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Dinero inesperado

Cada día tu padre depositará $86.400 dólares en tu cuenta bancaria. Lo que sea que quede
en la cuenta al final del día, se borrará automáticamente.
por Lea Laufer

Estás sentado en tu casa y recibes una llamada telefónica de tu padre. Tiene una sorpresa
para ti.

Él dice que te ama muchísimo, y que ha decidido que te depositará todos los días $86.400
dólares en tu cuenta bancaria. ¡$86.400! ¡Es un montón de dinero para recibir todos los días!

Tú esperas por el truco, y no tarda en llegar. La condición es que lo que sea de dinero que
quede en la cuenta al final del día será borrado de la misma; no podrá ser utilizado. Nunca
tendrás ese dinero de vuelta.

Eso no está nada de mal, piensas, ¡solamente tendré que gastarlo todo, todos los días! ¡No
desperdiciar ni un centavo! Cuelgas el teléfono con una sensación de “gracias”, corres por un
lápiz y papel, te sientas y empiezas a planear. Tú sabes que para asegurarte de que cada
dólar sea aprovechado a su máximo, tendrás que idear algo para asignar apropiadamente el
dinero.

Lo primero es lo primero. Caridad. Tú sabes que cada judío está obligado a dar entre el 10% y
el 20% de sus ganancias a caridad. Siendo una persona generosa (quien resulta tener
$17.000 para repartir diariamente) decides repartir el 20% de tus ganancias a caridad cada
día. Eso te deja el 80% del dinero.

Vamos a ver, piensas. Lo próximo serán mis necesidades. Del 80%, probablemente puedo
llegar a utilizar un 40% para cosas que yo necesito: comida, renta, auto, ropa, etc. OK.

Queda el 40%

Bueno, tú ponderas, existen esas pequeñas cositas con las que uno tiene que lidiar, mejorías
que hacer, cosas que arreglar, las-no-tan-esenciales-pero-todavía-justamente-necesarias. Tú
decides que el 20% de tus ganancias deben estar destinadas a aquellas cosas.

Del 20% que queda, te permites un 10% sólo para entretención. Este 10% será utilizado en
regalos especiales, aparatos electrónicos, etc. Después de todo, no es un crimen disfrutar. (¡Y
de todas maneras no puedes ahorrarlo!)

El último 10%, decides, debe ser para asuntos de contingencia. Después de todo, uno nunca
sabe qué gastos extras pueden surgir. Y si no surge nada, lo utilizaras para más regalos. Pero
lo más importante, cada uno de los dólares debe ser gastado. ¡De otra manera sería una
pérdida de dinero!

Ya está. Lo tienes todo resuelto, cada dólar dedicado a un propósito, cada centavo con un
foco directo. Ahora verdaderamente puedes aprovechar al máximo esta oportunidad.

Los segundos cuentan


Cada día nuestro Padre en el Cielo deposita exactamente 86.400 en nuestra cuenta. 86.400
segundos dentro del periodo de 24 horas. ¡Qué regalo! ¡Qué oportunidad!

¿Qué estas haciendo con esos 86.400 segundos?

El “truco”, por supuesto, es que al final de cada día, todo se ha ido. Si no utilizaste ese tiempo
sabiamente —y desperdiciaste una hora— eso es 3.600 segundos que se fueron para
siempre. Nunca te encontrarás con esos momentos otra vez.

La mayoría de nosotros nos esforzamos por utilizar cada dólar de la mejor manera posible.
Pero cuando se trata del precioso regalo del tiempo, ¿podemos decir realmente que lo
estamos utilizando apropiadamente?

Siguiendo el modelo de nuestros ambiciosos planes para los $86.400, deberíamos estar
donando 20% de nuestro tiempo en ayudar a otros. Deberíamos gastar 40% del tiempo para lo
que debe ser hecho, incluyendo dormir y comer. Por lo menos el 20% de este atesorado
regalo de tiempo debe ser utilizado para “reparaciones”, es decir, debe ser dedicado a la auto
mejoría, al crecimiento personal, ya sea leer un libro que te motive o ajustar nuestras metas
para desarrollarnos espiritualmente. 10% debe ponerse de lado para el entretenimiento y la
relajación (con el propósito de recargar energías para las cosas importantes) y el último 10%
para contingencia: un embotellamiento inesperado, un evento familiar, etc.

En realidad, 100% de nuestro tiempo debe estar enfocado en convertirnos en mejores


personas y en mejorar nuestra relación con Dios.

Todo se trata de tener un foco correcto. Haz tu propio plan y mantente en el camino. Corre y
agarra ese lápiz y ese papel. Piensa en grandes metas y divídelas en pequeños pasos
graduales. Ten objetivos específicos por hora. Y como cualquier administrador de recursos
responsable, fija metas diarias, semanales, mensuales, semestrales, anuales y a largo plazo.

Asigna los 86.400 sabiamente. Y continúa.

Rav Noaj Weinberg zt’’l, solía decir que todo comienza con una decisión, un compromiso. El
recomendaba recitar en voz alta: “la vida es una oportunidad. Yo quiero utilizar mi mente, y
estar constantemente avanzando hacia mi meta”.

No desperdicies ni un centavo, ni un nanosegundo. Puede sonar como demasiado, o puede


parecer muy intenso, pero recuerda, si se escapó, se escapó para siempre. Cuando estés
soñando despierto piensa: “¿Qué estoy haciendo ahora, y como podría utilizar este momento
más efectivamente?”.

¿Por qué desperdiciar tus momentos ahogándote en arrepentimiento sobre el pasado o


preocupándote por el futuro? Es como tener que pagar una multa de $10 por cada dólar que
no gastaste. Es ridículo.

