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Su texto es el siguiente:
Decreto:
Señor Presidente:
AL SEÑOR
PRESENTE.
La Comisión se reúne con asistencia de los señores Sergio Díez Urzúa, Rafael
Eyzaguirre Echeverría, Jaime Guzmán Errázuriz, Enrique Ortúzar Escobar y
Jorge Ovalle Quiroz.
6.— Una recopilación de los Bandos dictados por la Junta de Gobierno Militar y
los Decretos Leyes publicados en el Diario Oficial hasta la fecha; además, se
acordó solicitar el envío a la Comisión de todos los Decretos Leyes que se
dicten en lo futuro, y
Señaló que en una futura reunión, que se determinará más adelante, dará a
conocer en forma precisa las características que a su juicio debe tener la nueva
Carta Política; así como, el nombramiento de Comisiones especiales que
estarán encargadas de realizar los estudios que sean necesarios para lograr un
texto orgánico y adecuado a las necesidades y fines que se persiguen con su
dictación.
La nueva Carta, agregó, debe contener en este sentido, los principios o normas
fundamentales que señalen el campo de acción del Estado en la economía y, a
su vez, los que fijen y garanticen a los particulares el amplio ámbito en que
pueden libremente desarrollar sus actividades económicas.
Agregó más adelante que tanto los estados de emergencia como los de sitio no
debían ser decretados por la autoridad política, sino que por ésta con consulta
a las Fuerzas Armadas, o bien sólo por estas últimas.
Finalmente, señaló que la acción del Estado tiene sólo por objeto el desarrollo
del bien común para obtener la prosperidad y tranquilidad de sus habitantes, lo
cual supone la participación de personas capaces e idóneas que estén
dispuestas a sacrificarse por la Patria; así como la incorporación de los
principios de tecnología y ciencia modernas que pueden aportar países amigos.
A juicio del señor Díez la labor fundamental que debe cumplir toda Constitución
puede resumirse en dos aspectos: a) Dar organización al Estado y b)
Garantizar los derechos de los gobernados ante los gobernantes.
Señaló estar de acuerdo con ciertos principios esbozados por el señor Ortúzar,
como la efectiva participación de la mujer en el proceso de desarrollo del país y
la posibilidad de que ellas puedan asumir cargos de responsabilidad en él.
Pero, agregó, es de parecer que es más importante determinar en quién va a
residir la soberanía de la Nación y cuál va a ser la proporción que en esa
soberanía le va a corresponder al sufragio universal. La participación de los
gremios u organismos colegiados, si bien la considera importante, estima que
debe ser minoritaria y para fines específicos. Manifestó el señor Díez que los
conceptos de democracia e información deben de complementarse entre sí,
para posibilitar que todas las tendencias de opinión tengan, por igual, acceso a
la información, con lo que el pueblo estará en antecedentes de sus postulados
y podrá hacer recaer la soberanía en quien él libremente escoja.
Se levanta la sesión.
— Anexo de documentos
La Comisión se reúne bajo la presidencia del señor Enrique Ortúzar Escobar,
con asistencia de sus miembros, señores Sergio Díez Urzúa, Jaime Guzmán
Errázuriz y Jorge Ovalle Quiroz.
DECRETO LEY
Considerando:
5.— Que la insuficiencia del sistema institucional chileno para conjurar dicha
amenaza a través de sus canales normales, hizo necesario que las Fuerzas
Armadas y de Orden, después de agotar los medios para evitarlo, asumieran el
Gobierno de la Nación, acogiendo así el clamor de la inmensa mayoría
ciudadana.
6.— Que sobre el nuevo Gobierno recae la misión de extirpar de Chile el cáncer
marxista, de reconstruir moral y materialmente el país hacia el desarrollo
económico y la justicia social, y de dar vida a nuevas fórmulas institucionales
que permitan restablecer una democracia moderna y depurada de los vicios
que favorecieron la acción de sus enemigos.
Dictase el siguiente
DECRETO LEY
Los bienes de estos partidos serán administrados por sus actuales directivas,
las que tendrán a su respecto, las facultades de administración y disposición de
que actualmente gozan según sus propios estatutos.
Considerando:
Dictase el siguiente
DECRETO LEY:
—La Cámara de Diputados podría contar con un número fijo de integrantes que
representen a zonas que se crearán según determinadas características socio-
económicas;
Cree necesario fijar la filosofía central del trabajo que se realizará, ordenando
los problemas básicos que preocupan a los integrantes de la Comisión y
procurar que el diálogo se encauce en ese sentido.
En su opinión, los puntos centrales a los cuales podría tender el debate, son los
siguientes:
—Tipo de Estado;
Incluye entre los medios para lograr los fines que se propone la reforma
constitucional, por vía de ejemplo, los siguientes:
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ANEXOS
1. — DECRETO LEY N 77
Considerando:
5.— Que, debido a la labor de infiltración cumplida por agentes del marxismo,
otras colectividades políticas se sumaron, en el hecho, a la consecución de
fines que, por definición doctrinaria, no les eran propios y cooperaron en forma
activa a producir la crisis moral, institucional y económica del país, hecho del
cual son también responsables;
6.— Que la insuficiencia del sistema institucional para conjurar dicha amenaza
a través de sus canales normales, hizo necesario que las Fuerzas Armadas y de
Orden, después de agotar los medios para evitarlo, asumieran el Gobierno de
la Nación, acogiendo así el clamor de la inmensa mayoría ciudadana, y
7.— Que sobre el nuevo Gobierno recae la misión de extirpar de Chile el
marxismo, de reconstruir moral y materialmente el país hacia el desarrollo
económico y la justicia social y de dar vida a nuevas formas institucionales que
permitan restablecer una democracia moderna y depurada de los vicios que
favorecieron la acción de sus enemigos.
DECRETO LEY:
Artículo 6°.- Los procesos a que dieren lugar los delitos previstos en este
decreto ley, serán de competencia y se sustanciarán de acuerdo a las normas
establecidas en el Título VI de la ley Nº 12.927.
Considerando:
1°— Los motivos que se tuvieron en vista al dictar el decreto ley Nº 77;
DECRETO LEY
Artículo único. — Modificase el decreto ley Nº 77, de 8 de octubre de 1973, en
la siguiente forma:
DECRETO LEY
Artículo 1°— Declárense en receso todos los partidos políticos y entidades,
agrupaciones, facciones o movimientos de carácter político no comprendidos
en el decreto ley Nº 77, de 8 de octubre de 1973.
Vistos:
DECRETO LEY
Artículo 1°— Declarase la caducidad de todos los Registros Electorales del país
a que se refiere la ley Nº 14.853. La Dirección del Registro Electoral procederá
a inutilizar dichos Registros en la forma que ella misma dictamine.
DECRETO LEY
Artículo único. — Agregase al decreto ley Nº 78, de 17 de octubre de 1973, el
siguiente artículo 3°
Los procesos a que dieren lugar los delitos por infracción a las disposiciones del
presente decreto ley se sustanciarán de acuerdo a las normas establecidas en
el Título VI de la ley Nº 12.927, sobre Seguridad del Estado.
1. — Constitución Nacionalista.
b) Debe contemplar un precepto que declare que los partidos que según sus
fines o la conducta de sus partidarios, vayan en contra del sistema democrático
de Gobierno, son contrarios a la Constitución. Disposiciones análogas se
contemplan en las Constituciones más modernas de países que han atravesado
por esta emergencia; baste citar como ejemplo, la Constitución alemana.
Asimismo, las personas que propicien la alteración del régimen democrático,
no podrán ocupar cargos públicos, sean o no de representación popular.
4. — Participación.
6. — Poder Judicial.
8. — Descentralización regional.
9. — Fuerzas Armadas.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
Estudio del texto del Decreto Ley elaborado por el Ministerio de Justicia que
disuelve el Tribunal Constitucional
Designación de Subcomisiones
La Comisión se reúne bajo la presidencia del señor Enrique Ortúzar Escobar,
con asistencia de sus miembros, señores Sergio Díez Urzúa, Jaime Guzmán
Errázuriz y Jorge Ovalle Quiroz. Concurre, además, el representante del
Ministerio de Justicia, señor José María Eyzaguirre García de la Huerta.
La Comisión, por unanimidad, aprobó la redacción del Decreto Ley aludido con
las reservas señaladas.
MINISTERIO DE JUSTICIA
Vistos:
DECRETO LEY
El señor Eyzaguirre, don José María, manifestó que proporcionaría una nómina
con el nombre de las personas que podrían integrar cada una de estas
Subcomisiones, la que entregará a la Secretaría de la Comisión en una fecha
próxima.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
Para este efecto, se fija el día martes 9 del mes en curso entre las 10 y 12
horas.
Se levanta la sesión.
El señor EYZAGUIRRE, don José María, expresó que con respecto al área de
Justicia, no se producirían dualidades o paralelismos en el estudio de las
materias de que está conociendo esta Comisión de Reforma. Así, por
ejemplo, indicó que con respecto a la estructura y organización del Poder
Judicial y a la creación de los Tribunales Vecinales, el Ministerio de Justicia
se limita a efectuar un estudio general y amplio, para luego ponerlo en
conocimiento de la Comisión de Reforma a fin de que lo sancione.
El señor DIEZ manifestó la gran dificultad que existe para tener acceso a las
reparticiones públicas que están estudiando problemas y materias afines
con los de esta Comisión, por lo que estimó conveniente se extendieran a
sus miembros credenciales para ingresar con facilidad a las diferentes
oficinas públicas.
Con respecto al Estatuto de los Partidos Políticos, señaló que de acuerdo con
los postulados y propósitos manifestados por la Junta, los partidos
marxistas deberán quedar al margen de la ley, pues constituyen
asociaciones ilícitas. Con relación a los demás, será preciso contemplar
normas para que cumplan su misión de velar por el bien público alejando la
influencia partidista de las demás actividades de la Nación, ajenas a su
órbita.
Por lo anterior, estimó que, por ahora, sólo cabría suspender el proceso de
inscripciones electorales y apresurar la etapa de la creación de un nuevo
sistema identificatorio más perfeccionado, para lo cual podría colaborar la
Dirección del Registro Electoral en la confección del Rol Único Nacional
(RUN).
El señor OVALLE advirtió que los trabajos en que están empeñados diversos
organismos pueden desembocar en políticas o resoluciones contradictorias,
razón por la cual sugirió que esos estudios sean puestos previamente en
conocimiento de esta Comisión de Reforma para agilizar su despacho.
El señor SILVA BASCUÑAN expresó que las circunstancias por las que
atraviesa el país determinan que no se establezca aún un orden legislativo
adecuado a la nueva situación.
— Así se acuerda.
Expresó que los sectores técnicos debían ser quienes dieran a conocer sus
inquietudes y, una vez planteadas sus ideas, se intentaría dictar las grandes
líneas en que debe sustentarse nuestro régimen de desarrollo económico,
ya que los problemas de política económica no se resuelven a través de
textos rígidos.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
Prosiguió diciendo el señor Ortúzar que tanto los señores Auditores de las
tres ramas de las Fuerzas Armadas como el señor Rillón, estiman que se
deben revisar los conceptos sobre orden público, especialmente en lo que
concierne a Carabineros de Chile. Creen estos personeros que dicha materia
debe tratarse en esta Comisión, invitando a representantes de las Fuerzas
Armadas, previo estudio de la concepción que, sobre este asunto, tienen
esas instituciones. En todo caso, y recogiendo la opinión del señor Rillón,
destacó que hay consenso en las Fuerzas Armadas en que las Fuerzas de
Orden (Carabineros) deben depender del Ministerio de Defensa Nacional y
no del Ministerio del Interior.
Sin embargo, concluyó, ello no obsta a una colaboración personal que cada
miembro de la Comisión pueda brindarle al Gobierno en las materias de su
especialidad.
Así se acuerda.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
Una vez que el Gobierno revise esta proposición, continuó el señor Guzmán,
se anunciará que no se concederán entrevistas a la prensa a menos que el
Gobierno juzgue necesario dar a conocer los progresos alcanzados por esta
Comisión, sobre materias específicas.
Así se acuerda.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
— Usan de la palabra los señores Evans (página 5), Lorca (página 6),
Guzmán (página 7), Silva Bascuñán (página 8), Díez (página 9), y Ortúzar
(página 11).
La Comisión se reúne bajo la presidencia del señor Enrique Ortúzar Escobar,
con asistencia de sus miembros señores Sergio Díez Urzúa, Enrique Evans
de la Cuadra, Jaime Guzmán Errázuriz, Gustavo Lorca Rojas, Jorge Ovalle
Quiroz y Alejandro Silva Bascuñán.
CUENTA
— Se acuerda archivarlas.
El señor ORTUZAR (Presidente), manifiesta que esta sesión tiene por objeto
iniciar la discusión de las ideas matrices y fundamentales que se deben
incorporar a la nueva Constitución Política, para luego concretarlas en la
redacción de un documento base y darlas a conocer al Gobierno. Hace
presente que con anterioridad, y cuando la Comisión no estaba constituida
con la totalidad de sus miembros, se elaboró una minuta con los principios y
postulados fundamentales que debía contener la nueva. Carta,
memorándum que puede servir de base para esta nueva discusión.
6. — La Fuerza Pública.
9. — Descentralización regional.
d) Conviene consagrar reglas muy claras dirigidas a impedir tanto que los
partidos políticos proyecten su acción determinando la orientación de
órganos, instituciones y actividades que deben estar al margen de la lucha
que a los partidos compete, cuanto impedir, por otra parte, que los cuerpos
intermedios o estamentos, cuyos objetivos deban mantenerse en su
respectiva misión natural y orgánica, sobrepasando ésta, determinen el
curso del interés general para cuya configuración y concreción deben los
ciudadanos agruparse en partidos políticos.
g) Considera que, sin perjuicio de las reformas de que pueda ser objeto el
Tribunal Constitucional, conviene el mantenimiento sustancial de un órgano
de esa naturaleza, separado de la Corte Suprema, tanto para ejercer las
funciones que le dio la reforma de 1970 u otras análogas, cuanto, por
ejemplo, para aplicar la prohibición constitucional de los partidos políticos
contrarios al ideal democrático y para distinguir la inaplicabilidad de las
leyes constitucionales a los casos específicos que conviene reservar a la
Corte Suprema, de la declaración de inconstitucionalidad de ellas, en
términos generales o en el resultado consiguiente de la ineficacia de sus
efectos.
Considera que los partidos políticos, como órganos generadores del poder,
deben limitar su acción a los campos que por su naturaleza les son propios,
fundamentalmente en lo que respecta a las decisiones que les corresponde
adoptar para defender los principios vitales de democracia o
institucionalidad del país. En este sentido, agregó, debe hacerse una
distinción entre el poder de decisión, que sólo corresponde a los partidos
políticos, y las funciones que competen a los organismos gremiales, para
evitar que los primeros intervengan políticamente desvirtuando la finalidad
que deben cumplir los diversos organismos de carácter social. Sin embargo,
señaló, los gremios deben contar con una activa participación en el estudio
y elaboración de las leyes, a través de las Comisiones Técnicas que al efecto
se establezcan, para proponer al Congreso Nacional o al Poder Ejecutivo la
legislación que les pueda interesar o discutir aquélla que afecte a sus
intereses.
Se levanta la sesión.
El señor SILVA BASCUÑAN expresó que las ideas que él había formulado en
la sesión anterior respecto del nuevo memorándum, las había consignado
en un documento que solicitó se insertara en el acta de la sesión anterior a
fin de precisar sus conceptos.
Así, terminó el señor Ortúzar, se podrá considerar cada uno de los puntos o
materias que se abordarán en el memorándum y, en última instancia, la
Comisión se preocupará de los detalles de redacción; todo ello, con la
mayor flexibilidad ya que los miembros de esta Comisión no estarán
constreñidos a esquemas rígidos en la elaboración de las ideas y
formulación de observaciones que se planteen en el curso del debate.
Señaló que debiera acogerse esta idea, porque no sólo jugaría en relación
con los organismos de base que van a tener participación, sino que también
en relación con todas las decisiones que deben adoptar tanto el Gobierno
como las autoridades.
Terminó diciendo de que en este primer punto del memorándum sólo debe
consignarse la idea de la participación, empleando un término más amplio
que “solidaria”. Sugirió el adjetivo “integrada” que lleva envuelto los
conceptos de solidaridad y organicidad, los cuales deberían incorporarse en
el texto constitucional.
Así se acuerda.
Así se acuerda.
“b) Debe contemplar un precepto que declare que los partidos que según
sus fines o la conducta de sus partidarios, vayan en contra del sistema
democrático de Gobierno, son contrarios a la Constitución Disposiciones
análogas se contemplan en las Constituciones más modernas de países que
han atravesado por esta emergencia; baste citar como ejemplo, la
Constitución alemana. Asimismo, las personas que propicien la alteración
del régimen democrático, no podrán ocupar cargos públicos, sean o no de
representación popular”.
“Los partidos que por sus fines o por actitud de sus adherentes tiendan a
desvirtuar o destruir el régimen fundamental de libertad y democracia, o a
poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania, son
inconstitucionales. Sobre la inconstitucionalidad decidirá la Corte
Constitucional Federal”.
Igual predicamento sostuvo el señor DIEZ, toda vez que lo que se pretende
es elaborar un documento que fije las líneas directrices del nuevo
ordenamiento constitucional, lo cual persigue una finalidad distinta al
trabajo propiamente de redacción de la Carta.
El señor DIEZ fue de opinión de incorporar en este punto las normas que
regularán las actividades de los organismos gremiales, ya que si lo que se
pretende es una democracia de participación, ésta debe ser su ubicación
lógica.
El señor EVANS concordó con las expresiones del señor Guzmán; expresó
que si se acogen estas sugerencias a través de todo el memorándum, se
podrán extraer conclusiones que permitan sostener que el objetivo final es
establecer una democracia sólida.
Su texto es el siguiente:
Se levanta la sesión.
Sus miembros son los señores: Sergio Díez Urzúa, Enrique Evans de la
Cuadra, Jaime Guzmán Errázuriz, Gustavo Lorca Rojas, Enrique Ortúzar
Escobar, Jorge Ovalle Quiroz y Alejandro Silva Bascuñán. Secretario de la
Comisión es el señor Rafael Eyzaguirre Echeverría, quien tendrá el carácter
de Ministro de Fe respecto de todas las actuaciones y acuerdos de la
Comisión.
Toda comunicación u oficio que la Comisión dirija a las autoridades del país
deberá ser suscrita por el Presidente y el Secretario do la Comisión. La
correspondencia con cualquier otro cuerpo o persona se llevará por el
Secretario, en nombre de la Comisión y por orden del Presidente.
Señor
Enrique Ortúzar E.
Bandera 52 - 6 Piso.
Presente.
Estimado señor Ortúzar:
Es deber del Estado velar por la salud pública y el bienestar higiénico del
país. Deberá destinarse cada año una cantidad de dinero suficiente para
mantener un servicio nacional de salud, y...“
(2) Seguridad social para cubrir los riesgos de: (a) incapacidad de ganar;
(b) muerte del jefe de familia; (c) maternidad; (d) accidentes patológicos
no profesionales; (e) prestaciones familiares a los jefes de hogares.
CUENTA
1) Del señor Alcalde de Santiago, Coronel (R) don Hernán Sepúlveda Cañas,
con la que remite un ejemplar del Reglamento sobre “Atribuciones
Disciplinarias y Reclamos” y otro que contiene el Reglamento General de los
Servicios Municipales, y
El señor ORTUZAR (Presidente), declara que los cinco primeros puntos del
número uno, de la minuta en examen, aparecen expresados con bastante
precisión y en cuanto al concepto de democracia, estima que figura un poco
diluido en el número dos, ya que, según se acordó, debe emplearse el
término de democracia orgánica, social, de participación y pluripartidista.
Su texto es el siguiente:
7) Defensa de la libertad.
La circunstancia de que deben ser los representantes del pueblo los que
deban adoptar las decisiones políticas, no descarta la necesidad de
considerar los planteamientos de los gremios. (Por ejemplo, integrar las
Comisiones con un profesor de la cátedra que corresponda, con un delegado
del Colegio Profesional respectivo, con un representante de otros
organismos gremiales vinculados con la materia, etc.).
II. — Igualdad.
Desde el punto de vista jurídico y político debe implicar la acción del Estado
tendiente a eliminar la perpetuación de aquellas desigualdades que emanan
de la propia estructura social, económica o política. La acción del Estado, en
este aspecto, debe apuntar, principalmente, hacia la capacitación de todos
los chilenos y hacia la protección del niño desvalido.
IV. — La participación.
El señor OVALLE estima que esta no es una facultad, por cuanto los
tribunales no pueden negarse a ejercer la función jurisdiccional, lo que
provoca una situación confusa y peligrosa, habida cuenta de que se presta a
interpretaciones antojadizas que desvirtúan su finalidad.
El señor SILVA BASCUÑAN estima que con ocasión del análisis de este
enunciado, es conveniente difundir el verdadero significado del Estado de
Derecho. En su opinión, esta concepción del Estado se presta a confusiones
provenientes tanto de las distorsiones que se han provocado en los últimos
años, en que se ha abusado del término dándole connotaciones que no
tiene, cuanto de la idea también distorsionada que generalmente, respecto
de conceptos como éste, tiene la opinión pública.
El señor GUZMAN anuncia que, respecto de este tema, hará llegar a los
redactores del memorándum algunas ideas que sintetizan su pensamiento
sobre la Soberanía.
Sin perjuicio de ello, estima que deben incorporarse en esta materia, las
doctrinas que se han insinuado respecto de los partidos políticos y otras
organizaciones de base social. Recaba a continuación, el acuerdo necesario
para emplear denominaciones tales como, “poder político” y “poder social”.
El señor SILVA BASCUÑAN precisa que habrá una clara distinción entre el
llamado poder político y poder social, a fin de que se delimiten con exactitud
la órbita de actividades de cada uno y no se interfieran recíprocamente.
Asimismo, cree que igual deber asiste al Parlamento, toda vez que también
es una autoridad política y en tal sentido le corresponde respetar el
ordenamiento jurídico.
El señor DIEZ expresa que por vocación histórica, el pueblo chileno suscribe
mayoritariamente el régimen presidencialista. Sin embargo, deben revisarse
ciertos aspectos del presidencialismo que son remembranzas de la
monarquía absoluta, los cuales se consagraron en la Carta de 1833. De ahí
se derivan ciertas atribuciones del Presidente de la República que son
incompatibles con nuestra época y que en definitiva no pueden seguir
manteniéndose. En materia judicial, por ejemplo, estima anacrónico el
régimen de indultos, facultad privativa del Ejecutivo que vulnera las
atribuciones de un Poder del Estado llamado a ejercer la función
jurisdiccional. Lo mismo ocurre en la fijación de sueldos y nombramientos
de los funcionarios del Poder Judicial.
Ante una pregunta del señor DIEZ, el señor Presidente manifiesta que el
sentir mayoritario del pueblo de Chile, deberá estar expresado en la propia
Constitución Política al establecerse como principios fundamentales que
nuestro régimen político será democrático, representativo y republicano,
valores que no podrán ser alterados por voluntad del legislador. A juicio del
señor Ortúzar, ninguna autoridad y, especialmente, el Presidente de la
República, cuando actúa como Jefe del Estado, puede apartarse de ciertas
conceptos fundamentales consagrados en la Constitución. Por ejemplo,
agrega, ejecutar actos contrarios al régimen democrático sería atentar
contra el sentir de las mayorías nacionales.
A fin de lograr este propósito, señala, será necesario revisar, por ejemplo,
el sistema de generación y composición del Senado, prohibiendo la
reelección de sus miembros, y garantizar su estabilidad y efectividad
dotándolo de importantes facultades que tiendan a controlar los excesos
que pueda cometer el Presidente de la República en su gestión gubernativa,
para constreñirlo a que su conducta no se aparte del marco jurídico
institucional.
Su texto es el siguiente:
5. — Por nueva que fuera esta Carta, conviene mantener aquello que refleja
la permanencia de nuestra nacionalidad:
1. — La ley debe ser una norma de carácter general dirigida al bien común
sin que pueda, en ningún caso, invadir el campo de la potestad
reglamentaria del Presidente de la República. Deben existir dos categorías
de leyes: las ordinarias o comunes y las estatutarias o básicas con quórum
de aprobación especiales para ser modificadas.
