó a ser un emblema de la cultura de la elite dominante.
Desde los salones del nuevo edificio que él mismo inauguró en
la calle Méjico, la institución que dirigía pasó a adquirir un
carácter especial: la Biblioteca Nacional se transformó en el cen-
tro del debate científico, literario e histórico de la argentina de
aquellos cuarenta años. A tal punto, que la dirección de Groussac
trascendió cambios gubernamentales y procesos políticos de signo
diverso, sobreviviendo a las convulsiones sociales y políticas desde
su trinchera bibliotecaria.
Los artículos que presentamos en esta sección varían mucho entre
sí. Expresan distintos tipos de escritura y diferentes preocupaciones
respecto a Paul Groussac. Uno, escrito por un joven estudiante, se
concentra en la historia y sus polémicas. El otro trae esa misma
historia como refutación de investigaciones recientes con las que
rivaliza desde la memoria familiar que busca resguardar.
Mariano Siskind trabaja sobre la polémica entre Paul Groussac y
Rubén Darío que comienza con la reseña crítica en La Biblioteca,
del entonces reciente editado Los Raros del poeta nicaragüense.
Distintas sensibilidades estéticas y apuestas ideológicas intervenían
en una clave discusión del momento: el destino de América Latina
y su relación con el proyecto civilizatorio emanado de las revueltas
revolucionarias europeas. La relación entre la universalidad euro-
pea y la particularidad latinoamericana y desde dónde interrogar-
la era el centro de esta polémica que el autor piensa y rescata.
Marta Elena Groussac reacciona contra la reciente publicación
de un ensayo biográfico sobre Paul Groussac, publicado por Paula
Bruno. Cuestiona el punto de partida de la autora por considerar
la hipótesis como una confirmación de una presunción original.
Así, un Groussac estratega que rivalizaba con los más destacados
intelectuales en función de lograr notoriedad es rescatado de esa
atribución instrumental por alguien que profesa la “admiración de
nieta” al buscar restituir el honor mancillado de Paul Groussac.
352

La modernidad latinoamericana
y el debate entre
Rubén Darío y Paul Groussac
Por Mariano Siskind (*)

En el año 1896 Paul Groussac creó la revista La


Biblioteca. Un emprendimiento editorial marca-
do por un fuerte estilo personal –el de su direc-
tor– que a menudo obraba como tribuna desde la
que Groussac, implacable polemista, lanzaba sus
diatribas. En noviembre de ese año, publica una
reseña crítica de Los Raros, obra del poeta Rubén
Darío que contestó desde el diario La Nación,
siendo replicado nuevamente desde las páginas
de La Biblioteca. Poco tiempo después, estas
querellas fueron recogidas por la revista Nosotros.
La discusión revela una densa trama política y
cultural que adoptaba la forma de una polémica
estética. Uno francés y el otro nicaragüense dis-
cutían sobre las posibilidades de América Latina.
El desacuerdo entre contendientes de sensibilida-
des estéticas y perspectivas ideológicas diferentes
consistía en la modalidad concreta bajo la que
asumir la modernidad: para Darío desde una
particularidad que traduzca a los signos parti-
culares ese universo fundado por la Revolución
Francesa, mientras que para Groussac se trataba
de inscribirse en esa corriente mundial sin esfor-
zarse en banales imitaciones que nos condenaran
a la marginalidad. Mariano Siskind encuentra en
este debate un momento fundante de la cultura
moderna del continente, cuyos ecos no cesaron de
ser interrogados en los años posteriores.
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Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

En noviembre de 1896, pocos meses sunto espíritu moderno autóctono, sino


después de fundar la revista La Biblioteca, –como señala Ángel Rama en Las más-
Paul Groussac publicó una reseña muy caras democráticas del modernismo– por la
crítica de Los raros, que Rubén Darío inscripción de las aspiraciones modernas
acababa de editar en Buenos Aires. Los de la región en el mapa mundial de la
raros estaba compuesto de una serie de modernidad, cuya configuración espacial
retratos literarios que ya habían apa- estaba determinada en buena medida por
recido en La Nación, a través de los la hegemonía global de la cultura de la
que Darío –a la manera de Borges en burguesía europea1. El desacuerdo entre
“Kafka y sus precursores”– proponía Darío y Groussac consistía en la modali-
una tradición estética simbolista y deca- dad diferencial que esa inscripción debía
dentista, en la que pretendía inscribir su adoptar para que el resultado final fuese
propia intervención cultural. La crítica una modernidad específicamente latinoa-
de Groussac era demoledora y Darío mericana, y no una modernidad europea
utilizó el espacio privilegiado del que en América Latina. Pero, ¿cuál era la
disponía en La Nación, para responder naturaleza de la particularidad cultural
con una defensa de su propuesta poética y social latinoamericana que supondría
en un artículo que tituló “Los colores una inscripción particular de la región
del estandarte”, y que constituye, junto en las premisas universales sobre las que
con las “Palabras liminares” de Prosas se recorta el mapa global de la moderni-
profanas y el “Prefacio” de Cantos de vida dad? El modernismo se constituyó como
y esperanza, un verdadero manifiesto una instancia fundacional de la cultura
cultural y estético de su modernismo. moderna latinoamericana, precisamente,
Dos meses más tarde, en enero de 1897, al provocar este debate.
en el siguiente número de La Biblioteca, La escena intelectual hispanoamericana
Groussac insistió con su crítica a la del siglo XIX nació atravesada por el
poesía de Darío y sus contemporáneos deseo de la modernidad. Las elites crio-
en una reseña del tercer volumen de llas, cuya subjetividad burguesa se erigía
poemas del nicaragüense, Prosas profanas en un espacio indecidible entre la presun-
(que había aparecido casi en simultáneo ta universalidad de la cultura europea y
con Los raros), al que Darío, satisfecho la particularidad de las tradiciones locales
con la elocuencia de “Los colores del (populares o indígenas), estaban consti-
estandarte”, ya no respondió. tuidas por el deseo de una modernidad
Estos tres textos le dan sustento material americana que fuera capaz de conciliar
a un debate que condensa varios de los esos dos polos en tensión. El deseo de
núcleos problemáticos más importantes modernidad era la intersección simbólica
de los discursos sobre la modernidad del proceso político de organización de
articulados por las elites latinoamericanas territorios y poblaciones en estados nacio-
hacia fines del siglo XIX. Aunque el deba- nales, y de proyectos estéticos y culturales
te entre Darío y Groussac es una puesta que buscaban, a la vez, la especificidad
en escena de sensibilidades estéticas y pers- que reforzara la ruptura con España, y un
pectivas ideológicas radicalmente diferen- efecto modernizador que los colocara en el
tes, éste es posible en función de una corazón de la historia universal, cuyos flu-
convicción compartida: la realización de jos globales emanaban desde París. París
un proyecto moderno en América Latina era, para estas elites intelectuales, uno de
no pasaba por la actualización de un pre- los referentes privilegiados alrededor del

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Groussaquianas

cual se articulaban proyectos moderni- convertirse, veinte años más tarde, en el


zadores dispares. Pero estos discursos no árbitro estético y la instancia legitimadora
aludían necesariamente a la materialidad de la cultura argentina, en buena medida
específica de París o de la cultura francesa; en función del prestigio que le daba su
se trataba más bien de la invocación de condición de francés. El campo cultural
lo que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe percibía el origen francés de Groussac
llaman un significante vacío al que los en términos de lo que Derrida llamó
intelectuales latinoamericanos le asigna- la metafísica de la presencia: el origen
ban el contenido de “Lo Moderno”. En como la cifra de la esencia que determi-
otras palabras, la construcción de París y na un privilegio ontológico4. En los 25
la cultura francesa, como corporización años que van desde su nombramiento al
de las premisas universales de la moder- frente de la Biblioteca Nacional hasta el
nidad; París como concepto universal Centenario, cuando la xenofobia era qui-
en relación con el que América Latina zás el único elemento aglutinante de la
produciría su particularidad moderna. elite argentina, Groussac rara vez fue rele-
París, Francia, o mejor, la modernidad a gado por su condición de extranjero5; por
la que se aspira, encarnada en un ideal el contrario, sus conferencias sobre histo-
francés sobrevuela el debate entre Darío ria y literatura nacional fueron recibidas
y Groussac, porque sus deseos modernos como verdades reveladas, precisamente,
de ninguna manera son vagos y abstractos en función de su origen europeo6. Un
sino que tienen a la cultura francesa como representante de la modernidad europea
referente. En función de esto, propongo en un país en franco crecimiento, deseoso
leer este debate sobre la posibilidad de de legitimación moderna, Groussac fue la
producir una identidad cultural y estética encarnación de la mission civilisatrice que
moderna en América Latina alrededor la elite argentina abrazó como la realiza-
del problema de cómo relacionarse con la ción de una promesa sarmientina7.
hegemonía global de la cultura europea, Por último, y antes de ingresar al aná-
en especial, la francesa2. lisis concreto del debate, una breve
Darío nunca dudó en admitir su “gali- reflexión sobre la forma que adquie-
cismo mental” (“Los colores del estan- re el debate sobre el discurso de la
darte”, 162), y confiesa abiertamente el modernidad de Darío, y en especial
sacrosanto status que París tiene en la sobre sus reflexiones sobre la políti-
configuración de su subjetividad moder- ca cultural del modernismo. Mi hi-
nista: “Yo soñaba con París desde niño, pótesis es que las intervenciones de
a punto de que cuando hacía mis ora- Darío apuntan a la construcción de
ciones rogaba a Dios que no me dejase una identidad moderna para América
morir sin conocer París. París era para mí Latina; o para decirlo de otro modo,
como un paraíso en donde se respirase la que en América Latina –y en térmi-
esencia de la felicidad sobre la tierra... E nos más generales en los márgenes del
iba yo a conocer París, a realizar la mayor mundo–, el problema de la construc-
ansia de mi vida. Y cuando en la estación ción de un proyecto moderno propio
de Saint-Lazaire pisé tierra parisiense, se articula en términos identitarios.
creí hallar suelo sagrado”3. Por su parte, En el contexto del modernismo (pero tam-
Groussac, que nació en Francia y emigró bién, en alguna medida, durante buena
a Argentina a los 18 años, en 1866, sin parte del siglo XX), el deseo de una mo-
acreditación intelectual alguna, llegó a dernidad específicamente latinoamericana

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Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

se articula a partir de dos movimientos: 1) es el desafío que enfrenta el modernis-


el reconocimiento de una especificidad la- mo: producir una identidad que pudiera
tinoamericana en el teatro mundial de la inscribirse, desde la particularidad lati-
modernidad, que es conceptualizada en tér- noamericana, en el mapa global organi-
minos de marginalidad; y 2) la articulación zado por la universalidad hegemónica
del deseo moderno con la pregunta por la de la cultura europea, la realización de
identidad: si nuestra situación histórica es la trayectoria hegeliana que supone la
evidentemente diferente de la de Europa actualización de lo universal en lo parti-
(y/o Estados Unidos), ¿cómo podemos cular y la reconciliación de las exclusiones
ser modernos, cómo podemos darnos una
subjetividad moderna si nuestra particula-
ridad social está, en principio, excluida de
la hegemonía global a partir de la que ellos
construyen su identidad como encarna-
ción de esa universalidad? Formulada des-
de los márgenes del universal, la pregunta
por la modernidad es una pregunta sobre
el estatuto de nuestra diferencia.
Para Darío, la inteligibilidad de su deseo
moderno dependía del reconocimiento
de la relación asimétrica que determina-
ba la marginalidad de América Latina;
conceptualizada como marginalidad, la
diferencia de la región potencialmente
ofrecía, para la mirada optimista del nica-
ragüense, la posibilidad de una moder-
nidad original, propia. Así, el utópico
proyecto modernista de Darío comienza
con el reconocimiento de que el deseo
latinoamericano de ser modernos no
tiene por objeto a los enunciados eman-
cipatorios universales del discurso de la
modernidad francesa (cuyo sujeto es la
humanidad toda), sino una modernidad
marginal que tiene que dar cuenta de los
problemas derivados del desarrollo des-
igual de América Latina. Mi propuesta históricas que marcan la marginalidad de Paul Groussac

es leer el modernismo de Darío como el América Latina en una totalidad dentro


proyecto cultural y político de construir de la que la particularidad de la región
una subjetividad a la vez universal y par- y la universalidad del espíritu moderno
ticular, capaz de participar de las mismas fueran indistinguibles una de otra.
experiencias temporales y espaciales que A finales del siglo XIX, el contenido his-
Darío consideraba naturales para los suje- tórico de estos términos era –tanto para
tos europeos modernos de fin de siglo, Darío como para Groussac– definitiva-
sin resignar la particularidad cultural y mente concreto. La presunta universali-
estética de su latinoamericanismo. Éste dad de la estética moderna de la poesía

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N° 4-5 | Verano 2006 Groussaquianas

que Darío admiraba y pretendía emular latinoamericana? Creo que éstos son los
resultaba de una operación hegemónica, problemas que están en juego en el debate
que consistía en la universalización de la entre Darío y Groussac.
particularidad burguesa del simbolismo En febrero de 1916, como homenaje a
y/o del decadentismo, y así, un poeta Darío que acababa de morir, la revista
como Verlaine escribía, a los ojos de Nosotros, que dirigía Roberto F. Giusti
Darío, con la confianza de saber que la en Buenos Aires, dedicó el número
especificidad de su escritura era idéntica completo al poeta modernista. En esa
a la realización global del ideal estético ocasión, frente al pedido de un artículo
moderno. Éste era el desafío que Darío se recordatorio de su antiguo antagonista,
impuso: ser moderno, a pesar de que la Groussac envió una carta excusándose:
particularidad cultural de su latinoameri-
canismo no fuera inmediatamente idén- En las circunstancias presentes, me sería
tica a la universalidad hegemónica de la imposible escribir una página de arte
cultura moderna de Francia8. puro. Por lo demás, en los años a que
En el intercambio entre Darío y Grou- usted se refiere, expresé, sobre Darío y
ssac, el intento de articular lo universal y su talento juvenil, en mi Biblioteca
lo particular que está en el centro de las (números noviembre 96 y enero 97), lo
discusiones sobre que sinceramente sentía, y por falta de
Aunque el debate entre Darío la posibilidad de lecturas posteriores, no sabría modificar.
y Groussac es una puesta en una modernidad Puede usted reproducir de dichos artícu-
escena de sensibilidades esté- latinoamericana los –sin gran valor– lo que convenga a
ticas y perspectivas ideológi- está formulado en sus propósitos, si es que algo le conviene.
cas radicalmente diferentes, términos de “ori- Darío contestó a mi primer artículo
éste es posible en función de ginalidad” e “imi- en La Nación del 27 de noviembre de
una convicción compartida: tación”: ¿podemos 1896. Creo que nunca reprodujo dicho
la realización de un proyecto construir una iden- artículo en sus volúmenes de crítica, por
moderno en América Latina tidad moderna haberle pedido yo que no lo precedie-
no pasaba por la actualiza- imitando a Fran- ra del mío, por su escasa importancia
ción de un presunto espíri- cia? Si nuestra mo- (Nosotros, febrero 1916, 150).
tu moderno autóctono, sino dernidad resulta
(...) por la inscripción de las de una imitación, El tono despectivo de la respuesta de
aspiraciones modernas de la ¿podemos consi- Groussac muestra que, a pesar de que
región en el mapa mundial de derar que esta mo- habían pasado 20 años desde la polé-
la modernidad, cuya configu- dernidad mimética mica que había sostenido con Darío,
ración espacial estaba determi- cumple con nues- su opinión del modernismo no había
nada en buena medida por la tras aspiraciones cambiado y seguía considerándolo
hegemonía global de la cultura modernas/eman- una moda superficial y juvenil, carente
de la burguesía europea. cipatorias? O, para de trascendencia estética e histórica.
plantearlo en otros Nosotros decidió publicar el intercambio
términos: si nuestra potencial identidad entre Darío y Groussac completo, y así,
moderna es el resultado de una imitación con esa primera yuxtaposición y compi-
de la universalidad de la modernidad, lación de los tres artículos, transformó lo
¿esta identidad mimética nos vuelve suje- que hasta ese momento había sido per-
tos universales o, por el contrario, acentúa cibido como un mero intercambio en
la marginalidad de nuestra particularidad una polémica que (retrospectivamente)

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LA BIBLIOTECA
Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

resulta fundamental para entender las ginales carecen de genio (la manifes-
políticas culturales del modernismo. tación de una originalidad ontológica,
Lo que Darío y Groussac discuten allí es esencial), si son incapaces de expresar
la posibilidad o imposibilidad de articular su particularidad cultural a través de
el deseo de ser modernos como la cultura formas culturales modernas, civilizadas,
europea, participar de la universalidad entonces la identidad moderna a la que
de la que ella es parte, pero sin resignar pueden acceder es de segundo grado: una
la aspiración de ser originales: diferente modernidad mimética e impura. Para
en su particularidad y así, particular- Groussac, la marginalidad de América
mente latinoamericanos. La posición de Latina no supone la posibilidad de una
Groussac en el debate tiene momentos modernidad diferente, específicamente
contradictorios, lo que vuelve necesario latinoamericana, sino degradada y ajena
leer con atención las variaciones de los a la racionalidad civilizada de Francia.
conceptos de “imitación” y “originali- En el caso de Groussac, la deformidad
dad”. Por un lado, reconoce la relación de la identidad moderna que construi-
asimétrica que el país en el que reside ría el modernismo estaría reforzada por
establece con el país en el que nació y, en la –para él– desafortunada elección de
función de este orden cultural jerárquico, los modelos a imitar, especialmente en
afirma que la imitación es el único cami- el caso de los simbolistas, “innovadores
no que tienen los márgenes para darse franceses, fruits secs universitarios en su
una identidad cultural moderna: mayoría” (155), en desmedro de ideales
estético-ontológicos más valiosos como
Me resigno sin esfuerzo a envejecer lejos “el prerrafaelismo o espiritualismo inglés...
del foco de toda civilización, en estas que se ha preocupado mucho menos de
tierras nuevas, por ahora condenadas a los detalles exteriores que de la esencia
reflejarla con más o menos fidelidad. Es, artística” (153). Pero Groussac insiste en
pues, necesario partir del postulado que, que el modelo simbolista y decadentista
así en el norte como en el sud, durante elegido no empeora la situación, sino que
un período todavía indefinido, cuanto viene a reforzar un problema intrínseco a
se intente en el dominio del arte es y será la condición marginal de América Latina,
imitación. Por lo demás, hay muy poca la certeza de que a la modernidad sólo
originalidad en el mundo: el genio es una puede llegarse a través de la imitación del
cristalización del espíritu tan misteriosa y ser social y cultural de un otro:
rara como la del carbono puro... el genio
es la fuerza en la originalidad, toda Dado el resultado mediocre del decaden-
hibridación es negativa del genio, puesto tismo francés, es permitido preguntarse:
que importa una mezcla, o sea un desalo- ¿qué podría valer su brusca inoculación
jo parcial de las energías atávicas por la a la literatura española, que no ha sufri-
intrusión de elementos extraños, es decir, do las diez evoluciones anteriores de la
un debilitamiento; ahora bien, la presente francesa y vive todavía poco menos que
civilización americana, por inoculación e de imitaciones y reflejos, ya propios, ya
injerto de la europea, es una verdadera extraños? (156).
hibridación. Et voilá pourquoi votre
fille est muette (Nosotros, 158).9 Ambos antagonistas coinciden en que la
imitación, como principio constructivo
Así, para Groussac, si las culturas mar- de las culturas marginales está directa-

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mente relacionado con su “atraso”. El Y, finalmente, faltaría después averiguar


director de La Biblioteca tiene una pers- si la imitación del neo-bizantinismo
pectiva historicista que lo lleva a pen- europeo puede entrañar promesa alguna
sar que la utilización de procedimientos para el arte nuevo americano, cuya poe-
miméticos para la producción cultural sía tiene que ser, como la de Whitman,
tiene que ver con la juventud de una la expresión viva y potente de un mundo
cultura latinoamericana que “no ha sufri- virgen... El arte americano será original
do las diez evoluciones anteriores de la o no será. ¿Piensa el señor Darío que su
francesa” (156), y entonces está “por literatura alcanzará dicha virtud con ser
ahora condenada[s] a reflejarla con más o el eco servil de rapsodias parisienses, y
menos fidelidad” (158). En este sentido, tomar por divisa la pregunta ingenua de
la intervención de Groussac condena Copée? Qui pourrais-je imiter pour être
los intentos de imitativos de Darío y el original? (156).
modernismo, no por recurrir a la copia Tal como aparece articulado en esta
(cosa que justificaría si eligieran mode- cita, el concepto de originalidad es
los más favorables), sino por su nociva muy problemático. La perspectiva de
aspiración a la originalidad, a producir Groussac es profundamente fatalista: el
una cultura moderna (es decir, universal) arte en América Latina está condenado
y específicamente, latinoamericana (es (“por ahora”, 158) a la imitación porque
decir, particular), moderna y original: la originalidad no es una opción para la
poesía hispanoamericana. Los poetas
Siendo, pues, un hecho de evidencia que norteamericanos como Whitman pue-
la América colonizada no debe pretender den buscar la originalidad (aunque esa
por ahora la originalidad intelectual, se originalidad sea inferior a la de Europa
comete un abuso de doctrina al formu- en función de su distancia o proximi-
lar en absoluto el reproche de imita- dad a la esencia de la civilización)10,
ción europea, contra culaquier escritor o pero Darío y los modernistas están
artista nacido en este continente (158). condenados a constituir su identidad
estética y cultural como un mero “eco
En su rol institucional de árbritro estético servil” de la modernidad europea. Y,
del campo cultural, Groussac dictamina, entonces, si la originalidad no es posi-
para cerrar su reseña de Los raros, que ble (una vez más: “por ahora”, 158) y
para ser verdaderamente modernos, los “[e]l arte americano será original o no
modernistas debían imitar a Whitman. será” (156), Groussac le niega a la poe-
Para él, Whitman era el único poeta de sía latinoamericana toda posibilidad de
este lado de Europa que comprendió ser, esto es, de constituirse como poesía
que la originalidad americana reside en en función de su especificidad cultural,
la naturaleza entendida como ausen- de inscribir su particularidad en la his-
cia de cultura (por cierto, una lectura toria universal que es la temporalidad
muy sesgada de Whitman que pasa de la modernidad.
por alto su canto a la democracia como Es interesante notar que Groussac con-
construcción política, especialmente en cluye su reseña preguntándole, sarcásti-
Leaves of Grass y Democratic Vistas), y co, a Darío si cree que exista la posibi-
no, como pretendían los modernistas, lidad de la originalidad en la imitación.
en un espacio atiborrado de referencias Casi todos los críticos que analizaron el
culturales heterógeneas, impuras: intercambio entre estos dos intelectua-

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les, atribuyen la utilización retórica de intento de subvertir o rearticular esta


la frase de Copée directamente a Darío, relación jerárquica entre lo universal
pasando por alto el hecho de que es y lo particular), para Darío va a ser la
Groussac quien hace ingresar la famosa piedra de toque para la postulación de
cita al debate, un descuido que puede la posibilidad de una modernidad cul-
leerse como síntoma del ninguneo que tural latinoamericana. Apropiándose
ha sufrido Groussac en la historia inte- de la frase de Copée como un estan-
lectual del modernismo, como figura darte modernista, Darío toma el con-
antagonista clave para la escritura de un cepto esencialista de “originalidad”
texto programático como “Los colores con el que Groussac lo reprende,
del estandarte”11. Darío absorbe la ironía para resignificarlo definiéndolo como
de Groussac y la adopta como una des- una imitación creativa, proactiva. Ser
cripción del giro estético modernista. moderno, dice Darío, es modular el
Darío toma como punto de partida carácter universal de la cultura euro-
precisamente la premisa central del pea (que él no desmiente) en nuestra
razonamiento de Groussac: reafirma propia lengua, en función de la histo-
el privilegio ontológico moderno de la ricidad de nuestra particularidad cul-
cultura europea (de Francia especial- tural. En “Los colores del estandarte”
mente) que la vuelve un modelo a imi- Darío lo expresa explícitamente:
tar para una América Latina deseante.
Pero si para Groussac esta convicción Mi éxito –sería ridículo no confesarlo– se
resulta en una separación radical de la ha debido a la novedad: la novedad
cultura que es percibida como univer- ¿cuál ha sido? El sonado galicismo mental.
sal y aquella que se representa como Cuando leía a Groussac no sabía que fuera
una singularidad pura e irreductible un francés que escribiese en castellano, pero Paul Groussac dictando
(y él se ocupará de sancionar cualquier él me eseñó a pensar en francés: después, una conferencia

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mi alma gozosa y joven conquistó la ciu- que, para ambos, es propio de la región,
dadanía de Galia... Al penetrar en ciertos porque la subjetividad modernista se
secretos de armonía, de matiz, de sugestión constituye en la interrupción y la crítica
que hay en la lengua de Francia, fué [sic] de aquello que se presenta, a priori,
mi pensamiento descubrirlos en el español, como particularmente latinoamericano:
o aplicarlos… Y he aquí como, pensando un estado pre-cultural del ser social. El
en francés y escribiendo en castellano que proyecto, en cambio, era ser original en
alabaran por castizo académicos de la la construcción de un espacio cultural
Española, publiqué el pequeño libro que saturado de citas universales entonadas
iniciaría el actual movimiento literario en una lengua propia y resignificadas
Americano... El Azul es un libro parnasia- en función del contexto local: parti-
no, y por lo tanto, francés. En él aparecen cularizar la universalidad de la cultura
por primera vez en nuestra lengua, el francesa y universalizar la particularidad
‘cuento’ parisiense, la adjetivación fran- latinoamericana. O dicho de otra forma,
cesa, el giro galo injertado en el párrafo Darío explica que, para ser modernos y
castellano... Qui pourrais-je imiter pour originales, los latinoamericanos deben
être original? me ser franceses, como su libro Azul es
Darío explica que, para ser decía yo. Pues a francés (“Azul es un libro parnasiano,
moderna y a la vez original, todos. A cada cual y por lo tanto, francés”, 163). Darío
América Latina no podía limi- le aprendía lo que no piensa que Azul sea literalmente un
tarse a expresar su propia par- me agradaba, lo libro francés; Azul es francés porque es
ticularidad cultural, porque que cuadraba a moderno, porque realiza la universali-
Darío compartía, hasta cierto mi sed de novedad dad moderna mejor que ningún otro
punto, la idea de Groussac y a mi delirio de artefacto de la cultura latinoamericana
cuando definía la especificidad manifestación indi- que le es contemporánea (y en este senti-
(la “originalidad”) de América vidual. Y el caso es do podría haber escrito, aun más provo-
como carencia y negación de la que resulté original cador, que “Azul es el único libro francés
civilización burguesa europea (162-163). de la literatura hispanoamericana”). Pero
que ellos imaginan idéntica a con eso solamente no alcanza. Para ser
la naturaleza humana. Darío explica que, modernos y originales hay que ser fran-
para ser moderna ceses, pero también latinoamericanos,
y a la vez original, América Latina no latinoamericanos como Darío concibe
podía limitarse a expresar su propia su latinoamericanismo: un ser en traduc-
particularidad cultural, porque Darío ción; una subjetividad que se constituye
compartía, hasta cierto punto, la idea en el acto de traducir lo universal, que
de Groussac cuando definía la especi- se reconoce como ajeno a códigos cul-
ficidad (la “originalidad”) de América turales propios. Porque ésa es la condi-
como carencia y negación de la civili- ción histórica de exclusión del margen,
zación burguesa europea que ellos ima- cuyo deseo de ser universal y particular,
ginan idéntica a la naturaleza humana. moderno y latinoamericano resulta de
Para ser moderna y original, América “el giro galo injertado en el párrafo
Latina debía traducir la universalidad castellano” (163), de la producción de
de la cultura francesa a los términos una contigüidad e inmediatez artificiosa
de su propia particularidad cultural. El (modernista) entre lo moderno/universal
mandato modernista era ser original, y lo latinoamericano/particular.
aunque no en el estado de naturaleza Darío redefine el sentido del concepto

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de “originalidad” como una imitación que él percibe como una realidad pal-
creativa, como traducción y como apro- pable en su propia subjetividad moder-
piación: pensar en francés, escribir poesía nista (y más aun: la idea de la imitación
simbolista y decadentista en castellano, creativa entendida como traducción
no son gestos miméticos y ciertamente y apropiación puede servir como una
no resultan en una identidad moderna clave interpreta-
degradada; por el contrario, suponen la tiva para enten- La reformulación de la imi-
realización, en la imaginación estética de der la naturaleza tación como traducción y
Darío, de la utopía moderna hegeliana cosmopolita del apropiación es la especificidad
en la que lo universal y lo particular se modernismo). necesaria de las modernidades
encuentran en una totalidad reconcilia- La traducción, marginales. Si en el contex-
da y homogénea. Es un error pensar la entonces, es la to de la modernidad original
operación de Darío y el modernismo –tal solución que y verdadera que Groussac y
como lo hace Groussac– como una mera Darío propone Darío reconocen en Francia,
imitación que denigra y refuerza la sub- para el proble- la identidad de lo universal y
alternidad latinoamericana; aun cuando ma que presenta lo particular se da de manera
éste sea el efecto final, no es el resultado el deseo de ser natural e inmediata, la espe-
que orienta la traducción modernista que, modernos en los cificidad marginal de América
por el contrario, busca afirmar una iden- márgenes lati- Latina requiere que esa articu-
tidad emancipada a partir de la traduc- noamericanos de lación de lo moderno y lo lati-
ción. No se trata de imitar a Francia en la universalidad. noamericano [...] sea elabora-
sí misma, copiar la materialidad concreta Si en el uso que da política y estéticamente.
de su constitución cultural de Francia; se hace Groussac de
trata, por el contrario, de traducir el atri- los conceptos de originalidad e imita-
buto moderno de la cultura francesa, los ción, la posibilidad de construir una
procedimientos y dispositivos históricos, cultura moderna desde y para América
a partir de los cuales construye su univer- Latina es impensable (al menos “por
salidad hegemónica. ahora”), Darío entiende que no hay
La reformulación de la imitación como que lamentarse por la imposibilidad
traducción y apropiación es la espe- de ser europeos, y en cambio abo-
cificidad necesaria de las modernida- carse a la empresa cultural y estética
des marginales. Si en el contexto de de ser modernos como Europa. La
la modernidad original y verdadera operación de traducción creativa y
que Groussac y Darío reconocen en apropiación de Darío –al fin y al
Francia, la identidad de lo universal y cabo, un poeta– se vuelve visible en la
lo particular se da de manera natural presencia retórica del como; establecer
e inmediata, la especificidad marginal una relación metafórica con Europa,
de América Latina requiere que esa ser modernos, sin dejar de ser latinoa-
articulación de lo moderno y lo latino- mericanos, ser universales por traducir
americano (ya sea definido en términos la modernidad a nuestra particulari-
esenciales o históricos y materiales) sea dad; apropiarnos de la modernidad, o
elaborada política y estéticamente. El parafraseando las “Palabras liminares”
optimismo y la soberbia de Darío se de Prosas profanas, volver a la moder-
basan en la confianza que le inspira la nidad nuestra en nosotros.
traducción como principio constructivo
de una identidad cultural emancipada, (*) Harvard University

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NOTAS

1. Rama explica que para el modernismo “el problema consistía en su inscripción cultural dentro del vasto
texto universal al que habían sido arrojados y que ya no abandonaría el continente, sabedores de que esa
inscripción no transitaba por el localismo romántico sino que debía funcionar en un nivel superior” (Rama,
Ángel, Las máscaras democráticas del modernismo. Montevideo, Arca editorial, 1985, p. 173).
2. Digo que propongo leer este debate articulado alrededor de este eje porque no todas las discusiones y planteos sobre las formas
concretas de la modernidad en América Latina que tuvieron lugar a fines del siglo dicienueve y principios del siglo XX estuvie-
ron organizados alrededor de la relación específica de la región con la expansión global de la modernidad europea.
3. Darío, Rubén, Autobiografía. Madrid, Mondadori, 1990, p. 69. Las referencias a Francia en toda la obra de Darío
son tantas que resultaría imposible hacer un catálogo medianamente completo de ellas. Una de las operaciones más
interesantes en relación con la centralidad de la cultura francesa para el proyecto de una modernidad latinoamericana
puede leerse en el poema “France-Amérique” (publicado en Canto a la Argentina y otros poemas), escrito en francés y que
ya desde el título sugiere que una identidad marginal moderna depende de la resignificación de la relación jerárquica con
Francia, para poder pensar en la posibilidad de una modernidad propia, producida mediante procesos de traducción.
4. Para una descripción del concepto de “metafísica de la presencia”, ver el artículo fundacional de la filosofía
de la deconstrucción, Derrida, Jacques, “Structure, sign and play in the social sciences”, Writing and Difference.
Trans. Alan Bass. Chicago, University of Chicago Press, 1978.
5. En un libro reciente que analiza la tarea de Groussac al frente de la Biblioteca Nacional durante más de cuatro décadas,
el historiador Mario Tesler revela, en una investigación cuidadosa, las resistencias que generó la designación de Groussac
en 1885. La lógica de las reacciones, en general tuvo que ver con las disputas de poder del campo intelectual (por ejem-
plo, la del anciano Sarmiento), sin embargo no faltaron aisladas reacciones marcadamente xenófobas, como por ejem-
plo, dos editoriales del diario porteño El Nacional que impugnaban la elección de Groussac por haber llegado a ese cargo
“saltando por encima de muchos argentinos que tienen sobrados títulos para desempeñarlo con más competencia”. Ver
Tesler, Mario, Paul Groussac en la Biblioteca Nacional. Buenos Aires, Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2006.
6. Así también lo describió Borges en el artículo que publicó en la revista Nosotros en 1929, en ocasión de la muerte del director
de la Biblioteca Nacional; Borges escribió que Groussac siempre se consideró a sí mismo “un misionero de Voltaire en medio
del mulataje” (Borges, Jorge Luis, “Paul Groussac”. Discusión. Obras Completas. Buenos Aires, Emecé, 1974, p. 233).
7. Alejandro Eujanián sees the enterprise of La Biblioteca as that of imparting civilization within a genealogy that goes all
the way back to Sarmiento: “La apelación a la ciencia... expresará la pretendida soberanía de la razón de la cual estos inte-
lectuales se creían portadores... En dicho marco, la revista La Biblioteca será el último eslabón de un proceso que se inicia
a mediados del siglo XIX, ofreciendo un espacio propicio para la difusión de un ideario reformista, planteándose como
función principal la de llevar a cabo a través de sus páginas una ‘empresa civilizadora’, respecto de la cultura argentina de fin
de siglo”. Groussac quiso “convertir a la revista en una ‘empresa civilizadora’, tendiente al progreso cultural de un país cuyo
desarrollo cultural consideraba inferior a esa civilización europea de la cual se sentía su máximo representante, mereciendo,
en este sentido, el reconocimiento por parte de sus contemporáneos” (Eujanián, Alejandro, “Paul Groussac y una empresa
cultural de fines de siglo XIX. La revista La Biblioteca, 1896-1898”, Historia de revistas argentinas. Buenos Aires, Asociación
Argentina de Editores de Revistas, 1995, pp. 27-30). Para Paula Bruno, por otra parte, Groussac siempre “se autopercibió
como pedagogo portador de una misión: puso en marcha múltiples estrategias que lo posicionaron en un lugar central en
el ámbito de la cultura” [Bruno, Paula G., “Paul Groussac y La Biblioteca (1896-1898)”, Hispamérica. Revista de Literatura,
2003, pp. 32, 88, 94]. Es interesante pensar, a partir de la relación neocolonial (mission civilisatrice) que las prácticas de
Groussac producen, en términos de una infantilización de los actores del campo argentino que deben ser educados por un
francés, a la manera de las institutrices que abundaban en las familias de la elite local.
8. Las referencias en la obra de Darío a su voluntad de filiar su proyecto estético en la especicifidad de la cultura latinoamericana
son muchas. Por ejemplo, en Historia de mis libros confiesa: “En el fondo de mi espíritu, a pesar de mis vistas cosmopolitas, existe
el inarrancable filón de la raza; mi pensar y mi sentir continúan un proceso histórico y tradicional; mas de la capital del arte y de
la gracia, de la elegancia, de la claridad y del buen gusto, habría que tomar lo que atribuyese a embellecer y decorar mis eclosiones
autóctonas. Tal día entender” (Darío, Rubén, Historia de mis libros. Managua, Editorial Nueva Nicaragua, 1988, p. 124).
9. Tomo las citas de los textos del debate, entonces, de su publicación conjunta en la revista Nosotros.
10. Es interesante anotar que Groussac dedica buena parte de sus energías a criticar a Mallarmé (y más veladamente a
Verlaine), pero no hace ninguna referencia a Baudelaire, quien (como Mallarmé) construyó su estética traduciendo (y,
entonces, en un sentido laxo “imitando”) a Edgar Allan Poe, una operación a todas luces improcedente en función de las
jerarquías culturales y ontológicas respecto de las que Groussac arma el mapa transoceánico de la modernidad.
11. En su artículo “En torno a Los raros. Darío y su campaña intelectual en Buenos Aires”, Beatriz Colombi presta atención
a los temas más salientes del debate y aunque no profundiza en él porque el centro de su texto es el contexto de producción y
recepción de Prosas profanas y Los raros (Colombi, Beatriz. “En torno a Los Raros. Darío y su campaña intelectual en Buenos
Aires”, Rubén Darío en La Nación de Buenos Aires. 1892-1916. Ed., Susana Zanetti. Buenos Aires, EUDEBA, 2004). Además,
en su libro Viaje intelectual. Migraciones y desplazamientos en América Latina (1880-1915) (Rosario, Beatriz Viterbo Editora,
2004), Colombi es una de las pocas críticas contemporáneas que leen la figura de Paul Groussac desde los estudios literarios.

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Sobre una tesis que falla por la tesis


“Paul Groussac: un estratega
intelectual”
Por Marta Elena Groussac

Recientemente Paula Bruno ha publicado un


ensayo sobre Paul Groussac. De estilo prolija-
mente académico, el texto realiza una amplia
investigación sobre las distintas “estrategias
de posicionamiento” de Groussac en el campo
cultural argentino que articulaban –según la
autora– dos modalidades. Por un lado gran-
jearse amistades en los circuitos de poder, y por
otro, seleccionar figuras prestigiosas del mundo
intelectual con las que establecer litigios que le
procuraran renombre. Marta Elena Groussac,
quien profesa una “admiración de nieta” replica
el estudio de Bruno criticando fuertemente la
tesis que confiere una voluntad instrumental a
los episodios más resonantes de la vida de Paul
Groussac. Entre el encono y la ironía, Marta
Elena Groussac se propone demostrar la “falla
de la tesis” sospechando de su propia construc-
ción: el prejuicio que Bruno se dedica a soste-
ner durante toda la investigación. Unas veces
denuncia inexactitudes, otras critica el lenguaje,
pero sobre todo responde con virulencia al espí-
ritu de linchamiento que atribuye a la autora.
Dos estilos enfrentados, uno académico y otro
que busca preservar la memoria familiar de
interpretaciones “malintencionadas” alrededor
de la figura de Groussac.
LA BIBLIOTECA
Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

Introducción cesa hay orden de disparar sobre el


pianista de un piano-bar nocturno,
El planteo está claro: nuestra nota será personaje protagonizado por Charles
una crítica a un ensayo crítico. Recor- Aznavour. Su director: François Tru-
damos que la crítica literaria soporta ffaut. Su título: Tirez sur le pianiste:
distintas formas de abordaje. El mío de (“Disparen sobre el pianista”). En
hoy partirá de pedirle al estudio crítico efecto, casi a la madrugada, se abren
que vamos a enfocar, una mecánica de violentamente las puertas del local y
trabajo inevitable pero simple, de sólo Aznavour cae sobre el piano, abatido
dos pasos: por una ráfaga de metralla.
En el caso que nos ocupa, el de Paul
1°) Reunir material básico, firme, sin Groussac, yo es-
fisuras. pero, y casi me La tesis que se intentó demos-
2°) Derivar una tesis sin prejuicios arriesgaría a de- trar es que la carrera intelectual
ni tendencias, apoyada objetivamente cir, que Groussac de Groussac fue una escala-
sobre ese material reunido. no caerá abatido. da logrera, trepadora, al calor
En el libro de la Prof. Paula Bruno No lo permiti- del poder representado por sus
me he encontrado con una mecánica remos, porque amigos, interesadamente bus-
equivocada, por la interferencia de un cubriremos su fi- cados y frecuentados por el
prejuicio que hay que sostener a raja gura y su memo- intelectual. Por eso nos habla
tabla, aunque caiga resquebrajada la ria con el chaleco constantemente de sus “manio-
verdad y, en consecuencia, se desmo- antibalas de la bras de posicionamiento”.
rone toda la construcción. verdad: la verdad
No estamos, pues, ante una tesis que que surge, por una parte, paso a paso,
se resquebraja por su base sino, curio- de las dignísimas y probas acciones que
samente para mí, ante el sorprendente jalonaron su vida en la patria argenti-
caso de una tesis que falla por la tesis, na. Y por otra parte, la verdad que sur-
casi como lo ocurrido con las torres ge de las evidencias que han quedado
gemelas de Manhattan, derrumbadas sólidamente asentadas en su obra, sin
de arriba hacia abajo. duda argentina.
Sobre el tema, y por invitación de la Pero el hecho es que, parecido a
Asociación Amigos de la Biblioteca lo que sucedía con el pianista, de
Nacional, pronuncié en el mes de di- pronto abrieron la puerta de su
ciembre pasado y en la Sala Cortázar descanso y su memoria, y tiraron a
de la Biblioteca, una conferencia que dos manos. Con dos libros de apari-
ahora aquí reproduzco textual, más ción relativamente reciente. Uno en
algún agregado que estimé de utili- diciembre de 2004: “Travesías inte-
dad aclaratoria. La presenté bajo el lectuales de Paul Groussac”; y el otro
siguiente título: “Disparen sobre Paul en febrero de 2005, “Paul Groussac:
Groussac. Su probidad ante el poder: un estratega intelectual”.
ni ‘estratega’ ni ‘piola’. Esto decía: Me ocuparé casi exclusivamente de
este segundo, pues el otro es una se-
lección de textos de nuestro pianista,
Texto de la conferencia presentada con un prólogo que, en
forma abreviada, repite todo lo desa-
En una vieja película policial fran- rrollado en el primero. La autora de

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N° 4-5 | Verano 2006 Groussaquianas

los disparos, a dos manos, es una joven to”. Y algo más: a lo largo de las 260
profesora de Historia, egresada de la páginas del libro, casi en un 90% el
UBA, y graduada con un master en la escritor no es nombrado por su ape-
Universidad de San Andrés, con una llido sino como “el francés”; y a veces,
tesis después editada por el FCE, que aunque menos, como “el personaje”. Y
hoy nos ocuparemos en rebatir. Me calculo que sólo en un 10% de las veces
refiero a la Prof. Paula Bruno. Esta es- se lo nombra Grou-ssac. Por ejemplo:
tudiosa, sobresaliente en cuanto a ras- “el período en que se desempeña el
treo bibliográfico, reúne y conoce un francés” (pág. 20); “el trabajo del fran-
muy completo aparato erudito sobre cés” (pág. 27); “el francés rememoraba”
Groussac, aunque con algunos errores (pág. 29); “el instrumento predilecto
que ya señalaremos: del francés” (pág. 199); “las actitudes
• Equivoca el apellido de la madre desplegadas por el francés”, ya en casi
de Groussac, que ella da como Deval, las últimas páginas del libro.
cuando su nombre completo es Podría ser comprensible y acepta-
Catherine Piquemal. ble que pensara a Groussac como “el
• Se equivoca en cuanto a la nacio- francés”, en los primeros tiempos de
nalización de Groussac, insistiendo su vida en el país. Él mismo, en una
no sólo en que nunca ocurrió, sino breve autobiografía, se describe como
afirmando rotundamente que jamás “el muchacho pobre, extranjero y des-
la solicitó. Y no es así: en el libro de conocido” que el ministro Avellaneda,
feliz reciente aparición del historiador para conocerlo, hizo llamar a su despa-
Carlos Páez de la Torre La cólera de la cho en 1871: habían transcurrido sólo
inteligencia. Una vida de Paul Groussac cinco años desde su llegada al país un
(Bs. As., Emecé, 2005) se da la fide- 1° de febrero de 1866. Pero es inacep-
digna información y la fuente, que table que en el recorrido sobre toda su
explican su naturalización. vida, todavía al final (pág. 225) la au-
• No llega a conocer a fondo el epi- tora continúe apresada, estereotipada
sodio de Roberto Levillier sobre un y congelada en el concepto de “el fran-
no concretado duelo con mi padre, cés”. En definitiva, y en contra de la
Carlos Groussac. veracidad y objetividad de su tesis, esa
obstinación ya demuestra una terri-
¡Qué pena que semejante esfuerzo se ble, y temible, distorsión de su óptica,
haya malogrado por el obsesivo propó- pues Groussac bien pronto dejó seña-
sito de perseguir la demostración de un les como para pasar a ser considerado
extraño prejuicio, que encontramos ya argentino, desde el momento mismo
desde el título del libro: Paul Groussac: en que empiezan sus primeras acciones
un estratega intelectual. al servicio del país.
Pues sí, señores. La tesis que se intentó Así que ya estamos ante el identikit del
demostrar es que la carrera intelectual pianista que ahora hay que ametrallar.
de Groussac fue una escalada logrera, El perfil del escritor a abatir, según la
trepadora, al calor del poder represen- Prof. Paula Bruno dixit, es éste:
tado por sus amigos, interesadamente
buscados y frecuentados por el intelec- un francés, estratega intelectual, prolijo
tual. Por eso nos habla constantemente administrador de sus maniobras de posi-
de sus “maniobras de posicionamien- cionamiento ascendente, en el escenario

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cultural argentino de fines del siglo XIX los jóvenes que hacia 1910 confor-
y comienzos del XX. maron la Nueva Escuela Histórica,
cuyas más destacadas figuras fueron
los historiadores Diego Luis Molinari,
El ataque a Groussac. Antecedentes Emilio Ravignani y Rómulo Carbia,
si bien Carbia, unos años después, en
El ataque no es novedoso. Aun en cierta manera se retracta, modificando
vida del escritor las primeras obje- en parte su pensamiento anterior.
ciones las activaron Calixto Oyue- A mí, personalmente, no me molestan
la y Manuel Láinez, en ocasión del para nada los ataques de Molinari, ni
nombramiento de Groussac como de Ravignani, ni de Carbia, pues fue-
director de la Biblioteca Pública de ron basados y dirigidos a problemas del
Buenos Aires, que después sería la campo técnico: a la metodología de los
Biblioteca Nacional. Y lo hicieron estudios históricos. Pero sucede que de
argumentando que se ponía al frente este grupo parte el ataque más virulen-
de la institución a un extranjero. El to y vil contra Paul Groussac: el del Sr.
tiempo supo decir si la elección fue Roberto Levillier, en un artículo pu-
desacertada o no. La labor de Grous- blicado en la revista Nosotros, en el N°
sac, cuarenta y cuatro años al frente 86, del año 1916: “El aspecto moral de
de la BN, da un mentís rotundo al la obra del Sr. Groussac”. Y lo he cali-
chauvinista argumento de los dos ficado de ataque vil, por cuanto no se
opositores. En estas funciones, bás- dirige a discutir la obra historiográfica
tenos recordar que a él se debe el ha- de Groussac, sino a su persona, su mo-
ber obtenido, para la nueva sede, el ral intelectual y sus móviles, dudando
entonces excelente edificio de la calle de la dignidad de su carrera. En el se-
México que se destinaba a la Lote- rio estudio de Páez de la Torre, al que
ría. Consigue, pues, Groussac, que el acabo de referirme –estudio sin fisuras,
presidente, el general Julio A. Roca, fruto de más de treinta años de lectura
cambie de destino el edificio y lo y relecturas de la obra de Groussac, y
asigne como sede de la BN La insti- de investigación sobre su vida–, allí el
tución se ahogaba en el ya precario y historiador escribe, refiriéndose al ata-
raquítico edificio de Perú y Moreno, que del Sr. Levillier:
con los libros y revistas arrumbados
por falta de espacio. Groussac, pues, denigraba toda su tarea... le atribuía
logra el edificio. Se cumple el trasla- frustradas ambiciones de ser ministro de
do del material bibliográfico, y así, el Sáenz Peña.
flamante bibliotecario se aboca al ci-
clópeo ordenamiento y catalogación Como vemos, el atrevimiento del Sr.
del fondo recibido, participando, Levillier se adentraba en siniestras y si-
ya como mariscal de la empresa, ya nuosas suposiciones sobre los móviles
como soldado amanuense: todavía y sentimientos íntimos de Groussac.
hoy los viejos ficheros conservan tar- Comparando los prejuicios de este li-
jetas manuscritas con su inconfundi- bro actual con el atrevimiento de hace
ble letra apretada y minúscula. noventa años del Sr. Levillier, la mecá-
Un segundo momento de quienes se nica del prejuicio, en ambos agresores,
opusieron a Groussac lo constituyen luce tan parecida que casi podríamos

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decir que, en estos vericuetos del pre- sable y florete, derrotando y relegan-
juzgar, la Prof. Bruno parece no haber do al segundo lugar, a subcampeón, al
aprendido nada nuevo ni, lo que es equipo integrado por cuatro oficiales
peor, olvidado nada de lo viejo. de nuestro ejército. Y mi padre era,
Al decir lo viejo lo hacemos en un por otra parte, un muy buen tirador
sentido cronológico, refiriéndonos al de pistola “a voz de mando”. Y destaco
artículo de Levillier, a quien la Prof. como detalle notable, que practicaba,
Bruno admira, tal vez por aquello de tanto la esgrima como el tiro, con su
las “afinidades electivas” de que nos mano derecha, pese a que le faltaban
hablara Goethe. Y considera ella que dos dedos, perdidos en un accidente.
aquel, su temerario antecesor fue, en En casa todavía conservo alguna copa
sus juicios sobre Groussac “su más ganada en el Tiro Federal. Y medallas
agudo crítico”. Se lo escuchamos en obtenidas como integrante del equipo
noviembre de 2004 en una conferen- del Jockey Club, campeón nacional
cia dada en el Centro de Científicos y de esgrima, como acabo de decirles.
Técnicos Argentino-Francés (CeCTAF) Lo cierto es que el Sr. Levillier se avino
sobre Groussac y las revistas que diri- inmediatamente a presentar sus excu-
gió: La Biblioteca y los Anales. sas, desde luego por mediación de sus
Como en Levillier, esta tesis no dis- padrinos, manifestando que jamás ha-
cute posiciones académicas, sino que, bía querido ofender a Paul Groussac.
por todas las formas posibles, trata de El lance Carlos Groussac-Roberto Le-
descubrir y demostrar las siniestras, y villier está referido en el libro de César
aquí leo textualmente, maniobras de Viale Jurisprudencia caballeresca ar-
posicionamiento por parte del francés. gentina (Bs. As., 1937). Dispongo de
Diré a ustedes cómo evoluciona y se la correspondiente copia, oportuna-
resuelve el caso Levillier. En 1916, mente enviada desde Tucumán por mi
Grou-ssac tenía a la sazón 68 años, y amigo Carlos Páez de la Torre. En las
ya lo aquejaban las serias dificultades páginas correspondientes a este duelo
en su visión que, desafortunadamen- constan los antecedentes, la actuación
te, lo llevarían a la ceguera total. Se- de los padrinos y el acta de termina-
gún lo que autorizaba el código de ho- ción del lance. De modo que la vil bra-
nor, Paul Groussac delega su defensa vata del ofensor se autodisipó, tal vez
en el brazo de su hijo mayor, Carlos, ante la firme presencia de un eximio
mi padre, quien envía una severa car- esgrimista y diestro tirador.
ta al Sr. Levillier. Hay encuentro de Confieso que yo ignoraba todo lo refe-
padrinos, que son, por parte de Car- rente a este duelo, ya que mi padre –ca-
los Groussac, el Dr. Carlos Rodríguez ballero cabal y, por lo tanto, la antítesis
Egaña y el Dr. Francisco J. Beazley; y del “miles gloriosus”– jamás habló de
por parte del Sr. Levillier, el general este episodio en nuestra bendita y hoy
José Félix Uriburu y el Dr. José Igna- añorada sobremesa, la mejor y más cá-
cio Llobet. Bueno, yo creo que al me- lida base de datos donde abrevábamos,
nos el gral. Uriburu no podía ignorar con mi hermano, la tradición de los
que Carlos Groussac era un eximio mejores recuerdos del país, de nuestros
esgrimista, por cuanto integraba el mayores y de nuestros padres.
equipo del Jockey Club, que en algún Ya han transcurrido setenta y seis años
momento fue campeón nacional en desde la muerte de Paul Groussac.

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Ahora no hay armas, no hay sable ni y leche hervida (me han dicho que lo
florete ni pistola, ni remota posibili- que se hereda no se hurta) traté de so-
dad de duelo entre dos señoras. Tam- segarme y equilibrarme, y enfriarme y
bién ha muerto hace ya largos años su parar la pelota. Pero al releer el libro
campeón: Carlos, el hijo mayor y mi mi primer impacto se confirmaba.
padre. Hoy, pues, reacciono yo. También me respaldaron en mi eva-
Hago un paréntesis para disculparme luación algunos de mis amigos, crí-
ante ustedes por mi presentación con ticos y especialistas en Groussac. Me
el pronombre “yo”. Les revelo aquí mis limito a nombrar solamente a dos:
dos fobias, en este campo de las mane- Carlos Páez de la Torre y León Bena-
ras en sociedad: rós. Mis dudas, que ya se habían di-
• Odio el encubridor “nosotros”, ese sipado casi por completo, fueron por
plural mayestático, que no es otra cosa fin totalmente aventadas por la evo-
que disimulo y falsa modestia. cación del aserto evangélico: por sus
• Odio la modestia, que generalmente frutos lo conoceréis. Dijo Jesús: “El
es falsa. árbol malvado lleva malos frutos...
así que por sus frutos lo conoceréis”
Retomo aquí el hilo medular que me (Mateo, cap. VII, v. 15 al 20).
propuse para esta charla. Les decía que En efecto, Paula Bruno no está sola. Su
ante este nuevo ataque a Paul Grous- árbol ha empezado a dar los primeros
sac, reacciono yo. Traté de analizar por frutos perversos. Es cuando surge la
qué lo hacía: si en carácter de nieta; o segunda balacera de la escalada, en la
como lectora y enamorada admirado- reseña sobre el mismo libro de la Prof.
ra de la vida y obra de Groussac. Pues Bruno, publicada en el suplemento
bien, pensé que lo hacía por este último Radar de Página 12 (17/07/05). El pe-
motivo: como lectora y enamorada ad- riodista firmante, Rogelio Demarchi,
miradora de la vida y obra de Groussac. en el título se pregunta: “¿Estratega o
Pero reconozco que es difícil separar los ‘piola’?”. La pregunta no parece since-
tantos. Me circula, seguramente, un ra: funciona para acentuar el heroico
buen porcentaje de afinidad sanguínea. e ingenioso hallazgo, que es, precisa-
De modo que, tal vez, más justo sería mente, el adjetivo con que califica a
ubicarme como “admiradora-nieta”. Paul Groussac: “piola”. Tal es su he-
De todas formas he procurado en todo roísmo y su trouvaille lingüística. La
momento mantener la objetividad de la pregunta enmascara una duda que no
crítica, tratando de contener mi indig- es tal: es evidente que está afirmando
nación ante el ataque, injusto y equivo- “la piolada” de Groussac. Se ve que
cado, a la figura de Groussac. al periodista no le cuesta descender,
con su grosero vocabulario, a zonas
muy inferiores, muy bajas, a las cua-
El ataque a Groussac. Los malos frutos les pretende arrastrar la dignidad de
Groussac. Pero ya hemos dicho que
Confieso que al tomar contacto con ni el árbol, ni este fruto ya pasado de
este libro quedé tan sorprendida que maduro, prevalecerán.
hasta dudé y me pregunté si no sería Habíamos dicho que lo cubriríamos de
yo quien interpretaba mal esta tesis. la balacera con el chaleco antibalas de la
Como me conozco bastante polvorilla verdad que surge de su vida y de su obra,

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para lo cual, y dentro de los límites de con una prejuiciosa aseveración, sin la
tiempo de una conferencia, recorreremos menor señal dubitativa de su parte. Sin
a vuelo de pájaro su vida, deteniéndonos prudencia, esto es “sin sabiduría”, dis-
en los hitos que lo muestran siempre para sus tiros diciendo: “con el fin de
digno, ajeno a todo “cálculo”, “estrate- justificar su posicionamiento, Groussac
gia” o “piolada”, animándose a enfrentar partía de una premisa”. Pero nosotros
el poder, cuando la defensa de sus ideas y decimos que la tal premisa, en realidad,
sus sentimientos se lo exigirían. es hija del estado de sospecha, y de ob-
sesivo prejuzgamiento serial con que se
maneja esta tesis, pues tal premisa nun-
Los pasajes más incisivos del ataque ca fue declarada ni propuesta por nues-
tro ametrallado pianista.
Pero antes, a mucho más vuelo de pájaro, Veamos lo que este libro hace perma-
debo señalarles en este nuevo agravio, los nentemente, como hilo conductor. Y
pasajes que han generado mi reacción. Se lo haremos con las palabras textuales
entiende que el agravio parte, ya, desde de la autora: “se presenta la reconstruc-
el título: “estratega intelectual”. ción del itinerario vital de Groussac”,
Y ya adentrándonos en el libro, extrai- frase que yo he traducido para mí, y
go algunas de las constantes referen- ahora para ustedes: “se presenta la vida
cias prejuiciosas con que se presenta a de Groussac”. Bueno, me adelanto a
Groussac como un calculador de mo- decirles que la autora se expresa siem-
vimientos y posiciones: pre con una frase lo más complicada
• “Puso en práctica múltiples estrate- posible. Y digo yo: si la podés hacer
gias que terminaron por otorgarle una difícil, ¿para qué la vas a hacer fácil?
preeminencia indiscutida” (pág. 62). Al respecto, permítanme Uds. una
• “Ciertas ideas y acciones del perso- digresión, que introduzco aquí para
naje nos permiten tipificarlo como un mostrarles cómo ha sido juzgada “la
estratega intelectual, en la medida en mala prosa de la autora”. Y para que
que sistemáticamente diseñó y ejecutó así ya quede este punto debidamente
diversas operaciones destinadas a mo- anudado con un ejemplo. Al respecto,
dificar la dinámica de la esfera cultural les decía yo, esta oscuridad, este defec-
en la que estuvo inmerso” (pág. 64). to de expresión, ya ha sido subrayado
• “Centramos nuestra atención en en otra reseña sobre el libro, publicada
algunas estrategias articuladas por el en el suplemento Cultura del diario La
personaje que nos ocupa” (pág. 67). Prensa, en el mes de abril de este año.
Inicialada G. B., corresponde a Gui-
Veremos que con frecuencia suele re- llermo Belcore, quien parece crisparse
aparecer lo que llamaríamos “la gran ante, y les leo textualmente:
Levillier”. Y esto, ahora, por la atribu-
ción que se hace de móviles íntimos. la cacofónica jerga de los claustros... y los
Leemos en la pág. 67: “Con el fin de ripios narrativos en que incurre la mala
justificar su posicionamiento excepcio- prosa de la autora.
nal Groussac partía de una premisa”.
Acá le están atribuyendo fines no expre- A veces nos encontramos ante parrafadas
sados por el escritor. La autora sospe- realmente intransitables. Yo he separado
cha, y se atreve a exhibir su sospecha, frecuentes ejemplos; pero hoy les voy a

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ahorrar a ustedes –al menos por ahora– Dos actitudes heroicas, no valoradas
el martirio de escucharlos, y, créanme, por la tesis
encima, quedarse sin entenderlos.
¡Ay, Papá Paul! Parece que a setenta y Nuestro aspirante a trepador no duda
cinco años de tu muerte te ha venido en arriesgar su vida en dos ocasiones
a salir en Buenos Aires, egresada nada notables, ambas referidas a su inter-
menos que de la facultad de Filoso- vención heroica –sí, heroica– durante
fía y Letras de la UBA (cuyo Consejo dos epidemias que azotaron a Buenos
Académico también integraste), una Aires: la del cólera (1868) y la de la
nueva cultora del “floripondio”; un re- fiebre amarilla (1871).
brote del vicio, de la frase complicada Conducta heroica: así también la han
que tanto te empeñaste en desterrar de calificado Benarós y Páez de la Torre.
nuestra lengua. Y bueno, parece que te Por supuesto, la tesis permanece insen-
falló el herbicida y perduran algunas sible, y con opinión mezquina se limi-
malas hierbas que han logrado rebro- ta a decir que es Groussac quien narra
tar entre nosotros, porque te cuento el episodio con tono heroico.
que no es éste el único caso de mala Conviene aquí recordar que, casi re-
lengua idiomática que nos invade. cién desembarcado, el joven había tra-
bajado como peón ovejero en San An-
tonio de Areco, pasantía que le da dos
Los fundamentos de nuestra defensa llaves importantes para el aquerencia-
mento del futuro argentino: empieza
Para rebatir la óptica de esta tesis, vamos el aprendizaje del idioma, aun “entre
ahora a ir viendo la conducta de “nuestro vascos y paisanos”. Y aprende a mon-
estratega escalador de posiciones”. tar a caballo, transporte en aquellos
En primer lugar nos referiremos a esas tiempos imprescindible para quien,
dos acciones de Paul Groussac que la después, recorrerá el país a caballo o
tesis presenta como “maniobras de po- a lomo de mula, como “Inspector de
sicionamiento”. Son las que se refieren: Enseñanza Secundaria”. Bien se ha di-
1°) al uso de sus amistades; cho que la patria se hizo a caballo.
2°) a la artificial generación de polémicas.

Nos parece estar de nuevo ante “la gran Epidemia de cólera (1868)
Levillier”. El fantasma de quien en su
momento debió replegarse ante el so- En esos días vive en una finca del oes-
nar de sables, floretes y pistolas, para te, posiblemente Morón, contratado
terminar allanándose en forma incon- como preceptor para los tres hijos de
dicional y retirar la ofensa, parece hoy un rico comerciante francés. Y simul-
sobrevolar en estas páginas de la Prof. táneamente, todos los días que tiene
Bruno, por la manera en que se atreve clase viene al centro, al Colegio Nacio-
ella a adentrarse en el terreno moral, nal (después el Buenos Aires) donde
juzgando íntimos móviles. Repito: dicta Matemáticas, aun careciendo de
1°) los móviles por los que Groussac título. Sucede que antes de aventurarse
construía sus amistades; a su viaje a Buenos Aires, a los 17 años
2°) los móviles con que generaba artifi- acababa de aprobar el ingreso, severísi-
ciales polémicas. mo, a la Escuela Naval de Brest, con tal

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nivel en su estudio de las Matemáticas de Miguel Navarro Viola. Avellaneda,


que, en verdad, estaba intelectualmen- ministro de Instrucción Pública de Sar-
te habilitado para enseñarlas. miento, lo hace llamar a su despacho
Volvemos a Morón. Uno de los chicos para conocerlo. Al encuentro concurre
enferma de cólera (1868) y el joven acompañado por el rector del colegio,
Groussac, ante la huida de todo el per- el profesor Alfredo Cosson. Ante una
sonal de servicio, permanece y colabo- pregunta del ministro, el joven francés
ra sin desmayo responde que ya está dispuesto a regre-
Ante una pregunta del minis- junto al enfer- sar a Francia. Avellaneda se interpone
tro, el joven francés (Groussac) mo. Aquí tiene en la decisión, proponiéndole que an-
responde que ya está dispuesto oportunidad de tes conozca el Jardín de la República.
a regresar a Francia. Avellaneda aplicar su destre- Le ofrece horas como profesor del
se interpone en la decisión, pro- za de jinete, ensi- Colegio Nacional de Tucumán, que
poniéndole que antes conozca el llando y volando el joven acepta. Ninguno de los dos
Jardín de la República. Le ofrece al pueblo a bus- escalones fueron premeditados por
horas como profesor del Colegio car los remedios Groussac: ni la entrevista, que nació
Nacional de Tucumán, que el que el médico va por iniciativa del ministro; ni el nom-
joven acepta. Ninguno de los prescribiendo, en bramiento de profesor en Tucumán,
dos escalones fueron premedita- sucesivas visitas. que tuvo el mismo origen.
dos por Groussac: ni la entrevis- Felizmente el chi- A todo esto, nuestro joven “escalador”,
ta, que nació por iniciativa del quilín se recupera, en vez de esforzarse por prolongar la
ministro; ni el nombramiento y, gracias a Dios, visita al riñón del poder, según él mis-
de profesor en Tucumán, que el joven preceptor mo nos cuenta en Los que pasaban,
tuvo el mismo origen. no se contagia. literalmente no ve la hora de que Ave-
Y pregunto yo: llaneda “la corte” –diríamos hoy– de
esta acción de haberse expuesto a caer una buena vez y lo largue, pues para él
él también alcanzado por el cólera, ¿no es mucho más importante volar al en-
habría sido un primer peldaño de la es- cuentro de una joven, con quien tiene
calera a la fama? Ahora me hacen dudar. cita apalabrada en la Recoleta. ¡Vaya,
Bromas aparte, digamos que desde en- pues, con el estratega alpinista, urgido
tonces los dueños de casa lo presentarán por dejar rápido al ministro para po-
a sus amigos con esta frase invariable: der llegar a tiempo a su cita!
“Es de la familia”.

De nuevo heroico. La fiebre amarilla


Lo convoca Avellaneda
Bueno, entramos ya al episodio de la
Pero antes del caso de la fiebre ama- fiebre amarilla. Nuestro “trepador” deja
rilla, cronológicamente, nuestro joven la escalera a un costado y colabora con
“trepador”, por entonces profesor de su amigo y colega del Colegio Nacio-
matemáticas en el Colegio Nacional, nal, el médico inglés David Lewis, que
se encuentra con el ministro Avella- acaba de ser nombrado inspector de
neda. El joven “escalador” acaba de higiene de Catedral al Sur. “Groussac
publicar su primer trabajo literario aceptó sin vacilar –nos dice Páez de la
(su ya famoso estudio sobre José de Torre– la función que lo ponía en ries-
Espronceda) en la Revista Argentina go de contagio” (pág. 37). El joven de

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23 años, secundando a Lewis, se inter- Buenos Aires”, para cobrar notoriedad.


na en los conventillos hasta que contrae A ambos ítems nos referiremos ahora.
la enfermedad, que le produce severa
cefalea y afasia. El rector Cosson lo
envía al campo, a Morón, donde, muy Su relación con el poder
bien atendido, logra recuperarse. Sobre
la fiebre amarilla nos ha dejado una de En el prólogo a la selección de la Prof.
las páginas más impactantes de su prosa Bruno titulada Travesías intelectuales...,
evocativa, en el capítulo dedicado a su leemos en la pág. 62: “su explícito ga-
amigo José Manuel Estrada, en Los que lanteo con los hombres del poder”.
pasaban. Es en verdad una página de ¡Ay!, nos reaparece el fantasma del Sr.
antología que se conoce, precisamente, Levillier que, en el artículo ya men-
como “el cuadro de la fiebre amarilla”. cionado, se animó a querer presentar
Vimos cómo ya en dos oportunidades a Groussac como un cortesano, con
nuestro joven escalador de posiciones estas textuales palabras: “supo hacer su
desdeña conservarse sano, intacto y corte, como privado del rey”.
con vida para, en cambio, precisamente La sospecha, el infundio y la difama-
arriesgar su vida en contacto con tan gra- ción, en definitiva, son las mismas en
ves enfermedades infecto-contagiosas: el el artículo de ayer y en la tesis de hoy:
cólera y la fiebre amarilla. ¿Qué pasó por decir “privado del rey” es como atri-
su cabeza? ¿No calculó? ¿Nuestro espe- buirle “galanteo con el poder”.
culador dejó de especular por un tiem- Es verdad que gran parte de sus ami-
po y no midió el peligro? Dejamos las gos fueron ministros, ministeriables,
preguntas abiertas. ¿O acaso contraer la presidentes y presidenciables. Pero no
fiebre amarilla habría sido también una porque Groussac los buscara. Tanto
juvenil maniobra especulativa? Respon- Avellaneda como Pellegrini, son ellos
demos: posponer el apego a la propia los que piden conocerlo.
vida, para en cambio arriesgarla en dos Tampoco todos sus amigos fueron ex-
actitudes de solidaridad social, no parece clusivamente de tan importante nivel
una conducta propia de un hombre con de poder como pretende la tesis. Por
pasta y fibras de calculador. ejemplo, los Estrada, destacadísimos
en el mundo cultural y social de la épo-
ca, no eran la encarnación del poder
Las maniobras de posicionamiento político, ni mucho menos: ni Ángel,
(según la tesis) ni Santiago, ni José Manuel. De haber
sido así, a José Manuel no lo hubieran
Ya habíamos adelantado las dos princi- dejado cesante de sus cátedras en la
pales “maniobras de posicionamiento” Facultad de Derecho. Aquella cesantía
que esta tesis le inventa a Groussac. Re- que generará el emotivo despedirse de
cordamos que son –su relacionarse con el sus alumnos, con estas bellísimas pa-
poder, buscando calculadamente amigos labras, pronunciadas por el brillante
en esa esfera– la generación de sus céle- orador que fue este Estrada:
bres polémicas. Así dice la Prof. Bruno:
“salir al ruedo provocando a personajes De las astillas de las cátedras destrozadas
conspicuos de la intelectualidad porteña por el despotismo haremos tribunas para
en los periódicos de mayor difusión de enseñar la justicia y predicar la libertad.

