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Abby Blake-Fire PDF
Abby Blake-Fire PDF
AbbyBlake
Fire
Advertencia:
Este libro contiene escenas de sexo explícito y lenguaje adulto y puede ser
considerado ofensivo para algunos lectores.
Este libro contiene contenido explícito sexual, lenguaje gráfico y situaciones que
algunos lectores pueden encontrar censurables: prácticas de sexo m / m, m / m / f y
menage.
Por favor, guarde sus archivos con prudencia, donde no puedan acceder
lectores menores de edad.
Acerca de la Autora
Abby Blake prefiere leer o escribir Romance sobre casi todo lo demás - excepto
tal vez el chocolate. La mayoría de los días se la puede encontrar corriendo para hacer
lo que hay que hacer de modo que pueda acurrucarse con su portátil y su último
puñado de héroes.
Argumento:
Jack y Reece conocen a Christina desde la escuela secundaria, pero ella
nunca ha mostrado una preferencia por uno u otro. No queriendo arriesgarse a
destruir su amistad de toda la vida, ninguno de los dos ha confesado sus
sentimientos por ella.
Christina es la chica que nadie nota. Al menos eso es lo que ella piensa.
Ella está enamorada de Reece y Jack, pero la tratan sólo como una amiga.
Además, aparte del hecho de que ninguno tiene ideas románticas, ella nunca
podría elegir entre ellos si lo hicieran.
Dedicatoria
Para mi marido que sabe que él es el hombre principal en todas mis
historias, incluso cuando hay más de un héroe.
Capítulo Uno
1
Represa: En ingeniería se denomina presa o represa a una barrera fabricada con
piedra, hormigón o materiales sueltos, que se construye habitualmente en una cerrada o
desfiladero sobre un río o arroyo. Tiene la finalidad de embalsar el agua en el cauce fluvial
para su posterior aprovechamiento en abastecimiento o regadío
Mientras se volvía para ver los vehículos, una ráfaga de calor la golpeó
en plena cara. Confundida por un momento, Christina se detuvo, apenas
comprendiendo la visión que encontró.
La Tormenta de Fuego.
Estos eran los incendios que causaban la muerte. Los incendios tan
impredecibles, tan violentos, tan extremos que hasta los bomberos más
experimentados tenían pocas posibilidades de escapar de ellos. El miedo se
apoderó de ella, un vuelco de sus intestinos activó su instinto de supervivencia
y le gritó que huyera. Tratando de aspirar una bocanada de aire limpio,
Christina se tapó la boca y tosió mientras giró sobre sus talones, buscando la
salida, buscando refugio.
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Jack maniobró el vehículo de tracción total por la calle. Había vivido aquí
toda su vida, pero nunca había visto algo como esto. La tormenta de fuego lo
devoraba todo, y se parecía como si todo el mundo estuviera en llamas.
Casas que habían permanecido allí durante más de cien años pronto
serían sólo montones de escombros. Los árboles que habían crecido desde antes
de que James Cook pisara las costas australianas yacían aplastados a través de
las casas y vehículos, sus largas vidas truncadas.
-¿Sabemos quién más quedó atrás? - Reece gruñó la pregunta con una
voz ronca y rasposa, un efecto secundario de la continua inhalación de humo de
los incendios forestales.
-Los Johnsons fueron evacuados ayer por la tarde. - incluso con las
ventanas cerradas, tenía que gritar por encima del ruido del fuego - Los
Kennedy y los McCormacks se quedaron, creo. Christina se habrá quedado.
Solía ser voluntaria con la RFS.
Jack oyó el temblor en la voz de su mejor amigo, sin dejarse engañar por
la relajada actitud australiana que Reece intentó proyectar.
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Apretando los dientes por el dolor, ella abrió la puerta y cayó hacia
adelante, tratando de encontrar al conductor. Con su mano sana, ella le buscó el
pulso. Nada. Moviendo la mano de nuevo, trató en vano de ver lo que estaba
haciendo, dónde estaba tocando. Todavía sin pulso. Ella retiró la mano,
dándose cuenta demasiado tarde estaba cubierta de cieno negro. No tenía idea
de lo que era y volvió a caer fuera del coche un poco desconcertada.
El rugido sonó tan fuerte ahora que nada más se oyó, ni siquiera las casas
y autos que estallaron en llamas a su alrededor. Las líneas eléctricas estaban
ardiendo, escupiendo chispas en el aire.
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Las quemaduras del conductor eran tan horribles que Jack esperó no
volver a ver algo así de nuevo, aunque sospechaba que sería un tema recurrente
en sus pesadillas de muchos años por venir.
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Sus peligrosos compañeros habían salido del agua un buen tiempo atrás,
sacudiendo el pelaje de sus cuerpos y saltando hacia los escombros
ennegrecidos, sin ni siquiera un adiós, y aún así los tres humanos se habían
quedado en el agua.