Por su parte el señor EVANS, agregó que era indispensable poner énfasis en
la función fiscalizadora del Congreso, la que debía, en todo caso, ser capaz
de obtener rectificaciones por la vía jurídica. Igualmente señaló, y con el
ánimo de dignificar ante la opinión pública el cargo de parlamentario, se
debe lograr un mecanismo que les impida tener alguna ingerencia en la
fijación de sus remuneraciones.
El señor DIEZ observa que la acción constitucional sólo la pueden tener las
Cámaras o el Congreso Pleno, como cuerpos, y en ningún caso los
parlamentarios, ya que, individualmente considerados, no representan
ningún poder. Por este motivo, los parlamentarios no pueden actuar en
contra de la Constitución.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
— Lectura de la cuenta
CUENTA
—Así se acuerda.
El señor OVALLE comparte las apreciaciones del señor Lorca, toda vez que
es preciso conciliar la representación que se derive de las elecciones
pluripersonales con la necesidad de adecuar los mecanismos tendientes a
facilitar el gobierno de las grandes mayorías.
—Así se acuerda.
Se levanta la sesión.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
— Lectura de la cuenta
CUENTA
3._ Del señor Alcalde de Santiago con la que plantea diversos problemas
jurídicos relacionados con la administración comunal y señala distintas
bases que podrían ser consideradas por la Comisión.
6—. Del señor Joaquín Morales Frías, con la cual hace llegar diversas
apreciaciones relacionadas con la descentralización administrativa y
regional.
—Así se acuerda.
El señor ORTUZAR (Presidente), señala que la presente sesión tiene por
objeto considerar un proyecto de decreto ley que establezca que la Junta de
Gobierno ha asumido, conjuntamente con los Poderes Ejecutivo y
Legislativo, el Poder Constituyente. En efecto, manifiesta el señor
Presidente, el Almirante Vio Valdivieso le señaló la necesidad de aclarar este
problema, toda vez que se podrían provocar situaciones ante los Tribunales
de Justicia derivadas del hecho de que hasta ahora tal facultad no se habría
expresado formalmente, no obstante ser obvio que así ha sucedido.
El texto es el siguiente:
“VISTOS:
DECRETO LEY:
El señor SILVA BASCUÑAN expresa que no hay duda alguna de que la Junta
de Gobierno ha asumido de lleno el Poder Ejecutivo en su calidad de
gobernante de hecho, y que, por tal motivo, no está sujeta a las
limitaciones que afectarían a un Poder Ejecutivo que, en el ejercicio de sus
funciones, debe relacionarse con otros órganos del Estado. Así es como, por
ejemplo, puede hacer una designación sin previo acuerdo del Senado en un
tipo de nombramiento que, rigiendo plenamente la Constitución, tendría que
someterse a la consideración de esa Corporación.
No existe duda tampoco de que la Junta de Gobierno ha asumido, también,
la función legislativa, pues frente a la contingencia de los problemas que se
deben enfrentar en la vida del Estado, es indispensable dictar normas para
volver a poner en marcha la regularidad institucional del país y, que, por su
naturaleza, en una situación normal, serían materia de ley.
Sin embargo, continúa, le asiste una gran duda en lo relativo al Poder
Constituyente; porque tal Poder es la facultad que tiene un Estado para
dictar o modificar su Constitución.
El señor SILVA BASCUÑAN señala que para él es evidente que Chile, en este
momento, no tiene Constitución escrita. Se ha producido, agregó, un
fenómeno de “desconstitucionalización” de las normas constitucionales, las
cuales han pasado a tener vigencia en el mismo grado que las leyes
ordinarias. Es así como los decretos leyes que vayan sustantivamente
contra la Constitución que regía hasta el 11 de septiembre, podrán ser
considerados como no contrarios a ninguna otra norma de derecho positivo,
por cuanto no hay ninguna otra de superior vigencia a los decretos leyes.
Por otra parte, el señor DIEZ señala que, a su juicio, la actual Constitución
está vigente mientras no sea o haya sido derogada en la forma prevista por
el artículo 3° del proyecto, esto es, mediante el ejercicio del Poder
Constituyente. Cree, además, que es necesario mantener el artículo 2° para
la clarificación de los tribunales, de los abogados y de la gente que tiene
que someterse a una legislación. De lo contrario, se produciría confusión y
se correría el riesgo de caer en una completa anarquía.
En relación con el artículo 3º, considera que será la materia del decreto-ley
la que indicará si corresponde al ejercicio del Poder Constituyente o al del
Poder Legislativo, puesto que el instrumento jurídico es el mismo para
ejercer ambos Poderes.
El señor EVANS expresa que por imagen no se puede decir que la Junta ha
asumido la plenitud del Poder Constituyente, porque se correría el riesgo de
que la gente creyera que la Junta ha reemplazado al pueblo de Chile. Se
debe aclarar, a su juicio, en un tercer considerando, que la asunción al
Mando Supremo de la Nación supone el ejercicio de los Poderes Legislativo y
Ejecutivo y, en consecuencia, el Poder Constituyente que a esos órganos le
atribuye el ordenamiento jurídico contenido en la Constitución.
El señor OVALLE concuerda con el señor Silva, aunque cree que tal
planteamiento se debería tener presente para cuando se discuta la
elaboración del Estatuto Provisional que va a regir a la Junta, mientras se
dicta la Constitución definitiva.
“VISTOS:
a) Lo dispuesto en el Decreto Ley N° 1, de 11 de septiembre de 1973;
DECRETO LEY:
Como anexo del Acta se inserta el Decreto Ley dictado por el Gobierno
relativo a la materia objeto de esta sesión.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ANEXO 1
REF.: No hay.
Saluda a Ud.
ANEXO 2
DECRETO LEY:
Considerando:
DECRETO LEY:
Artículo 1°. — Declárase que los decretos leyes dictados hasta la fecha por
la Junta de Gobierno, en cuanto sean contrarios o se opongan, o sean
distintos, a algún precepto de la Constitución Política del Estado, han tenido
y tienen la calidad de normas modificatorias, ya sea de carácter expreso o
tácito, parcial o total, del correspondiente precepto de dicha Constitución.
Artículo 2°.— Aclárase el alcance del inciso 2° del artículo 3° del decreto ley
128, de 1973, en el sentido de que las modificaciones a la Constitución
Política del Estado que deben formar parte de su texto y entenderse
incorporadas a ella, son las modificaciones de carácter expreso.
Artículo 3°. — Los decretos leyes que se dicten en el futuro y que puedan
ser contrarios, u oponerse, o ser distintos, en forma expresa o tácita, total o
parcial, a alguna norma de la Constitución Política del Estado, tendrán el
efecto de modificarla en lo pertinente sólo si de manera explícita se señala
que la Junta de Gobierno lo dicta en el ejercicio de la Potestad
Constituyente que le corresponde.
Como ambas materias están íntimamente vinculadas entre sí, deberá existir
la debida coordinación entre esas Subcomisiones.
Por otra parte, agrega, el decreto supremo Nº 1.382, del Ministerio del
Interior, publicado en el Diario Oficial del día 7 de noviembre en curso, creó
una Comisión con el objeto de que estudie y proponga a la Junta de
Gobierno una nueva legislación municipal.
El señor DIEZ estima que lo lógico sería que todos los estudios relacionados
con descentralización administrativa y regional y sobre legislación
municipal, incluso los que realice la Comisión creada por el Decreto
Supremo Nº 1.382, se centralizaran en la Subcomisión nombrada por la
Comisión de Reforma Constitucional, puesto que las ideas básicas que
estudiará deben ser incorporadas en la Constitución Política y, además,
porque su cometido dice relación prácticamente con toda la Administración
Pública y no con determinadas instituciones. Al mismo tiempo, se lograría
que la responsabilidad de la coordinación y de la unidad se radique en esta
Comisión.
El señor DIEZ coincide con la opinión del señor Aylwin en el sentido de que
esta Subcomisión debe abocarse tanto a la solución de los problemas
inmediatos como a los problemas de fondo o de carácter constitucional.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
CUENTA
1. — Del señor Ministro de Justicia, con la que acusa recibo de nuestro oficio
18-a, de 26 de octubre pasado, con el cual se pone en conocimiento de ese
Ministerio la nómina de los integrantes de las diferentes Subcomisiones
designadas por esta Comisión, y se solicita información acerca de las
Comisiones nombradas por ese Ministerio para considerar asuntos que
puedan tener vinculación directa con los principios que deben presidir la
nueva Constitución y sus leyes complementarias.
— Se manda archivarla.
3.— Del señor Subsecretario de Minería, con la cual hace llegar la nómina
de las personas que integran la Comisión creada por esa Secretaría de
Estado, a fin de estudiar y proponer a la Excma. Junta de Gobierno un
nuevo Código de Minería.
2.— Hacer una breve reseña en el memorándum acerca del papel que le
corresponde a la Justicia Militar, particularmente, a la consagración
constitucional de los Tribunales Militares de tiempo de guerra, definiendo
este concepto. Lo anterior, tiene por objeto de que la ciudadanía entienda
que una vez producida la circunstancia que determina el tiempo de guerra,
no opera el mecanismo judicial ordinario con respecto a los delitos que debe
conocer dicho Tribunal especial, situación que, en resguardo de los derechos
de los ciudadanos y por tratarse de casos excepcionalísimos, debe estar
consagrada expresamente en la Carta Fundamental. (Proposición del señor
Ovalle, en la que intervinieron los señores Díez y Lorca).
6.— Destacar normas para hacer expedita la justicia vecinal o de paz, a fin
de establecer tribunales especiales que puedan atender las exigencias
jurídicas de las poblaciones en forma gratuita y urgente, asegurando de
esta manera la función social que la justicia debe cumplir en el cuerpo
social. (Indicación del señor Ortúzar, e intervenciones de los señores Díez y
Evans).
HECTOR HUMERES M.
Contralor General de la República”.
5.— Oficiar a la Editorial Jurídica de Chile, para solicitar tenga a bien remitir
a los miembros de la Comisión y a su Secretaría, las publicaciones que
emita, relacionadas principalmente, con aspectos de carácter constitucional.
El señor LORCA considera que la idea del señor Díez de destacar en la parte
más fundamental de la Constitución los aspectos de descentralización
regional del país, es de suma importancia. Sin embargo, opina que en la
redacción del memorándum se debe ser más explícito, ya que para darle a
la descentralización administrativa la verdadera relevancia que tiene,
propuso en el documento elaborado por él y por algunos profesores de las
Universidades de Valparaíso, que la nueva Carta debe contemplar
disposiciones que impidan el centralismo político y económico, base de la
concentración del Poder y del estatismo tendiente al socialismo. Una de las
graves críticas que se ha formulado a nuestro sistema, agregó, ha sido que
la concentración se ha producido, fundamentalmente, debido a la
centralización, ya que las autoridades locales centrales han impedido se
realice una descentralización orgánica, tal como corresponde a la aspiración
señalada en la Carta Fundamental. Piensa que se debe poner énfasis en
esta materia para señalar que la nueva Constitución pretende ser
antagónica a la de 1925, en cuanto debe ser categórica en disponer que el
país propenderá a su regionalización, superando el aspecto provinciano.
El señor GUZMAN, junto con participar de las ideas del señor Silva
Bascuñán, destacó la importancia de consagrar el principio de la
descentralización del Poder o del la “subsidiariedad”, entendiendo que la
función del Estado es, en primera instancia, la de integrar y coordinar las
diversas actividades del país, y sólo, en subsidio, y en segunda instancia, la
de asumir en forma directa una tarea específica, cuando, por su
importancia, no pueda ser entregada a la órbita de los cuerpos intermedios,
o cuando, por lenidad de éstos, no cumplan el objetivo que la sociedad
reclama de ellos.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
CUENTA
— Se manda archivarlo.
El señor OVALLE coincide con las opiniones del señor Presidente, pero no es
partidario de consignar esta materia en el memorándum sino que prefiere
estudiarlas con mayor detenimiento en el curso de las próximas sesiones
que celebre la Comisión, cuando se traten las disposiciones de carácter
particular que informarán la estructura constitucional de la Contraloría
General de la República. Lo anterior, porque si se le otorga al Ejecutivo la
facultad de recurrir a la Corte Suprema para el caso de que la Contraloría
no tramite un decreto de insistencia que considera inconstitucional, tal
facultad habría que extenderla también a cuando dicho organismo se niegue
a tramitar un decreto insistido que considera ilegal, situación que, a juicio
del señor Ovalle, significaría dar a la Corte Suprema el carácter de un
tribunal especial, resolución cuya conveniencia merece un exhaustivo
análisis.
El señor DIEZ, recogiendo las expresiones del señor Silva, manifiesta que el
Gobierno anterior, desconociendo la esfera que le era propia de acuerdo al
ejercicio de su potestad reglamentaria, invadió sistemáticamente, por medio
de los decretos de insistencia, las atribuciones de los otros Poderes del
Estado. No se trataba, agregó, de que el Presidente de la República
ejercitara la potestad reglamentaria dentro de las facultades que el propio
Poder Ejecutivo le otorgaba, sino que, prescindiendo de la legislación
vigente, se transformó, en la práctica, en legislador y juez, a través del
expediente del decreto de insistencia, sobrepasando, de esta manera, las
atribuciones de los Poderes Legislativo y Judicial.
El señor EVANS estima que este párrafo, por lo delicado del tema y el
interés que despierta no sólo en el plano nacional, sino también en el
exterior, debe iniciarse con el título de “Derechos Humanos”. En seguida, es
de opinión de evocar la rica tradición de la institucionalidad chilena en esta
materia, recordando que nuestro ordenamiento constitucional los consagra
bajo la denominación de garantías constitucionales, las que han tenido un
constante desarrollo en nuestra Carta Fundamental desde 1833 hasta la
última reforma constitucional conocida como “Estatuto de Garantías”. En
tercer lugar, debe expresarse que la nueva institucionalidad recogerá dos
clases de vertientes en la configuración de un cuadro de derechos humanos:
la mencionada tradición constitucional de Chile y el contenido ideológico de
tres textos contemporáneos que, a su juicio, deben individualizarse: 1.— La
Declaración de Derechos Humanos, de 10 de diciembre de 1948, firmada en
París; 2.— La Declaración Americana de los Deberes y Derechos del
Hombre, firmada en Bogotá en abril de 1948, y 3.— La Declaración
Universal de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas en 1959. Estima que estos documentos constituyen
ante la opinión pública internacional, suficiente aval del propósito de
resguardar y afianzar los derechos humanos en nuestro sistema jurídico
interno.
1ª) “El reconocimiento de que los derechos esenciales del hombre no nacen
del hecho de ser súbditos de determinado Estado, sino que tienen como
fundamento los atributos de la persona humana, porque nuestra
Constitución asegura y establece esos derechos”.
— Así se acuerda.
1.— Los tres documentos propuestos por él, han emanado del orden público
internacional, aprobados dos de ellos por la Asamblea General de las
Naciones Unidas y el tercero, por la Conferencia Interamericana de Bogotá,
de 1948. Es decir, son documentos de nuestro tiempo qué no han perdido
actualidad y que han sido suscritos por nuestro país;
2. —“Pacem in Terris”, siendo una Encíclica de extraordinaria trascendencia,
no es sino un valioso documento que no tiene la jerarquía internacional de
los anteriores, y
El señor SILVA BASCUÑAN señala que dentro del ideal cristiano pueden
distinguirse dos aspectos:
1. — El dogmático, esto es, todo aquello que dice relación con la revelación,
que para un católico debe aceptarse corno artículo de fe, y
El señor EVANS hace presente que, respecto del párrafo sobre los derechos
humanos, deben consagrarse expresamente los derechos de la mujer, de la
niñez, de la juventud y de la ancianidad por la incidencia que tienen en el
núcleo familiar.
El señor SILVA BASCUÑAN advierte que este tema debe tratarse con el
máximo de prudencia a fin de no dar la sensación de que se fiscalizarán las
corrientes de pensamiento desde el Poder, situación que daría la idea del
establecimiento de una democracia sumamente débil. Por el contrario,
estima que en materia de pensamiento, es suficiente arbitrar los medios
capaces de impedir la existencia de organizaciones partidistas contrarias al
régimen democrático y dar la mayor libertad a los grupos que postulan
ideales democráticos para expresarse a través de los distintos medios de
comunicación.
A su vez, el señor DIEZ estima que este tema debe abordarse con ocasión
del párrafo relativo a la estabilidad del régimen democrático y no en el
referente a los derechos individuales, de manera que la libertad de
pensamiento así conceptuada no se considere como una restricción de las
garantías individuales, sino como una de las bases de la estabilidad
democrática de un país que no tolera la prédica sistemática del odio y la
violencia como método de acción política.
Respecto del último párrafo, el señor DIEZ estima que debe fusionarse con
el relativo al de la estabilidad del régimen democrático a fin de darle mayor
organicidad a los conceptos que figuran en ambos párrafos, ya que los dos
se refieren a la misma materia: la defensa del sistema jurídico y la garantía
de la supremacía constitucional.
A su vez, el señor OVALLE propone que este capítulo constituya una sola
entidad orgánica con los conceptos relativos al Estado de Derecho y,
consecuencialmente, con la necesaria protección que debe prestarse a los
Derechos Humanos.
— Así se acuerda.
— Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
CUENTA
2.— Del señor Ministro del Trabajo y Previsión Social, con el que acusa
recibo de un oficio en el que se le comunicó la constitución de esta Comisión
y de sus Subcomisiones, y solicita información acerca de la creación de
alguna Subcomisión que estudie los problemas relacionados con ese
Ministerio.
— Se manda archivarlo.
4. — Dos del señor Guillermo Bruna Contreras, Jefe del Gabinete del señor
Ministro de Justicia, con los que acompaña los trabajos que indica,
realizados por las personas que se señalan:
— Se manda archivarlo.
“Una Reforma Constitucional, por profunda que pueda ser, debe fundarse en
la consideración de los valores que emanan de la evolución política de Chile
y en la justa ponderación de muchas instituciones que han demostrado
solidez y eficacia a través de los años. Por ello, al fijarse los criterios
inspiradores y los objetivos de una Constitución Política, es preciso
reconocer esa tradición jurídica y, al mismo tiempo, considerar los vicios o
defectos del sistema que hicieron posible la asunción al poder de un grupo
minoritario, cuya política condujo al país al mayor caos moral, político,
social y económico de su historia. Igualmente, se contemplarán normas
destinadas a evitar y sancionar los procedimientos fraudulentos, arbitrarios
e ilegítimos y los resquicios del ordenamiento jurídico que utilizó el
marxismo para burlar nuestra institucionalidad, violar reiteradamente las
garantías constitucionales, desconocer las atribuciones de los demás
Poderes del Estado y destruir nuestra economía y la convivencia pacífica de
los chilenos.
Una tarea tan trascendental no puede prescindir de la realidad social,
económica, política y cultural del país, para que la Constitución esté de
acuerdo con su historia y sus costumbres y no resulte una mera elaboración
intelectual, muy perfecta y acabada, pero carente de eficacia para encauzar
realmente el futuro nacional.
5. — EL ESTADO.
9. — EL GOBIERNO
Los conflictos entre los poderes del Estado, especialmente los que pueden
surgir entre el Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional, revisten, por lo
general, extraordinaria gravedad, como sucedió durante el régimen
anterior, con ocasión de que el gobierno pretendió sistemáticamente
arrogarse, atropellar o desconocer las atribuciones de los demás Poderes del
Estado, burlando los sistemas de fiscalización y control que contempla la
Constitución, los que, por otra parte, se demostraron insuficientes.
La nueva estructura constitucional contemplará mecanismos adecuados y
eficaces de solución de estos conflictos atendiendo a su naturaleza, ya que
estos pueden ser políticos o jurídicos.
Los primeros, que tienen lugar cuando surgen discrepancias en materias
fundamentales, entre el Presidente de la República y el Congreso Nacional,
deben ser resueltos directamente por el Pueblo a través de la consulta
plebiscitaria.
Ahora bien, prosiguió, el primer elemento será definido al decir que el poder
político radica, esencialmente, en el pueblo elector y, el segundo, se podría
incorporar en el párrafo quinto al decir que el nuevo texto constitucional
“debe organizar un Estado soberano, moderno, dinámico...,”.
—Así se acuerda.
—Así se acuerda.
El señor EVANS estima que esta materia debe tratarse conjuntamente con
las garantías y derechos individuales, porque la preocupación por el medio
ambiente forma parte de la superestructura de la seguridad social.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
TEXTO DEL MEMORANDUM APROBADO POR LA COMISION CONSTITUYENTE
QUE CONTIENE LAS METAS U OBJETIVOS FUNDAMENTALES EN QUE
DEBERA INSPIRARSE LA NUEVA CONSTITUCION POLITICA DEL ESTADO
Una Reforma Constitucional, por profunda que pueda ser, debe fundarse en
la consideración de los valores que emanan de la evolución política de Chile
y en la justa ponderación de numerosas instituciones que han demostrado
solidez y eficacia a través de los años. Por ello, al fijarse los criterios
rectores y los objetivos de una Constitución Política, es preciso reconocer
esa tradición jurídica y, al mismo tiempo, considerar los vicios o defectos
del sistema que hicieron posible la asunción al poder de un grupo
minoritario, cuya política condujo al país al mayor caos moral, político,
social y económico de su historia. Igualmente, se contemplarán normas
destinadas a evitar y sancionar los procedimientos fraudulentos, arbitrarios
e ilegítimos y los resquicios del ordenamiento jurídico que utilizó el
marxismo para burlar nuestra institucionalidad; violar reiteradamente las
garantías constitucionales, desconocer las atribuciones de los demás
Poderes del Estado y destruir nuestra economía y la convivencia pacífica de
los chilenos.
Estamos ciertos que una nueva Carta Fundamental que obedezca a estas
inspiraciones y características, que se reseñan en el memorándum adjunto,
contribuirá a la grandeza de la Patria y al bienestar de su pueblo.
2. — DERECHOS HUMANOS.
3. — EL ESTADO.
Para que sea efectiva, la participación debe nacer en la base y ser orgánica.
Debe, además, ser solidaria, esto es, estar siempre inspirada en el superior
interés de la colectividad.
6. — PROCESOS ELECTORALES.
7. — PODER EJECUTIVO.
9. — CONFLICTO DE PODERES.
Los conflictos entre los poderes del Estado, especialmente los que pueden
surgir entre el Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional, revisten, por lo
general, extraordinaria gravedad, como sucedió durante el régimen
anterior, con ocasión de que el Gobierno pretendió sistemáticamente
arrogarse, atropellar o desconocer las atribuciones de los demás Poderes del
Estado, burlando los sistemas de fiscalización y control que contemplaba la
Constitución, los que por Otra parte se demostraron insuficientes.
2.— El General don Pedro Palacios Camerón y el señor Gustavo Yáñez Bello,
Presidente y Secretario de la Subcomisión de Reforma Constitucional
encargada del estudio de las Leyes de Inscripciones Electorales, General de
Elecciones, y del Estatuto de los Partidos Políticos, respectivamente;
3.— Los señores Miguel Schweitzer Walters y José Luis Lagos López,
Presidente y Secretario de la Subcomisión de Reforma Constitucional
encargada del estudio del Estatuto Legal de los Medios de Comunicación
Social, respectivamente;
4.— Los señores José María Eyzaguirre García de la Huerta y Rodemil Torres
Vásquez, Presidente y Secretario de la Subcomisión de Reforma
Constitucional en lo que se refiere al Derecho de Propiedad,
respectivamente, y
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que esta sesión tiene por objeto
escuchar a los Presidentes de las distintas Subcomisiones que se han creado
hasta la fecha, con el objeto de que den a conocer, a los miembros de la
Comisión de Reforma Constitucional, la labor realizada y las dificultades que
se han evidenciado en el desempeño de sus funciones.
Así se acuerda.
Asimismo es posible advertir que se han incluido algunos rubros que revelan
el nuevo concepto dinámico del papel que debe tener el Municipio como
factor de desarrollo a nivel local, por ejemplo, el que participe en la
programación sectorial del Estado en materias relativas a viviendas,
educación, salud, etc.
Para los efectos de haberse señalado tanto las atribuciones exclusivas como
las compartidas, la Subcomisión ha creído interpretar el deseo de la H.
Junta de Gobierno en el sentido de otorgarle al Municipio un papel dinámico.
