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Dossier - Salud - Nutricion - Bienestar - Consumo de Azúcar PDF
Dossier - Salud - Nutricion - Bienestar - Consumo de Azúcar PDF
NUTRICIÓN Y BIENESTAR
LOS NUEVOS TRATAMIENTOS NATURALES VALIDADOS POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Dr Jean-Paul Curtay Nº 38 FEBRERO 2017 SALUD NUTRICIÓN BIENESTAR
CONSUMO DE AZÚCAR
las primeras consultas de nutriterapia
(curar mediante la alimentación) en Eu-
ropa y ha formado a más de 6.000 mé-
dicos en universidades de todo el mundo
(Bruselas, Lisboa, París, Viena…).
El Dr. Curtay es presidente del Green-
Desengánchese de esta
peligrosa adicción
health, un movimiento internacional
que persigue promover la salud (especial-
mente a través de la alimentación y el me-
dioambiente), miembro de la Academia Por Jean-Paul Curtay
de Ciencias de Nueva York y forma parte
del equipo editorial de la revista Journal
of Nutritional and Environmental Medi- Detrás de su aparente dulzor, el azúcar actúa como una
cine, de la British Society for Ecological auténtica droga en el cerebro. Desencadena mecanismos
Medicine (BSEM). Trabaja para difundir
la terapia nutricional, para introducir la de dependencia muy cercanos a los del alcohol o el ta-
educación sobre nutrición en las escuelas baco. En el Dossier de este mes encontrará las claves para
y con agricultores y la industria alimenta-
ria para evolucionar hacia productos más “desengancharse” del azúcar.
saludables.
También es autor y coautor de nume-
rosos libros sobre salud y nutrición (por
ejemplo, La nueva guía de las vitaminas, I. CÓMO EL AZÚCAR TOMA EL CONTROL DEL CEREBRO
prologada por el premio Nobel de Medi-
La noradrenalina: el acelerador de las pulsiones . . . . . . . . . . . . . . 2
cina Jean Dausset, o la Guía familiar de
Como un conductor con el pedal de freno roto . . . . . . . . . . . . . . . 3
los alimentos que curan, entre otros).
El “chute” de azúcar dura dos horas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Ha estudiado a fondo la alimentación y
¿Por qué algunos individuos no tienen límites? . . . . . . . . . . . . . . . . 6
el modo de vida que han hecho que los
De cómo el azúcar atrapa en sus redes a los más débiles . . . . . . . . 6
ancianos de Okinawa gocen de la mayor
longevidad del mundo y las ha adaptado
Menos azúcar, menos delincuencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
a nuestras costumbres occidentales.
II. EL ALCOHOL, EL TABACO Y LAS GRASAS TIENEN LOS MISMOS
El Dr. Curtay es una auténtica “en-
ciclopedia viviente” sobre salud natural, MECANISMOS DE ADICCIÓN QUE EL AZÚCAR
pero además una de sus mayores cuali- Los monos no son iguales ante el alcohol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
dades es la pedagogía, el arte de transmitir Las grasas actúan como una droga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
su saber de manera clara y práctica. Por qué el “gusanillo” llega sobre las 17 h . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Lleva 35 años formando a otros profe-
sionales de la salud, introduciendo la III. DROGAS “BUENAS” PARA SUSTITUIR EL AZÚCAR
educación nutricional en las escuelas y
promoviendo que los agricultores y la Las herramientas de gestión del estrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
industria agroalimentaria evolucionen Una sexualidad plena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
hacia productos que incorporen los La creatividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
conceptos de bienestar y salud. Educar en las drogas “buenas” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Vive en el bosque de Fontainebleau y es Todo empieza realmente en el útero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
padre de dos hijos a quienes ha trasladado Una civilización adicta al sexo, al trabajo, al juego... . . . . . . . . . 17
su amor hacia la naturaleza, el deporte, la Unos complementos más fuertes que las adicciones . . . . . . . . . . . 18
lectura, el arte, los conciertos, los viajes y Sustituir los dulces por drogas “buenas” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
la fotografía. De hecho, también es autor
de libros de otras áreas distintas a la salud,
como poesía, educación o música.
La historia del azúcar está intrínsecamente ligada a la de la esclavitud. Los negros fueron deportados en
gran parte a las Antillas y a la isla de Reunión para plantar caña de azúcar; hombres, mujeres y niños
maniatados en las bodegas de los barcos con destino a esas plantaciones.
Los que sobrevivían debían, a golpe de látigo, cultivar la caña, que además no sabían que iría destinada
a edulcorar alimentos. Esta caña de azúcar por la que estaban esclavizados iba a someter enseguida a los
habitantes de la metrópoli, a unos más dulcemente que a otros.
¿Cómo llega a ejercer el azúcar tal poder de atracción en las personas? ¿Por qué actúa como una droga?
Para entenderlo, observemos lo que ocurre en las plantas, sin las cuales no estaríamos aquí. Sus hojas,
que actúan como paneles solares, utilizan la radiación ultravioleta, el gas carbónico que respiran y el agua
para liberar el oxígeno que nosotros respiramos y para fabricar los glúcidos de los que se alimentan. Así
pues, la planta se nutre de ella misma y, además, alimenta a los animales y a nosotros, los seres humanos.
Los árboles producen glúcidos que atraen a las hormigas, así como a muchos otros insectos; glúcidos de
los que se aprovechan sus larvas que han anidado en los bosques. Los hongos, que se agrupan en rizomas
alrededor de las raíces, realizan un intercambio simbiótico de estos azúcares frente a los minerales que
proporcionan al árbol.
Mucho antes de la aparición del ser humano en la evolución, los glúcidos simples con sabor dulce, como
la fructosa, ya se utilizaban como droga. Las flores, por ejemplo, servían para atraer y fidelizar, gracias a
su néctar, a los agentes polinizadores (insectos, pájaros y murciélagos).
De este modo, los glúcidos que se encuentran en la fruta atraen a multitud de animales a su alrededor. Los
animales primero, los primates después y, por último, el ser humano han ido desarrollado genéticamente
una atracción por el azúcar.
¿Por qué? Sencillamente porque un fruto azucarado tiene muchas menos probabilidades de ser tóxico y
muchas más de ser comestible que un alimento amargo o, sencillamente, no dulce.
