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Revista La Biblioteca - La Critica Literaria en Argentina PDF
Revista La Biblioteca - La Critica Literaria en Argentina PDF
ÍNDICE
3 Editorial
La imaginación crítica
12 • Borges y Perón. Por Antonio J. Cairo
16 • Productividad de la crítica. Por Noé Jitrik
26 • Josefina Ludmer: “Algunas ‘nuevas escrituras’ borran fronteras”. Por Susana Haydu
32 • La ficción proletaria. Por Nicolás Rosa
52 • Rojas, Viñas y yo (Narración crítica de la literatura argentina). Por Jorge Panesi
60 • Una profesión de fe. Por Alberto Giordano
74 • Crítica de la crítica (Negatividad y mimetismo). Por Juan Bautista Ritvo
Trazos malditos
200 • Retrato de un pensador materialista. Por Adrián Cangi
210 • Lectores argentinos de Manuel Puig. Por Ariel Schettini
216 • Ecos lejanos, voces tenues: apuntes para la crítica de H. A. Murena. Por Diego Poggiese
226 • Matar o morir. Murena y la transfiguración del espíritu. Por Luciano Carniglia
234 • Carácter y destino: en busca del modo de leer a Victoria Ocampo. Por María Celia Vázquez
Ficciones Críticas
244 • Crítica y hospitalidad. Marta Riquelme de Martínez Estrada: genealogías, lina-
jes e intertextos. Por Susana Romano Sued
260 • Diversos ejercicios de la crítica cultural argentina. Por Tomás de Tomatis
276 • ¿Borges crítico? Por Sergio Pastormerlo
284 • El viaje circular. Por Carlos Bernatek
290 • La creación es el verdadero poder. César Aira y la tenacidad de lo imposible.
Por Evelyn Galiazo
306 • Crítica interpretativa según el pensamiento de Paul Ricœur en la obra de
Alejandra Pizarnik. Por Ana María Rodríguez Francia
312 • Crítica y ficción: otra literatura. Por Carolina Orlando
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Groussaquianas
352 • La modernidad latinoamericana y el debate entre Rubén Darío y Paul Groussac.
Por Mariano Siskind
364 • Sobre una tesis que falla por la tesis. “Paul Groussac: un estratega intelectual”.
Por Marta Elena Groussac
Labor bibliotecológica
502 • La Biblioteca Nacional. Aportes para una estrategia de fortalecimiento. Por
Luis Herrera
524 • La imagen de Raymond Foulché-Delbosc en Argentina. Por Hebe Carmen Pelosi
532 • El período incunable entre Bernard von Mallinckrot y Philippe Labbé. Por
MarioTesler
538 • La música y el largo derrotero de su preservación. Por Silvia Glocer
542 • Para una genealogía del discurso bibliotecario. Comisión Permanente de Homenaje
a Bibliotecarios y Trabajadores de Bibliotecas Desaparecidos y Asesinados por el
Terrorismo de Estado
546 • La fototeca de la Biblioteca Nacional: un proyecto en marcha. Por Graciela I.
Funes y Clara Guareschi
552 Semblanzas
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Editorial
Redundancia e innovación
La Revista La Biblioteca ofrece con tranquilidad algunas redundancias. Una
muy notoria. Toma el mismo nombre de la institución que la edita. Además,
ya se dijo, actúa nomás como continuidad con la revista similar que publicara
Paul Groussac al cerrarse el siglo XIX. Agrega así un eslabón más a la serie
histórica. Las otras redundancias son menos evidentes y hay que verlas por el
revés. Redunda en querer tener una escritura del máximo nivel de independen-
cia intelectual, a pesar de ser una revista contenida en los pliegues públicos,
proveniente del arcano estatal. No es fácil recordar publicaciones en el área
pública que superen el mero cariz propagandístico y el dictum complaciente
del funcionario del momento.
Esta revista habla sola, por su propia voz, es libre. Redunda así por el lado opuesto.
Cuando se esperaba el ditirambo, elige excederse por su reverso. Transita por ese
territorio de las revistas vocacionales, las del llamado a la idea crítica. Una crítica
autonomista parecería inadecuada en el lugar de donde sale esta revista, pues si la
crítica es el momento de debilidad de las cosas, la Institución Pública no toleraría
saber o conocer su propia trama de fragilidad.
Pero la institución pública suele ser más débil que lo que sus simulacros
administrativos permiten pensar. Muchas veces, una revista intelectual libre que
lanza las novedades de lenguaje que los públicos esperan, quiere postular menos
su propia debilidad –es sólida, segura de sí, véase la Martín Fierro de Borges y
Girondo, en los 20, o Contorno en los 50, de los Viñas, Rozitchner y Masotta–,
que su concisa capacidad de crear culturas autónomas.
En cambio, revistas como ésta –La Biblioteca– respiran inesperadamente por su
fractura esencial, su origen sospechado, su voz presuntamente ronca con vaho a
bóveda estatal. ¿Pero no fue Borges, aventurero intelectual de los 20, de los 30,
y, aún adentrado mucho más el siglo, también atrevido director de la Biblioteca
Nacional? No atrevido por sus gestas administrativas –aunque firmaba documentos
oficinescos, incluso tenemos a la vista cierto apercibimiento de rutina a algún
empleado que ahora puede exhibirlo no como demérito sino casi como gloria–;
atrevido por su concepción bibliotecaria, una concepción geométrica, ficcional y
a la vez técnica, pues si la biblioteca era el mundo, era también sus deficiencias y
sus escatologías, sus fuerzas automatizadas y sus recodos más azarosos. Basta leer
Tlön, Uqbar... para percibir cómo está pensando el desdoblamiento del mundo a
través de un juego de espejos entre lo real y lo virtual.
Es que el autor de El Informe de Brodie estaba dentro de la civilización y dentro
de la barbarie, como lo está toda literatura merecida. Las revistas que surgen
dentro de la institución pública no están obligadas a ser ditirámbicas, pero sí
intimadas a reflejar el sorprendente espejo de todo lo que no se les atribuiría:
redundantes con lo otro que no se espera de ellas. Así deben ser. Redundantes
con lo que sordamente no es el Estado.
Este número de La Biblioteca sobre la crítica literaria argentina –y la historia
editorial– es redundante de lo que no formaría parte de una revista nacida de
la institución pública nacional. Se trata del aroma libertario que funda nuestra
vida, que no siempre puede decirse, pero que alguna vez –ésta, quizás–, puede
confesarse dentro del círculo de nuestros aprecios. Se place pues en ser reiterativa
de lo mejor del revisterío nacional, mezcla de la primigenia La Biblioteca y La
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del mundo del trabajo, la producción y el arte. Nuevos maestros nos sacarán de
nuestra condición ágrafa, aunque hayamos compartido largamente el fruto de las
culturas. El alfabetizador informático es el fruto notorio, educacional, surgido
del seno de las utopías tecnológicas del siglo XX, como la reflexión moral es el
fruto de utopías como las de Tomás Moro.
Pero sus resultados no son meramente utópicos, sino que intervienen de un modo
excesivamente banalizador en la discusión sobre las instituciones pedagógicas y
las decisiones sobre las redes escolares. Cuando éstas cumplan con su deseo real de
estar interligadas al cuerpo de la red virtual –lo que es también nuestra postura–,
una efectiva revolución pedagógica sólo ocurrirá por el diálogo con las fuentes de
la práctica cultural que unen las generaciones pasadas a las actuales. Se precisará
entonces de la filosofía y la literatura clásicas –y de la ciencia y técnica no como
ideología sino como conocimiento liberado– antes que de conceptos surgidos
del marketing superficial de la revolución tecnológica. A ésta la queremos sin sus
ideologías triviales ni sus implícitos mitos de dominio.
Sino, un nuevo saintsimonismo de los savants, con su ingenuo evangelio
social de los industriales, avanzaría sobre los nuevos descubrimientos con un
monolingüismo abstracto, en un momento en que la humanidad sigue con
sus guerras, demoliciones y saqueos, precisamente de los bienes preservados
por generaciones anteriores, y todo como prueba de la marcha sacrificial de
la especie humana, que el archivismo puntual no logrará detener. Pensar el
conocimiento es también pensar el saqueo y la pérdida. Las nuevas consignas
de la informatización han generado un poderoso lenguaje que, de un modo
virtual, absorbe todos los movimientos que las filosofías de la acción y del
conocer desde antiguo habían explorado. El dudoso concepto de sociedad de
conocimiento proviene de ahí, incapaz de pensar adecuadamente las novedades
que él mismo contiene, la gran reduplicación del signo real de la vida en formas
electrónicas y micro-compendiadas de la memoria.
Ningún lenguaje surgido de las metáforas de la técnica puede encargarse de la
totalidad del conocimiento humano, como el de sociedad de conocimiento, a
riesgo de que haga peligrar lo único que puede resguardar la presencia efectiva
de la técnica en las sociedades, el conocimiento filosófico como autonomía del
sujeto y del concepto. Más que sociedad del conocimiento (idea que cierra el
saber sobre una variante del progreso técnico) hay conocimiento de la sociedad
(forma abierta del saber que alienta nuevos descubrimientos técnicos).
Por eso, el error del concepto de “sociedad del conocimiento” proviene de la
confusión que introduce con la historia de las civilizaciones. ¿Qué sociedad
no sería del conocimiento? ¿Excluiríamos las cavernas de Altamira, los indios
Caduveo, la corte de Luis XVI, una asamblea jacobina, la China imperial, el
sur norteamericano de las novelas de Faulkner? El concepto de sociedad ya es
el de conocimiento. Sea en la alta Edad Media o en la Nueva York de Woody
Allen. La aparente ambigüedad del concepto solo querría decir que con los
signos de la sociedad informática recién podemos entrar a un conocimiento
universal y democrático. Desde luego, es necesario afirmar que la convicción
que une tecnología a democracia –derivada de la idea de democracia industrial
del pragmatismo norteamericano, que un digno hombre, John Dewey, intentó
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La crítica literaria en la
Argentina concedió estilos per-
sonales bien reconocibles. En
realidad, puede decirse que la
crítica comienza a serlo cuando
se manifiesta como estilo perso-
nal. Ciertamente, siempre hay
La imaginación un estilo, pero no hay crítico
si no se comienza a reflexionar
sobre un estilo, es decir, sobre
crítica el absurdo del yo. Arriesgamos
un pensamiento: sería posible
incluso definir que en las tra-
diciones novelísticas hay menos
variedad de estilos que en los
empeños y ejercicios de la críti-
ca. La crítica se inicia con una disconformidad, con una abjuración
entre el yo y el no yo, y con este parecer homenajeamos ahora a Nicolás
Rosa. Se equivocan pues los que suponen que se trata de recrear un
texto o de someterlo al cotejo con sus antecedentes y proyecciones. Se
trata de atacarlo, zaherirlo, combatirlo. De obtener sobre las ruinas de
lo criticado otro texto que a su vez espere su propia ruina. Esa espera es
un logro del estilo sin el cual es difícil el arte crítico, es decir, el arte de
actuar con serenidad en un intervalo entre dos ruinas. En esta sección
tenemos un conjunto de escritos que nos comunican esa posibilidad,
que, sin mayores esfuerzos, denominamos imaginación crítica.
En 1981, Antonio J. Cairo –seudónimo escogido por David Viñas–
escribió un artículo alarmante: una comparación entre Borges y Perón.
Lo que inquieta aquí no es el planteo de sus diferencias, obvias y reco-
nocibles. Se trata de una lógica que actúa por debajo de ellas y permite
equipararlos cuando el crítico los piensa. El triunfo de un esquema
vertical que excluye toda relación de reciprocidad consagrándolos como
los “burgueses más célebres”, capaces de concluir el proyecto político y
literario del siglo XIX. El sitio donde estas afirmaciones vibran: Les
Tempes Modernes, la mítica revista que dirigió Jean Paul Sartre.
Noé Jitrik traza una genealogía de las actitudes críticas que, en cada
momento, ponen en crisis las discursividades dominantes. Descartes,
Kant, Hegel, Freud, Marx y Nietzsche abren el espacio para la pre-
sencia del sujeto crítico en la historia. Sus aportes ofrecen la posibili-
dad de ser retomados a partir de las grietas que han provocado y de
sus nuevos enunciados, productores de nuevas legitimidades.
En un diálogo intenso, Josefina Ludmer traza las derivas de su
itinerario personal, pensándolas a partir de las mutaciones en
las formas de dominio contemporáneas. Un recorrido que va del
análisis elaborado al interior del campo literario hacia otros modos
de producción crítica que desafíen las “verdades del sistema” que
conquistan y renuevan las posibilidades de escritura.
Nicolás Rosa nos dejó este texto en el que compara el “folletín” con
la alta literatura, a menudo conectados por hilos no siempre reco-
nocidos. De hecho, la literatura menor se sirvió de los materiales y
las formas de la literatura universalmente consagrada. Esta hibri-
dación convierte la literatura de los bajos fondos urbanos –realista
y romántica– en un “género mixto” capaz de componer la crítica
social con los estilos literarios dominantes.
A partir de un reciente ensayo publicado por Martín Prieto, Jorge
Panesi se interroga por el tipo de autor que hay detrás de todo
crítico. Encuentra en este texto un conjunto de preocupaciones
–literarias, críticas, pero también existenciales– que emergen de
la capacidad de no ajustarse a pretensiones totalizadoras, o a los
formatos estandarizados de la academia.
Alberto Giordano encuentra en el relato, el ensayo y la autobiogra-
fía, formas de escritura que permiten compensar los sinsabores de
un cotidiano abrumador. Estos géneros –si pudiesen ser llamados
así– ofrecen posibilidades de imaginar nuevas formas de vida. La
crítica como una perspectiva ética que no se deja apresar por las
modas banalizantes y que nos predispone al desafío de desconstruir
las certidumbres para quedar disponibles ante encuentros que con-
muevan nuestra existencia y nos rehagan en esa sorpresa.
Juan Ritvo cuestiona las formas en que el periodismo cultural modela la
crítica a partir de un estilo pedagógico que oficia como mediador entre
los “espectadores” y la “obra”. Recuperar la sensibilidad kantiana en tanto
examen no para comunicar una obra, sino para ofrecer aquello que de
incomunicable tiene toda creación, la negación no en tanto mimesis,
sino como rasgo de excepcionalidad, secreto íntimo de toda obra.
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Borges y Perón(*)
Por Antonio J. Cairo
Sus diferencias son conocidas. Por eso tudes en virtud de una cronología
mismo yo querría destacar sus pare- “generacional” previsible, de climas
cidos; en sus escritos creo que podría familiares comparables y de una his-
encontrarse, en principio, una misma toria compartida desde la Semana
exclusión de la historia, que se mani- Trágica de Buenos Aires en 1919 hasta
fiesta mediante la negación de la lucha los años de la Década Infame (1933-
de clases en Perón y en una literatura 1943). Verdadera matriz que confor-
analgésica en Borges. En uno y en otro mó a los dos hombres en el período
se asiste a una evacuación del sufri- que precedió a su eclosión respectiva,
miento y del drama inherentes a la sobre todo si se tiene en cuenta la
vida cotidiana: evacuación que resulta, influencia decisiva de la presidencia
en el texto borgesiano, de su oposición del general Justo (1932-1938), “tío”
al “Centro” trágico y deslumbrante, de Perón y mecenas de Borges.
y en los documentos de Perón, de Pero en realidad es el parentesco de
su necesidad de borrar todo lo que símbolos entre Borges y Perón lo que
implica un cuestionamiento. Porque me interesa particularmente. Símbolos
si los escritos de Borges no reconocen poderosos: con-
a sus lectores sino que los inmovilizan, centración de la
el discurso de Perón no incorpora a línea elitista-libe-
sus mejores colaboradores sino que ral en Borges,
los fija. Y si el movimiento esencial encarnación de la
de Borges se orienta hacia el ruego, el corriente nacio-
de Perón se especializa en las órdenes. nal-populista
Uno y otro, me parece, instauran un en Perón. Sobre
espacio vertical, de arriba hacia abajo todo en relación
y a la inversa, que poco a poco excluye con los dos secto-
toda dimensión horizontal: incapaz res de Argentina:
de hacer que una comunidad se res- la clase media
pete incluso después de haber visto liberal y la clase
sus propias miserias, ambos prefieren media populista,
–cada uno según los valores y con un cuyas connota-
objetivo diferentes– que esta comuni- ciones preferidas
dad continúe ignorándolos. son el doctor
En otro aspecto –el empleo de las Houssay, el hom-
palabras– me parece útil establecer sus bre que habló en
lazos de parentesco recíprocos con el La Sorbona y polo sacralizado por la
Leopoldo Lugones de los años veinte: tendencia liberal-elitista, y el tango
cuando Perón dice “muchachos”, está trivializado, el Viejo Vizcacha y un
impregnado del Elogio de la espada Gardel de opereta para la franja nacio-
pronunciado por Lugones en 1924 nal-populista. Dos sectores que, si se
en ocasión del centenario de la batalla enfrentan en su adhesión, uno a Borges,
de Ayacucho; cada vez que Borges otro a Perón, a menudo se intersectan y
emplea el término peyorativo “mucha- se ponen de acuerdo: en especial cuan-
chones”, está retomando los semitonos do se trata de exaltar el símbolo de una
del Lugones de La Patria fuerte. vieja Argentina de virtudes patriarcales
Podrían incluso establecerse simili- tranquilizadoras y estereotipadas.
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David Viñas
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Productividad de la crítica
Por Noé Jitrik
Hay tres modos, o ámbitos, de entrar cer, en relación con la forma de la ac-
a discurrir acerca de la crítica. El titud crítica, una historia que transcu-
primero tiene que ver con una tra- rriría por tres carriles. Uno, la determi-
dición filosófica que tiene una pri- nación de los momentos históricos en
mera formulación enceguecedora con los que tiene presencia, fuerza y defini
Descartes y culmina, sin concluir, en ción y, correlativamente, de sus lapsos
Kant; no ignoro, por supuesto, lo que o ausencias –lo que establecería quizás
implica en esta línea el pensamiento un ritmo entre presencia y ausencia–,
de Hegel, de Marx, de Nietzsche, de con la co rrespondiente explicación
Freud, de Wittgenstein, de Habermas acerca de las causas que motivan am-
y todo el resto. El segundo se vincula bos fenómenos (en las sociedades teo-
con una actitud que halla su funda lógicas o muy jerarquizadas la actitud
mento, sin saberlo, en la mayor parte crítica se ausenta o es reprimida, da
de los usos, en diversas coagulaciones igual, mientras que en las de tenden-
de aquella tradición. El tercero afecta cia democrática parece más factible).
a una práctica particular y concreta Dos, el desarrollo probable, en el cur-
que tiene, aparentemente, un objeto so histórico, de
particular y concreto sobre el cual la actitud crítica, Por “actitud crítica” puede enten-
ejercerse, la literatura y el arte. No me su eventual ge- derse, ante todo, aquella exigen-
voy a ocupar ahora de lo que atañe a la neralización y cia que los sujetos pueden tener
historia filosófica del concepto ni a su perfeccionamien respecto de afirmaciones o de
situación en la reflexión contemporá- to (la forma que hechos que intentan imponer-
nea; sí, en cambio, haré algún deslinde adquiere en un se, por la argumentación o por
en relación con lo que llamo “actitud momento consti- la fuerza. No por ello tiene un
crítica” para, por fin, centrarme en la tuye el punto de alcance negativo aunque esto es
posición o situación o ubicación de partida para un lo que resulta en términos genera-
la práctica específica, vinculada ante ejercicio más am- les de su consecuente aplicación;
todo con los objetos literarios. plio y difundido lo fundamental es que lo que se
en el momento si dice o se presenta ante los ojos es
1. Por “actitud crítica” puede enten- guiente), y tres, la sometido a un examen que des-
derse, ante todo, aquella exigencia que relación de la for- cansa, a su vez, en supuestos apa-
los sujetos pueden tener respecto de ma que adopta en ratos coherentes que responden a
afirmaciones o de hechos que intentan cada momento fines de los que, hipotéticamente,
imponerse, por la argumentación o por con una base filo- se puede dar cuenta.
la fuerza. No por ello tiene un alcance sófica establecida
negativo aunque esto es lo que resulta por su lado, con sus propios alcances
en términos generales de su consecuen- críticos (no es ningún secreto que el
te aplicación; lo fundamental es que lo escepticismo alimentó una actitud crí-
que se dice o se presenta ante los ojos es tica, tanto que parece indisociable de
sometido a un examen que descansa, a ella y hasta, en los tiempos que corren,
su vez, en supuestos aparatos coheren- vulgar, así como las diversas filosofías
tes que responden a fines de los que, modernas, mencionadas al comien-
hipotéticamente, se puede dar cuenta. zo: el marxismo y el psicoanálisis, por
De esta expresión genérica se pueden ejemplo, sostienen lo que se llamó la
desprender diversas líneas de reflexión. “era de la sospecha”, expresión que
En primer lugar, sería posible estable- alude sin duda a esta dimensión).
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ticos; avanzado este siglo y a partir del importante: el discurso político parece
surgimiento de la noción de “público”, haber perdido incidencia y capacidad
que hace retroceder la de “ciudadano”, de penetración; el del periodismo y
avanza la información y la actitud crí- los medios, en cambio, en especial la
tica se recluye en las entrelíneas, en la televisión, parecen haberlas ganado.
sintaxis periodística y en la elección, Faltaría, por lo tanto, determinar en
u omisión, de los núcleos semánticos este discurso en qué consisten y cuáles
informables. Es muy probable que son los fundamentos de la actitud crí-
estas idas y venidas tengan alguna rela- tica que parece serles la propia.
ción con los avatares de la democracia Para concluir con este punto, quiero
y su teleología, siempre en definición: volver a una zona anunciada y dejada
si la democracia es la posibilidad de de lado al comenzar a discurrir sobre
una acción colectiva, la “actitud crí- la “actitud crítica”; me refiero a las
tica” reaparece por sus fueros puesto relaciones sociales simples de las cuales
que los destinatarios son considerados puse como ejemplo la conversación.
ciudadanos libres; si, en cambio, se Desde una perspectiva lingüística, se
define sólo como el derecho al acceso diría que la conversación es algo así
de toda clase de bienes, incluso sim- como la culminación de la dimensión
bólicos, predomina la información, es del habla; es el lugar en el que se ponen
en ese punto en el que la noción de a prueba todas las capacidades pragmá-
“público” se impone. ticas de la lengua y de los hablantes y, al
A veces, como ocurre en la actuali- mismo tiempo, es el campo en el que las
dad, hay una conciliación entre ambas finalidades dan sentido a la situación;
marcas: se trata de informar para en la conversación se trata de comuni-
que el público opte pero, al mismo cación, de intercambio, de interacción
tiempo, se le proporcionan los ele- y, por lo tanto, los actos conversaciona-
mentos como para que pueda hacerlo les están saturados de condiciones para
ejerciendo al mismo tiempo su propia estimarlos exitosos, o sea, en el pleno
“actitud crítica”, aunque en los hechos alcance de tales finalidades.
eso es una ilusión porque en verdad lo En tal sentido, existe una historia de
que se intenta es inducirlo a seguir un las formas que adoptó la conversación
solo camino. Por lo general, la actitud en diversos momentos de la historia de
crítica, en este caso, reviste el carácter la humanidad; podríamos afirmar que
de “opinión” y aunque se supone –y ninguna de esas formas ha desapareci-
sobre esa suposición se construye– que do y que todas conviven o, al menos,
posee una autorización mayor así sea que sus restos pueden ser reconocidos
porque está escrita, disfraza en nues- en las formas actuales.
tros tiempos su poder mediante una
argumentación tan abundan te y a 2. Si, como parece, la crítica actúa en
veces tan eficaz que sustituye de mane- la filosofía hasta el punto de alimentar
ra convincente a un discurso político lo que llamamos “actitud crítica” y pro-
que arrastra su decadencia hasta el veerla de los instrumentos para ponerse
punto de la disolución de su sintaxis. a prueba en cada instancia de las rela-
Asistimos pues, en el orden de las prác- ciones sociales, estos dos campos poseen
ticas ordenadas por el principio de la cierta universalidad y están presentes,
“actitud crítica”, a un desnivelamiento de manera directa o por mediaciones,
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que hay algo más, acaso también no los campos. Así, por ejemplo, si lo
evaluable, pero huidizo: el efecto de que la crítica histórica o sociológica ha
lleno significante, también considera- ayudado a buscar y a seguir buscando
do como la trascendencia de un texto, es el referente, o sea lo que consideran
respecto de lo cual la adjudicación de la realidad en la representación, no otra
valor no puede sino ser adjetiva dada cosa persigue la crítica estructuralista
la índole misma de esta cualidad. en su empeño por describir la organi-
Es muy posible que todas estas líneas de zación semántica de los textos; quizá se
acción se hayan conjugado en las ope- desplaza hacia la representación, donde
raciones críticas más famosas; algunas implícitamente reconoce un valor, en
predominan y otras se oscurecen pero detrimento de lo representado, pero el
suelen no desaparecer: en lo que va de campo es el mismo. ¿Y no es esto acaso
la crítica romántica a la estructuralista, lo que ocurre entre la crítica romántica,
si ese arco traza una evolución “moder- que trata de hallar en los textos persona
na”, se puede ver de qué modo todas lidades excepcionales, y la estilística que
estas marcas se entretejen, resaltan de intenta encontrar rasgos personales en
pronto más algunas en detrimento de las inflexiones textuales? La diferencia
otras pero están todas, unas y otras, y consiste en que para una todo está
lo que cambia son las vías de acceso, fuera del texto y el texto es un mero
El fantasma de Marx,
por Juan Rearte
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receptáculo o un medio y, para la otra, por cómo son generados o por el lugar
todo está dentro del texto que, por que ocupan junto a otros objetos sociales,
lo tanto, debe ser tenido en cuenta, simbólicos o materiales.
es donde se debe trabajar. El va lor, Y, hablando de la crítica en la moder-
pues, sea cual fuere el lugar en que se nidad, quizás al mismo tiempo se pro-
lo sitúa, define la duce otro desplazamiento: empieza a
En cuanto al modo de exposición función principal interesar más el crítico que la crítica,
propio de la crítica literaria, a la de la crítica, pero lo que quiere decir la función o la res-
forma que adopta para presen- no la única. ponsabilidad de aquél, frente a la so-
tarse, existen varios registros que Los textos, como ciedad, desde luego, lo que es también
mantienen, tal vez, relaciones se sabe, tienen un decir los lectores y la opinión, antes
secretas entre ellos. La opinión proceso de produc- que la configuración y la legitimidad o
o el comentario de tipo perio- ción que los lleva el perfil de su discurso en relación con
dístico, por ejemplo, que afecta a ser lo que son, los otros discursos y, en especial, con el
el distraído aire de no deberle mínima fenome- discurso que implican los textos.
nada a nadie, salvo a los desin- nología supongo De ese giro salen ideas bastante difun
formados lectores, depende por que indiscutible; didas y populares acerca de la crítica,
un lado del discurso periodístico pero, además, son como por ejemplo que su fun ción
general, informativo e interpre- objeto de comu- consiste en ponerse entre los textos y
tativo y, por el otro, no puede nicación, entra- los lectores para ayudar a éstos a com-
no dejar entrar en su preten- ñan mensajes, son prender mejor lo que por sí solos no
sión descriptiva y valorativa los actos de habla comprenden; o bien entre los autores
grandes vientos que soplan en el que intentan, a su y los lectores para contribuir a que esas
ambiente filosófico y literario; ni modo, incidir en personalidades se conozcan mejor; o
vale la pena apuntar que suele ser los actos huma- bien entre lo ficticio e idealizado y la
extremadamente sensible a los nos, morales, polí- realidad para iluminar mejor su senti-
intereses económicos que impor- ticos, cognoscen- do; o bien entre los mensajes que no
tan para la lectura. tes, etcétera. Por pueden faltar en los textos, en tanto
esa razón, entran entidades de orden comunicativo, y
en circulación: aquí es donde desempe- la sociedad que puede extraer alguna
ña un papel la noción de público que, lección de ellos. Esa idea de respon-
como vimos, también tiene que ver con sabilidad conduce por vía directa al
las modalidades de consumo de objetos orden de lo político y se transfiere a
simbólicos, aunque en las operaciones lo político de los textos, por lo general
concretas frente a textos concretos esa declarado en los mismos términos, no
noción se precisa adjetivándose; se habla, necesariamente a su politicidad, que
entonces, de “público lector”, lo que puede residir en lugares textuales que
da origen a dos categorías, que atraen el crítico o quienes esperan sus ilumi
mucho a la crítica en varias de sus vertien- naciones a veces no logran imaginar:
tes, la de “lectura” y la de “recepción”. La si no lo determina y no establece un
crítica se hace cargo de ello y se descentra, juicio de acuerdo con cánones más o
en el sentido de que da por obvios los menos autorizados por un saber po-
momentos de producción, se desentiende lítico corriente es que está queriendo
de ellos y atiende sólo a los posteriores, y situarse en un terreno neutral, intenta
aun “entiende” los textos por cómo pre- no tomar partido, es cómplice de las
suntamente son leídos y/o recibidos, no perversidades que los textos albergan.
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La imaginación crítica N° 4-5 | Verano 2006
Margins [una revista bilingüe, una límites, las islas. Los lugares donde
colaboración entre Argentina y Brasil] la imaginación pública pone cuerpos
sobre las temporalidades del presente. y comunidades.
Parto de la premisa de que un presente
es una acumulación-superposición de –Así que, en un sentido, éste es
temporalidades públicas, y analizo las un trabajo sobre “nuevas escritu-
temporalidades [es decir, las configu- ras”. ¿Podrías caracterizarlas? ¿Hay
raciones entre pasado, presente y futu- algún rasgo específico que veas
ro, las figuras que forman] de algunas como central?
de las ficciones que aparecieron en Un rasgo que me parece importan-
el año 2000 en Argentina. Ese corte te es que algunas “nuevas escrituras”
en el año frontera 2000 [un año que borran fronteras, borran las divisiones
fue postulado como el futuro por el
pasado] me permite analizar, siempre
en las ficciones, las diferentes tempo-
ralidades que constituyen, habitan y
producen “presente” y le dan forma: la
temporalidad de la memoria y la de la
historia de la nación [que son políticas
y nacionales], la temporalidad de la
utopía y la de la ciencia ficción [que
son formales y se inscriben fuera de la
nación]. Esas diferentes temporalida-
des están superpuestas, son simultá-
neas, están “en sincro” y “en fusión”,
y son uno de los modos de “construir
presente” o “realidad”.
El de las temporalidades es un tra-
bajo que sigo escribiendo. También
sigo con la otra parte del libro,
“Territorios del presente”: una ver-
sión inicial apareció en diciembre
2004 en la revista Confines de Buenos
Aires. Se trata de otro tipo de corte,
porque leo ficciones de casi toda entre géneros literarios, entre literatu-
América Latina desde 1990 hasta ra urbana y rural, fantástica y realista,
hoy. En ese campo “latinoamerica- nacional y cosmopolita, “literatura
no” trato de ver ciertos territorios pura” y “literatura social”, y hasta
que producen constantemente “rea- borran la separación entre realidad y
lidad” y “sentido”: “la Exposición ficción. Pero una de las características
Universal”, la ciudad, y la isla urba- del presente es que esas escrituras [esas
na, que aparecen no solamente en prácticas desdiferenciantes o desdife-
la literatura sino en el cine, la TV renciadoras] conviven, por así decirlo,
y en casi todos los medios. Me con las anteriores, las que siguen las
interesan los regímenes territoriales divisiones clásicas. Quiero decir que
de significación: las divisiones, los lo que me interesa de este presente es
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zos del siglo XXI es todavía válida que disputar el poder es imposible.
esa aseveración y hasta qué punto? Yo entiendo la resistencia como un
¿Cómo afecta este hecho tu labor? juego semiótico, un juego de códigos,
Ya no hablaría hoy de “la función del un juego con el sentido. Y también
crítico”; ya no creo en eso, si es que entiendo la resistencia como una
alguna vez creí. El problema actual práctica estratégica: la idea es que si
sería para mí cómo hacer resisten- podemos entender o conocer/cap-
Josefina Ludmer
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La ficción proletaria
Por Nicolás Rosa
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asalariado y del patrón y las formas garrones la potencia del descaro social.
reivindicativas del paro, la huelga y en Hormiga Negra de Eduardo Gutiérrez,
las formas relevantes pero poco evi- comienza en la cárcel; escuela de vicios
dentes, de la insurrección, y la “miseria que anuncia el reformatorio de Larvas
cristiana” (el miserabilismo erístico de de Elías Castelnuovo. El lugar de
Elías Castelnuovo o el misionerismo la des-humanización, de regresión a
de Almafuerte). En última instancia, las formas larvarias de vida, de los
estas operaciones son formas de escri- escombros, medidos por el fracaso. En
tura paralelas pero opuestas en sus su densidad articulada por la acción
intenciones: alienación, desalineación, continua de la pobreza; el referente
conversión y proselitismo, es decir, de inmediato y angustioso es el hambre,
los desharrapados, de los harapientos, como tema fundamental del cuento
de lo que hemos llamado “andrajos La miseria permanente y se instala dise-
sociales”, de los marginados y mise- minada en los cuentos miserabilistas
rables, de los ex convictos y la cárcel de Castelnuovo (Cf. Tinieblas, y en
es simultáneamente lugar de reclusión particular el relato “De Profundis”).
–el presidio– y de la participación de Detrás de esta vivencia literaria, en
la “comunidad de excluidos” donde el caso de Tuñón está la lectura de la
se concentran la artería del ladrón y novela de Knut Hamsun, Hambre;
el resarcimiento asesino del criminal. detrás de la lectura de Castelnuovo
Quizá como venganza o como repa- está la vivencia real de la experiencia
ración social. Actualmente la unifor- humillante de la penuria. La encar-
midad de la ropa hace que la pobreza nación sistemática de este tema lo
se disimule en los estratos bajos o se separan de la picaresca criolla, aquí no
revierta en moda de lo rotoso y des- hay pícaros ni artimañas, ni política de
gastado que lo convierte en una plus- sobrevivencia, sólo aparece el hambre
valía de la vestimenta en las socieda- de los desterrados como un golpe en
des de exclusión. el estómago. ¿Cómo encarnar esta
¿Cómo encarnar esta experien- “La miseria del experiencia en la letra?, es la difícil
cia en la letra?, es la difícil tarea plato de sopa se tarea de la escritura; si el hambre
de la escritura; si el hambre es oculta, la miseria es dentro de nuestra perspectiva un
dentro de nuestra perspectiva un de la ropa no”, “inenarrable” debemos aceptar que el
“inenarrable” debemos aceptar dice González miserabilismo como pretensión litera-
que el miserabilismo como pre- Tuñón y quizá ria se ve obligado a describir panes de
tensión literaria se ve obligado a esté recitando la papel que no podrán nunca saciar la
describir panes de papel que no lógica unitaria de hambruna de los pueblos. Si los pue-
podrán nunca saciar la hambru- Kropotkin (Cf. blos están ahítos, ¿puede escribirse la
na de los pueblos. El vestido en La saciedad? quizás en prosas voluptuosas
conquista del pan. generando una profusión barroca de
Rosario, Kolectivo Editorial, 2004), los organismos de la lengua, quizá
la miseria del vestido es ostentosa, la realizando una prosa golosa de los
del hambre puede ocultarse; ello no enunciados lingüísticos. No hay una
implica que a la postre, el “harapo” lengua pobre ni mucho menos eso que
muestre simultáneamente el hambre y la doxa dice como “pobreza del len-
la pobreza. El “harapo” no tiene valor guaje”, hay una lengua denotativa que
de ocultamiento, muestra en sus des- pretende decir sin discreción: al pan
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pan (la hambruna) y al vino vino (la risotada del Comisario. Personajes que
borrachera). El peligro es la metáfora. han “caído” como la sombra bíblica
El presidio es una entidad militar que del ángel caído, y allí radica su des-
en Hormiga Negra se confunde con la ventura, descienden del rango social
exigencia de la leva, lo que lo vincula que en algún momento tuvieron. Por
con el Martín Fierro y los separa abier- el contrario, los
tamente de Estanislao del Campo. El “pobres de siem- ... Personajes que han “caído”
gaucho Hormiga Negra es un facine- pre” es un esta- como la sombra bíblica del
roso y asesino llamado por el reclamo do crónico de la ángel caído, y allí radica su des-
de la sangre. La gauchesca proba es sociedad de cla- ventura, descienden del rango
la puesta en escena del valor y de la ses, imperturba- social que en algún momen-
moral gauchesca; la gauchesca asesina ble a los avances to tuvieron. Por el contrario,
no es vindicativa, es sólo criminal, se de la distribución los “pobres de siempre” es un
mata como se dice, por matar. Es un de la riqueza, y es estado crónico de la sociedad
régimen de castigo que en la perspec- uno de los siste- de clases, imperturbable a los
tiva del común social es una “sociedad mas más fuertes avances de la distribución de
de anómalos”, que repite por inversión de la organiza- la riqueza, y es uno de los sis-
las leyes ciudadanas y por ende es la ción capitalista, temas más fuertes de la orga-
prueba del espejo, el hombre libre ve que se traduce nización capitalista, que se
allí reflejados su truhanería y su trai- cruelmente en la traduce cruelmente en la cris-
ción, la venganza, el robo y la ignomi- cristalización lin- talización lingüística: “pobres
nia de todos los días. ¿Es la purgación güística: “pobres habrá siempre”.
de los pecados sociales o la celebración habrá siempre”.
de los grupos del lumpenaje? Es el Hormiga Negra, en sus reglados y
fundamento de las legalidades sociales consecutivos episodios integra una
que sólo se logra por la violencia y novela de aventuras homicidas, es una
la exacción. La penitenciaría –lugar “novela criminal”, la novela de Tuñón
de penitentes– donde impera la ley Camas desde un peso es una novela
del llamado, precisamente, Derecho por retazos, marcada por la crónica
Penal, lugar de los crímenes confe- y el episodio. La crónica –le viene
sados, un lugar cuasi religioso de la de su trabajo periodístico en Noticias
confesión y la prueba, un lugar de Gráficas y en Crónica, se formula a
expiación. Es el espacio de la comuni- partir del criterio de “verdad narrati-
dad de excluidos y lugar de enseñanza va”. Lo que se cuenta tiene su correla-
vicaría del delito, mientras que la to en lo “real” absoluto de la realidad,
cárcel es una entidad civil que preten- mientras que el episodio es la sustrac-
de reformar al delincuente, lugar de ción temporal del “efecto de realidad”
arresto y por ende de control social y para mostrarse como una “lógica de
se asimila al reformatorio y al asilaria- las acciones” encaminadas. Una apela
to. Hormiga Negra es producto de un a la realización de lo verdadero real, la
matonaje militar y entra a degüello y otra a una lógica de la verdad. Ambas
cuchillo; los personajes de Tuñón –los dos, por la potencia de la narración
cinco casos que habitan la pensión– asesina y su proliferación en Hormiga
son ladrones, cafishos, morfinómanos, Negra, y por sucesión de ejemplos en
desharrapados que no merecen el pre- Camas desde un peso (1932), se defi-
sidio, sólo la cárcel y por horas, bajo la nen por una “serialidad”, ambos dos
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romanas que rompían su votos de casti- Soy al lujo insultante de las damas, ni a
dad, la prostitución reglamentada de la las promesas infames del capataz, ni a las
Suburra de Petronio, la demi-mondain monedas criminales del burgués, ni a las
de la novela francesa del siglo XIX, y inmundas babas del señorío que forcejea
la prostitución mucho más degradante en su cuarto... ¡La justicia primero; luego
por la pobreza en Zola, se reemplaza en los vicios de los explotadores y de la aris-
el folletín por el exutorio de la forma tocracia degradada, y por fin, la usura del
del capitalismo monetario. El capita- proletario y del agenciero! (Patricio Tovar.
lismo de producción y de intercambio La Protesta, primera quincena de julio
rige la contratación tanto de bienes de 1908. Santiago de Chile).
como de mujeres: la trata de blancas,
como la de los negros se rige por la La segunda dice:
moral de intercambio, se intercambian
mercaderías, sujetos y prostitutas. El Esta noche no faltará pan aunque para
valor sagrado del cuerpo humano esta ello tenga necesidad de vender mi honra,
regido, en los países periféricos, y con yo si quiero tengo derecho a dejarme morir
mayor insistencia en los países del de hambre, pero no lo tengo de dejar a mi
Tercer Mundo, por una interferencia madre enferma y a mis hermanos chicos
en la organización disciplinaria del que lo sufran... Así que a cualquier pre-
encierro, la cárcel de mujeres; el encie- cio tendrán un pan. (Manuel Lourido.
rro a medias disciplinario y profesional Suplemento de La Protesta, Buenos Aires
del Buen Pastor y la organización de 1909.) Un poco de tiempo más, y no
controles, control de la sanidad públi- mucho, aparecerá en la escena folletinesca
ca, control de la marginación, control nuestra famosa “costurerita”, aquella que
de la moral societaria. La prostitución, “dio el mal paso”.
más que la delincuencia, afecta todos
los órdenes de las sociedades capitalis-
tas porque pone en evidencia el sistema Ergástula prostibularia
de contratación de desiguales generado
por la misma sociedad –todo el folletín La diversidad pero no el enfrenta-
y sobre todo el folletín vindicativo de miento es evidente en los sistemas de
clase obrera y de la mujer sostiene este nomenclatura que sugieren los textos
punto con rebeldía y rabia anarquis- en el drama de la prostitución como
ta– y lo marca como “lacra social”. Esto “drama social” vinculado al folletín
señala una forma diversa de procesar la social, el rótulo es la “prostitución”
figura de la mujer en el folletín prole- como insignia del hecho social de
tario y el folletín sentimental, entre la la presencia de una anomalía dentro
reivindicación y la compasión. El sis- de la circulación de los sujetos y de
tema de explotación de la mano obrera la interrupción de la justicia social.
se extiende a la mujer; la reivindicación En el folletín de orden sentimental,
social del proletariado obrero pasa ser la enajenación corporal es un hecho
un reclamo humanitarista de la “obre- individual, producto de la miseria y
rita del barrio”. La primera dice: de hambre, pero no revela las urgen-
cias de la reivindicación. Es un hecho
¡Soy la que todavía no ha pactado con el doméstico producto de los grupos
cabrón comerciante de carne humana...! mal avenidos y de la desintegración
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Rojas, Viñas y yo
(Narración crítica de la literatura argentina)
Por Jorge Panesi
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con una anécdota, que luego se revela primer término, muchas ganas de
en el desarrollo de la exposición como narrar, de narrar literariamente, esto
un irónico condensador semántico: es, con las armas desnudas de la lite-
Sabato habla en Mendoza sobre el ratura; segundo, cierta perspectiva y
humanismo en Madame Bovary, y uno cierto gesto seguro que no excluye la
de sus escuchas, Antonio di Benedetto incomodidad que experimentan los
prepara un texto que contradice tal buenos críticos. Seguridad y pers-
humanismo; Borges conversa con pectiva: la perspectiva segura desde
César Fernández Moreno sobre la la que escribe Prieto es la del litoral,
imposibilidad de que surgiese un buen que supone un fuerte linaje literario
poema que reivindicara el peronismo, (Mateo Booz, Carlos Mastronardi,
y Prieto agrega: Juan L. Ortiz, Saer, entre otros), pero
también toda una tradición de críti-
ese poema… ya lo estaba escribiendo ca académica (Adolfo Prieto, María
desde la década del cincuenta Leónidas Teresa Gramuglio, Nicolás Rosa,
Lamborghini.11 Josefina Ludmer, Sandra Contreras,
Alberto Giordano) con la cual Prieto
¿Qué se necesita para escribir una dialoga incesantemente, y no desde
historia de la literatura argentina? los bordes de ningún centro, pues
Martín Prieto nos da la receta: en estos nombres son el centro.
NOTAS
1. Martín Prieto, Breve historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Taurus, 2006.
2. María Rosa Lojo, “Historiar las letras argentinas”, La Nación, domingo 28 de mayo de 2006.
3. Martín Prieto, op. cit., p. 9.
4. Martín Prieto, op. cit., p. 10.
5. Martín Prieto, op. cit., p.
6. Martín Prieto, op. cit., p. 293.
7. Martín Prieto, op. cit., pp. 229-230.
8. Martín Prieto, op. cit., p. 426.
9. Martín Prieto, op. cit., pp. 184 y 185.
10. Hoy digital, viernes 23 de junio de 2006, en www.hoy.com.do
11. Martín Prieto, op. cit., pp. 346 y 384.
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Una profesión de fe
Por Alberto Giordano (*)
Como no podía escribir por falta de que, como algunos sueños, terminan
tema (apenas comenzaba a imaginar imponiéndose como más reales que la
el desarrollo de un ensayo, enseguida misma realidad. Como los diarios de
descubría que no tenía nada intere- escritores son, por estos días, el tema
sante para decir sobre el autor o el de una investigación que enmascara
libro elegidos), me pasé las últimas dos de sistematicidad mis siempre frag-
semanas leyendo continua y desorde- mentarios ejercicios críticos, leí La
nadamente lo que me fue saliendo al edad de la franqueza de P. D. James,
paso. Leí la primera novela de Romina que en realidad son unas memorias a
Paula, ¿Vos me querés a mí?, porque las que la autora les dio, por conve-
me atrajo el título y porque le oí decir niencia retórica, la forma de un diario
a alguien que se podían encontrar que recoge sucesos y vivencias de un
huellas del arte de Puig en la forma en único año que casi siempre sirven
que están narradas algunas conversa- como pretexto para que emerjan los
ciones entre amigas. Leí Infancias de recuerdos (la traducción de Ernesto
François Dolto, porque me gustó la Montequin es excelente: un ejem-
idea de que el relato autobiográfico de plo más de la mítica superioridad de
una madre se sostuviera en un diálogo los traductores argentinos sobre sus
tramado por la curiosidad y el amor colegas de habla hispana). Por pura
de la hija (y porque cuando lo hojeé casualidad, después de La edad de la
en la librería me pareció que el tono franqueza leí Con toda intención de
de la rememoración era de una alegría C. E. Feiling, que alguna vez escribió
y una falta de resentimientos encan- que P. D. James “está entre las mejores
tadores). Aunque no me habían gus- novelistas contemporáneas”, segura-
tado demasiado algunos de sus libros mente porque lo creía, pero también
anteriores, leí Mi oído en su corazón para sacudir un poco a la pretenciosa
de Hanif Kureishi porque desde que intelectualidad porteña de fines de los
papá tuvo el accidente que lo redujo ochenta, a la que imaginaba, con una
casi a una sombra de quién era me maledicencia casi infantil, sometida
aficioné a las narraciones del género a una dieta hipocalórica a base de
“mi padre y yo”, y también porque sé películas de Godard y disonancias
que la mezcla de relato, ensayo y auto- de Coltrane. Bajo el insidioso signo
biografía es una de las formas literarias de la rivalidad, leí esta recopilación
que con más fuerza pueden apartar- de ensayos, crónicas y reseñas menos
me del mundo y dejarme presentir, por curiosidad que por un afán de
incluso en la mía, tan pobre como comprobación, para verificar si, como
la de cualquiera, la posibilidad de lo recordaba, esa lograda combinación
otras vidas. Leí, en horrible traducción de sentido común y sofisticación, de
española, las cuatro novelas de Philip sensatez y arbitrariedad, con la que
Roth reunidas en Zuckerman desenca- Feiling construye su figura de críti-
denado, porque los escritores son mis co, antes de ser un legado inglés, es
personajes de ficción favoritos; las leí una herencia directa de los ensayos
convencido de que en cada una hay un del joven Borges. Finalmente, leí tres
sustrato autobiográfico muy amplio o cuatro entrevistas a Derrida que
sobre el que se asienta la imaginación encontré en un sitio de la web dedi-
para fabular excesos y deformidades cado a su divulgación en castellano;
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hasta ese momento sólo estaba seguro giana de no dejar pasar ningún juicio
de que algunos de los gestos en los que intelectual o estético que circule como
había sorprendido a Rama, agitado interpretación dominante sin someter
al mismo tiempo por una necesidad sus criterios de valoración a un rápido
exorbitante de reconocimiento y una e inflexible trata-
exigencia de objetividad acorde con miento impugna- Las limitaciones de la enseñan-
su rol de intelectual, habían termi- dor. Para definir za de la literatura y de la inves-
nado remitiéndome a otros deseos una posición de tigación y la crítica literaria
y otras exigencias cruzados, los que lucha que pudie- que se practican en nuestras
sospechaba en el origen de algunos ra ser tomada universidades son obvias y ya
“malentendidos” profesionales en los como un foco de fueron señaladas, en ocasiones
que a veces quedaba entrampado. Al resistencia a la con más perspicacia que la que
Diario de Rama le debo la revelación pretenciosa bana- se desprende de las ironías de
de que esa forma de escritura autobio- lidad de algunos Feiling, por ensayos escritos en
gráfica puede ser la más auténtica de hábitos cultura- los límites del orden académi-
todas, porque presenta la vida como les prestigiosos, co, ensayos que se propusieron,
un proceso que está siempre in medias juega con inteli- y a veces lograron, explorar las
res. Le debo también el descubrimien- gencia y elegan- tensiones entre conocimiento
to de que lo que me atrae con más cia al anglófilo y saber, entre método y escritu-
fuerza en los gestos reflexivos con los exasperado por la ra, hasta el límite de sus posi-
que me identifico es la posibilidad de falta de sensatez bilidades. Por supuesto que no
encontrar en ellos, sólo en ellos, la y sentido común tendríamos por qué pedirles a
afirmación secreta de alguna otra cosa de la francofilia las reseñas y las notas de un
que conmueve mi intimidad. Ése es reinante. Como escritor que se hiciesen cargo
desde que lo leí mi predicamento crí- el joven Borges, de semejante empresa.
tico, ahora que puedo formularlo. que a despecho
Este elogio solapado y tendencioso de de su manifiesta ignorancia de la obra
lo que tal vez habría que seguir consi- freudiana gastaba ironías contra el
derando limitaciones, puede comple- psicoanálisis, al que consideraba poco
mentarse con otro que supongo más más que una superstición, Feiling ejer-
convincente y fácil de exponer: un ce la superioridad de su escepticis-
elogio de la teoría literaria como pers- mo contra los cultores vernáculos del
pectiva y lengua convenientes para el “irracionalismo” que propaga, cual
ejercicio de una crítica afirmativa. Me epidemia, la obra de Foucault. El
dieron ganas de escribirlo mientras enemigo de todas sus escaramuzas es
leía Con toda intención, al advertir que el “gusto medio intelectual”, o el “pro-
lo que en un principio había tomado gresismo ilustrado”, un punto de vista
como saludables ironías destinadas fraudulento que encarnan bien las
a desenmascarar las imposturas del figuras del profesor y el becario aliena-
orden académico se iban volviendo, a dos por la “industria de las tesis de
fuerza de repetición, gestos obsesivos. doctorado”, o la no menos embrutece-
Con una franqueza y un coraje poco dora “industria de las Introducciones a
habituales entre quienes practican la la Teoría Literaria”.
crítica literaria dentro de los suple- Las limitaciones de la enseñanza de la
mentos y las revistas culturales, Feiling literatura y de la investigación y la crí-
repite a fines de los 80 la estrategia bor- tica literaria que se practican en nues-
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reconocerse, Aira podría haber recono- articula el saber con ciertas experiencias
cido como genuinamente interesante subjetivas que desbordan lo concep-
mi sostenido esfuerzo por desarrollar, tual, pero algo se resiste a que pueda
a través de conceptos y estrategias crí- identificar como propio ese deseo de
ticas, la ambigüedad y la clarividencia una existencia radicalmente distinta y
que transmiten las intuiciones de sus lo devuelve convertido en un mandato
dos ensayos sobre Puig. Como sea, lo pesado. Debes volverte escritor, porque
que impactó con más fuerza sobre mi parece que así lo quieres, desprendiéndote
conciencia, después de rebotar contra de la “ortopedia” literaria. No es que crea
lo que imagino es un anudamiento imposible, ni siquiera extremadamente
íntimo de anhelos y temores, fue la idea difícil, pasar de la crítica a la narrativa
fascinante, pero difícil de sostener para o la poesía, si sólo se tratase de sustituir
alguien que se define como un profesor una retórica por otra. (Todos conoce-
que escribe, de que La conversación infi- mos poetas que se volvieron tales frente
nita transmite un deseo de abandonar a la recurrente imposibilidad de redac-
la crítica y pasar a otra cosa en la que tar una ponencia para algún congreso.)
el encuentro de escritura y vida pudiera El problema es que supongo que cual-
darse con tanta intensidad como en los quiera de esos cambios de registro me
últimos ensayos de Barthes, los más llevaría más lejos de la literatura que lo
extraordinarios de una obra extraordi- que estoy en este momento, mientras
naria. Enseguida entendí y acepté el reflexiono sobre, y acaso en, los límites
mensaje (el que me llegaba desde el de mi condición de crítico. A lo que se
libro a través de la recensión privada refiere el mensaje de Aira es a la posi-
de Aira): si quería volverme como mi bilidad de dar un salto desde la crítica,
“querido” Barthes, tendría que olvidar- que no importa con cuanta ironía se
me también de él, de la identificación la practique siempre queda pegada a
con la figura del crítico-ensayista que imposturas metalingüísticas, hacia la
responde activamente a la afirmación invención de una forma ensayística que
de lo intratable de la literatura; tendría pueda desenvolverse según impulsos
que olvidarme hasta de la idea de la inmanentes, que prescinda incluso de
crítica como conversación con la lite- los usos más interesantes de la teoría,
ratura aunque todavía fuese mi norte de su tendencia a la generalización.
y nunca la hubiese encarnado. ¿A qué Para dar ese salto no hacen falta com-
otra cosa podía invitarme el “mons- petencia ni talento, sólo convicción. Si
truo” de Flores si no a una fuga hacia de veras creyese que lo que me salió al
adelante? Hasta el fondo de lo desconoci- paso como la afirmación de un valor
do para alcanzar por fin lo novelesco, ya también es un llamado desde lo desco-
no de la crítica, sino del crítico. nocido que habla de la posibilidad de
Desde un principio traté de acordar con una vida más fuerte, le respondería con
las impresiones de Aira sobre La conver- decisión. Pero como sigo creyendo que
sación infinita sin tener que hacerme literatura es lo que escriben otros, aun-
cargo de lo que me parecía y todavía me que no sé si esa creencia se sostiene en
parece una exigencia excesiva. Me gusta lo que quiero o en su negación, todavía
pensar que, como los buenos libros de prefiero las imposturas menores de la
crítica, el mío sobre Puig manifiesta crítica a la más pretenciosa de actuar
sus deseos de volverse literatura porque como si fuese un escritor.
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Alentado por el tono de sus comen- plazándose hacia sus bordes exterio-
tarios al libro sobre Puig, alguna vez res, me inquieta porque lo reconozco
le volví a mandar a Aira lo que estaba como propio en la medida en que no
escribiendo para que me contase qué puedo atribuir las expectativas de Aira
le parecía. Actué con esa peligrosa nada más que a un capricho de su
necedad infantil que hace que todavía extravagancia generosa y destructiva.
nos ilusione lo que ya sabemos que ¿De dónde sale si no el proyecto, que
es imposible que pueda ocurrir. Para seguramente no voy a realizar, pero
que viese cuánto había progresado quién sabe, de narrar los últimos días
en el estudio de las sutilezas y los que pasamos juntos con papá, entre
repliegues del alma humana (la iden- General Villegas y Rosario, antes de
tificación con los moralistas fran- su accidente? No tengo escrita ni una
ceses, aunque excesiva, me pareció palabra, pero varias veces comencé a
apropiada), le recomendé sobre todo recorrer imaginariamente los caminos
la lectura de “Unos días en la vida de la rememoración y si en todos la
de Ángel Rama”. Demoró mucho literatura de un modo u otro estuvo
la respuesta y cuando finalmente presente –porque estuvimos juntos
nos reunimos me dijo que sí, que el en unas jornadas sobre Puig, porque
ensayo estaba bien escrito, pero que conversamos con Aira en un bar de
no me había podido encontrar en él, Villegas, porque en el viaje de vuelta
y pasó rápidamente a otra cosa para leí La experiencia sensible–, nunca la
no abrumarme con su decepción. necesité como soporte “ortopédico”
¿Estoy o no en lo que escribí sobre la para poder moverme.
intimidad del otro crítico? Sé que sí, Hasta aquí llego. No sé si para salir del
pero temo que no. Y el temor hace vacío de escritura en el que voy a caer
evidente que la pregunta apunta a la después de terminar esta profesión de
posibilidad de aparecer, no sólo indi- fe, tendré que encontrarle otra vuelta
rectamente, sino bajo las condiciones a la retórica del ensayo crítico (parece
de una transformación radical: en el tan agotada), o si finalmente me voy a
olvido de mi identidad como crítico. probar como narrador y autobiógrafo.
Aunque se trata de un problema que No lo sé. No lo puedo saber.
no podría resolverse desde dentro del
ejercicio de la crítica, ni siquiera des- (*) CONICET
NOTAS
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Crítica de la crítica 1
(Negatividad y mimetismo)
Por Juan Bautista Ritvo
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fiebre de hojas muertas que puede llegar facticio y tembloroso contorno. Cuando
hasta no dejarnos dormir. En mi cuarto un rayo de sol doraba las ramas más
cerrado se interponían desde hacía un altas, éstas parecían, impregnadas de
mes, evocadas por mi deseo de verlas, una humedad refulgente, emerger solas
entre mi pensamiento y cualquier otro de la atmósfera líquida, color de esme-
objeto al que me aplicaba, arremoli- ralda, en que la arboleda entera estaba
nándose como esas manchas amarillas sumergida, como en el mar.7
que a veces, adonde quiera que mire-
mos, bailan ante nuestros ojos. Y esa “Facticio” (factice8) es uno de los voca-
mañana, al no oír más la lluvia que blos claves de este fragmento textual.
caía como los días anteriores, al ver el Es, sin duda, lo artificial, opuesto en
buen tiempo que sonreía en los ángulos toda la línea a lo así llamado natural.
de las cortinas cerradas, como las comi- Pero la acepción proustiana de “natu-
suras de una boca cerrada que deja ral” tiene otra extensión que la habi-
escapar el secreto de su felicidad, sentí tual: aunque se presente en primer
que podría mirar esas hojas amarillas, plano el tiempo en que el narrador
atravesadas por la luz, en su suprema atraviesa el Bois para ir a Trianon, el
belleza: y no pudiendo contener ya el tiempo de la narración es el momento
deseo de ir a ver los árboles, del mismo del “cuarto cerrado”, la temporaliza-
modo que antes no podía, cuando el ción extática del recuerdo que vaga
viento soplaba fuerte en mi chimenea, y divaga desde el mar espectral de
dejar de ir a la orilla del mar, salí su propio cuarto. Todo lo que no es
camino de Trianon atravesando el Bois este cuarto, todo lo que no pertenece
de Boulogne... una doble hilera de a la red metafórica del encierro y del
castaños arananjados parecía, como repliegue nostálgico hacia el interior,
en un cuadro apenas iniciado, haber hacia el alma intermitente, todo eso
sido pintada por un decorador que no pertenece a lo “natural”, la naturaleza
había puesto color en el resto…Y el Bois salvaje, la cultivada y aun la historia.
tenía el aspecto provisorio y facticio Pero a la inversa, ese exceso de artifi-
(...) en el crepúsculo que se inicia, se cialidad, ese exceso de convención que
ilumina como una lámpara, proyecta a aparentemente se desprende de la mate-
distancia sobre el follaje un reflejo arti- rialidad, por una torsión que le es propia
ficial y cálido y hace llamear las hojas alcanza, en última instancia, algo incon-
superiores de un árbol que sigue siendo mensurable, algo no facticio.
el candelabro incombustible y opaco de Como en tantos momentos de Proust,
su cúspide incendiada. (...) Iba hacia la mímesis imita lo radicalmente ini-
el paseo de las Acacias... La luz atraía mitable y fracasa triunfando, y no por
diestramente a dos árboles y, utilizando rehusarse a imitar; por el contrario, y
el cincel poderoso del rayo de la sombra, acusadamente en esta escena del Bois,
recortaba a cada cual una mitad de sus los códigos paisajísticos, botánicos,
troncos y sus ramas y, trenzando las dos escultóricos, pictóricos que siempre
mitades que quedaban, las convertía convoca para apresar a su objeto (obje-
en una sola columna de sombra que to construido y jamás dado, como
delimitaba la iluminación de alrede- ocurre en toda obra, mas aquí con
dor, o un único fantasma de claridad plena conciencia de ello) atraviesan,
cuya red de sombra negra cernía el de plantación en plantación, de claro
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NOTAS
1. Este texto está inspirado en “Acerca de la crítica”, de Maurice Blanchot, que figura como prefacio a su Sade
y Lautréamont, Buenos Aires, Ediciones del Mediodía, 1967.
2. Hegel, G. W. F., Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Hachette, 1956, T. I, pp. 146/7.
3. Adorno, Th. W., Teoría estética, Obra completa, vol. 7, Madrid, Akal, 2004, pp. 156/8.
4. Caillois, R, Medusa y Cia. Barcelona, Seix Barral, 1968.
5. Cit. en p. 102 del texto mencionado en la nota 3.
6. Murena, H. A., Visiones de Babel, Buenos Aires, FCE, pp. 482/3.
7. Cito según la versión de Estela Canto, con algunas correcciones: Proust, M. Del lado de Swann, Buenos
Aires, Losada, 2000, pp.440/2; Proust, M. Du côté de chez Swann, Paris, Folio Classique, 2001, pp. 414/6.
