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Bernardo Béguet
RESUMEN
Estudios realizados en los Estados Unidos revelan que en las familias sin padres,
aumenta el índice de criminalidad, de deserción escolar, de embarazo de adolescentes; y
que los niños que crecen sin padre presentan mayor riesgo de padecer enfermedades
mentales con menor capacidad para controlar sus impulsos, más vulnerable frente a las
presiones del medio y con mayores posibilidades de tener problemas con la ley.
Esto parece autorizarnos a afirmar que a mayor déficit de la función paterna, mayor
déficit de la adaptación social del individuo.
La función paterna es aquel aspecto de la función parental que es ejercida por el varón y
que tiene un papel fundamental en los siguientes procesos: asignar roles y establecer
límites tanto intra como extrafamiliares; ser referente de la legalidad y temporalidad;
promover la salida de los hijos de la familia y que constituyan un propio proyecto de
vida, con la delegación de misiones.
Entiendo que el déficit de la función paterna se debe a cambios en la sociedad que
generan cambios en la funcionalidad de las familias. Si la familia no se readapta, puede
comenzar a ser disfuncional e incapaz de preparar sujetos capaces de generar una nueva
familia y vivir una relación armónica con la sociedad.
Datos del autor: Psicólogo clínico, Terapeuta familiar, Docente universitario, Decano de
la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Univ. del Salvador, Miembro del Cap.
Salud mental y Familia de APSA.
Domicilio: Bogotá 2855, Cap. Fed., ( 1406 ), Argentina.
Teléfono profesional: 15-4400-6465
E-mail: bebeguet@datamarkets.com.ar
Este trabajo fue expuesto en el XV Congreso Argentino de Psiquiatría, el 17 de Abril de 1999, en el Panel
“Familia en el fin de siglo, ¿patología o cambio social?” organizado por el Capítulo de Salud Mental y
Familia de APSA.
Estudios realizados en los Estados Unidos revelan que en las familias sin padres,
aumenta el índice de criminalidad, de deserción escolar, de embarazo de adolescentes.
Otros estudios hablan de que los niños que crecen sin padres presentan mayor riesgo de
padecer enfermedades mentales con menor capacidad para controlar sus impulsos, más
vulnerables frente a las presiones del medio y con mayores posibilidades de tener
problemas con la ley.
Esto parece autorizarnos a afirmar que a mayor déficit de la función paterna, mayor
déficit de la adaptación social del individuo.
Para entender este fenómeno creo necesario definir la función paterna como un aspecto
de la función parental que es ejercida por el varón y que alcanza a los siguientes
aspectos:
Sabiendo que la familia es un sistema incluido en el sistema social estos cambios son a
la vez sociales y familiares, y generan trastornos en el funcionamiento normal de la
familia. Estos trastornos pueden impedir que la familia cumpla su función de preparar
individuos aptos para adaptarse a la sociedad como sujetos capaces de generar una
nueva familia y capaces de vivir con cierto equilibrio la relación con la sociedad.
Secuencia:
- Otro factor que se suma es el aceleramiento de los cambios sociales que reclama de
la familia una constante adaptación en el sentido de que el modelo de adulto como
sujeto adaptado varía del momento en que el sujeto es formado al momento en que
el sujeto es formador. Los padres preparan a sus hijos para un mundo distinto a
aquel en el que fueran educados.
- El papel central al que queda ligada la madre (más aún en familias monoparentales).
Continuidad Discontinuidad
Podemos caracterizar a la nuestra como una sociedad patriarcal en cuanto está centrada
en la producción de bienes, a través del trabajo organizado y el gozo o la participación
en estos bienes, depende del esfuerzo puesto en el proceso de producción.
Por otro lado, esta sociedad patriarcal parece estar exacerbando aspectos masculinos. La
llamada postmodernidad nos expone una sociedad individualista a ultranza, en la impera
un elitismo de aquellos que pueden alcanzar estándares elevados de consumo, en la que
se olvida del cuidado de los más débiles.
Tal vez una perspectiva para entender la crisis de nuestra cultura sea el ver que ésta es
una sociedad patriarcal que excluyó el aspecto femenino de lo humano y que por lo
tanto, está condenada a la deshumanización.
Por otro lado, si bien el sistema o la sociedad será más fuerte y vital cuanto más
diversidad incluya, lo patriarcal y lo matriarcal de todos modos su necesidad de
organización jerárquica llevará a cierta preeminencia de unos valores por otros.
