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INTRODUCCIÓN

La importancia histórica y militar de la batalla de Stalingrado, en la segunda guerra


mundial, se analizará diferentes aspectos que se dieron en esta batalla.
Su desarrollo y resultado, factores influyentes en la batalla y en su significado para
la humanidad, tanto histórico como militar. Además se puntualiza sobre el esfuerzo
y el sacrificio humano que se dio.
Esta información se analizó de distintas páginas de internet, tales como: Youtube,
Wikipedia, History Channel, Nationnal Geografic, etc.

CRONOLOGÍA

Como es de conocimiento general, en 1939 se inició la Segunda Guerra Mundial


con la ofensiva del Tercer Reich liderado por Adolf Hitler. Después de 2 años Hitler
había logrado conquistar la mayoría de Europa utilizando su nueva estrategia de
guerra: La Blitzkrieg, una guerra “relámpago” que consistía en la conquista rápida
mediante el uso de artillería y ataques aéreos.
A inicios de 1941 inició la famosa “Operación Barbarroja” que significaba una
invasión hacia la Unión Soviética; al principio Hitler efectuó la Operación Barbarroja
con extrema eficiencia hasta que llegó a puertas de la ciudad de Stalingrado, antigua
capital de la Unión Soviética.

En la batalla de Stalingrado se enfrenta el Ejército Rojo de la Unión Soviética y


la Wehrmacht de la Alemania nazi y sus aliados del Eje por el control de la ciudad
soviética de Stalingrado, actual Volgogrado, entre 23 de agosto de 1942 y el 2 de
febrero de 1943. Fue considerada la batalla más sangrienta de la
historia, llamada “la guerra de ratas”.

La ofensiva alemana para capturar Stalingrado comenzó a finales del verano de


1942, en el marco de la Operación Azul o Fall Blau, un intento por parte de Alemania
de tomar los campos petroleros del Cáucaso. Un masivo bombardeo de
la Luftwaffe redujo buena parte de la ciudad a escombros, mientras las tropas
terrestres del Eje debían tomar la ciudad edificio por edificio, en lo que ellos
denominaron «Rattenkrieg» ('guerra de ratas'). A pesar de lograr controlar la mayor
parte de la ciudad, la Wehrmacht nunca fue capaz de derrotar a los últimos
defensores soviéticos que se aferraban tenazmente a la orilla oeste del río Volga,
que dividía la ciudad en dos. En noviembre de 1942 una gran contraofensiva
soviética embolsó al 6º Ejército Alemán del general Paulus dentro de Stalingrado,
no logrando escapar del cerco por la negativa de Hitler a renunciar a la toma de la
ciudad. Este cerco, llamado por los alemanes «Der Kessel» ('el caldero'), significó
el embolsamiento de 250 000 soldados, debilitados rápidamente a causa del
hambre, el frío y los continuos ataques soviéticos. Los constantes fracasos
alemanes por intentar romper el cerco harían, contra las órdenes de Hitler,
que Friedrich Paulus rindiera su 6º Ejército en febrero de 1943.

CONTEXTO POLITICO

Influido por el geopolítico Karl Haushofer, Adolf Hitler pensaba convertir las tierras
de la Unión Soviética en colonias alemanas a las que denominaría Germania. Entre
1939 y 1941, la Alemania estuvo ocupada luchando con sus históricos enemigos
de Occidente: Francia y el Reino Unido, no obstante Hitler nunca perdió de vista su
verdadero objetivo: invadir el este de Europa y aniquilar a los eslavos.
El 22 de junio de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética, incluso
cuando Inglaterra no había sido derrotada. Hitler, convencido de la debilidad del
Estado soviético a quien consideraba como un gigante con los pies de barro, creía
que el pueblo soviético se volvería contra Stalin, y la invasión concluiría antes del
invierno, y prohibió a sus generales pensar de otra manera. De esta forma, un día
antes de la invasión, unos tres millones de soldados alemanes esperarían el inicio
de la mayor operación militar hasta la fecha, distribuidos desde Finlandia hasta
el mar Negro. Unos 950 000 soldados de otras naciones aliadas de
Alemania acompañaban a los alemanes. Estas tropas, de inferior calidad militar,
peor armadas, de baja moral combativa y menos fanatizada, desempeñarían un
papel clave en el desastre alemán en Stalingrado, un año y medio después.
En diciembre de 1941 era evidente que el rumbo de la guerra en la Unión
Soviética no era el que el Alto Mando Alemán había planeado, debido a
que Leningrado y Sebastopol continuaban resistiendo el cerco en el norte y el sur
respectivamente, y la ofensiva contra Moscú había llegado a un punto muerto.
Inesperadamente, los alemanes se encontraron con una gran contraofensiva
soviética desde la capital rusa y tuvieron que afrontar el hecho de que, a pesar de
haber aniquilado y capturado a cientos de miles de soldados del Ejército Rojo en los
últimos meses, pactando la no agresión con Tokio, el Alto Mando Soviético había
encontrado reservas suficientes en las resistentes tropas siberianas para
emprender una poderosa contraofensiva. Tardíamente, los invasores
comprenderían que aparentemente las reservas enemigas eran inagotables.
Habiendo fracasado en capturar Moscú, Hitler se centró entonces en tomar los
campos petroleros del Cáucaso. A pesar de no contar con la aprobación de sus
generales, Hitler se empeñó en capturar estos yacimientos, e incluso les reprendió,
acusándolos de no saber nada de economía de guerra. La Operación Azul, como
se denominó la campaña alemana en el sur de la Unión Soviética, tenía como
objetivo la captura de puntos fuertes en el Volga primero y, posteriormente, el
avance sobre el Cáucaso.

CONTEXTO SOCIAL

La derrota alemana en Stalingrado confirmó lo que muchos expertos militares


sospechaban: las fuerzas alemanas no eran lo suficientemente poderosas en
logística de abastecimiento como para mantener una ofensiva en un frente que se
extendía desde el mar Negro hasta el océano Ártico. Esto se confirmaría poco
después en el nuevo revés que Alemania sufriría en la batalla de Kursk. El fracaso
militar convenció a muchos oficiales de que Hitler estaba llevando a Alemania al
desastre, acelerándose los planes para su derrocamiento y dando como resultado
el atentado contra Hitler de 1944. La ciudad de Stalingrado recibiría el título de
Ciudad Heroica.
De igual forma Hitler durante el desarrollo del batalla en Stalingrado, a pesar de las
recomendaciones que hacían sus generales, nunca las tomo en cuenta a pesar que
el sexto ejército se encontraba encerrado en las ruinas de Stalingrado y que sus
hombres ya estaban sufriendo de desnutrición, muerte por las bajas temperaturas,
falta de armas y municiones para resistir el asedió soviético por parte del ejército
rojo, no los saco, llegando a tal grado de esconderle la realidad a su pueblo, a razón
de esto sugestiono a los medios de comunicación que habían en ese tiempo les
prohibiéndoles hablar acerca de lo que estaba pasando en Stalingrado para no caer
en el grado de aprobación que todavía tenía, a pesar que muchos de sus
colaboradores lo hacían por miedo.
Conclusión los daños morales de las dos partes fueron incalculables e irreparables,
por la gran pérdida de vidas tanto de civiles de la ciudad de Stalingrado, como de
soldados alemanes y rusos, que sus efectos se sintieron después de que termino la
segunda guerra mundial alrededor del año 1955, cuando fueron liberados los
soldados que fueron tomados como prisioneros de guerra, encontrándose con sus
familias, inclusos muchos sus familias los pasaban por muertos y otras familias que
guardaban la esperanza de volver a ver su ser querido el cual nunca llego, siendo
uno más de los tantos muertos que dejo la guerra.
CONTEXTO ECONOMICO

La ofensiva alemana para invadir a Stalingrado comienza a finales del verano de


1942, en el marco de la Operación Azul o Fall Blau, un intento por parte de Alemania
de tomar los campos petroleros del Cáucaso objetivo que no pudo alcanzar a razón
que el ejército rojo incendio todo lo que tuviera que ver con la extracción y
producción petrolera. Para evitar que los alemanes se beneficiaran el masivo
bombardeo de la Luftwaffe redujo buena parte de la ciudad a escombros donde la
mayoría de objetivos fueron fabricas todo lo que tuviera que ver con el crecimiento
económico de esa prospera ciudad, mientras las tropas terrestres del Eje debían
tomar la ciudad edificio por edificio. A pesar de lograr controlar la mayor parte de la
ciudad, la Wehrmacht nunca fue capaz de derrotar a los últimos defensores
soviéticos que se aferraban tenazmente a la orilla oeste del río Volga.
La ciudad de Stalingrado tenía una importante industria militar, tenía las fábricas de
tractores (Octubre Rojo y de cañones Barricady), y poseía el nudo ferroviario crucial
de la línea que unía Moscú, el mar Negro y el Cáucaso, existiendo igualmente un
puerto fluvial en servicio para la navegación por el Volga. La urbe se extendía unos
24 kilómetros a lo largo de la orilla occidental del Volga pero con menos de diez
kilómetros de anchura. No existía ningún puente cruzando el río, empleándose
grandes barcazas para comunicar ambas orillas. La orilla oriental apenas estaba
poblada. Es importante considerar que llegado el invierno, el Volga se congela con
una capa muy gruesa de hielo, permitiendo el paso de vehículos pesados.
Conclusión la pérdida económica en Stalingrado fue muy grande para los soviéticos
por su afectación a la industria, porque en parte afectaba directa a la parte militar
por los recursos que esta podía destinar, por el lado alemán la afectación económica
dejo gran pérdida perdiendo el sexto ejército (armamento, vehículos, aviones,
tanques y hombres) en su totalidad.