Cada momento puede ser utilizado al máximo. Hay tanto bien que podemos hacer, si nos
mantenemos concentrados. Perdón por el cliché pero resulta ser muy cierto: Cada momento
es un regalo. Aprovecha tu “presente”.
Balak(Números 22:2-25:9)

Dinero y honor
Bilam es considerado el estereotipo de una persona con malas cualidades personales. La
Mishná en Pirkei Avot lo describe como alguien que tiene áyin raá ‘que se enfoca en las
cualidades negativas’, rúaj guevoá ‘arrogancia’ y néfesh rejavá ‘codicia’ (1).

Néfesh rejavá se refiere específicamente al amor de Bilam por el dinero. Los comentaristas
aprenden que Bilam era codicioso a partir de su respuesta a los ministros de Balak cuando le
pidieron que maldijera al pueblo judío. Ellos dijeron: “…así dijo Balak, hijo de Tzipor: por favor
no te rehúses a venir a mí. Te honraré mucho y todo lo que digas haré. Por favor ve y maldice
a esta nación por mí”. Bilam contestó y les dijo a los ministros de Balak: “Incluso si Balak me
diera su casa llena de plata y oro, no podría transgredir la palabra de Hashem” (2).

En un análisis superficial, vemos la codicia de Bilam en la gran suma de dinero a la que aludió
cuando se negó a ir en contra de las palabras de Dios.

Sin embargo, los comentaristas señalan que esto no puede ser cierto, porque hay otro ejemplo
de literatura rabínica en donde un verdadero erudito de Torá utilizó una expresión similar a la
de Bilam. La Mishná, en Pirkei Avot (3), describe la historia del gran Rabí Iosi ben Kisma, a
quien un hombre rico le pidió que abandonara su lugar para vivir en otra ciudad, en la cual no
había ningún otro erudito en Torá. El hombre le ofreció una suma inmensa de dinero para
persuadirlo, pero Rabí Iosi contestó: “Incluso si me dieras toda la plata, el oro y las piedras
preciosas del mundo viviría sólo en un lugar donde hay Torá”. Rabí Iosi mencionó una suma
aún mayor que la mencionada por Bilam y, sin embargo, en su respuesta no hay ninguna
muestra de codicia. ¿Cuál es la diferencia entre la respuesta de Bilam y la de Rabí Iosi ben
Kisma? (4).

En un análisis más profundo, se advierte una importante diferencia entre Bilam y Rabí Iosi ben
Kisma. Cuando el hombre intentó persuadir a Rabí Iosi para que permaneciera en su ciudad,
le prometió una gran suma de dinero. Rabí Iosi contestó que ninguna suma de dinero lo haría
abandonar un lugar de Torá. Era apropiado que Rabí Iosi se refiriera a dinero, porque el
hombre ya lo había mencionado antes.

En contraste, los ministros de Balak jamás mencionaron el dinero en su intento para


convencer a Bilam de maldecir al pueblo judío. En cambio, dijeron que Balak ofreció “honrarlo
profusamente”. Bilam contestó diciendo que, si Dios no lo permitía, ninguna suma de dinero le
posibilitaría maldecir al pueblo judío. La mención de dinero que hace Bilam nos muestra dos
cosas: primero, que el dinero era algo tan prevalente en su mente que lo mencionó incluso
cuando nadie lo había hecho antes y, segundo, en un nivel más profundo, vemos que
entendió la idea de ‘honor’ como ‘beneficio financiero’. Para Bilam, honor y dinero eran lo
mismo. Esto prueba su amor por el dinero, porque quien no ama el dinero no lo iguala al
honor.

Sin embargo, en esta explicación continúa habiendo una dificultad. Hubiéramos pensado que
quien ama el dinero no creería que su beneficio principal sea el honor, sino la posibilidad de
adquirir bienes materiales. Tener dinero posibilita la satisfacción de los deseos físicos, como
una casa bonita, un auto rápido, buena comida y muchas vacaciones. Entonces, ¿por qué
igualó Bilam el honor con el dinero?

La respuesta es que el amor por el dinero puede tener dos raíces. Una es el apego a lo físico,
en donde el dinero es utilizado para satisfacer deseos materiales. La segunda es el deseo de
honor, ya que el dinero puede traerle mucho honor a una persona. Esto significa que todos
buscan algún tipo de sentido, siendo el honor una de las formas principales en que un alma
hambrienta puede conseguir un poco de satisfacción. En la sociedad occidental actual, tener
dinero es, quizás, la mejor forma para conseguir honor.

El problema es que cuando una persona desea dinero para obtener honor, entonces, nunca
estará satisfecha, más allá de cuánto dinero consiga. La persona cree que el dinero le trae
honor, pero su alma anhela instintivamente honor como una fuente de significado. En
consecuencia, tratará de satisfacer su deseo de adquirir más dinero, pero siempre se sentirá
insatisfecha. Quizás sea este el tipo de amor por el dinero al que se refirieron los rabinos
cuando dijeron que “una persona que tiene 100 mané quiere 200, y cuando tiene 200 mané
quiere 400”. Para esta persona, el dinero es su forma de obtener honor, pero como siempre
anhela más honor, siempre quiere más dinero para satisfacer su deseo. Para Bilam, el dinero
era un vehículo para obtener honor.

Dado que Bilam igualó el dinero con el honor, es claro que su néfesh rejavá (codicia) le hizo
tener la peor clase de amor por el dinero, la clase que emana de un deseo de honor. El
Slonimer Rebe, en su obra maestra Netivot Shalom, explica lo nocivo que puede ser esto para
una persona. En la Mishná mencionada anteriormente, los estudiantes de Bilam son
comparados con los de Abraham. Hacia el final de la Mishná, se pregunta cuál es la diferencia
entre los dos grupos. La Mishná responde: “Los estudiantes de Abraham comen en el Olam
Hazé ‘este mundo’ y heredan el Olam Habá ‘el mundo venidero’ (…) pero los estudiantes de
Bilam el malvado heredan el Gueinom y descienden al pozo de destrucción” (5).

¿Qué significa la repetición del lenguaje respecto a los estudiantes de Bilam: “Gueinom” y
“pozo de destrucción”? Netivot Shalom explica que “pozo de destrucción” se refiere al Olam
Habá, mientras que “Gueinom” se refiere al Olam Hazé. Los estudiantes de Bilam no sólo
sufren un gran dolor en el mundo venidero, sino que también en el presente. Les preocupa
tanto obtener más posesiones y honor que nunca sienten satisfacción, ¡a tal punto que viven
un “Gueinom” en el Olam Hazé!

Esta explicación brinda una enseñanza obvia: la búsqueda implacable de dinero nunca puede
brindar satisfacción verdadera. Hace falta una cierta cantidad de dinero para ayudar a la
persona a conseguir el objetivo de tener una vida significativa, pero es esencial cuidar que el
dinero continúe siendo un ‘medio’ y que no se convierta en un ‘fin’. En cambio, ocupar el
tiempo para desarrollar una relación con Dios puede brindar la única fuente de satisfacción
que hace que una persona esté realmente satisfecha.

Notas:

1. Pirkei Avot, 5:22.


2. Balak, 22:16-18.

3. Pirkei Avot, 6:9.

4. Muchos comentaristas explican la razón por la cual la respuesta de Bilam


demostró su avaricia. Entre ellos están Mizraji, Maskil LeDavid, Najalat Yaakov,
Beer Besadé, Emet LeYaakov y Rav Eliashiv en Dibrei Hagadá. Si bien ellos
ofrecen una variedad de explicaciones, en este ensayo se utiliza una diferente.

5. Pirkei Avot, 5;22.

Honrando el dinero
En esta época del año leemos una porción especial de la Torá (en la lectura de Maftir) llamada
Parashat Shekalim. Ésta trata acerca del censo que se llevaba a cabo anualmente en los
tiempos del Templo. Cada persona donaba medio shekel. El dinero era contado y el resultado
determinaba el censo. La Tora deja muy en claro que “el pobre no debe dar menos, y el rico
no debe dar de más”.

Pero esto es obvio. Si cada persona donase de acuerdo a sus medios económicos, lo que
implica cantidades disímiles, ¡sería imposible conocer la cantidad de personas que había! La
Torá nos debe estar enseñando algo más profundo que un mero consejo para el censo. Y de
hecho, lo está haciendo.

En el mundo moderno, solemos juzgar a las personas en base a cuánto dinero tienen. Cuán
grande es su casa, cuán rápido es su coche – y sí, incluso en base a cuánto dinero destinan
para caridad. Eso no es nada nuevo. Y aparentemente los judíos también nos juzgamos a
nosotros y a otros según la cuenta bancaria. Los “líderes” de nuestra comunidad no son
necesariamente aquellos que demuestran mejores capacidades para liderar, sino aquellos que
pueden dar más. Un malhumorado billonario se sentará en la cabecera de todas las cenas
benéficas a las que asista, mientras que un pobre que dona más allá de sus posibilidades es
probable que pase desapercibido.

La Torá nos enseña que esto es erróneo. “El pobre no debe dar menos y el rico no debe dar
más”. Al contar a los judíos, un rico no equivale a 10 pobres. Son todos iguales. Cada uno
tiene un rol que desempeñar.

Todos nosotros somos culpables de distorsionar este ideal. En cierto sentido, es una
inclinación humana tomar más seriamente a una persona adinerada que a una pobre.
Podemos admirar incluso a un millonario antipático, mientras que una persona que no
consigue trabajo pero que es muy amable se deberá esforzar mucho más para ganar nuestro
respeto.

Respetamos el dinero y el éxito. Pero no respetamos realmente a los seres humanos.


El dinero donado en el censo se utilizaba en el Templo. El mensaje es claro: en el servicio de
Dios somos todos iguales. El dinero puede comprar el respeto de otros pero, ante Dios, el
hombre rico no tiene más que ofrecer que el resto.

El dinero es un regalo de Dios, una herramienta para lograr cosas. Pero tener mucho dinero
no transforma a una persona en un buen ser humano. Cuanto antes dejemos de honrar el
dinero y empecemos a respetar el buen carácter y la decencia, mejor estaremos.

¿Por qué Dinero en Januca?


¿Cuál es el verdadero significado del dinero, y que tiene que ver con Januca?
por Rav Shimon Apisdorf

El Código de la Ley Judía dice:

"Está prohibido derivar cualquier beneficio de las luces de la Menorá de Januca... incluso usar
su luz para contar tu dinero".

Cuando la ley judía nos ilustra la prohibición de derivar beneficio de las luces de la Menorá, el
ejemplo que utiliza es "no cuentes tu dinero". Pudo haber dicho, no escribas una carta con la
luz de la Menorá, o no dejes que tus hijos hagan sus tareas con la luz de la Menorá. Pero de
todos los ejemplo, dice, no cuentes tu dinero con la luz de la Menorá.

Y por sobre todo, existe una costumbre en Januca que está centrada en el dinero, el dar
monedas.

¿Cuál es el verdadero significado del dinero, y cuál es la relación entre Januca y el dinero?

La Historia del Dinero

Nos sería imposible imaginarnos un mundo sin dinero, pero hubo una época que funcionaba
de esa manera. ¿En un mundo sin dinero, como podrías comprarte una pala?

