Según cuenta la novela, Robinson Crusoe naufragó y llegó a una
isla desierta. Robinson se adaptó a la isla y pudo sobrevivir pues trabajaba duramente y construía él mismo cuanto necesitaba. Todo marchaba bien, hasta que encontró una huella humana en la arena, entonces empezó a preocuparse porque, como había vivido mucho tiempo él solo, pensó que la convivencia con otras personas le ocasionaría algunos problemas, pues ésta requiere de normas claras y mucho respeto mutuo.
Nadie está completamente aislado como Robinson. Vivimos en
sociedad y dependemos de todos; es más, nos volvemos humanos gracias al contacto con los demás. Para convivir, necesitamos normas y reglas que indiquen lo que está permitido e impidan que nos perjudiquemos unos a otros. Cada grupo humano crea sus normas y reglas para guiar la conducta dentro de la familia, la escuela, el club, etcétera. Existen normas y reglas de varios tipos: de cortesía, de higiene, morales, religiosas, etc. Las leyes son normas jurídicas que establece la sociedad, mediante sus representantes, para ordenar la vida de la comunidad. Las leyes son obligatorias para todos y están reunidas en unos documentos llamados códigos. Cuando alguien desobedece una ley o comete un delito, es castigado con una multa o con la cárcel. En cambio, si alguien no cumple con una norma de cortesía, por ejemplo, el castigo o sanción es diferente, en este caso, puede enfrentarse al rechazo por parte de la gente.
Nuestra Constitución considera estas funciones, pues sus leyes
fueron redactadas con el fin de construir una sociedad justa. Para que esas leyes existan el Poder Ejecutivo envía iniciativas de ley y el Poder Legislativo las estudia para decidir si serán aceptadas o no, sometiéndolas a votación.