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HISTORIA DEL ATLETISMO

En la actualidad todos sabemos que el atletismo es uno de los deportes que más
se practican en nuestro país, pero ¿sabemos cómo inicio? en esta nota le
contaremos la historia del atletismo.
Esta es la más antigua de las prácticas del desarrollo del físico, tiene su origen en
los Juegos Olímpicos griegos en el año 776 antes de Cristo.
La principal actividad en ese entonces era el pentatlón, que estaba compuesto de
lanzamientos de disco y jabalina, carreras de campo, salto de longitud y lucha libre.
Par el año 1912, durante los Juegos Olímpicos de Estocolmo, se cronometró por
primera vez las carreras, hecho que cambiaría la historia del atletismo y cuarenta
años después, en la ciudad de Buenos Aires, se disputaron los primeros Juegos
Panamericanos.
Definitivamente la historia del atletismo puede ser tan antigua como la de la
propia humanidad, pero las primeras competiciones documentadas se localizaron
y realizaron en Grecia e Irlanda.
Por ejemplo, el maratón rememora la hazaña de Filípides, que corrió desde Maratón
hasta Atenas para informar sobre la victoria del ejército ateniense en la batalla frente
a los persas en el año 490 a.C.
Aunque tras el Renacimiento se seguían disputando pruebas atléticas en toda
Europa, no fue hasta el siglo 19 cuando realmente nace el atletismo como deporte.
En 1825 se celebró en Londres la primera reunión de atletismo moderno, y ahí fue
donde se dio el gran salto hacia el atletismo actual cundo comenzó a utilizarse de
manera oficial el cronometraje eléctrico.
La IAAF, Federación Internacional de Atletismo, se fundó en 1912 y su primer
congreso se celebró en Estocolmo, Suecia, y en él estuvieron presentes diecisiete
federaciones nacionales.
PIONEROS DEL ATLETISMO
Miguel Poblet: Más de medio siglo después, ningún español ha igualado los
números de este precoz ciclista catalán, que fue uno de los grandes velocistas de
su época. Poblet ganó dos veces la Milán-San Remo (1957 y 1959), aunque sería
en el Giro donde brilló de forma rutilante con 20 triunfos de etapa entre 1956 y 1961.

Joaquín Blume: Nadie como este genio de la gimnasia para dar lustre a este artículo.
Blume fue, para el que aún no lo sepa, el mejor del mundo en una disciplina tan
emblemática como la gimnasia artística cuando el deporte español apenas podía
presumir de las Copas de Europa del Real Madrid. En los europeos del 57, que por
entonces tenían tanto valor como un Mundial dado el dominio de los países del
bloque del Este a nivel global, Blume ganó el concurso general individual y cuatro
aparatos: paralelas, caballo, barra fija y anillas.

Manolo Santana: Cuando nadie, absolutamente nadie, le tosía a los tenistas


australianos y estadounidenses, apareció casi de la nada un joven españolito que
tuvo el descaro de subirse a las barbas de algunos de los mejores jugadores de la
historia.

Paquito Fernández Ochoa: El añorado esquiador madrileño logró, no cabe duda,


una de las mayores hazañas de la historia de nuestro deporte, pues su oro en los
Juegos de Sapporo (Japón) de 1972 rompía una sequía de 44 años de títulos
olímpicos.
Carmen Valero: Una de las primeras españolas que demostró que nuestras mujeres
también podían competir al máximo nivel.

Seve Ballesteros: Si alguien no tiene claro qué representa Seve en la historia del
golf, que pregunte a cualquier aficionado británico y sabrá qué significa realmente
la palabra veneración. El cántabro fue tan grande que removió los cimientos de la
competición por equipos más importante de este deporte, la Ryder Cup, que hasta
su espectacular irrupción a finales de los setenta la disputaban estadounidenses
contra británicos e irlandeses (y éstos sólo desde 1973).

Carlos Sainz: El mundo de las cuatro ruedas en España debe mucho al piloto
madrileño de 'rallyes', pues fue él quien situó a España en el mapa de la alta
competición con sus formidables registros en el Mundial, que ganó dos veces (1990
y 1992).

Fernando Martín: Fernando no fue ni el primer ni el mejor jugador del baloncesto


español, pero sí fue el que se atrevió, antes que nadie, a dar el salto a la NBA
cuando la liga profesional estadounidense parecía un coto cerrado a años luz del
baloncesto que se practicaba en Europa. Fue en la temporada 86/87, cuando los
Portland Trail Blazers apostaron por el poderoso pívot madrileño.

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