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TE TRAIGO FLORES

WILLIAM LANG
PERSONAJES

FAYE, una mujer joven y atractiva.

JIM, un hombre joven, amable y comprensivo.

*****

TIEMPO: El presente.

LUGAR: Un jardincito dentro de lo que parece un parque público.

NOTAS DE PRODUCCIÓN

ATREZZO Y ESCENOGRAFÍA

Todo lo que se necesita es una escenografía que sugiera. Un banco y unas


cuantas plantas, reales o artificiales, que indiquen que se trata de un jardincito
exterior. La mujer llega empujando un cochecito de bebé. El hombre con un
periódico.

VESTUARIO

Tanto el hombre como la mujer van bien vestidos, con ropa moderna La
obra se sitúa en la actualidad. Hace un tiempo agradable, quizá de principios de
verano.

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Al comenzar la obra, vemos un jardincito con maceteros de flores y algunos
arbustos cercanos que nos indican que estamos en una especie de parque público.
Hay un banco en el medio. Es una mañana agradable, como de principios de
verano.

Una mujer joven, bien vestida, entra empujando un cochecito de bebé. Lo deja a
un lado del banco y se sienta. Mira al infinito, perdida en sus propios
pensamientos. Tras un momento, un hombre joven, vestido con ropa ligera de
verano, entra llevando un periódico bajo el brazo. Se sienta junto a la mujer y
empieza a leer el periódico. Parecen dos extraños que han venido a este jardín de
flores y a este banco a disfrutar la mañana.

FAYE: Hace un día perfecto para las flores, ¿a que sí?

JIM: (Levantando la vista, girándose hacia ella y sonriendo) Sí, la verdad es que sí.

FAYE: ¿Te importa que te pregunte una cosa?

JIM: No, para nada.

FAYE: Si todas las flores del mundo se pusieran seguidas, en línea recta, ¿hasta
dónde llegarían?

JIM: Hasta la luna y vuelta.

FAYE: (Exageradamente) ¡Estás de coña!

JIM: (Exageradamente, levantando la mano y haciendo el saludo de scout) ¡Palabra de


boy scout!

FAYE: Si todas las flores del mundo se pusieran en una gran maceta, ¿cómo sería
de alta?

JIM: Cuatro veces el Empire State.

FAYE: (Exageradamente) ¡Estás de coña!

JIM: (Exageradamente, levantando la mano y haciendo el saludo de scout) ¡Palabra de


boy scout!

FAYE: (Disfrutando del juego) Si todas las flores del mundo fueran de un solo color,
¿qué color sería?

JIM: Blanco.

FAYE: (Exageradamente) ¡Estás de coña!

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JIM: (Exageradamente, levantando la mano y haciendo el saludo de scout) ¡Palabra de
boy scout!

FAYE: Si todas las flores del mundo se le dieran, una a una, a un niño pequeño
para que las cogiera y las oliera…

JIM: (Se levanta y se aleja unos pasos. Su frase corta la última de FAYE. Serio) No, Faye.
No.

FAYE: Te decía que si todas las flores del mundo se le dieran, una a una, a un niño
pequeño…

JIM: (Interrumpiéndola de nuevo) Faye, pregúntame otra cosa.

FAYE: Quiero que me contestes a eso.

JIM: Esa pregunta no tiene respuesta. Ya no.

FAYE: ¡Sí la tiene!

JIM: La tenía.

FAYE: ¿Estás seguro de que ya no?

JIM: Sí. Lo estoy. (JIM se va a sentar de nuevo. FAYE se queda mirando al infinito y JIM
se pone a leer el periódico. Tras un momento, se gira hacia ella) ¿Quieres echarle un
vistazo al periódico?

FAYE: No, gracias. Prefiero disfrutar de las flores. (Pausa) ¿Qué hora es?

JIM: (Mirando el reloj) Las diez menos diez.

FAYE: El tiempo es muy engañoso. Podría quedarme aquí para siempre.

JIM: Venga, pregúntame otra cosa.

FAYE: (Entusiasmada) ¿Cuántos chinos hay en Honolulu?

JIM: (Entusiasmada) Medio millón. Y son todos camareros del Wo Fat.