Desde que nacemos, tenemos una preferencia innata por el sabor dulce en relación con el salado, el
ácido o el amargo; incluso con relación a lo que se llama el “quinto sabor”, el umami. Asociado al glu-
tamato, sería el segundo sabor preferido después del azúcar y está presente por doquier, como el azúcar,
hasta en la leche materna. Encontramos el sabor umami en el pescado, los crustáceos, las setas, los tomates
maduros, la col china, las espinacas, el kombu, el té verde... Sin embargo, el umami sólo es sabroso en
dosis muy pequeñas, al revés que el azúcar y la sacarosa.
El segundo mecanismo que encontramos detrás de esta atracción por el azúcar es el del control pulsional.
Se segrega por la mañana, para despertarnos. Y tanto en los animales como en el ser humano, en caso de
que surjan problemas, amenazas o cualquier situación que pueda generar estrés, se segrega noradrenalina
en abundancia para producir un estado de alerta.
Esta creciente vigilancia va asociada a un aumento de la movilización de los músculos, del oxígeno (bron-
codilatación) y de los carburantes energéticos (azúcares y grasas) para permitir que se responda a esos
peligros.
Este mismo neurotransmisor es necesario para el tono pulsional y estas pulsiones son las que activan los
comportamientos instintivos de supervivencia: la combatividad para defender el territorio, el consumo de
alimentos y la sexualidad. La noradrenalina es, de algún modo, el acelerador de las pulsiones.
La noradrenalina está conectada con los circuitos dopaminérgicos. ¿De qué estamos hablando? De hecho,
la dopamina está en el centro del sistema de recompensa situado en el cerebro y también se llama a la do-
pamina el neurotransmisor de la felicidad. La satisfac-
ción de las pulsiones produce un estado de bienestar
y serenidad gracias a la secreción de estos opiáceos El delirio pulsional incontrolado
endógenos (que nacen en el interior del cuerpo), ya
que es realmente el cuerpo el que produce estas “dro-
gas naturales” que nos proporcionan ese bienestar: la L a aceleración de las pulsiones puede
resultar muy espectacular en ciertas si-
tuaciones: la producción de noradrenalina
dopamina y las endorfinas.
y de dopamina puede dispararse en las fases
Por el contrario, si no se satisfacen las pulsiones fun- maniacas de personas con psicosis maniaco-
damentales se produce un déficit de bienestar, lo que depresiva. Esta hiperactividad implica com-
nos lleva al azúcar, y eso se debe a que los glúcidos y portamientos desinhibidos eufóricos. Un
otras sustancias generan artificialmente recompensas ejemplo muy conocido entre los médicos
dopaminérgicas y endorfinérgicas, exactamente igual es el de la ingesta de LDopa, el precursor de
que las drogas. la dopamina; en personas con párkinson,
genera a menudo comportamientos com-
Estas compensaciones son tan adictivas que la per- pulsivos de todo tipo: ludopatía, compras
sona continúa sin poder satisfacer sus necesidades compulsivas, comportamientos repetitivos
fundamentales: el control del territorio, el éxito se- sin una finalidad concreta e hipersexuali-
xual o, de manera más amplia, su existencia social o dad.
comunitaria. El azúcar, de algún modo, viene a com-
pensar estas frustraciones.
Sin embargo, como toda buena máquina, para calmar el fuego del acelerador es necesario un freno. Gra-
cias a la acción modulada de los pedales del acelerador y del freno, se puede pilotar sin peligro.
Si pisamos demasiado el acelerador, corremos el riesgo de irnos directamente a la cuneta, por eso frenar
y regular la velocidad es indispensable para cualquier conductor; incluso los coches de Fórmula 1 van
equipados con frenos increíblemente potentes, capaces de reducir la velocidad en tan sólo unos segundos.
Cuanta más velocidad se tome, más rápida y eficazmente hay que frenar o, en caso contrario, la salida de
la pista está garantizada.
Ya sabemos que el acelerador es la noradrenalina, es la que alimenta el motor pulsional. Pues el sis-
tema de frenado ABS del que disponemos es un neurotransmisor que se llama serotonina. La mayor
parte del equilibrio personal reside en la armonía entre estas sustancias orgánicas. En otras palabras: la
serotonina modula la noradrenalina: permite controlar las pulsiones, elegir los momentos en los que
actuar y tolerar las frustraciones y, por el contrario, la falta de serotonina o una mala recepción del
mensaje de la serotonina (lo que también se llama “disfunciones serotoninérgicas”), pueden tener las
siguientes consecuencias:
• Un carácter agitado e intenso, donde la persona hace todo en exceso: palabras, gestos, emociones,
acciones, exigencias, perfeccionismo... Es lo que se denomina tensión pulsional elevada.
• Ansiedad y tendencia a las fobias.
• Dificultad para conciliar el sueño por la noche.
• Impaciencia, irritabilidad e intolerancia a las frustraciones.
• Impulsividad con tendencia a la hostilidad, a la agresividad y riesgo de conflictos con los demás
(también con uno mismo).
• De la mente al acto: exceso de velocidad en la carretera, ira, riesgo de accidentes físicos y relacionales…
• Inclinación por las dependencias y comportamientos compulsivos: alimentación (sobre todo
dulce), alcohol, tabaco, juego, internet, sexo, etc., y a menudo autrodestructivos.
En casos extremos, una deficiencia de serotonina puede tener consecuencias aún más dramáticas (como
puede ver en el recuadro).
T odos los años se pueden leer tragedias en los periódicos que nos parecen inverosímiles y uno se
pregunta cómo un hombre normal, sin dificultades aparentes, puede cometer actos como asesi-
nar a su mujer y a sus hijos y después suicidarse. A veces la tragedia es aún más incomprensible. Me
viene a la memoria un artículo que leí de un chico de 13 años que mató a su familia en São Paulo,
Brasil. Fríamente, antes de irse al colegio y seguir la jornada normal de clase, mató a golpe de pistola
a su padre, sargento de policía, a su madre, a su abuela y a su tía abuela, y luego se suicidó esa misma
tarde tras volver de la escuela.