Al respecto tuvo en consideración expresiones del señor Presidente de la H.
Junta de Gobierno en orden a robustecer los Municipios y a la circunstancia
de que el Ministerio del Interior ha encargado a los mismos, a través de sus
Oficinas de Emergencia, la solución del problema habitacional en los
denominados Campamentos de Emergencia “en tránsito” y con la
organización de un contacto directo con las Juntas de Vecinos, Centros de
Madres y demás organizaciones comunitarias.
Por otra parte, la Subcomisión invitó a las siguientes personas a fin de que
expusieran sus puntos de vista sobre las materias que se indican:
2.— Al señor Arturo Aylwin, con el objeto de conocer las materias que
estudia la Subcomisión de Régimen Interior y Descentralización
Administrativa y Regional y adecuar la ya referida coordinación, toda vez
que ambas Subcomisiones estudian materias que se vinculan muy
estrechamente.
Los cinco puntos a que se ha hecho mención, son los siguientes: 1.—
Propiedad de los medios de comunicación social; 2.—Su control; 3.—Su
reglamentación 4.—Acceso de los particulares a ellos, y 5.—Su
financiamiento.
Para abordar este problema con la mayor amplitud posible, se invito a las
siguientes personas, a fin de que expusieran sus puntos de vista acerca de
esta materia:
En definitiva, esta moción fue aprobada por cinco votos contra cuatro,
dándosele categoría de ley a la norma que la imponga. Respecto de esto
último, también se suscitó un amplio debate en la Subcomisión, ya que
algunos de sus miembros estimaron que dicha norma debía tener carácter
constitucional, con lo cual se hacía prácticamente imposible que, en lo
futuro, pudiere existir la televisión privada
Sobre esta materia, el señor Juan Hamilton fue de opinión de que las
Universidades concesionarias de canales de televisión tenían un derecho ya
consagrado en nuestro actual texto constitucional, lo que provocó un debate
cuya conclusión principal fue de que, si bien la Constitución que nos rige,
sirve de punto de referencia en la tarea de elaborar un nuevo
ordenamiento, no es aceptable la tesis de que esta Constitución vigente
consagra derechos que el nuevo texto deba necesariamente respetar.
Otro problema que debe ser tratado con el máximo de atención, es el que
dice relación con la forma de amparo que se dará al propietario de un
yacimiento. En la actualidad, el amparo se extiende sólo a la patente; es
decir, el simple pago de una contribución, generalmente de bajo valor, le
permite al empresario mantener este dominio especial sobre el yacimiento.
Se estimó que debía buscarse otra forma de amparo que no sólo significara
el pago de una suma determinada de dinero sino que, asimismo,
estableciera la obligación de explotar la mina, de manera de adecuarse a los
términos de la política definida por el Gobierno en esta materia, la que se
dio a conocer por el señor Ministro de Minería en el discurso con que
inauguró las sesiones de la Comisión encargada del estudio de la reforma
del Código de Minería. -
Es de advertir, por otra parte, que al innovar sobre esta materia, debe
procederse con extrema cautela por la incidencia relevante que, puede
tener en relación con la nacionalización del cobre, toda vez que una
modificación de las normas legales existentes puede, eventualmente, traer
consecuencias negativas en la defensa de los intereses de Chile frente al
proceso que tiene el país con las compañías norteamericanas en los Estados
Unidos y en Europa.
En lo que dice relación con la denominación del derecho del minero sobre el
yacimiento, el señor Eyzaguirre expresa que el criterio de la Subcomisión es
muy amplio; puede llamársele concesión, derecho real administrativo,
puede dársele rango constitucional especial que no sea de dominio, o bien
volver a la antigua nomenclatura de derecho real y eminente. Lo importante
es, en todo caso, dar seguridades de permanencia al titular del derecho
para que así no se vea expuesto a perder su inversión en virtud de una
decisión de la autoridad administrativa.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
2.— Que como se precisa en la nota con que fue acompañado dicho
documento a la Junta de Gobierno, este memorándum sólo se limita a
expresar los grandes principios que inspirarán la Nueva Carta Fundamental,
razón por la cual no se extiende a señalar los mecanismos o instrumentos
para concretar esos propósitos. Tampoco se consignan en él los conceptos
de orden internacional que debe contemplar la Constitución, materia qua al
igual que otras, serán tratadas posteriormente;
Una del señor Ministro Secretario General de Gobierno, Coronel don Pedro
Ewing Hodar, con la que comunica que la Excma. Junta de Gobierno ha
acordado que la señora Alicia Romo Román integre esta Comisión
Constituyente.
Una del señor Ministro de la Vivienda y Urbanismo, con la que acusa recibo
y agradece el envío del memorándum que esta Comisión ha redactado y
que contiene las metas u objetivos fundamentales de la nueva Constitución
Política de la República.
Una del señor Eduardo Alvarez Taricco, abogado Inspector Visitador General
del Ministerio del Interior, con la que pone en nuestro conocimiento la
creación de una Comisión en el Ministerio de Obras Públicas y Transportes
para aportar ideas a la nueva Constitución, la -que está integrada por los
señores Juan Andalaft Jesam, Oscar Marín Valenzuela, Danor Peña Espinoza
y Miroslav Kovacic Munitic.
Otra del mismo señor Alvarez Taricco, con la que informa sobre la creación
de una Comisión, en el Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción,
encargada del estudio de los siguientes temas: Ley Antimonopolios, Ley de
Delito Económico, Ley de Arriendos y Legislación Industrial de Arica. La
Comisión está integrada por las siguientes personas: Héctor Bórquez Rojas,
Hugo Llanos Mansilla y Oscar Aitken Lavanchy.
Una del señor Contraalmirante Sergio Huidobro Justiniano, Jefe del Gabinete
del Comandante en Jefe de la Armada y Miembro de la Junta de Gobierno,
don José Toribio Merino Castro, con la cual acompaña sugerencias enviadas
por el Oficial de Marina señor Harold Robert Foxley relativas al proyecto de
nueva Constitución Política de la República.
Una del señor Alejandro Silva Bascuñán, con la cual acompaña su informe
presentado al Colegio de Abogados con el que da cuenta de las actividades
realizadas a raíz de la gira que efectuó la Comisión de Juristas al exterior.
— Se mandó archivarla.
— Se acordó enviar oficio al señor Ministro de Justicia para los efectos a que
haya lugar.
— Se manda archivarla.
— Se manda archivarlas.
— Se manda archivarlas.
Una del señor Coronel (R) don Emilio Marchant, con la que formula diversas
sugerencias y observaciones al memorándum de intenciones en la parte
relativa a la Descentralización Regional.
Una del señor Rolando Rojas Cavieres, con la que formula diversas
proposiciones en torno a la generación del Poder Social o Legislativo.
Otra del señor Galvarino Palacios Gómez, con la que acompaña un trabajo
de que es autor, intitulado “Manifiesto Tecnócrata”.
En relación con esta materia el señor Ortúzar destacó que era interesante
pronunciarse, aunque sea en Comité, sobre un breve informe —que se
transcribe en el Acta de la sesión 19ª, páginas 2 a 6— elaborado por la
Subcomisión de Régimen Municipal, porque tanto su Presidente como su
Vicepresidente estiman que es indispensable, en principio, el visto bueno,
de la Comisión de Reforma Constitucional
para continuar su labor. Como es una materia que incluso podría tramitarse
en forma provisoria por la Mesa, considera que es posible imponerse de él
en esta oportunidad, tanto mas cuanto que de su lectura le pareció que sus
términos se ajustan, en líneas generales, al pensamiento de la Comisión.
— Así se acuerda.
— Así se acuerda.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ANEXO UNO.
Señor
Augusto Pinochet Ugarte
Comandante en Jefe del Ejército y
Presidente de la H. Junta de Gobierno.
RESENTE.
CARLOS CRUZ-COKE O.
Profesor de Derecho Constitucional
de la Universidad de Chile
Bases de una nueva Constitución para Chile o para los políticos criollos?
Para los estudiosos del Derecho Constitucional, como para el pueblo chileno
en general, este primer informe tiene que haber constituido una sorpresa y
más aún, una sorpresa desagradable. En efecto, después de una lucha en
que el marxismo arribó al Poder debido a los graves defectos de nuestro
ordenamiento constitucional, resulta paradojal que los catedráticos y
especialistas que confeccionaron el primer informe aún no acierten a no
comprender que el 11 de Septiembre de 1973 se forjó una etapa
absolutamente diferente de nuestra Historia. En consecuencia, la
institucionalización de las normas que recojan este sentir histórico tienen en
primer término, el deber de respetar esa nueva apertura histórica y en
seguida, plasmar en el texto positivo, precisamente todo aquello que el
cuerpo social quiere que sea realidad. Los nacionalistas o chilenos
despolitizados —búsqueseles el nombre o slogan que se quiera— hemos
considerado otras metas como bases fundamentales de lo que debe ser un
Nuevo Estado.
“En Política, como en medicina los mejores remedios son los más dolorosos”
escribió Platón. Ojala que la Comisión Constitucional adquiera vigencia de
este hecho y de que no se puede crear un Derecho Constitucional sobre
bases abstractas y temerosas. Que nuestras instituciones deben organizarse
sobre tres pilares fundamentales: Autoridad, eficacia y responsabilidad. De
otra manera, vivirán en permanente convulsión.
ANEXO DOS
Conviene recordar que fuimos seguidos por los alumnos a lo largo de unas
tres cuadras y, cuando habían dejado de molestarnos, cinco estudiantes,
entre los cuales una niña, nos alcanzaron para manifestar su desagrado y
más tarde llegó al hotel una docena de representantes de comunidades
estudiantiles a expresarnos estos mismos sentimientos de adhesión y
conversar con nosotros. Hemos sabido que el Decano habría dejado luego
de nuestra visita tal función.
a) Con el Poder Judicial, a través de una visita que hicimos a Lord Widgery,
que es el Lord Chief Justice of England, que es como decir el Presidente de
la Corte de Apelaciones de Inglaterra, o sea, el órgano superior judicial en
todas las jurisdicciones, formado de diversas Salas, según las respectivas
materias. En la visita habló José María Eyzaguirre y luego después asistimos
al Tribunal que actuaba presidido por él y a otras Salas de jurisdicción
criminal.
Durante los cinco días en París fue plena la ocupación del tiempo en las
siguientes entrevistas:
11. Los integrantes de la Comisión acordamos dar cuenta oficial del viaje en
forma colectiva a los miembros de la H. Junta de Gobierno y comunicarles
las conclusiones a que hayamos llegado.
3. — Lectura de la Cuenta
CUENTA
Le parece, por otra parte, que el trabajo realizado por la Comisión ha sido
bastante acelerado. Si una persona que no conozca en profundidad las
materias constitucionales, agregó, lee el documento preliminar elaborado
por la Comisión, podría estimar que es relativamente fácil producir un
instrumento de calidad que ha tenido general aceptación en la opinión
pública, porque se trata de un informe construido sobre la base de puntos
extraordinariamente bien expuestos y concretos.
— Así se acuerda.
El señor ORTUZAR (Presidente) propone escuchar, a continuación, la cuenta
que con motivo de la gira realizada por Europa por una Delegación de
Juristas, que tenía por misión restablecer la verdad en torno a los sucesos
chilenos, hará el señor Díez en su carácter de Presidente de la Delegación.
— Así se acuerda.
— Así se acuerda.
La entrevista de mayor utilidad que tuvo la Delegación en ese país, fue con
el Subsecretario Parlamentario para Asuntos Exteriores, el señor Karl Merch,
quien es el Vicecanciller del Gobierno Federal. Desgraciadamente, la
Delegación no tuvo oportunidad de reunirse con el señor Ministro de
Relaciones Exteriores por encontrarse, este último, convaleciendo de una
enfermedad.
Por último, se le hizo ver que todo este proceso iba a ser debatido por la
prensa nacional y que, hasta el momento, ha existido absoluta libertad en el
intercambio de puntos de vista que se han suscitado respecto de estas
materias, debate que ha sido llevado a los diversos medios de comunicación
social.
Hace notar el señor DIEZ que las actividades cumplidas en Alemania fueron,
en general, de índole política por las negociaciones que debieron realizarse
con sectores financieros y con la Cancillería de ese país. Además, es preciso
mencionar que durante la visita de la Delegación, se produjo la llegada de
refugiados chilenos que están desarrollando campañas de prensa.
Sobre esta visita, les cupo una destacada actuación a los señores Pedro J.
Rodríguez y Alejandro Silva Bascuñán.
Con todo, anuncia que a raíz de los incidentes que se produjeron con
ocasión de la visita que hizo la Delegación a la Facultad de Derecho de la
Universidad de Madrid, el Decano de esa Casa de Estudio debió renunciar,
siendo reemplazado por el Director del Instituto de Estudios Políticos de
Madrid.
— Así se acuerda.
Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ANEXO A
(Traducción)
Señor don
Alejandro Silva Bascuñán
Santiago
CHILE.
Querido amigo:
Cualquiera que sea el servicio que ellas hayan podido prestar en un pasado
inmediato, un régimen de derecho exige que sean mantenidas separadas de
la actividad política normal.
Monsieur le Professeur.
Georges Burdeau.
12, Place du Panthéon.
Paris 5.
Querido amigo:
Considero del mayor interés cada una de las ideas que contiene su carta y
tengo la convicción de que sus observaciones serán altamente apreciadas
en el seno de la Comisión, que reanuda sus actividades después del receso
veraniego, o sea, desde comienzos del próximo marzo.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
AL SEÑOR
MINISTRO DE JUSTICIA
DON GONZALO PRIETO G.
PRESENTE.
ANEXO C
Saluda a Ud.,
CUENTA
—Se acuerda transcribir copia del oficio anterior en que se designa al señor
Coronel Barrientos para que efectúe la coordinación que se solicita.
—Así se acuerda.
Sin embargo, como las circunstancias han ido variando desde hace bastante
tiempo, resulta prácticamente inobjetable la necesidad de subrayar,
especialmente, este aspecto de los derechos individuales que tan fácilmente
se olvida.
Asimismo, hay otro tipo de leyes que se han creado en el último tiempo: las
llamadas “leyes cuadros” o “leyes marcos”; es decir, normas que tienen por
objeto señalar —como debería, conceptualmente, hacer la ley — los
principios o las bases sobre las cuales se quiere legislar, y entregar el caso
particular, el detalle de la organización jurídica, al Presidente de la
República por medio de decretos con fuerza de ley.
Esta idea estuvo contenida en uno de los mensajes enviados por el
Presidente Frei, y no prosperó en aquella época. No obstante, podría
recogerse y producir efectos positivos.
Le parece que, naturalmente, aquí hay que proceder con cierta cautela,
porque uno tiene tendencia, quizás, a entusiasmarse con la definición de las
instituciones. Entonces el cientista político tendrá que ver si el país está en
condiciones de adoptar, dados nuestra cultura y el avance de nuestra
maduración política, instituciones de ese tipo. ¿Quizás la iniciativa
legislativa? Los Diputados y Senadores son, en general, intérpretes rápidos
de la colectividad y de las entidades que representan. Tal vez aquélla no
tendría mucha eficacia en cuanto habría poca posibilidad de que algún
parlamentario iniciara un proyecto de ley, de tal manera que debiera
iniciarlo el pueblo por sí mismo.
Hay que recordar, también, desde este punto de vista, que el actual sistema
es muy defectuoso. Primero, porque no hay fiscalización política
propiamente tal. Y segundo, porque tampoco hay fiscalización financiera.
Sobre esto último, y desde el punto de vista de la inversión presupuestaria,
el Parlamento no tiene prácticamente intervención sino en el manejo de
aproximadamente el 50% del ingreso fiscal. Las instituciones autónomas o
de administración descentralizada o entes semifiscales o como se les
quieran llamar, tienen presupuestos que a veces son muy importantes.
Según las últimas informaciones, abarcan casi el 50% del total del ingreso
nacional; y sobre eso, el Parlamento, prácticamente, no tiene ningún
conocimiento.
Frente a esa respuesta le replicó que estimaba inadmisible ese criterio, por
cuanto esa materia quedaba fuera de la competencia del Ejecutivo. En
consecuencia, dicha resolución presidencial no era un decreto sino una
simple orden arbitraria. En el mismo sentido, le solicitó su opinión acerca de
un decreto de insistencia en que el Presidente de la República lo destituía
del cargo, sin el acuerdo del Senado, a lo que el Contralor de esa época
respondió afirmativamente en el sentido de que también cursaría el decreto.
Estos ejemplos, continúa, sirven de base para estimar como muy necesario
precisar el alcance de los decretos de insistencia, en orden a que se trata de
resoluciones de tipo administrativo sobre materias que están dentro de la
competencia del administrador del Estado el cual debe ser sancionado si
incurre en abusos en su aplicación. En caso que el Ejecutivo insista sobre
materias que han sido objetadas por la Contraloría, la Cámara de Diputados
debería hacer uso de sus facultades fiscalizadoras, o acusarlo
constitucionalmente por atropello a la Constitución o a las leyes. Con eso se
mejoraría sustancialmente la situación respecto de la Contraloría.
Existen, también, otras razones: una de ellas, es que la vía socialista hacia
el poder supone la participación de los partidos marxistas en la lucha
electoral. Si se les va a decir: “Participen en la lucha electoral” —hipótesis
válida si se admite la participación de los partidos marxistas—, “pero, si
obtienen la primera mayoría relativa, el resto se unirá para votar en su
contra”, es obvio que, expresamente, se les está diciendo que la vía
electoral les está vedada y que deben usar las otras vías. Este punto de
vista evidentemente debe ser analizado detenidamente.
El señor SILVA BASCUÑAN declara que es un privilegio sumamente valioso e
importante para la Comisión la presencia de don Jorge Guzmán.
Consulta al señor Guzmán Errázuriz sobre cuáles son los sistemas a que se
refirió cuando expresó que existían distintos medios para controlar cada uno
de estos elementos.
En segundo término, expresó que resultaba muy grato para la Comisión que
el profesor Guzmán Dinator compartiera los puntos de vista generales
contenidos en el Memorándum. Dice “la Comisión”, porque está cierto de
interpretar la opinión de todos sus miembros. Es muy importante, prosiguió,
que tan calificado profesor, además de compartir estos puntos de vista,
haya dejado constancia de su adhesión a los principios que inspiraron tal
Memorándum. Así se desprende de sus palabras, particularmente de las
formuladas como consecuencia de la interrogación a que lo sometió el
profesor Silva Bascuñán. Eso quiere decir, agregó, que la Comisión está
interpretando no sólo el pensamiento democrático general predominante en
el país, sino que, además, las enseñanzas que la Cátedra ha impartido en
Chile desde largo tiempo y que, a su vez, se ha hecho intérprete de esa
aspiración democrática general, con lo cual se formula un desmentido muy
profundo a las personas que creen que la ocasión era propicia para olvidar
aquellos principios que son tradición, historia y carne de la República.
Sin embargo, expresa que desearía saber la opinión del profesor Guzmán
Dinator sobre el procedimiento que debe seguirse en el tratamiento de los
partidos marxistas, de todos aquellos que por sus programas, doctrinas o
por la conducta de sus adherentes, pudieran comprometer o la estabilidad
democrática o la vigencia de los derechos humanos dentro del país o bien
que su acción estuviera dirigida a minar el régimen democrático que debe
estimarse fundamental en la República. Concretamente pregunta, ¿es
partidario el señor Guzmán Dinator de permitir libremente la existencia de
esos partidos como ocurrió en el régimen de la Constitución de 1925, o es
partidario de someterlos a un régimen de fiscalización ejercido por algún
tribunal, o simplemente, de prohibirlos en forma clara y concreta en la
Constitución?
Después, está lo relativo a que las ideas no se combaten sino con ideas.
¿Hasta dónde se llegará en un régimen donde se transformen esas ideas en
hechos, y se enseñen y practiquen?
Cree que estas son las normas o conceptos que hay que aplicar en cuanto al
tema planteado por su dilecto colega señor Jorge Ovalle.
El señor GUZMAN DINATOR cree que por la índole de los asuntos que son
sometidos a un tribunal en lo contencioso-administrativo, como los reclamos
por procedimientos contra actos arbitrarios de las autoridades políticas o
administrativas que hayan dañado los derechos de los particulares y cuyo
conocimiento no esté entregado a otros tribunales por la Constitución o las
leyes, no quedan dentro de la competencia de los Tribunales de Justicia. Es
más, cree que la ubicación de esta disposición en el capítulo relativo al
Poder Judicial se debió a que, en la práctica, no se encontró otra más
adecuada. Pero, repite, no son tribunales de justicia propiamente tales, que
pertenezcan a la organización piramidal de los Tribunales y que estén
sometidos a la superintendencia directiva y correccional de la Corte
Suprema.
También se pensaba que las funciones de ambas Cámaras tendrían que ser
básicamente distintas: Una debería ser de origen, y la otra, revisora; que al
Senado había que devolverle su carácter de organismo consejero del
Presidente de la República, obligando a éste a oír a aquél en una serie de
materias. De modo que el Senado actuara siempre como revisor de la ley —
nunca como iniciador—; como consejero y, a veces, como tribunal con
atribuciones “judiciales”, desempeñándose como jurado ante algunos
requerimientos de la Cámara.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPUBLICA DE CHILE
1. — Lectura de la Cuenta
4. — ANEXO DE DOCUMENTOS:
CUENTA
Reitera que mantiene una opinión muy decidida y un concepto muy definido
acerca de la naturaleza de las funciones inherentes a la Comisión de
Reforma Constitucional y que, coincidiendo con ello, considera que la ayuda
o colaboración que este organismo técnico esta en condiciones de
proporcionar a la Junta de Gobierno se encuentra en la elaboración de un
informe final, que habrá de contener, sin duda, toda la realidad doctrinaria y
pragmática que se haya originado hasta ese instante, que se encuentre en
conocimiento de los miembros de la Comisión y a la cual se le atribuya
caracteres positivos.
Señala el señor EVANS que, por otra parte, la letra 1) del artículo 4°
reserva un representante a los Colegios Profesionales y Técnicos, número
que considera ostensiblemente exiguo tratándose de un Consejo Regional
de Desarrollo en el que aquéllos deberían tener una mayor y adecuada
representación, situación que se repite en la letra m) de la misma
disposición al otorgársele a los trabajadores un solo representante que
involucra a todos los obreros y empleados de la industria del comercio, de la
agricultura, de la minería, etc., no advirtiéndose el motivo de esta
desproporcionalidad, a la que se suma la ausencia total de representantes
del Magisterio y de las Universidades que es un sector esencial en toda
política de desarrollo social de una región. Considera, por ello, que deberían
buscarse fórmulas más equitativas de representación en dichos Consejos
Regionales que sin transformar a estos organismos en entidades
deliberantes o en pequeños congresos provinciales con características de
asambleas, les atorguen un mayor grado de representatividad y les
permitan transformar en una expresión real el principio enunciado por la
Junta de Gobierno referido a que la participación es una necesidad real para
promover el desarrollo económico y social del país.
Expresa que en la reunión que celebró con el Coronel señor Juan Barrientos,
quien tiene a su cargo lo concerniente a la descentralización regional, aquél
le hizo presente que el estudio sobre la materia se estaba realizando sobre
la base del informe preliminar de nuestra Subcomisión Constitucional de
Descentralización Regional; que durante la semana en curso tendría
contacto con los representantes de las provincias, comenzando con las del
extremo norte y prosiguiendo con las del extremo sur del país; y que, al
término de dicho contacto, elaboraría un pre-informe que sería sometido
tanto al conocimiento de la Comisión de Reforma Constitucional como a la
Junta de Gobierno, todo lo cual le hace suponer que, obviamente, la
Comisión tendrá la ocasión de estudiar la referida materia sobre la base de
un texto más completo que el informe preliminar en debate.
Recuerda —sin dejar de concordar con la opinión del señor Silva Bascuñán
en el sentido de que la Comisión es soberana para decidir, en definitiva,
sobre la materia en el momento oportuno— que los lineamientos generales
sobre regionalización son compartidos por todos los miembros de la
Comisión, como lo demuestra el hecho de que la concepción de la
regionalización que permitirá el desarrollo económico y social de las
diversas zonas del país, con efectiva participación del pueblo, está contenida
en el Memorándum de la Comisión.
—Así se acuerda.
