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» Príncipe de seda - HunHan

by ItsUltraviolence
序幕

"Por la forma que cambiaste mis planes, por ser la perfecta distracción, por la
manera que captaste el concepto que tengo de todo lo que quería tener y me
hiciste ver que había algo que faltaba... ¿Quién iba a saber que iba a estar aquí?
Tan inesperadamente...

Ahora esta tan claro que te necesito aquí siempre"

Era plena época medieval, el sol asomaba por la pequeña montaña del este y la
neblina aún no abandonaba el pequeño pueblo tras las montañas, las personas
ya comenzaban a crear bullicio. Tome mi frondoso abrigo de pieles y me
dispuse a abandonar, otro día más, mi hogar en madrugada, porque así debía
ser. Debía atender mi pequeño taller de costura, solo se basaba en un pequeño
espacio encerrado y un tanto decorado, nada elegante más aun así destellaba
clase. Pero el pueblo aun no poseía la cultura suficiente como para valorar mi
trabajo, no obstante, con lo que obtenía de ganancias me alcanzaba para
subsistir diario. Usualmente los clientes husmeaban las prendas y mi figura
antes de retirarse, supongo que para ellos era algo innovador, fuera de estas
tierras. Mi familia provenía de grandes Aldeas, pero a finales del siglo pasado
decidieron por asentarse en este pueblito entre las montañas y alejado de toda
urbanización, claramente las prendas bien confeccionadas aun no estaban entre
sus necesidades.

Un día normal de primavera tres caballos se posaron frente a mi lugar de trabajo


arrastrando un carruaje con terminaciones en curva, asomé por la puerta
topándome con el ser humano más bello que hayan podido apreciar mis ojos,
aparte de mí. Días después me entere de quién se trataba: El hijo mayor del
emperador Oh, Oh Sehun. Los rumores corrieron, según algunos había venido
al pueblo en busca de una bella joven para desposar, otros decían que su padre
lo había desterrado por cometer alguna insolencia, yo solo sabía que aquel
hombre había sido esculpido por los mismos dioses y abandonado sobre suaves
plumas de seda en la tierra.

El día seis de su estadía llegó una invitación a todos los habitantes del pueblo,
todos sabían que la duquesa Lee soñaba con desposar un buen marido que
aumentara su limitada (Y bastante) riqueza pues su familia estaba al borde de la
quiebra, así que ante tan grandísima oportunidad no lo pensó dos veces y se
decidió a realizar una ceremonia de bienvenida al joven Oh, para así poder robar
su corazón y sus riquezas (¿Cómo no?). No es que tampoco lo pensara mucho,
también quería deleitar a mis ojos con aquella figura, vestí mis prendas más
preciadas y me dirigí hasta la fiesta.

Podría jurar que todo el pueblo se encontraba allí, tanto niños como adultos y
ricos como esclavos, y más, entregué mi invitación al guardia quién tachó en la
lista con su "solemne" pluma: "Lu Han, el modista".

Bebí el poco vino que quedaba sobre las extensas mesas cubiertas por manteles
bordados y mis papilas gustativas dispararon, "Que exquisitez" pensé. En aquel
momento mi corazón se detuvo por unos segundos, pude distinguir la figura del
hijo del emperador, quizás, en sus mejores pintas, todo ajustado a tal medida
que si nos encontráramos solos, todo pasaría por un contexto onírico. Lucía
perdido y un tanto molesto, su rostro dejaba en evidencia cada una de sus
emociones, suspire, pero que hombre. No paso mucho para que Chae rin se
acercara hasta él tomándole el brazo, a Oh no pareció agradarle mucho aquello
y la alejo de inmediato, además de amargado, no le agradaba el contacto físico,
sonreí ante la acción y nuestras miradas se encontraron.

Estaba bebiendo mi segunda copa de vino astral (Como lo llame) y una voz me
interrumpió mientras bebía semejante elixir, nada más ni nada menos que el
joven Oh acompañado de dos lacayos. - ¿En qué puedo servirle su majestad? -
Exclame tranquilo, el hombre pareció estudiarme antes de contestar, - Me han
dicho que usted es modista - Sonreí, - Pues sí, el único y el mejor - No mentí. -
Necesito que confeccione mis trajes, vengo de la gran ciudad así que espero esté
preparado para satisfacer mis expectativas - Claro que lo estaba, dispuesto a
satisfacer todo tipo de expectativas su majestad. Me limité a asentir.