FAYE: (Exageradamente) ¡Estás de coña!

JIM: (Exageradamente, levantando la mano y haciendo el saludo de scout) ¡Palabra de


boy scout! (Se levanta y actúa la siguiente escena, hablando como los indios y con
acento chino. Tiende la mano a FAYE y ella se levanta. Comienzan a actuar un
incidente en el restaurante chino. JIM coge a FAYE del brazo) Venga por aquí.
(Señala el banco) Usted sienta aquí. (Ella se sienta) Ahora viene camarero. (JIM da
tres o cuatro vueltas al banco)

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FAYE: Perdone, llevo bastante rato esperando.

JIM: (Parando) ¿Camarero trae menú ya?

FAYE: No.

JIM: Voy a decir él que traiga menú.

FAYE: El otro camarero dijo que…

JIM: ¿Qué otro camarero, señora? (Ella señala a un lado) Ah, ¿ese? No trabajando. Él
cenando. (Da un par de vueltas más al banco)

FAYE: Me muero de hambre. ¿Nos puede traer una sopa de Won-Ton?

JIM: (Parando) Yo no su camarero. Llamo su camarero. (Da una vuelta al banco


corriendo, después mima llevar una gran bandeja tapada) Tiene gran sorpresa. Si
pide especialidad, le toca gran sorpresa. (Mima quitarle la tapa a la bandeja) Tú no
muy contenta, ¿qué pasa? Cerdo tiene manzana en boca. No se ven dientes.

FAYE: Ni siquiera he visto la carta.

JIM: Ah, ¿cerdo no pare esta mesa? Perdone. (Da una vuelta al banco)

FAYE: Por favor.

JIM: (Parando) Aquí tiene cuenta. Espero gustara la comida.

FAYE: No he comido nada.

JIM: Oh, ¿no gusto comida? ¿No gusta comida china?

FAYE: Sí que me gusta.

JIM: Ustedes haoles del continente. No acostumbrados a buena comida china.

FAYE: Ni siquiera me habéis traído una galleta de la fortuna.

JIM: ¿No le han traído galleta de la fortuna? Perdone. Le traigo una. (Da una vuelta
al banco)

FAYE: Vuelva, por favor.

JIM: (Da una vuelta al banco, después mima llevar una gran caja) Aquí tiene galletas de
fortuna que pide. ¿Va a hacer grande fiesta? Nadie nunca pide quinientas
galletas de fortuna antes. (Deja de actuar y se dirige a ella con su voz normal) ¿Te
acuerdas de ese día?

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FAYE: (Riéndose) ¿Cómo no me voy a acordar? Que terminamos comiéndonos una
pizza, ¿te acuerdas?

JIM: De champiñones y carne, y estaba riquísima.

FAYE: ¿Recuerdas cuando fuimos en coche rodeando Kaena Point? Ibas a


enseñarme la isla.

JIM: (Con humor) Anda que no te reíste de mi, ¿o no?

FAYE: No pasa todos los días que el héroe de una se quede atrapado en el barro y
le tengan que sacar.

JIM: ¿Te acuerdas? Que yo dije: “Espera, que meto unas hojas de palmera debajo
de la rueda de atrás”. Ven, siéntate. (Le hace gestos para que se siente en un lado del
banco, como si fuera el coche. Él va al otro extremo y mima el poner las hojas de palma
bajo la rueda. Comienzan a actuar el incidente) ¿Preparada? Cuando te diga “Dale”
pisa el acelerador. (Para él mismo, pisando barro imaginario) Mierda de barro, me
llega hasta las rodillas. No, no. (Ella empieza a hacer el sonido de un coche
arrancando y él escenifica estar protegiéndose de una lluvia de barro que sale de debajo
de las ruedas traseras y le está poniendo perdido) ¡Para! ¡Para! (Ella para y le ve por la
ventana mientras se limpia el barro de los ojos, de la cara y del cuerpo)

FAYE: ¿Pero no me dijiste “Dale”? (Se ríen juntos)

JIM: Podríamos volver a Hawai.

FAYE: Si todas las flores del mundo fueran iguales, ¿serían bonitas?