Simple. Tomarías tu martillo extra, y buscarías una persona que tuviera una pala extra, y que
estuviera en busca de un martillo. Intercambiarías tu martillo por su pala, y ¡listo! Todos
felices.

¿Te parece una manera ineficiente, tediosa y aburrida para hacer transacciones? Ahora sabes
porque se invento el dinero.

Había una época en donde el dólar americano estaba respaldado por el valor del dólar en oro.
Pero ese ya no es el caso en nuestra época. Hoy en día nuestro dinero es una representación
simbólica de valor. La diferencia entre dinero y bienes, es que uno tiene un valor intrínsico
mientras que el otro tiene un valor representativo. Una maquina de cortar césped es valiosa
porque corta el césped. Pero un billete de veinte dólares, una chequera personal, o una tarjeta
de crédito no tienen mucho uso. Pero puedes transformarlo en casi cualquier cosa que
desees...

Una persona observa un billete de cien dólares y se imagina un reproductor de discos


compactos. Otro se imagina un reloj, y otros ven una bicicleta para el cumpleaños de su
sobrina. El dinero en sí no tiene prácticamente ningún valor, pero su potencial es casi
ilimitado.

El dinero representa potencial.

Iaacov y las Jarras

En los primeros años de la historia judía, Iaacov estaba intimidado por su hermano Esav.
Eventualmente, la situación en casa empeoro tanto que Iaacov tuvo que escapar de su
hermano, ya que lo quería matar. Años más tarde, Esav y su pandilla finalmente atraparon a
Iaacov. Durante la noche anterior a su fatídica reunión, Iaacov movió silenciosamente a toda
su familia hacia el otro lado del río de donde estaban acampando. Luego, Iaacov regreso
hacia el otro lado del río.

El Midrash dice dos cosas increíbles:

1. Iaacov regreso al otro lado del río ya que había olvidado unas jarras. Esto nos enseña
que al hombre recto le importa más su dinero que su propia vida.
2. "Por eso", dijo Dios, "por tomarte el riesgo de regresar a buscar unas cuantas jarras, le
pagare a tus hijos con una pequeña jarra que será encontrada por los macabeos".

Piénsalo. Iaacov regresa a buscar unas pequeñas jarras, y de alguna manera ese acto es tan
significativo que permite que los macabeos, mil años más tarde, encuentren la única jarra de
aceite que quedaba, la cual sería la fuente del milagro de Januca. Adicionalmente,
aprendemos de este episodio lo importante que es el dinero para la gente justa.

Iaacov, el padre de las 12 tribus entendió el poder del potencial.

El Dinero de Januca

Era absurdo para los judíos resistirse a los griegos. El helenismo era la ola del futuro, y
militarmente nadie podía igualarlos; menos aún una banda de judíos renegados.

Pero el pueblo judío sabía que era un pueblo eterno. Un pueblo con valores que estaba
destinado a durar para siempre, y tener un impacto en el mundo. Un pequeño pueblo estaba
preparado para vencer a la potencia mundial de ese entonces; todo esto gracias a que ellos
creyeron en el potencial del destino judío. Ellos creyeron que sin importar que tan grave sea la
situación, existe dentro del alma judía la habilidad de vencer al más grande de los enemigos y
cumplir su propia misión de ser "Una luz para las naciones".

"Los imperios egipcios, babilónico y persa, crecieron, llenaron el planeta con sonido y
esplendor, y después desaparecieron como parte de un sueño. Después aparecieron los
griegos y los romanos e hicieron mucho ruido pero también desaparecieron. Otros pueblos,
asimismo, han crecido y mantenido su antorcha prendida por algún tiempo, pero finalmente se
les apagó y ahora viven en la oscuridad o ya no existen. El judío estuvo ahí, observó todo y les
ganó a todos, pues ahora es lo que siempre fue, no ha mostrado decadencia ni pérdidas por
los años, ni se han debilitado sus partes, tampoco han disminuido sus energías; se han
mantenido alertas y su mente agresiva no se ha adormecido. Todo es mortal excepto el judío;
todas las demás fuerzas pasan, pero él se mantiene".
- Mark Twain

Cuando prendemos nuestras menorás, debemos mirar cuidadosamente esas pequeñas


llamas, y contemplar el enorme potencial. Donde otros ven oscuridad, nosotros debemos ver
luz. Tenemos que ver a nuestros hijos, ver por encima de los problemas y peleas, y ver
potencial. Debemos vernos los unos a los otros, por encima de la culpa y las debilidades, y ver
potencial.

Debemos ver la vida por encima del dolor y la lucha, y ver potencial. Debemos ver a nuestro
pueblo, por encima de las divisiones y el odio, y ver potencial. Debemos ver bajo la superficie
para descubrir el alma y para darnos cuenta de nuestro máximo potencial.

Ese es el dinero de Januca.

El dinero y la felicidad
Algunas personas dicen que el dinero es todo, mientras otras piensan que no lo es.
por Becky Krinsky Braverman

Recetas para la vida©

Hablar y pensar en el dinero (parnasá) o en la seguridad económica es muy común, de hecho


es una de las preocupaciones más frecuentes, sobretodo en este mundo tan materialista y
consumista de hoy. No tiene nada de malo rezar y pedir ayuda, al contrario, esta es una razón
muy válida y de hecho una petición legitima que acerca mucho a la persona con Dios.

Recordar que uno no está solo y que todo lo que llega proviene de la mano de Dios es tener
una visión clara de la vida, y eso ayuda a establecer una mejor relación con Él.

