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LOS DESCONOCIDOS DEL

ESPACIO

1973

Por Donald E. Keyhoe


Título original:

Aliens from Space

Edición original:
Doubleday & Co., Inc.
Garden City, Nueva York, 1973

ISBN: 0-385-06751-8

Traducción:

Sebastián Martínez
Luis Vigil

© 1973 by Donald E. Keyhoe.

©1974 by Editorial POMAIRE, S. A


Avda. Infanta Carlota, 100 / Barcelona-15 / España

©1975 Javier Vergara Editor S.R.L.


Florida 890 / Buenos Aires / Argentina.
En recuerdo de mi padre,
Y para Helen, que también lo amaba.
Agradecimientos

Durante mis largas investigaciones sobre los OVNI he contado con la ayuda de muchos centenares
de estadounidenses y también de funcionarios y ciudadanos extranjeros a los que querría expresar
mi gratitud.
Adicionalmente, querría dar las gracias al Vicealmirante R. H. Hillenkoetter, al Contralmirante
Delmer S. Fahrney, los Coroneles Joseph Bryan y Robert B. Emerson y al ex Mayor de la
Inteligencia de la Fuerza Aérea Dewey Fournet por sus importantes datos acerca de la realidad de
los OVNI y por confirmar en público la existencia de una censura oficial. También estoy agradecido
a los otros miembros de las Fuerzas Armadas y órganos gubernamentales que me dieron pistas (sin
violar la seguridad nacional) que me llevaron hacia informes ocultos sobre los OVNI y
acontecimientos sucedidos entre bastidores.
Estoy en deuda con el senador Barry Goldwater, con el antiguo portavoz de la Cámara John W.
McCormack y otros miembros del Congreso por su valiosa ayuda. Y también deseo dar las gracias a
los locutores y miembros de la prensa que han tratado este tema con seriedad, entre los que se
encuentran Dave Garroway, Mike Douglas, Deena Clark, Lou Corbin y Ken W. Purdy, el primer
director de una revista a escala nacional que narró los hechos y reveló el secreto. Durante mis trece
años como director del NICAP pude beneficiarme de las valoraciones efectuadas por nuestros
consejeros especiales y por otros científicos o ingenieros que trabajaban en nuestros treinta y un
subcomités, hombres como Clark McClelland, Robert Stevens y otros especialistas aeroespaciales
del subcomité de Cabo Kennedy. Entre los jefes de subcomité había dos mujeres muy capacitadas a
las que deseo dar las gracias de un modo muy especial: la señora Idabel Epperson, directora del
subcomité de Los Ángeles, que logró los servicios de científicos y expertos tales como el mayor
Paul Duich, antiguo navegante del Comando Aéreo Estratégico. Además de la investigación técnica,
la directora Epperson organizó el sistema de información SKYNET, coordinado por los miembros
Ann Druffel, Marilyn Epperson y un experto en comunicaciones.
La segunda directora es la señora Jane Larson, del NICAP de Seattle, que también logró reunir una
fuerza investigadora muy competente, consiguiendo informaciones de testigos dignos de confianza
y desenmascarando los informes erróneos y las bromas, para así aumentar el prestigio del NICAP.
También deseo dar las gracias a Julian Hennessey, director del subcomité de Londres, quien tuvo
una actuación muy importante al organizar el EURONET, un sistema de recopilación de datos sobre
los OVNI que incluía a centenares de pilotos comerciales europeos.
Además de apreciar la labor de los subcomités, estoy agradecido al duro trabajo y logros
conseguidos por Sherman Larsen, presidente de la Chicago Affiliate, y David Branch, presidente de
la Southern California Affiliate. A lo largo de los años, ambos hombres lograron el apoyo de la
prensa y el respeto público para el NICAP, al presentar testimonios verificados y pruebas de que
existía un secreto oficial.
Y se debe un tributo especial al señor y la señora Morris Frost, al difunto doctor Earl Douglass y a
los otros miembros cuyas generosas contribuciones permiten al NICAP llevar a cabo sus
investigaciones y luchar contra la labor de ocultamiento.
Y, finalmente, deseo expresar mi profunda gratitud a Howard Cady por sus valiosos consejos y los
ánimos que me ha dado durante los últimos años.
PREFACIO

Desde mediados de 1972, nuevas apariciones de OVNI (Objetos Voladores No Identificados) han
puesto en un serio compromiso a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
Muchos miembros de la Fuerza Aérea se oponen, en privado, al secreto mantenido sobre el tema.
Algunos temen que un aumento de los encuentros con estos objetos, tanto en la nación como en el
extranjero, llevados a cabo por los pilotos militares y comerciales, pueda producir un súbito cambio
para el que no estén preparados millones de ciudadanos.
Adicionalmente, muchos científicos responsables rechazan las negativas de la Fuerza Aérea sobre la
realidad de los OVNI. El Instituto Americano de Aeronáutica y Astronáutica (la organización más
grande del mundo que agrupa a científicos e ingenieros aeroespaciales) está urgiendo con gran
insistencia a que se lleve a cabo una nueva investigación, sin prejuicios y a gran escala, sobre la que
no penda la censura.
A pesar de todo esto, el Cuartel General de la Fuerza Aérea, siguiendo una política marcada en las
altas esferas, continúa negando la existencia de los OVNI de manera pública, convencido de que
esto es lo mejor para el país. Pero desde hace años la Fuerza Aérea posee pruebas bien concretas de
la realidad de los OVNI.
Durante mi larga investigación acerca de esos extraños objetos he visto muchos informes
verificados por la Inteligencia de la Fuerza Aérea, narraciones detalladas de pilotos, operadores de
radar y otros observadores expertos de la Fuerza Aérea, que prueban que los OVNI son aparatos de
alta velocidad superiores a cualquiera que haya sido construido en la Tierra. Igualmente, antes de
que la censura se endureciese, también recibí las conclusiones secretas a las que habían llegado los
científicos y oficiales de la Inteligencia Técnica de nuestra Fuerza Aérea.
En muchos casos, recibí valiosas pistas gracias a mis compañeros de curso de la Academia Naval, o
a contactos realizados cuando era un piloto del cuerpo de los Marines, y luego cuando fui jefe de
informaciones de la Aeronáutica Civil (ahora Administración Federal de la Aviación). Durante ese
período tuve la fortuna de establecer otros valiosos contactos cuando era ayudante del Coronel
(ahora General) Charles A. Lindbergh, y en la Segunda Guerra Mundial, cunado volví al servicio
activo.
Después de la guerra empecé a escribir de nuevo de un modo profesional sobre la aviación, el
espionaje y otros temas. En 1957, después de una investigación independiente sobre los OVNI, fui
nombrado director del NICAP: la National Investigations Committee on Aerial Phenomena (Comité
Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos). Utilizando los servicios oficiales de alto
rango, tanto retirados como de la reserva, de científicos y de ingenieros, el NICAP se convirtió en la
mayor organización mundial de investigación de los OVNI, con más de treinta subcomités en los
Estados Unidos y en el extranjero.
El Consejo de Regencia incluía a hombres totalmente informados acerca de la seguridad nacional y
el secreto que envolvía a los OVNI, entre los que se hallaba el Vicealmirante R. H. Hillenkoetter, el
Contraalmirante H. B. Knowles, el Coronel R. B. Emerson, de la Reserva del Ejército de los
Estados Unidos, y el Coronel retirado Joseph Brian de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. En
una declaración unánime el Consejo declaró públicamente su postura:

“La Fuerza Aérea ha mantenido en secreto, y sigue haciéndolo, información sobre los OVNI. La
NICAP pretende lograr obtener todos los datos reales y verificados, para ofrecérselos al Congreso y
al público en general. Igualmente, tratará de acabar con todo secreto no justificado.”

Hacia mediados de los años sesenta habíamos analizado casi once mil informes sobre OVNI, de los
cuales más de dos mil quinientos provenían de pilotos, científicos, operadores de torres de control,
expertos de radar y otros observadores cualificados y veteranos. Al concentrarnos en los hechos y
exponer públicamente los fraudes conocidos habíamos logrado ganar el respeto de muchos
legisladores y miembros de la prensa. Pero aún había un gran obstáculo. La mayor parte de los
científicos, confundidos por las negativas oficiales, rehusaban estudiar siquiera nuestra gran masa
de datos. Pero de modo gradual, algunos de ellos fueron siendo convencidos de que el problema era
grave y aceptaron ayudarnos como consejeros técnicos o científicos de NICAP, aunque al principio
se mostrasen abiertamente escépticos.
La resistencia inicial de los científicos puede ser resumida por la actitud de fallecido doctor James
E. McDonald durante los debates celebrados en el Congreso, en 1968, sobre los OVNI. El doctor
McDonald había investigado, contando con una beca especial de la Universidad de Arizona,
centenares de informes sobre OVNI, en muchos casos con la ayuda del NICAP. Voy a citar la
afirmación de este científico acerca del NICAP y de mí mismo, porque demuestra el completo
cambio que sufrió, dejando de ser escéptico, en cuanto hubo estudiado los datos existentes.
Como afirmó McDonald, la investigación del NICAP era seria y concretada a los hechos: “Un
trabajo mucho mejor que el de la Fuerza Aérea”. Según dijo, antes de su propia investigación había
tenido grandes dudas acerca de que los casos sobre los que yo informaba fueran verídicos. Pero
ahora, según comentó al Comité de Ciencia y Astronáutica del Congreso, su opinión había variado.

“Debo hacer hincapié en que un estudio profundo por mi parte me ha convencido de que la
certidumbre informativa de Keyhoe es uniforme… y se debe reconocer que su fiabilidad es
impresionante… Durante el pasado mes he tenido oportunidad de examinar detalladamente una
gran cantidad de material archivado con anterioridad como reservado y que apoya, en una medida
casi alarmante, la autenticidad y, por consiguiente, la importancia científica de los casos en los
que se ha basado Keyhoe… para sus discusiones acerca de la historia de los OVNI” (pág. 35 del
informe de los debates).

