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RESUMEN
Las indagaciones cualitativas en comunicación en América Latina, en particular una línea de estudios que
suele denominarse estudios de consumos culturales, y que tienen como eje los consumos de medios de
comunicación masiva y de nuevas tecnologías, tienen extensos antecedentes y han realizado aportes
significativos no sólo para avances en el campo específico sino también para comprender la compleja
trama socio-histórica latinoamericana. En España, en cambio, los estudiosos se han inclinado más bien
hacia otras tradiciones, con algunas excepciones como, verbigracia, los de CALLEJO GALLEGO (1995) y
SAMPEDRO BLANCO (2003). En este artículo nos detendremos, particularmente, en sintetizar y discutir las
características salientes de los estudios cualitativos de consumo de medios masivos de comunicación y
nuevas tecnologías en relación a cómo desde esos espacios de estudios, que pueden ser considerados
microsocio-comunicacionales, se puede avanzar en la comprensión de lo macrosocial.
Palabras clave: Análisis de recepción de medios, estudios etnográficos de Radio y Televisión, experiencias
de audiencia de medios en Argentina
1
Se pueden consultar algunos artículos en esta línea, en www.historietasargentinas.wordpress.com
“consumo”.
MORLEY se concentró en los procesos sociales dentro de los cuales se produce la
recepción, considerando a la familia como la unidad de observación que se debe
estudiar en su contexto real -in situ-(1989). En Family Television (1988) realizó
dieciséis entrevistas familiares en profundidad con resultados relevantes, aunque la
muestra -limitada a una clase social- y la no extensión en el tiempo de la aplicación de
la técnica dificultaron la comprensión de la relación con lo macrosocial in situ.
Además de los estudios de Raymond WILIAMS, y de lo que MORLEY denominaría
“etnografía de la audiencia”, en A.L. tuvo fuerte influencia el texto “Encoding and
decoding”, el paper publicado por Stuart HALL en 1973. Allí consideró que era
“posible y útil pensar en el proceso de comunicación en términos de una estructura
producida y sustentada mediante la articulación de momentos enlazados pero
distintivos: producción, circulación, distribución/consumo, reproducción. Podríamos
pensar el proceso como una estructura compleja en dominancia, sustentada en la
articulación de prácticas interrelacionadas, cada una de las cuales, sin embargo,
mantiene sus rasgos distintivos y tiene su propia modalidad específica, sus propias
formas y condiciones de existencia.” (HALL, 1980: 1). Allí, particularmente interesado
por los procesos de construcción de la hegemonía y tomando especialmente en cuenta
la teoría de Antonio GRAMSCI, HALL sostiene “que dado que no hay una
correspondencia necesaria entre codificación y decodificación, la primera puede
intentar privilegiar pero no prescribir o garantizar la segunda, la cual tiene sus propias
condiciones de existencia” (Ibíd.: 6).
En la «Introducción» a Televisión, audiencias y estudios culturales, David MORLEY
dice que luego de estudiar “las prácticas de ver televisión” en el “contexto de la
familia”:
“[su] trabajo introduce dos cambios principales: el primero consiste en
desplazar la televisión del centro del escenario (a fin de abarcar también los
usos, en la esfera doméstica, de diversas tecnologías de información y
comunicación), y el segundo una consideración más amplia de las funciones
que cumplen tales medios en la construcción de las identidades nacionales y
culturales en el contexto de una geografía posmoderna massmediática”
(MORLEY, 1996: 14).
En otro trabajo (MORLEY y ROBINS, 1995) se ocupa de la construcción de las
identidades en el marco de la globalización. El libro “se ocupa de la naturaleza
compleja y contradictoria de las identidades culturales contemporáneas y del rol de las
comunicaciones de los media en la reconfiguración de dichas identidades” (Ibíd.: 1).
Ello es clave para los estudios de consumo en Latinoamérica.
En las perspectivas cualitativas que se vienen usando desde los ochenta se quiebran
definitivamente aquellos planteos que pensaban a la “audiencia” compuesta por
individuos factibles de ser persuadidos si se manejaban y se conocían los instrumentos
correctos. Pero también se rompe con los populismos o con los neopopulismos,
dominantes en alguna época en América Latina, y siempre más o menos en boga, desde
los cuales se piensa a la recepción como el lugar desde el cual “la gente” o “el pueblo”
resiste y se opone a los embates de la cultura dominante al estilo de John FISKE.
Nosotros consideramos que no existen receptores pasivos. El “descubrimiento” de
que “los receptores son siempre activos” no es más que una obviedad. Lo importante
es indagar qué tipo de actividad realizan y tener en claro que esa actividad no significa,
en principio, un poder importante frente a los productores culturales de los medios
masivos. Así como consideramos que no existen receptores pasivos, tampoco nos
parece que se verifique como relevante la existencia de grupos que efectúen una
decodificación resistente u opositora full time, una especie de “guerrilla semiótica”. El
consumo y la recepción no parecen ser lugares eficientes ni demasiados efectivos de
oposición y, en todo caso consumir siempre implica algún grado de adhesión a las
propuestas de la industria cultural.
