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UNIVERSIDAD DE PIURA

FACULTAD DE INGENIERÍA

Facultad de Ingeniería y Arquitectura

Informe

Curso: Teología y vida cristiana (T2)

Profesor: Alberto Garnique De La Barrera

Integrantes:

1.
2.
3.
4.
5.
6.
Tema: La libertad religiosa

Piura, de setiembre de 2018

1
Contenido
Introducción .................................................................................................................................. 3
Resumen........................................................................................................................................ 4
¿Qué se entiende por libertad religiosa? ...................................................................................... 5
Antecedentes ................................................................................................................................ 7
El cristianismo y el Imperio Romano: ........................................................................................ 7
La religión durante la Edad Media, época de las naciones cristianas ....................................... 9
Modernidad: el comienzo del Estado central ......................................................................... 10
La Ilustración Francesa ............................................................................................................ 11
Libertad religiosa y política ..................................................................................................... 11
Libertad religiosa en el Perú .................................................................................................... 13
Causas.......................................................................................................................................... 13
Consecuencias ............................................................................................................................. 14
Positivas................................................................................................................................... 14
Negativas ................................................................................................................................. 15
Libertad religiosa y moral: relación con la igualdad.................................................................... 16
Igualdad y uniformidad ........................................................................................................... 18
Objeción de conciencia ........................................................................................................... 19
La libertad religiosa y sus manifestaciones. ............................................................................ 20
La opinión del cristianismo ante las otras religiones .................................................................. 23
¿Es la libertad religiosa para los no-cristianos también? ........................................................ 23
¿Las religiones no cristianas son instrumentos de salvación de Dios? ................................... 23
El Cristianismo y las religiones ............................................................................................... 24
La actitud de la Iglesia frente otras religiones.................................................................. 24
¿Qué actitudes debe tener un católico frente a los que tienen otras creencias? .................. 24
¿La Libertad Religiosa es un derecho? ........................................................................................ 26
Religiones De Mayor Acogida.................................................................................................. 27
Conclusiones ............................................................................................................................... 31
Bibliografía .................................................................................................................................. 33

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Introducción
En las últimas décadas la libertad religiosa ha adquirido un gran interés debido al
impacto de este tema en el mundo. En líneas generales, se ha considerado
habitualmente como un tema político, puesto que cuando la libertad religiosa no es
respetada causa graves sufrimientos humanos, injusticias, amenazas a la paz y a la
seguridad internacional.

La complejidad de su definición ha originado que en muchos países se comentan los


peores atropellos a cargo de grupos fundamentalistas o terroristas porque generalmente
este término tiende a ser malinterpretado. Esto nos muestra que, si interpretar
correctamente la libertad religiosa es algo complicado, practicarlo adecuadamente
puede resultar imposible. He aquí la importancia de conocer y comprender realmente a
lo que se refiere, pues ya se ha visto en reiteradas ocasiones que su tergiversación
puede terminar en miles de muertes.

Al analizar lo que es libertad religiosa, se necesita estudiar la moral para juzgar


correctamente aquellas situaciones en las que este derecho no es respetado, pero sobre
todo se debe estudiar su relación con otras libertades humanas, en particular, con la
libertad de expresión, de reunión y de prensa. También se debe rescatar la labor de la
iglesia que nos invita, en reiteradas ocasiones, a practicarla como una contribución
preciosa a la vida espiritual personal y de la sociedad humana. Todo esto basándose
siempre en el respeto al que cree y al que no comparte nuestra fe.

Actualmente, el artículo 18 de la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones


Unidas de 1948 recoge directamente esta tradición, y posteriores declaraciones de
derechos se han hecho eco directo de la misma, que hoy goza de reconocimiento en el
derecho internacional.

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Resumen

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¿Qué se entiende por libertad religiosa?
Si la religión es la manera en la que la gente lucha por vivir en armonía con un
orden invisible de la realidad, la libertad religiosa es el derecho a seguir este
esfuerzo religioso de manera que se recurra a todas las dimensiones de la
persona: razón, conciencia, voluntad, emociones; es decir, cuerpo y alma. Es la
libertad de comprometer todo el “yo” en la búsqueda de la realidad última. Así
definida, la libertad religiosa tiene por lo menos cuatro dimensiones principales.

La primera es la libertad de cada persona de emplear su razón en la búsqueda


de la verdad sobre el orden de la realidad y preguntarse acerca de cuáles son
las diversas dimensiones que puede haber y qué pueden decir sobre la vida
humana. La libertad religiosa es búsqueda intelectual y espiritual.

En segundo lugar, la libertad religiosa en su totalidad incluye la libertad de


comprometer el intelecto y la voluntad con la propia conciencia, de acuerdo con
cualquier verdad que se descubra acerca del orden invisible de la realidad. Es la
libertad religiosa de la razón práctica.

En tercer lugar, la libertad religiosa en su totalidad incluye la libertad de practicar


y manifestar la verdad sobre el orden invisible de la realidad y unirse a otros que
comparten una visión religiosa semejante. Esta es la libertad religiosa de la
sociabilidad humana.

La cuarta y última dimensión de la libertad religiosa se debe manifestar a través


del derecho expresar las creencias religiosas de forma libre en la sociedad civil
y en la vida política, de modo no menos favorable que la que se concede a las
expresiones no religiosas. Este aspecto de la libertad religiosa abarca el derecho
de las personas creyentes y de los grupos religiosos a poseer y vender bienes,
a establecer y dirigir colegios religiosos, organizaciones caritativas y otras
instituciones de la sociedad civil. Incluye el derecho a formar partidos políticos o
a exponer argumentos en el espacio público sobre la base de enseñanzas
religiosas.

En definitiva, la libertad religiosa constituye una reivindicación en nombre de las


personas. No se la defiende porque todas las religiones sean igualmente

5
verdaderas y buenas para la sociedad, sino porque esta libertad es expresión de
la dignidad humana.

Por otro lado, la expresión libertad religiosa no es unívoca y requiere, por tanto,
hacer referencia a conceptos cercanos, con los que se relaciona intrínsecamente
y con los cuales, con frecuencia es confundida. Tales son libertad de culto y
libertad de conciencia. Se trata de conceptos semejantes o relacionados, pero
no idénticos; por lo tanto, es necesario definirlos con precisión.

La libertad de culto se refiere a las manifestaciones externas, en homenaje a la


divinidad que posee toda confesión religiosa, sujetas a las limitaciones de no
afectar los derechos de terceros. Por lo cual, se presenta como un concepto más
restringido que el de libertad religiosa, es un aspecto de la misma, ya que la
libertad religiosa, además del culto, incluye libertad de expresión, de reunión, de
asociación, de enseñanza, etc.