En este sentido, una sociedad y una familia necesitan para funcionar adecuadamente una
coherencia en su estructura de valores y en su estructura jerárquica. De no ser así la
estructura se ve resentida.
Cuando la estructura está organizada en valores patriarcales, la aparición de un valor
matriarcal en un nivel jerárquico incongruente hace que la estructura se desorganice
aumentando el grado de tensión.
Esto puede suceder dentro de la familia, lo cual produce tensión dentro de ella, o puede
que la familia se organice de acuerdo a valores incoherentes con los valores del sistema
social. En este caso el trastorno para los individuos consistirá en su desadaptación
social.
También podemos ver que estos trastornos se dan simultáneamente. Esto entendemos
que sucede en la familia en la que está ausente el padre y en la que hay un déficit de la
función paterna.
En esta estructura de familia, en la que el padre está ausente, la tendencia de los hijos es
aprender demasiado o identificarse en extremo con los valores expresados por sus
madres; por ello, a menudo se adaptan muy mal a los valores predominantes en la
sociedad, que son principalmente patriarcales. A su vez las madres suelen reinvidicar
valores matriarcales y oponerse explícita o implícitamente a los valores patriarcales que
en algún momento encarnó el padre.
Respecto de la presencia del padre en la crianza de los hijos, los datos siguientes son
elocuentes: Un estudio realizado en 10 países descubrió que el promedio diario de
tiempo que un padre pasa con su hijo era de menos de 1 hora: desde 6 minutos en Hong
Kong y 12 en Tailandia, hasta 54 en China y 48 en Finlandia. En todos los casos nos
indica lo limitado del papel paterno en la crianza de los hijos.
En EE.UU. dos de cada cinco jóvenes menores de 18 años viven, y han crecido, sin un
padre biológico. Ya sea como consecuencia de un divorcio, o de nacimientos de madre
soltera, un 40 % de los menores de EE.UU. viven en una familia monoparental. En la
Argentina los menores en hogares monoparentales a cargo de mujeres llegaba en el ’89
en el AMBA al 20 %.
En EE.UU. la probabilidad de que un niño norteamericano de raza blanca nacido hoy,
crezca junto a su padre y viva con él hasta ser mayor de edad, es sólo de un 25 %.
La tasa de nacimientos de madre soltera se duplicó o triplicó en los países del primer
mundo entre 1960 y 1990. En EE.UU. pasó del 5 % al 35 %.
Datos del censo de población de 1991 en nuestro país nos indican que existía un 10,5 %
de las familias de todo el país a cargo de uno solo de los progenitores, siendo de ese
porcentaje un 8 % de mujeres.
Todos estos datos nos hablan de una tendencia creciente a la ausencia de la figura
paterna ya que la parentalidad va quedando exclusivamente en manos de la
madre.
Los estudios sociológicos pueden ser vistos desde esta perspectiva como indicadores de
las consecuencias de esta ausencia paterna y de los valores que típicamente le
corresponden.
Algunos trabajos de investigación sugieren entonces que la función paterna tiene un rol
crítico en instaurar la capacidad de controlar impulsos en general, y el impulso agresivo
en particular, es decir, la capacidad de autorregularse.
Todo esto parece plantearnos un desafío como sociedad y como terapeutas. Como
sociedad el desafío sería poder encontrar un equilibrio superador entre los valores
matriarcales y patriarcales, una complementariedad entre lo masculino y lo femenino
que supere la dominación sexual y la exclusión de lo femenino en una sociedad
masculinizada.
Y a su vez poder crear instituciones que recuperen a los hijos que padecen trastornos por
haber crecido sin una adecuada función paterna.
Como terapeutas el desafío sería poder restaurar la función paterna en cada familia,
poder reubicar al padre, ayudarles a que se reencuentren con su lugar como formadores
de sus hijos.
Referencias:
(2)-Si se toma por ejemplo la tasa de nacimientos de madre soltera en cada uno de los
50 estados norteamericanos, y la tasa de crimen violento en este estado (de acuerdo con
los datos de FBI), la asociación estadística entre estas dos variables, es decir, su
correlación, es 0.825 (p<0,01). A mayor tasa de nacimiento de madre soltera, mayor tasa
de criminalidad, con un coeficiente de correlación sorprendentemente alto (como
referencia, la correlación entre tasa de criminalidad y tasa de desempleo es 0.187).
Bibliografía:
+ Angel, R.J. & Angel, J.L. “Health and the new generation of
fatherless families”; Universidad de Wisconsin Press, 1993.-