Por otra parte, agrega, es tarea difícil restringir las opiniones a los límites de
los 14 puntos del Memorándum, toda vez que la complejidad del problema
obliga a considerar otros factores que exceden de su texto, en atención a
los avances institucionales que puedan registrarse con antelación a la
vigencia de un cuerpo constitucional orgánico. Es concebible, agregó, que
las exigencias sociales vayan presionando y determinando,
consecuencialmente, el establecimiento gradual de algunas instituciones
que, por su naturaleza, deberán quedar incorporadas en el cuerpo orgánico
constitucional, hecho éste que significa que verdaderos capítulos de la
Constitución futura encuentren su consagración en virtud de leyes
específicas, con antelación a la vigencia integral de la Carta Fundamental en
proyecto.
Prosigue afirmando que un documento emanado recientemente de la Junta
de Gobierno acentúa la urgencia de estudiar y redactar normas atinentes a
las áreas de la economía; a las reglas antimonopólicas; al Estatuto Social de
la Empresa y del Inversionista Privado Nacional; a la descentralización
administrativa; a la seguridad interior; a la política laboral y a otros
aspectos de importancia indiscutida, requerimientos todos que exigirán un
pronunciamiento sobre dichas materias, que tienen vinculación estrecha con
el Memorándum elaborado por esta Comisión. Si bien es efectivo, agregó,
que el señalado documento emanado de la Junta de Gobierno advierte que
“la nueva sociedad definirá su estructura en la nueva Constitución”, es obvio
que esta referencia no puede entenderse en el sentido de que sólo cuando
se encuentre totalmente elaborado el texto orgánico de la nueva Carta
Fundamental deberán entrar en vigencia determinadas instituciones a las
que la propia Junta asigna prioridades expresas.
Considera útil, sin embargo, aprovechar esta materia para referirse a los
partidos políticos, tema éste sobre el cual se advierte en el Memorándum
una tendencia a avanzar criterio en el sentido de que en Chile el sistema
debería ser de carácter pluripartidista, en el aspecto más amplio del
concepto.
El señor CELIS responde que las dos ideas involucradas en las consultas del
señor Evans interpretan exactamente el alcance de sus observaciones sobre
la materia, con la salvedad de que ambos conceptos deben entenderse
directamente vinculados al hecho de que el proceso debe afinarse por sí
mismo, en la medida en que, en forma paulatina, se vayan definiendo las
instituciones.
El señor CELIS explica que la idea que ha enunciado sobre instauración del
bipartidismo está integrada por dos elementos con rango constitucional: a)
una norma que limite la acción de determinados partidos políticos por
carecer de aptitudes para desarrollar sus actividades en un medio
democrático, aspecto éste que está mencionado en el Memorándum de la
Comisión, y b) un precepto incorporado también a la Carta Fundamental —
como ocurre en la República Federal Alemana— que exija a los partidos
políticos un porcentaje mínimo de ciudadanos que los respalde en las
elecciones para permanecer representados en el Congreso.
Agrega que la ley sobre Juntas de Vecinos, entre otras ofrece posibilidades
de aprovechamiento para establecer colegios electorales que elijan uno, dos
o más parlamentarios, dado que los territorios de dichas entidades están
incorporados a la realidad jurídica del país y se podría reemplazar, por ese
cauce, el actual sistema electoral que se basa en la agrupación de
departamentos.
El señor OVALLE expresa que los planteamientos del señor Celis se ajustan
al sentido de la discusión general concretada en el Memorándum de la
Comisión y son particularmente valiosas en cuanto generan inquietud
acerca de importantes problemas de Derecho Constitucional, pero la
carencia de tiempo suficiente para debatir con amplitud todos los temas
mencionados, le constriñen a referirse sólo a algunos aspectos de ellos en
cuanto representan problemas que la Comisión deberá enfrentar y resolver
en el curso de la elaboración del texto básico constitucional.
Agrega que en atención a que los temas del régimen político y del
bipartidismo fueron abordados por el señor Evans, concentrará sus
reflexiones respecto a la posición constitucional de las Fuerzas Armadas,
materia que ha sido precisada en el Memorándum de la Comisión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ESTRUCTURA Y REGIMEN JURIDICO-ADMINISTRATIVO DE LAS REGIONES
(1)
Borrador Preliminar
INDICE
I. Bases fundamentales
II. Normas sobre regionalización
Anexo Nº 1
Anexo Nº 2
Enero de 1974
BASES FUNDAMENTALES
3. Objetivos.
Como una forma de asegurar que la región sea un lugar de encuentro de los
diversos sectores nacionales y los propios de cada sección territorial del
país, se concibe una organización administrativa que asegure una
representatividad a todos ellos.
6) Existirá una división territorial común para los efectos del gobierno
interior y para los efectos administrativos.
Sin embargo, se ha elaborado por ahora un solo texto que permita tener
una visión global y completa del sistema de regionalización que se pretende.
Para ello se proponen las ideas centrales como asimismo las
implementaciones de índole jurídico-administrativo con el objeto de precisar
la naturaleza de los problemas que plantea el sistema regional. Con todo, se
omiten detalles que podrían obstaculizar el cumplimiento del objetivo antes
señalado.
1. Reglas Generales.
La Ley para fijar las regiones deberá considerar que cada una de ellas
constituya una colectividad territorial debidamente organizada en la cual se
dé una dimensión geográfica a todos los aspectos propios de una política de
desarrollo integral.
Lo anterior implica:
El Consejo podrá insistir por los dos tercios de sus miembros en ejercicio.
Sin embargo, el Intendente Regional tendrá la facultad de recurrir al
Presidente de la República a fin de que decida en definitiva, previo los
informes técnicos que procedan, en el caso de que el veto se fundamente
en la causal Nº 1. Si la causal invocada es la Nº 2 deberá dirimirse el
conflicto en conformidad con la interpretación jurídica que dé el Contralor
General de la República.
4. Capital de la Región.
Artículo 13º Cada región tendrá una capital, la que será determinada por
ley.
5. Departamentos.
6. Las comunas.
En todo caso, la ley establecerá las reglas para dirimir los conflictos de
competencia que se susciten entre las autoridades nacionales, regionales y
locales.
8. Áreas Metropolitanas.
9. Regímenes especiales.
ANEXO 1
OBJETIVOS DE LA REGIONALIZACION
A. Aspectos generales.
B. Objetivos.
El cumplimiento de este objetivo significa sentar las bases para una efectiva
ocupación del espacio nacional; evitar las migraciones rural-urbana y su
consiguiente concentración metropolitana; lograr una mayor integración
interregional; y afianzar la soberanía nacional evitando la generación de
espacios vacíos.
C. Implementación de la Regionalización.
1.Factores naturales
Clima
Orografía
Hidrografía
Habitabilidad
Vegetación
Sismicidad
Recursos marítimos
Recursos forestales
Recursos agropecuarios
Recursos mineros
Recursos turísticos
Recursos energéticos
2. Factores político-administrativos
— Sistema vial
— Sistema ferroviario
— Sistema aéreo
— Sistema portuario
— Sistema energético
— Flujos de carga
— Flujos de pasajeros
— Flujos telefónicos.
4. Factores geopolíticos
1. Indicadores Sociales
1.1 Salud
—Mortalidad infantil
—Nacimientos sin atención médica
—Habitantes por médico
—Habitantes por cama hospital
—Establecimientos de salud.
1.2 Educación
—Analfabetismo
—Matrícula media y primaria
—Establecimientos educacionales y niveles.
1.3 Equipamiento
—Déficit de viviendas
—Alcantarillado
—Agua potable
—Electrificación para fines sociales
—Establecimientos culturales, recreacionales y deportivos.
2. Indicadores económicos.
3. Indicadores de población.
Población total.
Población urbana.
Población rural.
Composición por edad y sexo.
Fuerza de trabajo.
Población activa.
Población en edad escolar.
Migraciones.
Tasas de crecimiento,
Tasas de natalidad.
Tasas de fecundidad.
Tasas de mortalidad.
Tendencias.
4. Indicadores físico-espaciales.
Concentración de la población.
Densidad por km².
Grado de urbanización y estructura de los centros poblados.
Red vial (Kms. de camino) - densidad.
Red ferroviaria (Kms. de vías).
Micro-regiones.
Habitabilidad.
Distribución espacial de los sectores productivos y de los sectores sociales.
SEÑOR PRESIDENTE:
El profesor que suscribe estima que tratándose de las metas u objetivos que
se pretenden conseguir mediante la dictación de un nuevo texto
constitucional, lo que se plantea es una cuestión de carácter político y no
propiamente de carácter científico-técnico, de manera que sus propias
opiniones sobre el particular no revisten una calidad especial por la cátedra
de quien suscribe detenta. El desarrollo alcanzado por las Ciencias Sociales
en nuestro país y por la Ciencia Política, en sus aspectos más bien
sociológicos que jurídicos, no permitirían, a juicio del profesor infrascrito,
dar a sus opiniones un carácter propiamente científico sobre la materia
consultada. Por lo demás, este profesor no es especialista en dichas
materias, sino en materia jurídico-constitucional, por lo que su relativo
conocimiento de las otras disciplinas políticas, si bien puede permitirle una
mejor comprensión de la política nacional y de los propósitos u objetivos
que debe sustentar una nueva Constitución chilena, no da de todos modos a
su opinión un valor especial.
AL SEÑOR PRESIDENTE
DE LA HONORABLE COMISION
—Así se acuerda, y se fija como fecha para celebrar esta sesión especial, el
día lunes 25 de marzo, a las 11 horas.
Una comunidad organizada cualquiera que sea la forma en que ella está
regida tiene normas que determinan su Constitución. Sin embargo, es
necesario hacer una clasificación para ver cuál es el tipo de Constitución que
la está rigiendo. Así, es posible distinguir una Constitución natural, que está
dada por factores geográficos, estructurales y culturales; una Constitución
real, que está dada por la acción de los gobernantes, por las funciones que
tienen las autoridades de Gobierno y por las relaciones que existen entre
éstas y los factores de poder como son las fuerzas políticas y, por último,
una Constitución jurídica que son las normas positivas que rigen todo el
proceso del poder. Podría agregarse un cuarto tipo de texto: Constitución
jurídica constitucionalista, en la que se contiene una ideología que considera
como valor supremo dentro del Estado al individuo. Esta Constitución está
dirigida a la protección del individuo frente al Estado y contribuye al
mantenimiento del Estado de Derecho.
Todo ello, porque hay una realidad ineludible: la decisión política no está
tomada exclusivamente por el órgano encargado de determinarla, sino que,
por el contrario, existen influjos externos que intervienen en su elaboración.
Desde luego, los partidos políticos han venido a interferir entre la
colectividad y los órganos encargados de ejercer el poder. El desarrollo de
los medios de comunicación también ha desvirtuado el sistema; lo mismo
ocurre con el progreso que han experimentado la ciencia y la técnica. Los
personeros políticos habitualmente adoptan decisiones en consideración a
las recomendaciones y estudios propuestos por científicos y expertos.
Estima que, tal vez, este tema es el de más difícil tratamiento para la
Comisión de Reforma, toda vez que de su estudio, se podrá determinar si la
Constitución jurídica va a estar de acuerdo con el proceso de poder o si éste
va a estar dominando las normas de organización del Estado. Con todo, es
inadecuado pretender encontrar, en estos momentos, una solución a este
problema.
Ahora bien, todos los textos políticos actuales consagran la idea de que con
la invención de las nuevas armas y los nuevos conceptos sobre seguridad
nacional cambió, fundamentalmente, el papel de las Fuerzas Armadas. Hoy
día, el concepto de que su rol consiste en defender las fronteras,
subordinándolas al poder civil, carece totalmente de vigencia. En la
actualidad, ha desaparecido la guerra convencional. Existen en cambio, la
guerra fría, las guerras limitadas, la guerra ideológica, etc.
Todo ello, conduce a pensar que los factores militares, políticos, económicos
e ideológicos, están interrelacionados y no actúan independientemente o
separados, como lo estaban antiguamente. De allí entonces, habría que
estudiar una forma de institucionalizar la participación específica de este
grupo en la elaboración y toma de decisiones políticas.
En este mismo orden, opina que las Fuerzas Armadas deben tener, también,
derechos políticos. Los mecanismos para excluir la actividad política en los
cuarteles son aquellos que pueden prohibir la propaganda política o
establecer normas a las cuales sujetarse. Pero de allí a consagrar la
marginalidad política, hay un paso muy grande.
En suma, el pueblo debe determinar la idea de derecho o de organización de
la comunidad y esa idea debe expresar la voluntad de la mayoría. La
legitimidad de la autoridad tiene que descansar, en consecuencia, en el
consenso del pueblo legítimamente expresado; esta expresión ha de darse
mediante instrumentos que le permitan manifestarse, como por ejemplo, el
referéndum, la elección de asamblea constituyente u otros. El de reforma de
la Constitución debe ser aquél que permita la adaptabilidad de la idea de
organización de la sociedad chilena a las exigencias del desarrollo social.
La Fuerza Pública, agregó, debe velar, desde luego, por la seguridad interna
y externa del país; asegurar el orden público en las elecciones; controlar la
posesión y el uso de armas, y participar junto con los organismos
especializados en los procesos de planificación nacional y regional de la
actividad económica, social y cultural del país. La seguridad económica y
social de un país, señaló el señor profesor, forman parte de la seguridad
nacional y, en consecuencia, las Fuerzas Armadas no pueden ser excluidas
de su participación en la planificación. El deber de obediencia que
corresponde observar a las Fuerzas Armadas, expresó, tiene que ser, tal
como se afirma en el Memorándum, a la institucionalidad jurídica y política
del país, sin excepción.
Considera, por eso, que el Memorándum contiene dos omisiones, las que
pueden, tal vez, ser explícitas. Estima que es importante, dentro de la
democracia política, el establecimiento de un organismo que asegure la
vigencia de una justicia electoral. Es decir, un sistema electoral dirigido y
calificado por un ente constitucional autónomo, de integración político-
jurídica, con procedimientos democráticos públicos y eficientes, haciendo
una distinción entre las normas legales que conducen a la dictación de la
sentencia y los hechos que sirven para su fundamento, los que deben ser
recibidos a prueba en forma pública.
De manera que es importante, a juicio del señor Cumplido, que esas dos
omisiones —que pueden ser explícitas— sean estudiadas por la Comisión,
porque le parece substancial que se emita un pronunciamiento sobre ellas.
Ante una consulta del señor Evans en orden a que dentro de la democracia
representativa podría constituir una forma de participación política la
existencia de algunos mecanismos de gobierno semidirecto como el
referéndum y la iniciativa popular, la señora BULNES señaló que al referirse
al tema en su primera intervención dijo que una cosa que se tenía que
excluir del proceso chileno era la posibilidad de la democracia directa, ya
que, lógicamente el gobierno no puede ejercer la colectividad. Uno de los
correctivos, agregó, que se han tratado de encontrar para contrarrestar el
descrédito del sistema representativo son, precisamente, las fórmulas
semidirectas. Pero ahí, prosiguió, el pueblo participa directamente.
Entonces, también se da en este caso el problema de la ambigüedad del
término, situación que es usual en Ciencia Política, debido a que se trata de
una disciplina nueva. En consecuencia, se puede visualizar una democracia
de participación —que puede adoptar una forma semidirecta—, pero que se
puede interpretar por otros, como una participación política corriente que
tiene el ciudadano al votar, al inscribirse, al dar su opinión política en un
foro, etcétera. Otra forma de participación es la funcional, que surge en
razón de los intereses, de las funciones o de la actividad que desarrolla el
individuo en la vida diaria. Además, un tipo de participación muy
importante, considerada en el memorándum, es la social, en cuanto dice
relación no con la decisión política, sino más bien con el desarrollo de la
comunidad. Hay participación social, agregó, cuando, por ejemplo, se
juntan los vecinos para levantar una policlínica. Ellos hacen una obra de
interés general, que beneficia a la comunidad; pero con esa actitud no están
tomando una decisión política. Entonces, al hablar de democracia de
participación se pueden incorporar todos estos términos, agregó la señora
Bulnes.
¿Qué significa esto? agregó el profesor. Si hay un partido político que afirma
que sus ideas son tales o cuales, y que dentro del mecanismo constitucional
actualmente vigente pugnará para que ellas lleguen al poder para
desarrollarlas, tal procedimiento constituye a juicio del señor Cumplido una
conducta legítima. Estima que sería realmente difícil determinar qué ideas
entran en esta posibilidad y qué ideas no entran, y, sería, además, darle a
una comunidad o a un grupo que la representa en un momento
determinado, un poder excepcional. Otra cosa distinta es la posibilidad de
que la comunidad considere conductas antisociales las actividades
destinadas a reemplazar su sistema por medios distintos de los que la
propia institucionalidad establece. O sea, un partido político que,
sustentando una determinada idea, participa dentro de la democracia
constitucional con arreglo a sus mecanismos y normas, es legítimo; pero, si
un partido político, sustentando determinadas ideas, realiza actividades
destinadas a cambiar la organización de la sociedad por medios distintos de
los que el mecanismo constitucional establece, a su juicio, la comunidad
tiene perfecto derecho para excluirlo. Su opinión es, entonces: diferenciar
entre sustentar una idea y difundirla, y entre la actividad destinada a
cambiar la democracia por medios distintos de los que la institucionalidad
política reconoce. En tal caso, el profesor estaría de acuerdo en la existencia
de un tribunal que declarara que un partido político determinado está
actuando al margen de la institucionalidad política mayoritariamente
aceptada por la comunidad.
Pero, aparte de eso, le asalta la inquietud de que los que creen en los
principios de la democracia constitucional pueden verse arrastrados a una
realidad que podría ser fatal para la subsistencia de esos principios cuando
los mecanismos que se adopten no sean capaces de responder en forma
eficaz a la solución de los problemas que se plantean en el mundo actual y
sus partidarios tendrán que terminar aceptándolos sólo a título de mal
menor, y ello encierra un peligro, cual es el de que entre quienes sostienen
una tesis sólo como la menos mala, y quienes sustentan otras en forma
convencida y con plena fé, los primeros llevan todas las de perder, porque
hay que ser muy frío y muy reflexivo para aceptar, sin tener una respuesta
más satisfactoria y eficaz, una teoría o unirse a ella, simplemente porque es
menos mala que las demás.
Pero, como ésta es una tarea concreta, de dar una estructura a las normas
básicas que han de regir la comunidad chilena más allá de este Gobierno,
piensa que esos conceptos deben adecuarse a las realidades que está
viviendo Chile. La experiencia histórica, naturalmente, debe servir, también,
de lección.
Resulta claro, entonces, con la claridad con que se imponen los hechos
rotundos, que la futura institucionalidad debe consultar disposiciones que
defiendan la democracia del ataque permanente, artero, destructivo en la
forma y en el fondo, que recibe de ciertas instituciones, partidos o entidades
políticas, muchas veces manejadas y financiadas desde el extranjero, cuyo
propósito fundamental, últimamente confesado en forma muy nítida, es
precisamente destruir la institucionalidad democrática. Ese es el hecho.
A juicio del señor OVALLE ahí reside el punto clave del problema. Cree que
públicamente —y por “públicamente” entiende los medios de publicidad y de
expresión social— no es posible difundir ideas que directamente determinen
o contemplen la destrucción del régimen democrático, porque de otro modo,
se abrirá el camino para facilitar esa destrucción.
Cree que son tantas las interrogantes que surgen, que sería prácticamente
imposible, en el breve tiempo de que se dispone en esta reunión, llegar a un
diálogo para poder precisar algunos conceptos. Sin embargo, una de ellas
es, precisamente, la eliminación de los partidos marxistas, con lo cual, en lo
fundamental y filosófico, está plenamente de acuerdo, y piensa que nadie
que tenga sentido democrático pueda dejar de estarlo. No obstante, estima
que con ello se produce una situación de orden práctico muy grave. La
realidad chilena demostró que los representantes de los partidos marxistas
hacían pública profesión de su fe democrática y decían que deseaban
implantar su sistema por la vía legal. La verdad de las cosas, prosiguió, es
que a nadie se le puede negar la posibilidad de emitir sus opiniones, incluso
para difundirlas —los partidos políticos están para implantar en el Gobierno
las posiciones que sostienen—, pero cuando esas posiciones doctrinarias
tienden a destruir la democracia y a destruir todo el sistema de vida por el
cual se ha regido el país, el señor LORCA estima que es el momento para
prohibirlas. Evidentemente, pareciera que podría aplicarse lo que sostenía el
profesor señor Silva Bascuñán: la creación de un tribunal al cual ocurrir
para que señalara el límite de esta prohibición.
Piensa que los derechos humanos son válidos y se defienden por sí mismos
en la medida en que se conocen y se practican. Un pueblo que está en plena
posesión de los derechos humanos, agregó, jamás aceptará una concepción
doctrinaria que pretenda privarlo de esos derechos. El problema, a su juicio,
radica en que, por razones de carácter económico, social o cultural, el
pueblo no conoce o no ejerce los derechos humanos en su plenitud y, en
consecuencia, en un momento determinado puede prescindir de ellos y
aceptar, incluso, una concepción que los niegue en la base. Esto significa en
el fondo, a su juicio, que se está en presencia de un problema cultural.
Cree, sin embargo, que uno de los pocos países en que en gran medida la
democracia constitucional puede encontrar su revitalización es en Chile,
porque en esta Nación se han estado dando las circunstancias para poder
ejercer cada vez más en plenitud los derechos humanos, y existe, además,
una tradición mayoritaria en la comunidad chilena que no acepta una
concepción destinada a destruir esos derechos.
En otro orden, cree que entre poder social y poder político hay una
diferencia sustancial de rango y jerarquía. A su juicio, el poder político es el
que expresa una decisión general de la comunidad; y poder social es el que
expresa una decisión en lo particular. De manera que hay una interacción
entre ambos poderes. Y es, precisamente, el real ejercicio del poder social,
o sea la posibilidad de decidir en un determinado ámbito en que se
encuentren los intereses controvertidos o similares, que se plantea en la
empresa, en la junta de vecinos, en las distintas expresiones de carácter
social, económico y cultural, el que construye las verdaderas bases de
sustentación de un poder político puro, de un poder político más perfecto.
Lo anterior, en la medida en que se considere la gran distancia que separa
al representante del representado; entre la comunidad y sus
representantes, hace, a su juicio, que exista una gran influencia de los
grupos de presión o de intereses que pueden distorsionar realmente el
ejercicio y la finalidad del poder político. Cree que el problema no se puede
resolver de improviso. Es necesario construir una solución que signifique
posibilitar la interacción entre el poder político y el social, debiendo, en este
caso, facilitarse el ejercicio de ambos. Mientras no se facilite el ejercicio real
del poder social, agregó, no habrá posibilidad de un poder político más puro
y menos desinteresado con lo general.
Por eso, al iniciar sus palabras decía que, en realidad, más que una crisis de
carácter económico y social, ella era, fundamentalmente, de carácter
político, la que sólo puede irse solucionando, a su juicio, en la medida en
que la participación real de la organización social permita ir purificando la
participación política, por una parte y, por otra, que el conocimiento real de
los derechos humanos y su ejecución sea la base sólida de sustentación que
impida, obviamente, el establecimiento de los regímenes totalitarios. No hay
posibilidad de regímenes represivos ya que la represión, agregó, no puede
ser permanente. Estima que, en el fondo, tipificar conductas antisociales por
actividad política, sería marginar a un sector de la comunidad y conducirlo
por caminos distintos de los institucionales. Es decir, podría tener
legitimidad un grupo que sostuviera que se le ha negado la participación en
la institucionalidad democrática y política del país, y en consecuencia,
buscar otras soluciones y otros caminos.
A su juicio, con todas las reservas y dudas que tiene con respecto a la
conveniencia y a los peligros que involucra el hecho de restringir la libertad
de expresar ideas, y, si se tiene presente que la seguridad y la paz social
son valores de una sociedad tanto o más importante tal vez que la libertad,
piensa que la paz social es, incluso, más importante que la libertad, o, por
lo menos, tan importante como ella.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
Memorándum presentado por el Profesor de Derecho Constitucional de la
Universidad de Chile, Francisco Cumplido Cereceda a la Comisión designada
para preparar un proyecto de nueva Constitución Política, en cumplimiento
del Oficio Nº 108-a, de 18 de Enero de 1974.