La psiquiatra sueca Marie Asberg intentó estudiar este fenómeno y explicar cómo podían cometerse
estos actos. Ya había demostrado en 1976 que los pacientes depresivos que tienen un nivel bajo de
5HIAA (ácido hidroxiindolacético), un derivado de la serotonina, presentan una frecuencia de ac-
tivación del acto suicida mucho más elevada (40%) que los pacientes depresivos, cuyos niveles son
normales (15%). En otro estudio demostró que en pacientes hospitalizados por intento de suicidio,
con bajos niveles de serotonina, el riesgo de morir por suicidio al año siguiente se multiplicaba por
diez. Por último, observó además que, cuanto más violento e impulsivo sea un suicidio, como en los
casos de las masacres familiares, más bajo es el 5HIAA.
Esta observación ejemplar fue corroborada por otros muchos otros estudios y se va descubriendo paulati-
namente que los comportamientos impulsivos y violentos no tienen por qué ser únicamente depresivos.
El equipo del doctor Markus Kruesi (Universidad de Illinois, Chicago) ha llevado a cabo inte-
resantes investigaciones en este sentido. Los estudios han demostrado que el nivel bajo de sero-
tonina en un niño con problemas era el factor que mejor predecía el comportamiento criminal
o suicida.
Varios investigadores finlandeses realizaron un estudio en 36 asesinos y sus pesquisas muestran que
el nivel de 5HIAA es más bajo en aquellos que han asesinado bajo un impulso que en quienes pla-
nificaron el crimen. Ocurre lo mismo en los pirómanos.
Varias investigaciones realizadas en laboratorio han permitido precisar por qué la serotonina se en-
cuentra implicada en la impulsividad, la agresividad, la violencia, el suicidio y el homicidio.
Por exigencias del experimento, los investigadores destruyeron las neuronas serotoninérgicas de un
grupo de ratones, lo que causó el pánico en las jaulas: se observó que estos ratones se quitaban el
alimento de la boca y se mataban entre sí. Por su parte, los ratones que conservaron la capacidad de
secretar serotonina eran capaces de esperar y podían convivir en las jaulas.
Cuando se consumen glúcidos lentos (pan de cereales, pasta integral, cereales semiintegrales o combina-
dos con verduras o proteínas, legumbres...) la glucosa pasa, por definición, lentamente a la sangre y hace
que aumente progresivamente la insulina, que se mantiene a niveles razonables, y vuelve a descender
también de manera progresiva. Por este motivo, el efecto serotoninérgico es duradero.
Pero ¿qué ocurre cuando los glúcidos son rápidos, como ocurre al tomar bebidas y alimentos azucara-
dos? La glucosa aumenta con rapidez en sangre y hace que la insulina se dispare proporcionalmente. La
insulina hace que el azúcar entre masivamente en las células y, unas dos horas más tarde, esta glucosa
desciende por debajo de sus niveles normales.
El consumidor siente, por lo tanto, un efecto más intenso y más rápido, pero se encuentra en carencia dos
horas más tarde y, además, con una sensación frecuente de falsa hambre desencadenada por la bajada de
glucosa en sangre y por un retorno del malestar asociado a la subida de la tensión pulsional.
El efecto de la serotonina, en sí mismo, debilita. Como un “chute” de droga, el efecto del azúcar es po-
deroso e inmediato, pero desciende con rapidez. Así reclama enseguida otra dosis y el resultado es que
abrimos la nevera para tomar otro refresco o empezamos el paquete de galletas que suele terminarse. Eso
pasa porque no se consiguen controlar las pulsiones.
La cafeína de los refrescos de cola empeora este efecto de montaña rusa, una cuestión que, como es
evidente, explota la industria alimentaria. Los laboratorios de los gigantes de la alimentación combinan
el azúcar con otros elementos adictivos. Así, en los caramelos podemos encontrar hasta sal, en helados,
grasas saturadas y leucina, etc. Todo esto permite “enganchar” mejor a los consumidores, enmascarando
la presencia del azúcar, por ejemplo, con el frío.
Sin embargo, esta herencia no es una fatalidad y disponemos de multitud de herramientas para adaptar-
nos a ella.
Se estima que entre un 25 y un 30% de la población nace con el freno de pulsiones más débil que el
acelerador, lo que se explica por varios motivos, como una síntesis más débil de serotonina, una cantidad
más baja de transportador o una alteración de los receptores.
Pero también podemos volvernos disfuncionales. Ya lo hemos visto: cuando estamos estresados, nos sen-
timos amenazados o sufrimos ansiedad, la noradrenalina aumenta, así como la vigilancia, la combatividad
y la tensión pulsional. Todos hemos podido comprobar en nosotros mismos o en nuestro entorno que, en
situación de estrés, el comportamiento cambia. Aumenta la impaciencia, la irritabilidad y la impulsividad
y, con éstas, los riesgos de sufrir accidentes y conflictos. La atracción por el azúcar, el alcohol o el tabaco
se duplica con frecuencia en estos estados.
Los glúcidos provocan un aumento de la hormona que permite que pase a las células, es decir, de la
insulina. Sin embargo, la insulina no sólo hace que pase el azúcar a las células, sino también todos los
macronutrientes: grasas, especialmente en el tejido adiposo (de ahí el vínculo inseparable del exceso de
insulina con el sobrepeso) y aminoácidos, en especial en los músculos.
Apenas hay algún paso de triptófanos (un aminoácido que es el material base con el que se fabrica la
serotonina) en los músculos, que están compuestos -como la carne- en su mayoría de aminoácidos rami-
ficados: leucina, isoleucina y valina.
Por eso, al aumentar la insulina debido al consumo de glúcidos, hace que penetren en masa los competi-
dores del triptófano en los músculos. El triptófano se encuentra solo y puede pasar fácilmente al interior
del cerebro, lo que va a proporcionar a las neuronas material para fabricar mucha más serotonina.
Dicho de otro modo, los glúcidos actúan como los psicotrópicos: nos alivian.
El hecho de que el sabor dulce sea más atractivo que el de los glúcidos complejos hace que se elijan con
frecuencia, en lugar de los glúcidos lentos, que serían preferibles.
Por otro lado, el consumo de dulces, como cualquier droga, activa los circuitos de recompensa dopamino-
endorfínicos y compensa su falta de activación mediante la satisfacción de sus necesidades fundamentales.