El barro salpicó desde sus botas a cada paso que dio, esperó que al
menos uno de sus tanques de agua hubiera sobrevivido al infierno para poder
lavarse la cara y las manos y encontrar una bebida. Fuera del agua fresca, sus
dedos quemados palpitaron como el demonio, pero ella recordó haber leído en
Por eso ella casi dobló las rodillas cuando Reece la arrastró a sus brazos,
la apretó contra su duro cuerpo, y la abrazó con fuerza. Apenas la había puesto
en libertad antes de que Jack la reclamara, sosteniendo su cabeza apretada
contra su corazón mientras la sacudía ligeramente.
2
Aussieness of the situation : extremadamente australiano, se define por una gran
cantidad de consumo de alcohol, deporte en el patio trasero, haciendo una barbacoa y con
un mayor consumo de alcohol.
-No es tan malo, de verdad. Puede esperar. Prefiero ver cómo están
nuestros vecinos primero - dijo, tratando de ocultar lo mucho que la maldita
cosa palpitaba.
Le dolía hasta el final del codo, pero había visto quemaduras mucho
peores. Jack empezó a negar con la cabeza, pero Reece la miró pensativo y dijo
-No estoy segura de que aún sea un pueblo. La tormenta llegó al valle, en
línea directa desde allí. Creo que probablemente hay que dirigirse al cuartel
general de SES3 o tal vez el hospital hacia el sur.
Tanto Jack como Reece se volvieron hacia ella, con una aturdida
expresión en sus rostros.
3
SES: abreviatura de State Emergency Service, Servicios de Emergencia del Estado.
Había estado tan tensa, tan asustada por tanto tiempo que el puro
agotamiento la reclamó, e increíblemente, casi se quedó dormida. La camioneta
se detuvo de repente, despertándola completamente.
Capítulo Dos
Así era como los incendios forestales en esta zona habían sido siempre.
Muy a menudo, cuando el fuego estaba cerca la ciudad, los voluntarios del RFS
acababan con el fuego antes de que pudiera llegar a los hogares. Literalmente
luchaban contra el fuego con fuego, y pasaban días y noches prendiendo
incendios controlados de modo que cuando el incendio forestal real los
alcanzaba, no quedaba nada para quemar.
Ella movió los dedos de los pies, la incómoda sensación de barro seco de
alguna manera se unió al dolor de su mano quemada y la pena nubló su
corazón. No había conocido a los Kennedy bien pero en una comunidad tan
pequeña, todo el mundo conocía a alguien que conocía a ese alguien. Echó una
mirada a Jack, notando la manera dura en la que apretó su mandíbula, y se
preguntó si él los había conocido mejor que ella, hasta que se le ocurrió que no
había reconocido el segundo coche.
-¿Quién estaba en el otro coche? - ella soltó las palabras antes de que
pudiera retirarlas, el tono de pánico de su voz hizo que su pecho se apretara, y
tosió dolorosamente contra su garganta dañada.
-Mi esposa se quemó la mano bastante mal, pero por lo demás, estamos
bien, amigo.
-Voy a intentar ayudar quitando algo de peso de sus pies. ¿Está bien que
sostenga al bebé?
La mujer asintió. Ella no podía ser mayor que Christina, tal vez sólo unos
pocos años más joven, sin embargo, allí estaba en medio de un desastre natural
tratando de proteger a sus tres hijos de corta edad.
-No lo sabíamos. El bebé ha estado llorando durante días - ella dijo las
palabras con dificultad, su garganta, obviamente, dolorida - Los informes de la
radio dijeron que el fuego iba en la otra dirección - se quedó sin aliento en un
sollozo - No lo sabíamos. - las lágrimas cayeron seguidas por el rostro de la
joven de nuevo.
Mientras se dirigían más allá del accidente, Christina apartó los ojos,
incapaz de dar testimonio de más tragedia.
Una mujer se acercó a ellos tan pronto como su pequeño grupo pisó el
césped. Llevaba una etiqueta con su nombre, aunque con los ojos todavía
borrosos a causa del humo, Christina no pudo leerlo.
-Casi seis semanas. - la joven madre respondió con voz tensa y áspera.
-Por supuesto.
La enfermera miró rápidamente por encima de los otros dos hijos, una
expresión de angustia cruzo su rostro momentáneamente antes de retomar su
máscara profesional. Con todo el sufrimiento pasando a su alrededor, parecía
bastante fácil olvidar que el personal médico también estaba afectado por esta
tragedia. Christina se encontró a sí misma maravillada ante la formación y la
profesionalidad que mantenían los médicos y enfermeras haciendo su trabajo
cuando sería mucho más fácil ceder a la desesperación.
Capítulo Tres
Una niña se metió debajo de la cama junto a ellos, con el rostro surcado
de lágrimas, el miedo evidente en cada movimiento nervioso. Jack se alejó para
hablar con el ocupante de la cama y luego se sentó en el suelo y se dirigió a la
niña asustada. Con todos los mecanismos debajo, la cama médica era un lugar
inseguro para esconderse, y Jack pacientemente habló con la niña. Finalmente,
la convenció para salir. La niña subió a sus brazos, y sus delgados brazos se
envolvieron alrededor de la garganta de Jack a punto de ahogarlo.
Cerró los ojos, fingiendo dormir, notando con alivio que la respiración de
Christina parecía menos trabajosa, más fácil, y ella parecía haberse relajado en
sus brazos.