JIM: Te traería flores todos los días.

FAYE: ¿De verdad?

JIM: Plumerias, orquídeas, magnolias. Todas las flores del mundo las dejaría a tus
pies.

FAYE: ¿Me quieres?

JIM: (Le coge la mano) Vámonos a Hawai.

FAYE: Hawai ya pasó. Se acabó.

JIM: No, no se acabó.

FAYE: Sí. (Empieza a llorar)

JIM: (Tierno) No llores. No llores.

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FAYE: (Dejando de llorar) Lo siento. Ya sé que te dije que no iba a hacerlo.

JIM: Si lo miras desde un punto de vista lógico, no hay motivo para que no
podamos volver.

FAYE: (Señalando el cochecito) Mira. Esa es la razón. ¿Quién iba a cuidar de ella?

JIM: Faye, ¿no crees que ya es hora de que tengamos una conversación seria?

FAYE: Si todas las flores del mundo fueran azules, ¿de qué color sería el océano?

JIM: No, Faye, para. Vamos a hablar.

FAYE: No estoy preparada para hablar.

JIM: Estás preparada, cariño. Lo estás.

FAYE: No, no lo estoy. Háblame de Hawai.

JIM: Cariño, cielo, ahora no. Vamos a hablar del futuro.

FAYE: Háblame de Makaha. O del hotel de Punalu.

JIM: No, quiero hablarte del futuro.

FAYE: (Tras una breve pausa) Pues entonces, ¿me contestas a una pregunta?

JIM: Vale.

FAYE: Si todas las flores…

JIM: (Exasperado, interrumpiéndola) ¡Dios! Creía que… (Se aleja unos pasos) ¿Qué
más dará eso?

FAYE: Por favor, Jim, entiéndelo.

JIM: (Dando la vuelta y acercándose a ella) Muy bien, te voy a decir lo que yo
entiendo. Esto se tiene que terminar. ¿Cuánto tiempo más crees que podemos
seguir así, Faye? ¿Cuánto? (Intentando acercarse de otra manera) ¿Y San Francisco?
Podemos ir ahí, si quieres. Bajar hasta Fisherman’s Wharf y comernos un buen
marisco, montar en tranvía… Podríamos hacerlo, mi amor. Harry y Jackie nos
podrían recoger en el aeropuerto. O podemos ir en coche. Harry y Jackie seguro
que conocen algún restaurante japonés impresionante.

FAYE: No me apetece mucho ver a Harry y a Jackie.

JIM: Bueno, pues vale. Les llamamos y nada más. Pero piensa: San Francisco,
escapadas a Sausalito… Venga.

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FAYE: Escapadas a Sausalito…

JIM: Catas de vinos en Napa Valley…

FAYE: Catas de vinos en Napa Valley…

JIM: El zoo…

FAYE: (Entrando en el espíritu de la conversación) ¡El zoo!

JIM: ¡El bar de la azotea del hotel!

FAYE: ¡El bar de la azotea del hotel!

JIM: ¡Chinatown!

FAYE: ¡Chinatown!

JIM: ¡El palacio de bellas artes!

FAYE: ¡El palacio de bellas artes!

JIM: (Empieza a actuar una escena de nuevo, esta vez un guía de la galería de arte, FAYE
interpreta a una visitante de la galería) Y si me siguen por aquí, podrán ver una
evolución significativa en su trabajo artístico que algunos críticos achacan a una
evolución similar en su vida personal.

FAYE: (Hablando en bajo con alguien imaginario a su lado) ¡En su vida sexual!

JIM: (Oyéndola) ¡Señora! La vida personal de un artista es su vida personal. Ahora,


si me siguen por aquí…

FAYE: (Un poco más alto de lo habitual) ¡Seguro que tenía una vida sexual muy
activa!

JIM: ¡Señora! La vida sexual de un artista tiene poca importancia.

FAYE: (Otra vez, un poco más alto de lo habitual) ¡Seguro que para él no!

JIM: (Deja de actuar y habla con su voz normal) ¿Te acuerdas de cómo se empezó a
reír el grupo?

FAYE: Y, si no recuerdo mal, la viejecita aquella tirándole de la manga al del traje


verde.

