La toma de decisiones es inherente al ser humano. Cada persona tiene
mucha experiencia y una gran capacidad para tomar decisiones y por dicho motivo no es habitual preguntarse qué es lo que ocurre cuando se toman decisiones. Simplemente se decide. El problema se plantea cuando se debe tomar decisiones complejas. Es en este momento que la habilidad decisional acondicionada para la habitualidad no sirve. Durante 25 el autor ha usado un pequeño instrumento que enfrenta a los alumnos de pre y post grado a tomar una decisión compleja y en el 99.99% de las situaciones se manifiestan errores en la alternativa elegida. Esto ocurre por no saber que es lo que ocurre cuando se toma una decisión. Cuando se les pregunta el porqué de su decisión, responden con argumentación aparentemente muy racional, pero solo es una forma de encubrir su error. Esto mismo es lo que uno observa al interior de las empresas. La Real Academia de la Lengua Española define decidir como la acción de cortar la dificultad, formar un juicio definitivo sobre algo dudoso o contestable. Resolver, tomar determinación de algo. Mover a alguien la voluntad, a fin de que tome cierta determinación. En términos más técnicos, se entiende por decidir a la elección de una acción de entre un set o conjunto de alterntivas. Para entender en su verdadera magnitud lo que realmente significa decidir es necesario conocer el proceso decisional básico, que consta de seis etapas. La primera etapa es fundamental y consiste en definir el problema o situación frente al cual se está. Muchos procesos decisionales fallan por creer que lo que se observa es el problema en sí, cometiendo el error de no analizar si lo observado es un síntoma del problema. Es interesante pensar en relaciones de causalidad para minimizar el error mencionado. En segundo lugar es importante darse cuenta que nunca se actúa directamente sobre el problema. Lo que se debe hacer es determinar un objetivo, que cuando se logra, permite la solución del problema. La gran mayoría de los errores decisionales se debe a la falta de claridad sobre los objetivos determinados. En tercer lugar se debe buscar información. Debido a lo previamente indicado en relación a que después de un cierto límite de información el riesgo no baja y por el contrario podría subir, es necesario indicar que lo que acota la información necesaria, es la definición del problema y la determinación del objetivo. No se debe olvidar que adicionalmente la información tiene costos en la obtención, procesamiento e interpretación, por lo que cualquier información innecesaria solo aumentará los costos e incrementará el riesgo. Adicionalmente es básico darse cuenta que en las actividades relativas a la información se consume tiempo, lo que podría generar inoportunidad decisional. Debido a lo señalado en relación al tiempo utilizado, que en decisiones complejas puede ser mucho, es recomendable hacerse las siguientes preguntas: ¿Debido al tiempo trascurrido, el problema sigue siendo el mismo? ¿ el objetivo debe seguir siendo el mismo? Las respuestas pueden ser varias, pero lo importante es hacer las preguntas y responderlas antes de pasar a la determinación de alternativas. En cuarto lugar es importante entender que las “alternativas”. son acciones excluyentes, pero que cualquiera de ellas permite el logro de los objetivos planteados. En este punto hay que manifestar la importancia de la creatividad en la determinación de alternativas, pues la mayoría de las veces solo se piensa dicotómicamente (se hace o no se hace). En quinto lugar y una vez determinadas las alternativas es necesario evaluarlas. Esto es, ver con cuál de ellas se logra un beneficio esperado mayor. Esto significa que la mejor alternativa es aquella que obtiene el mejor resultado al ponderar el beneficio que genera por su probabilidad de ocurrencia asignada. En el proceso decisional aparece en el lado izquierdo un corchete con el fin de indicar que el punto 2 es inseparable del punto cinco. En sexto lugar, se debe elegir a la alternativa mejor evaluada, que es aquella que se llevará a la acción. Al parecer con esto se termina el proceso de toma de decisiones, pero no es así. La línea de acción elegida se transforma es un problema de segundo orden, al que hay que