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26 TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA
Abby Blake – Fire
La mujer en sus brazos abrió los ojos aturdida y rápidamente los cerró de
golpe contra la luz.
-Chris, estás un poco deshidratada, por lo que vamos a ponerte una vía
en marcha.
Ella negó con la cabeza, por lo que el médico cogió su historial médico e
hizo algunas notas rápidas.
-Su respiración parece estar mejor con el oxígeno, por lo que quiero que
mantengas la mascarilla por un tiempo más. En este momento, vamos a esperar
y ver cómo evolucionas las próximas horas antes de ordenar una radiografía.
Una enfermera vendrá dentro de poco para limpiar y volver a cubrir esta
quemadura. ¿Necesitas algún medicamento para el dolor?
Christina asintió con la cabeza con cansancio y dio las gracias al doctor.
Luego, el médico volvió su atención a Jack y a Reece.
-No, sólo demasiado humo. - Reece respondió por los dos. El médico
rápidamente comprobó a uno y otro y asintió con la cabeza.
Una mujer se dirigió a ellos y les entregó una gran jarra de agua y tres
vasos desechables.
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Capítulo Cuatro
Ella gritó y trató de cerrar los ojos, pero se dio cuenta de que sus
párpados se habían quemado, dejándola incapaz de protegerse a sí misma de
las imágenes horripilantes. Se puso de pie en medio de un paisaje lunar
ennegrecido rodeado de la escena grisácea, chillando de terror cuando las
llamas la consumieron.
-Es un placer verte despierta - dijo una voz profunda detrás de ella.
Ella sonrió un poco mientras una cara bonita entró en su borrosa línea de
visión. Tal vez no era capaz de verlo con claridad, pero reconocería la voz de
Reece en cualquier lugar.
Luego, otra voz profunda y suave la calmó. Jack le dijo que estaba segura
y que todo iba a estar bien. Fuertes dedos frotaron suavemente sobre el dorso
de su mano sana, y otra mano acarició la piel sensible alrededor de su tobillo y
la pantorrilla, animándola a relajarse un poco. Oyó la voz de una mujer
hablando en alguna parte cerca de ella, pero no pudo entender las palabras, y
luego se olvidó de lo que estaba tratando de pensar cuando una cálida oleada
de calma la envolvió, y se deslizó en el olvido.
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33 TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA
Abby Blake – Fire
Jack estiró las piernas frente a él, sintiéndose mucho más viejo de sus
treinta y dos años. Como para influir en su decisión, su estómago gruñó
ruidosamente. La enfermera sonrió amablemente.
-Yo diría que ella necesitará una talla L. - dijo ella amablemente.
El cielo parecía más sucio, más oscuro ahora con la calina de los
incendios forestales de cómo había estado varias horas antes, cuando por
primera vez habían llegado al hospital.
Aliviado al ver que tanto él como Reece y Christina no eran los únicos
que habían escapado de su condenada ciudad natal, Jack pasó varios minutos
hablando con vecinos y amigos, tratando de obtener una indicación de si
alguien más había logrado sobrevivir.
- Pensé que te había perdido. ¿Está Reece contigo? ¿Está bien? - al ver la
cara de emoción de Reg, Jack le apretó la mano con suavidad antes de soltarlo.
- ¿Christina? ¿La hija de Mavis Andrews? Pensé que alguien dijo que se
había mudado cuando Mavis murió, pero no estaba seguro. ¿Está bien?
-Ha inhalado humo y se quemó la mano, pero por lo demás, está bien.
-Eso es bueno - dijo Reg - Una persona más que sale con vida.
El anciano sacó una pequeña libreta del bolsillo de la camisa y añadió sus
nombres a la lista que había estado guardando. Mostró el resto de los nombres a
Jack. No era una larga lista, pero vio algunos nombres familiares, y aunque se
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Abby Blake – Fire
sintió aliviado al ver que algunos habían sobrevivido, se preocupó más por los
que faltaban. Reg miró a su alrededor, pensativo.
-Creo que voy a visitar a mi hermana en el norte, mientras las cosas aquí
se solucionan. Oí a alguien decir que el ejército estaba montando tiendas de
campaña sobre el polideportivo, pero ir de camping simplemente no tiene el
mismo atractivo para mí en estos días.
Jack asintió, aliviado de que Reg al menos tuviera un lugar adonde ir. Se
había preocupado de que a sus ochenta y tres años de edad, tuviera que luchar
con su salud, mientras que intentaba recuperar y reconstruir el pueblo.
Agarró un cambio de camisa para sí mismo, una extra para Reece, y algo
de ropa para Christina, aliviado de encontrar ropa interior y artículos de
higiene personal que habían sido donados por un supermercado local.
Se topó con algunos vecinos más y les señaló en la dirección de Reg para
que pudieran ser añadidos a su lista. Cuantas más personas supieran que había
una lista, más posibilidades tenían de conocer al menos quienes habían
sobrevivido.
Jack cerró los ojos cuando las escenas del accidente de coche de los
Kennedy destellaron en la pantalla. Las imágenes estaban grabadas en su
cerebro, y respiró profundamente mientras intentó tirar de sus emociones
alborotadas para controlarlas de nuevo. La ira inundó su sistema, pero de
alguna manera, su impotencia pareció aún más deprimente.