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Tampoco fue poder el arquitecto fran- este último [Guillermo Wilde] dictaba
cés Ulric Courtois, otro íntimo, quien Álgebra ‘con indolencia y falta de méto-
proyectó y dirigió la construcción de la do’. Groussac lo comprobó en la mesa exa-
basílica de Luján; y fue administrador minadora: sólo media docena de alumnos
de Le Courrier Français. Ni fueron poder logró la nota mínima. El inspector pidió
Enrique Larreta ni Jorge Lavalle Cobo, al ministro –y lo obtuvo– la separación de
sus entrañables, hasta el punto de haber Guillermo, ‘por más Wilde que fuera’.
sido, hacia 1916, Enrique Larreta –por ¿Qué pasó, Papá Paul? ¿Te olvidaste la
entonces embajador argentino en Pa- escalera en Buenos Aires? ¿ Te pusiste
rís– con su mujer Josefina Anchorena, a enfrentar al ministro, pidiendo la ce-
los encargados de traer con ellos a Bue- santía de su pariente? Efectivamente,
nos Aires a Taita, la hija de Groussac que Wilde se la concede y deja cesante a su
estaba en el noviciado del Sacré Coeur, propio primo.
y cuyo regreso reclamaba su padre, con
motivo de la guerra del 14.
Y en el caso de Lavalle Cobo, el amigo Otros enfrentamientos con el poder
de doble visita diaria, por la mañana (1885)
y por la tarde, en el Hotel Lutétia de
París, durante el postoperatorio que Nuestro defendido empieza a enhebrar,
llevaría a Groussac a la ceguera defi- uno tras otro, episodios no de galanteo
nitiva. A pedido de su oculista, el Dr. con el poder, sino, por el contrario, de
Poulard, es Lavalle Cobo el encargado enfrentamiento con el mismo. Pero
de darle a Groussac la mala noticia debemos aclarar que no son enfrenta-
sobre lo irreversible de su ceguera. El mientos gratuitos ni caprichosos, sino
incapacitado le pide que le procure actitudes bien fundadas, que respon-
un revólver: “¡Yo no viviré así!” Y el den a reacciones de honorabilidad y
noble amigo será quien encuentre las dignidad. Tal es el caso, en 1885, de su
palabras justas que darán a Groussac la alejamiento, junto con Delfín Gallo,
fortaleza moral para reaccionar y aban- del diario Sud América, cuya dirección
donar su funesta determinación. ejercía el ya director de la Biblioteca
Ni puede decirse que otros entrañables Pública de Buenos Aires.
como Carlos Ibarguren o el Coronel Na- Es el tema de la sucesión presidencial,
poleón Uriburu hayan sido poderosos. que divide a los cinco socios: Pellegri-
ni, Lucio López y Roque Sáenz Peña
apoyan a Miguel Juárez Celman. Gallo
Los profesores Wilde (1884) y Groussac prefieren a Bernardo de Iri-
goyen. Y yo me animo a pensar que su
Cronológicamente nos toca referirnos opción por Bernardo de Yrigoyen con-
al caso de los profesores Wilde. En tra Juárez Celman (el caballo del comi-
1884, Groussac viaja a Salta en sus sario, ya que era concuñado de Roca,
funciones de Inspector Nacional de el presidente en ejercicio) no se debió a
Enseñanza. El ministro Wilde había falta de olfato y de sensibilidad política
ubicado en el Colegio Nacional a sus de Groussac, a no haber vislumbrado
parientes Alfredo y Guillermo Wilde. de qué lado caería la suerte. Pienso, en
Y seguiremos aquí a Páez de la Torre: cambio, que fue otro acto de su probidad
y honradez intelectual lo que lo llevó a

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apoyar al candidato que él simplemente tor de la Biblioteca Nacional. También


juzgaba como la mejor opción para los aquí seguimos a Páez de la Torre que,
destinos del país. Tal vez en esto, hoy, desde luego, se basa en las afirmacio-
nosotros, con el diario del lunes –es de- nes de Groussac en Los que pasaban.
cir, juzgando ex-post– nosotros, pues,
analizando el desastre financiero, po- En mayo y junio, Groussac pasa una
lítico y social que se desató durante el temporada en la estancia santiagueña
gobierno del candidato triunfante, Juá- Lomitas, de sus suegros. La salida al
rez Celman, tenemos que percibir que campo le viene bien. Su vida de funcio-
Groussac y Delfín Gallo habían optado nario es cada vez más difícil. Según su
no por lo más poderoso sino por lo más testimonio, durante toda la presidencia
saludable para el país. de Juárez Celman fue ‘tratado como

Groussac durante una


reunión en su homenaje

Y pregunto una vez más en dónde está, enemigo’. Al punto que ‘esperaba siem-
pues, “el galanteo con el poder” que pre ser destituido’, medida que inclusive
intenta demostrarnos esta “tesis que profetizaba el oficialista Sud América.
falla por la tesis”. Esta tesis que busca, Pero él se mantenía ‘sin hacer una visita
con compulsión serial, presentarnos a privada al presidente ni a sus ministros’.
un Groussac cortesano y trepador, y lo (pág. 142)
hace deformando la verdad, al menos
por omisión, ya que olvida poner en la Y pensamos nosotros: hubiera podido ha-
balanza, bien sopesados, bien destaca- cerla –sin necesidad de practicar una, en
dos, sus inconfundibles gestos de dig- él, inimaginable adulonería– ya que jamás
nidad. Efectivamente, este no apoyo al tuvo cerradas las puertas de la Presidencia,
candidato Juárez Celman le acarrea el tal era entonces el peso de la personalidad
decreto de su destitución como direc- del Director de nuestra BN.

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Una cesantía evaporada gringo que lo estrecha sobre su pecho”.


Lo que hará decir a Paul Groussac, al
Retomamos a Páez de la Torre: evocarlo años después, y ya muerto
Pellegrini: “quedé imantado para siem-
Llegó así el mes de julio. ‘El ministerio pre”. Y después también dirá: el hom-
me envió una comunicación que juzgué bre que más he amado en esta tierra.
inconveniente: respondí y ahora de bon- Cómo habrá sido la amistad con Pelle-
ne encre1, como debía. Hubo reunión de grini que, cuando se casó María Grous-
gabinete –la última del período– y fue sac, la hija mayor (que después con su
resuelta mi destitución’. Pero el ministro marido Esteban Macías serán mis pa-
Roque Sáenz Peña consiguió que la me- drinos), justo en ese día su padre sufre
dida definitiva sobre el director de la Bi- una indisposición y la novia es llevada
blioteca se postergara por unos días. Fue al altar por Carlos Pellegrini.
suficiente: ‘me desperté a la mañana por Les cuento estas anécdotas porque quie-
los cañonazos del Parque, y mi destitución nes me distinguieron invitándome para
fue arrastrada junto con los destituidores’. esta charla, me sugirieron que espera-
ban estos matices de cálida intimidad.

Los hombres del poder


El cierre de la revista La Biblioteca
En cuanto a su proximidad a los hom- (1898)
bres del poder, el hecho se dio por la
coincidencia de que los espíritus más Retomamos el hilo cronológico de las
distinguidos del momento estrechan actitudes de dignidad de nuestro de-
vínculos con este otro finísimo espíritu fendido: ni “estratega” ni “piola”.
que fue Paul Groussac. Y esos hombres No podemos pasar por alto (1898) el
son quienes en esos tiempos adminis- enfrentamiento con el ministro de Ins-
tran los destinos de la nación. trucción Pública, Dr. Luis Beláuste-
En cuanto a los dos presidentes, Ave- gui, a causa del choque Paul Groussac-
llaneda y Pellegrini, ambos de su ma- Norberto Piñero sobre el Plan de Ope-
yor intimidad, no fue Groussac quien raciones atribuido por éste a Mariano
buscó acercarse a ellos, sino todo lo Moreno, y cuya autoría es negada por
contrario. Ya vimos cómo fue el mi- el director de la revista La Biblioteca.
nistro Avellaneda quien lo hizo llamar Ante una nota de apercibimiento del
al muchachito escritor para conocerlo. ministro, que es su superior jerárqui-
En cuanto a Pellegrini, Groussac cuen- co, Groussac responde en forma escue-
ta en Los que pasaban su primer en- ta que la revista no volverá a salir.
cuentro. En un banquete de homenaje La profesora Bruno en nada valora la
a Pellegrini, el amigo común de am- decisión de Groussac como un acto de
bos, Julián Martínez –“ese gran zurci- dignidad y valentía ante su superior.
dor de amistades”– se acerca a Grous- Ella no lo ve así y se limita a inter-
sac con estas palabras: “Dice el gringo pretarlo como un gesto temperamen-
que quiere conocerlo”. Así Martínez tal del director. En la conferencia en
los presenta, y la inclinación del salu- CeCTAF dijo: “nos muestra un poquito
do protocolar por parte de Groussac cómo era de carácter”.
queda desarticulada por “el zarpazo del Es evidente que así, la profesora se en-

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Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

rola en la leyenda del “ogro de Perú y a quien no habíamos visto nunca y a


Moreno”. Por nuestra parte aclaramos quien, por supuesto, tampoco habíamos
que el mote de “ogro” fue puesto como leído... El amor por su obra nació, en
chanza y no como agresión por parte algunos, varios años después; y recién
de Ángel Estrada, un entrañable amigo. entonces descubrimos la magnitud de la
Aunque enseguida lo cazaron al vuelo impostura que se nos había inculcado...
quienes estaban, ya desde entonces, al
acecho de algo que pudiera servirles A Palacio (nacido en 1900) hay que
para denigrar y desvalorar a Groussac; y ubicarlo como un
le pusieron al mote vidrio de aumento, joven de la gene- La profesora Bruno en nada
y lo repitieron y repitieron hasta con- ración del 22 (la valora la decisión de Groussac
solidar el prefabricado mito. Pero no de Borges). Sería (el cierre de la revista) como
debemos olvidar la explicación de la una segunda ge- un acto de dignidad y valen-
leyenda, que ha dejado el historiador neración posterior tía ante su superior. Ella no
Ernesto Palacio, confeso nacionalis- a la de Groussac: lo ve así y se limita a inter-
ta católico, es decir, desde una vereda la del 80. pretarlo como un gesto tem-
ideológicamente opuesta a la de Grous- A este mentís a la peramental del director.
sac. En su artículo “La herencia de leyenda, no está
Groussac”, publicado en la revista cató- de más sumar el testimonio de Geor-
lica Criterio, inmediatamente después ges Clemenceau. Durante su estada en
de la muerte (en junio de 1929) escribe Buenos Aires para el Centenario visita a
Palacio (agosto de 1929): Groussac en la Biblioteca, temiendo el
riesgoso encuentro con el “ogro”. Algu-
Como todas las personalidades vigorosas nos repetidores de fábulas, que tal vez
y combativas que no temen alborotar las ni habían tenido la experiencia de en-
pasiones del clan, Paul Groussac sintió contrarse frente a un Groussac manso
formarse a su alrededor, desde temprano, ni a un Groussac “ogro”, sin embargo
una leyenda. El odio y la envidia tejie- se habían encargado de anticipar, al fu-
ron, con sus manos hábiles, la espesa tra- turo presidente de Francia, una imagen
ma de esa versión mentirosa cuyo objeto áspera y agria del bibliotecario. En pa-
inconfesado era disimular, a los ojos del labras claras y actuales: “ le habían he-
mundo, la verdadera fisonomía del noble cho el bocho a Clemenceau”. Pero esto
escritor que acaba de morir. A través de dejaría escrito en sus Notas de viaje por
dicha leyenda, Paul Groussac aparecía la América del Sud:
como un hombre irascible y malvado,
incapaz de simpatía, despreciador de Me arriesgué en el antro donde el mons-
su patria de adopción, profesional de la truo más afable y sonriente me acogió a
diatriba interesada, vaso de hiel y de so- patas abiertas, con colmillos de azúcar y
berbia. Con el andar del tiempo, el mito uñas de terciopelo. De esta manera que-
fabricado por la vileza profesional de los dé prisionero de la amable fiera (...)
literatos aborígenes, se fue sustituyendo
paulatinamente a la personalidad real
en la mente de las nuevas generaciones. Groussac y su visión de la Unión Cí-
Todos nosotros alentamos, durante nues- vica (1919)
tros balbuceos literarios, una decidida
antipatía por el “ogro de la Biblioteca”, Les traigo otra prueba contundente

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sobre la falacia y la calumnia de la des- en un vasto complot civil y militar, cuyo


plomada “tesis que falla por la tesis”. bárbaro programa no era otro, según el
Si hubiera sido un cortesano, nuestro nuevo decreto declaratorio del estado de
ametrallado escritor hubiera cortejado sitio, que la sustitución violenta de los
a los presidentes radicales: a Hipólito gobernantes y principales jefes del ejérci-
Yrigoyen y a Marcelo T. de Alvear, to por una dictadura surgida del crimen
Nada de eso ocurre. Por el contrario en y la anarquía (pág. 237).
1919, en pleno gobierno de Yrigoyen,
publica Los que pasaban, que incluye la Groussac en esto coincide con el escritor
crónica evocativa sobre la revolución y periodista Roberto Payró quien, en su
del 90, y sobre el nacimiento y evolu- obra Pago Chico, que trata ese momen-
ción de la Unión Cívica. to político, al referirse a los radicales
Yo extraje algunas frases para que vean opina: su único programa de gobierno es
hasta qué punto él no fue un cortesa- el ‘Quítate para que yo me ponga’.
no del poder sino que arriesgó nueva-
mente su cargo en la Biblioteca Na- Y seguimos con los últimos párrafos
cional, enfrentando la posibilidad de extractados:
ser dejado cesante por el radicalismo.
Voy a leerles estas palabras y, si entre Por cierto que los incorregibles sembrado-
nosotros hay algún simpatizante del res de revueltas –que habían de cosecharse
partido radical, me adelanto a pedir en 1893– pertenecían a la fracción radi-
excusas porque traigo estos ejemplos cal de la Unión Cívica, de cuyas filas se
con intención únicamente de ser clara había separado, en junio del 91 , el grupo
y objetiva en mi defensa. nacionalista y mitrista (pág. 238).
Groussac escribe:
Fiel a su doctrina jacobina, el partido ra-
Harto conocida es la evolución de ese dical no podía conformarse decentemente
curioso engendro político, que ha vivi- con una solución pacífica (pág. 238).
do veinte años sin más doctrina que la
revolución como programa, con la cons- Creo que para muestra ya bastan varios
piración como instrumento eficaz para botones. Hemos traído estas palabras
cumplirlo (pp. 226, 227). para recordar hasta qué punto se jugó
Groussac por sus ideas, sin silencios
Las fuerzas crecientes de la Unión Cí- estratégicos ni retaceos “piolas”.
vica, sólo disciplinadas para el desorden
(pág. 228).
La última prueba: su no adhesión a
Por declaración del mismo Del Valle, la la masonería
propaganda cívica no tendió en ningún
momento a la inscripción de sus partida- La prueba es, para mí, la definitiva y su-
rios para el triunfo electoral sino al en- ficiente, ya que aunque no hubieran ocu-
grosamiento de las bandas armadas para rrido las situaciones que acabo de expo-
un programa de revolución (pág. 228). ner, esta última bastaría para interpretar a
Groussac como el hombre y el intelectual
Siguieron otras tentativas de disturbios, independiente y fiel a sus principios que
hasta rematar, menos de un año después, siempre fue, sin renuncios ni desmayos.

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Si Groussac hubiera querido ser ustedes y yo, estimados amigos que


“un cortesano o privado del rey” han venido a acompañarme, en este
(Levillier) o hubiera practicado “su diríamos estercolero que me he vis-
explícito galanteo con los hombres to obligada a enfocar para limpiar la
del poder” (Paula Bruno) se hubie- memoria y figura de mi abuelo, po-
ra hecho masón. Nada se lo hubiera niendo las cosas en su lugar.
impedido: ni su propio pensamien- Sólo recordaremos que, en el terreno
to liberal, en un momento casi ateo de la historia argentina, las más famo-
(ver su testamento filosófico en el sas fueron las que
prólogo a Los que pasaban) ni lo hu- cruzó con Vicen- Nos quedaría referirnos a la
bieran rechazado los miembros de te Fidel López descortesía y destrato hacia
la masonería que por entonces ad- y con el general nuestro escritor. En la tesis,
ministraban la conducción del país, Mitre. Groussac casi no es Groussac:
y que dispensaban a Groussac alta Ya habíamos anti- en un 90 % es “el francés”; o,
consideración y respeto algunos, cipado el otro de en las demás menciones, “el
verdadera amistad los otros. los móviles que personaje”.
De modo que, pregunto yo: ¿dónde la fallida tesis le
estuvo el galanteo cortesano perver- inventa y atribuye a Groussac. Se pre-
samente atribuido a Paul Groussac? Y tende presentarlo como un desespera-
contesto: falacia pura del artículo Le- do buscador de imagen, un generador
villier y de la tesis Bruno. de polémicas artificiales que llamen la
Acabemos ya, pues, con estas defor- atención sobre su persona.
maciones prejuiciosas de “estratega” Para disipar los turbios humos de
y de “piola”. Acabemos con esta mala esta patraña, básteme recordarles la
jugada, que parecería no inocente, de firmeza con la que Groussac pierde,
haber armado una tesis falsa y de ha- “con las botas puestas”, nada menos
ber buscado demostrarla omitiendo que la vidriera del diario La Nación.
presentar y subrayar los hechos con- Invitado en 1896, por el adminis-
tundentes de la vida de Groussac que trador Enrique Nicolás de Vedia, a
apuntalaron su conducta de hombre e retomar sus críticas de teatro y de
intelectual sano. música, por su parte Groussac fija
tan exigentes condiciones que, en
definitiva, le impedirán acordar con
Polémicas artificiales para buscar el diario el desempeño de esas nue-
notoriedad vas funciones. No las aceptará a cual-
quier precio, sacrificando sus prin-
Tenemos ahora que referirnos al tema cipios con tal de tener exhibición.
de las “Polémicas artificiales”. Les Exige lo suyo, aún sospechando su
confieso que a esta altura de la char- costo. Ésa es su honradez. Y en esta
la que, por la necesidad de ofrecer presentación de las polémicas como
pruebas ha resultado por demás ex- modo de atraer notoriedad, la tesis
tensa, el punto de las polémicas pre- está de nuevo avanzando a prejuzgar
fabricadas me desborda. Es superior a móviles íntimos. Una vez más, pare-
mis fuerzas, hasta para rebatirlas. Me ce haber retomado la posta de aquel
niego a entrar en el Reino de “Doña frustrado duelista del que ya nos he-
Disparate” y me resisto a continuar, mos ocupado.

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El francés y el personaje El francés

Nos quedaría referirnos a la descortesía Es, pues, “el personaje”. O si no, la


y destrato hacia nuestro escritor. En la mayoría de las veces, es “el francés”,
tesis, Groussac casi no es Groussac: en nominación con que se le aplica una
un 90% es “el francés”; o, en las demás anacrónica y extemporánea ley de “ex-
menciones, “el personaje”. pulsión de extranjeros”. (Entre parénte-
sis, pienso que algunas casualidades no
son casuales. Mi padre, el campeón de
El personaje aquel lance caballeresco con Levillier, se
había doctorado en Leyes con su tesis
Parece que Groussac fuera un mu- “Expulsión de extranjeros”, apadrinado
ñeco tomado para estudio, destripa- por Juan Agustín García (h)).
do con cuchillo de matarife y pasea- Así pues, se le aplica a lo largo de todo
do por un microscopio con lente de el libro, con la sola denominación ob-
pobrísimo aumento, que impide a sesivamente serial de “el francés”, una

Paul Groussac expone


ante el gabinete del
presidente J. A. Roca

la autora ver con exactitud los per- retrógrada ley de “expulsión de extran-
files de nuestro escritor y la verdad jeros”. Y se lo expulsa en lo civil y per-
de su vida. Por eso a veces es “el sonal; y en lo nacional.
personaje”, el títere innominado, EXPULSADO EN LO CIVIL. Recordare-
menos aun que el afortunado Pul- mos que formó hogar argentino: casa-
chinela napolitano, que siempre era do con argentina de antiquísima raíz,
reconocido por su nombre y por su Cornelia Beltrán Alcorta. Ella des-
inequívoca nacionalidad. Groussac, cendía directamente de Lino Beltrán,
en cambio, anónimo y con naciona- un pionero poblador de Santiago, ya
lidad equivocada (no le es recono- presente junto a Diego de Rojas en
cida la argentina: la de su arraigo y el acto de fundación de la Madre de
adopción), es “el personaje” exhibi- Ciudades. Padre, además, de siete hi-
do en distorsión, como ante un es- jos argentinos.
pejo de parque de diversiones. Por eso en varias oportunidades él de-

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Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

fiende su pertenencia argentina. Por • Como Inspector y Director de Enseñan-


ejemplo, en Del Plata al Niágara, re- za de las provincias, con sede en Tucumán.
firiéndose a los pueblos hispanoameri- • Como participante del Congreso
canos, nos dice: Pedagógico (1882).
• Como Director de Enseñanza
Sólo para con uno de ellos tengo que lle- Secundaria e Inspector de Colegios
nar una misión y cumplir un deber... a Nacionales y Escuelas Normales,
éste de quien soy, puesto que es suyo todo recorriendo el país a lomo de mula
lo mío, dedico este libro. cuando le fue necesario para no de-
jar sin control y consejo ni a la últi-
Y en otra página –cuya ubicación, por el ma escuela, la más inhóspita, la más
momento, me reservo– dirá: el buen ar- incomunicada, la de más difícil ac-
gentino que soy y el buen francés que yo era. ceso, en fin, esas “cabañas cerradas
¡Qué atrevido y temerario resulta se- al aire y abiertas a la lluvia” que pre-
guir machacando con el estribillo de senta en sus informes. En ellos, pese
“el francés”, a lo largo de todo el libro! a la lógica frialdad profesional de la
¡Atrevido, temerario y equivocado! radiografía, deja traslucir la sensibi-
EXPULSADO EN LO NACIONAL, a pesar de lidad del hombre, del viejo profesor
ser totalmente argentino por su obra y de colegios de ciudad, que se con-
por su lengua. duele ante las duras circunstancias
del hábitat educacional que ahora le
toca conocer, y en consecuencia ale-
Argentino por su obra ga por la corrección de ese desorden
y esa injusticia.
Debe considerárselo argentino, por • Como comisionado (con Estrada y
sus servicios al país, que enumeraré Goyena) por el ministro de Instrucción
someramente: Pública don Juan Carballido (1891)
• Por su obra de investigación y difu- para formular el nuevo plan para la
sión de un panorama casi completo de enseñanza secundaria, que dice: “final-
la historia argentina. mente redacté solo”.
• Por su defensa irrebatible de los dere- • Como miembro del Consejo Acadé-
chos argentinos a Malvinas (la primera mico de la Facultad de Filosofía y Letras,
defensa bien fundada, y publicada en desde su fundación en febrero de 1896.
momentos cruciales para el conflicto). • Siempre, en toda su actuación do-
• Por su dirección y organización de cente, la concepción pedagógica es na-
la Biblioteca Nacional. cional y humanística.
• Y argentino, hasta como asesor le- • Bástenos, por ejemplo, destacar que
gislativo, ya que es el autor del pro- en sus ponencias al Congreso Pedagó-
yecto de la primera ley de Propiedad gico (1882), “el francés”:
Intelectual que tuvo el país. • Aconseja descartar las comparaciones con
Por el ejercicio práctico y teórico de su otros países y centrarse en el caso argentino.
carrera docente: • Pide 10.000 escuelas, después de
• Como profesor de matemáticas en denunciar las “cabañas cerradas al aire
el Colegio Nacional. y abiertas a la lluvia” que conoció en
• Como profesor de matemáticas en sus funciones de inspector, desde su
la Escuela Normal de Tucumán. base en Tucumán.

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• Confía en que “los educadores ha- gos de los personajes tucumanos de


rán la democracia sentando al pobre al Fruto Vedado; o de los porteños de
lado del rico”. la La divisa punzó.
Y ver también los dichos francos y sen-
Y asimismo, sus ponencias y planes se cillos que toma, con naturalidad, de la
asientan siem- sociedad argentina de su tiempo: esa
En cuanto al tema de la len- pre, por encima soltura descontracturada y ese señorío
gua, la tesis de la Prof. Bruno de todo, en el que encontramos también en lo más
nos guarda todavía algunas sor- respeto al hom- sabroso de la generación del 80: desde
presas, pero todas concentra- bre, al agente de luego en Mansilla, en Cané, en Lucio
das en torno a su extravío ini- la educación, en López, todos, sus amigos.
cial: su empeño en ver, en todo tiempos en que Por eso preguntamos, haciendo un
Groussac, únicamente “móviles” todavía no se lo poco de literatura comparada: ¿a
y “estrategias de posicionamien- computaba “re- quién se le ocurriría hoy pensar que
to”. Esto nos dice: Podemos pen- curso humano” Joseph Conrad, orgullo de la lite-
sar en algunos móviles que con- como ahora, en ratura inglesa, es un autor polaco,
dicionaron la adopción groussa- que se lo piensa según la ascendencia de su familia,
quiana del castellano casi como casi como mer- aunque transitoriamente exiliada
primera lengua. cantil elemento en Ucrania? ¿O que Wladimir Na-
de producción y bokov es un escritor ruso y no in-
consumo, casi un commodity, pero un glés, como la lengua adoptada? ¿O
commodity estimado en menos que el que Kazuo Ishiguro es un escritor
barril de crudo, en menos que el mi- japonés? La lengua es la patria del
ligramo de uranio, en menos que el escritor y es la prueba de su radica-
bushel de soja, su unidad de medida ción y ciudadanía.
en el mercado de granos de Chicago. ¿En qué libro de literatura inglesa se
Por eso él repetía: El mejor Plan Pedagó- hablaría del polaco-ucraniano Con-
gico es un maestro inteligente, respetando rad, o del ruso Nabokov, o del japonés
al hombre por encima de todo, al indi- Ishiguro, el magnifico novelista de The
viduo por encima de los corsets parali- remains of the day?
zantes de los planes sobreactuados. Y ya en el terreno militar, ¿quién po-
dría pensar que el almirante Brown es
un prócer inglés? ¿O que el barón de
Argentino por su lengua Holmberg, brillante oficial del ejér-
cito de Belgrano, es un prócer pru-
Dijimos también que es argentino por siano? Sus espadas estuvieron al ser-
su lengua. Pero no por la belleza difí- vicio de nuestra nación y por eso son
cil de igualar de su estilo, como lo han próceres argentinos. Como la pluma
manifestado Rubén Darío, Alfonso y la inteligencia y el corazón de Paul
Reyes y Jorge Luis Borges, entre otros. Groussac estuvieron al servicio de su
Aludíamos a su lengua en español, patria adoptiva. Debe, pues, ser con-
pero no peninsular, porque en ella siderado totalmente argentino.
fluyen, bien asimilados, voces y di- Por eso, León Benarós pregunta, en
chos típicos del habla de los argen- su medular estudio sobre Groussac
tinos. Ver, y sólo como un mínimo (“Paul Groussac en el Archivo Gene-
y aquí provisorio ejemplo, los diálo- ral de la Nación”):

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¿Habrá alguien que aún se atreva a acu- Lucio V. López en su crítica a Fruto
sar a Groussac de un imaginario delito vedado (La Prensa, 10/10/1884). Es la
de porfiada extranjería? lengua absorbida en la sala de profe-
sores del Colegio Nacional; en las ter-
Y sí, amigo León Benarós, aquí tienes tulias de su intermedio tucumano; en
a una joven profesora que da el mal la redacción del Sud América; en los
paso –no como la costurerita de Ca- salones del Club y del Círculo; y en
rriego pero mal paso al fin– y pretende las prolongadas caminatas nocturnas
aplicarle a Groussac una retrógrada, con Goyena, casi interminables, por-
anacrónica y trasnochada ley de expul- que después de haber comido juntos
sión de extranjeros, escamoteando su se acompañan varias veces uno a otro
nombre y apellido, para nombrarlo, (como unos cuarenta años después
como ya vimos, casi en forma exclu- lo harían Borges y Bioy Casares), sin
yente, “el francés”. decidir despedirse, para inquietud de
los serenos de fin de siglo, que los ven
pasar y pasar, deteniéndose a discutir
Otras sorpresas de la tesis en algún umbral.
¿Otra sorpresa más? ¡Ay, no, por favor,
En cuanto al tema de la lengua, la tesis señora! No se me siga desbarrancando,
de la Prof. Bruno nos guarda todavía carcomiendo sus propios cimientos.
algunas sorpresas, pero todas concen- Por favor, sosiéguese, que esto ya va
tradas en torno a su extravío inicial: para demasiado:
su empeño en ver, en todo Groussac,
únicamente “móviles” y “estrategias de ... cuando escribía en francés, lo hacía
posicionamiento”. Esto nos dice: con el objeto de obtener ciertos reconoci-
mientos internacionales... (pág. 163).
Podemos pensar en algunos móviles que
condicionaron la adopción groussaquia- ¿Otra vez, señora, le inventa objetivos?
na del castellano casi como primera len- ¿Otra vez “la gran Levillier”, el tic de
gua (pág 163). su venerado antecesor?
Pues le recuerdo que, salvo Les Iles Ma-
Pienso que no es así. Groussac adopta louines y Une énigme littéraire, lo escri-
el castellano pero no “casi” como pri- to por Groussac en francés es menor,
mera lengua. Lo adopta abiertamente, en cantidad y en importancia.
como primera lengua, sin “casi”. Lo importantísimo fue, sí, Les Iles
¿Qué puede haber de más natural Malouines, magnífica defensa de los
que el haber asumido absolutamen- derechos argentinos, que escribe y
te la lengua de la patria adoptiva? Es publica en francés (1910) porque el
la lengua tradicional de su esposa y libro desarrolla los fundamentos de
de sus siete hijos argentinos. Y es la nuestros derechos, con destino al
lengua de la charla cotidiana con sus mundo internacional de la diploma-
amigos, de quienes absorbe lo me- cia, que se manejaba en esa lengua.
dular argentino, lo que lo vivifica y Pero de ninguna manera, en francés,
colorea su lenguaje con la frase... con como búsqueda de un “reconoci-
que a cada rato salpicamos nuestra con- miento internacional” para sí, sino
versación... como tan bien lo señaló como un nuevo servicio a la patria

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adoptiva, como dice en la hermosa meras ediciones, salidas de Jesús Me-


dedicatoria: A la República Argenti- néndez o Emilio Coni. Por supuesto
na, ofrece esta evidencia de sus dere- que no se llegaba a ningún acuerdo y
chos, un hijo adoptivo. los libros seguían agotados, durmien-
Lea bien el prólogo y va a encontrar do el sueño de los injustos.
el objetivo real. Y no necesitará in- Y hasta recuerdo, como otra situación
ventarle a Groussac falsos objetivos y similar, que estuvieron en casa el di-
móviles aviesos, como su tesis viene rector de cine Eduardo de Zavalía y su
haciendo en todo el libro, con una esposa Delia Garcés, solicitando auto-
insistente obsesión serial. rización para llevar al cine La Divisa
Punzó en la cual, desde luego, la Gar-
cés sería Manuelita Rosas. Imaginen
Dos observaciones curiosas ustedes cómo habrían sido las condi-
ciones de los herederos, que todo que-
En efecto, me quedan por desarrollar dó en la nada.
dos curiosidades. Como buena (o mala) chiquilla mete-
1) Sobre este tratamiento de “el francés” rete, yo fui muda testigo de aquellas
y “el personaje”. Confrontando la doble frustradas tratativas. Y de otros episo-
postura de la autora entre esta tesis y la dios similares. Más tarde –ya falleci-
conferencia en el CeCTAF –cuyo texto do mi padre– y ya egresada yo de mi
guardo grabado en casete– no deja de amada Facultad de Filosofía y Letras,
llamarme la atención que, en este acto y en contacto con destacados hom-
–al que habíamos asistido invitados va- bres de la cultura como Juan Carlos
rios descendientes de Groussac– jamás Ghiano, Gregorio Weinberg y Raúl
la profesora se refirió a “el francés” y Castagnino, me tocó ser intermediaria
mucho menos a “el personaje”. de otros proyectos entre editores (Ha-
Ante nosotros siempre lo nombró por su chette-Weinberg, por ejemplo) y mis
apellido. Pregunto: ¿un doble discurso? tías. Proyectos entonces fracasados,
2) Sobre el eclipse transitorio de su “porque papá no necesita ni prólogos
obra. Antes de acabar su libro la au- ni notas” (sic).
tora se acercó a entrevistarme y natu- Me resulta curioso que la autora no
ralmente salió el tema de la, hasta ese haya recogido mi opinión, ni para re-
momento, escasa difusión de la obra batirla. Desarrolla su propia idea, cul-
de Groussac. Yo le expresé mi opi- pando a la obra misma de Groussac
nión: lo atribuía (y lo atribuiré para como carente de interés:
siempre) a la inconsciente e involun-
taria traba que ponían los herederos La escasa difusión y reedición de sus
(mi padre y dos hermanas en repre- obras es un hecho que insinúa la po-
sentación de los otros cuatro herma- sibilidad de que Groussac no despertó
nos) para autorizar la edición, sin me- demasiado interés.
dir las consecuencias que esta actitud
traería para la difusión de la obra de Tiende, pues, a presentar la obra de
su padre. En los 40, exigían ellos que Groussac como sin eco ni resonancia,
la obra fuera impresa en papel de la condenada al olvido, a la penumbra y
misma calidad (Holanda o Japón) al eclipse, situación que considera in-
con que habían sido hechas las pri- trínseca a la propia obra, que con el

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Groussaquianas N° 4-5 | Verano 2006

tiempo habría dejado de interesar. solamente “cargando” un poco a Paul


Pero diremos que, en verdad, el ol- Groussac: la paciencia de Groussac y
vido habría sido momentáneo (si de sus admiradores. Tomaremos, pues,
bien por un largo momento de unos el intento como una broma, una hu-
treinta años). Casi a partir del año morada, casi como una chacota.
2000, en que vencieron los derechos Pero ¡ay, Papá Paul! Los argentinos ya
de autor, en un lapso de unos cinco teníamos bastante con la interna de
años, se suceden Fruto vedado (Siglo River-Boca y ahora venimos a reavivar
XXI), el Liniers (Elefante Blanco), las brasas de tu propia interna: estrate-
Los que pasaban (Taurus), El viaje in- ga-piola u hombre de bien; francés o
telectual (Simurg), La Divisa Punzó argentino; personaje o persona.
(Quadrata). Y se rumorea el interés Yo espero ante ustedes haber po-
por otras reediciones en fecha muy dido poner las cosas en su quicio,
próxima. Parecería, pues, haberse señalando los errores de esta tesis
tratado de un eclipse parcial, que re- desquiciada. Y rescatando así del
afirma el juicio de Borges: “Groussac agravio, de la extranjería y del des-
no puede no quedar”, cita con que trato –o diríamos abiertamente del
comienza la agresiva tesis de Bruno, maltrato– la limpia figura y la me-
y que se contradice con la posterior moria de Groussac: ni estratega, ni
suposición de la autora: la posibili- piola, ni el francés, ni el personaje.
dad de que Groussac no despertó de-
masiado interés.
Dos sugerencias

El desenlace de la película Me dirijo, para finalizar, a la Prof. Pau-


la Bruno:
La película Disparen sobre el pianista 1) en cuanto a su modo de trabajo;
termina con que se cumple la con- 2) en cuanto a su expresión:
signa: los mercenarios irrumpen en el a. Modo de trabajo: le espera una in-
piano-bar y ametrallan al pianista, que teresante carrera. Está dotada de un
en ese momento ejecutaba una can- importante radar para el rastreo de do-
ción. Es decir que los malos van por el cumentos y fuentes. Pero estaría mejor
muchacho y se lo cargan. que se sosegara y no se lanzara a trazar
Con el caso que nos ocupa, del ata- líneas dictadas por sus propios prejui-
que a Groussac, hay una diferencia. A cios que, esta vez, no la han llevado a
Groussac es difícil que se lo carguen. buen puerto. Ni la llevarán mañana, si
Yo diría que es imposible, ni entre dos, insiste en violentar la verdad para res-
ni entre varios. Porque en la historia paldar temerarios prejuicios;
de la cultura argentina Groussac es un b. Su expresión: convendría que me-
peso demasiado pesado para que se lo jorara su prosa, por momentos intran-
puedan cargar dos peso pluma. Más sitable. Y aquí volvemos al crítico del
bien vamos a pensar, recurriendo a diario La Prensa, que le señaló: “La
un vocabulario argentino y hasta con cacofónica lengua de los claustros” y
cierto matiz lunfardo, que, con esta es- “los ripios en que incurre la mala pro-
calada que han disparado los malos, al sa de la autora.”
final resultaron no cargándoselo, pero Para no quedar nosotros como invento-

385
LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Groussaquianas

res de falsas atribuciones, nos sentimos Cierre de la conferencia


en la obligación de dar aunque sea un
ejemplo de alguno de estos galimatías, Para quienes todavía se animen a acom-
trabalenguas, y/o trabapensamientos: pañarme pasado mañana, les anticipo
que la próxima charla será más light,
A pesar de este vigor natural y como con- más descafeinada: les contaré anéc-
secuencia de la falta de una administra- dotas curiosas de la vida de Groussac,
ción de fuerzas instituidas que habilitara que confirmarían aquello que tanto se
una circulación articulada de los esfuer- repite: no hay casualidades, sino cau-
zos individuales en un espacio cultural salidades. Es decir, relaciones causa-
eficazmente vertebrado... (pág 156). efecto, en la vida de los hombres.

BIBLIOGRAFÍA

De Paul Groussac:
• Archivo Paul Groussac (1874-1929) en Archivo General de la Nación (donación de la familia).
• Fruto vedado. Costumbres argentinas (1a ed., M. Biedma, Bs. As., 1884).
• Les iles malouines, París, 1910.
• Del Plata al Niágara, Administración de la Biblioteca, Bs. As., 1897.
• Los que pasaban, (1a ed., Jesús Menéndez, Bs. As., 1919). Para las citas se siguió la ed. de Librería Huemul, Bs. As., 1972.
• La divisa punzó, Jesús Menéndez, Bs. As., 1923.

Sobre Paul Groussac:


• Belcore, Guillermo, “Aquel ogro de Perú y Moreno. Paul Groussac” por Paula Bruno, La Prensa,
Cultura, 17/04/2005.
• Benarós, León, Paul Groussac en el A. G. N., A.G.N., Bs. As. 1998.
• Borges, J. L., Lo mejor de Paul Groussac, Fraterna, Bs. As., 1981.
• Bruno, Paula, “Paul Groussac y las revistas La Biblioteca y Anales”, conferencia en CeCTAF, Bs. As., noviembre de 2004.
• Bruno, Paula, Travesías intelectuales de Paul Groussac, Universidad N. de Quilmes, Bernal, 2004.
• Bruno, Paula, Paul Groussac: un estratega intelectual, FCE, Bs. As., 2005.
• Cánter, Juan, Contribución a la bibliografía de Paul Groussac, El Ateneo, Bs. As., 1930.
• Clemenceau, Georges, Notes de voyage dans l’ Amérique du Sud... Hachette, París, 1911.
• Cuffia, Raquel, ¿Conoces a Paul Groussac?, De Los Cuatro Vientos Editorial, Bs. As., 2001.
• Demarchi, Rogelio, “¿Estratega o ‘piola’?”, Página 12, 17/07/05.
• Lavalle Cobo, Jorge, “La ceguera de Groussac”, en El Centenario de Groussac, Coni, Bs. As. 1949.
• Levillier, Roberto, “El aspecto moral de la obra del señor Groussac”, en Nosotros, N° 86, 1916.
• López, Lucio V., nota sobre Fruto Vedado, La Prensa, 10/10/1884.
• Páez de la Torre, Carlos, La cólera de la inteligencia. Una vida de Paul Groussac, Emecé, Bs. As., 2005.
• Palacio, Ernesto, “La herencia de Paul Groussac”, en Criterio, Agosto de 1929.
• Viale, César, Jurisprudencia caballeresca argentina, Bs. As., 1937.

OTRA BIBLIOGRAFÍA

• Cambridge International Dictionary of English, Cambridge University Press, 1996.


• Diccionario de la Real Academia Española, vigésima edición, 1984.
• Evangelio de San Mateo (Cap. VII, volúmenes 15 al 20).
• Nouveau Larousse Illustré, Paris, Librairie Larousse (sans date).
• Payró, Roberto J., Pago Chico..., Losada (6a ed.) Bs. As., 1953.
• Rattjer, Anibal Atilio, La masonería en la Argentina y en el mundo, Editorial Nuevo Orden, 6a edición,
Buenos Aires, 1983.
• www.martaelenagroussac.com.ar

NOTAS

1. “De bonne encre”: de manera clara y frontal, sin ahorrar palabras. [La traducción es nuestra.]

386
Cada voz que emergió de la
crítica necesitó sus propias
herramientas para poder ser
dicha. Así, la historia de
la crítica es inseparable de
la historia de sus revistas y
editoriales que posibilitaron
Tribunas literarias, la existencia de esas voces.
Traduciendo autores, intro-
duciendo lecturas, constitu-
memoria editorial yendo colectivos editoriales
y visibilizando autores des-
preciados por las elites litera-
rias, estos emprendimientos
–frágiles pero entusiastas– se
fueron abriendo camino en
medio de una compleja realidad política y social. Conocieron
la censura y la persecución, las dificultades económicas y los
desgarros que, en sus propias experiencias, originaban las des-
avenencias políticas recurrentes. Revistas y editoriales que no sólo
configuraban medios de expresión, sino públicos que descubrían
el poder de la crítica. Varias generaciones de lectores se formaron
en sus pliegues. Las páginas más bellas del pensamiento circula-
ron por sus volúmenes.
Marcela Croce realiza un minucioso recorrido por la mítica revista
Contorno. Repasa todos sus números, las discusiones que los anima-
ron y las influencias de un colectivo compuesto por relevantes nombres
de la cultura argentina a los que alude con valoraciones polémicas. Un
hito ineludible para el pensamiento crítico argentino.
Juliana Cedro analiza el contexto de entreguerras del que surge el
proyecto editorial Claridad. La edición de novelas, románticas y
clásicas, colecciones científicas, y una revista de fuerte tono anti-
belicista, sus logros más destacados en ediciones económicas que
perseguían objetivos democratizadores.
Juan Navarro recuerda el modo en que el editorialismo se erigía
como respuesta discursiva a las restricciones del Estado elitista ema-
nado de la generación del 80, en un período de conflictividad social
protagonizado por los nuevos habitantes –nativos e inmigrantes– de
una ciudad que asistía absorta a esas mutaciones poblacionales.
Pablo Pérez, Hernán Villasenín y Liliana Jofre intentan pensar
los rasgos más destacados de las publicaciones anarquistas, de gran
difusión en las primeras décadas del siglo XX. Un pensamiento
alternativo que podía leerse en sus páginas, dotado de proposiciones
infrecuentes y un animado espíritu libertario.
Daniel Divinsky recuerda los orígenes y el recorrido de Ediciones
de la Flor. Un relato que arroja luz sobre los dilemas y las con-
tingencias de una editorial cuya consistencia actual impide ver la
precariedad de sus impulsos iniciales.
En una extensa entrevista a Gregorio Weimberg, realizada antes
de su fallecimiento, Gustavo Sorá compara sus esfuerzos editoriales
con los de Coni y Mitre. Una serie en la que cada uno intentó
definir lecturas “argentinianas”, definidas por aquellos libros más
importantes del país que todo lector debía leer. La colección Pasado
Argentino que dirigió Weimberg y su breve paso por la dirección de
la Biblioteca Nacional asociaron su destino a la cultura del libro.
Leandro de Sagastizábal hace un raconto del zigzagueante camino
que siguió Eudeba. La editorial universitaria que nació con vigorosas
pretensiones, bajo la dirección de Boris Spivacow, fue fundamental
en la masiva difusión de pensadores e investigadores universitarios.
Su errante historia bajo gobiernos de signo golpista puede homolo-
garse al destino de la universidad que impulsó la iniciativa.
Ana Mosqueda resume el itinerario de la editorial Jorge Álvarez
en su rasgo más destacado: la redefinición de un nuevo tipo de
relación entre autor, editor y lector que su editorial logró construir.
Una apertura a la narrativa latinoamericana y a autores locales
poco conocidos mostró una sensibilidad especial a la hora de con-
formar un ecléctico catálogo.
Quizá una biografía paradigmática de la relación entre el mundo
editorial y las revueltas políticas del continente sea la de Arnaldo
Orfila Reynal, quien desarrolla una intensa labor en Argentina y
México, donde dirigió el Fondo de Cultura Económica primero, y
Siglo XXI luego. Desde las jornadas estudiantiles hasta la revolu-
ción cubana, la edición se transformó en una herramienta política,
tal como afirman Carlos Díaz y Alejandro Dujovne.
390

Contorno y alrededores:
sucesiones, herencia y desvíos en
50 años de crítica argentina(*)
Por Marcela Croce

La mítica experiencia de la revista Contorno


ofrece para Marcela Croce un conjunto de enig-
mas. Una publicación de escasa circulación, con
una duración de una decena de números que,
pese a ello, constituye una referencia ineludible
a la hora de pensar en los debates de aquellos
años. La presencia de un puñado de nombres por
aquella iniciativa político-cultural, puede ofre-
cer alguna respuesta, aunque quien emprende un
proyecto nunca pueda prever sus repercusiones
posteriores. De este modo, los hermanos Ismael
y David Viñas, Ramón Alcalde, Juan José Sebreli,
Rodolfo Kusch, León Rozitchner, Adelaida Gigli,
Noé Jitrik, Oscar Masotta, Adolfo Prieto y Carlos
Correas entre otros nombres de Contorno se lan-
zaron a un desafío complejo: fundar una nueva
figura del intelectual comprometido, de inspira-
ción sartreana, que no se ajustara ni al peronis-
mo acrítico ni al “antiperonismo colonialista”
que profesaban –según sus integrantes– los inte-
lectuales de la revista Sur.
Historia, literatura y política son compo-
nentes fundamentales de cada número de
Contorno que la autora repasa con minuciosi-
dad. Examina obras y trayectorias, señala afini-
dades y distancias a partir de lo que considera
el alejamiento de algunos miembros de los
propósitos originales del proyecto.
LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Que una revista que tiraba apenas un serán los colaboradores más constantes
centenar de ejemplares con la irregu- de la revista. Aislados de este aparente
laridad de diez números en seis años núcleo, Francisco J. Solero y Rodolfo
se haya convertido en un mito de la Kusch recordaban un proyecto de
crítica tiene varias explicaciones posibles revista clausurado abruptamente en
pero no todas igualmente relevantes. ese mismo 1953 en que se inicia
Sospecho que una de las causas que Contorno: Las Ciento y Una, bajo la
contribuyeron a la leyenda fue la pre- dirección contradictoria de Viñas y
sencia de David Viñas –luego novelista Héctor A. Murena. El título sarmien-
y crítico dominante en la producción tino parecía anunciar el distancia-
intelectual argentina de los años 50 y miento entre ambos y la bifurcación
60–, o tal vez la conjunción inespera- consiguiente: mientras David le daba
da de autores tan diversos como Juan nombre a Contorno, Murena nutría las
José Sebreli, Rodolfo Kusch y Ramón páginas de Sur y trocaba el materialis-
Alcalde. Contorno, iniciada bajo los aus- mo a ultranza que reclamaba el con-
picios de Ismael Viñas –en cuyo estudio tornismo por un acendrado espiritua-
jurídico de Diagonal Norte se instaló la lismo que impregna las intuiciones de
redacción–, representó en la Argentina El pecado original de América Latina.
de las postrimerías del peronismo una Con mayor capacidad de supervi-
derivación, por afinidad ideológica antes vencia en medios diversos, Juan José
que por vocación programática, de lo Sebreli daba a un mismo tiempo
que en el campo intelectual francés se para dos rivales: mientras en Sur
desarrolló a partir de la resistencia de la procuraba desarticular el maniqueís-
rive gauche y, fundamentalmente, de las mo de “Celeste y colorado” que rige
tesis de Jean-Paul Sartre sobre el com- la cultura argentina, en Contorno
promiso intelectual. pretendía descifrar los parentescos
La “situación en el mundo” que recla- entre el grupo de los años 50 y el
maba la fenomenología como punto de modelo vanguardista de los 20 en el
arranque tiene su traducción local en el manifiesto titulado “Los martinfie-
título de la revista editada entre 1953 y rristas, su tiempo y el nuestro” con
1959, que si en un principio se dedicó que se abre el N° 1. A partir de allí,
a un panorama de la literatura argen- todo serán disidencias: al encarniza-
tina o se especializó en algunas figu- do enfrentamiento de Contorno con
ras –Roberto Arlt, Ezequiel Martínez el gobierno le responderá con una
Estrada–, en los últimos números dobles clara simpatía peronista que llegará
se empeñó en cuestiones políticas como incluso a proponer –en términos
el análisis del fenómeno peronista y la similares a los que Sartre dedicaba
autocrítica de la adhesión frondizista, a Jean Genet– un análisis de Eva
luego de que uno de los Cuadernos de Perón como “¿aventurera o militan-
Contorno que se anexaron a los volú- te?”; a la reivindicación de Martínez
menes esporádicos se esforzó en hacer Estrada por su condición denuncia-
campaña al programa desarrollista que lista le dedicará la defenestración de
aparecía a fines de los 50 como un Martínez Estrada: una rebelión inútil,
impulso a la industria nacional. y a la voluntad filosófica y literaria de
León Rozitchner, Adolfo Prieto, Ade­ la mayoría de los artículos le opondrá
laida Gigli, Noé Jitrik y Oscar Masotta una ambigua empiria sociológica que

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

una década después domina en libros redacción de la revista Imago Mundi


como Buenos Aires, vida cotidiana y dirigida por el inminente interventor
alienación (1964) y Mar del Plata: de la Universidad de Buenos Aires,
el ocio represivo (1970). En los 90 José Luis Romero. Pese a la serie de
se convertirá en figura estelar de La coincidencias, la politización creciente
Nación, donde abandonará defini- de Contorno la va distanciando de
tivamente los escarceos peronistas Centro, más proclive a los análisis lite-
para pronunciarse por un liberalismo rarios –como el que destila Rozitchner
derechizante que le permite respal- sobre el drama El juez de Murena– o a
dar la candidatura presidencial de los relato; será el caso de “La narración
Ricardo López Murphy en 2003 y de la historia”, cuento que relata un
cantar su voto por Patricia Bullrich episodio homosexual que logrará la
en las elecciones legislativas de 2005. clausura de la revista y una causa judi-
El caso de Prieto es el de un crítico cial para el autor y para el presidente
que si incurre en la polémica pretende del Centro, Jorge Lafforgue.
fundamentarse desde la academia: la pri- La indiferenciación que practica y
mera verificación de esa insistencia es su promueve Contorno en­ tre el plano
libro sobre Borges1 seguido por su labor político y el cultural es un principio
en la sede rosarina de la Universidad de renovación crítica que, conjuga-
Na­ cional del Litoral, donde se dedica da con el “intelectual comprometi-
tanto a la revisión de su propia práctica do” impregna los sucesivos números
dirigiendo la encuesta La crítica literaria con una serie de matices que pasan
en la Argentina (1963) como a la revisión del profeta denunciante que campea
histórica en el seminario Proyecciones del en los ensayos de Martínez Estrada,
rosismo en la literatura argentina (1959). Si al porteño angustiado que revela las
en este trabajo coincide con David Viñas mise­rias de la pequeña burguesía en
en que “la literatura argentina empieza los textos de Arlt, hasta recalar en el
con Rosas”2, en el libro sobre Borges estrabismo desde el cual Echeverría
discrepa con todos sus compañeros, nin- inaugura la literatura argentina.
guno de los cuales suscribe que se trate El sartrismo de Contorno es ante todo
de un autor de “evasión” ni promueve su un método para el estudio de los
condena intelectual por no dedicarse a textos más preciso que las difusas pro-
la “literatura social”. Menos aun cuando puestas marxistas en el plano estético.
Sartre publica en Les Temps Modernes los El marxismo opera como divisoria
relatos de Ficciones y El Aleph. de aguas confirmada como tal por
Oscar Masotta cuando dogmatiza que
“quien dice filosofía ajena al marxismo
Parentescos y afinidades electivas dice, en nuestro país, filosofía univer-
sitaria”. Contra esa universidad de la
La revista más próxima a Contorno que intentan desprenderse (aunque
es Centro, órgano del Centro de se mantienen en sus claustros y hacen
Estudiantes de la Facultad de Filosofía circular sus publicaciones entre sus
y Letras en la cual casi todos los estudiantes) con la misma vehemencia
contornistas estudian o desempeñan con la que convocan a desgarrarse de
alguna actividad, como ocurre con la propia clase –conservando el len-
Ramón Alcalde en la secretaría de guaje y las expectativas de intelectuales

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

pequeñoburgueses– se define la reno- responde a las alternativas políticas del


vación crítica que establece la revista. país y repercute tanto en la postula-
Son inevitables, en esta voluntad de ción de una historia literaria –que para
ajuste metodológico, ciertas vacilacio- David comienza con la generación
nes: en términos puramente teóricos, del 37 mientras Ismael se centra en
las que conducen del marxismo al el Centenario– como en la reacción a
existencialismo que se verifica en las situaciones políticas inmediatas.
alternativas del concepto de “comu- Si la “comunicación” permite carac-
nicación”, dominante en el análisis de terizaciones teóricas, es en función de
Rozitchner sobre una de las bêtes noires ciertas “cuestiones de método” entre
del grupo: Mallea (“Comunicación y las que resuenan como dogmas el con-
servidumbre: Mallea”). En términos cepto de totalización y la exigencia
políticos, antes que la nomenclatura dialéctica que revelan la adhesión tácita
o la ideología lo que resulta puesto a un Lukács poco citado pero evidente-
en cuestión es una periodización que mente conocido, y la cercanía explícita

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

a un Sartre que derivará hacia 1960 en errante Martínez Estrada y al liberal


la Crítica de la razón dialéctica. –de arraigo radical– José Bianco, a
Inconformismo con método, entonces, quien su participación como jurado
que continúa en publicaciones poste- de Casa de las Américas en 1962 le
riores insistiendo en la necesidad de costó la secretaría de redacción de Sur
ajustes en ese terreno: en el caso del que ejercía desde 1937.
cuarteto reunido en Córdoba en Pasado Totalización y dialéctica descartan las
y Presente (1962) –José Aricó, Oscar del aproximaciones inmanentes a los tex-
Barco, Héctor Schmucler y Juan Carlos tos y reclaman un contexto que elude
Portantiero– se postula la introducción la especialización. Por eso la historia
del pensamiento gramsciano en el país, de la literatura que esboza Contorno
prosiguiendo y exacerbando la línea en el N° 5/6 está regida por la política
abierta por Héctor Agosti con la tra- antes que por un estado de lengua
ducción de los Cuadernos de la cárcel, –como pretendía la filología spitze-
con el riesgo certero de exoneración riana–, por una cronología estrecha
por parte del Partido Comunista; en –que confiaba en que los siglos (o a
el caso de Los Libros (1969), la revista lo sumo las generaciones) y los textos
conducida por Schmucler dará paso a se correspondían y se explicaban en
la crítica psicoanalítica hasta el desbor- forma mutua y transparente– o por
de político a partir de 1971, cuando una sucesión de nombres.
los números comienzan a organizarse
alrededor de un país –preferentemente
lati­noamericano– donde la revolución Intelectuales: orgánicos y
es posible, antes del bochornoso final comprometidos
en el cual los directores Beatriz Sarlo y
Carlos Altamirano defienden el gobier- Con la caída de ese enemigo común
no de Isabel Perón y exaltan la figu- que fue para la intelectualidad argen-
ra del siniestro ministro de Bienestar tina el gobierno peronista, Sur con-
Social, José López Rega3. voca a un frente amplio en el N° 237
Acaso la segunda etapa de Los Libros que expone un ambicioso programa
esté más vinculada con la orientación de “reconstrucción nacional” reducido
final de Contorno: no es ilegítimo a título rimbombante y a invitación
especular que, después del N° 7/8 victoriana. Masotta rechaza el convite
dedicado al peronismo y del N° 9/10 y condena las prácticas de la direc-
destinado al análisis del frondizismo, tora de la revista y de sus seguidores.
un eventual N° 11, ya en la década Contra la imposi­ción de la realidad que
del 60, podría haberse ocupado de proclama la filosofía materialista que
–e incluso acaso se hubiera enrolado rige Contorno, Sur es vituperada como
en–la Revolución Cubana, que por refugio espiritualista y albergue contra
esos años atraía por igual a la juventud la realidad; contra la adecuación del
latinoamericana (para cuya prevención método marxista al estudio de textos y
el presidente Kennedy creó la Alianza autores, Sur reclama un inmanentismo
para el Progreso, cuyos coletazos cons- ecuménico y una política gandhiana.
tituyen en la actualidad las becas y No sólo no hay punto de acuerdo
las ofertas laborales de las universida- entre concepciones tan diversas, sino
des latinoamericanas), al anárquico y que tampoco existe voluntad por parte

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de los contornistas de plegarse al len- ciar y, por sobre todo, romper con una
guaje alambicado desplegado por Sur, era de silencio, epidermis de una realidad
uno de cuyos íconos es precisamente informe sobre la que no se aventura la
la figura de Mallea. El conflicto con más mínima interpretación. ‘Quién hay
el peronismo que sostiene la izquierda que por lo menos denuncie ya que no
nacional en que se empecina la revista modifica’, se escribió sintetizando lo más
juvenil, arraiga en parte en la volun- importante de la postura de la revista”6.
tad de captación de las masas para un La historia sometida a una revisión que
programa político que no se resuel- rechaza la indulgencia y las justifica-
va en populismo benefactor sino en ciones, tal como se instala en el inicial
revolución efectiva. Y aunque algunos “Los martinfierristas, su tiempo y el
miembros de Contorno se entusiasmen nuestro”, tiene su continuidad lógica en
con un efímero revanchismo –Ismael “La traición de los hombres honestos”
Viñas se siente aliviado por la ausencia de I. Viñas en la que alcanza resonancia
del jefe de manzana del régimen pero el título de Julien Benda La trahisson
no se inquieta por la presencia de los des clercs cuando las secuelas del caso
militares en el poder–, ninguno de Dreyfus reclamaban una impugnación
ellos admite acercarse al “antipero- por parte de la intelectualidad francesa.
nismo colonialista” con que Masotta En el manifiesto, Sebreli ofrece los argu-
etiqueta a las huestes de la Ocampo4. mentos sobre los cuales Emir Rodríguez
Sin postular una confusa “tercera posi- Monegal calificará a los contornistas de
ción” sino intentando aplicar el méto- “generación parricida”7, justificando la
do dialéctico a su propia “situación en empresa alrededor de grandes axiomas
el mundo”, Contorno procura definir tales como “la juventud es ante todo la
y legitimar al intelectual de izquierda, edad del resentimiento”. Los jóvenes se
distante –sería excesivo decir equi- oponen no a los hombres maduros sino
distante– tanto del inmanentismo de a los “hombres honestos” que estigmati-
Sur como del intelectual oficial que el zará I. Viñas con la generación formada
peronismo instaló en la Universidad durante la Década Infame, rechazados
y que exasperó sus rasgos en la figu- como modelo por quienes condenan
ra del ministro de Educación Oscar toda etapa militar como “renuncia”.
Ivanisevich. La legitimación de este Los contornistas, situados en la década
nuevo tipo de intelectual debe superar de 1950, no son –que no pueden ser,
la tensión entre dos alternativas, la sar- por sus orígenes de clase (sumados a la
treana y la gramsciana: el intelectual tradición radical en el caso de los Viñas)
burgués que se desprende de su clase y y por su condición histórica de estu-
el intelectual orgánico que establece y diantes de una universidad controlada
difunde la ideología de su clase5. por el régimen– la generación peronis-
La historia le permitirá a la revista plan- ta, sino la que reclama un movimiento
tear la función de los intelectuales. Una crítico paralelo al de la Generación del
historia crítica, signada por la denuncia. 37 cuyo objetivo dominante era lograr
Así la reconocía Masotta indagando la en el plano cultural la misma indepen-
efímera Las Ciento y Una, desaparecida dencia que en el plano político. Una
tras el primer número que “con artículos insistencia performativa, hegemónica
cortos, nerviosos, algunos grandilocuentes, en el artículo de I. Viñas, exige acciones
responde a una necesidad: repasar, enjui- que desecha a los pasivos y define la

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línea política de la revista exonerando 70. La contracara del homenaje a Arlt


la torre de marfil –la “especificidad” del –rescatado por el lenguaje porteño, la
escritor– que los “hombres honestos” angustia del ciudadano, la voluntad
reivindicaban en su aséptico retiro. de un teatro popular– es la resistencia
Hombres honestos y mujeres distinguidas al estilo tortuoso y churrigueresco del
son los adversarios ideológicos, clasistas y que abusa Mallea. Dos concepciones
culturales que identifica Contorno. El de la literatura exponen su mutuo
correlato de los planteos de I. Viñas es el rechazo: una de desborde estilístico
artículo de Adelaida Gigli sobre Victoria que encuentra cobijo en Sur; la otra,
Ocampo, en cuyo despliegue encuentra de énfasis comunicativo, exigida por
tres operaciones dominantes: la inscrip- las adhesiones fenomenológicas de
ción de su propia literatura desde un Contorno. Sobre la imposible con-
modelo prestigioso (“De Francesca a fluencia de ambas tendencias se expe-
Beatrice, que es dirá Rozitchner en “Comunicación y
rondar a los gran- servidumbre: Mallea” (N° 5/6).
des, seguir los La revisión contornista de Martínez
ecos de voces defi- Estrada, efectuada en diciembre de
nitivas, y lo hará 1954, incluye todos los textos del ensa-
parangonándose yista hasta la fecha, sin prever en la exal-
humildemente, tación de la figura denunciante e indig-
orgullosamente”), nada su posterior inclinación hacia una
la colocación de alternativa radical en el viraje hacia la
su propia vida Revolución Cubana. Figura polémica, la
como valor que suya convoca una disputa hasta enton-
la empresa cultu- ces impensable; entre Sur y Contorno
ral está obligada a se verifica un tensión por la proximi-
exaltar (“No hará dad con el profeta pampeano: mientras
literatura, sino los espiritualistas enfilados tras Victoria
Victoria Ocampo. Ocampo se lo apropian desde sus ideas
Los Testimonios deterministas –algunas de ellas apren-
serán su espejo, didas en el Conde de Keyserling– y sus
una manera de recaídas intemperantes, los jóvenes de
sobrevivir, de estar Contorno reclaman su actitud de incon-
presente”) y, final y confirmatoriamente, formismo intransigente.
volver admirable todo lo que ingresa en su Contra una planificación que centra-
discurso (“¿Cómo no hablar de América, lizaba lo mayúsculo y se sostenía en el
de moral, de arquitectura, de música, de maniqueísmo (“el reino de los Santos
cine, de buen gusto, de Mussolini, de... si frente al de los Abyectos”), Viñas for-
todas estas cosas son admirables?”). mula una historia de la literatura donde
En el otro extremo aparecen las rei- son las prácticas individuales –inserta-
vindicaciones. El N° 2 de marzo de das, sartreanamente, en las filiaciones
1954 sale bajo los auspicios del nom- grupales– las que sobresalen. En el
bre de Roberto Arlt, figura que en la caso de Martínez Estrada, su rescate
década del 50 ni siquiera rozaba la responde a su pertenencia a “la línea
atención desmedida y la proliferación de escritores que en nuestro país asu-
crítica que alcanzaría a partir de los mieron la dramática ocupación de ejer-

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cer la denuncia”. Contorno elige a un culo inicial en el índice y central por su


escritor vivo contra los muertos ilustres ubicación fundadora es el paradigma de
que se van alineando en los homenajes la nueva fase en la que ingresa Contorno
institucionales y en las historias de la con los números dobles. La fama que
literatura más o menos oficializadas. barniza hoy al texto responde al menos
a tres motivos: primero, porque desde
la firma de Raquel Weinbaum pasa-
Literatura argentina y juicio político rá a integrar luego –con el mínimo
agregado del nombre de Mármol en
Si la historia de la literatura que se per- el título– esa historia literaria políti-
fila desde la revista se va liberando de co-crítica que David Viñas designará
los errores de sus antecesores es poque Literatura argentina y realidad política.
los parricidas acentúan su condición Segundo, porque el sintagma “los dos
en la resistencia a todo lo que presente ojos” –utilizado por primera vez para
visos de procerato, santidad y academia Martínez Estrada en el N° 4– es recogi-
y ejercita cierto afán de presentimiento do por Beatriz Sarlo a la hora de definir
del futuro a través de la revisión del la revista8. Tercero, porque traza el
pasado, no sobre la sospecha conser- sistema de referencias del que se nutre
vadora de que la historia se repite sino no solamente una discursividad pre-
sobre la convicción de que Argentina ponderante en Contorno sino también
responde a ciertos modelos que pautan el método dialéctico al que ajusta sus
sus posibilidades. La revista no cesa de enunciados más provocativos.
publicar –con diversas vehemencias– Los “dos ojos” confirman el maniqueís-
esos presentimientos, sin pretensiones mo romántico como manifestación de
mánticas sino con denuncias precisas la dialéctica histórico-política –y en tal
que encuentran comprobación en los sentido habilita la figura retórica como
textos. La denuncia es el fundamento esquema metodológico para una his-
de Contorno: la verbalización más ajus- toria política de la literatura– en la
tada del compromiso. cual la única alternativa válida frente al
El N° 5/6, dedicado a la novela argen- enemigo es enfrentarlo constantemente.
tina, despliega en sucesión histórica el La bipartición aquí/allá que domina la
propósito de la revista: el nucleamiento descripción en Amalia no se limita a dar
de revolución y cultura hasta enton- cuenta de los respectivos dominios de la
ces inédito en Argentina, sostenido denotación y la connotación sino que
en una comunidad de prácticas y de también repercute en otros planos: por
programas (“No nos oponemos absolu- ejemplo, en la diferencia entre adjetivo y
tamente a la violencia. Algo de ánimo sustantivo, entre la indagatoria abusiva y
guerrero puede ser saludable en nuestra agobiante y la penetración que se resiste
alta cultura”) que formula la historia a una saturación de la pura superficie.
desde el presente. El cierre del texto de La retórica típica de Viñas se revela ya
apertura que oscila retórica y práctica- en este texto temprano, borrando las
mente entre el panfleto, la defensa y el distinciones que hasta los números pre-
editorial, insiste en reclamar un inter- vios todavía podían sostenerse entre los
locutor con cuya coherencia ideológica artículos firmados con su propio nom-
sea posible entablar el diálogo. bre y aquellos cuya responsabilidad era
“Los dos ojos del romanticismo”, artí- atribuida a cualquier combinación de

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

la colección de seudónimos (Juan José autor que se estrena en esta oportuni-


Gorini, Diego Sánchez Cortés). dad –aunque reincidirá en el N° 9/10–,
La prosecución de estos planteos tiene Tulio Halperin Donghi.
forma libresca: se efectiviza en el pasaje La entrega se inicia con una extensa
a Literatura argentina y realidad política y cita de Alberdi que inscribe al número
luego a su primera revisión, De Sarmiento en la línea en que Sebreli ofrecía a Sur
a Cortázar: “La literatura argentina empie- “Celeste y colorado”. La reunión de lite-
za con Rosas”, enuncia Viñas en su opera ratura y política es convocada desde la
prima, antes de la precisión que alcanza frase inicial del fragmento, de la cual se
en 1971 al reconocer a El matadero desprende una serie de interrogantes que
–desplazando categóricamente la Ojeada la toma de posición contornista procu-
retrospectiva– como texto fundacional del rará responder al menos momentánea-
estrabismo cultural: mente, antes de que tanto Rozitchner
como Sebreli se aboquen a ensayos más
La literatura argentina emerge alrededor pormenorizados sobre el peronismo. La
de una metáfora mayor: la violación. inserción de Alberdi comporta un com-
promiso mucho más próximo que el de
Mientras Viñas prefiere la metáfora los enunciados sartreanos al abundar en
para plasmar en la escritura la dialéctica, los fundamentos de los partidos locales.
Ramón Alcalde optará por la polémica. La segunda parte de la cita retrotrae nue-
En el cierre del N° 5/6 la emprende contra vamente a las convicciones ya expuestas
Jorge Abelardo Ramos en “Imperialismo, por Sebreli, no solamente en el artículo
Cultura y Literatura Nacional”, el más de Sur sino también en la inauguración
riguroso de todos los trabajos aparecidos de Contorno. La flexión frondizista se
en Contorno que se obstina en exponer vislumbra en la adhesión a estos princi-
una posición eludiendo las reducciones pios entre los que se recomienda al país:
maniqueas. Es la primera intervención
de Alcalde en la revista y será suficiente Cuide de no confiar la menor de sus ten-
para marcar la ruptura irreconciliable tativas de regeneración a hombres que no
de Contorno con la fracción cultural harán sino malograrlas, porque han per-
más cercana al régimen peronista en los dido la fe y la disposición al sacrificio, y
umbrales de su caída. Y sobre todo: es han cesado, sobre todo, de comprender los
la descalificación más convincente de instintos y los medios de acción de nues-
esa protoizquierda nacional de la cual la tras masas: han pasado como su tiempo.
revista necesitaba despegarse para ofrecer-
se como alternativa eficaz. En la serie contornista, este último
Parece legítimo que la continuación de párrafo adquiere carácter de acusación
este artículo, el Nº 7/8 de julio de 1956, y no de análisis objetivo y equilibrado,
desplace la crítica literaria –excepto en y del mismo modo procederá la revista
la sección final “De las obras y los hom- con todo el fenómeno populista.
bres”– y se dedique a analizar el fenóme- El editorial del N° 7/8 responde a la
no peronista como núcleo catalizador de disyuntiva establecida por Masotta:
la historia argentina, cuyos efectos en el
plano cultural inquietan especialmente Sur o el antiperonismo colonialista” da la
al mismo comité de redacción respon- clave de la opción que rige “Peronismo...
sable del N° 5/6, como también a un ¿y lo otro?”.

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

El texto analiza el papel que le toca la disyuntiva que trastorna al Masotta


cumplir a la izquierda comprometien- de fines de los 60, fascinado con el
do en la generalidad del “nosotros” a estructuralismo inmanentista después
todos los colaboradores de Contorno, de haber predicado el compromiso,
quienes confiesan –en tanto grupo “¿conciencia o estructura?”– repone
suficientemente estrecho como para en el texto la dogmática marxista,
justificar los alcances del pronombre momentáneamente desplazada para
pero sobre cuya homogeneidad no beneficiar el desarrollo de la cuestión
existen precisiones–: nacional. Este recurso revela que fren-
te a un fenómeno de difícil caracte-
Nos sentimos tentados de establecer que rización lo más seguro es apelar a la
durante todos los años del peronismo no doctrina aceptada como confiable.
nos habíamos entregado. Rozitchner, en “Experiencia proletaria
y experiencia burguesa”, conjuga las
Para Contorno, resistente a las consig- dos posibilidades que acosan al inte-
nas peronistas tradicionales, es obvio lectual marxista, como si el peronismo
que la única verdad no es la realidad, pudiera reducirse a tales categorías. El
como lo confirma la concepción del proletariado que ve Rozitchner está
realismo desde la cual habían sido reclamando un guía y un vocero de sus
estudiados Manuel Gálvez y Benito posiciones –situación de protagonismo
Lynch en el N° 5/6. La verdad se que desvirtúa la explicación pretendi-
deposita en un lenguaje cuya crudeza damente sociológica de Gino Germani
es la medida de su heterodoxia con que atribuía el fenómeno a la captación
respecto al régimen hegemónico. de “masas en disponibilidad”9–, fun-
ción que Contorno se atribuye aunque
sin evaluar su éxito. La única comu-
Hacia la teoría de la revolución nidad con un proletariado separado
de la pequeña burguesía mediante un
La función del intelectual sigue ocu- “abismo” es la confianza en la revo-
pando el primer lugar en el orden de lución como modo de liquidar a la
los cuestionamientos. En la serie de clase que los asfixia, en un caso por
artículos que componen el número 7/8 explotación y en el otro por exigencias
Contorno esgrime sus desacuerdos con internas. Llegada la revolución, el pro-
todos aquellos que de un modo u otro letariado abandonaría su condición de
han colaborado con alguna de las fac- dominado mientras los intelectuales de
ciones en pugna en vez de proponer una izquierda perderían su ambigüedad, ese
vía alternativa. En tales condiciones, ni vaivén malsano entre las convicciones
la burguesía consciente ni el proletaria- marxistas y los estigmas de formación.
do engañado son opciones valederas; Halperin Donghi opta por abordar la
mucho menos el recogimiento en la relación fascismo/peronismo con los
torre de marfil empeñada en desconocer recaudos que comporta en un histo-
todo lo que no se restrinja a ese espacio riador riguroso toda importación de
recolecto y ambiguamente protector. modelos, sin detenerse demasiado en
La dicotomía burguesía/proletaria- la comparación con las revoluciones
do que centraliza Osiris Troiani en latinoamericanas –cosa que hará unas
“Examen de conciencia” –anticipando décadas después, en Historia contem-

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poránea de América Latina– convoca- en identificar las fracciones en las cuales


das para contextualizar el fenómeno conviene buscar apoyos para un candi-
local. Eximido de las tesis extremistas dato que se presenta como garantía para
de Martínez Estrada –y también de los intelectuales, cuyos desvelos más per-
la brillantez de su prosa–, Halperin sistentes quedan plasmados en la novela
señala cómo Argentina incorpora de de Viñas Dar la cara (1962). Pese a los
manera ridícula lo que para Europa deslices antiperonistas, Alcalde cierra el
revestía el carácter de la amenaza. El artículo con un reclamo de superación
corolario es que el peronismo está más dialéctica condicionado:
cerca del oportunismo que del vertica-
lismo fascista; es más proclive a explo- La superación del peronismo no llegará
tar las coincidencias que a exaltar las desde el ‘nacionalismo’. Porque la única
diferencias, salvo en los momentos en superación posible consiste en poner en el
que siente debilitarse su propio poder camino del poder real a los que lo ejercita-
y no vacila en recurrir a una retórica ron sólo vicaria o imaginariamente.
terrorista que por un lado le garantiza
los apoyos tradicionales y por el otro Clausura del texto que coincide con la
logra amedrentar a los enemigos. del número, y partida de defunción,
“Aventura y revolución peronista”, frag- simultáneamente, de una “izquierda
mento del libro de Sebreli todavía en nacional” que confiaba en poder des-
prensa –como advierte una nota acla- ligarse de ataduras partidarias y de
ratoria–, abunda en la fenomenología respaldos a programas y figuras que no
introducida por Masotta a las considera- provinieran del estricto círculo de los
ciones de este número doble. Con pre- intelectuales “comprometidos”.
tensión testimonial, Sebreli apunta a la Y que se ratifica permanentemente en el
combinación de psicología y marxismo mea culpa del número doble final de la
que la fenomenología erige en método, revista, ya desde esa especie de editorial
pero no por esas adhesiones teóricas que denuncia el error de confianza depo-
renuncia a elementos literarios: así, por sitado en el frondizismo como posibilidad
ejemplo, el melodrama acude a explicar extraordinaria tras la desazón peronista.
el efecto de Eva Perón sobre las masas e Rozitchner aporta el análisis más riguroso
introduce la posibilidad –tan burguesa en “Un paso adelante, dos atrás”, donde
y tan remanida en la literatura argenti- la resonancia leninista se pone al servi-
na, desde “Casa tomada” de Cortázar cio de la demostración –sin entonación
hasta “Cabecita negra” de Germán lamentosa– de la supresión política de la
Rozenmacher– de que el peronismo voluntad que ha operado exitosamente
sea una venganza; desde esa perspecti- el peronismo. El “compromiso” exige en
va, tendería a otorgarle fundamento al este punto el arrepentimiento: se perfila
“resentimiento” que se le atribuye. un “compromiso moral” que Rozitchner
Por su parte, Alcalde se va afianzando: a no abandonará en las páginas de Contorno
su estreno combativo frente a Abelardo sino que proseguirá como presupuesto en
Ramos le sigue la discusión con Ayer, Moral burguesa y revolución.
hoy y mañana del nacionalista de dere- La clausura de la revista compete
cha Mario Amadeo, que si por un lado a Halperin Donghi. El oficio –y la
revisa las posibilidades de triunfo que memoria– de historiador le recuerda
tiene la UCRI, por el otro se esfuerza que la “traición” de Frondizi reitera

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

otras situaciones del pasado local. Y boca de los dominados pero contradi-
añade que ese desvío era previsible ciendo sus elecciones políticas y des-
desde el comienzo, confirmándose baratándolas en una compleja opera-
como representante de la burguesía ción retórico-ideológica de la cual los
profética satisfecha de asistir a la com- “hablados” no podían sino mantenerse
probación de sus anuncios, más allá ajenos. Creyeron en la práctica como
de las consecuencias que los mismos confirmación de los valores que defen-
acarreen. Lamentablemente, su hallaz- dían pero cuando se aproximaron a ella
go es demasiado tardío como para que fracasaron menos por incapacidad que
sea creíble atribuirle la función que le por el horror de encontrarse con “las
asigna retrospectivamente. manos sucias” de las que prevenía Sar-
Corolario de la revista, el N° 9/10 mues- tre. Intentaron promover necesidades
tra las consecuencias de haber desplazado intelectuales y convertir a la revista en
el fundamento político de la crítica lite- un instrumento para efectivizarlas pero
raria a finalidad exclusiva del proyecto. dejaron trunca esta posibilidad en la
Previniendo sobre los presupuestos de adhesión a un programa político que
la crítica que desarrollará desde los 60 terminaría defraudándolos.
David Viñas, en Contorno la literatura es En el saldo positivo es insoslayable que
considerada la sede más apropiada para instalaron a la crítica, más que como
leer la política, y no una práctica autó- una práctica efectiva o un performativo
noma que procure hacer de ese rasgo un denunciante, como una posición inde-
fundamento recoleto. Tratando de abrir clinable, reinsertándola en la filosofía,
una vía de comunicación alternativa a en procura de un fundamento para una
la académica, la revista terminó cayendo historia de la literatura que tuviera a la
en la restricción inmovilizante de utilizar política como fundamento de validez y
un lenguaje demasiado complejo –teori- simultáneamente como juicio de valor.
zante y doctrinario, por momentos– para
apelar a un público que sólo podía ser (*) La primera versión de este ensayo fue
reducido al pequeño círculo que usu- leída en la presentación de La expresión de
fructuaba ese instrumental, acrecentando la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges
así la distancia con el proletariado cuya y otros ensayos, junto a Ricardo Piglia, en el
vocería pretendió ejercer. Instituto de Cooperación Iberoamericana,
Los contornistas quisieron hablar por Buenos Aires, el 13 de setiembre de 2000.

NOTAS

1. Pezzoni, Enrique, El texto y sus voces, Buenos Aires, Sudamericana, 1986, p. 7.


2. Viñas, David, Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1964.
3. Sarlo, B. y Altamirano, C., “Editorial”, en Los Libros N° 44. Buenos Aires, agosto de 1975.
4. Masotta, Oscar, “Sur o el antiperonismo colonialista”, en Conciencia y estructura. Buenos Aires, Tiempo
Contemporáneo, 1968.
5. Gramsci, Antonio, Los intelectuales y la organización de la cultura - Cuadernos de la cárcel 2. México, Juan
Pablos, 1975. Cfr. también Sartre, Jean-Paul, ¿Qué es la literatura? Buenos Aires, Losada, 1992.
6. En Centro N° 6, septiembre de 1953.
7. Rodríguez Monegal, Emir, en los números correspondientes al 30/12/55, 13/1/56, 27/1/56 y 10/2/56 del
periódico montevideano Marcha.
8. Sarlo, Beatriz: “Los dos ojos de Contorno”, en Revista Iberoamericana N° 125 dedicada a Literatura argentina.
Los últimos diez años, coordinada por Sylvia Molloy. Pittsburgh, 1983.
9. Germani, Gino, Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires, Paidós, 1966.

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402

Claridad o la cultura a granel


Por Juliana Cedro

El proyecto editorial de Claridad fue un efecto


surgente en el contexto de las grandes mutacio-
nes experimentadas en el tejido social urbano a
partir de la década del 20. Con vocación socialis-
ta y democrática, fue ganando terreno a partir de
sus ediciones económicas que podían hallarse en
los anaqueles de una biblioteca o de un conventi-
llo. Novelas románticas y clásicas, publicaciones
antibelicistas, colecciones científicas y de pensa-
dores; y una revista que luego adopta el nombre
de la editorial, van configurando esta experiencia
capaz de conmover las ideas del período.
El objetivo de sus editores tuvo una amplia recep-
ción, que permite confrontar dos etapas muy dife-
rentes en su aspiración por democratizar la cultu-
ra: la primera es aquella época en la cual se impo-
nía una nítida tendencia a restringir, o al menos
apaciguar, el germen de un pensamiento crítico a
través de publicaciones vacías de sentido, tenden-
cia que subsiste más o menos marginalmente; y la
segunda etapa en la que resaltan grandes necesida-
des de pensar a la lectura y al conocimiento como
factores de una contra-hegemonía social ligada a
una vocación emancipatoria.
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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Siempre que salgo de Buenos Aires me convirtió en una particular empresa cul-
hago un tiempo, en general más largo tural de notable vocación pedagógica.
del que había planeado, para hurgar en El proyecto nace en febrero de 1922
las librerías de usados con la ilusión de cuando el primer número de la revis-
encontrar algo interesante, algo raro; ta-libro Los pensadores sale a la venta.
en fin, algo. El año pasado, durante Según cuenta E. Corbière, en el ya
una corta estancia en Rosario, encon- clásico número especial que la revista
tré en una de estas librerías un viejo Todo es Historia2 dedicó a Claridad
ejemplar de El origen de la familia y el y a su editor Antonio Zamora, éste
estado, de F. Engels, editado por Clari- trabajaba en el diario Crítica cuando
dad1; naturalmente lo compré. Una vez tuvo la idea de editar obras selectas
en Buenos Aires, mientras le contaba de la literatura en un formato que le
a un amigo mis hallazgos literarios, él permitiera su venta a un precio muy
me mostró, a su vez, un estropeado vo- inferior al de un libro y utilizando el
lumen de Nietzsche, también de Cla- amplio circuito de venta de los diarios
ridad, que había rescatado de la basura y folletines de entrega semanal.
luego de la muerte de su dueño. Y es Edita entonces, en este novedo-
que basta con comenzar a prestar aten- so formato, Jerónimo Crainqueville
ción para que la imagen de El pensador de Anatole France bajo el sello
de Rodin, figura emblemática del sello “Cooperativa Editorial Claridad”.
editorial de Claridad, se multiplique Con una frecuencia quincenal apare-
ante nuestra vista aún hoy... sesenta y cieron en esta colección cien títulos
cinco años después de su cierre. entre los que se cuentan obras tan
Cualquiera que revise la biblioteca de heterogéneas como El ABC del comu-
un viejo tío socialista encontrará en nismo de Bujarin; Imperialismo, última
ella un sinnúmero de libros con el se- etapa del capitalismo de Lenin; La
llo de Claridad. Dado el perfil de su moral religiosa de Voltaire; Idilios y fan-
catálogo este dato tal vez no sorpren- tasías de Pío Baroja y Misas herejes de
da a nadie; pero cuando el hallazgo Carriego. No fueron pocos los títulos
se repite en la biblioteca de un maes- que se agotaron velozmente. La idea
tro jubilado, en la pieza de obrero había sido exitosa.
de un antiguo conventillo, e incluso El precio del papel era muy bajo en
en librerías de usados de numerosas Buenos Aires en aquel momento, y
capitales latinoamericanas, debemos esto ayudó a que la experiencia de la
preguntarnos cuáles fueron las con- Cooperativa Editorial Claridad no
diciones culturales y materiales que fuera un fenómeno solitario dentro
posibilitaron tamaña difusión en una del escenario cultural que se configu-
época en que las comunicaciones no ró en Buenos Aires durante el perío-
conocían las maravillas de velocidad do transcurrido entre las dos guerras
y el bajo costo actual. mundiales. El nuevo campo cultural
porteño estuvo atravesado por nume-
rosas revistas y empresas editoriales,
Una empresa cultural pero a juzgar por sus huellas, Clari-
dad debe haber sido la de mayor al-
Permítanme contarles de qué se trató cance y circulación.
este proyecto de Claridad y cómo se Su éxito parece ser fruto, en principio,

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

de dos características distintivas de la todos los quioscos y librerías y contra el


empresa. En primer lugar el hecho mil cual no se toman medidas de ninguna
veces resaltado de lo económico de sus naturaleza. Es un veneno que corroe
publicaciones. Es conocida la com- el alma del pueblo, que degenera al
paración del costo de un ejemplar de hombre, lo embrutece y lo aniquila. Es
Claridad con los $ 0,20 que salía un la literatura populachera. Esa literatura
“completo” –café con leche con pan que hacen los idiotas mentales para sus
y manteca3– en colegas analfabetos (...) Hay literatura
... la Cooperativa (Editorial cualquier bar de de este género para niños, para viejos
Claridad) propuso un discurso Buenos Aires. verdes y para señoritas. Cada edad y
basado en una gran cantidad En segundo cada sexo tiene su publicación especial.
de traducciones de textos, tanto lugar, menos El veneno alcanza a todos6.
políticos como literarios, que m e n c i o n a d o
desde la perspectiva del proyec- pero no por eso En su lugar, la Cooperativa propuso un
to se consideran fundamentales menos impor- discurso basado en una gran cantidad de
para “educar” a la nueva socie- tante, el hecho traducciones de textos, tanto políticos
dad e ilustrarla en las experien- de que, desde sus como literarios, que desde la perspectiva
cias de cambio y progreso que inicios, tanto la del proyecto se consideran fundamenta-
estaban teniendo lugar. política editorial les para “educar” a la nueva sociedad e
–esto es la selec- ilustrarla en las experiencias de cambio y
ción de temas y autores que se edita- progreso que estaban teniendo lugar.
rían– como la comercial estuvieron La selección de obras con alto grado de
destinadas a un público masivo que, crítica social en su contenido, de jóve-
aunque recientemente alfabetizado, nes escritores de la vanguardia latinoa-
no era ajeno al hábito de la lectura. El mericana, balanceaba el catálogo.
fenómeno de las novelas por entregas, Pero estos libros no hubiesen gozado de
entre 1917 y 1927, que ha sido tan tan grande aceptación de no haber esta-
bien analizado por Beatriz Sarlo en do acompañados por un proyecto peda-
su libro El imperio de los sentimientos4, gógico que, con el soporte de la revista
ayudó a crear en aquél el hábito de la que el grupo siguió editando periódica-
lectura en el tiempo libre. El objetivo mente, con los cambios que veremos,
de Claridad era ahora poblar las pri- permitió a los compradores aprehender
meras bibliotecas de ese público que y comprender los libros ofrecidos.
no estaba invitado a las librerías del Las publicaciones se agotaban alen-
Centro5, circuito de distribución por tando la expansión del proyecto. En
excelencia de la cultura letrada. diciembre de 1924, mientras los libros
El tipo de literatura que el grupo de comienzan a editarse ordenados en
Claridad deseaba divulgar no tenía pródigas y pedagógicas colecciones,
nada en común con el difundido por Los pensadores deja de entregar una
las sentimentales entregas semanales; obra literaria completa para conver-
es más, desde las páginas de la revista tirse en una revista con diferentes sec-
opinaban sobre esa clase de publica- ciones: literatura, arte, política nacio-
ciones cosas como ésta: nal e internacional. Aunque tanto
Zamora como muchos de sus cola-
... hay un veneno más terrible que la boradores cercanos pertenecieron al
morfina que se expende libremente en Partido Socialista, esta revista nunca

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

se convirtió en un medio orgánico del La elección de cada libro del catálo-


partido. Puede decirse que se mantuvo go estuvo orientada a generar en los
fiel a su titulo como una tribuna del lectores el conocido sopor romántico
pensamiento izquierdista dando lugar que lo aleja de los problemas cotidia-
en sus páginas a representantes de las nos, conciencia sobre las injusticias de
más variadas vertientes del socialismo,
anarquismo, comunismo, americanis-
mo. La propuesta para las páginas
de la nueva revista queda claramente
expuesta en este primer número:

GUÍA DE LECTURA
Los Pensadores, de acuerdo con el
propósito cultural que viene sostenien-
do desde su fundación, consagrará este
espacio para recomendar a sus lectores
el trato con determinados libros. (...)
En todas partes hay bibliotecas públicas
llenas de libros que no se leen; es preciso
aprovecharlos leyéndolos y recomendan-
do su lectura a los demás.
Es con este criterio que aparecerá esta guía
en todos los números de Los Pensadores7.

No es lugar éste para dar cuenta de


la inmensidad de títulos publicados
por Claridad, pero por lo que pudo la nueva sociedad que se estaba ges-
reconstruirse de su catálogo, el crite- tando, sobre los horrores de la guerra,
rio de selección de las obras a editar sobre los problemas del mundo labo-
siguió siempre una clara línea política. ral y las heridas de América Latina y
¿No editaron novelas entonces? Claro el colonialismo.
que sí, ¿cómo ignorar los gustos de las En julio de 1926 la revista cambia su
románticas jovencitas... o no tanto? Ya nombre por Claridad en un explícito
en el temprano 1926 llamaron a una homenaje al grupo francés Clarté de
de sus colecciones “Clásicos de amor”, Barbusse, Rolland y France; y los
pero la selección de autores y títulos deseos del grupo fueron nuevamente
consagrados por la literatura universal publicados en el breve editorial que
y considerados, tal como indica el inaugura la nueva etapa:
nombre de la colección, “Clásicos”,
marcó una gran diferencia con los Claridad aspira a ser una revista en
folletines por entregas. La colección cuyas páginas se reflejen las inquietudes
no fue tan prolífera como otras –“La del pensamiento izquierdista en todas
biblioteca científica” o “Contra la gue- sus manifestaciones. Deseamos estar más
rra”– pero contó entre sus títulos, con cerca de las luchas sociales que de las
obras como El arte de amar de Ovidio manifestaciones puramente literarias.
o Así pasó el amor de Turgueniev. Creemos de más utilidad para la huma-

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

nidad del porvenir las luchas sociales cambia su clásico epígrafe por el de
que las grescas literarias...8. “Tribuna del Pensamiento Libre”. Y
es que las aguas estaban ahora divi-
En esta línea se continuaron editando didas por el apoyo o no a las fuerzas
libros como Pasos en la sombra de J. Salas democráticas del mundo frente al fas-
Subirat o Cómo educa el Estado a tu hijo, cismo, que es considerado el mayor
del maestro anarquista Julio Barcos. de los males. En el número 308 de
Y las prensas seguían funcionando sin la revista, publicado en diciembre de
descanso. Para dar 1936, la tapa ilustrada con el rostro
Casi veinte años de historia, una idea, sólo en de Roosevelt da inicio a esta nueva
cientos de números de la revis- 1926 aparecieron época en la que tambien se editará,
ta editados y miles de libros más de cincuen- por ejemplo, la vida de este presidente
que circularon por todo el ta títulos nuevos, y varios títulos sobre los regímenes
continente, hablan, sin duda, ¡además de las fre- totalitarios, por ejemplo: Mussolini,
de un público receptor de cuentes reedicio- gran actor de Beneri.
cuyos intereses y posiciones nes y la revista! Pero en 1937 comienzan a aumentar
cambiantes podemos encon- Tanto funciona- los precio. La revista duplica su valor
trar reflejos en estas fuentes. ban que en sep- y pasa a costar $ 0,40. Empiezan
tiembre de 1927, también las quejas por el aumento
Zamora considera rentable comprar del papel que, según las palabras de la
la imprenta propia, que permitirá revista, aumenta de precio más que el
abastecer la gran demanda que sus oro. Sin embargo, durante ese mismo
publicaciones tienen. El anuncio en la año el grupo celebra los 16 de obra y
revista fue un grito de victoria: no parecen verse en el horizonte nubes
de cierre: en el balance de 1937 publi-
Ampliaremos nuestro radio de acción en can orgullosos el alcance de la revista
todo lo que esté a nuestro alcance, siempre en América, detallando en el listado
encaminados hacia la misma finalidad de canje con otras publicaciones del
de hacer una vasta obra de difusión cul- continente un total de 293 revistas y
tural con lo más selecto que ha producido 66 periódicos de 21 países, cifra que
y produce el espíritu humano9. enorgullecería a los encargados de
prensa de cualquier editorial actual11.
Siguiendo esta consigna, las activida- En 1940 los aumentos del papel hacen
des del grupo intentaron ir más allá insostenible el precio de venta de los
de la edición y distribución de libros: ejemplares y la base del proyecto se vie-
en mayo de 1929, considerando que ne abajo. Zamora sigue editando libros,
la hora actual de la civilización – básicamente de derecho, pero bajo su
fecunda en inquietudes espirituales e propio sello editorial; el proyecto de
intelectuales– necesita de un órgano Claridad había llegado a su fin.
vital que las reproduzca, refleje y Casi veinte años de historia, cientos de
debata, ampliando su radio de acción números de la revista editados y miles
y agitación ideológica10, inaugura el de libros que circularon por todo
Ateneo Claridad. el continente hablan, sin duda, de
A mediados de la década siguiente, un público receptor de cuyos intere-
y acorde a los vientos que corrían en ses y posiciones cambiantes podemos
la izquierda internacional, la revista encontrar reflejos en estas fuentes.

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Pero, a pesar de todo, no es fácil la pena. Éste fue el camino abierto en


pensar en quiénes fueron los lec- la historiografía argentina por trabajos
tores de este material: los datos de como los de Adolfo Prieto12, Beatriz
consumos culturales son muy esqui- Sarlo13, Luis Alberto Romero, Leandro
vos, ¿Cómo reconstruir la circulación Gutiérrez14. Han pasado veinte años
de una revista entre un círculo de desde aquellos estudios pioneros, y
amigos? ¿Cómo descubrir las lecturas seguramente quedan muchas pregun-
múltiples y los sentidos que se les tas por contestar y muchas fuentes
otorgaron? Imposible. Sin embargo, por indagar con el objetivo, siempre
los textos con que la revista divulga renovado, de profundizar y analizar
los libros publicados, los comentarios en toda su complejidad los violen-
bibliográficos, muchas de la notas, tos cambios culturales sufridos por la
nos permiten bosquejar algunas res- sociedad porteña durante el período
puestas, y el esfuerzo, sin duda, vale de entreguerras.

NOTAS

1. Engels, F., El origen de la familia y el estado, Buenos Aires, Claridad, 1957.


2. AA.VV., Revista Todo es Historia, N° 172, Buenos Aires, 1981.
3. Esta comparación es mencionada en el citado número de Todo es Historia. Beatriz Sarlo menciona además
que las ediciones de una editorial tan popular como Tor tenían un precio de venta que iba de $ 1 a $ 2, mientras
que las novelas por entregas mantuvieron un precio estable durante el período de $ 0,10 en Beatriz Sarlo, El
imperio de los sentimientos, Norma, Buenos Aires, 2000.
4. Sarlo, Beatriz, op. cit.
5. Beatriz Sarlo ofrece una excelente descripción de este circuito que puede parecernos tan extraño en estos días
en que las librerías están ordenadas cada vez más de forma que facilite el autoservicio.
6. AA.VV., editorial en: Los pensadores, año IV N° 107, Buenos Aires, 10 de marzo de 1925.
7. Nota al final de la sección “Bibliografía” en Los pensadores N° 101, Buenos Aires, diciembre de 1924.
8. Claridad N° 1, Buenos Aires, julio de 1926.
9. Claridad NM° 145, Buenos Aires, septiembre de 1927.
10. Propósitos del Ateneo Claridad publicados en: Claridad, Nº 183, Buenos Aires, mayo de 1929.
11. Síntesis de la obra de Claridad al cumplir una nueva etapa de su vida en: AA.VV., Claridad N° 322,
Buenos Aires 1937.
12. Prieto, Adolfo, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Sudamericana, Buenos Aires,
1986. (Existe edición 2006 de Siglo XXI Editores Argentina.)
13. Sarlo, Beatriz, op. cit.
14. Gutierrez, Leandro y Romero, Luis Alberto, Sectores populares. Cultura y política, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 1995.

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408

La revista Martín Fierro de


Alberto Ghiraldo o un anarquismo
(casi) nacional y popular
Por Juan Navarro

La instalación de un paradigma de nación des-


de ámbitos con propensión excluyente, obligó a
redefinir la práctica de los actores culturales en
las últimas décadas del siglo XIX; tal replanteo
condujo a la bifurcación entre praxis política y
vocaciones literarias. Desde esa reconstrucción,
el editorialismo argentino se erige como base de
operaciones contra-discursivas frente a la segre-
gación institucionalizada que comenzaba a des-
garrar el magma social heterogéneo, hecho de
flujos migratorios y mayorías excluidas, que ha
sido reflejado en las inquietudes literarias de la
época. Multitudes capaces de despertar secretas
pasiones que oscilaban entre la clasificación (ape-
lando a los más variados recursos de la ciencia) y
una épica redentora.
Sucesivas publicaciones fueron marcando la ruta
de los enfrentamientos con el modelo erigido
como parámetro de la argentinidad. El segui-
miento de ese recorrido no sólo revela la lucha
por la producción de enunciados alternativos,
sino también la constitución de un inevitable di-
senso en la producción de un discurso contesta-
tario, animador de revueltas incesantes.
LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Por cierto, poner la atención en lo episó- tal burocrático y, en consecuencia, una


dico no tiene como objeto expresión contrahegemónica al proce-
proponer la elaboración de pequeñas so de modernización. Es decir, si bien
historias, sino que apunta a comienza a delinearse una escisión
desentrañar una racionalidad que no es entre lo político y lo literario, coexiste
la vigente y avanzar desde un conjunto de prácticas estético-polí-
ella hacia un discurso de intención per- ticas, en las que el editorialismo pro-
formativa que nos ponga más gramático afianza la filiación política /
claramente en el camino de la cultura. En este marco, el movimiento
humanización. anarquista está
Arturo Andrés Roig inserto plena- La explosión de la prensa
mente en este escrita, y en especial del perio-
Previo a la conformación de los esta- cruce estético- dismo de ideas, no sólo es un
dos nacionales, praxis política y prác- político y es una comienzo de consolidación del
ticas discursivas estaban profunda- manifestación de campo literario sino que tam-
mente imbricadas. Existía una tenue aquella filiación. bién constituye un espacio de
separación entre establecimiento de A partir de El discusión programática de los
leyes, administración del poder y legi- Descamisado en nuevos actores sociales ajenos
timación en las letras; es decir, en 1870, primer al aparato estatal burocrático
un contexto donde las letras eran la registro de publi- y, en consecuencia, una expre-
política, quien tenía la palabra, tenía cación ácrata, la sión contrahegemónica al pro-
la autoridad. La creciente construc- prensa libertaria ceso de modernización.
ción y autonomía del aparato estatal inicia una pro-
irá conformando un discurso político lífica actividad: revistas, periódicos,
específico y su diferenciación del dis- folletos, en castellano, en lengua
curso literario. Una vez establecidos materna de las comunidades de inmi-
como campos distintos, los intelectua- grantes, fugaces, con mayor perio-
les encontrarán en la literatura “una dicidad, de gran tiraje, perdidos, de
forma de praxis política separada –más rotundo fracaso y un largo etcétera.
bien opuesta– respecto a la esfera polí- Recién en la década de 1890 logran
tico-estatal”1, ante la imposibilidad de cierta estabilidad y continuidad: El
una inserción real en la dirección del Perseguido alcanza a editar 102 núme-
incipiente proceso de modernización. ros consecutivos y así “se convirtió
El itinerario de conformación de ese en el primer periódico relativamente
campo cultural está determinado por regular de esa tendencia”2.
una serie de instancias (entre ellas las Ahora bien, dentro de esta corriente
tertulias, las compañías filodramáticas, contradiscursiva que es el anarquismo
centros de estudios, bibliotecas) en las emerge una publicación soslayada: la
que el editorialismo es la de mayor revista semanal Martín Fierro, apare-
visibilidad. La explosión de la prensa cida entre marzo de 1904 y febrero
escrita, y en especial del periodismo del año siguiente. Sin duda opacada
de ideas, no sólo es un comienzo de por la posterior recuperación de Evar
consolidación del campo literario sino Méndez en 1919, y su segunda época
que también constituye un espacio de erigida (como ícono del vanguardismo
discusión programática de los nuevos literario) entre 1924-1927, la inicial
actores sociales ajenos al aparato esta- Martín Fierro se prolongó a lo largo de

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48 números. Cumpliendo con la cons- Tres años más tarde, con 23 de edad,
tante de las publicaciones del momen- funda la revista El Sol (semanario
to, la revista gira en torno a la figura 1898-1903), donde colaboran su
del creador-director: Alberto Ghiraldo amigo Florencio Sánchez, Roberto
(Mercedes, 1875, Santiago de Chile, J. Payró, José Ingenieros, su maestro
1946), quien ya era en cierta medi- Almafuerte, el propio Rubén Darío,
da reconocido en el campo literario. Pietro Gori, que define en cierto
Iniciado en las letras desde el periodis- modo el ideario del semanario, y
mo, a los 20 años funda la hoja pro- Alfredo Palacios, luego primer diputa-
letaria El Obrero (1896-1897, diario) do socialista, lo que marca la apertura
y colabora esporádicamente en El año de pensamiento de Ghiraldo en la
literario; luego continúa por esta senda lucha proletaria. Desde esta publica-
a través de la poesía, el teatro, el ensayo ción libertaria se levantó una de las
y la novela, combinando siempre la primeras voces en contra de la ley
literatura con la actividad militante y 4144 de “extrañamiento de extran-
el tono de la denuncia periodística. El jeros”, creada por Miguel Cané, por
propio Ghiraldo, en uno de sus manus- la que se permitía la deportación de
critos inéditos que sirvieron de prólogo inmigrantes, incluso de los naciona-
de la recopilación de su producción lizados, a raíz del conflicto origina-
teatral editada por América Lee, relata do por las huelgas generales. Escribe
su llegada a la literatura: Ghiraldo al respecto:

Yo nací a la vida literaria –¡oh poder Ayer el gobierno tenía miedo. Y fue en
incontenible de la soberbia!– creyéndome un momento de pánico que dictó leyes
algo así como un ungido de Dios, si en él brutales, leyes que lo amparan para
pensara; como un ser providencial adveni- realizar actos de represión y castigo. En
do en la tierra con misión redentora (...) horas, en minutos, hizo reunir un con-
Después me sentí poeta y luchador. Me greso de hábitos lacayunos, y es claro, las
creí Prometeo, y el símbolo esquiliano de leyes fueron; y la paz reinó en el mercan-
rebeldía me sedujo al extremo de sentirme til emporio. Vino el estado de sitio con su
capaz de ir a robar de nuevo el fuego celeste corte de abusos y calamidades; la censura
para alumbrar con él la libertad de los periodística se levantó enseguida sobre
hombres. (...) Para mí la poesía ha sido aquellos mismos que fueron los asesores
algo consustancial con la acción3. e indicadores de las autoridades... todo
este cuarto de infamia fue admitido con
En 1895 publica Fibras, su primer la complicidad de las altas clases sociales,
libro, y consigue que prologue su poe- por cuanto el abuso, la barbaridad se
mario un escritor nicaragüense que ejercitaban contra los pobres pero altivos
se desempeñaba como corresponsal trabajadores que volvían por sobre sus
del diario La Nación: se trataba de derechos hollados4.
Rubén Darío. A pesar de la relación
de amistad que logra establecer con el Aquella denuncia y arenga tienen un
autor de Azul, Ghiraldo se siente here- resultado previsible: en febrero de
dero más bien del romanticismo de 1903 es cerrada la redacción de El Sol
Campoamor y de Almafuerte, antes y su director inaugura una larga serie
que de los modernistas. de detenciones.

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Al año siguiente, Martín Fierro, aparecida dicotomía civilización y barbarie, y en


con el subtítulo de Revista popular ilustra- donde esta última está cargada de una
da de crítica y arte, marca la continuidad negatividad absoluta, Ghiraldo elige
de su tarea editorial donde introduce dos rescatar el valor que significó la obra de
giros destacables. Por un lado, la edi- José Hernández, y del resto de la poesía
ción de una revis- gauchesca, en cuanto a la incorpora-
... este vínculo con lo popular, ta exclusivamente ción de lo popular en la literatura.
y en especial con la literatura cultural, desde Veamos ahora el contenido de la revista
gauchesca, da lugar a la temati- donde planteará a partir de cuatro núcleos básicos10: los
zación de lo nacional, en oposi- un nuevo concep- géneros utilizados, el personal perma-
ción a ciertas líneas dentro del to de arte como nente, los colaboradores ocasionales y las
anarquismo internacionalista, factor necesario secciones. En cuanto al primero de estos
tal como puede leerse en el para el desarrollo elementos debemos mencionar que se
editorial del primer número: de la sociedad, un mantiene a lo largo de toda su existencia
Abrimos nuestras columnas al arte “que se vuel- la presencia de poemas, narraciones, ensa-
pensamiento nacional, enten- que al pueblo, es yos y, a partir del décimo número, inclu-
diendo que a él puede aportar decir, a la vida”5; so textos teatrales (Sobre las ruinas, de
su concurso todo el que habite por otro lado, a Payró, o Los isotas, de Alberto Castro, en
en esta tierra. partir de la con- el N° 46) y textos científicos (“El radium,
cepción sostenida Dos explicaciones de su energía”, N° 9).
por el anarquismo de la categoría pueblo6, Cuenta con los aportes permanentes de,
la correlación histórica de su opresión por supuesto, Alberto Ghiraldo (quien
y su lucha, la conexión explícita con la también escribe bajo el seudónimo de
cultura popular, aunque con una con- Marco Nereo), Roberto J. Payró, Carlos
cepción instrumental de esta última ya de Soussens, Camilo de Coussandier,
“que en ningún momento se cuidarán José Cibils, Arturo Reynal O’Connor,
de ocultar, pero también es cierta la valo- Víctor Arregini, Alberto Castro, Osvaldo
ración que ahí se produce”7. Es así que Saavedra, Ángel E. Blanco, Julio Molina
este vínculo con lo popular, y en especial y Vedia, Blanco Bombona, Manuel
con la literatura gauchesca, da lugar a la María Oliver, Manuel Ugarte, Francisco
tematización de lo nacional, en oposición Latzina, Félix Basterra, Jaime Freires,
a ciertas líneas dentro del anarquismo Juan Más y Pi, y María Julia Ghiraldo,
internacionalista, tal como puede leerse entre otros. Asimismo recibe las colabora-
en el editorial del primer número: ciones más esporádicas y de mayor reper-
cusión para nosotros en la actualidad, de
Abrimos nuestras columnas al pensa- José Ingenieros, Macedonio Fernández
miento nacional, entendiendo que a él (N° 36, “La tarde”), Evaristo Carriego
puede aportar su concurso todo el que (N° 36, “De la vida”; N° 42, “Cantares
habite en esta tierra8. a Agustina”), Alfredo L. Palacios (N° 8,
“Libertad individual. A propósito de la
El propio título de la revista alude Ley de Residencia”), Agustín Álvarez
inevitablemente a esta asunción de lo (N°9, fragmentos de “Adónde vamos”;
popular y a la posición contrahegemó- N° 19, “El sentimiento de la justicia”),
nica. En un universo discursivo9, dis- José Rodó (N° 13, “La vida nueva”),
cursivo pero que encierra también una Almafuerte y Rubén Darío (N° 2, “A
praxis política que gira en torno a la Colón”). Y a éstos debemos sumarles

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los sugestivos seudónimos, frecuentes en (Pedro A. Zaballa) las que cumplen


la prensa anarquista, de los cuales no se la función de crítica (tanto en Los
tienen certezas; entre ellos, Juan Pueblo, Figurones como en Conflictos y armo-
Juanita Fierro, Jack the Ripper, X, Juan nías). Así se encarga de los políticos
Alzao, Roca Vieja, El Infractor, Brocha (el presidente Manuel Quintana cari-
Gorda, Río Claro, Alaricus, Camilucho caturizado en el N° 1), la democracia
Tresmarías, Roque Palos, Luis Bonaparte, formal (–Ciudadano! Un votito, por
Pastor Trébol, entre otros. favor. –Yo no doy limosna, en el N°
En cuanto a las secciones fijas, lo gau- 1), la oligarquía (en las portadas de
chesco está presente, en primer lugar, la revista desde el N° 5) y, particular-
en “Clásicos criollos” (en la totalidad de mente, la iglesia y los sacerdotes (por
los números) donde se publican frag- ejemplo en el N° 4, del 24/3/04).
mentos de las obras de José Hernández,
Estanislao del Campo, Hilario Ascasubi, –Dicen, Padre, que con dos pesos se salva
Rafael Obligado, Esteban Echeverría, el alma.
Bartolomé Hidalgo, Florencio Balcarce, –Sí, hermanita mía.
Adolfo Lamarque y Olegario V. de –Bueno, tome dos por mí y dos por mi
Andrade. En segundo lugar, en la lectura hermano que es... socialista.
de la realidad política en Crónica gaucha, –Ah, no hermanita, si es socialista, no
de Camilucho Tresmarías, (el país anda puedo... por menos dé cuatro. ¡Y si es
pior que mancarrón ciego. Güelta pa’cá, anarquista ocho!
güelta pa’yá, rueda, se alza, costala á juer-
za é’caída acabará por tumbarse en cual- Desde septiembre de 1904 Alberto
quier charco, N° 3, 17/3/04), diferente Ghiraldo ejerce la dirección del perió-
a la columna de Juanita Fierro donde, dico La Protesta hasta su clausura
si el tema central también gira en torno en febrero del año siguiente y, para
al gaucho, el tipo de escritura de esta alcanzar una mayor difusión, la revis-
última no es coloquial. ta Martín Fierro queda incorporada
A partir del N° 11 se suma, de una como suplemento semanal del diario
manera más definida, la crítica ya anarquista (N° 32 del 17/10/04). El
sea literaria o teatral; y en el N° fin de esta revista está marcado por la
13 (2/6/04), a través de la sección clausura del periódico como represalia
“Lecturas”, se incorporan pasajes de por el levantamiento radical, aunque
obras de autores extranjeros como los anarquistas no hubiesen participa-
Pi y Margall, Victor Hugo, Émile do en él. En el boletín del 1° de febre-
Zola, Tolstoi, Ibsen, Reclus, Bakunin, ro, Ghiraldo anuncia en las páginas de
Proudhon, Spencer, Stendhal, Pérez La Protesta la revolución de Hipólito
Galdós, Goethe, entre otros. Yrigoyen de esta manera:
Por último, las ilustraciones11 cuentan
con varias secciones, presentes en la ¿Estamos en estado de sitio? Sí. Estado de
totalidad de los números. Aquí debe- sitio quiere decir, entre nosotros, estado de
mos marcar una diferencia ya que, si barbarie. Barbarie radical, por un lado,
bien los dibujos de MF y Barrabás manifestada en el levantamiento sin ideal
acompañan los textos (en la sección y sin bandera, con un solo fin: el de arre-
“Diálogos criollos” o en las narra- batar el mendrugo político al adversario,
ciones), son las caricaturas de Pelele más bien dicho al rival que la usufructúa

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sin tasa, para someterlo, a su tiempo, en –Escriba usted que me niego a suminis-
provecho propio, único, personal; barbarie trar dato alguno sobre otra persona que
gubernativa en frente, de parte de la autori- no sea la mía.
dad bellaca, que aprovecha el momento, sin –¿De modo que interrumpe usted el
un solo átomo de vergüenza, para afirmar interrogatorio?
su predominio sobre el pastel en peligro de –Así sea...
ser devorado por mandíbulas ajenas12. –¿Terminantemente?
–Sí, hombre; está dicho. (Al rato, insis-
Finalmente el levantamiento se pro- tiendo).
duce la madrugada del 4 de febrero. –¿Quiere usted decirme qué vinculación
La Protesta desobedece el decreto lo une con tal persona? (aquí el nombre
firmado por el presidente Manuel de un conocido caudillo radical).
Quintana y las recomendaciones del –No quiero.
jefe de policía Rosendo Fraga de no –Este preso al número 413.
informar sobre los acontecimientos.
El resultado es otra vez previsible: De este modo, Martín Fierro desapare-
otra clausura al diario y otro febrero ce del campo literario para ser recupe-
de encierro a Ghiraldo. rada casi quince años más tarde desde
El propio autor relata cómo el una posición absolutamente distinta.
Departamento de Policía irrumpe en Ghiraldo, espíritu inquieto al fin, con-
su casa a las 9 de la mañana para lle- tinuará su tarea editorialista con la
varlo a declarar. Una vez en la comisa- revista semanal Ideas y Figuras (1909-
ría lo interrogan: 1916 y su segunda etapa en Madrid
1918-1920), nueve obras teatrales, seis
–¿Qué puesto ocupa usted en “La libros más de poemas, relatos y novelas
Protesta”? y, algo por recuperar e investigar toda-
–El de director. vía, la tarea de recopilación y edición de
–¿Qué color político tiene su diario? las obras de José Martí, Rubén Darío y
–El que reflejan sus páginas. Benito Pérez Galdós, en lo que marca el
–¿Qué puesto ocupa en el mismo Fulano tránsito desde el anarcosindicalismo a
de Tal? un editorialismo latinoamericanista.

NOTAS

1. Beigel, Fernanda, “El editorialismo programático” en Biagini, Hugo y Roig, Arturo (directores). El pensa-
miento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo I Identidad Utopía, integración (1900-1930), p. 446.
2. Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910, p. 186.
3. Ghiraldo, Alberto, Teatro Completo, p. 4.
4. Castagnino, Raúl, Sociología del teatro, p. 181.
5. “El arte para el pueblo”, en revista Martín Fierro, N° 7, 14 de abril de 1904. Al respecto, Ghiraldo volverá a
plantear el tema en los artículos “Credo estético” (“al pueblo, pues, la palabra”) y “Regionalismo en el arte”, apare-
cidos en Crónicas Argentinas y en lo que denominamos “el programa poético de dar al pueblo la palabra”.
6. El concepto de pueblo está determinado por su enfrentamiento con la burguesía, no utilizan el término
proletariado ya que la lucha no es una determinada relación con los medios de producción, sino su relación
con la opresión en todas sus formas. Pese a la divergencia al interior del anarquismo de tematizar lo nacional,
mantiene el esquema del discurso ácrata de fuerte oposición al capitalismo y al Estado, anticlerical, antimilitar
y, a diferencia del socialismo, de rechazo del sistema electoral.
7. Martín Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones, p. 23.
8. Revista Martín Fierro, N° 1, 3 de marzo de 1904.

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9. Hablamos de universo discursivo en la “medida en que todo texto encierra de modo directo o velado el mundo de las
voces sobre la cual el escritor enunció su propia voz”. Roig, Arturo Andrés, Rostro y filosofía de América Latina, p. 32.
10. En cuanto a propuestas metodológicas para el análisis de revistas como fuentes historiográficas véase a Beigel,
Fernanda, “Las revistas como documento de cultura”, en Utopía y praxis latinoamericana, 21, Universidad de
Zulía, 2003 y Ferreira, Florencia Las publicaciones periódicas y los problemas de su estudio, en III Simposio de
Epistemología y Metodología en Ciencias Humanas y Sociales, Mendoza, ASAEM, 1997.
11. A esto debemos sumarle la historieta (“Juan Lanas entra al ejército”, N° 47), por cierto inconclusa ya que
el número siguiente es el último de Martín Fierro.
12. En Ghiraldo, Alberto, La tiranía del frac, p. 9.
13. Ghiraldo, Alberto, Crónicas argentinas, p. 15.

BIBLIOGRAFÍA

• Beigel, Fernanda, “El editorialismo programático” en Biagini, Hugo y Roig, Arturo (directores). El pensamiento alternativo
en la Argentina del siglo XX. Tomo I Identidad Utopía, integración (1900-1930), Buenos Aires, 2004, Editorial Biblos.
• Castagnino, Raúl, Sociología del teatro, Buenos Aires, 1973, Ediciones Nova.
• Ghiraldo, Alberto, Crónicas Argentinas, Buenos Aires, 1912, Ediciones Malena.
• Ghiraldo, Alberto, La tiranía del frac, Buenos Aires, 1972, Centro Editor de América Latina.
• Ghiraldo, Alberto, Teatro Completo, Buenos Aires, 1946, América Lee.
• Martín Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones. México, 1987, Gustavo Gili.
• Roig, Arturo Andrés, Rostro y filosofía de América Latina. Mendoza, 1993, EDIUNC.
• Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910, Buenos Aires, 2001,
Ediciones Manantial.

415
416

Las armas y las letras.


Un recorrido por las ediciones
anarquistas
Por Pablo M. Pérez, Hernán Villasenín y Liliana Jofre

Con una marcada fe en la ciencia, capaz de libe-


rar a la humanidad del oscurantismo sombrío, el
anarquismo se asumía como una respuesta a la
opresión, ofreciendo posibilidades de pensar la
emancipación a través del desarrollo de formas cul-
turales que impregnaron la fluencia de ese podero-
so movimiento hacia principios del siglo XX.
Los periódicos y las editoriales anarquistas con-
formaron un pensamiento alternativo dotado de
lenguajes y proposiciones poco frecuentes, en el
momento en que la llamada Generación del 80
proponía (propuesta que se confunde con una
imposición) un modelo de nación instalado desde
una elite. Frente a ese Estado (de cosas) los anar-
quistas unieron la pluma a la acción, a tal punto
que convencieron a Borges (a cuyo pensamiento
político se le atribuyeron posiciones ciertamente
conservadoras) de que “algún día mereceríamos
no tener gobierno”.
LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

I. a la sexualidad, el amor libre, la libera-


ción de la mujer y el naturismo, hasta las
Resulta imposible analizar la realidad luchas obreras y la acción directa.
política y social de las primeras déca- Pero las ediciones anarquistas no se
das del siglo XX en Argentina sin ha- han destacado por sus innovaciones
cer mención al movimiento anarquis- estéticas (aunque, en algunos mo-
ta. Los estudios sobre el mundo obrero mentos, se puede comprobar cier-
lo ubican como la principal fuerza por ta porosidad hacia las vanguardias
lo menos hasta 1915 y destacan la im- artísticas del momento), ni por sus
portancia de su organización sindical, descubrimientos
la FORA (Federación Obrera Regional teóricos (aunque La fe en la ciencia, uno de
Argentina), como también la de sus in- anticiparon la los tópicos principales de las
numerables ateneos, núcleos culturales burocratización publicaciones anarquistas, por
y agrupaciones, donde las ediciones de de los regímenes ejemplo, no se relacionaba con
periódicos, revistas, libros y folletos socialistas y la el hallazgo de una “teoría” que
cumplían un papel fundamental. importancia del demostraría el camino inevita-
La larga empresa editorial mantenida poder jerárquico ble de la humanidad hacia la
por los anarquistas debe ser vista a la como constante “anarquía”, sino que era vista
luz del interrogante sobre el papel que histórica y fuen- como una luz liberadora de
juega la cultura en su pensamiento. En te de iniquidad prejuicios, que desnaturaliza-
este camino nos hallaremos con que la –un aporte nada ría las normas sociales y abri-
educación, el conocimiento y la ciencia menor, por cier- ría el camino para descubrir
eran considerados como herramientas to–); su valor re- posibilidades de cambios pro-
para la liberación, en un doble sentido. side más bien en fundos y revolucionarios.
Si por un lado podían ser utilizadas en condensar ejer-
la lucha contra los enemigos de “cla- cicios, de divulgación y de creación
se”1, por otro lado, y en forma indivi- colectiva, en un diálogo fluido con
sible, el conocimiento era vivido como su práctica. Su riqueza se encuentra
un ejercicio de autoemancipación. allí donde es difícil medirla, en la
La fe en la ciencia, uno de los tópicos interacción con el receptor y en el
principales de las publicaciones anar- proceso de creación. Una caracterís-
quistas, por ejemplo, no se relaciona- tica distintiva del anarquismo reside
ba con el hallazgo de una “teoría” que en la gran creatividad desarrollada
demostraría el camino inevitable de la en sus modos de subjetivación. Al
humanidad hacia la “anarquía”, sino no considerar una teoría histórica
que era vista como una luz liberado- como herramienta de su quehacer
ra de prejuicios, que desnaturalizaría político (rasgo que ha sido criticado
las normas sociales y abriría el camino por irracional, pero que es su verda-
para descubrir posibilidades de cam- dero aporte), intenta, aquí y ahora,
bios profundos y revolucionarios. construir las formas de ser de la so-
El conocimiento era visto como la ven- ciedad futura2. Si pudiera resumirse,
tana para asomarse mas allá de las posi- entonces, un ideal en las ediciones
bilidades del presente y poder transfor- anarquistas, éste consistiría en que
marlo, en lo cotidiano y en lo general; y cada lector pueda convertirse en
todas las empresas editoriales ácratas via- escritor, y que a partir de allí nadie
jaron bajo este signo, desde las dedicadas delegue su pluma. La importancia

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LA BIBLIOTECA
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del autodidactismo en las filas anar- consultadas en el Instituto Internacio-


quistas da cuenta de lo anterior, y nal de Historia Social de Amsterdam3,
debe ser entendido como parte de su mientras las bibliotecas y archivos
esencia política. anarquistas como la Biblioteca Archi-
Un recorrido por las ediciones anar- vo de Estudios Libertarios (Bael), de
quistas argentinas desde el siglo XIX la Federación Libertaria Argentina, y
hasta nuestros días implica atravesar la Biblioteca Popular José Ingenieros
los periódicos de hacen esfuerzos para preservar el ma-
El primer inconveniente que gran tirada como terial, editar catálogos y hacerlo acce-
encontramos al intentar recons- La Protesta, has- sible al público. La pérdida es enorme,
truir la actividad editorial ta los de menor sólo cabe recordar que no existe en el
anarquista es el hallazgo de circulación per- país una colección completa del diario
las fuentes. El resultado de la tenecientes a pe- La Protesta, la publicación de mayor
persecución constante, la clan- queños círculos, tirada y una fuente ineludible para
destinidad, el allanamiento de p u b l i c a c i o n e s cualquier investigación sobre el tema4.
las imprentas y los locales, el de combate y Aquí sólo hablaremos de algunas em-
secuestro de las ediciones, junto revistas cultu- presas editoriales, un recorte mezqui-
al retraimiento del movimiento, rales; libros por no que nos permite una primera vi-
llevó a que gran cantidad de entregas y folle- sualización, y que implica inevitable-
publicaciones desaparecieran o tos incendiarios; mente dejar afuera una gran cantidad
sean prácticamente inhallables. suplementos de de material que contribuyó al campo
arte y revistas de editorial ácrata.
ciencia; manifiestos y fanzines. Todos A su vez, si bien nos referiremos a las
han compuesto y construido la tex- editoriales en cuanto a la publicación de
tualidad anarquista, que comprende libros y folletos, no podemos dejar de
un gran abanico difícil de encuadrar, considerar su producción de periódicos
pero que contienen los valores enun- y revistas, ya que en su mayoría han co-
ciados en el transcurso de este texto. menzado por estas publicaciones, y más
La heterogeneidad de la producción tarde o simultáneamente han incluido
resulta una constante, pero ésta nunca y acrecentado su trabajo militante con
prescinde de un discurso que rechaza la edición de libros y folletos.
la existencia de jerarquías, toda forma
de opresión y que emprende una bús-
queda por la emancipación humana. II. La Protesta
El primer inconveniente que encon-
tramos al intentar reconstruir la activi- La Protesta fue la publicación de ma-
dad editorial anarquista es el hallazgo yor peso dentro del anarquismo argen-
de las fuentes. El resultado de la per- tino. Su relación estrecha con el movi-
secución constante, la clandestinidad, miento obrero encarnado en la FORA
el allanamiento de las imprentas y los (si bien ésta tenía su propio periódico:
locales, el secuestro de las ediciones, Organización Obrera) le otorgó un lu-
junto al retraimiento del movimiento, gar privilegiado y un público potencial
llevó a que gran cantidad de publica- de gran envergadura.
ciones desaparecieran o sean práctica- Nace como La Protesta Humana el 13
mente inhallables. Muchas de ellas ya de junio de 1897, primero en forma
no se encuentran en el país y deben ser quincenal y luego semanal hasta 1904.

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

En 1903 pasó a denominarse simple- ataque siguiente se produce al finalizar


mente La Protesta y en 1904 comenzó la década, en enero de 1919, ante la
a editarse en forma diaria, en imprenta huelga general por la Semana Trágica,
propia. En 1907 inaugura una sección cuando es asaltada por la policía y la
en italiano y en 1908 otra en yiddish. Liga Patriótica, y es suspendido. En la
Dada la potencia que había adquirido, década de 1920 se suceden secuestros
el grupo editor decide sacar una doble del diario, y deben permanecer en la
edición diaria, y así nace La Batalla, clandestinidad desde julio de 1920 has-
el vespertino de La Protesta. Para esa ta agosto de 1921. Y en 1930, luego del
fecha se había llegado a una tirada ré- golpe militar que derroca a Yrigoyen, es
cord de más de 16.000 ejemplares y suspendido hasta 1932.
había producido un hecho único en A esta reseña de persecuciones debe
el mundo hasta ese momento: la exis- añadirse una característica de todas
tencia de dos diarios anarquistas en un las publicaciones ácratas: la falta de
mismo país y una misma ciudad. espíritu de lucro (con los consiguien-
La gran represión vivida por el movi- tes problemas económicos que esto
miento, unida a las transformaciones conlleva), así como también la volun-
políticas y sociales que redujeron al tad de no ceder en sus principios para
anarquismo, no han impedido que adaptarse a un mayor auditorio. Por
La Protesta continúa editándose hasta consiguiente su crecimiento dependía
la actualidad, aunque ya sin la rique- del retraimiento o ensanchamiento del
za que produce la interpelación de un movimiento anarquista, con el cual
gran auditorio militante. Más de un si- contribuyó mediante una extensa ac-
glo de ediciones denota un ímpetu de tividad que excedió al diario y que dio
raíces profundas, fertilizadas en las pri- nacimiento a la editorial La Protesta.
meras décadas del siglo XX y en com- Su producción abarcó la edición de fo-
bate con incontables contrariedades. lletos, libros y suplementos culturales
El diario sufrió múltiples clausuras a lo con una precisa línea editorial que da
largo de su existencia: en 1902 y 1903 cuenta de sus características:
fue cerrado bajo el estado de sitio; en
1905 fue clausurado tras el levanta- La Protesta se distingue fundamental-
miento radical, y de nuevo en octubre mente de todas las editoriales del sistema
de ese año, otra vez por estado de sitio. capitalista:
En 1909, luego del atentado realizado 1º - Porque no es una empresa comercial
por Simón Radowitzky contra el jefe de ni está inspirada por el atractivo de la
Policía Ramón Falcón en respuesta a la ganancia.
represión sanguinaria al acto del 1° de 2º - Porque no publica sino aquellas
Mayo, padece la destrucción del local obras que merecen recomendarse a la
por fuerzas civiles nacionalistas y poli- atención de los trabajadores revolucio-
cías de civil. Poco más tarde, en mayo narios.
de 1910, bajo la Ley de Defensa So- 3º - Porque no subordina sus ediciones a
cial, es clausurado hasta 1912, aunque fines bastardos, ni desnaturaliza o recor-
en 1911 comienza a editarse en Mon- ta las obras para ajustarlas a las conve-
tevideo e ingresa clandestinamente a niencias tipográficas y comerciales5.
Buenos Aires, con una tirada de 7.000
a 10.000 ejemplares diarios. El gran Resulta interesante recorrer los títulos

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

que publicó la editorial y visualizar el 1904 y 1906 y dirigido por Alberto


amplio espectro de temas y debates Ghiraldo; el suplemento mensual de
que se desplegaron en sus ediciones. 1908; la publicación La Obra de 1915,
Por un lado tenemos, previsiblemen- y el suplemento semanal en forma de
te, ediciones económicas de los clási- revista desde 1922 hasta 1926, conver-
cos del pensamiento anarquista: las tido en quincenal hasta 1930.
Obras Completas de Bakunin, textos La propuesta de la editorial logró abar-
de Malatesta, Kropotkin, Proudhon, car un amplio espectro y se constituyó
etc. Por otro lado aparecían también en uno de los pilares de la construcción
las producciones contemporáneas y los de una cultura alternativa. Pero su ac-
debates sobre la realidad del momen- tividad sólo puede ser entendida como
to en las plumas de Luigi Fabbri, Ru- parte de este contexto, que incluía di-
dolf Rocker, Max versas actividades culturales y recreati-
Tal vez en La Protesta aparezca Nettlau, Rafael vas, como obras de teatro, veladas de
sintetizada una de las caracte- Barret, Sebastian canto, pic-nics, la edición de coleccio-
rísticas más importantes de las Faure, Ricardo nes de novelas populares, lecturas gru-
empresas editoriales anarquis- Mella, Diego pales, escuelas y ateneos. Tal vez en La
tas: su estrecha relación con su Abad de Santi- Protesta aparezca sintetizada una de las
receptor, a través de una canti- llán, Anselmo características más importantes de las
dad de actividades que la rodean Lorenzo, etc. empresas editoriales anarquistas: su es-
y que no son simples anuncios Podemos des- trecha relación con su receptor, a través
en sus páginas, sino una parte tacar las edicio- de una cantidad de actividades que la
constitutiva de su ser. nes de literatura rodean y que no son simples anuncios
utópica, desde el en sus páginas, sino una parte constitu-
clásico Noticias de Ninguna Parte, de tiva de su ser. Toda edición militante y
William Morris hasta la original La política posee alguna de estas caracte-
ciudad anarquista americana de Pie- rísticas, pero lo que confiere un parti-
rre Quiroule, pasando por la extraña cular énfasis a las ediciones anarquistas
El humanisferio: utopía anárquica, de es su impronta antijerárquica. De aquí
Joseph Dejacque. También se publi- la particular relación del movimiento
caban textos sobre sexualidad, amor anarquista con los intelectuales, ya que
libre, control de natalidad, en abierta aunque es una de las corrientes de pen-
contradicción con la moral burguesa samiento menos antiintelectualistas, lu-
y religiosa, como los del anarquista cha sin embargo contra la división entre
belga Jean Marestan. La edición de trabajo manual e intelectual y la cons-
libros se complementó con la de fo- titución de jerarquías en torno al saber.
lletos, que permitían la llegada a un Sólo recordemos que el primer director
público mas amplio y muchas veces de La Protesta fue el carpintero Grego-
en forma gratuita, como por ejemplo rio Inglán Lafarga, o que Severino Di
La carta gaucha de Juan Crusao (una Giovanni, encuadrado en otro sector
exposición de las ideas anarquistas en del anarquismo y más conocido por su
lengua “gauchesca”) impresa por miles violencia, dedicó gran parte de su vida a
a principios de la década de 1920. A realizar ediciones y fue atrapado en una
esto deben sumarse los suplementos imprenta cuando estaba preparando la
culturales del diario, entre los que se edición de las obras de Eliseo Reclus.
destaca Martín Fierro, editado entre Ambos, con características distintas,

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

sintetizan el interés de los anarquistas El periódico La Pampa Libre es una


por el desarrollo cultural a la vez que clara expresión del anarquismo en el
combinan su acción con otras activi- campo y nos permite ver su raigambre,
dades militantes, un rasgo que rodeó a así como las contradicciones con los
todas las empresas editoriales ácratas. planteos anarquistas de la urbe. Nació
La Protesta fue fruto de la dinámica como periódico quincenal, “Órgano
anarquista, del despliegue de sus prin- de la Federación Obrera Comarcal”, en
cipios, como también presa de sus con- General Pico,
tradicciones. Por su vida pasaron todos La Pampa, ... en Argentina, puede cons-
los debates y tensiones del movimiento en agosto de tatarse que el desarrollo del
libertario argentino, reflejados en los 1922 y su anarquismo se efectuó en los
cambios de los grupos de redacción, presencia se sectores más dinámicos de la
la muerte de su director en 1929, así extendió hasta economía y en las ciudades
como los avatares de su acercamiento 1930, cuando mas desarrolladas e industria-
y sus diferencias con la FORA. Reco- se produjo su lizadas, como Buenos Aires y
rrerla nos sumerge en un mundo que allanamiento Rosario, y todavía queda por
no se limita al trabajo periodístico ni a y clausura. visualizarse el ascendiente que
la edición de libros, sino que se expan- Su primer logró en las zonas rurales. Si el
de hacia múltiples actividades cultura- director fue trabajo de reconstrucción del
les que comprenden la construcción Juan Stieben, mapa libertario resulta difícil
de una sociabilidad alternativa. un ferviente en las zonas urbanas, mayor
impulsor de dificultad presenta el hallaz-
la educación go de fuentes del interior del
III. La pampa libre racionalista país, pero resulta claro que su
que buscaba extensión no se limitó a nin-
Ha existido sobre el anarquismo una la obtención guna de las dos áreas.
imagen superficial, proveniente pro- de fondos
bablemente del marxismo, que lo hace mediante la organización de eventos
portador de un escaso desarrollo teó- culturales, a la vez que promovía el
rico poblado de irracionalidad, cuyo encuentro y la difusión de las ideas
discurso lo convierte en el portavoz de a través de obras de teatro, música y
los sectores obreros más atrasados. Sin oratoria. Desde sus páginas se difunde
embargo, en Argentina puede consta- la actividad de bibliotecas, se promue-
tarse que el desarrollo del anarquismo ven obras de literatura gauchesca, se
se efectuó en los sectores más dinámi- publicitan actos y se informa sobre la
cos de la economía y en las ciudades situación sindical.
más desarrolladas e industrializadas, Al igual que muchos periódicos anar-
como Buenos Aires y Rosario, y todavía quistas que lograban sostenerse en el
queda por visualizarse el ascendiente tiempo y acrecentar su auditorio, La
que logró en las zonas rurales. Si el Pampa Libre emprendió la publicación
trabajo de reconstrucción del mapa de folletos, ampliando su actividad
libertario resulta difícil en las zonas editorial. Entre los folletos editados se
urbanas, mayor dificultad presenta el encuentra también “La Carta Gaucha”
hallazgo de fuentes del interior del país, de Juan Crusao, extendiendo su popu-
pero resulta claro que su extensión no laridad hacia la zona pampeana y
se limitó a ninguna de las dos áreas. sumándose a la divulgación de obras

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

gauchescas, como el Martín Fierro, el FORA y con La Protesta radicaban


Fausto criollo y Juan Moreira. La utili- en la forma a adoptar para propagar
zación de la figura del gaucho dentro las ideas y en el tipo de organización
del anarquismo se remonta al siglo sindical de la región. La organización
XIX y su expresión mayor se alcanza sindical propuesta por la FORA se
con el suplemento ilustrado Martín hacía difícil en el área rural. Los tra-
Fierro de La Protesta, editado entre bajadores rurales, especialmente los
1904 y 1906. Por este camino puede estibadores, eran obreros golondrinas
vislumbrarse un intento de interpelar cuya movilidad producía la pérdida
a un sujeto autóctono para ligarlo a automática de las conquistas obteni-
las prácticas ácratas. Este trabajo con das, con la llegada de los nuevos a la
el localismo, a través de la temática región, poniendo al descubierto las
gaucha, es un ejemplo interesante falencias en la forma de organización
pero al mismo tiempo infrecuente en y crecimiento. La Pampa Libre, junto
un movimiento fiel a una concepción a otras editoriales anarquistas como
internacionalista, que lo hizo muy La Antorcha, Ideas y Brazo y Cerebro,
vulnerable a los embates recibidos resaltaron este problema y apostaron
desde el Estado, a otras formas de organización y pro-
Si bien la línea expresada por sobre todo a par- paganda. Si bien la línea expresada
estas publicaciones (La Antorcha, tir de la campa- por estas publicaciones rechazó el
Ideas y Brazo y Cerebro) rechazó ña de argentini- “antiorganizacionismo” tanto como
el “antiorganizacionismo” tanto zación acelerada el “individualismo”6 y no negó la
como el “individualismo” y no en la década de lucha y la organización sindical, creyó
negó la lucha y la organización 1910, en torno a que estas últimas podían conducir
sindical, creyó que éstas últimas los festejos por el sólo al mejoramiento económico y el
podían conducir sólo al mejora- Centenario. ascenso social, pero no a la emanci-
miento económico y el ascenso Resulta difícil pación. La verdadera emancipación
social, pero no a la emancipación. conocer el alcan- revolucionaria sería resultado de una
La verdadera emancipación revo- ce real de este transformación más compleja en los
lucionaria sería resultado de una grupo en la zona, individuos y los grupos, para lo cual
transformación más compleja en aunque sabemos la propaganda cobraba una impor-
los individuos y los grupos, para que el periódico, tancia fundamental. Estas diferencias
lo cual la propaganda cobraba al año de haber se verán reflejadas también en las dis-
una importancia fundamental. salido, tenía una tintas empresas editoriales. Toda esta
tirada de 1.000 discusión, que en apariencia puede
ejemplares de cuatro páginas. Pero parecer menor, remite a discrepancias
ese mismo año decide separarse de la importantes y constitutivas de las dis-
Federación Obrera Comarcal adhe- tintas corrientes del anarquismo, que
rida a la FORA debido a diferencias merecerían todo un apartado.
importantes en la forma de construc- Como resultado de las discrepan-
ción. De esta forma La Pampa Libre cias, La Protesta anunció en 1924
nos permite visualizar no sólo el des- su decisión de romper toda clase de
pliegue del movimiento anarquista relaciones con estas publicaciones,
en el interior del país, sino también y en septiembre del mismo año la
un debate importante dentro del FORA resolvió en reunión de delega-
anarquismo. Las disidencias con la dos aislar a los grupos de esos medios,

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

no consintiéndoles injerencia en los gentina gozó de una posición mayori-


organismos federados y retirándoles taria hasta por lo menos 1915; a partir
todo concurso material y moral. De de allí las modificaciones en las condi-
esta forma el 4 de agosto de 1924 la ciones políticas y sociales permitieron
editorial cambió de sede y el periódi- el avance de las tácticas sindicalistas,
co pasó a llamarse Pampa Libre. socialistas y más tarde comunistas. El
Las discusiones violentas y los proble- anarquismo, en franco retroceso en
mas que suponía el alejamiento de la el campo sindical (aunque la FORA
FORA no impidieron que Pampa Libre supo protagonizar algunas acciones en
continuara funcionando y creciendo. la década de 1930), comenzó a variar
Hacia el año 1926 realizó un cambio su composición y a buscar nuevas for-
en el diseño e incluyó nuevas secciones mas que pudieran nuclear a sus mili-
que incluían una página literaria, otra tantes e impulsar una construcción
dedicada a la prisión de Sierra Chica, renovadora. La cárcel de Villa Devo-
una sección sobre federaciones, otra to, en 1931, fue el lugar que ofreció
sobre Latinoamérica, una más dedica- el marco para realizar un congreso de
da al antimilitarismo, llamada “Abajo militantes (presos tras el golpe militar
las armas”, y un suplemento en italia- de 1930) de diferentes vertientes, para
no: “L’Aura dei Liberi”. revitalizar el movimiento. Como re-
Complementando la tarea del perió- sultado nació el Comité Regional de
dico la editorial publicó, en 1924, La Relaciones Anarquistas (CRRA) cuyo
Anarquía de Enrrico Malatesta; en trabajo produjo, tras varios años, el
1927, El evangelio de la hora, de Pablo congreso a partir del cual se formó la
Berthelot y en 1929, El ideal humano Federación Anarco Comunista Argen-
de Luis (sic) Fabbri, entre otros. tina (FACA), en octubre de 1935.
Tomar a Pampa Libre nos otorga, La FACA fue la primera organización
entonces, la posibilidad de ver el arrai- específica anarquista argentina, y se
go del anarquismo en el interior, así constituyó en una nueva expresión del
como también la riqueza de sus varian- movimiento, tras varios años de debate
tes. Pero es una pequeña muestra de entre los detractores y los defensores del
un gran abanico de editoriales que “especifismo”7. Esta polémica se suma
deben ser recuperadas y estudiadas, a las complejidades del pensamiento
para poder recomponer un entramado ácrata, sus variantes y posibilidades y
de ideas, que fueron muchas veces nos alerta del error que podemos co-
ignoradas o simplificadas. meter con una mirada simplificadora
y superficial del mismo.
La FACA comienza una intensa acti-
IV. Editorial Reconstruir vidad que abarca desde campañas por
los presos políticos (como el caso de
Durante más de 150 años las ideas los presos de Bragado), ayuda a la Re-
anarquistas fueron constituyendo di- volución Española, hasta la formación
ferentes vertientes que interpelaron la de una corriente sindical. En el campo
realidad con mayor o menor acogida. editorial, que es el que nos ocupa, creó
La corriente sindical y el anarcosindi- el periódico Acción Libertaria como su
calismo fueron la expresión de amplios órgano, que perduró hasta 1971; y en
sectores obreros en el mundo. En Ar- junio de 1946 impulsó la edición del

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

periódico Reconstruir, que se transfor- tores obreros y populares, hacia la


mó en revista bimestral en agosto de segunda mitad del siglo pasado su
1959 y que llegó hasta abril de 1976. repercusión quedó acotada a sectores
La revista fue impulsada por Fernando minoritarios de la escena política. Lo
Quesada, sindicalista y periodista de cierto es que esta nueva etapa, de leja-
formación autodidacta, como muchos nía con un gran auditorio, le imprime
anarquistas, que llegó a fundar el sin- especiales características, teñidas por
dicato de artes gráficas y que trabajó en el peso del pasado y con la dificultad
medios como Clarín, Primera Plana y de articular un aparato reflexivo y
Todo es Historia. El cuerpo de redac- constructivo que amplíe su inserción
tores y la administración estuvieron en el presente. Si bien sus planteos
integrados por reconocidos militantes sobre la libertad y la igualdad, como
libertarios como Gerardo Andujar, su cuestionamiento al ordenamiento
Jacobo Prince (delegado de la FACA jerárquico como fuente de iniquidad,
durante la Guerra Civil Española y di- siguieron siendo aportes incuestiona-
rector del diario Solidaridad Obrera), bles, sus ecos no resonaban en una
Jorge Ballesteros, Carlos de la Reta, Argentina que sintonizaba mejor con
Roberto Cúneo, Manuel Carreira y la ola de los movimientos de libera-
más tarde Dardo Batuecas, Fernando ción nacional, y que se sumergía en la
Bertral y Oscar Pereyra. La revista lle- militarización casi forzada.
gó a tirar más de dos mil ejemplares, La editorial Reconstruir no hizo hin-
con setecientos suscriptores fijos. capié en la reedición de los clásicos
Como en el caso de las otras dos edi- del anarquismo sino que recogió re-
toriales que trata- flexiones teóricas contemporáneas
Reconstruir, con varias déca- mos anteriormen- sobre temas ideológicos o políticos.
das de trabajo, es la expresión te, Reconstruir En esta vertiente podemos ubicar li-
de una parte del anarquis- nace como perió- bros como El anarquismo mas allá de
mo, que –aunque dado ya por dico y amplía su la democracia de Luce Fabbri, Bolche-
muerto por muchos historia- tarea hasta cons- viquismo y anarquismo; La voluntad
dores y estudiosos– persistió tituirse en una de poder como factor histórico y Artis-
en la reflexión y recuperación editorial. En este tas y rebeldes, todos del historiador y
de las ideas y las prácticas caso, la desa-pari- teórico anarquista Rudolf Rocker;
generadas durante más de un ción del periódico Arte, poesía y anarquismo, del escritor
siglo, con el convencimiento y la revista Recons- y teórico del arte Herbert Read, Ca-
de su riqueza y su utilidad truir no produjo pitalismo, democracia y socialismo liber-
para una transformación pro- la disolución de tario, de Agustín Souchy, La ideología
funda de la realidad social. la editorial, que anarquista del filósofo argentino Án-
pasó a convertirse gel Cappelletti, entre otros. También
en el sello de la Federación Libertaria se buscó abordar temáticas actuales de
Argentina8 hasta nuestros días. cada período. Aquí podemos ubicar
La mirada sobre la editorial Recons- textos como Testimonios de la revolu-
truir nos ubica en otro momento del ción cubana, de Agustín Souchy, en
movimiento anarquista, muy distinto 1960, La revolución popular húngara:
a las primeras décadas del siglo XX. hechos y documentos (compilación de
Si en sus comienzos pudo perfilarse artículos sobre la revolución húngara
como una expresión de amplios sec- publicada en 1957); La solución fede-

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

ralista en la crisis histórica argentina costumbres y tradiciones que parecían


de Juan Lazarte, etc. Una lectura so- inamovibles, sino también a modificar
bre momentos de la historia argentina aquellas actitudes mentales que no son
aparecen en El otro Rosas y en Antes y compatibles con las soluciones más racio-
después de Caseros de Luis Franco, o en nales, tanto en lo cultural como en lo po-
una biografía de Alejandro Korn escri- lítico, social y económico. Nuestra revista
ta por Francisco Romero. También se no desea más que contribuir a esa tarea,
editaron libros cuyos autores, sin ser dentro de sus posibilidades9.
exactamente anarquistas, se acercan a
miradas libertarias, como Homenaje a Reconstruir, con varias décadas de tra-
Cataluña de George Orwell y Ni vícti- bajo, es la expresión de una parte del
mas ni verdugos de Albert Camus. En anarquismo, que –aunque dado ya por
una etapa más avanzada comienzan a muerto por muchos historiadores y
aparecer, con la Colección Perfiles y la estudiosos– persistió en la reflexión y
Colección Testimonio, las memorias y recuperación de las ideas y las prácti-
biografías de quienes fueron militantes cas generadas durante más de un siglo,
significativos como Fernando Quesa- con el convencimiento de su riqueza
da, Jacobo Maguid, Jacobo Prince, y su utilidad para una transformación
Luis Danussi, Ángel Borda, y relatos profunda de la realidad social.
sobre las vivencias en la Revolución Es-
pañola o procesos carcelarios como El
proceso de Bragado por Pascual Vuotto. V.
Otra colección iniciada recientemente,
Archivo, publica libros de carácter téc- Hasta aquí hemos realizado un so-
nico y de consulta, como los catálogos mero recorrido por algunas empresas
elaborados por la Biblioteca Archivo editoriales anarquistas. Nuestro recor-
de Estudios Libertarios (Bael). te intentó abarcar la editorial más im-
La revista Reconstruir merecería una in- portante de una época del anarquismo
vestigación aparte que escapa a las posi- como La Protesta, dar una imagen de
bilidades de este artículo, ya que en sus la existencia de emprendimientos en
101 números bimestrales desde 1959 la zona rural pampeana mediante La
hasta 1976 retrata las intenciones y de- Pampa Libre y avanzar en el tiempo
rroteros de este sector del movimiento hacia la segunda mitad del siglo XX,
anarquista. La nota editorial aparecida cuando para la mayoría de los inves-
en el primer número da cuenta de un tigadores el anarquismo resulta inexis-
objetivo central que es la búsqueda de tente, mediante Reconstruir.
nuevas respuestas, desde el campo li- Pero como dijimos al comienzo, éste
bertario, para una realidad que había es un recorte mezquino, al que ha-
cambiado profundamente desde los co- bría que sumar muchos otros grupos
mienzos del movimiento local: editoriales que merecen un estudio
profundo, para poder así conformar
El Grupo Editor rehusa los repositorios un verdadero mapa. Una rápida enu-
doctrinarios, sobre los cuales mucha meración nos retrotrae a las primeras
gente descansa indefinidamente. Los décadas del siglo XX con las ediciones
nuevos tiempos y –sobre todo– los que se de Bautista Fueyo, las publicaciones
avecinan, obligan no sólo a modernizar de la Liga de Educación Racionalista,

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

la Editorial Argonauta, La Antorcha, dos por muchos periódicos a lo largo


Nervio, La Palestra, etc. Pero siguen de todo el siglo y no sólo en Buenos
quedando muchos trabajos editoria- Aires, la producción editorial alter-
les afuera ya que el mundo libertario nativa en formato de fanzine y en la
implica una cantidad de prácticas actualidad la colección Utopía Liber-
descentradas, esporádicas y disconti- taria, con catorce títulos publicados
nuas, que producen la imagen de un en los últimos tres años, son partes
movimiento dispuesto a desaparecer, diferentes de este mundo libertario
pero que retorna desde diferentes pe- que intentamos describir, y que segu-
riferias. Las ediciones de Severino Di ramente merece una mirada cuya de-
Giovanni, los libros y folletos edita- volución resultará enriquecedora.