El pueblo participa:
B. Libertad ideológica.
C. Estado coordinador.
b) los órganos deben reflejar una sola realidad política, es decir, la opinión
política de la comunidad en el momento de la elección;
e) control riguroso del ejercicio del poder. Mecanismos que permitan hacer
efectiva, rápida y oportunamente la responsabilidad política de los
gobernantes;
H. Justicia electoral. -
De la misma manera todo escrutinio debe ser público, aún el que sea
necesario efectuar como fundamento de una sentencia.
El plan de desarrollo económico, social y cultural que fije las metas a largo
plazo y las orientaciones fundamentales de los medios para lograrlas debe
reunir dos condiciones: 1° sus normas deben ser generales y de regular
permanencia de manera que esté por sobre los gobiernos que son más
transitorios y 2° la comunidad debe intervenir en su generación, al
discutirse el proyecto en las organizaciones sociales y al votarse por
referéndum nacional. Este procedimiento da legitimidad al plan y asegura su
permanencia.
1. — Lectura de la Cuenta
3. — ANEXO DE DOCUMENTOS:
CUENTA
2.— Del señor Secretario del Senado, con el que comunica que
oportunamente se reiteraron las instrucciones pertinentes para que los
miembros de la Comisión dispongan de las facilidades necesarias para
estacionar sus automóviles en la playa de estacionamiento privada de la
Corporación.
— Se manda archivarlos.
Advierte, sin embargo, que en este tema específico se han polarizado dos
opiniones muy definidas: a) que el Consejo Regional de Desarrollo esté
dotado de facultades decisorias respecto de la aprobación de los planes y
políticas de desarrollo y de los presupuestos. En este evento se le
entregaría al Intendente Regional la facultad de vetar los acuerdos del
Consejo y, en el caso de originarse un conflicto, el Presidente de la
República debería resolver como última instancia, y b) el Consejo tendrá
exclusivamente el carácter asesor, es decir, las materias antes señaladas
serán de la competencia del Intendente Regional, el que deberá oír
necesariamente a dicho Consejo. Ambas alternativas serán sometidas a la
consideración de la Junta de Gobierno.
En todo caso, hay consenso en que los Consejos Regionales no deben estar
integrados, por motivo alguno, por más de 20 miembros.
2.— Se hace presente que en este estudio además de los criterios técnicos
de prestigiosos profesionales de las FF. AA. y de Carabineros de Chile y
Civiles que colaboran con CONARA, se han compatibilizado las opiniones e
informes que se indican:
Saluda a US.,
Reitera que esta Comisión ha sido designada por el Gobierno con el objeto
específico de elaborar y proponer un texto de reforma constitucional; pero,
entre tanto, la vida nacional va desarrollándose con la plenitud del poder, y
en el ejercicio de éste, el Gobierno —sin perjuicio de su responsabilidad
histórica— debe realizar concretamente todas las modificaciones que estime
convenientes en la vida pública, y esta Comisión, sobre la base de los
antecedentes científicos, experimentales e históricos y de los ensayos que
se vayan produciendo, determinará en un informe final, cuál será el mejor
texto constitucional que la realidad requiere.
Agrega que, por tales razones, estima del mayor interés el desarrollo de
esta sesión, por cuanto les permite informarse de las ideas que van
surgiendo y de las concreciones que se procura realizar, pero, sin embargo,
considera que, aparte de solicitar todos los antecedentes necesarios, no
debe emitir opinión, por ahora, sobre estas materias.
Señala, en seguida, que discrepa del señor Silva Bascuñán en todo aquello
que signifique aislamiento o privación para el Gobierno del aporte de este
organismo de trabajo —aun cuando conoce el elevado espíritu que inspira al
señor Silva Bascuñán— puesto que le asiste la certeza de que a pesar de las
obligaciones que cada uno debe cumplir, todos están conscientes de realizar
un trabajo extraordinario para ocuparse de las soluciones de emergencia,
como es, precisamente, la materia atinente a la regionalización, sobre la
cual, es indudable, que propondrán enmiendas tales como, por ejemplo,
suprimir el término “desarrollo” en los Consejos Regionales, integrar dichos
organismos regionales con los diputados de la región, etc.
Por último, propone que, junto con expresar al General señor Canessa las
felicitaciones de la Comisión por el trabajo realizado, se le haga presente
que no es posible emitir una opinión responsable en el aspecto particular del
proyecto, antes del 27 del mes en curso, con el objeto de estudiar en
profundidad el proyecto.
Por otra parte, considera que no debe causar extrañeza al señor Evans la
potestad sancionadora que el informe en análisis asigna al Alcalde, ya que
no se ha innovado en este aspecto, pues siempre que esa autoridad
comunal dicta un decreto, establece, al mismo tiempo, la correspondiente
sanción, y estima que lo único nuevo que se advierte es la potestad
ejecutiva.
Agrega que frente a este problema advierte dos posibles caminos: La Junta
de Gobierno procede a dictar un decreto de ley promulgando este proyecto,
con prescindencia de la Constitución Política, o bien, se adopta el
procedimiento que, a su juicio se había aceptado, particularmente, al tenor
de las conversaciones que existieron entre la Subcomisión de
Descentralización Regional y el Presidente de la Comisión de Reforma
Constitucional y entre este último con el Presidente de la Comisión Nacional
de Reforma Administrativa, en el sentido de que, aún por la vía
experimental, fuera sometido el proyecto a un nuevo examen que
considerara, por una parte, mayores antecedentes sobre el problema de
fondo; esto es, los aspectos de orden constitucional y legal que inciden en él
y, por otro lado, analizar la posibilidad de modificar, aunque sea en forma
transitoria, el actual texto constitucional.
Por otra parte, agrega que tanto al General señor Palacios como a él, les
interesa todo cuanto se refiere a la organización administrativa para la
implantación del régimen electoral, que tendrá aplicación a largo plazo,
pues debe recordarse que el actual sistema de división por provincias y
departamentos, que servía para la realización de las elecciones
parlamentarias, ha quedado sobrepasado con los cambios propuestos en el
anteproyecto en discusión.
Estima, por último, que sería aconsejable que el texto del decreto ley
resultara en definitiva con algún grado de ambigüedad en ciertas
disposiciones, para permitir, en esta forma, que la Comisión de Reforma
Constitucional, más adelante, pueda precisarlas con mayor exactitud en el
texto que elabore.
El señor AYLWIN opina que, para los efectos de las observaciones que la
Comisión pudiera formular al documento, sería importante que dispusiera
de los elementos de juicio necesarios, puesto que en el trasfondo de cada
disposición se han suscitado discusiones y alternativas, sobre las que no
existen actas.
Hace presente que le merece una observación especial el texto del artículo
111 del proyecto, sobre áreas metropolitanas, pues considera que si se
desea dictar normas sobre la materia, ello traerá complicaciones y no
facilitará el trabajo que se realiza sobre regionalización. Agrega que
cualquier relación podría estar descrita o impuesta por otras disposiciones,
que no impliquen la creación de estos organismos y estima oportuno dejar
testimonio de esta opinión puesto que no considera necesario abundar
sobre la materia en este momento, ya que ella adquirirá importancia en el
contexto definitivo.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
SESIÓN 25ª, (ANEXO DE DOCUMENTOS)
Saluda a US.,
“DECRETO LEY
e) Investigar los hechos que puedan ser constitutivos de delitos que afecten
a los intereses económicos del Estado cometidos por funcionarios públicos o
por particulares, en especial los previstos en el Título Quinto del Libro
Segundo del Código Penal, sin perjuicio de las atribuciones que, sobre la
misma materia, corresponda a los Tribunales de Justicia, Contraloría
General de la República y otros Organismos del Estado.
Señor
Enrique Ortúzar Escobar
Presidente de la Comisión de Reforma Constitucional
Edificio del Congreso Nacional
PRESENTE.
De mi consideración:
CARLOS CRUZ-COKE O.
Señor
Carlos Cruz-Coke O.
Profesor de Instituciones
Doctrina Constitucional y
Derecho Constitucional
de la Universidad de Chile.
Presente.
De mi consideración.
Acuso recibo de su carta de fecha 18 del actual —la que sólo hoy ha podido
ser conocida por la Comisión de Reforma Constitucional— en la cual Ud.
señala que no concurrirá a dicha Comisión a dar a conocer sus
planteamientos en relación con el Memorándum elaborado por ella y que
contiene las metas u objetivos fundamentales que deben inspirar la Nueva
Constitución.
CUENTA
El señor CUEVAS advierte, en primer lugar, que las ideas que expondrá
están planteadas en el documento elaborado por la Comisión y que,
lógicamente, sus observaciones corresponderán a apreciaciones personales
respecto de las sugerencias o afirmaciones contenidas en dicho
memorándum.
Por eso, piensa que el objetivo esencial de la nueva Carta Política debe
consistir en precisar, en sus diversas disposiciones y capítulos, el ideal de
Derecho que se ha fijado el constituyente, recogiendo los conceptos
fundamentales de la identidad histórico-cultural del pueblo chileno. Cree
que no sería del todo improcedente que la Constitución comenzara, como lo
hacen otras, con la consagración de un preámbulo solemne que destacara el
valor y fijeza constitucionales del ideal de Derecho que informará toda la
estructura política del país.
Hay que tener presente, agregó, que las Constituciones no crean los hábitos
de los pueblos, ni mucho menos configuran una vida realmente
democrática, tal como sucedió en Chile con las Constituciones llamadas
moralistas que no lograron ni la moralidad pública ni el saneamiento de los
vicios políticos. Por lo tanto, hay que tener en consideración que un texto
moderno y realista —y destinado a regir por muchos años en Chile— debe
contener y recoger las realidades del país, aquellas vivencias que realmente
son sentidas por su pueblo y las conductas políticas que han llegado a
decantarse después de una experiencia larga o corta, según sea el futuro
desenlace de nuestra institucionalidad.
Por último, para resguardar los excesos que se puedan producir en esta
materia, estima indispensable mantener y reforzar los sistemas de control
actuales, tal como lo reconoce el documento elaborado por la Comisión.
Sobre este punto, y dejando de lado los esquemas doctrinales y las teorías
políticas, e inspirado en la realidad de lo que debe ser la administración de
un Estado moderno para propiciar el desarrollo económico de un Estado
atrasado, es evidente que se debe concluir en que los problemas que tiene
que enfrentar el legislador, en la época actual, son, en esencia, técnicos y,
fundamentalmente, económicos y sociales. El país ha logrado cierta
madurez y consenso sobre sus principios doctrinales e ideológicos y sobre
normas de convivencia recíproca. La ley, en consecuencia, enfrenta hoy en
día problemas técnicos y, por lo tanto, en su elaboración debe estar
presente esta realidad.
Finalmente, estima que la ley no puede llegar a ser más que un texto que,
estableciendo los principios fundamentales y rectores sobre determinada
materia, entregue a la potestad reglamentaria del titular del Poder Ejecutivo
la concreción y desarrollo de sus principios.
Es más, agregó, la triste experiencia de los últimos años reveló que un texto
—que evidentemente no era perfecto— puede ser interpretado en un
sentido contrario al que el constituyente tuvo en vista al dictarlo. Resquicios
legales, tan famosos últimamente, fueron el fruto de la falta de definición
del ideal de derecho y de la declaración del dogma que el constituyente tuvo
en materia jurídico-política; sobre todo en las relaciones del Estado, en la
actividad de éste y en sus limitaciones; en los derechos y obligaciones del
hombre, y en tantas otras materias de contenido filosófico-político.
Hoy en día, prosiguió, sin lugar a dudas, se vive una realidad muy distinta
de la que existió hasta hace poco tiempo. Son pocas, pero muy
fundamentales las transformaciones de nuestra existencia, tanto para las
autoridades como para los constituyentes, que son en este momento los
miembros de la Comisión.
Y junto a los derechos, están los deberes que los ciudadanos se deben
mutuamente y que deben al Estado. No más pedirle al Estado sin darle al
Estado, enfatizó el señor Bruna. No más gozar de las libertades y de los
derechos, graciosamente. Muchos han definido este concepto en una frase o
en una metáfora, sumamente acertada: “Las libertades y los derechos son
como un jardín que no se puede abandonar y descuidar; por el contrario,
hay que cultivarlo diariamente”. Es oportuno invocar este recuerdo, para
que junto al reconocimiento de derechos esté la exigencia de los deberes y
la sanción para quienes los infrinjan.
Sigue el documento con el capítulo relativo al Estado, y lo define como un
ente soberano, moderno y dinámico. Es la oportunidad histórica, prosiguió
el señor Bruna, de que al Estado se le otorguen las facultades y
herramientas para que pueda cumplir con su finalidad. También es el
momento de evitar que el Estado no se con vierta en avasallador de las
prerrogativas de los individuos, para lo cual deben establecerse las
limitaciones que con toda propiedad señala el Memorándum que no son más
que el reconocimiento del antiguo y siempre nuevo principio de la
subsidiaridad. Todo al Estado en aquello que le corresponde al Estado; todo
al individuo en aquello que le corresponde al individuo. El saldo a quien no
sea capaz de cumplir con sus propias obligaciones.
El capítulo siguiente, trata sobre los conflictos de Poderes que son tan
graves y tan importantes. Evidentemente, la distinción de políticos o de
jurídicos lleva a la conclusión de cuál será el órgano competente para
dirimirlos. Se declara totalmente conforme con este capítulo.
Al final de este capítulo, expresó, hay ciertas referencias que tal vez están
hechas sin mucha profundidad, como sucede con el párrafo penúltimo, que
se refiere a la existencia de un tribunal que pueda declarar de manera
general la inconstitucionalidad de las leyes y decretos con fuerza de ley, y la
ilegalidad de los decretos que han sido objeto de insistencia. Pero, como ello
será, evidentemente, motivo de discusión particular dentro de esta
Comisión, no constituye un tema importante para una exposición de metas
u objetivos fundamentales. Sin embargo, desea que conste su opinión en el
sentido de que, junto con darle efectos generales, es decir, otorgar el
carácter de inconstitucionalidad al actual recurso de mera inaplicabilidad,
daría también acción pública a todos los ciudadanos para solicitar esta
declaración, sin que sea necesario que se plantee un caso concreto y actual
donde estén amagados los intereses del recurrente.
Estima que si se va a dar el carácter de generalidad al efecto, debería darse
también la generalidad de acción a todas las personas. A veces, por falta de
ilustración, de recursos o de oportunidades, quedarán vigentes normas que
afectan a ciertos individuos porque no están capacitados para hacer el
requerimiento correspondiente. Como es evidente, éste es un defecto que
será necesario corregir dando asesoría jurídica a todos. Pero, para la
seguridad y prestancia de la Constitución, es indispensable que, frente a un
precepto violatorio de ella, cualquier individuo pueda pedir la declaración de
inconstitucionalidad, aún antes de que entre en vigencia el precepto.
Comprende el señor Ovalle la objeción del señor Bruna, pero estima que ella
sería válida si se hubiera empleado la expresión “poder político” en términos
generales, como la ciencia política o el derecho constitucional lo definen.
Pero la Comisión adoptó una definición propia, que está contenida en el
Memorándum y que así definido el poder político, se debe estar de acuerdo
con la conclusión que fluye de ese concepto, ya que las decisiones generales
—y el Poder Judicial no puede adoptar decisiones generales de orden
político— deben ser acordadas por organismos generados por medio del
sufragio universal.
El señor Ovalle expresa que da esta respuesta para los efectos de aclarar
que el trabajo de la Comisión no adolece de ligereza, y considera que, de no
haber estado definido el poder político en la forma anotada, la observación
del profesor Bruna, habría sido muy atinada, como todas las que él formuló
durante su acertada intervención. Por lo mismo, rinde homenaje a la
precaución y al buen espíritu que anima al Presidente de la Comisión
Constituyente.
El señor BRUNA lamenta discrepar del criterio del profesor Cuevas. Estima
que lo más enriquecedor, la garantía más eficaz de la vivencia de los
derechos humanos reconocidos por la Constitución, es otorgar
indiscriminadamente la mayor cantidad de recursos a los particulares que
vean amagados sus derechos por un abuso de autoridad o por
desconocimiento de aquéllos por parte de los demás individuos de la
colectividad, y al mismo tiempo, dotar a los tribunales de todos los
elementos necesarios para que puedan fallar en mejor forma y con la mayor
oportunidad los recursos que se planteen.
El señor OVALLE expresa que ambos profesores se han referido a la
necesidad de establecer requisitos de idoneidad para aspirar al cargo de
Presidente de la República, por lo que considera que sería muy ilustrativo
que, por vía referencial, indicaran, cuáles, en su concepto, podrían ser o
cuál es la línea que deberían seguir los requisitos de idoneidad que se
consignaran en la Carta Fundamental.
El señor CUEVAS expresó que en esta materia hay dos posibilidades para
escoger. Se puede, por ejemplo, tener como doctrina, como modelo, el caso
francés, en que hay una estructura de justicia administrativa distinta que se
va separando en los diferentes tribunales e instancias administrativas y en
cuya cúspide está el Consejo de Estado. Hay otro modelo en que la justicia
administrativa no es sino una especialidad de la justicia en general. En tal
sentido, ella queda sujeta a la supervigilancia del órgano o tribunal superior
que existe.
Agregó, más adelante, que deseaba hacer una reflexión acerca del requisito
de idoneidad que se le debe exigir a quien ejerza el cargo de Presidente de
la República, el que, a su juicio, es de ineludible importancia considerar;
pero piensa que es una tarea que excede toda posibilidad de llevarlo al
plano de la preceptiva constitucional. El profesor Cuevas, prosiguió el señor
Evans, mencionaba, por ejemplo, que el candidato a Presidente de la
República debía tener un título profesional o técnico, exigencia que nadie
podrá encontrar disparatada. Igualmente, añadió, el profesor Bruna
postulaba que el Jefe del Estado no fuera un profesional de la inutilidad;
pero, ambas ideas, en concepto del señor Evans, se transforman en algo
absolutamente imposible de institucionalizar.
En seguida, el señor Evans destacó que el profesor Cuevas señaló, con toda
razón, que en el proceso de generación de la norma legal había que
distinguir la etapa de la decisión legislativa —que debe ser de carácter
político y adoptada por los parlamentarios— de la etapa de elaboración de la
norma jurídica, la que canaliza a través de tres afluentes: los
parlamentarios, los personeros del Estado o los organismos paraestatales —
definidos como macro Estado— y los representantes de los gremios,
colegios profesionales, sindicatos, etc.; esto es, los grupos de presión que
tienen interés en la legislación.
La inquietud podría estar, agregó, en que dichos asesores técnicos, sin ser
representantes populares, voten y resuelvan en circunstancias de que no
han sido elegidos en sufragio universal. Pero ellos, a juicio del señor
Cuevas, representan el aporte insustituible de la estructura administrativa
del Estado que conduce el Presidente de la República y que, en la
elaboración de la norma jurídica, se pretende que sea eficiente. Muchas
leyes, agregó, han resultado inoperantes o inaplicables por no haberse
consultado los aspectos técnicos indispensables para ponerlas en ejecución.
Han prevalecido en dichas leyes consideraciones políticas y han sido
desoídos los aspectos técnicos indispensables para que la norma sea
operante y tenga las condiciones de eficacia que la hacen, como dijo,
asumir la majestad de la ley. Si una ley ordena poner a disposición de un
determinado organismo determinados recursos, ella no se podría aplicar si
los recursos no existen; siendo, en este caso, organismos técnicos del
Estado los cuales disponen de antecedentes técnicos para demostrar que es
posible tal destinación. Al no tener dichos organismos ninguna participación
en la elaboración de la ley, ella —aunque sea obligatoria— será un
instrumento inaplicable.
Estima el señor Ovalle que los propósitos que persigue el profesor Cuevas
se pueden cumplir sin necesidad de adscribir al proceso legislativo mismo,
con facultad decisoria, a los representantes del Poder Ejecutivo. A su juicio,
basta que el Poder Legislativo cuente con la asesoría técnica necesaria que
aporte el Ejecutivo y que los parlamentarios observen su propia
responsabilidad para que el objetivo que persigue el profesor Cuevas, de
darle eficacia a la norma legal y permitir que sus disposiciones respondan a
los propósitos políticos deseados, se cumpla en forma satisfactoria.
El señor EVANS concluye en que los planteamientos del señor Cuevas son
muy interesantes y que, sin duda, serán objeto de estudio por esta
Comisión.
En seguida, señaló que a juicio del señor Bruna, las ideas inspiradoras del
texto constitucional, los valores jurídicos-filosóficos que informarán la nueva
institucionalidad, deberían tener, tanto para la aplicación o interpretación
posterior del texto, un desarrollo más exhaustivo que el simple enunciado,
debiendo, incluso, definir esos conceptos. Consulta el señor Evans la opinión
del profesor Bruna, acerca de la ubicación que debería darse a esas
definiciones: si en el preámbulo o parte general o declarativa de la Carta o
en la parte dogmática o preceptiva de la Constitución.
El señor LORCA felicita a los señores Bruna y Cuevas por las magníficas
exposiciones que han hecho y sobre todo por las extraordinarias fórmulas
que han insinuado, las que han permitido enriquecer los debates de la
Comisión.
En seguida, expresa que desea plantear una inquietud relacionada con los
partidos políticos. Pregunta ¿cuál es la relación que debe existir entre el
sistema electoral que, en líneas generales, se deberá definir en la
Constitución y la formación de las corrientes de opinión? ¿Estiman los
señores profesores que el régimen electoral que se puede establecer en la
Constitución tendrá una real influencia en la formación de estas corrientes
de opinión y, por cierto, en los partidos políticos? Si es así ¿el sistema
proporcional consagrado en la Carta vigente interpreta realmente el
procedimiento desarrollado en el Memorándum elaborado por la Comisión,
en el sentido de que es un sistema que representa a la mayoría de Chile?
Al mismo tiempo, les hace presente que las actas de la Comisión están a
disposición de los profesores de Derecho Constitucional, en virtud de un
acuerdo adoptado con anterioridad.
— Así se acuerda.
— Se levanta la sesión.
Lectura de la Cuenta
CUENTA
“CONSIDERACIONES PREVIAS
1) un retorno a lo antiguo;
22.— Si la realidad del mundo en que vivimos y del país en que estamos
exigen cambios, ellos tendrán que ser cambios hacia adelante y no hacia
atrás, es decir, cambios que fortalezcan la fisonomía histórica de Chile en su
entrañable sentir jurídico, y que tiendan a solucionar pronta y
cumplidamente sus aspiraciones de bien público, sin insistir más en aquellos
elementos que por su persistencia condujeron precisamente a la encrucijada
rota el 11 de Septiembre último. Incluso es tiempo de repensar a Chile
respecto a su estructuración constitucional, sobre las funciones de los
órganos de poder, sobre la generación de los mismos, sobre su composición
y alteración, sobre su responsabilidad y sobre su funcionalidad.
24.— Frente a estos hechos —que son reales— caben posiciones diversas:
Una posición doctrinal pura podría elegir lo primero o lo segundo, pero una
posición realista optaría decididamente por lo tercero, en el bien entendido
de que esta opción es firmemente de prudencia política, porque en la vida
de los pueblos las teorías se comprueban con la práctica, y si la teoría ha
demostrado ser ineficaz, habrá que extraer de la práctica nueva la teoría
subyacente y comprobar si ella responde o no a algún fundamento ético-
social. En el caso chileno es evidente que, dadas las circunstancias
nacionales e internacionales aludidas, existe dicho fundamento. Por tanto, si
el fundamento existe y puede enriquecérsele, correspondería a un proyecto
constitucional estudiar detenida y hondamente su contenido. Los fenómenos
sociales y políticos de los últimos años han sido sobremanera importantes y
trascendentes como para soslayarlos. Por lo demás, nunca puede soslayarse
la realidad, y ella, tarde o temprano, aparece y destruye los textos mal
formulados o deficientemente fundamentados.
25. — Esto nos conduce a una conclusión preliminar: ningún texto puede
formularse ahora como definitivo. Ningún proyecto puede redactarse como
experiencia acabada. Al contrario, ésta se halla en vías de desarrollo y sus
proyecciones son aún inéditas, incluso para quienes las viven. No hay
caminos trazados hacia el porvenir. Sentarse a redactar una Constitución
definitiva es escribir sobre la arena. A lo más, conviene formular algunos
aspectos esenciales, algunas consideraciones básicas, y, como trabajo
científico, sentar vías opcionales, diversas posibilidades por vivir
colectivamente, soluciones varias y posibles al quehacer público de una
nación, esto es, un trabajo en profundidad y en comparación con lo hecho
por otros países, para impedir que produzca una Constitución puramente
“nominal”, como las denomina Karl Loewenstein.
