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Te Traigo Flores
Te Traigo Flores
WILLIAM LANG
PERSONAJES
*****
TIEMPO: El presente.
NOTAS DE PRODUCCIÓN
ATREZZO Y ESCENOGRAFÍA
VESTUARIO
Tanto el hombre como la mujer van bien vestidos, con ropa moderna La
obra se sitúa en la actualidad. Hace un tiempo agradable, quizá de principios de
verano.
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Al comenzar la obra, vemos un jardincito con maceteros de flores y algunos
arbustos cercanos que nos indican que estamos en una especie de parque público.
Hay un banco en el medio. Es una mañana agradable, como de principios de
verano.
Una mujer joven, bien vestida, entra empujando un cochecito de bebé. Lo deja a
un lado del banco y se sienta. Mira al infinito, perdida en sus propios
pensamientos. Tras un momento, un hombre joven, vestido con ropa ligera de
verano, entra llevando un periódico bajo el brazo. Se sienta junto a la mujer y
empieza a leer el periódico. Parecen dos extraños que han venido a este jardín de
flores y a este banco a disfrutar la mañana.
JIM: (Levantando la vista, girándose hacia ella y sonriendo) Sí, la verdad es que sí.
FAYE: Si todas las flores del mundo se pusieran seguidas, en línea recta, ¿hasta
dónde llegarían?
FAYE: Si todas las flores del mundo se pusieran en una gran maceta, ¿cómo sería
de alta?
FAYE: (Disfrutando del juego) Si todas las flores del mundo fueran de un solo color,
¿qué color sería?
JIM: Blanco.
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JIM: (Exageradamente, levantando la mano y haciendo el saludo de scout) ¡Palabra de
boy scout!
FAYE: Si todas las flores del mundo se le dieran, una a una, a un niño pequeño
para que las cogiera y las oliera…
JIM: (Se levanta y se aleja unos pasos. Su frase corta la última de FAYE. Serio) No, Faye.
No.
FAYE: Te decía que si todas las flores del mundo se le dieran, una a una, a un niño
pequeño…
JIM: La tenía.
JIM: Sí. Lo estoy. (JIM se va a sentar de nuevo. FAYE se queda mirando al infinito y JIM
se pone a leer el periódico. Tras un momento, se gira hacia ella) ¿Quieres echarle un
vistazo al periódico?
FAYE: No, gracias. Prefiero disfrutar de las flores. (Pausa) ¿Qué hora es?
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FAYE: Perdone, llevo bastante rato esperando.
FAYE: No.
JIM: ¿Qué otro camarero, señora? (Ella señala a un lado) Ah, ¿ese? No trabajando. Él
cenando. (Da un par de vueltas más al banco)
JIM: Ah, ¿cerdo no pare esta mesa? Perdone. (Da una vuelta al banco)
JIM: ¿No le han traído galleta de la fortuna? Perdone. Le traigo una. (Da una vuelta
al banco)
JIM: (Da una vuelta al banco, después mima llevar una gran caja) Aquí tiene galletas de
fortuna que pide. ¿Va a hacer grande fiesta? Nadie nunca pide quinientas
galletas de fortuna antes. (Deja de actuar y se dirige a ella con su voz normal) ¿Te
acuerdas de ese día?
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FAYE: (Riéndose) ¿Cómo no me voy a acordar? Que terminamos comiéndonos una
pizza, ¿te acuerdas?
FAYE: No pasa todos los días que el héroe de una se quede atrapado en el barro y
le tengan que sacar.
JIM: ¿Te acuerdas? Que yo dije: “Espera, que meto unas hojas de palmera debajo
de la rueda de atrás”. Ven, siéntate. (Le hace gestos para que se siente en un lado del
banco, como si fuera el coche. Él va al otro extremo y mima el poner las hojas de palma
bajo la rueda. Comienzan a actuar el incidente) ¿Preparada? Cuando te diga “Dale”
pisa el acelerador. (Para él mismo, pisando barro imaginario) Mierda de barro, me
llega hasta las rodillas. No, no. (Ella empieza a hacer el sonido de un coche
arrancando y él escenifica estar protegiéndose de una lluvia de barro que sale de debajo
de las ruedas traseras y le está poniendo perdido) ¡Para! ¡Para! (Ella para y le ve por la
ventana mientras se limpia el barro de los ojos, de la cara y del cuerpo)
FAYE: Si todas las flores del mundo fueran iguales, ¿serían bonitas?