Por eso, en las ratas el azúcar es más adictivo que... la cocaína. Según Serge Ahmed, director de investiga-
ción en el Centro Nacional de Investigación francés (CNRS), se debe a que activa dos veces el circuito de
P
La cultura de los caramelos, chucherías, bollería, ara producir serotonina, se requiere de
helados, postres azucarados y refrescos industria- cierto número de nutrientes:
les sigue estando ampliamente controlada por la
industria agroalimentaria. Además, los padres to- • Triptófano, un aminoácido que se uti-
leran esta situación al considerar que es normal liza como material base para fabricar
recompensar a los niños con dulces. Los niños son serotonina.
víctimas de estos viejos esquemas y reproducen el
modelo familiar donde el dulce ya actúa en los pa- • Vitaminas B6, B9 y B12, que se utilizan
dres como un “medicamento” que se autorrecetan para activar las herramientas (enzimas)
para aliviar las tensiones. que permiten que el triptófano pase a la
propia serotonina.
• Magnesio, que activa estas vitaminas del
|cuencia
Menos azúcar, menos delin-
grupo B (mediante fosforilación).
El resultado fue menos conflictos, menos ausencias debidas a enfermedades y mejores resultados esco-
lares.
Un estudio realizado por un equipo de la Universidad de Cardiff en más de 17.415 británicos nacidos en
1970 determinó que los niños de 10 años que comían dulces de forma habitual se encontraban con una
frecuencia de condenas por violencia más elevada entre los 29 y 34 años. Los científicos observaron que,
entre los individuos violentos en esta franja de edad, el 69% había consumido dulces casi todos los días
en su infancia, mientras que, de los adultos no violentos, sólo el 42% había consumido dulces a diario.
Observaron un mayor consumo de azúcar en niños hiperactivos agresivos que en los no agresivos, una
mayor frecuencia de consumo de cereales en los agresivos prosociales (los que pasan inadvertidos porque
ajustan su comportamiento a las expectativas de la sociedad) que en los no agresivos, así como un mayor
consumo de verduras en aquellos que no eran agresivos.
Un estudio realizado como tesis en la Universidad del Quebec también reveló una correlación en los niños
entre un consumo elevado de refrescos azucarados, la agresividad verbal y comportamientos antisociales.
Schoenthaler también realizó pruebas, además de en la reducción de los azúcares rápidos, en la reducción
del consumo de carne, que como ha visto es una fuente de aminoácidos competidores del triptófano, lo
que genera un efecto antiserotoninérgico.
Así, en un experimento llevado a cabo en 8.000 adolescentes violentos repartidos por ocho centros dife-
rentes, se redujo el consumo de carne y se aumentó el de verdura y cereales, además de retirar todas las
máquinas de refrescos y chocolatinas.
En Malasia, el Dr. Frank Wiens, fisiólogo de la evolución, estudia la atracción que ejercen las flores de
palmeras de Bertam en varias especies de pequeños mamíferos nocturnos, entre los que se encuentra la
musaraña arborícola común y el Ptilocercus lowii, considerado el mamífero más cercano a lo que fueron
nuestros ancestros hace 55 millones de años.
“Los datos -precisa el Dr. Wiens- demuestran que el Ptilocercus lowii debía de encontrarse en estado de em-
briaguez una de cada tres noches. Bebe sin mostrar el menor signo de embriaguez, que es la prueba de una alta
tolerancia y de una gran capacidad de desintoxicación al alcohol”.
Hay numerosos ejemplos. Los primates también dejaban fermentar frutos en hojas antes de consumirlos
alcoholizados y se sabe que a la mosca del vinagre le encanta la fruta más que madura, que puede contener
de 2º a 3º de etanol.
Se observaron porcentajes semejantes a éstos entre la población humana y se verificó una parte de predis-
posición genética a la adicción. Aquí es donde encontramos la serotonina.
Varias mutaciones en el gen de los receptores de serotonina, así como en la capacidad de transporte de
serotonina, fueron identificadas por los investigadores como factores de riesgo de atracción por el alcohol
y de dependencia.
El transporte de serotonina aparece como un parámetro que actúa en el riesgo de un mal control pulsio-
nal, comportamientos autodestructivos y de dependencia a los serotoninérgicos inconscientes, como el
azúcar o el alcohol.
La proteína de transporte de la serotonina está codificada por un gen que existe en dos formas: una corta
y otra larga. Multitud de estudios han puesto en evidencia la importancia de esta forma en los compor-
tamientos adictivos.
Un estudio finlandés publicado en 2006 determinó que la cantidad de proteína de transporte a la sero-
tonina es más débil en los alcohólicos que en el resto de la población. Para llegar a estas conclusiones, los
investigadores analizaron el cerebro de pacientes alcohólicos tras su fallecimiento y lo compararon con el
cerebro de pacientes no alcohólicos. Los pacientes con dependencia al alcohol tenían un 26% menos de
transportador de serotonina que el resto.
Investigadores suecos también han logrado demostrar que una mutación del receptor de la serotonina
aumenta la predisposición al comportamiento antisocial y al alcoholismo.
Existe, por lo tanto, una relación multidimensional entre la dependencia al alcohol y la serotonina. La
falta de control pulsional, por razones genéticas o nutricionales múltiples, es un factor de riesgo de con-
sumo que sobrepasa el consumo hedonista (por puro placer).
Esto se ve ampliamente reforzado por el hecho de que la disfunción serotoninérgica es un potente factor
de ansiedad y el alcohol funciona como ansiolítico.
Hay que tener en cuenta que el alcohol es un superazúcar. Es un derivado del azúcar desde el punto
de vista bioquímico, que tiene efectos ansiolíticos y euforizantes, además de una acción psicotrópica y
serotoninérgica.
La trampa de la dependencia empeora con el tiempo, ya que un consumo excesivo de alcohol esquilma las
reservas de las vitaminas del grupo B necesarias para su producción, lo que va reduciendo progresivamente
los efectos serotoninérgicos y provoca sus respectivos daños, en particular, en las neuronas y los nervios.
Efectivamente, estos daños son los que reducen la capacidad para retomar el control.