NOTAS

1. El concepto de clase en el pensamiento anarquista contiene connotaciones particulares. Si bien algunas co-
rrientes se aproximan a una concepción clasista, ésta no es la característica principal de la idea. El anarquismo
no otorga una esencialidad a la clase obrera, ya sea como sujeto histórico de redención o vanguardia portadora
de valores universales; por el contrario, se piensa a sí mismo como una respuesta humana contra toda forma de
jerarquía y opresión. A este respecto Suriano, por ejemplo, habla de heterodoxia clasista, donde se interpela al
conjunto de los pobres y desposeídos (los oprimidos) sin distinción de clase. Suriano, Juan, Anarquistas. Cultu-
ra y política libertaria en Buenos Aires. 1890-1910. Buenos Aires, ediciones Manantial, 2001, p. 21.
2. De modo que, a los efectos prácticos, el anarquismo no constituyó un modo de pensar la sociedad de la dominación.
En la idea de libertad del anarquismo no estaba contenido únicamente un ideal, sino también distintas prácticas éti-
cas, o sea, correas de transmisión entre la actualidad de la persona y la realización del porvenir anunciado. Christian
Ferrer, “Átomos sueltos. Vidas refractarias” en Cabezas de tormenta, Buenos Aires, Anarres, 2004. p. 19.
3. La sección sobre anarquismo del Instituto de Amsterdam está formada fundamentalmente por la colección que
cedió el historiador anarquista Max Nettlau en 1937. El trabajo de recolección de Nettlau abarcó periódicos, folletos,
volantes, carteles, revistas, libros y documentos anarquistas de todo el mundo, que suman más de 40.000 impresos.
4. La Biblioteca Nacional y el Cedinci guardan microfilmada una parte de La Protesta, mientras la Federación
Libertaria Argentina y la Biblioteca José Ingenieros contienen muchos originales. Pero en ningún lugar se
resguarda una colección completa original.
5. Guillaume, James, Miguel Bakunin. Noticia Biográfica. Editorial La Protesta, Bs. As. 1924. Nota editorial.
(Original en archivo BAEL)
6. El antiorganizacionismo y el individualismo son otras expresiones del movimiento anarquista que habían
alcanzado una mayor importancia hasta fines del siglo XIX.
7. El debate sobre la construcción de una organización específica anarquista ronda en torno a si son los sin-
dicatos la forma más cercana al ideal ácrata, o bien los grupos ideológicos. Tuvo un antecedente en el Primer
Congreso Regional anarquista en Buenos Aires, en 1922, aunque no llegó a concretarse la formación de una
organización y la FORA siguió siendo el canal de expresión más importante del anarquismo local. La referencia
más fuerte a una organización específica en el mundo seguramente es la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
8. La Federación Anarco-Comunista Argentina (FACA) cambia de nombre por Federación Libertaria Argenti-
na (FLA) en el cuarto Congreso Ordinario de febrero de 1955.
9. “Editorial” en Reconstruir, Buenos Aires, año 1, N° 1, agosto de 1959, p. 3.

426
428

Breve historia de Ediciones de la Flor.


Editar en la Argentina:
¿un oficio insalubre?
Por Daniel Divinsky

Las formas en las que se presenta habitualmente


una editorial esconden en su ser objetivado la fra-
gilidad de la propia experiencia. De este modo,
las editoriales suelen valorarse por sus catálogos,
por su influencia en el campo cultural y por el
tipo de lecturas que promueve o introduce.
Daniel Divinsky narra las peripecias que confor-
maron la propia historia de Ediciones de la Flor
que acompañó los vaivenes de la historia política
argentina. Abogado de profesión y editor voca-
cional, el relato va repasando minuciosamente
los detalles de esta empresa, desde el nombre has-
ta las anécdotas que recorrieron la edición de sus
principales títulos en un emprendimiento que,
nacido en las entrañas de la noche de los basto-
nes largos, supo de censuras, cárceles y exilios.
La flor, cuya denominación sintetizaba el espíri-
tu de la época –el flower power del movimientos
hippies– articulado a la picaresca argentina –sim-
bolizada en el truco– y al irónico espíritu funda-
cional –“flor de editorial”– logró abrirse un lu-
gar destacado, cuyo impacto puede corroborarse
en sus célebres ediciones de Mafalda.
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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Los comienzos la conflictividad permanente que


constituye el centro de la actividad del
El título de la primera parte de este abogado pleitista.
texto también podría ser “De cómo No sabía que esa salida duraría poco:
la Revolución Argentina descubre una una de las primeras medidas de la
vocación oculta”, pero eso requeriría dictadura militar encabezada por
varias explicaciones. Onganía sería la violenta intervención
En 1966 yo era abogado y trabajaba a la Universidad de Buenos Aires
como tal con las limitaciones que materializada en la recordada “Noche
impone la clientela de los jóvenes de los Bastones Largos”. Los profeso-
profesionales. El estudio jurídico que res con quienes estudiaba renunciaron
manteníamos con un socio, igual- o fueron cesanteados y terminó para
mente novato, nos suministraba lo mí el estudio formal de la Sociología.
necesario para la subsistencia “super- En mi época de estudiante de Derecho,
flua”, siendo que lo esencial –casa y por razones totalmente extrajurídicas
comida– seguía a cargo de nuestras me proveía de libros de texto en el
familias. Y hasta la atención a la local de Depalma, una editorial y
salud: los padres de ambos “letrados” librería del ramo que estaba instalada
ejercían la medicina. en Lavalle y Talcahuano, frente a
Mis inquietudes intelectuales intenta- Tribunales. Como muy aficionado al
ron ubicarse en otro ámbito: comencé cine “de arte”, había ingresado al Cine
un curso para graduados de Sociología Club Núcleo, donde entre mis conso-
que ya habían culminado otros cole- cios estaba Jorge Álvarez, por enton-
gas con tan poca vocación como ces empleado de Depalma, que me
yo por el Derecho. Se dictaba en beneficiaba con descuentos especia-
el Departamento de Sociología de les. Cuando Álvarez decide indepen-
Filosofía y Letras en el vetusto edificio dizarse y establecerse como librero y
de la calle Independencia, y constaba editor en un local vecino, recurre a la
de diez materias. Yo tenía 24 años (“... colaboración –honoraria, por supues-
y no permitiré que nadie diga que to– de todos sus amigos. Como dijo
es la edad más hermosa de la vida”, alguien, se convierte en cafishio de
completaba Paul Nizan la muy cita- nuestras veleidades intelectuales, lo
da primera frase de su Adén-Arabia, que aceptamos de muy buen grado y
que aludía a los 20, momento en que con placer. Traduje del inglés para él
decide emprender su búsqueda en el uno de los cuadernos de la colección
Yemen: este libro habría de ser uno de de Monthly Review (Reflexiones sobre
los primeros de Ediciones de la Flor) y la Revolución Cubana, de Paul Baran),
volver a la Universidad, codearme con corregí pruebas, tuve a mi cuidado
compañeras y compañeros bastante las ediciones del Diccionario de los
menores, recibir clases de profesores lugares comunes, de Flaubert, y del
brillantes (Tulio Halperin Donghi, Diccionario del Diablo, de Ambrose
Hugo Calello, Miguel Murmis, Eliseo Bierce, traducidos con precisión y
Verón, Silvia Sigal, Analía Kornblit...) belleza por Alberto Ciria y Rodolfo
infundió tonicidad compensatoria de Walsh respectivamente, y un libro de
la atención a demandantes o deman- textos sobre Bertolt Brecht compila-
dados, la árida recorrida de Tribunales, do también por Ciria.

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No era precisamente mi debut en ínfimo capital del que disponíamos


faenas editoriales. En la Facultad de con mi socio nos impidió instalar
Derecho me hice cargo, primero como una librería como había sido nuestra
subdirector y luego como director, de idea inicial, inspirada por Álvarez, no
una colección que había creado Rafael fue extraño que nos pareciera formi-
Saiegh: los “Cuadernos del Centro de dable la idea de lanzar una editorial.
Derecho y Ciencias Sociales”. Jorge Álvarez aportaría el crédito –que
Eran unos libros breves, cuya publi- todavía tenía– en imprentas y papele-
cación financiaba Emilio Perrot –un ras, más la logística y administración
editor jurídico que tenía una librería a cargo de su personal; y nosotros,
dentro de la Facultad–, escritos por módicos 300 dólares –donación pater-
profesores a quienes les interesaba na por partes iguales–, todo el trabajo
en especial algún tema de su materia de organización, constitución de la
–sobre el que generalmente interroga- sociedad, dirección literaria, prensa,
ban en los exámenes– pero que toda- publicidad y lo que cuadrara. En un
vía no habían encarado la redacción brainstorming (literalmente, “tormenta
de un tratado o volumen más exten- de cerebros”, algo usual en la actividad
so. Como se tornaban imprescindi- publicitaria de la época) que se hizo
bles para aprobar sus asignaturas, se en nuestro bufete, con varios amigos
vendían mucho: Perrot entregaba un y la conducción orientativa de la bri-
porcentaje al Centro de Estudiantes llante Pirí Lugones, se llegó a decidir,
y admitía que cada cierto número de luego de desechar los apellidos de los
títulos de ese tipo se intercalara alguno socios por difíciles, y otras propuestas
no jurídico, de contenido ideológico vagamente poéticas, que se llamaría
progresista, acorde con la orientación Ediciones de la Flor.
de la directiva estudiantil. Confluyeron la idea del flower power
En ese trabajo –junto con quien (el poder de la flor de los hippies
luego sería mi socio abogadil, Oscar en boga), la suerte del truco con
Finkelberg, que había devenido sub- tres cartas del mismo palo y cierta
director de la colección cuando pasé a idea elitista que al parecer teníamos:
dirigirla– me tocó corregir pruebas de hacer una “flor de editorial” con
galera, oler por primera vez el plomo nombres de primera línea y cierta
caliente de las linotipias, el seductor exquisitez literaria.
perfume de la tinta de imprenta y el La inversión original se dedicó a pagos
menos atractivo de la cola de encua- muy concretos e identificables:
dernación. Pero también tratar con los 1) El diseño del logotipo, que se le
profesores como autores y controlar encomendó al luego muy laurea-
la tirada: para esto, en el sótano de do Ronald Shakespear, quien no ha
lo que hoy es la Librería Histórica, cesado –durante casi tres décadas– de
de Azcuénaga casi Las Heras, frente a proponer modificarlo sin cargo, por-
Ingeniería, entonces Librería Perrot, que había dejado de gustarle; ama-
firmábamos uno por uno los ejem- ble oferta desechada, porque hubiera
plares entregados por la imprenta, en sido como renunciar a la camiseta del
agobiantes tardes de sábado. equipo amado.
De modo que, cuando la dictadura 2) La impresión de la papelería
frustró mi proyecto académico y el imprescindible.

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3) La compra de derechos de traduc- el muy poblado mercado editorial,


ción de tres libros: el ya mencionado con mi socio pergeñamos una anto-
Adén Arabia, de Paul Nizan, con pró- logía de cuentos sobre Buenos Aires
logo de Sartre; una Antología poética de ambientados en diversas épocas. Con
Georges Brassens –dos títulos nunca ayuda de muchos amigos recolectamos
antes publicados en castellano– y, por material poco
sabio consejo de Álvarez, uno poco conocido u olvi-
imaginable en el proyecto editorial dado; le pedimos
original: Cuatro teorías sobre la prensa, a Cortázar algún
de los norteamericanos Fred Siebert y texto inédito y
Theodore Peterson. nos envió desde
La hipótesis de Jorge era que si se París, genero-
publicaba en los comienzos de la samente y con
actividad de una editorial un libro de buenos deseos,
autores de Estados Unidos, se entra- uno que habría
ba, a los ojos del USIS (el Servicio de aparecer más
de Informaciones de Estados Unidos, tarde en La
con sede por esa época en la Biblioteca vuelta al día en
Lincoln) en la categoría que se podría ochenta mundos;
haber llamado US friendly y, en con- y encomenda-
secuencia el escrutinio del Hermano mos a David
Grande sobre las ulteriores publica- Viñas un cuen-
ciones debería ser menos severo. No to para el cierre.
hay que olvidar que por entonces la Escribió así un
Guerra Fría se desarrollaba en escala delirante “Sábado de Gloria en la
planetaria y la Argentina del ongania- Capital (socialista) de América latina”,
to era un terreno muy abierto para el ambientado en un futuro indetermi-
campo pro norteamericano. nado, un relato de política ficción en
Pero como también era conveniente el que las masas revolucionarias con-
nutrir el catálogo de autores argen- vergían sobre el Obelisco cantando
tinos contemporáneos importantes poemas de Tejada Gómez.
–la década del 60 había despertado el El libro es, posiblemente, el más lon-
interés por su lectura– y era imposible gevo de la historia editorial argentina:
competir con los grandes sellos (por en la última Feria del Libro de Buenos
entonces nacionales), para contratar Aires –mayo de 2006– se vendieron,
sus obras más recientes adquirimos, a precio de oferta, 11 ejemplares.
con módicos anticipos, los derechos Y todavía deben quedar algunos en
de publicación de Los años despiadados, el depósito. ¡TREINTA Y NUEVE AÑOS
una novela de David Viñas bastante DESPUÉS DE SU APARICIÓN!
anterior a su consagración con Los No se trató de un fracaso editorial, sino
dueños de la tierra, y Vacaciones, una de un error de cálculo de Álvarez, que
nouvelle de Bernardo Verbitsky, quien era nuestro consejero experto en mate-
en esos años habría de deslumbrar con ria de tiradas. La primera –y única–
Villa Miseria también es América. edición, constó de 10.000 ejemplares,
Como ninguno de esos títulos per- un número razonable entonces para
mitía una aparición impetuosa en un libro de éxito publicado por una

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editorial conocida, pero desmesurado que habrían escrito entre los años 481 y
para una debutante. Aunque se deben 221 antes de Cristo, y que podía leerse
haber vendido en su momento unos como una metáfora de la heroica lucha
6.000 –¡muchísimo!–, eso implicó que de los vietnamitas contra el Imperio,
quedaran 4.000 –¡muchísimos!– para era obra del propio Rodolfo. Pero estu-
tratar de seguir vendiéndolos a lo largo dios académicos recientes ubicaron el
de casi cuatro décadas. cuento y hacen pensar que era efectiva-
Una genial intuición de Pirí Lugones mente auténtico.
–nuevamente ella– gestó el otro título Muchos años después, cuando vivía
del lanzamiento. Convencida de que en Caracas, le recordé a Borges –que
nos sería muy difícil conseguir textos estaba de visita y firmaba sus obras en
originales de los grandes escritores una librería–, que yo era el incipiente
argentinos del momento, pero tam- editor que le había pedido su parti-
bién de que el tamaño de sus egos cipación en este libro. “¿Qué elegí
les impediría rehusarse a lo que les yo?”, preguntó. Se lo dije y siguió: “¿Y
propondríamos, “inventó” El libro de Sabato?”. Tras mi respuesta, reflexio-
los autores. Para armarlo, les pedimos a nó: “El mío era mejor...”.
Borges, Sabato, Mujica Lainez, Viñas, ¿Cómo podía marcar su entrada al
Abelardo Castillo y Rodolfo Walsh mundo una editorial sin dinero?
que eligieran su cuento favorito en la Descartada la idea de una fiesta, una
literatura universal y escribieran un vez más fue Pirí quien encontró la
pequeño prólogo explicando las razo- solución. Encomendamos la elabora-
nes de su elección. ción artesanal de unas hermosas cajas
No falló. Borges eligió “Wakefield” forradas en papel blanco suntuoso
de Hawthorne. Sabato, “Bartleby” de de verdad, con el logotipo de la edi-
Melville. Mujica Lainez, “El horror torial impreso en dos colores, en las
de Dunwich” de Lovecraft, un cuento que cabían ajustadamente esos pri-
que no estaba publicado en castellano meros dos títulos, y se las enviamos a
y cuya traducción asumí, con la pre- doscientas personas entre periodistas,
ocupación de que la versión debía ser escritores y gente del medio que podía
aprobada por Manucho antes de publi- dar eco a nuestro nacimiento. La lista
carse. El mundo del Necronómicon básica nos había sido suministrada
me asedió durante semanas y llegué a por nuestro amigo Miguel Brascó,
soñar con los chotacabras, el nombre por entonces hombre de prensa y rela-
de diccionario que debí elegir para las ciones públicas de una gran empresa,
aves a las que Lovecraft hacía graznar en la que tenía azorados a sus jefes,
desenfrenadamente a cada momento. sentado a su escritorio con una bufan-
David Viñas estuvo nacionalista: eligió da anudada al cuello. Corría julio de
“El matadero”, de Echeverría. Castillo, 1967 y Ediciones de la Flor exhibía su
clásico: “La sirenita”, de Andersen. Y partida de nacimiento.
Walsh creó un enigma: por muchos
años sospechamos que “La cólera de un
particular”, presentado por él como de 1967-1970: la etapa amateur
autor chino anónimo y cuya proceden-
cia ubicaba en una recopilación fran- Los términos del contrato de distri-
cesa de relatos de autores de ese origen bución celebrado por Álvarez para De

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la Flor con Librería del Colegio –que Bob Dylan, selección y traducción
había sido adquirida por Editorial de Marcelo Covián; El conferencian-
Sudamericana para asumir bajo ese te muerto, de LeRoi Jones –quien
nombre la venta a librerías de sus luego de su conversión a la fe musul-
propios títulos y los de otros sellos–, mana cambiaría su nombre–; En el
ocultaban a mis ojos aún no exper- invierno de las ciudades, de Tennessee
tos que el déficit crecía mes a mes. Williams; Últimos poemas de amor, de
Sudamericana compraba en firme el Paul Éluard, en traducción de César
25 por ciento de la tirada que hacía- Fernández Moreno, que obtendría
mos de cada novedad, pagando esa un premio de la Fundación Éluard.
compra con pagarés a largo plazo. Con También se editaron poetas argenti-
el manejo financiero de esos docu- nos, comenzando por una Antología
mentos –que era impensable descon- de Leopoldo Marechal, preparada por
tar en bancos, por lo cual caíamos en Alfredo Andrés (cuya elaboración me
manos de la usura más despiadada– se permitió inolvidables tardes en la casa
cubrían los costos de los nuevos libros de Marechal y su mujer, la menta-
y los gastos generales, que eran muy dísima Elbiamor); Mate pastor, de
pocos. Pero rara vez Del Colegio hacía Horacio Salas; El solicitante descoloca-
un pedido ulterior de ejemplares, por do, de Leónidas Lamborghini.
lo cual la empresa sobrevivía como un El libro de Brassens nos dio una lec-
enfermo mantenido a suero: no moría, ción acerca del mercado. Como los
pero tampoco adquiría fuerza. textos se componían en plomo, una
Con Los años despiadados, la novela de vez impreso el
Viñas, aprendimos una lección: nunca libro el material Con Los años despiadados, la
se debe dar a un autor para revisar volvía a fundir- novela de Viñas, aprendimos
las pruebas de un libro escrito por él se, excepto que, una lección: nunca se debe dar
mucho tiempo atrás, porque quien lo previendo una a un autor para revisar las prue-
corrige no es la misma persona que lo reedición muy bas de un libro escrito por él
escribió, algo que Heráclito ya había inmediata, se le mucho tiempo atrás, porque
anticipado sin saberlo. Como la edi- pagara a la lino- quien lo corrige no es la misma
ción original era de 1956, Viñas agre- tipia para que lo persona que lo escribió, algo
gó en las galeras, para esta reedición conservara por que Heráclito ya había anticipa-
de 1967, todas las “malas palabras” un tiempo. Los do sin saberlo. Como la edición
que no resultaban aceptables doce 3.000 ejemplares original era de 1956, Viñas agre-
años antes. El resultado fue que hubo de la primera edi- gó en las galeras, para esta ree-
que componer el libro –en linotipo, ción del poeta del dición de 1967, todas las “malas
recuérdese– prácticamente de nuevo, arrabal parisiense palabras” que no resultaban
con el costo consiguiente. Las pruebas se vendieron en aceptables doce años antes.
corregidas con la trabajosa caligrafía pocos días, lo que
del autor se conservaron como “prue- nos impulsó a imprimir otros 3.000
ba”, precisamente, de los cambios en para aprovechar la tipografía guarda-
las costumbres y normas sociales. da. Parece que había 3.000 adictos a
Aparecieron entonces los primeros Brassens, pero no 3.001: la segunda
títulos de poesía traducida: la ya men- edición duró en nuestro depósito más
cionada Antología poética de Brassens; de veinte años...
Nueva poesía USA: de Ezra Pound a También un poeta y, como se comen-

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zó a decir tiempo después, “cantau- del Brasil, con un éxito enorme y la


tor”, integró el catálogo inicial. En consiguiente repercusión en las ventas
enero de 1967, antes de que aparecie- del libro, que seguimos reeditando
ran los primeros títulos, durante unas aún hoy. El acto de presentación se
vacaciones en la feria judicial pasadas hizo en el Instituto de Directores de
en el Brasil con un amigo, conseguí Arte, un instituto de enseñanza de la
contactar por teléfono a Vinicius de calle Florida, con Vinicius cantando
Moraes, cuya obra todavía no se había y diciendo sus versos; tanta gente se
publicado en castellano. Ya famoso apiñaba alrededor, que Miguel Brascó
mundialmente a partir del premio tuvo que pedir espacio con una diver-
que había obtenido en el Festival de tida intervención: esbozó una teoría
Cannes Orfeo Negro, la película de acerca de la cantidad de aire que nece-
Marcel Camus basada en su pieza sitaba un brasileño para respirar.
teatral Orfeo de la Concepción, había Corresponden también a esa época
abandonado la carrera diplomática y otros títulos de “larga duración”: un
se dedicaba a escribir y a cantar en libro de poemas estilo haiku, de Yoko
público las composiciones que com- Ono, la famosa compañera de John
partía principalmente con Jobim, de Lennon (que lo presentaba con el
las que Garota de Ipanema, ahora casi prólogo más escueto que haya existido
un lugar común musical (no por eso nunca: “Hola. Soy John. Les presento
menos bella), era la más conocida. a Yoko”), titulado Pomelo (Grapefruit
Me citó en el bar del hotel Copacabana en inglés). A pesar del gancho que
Palace, acordamos rápidamente las significaba el nombre del “prologuis-
condiciones de un contrato –¡la auda- ta” en la época de auge de los Beatles,
cia del poeta le hacía confiar en una el libro no tuvo mayor éxito. Siguió
editorial todavía prácticamente nona- vendiéndose, en su primera y única
ta!– sin anticipo y con la única pre- edición, hasta hace un par de años,
tensión de un porcentaje de derechos pero ya ahora buscado como joya para
algo mayor al usual. Dos serían los coleccionistas. También se publica,
libros de Vinicius que publicaríamos pero sí con muy buenas ventas y reedi-
inicialmente: una Antología poética, ción inmediata, La guerrilla tupamara,
siguiendo una selección preparada por de la periodista y abogada uruguaya
él mismo y ya aparecida en Brasil, y María Esther Gilio, que había ganado
Para vivir un gran amor, que alternaba el premio de Casa de las Américas de
poemas y crónicas. La Habana en una nueva categoría,
Encomendamos la traducción de este “Testimonio”, creada en 1970.
último a dos escritores diferentes: Tal vez la culminación de esa etapa
Mario Trejo se encargaría de la poesía; loca y divertida –y poco racional,
René Palacios More, de las crónicas. hay que decirlo, si el plan era seguir
El libro apareció en 1968 y su presen- editando– fue una fiesta con decenas
tación, apoteótica, coincidió con una de invitados y servicio de la confitería
visita de Vinicius a Buenos Aires, para “Los Dos Chinos”, que organizó Pirí
actuar en el Ópera junto a Dorival Lugones en la confitería del Jardín
Caimmy, Oscar Castro Neves, el fabu- Zoológico a la que se convocó con una
loso Baden Powell y el Cuarteto em tarjeta que rezaba: “No deje que los
Cy en un show patrocinado por el café animales sean más”. Durante muchos

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años, periodistas y escritores evocaron ral de Fondo de Cultura Económica


esa reunión donde se festejaba... haber en México. Entre los cuatro hacíamos
publicado “ya”... 30 títulos. TODO lo que se hace en una editorial.
En algún momento, Finkelberg vende
sus cuotas sociales, que, tras pasar por
Llegan Mafalda... y Kuki Miler varias otras manos, terminarán en las
de Kuki Miler.
Ese año basal para la etapa “profesio- Ya con la nueva composición social,
nal” de la editorial está marcado por la aparece Paradiso
irrupción de dos mujeres. Casi simultá- de José Lezama ... aparece Paradiso de José
neamente. En julio comenzamos la con- Lima, cuya pri- Lezama Lima, cuya primera
vivencia con mi pareja, Ana María Mi- mera edición edición fuera de Cuba publi-
ler, conocida por todos desde siempre fuera de Cuba camos, reproduciendo la
como Kuki, una licenciada en Econo- p u b l i c a m o s , original cubana, plagada de
mía Política mendocina, quien también reproduciendo erratas, en virtud de la auto-
había vivido en San Luis y en Santiago la original cuba- rización genérica concedida
de Chile. Y en octubre aparece por pri- na, plagada de por la Revolución, cuando se
mera vez con el sello de De la Flor un erratas, en vir- declaró que, así como ellos
tomo de la ya entonces mítica Mafalda, tud de la auto- no respetarían la propiedad
el número 6. Doscientos mil ejemplares rización genérica privada de los derechos inte-
vendidos en dos días dan testimonio de concedida por lectuales, aceptaban que se
lo acertado de la incorporación, debi- la Revolución, reprodujeran libremente los
da a litigios del autor con su anterior cuando se decla- títulos de autores cubanos.
editor, Jorge Álvarez, para enfrentar los ró que, así como
cuales Quino recurrió a los servicios ellos no respetarían la propiedad pri-
profesionales de los abogados Divinsky vada de los derechos intelectuales,
y Finkelberg, en ese momento socios aceptaban que se reprodujeran libre-
de la editorial. Álvarez había cedido sus mente los títulos de autores cubanos.
cuotas sociales un año antes. Nadie podría haber previsto que, a
De la Flor había funcionado hasta ese partir de la recomendación entusiasta
momento mezclada con el estudio hecha por Cortázar (“Paradiso es como
jurídico de sus dueños; después, en el mar”) y su referencia a que debía
el entrepiso prestado de un comercio ser abordada por lectores “machos”,
mayorista de sombreros para damas y dada su complejidad, pero sobre todo
accesorios de moda, propiedad de unos del reportaje al autor realizado por
tíos míos, y por fin se instaló en una Tomás Eloy Martínez para la entonces
minioficina de escasos doce metros todopoderosa Primera Plana que fue
cuadrados en la zona de Tribunales, anunciado como un logro periodístico
que había sido originalmente el pri- sin precedentes, la primera edición
mer bufete que compartimos con mi se vendería... en una sola tarde. Para
asociado. Allí comienza a trabajar un reportear al hasta entonces misterioso
pequeño equipo formado por dos poeta y narrador, Tomás viajó a Cuba
amigos históricos, que hoy lo siguen vía Praga, tras ser alertado por el edi-
siendo: Susana Appel, en la actualidad tor Eduardo Stilman de la inminente
psicóloga, y Ricardo Nudelman, que aparición del libro. Convinimos, eso
se desempeña hoy como gerente gene- sí, en demorar el lanzamiento hasta su

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regreso. La dilación fue bien recom- la posibilidad de comprar pasajes,


pensada: la nota fue tapa del número con gran descuento, en la compa-
de la revista, con una caricatura de ñía Ecuatoriana de Aviación. Como
Lezama, creo que obra de Sábat, y Ecuatoriana no llegaba a Buenos
se la anunció con bombos y platillos Aires, los boletos incluían el tramo
en la publicidad radial. La influencia hasta Lima, adonde sí llegaba, por otra
de Primera Plana podía determinar línea y un par de noches de hotel en
la suerte de cualquier producto de la esta ciudad para el trasbordo, cuyos
industria cultural. días aprovechamos para conocer y
El 16 de diciembre de 1970 se había visitar clientes. Luego hicimos escalas
producido en Buenos Aires el primer en Guayaquil y Quito, para terminar
secuestro seguido de asesinato por en México y regresar.
motivos políticos, atribuible presumi- En realidad, por el lado comercial
blemente a comandos parapoliciales: simplemente cultivamos las librerías
el abogado Néstor Martins, defensor que ya vendían módicamente nuestro
de presos políticos y de militantes catálogo a través de un legendario
gremiales y un cliente suyo, Nildo vendedor viajero que trabajaba para
Zenteno, que lo acompañaba circuns- varias editoriales: Elcano Sidelnick,
tancialmente, fueron secuestrados en la que tenía una vasta red latinoame-
zona de Tribunales y no volvió a saber- ricana de amigos a los que, además,
se nada de ellos. El poeta Vicente Zito les tomaba pedidos. De uno de esos
Lema escribió una violenta diatriba libreros paradigmáticos, el alemán
en verso y prosa, Blues largo y violento Bucholz de Bogotá, recibí uno de los
en memoria de Néstor Martins, que más duros golpes iniciales a mi orgu-
publicamos en noviembre de 1971. llo de editor de “exquisiteces”. “Los
Todavía se podía protestar virulenta- suyos son libgos de capgicho”, me
mente en un libro por la desaparición dijo en su castellano de fuerte acento.
de dos ciudadanos, sin que eso genera- “Si los tengo, los vendo, pego si no los
ra una cadena de ulteriores desgracias. tengo, vendo otgos.”
También editamos Estancia modelo, la Ese mismo año, el insólito éxito de
primera novela del cantautor brasileño una novela de título fuerte: Me tenés
Chico Buarque, una fábula satírica podrido, Argentina, de Alfredo Grassi,
sobre las dictaduras militares, que terminará en una prohibición del libro
trasladaba al reino animal, como en por la dictadura militar, con confusa
la famosa Rebelión en la granja, de fundamentación en un decreto ley de
Orwell, el autoritarismo del régimen represión del comunismo, una ideolo-
que gobernaba Brasil, perfectamente gía que no tenían ni el autor ni los edi-
equiparable al argentino. tores. En realidad, la novela se centra-
En 1971 partimos con Kuki en un ba en episodios ocurridos durante el
viaje de exploración latinoamerica- gobierno democrático de Arturo Illia,
na que combinaba lo turístico y lo que eran de público conocimiento; lo
comercial. Habíamos publicado una que desató las iras uniformadas fue el
novela y una colección de poemas del título, desencadenado por el hastío
ecuatoriano Alfonso Barrera Valverde, que había producido en el autor y en
embajador de su país en Buenos Aires, muchos otros ciudadanos una campa-
y su agradecimiento se tradujo en ña patriotera de una fábrica de cale-

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factores (“Argentina, ámela o déjela”) recer frente a la misma cámara que


reproducida en miles de calcomanías manejaba. La combinación resultó
que los taxistas, fieles portadores, en imbatible. Pero Las tumbas también
general, de ese tipo de mensajes, lleva- se publicó en Brasil y se vendieron
ban adheridas a sus parabrisas, los derechos de edición en italiano
Imbuido de fe en la justicia, y patro- a Bompiani (que finalmente no la
cinado por un experto en derecho editó). Y el autor, que había enviado
administrativo, presenté un recurso un enorme ramo de flores a su editora
contra el decreto de prohibición: el con su agradecimiento, y a quien le
sistema jurídico funcionaba, porque habíamos aumentado el porcentaje
el mismo Poder Ejecutivo de la dicta- de derechos que tenía convenido en
dura, ya en su última etapa anterior su contrato por la sola voluntad de la
a las elecciones de 1973, revocó por editorial, premiando sus buenas ven-
contrario imperio el decreto, aco- tas, fantaseó que se le mentía en las
giendo nuestros argumentos. liquidaciones y promovió un juicio...
que no terminó bien para él.
También en 1972 comienza la publi-
Mudanza y crecimiento cación de la colección infantil “Libros
de la Florcita”, a cargo de Kuki y de
En 1972 nos trasladamos a oficinas Amelia Hannois: libros de grandes
más amplias, también en la zona de autores “para adultos” que habían
Tribunales: en el señorial edificio, algo incurrido ocasionalmente en este
decaído, de Uruguay 252, ocupamos género. En la lista están Ray Bradbury,
parte del primer piso, con chimenea Umberto Eco –que en esa época sólo
a leña y balcones a la calle. Aparece era conocido como semiólogo, mucho
Las tumbas, de Enrique Medina, un antes de su irrupción en la narrativa
joven autor que había elaborado una con El nombre de la rosa–, Silvina
novela atrapante en la que se des- Ocampo, Ionesco, etc. Los ilustra
cribía con mucho realismo la vida un joven plástico argentino, Juan
en las cárceles para niños y jóvenes. Marchesi, quien crea un estilo. Es tal
Originalmente se llamaba Las marcas la carrera comercial de estos libros,
del frío –un título que el autor cambió derivada de su calidad y originalidad,
a sugerencia mía– y estaba muy mal que siguen reeditándose más de trein-
escrita, lo que fue subsanado por la ta años después, levemente aggiorna-
acción de un eficacísimo editor: Luis dos en su colorido.
Gregorich. Las tumbas vendió muchas Otros títulos significativos:
ediciones no sólo por su fuerza y sus Fatras, un libro rarísimo de Jacques
valores literarios: el autor trabajaba Prévert (se optó por conservar el títu-
como cameraman de TV y, entre los lo en francés, en lugar de traducir-
programas que enfocaba estaba el de lo, como hubiera correspondido, por
la señora Valentina, en ese momento, fárrago, una palabra que sonaba anti-
muy popular conductora. Ella no pática), que reúne poemas y collages
dejaba de proclamar las virtudes del fotográficos del autor de Paroles. A
libro y recordar lo desgraciada que pedido del autor, a quien Picasso le
había sido la vida de su protagonista- había dicho que la traducción castella-
autor, a quien convocaba para apa- na de este libro publicada por Fabril

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

Editora era superior al original, se le hermano Ramón), el Diario de una


encomienda la versión a Juan José desintoxicación, escrito y dibujado por
Ceselli, estupendo poeta surrealista, quien había sido opiómano, además
con gran dominio del verso... pero de poeta, autor teatral y téorico de la
poco del francés: elaboramos la ver- estética. La autorización para publicar
sión definitiva a cuatro manos en su el prólogo la concedió la viuda de
extraña casa del Pasaje La Selva 4040 Ramón, la escritora argentina Luisa
(La Selva 4040 fue el título de uno Sofovich, a quien visité con unción
de sus poemarios, asociando una refe- en la casa donde había vivido con ese
rencia cabalística a lo que sólo era un escritor extraño, al que yo admiraba.
domicilio...). Este libro, impecablemente impreso
En octubre de en papel ilustración, cuya tapa de
1972 ve la luz color plata había costado muchísimo
nuestra edición realizar, recibió el premio al libro
de La Inmaculada mejor editado del año en su categoría,
Concepción de otorgado por la Fundación Gutenberg,
André Breton e inició una serie de distinciones de
y Paul Éluard, ese tipo que obtendría la Editorial más
un texto clave adelante, ya con la Cámara Argentina
de los popes del de Publicaciones como continuado-
surrealismo que ra del certamen: Podría ser yo, de
tradujo magistral- Elizabeth Jelin y Alicia D’Amico;
mente Alejandra Recontrapoder, de Luis Felipe Noé y
Pizarnik. Una Nahuel Rando y, en junio de 2006,
prosa poética la edición del Martín Fierro ilustrado
lindante con el por Fontanarrosa.
delirio en la que En 1973, Orilla de los recuerdos, una
incluyeron hasta novela del brasileño Hermilo Borba
juegos de simu- Filho, primera parte de una tetralogía
lación de varias titulada “Recuerdos de un caballero de
enfermedades mentales. La edición la segunda decadencia”, que habíamos
tendría consecuencias casi igualmente publicado por consejo de Bernardo
surrealistas: la familia de Bretón protes- Kordon, amigo del autor, despierta
tó por carta, quejándose por el audaz el “interés” de la División Moralidad
diseño de la tapa, puramente surrealis- de la Policía Federal, que secuestra
ta, obra de Oscar Smoje, y porque en ejemplares en los kioscos –un distri-
ella, sin respetar el orden alfabético, se buidor había comprado los saldos de
incluía en primer término el nombre de la edición y los había lanzado a la calle
Éluard (algo que decidimos por consi- con una faja que la proclamaba “Joya
derarlo más conocido por los lectores). de la literatura erótica”– y promueve la
Evidentemente la vena transgresora no iniciación de un proceso por infracción
era hereditaria... al artículo 128 del Código Penal, que
También publicamos Opio, de Jean reprime las “publicaciones obscenas”.
Cocteau (en traducción de Julio La novela, un crudo relato autobio-
Gómez de la Serna y, como pró- gráfico ambientado en el Nordeste de
logo, un texto de su incomparable Brasil, había obtenido excelentes crí-

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

ticas por sus valores literarios. Esto La primavera de Buenos Aires o se


determina que el fiscal se abstenga cierne la tormenta
de acusar: el proceso termina con un
sobreseimiento definitivo decretado a Con 60 nuevos libros, 1974 será
regañadientes por el juez, que, según el año de mayor producción de la
confesión de un funcionario del juz- editorial, una hiperactividad alenta-
gado, se había excitado mucho con la da por los desarrollos políticos y la
lectura. Si bien los buenos comentarios relativa bonanza económica del país,
bibliográficos no hicieron que el libro que continuará en el año siguiente.
se vendiera, fueron útiles para mante- Aparecen textos transgresores para la
ner limpio el prontuario del editor. época, como el Diario de un educastra-
Ese mismo año se produce mi definiti- dor, de Jules Celma (un maestro que
va profesionalización como editor: de fue enjuiciado en Francia por haber
común acuerdo con mi compañera y permitido a sus alumnos la libertad
socia, abandono el ejercicio de la abo- total en clase, incluso para las aproxi-
gacía y viajo por primera vez a la Feria maciones sexuales); el Diario de un
Internacional del Libro de Frankfurt, homosexual, de Giacomo Dacquino y
lo que sería el bautismo de fuego para Aprendamos a hacer el amor, el famoso
esta actividad. Mi presencia allí, se “folleto del Dr. Carpentier”, un breví-
supo después, habría de tener serias simo texto dedicado a los muy jóvenes
consecuencias en nuestra vida perso- por el cual, también en Francia, fue
nal y en la de la editorial. procesado su editor original. Eso dio
Fontanarrosa era conocido en ese origen a una edición “colectiva” en
momento principalmente por sus lec- la que muchos editores franceses se
tores rosarinos y los de la fundacional corresponsabilizaron por el libro. Ya
revista de humor cordobesa Hortensia. en 1973 habíamos publicado un libro
Pero tomamos contacto con él a partir precursor de un tema que ni siquiera
de sus colaboraciones en la revista se debatía en público en Argentina:
política Desacuerdo, que dirigía nues- Aborto. ¿Derecho de las mujeres?, de
tro amigo Ricardo Nudelman, quien, Diane Schulder y Florynce Kennedy,
como se dijo, trabajaba en De la Flor. dos abogadas de Nueva York que
La revista se titulaba así porque entre defendieron a mujeres incriminadas
sus posiciones estaba la de oponerse a por haber abortado en Estados Unidos
la convocatoria que había hecho –con violando las leyes que lo castigaban.
escasa acogida– el gobierno dictato- Esto en la línea “educación, amor
rial del general Lanusse al peronismo y sexo”. Porque en la línea política
para un “Gran Acuerdo Nacional”. imperaba un eclecticismo que debería
Y el libro de Fontanarrosa se llamó haber desorientado a los represores.
¿Quién es Fontanarrosa?, aludiendo En etapas previas habían coexistido en
a lo poco conocido que el Negro el catálogo El recuerdo y las cárceles, las
era en ese momento. Posteriormente, deliciosas memorias de Rodolfo Aráoz
la colección de humor gráfico tituló Alfaro –un exquisito aristócrata que
con la misma pregunta las primeras había sido por muchos años apodera-
recopilaciones del cordobés, Crist, de do del Partido Comunista y que estuvo
Limura, del mexicano Carlos Dzib, preso muchísimas veces porque, como
del venezolano Zapata, etc. bromeaba, hasta las razzias políticas

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comenzaban por orden alfabético, y último período del líder político en


eso lo condenaba a ser de los prime- el país. Siguió con Multinacionales y
ros–, con Falsos pasaportes, de Charles Derecho, en el que dos prestigiosos
Plisnier, un trotskista belga que había abogados, Corti y Martínez de Sucre,
obtenido el premio Goncourt de analizaron el fallo de la Suprema Corte
Literatura en 1938 por esos relatos de 1973-1974 en el que se conside-
en los que biografiaba a los militan- ró que las compañías transnacionales
tes reprimidos y encarcelados en la radicadas en el país no podían incluir
URSS y perseguidos por toda Europa como costo los royalties que pagaban a
por los comunistas. En ese momento sus casas centrales.
publicábamos casi simultáneamente La ola de exiliados expulsados por el
La sociedad del espectáculo, del líder de golpe de Pinochet aporta a nuestro catá-
la Internacional Situacionista, de difí- logo Ensayos quemados en Chile y Patos,
cil encuadramiento ideológico, Guy elefantes y héroes, de Ariel Dorfman
Débord –aún hoy , mucho después de (nacido en Argentina, pero que se
su suicidio, reivindicado como contes- reivindica como chileno); Periodismo
tatario con ideas vigentes–; Notas revo- y lucha de clases, de Camilo Taufic, y
lucionarias, de Julius Lester, un can- los esclarecidos análisis de Chile ¿sí?
tante de blues representante un tanto del boliviano Ted Córdova-Claure, que
folklórico del Poder Negro, y Sobre también venía de vivir en ese país.
el trotskismo, de Kostas Mavrakis, un Pero eso no era todo: los Poemas de
maoísta griego residente en Francia, amor y sexo del dominicano Manuel
que contenía una complejísima crítica del Cabral y Todos los poemas de
teórica a las ideas de Trotski. Estos Paco Urondo enriquecen la colec-
dos últimos libros habrían de traer ción de poesía y Kuki inaugura una
cola pocos años después... Como tam- nueva colección infantil, “El Libro
bién la traería Cuba, vida cotidiana y en Flor”, con obras muy ilustradas
Revolución, una recopilación de cró- de escaso o ningún texto, destinadas
nicas de viaje del periodista Enrique a los más chiquitos, que todavía no
Raab, tiempo después “desaparecido”, leen. Primer título: Los botones del
publicadas originalmente en el diario elefante, de la japonesa Noriko Ueno.
La Opinión: desencadenó un juicio Para aumentar el número de lectores
penal contra nosotros que terminó de la colección, aportamos uno: en
en sobreseimiento. Antes, en 1972, diciembre de 1974 nace nuestro hijo
Angela Davis habla, que reunía textos Emilio, quien se dedicará a la música
de la doctora en Filosofía y militan- desde su adolescencia.
te negra que fue juzgada y estuvo a El contrato de edición del libro de
punto de ser condenada a muerte en Paco Urondo fue tipeado en mi vieja
Estados Unidos, y otros sobre ella y máquina portátil Olivetti Lettera, y
su lucha en defensa del Poder Negro, lo firmamos en París, donde Antonio
vendió dos ediciones. Seguí, el pintor cordobés radicado allí
Rodolfo Terragno dirige la colección desde mucho antes, pintó un carica-
“Cuestionario”, que también era el turesco retrato del autor que fue la
título de su excelente revista mensual. ilustración de la tapa.
Se inaugura con Los 400 días de Perón, En 1975 se realiza la primera Feria
del propio Terragno, que resume el Internacional del Libro de Buenos

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Aires en la que participamos con un libros: Eduardo Velázquez, que había


pintoresco stand, que tiene su historia. ingresado también como cadete a fines
Cuando visitamos el predio en el que de la década del 70, ya recibido de
se realizaría la Feria –el municipal lin- veterinario, investigador en su especia-
dero a la Facultad de Derecho, donde lidad y profesor universitario, deja de
hoy se realiza, entre otras exposiciones, lado sus tareas profesionales cada año
la Feria del Libro Infantil– vimos que en la época de la Feria para ayudarnos
tenía un piso adoquinado, plagado de en la atención al público.
manchas provenientes de innumera- La muy ecléctica línea editorial provo-
bles muestras industriales. Esto hacía có confusiones que resultarían peligro-
imprescindible una tarima alfombrada sas poco después. Así como un libro
que lo ocultara, algo que estaba total- siniestro titulado La red y la tijera,
mente fuera de nuestro presupuesto. cuyo autor yace en el olvido, nos
Por eso imaginamos que, dado que el incluía entre las editoriales subordi-
piso semejaba una calle, había que uti- nadas al Servicio de Informaciones de
lizar algo que pudiera estar en la calle: Estados Unidos, otro mamotreto no
alquilamos un kiosco de diarios usado menos siniestro, de Roberto Aizcorbe,
a una fábrica que los proveía a los nos incluía entre los sellos vinculados
canillitas y donde nuestro pedido fue al aparato comunicacional del Partido
recibido con enorme extrañeza. No Comunista Argentino. En un repor-
imaginábamos que trasladar el kiosco, taje radial que me hizo en esa época
pesadísimo como para aguantar la Odile Baron Supervielle, a la pregunta
intemperie y hacerlo casi imposible de acerca de qué relacionaba libros tan
movilizar fácilmente, sería una tarea diferentes en orientaciones políticas
ímproba: de todos modos se hizo y el y estéticas, con ingenuidad y cuan-
kiosco de De la Flor se convirtió por do la palabra no tenía connotaciones
años en una especie de documento de incriminantes, contesté, simplemente,
identidad en la Feria, muy imitado que todos nos habían gustado y que
posteriormente... eran todos “subversivos”. También el
Seguimos con los kioscos, cada vez presidente de la Cámara Argentina del
mayores porque el espacio rentado Libro en 1977, un brigadier retirado,
en la Feria se ampliaba, hasta 1997, nos contó con aire falsamente com-
cuando decidimos renovar el diseño, pungido en la Feria de Frankfurt, que
dentro de una estética que tuvie- las discretas gestiones emprendidas,
ra reminiscencias de lo callejero –y según él, por esa institución cuando
siguiera sin tener alfombra ni tarima– estábamos presos, tropezaban con el
pero que se adecuara a las nuevas obstáculo de que, al no detectársenos
posibilidades de la editorial. El nuevo ninguna militancia política... se sospe-
stand lo diseñó y construyó el arqui- chaba que podíamos ser “ideólogos de
tecto José María Caula, nada ajeno a la guerrilla” (sic).
la historia de De la Flor: había sido
nuestro primer cadete casi 30 años
antes. Y ese año obtuvimos el premio 1976 y después: ya nada será igual
al mejor de la Feria en su categoría.
El de Caula no es el único caso de El golpe del 24 de marzo, que des-
fidelidad a la empresa por amor a los encadenaría la tragedia represiva más

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tremenda de la historia argentina, me editorial. Incluso hubo que discutir


encontró fuera del país: había parti- con un autor que, asustado por la lec-
do en la minuciosa gira de ventas y tura militar que pudiera tener su ori-
cobranzas que emprendía cada año y, ginal novela Joe Penas en Necroburgo,
comenzando en Nueva York, imponía rogó que no fuera publicada (y acata-
escalas en Miami, San Juan de Puerto mos su pánico).
Rico, México y muchas otras ciudades Aparece La guaracha del Macho
del continente. Comencé a enterarme Camacho, de Luis Rafael Sánchez, una
de lo que sucedía por los diarios de estupenda novela con la que comienza
Miami en el atardecer del 23, y el 24 la publicación de autores de Puerto
me despertó en Puerto Rico una lla- Rico. Se convertirá en un éxito, cono-
mada de Augusto “el Nene” Bonardo, cerá ediciones para su venta en España
un conocido periodista argentino de y en Cuba y será traducida al francés,
radio y TV radicado allí. Me confirmó inglés y portugués. Al cabo de los
que el golpe ya se había producido y años –hoy– sigue reeditándose y es
me pidió al aire mi punto de vista. uno de los títulos que se estudian en
Adormilado, pero sobre todo con- la carrera de Letras. Ante esa repercu-
fundido, no fui lo suficientemente sión, llueven las propuestas de autores
condenatorio: nunca imaginé las con- puertorriqueños: Pasión de historia (y
secuencias que tendría para mi vida otras historias de pasión), un libro de
personal y familiar y la del país. cuentos de Ana Lydia Vega, será otro
Poco después del 24 debía comenzar de los de muy buena repercusión, que
en Buenos Aires la 2ª Feria del Libro: “siguen en cartel” todavía.
dos días antes de Pero la represión se va agudizando y se
En ese clima (el de abril de su inauguración, prohiben muchos libros por resolucio-
1976), agravado por la clau- Kuki y Ricardo nes de diverso nivel o simplemente de
sura de la editorial Siglo Nudelman, junto hecho. Ordenanzas municipales van a
XXI, la detención del editor a muchos colegas, prohibir o restringir la exhibición de
Alberto Díaz, y todo lo que debieron enfren- títulos por razones de “moralidad”.
sucedía fuera del ámbito del tar la inspección En esta categoría, sin posibilidad de
libro, se desarrolló esa Feria. de los stands por recurso alguno, nos incluyen El gato
Y sólo era el comienzo. misteriosos –o tal en la sartén, una brillante primera
vez no– funcio- novela de Mónica Muller (y brillante
narios, uniformados por sus anteojos no sólo porque su tapa reproducía la
oscuros, acompañados por los direc- publicidad de un polvo limpiador,
tivos de la Feria. Ellos señalaban qué aludido en el título, en la que un gato
libros no podían exhibirse y, por lo se espantaba al ver muy nítido su
tanto, venderse. ¿En virtud de qué propio reflejo en el utensilio citado),
leyes? No lo aclararon. y Feiguele y otras mujeres, un excelente
En ese clima, agravado por la clausura de libro de relatos de Cecilia Absatz.
la editorial Siglo XXI, la detención del A comienzos de febrero de 1977 un
editor Alberto Díaz, y todo lo que suce- decreto del Poder Ejecutivo Nacional,
día fuera del ámbito del libro, se desarro- leído con inusual frecuencia por radio
lló esa Feria. Y sólo era el comienzo. y televisión, prohibe la circulación
Ediciones de la Flor mantuvo, por de Cinco dedos, un título de la colec-
obcecación o ingenuidad, su plan ción “El Libro en Flor” creado por el

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Colectivo de Libros para Niños de como lo había hecho en 1972, pero no


Berlín. Habíamos adquirido sus dere- tuve en cuenta que las circunstancias
chos en la Feria de Frankfurt de 1973. políticas eran otras, algo que debí haber
Según el decreto 269/77, era “un sospechado cuando el abogado especia-
cuento destinado al público infantil lizado en Derecho administrativo que
con una finalidad de adoctrinamien- me había acompa-
to que resulta preparatoria a la tarea ñado con su firma
de capacitación ideológica propia del la vez anterior se
accionar subversivo”. disculpó por no
En realidad, la prohibición no me hacerlo ahora. La
tomó de sorpresa: en octubre de inmediata reac-
1976, en un cuarto del modesto hotel ción de la dicta-
Zentrum en el que me alojé nuevamen- dura fue decretar
te para la Feria de Frankfurt, Osvaldo la detención a
Bayer, que había partido al exilio disposición del
hacia la Alemania de sus ancestros, Poder Ejecutivo
me había advertido que el funcionario de tres personas:
de la SIDE que, por agradecimiento a Kuki Miler y yo,
alguna gestión previa, le había avisado y también Amelia
que debía dejar el país sin demora, Hannois, quien
le mostró con indignación el libro, por entonces ya
como ejemplo de los extremos a los residía en Francia
que podía llegar el “accionar subver- con su compañe-
sivo”. Lamentablemente, subestimé la ro, Augusto Roa Bastos.
advertencia: ducho –creía– en repre- Nuestra captura fue “legal” y no
siones, le dije: “Bueno, lo prohibirán violenta: si bien los policías que la
y listo”. Craso error. hicieron efectiva el 16 de febrero
El cuento no era sino una versión no estaban uniformados, y nos lle-
moderna de la fábula según la cual varon desde la oficina de la editorial
“la unión hace la fuerza”. Los cinco a la Superintendencia de Seguridad
dedos de una mano –roja–, desuni- Federal de la calle Moreno en un
dos, son perseguidos y maltratados Falcon algo destartalado y sin placas,
por otra mano –verde–; cuando des- en medio de todo lo que sucedía a
cubren que cinco dedos bien unidos nuestro alrededor podía considerárse-
forman un buen puño, se defienden nos afortunados. Fue registrado nues-
y triunfan sobre la mano castigadora. tro ingreso y, al informar que éramos
Si bien podía llegar a pensarse en una marido y mujer –en realidad, concubi-
interpretación amenazadora del puño nos–, nos alojaron en la misma celda,
rojo triunfante en alto al final de la y fuimos convocados por un oficial del
historia, que el color verde de la mano Ejército, quien, en el marco de mesas
derrotada fuera visto como el del uni- repletas de armamento supuestamente
forme de fajina del Ejército argentino secuestrado en otros procedimientos,
sólo cabía en la paranoia interpretativa se limitó a notificarnos severamente
militar del momento. que estábamos detenidos en cumpli-
Por eso opté por presentar un recurso miento del decreto ya mencionado.
de reconsideración de la medida, tal Un lujo jurídico para ese año...

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Nuestra detención, en diversas depen- la editorial participó en la Feria de


dencias policiales y establecimien- Buenos Aires y siguió funcionando
tos carcelarios, sin los malos tratos dentro de lo posible. Otro decreto,
“especiales” que la época deparaba dictado en abril, prohibe la nove-
a los detenidos políticos, habría de la Ganarse la muerte de Griselda
prolongarse 127 días, y su relato cir- Gambaro, y establece la clausura de
cunstanciado daría lugar a otro texto. la editorial por 30 días, por ser “con-
El hecho es que se desencadenó una tumaz en la publicación de obras de
intensa campaña de solidaridad entre este tipo”. En sus fundamentos se dice
los colegas editores de todo el mundo que la novela es “nihilista y contraria
–instada por amigos desde Buenos a los valores familiares”. A la autora se
Aires, y coordinada magníficamente le “sugiere”, por otras vías, la “conve-
por Rogelio García Lupo–: las nume- niencia” de abandonar el país: con su
rosas firmas estaban encabezadas por familia, se instala en Barcelona.
la del mítico Claude Gallimard. En el Esa clausura nunca se hará efectiva,
país, el miedo morigeró la reacción: pero de todos modos, Elisa de Miler,
un escrito prudente reclamando nues- la madre de Kuki que había ingresado
tra libertad que circuló entre los escri- como voluntaria a la empresa tiempo
tores durante la 3ª Feria del Libro, antes para cumplir algunas tareas
sólo comenzó a recoger firmas cuan- administrativas, toma el comando
do lo suscribieron Silvina Ocampo de hecho y, ante la amenaza, opta
y Eduardo Gudiño Kieffer, como si por rescatar chequeras y documentos
su prestigio y su posición ideológica y se autoimpone un cierre por ese
cobijaran a los firmantes ulteriores y período. Antes y después, con un
les dieran su protección. equipo mínimo y a fuerza de imagi-
La Feria de Frankfurt contribuyó sig- nación y coraje, consigue mantener
nificativamente a la presión interna- la actividad a flote. Cuenta con la
cional: nos designó “representantes colaboración de Norma Vich –una
de la Argentina” para la Feria de ese estudiante de cine que había ingre-
año, situó dos pasajes a nuestro nom- sado a la firma como recepcionista
bre en la oficina local de Lufthansa, hacía poco– y Susana Appel, que se
e hizo saber esa circunstancia al ocupaba de prensa y producción. Ese
Secretario General de la Presidencia mismo elenco, con ingresos y egre-
de la Nación, aclarando que, aunque sos, habría de mantener a De la Flor
la Feria comenzaba en octubre, los viva durante los siguientes seis años,
“invitados” podíamos partir hacia porque una vez en libertad, partimos
allí cuando lo consideráramos con- al exilio con nuestro hijo, sin saber
veniente, haciéndose ellos cargo de todavía dónde nos radicaríamos.
nuestra estadía. El 23 de junio, la Restaurada la democracia, en 1984
confluencia de estas gestiones con promovimos un recurso de amparo
la inexistencia de antecedentes polí- para que se levantara la prohibición
ticos nuestros, excepto mi módica decretada sobre el libro de Griselda
militancia universitaria en el refor- Gambaro (quienes quieran conocer
mismo de la Facultad de Derecho, el expediente completo de la SIDE
determinaría nuestra liberación. que desembocó en la prohibición, una
En ese lapso de más de cuatro meses, joya de la reflexión política paranoica,

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pueden encontrarlo en la revista Xul, dato patético, luego de tomarme


que lo publicó íntegro). El abogado declaración el oficial de policía debía
que contestó la acción en represen- comunicarse con el juzgado en La
tación del Estado sostuvo que debía Plata para saber qué hacer conmigo:
rechazarse dado que el libro había durante minutos interminables –para
sido prohibido en virtud de la vigen- mí–, trató de establecer la llamada sin
cia del estado de sitio, por lo cual, conseguirlo. Tras dudar un momen-
levantado éste, no era precisa una to, me dijo que me fuera, que si el
declaración judicial dejando sin efecto juez disponía que debían mantenerme
la prohibición. Para nuestra sorpresa, detenido me irían a buscar...
era el mismo Dr. Bargalló Beade que
había elaborado el dictamen previo:
la permanencia en sus cargos de los Telecomando en tiempos sin e-mail
funcionarios menos notorios de la dic-
tadura fue un fenómeno generalizado. Los boletos aéreos que había enviado
El amparo se rechazó, pero se impu- Frankfurt fueron desdoblados: como
sieron las “costas por su orden” (cada faltaba mucho para la Feria deci-
parte debía pagar sus gastos judiciales dimos hacer juntos –hijo chiquito
y honorarios) porque se consideró que incluido– el periplo latinoamericano
había razones para dudar acerca de que ya era casi rutina, comenzando
la cuestión. Y la historia de nuestra por Guayaquil. El relato de este
edición de Ganarse la muerte tuvo viaje, que terminaría con la radi-
un grato episodio final: por decisión cación en Caracas a comienzos de
de su director, el librero Elvio Vitali, 1978, también sería materia de otro
la Biblioteca Nacional incorporó en texto que tuviera que ver con nuestra
2004 un ejemplar a su Tesoro, en un historia personal, pero aquí me ciño
acto cargado de significados para la a la de la editorial.
autora y sus editores. Con algunos cambios, el reducido
Antes de partir, hubo que enfrentar equipo que la había sostenido siguió
otra instancia policial: pocos días des- manejándola, orientado dentro de
pués de nuestra liberación debí pre- lo posible por nosotros al ritmo de
sentarme a declarar en la Delegación nerviosas llamadas telefónicas –en
Ezeiza de la Policía Federal, que obra- Caracas, como en muchas otras ciuda-
ba como instancia de instrucción en des latinoamericanas, no existía toda-
los procesos penales en la provincia de vía el discado directo internacional, y
Buenos Aires: se nos había iniciado un comunicarse a través de las operadoras
proceso penal tras el secuestro de dos del 122 requería una paciencia infi-
títulos incluidos en un pedido que nita– y cartas llevadas por el correo,
debía salir del aeropuerto con destino que se tomaba su tiempo, aun para las
a El Salvador: los ya mencionados aéreas. El fax no estaba al alcance de
Sobre el trotskismo de Mavrakis y las casi nadie: cuando se experimentó con
Notas revolucionarias de Julius Lester. un aparato en El Diario de Caracas, en
Como dato pintoresco, el envío iba el que trabajábamos Kuki y yo, toda
destinado a una librería cuyas propie- la redacción se reunió expectante para
tarias eran monjas, y habían ordenado ver salir la primera hoja enviada por
esos libros entre muchos otros. Como un corresponsal en Nueva York.