La conciencia es ese reducto íntimo del ser humano donde éste se encuentra
consigo mismo o, si fuera creyente, con su dios, sea como fuere que lo conciba.
Por tanto, la libertad de conciencia es un concepto más amplio que el de libertad
religiosa, a la que incluye. Se trata de un aspecto de la libertad que está
definidamente fuera del alcance de los poderes públicos y, por ende, no puede
ser objeto de derecho; más aún jamás debiera consentirse que los poderes
públicos intenten siquiera legislar sobre ella.

Sin negar que las ideas que se encuentran fuera de la religión pueden jugar un
papel valioso, y quizás incluso necesario, a la hora de impulsar las tradiciones y
las comunidades religiosas hacia un respeto sano por la libertad y la tolerancia,
también existe un argumento poderosamente “religioso” en favor de la libertad
religiosa. Después de todo, a lo largo de la historia junto a innegables ejemplos
de persecuciones, tiranías y fanatismos inspirados en la religión, también ha
habido indudables ejemplos de movimientos de inspiración religiosa que han
promovido derechos humanos fundamentales. Se presentan algunos de los
principales argumentos religiosos de la libertad religiosa, que son al menos de
dos tipos.

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El primero, de tipo fenomenológico, no proviene de ninguna religión ni de ninguna
tradición teológica en particular, sino de la naturaleza de la religión como tal. Uno
de los motivos es que la religión es un elemento básico del desarrollo humano,
un bien fundamental. Como tal, la libertad religiosa merece el respeto y la
deferencia de todos los seres humanos y de todas las autoridades. Otro de los
motivos es que la creencia y la práctica religiosa deben ser libres y no sufrir
coacción si pretenden ser auténticas. No se puede creer “por obligación”.

El segundo tipo de argumento religioso es teológico. Es decir, procede de las


tradiciones religiosas particulares. No es general ni fenomenológico sino
necesariamente específico y surge de la reflexión sobre las escrituras y las
autoridades propias de cada una de las religiones. El argumento religioso
fundamental para valorar y defender la libertad religiosa es, por tanto, que la
libertad constituye una precondición esencial de la religión. La coacción en
materia de fe no sólo contraviene la religión, sino que la anula. Por el contrario,
la libertad de fe no sólo honra la religión sino que es lo que la hace posible.

Antecedentes
El cristianismo y el Imperio Romano:
El cristianismo establece una ética de la virtud basada en la obligación del
mandato del amor. Siempre se trata de un entendimiento del amor, en cuanto
este obliga cara a Dios, de ahí la importancia que se da a la conciencia. El gran
problema que se presenta, es que la sociedad política está concebida en
términos imperiales y, si bien el Imperio Romano admite las religiones locales, lo
hace siempre que no generen un conflicto para el Imperio.

Cuando nace el cristianismo, el Imperio Romano era sin duda, la potencia política
y militar más importante del mundo conocido, garantía de unidad en la así
llamada pax romana. Para el Imperio, el cristianismo inicialmente no era más que
una secta religiosa dentro del judaísmo, o a lo sumo una religión nueva como
tantas otras existentes en el interior de las fronteras del imperio. En
consecuencia, las noticias sobre los cristianos que llegaban a Roma antes del
año 64 no eran inquietantes para los emperadores. Sin embargo, la situación
cambia radicalmente cuando Nerón (54-68) hace recaer sobre los cristianos la
autoría del incendio de Roma del año 64. A partir de ese momento, los

7
emperadores llevan a cabo una dura persecución que finaliza en el año 311, año
en que se reconoce a los cristianos existencia legal, y libertad para celebrar
reuniones y construirse templos.

La razón de que el Imperio Romano haya sido tan tolerante con cultos
extranjeros y tan duro con el cristianismo, se explica porque el poder imperial se
hallaba muy unido a la religión oficial, y por la peculiar naturaleza de la religión
cristiana, que exigía la fe en un Dios único y una conversión personal. Con el
surgimiento y el desarrollo del cristianismo, el Imperio Romano experimenta que
la unidad socio-política se resquebraja, ya que los cristianos reconocen una
autoridad que está por encima del Emperador.

Desde el punto de vista teórico, para la historia de la libertad religiosa, un gran


aporte cristiano es la fórmula enunciada por Jesucristo: “Dad pues a César lo
que es de César, y a Dios, lo que es de Dios” (Mateo 22, 21), separando
claramente las competencias del gobernante (temas terrenales) de las que
corresponden a la religión y sus instituciones (cuestiones espirituales).

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La religión durante la Edad Media, época de las naciones cristianas
La caída del Imperio romano de Occidente (476) y el asentamiento de los
pueblos germánicos dentro de las fronteras imperiales de Occidente, entre los
siglos IV al VII, permitió a la Iglesia entrar en contacto con pueblos y etnias a los
que ofreció el mensaje cristiano (francos, visigodos, anglosajones, celtas).

Desde la perspectiva de la libertad religiosa, al no haber especiales conflictos de


religión, no tuvieron lugar especiales desarrollos teóricos acerca de la misma. La
cristiandad vivió una etapa de gran influencia, la Iglesia Católica tuvo un rol
decisivo ya que fue la única institución que logró ejercer su poder a lo largo de
una Europa fragmentada políticamente.

La libertad de la Iglesia y la conversión del mundo antiguo trajo consigo,


finalmente, la entrada en escena de un nuevo factor de notable importancia: el
emperador cristiano, a quien se consideraba que le correspondía una misión de
defensor de la Iglesia y promotor del orden cristiano en la sociedad. Los
emperadores cristianos prestaron indudables servicios a la Iglesia, pero sus
injerencias en la vida eclesiástica produjeron también numerosos abusos, cuya
máxima expresión fue el llamado «Cesaropapismo». Estos abusos fueron
particularmente graves en las iglesias de Oriente. En Occidente, la autoridad del
papado, la debilidad de los emperadores occidentales o la lejanía geográfica de
los orientales contribuyeron a una mayor salvaguardia de la independencia
eclesiástica.

Pero el papel del emperador cristiano como protector de la Iglesia se juzgaba tan
indispensable que, cuando los emperadores bizantinos dejaron de cumplir esa
misión cerca del Pontificado romano, los papas buscaron en el rey de los francos
el auxilio del poder secular que ya no podían esperar del emperador oriental.

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Este poder de unidad en la cristiandad se cristalizó con la coronación de
Carlomagno en el año 800. Esta coronación puso de manifiesto dos hechos: la
autoridad del obispo de Roma, superior a la de las demás sedes de la
cristiandad, y el prestigio del rey de los francos como patricio y protector de la
Iglesia, cuyo poder excedía al del resto de los príncipes cristianos.

La Baja Edad Media es una época de transición. La sociedad siguió impregnada


de cristianismo, pero la Cristiandad se resquebrajó con la “Guerra de los Cien
años” y el auge de las monarquías nacionales. La vida pasó a ser más urbana y
la religiosidad popular más personal.

