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SIGNOS.
Los signos (vocablo procedente del término latino signum) es toda clase de
objetos, acciones o fenómenos que, ya sea por naturaleza o por
convención, pueden representar, simbolizar o reemplazar a otras cuestiones o
elementos. La lingüística, por su parte, refiere a aquello que guarda relación o
gira en torno al lenguaje (entendido como un sistema o herramienta de
comunicación).
El signo lingüístico se trata de la unidad más pequeña de toda oración, en la cual
hay un significante y un significado que están vinculados de manera inseparable
a través de la significación. Un signo lingüístico, por lo tanto, es una realidad que
puede ser percibida por el hombre mediante los sentidos y que remite a otra
realidad que no está presente. Este signo combina el significado (una noción
o concepto) con su significante (basado en una imagen de tipo acústico),
presentándose como una entidad de 2 facetas dependientes entre sí que no
pueden ser separadas.
Además de todo lo matizado podemos exponer que todo signo lingüístico tiene
cuatro señas de identidad que lo identifican claramente:
Lineal.
Esto significa que dentro del citado signo todos los elementos que lo
componen se presentan unos tras otros tanto oralmente como por escrito.
Articulado.
Lo que viene a expresar esta característica es que las unidades lingüísticas
mayores tienen la capacidad para dividirse en otras menores. En concreto,
se pueden dividir en lo que son monemas, que tienen significado y
significante, y también en morfemas, que se identifican por no tener
significado.
Arbitrario.
Este término viene a dejar patente que la relación que se establece entre el
significado y el significante es arbitraria y tradicional, pues en cada lengua
hay un significante distinto para el mismo significado.
Mutable e inmutable.
Con ello lo que se viene a determinar es que, por un lado, los signos
lingüísticos van cambiando conforme va pasando el tiempo y con ellos las
lenguas por lo que son mutables. Sin embargo, por otro lado, también queda
claro que una persona en cuestión no puede modificar aquellos como le
parezca, es decir, son inmutables.