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Felizmente, todos nuestros trabajos en co y en el que la malvinización había


el exilio tuvieron que ver con los libros calado hasta en insospechables amigos
y el papel impreso, en tareas editoria- nuestros, para asistir a la muy afectada
les o paraeditoriales o en el periodismo Feria del Libro de ese año. Luego el
o vendiendo libros, como lo hice para mío, llegando al país tras el infausto
varios sellos argentinos y españoles. debut de la Selección de fútbol en el
Entre tanto, desde Buenos Aires – Mundial de España y en vísperas de la
donde al elenco se habían incorporado rendición en las islas, para presenciar
Ivonne Gachet, sucediendo a Norma la súbita reapertura de la actividad
Vich, que había optado por regresar a política, que volvía a ser legal.
su Córdoba, y Ricardo Perugorría en La mejor prueba de la obsesión que
el lugar de Susana Appel– nos envia- tenía por el regreso es que lo empren-
ban los manus- dí aun afrontando el riesgo de ser
critos para leer, detenido a mi arribo: la causa judicial
los bocetos de penal en la que había prestado decla-
tapas para deci- ración en Ezeiza antes de partir, en
dir, nos consul- 1977, seguía abierta y, al no haberme
taban acerca de presentado ante sucesivas citaciones se
las reediciones y había dispuesto mi captura, cursan-
de la situación de do la orden incluso a Interpol (una
los autores: era averiguación oportuna me permitió
como estar sin saber que Interpol la había desecha-
estar, porque lo do por no ser de su competencia los
que decidiéramos asuntos de contenido político). Esto
era aplicado por Elisa e Ivonne según hizo que viajara vía Montevideo para
lo que las circunstancias, y las posibili- llegar en barco, lo que se me ocurrió
dades económicas aconsejaran. generaba menor peligro. El proyecto
La lealtad mantenida por Quino –cuyos debió ser desechado: los dos “vapores
libros lideraban absolutamente las ven- de la carrera” no estaban circulando
tas– y Fontanarrosa, ya en un firme porque uno había trasladado peregri-
segundo lugar en ese aspecto, fue, junto nos uruguayos para la visita papal y
con la eficacia y prudencia en el manejo otro oficiaba de buque hospital para
de la empresa, el secreto de la subsisten- los heridos de Malvinas. Por eso viajé
cia en un contexto francamente desfa- en avión al Aeroparque, portando el
vorable, no sólo por el ficticio mante- “bolsito del preso” –toalla, jabón, de-
nimiento de la cotización de la moneda sodorante, papel higiénico, mudas de
nacional que alentaba las importaciones, ropa– por lo que putas pudiere...
sino por las condiciones muy gravosas No fue necesario usarlo: o los funcio-
del crédito, del cual Elisa, con gran sabi- narios de Migraciones se distrajeron
duría, optó por prescindir. comentando la derrota ante Bélgica o
Antes de emprender el regreso defi- la orden de captura había dejado de
nitivo, cuando la situación política estar vigente. Pero a los dos días viajé a
argentina parecía descomprimirse La Plata con mi defensor –un abogado
hicimos varios aterrizajes de prueba. penalista a quien no conocía y que se
El primero fue de Kuki, nada menos había ocupado de casos similares–, pres-
que en abril de 1982, en un país béli- té declaración y se dispuso que siguiera

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libre. El secretario del juzgado, tal vez te, Escrito en la Feria, y la selección
imbuido del nuevo espíritu, comentó: de las frases a incluir y su armado, un
“¡Qué barbaridad! Dictar una orden de trabajo infernal, que requería minu-
captura por unos libros...”. ciosidad y criterio, fue obra de Marta
Hacia fines de año el grupo familiar Merkin, quien, provista de resaltador
viajó a Buenos Aires de visita, y volví y tijera, dedicó horas a revisar los cen-
a venir yo solo para la Feria de 1983, tenares de folios.
en la que comprobé en qué medida Esto sería el prólogo de nuestro regre-
la dictadura se había instalado en las so, que se produjo en septiembre
mentes, incluso (¿especialmente?) en de 1983 para mí y al mes siguiente,
el gremio del libro. después de las elecciones, para Kuki y
Como la inminente apertura electoral nuestro hijo.
ya estaba en el aire, decoramos el stand
con graffiti pintados por la propia
gente de la editorial, provocando la La felicidad es un viaje de vuelta
reacción natural de lo que por enton-
ces se llamaba “Comisión de Ética” de Cuando regresé me senté en el mismo
la Feria, que consideró que las leyen- sillón ante el mismo escritorio que
das podían resultar ofensivas, y nos ocupaba seis años antes, para encon-
citó para recibir –a Feria cerrada– a sus trar hasta los mismos papeles en los
miembros, que seguramente exigirían cajones; si bien la oficina de la edito-
su eliminación. Con diversas añagazas rial era distinta, sentí que me calzaba
conseguí estar acompañado en ese como un guante y que había vuelto a
momento por el fotógrafo de una mi lugar. Las finanzas estaban sanísi-
revista semanal y un escribano amigo: mas, y empecé a actuar como si nunca
el denuedo represor de la Comisión me hubiera ido. El primer original que
no se atrevió a desafiar su puesta en leí me entusiasmó y decidí publicarlo
evidencia pública y certificada: los de inmediato con la temeridad del
cambios políticos se aproximaban. Los recién desembarcado proveniente de
graffiti quedaron en su lugar y para un país democrático. Era Los pichy-
completar el reto, instalamos durante cyegos, de Rodolfo Enrique Fogwill,
la Feria un atril con grandes hojas de una excelente novela, la primera inspi-
papel y lápices, marcadores y bolígra- rada en Malvinas, de fuerte contenido
fos, instando al público a escribir lo satírico, que muy posiblemente otros
que quisiera, a hacerse “escritores por editores habrían dudado en lanzar al
un ratito”. Los directivos de la Feria mundo en las postrimerías del régi-
se escandalizaron, arguyendo que la men militar, diciembre de 1983. El
gente “podía escribir cualquier cosa”... libro se vendió poco, lo que el autor
y eso era lo que queríamos. atribuyó a que la tapa era poco atracti-
La iniciativa se transformó en uno de va, y volvió a editarlo varias veces años
los grandes hechos “paralelos” de la más adelante, cada vez en una edito-
Feria y 7.000 personas se acercaron rial diferente, con el título modificado
a cumplir la propuesta, que incluía la en su grafía, mientras él iba perdiendo
edición de un libro con las mejores sus nombres de pila...
contribuciones para la 10ª Feria, la Tras la asunción del gobierno por el
siguiente. El libro se tituló, obviamen- doctor Alfonsín, me proponen dirigir

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Radio Belgrano, una de las emisoras del propio stand, lo que limitó sus
estatales, y me entrego en cuerpo y movimientos a unos pocos metros.
alma a lo que sentía era contribuir a No sería éste ni el primero ni el último
la reconstrucción del espíritu demo- de los encontronazos que mantuvi-
crático. ¿Y la editorial? Recae total- mos con las rígidas autoridades de
mente sobre los hombros de Kuki, la Feria, imbuidas de un militarismo
con quien solamente puedo colabo- que hizo que, durante mucho tiempo,
rar –poco– a la hora del almuerzo en los actos inaugurales se escuchara
y durante algún fin de semana. Es el Himno Nacional tocado por la
mérito absoluto de ella la nueva banda del Regimiento de Granaderos,
puesta en el mundo de De la Flor. y que, todavía en los primeros años de
Mi experiencia en la comunicación masi- democracia, bandas militares ejecuta-
va dura hasta septiembre de 1985: una ran música marcial (que, como dijo
vez más, sería tema para otro artículo. alguien, es a la música lo mismo que
A partir de ese momento se reedi- la justicia militar es a la justicia) a la
tan títulos agotados largo tiempo –y entrada de la exposición.
prohibidos, como Operación Masacre, Una vez intentamos presentar Sobras
de Rodolfo Walsh– y se recuperan de arte, un curioso y original conjunto
derechos que habían estado a punto de poemas y collages obra de Paul Kon
de perderse durante nuestro exilio. y Martín Kovensky, con un happening
En 1984, con el primer tomo de lo protagonizado por los autores en el
que será el Teatro completo de Griselda propio stand: emergiendo de tachos
Gambaro, se inaugura una colección de basura con uniformes de recolec-
dedicada al teatro argentino y latino- tores, recitaban sus versos. El reclamo
americano, donde luego se incluirán de una visitante por alguna palabra
autores como Roberto Cossa, Carlos que juzgó soez desembocó, como
Gorostiza, Juan Carlos Gené, Ariel siempre, en prohibición.
Dorfman y Eduardo Rovner. Durante otra feria instalamos en el
En diciembre de 1985, ante el anun- stand al conocido organillero de la calle
ciado inminente paso del cometa Florida, con su lorito “sacando la suer-
Halley a una distancia de la Tierra te”. También alguien se quejó de que
que lo haría visible, publicamos El el sonido sobrepasaba los límites y nos
Libro Oficial del Cometa Halley de obligaron a que se fuera con la música a
Brian Harpur, un serio y ameno otra parte. En cambio nadie se atrevió,
trabajo de divulgación científica. años después, a cuestionar al Irán de los
Para promoverlo, durante la Feria de ayatolás, que difundía letanías presumi-
1986, un actor aficionado, vestido de blemente religiosas a alto volumen (y
cometa por la imaginación voladora los teníamos de vecinos).
de Renata Schussheim, debía transi- Siempre en las ferias, y cuando todavía
tar los pasillos del predio ferial con no había en el país más concursos que
un cartel de propaganda. Finalmente, gente, organizamos varios bastante
ni el cometa fue visible, por facto- originales. Antes del exilio fue uno de
res climatológicos, ni el personaje dibujos infantiles inspirados en títu-
pudo circular por la Feria: los celosos los de la colección “De la Florcita”.
“comisarios” de ésta resolvieron que Decenas de participantes dibujaron
no se podía hacer publicidad fuera sentados o tirados en el suelo del

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stand con los materiales que les sumi- do Griselda adolescente, una deslum-
nistramos y el jurado, integrado por brante historia contada en delicadísi-
Augusto Roa Bastos, Juan Marchesi mos dibujos por Renata Schussheim:
–ilustrador oficial y único de esos el libro fue impreso con clisés, como
libros– y Kuki, “sesionaron” en nues- correspondía a la época, sobre un
tra casa hasta la madrugada, con las papel gofrado de origen argelino de
obras desparramadas por el piso para gran calidad, cada dibujo rodeado
arribar a la difícil decisión. de un marco rosado. En 1971, Una
En otra oportunidad fue un cuestio- sociedad colonial avanzada, del artista
nario –“Qué sabe Ud. de Mafalda”– plástico Luis Felipe Noé, una colec-
y en otra, una ruleta literaria –la ción de aforismos irónicos sobre la
“Rulite”–, ambos inventos de nuestro condición de nuestro país, ilustra-
hijo. La inmensa rueda de madera dos por avisos publicitarios, dibujos
que tendría que haber llevado como humorísticos y collages de la época.
contribución a una kermesse de su Contratado con otro sello que no
escuela, se convirtió, pegándole tapas se atrevió a publicarlo, Noé nos lo
de los libros que se regalarían, en un derivó y... nos atrevimos. (En 2003,
atractivo juego que congregó colas Asunto Impreso lanzó una nueva
enormes: hubo que limitar a diez edición, como homenaje y prueba
minutos por hora los sorteos. de su vigencia.) También de Noé y
también en esa época, Códice rompe-
cabezas sobre Recontrapoder en cajón
Seguimos... desastre, una especie de novela llena
de claves, que habríamos de reeditar
En 1986 comienza su ciclo, que sería en 2004 devenida novela gráfica: una
breve, la colección “Los Nuevos”, des- especie de historieta con dibujos de
tinada a primeras novelas de autores Noé intervenidos por un joven artis-
casi desconocidos. Sólo incluyó cuatro ta, Nahuel Rando, y simplificado su
títulos, en una modesta presentación título como Recontrapoder.
(las tapas reproducían las de las carpe- Un libro de recetas de cocina para
tas en las que habitualmente nos traían preparar muy sencillamente con pro-
los originales), pero sus autores harían ductos enlatados (y con paltas, consi-
buenas carreras: Góndolas, de Gabriel deradas como latas), fue el aporte de
Báñez; El palacio de la noche, de Pablo mi amigo, el escenógrafo y director de
de Santis –reeditada en 2002–; Arnulfo arte Aldo Guglielmone, a mi inepcia
o los infortunios de la gloria, de Daniel culinaria: Viva la lata fue ilustrado
Guebel, y No velas a tus muertos, de por Quino, que dibujó sobre platos
Martín Caparrós (una primera nove- soperos a sus personajes. El inmenso
la que aparecía luego de la segunda, trabajo que esto le demandó fue poco
publicada por Ada Korn), reeditada visible: la impresión con clisés hizo
más tarde, ya en otra colección. aparecer el fondo como dos círculos
Esta vocación por el riesgo, susten- concéntricos planos.
tada en la solidez que le daban a la Sin perder la dimensión artesanal
editorial sus “autores estrella”, no y nuestra conducción personal, la
comenzaba ni terminaría allí. En editorial crece y se comienzan nue-
diciembre de 1969 habíamos publica- vas colecciones: psicoanálisis, ensayo,

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historia y biografías. A los nuevos antología “consultada” de la obra de


títulos de humor gráfico de Quino, Quino: Esto no es todo.
Fontanarrosa y Caloi se suman los de En noviembre de 1994 nos mudamos
dibujantes más recientes y en ascen- a las oficinas de Gorriti al 3600, don-
so, como Sendra, Rep, Daniel Paz de esto se está escribiendo. En 1995
(en colaboración con Rudy, que no incurrimos, con poco éxito, junto a
dibuja), Nik y Maitena, cuyo primer dos socios colegas, en el ramo librero,
libro, Y en este rincón las mujeres..., con Librerío, en la avenida Cabildo.
publica De la Flor. En noviembre de 1996 lloramos la
Nuestro homenaje a Les Luthiers se muerte de Elisa Miler, la madre de
traduce en un libro muy ilustrado, de Kuki, una mujer inteligente y decidi-
gran formato: Les Luthiers de la L a la da, querida por todos, y a cuya eficaz
S, de Daniel Samper Pisano. acción se debió la supervivencia de
En 1992 celebramos los 25 años de la empresa durante nuestra prisión y
la editorial, pero también nuestro exilio. Un dibujo que Quino le dedi-
regreso a la Argentina y la reinstala- có exalta su importancia y nos la re-
ción de la democracia con una enor- cuerda todos los días desde la pared
me y divertida fiesta cuyos invitados que lo ostenta.
evocan todavía. La Feria Internacional del Libro de
En 1993, con la conformidad de Guadalajara, organizada por la Uni-
Quino, decidimos reunir en un versidad de esa bella ciudad de Jalis-
único volumen, encuadernado con co, México, que inauguró la primera
tapa dura, no sólo todas las tiras de Maestría en Edición en Latinoaméri-
Mafalda incluidas en los ya clásicos ca, había comenzado en 1993 a dis-
libritos, sino toda la restante produc- tinguir a un editor por su trayectoria
ción del autor en la que aparecía el como tal. El homenaje consistía en
personaje: libros nunca reeditados la edición de un libro con testimo-
–como Al fin solos, Y digo yo y Adón- nios sobre la tarea profesional y la
de vamos a parar–, dibujos hechos persona del agasajado que se entre-
para campañas de bien público, para gaba cada año en la Feria. En 1993
ilustrar la Declaración Universal de fue Arnaldo Orfila Reynal, el editor
los Derechos del Niño o para invi- argentino que, radicado en México,
taciones o despedidas de amigos. El creó primero Fondo de Cultura Eco-
gordísimo volumen, Toda Mafalda, nómica y luego Siglo XXI Editores.
prologado por el colombiano Daniel En el 94, Joaquín Mortiz (nombre
Samper Pisano (el mismo de Les Lu- con el que actuaba profesionalmente
thiers...), mafaldólogo reconocido, Joaquín Diezcanedo); en el 95, Neus
tuvo una exitosísima carrera y en Espresate, la editora de origen cata-
2006 aparece su 19ª edición. Sería lán que había creado Ediciones Era
el primero de una serie que incluye en México; en el 96, Jack McCle-
hasta ahora, en similar presentación, lland, un canadiense.
20 años con Inodoro Pereyra y Todo En 1997 fuimos distinguidos Kuki
Boogie, el Aceitoso, de Fontanarrosa; y yo, y el conmovedor –para noso-
La historieta argentina, una enciclo- tros– volumen, titulado Libros, per-
pedia sobre ese género, de Judith sonas, vida, contó con contribucio-
Gociol y Diego Rosemberg, y una nes de firmas como las de Sabato,

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Ariel Dorfman, Raúl Alfonsín, To- Esto no es todo


más Eloy Martínez y Antonio Skár-
meta entre muchas otras, pasando, Este subtítulo, que cita el nombre
obviamente por autores “nuestros” con que bautizamos, de acuerdo con
como Quino, Fontanarrosa, Hora- el autor, la extensa antología de Qui-
cio Salas, Luisa Valenzuela y Liliana no publicada por la editorial, sinte-
Lukin. La cronología histórica de tiza la situación actual. Se inspiró,
Ediciones de la Flor fue escrita por contradiciéndola, en la frase con la
Carlos Ulanovsky, y en ella ha abre- que terminaban los dibujos animados
vado sin remilgos el texto que están de Terrytoons, que, sustituyendo al
leyendo: hay muchas frases repeti- clásico The End, decía That’s all folks
das textualmente, con su permiso, (Esto es todo, gente).
evitando, también con permiso, las Con una creciente nueva colección,
molestas comillas. “Manuales”, comenzada hace dos
En 1999 publicamos las muy atrac- años con Cómo se escribe un guión
tivas Memorias de un alemán atípi- cinematográfico vendible, de Christo-
co, subtituladas Los años de forma- pher Keane, que incluye libros
ción de un manager de la cultura, de aprendizaje sobre escenografía
de Peter Weidhaas, el director de (Héctor Calmet), periodismo (Julio
la Feria de Frankfurt que había dis- Orione) y animación cinematográfi-
puesto invitarnos en 1977, y con ca (Rodolfo Sáenz Valiente); con la
quien luego cultivamos una estre- incorporación de nuevos humoristas
cha amistad. Quedan muchos auto- gráficos como el ascendente Liniers
res y títulos significativos por citar. de Macanudo; con la serie de “Clá-
Así como Jorge Herralde, el editor sicos Reilustrados” inau-gurada por
español de Anagrama, dice que el el Martín Fierro ilustrado por Fon-
libro de un editor es su catálogo, tanarrosa, al que siguieron el Fausto
puede afirmarse que la mejor histo- con los dibujos de Oscar Grillo y un
ria de Ediciones de la Flor surgiría Pequeño Quijote Ilustrado (Luis Sca-
de una lectura comentada del que fati) a los que se sumará El corazón
se fue formando durante 39 años. de las tinieblas de Conrad, por Crist;
Pero repasándolo velozmente, hay con diez títulos nuevos publicados
dos autores que no querría omitir en abril de 2006 para la Feria y la
ya sobre el final de este texto: Alber- reedición constante de muchos títu-
to Ciria y Homero Alsina Thevenet. los del fondo, nadie nos cuestionará
A ambos los considero mis maestros que, a punto de cumplir 40 años en
en sentido estricto –y no en el in- esta riesgosa profesión, en este com-
discriminadamente ampliado con plicado país nuestro, afirmemos que
que hoy se prodiga el término–. Por todavía se pueden esperar noveda-
la vastedad de la cultura de ambos, des, tratándose de Ediciones de la
por su precisión, por la agudeza y el Flor. O sea, que, una vez más, esto
sentido del humor, por su exquisito no es todo...
uso de todo el idioma, por su exi-
gencia, aprendí muchísimo de ellos
y me enorgullece que varios libros
de su autoría integren nuestra lista.

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Gregorio Weimberg y la edición.


Estampa de un fundador de la
biblioteca argentina
Por Gustavo Sorá (*)

Si la escritura y el libro fueron las formas predo-


minantes de la producción del intelecto en la mo-
dernidad, tal como afirma Gustavo Sorá, puede
considerarse la construcción de bibliotecas y co-
lecciones como el modo en que se organizó la pro-
liferación de las discursividades. De ahí que la fun-
ción de editor adquiera notoriedad, organizando
nociones, introduciendo lecturas y promoviendo
miradas sobre el pasado cultural que logran esta-
blecer linajes y campos de discusiones.
Gregorio Weimberg, recientemente fallecido,
recupera esa tradición que se inauguró con el
francés Coni en el siglo XIX, con Mitre en la bi-
blioteca La Nación a principios del siglo XX y
luego fue retomada por Ingenieros y Rojas en las
primeras décadas de aquel siglo. Su labor como
pensador de series y colecciones de distintas edi-
toriales y su breve paso como director de la Bi-
blioteca Nacional permiten asociar su biografía a
la cultura del libro y a sus derivas históricas. Su
colección Pasado Argentino, nos permite encon-
trar un modo original en el que se logra articular
una mirada capaz de definir un conjunto de lec-
turas nacionales indispensables para conocer el
país: lecturas “argentinianas” que componen un
entramado complejo que, sin aportes como los
de Weimberg –tal como surge de esta entrevis-
ta– verían dificultadas sus posibilidades.
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Las metáforas de la escritura, del libro y bibliotecas, pocos individuos, muy


y de los espacios que organizan esa pocos, han dejado huellas indelebles
herramienta del intelecto y ese objeto para articular la historia colectiva:
cultural, como la librería o la biblio- el francés P. Coni en el siglo XIX,
teca, han acompañado la imaginación Mitre y la Biblioteca La Nación a
de las comunidades morales desde la inicios del siglo XX, Ingenieros y
Antigüedad. Hasta fines del siglo XIX Rojas con sus colecciones de los años
se hablaba de la biblioteca y de la libre- 10 y 20, Gregorio Weimberg con su
ría francesa o española para verificar colección el Pasado Argentino, edi-
el universo de textos escritos en esas tada por Hachette en los 50, luego
lenguas y de los escritos en otras pero como colección Dimensión Argentina
traducidos, domesticados y difundi- por su sello Solar,
dos por las instituciones de esos impe- relanzada a fines Gregorio Weimberg es uno de
rios nacionales1. La extensión de ese de la década de los fundadores de la biblioteca
dominio intelectual entre los centros 1990 por Taurus, argentina. Fundadores en el
metropolitanos y los territorios de como Nueva sentido que Foucault da a los
ultramar era una manifestación de la D i m e n s i ó n “fundadores de discursividad”:
universalidad del genio nacional parti- Argentina4. En si bien muchos escriben textos,
cular. En Argentina no se hallan refe- “nuestro diccio- pocos autores consiguen impo-
rencias nítidas de esa forma de imagi- nario” nos faltaría ner formas de pensamiento que
nación de la cultura nacional. Borges, una palabra para se tornan categorías de todos,
se sabe, se sumergió como pocos en concebir todo lo que se diluyen en un incons-
las metáforas del libro y la biblioteca. que representan ciente cultural colectivo.
Pero lo hizo de un modo trascendente, esos esfuerzos
sin raigambre histórica necesaria. Este intelectuales y materiales, al modo
panorama invita a recorrer el camino como se usa Brasilianas en “el Brasil
inverso y complementario: alimentar intelectual”5. Allí, desde la fundación
con esas metáforas la imaginación del Imperio la palabra “brasiliana”
de la cultura para hallar dimensiones designa todo conjunto de libros indis-
históricas y sociales del pensamiento pensables para conocer el país. Hasta
nacional; para iluminar a individuos 1930, la brasiliana era el sector más
y grupos, instituciones, comercios y noble de la biblioteca de los bibliófilos.
empresas que han balizado la historia Ese año apareció la colección Brasiliana
del libro en Argentina2. dirigida por Fernando de Azevedo y
Gregorio Weimberg es uno de los editada por la Companhia Editora
fundadores de la biblioteca argenti- Nacional de São Paulo y en 1935
na. Fundadores en el sentido que la colección Documentos Brasileiros
Foucault da a los “fundadores de dirigida por Gilberto Freyre y publi-
discursividad”: si bien muchos escri- cada por la Livraria José Olympio de
ben textos, pocos autores consiguen Río de Janeiro. Estas “bibliotecas” per-
imponer formas de pensamiento que mitieron que el público lector general
se tornan categorías de todos, que se que se estaba gestando a partir de las
diluyen en un inconsciente cultural políticas educativas, pudiera leer inter-
colectivo3. Del mismo modo podemos pretaciones sobre el país de autores de
pensar que si bien muchos han edi- vanguardia de la época y retratos de
tado libros, han dirigido colecciones Brasil escritos por viajantes extranjeros

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

y polígrafos del pasado, piezas hasta en esta entrevista. Una colección que
entonces atesoradas en algunas biblio- precedió a El Pasado Argentino, que
tecas públicas y particulares6. la abarca y manifiesta el horizonte
La colección El Pasado Argentino sería de referencias universales con las que
una de las “argentinianas”, de esas cuatro habría que fundir el pensamiento de la
o cinco bibliotecas fundadoras de una cultura y la sociedad argentinas.
cultura argentina impresa. Este núcleo Aquí se presenta una edición de dos
de la obra de Weimberg representa entrevistas realizadas con Gregorio
el último proyecto editorial capaz de Weimberg en torno a sus actividades
hacerse un lugar en el linaje de las como editor y a sus experiencias en el
bibliotecas de Ingenieros y de Rojas: medio editorial7. Retratan apenas un
La Cultura Argentina y La Biblioteca aspecto de su obra. Pero la edición se
Argentina. Han sido muchos los intelec- trata de una actividad cuyas huellas no
tuales que, como Gálvez y Quiroga con son evidentes; una práctica compleja
la Cooperativa de Buenos Aires, crearon y específica cuyo conocimiento aún
colecciones o editoriales para enlazar no ha forjado un campo de especia-
sus libros entre otros que no tuvieran listas entre las ciencias sociales en
cabida en el mercado del libro. Pero, en Argentina. En su origen fueron entre-
estos casos, pocos han conseguido equi- vistas de investigación; destinadas no a
librar una permanente actividad como la edición como tales, sino a sumar evi-
editores y como productores intelec- dencias para la historia del campo edi-
tuales. Lafforgue, torial, de la traducción y publicación
de ciencias sociales y de otros temas
La edición se trata de una acti- Schmucler y otros
conexos. Pero en este momento críti-
vidad cuyas huellas no son evi- pocos pueden tes-
co, la figura de Gregorio Weimberg se
dentes; una práctica compleja timoniar al respec-
revela única e indispensable para pen-
y específica cuyo conocimiento to. En esta clase
sar que su obra continuará presente
aún no ha forjado un campo de intelectuales,
en alguno de los pliegues de nuestro
de especialistas entre las cien- el conocimiento
de sus obras no pensamiento colectivo, en la filigrana
cias sociales en Argentina.
puede limitarse de los cientos de libros en los que
apenas a lo escrito, su nombre no aparece impreso pero
a los textos firmados. Las marcas mate- que salieron al público gracias a sus
riales de su labor se sumergen por detrás proyectos intelectuales. En esas horas
de todos los textos de otros autores que nos damos cuenta de que se ha tenido
hicieron públicos, razón de la edición. el privilegio de escuchar una historia
El Pasado Argentino es una de las piezas profunda que vale la pena compartir.
reconocidas de la obra de Weimberg, Pero la entrevista publicada se reduce
es decir, una de aquellas que la buena por su edición, permanecerá apenas
historia cultural retiene como cuadro como un texto. Sólo el acompañamien-
para una memoria colectiva. Pero las to de imágenes permitiría dar densidad
realizaciones de Gregorio Weimberg etnográfica a las charlas con Gregorio
van mucho más allá. Entre sus legados Weimberg. Todos los ambientes de su
que han caído en el olvido sobresale casa de Remedios de Escalada al 800
la colección Tratados Fundamentales están abarrotados de libros. Para cada
editada en los años 40 por la editorial afirmación Gregorio tenía una eviden-
Lautaro: “ése es mi orgullo”, nos dice cia material impresa. Eran entrevistas

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caminadas, yendo de un lado al otro W: Si. Nos reuníamos, conversába-


de la casa, de un tramo al otro de su mos, hablábamos de que tal libro no
biblioteca, en busca de sus libros. El era tan importante, que tal otro sí,
andar perjudicaba la captura de audio etc. Francisco Romero fue muy gene-
y advertía sobre la importancia de roso. Un día nos dijo: “Yo en Losada
describir ese escenario. Era como si tengo muchos libros de filosofía que
sólo la interpretación del orden de esos no puedo publicar. Si alguno de uste-
estantes permitiera llegar a conocer la des se anima a publicarlos, yo les doy
diversidad de proyectos pedagógicos, ideas”. Él alentaba a todo el mundo.
editoriales y de investigación del men-
tor de la biblioteca. Su casa, como la S: ¿Cómo fue-
nación en su colección, se sintetizaba ron sus primeras
en libros. Las experiencias con libros incursiones en el
de personas como Gregorio Weimberg medio editorial?
nos muestran los riesgos de limitar la W: Bueno yo
idea de biblioteca, de texto, de traduc- me presenté a la
ción, de archivo a meras metáforas. En editorial Lautaro
ellos esas palabras se consuman y abar- allá por el 44 o el
can todas las relaciones elementales de 45. Ellos habían
una cultura universal en la cual el resto comenzado a
sólo participamos tan limitadamente. publicar una
colección donde
Sorá: Usted trabajó en un amplio apareció un libro
espectro de las ciencias humanas. sobre Belgrano,
¿Cuál fue su formación universitaria? luego otro sobre
Weimberg: Yo estudié derecho. Sarmiento, etc.
Yo fui así nomás
S: ¿Entre qué años? y les ofrecí un
W: Y... en el 38, 39. Después me Monteagudo.
dediqué a la filosofía. Derecho no Así se publicó mi
terminé. primer librito: El
pensamiento de Monteagudo. Después
S: ¿A quiénes recuerda de Filosofía quedé vinculado a ellos como asesor
y Letras? literario y empecé a hacer una colec-
W: Antes que nadie a Francisco ción de clásicos de la filosofía. No
Romero. sé si la conoce Ése es mi orgullo. En
la colección Tratados Fundamentales
S: ¿De ahí en más siempre estuvo publicamos por primera vez La men-
ligado a la Universidad? talidad primitiva de Lévy-Bruhl, que
W: Siempre estuve ligado a la yo traduje8. Fueron muchos libros:
Universidad y en la época del eclip- Teoría General del Cielo y El sistema de
se de la Universidad, participé del la naturaleza de Kant; El existencialis-
Colegio Libre de Estudios Superiores. mo de Lefebvre; el ensayo de Bacon9;
S: ¿Y usted alimentaba sus proyectos La sociedad primitiva de Morgan; el
editoriales en función de sus proyec- Tratado teológico-político de Spinoza;
tos pedagógicos? Discurso preliminar de D’Alembert;

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las Cartas filosóficas de Voltaire; La S: ¿Y el dueño de la empresa quién era?


docta ignorancia de Nicolás de Cusa; W: La dueña era Sara Mariana de
Averroes y el averroísmo de Ernest Jorge. El padre de ella era el abogado
Renan. Aparecieron libros de Boas, de Gath & Chavez, un abogado de
de León Brunschvicg10. Después en mucho prestigio que había recogido
una serie menor aparecieron Gordon capitales del grupo pro-aliado.
Childe, Magia y sacrificio en la histo-
ria de las religiones de Huber y Mauss, S: ¿Ella era académica, literaria?
que creo que es una de las primeras W: No. Aunque era una muchacha
ediciones en castellano sobre el tema muy culta. Era la mujer de Faustino
desde un punto de vista no religioso. Jorge, no sé si le dice algo.

S: ¿Y qué otras líneas tenía el catálo-


La editorial Lautaro y la colección go de Lautaro?
Tratados Fundamentales W: El catálogo llegó a ser bastan-
te heterogéneo. Después vinieron los
S: Y Lautaro, ¿cómo era?, ¿cuándo surgió? Pingüinos. Se firmó un convenio con
W: Lautaro surgió durante la guerra Penguin de Londres e hicimos un
mundial como una respuesta, digamos, pequeño comité con María Rosa Oliver.
progresista. Después fue caracterizada Ella participaba por Penguin y yo por
políticamente. Fue la obra de un grupo Lautaro. Don Pedro Henríquez Ureña
de personas. Participó un señor llama- actuaba de árbitro en el caso de que
do Dreyfuss que trabajó como gerente, hubiera desacuerdos. Ahí se publicaron
luego estaba el señor José Iturrac, que Penguin literarios, científicos, técnicos,
era exportador de papel, gente que no publicamos una historia de la ópera,
era exactamente de izquierda, pero sí una historia del ballet, un libro sobre
era pro-aliada. Había socialistas, capi- arte primitivo. Todos a dos pesos.
talistas, estaba Saslasky, que era gerente
general de Bunge & Born, estaba Sarita S: ¿El formato era parecido a los
Jorge, etc. El primer libro que se publi- Penguin ingleses?
có y que fue presentado en una feria W: Sí, con otras tapa, claro. Fueron
del libro, fue requisado por la policía. los primeros libros de bolsillo que se
Se llamó Las estrellas miran hacia abajo. empezaron a sacar de modo sistemáti-
Era un alegato a favor de Inglaterra co. Algunos títulos tuvieron tiradas de
durante los bombardeos. Como le dije, 10.000 ejemplares. Además le dimos
yo me acerqué a ellos para ofrecerles mi un color local. Por ejemplo lo reivin-
libro sobre Monteagudo y enseguida dicamos a Horacio Quiroga. Nos har-
me encomendaron algunas cosas. Poco tamos de vender Cuentos de la selva.
tiempo después con Manuel Sadosky
les propusimos la colección Tratados S: ¿Lautaro llegó a ser una empresa
Fundamentales y quedé incorporado mediana, con muchos empleados?
al trabajo de la editorial. Para sorpresa W: No. Lautaro era pequeñita.
de todo el mundo, con la colección
de filosofía nos fue muy, muy bien. S: ¿Dónde funcionaba?
Fue una de las primeras colecciones de W: Funcionaba inicialmente en la calle
Lautaro. Alsina, creo que en el 1949. Después

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se trasladó a la calle Sarmiento y final- que así Lautaro se debilitaría. La divi-


mente estuvo en la calle José Evaristo sión no se hizo y se perdió todo.
Uriburu 1225. Ahí sufrió sucesivas
clausuras. Ahí yo ya no estaba, pero S: Y al cerrar, ¿qué pasó con los
igual me dolía, ¿no? directores, con los empleados de
Lautaro? ¿Partieron para otros pro-
S: Y de un modo general, ¿cómo era yectos en el mundo de la edición?
el control político en el mercado del W: Sarita Jorge se
libro durante el peronismo? retiró. Me acuer- Hubo censura, persecuciones,
W: Hubo censura, persecuciones, do de un chico clausura de editoriales, de dia-
clausura de editoriales, de diarios, de que había empe- rios, de revistas. A mí me detu-
revistas. A mí me detuvieron por el zado como cade- vieron por el libro La docta
libro La docta ignorancia del cardenal te con nosotros y ignorancia del cardenal Nicolás
Nicolás de Cusa11. Fue en el momento después se dedicó de Cusa. Fue en el momen-
cuando Perón parecía que renunciaba a la comercializa- to cuando Perón parecía que
a la reelección y que apoyaría a Alóe. ción. Él se fue a renunciaba a la reelección y
Como sobre Alóe se hacían muchos vivir a Chile y se que apoyaría a Alóe. Como
chistes en los que se lo trataba como convirtió en un sobre Alóe se hacían muchos
un bruto, entonces creyeron que el buen distribuidor. chistes en los que se lo trata-
libro era una tomada de pelo. Estuve Cuando se cerró ba como un bruto, entonces
unas 48 horas detenido en la famosa Lautaro a mi creyeron que el libro era una
seccional especial en la calle Urquiza. Y me dieron como tomada de pelo. (Weimberg)
yo me gastaba en explicarles: “Miren, indemnización los
el señor Nicolás de Cusa es un carde- derechos de autor de varios libros. Entre
nal del siglo XV...”. Después me pusie- otros Qué sucedió en la Historia. Yo se los
ron en libertad. Imagínese que Casirer vendí a Siglo XXI y ellos lo reeditaron
en su libro sobre historia del proble- muchas veces. La mentalidad primitiva
ma del conocimiento, cuatro tomos pasó a publicarlo Siglo XX y así.
que publicó el Fondo de Cultura,
comienza el pensamiento moderno S: ¿O sea que hasta allí toda la obra de
con Nicolás de Cusa. ¡Esos brutos cre- Lautaro se hizo en sólo cuatro años?
yeron que era una impostura! W: Nada más. Después Lautaro reabrió
pero yo me alejé por motivos persona-
S: ¿Y Lautaro cuándo cerró? les. Empezaron a publicar clásicos del
W: Cuando se puso un poco espesa la marxismo y la editorial quedó marcada.
situación política durante el peronismo, Aunque mi problema no era la orienta-
yo le dije a Sarita Jorge: “Dividamos la ción política. Entre otras cosas inéditas
editorial porque la están persiguien- que yo publiqué en Lautaro estuvo la
do”. Yo les había propuesto dividir traducción de Cartas de la cárcel de
la editorial en la parte vulnerable y la Antonio Gramsci, fue la primera tra-
parte no vulnerable. Yo me quedaría ducción en otra lengua. ¡Apareció antes
con los Tratados Fundamentales y con que en francés, antes que en inglés!
los Penguin y que ella siguiera con los
libros de política, los libros de función S: Un injusto olvido de la historia
política pro-aliada, sobre revolución cultural, ¿no es cierto?
española, todas esas cosas. Ella creyó W: Sí. Yo creo que injustamente. En

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ese sentido se me viene a la cabeza de antropología cultural, porque mi


un recuerdo de Rex González, quien gran objetivo era publicar el otro. En
para mí es un patriarca. El año pasado fin... me reconfortó el recuerdo de Rex
–1999– hicimos un curso al que yo lo González sobre la presencia de Boas,
invité y habló del papel que desempe- de Gordon Childe y todos esos libros
ñaron los libros que yo publiqué. Por como una bocanada de aire.

S: En síntesis, ¿cuál fue la apuesta


intelectual de la colección Tratados
Fundamentales?
W: A mí desde entonces lo que me
interesa son las nociones de tiempo y
espacio. A pesar de las críticas que reci-
bió el libro de Lévy-Bruhl por basarse en
fuentes de misioneros, lo que a mi juicio
es más importante en él es haber proba-
do la historicidad de las categorías. Y eso
yo lo dejé aclarado en una nota al pie de
Las funciones mentales. Sobre el tiempo
y el espacio yo después escribí Tiempo,
destiempo y contratiempo. Primero salió
como un ensayo en un libro de home-
naje a José Luis Romero. Después lo
ejemplo el libro de Boas. En la época convertí en libro12. Aunque no refleja
del predominio de Imbelloni, Boas era todo lo que yo pensaba.
exactamente lo contrario.
S: ¿Y usted traducía los volúmenes?
S: Cuestiones fundamentales de W: Traduje los libros de Lévy-Bruhl,
antropología cultural. Me acuerdo también el discurso preliminar de la
que lo compré cuando estaba en Enciclopedia y un libro de Condillac.
cuarto año de la secundaria por Fueron todas traducciones pioneras.
sugerencia de un profesor de histo- Una vez tuve un disgusto. Un amigo
ria del arte. encontró en una librería el libro Qué
W: También publiqué un libro de Gordon sucedió en la historia, que yo publiqué
Childe que fue muy importante. por entonces. Esa edición de 2002
tiene un prólogo de Josep Fontana,
S: Para el campo académico argenti- que es un gran historiador. Del prólo-
no, sin duda, eran la izquierda. go se deduce que es uno de los libros
W: Sí, exactamente a la izquierda de más importantes del siglo XX, pero
lo que se estaba haciendo. Lo mismo da la impresión de que lo descubrie-
podría decirse de la función que cum- ron ese año, cuando en realidad yo
plió la edición de Lévy-Bruhl. Con lo publiqué en 1950. Yo le mandé
el libro de Boas me acuerdo que tuve una carta a Fontana diciéndole que
muchos problemas. Boas tiene un libro lo admiro como historiador pero que
que se llama Raza, lenguaje y cultura. A desde el punto de vista académico
éste yo le puse Cuestiones fundamentales cometió un grave error. Si él tiene

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discípulos, podrían preocuparse de cárcel en Argentina tuvieron ocho


hacer un inventario de las traduccio- ediciones; La lógica de Hegel tuvo
nes que se hicieron cuando España seis, Gordon Childe ocho. A medida
no podía publicarlas. Nosotros publi- que uno se iba metiendo descubría
camos el Tractatus teológico-político que en la historia de la filosofía falta-
de Spinoza, por ejemplo, y la censura ban grandes libros. La lógica de Hegel
española rechazó su circulación13. no estaba traducido, el Ensayo sobre el
entendimiento humano tampoco. Se
S: ¿Y cómo llegó usted a la lectura tradujo, y cuando la edición crítica
de estos autores, cómo se interesó estaba a punto de ir a imprenta apare-
por ellos? ció la edición de Sudamericana.
W: El debate estaba en el ambiente.
¿Condillac, dónde estaba? En Hegel. S: ¿Quiénes hacían las traducciones?
¿Platón?, en Schuhl. También esta- W: La de Locke la hizo Hernán
ba Mondolfo, después publiqué a Rodríguez, un gran traductor que ya
Farrington14. falleció. Murió en Ginebra, donde se
había ido a trabajar.
S: ¿Y cuántos libros llegó a editar
por Lautaro? S: ¿Eran filósofos?
W: Casi un centenar. Ahora (2005) W: Estudiantes de filosofía.
estoy publicando en Santillana una
nueva colección, que de cierto modo S: ¿Y cómo sustentaban económica-
es continuación de aquélla. mente esos trabajos?
W: Aunque a usted le parezca extra-
S: Usted me dijo que esas referen- ño, estos libros se vendían muy bien.
cias flotaban en el ambiente de dis- Era la época en que no llegaban libros
cusión. Pero, por ejemplo, ¿quién de Europa y por entonces existía algo
introdujo la lectura de Franz Boas que se llamaba “servicio de noveda-
en Argentina? des”: las librerías conocían esta colec-
W: Resultaban de las conversacio- ción y decían “Bueno, del próximo
nes en nuestro grupo, con Manuel título vamos a encargar 200”, sin
Sadosky y nuestros amigos con quie- preguntar cuál sería.
nes nos veíamos cada tanto. Además
leíamos las revistas francesas que llega- S ¿Y cómo era la publicidad del
ban, como Les Temps Modernes. servicio de novedades? ¿Aparecía en
los diarios?
S: ¿Y cómo conseguían los libros W: No, se enviaban cartas, a Colombia,
originales? ¿Los traían cuando viaja- Perú, a todos lados.
ban al exterior?
W: Sí. Algunos fueron difíciles de S: ¿De cuántos ejemplares eran las
conseguir. Gramsci, por ejemplo, que tiradas de cada título?
yo lo publiqué por primera vez en W: Eran de 3.000 ejemplares.
castellano, mejor dicho por primera
vez en otra lengua que el italiano, S: A los ojos de las actuales divisio-
me lo trajo Berman. Y como premio, nes disciplinares, usted hizo algo
le di el prólogo. Los cuadernos de la único: combinó la publicación de

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antropólogos y filósofos. No creo usted tenía que comprar los dere-


que hoy en día los filósofos lean a chos a Félix Alcan, por ejemplo?
Boas o a Mauss. W: Eran sumas muy escasas. Si hoy
W: En cierto modo, para mí ese con- en día en términos de derechos de
junto de libros se alineaba como una edición se habla de miles de dólares,
reivindicación del racionalismo. Con en esa época eran cientos.
esta colección introduje autores abso-
lutamente desconocidos o totalmente S: ¿Y antes de sus Tratados
olvidados como Nicolás de Cusa, a Fundamentales y de la Biblioteca
quien hoy se considera como uno de los Filosófica que dirigía Francisco
precursores del Renacimiento. Cuando Romero en Losada, ¿en Argentina
salió, en una publicación marxista dije- hubo alguna otra colección de
ron “¡Cómo es posible que se publiquen filosofía?
cardenales del siglo XV, habiendo tanta W: No creo. Hubo tres bibliotecas
gente importante acá!”. Pobres, no tie- filosóficas: la mía, combinada con
nen la menor idea de que se trata de uno antropología, la de Francisco Romero
de los padres de la dialéctica. y la de Pucciarelli.

S: Su afinidad con los filósofos es S: ¿La de Pucciarelli cuándo se inició?


natural por su formación. ¿Pero W: Apareció por la editorial Nova,
cómo se dio su aproximación a los unos años después.
antropólogos?
W: Tenía amistad con Márquez S: ¿Cuál era el horizonte intelec-
Miranda y con Rex González. Pero tual de la colección dirigida por
en esos años no creo que hayan teni- Pucciarelli?
do influencia. A Fernando Márquez W: Difícil de definir. Publicó Simmel15,
Miranda le publiqué un libro en publicó Scheller, una historia del
Hachette: Siete arqueólogos, siete cul- humanismo.
turas. Es un librazo sobre siete cultu-
ras clásicas. Él me había prometido S: ¿Y cómo era la coexistencia de su
escribir otro sobre siete culturas de proyecto con la Biblioteca Filosófica
América, pero murió cuando lo estaba de Losada?
escribiendo. Los libros yo los cono- W: Romero tenía una orientación más
cía estudiando y conversando con germánica. También más contemporá-
la gente. Buscando un proceso no nea, aunque publicó un Bacon.
convencional. Por ejemplo, el caso
de Hegel: yo quería algún libro de S: ¿Y cómo era su relación con
filosofía importante, alguno de los Francisco Romero y Losada?
libros de primera magnitud, como la W: Muy buena. Él me prologó el libro
Metafísica de Aristóteles, santo Tomás de Voltaire, Ensayo de las costumbres.
de Aquino, Kant, Hegel y no sé qué También llegamos a pensar en hacer
más. Hegel y Locke no estaban, y alguna cosa conjunta. Ciertos títu-
entonces decidimos publicarlos. los que yo pensaba que encuadraban
mejor en su colección se los propo-
S: ¿Y de algunos de los autores más nía y él también me sugirió alguna
contemporáneos como Lévy-Bruhl, cosa. Además de su trayectoria y de

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sus inclinaciones, hay que considerar ros libros –puedo mostrarle alguno–,
que Francisco Romero trabajaba con tenían al final unas hojitas pidiendo la
Losada. Y Losada era una editorial opinión del lector, sugerencias, noticias
mayúscula. Tenía un equipo de gente biográficas y bibliográficas. Él publica
fantástico. Y don Gonzalo era muy clásicos en traducción, pero lo más
inteligente, muy intuitivo. importante, es que comienza a publi-
car autores latinoamericanos. En su
colección aparecen Risieri Frondizi,
Losada en el centro del Wagner de la Reyna, Emilio Oribe, Vaz
campo editorial Ferreira; un montón de latinoamerica-
nos al lado de Kant, de Leibniz. Había
S: ¿Se puede decir que con la colec- que ser corajudo para publicar así en
ción Tratados Fundamentales usted aquella época. Y más corajudo todavía
hizo punta en la edición de filosofía porque publicó dos libros que todavía
y ciencias sociales en Argentina? no terminan de causarme sorpresa. Dos
W: Puede ser. Pero, a mi juicio, pri- libros de Guillermo Francovich: uno se
mero hay que hablar de Losada. llamaba La filosofía en Bolivia (1945)
Losada nace a fines de los años 30 y otro Filósofos brasileños (1943). Hoy
como una industria de sustitución en Argentina no hay ningún editor que
de importaciones. En los primordios sea capaz de publicar un libro sobre la
de la industria editorial, los libros filosofía en Bolivia. Eso le da una idea
se mandaban hacer a Europa. Eran de la amplitud de horizontes culturales
españoles y muchos también existían de Losada, una empresa cuyo objetivo
gracias a la actividad de impresores y no era mercantil. El libro de Alberto
libreros franceses. A diferencia de las Wagner de la Reyna sobre Heidegger,
editoriales anteriores, Losada crece no me atrevo a decirle categóricamente,
rápidamente y se latinoamericaniza. pero debe haber sido si no el primero,
Porque en esos años los otros países uno de los primeros trabajos sobre
estaban en condiciones inferiores a Heidegger en lengua castellana16.
las nuestras. Pero hay que considerar, Sigamos con el tema de Losada.
como aspecto más sobresaliente, que Hago una apología de Losada por-
en Losada trabajaban Guillermo de que se la merece. La colección que
Torre, Pedro Henríquez Ureña, Luis dirigía Amado Alonso era de lingüís-
Ginés de Azúa, Felipe Ginés de Azúa, tica. La lingüística sólo estuvo de
Francisco Romero, Amado Alonso, moda mucho después. Su colección
Lorenzo Luzuriaga, y se me escapan se publicó en los años 40 y 50. A mí
varios nombres importantes. Eso le da me parece impresionante. Igual en la
la pauta del nivel que alcanzaron las colección que dirigió Felipe Ginés de
colecciones dirigidas por ellos. Azúa, que se llamaba Ciencia y Vida.
En ese cuadro Francisco Romero hace la Allí se publicó Einstein sobre la teo-
primera colección orgánica de filosofía. ría de la relatividad, la evolución de
Lo hace con un criterio muy amplio y Huxley, un libro sobre la inteligencia
muy inteligente. Don Francisco publi- artificial, una historia de la química
có libros que hoy ninguna editorial y cosas así. Además hacían alardes de
publicaría; lo hacía, además, con un la presentación de los libros. No sé si
sentido de función cultural. Los prime- usted alcanzó a conocer la Colección

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Pajarita Papel. Los libros eran de una clima de la realidad cultural, un cam-
confección de alto padrón. Incluso en bio de sensibilidad. Y luego, no hay
las ediciones comunes hacían alarde de que olvidarlo, él lo bancó a Neruda
calidad. Lo tenían a Atilio Rossi, un cuando estuvo escondido muchos
italiano que trabajaba como diagrama- años. Era una persona muy generosa.
dor y se preocupaba por hacer libros Losada apostó fuerte y abrió sucursales
lindos, libros nobles. Gonzalo Losada, en el resto de los países de América.
no lo olvidemos, publicó a Neruda. Cuando se instaló en Chile me dijo:
Yo recuerdo haber leído un aviso “Si yo me instalo en Chile tengo que
comercial de Losada que decía más o publicar un autor chileno que sea
menos así: “Esta editorial publicó a una tarjeta de presentación”. Todos le
los siguientes autores antes que se les habían sugerido un poeta famoso: G.
haya adjudicado el Premio Nobel”. Santa María. Pero él optó por Neruda.
Creo que eran diez: Gabriela Mistral, En cada una de las sucursales estable-
Neruda, Asturias, Sartre, Camus... Era cía contactos con autores importantes.
un justo alarde: “Yo los publiqué Lo importante de señalar es que él
antes, no después del Premio Nobel”. fue detectando autores de cada uno
Y... el editor de literatura no era otro de esos países o regiones. Así fue que
sino Guillermo de Torre. pasó a publicar a Arciniegas, a Miguel
Ángel Asturias, a Carpentier. Yo el
S: ¿Usted lo conoció personalmente primer libro de Carpentier que leí, lo
a Gonzalo Losada? leí por Losada. En España, claro, tuvo
W: Yo era asesor literario de Lautaro y problemas con la censura. Con Franco
la gerente de Lautaro era muy amiga no podía meter a Sartre, a Camus
de Don Gonzalo. Nos hicimos muy nada de eso. Los autores prohibidos en
amigos con él. Yo lo quería mucho y España, Losada los publicaba acá. ¡Fue
él me apreciaba también. Me acuerdo la editorial de García Lorca!
un día en el que él hizo una fiesta para
festejar –valga la redundancia–, no sé S: ¿Y las editoriales que compe-
si el ejemplar 500.000 o un millón tían con Losada? Sudamericana, por
de Veinte poemas de amor de Neruda. ejemplo.
Una cosa increíble para la literatu- W: Con Julián Urrugoiti y Don Antonio
ra en castellano de aquel entonces, López Llausás, Sudamericana empezó a
¿no? En ese momento yo le pregunté: publicar novelística europea en una línea
“Gonzalo, explíqueme una cosa que bien orientada por Victoria Ocampo
a mí me interesa desde un punto de al comienzo, por Enrique Pezzoni des-
vista sociocultural: ¿cómo puede usted pués… Pero tengo la impresión de que
explicar que se hayan vendido cien- Sudamericana no tuvo esa actitud de
tos de miles de ejemplares de Veinte apertura hacia los escritores, tratar de
poemas de amor de Neruda?” “Fíjate conseguírselos, de hacerlos de la casa.
Gregorio (imitando la tonada españo-
la de Losada). Es muy sencillo: antes S: También estaban Claridad,
el muchacho le regalaba a la mina Santiago Rueda.
las rimas de Bécquer y hoy le regala W: Claridad estaba un poco más
Neruda.” ¡Me pareció una observa- confinada por el aspecto político. No
ción agudísima! Él notó un cambio de tenía el cuero que tenía Losada, ni

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los asesores, ni incursionó en tantos plares de París Match por semana; ade-
campos, no llegó a editar libros de más de todos los diarios. Al tiempo yo
derecho, de divulgación científica de les hice la propuesta de la colección El
alto nivel, de lingüística y demás. No Pasado Argentino. Una propuesta que
sabría como calificarla. Yo le diría no aceptaron con mucho entusiasmo.
que era la industria pesada. Santiago Pero los convencí utilizando un argu-
Rueda, por su lado, era una especie mento un poco ilegítimo. Les dije:
de desprendimiento de El Ateneo. “Miren, estamos viviendo la época de
Su creador era cuñado de los García. Perón, un nacionalismo excesivo. Y
A diferencia de las otras editoriales, además fíjense ustedes que hay cierta
Losada y Sudamericana se arraigaron actitud xenófoba. Hay problemas de
y se universalizaron. divisas y algún día les van a decir:
‘¿Cómo es? ¿Ustedes no hacen nada
S: ¿Losada tuvo talleres de impresión? por la cultura argentina? Siguen tra-
W: No. Ellos siempre traían a cola- yendo más libros franceses, revistas
ción recuerdos de España y alega- francesas’”. ¡Eran cajones y cajones!
ban que a todas las editoriales –entre Bueno, ese argumento fue el que me
ellas Espasa-Calpe– que habían puesto permitió iniciar la colección El Pasado
talleres propios para ahorrar costos, les Argentino en el año 54, 55, antes
había ido mal. Porque el problema de de la caída de Perón. Los primeros
la imprenta es que las máquinas no libros fueron Cafulcurá, con prólogo
dejen de trabajar. Entonces cuando el de Giusti –que me lo acaban de robar
editor es dueño de la imprenta dice: en la editorial Elefante Blanco con
“Bueno, mañana entra mi libro, espe- prólogo y todo–, y luego el del Perito
remos... o suspendo tal libro”, inter- Moreno. Luego sacamos Mis memorias
ferencias que perjudican la produc- de Mansilla y Las ruinas de Tiahuanaco
tividad. Hoy ninguna gran editorial de Mitre. Para sorpresa de todos tuvie-
tiene su propia imprenta; juegan con ron un gran éxito. Entonces ahí a los
distintas imprentas, distintas oportu- de Hachette ya les interesó y conti-
nidades, máquinas, formatos, etc. nuamos la colección. Mi función era
la de un asesor literario: la colección
salía bajo mi nombre y mi responsabi-
La biblioteca nacional de una edito- lidad. En Hachette además hice otras
rial extranjera: Hachette y la colec- cosas; publiqué un montón de libros.
ción “El Pasado Argentino” Participé en la publicación de La vida
cotidiana, no sé si usted conoce esos
S: Una vez que usted se alejó de libros, ahora se los voy a mostrar.
Lautaro, ¿inmediatamente creó Después publiqué una gran Historia
otros proyectos editoriales? de la filosofía de Lamanna en seis
W: Hice algunas cositas que no tienen tomos. Lindísima edición, a la que yo
importancia, en editoriales con las que le puse la bibliografía castellana17.
no me fue bien. Después entré como
asesor literario de Hachette. Hachette S: Era como retomar el proyecto de los
era importadora de las publicacio- Tratados Fundamentales de Lautaro o
nes francesas, por supuesto. En un la obra de Romero en Losada.
momento llegó a traer 10.000 ejem- W: En cierta manera sí18.

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S: Eran libros de alto padrón gráfico. miedo al entusiasmo pasajero. Palasi


W: Y eso que mezquinaban muchísimo. iba y venía, miraba ese libro y no me
Era difícil convencerlos de invertir en hablaba. Y un día me llama el agente
estas obras culturales. Lo hicieron cuan- literario, el señor Lawrence Smith, que
do verificaron que andaban. Publicar un era un caballero, un agente literario
libro sobre Tupac Amaru con 800 pági- inglés correctísimo porque cuando él
nas de documentos antiguos me costó ofrecía un libro a alguien no lo sabía
sangre, sudor y lágrimas. nadie. Es decir que actuaba como un
verdadero profesional del libro. Me
S: ¿Quién dirigía Hachette? llama y me dice: “Mire, Don Gregorio:
W: La dirigía un señor llamado Palasi. Emecé me pide el libro y usted tiene
la preferencia porque lo tiene hace
S: ¿Francés? tres meses. Si usted no se decide, se
W: Era español, aragonés. Palasi era lo voy a tener que dar a Emecé”. Y
una bellísima persona, pero era un entonces le digo: “Mire señor Smith,
contador. Él lo que quería era mandar llámelo a Palasi directamente y dígale
el balance mensual a París con saldo en lo que me está diciendo a mí. Hágame
caja. Nosotros le decíamos: “Pero fíjese caso. Después me cuenta el resultado”.
señor Palasi, fíjese la inflación...”. Era Inmediatamente lo llama. A los cinco
muy difícil. Le puedo contar veinte minutos viene Palasi hecho una furia,
anécdotas de él. Así y todo yo pude y me dice: “¡Ah!, pero Don Gregorio,
seguir bastante con mi colección El con estas indecisiones vamos a perder
Pasado Argentino, que creo que hoy todos los libros. ¡Hay que tomar deci-
en día tiene alrededor de 120 títulos. siones! ¡Emecé no nos puede tomar la
Para que se haga una idea del clima de delantera!”. Otro caso similar fue con
trabajo le cuento la historia de la publi- la edición de Friends: Gran Bretaña y
cación de un título. En Estados Unidos Argentina, un libro muy importante
se había publicado Aspectos económicos del cual se tiraron cinco ediciones.
del federalismo argentino. Se me escapa Tuvo una enorme repercusión porque
hoy en día el nombre del autor; un es una visión sobre las relaciones ingle-
polaco exiliado en los Estados Unidos. sas y argentinas desde la mirada de un
Un libro importantísimo. Yo me enteré inglés. Lo escribió un señor ingenuo,
por las revistas de historia y lo pedí a cándido, que no conocía la historia
través de un agente literario, como se argentina. Nunca había estado acá pero
hacía entonces. Me llegó el ejemplar dice la verdad de los documentos que
en inglés y yo lo tenía en mi escritorio. encuentra. El episodio fue así: se publi-
Palasi era muy simpático y todos los có en La Nación un largo artículo en
días venía a verme. Un día le comento: el que se decía: “Acaba de aparecer un
“Estoy leyendo este libro y me parece libro sensacional de un profesor de
extraordinario. Sobre el federalismo la Universidad de Edimburgo sobre
argentino, no hay nada mejor, salvo el las relaciones entre Gran Bretaña y
libro de Juan Álvarez, que es otra cosa”. Argentina...” Allí aborda los negociados
“¿Quién es el autor?” “Es un pola- que hubo entre empresas y muchos
co emigrado que se doctoró con este nombres patricios metidos en coimas.
libro.” “¡No, cómo vamos a publicar Ahí le dije a Palasi: “¿Vamos?” “No,
estas cosas!” Él siempre desalentaba por deben ser muy caros los derechos.”

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Emecé le pidió los derechos a Mr. Aztecas, Los Mayas y alguno más.
Smith. Él se los dio y lo tradujo un tal Cuando vino, primero decidió que
Visio. Después yo le dije a Mr. Smith: no se encuadernaran y después que
“Mire una cosa: Emecé tiene los dere- no se ilustraran. Cuando le dije que
chos. Según las normas durante un año editemos Grecia en la época de Pericles
tiene que publicarlo si no los pierde. me dijo: “¿Para qué, si ya tenemos a
¿Por qué no me da la primera opción? Homero?” No había con quién hablar.
Anótelo en su libro. Yo le pido la pri- Le ha hecho tanto daño a Hachette.
mera opción para hacerlo porque tengo Cuando la editorial francesa anduvo
el presentimiento de que Emecé no lo mal se la vendieron a él, que terminó
va a hacer”. Y se dio así. Le compramos de fundirla del todo. Yo ni quise saber
la traducción a Emecé, se publicó y cómo terminó todo.
tuvo un éxito enorme; ya es un clásico.
Ése era el clima de trabajo. S: ¿En qué otras colecciones trabajó
usted, además de La Vida Cotidiana?
S: ¿En los 50 Hachette era una W: En Hachette hicimos muchas
empresa de porte? cosas. De ciencias humanas y sociales
W: Sí, tenía más de cincuenta emplea- no era muy sim-
dos. Tenían los libros franceses para los ple sacar libros.
colegios franceses, libros de idioma, de Publicamos un
texto, las revistas. Traían revistas desde Schuhl sobre
géneros como la filatelia hasta la moda, Platón 19, un
pasando por el automovilismo. En esa par de libros de
época no había revistas de moda nacio- Mondolfo, y
nales. El edificio era fabuloso. algún libro de
Labrousse sobre la
S: ¿Dónde estaba la sede? democracia. Para
W: Estaba en Maipú 49 y después se publicar a Hegel,
mudó a Rivadavia al 749. que la primera
edición salió con
S: ¿Y usted iba regularmente? Hachette, tuvi-
W: Todos los días, tenía oficina allí. mos largas peleas.
Me decían “Un
S: ¿Cuándo cerró Hachette en libro de mil pági-
Argentina? nas...”. Sobre el
W: Vino un tal Musset de Francia libro de historia
y la fundió. Era hijo del director me decían: “¿Por qué lo vamos a
de uno de los grandes diarios de publicar si hay tantas historias?”
Francia. Llegó con mucha soberbia,
se llevaba a todo el mundo por delan-
te, pero era un ignorante. Teníamos Después del 66: Dimensión
colecciones como La Vida Cotidiana, Argentina, Solar, CEPAL
que eran propiedad de Hachette de
París. Publicamos cinco o seis tomos S: ¿Usted cuántos años trabajó en
sobre Egipto, Grecia en la Época de Hachette?
Homero, en la Época de Pericles, Los W: Cuando vino la caída de Perón, ahí

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ya empecé a distanciarme de Hachette. ra ganancias, no hay ganancias para


Yo me metí en la Universidad en el nadie”. La colección hasta entonces se
56, participé de los cursos de ingreso llamaba El Pasado Argentino. Como
y pasé a dirigir la colección desde estaba registrada por Hachette y no
afuera. De ahí en más mi actividad nos quisieron dar el nombre, pasé a
editorial prácticamente se limitó a mi llamarla Dimensión Argentina. Seguía
colección. En la Facultad de Filosofía con el mismo diseño de tapas y todo.
y Letras empecé a dictar cursos de Lo que hicimos fue hacer un convenio
ingreso, de nivelación, y después tam- con Hachette, por el cual ellos se com-
bién lo hice para Arquitectura. prometían a comprar 500 ejemplares
En el 66, con el golpe de Onganía a cambio de la distribución exclusiva.
nos echaron a todos y yo me quedé Nosotros lográbamos continuidad y
en la vía. Entonces Eustacio García y ellos también podían exhibirse. Fue así
Pedrito García, de El Ateneo, me lla- que los libros pasaron a tener el sello
maron y me preguntaron si yo quería Solar-Hachette.
o si necesitaba hacer algún trabajo.
Nunca me voy a olvidar de ese gesto. S: ¿Y por qué Solar?
Entonces yo les propuse una pavada: W: Nos independizamos. Teníamos
una obra de filosofía plurilingüe, una que tener un nombre y Solar era un
curiosidad increíble. Lo hicimos con nombre que tenía una cierta tradición.
el profesor Caletti y con eso pudimos Había sido el de una pequeña editorial
sobrevivir a la crisis del 66. Tiempo de Busaniche, un historiador argenti-
después le dije a Pedrito: “¿Por qué no no muy importante. A Busaniche le
lo reeditamos?” “¡No, no! ¿Usted sabe compramos la marca y las traduccio-
la locura que hicimos? Un libro con nes de viajeros ingleses. Después le
tantos idiomas, fue complicadísimo.” publicamos su historia de Formosa.
Después me fui a trabajar a la CEPAL
en Chile. Ahí estuve casi diez años. S: O sea que Solar como sello pre-
Me tocó vivir en Chile aquel paso de existía. ¿Desde hacía mucho tiempo?
gobierno de Frei a Allende y la caída W: No, diez años, quince. En ese tiempo
de Allende con Pinochet. En esos años habría publicado 4 ó 5 libros nada más,
Hachette consideró que mi colección pero preciosos, muy bien hechitos.
ya no era negocio. Ahí un amigo mío
muy querido me dijo: “Mire, yo pongo S: ¿Cuál era la tirada media de los
unos pesos y sigamos la colección”. Yo libros de su colección?
estaba en Chile, habíamos puesto un W: Casi siempre 3.000. Era un pro-
empleado y yo venía más o menos una medio ajustado a la composición en
vez al mes para acá. Nos comunicába- linotipo. No se olvide que el país
mos por teléfono y se pudo continuar quedó aislado durante la guerra y des-
así con la colección. pués hubo una legislación pésima que
impidió traer máquinas usadas.
S: ¿Quién era ese amigo?
W: L. Schwartz, un importador, un S: ¿Cómo era la selección de títulos?
hombre cultísimo que ayudó a mucha W: La hacía yo. Era una empresa
gente. Él me dijo: “Mire, yo le doy estos unipersonal. Tenía un empleado al
pesos y hagamos la editorial, nadie reti- que le tenía confianza para la correc-

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

ción, para ir a imprentas, etc. Cuando inmigratorio, del conventillo, de su


venía de Santiago elegía las tapas. idioma... Y algunos de los sainetes son
Publicábamos poco. una belleza”. Al Velorio del angelito
yo lo imaginaba casi como un ballet:
S: ¿Qué promedio anual? los compadritos que entran y salen.
W: Cuatro o cinco títulos nada más. Digamos que tuve mis disgustos tam-
Claro que después había algunas ree- bién con el ambiente que no tenía sen-
diciones. El libro de Busaniche llegó sibilidad para entender que Sarmiento
a tener ocho ediciones. En algunos podía estar al lado del sainete.
casos como ese, un libro muy volu-
minoso, eran inversiones muy gran- S: Y también alternaba obras del
des. También se reeditaron muchas pasado con muchas investigaciones
veces el libro de Spencer, la Historia contemporáneas.
de la ganadería de Giberti, la Historia W: Sí, historia de la industria, historia
del trigo de Scobie. Es decir que de la ganadería, historia de la agricul-
teníamos que conciliar las reediciones tura, etc.
que reclamaba el mercado con libros
nuevos. Después apareció la fotoco- S: ¿En algunos casos usted encargó
pia, el robo de ediciones... estudios?
W: En muy pocos casos.
S: Habrá influido el hecho de que
muchos de esos títulos formaban S: ¿Y qué antecedentes reconoce de
parte de la bibliografía en cátedras este perfil de colección?
universitarias. ¿Y usted nunca esta- W: José Ingenieros y Ricardo Rojas20.
bleció líneas por género: biografía, Con otras características. Es decir,
viajeros, etc.? todos mis libros tienen prólogos,
W: No, todo lo contrario; después todos. Estudios hechos ex profeso por
le voy a mostrar un cataloguito que especialistas de tendencias distintas.
tengo donde se expone la filosofía de Yo les decía que tenían la más amplia
la colección. Yo quería dar una imagen libertad para expresar sus puntos de
del país plural: historia, literatura, vista, pero el único compromiso era
antropología, viajeros, conquista del que le dijesen al lector por qué diablos
desierto, crónicas provinciales, todo se publicaba ese libro. Por ejemplo,
ese panorama. Y también publiqué por qué se publicaba un libro de hace
una cantidad de libros que se salían un cien, ciento cincuenta años. Las colec-
poquito de las pautas convencionales. ciones de José Ingenieros y Ricardo
Por ejemplo, publiqué por primera Rojas tenían un trasfondo más bien
vez en forma de libro el sainete crio- político. Yo les quise dar la impronta
llo. Un eminente crítico argentino social, la económica, las costumbres.
me llamó y me dijo: “Gregorio, no
puede ser, usted publica a Sarmiento, S: ¿En ningún momento usted tuvo
a Payró, no puede publicar sainete”. intención de darles un tinte político
Yo le respondí: “Mire: yo no tengo a sus colecciones?
particular gusto por el sainete. Pero el W: No, no. Yo quería dar una imagen
sainete es el más lindo testimonio de compleja del país. Mire, acá tengo
sociabilidad en tiempos del impacto un cataloguito que hice de la colec-

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

ción donde se expresa mi filosofía. S: ¿Y eran rentables esas colecciones?


Leámoslo: “La empresa ha sido enca- W: Dimensión Argentina sí, aunque
rada con sentido moderno, dejando hoy ya no lo es. Lo sería si pudiera
de lado valoraciones prejuiciosas o dis- hacerla en escala artesanal, porque esos
criminaciones sectarias. Sólo con esta libros ni siquiera se pueden exhibir en
amplitud a cuyo servicio hemos puesto las librerías. Las grandes empresas
un redoblado espíritu crítico, puede compran las mesas de exhibición, las
lograrse un interesante y útil conjunto vidrieras, compran todo. Es increíble.
de libros que den presencia a ese pasa-
do, estructure sus más diversos elemen- S: ¿Y esto usted lo va fogueando solo?
tos de manera orgánica, ensamblando W: Solo. Hace un año que publiqué
asuntos dispares y significativos. Sólo el de De Angelis y después no pude
así puede obtenerse una imagen de la hacer más nada.
tradición mucho más rica y sugestiva
de lo que pudiera aparecer. Cada uno S: ¿No tiene la colaboración finan-
de los tomos tiene –por razones que el ciera de algún editor?
lector advertirá enseguida–, su impor- W: No, varios se interesaron y yo les
tancia intrínseca. Mas su valor se ve dije que no aceptaba. Hubo un señor
acrecentado muy sensiblemente por que manifestó interés en el perfil,
el conjunto, pues se iluminan sectores pero quería publicar un libro de él.
desde distintos ángulos y géneros (...) Yo le dije que no. Otros los copian
El Pasado Argentino, como biblioteca sin consultar.
y como programa, revela el comple-
jo espectro del país, coloreando sus S: ¿Y después de Hachette, quien
dimensiones espirituales y materiales. pasó a distribuir la colección?
Su aportación esencial es la de expresar W: Catálogos y después Zabalía.
los elementos indispensables para que
se perfile con nitidez un mapa plu- S: ¿Cuándo apareció el último título?
ridimensional que brinde al hombre W: El año pasado (1999): Juan B. Justo.
argentino una imagen fiel (...).
S: ¿Juan B. Justo fue qué número en
S: ¿Y modelos del exterior? Para hacer la colección?
una biblioteca sobre la vida cultural W: No, no estaban numerados.
argentina, ¿usted se inspiró en algu-
na biblioteca similar en otro país? S: ¿Cuántos ejemplares se tiraron de
W: No, no. Yo lo que empecé a hacer a raíz Juan B. Justo?
del éxito de Dimensión Argentina, fue W: Creo que también 3.000.
una colección que se llamó Dimensión
Americana. Ahí publiqué a Josué de S: ¿Y en la CEPAL qué función
Castro, varios libros de CEPAL, libros desempeñó?
de Medina Echavarría. Hay clásicos de W: Yo estaba con Prebisch como edi-
Ecuador, de Venezuela, de Colombia, de tor de las revistas21.
Perú. Una colección así hoy no podría
competir ni con España ni con México, S: ¿Prebisch lo llamó para cumplir
imposible. La tapa de esa colección tenía esa función?
una imagen de América. W: Yo lo conocía a Prebisch; pero

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LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

quien me llamó fue Ginés de los Ríos S: ¿Y estuvo mucho tiempo en el


que estaba con Prebisch. Ellos querían CONICET?
que yo me quede, pero me fui a los W: Estuve en el directorio hasta que
diez años. En el 83 ya había decidi- subió Menem.
do venir para acá, cuando me llamó
mi señora a Santiago para decirme S: ¿Y en la Universidad de Buenos Aires?
que había escuchado en la radio que W: Yo seguí hasta los 65 años. Siempre en
me habían designado director de la las cátedras de Historia de la Educación
Biblioteca Nacional. Nadie me con- Argentina y Latinoamericana e
sultó. Yo no lo sabía. Después pasé Historia del Pensamiento Argentino y
al CONICET. Fui el primer vicepre- Latinoamericano.
sidente de formación humanística. Y
ahora a los 80 años de edad todavía no S: ¿Y por intermedio de la
conseguí jubilación. Universidad no participó de proyec-
tos editoriales?
S: ¿Y en Chile llegó a hacer trabajos W: Si, me ofrecieron EUDEBA pero a
editoriales paralelos? mi no me interesó.
W: No. En Chile los años que me Las cuestiones que se desgajan de esta
tocó vivir fueron años muy duros. entrevista son diversas. Su edición com-
Vivíamos prácticamente enclaus- pleta busca motivar la multiplicación
trados, en un microclima. Éramos de diálogos a través de la experiencia de
unos cuantos cientos de funcionarios. Gregorio Weimberg. Un trabajo sobre
Estaban Celso Furtado, Fernando su trayectoria, posición y proyección
Henrique Cardoso, con quien yo me en distintos momentos de la historia
di mucho, con Weffort, que ahora cultural argentina y latinoamericana
es ministro de Cultura, con Aníbal obliga a una investigación mucho más
Pinto, María da Conceição Tavares. extensa. Sólo me gustaría subrayar la
Se trató de una experiencia notable importancia de las prácticas editoriales
para el continente. Pero era una vida y de las consecuencias de la materiali-
dura, la época de Pinochet. Siempre dad de los objetos impresos en la confi-
nos visitábamos entre nosotros, era un guración de las posibilidades culturales
microclima. Contacto con la sociedad, de un lugar y tiempo determinados.
muy poco. Así tal vez vayamos al encuentro de la
insistencia de Gregorio en la historici-
S: ¿Qué lugar le atribuye a su paso dad de las categorías tiempo y espacio.
por la Biblioteca Nacional? La experiencia que Gregorio Weimberg
W: Estuve poco tiempo, un año y nos relata más allá de sus textos, contri-
después pasé al CONICET. En la buye a reformular las formas de pensar
Biblioteca Nacional me tocó la época nuestro legado cultural. La simbiosis
de la hiperinflación. La Biblioteca se entre filosofía y antropología en un
estaba construyendo, no encontré el momento genético de la diferenciación
apoyo económico para terminar la obra universitaria de las ciencias sociales en
y tuve muchas dificultades de toda Argentina, por ejemplo, manifiesta un
índole. Entonces Alfonsín me pidió horizonte de pensamiento y de bús-
que me pasara al Consejo Nacional de quedas intelectuales que hoy no tiene
Investigaciones Científicas y Técnicas. equivalentes ni condiciones de “reedi-

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

ción”. ¿Qué poderes, temores y peligros de todos los individuos que al tradu-
esconden la historia de las ideas, de las cir, editar y diseminar los libros hacen
teorías, de la cultura al insistir en el posible la cultura impresa? ¿Quiénes,
recorte de disciplinas, de autores y de además de Gregorio Weimberg, están
categorías de pensamiento atomizadas, presentes en todas nuestras bibliotecas,
sin historia, sin reflexión sobre el lugar no como autores sino como estantes
preciso en el que un autor del pasado de la totalidad de los cuadernos de la
está presente y se pone en juego? ¿Por cultura local, nacional, universal?
qué demora tanto en llamar la atención
la reconstrucción del conjunto de refe- (*) Investigador de CONICET. Museo
rencias de una colección de libros o de de Antropología de la Universidad
un programa de cátedra, de la acción Nacional de Córdoba.

