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CAPITULO I

DERECHO COMERCIAL

1. HISTORIA DEL DERECHO COMERCIAL

Al derecho comercial también se le denomina derecho mercantil, pero en nuestro medio se encuentra más
difundida la denominación de derecho comercial, por lo cual a continuación le denominaremos de esa manera.

En la antigüedad ya existía el comercio. Entre las tablillas babilónicas encontradas en Nippur, se encontró el
archivo de una familia de banqueros, los Egibi, que durante siglos aumentaron su fortuna prestando dinero y
traficando. Los fenicios hicieron del comercio la base de su política y con tanto éxito se dedicaron a la
navegación, que llegaron a ser considerados como los especialistas indispensables a quienes se tenía que
acudir para todos los negocios marítimos.

Sin embargo, en la antigüedad no existió un Derecho especializado para regular la materia comercial. Si bien
existía tráfico mercantil, éste era regido por normas jurídicas indiferenciadas. Esto es: en las civilizaciones
antiguas existieron normas jurídicas que regularon actividades comerciales. No configuraban, sin embargo, un
Derecho especializado, una rama separada del Derecho común.

En lo que respecta al Imperio Romano, es innegable que la actividad comercial ocupaba un papel relevante en
su economía. Ni siquiera en el siglo III, cuando la civilización romana evidencia un notable decaimiento, cesa el
comercio de diversas mercaderías: telas de Constantinopla, de Edessa, de Antioquia y de Alejandría; vinos,
aceites y especias de Siria, papiros de Egipto; trigos de Egipto, de África y de España; vinos de Galia e Italia
(PIRENNE, Las Ciudades Medievales, p. 13). Sin embargo, tampoco en el Derecho romano se distinguía un
Derecho comercial, aplicable a una casta social, ni normas que reglamentaran ciertos actos jurídicos utilizados
en el comercio, sin perjuicio de lo cual, en su ius civile hemos de encontrar los antecedentes de muchos
negocios comerciales.

En el Derecho romano existieron reglamentaciones mercantiles fragmentarias, que no constituyeron un


Derecho sistemático separado del ius civile. Sin perjuicio de ello, en su ius civile hemos de encontrar los
antecedentes de muchos negocios comerciales. Sin duda, además, la teoría general de las obligaciones y de
los contratos del Derecho romano constituye aún la base fundamental en que se apoya el Derecho civil y el
Derecho comercial vigente.

Se argumenta que la flexibilidad del ius civile permitió su adaptación a las necesidades del comercio. No
habrían sido necesarias más que normas mercantiles fragmentarias, que no constituyeron un Derecho
sistemático separado del ius civile. Por otra parte, las relaciones comerciales de importancia eran las que se
trababan con otros pueblos, rigiéndose por el ius gentium.

El Derecho comercial surge recién en la segunda mitad de la Edad Media como un Derecho distinto, elaborado
por los comerciantes y para los comerciantes, basado en sus usos y costumbres a consecuencia de un
conjunto de factores muy especiales.

En la Época Moderna se produjeron modificaciones en todos los órdenes, que incidieron en el Derecho
comercial. Los grandes acontecimientos de índole científica y cultural que tienen lugar en esta época
Renacimiento, Reforma Religiosa, Revolución Industrial, descubrimiento de América repercutieron
directamente sobre la rama del Derecho objeto de nuestro estudio.

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En la Época Contemporánea (a partir de finales del siglo XVIII) se produjeron transformaciones políticas,
económicas y sociales que en el plano jurídico se tradujeron en constituciones y códigos. La influencia sobre el
Derecho comercial de muchas de estas transformaciones perdura hasta hoy.

2. AUTONOMÍA DEL DERECHO COMERCIAL

El derecho comercial es autónomo porque tiene sus propias normas entre las cuales podemos citar el Código
de Comercio de 1902, la Ley General de Sociedades contenida en la Ley 26887, la Ley de Títulos Valores
contenida en la Ley 27287, la ley de bancos contenida en la ley 26702, la ley de mercado de valores, la ley
general del sistema concursal, la ley de la empresa individual de responsabilidad limitada, entre otras, y
también goza de autonomía porque existen cátedras dedicadas al estudio del derecho comercial.

La autonomía de esta rama del derecho es muy conocida por lo cual es necesario dejar constancia que no
necesitamos profundizar en este tema a fin de no desperdiciar esfuerzos en un tema que es muy conocido en
el mundo del derecho.

4. DIVISIÓN DEL DERECHO COMERCIAL

El derecho comercial es de vital importancia porque sus normas regulan gran parte de la actividad comercial,
es decir, el derecho comercial abarca áreas del derecho de mucha importancia, como las siguientes: derecho
societario, derecho cambiario o derecho caratular, derecho bursátil, derecho bancario, derecho concursal,
telecomunicaciones, marítimo, industrial, derecho de comercio internacional, y otras áreas del derecho privado.

En tal sentido las normas del derecho comercial se encontraban agrupadas en el texto original() del Código de
Comercio Peruano de 1902 del cual se han desprendido muchas normas y han pasado a formar parte de otras
ramas del derecho conforme se detalla a continuación.

Las normas que regulan los títulos valores han pasado a formar parte del derecho cambiario. En el derecho
cambiario la evolución de la legislación a partir del Código de Comercio de 1902 ha sido la siguiente: primero
se regulaban en el Código de Comercio algunos títulos valores, luego estas normas pasan a formar parte de la
Ley 16587, la que posteriormente es abrogada por la Ley de Títulos Valores vigente, contenida en la Ley
27287, en la cual se agrupan todos los títulos valores existentes en el derecho positivo peruano.

Las normas que regulan las sociedades han pasado a formar parte del derecho societario. En el derecho
societario la evolución de la legislación a partir del Código de Comercio de 1902 ha sido la siguiente: primero
se regulaban las sociedades mercantiles en el Código de Comercio, y las Sociedades Civiles en el Código Civil
Peruano de 1936, luego las normas que regulan las sociedades mercantiles pasan a formar parte de la Ley de
Sociedades Mercantiles y posteriormente se modifica dicha Ley, por lo cual se unifica dicha legislación en el
TUO de la Ley General de Sociedades aprobado por D.S. 03-85-JUS y posteriormente es derogada por la ley
General de Sociedades, contenida en la Ley 26887, la cual se encuentra vigente.

Las normas que regulan la suspensión de pagos y las quiebras han pasado a formar parte del derecho
concursal. En el derecho concursal la evolución de la legislación a partir del Código de Comercio Peruano de
1902 ha sido la siguiente: primero se regulaba la suspensión de pagos y las quiebras en el Código de
Comercio, luego las normas que regulaban dicha materia pasan a formar parte de la Ley de Quiebras,
contenida en la Ley 7566, posteriormente dicha materia pasó a ser regulada en la Ley de Restructuración
Empresarial, contenida en el Decreto Ley 26116, luego la Ley de Restructuración Patrimonial contenida en el
Decreto Legislativo 845, y finalmente la Ley General del Sistema Concursal, contenida en la Ley 27809
publicada el 08-08-2002, que se encuentra vigente.

Las normas que regulan las Bolsas de Valores han pasado a formar parte del derecho bursátil. En el derecho
bursátil la evolución de la legislación a partir del Código de Comercio Peruano de 1902 ha sido la siguiente:
primero se regulaba dicha materia en el Código de Comercio, luego dicha materia pasó a ser regulada por la

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Ley 18353 de 04-08-70 que Norma y Amplia atribuciones de la Comisión Nacional de Valores, luego fue
aprobada la Ley Normativa del Mercado Bursátil contenida en el Decreto Legislativo 211 de 12-06-81, y en la
actualidad dicha materia se encuentra regulada por la Ley del Mercado de Valores contenida en el D. Leg. 861
que ha sido reglamentada por el Decreto Supremo 093-2002-EF de junio del 2002.

Es decir, en el Estado Peruano el derecho comercial ha desarrollado bastante en los últimos cien años, de tal
forma que es frecuente que un Abogado domine tan sólo una de sus ramas, por ejemplo un Abogado puede
dominar el derecho cambiario pero no el derecho societario, igualmente un Abogado puede dominar el derecho
societario pero no el derecho concursal.