MEDIDAS PASIVAS

Para proteger los planes de la Operación Azul, se prohibió tajantemente la


transcripción de órdenes, todo debía comunicarse de manera verbal. Sin embargo,
el 19 de junio, un avión alemán que llevaba anotaciones personales del
general Georg Stumme acerca de la operación fue derribado detrás de las líneas
enemigas, y los papeles fueron capturados por los soviéticos. No obstante, después
de que el general Filipp Gólikov los entregara directamente a Stalin, este los
rechazó como falsos, convencido de que Moscú seguía siendo el principal objetivo
alemán.
Stalin había previsto la rápida caída de Rostov. Por esta razón, el 19 de julio había
ordenado que Stalingrado quedase en estado de sitio total, no permitiendo la salida
de los civiles, y se comenzaron los preparativos para resistir a los alemanes que se
acercaban. No se permitió a los civiles abandonar la ciudad, para alentar a la milicia
soviética con la permanencia de sus familiares entre los habitantes. No obstante,
trabajadores especializados considerados claves de la industria armamentista
fueron enviados a los Urales, para seguir trabajando allí.

MEDIDAS ACTIVAS

El 16 de julio el general Vasili Chuikov llegó al Frente de Stalingrado, para


comandar directamente al 64.º Ejército Soviético, cuyas principales unidades
todavía no habían llegado. Chuikov encontró a sus tropas con la moral muy baja, y
fue muy poco lo que pudo hacer para evitar ser obligado a cruzar el Don. Un alivio
fue la llegada de la aviación rusa, que mantuvo ocupado a los Messerschmitt
109 alemanes hasta inicios de agosto. El 28 de julio, preocupado por el avance
alemán hacia el Volga, que podía dividir a Rusia en dos, Stalin prohibió la rendición
sin importar las razones, y ordenó la formación de una línea en la retaguardia de la
infantería que fusilara a todo soldado soviético que retrocediese sin permiso. Esta
orden de Stalin, muy pronto fue conocida popularmente como la orden «¡Ni un paso
atrás!». Asimismo, se obligó a combatir también a las mujeres a gran escala.
Además el Ejército Rojo practicaba el envío de ataques masivos frontales a
distancias mínimas.

El 23 de agosto Stalingrado recibió su primer bombardeo proveniente de los Heinkel


111 y Junkers 88 del general Wolfram von Richthofen, comandante de la Legión
Cóndor durante el bombardeo de Guernica. Se lanzaron 1000 toneladas de bombas
y se perdieron tan sólo tres aeroplanos. Murieron no menos de 5000 personas ese
día. En esa semana morirían 40 000 de los 600 000 habitantes de la ciudad. El
avance alemán por tierra procedía de Gumrak, y lo hacía de manera brutal y
arrolladora. Ese mismo día, la vanguardia del 6.º Ejército alemán alcanzó el Volga.
Los soldados estaban emocionados por haber avanzado desde el Don por el sur en
menos de doce horas (gracias en parte al resultado del Combate de Isbucensky, y
la moral estaba alta, confiando en una caída rápida de Stalingrado. Por el sur, el
avance de Hoth era más lento, ya que Yeremenko había colocado la mayor parte
de sus fuerzas contra el 4.º Ejército Panzer, además, Hitler le había quitado al
general Hoth un Cuerpo Blindado.
El 19 de noviembre de 1942, los 3.500 cañones soviéticos comenzaron a machacar
despiadadamente las líneas enemigas más débiles entre Serafimovih y Klestkaya,
estas eran las formaciones rumanas que se encontraban escasas de material
antitanque, entre la nieve y la bruma mortecina del paisaje. Al son de trompetas, los
obuses y Katiushas se dejaron caer en el sector rumano. Después de una hora de
martilleo, los batallones de fusileros avanzaron sobre las filas de rumanos.

CONCLUSIONES

Oficialmente 91 000 SOLDADOS ALEMANES fueron los prisioneros de la batalla


final de la Ciudad de Stalingrado de estos muy pocos estaban vivos para el
comienzo de la primavera (solo 5000 a 6000 alemanes sobrevivieron hasta el fin de
la guerra) debido a epidemias de disentería y de tifus entre los prisioneros.
Las consecuencias de esta catástrofe fueron inmensas y de gran alcance. Por
primera vez, Alemania perdía la iniciativa de la guerra y tenía que colocarse a la
defensiva.
De hecho la Wehrmacht carecía ya de los elementos logísticos necesarios para
avanzar más hacia el este y las orillas del Volga fueron precisamente el punto más
oriental alcanzado por tropas alemanas en Europa.
Después de esta batalla la Unión Soviética surgió engrandecida y con la iniciativa
de la guerra que la asolaba en las manos de sus líderes. Además, el comandante
de la Luftwaffe, Hermann Göring, cayó en desgracia ante Hitler perdiendo crédito
entre la élite del régimen nazi así como prestigio entre los militares, al no poder
cumplir la orden de abastecer por aire a las fuerzas alemanas cercadas, como había
prometido.
El III Reich perdió todo el 6.º Ejército y parte del 4.º Ejército Panzer, e incontables
recursos materiales que no se pudieron reemplazar con la misma facilidad con que
la URSS podía con sus propias bajas (aún más terribles incluso que las alemanas).
De hecho, entre muertos, heridos y prisioneros la Wehrmacht había perdido más de
200 000 combatientes, muchos de ellos experimentados, que serían muy difíciles
de reemplazar en poco tiempo.
Los soviéticos, aparte de recibir una ciudad prácticamente destrozada, habían
sufrido aproximadamente un millón cien mil bajas, de las que cerca de medio millón
murieron. De estos, unos 13 000 habían muerto ejecutados por sus propios
compatriotas, acusados de cobardía, deserción, colaboracionismo, etc.
Cabe destacar que no fue hasta la caída de la URSS que los historiadores
soviéticos pudieron discutir abiertamente las cifras de bajas de la batalla, que si bien
nunca serán exactas (debido a la ausencia de registros fiables y la proliferación de
fosas comunes no contabilizadas), de hacer cálculos reales lo más probable es que
el costo de vidas de todas maneras sea increíblemente alto y rebase los dos
millones de individuos, resumiendo aquella frase de los generales rusos «El tiempo
es sangre». Según el cálculo más alto, si se incluyen a todas las fuerzas que
pelearon en el Volga, murieron o fueron heridos 350 000 soldados del Eje y más de
1 000 000 de soldados soviéticos (incluyendo prisioneros muertos en cautiverio y
heridos muertos tras ser evacuados) y cerca de 2 000 000 de civiles soviéticos
encontraron su fin (incluyendo refugiados y gentes que vivían en pueblos y ciudades
donde también se combatió).
El mariscal Paulus sobrevivió a la guerra y volvió a Alemania en 1952, viviendo en
la zona de ocupación soviética y luego en la RDA. Zhúkov reclamó para sí el éxito
de Stalingrado, pero se le concedieron todos los créditos a Vasili Chuikov, que fue
ascendido a capitán general, a cargo de un ejército que marcharía luego a Berlín.
Antes del colapso de la URSS en 1991 estaba prohibido calcular el número real de
bajas por temor a reconocer que el sacrificio de vidas fue excesivo, hoy se sabe que
allí murieron aproximadamente más de un millón de soviéticos entre civiles y
militares. Sin embargo, la batalla de Stalingrado supuso para los nazis una auténtica
catástrofe militar y una de sus principales derrotas en la Segunda Guerra Mundial,
marcando además el punto de inflexión en la guerra, tras el cual ya no pararían de
retroceder ante los soviéticos hasta rendirse ante Zhúkov, en el mismo Berlín, dos
años y medio después.

Desarrollo:

La batalla de Stalingrado fue de suma importancia dado que gracias a la derrota del
Ejército Alemán se pudo frenar el avance de éstos sobre territorio soviético, lo que
permitió que los soviéticos lanzaran una contraofensiva que terminaría en la capital
del Tercer Reich, lo que los haría ganar la guerra.
Además esa fue la primera gran derrota del Ejército Nazi en aquella época, lo que
transformó a la URSS en una potencia militar a nivel mundial.
La batalla de Stalingrado duró aproximadamente 6 meses entre Agosto de 1942 y
Febrero de 1943, fue considerada la batalla más sangrienta de la
historia llamada “la guerra de ratas”.
Las cifras oficiales indican que hubo alrededor de 4 millones de bajas de ambos
bandos, pero fueron principalmente civiles rusos. Las fuerzas alemanas avanzaron
hacia Stalingrado luego de haber tomado la ciudad de Rostov del Don.

La primera ofensiva de gran escala fue cuando la mayoría del ejército alemán había
llegado a Stalingrado, por lo que dio tiempo a los soviéticos para preparar sus
defensas. Eso implicó para los alemanes ir conquistando calle por calle, casa por
casa.

En los primeros meses de combate, el avance alemán fue lento pero continuo,
tratando de conquistar la ciudad antes de que llegara el invierno. Hitler habría
nombrado a Friedrich Paulus como encargado para tomar la ciudad. Stalin, en
cambio, preocupado de la ineficiencia de sus generales de repeler a los alemanes,
los cambiaba continuamente, hasta que nombró a Vasili Chuikov como encargado
para defender la ciudad.

En noviembre llegó a Stalingrado el invierno; las temperaturas que se produjeron


ahí llegaron a los 55 grados bajo cero, lo que produjo un gran desgaste en ambos
bandos, pero principalmente el alemán dado que no poseían los implementos
adecuados para resistir tales temperaturas. Los soviéticos, acostumbrados al
invierno comenzaron a realizar sus ataques en la madrugada, donde las
temperaturas eran aún más bajas lo que impedía a los alemanes a utilizar sus
tanques y sus ametralladoras.

Debido a la brava resistencia Soviética y a la llegada del invierno, además de


enfermedades que empezaron a aparecer en el bando alemán, las tropas alemanes
empezaron a desmoralizarse lo que permitió a los soviéticos realizar una masiva
contraofensiva que consistía en atacar los flancos alemanes que estaban
compuestos por soldados Rumanos e Italianos inexpertos. Dicha operación,
también llamada Operación Urano, fue un éxito, ya que permitió a los soviéticos
destruir la mayor parte del ejército alemán.

El éxito de la operación Urano permitió al ejército Soviético encerrar en


Stalingrado al ejército de Paulus con 250 mil soldados. El objetivo de esta trampa
era desgastar al ejército alemán dejándolo sin comida ni suministros. Debido a la
desesperada situación que enfrentaban los alemanes, Hitler ordenó a su
comandante en jefe de la fuerza aérea alemana Hermann Goering, que entregara
suministros a los alemanes encerrados mediante un puente aéreo.
Esto fue imposible dado el mal tiempo que producía el invierno lo que impedía que
los aviones siquiera despegasen, y aquellos que podían despegar eran engañados
por los Soviéticos dado que hacían que los aviones alemanes les lanzaran el
suministro.

Debido a los pocos suministros que les llegaban, además del frío y las
enfermedades, el ejército alemán se fue reduciendo hasta que el 31 de enero los
alemanes liderados por Friedrich Paulus se rindieron. Lo que quedaba de las
fuerzas alemanas en ese instante eran alrededor de 95 mil (de 250 mil), sin embargo
sólo unos 5 mil soldados salieron con vida de Stalingrado.

La batalla de Stalingrado fue de suma importancia dado que gracias a la primera


gran derrota del Ejército Alemán se pudo frenar el avance de estos sobre territorio
soviético, lo que permitió que los soviéticos a futuro ganaran la guerra y se colocaran
como una potencia militar a nivel mundial.

Este evento es muy trascendental para la historia de la humanidad porque, por una
parte, significó el freno al avance alemán sobre el terreno soviético lo que provocó
que la Alemania Nazi no se siguiera expandiendo y eventualmente perdiera la
guerra. Por otro lado, sirve de ejemplo para la sociedad del esfuerzo y el sacrificio
humano que realizan dos naciones en pos de conseguir un objetivo. El resultado de
ese sacrificio humano fue muy grande, ya que se refleja en más de 4 millones de
víctimas, la mayoría de ellos civiles.

Esta batalla no se podría comparar con ninguna otra dado que fue la batalla más
grande que haya ocurrido en la historia de la humanidad. Pero, se debe hacer una
crítica sobre el costo humano que la Batalla de Stalingrado, ya que fue muy grande
y sobre-exagerado, además de innecesario. Matar a más de 4 millones de personas
por el simple hecho de dominar una ciudad, es algo absurdo ya que el costo
económico (retirar los cuerpos y enterrarlos), sanitario (surgimiento de
enfermedades y olores producto de la descomposición de los cuerpos), social
(impacto visual que genera ver la gran cantidad de muertos) y político (las funciones
que deben realizar para identificar los cuerpos, y devolverlos a las ciudades o países
de origen) es muy grande, no importa cuán grande o importante la ciudad sea, el
costo humano es inaceptable.
Conclusión:

Considero que la batalla de Stalingrado es de suma importancia dado que gracias


a la derrota del Ejército Alemán, la cual fue la primera dentro de muchas, se pudo
frenar el avance de estos sobre territorio soviético y fomentar a la URSS para que
se desarrollara como una potencia militar a nivel mundial.

El costo humano que tuvo la batalla de Stalingrado fue muy grande. En primer lugar,
dado que aunque se haya logrado defender la ciudad se tuvieron que matar a más
de 4 millones de personas para lograrlo, lo cual es inhumano dicho sacrificio
humano en sólo 6 meses.

El propósito de este ensayo es que los individuos se puedan informar, opinar y/o
argumentar más sobre este tema que es trascendental para la historia del ser
humano, y que puedan valorar la vida humana; impactándose de la matanza de 4
millones de personas que se realizó en busca de objetos materiales. Además
muestra todo el esfuerzo que realizaron ambos bandos en pos de un objetivo.

En este trabajo aparecieron grandes hallazgos que permitieron informarme más


sobre este tema, algunos de éstos fueron:

-La muerte de más de 4 millones de personas en pos de un objetivo.

-La dura vida que tuvieron que vivir ambos bandos para poder intentar conquistar
Stalingrado, lo que implicaba un esfuerzo físico y psicológico

-La forma en que se realizaron los ataques sobre valorando la vida humana

Por último, gracias a la batalla de Stalingrado se pueden sacar algunas conclusiones


para tener en consideración en caso de futuros conflictos, de manera de evitar la
mayor cantidad de víctimas civiles:
- Los países deben comprometerse a no dañar a la población civil cuando entren en
guerra unos con otros.

-Deben evacuar a la población civil antes de que el ejército invasor ataque una
ciudad.

-La población civil debe estar al tanto de lo que ocurre en su ciudad, de manera que
le permita apoyar o rechazar dichas acciones

-En caso de la destrucción de una ciudad, la población civil debe ser reubicada y
asistida de manera física (comida, agua, elementos básicos de higiene, techo, etc.)
como también psicológica (superación de traumas)

Bibliografía

 Aprendan más sobre la Batalla de Stalingrado


 La batalla de Estalingrado según Wikipedia

La batalla de Stalingrado fue un enfrentamiento bélico entre el Ejército Rojo de


la Unión Soviética y la Wehrmacht de la Alemania nazi y sus aliados del Eje por el
control de la ciudad soviética de Stalingrado, actual Volgogrado, entre el 23 de
agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943.10 11 12 13La batalla se desarrolló en el
transcurso de la invasión alemana de la Unión Soviética, en el marco de la Segunda
Guerra Mundial.14 15 Con bajas estimadas en más de dos millones de personas
entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos, la batalla de Stalingrado es
considerada la más sangrienta de la historia de la humanidad. La grave derrota de
la Alemania nazi y sus aliados en esta ciudad significó un punto clave y de severa
inflexión en los resultados finales de la guerra16 y representa el principio del fin del
nazismo en Europa,16 pues la Wehrmacht nunca recuperaría su fuerza anterior ni
obtendría más victorias estratégicas en el Frente Oriental.17
La ofensiva alemana para capturar Stalingrado comenzó a finales del verano de
1942, en el marco de la Operación Azul o Fall Blau, un intento por parte de Alemania
de tomar los pozos petrolíferos del Cáucaso. Un masivo bombardeo de
la Luftwaffe redujo buena parte de la ciudad a escombros, mientras las tropas
terrestres del Eje debían tomar la ciudad edificio por edificio, en lo que ellos
denominaron «Rattenkrieg» ('guerra de ratas'). A pesar de lograr controlar la mayor
parte de la ciudad, la Wehrmacht nunca fue capaz de derrotar a los últimos
defensores soviéticos que se aferraban tenazmente a la orilla oeste del río Volga,
que dividía la ciudad en dos. En noviembre de 1942 una gran contraofensiva
soviética embolsó al 6º Ejército Alemán del general Paulus dentro de
Stalingrado,18no logrando escapar del cerco por la negativa de Hitler a renunciar a
la toma de la ciudad. Este cerco, llamado por los alemanes «Der Kessel» ('el
caldero'), significó el embolsamiento de 250 000 soldados, debilitados rápidamente
a causa del hambre, el frío y los continuos ataques soviéticos. Los constantes
fracasos alemanes por intentar romper el cerco harían, contra las órdenes de Hitler,
que Friedrich Paulus rindiera su 6º Ejército en febrero de 1943.19
La derrota alemana en Stalingrado confirmó lo que muchos expertos militares
sospechaban: las fuerzas alemanas no eran lo suficientemente poderosas en
logística de abastecimiento como para mantener una ofensiva en un frente que se
extendía desde el mar Negro hasta el océano Ártico.20 Esto se confirmaría poco
después en el nuevo revés que Alemania sufriría en la batalla de Kursk. El fracaso
militar convenció a muchos oficiales de que Hitler estaba llevando a Alemania al
desastre, acelerándose los planes para su derrocamiento y dando como resultado
el atentado contra Hitler de 1944.21 La ciudad de Stalingrado recibiría el título
de Ciudad Heroica.22

Antecedentes[editar]
Artículo principal: Operación Barbarroja
Influido por el geopolítico Karl Haushofer, Adolf Hitler pensaba convertir las tierras
de la Unión Soviética en colonias alemanas a las que denominaría
Germania.23 Entre 1939 y 1941, la Alemania nazi estuvo ocupada luchando con sus
históricos enemigos de Occidente: Francia y el Reino Unido (véase Batalla de
Francia y Batalla de Inglaterra); no obstante, Hitler nunca perdió de vista su
verdadero objetivo: invadir el este de Europa y aniquilar a los eslavos.
El 22 de junio de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética, incluso
cuando Inglaterra no había sido derrotada. Hitler, convencido de la debilidad del
Estado soviético a quien consideraba como un gigante con los píes de barro, creía
que el pueblo soviético se volvería contra Iósif Stalin, y la invasión concluiría antes
del invierno, y prohibió a sus generales pensar de otra manera.24 De esta forma, un
día antes de la invasión, unos tres millones de soldados alemanes esperarían el
inicio de la mayor operación militar hasta la fecha, distribuidos
desde Finlandia hasta el mar Negro.25 Unos 950 000 soldados de otras
naciones aliadas de Alemania acompañaban a los alemanes. Estas tropas, de
inferior calidad militar, peor armadas, de baja moral combativa y menos fanatizadas,
desempeñarían un papel clave en el desastre alemán en Stalingrado, un año y
medio después.
En diciembre de 1941 era evidente que el rumbo de la guerra en la Unión
Soviética no era el que el Alto Mando Alemán había planeado, debido a
que Leningrado y Sebastopol continuaban resistiendo el cerco en el norte y el sur
respectivamente,26 y la ofensiva contra Moscú había llegado a un punto muerto.
Entonces, inesperadamente, los alemanes se encontraron con una gran
contraofensiva soviética desde la capital rusa y tuvieron que afrontar el hecho de
que, a pesar de haber aniquilado y capturado a cientos de miles de soldados
del Ejército Rojo en los últimos meses, pactando la no agresión con Tokio, el Alto
Mando Soviético había encontrado reservas suficientes en las resistentes tropas
siberianas para emprender una poderosa contraofensiva. Tardíamente, los
invasores comprenderían que aparentemente las reservas enemigas eran
«inagotables».
Habiendo fracasado en capturar Moscú, Hitler se centró entonces en tomar los
pozos petrolíferos del Cáucaso. A pesar de no contar con la aprobación de sus
generales, Hitler se empeñó en capturar estos yacimientos, e incluso les reprendió,
acusándolos de no saber nada de economía de guerra.27 La Operación Azul, como
se denominó la campaña alemana en el sur de la Unión Soviética, tenía como
objetivo la captura de puntos fuertes en el Volga primero y, posteriormente, el
avance sobre el Cáucaso.
«Operación Azul»: el camino a Stalingrado[editar]
Artículos principales: Segunda batalla de Járkov y Fall Blau.
Avance hacia el Don[editar]
El 10 de mayo, el general Friedrich Paulus, comandante del 6.º Ejército Alemán,
presentó al Mariscal de CampoFedor von Bock un esbozo de la «Operación
Federico». Paulus había tomado el mando del 6.º Ejército poco antes, después de
que su anterior comandante, Walter von Reichenau, falleciera a consecuencia de
un ataque cardíaco sufrido después de hacer ejercicio en la campiña nota 5 rusa a
temperaturas bajo cero.
La Operación Federico significaba la consolidación del frente delante de Járkov,
recién capturada por Alemania. No obstante, el mariscal Semión Timoshenko se
adelantó a Paulus, ya que el 12 de mayo emprendió una contraofensiva
desde Vorónezh, cuyo objetivo era precisamente la liberación de Járkov, rodeando
al 6.º Ejército en un movimiento de pinza. Cuando 640 000 soviéticos con 1200
tanques se lanzaron contra las fuerzas de Paulus, este se encontró al borde del
desastre. Solamente la oportuna llegada del 1.º Ejército Panzer de Ewald von
Kleist permitió revertir la situación de la ofensiva, y en lugar de ser capturados, los
hombres de Paulus ayudaron a los de Von Kleist a capturar los Ejércitos soviéticos
6.º y 57.º en Barvenkovo. Unos 240 000 soldados soviéticos fueron embolsados y
capturados, fracasando la contraofensiva de Timoshenko.
El 1 de junio, Adolf Hitler y el mariscal Fedor von Bock presentaron a los generales
del Grupo de Ejércitos Sur la Operación Azul en los cuarteles generales de esta
unidad, ubicados en Poltava. Al 6.º Ejército de Paulus se le encargó la tarea de
limpiar Vorónezh, y luego dirigirse a Stalingrado acompañado del 4.º Ejército
Panzer de Hermann Hoth. Una vez allí, se encargarían de destruir los complejos
industriales y de proteger el Cáucaso desde el Norte. En aquel momento, Hitler no
consideraba necesaria la captura de la ciudad.
Para proteger los planes de la Operación Azul, se prohibió tajantemente la
transcripción de órdenes; todo debía comunicarse de manera verbal. Sin embargo,
el 19 de junio, un avión alemán que llevaba anotaciones personales del
general Georg Stumme acerca de la operación fue derribado detrás de las líneas
enemigas, y los papeles fueron capturados por los soviéticos. No obstante, después
de que el general Filipp Gólikov los entregara directamente a Stalin, este los
rechazó como falsos, convencido de que Moscú seguía siendo el principal objetivo
alemán.
El 28 de junio inició la ofensiva contra Vorónezh, hacia el sur de Rusia, y el error de
Stalin fue obvio. Dos días después, las fuerzas de Paulus cruzaron el Donets, con
el 2.º Ejército Húngaro y el 1.º Ejército Panzer cuidando su izquierda y su derecha
respectivamente. Debido al rápido avance alemán, Hitler decidió enviar parte de las
fuerzas del 4.º Ejército Panzer, que estaban atacando Vorónezh, al sur. Esto
significó un retraso en la captura de Vorónezh, lo que supuso que las fuerzas
de Timoshenko, que escapaban hacia Stalingrado, tuvieran más tiempo para
hacerlo. El plan original implicaba que el 6.º Ejército y el 4.º Ejército Panzer cortaran
la retirada a los soviéticos antes de que éstos se reagruparan, luego
atacaran Rostov del Don y después fueran a reforzar las líneas defensivas
del Cáucaso. Pero impaciente por el retraso, Hitler cambió el orden del plan, y en
lugar de esperar a las fuerzas de Paulus y Hoth, ordenó que se capturaran
Stalingrado y el Cáucaso al mismo tiempo.
No contento con esto, Hitler dividió al Grupo de Ejércitos Sur en dos fuerzas: A y B,
y los colocó al mando de los mariscales Wilhelm List y Maximilian von Weichs. Sin
esperar la opinión de Fedor von Bock, Hitler lo retiró del mando. Aunque las
reservas alemanas de combustible eran alarmantemente escasas, Hitler tomó otra
decisión polémica: dividió las fuerzas que se dirigían a Stalingrado, quitándole las
unidades mecanizadas al 6.º Ejército Paulus y desviando el 4.º Ejército Panzer de
Hoth hacia el sur, para ayudar en la captura del resto de las fuerzas de Timoshenko,
que se esperaba tendría lugar cerca de Rostov del Don. A Hitler le obsesionaba la
idea de anular los restos de las fuerzas de Timoshenko antes de que reforzaran
Rostov, lo cual no se logró plenamente, ya que muchas se retiraron a tiempo. Rostov
fue atacada y reconquistada por los alemanes el 24 de julio.
La ciudad[editar]

Avance alemán hacia el Don, camino de Stalingrado; entre el 24 de julio y el 18 de


noviembre.
La ciudad tenía una importante industria militar (Stalingrado tenía las fábricas de
tractores Octubre Rojo y de cañones Barricady), y poseía el nudo ferroviario crucial
de la línea que unía Moscú, el mar Negro y el Cáucaso, existiendo igualmente un
puerto fluvial en servicio para la navegación por el Volga. La urbe se extendía unos
24 kilómetros a lo largo de la orilla occidental del Volga pero con menos de diez
kilómetros de anchura. No existía ningún puente cruzando el río, empleándose
grandes barcazas para comunicar ambas orillas. La orilla oriental apenas estaba
poblada. Es importante considerar que llegado el invierno, el Volga se congela con
una capa muy gruesa de hielo, permitiendo el paso de vehículos pesados.
«¡Ni un paso atrás!»[editar]
Artículo principal: ¡Ni un paso atrás!
Stalin había previsto la rápida caída de Rostov. Por esta razón, el 19 de julio había
ordenado que Stalingrado quedase en estado de sitio total, no permitiendo la salida
de los civiles, y se comenzaron los preparativos para resistir a los alemanes que se
acercaban. No se permitió a los civiles abandonar la ciudad, para alentar a la milicia
soviética con la permanencia de sus familiares entre los habitantes. 28 No obstante,
trabajadores especializados considerados claves de las industria armamentista
fueron enviados a los Urales, para seguir trabajando allí.
El 16 de julio, el general Vasili Chuikov llegó al Frente de Stalingrado, para
comandar directamente al 64.º Ejército Soviético, cuyas principales unidades
todavía no habían llegado. Chuikov encontró a sus tropas con la moral muy
baja[cita requerida], y fue muy poco lo que pudo hacer para evitar ser obligado a cruzar
el Don. Un alivio fue la llegada de la aviación rusa, que mantuvo ocupado a
los Messerschmitt 109 alemanes hasta inicios de agosto. El 28 de julio, preocupado
por el avance alemán hacia el Volga, que podía dividir a Rusia en
dos, Stalin prohibió la rendición sin importar las razones, y ordenó la formación de
una línea en la retaguardia de la infantería que fusilara a todo soldado soviético que
retrocediese sin permiso.29 Esta orden de Stalin, la 227, muy pronto fue conocida
popularmente como la orden «¡Ni un paso atrás!». Asimismo, se obligó a combatir
también a las mujeres a gran escala. Además, el Ejército Rojo practicaba el envío
de ataques masivos frontales a distancias mínimas, convirtiendo la batalla en
una masacre.
Por su parte, confiado en el derrumbe del Ejército Rojo en el sur de Rusia, Hitler mal
informado de la situación ordenó que se iniciase el avance sobre
el Cáucaso del Grupo de Ejércitos A, aunque Stalingrado aún no había sido tomada
por el 6.ºEjército de Paulus. En realidad, aprendiendo de sus errores
pasados, Stalin había permitido la retirada de las fuerzas de Timoshenko,
pero Hitler se había excedido de nuevo en subestimar al enemigo y no había
considerado esto.
Avance hacia el Volga[editar]
Véase también: Anexo:Orden de Batalla de las Fuerzas del Eje en la Batalla de
Stalingrado

A inicios de agosto, Hitler cambió de opinión de nuevo, y ordenó a las fuerzas


de Hoth que se dirigieran al este, hacia Stalingrado, después de haberles ordenado
inicialmente que fueran al sur. El general Hoth obedeció preocupado, ya que las
órdenes cambiantes de Hitler les estaban restando combustible a sus tanques, del
que estaba muy escaso. Por otro lado, el bombardeo alemán de Astracán en el mar
Caspio había dañado las refinerías de la ciudad, y tomaría un tiempo repararlas, en
caso de que lograran capturarlas. El 9 de agosto, Stalin nombró a Andréi
Yeriómenko comandante del Frente de Stalingrado, harto de las continuas derrotas
de Timoshenko.
El 23 de agosto Stalingrado recibió su primer bombardeo proveniente de los Heinkel
111 y Junkers 88 del general Wolfram von Richthofen, comandante de la Legión
Cóndor durante el bombardeo de Guernica. Se lanzaron 1000 toneladas de bombas
y se perdieron tan sólo tres aeroplanos. Murieron no menos de 5000 personas ese
día. En esa semana morirían 40 000 de los 600 000 habitantes de la ciudad. El
avance alemán por tierra procedía de Gumrak, y lo hacía de manera brutal y
arrolladora. Ese mismo día, el 23, la vanguardia del 6.º Ejército alemán alcanzó
el Volga. Los soldados estaban emocionados por haber avanzado desde el Don por
el sur en menos de doce horas (gracias en parte al resultado del Combate de
Isbucensky, y la moral estaba alta, confiando en una caída rápida de Stalingrado.
Por el sur, el avance de Hoth era más lento, ya que Yeremenko había colocado la
mayor parte de sus fuerzas contra el 4.º Ejército Panzer, además, Hitler le había
quitado al general Hoth un Cuerpo Blindado.

Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de


1942.
El 29 de agosto, cuando las primeras líneas alemanas aparecían ya en el horizonte
de Stalingrado, llegó a la ciudad Zhúkov, quien recientemente había sido nombrado
Vicecomandante en Jefe, segundo después de Stalin.
Los primeros carros de combate alemanes llegaron a los suburbios el 1 de
septiembre. En aquel momento convergían sobre Stalingrado, por el sur,
las 29.ª y 14.ª Divisiones motorizadas; por el oeste se acercaban la 24.ª, 94.ª, 71.ª,
76.ª y 295.ª Divisiones de infantería blindada; por el norte y hacia el centro de la
ciudad, la 100.ª División de cazadores, la 389.ª y 60.ª División de infantería
motorizada. La ciudad era defendida en ese momento sólo por unos 40 000
soldados contra el 6.º Ejército y el 4.º Ejército Panzer. Estas tropas no sabían (y no
debían saber, por motivos de seguridad) que el Ejército Rojo preparaba una
ofensiva a gran escala contra el 6.º Ejército alemán.
Stalin, que instaba a Zhúkov a salirles al encuentro e interceptar dichas fuerzas
enemigas, replicaba:
¿No entienden que si entregan Stalingrado, el sur del país quedará separado del
centro, y probablemente no podremos defenderlo? Además de perder nuestra
principal vía fluvial, no sólo es una catástrofe para Stalingrado, sino para el país,
dado que se perderá el petróleo también.
Se lanzó una contraofensiva que logró aliviar en parte la situación respecto del norte
de la ciudad. La orden de Zhúkov era terminante: «¡No entreguen Stalingrado!».
La ciudad-fortaleza[editar]
La llegada de Zhúkov[editar]

Un bombardero en picado alemán Junkers Ju 87 Stuka atacando Stalingrado.


Las fuerzas alemanas atenazaron Stalingrado. Hitler, que no había deseado
la Guerra de guerrillas en Moscú y Leningrado, ahora bramaba por la conquista de
la ciudad bajo esa premisa: eso implicaba la guerra calle por calle, casa por casa,
un tipo de combate para el cual ni la Wehrmacht ni las Waffen-SS estaban
preparadas.
Este repentino cambio de objetivos halla explicación en el hecho de que la toma
del Cáucaso había fallado a manos del mariscal de campo List, y por lo tanto, Hitler
deseaba tomar la ciudad como una forma simbólica de ocultar la carencia
estratégica de los pozos petroleros. De esta manera, Hitler se convenció a sí mismo
que si lograba conquistarla, abriría de nuevo la puerta a esa riqueza.
El 12 de septiembre, Zhúkov destituyó deshonrosamente al comandante a cargo de
las defensas de Stalingrado, Anton Lopatin por demostrar cobardía ante el enemigo
al no poder contenerlo con el 62.º Ejército, y fue reemplazado por el granítico e
inflexible general Vasili Chuikov, un hombre muy eficiente y decidido que hasta
entonces estaba a cargo del 64.º Ejército, desplegado al sur de la ciudad.
Cuando Chuikov llegó al dantesco escenario, Yeriómenko y Jrushchov le
preguntaron: «—¿Cuál es el objetivo de su misión, camarada? —Defender la ciudad
o morir en el intento», contestó firmemente Chuikov. Yeriómenko observó a
Jrushchov, y tuvo la certeza de que Chuikov había entendido perfectamente lo que
se esperaba de él.
El nuevo comandante se encontró con menos de 20 000 hombres y 60 tanques, así
como unas deficientes defensas. Chuikov reforzó las defensas antiaéreas (servidas
por mujeres militares) de la ciudad y asimismo fortificó aquellos lugares donde se
pudiera contener al enemigo, en especial la colina de Mamáev Kurgán y el barranco
del río Tsaritsa. Además retiró la mayor parte de su artillería a la ribera oriental
del Volga y fomentó el despliegue de francotiradores, entre ellos el famoso Vasili
Záitsev.
Asalto alemán[editar]

Un militar alemán armado con un subfusil soviético PPSh-41 vigila desde una
barricada. Muchos alemanes tomaban armas soviéticas cuando las encontraban
porque eran mejores para el combate en espacios cerrados.
El mismo día que Chuikov tomó el mando del 62º Ejército, Paulus se encontraba
en Vinnitsa, en el Wehrwolf con Hitler, que quería saber cuándo caería la
ciudad. Paulus se encontraba preocupado por los flancos de su 6.º Ejército, que
estaban desprovistos de unidades mecanizadas de consistencia y eran
resguardados por ejércitos de varias nacionalidades: rumanos, italianos, húngaros.
Estas fuerzas de inferior calidad resultarían ser el talón de Aquiles de las fuerzas
alemanas en Stalingrado, unos 20.000 soldados en aquel momento. No
obstante, Hitler minimizó esta debilidad, convencido de que el frente soviético
estaba al borde del colapso, una falsa confianza que fue contagiada a Paulus.
El 14 de septiembre, se inició el primer intentó alemán de tomar la ciudad —que se
pensaba sería el único intento— y la 71ª División alemana llegó al centro
de Stalingrado, acercándose peligrosamente al embarcadero principal, la terminal
de llegada de refuerzos soviéticos. En estos combates cae abatido el
teniente Rubén Ruiz Ibárruri, el único hijo de la pasionaria, en la estación central de
la ciudad.
Yeremenko alertó a Stalin de la llegada de más tanques alemanes a Stalingrado,
por lo que se envió a toda prisa a la 13ª División de Fusileros de la Guardia
del coronel general Alexander Rodimtsev, que había participado en la batalla de
Guadalajara como asesor. Esta división de élite perdió el 30% de sus efectivos el
primer día, pero con la ayuda de Katiushas y de los francotiradores lograron
mantener alejados a los alemanes del río. La conquista de la colina de Mamaev
Kurganen el centro de la ciudad se convirtió en una enconada lucha en que las
banderas de ambos bandos ondearon alternadamente, ya que si los alemanes
controlaban esta colina, su artillería dominaría el Volga. Los alemanes desplegaron
todo un sistema de altavoces incitando a la deserción de los soviéticos. Muchos se
pasaron y se convirtieron en hiwis y muchos soldados soviéticos también fueron
fusilados por acción u omisión frente a la deserción.
Artillería de campaña alemana bombardeando posiciones soviéticas en el verano
de 1942.
Por el sur, el XLVIII Cuerpo Panzer del 4.º Ejército Panzer avanzaba hacia el centro
de la ciudad. Un enorme silo de cereales fue aislado por las fuerzas alemanas, que
fue defendido por soldados e infantes de marina soviéticos durante más de diez
días. No obstante el poderoso ataque alemán, los soldados del Ejército
Rojo resistieron sin agua ni comida, hasta agotar sus municiones y finalmente
sucumbieron en un feroz combate cuerpo a cuerpo. El general Paulus decidió que
el enorme silo sería colocado en la banda que sus soldados recibirían al conquistar
la ciudad.
Probablemente este fue el momento más crítico para los soviéticos en la batalla, ya
que los alemanes asaltaron al 62º Ejército en un momento muy grave. En efecto, el
desastre solamente pudo ser evitado gracias a la rápida llegada de la 13ª División
de Fusileros de la Guardia del general Rodimtsev, si bien esto fue reconocido
después. La reactivación de la 8ª Fuerza Aérea Soviética, donde servía un hijo
de Stalin, también fue importante.
Rattenkrieg[editar]

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Stalingrado}} ~~~~

Soldados soviéticos combatiendo entre las ruinas de la ciudad.


