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LESIONES POR IRRADIACION

Dr. Marcelo Duran

INTRODUCCION
Las radiaciones ionizantes dañan los tejidos de muchas formas, dependiendo de
factores como la dosis de radiación, la tasa de exposición, el tipo de radiación y
la parte del cuerpo expuesta. Los síntomas pueden ser locales (p. ej.,
quemaduras) o sistémicos (p. ej., enfermedad aguda por radiación). El
diagnóstico se basa en el antecedente de la exposición, los signos y síntomas y,
a veces, el uso de equipos de detección de la radiación para localizar e
identificar la contaminación por radionúclidos.
El tratamiento se enfoca en las lesiones traumáticas asociadas, la
descontaminación, medidas sintomáticas y en minimizar la exposición de los
trabajadores sanitarios. Los pacientes con enfermedad aguda por radiación
reciben aislamiento y apoyo de la médula ósea. los que tienen contaminación
interna con ciertos radionúclidos específicos pueden recibir inhibidores de la
recaptación o agentes quelantes. El pronóstico se estima en principio por el
tiempo entre la exposición y el inicio de síntomas, y medirante el recuento de
linfocitos durante las primeras 24 a 72 h.
Las radiaciones ionizantes son emitidas por elementos radiactivos o por fuentes
artificiales como los equipos de rayos X o de radioterapia.
CONCEPTO
La irradiación es la exposición a la radiación pero no al material radiactivo (o
sea, no implica contaminación). La exposición a la radiación puede producirse
sin que la persona entre en contacto con la fuente de la radiación (p. ej., material
radiactivo, máquina de rayos X). Al retirar la fuente de la radiación o
desactivarla, la exposición termina. La irradiación puede afectar todo el cuerpo,
lo que, si la dosis es lo suficientemente alta puede dar lugar a síntomas
sistémicos y síndromes por irradiación, o una pequeña parte del cuerpo (p. ej.,
por radioterapia), que puede producir efectos locales. Las personas no emiten
radiación (es decir, no se convierten en radiactivas) después de la irradiación.
TIPOS DE RADIACIÓN
La radiación incluye
• Ondas electromagnéticas de alta energía (rayos x, rayos gamma)

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• Partículas (partículas alfa, partículas beta, neutrones)


Las partículas alfa son núcleos de helio emitidos por algunos radionúclidos de
número atómico elevado (como plutonio, radio, uranio). Estas partículas no
pueden penetrar en la piel más allá de una profundidad superficial (< 0,1 mm).
Las partículas beta son electrones de alta energía emitidos por el núcleo de
átomos inestables (p. ej., cesio 137, yodo 131). Estas partículas pueden penetrar
a mayor profundidad en la piel (1 a 2 cm) y causar daños tanto epiteliales como
subepiteliales.
Los neutrones son partículas eléctricamente neutras emitidas por unos pocos
radioisótopos (p. ej, californio 252) y que también se producen en las reacciones
de fisión nuclear (p. ej., en los reactores nucleares); la penetración a tejidos varía
desde unos pocos milímetros hasta varias decenas de centímetros, dependiendo
de su energía. Ellos chocan con los núcleos de los átomos estables, lo que resulta
en la emisión de protones energéticos, partículas alfa y beta, y radiación gamma.
La radiación gamma y los rayos X son radiación electromagnética (o sea
fotones) de longitud de onda muy corta que pueden penetrar profundamente en
el tejido (muchos centímetros).
Mientras que algunos fotones depositan toda su energía en el cuerpo, otros
fotones de la misma energía sólo pueden depositar una fracción de su energía y
otros pueden pasar completamente a través del cuerpo sin interactuar.
Debido a estas características, las partículas alfa y beta causan el máximo daño
cuando los elementos radiactivos que las emiten se encuentran dentro del cuerpo
(contaminación interna) o, en el caso de los emisores beta, directamente sobre
el cuerpo; sólo se afecta el tejido que se encuentra en estrecha proximidad con
el elemento.
Los rayos gamma y los rayos X pueden provocar daños a una gran distancia
desde la fuente y son típicamente responsables de los síndromes agudos por
irradiación