CAPITULO II

ANTECEDENTES HISTORICOS DEL DERECHO COMERCIAL

Los antecedentes del Derecho comercial, se remontan al derecho romano antiguo, por ello, en éste último
encontramos algunos vestigios del Derecho comercial, motivo por el cual para comprender el Derecho
comercial es necesario estudiar Derecho romano antiguo, en tal sentido esperamos que se debe investigar
siempre teniendo en cuenta el Derecho romano antiguo y el Derecho griego y egipcio, en tal sentido no sólo se
debe aplicar el derecho positivo o legislación, sino que existió diversos antecedentes, los cuales deben ser
estudiados a nivel de sistemas jurídicos y familias jurídicas, por lo cual debemos tener en cuenta que si se
realiza un estudio sin tener en cuenta estos antecedentes, es tan absurdo como estudiar derecho civil sin tener
en cuenta el Derecho civil alemán, francés e italiano, entre otros, motivo por el cual los trabajos
de investigación y publicaciones deben ser trabajos serios, en los cuales se tome en cuenta todas las ramas
del Derecho, pero a nivel de Derecho global, motivo por el cual, no debemos limitarnos al estudio de la ley, ni
tampoco al Derecho actual, por ello, se debe seleccionar los antecedentes más importantes o quizá tener en
cuenta o sugerir o proponer una recepción jurídica, para lo cual se debe fundamentar en forma adecuada, en
tal sentido, los antecedentes son bastante importantes, de tal forma que debe revisarse la historia del Derecho,
la cual forma parte del Derecho mundial, en tal sentido podemos hablar de historia de la medicina, historia de
la contabilidad, historia de la ciencia, lo cual incrementará nuestros horizontes, es decir, podremos tener
mayores elementos de juicio, porque contaremos con elementos ya conocidos, es decir, la historia del
Derecho comercial es muy importante, en todo caso es claro que esta rama del Derecho aparece recién en
la edad media, por lo cual es claro que los autores de todo el mundo en forma pacífica sostienen que el
Derecho romano apareció en la edad media, y posteriormente encontramos una serie de antecedentes, y luego
debemos remitirnos al código de comercio francés de 1807, para que posteriormente se inicie el nacimiento de
los sistemas de Derecho comercial en el mundo, y luego se divida el estudio de esta rama del Derecho, para
que los estudios se realicen por separado, en tal sentido ya no se estudia todo el Derecho comercial en
general, sino que el estudio es por ramas, por lo tanto, es claro que se inició el estudio de ramas del Derecho
comercial, por ejemplo de Derecho cartular, cambiario, societario, telecomunicaciones, de defensa
del consumidor, concursal, bursátil, en tal sentido, es normal para estos tiempos llevarse a cabo estudios y
publicaciones sólo sobre partes o áreas o ramas del Derecho comercial, lo que no ocurría hace algunos años,
en tal sentido, esperamos que se lleven a cabo estudios sobre los antecedentes del Derecho comercial, a
efecto de determinar con exactitud, hasta donde se extienden los mismos, para que de esta forma podamos
realizar investigaciones más amplias, de tal forma que si un abogado no conoce los mismos es claro que está
condenado al fracaso, por ello, resulta acertado estudiar todas las disciplinas jurídicas con sus antecedentes,
los que por cierto no sólo son de doctrina y legislación, sino todas las fuentes del Derecho comercial, e incluso
vale la oportunidad para dejar constancia que el Derecho positivo no debe tocar temas doctrinarios como son
las fuentes del Derecho, por ello, esperamos que en un tiempo cercano se modifique el código de comercial
peruano de 1902, en tal sentido para legislar se debe tener en cuenta la doctrina más respetada y no sólo
algunos que tengan posiciones que quizá sean la doctrina mayoritaria, en tal sentido, en el conocimiento no se
debe ser democrático, sino que se debe tomar en cuenta la doctrina mas respetada.

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Los antecedentes son muy importantes, para que de esta forma se pueda repasar la historia de la rama del
Derecho o disciplina jurídica estudiada, para que de esta forma se pueda conocer mejor la estudiada, y por lo
cual esperamos que todo comercialista o mercantilista, pueda conocer los antecedentes del Derecho comercial,
en tal sentido, constituye ésta la oportunidad para acercarnos a los antecedentes, y por ello revisaremos los
antecedentes del Derecho comercial, por lo tanto, es claro que el código de comercial vigente en el Derecho
comercial peruano, es el de 1902, el cual es el segundo código de comercio peruano del estado peruano, por lo
tanto, es claro que para tener un enfoque completo, debemos consultar también el primer código de comercio
peruano, y sin esto no podremos hacer un seguimiento de las principales normas del Derecho comercial
peruano, y en todo caso es claro que los antecedentes mencionados son sólo legislativos, es decir, sólo en una
fuente del Derecho, la cual es la ley, y ni siquiera una fuente, sino parte de una fuente del Derecho, ya que
existen otras como la costumbre, doctrina, jurisprudencia, ejecutorias, principios generales del Derecho,
principios, realidad social, entre otras, es decir, éstas no son todas las fuentes del Derecho, sino sólo algunas,
lo cual servirá para tener una idea de su importancia.

1. DERECHO COMERCIAL EN LA EDAD ANTIGUA

El mundo antiguo tenía una organización económica basada en la esclavitud, dentro de esta sociedad Platón y
Aristóteles plantearon que las actividades lucrativas no eran favorecidas en Grecia. El objetivo era hacer la vida
posible, sólo satisfacerse con los productos del campo.

Si bien es cierto a partir del siglo VI antes de Jesucristo, Grecia fue centro comercial del Mediterráneo, siendo
mayoritariamente portadores de un Derecho consuetudinario pero también hay que decir que una parte fue
recogido y escrito, no se han preservado ni hallado leyes especiales de comercio, salvo alegatos forenses
contenidos en discursos y algunos contratos privados.

Es así como las instituciones mercantiles más importantes utilizada por los griegos, según los documentos
hallados, se refieren a la lex rhodia y al nauticum foenus. Este último se refiere al préstamo de dinero para una
expedición marítima cuya devolución estaba sujeta al arribo feliz de la nave, es por eso que se denomina
préstamo a la gruesa ventura, debido a que el prestamista podía perder todo o parte de su capital.

Los primeros pueblos que se dedicaron al comercio amplio y sólido fueron los asirios y los fenicios, de los
cuales no se tienen documentos de sus actos de comercio, excepto de las lex rhodia dejactu. En Atenas
(Grecia), se determinó la existencia de lugares que fueron destinados para depósitos de mercancía,
establecimientos de pérdidas de mercancías, así como también lugares donde los comerciantes se reunían
para celebrar sus contratos, de los cuales tampoco se tiene referencia directa, sino por medio de las obras y
escritores griegos, como por ejemplo: Demósteres, quien en discursos señalaba que los contratos de préstamo,
de cambio, de transporte marítimo, además de la existencia de una jurisdicción especial para asuntos
mercantiles.

1.1 DERECHO COMERCIAL EN GRECIA

En Eolios, Dorios, Fonios y Aquiereos, a todos los cuales se designó colectivamente con el nombre de
Helenos. Esta nación rigió por espacio de muchos siglos los destinos del mundo intelectual, pues se distinguió
notablemente por sus adelantos en el estudio de la filosofía, el derecho, la retórica, la astronomía, la geografía
y las matemáticas.

Ellos fueron los primeros constructores de galeras a tres órdenes de remos; fabricaron el famoso Argos, que
fue el primer navío largo que surcó las aguas de Ponto-Euxino; presentaron en la expedición a Sicilia la
escuadra mayor que tuvo ciudad alguna; hicieron el viaje de descubrimientos de Piteas, que creó el poderío
comercial de Marsella.

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Realizaron la expedición de los argonautas a la isla de Colcos para conquistar el vellocino de oro; inventaron
las pesas y medidas para las operaciones comerciales; dictaron las leyes de la navegación de Rodas, que
fueron hasta la Edad Media el Código universal de los mares, y se distinguieron especialmente sobre todos los
demás pueblos por su hábil política en el arte de gobernar.

El comercio de los griegos debió su origen al de los fenicios, de quienes lo aprendieron, y si bien no fue tan
extenso como el de éstos, ni llegaron tampoco a ser tan intrépidos navegantes y tan buenos constructores
navales como ellos, comprendieron mejor la influencia moral y social del tráfico

Atenas, que acumuló una riqueza asombrosa por sus expediciones de cereales; en Rodas, que fue la potencia
naval más fuerte de aquellos tiempos, y en Corinto, que con sus dos puertos sobre el istmo fue el verdadero
centro mercantil de Grecia; pero con la guerra del Peloponeso recibió un golpe funesto, con la dominación de
Macedonia experimentó mayor quebranto y con la conquista de Roma se extinguió

El comercio, como fenómeno económico y social, se presenta en todas las épocas y lugares, aun en los
pueblos más antiguos pueden encontrarse normas aplicables al comercio, así sucede en los sistemas jurídicos
de Babilonia, Egipto, Grecia, Fenicia, Cartago, etc. Sin embargo en estos pueblos solo se encontraron normas
aisladas relativas a determinados actos o relaciones comerciales.