JIM: Sí.

FAYE: Jim, ¿tú crees que nos lo pasaríamos tan bien ahora en San Francisco como
en ese momento?

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JIM: Mejor. Sería como una segunda luna de miel.

FAYE: ¿Tú crees?

JIM: Lo sé.

FAYE: (Señalando el carrito) ¿Y quién va a cuidar de ella?

JIM: Nadie.

FAYE: ¿Nadie va a cuidar de mi niña?

JIM: Cariño, Lila está muerta.

FAYE: No, no, eso es sólo un rumor.

JIM: No es ningún rumor, está muerta.

FAYE: Tú no la quieres, si no, no dirías eso.

JIM: Faye, escúchame. Lila murió hace un año y tú lo sabes. Ahora está con Dios.

FAYE: No. Mi Lila está durmiendo la siesta.

JIM: No está durmiendo la siesta.

FAYE: ¿Cómo puedes ser tan cruel? Cuando se despierte, le enseñaré lo bonitas
que son las flores. Duérmete, niña, duérmete ya… (JIM se aleja, FAYE se queda
mirando al infinito)

JIM: (Tras una pausa) ¿Cuándo nació Lila?

FAYE: Ya lo sabes.

JIM: Dímelo, que se me ha olvidado.

FAYE: Nació dos días antes de navidad. Nos la trajo Papá Noel.

JIM: ¿Cuántos años hace de eso?

FAYE: Fue el año en que mamá nos regaló el candelabro para la mesita del salón.
Dijo que iluminaría la llegada del bebe a este mundo.

JIM: Exacto. ¿Y cuántos años hace de eso?

FAYE: Fue…

JIM: Fue hace cuatro años y medio. Así que dime una cosa, Faye: si Lila tuviera
cuatro años y medio, ¿seguiría durmiendo la siesta en un carrito de bebé?

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FAYE: Si todas las flores del mundo tuvieran espinas, ¿las cogería alguna vez la
gente?

JIM: ¡Contéstame! ¿Lo haría?

FAYE: Si todas las flores…

JIM: (Agarrándola de los hombros y mirándola a la cara) ¡¡Contéstame!! ¡Tú sabes que
no estaría en un carrito! (Ella se echa a llorar, él la suelta y se aleja. Ella deja de llorar
al poco) Lo siento, cariño. De verdad te lo digo, pero hemos llegado a un punto
en nuestra vida… ¡Dios! ¿Por qué no puede ser la vida más fácil? ¿Por qué se
nos complica tanto a todos?

FAYE: ¿Qué estás intentando decirme, Jim?

JIM: (Tras una pausa) Faye, un día, cuando mi padre tenía veinte o veinticinco
años, se miró al espejo y se dijo: ‘¿Qué cojones? No tengo ninguna oportunidad
en este mundo, ¿para qué voy a levantar el culo del asiento? El mundo no va a
hacer una mierda por mí”. Así que mi padre se que quedó allí sentado, con una
lata de cerveza en la mano, hasta el día que murió y nunca aprendió nada.
Nunca estuvo en San Francisco, nunca leyó un libro, nunca comió comida
china… Todo lo que le importaba era si los Cubs iban a ganar la liga o no. Y ni
siquiera se levantaba de la puta silla para ir al estadio a verlos jugar. No
podemos dejar que eso nos pase a nosotros. Tenemos que romper el espejo,
levantarnos de la silla e ir al estadio, ¿entiendes?

FAYE: Te quiero, Jim.

JIM: Y yo a ti, Faye, pero, cariño, estoy cansado y me siento solo. No puedo
soportar más cenar en el salón, viendo la tele yo solo, el silencio es
ensordecedor, así que, o esto se acaba o me voy a ir de este jardín de flores para
siempre. Lo haré, créeme.

FAYE: Hay otra mujer.

JIM: No digas tonterías.

FAYE: La hay. ¿Y es…?

JIM: ¿Y es qué?

FAYE: ¿Y es…?

JIM: ¿Cambiaría algo si la hubiera?

FAYE: No.

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JIM: No hay otra mujer.

FAYE: Ay, Jim, Jim, Jim.