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TIPOS DE EXPOSICIÓN
La exposición a la radiación puede involucrar
• Contaminación
• Irradiación
La contaminación radiactiva es el contacto y retención indeseada del material
radiactivo, en general en forma de polvo o líquido. La contaminación puede ser
• Externa
• Interna
La contaminación externa se encuentra sobre la piel o la ropa, desde la cual
puede caer o desprenderse con la fricción y contaminar a otras personas y
objetos.
La contaminación interna es material radioctivo indeseado dentro del cuerpo, el
cual puede entrar por ingestión, inhalación o a través de grietas en la piel.
Una vez en el cuerpo, el material radiactivo se transporta a diversos lugares (p.
ej., médula ósea), donde sigue emitiendo radiación hasta que se degrada o se
elimina. La contaminación interna es más dificil de eliminar. Aunque puede
ocurrir con cualquier radioisótopo, históricamente la mayoría de los casos que
tienen un riesgo significativo en el paciente involucran un número pequeño de
radioisótopos: como fósforo-32, cobalto-60, estronio-90, cesio-137, yodo-125,
radio-226, uranio-235, uranio-238, plutonio-238, plutonio-239, polonio-210 y
americio-241.

SIGNOS Y SÍNTOMAS
Las manifestaciones clínicas dependen de si la exposición a la radiación afecta
todo el cuerpo (síndrome agudo por irradiación) o está limitada a una pequeña
zona del cuerpo (lesión focal por irradiación).
• Síndromes agudos por irradiación

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Después de que el cuerpo entero, o una parte importante del


cuerpo recibe altas dosis de radiación penetrante, aparecen varios
síntomas distintivos:
• Síndrome cerebrovascular
• Sindrome gastrointestinal (GI)
• Síndrome hematopoyético
Estos síndromes tienen 3 fases diferentes:
• Fase prodrómica (0 minutos hasta 2 días después de la exposición): puede
haber obnubilación y síntomas gastrointestinales (náuseas, anorexia,
vómito, diarrea).
• Fase latente asintomática (0 horas hasta 21 días después de la
exposición).
• Fase de enfermedad sistémica franca (horas hasta > 60 días después de la
exposición): la enfermedad se clasifica según el principal órgano
afectado.
Cada síndrome se desarrolla, su gravedad y cuán rápidamente progresa
dependen de la dosis de radiación Los síntomas y el tiempo de evolución son
bastante consistentes con la dosis de radiación administrada, por lo que pueden
utilizarse para estimar la exposición.
El síndrome cerebrovascular, la manifestación dominante de las dosis
extremadamente altas de radiación corporal (> 30 Gy), es siempre mortal. El
pródromo aparece dentro de los pocos minutos y una hora después de la
exposición. La fase latente es corta o no existe y el paciente presenta temblores,
convulsiones, ataxia, edema cerebral y muerte en horas o 1 o 2 días.
El síndrome gastrointestinal es la manifestación dominante después de dosis
corporales de entre 6 a 30 Gy. Los síntomas prodromicos, a menudo muy
marcados, aparecen entre 2 a 12 horas y resuelven en 2 días. Durante el período
de latencia de 4 a 5 días, mueren las células de la mucosa gastrointestinal y
después aparecen náuseas persistentes, vómitos y diarrea, que provocan
deshidratación y desequilibrio electrolíticos, disminución del volumen
plasmático y colapso vascular.
También puede producirse una necrosis intestinal, que predispone a la
perforación intestinal, la bacteremia y la sepsis. La muerte es frecuente. Los

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pacientes que reciben> 10 Gy pueden tener síntomas cerebrovasculares (lo que