Su majestad Oh Sehun me ordeno que debía visitarlo todas las tardes de martes
y jueves para nuevas prendas y tomar medidas, era realmente un chico facilón
en cuanto a vestimenta, camisas de seda y pantalones de tela normal, de vez en
cuanto solicitaba el traje completo pero yo no me quejaba, me pagaban de
maravilla. Los últimos días del primer mes de servicio se volvió un chico
curioso - Disculpe Lu Han - Mis ojos lo observaron esperando su pregunta - Me
gustaría saber su edad - Me sorprendí ante la pregunta, ninguno de mis clientes
anteriores que poseían un rango alto (O más o menos) en la sociedad se
atrevieron a preguntar acerca de mi - Treinta y dos - Contesté, su rostro pareció
desfigurarse - ¿Ocurre algo su majestad? - Negó con la cabeza - Lo esperaba
más joven.

El tercer mes de servicio me encontré a la señorita Chae rin junto a su prima


Hyun Ah en el pseudo-castillo de Oh, habían venido con la perfecta excusa de
asegurarse que todo iba bien con su estadía en el pueblo, y si acaso pensaba
quedarse por mucho tiempo, me vi obligado a interrumpir la segunda respuesta
ya que venía a entregarle uno de los trajes al joven Oh, que hace un tiempo me
había enterado, tenía tan solo veintitrés años, un alma jovial y amargada. Ambas
jovenzuelas (Por no decir mujerzuelas) me miraron con odio, por supuesto, el
impuro e indecente modista del pueblo al servicio del guapo hijo del emperador.
No me espere que las echara, pero digamos que de alguna forma me alegró,
aquellas jóvenes solo eran unas pulgas que intentarían a toda costa succionar
cada litro de riqueza que vinculara con Oh Sehun - No me agradan esas señoritas
- Dijo sereno - No son más que basura andante, hasta una prostituta vale más
que ellas.

Sonreí.

Abril se presentó veloz junto con el cumpleaños de su majestad, no me esperaba


la invitación, al parecer se trataría solo de una pequeña ceremonia junto a los
más cercanos. Me sorprendió toparme únicamente con guardias y sirvientes, ni
señales de familia, menos aun de jovenzuelas ególatras y repulsivas.

La mesa era ancha y bastante larguísima, llena de platos exóticos, dulces y


bebidas por montón, Oh Sehun dio un breve discurso en agradecimiento a cada
uno de nosotros y nuestros servicios brindados, y nos ordenó comer, podría
decir que comí como nunca, los ojos de Oh, minuciosos, examinaron cada uno
de mis movimientos. A la hora de abandonar y antes de hacer la usual reverencia
su majestad me detuvo y dejo una pequeña nota en el bolsillo de mi chaqueta
antes de retirarse, "Ven al ala este a las ocho en punto".

Hacía un frío increíble y la neblina cubría todo, el sol había abandonado unos
minutos atrás, me pregunté cuál sería el motivo de la citación, quizás se había
enterado de la boca de los habladores los prejuicios por los que se me
atormentaba o tal vez se cansó de mis servicios... De todos modos, habían sido
cinco meses de arduo y gratificante trabajo. Divise el ala este una figura cubierta
por varias capas de ropa oscura, asumí que era el joven Sehun, me llamo la
atención que ninguno de sus lacayos rondaba por ahí. Cuando estuvimos frente
a frente me indico con un movimiento de cabeza que lo acompañara a la
pequeña cabaña. Ya allí se despojó de toda prenda quedando únicamente con
unos pantalones y una camisola color crema - ¿Para qué me ha citado, su
majestad? - No hubo respuesta alguna, sus suaves labios se habían posado sobre
los míos.

Completamente sorprendido aparté la majestuosa figura frente a mí "Pero ¿qué


ha hecho, joven?" Exclamé molesto, el hijo del emperador se limitó a mirarme
tan sereno como siempre y tomó mis manos entre las suyas acariciándolas con
movimientos tentadores "Lo deseo, LuHan, lo deseo cómo nunca he deseado a
alguien en mi vida" Me quedé estupefacto, el joven debía estar delirando o
volviéndose loco "No, su majestad, usted debe estar confundido" Mis palabras
titubearon, maldigo a quién no me ha concebido con el don de la palabra "No
LuHan, mi corazón lo desea y... Ya he esperado mucho, le ruego que sea mío,
sea mío por favor".

Nuestros labios terminaron fundiéndose en un beso de eterno amor, los tenues


suspiros se mezclaban, creando melodías melifluas a mis oídos, me tomó por la
cintura y envolvió con sus brazos la delgada figura por la que se me
caracterizaba "No sabe cuánto tiempo he estado buscando esto" Decía el joven
con un tono esperanzado "Pero el amor por fin ha llegado a mí" Acaricie sus
suaves cabellos, como si de seda de alta gama se tratase, tan fino, tan precioso,
intentado calmarlo, pero de alguna manera también calmarme a mí.