Desde entonces, la situación de los científicos ha sufrido un cambio significativo, cuando muchos
de ellos han examinado las evidencias más concretas sobre los OVNI. Esto se ha debido
principalmente al fracaso del estudio financiado en la Universidad de Colorado por la Fuerza Aérea,
con el que se esperaba acabar de una vez por todas con la cuestión de los OVNI. La aceptación por
el Proyecto de la Universidad de Colorado de las negativas de la Fuerza Aérea ha sido criticado
severamente y rechazado por muchos científicos y técnicos del campo aeroespacial y otras
disciplinas.
La controversia que ahora está surgiendo puede muy bien llevar a una confrontación final.
El propósito de este libro es ayudar a preparar al público, para reducir el impacto de una admisión
forzada o cualquier otro cambio repentino. Y también el ayudar a aquellos que están luchando
contra el secreto (desde fuera o desde dentro de la Fuerza Aérea). Para ello, he dado la imagen
global tal como yo la conozco, intentando sobre todo evitar cualquier advertencia infundada sobre
“un fin del mundo”. Espero fervientemente que esto ayude a que Suja un nuevo y práctico programa
con el que podamos lograr la respuesta a los problemas presentados por los OVNI.
Todos nosotros tenemos un papel que desempeñar en esto.
Según parece, por toda la evidencia de que disponemos, éste es uno de los problemas más grandes
con el que tendrá que enfrentarse nuestro mundo… aunque no haya en él ningún peligro.
1

EXTRAÑA VIGILANCIA

Tras una nueva cortina de secreto, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos está envuelta en un
peligroso juego relativo a ataques a los OVNI. A pesar de las negativas de la Fuerza Aérea, los
Objetos Voladores No Identificados siguen operando en nuestros cielos.
Durante 1972 los encuentros con los OVNI se incrementaron de repente. El Mando de Defensa
Aeroespacial aumentó, inmediatamente, el número de persecuciones e intercepciones. Siguiendo
órdenes estrictas de Mando, los pilotos fueron obligados a mantener en secreto sus peligrosas
cacerías… y el verdadero propósito de las mismas.
Temiendo que el público se alarmase, la Fuerza Aérea ha negado siempre haber disparado contra los
OVNI. Ahora, esto ha sido refutado por un informe especial de la academia de la Fuerza Aérea.
Como director del NICAP (el Comité Nacional de Investigación sobre los Fenómenos Aéreos) fui
informado de modo privado en octubre de 1969.1 Tras revelar un ataque por artilleros soviéticos, el
informe de la academia describe una persecución de la Fuerza Aérea, mantenida en secreto:

También nosotros hemos disparado contra los OVNI. Una mañana, hacia las diez, un puesto de
radar situado cerca de una base de cazas captó a un OVNI volando a 1.120 kilómetros por hora.
Luego, el OVNI disminuyó su velocidad hasta 150 kilómetros hora, y dos F-80 despegaron para
interceptarlo. Al fin, uno de los F-80 se acercó al OVNI a unos 900 metros de altura. El OVNI
comenzó a acelerar, alejándose, pero el piloto aún logró llegar a unos 500 metros del objeto
durante un corto período de tiempo. Decididamente tenía forma de platillo. Mientras el piloto
ponía su F-80 al máximo de velocidad, el OVNI comenzó a alejarse. Cuando la distancia fue de
unos 1.000 metros, el piloto conectó sus cañones y disparó en un intento de derribar el platillo. No
lo logró, y el OVNI se alejó con rapidez, desvaneciéndose en la distancia (págs. 462-63).

En esta caza el piloto no corrió peligro, pero algunas persecuciones de OVNI han tenido un final
trágico. Varios pilotos de la Fuerza Aérea han perdido sus vidas mientras perseguían estos extraños
objetos. En un caso, un aparato de la Fuerza Aérea y su tripulación de dos hombres desapareció sin
dejar rastro. Durante otra persecución, un OVNI obligó a un piloto y a su operador de radar a saltar
en paracaídas de su interceptor. El reactor se estrelló en una ciudad, matando a un hombre, a su
esposa y a sus dos niños. Esos y otros accidentes relatados más adelante pueden haber sido
advertencias contra nuevos ataques de la Fuerza Aérea, y no demostraciones de una clara hostilidad.
Pero esto no disminuye su peligrosidad.
En diciembre de 1969, para evitar revelar la verdad, la Fuerza Aérea anunció que todos los informes
de OVNI habían sido explicados. En una sorprendente ruptura con la Fuerza Aérea, su principal
consultor sobre el tema, el doctor J. Allen Hynek, negó en público esta afirmación. Según afirmó, la
Fuerza Aérea tenía aún más de 3.000 observaciones no explicadas, muchas de ellas procedentes de
científicos, pilotos veteranos y otros fiables observadores. Pero la Fuerza Aérea insistió en que todas
las observaciones eran errores, ilusiones o engaños.
Esta negativa oficial cubría de ridículo a millares de observadores competentes, entre los que se
hallaban el astronauta James McDivitt, el Comandante de Ala D. J. Blakeslee, el fabricante de
reactores William Lear, el astrónomo Clyde Tombaugh, la ex embajadora Clare Booth Luce, el
Capitán de la Armada R. B. McLaughlin, Henry Ford II, el juez de la Corte Superior Charles E.
Bennett, Nathan Wagner, jefe de Seguridad de Proyectiles de White Sands, pilotos de todas las
fuerzas armadas y de las principales aerolíneas mundiales, hombres y mujeres pertenecientes al
mundo de los negocios y al gobierno, y otros ciudadanos responsables de la totalidad del país.
En su mismo anuncio, realizado a escala nacional, la Fuerza Aérea declaró finalizada su
investigación acerca de los OVNI.

En aquel mismo instante, los pilotos de intercepción de la Fuerza Aérea estaban tratando de
derribar aquellos objetos volantes desconocidos, siguiendo órdenes secretas del Mando de Defensa
Aeroespacial.

Desde entonces las persecuciones de los OVNI han continuado sin pausa, a espaldas del Congreso y
del público. Esto no es una acusación contra los censores. Muchos de ellos desaprueban totalmente
las tareas de ocultación de datos y ridiculización de los testigos. Pero los altos cargos, atrapados en
un serio dilema, están convencidos de que es mejor retrasar la admisión de que los OVNI son
reales.
Aunque recientemente la censura se ha endurecido, ha habido filtraciones acerca de algunas
persecuciones de la Fuerza Aérea. A primera hora del 14 de septiembre de 1972, una máquina
desconocida, pero diferente a cualquier avión, fue divisada en el Aeropuerto Internacional del Oeste
de Palm Beach. Dos controladores de tráfico de la Administración de Aeronáutica de los Estados
Unidos, C. J. Fox y A. W. Brown, siguieron la trayectoria del OVNI mientras maniobraba a algunos
kilómetros de distancia.
“No se parecía a ninguna otra cosa que hubiera visto antes”, afirmó luego Brown.
En la torre de control, el supervisor de la Administración Federal de Aviación, George Morales,
estudiaba el brillante aparato mediante unos prismáticos. Su forma, elíptica y similar a un cigarro,
quedaba claramente definida en la oscuridad previa al amanecer.
En rápida sucesión, el OVNI fue divisado por el Capitán B. F. Ferguson, de la Eastern Airlines, por
la policía municipal y estatal y por numerosos ciudadanos, todos los cuales informaron de sus
observaciones. Y, por aquel entonces, también estaba siendo seguido por operadores de la FAA en el
aeropuerto internacional de Miami y por radaristas de la base de la Fuerza Aérea de Homestead.
Hacia las seis de la mañana dos interceptores F-106 despegaron de Homestead por orden del
NORAD (Mando de la Defensa Aérea Norteamericana). Uno de los pilotos, el Mayor Gerald Smith,
subió por encima de las nubes y descubrió el brillante OVNI, pero el objeto desapareció antes de
que pudiera tratar de acercársele.
Cuando los periodistas llamaron a Homestead, tras enterarse del intento de intercepción, un
portavoz de la Fuerza Aérea se encontró entre la espada y la pared. Normalmente, las preguntas de
la prensa reciben una respuesta estándar: “Hemos demostrado que los OVNI no son reales, así que
ya no investigaremos ese asunto”. Pero en aquel caso una negativa hubiera resultado inútil, ya que
la prensa tenía los informes de los controladores de la FAA. No viendo forma de escapar, el
portavoz admitió el intento de intercepción, ordenado por el NORAD.
Durante esta grieta en la censura, el Mayor Smith les dijo a los periodistas que “había algo definido
en el cielo” sobre el oeste de Palm Beach. Según dijo, dos estaciones militares de radar lo habían
confirmado.
“Si hubiera sido hostil”, añadió oro portavoz, “lo hubiéramos destruido”.
Para cubrir estas admisiones, la Fuerza Aérea trató de desacreditar la evidencia cuando los censores
recuperaron el control de la situación. Según se dijo, el brillante OVNI era simplemente el planeta
Venus. Los datos de los controladores de la FAA destruyeron esta afirmación. Su radar había
seguido un “blanco” duro y sólido, situado a menos de 26 kilómetros de distancia, y los informes
visuales lo confirmaban.
Afortunadamente para la fuerza Aérea lo sucedido sólo fue comentado por la prensa local. Dado que
el OVNI había evadido a los reactores no había forma en que jugar a los tremendismos. Pero esotros
casos, desconocidos para la mayoría del público, los pilotos han sido atemorizados, e incluso
aterrorizados, por encuentros muy poco agradables con los OVNI.
Uno de tales casos, clasificado como “Secreto”, estuvo enterrado durante años en el Informe
Número 10 del Proyecto de la Fuerza Aérea. La acción ocurrió en una noche ventosa, cuando un
interceptor F-94, con dos pilotos de la Fuerza Aérea a bordo, estaban sobrevolando la estación de
energía atómica de Hanford, Washington. El reactor se hallaba a 8.000 metros de altura cuando el
radar de tiro captó, repentinamente, un objeto no identificado que se aproximaba a gran velocidad.
Luego, frente a ellos, surgió un brillo rojo, delineando una máquina con forma de disco, más grande
que cualquier avión conocido.
Mientras el OVNI se abalanzaba contra el reactor, el piloto que llevaba los controles dio un rápido
bandazo hacia un lado para evitar la colisión. El disco volador invirtió con rapidez su dirección,
regresando hacia el F-94. Creyendo que era un ataque, el piloto se apresuró a prepararse a disparar.
Pero, en el último instante, el OVNI saltó hacia un lado.
Una y otra vez, el disco se abalanzó contra el interceptor. En cada ocasión, el piloto más veterano se
dispuso a disparar, pero el OVNI picaba o saltaba a un lado con una velocidad fantástica. Durante
quince minutos, el disco volador mantuvo ese terrible juego del gato y el ratón. Luego, se detuvo
bruscamente, hizo destellar por dos veces una luz roja y se perdió en la noche.
Muchos casos importantes, algunos tan preocupantes como el encuentro tenido por el F-94,
quedaron ocultos en los informes 1 al 12 del Proyecto de la Fuerza Aérea, 2 que eran mantenidos en
secreto con esta advertencia oficial:

ADVERTENCIA: Este documento contiene información que afecta a la defensa nacional de los
Estados Unidos, tal como viene definido por la Ley de Espionaje, Párrafo 18, Secciones 793 y 794.
Su transmisión, o la revelación de su contenido, en cualquier modo, a una persona no autorizada,
queda prohibida por la Ley.