26.— Cuanto venimos exponiendo bastará para expresar nuestra
disconformidad con el texto presentado a la Junta en Noviembre de 1973.
37.— Respecto al N° 9 sólo un “parti pri” cerrado por los Plebiscitos puede
estipular que los conflictos de Poderes con carácter político tengan que
resolverse por vía plebiscitaria. Si se ha hablado tanto de la excesiva
actividad en las urnas, buscar esta única solución para los conflictos
políticos es no recordar que una Constitución escrita o no escrita puede
resolver en varias formas tal diferendo; las dificultades políticas de grandes
países, como Inglaterra, como EE.UU., como Alemania, no requieren de
plebiscitos. En algunos casos, hay nuevas elecciones al disolver el
Parlamento; en otras, de primacía acordada a un Poder sobre el otro. En
una palabra, pueden existir órganos o fórmulas moderadores fuera de la vía
política del sufragio plebiscitario.
38.— Sobre el N° 10, relativo al Poder Judicial, nada hay que añadir, puesto
que se trata de una síntesis de lo que hoy existe y de lo que ha demostrado
ser útil y correcto. Esto lleva a la consideración, ya señalada, de que lo que
en la vida nacional ha servido (y el Poder Judicial lo ha demostrado
siempre), no debe alterarse, Faltaría, eso sí, establecer a la Corte Suprema
como Tribunal Constitucional, y crear los Tribunales Administrativos como
una rama del Poder Judicial, bajo la dependencia de la mencionada Corte
Suprema; pero esto último sería materia de ley.
Dígase igual sobre las bases para un desarrollo económico, materia propia
de ley antes que de Constitución.
Al mismo tiempo, habría que analizar con espíritu amplio las experiencias
modernas de otros países en lo constitucional (Australia, Canadá, Brasil,
India, Portugal, por citar solo algunos), y así obtener un acervo de
soluciones, las cuales podrían tener analogía en Chile. Es decir, no cerrarse
a lo bueno de afuera so pretexto de ser solamente criollos, ni caer tampoco
en el vicio opuesto.
47. — 4) La existencia de las FF. AA. y del Poder Judicial ha demostrado ser
fundamental para la subsistencia del Derecho en Chile. Ambas representan
lo más permanente del Estado. Su estructura piramidal, la formación técnica
especializada de sus componentes, su apolitización partidista, las configura
como organismos “aristocráticos”, entendido el término en el perfecto
sentido Platónico, esto es, selección de mejores.
La selectividad del Poder Judicial o de las FF. AA., su ascenso por méritos,
su responsabilidad y su independencia, les permiten funcionar con acabada
corrección, y, de hecho, en el transcurso de una existencia más que
centenaria de ambos, los casos de defecciones han sido mínimos en
comparación con los otros Poderes del Estado, fallas que por lo demás no lo
son sólo de las instituciones como de los hombres llegados a ellas. En la
formación del Juez o del Militar es donde debe encontrarse, unido a una
estructura que proviene de Roma Imperial, la razón de su estabilidad y de
su valía. Deberá darse a las FF. AA. un rol de gran aliento en la nueva
Constitución, si el texto nuevo recoge las actuales experiencias y las codifica
en forma que las FF. AA. sean lo que en verdad son: un Poder del Estado,
posiblemente moderador, lógicamente defensor, en todo caso controlador.
51. — A modo de corolario de tan largo informe, habrá que decir que, dada
la evolución rapidísima del mundo a partir de la Segunda Guerra Mundial, es
posible y es preciso utilizar una mentalidad nueva para Chile. También para
su Carta Fundamental. Esa mentalidad ha de reflejar los cambios internos y
externos, las experiencias pasadas y las posibilidades reales de desarrollo
jurídico. Una Constitución tiene que ser un instrumento útil de Gobierno, un
conjunto de reglas prácticas de convivencia ciudadana. La filosofía de la
acción pública se expresa, precisamente, en la acción, y se recoge, en su
vertiente jurídica, en la Constitución. Pero no es indispensable que sea
escrita, ni tiene por qué abarcarlo todo.
ENRIQUE PASCAL
Esto se podía hacer de dos maneras: o con una simple declaración que así
lo estableciera o madurando un estudio tendiente a demostrar la voluntad
que existía de redactar una Constitución que contemplara, realmente, estos
puntos de vista dentro del ordenamiento constitucional.
Por otra parte, continúa el señor Guzmán, no se puede prescindir del hecho
de que uno de los primeros actos de la Junta de Gobierno fue el
nombramiento de esta Comisión. De modo que había que, de alguna
manera, materializar esa definición de la Junta en algo que, tanto en el
ambiente nacional como en el internacional, reflejara ese espíritu y esa
voluntad. Se hizo en los términos más generales posibles, sin incluir,
necesariamente, muchas de las interrogantes que el padre Pascal ha
planteado.
Respecto del poder social, manifiesta que discrepa con lo argumentado por
el señor Guzmán, pero, estima que no es éste el momento para discutir
dicha materia. Sin embargo, piensa que un hecho de la vida orgánica real
de la sociedad, no puede abordarse matemáticamente hablando de la “suma
de”. A su juicio, no es cuestión de suma; se trata de algo distinto.
Sin embargo, expresa que le asiste una duda. ¿Cree el profesor Pascal
compatible un régimen parlamentario, organizado y eficaz, sin partidos
políticos robustecidos en su acción política? Y, del mismo modo, ¿cree
posible el desarrollo de ese régimen parlamentario excluyendo a los partidos
políticos de la acción y capacidad que tradicionalmente han tenido en estos
sistemas?
Estima que el sufragio universal no constituye una verdad en sí, sino que es
la fórmula para la toma de decisiones políticas y de Gobierno, las que
deben, a su juicio, ser informadas por la experiencia, por la técnica y por los
especialistas.
Estima que cambiar los hábitos políticos de los chilenos es una tarea lenta,
y, en aquéllos, residen los defectos y las virtudes de nuestro pueblo, por lo
que hay que proceder cuidadosamente en los afanes del cambio. Nada más
pernicioso sería el que, en aras de eliminar los defectos, se eliminarán,
también, las virtudes. Como ejemplo, cita el caso de la excesiva politización
del país, lo que a la vez de constituir un defecto, es, asimismo, una virtud,
porque refleja el interés de los ciudadanos en los asuntos públicos, que tan
buenos resultados diera en la derrota del marxismo.
Por otra parte, junto con rendir un homenaje a esta contribución, desea
expresar que ella servirá a la Comisión para una honda meditación por la
riqueza de su contenido y prestará grandes servicios que serán la base para
futuros estudios.
Afirma que más que entender al señor Pascal, comparte las dudas que él
formula, en razón de haber vivido una experiencia similar. La realidad
actual, continúa, debe conducir a una meditación muy profunda en la
necesidad de tomar medidas de precaución para el evento de que los
esquemas tradicionales de convivencia social puedan cambiar. Recuerda
que ha tenido la oportunidad de visitar los Estados Unidos de América en
ocasión reciente y presiente que la visión de las Fuerzas Armadas de ese
país puede ser, dentro de poco tiempo, muy similar a la de nuestra Junta de
Gobierno.
De la lectura del informe del profesor Pascal ha concluido que los hombres
son más sensibles que las mujeres a las críticas de sus posiciones, pero,
estima no haber entendido las formulaciones del señor Pascal como una
crítica al trabajo realizado por la Comisión, sino más bien, como un llamado
de atención a fin de que se revisen cuidadosamente los conceptos que
informarán su tarea de elaborar un nuevo texto constitucional, ya que
existen numerosas posibilidades y alternativas que deben ser agotadas
antes de tomar una determinación.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPÚBLICA DE CHILE
6. — ANEXO DE DOCUMENTOS:
CUENTA
—Se acuerda aceptar la proposición formulada por el señor Evans por ser de
evidente conveniencia para la Comisión.
Por otra parte, precisa que, si bien el Consejo Asesor del Alcalde y el
Consejo Regional de Desarrollo tendrán facultades asesoras, en la práctica,
estos organismos tendrán Importancia apreciable, puesto que el Intendente
Regional no podrá desoír la opinión de todos los sectores regionales que
ellos representan.
Por este motivo, hace presente que en esta sesión debe discutirse en
particular dicha iniciativa, la que, a su juicio, implica una reforma a la
Constitución, ya que se sustituirá la actual división política y administrativa
del país, consagrada en la Carta Fundamental, sea que ello se lleve a efecto
a través de un decreto-ley o de un acta constitucional.
La señora ROMO manifiesta que las observaciones del señor Silva confirman
las formuladas por los señores Guzmán y Díez, con los cuales concuerda, y
estima que la Comisión debería estudiar el proyecto, conjuntamente, con
CONARA y ODEPLAN, ya que es evidente que las posiciones de ambos
organismos no coinciden.
El señor GUZMÁN concuerda con el señor Aylwin en que se evitaría parte del
problema, al separarse aquello que será materia constitucional de lo que, en
definitiva, será simplemente legal, y como en el texto se incluyen muchos
aspectos de esta última naturaleza, si todo ello se reserva a la ley deberán
ser, entonces, ODEPLAN, CONARA y otros organismos —y en definitiva, la
propia Junta de Gobierno— quienes decidirán sobre tales aspectos legales, y
no le incumbirá a la Comisión participar en dicha resolución.
En otra parte, añade que, entrando al fondo del problema, pareciera existir
acuerdo en el sentido de que el acta institucional que se dicte al respecto,
no debe concebirse como una reforma del artículo 88 y siguientes de la
Constitución, sino como un acta constitucional que modifique estos mismos
capítulos, pero separadamente, con contenido propio, dictándose, con
posterioridad, un decreto-ley que la complemente. Agrega que, a su juicio,
éste sería el camino adecuado, no obstante que de todos modos, considera
conveniente realizar una reunión conjunta, que permita intercambiar
antecedentes y practicar algo semejante a una discusión particular, no
sobre el articulado mismo, sino que de manera más profunda, acerca de la
forma y las bases sobre las cuales se ha proyectado la regionalización.
El señor LORCA concuerda plenamente con tal sugerencia toda vez que
había formulado un planteamiento similar al comienzo de la sesión.
—Se aprueba la primera proposición del señor Ovalle, con el voto en contra
del señor Silva Bascuñán.
Por otra parte, considera que en las actas constitucionales, sobre las cuales
no se consultará, necesariamente, a la Comisión, podrán incorporarse
disposiciones que no son propias de la Constitución, como ocurriría, por
ejemplo, si no se hubiera consultado a la Comisión sobre el proyecto de
regionalización, con lo que, naturalmente, desaparece la utilidad de la
sugerencia propuesta.
Le parece que luego de oír las opiniones de los profesores y expertos acerca
de las metas o finalidades que la Comisión se ha propuesto, deberá iniciarse
el estudio de la Constitución, por artículos o por instituciones, y al término
de este estudio, se emitirá un informe que, si la realidad, la coordinación o
la técnica legislativa aconsejan modificarlo, se procederá a enmendarlo a
través de un segundo informe, pero considera que la Comisión no puede
incurrir en el riesgo de que, por una situación política imprevista o por
decisión de la Junta de Gobierno, se le requiera, en un momento dado, un
proyecto de Carta Fundamental para que el país lo discuta y se pronuncie
sobre él a través de un plebiscito, que a su vez, hará indispensable disponer
de normas constitucionales sobre inscripciones electorales, que entrarán en
vigencia, previamente, mediante la dictación de un acta institucional.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
OBJ.: Remite 15 ejemplares del Anteproyecto Decreto-Ley que modifica
Caps. VIII y IX de la C.P.E.
Saluda a US.,
General de Brigada
Presidente de CONARA
SESIÓN 28ª, (ANEXO DE DOCUMENTOS)
CAPÍTULO VIII
1°- Regiones
Artículo 88. — Para los efectos gubernamentales y administrativos el
territorio de la República se dividirá en regiones.
La ley, para fijar las regiones, deberá considerar que cada una de ellas
constituye una colectividad territorial debidamente organizada en la cual se
dé una dimensión geográfica a todos los aspectos propios de una política de
desarrollo económico, social y de Seguridad Nacional.
Artículo 95. — Cada región tendrá una ciudad capital, la que será
determinada por la ley. En ella funcionarán la Intendencia Regional, las
Direcciones Regionales- Sectoriales y las Jefaturas Regionales de los
Servicios Públicos, salvo los casos de excepción que se determinen por
decreto supremo fundado.
Artículo 96. — La ley facilitará los instrumentos adecuados para que las
regiones tengan una participación efectiva en la asignación de los recursos
públicos y para dotarlas de facultades suficientes para su administración
financiera.
2°— Departamentos
3°- Comunas
Cuenta
CUENTA
Reitera que, por las razones que manifestó en la sesión anterior, para que el
proceso de regionalización se cumpla, tal como se proyecta, no es necesaria
la reforma de la Carta Fundamental. A su juicio, la Comisión está en
presencia de un anteproyecto de desconcentración administrativa y no de
descentralización, que es perfectamente posible llevarlo a cabo en la forma
paulatina como lo proyecta el Gobierno, sin necesidad de modificar la
Constitución Política del Estado.
Advierte que una vez finalizado el debate solicitará a los miembros de la
Comisión se informe al Gobierno de su opinión de minoría, porque le parece
importante que la tenga presente, por lo menos como hecho circunstancial.
—Así se acuerda.
CAPÍTULO VIII
1°. — Regiones:”
A indicación del señor Silva Bascuñán se acuerda sustituir la frase “la que
deberá contar necesariamente con la iniciativa del” por la siguiente: “cuya
iniciativa corresponderá al”.
Manifiesta que sugirió la modificación porque todos los decretos leyes que
se han dictado hasta el momento, al referirse al detentador del Poder
Ejecutivo o “Jefe de Estado” aluden a la “Junta de Gobierno”, de modo que
si, en algún instante, ella deja de existir como tal y se hace radicar al titular
del Gobierno en otra autoridad unipersonal, tendrá que dictarse una norma
que disponga que en los decretos leyes de cualquier naturaleza que sean,
en que aparezca la mención a la “Junta de Gobierno” deberá entenderse
referida a esa nueva autoridad ejecutiva.
La ley, para fijar las regiones, deberá considerar que cada una de ellas
constituya una colectividad territorial debidamente organizada en la cual se
dé una dimensión geográfica a todos los aspectos propios de una política de
desarrollo económico, social y de Seguridad Nacional”.
—Acordado.
Sin embargo, agregó, existe otra alternativa, que también es viable, y que
se ha propuesto por otros organismos. Ella consiste en que al Intendente
Regional se le denomine Gobernador Regional y que el departamental, pase
a llamarse Intendente Departamental, fórmula que tiene la ventaja
sicológica, para los futuros departamentos, de que su autoridad —
Intendente Departamental— tendría un status de nombre más
representativo.
Por otra parte, señaló, hay quienes sostienen que la autoridad de la Región
podría denominarse Gobernador General, terminología que otorga un
carácter más distintivo en el aspecto administrativo y de gobierno interior, a
esta nueva estructura que se piensa darle al país.
El señor SILVA BASCUÑÁN comparte la idea del señor Evans que designa
“Superintendente” a la autoridad regional porque la misma palabra está
indicando que se trata de un cargo que está por sobre el Intendente. De
esta manera se mantienen, además, las denominaciones de Intendente y de
Gobernador. La graduación jerárquica sería en consecuencia
Superintendente, Intendente y Gobernador.
—Así se acuerda.
Expresa que se debe tener presente con claridad total y absoluta que los
hombres de negocios, de finanzas, los industriales y empresarios no
analizan las cosas desde el punto de vista jurídico. Ellos son mucho más
pragmáticos, y donde puede existir eventualmente un peligro, no realizan,
por ningún motivo, una inversión. Entonces, consagrar en la Constitución
una norma que pueda involucrar un peligro, aunque sea eventual, cuando
los destinos del país estén en otras manos, podría perjudicar los futuros
planes económicos, los que en este momento son muy claros y
desarrollados con mucho éxito por la Junta de Gobierno.
Por eso, solicita que este punto, que tiene mucha trascendencia, se deje
pendiente hasta que sea consultado con el sector económico y se hagan las
averiguaciones correspondientes. Son las leyes, agregó la señora Romo, las
que deben reglar las actividades económicas particulares; y siendo el
Intendente la autoridad regional, naturalmente él tendrá que resolver los
problemas que afronte la industria privada, así como es el Presidente de la
República quien autoriza o no la instalación de una actividad económica.
Por lo tanto, cree que no existe inconveniente para expresar que es facultad
del Intendente Regional “formular y llevar a cabo las políticas y planes de
desarrollo regional de los organismos del Estado, aprobar un presupuesto
regional y establecer prioridades”, empleando la expresión “organismos del
Estado” en lugar del término “sector público”.
El señor SILVA BASCUÑÁN formula indicación para suprimir de esta
disposición las letras a), b) y d) que se refieren a las potestades de mando,
reglamentaria y ejecutiva, y la de aplicar sanciones, respectivamente, ya
que ellas están implícitas dentro del enunciado general de las atribuciones
del Intendente.
Además, formula indicación para suprimir la primera oración del inciso final
del artículo 91 en debate que dispone que la ley contemplará los
mecanismos pertinentes para dotar a los Intendentes de la instrumentación
administrativa adecuada para el ejercicio pleno de sus funciones, ya que es
una consecuencia obvia que no tiene por qué estar inserta en la
Constitución.
El Coronel señor BARRIENTOS expresa que todo depende del aspecto formal
o material que tendrá la nueva Constitución: si su texto será desarrollado o
fragmentario. Si fuere esto último, la regionalización podría estatuirse en
dos o tres artículos que establecieran lo que es la región y su mando,
entregando a la ley la facultad o la posibilidad de extenderse sobre la
materia.
—Así se acuerda.
—Así se acuerda.
Por eso, dada la realidad que existe actualmente en Chile, la mejor fórmula,
a juicio del señor Guzmán, sería mantener la facultad del Intendente
respecto de los organismos del Estado y agregar la facultad de conocer y
coordinar los planes del sector privado, con lo cual se determina la forma
cómo se llevará a cabo nuestro desarrollo económico.
En tal situación, propone consultar la opinión que les merece esta norma a
diversas organizaciones del sector privado y darla a conocer en la próxima
sesión.
—Así se acuerda.
El señor OVALLE expresa que está en el espíritu de todos los integrantes de
la Comisión estimular la actividad del sector privado.
Pide al señor Coronel que sea portador del saludo de la Comisión al General
Canessa, y le exprese el deseo de sus miembros de tenerlo muy pronto en
el seno de la misma.
Expresa que está pendiente el artículo 91, cuya redacción, en los términos
en que había sido acordada en principio por la Comisión, sería la siguiente:
“Artículo 5°— Al Intendente Regional le corresponderá formular y llevar a
cabo las políticas y planes de desarrollo regional de los organismos del
Estado, aprobar el presupuesto regional y establecer prioridades en los
programas y proyectos específicos en la forma que determinen las leyes. Le
corresponderá, asimismo, la superior tuición de los servicios dependientes
de la Administración Civil del Estado existentes en la región y velar por la
debida coordinación de los mismos.
El señor OVALLE, ante una observación del señor Aylwin, formula indicación
para dejar constancia en Acta que la aprobación de esta disposición se hace
en el entendido de que las oficinas regionales de la Contraloría General de la
República quedan fuera de las atribuciones que se le otorgan al Intendente.
—Acordado.
Estima que se debe distinguir entre el período que vive actualmente el país,
cuya duración es indeterminada, en el cual existe un control suficiente de
parte de la autoridad, y un régimen de naturaleza civil o de generación
popular, porque en éste el factor de descentralización de poder adquiere
una enorme importancia.
El Consejo Regional de Desarrollo tiene que ser, a juicio del señor Guzmán,
un organismo interlocutor sin que pueda transformarse en un eco de la
misma autoridad estatal. Para lograr tal objetivo, agregó, la Constitución
debe disponer que la ley determinará en qué materias este Consejo tendrá
atribuciones codecisorias.
El Mayor señor GONZÁLEZ expresa que otra de las finalidades que persigue
la regionalización, además del desarrollo, es la participación de la
comunidad organizada; razón por la cual, en la redacción del artículo
propuesto por CONARA, se incluye expresamente a los “sectores público,
privado y laboral”, en el sentido de hacer imperativa la representación de
las principales organizaciones de la comunidad, porque en caso contrario,
no se cumplirá tal propósito. Algunos delegados de diversas regiones han
sostenido que en las actividades del sector público como del privado no se
estaría considerando a las organizaciones gremiales. Sugiere, a fin de evitar
de que la organización regional excluya a alguno de los cuatro factores
fundamentales a que se refirió, redactar la disposición estableciendo que el
Consejo estará integrado “...por representantes de las principales
actividades, organismos e institucionales de los sectores público y privado
del área territorial correspondiente”.
Ante una consulta del señor GARCÍA VIDAL en el sentido de que si, con
motivo de la integración de los Consejos Regionales que considera por
derecho propio incorporados a los gobernadores de los respectivos
departamentos, se podría estimar que algunos sectores— especialmente de
carácter privado— pudieran quedar en minoría en atención a que existen
regiones con un elevado número de gobernadores, el Mayor señor
GONZÁLEZ aclaró que las regiones serán reestructuradas en micro regiones
y, en algunos casos, coincidirán con las actuales provincias por lo que,
prácticamente, no habrá nunca más de cuatro o cinco departamentos por
región.
La señora ROMO destaca que será la ley que dictará la propia Junta, la que
determinará cuáles serán las atribuciones del Consejo Regional. De manera
que la Constitución, al preocuparse de darle una organización determinada
con participación mayoritaria del sector privado, no está otorgándole al
Consejo facultades decisorias sobre tales o cuales materias, porque ello
correspondería a la ley determinar. En cambio, organizar al Consejo
Regional entregándole una representación mayoritaria del sector privado,
significa que el constituyente desea que realmente haya participación, de
que se pretende regionalizar y descentralizar al país y no sólo emprender un
proceso de desconcentración administrativa. Según las necesidades y
circunstancias del momento, incluso, de cada región, la Junta determinará si
los Consejos pueden decidir en determinada materia o no pueden decidir en
ninguna; pero desde ya se crea un organismo adecuado que, cuando las
circunstancias sean favorables, podría comenzar a operar
satisfactoriamente.
Con respecto al alcance del Mayor señor González, en el sentido de que por
un lado existiría oposición para que el Intendente pueda conocer los planes
del sector privado, y que por otro, se solicite participación mayoritaria de
este sector en el Consejo Regional, le parece que las filosofías de las dos
posiciones son totalmente distintas.
Cree que lo anterior tiene trascendencia, porque no hay que olvidar que el
Estado está constituido por todos los habitantes, de manera que no es un
ente aparte de la ciudadanía, sino que, de alguna manera, es el elemento
que la Nación se ha dado para regirse, en el cual todos sus habitantes están
presentes.
Es importante, agregó el señor Ovalle, que el sector privado, tal como decía
el señor Guzmán, tenga voz dentro de los organismos regionales, aunque
jamás pueda imponer su idea. Sin embargo, el señor Ovalle se siente
satisfecho con que las instituciones privadas tengan una voz independiente
y clara, que por la fuerza de sus argumentos pueda realmente hacerse
escuchar; pero no cree que, como padrón fijo para todas las provincias, la
Constitución tenga que establecer un porcentaje determinado. Eso depende
de cada región, del desarrollo de las instituciones privadas dentro de ellas y,
por último, de la política del legislador que en su oportunidad quiera
desarrollar. La conducción política del país, agregó, no le corresponde al
constituyente sino al legislador; aquél sólo fija los aspectos fundamentales
de la estructura dentro de la cual éste enmarcará su acción.