El primer cuerpo de Derecho mercantil de que nos habla la historia, son las leyes marítimas de los Rhodios.
Estas leyes que llegaron a formar un cuerpo de legislación reguladora del comercio marítimo, en el que ocupa
el primer lugar tres siglos antes de Cristo en todo el Mediterráneo, por este motivo, esta legislación debió haber
ejercido grande influencia sobre la de los demás pueblos marítimos y muy particularmente en el Derecho de los
romanos

A comienzos de la época clásica surgen las primeras asociaciones, las cuales, principalmente se concentraban
en el dominio y explotación de navíos cuya propiedad solía ser colectiva, donde los socios se repartían los
riesgos y las ganancias de la empresa marítima. En este sentido, una de las formas asociativas que existieron
en Grecia, era la llamada nautikon dancion

Esta consitía en el aporte que se le otorgaba al armador del buque para que éste pudiera efectuar la
expedición; y sólo si ésta última resultaba exitosa, entonces se devolvía dicho aporte con un interés variable
según el riesgo de la misma. Esta asociación, bajo forma de préstamo, puede ser considerada como un
antecedente de lo que más tarde se llamará commenda, y remoto de la sociedad en comandita.

1.2 DERECHO COMERCIAL EN ROMA.

En los primero siglos de Roma, el Derecho para ejercer el comercio aparece no solo como una facultad que se
concede no sólo a los ciudadanos romanos, sino también a los extranjeros que llegaban a roma o que se
domiciliaban ahí, porque las relaciones de los ciudadanos con los extranjeros los romanos no aplicaron su
propia Ley ni la extranjera sino que aplicaron normas comunes que vendrían a constituir una forma de Derecho
Internacional y formaría uno de los elementos del Ius gentium, que era el conjunto de normas que los romanos
tenían en común con los demás pueblos, que era carente de los formalismos del Ius civile

El Ius gentium regulaba las relaciones económicas y comerciales entre los pueblos mediterráneos; es erróneo
considerar que las reglas concernientes al comercio, contenidas en el Ius gentium, hayan constituido un
derecho unificado y homogéneo.

En realidad, se encuentran normas aplicables al comercio, pero no una distinción entre el Derecho Civil y el
Derecho Mercantil o Comercial, ya que no se reconoció un derecho particular aplicable a una casta
comerciante, ni un derecho que determinara esos actos jurídicos de cáracter comercial al encontrarse los

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jurisconsultos ante esta situación trataron de señalar las reglas de estas instituciones, independientemente de
las personas y el fin que se llevara a cabo la actio institoria, contrariamente al Ius civiles, que ignora la
representación, permitía reclamar del dueño de una negociación mercantil, el cumplimiento de las obligaciones
contraidas por la persona que se había encargado de administrarla (insitor); y por otro lado la actio exersitoria
se daba contra el dueño de un buque, para el cumplimiento de las obligaciones contraidas por su capitán; Con
el nombre de nauticum foenus se regulaba el préstamo a la gruesa, es decir aquel cuya exigibilidad está
condicionada por el feliz retorno de un navío y en el que se conviene fuerte rédito, esto es que un capitalista o
un banquero prestaba fondos a un comerciante y estipulaba un fuerte interés si el navío llegaba a su destino,
en caso contrario perdería el capital e interés.

Al desarrollarse el derecho Mercantil, se independiza del tradicional Derecho Civil, y se afirma como una rama
autónoma en virtud de notas propias que lo caracterizan y que lo distinguen del Civil, su carácter uniforme y
tendencia cosmopolita, la ausencia de formalidades y la especulación propia de los negocios comerciales.

Al principio el pago de grandes cantidades se hacía en bueyes y carneros (1 buey = 100 ases = 10 carneros; 1
carnero = 10 ases), el bronce (aes) fue también adoptado como tipo de cambio (de donde deriva aestimatio).
Con el tiempo los romanos desarrollaron una Moneda.

La palabra «moneda» deriva de una de las advocaciones de la diosa romana Juno: Moneta (“la que avisa”). Al
parecer, esta diosa había prevenido a los romanos de la inminencia de ciertos desastres. Se le atribuía, por
ejemplo, la salvación de la ciudad, cuando fue invadida por los galos en el 390 a.C.: los gansos que había
dentro del recinto del santuario de Juno, situado en el monte Capitolio, alertaron con su cacareo a Manlio
Capitolino, que pudo así repeler el ataque enemigo (LIV., VII 28, 7). Desde el siglo III a.C., la ceca de Roma se
estableció en el templo de Juno Moneta.

El término «dinero» es sinónimo de «moneda»; deriva del nombre de una moneda romana de plata: el
denarius.

A comienzos del siglo III a.C. los romanos introdujeron una pesada pieza redonda de bronce fundido, para
facilitar el comercio con otros pueblos: era el as, que se constituyó en unidad monetaria con una serie de
divisiones. El as y sus divisiones (semis = 1/2 as; triens = 1/3 as; quadrans = 1/4 as; sextans = 1/6 as; uncia =
1/12 as) se denominaban aes grave ya que su valor se correspondía con el peso del metal.

Monedas como el áureo y el denario, e incluso las grandes monedas de bronce como el sestercio, el dupondio
o el as, eran demasiado valiosas para las transacciones corrientes. En éstas se utilizaban monedas de menor
valor, de bronce, cobre o latón, e incluso de vellón (aleación de plata y cobre). Los nombres de estas monedas
fraccionarias se correspondían con la división de la unidad mayor: así, semis, triente, cuadrante, sextante y
onza (uncia) eran divisiones del as.

2. DEREHO COMERCIAL EN LA EDAD MEDIA

Constituye la época en la cual se define el Derecho Mercantil como una ciencia jurídica autónoma. Su
estructuración se inicia una vez que los comerciantes se asocian para cada arte, y con éstas se conciben las
universidades y las corporaciones. Las corporaciones eran administradas por uno o más Cónsules, asistidos
por un consejo de ancianos de reconocida trayectoria en el comercio. Se crearon normas jurídicas que fueron
alimentadas por la costumbre, dando paso no sólo a los Cónsules, sino además a los Estatutarios y Estatutos.
Los Estatutarios eran encargados de compilar las soluciones a los problemas por escrito, dictadas mediante
sentencias por los Cónsules, para luego archivarlas en la Sede de la Corporación, dando origen a los

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Estatutos. La sentencia que dictaban los Cónsules eran firmes y ejecutorias, pero podían ser apelables ante un
Tribunal, integrados por comerciantes elegidos por sorteo a quienes se les llamaba: Sobre Cónsules.

Las ferias también tuvieron lugar en esta época, donde los comerciantes de distintas regiones concurrían para
exhibir sus mercancías, comprar o vender.

2.1 LA “SOCIETAS” DEL DERECHO ROMANO.

En Roma, la actividad privada tuvo una amplia libertad, lo que permitió un importante desarrollo del comercio.
Ello posibilitó el bienestar de los ciudadanos romanos, más allá de las cruentas luchas por las que atravesaron.
Las formas asociativas que existieron en Roma eran tomadas como meros contratos asociativos, donde no
existía un patrimonio diferenciado al de cada uno de los asociados, el capital afectado no constituía una
garantía preferente para los acreedores sociales

Eran sociedades estrictamente personalistas, la muerte de alguno de sus integrantes determinaba


necesariamente la disolución del negocio. Los beneficios y las pérdidas eran estipulados; no existiendo, en
principio, la responsabilidad solidaria, ya que cada socio respondía por su parte.

Este sistema jurídico contemplaba dos tipo de sociedades, la societas omnium bonorum y la societas unius
negotiationis; sin embargo, éstas dos no fueron contemporáneas, sino que existieron en diferentes momentos
de la historia de Roma, y respondieron a la satisfacción de diferentes necesidades

La societas omnium bonorum consistía básicamente en una sociedad familiar, donde, en principio, estaba
vedada la entrada de terceros extraños a la familia a la cual pertenecía la sociedad. En ella, los socios
aportaban en común la totalidad de sus patrimonios. Esta forma tenía su antecedente remoto en la comunidad
hereditaria, surgida entre los filii familias con el advenimiento de la muerte del pater en la época arcaica, que
recibía el nombre de erctum non citum

En cambio, las societas unius negotiationis constituían agrupaciones que se unían para concentrar recursos
con el objeto de llevar adelante transacciones de carácter internacional, y para una sola operación o un negocio
específico, tales como la compraventa de esclavos. Una variedad de esta forma, fueron las denominadas
societatis vectigalium, las cuales eran constituidas por los publicanos para funcionar como intermediarios en el
cobro de impuestos entre el Estado y los contribuyentes.