Algunas de las plegarias escritas para el sustento son: La plegaria para el sustento por el
Shelá HaKadosh que se recita antes de hacer un negocio o la plegaria para el sustento por el
rabino Shlomo Alkabez (del Jumash de Rashi). Y así también muchos otros sabios han escrito
y rezado por este mismo tema. Todos tenemos una manera para rezar y pedir esperando que
se escuchen los rezos y se solucionen las preocupaciones económicas.

Se puede pasar toda una vida trabajando con el fin de perseguir el dinero para poder vivir con
tranquilidad y lujos. A lo mejor se encuentra la forma de pagar a tiempo todas las cuentas y
hasta se aprende a ahorrar, invertir y desarrollar planes para comprar casas, coches, viajes y
otras cosas… y al final del día, se tiene la posición financiera que la sociedad moderna valora
y aprecia. Así, a estas personas que tienen una buena posición monetaria se las percibe como
personas exitosas y “felices”; pareciera que lo tienen todo.
Entonces: ¿el dinero es el ingrediente principal para tener una vida plena y satisfactoria? Pues
sí, y no. Existen varios estudios de psicología y de economía, realizados en diversas
universidades en los Estados Unidos y Europa, los cuales han tratado de explicar la
correlación entre la felicidad y el dinero. Básicamente lo que han encontrado no es mucha
ciencia, sino más bien conocimiento que regala también el sentido común.

La gente que tiene más dinero es más feliz, o por lo menos, tiene ausencia de tristeza en la
mayoría de los casos. Sin embrago hay un dato curioso que también se encontró en estos
estudios. El tener menos dinero, no hace que la gente sea más infeliz, pero entre más
infelicidad y tristeza se siente, eso definitivamente hace que la gente sea y se sienta más
pobre.

Recientemente tuve el privilegio de conocer y poder platicar con dos personas que tenían
historias completamente opuestas, y al mismo tiempo, se encontraban exactamente en la
misma posición.

Uno, un hombre de cincuenta y tantos años, que a pesar de haber trabajado en su profesión
con muy buena actitud, dedicación y con amplio conocimiento de lo que hacía, nunca tuvo el
éxito económico que él esperaba. Muchas veces se requiere algo más que conocimientos en
la profesión para poder hacer dinero. Él se sentía frustrado, cansado, deprimido y sin energía.
Muchos de sus sueños e ilusiones se habían marchitado y vivía con angustia y mucho dolor.

Por el otro lado, una mujer que gracias a su trabajo se convirtió en una ejecutiva exitosa y
adinerada, que pudo comprar varias mansiones y viajar por todo el mundo. Ella le dio a sus
hijos todo el apoyo y las facilidades que le pedían para poder perseguir todos sus intereses.
En corto, ella a sus casi cincuenta años había logrado ya tener una vida llena de lujos y
oportunidades las cuales algunos sólo pueden soñar. Sin embargo ella también se sentía
triste, deprimida y no tenía interés ni siquiera en su trabajo, cosa que en un momento tanto le
gustaba y la hizo tener todo lo que hoy en día tenía. Ella sentía que algo le faltaba y no sabía
qué es.

Entonces, ¿habrá algo más que el dinero para que la gente pueda sentirse satisfecha? Sobre
todo cuando se llega al punto en que la vida confronta a cada uno con su realidad y los
sentimientos no se pueden ocultar.

La receta: Más que dinero


Ingredientes

 1 taza de gratitud: reconocer y agradecer las bendiciones que se tienen.


 1 taza de alegría: sentimiento de goce y energía positiva que se comparte.
 2 piezas de esperanza: fe, confianza y anhelo por cosas buenas.
 1 manojo de perspectiva: visión panorámica de la vida.
 2 cucharadas de disciplina: acciones ordenadas y continuas que producen resultados.

Recomendación del chef: No trabajes sólo para ganar dinero o para pagar tus cuentas.
Trabaja para desarrollarte y ser mejor persona, para dar, compartir y crecer. El dinero debe de
ser el resultado de tu trabajo, nunca un premio por lo que haces, ni la razón por la cual
trabajas.
Para entender la correlación entre el dinero y la felicidad:

1. El dinero es un buen medio para obtener cosas necesarias, pero no debe ser un
fin en sí mismo. El patrimonio económico es bueno y ayuda mucho cuando se le
reconoce como un medio o una herramienta para trabajar, vivir y lograr la misión
personal. No cuando se le endiosa y se le utiliza como un objetivo que le pone precio a
las personas y a la vida.

2. La actitud personal puede mejorar la disposición frente a la adversidad. Una


actitud positiva aumenta las posibilidades para percibir más oportunidades y generar
abundancia económica y emocional. Para tener una actitud sana, es importante
disfrutar más de todos los aspectos de la vida y no dedicarse exclusivamente al dinero
y las posesiones materiales.

3. La técnica más eficiente para controlar el impacto del dinero sobre la felicidad
radica en enfocarse en todos los otros beneficios si se tiene. El aprecio y la
gratitud por las cosas que tienen un valor importante en la vida, ubican rápidamente a
las personas. Invertir en la familia, la educación, ser generoso y crear momentos que
generen una verdadera riqueza.

“La alegría genera prosperidad, la tristeza llama a las carencias y a la pobreza. Tú eliges qué
suerte quieres tener. Recuerda, el dinero no es lo único que necesitas para ser feliz”

¿Qué opina el judaísmo del dinero?


La visión de la Torá sobre dar caridad, respetar la propiedad ajena y hacer negocios con
honestidad.
por Rav Aryeh Kaplan
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Un extracto del libro Handbook of Jewish Thought (Manual del pensamiento judío), de Rav
Aryeh Kaplan.