Resulta paradójico que, si bien un consumo habitual de alcohol en pequeñas cantidades tiene efectos seroto-
ninérgicos, un consumo agudo importante, como el binge drinking (consumo rápido e intensivo de bebidas
alcohólicas, en atracones, típicamente en fines de semana) conlleva, con sus reincidencias, una importante
reducción cerebral de serotonina y de su proteína de transporte. Ésta es una de las explicaciones para los
estallidos de violencia en estas circunstancias. Por desgracia, este tipo de comportamientos se ha vuelto
habitual entre los jóvenes y más frecuente en personas más inestables desde el punto de vista psicológico.
El alcoholismo es también un potente factor de riesgo de suicidio. El tabaquismo es, del mismo modo
que el alcoholismo, un factor de riesgo de suicidio firmemente consolidado.
S e sabe desde hace tiempo que la dependencia al alcohol se asocia muy a menudo con la depen-
dencia al tabaco. De hecho, se encuentra la misma predisposición genética, nutricional y de
comportamiento psíquico (ansiedad, estrés, infancia desprotegida, la no realización de uno mismo...)
en la mayoría de los tipos de dependencias, que se pueden combinar o intercambiar por sus efectos
psicotrópicos serotoninérgicos comunes.
De este modo, una persona que deja de fumar, por ejemplo, se arriesga, para compensar, a encon-
trarse más atraída por el azúcar, con un consiguiente aumento de peso.
El tabaco, por otro lado, reduce el apetito y conlleva unos enormes daños oxidativos en el organismo:
4.700 sustancias tóxicas y un millón de billones de radicales libres por calada de cigarrillo. Esto son
muchas calorías de reparación. Se estima que la combustión de 20 cigarrillos al día cuesta unas 300
calorías y todo esto –si se ignora y no se dispone de un protocolo serotoninérgico eficaz y no tóxico–
hace más difícil dejar de fumar.
El tabaquismo se encuentra lejos de ser una simple dependencia a la nicotina, si fuese así, los parches
o chicles con nicotina bastarían para tratarlo. Se ha demostrado además que no era más adictivo que
el azúcar. Sin embargo, la adicción al tabaco es también una dependencia ansiolítica, antidepresiva,
serotoninérgica e incluso opiácea, dado que el cigarrillo está endorfinizado.
Estas prescripciones tecnorreduccionistas, como todas las que olvidan la globalidad y el carácter multi-
dimensional de los problemas, no sólo están abocadas al fracaso, sino que han sido el origen de efectos
secundarios, y algunos muy graves.
Además, algunos de estos medicamentos han protagonizado grandes escándalos antes de ser retirados
del mercado. Fue el caso del Mediator (en España comercializado como Modulator) que se retiró de las
farmacias tras treinta años comercializándose en Francia para tratar hiperlipidemias (exceso de lípidos en
sangre), diabetes tipo 2 y como adelgazante, y causar más de 500 muertes en Francia, la mayoría de ellas
a causa de graves alteraciones estructurales y funcionales en las válvulas cardíacas.
Sin embargo, este flujo de ácidos grasos en sangre tiene un segundo efecto, y es que lleva a que el trip-
tófano se desprenda de la albúmina. Ningún aminoácido, únicamente el triptófano, puede circular de
otro modo que no sea libremente. Entonces, ¿por qué el triptófano se engancha a esta gran proteína, la
albúmina, que desempeña de alguna forma el papel de “portaaviones”? Esto ocurre porque, enganchado
de este modo, le resulta imposible que pase al cerebro, puesto que la albúmina es mucho más voluminosa
y las consecuencias, tal como vamos a ver, son desastrosas.
Como por casualidad, las personas con tensión pulsional elevada se sienten peor a partir de las cinco de
la tarde y eso les lleva a empezar el paquete de galletas, beber refrescos o alcohol o fumar más. Psiquiatras
del Hospital Sainte-Anne observaron hace tiempo un trastorno del desprendimiento del triptófano de la
albúmina en personas con disfunción serotoninérgica.
Ahora bien, consumir azúcar aumenta los ácidos grasos circulantes (la glucosa se transforma en triglicé-
ridos en el hígado) y el tabaco tiene un efecto lipolítico (produce la salida de grasas del tejido adiposo, lo
que aumenta la cantidad de ácidos grasos circulantes). Pero aún queda lo mejor: el parche de grasa que
rodea las vísceras y libera un flujo continuo de ácidos grasos desempeña, por lo tanto, el papel de psico-
trópico serotoninérgico retardado.
Se sabe desde hace tiempo que la mayoría de personas con sobrepeso tiene un perfil de disfunción seroto-
ninérgica. En una tipología ya antigua, la adiposidad se asocia a un carácter “redondeado”, más sociable
y más amable que el “delgado”, cuyo carácter puede ser más tipo cascarrabias. Además se ha observado
científicamente que si una persona obesa adelgaza puede desestabilizar su estado de ánimo. Por lo tanto,
también se puede encontrar dependiente de su adiposidad.
• Legumbres.
• Cereales integrales y semiintegrales.
• Batatas y mandioca.
• Calabazas.
• Castañas.
La presencia de fibras (verdura) y de proteínas en la misma comida también ralentiza estos glúcidos. Co-
cinar dejando los alimentos duros, como la pasta al dente o el arroz un tanto duro del risotto, también
ralentiza los glúcidos.
Todo aquel que tenga una dependencia por el azúcar, o el resto de manifestaciones de disfunción sero-
toninérgica, puede volverse mucho más estable sustituyendo en cada comida los azúcares rápidos por
glúcidos lentos.
Por ejemplo:
• En el desayuno, tome copos de quinua, trigo sarraceno, arroz, castañas con leche de soja enrique-
cida con calcio y aromatizada con purés de oleaginosas ecológicas (almendras enteras, avellanas...).
• Al mediodía añada arroz al dente, lentejas o guisantes a la ensalada.
• Incorpore a la sopa o al puré de la cena batata o calabaza.
Si toma pan, opte por el pan de cereales, semiintegrales, mejor con levadura, mucho mejor sin gluten y
aún más si no está demasiado cocido.
Los glúcidos lentos son aún más importantes a partir de las 17 horas, momento en el que la serotonina
debe ascender a expensas de la noradrenalina. Deben prevalecer en los ingredientes de la cena, mientras
que las proteínas animales, que tienen el efecto inverso, deberían consumirse preferiblemente en la co-
mida, de vez en cuando en el desayuno, y acompañadas de mucha verdura.
u Las oleaginosas
Un equipo de la Universidad de Barcelona comparó un grupo de 22 personas con sobrepeso abdominal,
que consumía 30 g diarios de una mezcla de nueces, almendras y nueces de Brasil, con otro grupo de 20
personas que debían evitar comer frutos secos. Al final del estudio, el grupo que tomaba frutos secos tenía
unos niveles mayores de metabolitos de la serotonina.