determinarle un objetivo, buscar información, determinar alternativas, etc. Y cuando se haya seleccionado una línea de acción de segundo orden, de inmediato genera la definición de un problema de tercer orden. Cuando la toma de decisiones se realiza sobre uno mismo, no es difícil generar coherencia, pero cuando esto ocurre en una organización, el riesgo de incoherencia es alto. ¿Quién toma decisiones en las empresas? La respuesta correcta es: todos. Lo que no debe malentenderse pensando en que hay que estar en un estado de asamblea permanente. “Todos” significa que cada persona que forma parte de la empresa toma decisiones en su ámbito de actividad y en su nivel, por lo tanto mientras más personal tenga una empresa, mayor es el riesgo de incoherencia. Veamos lo siguiente. Si alguien trabaja solo y de forma independiente, el mismo desarrollará su propia gestión (Información, decisión, acción y control):
Ahora bien, si se agrega otra persona a la situación previa lo que debiera
ocurrir es lo siguiente: Se puede apreciar que para que exista coherencia decisional es necesario que las decisiones del nivel 1 (jefe) no solo generen sus respectivas acciones, además su conocimiento por parte del subordinado debe ser considerado de vital importancia para que este tome decisiones coherentes con lo previamente decidido. Así mismo, parte de la información filtrada y sintetizada que se deriva del control del segundo nivel, debe fluir al primer nivel con el fin que la jefatura no pierda dominio de lo que ocurre en la empresa. Uno de los problemas habituales que ocurre en las organizaciones es la pérdida de información que debiera fluir de arriba hacia abajo con el fin de generar coherencia decisional. En el punto donde dicha información se corta, de ahí para abajo se manifestará incoherencia. En forma análoga pasa lo mismo con la información que fluye de abajo hacia arriba. En aquel punto donde la información se corta, desde ahí para arriba la jefatura ignorará lo que ocurre. La solución que permite minimizar el riesgo de incoherencia es encadenar niveles decisionales: En este sentido, lo que se ha hecho es establecer al menos cuatro niveles de toma de decisiones: Nivel estratégico corporativo: está constituido por la propiedad o quien la represente. En este nivel se deben tomar 10 decisiones que en su conjunto tienen como finalidad establecer el Norte de la empresa, El o los negocios en que la empresa está y estará y las sinergias que se deben generar entre los negocios. Nivel estratégico competitivo: está constituido por la propiedad y el gerente del negocio. En este nivel se debe decidir sobre la estrategia competitiva del negocio cuya finalidad es maximizar rentabilidad. Esta decisión se debiera tomar cada 4 o 5 años por lo que no implica burocratización. Lo importante es no perder el foco de la unión de niveles para esta decisión, cuyo objetivo es minimizar incoherencia, lo que se logra por que la propiedad que coparticipa, conoce las decisiones previa que tomó en el nivel 1. Nivel táctico: conocido también como nivel de gestión, nivel gerencia o nivel político. La decisión de este nivel es la formulación de las políticas del negocio. En este nivel el gerente actúa solo, pero asegura coherencia pues el conoce la decisión previa en la cual participó con la propiedad. Nivel operativo: Conocido también como nivel funcional. Las decisiones son tomadas por el gerente, los gerentes funcionales. y el resto del personal que trabaja en dichas áreas funcionales. Por cierto que el nivel de descentralización de la toma de decisiones dependerá de los estilos de dirección del gerente del negocio. Lo ideal en situaciones de normalidad es que el gerente defina junto a cada gerente funcional los objetivos anuales que cada función debe lograr y luego permitir grados de libertad importantes para el resto de las decisiones operativas. Es necesario destacar que desde este punto solo se hará referencia a los niveles uno y dos, esto es al nivel estratégico corporativo y al nivel estratégico competitivo. En relación a las estrategias funcionales solo se hará referencia a ellas con el fin de entender su finalidad y la importancia que tiene en la generación del soporte requerido por la estrategia competitiva en la acción operativa.