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Lo primero es tranquilizar a esos papás y esas mamás, porque las rabietas forman parte del
desarrollo de los peques, sí, así es, las rabietas son normales, son la forma, aunque inmadura, de
expresar malestar o enfado, que aparece hacia los 18 meses y tiende a ir desapareciendo hacia
los 3-4 años con el desarrollo del lenguaje, lo que les permite un mayor control de los impulsos.
Este es el proceso normal pero, si las pataletas se gestionan de manera inadecuada por parte
de los cuidadores, pueden prolongarse más tiempo del debido y con una mayor intensidad de la
esperada para la edad.
Por tanto, que sean normales no significa que se deba dejar al tiempo y al azar la
responsabilidad de enseñar a nuestros hijos e hijas a gestionar el enfado y frustración. Hay
que empezar en el momento que aparecen las rabietas, viéndolas como oportunidades para
enseñar a los peques, aunque sé que es algo costoso pues hay que estar preparados para
aguantar lo exasperante y angustioso que puede ser enfrentarse a las pataletas de un niño.
Para entender las pataletas y poder gestionarlas, primero debemos entender porque se
producen. En esta etapa, el niño actúa movido por dos fuerzas en apariencia opuestas, por un
lado necesitan de nuestra atención pero, por otro, disfruta de la autonomía en sus actividades
(quiere comer solo, vestirse solo,…hacer todo solo), de forma que, su necesidad de
independencia choca con sus limitaciones y con los limites que los papás les ponen (no te subas,
no cojas eso…), lo que les causa frustración y malestar que, por su alta impulsividad y sus
limitaciones en el lenguaje, no sabe gestionar ni expresar verbalmente, manifestándolo en
forma de llanto, golpes, gritos…, lo que es una pataleta.
Por lo general, los padres suelen ceder a sus peticiones por no aguantar tan duros arrebatos,
por lo que el peque pronto aprende que la rabieta es una poderosísima estrategia para
conseguir lo que quiere (atención, juguetes, tiempo de juego, irse a otro sitio…).
En resumen, las pataletas o rabietas son normales y muy comunes de los 2 a los 3 años,
momento en el suelen empezar disminuir en frecuencia e intensidad, y se pueden producir por
distintos motivos:
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Roberto de Lorenzo García
Guía para las rabietas infantiles Psicólogo
Santander, 2018 628509856 – robertodelorenzo@cop.es
www.delorenzotupsicologoensantander.com
Como las pataletas son comunes a todos los niños de 2 años y, con una buena gestión por parte
del entorno, suelen desaparecer a los tres o 4 años, se hace imprescindible actuar desde el
momento en el que aparezcan manejándolas de forma que se evite el mantenimiento de las
pataletas en el tiempo y que los peques ganen auto control y una actitud proactiva frente a la
frustración, que les permita expresar su enfado y frustración de formas más adecuadas.
Las rutinas, aunque no sean del agrado de los peques, aportan seguridad, pero es importante
que el hogar no se convierta en un régimen militar. Las rabietas se disparan a primera hora y a
última hora por el cansancio o hambre, por lo que es importante tener bien establecidas las
rutinas en esos momentos, así si queremos que se acueste a una hora determinada tenemos que
conocer el tiempo que le lleva al peque realizar las tareas previas a acostarse (bañar, cenar,
cepillarse los dientes, quitar la ropa, cuento,…) para evitar que se demoren y den lugar a
cansancio o hambre y por consiguiente a un aumento de la probabilidad de ocurrencia de una
rabieta.