sugiere una dosis letal). Los sobrevivientes también tienen un síndrome
hematopoyético.
El síndrome hematopoyético es la manifestación dominante después de dosis
corporales de 1 a 6 Gy y consiste en una pancitopenia generalizada. El
pródromo leve puede comenzar después de 1 a 6 horas y dura entre 24 a 48
horas. Las células de la médula ósea se ven inmediatamente afectadas, pero las
células sanguíneas maduras en circulación no lo son. Los linfocitos circulantes
son una excepción, y la linfopenia puede ser evidente en cuestión de horas a
días posteriores a la exposición. A medida que las células en circulación mueren
por envejecimiento, no son reemplazadas en número suficiente y se produce una
pancitopenia. Así, los pacientes permanecen asintomáticos durante un período
de latencia de hasta 4-5 semanas después de una dosis de 1 Gy en la medida que
el impedimento de la hematopoyesis progrese. El riesgo de infecciones aumenta
como resultado de la neutropenia (más prominentes a las 2 a 4 semanas) y del
descenso de la producción de anticuerpos. Las petequias y la hemorragia de las
mucosas son consecuencia de la trombocitopenia, que se desarrolla dentro de
las 3 a 4 semanas y que puede persistir meses. La anemia aparece lentamente
porque los eritrocitos preexistentes tienen una vida más prolongada que los
leucocitos y las plaquetas.
Los sobrevivientes tienen una mayor incidencia de cánceres inducidos por
radiación, incluidas las leucemias.
La lesión cutánea por radiación es el daño en la piel y el tejido subyacente
debido a de dosis de radiación aguda de tan sólo 3 Gy .La lesión cutánea por
radiación puede producirse con un síndrome agudo por irradiación o con
exposición focal de la radiación y varía de eritema transitorio leve a necrosis.
Los efectos retardados (> 6 meses después de la exposición) incluyen
hiperpigmentación e hipopigmentación, fibrosis progresiva y telangiectasia
difusa. La piel delgada atrófica puede dañarse fácilmente por un traumatismo
mecánico leve. La piel expuesta tiene un mayor riesgo de carcinoma de células
escamosas. En particular, debe considerarse la posibilidad de exposición a la
radiación cuando los pacientes presentan quemadura de piel dolorosa que no
cicatriza, sin antecedente de lesión térmica.

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Lesión focal
La radiación en la cercanía de cualquier órgano puede producir reacciones
adversas tanto agudas como crónicas. En la mayoría de los pacientes, estas
reacciones adversas son consecuencia de una irradiación terapéutica. Otras
fuentes comunes de exposición incluyen contacto inadvertido con irradiadores
de alimentos inseguros, equipos de radioterapia, equipos de difracción de rayos
X y otras fuentes médicas o industriales de radiación capaces de producir altas
dosis. Además, la exposición prolongada a los rayos X, durante ciertos
procedimientos intervencionistas realizados bajo guía fluoroscópica puede
resultar en CRI. Las úlceras o llagas inducidas por radiación pueden requerir
meses a años para desarrollarse completamente. Los pacientes con CRI greve
tienen dolor severo ya menudo requieren intervención quirúrgica.
DIAGNÓSTICO
• Síntomas, gravedad y latencia de síntomas
• Recuento seriado absoluto de linfocitos y concentraciones de amilasa
sérica.
El diagnóstico se alcanza por el antecedente a la exposición, los signos y
síntomas y los análisis de laboratorio. El inicio, el tiempo de evolución y la
gravedad de los síntomas pueden ayudar a determinar la dosis de radiación y,
por ende, también ayudan a seleccionar a los pacientes según sus posibles
consecuencias. Sin embargo, algunos síntomas prodrómicos (p. ej., náuseas,
vómitos, diarrea, temblores) son inespecíficos y deben considerarse otras causas
además de la radiación. Muchos los pacientes sin suficiente exposición para
causar síndromes de radiación aguda pueden presentarse con síntomas
inespecíficos similares, en particular después de un ataque terrorista o el
accidente de un reactor, cuando la ansiedad es grande.
Después de una exposición aguda a la radiación, debe realizarse un hemograma
completo con recuento absoluto y diferencial de linfocitos y repetirse a las 24,
48 y 72 horas después de la exposición para estimar la dosis de radiación inicial
y el pronósitico La relación entre el recuento de linfocitos y la dosis puede
alterarse por un traumatismo físico, que puede desplazar los linfocitos desde sus
espacios intersticiales hacia los vasos y elevar así su recuento.

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Este aumento relacionado con el estrés es transitorio y en general resuelve