La sociedad quedaba disuelta por voluntad de los socios, o bien por la decisión de uno de ellos, extinción del
negocio, o muerte de algún socio. Producida la causal de disolución, cada socio tenía la actio pro socio, la cual
consistía en una bonae fidei, consistente en una rendición de cuentas, liquidación y reparto del saldo resultante
de la compensación realizada entre ganancias y pérdidas.

El auge del comercio en esa época, el gran desarrollo del cambio y del crédito, fueron entre otras las causas
que originaron la multiplicación de las relaciones mercantiles, que el Derecho común era incapaz de regular en
las condiciones exigidas por las nuevas situaciones y necesidades del comercio.

El nacimiento del Derecho Mercantil como tal, está ligado íntimamente a la actividad de los gremios o
corporaciones de mercaderes que se organizan en las ciudades comerciales medievales para la mejor defensa
de los intereses comunes de la clase

Las corporaciones perfectamente organizadas, no solo estaban regidas por sus estatutos escritos, que en su
mayor parte recogían practicas mercantiles, sino que además instituyeron tribunales de mercaderes
(jurisdicción consular), que resolvían las cuestiones surgidas entre los asociados, administrando justicia según
usos o costumbres del comercio.

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Es así que, en el seno de los gremios y corporaciones, principalmente en las florecientes ciudades medievales
italianas, va creándose un conjunto de normas sobre el comercio y los comerciantes, tendientes a dirimir las
controversias mercantiles, normas de origen consuetudinario, que son aplicadas por los cónsules, órganos de
decisión de aquellos gremios o corporaciones.

El Consulado del Mar es un conjunto de reglas a que los cónsules, o sea los jueces en asuntos marítimos
debían ajustar sus decisiones, esta compilación alcanzó una autoridad célebre. No se conoce exactamente la
fecha en que esta colección fue redactada, aunque los más suponen que lo fue en el siglo XIII

Durante el siglo XV surgió una compilación con el nombre de Leyes de Wisby aparentemente escrita en la isla
de Gothland, cuya influencia se limitó a los mares del Norte, más específicamente a los de Suecia y
Dinamarca, esta obra realizada por los negociantes y patrones de barcos de esa isla

Ya para finales de la Edad Media en el siglo XVI un autor desconocido redactó en Ruán una compilación
conocida como el Guidon de la mer; esta obra no es como las anteriores una exposición integral concerniente
al Derecho marítimo, pues tiene como especial objeto reglamentar el contrato de seguro

Ninguna de las compilaciones antes mencionadas tuvo fuerza obligatoria, en cuanto a que no eran
sancionadas por el poder público. El Derecho, aunque ya formulado por escrito, sigue siendo consuetudinario,
como lo demuestra la forma misma de redacción de estas colecciones. La principal de ellas el Consulado del
Mar, solo contiene definiciones, ejemplos, razones, como una obra doctrinal en que se consignan y explican al
mismo tiempo los usos existentes

La Lonja fue el símbolo del comercio medieval de Valencia la hora de hablar del comercio en la Edad Media
hay que tener en cuenta un "antes" y un "después" que podría datarse en el renacer cultural, económico y
social acaecido en el siglo XI.

2.1.1 EL COMERCIO LOCAL

Una parte de estas actividades comerciales medievales tenían carácter local. En este sentido, las ciudades
desempeñaban el papel de mercados para las zonas agrícolas vecinas.

2.1.2 EL COMERCIO REGIONAL

En otros casos y para otro tipo de productos, el comercio había de tener características regionales. Tal es el
caso, por ejemplo, de las populosas ciudades de Flandes que necesitaban trigo y vino procedente de la región
de París.

2.2 EL COMERCIO INTERNACIONAL CON ASIA

A pesar de la citada depresión económica de los primeros siglos altomedievales, es cierto que no había
desaparecido completamente la demanda de artículos de lujo y especias procedentes de Oriente, como seda o
pimienta.

El interés medieval por asegurar rutas rápidas y seguras para proveerse de las maravillas asiáticas y buscar
alternativas más baratas y rápidas para la tradicional "Ruta de la Seda" marca todos los siglos de la Baja Edad
Media

2.3 COMERCIO INTERNACIONAL INTRAEUROPEO

Toda Europa empezó a verse afectada también por la expansión del comercio internacional. Flandes importaba
lana española (por los puertos del Cantábrico) e inglesa, y vendía luego los tejidos acabados en muchos
lugares de Europa

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Durante el siglo XIII prosiguió la expansión. Los mercaderes alemanes desarrollaron y organizaron el comercio
en el Báltico a través de ciudades como Colonia, Lübeck y Danzig.

La crisis comercial, los descubrimientos y el comercio moderno

En Asia, la caída del imperio mongol obstaculizó el funcionamiento de las rutas comerciales y frenó la
intervención directa de los mercaderes europeos en el comercio asiático. Con el fracaso de las cruzadas, casi
todos los puertos del Mediterráneo oriental cayeron en poder de los musulmanes, y la expansión del imperio
otomano monopolizó en manos turcas el comercio entre Asia y Europa

Por su parte, los portugueses se mostraron particularmente activos en la exploración de los océanos con la
esperanza de encontrar una ruta que les diera acceso directo al comercio de especias de Oriente.

Fruto de ello, en el año 1498, Vasco de Gama logró rodear el continente africano por el cabo de Buena
Esperanza y llegar hasta la ciudad hindú de Calcuta.

Maqueta de las atarazanas de Valencia, Siglo XIV.

Las formas asociativas medievales.

Durante este período histórico, se produce la configuración más antigua y aproximada de la actual sociedad
comercial. Fue en el transcurso de la Baja Edad Media que surgieron los grandes bancos y las compañías
marítimas en Italia, y las sociedades familiares de Alemania.

En la Alta Edad Media, las invasiones bárbaras provocaron la despoblación de los grandes centros urbanos y
para poder subsistir, los pueblos volvieron a la caza y al pastoreo. El período que abarca los siglos V a XII

El siglo XIII comienza con el fin de las invasiones bárbaras y el crecimiento de la población impulsó el
intercambio con este último, se produjo una expansión de la economía marítima, y precisamente fue en las
ciudades italianas de Génova y Venecia en donde la actividad de tráfico comercial marítimo se desarrolla con
más auge.

Así, en Venecia recibió el nombre de collegantia, mientras que en Génova se las denominó societas maris.
Estos eran contratos que reunían a dos o más socios. A uno de ellos se lo denominaba gestor o tractans, el
cual era quien, además de aportar una cuarto del capital, se encargaba también de efectuar el transporte; su
socio era el denominado capitalista, quien aportaba las dos terceras partes de los gastos de la empresa
marítima.

El socio dueño del capital, recuperaba su aporte con más la ganancia de la empresa marítima en sus tres
cuartas partes. Esta forma constituyó un antecedente de la sociedad accidental o en participación, básicamente
por la presencia de un socio capitalista y uno capitalista e industrial.

Similares a estas sociedades eran los contratos de commendas, sólo que en éstos, el denominado
commendator o socius stantus realizaba el aporte en un 100%, es decir proveía el capital o las mercaderías o
el buque; mientras que el tractator o commendatario utilizaba dichos bienes para efectuar la expedición
marítima

La distribución de los dividendos era en un 75% para el commendator y el resto para el commendatario. Sin
embargo, el socius stantus asumía todo el riesgo de la empresa, ya que si la expedición fracasaba él soportaba
todas las pérdidas. Este, a su vez, no se daba a conocer frente a los terceros, solo se tenía conocimiento del
tractator. La vinculación entre ambos era interna y se regulaba por escrito

Esta práctica fue utilizada hasta tanto se obligó, en Florencia en el siglo XV y en Bolonia en el siglo XVI, a
registrar el contrato de commendas, y que dicha sociedad adoptara una razón social y a su vez, llevara

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adelante una cierta contabilidad. Cabe destacar que el instituto de las commendas, contribuyó al nacimiento de
las sociedades colectivas y en comanditas.

El comercio terrestre, por su parte, también poseía formas organizativas semejantes a las commendas, pero
con una mayor variedad de supuestos, entre ellos los dos más destacados son la Compagnia y la Societas
terrae

En la primera, los integrantes poseen vínculos entre sí y comparten los riesgos de la empresa. La Societas
terrae, en cambio, tenía una misma estructura a la de la commendas, quedando su vigencia reducida a la
concreción del negocio o del viaje.