Modernidad: el comienzo del Estado central


Uno de los aspectos esenciales del protestantismo fue su lucha en pro de una
libertad de conciencia de espíritu subjetivista y disolvente, que, al chocar contra
el catolicismo, liberó a los hombres del sometimiento religioso y moral extrínseco.
El choque contra la iglesia católica fue inevitable, y el impulso demoledor contra
la tradición, ofensivo y violento. Quedaron, así, definitivamente abiertas las
puertas de la historia para el giro moderno y para la exaltación de la libertad de
la conciencia humana autónoma.

Asimismo, el protestantismo al poner en cuestión la tradición y la autoridad


católica produjo no sólo una revolución religiosa sino también política. Lo
religioso se volvió subjetivo, y el espacio político fue empujado paulatinamente a
un distanciamiento general de Dios, que será la obra consumada de la
modernidad política.

Como consecuencia, la conciencia subjetiva se yergue como criterio primario de


la relación del hombre con Dios y de la interpretación de la Revelación cristiana
y de la norma moral. La religión se subjetiviza, mientras el Estado confesional

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“objetiviza” el espacio público subordinando a la Iglesia a los intereses políticos,
de modo ejemplar en los países protestantes. La libertad de conciencia y de
religión se afirmó contra la autoridad religiosa y moral trascendente, primero en
nombre de la conciencia cristiana (protestantismo), y después en nombre propio,
en virtud del valor absoluto de la conciencia desligada, de la propia subjetividad,
desvinculada ya de todo criterio de verdad objetiva.

La Ilustración Francesa
La Ilustración francesa llevó a cabo un proceso al cristianismo, como arma
absolutamente necesaria para “liberar” al orden político de toda referencia a una
verdad y normatividad trascendentes, a fin de recomenzar desde la voluntad
humana desligada, la creación ex nihilo de la sociedad y del Estado. Las figuras
de relieve de este cambio son Montesquieu, Voltaire, Rousseau quienes hacen
de la libertad de conciencia y de religión el pivote sobre el que gira esta
desvinculación. Se trata de una libertad de conciencia y de religión no sujeta al
Dios cristiano, y, por tanto, libre del Dios personal, trascendente, creador y
redentor.

La conciencia moral no es testimonio de una ley objetiva a la que deba someterse


para ser realmente libre, sino que es expresión de la propia soberanía individual,
de la libertad natural que le ha sido concedida al hombre para vivir sin ligamen
externo, atento a los impulsos de su naturaleza. Para lograr tal soberanía, la
Ilustración francesa quiso destruir los puentes que la conciencia humana había
creado con la verdad revelada, negando su contenido objetivo y la misma
posibilidad de conocerla. Con trascendencia no hay libertad absoluta. Por tanto,
el objetivo fue arrumbarla. Voltaire sometió los dogmas cristianos a una crítica
graciosa pero despiadada –porque abundan los recursos a la falacia, a la
calumnia y a la injuria, cuya pretensión fue hacer patente que la religión cristiana
es una impostura, y el cristianismo en general una falsificación supersticiosa.

Libertad religiosa y política


Desde una perspectiva positiva, la libertad religiosa por dificultosa que sea para
el Estado, constituye un bien para la sociedad política en tanto que puede
contribuir a la seguridad, la estabilidad, la libertad, la prosperidad, la igualdad de
las mujeres y otros bienes políticos, económicos y sociales. La represión

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religiosa, por el contrario, tiende a fomentar la violencia, la inestabilidad y la
tiranía.

La plena libertad religiosa, exige por tanto una serie de instituciones, leyes y
hábitos que confieren igualdad ante la ley a todos los actores e ideas religiosas.
No se trata meramente de la ausencia de persecución o de restricciones. En
definitiva, se trata de que todos los ciudadanos tengan el mismo derecho a llevar
a cabo actividades privadas, protegidos por una estructura legal y política; es el
caso, por ejemplo, de creer o no, el derecho a entrar o salir de una comunidad
religiosa, el derecho a construir casas de oración, a formar un clero, a criar a los
hijos en la fe, a construir escuelas religiosas, etc.

La igualdad ante la ley también permite el mismo acceso a todos los actores
religiosos a las instituciones y procesos jurídicos, políticos y económicos del
Estado. Esto quiere decir que tienen la posibilidad, por ejemplo, de formar
partidos políticos democráticos basándose en sus enseñanzas religiosas,
adquirir propiedades, recibir donaciones de caridad o dirigir organizaciones
benéficas.

Ninguna sociedad puede llegar a ser libre solo a través de procedimientos


jurídico-políticos. Esto, al menos, por tres razones: La primera es que en las
sociedades en las que no existe plena libertad religiosa falta una restricción
crítica al poder del Estado. Cuando los ciudadanos son libres de tener un
compromiso último con algo más que lo meramente humano, algo más allá de
autoridades como la sociedad y el Estado, el poder de este último queda limitado.

La segunda es que las sociedades que no son libres en materia religiosa suelen
generar desórdenes. El impulso a unirse a algo por encima de la sociedad y el
Estado parece constituir una característica inextirpable de la naturaleza humana;
tan es así que los esfuerzos sistemáticos por suprimir este impulso conducen a
menudo a la inseguridad y a la violencia.

En tercer lugar, un gobierno respetuoso de una plena libertad religiosa impone


una disciplina sobre las ideas y los actores religiosos: Si bien invita a esas ideas
y a esos actores a la vida civil y política, también necesita que estos acepten las
limitaciones que impone el principio fundacional de igualdad ante la ley; tanto

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para otras comunidades religiosas, sean mayoría o minoría, como para ideas y
grupos no religiosos.

Libertad religiosa en el Perú


El Perú es un país con una población mayoritariamente religiosa, con tradiciones
y con una cultura que guarda conexión directa con la religión, especialmente con
la católica, constituyéndose en uno de los elementos esenciales de aquella, lo
que ha sido determinante para configurar la estructura de valores de la sociedad
peruana y las reglas jurídicas primarias de su sistema jurídico. En este contexto,
el Perú ha diseñado un sistema de relación con las entidades religiosas,
establecido en la Constitución de la República, que se ha ido desarrollando
progresivamente a través de la jurisprudencia constitucional, la ley y reglamento
de libertad religiosa y otras normas de menor rango. Salvo el Acuerdo celebrado
con la Santa Sede, el Estado no ha suscrito acuerdos específicos con otras
entidades religiosas y no se vislumbra que en el corto plazo se vayan a celebrar.

Causas
1. La obligación de las autoridades de respetar el derecho a la libertad
religiosa para el hombre.

La comunidad política tiene el deber de honrar a la familia, asistirla y


asegurarle especialmente la libertad de profesar su fe, transmitirla,
educar a sus hijos en ella, con los medios y las instituciones
necesarios. Ante esto, el hombre tiene derecho a la libertad en cuanto
a materia religiosa, por lo que se le motiva a vivir de esa manera dentro
de la sociedad.

Incluso, en el 2014 el Papa Francisco afirmó que “la razón reconoce


en la libertad religiosa un derecho fundamental del hombre que refleja
su más alta dignidad, la capacidad de buscar la verdad y adherirse a
ella.