dentro de las 24 a 48 horas después del traumatismo físico. El hemograma
completo se repite semanalmente para monitorizar la actividad de la médula
ósea y según necesidad, dependiendo de la evolución clínica. La concentración
de amilasa sérica se eleva en una forma dependiente de la dosis a partir 24 h
después de la exposición significativa de radiación, por lo que las
concentraciones se miden al inicio del estudio y todos los días a partir de
entonces. Otras pruebas de laboratorio se realizan si es factible:
• La concentración de proteína C reactiva (PCR): aumentos de CRP con
dosis de radiación; las concentraciones son prometedoras para
discriminar entre pacientes expuestos mínimamente y muy expuestos.
• Concentración de citrulina en sangre: La disminución de las
concentraciones de citrulina indican daño gastrointestinal.
• Fms relacionadas con la sangre de tirosina quinasa-3 (FLT-3) niveles de
ligando: FLT-3 es un marcador de daño hematopoyético.
• IL-6: el marcador aumenta con dosis más altas de radiación.
• Prueba de factor estimulante de colonias de granulocitos cuantitativa (G-
CSF): Los niveles se incrementan con dosis más altas de radiación.
• Los estudios citogenéticos con índice de dispersión por encima: se
utilizan estos estudios para evaluar la exposición del cuerpo parcial.
CONTAMINACIÓN
Cuando se sospecha una contaminación, todo el cuerpo debe ser examinado con
un contador de Geiger-Muller de ventana angosta para identificar el sitio y la
extensión de la contaminación externa. Además, para detectar una posible
contaminación interna se toman muestras con unos hisopos humedecidos de las
fosas nasales, los oídos, la boca y las heridas, que después se analizarán con el
contador. También hay que estudiar la radiación en orina, heces y vómitos si se
sospecha contaminación interna.

PRONÓSTICO
Sin tratamiento médico, la LD50/60 (dosis letal esperada para el 50% de los
pacientes en 60 días) de la radiación corporal total es de aproximadamente 3

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Gy; una exposición de 6 Gy casi siempre es mortal. Cuando la exposición es <


6 Gy, la supervivencia es posible y está inversamente relacionada con la dosis
total. El tiempo hasta la muerte también es inversamente proporcional a la dosis.
La muerte se produce en horas o algunos días en el síndrome cerebrovascular
y, habitualmente, dentro de los 2 días hasta varias semanas en pacientes con
síndrome gastrointestinal. En aquellos con síndrome hematopoyético, la muerte
ocurre dentro de las 4 a 8 semanas debido a una infección o hemorragia masiva.
Los pacientes expuestos a dosis corporales masivas < 2 Gy deben recuperarse
completamente antes de un mes, aunque pueden aparecer secuelas a largo plazo
(p. ej., cáncer).

Con la atención médica, la LD50/60 es 6 Gy. Ocasionalmente los pacientes han


sobrevivido hasta con 10 Gy. Las enfermedades asociadas graves, las lesiones
y las quemaduras empeoran el pronóstico.

TRATAMIENTO
Primero, el tratamiento de lesiones traumáticas graves o trastornos médicos que
amenazan la vida
• Minimización de la exposición y la contaminación por radiación del
personal sanitario
• Tratamiento de la contaminación interna y externa
• A veces, medidas específicas para radionúclidos particulares
• Cuidados sintomáticos
La exposición a la radiación puede estar acompañada por lesiones físicas (p. ej.,
por quemaduras, estallido o caída) El traumatismo asociado es una amenaza
más inmediata para la vida que la exposición a la radiación y debe tratarse
urgentemente. La reanimación de un traumatizado con lesiones graves tiene
prioridad por sobre la descontaminación y no debe retrasarse por esperar los
equipos y el personal especializado para manejo de la radiación. Las
precauciones universales estándares, como se utilizan habitualmente en la

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atención del politraumatizado, protegen de manera adecuada al equipo de


reanimación.
PREPARACIÓN
La Comisión Conjunta obliga a todos los hospitales a tener protocolos y a
formar al personal para enfrentarse a la contaminación por materiales
peligrosos, incluidos los radiactivos. Identificar la contaminación por radiación
en un paciente obliga a su aislamiento en una zona específica designada (si es
práctico), su descontaminación y la notificación al oficial de seguridad para
radiaciones del hospital, al personal de salud pública, a los equipos que trabajan
con materiales peligrosos y a las agencias de seguridad del estado según proceda
para investigar el origen de la fuente de radiactividad

Las superficies sobre las cuales se va a tratar al paciente pueden cubrirse con
una lámina de plástico para facilitar la descontaminación Esta preparación no
debe tener prioridad sobre la prestación de los procedimientos de estabilización
médicos. Los botes para residuos (etiquetados con "Precaución, material
radiactivo"), los contenedores de muestras y los contadores de Geiger deben
estar siempre a mano. Todo equipo que haya entrado en contacto con la
habitación o con el paciente (incluido el equipo de la ambulancia) debe
mantenerse aislado hasta que se verifique la ausencia de contaminación. Una
excepción es una situación con una gran cantidad de víctimas, durante la cual
el equipamiento crítico ligeramente contaminado como helicópteros,
ambulancias, salas de urgencias e instalaciones de rayos X, TC y equipamiento
quirúrgico, debe ser descontaminado con rapidez en la medida de lo posible
para que retorne al servicio.