NOTAS

1. El primer jalón de este uso fue registrado en Francia hacia 1664 y en España hacia 1696: Sorel, Charles, La
Bibliothèque Françoise. Ou le choix et l’examen des Livres François qui traitent de l’Eloquence, de la Philosophie, de la
Dévotion et de la Conduite des Mœurs. Et de ceux qui contiennent des Harangues, des Lettres, des Œuvres méslées, des
Histoires, des Romans, des Poésies, des Traductions, et qui ont servy au Progrès de nostre Langue. Avec un Traité parti-
culier, où se trouvent l’Ordre, le Choix et l’Examen des Histoires de France. París, Compagnie des Libraires du Palais,
1664. Por otra parte, en 1696 aparece en Roma la Bibliotheca Hispana realizada por Nicolao Antonio. Véase, por
ejemplo, Botrel, Jean-François, “Exportation des livres et modèles éditoriaux français en Espagne et en Amérique
Latine (1814-1914)”, en Jacques Michon y Jean-Yves Mollier (dirs.) Les mutations du livre et de l’édition dans le
monde du XVIIIe siècle à l’an 2000. Québec - París, Les Presses Universitaires de Laval - L’Harmattan, 2001, pp.
219-240, y “La librairie ‘espagnole’ en France au XIXe siècle”. Le commerce de la librairie en France au XIXe siècle
(1789-1914). París, IMEC - Éditions de la Maison des Sciences de l’Homme, 1997.
2. Con esta intención de conocimiento no hago más que apropiarme de los proyectos de quienes, como Gre-
gorio Weimberg en Argentina o Luiz de Castro Faria en Brasil, impulsaron los estudios sobre “pensamiento
social”. También de la perspectiva de investigaciones sociales e históricas abierta por Roger Chartier a partir de
la obra de Foucault (véase, por ejemplo, Chartier, Roger, El orden de los libros, Barcelona, Gedisa 1994-1998).
Este texto es la mejor oportunidad para hacer recordar que cuando fue director de CONICET Gregorio Weim-
berg propuso el concurso de un subsidio especial para estudiar la edición en Argentina.
3. Foucault, Michel, L’ordre du discours, París, Gallimard, 1971 y O que é um autor?, Lisboa, Passagem, 1992.
Para un uso ejemplar de Foucault en torno a “los fundadores de discursividad”, véase de Castro Faria, Luiz,
Oliveira Vianna. De Saquarema à Alameda São Boaventura 41 - Niterói. O autor, os livros, a obra. Río de Janeiro,
Relume & Dumará, 2002.
4. La lista ciertamente abarcaría a otros como Aricó, Schmucler y los que hicieron los Cuadernos de Pasado y
Presente y gravitaron en la editorial Siglo XXI.
5. Cfr. Sorá, Gustavo, Traducir el Brasil. Una antropología de la circulación internacional de ideas, Buenos Aires,
Libros del Zorzal, 2003 y “A arte da amizade. José Olympio, o campo de poder e a edição dos livros autênti-
camente brasileiros”. www.livroehistoriaeditorial.pro.br, 2005.
6. Pontes, Heloisa, “Retratos do Brasil: um estudo dos editores, das editoras e das ‘Coleções Brasilianas’, nas
décadas de 1930, 40 e 50”, en BIB - Anpocs, N° 26, 1988, pp. 56-80.
7. Las entrevistas fueron realizadas en la casa de Gregorio Weimberg, Buenos Aires, el 23 de febrero del año
2000 y el 30 de septiembre de 2005. Vivir siempre lejos de Buenos Aires me impidió regresar a la casa de Gre-
gorio para retocar las entrevistas, para “negociar” lo decible y verificar la incomprensión de nombres propios
o de expresiones enteras. Anticipo disculpas al lector por los posibles errores o malentendidos que puedan
persistir por no haber concluido el proceso dialógico de las entrevistas.
8. De Levy-Bruhl la colección también incluyó Las funciones mentales en las sociedades inferiores, libro con
traducción y prólogo de Gregorio Weimberg, 365 p.
9. De Francis Bacon, en realidad Weimberg publicó por los Tratados Fundamentales de Lautaro el libro Del
adelanto y progreso de la ciencia divina y humana en 1947. El Ensayo sobre moral y política de Bacon lo había
publicado en 1946 por la editorial Futuro. Para este libro, G. Weimberg, escribió la nota preliminar.
10. De León Brunschvicg, Gregorio Weimberg editó por Hachette en 1955 Las edades de la inteligencia. Este li-
bro fue traducido por Amparo Albajar y G. Weimberg le añadió notas y adiciones bibliográficas. Sin demandar

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exactitud a las referencias bibliográfica que realiza Gregorio Weimberg en esta entrevista, a casi medio siglo de
editados los libros que menciona, se advierte al lector que aquí sólo hemos hecho algunos avances en el chequeo
y corrección de tales referencias. La reconstrucción y estudio de las series completas de cada colección es una
tarea por hacer, indispensable para penetrar en el conocimiento de muchos aspectos del estado del campo de
las ciencias humanas y sociales en la Argentina de las décadas de 1940 y 1950.
11. Este libro fue reeditado por Aguilar (Buenos Aires) en 1957, con traducción directa del latín, prólogo y
notas de Manuel Fuentes Benot.
12. Weimberg, Gregorio, Tiempo, destiempo y contratiempo, Buenos Aires, Leviatán, 1993.
13. Spinoza, Tratado teológico-político, Buenos Aires, Lautaro, 1946, 329 p. Prólogo de León Dujovne, traduc-
ción de Julián de Vergas y Antonio Zozaya. Más tarde G. Weimberg fue el encargado de publicar las Obras
completas de Spinoza en 5 volúmenes.
14. Farrington, Benjamín, Ciencia griega, Buenos Aires, Hachette, 1957. Nota preliminar de Hernán Rodríguez.
15. Entre 1949 y 1950, Nova publicó cuatro títulos de Georg Simmel. A partir de entonces aumenta consi-
derablemente la presencia de las ediciones de Nova en el género filosofía. A diferencia de la acción editorial de
Gregorio Weimberg, no se observa un similar trabajo de Pucciarelli como “editor” en el sentido restringido del
término, es decir interviniendo como traductor, prefaciador, en la adaptación de repertorios bibliográficos, etc.
Igual diferencia podría establecerse frente al trabajo editorial de Francisco Romero.
16. Wagner de la Reyna, Alberto, La ontología de Heidegger: su motivo y significación, Buenos Aires, Losada,
Biblioteca Filosófica, nota preliminar de Francisco Romero, 2ª edición 1945.
17. Lamanna, Paolo, Historia de la filosofía, Buenos Aires, Hachette, 1957.Traducción de Oberdan Caletti,
prólogo de Rodolfo Mondolfo.
18. Aparte del citado título de Benjamín Farrington y de Spinoza, entre otros libros de filosofía publicados por
Gregorio Weimberg en Hachette se puede mencionar Ciencia de la lógica de W. F. Hegel en dos volúmenes
que suman mil páginas. Se trató de una edición traducida y presentada por Augusto y Rodolfo Mondolfo, que
fue reeditada cuatro veces. Por Hachette también salieron libros de filosofía, como Historia y solución de los
problemas metafísicos de Charles Renouvier en 1950 y Filosofía de la felicidad de Josiah Royce. Este último en
traducción y con nota preliminar de Vicente Quintero.
19. Schuhl, Pierre-Maxime, La obra de Platón, Hachette, 1956, 255 p. La traducción la realizó Amparo Albajar.
Esta versión tiene una nota sobre las traducciones de Platón en español y adiciones bibliográficas hechas por
Gregorio Weimberg.
20. Gregorio Weimberg realizó el índice analítico del V° volumen de las Obras completas de José Ingenieros
publicado en 1957 por la editorial Elmer de Buenos Aires.
21. Posteriormente, Gregorio Weimberg fue responsable de la edición de las Obras completas 1919-1948 de
Raúl Prebisch en 4 volúmenes.

471
472

Breve historia de la Editorial


Universitaria de Buenos Aires
(EUDEBA)
Por Leandro de Sagastizábal

Quizá EUDEBA sea la editorial más influida por


los avatares históricos y políticos de nuestro país.
Esas marcas ingénitas la convierten en emblema
de empresa cultural argentina, capaz de desbor-
dar las formas de producción académica, en la
medida en que logró expresar un proyecto ema-
nado de una universidad democrática, atenta a
los destinos colectivos y sus pulsiones vitales.
Creada por Risieri Frondizi en 1958 y conducida
–hasta el golpe de Onganía– por la singular figu-
ra de Boris Spivacow, EUDEBA logró construir
un estilo propio y novedoso dentro del panora-
ma editorial argentino, interrumpido por las su-
cesivas imposiciones militares. Aun así –sugiere
Leandro de Sagastizábal– ha dejado un testimo-
nio original capaz de interpelar el mercado edi-
torial a partir de la democratización de la lectura;
un rasgo que no cesa de ser explorado en recien-
tes estudios. Repensar el itinerario de EUDEBA
es también interrogar críticamente a una univer-
sidad pública que no consigue producir sentidos
superadores de sus internas y marchitas rutinas.
LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Introducción empresa que se manejó según las


variables políticas, y que dejó como
Historiar la editorial de la Universidad resultado importantes colecciones de
de Buenos Aires (EUDEBA) es quizá libros, verdaderos aportes a la vida cul-
la manera más clara de sintetizar lo tural del país, junto a otras ediciones
que ha sucedido en nuestro país en los que no contemplaron ese propósito.
últimos 50 años, ya que es una empresa En países como el nuestro, EUDEBA
de cultura que sufrió los vaivenes de la demuestra cuán importantes son las
política y de los diferentes protagonis- convicciones personales, pero también
tas de la vida social de este país. Pero es y al mismo tiem-
la tipicidad de su actividad dentro de la po, lo esencial de ... esta editorial es una empresa
cultura la que convierte a esta empresa contar con sóli- que se manejó según las varia-
en un interesante objeto de estudio, dos profesionales bles políticas, y que dejó como
ya que sus productos son los libros, y del área de la edi- resultado importantes coleccio-
los pensamientos su materia esencial, ción en los car- nes de libros, verdaderos apor-
algo que ha sido alentado, sospechado gos directivos. La tes a la vida cultural del país,
o erradicado según las distintas épocas actividad de editar junto a otras ediciones que no
y en casi todas las sociedades de este requiere de espe- contemplaron ese propósito.
mundo. Así, entonces, también este cíficos criterios
artículo se ocupará de los distintos profesionales que contemplen, entre
aspectos o características que diferen- otros muchos aspectos, la construcción
cian una empresa como la editorial de de un mercado de lectores. Para ello
otras ocupadas en transmitir o difundir es fundamental que el catálogo sea
otra clase de productos culturales. pensado para superar el corto plazo, las
Para ilustrar esta y otras características coyunturas o las modas imperantes.
de la editorial universitaria nos valdre-
mos de algunos documentos. Entre
ellos el catálogo es uno que permite el Los inicios
análisis desde diversos ángulos. Refleja
de manera contundente las distintas Se hace necesario entonces analizar
conducciones que tuvo desde su fun- el contexto histórico en el que fue
dación. De modo que al analizarlo fundada y estudiar los primeros linea-
se ve con claridad qué tipos de libros mientos del proyecto.
se publicaron en democracia o bajo Con relación a lo primero hay que
gobiernos autoritarios; da cuenta de señalar algunas condiciones que se
lo que fue la ampliación y democra- fueron dando desde el final de la
tización del acceso al conocimiento, Segunda Guerra Mundial, especial-
así como también cuando la censura mente aquellas referidas al aumento de
imperó. El catálogo como documento la inversión extranjera en los países de
es útil, igualmente, al momento de América Latina y que buscaban supe-
evaluar la idoneidad profesional de sus rar los problemas de comunicaciones y
directivos y empleados o, en su defec- los de la producción de energía.
to, la corrupción y las acciones que Algunos organismos destinados a
el Estado implementó para imponer tales financiamientos como el Banco
determinados criterios sobre otros. Mundial, el Fondo Monetario
En definitiva, esta editorial es una Internacional o el Banco Interamericano

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

de Desarrollo, comenzaron a otorgar Esta relación entre calidad cientí-


créditos a los diferentes Estados. fico técnica, desarrollo y eficiencia
En 1961, la Alianza para el Progreso incorporó un elemento nuevo en
explicitaba claramente los objetivos la manera de hacer política, ya que
de los mismos: las explicaciones tecnocráticas para
• Priorizar el adelanto tecnológico de describir la realidad se utilizaron a
los países. menudo. Esto se refleja en términos
• Posibilitar la creación de un Centro editoriales. Muchas de las publicacio-
de Investigación Tecnológica en nes se refieren a esas temáticas.
América Latina. En abril de 1958, el Consejo Superior
• Fomentar la investigación en las de la Universidad de Buenos Aires
universidades. facultó quien era Rector de la insti-
Estas medidas, entre otras, proponían el tución en ese momento, el Dr. Risieri
desarrollo como una vía para el sostén Frondizi para que designara a un
de la democracia, directorio para dirigir la editorial de la
La metodología para iniciar el de allí que no es UBA que se creaba en ese momento.
proyecto EUDEBA fue enton- de extrañar que El proyecto, y aquí ya hay un elemento
ces la de partir de un dise- en nuestro país a tener muy presente para comprender
ño profesional realizado por surgiera un pro- la solidez de la empresa durante los
alguien con sobrada experien- yecto de filiación años posteriores a su creación, fue
cia en el ámbito editorial, que desarrollista. encomendado a uno de los hombres
incluso definiría las colecciones En el marco más importantes del mundo de la
que se podrían desarrollar. específico de la edición en esos días: Arnaldo Orfila
Universidad de Reynal; un argentino que se encontra-
Buenos Aires, en el año 1958, se ba desde unos años antes dirigiendo el
aprobó un nuevo estatuto que propu- Fondo de Cultura Económica, edito-
so una serie de reformas para impul- rial del Estado mexicano, fundada en
sar la investigación y la capacitación 1934 y quizás una de las empresas de
docente. Algunos pocos datos extraí- cultura más importante que existe en
dos de cualquier libro de historia de América Latina.
la Universidad muestran la amplia- Orfila Reynal se había encargado ya
ción de las becas de estudio (seis de organizar y abrir la filial del FCE en
en 1957 y más de mil en 1960), la Argentina en 1945, y era reconocida
creación de nuevas carreras como las su solvencia como editor, responsable
de Farmacia y Bioquímica, la consti- de la creación en la casa matriz de
tución de institutos de investigación, esa editorial de colecciones como los
la aparición de departamentos desti- famosos Breviarios.
nados a la pedagogía, la creación del La metodología para iniciar el pro-
Centro del Cálculo en la Facultad de yecto EUDEBA fue entonces la de
Ciencias Exactas y Naturales. partir de un diseño profesional rea-
Esto ejemplifica que el papel de la lizado por alguien con sobrada expe-
investigación adquirió mayor impor- riencia en el ámbito editorial, que
tancia en el diseño del perfil docente, incluso definiría las colecciones que
que se afianzó como estrategia cuando se podrían desarrollar.
se aumentaron las partidas asignadas En el mes de junio, en la primera
para contar con profesores full time. reunión del Directorio, que estuvo

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LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

presidido por José Babini, se aprobó Pero si la calidad y continuidad han


el nombramiento de Boris Spivacow, sido dos características importantes de
un hombre que reunía una doble ese primer período, lo que sorprende
condición fundamental para el cargo. además es su dinámica editorial.
Era un graduado universitario de la En 1961 ya se editaban 106 noveda-
facultad de Ciencias Exactas de la des y 25 reimpresiones, las que pocos
Universidad de Buenos Aires y tenía años después habían aumentado a 203
experiencia como editor, por lo que títulos nuevos y 80 reimpresiones.
conocía muy bien el ambiente edito-
rial y cultural argentino.
La editorial nació como empresa de
economía mixta y así se mantiene
hasta la fecha. El capital aportado
por la Universidad para su funciona-
miento fue de 160.000 pesos sobre
los 164.100 con los que contó en sus
inicios. En pocos años el éxito con-
seguido por las ventas había modi-
ficado sustancialmente esa relación.
Cinco años más tarde, de 287.420
pesos, 100.360 ya provenían de uti-
lidades de las ventas, 158.070 eran
capital y trabajo, 11.570 de proce-
dencias varias y únicamente 8.420 los
aportaba la UBA.
El período en que estuvo a cargo Boris
Spivacow duró desde su fundación
hasta el golpe militar de Onganía en
1966, a pesar de que se sucedieron tres
gestiones diferentes en el rectorado de
la UBA. A Risieri Frondizi lo siguió
Julio Olivera y luego J. Fernández
Long. Es importante remarcar este
segundo elemento para comprender la
vigencia exitosa de un proyecto como
el de EUDEBA. En una empresa
donde luego se sucederían muchos
directivos que incluso llegarían a per- Luego de ese momento de auge de Boris Spivacow

manecer tan sólo dos meses o un año la editorial, también la reversión fue
y medio como máximo, la gestión visible en este plano. En el año 1971,
de Spivacow, respetada por sus cua- se editaban únicamente 40 títulos
lidades profesionales y no por sus nuevos al año. También fue notable el
adhesiones políticas a lo largo de ocho cambio en la cantidad de ejemplares
años, es una característica importante de cada uno. Si en el primer período
para pensar en aquella época de la el promedio de tirada era de10.000
Universidad de Buenos Aires. ejemplares, luego del golpe militar se

475
LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

estableció en 3.000. La deducción que la editorial se distinguió por publicar


podemos hacer de este dato es simple: todo tipo de materiales sin orientación
se iba pasando de un proyecto de difu- ideológica alguna –los libros podían
sión cultural masivo a uno selectivo y provenir tanto de universidades ru-
de libros que no tenían mercado. sas como haber sido contratados con
La lógica de la editorial transitaba Prentice Hall de EE.UU.–, a partir de
de un proyecto de difusión cultural ese año, cada momento político del
amplio, destinado a la sociedad, a país tiene un correlato inmediato en
otro de matriz fuertemente ideológi- las publicaciones de la editorial.
ca que publicaría, salvo excepciones El proyecto inicial tuvo un indudable
que podrían contarse con los dedos propósito de Libros para todos, una de
de una mano, los las consignas más descriptivas de la
El proyecto inicial tuvo un indu- malos libros de intencionalidad del proyecto. El pro-
dable propósito de Libros para los amigos polí- yecto editorial se sostenía, además, en
todos, una de las consignas más ticos de turno. una innovadora modalidad comercial.
descriptivas de la intencionali- A partir de 1966 Los libros eran vendidos básicamente
dad del proyecto. El proyecto y luego de la en kioscos que EUDEBA distribuía
editorial se sostenía, además, conocida Noche en puntos neurálgicos, pero también
en una innovadora modalidad de los Bastones en lugares donde no existían locales
comercial. Los libros eran ven- Largos, que fechó de librerías.
didos básicamente en kioscos el momento de Por lo menos dos generaciones de
que EUDEBA distribuía en intervención mili- habitantes de Buenos Aires tuvieron
puntos neurálgicos, pero tam- tar de la univer- como costumbre acercarse a los kios-
bién en lugares donde no exis- sidad, la historia cos de EUDEBA para buscar las nove-
tían locales de librerías. entonces fue otra dades. Algunos de los consignatarios
en todo sentido. de los mismos recordaban en alguna
No solamente se sucedieron gestiones entrevista realizada por el autor de esta
de todo tipo: políticas, corruptas, nota, las colas cuando se publicó una
ineficaces, sino que las profesiones edición especial del Martín Fierro de
de las personas elegidas para ejercer Hernández del que se vendieron más
la dirección de la editorial fueron de de un millón de ejemplares, o a las
una enorme diversidad y sólo ocasio- personalidades célebres, por ejemplo
nalmente contemplaron la importan- el escritor Mujica Lainez, que com-
cia de que contaran con las idonei- praba libros en el kiosco ubicado en
dades editoriales necesarias. Pasaron Juramento y Cabildo.
por EUDEBA coroneles, generales,
contadores, escritores, abogados, pro-
fesores de geografía, periodistas y Las colecciones
únicamente en ocasiones muy aisla-
das, personas que tenían experiencia El catálogo de EUDEBA estaba orga-
en el mundo de la edición. nizado en base a colecciones. Cada
Tal vez el signo más evidente que ca- una tenía un objetivo explícito y un
racterizó al período posterior a 1966 tipo de libro que la integraba, con
fue la subordinación de la editorial un formato, cantidad de páginas y
a la política de turno. Si en los años una temática claramente estableci-
que fue dirigida por Boris Spivacow da. Solamente para presentar alguna

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LA BIBLIOTECA
Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

información sobre la importancia de Títulos como Historia de Egipto de


los proyectos, menciono las principa- Driotón - J. Vandier; Biología de
les colecciones: Villee, Introducción a la lógica de J.
Copi, Geología estructural de M. P.
Los fundamentales Billing, etc.
Colección dirigida por Rodolfo
Mondolfo que consistía en excelentes La escuela en el tiempo
traducciones de trabajos clásicos de Biblioteca dedicada a la educación
filosofía realizadas por especialistas en primaria y secundaria e integrada
griego y otras lenguas. Integraban esa por colecciones de diferente carácter.
colección libros como La República de Textos, divulgación destinada a profe-
Platón, traducido por A. Camarero; sores, maestras y estudiantes, y libros
Apología de Sócrates de Platón, traduci- de consulta. La dirigía la educadora
do por Conrado Eggers Lang; El men- bonaerense Delia Etcheverry. Algunos
sajero de los astros de Galileo Galilei, títulos fueron El lenguaje y la lectura en
traducido por José Babini, etcétera. el primer grado de O. Cosettini, Títeres
y niños de M. Bernardo, La biblioteca
Cuadernos escolar de I. N Yuspa.
Concebida como una suerte de enci-
clopedia universitaria para estudiantes Colección Temas
universitarios y público en general con Obras de consulta y cultura pedagógi-
cierto nivel cultural. Muchos de los títu- ca para maestros y padres.
los eran seleccionados de la colección Algunos títulos: El dibujo de los niños
Que sais-je? De Press Universitaires de de A. Mura, Juegos y juguetes de R. Neri,
Francia. En esa colección se publicó el El niño y el folklore de M. Sciacca, La
primer libro de EUDEBA que conoció preparación musical de los más pequeños
el público: Las bases físicas y químicas de de E. Wilems, El niño y el teatro de M.
la herencia de G. Breadle. La tirada ini- Signorelli, etcétera.
cial fue de 7.500 ejemplares, cifra que
en el mercado local se consideraba una Ciencia Joven
locura. Salió a fines de 1959 y hacia Libros de bolsillo sobre la apasionante
mediados de 1966 había llegado a su aventura de la ciencia moderna. De
quinta edición. interés para estudiantes secundarios de
los últimos años, universitarios y profe-
Lectores sionales. Títulos como ¿Qué edad tiene
Un proyecto de divulgación científica, la tierra? de P. Hurley; El átomo inquieto
artística y técnica destinada a todo de A. Romer; Gravedad de Gamow;
público culto. Algunos de los títulos Historia del neutrón de Hughes.
principales fueron El siglo de Augusto
de Pierre Grimal, El barroco de V. L. Biblioteca del hombre y su sombra
Tapie, Los orígenes del pensamiento Historia y funciones de la ciencia, la
griego de J. P. Vernant, etc. técnica y la filosofía en la evolución
del pensamiento humano. Los sonám-
Manuales bulos de A. Koestler, El teatro ruso de
Libros destinados al uso en los cursos M. Slonim, Historia del cine mudo de
de la universidad. R. Paolella, entre otros.

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

Libros del Tiempo Nuevo Proust, Gide par Gide). Los escrito-
Eran libros destinados a analizar los res vistos a través de su escritura. La
problemas de América, de su cultu- colección, dirigida por José Bianco,
ra, sus religiones, su economía. Vida reflejaba la vida, la obra y la imagen
de José Ingenieros de Sergio Bagú, de cada uno de los grandes escritores
El desarrollo agrario argentino de H. de América Latina. Contenía cada
Giberti, Sociología del Uruguay de ensayo una biografía, fotografías, una
Carlos Rama. bibliografía completa y fragmentos de
la obra del escritor en cuestión.
Serie del Siglo y Medio Genio y figura de Jorge Luis Borges
Fue imaginada como homenaje al fue escrito por Alicia Jurado; el de
sesquicentenario de la Revolución de Alfonsina Storni por Conrado Nalé
Mayo. Era una Roxlo; el de Lucio V. Mansilla por
El golpe militar de 1966 intro- colección popu- J. L. Lanuza; el de Gabriela Mistral
dujo una serie de modalidades lar que incluía por F. Alegría.
que luego se mantendrían. En autores del perío- El golpe militar de 1966 introdujo
primer lugar, subordinaría el do 1810 a 1960 una serie de modalidades que luego
proyecto editorial a la política y que reflejaba la se mantendrían. En primer lugar,
de turno. No hay más que com- vida nacional con subordinaría el proyecto editorial a
parar las temáticas y los años una visión amplia. la política de turno. No hay más que
de publicación de los libros Se trataba de comparar las temáticas y los años de
con los respectivos contextos libros de escrito- publicación de los libros con los res-
para encontrar una relación res clásicos argen- pectivos contextos para encontrar una
directa con las distintas etapas tinos prologados relación directa con las distintas etapas
políticas de la Argentina. por especialistas políticas de Argentina.
en literatura. Las En segundo lugar, se desestimó la
tapas eran creaciones especiales de los profesionalización en las conduccio-
principales pintores (Soldi, Castagnino, nes y se profundizaron las disconti-
Urruchua, Alonso, Berni). nuidades en ella.
La serie dirigida por Horacio Achával Finalmente, la ideología del proyec-
se vendía exclusivamente en el stand to después del golpe militar produjo
de EUDEBA en paquetes de cuatro un cambio importantísimo: se ele-
títulos identificados con nombres crio- girían otros destinatarios antes que
llos como Mangrullo, Aljibe, Aguatero, los profesores, docentes o alumnos
Candil, etcétera. de la universidad.
Existieron muchas otras coleccio- También fueron otros los autores. Así
nes como Arte para todos, Tratados, por ejemplo, en 1970 se publicó el La
Biblioteca de Asia y África, Guías, del conquista del desierto, cuyo autor era
Caminante, por nombrar sólo algunas un oficial del Ejército (Juan Carlos
de ellas. Pero tal vez una de las más Walter), profesor de la Escuela de
importantes, y por eso nos detendre- Gendarmería y del Colegio Militar.
mos brevemente en su descripción, Esta temática, bajo el nombre de
fue Genio y Figura. Colección de Lucha y frontera contra
El antecedente de la misma era la colec- el indio, tendría continuidad luego
ción francesa Les ecribains d’aujourd de 1976 con la publicación de 23
hui, de la editorial Seuil (Proust par trabajos de autores que eran oficiales

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

o ex oficiales de las Fuerzas Armadas. Otro mecanismo habitual fue la res-


También en algunas colecciones se cisión de contratos. En 1978, a sólo
introdujeron autores ligados a los dos meses de haberse hecho cargo el
militares, como monseñor Derisi, y general de Brigada que entonces la
se escribieron memorias sobre perso- dirigía, propuso en una reunión del
najes menores de la literatura, pero directorio rescindir 200 contratos por
con lazos estrechos con las Fuerzas diversos motivos. Entre ellos, en el
Armadas. En la colección Genio y ítem b), los que
Figura se incluyó la biografía de Hugo se referían a obras Editado bajo el título de Los
Wast y entre las ilustraciones referidas que no habían libros son tuyos por la misma
a la vida del protagonista (que era la sido autorizadas editorial en el año 2005, se
característica de la colección) aparecía por el Ejército, puede vislumbrar claramente el
como cierre una del escritor con sus que incluía sistemático plan cultural que se
dos hijos, uno general y el otro como- autores como puso en ejecución. No solamen-
doro Martínez Zuviría, en un acto de Torrijos, Muraro, te se secuestraron libros y per-
neto corte castrense. Puiggrós, Cafiero, sonas de esa editorial, sino que
Pero fue sin duda la dictadura mili- Galasso, etcétera. se firmaron contratos entre el
tar iniciada en 1976 la que modificó La presenta- Ministerio del Interior y la edi-
todos los parámetros y las intensida- ción del libro de torial para realizar ediciones.
des en cuanto a la intervención de la Hernán Invernizzi
política en la editorial. El pormenori- en el mismo lugar donde fueron secues-
zado estudio recientemente publicado trados más de 100.000 ejemplares, el
por Hernán Invernizzi, referido a la depósito de la editorial, en la calle
censura y el secuestro de libros en Rivadavia al 1500, con la presencia de
EUDEBA, nos exime de tener que funcionarios de organismos de Derechos
describir en detalle tan triste etapa Humanos como Alicia Pierini y del
de la editorial. Editado bajo el título Rector de la Universidad de Buenos
de Los libros son tuyos por la misma Aires, Dr. Guillermo Jaim Etcheverry es
editorial en el año 2005, se puede una excelente metáfora de cómo revertir
vislumbrar claramente el sistemático la historia trágica pasada.
plan cultural que se puso en ejecución. Con la restauración democrática se
No solamente se secuestraron libros y mantuvieron muchas de las distor-
personas de esa editorial, sino que se siones inducidas luego del golpe de
firmaron contratos entre el Ministerio 1966. La editorial siguió siendo un
del Interior y la editorial para rea- premio para políticos amigos de los
lizar ediciones. También se fijaron gobiernos de turno, ya en el Estado,
determinados criterios para incorporar ya en la Universidad. También fue
libros afines a las prácticas en curso espacio para múltiples negocios que
instauradas por los militares. Fue tan incluso han originado querellas y
precisa y deliberada la planificación en juicios penales y civiles posteriores a
este sentido, que incluso en una de las algunos de sus directivos. Las diferen-
cláusulas del convenio se establecían tes gestiones en el período democrá-
los mejores mecanismos para la incor- tico hicieron del financiamiento de
poración de los libros que aludían a las ediciones por parte de los autores
las prácticas militares, produciendo y la publicación de libros solamente
de esta forma una mímesis deliberada. originados por la demanda de merca-

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

dos masivos como el CBC, una prác- fesional y democrática, a cargo del
tica común. La calidad y el proyecto licenciado Luis Quevedo, han con-
editorial quedaron subordinados a la seguido en los últimos dos años, por
lógica de conseguir recursos econó- primera vez en su historia, obtener re-
micos para financiar la editorial. En sultados positivos en los balances, algo
el año 2002, el entonces recién desig- que no se había logrado incluso en su
nado rector de la Universidad, doctor época fundacional.
Jaim Etcheverry, eligió el mismo ca- EUDEBA fue y debe seguir siendo un
mino que al fundar la editorial esta- orgullo para quienes tenemos algún
bleció Risieri Frondizi: confiar a un vínculo con la cultura de este país. Fue
profesional de la edición la dirección la editorial que incorporó al mercado
de la misma y designar a un directo- de lectores a millones de personas y
rio de personas de intachable trayec- permitió escribir y publicar a cientos
toria profesional en la Universidad de de intelectuales. Es un deber de todos
Buenos Aires. ayudar a que siga siendo una editorial
Ese directorio y la gestión actual, pro- principalísima de nuestro país.

480
482

La editorial Jorge Álvarez,


cenáculo de los sesenta
Por Ana Mosqueda (*)

Si bien la década del 60, período de rebeldías


inquietantes, marcó a la editorial Jorge Álvarez,
recíprocamente el mundo cultural de esos años
lleva su sello impuesto con un sesgo que suele
impregnarse de nostalgia cuando esta editorial es
rememorada en nuestros tiempos.
Álvarez fue un activo constructor de un perfil de
lector y de una específica relación autor-editor-
lector que redefinió los temas de lectura al calor
de la publicación de autores argentinos –fre-
cuentemente despreciados por las elites tradi-
cionales– y de la expansión de la narrativa lati-
noamericana. Fue un curioso explorador de tex-
tos a los que rescató de la invisibilidad. Impuso
un estilo de editor infrecuente y conformó –tal
como indica Ana Mosqueda– un catálogo ecléc-
tico y ambicioso aun cuando esas obras tuvieran
la prohibición como un destino insospechado.
Jorge Álvarez editaba cuando esa pulsión com-
prometía los azares de la individualidad bajo la
mirada atenta de despachos oficiales que anun-
ciaban un momento de peligro.
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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Introducción de sólida formación y gran capacidad


intelectual, se interesaban por la historia
Intentar construir la historia de la y la política argentinas (también latinoa-
edición de un país significa aden- mericanas) y se volcaban con fruición a
trarse en un itinerario cultural, social la lectura de los autores nacionales, hasta
y político que se abre en múltiples entonces frecuentemente menosprecia-
bifurcaciones, pues la edición refleja dos por las elites culturales.
tal vez como ninguna otra industria Por su parte, editores y medios de
cultural las circunstancias de su tiem- comunicación (principalmente la
po. Pero la tarea puede ser encarada de prensa gráfica) contribuían a la expan-
diversas formas, desde el análisis de la sión del mercado,
dimensión económica de la actividad, al utilizar nove- Cuando alguien rememora la
a partir de datos de producción, hasta dosas estrategias década del sesenta, dispara en
el estudio de las políticas públicas que de captación de aquellos que de alguna manera
favorecieron o perjudicaron en cada público, como los la transitaron o que conocen
momento la publicación de libros. reportajes a escri- su significación histórica, una
Una modesta contribución puede tores, en los que serie de imágenes relacionadas
hacerse, emulando en ínfima medida eran interrogados con el pop, la transgresión y la
a Carlo Ginzburg1, si se focaliza la acerca de cues- rebeldía, pero al mismo tiem-
mirada en la historia de una editorial tiones políticas y po evoca un período de pasión
que plasme la relación lector-editor- sociales, además desbordante por los libros.
autor en un determinado momento y de literarias, y la
lugar. Tal es la forma elegida para este organización de presentaciones y lan-
artículo y la editorial es Jorge Álvarez. zamientos de libros, coloquios, firma
Me baso para ello en la memoria y el de ejemplares, mini-ferias, etcétera.
testimonio de aquellos que trabajaron Las editoriales que se orientaban al
en la empresa editorial y conocieron a polo cultural (como Jorge Álvarez
su fundador, Jorge Álvarez2. –en adelante, JA–, Losada, Emecé,
Sudamericana, EUDEBA, Compañía
General Fabril Editora, De la Flor,
Los sesenta Galerna) daban cuenta en sus catálo-
gos de las nuevas tendencias y apro-
Cuando alguien rememora la década del vechaban los canales de difusión y
sesenta, dispara en aquellos que de algu- promoción cultural que les ofrecían
na manera la transitaron o que conocen los medios gráficos, entre ellos espe-
su significación histórica, una serie de cialmente las revistas culturales y los
imágenes relacionadas con el pop, la semanarios. El nuevo público, siem-
transgresión y la rebeldía, pero al mismo pre en la búsqueda de las novedades,
tiempo evoca un período de pasión des- descubría que la “actualidad” incluía
bordante por los libros. Una pujante e también a los libros3 y encontraba
inquieta clase media “ilustrada”, cada vez una guía cultural en semanarios como
más numerosa, construía, en la medida Primera Plana y Confirmado.
de sus posibilidades, una biblioteca en En un proceso que abarca aproximada-
la que no podían faltar ciertos libros mente de 1962 a 1968 y que algunos
clave para estar a tono con los tiempos. denominaron el boom del libro argenti-
Los nuevos lectores, muchos de ellos no (que por otra parte acompañó a otro

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

discutido boom, el de la novela latinoa- letras. Allí, en Talcahuano 485, fundó


mericana), la industria del libro “se repo- Jorge Álvarez en 1963 su librería-edi-
ne de su caída entre 1954 y 1958 y crece torial. Luego de haber trabajado como
notablemente”4. Es en esos años que “se empleado en la librería jurídica De
da el segundo y último período favorable Palma, Álvarez se relacionó con abo-
para la edición, sustentado en la difusión gados y editores de revistas de derecho
de la literatura hispanoamericana”5. Las a los que convocó para su proyecto
editoriales ya establecidas en el mer- editorial, entre ellos Alberto Ciria y
cado (Emecé, Losada, Sudamericana) Jorge López. Pronto se sumó un grupo
prosperaron y al margen de ellas sur- de gente de enorme talento que lo
gieron otras, de menor envergadura, asesoró en las distintas áreas: Susana
“que dieron cabi- “Pirí” Lugones y Rodolfo Walsh (hoy
Álvarez daba a cada uno de sus da a escritores desaparecidos, asesores literarios), Julia
colaboradores completa auto- que representaban Constela (directora de la famosa colec-
nomía en su área, pero al mismo temáticas más afi- ción “Crónicas”), Rogelio García Lupo
tiempo decidía acerca de todo nes a la proble- (asesor, junto con Ciria, en el área de
“con absoluta arbitrariedad”, mática nacional”6. política), Guillermo Harrison, Daniel
como dice Julia Constela. De este modo se Divinsky, Jacobo Capelluto –conta-
incorporaron al dor–, Juan José Lecuona (el librero
espacio socio-cultural nuevos autores, más educado de Buenos Aires, según el
a la vez que cobraron renovada fuer- propio dueño de la editorial). Rogelio
za otros ya reconocidos, cuyas prime- García Lupo, por ejemplo, fue asesor
ras obras fueron reeditadas. Entre estas durante toda la existencia de la edi-
pequeñas empresas se encuentra JA, torial. En 1962 había escrito y edi-
que nació tan sólo un año después de la tado por su cuenta La rebelión de los
aparición del semanario Primera Plana generales, un libro acerca de la crisis
(1962), fecha que Silvia Sigal establece del gobierno de Arturo Frondizi y el
como un mojón de “la instalación de los golpe militar. A dos semanas de su
nuevos tiempos”7. aparición, el libro fue prohibido por el
Ministerio del Interior del gobierno de
José María Guido mediante un decreto
El editor en su laberinto del Poder Ejecutivo. En una época de
tanto interés por los acontecimientos
[...] Me alegro de que Álvarez publique contemporáneos, la prohibición dio
Reunión; ya es tiempo de que Dios lugar a que se vendiera toda la edición
empiece a reconocer a los suyos. (Julio que “como era lógico”8 se comercializa-
Cortázar, “Carta a Francisco Porrúa”, ba por debajo del mostrador. Y uno de
30 de noviembre de 1964). los que más lo vendió fue Jorge Álvarez
en la librería De Palma. Así fue como
Una planta baja angosta y larga con un se conocieron. Más tarde, García Lupo
entrepiso no muy grande, un amplio llevó a la editorial a Rodolfo Puiggrós y
subsuelo destinado a la administración a Ricardo Rojo, este último autor de un
y el depósito constituyen el sugestivo gran éxito, Mi amigo el Che, del que se
espacio en el que se movía lo mejor vendieron 30.000 ejemplares. El libro
de la intelectualidad argentina de la fue publicado en 1968, poco tiempo
década, la flor y nata de las artes y las después de la muerte del Che.

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Álvarez daba a cada uno de sus cola- y requerido por los escritores. Un
boradores completa autonomía en su príncipe del Renacimiento, lo llama
área, pero al mismo tiempo decidía Julia Constela, quien además de ase-
acerca de todo “con absoluta arbitra- sora fue directora, entre 1963 y 1964,
riedad”, como dice Julia Constela. de la más afamada colección de la
En un principio editó a Germán editorial, las “Crónicas”, que revelan
Rozenmacher y a Dalmiro Sáenz, y “al la impronta moderna que Álvarez le
año de sus primeros títulos, la mejor dio a sus publicaciones. En este punto
literatura del momento ya tenía algu- es preciso recordar que el cuento o
na que otra representación en el catá- relato breve tuvo
logo”9. Escritores consagrados junto un papel rele-
con desconocidos que “morían” por vante dentro del
ser publicados y cuya valía el tiempo “boom” latino-
terminó confirmando, tanto como la americano12, de
agudeza del editor. manera que la
¿Qué distingue a Jorge Álvarez de otros editorial acompa-
editores argentinos de la época? Sergio ñaba una moda-
Pujol caracteriza a estos editores como lidad que otras
intelectuales más o menos progresistas, editoriales más
que pasaron de tener un puñado de títu- grandes, como
los en prensa a convertirse en produc- EUDEBA, tam-
tores casi masivos de libros10. Aunque bién adoptaron.
certera, esta definición no es suficiente Sin embargo, en
cuando se aplica a Álvarez y se puede el caso de JA, la
decir que le resta mérito. Una mezcla clásica antología
de creatividad, perspicacia y savoir faire fue reemplazada
envuelve a este “personaje surgido de un por una selección
cuento de Scott Fitzgerald”11. El agen- de distintos auto-
te literario Guillermo Schavelzon, que res con unidad temática: eran crónicas
comenzó a trabajar en JA a los 19 años, del pasado, del amor, de la burguesía,
asegura que fue Álvarez quien moderni- de Buenos Aires, del sexo, etcétera.
zó la edición en los sesenta y se anticipó Constela escribía los prólogos y las
al “editor” como figura casi pública biografías de los autores, que resulta-
(en el sentido del publisher). Inventaba ban “muy insolentes –según su auto-
libros (por ejemplo, cuando se le ocu- ra– porque los tomaban un poco en
rrió reunir las tiras semanales de Quino broma”. Por otro lado, la directora de
en un libro), hacía encargos a algunos la colección tenía libertad para escoger
autores (lo que no estaba permitido por los autores, y lo hacía de manera que
ciertos códigos éticos) o les pagaba a hubiera en cada una de las Crónicas
otros una cuota mensual por escribir. un autor de mucha fama y recono-
Intuición para crear un catálogo ecléc- cimiento, otros menos conocidos y
tico que atrajera al nuevo público no alguno nuevo; en la primera, por
le faltaba, pero además, Álvarez tuvo ejemplo, las Crónicas del pasado, el eje
la capacidad de interpretar el espíri- de atracción fue Ernesto Sabato, quien
tu de la época, de convertirse en un por otra parte publicó aquí su único
editor-faro seguido por sus lectores cuento. En ese volumen también se

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

publica el célebre cuento “Esa mujer” Martínez, jefe de redacción de la revis-


de Rodolfo Walsh. La primera tirada ta entre 1962 y 1969, considera que
fue de 3.000 ejemplares; la segunda, JA tenía una propuesta novedosa para
de 5.000; era común que tuvieran que el mercado argentino, ya que no sólo
ser reeditadas en un mismo año. publicaba libros inusuales como La
Gran parte del éxito de las “Crónicas” traición de Rita Hayworth de Manuel
Puig o Nanina de Germán García,
sino que traducía policiales norteame-
Una anécdota ricanos trasladando el slang americano
al argot porteño, algo absolutamente
“Jorge Álvarez se había entusiasmado mucho con el infrecuente para las editoriales argen-
libro Peligroso a cualquier velocidad de Ralph Meyer, tinas, que generalmente traducían en
porque había salido en la tapa del New York Times un español neutro. Por esos años,
y tenía mucha difusión en Estados Unidos. Es por Primera Plana acostumbraba a reseñar
eso que en 1967 pagó un anticipo importante, cerca libros de una editorial grande, que
de 3.000 o 4.000 dólares, por los derechos de publi- podía ser por ejemplo Sudamericana,
cación. Se hizo aquí una edición de más de 10.000 y de dos más pequeñas, que por
ejemplares, con un gran lanzamiento, pero no pasó lo general eran Brújula, de Eduardo
nada. En el libro, Ralph Meyer denunciaba que los Stilman, y JA. Asimismo, los títulos
autos producidos por los norteamericanos tenían de JA figuraban con frecuencia en
defectos de fabricación; no fallas técnicas, sino la lista de best-sellers de la revista.
defectos en los planos, que los hacían proclives a Sin embargo, el semanario nunca le
los accidentes. En Estados Unidos se había vendido dedicó una tapa, lo que sí hizo en el
aproximadamente un millón y medio de ejemplares, caso de escritores de editoriales más
era un best-seller absoluto, pero aquí no se vendió. importantes, como Jorge Luis Borges
Un asiduo visitante de la editorial, Arturo Jauretche, (de Emecé), Julio Cortázar, Leopoldo
que tenía la sagacidad propia de un sociólogo, leyó el Marechal y Gabriel García Márquez
libro y llegó a una conclusión acertadísima, respecto (de Sudamericana). Cuando pensaba
de la diferente acogida del libro en Estados Unidos dedicarle una tapa a la editorial desta-
y en Argentina: dijo que mientras que en el país del cándola como un fenómeno cultural,
Norte la gente compraba autos para transportarse de la relación se enfrió. El distancia-
un lugar a otro y por tanto le interesa muchísimo miento se produjo a raíz del plagio
la seguridad, aquí todavía [hablamos de los años de las reseñas de Primera Plana que
sesenta] buena parte de la gente lo compraba para un autor mexicano realizaba en forma
que se supiera que tenía el dinero suficiente como sistemática y que aparecían en un
para viajar en auto, ‘salir a paquetear’ y mostrarse, lo periódico de México. El autor, que
único que no querían que les recordaran era que se había publicado una novela en JA, fue
podían matar...” (contada por Jorge Lafforgue). defendido por Álvarez, ante el estupor
y la indignación de Primera Plana, que
difundió una aclaración sobre el tema.
se debió a Primera Plana, una revista Fue por ese motivo que finalmente JA
liberal muy progresista. Como comen- se quedó sin tapa.
ta el periodista y escritor Rogelio La editorial era un “emporio de creati-
García Lupo, “el semanario que estaba vidad”. Además del contenido, Álvarez
de moda, a su vez promovía a la edito- era un innovador en la forma que
rial que se puso de moda”. Tomás Eloy daba a sus libros, a pesar de tratarse

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

de ediciones baratas, de bolsillo. Su en los que pagó mal o directamente


originalidad, según el diseñador grá- no pagó a los autores, sobre todo en la
fico Rubén Fontana, no tenía que ver última etapa de la editorial, cuando sus
con la definición de una línea gráfica intereses cambiaron diametralmente.
de trabajo para la editorial (que no la En general, esta circunstancia dependía
tenía), sino con la certera elección de de su talante y de la relación que tenía
jóvenes y talentosos diseñadores gráfi- en cada caso con el autor.
cos, algunos de ellos hoy reconocidos Para mediados de la década, la librería
profesionales, como el propio Fontana se había convertido en un centro cul-
o Ronald Shakespear. Otorgaba a los tural donde confluían escritores, músi-
diseñadores libertad de trabajo, pero cos, cineastas. Al decir de Constela,
luego de la presentación de boce- “todo lo que importaba intelectual,
tos –reuniones muy simples, en las cultural y artísticamente en Buenos
que diseñador y editor hablaban de Aires, pasaba por lo de Jorge Álvarez”.
pie, uno a cada lado del mostrador–, Arturo Jauretche, Ismael y David
Álvarez tomaba la decisión final. Es Viñas, Augusto Roa Bastos, Mario
conveniente aclarar, como lo hace Vargas Llosa, Beatriz Guido, Leopoldo
Fontana, que no existía la sofisticación Torre Nilsson eran algunos de los que
actual de diseñar el interior del libro: visitaban asiduamente la librería. Uno
el diseño pasaba principalmente por sabía que si pasaba por allí se encon-
las tapas; el interior era estándar, de traría con gente conocida, comenta el
texto corrido. Otro punto que mereció crítico literario Jorge Lafforgue.
la preocupación estética de Álvarez fue Pero el carácter voluble de Álvarez y su
el logo de la editorial, que modificó incesante búsqueda de nuevos caminos
por lo menos un par de veces durante determinaron que dejara de interesarse
la corta vida de su empresa. En 1964, en los libros para inclinarse por la cultu-
JA tenía un logo formado por las dos ra del rock, fundando hacia el final de la
iniciales, de líneas geométricas, que década el sello discográfico Mandioca,
cambió hacia 1966 por otro de rasgos en el que editaron sus discos, entre
más relacionados con la estética pop. otros, el trío Manal y Miguel Abuelo.
JA publicó hasta diez títulos por mes, El entrecruzamiento entre literatura y
y las tiradas se acercaron a las de las música fue su última “aventura cultural
grandes editoriales. Las ganancias de y comercial”13 en Argentina, y la que lo
la editorial se acrecentaron, pero no llevó a radicarse en España. El cambio
era ésa la principal preocupación de fue traumático, porque Álvarez descuidó
Álvarez, que ganaba dinero por el sim- la editorial y dejó muchos acreedores
ple hecho de que lo necesitaba para entre sus colaboradores y autores, como
seguir editando libros. En cuanto al García Lupo y Quino.
pago de derechos a los autores, en los De JA hoy no queda mucho. La libre-
sesenta las editoriales no tenían como ría de Talcahuano sigue existiendo,
“costumbre de la casa” la de liquidar con el nombre de Platero, pero ya
derechos. Por un lado, Álvarez pagó no convoca a intelectuales y artistas,
derechos a los autores de las “Crónicas” tal vez porque son los medios de
y de otras antologías y, como se dijo comunicación los que más los atraen.
antes, hizo adelantos por obras no Los libros, hoy de colección, están
escritas. Por otro, hubo muchos casos dispersos en algunas librerías de viejo

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

de Buenos Aires y se cotizan a altos todos los que nos vinculamos con el
precios por Internet. Sin embargo, libro, sólo que no es posible soslayar
muchos de los que aprendieron con el hecho de que, en los sesenta, las
Álvarez continuaron su camino como calles estaban pobladas de “lectores
reconocidos escritores, críticos o dise- ansiosos por develar (...) el secreto de
ñadores. Y también como editores, en nuestra realidad”. Trabajemos para
el caso de Daniel Divinsky, el dueño que nuevamente así sea.
de la prestigiosa editorial De la Flor.
Si, como dice Claudia Gilman, el (*) Licenciada en Letras y editora (UBA).
objetivo de los sesenta fue “sacar el Docente de la carrera de Edición (FFyL,
libro a la calle”14, JA lo cumplió con UBA). Editora científica de la revista
creces. Ése debería ser el propósito de Páginas de Guarda.

ALGUNAS OBRAS DEL CATÁLOGO DE JORGE ÁLVAREZ

Colección Narradores

• Batista, Vicente, Los muertos (cuentos)


• Benedetti, M., Bullrich, S. y otros, Los diez mandamientos (cuentos)
• Bierce, Ambrose, El club de los parricidas
• Borges, J. L., Bioy Casares, A., Walsh, R. y otros, Cuentos de crimen y misterio
• Carpentier, Alejo, El acoso (novela)
• Castillo, Abelardo, Cuentos crueles
• García, Germán, Nanina (novela)
• Guido B., Marechal, L., Mujica Láinez y otros, Memorias de infancia (cuentos)
• Heker, Liliana, Los que vieron la zarza (cuentos)
• Kordon, Bernardo, Reina del Plata (novela)
• Mercado, Tununa, Festejar a una mujer como una Pascua (cuentos)
• Orgambide, Pedro, Historias cotidianas y fantásticas (cuentos)
• Piglia, Ricardo, La invasión (cuentos)
• Puig, Manuel, La traición de Rita Hayworth (novela)
• Rozenmacher, Germán, Cabecita negra (cuentos)
• Sáenz, Dalmiro, Hay hambre dentro de tu pan (novela)
• Saer, Juan José, Responso (novela)
• Urondo, Francisco, Todo eso (cuentos)
• Vargas Llosa, Mario, Los jefes (cuentos)
• Viñas, David, Cayó sobre su rostro (novela)
• Walsh, Rodolfo, Los oficios terrestres (cuentos)

Colección Crónicas: de amor, del pasado, de la burguesía, de América, de Buenos Aires, bastante extrañas, del sexo.

Colección Arte y realidad

• Barthes, Roland, El grado cero de la escritura


• Masotta, Oscar, Happenings
• Prieto, Adolfo, Literatura autobiográfica argentina
• Sebreli, Juan José, Martínez Estrada, una rebelión inútil
• Trotski, León, Literatura y revolución
• Viñas, David, Literatura argentina y realidad política

Colección Los argentinos

• Luna, Félix, Los caudillos


• Silberstein, Enrique, Los economistas

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• Jitrik, Noé, El 80 y su mundo


• Ciria, A. y Sanguinetti, H., Los reformistas
• Navarro Gerassi, Marisa, Los nacionalistas
• Luna, Félix, El 45. Crónica de un año decisivo

Colección Política concentrada

• Fascismo y marxismo
• Ejército y revolución industrial
• Galeano, Eduardo, China 1964
• García Lupo, Rogelio, ¿A qué viene De Gaulle?

NOTAS

1. Ginzburg, Carlo, El queso y los gusanos, Barcelona, Península, 2001.


2. Agradezco infinitamente los testimonios de Abelardo Castillo, Julia Constela, Rubén Fontana, Rogelio Gar-
cía Lupo, Jorge Lafforgue, Jorge López, Tomás Eloy Martínez, Guillermo Schavelzon y Ronald Shakespear.
3. Rama, Ángel, “El ‘boom’ en perspectiva”, en Rama, Ángel (comp.), Más allá del boom. Literatura y mercado,
Buenos Aires, Folios, 1983, pp. 56-57.
4. Rivera, Jorge, El escritor y la industria cultural, Buenos Aires, Atuel, 1998, p. 134.
5. Aguado, Amelia, “1956-1975. La consolidación del mercado interno”, en De Diego, José Luis (dir.), Editores
y políticas editoriales en Argentina, 1880-2000, México, Libraria-FCE, 2006, p. 130.
6. Ibíd., p. 131.
7. Sigal, Silvia, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991, p. 193.
8. Según palabras de García Lupo.
9. Pujol, Sergio, La década rebelde. Los años 60 en la Argentina, Buenos Aires, Emecé, 2002, p. 107.
10. Ibíd., pp. 106-107.
11. Lafforgue, Jorge, Cartografía personal, Buenos Aires, Taurus, 2005, p. 84.
12. “Prólogo” de El cuento argentino 1959-1970 (antología), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 1.
13. Pujol, op. cit., p. 249.
14. Gilman, Claudia, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina,
Buenos Aires, Siglo XXI, p. 88.

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“Todo está en el catálogo”


Notas sobre Arnaldo Orfila
Reynal y Siglo XXI Editores
Por Carlos E. Díaz y Alejandro Dujovne

No podría haber previsto un joven egresado de


la Universidad de La Plata, participante de las
jornadas universitarias del 18, que su biografía
no se desprendería de esa marca. Arnaldo Orfila
Reynal viajó a un congreso estudiantil en México
respirando el clima de las convulsiones intelec-
tuales latinoamericanas que se intensificarían a
partir de la revolución cubana. Allí trabó amistad
con jóvenes que luego conformarían el núcleo
activo de las nuevas corrientes del pensamiento
mexicano y del continente. Esos encuentros fue-
ron decisivos en su convocatoria a formar parte
del Fondo de Cultura Económica, empresa estatal
mexicana que lo invita a abrir una sede en Bue-
nos Aires primero, y luego a hacerse cargo de la
editorial en México hasta la destitución de todo
el equipo en 1965. A partir de ese entonces, y en
medio de las conmoción que el episodio generó,
voces solidarias propusieron la creación de una
nueva editorial –Siglo Veintiuno– que continua-
rá el camino trazado por Orfila Reynal, a quien
proponen como director.
Carlos Díaz y Alejandro Dujovne recuerdan esta
imprescindible experiencia que se hizo eco de las
luchas y debates en una época que reclamaba el
compromiso de pensar en clave de una emanci-
pación latinoamericana.
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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Si a principios de 1965 algún joven lati- y la dedicación desplegados por su amigo


noamericano aspirante a escritor, poeta, argentino en la actividad cultural, decide
científico social, antropólogo o filósofo convocarlo en 1945 para abrir una sede
hubiese preguntado por aquel editor de de la editorial en Argentina. Tres años
discreta pero insoslayable presencia en el después la convocatoria se repite, pero
mundo cultural de entonces, seguramen- esta vez para ofrecerle un reemplazo pro-
te las respuestas obtenidas lo hubiesen visorio de la dirección de la editorial en
sorprendido. Sesenta y siete años después México. Esa deci-
de su nacimiento en la ciudad de La Pla- sión se debió, en Cosío Villegas no se equivoca:
ta, México cobijaba a un hombre cuya in- palabras de Carlos a lo largo del período Orfila no
tensa vida imponía admiración y respeto: Monsiváis, a que sólo consolida la tarea de su pre-
la trayectoria de Arnaldo Orfila Reynal Cosío Villegas decesor sino que lleva a la edito-
era, sin lugar a dudas, fascinante. Sin em- “toma en cuenta rial a un sitio antes impensado.
bargo, poco menos de un año después, las cualidades de Su labor no pasa inadvertida
él mismo se encargaría de demostrar que Orfila: trabajo sis- para el proyecto modernizador
todavía había mucho por delante. temático, visión de la ciencia y la cultura argen-
La temprana pasión y el compromiso de conjunto, tinas que comienza a tomar
político de Orfila Reynal tienen en conocimiento de forma luego del derrocamiento
la Reforma Universitaria de 1918 un la realidad latinoa- de Perón y adquiere toda su
punto de inflexión. Al ser elegido delega- mericana.” El pro- fuerza durante la presidencia
do por la Universidad de La Plata, viaja visorio reemplazo de Arturo Frondizi.
junto a otros cuatro argentinos al Primer se torna definitivo
Congreso Internacional de Estudiantes y se extiende hasta 1965.
realizado en México en 1921. Durante Cosío Villegas no se equivoca: a lo largo
aquella visita traba fundamentales rela- del período Orfila no sólo consolida la
ciones de amistad con destacados inte- tarea de su predecesor sino que lleva a
lectuales y con jóvenes de promisorio la editorial a un sitio antes impensado.
futuro dentro de la escena cultural lati- Su labor no pasa inadvertida para el
noamericana. Pocos años después de proyecto modernizador de la ciencia y
aquel viaje que, para fortuna del grupo la cultura argentinas que comienza a
argentino, se extiende por varios meses, tomar forma luego del derrocamien-
obtiene el doctorado en química, profe- to de Perón y adquiere toda su fuer-
sión que apenas ejerce y que una y otra za durante la presidencia de Arturo
vez minimiza frente a la más importante Frondizi. Risieri Frondizi, rector de la
actividad cultural y política que desplie- Universidad de Buenos Aires y hermano
ga a lo largo de su vida. del Presidente de la Nación, lo convoca
En efecto, son las múltiples iniciativas en 1958 para que diseñe el proyecto de
culturales y diversas experiencias políti- la editorial universitaria. Luego de for-
cas las que forjan su trayectoria. Daniel mulado el marco inicial de EUDEBA y
Cosío Villegas, a quien Orfila Reynal de recomendar a Boris Spivacow para la
conoce en el Congreso de 1921, es, dirección, Orfila retorna a México.
desde su fundación en 1934, el director Ahora bien, si la invitación de 1948 para
de la editorial estatal Fondo de Cultura hacerse cargo de la dirección de FCE en
Económica de México (FCE). Este des- México y el llamado de Risieri Frondizi
tacado intelectual mexicano, en recono- para organizar EUDEBA una década
cimiento del entusiasmo, el compromiso después reflejan el reconocimiento de su

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N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

prestigio y capacidad como editor, los crear una editorial...”1. Durante el en-
acontecimientos inmediatamente poste- cuentro y luego del consenso acerca de la
riores a su destitución de la dirección del nueva editorial, Orfila recuerda:
Fondo el 7 de noviembre de 1965 revelan
aun con más fuerza la dimensión de su Enrique González Pedrero propone que se
figura. La publicación de Escucha Yanki llame Editorial Orfila, algunos discuten y
de Charles Wright Mills y Los Hijos de dicen algo; entonces intervine para decir-
Sánchez de Oscar Lewis con el sello de les que yo tenía pensado hacer una revista
FCE molestó fuertemente a las autorida- el año que viene y había pensado llamarla
des mexicanas. El temor a que el primero Siglo XXI, no sé que opinan de llamar así
fuera interpretado como una afrenta a a la editorial. Pues muy bien, les gustó a
Estados Unidos y la sensación de que el todos el nombre y le pusieron Siglo XXI2.
segundo pudiera atentar contra la imagen
que el propio gobierno pretendía ofrecer No obstante, tal emprendimiento nece-
de su país empujan a un grupo de fun- sitaba de algo más que un nombre apro-
cionarios a pedir la destitución de Orfi- piado y buenas intenciones; necesitaba
la. A la luz de los hechos posteriores, esa financiarse, hallar un lugar donde fun-
sorpresiva actitud será luego interpretada cionar y un equipo de trabajo. Aunque
como la primera señal del espíritu autori- los primeros aportes llegaron de amigos
tario del nuevo gobierno mexicano. y del propio Orfila –que destinó toda la
La reacción de indemnización recibida por su despido–
... tal emprendimiento necesi- parte importante fue necesario convocar a una gran cena
taba de algo más que un nom- del mundo inte- para recaudar el monto inicial. La míti-
bre apropiado y buenas inten- lectual mexicano ca cena, a la vez de desagravio a Orfila
ciones; necesitaba financiarse, de entonces es Reynal y fundación del nuevo proyecto,
hallar un lugar donde funcio- contundente. Las contó con alrededor de quinientos co-
nar y un equipo de trabajo. visitas de grandes mensales. Tomaron la palabra Jesús Sil-
Aunque los primeros aportes personalidades a va Herzog, Guillermo Haro, Fernando
llegaron de amigos y del pro- la casa de Orfila se Benítez y en representación de los ami-
pio Orfila –que destinó toda suceden una tras gos argentinos, José Luis Romero, quien
la indemnización recibida por otra. La inicial in- había viajado especialmente para la oca-
su despido– fue necesario con- dignación se con- sión. El historiador argentino dirá:
vocar a una gran cena para vierte rápidamente
recaudar el monto inicial. en la necesidad de Arnaldo Orfila Reynal es el signo visible
lanzar un nuevo de la más extraordinaria aventura de la
emprendimiento, una empresa cultural cultura que conoce América Latina, de la
amplia, abierta, que pueda dar cabida a más fructífera experiencia de acercamiento
aquello que rechaza un gobierno cada vez entre los países latinoamericanos: él era el
más autoritario. El intelectual mexicano signo visible del FCE, a través de cuya obra
Fernando Solana recuerda: “Lo primero la conciencia latinoamericana comenzó a
que hice fue llamar a Orfila y no me con- adquirir una imagen real, una forma pre-
testó el teléfono, así es que fui a su casa. cisa, un empuje proporcional a la fuerza
Cuando llegué vi que no respondía por- –a veces dormida– que hay en nosotros.
que estaba rodeado de gente que había
llegado espontáneamente. Yo creo que Así nace Siglo Veintiuno Editores. Sus
éramos cincuenta personas, y decidimos primeros años de vida transcurrirán en

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

Gabriel Mancera número 65, en una fesionales, sino también ideas y un cierto
casa prestada por Elena Poniatowska. perfil editorial. Según el actual director de
Aun cuando Orfila Reynal se erige en la Siglo XXI de México, Jaime Labastida,
figura central e indiscutida de ese nuevo este proyecto es en buena medida ...una
proyecto –al punto de llegar a confun- editorial hermana o paralela del FCE (...)
dirse el hombre y la editorial–, sería un Muchos de nuestros
error reducir la presencia de escritores, autores también son ... la iniciativa movilizó y cris-
académicos y experimentados profesio- autores del FCE; talizó a su alrededor una cons-
nales del mundo de la edición a un mero muchas de nuestras telación de individuos, rela-
apoyo inicial. Muy por el contrario, la colecciones tienen ciones sociales y saberes que
iniciativa movilizó y cristalizó a su alre- semejanzas con las contribuyeron desde la funda-
dedor una constelación de individuos, de allá. Tampoco se ción al crecimiento y desarro-
relaciones sociales y saberes que con- puede inventar el llo de la editorial. Así, Siglo
tribuyeron desde la fundación al creci- hilo negro4. XXI contó como socios funda-
miento y desarrollo de la editorial. Así, De esa manera, dores y luego como miembros
Siglo XXI contó como socios fundadores y a diferencia de de su dirección a reconocidos
y luego como miembros de su dirección los particulares y intelectuales mexicanos.
a reconocidos intelectuales mexicanos. a veces penosos
Al importante volumen de capital sim- avatares por los cuales una editorial re-
bólico y social que la presencia de estos cién fundada debe atravesar para crecer
intelectuales otorga a la recién nacida y obtener reconocimiento, Siglo XXI
editorial, se añade la incorporación del moviliza e incorpora desde su funda-
saber profesional. En ese sentido Martí ción una serie de importantes capitales
Soler señala: que le posibilitan un veloz posiciona-
miento y reconocimiento dentro del
... asombra la facilidad con que Orfila campo de la cultura latinoamericana.
logra conformar un equipo a su alrede- En efecto, la experiencia y prestigio de
dor, que sigue con pasión la nueva ta- Orfila, el profesionalismo del equipo
rea, que entiende sin más, que su com- que abandona FCE para aventurarse
promiso no es tan sólo con aquél que la en el nuevo proyecto, el apoyo público
instituyó, sino que va mucho más allá. y las relaciones sociales de los intelec-
Ahí estábamos Concepción Zea en la tuales que acompañan y participan de
administración, Rodrigo Asturias en la manera activa en la editorial, sumado al
venta, Federico Mijangos en el almacén capital económico obtenido para lanzar
y yo en la producción. Todos habíamos el proyecto, convergen en la conforma-
dejado de ser empleados del FCE y lle- ción de Siglo XXI y explican su sólida y
gamos dispuestos a enfrentar el reto. Un veloz ubicación dentro del mundo de la
equipo, un cuadro compacto que conti- edición en particular y de la cultura de
nuaba una tradición a la que se quiso América Latina en general.
decapitar. Una tradición que se resu-
me en aquella frase que se convertiría
en lema: Siglo XXI es una editorial de Un catálogo, una época
México para América Latina3.
Recorrer la historia de Siglo XXI y com-
De FCE no sólo migran hacia el nuevo prender su lugar dentro del campo cultu-
proyecto su director y un equipo de pro- ral exige observar su catálogo a la luz de

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los momentos históricos durante los que nuevo, ejercen un efecto arrollador sobre
desplegó su labor. Si bien una aproxima- la cultura y la política. Así, cuando los
ción exhaustiva en ese sentido requiere escritores latinoamericanos comienzan a
de un análisis histórico que contemple desafiar sus tradiciones literarias nacio-
las relaciones de diferenciación y oposi- nales con arriesgadas rupturas estéticas y
ción que esta empresa cultural estableció a desbordar las fronteras para asumirse
con el resto de las editoriales dentro del como parte de un mismo universo, la
campo de la edición, nos limitaremos Revolución Cubana emerge como un
aquí a mencionar algunas claves que polo magnético en torno al cual empie-
consideramos fundamentales para un za a ser repensada la noción de América
primer acercamiento a la comprensión Latina, el sentido de la política, y el lugar
del catálogo de Siglo XXI. de los escritores y la escritura dentro de
La editorial nace en México en 1965. ese nuevo contexto.
Esto es, aparece en el seno de un perío- Un proceso similar puede señalarse den-
do singularmente apasionante y com- tro del campo de las ciencias sociales. De
plejo para América Latina. Desde fines manera dispar a lo largo de la región, las
de la década del 50 y hasta bien entrada ciencias sociales atraviesan durante la pri-
la del 70, se produce la convergencia y mera parte de esa época por un intenso
el mutuo reforzamiento de ciertos he- proceso de modernización que supone
chos y procesos significativos: la intensa la incorporación de corrientes teóricas y
modernización de las ciencias sociales metodológicas, nuevas prácticas y la re-
y de la literatura, la influencia política consideración de la agenda de investiga-
y cultural de la Revolución Cubana, la ción así como la redefinición del lugar de
conversión de Latinoamérica en marco sus propias realidades nacionales dentro
simbólico de referencia para el pensa- de América Latina y de la región den-
miento y la acción de escritores, cientis- tro del orden mundial. Al igual que en
tas sociales y agentes políticos. el caso de los escritores, el foco cubano
El período que va de 1959 a mediados incide en la reformulación del naciente
de la década de 1970 puede ser inter- campo de las ciencias sociales. No obs-
pretado bajo la noción de “época”, en- tante, a diferencia del caso anterior, la
tendiendo a ésta como el campo de po- radicalización ideológica y política es re-
sibilidad de existencia de un sistema de forzada por las intervenciones y contro-
creencias, de circulación de discursos y de les que las dictaduras militares y algunos
intervenciones5. La singularidad de esta gobiernos civiles ejercen sobre las univer-
época radica en la existencia de una per- sidades, ámbito natural de desarrollo de
cepción compartida de la transformación estas disciplinas7. Tal como explica Silvia
inevitable y deseada del universo de las Sigal para el caso argentino:
instituciones, la subjetividad, el arte y la
cultura, percepción bajo la que se inter- Más allá de sus profundas divergencias, jó-
pretaron acontecimientos verdaderamente venes escritores, intelectuales comunistas e
inaugurales, como la Revolución Cubana, investigadores en ciencias sociales coinciden
no sólo para América Latina sino para el en un punto: hay que ‘estudiar la realidad
mundo entero6. En efecto, el triunfo de la nacional’. Como en el resto de América La-
guerrilla y la instauración de un régimen tina, la tarea consiste en repensar el país,
que promete no sólo una sociedad más abandonando el ensayismo sombrío que,
justa sino el nacimiento de un hombre buscando las raíces del ser nacional, termi-

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

naba encontrando trabas naturales o datos cada uno de esos autores publicadas por
metafísicos que no lo eran menos8. la editorial no eran ni muchas ni las más
reconocidas e importantes. En el catálo-
Si bien las relaciones entre el escritor go figuran, entre otros, Mario Benedet-
o el cientista social y la política, o bien ti, José Bianco, Jorge Luis Borges, Julio
entre el ahora intelectual y la idea de Cortázar, Juan Carlos Onetti, Alejandra
revolución, distan de ser lineales y fáci- Pizarnik, Juan José Saer, David Viñas,
les a lo largo del período considerado, Juan Gelman, Roberto Fernández Reta-
como contribución a la comprensión mar, Ernesto Cardenal, Manuel Scorza,
del catálogo de la editorial y mediante Ariel Dorfman, Antonio Skármeta, Car-
él a la del lugar ocupado por Siglo XXI, los Fuentes, Carlos Monsiváis y Octavio
nos basta con señalar la existencia de Paz. Pero también hay considerables
estos procesos. Analicemos entonces excepciones a esa generalidad: Eduardo
algunas de las colecciones de la vasta Galeano publica nueve libros, entre los
producción de Siglo XXI a lo largo del que se encuentran Las venas abiertas de
período 1965-1995. América Latina y
El libro de los abra- Siglo XXI no sólo nace dentro
zos; y Augusto Roa de una época donde los con-
Siglo XXI, una editorial de México Bastos lanza Yo tornos simbólicos de América
para América Latina el Supremo. Asi- cuestionan la relevancia de
mismo, podrían las fronteras nacionales, sino
Siglo XXI no sólo nace dentro de una añadirse la publi- que, más aún, participa acti-
época donde los contornos simbólicos cación de las obras vamente en la construcción de
de América cuestionan la relevancia de completas de Ale- esta representación.
las fronteras nacionales, sino que, más jo Carpentier y de
aun, participa activamente en la cons- Felisberto Hernández, el libro con los
trucción de esta representación. Esta trabajos literarios completos de Rodolfo
labor se desplegó en al menos dos direc- Walsh, y la célebre antología de la poesía
ciones distintas pero convergentes. Por mexicana organizada por Octavio Paz,
una parte, abrió casas o representacio- José Emilio Pacheco, Alí Chumacero y
nes en los mercados más importantes Homero Aridjis, Poesía en movimiento.
de América Latina y España, garanti- México: 1915-1966.
zando así una excelente circulación de Dentro de lo que genéricamente se
los libros publicados. La otra dirección denomina no ficción encontramos un
es definida por el recorte temático y los primer recorte que prioriza el criterio
autores editados, tanto en las obras de temático-regional por sobre la naciona-
ficción como en las de no ficción. lidad de los autores. En efecto, un am-
En el caso de la narrativa hay una apues- plio abanico de traducciones y obras en
ta explícita por la edición de autores la- español converge en torno a una mirada
tinoamericanos. A pesar de que un nú- crítica sobre las distintas problemáticas
mero significativo de los escritores publi- de América Latina. Al menos tres de las
cados participan de una u otra manera cuatro subcolecciones específicas que
de la vanguardia del mundo de las letras integran la colección América nuestra
americanas, Siglo XXI no es recordada dan inmediata cuenta de esta línea:
por ello. Tal vez parte de esto pueda ex- América colonizada, Caminos de libe-
plicarse por el hecho de que las obras de ración y Los hombres y las ideas.