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-Tendrá que ser capaz de volver al hospital para tener las quemaduras
controladas y cambiar el vendaje todos los días.
-Jack recogió esto para ti, así que él tiene la culpa si es del tamaño
equivocado, ¿de acuerdo? - dijo con una sonrisa contagiosa y feliz.
Christina levantó su mano sana para tomar las bolsas. Las colocó en el
suelo junto a ella y se empujó a sí misma hasta sentarse, y torpemente abrió las
bolsas para ver el contenido. Dentro había un paquete con ropa interior a
estrenar de algodón, un cepillo de dientes, pasta de dientes y jabón. En la otra
bolsa estaban los pantalones vaqueros, las camisetas, y sudaderas, todos
parecían ser de su tamaño. La ropa era obviamente de segunda mano, pero
estaban en muy buenas condiciones, y Christina nunca había estado más feliz al
ver un par de vaqueros y una camiseta en su vida.
Reece y Jack habían estado allí, pero en ese entonces, habían sido sólo
chicos que habían ido a la escuela con ella hacía mucho tiempo. A pesar de sus
ofertas, no se había sentido cómoda para aceptar la ayuda de ninguno de los
dos en ese momento. Ella se había topado con ellos con bastante frecuencia
desde entonces, pero siempre como amigos. Nada romántico había surgido.
Se sentía muy especial por tener esos dos hombres guapos cuidando de
ella ahora, así que se quedó a salvo y caliente en su abrazo mientras se relajó y
cayó de nuevo en un sueño confortable.
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-Nos las arreglamos para salvar todo nuestro equipo de camping, ropa,
herramientas de construcción, ordenadores portátiles, y registros financieros,
así que nos ha ido mejor que a la mayoría - dijo mientras sostenía la puerta
abierta para ella.
-Y… - dijo Jack, mirando a Reece y luego rodando los ojos - …averiguar
cuándo podemos volver a casa para evaluar los daños.
Jack saltó al asiento del conductor, y Reece se subió por el otro lado,
deslizando su brazo sobre el respaldo del asiento y masajeando los músculos
tensos del cuello de Christina.
Ella apoyó la cabeza hacia delante un poco, cerrando los ojos para
apreciar mejor la sensación celestial. Jack inició la marcha y muy casualmente
deslizó su mano sobre su muslo, acariciando suavemente hacia arriba y hacia
abajo la parte superior de su pierna. Se sentía tan agradable ser el centro de su
atención que ella aplastó la pequeña voz le decía que era un error aceptar tales
El viaje hasta el polideportivo local tomó menos tiempo del que hizo falta
para aparcar la camioneta. Reece bajó de su asiento y mantuvo abiertos los
brazos para ayudarla a salir. Era difícil maniobrar con su mano fuertemente
vendada, y ella aceptó su ayuda con gratitud.
No perdió de vista la rapidez con que Jack reclamó su mano ilesa para
caminar con ella, y quedó un poco preocupada de quedar atrapada en medio de
una lucha de egos masculinos. Dio un rápido vistazo a Reece, relajándose un
poco cuando se dio cuenta de que estaba sonriendo hacia ellos y no mostrando
señales de celos.
Ella los miró por separado. Ambos eran altos y delgados aunque Reece
siempre había sido un poco más musculoso en comparación con el estilo más
elegante, más atlético de Jack. El cabello de Jack se veía dorado, de color marrón
claro, por la luz del sol, pero era más un color rubio rojizo debajo de todo el
hollín, mientras que el cabello de Reece era mucho más oscuro, un color marrón
profundo con un toque de color caoba.
Por lo menos, pensó, en un bálsamo para su orgullo, ambos son más altos
que yo. Eso tenía que contar para algo. Mentalmente rodó sus ojos ante su tonto
pensamiento, tratando de dejar de lado sus pensamientos confusos y
concentrándose en asuntos más serios.
Claro, ella había perdido su casa y su negocio y todas las otras cosas
materiales que había poseído, pero al menos no estaba tratando de cuidar a
niños pequeños o hacer frente a la pérdida de un ser querido. Muchas de las
personas que la rodeaban habían perdido mucho más en el fuego que ella, y se
sintió aliviada y un poco triste al ver que ella había tenido tan poco que perder.
Ella miró a sus dos chicos, bueno, podía pensarlo todo el tiempo aunque
no lo creyera en serio, y sus miradas reflejaban sus propias emociones. Ninguno
de ellos parecía cómodo pidiendo ayuda cuando otros lo necesitaban mucho
más.
Capítulo Cinco
Habían sido buenos días. En ese entonces ella había estado rodeada de
amigos y de una familia cariñosa, y su futuro estaba lleno de sueños.
-Hey, nena, ¿por qué esa sonrisa triste? Debes estar recordando cuántas
veces Jack dejó caer el balón.
Christina observó con orgullo que los chicos agarraron una pelota de
fútbol y rápidamente juntaron dos equipos de niños para jugar un partido. Con
una pequeña sacudida de culpabilidad se dio cuenta de que estos niños estaban
probablemente sufriendo tanto como todos los demás pero sin la madurez o la
experiencia para comprender hasta qué punto sus vidas estaban a punto de
cambiar.