8. En la versión de Estela Canto y en varias oportunidades se vierte factice “ficción o ficticio” lo cual es un
despropósito; ambos vocablos conservan la connotación de “engaño” pero el primero apunta a lo “artificial” y
se opone así a lo “espontáneo”; el segundo opone lo “imaginario” a lo “real”. Habría que preguntarse si buena
parte de lo que llamamos ficción, no merecería mejor ser llamado “género facticio”; El realismo corriente es
indiscutiblemente ficticio, pero en modo alguno facticio –o si lo es–, lo es a pesar suyo.
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Franz Kafka
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Un crítico se mide frente a
su motivo inspirador, que fre-
cuentemente es un nombre,
otro nombre. Es usual escribir
bajo el dulce dictamen de un
nombre que se quiere –es el
caso de los ensayos críticos de
Nombres, linajes esta sección– pero nada impide
que ellos nos hagan recordar
el movimiento contrario. El
y recorridos del escritor por la antípoda.
En el célebre ensayo proustiano
Contra Sainte-Beuve se dice
que este crítico no distingue
entre ocupación literaria y con-
versación. Siendo el periodismo
el resultado de la conversación, se pierde el elemento distanciador que,
previo a la amistad, es el fundamento de la crítica. Pero agreguemos:
no la mera distancia, sino el pathos de la distancia, que en realidad
consiste en pensar frente al abismo, o frente a la irresoluble disparidad
entre las cosas. Así considerada, esa distancia es la crítica. Sería bueno
preguntarse si ese distanciamiento no estaría también presente en las
celebraciones críticas, cuando éstas festejan y se satisfacen con su objeto.
Allí es la amistad la que se ejerce como una invisible forma de distan-
cia. Estos artículos lo demuestran, pues sostienen la amistad a la vez
que la desesperación de no ser materia homóloga de lo que se habla.
Daniel Link propone pensar el archivo como serie que emerge de
la falla que toda colección ofrece. En ese vacío se inscribe la obra
de Copi, Eva Perón, cuya pretensión busca reparar la ausencia que
había alrededor de esta figura en la producción literaria.
Jorge Monteleone nos ofrece dos intervenciones en las que visita
dos estilos de la crítica literaria. Ana Barrenechea es considerada a
partir de las obsesiones que constituyeron sus búsquedas: descifrar los
enigmas, los secretos virtuales, de la obra borgeana en una empresa
tan infinita como el autor. En la figura de Enrique Pezzoni –a
quien extraña y recrea– halla los rasgos de un habla literaria que,
oscilante y sigilosa, busca las señales en las “voces de los textos”.
Delfina Muschietti piensa el problema de la traducción en la poe-
sía. Un arte que no consiste meramente en el pasaje de una lengua
a otra, sino que requiere de una sensibilidad capaz de acompañar
las respiraciones y cadencias del texto. Con estas premisas, compara
el trabajo de traducción de Amelia Roselli y Silvina Ocampo.
Susana Cella analiza las formas de la escritura de Juan José Saer.
Textos que escapan de las vocaciones explicativas y representativas
para sumergirse en una indagación de otro orden: nuestro ser en
el mundo que despliega una perspectiva desde la que valorar el
sentido de la crítica.
Martín Kohan realiza una audaz meditación sobre Héctor
Libertella –recientemente fallecido– de quien rescata su apuesta
a partir del desarrollo de un lenguaje que roza con lo ilegible y
que resiste, por esta vía, a la lógica comunicativa mercantil. Una
apuesta que elude la complacencia instrumental para adentrarse
en el mundo de los sobrevivientes.
Guillermo David descubre a un Bianco, lector de Proust, siem-
pre en fuga, queriendo escapar de la obra para poder inspirarse
en ella. Un rescate paradojal en el que está en juego un vínculo
narrativo y existencial.
Horacio González encuentra en los estilos de los críticos argentinos
las claves para pensar el devenir de una práctica que, errante, se
erigió a través de un dilema constituyente: las pretensiones totali-
zadoras de la literatura y las invenciones singulares como polos de
un murmullo crítico que persevera en su dificultad.
Pablo De Santis evoca a Jaime Rest, amable prologuista, que bus-
caba un público lector que escapara de la pretensión especialista
y encasilladora de la literatura para rescatarla en sus intentos de
“aferrarse a la vida” que ella misma es capaz de producir.
Silvio Mattoni retoma una recurrente relación: pensarse en
otro, como Oscar Masotta se pensó en Roberto Arlt. Un sugesti-
vo modo de abordar los misterios de los personajes arltianos que
(im)posibilitan la libertad.
Polemista firme respecto a la constitución de la identidad nacio-
nal, el recorrido de Roberto Giusti –didáctico y con pretensiones
modernizadoras– es reconstruido por Verónica Delgado, quien
evoca la ingenuidad de aquella vocación fundacional.
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Poéticas de inventario
Fuera de serie: Eva Perón 1
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Me propongo, pues, abrir ante ustedes el hervidero de agua. Salgo por fin a la
el archivo Copi, sobre quien Foucault calle. Estoy en París, es mayo.12
planeaba un libro que no terminó de
escribir y cuya dirección desconoce- “Estoy en París, es mayo” aclara, hacia
mos de acuerdo con severas restric- el final de un fragmento narrativo que
ciones testamentarias. Más allá (o más mucho le debe a (y que puede com-
acá) de las fabulosas hipótesis que petir con) los mejores momentos de
sobre esas páginas podríamos sostener, Salambó de Flaubert, el Copi del rela-
abro el archivo Copi por la página to. Sabemos que la escena responde a
donde se toca con el archivo Foucault. las alarmas del Dr. Michel Foucault
En la novela Le bal des folles (1978), el
narrador (un escritor llamado Copi),
hace estallar las calderas de los Baños
Continental, en Place de l’Opera,
donde ha ido a refugiarse después de
haber cometido varios asesinatos:
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todavía no muy bien comprendido, es Creo haber ahogado todos mis tangos en
la aplicación literal (la puesta en mar- las arenas movedizas del olvido durante
cha hasta sus últimas consecuencias) de los quince años en que fui bastante mal
unidades (móviles) de lo Imaginario. visto en los medios intelectuales, por un
Uno de sus más agudos comentado- lado por culpa de una obra de teatro
res, César Aira, ha insistido en que “el representada en París en 1969, en la que
tránsito de Copi hacia la imagen (...) la prensa argentina creyó apropiado y útil
es un aumento leer un insulto a la memoria de la señora
Se trata, una vez más, de rozar de las velocida- Eva Perón, mal visto, por otra parte, por
lo Imaginario e ir más allá, sólo des, hasta rozar el poder de aquel momento, como por
que, en este caso, Copi decide lo Imaginario, y todos mis hermanos, dos de los cuales
atravesar (herir de muerte) dos más allá.”14 Es viven hoy en París y otro en México.17
Imaginarios: la novela familiar ese más allá de
y el imaginario político que, en lo Imaginario Nacido en el seno de una familia mí-
su perspectiva (como en la de lo que constitu- tica en la historia cultural argentina,
Borges, la de Victoria Ocampo ye lo propio del para Copi el asunto “Eva Perón” es un
o la de Gertrude Stein), se archivo Copi (de episodio de la memoria familiar:
intersectan todo el tiempo. todo archivo): el
momento en que El día mismo en que [mi hermano me-
la imaginación abandona los terrores nor Juan Carlos] llegó de la clínica en
y los anhelos de las identificaciones brazos de mi madre, la policía invadió
especulares y se vuelve acto (de escri- la casa y mi padre logró huir. Yo tenía
tura y de ascesis): transformación del seis años. Mi madre, mis dos hermanitos
yo y, con ella, la doble implicación: la y yo nos exiliamos en Montevideo pocos
puesta en movimiento de la serie, su días antes del 17 de octubre de 1945, fe-
aparición como una forma. cha de la Revolución Peronista, cuya vio-
En marzo de 1970, algunos años antes lencia se desató en parte contra el diario
de ese encuentro entre dos celebridades radical de mi familia, Crítica.18
de la intelligentzia parisina post 68,
Copi había estrenado la obra de teatro Se trata, una vez más, de rozar lo Ima-
Eva Perón,15 dirigida por Alfredo Arias ginario e ir más allá, sólo que, en este
y protagonizada por Facundo Bo, para caso, Copi decide atravesar (herir de
escándalo de sus contemporáneos, que muerte) dos Imaginarios: la novela fa-
a uno y otro lado del Atlántico saluda- miliar y el imaginario político que, en
ron el acontecimiento con amenazas de su perspectiva (como en la de Borges, la
muerte. Mientras en el teatro l’Épée de de Victoria Ocampo o la de Gertrude
Bois, en cuyas paredes apareció la leyen- Stein), se intersectan todo el tiempo:
da Vive le Justicialisme,16 se provocó un
incendio durante una representación, El Argentino, para quien la Historia es
la familia de Copi tuvo que abandonar contemporánea de la novela, se compla-
precipitadamente Buenos Aires. En un ce recortándola en capítulos precisos de
texto autobiográfico, el mismo Copi títulos redundantes como Eva Perón, las
se ha referido a ese acontecimiento en Madres de Desaparecidos, la Guerra
relación con la escena familiar, sin la de Malvinas, que siempre les deparan,
cual no se entiende cabalmente la expe- de año en año, un lugar respetable en los
riencia que Copi está haciendo: periódicos del mundo entero.19
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De modo que durante 1969, todavía metralleta en las manos no hay tiempo
bajo los efectos del Mayo francés, tal para pensar en la felicidad, y cuando
vez del Cordobazo y, sin duda alguna, se muere a los 33 años con un imperio
en relación con el ánimo que la clausu- que se escapa de las manos, tampoco se
ra de la muestra argentina “Tucumán tiene tiempo de pensar en la felicidad.
arde” pudo haber provocado en sus
amigos que en ella intervinieron (esos Copi: ¿Qué tono desearía usted qué
“fantasmas demasiado urgentes” que le dé a la pieza?
ha evocado Jorge Monteleone20), Copi Eva: El más atroz.
diseña un dispositivo para ahogar sus Lo que sorpren- En la entrevista, Copi (que ya
tangos en las arenas del olvido, una de de del texto es había terminado de escribir la
cuyas primeras piezas (y una de las más su inexactitud pieza) entrega una imagen de
importantes) es el acontecimiento Eva como presenta- Eva Perón que (más aun que
Perón: una obra de teatro “de título ción de una obra en la pieza de teatro), “tiene
redundante”, un atentado pirómano y en la cual Eva mucho de parecido con la
“un lugar respetable en los periódicos Perón no sólo no ópera-rock de Webber y Rice”,
del mundo entero”. muere, sino que pero que no desdeña el papel
El 24 de febrero de 1970, pocos días declara a la enfer- de capitana armada de una
antes del estreno de la pieza, Copi pu- medad como una Revolución. La metralleta y el
blicó en Le Figaro (el mismo diario que, artimaña política tip-tap, al mismo tiempo.
hasta el affaire Dreyfus, había cobijado para preservar el
los desvaríos diletantes de Proust) una régimen. El cadáver no será el de la
breve entrevista a Eva Perón: propia Eva sino el de la enfermera a
la que ella misma asesina, en un rapto
Copi: ¿Cómo debería contarse la de “frenesí isabelino” (las palabras son
historia de Eva Perón? de Beatriz Sarlo21), antes de vestir-
Eva: Quiero que cuente todo: mis la con su vestido “presidencial”. Por
comienzos difíciles, mi carrera de supuesto, la obra tampoco tiene tres
star en las pantallas latinoamericanas, actos sino sólo uno y se desentiende
mi llegada triunfal a Hollywood. En completamente del progreso artístico-
el segundo acto, el regreso a mi pa- político de Eva Duarte, a la que se ve
tria para ponerme al frente del mo- ya convertida en mito inasible: una
vimiento de los pobres. En el tercer unidad del Imaginario político pero
acto logro la gloria, me enfermo, pero también de la novela familiar.
antes de morir logro salvar a América En Eva Perón no hay números musica-
Latina del imperialismo americano y les pero sobre todo está ausente la Evita
del totalitarismo ruso. En cuanto al montonera que la entrevista parece
estilo, me gusta el melodrama, pero evocar. No se equivoca Beatriz Sarlo
desearía algunos números musicales cuando insiste en que “atribuir a Copi
para poder mostrar mi experiencia en una virulencia política en línea con las
el tip-tap. Desearía un melodrama sin ideologías setentistas es colocarlo en
exageraciones, para no ofender a la un lugar donde él no se coloca”22 y en
crítica vanguardista. que “su materia es la leyenda negra del
evitismo, no su leyenda revoluciona-
Copi: ¿Ha sido usted feliz? ria”23, pero esa sentencia pierde consis-
Eva: Cuando se llega al poder con una tencia si se piensa, más allá de la pieza
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entrevista en la que hace hablar a Eva: las para componer un personaje que con-
dos, caras de la misma moneda. fundiera a los oficiales de aduana
Esa figura doble, prevista por un per- que conocían bien su foto), sino que
sonaje psicosomático en un texto que comenta con apatía la adecuación de
es a la vez su memoria y su testamento, ese relato al Imaginario paterno: “Lo
irrumpe con toda su fuerza para desba- vi más distendido que nunca, casi
ratar la novela familiar: no se trata de triunfal”. Es ese triunfo del Imaginario
oponerse a ese relato sino de llevarlo patriarcal lo que Copi convoca para
hasta sus últimas consecuencias. formar parte de su dispositivo.
¿Qué esperaba Raúl Damonte, el padre Es verdad que Copi decide no llevar
de Copi (que se llamaba como él y como el nombre del padre (Raúl Damonte
su abuelo mater- es lo que Copi no quiere ni puede ser)
Esa figura doble, prevista por no: Raúl Natalio pero, al mismo tiempo, es evidente
un personaje psicosomático Damonte Botana), que decide repetir su intensa relación
en un texto que es a la vez la quinta pieza que con el acontecimiento peronista, jugar
su memoria y su testamento, hay que incorpo- el mismo juego.
irrumpe con toda su fuerza rar a la lista para Aquel que años después, en su autobio-
para desbaratar la novela fami- que la serie fun- grafía, habría de reflexionar sobre el exi-
liar: no se trata de oponerse a cione (hable) por lio paterno en los siguientes términos:
ese relato sino de llevarlo hasta sí misma?:
sus últimas consecuencias. Mi padre, que tenía el hábito del exilio,
Su ilusión de ayu- lo consideraba como el período de la vida
darme a emprender a su imagen una en que los hombres se abren a la libertad.
carrera política en Argentina (eso para Pero mi madre y nosotros, niños, aun
lo cual me habían concebido) había fra- cuando comprendíamos que habíamos
casado al primer intento, como sucedió escapado de la muerte o de algo parecido,
también con mis dos hermanos.32 sabíamos también que una vida –la que
hubiéramos vivido en Argentina– se nos
Llevamos en nosotros la perplejidad escaparía para siempre. He experimenta-
de haber sido concebidos. Copi sabía do con frecuencia ese sentimiento, a veces
(o quiso creer) que había sido conce- de manera dolorosa y en circunstancias
bido para la política (parlamentaria). muy distintas, como la que se siente en
Puesto a examinar ese destino previsto el escenario de un teatro en el momento
por el imaginario de su padre, se topa de los aplausos,33 ese mismo, en 1970,
fatalmente con la figura de Eva Perón obligó a su familia a un segundo exilio
que, por todas partes, interpela y des- (y éste, definitivo).
barata su novela familiar.
En su autobiografía, Copi no sólo Copi escribe Eva Perón con las pala-
repite la historia completamente falsa bras del padre, que había ficcionali-
que le llega de la fuga de su padre en zado diálogos entre Perón y Eva en
1945 (haber tenido que cruzar el Río uno de sus libros,34 en el que se lee
de la Plata tendido en el fondo de por ejemplo, que en los momentos
un barco de contrabandistas, haber previos al 17 de octubre de 1945, ante
cambiado varias veces de pasaporte los titubeos del líder, “Eva lo mira con
durante el viaje, usar un bigote falso lástima” y “le escupe”: “sos un cagón”.
que guardaba en el bolsillito del saco “Levantate marica, que no te va a pasar
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NOTAS
1. Leído en el Seminario Internacional “Poéticas do Inventàrio: coleções, listas, séries e arquivos” organizado
por la Casa de Rui Barbosa, a Universidade Federal de Minas Gerais y la Stanford University (Río de Janeiro,
29 de mayo al 2 de junio de 2006).
2. Du Côté de chez Swann. París, Nouvelle Revue Française,1919.
3. “Ces évocations tournoyantes et confuses ne duraient jamais que quelques secondes.”
4. “El mito es un habla” en Mitologías. Madrid, Siglo XXI, 1980.
5. Agamben, Giorgio, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo (Homo Sacer III). Valencia, Pre-textos, 2000, p. 150.
6. Op. cit. p. 150-151.
7. En Contre Sainte-Beuve, la rememoración provocada por la taza de té arrastra al narrador al recuerdo de su
abuelo. Uno de los fragmentos del libro lleva por título “La race des tantes”.
8. Agamben. op. cit. p. 144.
9. Véase, una vez más, Raúl Antelo. op. cit.
10. Qué es la filosofía. Barcelona, Anagrama, 1993, p. 178.
11. Op. cit. p. 169.
12. Copi, El baile de las locas. Barcelona, Anagrama, 2000, cap. IX, pp. 119-120. Tr. Alberto Cardín y Biel Mesquida.
13. Raúl Escari (comunicación personal).
14. Aira. Copi. Rosario, Beatriz Viterbo, 1991, p. 108.
15. Copi. Eva Peron [sic]. París, Christian Bourgois, 1969.
16. Raúl Escari (comunicación personal), Alfredo Arias (comunicación personal).
17. “Copi en Copi”, incluido en Copi (textes rassemblés par Jorge Damonte; photos, Jorge Damonte). Paris,
Christian Burgois editeur, 1990, p. 81.
18. Op. cit., p. 85.
19. Op. cit., p. 84.
20. Copi. Eva Perón. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2000, p. 14. Tr. Jorge Monteleone. Sobre la muestra
colectiva “Tucumán arde” puede consultarse con provecho Giunta, Andrea, Vanguardia, internacionalismo y
política. Arte argentino en los años sesenta. Buenos Aires, Paidós, 2001.
21. Sarlo, Beatriz, La pasión y la excepción. Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 236.
22. Op. cit. p. 236.
23. Op. cit. p. 17.
24. Sarlo, op. cit. p. 18.
25. Op. cit. p. 236.
26. Además del monumental siempre creciente estudio de Gabriela Sontag: Eva Perón: Books, Articles and Other Sources of
Study: An Annotated Bibliography (Madison, Wisconsin, 1983), pueden consultarse: Navarro, Marysa (comp.), Evita. Mitos y
representaciones. Buenos Aires, FCE, 2002; Tello, Nerio y Santoro, Daniel, Eva Perón para principiantes. Buenos Aires, Errepar,
2002; Cortés Rocca, Paola y Kohan, Martín, Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón: cuerpo y política. Rosario, Beatriz
Viterbo, 1998; y Soria, Claudia, Los cuerpos de Eva. Anatomía del deseo femenino. Rosario, Beatriz Viterbo, 2005.
27. Op. cit., p. 109.
28. Según Tomás Eloy Martínez, los montoneros (todavía desconocidos para el gran público pero incluso para
los personajes principales del drama peronista) se habrían presentado a Perón para solicitarle permiso para
ejecutar a Copi, a lo que el ex presidente se habría negado (Raúl Escari: comunicación personal).
29. Perón, Eva, La razón de mi vida. Buenos Aires, Peuser, 1951.
30. Antelo, Raúl, op. cit., pp. 115-116.
31. Viñas es, en todo caso, el único que acepta uno de los designadores previstos en la constelación de nombres
diseñada por Eva Perón respecto de las funciones del Estado.
32. Op. cit. p. 85.
33. Op. cit.
34. ¿A dónde va Perón?: de Berlín a Wall Street. Montevideo, Ediciones de la Resistencia Revolucionaria Argentina, 1955.
35. Op. cit. p. 236.
36. Sarlo, op. cit. p. 235.
37. Agamben, Giorgio, “Elogio de la profanación” en Profanaciones. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005, p. 100.
38. Raúl Antelo sugiere que “el reportaje de Giselle Freund, defensora de la reproducción como lógica de la imagen, sobre Eva para
Life profana el mito y funciona como bastidor de un circo: muestra cómo se monta la drag-queen” (comunicación personal).
39. Cfr. Aira, op. cit. p. 108. Y también: “Evita es un travesti; no hay nada en la obra que lo diga explícitamente,
como no sea el hecho de que en la primera representación el papel fue interpretado por un hombre. Pero su tra-
vestismo se sostiene en el sistema mismo: si no es la Santa de los Humildes, la Abanderada de los Trabajadores (y
esta Evita harto demuestra no serlo) tampoco necesita ser una mujer. La representación de la mujer es una mentira.
Luego, tampoco necesita morir como estaba programado en su mito. Se hace inmortal como imagen” (p. 107).
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Enrique Pezzoni:
sigilo y espectáculo
Por Jorge Monteleone (*)
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escenario luminoso donde las palabras donde los lugares del sujeto, que se
entran, se pulverizan y se disparan. En sabe momentáneo simulacro, se hallan
sus clases, Pezzoni dudaba en infinitos interceptados por el referente de la
merodeos y sutilezas y humoradas crítica. Podrían hallarse atisbos de ese
repentinas, pero en ese delicado labe- “limo elemental” del Yo, por ejemplo,
rinto de su conversación lo que hacía en el modo de articular dicotomías:
era obliterar, con la inmediata pasión norma y transgresión, saturación y
de su cuerpo afectivo, aquella imposi- vaciamiento, plenitud y carencia,
bilidad radical de la que está hecha la
literatura. Un movimiento afín al que
describió en Eduardo Wilde:
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vacío y que, a la vez, sea ella misma un ser reencontrado en el cruce con
vacío. En este punto, destino se vuelve nuestra propia experiencia afectiva.
anagrama de sentido. Una noche ya extraviada, en la pre-
Derrotero, sucesión y, a la vez, burla sentación de uno de sus libros de
del suceder en un contrapunto de poesía, Tamara Kamenszain recono-
negaciones. Como toda revuelta –escri- ció: “cómo seguimos dedicándole los
be Pezzoni en 1982– la de Borges es un libros a Enrique, cómo esperamos
movimiento que parte en un sentido, lo todavía sus lecturas”. Todos busca-
abandona y vuelve a él. Borges se con- mos a Pezzoni de ese modo, y quizá
tradice, o se reitera para contradecirse lo buscamos al azar. Por mi parte,
(p. 63). En este movimiento aparecen busqué a Enrique en esa fotografía del
todas las figuras de un Yo atravesado libro Atlas, de Borges, con él mismo
por la oscilación, la ambigüedad, la sonriente, sentado a la mesa junto a
dispersión, en un desplazamiento que Girri distraído, a María Kodama, a
altera siempre su derrotero. Sentido Borges que, sobre aquella cena que
indecidible, fijación y vértigo. Así apa- prefiguraba su viaje, escribió allí:
recen en los ensayos de Pezzoni formas
de la subjetividad transformadas en En un restaurante japonés nos reuni-
una cadena de dualidades. De nuevo, el mos María Kodama, Alberto Girri,
vaivén, a través de figuras con las cuales Enrique Pezzoni y yo. La comida era
describe sus objetos críticos: en el acto una antología de sabores fugaces que
de vaciarse y a la vez colmarse, en el nos llegaban de Oriente.4
acumular descartando, en la expansión
y el replegamiento, en la inscripción O en esa carta de Victoria Ocampo
del uno en el otro y de lo otro en uno. escrita en París hacia 1951, dirigida
Parábola que va del destino al sentido. a Enrique con la curiosa inscripción
Es decir, del destino mortal a la bús- “Mi querido Facaldo” y donde le decía
queda de un sentido y, en un segundo “siento mucha ternura por lo que hay
movimiento, del vacío de significación en vos de juventud y de avidez (esta-
a la muerte como límite de todo sen- dos que conocí tan bien). Más que
tido posible. En estas huellas sigilosas, ternura es como un enternecimiento.
como en los textos de Silvina Ocampo ¿Comprendés? El mismo enterneci-
o como en otros textos donde el sujeto miento que siento ante los niños.”5 O
deriva, se propone la existencia de un Yo en su firma garabateada y angulosa,
central que aguarda el momento en que con tinta negra. O en la mirada risue-
será conocido, pero siempre reconocido ña con que recibió a un compañero
como ausencia, como carencia radical. del seminario, que en la clase anterior
Seducción constante de un vacío que se había adoptado un tono teórico levan-
colma con fugaces simulacros de plenitud. tisco y a quien asombró con la frase:
Y rechazo obstinado de esas plenitudes “¡Aquí llega el maula!”. O quizá lo
que se muestran como modos de ofus- busqué en el instante en que Humbert
cación, de ficción, de doble sentido de Humbert acaricia la espalda marfileña
invención y mentira (p. 188). Una espe- de Lolita; el instante en el cual el joven
cie de permanencia en la desaparición, angélico de Teorema lee un pequeño
el juego del sigilo en el espectáculo. volumen de Rimbaud, iluminado por
Pero ese Yo elusivo siempre puede el sol oblicuo que ilumina el jardín;
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el instante en el que el capitán Ahab, ardua travesía, dan con el sitio donde
izándose al palo mayor del Pequod, hubo un Nacimiento, el nacimiento
divisa el fúlgido chorro vaporoso de y la amarga angustia de la muerte del
la ballena blanca; el instante en el que poema de Eliot. Muchos vivimos esos
Malraux descubre el aspecto sencillo momentos porque Enrique, al tradu-
de Mao, vestido de azul y con zapa- cirlos, los reescribió.
tos marrones, convenciéndolo de que Y allí volví a buscarlo y volveré.
luchara contra el Japón; el instante en
el que los Reyes Magos, luego de la (*) CONICET
NOTAS
1. La primera versión de este ensayo, con algunas variantes, fue publicado en Filología, XXIX, 1-2, Instituto
de Filología y Literaturas Hispánicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1996, pp.
157-162. He preferido no reescribirlo ni ampliarlo, ya que en ese caso sería un texto distinto, que evocaría otras
cuestiones complementarias y debería considerar, además, los textos críticos publicados después sobre Enrique
Pezzoni (entre los cuales se cuentan, entre otros, los de Jorge Panesi, Sergio Chejfec, Laura Estrín, Alberto Gior-
dano, Patricia Willson). De todos modos, quisiera mencionar otro libro fundamental para su conocimiento.
Me refiero a la compilación realizada por Annick Louis de algunas de sus clases sobre Borges: Enrique Pezzoni,
lector de Borges. Lecciones de literatura 1984-1988, Buenos Aires, Sudamericana, 1999. Annick Louis señala allí
algo que se sugiere en este ensayo bajo las nociones de sigilo y espectáculo: en Pezzoni, la oralidad es la tierra de
la libertad y la escritura era el territorio de la contención. Sus clases son sistemas no menos rigurosos que sus textos,
pero trabajan de otra manera con la situación y el contexto en que se despliegan, (p. 13).
2. Enrique Pezzoni, El texto y sus voces, Buenos Aires, Sudamericana, 1986, p. 312. En adelante señalaré entre
paréntesis el número de página al que pertenezca la cita.
3. Sylvia Molloy, “1926-1989”, en Babel, a. IV, N°. 22, pp. 26-27.
4. Jorge Luis Borges, Atlas, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, p. 84.
5. Victoria Ocampo, Correspondencia. Sur, N° 347, Buenos Aires, julio/diciembre 1989, p. 159.
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Para Anita, por su incesante generosidad. Borges y otros ensayos, acaso permita
entrever la imagen que propone, el
Nunca me cansaré de citarlo; cada vez autorretrato de la crítica.3 No para leer
que una persona lidia con el enigma a Borges, o acaso sí, acaso para leerlo
de una literatura, cada vez que alguien de un modo casi definitivo, acucioso,
lee y escribe la historia de su atención, monumental en este volumen, para
lo recuerdo: “El escritor escribe la bio- leerlo del mismo
grafía de la literatura –apuntó Enrique modo en que se La crítica no propone sólo el
Pezzoni– que es su autobiografía.”1 Lo leen ciertas ver- despliegue de una intuición, el
cual a su vez es una reformulación de siones críticas de ejercicio de un saber, la racio-
Oscar Wilde, que escribió: los objetos litera- nalidad de un método, el espec-
rios historizados. táculo de una teoría literaria,
[la crítica] es la única forma civilizada de Aun parcialmen- sino también las intermitencias
autobiografía, ya que se trata, no de los te, aun ignorán- imaginarias de una conciencia
acontecimientos, sino de los pensamientos dolos, aun en las que aquí o allá, en una “red
de la propia vida; no de los accidentes físi- antípodas de su humoral”, traza en su escritura.
cos de los actos o las circunstancias, sino esbozo, la ima-
de los estados espirituales y las pasiones gen histórica de ciertos libros está
imaginativas del espíritu.2 indisolublemente ligada a lo que se
escribió sobre ellos, como si esos
Desde entonces no puedo leer la crí- libros no hubieran alcanzado en el
tica sin pensar, siquiera por un mo- momento de su aparición su entero
mento, en la desplazada autobiografía cumplimiento, porque entonces no
que su forma disemina aquí o allá, en eran, de ningún modo, lo que ahora
la insistencia de sus elecciones, en ese son para nosotros. Nuestra imagen
autorretrato a contraluz que oculta del Martín Fierro, nuestra imagen
su nombre y sin embargo resplande- cultural, está unida, siquiera parcial-
ce como conciencia alerta. Todo texto mente, al pensamiento desvelado de
crítico no sólo compone la imagen de Ezequiel Martínez Estrada; el Ulysses
una escritura, de un autor, de una lite- a la arquitectura de Stuart Gilbert; la
ratura ajena, sino también la imagen Fábula de Polifemo y Galatea al dédalo
propia del crítico, a través de aquello de Dámaso Alonso. Y en Shakespeare
que ha elegido como espacio propicio está Samuel Johnson, y Francesco de
de su experiencia fundamental, que es Santis en Dante, y Jean-Paul Sartre en
la lectura. La crítica no propone sólo el Flaubert y Octavio Paz en Sor Juana
despliegue de una intuición, el ejerci- Inés de la Cruz. La primera imagen
cio de un saber, la racionalidad de un coherente de la literatura de Borges,
método, el espectáculo de una teoría la primera relación sistemática de la
literaria, sino también las intermiten- negatividad borgeana, de su potencia
cias imaginarias de una conciencia que imaginaria en la disolución de todas
aquí o allá, en una “red humoral”, tra- las nociones identitarias, la prime-
za en su escritura. ra representación vertiginosa de sus
La relectura de las cuatrocientas pági- “orbes afantasmados” fue escrita por
nas de un libro fundamental de Ana Ana María Barrenechea en su tesis
María Barrenechea, La expresión de doctoral, hacia 1955, y está en este
la irrealidad en la obra de Jorge Luis libro. La primera digo, pero como se
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verá, esa primera vez no es un origen, a vivir junto a la tribu elegida, para
sino un comenzar destituido por la conocer sus ritos y su magia. Con el
interminable pasión por descifrar el tiempo soñó en un idioma distinto al
enigma. Es decir, aquello que define de sus padres, olvidó sus costumbres,
el afán mismo de la crítica Ana María comenzó a pensar de un modo que
Barrenechea. No es esa imagen de su anterior lógica rechazaba. Al cabo
Borges la que quiero entrever ahora, de dos años, cuando en las noches
sino la de la crítica, el espejo en cla- de luna llena soñaba con bisontes, el
roscuro de su celo y de su deseo en la sacerdote le reveló su doctrina secreta.
escritura sobre otro autor. Al regresar a su universidad Murdock
Comenzaré por el final, por el último le reveló a su profesor que conocía el
ensayo, aparecido allí por primera secreto, que podría enunciarlo de cien
vez. Se llama “El hacedor de tramas modos distintos y aun contradicto-
secretas”. Ese título es sintomático y rios, pero no pensaba revelarlo. “El
nos acerca a una doble valencia: por secreto –dijo– no vale lo que valen
una parte está el hacedor, el poeta, los caminos que me condujeron a él.
el monstrorum artifex, el constructor Esos caminos hay que andarlos.” De
desvelado que es, al mismo tiempo, ese relato, Barrenechea observa que, al
el hombre mortal, cargado de penas mismo tiempo que refiere una “reve-
y de días; por otra, está la trama que, lación recibida y en el fondo trans-
como la figura en el tapiz de James, misible como acontecimiento lineal”,
posee un dibujo suspende su sentido al final, para
La dilatada construcción de secreto, un sen- ser interrogado incesantemente por el
los ensayos borgeanos de tido enigmático lector, que así regresa una y otra vez al
Barrenechea se sitúa en esa que las innume- comienzo de su enigma. En esa fábu-
apertura del sentido que en su rables líneas de la crítica ya podemos reconocer una
misma realización se sustrae, su diseño ocultan imagen de Ana María Barrenechea,
y por ello mismo es virtual- en su desnuda es decir, en la incesancia del descifra-
mente inconclusa, no jerár- aparición y en miento. Como si toda su crítica fuera
quica, lejos de toda definición un simulacro de arrebatada por el deseo de un sentido
y de toda aserción autoritaria: eternidad. Esa secreto, constantemente diferido y,
porque su atención es incesan- confluencia entre además, como si toda la literatura
temente llamada a revelar el el secreto que borgeana fuera una criptografía que
secreto fugitivo, el imposible pertenece a un se abre en multiplicidad de caminos
enigma, la ignorada laguna. tiempo indefini- significantes y se cierra sobre sí en
do e inalcanzable un significado penúltimo, elusivo y
y el artista cercado por el tiempo desviado. Barrenechea es así la desci-
se halla en todas las indagaciones fradora de tramas secretas y a la vez la
borgeanas de Barrenechea. El breve más perfecta hilandera de su enigma,
relato ejemplar de Borges que eligió porque lo potencia en la minuciosidad
allí es “El etnógrafo”, prosa recogida del tejido, en súbitos dibujos, en los
en Elogio de la sombra (1969). Es la nudos inextricables del revés.
historia de un hombre llamado Fred En ese deseo del desciframiento se
Murdock al cual en la universidad le inscribe la cita de Borges que en este
aconsejan emprender el estudio de las libro aparece con frecuencia y que se
lenguas indígenas. El hombre se fue refiere al hecho estético. Podría decir-
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nas como un temblor: esa levedad está guas. Paradójicamente, la renuncia del
sustentada, sin embargo, por intensas traductor de poesía implica nunca re-
investigaciones de las formas de la len- nunciar ante el desafío de la dificultad.
gua, trabajo con diccionarios múltiples, Los defensores del traductor-explicador
despliegue de posibilidades. Por allí, se preferirán antes que la extrañeza ambi-
cuela también la renuncia que está en el gua que el original propone, una forma
original alemán del título del texto de neutralizada, “comprensible” y com-
Benjamin “La tarea del traductor”. Es puesta en “buen español”. Si un sentido
lo que nos advierte dice Paul de Man nunca es trasladable, como nos enseña
en su artículo...4 O sea que al traducir Derrida5, menos aun en la forma de la
“tarea” perdemos la línea que en alemán poesía, cuya singularidad implica atar
se tiende hacia el campo semántico de sonido a sentido, a grafema, y volver el
la renuncia, del rendirse. ¿Ante qué? sentido indecidi-
Ante la evidencia de que no hay equi- ble, en constante Si la tarea del traductor respon-
valencia entre las lenguas, que sólo vale fuga. Mantener de a determinadas elecciones,
en la traducción de poesía, trasladar el esa indecibilidad en esta posición tercera podre-
fantasma de la repetición a la lengua de es el desafío del mos apreciar los modos en que
llegada. Rendirse también ante el fin traductor. Y no el horizonte cultural y retórico
del traductor-narcisista que hace escu- escribir en “buen de cada escritor-traductor (esto
char su voz en lugar de la respiración español” porque es, su forma de leer, su orien-
del original. Por el contrario, el traduc- el poema que tación en el campo estético e
tor-invisible trabaja minuciosamente traduce no fue es- intelectual al que pertenece) ha
para respetar una forma hallada, ser fiel crito en español, velado ciertas intensidades del
a una respiración fantasma. Y esa tarea- ni responde al original, y ha guiado en otra
traslado implica opciones, elecciones en estado de la len- dirección las elecciones en el
el elenco de palabras y giros sintácticos gua del traductor. momento de traducir.
que la lengua 2 o de llegada ofrece. Es Hay intercambio
así como el traductor se vuelve inves- y violencia mutua entre los estados de
tigador de su propia lengua. Traducir las lenguas, alojos y desalojos. Por eso
poesía especialmente, nos obliga a ale- el español del traductor debe ser el más
jarnos de nuestra lengua, para mirarla, neutro y universal posible –como el
escucharla como extraños a ella, y poder mismo Borges lo admitía al final de su
así calibrar, medir las diferentes opcio- carrera, luego de tantas idas y vueltas
nes a la hora de traducir. Un momento al respecto6– para que en él pueda ins-
más en el que el traductor se toca con el cribirse como en juego de veladuras y
creador: volverse extraños en la propia transparencias, como quería Genette7.
lengua, como quería Rilke, para luego
empezar a escribir. Y en un momento
propio e inherente a la tarea de traducir, 3.
alojar la lengua del original y dejar que
ésta violente la lengua propia. Los de- Cuando comparamos traducciones,
fensores de la traducción-narcisista pre- pasamos a una posición tercera, otra
ferirán que éste invente sobre las dificul- vez en el lugar de lectores-críticos. Si
tades del original, en lugar de aceptar el la tarea del traductor responde a deter-
desafío que la forma de éste le ofrece a minadas elecciones, en esta posición
la investigación y el detalle de las len- tercera podremos apreciar los modos
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Me ato el sombrero - cruzo mi chal - I piccoli doveri della vita eseguo con precisione
Rosselli, más fiel al espíritu escueto de
Dickinson dice Nosotros proponemos cortar el verso
Annodo il mio Capello - cencico il en dos en español
mio Sciallo
Las pequeñas tareas de la vida hago - con
Nosotros proponemos, siguiéndola precisión
Ato mi Sombrero - doblo mi chal - No sólo para acortar el verso, sino para
evitar esa rima en ión tan fuerte y pesa-
Con lo cual se imponen acciones se- da al final de un verso largo. Al partirse
cas en primeras personas, y el posesivo el verso, se aligera la rima, queda más
mi-mi junto a cada prenda. Importan- escondida.
te también el hecho de que “crease”
aunque muy parecido fónicamente a Tercer verso: Aquí aparece un proble-
“cruzo”, se refiere a la acción de doblar ma recurrente en las traducciones del
una tela, con lo cual estamos en las inglés: la cuestión del género. Grave
“ínfimas tareas” del verso siguiente, y problema, porque el inglés no des-
no en el apronte para salir que sugiere ambigua lo que el español hace conti-
la traducción de Ocampo. nuamente al cerrar las opciones en la
polaridad excluyente o-a. Con lo cual,
Segundo verso: Ocampo convierte un si no se es muy atento, como traducto-
verso muy breve en uno larguísimo: res nos vemos arrastrados a posiciones
o afirmaciones de sexo-género que no
las pequeñas obligaciones de la vida están en el original, y que la firma en
cumplo meticulosamente femenino Emily Dickinson parece le-
gitimar en una lectura apresurada. El
¿Podría ser éste un ejemplo para la guión que cierra y aísla el verso anterior
acusación de “literalidad” que Borges del tercero, en cambio, presenta a éste
deja caer para la traducción de Ocam- último como una isla que Rosselli ve
po? Sin embargo, otros ejemplos, des- bien Come se il più piccolo.
mienten esa presunción, con literales Dice cortando la concordancia en-
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reseña el estudio minucioso de Guido mismo tiempo que nos señala esa repe-
Errante. Rosselli lo sigue e indica que tición como una insistencia particular a
muy pocos son los poemas de amor tener en cuenta? Ese fantasma muestra
de E. D., en contraste con los muchos un desvío de la dicción Dickinson, ¿qué
dedicados a la naturaleza, al proce- la origina? ¿Qué presiones discursivas
so fisico de corrupción del cuerpo, a del contexto cultural, de la posición de
la disquisición intelectual-filosófica. Ocampo en el campo intelectual pueden
Destaca Rosselli: actuar allí para que no escuche el fantas-
ma de la repetición de Dickinson, y lo
En el cuidado prefacio de Guido Errante, vele con otro fantasma? Podemos anotar
único estudioso de los poemas y cartas di- que no es un detalle a ignorar cuáles son
ckinsonianos, se hace mención del hecho las figuras masculinas tutelares para am-
de que el vocabulario de Dickinson está bas poetas traductoras, las firmas de va-
constituido por más de 7.000 palabras; rón que han significado en su carrera una
y que una comparación entre éstas y las forma de alianza y salvoconducto. La fi-
palabras usadas por Keats, Emerson y gura de Pier Paolo Pasolini para Rosselli,
Lander, muestra que hay cerca de 2.400 su primer lector y crítico elogioso; la de
palabras utilizadas por ella y no por Jorge Luis Borges para Ocampo, el que
los otros, entre los que prevalecen los legitima su posición por primera vez en-
términos técnicos y aquellos de origen tre los poetas argentinos en su Antología
anglosajón. Ciento cincuenta vocablos publicada en 194113. Mientras Pasolini
no se encuentran en los diccionarios de la se deleita con las búsquedas vanguardis-
época y son en general palabras compues- tas de Variazioni Belliche, aparecido en
tas, formadas con prefijos y sufijos. 1964, y define el procedimiento rosse-
En los adjetivos la proporción entre los lliniano como lapsus, Borges antologiza
concretos y los abstractos es de 4 a 2; los a Ocampo, poniendo énfasis en el dul-
verbos más frecuentes expresan cualida- zón y sentimental “Enumeración de la
des físicas; los nombres abstractos son Patria”. Será que Borges persistía, desde
llevados a representar acciones concretas. la ya famosa reseña del libro de Nydia
El sustantivo love, uno de los más usados Lamarque, en destinar los libros de las
entre cientos de poetas ingleses y ameri- muchachas a ocuparse “de la espera del
canos entre 1540 y 1940, no es usado querer, la víspera segura del corazón y de
por Dickinson más que 90 veces; y la las luces sabatinas encendidas aguardan-
palabra ocupa uno de los últimos lugares do la fiesta”. Definía así Borges el “suje-
en la lista de sus preferidas12. to” del libro de N. Lamarque y agregaba:
“Es el idéntico sujeto que hay en La Ca-
Esta importancia de lo técnico, físico y lle de la Tarde por Norah Lange”. En el
concreto (y cotidiano, agregaríamos no- prólogo al libro de Norah, Borges vuelve
sotros) en combinación con la disquisi- a enfatizar sobre el territorio estético-re-
ción filosófica, junto a la experimenta- tórico destinado a las mujeres:
ción lingüísitica (¡150 neologismos!) son
los rasgos formal-semánticos más rele- El tema es el amor: la expectativa ahon-
vantes de la obra de Dickinson. Rosselli dada del sentir que hace de nuestras al-
parece escucharlos mejor que Ocampo mas cosas desgarradas y ansiosas, como los
a la hora de traducir. ¿Qué oculta este dardos en el aire, ávidos de su herida (p.
fantasma de la repetición de Ocampo, al 101, op. cit.).
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Y nada mejor que esos trebejos del senti- este volumen, tenemos las palabras
miento que se acomodan al verso de las originales en el mismo orden.
muchachas, por oposición al del varón No es cotidiano el hecho de un poe-
“obligado al verso pensativo”14. Lejos ta traducido por otro poeta. Silvina
estaba Emily Dickinson de responder Ocampo es, fuera de duda, la máxima
a ese deslinde genérico de territorios. poeta argentina; la cadencia, la ento-
Pero Ocampo no pudo saltar ese cerco nación, la pudorosa complejidad de
de la poesía sentenciado como campo Emily Dickinson aguardan al lector de
de exclusión estético-sentimental para estas páginas, en una suerte de ventu-
la mujer. Con una mirada bizca, mi- rosa transmigración.
tad hacia la convención normalizadora, Con la ambivalencia que lo caracteri-
mitad abierta a percibir el cambio, se za a la hora de hablar de traducción,
asoma a la obra de Dickinson, que le Borges parece elogiar la literalidad en
atrae con su fuerza gravitatoria, pero el trabajo de Ocampo, y cuando da las
que no es suficiente para hacerle desatar causas del elogio, se halla muy cerca de
las fuertes alianzas de clase social y esté- nuestro argumento del fantasma. Ha-
ticas que la tenían apresada al escribir bla de “venturosa transmigración” de
poesía, y que sí quizá pudo derribar en un ritmo, el de Dickinson que Ocam-
otro género, la narrativa. En poesía no po parecería trasladar con minucia li-
pudo abandonar al patrón Borges, y teral. Sin embargo, ese plan de trabajo
surge en su traducción de una poeta tan trazado por Borges parece más bien
revulsiva como Dickinson, aquietando una sentencia irónica porque precisa-
sus aguas, atemperando su tendencia a mente no es el seguido por Ocampo
lo físico y a lo concreto, haciéndolo fu- como hemos intentado demostrar. A
gar hacia la emoción, cuando el poema nuestros ejemplos quiero sumar otro,
de Dickinson se aparta expresamente para terminar, aportado por Jorge Ca-
de ese campo, para construir otro. En el rrión en la reseña a Emily Dickinson,
prólogo al libro de las traducciones de 71 poemas, (Barcelona, Lumen, 2003,
Ocampo, Borges vuelve a insistir. De trad. de Nicole D’Amonville). Ca-
Dickinson destaca, además de su deseo rrión critica una de las traducciones de
de no publicar y de la intensidad de sus Ocampo, la del poema 258, que muy
versos. “No hay, que yo sepa, una vida lejos está de la presunción de literali-
más apasionada y más solitaria que la de dad. Traduce Ocampo:
esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso
imaginarlo y temerlo”. De la traducción Hay un cierto sesgo de luz,
de Ocampo, además de señalarla como en las tardes de invierno -
una gran poeta, hace pesar la acusación que oprime, como
de literalidad, cuando en otros textos la profundidad de las catedrales -
parece desmerecer ese criterio15. El final de la estrofa decía en el original:
He sospechado que el concepto de ver-
sión literal, desconocido para los anti- That opresses, like the Heft
guos, procede de los fieles que no se Of Cathedral Tunes
atrevían a cambiar una palabra dictada Que oprime como el peso
por el Espíritu. Emily Dickinson pare- de los acordes de la Catedral (el matri-
ce haber inspirado a Silvina Ocampo monio Domechina y Champourcin;
un respeto análogo. Casi siempre, en México, 1946)
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Que oprime como el Peso película por TV ayer.) Además por qué
De los Cantos de Iglesia (Margarita colocar “Himnos” que es una palabra
Ardanaz en Madrid, Cátedra, 1997) más solemne, y que Dickinson usa
en otros poemas (cfr.) para traducir
Que oprime como la Carga Tunes, que está efectivamente allí en el
De Himnos, Catedrales (Nicole original y es mucho más simple, más
D’Amonville) coloquial... Dejo algunas posibilidades
para ser trabajadas.
Lo de Ocampo es directamente una Que oprime como el Peso (7 sílabas
metáfora inventada, una interpreta- como el original, heft=weight en el
ción que cierra el sentido del texto, lo diccionario)
clausura en una posibilidad otra vez de Catedral Acordes (7 sílabas)
llevando el plano de lo concreto (Peso- de Catedral Tonos The decisión day
Catedral-Tonos) al de lo abstracto; y de Catedral Melodías
además invierte las palabras de lugar... Ambos versos tienen 7 sílabas como el
cosa que no hace D’Amoville, Carrión original, y “Catedral” se convierte en
dice que así atiende a la violencia de una palabra oscilando entre sustantivo
la sintaxis en el inglés pero ésta añade, y adjetivo, entre espacio concreto y
pienso, más extrañeza que la que la cualidad. Sería interesante, entonces,
expresión en inglés tiene y la saca de definir qué se entiende por literalidad.
foco. (The decision day, escuché en una Pero eso queda para otro trabajo.
NOTAS
1. Ponencia leída en el VI Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria “Las tradiciones
críticas” realizado por la Universidad de La Plata en mayo de 2006.
2. Walter Benjamin en La tarea del traductor, de 1923; Giorgio Agamben en Infancia e historia, de 1978, con
traducción al español publicada en Buenos Aires por Adriana Hidalgo, 2001.
3. Cfr. Waisman, Sergio, Borges y la traducción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005.
4. “Conclusiones: La tarea del traductor de Walter Benjamin” en Resistencia a la teoría. Madrid, Visor, 1990.
5. Ver especialmente “Firma, acontecimiento y contexto”.
6. “Pero creo que se comete un error cuando se insiste en las palabras vernáculas. Yo mismo lo he cometido.
Creo que un idioma de una extensión tan vasta como el español, es una ventaja y hay que insistir en lo que
es universal y no local.” “Problemas de la traducción” en La Opinión Cultural, 21/9/1975, luego recogido en
Textos recobrados, Buenos Aires, Emecé, 1997.
7. Citado por Eco en Dire quas la stessa cosa. Milano, Bonpiani, 2003.
8. Ricoeur, Paul, Sobre la traducción, Buenos Aires, Paidós, 2005.
9. Todas las citas de este artículo son traducción mía.
10. El caso del poema 258.
11. Mariscal, José Naranjo, “La repetición en Freud y Lacan”. Instituto del Campo Freudiano. Sección Clínica
de Barcelona, en http://www.scb-icf.net/nodus/default.htm
12. “Emily escribe al mundo”(tomado de La Stampa, 6 de febrero de 1976, reproducido en Transparenze,17-
19, Génova, San Marco dei Giustiniani, 2003). Mi traducción.
13. Antología poética argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1941.
14. Borges deslinda así la literatura escrita por varones de la literatura sentimental destinada a las mujeres
que florecen en las “quintas”: allí se destaca por oposición la disonante poesía de Alfonsina, a la que destina
la ya famosa frase descalificadora: “...sin incurrir ni en las borrosidades ni en las chillonerías que suele infe-
rirnos la Storni”. He trabajado en detalle estas demarcaciones en “Borges y Storni: la vanguardia en disputa”,
Hyspamérica, N° 95, University of Maryland.
15. Ver “La música de las palabras y la traducción” en Arte poética, Barcelona, Crítica, 2001.
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mismo destaca con cierta ironía “por Escritos en una prosa donde el distin-
encargo”– que, genéricamente, se ads- tivo estilo que da a la narrativa de Saer
criben a una zona ensayística, en dis- su calidad y altura, y en el permanente
tintas entonaciones e inflexiones pero y nunca abandonado ejercicio de la
siempre en torno de lo que han sido sus sutileza, rigor y sensibilidad que acerca
recurrentes y constantes preocupacio- estos textos a sus relatos, y con ellos,
nes acerca de la escritura, la que, ubi- a la breve pero magnífica producción
cada en una dimensión antropológica, lírica, los ensayos tienen, sin embar-
alcanza el carácter abarcativo de una go, su especificidad. Desde luego, no
reflexión sobre nuestra razón de ser en se trata de algo así como apostillas
el mundo, cuya vía regia es la literatura. o explicaciones a su obra, lo que el
Por otra parte, señala Saer, “el ensayo propio Saer rechazaría porque sería
en tanto que forma literaria, es, antes según su implacable mirada, o bien
que nada, la consideración fragmen- una falla en ese otro texto, o una mera
taria e individual de un tema dado, y redundancia, innecesaria en tanto la
la actitud previa del ensayista es jus- obra literaria, como la concibe, funda
tamente la de hablar a título personal un mundo y establece sus reglas en
y no adjudicarse un conjunto autónomo. Es, más bien,
Cuando Saer plantea la unici- ninguna represen- la incursión por otra modalidad de
dad de la obra de arte, la sin- tatividad” (Saer, escritura para ejercer, algo que ha sido
gularidad de cada texto artís- 1997, 124). Es práctica constante en los relatos, una
tico, su capacidad de plantear por tanto una voz mirada que intenta deshacerse de lo
su propio sistema, no es sim- cuyo peso se sos- engañoso, lo aparente, que se opone
plemente que esté citando a tiene en su propia con vehemencia a lo dado por cierto
Theodor Adorno –aunque lo consistencia, no o convenido, desmontando precisa-
cite, y varias veces, sobre todo en algún tipo de mente el mecanismo por el cual tales
en cuanto a la irreductibilidad instancia o tari- ilusiones funcionan. En este sentido,
de la obra de arte– sino que ma desde la que los textos ostentan, indiscutiblemente,
está estableciendo una catego- alguien enuncie la categoría de crítica. Ahora, cuando
ría valorativa, y con eso afir- en una preten- esa actitud crítica hace centro en la
mando no ya la pertinencia de sión de autoridad, literatura, vale preguntarse qué está
la dimensión valorativa, sino emparejada a las diciendo a y sobre la crítica, y sobre la
más bien, la imposibilidad de maniobras por literatura (y desde luego ese qué está
que esté ausente, en la crítica. las cuales se fijan indisolublemente ligado al cómo), o,
de antemano las dicho de otro modo, qué aporta a la
pautas de lo que debe escribirse o leer- crítica literaria en varios aspectos.
se, sea por el mercado o la academia, No es cuestión menor, entonces, lo
los resultados son similares: que gira en torno de cómo encarar
una escritura crítica, en este aspecto el
Los novelistas ya no necesitan buscar ensayo de Saer cobraría un sesgo parti-
nuevos caminos formales o una visión cular, en lo que concierne a la reflexión
inédita del mundo para ejercer su arte, del escritor sobre el propio trabajo.
sino que les basta con limitartse a repro- Pero también aparece en la forma de
ducir la ideología, los valores y la situa- análisis de textos de otros escritores,
ción social, étnica o cultural de su públi- que viene a ser el concepto más acep-
co” (Saer, 2006, 11-12). tado de crítica literaria. En este caso lo
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res, pero siempre para iluminar algún muchas veces no cedió a la convenien-
punto diferente, en esa lógica entre lo cia de “alabar” una obra, si con esto
igual y lo distinto –sobre todo en tanto tenía que ceder a sus convicciones. La
coloratura tinte–; en el ensayo, y por ética mencionada por Saer se nota en
tanto en los pliegues y repligues de su este tipo de elecciones, que, manteni-
pensamiento, hay un recorrido similar. das consecuentemente implican el ries-
Las recurrencias, sucesivas vueltas sobre go de un aparta-
“lo mismo” (eso que no desconoce la miento absoluto A la literatura, recurren una y
heterogeneidad pero, a su vez, percibe (Saer, 1999, 97). otra vez, los mismos autores,
lo sustancial), no son sino el intento de Tal vez sea impor- precisamente esos cuya obra
aproximarse a lo que en su misterio, en tante señalar que y proyecto responde a esta
su carácter de vedado, incognoscible, la actitud de Saer, exigencia de calidad, esmera-
puede ser atisbado por el arte, en este sus afirmaciones, da elaboración, inclaudicable
caso, el arte de la palabra, reconocien- no se relacionan fidelidad y consecuencia con
do esa dimensión por la indisoluble con una especie el proyecto sin resultados cal-
relación de lectura/escritura. La recu- de virtuosa mar- culados de antemano.
rrencia es entonces la manera de explo- ginalidad, como
rar según lo que sería una lógica de coartada que estaría ocultando la falta
repetición/diferencia, entendida, desde de respuesta –o la respuesta negati-
luego, la primera no como reproduc- va– ante un texto no precisamente
ción, sino más bien, en tanto retorno por sus valores, sino por la falta de
de algo que para nada es aleatorio, y la éstos. Saer no se negó a publicar en
segunda, como los modos en que ese los períodicos pese a sus fulminantes
retorno se manifiesta. críticas al periodismo como parte de la
Y entonces a la literatura recurren una maquinaria de simplificación propia de
y otra vez los mismos autores, pre- la industria cultural; tampoco rechazó
cisamente esos cuya obra y proyecto participar en jurados o congresos, ni
responden a esta exigencia de calidad, se refugió en alguna editorial inde-
esmerada elaboración, inclaudicable pendiente. No sin un largo período de
fidelidad y consecuencia con el proyecto paciencia, comenzó a publicar en sellos
sin resultados calculados de antemano. como Alianza y Seix Barral, pero sin
No es extraño entonces que pueda citar que esto significara “adaptar” su obra
la fórmula joyceana “soledad, exilio y a las exigencias temáticas, de lenguaje,
astucia”, aunque no dejen de resultarle género, etc. del mercado. Es decir,
problemáticas, sobre todo la última, debió ser considerado también por esa
pero sin embargo, incidentes. De la maquinaria que, asimismo, publica la
soledad y el exilio no faltan reflexiones obra completa de Theodor Adorno.
desde el comienzo, la otra quizá quede Con todo, cabe señalar que jamás se
como el interrogante que, para Saer, convirtió en un best-seller, y que en
Joyce deja planteado. En el ejercicio algunos casos fue una temporada en
de la que llama “verdadera crítica” (lo el infierno de las modas académicas.
cual deja entrever la existencia de otra Desde luego que nada de esto incide
u otras) los términos saerianos son en una obra cimentada sobre una base
muy concretos: análisis, distinciones, mucho más resistente y duradera, del
rigor intelectual y ética (Saer, 1999, tipo de las que define, por ejemplo, en
12). Joyce también escribió crítica, y La narración objeto:
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texto, si por esto entendemos el tono y modo en que vuelve una y otra vez
modo de argumentar que presenta. sobre ciertos autores entraña, desde
El cuidado examen sobre Borges, pue- luego, la valoración vinculada con la
de contrastarse con el texto dedicado defensa de la cualidad artística capaz
a Vladimir Nabokov, cuyo título es de ofrecer un ensanchamiento de la
un indicio de lo que viene, “Sobre un experiencia humana, y una referencia.
pavo real” (Saer, 2005, 101), donde Como soportes, como ejemplos de lo
Saer, muestra nuevamente que no hay que sostiene, recurren en los ensayos
para él vacas sagradas y desenmasca-
ra la campaña de autopromoción de
Nabokov, sus frivolidades, mezquin-
dades, autoelogios, desprecio por la
mejor literatura. Apela en este caso a
otro tono, menos un paciente análisis
que una suerte de desenmascaramien-
to severo. Las frases irónicas adquieren
a veces un cierto matiz cómico, las
afirmaciones son palmarias y demos-
trativas de las zonas de la escritura en-
sayística de Saer que, con vehemencia,
declara su oposición a las imposturas,
refiere así respecto de Nabokov:
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mente del nombre que las engloba, de habría que deshacerse. Los parámetros
ahí que considere a la novela –que es que preestablecen definiciones tales
la categoría en cuestión– un episodio tendrían, entre sus varias consecuen-
de un conjunto mayor, que sería el de cias negativas, el de establecer algo así
la narración. Así como en la tradición como regulaciones que influyen sobre
literaria mucho se trató el paso de la quienes escriben y sobre quienes leen.
epopeya a la novela, Saer considera Es decir, se trata de la enunciación,
que esta última tiene fechas bastan- por sofisticada que quiera aparecer, de
te precisas, que corresponden a un prejuicios, cuyos orígenes pueden ser
período histórico bien definido –no diversos, pero en todo caso apuntan
sin que recuerde en cierto sentido a a un establecimiento de lugares de
Lukács, mencionado por otra parte, autoridad que coartan justamente la
con las previsibles discrepancias, pero experiencia estética como la entiende
con el respeto acordado a su capacidad Saer, en tanto ejercicio de libertad. De
intelectual–: la novela correspondería ahí que le sirva la frase de Musil, “sin
al momento de la narración de la atributos”, para aplicarla al escritor,
época burguesa. Dos textos marcan el hombre sin atributos que no se somete
itinerario: desde el Quijote a Bouvard a los múltiples modos que asumen las
y Pecouchet que son por otra parte, en coerciones institucionales.
su siempre valorado rescate de la tra-
dición literaria, constante referencia y La ortodoxia estética, que es producto
objeto también de análisis. de una intoxicación crítica, implica por
Pero la ruptura con las convencio- otra parte, un voluntarismo: las van-
nes de la novela, que observa en el guardias se manejan con manifiestos,
siglo XX, promueve la idea de que con programas. Desgraciadamente, el
se trata de textos menos adscribibles tiempo parece ensañarse muy especial-
a tal nombre que al desarrollo de mente con los manifiestos y los progra-
otros caminos de la narración. Es mas (Saer, 1997, 221).
esta búsqueda la que otorga valor a
quienes la emprendieron según sus Hablar de realismo, desde luego
propios caminos. Si se quisiera empa- implica, y Saer lo hace, ir al meollo
rentar esto con ese conocido gesto de de la cuestión, y hablar acerca del
rechazo a todo lo que se denominó concepto de representación para seña-
realismo, Saer adopta aquí, una vez lar su no inmutabilidad, y no por el
más, una actitud diferente. En uno contrario, su variabilidad histórica.
de los varios ensayos donde se ocupa Como cita inapelable menciona –no
del Nouveau Roman, que retoma a lo es la única vez– el espléndido texto de
largo de su ensayística en modos dife- Erich Auerbach, Mímesis: la realidad
rentes, desde discutir algunas de sus en la literatura. Pero además, agregará
teorías hasta analizar magníficamente luego, lo que se olvida frecuentemente
algunas de sus obras, Saer discute, en en los ataques inconsistentes es que
1973, con una formulación posterior- “la representación es inherente al len-
mente banalizada y despojada de la guaje”. En definitiva, lo que deshace
consistencia teórica que pudo tener es la pareja convertida en insepara-
al comienzo, según la cual el realismo ble entre representación (cierto tipo
sería algo así como un lastre del que de representación) y realismo (como
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cibiera este afán por retardarse. Llegar Roland Barthes) o literaria (descen-
temprano o llegar tarde, pero nunca trados: Enrique Lihn, Salvador Eli-
llegar a tiempo, es la gracia que revier- zondo), hay en Libertella al menos
te la desgracia de los sincrónicos. dos momentos en los que el foco se
La laboriosa extemporaneidad de Li- pone sobre la cultura popular. En
bertella (laboriosa y larga: le llevó su uno se refiere al fútbol de la Selección
tiempo) se irradia sobre su manera uruguaya: su estilo cansino, demasia-
entera de pensar a la literatura. Para do reposado, su parsimonia ancestral,
pensarla como él lo hace, se vuelve su desafío abdominal a la fina línea
indispensable dislocar determinadas atlética (ver PPC, pág. 60). En vez del
premisas y coordenadas temporales Uruguay campeón del mundo, el del
(quien sabe si las cosas no ocurrieron treinta o el del cincuenta, Libertella se
a la inversa: a fuerza de sabotear tem- fascina con el Uruguay del Mundial
poralidades, acabó por desfasarse él 70: el que queda, ya para siempre,
mismo). La consigna teórica de “des- fuera de época, desfasado, obcecado
baratar la ilusión de progreso” (LSE, por nobleza con un fútbol ya extin-
pág. 195) se multiplica en una saga de guido. En otro momento, Libertella
desbaratamientos cronológicos en se- se ocupa de Roberto Goyeneche, del
rie: decir que “el futuro ya fue” (EAS, canto de Goyeneche, de su pronun-
pág. 43), y después preguntarlo: “¿El ciación; no es su edad de oro la que
futuro ya fue?” (EAS, pág. 99); decir lo convoca, no es el Goyeneche en es-
que hay que hacer “de pasado presen- plendor de Troilo o de Salgán, sino el
te” (EAS, pág. 44) (¿y eso qué viene último, el habitualmente disminuido
a ser? ¿sincronía o asincronía?); pro- Goyeneche del final. A Libertella le
poner “una memoria retrospectiva de interesa éste y no otro, para Liberte-
lo que vendrá” (EAS, pág. 99); definir lla la culminación se verifica ahí, en
lo posmoderno como “aquello muy el fraseo fantasmático del que canta
muy antiguo que se pone en choque desde otro tiempo, para Libertella ésa
eléctrico con aquello muy muy del es la gracia, ése es el don, el arte de in-
futuro” (LSE, pág. 108); entender ventar ruinas, el arte de hacer de pa-
a las vanguardias no como anticipa- sado presente, con el futuro ya sido,
ción, sino como lo más ancestral (el para habitar ese presente en estado de
pictograma); establecer, en el prólogo asincronía, y en la ilusión consecuen-
a una antología de la nueva narrativa te de la contemporaneidad total.
argentina, que hay un “arte de inven-
tar ruinas” (NRA, pág. 8). De este
modo, con futuros ya pasados, con II.
pasados presentes, con vanguardias
ancestrales, con las ruinas del ahora, La actualidad que se procura Héctor
Libertella elabora su enciclopedia del Libertella es ante todo teórica. Sus
destiempo y cultiva su propia entrada lecturas críticas se escriben siempre
en esa misma enciclopedia. con las categorías de vigencia más
Si bien su interés crítico privilegia los probada: el borramiento del yo y su
objetos de cierta sofisticación artísti- reinscripción en el nombre propio;
ca (Jorge Bonino del Di Tella a París; el juego literario en su inutilidad y
Mirtha Dermisache comentada por como derroche; el privilegio de una
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pura superficie sin volumen y sin rio (en especial entre la ficción y la
adentro; la proliferación, el descen- teoría: la crítica lírica, la literatura
tramiento, el desvío; el énfasis en lo crítica) y la de la reescritura (Liber-
parcial y el descreimiento del todo; tella inscribe, heráldicamente, el lema
la impregnación intertextual: la paro- de su método de obstinación crítica:
dia, el pastiche, la postulación de que “Volveremos con variaciones sobre lo
“la literatura es un papel que viene de mismo” (LSE, pág. 21).
otros papeles” (LSE, pág. 92 y EPRH, Si hay algo que sin dudas puede de-
pág. 79/80), de que “lo escrito pro- cirse de este universo de categorías y
viene de lo escrito” (LSE, pág. 10); el aun de este índi-
erotismo del texto: el goce o la perver- ce onomástico, es
sión; la diferencia (Pierre Menard: la que está nítida-
diferencia en lo mismo de lo mismo). mente fechado.