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Sin embargo, la intervención no se tronco marxista. Orfila, aun cuando


agota en esta primera delimitación. cercano en las ideas y la amistad a la
Tal vez lo más perdurable de la tarea Revolución Cubana, aclara en una en-
de modernización cultural emprendi- trevista en 1982 el lugar del marxismo
da por Siglo XXI se halle en la intro- dentro de Siglo XXI:
ducción y difusión de autores centra-
les, en su mayoría europeos, que desde ... [la editorial nace como] un proyecto
la especificidad de su pensamiento y de tarea cultural y política a través del
disciplinas contribuyeron al enriqueci- libro, política con mayúscula, vale de-
miento y la complejización del análisis cir que nos interesaba difundir ciertas
de los problemas sociales y políticos orientaciones del pensamiento, no es-
regionales. Dentro de la extensa lista trictamente marxista como mucha gente
de nombres se encuentran Louis Al- cree, que somos una editorial puramen-
thusser, Perry Anderson, Roland Bar- te marxista. No lo es, sino que creemos
thes, Pierre Bourdieu, Jacques Derri- que el marxismo es una de las grandes
da, Michel Foucault, Eric Hobsbawm, corrientes que la cultura contemporánea
Jacques Lacan, Paul Ricœur, Claude debe examinar, estudiar, penetrar para
Lévi-Strauss y Tzvetan Todorov. A pe- aplicarla al proceso social del mundo9.
sar de situarse dentro de Latinoaméri-
ca, vale sumar a esta enumeración la Nacido con la Revolución Cubana de
traducción de la obra de Paulo Freire y 1959, el proceso de radicalización, frag-
la de Dependencia y desarrollo en Amé- mentación y crecimiento de las nuevas
rica Latina, de Cardoso y Faletto. expresiones políticas de izquierda a lo
largo de las décadas de 1960 y 1970 ero-
siona el monopolio ideológico de los an-
El Capítulo Argentino tiguos partidos socialistas y comunistas
latinoamericanos y abre el espacio a nue-
El acta constitutiva de la nueva editorial, vas formas de apropiación de las fuentes
firmada en marzo de 1966, señalaba: teóricas marxistas. Siglo XXI juega un
rol específico en la apertura del debate
Declaran los comparecientes que, con el teórico marxista. En este sentido, Juan
propósito de impulsar la cultura a través Carlos Portantiero la recordará como
de una labor editorial, han convenido en “una empresa emblemática para la po-
constituir una sociedad anónima que se lémica de izquierda” de esos años10. En
inspirará en los principios de libertad de términos cuantitativos, las considerables
pensamiento y de expresión, y dentro de la ventas de los libros de Louis Althusser
máxima excelencia y calidad intelectua- y Marta Harnecker son un claro signo
les acogerá las corrientes del pensamiento de esa presencia. Sin embargo, es con la
y las tendencias de carácter científico y fundación de la editorial en Argentina
social; pero sin tomar parte en las acti- que la presencia del marxismo en su ca-
vidades de grupos militantes en política, tálogo adquiere volumen y riqueza.
aun cuando tales actividades se apoyen El mismo año de su fundación en Méxi-
en aquellas corrientes o tendencias. co, Orfila decide abrir una sucursal en
Buenos Aires. En una primera etapa
Las corrientes de pensamiento aludi- (1966-1971) se dedicará básicamente a
das en esa instancia eran las nacidas del la distribución de los libros publicados

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Tribunas literarias, memoria editorial N° 4-5 | Verano 2006

en México. En 1971 se suman al pro- Luego, la clausura impuesta por la


yecto de Siglo XXI la editorial Signos y dictadura militar en 1976 así como el
algunos miembros de Pasado y Presen- exilio de los miembros del núcleo de
te. La editorial llega a contar con sesen- Pasado y Presente, obligará a que los
ta empleados y publica un promedio de siguientes volúmenes sean editados en
70 libros por año, considerando aquí México también por Siglo XXI.
sólo las primeras ediciones. Después de terminada la segunda etapa
Signos estaba conformada por los histo- de la revista y en paralelo a la publicación
riadores Enrique Tandeter y Juan Carlos de los Cuadernos, José Aricó da inicio a
Garavaglia; por el lado de la revista Pasado un extenuante pero fundamental pro-
y Presente estaban José Aricó, Héctor Sch- yecto que consolidaría la propuesta edi-
mucler y Santiago Funes. La convergencia torial nacida en Siglo XXI Argentina: la
e inclusión de estos intelectuales, portado- traducción y edición de los Gründrisse
res de capitales culturales y profesionales (Elementos fundamentales de la crítica de
específicos así como el significativo fondo la economía política) y una nueva traduc-
editorial acumulado a lo largo del tiempo ción y edición crítica en ocho volúmenes
en los respectivos proyectos editoriales, de El capital. La intención tras esta idea
le aportarán al catálogo general de Siglo era superar las deficiencias resultantes de
XXI un mayor grado de sofisticación. traducciones condicionadas por los inte-
Entre 1963 y 1965 se publica en Cór- reses y necesidades del mundo político
doba la primera etapa de la revista gra- comunista. Ambos textos fueron inclui-
msciana Pasado y Presente. En 1965 José dos en la colección
Aricó es nombrado gerente editorial de Biblioteca del Pen- A partir de la relación entre la
la recién creada editorial de la Universi- samiento Socialis- época, la línea de publicaciones
dad Nacional de Córdoba, EUDECOR. ta, que dirigía José de la editorial, y el importante
Luego de la disolución de ésta en 1968, Arico. La misma lugar ocupado por ésta den-
algunos miembros de ese grupo lanzan puede compren- tro del espacio de la política y
su propio emprendimiento, la Editorial derse como com- la cultura latinoamericanas, es
Pasado y Presente, que comienza a pu- plemento y con- posible, al menos como hipó-
blicar los célebres Cuadernos. La publi- solidación del pro- tesis tentativa, pensar a Siglo
cación a lo largo de quince años de un yecto de los Cua- XXI como un proyecto cultural
amplio y heterogéneo abanico de obras dernos. Con poco y político que logró desplegar
marxistas hizo de los 98 números de los menos de sesenta un doble papel: por una parte
Cuadernos de Pasado y Presente una títulos, la Bibliote- la creación de un público y
apuesta política e ideológica de vanguar- ca editó obras del por otro la oferta para una
dia. En consecuencia, en el momento marxismo clásico y demanda preexistente. Papeles
mismo de su fundación, Siglo XXI de de una serie de au- que, difíciles de distinguir en la
Argentina recibe un fondo editorial inte- tores contemporá- práctica, se potencian entre sí.
grado, primordialmente, por los más de neos, entre los que
veinte títulos que ya formaban parte de se hallan Louis Althusser, Enrique Dussel
los Cuadernos. La casa argentina reedi- y Michael Löwy. Al igual que con el pro-
tará la mayoría de ellos y continuará pu- yecto de los Cuadernos y la traducción
blicando los nuevos hasta el número 65. de El capital, Aricó comenzó con la di-
Lo mismo sucederá con la segunda etapa rección de la colección en Argentina para
de la revista Pasado y Presente, publicada continuarla en México luego del cierre de
entre abril y diciembre de 197311. la casa local.

497
LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Tribunas literarias, memoria editorial

Sin embargo, el grado de sofisticación que dentro del espacio de la política y la


el capítulo argentino aportó al conjunto cultura latinoamericanas, es posible,
de la editorial no se agota en la ampliación al menos como hipótesis tentativa,
del debate marxista. Por el contrario, Siglo pensar a Siglo XXI como un proyecto
XXI de Argentina contrata y traduce, en- cultural y político que logró desple-
tre muchos otros, títulos de autores como gar un doble papel: por una parte la
Roland Barthes, Jacques Derrida, Ariel creación de un público y por otro la
Dorfman, Paulo Freire, Eric Hobsbawm, oferta para una demanda preexistente.
Armand Mattelart y Tzvetan Todorov. Papeles que, difíciles de distinguir en
Imposible no mencionar la publicación la práctica, se potencian entre sí.
del célebre Estudios sobre los orígenes del Arnaldo Orfila Reynal muere en Méxi-
peronismo de Miguel Murmis y Juan Car- co el 13 de enero de 1998 a la edad de
los Portatiero en 1971, obra central de la 100 años. Se abre aquí una nueva etapa
sociología argentina que cambió la forma en la historia de Siglo XXI y se plantea
de analizar el fenómeno peronista. el desafío de continuar el proyecto sin
esta figura convocante y aglutinante,
que lo forjó con sus propias manos,
Epílogo que le transmitió su identidad hasta el
punto de (con)fundir su persona con
A partir de la relación entre la época, la el proyecto. En el año 2000 Siglo XXI
línea de publicaciones de la editorial, y volvió a Argentina después de veinti-
el importante lugar ocupado por ésta cuatro años de ausencia.

NOTAS

1. Entrevista a Fernando Solana por Alejandro Cruz Atienza, en Hoja por Hoja, año 9, nº 102, México, 2005.
2. En Arnaldo Orfila Reynal: la pasión por los libros, México, Universidad de Guadalajara, 1993, p. 63.
3. Ídem, p. 15.
4. Ruiz Mondragón, A. , “Cuatro décadas de Siglo XXI”, La Insignia, México, octubre de 2005, www.lainsignia.org
5. Gilman, Claudia, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América. Latina,
Buenos Aires, Siglo XXI de Argentina Editores, 2003, p. 19.
6. Ídem, p. 33.
7. Las ciencias sociales argentinas, en particular la sociología, consolidaban ya su proceso de modernización.
Para el momento de la fundación de Siglo XXI la “sociología científica” ya había legitimado su dominio por
oposición a la antigua “sociología de cátedra” o sociología “precientífica”. Sin embargo, aquélla se enfrentaba
también a otros contendientes que disputaban la legitimidad y los espacios institucionales: la “sociología mar-
xista” y las “cátedras nacionales”. Este escenario exhibe una complejización y diversificación de los problemas,
intereses y perspectivas sociológicas, generando un público más rico y demandante de obras.
Luego del golpe militar que derroca a Perón en 1955, Argentina vive un intenso proceso de modernización cultu-
ral, aunque desigual en el ritmo de desarrollo de las distintas áreas. La Universidad va a ser uno de los ámbitos de
mayor dinamismo modernizador. Nuevos cargos de dedicación exclusiva, nuevas carreras y un número creciente
de estudiantes pusieron a la Universidad a la cabeza de ese proceso de modernización cultural. Silvia Sigal señala
dos datos significativos. El primero de ellos resulta del contraste con el resto de los países de la región: Argentina
poseía el número más elevado de estudiantes universitarios. El segundo refiere a la heterogénea inscripción de
acuerdo a las carreras universitarias: el mayor crecimiento proporcional se produjo en las carreras nuevas, asociadas
al proceso de modernización: ciencias exactas, sociología, ciencias de la educación y psicología.
8. Sigal, Silvia, “Intelectuales y poder en la Argentina. La década del sesenta”, Buenos Aires, Siglo XXI de Argen-
tina Editores, 2002, p. 92.
9. Entrevista realizada por Guillermo Schavelzon en La Habana en 1982.
10. Portantiero, Juan Carlos, “Las desventuras del marxismo latinoamericano”, en Aricó, José, La Hipótesis de
Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
11. Véase Burgos, Raúl, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente,
Buenos Aires, Siglo XXI de Argentina Editores, 2004.

498
Desde sus orígenes, ligados a
la reproducción tipográfica,
hasta nuestros días, el arte de
cuidar los libros ha conocido
recurrentes innovaciones que
rehicieron su labor. Avances
en materia de clasificación
Labor que reorientaron la práctica
bibliotecológica dotándola de
nuevos saberes en el orde-
bibliotecológica namiento y catalogación del
Saber. Hoy, sin embargo, el
trabajo bibliotecario enfren-
ta desafíos para los que no
estaba preparado hasta hace
pocos años. Las modificacio-
nes técnicas ligadas al mundo de la digitalización proponen una
nueva relación con el libro y la lectura impensada tiempo atrás.
Un nuevo contexto que, en tanta modificación radical, pone en
peligro el universo bibliotecario. Esto no significa un desconoci-
miento de las nuevas tecnologías, sino un prudente acercamien-
to capaz de interrogarlas desde los legados culturales, evitando
–así– la automatización en la que la proliferación de saberes y sus
intensidades queda reducida a mera información. Una apuesta a
favor de recuperar este don milenario, en diálogo con las muta-
ciones contemporáneas que portan consigo tanto posibilidades
democratizadoras, como reducciones empobrecedoras. No se trata
de resistirse al cambio inevitable y deseable, por cierto, sino de
interrogarlo críticamente para actuar en él recuperando los valores
a los que siempre estuvo asociada la empresa bibliotecaria. Ella
nació de la lucha emancipatoria y debe acompañar sus promesas y
frustraciones, creando lectores y asumiendo un papel activo en la
reconstrucción cultural de una sociedad que así lo reclama.
En esta sección se articulan estas sensibilidades. Por un lado, se
efectúan revisiones de la historia del quehacer bibliotecario, y por
otro se proponen proyectos para revitalizar la institución y moder-
nizar sus procedimientos laborales.
Luis Herrera participa de las discusiones tendientes a reelaborar las
condiciones en que la Biblioteca Nacional presta sus servicios. En
este sentido, realiza aportes que tienden a conciliar las necesidades
informáticas y bibliotecológicas de la institución, con los saberes
y realidades que la atraviesan. Diagnostica y rediseña procesos,
combinando los logros del Proyecto Inventario con las necesidades
de desarrollo de un nuevo software que optimice el funcionamiento
de la tarea cotidiana.
Hebe Pelosi nos lleva a la historia de Raymond Foulché-Delbosc,
bibliófilo hispanista francés que logró acopiar valiosísimas coleccio-
nes, de las que una parte significativa constituye los fondos biblio-
gráficos más valiosos que atesora la Biblioteca Nacional.
Mario Tesler revisa las polémicas que se desarrollaron alrededor del
concepto de incunable, tan caro a la tradición bibliotecaria. Desde
la aparición de la imprenta, el uso privativo y jerárquico del libro
comienza a ser revertido, asignado ese término a los libros produ-
cidos hasta el año 1500.
Silvia Glocer traza una genealogía de la reproducción musical a
propósito del desarrollo del Programa Inventario de Partituras,
del cual participa en tanto musicóloga. Cerca de trescientas mil
partituras –fundamentalmente de autores argentinos– esperan ser
inventariadas, lo que permitiría reconstruir una historia de la
música argentina.
En marzo de este año, la Comisión de Homenaje a los
Trabajadores Bibliotecarios Desaparecidos junto a la CONABIP
(Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares) colo-
caron una placa recordatoria de los veinticuatro bibliotecarios
desaparecidos. Allí se leyó un texto que aquí reproducimos, donde
se cuestiona el rumbo de la profesión asociada al capitalismo con-
temporáneo, como producto de los efectos del terrorismo de Estado
en ese rediseño global.
Por último, el equipo de Fototeca de la Biblioteca Nacional ela-
bora un informe sobre todo el trabajo que realizó a lo largo del
último año y que ha permitido la reapertura de la sala para poder
consultar el valioso material de imágenes fotográficas que allí se
encuentran a resguardo.
502

La Biblioteca Nacional.
Aportes para una estrategia
de fortalecimiento
Por Luis Herrera (*)

La Biblioteca Nacional se encuentra en un proceso


intenso de discusión y de elaboración de proyec-
tos. Tanto sobre la necesidad de modernizar sus
procedimientos laborales, como sobre la renova-
ción de su disponibilidad tecnológica. Un debate
destinado a recrear nuevos vínculos, entre sus tra-
bajadores y el público lector que cotidianamente
asiste a sus salas fundando, en ese mismo acto, las
expectativas del cambio en marcha. Luis Herrera,
quien junto con el Consejo Asesor Biblioteco-
lógico y las demás autoridades de la institución
animan estas discusiones –sintetizando en ellas
aportes provenientes del mundo informático y
bibliotecológico, y combinándolos con saberes y
necesidades específicas de la biblioteca– propone
aquí una serie de criterios que a su juicio resultan
indispensables para encarar esta tarea.
Con lenguajes que en ocasiones acuden a la so-
ciología de las organizaciones y otras al mundo
de la digitalización informática, Herrera propo-
ne un “abordaje estratégico” que parte de formu-
lar un diagnóstico de la institución, sus desafíos
y sus posibles reorganizaciones que, a través de
un complejo de cuadros y flujos, proponen un
ensamblaje del circuito laboral en el que el in-
ventario y la adopción de un sistema informático
–prefiriendo el de “código abierto” que ofrece el
software libre– devienen fundamentales.
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Introducción Scolnik (teóricos y bibliotecológicos) se


constituyan en mundos paralelos orien-
Lo que sigue puede ser un aporte para tados a resolver la pregunta planteada,
una etapa de modernización que está es decir, distintos colectivos pensantes
afrontando la Biblioteca Nacional. La pueden contribuir a la respuesta. Es sa-
sensibilidad hacia los fenómenos de bido que las bibliotecas se constituyen
dispersión social de nuestros tiempos en grandes esfuerzos por referenciar el
habrá de ser también registrada y vivi- pasado escrito con fidelidad. En estos
da en el minuto a minuto de la BN de días, la comunidad profesional biblio-
hoy, para que esa experiencia de mu- tecaria admite su dispersión y fragmen-
danza nos permita aprender y recrear tación sobre los criterios y aspectos téc-
diariamente el significado de nuestros nicos del registro bibliográfico2 (entre
anaqueles, de los distintos espacios de otros asuntos). Para que los archivos no
nuestra sociedad y del sentido mismo callen, éstos deberán tener la capacidad
de la labor de la biblioteca. de reflejar la historia, la herencia que
Se pregunta Sebastián Scolnik en “Lo teóricos y bibliotecarios pueden juntos
que callan los archivos”1: “¿Qué es lo rescatar y debatir.
que debe hacer una biblioteca nacio- La BN debe, ciertamente constituir-
nal como la nuestra en este contexto?” se en el organismo referente de estas
Dicho contexto muestra, en referencia cuestiones. Su rol en las discusiones y
a la BN, y cito textualmente: debates actuales sobre nuestra cultura
debe ser primordial. Tal como registra
Mucho se ha hablado de sus crisis. Pro- el evangelista Mateo en el Nuevo Tes-
blemas presupuestarios, organizaciona- tamento, citando las graves palabras de
les, de burocracia, etc. No es que estos Jesús a los fariseos: “... esto era necesa-
problemas no sean ciertos –al menos en rio hacer, sin dejar de hacer aquello”3.
parte– sino que a veces resultan un im- Haciendo referencia a la “semejante in-
pedimento para poder pensar su sentido certidumbre” es inevitable reflexionar
social en épocas de fragmentación social... justamente sobre el principio de incerti-
No se trata de echar por la borda toda dumbre propuesto por Werner Heisem-
la experiencia histórica, la producción berg, quien observó que era imposible
teórica y documental, sino poner entre conocer en forma simultánea la posición
paréntesis las representaciones heredadas de una partícula subatómica y su canti-
respecto al sentido de una institución dad de movimiento (u otras magnitu-
como la nuestra, para poder pensarla des conjugadas). Cualquier intento de
en su novedad. Tarea que requiere de realizar mediciones interferiría sobre el
colectivos pensantes, capaces de asumir fenómeno. Se concluyó que este princi-
semejante incertidumbre y releer esos sa- pio no cuestionaba en sí las mediciones,
beres –teóricos y bibliotecológicos– desde sino que reflexionaba sobre la naturaleza
la perspectiva actual, para lo que es ne- intrínseca de las partículas. ¿Se aplicarán
cesario que la Biblioteca se ponga como estas ecuaciones a los saberes teóricos y
recurso para el pensamiento y las nuevas bibliotecológicos (como magnitudes
experiencias que buscan refundar lo co- conjugadas de una ecuación social) a que
mún cuando ha estallado. se refiere Scolnik?
El descubrimiento de Heisemberg,
Es posible que los saberes a que alude que le valió el Premio Nobel de Física

503
LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

(1932) dio fundamento a los conceptos Por otro lado, por su naturaleza de
de la física atómica en términos cuánti- nacional es necesario que se considere
cos, los cuales requieren la idea de pro- su presencia en el concierto mundial
babilidades. No existen hoy sistemas de en relación con su saber, su quehacer,
información que no estén basados en la sus significados. Por supuesto, implica
idea de probabilidad e incertidumbre. además que todo este organismo vivo
Sin embargo, en este trabajo se entien- extienda sus latidos, sus flujos de infor-
de que es necesario que en esta etapa mación a cada rincón de nuestra tierra.
de modernización –salto cuántico, ya En ese sentido también es única y es
que estamos– la BN preste muy seria entonces portadora de esa gran carga
atención al espejo que es hoy la socie- de la memoria de la cultura argentina.
dad que tiene ante sí, haciendo jus- Además, y no por mencionarse al final
tamente las cosas que hasta ahora no es de menor importancia, la comuni-
hizo, lo nuevo, incorporando la tec- dad profesional bibliotecaria del país
nología como su aliado y entrelazando ha depositado un cúmulo de expecta-
los saberes de otras disciplinas. tivas en relación con la profesión mis-
En este sentido, la Biblioteca Nacional ma, su lugar en la sociedad, su trascen-
argentina es única. Se podría aventurar dencia en la emisión estándares y la
que se trata de una primera edición, con recurrente propuesta de que la Biblio-
algunas correcciones. Su historia es la teca Nacional debe emitir un conjunto
historia de nuestro país, no solamente de opiniones, normativas y propuestas
en su cronología sino en los diversos y de mejores prácticas relativas a todas
notorios progresos, desencuentros, frus- esas cuestiones de índole técnica. Esto
traciones, avances, retrocesos, violencias, debe además acompañarse por una
esperanzas. De al- mejor comprensión de los fenómenos
guna manera esto y pulsos de nuestra sociedad.
Acotar los alcances de las accio- envuelve a todo La Secretaría de Cultura de la
nes de una biblioteca nacional lo que representa Presidencia de la Nación establece
a la voz sonora de los tiempos la memoria del mediante el Decreto 1386/96, del
de los fundadores visionarios país. Su existencia 29/11/96 4, un régimen legal y admi-
quizá nos despoje involuntaria- está metida en la nistrativo que contempla en sus con-
mente de los sucesivos momen- trama cultural del siderandos, en relación a la Biblioteca
tos de nuestra historia que país como lo hace Nacional, “... se dota a una de las ins-
fueron testigos de los aportes el mismo fútbol, tituciones de mayor arraigo histórico
de sus respectivos protagonis- que se cuela en y tradición cultural del país, del ins-
tas. Por eso, la BN se re-funda los rincones más trumento más adecuado para obtener
muchas veces. Hoy existen en insospechados de en la etapa de modernización que está
nuestro país instituciones que nuestras vidas. Es afrontando, el logro de sus objetivos”,
han logrado crecer a partir de lugar común que explícitos en ese decreto como sigue:
su fundación. Y crecer, mejorar en una charla de
–en síntesis: cambiar– es una café, junto a nues- a) Custodiar, acrecentar, preservar,
manera de re-fundarse. tros conciudada- conservar, registrar y difundir la me-
nos nos apasio- moria impresa de la cultura, con prio-
nemos y opinemos con fuerza, aun sin ridad en lo que hace a la herencia cul-
conocer, porque se trata de la BN, que es tural del país, recogida sobre cualquier
de todos, como lo es el fútbol. soporte permanente de información.

504
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

b) Prestar un servicio público de consul- directivos que han re-editado el con-


ta a los usuarios, con las características cepto adaptándolo a las circunstancias
que determine su reglamento interno. de sus épocas o necesidades propias y
c) Participar en la formación especiali- aun de índole personal. A esto hay que
zada y perfeccionamiento de recursos agregar que en estos tiempos, la infor-
humanos en materia bibliotecológica mación digital se escurre por la gran
y disciplinas conexas. red de Internet sin que tenga la for-
d) Realizar y fomentar toda otra activi- ma de impreso tradicional. Esta rea-
dad cultural que se considere pertinente, lidad crea espacios para que la BN se
acorde a los objetivos de la institución. manifieste acompañando los tiempos
y buscando su lugar en esta telaraña
En estos objetivos se puede leer también multidimensional.
la visión de los fundadores de la BN, Todas estas reflexiones pueden y quizá
que le asignan prioridades a la herencia merecen una urgente discusión y reno-
cultural del país asociada a la educación vada crítica, ya que ese tejido de valo-
continua del soberano. La palabra “cul- res refleja a una sociedad no como una
tura” define según la Real Academia instantánea sino que se trata más bien
Española5 a: “1. Conjunto de conoci- de una película que se filma y registra
mientos que permite a alguien desarro- en cada instante.
llar su juicio crítico” y “2. Conjunto de Mientras esto se discute propongo que
modos de vida y costumbres, conoci- fundados en la normativa vigente, se
mientos y grado de desarrollo artísti- impulsen y fortalezcan acciones que
co, científico, industrial, en una época, afirmen las bases institucionales para
grupo social, etc.”. lograr los objetivos fijados por el de-
Acotar los alcances de las acciones de creto, que identifica a un conjunto de
una biblioteca nacional a la voz sonora prioridades de índole bibliotecológica,
de los tiempos de los fundadores visio- pero que habrán de hacerse en conjun-
narios quizá nos despoje involuntaria- to con los sectores de la sociedad com-
mente de los sucesivos momentos de prometidos. Esto intenta reparar una
nuestra historia que fueron testigos deuda de casi 200 años.
de los aportes de sus respectivos pro-
tagonistas. Por eso, la BN se re-funda
muchas veces. Hoy existen en nuestro Abordaje estratégico
país instituciones que han logrado cre-
cer a partir de su fundación. Y crecer, La cuestión del planeamiento estraté-
mejorar –en síntesis: cambiar– es una gico ha sido tratada con diversos én-
manera de re-fundarse. fasis, generalmente orientados a maxi-
Además del alcance y significado que mizar objetivos de desempeño en una
encierra lo que el Decreto 1386/96 lla- determinada organización con fines
ma “la memoria impresa de la cultura” de lucro. Se habla en ese contexto de
en esta noble institución, el tejido de objetivos de venta, de “penetración del
información se compone de ciertos mercado”, etc. La BN, en general, no
elementos ocasionalmente intangibles posee este tipo de objetivos en el mar-
como resultan las acciones que nunca co de la jurisdicción de una Secretaría
recibieron la atención de la imprenta del Estado Nacional y la normativa
y que provienen de la galería de sus que desde allí se emite.

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

Los valores sobre los que la BN enfoca el a todos los aspectos esenciales del fun-
logro de sus objetivos, si bien abstractos y cionamiento de la organización, bási-
correspondientes a la “herencia cultural” y camente sustentada en un abordaje so-
la “memoria de la Nación”, se encuentran, ciológico. Fue desarrollada por Robert
desde lo bibliotecológico, representados Kaplan y David Norton, y publicada en
por las colecciones bibliográficas que se la Harvard Business Review en 19926 y
alojan en sus estanterías y depósitos. Las se conoce como Tablero de Comandos
colecciones adquieren un valor infinito y o Balanced Score Card.
quienes trabajamos aquí debemos com- El alcance de este trabajo admite la
partir esta visión de los valores de nuestra utilización de esta herramienta como
identidad y ser nacional. marco de análisis, potencialmente útil
Para analizar este abordaje estratégico para concretar una gestión abocada a
se recurre, en general, a dos tipos de la modernización de la BN.
herramientas de la gestión de organi- Se parte de representar de una manera
zaciones (management) que son: gráfica los cuatro elementos principales
1. Abordaje de las organizaciones de sobre los que se sustentan las acciones
tipo industrial. de una organización cuya visión de tra-
2. Abordaje de índole sociológico. ma social ha logrado identificar clara-
mente los valores que la sostienen. La
La herramienta que propongo analizar a identificación de ese valor o conjunto
Fig. 1. El Tablero de
Comandos (Balanced continuación tiene elementos que pro- de valores es central en este abordaje.
Score Card) curan facilitar una mirada equilibrada Todo lo que se analice después debe

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

tener como filtro principal el valor o las capacidades de procesamiento in-


conjunto de valores de la organización terno de la organización (Cuadro 2) y
que se constituye entonces en la visión las demandas de los usuarios/lectores
de la organización. Los objetivos y mi- (Cuadro 3), cualquiera que sea el “pro-
sión, para el caso de la Biblioteca Na- ducto” o “servicio” que está en juego
cional ya fueron explicitados. entre el usuario y la organización.
El cuadro central de este gráfico asigna Ambas visiones en los extremos horizon-
a la visión central de la organización tales de esta figura deben buscar el equi-
un foco residente en los valores antes librio. Cada extremo horizontal de esa
Tabla 1. La satisfacción del
mencionados. El concepto de este mé- figura requiere acciones con objetivos usuario/lector y los
todo es que se busque equilibrio entre asociados, e indicadores mensurables. procesos internos

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

El Cuadro 4, constituido por: usuarios de BN y la organización, con


a) Organizaciones “externas” a la BN y sus procesos internos. Esto tiene rele-
que apoyan, fiscalizan y auditan su ac- vancia toda vez que sea mirado a través
cionar dentro del Estado. La Secretaría del significado de “ser custodios de la
de la Gestión Pública, los programas herencia cultural”.
de mejora de la calidad, como la Car- Ese mensaje puede tener diversas for-
ta Compromiso, que sirven de apoyo mas de ser comunicado: folletería dis-
para la gestión de la organización. ponible; personal amable y capacitado;
b) Organizaciones pares, potenciales o servicios pautados en cada etapa de su
reales socios en el logro de los objetivos y prestación: búsquedas de información
el cumplimiento de la misión de la BN. confiable, orientación y referencia,
c) Los consejos consultivos biblioteca- ágil entrega de los materiales en condi-
rios y de investigadores. ciones de ser utilizados, servicios con
d) Los organismos que financian el apoyo tecnológico, atención persona-
presupuesto y otros que realizan apor- lizada, investigación asistida, bases de
tes y donaciones. datos confiables, tiempos de respuesta
aceptables, sistemas que evolucionan y
El Cuadro 5 contiene el conjunto de se adaptan, etc.
acciones concretas de aprendizaje in- Este mensaje está representado por las
dividual y organizacional, todas las flechas que conectan los cuadros 2 y 3
actividades de capacitación y reflexión de la Fig. 1. La representación gráfica
sobre la tarea y la participación activa de esta relación entre usuarios y proce-
de la BN en las organizaciones de bi- sos internos no es caprichosa y es evi-
bliotecas y otras. dente que busca incluir a la visión y los
El eje vertical del Tablero pretende valores que son centrales en esa figura.
buscar relaciones de equilibrio entre Además, cada uno de los cuadros del
quienes pueden aportar desde lo exter- esquema (2 a 5) Tablero de Comandos,
no y los esfuerzos que se pueden reali- trabaja con indicadores internos, que se
zar, orientados a mejoras en las capaci- relacionan entre sí permitiendo conocer
dades para el cambio y el aprendizaje. el estado individual de cada elemento,
La organización Biblioteca Nacional, grupo de elementos de un cuadro y la
como tal, debe emitir un mensaje con- magnitud de su impacto en los elemen-
tinuo sobre los valores que rigen sus ac- tos de los otros cuadros. La selección de
ciones. La idea de comunicación como estos indicadores es la clave para la uti-
fenómeno social adquiere una enorme lización de esta herramienta.
dimensión que habla del prestigio, la La tabla 1 relaciona algunas de las di-
calidad, la eficiencia, la confiabilidad, mensiones posibles de la satisfacción
Tabla 2. 14 meses del
como valores que edifiquen y sosten- del lector/usuario con los procesos in-
inventario de libros gan la mejor relación posible entre los ternos que debe realizar la BN.

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Tabla 3. Resultados
El inventario El ingreso de los lectores/usuarios al esperados en los nuevos
edificio de la BN inventarios

La realización del Inventario 2005-


2006 (a punto de finalizar) constituye Todos los lectores y concurrentes a
un enorme avance en el logro de ob- las actividades culturales realizadas en
jetivos de procesamiento interno (Fig. la BN acceden por un único lugar: la
1. - Cuadro 2) que indican a grandes Planta Baja. Desde hace unas pocas se-
rasgos los siguientes datos: manas se inició el registro informatizado
Éste es un poderoso mensaje que cla- de los lectores y ya se han incorporado
rifica que quienes son honrados con a la base de datos unos 1.300 registros
la función que les toca cumplir en la correspondientes a los datos personales
Biblioteca Nacional asignan enorme de quienes acceden a la BN.
valor a lo que realizan y a los ele- Estas primeras acciones serán conti-
mentos y personas con los que tra- nuadas mediante la producción de una
bajan. Cuando se tomó la decisión credencial que acredita la identifica-
de realizar un inventario, reclamado ción personalizada de cada lector. Esto
por todos y también criticado por- permitirá agilizar el trámite de ingreso,
que los pasantes y otro personal de la circulación en el edificio y las áreas
supervisión fueron estudiantes uni- de colecciones especiales y el uso de las
versitarios y no personal de la BN, colecciones que cada lector realice.
se comprendía con claridad que el Estas primeras acciones deben fortalecer
logro de estos resultados no hubiera el mensaje para el lector de que en la BN
sido posible sin la participación y or- se valoran: a) las colecciones y b) los lec-
ganización que se utilizó. tores/usuarios que se acercan a ella.
La Prof. Ana M. Sanllorenti ha des-
cripto los detalles del inventario en
el último número de la revista La Bi- El proyecto Padrinazgo Editorial y
blioteca8. Ahora quedan por realizarse la bibliografía nacional
los inventarios de revistas (hemero-
teca: ya en tareas de pre-inventario), Ahora que el inventario realizado per-
tesoro y partituras (a punto de co- mite que se identifique a todos los
menzar) (Tabla 3). Se ha previsto la libros que tiene la BN, también será
participación de todo el personal de posible identificar lo que la Biblioteca
la Biblioteca Nacional y los pasantes Nacional no tiene en su patrimonio
y supervisores que colaboraron en el bibliográfico. Merced a los contactos
inventario de libros. realizados por el Dr. Horacio Paglio-
Se esperan estos resultados al finalizar ne7, las editoriales colaborarán con la
estos nuevos inventarios. BN en el logro del objetivo de comple-
tar las colecciones. Nuestro ejercicio de

509
LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

la imaginación nos permitirá ensayar tas dos operaciones permitirán clarificar


la idea de que entre las editoriales y la los esfuerzos técnicos y presupuestarios
Biblioteca Nacional será posible crear necesarios para una clara definición de
una nueva relación de confianza capaz política de adquisiciones y criterios de
de cristalizar ese sueño de la bibliogra- desarrollo de las colecciones.
fía nacional, tan impecablemente tra- Por lo pronto, sobre todo el material
tado por la Prof. Susana Romanos en que ingrese a la BN deben aplicarse
su artículo en La Biblioteca9. criterios de selección que tendrán por
En la Fig. 1 - Cuadro 2: se ilustra una objetivo ajustar el ingreso al concepto
gran variedad y cantidad de procesos de “herencia cultural”, y dimensionar-
internos que podrán garantizar, a su fi- lo según las capacidades reales de pro-
nalización, que la BN valora sus colec- cesamiento, registro y conservación
ciones, es decir, la herencia cultural que disponibles actualmente y los planes
se le ha confiado, y está haciendo todos que desarrolla la BN.
los esfuerzos para que a la brevedad es- Se ha estimado que deberían ingresar a
tén disponibles para su utilización. la BN alrededor de 110.000 piezas bi-
Asociado a estas acciones será impor- bliográficas por año y ello equivale a un
tante crear una comisión de valuación promedio de alrededor de 500 piezas
del patrimonio bibliográfico. Recien- diarias. Sin dudas, deberán ajustarse las
temente, una experta ha valuado una capacidades para seleccionar, inventa-
de las obras que se encuentra en el Te- riar, catalogar y clasificar rápidamente
soro de la BN en una suma superior a este material para que esté disponible
los 100.000 dólares. Esta experiencia para el préstamo al lector. Trabajar para
debe hacer que la BN reflexione sobre el logro de este objetivo redundará en
los aspectos de seguridad y custodia, una mayor satisfacción para el lector.
así como los criterios de desarrollo de Además, será importante fortalecer
las colecciones. Una rigurosa actividad estas capacidades para sustentar el cré-
de capacitación conducida por esta dito de confianza que hoy goza la BN.
experta puede dar comienzo a crear la Será necesario aplicar una tecnología
conciencia y establecer mejoras en el que facilite el rápido procesamiento de
tratamiento de las colecciones, la re- estos materiales. Quienes donan ma-
cepción de donaciones y la selección teriales deberán conocer cuáles son las
de los materiales bibliográficos. piezas que la BN (y sus lectores) acep-
tarán, los tiempos de procesamiento
y el tratamiento general que recibirán
Ingreso unificado de materiales a la sus donaciones. El proceso de selec-
BN. Políticas de adquisición, canje y ción que se aplicará a los materiales
donaciones que ingresan facilitará mejoras en la
logística de conservación y preserva-
La misión de la BN como recopiladora ción y de la planificación de compra y
de toda la producción literaria nacional la ocupación de las estanterías.
exige la instrumentación de rigurosas En el momento del ingreso de los mate-
medidas para el logro de su cumpli- riales, en forma unificada, se aplicarán cri-
miento. Será importantísima la aten- terios de selección alineados con los con-
ción que se preste a la evaluación de las ceptos contenidos en los objetivos de la
donaciones y las acciones de canje. Es- BN. Se proponen estos criterios básicos:

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Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Figura 2. Bosquejo de
propuesta del circuito
de ingreso de materiales
bibliográficos

1. Materiales de autores argentinos - el estudio teórico de los fenómenos


No más de 4 ejemplares. de la recuperación de información
2. Materiales sobre Argentina - No surgen en el siglo XIX, cuando se de-
más de 4 ejemplares. tectó que la cantidad de información
3. Materiales sobre Argentina y de au- impresa podría representar un desafío
tores argentinos en otros idiomas - No de dimensiones importantes. Luego, el
más de 2 ejemplares. agregado de un nuevo escenario tecno-
4. Otros materiales - No más de 2 lógico, ya cerca del final del Siglo XX,
ejemplares. planteó nuevos desafíos.
Los objetivos de los sistemas diseñados
Será factible considerar otros crite- para la recuperación de la información
rios, a saber: incremento del número –eje de la profesión bibliotecaria–,
de ejemplares en función de la posible fueron estudiados por Thomas Hyde10,
demanda, pero nunca más de 8 ejem- Antonio Panizzi11, Charles Cutter12,
plares, reservando uno siempre para S. R. Ranganathan13, Seymour Lu-
preservación. betzky14 y más recientemente, como
Parece factible considerar un circuito cuerpo profesional internacional, la
de ingreso de los materiales según se IFLA15 o International Federation of
detalla en la Figura 2. Library Associations and Institutions.
Hyde en 1674 dejó claro la diferen-
cia entre el concepto de información y
Sistematización de la información aquellos documentos que la contienen,
catalogación + clasificación + siste- en su prefacio al Catalogue for the Bo-
mas informáticos dleian Library. Panizzi recibió el encargo
de proponer una manera de preparar el
Si bien las bibliotecas han existido du- catálogo del British Museum en 1850.
rante siglos, las preocupaciones por Ranganathan, matemático hindú con-

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

siderado por muchos como el padre de b) el título


la bibliotecología, elaboró las siguien- c) el tema
tes “leyes” de la bibliotecología: 2. mostrar lo que la biblioteca tiene
1. Los libros existen para ser utilizados. a) de un autor
2. A cada libro le corresponde un lector. b) sobre un determinado tema
3. A cada lector le corresponde un libro. c) sobre un tipo dado de literatura
4. Se debe ahorrar tiempo al lector. 3. ayudar al lector a seleccionar libros
5. La biblioteca es un organismo en a) entre varias ediciones
crecimiento. b) según su carácter literario o te-
Michael Gorman16, presidente de la mático
American Library Association en el pe- Los conceptos arriba señalados están
ríodo 2005-2006, junto a Crawford, muy bien desarrollados en el libro de
propuso las mismas leyes de Rangana- Elaine Svenonius titulado The intellec-
than con una visión quizás un tanto tual foundation of information organi-
más amplia y actual: zation, editado por MIT Press, Cam-
bridge, 200117.
1. Las bibliotecas sirven a toda la Baste este breve resumen para destacar
humanidad. los fundamentos sobre los cuales la BN
2. Se deben respetar todas las formas deberá construir las respuestas que bus-
en las que el conocimiento humano es can los lectores en función de los nue-
transmitido. vos escenarios y su probable evolución.
3. Se debe utilizar la tecnología de forma Se puede decir que si la BN no alcanza
inteligente para mejorar los servicios. estos objetivos, no podrá asumir como
4. Se debe proteger el libre acceso al modelo de biblioteca en Argentina.
conocimiento. Este apartado merece un tratamiento
5. Se debe respetar el pasado y crear especial porque combina las clásicas
el futuro. operaciones bibliotecarias por exce-
lencia (catalogación y clasificación) y
Otro aporte de Ranganathan debe los sistemas informáticos que brindan
destacarse: se refirió a una obra cuando apoyo a esa tarea. En la actualidad, es-
se trataba de un pensamiento o idea, tos asuntos determinan la calidad de
mientras que su incorporación era, los servicios a los que el lector (usuario,
en su lenguaje, un documento. Por su en general) de la BN puede acceder.
parte, Lubetzky distinguió a una obra Por su calidad de nacional la BN de-
como (1) información, (2) el conteni- berá aceptar que sus lectores y usuarios
do sin cuerpo de un mensaje o (3) un son muchos más que los que acuden a
pensamiento expresado. Un libro sería sus salas de lectura. Existe un impor-
por tanto un objeto físico que incor- tante conjunto de potenciales lectores
pora o manifiesta a una obra. de sus colecciones que denominare-
Cutter, en 1876, explicitó por primera mos remotos (se encuentran a una dis-
vez los objetivos de un sistema biblio- tancia física de los servicios que ofrece
gráfico de la siguiente manera: la BN). También se incluyen aquí a los
lectores de otros países.
1. Ayudar a un lector a encontrar un La tecnología interviene entonces para
libro del cual se conoce: facilitar el acceso a la información dispo-
a) el autor nible en la BN. El procesamiento inte-

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Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

lectual de la información que representa alternativas que la BN asuma el lugar


cada pieza bibliográfica se realiza en las que le corresponde y sea el referente
bibliotecas desde todos los tiempos me- en las cuestiones relativas a la adop-
diante la catalogación y la clasificación. ción del estándar MARC21 (Machine
Estas operaciones bibliotecarias per- Readeable Cataloging) y las reglas de
miten que el lector (remoto o local) catalogación anglo americanas. Si aún
identifique eficazmente a una deter- no se ha reflexionado lo suficiente so-
minada pieza bibliográfica, aliviando bre estos asuntos que hacen que hoy
la angustia de la ambigüedad e inten- las bibliotecas de nuestro país se en-
tando reducir la necesaria incertidum- cuentren en su gran mayoría aisladas
bre. La tecnología informática, con su y sumergidas en marañas de informa-
complejidad a escondidas, provee los ción sin procesar y brindando servicios
medios rápidos, gráficos y amigables precarios, llegó el momento de decidir
que buscan la satisfacción del lector. y continuar aprendiendo mientras se
La sofisticación ha logrado que los sis- hace el camino.
temas propongan a quienes los consul- MARC21 se ha constituido actualmen-
tan algunas alternativas para lograr los te en el estándar para la catalogación.
mejores resultados. En lenguaje simple, es un formato o
Tanto los esfuerzos bibliotecarios conjunto de casilleros en los cuales se
como los informáticos son tibios, colocará información descriptiva o re-
pero ciertamente positivos, intentos presentativa del documento a catalo-
por reducir la incertidumbre innata gar. Esta estructura ha adoptado la ca-
frente a un catálogo. lidad de estándar internacional como
A pesar de esto, no hay un sustituto norma ISO 2709. La manera en que se
mejor que la reducción del problema registra la información dentro de esos
de la recuperación de la información casilleros está totalmente desarrollada
que proviene tanto de la biblioteco- (y en constante evolución) gracias al
logía como de la informática. Se dice establecimiento de reglas de catalo-
que es el desafío de esta época. gación. Se ha reconocido a las Reglas
Lo que resulta inevitable es que la BN Angloamericanas como el estándar
tome decisiones inmediatas respec- para este registro.
to de ambos asuntos, porque prime- Es importante mencionar que la es-
ramente existe un gran conjunto de tructura de registros MARC21 a su vez
lectores que esperan que estas cuestio- tiene los siguientes tipos de registros:
nes se resuelvan y porque cada día de
postergación hace más difícil que se Registros de autoridades (nombres per-
resuelvan. En otro artículo de mi au- sonales, institucionales y temáticos).
toría, presento para el debate la idea de Registros bibliográficos (incluye todo
que según consideraciones puramente tipo de sustratos o soportes).
económicas, es urgente y necesario Registros de clasificación.
adoptar MARC21 como estándar para Registros de información para la
la catalogación en Argentina18. comunidad.
Con respecto a las cuestiones biblio- Registros sobre existencias (de ejem-
tecarias sobre las cuales la comunidad plares, fascículos, etc.).
bibliotecaria también espera que la Retomando lo indicado arriba respec-
BN tome decisiones, no quedan más to a los procesos internos, esto signifi-

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ca replantear toda la concepción de los Esta última reflexión nos lleva a plan-
procesos técnicos de la BN, pensando tear la necesidad de contar con todo
a los mismos como Procesos Técnicos lo necesario para tener una sola base
Integrados. Será necesario integrar de datos con los contenidos revisados
todo el procesamiento básico de libros, y normalizados, con los controles de
revistas y otros soportes al mismo pro- calidad conocidos y aplicados en las
ceso de inventariado. Esto permitirá mejores bibliotecas.
disponer rápidamente el material para
su utilización, provocando un gran
impacto en el lector. Luego el material Sistemas informáticos
se procesará con mayor profundidad
según criterios de prioridad. La Biblioteca Nacional se enfrenta al
El esquema de la página anterior ilus- desafío de profundizar los esfuerzos para
tra la propuesta. una utilización de las tecnologías de la
Las descripciones del significado de información. Para ello, es necesario repa-
MARC21 como estándar han sido sar la situación de dos aspectos determi-
objeto de estudio detallado en muchos nantes para el éxito en este desafío:
cursos, talleres, publicaciones de dis-
tinto alcance, nacional e internacional. a) los recursos humanos.
Solo resta tomar las decisiones que los b) el software de aplicación; el concep-
profesionales asumirán, con todo lo que to de Código Abierto (Open Source).
ello implica. Es necesario admitir que en
estas cosas hace falta experiencia que será Sobre el primer punto, se puede afir-
necesario construir. Hacerse cargo de mar que de las 16 personas que compo-
esta necesidad nos lleva a admitir que en nen el equipo del área de Informática,
el mundo de la catalogación, donde esta entre 4 y 6 de ellas realizan hoy tareas
BN debe tener presencia, la adopción que pueden calificarse de desarrollo y
de estos estándares lleva a pensar en los mantenimiento de aplicaciones. Estas
Programas de Catalogación Cooperativa tareas se distinguen del mantenimien-
(PCC o Program for Cooperative to físico de la red, del mantenimiento
Cataloging) en los cuales participan de los equipos y del mantenimiento de
bibliotecas que reconocen la importan- software para oficinas.
cia de compartir y cooperar. Todas las tareas que se realizan den-
Tanto el formato MARC21 como las tro de cualquier institución, y en el
reglas de catalogación anglo america- caso de una biblioteca, el desarrollo y
nas constituyen para la BN los están- mantenimiento de aplicaciones para la
dares para la catalogación de todo tipo gestión administrativa y bibliotecoló-
de material bibliográfico. gica de la Biblioteca Nacional requiere
La falta de estandarización verificada a de un equipo humano que esté en
la fecha redunda en que la BN no tenga condiciones de realizar programación
una única base de datos con todos los en lenguajes actuales aptos para los
materiales debidamente ordenados, tal ambientes web y en un contexto de
como alguna vez se enorgulleció de grandes bases de datos. Además, los
poseer un fichero único y completo contenidos de esas bases de datos
con toda la información, ahora total- deben ser utilizados por una diversidad
mente desactualizado. de usuarios del país y del exterior.

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

Este hecho puede ser útil para asignar diseño de esa herramienta. Para tener
prioridades de índole política al desarro- en la actualidad una funcionalidad
llo del área de soporte tecnológico a la determinada, será necesario volver a
labor de la Biblioteca Nacional. Todos pagar el precio para un nuevo diseño.
los quehaceres de la Biblioteca son La opción b) en la actualidad podría
importantes. Sólo parece que importa haber provisto soluciones al problema
responder de manera contundente a la de actualización, ya que se contaba con
necesidad de la comunidad de lectores, el código de programación y con el per-
investigadores y otras incumbencias. sonal formado para encarar un proyecto
En el informe recibido recientemente de mejora, adaptación o nuevo diseño.
de la Unidad de Auditoría Interna y No existe en la Biblioteca Nacional el
de la SIGEN se presenta como un conocimiento ni la experiencia para
hallazgo importante el hecho de “no desarrollar una aplicación adaptable
contar con un sistema informático a las necesidades propias del registro
integral e integrado que permita reali- bibliográfico en ese estándar interna-
zar el control y seguimiento de todos cional. Esta carencia puede abordarse
los movimientos del material biblio- de al menos dos maneras:
gráfico de la Biblioteca Nacional”.
Existen al menos dos opciones en el Es en esta etapa donde ante la carencia
mercado de provisión de software de recursos humanos y (probablemen-
actualmente: te) materiales, se ilustra con claridad la
visión del Fig. 1 - Cuadro 5, titulado
a) se diseña y encarga a un proveedor Visión económico-financiera y de ges-
el software y la capacitación que la tión. Esta visión agrupa a entidades ex-
institución necesita; ternas a la organización, que en el caso
b) se diseña, se programa, se prueba, de la Biblioteca Nacional incluye a va-
se instala y capacita a los usuarios del rios organismos que evalúan y apoyan la
software producido con el personal de gestión. No se trata entonces solamente
la propia institución. del apoyo económico-financiero.
La ONTI (Oficina Nacional de Tecno-
La Biblioteca Nacional puede adoptar logías de la Información), organismo
el camino indicado en a). Esto implica dependiente de la Secretaría de la Ges-
contar con los fondos necesarios para tión Pública, impulsa la adopción de
ello y contemplar el mantenimiento, Software de Código Abierto o Software
la actualización y el soporte técnico Libre, en idioma inglés Open Source, en
necesarios para que la decisión sea el ámbito de la Administración Pública.
sostenible. Al día de la fecha, las En este contexto, se propone el uso del
decisiones asumidas sobre este parti- software Catalis19, que consiste en una
cular revelan la siguiente situación: se interfaz de catalogación en formato
asumió el costo de encargar a un pro- MARC21, distribuido gratuitamente
veedor de software, pero no es posible y en el marco del nuevo paradigma del
ahora actualizar la funcionalidad de Software Libre (en inglés, Open Source,
la herramienta ni se cuenta con los que significa “de código abierto”).
recursos humanos con la preparación Este software ha sido desarrollado
necesaria para realizar las modificacio- mayormente por un profesional del
nes, o simplemente plantear un nuevo CONICET, el Lic. Fernando Gómez.

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Su desarrollo ha sido probado inten- 2. La formación de un equipo de


sivamente desde hace tres años en la trabajo con los contratados y parte
Biblioteca Central de la Universidad del personal de Informática cuyo
Nacional del Sur y se han migrado las objetivo principal será asegurar la
bases de datos que se encontraban en transferencia de los conocimientos y
otro formato. Las tareas de migración la experiencia obtenida por los con-
de datos a MARC21 fueron realiza- tratados. Esto fortalecerá la incipiente
das en conjunto por Gómez y otro experiencia de desarrollo de software
personal de la Universidad Nacional que tiene el personal de informática
del Sur, conformándose un equipo de la Biblioteca Nacional.
de trabajo que ha llevado adelante En estos asuntos es evidente que
desde hace más de tres años una tarea se deberá iniciar un fuerte proceso
muy intensa en el diseño y prueba de de aprendizaje, ya que la opción de
prototipos de módulos que se pueden Open Source requiere formación de
acoplar al desarrollo de base. La adap- personal, la adopción de nuevas he-
tación de este software para trabajar rramientas y fortalecer la práctica de
sobre un servidor Linux fue realizada desarrollos y el trabajo en equipo.
en conjunto y se han realizado pruebas Ésta es, además, la única opción que
de integrar bases de datos de distintas permite que la Biblioteca Nacional al-
bibliotecas ya que el haber adoptado el cance dentro de plazos manejables de
formato MARC21 –reconocido están- tiempo, la madurez hacia la autosufi-
dar– facilita enormemente esa tarea. ciencia en esta área estratégica.
La existencia de este equipo de desa-
rrolladores y de un producto específico
de reconocida calidad en el ambiente Un escenario tecnológico posible en
Open Source sugieren a este director la el corto plazo. La biblioteca digital
posibilidad de contratar a estos profe-
sionales y resolver dos temas pendien- Los principios enunciados por Charles
tes de la Biblioteca Nacional: Cutter en 1876 tienen aún vigencia
1. La adopción definitiva del formato para los catálogos de una biblioteca, ya
estándar MARC21 mediante la utili- sean catálogos o ficheros manuales o Tabla 4. Opciones de
zación del software Catalis. catálogos en línea y de acceso público adquisición de software

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

(OPAC: Online Public Access Catalog). la posibilidad de un intercambio más


La adopción del formato MARC21, ágil, mediante el uso del lenguaje XML
las reglas de catalogación anglo ame- (eXtensible Markup Language).
ricanas y la definición de criterios de Un ejemplo sencillo de las ventajas de
prioridad y contenido deben consti- esta tecnología es el que utilizan los
tuir la base del catálogo de la BN. Esto periódicos más conocidos (Clarín, La
es factible en el corto plazo. Nación, etc.) y que se conoce como
Al considerar la idea de biblioteca di- RSS (Really Simple Syndication).
gital, la BN debe iniciar estos caminos Consiste, en el caso de los periódicos,
con firmeza y vocación de cambio y en la transmisión automática a sus
aprendizaje. Este aprendizaje de todos suscriptores, de las noticias a medida
los sectores de la BN debe concretar- que éstas se registran. En una biblio-
se con prioridad en entender que la teca, se transmiten por ejemplo, los
institución, justamente, por tratarse registros bibliográficos de los libros a
de una biblioteca en el siglo XXI, no medida que éstos van ingresando o de
puede ser un conjunto de islas de un los eventos culturales que también se
gran archipiélago. Se trata más bien de registran como parte de la memoria
un cuerpo, con sistemas y órganos que de la biblioteca. La capacidad de los
desempeñan cada uno sus funciones sistemas de contar con registros clasifi-
eficientemente y hacen del todo un cados facilita al lector la posibilidad de
cuerpo sano, vivo, feliz, en crecimien- seleccionar los asuntos sobre los que
to y por tanto, consciente de su lugar desea estar actualizado.
en el Estado y en la sociedad. Por todo También, los sistemas ONIX (Online
esto, el desafío será aprender a trabajar Information Exchange), que incor-
en equipos hacia adentro. poran la tecnología XML facilita el
Otro componente importante y necesa- intercambio de información de la
rio de una biblioteca digital es la norma- Biblioteca con las editoriales, median-
tiva o estándares cuyo alcance ya supera te los anuncios de pre-publicación.
cualquier frontera real o imaginaria. Se han desarrollado marcos de tra-
La BN debe asumir, para sí y para las bajo (frameworks) que facilitan los
bibliotecas del país, el rol de liderazgo. intercambios en redes formalizadas de
Entonces, recién entonces, tendrá rele- instituciones, como podría ser el caso
vancia el manejo de los conceptos de ABINIA. En el RDF (Resource
y herramientas como los metadatos Description Framework) se renueva la
porque éstos fueron creados a partir idea de la web semántica, propuesta
de la noción de compartir recursos de inicialmente por el creador de la web,
información y datos, espíritu que se Tim Berners-Lee, en 1997. La web
materializa en la red de redes: Internet. semántica pretende brindar a la web
A partir de la adopción de MARC21 un tipo de estructura que permita que
se dice que la institución se encuentra las computadoras traten a los conte-
en condiciones de compartir registros nidos de maneras más significativas
bibliográficos. Esto se puede realizar para los usuarios, una estructura que
de manera directa, mediante el uso del facilite la desambiguación mejorando
estándar ISO 2709, tanto para enviar la posibilidad de compartir y procesar
como para recibir un registro bibliográ- automáticamente mediante un conjun-
fico. La tecnología web admite ahora to de reglas de inferencia que se puedan

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

utilizar para ejecutar implementaciones ambas tareas hasta concluirlas repa-


de “razonamiento automatizado”. sando a toda la colección. Estas ope-
El estándar MARC21 se encuentra en raciones deben encararse inicialmente
constante evolución. La presencia de orientadas a cubrir todo documento
la tecnología web ha traído consigo los argentino o sobre Argentina.
conceptos de integración de recursos y Todo esto debe dar lugar a la construcción
el trabajo cooperativo y colaborativo. de un catálogo y portal de la BN, desde el
Las herramientas como el XML han cual se permita la consulta al público lector
mejorado considerablemente la capa- y usuario de los servicios de la BN.
cidad de fluidez de los datos y la infor-
mación entre distintos sistemas. La
iniciativa MODS (Metadata Object Conclusión
Description Schema), desarrollada por
la Library of Congress simplifica el La BN será biblioteca en el lenguaje téc-
manejo de MARC21. Se trata de una nico cuando pueda ser referente en las
iniciativa que aún se debe desarrollar cuestiones técnicas arriba mencionadas,
en idioma español. superficialmente discutidas aquí.
En lo relativo a metadatos ya exis- Ni hablar de la necesidad de que se
ten numerosas implementaciones de discutan los componentes de la histo-
estructuras aptas para la catalogación ria, la herencia cultural, convocando a
de mapas, información para el ciu- todos los que somos hoy responsables
dadano, información para el estado, de construir este día a día, de nuestra
control de autoridades de nombres biblioteca y de nuestra sociedad.
personales, institucionales y temáticas, Faltarán los elementos de la experiencia,
citas bibliográficas, imágenes, etc. de lo que al menos ha sido documenta-
La BN debe asumir los procesos de do, para construir a partir de allí todo
aprendizaje que involucran este “salto lo que requiere este país (y esta biblio-
cuántico” en la bibliotecología. teca). Sin esas experiencias habremos de
repetir los mismos errores, que son los
errores que los lectores logran disimular
La preservación de documentos con benebolencia. La acción de disi-
mular, sin embargo, genera tensiones e
Asociado a estas tecnologías, el traba- impaciencia. Se trata de la impaciencia
jo de preservación debe apoyarse en de quien no encuentra el documento
la tecnología de la microfilmación y que busca para sostener sus críticas y
digitalización, en un plan en el cual aportes al necesario fortalecimiento de
durante las 24 horas del día se realicen nuestra dolida sociedad.

NOTAS

1. Scolnik, Sebastián. “Lo que callan los archivos”, La Biblioteca, N° 1, verano de 2004/5.
2. Spedalieri, Graciela, “Encuesta sobre catálogos y catalogación” y “Resultados de la encuesta sobre catálogos y
catalogación en las bibliotecas argentinas participantes del Simposio Electrónico” La catalogación en Argentina,
Sociedad Argentina de Información, 18 de mayo al 16 de junio de 1998. Publicado en Revista Argentina de
Bibliotecología. vol. 2, pp. 20-29.
3. Santa Biblia, Evangelio según San Mateo, cap. 23, ver. 23.
4. Argentina. Leyes. Decreto 1386/96, del 29/11/96, http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/mostrarBusqueda-
Normas.doc [Consultado 23 de junio de 2006]

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

5. Diccionario de la Real Academia Española, 22a Edición, 2a tirada, http://buscon.rae.es/draeI [Consultado 23


de junio de 2006]
6. Norton D. and Kaplan, R., “The balanced scorecard: measures that drive performance”, Harvard Business
Review, p. 70 (1), 1992.
7. Paglione, Horacio. Texto inédito. Ver Anexo I.
8. Sanllorenti, Ana María, “Libros de la Biblioteca Nacional: cimientos de nuestra comunidad”, La Biblioteca
N° 2-3, Edición doble, invierno de 2005.
9. Romanos de Tiratel, Susana, “La bibliografía nacional: una deuda pendiente”, La Biblioteca N° 1, verano
de 2004/5.
10. Hyde, Thomas. Citado en Peete, Julia (1936) “The development of authorship entry and the formation
of authorship rules as found in the anglo-american code”, Library Quarterly 6: pp. 270-290. Reimpreso en
Foundations of Cataloging: a Source Book, editado por Michael Carpenter y Elaine Svenonius, pp. 172-189.
Littleton, Colo., Libraries Unlimited, 1985.
11. Panizzi, Anthony (1850), “Mr. Panizzi to the Right Hon. The earl of Ellesmere. British Museum, January
29th, 1828.” Citado en: Appendix to the Report of the Commissioners Appointed to Inquire into the Constitution
and Management of the British Museum, 378-395. London, HMSO. Reimpreso en Foundations of Cataloging:
a Source Book, editado por Michael Carpenter y Elaine Svenonius, pp. 172-189. Littleton, Colo., Libraries
Unlimited, 1985.
12. Cutter, Charles A. (1876), “Library Catalogues”. En Public Libraries in the United States of America: their
history, condition and management. Special Report. Part 1, pp. 526-575. Bureau of education. Reimpreso en
Monograph Series, N° 4, Urbana: University of Illinois, Graduate School of Library Science.
13. Ranganathan, Shiyali Ramanrita (1965), The Colon Classification. Rutgers Series on Systems for the
Intellectual Organization of Information, New Brunswick, NJ. Rutgers.
14. Lubetzky, Seymour (1969), Principles of Cataloging. Final Report. Phase I. Descriptive Cataloging. Los
Angeles, University of California, Institute of Library Research.
15. IFLA - International Federation of Library Asociations and Institutions (1962), Report: “Proceedings of
the International Conference on Cataloging Principles”, Paris, 9-18 October, 1961. London: IFLA; y otros
informes más recientes. IFLA (1998) Functional Requirements for Bibliographic Records. Final Report:
UBCIM Publications. New Series vol. 19. Munich. K. G. Saur y actualizaciones en el sitio web de IFLA.
16. Crawford, Walter, Gorman, Michael, Updated Laws of Library Science. Future Libraries: Dreams, Madness
and Reality, Chicago, American Library Association, 1995.
17. Svenonius, Elaine (2000), The intellectual foundation of Information Organization. Digital Libraries and
Electronic publishing series. MIT Press. Cambridge, Massachusetts.
18. Herrera, Luis, MARC21 y conceptos de economía en las decisiones bibliotecarias. Información, cultura y
sociedad, N° 13, pp. 101-114, 2005.
19. htttp://inmabb.criba.edu.ar/catalis [Consultado el 22 de Julio de 2006].

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Anexo I • en primer lugar, velando por el cum-


plimiento de la ley de depósito legal,
Reproducido con permiso del Dr. para que, de ahora en más, todo libro
Horacio Paglione. editado en territorio argentino ingrese
debidamente a la BN;
PROYECTO DE RECUPERACIÓN • en segundo lugar, solicitando a las
PATRIMONIAL DE LA BIBLIO- editoriales argentinas que apadrinen
TECA NACIONAL a la BN, donando –por medio del
presente Proyecto de Recuperación
Patrimonial– los libros faltantes en
Fundamentos y objetivos su patrimonio que todavía posean
en catálogo;
Es misión de la Biblioteca Nacional • en tercer lugar, dándose la BN una
registrar, preservar, custodiar, acre- política sistemática de compras en li-
centar y difundir la memoria publi- brerías de libros antiguos y agotados de
cada de la cultura del país. Sin em- todos aquellos ejemplares faltantes de
bargo, reiterados diagnósticos han edición argentina que, o bien las casas
indicado que –ya sea por diversas fa- editoriales no pueden donar porque
lencias en su propio funcionamiento los tienen agotados, o bien se trata de
o en el cumplimiento efectivo de la obras publicadas por editoriales que
ley depósito legal– la Biblioteca Na- ya no existen.
cional no cuenta en su patrimonio
con la totalidad de lo editado en el
país a lo largo de su historia. El Pro- Lema
yecto de Recuperación Patrimonial
de la BN se propone, entonces, como El lema del Proyecto será:
una herramienta que contribuya a la “Todo libro de edición argentina se
transformación de esta situación, bre- encuentra en la Biblioteca Nacional”.
gando para que todo libro de edición
argentina esté en la BN.
Atendiendo a las posibilidades que Padrinazgo editorial
inaugura la culminación del Proyec-
to Inventario de Libros, este nuevo El Proyecto de Recuperación Patrimo-
Proyecto de Recuperación Patrimo- nial comienza con una convocatoria
nial de la BN se propone encarar en pública a todas las editoriales argenti-
forma sistemática y planificada un nas invitándolas a apadrinar a la BN.
trabajo encaminado a completar las El apadrinamiento consistirá en un
colecciones de libros que forman parte acuerdo público entre la BN y la edi-
de su patrimonio. torial que la apadrine.
Procura identificar aquellos libros que Por dicho acuerdo, la editorial se com-
deberían estar en la BN pero que, por promete a entregar en concepto de do-
distintos motivos, actualmente no se nación un ejemplar de cada libro de su
encuentran allí o nunca se incorpo- catálogo que falte en la BN.
raron. La identificación de este vacío Por su parte, la BN responderá di-
patrimonial puede ser subsanada de fundiendo el padrinazgo en su página
tres modos: web, en su boletín electrónico y por

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N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

otros medios a su alcance, y realizan- b. Solicitar a las casas editoras que


do, al finalizar el Proyecto, un acto adhieran al Proyecto sus catálogos
público en la Sala Borges, en agrade- informatizados o, en su defecto, sus
cimiento a la colaboración prestada catálogos impresos; apuntando no
para comenzar a integrar las coleccio- sólo al catálogo “vivo” (lo que actual-
nes de libros. mente la editorial ofrece en libre-
rías), sino al catálogo “histórico” (a
todo lo que dicha editorial publicó a
Objetivos derivados del Proyecto lo largo de su historia).
c. Identificar y definir qué libros fal-
El Proyecto de Recuperación Patrimo- tan de cada editorial en la BN, cote-
nial abona el camino para la consecu- jando los resultados del Inventario de
ción de otros objetivos caros a la BN, Libros con los catálogos editoriales
tales como: antes solicitados.
d. Contactar a las editoriales para ve-
• la puesta en marcha de un Proyecto rificar las existencias en depósito de
de Bibliografía Nacional; dichos materiales.
• la implementación de activas políti- e. Retirar los ejemplares de las edito-
cas en canjes y donaciones; riales y proceder de acuerdo con las
• el sondeo de las causas por las cua- pautas vigentes en ese momento para
les muchos libros que deberían haber el ingreso del libro en la BN.
ingresado por depósito legal no están f. Listar aquellos ejemplares que –por
hoy disponibles en la BN, contribu- los motivos que se indiquen, falta de
yendo así al rediseño del sistema de stock, libros de publicación reciente,
ingreso de libros. etc.– no serán donados para definir,
entonces, por parte de la BN, una
Es por ello que el Proyecto de Re- política de compras.
cuperación Patrimonial se inscribe g. Esta política de compras deberá
dentro de un programa más amplio, contemplar la adquisición a las pro-
relacionado con el rediseño del De- pias editoriales que apadrinaron a la
partamento de Procesos Técnicos y BN con descuentos especiales (alrede-
con la integración informática con la dor del 50%) así como la convocatoria
Cámara Argentina del Libro del in- a librerías de libros antiguos, agotados
greso de libros a la BN, que facilitará y de saldo.
las tareas de carga de datos, permitirá
llevar un registro de lo que se transfie-
re de un área a otra y evitará la pérdi- Duración
da de materiales.
El Proyecto de Recuperación Patri-
monial de la Biblioteca Nacional se
Tareas a realizar inscribe dentro de las tareas que si-
guen a la finalización del Inventario
a. Convocar a los editores de libros en de Libros, prevista para fines de julio
el país a fin de invitarlos a participar de 2006. El Proyecto se inicia, pues,
en el Programa de Padrinazgo Edito- el 1° de agosto de 2006 y se extiende
rial de la BN. hasta el 31 de julio de 2007.

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Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Recursos humanos Por una parte, serán necesarios un


bibliotecario y un pasante/data entry
La sede logística del Proyecto se radi- capacitados para el cotejo de los catá-
ca en la Subdirección de la Biblioteca logos editoriales con los resultados del
Nacional, abocándose a su dirección Inventario de Libros.
y a su seguimiento el subdirector y su Por otra parte, será necesario afectar
equipo de trabajo (Lic. Claudia Bacci, dos empleados del área depósito y/o
Lic. Mariana Canavese, Jorge Ríos). mantenimiento capacitados para la
El equipo operativo de trabajo previs- búsqueda de los materiales en los de-
to para llevar adelante el Proyecto es de pósitos de las editoriales y el traslado
cuatro personas. de los mismos a la BN.