Para mediados de septiembre, ocho de las veinte divisiones del 6.º Ejército
alemán se encontraban luchando encarnizadamente dentro de la ciudad; no
obstante, los soviéticos no paraban de alimentar el frente con refuerzos
de Siberia y Mongolia. El general Paulus, enfermo de disentería, era presionado
continuamente para que informara de la fecha en que caería Stalingrado y
desarrolló un 'tic' en el ojo izquierdo, que luego se extendió por el lado izquierdo de
su cara.
En este momento, las estadísticas de bajas alemanas se dispararon, ya que el
soldado alemán no estaba entrenado para combatir en las calles, que es la lucha
más dura entre todas las formas de combate.[cita requerida]Aunque Paulus sabía que
las bajas soviéticas era por lo menos el doble que las alemanas, sus recursos
humanos se disipaban rápidamente ya que nada más contaba con una división en
la reserva. Hubo casos y no pocos en que destacamentos de comandos alemanes
enviados al combate callejero tenían entre el 50 y el 70 % de pérdidas de efectivos.

Francotiradores soviéticos.
En este campo de batalla, los alemanes estaban bajo constante tensión ya que el
soldado soviético se había convertido en un maestro del camuflaje y las
emboscadas eran comunes. La noche no ofrecía descanso al alemán, ya que los
defensores de la ciudad preferían atacar de noche, neutralizando el peligro de los
bombarderos alemanes. Sin embargo, la noche no era una limitación para los
bombarderos soviéticos, que pasaban sobre la ciudad arrojando pequeñas bombas
de 400 kilogramos. Finalmente, el 6.º Ejército solicitó a la Luftwaffe que mantuviera
la presión sobre la aviación soviética en la noche, porque «las tropas no tienen
descanso». Si los bombardeos nocturnos, las minas antipersonales y las
emboscadas de la infantería enemiga no eran suficientes para mantener alerta a los
alemanes en Stalingrado, los francotiradores sí lograron captar la atención de los
oficiales germanos. El número de oficiales muertos por francotiradores,
especialmente los observadores también se disparó y muy pronto se tuvo que
recurrir a realizar promociones prematuras, con el fin de reemplazar a los caídos.
La neurosis que un soldado podría desarrollar por estar sometido constantemente
al grado de tensión de la llamada Rattenkrieg ('Guerra de ratas') no era excusa para
abandonar el campo de batalla, ya que tanto alemanes como soviéticos no
reconocían esta condición y la calificaban de cobardía, que usualmente era
solucionada con la ejecución sumaria inmediata.
La artillería pesada se volvió inútil en este ambiente de lucha urbana, ya que debido
a la falta de precisión de la misma, no se podía atacar una casa ocupada por el
enemigo, porque las casas vecinas estaban ocupadas por tropas amigas. Hubo el
famoso caso de la llamada Casa de Pávlov en que el dominio de los pisos se
alternaban cruentamente entre los bandos.

Soldados alemanes apostados en una vivienda.


Vasili Chuikov ordenó que la artillería fuera trasladada a la orilla oriental del Volga,
y que atacase detrás de las líneas alemanas, con el objetivo de destruir las líneas
de comunicación y las formaciones de infantería en la retaguardia. Para saber hacia
dónde disparar, un oficial de observación debía asomarse por la azotea de un
edificio en la ciudad, lo que en muchos casos significaba la muerte a manos de un
francotirador alemán. Solamente los Katiusha fueron dejados en Stalingrado,
ocultos en el banco de arena del Volga.
A diferencia de los puestos de mando alemanes, los puestos de mando soviéticos
se encontraban en la ciudad, y, por lo tanto, expuestos a ser atacados. En una
ocasión, un tanque alemán se situó en la entrada del búnker del comandante de
artillería del 62º Ejército y éste, junto con su personal, tuvo que cavar para salvarse.
Pese a que la iniciativa, la razón de bajas enemigas per cápita y los mejores medios
técnicos correspondían a las tropas alemanas, el ejército invasor tuvo grandes
dificultades en conquistar una ciudad que, al haber sido salvajemente
bombardeada, disponía de condiciones ideales para una defensa calle por calle.
Los ataques combinados de infantería y blindados resultaban inútiles en el caos de
la lucha urbana.
Para desgastar al oponente, las medidas impuestas por Chuikov fueron extremas:
se envió a miles de soldados sin experiencia para apoderarse de las trincheras
alemanas con una carnicería como resultado; sin embargo, sólo a ese tremendo
costo y derroche de vidas soviéticas se logró terminar con la superioridad técnica
alemana. Pronto la ciudad se cubrió de una atmósfera repulsiva y pútrida. La razón
era obvia: los cadáveres de ambos bandos se descomponían bajo los escombros.
La pestilencia y las enfermedades pronto se hicieron sentir. Incluso en este
escenario dantesco también se practicaba la política antisemita nazi.
La Feldgendarmerie (Policía Militar alemana) había estado capturando judíos y
haciendo cautivos a civiles que fueran aptos para el trabajo y se ejecutó a unos 3000
civiles judíos, entre ellos niños, por parte de los Sonderkommandos de
los Einsatzgruppen y unos 60 000 fueron enviados a Alemania para trabajos
forzados. Los Sonderkommandos se retiraron de Stalingrado el 15 de septiembre,
cuando ya habían matado a casi 4000 civiles.

Tropas del ejército rojo entre las ruinas de la fábrica Octubre Rojo.
Sabiendo que el invierno se aproximaba, Paulus decidió acelerar la toma de la
ciudad y preparó una ofensiva que se ejecutó el 27 de septiembre. La principal
fuerza alemana atacó al norte del Mamaev Kurgan, cerca de los asentamientos
obreros de las fábricas Octubre Rojo y Barrikady. Los alemanes observaron
atónitos cómo los civiles que huían de los asentamientos para buscar refugio en las
líneas alemanas era derribados por sus propios soldados. Desde ahí, una división
escogida de soldados alemanes capturó la «Casa de los Especialistas», donde se
hicieron fuertes y comenzaran a disparar contra las lanchas que iban y venían por
el Volga trayendo soldados. Los cañones de 88 mm, los Stukas y la artillería
alemana competían en hundir las barcazas que traían soldados del otro lado
del Volga; el mar Caspio empezó a recibir cadáveres.
Las bajas alemanas entre el primer y segundo día de combate sumaron 2500
soldados, contra 6000 soldados soviéticos; para los soviéticos la pérdida era
terrorífica: casi 3000 soldados morían por día (a razón de un centenar cada hora).
Aunque las tropas alemanas lograron penetrar en la ciudad o lo que quedaba de
ella, nunca se hicieron completamente con la totalidad (el muelle y la colina), puesto
que los primeros no pudieron ser alcanzados, y mientras permenecieran en manos
soviéticas, los refuerzos y suministros necesarios para proseguir la batalla podrían
afluir con regularidad. Batallones y brigadas de comandos alemanas que intentaron
llegar a los muelles fueron prácticamente aniquiladas al 50 % de sus efectivos.
Para octubre, los alemanes no habían conquistado la totalidad de la ciudad, pero sí
habían ocupado el 80 % de ella. En ese octubre, los alemanes capturaron las
fábricas de tractores Octubre Rojo y de cañones Barricady, y las bajas rusas se
incrementaron a razón de 4000 soldados diarios. Los heridos soviéticos se
arrastraban a la orilla del Volga con la efímera esperanza de poder ser auxiliados, y
miles murieron congelados. El hecho de cruzar el río no constituía ninguna garantía
de recibir atención médica, ya que debido a la falta de recursos, muchos soldados
eran dejados a su suerte. Lo que los soviéticos no podían notar era que los
alemanes estaban al borde de su capacidad ofensiva; de hecho, no tenían las
suficientes fuerzas para conquistar la ciudad, pues su línea de abastecimientos era
insuficiente.
Comienza el principio del fin[editar]
La «Operación Urano»[editar]
Artículo principal: Operación Urano

El contraataque soviético en Stalingrado Frente alemán el 19 de


noviembre Frente alemán el 12 de diciembre Frente alemán el 24 de
diciembre Avance soviético entre el 19 y el 28 de noviembre
Para octubre, Hitler y sus comandantes cayeron en la cuenta de que no podrían
tomar la ciudad en otoño. El invierno se aproximaba, por tanto se hicieron todos los
arreglos para pasar allí el más crudo de los inviernos, en recuerdo del terrible
invierno anterior. Para fines de octubre se dejaron sentir las enfermedades en el
soldado alemán: paratifoidea, tifus, disentería, empezaron a hacer estragos. A fines
de octubre los alemanes se enteraron por medio de prisioneros de que los soviéticos
preparaban una gigantesca contraofensiva. Ellos mismos habían notado los
movimientos en sus flancos. Para protegerse, Paulus había levantado una barrera
en su flanco izquierdo para prevenir los ataques procedentes por el norte,
sirviéndose de las unidades rumanas.
En efecto, el alto mando soviético, alertado por la Orquesta Roja, la red de espías
soviéticos en el estado mayor alemán, se enteró de la debilidad de los flancos del
ejército enemigo, formado por soldados inexpertos rumanos, y equipados con
cañones franceses sin repuestos y con solo dos obuses cada uno, y preparó una
gran ofensiva dirigida contra esos flancos norte y sur; se estaban acumulando cerca
de 1.700.000 hombres, es decir, cerca de 200 divisiones, la mayoría siberianas,
además de carros de combate y cañones procedentes de Moscú y los Urales. El
plan consistía en una maniobra de pinza para cercar, copar y embolsar al 6.º Ejército
entero, irrumpiendo en la retaguardia alemana por los dos flancos norte y sur,
atacando allí donde las fuerzas del Eje fueran más débiles. Si bien en un primer
momento Stalin se negaba a desviar recursos del propio combate urbano, vio en
estos planes la mejor oportunidad de cambiar el frente sur, y de revertir toda la
situación de Stalingrado, por lo cual apoyó la idea del cerco, aunque esto significara
reducir el cupo de municiones del 62º ejército rojo que defendía por sí solo la ciudad.
La idea de rodear a un ejército alemán en estas condiciones eran en todo osada,
pero no había otra posibilidad viable luego de los constantes errores en las
ofensivas soviéticas de comienzo del 42.
Llegó el invierno con sus nevadas y la ciudad quedó sumida en un manto blanco
con temperaturas que rondaban los -18 °C. Los combates callejeros cesaron casi
por completo durante la noche. De noche, los grupos enfrentados hacían señales
de tregua temporales con banderas que asomaban en los orificios de las ruinas. Y
se permitía tácitamente retirar algunos caídos con vida en la tierra de nadie, y
además se realizó un intercambio no oficial de abastos entre pequeños grupos de
ambos bandos, realizado muy a escondidas en treguas concertadas
espontáneamente. De ser sorprendidos por la oficialidad, la ejecución era inmediata
por confraternizar con el enemigo. De día, la lucha se reanudaba sin cuartel.