El personal involucrado en tratar o transportar al paciente debe respetar las


precauciones estándares, usar cofias o gorros, máscaras, batas, guantes y
cubrecalzado. El equipo utilizado debe colocarse en contenedores o bolsas
especialmente rotuladas. Se deben utilizar placas con dosímetros para
monitorizar la exposición a la radiación. El personal puede rotar para minimizar
la exposición, y las mujeres embarazadas deben retirarse de la zona.

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Como en general la mayoría de los pacientes contaminados presentan tasas de


exposición bajas, es improbable que el personal médico que se ocupa de los
pacientes típicos reciba dosis muy superiores al límite laboral de 0,05 Sv/año.
Incluso en el caso extremo de las muertes de radiación en el accidente del
reactor nuclear de Chernobyl, el personal médico que trató a esos pacientes en
el hospital recibió < 0,01 Sv. Varios expertos sugieren que una dosis de hasta
0,5 Gy puede ser considera un riesgo aceptable para salvar vidas.

DESCONTAMINACIÓN EXTERNA
La secuencia típica y las prioridades son
• Retirar la ropa y los residuos externos
• Descontaminar heridas antes de la piel intacta
• Primero, limpiar las zonas más contaminadas
• Usar un medidor de radiación para monitorizar el progreso de la
descontaminación
Continuar con la descontaminación hasta que las zonas se encuentren por debajo
de 2 a 3 veces los niveles basales de radiación o no se logre una reducción
significativa entre los esfuerzos por descontaminación
La ropa debe quitarse cuidadosamente para minimizar la diseminación de la
contaminación y se debe colocar en contenedores rotulados. Retirar la ropa
elimina el 90% de la contaminación externa. Los objetos externos al cuerpo
deben considerarse contaminados hasta su comprobación con un medidor de
radiación.
Las heridas contaminadas deben descontaminarse antes que la piel intacta; se
irriga con solución salina y se limpia con una gasa quirúrgica. Si después de
múltiples intentos de limpieza queda contaminación residual, puede realizarse
un desbridamiento mínimo de los bordes de la herida. No es necesario el
desbridamiento más allá del borde de la herida, pero las esquirlas radiactivas
incrustadas deben retirarse y colocarse en contenedores de plomo.
La piel contaminada y el pelo se lavan con agua tibia y un detergente suave
hasta que las mediciones de radiación indiquen niveles 2 a 3 veces por debajo

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de la radiación basal normal o hasta que los sucesivos lavados no reduzcan


significativamente los niveles. Durante el lavado, todas las heridas se cubren
para prevenir la introducción del material radiactivo. Debe frotarse firmemente,
pero sin provocar abrasiones en la piel. Hay que prestar especial atención a las
uñas y los pliegues cutáneos. El pelo que permanece contaminado se retira
cortándolo con tijeras o navajas eléctricas; no debe afeitarse. Inducir la
sudoración (p. ej., al colocar un guante de goma en una mano contaminada)
ayuda a eliminar la contaminación cutánea residual.

Las quemaduras se enjuagan suavemente porque si se friegan puede las heridas


agravarse. Los cambios de vendajes posteriores ayudan a eliminar la
contaminación residual.
La descontaminación no es necesaria para pacientes que han sido irradiados por
una fuente externa y no están contaminados.
DESCONTAMINACIÓN INTERNA
El material radiactivo ingerido debe ser eliminado rápidamente induciendo el
vómito o mediante lavados si la exposición es reciente. Para la contaminación
oral, está indicado utilizar enjuagues bucales frecuentes con solución salina o
peróxido de hidrógeno diluido. Los ojos deben descontaminarse utilizando un
chorro de agua dirigido en forma directa pero lateralmente para evitar la
contaminación del conducto nasolagrimal.
La urgencia y la importancia de usar medidas terapéuticas más específicas
dependen del tipo y la cantidad de radionúclido, su forma química y las
características metabólicas (p. ej., solubilidad, afinidad a órganos blanco
específicos), la vía de contaminación (p. ej., inhalación, ingestión, heridas
contaminadas) y la eficacia del método terapéutico. La decisión de tratar la
contaminacíon interna requiere del conocimiento de los riesgos potenciales; se
recomienda consultar con un especialista
Los métodos actuales para eliminar los contaminantes radiactivos del cuerpo
incluyen