2. La misma naturaleza del hombre.

Por su misma naturaleza, el hombre tiene el deber de buscar la verdad.


Esto lo llega a practicar la religiosidad, empleándola como un medio

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para cuidar al prójimo y darle amor, sabiduría y llevarlo por el camino
correcto.

3. “La doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres


y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única
Iglesia de Cristo” (II S. J., Dignitatis Humanae, 1965)

Esta doctrina sirve de base y guía al hombre para afirmar su misión


como creyente y servir como medio de Dios para transmitir su mensaje
a todo el mundo. Lo podemos observar en la evangelización al prójimo
para suscitar en él el amor de la verdad y del bien, con lo que la Iglesia
trabaja para que puedan “informar con el espíritu cristiano el
pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la
comunidad en la que cada uno vive”. (II S. J., Apostolicam
Actuositatem , 1965)

4. La propia dignidad…guía del hombre.

Dios no obliga a ningún creyente a creer en él ni influye en sus


decisiones de materia religiosa. Es su propia dignidad lo que lo hace
seguir el camino de la verdad y respetar a quienes lo sigan o no.

5. Así mismo, como cristianos tenemos ciertos deberes.

✓ El deber de dar a Dios un culto auténtico, que corresponde al


hombre individual y socialmente considerado.

✓ El deber de dar a todos un ejemplo público de oración, de


respeto y de alegría, y defender sus tradiciones como una
contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad
humana.

Consecuencias
Positivas
1. Construcción de la iglesia

La libertad religiosa permite expresar el deseo del hombre por su relación


con Dios. Este deseo se manifiesta en la construcción de iglesias en

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donde Dios vive con los hombres reconciliados y unidos en Cristo. (II S.
J., La celebración sacramental del misterio pascual, 2012)

2. Beneficios de la libertad religiosa

De acuerdo con Benedicto XVI, el fortalecimiento y la practica adecuada


de la libertad religiosa consolida los lazos sociales, alimenta la esperanza
de un mundo mejor y crea las condiciones favorables para la paz y un
desarrollo equilibrado, al mismo tiempo que establece bases sólidas para
salvaguardar los derechos de las generaciones futuras. En definitiva, es
una causa por la que vale la pena luchar.

Negativas

Manifestaciones para la legalización del aborto

3. Actos inmorales y violentos hechos por el hombre

Según el catecismo, el derecho a la libertad religiosa no es ni la permisión moral


de adherirse al error, ni un supuesto derecho al error. De acuerdo con
esto, la libertad religiosa no justifica actos inmorales, de violencia y
perversión contra el prójimo al defender tu religiosidad. Sin embargo,
existen diversos grupos como ISIS que hasta la fecha han asesinado a
más de 15000 personas, al interpretar incorrectamente la yihad, que se
refiere a la guerra personal de cada musulmán por ser mejor creyente y
no a una guerra contra todo aquel considerado kafir (No creyente en Alá).
(ACN International, 2017) Lamentablemente, este es uno de los grupos
terroristas con mayor solvencia económica al contar con más de 2000
millones de dólares al año.

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4. Ambigüedades y preferencias en el derecho a la libertad religiosa

Este no puede ser de suyo ni ilimitado (cf Pío VI, breve Quod aliquantum),
ni limitado solamente por un “orden público” concebido de manera
positivista o naturalista (cf Pío IX, Carta enc. Quanta cura"). Los “justos
límites” que le son inherentes deben ser determinados para cada situación
social por la prudencia política, según las exigencias del bien común, y
ratificados por la autoridad civil según “normas jurídicas, conforme con el
orden objetivo moral”.

Por ejemplo, en España el programa electoral de Podemos en las


elecciones autonómicas de 2015 abogó por quitarle a la Iglesia la torre de
la Giralda de Sevilla, la catedral de Jaca y la mezquita de Córdova. La
CUP pidió a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau que paralice las obras
del convento de las Hermanitas del Cordero y desahucie a las monjas
cuya única labor es ayudar a los más necesitados. Esto demuestra que
ser católico significa tener menos derechos que los demás.

5. Otros tipos de tergiversación de la libertad religiosa:

✓ La superstición, que se refiere a una desviación del culto que


debemos al verdadero Dios, la cual conduce a la idolatría y a
distintas formas de adivinación y de magia.”

✓ La acción de tentar a Dios de palabra o de obra, el sacrilegio y la


simonía (negociación con cosas espirituales) que son pecados de
irreligión, prohibidos por el primer mandamiento.

✓ El ateísmo, en cuanto niega o rechaza la existencia de Dios.

Libertad religiosa y moral: relación con la igualdad.


Si preguntas a la gente qué entiende por «libertad religiosa», la mayoría te dirá
que significa poder creer en Dios, elegir libremente su fe y rendir culto de acuerdo
con esa fe sin ser coaccionado o acosado. Algunos irán más allá y hablarán de
la libertad de manifestar las creencias: organizar y dirigir instituciones (colegios,
organizaciones benéficas, hospitales y fundaciones) de acuerdo con los
principios de esas creencias.

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Enseguida resulta evidente que la libertad religiosa no es solo la libertad de un
grupo social (los creyentes), sino una libertad fundamental, que —junto al
derecho a la vida-

es la base misma de cualquier sociedad civilizada. En junio de 2014, el Papa


Francisco lo explicó del siguiente modo:

«La razón reconoce en la libertad religiosa un derecho fundamental del


hombre que refleja su más alta dignidad, la capacidad de poder buscar la
verdad y adherirse a ella, y reconoce en ella una condición indispensable
para poder desplegar la propia potencialidad. La libertad religiosa no es solo
la de pensamiento o de culto privado. Es la libertad de vivir según los
principios éticos consiguientes a la verdad encontrada, sea privada o
públicamente. Este es un gran reto en el mundo globalizado, donde el
pensamiento débil -que es como una enfermedad- rebaja el nivel ético
general, y en nombre de un falso concepto de tolerancia se termina
persiguiendo a los que defienden la verdad sobre el hombre y sus
consecuencias éticas».

La libertad religiosa aparece en las noticias y en los debates contemporáneos de


dos maneras. La primera es la plaga de la persecución y la supresión de las
creencias y la práctica religiosa en el mundo. El 80 por ciento de los ataques de
intolerancia religiosa se cornete contra los cristianos.

La libertad religiosa es también noticia por otras violaciones no cruentas que


tienen lugar en Occidente. Pero estos hechos son ignorados por una razón
diferente: según la ética de la autonomía, la libertad religiosa se reduce a la
libertad de culto, un asunto privado sin relevancia en la esfera pública, y ¿quién
no tiene esa libertad en Occidente?