Por otro lado, estas oleaginosas no engordan, inhiben la absorción de grasas saturadas -gracias sobre todo
a las altas concentraciones de arginina que contienen- mejoran los lípidos circulantes, reducen el riesgo
cardiovascular...
u El chocolate negro
Le voy a dar una estupenda noticia: el chocolate negro (a partir del 74%, que deja menos espacio al
azúcar, y sin leche) no sólo posee acentuados efectos serotoninérgicos sino que, al revés de lo que cabría
pensar, tiene también efectos contra el sobrepeso, protectores contra la diabetes y el riesgo cardiovascular.
Por otro lado, los principios activos del chocolate actúan como un potente antioxidante, antiinflamatorio
e inmunomodulador.
Los polifenoles del cacao inhiben la acción de una enzima -la indoleamina 2,3-dioxygenasa (IDO)- que
degrada el triptófano y lo vuelve más disponible para la producción de serotonina. Sin embargo, la pre-
sencia de las proteínas de la leche bloquea la absorción de los polifenoles. Dicho de otro modo: en caso de
que quiera picar algo y sustituir así los azúcares rápidos, no hay nada mejor que unas onzas de chocolate
bien negro con algunas oleaginosas.
La antigua idea de los artesanos de elaborar chocolate con nueces o avellanas se ha vuelto una excelente
idea con el paso del tiempo. Lo único es que el chocolate industrial tiene normalmente demasiado azúcar
y leche.
En caso de que consuma bastante chocolate, puede contemplar la ingesta de un suplemento de vitamina
PP, la nicotinamida (al menos un complejo generalista), ya que la inhibición de la enzima IDO reduce
su síntesis en el hígado.
u Reducir la carne
Los serotoninérgicos alimentarios sólo serán eficaces si no consume demasiada carne, ya que ésta bloquea
el paso del triptófano al cerebro por medio de sus aminoácidos competidores.
Esto es si cabe aún más importante en la cena, para no frenar el ritmo cronobiológico.
En personas como mujeres embarazas, con anemia o niños en etapa de crecimiento intenso, que requieren
más zinc y hierro que un hombre o una mujer tras la menopausia, es importante que consuman carne
más bien al mediodía, puntualmente en el desayuno, y que primen el consumo de glúcidos lentos por la
noche, con sus efectos serotoninérgicos y calmantes.
u El deporte
Cuando empecé a dar clases de nutrición a deportistas, entrenadores y médicos deportivos, me sorprendió
muchísimo que la imagen que tenía del deporte, sano y extravertido, era falsa. La mayoría de los depor-
tistas de alto nivel resultaron ser una caricatura disfuncional serotoninérgica.
Empecé a entender mejor los estragos del dopaje en este entorno, aunque su principal droga era el propio
deporte.
Pude comprobar que un medallista de oro de los Juegos Olímpicos engordó 30 kg durante el año si-
guiente a su abandono de las competiciones, y es que se volvió un auténtico drogadicto del azúcar. Des-
pués de conseguir su medalla de oro, lo que hizo realmente fue cambiar una droga por otra. De hecho,
hojeando la bibliografía científica, comprobé que la actividad física, aún más si es intensa y prolongada,
tiene efectos no sólo serotoninérgicos, sino endorfínicos y antidepresivos, lo que lleva a un estado de
bienestar duradero.
Por otro lado, he podido observar que los pacientes que practicaban deporte amateur tenían la misma
adicción al deporte que los deportistas de alto nivel.
Me acuerdo, por ejemplo, de un paciente que recorría como mínimo 100 km al día en bici y se rompió
tres veces la cadera bajando unas pendientes, pero logró volver a subirse a su bici. Después de verle tam-
balearse durante años, su mujer acabó por resignarse, veía perfectamente que su marido no podía vivir
sin su droga.
Por el contrario, dejando a un lado el nivel competitivo y los deportes extremos, practicar actividad física
diaria tiene efectos antiestrés y antidepresivos que han sido totalmente documentados. Contribuye enor-
memente a reequilibrar las relaciones entre el acelerador de las pulsiones (la noradrenalina que aumenta
con el estrés) y el freno de las pulsiones, la serotonina. Desde este punto de vista, los deportes acuáticos
son particularmente eficaces, lo mismo que la práctica del yoga, el Qi Gong y la meditación.
Un estudio llevado a cabo en 20 personas sanas y en 21 con sobrepeso mostró que caminar 15 minutos
a ritmo rápido reducía la atracción compulsiva por el chocolate.
L a inflamación -que aparece con el sobrepeso, la diabetes, las patologías cardiovasculares y las en-
fermedades autoinmunes, que aumentan progresivamente con la edad- tiene el efecto contrario
al chocolate: activa el IDO (del mismo modo que el cortisol, el segundo mensajero del estrés), la
degradación del triptófano. Por consiguiente, la inflamación agrava las disfunciones serotoninérgicas.
• Reducir el exceso de carne, que tiene una acción proinflamatoria a la vez por el hierro, el ácido
araquidónico y la leucina.
• Reducir los productos lácteos y el maíz, que son extremadamente ricos en ácidos grasos omega
6 y en leucina.
• Consumir más fruta y verdura.
• Consumir más alimentos ricos en magnesio (agua mineral, cereales integrales, oleaginosas,
soja...) y complementos con magnesio.
• Consumir más alimentos ricos en polifenoles, además de chocolate, fruta y verdura, té verde,
té matcha, zumo de arándanos, granada y grosella negra (sin azúcar).
• Consumir más alimentos ricos en ácidos grasos omega 3: aceite de colza ecológico en botella
de vidrio y pescado azul pequeño (arenques, caballa, sardinas, anchoas sin salar...). Consúmalo
crudo, marinado, al vapor o pochado con el fuego apagado.
• Es mejor gestionar el peso y el estrés, que también generan inflamación.