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Saturación del órgano blanco (p. ej., yoduro potásico [KI] para los isótopos del
yodo)
Quelación en el sitio de entrada o en los líquidos corporales seguida de
excreción rápida (p. ej., dietilentriamina pentaacetato de calcio o cinc [DTPA]
para el americio, el californio, el plutonio y el itrio)
La aceleración del ciclo metabólico del radionúclido por dilución de isótopos
(p. ej., agua para el hidrógeno-3)
Precipitación del radioisótopo en la luz intestinal seguida por la excreción fecal
(p. ej., soluciones de fosfato de aluminio o calcio para el estroncio-90)

Intercambio iónico en el tubo digestivo (p. ej., azul de Prusia para el cesio-137,
el rubidio-82, el talio-201)
Como un accidente grave en un reactor nuclear libera productos de fisión al
medioambiente y puede exponer a grandes grupos de personas al yodo
radioactivo, se ha estudiado en gran detalle el uso de yoduro de potacio (KI)
oral. El KI es > 95% efectivo cuando se administra en tiempo y dosis óptimas
(1 hora antes de la exposición). Sin embargo, la efectividad de KI disminuye
significativamente con el tiempo (~80% de eficacia a las 2 horas después de la
exposición). El KI puede administrarse en forma de comprimidos o como una
solución sobresaturada (dosis: adulto y niños > 68 kg, 130 mg; de 3 a 18 años
(< 68 kg), 65 mg; 1 a 36 meses, 32 mg; < 1 mes, 16 mg). El KI es efectivo sólo
para contaminación interna con yoduros radiactivos y no tiene beneficios en la
contaminación interna con cualquiera de otros elementos radiactivos. La
mayoría de los otros fármacos usados para la eliminación corporal de la
radiación son mucho menos eficaces que el KI y sólo reducen la dosis del
paciente en un 25 a 75%. Las contraindicaciones para KI incluyen alergias de
yodo y ciertos desórdenes de la piel asociados con la sensibilidad de yodo (p.
ej., dermatitis herpetiforme, vasculitis urticaria).

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TRATAMIENTO ESPECÍFICO
El tratamiento sintomático se administra según necesidades y consiste en
controlar el shock y la anoxia, aliviar el dolor y la ansiedad y administrar
sedantes (loracepam 1 a 2 mg IV a discreción) para controlar los temblores,
antieméticos (metoclopramida 10 a 20 mg IV cada 4 a 6 h; proclorperacina 5 a
10 mg IV cada 4 a 6 horas; u ondansetrón 4 a 8 mg IV cada 8 a 12 horas) para
controlar el vómito, y agentes antidiarreicos (caoilín/pectina 30 a 60 mL VO
con cada deposición de heces diarreicas; o loperamida 4 mg VO inicialmente,
luego 2 mg VO con cada deposición de heces diarreicas) para la diarrea.
No existe un tratamiento específico para el síndrome cerebrovascular, que es
siempre mortal; el tratamiento debe lograr la máxima comodidad del paciente.
El síndrome gastrointestinal se trata con una reposición agresiva de líquidos y
electrolitos. Debe iniciarse la nutrición parenteral para promover el reposo
intestinal. Si el paciente tiene fiebre, se comienza inmediatamente con
antibióticos de amplio espectro (p. ej., imipenem 500 mg IV cada 6 horas). El
shock séptico por una infección grave sigue siendo la causa más probable de
muerte.
El tratamiento del síndrome hematopoyético es similar al de la hipoplasia y
pancitopenia medular por cualquier causa. Deben transfundirse productos de la
sangre para tratar la anemia y la trombocitopenia y administrarse factores de
crecimiento hematopoyético (factor estimulante de las colonias de granulocitos
y macrófagos) y antibióticos de amplio espectro para tratar la neutropenia y la
fiebre neutropénica, respectivamente deben administrarse factores de
crecimiento hematopoyéticos lo más rápidamente posible. Los trasplantes de
células madre han tenido un éxito limitado, pero deben considerarse cuando la
exposición sea > 7 a 10 Gy (ver Trasplante de células madre hematopoyéticas).
Las citocinas pueden ser útiles los corticoides.
Las llagas o úlceras inducidas por radiación que no cicatrizan satisfactoriamente
pueden ser reparadas con injertos de piel u otros procedimientos quirúrgicos.
Además de la monitorización periódica para detectar la aparición de signos de
enfermedad (p. ej., examen ocular en busca de cataratas o estudios de función