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524

La imagen de Raymond
Foulché-Delbosc en Argentina
Por Hebe Carmen Pelosi

Entre los múltiples intercambios que se produ-


cían entre la intelligentzia latinoamericana y
francesa –que generaba la admiración de los pri-
meros– en los umbrales del siglo XX, la relación
con Raymond Foulché-Delbosc tuvo especial re-
levancia. Entre sus interlocutores más frecuentes,
tanto en visitas al viejo continente, como en co-
rrespondencias sostenidas a lo largo del tiempo,
estaban el mexicano Alfonso Reyes y Paul Grous-
sac, director de la Biblioteca Nacional.
Foulché-Delbosc fue convirtiéndose en el hispa-
nista francés más destacado, componiendo en el
tiempo una valiosísima colección a partir de su
gusto por los libros viejos. Tras su muerte, seña-
la Hebe Pelosi en esta reconstrucción biográfica,
la colección es rematada y una parte significativa
de ella es comprada por la Biblioteca Nacional,
por encargo de su director de entonces, Gustavo
Martínez Zuviría y por medio del representan-
te gubernamental del país en Francia, Tomás Le
Bretón. Sus libros, alojados en la Sala del Tesoro,
componen las piezas más valiosas de los fondos
bibliográficos de nuestra institución.
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

La lengua francesa adquirió en Latino- París era la feria de los placeres... en


américa el rango de lengua de civiliza- medio de las risas y los suspiros del
ción; para las elites del continente del frenesí universal estaban los ascetas del
siglo XIX el francés era la Koiné intelec- estudio, los monjes de la creación litera-
tual europea, el admirable vehículo ver- ria, que repudiaban todo lo que podía
bal que les aportaba, al mismo tiempo distraerlos de su pasión superior2.
que las obras maestras clásicas, románti-
cas, simbolistas, todas las corrientes filo- El Comité France-Amérique, fundado
sóficas y estéticas del Viejo Mundo1. en 1909 por Gabriel Hanotaux, minis-
Pero el movimiento cultural era en un tro de Relaciones Exteriores francés, y
solo sentido, unilateral. Mientras Fran- asiduo colaborador de La Prensa de
cia ofrecía una cultura rica de varios Buenos Aires, se fijó como progra-
siglos y múltiples influencias, Améri- ma ”hacer conocer mejor América a
ca no contaba, por el momento, con Francia y Francia a América”; era un
una cultura que pudiera vanagloriarse objetivo de colaboración, de acuerdo,
de movimientos, cenáculos y grandes “no de penetración o expansión”, sino
figuras. Los hombres de pensamiento de poner fin al mutuo desconocimien-
ocupados en construir la propia patria, to. Se implementó una política de
encontraban su lugar tanto en el cam- intercambios culturales y económicos,
po del pensamiento como en el de la y resultó ser un lugar de encuen-
acción: Sarmiento, Bello, Montalvo, tro para los hispanoamericanos, las
Hostos, González Prada, Martí, Rodó. reuniones sociales acercaban a las per-
Los contactos literarios se afirmaron sonalidades políticas francesas a la
gracias a los contactos personales entre colonia de hispanoamericanos3.
los escritores de América hispánica y sus El hispanismo francés reconoce como
colegas franceses. Los viajes a Francia se “década decisiva” el período entre
hicieron más y más frecuentes, la pre- 1894 a 1904, en el que un grupo
sencia de escritores hispanoamericanos de profesores universitarios franceses:
en el país galo hizo más por su obra Ernest Merinée, Antoine Morel-Fatio,
que la lectura de sus textos. La colonia Paulin Gris y George Radet, investi-
hispanoamericana en la París de la Belle gan sobre las lenguas neolatinas tanto
époque estaba formada por literatos, en París como en provincia. Larreta,
periodistas, diplomáticos. Algunos de así como también Alfonso Reyes y
ellos se establecieron definitivamente, Paul Groussac sentían una profunda
otros retornaron a sus patrias, también veneración por Raymond Foulché-
realizaban visitas periódicas miembros Delbosc, el más destacado entre los
de las altas clases sociales del continente hispanista franceses. La fundación de
o vivían allí una parte del año. la Revue Hispanique por Raymond
El conjunto de los diplomáticos latinoa- Foulché-Delbosc en 1894 está ligada
mericanos formaba en París un equipo a la difusión del hispanismo.
brillante y destacado. Lo integraban el Raymond Foulché-Delbosc (1864-
argentino Enrique Larreta, el boliviano 1929)4 nació en Toulouse en una
Alcides Arguedas, el brasileño Souza familia cuyo padre era funcionario del
Dantas. América Latina confiaba sus estado. A los 6 años la familia se tras-
legaciones a sus escritores renombrados, lada a París donde nuestro biografiado
así París cumplía la función de crisol. estudia primero en el Lycée Condorcet

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

y luego de un paso por provincia, a su vocación de hispanista, publi-


recala en el Licée Louis-Le-Grand. ca una Gramática española, traduce
Su primera inclinación es hacia la un volumen de Contes espagnols, y en
medicina, una vez finalizada la escuela 1891 obtiene una beca para estudiar en
media con el título de bachiller visita Madrid los manuscritos de la Guerra
Londres. Allí renuncia a la posibilidad de Granada. Desde entonces hará suce-
de estudiar medicina y se inscribe en la sivas estancias en la capital españo-
Facultad de Derecho. Mientras tanto la, prácticamente todos los años, para
estudia árabe y asiste a algunas clases dedicarse a los estudios hispanistas.
de español en la École de Hautes En 1892 gana el concurso de profesor
Études. Obtiene el título en Derecho de lengua española en la École des
al mismo tiempo que se diploma en la Hautes Études Commerciales donde
École des langues orientales gracias a permanece hasta 1905, cargo que
su conocimiento del árabe dialectal, el le permite subsistir. En 1894 funda
persa y el turco. Para ese entonces pen- la Revue Hispanique, recueil consacré
saba abrazar la carrera diplomática. à l’étude des langues, des lettératu-
En 1886 realiza un viaje a España res et de l’histoire des pays castillans,
visitando sus principales ciudades y se catalans et portugais a la que dedica
entusiasma con el país y su lengua. A su todos sus afanes. Entiende que no se
regreso sigue las podía estudiar el español sin tener en
El hispanista francés estuvo clases de Antoine cuenta esos tres componentes, pero
siempre abierto a recibir, ayu- Morel-Fatio y su esta iniciativa lo margina del hispa-
dar y comunicar sus conoci- vocación se defi- nismo académico ya que su revista
mientos a los hispanoamerica- ne. Sus intereses se opone al Bulletin Hispanique y a
nos que lo frecuentaban, entre muestran pre- la Universidad de Toulouse, centro
ellos, Enrique Larreta, Paul ferencia por la de los estudios superiores del caste-
Groussac, Rufino José Cuervo, filología, la crí- llano en Francia y al talentoso rival
con el que mantuvo una larga tica literaria, la Morel-Fatio. El director del Bulletin,
amistad. El epistolario con el crítica textual, la E. Merimée, reconoce que la Revue
literato colombiano da cuenta bibliografía y las “bajo la activa dirección de Foulché-
de ello, aunque los dos habi- traducciones. Delbosc, ha probado que una revista
tan en París, las cartas reto- Se presenta a de erudición puramente española y
man temas de las conversacio- oposiciones a portuguesa podía encontrar un públi-
nes y reflexiones posteriores, una cátedra de co en Francia, ha agrupado alrededor
son una continuación de los castellano en la de ella a un número de especialistas”5
encuentros en un tono cortés que es rechazado que se ocupan de una rama descuida-
y de gran calor humano. por un profesor da de los estudios filológicos.
con un deficien- La amistad con R. Huntington, que
te español. Foulché-Delbosc deci- funda la Hispanic Society en Nueva
de entonces publicar los errores de York, le significa un sostén económico
redacción del miembro del tribunal para la revista que corría peligro de
que lo ha suspendido, lo que produ- naufragar. A partir de entonces, 1905,
ce un enorme escándalo en la época, abandona la enseñanza y se dedica
y finalmente en 1890 el tribunal le exclusivamente a la revista hasta su
otorga la cátedra que merece. muerte en 1929. Las visitas a librerías
Desde entonces se dedica enteramente para obtener libros antiguos y raros

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

y a las bibliotecas, la dirección de la mo de Rubén Darío reabrió el interés


revista –algún número fue redactado por Góngora, en alguna oportunidad
enteramente por él y las notas firma- Reyes le insiste a su interlocutor para
das con seudónimos– y las investiga- que termine la edición que proyectaba
ciones, ocupan enteramente su vida. de la obra del poeta cordobés.
Aunque su actividad se desarrolla al En efecto, el profesor francés retoma
margen de la vida académica france- la investigación y la realiza en cola-
sa, Foulché-Delbosc ocupa un primer boración con Reyes, cuando éste se
puesto en el hispanismo francés de su traslada a Madrid. Durante su estadía
tiempo por la calidad de sus escritos. en la capital de
El hispanista francés estuvo siempre España, el ilustre (Alfonso) Reyes admiró la
abierto a recibir, ayudar y comunicar mexicano trabaja biblioteca hispánica del maes-
sus conocimientos a los hispanoame- en la Biblioteca tro, una de las más bellas del
ricanos que lo frecuentaban, entre Nacional en mundo, cuando parte de ella
ellos, Enrique Larreta, Paul Groussac, el manuscrito fue comprada por la Biblioteca
Rufino José Cuervo, con quien man- Chacón “como Nacional de Argentina. Duran-
tuvo una larga amistad. El epistolario humilde albañil te su estadía en el país como
con el literato colombiano da cuenta en la soberbia edi- embajador de México volvió a
de ello, aunque los dos habitan en ción gongorina de ver con emoción algunos volú-
París, las cartas retoman temas de las Foulché-Delbosc menes que eran para él viejos
conversaciones y reflexiones poste- hace varios lustros amigos, y que más de una vez
riores, son una continuación de los esperada”, desde había hojeado en compañía de
encuentros en un tono cortés y de 1916 hasta 1921 Foulché-Delbosc.
gran calor humano. señala Reyes: “el
Alfonso Reyes lo visita no bien llega [hispanista francés] dirigía desde París
a París en agosto de 1913, su conoci- y yo ejecutaba en Madrid a la vista del
miento provenía del grupo de Ateneo precioso códice”. De los estudios del
de la Juventud mexicano que man- profesor francés resultó un fundamen-
tenía asidua relación con el profesor tal trabajo sobre Góngora que renovó la
francés. Reyes se encuentra con un materia del gongorismo, única edición
hombre que, según su propia decla- que posee autoridad crítica7.
ración, habla el español mejor que él, Reyes admiró la biblioteca hispánica
era uno de esos monjes de la creación del maestro, una de las más bellas
literaria a los cuales aludía Larreta. del mundo, cuando parte de ella fue
Salía sólo una vez por semana cuando comprada por la Biblioteca Nacional
enseñaba y vivía solitario en su depar- de Argentina. Durante su estadía en el
tamento del boulevard Malesherbes, país como embajador de México vol-
lleno de libros hasta tal punto que vió a ver con emoción algunos volú-
compra una casa aledaña para ubicar- menes que eran para él viejos amigos,
los, vive sin relojes porque tiene una y que más de una vez había hojeado en
infalible intuición del tiempo6. compañía de Foulché-Delbosc.
El literato mexicano lo visita una vez El escritor mexicano regresa a París en
por semana y recuerda que una de 1924 como embajador de México, sus
las conversaciones sostenidas con el actividades diplomáticas le dejan poco
hispanista francés es sobre el estado de tiempo para visitar al maestro a quien
los estudios gongorinos. El modernis- respeta y admira. Nos refiere que éste

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

se había mudado al boulevard Saint de la muerte de Foulché-Delbosc, sabio


Germain, “se casó con una anglo-ca- hispanista francés, director de la Revue
nadiense, Isabel, que se asoció a sus Hispanique, manifestó su interés por
trabajos”8. El amigo francés le regala- América con cuyos escritores mantuvo
ba, de tanto en tanto, ejemplares repe- constantes e intensas relaciones, organi-
tidos de ediciones raras, un obsequio zando y publicando en su autorizada
cuasi principesco para un amante de revista una serie de monografías sobre
los libros como era Reyes. las literaturas de nuestros países. Maes-
Foulché le explica sus métodos de cla- tro consumado en asuntos de bibliografía
sificación, y Reyes se inspira en ellos supo sacar la mayor cantidad posible de
para realizar el suyo propio9, para lo influencias espirituales de sólo los datos
cual encarga cajas de cartón sobre el materiales de un libro considerado como
modelo de las que empleaba el profe- objeto físico. Sus trabajos sobre Góngora
sor francés, éstas se encuentran en un le dieron renombre. Era un hombre de
placard del Institut Hispanic de París una laboriosidad infatigable. Deja una
donde fueron remitidos los fondos de las mejores bibliotecas hispánicas del
Foulché-Delbosc. mundo12. Su nombre estuvo propuesto
Para Reyes el hispanista francés fue para integrar el profesorado de la Escuela
siempre el amigo delicado, “el per- Normal de Buenos Aires. No era la pri-
fecto hombre honesto”, que encar- mera vez que se buscaba su participación
naba las mejores tradiciones fran- en el plantel de profesores de Buenos Ai-
cesas. Foulché-Delbosc tomaba sus res, como él mismo manifiesta el pedido
vacaciones en Bourron, cerca de no le resulta extraño ya que “hace algún
Fontainebleau, lugar favorito del escri- tiempo el Director de la Biblioteca Na-
tor inglés Robert Louis Stevenson. Un cional Sr. Groussac le había hecho una
día invita a Reyes a gozar de un día de insinuación en ese sentido”.
campo. El profesor francés resulta un
infatigable caminador que le muestra El Ministerio de Instrucción Pública
las diferentes perspectivas del paisaje quería contar con profesores especia-
y evoca la obra del literato inglés10. lizados para la enseñanza, para ello
Reyes colabora con algunos artículos encarga al ministro Ernesto Bosch
en la Revue Hispanique cuyos temas proponer como profesor a Foulché-
son discutidos con el maestro francés. Delbosc, y luego de un cambio de
La bibliografía de Foulché-Delbosc notas, se firma el contrato por el cual
cuenta con 454 entradas, comprende el profesor francés enseñaría durante
filología, textos publicados, biblio- tres años en la escuela Normal, con un
grafía; fue realizada por J. Puyol11. máximo de seis horas por semana, los
La Hispanic Society de Nueva York gastos de viaje corrían por cuenta del
lo honró colocando un cuadro suyo Ministerio. El profesor francés acepta;
realizado por Madrazo en la galería de su estado de salud no era satisfactorio,
escritores ilustres. razón por la cual solicitó que en el
A su muerte, escriben en Buenos Aires los contrato constara que “se le facultara a
directores de la revista Libra, Francisco rescindirlo después del primer año en
Luis Bernárdez y Leopoldo Marechal: caso que el clima de Buenos Aires no
le fuera favorable”. Finalmente pocos
Recogemos con profunda pena la noticia días antes de partir desiste del viaje

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

por razones de salud13. Sin embargo el Universidad de Berkeley, en su visita a


hispanista francés permanecería entre la Biblioteca encontraron en la sala del
nosotros, si no lo era por su presencia Tesoro varias fichas con la indicación
física lo sería por su biblioteca, su FD. Se toma nota del hallazgo y se deci-
excepcional colección de libros. de que, para que el fondo se actualice
La biblioteca de Foulché-Delbosc es de acuerdo a las
subastada después de su muerte, en normas de filo- Queremos destacar la impor-
octubre de 1936 en el Hotel Drouot logía electrónica, tancia de la colección que posee
de París bajo la asistencia del experto debe firmarse un la Biblioteca Nacional de la
Georges Adrieux; el catálogo había acuerdo bilateral Argentina, “revela un acerta-
sido publicado14. El entonces director de cooperación do criterio de compra” como
de la Biblioteca Nacional, Gustavo cultural entre señalan las investigadoras del
Martínez Zuviría, inicia los contactos la República proyecto conjunto, la catalo-
con el ministro argentino en Francia Argentina y gación, presentación electró-
Tomás Le Bretón para comprarla, España con el nica y estudio que finalmen-
quien le envía en septiembre de 1936 objeto de reali- te conforma el Catálogo del
el valor de la colección tasada en zar una catalo- Fondo Foulché-Delbosc en la
400.000 francos y le transmite la posi- gación, presenta- Sala del tesoro de la Biblioteca
bilidad de una venta particular. ción electrónica Nacional Argentina.
Los numerosos interesados en los y estudio de la
libros, en razón de la importancia de colección Foulché-Delbosc. El pro-
las primeras ediciones de algunas obras yecto es dirigido por Marcos Marín
hispanas, impiden la venta particular, y colaboran en él Georgina Olivetto
en especial los libreros Maggs Brothers y Victoria Zumárraga. El proyecto de
que representaban a clientes ingleses y cooperación bilateral se realizó entre
norteamericanos. Martínez Zuviría da el Ministerio de Educación y Cultura
precisas instrucciones para la compra de España, la Secretaría de Cultura
en el remate de las mejores piezas y de la Nación de la Argentina y la
la tarea es encomendada al académico Universidad Autónoma de Madrid, y
Jorge Max Rhode15. tuvo como resultado el establecimien-
La Biblioteca Nacional Argentina to de un catálogo electrónico con una
adquirió una excelente selección de descripción científica, con datos que
manuscritos, impresos antiguos, libros no figuraban en el catálogo de 1936
de bibliografía y obras posteriores en cuyo objeto era comercial.
un total de 1.281, por 283.631 fran- Queremos destacar la importancia de
cos, que salen de Francia en diciem- la colección que posee la Biblioteca
bre de 1936 y se incorporan al año Nacional de Argentina, “revela un
siguiente a la sección Reservados de la acertado criterio de compra” como
Biblioteca Nacional, tal como lo con- señalan las investigadoras del proyec-
signa la Memoria, redactada de mano to conjunto, la catalogación, presen-
del propio director16. tación electrónica y estudio que final-
La colección fue citada en varias mente conforma el Catálogo del Fondo
oportunidades; cuando la Biblioteca Foulché-Delbosc en la Sala del tesoro
Nacional se muda a la calle Agüero, de la Biblioteca Nacional Argentina.
dos investigadores americanos, Marcos Marín señala la importancia
Arthur Askins y Harvey Sharrer de la de algunos manuscritos con textos de

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

Quevedo que se encuentran en dicha a través de la difusión electrónica y


colección17, otro tanto destacan las evita el uso innecesario de los docu-
investigadoras acerca de primeras edi- mentos con el consiguiente desgaste y
ciones recuperadas, así como también peligro de destrucción, sin merma del
los ejemplares de La Celestina que servicio al investigador.
forman parte del catálogo electrónico La colección fue presentada en un acto
y sus correspondientes marcos de público en la Biblioteca Nacional en
investigación. La nueva catalogación agosto de 1999, y puede accederse a
facilita la información a los usuarios ella en www.bibnal.edu.ar

NOTAS

1. Larbaud, Valery, “Notre Amérique”, Nouvelle Revue Francaise 1° de abril de 1935.


2. Larreta, Enrique, Temps iluminés, Buenos Aires, 1941, p. 71.
3. Cfr. Pelosi, Hebe Carmen, Argentinos en Francia, franceses en Argentina. Una biografía colectiva, Buenos Aires 1999, p. 54.
4. Los datos biográficos están tomados de Epistolario de Rufino José Cuervo y Raymond Foulché-Delbosc. Edición,
introducción y notas de Charles Leselbaum, Bogotá 1997, Diccionario Espasa Calpe y Alfonso Reyes, Obras
Completas, México, 1956, 25 volúmenes.
5. Merimée, E., “El Bulletin Hispanique”, Bulletin Hispanique, año I, N° 1, 1899, p. 4.
6. Reyes, Alfonso, Obras Completas, México, T. XII, 1956.
7. Reyes, Alfonso, O. C., T. VII, pp. 220 y 85.
8. Reyes, Alfonso, O. C., T. XII, p. 233.
9. Patout, Paulette, Alfonso Reyes et la France, Lille, 1981, p. 87.
10. Reyes, Alfonso, O. C., T. IV, p. 233.
11. Revue Hispanique, T. LXXXI, 1933.
12. Libra, N° 1, 1929.
13. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Francia, Sección Consular, Caja 1186, 1910, París, 15
de enero de 1910; E. Bosch a Victorino de la Plaza, Buenos Aires, 25 de octubre de 1910; Rómulo S. Naón
a Victorino de la Plaza, en que fija las condiciones del contrato para ejercer la cátedra, en el legajo figura una
nota del Encargado de negocios argentino en Francia, Carlos Zavalía, que comunica la renuncia del hispanista
francés, que no se encuentra en la documentación.
14. “El catálogo, publicado en Mayenne, Imprimerie Foch, 1936, tenía como antececedente una publicación
previa: catalogue de la Bibliotéque Hispanique de M. R. Foulché-Delbosc, Abbeville, Imprimerie F. Paillart,
1920, (...) Isabel Jones había anotado en su ejemplar del Catálogo de la subasta quienes eran los compradores
de los libros”, Francisco Marcos Marín, “La recuperación de la colección Foulché-Delbosc de la Biblioteca Na-
cional de Argentina y una referencia a manuscritos de Quevedo”, Cf. Estudios de filología y retórica en homenaje
a Luis López Grigera, Bilbao, 2000, p. 312, N° 3.
15. Max Rhode era un estudioso del Dante, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Estudios Dantescos,
miembro de la Academia Argentina de Letras, publicó libros de poesía desde cantos en 1918, obras de críticas
y viajes como Carlos Obligado en el recuerdo, Lorenzo el Magnífico, Viaje al Japón, Diario de un testigo de guerra
entre otros. Su contribución más importante al conocimiento y comprensión de la literatura argentina ha sido:
Ideas estéticas en la literatura argentina, 4 volúmenes.
16. Datos tomados de Georgina Olivetto y Verónica Zumárraga, “El fondo medieval de la colección Foulché-
Delbosc”, ponencia presentada en las VI Jornadas.
17. Marcos Marín, Francisco, “Libros de contenido lingüístico en la colección Raymond Foulché- Delbosc de la
Biblioteca Nacional de la República Argentina”, en La Gramática. Modelos, enseñanza, historia, coord. H. Albano,
L. Ferrari, M. Giammatteo, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Lingüística,
pp. 71-95, 2001 y “Presente y futuro de la filología electrónica en la recuperación de la colección Foulché-Delbosc
de la Biblioteca Nacional Argentina”, Boletín de la Academia Argentina de Letras, LXIII, 1998, pp. 15-52.

530
532

El período incunable entre


Bernard von Mallinckrot y
Philippe Labbé(*)
Por Mario Tesler (**)

Con la aparición de la imprenta comienza a


revertirse el uso privativo del texto reservado
para la consulta de los estamentos dominantes
del medioevo. Incluso sus movimientos críticos
iniciales no reformularon su relación con la
circulación restrictiva en función de la promesa
que traía la apertura del saber. La perdurabilidad
de los textos era garantizada por el sistema de
copia manuscrita que configuraba colecciones
artesanales hechas sobre la base de caligrafías
ornamentales. La innovación de Gutemberg que
trajo consigo los tipos móviles posibilitaba la
reproducción a escala ampliada de los textos. Sin
embargo, esa disponibilidad técnica no cambió la
situación. La restricción de las tiradas en peque-
ñas colecciones seriadas, reproducían la situa-
ción de exclusividad del período anterior. Hubo
que esperar hasta el año 1500 para que la edición
masiva democratizara el acceso a la lectura. Todo
libro comprendido hasta la fecha mencionada
recibe la denominación de incunable, en alusión
al estado (en la cuna) de la profesión tipográfica.
Mario Tesler, riguroso seguidor de los temas de
la archivística y la bibliotecología, reconstruye la
historia de la edición impresa bajo el particular
dominio de esta palabra, recusada por algunos al
considerarla eurocéntrica: el incunable.
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

En Europa, al igual que los antiguos y mán, de 4 a 5% oscilaban los impresos


los medievales, también los exponentes en francés, y tan sólo 1% en flamen-
del Humanismo pensaban que todo co. Cabe agregar que, en proporción
aquello merecedor de perdurabilidad menos significativa, también las hubo
debía ser escrito en griego o en latín en idioma catalán e inglés y con carac-
clásico, el llamado sermo urbanus sobre teres en hebreo y cirílico.
lo cual recuerdo haber leído algo en una Luego, mediante una presentación
obra de Ramón Menéndez Pidal y del capaz de confundir el impreso con una
cual nos habla Guillermo Díaz Plaja copia manuscrita, trataban de man-
en su Historia del español, a través de la tener el posible mercado adquisidor.
imagen y el ejemplo. Es decir que la irrup- Para lograr este propósito, a los ejem-
ción de este movimiento en el Medioevo plares que primeramente se impri-
solamente buscó un re-florecimiento del mieron se les fueron agregando notas
saber con sentido esotérico; todos los marginales manuscritas con letras de
caminos del conocimiento continuaron la época, grandes iniciales miniatu-
limitados a una reducida proporción en radas y abreviaturas en el texto. En
donde los más no ingresaron. cuanto a la omisión del colofón, el
Tal concepción fue invariablemen- título del libro escrito en los cantos,
te respetada mientras persistieron las la ausencia del índice, de capítulos y
multiplicaciones de copias caligráficas, párrafos y otras imperfecciones, aun-
brillantemente enriquecidas con or- que decisivas para el camuflaje en la
namentos, y condenadas casi al sueño comercialización, fueron también el
eterno en palacios y monasterios; esta- resultado del período de prueba por el
do que era alterado a veces, pero tan que transitaron todos los talleres tipo-
sólo cuando se trasladaban las copias gráficos europeos. De aquellos libros,
para engrosar otras colecciones. No era los ejemplares que llegaron a nuestros
ésta la razón de su existir pensada por días evidencian que las distintas fun-
los autores, pero sí la consecuencia im- ciones en esos talleres tipográficos
puesta por la realidad de la época. eran desempeñadas por todos. Fue el
La aparición del libro impreso con el período de los practicantes.
empleo de tipos móviles, al suplantar Esta tendencia necesariamente enga-
el viejo sistema de copias manuscritas, ñosa en los impresores se mantuvo
inicialmente no alteró tal situación. hasta tanto las clientelas, entonces in-
Por el contrario, se procuró man- tegradas por los señores de la nobleza y
tenerla. Los impresores al constatar de las jerarquías eclesiásticas, advirtie-
que los grandes señores se oponían a ron el engaño. Después, el consecuen-
ingresar en sus bibliotecas el produc- te fracaso comercial que sobrevino
to de este nuevo arte, al que llamaron determinó la búsqueda de un mercado
arte bastardo, restringieron el número nuevo, para lo cual ya no fue necesario
de ejemplares de cada edición, la sino el permanente esfuerzo en el per-
tirada rara vez excedía la cantidad de feccionamiento del arte tipográfico,
tres centenares. salir de la cuna, de la etapa de inicio.
De estas ediciones, calcularon estima- Por aquel entonces el Viejo Mundo
tivamente Lucien Febvre y Henri-Jean comenzaba a convulsionarse por un
Martin, el 77% estaba en latín, un 7 movimiento de carácter religioso, con
% en italiano, entre un 5 y 6% en ale- el acompañamiento de un sustancio-

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N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

so sustrato económico, me refiero a en su cuna. Con algún margen de


la Reforma que también impulsó el excepción, coincidimos con Hugo
deseo de saber, incorporando sectores Acevedo que, en su Incunables de la
hasta entonces no incluidos. Biblioteca Nacional (Argentina) juzga
Cuanto se diga sobre la primera que se mantiene esta consideración
época de los impresos producidos con con criterio insalvablemente eurocen-
el empleo de tipos móviles, no nece- trista. Los historiadores del arte tipo-
gráfico, en conjunto casi monocorde,
no aceptan que en otros continentes
hubo también una etapa previa a
la madurez en el desarrollo del arte
tipográfico: en Hispanoamérica esto
es demostrable.
Este criterio terminante y eurocen-
trista, es el sustentado en diccionarios
y enciclopedias, a los cuales acude co-
múnmente y en principio toda perso-
na con avidez por saber el significado
de este vocablo. En general, también
los estudiosos acatan la definición
que se impuso, aunque algunas voces
disidentes se alzaron fundamentando
su discrepancia.
Agustín Millares Carlo, ya por el año
1924, en su trabajo sobre Los incu-
nables de la Biblioteca Universitaria
de La Plata, publicado en la revista
Humanidades de esa universidad, afir-
maba de manera terminante, y sin
margen de concesión, que incunables
en sentido estricto, son únicamente las
[ediciones] anteriores a 1501.
Enrique Sparn, otro especialista en
el estudio de la historia del libro y
autor de una obra dedicada a por-
menorizar la distribución geográfica
de los incunables y cuales son las
Portada de la obra De sariamente está referido con exclusi- bibliotecas que poseen más de cien
Ortu et progressu artis
typographicæ. Arriba, en el
vidad al libro, como erróneamente se ejemplares, editado por la Academia
óvalo, el autor suele interpretar. Desde la puesta en Nacional de Ciencias (de Córdoba),
marcha de la imprenta europea hasta advierte en 1927 que es imperativo
el año 1500 inclusive, a todo cuanto para una obra que se apellide incuna-
de ella salió le fue dada la denomi- ble haber sido impresa en el siglo XV
nación de incunable, precisamente (el año 1500 incluso), fuere en donde
porque eran trabajos que aparecie- fuere y por quién fuere.
ron cuando el arte tipográfico estaba Sin embargo la Real Academia

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Española de la Lengua no es tan la mitad la vida de algunas de sus más


estricta y prefiere hacer extensiva tal grandes personalidades.
denominación a las ediciones hechas Otros estudiosos aportan más razones.
desde la invención de la imprenta Es decir que se coincide en rechazar
hasta principios del siglo XVI. Las la delimitación tajante del período
voces disidentes golpearon y fueron y, además, se aportan más argumen-
tenidas en cuenta. La Academia por tos. En su Orígenes del arte tipográ-
su condición de tal es conservadora y fico en América, especialmente en la
-hasta no hace mucho tiempo- poco República Argentina, que vio la luz en
revisionista, pero los fundamentos 1947, Guillermo Furlong, dice que
expuestos por quienes no acepta- Konrad Haebler,
ron el criterio tradicional llegaron a en The study of En relación con el origen de los
conmoverla, optó por no finalizar la Incunabula, edi- impresos realizados empleando
etapa de incunable en el último día tado en Nueva tipos móviles, la palabra incu-
del mes de diciembre de 1500, sino York en 1933, nable fue inicialmente utiliza-
a principios del siglo XVI, sin precisar con sobrada razón, da en las primeras décadas del
hasta cuándo llega para ella el prin- señala límite siglo XVII por Bernard von
cipio del siglo o cuándo la imprenta diverso [del perío- Mallinckrot. Catorce años des-
dejó de estar en pañales. do incunable] pués es Philippe Labbé quien
Cuando se habla de las edades en la para las diversas tiene en su haber el establecer el
historia, de sus períodos, todos par- imprentas, ya que concepto arbitrario que llega a
timos del supuesto de que se trata unas, antes que nuestros días para determinar si
de una división convencional. Pero otras, adquirieron un impreso es o no incunable.
llegado el caso no siempre se tiene su madurez, con
en cuenta que éstas son arbitrarias. anterioridad a 1500. Venecia, por ejem-
No tanto en lo que se refiere a la plo, había ya industrializado su produc-
caracterización del período como a ción tipográfica hacia el año 1480, de
la ausencia de tiempos intermedios: suerte que las publicaciones posteriores a
nadie se acostó en la Edad Media para esa fecha carecen de las características de
despertar a la mañana siguiente en la los legítimos incunables.
Edad Moderna. En realidad esta palabra se empleó
Al tratar El período de los incunables, S. originariamente en relación con la
H. Steinberg en su obra Five hundred primera etapa, posterior a los im-
years of printing, que llegó a nosotros presos iniciales de Johann Guten-
traducida al castellano por Raimundo berg, pero sin ánimo de establecer
Portella en la década del 60, afirma con ella un período para toda Eu-
que pocas de estas divisiones arbitrarias ropa, enmarcado en el tiempo y sin
han sido tan perjudiciales para la real excepciones, haciendo caso omiso a
comprensión de un sector importante los diferentes grados de evolución
del progreso humano como la restricción que se operó en cada región.
del término incunabula a la época que En relación con el origen de los im-
transcurre entre la primera producción presos realizados empleando tipos
de Gutenberg y el día 31 de diciembre móviles, la palabra incunable fue ini-
de 1500. Esta fecha -explica Steinberg- cialmente utilizada en las primeras dé-
se encuentra situada en medio del perío- cadas del siglo XVII por Bernard von
do más fértil del nuevo arte, y parte por Mallinckrot. Catorce años después es

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N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

Philippe Labbé quien tiene en su ha- absoluto latín acuñaron el singular inku-
ber el establecer el concepto arbitrario nabel, incunable o incunabulum, para
que llega a nuestros días para determi- designar el ejemplar surgido de las prensas
nar si un impreso es o no incunable. de imprimir del siglo XV.
Bernard von Mallinckrot, deán de
la catedral de Münster, publicó un Con el tiempo, los argumentos de par-
folleto titulado De ortu et progres- te de aquellos que no comparten la de-
su artis typographicae en Colonia, finición dada por Labbé indican algo
allá por el año más que una actitud de simple desa-
En los países nórdicos, donde la 1639. Con este cuerdo. Es cierto que entre quienes
imprenta se inició hacia fines trabajo su autor aceptan el criterio tradicional se en-
del siglo XV, se consideraban no pretendió cuentra el mayor peso, numéricamen-
incunables los libros impresos más que aportar te hablando, pero hasta el presente la
hasta el año 1550. (Víctor Nep) una contribu- bibliografía por ellos producida carece
Por el costoso proceso sufri- ción al segundo de fundamentos para sustentar la defi-
do en el quehacer tipográfico y centenario de nición del término incunable, que es-
por cuánto demoró la introduc- la invención de tablece para el arte tipográfico un pe-
ción con carácter permanente Gutenberg. Sin ríodo de 50 años, que va desde 1450 a
de la imprenta en muchas de las embargo éste un día antes de iniciarse el 1501.
importantes ciudades europeas, aporte con el Para los heterodoxos en el tema, una
debiera aceptarse incluir en el tiempo adqui- imprenta que no llegó a alcanzar el
período de la cuna la primera rió celebridad, grado de desarrollo y perfecciona-
mitad del siglo XVI. pues es este au- miento, como para ser considerada
tor quien al des- en una etapa superior, produjo im-
cribir el período que va del célebre presos incunables aunque su fecha
invento de los tipos móviles hasta el de edición sea posterior al año 1500.
año 1500 se refirió a él adjetivándo- Agreguemos a esto la noticia que trae
lo con un término hasta entonces no Víctor Nep en su Historia gráfica del
empleado. Von Mallinckrot dijo que libro y de la imprenta:
se trataba de la prima typographicae
incunabula, es decir la época en que En los países nórdicos, donde la imprenta
la tipografía estaba en pañales. se inició hacia fines del siglo XV, se con-
Años después, en 1653, el sacerdote sideraban incunables los libros impresos
jesuita francés Philippe Labbé, en su hasta el año 1550.
Nova bibliotheca librorum manuscrip-
torum empleó la palabra incunabula Por el costoso proceso sufrido en el
como equivalente a período de la im- quehacer tipográfico y por lo que de-
prenta primitiva, hasta 1500, es decir moró la introducción con carácter
que ya la empleó equivocadamente. permanente de la imprenta en mu-
Partiendo de lo sostenido por Labbé, chas de las importantes ciudades eu-
entiende Steinberg: ropeas, debería aceptarse incluir en el
período de la cuna la primera mitad
Hombres cuyo latín era considerablemente del siglo XVI.
deficiente aplicaron el término a los libros A partir de la segunda mitad del si-
impresos durante este período, y varios es- glo XVII se comenzaron a estudiar
critores del siglo XIX, que no sabían en los libros incunables y mucho des-

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Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

pués fueron valorados como tesoros más de cien ejemplares en cada una.
sumamente apreciados por las gran- A esto podríamos sumar algunas con
des bibliotecas; más tarde surgirá una inferior cantidad. Esto da una idea de
irresistible apetencia por ellos. Esos las escasas posibilidades de adquirirlos
viejos y a veces pesados ejemplares en el mercado librero y anticuario y,
encuadernados, con tientos resisten- también, de su costo. En este último
tes y gruesas tapas de madera forradas aspecto la digitalización, al saciar el
con piel labrada y reforzadas con bro- interés de los estudiosos y popularizar
ches cantoneras de bronce, se fueron la obtención de reproducciones, limita
transformando en objeto codiciado el interés por estos impresos exclusiva-
por eruditos, instituciones, coleccio- mente a los coleccionistas.
nistas, libreros y anticuarios. Desde entonces, las muchas guerras
A tal punto se llegó a sobrevalorar ocurridas y los numerosos hechos de
estos primeros impresos, editados en carácter político, económico, delicti-
las cinco primeras décadas después vo, sin excluir los siniestros, variaron
de la invención en Occidente de los lo registrado en este cuadro: si en al-
tipos móviles, que para bien concep- gunas bibliotecas mermó la cantidad,
tuar cualitativamente una biblioteca en otras se incrementaó. No obstante
se solía exigirle a ésta poseer aunque lo advertido, éste era el detalle por
más no fuera un incunable. Sin él, aquellos años de los países, las biblio-
recuerda Raúl Mario Rosarivo en su tecas, y en qué cantidad se encontra-
Historia general del libro, debía com- ban distribuidos.
parársela con un camino sin punto de Respecto al resto de ejemplares incu-
partida o un silogismo al que le faltaba nables, que entonces se encontraban
su premisa mayor. repartidos en colecciones privadas,
La imprenta europea y los impresos de pasaron a ser objetos de persecución
esa media centuria merecieron de los por parte de bibliófilos y particular-
estudiosos especial dedicación. Milla- mente por los bibliómanos, prove-
res Carlo afirma que las publicaciones nientes de las nuevas clases sociales en
consagradas a este solo aspecto de la his- ascenso. Este entusiasmo por los incu-
toria del arte tipográfico son numerosí- nables tomó gran incremento en el
simas. Este interés en los estudiosos se siglo XIX y continuó durante el siglo
ha visto facilitado por la gran cantidad XX con el concurso de los comercian-
de ejemplares incunables custodiados tes de antigüedades.
en bibliotecas públicas. El Viejo Mun-
do posee la mayor cantidad. Le siguen (*) Sobre incunables el autor ha publi-
Estados Unidos, pero en un muy dis- cado otros estudios en: Revista de la
tante segundo lugar. Un reducido nú- Facultad de Lenguas Modernas [de la]
mero se halla en otros países. Universidad Ricardo Palma (Lima-Perú)
Sobre el particular, de acuerdo con un p. 199-204, noviembre 2004; Desarrollo
voluminoso ensayo, publicado en Ar- Indoamericano (Barranquilla, Colombia)
gentina durante las primeras décadas a. 37 N° 115 p. 58-61, julio 2003; Historia
del siglo XX, de los aproximadamente (Buenos Aires, Argentina) a. 23 N° 90 p.
450.000 ejemplares incunables, en- 46-69, junio-agosto 2003.
tonces existentes en el mundo, cerca
de 360.000 estaban en bibliotecas con (**) mariotesler@yahoo.com.ar

537
538

La música y el largo derrotero


de su preservación
Por Silvia Glocer

La música, desde que se descubrió el sonido, siem-


pre estuvo en riesgo. Cada ejecución estaba some-
tida a la pérdida frente a la imposibilidad de su
reproductibilidad. La escritura musical introdujo
la posibilidad de reencontrarse con las virtudes
de una ejecución que ya no desaparecería fugaz-
mente, pese a que algo de ese ejercicio es único.
La imagen sonora permitió representar las melo-
días a través de procedimientos –desde la piedra
tallada al pentagrama y el lenguaje propio de la
notación musical– que liberaron a la música de
su dependencia oral. Los libros musicales, hechos
por copistas, miniaturistas y grabadores hasta la
invención del procedimiento tipográfico, reúnen
la historia de la música hasta la aparición de otras
formas de reproducción sonora. Silvia Glocer no
sólo nos introduce en la genealogía de la grafía
musical sino que anticipa las modalidades que
tendrá el Programa Inventario de Partituras que
la Biblioteca Nacional ha encarado a fin de relevar
las casi trescientas mil partituras de las que dispo-
ne. Documentos únicos e imprescindibles para la
historia de la música argentina, puesto que la ma-
yoría de las piezas que componen esta colección
pertenecen a compositores nacionales.
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Las clasificaciones no merecen ni grandes elogios ni especial desdén.


Una clasificación puede ser buena o mala; las clasificaciones en general,
son simplemente necesarias.
Las críticas no han conseguido hacer
al clasificador digno de la cárcel. Hombre en libertad, su renovado embate
contra el inocente desorden colma densos capítulos en
la historia de todas las ciencias.
Carlos Vega

La música de tradición oral, transmi- Sin embargo –y aunque en la actua-


tida con sabiduría de generación en lidad se cuenta con alrededor de cua-
generación, o la improvisación realiza- renta ejemplos de música griega– la
da con virtuosismo en el momento de historia de la música occidental se inicia
la interpretación, han corrido siempre con la de la litur-
el riesgo de perderse en el viento. gia de la Iglesia ... la historia de la música occi-
Tal vez por eso, desde pasados remotos cristiana, en el dental se inicia con la de la
el hombre hizo intentos por conser- Medioevo, cuan- liturgia de la iglesia cristiana,
var para la posteridad este arte que do los sistemas en el Medioevo, cuando los
discurre en el tiempo. La escritura para plasmarla en sistemas para plasmarla en el
musical fue durante siglos su gran y el papel comien- papel comienzan a desarro-
única herramienta. Piedras talladas, zan a desarrollarse llarse en forma notable. Este
letras griegas, papiros, tetragramas y en forma notable. acontecimiento, crucial, que
pentagramas, todo fue útil para poder Este aconteci- marca una suerte de pasaje
preservar un arte volátil e irrepetible miento, crucial, desde la prehistoria a la histo-
en su práctica de ejecución. que marca una ria musical, liberó a la música
Durante la Edad Media, quienes bus- suerte de pasaje de la dependencia exclusiva de
caban inspiración en diversos campos desde la prehis- la transmisión oral.
de la Antigüedad –como en la litera- toria a la historia
tura– contaban con la gran ventaja de musical, liberó a la música de la depen-
poseer las obras de los clásicos y poder dencia exclusiva de la transmisión oral.
leer a Virgilio o a Horacio tan sólo con Así aparece el sistema neumático, basa-
la dificultad misma que le deparara el do en la escritura de algunos signos –los
poema. En cambio, la tarea era más neumas– que guardaban relación entre
difícil para quienes querían crearse la altura del sonido y la dirección del
una imagen sonora de aquella época. garabato: si el sonido era agudo el trazo
Fue en el Renacimiento cuando se era ascendente, y si era grave el trazo era
identificaron algunas realizaciones del descendente. Fue así que se registraron
período clásico, como los fragmen- imprecisamente los movimientos de las
tos en papiro, del coro que escribió melodías. La inexactitud de este método
Eurípides para su tragedia Orestes, o el forzó la aparición de una línea de refe-
epitafio con inscripciones musicales, rencia que representaba un determinado
del siglo I d. C., hallado en una colum- sonido y los demás se situaban a mayor
na de mármol de una tumba, en Trelles, o menor distancia en relación a éste.
Asia Menor, que Seikilos había hecho El sistema de notación musical, de a
construir en homenaje a su mujer. poco fue buscando la perfección.

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

Contribuyeron en la creación de esta Los esfuerzos de conservación de la


–para muchos– enigmática escritura música siguieron su camino. En la
personas como el monje italiano Güido búsqueda de otros medios, siglos más
de Arezzo, quien describió un sistema de tarde, aparece el fonógrafo de cilindros
cuatro líneas que permitía una notación de Edison que hizo posible, en 1889,
más exacta facilitando la lectura de la grabar por primera vez los primeros
melodías, o, más adelante, el sistema de archivos de música de tradición oral.
notación rítmica de la Escuela de Notre Las nuevas y sofisticadas herramientas
Dame, o la ajustada manera de medir de preservación llegaron para la música
la música en el Ars cantus mensurabilis, de la mano de la posibilidad de hacer
atribuida a Franco di Colonia, en 1250. eterno el momento de la ejecución:
Las bibliotecas de los monasterios eran la grabación en todas sus mejoradas e
los principales centros de acopio de libros infinitas posibilidades.
musicales. En la elaboración de los enor-
mes manuscritos colaboraba una cantidad
de copistas, miniaturistas y grabadores. Acerca del Programa Inventario de
Monjes artesanos iluminaban los grandes Partituras de la Biblioteca Nacional
libros sofisticándolos con oro y colores.
Este preciosismo implicó una división La Biblioteca Nacional, atenta a este
del trabajo: había expertos para elaborar relato y marcando un gran aconteci-
los bordes de las hojas, otros decoraban miento en su historia, ha dispuesto un
iniciales, otros pintaban imágenes y otros programa para inventariar las partitu-
más aplicaban la hoja dorada. ras y de esta manera poner al alcance
La historia de la conservación se une a de todos el valioso material musical
la de la difusión y vuelve a dar un gran que alguna vez albergó el edificio de la
salto cuando el 15 de mayo de 1501, en calle México, y que desde hace años se
Venecia, Ottavio Petrucci se convierte encuentra archivado en el edificio de
en el primer editor de música publi- Recoleta, sin acceso al público.
cando una colección de canciones: el Este corpus, constituido en gran parte
Harmonice Musices Odhecaton. Petrucci con donaciones y material procedente del
produjo una innovación al introducir en Depósito Legal, contiene una colección
la imprenta el procedimiento tipográfi- de 300.000 obras, entre piezas sueltas y
co. De esta novedosa manera, la página encuadernadas que, en su gran mayoría,
se imprimía en tres tiempos. En primer pertenecen a compositores argentinos o
lugar los pentagramas, luego las notas y son composiciones de música argentina.
por último el texto. Este nuevo procedi- Siguiendo el espíritu de los objetivos
miento reemplazaba a las antiguas técni- esenciales de la BN, que son los de
cas de copia manuscrita e impresión de “custodiar, acrecentar, preservar, regis-
una matriz única en madera o metal. trar y difundir la memoria impresa
El Odhecaton contiene 96 fragmentos de la cultura, con prioridad en lo que
musicales entre los que predominan hace a la herencia cultural del país,
las chansons francesas de autores como recogida sobre cualquier soporte per-
Alexander Agricola, Loyset Compère, manente de información”, como así
Jacobus Obrecht, Heinrich Isaak y también “prestar un servicio público
otros compositores de la escuela fran- de consulta a los usuarios, tanto pre-
co-flamenca renacentista. senciales como a distancia”, la BN ha

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

planificado, en el marco del inventario co, las más antiguas, las que presenten
general de todo su patrimonio, inven- mayor estado de deterioro, las de uso
tariar este material específico. frecuente o aquellas cuyo valor patri-
El Programa Inventario de Partituras monial lo justifique, se digitalizarán y
está concebido como la primera etapa se enviarán al Tesoro.
de catalogación y puesta en disponibi- El programa ha fijado como objetivo a
lidad del fondo de partituras de la BN. largo plazo brindar también un servicio
Se trata de un inventario ampliado (o de consulta y envío a través de la red,
precatálogo) para el que se utilizará de partituras digitalizadas a demanda.
un conjunto reducido de campos, Para todo esto, se ha formado un equi-
con vistas a su posterior ampliación. po interdisciplinario constituido por
A tal fin, se trabajará bajo el formato bibliotecólogos, bibliotecarios y auxi-
Marc que ya está en uso en la BN y liares, asesorado por primera vez por
que permitirá facilitar el intercambio especialistas en musicología convocados
internacional de registros. por la Dirección de Música y Danza de
Parafraseando al musicólogo argentino la Secretaría de Cultura de la Nación.
Carlos Vega, pensamos que este inventario En forma paralela
tendrá “los inconvenientes y las ventajas al inventario, se Sin el transcurrir del tiempo no
de la brevedad. Insuficiente para quienes realizan diversas habría música. Ella sólo existe
desean agotar el tema, sobreabundará para actividades cultu- cuando suena. Y aunque sabe-
los que piden información sumaria”. rales con el obje- mos que puede vivir perfecta-
Por eso la BN pretende inventariar to de crear una mente sin su escritura especí-
cada partitura en un registro auto- dinámica en el fica, también sabemos que sin
matizado, describiéndola con los uso del material ella gran parte del acervo de la
datos bibliográficos mínimos y los y de esta manera cultura musical universal no
patrimoniales necesarios, para posi- darlo a conocer: hubiera podido sobrevivir.
bilitar el acceso y búsquedas en dicha ciclos de concier-
base de datos. Esta base funcionará tos, conferencias, exhibiciones de por-
como catálogo provisorio hasta tanto tadas de antiguas partituras con un
cada registro pueda ser completado especial valor para las artes visuales.
en forma más exhaustiva. Además se Sin el transcurrir del tiempo no habría
determinará el estado de conservación música. Ella sólo existe cuando suena. Y
de cada ejemplar, a los efectos de su aunque sabemos que puede vivir perfec-
derivación al área de restauración. tamente sin su escritura específica, tam-
Las partituras se almacenarán correla- bién sabemos que sin ella, gran parte del
tivamente en cajas y estanterías espe- acervo de la cultura musical universal no
ciales, para una mejor consulta del hubiera podido sobrevivir.
usuario, y contarán con las medidas de La partitura pudo atrapar –con limitacio-
seguridad y preservación bajo las con- nes– a la música en el papel y preservarla
diciones de temperatura y humedad del viento. El compromiso de la Biblioteca
correspondientes. Nacional es cuidar este patrimonio y pre-
Para ayudar a construir una memoria servarlo del vendaval del olvido.
musical nacional, se le dará prioridad Intérpretes, musicólogos, investigado-
a la música argentina y rioplatense. res de diversas especialidades, usuarios
Con ella comenzará el trabajo. amantes de la música, tendrán a dis-
Las partituras de mayor valor históri- posición todo ese material, en breve.

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Para una genealogía


del discurso bibliotecario
Comisión Permanente de Homenaje a Bibliotecarios y Trabajadores de
Bibliotecas Desaparecidos y Asesinados por el Terrorismo de Estado

En conmemoración de los treinta años del golpe


militar de 1976, en el mes de marzo del 2006,
la Comisión de Homenaje a los Trabajadores
Bibliotecarios Desaparecidos y Asesinados por
el Terrorismo de Estado junto con la CONABIP,
descubrió una placa en el hall de la Biblioteca
Nacional. En el acto se leyó un texto que los
recuerda preguntándose por el significado de
una profesión nacida de las revoluciones inde-
pendentistas. Desde su vocación inicial, ten-
diente a universalizar los saberes, a su definición
posterior de conservar la producción editorial
de un país, el bibliotecario fue una pieza activa
de las luchas por la libertad. Luego, asimilado
–según propone el texto– por una modernidad
disciplinaria de su espíritu emancipador a partir
de la conversión de su proceder en rutina repeti-
tiva y, más recientemente, en un engranaje de la
“sociedad de la información” que mercantiliza el
acto cultural de la lectura.
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

En homenaje a los bibliotecarios y traba- denomina de primera generación, y


jadores de bibliotecas desaparecidos y ase- que tuvieron como principal objetivo
sinados por el terrorismo de Estado (*) la universalización del acceso a los sabe-
res, mucho antes que la conservación
En el último número de la revista La de la producción editorial del país.
Biblioteca que reeditara la Biblioteca En oposición a ese discurso bibliotecario
Nacional, se trata de responder a una nacional, las bibliotecas que ALA llama
pregunta inquietante y que nos provoca de segunda generación, no solamente se
a pensar: “¿Existe una filosofía argenti- diferencian de las de la primera gene-
na?”. Esta pregunta fundamental, que ración porque se
no podría ser otra después del 19/20 de corresponden a Para Foucault, en la medida en
diciembre del 2001; en los años noventa una etapa poste- que existo como sujeto diferen-
se hubiera planteado en los términos de rior en una línea ciado del discurso institucional
“¿Dónde está el intelectual orgánico?”. temporal, además, que modela mi cuerpo, puedo
¿Por dónde empezar entonces a tratar la Revolución pensar. Es decir, existo como
de responderla, hoy, aquí, frente a esta que las creó fue ser singular, entonces irrumpe
lista de nombres de bibliotecarios y una revolución de en mí el pensamiento singular,
trabajadores de bibliotecas desapareci- independencia, y activo; las instituciones repro-
dos por la última dictadura? no solamente una ducen un discurso reactivo.
Nietzsche decía que el cuerpo es un revolución de una
campo de fuerzas, donde unas fuerzas son burguesía creciente frente a una aristocra-
activas y otras son fuerzas reactivas, y que cia real. La Biblioteca Nacional Argentina
si bien las activas pueden convertirse en surge entonces al calor de este nuevo pen-
reactivas y viceversa, las que retornan son samiento bibliotecario independentista.
exclusivamente las fuerzas activas. Manuel Moreno, primer director laico
El pensamiento filosófico francés de Mi- de la Biblioteca Nacional (entonces
chel Foucault que pensó a estas fuerzas Biblioteca Pública de Buenos Aires),
como prácticas discursivas que se ejercen político e intelectual, biógrafo de su her-
sobre los cuerpos en una red de dispo- mano mayor, Mariano, revolucionario
sitivos institucionales, invirtió también como él, y comandante de varias milicias
con Nietzsche la fórmula trascendental populares que lucharon en las Invasiones
cartesiana del pienso luego existo. Para Inglesas y que lo llevaron a ser uno de los
Foucault, en la medida en que existo primeros que plantó la bandera de la
como sujeto diferenciado del discurso soberanía de Malvinas frente al imperio
institucional que modela mi cuerpo, colonial como embajador en Londres,
puedo pensar. Es decir, existo como ser retorna entonces también como una
singular, entonces irrumpe en mí el pen- fuerza activa hoy aquí, junto a estos 24
samiento singular, activo; las institucio- nombres de bibliotecarios y trabajadores
nes reproducen un discurso reactivo. de bibliotecas desaparecidos y asesinados
Así es como Ann Marie Chartier sostie- por el terrorismo de Estado.
ne que los discursos bibliotecarios sur- La modernidad que la literatura de
gen con la expropiación de las bibliote- Kafka describiera como pocos, se encar-
cas privadas que la Revolución Francesa gó de someter, asimilar y disciplinar los
realizó, para que irrumpan entonces las discursos bibliotecarios independentis-
biblioteca nacionales, que la Asociación tas. En el prólogo al tomo 4 de los rela-
Americana de Bibliotecarios (ALA) tos completos que reeditara Página/12

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recientemente, hay una maravillosa el estado de excepción de la época de


reflexión de Juan Forn que aunque un las soberanías europeas anteriores a la
poco extensa, traigo aquí pensando en Revolución Francesa, y en sintonía con
su importancia, en tanto que –como el pensamiento que Forn nos propone
bien podría haber dicho Deleuze– las seguir en la literatura de Kafka, hoy
fuerzas activas que retornan lo hacen en podríamos decir también que gracias a
la forma de expresiones artísticas. Juan Kafka sabemos que el lenguaje entendi-
Forn dice entonces respecto a este siglo do maquínicamente, da como resulta-
XX que, gracias a Kafka, hoy sabemos do el procesamiento de la información
que la ley entendida como maquinaria da (máquina de control) y que del proce-
como resultado la burocracia (la máquina samiento de la información entendido
de tramitar); que el orden entendido como como maquinaria resulta el control
maquinaria da como resultado el Estado social (máquina de control social).
policíaco (la máquina de reprimir); que El peligro que nos crea entonces a los
el dinero entendido como maquinaria bibliotecarios y trabajadores de la informa-
da como resultado la Bolsa (la máquina ción esta sociedad posmoderna que en la
de cotizar); que la ambición entendida década del noventa clientelizó el servicio
como maquinaria da como resultado la al usuario, al mismo tiempo que (y en la
política (máquina de someter); que la medida en que el Estado se vaporizó de
mentira entendida como maquinaria da sus funciones disciplinarias) transformó a
como resultado la publicidad (la máquina los niños en usuarios de información –que
de falsear); que la distracción entendida hasta entonces habían sido meros recep-
como maquinaria da como resultado la tores de saberes–, y mientras la Biblioteca
televisión (máquina de enajenar); que Nacional les devolvía a los jesuitas los
el capricho entendido como maquinaria libros que la Revolución de Mayo les había
da como resultado el consumismo (la expropiado; el peligro –decimos– es
máquina de acumular). Y nos provoca a que una fuerza reactiva corporativa nos
pensar a los bibliotecarios cuando con- encuentre sin defensas políticas frente a las
tinúa diciendo “Y la lista podría seguir nuevas estrategias de la sociedad de control
interminablemente”. que por ejemplo, en EE.UU., con el Acta
La dictadura argentina de 1976, en tanto Patriótica, viene a penalizar a los bibliote-
fuerza reactiva, inició un proyecto de carios que le avisan al usuario que el FBI
desmaterialización de la producción que está pidiendo informes sobre sus lecturas;
la modernidad había impuesto como o en Europa establece en el copyright que
producción material, haciendo desapare- el préstamo público de los libros está
cer primero a 30.000 cuerpos de trabaja- penalizado. Es decir, no podemos pensar
dores, estudiantes y militantes políticos, la tarea bibliotecaria hoy despojada de una
al tiempo que comenzó un proceso cre- reflexión política, cuando menos sobre la
ciente de rentabilidad de la información posmodernidad, y por eso es tan impor-
convertida desde entonces en un bien tante homenajear a estos 24 bibliotecarios
económicamente gananciable del primer desaparecidos. Por eso, sus nombres no
orden, primero por intermedio de la son hoy, y aquí, invocados solamente
picana y el golpe, y luego por sutiles for- desde la memoria, tampoco desde un
mas de captura de la subjetividad social. monumento; su vida, su militancia, se nos
En oposición a ese proceso terrorífico, hace presente contra esta sociedad de la
que Agamben sostiene que se funda en información de pensamiento binario.

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Estos 24 bibliotecarios desaparecidos que te a eventuales legislaciones que: limiten el


homenajeamos aquí, son en este sentido, préstamo público de libros en las Unidades
antes que las víctimas de una profesión de Información, o cuestionen la defensa
arriesgada, como lo fueron los abogados de los datos personales de los usuarios,
que defendieron a presos políticos o los o violenten los intentos que realicen los
periodistas que denunciaron el terro- bibliotecarios por salvar de la destrucción
rismo de Estado; son también víctimas el patrimonio cultural, frente a las políticas
inconscientes de una transformación eco- de control o represión del Estado y de la
nómico-política. Inconscientes no por- libre competencia
que no supieran los términos de la lucha de mercado. Vale recordar una cita [...] que
de fuerzas y de los desafíos políticos que Recuperando el Nietzsche escribiera en 1874
se enfrentaban, y que mayoritariamente sentido que estos diciendo: Lo que ahora me
conocían profundamente, sino porque 24 bibliotecarios importa es algo muy compren-
eran inconscientes políticos de la institu- nos dejan desde su sible, a saber, cómo nos pode-
ción “nueva economía global posfordista” experiencia política mos formar todos nosotros con-
que el mundo comenzaba a producir, y y desde su profun- tra nuestra época.
porque la desmaterialización de la eco- do deseo incons-
nomía se hizo primero sobre sus propios ciente de difusión del conocimiento, en
cuerpos, al hacerlos desaparecer. términos de actualidad, y para terminar,
También en oposición a estos disciplina- vale recordar una cita de Nietzsche, que
mientos de los saberes independientes, creo que es importante para nosotros los
universales, pensantes y ético-políticos bibliotecarios más que para ningún otro
por los que los cuerpos y las afecciones oficio o profesión hoy, y que Jorge Larrosa
políticas de estos 24 bibliotecarios fue- recoge en sus “La experiencia de la lectura:
ron tantas veces castigados, asesinados estudios sobre literatura y formación” del
y desaparecidos, se puede leer también “Schopenhauer educador” que Nietzsche
en el copyright de un libro recientemente escribiera en 1874 diciendo:
publicado por Giorgio Agamben:
Lo que ahora me importa es algo muy com-
Se permite su reproducción total o parcial en prensible, a saber, como nos podemos formar
esta etapa de la subsunción real del capital. todos nosotros contra nuestra época.

Contagiándonos de esa vitalidad que el Comisión Permanente de Homenaje


cuerpo resistente de estos 24 bibliotecarios a Bibliotecarios y Trabajadores de
desaparecidos actualizan en nosotros, sería Bibliotecas Desaparecidos y Asesinados
importante que la Biblioteca Nacional, por el Terrorismo de Estado.
así como la CONABIP (así como la
Biblioteca de la Legislatura, el Instituto de (*) Texto del discurso que se leyó en el
la Memoria y la Defensoría del Pueblo) hall central de la Biblioteca Nacional,
pudieran enviar respectivas cartas a la el 7/12/05, en oportunidad del descu-
senadora Graciela Bar que presentó el brimiento de la placa recordatoria de
proyecto del Estatuto y Colegiatura de los 24 bibliotecarios y trabajadores de
los Bibliotecarios en el Congreso de la bibliotecas desaparecidos y asesinados
Nación, para que se incluya en el mismo por el terrorismo de Estado, convocado
proyecto de ley, un artículo que expresa- por la Biblioteca Nacional, CONABIP y
mente despenalice a los bibliotecarios fren- la Comisión de Homenaje.

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La fototeca de la
Biblioteca Nacional:
un proyecto en marcha
Por Graciela I. Funes y Clara Guareschi

La imagen fotográfica, mientras capta en su fuga-


cidad un fragmento del tiempo, lo devuelve a la
historia como suceso pretérito. Un acontecimien-
to acaecido que puede ser encontrado por un pre-
sente curioso e inquieto al que la imagen registra-
da ofrenda un conjunto de rasgos que posibilitan
el ejercicio interpretativo. A veces como recuerdo,
y a veces como nostalgia, la foto adviene frente a
nuestros ojos como experiencia vivida que busca
huir del olvido de sus no contemporáneos.
El cuidado de las fotografías, tarea que demanda
procedimientos específicos, es un desafío que ha
encarado el equipo que trabaja en la fototeca de la
Biblioteca Nacional. Un trabajo esmerado que no
sólo recupera ese conjunto de imágenes y lo pone
a resguardo de su deterioro irreversible, sino que
lo ofrece a la atenta mirada del visitante.
LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Un nuevo repositorio “Remitido por orden de S. E. el Señor


Gobernador, para que se conserve en
Para tener una descripción de los la Biblioteca. Junio 30 de 1864. Félix
fondos de nuestra fototeca, diremos J. González. Oficial 1°”.
que los mismos están compuestos por
obras originales correspondientes a
los siglos XIX y XX, tanto en fotogra- Organización del archivo
fías sueltas como en una diversidad
de álbumes de la época. Fue en el año 1994 y a partir de un
Se cuenta con positivos en papel albu- seminario realizado en el Convento de
minado, cianotipos, fotografía estereos- San Carlos en la provincia de Santa Fe
cópica, gelatino-bromuros de plata, fo- –organizado y dirigido por la conser-
totipias, postales fotográficas y postales vadora Susana Medem– que se realizó
de impresión fotomecánica, toda una una intervención sobre los positivos
amplia variedad de álbumes fotoim- con la confección de una ficha de
presos; también se conservan distintas diagnóstico donde constan todos los
colecciones de negativos sobre soporte datos sobre la obra, técnica fotográfica
de vidrio y flexibles, así como transpa- y estado de conservación. Luego se
rencias de proyección (lantern slides) realizó la limpieza mecánica y con-
educativas, tanto sobre la República fección de cajas y estuches artesanales
Argentina como del resto del mundo. en distintos materiales libres de ácido.
Este fondo se fue conformando con el Esta tarea fue encarada por la licencia-
sucesivo aporte de diversas donaciones, da Ercilia Gallusi, el Departamento de
tanto desde las instituciones guberna- Preservación de la Biblioteca Nacional
mentales como de entidades privadas, y voluntarios externos, más la ayuda en
así como numerosas donaciones parti- materiales aportados por la Asociación
culares. La colección se vio incrementa- Protectores de la Biblioteca Nacional.
da por la entrega de obras originales de En la década de 1980, con el aseso-
autores que querían acogerse a la pro- ramiento de Luis Priamo y aporte de
tección gubernamental sobre sus dere- materiales realizado por la Fundación
chos de autor, en especial de fotógrafos Antorchas y con la colaboración desinte-
y editores de postales fotográficas resada de dos conservadoras especializa-
La fototeca cuenta, probablemente, das en el manejo de negativos, se realizó
con la donación pública más antigua la limpieza, identificación y ubicación
de una obra fotográfica en el país, se en sobres libres de ácido y en cajas de
trata del álbum Recuerdos de Buenos polipropileno de las distintas coleccio-
Ayres editado por el francés Esteban nes de negativos de vidrio y flexibles.
Gonnet, obra compuesta por vein- En el año 2001 se aprobó el proyecto
te albúminas. Son las primeras vistas para la creación del “Primer centro
de Buenos Aires realizadas a través de materiales fotográficos antiguos
del nuevo sistema fotográfico negati- digitalizados” cuya finalidad fue la
vo-positivo; lo interesante del caso es de preservar las obras fotográficas
que la obra fue donada a la antigua originales que, como sabemos, son
Biblioteca Pública de Buenos Aires el de una gran fragilidad por el paso del
mismo año de su edición y todavía tiempo, pero ante la firme convicción
se conserva la leyenda de su ingreso: de que estos fondos deben estar al

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

servicio de investigadores y público dpi en JPG para la visualización en


en general, se tomó el compromiso la Web. Todo el material fotográfico
de colocar este acervo a la consulta a digitalizado se guarda en un servidor
partir de la digitalización y carga en especial en el área de Informática de
una base de datos con imágenes. la Biblioteca Nacional y se realiza un
Actualmente la fototeca que llevará back up de seguridad en CD y DVD
el nombre de Benito Panunzi está que se guardan en los archivos de esta
dirigida por la bibliotecaria Graciela sala. Hasta el presente se ha escaneado
I. Funes –responsable también de aproximadamente el 50% del fondo y
la mapoteca–, la tarea fotográfica se se continúa con la tarea.
encuentra a cargo de las fotógrafas Paralelamente se está trabajando en
Clara Guareschi y Viviana Azar. Ligia la carga de una base catalográfica
Castellvi realiza los ingresos bibliográ- sobre WinIsis en formato MARC que
ficos y fotográficos, mientras que Abel acompañará a las imágenes. El público
Alexander se desempeña como asesor podrá acceder a la imagen deseada a
histórico-fotográfico. partir de diferentes entradas, como
por ejemplo: autor, título, fecha o
tema. Conseguida la imagen deseada
Actualizando tecnologías podrá hacerse una copia en papel
fotográfico o imagen de consulta en
Con respecto a la digitalización, dire- papel común, variando la calidad y
mos que ésta está siendo realizada por los costos de este servicio. Todas las
el personal profesional (fotógrafos) con imágenes mostrarán los originales en
una cámara Cannon D 70 profesional, su estado actual (hongos, roturas, etc.)
mediante una mesa de reproducción pero si el usuario desea obtener una
y con un escáner Epson Expression copia sin estas imperfecciones o con
10.000 XL, de tamaño oficio, el cual un reencuadre especial, a su pedido se
sirve para escaneo de positivos en papel, podrán realizar estas modificaciones a
así como también de transparencias través del programa Photoshop.
positivas y negativas en gran formato; Los precios de estos servicios serán
este escáner de alto valor y de última accesibles para los investigadores y el
generación fue recientemente adqui- público en general, y con otras tarifas
rido por la Dirección de la Biblioteca cuando estas imágenes sean utilizadas
con destino a este proyecto. para fines comerciales. En realidad,
Actualmente se está digitalizando todo los fondos recaudados se destinarán
el archivo, dándole prioridad a las íntegramente al mantenimiento de los
obras más antiguas, empezando por equipos técnicos, tonners y otros insu-
Argentina y continuando por otros mos indispensables. Este servicio está
países. Esta digitalización se rige por proyectado para ser inaugurado en el
las pautas utilizadas actualmente en segundo semestre del año 2007.
diversos museos y archivos, básica- El área contará con un archivo histórico-
mente se trabaja en tres resoluciones fotográfico abierto a la consulta de los
300 dpi en TIF para la guarda defi- investigadores, tanto con relación a las
nitiva, en 150 dpi en JPG para la imágenes fotográficas solicitadas, como a la
visualización en monitores y la impre- de sus autores fotográficos, con un amplio
sión de copias para el público y en 72 horario de consulta de 9 a 16 horas.

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LA BIBLIOTECA
Labor bibliotecológica N° 4-5 | Verano 2006

Biblioteca y hemeroteca Otros ingresos bibliográficos se pro-


ducen automáticamente por el régi-
Se suma al área un importante fondo men de depósito legal.
biblio-hemerográfico especializado en Este servicio reabrió sus puertas en el
historia, técnica y fotografía artística; mes de septiembre del corriente año,
esta biblioteca fotográfica de estan- con un horario de lunes a viernes de
tería abierta y de consulta pública y 9 a 16 horas.
gratuita –una de las pocas existentes
en el país– cuenta con un fondo de
mas de 1.300 publicaciones. Exposiciones históricas
Debemos señalar que este fondo
biblio-hemerografico surgió en el En el mes de septiembre con la exposi-
año 1996 a partir de una importante ción fotográfica “Por la fuerza del tra-
donación de libros y revistas sobre bajo” se inició un ciclo anual de expo-
fotografía, efectuada por intermedio siciones en el ámbito de la Biblioteca
de Marcelo Brodsky, de la Fundación Nacional con imágenes exclusivas de
Latin Focus. Desde ese entonces se ha la Fototeca “Benito Panunzi”. Para
estado incrementando el número de esta primera muestra se trabajó con la
publicaciones, en especial por las dona- colaboración de Abel Alexander quien
ciones realizadas por la Universidad de es el curador de la misma.
Salamanca, la Xunta de Galicia y la Es interesante señalar que la dirección
New York University, entre otras ins- de la Biblioteca Nacional ha dispues-
tituciones. Paralelamente la Biblioteca to con destino a este nuevo ciclo de
Fotográfica esta siendo incrementada exposiciones anuales la compra de 50
gracias a una política de reubicación marcos de aluminio de 40 x 50 cm.
generada por la fototeca que rescata especiales para fotografía, los cuales
de los Depósitos Generales estas obras serán utilizados en las futuras exposi-
especiales con destino a nuestra área. ciones de esta división.

Benito Panunzi
Plaza de la Victoria
Año 1865. Albúmina

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Labor bibliotecológica

Programa de radio ca que incluyan archivos y bibliogra-


fía especializada en la temática que
La fototeca también está presente en sean accesibles libre y gratuitamente,
la persona de Abel Alexander, en un con la ventaja de una ubicación cén-
micro semanal titulado “Queridas fo- trica en la ciudad de Buenos Aires
tos viejas” dentro del programa radial y con fácil acceso a todos nuestros
Manchas de tinta producido por la Bi- servicios fotográficos.
blioteca Nacional, que se emite por Ra- Es intención de nuestra fotote-
dio Nacional Clásica (FM 96.7 Mhz.) ca incrementar considerablemente,
los días jueves de 14 a 15 horas. tanto el patrimonio fotográfico de los
siglos XIX y XX, como el caudal de
libros y revistas fotográficas, argenti-
Nueva política nas como extranjeras, también inte-
resan los álbumes fotoimpresos y las
Por iniciativa del director de la postales fotográficas sobre Argentina.
Biblioteca Nacional, licenciado La Biblioteca Nacional agradece las
Horacio González, se han tomado generosas donaciones que se puedan
las disposiciones necesarias para que realizar en tal sentido.
los fondos fotográficos puedan estar a Es de pública notoriedad el sostenido
disposición de la consulta pública. crecimiento que se viene producien-
La presente dirección ha dispuesto do con relación a los estudios sobre
una política de adquisición de obras la historia de la fotografía argentina,
fundamentales en la historia de la esta tendencia que se puede observar
fotografía argentina; en tal senti- en los dinámicos museos fotográficos,
do recientemente se adquirió una en las múltiples exposiciones fotográ-
albúmina original del reconocido ficas, en los seminarios y congresos
fotógrafo italiano Benito Panunzi, especializados como el presente, nos
titulada “Plaza de la Victoria” corres- invita a reflexionar que nuestro país
pondiente al año 1865. puede y debe contar con institucio-
La Fototeca de la Biblioteca Nacional nes donde los investigadores puedan
constituye un departamento espe- trabajar con la facilidad de todos los
cializado en fotografía único en su elementos necesarios y en tal sentido
género, ya que la ciudad carece de la Biblioteca Nacional se presenta
centros de documentación fotográfi- ahora como una nueva alternativa.

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LA BIBLIOTECA
N° 4-5 | Verano 2006 Semblanzas

Héctor Libertella
El fallecimiento de Héctor Libertella nos lleva a pensar, nuevamente, en el des-
tino de la escritura de los escritores que dejan interrumpida su obra. Estaba com-
pleta, sin duda, su novela El camino de los hiperbóreos, ¿pero no hay siempre una
ilusión de que en vida un autor siga escribiendo una página más, aún con otras
perspectivas, aún bajo el pretexto de otros libros? Estaba completo el libro El paseo
internacional del perverso, ¿pero no esperamos alguna vez que el escritor que
nunca considera cerrada una novela le agregara los párrafos que él, no nosotros,
notaba que aún restaban escribir? ¡Cavernícolas! estaba terminada, ¿pero no era
legítimo decir que el escritor seguía meditando sobre ese libro y ese nombre y sus
lectores aún esperábamos encontrar en otro lugar esas meditaciones continuadas
por él mismo? Las sagradas escrituras y Memorias de un semidiós ya estaban
entregadas a imprenta, publicadas ¿pero no es lógico que el lector sea aquel que le
pide a un escritor que siga extendiendo en su cuerpo las premisas de escritura que
parecen definitivas aunque podrían ser un infinito preámbulo o un borrador? La
muerte de Libertella hace cesar lo que prometían esas preguntas y nos devuelve
el peso entero de su extraña y magnífica obra. Con estas palabras la Biblioteca
Nacional quería pronunciar el recuerdo y el nombre de Héctor Libertella.

Nicolás Rosa
El fallecimiento de Nicolás Rosa no nos privará de su obra, que perdurará en la
memoria de sus amigos y alumnos, pero nos despojará de un pensamiento en
acto sobre la voz y a partir de la voz. Nicolás Rosa trabajaba con una cortina
de murmullos y los combinaba con repentinas y escuetas altisonancias. Esa
combinación de emisiones era su marca registrada. Maestro en el teatro de la
voz, en sus exposiciones podía subrayar con mayor vehemencia algún fragmento
que no necesariamente era más relevante que aquellos otros sostenidos en voz
queda, apenas pronunciada. La crítica literaria que se hace en Argentina va a
extrañarlo; va a extrañar sus operaciones únicas con lo espumoso y lo grave del
lenguaje material, y con el grano de ese lenguaje, como hubiera dicho uno de
sus maestros, Roland Barthes. Su modo de ser crítico era su modo de usar la
palabra expositiva, su oratoria confidencial, con un ligero tinte de desesperación
y una exquisita elegancia. Preparó para el uso de su propia voz un conjunto de
conceptos movedizos, inesperados, un léxico tenuemente alterado, que hacía de
la lengua un torrente ilimitado de cosas y relaciones. Ponía a la ciencia como
proveedora de terminología literaria volátil –llegó a hablar de una centellografía
literaria– y a la literatura, en estado de logos sensorial. Extrañar a Nicolás Rosa
podrá ser, hasta donde alcance el recuerdo, evocar esas inflexiones, esos corpús-
culos de arena que a lo largo de estos tiempos le fuéramos escuchando.

Dirección de la Biblioteca Nacional

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