El amor que uno siente por Dios debe ser superior al amor que uno siente por las cosas
materiales. Nos fue ordenado: “Ama a Hashem tu Dios… con todos tus medios”
(Deuteronomio 6:5), lo que significa que debemos amar a Dios incluso si el costo de hacerlo
es toda nuestra riqueza. Por lo tanto, hay ocasiones en las que la persona debe estar
dispuesta a sacrificar todas sus posesiones por Dios, incluso si no se le exige que de su vida.

Si uno vive un lugar en el cual es imposible respetar nuestra religión, entonces deberá
mudarse a un lugar en donde sí sea posible, independientemente de cuál sea el costo.

Uno debe sacrificar todas sus posesiones antes de violar de forma activa cualquier
mandamiento negativo de la Torá...
Por lo tanto, uno nunca debiese hacer negocios en un lugar en el cual Shabat es el día
principal de comercio, porque podría sucumbir a la tentación de obtener un beneficio extra en
Shabat…

A pesar de que uno debe empobrecerse antes de pecar activamente, esto no es necesario
cuando se trata de hacer acciones positivas. De los dos diezmos agrícolas aprendemos que
Dios no quiere que usemos más de un quinto (20 por ciento) de nuestros medios con
propósitos religiosos. Por lo tanto, no hace falta que uno gaste más de un quinto de su dinero
para realizar un mandamiento positivo, incluso si jamás tendrá otra oportunidad de hacerlo.
Por ejemplo, uno no necesita gastar más de esa cantidad para adquirir talit o tefilín, una sucá,
un etrog o matzá para Pésaj.

La distribución de la caridad
De la misma forma, un quinto del ingreso se considera una contribución generosa a caridad y
uno no debiera excederse por sobre esa suma. Está prohibido empobrecerse por medio de
distribuir todas sus posesiones a caridad, y quien lo hace es contado entre quienes son
tontamente píos que traen destrucción al mundo. Sin embargo, en su testamento uno puede
dejar hasta un tercio de su patrimonio para caridad.

De todos modos, un mínimo del 10% del ingreso de la persona le pertenece a Dios y debería
usarse para caridad u otros propósitos religiosos. Esta es una medida que aprendemos de los
Patriarcas, como Yaakov mismo le dijo a Dios: “De todo lo que me des, separaré un décimo
para Ti” (Génesis 28:22).

Similarmente, el Talmud aprende que debemos dar un décimo de nuestro ingreso a caridad
del versículo “Honra a Dios con tu riqueza y con el primero de los frutos de todo lo que
produces” (Proverbios 3:9).

Si hay una necesidad urgente de caridad o de cumplir cualquier otro mandamiento, uno debe
sacrificar un quinto, o al menos un décimo, de todas sus posesiones. Sin embargo, después
de ese momento, uno sólo necesita dar diezmo de su ingreso anual. De todos modos, quienes
son muy ricos deberían dar tanto como sea necesario.

Una persona que da menos de un décimo de su ingreso a caridad es considerada miserable.

Dar caridad es un mandamiento positivo, como declara la Torá: “Abre tu mano generosamente
y bríndale [a tu hermano en necesidad] todo crédito que necesite para ocuparse de sus
necesidades” (Deuteronomio 15:8). El mínimo que uno debe dar para cumplir este
mandamiento es un tercio de shekel por año. En estas líneas, está escrito: “Hemos aceptado
sobre nosotros mismos donar un tercio de shekel por año para el servicio de la casa de
nuestro Dios” (Nejemia 10:33). Incluso los más pobres de los pobres deben dar dicha
cantidad, ya que de otra manera violarían el mandamiento de caridad. Sin embargo, una
persona de clase media que da menos de un diez por ciento de su ingreso a caridad es
considerada miserable.

Si alguien está acostumbrado a usar su diezmo sólo para caridad, no puede usar este dinero
para ningún otro propósito religioso. Sin embargo, puede usarlo para comprar artículos
religiosos y libros que también les prestará a los pobres, siempre y cuando estén claramente
designados para ese objetivo.

Embelleciendo las mitzvot


Dios nos exige que cumplamos Sus mandamientos de la mejor y más bella forma posible,
como declara la Torá: “Este es mi Dios y yo Lo glorificaré” (Éxodo 15:2). Por lo tanto, siempre
que sea posible, uno no debería utilizar los artículos religiosos más baratos, sino que debería
gastar hasta un tercio más para obtener artículos de mejor calidad. Cuando uno tiene la
opción de elegir entre dos artículos, debería gastar un tercio más para comprar el mejor de
ellos. Por ejemplo, en lugar de comprar un talit barato, uno debería gastar un tercio más por
un talit mejor.

A quien gasta más que el tercio extra que es requerido para embellecer su observancia de los
mandamientos Dios le asegura que lo recompensará ampliamente aquí en la tierra. Por lo
tanto, cualquier ingreso inesperado debería ser utilizado para este propósito.

Uno siempre debería dar lo mejor de sí para Dios, como aprendemos del siguiente versículo:
“…el sebo (lo mejor) es para Hashem” (Levítico 3:16). Entonces, cuando una congregación
construye una sinagoga, debería hacerla tan bella como sea posible, como insinúa la Torá:
“Nuestro Dios nos ha hecho un favor… para elevar a lo alto la Casa de nuestro Dios” (Ezra
9:9). En un edificio dedicado a la Torá de Dios no debería haber señales de pobreza, intentos
vanos de economizar ni escatimaciones. Sin embargo, esto nunca debe hacerse a expensas
de otras obras caritativas ni negándole la afiliación a quienes tienen menores ingresos.

Los lujos y la suntuosidad debiesen ser dictados por la estética y el buen gusto.