Cuando los obispos católicos demandan libertad, es porque algunos


gobiernos, inspirándose en la ética de la autonomía, tratan de legislar y
condicionar los comportamientos sociales como si la religión fuera un asunto
privado, poniendo muy difícil a los creyentes que puedan manifestar sus
creencias en la esfera pública. Estos choques se multiplican porque el Estado,
enarbolando la bandera de la igualdad y de los derechos civiles, ha asumido las

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tesis de las ideologías de género, y exige a las instituciones de la sociedad civil
que se sometan a su postura.

Por oponerse a normas de ese estilo, los obispos católicos son acusados de
permanecer atrapados en el pasado querer limitar los derechos civiles y de estar
en guerra contra las mujeres. El marco es trágicamente engañoso. La Iglesia
lidera la defensa de los marginados y vulnerables, lucha contra la discriminación
injusta y es pionera en la asistencia sanitaria y en la educación estadounidenses;
y lo hace gracias primordialmente a tantas mujeres católicas que se dedican a
los más pobres de la sociedad.

Atiza el fuego del debate la aceptación acrítica de que igualdad y libertad


religiosa son rivales; y, por tanto, si los católicos defienden su fe, son acusados
de estar «en contra de la igualdad», de «querer tener derecho a discriminar» y
de no entender un principio básico de la democracia liberal: la igualdad de todas
las personas ante la ley.

Intención positiva
Todas las personas tienen igualdad dignidad y valor.

Igualdad y uniformidad

El ideal de igualdad tiene su origen en un principio cristiano básico: todos


somos iguales en valor y dignidad ante Dios.

«La peor forma de igualdad es tratar de hacer iguales las cosas desiguales». La
ley puede diferenciar, y de hecho lo hace muy a menudo, siempre que existe
una buena razón; la igualdad no debería echar abajo distinciones válidas.

El equívoco se produce cuando se confunde diferenciar con discriminar.


Diferenciar es tratar de manera desigual lo desigual. Discriminar es diferenciar
de manera injusta: tratar desigual lo igual, o tratar igual lo desigual.

Una diferencia es justa o legítima cuando la ley aduce una buena razón para no
reconocer un derecho igualitario.

La Iglesia está en contra de toda discriminación porque está en contra de toda


diferenciación injusta.

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¿Por qué se dice que todos somos iguales ante la ley? No para hacer igual a
todos y a todo, sino para eliminar barreras injustas que impiden el acceso a la
participación en la vida sociedad, política o económica, cuando esas barreras se
basan en prejuicios irracionales o criterios injustos

Garantizar la igualdad a un grupo social puede perjudicar seriamente los


derechos e intereses de otro. El principio general de combatir la discriminación
—por ejemplo, ninguna ley puede autorizar que alguien pueda negar el empleo
o proporcionar un bien o servicio por motivos de raza, género o discapacidad—
es compartido por la Iglesia.

El respeto de las minorías es la piedra de toque de la democracia.

La clave, por tanto, es entender que la aplicación de las normas generales ha de


ser con sentido común, porque de lo contrario no se conseguiría la unidad, sino
la uniformidad, que supone forzar la libertad y la adecuación a las necesidades
concretas de cada situación.

Objeción de conciencia
Personas que, por motivos de conciencia, se negaran a cumplir la ley.

La objeción de conciencia podría describirse como la negativa u oposición de


una persona, amparada por razones de conciencia, a someterse a una orden o
mandato de la autoridad que en un principio le sería jurídicamente exigible. El
objetor solicita que se le permita no actuar en contra de lo que le dicta su
conciencia, por motivos religiosos, filosóficos, humanitarios, etc.

La objeción de conciencia no es un derecho que los Estados conceden por las


buenas: suelen llegar después de un período de lucha. Primero, los que la
invocan suelen sufrir duras sanciones; luego, su lucha por una causa justa
moviliza a otros

La objeción como cualquier derecho tiene límites: el orden público, la seguridad


jurídica y la igualdad, y por eso hay que evaluar cada caso, ponderando los
bienes en juego. Pero con atención: como el actual Estado procura 'expandir su
ámbito de poder y control, tiende a negar la objeción con la excusa de que, «si
todos objetan, el orden público será alterado». Lo cual es una clara falacia: como

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dice el bioético José López Guzmán, «si se diera el caso de una negación masiva
a la obligación de realizar una determinada acción, se pondría en entredicho el
propio sistema democrático, ya que acabaría por demostrarse que la mayoría (o
la totalidad) de la población está en contra de esa norma».

En sí misma considerada, la objeción de conciencia no tiene una finalidad


política. No busca cambiar la ley que rechaza, sino solo defenderse ante lo que
considera una agresión injusta. En ese sentido, es diferente de otras opciones
que sí pretenden un objetivo político, como la desobediencia civil, o hasta la
lucha pacífica.

La involución en el lenguaje actual sobre la objeción de conciencia es llamativo:


de ser un símbolo de lucha por la libertad, últimamente algunos colectivos
pretenden presentarla como reaccionaria y subversiva: una agresión a los
derechos de quien solicitó un servicio público (el aborto), o contra el normal
funcionamiento del sistema sanitario asistencial. Sin embargo, la objeción de
conciencia no hace ni lo uno ni lo otro.

La Iglesia da especial valor a la objeción de conciencia, y no solo la reconoce


como un derecho, sino que la reafirma como un deber. La objeción de conciencia
no se limita al ámbito bioético.

La libertad religiosa y sus manifestaciones.

Es un principio basilar de las democracias modernas occidentales la separación


entre Iglesia y Estado. La autoridad civil no puede ni debe imponer creencias
religiosas a las personas, como pasa en las teocracias. Pero tampoco deberían
ser “teocracias laicas”, y coaccionar a los ciudadanos a que actúen contra su
conciencia a través de la imposición de ideologías laicas contrarias a sus
convicciones.

El Estado debe reflejar la variedad de creencias de la sociedad y tratar de legislar


respetando las necesidades y derechos de esos grupos diversos. Esto es lo que
el papa Benedicto XVI calificó como un «laicismo positivo»: un Estado neutral
desde el punto de vista ideológico y religioso, que respeta y entiende las
necesidades y derechos de la fe. A lo que la Iglesia se opone por antidemocrático
es a lo que el papa Benedicto XVI llamó «laicismo agresivo», en el que el Estado

20
no reconoce las libertades y derechos naturales de la Iglesia en la esfera pública
y reduce la religión a un asunto exclusivamente privado.

Imparcialidad no es indiferencia. Es reconocer la realidad como es, sin


manipularla.

En resumen, la Iglesia no se opone a un Estado religiosamente neutral que la


trate como un igual con otras creencias y visiones del mundo. Lo que no acepta
es la imposición de una ideología atea, que parte del «dogma» de que la religión
es mala, no respeta la libertad religiosa y solo tolera el hecho religioso si tiene
lugar en privado.

Las organizaciones religiosas deben tener libertad para ser consecuentes con
sus creencias siempre y cuando no alteren el orden público ni impidan el
ejercicio de los derechos y libertades de los demás.