Mientras se sentaba y miraba el partido que crecía cada vez que otro
grupo de niños descubría la diversión, se dio cuenta de lo especial que eran esos
chicos realmente. La habían rescatado, se quedaron con ella en el hospital, y
ahora, se la habían llevado con ellos cuando no tenía otro lugar a donde ir y
nadie a quien recurrir. Asombrada por su abnegación, esperaba un día ser
capaz de devolverles su amabilidad y se juró a sí misma encontrar una manera.
El olor de la barbacoa pronto tuvo a los niños corriendo de vuelta con sus
padres, hambrientos y exhaustos, pero sonriendo por primera vez en días.
Muchos padres se acercaron a intercambiar un apretón de manos y unas
cuantas palabras con Reece y Jack antes de recoger a sus hijos para que
pudieran comer y se prepararan para la hora de acostarse.
Tanto él como Reece se veían más felices que lo habían hecho en días.
Tal vez incluso los adultos necesitaban tiempo libre de preocupaciones, pensó
Christina. Mañana, trataría de encontrar algunas actividades para los niños a
los que no les gustara el fútbol.
-Mejor iremos a lavarnos para que podamos a cenar algo - les sonrió
Christina.
Ella sonrió, un poco más que entusiasmada con la idea de ser escoltada a
la cena por dos de los más guapos y generosos chicos que le gustaban de todo el
país. Lástima que la cena significaba una barbacoa creada por voluntarios y
probablemente iban a ser un par de salchichas en pan. Ella suspiró en voz baja.
Jamás pensó aborrecería la barbacoa. Resultó que estaba equivocada.
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-Así que, nena,- dijo Reece cogiendo su mano ilesa, mientras caminaban
hacia la tienda - hemos estado apostando sobre los brazos en los que acabaras
esta noche. ¿Me puedes dar alguna pista?
-Tal vez puedas ser influenciada - él susurró en voz alta y luego pasó la
lengua suavemente sobre la concha de su oreja.
Ella se rió ante la sensación cosquilleante pero chilló un poco cuando otro
conjunto de brazos tiró de ella en un abrazo y comenzó a besar y mordisquear
su cuello. Riendo más duro ahora, Christina levantó sus brazos en señal de
rendición.
Reece la ayudó a sacar la blusa por los brazos mientras Jack desabrochó
el cierre de los vaqueros y los bajó hasta el suelo, sosteniendo su pantorrilla
suavemente mientras levantaba primero una pierna y luego la otra. Lanzó sus
vaqueros sobre la silla en la esquina de la tienda.
Habían hecho esto las dos últimas noches para ella, de manera rápida y
eficiente, dándole poco tiempo para estar avergonzada pero esta noche, la
mirada de Jack se detuvo en sus pechos lo suficiente para que sus pezones
sobresalieran con fuerza, pidiendo atención.
-Eres tan hermosa. - dijo mientras se inclinó para rozar un tierno beso
contra sus labios.
Jack levantó una mano para apartar un mechón de cabello de sus ojos y
se inclinó para besarla suavemente. Ella en silencio gimió excitada, así que él
profundizó el beso, empujando su lengua suavemente en su boca y explorando
la cavidad caliente.
Si era sincera consigo misma, tendría que admitir que quería algo más
que sexo, pero no estaba de humor para examinar sus motivaciones.
-Buenos días. - suspiró en su oído - Estoy tan a gusto aquí que creo que
no voy a dejarte ir nunca. Te sientes maravillosa.
-Ah, parece que estás disfrutando de eso. - dijo Reece mientras se inclinó
para besarla, empujando su lengua profundamente en su boca y enredándose
con la suya.
-Me encantan tus sonidos dulces, pero muéstrame lo que te gusta con tu
cuerpo.
-Son aún más hermosos de lo que recuerdo. - dijo mientras pasaba sus
manos sobre su cuerpo y sus pechos, los pulgares apretando los picos duros.
Jack comenzó a hacer círculos sobre su clítoris con la otra mano cuando
varios dedos empujaron en su húmedo canal.
-Estás tan húmeda para nosotros, Christina. ¿Puedes sentir lo mucho que
tu cuerpo nos quiere a ambos?
Christina gimió en éxtasis detrás de las grandes manos de Reece que aún
la mantenían callada. Ella se movió rítmicamente contra las manos de Jack
ahora, luchando por la cima que parecía tan tentadoramente cerca. Reece
empezó a chupar con fuerza su pecho, llevando el mismo ritmo. Las
sensaciones combinadas sobre su coño y sus pechos y la emoción erótica de la
mano de Reece le recordaba poderosamente la necesidad de estar en silencio en
sus brazos, desesperada por el orgasmo que sabía que sólo ellos podían darle.
-Dudo que pudiera estar en silencio, por lo que parece que tendremos
que esperar a otro momento.
-Duerme ahora, cariño - dijo, mientras Reece tiró del saco de dormir
sobre ella espalda.