Sin embargo, incluso en lo referente a cosas sagradas, los lujos y la suntuosidad debiesen ser
dictados por la estética y el buen gusto, y no por la ostentación y el deseo de gastar dinero.
Por ejemplo, uno no debería usar oro cuando la plata sería igualmente bonita.

Nuestros sabios nos enseñan que la Torá se preocupa por nuestro dinero y que no
deberíamos desperdiciarlo. Encontramos esto en el caso de una casa que estaba siendo
afectada por una plaga, en cuyo caso fue declarado: “El cohén deberá ordenar que la casa
sea vaciada antes de que [cualquier] sacerdote venga a ver la marca, para que todo lo está en
la casa no se vuelva impuro. Sólo entonces irá el cohén a ver la casa” (Levítico 14:36).

Similarmente encontramos que Dios hizo milagros no sólo para salvar nuestras vidas, sino que
también para salvar nuestras posesiones, como cuando hizo que el agua brotase en el
desierto tanto para los israelitas como para su ganado.

No desperdicies
Está prohibido destruir inútilmente un objeto útil, como aprendemos del mandamiento: “No
destruirás los árboles [de la ciudad]” (Deuteronomio 20:19). Quien destruye muebles o
utensilios, desgarra ropa o desperdicia comida sin motivo alguno, es culpable de violar este
mandamiento. Más aún, si lo hace enojado se considera que ha cometido idolatría. Uno no
debería destruir nada sobre lo que pueda ser dicha una bendición, como está escrito: “No
destruyas [la parra] porque la bendición [sobre el vino] está en ella” (Isaías 65:8).

Toda destrucción de este tipo sólo está prohibida cuando no tiene ningún propósito. Si hay
una razón lógica o una utilidad para ello, entonces está permitida. Más aún, si hay una
preocupación por salud, obviamente es mejor destruir las posesiones que el bienestar.

De la misma manera, está prohibido dañar o destruir la propiedad ajena, o hacer cualquier
cosa que pueda causar un daño de manera directa. Si uno causa un daño debe restituirlo,
como está escrito: “Y el que hiera mortalmente a un animal deberá retribuirlo; [el valor de] una
vida por otra vida” (Levítico 24:18).

Estafar y robar
Está prohibido robar, hurtar o conservar ilegalmente propiedad o dinero, como nos fue
ordenado: “No robarás… no conservarás [injustamente] lo que le pertenece a tu prójimo. No
hurtarás” (Levítico 19:11, 13). Debemos ser extremadamente cuidadosos de no tomar
posesión ilegal de ningún dinero o propiedad de ninguna forma, independientemente de lo
trivial que sea su valor, ya sea de un adulto o de un niño.

Está prohibido robar bromeando, incluso si la intención es devolver el objeto inmediatamente.


En estas líneas, el profeta dijo: “Si un hombre malvado… paga lo que robó” (Ezequiel 33:15),
de lo que aprendemos que quien roba es considerado malvado incluso si siempre tuvo la
intención de pagar o reemplazar el artículo robado.

Dios nos comandó a devolver cualquier propiedad que se encuentre ilegalmente en nuestra
posesión, como dice la Torá: “Él deberá regresar el objeto robado, el dinero retenido, el
artículo que le haya sido confiado y el objeto perdido que haya encontrado” (Levítico 5:23). Si
el artículo robado está disponible e intacto, debe ser devuelto; si no, la restitución debe
hacerse de acuerdo a su valor en el momento del robo. Si el propietario se ha mudado a una
ciudad lejana, no estamos obligados a llevarle el artículo robado hasta allá, pero sí debemos
informarle que lo tenemos para que venga a buscarlo. Si el propietario muere, la restitución
debe hacerse a sus herederos.

Quien le roba o engaña a la comunidad no tiene a nadie para hacer la devolución y nunca
puede rectificar su crimen.

Quien le roba o engaña a la comunidad no tiene a nadie a quien pueda pagar su deuda para
rectificar su crimen. Sin embargo, deberá intentar trabajar para el bienestar de la comunidad y
asistir las necesidades comunitarias para que las personas a quienes les robó se beneficien
indirectamente. Si puede, debería hacer una confesión pública y pedir perdón.

Está prohibido comprar un artículo robado, ya que al hacerlo uno se convierte en un cómplice
del robo y alienta al ladrón a robar más. Respecto a esto está escrito: “Quien comparte con un
ladrón odia su propia alma” (Proverbios 29:24). Asimismo está prohibido usar un artículo
robado o derivar todo tipo de beneficio de él. Por lo tanto, uno no debiera comprar nada que
probablemente haya sido robado u obtenido con deshonestidad. Quien trata con propiedad
robada es considerado como quien le roba al público, y su arrepentimiento es
extremadamente difícil.
Las posesiones de los demás
Tomar prestado sin pedir permiso se considera igual que robar. Por lo tanto, está prohibido
usar las posesiones ajenas sin permiso. Esto es cierto incluso cuando se está seguro de que
el permiso sería obtenido de inmediato.

Si nuestro abrigo, u otra posesión, es intercambiado accidentalmente en un evento público o


en una fiesta, debemos devolver el artículo a su propietario original incluso si el artículo propio
no se podrá recuperar jamás. De la misma forma, si recibimos la ropa de otra persona en la
tintorería (o en cualquier situación similar) no deberíamos usarla en el intertanto, sino que
debiésemos hacer todo lo posible para devolvérsela a su dueño.

No debiésemos aceptar nada que la persona entregue por estar en una situación difícil o por
vergüenza. Aceptar un regalo que no es dado de todo corazón es similar a robar. Respecto a
esto nos fue advertido: “El sediento de ganancias destruirá su propia casa, pero el que odia
las dádivas vivirá” (Proverbios 15:27). Por lo tanto, no deberíamos comer en una casa en
donde no hay suficiente comida ni donde la invitación no es sincera, como nos fue enseñado:
“No comas el pan de un hombre avaro” (Proverbios 23:6).