Las penas por violar esta ley van desde los cinco años de prisión hasta una multa de 10.000 dólares.
Incluidos en esta evidencia censurada había impresionantes informes del Ejército, la Armada, La
Fuerza Aérea y pilotos de líneas comerciales y otros observadores competentes, entre los que se
halla un comandante de ala de la Real Fuerza Aérea.
Tres informes del Proyecto de la Fuerza Aérea, marcados como “Secreto” describen encuentros
tenidos por bombarderos B-29 sobre Corea. En un caso, el OVNI parecía ser un artefacto cilíndrico
con una estela de escape que pulsaba con rapidez. Girando en dirección al bombardero, el objeto se
acercó “a gran velocidad” durante algunos tensos segundos. Después, picó hacia el suelo, pasando
por debajo del B-29 y desapareciendo al instante.
“Las fuentes de estos informes -afirmaban los analistas del -Proyecto de la Fuerza Aérea- son
veteranos de la Segunda Guerra Mundial, que ya han realizado anteriores misiones de combate
sobre Corea”.
En el informe N. º1 del Proyecto había listados 36 casos confidenciales. Ejemplos: Base de la
Fuerza Aérea de McChord: un OVNI redondo que volaba a gran velocidad seguido por un equipo
de teodolito; despegados cuatro F-94, no pudieron interceptarlo. Terre Haute, Indiana: el
comunicador jefe de aeronaves del CAA (ahora FAA) divisó un OVNI que pasaba a gran velocidad
sobre su aeropuerto. Base de la Fuerza Aérea de Larson, Washington: el radar siguió a un OVNI que
iba a 1.500 km por hora: despegaron varios aviones, pero no pudieron interceptarlo. Battle Creek,
Michigan: un disco de nueve a diez metros de diámetro, con una superficie de metal pulimentado,
voló directo hacia el morro de una avioneta Navion; el piloto logró evitar por los pelos la colisión.
Varios de estos casos ocultos estaban unidos por una pregunta vital:
¿Hay seres a bordo de algunos de los OVNI o se hallan todos bajo control remoto?
Un caso que indica la respuesta se hallaba oculto en el informe N. º9 del Proyecto, marcado como
“Confidencial”. El observador era un oficial de campo asignado al Campo de Pruebas de White
Sands, en Nuevo México. El incidente ocurrió por la noche, mientras el oficial estaba conduciendo
por terreno abierto. Se dirigía hacia White Sands cuando aparecieron extrañas luces frente a él, a la
derecha del camino.
“Pensé que el Departamento del Ejército tenía un nuevo tipo de pirotecnia”, informó el oficial.
Unos minutos más tarde observó una serie de luces que se aproximaban a una altura de unos 120
metros. Al principio creyó que podía ser un transporte C-119 o C-123 que estaba siendo usado para
un lanzamiento de paracaidistas. Pero cuando el objeto giró en ángulo recto sobre el camino vio que
no se parecía a ningún aparato que él conociese.
“Había dos hileras de lo que parecían ser ventanillas, brillantemente iluminadas… yo diría que
tenían de un metro cincuenta a uno ochenta de altura, y que había de seis a ocho ventanillas en cada
una de las dos hileras”.
Antes de que pudiera acercarse más, la máquina desconocida trazó otro ángulo de 90 grados y se
desvaneció en la oscuridad.
En otro caso secreto del Proyecto de la Fuerza Aérea fue divisado un OVNI con ventanillas
iluminadas sobre Craig, Montana. Cuando fue visto por primera vez se hallaba sólo a unos cinco
metros del suelo, moviéndose con tal lentitud que las ventanillas resultaban inconfundibles. Desde
entonces, pilotos y otros observadores entrenados han informado haber visto otros OVNI con
ventanillas. Parece obvio que tales aparatos hayan sido diseñados para llevar tripulación, aunque tal
vez algunos fueran dirigidos por control remoto cuando se les vio cerca de la Tierra.
En 1967, tras 15 años de permanecer en secreto, el Comité del Congreso sobre la “Libertad de la
Información” obligó al Cuartel General de la Fuerza Aérea a entregar los informes, mantenidos
ocultos durante tanto tiempo, para que fueran copiados en el Pentágono. Aunque las fotocopias
obtenidas por el NICAP llevaban la señal de “Eliminado de la lista de secretos”, todos los informes
del Proyecto aún llevaban los sellos originales de “Secreto” o “Confidencial”, además de la
advertencia que hablaba de la Ley de Espionaje.
Para aquellos que jamás dudaron de las negativas de la Fuerza Aérea, esta prueba de que se
mantenían en secreto ciertos datos referentes a los OVNI puede ser preocupante. Y esto es sólo una
pequeña parte del intento de acallar el asunto.
En una de las más increíbles acciones de la censura se hallaba involucrado un alto oficial de la
Fuerza Aérea, el Teniente General Nathan F. Twining. En 1947, tras un brillante historial en la
Segunda Guerra Mundial, el General Twining estaba sirviendo como jefe del Mando de Material
Aéreo. Cuando los objetos voladores desconocidos hicieron su primera aparición se dio cuenta de
las graves implicaciones del asunto y ordenó una investigación detallada a su Mando. Tras tres
meses de comprobaciones intensas y estudios técnicos, la opinión a la que llegó el AMC (Mando de
Material Aéreo) fue solicitada por el General al mando de la Fuerza Aérea del Ejército (que poco
después se transformaría en Fuerza Aérea de los Estados Unidos). El 23 de septiembre de 1947, el
General Twining contestaba al general en jefe con una carta secreta:

1. Tal como ha sido requerido por AC/AS-2, se detalla a continuación la opinión de este Mando
con respecto a los llamados “discos voladores”… Se llegó a esta opinión en una conferencia
entre el personal del Instituto de Tecnología Aérea, la Inteligencia, el jefe de la División de
Ingeniería y los Laboratorios de Aeroplanos, Motores y Hélices de la División de Ingeniería.

2. Nuestra opinión es de que:

a) El fenómeno informado es real y no se trata de algo visionario o ficticio.


b) Hay objetos que probablemente tienen una forma aproximada de disco, de un
tamaño tan apreciable que parecen ser tan grandes como los aeroplanos hechos por el
hombre.
c) Existe la posibilidad de que algunos de los incidentes hayan sido provocados por
fenómenos naturales, tales como los meteoritos.
d) Las características de operación informadas, tales como la capacidad extrema de
ascensión, la maniobrabilidad (particularmente en las guiñadas), y las acciones que
deben ser consideradas como evasivas cuando han sido divisados o contactados por
aviones y radares amigos, dan verosimilitud a la posibilidad de que algunos de los
objetos sean controlados ya sea manual, automáticamente o a distancia.
e) La descripción común aparente de los objetos es tal como sigue:

(1) Una superficie metálica o que refleja la luz.


(2) Ausencia de estela, excepto en algunas ocasiones, cuando, según parece,
el objeto estaba operando bajo condiciones de gran rendimiento.
(3) De forma elíptica o circular, planos en la parte inferior y redondeados en
la superior.
(4) Existen varios informes de vuelos en formación bien mantenida,
agrupando de tres a nueve objetos.
(5) Normalmente no hay ningún sonido asociado, excepto en tres ocasiones
en que se oyó un rugido bastante apreciable.
(6) Se les estiman velocidades de vuelo en horizontal que normalmente están
por encima de los 550 km por hora…

3. Se recomienda que: a) El Cuartel General de la Fuerza Aérea del Ejército emita una directiva
asignando una prioridad, una clasificación secreta y un nombre de código para un estudio
detallado de este tema…
4. Esperando una directiva específica, el AMC continuará la investigación dentro de sus actuales
recursos…

N. F. TWINING,
Teniente General, U.S.A.

Como resultado de la recomendación de Twining, fue creado en secreto el Proyecto Sign, para el
estudio de los OVNI. Pero durante casi diez años no hubo ni una sola información al respecto de la
vitales conclusiones llegadas acerca de los “discos voladores” por el General Twining y los analistas
técnicos del AMC. A finales de la década de los sesenta, el antiguo coordinador del Proyecto de los
OVNI, Edward Ruppelt, hizo pública la conclusión de que se trataban de objetos interplanetarios a
la que había llegado el AMC, pero sin nombrar al General Twining o revelar ningún otro detalle de
valoración. La afirmación de Ruppelt fue declarada falsa inmediatamente, con negativas repetidas
que se producían año tras año, tales como esta típica afirmación del Teniente Coronel L. J. Tacker,
portavoz del Cuartel General de la Fuerza Aérea:
“Nunca ha habido una conclusión oficial de la Fuerza Aérea acerca de que los platillos volantes
sean reales”.
Mientras tanto, los altos jefes de la Fuerza Aérea seguían insistiendo en que no había ningún
secreto. En 1958, el Secretario Asistente de la Fuerza Aérea, Richard E. Horner, dio esta clara
negativa durante un programa televisivo nacional:
“La Fuerza Aérea no está ocultando ninguna información referente a los OVNI. Y digo esto sin
ninguna clase de reservas.”
Aunque Horner se limitaba a cumplir órdenes, como Secretario Asistente se daba perfecta cuenta de
la consigna de mantener el secreto. Una de las órdenes más estrictas se hallaba contenida en la
JANAP-146, emitida por los jefes de Estado Mayor Conjunto, titulada Instrucciones de
Comunicación para la Información de Observaciones Vitales de Inteligencia desde los Aeroplanos
(CIRVIS). Esta consigna no sólo se aplicaba a los aviadores militarse sino también a los pilotos y
tripulaciones de las líneas aéreas civiles.
En la Instrucción 102, JANAP-146 enfatiza que los comunicados CIRVIS deben ser utilizados
únicamente para las informaciones de importancia vital para la seguridad de los Estados Unidos. En
la 201, pone en lista los informes sobre Objetos Voladores No Identificados como uno de los tipos
que requiere una transmisión inmediata, precedida por la “Señal de Urgencia” internacional,
precedencia militar o emergencia. En la 206 ordena que todos los mensajes CIRVIS sean
transmitidos al Mando de Defensa Aérea (ahora Aeroespacial), al Secretario de Defensa y al Mando
Militar estadounidense más cercano. Tras un gran énfasis destinado a lograr una entrega inmediata,
la JANAP-146 advierte que la transmisión no autorizada o la revelación de informes CIRVIS queda
prohibida bajo la Ley de Espionaje, con las penas ya citadas.
Bajo las normas de la JANAP-146, centenares de pilotos que informaban acerca de los OVNI han
sido acallados estrictamente y aún hoy se ven silenciados de un modo oficial. Si se les permitiera
revelar sus encuentros y observaciones, sus relatos constituirían una aportación muy importante a
los datos verificados sobre los OVNI.
Desde 1947, los OVNI han maniobrado sobre las bases espaciales, los centros de emergencia
nuclear, los aeropuertos, las ciudades y las granjas, obviamente observando cada aspecto de nuestra
civilización, para llevar a cabo algún propósito altamente importante. Durante esta larga vigilancia
la Fuerza Aérea ha hecho dos valoraciones en gran escala de los datos verificados. En ambos
análisis, detallados y documentados más adelante, los científicos y oficiales de Inteligencia de la
Fuerza Aérea han llegado a esta conclusión secreta:

Los OVNI son espacio naves de algún mundo más avanzado, que están dedicados a una extensa
observación de nuestro mundo.