JIM: ¿Por qué no, Faye? ¿Por qué no? ¿Por qué no venirte conmigo y salir de aquí
ya?

FAYE: Tengo que cuidar a Lila.

JIM: ¡Lila está muerta!

FAYE: No. Te equivocas, Jim. Está viva. Por la mañana, se despierta y me llama.
Toma zumo de naranja para desayunar y hablamos mientras ella viste a sus
muñecas. Es cierto, Jim. (JIM se aleja)

JIM: (Tras una pausa) Tu madre llamó anoche.

FAYE: ¿Va a venir?

JIM: Dijo que lo intentaría.

FAYE: ¿Qué tal está?

JIM: Dice que ha engordado un par de kilos.

FAYE: Ah, bueno, mama siempre dice eso. Después de todos estos años sigue
usando una 38. (JIM se sienta y mira al infinito) Déjame que te pregunte una cosa,
venga, por favor.

JIM: Vale.

FAYE: Si la tierra tuviera dos lunas, ¿qué pasaría con las mareas?

JIM: Serían el doble de altas, pero la mitad de frecuentes.

FAYE: (Exageradamente) ¡Estás de coña!

JIM: (Exageradamente, levantando la mano y haciendo el saludo de scout) ¡Palabra de


boy scout! Faye, vamos a…

FAYE: (Interrumpiéndole) ¿Por qué siempre tienes que volver a lo mismo? ¿Por qué
no puedes dejarlo estar?

JIM: ¡Porque está ahí! Sigue presente. Vámonos a Hawai.

FAYE: ¡A la mierda Hawai!

JIM: ¡Faye!

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FAYE: Hawai ya pasó, se acabó. Nunca podremos volver.

JIM: Escucha, cariño, podemos. (Pausa) ¿Recuerdas cuando fuimos a Kauai y le


pregunte a aquel viejo hawaiano que cómo sabía la gente en un paraíso como
ese que se querían? Y me dijo que lo sabían cuando se preocupaban juntos. Pues
eso es lo que nos pasa a nosotros, hemos pasado por algo juntos, sólo nosotros
dos… ¡Dios! Tengo tantas ganas de abrazarte… (Ella se levanta y se acerca al
carrito) ¿Vas a venir conmigo o no? (Saca del carrito una muñeca grande y la abraza)

FAYE: Lila…

JIM: (Acercándose a ella, le quita la muñeca y se la enseña) ¡Ésta no es Lila! Es una


muñeca. Se compran en tiendas y se llevan a casa para dárselas a tus hijos y que
jueguen con ellas. Ésta no es Lila. Es una muñeca. Una muñeca.

FAYE: (Empieza a llorar) ¡Dios! ¿Es que no lo ves? A veces, la vida es demasiado
para mí.

JIM: (Alejándose) Lo siento. (Vuelve a poner la muñeca en el carrito. FAYE la coge y se


la lleva al banco. Se sienta, abrazándola, pero sin prestarle atención y mira al infinito)

FAYE: Las flores son tan bonitas… Si el tiempo se detuviera, las flores bonitas
nunca cambiarían. Me pregunto si me cansaría de ellas… (JIM se sienta junto a
ella en el banco)

JIM: (Tras una larga pausa) ¿Recuerdas la piscina para niños con el borde de metal
que tanto me costó montar?

FAYE: (Señalando a la muñeca) ¿La piscina donde nada Lila?

JIM: Sí, esa. La piscina donde nada Lila. Aún está en el garaje, ¿sabes? (Se pone en
pie) Vamos a montarla, ¿vale? (Le ofrece la mano, ella la coge y se levanta)

FAYE: Vale. (Empiezan a actuar la siguiente secuencia, y a mimar todas las acciones a la
vez que hablan. La piscina tiene un borde metálico que mide unos cuarenta y cinco
centímetros de alto y entre cinco y seis metros de longitud total. Los extremos están
unidos y la estructura metálica forma un círculo. Una lona de plástico grande se coloca
en el centro y se ata a la parte de arriba de la estructura y se cubre con un reborde de
plástico de la misma longitud que la estructura y de dos centímetros y medio de ancho
que fija la lona a la estructura. La barbacoa que mimará será una hibachi.)