Dichos o implícitos, Roland Barthes, Entre el final de
Julia Kristeva, Jacques Derrida, Mau- los años sesenta
rice Blanchot, Gilles Deleuze, Geor- y el comienzo
ges Bataille, Michel Foucault, Mijaíl de los años se-
Bajtin y algunos otros, rondan o ha- tenta, se verifica
bitan los textos de Libertella. Tam- su afirmación;
bién funciona una tradición, la de los en los setenta y
formalistas rusos; la noble fidelidad a comienzos de
del arte como artificio, la práctica los ochenta, su
continua de la desnaturalización, la expansión y su
atención puesta en los procedimien- esplendor; de ahí
tos, la insistencia aforística en que en más, su reduc-
“la literatura no es un pensamiento” ción a vulgata y
(EPRH, pág. 97; EAS, pág. 56; LSE, su domesticación
pág. 103 –sólo que aquí el sujeto es como moda. Héctor Libertella, con- Héctor Libertella
“escritura”–; LLA, pág. 70). En el temporáneo, vive el presente y se afilia
mismo orden de puesta al día en la a sus lecturas; pero Héctor Libertella,
teoría literaria, se destaca en Liber- extemporáneo, saturado de contem-
tella el énfasis aplicado a la noción poraneidades, despega de ese presen-
de escritura. La escritura se subraya te hacia un pasado (en su interés por
como objeto privilegiado (y allí otra la etimología, en su gusto por la letra
vez Barthes, allí otra vez Derrida); la antigua) y hacia un futuro (¿cuánto
escritura es abordada en términos de tiempo es necesario para llegar tarde,
producción (y allí otra vez Kristeva, para que se haga tarde?), y entonces
pero también Pierre Macherey, y tam- zafa. Y por eso hay siempre un plus
bién, desde otro tiempo, Bertolt Bre- en Libertella. Por ejemplo: disuelve el
cht); la escritura es vista como trazo yo, pero lo hace mediante una capta-
material, como dibujo, como marca ción genial: que, en castellano, “yo” se
tipográfica (“algo físico tiene que apa- compone de “y” (conjunción) y de “o”
recer cuando el que escribe escribe” (disyunción), una letra que une y otra
(EPRH, pág. 37). Y desde esta noción que separa (EAS, pág. 45; LSE, pág.
de escritura, se abren dos prácticas o 11). O se tienta con la idea de que lo
dos pasiones: la del cruce disciplina- más extremo es el Centro, porque el
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Centro es lo que “toca todos los extre- (ver EPRH, pág. 6)]. Libertella dice
mos a la vez” (EPRH, pág. 22) o con bien, que le interesan los efectos par-
esta otra idea: que “la verdad de la red ciales y no las obras completas, y antes
es puro agujero” (EAS, pág. 98). Por que el palabreo, el silabeo (el silabeo:
lo demás, Libertella no incurre en la otra vez Goyeneche, el último Goye-
tendencia tantas veces vista de impos- neche); y su lectura efectivamente asti-
tar el encomio de lla y opera con una moral de la esquir-
Libertella es, inseparable- la proliferación la. Libertella reescribe, una y otra vez,
mente, un teórico y un escri- descentrada, pero y en esas reescrituras, en las que tantas
tor, y como escritor hace eso haciéndolo desde veces habla de la diferencia, produce
que como teórico dice. Su un discurso per- diferencia. Se puede tomar por caso
escritura habla de prolifera- fectamente esta- su consideración sobre Pierre Menard:
ciones, y ella misma prolifera; ble y sosegado; que Pierre Menard produce una dife-
se deslumbra con opacidades, no trajina la jerga rencia en lo mismo de lo mismo. Pero
y ella misma sabe opacarse; de la diferencia como el propio Libertella reitera esta
dice el desvío, y ella misma se pero con pala- idea, y la reescribe, y no la reescribe
desvía; postula que lo escri- bras de comple- siempre igual, termina produciendo,
to viene de lo escrito, y ella ta identidad; no también él, en lo mismo de lo mismo,
misma va y viene de escritu- cuestiona la escri- una diferencia.
ra en escritura. Menciona el tura instrumental
goce y es gozosa; y hablando pero con una
de perversiones, se pervierte. escritura instru- III.
Ve en la letra un dibujo, y mental; no habla
además de eso dibuja. de goce literario Hay un dato que proporciona la mito-
pero con pala- logía griega y que mereció, de parte de
bras anodinas; no exalta la opacidad Libertella, tanto su notación como su
pero desde un texto que aspira a la reescritura. Ese dato dice que Hermes,
transparencia; no repite la prédica del el dios de lo secreto, era también el dios
fragmento pero para integrar un todo; de las comunicaciones y del comercio.
no se planta en la crítica literaria más Si hay un credo en el proyecto crítico
tradicional pero pretendiendo estar de Héctor Libertella, es el del herme-
en un cruce de disciplinas. Libertella tismo (credo proferido, pero también
es, inseparablemente, un teórico y un practicado, porque la escritura de Li-
escritor, y como escritor hace eso que bertella no favorece, y hasta incluso
como teórico dice. Su escritura habla repele, el sosiego de la comprensión
de proliferaciones, y ella misma pro- más clara y más lineal). El hermetis-
lifera; se deslumbra con opacidades, mo desaloja ese orden de certezas que
y ella misma sabe opacarse; dice el procura la interpretación clásica, con
desvío, y ella misma se desvía; postula la promesa de aquietarse en un sentido
que lo escrito viene de lo escrito, y ella único y final. En su lugar, y en su re-
misma va y viene de escritura en escri- emplazo, el hermetismo instaura otro
tura. Menciona el goce y es gozosa; y mapa literario y otra tradición literaria,
hablando de perversiones, se pervierte. que resisten por definición ese modelo
Ve en la letra un dibujo, y además de de lenguaje útil, práctico, entendible,
eso dibuja [Eduardo Stupía, nada me- transparente, esos modelos de escritu-
nos, le da una mano, la de su mano ra eficiente que son “prescriptos por el
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sa como para pensarla como una línea vas, sino desvíos, desvaríos, extrañezas,
histórica, o incluso para pensarla tan hermetismos, su propia alienación lin-
siquiera como una línea. Es otra cosa, güística, su propia perdición.
que Libertella podría señalar mediante Para Libertella, así es como funciona
su propia versión de la operación Me- Borges respecto de Macedonio Fer-
nard. Libertella concibe a un Cervantes nández: “Literatura versus patografía
que contuviese dentro de sí a un Lewis en la Argentina” (LSE, pág. 222). Las
Carroll. Entonces habría que decir que, palabras locales, enfermas de incomu-
así como al nicación, se curan en Borges. Y enton-
Quijote se le ces, ya curadas, transparentes, se hacen
secó el seso de centro y se internacionalizan. Borges
tanto leer, hay es el síntoma de esa enfermedad, la de
patógrafos que la oscuridad del idiolecto, y por eso
de tanto se- mismo permite la curación. Desde
cárseles el seso esta perspectiva, la literatura argentina
se pusieron se sana en Borges, porque Borges es su
a escribir. Y padre sanador.
escriben justa-
mente desde el
trastorno ver- IV.
bal de sus sesos
ya secados. Una de las líneas de tensión más tiran-
Es evidente tes de los debates estéticos del siglo XX
que una his- –el que ubica en un polo a las vanguar-
toria literaria dias y en el otro polo al mercado– no
no se escribe puede no verse alterada bajo los térmi-
desde ahí, que nos críticos de las lecturas de Liberte-
ningún ca- lla. Las cosas se plantean en sus textos
non literario necesariamente de otro modo, toda
puede esta- vez que la idea misma de evolución es
bilizarse por cuestionada (entonces la vanguardia ya
este medio. Frente al desvarío de estos no es, ya no puede ser, lo que está más
lenguajes, frente a las patologías de los adelante) y toda vez que el mercado re-
patógrafos, es el Sentido el que define gula incluso sus desvíos radicales.
lo que es la salud, y la salud no supone Se percibe en Libertella un acento des-
otra cosa que represión (por eso Liber- creído respecto de la potencia corro-
tella deja otra pregunta más, también siva de las vanguardias que ya fueron
sin contestar: “¿El canon reprime?” (como si prefiriese seguir el consejo
(LLA, pág. 77). Ese sistema de Salud que registra en una de sus novelas: “Un
Pública (que Libertella atribuye, por poco de atención a retaguardia” (PPC,
ejemplo, al boom) fija y estabiliza y pág. 87). Los límites de las antiguas
esclarece sanidades, allí reposa el buen vanguardias, y aun cierta esterilidad
decir, allí habita el buen sentido. La en la recurrencia del vanguardismo,
patografía no le opone otro canon ni promueven en Libertella un tono más
otra historia (por lo demás, no po- bien reticente en la constatación de que
dría). No le opone rectitudes alternati- hay también una vanguardia sociable,
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bien dispuesta a comunicar, que cuen- letra del loco no genera dinero” (EAS,
ta con un “rol oficial” (NEL, pág. 41) pág. 85). Por otro lado, no obstante,
ya programado y para la que el mer- las vanguardias de los años veinte se
cado reserva un determinado circuito. reconocen en el mercado, y allí se pre-
No por eso, sin embargo, se pliega sin vé igualmente una circulación para las
más a la conclusión resignada de que nuevas vanguardias, y aun para el es-
a toda vanguardia le espera un destino critor hermético
de museo o de mercantilización, y en existe un mercado No es el éxito lo que introduce
el desplazamiento “de la vanguardia al epigonal (el de su el mercado, no son las ventas
centro” (LLA, pág. 80), que señala en cofradía). Enton- cuantiosas, ni la figuración, ni
lo que va de Macedonio a Borges, no ces Libertella se la masividad: es la superviven-
detecta un trayecto inexorable. decide y enfatiza: cia. El artista del hambre es
La alteración medular de las proporcio- el mercado –dice– aquí una referencia no dicha
nes cronológicas altera necesariamente determina el lugar pero perceptible. Lo que hace
los términos en los que puede darse un que le conviene el escritor en el mercado no es
sostenimiento teórico del afán de las a la literatura en ni triunfar ni renunciar, sino
vanguardias. Para Libertella, la vanguar- cada momento, sobrevivir. Y lo que Libertella
dia ya no es “lo que está más adelante”, en toda obra hay considera entonces son “las
sino “lo que está más íntimo” (NEL, una apuesta mar- posibles estrategias literarias
pág. 34); y ya no es la anticipación, sino cada en la mesa para sobrevivir en el mercado”
“lo más ancestral” (EPRH, pág. 35) (el de intercambios (un poco en él, un poco contra
pictograma, la vuelta al grafismo rupes- y toda escritura él, un poco gracias a él), la
tre; pero también por caso una vuelta puede ser vista astucia para hacer el propio
al antiguo español, o al barroco, o a la como pura estra- negocio en un campo de posi-
gauchesca). Es una lectura activa de la tegia de mercado. bles negocios, la perspicacia
tradición, reconociendo allí los proce- Plegándose a esa para detectar qué vías de esca-
dimientos que sobreviven como ruinas; resistencia a cual- pe ofrece el mercado para sus
es saber apoderarse de una tradición, quier conciliación escritores desviados.
como hace Lezama, pero sin renunciar que de por sí pre-
a la propia patología. supone toda escritura hermética en su
La idea de que “el mercado explica a las proclividad a lo ilegible, y plegándose
vanguardias mejor que las ideologías incluso a ciertas resonancias de las ve-
y creencias que ellas simulen asumir” hemencias de los vanguardistas (ya sea
(NEL, pág. 38) expresa hasta qué pun- retrospectivamente o ya sea en la con-
to, para Libertella, lo que tantas veces temporaneidad del Di Tella), Libertella
se dispuso como un drástico antago- podría haber despachado la cuestión del
nismo admite ahora cierta clase de re- mercado en los términos más esperables
formulación. Por una parte, no deja de del liso rechazo y la completa exteriori-
ser cierto que el mercado es un espacio dad. Pero hace otra cosa, más compleja
al que se combate, pero por otra parte y más interesante: advierte que el mer-
debe notarse que el mercado es también cado es atacado idealmente pero actúa
un espacio en el que se combate. Así, en lo más concreto. Y en consecuencia
por un lado, el mercado es el ámbito atiende, escrupuloso, a las vicisitudes de
de la comunicación generalizada, el que esa concreción, porque también en ese
desea ante todo una escritura limpia y sentido un texto asume una presencia
transparente, el que evidencia que “la material.
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tual. Vale decir: es un moderno cabal, quien según el argentino se ciñe de conti-
un lector decimonono. Lo cual desde nuo al concepto de justo castigo, daría en
los años setenta, con el giro estructural la escritura con la práctica curativa de su
y textualista hegemónico, rápidamente mal existencial. Así, algo del orden de la
daría pie a su exclusión del gremio por verdad reveladora alumbra en la palabra.
los críticos que se postulan autárquicos,
encastrados en la costumbre de la sumi- Una mujer es de mayor utilidad en nues-
sión a la materialidad de la letra que tra vida si en vez de ser un elemento de
prescinde de las felicidad es un instrumento de tristeza,
[Bianco] es un moderno cabal, otras dimensiones porque no hay amor que no nos sea tan
un lector decimonono. Lo cual en las que inter- precioso como las verdades que nos descu-
desde los años setenta, con viene la literatura bre cuando lo perdemos.
el giro estructural y textualis- a su paso por el
ta hegemónico, rápidamente mundo9. En el episodio de la muerte de la abuela
daría pie a su exclusión del Centrado en la en la Recherche, supone Bianco, Proust
gremio por los críticos que se relación vida/obra, ha ficcionalizado la muerte de la madre:
postulan autárquicos, encas- Bianco puntúa en
trados en la costumbre de la la Correspondencia Antes de morir Proust, ya en los últimos
sumisión a la materialidad de la figura de Mme. volúmenes de esas memorias ejemplarmen-
la letra que prescinde de las Weil –la abuela de te noveladas, muere su madre por segunda
otras dimensiones en las que Proust, incitadora vez, irrevocablemente. Proust, junto con él
interviene la literatura a su e iniciadora en las mismo, la ha sacrificado a su obra.
paso por el mundo. percepciones esté-
ticas del nieto, a la La verdad es superior a la muerte y al
que sigue en su variada peripecia–, y de amor, que se desvanece mediante la
la madre, colaboradora y protectora de palabra escrita. Ese credo ético, apre-
aquel; así como detalla los momentos de hendido en la lectura de Proust, será
las cartas que traspasarán transmutados a la clave de su mirada crítica sobre la
la obra del petit Marcel. Pero el núcleo de literatura y su ligazón con la vida.
su artículo es la auspiciosa catástrofe que Pocos años después, en 1959, Bianco
significaría en la vida de Proust la muer- brindará en la Sociedad Hebraica una
te de la madre, de quien dependía de clase sobre “El sentido del mal en la
modo excesivo hasta en los más mínimos obra de Proust”, luego editada en la
detalles de la vida cotidiana, al punto de revista La Torre de San Juan de Puerto
no poder llevar a cabo su proyecto nove- Rico. Su lectura recorre En búsqueda
lístico, fallido tras dos intentos –el Jean del tiempo perdido puntuando la impo-
Santeuil y el Contra Sainte-Beuve– sino sibilidad de asignar a los caracteres de
hasta su desaparición. El “desamparo la novela valores absolutos:
afectivo, moral, espiritual, intelectual y
material” en que lo sume la muerte de en Proust, los llamados monstruos no
Mme. Adrien Proust –sostiene– “indu- carecen de sensibilidad, de imagina-
ce al escritor al abandono de la vida ción, de inteligencia (...) las naturalezas
mundana y le insta a una reclusión cuasi proustianas atormentadas por el mal son
monástica”. “Ha comenzado la expiación aquellas en las cuales los sentimientos
de Marcel”, escribe Bianco, postulando más nobles – la generosidad, la solidari-
una idea salvífica de la literatura; Proust, dad, la piedad, la delicadeza, la ternura-
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Años más tarde, insistiría tanto en Según Revel, Proust confunde amistad
sus textos críticos como en su novela con brillar en la conversación, aunque
sobre esta valuación moral del texto se diga poco y nada. Pero brillar en la
proustiano, en la que ampararía sus conversación es un sacrificio que Proust
propias opciones. hace en aras de la amistad y que res-
La percepción acabada que posee ponde a una inclinación profunda de su
Proust de la distancia entre el yo públi- naturaleza: tratar de seducir, llevado por
co y la personalidad más íntima del au- la necesidad de apoderarse del prójimo.
tor hace a su oposición a Sainte-Beuve, Con los años, ese prójimo será el próji-
sostiene Bianco una década más tarde mo, en la acepción más amplia de la pa-
en El Centenario de Proust; texto ela- labra, el interlocutor por antonomasia,
borado en el ánimo de descreer de la el lector, y entonces, a través de su obra,
prolífica producción exegética sobre su a ese hombre silencioso le transmitirá su
vida y su obra para reivindicar la sobe- pensamiento metódicamente, sin caer en
ranía de la ficción. “¿Qué puede impor- equívocos de ninguna clase.
tarnos que Montesquiou sea Charlus?
Charlus es mucho más que Montes- Nuevamente, aquí la ética que asume
quiou” –escribe–. “En la novela, todos al otro como condición del propio de-
los seres que la han conformado, dejan cir. Sólo que en Bianco esta dimensión
de existir.” A quien por entonces, ya en aparece resistiendo al abordaje crítico,
el ocaso de la vida, se encontraba dan- desfundándolo subrepticiamente. “Sin-
do coronación a su propia experiencia gular destino el de Proust”, concluye.
narrativa y vivencial proustiana con su
novela La pérdida del reino, los perso- Tan pronto han visto en él una especie de
najes de la Recherche se le antojan po- filósofo visionario, metafórico, que se ha
bres peleles despojados de historicidad elevado por encima de la observación y
en manos de un Mefistófeles perverso ha hecho el proceso del realismo, volcan-
que, como declarara el propio Proust, do en su novela un mundo de imágenes
“en la segunda parte harán exactamen- previas a su experiencia e independien-
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tes de ella, tan pronto un narrador en te– fueron inhumando con el tiempo,
contacto permanente con la realidad, y dio con una carta de Proust a un
que extrae de la observación sus mejores amigo de Henri de Regnier –quien
hallazgos. Proust es ambas cosas. Su obra estaba en relación
fundamenta todas las admiraciones, to- con Lèautaud– de
das las indagaciones. ¿Puede pedirse una fecha tan tem-
más justa sobrevivencia? prana como
1907, en la que
Al año siguiente Bianco volvería sobre el futuro autor de
su autor favorito con un ensayo magis- la Recherche abo-
tral, que obtendrá varios galardones, el mina con furia
cual funcionará como adecuado acom- y asco inusuales
pañamiento para su novela, La pérdida del comentaris-
del reino (la cual, tras editar en La Na- ta, cuyos libros
ción un fragmento bajo el título Trelles autobiográfi-
en 1953, se había visto interrumpida en cos conoce. Y es
1955 hasta ser retomada por esta fecha, que en ellos Paul
“por puro aburrimiento”). En su ensayo Lèautaud ha refe-
El ángel de las tinieblas, de 1972, Bianco rido la peculiar
contrapone dos impedidas amistades li- historia de su vida
terarias que no llegaron a tales más que amorosa, pletórica
José Bianco
en su propio deseo personal: la de Paul en irregularidades de todo tipo, siendo
Lèautaud y Marcel Proust. En uno de el incesto consumado con su madre la
los volúmenes sucesivos de sus Diarios, no menos atendible de ellas; una vida
refiere Bianco, el singular crítico teatral familiar que, como dice Bianco, evocan-
de la NRF, mientras declara su volun- do irónico a Lévi-Strauss, “no encuadra
taria ignorancia de la obra de Proust no dentro de las tradicionales estructuras
vacila en proclamar su admiración al leer del parentesco”. A Proust, cuyo ferviente
el número de homenaje que la revista laicismo sólo se ve atenuado por una
dedicó a su muerte –y que, al postergar pasión cuasi mística por su madre, se
el hecho la publicación de su crítica se- le antoja tan deleznable semejante per-
manal le cuesta, según apunta con sor- sonaje que lo conducirá a equipararlo
na, 250 francos: “una buena corona”. con el Mal, y, en una muestra más de
“Siento también, por instantes, cuántas sus melindres, a no atreverse a revelar
cosas deben disminuir de interés al lado esta opinión, “... Pues me parece que
de la obra de Proust”, exclama, tras ha- tendría que batirme con el ángel de
ber recorrido sólo un par de páginas –y las tinieblas”, según augura. Pero “no
haberse bastado con ellas: será todo lo soy bastante puro para esperar vencer”,
que en su vida leerá de él– de la novela, agrega. Bianco otorgará a esta última
allí reproducidas. Hasta ahí Lèautaud, su afirmación poco menos que el rango
acentuada reticencia admirativa del au- de una confesión, una declaración de
tor de Les plaisirs et les jours. paridad moral con Lèautaud, cuando,
Bianco ha rastreado en la Correspondencia merced a las investigaciones realizadas
rescatada, es decir, no enviada o que por Maurice Sachs –que, por lo demás,
quedó en estado de borrador y que los el mismo Bianco intentará corrobo-
especialistas –Phillip Kolb, centralmen- rar infructuosamente en la Francia de
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estilísticas –que Borges llamara “invi- modesto escritor que ha resuelto con-
sibles”– y en la construcción de sus fiarla, inconclusa, al cuidado de otro
delicados argumentos. Antecedida en que no lo es menos, en un clima social
varias décadas por sus escuetos rela- ligado a los sectores de una vetusta
tos de La pequeña Gyaros (1932), Las aristocracia liberal que ya roza su
ratas (1943), y Sombras suele vestir decadencia, en un Buenos Aires –por
(1944), textos todos de una tersura lo demás, apenas sugerido y por ello
que torna prácticamente imperceptible mismo reconocible–, que remite sin
su laboreo de la lengua, La pérdida del ambages al universo social y cultural
reino (1972) es sin duda la mayor de de Sur. El trabajoso e intangible tono
las novelas argentinas que, recostadas neutro, deliberado, con que Bianco
en este sesgo de lectura de la obra de teje su trama, continuamente deja
Proust, se cobijan para realizar sus pre- adivinar, promete, anuncia enclaves
guntas a lo real. Y Bianco lo hará de un dramáticos, pero esta alternativa espe-
modo conmovedor, un modo del que, rada jamás sucede en el relato; apenas
sabedor de los maltratos que el aconte- se trasluce a través de lo insulso, de
cer prodiga a una vida, no excluirá lo lo trivial del devenir cotidiano cierto
patético sino que más bien lo compren- desmayado hálito melancólico que
derá dramáticamente, lo incluirá entre enrarece y a la vez presenta en su
las inflexiones ineludibles de un desti- más palmaria y perceptible objetivi-
no. Como una especie de prolongación dad la sorda tragedia amorosa que
extenuada de la idea que Proust baraja anuda los destinos de los personajes.
en su estudio sobre El estilo de Flaubert, Finalmente, el lector entiende que es
mediante la cual concibe a La educación su propia subjetividad la invocada,
sentimental como “un largo informe de la involucrada involuntaria en una
toda una vida sin que los personajes trama en la que se opera un juego de
tomen, por decirlo de alguna manera, ocultamientos y develaciones; y en
parte activa en la acción” –premisa el pendular del cual se acabará por
que, como lo ha sospechado Ortega entregar, merced a su colaboración
y Gasset, bien podría considerarse un –en la espesura de lo que el bergso-
declarado principio metodológico que nismo, tan vinculado a la impronta
rige la construcción de la Recherche–, proustiana en torno del Tiempo, el
Bianco ha entregado su indagación gran protagonista velado y eminente
del lacio declinar de un mundo urba- del texto proustiano, llamó la durée–,
no íntimo con serenidad técnica y el secreto de una vida carente de secre-
precisión estilística en el seno de una tos. La historia de Rufino Velásquez,
arquitectura prosaica impecable, de un la narración de su vida y de su muerte,
modo que bien podría resumirse en la construida con nudos de tensiones
palabra mesura. sutiles entre fuerzas sensibles más que
La novela refiere la vida –o, más bien, con las fáciles y reconocibles peripe-
habría que decir la historia de cómo cias de la experiencia, toma su poderío
se construye una sensibilidad a partir precisamente de su simpleza, de su
del sufrimiento y de su gobierno o engañosa simpleza, en la que intuimos
modulación morigerada por medio la tersura de lo que Nietzsche llamó
de la literatura, tema filosófico que “la inocencia del devenir” y que acuna
torsiona la propia Recherche–, de un en su vientre lo trágico y lo terrible.
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NOTAS
1. Cfr., por ejemplo, El cántico espiritual (Agencia general de librería y publicaciones. Bs. As, 1923), que
puede ser leído en contrapunto con La literatura y el conocimiento: A propósito de Marcel Proust (El espíritu de
aristocracia y otros ensayos. Buenos Aires, Agencia general de librería y publicaciones, 1924).
2. Cuentos de la oficina. Claridad, Bs. As. 1925, que hace juego con Introducción a Marcel Proust. Nosotros a. 21,
vol. 56, N° 215, pp. 16-23, abril 1927.
3. Los cuentos de Europa (Bs. As. Palacio del Libro, 1930) y la novela Gente (La Plata, 1936), fueron precedi-
dos por el ensayo Por el camino de Proust (Nosotros a. 21, vol. 56, N° 215, pp. 24-42, abril 1927).
4. Abocado desde 1931 a “difundir a Proust en la clase obrera” Anderson Imbert ofreció su primer abordaje
crítico en “Retrospectiva de la creación literaria” (La Vanguardia. Bs. As., 14 de marzo de 1937).
5. Su conferencia Una lectura de Proust. (Verbum. Bs. As., septiembre de 1926. Anales del Instituto Popular de
Conferencias. T. 12. Bs. As., 1926) y su ensayo Marcel Proust (La Prensa. Bs. As., 1° de mayo de 1926), acom-
pasan la escritura de La vuelta de las horas (Bs. As., Viau y Zona. 1933).
6. Mas ello no se dio sin vacilaciones, sin tentativas iniciales frustradas. Restos desvaídos de un primer intento de cons-
trucción epigonal son dos fragmentos titulados Siete años, editados en noviembre de 1935 por la revista Sur (n° 14 y n°
15), presentados como el inicio de una narración autobiográfica, la cual fue malograda por carecer, a mi entender, de
la distancia y la experiencia necesarias para llevarla a cabo. Un mimetismo vital involuntario con el propio Proust, en
todo caso, es lo que ha efectuado Bianco, quien sólo tres décadas más tarde, con La pérdida del reino, podrá llevar a buen
término esta intención primitiva, impedida incluso en los años cincuenta tras un fallido recomienzo en su narración
Trelles. Pero para que ello fuese posible habría de construir primero un espacio de enunciación análogo al del Narrador
proustiano a fin de dotar de autonomía al yo narrativo y conferirle mayor verosimilitud y presteza al discurso. Es decir,
recorrer la distancia que en Proust va del Jean Santeuil a la Recherche, pasando incluso por el Contre Sainte-Beuve.
7. “Proust y su madre”. La Nación. Bs. As., 3 de junio de 1956. Ficción y realidad, y Homenaje a Marcel Proust.
8. “Marcel Proust: su revelación psicológica”. Sur. N° 24. Bs. As., septiembre de 1936; N° 25, octubre de 1936;
N° 26. noviembre de 1936; N° 27, diciembre de 1936.
9. En relación a la entonces reciente edición del Jean Santeuil, Bianco se mostrará remiso: considera “censu-
rable que manos extrañas se hayan permitido reconstruir originales que Proust desechó por no considerarlos
dignos de su talento, máxime tratándose de un escritor que nos ha dejado una obra tan laboriosamente con-
certada”. Proust lamentaba obras imperfectas –recuerda– como las del “pobre Peguy, que busca su camino a la
vista del lector...”, e imagina a Proust cayendo en una de sus terribles crisis si le fuera dado conocer su destino
póstumo, escarbadas sus intimidades por “piadosos y minuciosos admiradores”. Posición ésta de literato, de
escritor, sin duda, que desdeña los menesteres de la filología y la crítica.
10. Amigo, traductor y editor de Roger Caillois, Bianco será responsable de la aparición de El erotismo, el
primer texto de George Bataille en castellano en la editorial Sur.
11. Hugo Beccacece, persistente cronista proustiano, ha dicho de Bianco que su aproximación a Proust nace de “esa
especie de eticidad de la expresión que ambos aprecian, del hecho de que una frase bien dicha, un pensamiento bien
expresado, un aspecto bien analizado de la naturaleza humana, por más siniestros que resulten, son precisamente un
bien. Todo lo humano debe ser dicho, porque nadie debe avergonzarse de la propia condición, sino de la mentira, del
ocultamiento”. Eugenio Montejo: Recuerdos de José Bianco. Vuelta Sudamericana. A. I, N° 5. Bs. As., diciembre 1986.
12. Son múltiples los guiños encapsulados en el texto que Bianco le envía al lector proustiano: un personaje lateral lleva
por nombre Marcel; el narrador/protagonista va decidiendo su vocación tardíamente tras un peregrinar estéril por los
salones en los que descree de las pretensiones de los escritores y demás figuras sociales que juzga fatuas; finalmente, en
un impasse de la trama, mientras da una clase sobre literatura francesa, el narrador despliega una larga explicación sobre
la memoria: “Entonces, con motivo de ese presente que es al mismo tiempo pasado y porvenir, sensación y movimiento,
habló de las dos formas de memoria que discierne Bergson. La primera, conquistada por el esfuerzo, dependiente de
nuestra voluntad, y la segunda, espontánea, caprichosa, que le muestra a la primera las imágenes que han precedido
o son consecuencia de situaciones análogas y que permiten la asociación de ideas. De allí, insensiblemente, pasó a la
memoria afectiva de Proust. Para que lo entendieran mejor, les contó el episodio de la magdalena. Los alumnos escu-
chaban con interés, algunos tomaban nota”. Sin embargo, a Bianco esa notoria relación con el universo proustiano lo
incomodaba en la medida que lo ponía bajo el estigma de la angustia de las influencias. En un reportaje concedido a
Beccacece en 1982, expresaba: “No sé por qué [a La pérdida del reino] la asocian con Proust. Hasta han llegado a decir
que es un relato muy proustiano. Hablando de eso con Victoria [Ocampo], ella me dijo: los que dicen eso no han leído a
Proust. El libro de Proust se propone la recuperación del tiempo perdido, como señala su título; el mío tiene más que ver
con la búsqueda de una identidad”. Denegación deliciosa que no hace más que confirmar cuánto la sombra del maestro
les pesaba a los dos referentes centrales del grupo Sur, y, por extensión, a buena parte de la literatura argentina.
13. Para Giordano, verosímilmente, el paradójico gesto de omitir un apellido por discreción y reconocer esa
omisión indica un voluntario énfasis a develar: se trataría no sólo de una iniciación literaria sino amorosa la
revivida medio siglo después por el autor de La pérdida del reino.
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su nombre y existencia real) de una les que hagan del idioma una mezcla
discusión metacrítica en el seno de –un hibridismo, sí–, pero en el tras-
una novela. El habla se encadena fondo de una historia posible de la
en citas eslabonadas, una ristra de literatura nacional. No son los tiem-
voces que se apoyan unas a otras de pos de Ricardo Rojas, esa historia no
modo fantasmal: podría ser una viga coherente que
Respiración artificial es una alguien dice lo emane de una voluntad colectiva, a
novela que pone una teoría en que otro dice en la manera gramsciana. Pero tampoco
estado de ficción, y los hablan- un abstracto pre- un renunciamiento tan irreversible de
tes aparecen como espectrales sente que borra la historia que luego sea sólo posible
soportes de una invocación his- los planos ante- pensar en la literatura a partir de la
tórica basada en aquellos restos riores del habla. ilusión de un punctum que atraviesa
idiomáticos. Piglia, al formular La novela reside todas las épocas, sea la gauchesca o
duraderamente el problema de en un complejo un borgesismo que le pone a la crítica
que una novela es un hablar modo de escu- la camisa de fuerza del célebre escrito
crítico sobre los propios estilos char todo lo que El escritor argentino y la tradición.
ficcionales, tiene que postular se dice. Lo dicho Noé Jitrik, en un temprano trabajo
una lengua mezclada, revuelta son las acciones. crítico10, citaba a Maurice Blanchot
en sus propios escombros. Por eso se respi- circunscribiendo aspectos de la poesía
ra allí artificial- de René Char.
mente. Es una forma de significar
lo artificioso del descubrimiento fic- La búsqueda de la totalidad, en cual-
cional de Borges, aunque el tema sea quiera de sus formas, es la pretensión
la alquimia del verbo arltiano, ese poética por excelencia, una pretensión
trabajo con los restos que fundan la en la que está incluida, como su con-
realidad de una lengua nacional. dición, la imposibilidad de su cumpli-
Respiración artificial es una novela miento, de modo tal que si llega alguna
que pone una teoría en estado de fic- vez a cumplirse, es en tanto ello no es
ción, y los hablantes aparecen como posible y porque el poema pretende eng-
espectrales soportes de una invo- lobar en su existencia su imposibilidad
cación histórica basada en aquellos y su irrealización.
restos idiomáticos. Piglia, al formular
duraderamente el problema de que Más de cuarenta años después, como
una novela es un hablar crítico sobre director de una Historia crítica de la
los propios estilos ficcionales, tiene literatura argentina –obra de largo
que postular una lengua mezclada, aliento que está en curso11–, Jitrik
revuelta en sus propios escombros. Si vuelve a enfrentarse al problema de
Viñas constituye el habla en sus nove- la totalidad postulando el deseo de
las como un ejercicio críptico, alusivo que esos volúmenes de historia crítica
a diálogos ocurridos en un panteón se conviertan en una obra colectiva,
nacional derruido, Piglia hace hablar preservando su unidad de dicción y de
a funámbulos que intentan definir el prosodia sin perderse el énfasis de cada
idioma nacional para que se escriban autor que contribuye a la obra. Tal vez
novelas en las que puedan hablar esa observación de Blanchot sobre una
normalmente, no con “respiración totalidad deseada pero imposible –que
artificial”, sino con planos tempora- Jitrik procura en sus ensayos y nove-
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las–, sea también el destino de toda que descubren de repente el alma uni-
historia literaria que apunta a recrear versal, nominalista de los relatos.
un sentido de máxima abarcabilidad, Borges, así, sobrepondría el poder de
aun sin postular como en Rojas una su práctica crítica encima de lo literal
estética secreta de la nación, y que y evolucionista de la historia de Rojas.
en algún momento percibe que esa Pero éste no admite cualquier refu-
totalidad es un espejismo que debe tación, y por eso mismo, como tota-
atenderse con un colectivo histórico lidad desarrollada, como mito moral
convertido en sueño, por lo tanto, en colectivo ninguna imputación de su
un juego de irrealidad donde quede la probable y molesto fárrago alcanzará
disparidad de nombres y circunstan- para suprimir el gusto por las leyen-
cias, ya sea para dejar que éstas sean das. Ellas son la literatura hablando de
verdaderas y aquéllos falsos, o para la literatura, lo que a veces llamamos
que aquéllos sean banderas localistas crítica, con palabra próspera y audaz.
NOTAS
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y que fue luego su amigo, lo recuerda ralistas están en su mira. Escribe Rest:
como “un magnífico profesor, por su
ironía, su buen humor, su clarísima El objeto del crítico consiste en relacio-
dicción, su voz vibrante”. nar explícita y esclarecedoramente al
La obra de Rest mantuvo un carácter artista con el mundo que elige o en que
disperso, no sólo porque gran parte de se inserta, y comprenderlo en función de
sus textos, publicados en revistas, nunca esa compleja circunstancia; ese mundo
fueron recogidos puede ser real o fantástico, social o reli-
en libro, sino por gioso, social y religioso, y cuantas varian-
la variedad misma tes y combinaciones se puedan concebir.
de sus intereses. Lo importante es establecer de qué modo
Y sin embargo, cada autor ha satisfecho plenamente su
sus dos últimos propósito en el ámbito que escogió. Lo
libros, Mundos contrario, que supone fatigarse buscan-
de la imagina- do métodos o escuelas antes de saber a
ción y El cuarto qué o a quién se los aplicará, consiste
en el recoveco, nos en fabricar budineras en los que los más
tientan a leer un variados propósitos artísticos se evalúan
deliberado balan- con un solo molde.
ce de las pre-
ocupaciones que El rastreo de la obra de Rest no
habían agitado permite advertir ninguna afición a
su pensamiento la polémica, pero al final de su vida
durante toda su arremete por igual, como vimos, con-
vida. En todo se tra los fabricantes de budineras (fun-
complementan: damentalmente los estructuralistas),
uno es un volumen de 350 páginas; el pero también contra la tendencia de la
otro, un libro muy breve. Uno recopila crítica literaria argentina a convertirse
artículos publicados a lo largo de un en una sociología de la literatura de
cuarto de siglo; el otro, una serie de inspiración marxista.
conferencias que abarcan poco más de Opino que la crítica ha insistido exce-
un mes. Uno está dedicado a la ficción, sivamente en consideraciones sobre la
en especial en lengua inglesa; el otro, misión social y moral de la literatura, lo
al ensayo argentino. Pero en los dos cual significa –no nos engañemos– que
libros, Rest –quizás impresionado por a los valores poéticos se les ha conferi-
haber atravesado la barrera del medio do, sin eufemismos, una importancia
siglo– detalla concepciones personales, relativa y puramente secundaria, como
su biografía intelectual, los maestros meros ornamentos destinados a decorar
que lo formaron (José Luis Romero, formas de militancia y compulsión.
Ángel Battistesa, el profesor de estética La autonomía del hecho literario está
Luis Juan Guerrero, Jorge Luis Borges), en el centro de las preocupaciones de
su modo de entender la crítica. Rest, que veía con disgusto el uso de
En el prólogo de Mundos de la ima- la literatura para la justificación de las
ginación, Rest se desentiende de toda más diversas disciplinas. Hoy ya nadie
idea de “aplicación de un método a la habla de “compromiso”, la lectura psi-
crítica literaria”. Los excesos estructu- coanalítica ha perdido toda autoridad,
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y después del affaire Sokal (y de su ocupa por cruzar las diferentes definicio-
continuación, el demoledor libro de nes del ensayo –que lo delimitan a través
Jacques Bouveresse, Prodigios y vérti- de la imprecisión, y lo objetivan a través
gos de la analogía) nadie le firma un de la subjetividad– para luego vincular
cheque en blanco a los herederos del ese juego de contradicciones con la obra
estructuralismo; sin embargo la tenta- de autores como Sarmiento, Martínez
ción a preferir unos textos sobre otros Estrada, Borges, Arlt en primer plano,
debido a su adecuación a la teoría que pero también con
debe interpretarlos, o a la capacidad Mansilla, Lugones A Rest le interesa el ensayo no
para convocar a ciertos fenómenos y Mallea. Rest por su oposición a la ficción,
sociales o políticos, sigue distrayendo encara los temas sino por la distancia que man-
a la crítica del fenómeno estético. Por nacionales desde tiene con los tratados, con las
poner un solo ejemplo, La fiesta del una mirada uni- formas de pensamiento clara-
monstruo, de Borges y Bioy Casares, es versal: El Facundo, mente organizadas. Lo carac-
citado con harta frecuencia en papers nos dice, es nues- terístico del ensayo es la dispo-
y artículos, mientras un lector fiel a tro Moby Dick. El sición de los materiales detrás
cualquiera de los dos autores (enterado texto comienza de la búsqueda de un efecto.
pero no especializado, como definiría con la metáfora
Rest) no habrá de darle, imaginamos, inolvidable que da título al libro:
la menor importancia.
En cuanto a El cuarto en el recoveco, Quienes han frecuentado la mansión de
su tema es el ensayo. Este interés de la literatura saben que ésta posee mul-
Rest hay que situarlo dentro de su titud de aposentos. Algunos se muestran
curiosidad hacia todas las otras formas espaciosos, brillantes, activos, y en ellos
no consagradas de la literatura (par- se exhibe cuidadosamente alineada y
ticularmente la literatura de género). clasificada una diversidad casi infinita
No en vano, entre los textos que elige de objetos denominados poemas, dramas
(el Facundo, los “ensayos de interpre- o novelas. Otros, en cambio, revelan
tación nacional” de Martínez Estrada, empañado su pretérito esplendor y desde
los artículos que Borges dedica a la hace tiempo permanecen casi olvida-
filosofía) incluye las Aguafuertes porte- dos y en penumbras, mientras el polvo
ñas de Roberto Arlt. A Rest le interesa se acumula sobre composiciones que
el ensayo no por su oposición a la a menudo son sólo completo desorden
ficción, sino por la distancia que man- de nuevos materiales de la especie más
tiene con los tratados, con las formas dispar, habitualmente marginados y des-
de pensamiento claramente organiza- cuidados por los críticos o estudiosos cuya
das. Lo característico del ensayo es la tarea consiste en mantener la pulcritud
disposición de los materiales detrás de y organización de todo el edificio. Éste
la búsqueda de un efecto: es el sitio que se reserva al ensayo, cuya
naturaleza, variedades y dimensiones
Sean cuales fueren el tono y la dimensión parecen imposibles de ser determinadas
del ensayo, éste debe resultar persuasivo, a causa de la abundancia y anarquía
y ha de crear en torno del lector una es- con que tales obras se han ido acumu-
pecie de sortilegio verbal. lando, provocan un interés erudito o
arqueológico, tal como suele ocurrir con
En El cuarto en el recoveco, Rest se pre- la habitación reservada a la épica. Pero
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en algún recoveco hay un cuarto muy autores como Elvio Gandolfo y Carlos
activo, en el que sin cesar se amontonan Gardini (también notables narradores
en completo desorden nuevos materiales y traductores), que escribieron prólo-
de la especie más dispar, habitualmente gos de tantas antologías; a estos auto-
marginados y descuidados por los crí- res agregaría, en el terreno de la ciencia
ficción, el nombre de Pablo Capanna.
Rest concibe al género fantástico, la
ciencia ficción y el policial como hijos
de un conflicto de la cultura del siglo
XIX: la dificultad de conciliar el racio-
nalismo científico con los elementos
sobrenaturales del romanticismo. Los
tres géneros fueron diferentes modos
de reunir la razón y el fondo oscuro de
lo inexplicable, a través de la ruptura
de la realidad, la alucinación de la
ciencia o la irrupción del crimen.
Una cita larga puede ser indicio de
pereza, pero tal vez se nos perdone la
extensión de la que sigue (del prólogo
de Mundos de la imaginación) porque
resume espléndidamente el credo lite-
rario de Rest:
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poético declara una manera de aferrarse riencia para la cual nuestra lengua
a la vida; su ausencia, en cambio, no es no tiene palabras. Todos los ensayos
más que un circunloquio de que se vale de Rest parten de una doble y secreta
la muerte –el anonadamiento– para intención: por un lado, la de explicar
anunciarse en nosotros. el funcionamiento de la máquina
literaria, de todo aquello que se deja
El pensamiento de Rest no está lejos ver a la luz de la lectura; y por otro,
del Steiner de Presencias reales, aun- señalar aquellas zonas de indetermi-
que desde luego, Mundos de la ima- nación, de silencio, donde la literatu-
ginación es muy anterior. En cuanto ra dice sin decir. La literatura es una
al silencio (“el vértigo que produce el fe compartida: las preocupaciones de
silencio”), ha estado en el centro de Rest por la mística nos permiten leer
la poética de Rest: silencio y noche, “fe” como una mera confianza, pero
nos advierte, son los términos que también como un reflejo o metáfora
aparecen una y otra vez en la historia de la fe verdadera, una nostalgia de
de la mística, para describir, a través la presencia real.
de la negación, el acceso a una expe-
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No hay política y economía por un lado Arlt o son las de Masotta? ¿Cómo es
y arte, vida y sociedad por el otro. Sólo que lo determinante encuentra su crí-
hay un todo indiscernible: vida, política y tica en una conciencia que supera su
arte a la vez; economía y vida a la vez. origen aunque no pueda dejar de con-
servarlo dentro de sí? En el momento
No obstante, las condiciones generales de escribir su libro, Masotta todavía
de la clase, o aun de la masa, no expli- cree en la posibilidad de modificacio-
can lo particular. Lo que sucede es lo nes, en una especie de progresismo de
contrario, lo particular habrá de expli- la lucidez, de tal manera que escribe:
car lo general. En cierto modo, todo “Para cambiar es necesario comenzar
sujeto, al leerse en el personaje nove- por no ser lo que se es y llevar en sí
lesco, contempla su propia excepcio- la posibilidad de convertirse en lo
nalidad. Si bien el hombre, según una que no se es”. Por consiguiente, para
frase de Marx que comenta Masotta, que existiera esa posibilidad debería
es el “producto” de sus condiciones haber un momento puramente nega-
económicas, también sobrepasa “en tivo en la conciencia, que se negaría
mucho” esas condiciones. ¿Qué sería a sí misma y se volvería otra. Dicho
ese exceso del producto sobre sus con- instante de autonomía, instante crí-
diciones, que Marx indica como un tico, es el fundamento de la libertad
punto ciego donde los determinismos que Sartre no podía dejar de salvar.
se suspenderían? Pero lo que expresan los personajes de
Arlt sería el carácter ilusorio de toda
Frase difícil –interpreta Masotta– en libertad, debido a que las causas de los
la que el hombre es pensado como abso- actos resultan demasiado complejas o
lutamente libre y como absolutamente se han sustraído de la conciencia. Así,
determinado a la vez. Erdosain, por ejemplo, es lo que es, no
puede cambiar, ha padecido un origen
Y justamente Masotta va a leer en Arlt que no se revela y que nunca deja de
el despliegue de esta contradicción volver. Aunque Masotta descarta rápi-
entre libertad y determinación, entre damente el lado subjetivo, la infancia
voluntad y destino. Sólo que este apa- escondida del personaje, y piensa lo
rente conflicto ideal se impregnaría traumático desde una óptica social, de
de realismo debido a que las volun- clases. Si Erdosain parece tener una
tades están circunscriptas, de alguna ventaja sobre los otros miembros de su
manera encerradas por lo patológico, comunidad secreta, porque pertenece
por un origen traumático y olvidado a la clase media y desde allí contempla
que impide decidirse en el mismo a esa banda de marginales, no obs-
momento en que fuerza la decisión, tante padece la máxima humillación
mientras que el destino está marcado porque su conciencia está fijada por el
por una estructura económica, el ori- valor de las clases altas. En ascenso o
gen de clase. El principal hallazgo del en descenso, esa conciencia no puede
libro de Masotta consistirá en leer la desprenderse de lo que es, y por otro
unidad de ambos factores: el trauma lado, no tiene lugar propio, siempre
sexual y la conducta de clase, el dine- se ubica un poco más abajo de lo que
ro y la traición. supone que le corresponde y aspira a
Pero esas determinaciones, ¿son las de estar más arriba de lo que sabe que los
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Las hijas de tenderos estudian literatura que afirmarse con la mayor intensidad
futurista en la Facultad de Filosofía y antes de desaparecer, aun cuando para
Letras, y se avergüenzan de sus padres. hacerlo requiera un largo pasaje por la
negación de lo que es, de lo que cree
¿No estaba entonces ya todo ahí? Si así ser y de lo que quiere hacer creer.
fuera, escribir sería imposible. La impostura de Masotta se resuelve
Si bien las ansiedades literarias, por en la imposibilidad de volver a escri-
así decir, parecieran la contrapartida bir sobre Arlt, años después, y en la
exacta de una cadena económica, y el imposibilidad de seguir creyendo en
acto espiritual de un personaje o de aquella especie de libertad compro-
un escritor le contesta a un efectivo metida. Pero toda crítica no es más
sometimiento en el mundo dado, aun que eso: un saber que se supone para
así, la respuesta, lo escrito excede en poder leer la verdad en la literatura,
alguna medida toda determinación que no existe. Salvo que exista una
pensable. Igualmente, lo que supues- verdad propia, para cada cual, única,
tamente se sabe sobre el mundo debe cuyo brillo sólo sería perceptible a
ser excedido para que en lo impro- lo lejos, desde otra mirada, desde
bable, en lo incierto de esos objetos otro, como un pálido reflejo de la
y esos seres que lo atraviesan se abra única experiencia imposible que el
algo. Porque uno está condenado a ser lenguaje sin embargo anuncia: la
lo que es, pero el que es no puede más propia muerte.
BIBLIOGRAFÍA
• Masotta, Oscar,tt Sexo y traición en Roberto Arlt, Corregidor, Buenos Aires, 1998.
• Masotta, Oscar, “Roberto Arlt, yo mismo”, en Conciencia y estructura, Corregidor, Buenos Aires, 1990.
Anteriormente le he dedicado a Masotta un par de ensayos que no necesariamente coinciden con lo arriba
expuesto; cfr. Silvio Mattoni, Las formas del ensayo en la Argentina de los años 50, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 2003, el capítulo titulado “Masotta: ensayo, delación y
clase media”, que manifiesta su deuda con el libro de Alberto Giordano, Modos del ensayo, Beatriz Viterbo,
Rosario, 2005 (nueva edición ampliada); cfr. también mi artículo “Estilos soberanos”, en Boletín 8 del Centro
de Estudios de Teoría y Crítica Literaria de la UNR, Rosario, octubre de 2000.
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cultores del cuento modernista, remi- la plaza” del N° 12, todos de Banchs,
tían al gusto por lo raro, la alucinación, dan cuenta de esto. La joven tísica de
la locura, los sueños, los personajes que “Bajo la angustia”, la costurera decente
mezclan lo demoníaco con lo patológi- y trabajadora de “Al pasar” (N° 5) y
co30; el de Gálvez, y en la reseña citada, la escena de “El camino de nuestra
a la influencia dominante de la poesía casa” (N° 31) de Carriego se leen en
francesa a la que Giusti se oponía tanto el mismo sentido. Finalmente, a estas
en esta mala realización como en “las figuras habría que agregar al menos
estimables aplicaciones” de Lugones otras dos, cuya presencia en Nosotros
en Los crepúsculos del jardín31. Por fue central en los años que analizamos,
su parte, Banchs y Carriego además tanto por razones estéticas como por
de encarnar una lengua literaria del el tipo de subjetividad que represen-
gusto de Giusti, indicaban en poesía taron. Ellas son: Florencio Sánchez
la preferencia por las geografías y per- para el teatro, y, sobre todo, Roberto J.
sonajes urbanos contemporáneos. Los Payró, quien para Giusti personificaba
poemas “El café”, “Rincón de patio”, con su “vida de trabajo” y con su vasta
“El Cristo del juzgado” y “Bajo la llu- obra “inspirad(a) en la realidad” una
via”, publicados en el primer número literatura destinada a “exponer, criticar
de Nosotros, al igual que “Hombre de y remediar”32.
NOTAS
1. En 1994 la obra fue reeditada por la Secretaría de Cultura de la Nación junto con Ediciones Theoría, con
prólogo de Alberto Perrone.
2. Según Ernesto Quesada, a la prensa diaria “(n)o se le puede pedir que lleve a cabo una empresa que no entra
evidentemente en sus fines, la de llevar adelante una labor crítica –la “sana crítica”- que inculque en el público
el gusto por las letras (p. 125)”, Reseñas y críticas, Buenos Aires, Félix Lajouane editor, 1895, pp. 119-141.
3. Nosotros, Año I, T. 1, julio de 1896, pp. 161-193.
4. La sección en Nosotros se llamó “Revista de revistas” y su encargado fue Alfredo Costa Rubert. Si bien fue
anunciada desde el primer número, su aparición tuvo un carácter errático.
5. Rama, Ángel, Rubén Darío y el modernismo, Caracas-Barcelona, Alfadil ediciones, 1985, p. 36.
6. Dentro de lo que llama modernización, Rama plantea la existencia de un macroperíodo al que denomina de
la cultura modernizada internacionalista que se extiende desde 1870 a 1910, año en que se inicia otro macro-
período, el de la cultura modernizada nacionalista. Dentro del primer macroperíodo 1870-1910, distingue
tres momentos: el de la cultura ilustrada (1870-1890), el de la cultura democratizada (1890-1900) y el de la
cultura prenacionalista (1900-1910). Rama, Ángel, Las máscaras democráticas del modernismo, Montevideo,
Fundación Internacional Ángel Rama.
7. Giusti había ingresado en 1904 y concluyó sus estudios ocho años después.
8. En esta revisión crítica de la producción “actual” y joven se ocupa, sorprendentemente, de Carlos Guido
y Spano, Rafael Obligado, Calixto Oyuela, Martín Coronado, Leopoldo Díaz, Enrique Rivarola, Joaquín
Castellanos. Como se ve, bajo el nombre de “La Vieja Guardia” aparecen escritores ya reconocidos de distintas
escuelas. En ese mismo capítulo y con otro criterio de agrupamiento –no solo cronológico–, hace referencia
a aquellos poetas consagrados “por el favor popular y las antologías”. En tal grupo reúne a Diego Fernández
Espiro, Francisco Soto y Calvo, Pedro J. Naón, Osvaldo Magnasco, Alberto del Solar, y a los uruguayos Victo-
riano Montes y Víctor Arreguine. Entre los más jóvenes objeto de su interés se encuentra, en primer término,
Leopoldo Lugones a quien dedica tres escritos (el segundo capítulo y los dos artículos del Apéndice). Luego, en
el capítulo que da nombre al libro, “Nuestros poetas jóvenes”, Giusti realiza un catálogo crítico del conjunto
de poetas, principalmente argentinos, en el que incluye a algunos hispanoamericanos. La lista es abultada y
casi todos ellos han sido publicados en la revista Nosotros: Ernesto Mario Barreda, Enrique Banchs, Eugenio
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Díaz Romero, Luis Doello, Ángel de Estrada, Ricardo Rojas, Evaristo Carriego, Rafael Arrieta, Edmundo
Montagne, Ricardo Jaimes Freyre, Alberto Ghiraldo, José Maturana, Manuel Ugarte, Domingo Robatto, Ale-
jandro Sux, Federico Gutiérrez, Mario Bravo, Carlos F. Melo, Luis María Jordán, Juan Aymerich, Juan Julián
Lastra, Gustavo Caraballo, Tomás Allende Iragorri, Carlos Alberto Leumann, Leopoldo Velasco, Arturo Ponto
Esaclier, Ernesto Turini, Manuel Gálvez, Álvaro Melián Lafinur, Fernán Félix de Amador, Eduardo Talero, Luis
Reyna Almandos, Daniel Elías, Salvador Debenedetti, Luis González Calderón.
En la primera serie de Crítica y polémica escribe sobre José E. Rodó, Giovanni Pascoli, Carducci, Unamuno,
Gálvez, Fernández Moreno, Luis Ipiña, Juan Más y Pí, Florencio Sánchez, Belisario Roldán, Rojas, Ernesto
Mario Barreda, y en relación problemas como la enseñanza y la metáfora.
9. Nosotros, Año IV, N° 27, abril, 1911.
10. A propósito de El libro de los elogios de Enrique Banchs, Nosotros, N° 15, p. 102.
11. Visto y vivido, p. 26.
12. Nosotros, N° 6-7, enero-febrero, 1908, pp. 5-6.
13. Giusti mismo realiza esta distinción en “Generalidades”, en Nuestros poetas jóvenes, p. 9.
14. Fue justamente sobre Luis Berisso que Víctor Pérez Petit en el prólogo a El pensamiento de América del
mismo Berisso afirmó que se trataba de “uno de esos caballeros medievales, esclavos de su lema, completamente
extranjeros en nuestras civilizaciones modernas”, Buenos Aires, Félix Lajouane, 1898, p. XII.
15. Tanto en la reseña de Burbujas de vida como en la nota sobre Las nuevas tendencias literarias, que son
elogiosas, Giusti hacía referencia negativa al modo en que se concebían los libros de crítica en el país. Cfr. las
secciones de “Letras argentinas” de Nosotros de abril de 1908 y enero-febrero de 1909, respectivamente.
16. Visto y vivido, p. 93.
17. Nosotros, Año I, T. 1, N° 5, diciembre, 1907, p. 333.
18. Año V, T. VI, N° 32, septiembre, 1911.
19. En el prólogo de la segunda serie de Crítica y polémica (1924) Giusti había definido la extensión de su
práctica y su concepción de la literatura: “Crítica, si no siempre de libros, siempre de ideas, sentimientos y
costumbres que encuentran su expresión en la obra literaria” (p. 5).
20. Visto y vivido, p. 28. Cursivas mías.
21. Melián Lafinur, Álvaro. Nosotros, Año V, N° 41, pp. 153-154. Con estas palabras establece la continuidad
entre su labor y la de Giusti, a quien reemplaza en la sección de “Letras argentinas”.
22. Año I, N° 4, noviembre, 1907, p. 264.
23. En P. B. T. escribió sobre “El mal metafísico”; el artículo apareció después en la primera serie de Crítica y polémica.
24. “Una cuestión que este libro levanta es la del verso libre, cuestión que ya desde el prólogo el poeta se
apresura a plantear y discutir brevemente. No es éste el lugar para volver sobre tan debatido asunto, cuya
discusión requeriría una amplitud que no puedo darle aquí. Pero es el caso de observar, muy a la ligera, muy
dogmáticamente si se quiere, puesto que a continuación va sin pruebas, que hay composiciones en verso libre
en El enigma interior y en otros libros, nuestros y extranjeros, que, a pesar de todos los artificios tipográficos
no pasan de estar en prosa, en sencillísima prosa. Esa cuestión del ritmo interno es cosa muy delicada y que
nos se resuelve con meras palabras preliminares”, pp. 119-120.