JIM: Plumerias, orquídeas, magnolias. Todas las flores del mundo las dejaría a tus
pies.
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FAYE: (Dejando de llorar) Lo siento. Ya sé que te dije que no iba a hacerlo.
JIM: Si lo miras desde un punto de vista lógico, no hay motivo para que no
podamos volver.
FAYE: (Señalando el cochecito) Mira. Esa es la razón. ¿Quién iba a cuidar de ella?
JIM: Faye, ¿no crees que ya es hora de que tengamos una conversación seria?
FAYE: Si todas las flores del mundo fueran azules, ¿de qué color sería el océano?
FAYE: (Tras una breve pausa) Pues entonces, ¿me contestas a una pregunta?
JIM: Vale.
JIM: (Exasperado, interrumpiéndola) ¡Dios! Creía que… (Se aleja unos pasos) ¿Qué
más dará eso?
JIM: (Dando la vuelta y acercándose a ella) Muy bien, te voy a decir lo que yo
entiendo. Esto se tiene que terminar. ¿Cuánto tiempo más crees que podemos
seguir así, Faye? ¿Cuánto? (Intentando acercarse de otra manera) ¿Y San Francisco?
Podemos ir ahí, si quieres. Bajar hasta Fisherman’s Wharf y comernos un buen
marisco, montar en tranvía… Podríamos hacerlo, mi amor. Harry y Jackie nos
podrían recoger en el aeropuerto. O podemos ir en coche. Harry y Jackie seguro
que conocen algún restaurante japonés impresionante.
JIM: Bueno, pues vale. Les llamamos y nada más. Pero piensa: San Francisco,
escapadas a Sausalito… Venga.
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FAYE: Escapadas a Sausalito…
JIM: El zoo…
JIM: ¡Chinatown!
FAYE: ¡Chinatown!
JIM: (Empieza a actuar una escena de nuevo, esta vez un guía de la galería de arte, FAYE
interpreta a una visitante de la galería) Y si me siguen por aquí, podrán ver una
evolución significativa en su trabajo artístico que algunos críticos achacan a una
evolución similar en su vida personal.
FAYE: (Hablando en bajo con alguien imaginario a su lado) ¡En su vida sexual!
FAYE: (Un poco más alto de lo habitual) ¡Seguro que tenía una vida sexual muy
activa!
FAYE: (Otra vez, un poco más alto de lo habitual) ¡Seguro que para él no!
JIM: (Deja de actuar y habla con su voz normal) ¿Te acuerdas de cómo se empezó a
reír el grupo?
JIM: Sí.
FAYE: Jim, ¿tú crees que nos lo pasaríamos tan bien ahora en San Francisco como
en ese momento?
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JIM: Mejor. Sería como una segunda luna de miel.
JIM: Lo sé.
JIM: Nadie.
JIM: Faye, escúchame. Lila murió hace un año y tú lo sabes. Ahora está con Dios.
FAYE: ¿Cómo puedes ser tan cruel? Cuando se despierte, le enseñaré lo bonitas
que son las flores. Duérmete, niña, duérmete ya… (JIM se aleja, FAYE se queda
mirando al infinito)
FAYE: Ya lo sabes.
FAYE: Nació dos días antes de navidad. Nos la trajo Papá Noel.
FAYE: Fue el año en que mamá nos regaló el candelabro para la mesita del salón.
Dijo que iluminaría la llegada del bebe a este mundo.
FAYE: Fue…
JIM: Fue hace cuatro años y medio. Así que dime una cosa, Faye: si Lila tuviera
cuatro años y medio, ¿seguiría durmiendo la siesta en un carrito de bebé?
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FAYE: Si todas las flores del mundo tuvieran espinas, ¿las cogería alguna vez la
gente?
JIM: (Agarrándola de los hombros y mirándola a la cara) ¡¡Contéstame!! ¡Tú sabes que
no estaría en un carrito! (Ella se echa a llorar, él la suelta y se aleja. Ella deja de llorar
al poco) Lo siento, cariño. De verdad te lo digo, pero hemos llegado a un punto
en nuestra vida… ¡Dios! ¿Por qué no puede ser la vida más fácil? ¿Por qué se
nos complica tanto a todos?