JIM: Tú coge el plástico mientras encajo esto.

FAYE: (Refiriéndose a la lona de plástico que lleva en los brazos) Pesa.

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JIM: ¡Mierda de piscina! Hay que un máster en ingeniería para montarla. ¡Ya está!
Ahora vamos a poner la lona.

FAYE: Vamos allá.

JIM: (Señalando a un lado) Abre el agua.

FAYE: (Lo hace) ¿Se está llenando?

JIM: (Sujetando la manguera hacia dentro de la piscina) Sí.

FAYE: A Lila le encanta esta piscina.

JIM: A lo mejor le apetece darse un baño, o chapotear un poco, por lo menos.

FAYE: A lo mejor sí.

JIM: ¿Por qué no la traes?

FAYE: ¿En serio?

JIM: Sí. ¿Por qué no la traes y te sientas con ella donde la piscina mientras yo
preparo unos tés con hielo? (Se va hacia un lado y ella coge la muñeca)

FAYE: ¡Vamos, cariño! Papi no ha montado la piscina para que nos podamos dar
un baño. No, el agua no está fría, está calentita. (Deja la muñeca en el centro de la
piscina) ¿Ves? ¿A qué está buena? Mira, tu pelota de la playa. Ah, ¿que quieres
que mamá la hinche un poco más? (Lo hace) Aquí tienes. Tírasela a mami. Así,
muy bien.

JIM: Aquí tienes tu té. (Mima llenar un vaso y se lo da. Después se sirve uno para él) No
salpiques a papá, Lila.

FAYE: Tírale la pelota a papi.

JIM: Muy bien. (A FAYE) Hicimos una barbacoa ese día, ¿no, cariño?

FAYE: (Tras dudar un poco) Sí.

JIM: Entonces, mejor que vaya encendiendo el fuego. (Mientras prepara la barbacoa)
¿Te acuerdas que estuvimos hablando de que en Hawai hacíamos barbacoas
todo el rato?

FAYE: Sí, y te dije que estaría bien volver a comer algo al teriyaki.

JIM: Cuando encendí el fuego, ¿recuerdas qué le dije a Lila?

FAYE: Le dijiste…

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JIM: Le dije: “Cuidado con las llamas”. ¿Preparada? (Mima que la llama está
creciendo) ¡Toma ya! Y después, Lila se salió de la piscina para coger la pelota.
Saca a Lila de la piscina, cariño, para que coja la pelota. Venga. (Ella lo hace)

FAYE: Vale.

JIM: ¿Qué pasó después?

FAYE: Lila se salió y se fue por un lado de la casa.

JIM: ¿Le dijiste algo?

FAYE: Sí. Le dije: “No salgas a la carretera”.

JIM: Díselo, cariño.

FAYE: (Sujetando la muñeca) No salgas a la carretera, Lila, cariño.

JIM: ¿Y qué te dijo ella?

FAYE: “No, mami”.

JIM: Eso es. ¿Y qué pasó después?

FAYE: Me giré y bebí un poco de té.

JIM: Hazlo. (Se acerca al banco y mima dar un trago de su vaso) ¿Y después?

FAYE: Y después…

JIM: Sigue, Faye. Cuéntame, enséñame qué hiciste ese día.

FAYE: Bebí un poco de té. Y ya estaban listas las brasas, y dije: “Voy a por la
carne”, y entré en casa, y salí y te di la carne al teriyaki, y tú la pusiste en el
fuego, y después me senté. (Se siente) Estaba cansada.

JIM: (Levantándola) No, no te sentaste. ¿Qué hiciste, Faye, mi amor? ¿Te acuerdas?

FAYE: Eh… eh…

JIM: Rodeaste la casa para ir a ver dónde estaba Lila, ¿no, cariño?

FAYE: Sí, eso.