25. En realidad lo había descubierto Bianchi, aunque Giusti llevó adelante su campaña de legitimación desde la
revista. En la primera crítica Giusti lo compara con Almafuerte y Lugones. Sus dos primeros libros Las Barcas
(1907) y El libro de los elogios (1908), fueron publicados por la editorial de la revista Nosotros.
26. Según Giusti, este pensamiento encontraba en Ameghino su figura más representativa.
27. Nosotros, Año II, T. 3, agosto-septiembre, N° 13-14, 1908, pp. 114-116.
28. Giusti se refirió retrospectivamente a este humanismo: “Sin duda la cálida onda de humanismo que circuló
por las venas del Ochocientos, la que incendió en individuos y pueblos el sentimiento de la libertad, impulsó
las revoluciones redentoras de las nacionalidades y los movimientos emancipadores del proletariado, avivó la
exaltación poética del romanticismo y renovó la fe en la fraternidad pacífica de los hombres, esa onda llegaba
ya a nosotros, jóvenes argentinos de principios del Novecientos, lenta, enturbiada y tibia; pero (...) aquella má-
gica fuente de energía espiritual todavía alcanzaba a calentarnos la fantasía y el corazón” (p. 347). Las palabras
pertenecen a “Una generación juvenil de hace cuarenta años”, escrito en 1942 con motivo de la muerte de
Alfredo Bianchi, y reproducido en 1946 en Siglos, escuelas y autores y en Visto y vivido bajo el título levemente
modificado de “Una generación juvenil de comienzos del siglo”.
29. Cursivas mías.
30. A esta mezcla se refiere Guillermo Ara, en su breve presentación del relato “La corbata azul” de Chiappori,
perteneciente a Borderland. Cfr. La prosa modernista. Antología, CEAL, 1980.
31. Año I, T. 1, N° 2, septiembre, 1907, pp. 119-120.
32. Giusti, Roberto F., “La obra literaria de Roberto Payró”, Crítica polémica. Segunda serie, Buenos Aires,
Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires, Agencia General de Librería y Publicaciones, 1924, pp. 9-36. El
artículo se publicó por primera vez en La Nación en octubre de 1917.
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Retrato de un pensador
materialista
Por Adrián Cangi
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un camino que se aparta del camino, de busca transformar el encierro, entre beato
una bifurcación o extravío, de un éxodo y puerco, de una Buenos Aires descripta
o una anábasis. El rodeo y el detalle, las por Arlt como la “gusanera humana”.
estupefacciones y los descubrimientos se El amor y la sexualidad dejan de ser
extraen de un paisaje donde se han mez- una “cosa negra” y una práctica repug-
clado mundo y cuerpo, verbo y carne. nante. Descubre una vitalidad eléctrica
Brasil se transforma en una comunidad que toma los cuerpos y los envuelve en
emocional y una nebulosa de afectos flujos e intensidades. Practica las mezclas
llamada por Carella: “Estados Unidos do de la carne y acepta la impureza de los
Fogo”; por Puig: “Siete pecados tropicales” deseos sin represiones. Quedan atrás las
y por Perlongher: “Paraíso”. João Silverio conductas descoloridas de la “gente fati-
Trevisan, autor de Devassos no paraíso, gada, fantasmas apenas despiertos que
comparaba en su apestaban la tierra con su grávida som-
Entre la brisa marítima, el olor primera edición nolencia, como en las primeras edades
a miel en el aire y el calor que los tránsitos eróti- los monstruos perezosos y gigantescos”,
diluye la sangre, un cráneo de cos de Carella y narrados por Arlt en Los siete locos (1929)
color impone una fuerza eró- Perlongher. Carella y Los lanzallamas (1931). Un delirio
tica y un contacto corporal. Se a comienzos de afirmativo toma el cuerpo y exalta la
trata de la sustancia vital de los los sesenta había personalidad. Bajo la luz del trópico los
trópicos, la misma que confun- dejado registro en cuerpos revelan su forma inocente y bes-
de pasión con pecado en Puig. un diario de viaje tial al mismo tiempo. Lúcio, el personaje
ficcionalizado titu- de Orgía, circula por Recife como en una
lado Orgía (1968) de su paso por Brasil. Sodoma tropical y siente que como entre
Inédito aún en español, Orgía alcanza los pájaros, “el macho es más atractivo”.
una inmersión en una centralidad subte- Entre la brisa marítima, el olor a miel en
rránea para un especialista en picarescas el aire y el calor que diluye la sangre, un
porteñas, autor de Tango, mito y esencia cráneo de color impone una fuerza eróti-
(1956) y de Antología del sainete criollo ca y un contacto corporal. Se trata de la
(1957). Movido por potencias deseantes sustancia vital de los trópicos, la misma
y a la búsqueda de una intensificación, que confunde pasión con pecado en
Carella conoce el extravío de los juegos Puig. Fascinado por los “sararás” (negros
de la pasión y el acuerdo “simpático” con rubios del nordeste caracterizados por
el genio colectivo del pueblo brasileño. una ausencia de pigmentación), Lúcio
El dramaturgo no llegaba como Puig a termina agotadoras caminatas en la des-
Río de Janeiro o como Perlongher a São nudez de su cuarto, después de haberse
Paulo, sino al nordeste brasileño para perdido prisionero de atractivos nunca
cumplir un contrato como profesor de antes imaginados. En las calles siente que
Dirección y Escenografía en la Escuela de las personas lo miran, lo abordan
Teatro de la Universidad local. El encuen- con propuestas, lo siguen en un
tro entre él y Recife está atravesado por movimiento expectante.
una mezcla de sensaciones sin matices:
gestos de miseria y lujuria conviven con E de repente surge uma nítida imagem
un atisbo de promesa de transformación em sua mente: dois forasteiros chegam a
social. Aquello que lo conmociona son las Sodoma e pedem hopedagem a Lot. Os
costumbres de los cuerpos. El tránsito del sodomitas, acossados pela luxúria, que-
autor de la Farsa de don Basilio mal casado rem gozá-los. É em vão que Lot lhes ofe-
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Trazos malditos N° 4-5 | Verano 2006
rece suas filhas. Êles querem a carne nova, El tacto vibra y busca. Describe trayec-
desconhecida, que lhes proporcionará um tos en una danza bajo la ley del cuer-
prazer estranho. Lúcio pensa com melan- po mestizo. Incesantemente expuesto,
colia que não é um Mensageiro. siempre desviado en el lugar, Lúcio
descubre el nexo que une lo íntimo a lo
El tránsito imprime la plenitud de una colectivo. “Uma excitação sexual se apo-
carne radiante y nueva que mueve pode-
rosas intensidades. La curiosidad de la
carne es táctil pois tocam em suas roupas
para certificarem-se que tecido é, e sua
carne, como se fôsse por descuido... Lúcio
imagina que debe haber pocos extran-
jeros para que él atraiga tanta atención.
Todo parece invitar al contacto.
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un tránsito de implicación, donde un A todo esto, dijiste que había cosas muy
vendedor ambulante o un muchacho picantes que me iban a escandalizar. Yo
que pinta muebles serían los lazos con estoy esperando y todavía de picante no
la creencia amorosa y con un dejarse hubo nada.
estar. El impulso de agregación resulta
contrariado en la continuidad amorosa Las hermanas conversan en el exilio
pero festejado en la superficie de la donde Río y Buenos Aires son compa-
cartografía de los cuerpos. Puig busca radas en sus contrastes gruesos. Nidia
en lo semejante y lo cercano, lo lejano y le pregunta a su hermana:
lo diferente. Busca en los garotos, divas
y galanes de celuloide. Descubre en los ¿ella por qué se vino a Rio?
lapsos de lo cotidiano lo extraño y lo
exótico. Los lugares comunes de una Luci responde:
voz de mujer carioca son la materia
prima de una tolerancia que el pro- Ya te dije, por amenazas de las tres A, ¿te
pio narrador dice no haber encontrado acordás?, la Triple A.
nunca en otros sitios. “De alguna mane-
ra nadie te ve ni te observa. La mirada O la referencia al clima:
carioca es otra cosa, no es crítica pero
jamás es indiferente.” En esta mirada ¡Qué feo vivir en un país frío, ya me
practica un “estar ahí” y un “pasaje acostumbré al calor de acá.
hacia el exterior”. Habita “a través de” la A nuestra edad eso no tiene precio, un
mirada, en la “chatura” de la lengua y en lugar donde nunca llega el invierno.
la superficie de los cuerpos. Habita un No sabés cómo sufro cuando vuelvo a
umbral que nombra al mismo tiempo la Argentina.
el estar “adentro-afuera” y el tránsito
mismo. Busca sustantivos y verbos que Y la distinción entre bares que tampo-
le devuelvan zonas semánticas estables y co escapa a la mirada de las señoras:
encuentra flexiones gramaticales como
expresiones elásticas e inestables. Como Yo te llevo a un bar, pero no es lo mismo
lo es un encuentro entre un pederasta y que en Buenos Aires. Acá son mas para
un revolucionario que sólo puede sos- tomar cerveza, y por eso es toda juven-
tenerse en las declinaciones del detalle. tud, o si no hombres solos. Pero señoras
Puig encuentra en Río de Janeiro un no van, y es un bochinche loco. Río no
vivir presente que sostiene el continuo es para gente mayor, ya viste que en la
con sus amores cinematográficos. El playa somos nosotras las únicas.
tránsito oblicuo conquista el recorrido
general donde el engendramiento de las Siempre en la búsqueda del hombre
mezclas descubre las miniaturas singu- verdadero y del amor durable, Puig es
lares. Tan singulares porque alcanzan el movido por la melodía “senda florida” de
humus cotidiano en la fidelidad a una Gardel, uma lembrança (1987):
mirada caleidoscópica y banal. Como
en las conversaciones de dos hermanas Un muchacho solo y extraviado / que
que en el crepúsculo de sus vidas viven también está buscando / la vuelta hacia
de prestado la historia de amor de una el hogar / (...) / El destino.../ era adver-
vecina más joven: so... / mas nos sonreirá.../.
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Camino sobre un ritmo cuya inclinación callejas estrechas. Hay cierta vocación de
se eleva suavemente y conserva la ilusión monumentalidad: la ciudad presume de
de los placeres efímeros de la sensualidad: ser la Nueva York de Sudamérica. Desde
(...) había imaginado que en ese paseo lo alto de sus súper vigilados bunkers, una
él podía desvestirla para verla a la luz clase media observa y teme a un pueblo en
de la luna, ella se moría de ganas de andrajos, marginalizado pero no melan-
ver si quedaba mejor, más fresca, más cólico. Este abismo social guarda un dejo
joven, con la piel imperial: el esclavismo derogado en títulos
Si el funcionamiento social iluminada por esa se ostenta en las ropas y en las pieles. Todo
expulsa al deseo y condena el famosa luz platea- ello en una heterogeneidad abigarrada.
afecto a la privacidad, los tra- da de la luna (...) Así, en el centro de São Paulo, familias
yectos del deseo descolocan y american way coexisten con putas, lúmpe-
conectan zonas de circulación Escribir se asemeja nes, conejeras de inmigrantes nordestinos,
pulsional. Evocar el tránsito es a una caminata que tugurios de travestis...
experimentarlo en una multi- salmodia el cuerpo.
plicidad de fugas donde deseo Testimonio de un Perlongher describe los medios y la
y violencia conviven. vértigo corporal y escena donde el deseo parece contener
de un pasaje conti- una prefiguración que se actualiza en
nuo de un estado de equilibrio hacia otro la captura del acontecimiento instan-
estado paradojal y refinado. Puig escribe táneo. O negocio do Michê (1987),
tránsitos que son hábitos complejos del Territorios Marginais (1988) y Poética
cuerpo en los que encuentra la embria- urbana (1989) suman una trilogía de
guez del amante. Cae la noche tropical textos donde los medios y la escena
es sensualidad y vértigo en la flexión y permiten alcanzar las nociones de vida
declinación del cuerpo. El vértigo funcio- e invención. “Vivir la ciudad es sentirla
na como una atracción cuyo primer efec- y en ese sentimiento inventarla.” Se
to abruma al instinto de conservación. trataría de una invención que conecta
Destruye la autonomía del ser y abre la lo individual con lo colectivo: la ciu-
experiencia del abismo. El gusto por el dad vivida es imaginada e imaginante.
fondo secreto trama una complicidad Aquello que interesó a Perlongher es
íntima e implacable. Descubrimos que el un desplazamiento de la óptica de
paraíso también es el infierno donde no los territorios, monumentos y espacios
hay tránsito real sin las violencias irrepara- físicos a las comunidades que ellos
bles del cuerpo. Perlongher cartografió las viven. A estas comunidades las llamó
calles, plazas, saunas, zaguanes de los bajos “itinerantes” y procuró sus tránsitos
fondos, guaridas clandestinas, discotecas, implicándose en las líneas de deseo que
pensiones de mala muerte, experimen- describen. Estas líneas pueden ser pen-
tando ceremoniales sórdidos, esporádicos sadas por sus códigos de funcionamien-
y brutales del deseo. Visión del paraíso to, a través de una economía del deseo
(1984) presentaba a São Paulo como y de una cartografía y topología de sus
peripecias como de la producción de
un sistema de laberintos propicios para subjetividad que crean. Los tránsitos
las aventuras eróticas (...) ciudad decidi- describen espacios de transición en los
damente fea. Arroja un efecto de sordidez que Perlongher alcanza la noción de
quizás atribuible a un ruidoso urbanismo “comunidad sensorial” y la trama de
que acumulaba automóviles veloces en sus lazos secretos. El ojo del etnólogo
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está puesto en la válvula de escape de cercano lo más extraño, así como las
las regiones morales, en los territorios naturalistas hacen de lo lejano y lo
donde se juegan los pactos de carne diferente lo exótico. Para Perlongher
y las “condensaciones instantáneas”. el tránsito es una experimentación de
“Lo primero que se ve son cuerpos los cuerpos como mezcla y del espacio
provocativamente machos: ciñe un blue como secreto singular donde reside lo
jean gastado la escultura de esa teatra- vivo. Si consideramos que lo infinito
lidad del virilismo; telas rústicas, antes vive en lo finito en un atomismo del
opacas que brillosas, que se adhieren deseo, esto confunde las fronteras entre
viscosamente, a una protuberancia que clases de tránsitos y tipos de viajeros.
destacan: hay en esos cuerpos sobre- Los geógrafos y los antropólogos son
expuestos toda una escenificación de cartógrafos y topólogos especialistas
la rigidez, de los varios sentidos de la en espacios y en trayectos. Si la noción
dureza.” Una etnografía urbana que de espacio vincula trayectorias geomé-
capte los tránsitos vibratorios es una tricas a procesos vitales, la noción de
erótica que se desplaza del “yo” al tránsito despliega topologías dinámicas
“nosotros”. Las relaciones y posiciones complejas con un número variable
son el principio óptico de la intensi- de dimensiones. Todo viajero extrema
dad que irá a fundirse en el afecto de una experimentación posicional y rela-
las mezclas. Recuperar el afecto en el cional que pasa “por”, “en” y “entre”
tránsito es una de las motivaciones de los cuerpos. Para describirlos hay que
Perlongher porque los climas afectivos decir que son los que viven “a través
y sensuales permiten que “cada instante de”, expresiones preposicionales mas
sea más de lo que es”. Si el funciona- que zonas semánticas estables. Como
miento social expulsa al deseo y con- en Carella y en Puig, las flexiones y
dena el afecto a la privacidad, los tra- declinaciones del cuerpo se correspon-
yectos del deseo descolocan y conectan den en Perlongher con expresiones
zonas de circulación pulsional. Evocar preposicionales. La crónica ficcional, la
el tránsito es experimentarlo en una novela o el ensayo se traman de restos
multiplicidad de fugas donde deseo y y excedentes que tratan a la posición y
violencia conviven. La violencia festiva la relación como un ensanchamiento
es la que pone en peligro y exige la de la ficcionalidad de la ley. Los exilios
superación de sí mismo. Todo aconte- forzosos y las girias carcelarias se despla-
cimiento en el tránsito es topográfico zan de un lado a otro de las fronteras.
porque en el “aquí” se abre la singu- El habitar turbulento enhebrado de
laridad de un mundo y de un cuerpo. traiciones crea el sedimento de los res-
Describir procesos y movimientos pro- tos donde lenguajes carcelarios se unen
duce una mezcla entre lo semejante y lo a viajes lúmpenes y la indistinción es la
diferente, entre lo cercano y lo lejano. única fidelidad. Caprichos, desvíos y
La intersección de estas dimensiones errores de los lenguajes transmutan las
define una cartografía de los cuerpos o miserias cotidianas. El tránsito afirma
una “corpografía”. Para los viajeros fan- el desliz y la mezcla, la indistinción y el
tásticos, el viaje es una declinación de error de los lenguajes a la deriva que no
lugares quiméricos; para los naturalistas respetan a los idiomas estabilizados. La
lo es de lugares físicos. Las cartografías literatura siempre ha vivido de los res-
fantásticas hacen de lo semejante y lo tos y saca partido de las declinaciones.
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Lectores argentinos de
Manuel Puig
Por Ariel Schettini
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Manuel Puig,
por Juan Rearte
NOTAS
1. Almada Roche, Armando, Buenos Aires, cuándo será el día que me quieras, Buenos Aires, Editorial
Vinciguerra, 1992.
2. Schmucler, Héctor, “Los silencios significativos”, Revista Los libros N° 4.
3. Piglia, Ricardo, ”Clase media cuerpo y destino” en Nueva Novela Latinoamericana (Jorge Lafforgue comp.)
Buenos Aires, Paidós. T. II.
4. Viñas, David, “Después de Cortázar: historia y privatización” en Cuadernos Hispanoamericanos, N° 234,
Madrid, junio 1969.
5. Ludmer, Josefina, “Boquitas Pintadas, siete recorridos” en Actual. Revista de la Universidad de Los Andes,
enero-diciembre de 1971, Año II, N° 8/9.
6. Ver Amícola, José, Manuel Puig y la tela que atrapa al lector. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
1992; y Giordano, Alberto, Manuel Puig. La conversación infinita. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2001.
7. Panesi, Jorge, “Manuel Puig, las relaciones peligrosas” en Críticas, Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2000.
8. Amícola Ibíd.
9. Link, Daniel, Clases. Literatura y disidencia. Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2005, Parte 4, cap. 1973.
10. Pauls, Alan, Manuel Puig: La traición de Rita Hayworth. Buenos Aires, Hachette, 1986.
11. Speranza, Graciela, Manuel Puig. Después del fin de la literatura. Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2000.
12. Aira, César, “La prosopopeya”, 1994, en www.beatrizviterbo.com.ar/ineditos; Aira, César, “El sultán”, en
Revista Paradoxa, 1991, VI, 6, pp. 27-29.
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que trasciende ese resto que nos deja De manera tácita queda en estos diálogos
en libros. Recientemente la editorial también aquello que el oyente de radio
Ópera Prima publicó una compilación no suele adivinar: la tempestad silencio-
de escritos de diversos escritores cuyo sa que a veces los acompañaba, hecha de
punto en común es el final de sus vidas ademanes vehementes, de gestos de nega-
en un suicidio8. Sin detenernos en lo ción o afirmación por parte de Murena;
complejo del criterio (por arbitrario y de pausados movimientos de cabeza,
por lo que debería deducirse de él), y de un fruncir de
en la discutible decisión de incluir a ojos, de un son-
Murena en la selección, nos detene- reír por parte de
mos en la breve reseña biográfica que Vogelmann. Y
se agrega al final del volumen: las risas, a veces
mudas, a veces
Héctor Álvarez Murena (1923-1975) abiertas.
Este poeta, dramaturgo y novelista fue un Está aquí esa res-
gran conocedor de la realidad argentina piración que es el
a la que criticó con pesimismo. Trabajó ir venir de un diá-
como gerente de la editorial Sur y fue logo de dos ami-
colaborador del diario La Nación tras gos... (pág. 7-8).
realizar estudios de ingeniería y filosofía.
Con fama de huraño y trato difícil, veía Las dos afirma-
la vida con una sensibilidad poco frecuen- ciones de quien
te. En 1975 se halló su cuerpo sin vida en fue la mujer de
su cuarto de baño, acompañado de un Murena sitúan
número considerable de botellas de vino. otras preguntas
Su propia mujer le dedicó la siguiente respecto de su
nota necrológica: “Personaje absurdo, casi obra: “por qué
fuera de nuestra época, interesado por las leerlo (ahora)”
ciencias esotéricas, dotado de una memo- y “cómo leerlo
ria prodigiosa y de una extraordinaria (ahora que, quizás, irrite menos)”. Al
cultura, por señales para otros inadverti- menos son las formas en que podemos
das logra captar la realidad que lo circun- sintetizar las inquietudes que surgen
da con admirable exactitud”. desde Cristófalo, en la medida en que
se supone que ahora sí sabríamos cómo
La referencia nos interesa tanto por lo leerlo. Algunas lecturas intentan regis-
que aporta como por el enunciador: trar las muestras de esa sensibilidad
Sara Gallardo introduce y reedita el sobre la realidad que el paso del tiem-
último libro de Murena, que consiste po permite observar con la distancia
en la transcripción de los diálogos de necesaria. Otras encuentran las sutiles
Murena con D. J. Vogelmann en Radio marcas de singular mirada de la cultura
Municipal, en un espacio que tuvieron americana y occidental de fin de siglo.
entre 1971 y 19729. El libro ve la luz en Otras más pueden revisar de qué mane-
1977, cuando ambos habían muerto, y ra introduce y comprende lecturas que
el prólogo, breve, se centra en lo más tardarían años y hasta décadas en ingre-
anacrónico para esa circunstancia: la sar en los espacios de saber, los debates,
respiración de ese diálogo. discusiones culturales en Argentina.
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indiscutible verdad. Y, como autor, está fin de los tiempos una forma de com-
persuadido de que la misión de los auto- prensión consensuada sería un hori-
res, más que la de tiranos que dentro del zonte deseado para esa obra), cómo
espacio impreso que ocupan procuran legitimarlo sin congelarlo (si eso fuera
hipnotizar y maniatar al lector, debe necesario, a riesgo de que se transfor-
consistir en provocar a éste a costa de me en una excéntrica pieza de museo).
disensiones. Por lo menos, lectores capa- Es cierto que las discusiones en las que
ces de disentir son los únicos que busca el intervenía Murena eran anacrónicas en
autor de este libro (pág. 12). su momento y deben ser reconstruidas
para que esas intervenciones cobren
Éste es el punto de mayor continuidad sentido. Y también es cierto que con
en la obra de Murena: un pensamiento el paso del tiempo y los cambios en
que se construye a fuerza de torsionar- las condiciones de recepción, la obra
se sobre sí mismo, una interlocución de este escritor moderadamente mal-
que contempla como inicio el desen- dito, puede ser mejor comprendida,
cuentro. Escribir para ser discutido explicada, justificada en sus puntos
y que en esa discusión aparezca una más difíciles de sostener. Y entonces,
verdad, en lugar ahora que su obra parece entrar defini-
de pretender sos- tivamente en el campo de lecturas que
tener a cualquier se le había negado ostensiblemente20
costo una verdad en los sesenta, ahora que el paso del
indiscutible. tiempo parece haber propiciado la
La crítica sobre la recepción, parece que esas capacidades
obra de Murena de irritación corren riesgo.
encuentra aquí la La provocación en Murena puede
posibilidad de un tener diferentes planos en el orden de
punto ciego. Es las preocupaciones, tópicos o apuestas
decir, si Murena estéticas: algunos de ellos son irrepe-
proclama que tibles fuera del contexto histórico de
la misión de un publicación, otros son directamente
intelectual es irrecuperables. La apuesta por remon-
la de subvertir tar el ejercicio de la contradicción
un conjunto de entraña el riesgo de la incompatibi-
valores vigentes, lidad con un ejercicio de discurso
sean éstos los que crítico que sostiene sobre una lógica
sean, por el hecho demostrativa. Sin embargo hay, al
de que allí gene- menos, un plano retórico en el que la
rará ese disenso obra de Murena parece configurar su
necesario para crítica y dispararla en el mismo sentido
que una cultura se mantenga viva, la en que ella podría haberse proyectado.
pregunta es cómo leerlo. Mejor dicho, La comprensión de un pensamiento a
cómo leerlo sin aplanarlo sobre saberes veces supone la voluntad de captar su
legitimados (con lo que podría ser un respiración, el horizonte incierto hacia
mero importador de discursos, algo el que se dirige, el sonido desacompa-
torpe, algo ecléctico) y cómo leerlo sado de una marcha que no tiene por
sin domesticarlo (imaginando que al qué ser lineal y progresiva. Si no hay
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(...) he tratado de mostrar momentos Como una descarga eléctrica residual que
distintos de su pensamiento, diverso y vulnera el apaciguamiento de los años,
uno. Intolerable para un tiempo donde también en la escritura de algunos de
todo parece ser comprendido para ser sus críticos, la obra se prolonga para que
tolerado, consensuado; donde todo es el “por qué ahora”, “por qué esto”, que
negociable. He intentado mostrar lo sostiene cada nueva lectura, mantenga
que podrían ser las llaves de entrada la capacidad de dar sentido resistiendo la
para leer su obra. Tal vez sea nuestra corrosión adormilante del tiempo que a
tarea más relevante: leer a Murena veces canoniza y ordena las voces, como
(Schmucler, pág. 9). mariposas pinchadas en un telgopor.
CUENTO
• Primer testamento, Buenos Aires, Sudamericana, 1946.
• El centro del infierno, Buenos Aires, Sur, 1956.
• El coronel de caballería y otros cuentos, Buenos Aires, Tiempo Nuevo, 1971.
NOVELA
(Serie “Historia de un día”)
• La fatalidad de los cuerpos, Buenos Aires, Sur, 1955.
• Las leyes de la noche, Buenos Aires, Sur, 1958.
• Los herederos de la promesa, Buenos Aires, Sur, 1965.
(Serie “El sueño de la razón”)
• Epitalámica, Buenos Aires, Sudamericana, 1969.
• Polispuercón, Buenos Aires, Sudamericana, 1970.
• Caína muerte, Buenos Aires, Sudamericana, 1971.
• Folisofía, Caracas, Monte Ávila, 1976 (reed, Buenos Aires, EUDEBA, 1998).
POESÍA
• La vida nueva, Buenos Aires, Sudamericana, 1951.
• El círculo de los paraísos, Buenos Aires, Sudamericana, 1958.
• El escándalo y el fuego, Buenos Aires, Sudamericana, 1959.
• Relámpago de la duración, Buenos Aires, Losada, 1962.
• El demonio de la armonía, Buenos Aires, Sur, 1964.
• F. G.: un bárbaro entre la belleza, Buenos Aires, Tiempo Nuevo, 1972.
• El águila que desaparece, Buenos Aires, Alfa Argentina, 1975. (reed, Revista Nombres, N° 7, abril-junio, 1996).
ENSAYO
• El pecado original de América Latina, Buenos Aires, Sur, 1954 (reed. Buenos Aires, Sudamericana, 1965).
• Homo Atomicus, Buenos Aires, Sur, 1961.
• Ensayos sobre subversión, Buenos Aires, Sur, 1962.
• El nombre secreto, Caracas, Monte Ávila, 1969.
• La cárcel de la mente, Buenos Aires, Emecé, 1971.
• La metáfora y lo sagrado, Buenos Aires, Tiempo Nuevo, 1973.
TEATRO
• El juez, Buenos Aires, Sudamericana, 1953.
DIÁLOGOS
• El secreto claro (diálogos con V. J. Vogelmann), Buenos Aires, Fraterna, 1979.
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Extraña figura dentro de la historia pero que laten contra esta creación”4.
intelectual argentina, la obra de Héctor Señalando, de este modo, un punto
Álvarez Murena portó desde sus comien- ciego en los alcances explicativos de
zos la atracción y el estigma de lo incla- la discursividad científica imperante,
sificable. Desarrollada a lo largo de tres legitima su incursión en el ámbito lite-
décadas, sus incursiones en la novela, la rario como espacio de manifestación
poesía y el género ensayístico lo llevarán privilegiado “de las fuerzas humanas y
al ejercicio de una crítica lúcida, involu- sobrehumanas que hacen que el trozo
crada en el marco mayor de las cuestio- de orbe llamado América milagrosa-
nes relevantes a su propia época. mente ande y que su andar sea a la vez
Siendo América su foco de atención tan extraño y dificultoso”5.
predominante, la apropiación crítica que El recorrido que iremos trazando visi-
Murena realiza de ciertos autores america- ta las estaciones principales de un
nos reproduce o más bien prefigura, con peculiar ejercicio crítico del abordaje
algunos matices, la actitud fundamental literario que, en su andar, desembo-
que el crítico Emir Rodríguez Monegal cará en una interesante elucidación
atribuía, allí por los años cincuenta, a la en torno al arte, la literatura y al rol
generación de los contornistas: que juegan en la gesta de una nueva
espiritualidad americana.
Ese análisis, esa demolición, presuponen
algo más que el mero ejercicio de la crítica I. En El pecado original de América Latina,
literaria. Y en realidad, quienes la practi- libro de 1954 reeditado en el 65 por
can suelen ser más creadores que críticos1. Sudamericana y que recién ahora vuelve a
estar disponible en una tercera reedición6,
En el caso de Murena, dado que “las encontramos un primer artículo dedica-
figuras que un artista forja expresan a do a la obra de Edgar Allan Poe.
la vez en la forma más secreta y más Titulado Los parricidas, introduce de
clara los términos decisivos del pro- lleno al lector en la incursión mureniana
blema que su existencia afronta”2, la dentro del ensayo de interpretación de la
literatura será el ámbito propicio para realidad argentina y americana. De este
desarrollar una búsqueda articulada en modo, se inscribe en la serie de debates y
clave metafísica, pujante por esclarecer discusiones en torno a la profunda crisis
la posición y el destino del hombre de valores de posguerra que reconfigura
americano. Tales interrogantes lo lle- el ámbito en el que se batalla por una
varán a desvincularse de especialidades definición de lo nacional.
aisladas como la política, la economía En la lectura de Murena, la escritura
o la sociología, en tanto discursos de Poe irrumpe en la escena americana
estructurados a partir de la categoría como un grito que demanda una restitu-
de totalidad3, ilusoria pretensión de ción. La de la historia que le fue ampu-
lo que denominará “pensar titáni- tada a todo el grupo humano que emigra
co”, el cual, mediante rígidos sistemas hacia inhóspitas tierras americanas.
explicativos, sume al hombre en el
anonimato existencial no resignándose Poe es la voz de ese misterioso drama del
a admitir que “la creación entera se alma occidental, el de toda vida huma-
halla envuelta en los paréntesis de un na que tiene que avanzar de lo histórico
misterio que el hombre no franqueará hacia lo ahistórico.
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histórico-cultural, en la tierra sin nombres horrendo mundo, a recoger en sus ojos las
ni tradiciones, ajena al “solar originario de imágenes hirientes, a pensar.10
la cultura”. Imposibles de compensar, las
desventajas y el tiempo perdido, el plagio Como escribe Américo Cristófalo,
y la repetición se erguían como destino “Murena reconoce en Martínez Estrada
inevitable para la intelectualidad ame- la génesis de una conciencia en torno
ricana. La vedada originalidad tornaba del mal, de un método, “el virus contra
imposible un capítulo vernáculo como el virus”, y de un horizonte: “la obra
continuación de la tradición cultural eu- de Martínez Estrada (...) es de natu-
ropea. Para Murena, este panorama abría raleza profética”11. En efecto, su voz
dos caminos posibles y humillantes: asestará el primer duro golpe al mal y a
la pestilencia que
proseguir leyendo, manipulando lo tri- aquejan a todo Para Murena, este panorama
llado o precipitarse en la trivialidad, americano y, bajo abría dos caminos posibles y
en el dinero” y conseguir así el olvido de la forma de una humillantes: proseguir leyen-
aquel fervoroso trance de la juventud. El pormenorizada do, manipulando lo trillado o
miedo a la orfandad sumía la vida cul- descripción desde precipitarse en la trivialidad,
tural americana en la compulsión enfer- el punto de vista en el dinero y conseguir así el
miza por tragar pensamientos “ya hechos de un observador olvido de aquel fervoroso tran-
y olvidar la inaudita valentía que signi- interno, constitui- ce de la juventud. El miedo a la
ficaba pensar por uno mismo9. rá el tan necesario orfandad sumía la vida cultural
primer paso hacia americana en la compulsión
Pero la acumulación frenética de cono- la apertura de la enfermiza por tragar pensa-
cimientos dista de aquello que Murena posibilidad de una mientos “ya hechos y olvidar la
entiende por cultura. “Ésta es para el cultura propia. inaudita valentía que significa-
hombre el título que lo declara amo de Proféticamente ba pensar por uno mismo”.
la realidad”, un pensar sobre las cosas “anuncia con ana-
tan necesario a él como su alimento. De temas el advenimiento de un orden supe-
su falta brotan la ilegitimidad, la angus- rior”. Sin tapujos, la obra de Martínez
tia por la erudición, el vivir pendientes Estrada simboliza para Murena “el surgi-
de lo que “se dice acerca de”. Esta acu- miento de la conciencia americana”.
mulación irreflexiva de conocimientos
es precisamente el vicio, la enfermedad Se dice que su obra es de carácter socioló-
de los desposeídos de la cultura. gico, se dice que la vigencia de su palabra
esta limitada a este país. (...) No y no. Los
Sobre la conciencia de ese vicio se alza libros de Martínez Estrada no son de índo-
la obra de Martínez Estrada –escribe le sociológica, sino ontológica. Pues no se
Murena en La lección de los desposeídos– refieren a una accidental situación por la
. (...) Advertir que el eclecticismo era un que atraviesa una comunidad, sino a una
vicio, vislumbrar a través de él la parali- instancia de ser o no ser, a un problema de
zante verdad de la desposesión, y aceptar- vida o muerte, a una deuda que hay que
la: entender que la cultura viva, la tan pagar antes de arribar a lo universal.12
necesitada cultura, es el fuego que se ini-
cia con la chispa de un acto de valentía, Casi pregonando una filosofía trascen-
del acto que cumplió el primer hombre dental, Murena recupera la palabra pro-
cuando se irguió y se atrevió a mirar el fética de aquellas escrituras que, como
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él mismo dirá, hicieron posible el hecho III. Son estas últimas, precisamente,
de escribir entre nosotros. Martínez las palabras elegidas por Murena para
Estrada, Jorge Luis Borges, Eduardo delinear la característica más destacada
Mallea y Leopoldo Marechal, “estos de Roberto Arlt. Lo hará en un bre-
hombres son los que han tenido la vísimo pero esclarecedor ensayo titu-
valentía de desplazar nuestra actividad lado El sacrificio del intelecto, donde
espiritual hacia las bases inquietantes y el autor de las Aguafuertes porteñas es
exigentes pero por primera vez fértiles presentado como un héroe, un héroe
y verdaderas. Es por eso que se han mártir, un héroe del fracaso.
convertido en nuestros padres. Nuestros
primeros padres”13. Constituirán aquel Héroe y mártir constituyen las dos caras
espacio mítico, el panteón patrio sobre de una misma aspiración: la de ser más
el cual comenzar a erigir, para América hombre, la de cumplir al extremo el
toda, una verdadera cultura literaria. mandato que la vida significa.17
Héroes y profetas como Poe y Martínez
Estrada, la lectura martirológica de Arlt La obra de Arlt es leída por Murena
y Horacio Quiroga trazan, en la ensayís- como aquella que apuesta a inventar en
tica de Murena, ese espacio fundamental el espacio abierto por el reconocimien-
sometido a profunda controversia. to de la desposesión y el mentado parri-
Pero el don de la profecía entraña cidio, al tiempo que asume la necesidad
asimismo el peso de una condena. de aceptar la enfermedad, de “perma-
Y esta también tendrá su cumpli- necer en ella y no pretender evitarla
miento en Martínez Estrada. Pues si con la fuga o la destrucción”, ni, como
“el profeta, para poder anunciar un Martínez Estrada, renegarla buscando
nuevo espíritu, debe tornarse un poco refugio en la zona celestial, neutra, de
extraño, un poco ajeno a su gente y a la naturaleza y la universalidad.
su tierra”, esta ascensión, este escape La Novela arltiana con mayúscula, ese
al refugio prístino de la zona celestial conjunto de narraciones que profética-
tomará la forma, en Martínez Estrada, mente Murena identificará como uno de
de un pronunciado desdén hacia los los antecedentes principales de la novela
“seres apestados que somos nosotros”. argentina, es planteada como crítica al
Se resguardará en una idea de salud realismo, como recuperación de la esencia
imposible, sin ver cómo ella es otro del género novelesco. Pues si ésta consiste
brote del mismo padecimiento. en tornar verosímil un hecho que rompe
Murena se separará entonces de su el orden vulgar, maravilloso, su inversión,
maestro, consciente de “que vivir es el relato realista, al buscar exponer lo
aceptar la enfermedad14. Que para salvar maravilloso que hay en lo vulgar recu-
a Jerusalén hay que permanecer en ella rriendo a la psicología, la caracterología y
y no pretender evitarla con la fuga o la la verdad, logra naturalmente plausibles
destrucción”15. Y si el mal consiste en la resultados sociales, descriptivos, filosófi-
adopción acrítica de una cultura ajena, cos, pero ahoga la imaginación en lo real,
si nuestro vicio radica en la renuncia de ocluye, según Murena, la “irrupción de lo
un pensamiento autónomo y autocons- profético en lo cotidiano, de lo fabuloso y
ciente, batallar por una cultura legítima- distinto de la imaginación del hombre”18.
mente americana consistirá en un osado Recuperar la “mirada apocalíptica”, aque-
ejercicio de la invención16. lla que hizo estremecer a los cronis-
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H. A. Murena,
por Juan Rearte
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Voy a hablarles como una lectora común. de Arabia), una puesta en valor de sus
No esperen ustedes oír crítica literaria ensayos demuestra el interés que tiene
pura; se decepcionarían, nos advierte el modo en que Victoria lee la relación
Victoria Ocampo al comienzo de una entre el escritor, la vida y la literatura,
conferencia sobre la vida y la obra para explorar, en torno a la subjeti-
de Virginia Woolf. Aunque suenen vidad y la experiencia, cuestiones de
a retórica, a declaración “cumplida” las que se han ocupado en el campo
de falsa modestia, estas palabras, en de la teoría, autores como Barthes,
verdad, encierran una declaración Benjamin, Deleuze, entre otros.
de principios a favor de una lectura Sin duda la relación entre la literatu-
gobernada exclusivamente por el pla- ra, el escritor y la vida constituye un
cer y completamente desentendida de factor clave en la definición de la pe-
la preocupación de tener que transmi- culiaridad del modo de leer de Ocam-
tir conocimientos. En efecto, Victoria po, más específicamente la manera
Ocampo es una lectora común, en el que tiene de comprender la vida en el
sentido en que piensa Woolf a esta marco de esta relación. Para empezar,
figura para distinguirla de la del crítico en sus lecturas la dimensión biográfi-
y del erudito, ya que su modo de leer ca, como sabemos, predomina sobre
se caracteriza por no tener “un método la estética, y sobre la base de este pre-
sino una pasión: la lectura”, en virtud dominio se define su particular con-
de la cual las conmociones del cuerpo cepción de la literatura y, además, se
están presentes, mezcladas, enredadas: configura la forma del ensayo literario
la fascinación, el dolor, la voluptuosi- como una ceñida trama en la que se
dad” (Barthes, 1987: 46). “El campo entretejen las minucias del relato bio-
de la lectura, dice Barthes (refirién- gráfico con los comentarios de la obra;
dose a la experiencia de leer), es el de casi a la manera positivista, Victoria
la absoluta subjetividad: toda lectura comienza con la descripción de la épo-
procede de un sujeto” del que no se ca, sigue con la biografía del escritor y
separa “más que por mediaciones esca- finalmente se ocupa del comentario de
sas y tenues, por ejemplo, el aprendi- las obras (“Virginia Woolf, Orlando y
zaje de las letras, unos cuantos proto- Cía” aporta un ejemplo paradigmáti-
colos retóricos” (Barthes, 1987: 49). co de esta estructura de cajas chinas).
Sin duda la afición de Victoria por los Una interpretación apresurada de esta
libros siempre la lleva a fascinarse con constatación, sin embargo, podría lle-
la literatura, a leer con voracidad, sin varnos al doble equívoco de asimilar
embargo, a veces sus lecturas parecen su modo de leer al método biográfico,
no encerrar nada “fuera de sus gustos, y de confundir el sentido de la vida
sus inclinaciones y sus instintos”, por con el de la biografía del escritor. La
lo que pueden resultar “insustanciales crítica de Victoria, al contrario de lo
y por demás discretas”, para usar los que podría suponerse, se desvía de la
adjetivos que Aira dedica a los tomos estela de Sainte-Beuve. De la misma
de su Autobiografía. Más allá de estas manera, dista de los postulados posi-
objeciones, y también de los casos tivistas que exigen establecer correla-
excepcionales en los que resplande- ciones entre la biografía y el “medio”
cen brillantes intuiciones (pienso, por entendido como un conjunto de de-
ejemplo, en el libro sobre Lawrence terminaciones (la raza, la lengua, el
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BIBLIOGRAFÍA
• Adorno, Theodor W., “La posición del narrador en la novela contemporánea”, en: Notas sobre literatura.
Madrid, Akal, 2003, pp. 42-48.
• Barthes, Roland, La cámara lúcida, Notas sobre la fotografía. Barcelona, Paidós. 1990.
•Barthes, Roland, “Sobre la lectura”, en: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona,
Paidós; 1987, pp. 39-49.
• Benjamin, Walter, “Carácter y destino”, en: Ensayos escogidos. México, Ediciones Coyoacán, 1999, pp. 131-137.
• Benjamin, Walter, “ Sobre algunos temas en Baudelaire”, en: Ensayos escogidos. México: Ediciones Coyoacán,
1999, pp. 7-41.
• Deleuze, Gilles, Crítica y clínica. Barcelona, Anagrama, 1996.
• Ocampo, Victoria, Testimonios. Segunda Serie. Buenos Aires, Sur. 1941.
• Proust, Marcel, Sobre la lectura. Buenos Aires, Leviatán, 2000.
• Williams, Raymond, Solos en la ciudad. La novela inglesa de Dickens a D. H. Lawrence. Madrid, Debate, 1997.
NOTAS
1. “Terra incógnita (Emily Brontë)”, en: Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires, Sur, 1941, pp. 95-165.
Citamos por esta edición.
2. Nos referimos al ensayo “Virginia Woolf, Orlando y Cía”, en: Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires, Sur,
1941; pp. 13-93.
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Suele afirmarse, con cierta
seguridad, que todo escritor
es al mismo tiempo un crí-
Ficciones críticas tico. Podríamos tomar este
enunciado y trocarlo dicien-
do, con algo de pudor, que
todo crítico es también un
escritor. La crítica alcanza
tal pretensión al realizar un
ejercicio de ficción. El crítico atribuye preocupaciones, compara
y asocia estilos, deslinda tradiciones, analiza y establece géneros,
pero sobre todo imagina al escritor. Y al hacerlo, se imagina a sí
mismo en el acechante mundo que lo perturba. La crítica es una
inquieta búsqueda que, por esta vía, desarrolla formas de escritura
ficcional; siempre que logre evadir la tentación de repetir modelos
estandarizados. Un acto de escritura que, al interrogar otras escri-
turas, propone un texto en el que fluyen virtuosas las potencias del
ensayo –polémico, pero también solidario– en el que sus personajes
son protagonistas imprescindibles del diálogo literario. Esta sección
presenta un conjunto de escritos que indagan esos nombres, los
valoran y examinan, estableciendo alrededor de ellos meditaciones
que componen verdaderas ficciones críticas.
Susana Romano Sued se pregunta por las formas en que la escritura
acude al auxilio de otros textos. No sólo este reconocimiento se da a
través de un uso instrumental (la cita como autoridad), sino tam-
bién –y esto interesa especialmente a la autora– bajo la modalidad
de la hospitalidad y reciprocidad que desgarra el continuo cronoló-
gico. Bajo esta intuición, analiza la presencia de Marta Riquelme,
de Martínez Estrada, precursora de Rayuela de Cortázar.
Tomás de Tomatis intenta explorar una vía imposible: la de esta-
blecer una relación entre los diversos estilos de la crítica a partir
de sus nombres e invenciones singulares. Las distintas figuras se
precipitan en un encadenamiento infinito en el que reaparecen las
preocupaciones que animaron a los críticos y sus influencias capaces
de exceder el estricto campo literario.
Sergio Pastormerlo recuerda la felicidad experimentada por Borges
cuando interrumpía su trabajo crítico frente a la sorprendente
irrupción del impulso narrativo. A partir de ello, piensa la ruptura
de las fronteras rígidas entre crítica y ficción que el autor transgre-
día sistemáticamente, volviendo indistinguibles ambos géneros.
Carlos Bernatek compara las peripecias vivenciales de Conrad y
Dal Masetto desde un dilema común: la adopción de una lengua
que interrumpe el habla original y el viaje como un campo de
experimentación que confunde ambas biografías desde el recono-
cimiento de haber sido encontrados por el horror en dos tiempos
y lugares diferentes.
Evelyn Galiazo analiza la obra de César Aira en tanto crítico litera-
rio. Evasivo de los consensos tranquilizadores que ese mundo ofrece,
el autor habita un cotidiano imperceptible que sólo es desbordado
cuando la irrupción de violentas afirmaciones visibilizan su existen-
cia. Crítico de sus contemporáneos, también piensa a los clásicos por
sus afinidades con las corrientes de la historia literaria.
Ana María Rodríguez Francia adopta como metodología el enfo-
que propuesto por Paul Ricœur para estudiar la tensión entre la
obra poética de Alejandra Pizarnik y su biografía. Una relación
que no logra armonizar la presencia de los signos del mundo y los
intentos descifradores de la poeta.
Carolina Orlando sitúa su interés en reflexionar sobre aquellos
autores que se mantuvieron en el terreno ficcional sin sostener su
producción en ambiciosos proyectos narrativos. Un conjunto de
autores es agrupado y reflexionado en plumas que hacen hablar a
sus personajes el tono de la crítica.
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Crítica y hospitalidad.
Marta Riquelme de Martínez Estrada:
genealogías, linajes e intertextos
Por Susana Romano Sued (*)
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que no se capta de un solo golpe, requiere que se supiera cómo una hace luz a la
de la intelección imaginativa, del desen- otra, es decir revelando cómo trabaja la
trenamiento de molicies canónicas. literatura: a relámpagos de iluminaciones
La precursoriedad de los textos, la ori- que no hacen caso de la cronología.
ginalidad de las ideas, han sido temas Eliseo Verón es quien tuvo el mérito
propios de la discusión moderna (para de explicar de una manera didáctica (es
algunos “posmoderna”), con sus hete- como nombro a la transferencia de cono-
rotopismos, teorías de la cita, de la cimientos en el circuito del lazo social)
intertextualidad, a veces empleados cómo son en determinados momentos
como eufemismos del plagio. de una cultura, las miradas y los pensa-
El plagio en sí, mientos en torno de una obra o conjunto
La precursoriedad de los tex- tomado desde una de obras, en lo que él llama la dialéctica
tos, la originalidad de las perspectiva cínica, entre los textos fundadores y las gramáti-
ideas, han sido temas propios es consentido de cas de reconocimiento, esa incesante pro-
de la discusión moderna (para una manera ale- ducción de sentido en la semiosis social4.
algunos “posmoderna”), con gre: Foucault ins- Cualquiera sea el instante de suspensión
sus heterotopismos, teorías taura en 1967 un del flujo discursivo que elegimos para
de la cita, de la intertextuali- lugar legalizado prestar atención a un texto, instauramos
dad, a veces empleados como para la remisión de inmediato el orden aludido, efectua-
eufemismos del plagio. a otro texto, un mos un reconocimiento en pleno ejerci-
gesto de auctori- cio de la gramática; de modo que hacia
tas, en este caso realizando el ademán atrás (nachträglich), y hacia adelante se
eficaz de doble consagración, la propia despliega un recorrido, una lógica.
y la de Borges, en las palabras y las Todo este prolegómeno para introducir
cosas. Y así se inscribe también como mi comentario sobre la lectura de un
eslabón en la larga cadena de los legados relato, una nouvelle acaso, de Ezequiel
intelectuales, disciplinares de la cultura Martínez Estrada, Marta Riquelme5, que
occidental. Este libro nace de un texto aspira a ser tratado según las inteligencias
de Borges, se nos dice en la obra men- con que años después Kristeva empeza-
cionada. Su inclusión allí aparece luego ría a nombrar a los textos literarios o del
como salvoconducto del desorden, o del tipo: “mosaico”, “lugar de encuentro”,
desarreglo fantástico que instituye una “de cita”, de varios y variados textos, y
dimensión –u orden otro– al tiempo que más tarde Genette organizaría como
que la figura de autor, convertida luego sistema teórico-metodológico.
en muerto carnal pero resucitado como Mosaicos, injertos, repeticiones, rizo-
pliegue de discurso, participa de la para- máticas, linajes, parásitos imagológicos:
dójica condición de ser consentido y una vitrina para el goloso lector, mode-
expulsado de la escritura, por efecto de lizado ya desde las inquietantes máqui-
la alocada enumeración wilkinsoniana y nas con las que Umberto Eco empezó a
de la enciclopedia china. hostigarnos, para sacarnos del ocio o la
La precursoriedad, sin embargo, ya nos la pereza, y hacernos entrar de un saque a
había presentado y destituido el mismo la interactividad con los textos.
Borges cuando, en “Kafka y sus pre- Me autorizo, entonces, a situarme en
cursores”, su ensayo trajinado, colocaba la instancia de abrir la obra, en el
en la misma (a)- posición a Kafka y a campo de posibilidad; al respecto Eco
Browning, mejor dicho a sus obras, para nos dice que se trata de una expresión
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mientos, por la índole de las personas y por el lector y el escritor, revelando y pro-
mil detalles que se precipitan en la lectura, piciando un deseo fundamentalmente
el tiempo no tiene ninguna importancia. lúdico. Se habilita de este modo la com-
Tampoco la tiene el lugar. Creo que el plicidad del lector para el engaño, el pla-
pueblo de Bolívar es apacible y de pobla- cer, la hospitalidad, el entretenimiento.
ción no muy grande; pero si uno olvida He mencionado el término umbral pues-
que esos hechos ocurrieron allí y en nuestro to que es así como
tiempo, podría caer en la falsa idea de que titula Genette, en Macedonio, Borges, Eco y
se trata de una ciudad inmensa y de tiem- francés, su estudio Genette se han ocupado de
pos muy lejanos (M. R., 21). teórico sobre los prólogos y de sus teorías más
prólogos: Seuils. La o menos explícitas: su discurrir
¿Cuál de ambas novelas sería el borra- utilidad de conser- instaura una relación privile-
dor, y cuál la versión definitiva? var ambos térmi- giada entre el lector y el escri-
Tanto da, si vamos a pensar con el nos para mi pro- tor, revelando y propiciando un
maestro Borges, que no hay razón para pósito de abordar deseo fundamentalmente lúdi-
suponer que el borrador H es mejor M. R., se puede co. Se habilita de este modo la
o más correcto que el 9 en el infinito ver de inmediato complicidad del lector para el
fluir de las versiones –que así llama él en la siguiente cita engaño, el placer, la hospitali-
a la literatura–, según se nos aclara en –primer párrafo– dad, el entretenimiento.
el ensayo “Las versiones homéricas”. del libro:
Esto atañe a críticos, teóricos, traduc-
tores, en el incesante traducirse de los La obra inédita de M. R. –el nombre me
textos, unos a otros14. Los exégetas de era conocido, hasta familiar, no recuerdo
las memorias de M. R., han hecho lo por qué lecturas– que el lector encontrará
que se hace normalmente para traducir a continuación fielmente reproducida y
un original lejano: el establecimiento de que por este prólogo se le presenta, ha sido
un texto15. Han procedido a su desci- escrita por su autora con la intención de
frado palabra por palabra incluso con que llegara a conocimiento de muchas
la ayuda de un perito calígrafo, y gra- personas. Quiero decir, que se publicara,
fólogo para más (el señor Limperalta), y es lo que hago yo ahora obediente a su
figura a través de la cual se hace hablar voluntad y al interés del relato. Pero debo
la doxa psicológica y psicologista ingre- advertir que M. R. no es una escritora.
sada en forma masiva en la cultura por- Hasta diría que casi no sabe escribir.
teña, en la misma década en cuestión16. Los originales me fueron entregados por
Como se ve hay aquí una teoría de la el Dr. Arnaldo Orfila Reynal, quien los
traducción, entre las muchas metatex- obtuvo a su vez de un amigo de la autora
tualidades o metapoéticas que como un con recomendación de que los revisase y
doppelgänger, desfilan por la nouvelle17. que, en caso de encontrarlos de interés los
publicara con un prólogo que es el que
estoy escribiendo (M. R., 1956, 9).
4. De prólogos y umbrales
Se nos introduce en el umbral de un re-
Macedonio, Borges, Eco y Genette se lato, el prólogo, que nunca será abando-
han ocupado de prólogos y de sus teo- nado en cuanto tal. Radicado al modo
rías más o menos explícitas: su discurrir de un atractor extraño, centrípeto, ab-
instaura una relación privilegiada entre sorbe toda la narración, y cumple al
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mismo tiempo la función que Borges el límite entre ficción y realidad, entre
signó para el género prólogo. Pues hace narración e imposibilidad de narración,
posible la buena relación entre su objeto entre escritura y su negación, entre enun-
y su receptor: las apelaciones continuas ciación y enunciado, entre registro escrito
al lector, sea en términos de una incre- y memorización, entre diégesis y mundo,
pación directa, “tú”, sea en la condición entre manuscrito y libro, entre paratexto
neutral de la tercera “sepa el lector”18; y texto. Las puestas en abismo acosan al
y porque establece las pautas a las que lector, lo intranquilizan; haciéndolo en-
todo prólogo debe ajustarse. trar y salir fatigosamente de los circuitos
de estas dimensiones que acabo de enu-
merar en forma de pares. En fin, que la
fusión y fisión de los mundos intra y extra
textuales, ponen en escena la confusión:
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nos sugiere Eco en su relectura de Peirce, aventura de su descifrado por parte de los
para quienes la captura del sentido de un verosímiles descifradores de la caligrafía,
texto seguiría por los senderos detectives- de los sentidos, del orden, los establece-
cos de Sherlock Holmes) y/o del rastreo dores de la compaginación. Del jurado,
abductivo de un Freud tras los dichos de en seminario, que capitulando, capitula
la subjetividad inconsciente. ante el sinsentido de la historia.
En tanto continúo diligencias para resca- Otro aspecto interesante de esta aventura
tar el original de sus indignos poseedores... es la de descifrar el manuscrito, y todo es
Fui la semana pasada repetidas veces a la tan endiablado en ella que hasta el papel
casa editora y de allí a la imprenta, sin y la tinta parecería
poder dar con la copia dactilografiada que se hubiesen Allí es por donde el narra-
y corregida por última vez en jurado puesto al servicio dor busca: por los laberintos
reunido en pleno, para evitar lapsus (que de los demonios. kafkianos de depósitos y ofi-
aparecieron a pesar de todo demasiado El trabajo de des- cinas, como un detective iría
numerosos por desgracia). En la editorial cifrar la letra o los tras el autor de un delito (de
daban a entender que no tenían la más logogrifos de ese acuerdo a lo que nos sugiere
remota idea del libro... (Ibíd). manuscrito de cer- Eco en su relectura de Peirce,
ca de dos mil pá- para quienes la captura del
Nadie tenía conocimiento de las ginas ha sido una sentido de un texto seguiría
Memorias de Marta Riquelme, ni de tarea superior a las por los senderos detectives-
libro ninguno de la índole del que yo les fuerzas humanas, cos de Sherlock Holmes), y/o
explicaba (Ibíd,11). y yo no hubiera del rastreo abductivo de un
podido realizarla Freud tras los dichos de la
–Discúlpeme –le dije– ... Necesito cote- sin el auxilio y la subjetividad inconsciente.
jar algunos pasajes del libro de Marta colaboración de
Riquelme, Memorias de mi vida, de la un grupo de amigos que, interesados pro-
Editorial Tierra Purpúrea. Es estúpido fundamente, tanto en el contenido del
que me lo oculten a mí, desde que yo soy manuscrito como en el ejercicio de la pa-
el verdadero editor responsable (11). ciencia que significaba ir descifrándolo,
no me hubiesen ayudado. Su colabora-
Se trata del mundo que va a contener (o ción ha sido heroica (17).
des-contener) lo intratextual, el texto,
el manuscrito perdido, extraviado en La historia contenida en esas monstruo-
todos los sentidos de la palabra; un sas memorias nos introduce en el mundo
extravío signado por la contradicción: de la familia, de sus vicisitudes siniestras,
pues por una parte los manuscritos ambiguas, inquietantes, en la que abun-
ya han sido un libro¸ ahora perdido, dan incestos, seducciones, suicidios, ro-
extraviado, lo mismo que el destino de bos, estafas, según uno de los derroteros
extravío que acusa la memoriosa autora significantes atribuibles al escrito.
de las Memorias y sus personajes.
Mundo a su vez que contiene la multi- Durante tres años nos hemos reunido casi
plicidad equívoca de los entramados y diariamente para realizar en comisión,
peripecias oscuras de sus vidas, enlazadas o mejor dicho en seminario, ese trabajo.
al tronco memorioso de la escritura de Aunque a la verdad, muchísimas de esas
la autora. Mundo textual que enlaza la noches la tarea, que se prolongaba hasta el
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amanecer, giraba más bien que sobre el tex- de éxtasis, sin decir palabra, horas enteras,
to sobre alguna interpretación o comentario rumiando una frase aparentemente absur-
que se nos ocurría y que nos llevaba hasta da pero que prometía, una vez captada a
los mismos lindes de la metafísica (17). fondo, revelaciones que compensaran tanta
cavilación (17-18).
La caligrafía, ilegible, y causa de la
intervención del grafólogo, origina la
situación de enigma, de secreto, que 5. Marta Riquelme-Rayuela:
queda, sin embargo, irresuelto en el versiones intertextuales
plano del verosímil, aunque justifica-
do en el de la ficción, explícitamente Según otra de las posibles lecturas alen-
enunciada en la siguiente cita: tadas por el mismo texto, ahora estable-
cido, nada de eso ocurre y se trata más
Era una letra imposible, y de ahí que haya bien de las peripecias de una familia
anticipado que la autora no sabía escribir. de un barrio de Buenos Aires que son
No solamente su letra representaba grafoló- pura inocencia carente de toda perver-
gicamente las infinitas complicaciones del sión o tinte sexual. Todo depende de
laberinto de su alma, una de las más com- qué parte del manuscrito se coloca o se
plejas y diabólicas de las que se conocen en la inserta junto a qué otra para ser leído
historia de la literatura, sino que las grafías en algún sentido según un probable –o
amontonadas y en trazos muy personales, di- improbable– “tablero de dirección”.
ficultaban la tarea hasta convertirla en una
solución de acertijos. La f, por ejemplo, la g Lo cierto es que muchas noches las hemos
y la p están escritas con un trazo tan seme- perdido jugando al ajedrez. Porque cuan-
jante que si se las considera aisladamente, no do ya nos fatigaba el trabajo de clasificar y
podrían ser discernidas. Y lo grave fue que descifrar, tomábamos el tablero y los trebe-
en muchas ocasiones confundir una con otra jos para alejarnos de nuestras preocupacio-
letra significaba alterar por completo tanto nes más que para distraernos. Y así ocurría
la palabra como el que, al mover una pieza, en vez de anun-
La novela M. R. propone en su sentido total de la ciar el jaque dijéramos: “Debemos enten-
prólogo una instrucción para frase. Por lo demás es der hebilla en vez de temblaba”; a lo que
su lectura que está construida una “letra fingida”, el otro le respondía, cubriendo el jaque con
sobre la pura paradoja; es decir acaso trazada con un alfil: “Yo estaba pensando en trastorna-
la imposibilidad de articular un la mano izquierda da; tiene más sentido” (M. R. 34).
sentido que permita la pacifica- o con el deliberado
ción imaginativa del lector des- propósito de enre- Para no abusar de una causalidad genealó-
plazándose por un camino que dar la interpreta- gica entre una y otra novela, propongo esta-
empieza, sigue, y concluye. ción, dificultando blecer un sitio para hacer dialogar a ambas
la lectura con lapsus obras apelando a ciertas analogías y a cier-
y ambigüedades que ponían en los pasajes tas discrepancias. Por ejemplo, el principio
decisivos una insalvable alternativa. Sin de incertidumbre y de indeterminación
contar las páginas sin numerar, sueltas, que presente en ambas obras, es decir su condi-
pueden ser colocadas en diferentes lugares ción de abiertas, constaría, sin embargo, de
sin alterar el orden lógico del discurso, pero distintas salidas que a mi juicio terminan
sí el sentido, y esto de modo fundamental. oponiéndose o bien divergiendo.
Otras veces, nos deteníamos en una especie La novela M. R. propone en su prólo-
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páginas, está configurado por los materiales se van contando hasta formar una tela-
mismos con que se construye la obra y por la raña de indicios y huellas que son justa-
reflexión del autor acerca de la novela en sí y mente lo que compone el tejido siempre
de la relación del arte con la vida21. actualizable de la memoria.