Surgen de esta manera, estructuras más complejas, constituyéndose las compañías generales o colectivas,
tomando al término “compañía” en el sentido moderno de la palabra. En un principio, estas compañías
revestían el carácter de familiares; eran asociaciones cerradas donde todos los integrantes de la familia tenían
la representación de la sociedad y eran responsables personal y solidariamente por los actos realizados en su
nombre

En los finales del siglo XIV, la gran trascendencia que habían adquirido las compañías en la actividad
económica, llevó a que su organización tuviera que aceptar el ingreso de terceros que procuraran mayores
capitales de acuerdo con la envergadura de los negocios que se llevaban adelante

En el siglo XV, se produjo en la ciudad de Génova un acontecimiento de importancia, como antecedente directo
de la sociedad comercial moderna. La gran mayoría de las diferentes sociedades financieras que prestaban
dinero a la República, se fusionaron en el año 1407 en una sola sociedad llamada Banca de San Giorgio

Esta gran sociedad, fue absorbiendo la totalidad de las sociedades financieras que le prestaban al Estado, con
lo que se fueron consolidando los créditos contra la República; al mismo tiempo, el Banco recibió los depósitos
de ahorristas y dio créditos a particulares. La aparición del Banco de San Giorgio constituye un antecedente
relevante para la conformación de la estructura actual de la Sociedad Anónima.

3. EL DERECHO COMERCIAL EN LA ÉPOCA MODERNA

Parte del descubrimiento de América, lo cual representa las transformaciones de las condiciones económicas,
sociales, políticas y espirituales. Nacen nuevas instituciones comerciales, que culminan en el siglo IXX con la
promulgación del Primer Código de Comercio, el cual entró en vigencia el 01-01-1.811.

CAPITULO III

ANTECEDENTES LEGISLATIVOS DEL DERECHO COMERCIAL

1. CÓDIGO DE COMERCIO

El código de comercio es un conjunto de normas y preceptos que regulan las relaciones mercantiles. Las
actividades comerciales vienen reguladas como lo establecido en el código de comercio de cada país, además
del resto de leyes mercantiles aplicables. Los códigos de comercio tienen su origen en la época de la
Ilustración.

El código de comercio del Perú entró en vigor en Julio de 1902 y estaba basado fundamentalmente en el
código de comercio de España de 1885.

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1.2 CÓDIGO DE COMERCIO DE ESPAÑA

El primer código de comercio conocido se creó en Francia en 1807 y fue aprobado por Napoleón Bonaparte. El
Código de Comercio en España data de 1885 y se puso en marcha para legislar la actividad comercial, aunque
está sujeto a las variaciones necesarias relativas al flujo de actividades económicas.

1.2.1 CARACTERÍSTICAS

Este Código consiste en un conjunto de normas y preceptos que regulan las relaciones mercantiles. Éste
Código, al igual que cualquier otra norma reguladora jurídica, tiene como objetivo la justicia y normativizar la
conducta humana. En este caso, se busca regular la conducta humana vinculada al hecho de comercio.

1.2.2 REGULACIÓN DEL CÓDIGO

El Código de Comercio enumera los actos que la ley define como actos del comercio

"Toda compra de género de mercancías para revenderlos, sea de naturaleza, sea después de haberlos
trabajado y puesto en obra, o aun para alquilar simplemente su uso: toda empresa de manufacturas, de
comisión,..." "Toda compra de género de mercancías para revenderlos, sea de naturaleza, sea después de
haberlos trabajado y puesto en obra, o aun para alquilar simplemente su uso: toda empresa de manufacturas,
de comisión (Artículo 632 del Código de Comercio). De una forma más general, los actos que regula este
Código son:

-Compra de géneros y mercaderías para revenderlos o alquilarlos

-Empresas de carácter comercial o industria

-Operaciones de cambio

2. HISTORIA DEL CÓDIGO DE COMERCIO PERUANO

Para investigar cuál ha sido la historia del vigente Código de Comercio peruano hay que remontarse al siglo
pasado. Y no porque este código tenga como fecha de inicio de vigencia el año de 1902 y esto lleve a pensar
entonces que, por tanto, fue durante los años próximos anteriores a 1902, durante los cuales se preparó o se
realizó la elaboración o redacción de este código de comercio, sino porque, en realidad, como se comprobará
más adelante, dicho código es del siglo pasado, aun cuando tenga como fecha de inicio de vigencia el año de
1902.

Allá por el año de 1895, exactamente el 6 de noviembre de ese año, fue presentado a la entonces Cámara de
Diputados un proyecto de ley por los diputados Felipe de Osma, José M. Manzanilla, Germán Leguía, M. J.
Pozo, J. D. Cáceres y Washington Ugarte, que proponía la adopción del Código de Comercio español de 1885
y la elección de una comisión que informara acerca de las reformas que fuese necesario introducir en él.

Se puede apreciar bien, entonces, que después de diez años de la puesta en vigencia del mencionado Código
de Comercio español de 1885, ya en el Perú se proponía la incorporación de este código en su normatividad.
Pero esta observación no debe causar sorpresa porque en ese año, 1895, se encontraba vigente el Código de
Comercio de 1853 que era resultado a su vez de la incorporación del Código de Comercio español de 1829 a la
normatividad peruana. De tal manera que cuando en 1895 se proponía la incorporación de un código extranjero
a la normatividad peruana, ya en el Perú existía un precedente. Tal parece que en 1895 los «legisladores»
peruanos al ver que ya en España habían cambiado de código de comercio derogando el anterior de 1829, se

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hacía necesario también aquí entonces, por lógica, tener que hacer los mismo; es decir, cambiar de código de
comercio.

Pues hubiese sido ilógico e inconsecuente continuar utilizando el Código de Comercio de 1853, que era el
mismo de España de 1829 y que ya había sido derogado y sustituido por otro en dicho país diez años atrás en
1885. Estas circunstancias han debido ser sin duda las que motivaron a los diputados anteriormente
mencionados a proponer en 1895 la adopción de un nuevo código de comercio en el Perú.

Lo que sucedió a continuación entonces fue que la propuesta de estos diputados fue tomada en cuenta, pues
de acuerdo a los datos obtenidos de los propios dictámenes legislativos con los que se discutió y aprobó la
adopción del Código de Comercio de 1902, después de la presentación del proyecto de ley en el que se
proponía la adopción del Código de Comercio español de 1885 en 1895, hubo de transcurrir dos legislaturas
para que finalmente se presentara el dictamen con el que se aprobó la incorporación de dicho código a la
normatividad peruana. Fue en las sesiones del año 1897 en las que ese dictamen fue ampliamente discutido y
aprobado, quedando así, por tanto, aceptada la propuesta de adopción del Código de Comercio español de
18851, Pero este proyecto de ley no llegó a ser ley del Estado porque en ese año (1897) se clausuró el
Congreso sin que el Senado hubiera tenido tiempo para ocuparse del asunto.

Fue entonces cuando a comienzos del año siguiente (1898), como el Congreso estaba inactivo, tomó riendas
en el asunto el Poder Ejecutivo, pues éste participaba en la misma medida de las aspiraciones de los diputados
que habían presentado el proyecto de ley.

El Poder Ejecutivo (exactamente el gobierno de Nicolás de Piérola) expidió entonces un decreto el 28 de


febrero de 1898 mediante el cual se nombró a los doctores Luis Felipe Villarán y Felipe de Osma y Pardo
miembros de la comisión encargada de adaptar el Código de Comercio español de 1885 a nuestras
costumbres mercantiles, forma de gobierno y organización de los juzgados y tribunales, disponiendo a su vez
que la Cámara de Comercio de Lima agregara un comerciante, quien unido a los dos anteriores completaría
dicha comisión. De esta manera quedó conformada completamente esta comisión, a la que precisamente dicho
decreto denominó «Comisión encargada de adaptar el Código de Comercio español de 1885 a nuestras
costumbres mercantiles, forma de gobierno y organización de los juzgados y tribunales», comisión que fue
creada por el decreto del 28 de febrero de 1898 y que fue propuesta por el proyecto de ley que fue presentado
por los diputados ya mencionados, en 1895.

Según datos también de los dictámenes legislativos, esta comisión «trabajó asiduamente durante ocho
meses» después de los cuales presentó el Código al Poder Ejecutivo y éste lo sometió a la Cámara de
Diputados del mismo año (1898). Pero no hubo tiempo en esa legislatura ni en la ordinaria de ese año para
tratar esa materia, razón por la cual iba a demorar más el proceso de. Aprobación del Código. Fue entonces
cuando intervino la Cámara de Comercio de Lima, que estaba muy interesada en la pronta aprobación, y
presentó en 1899 al Poder Ejecutivo una exposición en la que pedía se sometiera el Código al Congreso
extraordinario que estaba funcionando en aquel momento. El Poder Ejecutivo accedió y remitió el Código al
Congreso extraordinario, para lo cual se formó en éste una Comisión auxiliar de legislación que se encargaría
de examinar el Código.