Está prohibido desear la propiedad ajena, como nos fue comandado: “…no codiciarás la casa
de tu prójimo, su campo, su siervo, su sierva… o todo lo que pertenezca a tu prójimo”
(Deuteronomio 5:18). Si uno fuerza la situación en donde un artículo no está a la venta y
convence al propietario para que lo venda en contra de su voluntad, también es culpable de
violar el mandamiento paralelo: “No codiciarás la casa de tu prójimo… ni nada que sea de tu
prójimo” (Éxodo 20:14). Ambas leyes están en los Diez Mandamientos y aplican incluso
cuando no hay ninguna deshonestidad involucrada.

Transacciones comerciales
Está prohibido ser deshonesto o engañar en una transacción comercial, como nos fue
ordenado: “Cuando vendan… o compren [propiedad] de su prójimo, no se estafen uno a otro”
(Levítico 25:14). Mantener estrictamente la honestidad en los tratados comerciales es
equivalente a respetar toda la Torá y es lo primero por lo seremos juzgados en la corte
celestial.

Mantener la honestidad en los negocios es lo primero por lo que seremos juzgados en la corte
celestial.

Tal como está prohibido ser deshonesto con nuestro prójimo judío, también está prohibido
robar, engañar o hurtar de un no judío en cualquier manera. En muchos casos, hacerlo es
peor que robarle a un judío, ya que le da a nuestro pueblo una mala reputación y es una
profanación del nombre de Dios.

La honestidad debería ir mucho más allá de los meros requerimientos de la Ley y todos los
tratos deberían ser hechos con absoluta integridad y justicia para todos. En todos los aspectos
de la vida, uno debería estar consciente de que está siendo constantemente observado por
Dios y actuar en consecuencia. De acuerdo a esto nos fue ordenado: “Harás lo recto y lo
bueno ante los ojos del Eterno” (Deuteronomio 6:18).
Está prohibido usar dinero deshonesto para caridad o para cualquier otro propósito religioso,
como Dios le dijo a Su profeta: "Porque Yo, el Eterno, amo la justicia, odio el robo” (Isaías
61:8). Similarmente, el salmista nos enseñó: “Pues el malvado se vanagloria del deseo de su
corazón… y [al hacerlo] menosprecia a Hashem” (Salmos 10:3). Asimismo, quien tiene deudas
excesivas debería pagarlas antes de contribuir exageradamente a caridad.

Es una bendición que la persona pueda ganarse sus propios medios y que pueda de esa
manera disfrutar de los frutos de su propia labor, como escribe el salmista: “Comerás el fruto
de tu esfuerzo, estarás feliz y te irá bien” (Salmos 128:2). Sin embargo, la carrera o el negocio
siempre deberían considerarse actividades secundarias a las obligaciones hacia Dios. Quien
le da a las consideraciones materiales precedencia ante su servicio a Dios estará violando el
mandamiento de amar a Dios por sobre todas las cosas.

Del libro Handbook of Jewish Thought (Manual del pensamiento judío) Vol. 2, Maznaim
Publishing. Reimpreso con permiso.

¿Como calcular el diezmo?


¿Como calcular el diezmo?

Actualmente se da el diezmo de las ganancias a los


pobres, para cumplir esta precepto.
Por Eli Levy

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El diezmo era dado en la tierra de Israel durante la época que vivían allí y se separaba de
las ganancias del campo para los levitas, hoy en día en Israel se separa el diezmo en forma
simbólica ya que no se puede entregar a los levitas.

De todos modos actualmente se da el diezmo de las ganancias a los pobres, para cumplir
esta precepto.

El diezmo se cumple separando el 10 por ciento de nuestras ganancias o sea si uno tiene un
negocios primero debe deducir los gastos antes de separar el diezmo.

Asalariados: En el caso de una persona que es asalariada el cálculo es muy sencillo. Se


calcula el diezmo sobre el sueldo neto (vale decir luego que se descontaron los impuestos,
obra social y jubilación, etc.).

Autónomos: En el caso de quien es autónomo, es decir que presta sus servicios y los
factura abonando al Estado sólo un monotributo. Entonces el diezmo será calculado luego
de descontar de los ingresos todos aquellos gastos vinculados directamente a su actividad.
Esto incluye impuestos, jubilación, obra social, seguro de vida, la compra y mantenimiento
de los instrumentos de trabajo. Estos cálculos pueden ser mensuales o semanales según le
sea más cómodo.

Actividad comercial o productores: Quienes desarrollan una actividad comercial o son


productores. Deben calcular el diezmo restando a los ingresos generados por las ventas
todos los costos directamente relacionados con la venta o producción. Estos son: materia
prima, sueldos, alquileres, impuestos, energía, publicidad, comisiones, transporte, etc.

Quienes por lo complejo de las operaciones comerciales no puede determinar cuantos son
exactamente sus ganancias netas, obrará de la siguiente manera; todo dinero que extrae de
sus negocios para sus asuntos personales; ahorros, etc.; deberá sobre este valor retirar el
diezmo para caridad.

A quienes hacen solamente un balance anual, vale decir que sólo a fin de año sabrá
realmente a cuanto asciende su ganancia, recomendamos que mensualmente entregue a
caridad un monto aproximado y al fin del año cuando conoce los resultados exactos ajustará
el diezmo para que sea exacto.
En caso que uno sea tan pobre que no le alcance para alimentar a su familia, debe consultar
nuevamente sobre como dar el diezmo.

Por Eli Levy

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