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Por su parte, en la mayoría de ocasiones, las partículas de agregados suelen ser de arena, grava,
gravilla o, en general, cualquier tipo de árido. Hay que destacar que existen otros tipos de hormigón
que no utilizan cemento como conglomerante sino que, por contra, emplean el betún. Es el caso
de, por ejemplo, el hormigón asfáltico utilizado para la construcción de las carreteras.
El hormigón destaca, principalmente, por ser muy moldeable y por poseer unas excelentes
propiedades adherentes. Además, en pocas horas fragua y se endurece, algo que le confiere una
consistencia similar a la de las piedras. De hecho, esta es la razón por la que su uso está tan
extendido en el mundo de la construcción. Asimismo, en algunos casos se añaden aditivos que
aportan color, que aceleran o retrasan el fraguado, aportan impermeabilidad, etc.
Otra característica fundamental del hormigón es que ofrece unas prestaciones absolutamente
excelentes en términos de compresión. De hecho, es capaz de soportar esfuerzos de muy alta
intensidad en este sentido. Sin embargo, no tiene un buen comportamiento respecto a la flexión y
a la tracción. Por ello, es frecuente que se presente con armaduras de acero en su interior. En
estos casos, lo normal es denominarlo como hormigón armado o cemento armado.
Se estima que, actualmente y desde hace ya bastantes años, el hormigón es el material más utilizado
en el sector de la construcción. Basta con decir que todos los edificios, puentes, puertos, diques,
túneles, canales y, en definitiva, cualquier construcción que se precie, cuenta con hormigón para
sustentarla. Dicho esto, debido a los avances técnicos, hoy en día existen muchas variantes como,
por ejemplo: