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Una experiencia institucional en Chile:

Consecuencia de la escucha psicoanalítica en una institución.

Realizo mi trabajo en una institución pública, OPD, en la que se trabaja con


niños en situaciones de vulneración, por lo que el principal objetivo es intentar re-
establecer los derechos de éstos, para ello se realiza un trabajo en conjunto con el
Tribunal de Familia, instancia que deriva pacientes y solicita evaluaciones a las que hay
que responder, dando un diagnóstico en tres sesiones y dictaminando los pasos a seguir.
En esta institución, se reciben casos en los que prima, de manera repetitiva e insistente,
la violencia que aparece como algo irreductible y fijo, lo cual es congruente con la
situación actual de nuestra sociedad, en la que ha habido un aumento exponencial de la
liberación de los vínculos, de la búsqueda de la satisfacción sin mediación, sociedad en
la que existe un malestar generalizado el que al parecer nada puede obturar. Por
supuesto, este malestar es subsidiario a nuestra época, denominada por Miller “época
del Otro que no existe1”, época en la que las antiguas instancias reguladoras, como lo
era principalmente la familia, al parecer ya no funcionan, algo falla en ellas, algo hace
síntoma y éste se expresa por doquier, de ahí que surjan los llamados “síntomas
contemporáneos”, de los que se dice “no hacen lazo social con el Otro”2, este lazo se
ha roto, lo que trae como consecuencia la pérdida de la regulación. No obstante,
asistimos a algo insólito, cuando hay algo que falla, cuando hay algo que no funciona,
los sujetos recurren – mostrándose – al Otro, buscando una respuesta, en el Otro del
saber, en el Otro de la ley, en el Otro del consumo, en el amo de turno, en este caso en
el Tribunal de familia, instancia reguladora, a la cual se le muestran los diversos
conflictos, esperando que éste de una solución a lo que al parecer no se puede
solucionar. Es así como este Otro exige dar una respuesta, seguir la norma, clasificar y
evaluar barrando la subjetividad puesta en juego, esto nos lleva ha lleva a constatar que
el aceptar el lugar que se nos ofrece en las Instituciones – lugar por lo demás tentador –
eterniza el problema, no da una solución, se llega a una encrucijada, ya que por un lado
nos encontramos con lo que se debe hacer, con lo que es así, con los ideales sociales y
por otro con la respuesta de los sujetos, que escapan a la regulación, es decir con su
modalidad de goce. Entonces, ¿Cómo trabajar, desde el psicoanálisis de orientación
lacaniana, con estas nuevas presentaciones clínicas – síntomas contemporáneos en una

1
Miller, J, “El Otro que no existe y sus comités de ética”
2
Greisner, G.
Institución, que además se rige por lo solicitado por la ley, por los tribunales? Esta
pregunta nos remite fundamentalmente a la posición de un analista en una institución y
conlleva necesariamente la diferencia entre el discurso amo y el discurso analítico y
permite sacar al tapete las dificultades que conllevan las respuestas dadas en este tipo de
instancias reguladoras – tribunales –, ya sean estas medidas de protección, cautelares,
solicitud de diagnósticos, recogimiento, etc., éstas al no tomar en cuenta al sujeto y a su
modalidad de goce, al barrarlo y hacerlo pasar por un diagnóstico, por una causa de
tribunal, caen fuera de lugar. Es decir, el discurso amo intenta regular y va al fracaso
porque no toma en cuenta la subjetividad, para poder ejemplificar esto tomaré una
viñeta clínica sacada de mi experiencia en esta institución.