Tropas soviéticas se encuentran en Sovietsky después de cerrar la bolsa de


Stalingrado.
El 19 de noviembre de 1942, los 3.500 cañones soviéticos comenzaron a machacar
despiadadamente las líneas enemigas más débiles entre Serafimovih y Klestkaya,
estas eran las formaciones rumanas que se encontraban escasas de material
antitanque, entre la nieve y la bruma mortecina del paisaje. Al son de trompetas, los
obuses y Katiushas se dejaron caer en el sector rumano. Después de una hora de
martilleo, los batallones de fusileros avanzaron sobre las filas de rumanos.
Los rumanos del II y IV Cuerpos pudieron contener bravamente las primeras
oleadas de atacantes y luego fueron arrasados por carros de combate T-34 hacia el
mediodía. Cuando los fortines fueron demolidos, los rumanos echaron a correr por
la planicie blanca, siendo perseguidos por las oleadas siberianas. Si bien hubo
algunos intentos de responder al ataque, los comandantes del 6.º Ejército no
tomaron en serio el ataque hasta que fue muy tarde, inclusive los combates en la
misma ciudad de Stalingrado no se detuvieron durante varios días una vez
comenzado el ataque soviético. Los Stukas acudieron al lugar del desastre y ya
nada se pudo hacer, salvo ametrallar a los fusileros soviéticos.
Si bien el ataque del sur fue por muchos factores más débil, este sector fue también
atacado con éxito y las columnas de la trampa avanzaron sin grandes reveses, salvo
contraataques aislados que apenas produjeron momentáneas detenciones. El
objetivo donde convergían las tenazas de la trampa era el pequeño pueblo de
Kalach y su puente, donde los alemanes no poseían una fuerza para enfrentar la
amenaza y donde quedaban expuestos sus talleres y depósitos de suministros. El
desastre era total, el VIº Ejército de Paulus quedó encerrado en Stalingrado con
unos 250.000 hombres y sin suministros mayores.
Der Kessel[editar]

La casa de Pávlov fue defendida de los ataques alemanes por el pelotón del
sargento Yákov Pávlov durante dos meses, del 27 de septiembre al 25 de
noviembre de 1942.
El OKW alemán ordenó retirar el grueso del 6.º Ejército desde Stalingrado por el
sudoeste hacia el Don, y así evitar el encierro. Tal proyecto aún podría ejecutarse
ya que había brechas importantes que aún no estaban cerradas, pero Hitler se negó
a aceptar semejante solución y exigió a Paulus y sus hombres mantenerse en la
ciudad conquistada mediante una contraorden directa, y tuvieron que volverse en
una penosa retirada las vanguardias enviadas en dirección sudoeste.
Hitler consideraba que la situación no estaba aún perdida y podría repetirse la
situación producida en febrero de ese mismo año en la Bolsa de Demyansk, donde
una gran masa de soldados alemanes pudieron resistir un prolongado cerco
soviético mediante un puente aéreo. Tal idea llegó a oídos del jefe máximo de
la Luftwaffe, Hermann Goering, quien sin consultar a sus asesores técnicos
prometió a Hitler que sus aviones podrían realizar un vasto abastecimiento desde el
aire. La promesa de Goering exasperó al general de aviación Von Richtofen pues el
tiempo nublado con tormentas de nieve impediría volar a los aviones de forma
sostenida e incluso haría imposible siquiera que despegasen. En estas condiciones
Paulus radió un mensaje directo a Hitler:
Mi Führer: se nos agotan las municiones y el combustible. Abastecimiento suficiente
y oportuno es imposible. En estas circunstancias, solicito plena libertad de acción.
Paulus.
Las tenazas soviéticas se cerraron en menos de 4 días de lucha. El 24 de noviembre
ya era imposible fugarse de Stalingrado. La División 94º al mando del
general Walther von Seydlitz-Kurzbach, al ver que Paulus carecía de iniciativa
ordenó a su tropa evacuar su sector y forzar el bloqueo, esperaba que las demás
divisiones le siguieran en su retirada no autorizada. Apenas dejó su posición, le cayó
encima el 62º Ejército Soviético y muchos de sus batallones fueron aniquilados sin
contemplaciones, no hubo prisioneros.
Goering, de manera irresponsable, ante los informes advirtiéndole lo imposible de
la misión —que recibió e ignoró—, prometió abastecer al Kessel con
500 toneladas diarias de pertrechos, pero los aviones apenas lograron llevar 130
toneladas en tres días de operaciones a horizonte raso y en medio de tempestades
de nieve. Esto causaba que los vuelos nunca fueran realmente permanentes (como
debía corresponder a un eficaz puente aéreo) sino que por causa del mal clima
durante varios días los aviones no podían despegar de sus bases, o simplemente
despegaban pero no podían aterrizar en Stalingrado. Para aumentar los males, los
soviéticos atacaron de manera audaz la principal base aérea de suministros, el
aeródromo de Pitomnik, llegando a colapsar las bases de reaprovisionamiento y
acentuando la escasez de aviones de carga para las operaciones del puente aéreo.
Sumado a las inclemencias climatológicas perjudiciales para los alemanes,
los soviéticos lanzaban bengalas desde posiciones recién tomadas para hacer creer
a los aviones de abastecimiento que en ese emplazamiento todavía quedaban
soldados fieles al Reich que solicitaban suministros. Las provisiones caían en
manos soviéticas dejando a los alemanes desprovistos de todo pertrecho. Hitler,
obsesionado, dijo a Von Richtofen: «Si Paulus sale de Stalingrado, jamás
volveremos a tomar la plaza».

Soldados soviéticos combatiendo en una fábrica en ruinas de la ciudad.


A principios de diciembre, surgieron las primeras bajas por inanición. A pesar de
todo, los alemanes trataron de conservar la disciplina y la organización funcionó
regularmente.
Stalingrado se convirtió en un caldero (Der Kessel) donde, sin agua ni alimentos
suficientes, atacados por las epidemias y en medio del pútrido olor a
descomposición, los alemanes se aprestaron a sufrir un largo asedio en medio de
las mayores penurias. Hitler nombró a Paulus Mariscal de Campo, ya que ningún
mariscal se había rendido en la historia militar alemana y esperaba que Paulus se
suicidara antes de caer prisionero de los soviéticos. Pero los informes de las
penurias que soportaban los soldados y que el mismo Paulus observó al revisar las
tropas del frente, lo tranquilizaban al pensar que se había dado todo en la lucha y lo
eximía personalmente de las obligaciones con este «cabo» que dirigía al país; de
hecho, privadamente Paulus informó a los otros generales (como Arthur Schmidt,
Seydlitz, Jaenecke, y Strecker) que él no se suicidaría y se prohibía hacerlo a los
demás oficiales para seguir la suerte de sus soldados.
De este modo, unos 250.000 soldados quedaron atrapados en una bolsa con la
orden, por parte de Hitler, de no retroceder ni rendirse. Pese a que Göring, mariscal
del aire y jefe supremo de la Luftwaffe, prometió abastecer a las tropas desde el
aire, la llegada de recursos a las tropas alemanas fue casi imposible y apenas se
realizaron algunos vuelos.
Los alemanes pudieron utilizar el aeródromo de Pitomnik pero éste se hallaba sujeto
a continuos ataques soviéticos, los Junkers Ju 52 llegaron con abastecimientos e
inmediatamente partían de vuelta evacuando heridos, aun así los pocos aviones no
daban abasto y los afortunados que podían subir escapaban del infierno, los heridos
colgaban de las puertas y algunos desesperados se aventuraban a volar asiéndose
en las alas, donde ninguno logró sobrevivir. Tras la caída de Pitomnik el 16 de
enero sólo quedaba el improvisado aeródromo de Gumrak, más pequeño y en
peores condiciones que el de Pitomnik, pero Gumrak también cayó en manos
soviéticas el 23 de enero. A partir de ese día las hambrientas tropas alemanas sólo
pudieron recibir provisiones mediante cajas lanzadas en paracaídas por
la Luftwaffe, lo cual no aseguraba que la carga llegase a destino: soldados
soviéticos a veces se quedaban con las provisiones, éstas caían al río Volga, o
simplemente las tropas germanas estaban muy agotadas y hambrientas para
buscar dichos suministros entre las ruinas de la ciudad.
Además, unos 10.000 civiles soviéticos también quedaron atrapados en la bolsa, de
los cuales nunca se volvió a tener noticia.
La ofensiva del Grupo de Ejércitos del Don[editar]
Artículo principal: Operación Wintergewitter
En diciembre, los soldados alemanes cercados tuvieron una leve esperanza: Erich
von Manstein venía en su auxilio. Manstein, que acababa de asumir el mando
del Grupo de Ejércitos Don, planeó la Operación Tormenta de Invierno, que incluía
dos amplias operaciones con un punto de partida diferente. Una vendría de Chir y
la otra de Kotelnikovo, a 160 km de Stalingrado. Aún para los generales más
incrédulos del régimen nazi, el hecho de que Hitler abandonara al 6.º Ejército era
algo impensable, por lo cual sentían esperanzas de un posible rescate. De esta
manera la Wehrmacht se aseguraba de hacer todo lo posible por rescatar a este
ejército cercado lejos de Alemania.
La ofensiva empezó el 12 de diciembre, pero el día 16, cuando estaban a unos 50
km, fue detenida por el segundo ejército de la Guardia, que destruyó la principal
fuerza de ataque nazi, compuesta por más de 400 tanques. La detención significó
que los soviéticos le atacaran con todo y lo hicieran retroceder 200 km. El ataque,
que fue llevado a cabo por la sexta división blindada, de manera implacable al
comienzo, se vio amenazado por otro contraataque soviético en la retaguardia, por
lo cual se decidió retroceder de manera definitiva. Para empeorar las cosas el
aeródromo de Tsasinskaia, el principal de los Ju-52 para reaprovisionamiento, cayó
en poder soviético. Los repetidos intentos ulteriores de romper la bolsa del exterior
(Von Manstein) fueron todos igualmente infructuosos.
La rendición final[editar]

