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Pena de muerte en España

Las últimas ejecuciones llevadas a cabo en España datan de septiembre de 1975, cuando
fueron fusilados Jon Paredes, Ángel Otaegi, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz
y Humberto Baena. Con la Constitución de 1978 quedó abolida la pena de muerte, excepto
en los casos que la legislación militar establecía en tiempo de guerra. El Código Penal
Militar la preveía como pena máxima para casos de traición, rebelión militar, espionaje,
sabotaje o crímenes de guerra.

En 1995, después de una larga campaña de Amnistía Internacional, de acciones de


distintas organizaciones sociales y de iniciativas individuales, quedó totalmente abolida con
el acuerdo final de todos los partidos políticos. La Ley Orgánica 11/1995, de 27 de
noviembre, que abolía la pena de muerte en tiempo de guerra, vino a completar la abolición
y a convertirla en absoluta.

El 16 de diciembre de 2009 España ratificó el Protocolo 13 al Convenio Europeo para la


Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, que establece la
abolición de la pena de muerte en cualquier circunstancia.

Sin embargo, el Artículo 15 de la Constitución sigue haciendo mención a la pena capital:


“Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral sin que, en ningún caso,
puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda
abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para
tiempos de guerra”.

Amnistía Internacional considera que la Constitución española debería eliminar la mención a


la pena de muerte e incluso prohibir expresamente la aplicación de la misma.

Argumentos a favor:

El 76,5 por ciento de los españoles se muestra partidario de la cadena perpetua para delitos
especialmente graves, según un sondeo de Simple Lógica recogido por Europa Press. Este
porcentaje ha crecido 9 puntos respecto a 2015, cuando era del 67,7 por ciento. Los
mayores partidarios de esta medida penal son los votantes del PP y de Cs, seguidos de los
del PSOE y Unidos Podemos. Mientras que sólo el 25,6 por ciento de los españoles se
declaran a favor de la pena de muerte.

● Es más barato que mantener al acusado dentro de la cárcel tantos años.



Es más eficaz para reducir la criminalidad por el temor que genera la amenaza a la
propia vida.
● Es más realista que esperar que un ser humano que pasó por el infierno que supone
un presidio se reintegre a la sociedad al cumplir su condena.
● Es más justo, en muchos casos, que alguien pague con la propia vida por las vidas
ajenas que arrebató/arruinó.
● Es también más eficaz porque anula el riesgo de reincidencia.
● No existirá la venganza a ese individuo, por parte de alguien afectado por su delito y
se reducirá cualquier peligro con respecto a ello.
● Alguien que rompe el contrato social una vez, bien puede hacerlo dos veces. Indigno
de confianza.
● Es menos cruel para con el criminal. No lo obliga a cargar con un estigma el resto de
su vida.

Argumentos en contra:

● Niega derechos humanos. Condenar a muerte a una persona supone negarle el


derecho a la vida, proclamado en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.

● Es irreversible y se cometen errores. Ejecutar a una persona es definitivo e


irrevocable y no se puede descartar nunca el riesgo de ejecutar a inocentes. En
Estados Unidos, desde 1976, 150 condenados a muerte han sido absueltos. En
algunos casos, la absolución llegó cuando ya habían sido ejecutados.

● No disuade contra el crimen. Los países que mantienen la pena de muerte suelen
afirmar que es una forma de disuasión contra la delincuencia. Esta postura ha sido
desacreditada en repetidas ocasiones. No hay pruebas que demuestren que es más
eficaz que la cárcel a la hora de reducir el crimen.

● Suele emplearse en sistemas de justicia sesgados. Algunos de los países que más
personas ejecutan tienen sistemas judiciales profundamente injustos. Los tres
países que más usan la pena capital (China, Irán y Arabia Saudí) lo hacen en
circunstancias turbias y poco claras. Muchas condenas de muerte se basan en
"confesiones" obtenidas mediante tortura.

● Se aplica de forma discriminatoria. Si eres pobre o perteneces a una minoría racial,


étnica o religiosa, tienes más probabilidades que el resto de personas de ser
condenado a muerte, debido a la discriminación que existe en el sistema de justicia.
Además, los colectivos pobres o marginados tienen más dificultades para acceder a
los recursos legales que necesitan para defenderse.

● Se usa como herramienta política. Las autoridades de algunos países usan la pena
de muerte para castigar a los opositores políticos.

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