Una fase importante de la vigilancia de los Ovni incluye la observación de nuestras defensas
estratégicas. Desde principios de 1967 ha sido efectuada una detenida observación de nuestros
grandes proyectiles Minuteman, los cohetes intercontinentales tan vitales para nuestra defensa.
En la noche del 5 de marzo de 1967, un Objeto Volador No Identificado fue seguido por una
estación de radar de la Fuerza Aérea situada cerca de Minot, Dakota del Norte. Estaba dirigiéndose
hacia una de las bases Minuteman, donde los proyectiles se hallan en el interior de los silos,
dispuestos para su lanzamiento.
En unos segundos fue dad la alarma a la base de la Fuerza Aérea de Minot y a los defensores de los
proyectiles: “grupos de combate” de la Fuerza Aérea, equipados con rápidos camiones armados. Un
minuto más tarde se divisaba al OVNI, un vehículo metálico circular de unos treinta metros de
diámetro.
Los guardas de los proyectiles, dispuestos a entrar en acción, contemplaron con tensión como
descendía el aparato. Las luces que centelleaban alrededor de su borde hacían brillar un domo que
había en el centro, aparentemente el compartimiento de control. Los soldados no podían decir si el
OVNI estaba siendo pilotado o era controlado por un mecanismo. Los reflejos de las luces del borde
les impedían ver el interior.
Mientras el disco giraba hacia el silo más cercano, tres grupos de combate corrieron tras él.
Súbitamente, el OVNI se detuvo y quedó flotando a unos 150 metros de altura. Los guardias
apuntaron sus armas hacia el domo, pero retuvieron el fuego pues tenían órdenes de capturar la
máquina sin causarle daños, caso de que aterrizase.
Mientras tanto, en la base aérea de Minot, Inteligencia había enviado un mensaje urgente al
NORAD, el Mando de Defensa Aérea norteamericano. Los pilotos de caza se hallaban a bordo de
sus reactores F-106, dispuestos a despegar si el NORAD ordenaba un ataque. Pasaron cinco
minutos sin recibir respuesta. Entonces, un oficial de cohetes llamó ansioso a la base. El disco
estaba ahora sobrevolando el centro de control de lanzamientos, el corazón del sistema de silos.
Operaciones estaba a punto de dar la partida a los reactores, sin esperar la orden del NORAD,
cuando el OVNI saltó hacia arriba y se perdió de vista.
Inquietantes actuaciones como ésta, en las que no se tiene ninguna pista del propósito perseguido
por los alienígenas, están siendo aún llevadas a cabo cerca de las bases de proyectiles de Dakota del
Norte, Montana y Wyoming.
Este informe de Minot es uno de los millares que he logrado en veintiún años, durante trece de los
cuales he sido director del NICAP, la mayor organización de investigación sobre los OVNI que
existe en el mundo. Además de los informes del NICAP, tengo datos convincentes obtenidos a
través de contactos establecidos cuando era piloto del Cuerpo de los Marines y luego jefe de
información de la Aeronáutica Civil (ahora la Administración Federal de Aviación). Muchos de esos
informes confirman o duplican pruebas de la realidad de los OVNI que la Fuerza Aérea ha tratado
de ocultar.
Durante todo este tiempo, los miembros de la Fuerza Aérea fueron silenciados por una orden
especial, AFR 2000-2, luego renumerada 80-17. Se prohibió al personal de la Fuerza Aérea que
discutiese sobre los OVNI con personas no autorizadas “a menos que se les diese una orden directa,
y aun así sólo en base a lo que fuera necesario saber” (Sección B-10). Pero con todos los millares de
encuentros y observaciones era inevitable que algunos casos importantes fueran conocidos,
especialmente antes de que se endureciera la censura.
Una filtración que produjo asombro en el Cuartel General se refería a un encuentro habido el 14 de
marzo de 1969. Los testigos fueron los pilotos y tripulación de un avión cisterna KC-135 de la
Fuerza Aérea con base en Tailandia y el Coronel Robert M. Tirman, un médico de vuelo de la
Fuerza Aérea.
El Coronel Tirman se hallaba en la sección de cola cuando oyó por el interfono las sorprendidas
voces de los pilotos. Cuando llegó a la cabina de vuelo se sintió muy asombrado al ver una máquina
cilíndrica, más grande que el avión cisterna, que volaba en formación con éste y a su misma altura.
La tripulación sabía que había OVNI cilíndricos, ya que uno de éstos había sido visto sobre Danang.
Pero el ver personalmente aquel fantástico aparato los dejó anonadados.
Aunque parecía estar simplemente observando el avión cisterna, el comandante del mismo se puso
en contacto por radio con una base de la Fuerza Aérea y pidió interceptores. Al cabo de unos
minutos la base le volvió a llamar: Inteligencia se sentía ansiosa por obtener más detalles de aquel
raro tipo de OVNI.
Con gran cautela, el comandante se deslizó sobre un ala en dirección hacia el artefacto de extraño
aspecto. No se veían señales de ninguna fuente de energía o controles. Estaba buscando portezuelas
o ventanillas, o cualquier otra indicación de que fuese tripulado, cuando el OVNI giró y desapareció
en pocos segundos.
De acuerdo con AFR 200-2, fueron enviados inmediatamente informes por radio y en código al
Secretario de la Fuerza Aérea, el Directorio de Inteligencia y la División de Tecnología Extranjera
de la base de la Fuerza Aérea de Patterson. Los detalles fueron analizados en secreto por los
expertos e Inteligencia. Pero en diciembre de 1969 este informe fue públicamente desacreditado,
junto con el resto.
Pero, a pesar de las presiones oficiales, ex miembros de las fuerzas armadas que conocían la verdad
han advertido del peligro que se corría al mantener este secreto.
El Coronel Joseph Bryan, miembro retirado de la Fuerza Aérea y que fue Asistente Especial del
Secretario de la Fuerza Aérea durante las operaciones del asunto OVNI, dijo: “Los OVNI son
aparatos interplanetarios que observan de un modo sistemático la Tierra, ya sea tripulados,
controlados a distancia o ambas cosas. La información acerca de los mismos ha sida mantenida en
secreto por las esferas oficiales. Esta política es peligrosa.”
El Vicealmirante R. H. Hillenkoetter, Comandante de Inteligencia en el Pacífico durante la Segunda
Guerra Mundial y Director de la CIA, afirmó: “La Fuerza Aérea ha estado engañando
continuamente al público de los Estados Unidos acerca de los OVNI. Urjo al Congreso a que tome
medidas para reducir el peligro que se deriva de mantener el secreto”.
Otros veteranos militares que afirmaron la necesidad de que se comunicara lo que sucedía al
público fueron, entre otros, el Teniente General retirado P. A. del Valle, de los Marines. Los
Contralmirantes D. S. Fahrney y H. B. Knowles, el Coronel R. B. Emerson, de la Reserva del
Ejército y el Coronel Jim McAshan, de la Reserva de la Fuerza Aérea.
En 1968 el Comité Espacial del Congreso fue informado de que el mantener en secreto la situación
incrementaba la posibilidad de que estallase el pánico cuando, al fin, el público se enterase de la
verdad. Una de estas advertencias llegaba de un ex-psicólogo investigador de la Fuerza Aérea, el
doctor Robert Hall, jefe del Departamento de Sociología de la Universidad de Illinois.
“El mayor riesgo de pánico -dijo el doctor Hall- surgiría de un enfrentamiento dramático entre los
supuestos “visitantes” y una serie de humanos que no estuviesen preparados y a los que se hubiese
asegurado, por parte de sus líderes, que tales visitantes no existían.”
Incluso sin que sus ocupantes dieran señales de vida, la sola aparición de los OVNI ha aterrorizado
a muchas personas. El doctor George Walton, físico, iba en coche por Nuevo México con su esposa
cuando dos discos voladores descendieron cerca de su automóvil. El científico apretó el acelerador
hasta el fondo. Durante tres minutos frenéticos condujo el vehículo a 140 km por hora, tratando de
escapar. Luego aparecieron frente a él las luces de un pequeño pueblo y los discos aumentaron su
altura de vuelo, dejando a los Walton en un estado de shock.
Una terrible experiencia, que la Fuerza Aérea trató de mantener en secreto, me fue comunicada por