La libertad de manifestar las creencias incluye el derecho a expresarlas o


practicarlas tanto fuera de un lugar de culto como dentro de él. Brindar
asistencia médica y servicios educativos y realizar obras benéficas son
importantes maneras en las que los cristianos viven su fe.

La libertad religiosa también incluye el derecho de las entidades religiosas a fijar


sus propias reglas sobre los requisitos para cargos y funciones internos.

La tolerancia religiosa incluye respetar las diferencias de opinión en estos


asuntos y respetar la diferencia entre un Estado y una institución religiosa.

Según George Pell, cardenal australiano, la libertad religiosa se basa en cuatro


principios básicos:

I. La libertad religiosa no consiste solo en el derecho a rezar y creen significa


también ser libre para actuar en la esfera pública según tus convicciones.

II. La libertad religiosa implica ser libre de proporcionar servicios de forma


coherente con los principios de dicha religión.
III. Libertad religiosa significa poder contar en la plantilla con una masa
crítica de empleados que apoyen el ethos de la religión que respalda la
institución.

21
IV. La libertad religiosa implica que las organizaciones religiosas puedan
recibir financiación pública.
La libertad religiosa es un derecho fundamental de todos: libertad de creer o no
creer, de cambiar de creencias si lo estima oportuno sin coacciones externas, y
de vivir de modo coherente con las propias convicciones. Este derecho no
depende de que un gobierno decida «generosamente» concederlo, como si
fuera un privilegio: es de las personas, y las sociedades justas reconocen y
respetan su libre ejercicio. El poder político no puede forzar a las personas a
violar sus convicciones religiosas más profundas, ni interferir en los asuntos
internos de las organizaciones religiosas.

La libertad religiosa no depende de la mayor o menor benevolencia de quien


gobierne. Es nuestra «primera libertad», y el respeto por ella debe ser amplio e
inclusivo, no restringido y excluyente. Los católicos y los demás creyentes no
son ciudadanos de segunda clase. Y no es el gobierno el que puede decidir
cuál de las funciones o actividades religiosas es «suficientemente religiosa»
para que quede protegida bajo la libertad religiosa.

Son cada vez más frecuentes los casos en que la Iglesia católica se ve forzada
a defender esta libertad ante los tribunales civiles de cada país.

No es un deber del Estado frente a la Iglesia, sino frente a los padres que desean
para sus hijos clases de religión católica.

En la libertad religiosa también se incluye el derecho de fieles laicos que quieren


dirigir sus actividades comerciales, culturales, educativas, etc., de acuerdo con
sus valores religiosos.

La libertad religiosa e ideológica garantiza no solo el derecho a tener o no tener


las creencias que cada uno estime convenientes, sino también el derecho a
comportarse en todas las circunstancias de la vida con arreglo a las propias
creencias; y, como derecho fundamental.

Esta libertad de personas y organizaciones religiosas que quieren vivir su


religión en la esfera pública está siendo cada vez más amenazada por un Estado
que trata de coaccionar a las organizaciones benéficas, los servicios sociales y

22
las empresas para que acepten su punto de vista «oficial» sobre esas
cuestiones.

No es tarea del Estado condicionar las conciencias de sus ciudadanos, sino


regular y equilibrar los distintos derechos y libertades.

La opinión del cristianismo ante las otras religiones


¿Es la libertad religiosa para los no-cristianos también?

Una cosa que debemos tener muy clara es que la libertad religiosa no es un
“beneficio” gubernamental, sino un derecho natural e inalienable concedido por
Dios

Cuando decimos que la libertad de culto aplica a todas las personas, ya sean
cristianos o no, no estamos sugiriendo que hay muchos caminos a Dios, ni que
las afirmaciones de la verdad son relativas. Estamos diciendo que la religión
debe estar libre del control estatal porque creemos que cada persona tiene que
dar cuenta ante el tribunal de Cristo.

Esa es la clase de religión que vemos entre algunos de los que habían
escuchado a Jesús. Ellos consideraron que Él tenía credibilidad, pero no lo
seguirían “para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más el
reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios” (Jn. 12:42-43).

¿Las religiones no cristianas son instrumentos de salvación de Dios?

Los fundadores de las grandes religiones son maestros y, en alguna medida,


modelos para la humanidad (Laotsé, Budha, Krisna, Mahoma, etc.) pero sólo
Cristo, y en exclusiva, (además de supremo Maestro y Modelo perfecto) es el
Salvador de toda la humanidad en general, de todos y cada uno de los seres
humanos en particular.

Las religiones, cualesquiera que sean, y Cristo no se sitúan en el mismo


plano. Las religiones, incluso la cristiana, son medios o instrumentos, mientras
que Cristo es la causa personal de la salvación, es el sujeto, la persona que salva
(la salvación es una acción de un ser personal) sirviéndose de esos medios o
instrumentos que son las religiones.

23
Es erróneo considerar a la Iglesia como un camino de salvación al lado de
los que constituyen otras religiones, las cuales serían complementarias
con respecto a la Iglesia, encaminándose juntamente con ella hacia el reino
escatológico de Dios. Así pues, se ha de excluir cierta mentalidad de
indiferentismo.

El Cristianismo y las religiones


La actitud de la Iglesia frente otras religiones
La Iglesia mantiene una actitud positiva hacia las tradiciones no cristianas.

Los cristianos necesitan en la hora actual enriquecer su información acerca de


las otras religiones. Credos y tradiciones religiosas que cada día aparecen y con
mucha más frecuencia en los diversos medios y en la sociedad en que se vive.

El interés de la Iglesia por las religiones no cristianas y especialmente por la


salvación de los paganos no es un hecho reciente. Existe desde la época
patrística y se intensifica durante los siglos medievales.

La actitud de la Iglesia Católica frente a los paganos, musulmanes y judíos


siempre ha sido clara: no hay salvación fuera de ella. Aun suponiendo que una
persona fuera invenciblemente ignorante de la verdadera Iglesia, debe seguir,
no obstante, la ley natural para salvarse (bautismo del deseo implícito). Según la
teología católica, es evidente que estas religiones falsas e inmorales están
opuestas a la ley natural.

¿Qué actitudes debe tener un católico frente a los que tienen otras creencias?

Respeto y comprensión para todos. Ecumenismo con los que buscan la unidad
y colaboración con todos los hombres de buena voluntad.
En nuestras relaciones con los que no comparten nuestra misma fe, es
importante tener presentes dos principios, contenidos en el documento conciliar
sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis Humanae1):

1
Dignitatis humanae es una declaración del Concilio Vaticano II sobre la libertad religiosa; exige que los
hombres en su actuación gocen y usen del propio criterio y libertad responsables, guiados por la
conciencia del deber y no movidos por la coacción; referida sobre todo a los bienes del espíritu humano,
principalmente a aquellos que pertenecen al libre ejercicio de la religión en la sociedad.

24
 Libertad de conciencia

Consiste en el derecho y el deber que tiene cada hombre de buscar la verdad y


seguirla según su conciencia. Nadie tiene el derecho de imponer a otro una
determinada creencia, aunque parezca como la mejor.

