Está en la página 1de 2

La caída de las potencias europeas después de la Segunda Guerra Mundial

conllevó a que Estados Unidos, por su solidez económica y política, se viera


obligada a tomar el liderazgo en las relaciones internacionales de occidente. Con
el objetivo de impedir la injerencia que soviética en Irán y Turquía, así como
garantizar el abastecimiento de petróleo para occidente, Washington anunció a los
iraníes el 22 de febrero de 1946 su apoyo activo a la independencia e integridad
iraní. Además, el 12 de marzo de 1947 el presidente Harry Truman pidió al
congreso aprobar el envío de 100 millones a Turquía; así como 400 millones a
Grecia para detener el avance comunista, debido a la imposibilidad de los
británicos de intervenir. Lo que se convirtió en un reflejo de la adopción
estadounidense de una visión geopolítica donde cualquier amenaza a la seguridad
occidental era una amenaza nacional. Por esto el creciente poder soviético hizo
menester aplicar la política de contención.

El 22 de febrero de 1946 George Kennan definió lo que vendría a ser la


visión geopolítica de Washington a lo largo de la Guerra Fría en el Telegrama
Largo. En el reducía tanto al capitalismo estadounidense y el socialismo ruso a
elementos antitéticos que no podían coexistir y por consiguiente era necesario
evitar la extensión soviética en el orbe. La sobrecarga ideológica que adquirió el
panorama político provocó “la expansión del pensamiento más retrógrada en
Estados Unidos”. Tanto así que los diplomáticos norteamericanos en más de una
ocasión demostraron su extrema incompetencia para interpretar las realidades de
la geopolítica de la Guerra Fría. Latinoamérica en este contexto, se encontró
subordinada a las disposiciones que Washington tuviera para ella.

Ya en los años treinta con la promoción de la política de buena vecindad


Estados Unidos había hecho de Latinoamérica su zona de influencia con la
ratificación de acuerdos de cooperación hemisférica y seguridad colectiva; que
posicionaba al libre comercio como la doctrina oficial del panamericanismo y a
cualquier otra ideología como una amenaza al continente, incluyendo el
comunismo. Pero la carencia de una interpretación objetiva de los principios de
seguridad hemisférica hizo que Estados Unidos invocara los tratados inter-
americanos a conveniencia. Como resultado, “Las reivindicaciones nacionales han
pasado a ser una amenaza calificada siempre de comunismo y que permite
intervenciones para reprimirla”. De manera que toda acción que se desalineara de
los intereses norteamericanos sería crudamente atacada por la gran nación del
norte. Los Estados latinoamericanos no tuvieron más oportunidad que avasallarse
a las directrices estadounidenses.

La concepción de Latinoamérica como fuente esencial de materia prima fue


la que se estableció desde Washington; cualquier régimen nacionalista que
apelara a las necesidades del pueblo sería considerado como una amenaza a la
obtención de materia prima. En Guatemala las necesarias reformas agrarias del
presidente Jacobo Árbenz fueron interpretadas como una reforma socialista; y en
Cuba, la reforma agraria de Castro llevó a la ruptura de las relaciones cubano-
estadounidenses y a la necesidad de que la isla se alineara con los soviéticos para
defenderse de las agresiones estadounidenses. Hubo, en este sentido, una
incompetencia por parte de Washington para entender las necesidades de
reivindicaciones sociales que los países latinoamericanos tenían. Al final, la visión
retrógrada de la geopolítica en Latinoamérica provocaba más bien el efecto
contrario a lo que buscaban las políticas estadounidenses en la región; pues
envés de detener el surgimiento de los regímenes nacionalistas y populistas les
dio impulso al crear un ambiente social profundamente anti-estadounidense.

Aún ante la retrógrada visión estadounidense de la geopolítica en


Latinoamérica, hubo países que intentaron desligarse de las directrices
norteamericanas para consagrar su propia política exterior y conseguir así un
destino libre del control estadounidense. Durante el gobierno de Allende, Chile se
“desalinea de uno de los bloques de la Guerra Fría para asumir una postura
internacional independiente”. Pero la negativa de Washington en permitir
desobediencia dentro de su zona de influencia llevó a la intervención de la
administración Nixon en el golpe de estado de 1973 contra Allende.

También podría gustarte