Ya hemos visto que los efectos serotoninérgicos son intercambiables; por eso las frustraciones sexuales
encuentran su compensación en los alimentos, el azúcar, el alcohol, el tabaco, las grasas... Además, de-
pendiendo de la persona, todas las combinaciones son posibles.
Existe una conexión entre la eclosión sexual, pero también afectiva, cultural, creativa, social y profesional,
y la liberación de las atracciones y dependencia por las drogas de sustitución.
Por el contrario, focalizarse en un único tipo de droga, incluso buena, puede llevar a cometer excesos
compulsivos (por ejemplo se ha hecho patente desde hace algunas décadas la adicción al sexo).
¿Cuál es la diferencia entre una sexualidad plena, considerada como una droga “buena”, y la adicción al
sexo? Es muy sencillo. En lugar de elegirlo por motivos hedonistas, entre un amplio abanico de fuentes de
satisfacción, el sexo se convierte en una obsesión que genera comportamientos compulsivos, no elegidos,
y a menudo excesivos. Todo esto en detrimento de otras dimensiones de realización personal, como la
salud, el trabajo, el dinero, otros placeres, las relaciones sociales, la familia, el amor, la felicidad, el cono-
cimiento, los descubrimientos, la creación...
Cabe recordar, además, que la contaminación actual de los alteradores endocrinos desde la vida en el
útero, y después en la vida diaria, perturba la diferenciación sexual y el sistema neuroendocrino, que es la
base de los comportamientos sexuales. Esto interfiere enormemente, y cada vez más, en las personas con
una vida sexual plena y favorece las adicciones compensatorias, que siempre son las mismas: los atracones,
el azúcar, el alcohol, el tabaco, las grasas...
|La creatividad
La tensión pulsional está lejos de ser considerada una tara. Podemos pensar que, sin esta energía des-
bordante que se puede canalizar con drogas “buenas”, no surgirían los grandes romances, los genios de
la pintura, los descubrimientos científicos o técnicos, hombres y mujeres visionarios que reformasen la
sociedad o incluso grandes deportistas.
La realización de uno mismo en una dimensión más amplia (deportiva, cultural y social) puede verse
favorecida si se gestiona el desarrollo personal (lectura, talleres, cursos y terapias) y la expresión creativa
(por ejemplo a través de un compromiso en asociaciones u ONGs).
Con bastante rapidez, este niño se irá convirtiendo de manera progresiva en dependiente del azúcar, los
refrescos y demás productos adictivos que los gigantes de la industria alimentaria elaboran estratégica-
mente en sus laboratorios. Ahí es donde se forjan las tecnologías secretas destinadas a que los productos
que venden sean más adictivos y se invierten miles de millones de euros en estas tecnologías. Y lo vale, ya
que les reporta aún mucho más.
Pero volvamos al bebé; si el niño tiene la inmensa suerte de que se le da el pecho aunque sea sólo unos
meses, el mismo problema se plantea en el caso de la lactancia, ya que el sabor de los alimentos que
consume la madre va a pasar en parte a la leche. Por eso, es esencial informar a las madres de que lo que
coman durante el embarazo y la lactancia puede tener importantes repercusiones en la educación nutri-
cional precoz del sabor e, inevitablemente, en el desarrollo del comportamiento alimentario de su hijo.
A esto cabe añadir factores muy importantes.
En un principio, casi todas las mujeres en edad de procrear tienen un aporte alimentario inferior al re-
comendado en magnesio y vitamina B6. La explosión de estrógenos sólo lo complica aún más. También
afecta a la vitamina B9, que interviene en la producción de serotonina.
Esto ha sido demostrado por varios investigadores, entre los que se encuentra el estadounidense Kirksey,
quien demostró que las madres que ingerían suplementos de vitamina B6 tenían hijos más tranquilos y
que lloraban mucho menos. Por el contrario, los antagonistas de la vitamina B6 o de la vitamina B9, así
como algunos medicamentos, pueden agravar el riesgo de disfunción serotoninérgica, tanto en la madre
como en el niño.
Pues bien, si las embarazadas ingieren actualmente vitamina B9 para reducir los riesgos de malformación
neuronal, no están consumiendo el magnesio necesario para activar dicha vitamina, ni la vitamina B6,
cuya dosis recomendada pasa de 2 a 10 mg diarios, según los expertos.
Por último, la pediatra Marie Thirion ha destacado el hecho de que, durante el primer mes de vida, los
lloros del bebé se asocian a un estrés agudo combinado con una violenta tormenta de noradrenalina y
cortisol. Esta pediatra aboga por que la madre dé el pecho al niño que llora, antes de ayudarlo progresiva-
mente, al cabo de unas semanas, a esperar y a controlar su pánico. Si no se hace de esta manera, provocará
inseguridad y un condicionamiento que le hará mucho más vulnerable ante las dependencias.
Yo añadiría, además, que la lactancia no es sólo un alimento que no se puede reemplazar por ningún tipo
de leche artificial, además de una transferencia de inmunidad por las células y anticuerpos, sino también
un auténtico alimento neurohormonal (oxitocina y endorfinas). Establece las bases de la seguridad y la
capacidad de la persona de atreverse a salir a lo desconocido, a contenerse frente al aluvión de placeres
mundanos, a oponerse al magnetismo estereotipado del azúcar, los alimentos industriales, etc.
Por desgracia, cada vez es menor el número de madres que apuestan por la lactancia materna.
Además, cuando llega el momento del destete, no debe realizarse de golpe, sino de forma progresiva, y
mantener el acceso al contacto físico, aunque no haya lactancia.
Tras la revolución del parto sin dolor, ha llegado el momento de iniciar la revolución del destete sin
dolor. En caso contrario, nos arriesgamos a crear una generación de niños inseguros, a quienes les costará
salir de sus hábitos, construir por ellos mismos, innovar, y que serán víctimas de múltiples dependencias.
Por otro lado, independientemente de la edad, es esencial entender que ninguna droga “buena” es capaz,
por sí sola, de conseguir un control pulsional y la autorrealización. Somos seres multidimensionales,
como ya acuñaron varios pensadores, como Abraham Maslow o Carl Rogers, fundadores de la psicología
humanista.
Sin embargo, la mentalidad actual favorece las dependencias de todo tipo a expensas de la dimensión
plena del individuo.