Como se expresado, uno de los motivos por los que surgen las pataletas son que les den una
negativa, por lo que es muy recomendable reservar el “NO” para las situaciones que realmente
lo requieran. Las ordenes o normas se pueden exponer de forma positiva y reservar las
negativas para ocasiones en las que corra algún riesgo, se trata de cambiar lo que “no puede”
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Roberto de Lorenzo García
Guía para las rabietas infantiles Psicólogo
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hacer por lo que “sí puede” hacer. Por ejemplo, en lugar de decirle “no se salta en el sofá”, se le
puede decir, “se salta en el suelo”, y nos aseguramos de que lo ha entendido preguntando a
continuación “dónde puede saltar”. Recordad que el “NO” se puede decir con cariño también.
Para no chocar contra su necesidad de independencia con mucha frecuencia suele bastar con
dejarle elegir, por ejemplo, “te quieres bañar antes o después de cenar”.
Cuando empiezan las pataletas todavía los peques son muy dependientes del estímulo por lo que
no suele costar distraerles de lo que no pueden hacer hacia otra actividad agradable para los
peques.
En muchas ocasiones es mejor valorar si el límite conviene ponerlo, pues por lo general hay
situaciones que no poseen la importancia suficiente como para provocar una situación de estrés.
No se debe responder de forma alterada, se debe mantener la calma. Esto es así porque la
reacción de los adultos les sirve de lección sobre cómo afrontar un conflicto, se les debe
mostrar que todo es mejor si se habla con tranquilidad, y porque, si percibe que altera a los
adultos o capta su atención, aprenderá que es un medio para conseguir lo que desea, como
atención por ejemplo.
El objetivo de las pataletas, como se comentó es una forma de llamar la atención, de conseguir
algo o de evitar responsabilidades. Mientras está con la pataleta no se puede razonar con ellos,
por lo que no es recomendable darle lo que quiere e ignorarlo hasta que se calme, ya que
nuestro objetivo es que aprenda que la pataleta no conduce a nada y no cambia la forma de
pensar sobre algo. De forma que, durante la rabieta, no se le presta atención, ni se le calma, ni
se le mira, ni se le grita, ni se le pega o castiga, recordad que NO ESTÁ HACIENDO NADA
MALO. Es recomendable validar su enfado y alejarse un poco hasta que se calme y/o seguir
haciendo lo que se estaba haciendo, por ejemplo se le puede decir “veo que estas muy molesto,
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Roberto de Lorenzo García
Guía para las rabietas infantiles Psicólogo
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voy a apartarme un poco para que te calmes, y cuando se te pase hablamos”. En el caso de que
se pueda hacer daño y no podamos llevarlo a un lugar seguro, se le puede abrazar con firmeza
para impedir los daños, pero se le abraza sin hablarle ni chillarle y esperando calmadamente
que se le pase.
En el caso de que se pueda hacer daño a sí mismo o a los demás es recomendable llevarle al
“sitio de pensar” (lugar seguro) para calmarse y dejarlo un par de minutos hasta que se
tranquilice (Los expertos recomiendan que se les deje un minuto por año más o menos, no
debiendo dejarle más de 5 minutos en el sitio de pensar)
Es importante mantenerse firme aunque su llanto sea un suplicio y agote la paciencia, pues al
ceder se enseña al peque que la pataleta es un buen medio para conseguir lo que quiere.
EN LUGARES PÚBLICOS
Los niños son expertos en “montar numeritos” cuando estamos en público. En estos casos es
más complicado mantener la calma y parece que alrededor siempre aparece algún
“supereducador” que hace algún comentario sobre lo que se tiene que hacer del tipo “el pobre
como llora, déjale que o cómpraselo o que se quede un poco más…”, pero es relevante seguir las
pautas anteriores y tener una frase preparada para esos “supereducadores” del tipo “gracias
por su interés pero no hay ningún problema”
Es recomendable abrazarle y hablarle con cariño validando sus emociones pero no su expresión,
por ejemplo decirle que se le quiere mucho y se entiende que este molesto pero esos
comportamientos no se hacen en esta familia, que en casa los problemas se hablan. Aunque al
principio no pueden emplear el lenguaje para expresar sus emociones en recomendable empezar
a estimularles para ello.