Tejido que se arma con la inteligible
Es decir que las variantes en Rayuela creatividad de los actores del campo de
están predeterminadas puesto que la la recepción, en tanto asumen su con-
invitación al diseño de un itinerario dición de buscadores-detectives en los
“direccionado” permite sostener un laberintos del texto.
campo relativamente acotado de posi- Es la condición de obra abierta cons-
bilidades para los senderos de la narra- tatada ya: en el caso de M. R. en tanto
ción. Los “muchos” posibles se pre- precursora de la teoría de Eco, y en el
determinan como “dos”, y se habilita caso de Rayuela porque manifiesta el re-
la pacificación de clamo cortazariano del lector cómplice,
Es decir que las variantes en la lectura sin por dispuesto a la interactividad. En ambos
Rayuela están predetermina- ello disminuir el casos queda evidente la filiación borgea-
das puesto que la invitación al entusiasmo lúdi- na y macedoniana, en la medida en que
diseño de un itinerario “direc- co del receptor. por la vía del humor y de la discursividad
cionado” permite sostener un paradójica la ficción se vuelve para el lec-
campo relativamente acota- A su manera este tor una práctica conjetural de interpre-
do de posibilidades para los libro es muchos taciones, de confrontaciones y sorteos
senderos de la narración. Los libros pero sobre con trampas que confunden, mezclan y
“muchos” posibles se predeter- todo es dos libros. tornan inciertos los límites entre verdad
minan como “dos”, y se habili- El lector queda y mentira, entre ficción y realidad, entre
ta la pacificación de la lectura invitado a elegir intra y extra textualidad.
sin por ello disminuir el entu- una de las dos
siasmo lúdico del receptor. posibilidades ...
el primer libro se 6. Tradición, linajes, descendencias
deja leer en la forma corriente, y termina
en el capítulo 56, al pie del cual hay tres Marta Riquelme es el título de un rela-
vistosas estrellitas que equivalen a la pala- to de Guillermo Enrique Hudson. Ya
bra fin. Por consiguiente, el lector prescin- hemos visto antes cómo la existencia de
dirá sin remordimientos de lo que sigue. un libro llamado Memorias de Marta
El segundo libro se deja leer empezando Riquelme, editado por Tierra Purpúrea,
por el capítulo 73 y siguiendo luego en el descoloca el extravío de la obra, por una
orden que se indica al pie de cada capítu- parte, y por otra parte y al mismo tiem-
lo. En caso de confusión u olvido bastará po, intertextualiza sus contenidos en
consultar la lista siguiente22. cuanto a la condición de cautiva que la
doncella-protagonista de nuestra nouve-
Junto con el desarrollo fragmentario o lle, remite a aquella Marta Riquelme
continuado de sendas historias, se discu- hudsoniana, una muchacha que fuera
rre sobre distintos aspectos de la teoría cautiva de los indios, y que muriera
de la literatura, la narratividad misma, la presa de la locura o de un hechizo, con-
función autor, la función lector, discursos vertida en el bicho monstruoso de cuyo
de la cultura que duplican, en muchos nombre, “kakué” según leyenda, deriva-
casos fantasmáticamente, las historias que ría el nombre de la provincia Jujuy23.
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Cabe recordar que Hudson fue una figura Para documentar la pertinencia de ese
señera en la hospitalidad crítica del mismo antecedente, cabe recordar que la antino-
Martínez Estrada, que lo inmortalizó en vela de Macedonio, la de la Eterna, opera
el clásico ensayo El mundo maravilloso de sobre la incesante injerencia de la voz
Guillermo Enrique Hudson (1941). La autorial, que se ocupa de la postergación
repetición del nombre para dos historias continua, a través de sus 56 prólogos, de
muy diversas, aunque emparentadas, rati- la “verdadera” narración, así como de las
fica el enunciado de Deleuze, de que el reflexiones, antes mencionadas, metatex-
ejercicio de la repetición genera la diferen- tuales, metaficcionales. Vías por medio
cia. La repetición idéntica rehace asimismo de las cuales quedan al descubierto los
el gesto borgeano de “Pierre Menard, artificios, los dispositivos narrativos, abis-
autor del Quijote”, personaje que ejecuta- mados, desarticulados.
ría la traducción de la obra de Cervantes Dice Macedonio:
mediante la repetición palabra por palabra
del original24. En un mismo gesto M. E. ... tú lector, que
reúne a un antepasado y a un contempo- podrías ahora ente-
ráneo en un hospitalario recinto como es rarte en mis pági-
la novela. El mencionado estudio sobre nas, perderte del ser
Hudson, si bien está referido al género y librarte de la rea-
ensayo, hace visible el diseño de una escri- lidad y de estos pro-
tura cuya estructura sería la digresión: blema (...) –Autor:
No debo decirle al
(Hudson) siempre hace incursiones lector : “Éntrese a mi
digresivas... tal como al pensamiento se novela”, sino indi-
le ocurren aún en la labor más ceñida a rectamente salvarlo
un propósito concreto, y como acontece de la vida. Yo busco
sin excepción al que camina de un lugar que cada lector
a otro cuando no duerme en el trayecto entre y se pierda a sí
sino que procura observar cuanto hay de mismo en mi nove-
interesante y de novedoso en la ruta (M. la, ésta irá asilando,
E., 1941, 307)25. encantando lectores,
vaciándolos.26
Ezequiel Martínez Estrada
7. El eterno novelista Macedonio
8. Constelaciones psíquicas:
Vemos aquí la indiscutida filiación que mujeres, familias y memorias
liga a Hudson y M. E., articulados
ambos en la genealogía establecida con Las constelaciones psíquicas, en especial
Macedonio (y con Borges), especialmen- las referentes a la construcción de “la
te con respecto a la destitución del orden mujer”, evidencian la circulación de las
clásico para el argumento, la dispositio, tesis freudianas en el horizonte cultural
el continuum. El desvío arborescente argentino de la época, establecen los
de la digresión, propio de los discursos vínculos literarios legitimando los linajes
paradójicos ya apuntados, constituye el y sus extensiones hacia los parentescos.
hilo de sangre que emparienta a estos Los personajes protagónicos femeninos
hacedores de nuestra literatura. son todos “cautivos”, particularmente
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la recobra, vuelve a renacer en ella esa ello hace más que coincidencias, una
tranquila bondad que todo lo ilumina premonición y hasta un prototipo de la
a su arededor. Tampoco debemos pensar obra del colombiano? 27
en nada freudiano. Es una hipótesis que
después de obsesionarnos más de un año, Y dejo al lector las pistas abiertas para
todos desechamos avergonzados y resuel- ulteriores o anteriores parentescos, pues
tos. A no ser que pudiéramos admitir
que, en conocimiento de las obras mismas “Todo lo que sigue es sencillamente estu-
de Freud, Marta hubiese construido una pendo” (M. R., 45)28.
formidable e inaudita fantasía de su
vida, mistificando con alusiones de doble
y hasta de triple sentido lo más sagrado y 9. Breve comentario-huésped-con-
lo más vil. (M. E., M. R., 43-44). clusión
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NOTAS
1. Véase Romano Sued, “Crítica y traducción: el sujeto y el otro en la periferia”, Nomos Verlagsgesellschaft, Baden
Baden, 2000, y Jean Mukarovsky y la fundación de una nueva estética, Epoké, Córdoba, 2001.
2. Véase mi extenso estudio sobre el acogimiento de las autorías, entre ellas la de Martínez Estrada: Romano
Sued, Susana “Retóricas de la resistencia y mitos de la nación: Restos pampeanos de Horacio González”, en AA.
VV., Umbrales y catástrofes: literatura argentina de los 90, Epoké, Córdoba, 2003, pp. 47-112.
3. Camblong, Ana, Macedonio. Retórica y política de los discursos paradójicos. EUDEBA, Buenos Aires, 2003, p. 115.
4. Recuérdese que la localización histórica de una fundación es en sí misma un producto del proceso del reconocimien-
to, una fundación es inseparable del reconocimiento retroactivo del hecho de que efectivamente, ocurrió. siempre
se reconoce después. Véase Verón, Eliseo, La semiosis social, Gedisa, Buenos Aires, 1987 pp. 36-37 y 73-79.
5. En adelante M. R.
6. No me ocupo aquí de la extensión concentracionaria de la semántica de “campo”.
7. Eco, Umberto, Obra Abierta, Seix Barral, Barcelona, 1965, p. 92
8. Véase Preveraro, Octavio, “Escritura y camino”, revista Anatellei, Buenos Aires, 2006.
9. Camblong, Ana, Macedonio. Retórica y política de los discursos paradójicos. EUDEBA, Buenos Aires, 2003, p. 132.
10. Se trata de la edición con la que estoy trabajando y que incluye un segundo relato titulado “Examen sin conciencia”
11. Véase Ben Plotkin, Mariano, Freud en las Pampas, Sudamericana, Buenos Aires, 2003.
12. Publicada en 1962.
13. En los 50, el semiolvidado Carlos Mastronardi reconocía los desmoronamientos ejercidos por Valéry en sus
lógicas escriturales y metódicas: un atajo hacia afuera de la tradición francesa. Véase de Mastronardi: Valéry o
la infinitud del método, Raigal, Buenos Aires, 1955. También en esa década Sabato planeaba minuciosamente
destituciones de los planos narrativos y discursos psicologizantes en Sobre héroes y tumbas.
14. Véanse, Romano Sued, Susana, La escritura en la diáspora, poéticas de traducción, Narvaja Editor, Córdoba,
1998, y “Mundos, textos, lenguas: identidad latinoamericana y traducción”, revista Estudios, Vol. 14, Universi-
dad Nacional de Córdoba, Primavera 2003, pp. 77-90.
15. Y si así pensamos, el manuscrito, la copia mecanografiada tras el establecimiento exegético, o el libro supues-
tamente editado por Tierra Purpúrea, o finalmente la versión transcripta de memoria de las memorias gracias
a la extraordinaria capacidad de memoria del prologuista, serían todos originales, todos borradores, o todos
versiones del discurrir de M. R. Véase al respecto, Sued, Susana Romano, “Cantos Paralelos”, en El hilo de la
fábula, revista de la Universidad del Litoral, N° 5, Santa Fe, 2006, pp. 79-86.
16. Véase nota 11, y más adelante, las consideraciones del apartado 8: Constelaciones psíquicas.
17. Véase Romano Sued, Susana, Consuelo de lenguaje, Ferreyra Editor, Córdoba, 2005.
18. Resulta, además, evidente la figura del lector previsto, tematizado hasta el cansancio en las diversas teorías
de la recepción y del lector implícito que arrancan con Jauss y Eco, pasando por Iser, Link, Schmidt, acogidas
ampliamente por la crítica vernácula desde el último cuarto del siglo XX.
19. Véase más adelante en el apartado 7 las observaciones sobre Macedonio.
20. Texto de contratapa de Rayuela de la edición de Bruguera, Barcelona 1981.
21. Ibíd. Nota 12.
22. Del “Tablero de dirección”, Julio Cortázar, Rayuela op. cit., p. 5.
23. Tierra Purpúrea, es a su vez otra novela de Hudson, escrita originalmente en inglés a fines del siglo XIX,
traducida luego al castellano en Argentina.
24. Véase Romano Sued, Susana, (ed.) Borgesíada, TopGrafía, Córdoba, 1999; asimismo, “Duelo y melancolía en
la traducción: La busca de Averroes, ficción y metatextualidad”, en Docta, Revista de Psicoanálisis, N° 1, A. P. A.
ediciones, Córdoba, 2003.
25. Eco al referirse a Mallarmé con su Livre nos recuerda que éste “debía ser un monumento móvil… donde
gramática, sintaxis, y disposición tipográfica del texto introducían una poliforme pluralidad de elementos en
relación no determinada. En el Livre las mismas páginas no habrían debido seguir un orden fijo: habrían de-
bido ser relacionables en órdenes de diversos según leyes de permutación” (Eco O. A. 1965, 42-42); y continúa
“Abriendo el Livre a una serie amplísima de órdenes a elegir... /que/ el autor tendía a proponer al /lector/ a tra-
vés de ofrecimientos de ciertos elementos verbales y de la indicación de sus posibles continuaciones”. (Ibíd).
26. Museo de la novela de la eterna, Corregidor, Buenos Aires, 1975, pp. 180-181.
27. Juan Guillermo Gómez García, Los pasos perdidos de Ernesto Volkening, http://www.lablaa.org/blaavirtual/
publicacionesbanrep/boletin/boleti1/bol40/bol40tres.htm*
28. Con esta frase termina la nouvelle.
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en un nivel aun más abstracto, y desde ras freudianas, sino con la angustia
luego, fuertemente enigmático a pesar efectiva del pensar (aunque en este
de sus diáfanas estructuras de sostén. autor, la angustia viene combinada
El macedonismo no se ha extinguido. con la risa hedónica del mundo).
Hasta hoy, la obra y los ensayos perio- Otros autores de la veta psicoanalíti-
dísticos de Noé Jitrik lo recuerdan en ca en su intervención decisiva junto
la cita o en el tono. Una crítica a lo a la cultura contemporánea, Juan
Macedonio, en Jitrik, sigue la senda Ritvo, Jorge Jenkins o Luis Gusmán,
de tomar como objeto irónico el pro- dejan percibir el nivel que alcanzó en
pio ejercicio de la crítica y al “lector Argentina una de las grandes vertien-
salteado” como un espectro que vuela tes de la crítica y el análisis de sig-
encima de todo escrito. Entretanto, nificados culturales. El primero con
la obra de Germán Leopoldo García apuestas a una escritura espesa, con
sirve también para verificar que no se planos que van de una estética deli-
ha agotado el resuello macedoniano. cada del pensar al modismo coloquial
Este autor posee una erudición de de deliberada brusquedad; el segundo
gran amplitud que abarca todo el lega- con hallazgos de escritura y reflexión
do del psicoanálisis y de la literatura de refinado polemismo, y el tercero
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ras. En esta polémica, todos han ido teóricas–, sea para llamar a un oublier
y venido con afirmaciones de condena Benjamin o para afirmar las diversas
a los mídia, luego ultramatizadas al maneras por las cuales se debe relati-
punto de aceptarlos en pars o toto. vizar el testimonio personal en la elabo-
Hay que reconocer que los medios ración del sentido de una época y su
comunicativos circundan desde siem- verdad profunda.
pre la actividad intelectual como con- La influencia de Sarlo, notoria en el
ciencia segunda, o segunda naturaleza, actual common sense intelectual, se
si se puede decir así. Por eso, una crí- expresa en el giro a veces apresurado
tica cultural asentada firmemente, no que adquieren ciertos trabajos de este
tiene otro tema que ése, y no sólo se momento académico argentino, que
abre polémica a diario respecto a qué se decidían en primera instancia a
porción de la conciencia intelectual entonar un cántico hacia la memoria
está inducida por los medios, sino qué como sujeto sin más, en virtud del
parte se le “regala” y cuál debe oponér- rehacimiento de la verdad social,
sele como última pizca de autenticidad para pasar ahora a relativizarla como
de la palabra viva remanente. un orden testimonial o experiencial
Se notan estas oscilaciones en la auto- fundado frágil y meramente en la
ra antes mencionada, simultáneas o “primera persona o en el recuerdo de
extensivas en el tiempo, lo que lejos de lo vivido”. Con estas acepciones, se
quitarle agudeza, entiende que finalmente –es lo que
La crítica cultural de raíz rea- la convierte en queríamos decir– aquella polémica
lista y dialéctica, decimos, tiene uno de los terre- con Landi no fuera enteramente algo
un sesgo meduloso en Agosti. nos más relevan- referido al papel que éste hacía cum-
Ayudado por lo que serían las tes –en su tex- plir a ciertos comediantes de la tele-
primeras lecturas argentinas de tualidad y en sus visión en la elaboración del momento
Gramsci, que también en sus inter venciones incierto del vivir, sino que era una
discípulos –como Juan Carlos públicas– para confrontación en ciernes sobre la
Portantiero, autor temprano de observar la cons- consideración de lo “vivido” –Landi
Realismo y realidad en la narra- trucción de una apreciaba ese concepto y su raíz filo-
tiva argentina, publicado alre- escritura ascética sófica–, en el armazón entero de la
dedor de 1960– darían algunas y enjuta. La reali- vida humana, colectiva o social.
evidencias de que ése podía ser dad epigramática Otros rumbos de la crítica cultural no
un camino fructífero –antes que de Sarlo, la breve se presentan tan hurgados por el afán
la sociología cultural sin más– extensión de su polemista. Investigativa, erudita y atil-
para justipreciar la novela rea- fraseo, sucinta dada es la obra de Adolfo Prieto, con
lista argentina en el clima vital en la definición sus indagaciones cuidadosas y medita-
de los compromisos sociales de punzante de un das –lindantes con la sociología cultu-
mediados del siglo XX. problema, a la ral, pero menos gárrula y más rigurosa
manera de una que ésta–, entre las que encontramos
abreviatura o una cifra brevemente su trabajo pionero sobre el público
revelada, son artificios álgidos con de arte, en 1955; sobre el criollismo
los que se lanza a un polemismo que –realizado mediante lecturas de las
elige cuidadosamente sus blancos –no colecciones de Lehman-Nitsche exis-
sin una llamativa dureza en la expre- tentes en el Instituto Iberoamericano
sión de sus aversiones personales o de Berlín– y sobre los viajeros ingleses
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PROYECTO LAS HERAS
Construcciones del Bicentenario
El “Proyecto Las Heras” significa, en primer término, la efectiva finalización de las obras de la
Biblioteca Nacional, de acuerdo a como fueran esbozadas en sus trazos originales. El diseño de
este espacio cultural, largamente demorado e incluso por momentos desviado de su curso inicial,
plantea una mayor integración de la Biblioteca a la trama urbana, orientándose hacia el sur de
la ciudad, a través de su proyección sobre la Avenida Las Heras. Un proyecto cuya demorada
concreción hace de aquellas postergaciones y dificultades un desafío fundamental. Se trata de
reanimar el complejo arquitectónico y cultural de la Biblioteca Nacional de cara a su principal
necesidad: producir sus propios lectores y acudir a la imaginación intelectual y crítica para re-
construir la cultura del libro y los legados culturales pretéritos que la animan y que reclaman ser
reavivados por una nueva interrogación contemporánea.
Luego de efectuar la demolición por medios mecánicos y manuales –minimizando cualquier per-
turbación ambiental– de los edificios hoy degradados e irrecuperables que se encuentran entre las
calles Austria y Agüero, los arquitectos Clorindo Testa y Francisco Bullrich, autores del proyecto
original, estarán a cargo de la nueva edificación permitiendo de ese modo, una continuidad con-
ceptual y estética con el edificio principal de la Biblioteca.
La nueva construcción, que contará con un espacio para la reflexión sobre la historia de la escritu-
ra, el libro y la imprenta, albergará un templete donde se exhibirán al público las lunetas murales
provenientes de las Galerías Pacífico – actualmente en restauración– de autoría de los pintores
Demetrio Urruchúa, Manuel Colmeiro, Juan Carlos Castagnino y Lino Enea Spilimbergo. Así, se
consumará el rescate de una obra artística de importancia, interrumpiendo un
largo período de descuido y deterioro fruto de una polí-
tica restrictiva y mercantil del espacio público, poniéndola nuevamente a disposición de la visita
curiosa de este fundamental testimonio del movimiento muralista argentino.
El nuevo espacio pretende producir un aporte cultural innovador ofreciendo una aproximación
a la historia del libro; la lengua, la escritura y la imprenta, a través de diversos métodos y desde
diferentes puntos de vista.
Con estas obras y proyectos, la Biblioteca expresa una voluntad constructiva y esperanzada, que se articu-
la con otros esfuerzos de recuperación de su acervo; la adopción de una nueva perspectiva organizativa y
bibliotecológica y la ampliación, en un sentido profundamente democrático, de su
disposición a reencontrarse con el mundo lector y cultural
en las vísperas del bicentenario.
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¿Borges crítico?
Por Sergio Pastormerlo
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los años 40 (la mayoría de los textos dirigida por Susana Zanetti. El nombre
de Otras inquisiciones fue redactada en de Borges no aparecía entre los muchos
esa década) se había ido acentuando críticos considerados, pero en la intro-
una tendencia borgeana que alcanza- ducción Rosa reconocía enfáticamente
ría su culminación en libros como el su difusa gravitación en el espacio de la
Manual de zoología fantástica (1957): crítica argentina:
Borges se transformaba, cada vez más,
en un coleccionista de curiosidades Si bien el campo es heterogéneo y complejo,
literarias, pequeñas rarezas y erudicio- hay una presencia que, en mayor o en me-
nes superfluas. nor grado, se hace sentir en toda la crítica
Borges y la nueva generación8, en tanto contemporánea: la obra de Borges, leída
primer libro dedicado a su obra, supu- globalmente como un tratado de retórica y
so un acto crucial de consagración. Al como una crítica de la literatura...
mismo tiempo, el libro quería conde-
nar enteramente la literatura borgeana. Los límites del mapa de la crítica
Al examinar a Borges como crítico, literaria en Argentina parecen haber Jorge Luis Borges
Adolfo Prieto se concentró en el análisis
de Otras inquisiciones, el libro que más
se apartaba de las normas exigidas al
discurso crítico. Prieto veía en Borges
un crítico literario, y veía, también,
un mal crítico. Dos o tres décadas más
tarde, estas miradas llegaron a invertir-
se. Por un lado, se produjo una fuerte
revalorización de la crítica borgeana.
Sin perder los atributos de “capricho-
so”, “fragmentario”, “impresionista”,
“asistemático” o “arbitrario”, que se
iban volviendo más aceptables, Borges
pasó a ser considerado un notable anti-
cipador de algunos de los caminos que
la crítica y la teoría literaria recorrerían
muchos años después. Su condición
misma de crítico, sin embargo, comen-
zó a resultar menos evidente.
La Historia de la literatura argentina
dirigida por Rafael Arrieta incluía un
capítulo titulado “La crítica y el ensa-
yo”9. El capítulo estaba dividido en dos
partes: el nombre de Borges, ausente en
la primera (“La crítica”), figuraba en la
segunda (“El ensayo”). Veinte años más
tarde, Nicolás Rosa escribió el capítulo
“La crítica literaria contemporánea”10
para la segunda Historia de la literatura
argentina editada por Centro Editor y
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volver a uno de los ejemplos mejor gratitud, pero estaba avalada por el
recordados, torció un largo debate cul- ejemplo de su propia literatura. Las
tural. En lugar de añadir una participa- opiniones que allí se ridiculizaban no
ción más, tomó el debate mismo como parecen repuestas, y las paradojas que
objeto y lo redujo a un simulacro, en su lugar proponía Borges parecen
como si desatara un nudo imaginario. haberse vuelto transparentes.
La transformación de una condición Cuando se introdujo en la narración,
impuesta y restrictiva (la marginali- a principios de la década de 1930, lo
dad de la literatura argentina) en una hizo con una poética que entonces
elección y una libertad podría haber parecía el atajo más corto al fracaso,
sido percibida como un soborno a la y que hoy resulta familiar. Atacaba lo
inatacable y defendía lo indefendible.
Afirmaba que el gran género, la nove-
la, era una superstición de época. Se
aburría con Proust, mientras festejaba
a Ellery Queen. Despreciaba la nove-
Borges en el sótano de El
Aleph, por Juan Rearte
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NOTAS
1. “Chronique des lettres espagnoles. Trois nouveaux livres”, en La Feuille. Journal d’Idées d’Avant-Garde, II,
306, Ginebra, 20 agosto, 1919, p. 6.
2. Hart Jr., Thomas, “The literary criticism of Jorge Luis Borges”, en Modern Languaje Notes, LXXVIII, Balti-
more, diciembre 1963; Rodríguez Monegal, Emir, “Borges como crítico literario”, en La palabra y el hombre,
N° 31, Veracruz, julio-agosto 1964; Alazraki, Jaime, “Borges: una nueva técnica ensayística”, en El ensayo y la
crítica literaria en Iberoamérica, Toronto, Universidad de Toronto, 1970.
3. Borello, Rodolfo, “Borges, lector de las letras argentinas”, en Cuadernos Hispanoamericanos, N° 505-507,
Madrid, julio-septiembre 1992.
4. La primera edición del Quién es quién en Argentina. Biografías contemporáneas, aparecida en 1939, lo definía
así: “Borges, Jorge Luis: escritor (especialidad: Crítica Literaria)...”. Tomo la referencia de Annick Louis, Jorge
Luis Borges: oeuvre et manoevres, Paris, L’Harmattan, 1997, p. 67.
5. Estudio preliminar a Dante Alighieri, la Divina Comedia, Clásicos Jackson, v. 31, Buenos Aires, Jackson, 1949.
6. “Quienes me acusan de pedantería comprenderán que no se equivocan si les confieso que, antes de entrar en
el poema, leí con deleite las notas.” (“Mi primer encuentro con Dante”, en Quaderni italiani di Buenos Aires,
a. 1-2, vol. 1, Buenos Aires, 1961.)
7. Jitrik, Noé, “Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges”, en Centro, a. 2, N° 4, Buenos Aires, diciembre 1952.
8. Prieto, Adolfo, Borges y la nueva generación, Buenos Aires, Letras universitarias, 1954.
9. Giusti, Roberto, “La crítica y el ensayo”, en Rafael Arrieta (dir.), Historia de la literatura argentina, Buenos
Aires, Peuser, 1959.
10. Rosa, Nicolás, “La crítica literaria contemporánea”, en Susana Zanetti (dir.), Historia de la literatura argen-
tina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980.
11. Bardauil, Pablo, “El excéntrico Jaime Rest” y Estrin, Laura, “Enrique Pezzoni: la lectura, un ejercicio de in-
tensidad”, en Nicolás Rosa (ed.), Políticas de la crítica. Historia de la crítica literaria en la Argentina, Buenos Aires,
Biblos, 1999; Panesi, Jorge, “Enrique Pezzoni: profesor de literatura”, en Críticas, Buenos Aires, Norma, 2000.
12. Piglia, Ricardo, “Ideología y ficción”, en Punto de vista, a. II, N° 5, Buenos Aires, marzo 1979.
13. Sarlo, Beatriz, “Borges y la literatura argentina”, en Punto de vista, a. XII, N° 34, Buenos Aires, julio-sep-
tiembre 1989.
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El viaje circular
Por Carlos Bernatek
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por el despojamiento que el viaje les ha la cabeza de uno contra los pies del
impuesto a modo de cicatriz indeleble. siguiente ¿tiene idea de qué distancia
Respecto de la medida, al modo arbi- podrían llegar a cubrir? 6
trario y al recur-
so de mensurar La línea comienza en la Casa de
lo humano en Gobierno y atraviesa paulatinamen-
la literatura –y te la ciudad, hasta excederla brutal-
para proseguir mente. La dilución de un horizonte
con Antonio Dal visible, de la noción de límite, vuel-
Masetto– cabe ve más ominosa la cuantificación
mencionar en par- de la muerte. Los cuerpos, en tanto
ticular al cuento medida de lo humano, fracturan la
titulado: “Tema: geografía de la ciudad en ese trazado.
la muerte”. Se El “paisaje” cae en un irremediable
trata de un diálo- segundo plano abstracto, se objetivi-
go sencillo de bar, za y se resume en el simple hito refe-
donde uno de rencial ante la visión de esa humani-
los personajes se dad violada. Nuevamente la imagen
propone graficar connota al itinerario, al punto de
la magnitud de la partida y al destino.
muerte a través La lengua de origen y la adquiri-
de la referencia da aluden al viaje iniciático que la
a los cuerpos de narrativa posterior va a apostrofar.
los desaparecidos. El descubrimiento discurre así desde
Toma aleatoriamente la cifra estimativa el territorio real hacia otro intangi-
del Nunca más: unos nueve mil, para ble que percibimos al comprobar la
hacer la imagen más elocuente: ruptura del marco de referencia, esa
línea del horizonte que nos mantenía
Trate de pensar 9.000 cuerpos acostados a flote y que, de pronto, se vuelve
en el suelo, uno a continuación del otro, errática en su circularidad.
NOTAS
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requiere, en cambio, encarar un rodeo mos una gran injusticia contra esa obra.
que reponga el circuito a través del que Referirse a las peripecias del ingenioso
Aira considera la historia de la litera- hidalgo de la Mancha como a una
tura en general, y particularmente, la novela implica sacarlas de contexto y
de nuestro país. Una fugaz genealogía ubicarlas en la estantería del museo o
de lo que esta impronta vanguardista del supermercado.
implica en su pensamiento permitirá,
a su vez, dar cuenta del aparato crítico El Quijote –afirma– no es una novela
que Aira establece a la hora de enfren- entre otras sino el fenómeno único e irre-
tarse no sólo con la tradición sino petible (...) del que deriva la definición
también con sus contemporáneos y de la palabra ‘novela’.”4
simultáneamente, atisbar el alcance de
la controvertida discusión que estable- Convertirse en clásico consiste, enton-
ce con ellos. ces, en superar al género desde el cual
se escribe. De este modo, la relación
entre género y clásico se asemeja a la
1. Un hábito crepuscular que establece un buen discípulo con
su maestro: para corroborar el talento
Belleza, ¿por qué todo es tan cálido del segundo, el primero tiene que trai-
cuando está perdido? cionarlo, porque los mejores epígonos
¿Por qué seremos nosotros tan de último son siempre apóstatas. Es probable
momento? que tengan razón quienes afirman que
Ariel Schettini el don de la imaginación proviene de
la perversidad del espíritu. Si es así,
La creación es todo, y más que todo por- el laberinto viviente de la literatura
que es la fuente de la que mana todo. se levanta sobre las ruinas de todos
César Aira los impulsos generosos. Ya lo decía
Aira: de los buenos discípulos nunca
Convertirse en clásico con- Adorno seña- podrán surgir buenas novelas.5
siste, entonces, en superar al la que una obra Por otra parte, cada género tienen su
género desde el cual se escribe. forma parte del historia particular; un devenir que obe-
De este modo, la relación entre canon cuando dece tanto al momento concreto en el
género y clásico se asemeja a la no es reconocida que los textos se producen como aquel
que establece un buen discípu- como pertene- en el que se leen. Durante el siglo XIX,
lo con su maestro: para corro- ciente a un género la novela alcanza su forma plena y en el
borar el talento del segundo, el determinado y a XX da un paso más en esa misma direc-
primero tiene que traicionarlo, la inversa, porque ción. Con Flaubert –esa mano profesio-
porque los mejores epígonos canon y género nal que pule perseverante las perlas del
son siempre apóstatas. suponen aparatos estilo– la novela realista arriba al cenit
de lectura dife- de la literatura. Pero sigue avanzando.
rentes3. Borges no debe ser considerado ¿Hacia dónde? Hacia su propio abismo,
cuentista ni Shakespeare dramaturgo, evidenciando que todo punto cúlmine
porque no sólo son mucho más que eso suele ser, también y simultáneamente,
sino que son algo distinto de eso. Según un punto culminante.
Aira, si al hablar de novelas menciona- Sin embargo, lo que ha muerto no es la
mos como ejemplo al Quijote, comete- novela sino su forma clásica. La deca-
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dencia del realismo burgués está lejos de funcionar como tal. “Una vez que la
de revelar el fin de la literatura; más escurridera firmada ha sido aceptada en
bien anuncia la irrupción de una nueva los museos, la provocación pierde senti-
realidad, sustentada por las vanguar- do, se convierte en lo contrario”, resume
dias. Al cuestionarse el agotamiento del Bürger8. Del mismo modo, Aira denun-
género la institución literaria gira sobre cia: por más subversivos que sean los
su propio eje y da otra vuelta de tuerca enunciados, la Historia se encargará de
a la maquinaria combinatoria de las asimilarlos serenamente, ya que en eso
posibilidades narrativas. Y del colapso consiste su ser: la historia [de la literatu-
de una forma se alimentan otras, como ra] es una acumulación apabullante de
quien hace leña del árbol caído, o en enunciados des-
términos de Aira, como quien aprove- provistos de todo Por otro, cuando la vanguar-
cha el reloj de un pariente difunto6. poder subversivo dia se canoniza, es decir, cuan-
Las vanguardias históricas se abren o innovador9. do la institución flexibiliza y
paso fagocitando la crisis del realismo Su lectura de modifica su propia identidad
y de sus pretensiones representativas. Alejandra Pizarnik hasta el punto de absorber la
El movimiento vanguardista hace de la es consecuencia protesta e incorporarla a su
reacción estética y política su programa. de esta perspecti- seno, el gesto vanguardista
Repudia el estilo individual, la obra y va aparentemente deja de funcionar como tal.
la autonomía artística; desacraliza la desalentadora.
esfera del arte; lleva sus convenciones Para Pizarnik, la calidad es un mandato.
al absurdo y, parodiadas, las transfor- Este requisito cualitativo determina la
ma en literatura de último momento. selección del tono, de las palabras, y de
Pero, al mismo tiempo, transgrede los los temas con los que la poeta ensayará
antiguos interdictos en pos de la utopía sus inquietudes. Construida exclusiva-
de decirlo todo: su proyecto también mente de términos elevados, su poesía
supuso enunciar el inconsciente y el trata siempre de la noche o el amor, de
sueño (tentativa surrealista), el sin sen- las sombras o la muerte. En vano rastrea-
tido y la locura (tentativa de Artaud), remos en sus versos la presencia de un
la imposibilidad y la nada (tentativa de colectivo, un cigarrillo o un desayuno. Ni
Beckett y de Blanchot). una sola trivialidad en su discurso, que
A esta altura de las circunstancias parece sólo admite intensidades.
que no quedara nada en pie ni nada por Para Alejandra, el trabajo poético era
decir. Amanece entonces la pregunta: una búsqueda, y estaba convencida
¿cómo seguir escribiendo después del de que buscar no es un verbo sino un
final? Por un lado, ante la magnitud de la vértigo, un arrebato peligroso que no
biblioteca surge la melancólica sospecha puede ni debe ser empobrecido por la
de que ya todo está escrito, inmejora- inercia opaca y el aburrimiento de la
blemente escrito. “Algunos de los auto- vida cotidiana. Derivadas de la temáti-
res canónicos son desalentadores –dice ca nocturna y angustiada, tales restric-
Aira–. Son casi demasiado buenos”7. Por ciones imponen una práctica basada
otro, cuando la vanguardia se canoniza, en la constante reescritura, es decir,
es decir, cuando la institución flexibiliza en la reaparición de los bosques, los
y modifica su propia identidad hasta el muros y los ojos tatuados, que vuelven
punto de absorber la protesta e incorpo- en distintas configuraciones una y otra
rarla a su seno, el gesto vanguardista deja vez. Limitándose a un número acotado
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todo aquello que es humanamente posible 2. Una política del humor argentino
se debe intentar, merece la pena hacerlo y
se puede lograr con éxito22. Las interpretaciones no serán lecturas
hermenéuticas sino interpretaciones polí-
La máxima de Bataille nos recuerda a ticas en reescritura política del texto y su
Aira porque parece surgida del mismo destinación. Así ha sido siempre.
vigor optimista que anima toda su poé- Jacques Derrida
tica. Pero si esta perspectiva afirmativa y
vitalista es la marca característica de Aira, Se trata, entonces, de pensar cómo es
¿cómo se concilia con la visión de las van- posible algo así como Aira en la litera-
guardias, que se definen como poéticas tura argentina. Adelantémonos: Aira
de la ruptura y de la negatividad? Para es imposible. O mejor dicho, ¿queda
lograrlo es preciso llevar a cabo una trans- otro modo de concebir lo imposible
mutación de carácter nietzscheano; una mismo que no sea leyendo a Aira?
metamorfosis que, progresiva y subrepti- La imposibilidad es también su punto
ciamente, contamine la negatividad con de partida. Como decíamos antes, las
el germen de lo positivo hasta convertirla producciones literarias posteriores a la
en absoluta afirmación. No invertir sino caída del realismo dan cuenta de dis-
más pervertir, porque –como sostiene tintos aspectos de esta imposibilidad.
Contreras– no se trata, simplemente, de Uno de ellos alude a lo imposible de la
afirmar en lugar de negar, sino de elevar representación. Siempre habrá que dar
la negación más allá de sí misma, hasta cuenta de una ineludible ausencia, de
alcanzar el poder de la afirmación23. un resto en fuga que se sustrae a todo
Un desafío inquietante para quienes intento codificador.
no se dejan intimidar por los obstá- Aira responde a esta situación desde
culos. Imaginemos a una niña que, la misma forma. Su narrativa se frag-
detenida frente a una pared, desea menta y se disuelve precisamente para
con fervor divisar el horizonte. Podría ser construida. De eso nos hablaba la
resignarse, pero la sumisión no es la niña-Aira, protagonista de Cómo me
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dad. Cuesta sangre, sudor y lágrimas mos en una postura: siempre seremos
volver a reincidir sabiendo que, como juzgados por el mínimo opuesto. Por
Aquiles contra la tortuga, volveremos eso, con el menor gesto encomiable
a perder la carrera. Aunque odia los el marido malo brilla como un sol.
ejemplos, Aira se sirve de uno en este Mientras que la idea del Bien paraliza,
caso: el matrimonio, cuya exposición, el mal permite que la vida siga, devalúa
no podemos pasar por alto: las supuestas jerarquías de importancia,
da la medida justa
El marido bueno complace a su mujer en de la banalidad
todo. La rodea de comodidades, de con- necesaria para que
sideraciones, de gentilezas, la escucha, la el hombre recorra
comprende, hace las camas, cocina, lava su camino en el
los platos, plancha, paga las cuentas, la mundo. Empezar
lleva de vacaciones, se ocupa de los chicos, a ser malo equiva-
cambia los cueritos de las canillas. Su le a entrar, ni más
mujer vive descontenta, se queja, se pre- ni menos, al fin,
gunta por qué cometió el error de casarse en la realidad34.
con un hombre al que no puede querer ni Por otra parte,
respetar. Y si no lo dice por un sentido de insistiendo en el
la justicia que le pesa como una conde- fracaso del empe-
na, basta que el infeliz cometa el menor ño narrativo, Saer
desliz (que se le rompa un plato mientras declara:
lo lava) para que en ella estalle toda la
amargura contenida en un torrente de El único modo
injurias. (...) En cambio el marido malo posible [que tiene]
somete a su pareja a toda clase de malos el novelista argen-
tratos y humillaciones. Tiene amantes, se tino para rescatar
emborracha, le grita insultos soeces, se va la novela consiste
de viaje con excusas increíbles, se juega el en abstenerse de
sueldo de él y lo que puede echar mano del escribirlas35.
de ella, le hace ascos descaradamente a la
comida, contrae deudas, deja que la casa Esta sentencia es ineconomizable en
se venga abajo. Y la esposa no se queja; el sistema de Aira, que se hace monja,
¿de qué serviría? Ya agotó su provisión niña de ocho años, chica moderna o
de llanto, y además él no se lo permite: mosca violada sólo para poder seguir
no le presta atención o se la presta para contando. Los personajes de ese cor-
gritarle, y hasta podría darle un sopapo. pus amorfo que llamamos literatura
Ella lo quiere y lo respeta (...) porque él aireana podrán desarmarse en torbe-
le hace vivir intensamente el drama del llinos de incertidumbre pero nunca se
matrimonio y de la vida en general33. callarán. Sus voces son como fuerzas
centrífugas de la dispersión; se afirman
Las intenciones del marido bueno no camufladas, valiéndose de la reptante
dejan de naufragar porque la perfec- relación que en los textos de Aira se da
ción nos está vedada por naturaleza. entre los cuerpos y los discursos. A esas
Adorarla es un vicio del pensamiento. voces, que convertidas en mil gotas de
Y no importa cuánto nos mantenga- óleo ruedan libres por el mundo, les
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A la teoría que formula para pensar dad que le sirve, a su vez, para leer –con
la figura del buen artista, la vida le una suerte de alegría violenta– todo el
responde con una recompensa no tan espectro de la literatura nacional en el
surrealista como pretende. Si ser un que se inserta. Si las instancias media-
escritor comprometido consiste en doras de narrador y mediador son
jugarse por el Arte-impulso sacrifican- máscaras de una subjetividad que por
do los resultados, la obra y la fama, medio de la crí-
entonces por más apasionada que sea, tica literaria reve- Si las instancias mediadoras de
será una vocación trágica. Para su la sus filiaciones narrador y mediador son más-
sorpresa, la justicia poética consiste en y rechazos más caras de una subjetividad que
el reconocimiento de la crítica. Dice ocultos, entonces por medio de la crítica literaria
Daniel Link: es cierto que dicha revela sus filiaciones y rechazos
práctica encarna más ocultos, entonces es cier-
Aira es el escritor argentino por excelen- el devenir de la to que dicha práctica encarna
cia, como antes lo fueron (sólo) Borges, autobiografía. La el devenir de la autobiografía.
Cortázar, Puig41. dificultad a la que El inconveniente al que debe
debe enfrentarse enfrentarse dicho género es que
El mecanismo de lectura que le per- dicho género es nadie puede ser objetivo respec-
mite a Daniel Link incluir a Aira en que nadie puede to de su propia persona, porque
la lista de clásicos parte de Cómo me ser objetivo res- el aparato perceptivo gira en
hice monja. Link se pregunta cómo pecto de su propia falso cuando intenta convertirse
leer esa novela que desde el título persona. El apara- en su propio objeto de estudio.
promete una historia de revelaciones to perceptivo gira
trascendentales, pero que luego, en su en falso cuando intenta convertirse en
desarrollo, traiciona todas las expecta- su propio objeto de estudio. Aira lo
tivas canjeando la asunción de votos sabe bien y lo reconoce cuando afirma
por una muerte. Para dotar de sentido que los ojos nunca podrán mirarse a sí
al título, Link apela al habla popular mismos42. Pero tomar la distancia nece-
rioplatense. Uno de los recursos más saria (la mínima distancia que garantice
empleados por dicha estructura léxica visibilidad) exige un verdadero sacrifi-
es el famoso vesre según el cual monja cio: “para crearse como mito el escritor
es sinónimo de jamón, y éste, en tanto debe morir”43.
fiambre, significa muerto o cadáver.
El truco de la novela se cifra en este
demencial sistema de equivalencias. 3. Qué es la crítica, qué es la litera-
Descubrirlas –hallazgo accesible úni- tura, qué es la realidad
camente para quienes dominen el
horizonte de nuestra cultura popu- Escarbando en la osamenta del aire, la
lar– permite comprender el título no mosca, las nupcias de la mosca y el perro.
como historia hagiográfica sino como Todo el verosímil caía estrepitosamente.
simple juego de palabras. Por culpa del lenguaje, de los códigos
Según Link, Aira consigue construir el empleados.
dispositivo por el que vale la pena ser Dante y Reina
argentino. Se trata de un artefacto sen-
sible, semejante al que Aira le atribuye Los que seguimos y perseguimos el
a Copi: un cierto realismo de la felici- sinuoso itinerario de Aira nos enfren-
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NOTAS
1. Cfr. Abraham, Tomás, “Aira y Piglia” en Fricciones, Buenos Aires, Sudamericana, 2004, pp. 11, 135 y 137.
2. Aira, César, “Novela argentina: nada más que una idea” en Vigencia Nº 51, Buenos Aires, agosto de 1981, p. 12.
2. Cfr. Adorno, Theodor, Teoría estética, Madrid, Akal, 2004, pp. 265 y ss.
4. Aira, César, “La nueva escritura” en Boletín/8 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Rosario,
octubre de 2000, p. 22.
5. Aira, La luz argentina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, p. 80.
6. Aira, César, Alejandra Pizarnik, Rosario, Beatriz Viterbo, 1998, p. 14.
7. Aira, César, Alejandra Pizarnik, pp. 45-46.
8. Bürger, Peter, Teoría de la vanguardia, Barcelona, Península, 1987.
9. Cfr. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p. 62-63.
10. La equivalencia (o coincidencia) entre la muerte y el fin de la escritura se desprende de otra premisa surrea-
lista: la fusión entre vida y poesía, que según Aira constituye el objetivo de los verdaderos artistas. Al respecto
puede consultarse Aira, César, Las tres fechas, Rosario, Beatriz Viterbo, 2001, pp. 49 y ss.
11. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p. 44.
12. Contreras, Sandra, Las vueltas de César Aira, Rosario, Beatriz Viterbo, 2002.
13. Aira, César, La trompeta de mimbre, Rosario, Beatriz Viterbo, p. 80.
14. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p. 29.
15. Aira, César, Alejandra Pizarnik, p.14.
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evidencia que se explicita y una expli- ser mediada por una interpretación.
citación que se torna evidencia. De Se trata, en todo caso, del juego de la
esto se trata la experiencia fenome- pregunta y la respuesta, por la que los
nológica, y es de esta manera como la interlocutores determinan los valores
fenomenología no puede efectuarse contextuales, que estructuran un diá-
más que como hermenéutica. logo; diálogo que sólo es un segmento
De aquí se desprenden las tres opera- dentro de toda una tradición cultural.
ciones a través de las cuales el método Recordemos que Ricœur asume esta posi-
se vehicula, a saber:
1. De la pertenencia
La noción de pertenencia está ligada,
para Ricœur, irrecusablemente a la no-
ción de finitud de conocer (leemos aquí
su oposición al sujeto trascendental de
Husserl). Y formula con Heidegger la
noción de ser-en-el-mundo y horizonte
propio, relacionado con la fusión hori-
zóntica de Gadamer (Verdad y método,
372 ss.). La posición de esfuerzo de
ser-en-el-mundo instaura significacio-
nes que reclaman interpretación y han
de constituir una hermenéutica. Esta
es la raíz última del problema, porque
en ella reside la conexión primitiva en-
tre el acto de existir y los signos que
desplegamos en nuestras obras. Justa-
mente la reflexión debe transformarse
en interpretación, porque no se puede
aprehender el acto de existir, sino en
los signos dispersos por el mundo (Ri-
coeur, Le conflit, 325).
Resulta entonces invalorable, en esta
Alejandra Pizarnik
etapa, a través de una exhaustiva pro- ción, frente a textos tan antiguos como la
fundización semiótica, compenetrar- Biblia y el estudio de mitos ancestrales.
se con la cosa o mundo del texto, con Entonces, como toda comprensión
todos sus alcances estructurales, por debe ser mediada por una interpre-
medio de una suspensión total de toda tación, tal mediación, en el contexto
función referencial, exterior al texto. referencial que venimos desarrollan-
do, la puesta en distancia opera en el
2. De la puesta en distancia sitio donde se ubica el texto, expresión
Una vez efectuado ese paso, hallamos que fija la escritura, texto autónomo
que el segundo, la puesta en distan- que corresponde a la intención de un
cia, es dialécticamente solidario con autor y a una situación de discurso en
respecto al primero (Phénoménologie, relación con un primer destinatario.
40). Porque toda comprensión ha de Es el momento de la exégesis, en el
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BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
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Crítica y ficción:
otra literatura
Por Carolina Orlando
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NOTAS
1. Barthes, Roland, “Escrituras políticas”, El grado cero de la escritura seguido de nuevos ensayos críticos, Siglo
XXI Editores, 1997.
2. Cortázar, Julio, “Prólogo” en Los Premios, Editorial Sudamericana: duodécima edición, 1972, p. 11.
3. Cortázar, Julio, 62/ modelo para armar, Buenos Aires, Alfaguara S.A., 1995.
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condición intelectual
Reflexiones sobre el
intelectual crítico
Por Miguel Vedda (*)
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Goethe,
por Juan Rearte
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NOTAS
1. Eagleton, T., The Function of Criticism, Londres, Verso, 1984, p. 7. Las traducciones son mías.
2. Jacoby, R., The last intellectuals. American culture in the age of academe, Nueva York, Basic Books, 1987, pp. 6-7.
3. Laube, H., “Die neue Kritik”, en Hermand, J. (ed.), Das Junge Deutschland. Texte und Dokumente, Stuttgart,
Philipp Reclam, 1972, pp. 102-197, p. 102.
4. Ibíd., p. 107.
5. Hegel, G. W. F., Phänomenologie des Geistes, en: Hauptwerke in sechs Bänden, Darmstadt, Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1999, p. 273.
6. Heine, H., Zur Geschichte der Religion und Philosophie in Deutschland, en –, Heines Werke. Ausg. und eingel.
von H. Holtzhauer, Weimar, Aufbau,1956, vol. 5, p. 54.
7. Razones de espacio nos impiden considerar aquí la importancia que tuvo la figura del intelectual crítico a
finales del siglo XIX, ante todo en el contexto del affaire Dreyfus, durante el cual, como se sabe, se empleó por
primera vez como sustantivo la palabra intellectuel.
8. Brecht, B., “Entwurf zu einer Zeitschrift Kritische Blätter”, en Gesammelte Werke in 20 Bänden, Frankfurt
a/M, Suhrkamp, 1967, vol. 18, pp. 85-6.
9. Brodersen, M., Spinne im eigenen Netz. Walter Benjamin: Leben und Werk, Bühl-Moos, Elster, 1990, p. 197.
10. Ibíd., p. 198.
11. Sartre, J.-P., “Plaidoyer pour les intelectuels”, en Situations philosophiques, París, Gallimard, 1990, p. 221.
12. Ibíd., p. 229.
13. Ibíd., p. 221.
14. de Beauvoir, S., La céremonie des adieux. Suivi de Entretiens avec Jean-Paul Sartre août-septembre 1974, París,
Gallimard, 1981, p. 13.
15. Said, E., “Secular Criticism”, en The World, the text, and the critic, Cambridge, Massachusetts, Harvard U.P., 1983, p. 4.
16. Ibíd., p. 2.
17. Howe, I., “The Common Reader”, en A Critic’s Notebook, San Diego, etc., Harcourt Brace & Company,
1994, pp. 117-130, aquí, p. 125.
18. Schwarz, R., “Adequação nacional e originalidade crítica”, en Seqüências brasileiras: ensaios, San Pablo,
Companhia das Letras, 1999, pp. 24-45; aquí, p. 28.
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Debe establecer conexiones del teatro de la verdad, como dice Said, “decirle
con la cultura más allá de lo artístico. la verdad al poder”7. Debe ser cons-
Debe cuidar su carácter de escritor ciente de la propia tarea, reflexionar
y su uso de la lengua, privilegiando sobre ella y convertirse, por nece-
la comunicación y la transparencia sidad, en una suerte de teórico o
expresiva sin perder la especificidad filósofo de la práctica teatral. Debe
del lenguaje técnico de su materia, la
estética y la poética literaria. El dis-
curso del crítico sigue siendo, según
Marcel Reich-Ranicki, “hasta hoy
sobre todo una mezcla de periodismo
y ciencia. Ambos componentes están
distribuidos por igual tan pocas veces
como ninguna, cada uno de ellos exige
un espacio mayor o menor, pero no se
puede renunciar a ninguno de ellos.
Pues la ciencia sin el periodismo, en la
crítica, es superflua… y el periodismo,
sin unos fundamentos científicos, es
francamente dañino”5. Aunque, como
agrega Reich-Ranicki, no se le exige
calidad literaria extremada:
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cuadro reflejado por un espíritu inteli- despeña– en ella. Se tiende, en todos los
gente y sensible. Así, el mejor modo de campos, a la homogeneización, la inme-
dar cuenta de un cuadro podría ser un diatez y la simplificación, a través de la
soneto o una elegía8. trivialización de la imagen visual. En
este paisaje, el periodismo que sostenía
Y también debe reunirse a dialogar e que hay distintos públicos para diversos
intercambiar su pensamiento sobre el asuntos –que creía en la inteligencia y
teatro y la litera- la disponibilidad de un público para la
En la gran lucha entre los deseos tura teatral con difusión y la discusión, en términos espe-
del crítico y las condiciones de otros críticos, con cíficos, de la actualidad cultural–, ese
posibilidad del medio, hay que los artistas y con periodismo carece de espacio; casi podría
capitalizar los pasos anteriores los lectores. De decirse que no ocurre9.
de su institucionalización, su allí la necesidad
grado histórico de desarrollo de crear espacios Frente a estas nuevas condiciones,
para seguir construyendo, a de encuentro hay críticos que resisten, tratando de
partir de lo ya conquistado, convivial, de pre- preservar el prestigio intelectual tra-
y no permitirse la pérdida de sencia, de perso- dicional del oficio. Son pocos, cada
espacio y especificidad. na a persona. vez menos. No sólo entonces libros
En Argentina la sin crítica, también libros sin críticos.
crítica literaria-teatral ha tenido por Por eso, tal vez hoy, la verdadera ins-
tradición una gran influencia en la titución que mueve al lector a buscar
sociedad. Sin embargo, en los últimos un libro de teatro no son los críticos
veinticinco años se ha pauperizado, sino el “boca a boca” de los lectores: el
fundamentalmente por los condicio- “Leelo sin falta”, el “No gastes la plata
namientos de las nuevas normas de en eso”, de un lector a otro.
los medios masivos. Ahora “hay que” La crítica es además una poética his-
usar un lenguaje poco técnico, y “se tórica, situada en un contexto y un
cuenta” con escaso espacio para los proceso histórico de desarrollo. No
libros; “hay que” resumir las notas con se puede pensar la crítica sin pensar
recuadros e íconos de calificación que la realidad cultural. Todo crítico debe
dispensen al público de leer la nota; saber dónde está parado: cuáles son
“hay que” soportar la presión de la las condiciones culturales del pre-
publicidad y la reducción de personal sente en las que están inmersos él y
especializado. Guillermo Saavedra ha los lectores. La tarea del crítico debe
expresado inmejorablemente las nue- poseer el rasgo de la contemporanei-
vas condiciones de trabajo y su impac- dad, es decir, el crítico atravesado
to en el discurso crítico: por la situación histórica. Una de
las formas de esa contemporaneidad
Desde aquellos años próximos [se refiere la imponen las limitaciones institu-
a su tarea en La Razón, 1985] y a la cionales que determina el medio. El
vez, lejanos, el periodismo devino cada crítico debe saber que trabajar hoy
vez más espectacular, autorreferencial en los medios significa luchar contra
y oportunista. Sin duda acompaña el la pauperización y estar atento a los
pulso de un estado de cosas más amplio, fenómenos de reacomodamiento y
cuyo riñón es la vida política y el modo desvíos del discurso crítico, del achi-
cómo la sociedad se desempeña –o se camiento de los suplementos a las
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Un discurso presionado.
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NOTAS
1. Destaquemos entre los grandes sellos editoriales la labor de Losada, Sudamericana. Emecé, Losange,
EUDEBA, Nueva Visión, Centro Editor de América Latina, Corregidor, De la flor y Colihue, entre otros.
Claridad, Talía, Atuel, Artes del Sur, Adriana Hidalgo, Nueva Generación, Teatro Vivo, son algunos de los
independientes. En materia de instituciones oficiales, han publicado teatro de la Academia Argentina de
Letras, el Fondo Nacional de las Artes, el Teatro San Martín, y especialmente el Instituto Nacional de Teatro
(fundado en 1997). En cuanto a las universidades, es sobresaliente el trabajo de los Institutos de Literatura
Argentina y de Filosofía Hispánica y del Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA.
2. Algunos de los trabajos ya realizados, primeras contribuciones a materia tan vasta y que debe enfrentar un
equipo de investigadores, son: Pepe, Luz, y María Luisa Punte, La crítica teatral argentina (1880-1962), Buenos
Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1965 (Serie Bibliografía Argentina de Artes y Letras, Compilaciones espe-
ciales, N° 27-28); Zayas de Lima, Perla, Contribución bibliográfica al estudio del teatro argentino, Buenos Aires,
Asociación Argentina de Actores, l985; Mazziotti, Nora, “Bambalinas: el auge de una modalidad teatral perio-
dística”, en Diego Armus (comp.), Mundo urbano y cultura popular. Estudios de Historia Social Argentina, Buenos
Aires, Sudamericana, 1990, pp. 69-89; Dubatti, Jorge, Bibliografía sobre teatro argentino, Informe CONICET,
1995 (inédito); Maunás, Delia, Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, Buenos Aires, Colihue, 1995;
Sabsay, Fernando, Sin telón. Losange Teatro, Buenos Aires, Ciudad Abierta, 2003; Dubatti, Jorge (dir.), Anuario
bibliográfico del teatro en la Argentina, dos tomos correspondientes a 2004 y 2005 (inéditos).
3. Sobre la distinción conceptual de diversos tipos de dramaturgias (de autor, de dirección, de actor, etc.), véase
Dubatti, Jorge, “La escritura teatral: ampliación y cuestionamiento”, Nuevo teatro argentino (antología), Buenos
Aires, Interzona, 2003, pp. 5-18.
4. Cerrato, Laura, “La vuelta a la literatura”, en su Doce vueltas a la literatura, Buenos Aires, Botella al Mar, 1992, p. 9.
5. Reich-Ranicki, Marcel, “La doble óptica de la crítica. Discurso de agradecimiento con motivo de la conce-
sión del Premio Ludwig Börne”, Humboldt, a. 38, N° 117 (1996), pp. 71-73.
6. Ubersfeld, Anne, “Las trampas de la crítica teatral”, Teatro/Celcit, a. 1, N° 1 (1990), pp. 62-63.
7. Said, Edward, Representaciones de intelectual, Barcelona, Paidós, 1996, p. 17.
8. Baudelaire, Charles, “¿Para qué sirve la crítica? Fragmentos del Salón de 1846”, en su Pequeños poemas en
prosa, Crítica de arte, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1948, p. 147.
9. Saavedra, Guillermo, “Sobre el periodismo cultural”, en Jorge B. Rivera, El periodismo cultural, Buenos Aires,
Paidós, 1995, pp. 210-211.
10. Dubatti, Jorge, “El teatro frágil. Procesos de pauperización y de cambio en el teatro argentino actual”, en su
El teatro laberinto. Ensayos sobre teatro argentino, Buenos Aires, Atuel, 1999, pp. 25-40.
11. Nos referimos aquí tanto a la crítica literaria como a la teatral.
12. Eliot, T. S., “Introducción” en su Función de la poesía y función de la crítica, Barcelona, Tusquets Editores, 1999, p. 44.
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mundo donde las normas, las consig- la falta de ellos) que hagan más feliz
nas, las leyes, importan por lo que no la vida del hombre sobre la tierra.
importa, pueden por lo que no puede, Pero, de todas las utopías conocidas,
hacen “contar” lo que no cuenta? la de fundar un nuevo lenguaje es la
¿Acaso porque, liberada de las com- mayor y la más radical porque, siendo
pulsiones de “lo real”, la ficción pone la que da origen a las otras, está tam-
en tela de juicio, desde el más alejado bién en su fin:
polo, las condiciones de producción y sólo hablándose
de reproducción de todo “lo real”? de otro modo,
El escritor es también, y quizá sobre escuchándose y
todo, un crítico del lenguaje. Porque entendiéndose de
está sometido a la extraña paradoja otros modos, se
de tener que manejarse con la lengua realizará la frater-
corriente, con la lengua de la comu- nidad. Y puesto
nicación, para expresar aquello que él que no otra cosa
imagina, que él está produciendo, y es la literatu-
para lo que no alcanza con la lengua ra, un lenguaje
de la comunicación. nuevo, una per-
El escritor es el único artista que debe manente creación
vivir en medio de esta contradictoria de lenguaje, una
ambigüedad: servirse de un lenguaje invención que
que, aparentemente, ya existía antes, cada gran escri-
independientemente de su arte (lo tor recrea perso-
que no sucede ni con la música ni con nalmente ¿cómo
la pintura ni con la escultura ni con no habría de ser
la arquitectura), el lenguaje que todos transgresora?
sus congéneres usan para la comuni- Los malos enten-
cación, y escribir, supuestamente, en didos son nume-
la lengua corriente entre sus conciu- rosos, pero (si
dadanos y contemporáneos, cuando la simplificación me es permitida)
en realidad está recreando esa lengua, podrían ser reducidos a uno: desde
distorsionándola, transformándola, ópticas a menudo distintas se ha tra-
inventando otra lengua en la que, tado siempre de establecer una suerte
como dice en uno de sus magníficos de acuerdo entre literatura y moral. Y
epigramas Ernesto Cardenal, quizá la primera, como no podía ser de otra
purifique en sus poemas el lengua- forma, se ha resistido a lo largo de los
je del pueblo “en el que un día se siglos. Simplemente, porque las leyes
escribirán los tratados de comercio, que gobiernan la actividad estética y
la Constitución, las cartas de amor, y literaria no son las mismas que rigen
los decretos”. el comportamiento social. O, en todo
No hay probablemente nada que aten- caso, determinados comportamientos
te más contra un orden establecido, y del presente. Ésos que condenan a
bien o mal defendido, que la utopía: Sade, a Flaubert, a Michelet, en fun-
su empecinado horizonte es el de ción de principios consagrados, fun-
fundar nuevos mundos, nuevas reglas damentos contra los cuales, es cierto,
(o la falta de ellas), nuevos órdenes (o atenta la obra, que es, casi siempre,
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en los elementos y en los procesos que o salvable, qué ha querido inscribir de-
los constituyen, más allá de lo dicho y finitivamente y qué, criticándolo, ha
de las referencias, podríamos buscar en decidido suprimir como si se tratara
esos mismos trazos las huellas de una de las huellas de la imperfección.
actividad crítica. Claude Simon, el enorme narrador
Pienso que la primera, la más material francés, ignorado premio Nobel, sos-
de todas, la que además se asienta no tuvo al recibirlo en 1985:
en vagas ideas u opiniones sino en el
elemento irreemplazable de la lengua, y Puesto que finalmente se ha denunciado
por otra parte la que más profundamen- tanto, aquí y allá, el egoísmo y la vana
te tiene que ver con la crítica literaria gratuidad de eso que se llama ‘el arte por
porque comienza con el texto propio, el arte’, no es para mí una recompensa
es el trabajo de los borradores, la correc- menor ver mis escritos, que no tenían
ción que hacemos de nuestras primeras más ambición que la de izarse a ese ni-
versiones, la tachadura, el borrón, la de- vel, catalogados ahora entre los instru-
puración, el pulido del original. mentos de una acción revolucionaria y
Y que probablemente en esas marcas y desestabilizadora.
en los signos de esas operaciones pue-
dan verse, antes o después, los núcleos Por eso es que en todos los sentidos que
ideológicos de una auténtica actividad he venido tratando, pienso que la me-
crítica. No probablemente del mismo jor crítica que puede hacer un escritor
nivel, ni con las mismas apoyaturas al mundo, a los sistemas y gobiernos,
teóricas que sustentan la crítica lite- a las sociedades que eligen y/o aceptan
raria o el trabajo crítico, pero sí quizá a éstos, a los demás hombres y muje-
como una tarea coadyuvante y, en todo res que conviven con él, al lenguaje, a
caso, útil de dilucidar para saber lo que la cultura y a la literatura misma es su
un escritor ha considerado desechable propia obra de escritor.