Este hecho podría llevar a pensar entonces que la «adaptación» que hizo la comisión encargada para ello fue
muy «técnica» y «elaborada», pues para su revisión el Congreso se vio en la necesidad de crear una Comisión
auxiliar de legislación. En la segunda parte de este trabajo se comprobará si ello fue realmente así. La
Comisión auxiliar de legislación se dedicó entonces a examinar el Código. Y la revisión que hizo dio como
resultado tres dictámenes legislativos que son precisamente de los cuales se está obteniendo toda esta
información.

El primero de estos dictámenes fue un dictamen de mayoría y el segundo uno de minoría. Ambos fueron
emitidos con fecha 1 de diciembre de 1899. Y el tercer y último dictamen fue un dictamen concordado emitido

12
con fecha 5 de diciembre de ese mismo año. En el primer dictamen, el de mayoría, la Comisión auxiliar de
legislación simplemente reprodujo las consideraciones que expusieron los miembros de la Comisión encargada
de adaptar el Código de Comercio español para emprender su obra, las mismas que terminaban con la
propuesta de varias conclusiones.

De estas conclusiones las más importantes eran la aprobación del proyecto de Código de Comercio preparado
por esta última comisión, la autorización al Poder Ejecutivo para la publicación del Código y que la fecha de
inicio de vigencia fuera el 17 de marzo de 1900.

Pero en el segundo dictamen, el de minoría, la Comisión auxiliar de legislación expuso que había hecho un
estudio exhaustivo de la necesidad de la reforma del Código de Comercio en el Perú, de cómo y por qué se
había dirigido esta reforma a la adopción del Código de Comercio español de 1885, así como expuso las
modificaciones que hizo a este código la Comisión encargada de adaptarlo y las principales reformas que
finalmente este nuevo código introduciría en la legislación vigente de ese entonces.

El segundo dictamen finalizaba también con la propuesta de varias conclusiones. De ellas las más importantes
eran la aprobación del proyecto de Código de Comercio presentado por el Poder Ejecutivo y que la fecha de
inicio de vigencia fuese el 18 de marzo de 1900 porque ése era el día de la apertura de los tribunales en el
siguiente año judicial de 1900. Es de mucha importancia destacar que en estos dos dictámenes legislativos la
Comisión auxiliar de legislación del Congreso empezó a emitirlos haciendo notar, y por ende criticando, la
injustificada, para ellos, falta de Exposición de motivos en este proyecto de Código de Comercio. Así, en el
dictamen en minoría se observó lo siguiente: «esta clase de obras no deben venir como ahora, sin una
exposición de motivos que facilite su estudio y comprensión».

De la misma forma, en el dictamen en mayoría también se observó lo siguiente: «Habiéndose omitido por
ellos, la exposición de motivos que debía anteceder al trabajo de aliento que emprendieron».

A través del dictamen concordado la mencionada comisión presentó igualmente varias conclusiones, siendo la
primera y más trascendente de ellas la de aprobación del proyecto de Código de Comercio que había remitido
el Poder Ejecutivo. De tal manera que lo único que en realidad hizo esta comisión a través de dicho dictamen
fue simplemente, pues, aprobar el proyecto de Código de Comercio. Como siguiente paso dicho proyecto fue
remitido a la Cámara de Senadores de ese entonces para su correspondiente revisión y aprobación, para lo
cual emitió también su respectivo dictamen. Pero dicha revisión, aprobación y dictamen senatorial no se
realizaron inmediatamente, sino luego de nueve meses. Así es como, recién con fecha 1 de setiembre de 1900,
expide el dictamen del Senado.

En el dictamen del Senado éste también propone, al igual que en los demás dictámenes, varias conclusiones;
siendo la primera y más trascendente de ellas la de aprobación de las conclusiones venidas en revisión de la
Cámara de Diputados con excepción de sólo algunas normas que se indicaron. Nuevamente es muy
significativo y destacable el hecho de que también en este dictamen se observó la falencia de exposición de
motivos de este proyecto de codificación mercantil: «Tarea muy fácil sería juzgar su trabajo, si estuviera
acompañado de una motivación más o menos extensa, o siquiera de una exposición de plan, que ayudase a su
estudio».

Pero aun con esta última aprobación efectuada por el Senado en 1900 no pudo llegar todavía a entrar en
vigencia este código de comercio. Ello se debió a que el Congreso consideró conveniente discutirlo y revisarlo
todavía en las sesiones parlamentarias de las siguientes legislaturas del año 190 l.

Durante este año las conclusiones de los tres dictámenes fueron, pues, discutidas, revisadas y finalmente
aprobadas en sesiones parlamentarias tanto de la Cámara de Diputados como de la Cámara de Senadores de
ese entonces. Finalmente, transcurridas las legislaturas del año 1901 el Congreso remitió el proyecto de
Código de Comercio al Poder Ejecutivo para su promulgación. Es así como finalmente el Poder Ejecutivo de
ese entonces, exactamente el gobierno de Eduardo López de Romaña, promulgó el Código de Comercio el 15

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de febrero de 1902 disponiéndose que su vigencia comenzara a regir el 1 de julio de ese mismo año, como
efectivamente rige hasta nuestros días. Este lapso de meses entre la promulgación y la puesta en vigencia
obedeció a que se consideró que se requería algún tiempo para su necesaria difusión y divulgación, tal como
siempre se estila hasta la fecha con las leyes de importancia como son los Códigos.

Como bien se puede apreciar, la historia de la codificación mercantil peruana está caracterizada por
incorporaciones de códigos extranjeros; o, como lo llamaron los que incorporaron estos códigos, por
«adaptaciones» de códigos extranjeros a la normatividad peruana. Desde que el Perú es una república han
regido en este país dos códigos de comercio.

El primero, como ya se ha mencionado, fue el Código de Comercio de 1853 que fue resultado de la
incorporación del Código de Comercio español de 1829 a la normatividad peruana. Y el segundo es el que rige
actualmente desde 1902 y que es el resultado a su vez de la incorporación del Código de Comercio español de
1885. De acuerdo a esta situación, es fácil observar que en el Perú nunca se ha elaborado o «creado» un
código de comercio. Lo único que aquí se ha hecho es incorporar o «adaptar», de acuerdo a la terminología
utilizada por los que participaron en esta incorporación, los códigos de comercio de otro país. El Perú, en
consecuencia, no ha tenido códigos de comercios propios o autóctonos. Los códigos de comercio que ha
tenido han sido siempre códigos extranjeros, han sido siempre los códigos de comercio de España.

Ahora bien, para poder fundamentar y justificar bien todos los juicios y críticas que puedan vertirse sobre esta
situación, es importante indagar y determinar cuál ha sido o cuáles han sido las razones por las que en el Perú
se procedió de esta manera en la codificación mercantil. Es decir, se deben averiguar las razones por las que
en el Perú se prefirió siempre copiar códigos de comercio en lugar de crear o elaborar uno propio. Pues fácil,
cómodo e ilógico sería formular críticas sin haber previamente analizado cuál fue el trasfondo del asunto. De
esta manera una vez determinadas las razones que condujeron a los «legisladores» mercantiles peruanos a
proceder de esta forma, se analizará si son o no justificadas las mismas.

Se debe determinar entonces, en primer lugar, las razones que la Comisión encargada de adaptar el Código de
Comercio español de 1885 expuso para decidir realizar la adaptación de este código de comercio extranjero.
Estas razones fueron dos y se pueden encontrar en las consideraciones que esta comisión expuso para
emprender la obra encomendada y que la Cámara de Diputados de ese entonces reprodujo en su primer
dictamen legislativo.

La primera razón que esta comisión expuso fue la siguiente: «El Código de Comercio español de 1885, justo
medio, transacción entre las doctrinas que informaron el de 1829 del mismo país, y las novísimas influenciadas
por el espíritu del Derecho anglo-americano, conviene al Perú: entre unas y otras hay considerable distancia, la
que no es posible que la recorran en toda su extensión países jóvenes como el Perú, impremeditadamente,
sino por grados, por etapas. Mejora considerable conseguirá el Perú, con la adopción del mencionado Código
de 1885, que se distingue por las tendencias que se han enunciado», Y la segunda razón, a su vez, fue la
siguiente: «Aunque Maine ha dicho con profundo sentido que el derecho internacional por excelencia es el
mercantil; si es verdad que éste contiene preceptos que, a diferencia de las leyes civiles, se des influencian de
circunstancias de clima, geografía, etc.; si ellos armonizan casi hasta tocar en la unidad; no se puede que
negar que los mismos, concretados en artículos de los Códigos se diferencian por razones de sistema: el
nuestro, de calificación subjetiva, no puede sin graves tropiezos, variarse absolutamente por la objetiva.