El Mayor señor GONZÁLEZ expresa que en este aspecto existen una serie de
mecanismos, instrumentos y organismos que se crearán por ley y no por la
Constitución, que permitirán hacer efectiva la participación a la cual se han
referido los señores miembros de la Comisión. Por ejemplo, agrega, se han
concebido los Comités Sectoriales, formados por Comisiones que se
organizan con representación de los sectores privado, público y laboral, en
las cuales se discutirán y analizarán, con sentido técnico, todos los
proyectos específicos de planificación. Si el día de mañana una provincia de
una determinada región desea desarrollar la pesca, tendrá que formarse
una Comisión con representantes del sector pesquero estatal, laboral y
privado, para que en conjunto, discutan y analicen el proyecto desde todos
los ángulos. De allí pasa a la Oficina Técnica y luego al Consejo Regional de
Desarrollo, para que se apruebe, modifique o rechace. Finalmente al
Intendente Regional le corresponderá sancionarlo. Así concebida la
tramitación, lógicamente que el proceso obedece a un mecanismo que no es
materia constitucional, porque, en el fondo, ya se ha asegurado la
participación que se desea. Concluye el Mayor, señor González que estima
prematuro avanzar en esta materia.
Así también, piensa que los Consejos de Desarrollo Comunal deben estar
integrados mayoritariamente por representantes de las actividades de la
comunidad organizada. De otra manera, se trataría simplemente de
organismos de funcionarios ejecutivos que bien puede citarlos el Intendente
Regional o el Alcalde, cuando quiera y para resolver lo que quiera. Es de la
esencia de estos organismos, agregó, si se pretende dar representación a la
comunidad, que esa representación sea mayoritaria. Si no, no tiene objeto
alguno que la comunidad organizada tenga participación en estos
organismos.
Cree, sin embargo, que las disposiciones de este inciso están enteramente
de más, porque están comprendidas por entero en la norma del artículo
119, que contempla todos los regímenes legales de excepción y, en la cual
debe consignarse el que en estos momentos preocupa a la Comisión.
Estima, al igual que el señor Silva, que este inciso está concebido en
términos muy amplios, porque simplemente el titular del Poder Ejecutivo
califica la emergencia a su arbitrio. En cambio en el artículo 119 están
mejor individualizados los regímenes legales de excepción, y en la
oportunidad del caso se podría incluir éste. Se inclina, en consecuencia, por
la supresión de este inciso.
“Artículo 95. — Cada región tendrá una ciudad capital, la que será
determinada por la ley. En ella funcionarán la Intendencia Regional, las
Direcciones Regionales-Sectoriales y las Jefaturas Regionales de los
Servicios Públicos, salvo los casos de excepción que se determinen por
decreto supremo fundado”.
“Artículo 96°— La ley facilitará los instrumentos adecuados para que las
regiones tengan una participación efectiva en la asignación de los recursos
públicos y para dotarlas de facultades suficientes para su administración
financiera”.
En seguida, expresa que habría que redactar la parte que se refiere a sus
atribuciones en la siguiente forma:
—Se aprueba.
En discusión los artículos 101, 102 y 103 del proyecto de CONARA, los
cuales disponen:
El señor EVANS formula indicación para suprimir estos artículos, por tratar
materias que son propias de una ley sobre régimen interior del país.
—Así se acuerda.
El señor EVANS señala que, entonces, podría establecerse una norma, que
refundiera los artículos 102 y 103, del proyecto, disponiendo que: “La ley
podrá delegar funciones asignadas por esta Constitución a los Intendentes
Regionales y a los Intendentes Provinciales en autoridades subregionales
para fines de descentralización o de desarrollo”.
Por lo tanto, el artículo debe ser redactado en forma amplia, de tal manera
que abarque todas las situaciones que se puedan presentar en el futuro,
porque sería bastante delicado que en un corto tiempo se tuviera que
efectuar una nueva reforma constitucional, por no haber sido lo
necesariamente previsor en esta materia.
El señor OVALLE propone, a fin de que exista una delegación expresa por
parte de los Intendentes, que se disponga que ella deberá recaer sobre
ciertas facultades específicas de que goce dicha autoridad. Lo mismo
aconseja para el precepto relativo a los Intendentes Regionales.
—Aprobado.
e) porque en un proceso, por una parte, tan complejo y, por otra, tan
recomendable, es conveniente prevenir la frustración que pudiera derivar de
una aplicación que no esté suficientemente preparada, en tanto que el
Constituyente podrá, mas adelante, aprovechar los logros positivos que se
obtengan en un período previo, mantenido en la jerarquía del legislador.
En seguida, expresa que quedó pendiente la discusión del artículo 106 del
proyecto sustitutivo de CONARA cuyo inciso primero ya había sido aprobado
como artículo 15, el que dispone:
El señor EVANS expresa que concuerda con la fórmula que la Mesa propone,
ya que es la única manera de justificar constitucionalmente la existencia de
los municipios. Sin embargo, respecto de la letra a) le asalta una duda,
puesto que conforme a las disposiciones que se han aprobado
anteriormente, al Intendente Regional le corresponderá formular las
políticas y planes de desarrollo regional. En consecuencia, esos planes
afectarán también a las comunas.
El señor SUÁREZ desea aclarar las palabras del señor Aylwin a fin de que no
se entienda que la planificación se hace jerárquicamente por las diferentes
autoridades nacionales usando la fórmula piramidal. La planificación
obedece a un encuentro entre políticas nacionales en que deben estar
presentes las inquietudes locales, situación que es perfectamente
compatible.
Lo que sí, es posible, agregó, es que haya un equipo asesor a nivel comunal
para que prepare las líneas generales de las inquietudes de diversas
comunas a fin de formar la planificación regional.
Se aprueba.
—Se aprueba.
El Mayor señor GONZÁLEZ señala que la razón que tuvo CONARA para
redactar el inciso segundo de este artículo disponiendo que a las
municipalidades les corresponderá en forma privativa las atribuciones que
se indican, “según lo regule la ley”, tiende a llamar la atención sobre esta
facultad, porque dentro del marco constitucional resulta un tanto peligroso
decir que a las municipalidades les corresponde “aplicar privativamente las
normas de transporte y tránsito públicos exclusivamente a nivel comunal”.
El señor ORTÚZAR (Presidente) expresa que había reparado en esa
observación sobre todo en el caso de la provincia de Santiago. En realidad,
señala, el Gobierno Metropolitano tendrá atribuciones que le permitirán
coordinar todas las facultades de los municipios, para que el día de mañana
no se produzcan desinteligencias entre ellas o con ellas, dictando diferentes
normas de carácter general que eviten que surjan esas dificultades.
—Se aprueba.
El señor ORTÚZAR (Presidente) señala que no hay que olvidar que las
reformas de la Constitución se aplicarán en forma gradual, de manera que
no es forzoso que el día de mañana se disponga de todo ese personal para
poner en marcha los planes de desarrollo comunal.
Es preferible que la Constitución tenga un marco más amplio a que éste sea
estrecho y se concluya después con que las necesidades no fueron
previstas.
El señor GARCÍA pregunta ¿qué sucedería si una comuna decide tener las
condiciones para instalar una planta de acero, frente a la norma que la
autoriza “privativamente para elaborar y fiscalizar los planes de desarrollo”?
Tendrá que contar con recursos para elaborar los planes y para contratar
proyectos, con lo cual se produce la controversia con la planificación
nacional.
¿Qué pasa con la Dirección de Deportes y Recreación? Ante una norma que
disponga que “La municipalidad tiene privativamente a su cargo lo relativo
al esparcimiento”, dicho organismo concluirá en que no tiene razón de
existir. Y ello no ocurrirá al emplear un término que conceptualmente es
contradictorio pero cuyo único objetivo es restarle rigidez al término
“privativamente”. Conceptualmente, tiene razón el señor Guzmán; la
palabra contribuir está en contradicción con el vocablo “privativamente”,
pero para lo que se desea y busca es una buena solución.
El señor SILVA BASCUÑÁN declara que la idea del señor Guzmán es un poco
confusa, porque es obvio que tanto en el plano nacional como en el regional
y en el local, siempre corresponde a la autoridad lograr el bien común
general, el bien de todos, pero eso de ninguna manera supedita a los bienes
o actividades particulares de cada grupo o de cada cuerpo intermedio o
comunidad básica dentro del total. De manera que lo dicho por el señor
Guzmán es tan obvio que es de la esencia de lo que se está disponiendo.
Siempre se dispone para el bien común, que en este caso es comunal; pero,
lógicamente, quedan a salvo los bienes particulares de los distintos grupos.
—Se aprueba el artículo 107, con la enmienda propuesta por el señor Silva
Bascuñán.
En seguida, se discute el artículo 108 del proyecto de CONARA que dice: “En
cada municipalidad habrá un Consejo de Desarrollo Comunal, el cual estará
integrado por el Alcalde, quien lo presidirá, por Jefes de Oficinas
Municipales, representantes de las Juntas de Vecinos, del Sector Laboral y
de los sectores productivos y otras organizaciones existentes a nivel
comunal que disponga la ley.
El señor GUZMÁN declara que las intervenciones del señor Aylwin han sido
muy ilustrativas a propósito del concepto de municipio. El señala, con razón,
de que debe tener representación en el municipio, no sólo el sector privado,
sino para ser más preciso, la comunidad organizada, que es la expresión
municipal y la que en definitiva constituye la municipalidad. Pero, al analizar
la disposición en detalle se verá que la municipalidad estará presidida por el
Alcalde, quien será nombrado por el titular del Poder Ejecutivo. Y si ese
Alcalde será quien tenga las facultades decisorias o resolutivas del Consejo,
los representantes de la comunidad organizada serán simples asesores. Tal
situación determina que la expresión y la encarnación de la municipalidad
estén radicadas en el Alcalde, y que, por lo tanto, aquella sea un organismo
que representa y encarna al Poder Ejecutivo y a la autoridad central, y no
un organismo de representación social o comunitaria.
En otro orden, señala que los municipios han sido concebidos o entendidos
siempre, en forma tradicional, como organismos de representación vecinal o
territorial; y los gremios, en su amplia acepción —ya sean de naturaleza
empresarial, laboral, estudiantil, educacional en general, profesional—como
organismos funcionales. Hace algunos años se crearon, como
representantes de la expresión territorial o vecinal las juntas de vecinos.
Pero ahora se pretende convertir al municipio en una mezcla de lo territorial
y de lo funcional. El señor Guzmán declara que no está en contra de esa
idea; simplemente, repara en el hecho, con el objeto de que se defina si en
realidad eso es lo que se pretende: que el municipio deje de ser una
expresión básicamente territorial y pase a ser una expresión mixta de lo
territorial con lo funcional.
Entonces, lo que en concepto del señor Presidente se debe cuidar, para que
la municipalidad sea una expresión auténtica de la comunidad organizada,
es que ese Consejo de Desarrollo Comunal esté integrado por
representantes de todas las actividades, organismos e instituciones más
importantes existentes en la comuna; y que tenga, incluso, facultades
decisorias en los casos que determine la ley. Porque de otra manera,
incuestionablemente, la municipalidad no será la expresión de la voz de la
comunidad organizada, sino tan sólo un agente directo de la autoridad
central. De modo que, en síntesis —al menos personalmente—, entiende la
municipalidad como un organismo, si se quiere, un poco sui géneris desde
el punto de vista de los principios tradicionales existentes en la materia;
que estará constituido, en parte, por un representante de la autoridad
central, pero junto a éste deberá estar presente la expresión de la
comunidad organizada. Y, obviamente, esa expresión debe tener facultades
decisorias en ciertos casos, para que no sea un organismo meramente
decorativo.
El señor SILVA BASCUÑÁN señala que en este momento, casi al final del
debate, el señor Guzmán plantea un problema sustancial, y aparentemente
lo resuelve de la misma manera como el profesor lo ha resuelto desde la
partida: este no es un proyecto de descentralización administrativa; puede
propender a eso, pero no lo es. Porque un proyecto de descentralización
administrativa parte de la base de que las comunidades orgánicas se
constituyan, a través de su representación y en razón de ella, en
organismos que sean determinantes de una voluntad que sea respetada por
los órganos jerárquicos. Y, al contrario, en el proyecto en debate, se está
haciendo algo que es perfectamente lógico desde el otro punto de vista: una
simple desconcentración y una preparación de una descentralizaci6n, sobre
la base del llamado de órganos puramente asesores o consultivos, en
alguna forma representativos de la comunidad.
Está consciente y tiene totalmente claro que, hacia adelante, cuando pase
esta situación de excepción, existirá la participación decisoria del Consejo
de Desarrollo Comunal. Ese es el sentido de la norma, y por consiguiente
está totalmente de acuerdo en que con el transcurso del tiempo tendrá que
producirse la participación codecisoria a que se ha hecho referencia en el
curso del debate.
El señor GUZMÁN expresa estar de acuerdo con los argumentos que se han
dado, aún cuando dentro de su proposición la situación de excepción a que
se alude podría ser salvada en tanto el decreto ley sustrajera,
precisamente, hasta por un plazo indeterminado las facultades que se le
conceden al Consejo de Desarrollo Comunal y se entregaran exclusivamente
al Alcalde. De manera que en su idea quedaría abierta esa posibilidad.
Reconoce que la redacción es más audaz, pero deja a la consideración y
criterio de la Comisión de Reforma Administrativa y a la Comisión de
Reforma Constitucional la reflexión de si acaso, desde el punto de vista de
la imagen que se pretende dar, no convendría esta mayor audacia. Porque,
en el terreno práctico, hay acuerdo en que la ley puede sustraer esas
atribuciones y entregarlas al Alcalde; de manera que el decreto ley podría
disponer perfectamente que por las causas calificadas que se han anotado
en los considerandos del mismo, durante un plazo determinado o
indeterminado esas facultades las ejercerá el Alcalde.
El Mayor señor GONZÁLEZ señala que la razón por la cual se había acordado
suprimir inicialmente este artículo, era por la imposibilidad de pretender que
en cada municipalidad hubiera una oficina de planificación y coordinación.
Entonces, tal vez, se podría definir el organismo y sus funciones en la
Constitución y dejar entregada a la ley el lugar de funcionamiento y su
participación.
El señor AYLWIN expresa que la idea del precepto es que haya una oficina
para varias municipalidades.
El señor ORTÚZAR (Presidente) dice que el artículo 110° que pasa a ser
19°, quedaría redactado de la siguiente manera:
—Aprobado.
El señor EVANS sugiere reemplazar las palabras “a fin de” por “para”.
“La ley facilitará los instrumentos adecuados para que las comunas tengan
una participación efectiva en la asignación de los recursos públicos y para
dotarlas de facultades suficientes para su administración financiera”.
Expresa que esta redacción habría que adecuarla con la disposición similar
aprobada como artículo 10. En consecuencia, diría: “La ley contemplará una
participación efectiva de las comunas en la asignación de los recursos
públicos y las dotará de facultades suficientes para su administración
financiera”.
A indicación del señor EVANS se acuerda que la sesión del martes próximo
se inicie sometiendo a la consideración de los miembros la redacción
definitiva de los artículos que ha acordado el comité de la propia Comisión,
para su ratificación o modificación.
El señor ORTÚZAR (Presidente) señala que el artículo 113 que pasaría a ser
20, quedaría aprobado en los siguientes términos:
Eso sí, advirtió el señor EVANS que como inciso segundo del artículo 115°
del proyecto de CONARA habría que agregar la siguiente frase: “En todo
caso, se consultará una autoridad superior metropolitana para Santiago".
El señor SUÁREZ estima conveniente dar una explicación sobre este punto.
En realidad, la generación del área metropolitana no es la simple suma de
municipios. Es decir, hay una serie de efectos e interrelaciones que
sobrepasan enormemente ese ámbito. Entonces, desde ese punto de vista,
la intención de CONARA fue precisamente crearlas explícitamente
separadas, porque dan origen a un fenómeno nuevo, a nivel mundial, que
se llama metropolitano. Se trata de una cosa nueva, en la cual es evidente
que la participación de la comuna tendrá que caber, pero, a lo mejor, será
restrictiva en algunos casos, diferenciada de la comuna rural, común y
corriente. En Santiago, explícitamente, el caso de la recolección de basuras
puede tener nivel comunal, pero la disposición final sobre la basura no cabe,
a lo mejor, a nivel de cada una de ellas, sino al de la autoridad.
El señor EVANS expresa su acuerdo con el señor Suárez, pero lo que desea
enfatizar es que, en ningún caso, puede el legislador crear autoridades
metropolitanas con prescindencia de las autoridades comunales. Vale decir,
un organismo paralelo que las absorba, que las transforme en entes
decorativos.
El señor SUÁREZ manifiesta que la frase del artículo 115° que dice que se
deberá observar “una adecuada participación de las autoridades
municipales” está inspirada en tal propósito.
Agrega que está plenamente de acuerdo con la solución tan atinada dada a
este asunto por el señor Evans, pero quiere dejar constancia para lo futuro
de que, cuando se proponga el texto definitivo de la Constitución, no se
podrá dejar entregada a la ley la determinación de las autoridades
gubernamentales, porque éstas son demasiado importantes. En este caso,
por tratarse de una situación relativamente transitoria y de
experimentación, le parece que es la solución más conveniente y
pragmática. Pero es conveniente dejar establecido lo anterior, como una
manera de expresar el espíritu de la Comisión al respecto.
El Mayor señor GONZÁLEZ observa que ha quedado fuera del artículo 21 del
proyecto de la Comisión una idea contenida en el artículo 115 de CONARA,
la que fue incluida con toda intención. En el capítulo relativo a las comunas,
agregó, se entregaron ciertas atribuciones privativas a las municipalidades.
Entonces, para evitar problemas de tipo constitucional, se dispone en el
artículo 115 que la ley al crear el área metropolitana tendrá que determinar
“una clara definición de competencia y coordinación con las autoridades
gubernamentales”.
El señor GUZMÁN en todo caso, pide que quede constancia en Acta de esta
interpretación, que aunque bastante clara, podría suscitar dificultades.
—Se aprueba el artículo 116°, como inciso segundo del artículo 21°, y se
acuerda dejar constancia en Acta de la interpretación solicitada por el señor
Guzmán.
—Así se acuerda.
En discusión el artículo 117°— “El titular del Poder Ejecutivo tendrá las
facultades necesarias de supervigilancia sobre las autoridades y los
organismos regionales, provinciales y comunales, a fin de velar por el
cumplimiento de las políticas y planes, programas, proyectos y medidas que
sean incompatibles con aquellos, sin perjuicio de disponer las sanciones que
procedan. Además de lo anterior, el Jefe del Estado dictará normas para
solucionar los conflictos de competencia que puedan suscitarse entre las
autoridades nacionales, regionales y locales”.
“El titular del Poder Ejecutivo tendrá facultades de supervigilancia sobre las
autoridades y organismos regionales, provinciales y comunales, y velará por
el cumplimiento de las políticas y planes de desarrollo nacional, pudiendo
revocar o suspender los planes, programas, proyectos y medidas que sean
incompatibles con aquellos”.
El señor EVANS señala que la supervigilancia del titular del Poder Ejecutivo
respecto de las autoridades, por lo menos comunales, las entiende sólo en
función del cumplimiento de las políticas y planes de desarrollo. Pero la
redacción que el Presidente propone le otorga primero supervigilancia y, a
continuación, agrega: “y velará”, con lo cual somete todas las actividades
de las municipalidades a la supervigilancia del Ejecutivo, con lo que la
autonomía desaparece. La frase debería continuar con la expresión “a fin
de”.
“El titular del Poder Ejecutivo tendrá facultades de supervigilancia sobre las
autoridades y organismos regionales, provinciales y comunales a fin de
velar por el cumplimiento de las políticas y planes de desarrollo nacional,
pudiendo revocar o suspender los planes, programas, proyectos y medidas
que sean incompatibles con aquellos”.
“El titular del Poder Ejecutivo tendrá facultades de supervigilancia sobre las
autoridades y organismos regionales, provinciales, comunales y
metropolitanos.
El señor GUZMÁN manifiesta una duda general sobre este artículo. Le
preocupa nuevamente el problema de imagen exterior que pueda proyectar
este precepto. Si después de establecer toda una organización de funciones,
atribuciones, etc., se dispone que el Jefe del Estado o el titular del Poder
Ejecutivo lisar y llanamente puede revocar o suspender cualquier plan,
programa o actividad, considera que esa norma se debe meditar algo más.
Por eso considera que la parte del artículo en debate tiene una presentación
bastante negativa en la forma como está redactada.
El señor AYLWIN señala que por tal motivo debe existir una última
instancia: El Presidente de la República, en conocimiento de un acuerdo que
está en contradicción absoluta con la planificación, sin que el Intendente lo
objetara, debe tener facultad para dejarlo sin efecto y revocarlo.
Es preciso tener presente, agregó, que habrá una real desconcentración del
Poder. O sea, se van a tomar una serie de decisiones muy importantes a
nivel regional. Y si ellas están en contradicción con el presupuesto nacional,
con los planes nacionales de desarrollo, se produciría la más grave
anarquía.
Por eso, le parece que, para salvar el problema de imagen, tal vez puede
establecerse que “el titular del Poder Ejecutivo tendrá las facultades de
supervigilancia que determine la ley”.
—Acordado.
El señor AYLWIN señala que esta materia es, por su esencia, de índole
constitucional y excepcionalmente de orden legal.
Por eso, propone que ojalá en esta misma Comisión se pudiera estudiar este
problema: la forma de dar solución a los conflictos de competencia. Es un
tema bastante delicado, tremendamente complejo y de solución nada fácil.
—Se aprueba como artículo nuevo, el precepto que faculta a la ley para
consagrar las normas destinadas a solucionar dichos conflictos, con el
agregado de las autoridades metropolitanas.
Ante una pregunta del señor Evans sobre si el Intendente Regional será a la
vez Intendente de la provincia en cuya sede está, los señores González y
Suárez responden negativamente.
El señor EVANS recuerda que existe una ley especial que faculta la
declaración de zona de catástrofe y que pone a determinada zona,
eventualmente, bajo jurisdicción militar; no siendo un problema de
seguridad nacional.
Los efectos que para los ciudadanos tenga todo régimen jurídico de
emergencia —Estado de Sitio, Estado de Asamblea, Ley da Facultades
Extraordinarias, zonas de emergencia, zonas de catástrofe— deben ser
medidos por el constituyente y por el legislador con extrema cautela,
porque siempre atentan contra bienes jurídicos de categoría importante. De
manera que, a su juicio, no es procedente llegar y establecer en un artículo
aislado una disposición de esta magnitud y trascendencia, sin estudio más
profundo. El señor Evans pregunta con absoluta franqueza ¿qué necesidad
tiene en este momento el Gobierno de una disposición de esta naturaleza?
cree que ninguna. De manera que se manifiesta otra vez, como ya lo hizo
con anterioridad, por razones de técnica constitucional, contrario a este
sistema, ahora por razones de imagen, de conveniencia y por la de carácter
jurídico que señaló. Hay que meditar mucho cuáles son los efectos que para
las personas y para las autoridades trae todo régimen jurídico de excepción,
finalizó diciendo el señor Evans.
Entonces, pensando que ésta es una ley que tendrá vigencia durante un
período de larga trayectoria, y suponiendo que en un futuro próximo
puedan haber autoridades civiles, incluso designadas por el mismo Gobierno
Militar, y paralelamente haya una autoridad militar, habrá que evitar hasta
donde sea posible todo tipo de roces entre autoridades que en el fondo
sirven una misma causa, que es la causa común del Gobierno.
ANEXO DE DOCUMENTOS
Por otra parte, considera necesario perfeccionar la redacción del párrafo que
dice: “Cuando el país, la región o parte de ella, se encuentre en estado de
sitio o en zona declarada en estado de emergencia o sujeto a cualquier otro
régimen legal de excepción, etcétera,” por cuanto pueden existir otros
regímenes constitucionales de excepción, tales como el estado de asamblea,
por ejemplo, y ambos, el régimen legal de excepción —zona de catástrofe—
y el régimen constitucional de excepción —estado de sitio, estado de
asamblea o facultades extraordinarias- son conocidos con la denominación
genérica de regímenes jurídicos de emergencia, razón por la cual prefiere
sustituir la expresión “régimen legal” por “régimen jurídico”, que incluye
cualquier estatuto excepcional que pudiera regir en una parte o en la
totalidad del territorio de la República.