 Libertad religiosa

Consiste en el derecho que tiene cada hombre de profesar públicamente su


creencia, a solas o en grupo, sin que nadie se lo pueda impedir.

Teniendo presentes estos dos principios básicos, he aquí algunas actitudes


frente a los que no comparten nuestra fe:

1. Tolerancia

Consiste en respetar a todos, sin distinción de credo, raza o ideología.

2. Diálogo

Consiste en hablar y escuchar. Es el método más adecuado para favorecer el


conocimiento y el respeto mutuo. El diálogo tiene que estar siempre abierto para
todos, creyentes y no creyentes.

3. Ecumenismo

Según el Concilio Ecuménico Vaticano II2, “por Movimiento Ecuménico se


entienden las actividades e iniciativas que, según las variadas necesidades de
la Iglesia y las características de la época, se suscitan y se ordenan a favorecer
la unidad de los cristianos” (Unitatis Redintegratio, n.4).

Por lo tanto, no se trata de una especie de convivencia pacífica entre los


discípulos de Cristo, aceptando la división como un hecho normal. Se trata más
bien de un esfuerzo consciente por sanar las divisiones, que se han ido creando

2
Un concilio ecuménico es una reunión o asamblea general de todos los obispos del mundo. La
palabra ecuménico significa “general” o “universal”. Es convocado por el Papa, quien lo preside y clausura.
El Concilio Vaticano II fue convocado en la Ciudad del Vaticano por el papa Juan XXIII y se llevó a cabo de
1962 a 1965.

25
a lo largo de la historia y restablecer la unidad, haciendo realidad el deseo de
Cristo en vísperas de su pasión: “Que todos sean uno” (Jn 17,21).

4. Defensa de la Fe (Apologética)

Es la actitud frente a los grupos proselitistas, que tratan por todos los medios de
socavar la fe de los católicos más débiles para llevárselos a sus grupos.

5. Colaboración

Cuando se trata del amor hacia el prójimo, para el discípulo de Cristo no existen
barreras. Por lo tanto, tenemos que esforzarnos por estar presentes en las
luchas que se libran en favor del hombre y la creación entera, colaborando con
todos sin distinción de credo o ideología.

¿La Libertad Religiosa es un derecho?

Ante la ley, la libertad religiosa, si es reconocida como un derecho fundamental


del que deben gozar todas las personas. Este derecho se encuentra reconocido
principalmente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El artículo
18 proclama lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de
cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión
o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado,
mediante la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.” (Declaración
Universal de los Derechos Humanos, 1948)

Así mismo se han tomado algunos acuerdos internacionales que promueven la


libertad religiosa como un derecho universal, algunos de estos son: La Alianza
Internacional sobre Derechos Civiles y Políticas (1966); la Declaración de las
Naciones Unidas sobre la Eliminación de Toda Forma de Intolerancia y
Discriminación Debido a Creencias Religiosas (1981), y el Documento
Concluyente de Viena (1989), entre otros.

En el Perú, la libertad religiosa como derecho constitucional, fue reconocido por


primera vez en la Constitución de 1920. Actualmente, el derecho a la libertad
religiosa es reconocido en el artículo 2°, numeral 3 de la Constitución de 1993,

26
de la siguiente manera: “A la libertad de conciencia y de religión, en forma
individual o asociada. No hay persecución por razón de ideas o creencias. No
hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las confesiones es libre,
siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público”. (Constitución Política
del Perú, 1993)

El derecho a la libertad religiosa nos protege de personas que quieren imponer


sus creencias a los demás, ya que ninguna persona puede obligar a otra a
practicar una religión o creencia que no es la suya. Hemos vistos que la libertad
de religión es un derecho humano, eso quiere decir que somos libres de practicar
una religión o una creencia e incluso de no creer en nada siempre y cuando
respetemos las creencias de los demás.

Religiones De Mayor Acogida

En la actualidad existen muchas religiones, pero las que son mayormente


reconocidas al nivel mundial son 5, estas son: Judaísmo, Islamismo,
Cristianismo, Hinduismo y Budismo.

Judaísmo

Es la religión de los judíos y abarca tanto las creencias como las costumbres y
el estilo de vida propios de esta comunidad mantenidos con constancia y
flexibilidad a través de 4000 años de existencia. Las raíces del judaísmo se
hallan íntimamente ligadas a los comienzos del monoteísmo, 2000 a.c. Es una
religión monoteísta y es la más antigua de las tres, junto con el cristianismo y el
islamismo. Es una de las pocas religiones que tienen un origen completamente
propio, ya que el cristianismo y los musulmanes tienen varias partes y lapsos de
los Judíos, así como también "Patriarcas". El Judaísmo tiene una identidad muy
propia, aunque no sea muy diferente a otras religiones.
Los judíos siguen al único Dios (Yahvé), siguen las leyes que Yahvé le dio a
Moisés en el Monte Sinaí, que son los Diez Mandamientos. Su libro sagrado es
el Torá que es el antiguo testamento de la Biblia Cristiana.

27
Entre sus patriarcas tenemos a:
Abraham: Es el fundador del judaísmo, Yahvé hizo la alianza con él y lo mando
que saliera de la aldea con su esposa hacia la tierra prometida.

Moisés: Fue quien promulgó los Diez Mandamientos entregados por Dios y liberó
Israel de la opresión Egipcia. Su nombre viene de Salvado de las Aguas, ya que
una princesa egipcia lo rescató y lo crio.

Jacob: Sus hijos fueron los que formaron Israel. Su hijo José fue muy importante
en la historia de Israel en Egipto, ya que los llevo allá.

Islamismo

El islamismo es la religión fundada por el profeta Mahoma (570 a 632 d.C.) en


Yatribe (la actual Medina, en la Arabia Saudita). La palabra “Islam” en árabe
significa "sumisión a Dios", y los seguidores de dicha religión son llamados
mahometanos (seguidores de Mahoma) o musulmanes (palabra que viene del
árabe "mussulmini", el que se entrega en cuerpo y alma a Dios).

El islam no tiene identidad muy propia, ya que tiene varios puntos e historias del
judaísmo, lo que da lugar a que se den problemas de estas dos religiones. Pero,
por otra parte, tienen puntos importantes, como no hacer iconos de Alá o de
Mahoma, y no tener santos ni nada por el estilo.

Mahoma es considerado "el último de los profetas", aquel que vino después de
Adán, Noe, Abraham, Moisés y Jesús. Al afirmarlo, le niega a Jesús todos los
atributos y conceptos que el cristianismo le da o le atribuye, ya que para los
islámicos Jesús es considerado un profeta más y no el hijo de Dios o Dios mismo.

Los islámicos son monoteístas su único dios es Alá, solo creen en él y no en


santos ni en Mahoma, ellos creen que él solo fue un enviado. Alá tiene algunas
características de Yahvé, como que es misericordioso y justo.