JIM: (Tras una pausa) Faye, un día, cuando mi padre tenía veinte o veinticinco
años, se miró al espejo y se dijo: ‘¿Qué cojones? No tengo ninguna oportunidad
en este mundo, ¿para qué voy a levantar el culo del asiento? El mundo no va a
hacer una mierda por mí”. Así que mi padre se que quedó allí sentado, con una
lata de cerveza en la mano, hasta el día que murió y nunca aprendió nada.
Nunca estuvo en San Francisco, nunca leyó un libro, nunca comió comida
china… Todo lo que le importaba era si los Cubs iban a ganar la liga o no. Y ni
siquiera se levantaba de la puta silla para ir al estadio a verlos jugar. No
podemos dejar que eso nos pase a nosotros. Tenemos que romper el espejo,
levantarnos de la silla e ir al estadio, ¿entiendes?
JIM: Y yo a ti, Faye, pero, cariño, estoy cansado y me siento solo. No puedo
soportar más cenar en el salón, viendo la tele yo solo, el silencio es
ensordecedor, así que, o esto se acaba o me voy a ir de este jardín de flores para
siempre. Lo haré, créeme.
JIM: ¿Y es qué?
FAYE: ¿Y es…?
FAYE: No.
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JIM: No hay otra mujer.
JIM: ¿Por qué no, Faye? ¿Por qué no? ¿Por qué no venirte conmigo y salir de aquí
ya?
FAYE: No. Te equivocas, Jim. Está viva. Por la mañana, se despierta y me llama.
Toma zumo de naranja para desayunar y hablamos mientras ella viste a sus
muñecas. Es cierto, Jim. (JIM se aleja)
FAYE: Ah, bueno, mama siempre dice eso. Después de todos estos años sigue
usando una 38. (JIM se sienta y mira al infinito) Déjame que te pregunte una cosa,
venga, por favor.
JIM: Vale.
FAYE: Si la tierra tuviera dos lunas, ¿qué pasaría con las mareas?
FAYE: (Interrumpiéndole) ¿Por qué siempre tienes que volver a lo mismo? ¿Por qué
no puedes dejarlo estar?
JIM: ¡Faye!
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FAYE: Hawai ya pasó, se acabó. Nunca podremos volver.
FAYE: Lila…
FAYE: (Empieza a llorar) ¡Dios! ¿Es que no lo ves? A veces, la vida es demasiado
para mí.
FAYE: Las flores son tan bonitas… Si el tiempo se detuviera, las flores bonitas
nunca cambiarían. Me pregunto si me cansaría de ellas… (JIM se sienta junto a
ella en el banco)
JIM: (Tras una larga pausa) ¿Recuerdas la piscina para niños con el borde de metal
que tanto me costó montar?
JIM: Sí, esa. La piscina donde nada Lila. Aún está en el garaje, ¿sabes? (Se pone en
pie) Vamos a montarla, ¿vale? (Le ofrece la mano, ella la coge y se levanta)
FAYE: Vale. (Empiezan a actuar la siguiente secuencia, y a mimar todas las acciones a la
vez que hablan. La piscina tiene un borde metálico que mide unos cuarenta y cinco
centímetros de alto y entre cinco y seis metros de longitud total. Los extremos están
unidos y la estructura metálica forma un círculo. Una lona de plástico grande se coloca
en el centro y se ata a la parte de arriba de la estructura y se cubre con un reborde de
plástico de la misma longitud que la estructura y de dos centímetros y medio de ancho
que fija la lona a la estructura. La barbacoa que mimará será una hibachi.)
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JIM: ¡Mierda de piscina! Hay que un máster en ingeniería para montarla. ¡Ya está!
Ahora vamos a poner la lona.
JIM: Sí. ¿Por qué no la traes y te sientas con ella donde la piscina mientras yo
preparo unos tés con hielo? (Se va hacia un lado y ella coge la muñeca)
FAYE: ¡Vamos, cariño! Papi no ha montado la piscina para que nos podamos dar
un baño. No, el agua no está fría, está calentita. (Deja la muñeca en el centro de la
piscina) ¿Ves? ¿A qué está buena? Mira, tu pelota de la playa. Ah, ¿que quieres
que mamá la hinche un poco más? (Lo hace) Aquí tienes. Tírasela a mami. Así,
muy bien.
JIM: Aquí tienes tu té. (Mima llenar un vaso y se lo da. Después se sirve uno para él) No
salpiques a papá, Lila.
JIM: Muy bien. (A FAYE) Hicimos una barbacoa ese día, ¿no, cariño?