Algo en mi interior advertía que de esto nada bueno quedaría.

十一

Solíamos vernos cada jueves en dicha cabaña, la siempre divina luz de luna nos
acompañaba en aquellas cálidas tardes y frescas noches en las que nos amamos
con fervor, pero también se burlaba de nosotros, de nuestro amor que no podía
ser mostrado, y que debía ser consumado a escondidas, prófugos, dos amantes
prohibidos, escondidos de la multitud, siempre con miedo, con temor, pero más
que nada pasión. Esa pasión que inundaba mis venas como veneno y el único
antídoto era Sehun. Juntos no eramos más que dos sombras que jugaban a
esconderse y que se esfumaban cuando la luz de mañana asomaba, sin dejar
ningún rastro, ni pedazo.

十二
Era otoño cuando se hizo oficial, el emperador visitaría el pueblo, todo se volvió
de colores, flores de todos los tipos adornando cada rincón, las doncellas
preparaban sus mejores vestidos y los caballeros dejaban de lado el bestialismo
para disfrazarlo de hipocresía pura, menudo enjambre de arrogancia. El joven
Sehun por otro lado se observaba distante, impaciente, había dejado de comer,
su rostro permanecía pálido la mayoría del día quise preguntar pero sus ojos
llenos de temor me advirtieron que su silencio no cesaría, su hogar temporal se
sentía tan frío, la pequeña llama que aparecía cada vez que ponía un pie en el
aquel lugar se desvanecía hasta reducirse a nada.

Algo iba mal.

十三

Si alguna vez alguien me hubiese preguntado ¿Como me gustaría morir?


Hubiera respondido que en soledad, cubierto en seda, tal vez bajo el sol o al
simple resplandor de la luna, arrullado por los sonidos de la naturaleza, las aves,
los grillos, las risas de niños; La brisa entre mis cabellos, mejillas sonrojadas,
visualizando toda la vida tranquila que tuve, quizás con un poco de licor entre
mis labios, una sonrisa incontrolable, un amor incomprendido, un nudo en el
pecho conteniendo lagrimas, voces imaginarias y un sola figura en mi
imaginación, aquel que me había robado el corazón.

Todo eso hubiera venido a mi mente en un segundo, mas allí, frente a mis
demonios y a la gente que me atormentaba la voz dura y firme de uno solo me
hizo temblar de horror "Lu Han ha sido condenado a muerte por sodomita y
corromper, y amenazar al hijo del emperador"

El gemido de Sehun hizo eco en mí.


十四

No podía respirar, mi piel se teñía dolorosamente de púrpura y negro, mi


corazón quería gritar, pero algo en mí no reaccionaba, una pequeña esperanza
sobrevivía entre las cenizas que habitaban mi cuerpo, susurraban que Él vendría
y por más que quisiera creer, las marcas en mi piel gritaban lo contrario, me
mataban de a poco, quemaban cada esperanza, un silencio sepulcral me rodeaba,
ni un goteo, ni un paso, simple silencio, ni un alma a kilómetros, ya comenzaba
a perder la noción del tiempo.

丝绸王子 (Final)

El sol brillaba como nunca, el calor penetraba los huesos de todos los presentes,
formalmente vestidos e impecables y con un único centro de atención frente a
sus ojos. El emperador había invitado a todos los del pueblo a presenciar el "acto
más satisfactorio que jamás presenciaran" frente al lugar del emperador se
habían depositados telas de todo tipo en el suelo, a su lado, su angustiado hijo
observaba con horror cada uno de los pedazos.

Cuando LuHan hizo presencia, siendo escoltado, aquel lugar se congelo, la


delgada figura masculina parecía irreconocible, su rostro hinchado, brazos y
piernas con contusiones graves y su anatomía cubierta por un color oscuro,
Sehun no pudo evitar sollozar.

Pero LuHan no sentía nada.

No sintió cuando lo arrojaron al duro suelo con delgadas telas bajo él, ni cuando
amarraron sus manos y pies, pero la única pequeña fuerza que quedaba en su
ser levantó la vista y lo observó con una dolorosa sonrisa.
Lo observó con amor, con nostalgia, agradeciéndole cada diminuto segundo
junto a él, cada suspiro, cada caricia, cada palabra. Los ojos de Sehun
permanecían hinchados, su cara empapada en lágrimas, Lu se pregunto si tal
vez había hecho algo mal antes que su último aliento fuera robado.

Los gritos de auxilio del hijo del emperador se oyeron en todo el imperio
mientras la cabeza de su amor yacía en el suelo envuelta en seda.

Fin ❀

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