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(82 Corrí al pantano, mas el cieno aciago más allá de la circunstancia de Laprida, y
83 y las cañas me hicieron caer al suelo participar con él, con Borges, del disfru-
94 ... Al pie del Casentino te secreto de evocar la Divina Comedia.
95 un agua pasa que se llama
Arquiano ¿Qué ha hecho Borges con los mate-
96 y nace en Erno, cabe el Apenino riales acarreados?
97 adonde su vocablo se hace vano Ha hecho una transferencia importante
98 llegué con la garganta traspasada y ampliatoria: ha sobrepuesto la figura
99 huyendo a pie y ensangrentando de Francisco Narciso de Laprida en la de
el llano. Buonconte de Montefeltro, y ha agre-
100 Allí perdí la vista...) gado otro elemento, que no figura en el
poema dantesco: “Como aquel capitán
del Purgatorio” (aquí, para el lector com-
Poema conjetural petente, ya está plena la referencia), pero
Borges ha salido del texto dantesco para
Como aquel capitán del purgatorio escarbar en la historia: Buonconte capita-
Huyendo a pie y ensangrentando el llano neó a los guerreros gibelinos de Arezzo,
Fui cegado y tumbado por la muerte contra los Güelfos de Florencia en 1268.
Donde un oscuro río pierde el nombre. Murió en esa batalla entre cuyos vence-
La noche lateral de los pantanos dores figuraba Dante (Crespo, Á. 1977,
p. 237. Nota).
En estos versos está reproducido el Amplía la figura y su espacio y la revis-
citado fragmento de la Commedia, casi te de una suerte de ironía trágica:
en su totalidad, por lo que habría que
formularse dos preguntas: Yo que estudié las leyes y los cánones,
¿Cuáles son las razones de Borges para Yo, Francisco Narciso de Laprida
omitir la referencia? Cuya voz declaró la independencia...
¿Qué ha hecho con estos materiales
de acarreo? ... Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
El lector común no advierte la trans- de sentencias, de libros, de dictámenes
ferencia, quizás porque no ha leído la cielo abierto yaceré entre ciénagas.
Divina Comedia, o porque nada sabe
de Buonconte de Montefeltro ni de su Laprida, hombre de leyes y de cáno-
vida ni de su muerte, o porque disfruta nes, es asesinado por los montoneros
del poema de otra manera y sólo ve a de Aldao, figuras que en la memoria
Laprida en su huida hasta el triste final. de los argentinos evocan el desorden
Posiblemente a Borges no le inte- y el desconocimiento de la ley, y tam-
resaba mucho este tipo de lector bién la barbarie.
(acaso ningún otro y sólo el disfrute Inscribe en las entrelíneas una advertencia
de escribir el poema, goce íntimo sobre el peligro de esa barbarie, y al pro-
e intransferible) aunque tal vez sí, yectarla en el poema, advierte que podrìa
podía gustarle este tipo de lectura, no proyectarse también hacia el futuro:
crítica sino hedónica.
O acaso le hacía un guiño a un lec- Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
tor competente que en el “Poema Cambia el contexto: es América en
Conjetural” pudiera sobreleer otra cosa, su guerra civil.
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BIBLIOGRAFÍA
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Groussaquianas De origen francés, luego radi-
cado en el país, Paul Groussac
se transformó en un contro-
vertido intelectual argentino.
Llegó a dirigir los destinos
de la Biblioteca Nacional
durante cuarenta años, desde donde libró grandes polémicas
acerca de la historia –en buena medida hecha sobre los propios
fondos bibliográficos de la Biblioteca Nacional– y del origen de
ciertos escritos fundantes de la Nación, como la autoría del Plan
de Operaciones de Moreno. Un filoso duelista que, desde las
páginas de la revista La Biblioteca que él mismo había creado
y cuyo nombre tomamos prestado, se convirtió en un personaje
central de la política y la cultura argentina del período.
Un modernista ilustrado con fuertes inspiraciones europeas, que
compartió el espíritu de la generación del 80. Un pensador oficial
que, aun en esa condición elaboró un pensamiento de tono crítico,
hecho desde los mismos pliegues de un Estado, que no se caracteri-
zaba por aceptar el disenso.
Su incontrolable pulsión polémica le trajo sinsabores en su tarea
como director de la Biblioteca, a la que modernizó dotándola de
nuevos sistemas de catalogación y de un relevo inédito de sus volú-
menes hecho a partir del Catálogo Metódico.
Su figura solía suscitar adhesiones y rechazos igualmente inten-
sos. Llegó a ser un emblema de la cultura de la elite dominante.
Desde los salones del nuevo edificio que él mismo inauguró en
la calle Méjico, la institución que dirigía pasó a adquirir un
carácter especial: la Biblioteca Nacional se transformó en el cen-
tro del debate científico, literario e histórico de la argentina de
aquellos cuarenta años. A tal punto, que la dirección de Groussac
trascendió cambios gubernamentales y procesos políticos de signo
diverso, sobreviviendo a las convulsiones sociales y políticas desde
su trinchera bibliotecaria.
Los artículos que presentamos en esta sección varían mucho entre
sí. Expresan distintos tipos de escritura y diferentes preocupaciones
respecto a Paul Groussac. Uno, escrito por un joven estudiante, se
concentra en la historia y sus polémicas. El otro trae esa misma
historia como refutación de investigaciones recientes con las que
rivaliza desde la memoria familiar que busca resguardar.
Mariano Siskind trabaja sobre la polémica entre Paul Groussac y
Rubén Darío que comienza con la reseña crítica en La Biblioteca,
del entonces reciente editado Los Raros del poeta nicaragüense.
Distintas sensibilidades estéticas y apuestas ideológicas intervenían
en una clave discusión del momento: el destino de América Latina
y su relación con el proyecto civilizatorio emanado de las revueltas
revolucionarias europeas. La relación entre la universalidad euro-
pea y la particularidad latinoamericana y desde dónde interrogar-
la era el centro de esta polémica que el autor piensa y rescata.
Marta Elena Groussac reacciona contra la reciente publicación
de un ensayo biográfico sobre Paul Groussac, publicado por Paula
Bruno. Cuestiona el punto de partida de la autora por considerar
la hipótesis como una confirmación de una presunción original.
Así, un Groussac estratega que rivalizaba con los más destacados
intelectuales en función de lograr notoriedad es rescatado de esa
atribución instrumental por alguien que profesa la “admiración de
nieta” al buscar restituir el honor mancillado de Paul Groussac.
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La modernidad latinoamericana
y el debate entre
Rubén Darío y Paul Groussac
Por Mariano Siskind (*)
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que Darío admiraba y pretendía emular latinoamericana? Creo que éstos son los
resultaba de una operación hegemónica, problemas que están en juego en el debate
que consistía en la universalización de la entre Darío y Groussac.
particularidad burguesa del simbolismo En febrero de 1916, como homenaje a
y/o del decadentismo, y así, un poeta Darío que acababa de morir, la revista
como Verlaine escribía, a los ojos de Nosotros, que dirigía Roberto F. Giusti
Darío, con la confianza de saber que la en Buenos Aires, dedicó el número
especificidad de su escritura era idéntica completo al poeta modernista. En esa
a la realización global del ideal estético ocasión, frente al pedido de un artículo
moderno. Éste era el desafío que Darío se recordatorio de su antiguo antagonista,
impuso: ser moderno, a pesar de que la Groussac envió una carta excusándose:
particularidad cultural de su latinoameri-
canismo no fuera inmediatamente idén- En las circunstancias presentes, me sería
tica a la universalidad hegemónica de la imposible escribir una página de arte
cultura moderna de Francia8. puro. Por lo demás, en los años a que
En el intercambio entre Darío y Grou- usted se refiere, expresé, sobre Darío y
ssac, el intento de articular lo universal y su talento juvenil, en mi Biblioteca
lo particular que está en el centro de las (números noviembre 96 y enero 97), lo
discusiones sobre que sinceramente sentía, y por falta de
Aunque el debate entre Darío la posibilidad de lecturas posteriores, no sabría modificar.
y Groussac es una puesta en una modernidad Puede usted reproducir de dichos artícu-
escena de sensibilidades esté- latinoamericana los –sin gran valor– lo que convenga a
ticas y perspectivas ideológi- está formulado en sus propósitos, si es que algo le conviene.
cas radicalmente diferentes, términos de “ori- Darío contestó a mi primer artículo
éste es posible en función de ginalidad” e “imi- en La Nación del 27 de noviembre de
una convicción compartida: tación”: ¿podemos 1896. Creo que nunca reprodujo dicho
la realización de un proyecto construir una iden- artículo en sus volúmenes de crítica, por
moderno en América Latina tidad moderna haberle pedido yo que no lo precedie-
no pasaba por la actualiza- imitando a Fran- ra del mío, por su escasa importancia
ción de un presunto espíri- cia? Si nuestra mo- (Nosotros, febrero 1916, 150).
tu moderno autóctono, sino dernidad resulta
(...) por la inscripción de las de una imitación, El tono despectivo de la respuesta de
aspiraciones modernas de la ¿podemos consi- Groussac muestra que, a pesar de que
región en el mapa mundial de derar que esta mo- habían pasado 20 años desde la polé-
la modernidad, cuya configu- dernidad mimética mica que había sostenido con Darío,
ración espacial estaba determi- cumple con nues- su opinión del modernismo no había
nada en buena medida por la tras aspiraciones cambiado y seguía considerándolo
hegemonía global de la cultura modernas/eman- una moda superficial y juvenil, carente
de la burguesía europea. cipatorias? O, para de trascendencia estética e histórica.
plantearlo en otros Nosotros decidió publicar el intercambio
términos: si nuestra potencial identidad entre Darío y Groussac completo, y así,
moderna es el resultado de una imitación con esa primera yuxtaposición y compi-
de la universalidad de la modernidad, lación de los tres artículos, transformó lo
¿esta identidad mimética nos vuelve suje- que hasta ese momento había sido per-
tos universales o, por el contrario, acentúa cibido como un mero intercambio en
la marginalidad de nuestra particularidad una polémica que (retrospectivamente)
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resulta fundamental para entender las ginales carecen de genio (la manifes-
políticas culturales del modernismo. tación de una originalidad ontológica,
Lo que Darío y Groussac discuten allí es esencial), si son incapaces de expresar
la posibilidad o imposibilidad de articular su particularidad cultural a través de
el deseo de ser modernos como la cultura formas culturales modernas, civilizadas,
europea, participar de la universalidad entonces la identidad moderna a la que
de la que ella es parte, pero sin resignar pueden acceder es de segundo grado: una
la aspiración de ser originales: diferente modernidad mimética e impura. Para
en su particularidad y así, particular- Groussac, la marginalidad de América
mente latinoamericanos. La posición de Latina no supone la posibilidad de una
Groussac en el debate tiene momentos modernidad diferente, específicamente
contradictorios, lo que vuelve necesario latinoamericana, sino degradada y ajena
leer con atención las variaciones de los a la racionalidad civilizada de Francia.
conceptos de “imitación” y “originali- En el caso de Groussac, la deformidad
dad”. Por un lado, reconoce la relación de la identidad moderna que construi-
asimétrica que el país en el que reside ría el modernismo estaría reforzada por
establece con el país en el que nació y, en la –para él– desafortunada elección de
función de este orden cultural jerárquico, los modelos a imitar, especialmente en
afirma que la imitación es el único cami- el caso de los simbolistas, “innovadores
no que tienen los márgenes para darse franceses, fruits secs universitarios en su
una identidad cultural moderna: mayoría” (155), en desmedro de ideales
estético-ontológicos más valiosos como
Me resigno sin esfuerzo a envejecer lejos “el prerrafaelismo o espiritualismo inglés...
del foco de toda civilización, en estas que se ha preocupado mucho menos de
tierras nuevas, por ahora condenadas a los detalles exteriores que de la esencia
reflejarla con más o menos fidelidad. Es, artística” (153). Pero Groussac insiste en
pues, necesario partir del postulado que, que el modelo simbolista y decadentista
así en el norte como en el sud, durante elegido no empeora la situación, sino que
un período todavía indefinido, cuanto viene a reforzar un problema intrínseco a
se intente en el dominio del arte es y será la condición marginal de América Latina,
imitación. Por lo demás, hay muy poca la certeza de que a la modernidad sólo
originalidad en el mundo: el genio es una puede llegarse a través de la imitación del
cristalización del espíritu tan misteriosa y ser social y cultural de un otro:
rara como la del carbono puro... el genio
es la fuerza en la originalidad, toda Dado el resultado mediocre del decaden-
hibridación es negativa del genio, puesto tismo francés, es permitido preguntarse:
que importa una mezcla, o sea un desalo- ¿qué podría valer su brusca inoculación
jo parcial de las energías atávicas por la a la literatura española, que no ha sufri-
intrusión de elementos extraños, es decir, do las diez evoluciones anteriores de la
un debilitamiento; ahora bien, la presente francesa y vive todavía poco menos que
civilización americana, por inoculación e de imitaciones y reflejos, ya propios, ya
injerto de la europea, es una verdadera extraños? (156).
hibridación. Et voilá pourquoi votre
fille est muette (Nosotros, 158).9 Ambos antagonistas coinciden en que la
imitación, como principio constructivo
Así, para Groussac, si las culturas mar- de las culturas marginales está directa-
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mi alma gozosa y joven conquistó la ciu- que, para ambos, es propio de la región,
dadanía de Galia... Al penetrar en ciertos porque la subjetividad modernista se
secretos de armonía, de matiz, de sugestión constituye en la interrupción y la crítica
que hay en la lengua de Francia, fué [sic] de aquello que se presenta, a priori,
mi pensamiento descubrirlos en el español, como particularmente latinoamericano:
o aplicarlos… Y he aquí como, pensando un estado pre-cultural del ser social. El
en francés y escribiendo en castellano que proyecto, en cambio, era ser original en
alabaran por castizo académicos de la la construcción de un espacio cultural
Española, publiqué el pequeño libro que saturado de citas universales entonadas
iniciaría el actual movimiento literario en una lengua propia y resignificadas
Americano... El Azul es un libro parnasia- en función del contexto local: parti-
no, y por lo tanto, francés. En él aparecen cularizar la universalidad de la cultura
por primera vez en nuestra lengua, el francesa y universalizar la particularidad
‘cuento’ parisiense, la adjetivación fran- latinoamericana. O dicho de otra forma,
cesa, el giro galo injertado en el párrafo Darío explica que, para ser modernos y
castellano... Qui pourrais-je imiter pour originales, los latinoamericanos deben
être original? me ser franceses, como su libro Azul es
Darío explica que, para ser decía yo. Pues a francés (“Azul es un libro parnasiano,
moderna y a la vez original, todos. A cada cual y por lo tanto, francés”, 163). Darío
América Latina no podía limi- le aprendía lo que no piensa que Azul sea literalmente un
tarse a expresar su propia par- me agradaba, lo libro francés; Azul es francés porque es
ticularidad cultural, porque que cuadraba a moderno, porque realiza la universali-
Darío compartía, hasta cierto mi sed de novedad dad moderna mejor que ningún otro
punto, la idea de Groussac y a mi delirio de artefacto de la cultura latinoamericana
cuando definía la especificidad manifestación indi- que le es contemporánea (y en este senti-
(la “originalidad”) de América vidual. Y el caso es do podría haber escrito, aun más provo-
como carencia y negación de la que resulté original cador, que “Azul es el único libro francés
civilización burguesa europea (162-163). de la literatura hispanoamericana”). Pero
que ellos imaginan idéntica a con eso solamente no alcanza. Para ser
la naturaleza humana. Darío explica que, modernos y originales hay que ser fran-
para ser moderna ceses, pero también latinoamericanos,
y a la vez original, América Latina no latinoamericanos como Darío concibe
podía limitarse a expresar su propia su latinoamericanismo: un ser en traduc-
particularidad cultural, porque Darío ción; una subjetividad que se constituye
compartía, hasta cierto punto, la idea en el acto de traducir lo universal, que
de Groussac cuando definía la especi- se reconoce como ajeno a códigos cul-
ficidad (la “originalidad”) de América turales propios. Porque ésa es la condi-
como carencia y negación de la civili- ción histórica de exclusión del margen,
zación burguesa europea que ellos ima- cuyo deseo de ser universal y particular,
ginan idéntica a la naturaleza humana. moderno y latinoamericano resulta de
Para ser moderna y original, América “el giro galo injertado en el párrafo
Latina debía traducir la universalidad castellano” (163), de la producción de
de la cultura francesa a los términos una contigüidad e inmediatez artificiosa
de su propia particularidad cultural. El (modernista) entre lo moderno/universal
mandato modernista era ser original, y lo latinoamericano/particular.
aunque no en el estado de naturaleza Darío redefine el sentido del concepto
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de “originalidad” como una imitación que él percibe como una realidad pal-
creativa, como traducción y como apro- pable en su propia subjetividad moder-
piación: pensar en francés, escribir poesía nista (y más aun: la idea de la imitación
simbolista y decadentista en castellano, creativa entendida como traducción
no son gestos miméticos y ciertamente y apropiación puede servir como una
no resultan en una identidad moderna clave interpreta-
degradada; por el contrario, suponen la tiva para enten- La reformulación de la imi-
realización, en la imaginación estética de der la naturaleza tación como traducción y
Darío, de la utopía moderna hegeliana cosmopolita del apropiación es la especificidad
en la que lo universal y lo particular se modernismo). necesaria de las modernidades
encuentran en una totalidad reconcilia- La traducción, marginales. Si en el contex-
da y homogénea. Es un error pensar la entonces, es la to de la modernidad original
operación de Darío y el modernismo –tal solución que y verdadera que Groussac y
como lo hace Groussac– como una mera Darío propone Darío reconocen en Francia,
imitación que denigra y refuerza la sub- para el proble- la identidad de lo universal y
alternidad latinoamericana; aun cuando ma que presenta lo particular se da de manera
éste sea el efecto final, no es el resultado el deseo de ser natural e inmediata, la espe-
que orienta la traducción modernista que, modernos en los cificidad marginal de América
por el contrario, busca afirmar una iden- márgenes lati- Latina requiere que esa articu-
tidad emancipada a partir de la traduc- noamericanos de lación de lo moderno y lo lati-
ción. No se trata de imitar a Francia en la universalidad. noamericano [...] sea elabora-
sí misma, copiar la materialidad concreta Si en el uso que da política y estéticamente.
de su constitución cultural de Francia; se hace Groussac de
trata, por el contrario, de traducir el atri- los conceptos de originalidad e imita-
buto moderno de la cultura francesa, los ción, la posibilidad de construir una
procedimientos y dispositivos históricos, cultura moderna desde y para América
a partir de los cuales construye su univer- Latina es impensable (al menos “por
salidad hegemónica. ahora”), Darío entiende que no hay
La reformulación de la imitación como que lamentarse por la imposibilidad
traducción y apropiación es la espe- de ser europeos, y en cambio abo-
cificidad necesaria de las modernida- carse a la empresa cultural y estética
des marginales. Si en el contexto de de ser modernos como Europa. La
la modernidad original y verdadera operación de traducción creativa y
que Groussac y Darío reconocen en apropiación de Darío –al fin y al
Francia, la identidad de lo universal y cabo, un poeta– se vuelve visible en la
lo particular se da de manera natural presencia retórica del como; establecer
e inmediata, la especificidad marginal una relación metafórica con Europa,
de América Latina requiere que esa ser modernos, sin dejar de ser latinoa-
articulación de lo moderno y lo latino- mericanos, ser universales por traducir
americano (ya sea definido en términos la modernidad a nuestra particulari-
esenciales o históricos y materiales) sea dad; apropiarnos de la modernidad, o
elaborada política y estéticamente. El parafraseando las “Palabras liminares”
optimismo y la soberbia de Darío se de Prosas profanas, volver a la moder-
basan en la confianza que le inspira la nidad nuestra en nosotros.
traducción como principio constructivo
de una identidad cultural emancipada, (*) Harvard University
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NOTAS
1. Rama explica que para el modernismo “el problema consistía en su inscripción cultural dentro del vasto
texto universal al que habían sido arrojados y que ya no abandonaría el continente, sabedores de que esa
inscripción no transitaba por el localismo romántico sino que debía funcionar en un nivel superior” (Rama,
Ángel, Las máscaras democráticas del modernismo. Montevideo, Arca editorial, 1985, p. 173).
2. Digo que propongo leer este debate articulado alrededor de este eje porque no todas las discusiones y planteos sobre las formas
concretas de la modernidad en América Latina que tuvieron lugar a fines del siglo dicienueve y principios del siglo XX estuvie-
ron organizados alrededor de la relación específica de la región con la expansión global de la modernidad europea.
3. Darío, Rubén, Autobiografía. Madrid, Mondadori, 1990, p. 69. Las referencias a Francia en toda la obra de Darío
son tantas que resultaría imposible hacer un catálogo medianamente completo de ellas. Una de las operaciones más
interesantes en relación con la centralidad de la cultura francesa para el proyecto de una modernidad latinoamericana
puede leerse en el poema “France-Amérique” (publicado en Canto a la Argentina y otros poemas), escrito en francés y que
ya desde el título sugiere que una identidad marginal moderna depende de la resignificación de la relación jerárquica con
Francia, para poder pensar en la posibilidad de una modernidad propia, producida mediante procesos de traducción.
4. Para una descripción del concepto de “metafísica de la presencia”, ver el artículo fundacional de la filosofía
de la deconstrucción, Derrida, Jacques, “Structure, sign and play in the social sciences”, Writing and Difference.
Trans. Alan Bass. Chicago, University of Chicago Press, 1978.
5. En un libro reciente que analiza la tarea de Groussac al frente de la Biblioteca Nacional durante más de cuatro décadas,
el historiador Mario Tesler revela, en una investigación cuidadosa, las resistencias que generó la designación de Groussac
en 1885. La lógica de las reacciones, en general tuvo que ver con las disputas de poder del campo intelectual (por ejem-
plo, la del anciano Sarmiento), sin embargo no faltaron aisladas reacciones marcadamente xenófobas, como por ejem-
plo, dos editoriales del diario porteño El Nacional que impugnaban la elección de Groussac por haber llegado a ese cargo
“saltando por encima de muchos argentinos que tienen sobrados títulos para desempeñarlo con más competencia”. Ver
Tesler, Mario, Paul Groussac en la Biblioteca Nacional. Buenos Aires, Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2006.
6. Así también lo describió Borges en el artículo que publicó en la revista Nosotros en 1929, en ocasión de la muerte del director
de la Biblioteca Nacional; Borges escribió que Groussac siempre se consideró a sí mismo “un misionero de Voltaire en medio
del mulataje” (Borges, Jorge Luis, “Paul Groussac”. Discusión. Obras Completas. Buenos Aires, Emecé, 1974, p. 233).
7. Alejandro Eujanián sees the enterprise of La Biblioteca as that of imparting civilization within a genealogy that goes all
the way back to Sarmiento: “La apelación a la ciencia... expresará la pretendida soberanía de la razón de la cual estos inte-
lectuales se creían portadores... En dicho marco, la revista La Biblioteca será el último eslabón de un proceso que se inicia
a mediados del siglo XIX, ofreciendo un espacio propicio para la difusión de un ideario reformista, planteándose como
función principal la de llevar a cabo a través de sus páginas una ‘empresa civilizadora’, respecto de la cultura argentina de fin
de siglo”. Groussac quiso “convertir a la revista en una ‘empresa civilizadora’, tendiente al progreso cultural de un país cuyo
desarrollo cultural consideraba inferior a esa civilización europea de la cual se sentía su máximo representante, mereciendo,
en este sentido, el reconocimiento por parte de sus contemporáneos” (Eujanián, Alejandro, “Paul Groussac y una empresa
cultural de fines de siglo XIX. La revista La Biblioteca, 1896-1898”, Historia de revistas argentinas. Buenos Aires, Asociación
Argentina de Editores de Revistas, 1995, pp. 27-30). Para Paula Bruno, por otra parte, Groussac siempre “se autopercibió
como pedagogo portador de una misión: puso en marcha múltiples estrategias que lo posicionaron en un lugar central en
el ámbito de la cultura” [Bruno, Paula G., “Paul Groussac y La Biblioteca (1896-1898)”, Hispamérica. Revista de Literatura,
2003, pp. 32, 88, 94]. Es interesante pensar, a partir de la relación neocolonial (mission civilisatrice) que las prácticas de
Groussac producen, en términos de una infantilización de los actores del campo argentino que deben ser educados por un
francés, a la manera de las institutrices que abundaban en las familias de la elite local.
8. Las referencias en la obra de Darío a su voluntad de filiar su proyecto estético en la especicifidad de la cultura latinoamericana
son muchas. Por ejemplo, en Historia de mis libros confiesa: “En el fondo de mi espíritu, a pesar de mis vistas cosmopolitas, existe
el inarrancable filón de la raza; mi pensar y mi sentir continúan un proceso histórico y tradicional; mas de la capital del arte y de
la gracia, de la elegancia, de la claridad y del buen gusto, habría que tomar lo que atribuyese a embellecer y decorar mis eclosiones
autóctonas. Tal día entender” (Darío, Rubén, Historia de mis libros. Managua, Editorial Nueva Nicaragua, 1988, p. 124).
9. Tomo las citas de los textos del debate, entonces, de su publicación conjunta en la revista Nosotros.
10. Es interesante anotar que Groussac dedica buena parte de sus energías a criticar a Mallarmé (y más veladamente a
Verlaine), pero no hace ninguna referencia a Baudelaire, quien (como Mallarmé) construyó su estética traduciendo (y,
entonces, en un sentido laxo “imitando”) a Edgar Allan Poe, una operación a todas luces improcedente en función de las
jerarquías culturales y ontológicas respecto de las que Groussac arma el mapa transoceánico de la modernidad.
11. En su artículo “En torno a Los raros. Darío y su campaña intelectual en Buenos Aires”, Beatriz Colombi presta atención
a los temas más salientes del debate y aunque no profundiza en él porque el centro de su texto es el contexto de producción y
recepción de Prosas profanas y Los raros (Colombi, Beatriz. “En torno a Los Raros. Darío y su campaña intelectual en Buenos
Aires”, Rubén Darío en La Nación de Buenos Aires. 1892-1916. Ed., Susana Zanetti. Buenos Aires, EUDEBA, 2004). Además,
en su libro Viaje intelectual. Migraciones y desplazamientos en América Latina (1880-1915) (Rosario, Beatriz Viterbo Editora,
2004), Colombi es una de las pocas críticas contemporáneas que leen la figura de Paul Groussac desde los estudios literarios.
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los disparos, a dos manos, es una joven to”. Y algo más: a lo largo de las 260
profesora de Historia, egresada de la páginas del libro, casi en un 90% el
UBA, y graduada con un master en la escritor no es nombrado por su ape-
Universidad de San Andrés, con una llido sino como “el francés”; y a veces,
tesis después editada por el FCE, que aunque menos, como “el personaje”. Y
hoy nos ocuparemos en rebatir. Me calculo que sólo en un 10% de las veces
refiero a la Prof. Paula Bruno. Esta es- se lo nombra Grou-ssac. Por ejemplo:
tudiosa, sobresaliente en cuanto a ras- “el período en que se desempeña el
treo bibliográfico, reúne y conoce un francés” (pág. 20); “el trabajo del fran-
muy completo aparato erudito sobre cés” (pág. 27); “el francés rememoraba”
Groussac, aunque con algunos errores (pág. 29); “el instrumento predilecto
que ya señalaremos: del francés” (pág. 199); “las actitudes
• Equivoca el apellido de la madre desplegadas por el francés”, ya en casi
de Groussac, que ella da como Deval, las últimas páginas del libro.
cuando su nombre completo es Podría ser comprensible y acepta-
Catherine Piquemal. ble que pensara a Groussac como “el
• Se equivoca en cuanto a la nacio- francés”, en los primeros tiempos de
nalización de Groussac, insistiendo su vida en el país. Él mismo, en una
no sólo en que nunca ocurrió, sino breve autobiografía, se describe como
afirmando rotundamente que jamás “el muchacho pobre, extranjero y des-
la solicitó. Y no es así: en el libro de conocido” que el ministro Avellaneda,
feliz reciente aparición del historiador para conocerlo, hizo llamar a su despa-
Carlos Páez de la Torre La cólera de la cho en 1871: habían transcurrido sólo
inteligencia. Una vida de Paul Groussac cinco años desde su llegada al país un
(Bs. As., Emecé, 2005) se da la fide- 1° de febrero de 1866. Pero es inacep-
digna información y la fuente, que table que en el recorrido sobre toda su
explican su naturalización. vida, todavía al final (pág. 225) la au-
• No llega a conocer a fondo el epi- tora continúe apresada, estereotipada
sodio de Roberto Levillier sobre un y congelada en el concepto de “el fran-
no concretado duelo con mi padre, cés”. En definitiva, y en contra de la
Carlos Groussac. veracidad y objetividad de su tesis, esa
obstinación ya demuestra una terri-
¡Qué pena que semejante esfuerzo se ble, y temible, distorsión de su óptica,
haya malogrado por el obsesivo propó- pues Groussac bien pronto dejó seña-
sito de perseguir la demostración de un les como para pasar a ser considerado
extraño prejuicio, que encontramos ya argentino, desde el momento mismo
desde el título del libro: Paul Groussac: en que empiezan sus primeras acciones
un estratega intelectual. al servicio del país.
Pues sí, señores. La tesis que se intentó Así que ya estamos ante el identikit del
demostrar es que la carrera intelectual pianista que ahora hay que ametrallar.
de Groussac fue una escalada logrera, El perfil del escritor a abatir, según la
trepadora, al calor del poder represen- Prof. Paula Bruno dixit, es éste:
tado por sus amigos, interesadamente
buscados y frecuentados por el intelec- un francés, estratega intelectual, prolijo
tual. Por eso nos habla constantemente administrador de sus maniobras de posi-
de sus “maniobras de posicionamien- cionamiento ascendente, en el escenario
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cultural argentino de fines del siglo XIX los jóvenes que hacia 1910 confor-
y comienzos del XX. maron la Nueva Escuela Histórica,
cuyas más destacadas figuras fueron
los historiadores Diego Luis Molinari,
El ataque a Groussac. Antecedentes Emilio Ravignani y Rómulo Carbia,
si bien Carbia, unos años después, en
El ataque no es novedoso. Aun en cierta manera se retracta, modificando
vida del escritor las primeras obje- en parte su pensamiento anterior.
ciones las activaron Calixto Oyue- A mí, personalmente, no me molestan
la y Manuel Láinez, en ocasión del para nada los ataques de Molinari, ni
nombramiento de Groussac como de Ravignani, ni de Carbia, pues fue-
director de la Biblioteca Pública de ron basados y dirigidos a problemas del
Buenos Aires, que después sería la campo técnico: a la metodología de los
Biblioteca Nacional. Y lo hicieron estudios históricos. Pero sucede que de
argumentando que se ponía al frente este grupo parte el ataque más virulen-
de la institución a un extranjero. El to y vil contra Paul Groussac: el del Sr.
tiempo supo decir si la elección fue Roberto Levillier, en un artículo pu-
desacertada o no. La labor de Grous- blicado en la revista Nosotros, en el N°
sac, cuarenta y cuatro años al frente 86, del año 1916: “El aspecto moral de
de la BN, da un mentís rotundo al la obra del Sr. Groussac”. Y lo he cali-
chauvinista argumento de los dos ficado de ataque vil, por cuanto no se
opositores. En estas funciones, bás- dirige a discutir la obra historiográfica
tenos recordar que a él se debe el ha- de Groussac, sino a su persona, su mo-
ber obtenido, para la nueva sede, el ral intelectual y sus móviles, dudando
entonces excelente edificio de la calle de la dignidad de su carrera. En el se-
México que se destinaba a la Lote- rio estudio de Páez de la Torre, al que
ría. Consigue, pues, Groussac, que el acabo de referirme –estudio sin fisuras,
presidente, el general Julio A. Roca, fruto de más de treinta años de lectura
cambie de destino el edificio y lo y relecturas de la obra de Groussac, y
asigne como sede de la BN La insti- de investigación sobre su vida–, allí el
tución se ahogaba en el ya precario y historiador escribe, refiriéndose al ata-
raquítico edificio de Perú y Moreno, que del Sr. Levillier:
con los libros y revistas arrumbados
por falta de espacio. Groussac, pues, denigraba toda su tarea... le atribuía
logra el edificio. Se cumple el trasla- frustradas ambiciones de ser ministro de
do del material bibliográfico, y así, el Sáenz Peña.
flamante bibliotecario se aboca al ci-
clópeo ordenamiento y catalogación Como vemos, el atrevimiento del Sr.
del fondo recibido, participando, Levillier se adentraba en siniestras y si-
ya como mariscal de la empresa, ya nuosas suposiciones sobre los móviles
como soldado amanuense: todavía y sentimientos íntimos de Groussac.
hoy los viejos ficheros conservan tar- Comparando los prejuicios de este li-
jetas manuscritas con su inconfundi- bro actual con el atrevimiento de hace
ble letra apretada y minúscula. noventa años del Sr. Levillier, la mecá-
Un segundo momento de quienes se nica del prejuicio, en ambos agresores,
opusieron a Groussac lo constituyen luce tan parecida que casi podríamos
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decir que, en estos vericuetos del pre- sable y florete, derrotando y relegan-
juzgar, la Prof. Bruno parece no haber do al segundo lugar, a subcampeón, al
aprendido nada nuevo ni, lo que es equipo integrado por cuatro oficiales
peor, olvidado nada de lo viejo. de nuestro ejército. Y mi padre era,
Al decir lo viejo lo hacemos en un por otra parte, un muy buen tirador
sentido cronológico, refiriéndonos al de pistola “a voz de mando”. Y destaco
artículo de Levillier, a quien la Prof. como detalle notable, que practicaba,
Bruno admira, tal vez por aquello de tanto la esgrima como el tiro, con su
las “afinidades electivas” de que nos mano derecha, pese a que le faltaban
hablara Goethe. Y considera ella que dos dedos, perdidos en un accidente.
aquel, su temerario antecesor fue, en En casa todavía conservo alguna copa
sus juicios sobre Groussac “su más ganada en el Tiro Federal. Y medallas
agudo crítico”. Se lo escuchamos en obtenidas como integrante del equipo
noviembre de 2004 en una conferen- del Jockey Club, campeón nacional
cia dada en el Centro de Científicos y de esgrima, como acabo de decirles.
Técnicos Argentino-Francés (CeCTAF) Lo cierto es que el Sr. Levillier se avino
sobre Groussac y las revistas que diri- inmediatamente a presentar sus excu-
gió: La Biblioteca y los Anales. sas, desde luego por mediación de sus
Como en Levillier, esta tesis no dis- padrinos, manifestando que jamás ha-
cute posiciones académicas, sino que, bía querido ofender a Paul Groussac.
por todas las formas posibles, trata de El lance Carlos Groussac-Roberto Le-
descubrir y demostrar las siniestras, y villier está referido en el libro de César
aquí leo textualmente, maniobras de Viale Jurisprudencia caballeresca ar-
posicionamiento por parte del francés. gentina (Bs. As., 1937). Dispongo de
Diré a ustedes cómo evoluciona y se la correspondiente copia, oportuna-
resuelve el caso Levillier. En 1916, mente enviada desde Tucumán por mi
Grou-ssac tenía a la sazón 68 años, y amigo Carlos Páez de la Torre. En las
ya lo aquejaban las serias dificultades páginas correspondientes a este duelo
en su visión que, desafortunadamen- constan los antecedentes, la actuación
te, lo llevarían a la ceguera total. Se- de los padrinos y el acta de termina-
gún lo que autorizaba el código de ho- ción del lance. De modo que la vil bra-
nor, Paul Groussac delega su defensa vata del ofensor se autodisipó, tal vez
en el brazo de su hijo mayor, Carlos, ante la firme presencia de un eximio
mi padre, quien envía una severa car- esgrimista y diestro tirador.
ta al Sr. Levillier. Hay encuentro de Confieso que yo ignoraba todo lo refe-
padrinos, que son, por parte de Car- rente a este duelo, ya que mi padre –ca-
los Groussac, el Dr. Carlos Rodríguez ballero cabal y, por lo tanto, la antítesis
Egaña y el Dr. Francisco J. Beazley; y del “miles gloriosus”– jamás habló de
por parte del Sr. Levillier, el general este episodio en nuestra bendita y hoy
José Félix Uriburu y el Dr. José Igna- añorada sobremesa, la mejor y más cá-
cio Llobet. Bueno, yo creo que al me- lida base de datos donde abrevábamos,
nos el gral. Uriburu no podía ignorar con mi hermano, la tradición de los
que Carlos Groussac era un eximio mejores recuerdos del país, de nuestros
esgrimista, por cuanto integraba el mayores y de nuestros padres.
equipo del Jockey Club, que en algún Ya han transcurrido setenta y seis años
momento fue campeón nacional en desde la muerte de Paul Groussac.
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Ahora no hay armas, no hay sable ni y leche hervida (me han dicho que lo
florete ni pistola, ni remota posibili- que se hereda no se hurta) traté de so-
dad de duelo entre dos señoras. Tam- segarme y equilibrarme, y enfriarme y
bién ha muerto hace ya largos años su parar la pelota. Pero al releer el libro
campeón: Carlos, el hijo mayor y mi mi primer impacto se confirmaba.
padre. Hoy, pues, reacciono yo. También me respaldaron en mi eva-
Hago un paréntesis para disculparme luación algunos de mis amigos, crí-
ante ustedes por mi presentación con ticos y especialistas en Groussac. Me
el pronombre “yo”. Les revelo aquí mis limito a nombrar solamente a dos:
dos fobias, en este campo de las mane- Carlos Páez de la Torre y León Bena-
ras en sociedad: rós. Mis dudas, que ya se habían di-
• Odio el encubridor “nosotros”, ese sipado casi por completo, fueron por
plural mayestático, que no es otra cosa fin totalmente aventadas por la evo-
que disimulo y falsa modestia. cación del aserto evangélico: por sus
• Odio la modestia, que generalmente frutos lo conoceréis. Dijo Jesús: “El
es falsa. árbol malvado lleva malos frutos...
así que por sus frutos lo conoceréis”
Retomo aquí el hilo medular que me (Mateo, cap. VII, v. 15 al 20).
propuse para esta charla. Les decía que En efecto, Paula Bruno no está sola. Su
ante este nuevo ataque a Paul Grous- árbol ha empezado a dar los primeros
sac, reacciono yo. Traté de analizar por frutos perversos. Es cuando surge la
qué lo hacía: si en carácter de nieta; o segunda balacera de la escalada, en la
como lectora y enamorada admirado- reseña sobre el mismo libro de la Prof.
ra de la vida y obra de Groussac. Pues Bruno, publicada en el suplemento
bien, pensé que lo hacía por este último Radar de Página 12 (17/07/05). El pe-
motivo: como lectora y enamorada ad- riodista firmante, Rogelio Demarchi,
miradora de la vida y obra de Groussac. en el título se pregunta: “¿Estratega o
Pero reconozco que es difícil separar los ‘piola’?”. La pregunta no parece since-
tantos. Me circula, seguramente, un ra: funciona para acentuar el heroico
buen porcentaje de afinidad sanguínea. e ingenioso hallazgo, que es, precisa-
De modo que, tal vez, más justo sería mente, el adjetivo con que califica a
ubicarme como “admiradora-nieta”. Paul Groussac: “piola”. Tal es su he-
De todas formas he procurado en todo roísmo y su trouvaille lingüística. La
momento mantener la objetividad de la pregunta enmascara una duda que no
crítica, tratando de contener mi indig- es tal: es evidente que está afirmando
nación ante el ataque, injusto y equivo- “la piolada” de Groussac. Se ve que
cado, a la figura de Groussac. al periodista no le cuesta descender,
con su grosero vocabulario, a zonas
muy inferiores, muy bajas, a las cua-
El ataque a Groussac. Los malos frutos les pretende arrastrar la dignidad de
Groussac. Pero ya hemos dicho que
Confieso que al tomar contacto con ni el árbol, ni este fruto ya pasado de
este libro quedé tan sorprendida que maduro, prevalecerán.
hasta dudé y me pregunté si no sería Habíamos dicho que lo cubriríamos de
yo quien interpretaba mal esta tesis. la balacera con el chaleco antibalas de la
Como me conozco bastante polvorilla verdad que surge de su vida y de su obra,
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para lo cual, y dentro de los límites de con una prejuiciosa aseveración, sin la
tiempo de una conferencia, recorreremos menor señal dubitativa de su parte. Sin
a vuelo de pájaro su vida, deteniéndonos prudencia, esto es “sin sabiduría”, dis-
en los hitos que lo muestran siempre para sus tiros diciendo: “con el fin de
digno, ajeno a todo “cálculo”, “estrate- justificar su posicionamiento, Groussac
gia” o “piolada”, animándose a enfrentar partía de una premisa”. Pero nosotros
el poder, cuando la defensa de sus ideas y decimos que la tal premisa, en realidad,
sus sentimientos se lo exigirían. es hija del estado de sospecha, y de ob-
sesivo prejuzgamiento serial con que se
maneja esta tesis, pues tal premisa nun-
Los pasajes más incisivos del ataque ca fue declarada ni propuesta por nues-
tro ametrallado pianista.
Pero antes, a mucho más vuelo de pájaro, Veamos lo que este libro hace perma-
debo señalarles en este nuevo agravio, los nentemente, como hilo conductor. Y
pasajes que han generado mi reacción. Se lo haremos con las palabras textuales
entiende que el agravio parte, ya, desde de la autora: “se presenta la reconstruc-
el título: “estratega intelectual”. ción del itinerario vital de Groussac”,
Y ya adentrándonos en el libro, extrai- frase que yo he traducido para mí, y
go algunas de las constantes referen- ahora para ustedes: “se presenta la vida
cias prejuiciosas con que se presenta a de Groussac”. Bueno, me adelanto a
Groussac como un calculador de mo- decirles que la autora se expresa siem-
vimientos y posiciones: pre con una frase lo más complicada
• “Puso en práctica múltiples estrate- posible. Y digo yo: si la podés hacer
gias que terminaron por otorgarle una difícil, ¿para qué la vas a hacer fácil?
preeminencia indiscutida” (pág. 62). Al respecto, permítanme Uds. una
• “Ciertas ideas y acciones del perso- digresión, que introduzco aquí para
naje nos permiten tipificarlo como un mostrarles cómo ha sido juzgada “la
estratega intelectual, en la medida en mala prosa de la autora”. Y para que
que sistemáticamente diseñó y ejecutó así ya quede este punto debidamente
diversas operaciones destinadas a mo- anudado con un ejemplo. Al respecto,
dificar la dinámica de la esfera cultural les decía yo, esta oscuridad, este defec-
en la que estuvo inmerso” (pág. 64). to de expresión, ya ha sido subrayado
• “Centramos nuestra atención en en otra reseña sobre el libro, publicada
algunas estrategias articuladas por el en el suplemento Cultura del diario La
personaje que nos ocupa” (pág. 67). Prensa, en el mes de abril de este año.
Inicialada G. B., corresponde a Gui-
Veremos que con frecuencia suele re- llermo Belcore, quien parece crisparse
aparecer lo que llamaríamos “la gran ante, y les leo textualmente:
Levillier”. Y esto, ahora, por la atribu-
ción que se hace de móviles íntimos. la cacofónica jerga de los claustros... y los
Leemos en la pág. 67: “Con el fin de ripios narrativos en que incurre la mala
justificar su posicionamiento excepcio- prosa de la autora.
nal Groussac partía de una premisa”.
Acá le están atribuyendo fines no expre- A veces nos encontramos ante parrafadas
sados por el escritor. La autora sospe- realmente intransitables. Yo he separado
cha, y se atreve a exhibir su sospecha, frecuentes ejemplos; pero hoy les voy a
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ahorrar a ustedes –al menos por ahora– Dos actitudes heroicas, no valoradas
el martirio de escucharlos, y, créanme, por la tesis
encima, quedarse sin entenderlos.
¡Ay, Papá Paul! Parece que a setenta y Nuestro aspirante a trepador no duda
cinco años de tu muerte te ha venido en arriesgar su vida en dos ocasiones
a salir en Buenos Aires, egresada nada notables, ambas referidas a su inter-
menos que de la facultad de Filoso- vención heroica –sí, heroica– durante
fía y Letras de la UBA (cuyo Consejo dos epidemias que azotaron a Buenos
Académico también integraste), una Aires: la del cólera (1868) y la de la
nueva cultora del “floripondio”; un re- fiebre amarilla (1871).
brote del vicio, de la frase complicada Conducta heroica: así también la han
que tanto te empeñaste en desterrar de calificado Benarós y Páez de la Torre.
nuestra lengua. Y bueno, parece que te Por supuesto, la tesis permanece insen-
falló el herbicida y perduran algunas sible, y con opinión mezquina se limi-
malas hierbas que han logrado rebro- ta a decir que es Groussac quien narra
tar entre nosotros, porque te cuento el episodio con tono heroico.
que no es éste el único caso de mala Conviene aquí recordar que, casi re-
lengua idiomática que nos invade. cién desembarcado, el joven había tra-
bajado como peón ovejero en San An-
tonio de Areco, pasantía que le da dos
Los fundamentos de nuestra defensa llaves importantes para el aquerencia-
mento del futuro argentino: empieza
Para rebatir la óptica de esta tesis, vamos el aprendizaje del idioma, aun “entre
ahora a ir viendo la conducta de “nuestro vascos y paisanos”. Y aprende a mon-
estratega escalador de posiciones”. tar a caballo, transporte en aquellos
En primer lugar nos referiremos a esas tiempos imprescindible para quien,
dos acciones de Paul Groussac que la después, recorrerá el país a caballo o
tesis presenta como “maniobras de po- a lomo de mula, como “Inspector de
sicionamiento”. Son las que se refieren: Enseñanza Secundaria”. Bien se ha di-
1°) al uso de sus amistades; cho que la patria se hizo a caballo.
2°) a la artificial generación de polémicas.
Nos parece estar de nuevo ante “la gran Epidemia de cólera (1868)
Levillier”. El fantasma de quien en su
momento debió replegarse ante el so- En esos días vive en una finca del oes-
nar de sables, floretes y pistolas, para te, posiblemente Morón, contratado
terminar allanándose en forma incon- como preceptor para los tres hijos de
dicional y retirar la ofensa, parece hoy un rico comerciante francés. Y simul-
sobrevolar en estas páginas de la Prof. táneamente, todos los días que tiene
Bruno, por la manera en que se atreve clase viene al centro, al Colegio Nacio-
ella a adentrarse en el terreno moral, nal (después el Buenos Aires) donde
juzgando íntimos móviles. Repito: dicta Matemáticas, aun careciendo de
1°) los móviles por los que Groussac título. Sucede que antes de aventurarse
construía sus amistades; a su viaje a Buenos Aires, a los 17 años
2°) los móviles con que generaba artifi- acababa de aprobar el ingreso, severísi-
ciales polémicas. mo, a la Escuela Naval de Brest, con tal
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Tampoco fue poder el arquitecto fran- este último [Guillermo Wilde] dictaba
cés Ulric Courtois, otro íntimo, quien Álgebra ‘con indolencia y falta de méto-
proyectó y dirigió la construcción de la do’. Groussac lo comprobó en la mesa exa-
basílica de Luján; y fue administrador minadora: sólo media docena de alumnos
de Le Courrier Français. Ni fueron poder logró la nota mínima. El inspector pidió
Enrique Larreta ni Jorge Lavalle Cobo, al ministro –y lo obtuvo– la separación de
sus entrañables, hasta el punto de haber Guillermo, ‘por más Wilde que fuera’.
sido, hacia 1916, Enrique Larreta –por ¿Qué pasó, Papá Paul? ¿Te olvidaste la
entonces embajador argentino en Pa- escalera en Buenos Aires? ¿ Te pusiste
rís– con su mujer Josefina Anchorena, a enfrentar al ministro, pidiendo la ce-
los encargados de traer con ellos a Bue- santía de su pariente? Efectivamente,
nos Aires a Taita, la hija de Groussac que Wilde se la concede y deja cesante a su
estaba en el noviciado del Sacré Coeur, propio primo.
y cuyo regreso reclamaba su padre, con
motivo de la guerra del 14.
Y en el caso de Lavalle Cobo, el amigo Otros enfrentamientos con el poder
de doble visita diaria, por la mañana (1885)
y por la tarde, en el Hotel Lutétia de
París, durante el postoperatorio que Nuestro defendido empieza a enhebrar,
llevaría a Groussac a la ceguera defi- uno tras otro, episodios no de galanteo
nitiva. A pedido de su oculista, el Dr. con el poder, sino, por el contrario, de
Poulard, es Lavalle Cobo el encargado enfrentamiento con el mismo. Pero
de darle a Groussac la mala noticia debemos aclarar que no son enfrenta-
sobre lo irreversible de su ceguera. El mientos gratuitos ni caprichosos, sino
incapacitado le pide que le procure actitudes bien fundadas, que respon-
un revólver: “¡Yo no viviré así!” Y el den a reacciones de honorabilidad y
noble amigo será quien encuentre las dignidad. Tal es el caso, en 1885, de su
palabras justas que darán a Groussac la alejamiento, junto con Delfín Gallo,
fortaleza moral para reaccionar y aban- del diario Sud América, cuya dirección
donar su funesta determinación. ejercía el ya director de la Biblioteca
Ni puede decirse que otros entrañables Pública de Buenos Aires.
como Carlos Ibarguren o el Coronel Na- Es el tema de la sucesión presidencial,
poleón Uriburu hayan sido poderosos. que divide a los cinco socios: Pellegri-
ni, Lucio López y Roque Sáenz Peña
apoyan a Miguel Juárez Celman. Gallo
Los profesores Wilde (1884) y Groussac prefieren a Bernardo de Iri-
goyen. Y yo me animo a pensar que su
Cronológicamente nos toca referirnos opción por Bernardo de Yrigoyen con-
al caso de los profesores Wilde. En tra Juárez Celman (el caballo del comi-
1884, Groussac viaja a Salta en sus sario, ya que era concuñado de Roca,
funciones de Inspector Nacional de el presidente en ejercicio) no se debió a
Enseñanza. El ministro Wilde había falta de olfato y de sensibilidad política
ubicado en el Colegio Nacional a sus de Groussac, a no haber vislumbrado
parientes Alfredo y Guillermo Wilde. de qué lado caería la suerte. Pienso, en
Y seguiremos aquí a Páez de la Torre: cambio, que fue otro acto de su probidad
y honradez intelectual lo que lo llevó a
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Y pregunto una vez más en dónde está, enemigo’. Al punto que ‘esperaba siem-
pues, “el galanteo con el poder” que pre ser destituido’, medida que inclusive
intenta demostrarnos esta “tesis que profetizaba el oficialista Sud América.
falla por la tesis”. Esta tesis que busca, Pero él se mantenía ‘sin hacer una visita
con compulsión serial, presentarnos a privada al presidente ni a sus ministros’.
un Groussac cortesano y trepador, y lo (pág. 142)
hace deformando la verdad, al menos
por omisión, ya que olvida poner en la Y pensamos nosotros: hubiera podido ha-
balanza, bien sopesados, bien destaca- cerla –sin necesidad de practicar una, en
dos, sus inconfundibles gestos de dig- él, inimaginable adulonería– ya que jamás
nidad. Efectivamente, este no apoyo al tuvo cerradas las puertas de la Presidencia,
candidato Juárez Celman le acarrea el tal era entonces el peso de la personalidad
decreto de su destitución como direc- del Director de nuestra BN.
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la autora ver con exactitud los per- retrógrada ley de “expulsión de extran-
files de nuestro escritor y la verdad jeros”. Y se lo expulsa en lo civil y per-
de su vida. Por eso a veces es “el sonal; y en lo nacional.
personaje”, el títere innominado, EXPULSADO EN LO CIVIL. Recordare-
menos aun que el afortunado Pul- mos que formó hogar argentino: casa-
chinela napolitano, que siempre era do con argentina de antiquísima raíz,
reconocido por su nombre y por su Cornelia Beltrán Alcorta. Ella des-
inequívoca nacionalidad. Groussac, cendía directamente de Lino Beltrán,
en cambio, anónimo y con naciona- un pionero poblador de Santiago, ya
lidad equivocada (no le es recono- presente junto a Diego de Rojas en
cida la argentina: la de su arraigo y el acto de fundación de la Madre de
adopción), es “el personaje” exhibi- Ciudades. Padre, además, de siete hi-
do en distorsión, como ante un es- jos argentinos.
pejo de parque de diversiones. Por eso en varias oportunidades él de-
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¿Habrá alguien que aún se atreva a acu- Lucio V. López en su crítica a Fruto
sar a Groussac de un imaginario delito vedado (La Prensa, 10/10/1884). Es la
de porfiada extranjería? lengua absorbida en la sala de profe-
sores del Colegio Nacional; en las ter-
Y sí, amigo León Benarós, aquí tienes tulias de su intermedio tucumano; en
a una joven profesora que da el mal la redacción del Sud América; en los
paso –no como la costurerita de Ca- salones del Club y del Círculo; y en
rriego pero mal paso al fin– y pretende las prolongadas caminatas nocturnas
aplicarle a Groussac una retrógrada, con Goyena, casi interminables, por-
anacrónica y trasnochada ley de expul- que después de haber comido juntos
sión de extranjeros, escamoteando su se acompañan varias veces uno a otro
nombre y apellido, para nombrarlo, (como unos cuarenta años después
como ya vimos, casi en forma exclu- lo harían Borges y Bioy Casares), sin
yente, “el francés”. decidir despedirse, para inquietud de
los serenos de fin de siglo, que los ven
pasar y pasar, deteniéndose a discutir
Otras sorpresas de la tesis en algún umbral.
¿Otra sorpresa más? ¡Ay, no, por favor,
En cuanto al tema de la lengua, la tesis señora! No se me siga desbarrancando,
de la Prof. Bruno nos guarda todavía carcomiendo sus propios cimientos.
algunas sorpresas, pero todas concen- Por favor, sosiéguese, que esto ya va
tradas en torno a su extravío inicial: para demasiado:
su empeño en ver, en todo Groussac,
únicamente “móviles” y “estrategias de ... cuando escribía en francés, lo hacía
posicionamiento”. Esto nos dice: con el objeto de obtener ciertos reconoci-
mientos internacionales... (pág. 163).
Podemos pensar en algunos móviles que
condicionaron la adopción groussaquia- ¿Otra vez, señora, le inventa objetivos?
na del castellano casi como primera len- ¿Otra vez “la gran Levillier”, el tic de
gua (pág 163). su venerado antecesor?
Pues le recuerdo que, salvo Les Iles Ma-
Pienso que no es así. Groussac adopta louines y Une énigme littéraire, lo escri-
el castellano pero no “casi” como pri- to por Groussac en francés es menor,
mera lengua. Lo adopta abiertamente, en cantidad y en importancia.
como primera lengua, sin “casi”. Lo importantísimo fue, sí, Les Iles
¿Qué puede haber de más natural Malouines, magnífica defensa de los
que el haber asumido absolutamen- derechos argentinos, que escribe y
te la lengua de la patria adoptiva? Es publica en francés (1910) porque el
la lengua tradicional de su esposa y libro desarrolla los fundamentos de
de sus siete hijos argentinos. Y es la nuestros derechos, con destino al
lengua de la charla cotidiana con sus mundo internacional de la diploma-
amigos, de quienes absorbe lo me- cia, que se manejaba en esa lengua.
dular argentino, lo que lo vivifica y Pero de ninguna manera, en francés,
colorea su lenguaje con la frase... con como búsqueda de un “reconoci-
que a cada rato salpicamos nuestra con- miento internacional” para sí, sino
versación... como tan bien lo señaló como un nuevo servicio a la patria
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BIBLIOGRAFÍA
De Paul Groussac:
• Archivo Paul Groussac (1874-1929) en Archivo General de la Nación (donación de la familia).
• Fruto vedado. Costumbres argentinas (1a ed., M. Biedma, Bs. As., 1884).
• Les iles malouines, París, 1910.
• Del Plata al Niágara, Administración de la Biblioteca, Bs. As., 1897.
• Los que pasaban, (1a ed., Jesús Menéndez, Bs. As., 1919). Para las citas se siguió la ed. de Librería Huemul, Bs. As., 1972.
• La divisa punzó, Jesús Menéndez, Bs. As., 1923.
OTRA BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
1. “De bonne encre”: de manera clara y frontal, sin ahorrar palabras. [La traducción es nuestra.]
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Cada voz que emergió de la
crítica necesitó sus propias
herramientas para poder ser
dicha. Así, la historia de
la crítica es inseparable de
la historia de sus revistas y
editoriales que posibilitaron
Tribunas literarias, la existencia de esas voces.
Traduciendo autores, intro-
duciendo lecturas, constitu-
memoria editorial yendo colectivos editoriales
y visibilizando autores des-
preciados por las elites litera-
rias, estos emprendimientos
–frágiles pero entusiastas– se
fueron abriendo camino en
medio de una compleja realidad política y social. Conocieron
la censura y la persecución, las dificultades económicas y los
desgarros que, en sus propias experiencias, originaban las des-
avenencias políticas recurrentes. Revistas y editoriales que no sólo
configuraban medios de expresión, sino públicos que descubrían
el poder de la crítica. Varias generaciones de lectores se formaron
en sus pliegues. Las páginas más bellas del pensamiento circula-
ron por sus volúmenes.
Marcela Croce realiza un minucioso recorrido por la mítica revista
Contorno. Repasa todos sus números, las discusiones que los anima-
ron y las influencias de un colectivo compuesto por relevantes nombres
de la cultura argentina a los que alude con valoraciones polémicas. Un
hito ineludible para el pensamiento crítico argentino.
Juliana Cedro analiza el contexto de entreguerras del que surge el
proyecto editorial Claridad. La edición de novelas, románticas y
clásicas, colecciones científicas, y una revista de fuerte tono anti-
belicista, sus logros más destacados en ediciones económicas que
perseguían objetivos democratizadores.
Juan Navarro recuerda el modo en que el editorialismo se erigía
como respuesta discursiva a las restricciones del Estado elitista ema-
nado de la generación del 80, en un período de conflictividad social
protagonizado por los nuevos habitantes –nativos e inmigrantes– de
una ciudad que asistía absorta a esas mutaciones poblacionales.
Pablo Pérez, Hernán Villasenín y Liliana Jofre intentan pensar
los rasgos más destacados de las publicaciones anarquistas, de gran
difusión en las primeras décadas del siglo XX. Un pensamiento
alternativo que podía leerse en sus páginas, dotado de proposiciones
infrecuentes y un animado espíritu libertario.
Daniel Divinsky recuerda los orígenes y el recorrido de Ediciones
de la Flor. Un relato que arroja luz sobre los dilemas y las con-
tingencias de una editorial cuya consistencia actual impide ver la
precariedad de sus impulsos iniciales.
En una extensa entrevista a Gregorio Weimberg, realizada antes
de su fallecimiento, Gustavo Sorá compara sus esfuerzos editoriales
con los de Coni y Mitre. Una serie en la que cada uno intentó
definir lecturas “argentinianas”, definidas por aquellos libros más
importantes del país que todo lector debía leer. La colección Pasado
Argentino que dirigió Weimberg y su breve paso por la dirección de
la Biblioteca Nacional asociaron su destino a la cultura del libro.
Leandro de Sagastizábal hace un raconto del zigzagueante camino
que siguió Eudeba. La editorial universitaria que nació con vigorosas
pretensiones, bajo la dirección de Boris Spivacow, fue fundamental
en la masiva difusión de pensadores e investigadores universitarios.
Su errante historia bajo gobiernos de signo golpista puede homolo-
garse al destino de la universidad que impulsó la iniciativa.
Ana Mosqueda resume el itinerario de la editorial Jorge Álvarez
en su rasgo más destacado: la redefinición de un nuevo tipo de
relación entre autor, editor y lector que su editorial logró construir.
Una apertura a la narrativa latinoamericana y a autores locales
poco conocidos mostró una sensibilidad especial a la hora de con-
formar un ecléctico catálogo.
Quizá una biografía paradigmática de la relación entre el mundo
editorial y las revueltas políticas del continente sea la de Arnaldo
Orfila Reynal, quien desarrolla una intensa labor en Argentina y
México, donde dirigió el Fondo de Cultura Económica primero, y
Siglo XXI luego. Desde las jornadas estudiantiles hasta la revolu-
ción cubana, la edición se transformó en una herramienta política,
tal como afirman Carlos Díaz y Alejandro Dujovne.