un agente del Departamento de Justicia que se hallaba efectuando un trabajo de campo. Su
declaración firmada, que me fue entregada con la aprobación de su jefe de sector, duplica el informe
que dio a la Fuerza Aérea. Después, me habló de la poderosa impresión que le causó aquel
encuentro repentino.
Justo después de la medianoche del 12 de enero de 1965, el inspector Robert E. Kerringer, que iba
en un coche oficial del Departamento de Justicia equipado con radio transmisor y armado con un
revólver calibre 357 Magnum, se hallaba de patrulla al norte de Lynden, Washington.
La noche era oscura, encapotada por una masa de nubes que se hallaba a 600 m. de altura.
Escuchando las charlas que por radio tenían los otros agentes y el Cuartel General del sector situado
en Blaine, Washington, el inspector se dirigía al Oeste, a lo largo de una carretera bordeada de
árboles.
Antes de entrar a formar parte del Departamento de Justicia, Kerringer había servido durante seis
años en la Guardia Aérea Nacional, asistiendo a varias escuelas de la Fuerza Aérea. Ahora, a los 28
años de edad, graduado en la Academia del Departamento, estaba considerado como un agente
eficiente, en el que se podía confiar por completo en caso de emergencia.
Conduciendo a unos 65 km por hora, Kerringer se hallaba algunos kilómetros de Lynden cuando, de
repente, un brillante destello iluminó el terreno.
“Era tan poderoso -me dijo- que podía ver las granjas en la distancia. Estaba a punto de detenerme y
salir cuando aquella cosa brillante cayó hacia abajo, justo por encima del coche.
“Casi me muero de miedo… estaba como paralizado. La cosa era redonda, de unos diez metros de
diámetro, pero su brillo era tan cegador que no podía ver ningún detalle. Cuando se detuvo, justo
encima de la carretera, estaba a menos de quince metros de mí. Yo ya había pisado el freno a fondo
pero estaba seguro que iba a chocar con aquello.”
Kerringer se preparaba para el choque, cuando el OVNI saltó hacia arriba, apartándose.
“Salí del coche de un salto y lo vi flotando encima de mí. Estaba tan estremecido que saqué mi
revólver, pero algo me impidió disparar.”
La extraña máquina permaneció encima del coche del Departamento de Justicia durante
aproximadamente tres minutos. En el centro del disco había un área oscura redonda; el resto seguía
brillando con gran fuerza.
“Colgaba allí, inmóvil -informó Kerringer-. Tenía una fuerte sensación de estar siendo observado.
Quizá me estuviesen observando por control remoto, o tal vez fuera pilotado. No había forma de
saberlo.”
Tendía la mano hacia el micrófono de su radio, para llamar al cuartel general, cuando el disco
volador comenzó a moverse. Subiendo con mucha más velocidad que cualquier reactor, se
desvaneció entre las nubes.
“Esto puede sonar raro -me dijo el inspector-, pero cuando me dio miedo de verdad fue cuando se
hubo ido. En realidad, hasta tuve náuseas.”
Otros dos agentes del Departamento de Justicia divisaron también al OVNI, y la base de la Fuerza
Aérea de Blaine afirmó que lo habían seguido con el radar, exactamente donde Kerringer lo había
visto.
Aunque la Fuerza Aérea no tenía ninguna autoridad sobre el inspector, un oficial de Blaine le
advirtió que debía guardar silencio. Pero luego, recordando lo que había tenido que soportar,
Kerringer no quiso seguir su consejo. Cuando se enteró de que yo estaba tratando de lograr que
cesase ese secreto no justificado, a través del NICAP y otros canales, convenció a sus superiores de
que yo debía tener su informe, siempre que su nombre y el del Departamento se mantuvieran en
secreto. 3
“La Fuerza Aérea está cometiendo un grave error al tratar de ocultar esto”, me dijo. “El asunto
puede estallarles en la cara. Debería advertirse a la gente que pueden sucederles cosas así. Yo no
creía que los OVNI fueran reales. Tuve que enterarme por propia experiencia muy dura.”
Frecuentemente, tras vivencias asombrosas como ésta, los testigos me han preguntado si sé qué es
lo que oculta la Fuerza Aérea. ¿Ha logrado saber por qué están aquí los OVNI? ¿Cree que estamos
en peligro? ¿Sabe qué clase de seres controlan los OVNI? ¿Qué es lo que sucederá si aterrizan aquí?
Las respuestas tienen una importancia trascendental. Si los humanos y los alienígenas se
encontrasen, el impacto sería tremendo. Sin importar cuál sea nuestra edad, sexo, raza o religión,
muchas fases de nuestras vidas resultarían afectadas. Incluso sin que hubiese un encuentro físico, la
comunicación con una raza avanzada tendría unas repercusiones muy notables. Podría ofrecernos
conocimientos que cambiarían nuestro mundo: ayudas para progresar en muchos campos
procedentes de una civilización mucho más allá de nuestro estadio de desarrollo. El contacto con
una raza avanzada también podría causarnos problemas, aunque no hubiese una verdadera
hostilidad.
Pienso contarles todo lo que he descubierto acerca de los datos enterrados, los descubrimientos
importantes, el juego oculto y otros aspectos cruciales de este compilado problema. Pero, primero,
deberían conocer algunos hechos sucedidos al principio.
Cuando los OVNI aparecieron por primera vez en las cabeceras de los periódicos, en junio de 1947,
la mayor parte de la gente se burlaba de los relatos de los platillos volantes. Yo era uno de los
escépticos. Resultaba difícil creer que estábamos siendo observados por una raza superior a
nosotros… al menos en lo tecnológico.
Muchos oficiales de la Fuerza Aérea ni siquiera querían molestarse en leer los informes sobre los
OVNI. Pero otros, como el General Twining, estaban convencidos de que estos informes eran
ciertos. No había ninguna indicación acerca de los motivos de los alienígenas, y el miedo de que
pudieran ser hostiles aumentó después de la primera persecución que produjo efectos fatales.
El 7 de enero de 1948, una gran máquina redonda descendió sobre Kentucky, siendo vista por el
Comandante y otros componentes de la base de la Fuerza Aérea de Godman, la policía estatal y
millares de ciudadanos. Mientras sobrevolaba Godman, el Capitán Thomas Mantell, as de la
Segunda Guerra Mundial y otros dos pilotos de caza intentaron interceptarlo. Los compañeros de
Mantell perdieron contacto con el Capitán entre las nubes, pero el as salió por encima de éstas.
“He divisado esa cosa -radió a la torre de Godman-. Parece metálica y es de un tamaño
impresionante… Ahora está comenzando a subir… Voy a seguirla hasta los 6.000 metros. Si no
logro acercarme, abandonaré la caza.”
Fue su último mensaje. Luego, el cadáver de Mantell fue hallado cerca de su destrozado aparato, a
unos 150 kilómetros de Godman. La noticia, retransmitida por los servicios informativos, fue que
había estado persiguiendo un platillo volante, peo la mayor parte de las personas no se creían este
tipo de noticias y supusieron que debía de haber alguna razón más normal.
Poco después de esto el Proyecto Sign comenzó su investigación en la base de la Fuerza Aérea de
Wright-Patterson. Estaba compuesto por científicos de primera categoría e ingenieros, ayudados por
oficiales de la Inteligencia Técnica Aérea.
Durante seis meses, los miembros del Proyecto analizaron los datos, interrogaron a pilotos,
seguidores de radar, científicos y otros testigos que tenían un entrenamiento especial. Se averiguó
que la mayor parte de OVNI tenían forma de disco, habitualmente con un domo superior, y un
diámetro de más o menos diez metros. Frecuentemente maniobraban en formación, siendo posible
seguirlos visualmente y por el radar. En segundo lugar estaba el aparato elíptico o con “forma de
cigarro”, que en algunos casos tenía dos cubiertas, con dos hileras de ventanillas. Ambos tipos eran
capaces de rápidas aceleraciones, grandes velocidades e instantáneos cambios de dirección de
vuelo. Resultaba claro que tenían un sistema energético revolucionariamente superior a todo lo
conocido en la Tierra.
En unánime acuerdo, los científicos y oficiales de Inteligencia del proyecto llegaron a esta
conclusión, declarada de “Alto Secreto”:

Los OVNI son espacio naves de otro mundo, que observan la Tierra por algún motivo desconocido.

En el caso de Mantell, las muerte del piloto no fue considerada como una prueba de hostilidad. Su
persecución pudo haber sido considerada como un intento de ataque, originando una acción
defensiva.
El 5 de agosto de 1948 fue entregada en el Cuartel General de la Fuerza Aérea una estimación de la
situación clasificada como “Alto Secreto”. La conclusión referente a las espacio naves pasó por el
Directorio de Inteligencia, sin que hubiera una sola disensión, antes de llegar al jefe del Estado
Mayor, General Hoyt Vandenberg.
Por aquel entonces, algunos miembros del Proyecto y altos jefes del Estado Mayor estaban
convencidos de que los alienígenas efectuarían una observación a escala global antes de iniciar
cualquier acción. Esto podía llevar largo tiempo, ya que incluso una raza avanzada podría encontrar
nuestro planeta difícil de comprender. El miedo a las enfermedades terrestres podría causar un
retraso… e incluso pudiera existir una barrera física o mental que impidiese el contacto con los
humanos. Sobre esta base, ese primer grupo creía que debía mantenerse el secreto hasta que la
Fuerza Aérea tuviera más información.
Pero otros miembros del Proyecto y componentes del Estado Mayor se oponían a que la situación
siguiese así, y urgieron a Vandenberg a hacer pública la conclusión secreta y empezar a preparar al
público. Esto sería mucho mejor, le dijeron al General, que estar esperando hasta que algún suceso
repentino obligase a efectuar una declaración apresurada. Pero Vandenberg se negó en redondo.
Luego me enteré de sus razones por algunos miembros del Proyecto, entre los que se hallaba el
Capitán Edward J. Ruppelt.
“El General dijo que esto causaría una estampida - me dijo Ruppelt-. ¿Cómo podíamos convencer al
público de que los alienígenas no eran hostiles, cuando ni nosotros mismos lo sabíamos? También
dijo que no teníamos ninguna prueba física, como una espacio nave capturada, y que mucha gente
asustada se basaría en esto para afirmar que nuestra conclusión era errónea a pesar de todos los
datos de los expertos. Para ocultar la sugerencia de que se trataba de astronaves, el General mandó
quemar el análisis secreto. Pero se salvó una copia… la del Mayor Dewey Fournet, y yo la vi en
1952” (el Mayor Fournet era el enlace en el Cuartel General del Proyecto sobre los OVNI.)
La existencia de ese informe “Alto Secreto” ha sido confirmada en una declaración escrita por el
Mayor Founet y por el Teniente Coronel George Freeman, antiguo portavoz en cuestiones de OVNI,
para la oficina del Secretario de la Fuerza Aérea. La carta de Freeman verificando la conclusión
secreta y las reacciones de Vandenberg fue transmitida al NICAP a través del jefe de nuestro
subcomité en Londres, Julian J. A. Hennessey
Tras la decisión de Vandenberg, el Proyecto Sign cambió su nombre a Grudge y la Fuerza Aérea
aumentó la virulencia de sus ataques contra los informes sobre los OVNI. En 1949 anunció que se
había demostrado que todos ellos eran falsos y que la investigación de la Fuerza Aérea había
terminado.
Esta afirmación era idéntica a la hecha pública en 1969. Después la Fuerza Aérea pasó a efectuar
operaciones secretas… exactamente tal como lo hizo en 1969. Pero en 1951, bajo un diluvio de
informes publicados, se vio obligada a admitir que su investigación no había sido interrumpida
nunca.
A pesar de esta admisión, La Fuerza Aérea continuaba ridiculizando a los testigos. Algunos de los
ataques casi resultaban increíbles, tal como esta afirmación pública del Coronel Harold E. Watson,
Jefe de Inteligencia de la Base de la Fuerza Aérea de Wright-Patterson:
“En el fondo de casi cada uno de los informes que hemos estudiado se halla un loco, un fanático
religioso, un buscador de publicidad o un bromista pesado y malicioso.”
Durante los años cincuenta la fuerza Aérea hizo grandes esfuerzos para tratar de enterrar todos los
informes sobre los OVNI. Pero algunos casos especialmente dramáticos resultaron imposibles de
ocultar.
Un informe que llegó a las cabeceras de los periódicos y causó problemas a la Fuerza Aérea fue el
dado por el Capitán G. W. Schemel de la Trans World Airlines. Cuando ocurrió el hecho, el vuelo
21 de la TWA acababa de pasar sobre Amarillo, Texas, en dirección al oeste. La hora era las 10,15
de la noche, la altitud 5.400 metros y la visibilidad 25 kilómetros.
El Capitán Schemel se hallaba a los mandos y su copiloto estaba haciendo una comprobación de
instrumental cuando, súbitamente, se materializaron a aproximadamente un kilómetro de distancia
las luces de un aparato desconocido. La repentina aparición del OVNI resultaba casi increíble.
El extraño aparato se acercó en línea recta hacia el avión comercial, a una velocidad fantástica.
Schemel picó justo a tiempo, y el OVNI pasó por encima de él, como una mancha de luz. A través
de la puerta del compartimiento de vuelo, el capitán podía oír a los pasajeros gritando. Salió del
picado, le dijo a su copiloto que se hiciese cargo de los mandos, y corrió hacia el compartimiento de
los pasajeros.
Era un verdadero lío. Cuando el avión había picado, los pasajeros que llevaban desabrochados los
cinturones de seguridad habían sido lanzados contra el techo. Al salir del picado, cayeron hacia
atrás, chocando contra otros pasajeros o desplomándose en el pasillo.
Una anciana sangraba por un grave corte en la cabeza, se hallaba sobre un amasijo de sombreros y
paquetes. Otros siete pasajeros y las dos azafatas habían resultado heridos y algunos de los otros
estaban casi al borde de la histeria.
El Capitán Schemel corrió hacia la cabina y llamó por radio al aeropuerto de Amarillo. Declarando
que necesitaba efectuar un aterrizaje de emergencia, pidió ambulancias y doctores. Ala mañana
siguiente, la historia había sido divulgada por todo el país. La Fuerza Aérea trató de dar una
explicación al “objeto misterioso” diciendo que se trataba solo de un aparato normal que Schemel y
su copiloto no habían logrado reconocer. Pero la tremenda velocidad del vehículo hacía que esta
explicación no fuera aceptable. Más tarde, los investigadores de la Aeronáutica Civil demostraron
que no había habido ningún avión convencional en una radio de 80 km. Pero la Fuerza Aérea jamás
quiso admitir que se trataba de un OVNI.
Los informes públicos surgidos en el extranjero también causan problemas a los encargados del
asunto en la Fuerza Aérea. Desde 1947 se han producido millares de observaciones en todo el
globo, en un total de 60 países. Entre los testigos más impresionantes de que se tiene noticia se
hallan el General Paul Stehlin de la fuerza Aérea francesa, el Mariscal del Aire australiano Sir
George Jones, el General A. B. Melville de la Unión Sudafricana y miembros del Ejército y la
Fuerza Aérea de la mayor parte de las naciones civilizadas.
En algunos países, los datos referentes a las naves espaciales alienígenas han sido discutidos
abiertamente por los miembros de los Departamentos de Defensa. Pero en los Estados Unidos el
secreto ha ido en aumento.
En 1966 una nueva erupción en las operaciones de los OVNI hizo que los miembros del Congreso,
la prensa y buena parte del público exigiesen saber la verdad. Además de los informes de
observaciones, comenzaron a circular extrañas historias de seres espaciales.
En California, un periódico sensacionalista afirmó que unos extraños seres del espacio habían
violado a una chica de 19 años. El periódico afirmaba que la joven se hallaba sola en una playa
cuando una astronave aterrizó cerca. Seis seres humanoides de piel azulada y pies palmeados
surgieron del artefacto y la atraparon. Nueve meses más tarde, afirmaba el diario, había tenido un
niño con pies palmeados y piel azulada. Fantásticos relatos de raptos, narraciones de peludos
monstruos espaciales y la afirmación de que se producían extraños asesinatos debidos a los
alienígenas añadieron leña al fuego.
Para evitar una investigación detallada por parte del Congreso, la Fuerza Aérea pagó 523.000
dólares por una investigación, dirigida por el doctor E. U. Condon. En su contrato, Condon y los
otros miembros de la Universidad de Colorado juraban que “el trabajo será llevado a cabo bajo
condiciones de estricta objetividad”. Pero, en privado, Robert J. Low, que poco después iba a
convertirse en administrador del proyecto, mostraba una actitud muy diferente. En sus sugerencias
escritas al Vicepresidente de la Universidad de Colorado, Thurston Marshall y otros dirigentes
universitarios, Low hizo esta interesante afirmación: “Nuestro estudio será llevado a cabo casi
exclusivamente por incrédulos… Me parece que lo que deberíamos hacer es describir el proyecto de
tal forma que ante el público se presentase como un estudio absolutamente objetivo…”. 4
Durante más de un año, como director del NICAP, presencié las actividades internas del Proyecto
de Colorado. Tal como verán más tarde, se trataba de una forma de operar extraña y a veces
asombrosa. La mayor parte de los científicos trataron de efectuar un examen serio e imparcial de la
evidencia. Pero de los casi 15.000 informes sobre OVNI con que se podía contar (millares de ellos
debidos a observadores muy competentes y fiables), Condon y Low seleccionaron apenas un
centenar para su comprobación. Algunos eran tan dudosos que ya habíamos puesto en guardia a
ambos hombres en su contra. Y fueron muy pocos los testigos responsables entrevistados.
Sobre esta base tan tenue, Condon emitió una conclusión que casi repetía la afirmación de la Fuerza
Aérea: no existe ningún secreto, ningún peligro por parte de los OVNI, ni siquiera evidencia de que
tales objetos existan.
El Proyecto de Colorado y las conclusiones de Condon fueron rápidamente denunciados por Hynek,
antiguo consultor de la Fuerza Aérea, el congresista J. Edward Roush, presidente de los debates de
1968, consejeros técnicos del NICAP y otros científicos e ingenieros bien informados. También
fueron atacados acerbamente por el Instituto Estadounidense de Aeronáutica y Astronáutica, que
cuenta entre sus 35.000 miembros a los principales científicos aeroespaciales.
Furioso ante estas críticas, Condon estalló de una manera que asombró a sus colegas científicos y a
otros que tenían de él la imagen de un investigador tranquilo y objetivo. Parte de su indignación iba
dirigida contra los editores de obras sobre los OVNI y maestros que permiten a sus estudiantes leer
esta “pseudociencia” en su tiempo de estudio.
“si son hallados culpables de esto -declaró Condon-, deberían ser azotados en público y expulsados
para siempre de su profesión.” 5
En la batalla que ahora se está planteando es casi seguro que el Proyecto Colorado quedará expuesto
como algo sin valor alguno, lo que acelerará el fin de todo este secreto. La admisión oficial de que
los OVNI son naves espaciales alienígenas asombrará a millones de personas y, probablemente,
asustará a muchos al principio. Pero, en cuanto los ciudadanos conozcan todos los hechos, y vista la
ausencia de cualquier tipo de hostilidad, la histeria disminuirá.
Durante años, nos hemos dado cuenta de que podemos ser aniquilados sin previo aviso por medio
de los proyectiles intercontinentales o lanzados desde submarinos. Pero hemos aprendido a convivir
con este peligro, porque lo conocemos. Una vez que el país sepa la verdad acerca de los OVNI es
muy probable que aprenda a vivir con el problema… que puede ser mucho menos peligroso, en
realidad, que la amenaza de una Tercera Guerra Mundial. Al menos, de este modo estaríamos mejor
preparados para cualquier cosa que pudiera suceder.
Algunas personas que se oponen al mantenimiento del secreto, situadas en posiciones clave, están
trabajando entre bastidores para conseguir que se realice una investigación nueva, sin prejuicios y
abierta de toda la evidencia despreciada y oculta. Probablemente, esto lleve a un programa
prioritario y a gran escala similar al Proyecto Manhattan que produjo la bomba atómica, en que
millares de científicos e ingenieros buscarían pistas que desvelasen la tecnología avanzada de los
OVNI.
Pero es mucho más urgente aún la necesidad de comunicarse con esos alienígenas desconocidos.
Una y otra vez, las personas que están al control de la situación han rechazado todos estos planes…
en parte por miedo a poner en peligro todo su juego oculto.
Si hubiéramos establecido comunicación cuando se hizo tal sugerencia por primera vez a personajes
de importancia, quizá ahora ya no tuviéramos que preocuparnos acerca de algunos aspectos de la
vigilancia.
Una cuestión importante y que aún no ha sido desvelada es la referente a ciertos daños causados,
según se dice, por los OVNI. En el informe de análisis de la academia de la Fuerza Aérea, existen
ciertas indicaciones, muy serias, de que los OVNI han inflingido quemaduras y otros daños a
personas humanas, y también que han causado ciertos efectos mentales y físicos muy peculiares.
El número de casos es relativamente pequeño… menos del 1 % de los encuentros sobre los que se
poseen informes. Quizá algunos de los daños a las personas puedan haber sido causados por errores
de control o por aparatos automáticos utilizados para impedir que los humanos se acerquen mucho a
los vehículos espaciales. Pero en algunos pocos casos, muy graves, no se pueden aplicar estas
explicaciones tan fáciles, y la Fuerza Aérea ha suprimido o ridiculizado tales evidencias para
impedir la histeria.
Es importante que averigüemos si alguno de estos daños ha sido infligido deliberadamente. Y,
aunque ninguno de ellos hubiera sido intencional, la posibilidad de que más tarde se produzcan
acciones hostiles no es algo que deba ser ignorado. Debemos tratar de descubrir, tan pronto como
nos sea posible, las fuerzas utilizadas en estos casos, para así tratar de crear defensas contra las
mismas… aunque quizá no sea necesario utilizarlas.
2