JIM: Entonces, mejor que vaya encendiendo el fuego. (Mientras prepara la barbacoa)
¿Te acuerdas que estuvimos hablando de que en Hawai hacíamos barbacoas
todo el rato?
FAYE: Sí, y te dije que estaría bien volver a comer algo al teriyaki.
FAYE: Le dijiste…
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JIM: Le dije: “Cuidado con las llamas”. ¿Preparada? (Mima que la llama está
creciendo) ¡Toma ya! Y después, Lila se salió de la piscina para coger la pelota.
Saca a Lila de la piscina, cariño, para que coja la pelota. Venga. (Ella lo hace)
FAYE: Vale.
JIM: Hazlo. (Se acerca al banco y mima dar un trago de su vaso) ¿Y después?
FAYE: Y después…
FAYE: Bebí un poco de té. Y ya estaban listas las brasas, y dije: “Voy a por la
carne”, y entré en casa, y salí y te di la carne al teriyaki, y tú la pusiste en el
fuego, y después me senté. (Se siente) Estaba cansada.
JIM: (Levantándola) No, no te sentaste. ¿Qué hiciste, Faye, mi amor? ¿Te acuerdas?
JIM: Rodeaste la casa para ir a ver dónde estaba Lila, ¿no, cariño?
JIM: Hazlo, mi amor. Rodea la casa por donde fue Lila. (Se va hacia un lado)
FAYE: Dije: “Lila, ¿quieres venir a darte un baño hasta que esté la cena?”. Y me
contestó: “No, mami, me quedo aquí. Le estoy enseñando la pelota a mi muñeca
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Elizabeth. Le gusta”. Le dije: “Vale. Te llamo cuando esté la cena”, Y después
volví y bebí otro poco de té y fui a por la ensalada y tú me dijiste… me dijiste…
FAYE: Y te dije: “He hecho una vinagreta francesa con la batidora” y salí con la
ensalada, la posé, y cogí los cubiertos y el mantel para la mesa de madera y bebí
un poco, y fui a por servilletas y después… y después… y después…
FAYE: Oí un ruido.
JIM: ¿Y después?
FAYE: (Llorando) ¡No! ¡No! ¡Dios, no! (Se rompe y, tras un momento, cuando ya solloza
suavemente, habla JIM)
FAYE: Jim, ¿por qué a nosotros? De toda la gente del mundo, ¿por qué a nosotros?
JIM: No lo sé. (Se aleja unos pasos, pensando y, tras una pausa, habla) Me contaron una
historia una vez sobre un hombre que había tenido un sueño por la noche, soñó
que veía una visión: un fuego que ardía. Y preguntó a la visión: “¿Por qué? ¿Por
qué yo sigo vivo y hay niños que mueren?”. Y una voz que salía del fuego, le
dijo: “Tendrás que aguantarte sin saberlo”.
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FAYE: ¿Y después qué? (Dicho sencillamente) Lila, Lila, Lila.
JIM: (Yendo hacia ella de una manera intensa) Cariño, cariño. Es hora de que afrontes
que nuestra Lila está muerta y lo está desde hace un año, y que tienes un
marido que está vivo y que respira, y que te necesita y que lo único que quiere
es alejarte de este jardín de flores y de todos de los recuerdos de Lila y empezar
a construir nuevos recuerdos.
JIM: Faye, mi amor, por favor, no empieces con eso otra vez.
FAYE: Es gracioso cómo le gusta más la carne al teriyaki que de ninguna otra
manera. ¿Por qué le gustará tanto?
FAYE: El teriyaki y el Tang. Le gusta tomar el Tang de naranja con el teriyaki. Voy a
prepararle un poco.
FAYE: (Mimando la acción mientras habla) Sólo tienes que abrir el paquete así y
echarlo en la jarra. Echamos el paquete entero en la jarra y añadimos agua y
azúcar. A lo mejor papi quiere un poco. Dale un poco a papi.
JIM: (A la vez que ella dice las frases anteriores) ¡Faye, cariño, Para! Para ya. Te
quiero. Tenemos algo especial. Para, por favor. Dios, para ya.
FAYE: ¿A dónde se va papi? Se va a trabajar, Lila. Dile adiós a papi. (La enfermera
sale, junto con JIM, que no mira atrás) Lila, mira qué flores tan bonitas. Lila, si
todas las flores del mundo pudieran hablar, ¿tú qué crees que dirían?
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