Friedrich Paulus y los miembros de su Estado Mayor en el momento de rendirse a


los Altos mandos soviéticos.
Se impuso un riguroso racionamiento para intentar pasar el invierno. Paulus, quien
era admirador incondicional de Hitler, se dio cuenta que para el Führer el 6.º Ejército,
o lo que quedara de él, era poco menos que una pieza sacrificable en el juego de la
guerra. La vida de los soldados no tenía la menor importancia para él. El 25 de
diciembre, en el Kessel, murieron 1280 soldados de frío y hambre. Para el año
nuevo, los soviéticos montaron una serie de cocinas y realizaron fiestas en la orilla
sur del Volga con el doble objetivo de celebrar el año y mortificar a los alemanes
cercados.
El 8 de enero los soviéticos realizaron un estrechamiento del perímetro y capturaron
el único aeródromo que servía de conexión con el mundo exterior, Pitomnik: los
alemanes tuvieron que reconstruir el de Gumrak gravemente dañado por ellos
mismos para poder seguir recibiendo noticias. El 9 de enero se presentaron dos
oficiales del Ejército Rojo en la línea occidental del frente alemán con un ultimátum
de la Stavka para Paulus. Si dicho ultimátum no se aceptaba, los soviéticos
lanzarían una ofensiva final contra el Kessel al día siguiente. El ultimátum fue
rechazado. Las penurias se multiplicaron en el 6.º Ejército Alemán, las epidemias
diezmaban los soldados, la disciplina ya no existía y el hambre era tan atroz que los
alemanes sacrificaron caballos, perros y ratas para poder alimentarse. Cabe
destacar que aun en estas penosas condiciones, la resistencia del 6.º Ejército
continuaba, ya que las líneas del frente se retiraban combatiendo e infligiendo bajas
a los soviéticos que ejecutaban el plan anillo para acabar con los alemanes.
El 28 de enero, Paulus trasladó el cuartel general hacia los sótanos del Univermag y
allí se hacinaron unos 3000 heridos de diversa consideración, enfermos de tifus,
paratifoidea y disentería. Los casos graves o que requerían cirugía prolongada eran
colocados afuera para que murieran de frío.
El 30 de enero, el general Paulus fue promovido a Generalfeldmarschall, «Mariscal
de Campo». Hasta entonces ningún Mariscal de Campo alemán había sido
capturado, y Paulus recibió esta promoción como una orden de suicidio. Paulus
declaró entonces: «No tengo intenciones de dispararme por este cabo bohemio»,
en referencia a Hitler.
Un tanque soviéticos se acercó al cuartel general de Paulus, en el que venía un
intérprete que había sido enviado por Paulus, el mayor Winrich Behr. El 31 de
enero por la mañana, Paulus se rendía con cerca de 90 000 soldados, los restos de
un ejército de 250 000 hombres. Solo volvieron a Alemania 5000 supervivientes. Se
convirtió en el primer mariscal que capitulara en la historia alemana,
desobedeciendo así a Hitler, atenazado por las tropas soviéticas, la falta de
alimentos y el frío polar de la estepa rusa, para el que sus tropas no tenían material
suficiente en un gesto sin precedentes en la Wehrmacht. La rendición oficial se
produjo el 2 de febrero pero unos 11 000 soldados alemanes no acataron la
rendición y siguieron luchando hasta el final, a principios de marzo los soviéticos
acabaron con los últimos reductos de resistencia.
Consecuencias[editar]
Un soldado soviético ondeando la Bandera roja tras la rendición alemana en febrero
de 1943.
Oficialmente 91 000 fueron los prisioneros de la batalla final de la Ciudad de
Stalingrado; de estos muy pocos estaban vivos para el comienzo de la primavera
(solo 5000 a 6000 alemanes sobrevivieron hasta el fin de la guerra) debido a
epidemias de disentería y de tifus entre los prisioneros.
Las consecuencias de esta catástrofe fueron inmensas y de gran alcance. Por
primera vez, Alemania perdía la iniciativa de la guerra y tenía que colocarse a la
defensiva. De hecho la Wehrmacht carecía ya de los elementos logísticos
necesarios para avanzar más hacia el este y las orillas del Volga fueron
precisamente el punto más oriental alcanzado por tropas alemanas en Europa.
Después de esta batalla la Unión Soviética surgió engrandecida y con la iniciativa
de la guerra que la asolaba en las manos de sus líderes. Además, el comandante
de la Luftwaffe, Hermann Göring, cayó en desgracia ante Hitler perdiendo crédito
entre la élite del régimen nazi así como prestigio entre los militares, al no poder
cumplir la orden de abastecer por aire a las fuerzas alemanas cercadas, como había
prometido. El III Reich perdió todo el 6.º Ejército y parte del 4.º Ejército Panzer, e
incontables recursos materiales que no se pudieron reemplazar con la misma
facilidad con que la URSS podía con sus propias bajas (aún más terribles incluso
que las alemanas). De hecho, entre muertos, heridos y prisioneros
la Wehrmacht había perdido más de 200 000 combatientes, muchos de ellos
experimentados, que serían muy difíciles de reemplazar en poco tiempo.

Un soldado soviético, portando un PPSh-41, con un prisionero alemán.


Los soviéticos, aparte de recibir una ciudad prácticamente destrozada, habían
sufrido aproximadamente un millón cien mil bajas, de las que cerca de medio millón
murieron.30 31 De estos, unos 13 000 habían muerto ejecutados por sus propios
compatriotas, acusados de cobardía, deserción, colaboracionismo, etc. 32 Cabe
destacar que no fue hasta la caída de la URSS que los historiadores soviéticos
pudieron discutir abiertamente las cifras de bajas de la batalla, que si bien nunca
serán exactas (debido a la ausencia de registros fiables y la proliferación de fosas
comunes no contabilizadas), de hacer cálculos reales lo más probable es que el
costo de vidas de todas maneras sea increíblemente alto y rebase los dos millones
de individuos, resumiendo aquella frase de los generales rusos «El tiempo es
sangre». Según el cálculo más alto, si se incluyen a todas las fuerzas que pelearon
en el Volga, murieron o fueron heridos 350 000 soldados del Eje y más de 1 000 000
de soldados soviéticos (incluyendo prisioneros muertos en cautiverio y heridos
muertos tras ser evacuados) y cerca de 2 000 000 de civiles soviéticos encontraron
su fin (incluyendo refugiados y gentes que vivían en pueblos y ciudades donde
también se combatió).
El triunfo de esta batalla trascendió los límites de la Unión Soviética e inspiró a todos
los aliados, incentivando la resistencia en todas partes. El rey Jorge VI de
Inglaterra le regaló a la ciudad una espada forjada especialmente en su honor, y
hasta el poeta chileno Pablo Neruda escribió el poema «Canto de amor a
Stalingrado», recitado por primera vez el 30 de septiembre de 1942 y el poema
«Nuevo canto de amor a Stalingrado» en 1943,33celebrando la victoria, lo cual
transformó esta lucha en un símbolo y en un punto de quiebre para toda la guerra.
El mariscal Paulus sobrevivió a la guerra y volvió a Alemania en 1952, viviendo en
la zona de ocupación soviética y luego en la RDA. Zhúkov reclamó para sí el éxito
de Stalingrado, pero se le concedieron todos los créditos a Vasili Chuikov, que fue
ascendido a capitán general, a cargo de un ejército que marcharía luego a Berlín.
Antes del colapso de la URSS en 1991 estaba prohibido calcular el número real de
bajas por temor a reconocer que el sacrificio de vidas fue excesivo; [cita requerida] hoy
se sabe que allí murieron aproximadamente más de un millón de soviéticos entre
civiles y militares. Sin embargo, la batalla de Stalingrado supuso para los nazis una
auténtica catástrofe militar y una de sus principales derrotas en la Segunda Guerra
Mundial, marcando además el punto de inflexión en la guerra, tras el cual ya no
pararían de retroceder ante los soviéticos hasta rendirse ante Zhúkov, en el
mismo Berlín, dos años y medio después.

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