4. La oferta de la industria cultural
Hay que tener en cuenta -sin absolutizarlo- el mayor poder que tienen las industrias
culturales en relación a los consumidores para constituirlos en públicos y para
promover determinadas tecnologías, discursos y usos de los mismos. Sin embargo,
señala BOURDIEU:
“En materia de bienes culturales -y sin duda en cualquier otra- el ajuste entre
la oferta y la demanda no es ni el simple efecto de la imposición que ejercería
la producción sobre el consumo, ni el efecto de una búsqueda consciente por la
que aquella iría por delante de las necesidades de los consumidores, sino el
resultado del concierto objetivo de dos lógicas relativamente independientes, la
lógica de los campos de producción y la del campo de consumo: la más o
menos perfecta homología entre los campos de producción especializados en
los que se elaboran los productos y los campos (campos de las clases sociales
o campo de la clase dominante) en los que se determinan los gustos hace que
los productos elaborados en las luchas competitivas que tienen lugar en cada
uno de los campos de producción, y que se encuentra en la base del incesante
cambio de estos productos, encuentren, sin tener necesidad de buscarla
expresamente, la demanda que se elabora en la relaciones objetiva o
subjetivamente antagónicas que las diferentes clases o fracciones de clases
mantienen a propósito de los bienes de consumo materiales o culturales o, con
mayor exactitud, en las luchas competitivas que les enfrenta con respecto a
estos bienes y que se encuentran en la base del cambio de los gustos. Este
concierto objetivo de la oferta y la demanda es lo que hace que los gustos más
diferentes encuentren las condiciones para su realización en el universo de los
posibles que les ofrece cada uno de los campos de producción, mientras que
éstos encuentran las condiciones de su constitución y su funcionamiento en los
diferentes gustos que asegura un mercado -a más o menos largo plazo- a sus
diferentes productos” (BOURDIEU, 1988: 227).
alcance de todos, Internet, la televisión de alta definición con pantalla mural, el DVD,
etc.).
SILVERSTONE (1996: 96), en Televisión y vida cotidiana, recuerda una aseveración
de Raymond WILLIAMS que podría ser aplicable prácticamente a todos los medios de
comunicación masiva e incluso a las nuevas tecnologías -piénsese por ejemplo en el
caso del CD Rom-: No sólo “la oferta precede a la demanda” sino que también “los
medios de comunicación precedían a su contenido”.
Podemos considerar, en síntesis, que reflexiva o irreflexivamente el emisor, con sus
discursos, pone en funcionamiento estrategias -en el sentido de P. Bourdieu- que
interpelan al receptor promoviendo un tipo de lectura, buscando una respuesta
apropiada a sus intereses. Si bien puede producirse una respuesta en algún grado
oposicional a la inscripta en el discurso el emisor ya ha dejado su marca en el mensaje
y aún la negativa es una negativa a su propuesta.
El término audiencia adquiere una dimensión particular como lo utiliza David
MORLEY (1996: 21) cuando plantea que le interesa “la televisión tal como se la usa”,
lo que equivale a decir: lo que la televisión significa para los distintos tipos de
personas que miran diferentes tipos de programas en diversos contextos y momentos
varios. Inmediatamente señala la inconveniencia de pensar en un medio en particular:
“En el trabajo que escribí en colaboración con Roger Silverstone, me importó además
empezar a apartarme del eje de la televisión como centro exclusivo de los estudios
mediáticos, para resituar el fenómeno de la televisión en los contextos más amplios de
toda una serie de tecnologías de la información y la comunicación, y también en la
esfera del consumo hogareño en sus diferentes aspectos”. La relación de este tipo de
estudios con la construcción de lo social aparece claramente en el comienzo mismo de
su introducción: “En los últimos años me he interesado por la función esencial de los
medios de comunicación en la articulación de las esferas públicas y privada, y en la
organización social del espacio, el tiempo y la comunidad. [...] este contexto es el que
me permite situar con más provecho los actuales debates sobre el papel de los medios
en la construcción de las identidades culturales [...]” (MORLEY, 1996: 13).
En relación al concepto de consumo, es claro que las líneas teóricas y de
investigación que nos inspiran exceden el análisis económico al centrarse en la
construcción de sentido a partir del mismo, pero evidentemente no puede ser dejado
de lado. Intentemos señalar algunos aspectos importantes:
- Los consumos cumplen un papel importante en la fijación provisoria de “puntos
nodales de sentido” de un modelo de sociedad, el cual a través de dicha fijación
adquiere una precaria estabilidad. Aquí relacionamos uno de los planteos centrales de
Ernesto LACLAU y Chantal MOUFFE (1987) con los de DOUGLAS e ISHERWOOD (1990)
en cuanto piensan a los bienes y al consumo como parte de rituales que contribuyen a
fijar sentidos. El concepto de hegemonía nos permite dar cuenta de la situación en que
un modelo de sociedad, fijación de puntos nodales de sentido mediante, se convierte
2
Consideramos, como Ruth SAUTU, que “toda investigación es una construcción teórica que no se reduce a
lo que normalmente se denomina teoría o marco teórico, sino que toda la argamasa que sostiene la
investigación es teórica”. (2003: 17)”
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(cuando se cita el número de página corresponde a nuestra propia traducción)
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