Todo lo que le habían enseñado sobre el amor y la vida le decía que dejar
que dos hombres le dieran placer al mismo tiempo no estaba bien, pero de
alguna manera, no podía convencerse a sí misma.
Se había sentido tan bien, tan natural, y ahora, se sentía tan segura y
protegida en sus brazos.
Capítulo Seis
Christina despertó varias horas más tarde cuando la luz de un nuevo día
que se filtraba se registró en su mente. Se sintió un poco decepcionada y quizás
un poco aterrorizada cuando se dio cuenta que estaba en la tienda sola.
Rápidamente, sacó la cabeza por la cortina de la puerta para buscar a Reece y a
Jack. Sabía que estaba siendo patética, pero después de lo que pasó anoche,
necesitaba la reafirmación de que todavía estaban alrededor.
Reece levantó la vista del libro que estaba leyendo, vio la expresión de su
rostro, y saltó rápidamente a sus pies. Ella respiró hondo para calmarse
mientras se dirigía hacia ella.
Reece sonrió con esa sonrisa diabólicamente hermosa que ella tanto
adoraba.
Sabía que era más alta que la mayoría de las mujeres pero tenía lo que su
madre solía llamar "curvas generosas" en lugar del tipo de cuerpo de moda,
delgada como un palo y por el que se consideraba hermosas a las mujeres.
-Mucho mejor. No vuelvas a dudar lo especial que eres para los dos. Fue
maravilloso ver cómo te deshacías en nuestros brazos la noche anterior.
Sus grandes manos recorrieron su cuerpo sin ropas, arriba y abajo por su
columna vertebral, a lo largo de los globos de su culo, y a los lados de sus
pechos. Con un pequeño gemido, él profundizó el beso.
La giró cara a él, exhortándola a abrir sus piernas de modo que quedó a
horcajadas sobre su regazo, abriendo su ya goteante coño a sus dedos
inquisitivos. Su lengua y sus dedos trabajaron en un frenesí de necesidad y la
sintieron temblar en sus brazos, desesperada por su posesión.
Jack caminó hacia ellos, tomó su cara entre sus grandes manos, y le dio
un beso muy intenso.
Parecía que hacía más frío hoy, por lo que a regañadientes la ayudaron a
colocarse una chaqueta que ocultó los pezones de su vista. Reece deslizó una
mano dentro de la chaqueta y pellizcó su pezón de nuevo con una sonrisa
maliciosa en su rostro.
Creyó ver sorpresa y tal vez un poco de alivio en las caras de los chicos
cuando les condujo a unos grandes almacenes a comprar su ropa en lugar de las
boutiques y tiendas de ropa de mujeres.
Ella rápidamente seleccionó ropa práctica para acampar al aire libre, pero
logró colar un elegante camisón en el montón sin que los chicos lo vieran. Cogió
algo de ropa interior y trató de dirigirse a la sección de sujetadores, pero un
sólido muro de músculos inamovibles apareció en su camino. Tanto Reece
como Jack negaron con la cabeza hacia ella, negándose a permitirle coger uno.
-Me pido primera para el baño. - ella se echó a reír y pasó por encima de
él para salir de la camioneta.
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60 TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA
Abby Blake – Fire
Y, por supuesto, ella tenía el culo más perfecto que había visto nunca, y
apenas podía esperar para coger un puñado de él mientras conducía su polla en
su coño caliente y húmedo.
Incluso ahora, tenía una seria erección que estaba haciendo difícil
concentrarse en otra cosa que no fuera conseguir desnudarla.
Capítulo Siete
Q R
Unos veinte minutos más tarde, Christina se dejó caer dentro del baño
caliente. El agua estaba probablemente un poco más caliente de lo que por lo
general le gustaba, pero se sentía tan bueno que quería remojarse durante un
tiempo. Ella apoyó la cabeza contra el borde de la bañera, dejando su brazo
lesionado en el borde para mantenerlo seco, y deseó que sus músculos cansados
se relajaran. Ni siquiera activó las burbujas. Sólo sentarse así ya era el cielo.
Ella hizo lo que le pidió, y pronto, una taza llena de agua tibia en
cascada cayó sobre su cabeza y hombros. Otra taza de agua corrió por su rostro,
el agua cayendo a través de sus ojos cerrados.
El delicioso olor del champú que había comprado antes llenó el aire, y
luego unos dedos fuertes trabajaron en su cabello, masajeando y calmando el
cuero cabelludo, enviando un hormigueo por todo su cuerpo. Él sostuvo una
mano sobre sus ojos mientras enjuagó el champú, sólo para comenzar el
proceso de nuevo con el acondicionador. Cuando que Jack terminó, se sintió tan
relajada que casi había olvidado sus piernas peludas.
Todo su cuerpo tembló con necesidad todo el tiempo hasta que terminó
de afeitarle cuidadosamente las piernas desde el tobillo hasta el muslo interno.
Nunca se había dado cuenta de lo erótico que algo tan mundano como quitar el
vello podía ser cuando lo hacía la persona correcta.
Dejó caer sus paquetes por la puerta y se acercó a la cama para sentarse
junto a Christina. El colchón se inclinó un poco, y ella cayó hacia su cuerpo
fuerte.