FUERZAS DESCONOCIDAS

Uno de los más dramáticos casos de daños causados por platillos es el ocurrido en Fuerte Itaipu, en
Brasil. 1 Los líderes militarse brasileños se sintieron tan preocupados por lo sucedido que pidieron
ayuda a los Estados Unidos para llevar a cabo una investigación confidencial. Y, aunque esto
sucedió en 1957, el caso no ha sido nunca cerrado.
El hecho de Fuerte Itaipu ocurrió en un tiempo de gran excitación en todo el mundo. Poco antes los
rusos habían lanzado el Spútnik I, el primer satélite construido por el hombre que orbitase la Tierra.
Fue seguido con gran rapidez por el Spútnik II. Y como prueba del gran interés de los alienígenas
por nuestro primer paso en el espacio, inmediatamente se incrementaron el número de
observaciones de OVNI.
En el área de pruebas de cohetes de White Sands descendió, posándose un breve instante, una nave
con forma de disco. Fue vista por la policía militar del Ejército, pero volvió a despegar antes de que
pudieran llegar a ella. Poco después, otros policías militares de White Sands vieron un segundo
OVNI planeando a quince metros del suelo. En una declaración oficial del Ejército fue descrito
como una nave controlada, de más de 60 metros de largo.
Dada la excitación causada por este hecho, la censura comenzó a resquebrajarse. Fueron desveladas
numerosas observaciones hechas por pilotos militares y civiles, operadores de torres de aeropuerto,
un ingeniero en cohetes y otros observadores cualificados. A esta tensión se añadió el hecho de que
diversas fuentes extranjeras diesen cuenta de informes similares en América del sur, Canadá,
Australia, Europa y África del Sur. Pero no se dio noticia de daño alguno… hasta el extraño
incidente del fuerte brasileño, sucedido el 4 de noviembre de 1957.
Hacia las dos de la madrugada, dos centinelas de Fuerte Itaipu vieron una brillante luz por encima
de ellos. Al principio creyeron que se trataba de una estrella que se encendía por alguna causa
desconocida. Luego se dieron cuenta de que era un objeto que descendía a una tremenda velocidad,
directamente hacia el Fuerte. A unos trescientos metros por encima de ellos, el OVNI redujo su
velocidad bruscamente. Luego, continuó descendiendo con lentitud, sin producir el menor sonido.
Por aquel entonces los aterrorizados centinelas podían ver la forma del objeto a través del brillo
naranja que lo rodeaba. Era circular, tenía al menos treinta metros de diámetro y era obvio que se
hallaba bajo un control muy preciso.
Aún en silencio, la extraña máquina se detuvo a unos cuarenta y cinco metros por encima del
Fuerte. Iluminados por el extraño brillo, los centinelas se quedaron petrificados. Cada uno de ellos
estaba armado con una metralleta, pero ninguno pensó en dispara conta el OVNI o en hacer sonar la
alarma.
Por aquel entonces podía oírse un zumbido continuo, similar al sonido de un generador, surgiendo
del interior del disco que flotaba sobre sus cabezas. De repente, una ardiente ola de calor golpeó a
los dos soldados. Fue instantánea y al momento alcanzó su máxima fuerza, sin que se vieran llamas
ni rayo alguno.
A los aterrorizados centinelas les pareció como si estuviesen ardiendo. Uno, no pudiendo resistir el
intenso calor, cayó de rodillas y se desplomó. El otro, aullando de dolor y miedo, se lanzó bajo un
cañón para buscar refugio. Sus gritos despertaron a las tropas de la guarnición, pero, antes de que
ninguno de los soldados pudiera salir al exterior, se apagaron todas las luces. En el interior del
Fuerte sólo penetró una moderada cantidad de calor, pero esto, junto con la total oscuridad, bastó
para iniciar un pánico.
Al cabo de un minuto cesó el calor, y momentos más tarde volvieron a encenderse las luces.
Algunos de los soldados brasileños, corriendo hacia sus puestos de combate vieron el brillante
OVNI mientras se alejaba hacia el infinito.
Los centinelas quemados fueron llevados al interior, prestándoseles auxilios médicos. Entonces, el
comandante del fuerte envió un mensaje urgente al Cuartel General del Ejército brasileño. Poco
después la Fuerza Aérea brasileña iniciaba patrullas especiales. Y el asunto del Fuerte Itaipú era
declarado Secreto.
Dado que los Estados Unidos tenían muchos más conocimientos acerca de los OVNI, los alto
mandos brasileños pidieron a la embajada americana ayuda para la investigación. Tan pronto como
fue posible, oficiales del Ejército y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos fueron llevados al Fuerte,
acompañados por investigadores de la Aeronáutica brasileña.
Los centinelas afectados por las quemaduras aún seguían estado grave, pero podían hablar por
breves períodos. Tras recibir los detalles de la aproximación del OVNI y del extraño calor, los
investigadores se plantearon la pregunta más importante:
“¿Por qué fueron atacados los centinelas?”
Buscando un motivo, uno de los oficiales de la Fuerza Aérea estadounidense recordó el informe del
Proyecto Sign. Algunos de los miembros del mismo creían que la Tierra había sido observada de un
modo periódico por una raza adelantada, y sus opiniones estaban en el informe:
“Tal civilización podría observar que en la Tierra tenemos ahora bombas atómicas y estamos
desarrollando con gran rapidez cohetes espaciales. Dado el pasado histórico de la Humanidad
(frecuentes guerras, que indican la beligerancia de la raza humana) podrían estar alarmados. Por
consiguiente, éste es el momento en que podemos esperar, más que en ningún otro, tales visitas.”
Según esto, el principal propósito de los alienígenas sería mantener una vigilancia sobre nuestras
investigaciones espaciales, por miedo a que se convirtiesen en una amenaza para otros mundos. Si
esta teoría fuera correcta, podría ser utilizada para ligar el lanzamiento de los Sputniks con el
ataque a Fuerte Itaipú.
Pero tales conjeturas suponían ir demasiado lejos, como todos los investigadores estuvieron de
acuerdo. Eso significaría que los alienígenas estaban preocupados por nuestros primeros e inseguros
pasos en el espacio, preocupados por unos pequeños vehículos espaciales tan primitivos como lo es
una canoa tallada en un tronco en comparación con un paquebote transatlántico. Esto también
significaría que las quemaduras pretendían ser una demostración de una tecnología avanzada en
armamentos que podría ser usada contra unos exploradores agresivos procedentes de la Tierra. Pero
estábamos a muchos años de los vuelos espaciales tripulados, y eso a un lugar tan cercano como la
Luna. Siguiendo una lógica humana, no podíamos suponer una amenaza para una raza espacial
avanzada ni entonces… ni posiblemente nunca.
Y aunque los alienígenas creyesen que valía la pena dar su advertencia con mucha anticipación,
¿por qué elegir Fuerte Itaipú para esa demostración? ¿Por qué no la base soviética de lanzamiento
de Sputniks o las nuestras aéreas de pruebas de cohetes?
Un investigador sugirió que sólo intentaban efectuar una demostración que no causase daños a
nadie. Si así era, los centinelas podían haber sido quemados por un aumento accidental de la fuerza
calorífica. Pero esta idea esperanzadora seguía sin explicar el que hubieran elegido un fuerte remoto
en un país que no tenía ninguna conexión con los experimentos de viajes espaciales.
No podía hallarse ninguna respuesta razonable al enigma… todo aquello no parecía tener sentido
alguno.
Cuando llegó un informe secreto sobre este caso a Washington, el Cuartel General de la Fuerza
Aérea había detenido ya la marea de publicidad acerca de los OVNI, sobre todo afirmando que los
testigos eran incomprensibles… o unos tontos integrales.
En el primer incidente en White Sands, el objeto que los policías militares habían visto aterrizar fue
explicado como el planeta Venus. En el segundo caso de White Sands, el OVNI que flotó a 15
metros de altura fue “identificado” como la Luna. Para desprestigiar el informe dado por un experto
en cohetes de la fuerza Aérea, ésta lo definió públicamente como un “bromista”… y luego, en
privado, le dio una promoción de dos grados después de que hubo cesado de discutir lo que había
visto.
Pero, a pesar de todas sus negativas, el Directorio de la Inteligencia de la Fuerza Aérea estaba
comprobando seriamente centenares de observaciones. Cuando se recibió el asombroso informe de
fuerte Itaipu, otros casos previos en los que había intervenido una fuerza calorífica fueron
examinados rápidamente para tratar de obtener posibles claves del enigma.
El caso más asombroso era el relativo a la tripulación de un interceptor de la Fuerza Aérea. Justo
antes del mediodía del 1 de julio de 1954 un objeto volador desconocido fue seguido sobre el estado
de Nueva Cork por el radar de la base de la Fuerza Aérea de Griffiss. Se hizo despegar un F-94
Starfire y el piloto subió con un ángulo muy pronunciado hacia su objetivo, guiado por su
observador de radar. Cuando la brillante máquina con forma de disco se hizo visible, comenzó a
acercarse a la misma.
De repente, un calor como de un horno llenó las carlingas. Jadeando por faltarle el aire, el piloto
hizo saltar el techo de la carlinga. A través de la distorsión producida por las olas de calor vio cómo
el observador de radar saltaba en paracaídas. Atontado, sin pensárselo más, se eyectó del avión.
El aire frío y el tirón del paracaídas al abrirse lo despertaron. Vió horrorizado cómo el reactor caía
en picado hacia el centro de un pueblo.
El F-94 cayó aullando en Walesville, Nueva Cork, atravesó un edificio y estalló en llamas. En su
trayectoria, la chatarra incendiada chocó contra un coche. Cuatro personas murieron en el
holocausto: un hombre, su esposa y sus dos hijos. Otros cinco residentes de Walesville resultaron
heridos, dos de ellos de gravedad.
Poco después de que el piloto tocase tierra, junto al pueblo apareció un periodista del lugar. A{un
medio atontado, el piloto le empezó a hablar del extraño calor, pero antes de que pudiera acbar de
contarle la historia llegó un coche de la Fuerza Aérea. El piloto y el observador de radar fueron
llevados apresuradamente a la base de Griffiss. Fueron prohibidas todas las entrevistas, y cuando
apareció en la prensa el artículo del periodista hablando del repentino calor, la Fuerza Aérea lo negó
inmediatamente. No había ningún misterio, informó el Cuartel General a la prensa; se trataba sólo
de un fallo del motor.
Muchas personas de Wallesville se mostraron muy indignadas por la conducta de la tripulación al
saltar en paracaídas, especialmente los heridos y la familia de los muertos. Otros pilotos de la
Fuerza Aérea habían permanecido en sus aparatos averiados (algunos incluso a pesar de ello les
costó la vida) para impedir que chocasen contra ciudades. Pero tras la afirmación de la Fuerza
Aérea muchos residentes de Walesville creyeron que los aviadores habían saltado al primer indicio
de fuego, sin preocuparse en lo más mínimo de lo que había abajo.
Aunque investigué este caso en 1954, había algo de lo que no me enteré hasta 1968. Cuando la
Fuerza Aérea estaba volviendo a estudiar el desastre de Walesville, a causa de otro incidente en el
que el calor había producido daños, un oficial del Cuartel General me dio la siguiente información:
“Ese piloto de F-94 dijo que notó otro efecto además del calor. Algo hizo que su mente quedase en
blanco… ni siquiera podía recordar el que hubiese saltado. Se acordaba del repentino calor y vió al
observador de radar saltando. Pero todo estaba confuso desde ese momento hasta que su paracaídas
se abrió. Esto hizo que medio saliese de la inconsciencia, pero aún se sentía como atontado.
“Los médicos le dijeron que había sido el intenso calor lo que le ocasionó el desmayo. Y también
que su sensación de atontamiento provenía, probablemente, de ver cómo el reactor se estrellaba
contra Walesville. Pero él no se lo creyó. Estaba seguro de que había algo más, aparte del calor.”
-¿Y qué me dice del observador de radar?- le pregunté.
-También estaba atontado, pero no perdió el conocimiento. Claro que salió del aparato antes que el
piloto.
-Debió de ser terrible ver cómo el reactor picaba contra aquella ciudad.
-Lo fue, y aquellos dos hombres pasaron luego por todo un infierno. El piloto suplicó a la Fuerza
Aérea que le dejase hablar en privado con los familiares de los muertos y con la gente que resultó
herida, para que supiesen lo que realmente había pasado. Pero no le dejaron. Los dos hombres
fueron literalmente amordazados.
Aún hoy en día, el informe de la Fuerza Aérea sobre el accidente de Walesville sigue enterrado, y
clasificado como “Secreto”.
Varios investigadores creen que este caso indica que los alienígenas no son hostiles. No fue
realizado ningún intento para dañar a los pilotos después de que saltasen en paracaídas. Según
parece, la fuerza calorífica fue utilizada únicamente para impedirles que se acercasen a distancia de
ataque. Existen varios otros casos que parecen reforzar esta opinión.
Carlos Alejo Rodríguez, piloto e instructor de paracaidismo, informó de otro encuentro, sucedido
sobre Uruguay. Estaba volando cerca de la base aeronaval de Curbelo cuando un OVNI de los del
tipo de domo de unos veinte metros de diámetro se acercó hacia él. Cuando se detuvo flotando,
Rodríguez decidió que valía la pena correr el riesgo de acercarse más, a mirar. A media distancia
hacia el disco volador se sintió casi sofocado por una oleada de calor. Mientras se deslizaba
apresuradamente sobre una ala para escapar, el OVNI se alejó y la temperatura volvió a ser normal.
En 1954 un piloto de pruebas francés de la fábrica de aviones Fouga vio una máquina circular sobre