De este modo, está surgiendo, cada vez más, la figura de los workoholics, adictos al trabajo, a expensas de
su salud, la familia, la vida cultural y demás, hasta el punto de que acaban quemados y sufren fibromialgia,
que algunso países se ha convertido en una auténtica epidemia. El coste humano y social de estas nuevas
enfermedades es realmente desmesurado.
Además, se observa un aumento cada vez mayor a cualquier tipo de adicción: café, Coca-Cola (inventada
por el farmacéutico de Atlanta John Pemberton para... ¡desengancharse de la morfina!), la Nutella, la
televisión, los videojuegos, internet, la pornografía, las compras, el robo (cleptomanía)... Por no hablar
de la creciente dependencia a los medicamentos, encabezados por los ansiolíticos, los somníferos y demás
psicotrópicos o sustancias dopantes, más o menos duras.
Es un fenómeno que dista mucho de afectar sólo a adolescentes, ya que se observan estas adicciones en
niños cada vez más jóvenes, además de en adultos y personas mayores.
Aparte de los nefastos efectos de estas adicciones, tienen como principal inconveniente que sólo se com-
pensan las frustraciones de forma puntual. El cerebro no es tonto: sabe a la perfección que aún no se han
colmado sus necesidades reales, lo que lleva a una baja autoestima, a veces culpabilidad, especialmente
acusada en los casos de bulimia, pero que también se observa en muchas otras adicciones.
Este malestar psicológico, este estrés, agrava la vulnerabilidad hacia las adicciones o, dicho de otro modo,
como las famosas “calorías vacías” del profesor Trémolières no pueden sustituir a los alimentos sanos,
ricos en vitaminas, minerales, polifenoles, ácidos grasos protectores (como los omega 3), etc., las drogas
“vacías” (el azúcar, los atracones, el alcohol, el tabaco y las compras compulsivas) no pueden sustituir la
realización de los deseos más profundos y auténticos (sexuales, afectivos, sociales, profesionales, depor-
tivos y culturales, ricos en valores auténticos). Estos valores son los que nutren la imagen positiva de
uno mismo y desencadenan valiosas aportaciones de los demás... Estas drogas constituyen una forma de
renuncia a la auténtica vida de la que hablaba Edgar Morin, un suicidio a fuego lento.
La dependencia al azúcar, que rara vez se da de forma aislada, tiene varios inconvenientes de por sí. Es
una auténtica reveladora de un terreno global de vulnerabilidad a todas las adicciones, una llamada de
socorro que debería incitar el inicio de una mejora en la gestión de las pulsiones, de liberación de com-
portamientos no elegidos y cuyos riesgos pueden ser aún más importantes.
• Nicotinamida o vitamina PP. Cuando se ingieren dosis de 500 a 1000 mg, el triptófano que no
se transforma de golpe en el hígado, se queda circulando y está disponible para pasar al cerebro y
permitir la producción de serotonina cerebral.
• Litio. En dosis superiores a las utilizadas en oligoterapia e inferiores a las utilizadas en psiquiatría
para tratar las psicosis maniacodepresiva (PMD), es capaz de desenganchar el triptófano de la
albúmina. Al cabo de una semana, aumenta la síntesis de serotonina en las neuronas y reduce la
hiperactividad del resto de circuitos neuronales, que a menudo están solicitados en exceso (éste
es el efecto que predomina en la eficacia antimaniaca del litio). Pero, desgraciadamente, su uso es
delicado, ya que puede favorecer la aparición de insuficiencia renal y generar otros efectos secun-
darios, por eso hay que reservarlo a casos especialmente difíciles.
• Evite exponerse por la noche a la luz de las pantallas (ordenadores, teléfonos, videojuegos...) o
fíltrelas con una protección especial o con unas gafas, ya que todas las pantallas difunden luz azul,
que reduce la producción de melatonina.
• Varios trabajos preliminares indican que la ingesta de oxitocina en espray nasal (la oxitocina es la
hormona de la empatía, que se secreta abundantemente en el parto y durante la lactancia, tanto en
la madre como en el bebé, así como en las relaciones afectivas y amorosas) tiene efectos positivos
en la disfunción serotoninérgica. Pese a contar con algunos resultados positivos (por ejemplo en el
autismo), aún faltan estudios clínicos por realizar y nos encontramos todavía en fase experimental.
• Fluoxetina (Prozac).
• Paroxetina (Deroxat, Divarius, Paxil).
• Sertralina (Zoloft).
• Citalopram (Seropram, Celexa).
• Oxalato de escitalopram (Seroplex, Cipralex).
• Dapoxetina (Priligy).
• Maleato de fluvoxamina (Floxyfral).
¿Por qué? En primer lugar porque varios metaanálisis no han demostrado su eficacia y el mayor me-
taanálisis realizado por la FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos en 35 estudios
demostró un efecto muy tenue.
Otro motivo es que se ha registrado un amplio abanico de efectos secundarios negativos, algunos de
los cuales son mortales:
• Alcoholismo: el profesor David Healy sostiene que este tipo de medicamentos induce al alco-
holismo, y así lo confirma un estudio de la Universidad de Yale publicado en noviembre de
1994.
• Libido y sexualidad: anaorgasmia, disminución de la libido y trastornos de la erección.
• Malformaciones: en la mujer embarazada, la paroxetina se asocia a ciertas malformaciones
cardiacas. Existe un posible riesgo de trastornos de comportamiento en los hijos de mujeres
expuestas (como comportamientos autistas). Este riesgo, sin confirmar, sería de todos modos
reducido.
• Trastorno maniaco bipolar (manía o hipomanía).
• Dependencia (es especialmente importante con la paroxetina).
• Cuando se abandona, hay síntomas de abstinencia.
• Ausencia de inhibición: ideas suicidas y de pasar a la acción, sobre todo en niños y adoles-
centes.
• Un análisis de la FDA realizado en ensayos clínicos en niños con estado depresivo mayor
mostró un aumento estadístico significativo del riesgo de ideas y comportamientos suicidas en
alrededor del 80% y de agitación y hostilidad en el 130%.
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hypoglycémie) comparés aux glucides lents, les excès d’alcool ont des effets inverses d’une
« micro-alcoolisation ». Ils sont déstabilisants et aggravent la perte de contrôle pulsionnel.
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