JIM: Hazlo, mi amor. Rodea la casa por donde fue Lila. (Se va hacia un lado)

FAYE: Dije: “Lila, ¿quieres venir a darte un baño hasta que esté la cena?”. Y me
contestó: “No, mami, me quedo aquí. Le estoy enseñando la pelota a mi muñeca

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Elizabeth. Le gusta”. Le dije: “Vale. Te llamo cuando esté la cena”, Y después
volví y bebí otro poco de té y fui a por la ensalada y tú me dijiste… me dijiste…

JIM: “¿Qué aliño le has puesto a la ensalada?”

FAYE: Y te dije: “He hecho una vinagreta francesa con la batidora” y salí con la
ensalada, la posé, y cogí los cubiertos y el mantel para la mesa de madera y bebí
un poco, y fui a por servilletas y después… y después… y después…

JIM: ¿Y después qué?

FAYE: Oí un ruido.

JIM: ¿Qué ruido? ¿Cómo era ese ruido, Faye?

FAYE: Chirriante y muy alto.

JIM: ¿Y después?

FAYE: Después no se oyó nada más y corrimos y…

JIM: ¿¿Y qué pasó??

FAYE: (Llorando) ¡No! ¡No! ¡Dios, no! (Se rompe y, tras un momento, cuando ya solloza
suavemente, habla JIM)

JIM: (Cogiendo la muñeca y poniéndola en el banco) Recogimos a nuestra Lila y la


pusimos sobre la mesa y no decía nada.

FAYE: No estaba en la carretera, Jim. Ni siquiera había salido a la carretera.

JIM: (Tiernamente) Faye.

FAYE: Jim, ¿por qué a nosotros? De toda la gente del mundo, ¿por qué a nosotros?

JIM: No lo sé. (Se aleja unos pasos, pensando y, tras una pausa, habla) Me contaron una
historia una vez sobre un hombre que había tenido un sueño por la noche, soñó
que veía una visión: un fuego que ardía. Y preguntó a la visión: “¿Por qué? ¿Por
qué yo sigo vivo y hay niños que mueren?”. Y una voz que salía del fuego, le
dijo: “Tendrás que aguantarte sin saberlo”.

FAYE: Eso no es una respuesta.

JIM: No, supongo que no.

FAYE: ¿En qué punto nos deja eso ahora, Jim?

JIM: Nos deja libres para volver a casa.

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FAYE: ¿Y después qué? (Dicho sencillamente) Lila, Lila, Lila.

JIM: (Yendo hacia ella de una manera intensa) Cariño, cariño. Es hora de que afrontes
que nuestra Lila está muerta y lo está desde hace un año, y que tienes un
marido que está vivo y que respira, y que te necesita y que lo único que quiere
es alejarte de este jardín de flores y de todos de los recuerdos de Lila y empezar
a construir nuevos recuerdos.

FAYE: A Lila le gusta el teriyaki.

JIM: Faye, mi amor, por favor, no empieces con eso otra vez.

FAYE: Es gracioso cómo le gusta más la carne al teriyaki que de ninguna otra
manera. ¿Por qué le gustará tanto?

JIM: ¡Faye, por favor!

FAYE: El teriyaki y el Tang. Le gusta tomar el Tang de naranja con el teriyaki. Voy a
prepararle un poco.

JIM: ¡No, Faye, no! ¡Para, para!

FAYE: (Mimando la acción mientras habla) Sólo tienes que abrir el paquete así y
echarlo en la jarra. Echamos el paquete entero en la jarra y añadimos agua y
azúcar. A lo mejor papi quiere un poco. Dale un poco a papi.

JIM: (A la vez que ella dice las frases anteriores) ¡Faye, cariño, Para! Para ya. Te
quiero. Tenemos algo especial. Para, por favor. Dios, para ya.

Una enfermera de uniforme blanco entra y señala el reloj de su muñeca,


indicando que se ha acabado el tiempo de la visita y se tiene que ir. JIM se levanta,
tras mirar a la enfermera, y asiente con la cabeza. Empieza a salir. FAYE,
mientras tanto, ha seguido con su discurso.

FAYE: ¿A dónde se va papi? Se va a trabajar, Lila. Dile adiós a papi. (La enfermera
sale, junto con JIM, que no mira atrás) Lila, mira qué flores tan bonitas. Lila, si
todas las flores del mundo pudieran hablar, ¿tú qué crees que dirían?

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