la ciudad de Pau. Mientras subía hacia ella, le golpeó una oleada d calor. Al borde del desmayo picó
hacia un aire más fresco. El OVNI no hizo ningún intento de seguir su descenso.
Pero, sea cual sea su propósito, esta extraña fuerza calorífica puede ser peligrosa, tal como demostró
el caso brasileño. Si la temperatura fuera incrementada, podría convertirse en un arma mortífera.
Ésta es una razón más para la creciente y dura crítica que se hace al intento de mantener el
secreto… crítica que a veces llega desde los lugares más inesperados.
Un ataque sorprendente fue el hecho por la Corporación RAND, que a menudo ha sido llamada el
“el grupo de pensadores” de la Fuerza Aérea. La RAND (que significa Investigación y Desarrollo)
es conocida en general como una organización de consultas formada por expertos en asuntos
militares, científicos e ingenieros, que actúa a los más altos niveles. En realidad, en algunas de sus
actuaciones es, por lo menos, semioficial, debido a sus fuertes lazos con el Pentágono.
Durante años, la RAND ha sido el primer organismo político de la Fuerza Aérea. En 1955, preparó
un documento para la Fuerza Aérea titulado “Informe especial n.° 14 del Proyecto de la Fuerza
Aérea”, en el que rechazaba la evidencia en pro de los OVNI. Sin embargo, en un posterior análisis,
que casi constituía una revocación total del anterior, preocupó al Cuartel General de la Fuerza
Aérea; aunque llevaba una advertencia contra cualquier uso externo, no era una clasificación oficial
de la Fuerza Aérea que pudiera impedir su publicación. (A mí me dieron, en privado, una copia en
1970).
Llevando la etiqueta “Documento RAND”, este análisis confirma las evidencias de la realidad de
los OVNI, de los daños causados a seres humanos, de la interferencia con la energía eléctrica y
otros importantes aspectos de la vigilancia. Calificando la investigación de la Fuerza Aérea como
prácticamente inútil, urge a la creación de un ente de recopilación de información, centralizado y sin
censura, y que se dé una información, exacta y seria a la prensa.
Este análisis de la RAND fue redactado no mucho después de que un nuevo caso de daños fuera
informado al Comité del Congreso para la Ciencia y la Astronáutica, durante los debates sobre los
OVNI realizados en 1968 (pág. 79 de la memoria de los debates). La evidencia fue comprobada por
el difunto doctor James E. McDonald, que cooperó con el NICAP en varios centenares de
investigaciones.
Este extraño encuentro ocurrió cerca de Beallsville, Ohio, en la tarde del 14 de marzo de 1968. La
observación fue verificada por testigos dignos de confianza en diferentes localidades, pero la acción
principal se centró alrededor de un niño de nueve años de edad llamado Gregory Wells.
El chico y sus padres vivían en una casa rodante situada a unos cuarenta y cinco metros de una casa
propiedad de la abuela del chico. Aquella tarde, Gregory había estado visitando a su abuela. Ya era
casi de noche cuando salió de la casa de ésta, para volver a la suya.
De repente, su abuela lo oyó gritar. Su madre, que estaba en la casa rodante, también oyó sus
alaridos. Cuando las dos mujeres corrieron hacia él lo encontraron revolcándose por el suelo, con su
chaqueta en llamas.
Entre ambas, lograron apagar el fuego. El muchacho sufría quemaduras en el antebrazo y se hallaba
en un estado de shock, por lo que se apresuraron a llevarlo a un hospital. Mientras era atendido
llegaron los ayudantes del sheriff, a los que habían avisado los vecinos de los Wells. El OVNI había
sido visto ya por varios testigos. Los informes, dados por separado, describían un artefacto
cilíndrico que se movía a muy baja altura hacia la propiedad de los Wells.
Tan pronto como pudo hacerlo, Gregory explicó lo que había sucedido. Estaba a media distancia de
la casa remolque cuando vio un extraño objeto iluminado que flotaba sobre unos árboles situados al
otro lado del camino. Mientras se paraba contemplarlo, un apéndice en forma de tubo surgió de la
parte inferior del mismo. Girando para apuntar hacia él, emitió un destello o llamarada.
Inmediatamente, su chaqueta estalló en llamas.
Cuando la madre y la abuela del chico corrieron al exterior, toda su atención estaba concentrada en
él y en su chaqueta ardiendo. En su excitación, mientras trataban de apagar las llamas, no miraron a
su alrededor hasta más tarde. Por aquel entonces, el OVNI ya había desaparecido.
No se pudo encontrar ninguna explicación normal para aquel fuego repentino. Gregory no llevaba
nada encima que pudiera explicar la llamarada que se había extendido con tanta rapidez.
Pero la falta de un motivo era aún más asombrosa. No era muy probable que se tratase de una
prueba de cuáles eran las reacciones humanas frente al fuego… esto ya había sido demostrado en la
investigación de Fuerte Itaipu. Y tampoco podía ser una represalia por los recientes intentos de la
Fuerza Aérea de derribar OVNI. ¿Por qué atacar a un niño de nueve años de edad, que no estaba
relacionado en nada con las cazas de los interceptores?
Tal como sucedía en el caso brasileño, no había explicación alguna… a menos que se aceptase que
los alienígenas atacaban en ciertas ocasiones a los seres humanos por pura satisfacción sádica. Y los
millares de encuentros inofensivos eran un argumento bastante convincente en contra de esto.
Aunque la Fuerza Aérea fue rápidamente informada del asunto de Beallsville, evitó realizar una
investigación. En las bases de la Fuerza Aérea cercanas había investigadores especializados en
OVNI disponibles, sujetos a una orden en vigencia del General Richard O´Keefe, Inspector General
en funciones. Esta orden estaba contenida en una instrucción privada a todos los comandantes de
base de la Fuerza Aérea.
“Lo que se necesita”, afirmaba el General O´Keefe, “es que cada observación de OVNI sea
investigada y se dé información de la misma al Centro Técnico de Inteligencia Aérea de la base de
Wright-Patterson.”
Admitiendo que los OVNI era un problema grave, el General O´Keefe advirtió que las
observaciones de los mismos iban a aumentar, causando aprensión pública. Dio órdenes a los
comandantes de base para que nombrasen oficiales especialistas en OVNI que conociesen las
técnicas de investigación, y si fuera posible fuesen hombres con historiales científicos o técnicos.
Dio instrucciones para que cada oficial especialista en OVNI fuera equipado con un contador
Geiger, una cámara, prismáticos, una lupa y recipientes para muestras (esto se refería a las órdenes
para el manejo de 2materiales procedentes de OVNI o que se sospeche que lo sean”, citadas en 1
AFR 200-2).
Aun a pesar de que la Fuerza Aérea temía que hubiese publicidad en los casos de daños, un oficial
especialista en OVNI de una base de la Fuerza Aérea de Ohio podría probablemente haber dispuesto
las cosas para llevar a cabo un interrogatorio confidencial de los testigos. Quizá esto hubiera dado
alguna pista en el acertijo, aún no resuelto, de la fuerza calorífica. Pero los responsables decidieron
no correr riesgos. Aún recordaban lo sucedido tres años antes con un caso de éstos.
El testigo de este inusitado encuentro con un OVNI fue James W. Flynn, ranchero y entrenador de
perros que vivía en Fort Myers, Florida. A pesar de que los hechos fueron transmitidos a miembros
del NICAP, en aquel tiempo, la verdadera historia de la acción de la Fuerza Aérea es conocida por
bien pocos. La noche del 14 de marzo de 1965, Flynn estaba acampado en los Everglades después
de entrenar algunos perros de caza. Ya habiía pasado la medianoche cuando vio un objeto
brillantemente iluminado que descendía a un par de kilómetros de distancia. Creyendo que debía de
ser un avión con problemas, puso en marcha su vehículo de los pantanos y fue hacia la luz, que era
visible a través de los árboles. A medio kilómetro de distancia abandonó el vehículo y siguió a pie.
Al ir acercándose, Flynn vio que el objeto no era un avión sino una gran máquina con forma de
cono que flotaba silenciosamente a poca distancia del suelo. Tenía unos 25 metros de diámetro en
su base y unos 10 o 15 metros de altura. Se podían ver cuatro hileras de ojos de buey o ventanillas,
a través de las cuales surgía una luz amarilla.
Cuando se acercó más, Flynn oyó un sonido zumbante, pero no pudo ver ni equipo ni ocupantes,
pues parecía haber un panel o pared justo detrás de las ventanillas.
Al cabo de varios minutos, Flynn comenzó a aproximarse al OVNI. Mientras se adentraba en el
círculo de luz alzó una mano, pretendiendo que esto fuera un gesto amistoso, por si estaba siendo
observado. Instantáneamente, un estrecho haz de luz centelleó procedente de una de las ventanillas
bajas. Le dio de lleno en la frente, derribándolo por tierra, inconsciente.
Cuando despertó, horas más tarde, estaba parcialmente ciego. Tenía un doloroso hematoma allí
donde el rayo de luz le había alcanzado. El OVNI se había ido, pero se veía un área chamuscada
donde había estado flotando. Y también habían ardido las copas de los árboles más cercanos.
Flynn consiguió regresar a Fort Myers, donde pasó cinco días en un hospital. Además del golpe en
la frente y de la pérdida de visión, se descubrió que sufría una merma en los reflejos de los
músculos involuntarios y los tendones.
Los informes de prensa sobre el cuento de Flynn llegaron en pleno auge de visiones de los OVNI,
por lo que había un gran incremento en las informaciones que eran publicadas. Para evitar cualquier
alarma pública, el Cuartel General de la Fuerza Aérea intentó “matar” la historia desmintiendo a
Flynn. Los periodistas acreditados en el Pentágono recibieron la información confidencial de que
aquel relato era un fraude y que los detalles serían hechos públicos más tarde.
Cuando Flynn estaba en el hospitall le habían telefoneado oficiales de Inteligencia de la base de la
Fuerza Aérea de Homestead, en Florida. Siguiendo las órdenes del General O’Keefe, habían
obtenido un informe básico y luego le habían dicho a Flynn que se entrevistarían con él de nuevo
cuando saliese del hospital.
Tan pronto como el Cuartel General se enteró de esto, la entrevista fue anulada. Pero el plan de
desacreditar a Flynn fue temporalmente interrumpido ante las noticias que llegaban de Fort Myers.
Docenas de los principales ciudadanos de aquel lugar se habían unido para salir garantes de la
veracidad de Flynn, y entre ellos se encontraban los directores del periódico local News-Press,
hombres de negocios, agentes de policía y el doctor de Flynn. Un día o dos más tarde, el Cuartel
General decidió que el impacto de la noticia era tan sólo local y siguió adelante con el plan para
hacer pública la afirmación de que se trataba de un fraude.
Pero, sin que lo supiera la Fuerza Aérea, el caso había sido cuidadosamente investigado por un
grupo muy competente en el que participaba un representante del NICAP: el Capitán Charles A.
Foresman, miembro retirado de la Armada. El área chamuscada fue hallada tal como la había
descrito Flynn. Y también las copas de los árboles incendiadas, que se hallaban de diez a doce
metros del suelo. También fueron descubiertas marcas de raspaduras en varios troncos de árbol, lo
que indicaba que un objeto pesado los había rozado al descender.
Para que la historia hubiera sid un engaño, Flynn tendría que haber subido a los árboles y quemar
sus copas, así como arañar los troncos. Y no habiía huellas de pasos alrededor de los árboles.
También tendría que haber creado el área chamuscada circular, de nuevo sin dejar huellas. Para
acabar de completar el cuadro, tendría que haberse dado un golpe en la frente con la bastante fuerza
como para causarse un hematoma y afectar su visión. Además, el doctor de Flynn afirmó que los
daños a sus reflejos de los músculos involuntarios y los tendones no podían haber sido simulados.
Cuando llegó información de todo esto al Pentágono, el Cuartel General de la Fuerza Aérea
abandonó inmediatamente el plan de hacer una declaración pública de que se trataba de un engaño.
A los periodistas que preguntaron qué sucedía con la declaración prometida, se les dijo que el
informe de Flynn había sido comprobado por la base de Homestead, pero que las conclusiones aún
no habían llegado. A los que telefonearon a la base de Florida se les comunicó que en Homestead no
se sabía nada del asunto.
Para aclarar este punto, el NICAP escribió a la base. Como réplica, el Capitán Jon H. Adams, jefe
de información, envió la siguiente nota:

“Hemos investigado en los archivos de Homestead y no hallamos nada referente a este incidente en
particular en el que el señor Flynn vio un brillante OVNI y experimentó un golpe “como de martillo
pilón”, tal como usted lo describe.”

Después de los casos de la fuerza calorífica y del de Flynn, los efectos mentales citados en los
análisis de la Fuerza Aérea y del RAND pueden parecer sin importancia. Naturalmente, algunos
informes acerca de reacciones mentales han sido falsificados. Pero otros, detallados por ciudadanos
responsables, parecen ser ciertos. La mayor parte de los efectos no han sido graves, pero hay
peligros potenciales… incluso riesgos definidos.
Uno de los efectos típicamente leves fue el informado por Russell Carter, residente de Pierre,
Dakota del Sur. Carter iba en coche con su esposa una noche de 1967 cuando un artefacto redondo y
luminoso se dirigió hacia ellos. Nivelando su vuelo a unos doce metros, siguió a los Carter durante
cuatro o cinco minutos.
Esto es solo un poco del libro ya que lo estoy digitalizando a mano…pero como no se encuentra en
la red quiero compartir lo que voy transcribiendo por ahora…

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