Ésta es otra razón, que en concepto de los infrascritos, justifica la adopción del Código de Comercio español de
1885». Como se puede apreciar, ninguna de estas dos razones tomó en consideración si este código de
comercio extranjero era acorde o ajustado a la realidad comercial peruana de aquella época. En otras palabras,
al adoptarse este código de comercio extranjero no se tomó en cuenta o estudió la realidad comercial peruana.

Pues bien, se tiene en primer lugar que, de acuerdo a la primera razón, por el hecho de que el Código de
Comercio español de 1885 era -en consideración de los miembros de esta comisión- «el punto intermedio»

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entre viejas doctrinas (que informaron el Código de Comercio español de 1829) y nuevas doctrinas (que el
Derecho anglo-americano influencia), era conveniente copiar este código. ¿Pudo ser ésta en realidad una
razón válida para incorporar otro código de comercio extranjero y no elaborar uno propio? ¿Era preferible
acaso copiar un código ya hecho que elaborar uno nuevo por esta razón, de ser el ya hecho un «punto
intermedio» entre dos corrientes doctrinarias? Igualmente, ¿era una buena razón para copiar el Código de
Comercio español de 1885 el que el código anterior (que era el mismo de España de 1829) era de calificación
subjetiva, y, por lo tanto, el variarlo absolutamente a través de una calificación objetiva iba a traer graves
tropiezos? Estas razones, en realidad, no justifican ni demuestran en modo alguno que en el Perú existió la
necesidad de incorporar o copiar este código de comercio extranjero, por más que éste signifique o sea un
punto intermedio entre dos corrientes doctrinarias.

Lo apropiado, coherente y razonable hubiese sido que se hubiera elaborado un código de comercio propio en
el que se tomaran en cuenta esas viejas y nuevas corrientes doctrinarias, pero en el que fundamentalmente se
tomara en cuenta la realidad comercial peruana. Resulta evidente darse cuenta entonces que los
«legisladores» peruanos prefirieron hacer lo más fácil. Pues, evidentemente, lo más fácil (y ocioso también) era
hacer lo que finalmente se hizo: copiar un código de comercio extranjero ya hecho en vez de hacer uno propio.
Porque elaborar un código de comercio propio significaba (y significa aún) estudiar la realidad comercial
peruana, las nuevas instituciones mercantiles que se han ido creando y cómo han ido evolucionando las que ya
existen.

Todo ello analizando también las nuevas y viejas corrientes doctrinarias que puedan ser útiles de tomarse en
cuenta en un cuerpo legal de esta naturaleza. Y todo esto, por supuesto, implicaba emprender una
concienzuda y esforzada labor de estudio y creación que, tal parece, los «legisladores» peruanos no se
sintieron en capacidad de llevar a cabo. Al no hacer esto último dichos «legisladores», evidentemente se
prefirió o prefirieron injustificadamente lo más fácil: copiar simplemente un código de comercio extranjero.

Habiéndose comprobado que las razones expuestas por los miembros de la Comisión encargada de adaptar el
Código de Comercio español de 1885 no justificaban ni, por ende, demostraban que en el Perú hubo la
necesidad de copiar este código, se pasará ahora a analizar si las razones que a su vez expusieron los
parlamentarios para incorporar dicho código justificaban realmente esta incorporación. La Cámara de
Diputados de aquel entonces expuso la siguiente razón: «El año 1829 arregló España su Código de Comercio,
y el año 1853 nosotros lo aceptamos con ligeras modificaciones, atendiendo a la unidad de costumbres, de
idioma y de tendencias.

España encontró el año 1885 deficiente su ley comercial, así como hoy juzgamos la nuestra, y emprendió la
tarea de la reforma, coronando su obra con un nuevo Código, que aunque no adopta de lleno las ideas
modernas, responde, sin duda, a las necesidades mercantiles de la época. Con estos antecedentes, y en la
necesidad de emprender nosotros la reforma, natural y lógico es partir de aquella base ya estudiada y aceptada
en circunstancias tan análogas a las nuestras». Por su parte, la Cámara de Senadores, también de aquel
entonces, expuso la siguiente razón: «Desde luego, la Comisión opina, que de no hacerse un Código propio
para el Perú, lo mejor ha sido, sin duda, adoptar el español. De esta suerte conservaremos nuestra ley
comercial, el espíritu de tradición, factor muy apreciable de buena codificación».

Como se puede advertir, estas dos razones consisten básicamente en considerar que el Código de Comercio
español de 1885 sí era apropiado para el Perú por las situaciones de tradición, igualdad de costumbres, idioma,
tendencias, y porque España había adoptado este código en circunstancias análogas a las que el Perú
atravesaba en ese entonces.

De todas estas situaciones que conforman estas dos razones, resulta sumamente claro y evidente que la única
valedera y con asidero fue la de la tradición. Porque en realidad sí era verdaderamente tradición en el Perú
copiar o incorporar códigos extranjeros, al menos en cuanto a codificación mercantil se refiere. No otra cosa fue
el código de comercio anterior, que rigió en el Perú desde 1853 hasta 1902, que una copia fiel del Código de

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Comercio español de 1829. Como esto era «tradición», los diputados de aquel entonces invocándola
justificaban la incorporación del nuevo Código de Comercio español de 1885 a la normatividad peruana.

Habrá que preguntarnos ahora, nosotros los peruanos actuales, si debemos enorgullecernos de esta tradición o
si, por el contrario, debemos avergonzarnos de ella. Pero de ninguna manera resultan ser válidas las demás
situaciones que conforman estas dos razones expuestas por el Parlamento de aquel entonces.

El hecho de que España había promulgado su nuevo Código de Comercio de 1885 en circunstancias análogas
a las que el Perú atravesaba a finales del siglo pasado, no fue sino más que una lógica e inevitable
consecuencia. Ello se debe a que España promulgó un nuevo código de comercio porque su anterior Código
de 1829 había devenido obsoleto, y, por lo tanto, inútil. Y como el anterior Código de Comercio «peruano» de
1853 era el mismo de España de 1829 (pues fue una copia exacta de este último código); resultaba evidente
entonces que dicho primer Código de Comercio «peruano» había devenido también obsoleto y se hacía
necesario también, en consecuencia, tener que cambiarlo. En otras palabras, lo que ocurrió en España (la
adopción de un nuevo código de comercio) tenía necesaria e inevitablemente que ocurrir también aquí en el
Perú; pues el código de comercio que aquel país derogó por obsoleto era exactamente el mismo que regía en
el Perú por ser el de esta última copia textual de aquél.

Por tal razón, esas «circunstancias análogas» que atravesaron tanto España como el Perú al adoptar la
primera un nuevo código de comercio sólo pueden justificar que en el Perú también se necesitaba cambiar de
código de comercio, pero no pueden justificar que hubo necesidad de copiar otra vez otro código de comercio
español.

Por último, como obvio resulta darse cuenta, tampoco justifica la copia de este código de comercio extranjero el
hecho de que el Perú haya tenido las mismas costumbres, tendencias y el mismo idioma. Estas razones, en
realidad, resultan ser sumamente absurdas. El que un país hable el mismo idioma que el de otro país no puede
ser de ninguna manera una razón para que el primero copie o adopte la legislación comercial del segundo.
Seguir un razonamiento como éste es realmente absurdo porque ello implicaría entonces que también el Perú
debe adoptar el Código Civil, Penal, Tributario, etc., de España, lo cual, pues, no tiene sentido.

Y con respecto a las mismas costumbres y tendencias, éstas pudieron haber sido semejantes en aquella
época, pero no de manera absoluta como para justificar la copia «textual», «absoluta» del Código de Comercio
español de 1885. Así como no puede haber dos seres exactamente iguales, tampoco puede haber dos
realidades comerciales exactamente iguales. Por tanto, por el hecho de que el Perú en aquella época haya
tenido ciertas costumbres y tendencias comunes con España, éstas tampoco justificaban realmente realizar
una copia «textual» del Código de Comercio de aquel país.