K, 12 años, consulta traída por su madre, quien solicita ayuda en el Tribunal de familia
debido a su mal comportamiento y rebeldía, ésta instancia oficia y pide que se realice
una evaluación en la que se de cuenta del por qué de estas conductas. En un primer
encuentro, la madre señala “la traigo por estas cosas que le gusta hacerse” muestra sus
brazos repletos de cortes, éstos comienzan el año pasado, K al respecto dice “me los
hago cuando me da mucha rabia algo”.
Cabe señalar, que esta no es la primera vez que la madre recurre o se enfrenta con los
Tribunales, cuando la niña tenía 6 años fue abusada por su tío, hecho desestimado por
su madre, quien no le cree, por lo que el primer movimiento realizado fue acoger lo que
ella quería decir y contar al respecto, K paulatinamente logra articular esta vivencia y
comienza a traer recuerdos en relación a la respuesta de su madre “llegó mi mamá y lo
vio y mi mamá no hizo nada, mi papá lo demandó, el que reaccionó fue mi papá y mi
mamá no hizo nada”, el padre interpone una denuncia y K comenta que cuando se
hicieron presentes los carabineros en su casa, la madre dice que no había ocurrido nada,
por lo que el caso queda sin resolver y no se realizan investigaciones. Por norma
institucional en estos casos, se debe realizar una denuncia en Policía de investigaciones
y en el Tribunal, para proteger a la niña, pero, esto trae como consecuencia – que hay
que asumir – el aumento de los conflictos familiares, por lo que K solicita que la saquen
de su casa para ser institucionalizada, esta petición comienza a ser respaldada por su
madre, ya que no sabe qué hacer con K, por ello el tribunal oficia una audiencia de
juicio especial, en la que se cita a la niña, a su madre y a los que trabajamos en OPD, en
dicha oportunidad la madre no se hace presente.
A partir de esta viñeta clínica, es posible situar un llamado al Otro, la madre va a
Tribunales – pareciera que hay cierta confianza en la Institución y en su respuesta –
este Otro interviene solicitando una evaluación de la niña, de la cual resulta algo no
esperado por la madre, algo que hace que ésta retroceda, se le cita a tribunales y no va a
escuchar la respuesta solicitada. Es decir, la madre niega a repetición todo intento de
regulación – del padre, de la ley, del psicoanalista, etc. –, recordemos que cuando el
padre se entera del abuso e intenta denunciar ésta lo borra, no le da lugar, lo desestima,
luego – irónicamente – ella recurre a la justicia y cuando ésta da una respuesta no se
presenta, no la escucha, esta señora se dirige al Otro y en ese movimiento retrocede, hay
una retirada porque lo que la comanda es su modalidad de goce y no la búsqueda de una
solución al problema.
Todo este movimiento de denuncias, evaluaciones, etc., afecta directamente a K,
quien es llevada de un lado a otro, cosa que promueve que fácilmente se desubjetivice
aún más a esta niña que actúa intentando inscribir lo que no puede decir, que actúa la
rabia y la molestia que siente en relación a su madre, madre que no le da un lugar,
madre que no la escucha, sino que al contrario, la lleva como un objeto de goce, donde
ella no importa para nada, por lo que la respuesta posible para K es actuar – cortándose,
portándose mal en su colegio, siendo rebelde – llamando de una manera desesperada al
Otro. Ahora bien, ¿Cómo alojar este pedido de ayuda que no viene desde el sujeto? Ya
que K es traída como un objeto por la madre y por el tribunal, quien acoge la demanda
de ésta; ¿Cómo alojar esto desde el dispositivo con el que se cuenta, tres sesiones?,
¿Cómo operar desde la perspectiva psicoanalítica lacaniana sin que la intervención sea
fallida? Es decir ¿Cómo hacer algo distinto a lo esperado por las normas? Con K el
primer movimiento fue otorgarle un espacio, reconocerla como un sujeto, invitarla a
hablar de lo que ella quisiera, dejando de lado el discurso materno y el del tribunal, es
decir saliendo de lo que la norma de la institución propone, para eso se le otorga un
mayor número de sesiones y se decide atenderla cuando ella creyera que fuera
necesario, esto causa que K asista en ocasiones sin tener una hora de atención. Todas
estas intervenciones, tienen como objetivo alojarla subjetivamente, corriéndose del
lugar del que da cuenta del por qué de su rebeldía, que es lo solicitado a la Institución
por el Tribunal, es decir por el amo, esto teniendo presente que allí donde la Institución
llama a que el psicoanalista opere como un amo, es donde el analista no responde, allí
cuando solicitan que se dé un diagnóstico, se evalúe – ubicándola de nuevo como un
objeto más de goce – se responde alojándola, se responde alejándose de las
identificaciones al lugar del Otro, amo, se responde no identificándose a la Institución y
este movimiento permite moverse del lugar del que sabe qué es lo mejor para la niña y
poder escucharla en su subjetividad, poder escuchar el cómo está constantemente
pasado al acto para expresar lo que no puede decir, y a partir de esto puede contar cosas
distintas como lo de la violación y por lo menos queda alojada en algún lugar su queja.
Esta experiencia me ha llevado a constatar que el lugar del analista en una institución es
siempre subversivo, es a contra corriente y sin identificarse tal como plantea Laurent en
“Psicoanálisis y salud mental” “el psicoanálisis puede alentarnos en esta empresa, en la
medida en que desconfía de las identificaciones” ya que lo que esta experiencia me ha
enseñado es que respondiendo desde un discurso amo, identificándose a una creencia o
Institución, olvidando al sujeto que tenemos en frente, se promueve el dar una respuesta
equivocada desde el lugar de la ley, desde un mandato, olvidando y pasando por
desapercibido que el problema está en otro lado, que en este caso tiene que ver con la
puesta en juego de la modalidad de goce de la madre que la lleva a rechazar las
soluciones que no puede tolerar. De ahí que desde el psicoanálisis el objetivo principal
sería buscar que los sujetos que consultan ya sean enviados o no desde un Tribunal se
hagan responsables de su goce, se hagan responsables del desorden del que se quejan, y
quizás esto permita que a posteriori el acudir a una regulación legal tenga algún efecto,
pero este efecto no será sin antes hacerse responsable, sino toda respuesta emitida en
nombre de la ley caerá fuera de lugar.

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