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Contorno y alrededores:
sucesiones, herencia y desvíos en
50 años de crítica argentina(*)
Por Marcela Croce
Que una revista que tiraba apenas un serán los colaboradores más constantes
centenar de ejemplares con la irregu- de la revista. Aislados de este aparente
laridad de diez números en seis años núcleo, Francisco J. Solero y Rodolfo
se haya convertido en un mito de la Kusch recordaban un proyecto de
crítica tiene varias explicaciones posibles revista clausurado abruptamente en
pero no todas igualmente relevantes. ese mismo 1953 en que se inicia
Sospecho que una de las causas que Contorno: Las Ciento y Una, bajo la
contribuyeron a la leyenda fue la pre- dirección contradictoria de Viñas y
sencia de David Viñas –luego novelista Héctor A. Murena. El título sarmien-
y crítico dominante en la producción tino parecía anunciar el distancia-
intelectual argentina de los años 50 y miento entre ambos y la bifurcación
60–, o tal vez la conjunción inespera- consiguiente: mientras David le daba
da de autores tan diversos como Juan nombre a Contorno, Murena nutría las
José Sebreli, Rodolfo Kusch y Ramón páginas de Sur y trocaba el materialis-
Alcalde. Contorno, iniciada bajo los aus- mo a ultranza que reclamaba el con-
picios de Ismael Viñas –en cuyo estudio tornismo por un acendrado espiritua-
jurídico de Diagonal Norte se instaló la lismo que impregna las intuiciones de
redacción–, representó en la Argentina El pecado original de América Latina.
de las postrimerías del peronismo una Con mayor capacidad de supervi-
derivación, por afinidad ideológica antes vencia en medios diversos, Juan José
que por vocación programática, de lo Sebreli daba a un mismo tiempo
que en el campo intelectual francés se para dos rivales: mientras en Sur
desarrolló a partir de la resistencia de la procuraba desarticular el maniqueís-
rive gauche y, fundamentalmente, de las mo de “Celeste y colorado” que rige
tesis de Jean-Paul Sartre sobre el com- la cultura argentina, en Contorno
promiso intelectual. pretendía descifrar los parentescos
La “situación en el mundo” que recla- entre el grupo de los años 50 y el
maba la fenomenología como punto de modelo vanguardista de los 20 en el
arranque tiene su traducción local en el manifiesto titulado “Los martinfie-
título de la revista editada entre 1953 y rristas, su tiempo y el nuestro” con
1959, que si en un principio se dedicó que se abre el N° 1. A partir de allí,
a un panorama de la literatura argen- todo serán disidencias: al encarniza-
tina o se especializó en algunas figu- do enfrentamiento de Contorno con
ras –Roberto Arlt, Ezequiel Martínez el gobierno le responderá con una
Estrada–, en los últimos números dobles clara simpatía peronista que llegará
se empeñó en cuestiones políticas como incluso a proponer –en términos
el análisis del fenómeno peronista y la similares a los que Sartre dedicaba
autocrítica de la adhesión frondizista, a Jean Genet– un análisis de Eva
luego de que uno de los Cuadernos de Perón como “¿aventurera o militan-
Contorno que se anexaron a los volú- te?”; a la reivindicación de Martínez
menes esporádicos se esforzó en hacer Estrada por su condición denuncia-
campaña al programa desarrollista que lista le dedicará la defenestración de
aparecía a fines de los 50 como un Martínez Estrada: una rebelión inútil,
impulso a la industria nacional. y a la voluntad filosófica y literaria de
León Rozitchner, Adolfo Prieto, Ade la mayoría de los artículos le opondrá
laida Gigli, Noé Jitrik y Oscar Masotta una ambigua empiria sociológica que
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de los contornistas de plegarse al len- ciar y, por sobre todo, romper con una
guaje alambicado desplegado por Sur, era de silencio, epidermis de una realidad
uno de cuyos íconos es precisamente informe sobre la que no se aventura la
la figura de Mallea. El conflicto con más mínima interpretación. ‘Quién hay
el peronismo que sostiene la izquierda que por lo menos denuncie ya que no
nacional en que se empecina la revista modifica’, se escribió sintetizando lo más
juvenil, arraiga en parte en la volun- importante de la postura de la revista”6.
tad de captación de las masas para un La historia sometida a una revisión que
programa político que no se resuel- rechaza la indulgencia y las justifica-
va en populismo benefactor sino en ciones, tal como se instala en el inicial
revolución efectiva. Y aunque algunos “Los martinfierristas, su tiempo y el
miembros de Contorno se entusiasmen nuestro”, tiene su continuidad lógica en
con un efímero revanchismo –Ismael “La traición de los hombres honestos”
Viñas se siente aliviado por la ausencia de I. Viñas en la que alcanza resonancia
del jefe de manzana del régimen pero el título de Julien Benda La trahisson
no se inquieta por la presencia de los des clercs cuando las secuelas del caso
militares en el poder–, ninguno de Dreyfus reclamaban una impugnación
ellos admite acercarse al “antipero- por parte de la intelectualidad francesa.
nismo colonialista” con que Masotta En el manifiesto, Sebreli ofrece los argu-
etiqueta a las huestes de la Ocampo4. mentos sobre los cuales Emir Rodríguez
Sin postular una confusa “tercera posi- Monegal calificará a los contornistas de
ción” sino intentando aplicar el méto- “generación parricida”7, justificando la
do dialéctico a su propia “situación en empresa alrededor de grandes axiomas
el mundo”, Contorno procura definir tales como “la juventud es ante todo la
y legitimar al intelectual de izquierda, edad del resentimiento”. Los jóvenes se
distante –sería excesivo decir equi- oponen no a los hombres maduros sino
distante– tanto del inmanentismo de a los “hombres honestos” que estigmati-
Sur como del intelectual oficial que el zará I. Viñas con la generación formada
peronismo instaló en la Universidad durante la Década Infame, rechazados
y que exasperó sus rasgos en la figu- como modelo por quienes condenan
ra del ministro de Educación Oscar toda etapa militar como “renuncia”.
Ivanisevich. La legitimación de este Los contornistas, situados en la década
nuevo tipo de intelectual debe superar de 1950, no son –que no pueden ser,
la tensión entre dos alternativas, la sar- por sus orígenes de clase (sumados a la
treana y la gramsciana: el intelectual tradición radical en el caso de los Viñas)
burgués que se desprende de su clase y y por su condición histórica de estu-
el intelectual orgánico que establece y diantes de una universidad controlada
difunde la ideología de su clase5. por el régimen– la generación peronis-
La historia le permitirá a la revista plan- ta, sino la que reclama un movimiento
tear la función de los intelectuales. Una crítico paralelo al de la Generación del
historia crítica, signada por la denuncia. 37 cuyo objetivo dominante era lograr
Así la reconocía Masotta indagando la en el plano cultural la misma indepen-
efímera Las Ciento y Una, desaparecida dencia que en el plano político. Una
tras el primer número que “con artículos insistencia performativa, hegemónica
cortos, nerviosos, algunos grandilocuentes, en el artículo de I. Viñas, exige acciones
responde a una necesidad: repasar, enjui- que desecha a los pasivos y define la
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otras situaciones del pasado local. Y boca de los dominados pero contradi-
añade que ese desvío era previsible ciendo sus elecciones políticas y des-
desde el comienzo, confirmándose baratándolas en una compleja opera-
como representante de la burguesía ción retórico-ideológica de la cual los
profética satisfecha de asistir a la com- “hablados” no podían sino mantenerse
probación de sus anuncios, más allá ajenos. Creyeron en la práctica como
de las consecuencias que los mismos confirmación de los valores que defen-
acarreen. Lamentablemente, su hallaz- dían pero cuando se aproximaron a ella
go es demasiado tardío como para que fracasaron menos por incapacidad que
sea creíble atribuirle la función que le por el horror de encontrarse con “las
asigna retrospectivamente. manos sucias” de las que prevenía Sar-
Corolario de la revista, el N° 9/10 mues- tre. Intentaron promover necesidades
tra las consecuencias de haber desplazado intelectuales y convertir a la revista en
el fundamento político de la crítica lite- un instrumento para efectivizarlas pero
raria a finalidad exclusiva del proyecto. dejaron trunca esta posibilidad en la
Previniendo sobre los presupuestos de adhesión a un programa político que
la crítica que desarrollará desde los 60 terminaría defraudándolos.
David Viñas, en Contorno la literatura es En el saldo positivo es insoslayable que
considerada la sede más apropiada para instalaron a la crítica, más que como
leer la política, y no una práctica autó- una práctica efectiva o un performativo
noma que procure hacer de ese rasgo un denunciante, como una posición inde-
fundamento recoleto. Tratando de abrir clinable, reinsertándola en la filosofía,
una vía de comunicación alternativa a en procura de un fundamento para una
la académica, la revista terminó cayendo historia de la literatura que tuviera a la
en la restricción inmovilizante de utilizar política como fundamento de validez y
un lenguaje demasiado complejo –teori- simultáneamente como juicio de valor.
zante y doctrinario, por momentos– para
apelar a un público que sólo podía ser (*) La primera versión de este ensayo fue
reducido al pequeño círculo que usu- leída en la presentación de La expresión de
fructuaba ese instrumental, acrecentando la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges
así la distancia con el proletariado cuya y otros ensayos, junto a Ricardo Piglia, en el
vocería pretendió ejercer. Instituto de Cooperación Iberoamericana,
Los contornistas quisieron hablar por Buenos Aires, el 13 de setiembre de 2000.
NOTAS
401
402
Siempre que salgo de Buenos Aires me convirtió en una particular empresa cul-
hago un tiempo, en general más largo tural de notable vocación pedagógica.
del que había planeado, para hurgar en El proyecto nace en febrero de 1922
las librerías de usados con la ilusión de cuando el primer número de la revis-
encontrar algo interesante, algo raro; ta-libro Los pensadores sale a la venta.
en fin, algo. El año pasado, durante Según cuenta E. Corbière, en el ya
una corta estancia en Rosario, encon- clásico número especial que la revista
tré en una de estas librerías un viejo Todo es Historia2 dedicó a Claridad
ejemplar de El origen de la familia y el y a su editor Antonio Zamora, éste
estado, de F. Engels, editado por Clari- trabajaba en el diario Crítica cuando
dad1; naturalmente lo compré. Una vez tuvo la idea de editar obras selectas
en Buenos Aires, mientras le contaba de la literatura en un formato que le
a un amigo mis hallazgos literarios, él permitiera su venta a un precio muy
me mostró, a su vez, un estropeado vo- inferior al de un libro y utilizando el
lumen de Nietzsche, también de Cla- amplio circuito de venta de los diarios
ridad, que había rescatado de la basura y folletines de entrega semanal.
luego de la muerte de su dueño. Y es Edita entonces, en este novedo-
que basta con comenzar a prestar aten- so formato, Jerónimo Crainqueville
ción para que la imagen de El pensador de Anatole France bajo el sello
de Rodin, figura emblemática del sello “Cooperativa Editorial Claridad”.
editorial de Claridad, se multiplique Con una frecuencia quincenal apare-
ante nuestra vista aún hoy... sesenta y cieron en esta colección cien títulos
cinco años después de su cierre. entre los que se cuentan obras tan
Cualquiera que revise la biblioteca de heterogéneas como El ABC del comu-
un viejo tío socialista encontrará en nismo de Bujarin; Imperialismo, última
ella un sinnúmero de libros con el se- etapa del capitalismo de Lenin; La
llo de Claridad. Dado el perfil de su moral religiosa de Voltaire; Idilios y fan-
catálogo este dato tal vez no sorpren- tasías de Pío Baroja y Misas herejes de
da a nadie; pero cuando el hallazgo Carriego. No fueron pocos los títulos
se repite en la biblioteca de un maes- que se agotaron velozmente. La idea
tro jubilado, en la pieza de obrero había sido exitosa.
de un antiguo conventillo, e incluso El precio del papel era muy bajo en
en librerías de usados de numerosas Buenos Aires en aquel momento, y
capitales latinoamericanas, debemos esto ayudó a que la experiencia de la
preguntarnos cuáles fueron las con- Cooperativa Editorial Claridad no
diciones culturales y materiales que fuera un fenómeno solitario dentro
posibilitaron tamaña difusión en una del escenario cultural que se configu-
época en que las comunicaciones no ró en Buenos Aires durante el perío-
conocían las maravillas de velocidad do transcurrido entre las dos guerras
y el bajo costo actual. mundiales. El nuevo campo cultural
porteño estuvo atravesado por nume-
rosas revistas y empresas editoriales,
Una empresa cultural pero a juzgar por sus huellas, Clari-
dad debe haber sido la de mayor al-
Permítanme contarles de qué se trató cance y circulación.
este proyecto de Claridad y cómo se Su éxito parece ser fruto, en principio,
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GUÍA DE LECTURA
Los Pensadores, de acuerdo con el
propósito cultural que viene sostenien-
do desde su fundación, consagrará este
espacio para recomendar a sus lectores
el trato con determinados libros. (...)
En todas partes hay bibliotecas públicas
llenas de libros que no se leen; es preciso
aprovecharlos leyéndolos y recomendan-
do su lectura a los demás.
Es con este criterio que aparecerá esta guía
en todos los números de Los Pensadores7.
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nidad del porvenir las luchas sociales cambia su clásico epígrafe por el de
que las grescas literarias...8. “Tribuna del Pensamiento Libre”. Y
es que las aguas estaban ahora divi-
En esta línea se continuaron editando didas por el apoyo o no a las fuerzas
libros como Pasos en la sombra de J. Salas democráticas del mundo frente al fas-
Subirat o Cómo educa el Estado a tu hijo, cismo, que es considerado el mayor
del maestro anarquista Julio Barcos. de los males. En el número 308 de
Y las prensas seguían funcionando sin la revista, publicado en diciembre de
descanso. Para dar 1936, la tapa ilustrada con el rostro
Casi veinte años de historia, una idea, sólo en de Roosevelt da inicio a esta nueva
cientos de números de la revis- 1926 aparecieron época en la que tambien se editará,
ta editados y miles de libros más de cincuen- por ejemplo, la vida de este presidente
que circularon por todo el ta títulos nuevos, y varios títulos sobre los regímenes
continente, hablan, sin duda, ¡además de las fre- totalitarios, por ejemplo: Mussolini,
de un público receptor de cuentes reedicio- gran actor de Beneri.
cuyos intereses y posiciones nes y la revista! Pero en 1937 comienzan a aumentar
cambiantes podemos encon- Tanto funciona- los precio. La revista duplica su valor
trar reflejos en estas fuentes. ban que en sep- y pasa a costar $ 0,40. Empiezan
tiembre de 1927, también las quejas por el aumento
Zamora considera rentable comprar del papel que, según las palabras de la
la imprenta propia, que permitirá revista, aumenta de precio más que el
abastecer la gran demanda que sus oro. Sin embargo, durante ese mismo
publicaciones tienen. El anuncio en la año el grupo celebra los 16 de obra y
revista fue un grito de victoria: no parecen verse en el horizonte nubes
de cierre: en el balance de 1937 publi-
Ampliaremos nuestro radio de acción en can orgullosos el alcance de la revista
todo lo que esté a nuestro alcance, siempre en América, detallando en el listado
encaminados hacia la misma finalidad de canje con otras publicaciones del
de hacer una vasta obra de difusión cul- continente un total de 293 revistas y
tural con lo más selecto que ha producido 66 periódicos de 21 países, cifra que
y produce el espíritu humano9. enorgullecería a los encargados de
prensa de cualquier editorial actual11.
Siguiendo esta consigna, las activida- En 1940 los aumentos del papel hacen
des del grupo intentaron ir más allá insostenible el precio de venta de los
de la edición y distribución de libros: ejemplares y la base del proyecto se vie-
en mayo de 1929, considerando que ne abajo. Zamora sigue editando libros,
la hora actual de la civilización – básicamente de derecho, pero bajo su
fecunda en inquietudes espirituales e propio sello editorial; el proyecto de
intelectuales– necesita de un órgano Claridad había llegado a su fin.
vital que las reproduzca, refleje y Casi veinte años de historia, cientos de
debata, ampliando su radio de acción números de la revista editados y miles
y agitación ideológica10, inaugura el de libros que circularon por todo
Ateneo Claridad. el continente hablan, sin duda, de
A mediados de la década siguiente, un público receptor de cuyos intere-
y acorde a los vientos que corrían en ses y posiciones cambiantes podemos
la izquierda internacional, la revista encontrar reflejos en estas fuentes.
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NOTAS
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48 números. Cumpliendo con la cons- Tres años más tarde, con 23 de edad,
tante de las publicaciones del momen- funda la revista El Sol (semanario
to, la revista gira en torno a la figura 1898-1903), donde colaboran su
del creador-director: Alberto Ghiraldo amigo Florencio Sánchez, Roberto
(Mercedes, 1875, Santiago de Chile, J. Payró, José Ingenieros, su maestro
1946), quien ya era en cierta medi- Almafuerte, el propio Rubén Darío,
da reconocido en el campo literario. Pietro Gori, que define en cierto
Iniciado en las letras desde el periodis- modo el ideario del semanario, y
mo, a los 20 años funda la hoja pro- Alfredo Palacios, luego primer diputa-
letaria El Obrero (1896-1897, diario) do socialista, lo que marca la apertura
y colabora esporádicamente en El año de pensamiento de Ghiraldo en la
literario; luego continúa por esta senda lucha proletaria. Desde esta publica-
a través de la poesía, el teatro, el ensayo ción libertaria se levantó una de las
y la novela, combinando siempre la primeras voces en contra de la ley
literatura con la actividad militante y 4144 de “extrañamiento de extran-
el tono de la denuncia periodística. El jeros”, creada por Miguel Cané, por
propio Ghiraldo, en uno de sus manus- la que se permitía la deportación de
critos inéditos que sirvieron de prólogo inmigrantes, incluso de los naciona-
de la recopilación de su producción lizados, a raíz del conflicto origina-
teatral editada por América Lee, relata do por las huelgas generales. Escribe
su llegada a la literatura: Ghiraldo al respecto:
Yo nací a la vida literaria –¡oh poder Ayer el gobierno tenía miedo. Y fue en
incontenible de la soberbia!– creyéndome un momento de pánico que dictó leyes
algo así como un ungido de Dios, si en él brutales, leyes que lo amparan para
pensara; como un ser providencial adveni- realizar actos de represión y castigo. En
do en la tierra con misión redentora (...) horas, en minutos, hizo reunir un con-
Después me sentí poeta y luchador. Me greso de hábitos lacayunos, y es claro, las
creí Prometeo, y el símbolo esquiliano de leyes fueron; y la paz reinó en el mercan-
rebeldía me sedujo al extremo de sentirme til emporio. Vino el estado de sitio con su
capaz de ir a robar de nuevo el fuego celeste corte de abusos y calamidades; la censura
para alumbrar con él la libertad de los periodística se levantó enseguida sobre
hombres. (...) Para mí la poesía ha sido aquellos mismos que fueron los asesores
algo consustancial con la acción3. e indicadores de las autoridades... todo
este cuarto de infamia fue admitido con
En 1895 publica Fibras, su primer la complicidad de las altas clases sociales,
libro, y consigue que prologue su poe- por cuanto el abuso, la barbaridad se
mario un escritor nicaragüense que ejercitaban contra los pobres pero altivos
se desempeñaba como corresponsal trabajadores que volvían por sobre sus
del diario La Nación: se trataba de derechos hollados4.
Rubén Darío. A pesar de la relación
de amistad que logra establecer con el Aquella denuncia y arenga tienen un
autor de Azul, Ghiraldo se siente here- resultado previsible: en febrero de
dero más bien del romanticismo de 1903 es cerrada la redacción de El Sol
Campoamor y de Almafuerte, antes y su director inaugura una larga serie
que de los modernistas. de detenciones.
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sin tasa, para someterlo, a su tiempo, en –Escriba usted que me niego a suminis-
provecho propio, único, personal; barbarie trar dato alguno sobre otra persona que
gubernativa en frente, de parte de la autori- no sea la mía.
dad bellaca, que aprovecha el momento, sin –¿De modo que interrumpe usted el
un solo átomo de vergüenza, para afirmar interrogatorio?
su predominio sobre el pastel en peligro de –Así sea...
ser devorado por mandíbulas ajenas12. –¿Terminantemente?
–Sí, hombre; está dicho. (Al rato, insis-
Finalmente el levantamiento se pro- tiendo).
duce la madrugada del 4 de febrero. –¿Quiere usted decirme qué vinculación
La Protesta desobedece el decreto lo une con tal persona? (aquí el nombre
firmado por el presidente Manuel de un conocido caudillo radical).
Quintana y las recomendaciones del –No quiero.
jefe de policía Rosendo Fraga de no –Este preso al número 413.
informar sobre los acontecimientos.
El resultado es otra vez previsible: De este modo, Martín Fierro desapare-
otra clausura al diario y otro febrero ce del campo literario para ser recupe-
de encierro a Ghiraldo. rada casi quince años más tarde desde
El propio autor relata cómo el una posición absolutamente distinta.
Departamento de Policía irrumpe en Ghiraldo, espíritu inquieto al fin, con-
su casa a las 9 de la mañana para lle- tinuará su tarea editorialista con la
varlo a declarar. Una vez en la comisa- revista semanal Ideas y Figuras (1909-
ría lo interrogan: 1916 y su segunda etapa en Madrid
1918-1920), nueve obras teatrales, seis
–¿Qué puesto ocupa usted en “La libros más de poemas, relatos y novelas
Protesta”? y, algo por recuperar e investigar toda-
–El de director. vía, la tarea de recopilación y edición de
–¿Qué color político tiene su diario? las obras de José Martí, Rubén Darío y
–El que reflejan sus páginas. Benito Pérez Galdós, en lo que marca el
–¿Qué puesto ocupa en el mismo Fulano tránsito desde el anarcosindicalismo a
de Tal? un editorialismo latinoamericanista.
NOTAS
1. Beigel, Fernanda, “El editorialismo programático” en Biagini, Hugo y Roig, Arturo (directores). El pensa-
miento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo I Identidad Utopía, integración (1900-1930), p. 446.
2. Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910, p. 186.
3. Ghiraldo, Alberto, Teatro Completo, p. 4.
4. Castagnino, Raúl, Sociología del teatro, p. 181.
5. “El arte para el pueblo”, en revista Martín Fierro, N° 7, 14 de abril de 1904. Al respecto, Ghiraldo volverá a
plantear el tema en los artículos “Credo estético” (“al pueblo, pues, la palabra”) y “Regionalismo en el arte”, apare-
cidos en Crónicas Argentinas y en lo que denominamos “el programa poético de dar al pueblo la palabra”.
6. El concepto de pueblo está determinado por su enfrentamiento con la burguesía, no utilizan el término
proletariado ya que la lucha no es una determinada relación con los medios de producción, sino su relación
con la opresión en todas sus formas. Pese a la divergencia al interior del anarquismo de tematizar lo nacional,
mantiene el esquema del discurso ácrata de fuerte oposición al capitalismo y al Estado, anticlerical, antimilitar
y, a diferencia del socialismo, de rechazo del sistema electoral.
7. Martín Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones, p. 23.
8. Revista Martín Fierro, N° 1, 3 de marzo de 1904.
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9. Hablamos de universo discursivo en la “medida en que todo texto encierra de modo directo o velado el mundo de las
voces sobre la cual el escritor enunció su propia voz”. Roig, Arturo Andrés, Rostro y filosofía de América Latina, p. 32.
10. En cuanto a propuestas metodológicas para el análisis de revistas como fuentes historiográficas véase a Beigel,
Fernanda, “Las revistas como documento de cultura”, en Utopía y praxis latinoamericana, 21, Universidad de
Zulía, 2003 y Ferreira, Florencia Las publicaciones periódicas y los problemas de su estudio, en III Simposio de
Epistemología y Metodología en Ciencias Humanas y Sociales, Mendoza, ASAEM, 1997.
11. A esto debemos sumarle la historieta (“Juan Lanas entra al ejército”, N° 47), por cierto inconclusa ya que
el número siguiente es el último de Martín Fierro.
12. En Ghiraldo, Alberto, La tiranía del frac, p. 9.
13. Ghiraldo, Alberto, Crónicas argentinas, p. 15.
BIBLIOGRAFÍA
• Beigel, Fernanda, “El editorialismo programático” en Biagini, Hugo y Roig, Arturo (directores). El pensamiento alternativo
en la Argentina del siglo XX. Tomo I Identidad Utopía, integración (1900-1930), Buenos Aires, 2004, Editorial Biblos.
• Castagnino, Raúl, Sociología del teatro, Buenos Aires, 1973, Ediciones Nova.
• Ghiraldo, Alberto, Crónicas Argentinas, Buenos Aires, 1912, Ediciones Malena.
• Ghiraldo, Alberto, La tiranía del frac, Buenos Aires, 1972, Centro Editor de América Latina.
• Ghiraldo, Alberto, Teatro Completo, Buenos Aires, 1946, América Lee.
• Martín Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones. México, 1987, Gustavo Gili.
• Roig, Arturo Andrés, Rostro y filosofía de América Latina. Mendoza, 1993, EDIUNC.
• Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910, Buenos Aires, 2001,
Ediciones Manantial.
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NOTAS
1. El concepto de clase en el pensamiento anarquista contiene connotaciones particulares. Si bien algunas co-
rrientes se aproximan a una concepción clasista, ésta no es la característica principal de la idea. El anarquismo
no otorga una esencialidad a la clase obrera, ya sea como sujeto histórico de redención o vanguardia portadora
de valores universales; por el contrario, se piensa a sí mismo como una respuesta humana contra toda forma de
jerarquía y opresión. A este respecto Suriano, por ejemplo, habla de heterodoxia clasista, donde se interpela al
conjunto de los pobres y desposeídos (los oprimidos) sin distinción de clase. Suriano, Juan, Anarquistas. Cultu-
ra y política libertaria en Buenos Aires. 1890-1910. Buenos Aires, ediciones Manantial, 2001, p. 21.
2. De modo que, a los efectos prácticos, el anarquismo no constituyó un modo de pensar la sociedad de la dominación.
En la idea de libertad del anarquismo no estaba contenido únicamente un ideal, sino también distintas prácticas éti-
cas, o sea, correas de transmisión entre la actualidad de la persona y la realización del porvenir anunciado. Christian
Ferrer, “Átomos sueltos. Vidas refractarias” en Cabezas de tormenta, Buenos Aires, Anarres, 2004. p. 19.
3. La sección sobre anarquismo del Instituto de Amsterdam está formada fundamentalmente por la colección que
cedió el historiador anarquista Max Nettlau en 1937. El trabajo de recolección de Nettlau abarcó periódicos, folletos,
volantes, carteles, revistas, libros y documentos anarquistas de todo el mundo, que suman más de 40.000 impresos.
4. La Biblioteca Nacional y el Cedinci guardan microfilmada una parte de La Protesta, mientras la Federación
Libertaria Argentina y la Biblioteca José Ingenieros contienen muchos originales. Pero en ningún lugar se
resguarda una colección completa original.
5. Guillaume, James, Miguel Bakunin. Noticia Biográfica. Editorial La Protesta, Bs. As. 1924. Nota editorial.
(Original en archivo BAEL)
6. El antiorganizacionismo y el individualismo son otras expresiones del movimiento anarquista que habían
alcanzado una mayor importancia hasta fines del siglo XIX.
7. El debate sobre la construcción de una organización específica anarquista ronda en torno a si son los sin-
dicatos la forma más cercana al ideal ácrata, o bien los grupos ideológicos. Tuvo un antecedente en el Primer
Congreso Regional anarquista en Buenos Aires, en 1922, aunque no llegó a concretarse la formación de una
organización y la FORA siguió siendo el canal de expresión más importante del anarquismo local. La referencia
más fuerte a una organización específica en el mundo seguramente es la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
8. La Federación Anarco-Comunista Argentina (FACA) cambia de nombre por Federación Libertaria Argenti-
na (FLA) en el cuarto Congreso Ordinario de febrero de 1955.
9. “Editorial” en Reconstruir, Buenos Aires, año 1, N° 1, agosto de 1959, p. 3.
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editorial conocida, pero desmesurado que habrían escrito entre los años 481 y
para una debutante. Aunque se deben 221 antes de Cristo, y que podía leerse
haber vendido en su momento unos como una metáfora de la heroica lucha
6.000 –¡muchísimo!–, eso implicó que de los vietnamitas contra el Imperio,
quedaran 4.000 –¡muchísimos!– para era obra del propio Rodolfo. Pero estu-
tratar de seguir vendiéndolos a lo largo dios académicos recientes ubicaron el
de casi cuatro décadas. cuento y hacen pensar que era efectiva-
Una genial intuición de Pirí Lugones mente auténtico.
–nuevamente ella– gestó el otro título Muchos años después, cuando vivía
del lanzamiento. Convencida de que en Caracas, le recordé a Borges –que
nos sería muy difícil conseguir textos estaba de visita y firmaba sus obras en
originales de los grandes escritores una librería–, que yo era el incipiente
argentinos del momento, pero tam- editor que le había pedido su parti-
bién de que el tamaño de sus egos cipación en este libro. “¿Qué elegí
les impediría rehusarse a lo que les yo?”, preguntó. Se lo dije y siguió: “¿Y
propondríamos, “inventó” El libro de Sabato?”. Tras mi respuesta, reflexio-
los autores. Para armarlo, les pedimos a nó: “El mío era mejor...”.
Borges, Sabato, Mujica Lainez, Viñas, ¿Cómo podía marcar su entrada al
Abelardo Castillo y Rodolfo Walsh mundo una editorial sin dinero?
que eligieran su cuento favorito en la Descartada la idea de una fiesta, una
literatura universal y escribieran un vez más fue Pirí quien encontró la
pequeño prólogo explicando las razo- solución. Encomendamos la elabora-
nes de su elección. ción artesanal de unas hermosas cajas
No falló. Borges eligió “Wakefield” forradas en papel blanco suntuoso
de Hawthorne. Sabato, “Bartleby” de de verdad, con el logotipo de la edi-
Melville. Mujica Lainez, “El horror torial impreso en dos colores, en las
de Dunwich” de Lovecraft, un cuento que cabían ajustadamente esos pri-
que no estaba publicado en castellano meros dos títulos, y se las enviamos a
y cuya traducción asumí, con la pre- doscientas personas entre periodistas,
ocupación de que la versión debía ser escritores y gente del medio que podía
aprobada por Manucho antes de publi- dar eco a nuestro nacimiento. La lista
carse. El mundo del Necronómicon básica nos había sido suministrada
me asedió durante semanas y llegué a por nuestro amigo Miguel Brascó,
soñar con los chotacabras, el nombre por entonces hombre de prensa y rela-
de diccionario que debí elegir para las ciones públicas de una gran empresa,
aves a las que Lovecraft hacía graznar en la que tenía azorados a sus jefes,
desenfrenadamente a cada momento. sentado a su escritorio con una bufan-
David Viñas estuvo nacionalista: eligió da anudada al cuello. Corría julio de
“El matadero”, de Echeverría. Castillo, 1967 y Ediciones de la Flor exhibía su
clásico: “La sirenita”, de Andersen. Y partida de nacimiento.
Walsh creó un enigma: por muchos
años sospechamos que “La cólera de un
particular”, presentado por él como de 1967-1970: la etapa amateur
autor chino anónimo y cuya proceden-
cia ubicaba en una recopilación fran- Los términos del contrato de distri-
cesa de relatos de autores de ese origen bución celebrado por Álvarez para De
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la Flor con Librería del Colegio –que Bob Dylan, selección y traducción
había sido adquirida por Editorial de Marcelo Covián; El conferencian-
Sudamericana para asumir bajo ese te muerto, de LeRoi Jones –quien
nombre la venta a librerías de sus luego de su conversión a la fe musul-
propios títulos y los de otros sellos–, mana cambiaría su nombre–; En el
ocultaban a mis ojos aún no exper- invierno de las ciudades, de Tennessee
tos que el déficit crecía mes a mes. Williams; Últimos poemas de amor, de
Sudamericana compraba en firme el Paul Éluard, en traducción de César
25 por ciento de la tirada que hacía- Fernández Moreno, que obtendría
mos de cada novedad, pagando esa un premio de la Fundación Éluard.
compra con pagarés a largo plazo. Con También se editaron poetas argenti-
el manejo financiero de esos docu- nos, comenzando por una Antología
mentos –que era impensable descon- de Leopoldo Marechal, preparada por
tar en bancos, por lo cual caíamos en Alfredo Andrés (cuya elaboración me
manos de la usura más despiadada– se permitió inolvidables tardes en la casa
cubrían los costos de los nuevos libros de Marechal y su mujer, la menta-
y los gastos generales, que eran muy dísima Elbiamor); Mate pastor, de
pocos. Pero rara vez Del Colegio hacía Horacio Salas; El solicitante descoloca-
un pedido ulterior de ejemplares, por do, de Leónidas Lamborghini.
lo cual la empresa sobrevivía como un El libro de Brassens nos dio una lec-
enfermo mantenido a suero: no moría, ción acerca del mercado. Como los
pero tampoco adquiría fuerza. textos se componían en plomo, una
Con Los años despiadados, la novela de vez impreso el
Viñas, aprendimos una lección: nunca libro el material Con Los años despiadados, la
se debe dar a un autor para revisar volvía a fundir- novela de Viñas, aprendimos
las pruebas de un libro escrito por él se, excepto que, una lección: nunca se debe dar
mucho tiempo atrás, porque quien lo previendo una a un autor para revisar las prue-
corrige no es la misma persona que lo reedición muy bas de un libro escrito por él
escribió, algo que Heráclito ya había inmediata, se le mucho tiempo atrás, porque
anticipado sin saberlo. Como la edi- pagara a la lino- quien lo corrige no es la misma
ción original era de 1956, Viñas agre- tipia para que lo persona que lo escribió, algo
gó en las galeras, para esta reedición conservara por que Heráclito ya había anticipa-
de 1967, todas las “malas palabras” un tiempo. Los do sin saberlo. Como la edición
que no resultaban aceptables doce 3.000 ejemplares original era de 1956, Viñas agre-
años antes. El resultado fue que hubo de la primera edi- gó en las galeras, para esta ree-
que componer el libro –en linotipo, ción del poeta del dición de 1967, todas las “malas
recuérdese– prácticamente de nuevo, arrabal parisiense palabras” que no resultaban
con el costo consiguiente. Las pruebas se vendieron en aceptables doce años antes.
corregidas con la trabajosa caligrafía pocos días, lo que
del autor se conservaron como “prue- nos impulsó a imprimir otros 3.000
ba”, precisamente, de los cambios en para aprovechar la tipografía guarda-
las costumbres y normas sociales. da. Parece que había 3.000 adictos a
Aparecieron entonces los primeros Brassens, pero no 3.001: la segunda
títulos de poesía traducida: la ya men- edición duró en nuestro depósito más
cionada Antología poética de Brassens; de veinte años...
Nueva poesía USA: de Ezra Pound a También un poeta y, como se comen-
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libre. El secretario del juzgado, tal vez te, Escrito en la Feria, y la selección
imbuido del nuevo espíritu, comentó: de las frases a incluir y su armado, un
“¡Qué barbaridad! Dictar una orden de trabajo infernal, que requería minu-
captura por unos libros...”. ciosidad y criterio, fue obra de Marta
Hacia fines de año el grupo familiar Merkin, quien, provista de resaltador
viajó a Buenos Aires de visita, y volví y tijera, dedicó horas a revisar los cen-
a venir yo solo para la Feria de 1983, tenares de folios.
en la que comprobé en qué medida Esto sería el prólogo de nuestro regre-
la dictadura se había instalado en las so, que se produjo en septiembre
mentes, incluso (¿especialmente?) en de 1983 para mí y al mes siguiente,
el gremio del libro. después de las elecciones, para Kuki y
Como la inminente apertura electoral nuestro hijo.
ya estaba en el aire, decoramos el stand
con graffiti pintados por la propia
gente de la editorial, provocando la La felicidad es un viaje de vuelta
reacción natural de lo que por enton-
ces se llamaba “Comisión de Ética” de Cuando regresé me senté en el mismo
la Feria, que consideró que las leyen- sillón ante el mismo escritorio que
das podían resultar ofensivas, y nos ocupaba seis años antes, para encon-
citó para recibir –a Feria cerrada– a sus trar hasta los mismos papeles en los
miembros, que seguramente exigirían cajones; si bien la oficina de la edito-
su eliminación. Con diversas añagazas rial era distinta, sentí que me calzaba
conseguí estar acompañado en ese como un guante y que había vuelto a
momento por el fotógrafo de una mi lugar. Las finanzas estaban sanísi-
revista semanal y un escribano amigo: mas, y empecé a actuar como si nunca
el denuedo represor de la Comisión me hubiera ido. El primer original que
no se atrevió a desafiar su puesta en leí me entusiasmó y decidí publicarlo
evidencia pública y certificada: los de inmediato con la temeridad del
cambios políticos se aproximaban. Los recién desembarcado proveniente de
graffiti quedaron en su lugar y para un país democrático. Era Los pichy-
completar el reto, instalamos durante cyegos, de Rodolfo Enrique Fogwill,
la Feria un atril con grandes hojas de una excelente novela, la primera inspi-
papel y lápices, marcadores y bolígra- rada en Malvinas, de fuerte contenido
fos, instando al público a escribir lo satírico, que muy posiblemente otros
que quisiera, a hacerse “escritores por editores habrían dudado en lanzar al
un ratito”. Los directivos de la Feria mundo en las postrimerías del régi-
se escandalizaron, arguyendo que la men militar, diciembre de 1983. El
gente “podía escribir cualquier cosa”... libro se vendió poco, lo que el autor
y eso era lo que queríamos. atribuyó a que la tapa era poco atracti-
La iniciativa se transformó en uno de va, y volvió a editarlo varias veces años
los grandes hechos “paralelos” de la más adelante, cada vez en una edito-
Feria y 7.000 personas se acercaron rial diferente, con el título modificado
a cumplir la propuesta, que incluía la en su grafía, mientras él iba perdiendo
edición de un libro con las mejores sus nombres de pila...
contribuciones para la 10ª Feria, la Tras la asunción del gobierno por el
siguiente. El libro se tituló, obviamen- doctor Alfonsín, me proponen dirigir
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Radio Belgrano, una de las emisoras del propio stand, lo que limitó sus
estatales, y me entrego en cuerpo y movimientos a unos pocos metros.
alma a lo que sentía era contribuir a No sería éste ni el primero ni el último
la reconstrucción del espíritu demo- de los encontronazos que mantuvi-
crático. ¿Y la editorial? Recae total- mos con las rígidas autoridades de
mente sobre los hombros de Kuki, la Feria, imbuidas de un militarismo
con quien solamente puedo colabo- que hizo que, durante mucho tiempo,
rar –poco– a la hora del almuerzo en los actos inaugurales se escuchara
y durante algún fin de semana. Es el Himno Nacional tocado por la
mérito absoluto de ella la nueva banda del Regimiento de Granaderos,
puesta en el mundo de De la Flor. y que, todavía en los primeros años de
Mi experiencia en la comunicación masi- democracia, bandas militares ejecuta-
va dura hasta septiembre de 1985: una ran música marcial (que, como dijo
vez más, sería tema para otro artículo. alguien, es a la música lo mismo que
A partir de ese momento se reedi- la justicia militar es a la justicia) a la
tan títulos agotados largo tiempo –y entrada de la exposición.
prohibidos, como Operación Masacre, Una vez intentamos presentar Sobras
de Rodolfo Walsh– y se recuperan de arte, un curioso y original conjunto
derechos que habían estado a punto de poemas y collages obra de Paul Kon
de perderse durante nuestro exilio. y Martín Kovensky, con un happening
En 1984, con el primer tomo de lo protagonizado por los autores en el
que será el Teatro completo de Griselda propio stand: emergiendo de tachos
Gambaro, se inaugura una colección de basura con uniformes de recolec-
dedicada al teatro argentino y latino- tores, recitaban sus versos. El reclamo
americano, donde luego se incluirán de una visitante por alguna palabra
autores como Roberto Cossa, Carlos que juzgó soez desembocó, como
Gorostiza, Juan Carlos Gené, Ariel siempre, en prohibición.
Dorfman y Eduardo Rovner. Durante otra feria instalamos en el
En diciembre de 1985, ante el anun- stand al conocido organillero de la calle
ciado inminente paso del cometa Florida, con su lorito “sacando la suer-
Halley a una distancia de la Tierra te”. También alguien se quejó de que
que lo haría visible, publicamos El el sonido sobrepasaba los límites y nos
Libro Oficial del Cometa Halley de obligaron a que se fuera con la música a
Brian Harpur, un serio y ameno otra parte. En cambio nadie se atrevió,
trabajo de divulgación científica. años después, a cuestionar al Irán de los
Para promoverlo, durante la Feria de ayatolás, que difundía letanías presumi-
1986, un actor aficionado, vestido de blemente religiosas a alto volumen (y
cometa por la imaginación voladora los teníamos de vecinos).
de Renata Schussheim, debía transi- Siempre en las ferias, y cuando todavía
tar los pasillos del predio ferial con no había en el país más concursos que
un cartel de propaganda. Finalmente, gente, organizamos varios bastante
ni el cometa fue visible, por facto- originales. Antes del exilio fue uno de
res climatológicos, ni el personaje dibujos infantiles inspirados en títu-
pudo circular por la Feria: los celosos los de la colección “De la Florcita”.
“comisarios” de ésta resolvieron que Decenas de participantes dibujaron
no se podía hacer publicidad fuera sentados o tirados en el suelo del
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stand con los materiales que les sumi- do Griselda adolescente, una deslum-
nistramos y el jurado, integrado por brante historia contada en delicadísi-
Augusto Roa Bastos, Juan Marchesi mos dibujos por Renata Schussheim:
–ilustrador oficial y único de esos el libro fue impreso con clisés, como
libros– y Kuki, “sesionaron” en nues- correspondía a la época, sobre un
tra casa hasta la madrugada, con las papel gofrado de origen argelino de
obras desparramadas por el piso para gran calidad, cada dibujo rodeado
arribar a la difícil decisión. de un marco rosado. En 1971, Una
En otra oportunidad fue un cuestio- sociedad colonial avanzada, del artista
nario –“Qué sabe Ud. de Mafalda”– plástico Luis Felipe Noé, una colec-
y en otra, una ruleta literaria –la ción de aforismos irónicos sobre la
“Rulite”–, ambos inventos de nuestro condición de nuestro país, ilustra-
hijo. La inmensa rueda de madera dos por avisos publicitarios, dibujos
que tendría que haber llevado como humorísticos y collages de la época.
contribución a una kermesse de su Contratado con otro sello que no
escuela, se convirtió, pegándole tapas se atrevió a publicarlo, Noé nos lo
de los libros que se regalarían, en un derivó y... nos atrevimos. (En 2003,
atractivo juego que congregó colas Asunto Impreso lanzó una nueva
enormes: hubo que limitar a diez edición, como homenaje y prueba
minutos por hora los sorteos. de su vigencia.) También de Noé y
también en esa época, Códice rompe-
cabezas sobre Recontrapoder en cajón
Seguimos... desastre, una especie de novela llena
de claves, que habríamos de reeditar
En 1986 comienza su ciclo, que sería en 2004 devenida novela gráfica: una
breve, la colección “Los Nuevos”, des- especie de historieta con dibujos de
tinada a primeras novelas de autores Noé intervenidos por un joven artis-
casi desconocidos. Sólo incluyó cuatro ta, Nahuel Rando, y simplificado su
títulos, en una modesta presentación título como Recontrapoder.
(las tapas reproducían las de las carpe- Un libro de recetas de cocina para
tas en las que habitualmente nos traían preparar muy sencillamente con pro-
los originales), pero sus autores harían ductos enlatados (y con paltas, consi-
buenas carreras: Góndolas, de Gabriel deradas como latas), fue el aporte de
Báñez; El palacio de la noche, de Pablo mi amigo, el escenógrafo y director de
de Santis –reeditada en 2002–; Arnulfo arte Aldo Guglielmone, a mi inepcia
o los infortunios de la gloria, de Daniel culinaria: Viva la lata fue ilustrado
Guebel, y No velas a tus muertos, de por Quino, que dibujó sobre platos
Martín Caparrós (una primera nove- soperos a sus personajes. El inmenso
la que aparecía luego de la segunda, trabajo que esto le demandó fue poco
publicada por Ada Korn), reeditada visible: la impresión con clisés hizo
más tarde, ya en otra colección. aparecer el fondo como dos círculos
Esta vocación por el riesgo, susten- concéntricos planos.
tada en la solidez que le daban a la Sin perder la dimensión artesanal
editorial sus “autores estrella”, no y nuestra conducción personal, la
comenzaba ni terminaría allí. En editorial crece y se comienzan nue-
diciembre de 1969 habíamos publica- vas colecciones: psicoanálisis, ensayo,
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y polígrafos del pasado, piezas hasta en esta entrevista. Una colección que
entonces atesoradas en algunas biblio- precedió a El Pasado Argentino, que
tecas públicas y particulares6. la abarca y manifiesta el horizonte
La colección El Pasado Argentino sería de referencias universales con las que
una de las “argentinianas”, de esas cuatro habría que fundir el pensamiento de la
o cinco bibliotecas fundadoras de una cultura y la sociedad argentinas.
cultura argentina impresa. Este núcleo Aquí se presenta una edición de dos
de la obra de Weimberg representa entrevistas realizadas con Gregorio
el último proyecto editorial capaz de Weimberg en torno a sus actividades
hacerse un lugar en el linaje de las como editor y a sus experiencias en el
bibliotecas de Ingenieros y de Rojas: medio editorial7. Retratan apenas un
La Cultura Argentina y La Biblioteca aspecto de su obra. Pero la edición se
Argentina. Han sido muchos los intelec- trata de una actividad cuyas huellas no
tuales que, como Gálvez y Quiroga con son evidentes; una práctica compleja
la Cooperativa de Buenos Aires, crearon y específica cuyo conocimiento aún
colecciones o editoriales para enlazar no ha forjado un campo de especia-
sus libros entre otros que no tuvieran listas entre las ciencias sociales en
cabida en el mercado del libro. Pero, en Argentina. En su origen fueron entre-
estos casos, pocos han conseguido equi- vistas de investigación; destinadas no a
librar una permanente actividad como la edición como tales, sino a sumar evi-
editores y como productores intelec- dencias para la historia del campo edi-
tuales. Lafforgue, torial, de la traducción y publicación
de ciencias sociales y de otros temas
La edición se trata de una acti- Schmucler y otros
conexos. Pero en este momento críti-
vidad cuyas huellas no son evi- pocos pueden tes-
co, la figura de Gregorio Weimberg se
dentes; una práctica compleja timoniar al respec-
revela única e indispensable para pen-
y específica cuyo conocimiento to. En esta clase
sar que su obra continuará presente
aún no ha forjado un campo de intelectuales,
en alguno de los pliegues de nuestro
de especialistas entre las cien- el conocimiento
de sus obras no pensamiento colectivo, en la filigrana
cias sociales en Argentina.
puede limitarse de los cientos de libros en los que
apenas a lo escrito, su nombre no aparece impreso pero
a los textos firmados. Las marcas mate- que salieron al público gracias a sus
riales de su labor se sumergen por detrás proyectos intelectuales. En esas horas
de todos los textos de otros autores que nos damos cuenta de que se ha tenido
hicieron públicos, razón de la edición. el privilegio de escuchar una historia
El Pasado Argentino es una de las piezas profunda que vale la pena compartir.
reconocidas de la obra de Weimberg, Pero la entrevista publicada se reduce
es decir, una de aquellas que la buena por su edición, permanecerá apenas
historia cultural retiene como cuadro como un texto. Sólo el acompañamien-
para una memoria colectiva. Pero las to de imágenes permitiría dar densidad
realizaciones de Gregorio Weimberg etnográfica a las charlas con Gregorio
van mucho más allá. Entre sus legados Weimberg. Todos los ambientes de su
que han caído en el olvido sobresale casa de Remedios de Escalada al 800
la colección Tratados Fundamentales están abarrotados de libros. Para cada
editada en los años 40 por la editorial afirmación Gregorio tenía una eviden-
Lautaro: “ése es mi orgullo”, nos dice cia material impresa. Eran entrevistas
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sus inclinaciones, hay que considerar ros libros –puedo mostrarle alguno–,
que Francisco Romero trabajaba con tenían al final unas hojitas pidiendo la
Losada. Y Losada era una editorial opinión del lector, sugerencias, noticias
mayúscula. Tenía un equipo de gente biográficas y bibliográficas. Él publica
fantástico. Y don Gonzalo era muy clásicos en traducción, pero lo más
inteligente, muy intuitivo. importante, es que comienza a publi-
car autores latinoamericanos. En su
colección aparecen Risieri Frondizi,
Losada en el centro del Wagner de la Reyna, Emilio Oribe, Vaz
campo editorial Ferreira; un montón de latinoamerica-
nos al lado de Kant, de Leibniz. Había
S: ¿Se puede decir que con la colec- que ser corajudo para publicar así en
ción Tratados Fundamentales usted aquella época. Y más corajudo todavía
hizo punta en la edición de filosofía porque publicó dos libros que todavía
y ciencias sociales en Argentina? no terminan de causarme sorpresa. Dos
W: Puede ser. Pero, a mi juicio, pri- libros de Guillermo Francovich: uno se
mero hay que hablar de Losada. llamaba La filosofía en Bolivia (1945)
Losada nace a fines de los años 30 y otro Filósofos brasileños (1943). Hoy
como una industria de sustitución en Argentina no hay ningún editor que
de importaciones. En los primordios sea capaz de publicar un libro sobre la
de la industria editorial, los libros filosofía en Bolivia. Eso le da una idea
se mandaban hacer a Europa. Eran de la amplitud de horizontes culturales
españoles y muchos también existían de Losada, una empresa cuyo objetivo
gracias a la actividad de impresores y no era mercantil. El libro de Alberto
libreros franceses. A diferencia de las Wagner de la Reyna sobre Heidegger,
editoriales anteriores, Losada crece no me atrevo a decirle categóricamente,
rápidamente y se latinoamericaniza. pero debe haber sido si no el primero,
Porque en esos años los otros países uno de los primeros trabajos sobre
estaban en condiciones inferiores a Heidegger en lengua castellana16.
las nuestras. Pero hay que considerar, Sigamos con el tema de Losada.
como aspecto más sobresaliente, que Hago una apología de Losada por-
en Losada trabajaban Guillermo de que se la merece. La colección que
Torre, Pedro Henríquez Ureña, Luis dirigía Amado Alonso era de lingüís-
Ginés de Azúa, Felipe Ginés de Azúa, tica. La lingüística sólo estuvo de
Francisco Romero, Amado Alonso, moda mucho después. Su colección
Lorenzo Luzuriaga, y se me escapan se publicó en los años 40 y 50. A mí
varios nombres importantes. Eso le da me parece impresionante. Igual en la
la pauta del nivel que alcanzaron las colección que dirigió Felipe Ginés de
colecciones dirigidas por ellos. Azúa, que se llamaba Ciencia y Vida.
En ese cuadro Francisco Romero hace la Allí se publicó Einstein sobre la teo-
primera colección orgánica de filosofía. ría de la relatividad, la evolución de
Lo hace con un criterio muy amplio y Huxley, un libro sobre la inteligencia
muy inteligente. Don Francisco publi- artificial, una historia de la química
có libros que hoy ninguna editorial y cosas así. Además hacían alardes de
publicaría; lo hacía, además, con un la presentación de los libros. No sé si
sentido de función cultural. Los prime- usted alcanzó a conocer la Colección
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Pajarita Papel. Los libros eran de una clima de la realidad cultural, un cam-
confección de alto padrón. Incluso en bio de sensibilidad. Y luego, no hay
las ediciones comunes hacían alarde de que olvidarlo, él lo bancó a Neruda
calidad. Lo tenían a Atilio Rossi, un cuando estuvo escondido muchos
italiano que trabajaba como diagrama- años. Era una persona muy generosa.
dor y se preocupaba por hacer libros Losada apostó fuerte y abrió sucursales
lindos, libros nobles. Gonzalo Losada, en el resto de los países de América.
no lo olvidemos, publicó a Neruda. Cuando se instaló en Chile me dijo:
Yo recuerdo haber leído un aviso “Si yo me instalo en Chile tengo que
comercial de Losada que decía más o publicar un autor chileno que sea
menos así: “Esta editorial publicó a una tarjeta de presentación”. Todos le
los siguientes autores antes que se les habían sugerido un poeta famoso: G.
haya adjudicado el Premio Nobel”. Santa María. Pero él optó por Neruda.
Creo que eran diez: Gabriela Mistral, En cada una de las sucursales estable-
Neruda, Asturias, Sartre, Camus... Era cía contactos con autores importantes.
un justo alarde: “Yo los publiqué Lo importante de señalar es que él
antes, no después del Premio Nobel”. fue detectando autores de cada uno
Y... el editor de literatura no era otro de esos países o regiones. Así fue que
sino Guillermo de Torre. pasó a publicar a Arciniegas, a Miguel
Ángel Asturias, a Carpentier. Yo el
S: ¿Usted lo conoció personalmente primer libro de Carpentier que leí, lo
a Gonzalo Losada? leí por Losada. En España, claro, tuvo
W: Yo era asesor literario de Lautaro y problemas con la censura. Con Franco
la gerente de Lautaro era muy amiga no podía meter a Sartre, a Camus
de Don Gonzalo. Nos hicimos muy nada de eso. Los autores prohibidos en
amigos con él. Yo lo quería mucho y España, Losada los publicaba acá. ¡Fue
él me apreciaba también. Me acuerdo la editorial de García Lorca!
un día en el que él hizo una fiesta para
festejar –valga la redundancia–, no sé S: ¿Y las editoriales que compe-
si el ejemplar 500.000 o un millón tían con Losada? Sudamericana, por
de Veinte poemas de amor de Neruda. ejemplo.
Una cosa increíble para la literatu- W: Con Julián Urrugoiti y Don Antonio
ra en castellano de aquel entonces, López Llausás, Sudamericana empezó a
¿no? En ese momento yo le pregunté: publicar novelística europea en una línea
“Gonzalo, explíqueme una cosa que bien orientada por Victoria Ocampo
a mí me interesa desde un punto de al comienzo, por Enrique Pezzoni des-
vista sociocultural: ¿cómo puede usted pués… Pero tengo la impresión de que
explicar que se hayan vendido cien- Sudamericana no tuvo esa actitud de
tos de miles de ejemplares de Veinte apertura hacia los escritores, tratar de
poemas de amor de Neruda?” “Fíjate conseguírselos, de hacerlos de la casa.
Gregorio (imitando la tonada españo-
la de Losada). Es muy sencillo: antes S: También estaban Claridad,
el muchacho le regalaba a la mina Santiago Rueda.
las rimas de Bécquer y hoy le regala W: Claridad estaba un poco más
Neruda.” ¡Me pareció una observa- confinada por el aspecto político. No
ción agudísima! Él notó un cambio de tenía el cuero que tenía Losada, ni
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los asesores, ni incursionó en tantos plares de París Match por semana; ade-
campos, no llegó a editar libros de más de todos los diarios. Al tiempo yo
derecho, de divulgación científica de les hice la propuesta de la colección El
alto nivel, de lingüística y demás. No Pasado Argentino. Una propuesta que
sabría como calificarla. Yo le diría no aceptaron con mucho entusiasmo.
que era la industria pesada. Santiago Pero los convencí utilizando un argu-
Rueda, por su lado, era una especie mento un poco ilegítimo. Les dije:
de desprendimiento de El Ateneo. “Miren, estamos viviendo la época de
Su creador era cuñado de los García. Perón, un nacionalismo excesivo. Y
A diferencia de las otras editoriales, además fíjense ustedes que hay cierta
Losada y Sudamericana se arraigaron actitud xenófoba. Hay problemas de
y se universalizaron. divisas y algún día les van a decir:
‘¿Cómo es? ¿Ustedes no hacen nada
S: ¿Losada tuvo talleres de impresión? por la cultura argentina? Siguen tra-
W: No. Ellos siempre traían a cola- yendo más libros franceses, revistas
ción recuerdos de España y alega- francesas’”. ¡Eran cajones y cajones!
ban que a todas las editoriales –entre Bueno, ese argumento fue el que me
ellas Espasa-Calpe– que habían puesto permitió iniciar la colección El Pasado
talleres propios para ahorrar costos, les Argentino en el año 54, 55, antes
había ido mal. Porque el problema de de la caída de Perón. Los primeros
la imprenta es que las máquinas no libros fueron Cafulcurá, con prólogo
dejen de trabajar. Entonces cuando el de Giusti –que me lo acaban de robar
editor es dueño de la imprenta dice: en la editorial Elefante Blanco con
“Bueno, mañana entra mi libro, espe- prólogo y todo–, y luego el del Perito
remos... o suspendo tal libro”, inter- Moreno. Luego sacamos Mis memorias
ferencias que perjudican la produc- de Mansilla y Las ruinas de Tiahuanaco
tividad. Hoy ninguna gran editorial de Mitre. Para sorpresa de todos tuvie-
tiene su propia imprenta; juegan con ron un gran éxito. Entonces ahí a los
distintas imprentas, distintas oportu- de Hachette ya les interesó y conti-
nidades, máquinas, formatos, etc. nuamos la colección. Mi función era
la de un asesor literario: la colección
salía bajo mi nombre y mi responsabi-
La biblioteca nacional de una edito- lidad. En Hachette además hice otras
rial extranjera: Hachette y la colec- cosas; publiqué un montón de libros.
ción “El Pasado Argentino” Participé en la publicación de La vida
cotidiana, no sé si usted conoce esos
S: Una vez que usted se alejó de libros, ahora se los voy a mostrar.
Lautaro, ¿inmediatamente creó Después publiqué una gran Historia
otros proyectos editoriales? de la filosofía de Lamanna en seis
W: Hice algunas cositas que no tienen tomos. Lindísima edición, a la que yo
importancia, en editoriales con las que le puse la bibliografía castellana17.
no me fue bien. Después entré como
asesor literario de Hachette. Hachette S: Era como retomar el proyecto de los
era importadora de las publicacio- Tratados Fundamentales de Lautaro o
nes francesas, por supuesto. En un la obra de Romero en Losada.
momento llegó a traer 10.000 ejem- W: En cierta manera sí18.
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Emecé le pidió los derechos a Mr. Aztecas, Los Mayas y alguno más.
Smith. Él se los dio y lo tradujo un tal Cuando vino, primero decidió que
Visio. Después yo le dije a Mr. Smith: no se encuadernaran y después que
“Mire una cosa: Emecé tiene los dere- no se ilustraran. Cuando le dije que
chos. Según las normas durante un año editemos Grecia en la época de Pericles
tiene que publicarlo si no los pierde. me dijo: “¿Para qué, si ya tenemos a
¿Por qué no me da la primera opción? Homero?” No había con quién hablar.
Anótelo en su libro. Yo le pido la pri- Le ha hecho tanto daño a Hachette.
mera opción para hacerlo porque tengo Cuando la editorial francesa anduvo
el presentimiento de que Emecé no lo mal se la vendieron a él, que terminó
va a hacer”. Y se dio así. Le compramos de fundirla del todo. Yo ni quise saber
la traducción a Emecé, se publicó y cómo terminó todo.
tuvo un éxito enorme; ya es un clásico.
Ése era el clima de trabajo. S: ¿En qué otras colecciones trabajó
usted, además de La Vida Cotidiana?
S: ¿En los 50 Hachette era una W: En Hachette hicimos muchas
empresa de porte? cosas. De ciencias humanas y sociales
W: Sí, tenía más de cincuenta emplea- no era muy sim-
dos. Tenían los libros franceses para los ple sacar libros.
colegios franceses, libros de idioma, de Publicamos un
texto, las revistas. Traían revistas desde Schuhl sobre
géneros como la filatelia hasta la moda, Platón 19, un
pasando por el automovilismo. En esa par de libros de
época no había revistas de moda nacio- Mondolfo, y
nales. El edificio era fabuloso. algún libro de
Labrousse sobre la
S: ¿Dónde estaba la sede? democracia. Para
W: Estaba en Maipú 49 y después se publicar a Hegel,
mudó a Rivadavia al 749. que la primera
edición salió con
S: ¿Y usted iba regularmente? Hachette, tuvi-
W: Todos los días, tenía oficina allí. mos largas peleas.
Me decían “Un
S: ¿Cuándo cerró Hachette en libro de mil pági-
Argentina? nas...”. Sobre el
W: Vino un tal Musset de Francia libro de historia
y la fundió. Era hijo del director me decían: “¿Por qué lo vamos a
de uno de los grandes diarios de publicar si hay tantas historias?”
Francia. Llegó con mucha soberbia,
se llevaba a todo el mundo por delan-
te, pero era un ignorante. Teníamos Después del 66: Dimensión
colecciones como La Vida Cotidiana, Argentina, Solar, CEPAL
que eran propiedad de Hachette de
París. Publicamos cinco o seis tomos S: ¿Usted cuántos años trabajó en
sobre Egipto, Grecia en la Época de Hachette?
Homero, en la Época de Pericles, Los W: Cuando vino la caída de Perón, ahí
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ción”. ¿Qué poderes, temores y peligros de todos los individuos que al tradu-
esconden la historia de las ideas, de las cir, editar y diseminar los libros hacen
teorías, de la cultura al insistir en el posible la cultura impresa? ¿Quiénes,
recorte de disciplinas, de autores y de además de Gregorio Weimberg, están
categorías de pensamiento atomizadas, presentes en todas nuestras bibliotecas,
sin historia, sin reflexión sobre el lugar no como autores sino como estantes
preciso en el que un autor del pasado de la totalidad de los cuadernos de la
está presente y se pone en juego? ¿Por cultura local, nacional, universal?
qué demora tanto en llamar la atención
la reconstrucción del conjunto de refe- (*) Investigador de CONICET. Museo
rencias de una colección de libros o de de Antropología de la Universidad
un programa de cátedra, de la acción Nacional de Córdoba.