Ella levantó una pierna ligeramente para mostrarle la extensión ahora sin
vello.
- Oh, y me gusta lo que has hecho con estas. - gruñó con picardía
mientras agarraba su pierna, levantando la rodilla hacia su cuerpo, dejando al
descubierto su coño palpitante para la ávida mirada de Jack.
-Ahora, esto es mucho más agradable. No hay nada que oculte tu piel
impecable y, oh, creo que es posible que hayas dejado unos pocos aquí. - dijo,
sonriendo ampliamente mientras frotaba la mano contra la sensible piel de la
cara interna del muslo, rozando suavemente sus dedos por los labios hinchados
de su coño.
Q R
Ella lo miró, la confusión y el dolor en sus ojos. Jack dio un paso hacia
ella y con cuidado la tomó entre sus brazos.
Fue un inmenso alivio que por lo menos uno tuviera el suficiente sentido
común para actuar de manera responsable y protegerla, pero aún temblaba de
deseo y vio el dolor grabado en su rostro mientras trataba de calmar su furiosa
erección.
Jack dio un pequeño paso hacia atrás para que ella pudiera poner los pies
en el suelo. En cuanto se puso de pie, ella maniobró con cuidado hacia el borde
de la bañera y lo empujó hasta sentarlo.
La puerta del baño se abrió de golpe, y luego Reece quedó detrás de ella,
empujando los dedos profundamente en su coño.
-Oh, nena, realmente necesito follarte. - gimió Reece detrás de ella - Por
favor, di que puedo.
Capítulo Ocho
Jack se puso de pie por encima de ellos y ofreció una mano para
levantarla.
-Cariño, - dijo Jack, el dolor atando su voz - por favor, no hagas eso de
nuevo.
Jack dejó caer la cuchara y se acercó para tomar su rostro entre sus
enormes manos, lamiendo el chocolate de sus labios y luego hundiendo su
lengua en su boca achocolatada. Él se empujó profundamente en ella, la fuerza
de su deseo empujándola con más fuerza contra el musculoso cuerpo de Reece.
-Eso es, cariño. - Jack cantó – Confía en nosotros. Cuidaremos de ti. - dijo
mientras empujaba la punta de su polla en el apretado agujero.
Del mismo modo Christina se acercó a la cima más alta, casi lista para
volar con su orgasmo, él una vez más se retiró de su cuerpo, dejándola
temblando de necesidad.
Gimiendo, ella los dejó colocarla de manera que quedó acostada encima
de Jack pero frente a Reece. Jack empujó suavemente en su culo, murmurando
palabras dulces al oído mientras su cabeza colgó hacia un lado, una vez más, en
éxtasis.
Reece se inclinó hacia delante, capturando sus labios con los suyos, con
ternura besando su boca mientras tiraba de ella hasta quedar sentados y se echó
hacia atrás, sacando su polla reblandecida lentamente fuera de su palpitante
vagina.
La besó por un largo momento, ese dulce beso trajo lágrimas a sus ojos.
Entonces él ayudó a Jack volteándola hacia su lado para poder liberarse
suavemente a sí mismo de su culo. Ella rodó más lejos sobre su estómago,
agotada hasta el final de sus huesos.
Reece salió del baño y se metió bajo las sábanas para tirar de ella contra
él, a modo de cucharilla. Ella se acurrucó en su cuerpo, necesitando su calidez y
tranquilidad.
Capítulo Nueve
Parecía como si estuviera hecha para ellos y ellos para ella. Amaba sus
maneras de cuidarla y cuán generosos eran, no sólo con ella, sino con todos los
vecinos y amigos que se habían encontrado en el campamento. Le encantaba
todo lo relacionado con los dos.
Sí, ella los amaba, pero ella los quería suficiente como para no decírselo.
Los amaba lo suficiente para dejarlos pensar que esto era sólo un poco de
diversión, una manera de desahogarse y reafirmar la vida después de la
tragedia de la semana pasada. Los amaba tanto como para no confesar que
amaba a ambos y que verse obligada a elegir entre ellos sería romper su
corazón.
Aun así, su corazón se rompió un poco cuando pensó en una vida sin
ellos, pero en silencio prometió que nunca les haría daño, y cuando llegara el
momento de que se fueran, no los detendría.
Empujándose más cerca, los sostuvo a su lado. Ellos sólo tenían unos
días para estar aquí juntos, y se encontró deseando que nunca acabaran.
Q R
Ella despertó con una erección muy dura situada entre los globos de su
culo y otra varilla muy rígida frotándose contra su ya palpitante montículo.
-Bueno, hola, dormilona - Jack sonrió mientras cogía sus caderas para
molerse en su interior más plenamente en su contra - Pensamos que nunca
despertarías.
-Mmmm, estás tan mojada. - gimió mientras miró por encima del
hombro a Reece.
-Sí. - dijo ella con un gemido bajo - Por favor. - agregó por si acaso.
-Está bien, nena. Confía en nosotros. No vamos a hacer nada para hacerte
daño.