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tiroidea en busca de enfermedad), no existe ninguna monitorización ni


tratamiento específico para las lesiones orgánicas concretas o el cáncer.
PREVENCIÓN
La protección contra la exposición a la radiación se realiza evitando la
contaminación con material radiactivo y al minimizar el tiempo de exposición,
aumentando la distancia desde la fuente y proporcionando un blindaje. Durante
los procedimientos que involucran radiación ionizante y en especial durante la
radioterapia contra el cáncer, las partes más susceptibles del cuerpo (p. ej.,
gónadas, tiroides, mamas femeninas) que no están siendo tratadas deben
protegerse con delantales de plomo.
Aunque la protección del personal con delantales de plomo o escudos
transparentes disponibles comercialmente en efecto reducen la exposición a los
rayos X de baja energía dispersados en los estudios de imágenes diagnósticos e
intervensionistas, estos delantales y escudos son casi inútiles para reducir la
exposición a los rayos gamma de alta energía producidos por los radioisótopos
que pueden usarse para un incidente terrorista o liberarse en un accidente de una
planta nuclear. En tales casos, las medidas que pueden minimizar la exposición
incluyen respetar las precauciones estándares, iniciar los esfuerzos de la
descontaminación y mantener la distancia respecto de los pacientes
contaminados cuando no se les esté brindado activamente atención. Todo
personal que trabaja con radiactividad debe llevar dosímetros personales si
están en riesgo de exposición > 10% de la máxima dosis ocupacional permitible
(0,05 Sv). Dosímetros electrónicos de lectura autónomos son útiles para el
control de la dosis acumulada recibida durante un incidente.

RESPONSABILIDAD PÚBLICA
Después de una extensa contaminación ambiental de alto nivel por un accidente
en una planta nuclear o por la liberación intencionada de material radiactivo, la
exposición puede reducirse de la siguiente manera
• Refugiarse en el lugar
• Evacuar la zona contaminada

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La mejor estrategia depende de muchos eventos específicos variables,


incluyendo el tiempo transcurrido desde la liberación inicial, si la liberación se
ha detenido o continúa, las condiciones climáticas, la disponibilidad de vivienda
y el tipo de refugio, y las condiciones de evacuación (p. ej., tráfico,
disponibilidad de transporte). El público debe seguir los consejos de los
organismos locales de salud pública oficiales según se difunden por televisión
o radio en cuanto a qué opción es la mejor. En caso de duda, refugiarse en el
lugar es la mejor opción hasta que haya información complementaria. Si se
recomienda refugio, el centro de una estructura de concreto o metálica, por
encima o por debajo del suelo (p. ej., un sótano), es lo mejor.
Los mensajes coherentes y precisos de los oficiales de salud pública pueden
contribuir a reducir el pánico innecesario y la cantidad de visitas a las salas de
emergencias de personas con bajo riesgo, y evitar así abrumar estas salas. Dicho
plan de comunicación debe desarrollarse antes de cualquier acontecimiento.
También se recomienda un plan para disminuir la demanda de recursos del
departamento de emergencia, proporcionando una ubicación alternativa para los
primeros auxilios, descontaminación, y el asesoramiento de las personas sin
problemas médicos emergentes.
Las personas que vivan dentro de los 16 km (10 millas) de una planta nuclear
deben tener rápido acceso a las píldoras de KI. Estos comprimidos pueden
obtenerse en las farmacias locales y en algunas agencias de salud pública.

FÁRMACOS DE PREVENCIÓN
Se ha demostrado que los fármacos radioprotectores, como los compuestos
tioles con propiedades de depuración de radicales, reducen la mortalidad si se
administran antes o en el momento de la irradiación. La amifostina es un
poderoso agente radioprotector inyectable que se encuentra en esta categoría.
La misma previene la xerotomía en pacientes que reciben radioterapia. Aunque
los compuestos tioles son eficaces para la radioprotección, tienen efectos
adversos, como hipotensión, náuseas, vómitos y reacciones alérgicas.

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Otros fármacos y sustancias experimentales también han mostrado aumentar las


tasas de supervivencia en animales si se administran antes o durante la
irradiación. Sin embargo, estos fármacos pueden ser muy tóxicos a las dosis
necesarias para proporcionar protección substancial, y en la actualidad no se
recomiendan.

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