NOTAS
1. El primer jalón de este uso fue registrado en Francia hacia 1664 y en España hacia 1696: Sorel, Charles, La
Bibliothèque Françoise. Ou le choix et l’examen des Livres François qui traitent de l’Eloquence, de la Philosophie, de la
Dévotion et de la Conduite des Mœurs. Et de ceux qui contiennent des Harangues, des Lettres, des Œuvres méslées, des
Histoires, des Romans, des Poésies, des Traductions, et qui ont servy au Progrès de nostre Langue. Avec un Traité parti-
culier, où se trouvent l’Ordre, le Choix et l’Examen des Histoires de France. París, Compagnie des Libraires du Palais,
1664. Por otra parte, en 1696 aparece en Roma la Bibliotheca Hispana realizada por Nicolao Antonio. Véase, por
ejemplo, Botrel, Jean-François, “Exportation des livres et modèles éditoriaux français en Espagne et en Amérique
Latine (1814-1914)”, en Jacques Michon y Jean-Yves Mollier (dirs.) Les mutations du livre et de l’édition dans le
monde du XVIIIe siècle à l’an 2000. Québec - París, Les Presses Universitaires de Laval - L’Harmattan, 2001, pp.
219-240, y “La librairie ‘espagnole’ en France au XIXe siècle”. Le commerce de la librairie en France au XIXe siècle
(1789-1914). París, IMEC - Éditions de la Maison des Sciences de l’Homme, 1997.
2. Con esta intención de conocimiento no hago más que apropiarme de los proyectos de quienes, como Gre-
gorio Weimberg en Argentina o Luiz de Castro Faria en Brasil, impulsaron los estudios sobre “pensamiento
social”. También de la perspectiva de investigaciones sociales e históricas abierta por Roger Chartier a partir de
la obra de Foucault (véase, por ejemplo, Chartier, Roger, El orden de los libros, Barcelona, Gedisa 1994-1998).
Este texto es la mejor oportunidad para hacer recordar que cuando fue director de CONICET Gregorio Weim-
berg propuso el concurso de un subsidio especial para estudiar la edición en Argentina.
3. Foucault, Michel, L’ordre du discours, París, Gallimard, 1971 y O que é um autor?, Lisboa, Passagem, 1992.
Para un uso ejemplar de Foucault en torno a “los fundadores de discursividad”, véase de Castro Faria, Luiz,
Oliveira Vianna. De Saquarema à Alameda São Boaventura 41 - Niterói. O autor, os livros, a obra. Río de Janeiro,
Relume & Dumará, 2002.
4. La lista ciertamente abarcaría a otros como Aricó, Schmucler y los que hicieron los Cuadernos de Pasado y
Presente y gravitaron en la editorial Siglo XXI.
5. Cfr. Sorá, Gustavo, Traducir el Brasil. Una antropología de la circulación internacional de ideas, Buenos Aires,
Libros del Zorzal, 2003 y “A arte da amizade. José Olympio, o campo de poder e a edição dos livros autênti-
camente brasileiros”. www.livroehistoriaeditorial.pro.br, 2005.
6. Pontes, Heloisa, “Retratos do Brasil: um estudo dos editores, das editoras e das ‘Coleções Brasilianas’, nas
décadas de 1930, 40 e 50”, en BIB - Anpocs, N° 26, 1988, pp. 56-80.
7. Las entrevistas fueron realizadas en la casa de Gregorio Weimberg, Buenos Aires, el 23 de febrero del año
2000 y el 30 de septiembre de 2005. Vivir siempre lejos de Buenos Aires me impidió regresar a la casa de Gre-
gorio para retocar las entrevistas, para “negociar” lo decible y verificar la incomprensión de nombres propios
o de expresiones enteras. Anticipo disculpas al lector por los posibles errores o malentendidos que puedan
persistir por no haber concluido el proceso dialógico de las entrevistas.
8. De Levy-Bruhl la colección también incluyó Las funciones mentales en las sociedades inferiores, libro con
traducción y prólogo de Gregorio Weimberg, 365 p.
9. De Francis Bacon, en realidad Weimberg publicó por los Tratados Fundamentales de Lautaro el libro Del
adelanto y progreso de la ciencia divina y humana en 1947. El Ensayo sobre moral y política de Bacon lo había
publicado en 1946 por la editorial Futuro. Para este libro, G. Weimberg, escribió la nota preliminar.
10. De León Brunschvicg, Gregorio Weimberg editó por Hachette en 1955 Las edades de la inteligencia. Este li-
bro fue traducido por Amparo Albajar y G. Weimberg le añadió notas y adiciones bibliográficas. Sin demandar
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exactitud a las referencias bibliográfica que realiza Gregorio Weimberg en esta entrevista, a casi medio siglo de
editados los libros que menciona, se advierte al lector que aquí sólo hemos hecho algunos avances en el chequeo
y corrección de tales referencias. La reconstrucción y estudio de las series completas de cada colección es una
tarea por hacer, indispensable para penetrar en el conocimiento de muchos aspectos del estado del campo de
las ciencias humanas y sociales en la Argentina de las décadas de 1940 y 1950.
11. Este libro fue reeditado por Aguilar (Buenos Aires) en 1957, con traducción directa del latín, prólogo y
notas de Manuel Fuentes Benot.
12. Weimberg, Gregorio, Tiempo, destiempo y contratiempo, Buenos Aires, Leviatán, 1993.
13. Spinoza, Tratado teológico-político, Buenos Aires, Lautaro, 1946, 329 p. Prólogo de León Dujovne, traduc-
ción de Julián de Vergas y Antonio Zozaya. Más tarde G. Weimberg fue el encargado de publicar las Obras
completas de Spinoza en 5 volúmenes.
14. Farrington, Benjamín, Ciencia griega, Buenos Aires, Hachette, 1957. Nota preliminar de Hernán Rodríguez.
15. Entre 1949 y 1950, Nova publicó cuatro títulos de Georg Simmel. A partir de entonces aumenta consi-
derablemente la presencia de las ediciones de Nova en el género filosofía. A diferencia de la acción editorial de
Gregorio Weimberg, no se observa un similar trabajo de Pucciarelli como “editor” en el sentido restringido del
término, es decir interviniendo como traductor, prefaciador, en la adaptación de repertorios bibliográficos, etc.
Igual diferencia podría establecerse frente al trabajo editorial de Francisco Romero.
16. Wagner de la Reyna, Alberto, La ontología de Heidegger: su motivo y significación, Buenos Aires, Losada,
Biblioteca Filosófica, nota preliminar de Francisco Romero, 2ª edición 1945.
17. Lamanna, Paolo, Historia de la filosofía, Buenos Aires, Hachette, 1957.Traducción de Oberdan Caletti,
prólogo de Rodolfo Mondolfo.
18. Aparte del citado título de Benjamín Farrington y de Spinoza, entre otros libros de filosofía publicados por
Gregorio Weimberg en Hachette se puede mencionar Ciencia de la lógica de W. F. Hegel en dos volúmenes
que suman mil páginas. Se trató de una edición traducida y presentada por Augusto y Rodolfo Mondolfo, que
fue reeditada cuatro veces. Por Hachette también salieron libros de filosofía, como Historia y solución de los
problemas metafísicos de Charles Renouvier en 1950 y Filosofía de la felicidad de Josiah Royce. Este último en
traducción y con nota preliminar de Vicente Quintero.
19. Schuhl, Pierre-Maxime, La obra de Platón, Hachette, 1956, 255 p. La traducción la realizó Amparo Albajar.
Esta versión tiene una nota sobre las traducciones de Platón en español y adiciones bibliográficas hechas por
Gregorio Weimberg.
20. Gregorio Weimberg realizó el índice analítico del V° volumen de las Obras completas de José Ingenieros
publicado en 1957 por la editorial Elmer de Buenos Aires.
21. Posteriormente, Gregorio Weimberg fue responsable de la edición de las Obras completas 1919-1948 de
Raúl Prebisch en 4 volúmenes.
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manecer tan sólo dos meses o un año la editorial, también la reversión fue
y medio como máximo, la gestión visible en este plano. En el año 1971,
de Spivacow, respetada por sus cua- se editaban únicamente 40 títulos
lidades profesionales y no por sus nuevos al año. También fue notable el
adhesiones políticas a lo largo de ocho cambio en la cantidad de ejemplares
años, es una característica importante de cada uno. Si en el primer período
para pensar en aquella época de la el promedio de tirada era de10.000
Universidad de Buenos Aires. ejemplares, luego del golpe militar se
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Libros del Tiempo Nuevo Proust, Gide par Gide). Los escrito-
Eran libros destinados a analizar los res vistos a través de su escritura. La
problemas de América, de su cultu- colección, dirigida por José Bianco,
ra, sus religiones, su economía. Vida reflejaba la vida, la obra y la imagen
de José Ingenieros de Sergio Bagú, de cada uno de los grandes escritores
El desarrollo agrario argentino de H. de América Latina. Contenía cada
Giberti, Sociología del Uruguay de ensayo una biografía, fotografías, una
Carlos Rama. bibliografía completa y fragmentos de
la obra del escritor en cuestión.
Serie del Siglo y Medio Genio y figura de Jorge Luis Borges
Fue imaginada como homenaje al fue escrito por Alicia Jurado; el de
sesquicentenario de la Revolución de Alfonsina Storni por Conrado Nalé
Mayo. Era una Roxlo; el de Lucio V. Mansilla por
El golpe militar de 1966 intro- colección popu- J. L. Lanuza; el de Gabriela Mistral
dujo una serie de modalidades lar que incluía por F. Alegría.
que luego se mantendrían. En autores del perío- El golpe militar de 1966 introdujo
primer lugar, subordinaría el do 1810 a 1960 una serie de modalidades que luego
proyecto editorial a la política y que reflejaba la se mantendrían. En primer lugar,
de turno. No hay más que com- vida nacional con subordinaría el proyecto editorial a
parar las temáticas y los años una visión amplia. la política de turno. No hay más que
de publicación de los libros Se trataba de comparar las temáticas y los años de
con los respectivos contextos libros de escrito- publicación de los libros con los res-
para encontrar una relación res clásicos argen- pectivos contextos para encontrar una
directa con las distintas etapas tinos prologados relación directa con las distintas etapas
políticas de la Argentina. por especialistas políticas de Argentina.
en literatura. Las En segundo lugar, se desestimó la
tapas eran creaciones especiales de los profesionalización en las conduccio-
principales pintores (Soldi, Castagnino, nes y se profundizaron las disconti-
Urruchua, Alonso, Berni). nuidades en ella.
La serie dirigida por Horacio Achával Finalmente, la ideología del proyec-
se vendía exclusivamente en el stand to después del golpe militar produjo
de EUDEBA en paquetes de cuatro un cambio importantísimo: se ele-
títulos identificados con nombres crio- girían otros destinatarios antes que
llos como Mangrullo, Aljibe, Aguatero, los profesores, docentes o alumnos
Candil, etcétera. de la universidad.
Existieron muchas otras coleccio- También fueron otros los autores. Así
nes como Arte para todos, Tratados, por ejemplo, en 1970 se publicó el La
Biblioteca de Asia y África, Guías, del conquista del desierto, cuyo autor era
Caminante, por nombrar sólo algunas un oficial del Ejército (Juan Carlos
de ellas. Pero tal vez una de las más Walter), profesor de la Escuela de
importantes, y por eso nos detendre- Gendarmería y del Colegio Militar.
mos brevemente en su descripción, Esta temática, bajo el nombre de
fue Genio y Figura. Colección de Lucha y frontera contra
El antecedente de la misma era la colec- el indio, tendría continuidad luego
ción francesa Les ecribains d’aujourd de 1976 con la publicación de 23
hui, de la editorial Seuil (Proust par trabajos de autores que eran oficiales
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dos masivos como el CBC, una prác- fesional y democrática, a cargo del
tica común. La calidad y el proyecto licenciado Luis Quevedo, han con-
editorial quedaron subordinados a la seguido en los últimos dos años, por
lógica de conseguir recursos econó- primera vez en su historia, obtener re-
micos para financiar la editorial. En sultados positivos en los balances, algo
el año 2002, el entonces recién desig- que no se había logrado incluso en su
nado rector de la Universidad, doctor época fundacional.
Jaim Etcheverry, eligió el mismo ca- EUDEBA fue y debe seguir siendo un
mino que al fundar la editorial esta- orgullo para quienes tenemos algún
bleció Risieri Frondizi: confiar a un vínculo con la cultura de este país. Fue
profesional de la edición la dirección la editorial que incorporó al mercado
de la misma y designar a un directo- de lectores a millones de personas y
rio de personas de intachable trayec- permitió escribir y publicar a cientos
toria profesional en la Universidad de de intelectuales. Es un deber de todos
Buenos Aires. ayudar a que siga siendo una editorial
Ese directorio y la gestión actual, pro- principalísima de nuestro país.
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Álvarez daba a cada uno de sus cola- y requerido por los escritores. Un
boradores completa autonomía en su príncipe del Renacimiento, lo llama
área, pero al mismo tiempo decidía Julia Constela, quien además de ase-
acerca de todo “con absoluta arbitra- sora fue directora, entre 1963 y 1964,
riedad”, como dice Julia Constela. de la más afamada colección de la
En un principio editó a Germán editorial, las “Crónicas”, que revelan
Rozenmacher y a Dalmiro Sáenz, y “al la impronta moderna que Álvarez le
año de sus primeros títulos, la mejor dio a sus publicaciones. En este punto
literatura del momento ya tenía algu- es preciso recordar que el cuento o
na que otra representación en el catá- relato breve tuvo
logo”9. Escritores consagrados junto un papel rele-
con desconocidos que “morían” por vante dentro del
ser publicados y cuya valía el tiempo “boom” latino-
terminó confirmando, tanto como la americano12, de
agudeza del editor. manera que la
¿Qué distingue a Jorge Álvarez de otros editorial acompa-
editores argentinos de la época? Sergio ñaba una moda-
Pujol caracteriza a estos editores como lidad que otras
intelectuales más o menos progresistas, editoriales más
que pasaron de tener un puñado de títu- grandes, como
los en prensa a convertirse en produc- EUDEBA, tam-
tores casi masivos de libros10. Aunque bién adoptaron.
certera, esta definición no es suficiente Sin embargo, en
cuando se aplica a Álvarez y se puede el caso de JA, la
decir que le resta mérito. Una mezcla clásica antología
de creatividad, perspicacia y savoir faire fue reemplazada
envuelve a este “personaje surgido de un por una selección
cuento de Scott Fitzgerald”11. El agen- de distintos auto-
te literario Guillermo Schavelzon, que res con unidad temática: eran crónicas
comenzó a trabajar en JA a los 19 años, del pasado, del amor, de la burguesía,
asegura que fue Álvarez quien moderni- de Buenos Aires, del sexo, etcétera.
zó la edición en los sesenta y se anticipó Constela escribía los prólogos y las
al “editor” como figura casi pública biografías de los autores, que resulta-
(en el sentido del publisher). Inventaba ban “muy insolentes –según su auto-
libros (por ejemplo, cuando se le ocu- ra– porque los tomaban un poco en
rrió reunir las tiras semanales de Quino broma”. Por otro lado, la directora de
en un libro), hacía encargos a algunos la colección tenía libertad para escoger
autores (lo que no estaba permitido por los autores, y lo hacía de manera que
ciertos códigos éticos) o les pagaba a hubiera en cada una de las Crónicas
otros una cuota mensual por escribir. un autor de mucha fama y recono-
Intuición para crear un catálogo ecléc- cimiento, otros menos conocidos y
tico que atrajera al nuevo público no alguno nuevo; en la primera, por
le faltaba, pero además, Álvarez tuvo ejemplo, las Crónicas del pasado, el eje
la capacidad de interpretar el espíri- de atracción fue Ernesto Sabato, quien
tu de la época, de convertirse en un por otra parte publicó aquí su único
editor-faro seguido por sus lectores cuento. En ese volumen también se
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de Buenos Aires y se cotizan a altos todos los que nos vinculamos con el
precios por Internet. Sin embargo, libro, sólo que no es posible soslayar
muchos de los que aprendieron con el hecho de que, en los sesenta, las
Álvarez continuaron su camino como calles estaban pobladas de “lectores
reconocidos escritores, críticos o dise- ansiosos por develar (...) el secreto de
ñadores. Y también como editores, en nuestra realidad”. Trabajemos para
el caso de Daniel Divinsky, el dueño que nuevamente así sea.
de la prestigiosa editorial De la Flor.
Si, como dice Claudia Gilman, el (*) Licenciada en Letras y editora (UBA).
objetivo de los sesenta fue “sacar el Docente de la carrera de Edición (FFyL,
libro a la calle”14, JA lo cumplió con UBA). Editora científica de la revista
creces. Ése debería ser el propósito de Páginas de Guarda.
Colección Narradores
Colección Crónicas: de amor, del pasado, de la burguesía, de América, de Buenos Aires, bastante extrañas, del sexo.
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• Fascismo y marxismo
• Ejército y revolución industrial
• Galeano, Eduardo, China 1964
• García Lupo, Rogelio, ¿A qué viene De Gaulle?
NOTAS
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prestigio y capacidad como editor, los crear una editorial...”1. Durante el en-
acontecimientos inmediatamente poste- cuentro y luego del consenso acerca de la
riores a su destitución de la dirección del nueva editorial, Orfila recuerda:
Fondo el 7 de noviembre de 1965 revelan
aun con más fuerza la dimensión de su Enrique González Pedrero propone que se
figura. La publicación de Escucha Yanki llame Editorial Orfila, algunos discuten y
de Charles Wright Mills y Los Hijos de dicen algo; entonces intervine para decir-
Sánchez de Oscar Lewis con el sello de les que yo tenía pensado hacer una revista
FCE molestó fuertemente a las autorida- el año que viene y había pensado llamarla
des mexicanas. El temor a que el primero Siglo XXI, no sé que opinan de llamar así
fuera interpretado como una afrenta a a la editorial. Pues muy bien, les gustó a
Estados Unidos y la sensación de que el todos el nombre y le pusieron Siglo XXI2.
segundo pudiera atentar contra la imagen
que el propio gobierno pretendía ofrecer No obstante, tal emprendimiento nece-
de su país empujan a un grupo de fun- sitaba de algo más que un nombre apro-
cionarios a pedir la destitución de Orfi- piado y buenas intenciones; necesitaba
la. A la luz de los hechos posteriores, esa financiarse, hallar un lugar donde fun-
sorpresiva actitud será luego interpretada cionar y un equipo de trabajo. Aunque
como la primera señal del espíritu autori- los primeros aportes llegaron de amigos
tario del nuevo gobierno mexicano. y del propio Orfila –que destinó toda la
La reacción de indemnización recibida por su despido–
... tal emprendimiento necesi- parte importante fue necesario convocar a una gran cena
taba de algo más que un nom- del mundo inte- para recaudar el monto inicial. La míti-
bre apropiado y buenas inten- lectual mexicano ca cena, a la vez de desagravio a Orfila
ciones; necesitaba financiarse, de entonces es Reynal y fundación del nuevo proyecto,
hallar un lugar donde funcio- contundente. Las contó con alrededor de quinientos co-
nar y un equipo de trabajo. visitas de grandes mensales. Tomaron la palabra Jesús Sil-
Aunque los primeros aportes personalidades a va Herzog, Guillermo Haro, Fernando
llegaron de amigos y del pro- la casa de Orfila se Benítez y en representación de los ami-
pio Orfila –que destinó toda suceden una tras gos argentinos, José Luis Romero, quien
la indemnización recibida por otra. La inicial in- había viajado especialmente para la oca-
su despido– fue necesario con- dignación se con- sión. El historiador argentino dirá:
vocar a una gran cena para vierte rápidamente
recaudar el monto inicial. en la necesidad de Arnaldo Orfila Reynal es el signo visible
lanzar un nuevo de la más extraordinaria aventura de la
emprendimiento, una empresa cultural cultura que conoce América Latina, de la
amplia, abierta, que pueda dar cabida a más fructífera experiencia de acercamiento
aquello que rechaza un gobierno cada vez entre los países latinoamericanos: él era el
más autoritario. El intelectual mexicano signo visible del FCE, a través de cuya obra
Fernando Solana recuerda: “Lo primero la conciencia latinoamericana comenzó a
que hice fue llamar a Orfila y no me con- adquirir una imagen real, una forma pre-
testó el teléfono, así es que fui a su casa. cisa, un empuje proporcional a la fuerza
Cuando llegué vi que no respondía por- –a veces dormida– que hay en nosotros.
que estaba rodeado de gente que había
llegado espontáneamente. Yo creo que Así nace Siglo Veintiuno Editores. Sus
éramos cincuenta personas, y decidimos primeros años de vida transcurrirán en
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Gabriel Mancera número 65, en una fesionales, sino también ideas y un cierto
casa prestada por Elena Poniatowska. perfil editorial. Según el actual director de
Aun cuando Orfila Reynal se erige en la Siglo XXI de México, Jaime Labastida,
figura central e indiscutida de ese nuevo este proyecto es en buena medida ...una
proyecto –al punto de llegar a confun- editorial hermana o paralela del FCE (...)
dirse el hombre y la editorial–, sería un Muchos de nuestros
error reducir la presencia de escritores, autores también son ... la iniciativa movilizó y cris-
académicos y experimentados profesio- autores del FCE; talizó a su alrededor una cons-
nales del mundo de la edición a un mero muchas de nuestras telación de individuos, rela-
apoyo inicial. Muy por el contrario, la colecciones tienen ciones sociales y saberes que
iniciativa movilizó y cristalizó a su alre- semejanzas con las contribuyeron desde la funda-
dedor una constelación de individuos, de allá. Tampoco se ción al crecimiento y desarro-
relaciones sociales y saberes que con- puede inventar el llo de la editorial. Así, Siglo
tribuyeron desde la fundación al creci- hilo negro4. XXI contó como socios funda-
miento y desarrollo de la editorial. Así, De esa manera, dores y luego como miembros
Siglo XXI contó como socios fundadores y a diferencia de de su dirección a reconocidos
y luego como miembros de su dirección los particulares y intelectuales mexicanos.
a reconocidos intelectuales mexicanos. a veces penosos
Al importante volumen de capital sim- avatares por los cuales una editorial re-
bólico y social que la presencia de estos cién fundada debe atravesar para crecer
intelectuales otorga a la recién nacida y obtener reconocimiento, Siglo XXI
editorial, se añade la incorporación del moviliza e incorpora desde su funda-
saber profesional. En ese sentido Martí ción una serie de importantes capitales
Soler señala: que le posibilitan un veloz posiciona-
miento y reconocimiento dentro del
... asombra la facilidad con que Orfila campo de la cultura latinoamericana.
logra conformar un equipo a su alrede- En efecto, la experiencia y prestigio de
dor, que sigue con pasión la nueva ta- Orfila, el profesionalismo del equipo
rea, que entiende sin más, que su com- que abandona FCE para aventurarse
promiso no es tan sólo con aquél que la en el nuevo proyecto, el apoyo público
instituyó, sino que va mucho más allá. y las relaciones sociales de los intelec-
Ahí estábamos Concepción Zea en la tuales que acompañan y participan de
administración, Rodrigo Asturias en la manera activa en la editorial, sumado al
venta, Federico Mijangos en el almacén capital económico obtenido para lanzar
y yo en la producción. Todos habíamos el proyecto, convergen en la conforma-
dejado de ser empleados del FCE y lle- ción de Siglo XXI y explican su sólida y
gamos dispuestos a enfrentar el reto. Un veloz ubicación dentro del mundo de la
equipo, un cuadro compacto que conti- edición en particular y de la cultura de
nuaba una tradición a la que se quiso América Latina en general.
decapitar. Una tradición que se resu-
me en aquella frase que se convertiría
en lema: Siglo XXI es una editorial de Un catálogo, una época
México para América Latina3.
Recorrer la historia de Siglo XXI y com-
De FCE no sólo migran hacia el nuevo prender su lugar dentro del campo cultu-
proyecto su director y un equipo de pro- ral exige observar su catálogo a la luz de
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los momentos históricos durante los que nuevo, ejercen un efecto arrollador sobre
desplegó su labor. Si bien una aproxima- la cultura y la política. Así, cuando los
ción exhaustiva en ese sentido requiere escritores latinoamericanos comienzan a
de un análisis histórico que contemple desafiar sus tradiciones literarias nacio-
las relaciones de diferenciación y oposi- nales con arriesgadas rupturas estéticas y
ción que esta empresa cultural estableció a desbordar las fronteras para asumirse
con el resto de las editoriales dentro del como parte de un mismo universo, la
campo de la edición, nos limitaremos Revolución Cubana emerge como un
aquí a mencionar algunas claves que polo magnético en torno al cual empie-
consideramos fundamentales para un za a ser repensada la noción de América
primer acercamiento a la comprensión Latina, el sentido de la política, y el lugar
del catálogo de Siglo XXI. de los escritores y la escritura dentro de
La editorial nace en México en 1965. ese nuevo contexto.
Esto es, aparece en el seno de un perío- Un proceso similar puede señalarse den-
do singularmente apasionante y com- tro del campo de las ciencias sociales. De
plejo para América Latina. Desde fines manera dispar a lo largo de la región, las
de la década del 50 y hasta bien entrada ciencias sociales atraviesan durante la pri-
la del 70, se produce la convergencia y mera parte de esa época por un intenso
el mutuo reforzamiento de ciertos he- proceso de modernización que supone
chos y procesos significativos: la intensa la incorporación de corrientes teóricas y
modernización de las ciencias sociales metodológicas, nuevas prácticas y la re-
y de la literatura, la influencia política consideración de la agenda de investiga-
y cultural de la Revolución Cubana, la ción así como la redefinición del lugar de
conversión de Latinoamérica en marco sus propias realidades nacionales dentro
simbólico de referencia para el pensa- de América Latina y de la región den-
miento y la acción de escritores, cientis- tro del orden mundial. Al igual que en
tas sociales y agentes políticos. el caso de los escritores, el foco cubano
El período que va de 1959 a mediados incide en la reformulación del naciente
de la década de 1970 puede ser inter- campo de las ciencias sociales. No obs-
pretado bajo la noción de “época”, en- tante, a diferencia del caso anterior, la
tendiendo a ésta como el campo de po- radicalización ideológica y política es re-
sibilidad de existencia de un sistema de forzada por las intervenciones y contro-
creencias, de circulación de discursos y de les que las dictaduras militares y algunos
intervenciones5. La singularidad de esta gobiernos civiles ejercen sobre las univer-
época radica en la existencia de una per- sidades, ámbito natural de desarrollo de
cepción compartida de la transformación estas disciplinas7. Tal como explica Silvia
inevitable y deseada del universo de las Sigal para el caso argentino:
instituciones, la subjetividad, el arte y la
cultura, percepción bajo la que se inter- Más allá de sus profundas divergencias, jó-
pretaron acontecimientos verdaderamente venes escritores, intelectuales comunistas e
inaugurales, como la Revolución Cubana, investigadores en ciencias sociales coinciden
no sólo para América Latina sino para el en un punto: hay que ‘estudiar la realidad
mundo entero6. En efecto, el triunfo de la nacional’. Como en el resto de América La-
guerrilla y la instauración de un régimen tina, la tarea consiste en repensar el país,
que promete no sólo una sociedad más abandonando el ensayismo sombrío que,
justa sino el nacimiento de un hombre buscando las raíces del ser nacional, termi-
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naba encontrando trabas naturales o datos cada uno de esos autores publicadas por
metafísicos que no lo eran menos8. la editorial no eran ni muchas ni las más
reconocidas e importantes. En el catálo-
Si bien las relaciones entre el escritor go figuran, entre otros, Mario Benedet-
o el cientista social y la política, o bien ti, José Bianco, Jorge Luis Borges, Julio
entre el ahora intelectual y la idea de Cortázar, Juan Carlos Onetti, Alejandra
revolución, distan de ser lineales y fáci- Pizarnik, Juan José Saer, David Viñas,
les a lo largo del período considerado, Juan Gelman, Roberto Fernández Reta-
como contribución a la comprensión mar, Ernesto Cardenal, Manuel Scorza,
del catálogo de la editorial y mediante Ariel Dorfman, Antonio Skármeta, Car-
él a la del lugar ocupado por Siglo XXI, los Fuentes, Carlos Monsiváis y Octavio
nos basta con señalar la existencia de Paz. Pero también hay considerables
estos procesos. Analicemos entonces excepciones a esa generalidad: Eduardo
algunas de las colecciones de la vasta Galeano publica nueve libros, entre los
producción de Siglo XXI a lo largo del que se encuentran Las venas abiertas de
período 1965-1995. América Latina y
El libro de los abra- Siglo XXI no sólo nace dentro
zos; y Augusto Roa de una época donde los con-
Siglo XXI, una editorial de México Bastos lanza Yo tornos simbólicos de América
para América Latina el Supremo. Asi- cuestionan la relevancia de
mismo, podrían las fronteras nacionales, sino
Siglo XXI no sólo nace dentro de una añadirse la publi- que, más aún, participa acti-
época donde los contornos simbólicos cación de las obras vamente en la construcción de
de América cuestionan la relevancia de completas de Ale- esta representación.
las fronteras nacionales, sino que, más jo Carpentier y de
aun, participa activamente en la cons- Felisberto Hernández, el libro con los
trucción de esta representación. Esta trabajos literarios completos de Rodolfo
labor se desplegó en al menos dos direc- Walsh, y la célebre antología de la poesía
ciones distintas pero convergentes. Por mexicana organizada por Octavio Paz,
una parte, abrió casas o representacio- José Emilio Pacheco, Alí Chumacero y
nes en los mercados más importantes Homero Aridjis, Poesía en movimiento.
de América Latina y España, garanti- México: 1915-1966.
zando así una excelente circulación de Dentro de lo que genéricamente se
los libros publicados. La otra dirección denomina no ficción encontramos un
es definida por el recorte temático y los primer recorte que prioriza el criterio
autores editados, tanto en las obras de temático-regional por sobre la naciona-
ficción como en las de no ficción. lidad de los autores. En efecto, un am-
En el caso de la narrativa hay una apues- plio abanico de traducciones y obras en
ta explícita por la edición de autores la- español converge en torno a una mirada
tinoamericanos. A pesar de que un nú- crítica sobre las distintas problemáticas
mero significativo de los escritores publi- de América Latina. Al menos tres de las
cados participan de una u otra manera cuatro subcolecciones específicas que
de la vanguardia del mundo de las letras integran la colección América nuestra
americanas, Siglo XXI no es recordada dan inmediata cuenta de esta línea:
por ello. Tal vez parte de esto pueda ex- América colonizada, Caminos de libe-
plicarse por el hecho de que las obras de ración y Los hombres y las ideas.
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NOTAS
1. Entrevista a Fernando Solana por Alejandro Cruz Atienza, en Hoja por Hoja, año 9, nº 102, México, 2005.
2. En Arnaldo Orfila Reynal: la pasión por los libros, México, Universidad de Guadalajara, 1993, p. 63.
3. Ídem, p. 15.
4. Ruiz Mondragón, A. , “Cuatro décadas de Siglo XXI”, La Insignia, México, octubre de 2005, www.lainsignia.org
5. Gilman, Claudia, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América. Latina,
Buenos Aires, Siglo XXI de Argentina Editores, 2003, p. 19.
6. Ídem, p. 33.
7. Las ciencias sociales argentinas, en particular la sociología, consolidaban ya su proceso de modernización.
Para el momento de la fundación de Siglo XXI la “sociología científica” ya había legitimado su dominio por
oposición a la antigua “sociología de cátedra” o sociología “precientífica”. Sin embargo, aquélla se enfrentaba
también a otros contendientes que disputaban la legitimidad y los espacios institucionales: la “sociología mar-
xista” y las “cátedras nacionales”. Este escenario exhibe una complejización y diversificación de los problemas,
intereses y perspectivas sociológicas, generando un público más rico y demandante de obras.
Luego del golpe militar que derroca a Perón en 1955, Argentina vive un intenso proceso de modernización cultu-
ral, aunque desigual en el ritmo de desarrollo de las distintas áreas. La Universidad va a ser uno de los ámbitos de
mayor dinamismo modernizador. Nuevos cargos de dedicación exclusiva, nuevas carreras y un número creciente
de estudiantes pusieron a la Universidad a la cabeza de ese proceso de modernización cultural. Silvia Sigal señala
dos datos significativos. El primero de ellos resulta del contraste con el resto de los países de la región: Argentina
poseía el número más elevado de estudiantes universitarios. El segundo refiere a la heterogénea inscripción de
acuerdo a las carreras universitarias: el mayor crecimiento proporcional se produjo en las carreras nuevas, asociadas
al proceso de modernización: ciencias exactas, sociología, ciencias de la educación y psicología.
8. Sigal, Silvia, “Intelectuales y poder en la Argentina. La década del sesenta”, Buenos Aires, Siglo XXI de Argen-
tina Editores, 2002, p. 92.
9. Entrevista realizada por Guillermo Schavelzon en La Habana en 1982.
10. Portantiero, Juan Carlos, “Las desventuras del marxismo latinoamericano”, en Aricó, José, La Hipótesis de
Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
11. Véase Burgos, Raúl, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente,
Buenos Aires, Siglo XXI de Argentina Editores, 2004.
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Desde sus orígenes, ligados a
la reproducción tipográfica,
hasta nuestros días, el arte de
cuidar los libros ha conocido
recurrentes innovaciones que
rehicieron su labor. Avances
en materia de clasificación
Labor que reorientaron la práctica
bibliotecológica dotándola de
nuevos saberes en el orde-
bibliotecológica namiento y catalogación del
Saber. Hoy, sin embargo, el
trabajo bibliotecario enfren-
ta desafíos para los que no
estaba preparado hasta hace
pocos años. Las modificacio-
nes técnicas ligadas al mundo de la digitalización proponen una
nueva relación con el libro y la lectura impensada tiempo atrás.
Un nuevo contexto que, en tanta modificación radical, pone en
peligro el universo bibliotecario. Esto no significa un desconoci-
miento de las nuevas tecnologías, sino un prudente acercamien-
to capaz de interrogarlas desde los legados culturales, evitando
–así– la automatización en la que la proliferación de saberes y sus
intensidades queda reducida a mera información. Una apuesta a
favor de recuperar este don milenario, en diálogo con las muta-
ciones contemporáneas que portan consigo tanto posibilidades
democratizadoras, como reducciones empobrecedoras. No se trata
de resistirse al cambio inevitable y deseable, por cierto, sino de
interrogarlo críticamente para actuar en él recuperando los valores
a los que siempre estuvo asociada la empresa bibliotecaria. Ella
nació de la lucha emancipatoria y debe acompañar sus promesas y
frustraciones, creando lectores y asumiendo un papel activo en la
reconstrucción cultural de una sociedad que así lo reclama.
En esta sección se articulan estas sensibilidades. Por un lado, se
efectúan revisiones de la historia del quehacer bibliotecario, y por
otro se proponen proyectos para revitalizar la institución y moder-
nizar sus procedimientos laborales.
Luis Herrera participa de las discusiones tendientes a reelaborar las
condiciones en que la Biblioteca Nacional presta sus servicios. En
este sentido, realiza aportes que tienden a conciliar las necesidades
informáticas y bibliotecológicas de la institución, con los saberes
y realidades que la atraviesan. Diagnostica y rediseña procesos,
combinando los logros del Proyecto Inventario con las necesidades
de desarrollo de un nuevo software que optimice el funcionamiento
de la tarea cotidiana.
Hebe Pelosi nos lleva a la historia de Raymond Foulché-Delbosc,
bibliófilo hispanista francés que logró acopiar valiosísimas coleccio-
nes, de las que una parte significativa constituye los fondos biblio-
gráficos más valiosos que atesora la Biblioteca Nacional.
Mario Tesler revisa las polémicas que se desarrollaron alrededor del
concepto de incunable, tan caro a la tradición bibliotecaria. Desde
la aparición de la imprenta, el uso privativo y jerárquico del libro
comienza a ser revertido, asignado ese término a los libros produ-
cidos hasta el año 1500.
Silvia Glocer traza una genealogía de la reproducción musical a
propósito del desarrollo del Programa Inventario de Partituras,
del cual participa en tanto musicóloga. Cerca de trescientas mil
partituras –fundamentalmente de autores argentinos– esperan ser
inventariadas, lo que permitiría reconstruir una historia de la
música argentina.
En marzo de este año, la Comisión de Homenaje a los
Trabajadores Bibliotecarios Desaparecidos junto a la CONABIP
(Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares) colo-
caron una placa recordatoria de los veinticuatro bibliotecarios
desaparecidos. Allí se leyó un texto que aquí reproducimos, donde
se cuestiona el rumbo de la profesión asociada al capitalismo con-
temporáneo, como producto de los efectos del terrorismo de Estado
en ese rediseño global.
Por último, el equipo de Fototeca de la Biblioteca Nacional ela-
bora un informe sobre todo el trabajo que realizó a lo largo del
último año y que ha permitido la reapertura de la sala para poder
consultar el valioso material de imágenes fotográficas que allí se
encuentran a resguardo.
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La Biblioteca Nacional.
Aportes para una estrategia
de fortalecimiento
Por Luis Herrera (*)
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(1932) dio fundamento a los conceptos Por otro lado, por su naturaleza de
de la física atómica en términos cuánti- nacional es necesario que se considere
cos, los cuales requieren la idea de pro- su presencia en el concierto mundial
babilidades. No existen hoy sistemas de en relación con su saber, su quehacer,
información que no estén basados en la sus significados. Por supuesto, implica
idea de probabilidad e incertidumbre. además que todo este organismo vivo
Sin embargo, en este trabajo se entien- extienda sus latidos, sus flujos de infor-
de que es necesario que en esta etapa mación a cada rincón de nuestra tierra.
de modernización –salto cuántico, ya En ese sentido también es única y es
que estamos– la BN preste muy seria entonces portadora de esa gran carga
atención al espejo que es hoy la socie- de la memoria de la cultura argentina.
dad que tiene ante sí, haciendo jus- Además, y no por mencionarse al final
tamente las cosas que hasta ahora no es de menor importancia, la comuni-
hizo, lo nuevo, incorporando la tec- dad profesional bibliotecaria del país
nología como su aliado y entrelazando ha depositado un cúmulo de expecta-
los saberes de otras disciplinas. tivas en relación con la profesión mis-
En este sentido, la Biblioteca Nacional ma, su lugar en la sociedad, su trascen-
argentina es única. Se podría aventurar dencia en la emisión estándares y la
que se trata de una primera edición, con recurrente propuesta de que la Biblio-
algunas correcciones. Su historia es la teca Nacional debe emitir un conjunto
historia de nuestro país, no solamente de opiniones, normativas y propuestas
en su cronología sino en los diversos y de mejores prácticas relativas a todas
notorios progresos, desencuentros, frus- esas cuestiones de índole técnica. Esto
traciones, avances, retrocesos, violencias, debe además acompañarse por una
esperanzas. De al- mejor comprensión de los fenómenos
guna manera esto y pulsos de nuestra sociedad.
Acotar los alcances de las accio- envuelve a todo La Secretaría de Cultura de la
nes de una biblioteca nacional lo que representa Presidencia de la Nación establece
a la voz sonora de los tiempos la memoria del mediante el Decreto 1386/96, del
de los fundadores visionarios país. Su existencia 29/11/96 4, un régimen legal y admi-
quizá nos despoje involuntaria- está metida en la nistrativo que contempla en sus con-
mente de los sucesivos momen- trama cultural del siderandos, en relación a la Biblioteca
tos de nuestra historia que país como lo hace Nacional, “... se dota a una de las ins-
fueron testigos de los aportes el mismo fútbol, tituciones de mayor arraigo histórico
de sus respectivos protagonis- que se cuela en y tradición cultural del país, del ins-
tas. Por eso, la BN se re-funda los rincones más trumento más adecuado para obtener
muchas veces. Hoy existen en insospechados de en la etapa de modernización que está
nuestro país instituciones que nuestras vidas. Es afrontando, el logro de sus objetivos”,
han logrado crecer a partir de lugar común que explícitos en ese decreto como sigue:
su fundación. Y crecer, mejorar en una charla de
–en síntesis: cambiar– es una café, junto a nues- a) Custodiar, acrecentar, preservar,
manera de re-fundarse. tros conciudada- conservar, registrar y difundir la me-
nos nos apasio- moria impresa de la cultura, con prio-
nemos y opinemos con fuerza, aun sin ridad en lo que hace a la herencia cul-
conocer, porque se trata de la BN, que es tural del país, recogida sobre cualquier
de todos, como lo es el fútbol. soporte permanente de información.
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Los valores sobre los que la BN enfoca el a todos los aspectos esenciales del fun-
logro de sus objetivos, si bien abstractos y cionamiento de la organización, bási-
correspondientes a la “herencia cultural” y camente sustentada en un abordaje so-
la “memoria de la Nación”, se encuentran, ciológico. Fue desarrollada por Robert
desde lo bibliotecológico, representados Kaplan y David Norton, y publicada en
por las colecciones bibliográficas que se la Harvard Business Review en 19926 y
alojan en sus estanterías y depósitos. Las se conoce como Tablero de Comandos
colecciones adquieren un valor infinito y o Balanced Score Card.
quienes trabajamos aquí debemos com- El alcance de este trabajo admite la
partir esta visión de los valores de nuestra utilización de esta herramienta como
identidad y ser nacional. marco de análisis, potencialmente útil
Para analizar este abordaje estratégico para concretar una gestión abocada a
se recurre, en general, a dos tipos de la modernización de la BN.
herramientas de la gestión de organi- Se parte de representar de una manera
zaciones (management) que son: gráfica los cuatro elementos principales
1. Abordaje de las organizaciones de sobre los que se sustentan las acciones
tipo industrial. de una organización cuya visión de tra-
2. Abordaje de índole sociológico. ma social ha logrado identificar clara-
mente los valores que la sostienen. La
La herramienta que propongo analizar a identificación de ese valor o conjunto
Fig. 1. El Tablero de
Comandos (Balanced continuación tiene elementos que pro- de valores es central en este abordaje.
Score Card) curan facilitar una mirada equilibrada Todo lo que se analice después debe
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Tabla 3. Resultados
El inventario El ingreso de los lectores/usuarios al esperados en los nuevos
edificio de la BN inventarios
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Figura 2. Bosquejo de
propuesta del circuito
de ingreso de materiales
bibliográficos
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ca replantear toda la concepción de los Esta última reflexión nos lleva a plan-
procesos técnicos de la BN, pensando tear la necesidad de contar con todo
a los mismos como Procesos Técnicos lo necesario para tener una sola base
Integrados. Será necesario integrar de datos con los contenidos revisados
todo el procesamiento básico de libros, y normalizados, con los controles de
revistas y otros soportes al mismo pro- calidad conocidos y aplicados en las
ceso de inventariado. Esto permitirá mejores bibliotecas.
disponer rápidamente el material para
su utilización, provocando un gran
impacto en el lector. Luego el material Sistemas informáticos
se procesará con mayor profundidad
según criterios de prioridad. La Biblioteca Nacional se enfrenta al
El esquema de la página anterior ilus- desafío de profundizar los esfuerzos para
tra la propuesta. una utilización de las tecnologías de la
Las descripciones del significado de información. Para ello, es necesario repa-
MARC21 como estándar han sido sar la situación de dos aspectos determi-
objeto de estudio detallado en muchos nantes para el éxito en este desafío:
cursos, talleres, publicaciones de dis-
tinto alcance, nacional e internacional. a) los recursos humanos.
Solo resta tomar las decisiones que los b) el software de aplicación; el concep-
profesionales asumirán, con todo lo que to de Código Abierto (Open Source).
ello implica. Es necesario admitir que en
estas cosas hace falta experiencia que será Sobre el primer punto, se puede afir-
necesario construir. Hacerse cargo de mar que de las 16 personas que compo-
esta necesidad nos lleva a admitir que en nen el equipo del área de Informática,
el mundo de la catalogación, donde esta entre 4 y 6 de ellas realizan hoy tareas
BN debe tener presencia, la adopción que pueden calificarse de desarrollo y
de estos estándares lleva a pensar en los mantenimiento de aplicaciones. Estas
Programas de Catalogación Cooperativa tareas se distinguen del mantenimien-
(PCC o Program for Cooperative to físico de la red, del mantenimiento
Cataloging) en los cuales participan de los equipos y del mantenimiento de
bibliotecas que reconocen la importan- software para oficinas.
cia de compartir y cooperar. Todas las tareas que se realizan den-
Tanto el formato MARC21 como las tro de cualquier institución, y en el
reglas de catalogación anglo america- caso de una biblioteca, el desarrollo y
nas constituyen para la BN los están- mantenimiento de aplicaciones para la
dares para la catalogación de todo tipo gestión administrativa y bibliotecoló-
de material bibliográfico. gica de la Biblioteca Nacional requiere
La falta de estandarización verificada a de un equipo humano que esté en
la fecha redunda en que la BN no tenga condiciones de realizar programación
una única base de datos con todos los en lenguajes actuales aptos para los
materiales debidamente ordenados, tal ambientes web y en un contexto de
como alguna vez se enorgulleció de grandes bases de datos. Además, los
poseer un fichero único y completo contenidos de esas bases de datos
con toda la información, ahora total- deben ser utilizados por una diversidad
mente desactualizado. de usuarios del país y del exterior.
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Este hecho puede ser útil para asignar diseño de esa herramienta. Para tener
prioridades de índole política al desarro- en la actualidad una funcionalidad
llo del área de soporte tecnológico a la determinada, será necesario volver a
labor de la Biblioteca Nacional. Todos pagar el precio para un nuevo diseño.
los quehaceres de la Biblioteca son La opción b) en la actualidad podría
importantes. Sólo parece que importa haber provisto soluciones al problema
responder de manera contundente a la de actualización, ya que se contaba con
necesidad de la comunidad de lectores, el código de programación y con el per-
investigadores y otras incumbencias. sonal formado para encarar un proyecto
En el informe recibido recientemente de mejora, adaptación o nuevo diseño.
de la Unidad de Auditoría Interna y No existe en la Biblioteca Nacional el
de la SIGEN se presenta como un conocimiento ni la experiencia para
hallazgo importante el hecho de “no desarrollar una aplicación adaptable
contar con un sistema informático a las necesidades propias del registro
integral e integrado que permita reali- bibliográfico en ese estándar interna-
zar el control y seguimiento de todos cional. Esta carencia puede abordarse
los movimientos del material biblio- de al menos dos maneras:
gráfico de la Biblioteca Nacional”.
Existen al menos dos opciones en el Es en esta etapa donde ante la carencia
mercado de provisión de software de recursos humanos y (probablemen-
actualmente: te) materiales, se ilustra con claridad la
visión del Fig. 1 - Cuadro 5, titulado
a) se diseña y encarga a un proveedor Visión económico-financiera y de ges-
el software y la capacitación que la tión. Esta visión agrupa a entidades ex-
institución necesita; ternas a la organización, que en el caso
b) se diseña, se programa, se prueba, de la Biblioteca Nacional incluye a va-
se instala y capacita a los usuarios del rios organismos que evalúan y apoyan la
software producido con el personal de gestión. No se trata entonces solamente
la propia institución. del apoyo económico-financiero.
La ONTI (Oficina Nacional de Tecno-
La Biblioteca Nacional puede adoptar logías de la Información), organismo
el camino indicado en a). Esto implica dependiente de la Secretaría de la Ges-
contar con los fondos necesarios para tión Pública, impulsa la adopción de
ello y contemplar el mantenimiento, Software de Código Abierto o Software
la actualización y el soporte técnico Libre, en idioma inglés Open Source, en
necesarios para que la decisión sea el ámbito de la Administración Pública.
sostenible. Al día de la fecha, las En este contexto, se propone el uso del
decisiones asumidas sobre este parti- software Catalis19, que consiste en una
cular revelan la siguiente situación: se interfaz de catalogación en formato
asumió el costo de encargar a un pro- MARC21, distribuido gratuitamente
veedor de software, pero no es posible y en el marco del nuevo paradigma del
ahora actualizar la funcionalidad de Software Libre (en inglés, Open Source,
la herramienta ni se cuenta con los que significa “de código abierto”).
recursos humanos con la preparación Este software ha sido desarrollado
necesaria para realizar las modificacio- mayormente por un profesional del
nes, o simplemente plantear un nuevo CONICET, el Lic. Fernando Gómez.
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NOTAS
1. Scolnik, Sebastián. “Lo que callan los archivos”, La Biblioteca, N° 1, verano de 2004/5.
2. Spedalieri, Graciela, “Encuesta sobre catálogos y catalogación” y “Resultados de la encuesta sobre catálogos y
catalogación en las bibliotecas argentinas participantes del Simposio Electrónico” La catalogación en Argentina,
Sociedad Argentina de Información, 18 de mayo al 16 de junio de 1998. Publicado en Revista Argentina de
Bibliotecología. vol. 2, pp. 20-29.
3. Santa Biblia, Evangelio según San Mateo, cap. 23, ver. 23.
4. Argentina. Leyes. Decreto 1386/96, del 29/11/96, http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/mostrarBusqueda-
Normas.doc [Consultado 23 de junio de 2006]
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Foulché-Delbosc en Argentina
Por Hebe Carmen Pelosi
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Philippe Labbé quien tiene en su ha- absoluto latín acuñaron el singular inku-
ber el establecer el concepto arbitrario nabel, incunable o incunabulum, para
que llega a nuestros días para determi- designar el ejemplar surgido de las prensas
nar si un impreso es o no incunable. de imprimir del siglo XV.
Bernard von Mallinckrot, deán de
la catedral de Münster, publicó un Con el tiempo, los argumentos de par-
folleto titulado De ortu et progres- te de aquellos que no comparten la de-
su artis typographicae en Colonia, finición dada por Labbé indican algo
allá por el año más que una actitud de simple desa-
En los países nórdicos, donde la 1639. Con este cuerdo. Es cierto que entre quienes
imprenta se inició hacia fines trabajo su autor aceptan el criterio tradicional se en-
del siglo XV, se consideraban no pretendió cuentra el mayor peso, numéricamen-
incunables los libros impresos más que aportar te hablando, pero hasta el presente la
hasta el año 1550. (Víctor Nep) una contribu- bibliografía por ellos producida carece
Por el costoso proceso sufri- ción al segundo de fundamentos para sustentar la defi-
do en el quehacer tipográfico y centenario de nición del término incunable, que es-
por cuánto demoró la introduc- la invención de tablece para el arte tipográfico un pe-
ción con carácter permanente Gutenberg. Sin ríodo de 50 años, que va desde 1450 a
de la imprenta en muchas de las embargo éste un día antes de iniciarse el 1501.
importantes ciudades europeas, aporte con el Para los heterodoxos en el tema, una
debiera aceptarse incluir en el tiempo adqui- imprenta que no llegó a alcanzar el
período de la cuna la primera rió celebridad, grado de desarrollo y perfecciona-
mitad del siglo XVI. pues es este au- miento, como para ser considerada
tor quien al des- en una etapa superior, produjo im-
cribir el período que va del célebre presos incunables aunque su fecha
invento de los tipos móviles hasta el de edición sea posterior al año 1500.
año 1500 se refirió a él adjetivándo- Agreguemos a esto la noticia que trae
lo con un término hasta entonces no Víctor Nep en su Historia gráfica del
empleado. Von Mallinckrot dijo que libro y de la imprenta:
se trataba de la prima typographicae
incunabula, es decir la época en que En los países nórdicos, donde la imprenta
la tipografía estaba en pañales. se inició hacia fines del siglo XV, se con-
Años después, en 1653, el sacerdote sideraban incunables los libros impresos
jesuita francés Philippe Labbé, en su hasta el año 1550.
Nova bibliotheca librorum manuscrip-
torum empleó la palabra incunabula Por el costoso proceso sufrido en el
como equivalente a período de la im- quehacer tipográfico y por lo que de-
prenta primitiva, hasta 1500, es decir moró la introducción con carácter
que ya la empleó equivocadamente. permanente de la imprenta en mu-
Partiendo de lo sostenido por Labbé, chas de las importantes ciudades eu-
entiende Steinberg: ropeas, debería aceptarse incluir en el
período de la cuna la primera mitad
Hombres cuyo latín era considerablemente del siglo XVI.
deficiente aplicaron el término a los libros A partir de la segunda mitad del si-
impresos durante este período, y varios es- glo XVII se comenzaron a estudiar
critores del siglo XIX, que no sabían en los libros incunables y mucho des-
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pués fueron valorados como tesoros más de cien ejemplares en cada una.
sumamente apreciados por las gran- A esto podríamos sumar algunas con
des bibliotecas; más tarde surgirá una inferior cantidad. Esto da una idea de
irresistible apetencia por ellos. Esos las escasas posibilidades de adquirirlos
viejos y a veces pesados ejemplares en el mercado librero y anticuario y,
encuadernados, con tientos resisten- también, de su costo. En este último
tes y gruesas tapas de madera forradas aspecto la digitalización, al saciar el
con piel labrada y reforzadas con bro- interés de los estudiosos y popularizar
ches cantoneras de bronce, se fueron la obtención de reproducciones, limita
transformando en objeto codiciado el interés por estos impresos exclusiva-
por eruditos, instituciones, coleccio- mente a los coleccionistas.
nistas, libreros y anticuarios. Desde entonces, las muchas guerras
A tal punto se llegó a sobrevalorar ocurridas y los numerosos hechos de
estos primeros impresos, editados en carácter político, económico, delicti-
las cinco primeras décadas después vo, sin excluir los siniestros, variaron
de la invención en Occidente de los lo registrado en este cuadro: si en al-
tipos móviles, que para bien concep- gunas bibliotecas mermó la cantidad,
tuar cualitativamente una biblioteca en otras se incrementaó. No obstante
se solía exigirle a ésta poseer aunque lo advertido, éste era el detalle por
más no fuera un incunable. Sin él, aquellos años de los países, las biblio-
recuerda Raúl Mario Rosarivo en su tecas, y en qué cantidad se encontra-
Historia general del libro, debía com- ban distribuidos.
parársela con un camino sin punto de Respecto al resto de ejemplares incu-
partida o un silogismo al que le faltaba nables, que entonces se encontraban
su premisa mayor. repartidos en colecciones privadas,
La imprenta europea y los impresos de pasaron a ser objetos de persecución
esa media centuria merecieron de los por parte de bibliófilos y particular-
estudiosos especial dedicación. Milla- mente por los bibliómanos, prove-
res Carlo afirma que las publicaciones nientes de las nuevas clases sociales en
consagradas a este solo aspecto de la his- ascenso. Este entusiasmo por los incu-
toria del arte tipográfico son numerosí- nables tomó gran incremento en el
simas. Este interés en los estudiosos se siglo XIX y continuó durante el siglo
ha visto facilitado por la gran cantidad XX con el concurso de los comercian-
de ejemplares incunables custodiados tes de antigüedades.
en bibliotecas públicas. El Viejo Mun-
do posee la mayor cantidad. Le siguen (*) Sobre incunables el autor ha publi-
Estados Unidos, pero en un muy dis- cado otros estudios en: Revista de la
tante segundo lugar. Un reducido nú- Facultad de Lenguas Modernas [de la]
mero se halla en otros países. Universidad Ricardo Palma (Lima-Perú)
Sobre el particular, de acuerdo con un p. 199-204, noviembre 2004; Desarrollo
voluminoso ensayo, publicado en Ar- Indoamericano (Barranquilla, Colombia)
gentina durante las primeras décadas a. 37 N° 115 p. 58-61, julio 2003; Historia
del siglo XX, de los aproximadamente (Buenos Aires, Argentina) a. 23 N° 90 p.
450.000 ejemplares incunables, en- 46-69, junio-agosto 2003.
tonces existentes en el mundo, cerca
de 360.000 estaban en bibliotecas con (**) mariotesler@yahoo.com.ar
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planificado, en el marco del inventario co, las más antiguas, las que presenten
general de todo su patrimonio, inven- mayor estado de deterioro, las de uso
tariar este material específico. frecuente o aquellas cuyo valor patri-
El Programa Inventario de Partituras monial lo justifique, se digitalizarán y
está concebido como la primera etapa se enviarán al Tesoro.
de catalogación y puesta en disponibi- El programa ha fijado como objetivo a
lidad del fondo de partituras de la BN. largo plazo brindar también un servicio
Se trata de un inventario ampliado (o de consulta y envío a través de la red,
precatálogo) para el que se utilizará de partituras digitalizadas a demanda.
un conjunto reducido de campos, Para todo esto, se ha formado un equi-
con vistas a su posterior ampliación. po interdisciplinario constituido por
A tal fin, se trabajará bajo el formato bibliotecólogos, bibliotecarios y auxi-
Marc que ya está en uso en la BN y liares, asesorado por primera vez por
que permitirá facilitar el intercambio especialistas en musicología convocados
internacional de registros. por la Dirección de Música y Danza de
Parafraseando al musicólogo argentino la Secretaría de Cultura de la Nación.
Carlos Vega, pensamos que este inventario En forma paralela
tendrá “los inconvenientes y las ventajas al inventario, se Sin el transcurrir del tiempo no
de la brevedad. Insuficiente para quienes realizan diversas habría música. Ella sólo existe
desean agotar el tema, sobreabundará para actividades cultu- cuando suena. Y aunque sabe-
los que piden información sumaria”. rales con el obje- mos que puede vivir perfecta-
Por eso la BN pretende inventariar to de crear una mente sin su escritura especí-
cada partitura en un registro auto- dinámica en el fica, también sabemos que sin
matizado, describiéndola con los uso del material ella gran parte del acervo de la
datos bibliográficos mínimos y los y de esta manera cultura musical universal no
patrimoniales necesarios, para posi- darlo a conocer: hubiera podido sobrevivir.
bilitar el acceso y búsquedas en dicha ciclos de concier-
base de datos. Esta base funcionará tos, conferencias, exhibiciones de por-
como catálogo provisorio hasta tanto tadas de antiguas partituras con un
cada registro pueda ser completado especial valor para las artes visuales.
en forma más exhaustiva. Además se Sin el transcurrir del tiempo no habría
determinará el estado de conservación música. Ella sólo existe cuando suena. Y
de cada ejemplar, a los efectos de su aunque sabemos que puede vivir perfec-
derivación al área de restauración. tamente sin su escritura específica, tam-
Las partituras se almacenarán correla- bién sabemos que sin ella, gran parte del
tivamente en cajas y estanterías espe- acervo de la cultura musical universal no
ciales, para una mejor consulta del hubiera podido sobrevivir.
usuario, y contarán con las medidas de La partitura pudo atrapar –con limitacio-
seguridad y preservación bajo las con- nes– a la música en el papel y preservarla
diciones de temperatura y humedad del viento. El compromiso de la Biblioteca
correspondientes. Nacional es cuidar este patrimonio y pre-
Para ayudar a construir una memoria servarlo del vendaval del olvido.
musical nacional, se le dará prioridad Intérpretes, musicólogos, investigado-
a la música argentina y rioplatense. res de diversas especialidades, usuarios
Con ella comenzará el trabajo. amantes de la música, tendrán a dis-
Las partituras de mayor valor históri- posición todo ese material, en breve.
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Biblioteca Nacional:
un proyecto en marcha
Por Graciela I. Funes y Clara Guareschi
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Plaza de la Victoria
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Héctor Libertella
El fallecimiento de Héctor Libertella nos lleva a pensar, nuevamente, en el des-
tino de la escritura de los escritores que dejan interrumpida su obra. Estaba com-
pleta, sin duda, su novela El camino de los hiperbóreos, ¿pero no hay siempre una
ilusión de que en vida un autor siga escribiendo una página más, aún con otras
perspectivas, aún bajo el pretexto de otros libros? Estaba completo el libro El paseo
internacional del perverso, ¿pero no esperamos alguna vez que el escritor que
nunca considera cerrada una novela le agregara los párrafos que él, no nosotros,
notaba que aún restaban escribir? ¡Cavernícolas! estaba terminada, ¿pero no era
legítimo decir que el escritor seguía meditando sobre ese libro y ese nombre y sus
lectores aún esperábamos encontrar en otro lugar esas meditaciones continuadas
por él mismo? Las sagradas escrituras y Memorias de un semidiós ya estaban
entregadas a imprenta, publicadas ¿pero no es lógico que el lector sea aquel que le
pide a un escritor que siga extendiendo en su cuerpo las premisas de escritura que
parecen definitivas aunque podrían ser un infinito preámbulo o un borrador? La
muerte de Libertella hace cesar lo que prometían esas preguntas y nos devuelve
el peso entero de su extraña y magnífica obra. Con estas palabras la Biblioteca
Nacional quería pronunciar el recuerdo y el nombre de Héctor Libertella.
Nicolás Rosa
El fallecimiento de Nicolás Rosa no nos privará de su obra, que perdurará en la
memoria de sus amigos y alumnos, pero nos despojará de un pensamiento en
acto sobre la voz y a partir de la voz. Nicolás Rosa trabajaba con una cortina
de murmullos y los combinaba con repentinas y escuetas altisonancias. Esa
combinación de emisiones era su marca registrada. Maestro en el teatro de la
voz, en sus exposiciones podía subrayar con mayor vehemencia algún fragmento
que no necesariamente era más relevante que aquellos otros sostenidos en voz
queda, apenas pronunciada. La crítica literaria que se hace en Argentina va a
extrañarlo; va a extrañar sus operaciones únicas con lo espumoso y lo grave del
lenguaje material, y con el grano de ese lenguaje, como hubiera dicho uno de
sus maestros, Roland Barthes. Su modo de ser crítico era su modo de usar la
palabra expositiva, su oratoria confidencial, con un ligero tinte de desesperación
y una exquisita elegancia. Preparó para el uso de su propia voz un conjunto de
conceptos movedizos, inesperados, un léxico tenuemente alterado, que hacía de
la lengua un torrente ilimitado de cosas y relaciones. Ponía a la ciencia como
proveedora de terminología literaria volátil –llegó a hablar de una centellografía
literaria– y a la literatura, en estado de logos sensorial. Extrañar a Nicolás Rosa
podrá ser, hasta donde alcance el recuerdo, evocar esas inflexiones, esos corpús-
culos de arena que a lo largo de estos tiempos le fuéramos escuchando.
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