Ella se relajó entonces, sabiendo que era cierto. Ninguno de ellos le haría
daño de ninguna manera. Ellos la habían llevado a un orgasmo alucinante una
y otra vez las últimas veinticuatro horas, había sentido el más completo,
absoluto y total agotamiento, pero nunca ningún tipo de dolor.
Q R
-Christina, cariño...
Jack intentó preguntar qué le pasaba, pero ella cortó sus palabras
capturando sus labios con los suyos y chupando su lengua profundamente
dentro de su boca.
Q R
Nunca había sido del tipo arriesgado. Gracias a Dios sus hombres habían
estado pensando con claridad suficiente para ponerse los condones antes de
hacer el amor con ella.
Christina se sintió como una cobarde. Cerró los ojos, y otra vez, las
lágrimas picaron detrás de sus párpados. Ella los amaba tanto. Necesitaba a los
dos, y a los dos ansiaba hasta el mismo borde de la locura.
-Está bien, nena. - dijo Reece cruzando los brazos frente a él – Escúpelo.
Observó a Jack rodar sus ojos ante la falta de tacto de su amigo. Reece
nunca había estado a gusto hablando de sentimientos, y los tres lo sabían.
Con un solo dedo, Jack guió suavemente el rostro de Christina hacia el.
Por suerte para ella, dos hombres muy capaces miraban por ella. Ella
aterrizó en el regazo de Reece mientras la arrastraba en su abrazo. Jack intentó
hacer su pregunta de nuevo cuando Reece la abrazó y besó la parte superior de
su cabeza en un gesto muy dulce y emocional.
-Increíble, ¿cómo?
Christina lo miró y luego se movió para mirar por encima del hombro a
Reece, no muy segura de lo que querían saber.
Bueno, eso era todo. ¿Debía mentir y hacer que lo que ellos sentían era
barato y sucio, o decir la verdad y correr el riesgo de poner fin a algo tan
maravilloso?
-No como dos pollas. - dijo ella, con la voz un poco quebrada – Sino
como dos hombres que me importan profundamente encontrando placer
conmigo.
-Te amo.
No podía vivir sin los dos, tan segura estaba ella de sus sentimientos.
Q R
Jack debió haber visto la sonrisa en su cara porque la atrajo hacia él para
darle un abrazo y un beso que la hizo jadear y queriendo más. Unos momentos
más tarde, Reece entró por la puerta, la tomó en sus brazos, y también la besó
profundamente.
Q R
Sólo podían quedarse una noche más en el motel, ya que las autoridades
habían estado organizando la vuelta a casa con autobuses para mañana o el día
después para transportar a los supervivientes de los incendios forestales hasta
sus casas para ver si algo aún quedaba en pie.
Todos estaban ansiosos por estar en el autobús para ver por sí mismos si
algo podría salvarse. No había ayudado ver las imágenes de televisión de la
zona. Con tantos edificios destruidos, había sido difícil de averiguar
exactamente qué área estaban mirando.
Q R
Tan pronto como hicieron la colada, Jack los empujó de vuelta al motel,
llamando por el camino al servicio de habitaciones para la cena nuevamente.
Q R
Sonriendo feliz y un poco más relajado ahora, Jack tiró a Christina hacia
sus brazos, metiéndola bajo su barbilla y abrazándola.
Tirando fuera de los brazos de Jack, ella lo llevó a la mesa y se sentó con
Reece. Quiso agarrarlos a ambos con sus manos, pero con la mano lesionada
estaba demasiado torpe, así que se conformó con sostener la mano de Jack y
colocar su rodilla sobre la pierna de Reece debajo de la mesa.
-No lo hacemos.
Ella asintió con confianza, y de repente, todo estuvo mucho más claro.
Jack asintió con la cabeza comprendiendo. Sí, ella los amaba a ambos, y no iba a
ocultarlo. Negar su amor lo corrompía, lo hacía menos de lo que era, y no iban a
dejar que eso sucediera.
Epílogo
Jack dio la vuelta para agarrar sus manos y ayudarla a salir de la silla.
Ella estaba embarazada de cinco meses, pero los dos hombres habían rondado
siempre sobre ella desde que lo habían descubierto. Los amaba tanto más por
ello, aunque a veces eso la enfadara.
De alguna manera, levantó los ánimos de muchos. Tal vez fue un poco
absurdo, pero al menos algo seguía en pie, algo permaneció incluso después de
que la madre naturaleza envió lo peor. Se había demostrado de forma pequeña
y simbólica que su ciudad una vez había existido.
Había tenido que trabajar duro para conseguir que sus dedos
funcionaran correctamente, y los meses de ejercicios cuidadosos y órdenes de
los doctores finalmente habían dado sus frutos. Su mano se sentía casi de vuelta
a la normalidad.
Ellos también habían dejado suficiente espacio para una cuna de bebé y
un cambiador. La enorme cama king-size ya estaba en el centro de la habitación,
y habían amontonado en alto con una variedad de ropa de cama empaquetada.
Las lágrimas se filtraron a través de sus pestañas, y ella se limpió con
impaciencia.
-Sólo escupe lo que sea ya. - le ordenó a Reece con una amplia sonrisa.
Ella sonrió feliz. Nada en la vida podía ser mejor que esto.
Staff
Traducción y corrección
Portada
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