El hecho de que lo que en realidad se hizo legislativamente aquí en el Perú fue nada más que copiar un código
extranjero, fue la razón, pues, por la que el Código de Comercio «peruano» que fue resultado de dicha copia no
tuviera exposición de motivos. ¿Qué exposición de motivos puede tener este código si no es en realidad
creación de una ley propia (respecto de la cual los autores o verdaderos legisladores pueden expresar los fines
o motivos que tuvieron para crearla) sino, por el contrario, es sólo la copia de una ley ya creada? Por eso
resulta sumamente «irónico», por no decir más, el comentario o apreciación que tuvieron a bien hacer en su
momento los parlamentarios de ese entonces al revisar este código de comercio cuando era sólo un proyecto.
Tal apreciación fue la siguiente: «La Comisión, en concepto de los infrascritos, ha redactado un Código de
Comercio privado nacional». Como resulta evidente objetar: ¿de qué «redacción» se habla si lo que se hizo
fue una mera copia o calco? Igualmente, ¿cómo puede ser Código de Comercio «nacional» si en realidad se
trata de uno extranjero, se trata del Código de Comercio español de 1885?

De tal manera que puede advertirse ahora que la falta de exposición de motivos de dicho código, que tanto fue
criticada por los parlamentarios de aquel entonces, sí era justificada. No podía ser de otra manera, al no haber
sido creación propia, sino sólo copia.

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Ahora bien, los reclamos que de dicha exposición de motivos hicieron dichos parlamentarios demuestran dos
situaciones muy negativas y reprobables que se deben resaltar en este inusitado proceso legislativo que se dio
en el Perú en cuanto a la codificación mercantil. La primera de ellas lo constituye la ignorancia por parte de
estos parlamentarios del texto del Código de Comercio español de 1885, pues no advirtieron que el código que
se proponía adoptar aquí no contenía modificación ni adaptación alguna de aquél. Al reclamar una exposición
de motivos creen que sí hay modificaciones y, por ende, verdadera adaptación que sea necesaria motivar o
justificar.

De manera que esto también demuestra desidia y negligencia por parte de ellos al no haberse dado el mínimo
trabajo de cotejar o comparar los textos de dichos códigos, lo cual no implicaba ninguna dificultad. ¿Qué clase
de trabajo de revisión hicieron entonces si ni siquiera pudieron darse cuenta de esta situación? Pero lo que es
más grave aún es la actitud que asumieron los miembros de la primera comisión frente a esta negligencia de
los parlamentarios, lo cual constituye la segunda situación negativa que siguió a ésta que se acaba de
mencionar.

Frente a los reclamos de exposición de motivos por parte de los parlamentarios, que demostraban la falsa
apreciación de éstos de que esa comisión había efectuado una verdadera labor de modificación y adaptación,
los miembros de dicha comisión no se dignaron o tuvieron la entereza de aclarar que en realidad su trabajo no
consistió en esa labor, sino simplemente en una simple copia. Hubo, pues, incluso una actitud de mala fe por
parte de estos «legisladores» peruanos.

Al parecer, la razón de esta reprobable actitud consistió en que no les convenía pasar a la historia como simple
copiadora, sino como verdaderos legisladores. Asimismo, puede advertirse también que por haberse tratado la
adopción de este código de una simple copia, fue absolutamente innecesario entonces haber dedicado tanto
tiempo para esa labor. Igualmente, también fue innecesaria la creación en el Congreso de una «Comisión
auxiliar de legislación» encargada de la revisión del trabajo de adaptación que supuestamente iba a realizar la
primera comisión que se creó para tal fin (llamada pomposamente «Comisión encargada de adaptar el Código
de Comercio español de 1885 a nuestras costumbres mercantiles, formas de gobierno y organización de los
juzgados y tribunales»).

Así pues, ¿era justificado acaso dedicar siete años (1895-1902) para tan sólo copiar una ley ya hecha? Del
mismo modo, como no hubo en realidad una labor de «adaptación» del Código de Comercio español de 1885,
sino solamente una burda copia del mismo, ya no era necesario entonces que se constituyera otra comisión
especial para que se dedicara a revisar el trabajo realizado por la primera. ¿Se justifica acaso realizar una labor
de revisión de una simple copia o calco? Esto demuestra también que la labor realizada por dicha primera
comisión no fue en absoluto técnica ni muy elaborada. Pues, ¿puede ser acaso una labor de copia o calco
técnica y elaborada? De tal manera que aquella apreciación según la cual dicha comisión «trabajó asiduamente
durante ocho meses» no es más que una ingenua e irónica apreciación que no corresponde en absoluto a la
realidad.

Pues bien, con todo lo expuesto y demostrado quedan ahora sí plenamente justificados los calificativos que se
atribuyeron en la introducción del mismo a la historia de nuestro cuerpo legal comercial. La historia de cómo
surgió y se plasmó el Código de Comercio de 1902 resulta ser en realidad «incoherente» y «decepcionante».
¿Cómo no va a ser incoherente el que la historia de la legislación mercantil peruana esté constituida sólo por
copias de códigos de comercio extranjeros? Y, ¿cómo no va a ser decepcionante la manera en que actuaron
los «legisladores» peruanos?, la cual tiene que ver más con ociosidad, negligencia y mala fe. Ahora bien, es
cierto que la copia del Código de Comercio español de 1885 no fue total, sino que algunas partes de este
código de comercio no llegaron a copiarse, como señala Carlos Torres y Torres Lara: «El nuevo Código de
1902 fue a su vez copia del Código español de 1885, aunque con algunos cambios importantes».

Esta situación podría llevar a pensar entonces que en las partes que no se copiaron los «legisladores»
peruanos sí crearon o elaboraron normas propias. Sin embargo, la realidad es la misma: otra burda copia.

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Estas partes si bien no fueron tomadas del Código de Comercio español, fueron copiadas o tomadas
sencillamente de otros códigos de comercio extranjeros. Así, la parte sobre letras de cambio fue copiada del
Código de Comercio italiano y las partes sobre rematadores y martilleros y sobre cuenta corriente fueron
tomadas del Código de Comercio argentino. Por todo lo expuesto y demostrado, considero que debe hacerse
una salvedad o excepción a la conclusión que a llega Fernando de Trazegnies Granda sobre el Derecho
peruano del siglo pasado: «El Derecho peruano del siglo XIX parece el resultado de la actividad de un bricoleur
intelectual, para usar un término de Levi Strauss (aunque con un sentido algo diferente)»13. Tal salvedad o
excepción debe ser en cuanto al Derecho comercial. En realidad, es demasiado generoso el calificativo de el
«resultado de la actividad de un bricoleur intelectual» para esta rama del Derecho peruano, porque realmente
ni siquiera se utilizaron elementos sobrantes -como se hace en la actividad de un «bricoleur intelectual»-, sino
que se incorporó todo un material no para «construir» (porque no se creó nada) un nuevo objeto de uso
práctico, sino para «calcar» simplemente un viejo objeto de uso práctico. Cabe entonces finalizar el presente
trabajo concluyendo que en realidad no existe codificación mercantil «peruana»; dicha codificación es sólo
incorporaciones de códigos de comercio extranjeros. La que se suele y se hace llamar como «Codificación
mercantil peruana» no es más que una burda copia de codificaciones mercantiles extranjeras. Por tal razón, a
título de reflexión concluyo este trabajo reproduciendo las palabras que un gran estudioso del Derecho
mercantil, Joaquín Garrigues, dijera alguna vez: «No es el Derecho de los juristas de gabinete el que a mí me
atrae; ese Derecho paralizado en las leyes y en los escritorios de los juristas, ese Derecho desarraigado de la
tierra sobre la que los hombres se mueven con sus miserias y sus grandezas».

3. CÓDIGO DE COMERCIO PERUANO

Promulgado: 15.02.1902

Vigencia: 01.07.1902

Es necesario estudiar el texto original del Código de Comercio Peruano de 1902, ya que permite tener un
enfoque global del tema materia de estudio, por lo cual debemos señalar que el mismo regulaba los siguientes
temas: las Sociedades Mercantiles (pero no regulaba las sociedades civiles), los Títulos Valores, Quiebras,
Bursátil, Contratos Mercantiles, Garantías Mercantiles, Seguros y Bancario, principalmente. Es decir, no sólo
regulaba estos temas, sino que además regulaba otros. Posteriormente se aprobaron otras normas que
derogaron muchas de dicho código produciéndose un proceso de descodificación.

La descodificación es el proceso por el cual algunas materias reguladas por un Código pasan a ser reguladas
por otras normas, por ejemplo por leyes especiales. Estos conocimientos son muy poco conocidos por parte de
los abogados, por lo cual conviene su revisión a fin de tener enfoques y adquirir conocimientos con las últimas
novedades y nuevas tendencias.

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