Los islámicos reconocen gran parte de los profetas del judaísmo. Los que ya
fueron nombrados antes. (Moisés, Abraham y Jacob entre otros). Pero el más

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importante es Mahoma, que llevo al hombre el mensaje de Alá, que él era el
único y debían rendirse ante él.

El libro sagrado para los islámicos es el Corán, contiene 114 capítulos, también
llamados azoras, o suras. Para los islámicos, el Corán es la palabra de Dios,
transmitida a Mahoma por el arcángel Gabriel en el curso de sucesivas
revelaciones.

Cristianismo

El cristianismo es la religión monoteísta más antigua en el mundo después del


judaísmo, tuvo su origen en las enseñanzas de Jesús que están recogidas en
los Evangelios. Comenzó como un movimiento religioso dentro del judaísmo que
se originó en Palestina y se extendió entre los creyentes en Cristo (cristianos,
como empezaron a llamarse). Cristianismo viene de la palabra Cristo (que
significa Mesías, persona esperada o Redentor, el enviado de Dios, El Ungido).

Todas las formas de cristianismo obedecen a las mismas Escrituras, adoran al


Dios de Israel (el creador del Universo y de toda la vida en el planeta) y
consideran a Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios y Salvador de la humanidad.

La Biblia es el libro sagrado de los cristianos que se divide en el Antiguo


Testamento y el Nuevo Testamento, y las iglesias o templos son el lugar de
predicación de las enseñanzas de Cristo, a través de sus sacerdotes, obispos,
ancianos y pastores. Las principales religiones que están vinculadas al
cristianismo son el Catolicismo, la Ortodoxa y el Protestantismo.

Los patriarcas del cristianismo son los mismos que del judaísmo e islam (excepto
Mahoma), pero a estos se les agrega Jesús el hijo de Dios, que vino para salvar
el mundo, pero lo asesinaron, luego resucitó y fue al cielo a la derecha del Dios
Padre. Los actos de Jesús están narrados en los evangelios que forman el Nuevo
Testamento de la Biblia.

Hinduismo

El Hinduismo es una de las religiones más antiguas, surgió en la India hacia el


año 1750 a. c. Es una de las religiones más diversas y complejas ya que es una
religión politeísta, pero tienen un dios supremo, Brahma, que es una entidad que

29
se cree que habita en cada porción de la realidad y la existencia, a través de todo
el universo. Se cree que Brahma existe en tres formas separadas como: Brahma
(Creador); Vishnú (Preservador) y Shivá (Destructor).

No hay un fundador especifico, pero hubo monjes que se internaban en las


montañas, lograban un alto nivel espiritual y se denominaban Brahmanes. Entre
el año 1500 a. c. y 1000 a. c los monjes escribieron Los Cuatro Vedas que son
los escritos sagrados de los Hinduistas, estos cuatro Vedas son conocidos como
Rig(ritual), Yajur(ceremonia), Sama(cantar) y Atharva(sacerdote que conoce la
sabiduría secreta).

Budismo

El budismo se desarrolló a partir de las enseñanzas difundidas por su fundador


Siddhartha Gautama (Buda), alrededor del siglo VI a.c. en el noreste de la India.
El Budismo ve la vida como un proceso en constante cambio y sus prácticas
tratan de tomar ventaja de este principio para utilizar los cambios inevitables para
mejorar nuestras vidas.

Es una religión que tiene muchas cosas propias y viceversa, muchas tomadas
del hinduismo. No hay un dios definido, solo adoran a Buda por su gran
inteligencia y por sus enseñanzas. El principal patriarca es Buda. Fue un príncipe
que encontró la verdad sobre las cosas y se marchó a una larga caminata donde
respondió las preguntas, luego volvió y estableció una lucha contra los hinduistas
acerca de sus creencias y fundo el Budismo.

El budismo nunca tuvo un libro sagrado. Pero existe una buena recolección de
sermones y sentencias del buda, así como enseñanzas que se le atribuyen, y
todo esto se conoce como “Los Tres Cestos de la Sabiduría o el tripitaka”. El
primer cesto es el Vinaya Pitaka (cesto de disciplina), el segundo cesto es el
Sutta Pitaka (cesto de los discursos) y el tercer cesto es el Abhiddbamma Pitaka
(cesto de la razón).

De las cinco religiones antes mencionadas el cristianismo es la que posee un


mayor número de fieles con aproximadamente 2500 millones, el islamismo con

30
aproximadamente 1500 millones, el hinduismo y el budismo aproximadamente
con 1000 millones cada uno y el judaísmo con 15 millones aproximadamente.

Conclusiones
I. Entre las causas por las que se fortalece y practica la libertad
religiosa se encontró que, dentro de la sociedad, la autoridad debe
salvaguardar a la comunidad y promover la libertad en cuanto a
materia religiosa. Esto se fortalece con nuestro deseo de conocer
la verdad que es Dios, a quien debemos rendirle un culto auténtico
tomando en cuenta la doctrina tradicional católica con la que la
iglesia trabaja. Asimismo, debemos mostrar públicamente un
ejemplo de oración y alegría siempre respetando a quienes
compartan o no nuestras creencias.
II. Debido a la tergiversación de la libertad religiosa, se ha detectado
diversas consecuencias que van desde casos de ateísmo o
sacrilegio, hasta la muerte y violación constante en determinados
países del medio oriente. Ante ello, la Iglesia reafirma que el
derecho a la libertad religiosa no es ni la permisión moral de
adherirse al error, ni un supuesto derecho al error. En conclusión,
es fundamental entender que no debemos imponer nuestra religión
ni nuestra fe, pero sí tenemos el deber de respetar la de los demás.
III. Tenemos que acostumbrarnos a vivir en una sociedad pluralista,
respetando a todos, pero al mismo tiempo guardando nuestra
identidad como católicos. Que la fe, en lugar de dividir, sea un
estímulo más para superarnos como seres humanos y luchar en
favor de las grandes causas de la humanidad. James
IV. Nunca debemos de avergonzarnos de la religión que profetizamos,
es más debemos defenderla a toda costa de los ataques o
discriminaciones que pueden surgir; y además siempre estar firme
en nuestra conciencia. James
V. Ante la ley todas las personas tenemos el derecho de poder
practicar libremente nuestra religión, ninguna persona puede
obligar a otra a practicar algo que va en contra de su fe o
costumbre, todos somos libres de elegir y practicar nuestra propia

31
religión siempre y cuando no ofendamos la moral y el orden
público.
VI. La existencia de muchas religiones en el mundo se debe a las
distintas interpretaciones que tenemos de las cosas, a la diversidad
de formas de presentar su fe y a las distintas costumbres y culturas.
Existen muchas religiones tanto monoteístas como politeístas, las
personas puedes escoger libremente que religión practicar o no
escoger ninguna.

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Bibliografía
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Church in Need: http://religious-freedom-report.org/es/conclusiones-principales/

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