El señor OVALLE disiente de la opinión del señor Silva, en atención a que tal
limitación podría crear problemas de acción en circunstancias críticas como
son, precisamente, las que determinan el establecimiento de regímenes
legales o constitucionales de excepción, pero en consideración a las
explicaciones dadas por el Mayor señor González acerca de la necesidad de
redactar esta norma en forma de evitar un enfrentamiento o una confusión
de atribuciones entre el Intendente y el respectivo jefe militar, estima que
dicho precepto, con algunas enmiendas de redacción, puede mantenerse,
aplicando a las autoridades de las Fuerzas Armadas o de Carabineros una
redacción semejante a la que contiene el artículo 5° del proyecto, referente
a las facultades del Intendente respecto de los servicios de la
Administración, que expresa: “Al Intendente le corresponderá, asimismo, la
superior dirección de los servicios dependientes de la administración civil del
Estado existentes en la región y velar por la debida coordinación de los
mismos”. Agrega que, según su opinión, estas son las facultades que se
pretende otorgar a las autoridades de las Fuerzas Armadas y de Carabineros
en los casos antes mencionados.
El señor SILVA coincide con la opinión del Mayor señor González en cuanto
los problemas surgen entre las autoridades militares y civiles, en un estado
de emergencia, en aspectos referentes al orden público, y sobre este punto
cita un ejemplo práctico, en el cual, ante una situación de emergencia, las
Fuerzas Armadas solicitan un inmueble con el fin de destinarlo a la
habitación de 500 personas, siendo objetada esta petición por los servicios
técnicos correspondientes por razones de seguridad o higiene, surgiendo,
entonces, la interrogante de si las Fuerzas Armadas podrían o no —
aduciendo necesidades urgentes e impostergables— adoptar la decisión
técnica responsable de instalar allí a las personas mencionadas, no obstante
las objeciones formuladas.
Señala que, por tales circunstancias, opina que las decisiones deberán
considerar la emergencia, pero no pueden importar la subordinación total de
la técnica humana a las Fuerzas Armadas, que, por bien intencionadas y
sabias que sean, no tienen la omnipotencia ni la omnisciencia suficientes
para asumir tan vastas y variadas responsabilidades. Agrega que, en
consecuencia, la subordinación debe estar relacionada con la emergencia y
con los motivos del estado excepcional, pero no puede transformarse en la
subordinación total de la plena responsabilidad puesto que las Fuerzas
Armadas no pueden asumirla más allá de las limitaciones humanas.
El señor EVANS estima que, para evitar dudas en la interpretación del texto,
podría establecerse, derechamente, que en los períodos de zona de
emergencia o de otro régimen jurídico de excepción, quedará suspendida la
autoridad del intendente regional y del intendente de la provincia.
La señora ROMO concuerda con la proposición del señor Evans, por cuanto
el otorgamiento a la autoridad militar de las atribuciones de, los Intendentes
hace suponer que a aquella le corresponderá asumir todas las facultades de
estos funcionarios y tendrá, en consecuencia, la superior dirección y
coordinación de los servicios públicos de la respectiva zona de emergencia.
El señor OVALLE expresa que la sugerencia del señor Evans es más amplia
que el texto del precepto en discusión, pues, a su juicio, al Intendente le
corresponde la superior dirección de la Administración Civil del Estado, y en
ese sentido, los funcionarios de los respectivos servicios están subordinados
a él, pero, en todo caso, dicha proposición le parece mejor por su mayor
amplitud y porque las facultades de los intendentes quedan delimitadas con
más precisión.
El señor AYLWIN desea dejar establecido con claridad que, en la especie, las
facultades que en los casos de emergencia serán ejercidas por la autoridad
militar, corresponden tanto a la de los Intendentes Regionales como a la de
los Intendentes Provinciales.
El señor EVANS acota que se encuentra vigente una ley que data del año
1965, por la que se faculta al Poder Ejecutivo para declarar zonas de
catástrofes en casos de terremotos, inundaciones, etc., en los cuales puede
designarse jefes de plaza a autoridades militares con atribuciones muy
superiores a las que ejercen, normalmente, las autoridades civiles, en razón
de la naturaleza de dicha emergencia. Agrega que, en el futuro, podría
surgir otra idea en torno, por ejemplo, de la Ley de Seguridad del Estado,
similar a una zona de emergencia conformándose, en esta forma, diversos
casos de regímenes jurídicos de emergencia de origen legal, puesto que no
están previstos en la Constitución.
Aclara que la modificación fue propuesta por el señor Evans con el exclusivo
objeto de evitar la interpretación de que la expresión “régimen legal”
excluye al régimen constitucional de excepción.
Agrega que, mientras el Gobierno sea ejercido por las Fuerzas Armadas y de
Carabineros, no se advierte ningún problema, pues, son ellos quienes
determinan si en un momento futuro —en el supuesto de que un Intendente
no sea militar— se desea o necesita que la autoridad militar declare zona de
emergencia, y en un eventual gobierno civil, ésta tendría plena facultad
para declarar zona de emergencia con el fin de producir estos efectos, pero,
en todo caso, debe quedar la posibilidad de que otros regímenes de
excepción no generen estos efectos, que son drásticos. Considera posible
crear o que, en el futuro, se configuren otros regímenes de excepción, con
efectos más intrascendentales, en determinados momentos, y como el
Gobierno, entonces, tiene la facultad de declarar zonas en estado de
emergencia, por su sola voluntad, a diferencia del estado de sitio, en que el
Congreso Nacional interviene de alguna manera dentro del sistema
tradicional, en su opinión, le parece suficiente.
Los señores AYLWIN y EVANS preguntan qué ocurriría con las facultades de
los Intendentes en el caso de estado de guerra.
El señor ORTÚZAR (Presidente) manifiesta que el estado de asamblea,
justamente, procede cuando una o más provincias son invadidas o
amenazadas de guerra.
El señor OVALLE sugiere una fórmula inversa, vale decir, que no se consigne
en el texto la frase “podrán quedar” sino “quedarán subordinados a la
autoridad de las Fuerzas Armadas”, de manera que si el Ejecutivo no desea
que el Intendente quede subordinado a la autoridad militar, debe
manifestarlo expresamente, y en caso contrario, dicho funcionario queda
subordinado.
Opina que la primera parte del artículo 26 quedaría sin mayores enmiendas,
y el texto, en consecuencia, redactado, más o menos, como sigue: “Cuando
el país, una región o parte de ella, se encuentre en estado de sitio, en
estado de asamblea o en zona declarada en estado de emergencia o sujeta
a cualquier otro régimen jurídico de excepción, el titular del Poder Ejecutivo
podrá disponer, por decreto fundado, que las atribuciones que corresponden
al Intendente Regional y al Intendente de la provincia, sean ejercidas por la
autoridad de las Fuerzas Armadas o de Carabineros designada por el
Ministro del ramo”.
Los señores SILVA y EVANS sugieren suprimir la frase “por decreto
fundado”.
El señor GUZMÁN acota que no se desprende del texto que lo señalado sea
incompatible con la designación de jefes de plaza, de acuerdo con preceptos
legales vigentes o que se dicten en el futuro.
El señor EVANS agrega que su sugerencia fue todavía más precisa, pues,
señaló que el Intendente, en la situación prevista, quedaba suspendido de
su cargo, para evitar mayores problemas.
“En tal caso, o sea, cuando se ejerza la facultad, los Intendentes Regionales
quedarán suspendidos de sus cargos mientras dure la situación de
emergencia”.
El señor OVALLE estima que ése es, precisamente, el motivo por el cual
debe dejarse testimonio en el acta de la interpretación del precepto.
El señor ORTÚZAR (Presidente) recuerda que uno de los riesgos más serios
que debió afrontar el país en el régimen anterior, fue la posibilidad de que
se decretara el estado de sitio, lo que no pudo ocurrir, felizmente porque
encontrándose en funciones el Parlamento, debía hacerlo mediante una ley,
y agrega que, como es posible, en determinados casos, que el Ejecutivo
recurra a esta disposición para declarar el estado de sitio, preferentemente
con el ánimo de disponer de un arma política que sería ejercida contra la
ciudadanía, pareciera preferible, por las observaciones formuladas a través
del debate, que el precepto se redacte con carácter imperativo ya que las
Fuerzas Armadas y Carabineros constituyen amplia garantía para el país.
El señor SILVA opina que cuando se realiza una política determinada debe
analizarse la racionalidad y objetividad de cada uno de los elementos que la
componen, dentro de un contexto general, puesto que, a su juicio, no es
posible que, respecto de una misma facultad, se estime que ella debe
otorgarse porque su ejercicio es positivo y se considere, a la vez, que no
debe concederse porque existe la posibilidad de que se abuse en su
ejercicio.
—Acordado.
Estima que procedería agregar un inciso que establezca que “En tal caso, el
jefe de plaza podrá..., etcétera”.
El señor SILVA comparte las observaciones del señor AYLWIN, dado que si
la regionalización se llevará a efecto en forma gradual, mientras ella no se
materialice, subsistirá todo aquello que no haya sido modificado.
Agrega que son numerosos los problemas que surgirán para el Poder
Judicial con la regionalización, si no se consulta alguna norma que regule la
situación, pues los casos se repetirán —si han cambiado los departamentos
y las provincias— tanto respecto de las ternas para jueces, que deberán
formar las Cortes de Apelaciones, como para la misma Corte Suprema,
respecto de los Ministros de Cortes de Apelaciones.
El señor ORTÚZAR (Presidente) estima probable que las leyes que se dicten
no entren en el campo de la jurisdicción territorial de los tribunales de
justicia, y en dicho caso, subsistirá la actual competencia de los tribunales.
Tocante al artículo 2°, reconoce que, desde el punto de vista ideal, le asiste
razón al señor Guzmán en cuanto a que la organización y jurisdicción
territorial de los tribunales de justicia se adecuarán de inmediato a la
regionalización. Agrega que, sin embargo, los propios tribunales enfrentan
problemas que deben solucionarse detenidamente y en su oportunidad,
respecto de cada región, razón por la que se deja vigente su actual
jurisdicción territorial, mientras se dictan las leyes respectivas.
Reitera que, técnicamente, el ideal sería decidir en un solo acto cuáles son
las 11 regiones y las autoridades, y realizar la implementación en forma
gradual, pero ello no es posible por las dificultades que se han presentado
en dos o tres puntos del país.
El señor GUZMÁN insiste en que las ideas se encuentran claras, pero los
preceptos les parecen muy difusos, especialmente en lo atinente a la
subsistencia de la actual división territorial del país.
El señor GUZMÁN precisa, para los efectos de las consultas formuladas por
el señor Ovalle, que la norma se refiere a la representación de personas
cuya designación provenga del sector público, y es evidente que el caso del
sector laboral que pertenece al sector público, no se encuentra incluido en
esta norma, pues, su designación no proviene de ese sector sino de los
propios trabajadores que laboran en una empresa estatal, en cualquiera de
sus manifestaciones, motivo por el que considera conveniente aclarar la
redacción del precepto adicionándole la frase “cuya designación provenga”,
y hace presente, por último, que, en su opinión, la mencionada
representación no debe exceder, en ningún caso, de la tercera parte.
El Mayor señor GONZÁLEZ manifiesta dudas acerca del criterio que tendrá la
Junta de Gobierno respecto del tipo de autoridad que tendrá este Consejo,
esto es, si tendrá carácter co decisor o asesor.
El señor ORTÚZAR (Presidente) considera evidente que esta norma
constituye sólo una simple recomendación formulada por la Comisión, y en
definitiva, la decisión de tipo político la adoptará la Junta de Gobierno, y
estima que los considerandos del proyecto se avienen perfectamente con el
establecimiento de una representación mayoritaria del sector privado en el
Consejo Regional de Desarrollo, lo que, obviamente, facilitará una efectiva
descentralización y participación real de las provincias.
Agrega que el sentido de dar una amplia mayoría al sector privado, refleja,
exclusivamente, el verdadero espíritu que inspira a la ley de regionalización
en orden a hacer participar efectivamente a toda la comunidad, y dependerá
de la autoridad política otorgar a dicho Consejo facultades decisorias
determinadas, mediante la dictación de una ley.
El señor EVANS discrepa del empleo del término “activa” y propone redactar
esta norma como sigue: “Le corresponderá, asimismo, la superior dirección
de los servicios existentes en la Región y velar por la debida coordinación de
los mismos. Este precepto no se aplicará a la Contraloría General de la
República”.
El Mayor señor GONZÁLEZ plantea una duda de carácter legal que le asiste,
respecto de la modificación de los capítulos VIII y IX de la Constitución
Política del Estado, según se denominó este tema al iniciarse su estudio.
El señor GUZMÁN opina que deben quedar derogados los dos capítulos,
porque la actual división territorial adquiere validez por el artículo 2°
transitorio del Acta Constitucional.
— Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ANEXO 1
AL SEÑOR
GENERAL DE BRIGADA
DON JULIO CANESSA ROBERT
JEFE COMITÉ ASESOR JUNTA DE GOBIERNO
PRESIDENTE DE CONARA
PRESENTE
REGIONES
PROVINCIAS
COMUNAS
La ley contemplará las normas para que dichos planes se ajusten a los
planes regionales de desarrollo.
Por esta razón, el artículo que proponemos al efecto, signado con el N° 17,
establece que en cada Municipalidad habrá un Consejo de Desarrollo
Comunal presidido por el Alcalde e integrado por Jefes de Oficinas
Municipales, representantes de las Juntas de Vecinos y de otras principales
actividades, organismos e instituciones privados existentes en la comuna.
ÁREAS METROPOLITANAS
Los términos en que se propone este artículo, tienen por objeto, en primer
lugar, hacer facultativa la potestad del titular del Poder Ejecutivo para
designar Jefes de Plaza en los casos de emergencia a que se refiere.
Al señalar que los Jefes de Plaza deben ser dependientes del Ministerio de
Defensa Nacional, lo hacemos en el entendido de que el Cuerpo de
Carabineros estará comprendido en él.
Como artículo final permanente del proyecto, hemos consultado uno que
deroga los Capítulos VIII y IX de la Constitución Política del Estado,
relativos al Gobierno y Administración Interior del Estado, pero ello sin
perjuicio de lo que dispone el artículo transitorio a que nos referimos a
continuación.
Por último, el mismo artículo transitorio prescribe que mientras se dictan las
leyes respectivas, continuará vigente, en cuanto no sea modificada
específicamente, la actual división territorial del país y la organización y
competencia territorial de los Tribunales de Justicia.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ACTA CONSTITUCIONAL
REGIONES
PROVINCIAS
COMUNAS
La ley contemplará las normas para que dichos planes se ajusten a los
planes regionales de desarrollo.
ÁREAS METROPOLITANAS
Artículo 21°. — La ley podrá, a iniciativa del titular del Poder Ejecutivo, fijar
áreas metropolitanas y establecer para ellas regímenes especiales de
Gobierno y Administración.
Decreto ley:
REGIONES
PROVINCIAS
ÁREAS METROPOLITANAS
Artículo 24°. — La ley dictará las normas y determinará los organismos para
resolver las cuestiones de competencia que pudieren suscitarse entre las
autoridades nacionales, regionales, provinciales, comunales y
metropolitanas.
Artículo 26°. — Cuando una o más regiones del país o parte de ellas deban
quedar, de acuerdo con las normas jurídicas de excepción, bajo la
dependencia inmediata de una autoridad militar, las respectivas autoridades
administrativas civiles quedarán sujetas a dicha dependencia respecto del
ejercicio de sus atribuciones propias en aquellas materias y en los casos y
forma que la ley señale como de la competencia de la autoridad militar.
ARTÍCULOS TRANSITORIOS
TÍTULO I
División Regional
TÍTULO II
1) Dirigir las tareas propias del Gobierno Interior de acuerdo con las
instrucciones que le impartan el Poder Ejecutivo a través del Ministro del
Interior, o éste directamente.
2) Resolver respecto de los proyectos de políticas, planes de desarrollo y
presupuesto regional, oyendo al Consejo Regional de Desarrollo.
Los representantes señalados en los números 6), 7), 8), 9) y 10) de este
artículo, serán designados por el Intendente a propuesta en terna de las
respectivas organizaciones. Los consejeros no tendrán derecho a
remuneración por el desempeño de sus cargos.
7) Realizar los actos y celebrar los contratos que sean necesarios para el
cumplimiento de las tareas propias de sus respectivos servicios, de acuerdo
con las facultades que les confieran los Intendentes Regionales o los jefes
superiores respectivos.
TÍTULO III
TÍTULO IV
Administración Comunal
TÍTULO V
TÍTULO VI
Facultades de Supervigilancia y cuestiones de competencia.
TÍTULO VII
Disposiciones transitorias
Artículo 7°. — Los Ministerios, los servicios públicos y demás entidades del
Estado deberán proponer al Supremo Gobierno planes de desconcentración
administrativa territorial que faciliten el cumplimiento de este decreto ley.
Los planes deberán presentarse en el plazo de sesenta días a contar desde
la fecha de publicación del presente decreto ley. Los planes aludidos no
podrán contemplar aumento de cargos o funcionarios de los respectivos
Ministerios, servicios e instituciones existentes. La dotación del personal de
las intendencias y demás organismos contemplados en el presente decreto
ley se hará preferentemente sobre la base del traslado o sustitución de
cargos y de la destinación de funcionarios que trabajan en Santiago.
1. — Sesión 33ª
2. — Sesión 34ª
a) Lectura de la Cuenta
La Comisión acordó:
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario.
La Comisión se reúne bajo la presidencia del señor Enrique Ortúzar Escobar,
con asistencia de sus miembros señora Alicia Romo Román y señores Sergio
Díez Urzúa, Enrique Evans de la Cuadra, Jaime Guzmán Errázuriz, Jorge
Ovalle Quiroz y Alejandro Silva Bascuñán.
CUENTA
— Se manda archivarlas.
— Así se acuerda.
Agregó que el proyecto no crea una Procuraduría General del Estado sino
una comisión investigadora de ciertos delitos; pero, como tal, no aparecen
suficientemente precisados todos los delitos que debería investigar y parece
del todo insuficiente, para ello, el personal de que dispondría, fuera de ser
excesivas sus atribuciones, pues invaden y menoscaban las que
tradicionalmente han sido exclusivas de los tribunales.
En suma, y tal como lo han señalado el Ministro señor Rivas y los señores
De la Maza y Figueroa, declara que, desde su punto de vista, el proyecto es
absolutamente inconveniente y está redactado en términos inadecuados.
Advierte que muchas veces, por la rapidez con que se elabora un proyecto o
bien por la falta de conocimiento especializado de sus autores, una iniciativa
puede no estar lo suficientemente informada de las ventajas o desventajas
que pueda tener su implantación y arroje resultados adversos a los
perseguidos, como por ejemplo, el proyecto que afectaba a los medios de
comunicación, cuyos términos fueron estimados inconvenientes tanto por
esta Comisión como por la respectiva Subcomisión. Gracias a la intervención
del Ministro de Justicia, se les hizo ver a los autores las dificultades que
ofrecía el proyecto, y ellos se manifestaron de acuerdo en proceder a su
modificación, lo que se hizo a satisfacción de todos, alejando los temores
acerca de la intención que se perseguía.
En otro orden, desea dejar constancia de que coincide con el señor Díez, en
que es peligroso que este proyecto sea conocido por la opinión pública, ya
que es evidente de que, en tal eventualidad, será utilizado con intenciones
políticas adversas y mal intencionadas. Con todo, los juicios que en esta
sesión se han emitido desvirtuarían cualquiera acción negativa que
pretendiera desprestigiar al Gobierno, destacando para tal efecto, las ideas
poco felices que se contienen en esta iniciativa. Por ello estima necesario
dejar constancia en actas de las intervenciones del señor Guzmán y suyas
en las que ambos afirman conocer al autor del proyecto y están ciertos de
las intenciones que lo animan, las que, por cierto, están muy distantes de
las interpretaciones que en la sesión se han dado.
— Así se acuerda.
— Así se acuerda.
— Se levanta la sesión.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
ANEXO A.
Nº 00950
“a) investigar los hechos que puedan ser constitutivos de delitos contra la
seguridad exterior del Estado, especialmente los contemplados en el título
primero del Libro II del Código Penal y en el título segundo del Libro III del
Código de Justicia Militar”;
“b) investigar los hechos que puedan ser constitutivos de los delitos
previstos en el artículo 4° de, la Ley 12.927, en el título II del Libro II del
Código Penal y en el título 4° del Libro III del Código de Justicia Militar”; y
“c) investigar los hechos que puedan constituir delitos que afecten a los
intereses económicos del Estado cometidos por funcionarios públicos o por
particulares, en especial los previstos en el Título 5° del Libro II del Código
Penal, sin perjuicio de las atribuciones que, sobre la misma materia
corresponda a los Tribunales de Justicia, Contraloría General de la República
y otros organismos del Estado”.
ANEXO B)
Por oficio Nº 324-2, de fecha 19 de marzo último, US., por orden del señor
Presidente de la Excma. Junta de Gobierno, nos ha remitido un proyecto de
reforma constitucional que crea la Procuraduría General de la República,
solicitando un informe fundamentado de esta Comisión sobre esta
importante materia.
En el seno de esta Comisión, tanto el señor Presidente del más alto Tribunal
como el Ministro señor Rivas, expresaron además que el proyecto tal como
está concebido, atenta contra el Poder Judicial, al cual la Constitución
Política ha encomendado en forma exclusiva la función de administrar
justicia.
Agregó que el proyecto no crea una Procuraduría General del Estado sino
una Comisión investigadora de ciertos delitos; pero, como tal, no aparecen
suficientemente precisados todos los delitos que debería investigar y parece
del todo insuficiente, para ello, el personal de que dispondría, fuera de ser
excesivas sus atribuciones, pues invaden y menoscaban las que
tradicionalmente han sido exclusivas de los tribunales.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario.
AL SEÑOR
JEFE COMITÉ ASESOR JUNTA DE GOBIERNO
GENERAL DON JULIO CANESSA R.
PRESIDENTE DE CONARA
1. — Lectura de la cuenta.
CUENTA
2. — Una comunicación del señor Juan Ramón Cortés con la que acompaña
un documento que contiene el preámbulo que, a su juicio, debería iniciar la
nueva Constitución Política del Estado.
— Se manda archivarla.
SEÑOR PRESIDENTE:
AL SEÑOR
DON ENRIQUE ORTÚZAR ESCOBAR,
PRESIDENTE DE LA H. COMISIÓN DE REFORMA DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO.
PRESENTE.
El señor DÍEZ señala que, de acuerdo con lo conversado con el señor Silva,
aparece como necesario fijar un plan de trabajo para la Comisión respecto
de su cometido específico, con el fin de iniciar, a la brevedad posible, el
despacho del articulado de la Constitución, lo que no significa, de manera
alguna, que se oponga al estudio de materias ajenas a la Constitución
misma y sobre las cuales la Comisión puede aportar su criterio, razón por la
que propone iniciar en la próxima sesión el estudio del Capítulo I de la
Constitución.
El señor EVANS estima que la proposición del señor Díez, concordante con
lo expresado anteriormente por el señor Silva Bascuñán, trasunta algo muy
concreto, que consiste en reafirmar que la labor específica de esta Comisión
está contenida en el decreto que la constituye y designa, y no es otra que la
de estudiar y proponer un proyecto de Carta Fundamental, sin perjuicio de
que, ocasionalmente, deba intervenir en otras materias que se sometan a
su consideración.
Advierte que en la opinión pública del país se concita, cada día, mayor
interés acerca del tema de la reforma constitucional, y prueba de ello es que
el artículo editorial de “El, Mercurio”, del día domingo próximo pasado, es
extraordinariamente expresivo en este aspecto, como, también, lo es la
declaración del Episcopado Chileno, de Punta de Tralca.
Hace presente que en la mayor parte de los países occidentales, sea por la
legislación o por la jurisprudencia, se ha hecho esta distinción de actus juri
imperium y de actus juri gestiori, pero no ocurre lo mismo con otros países,
especialmente, los del área socialista, cuya legislación señala que a todo
Estado extranjero, cualquiera que sea la naturaleza o la función del acto
ejecutado por él, le es aplicable la legislación interna de los países de dicha
área.
Añade que, frente a esta situación, se pretende regular los bienes del
Estado que actúa en esta segunda calidad, en que en el caso de Chile,
puede darse el hecho de que se sustraigan estos bienes de la legislación
nacional y se aplique, en cambio, la de esos Estados, que no hacen este tipo
de distinción. Cita, como ejemplo, la situación de un inmueble perteneciente
a la Empresa Soviética Aeroflot, ubicado en Chile, al que no se aplicaría —
de acuerdo con el texto propuesto— la legislación chilena, toda vez que en
el derecho soviético a las empresas extranjeras se les aplica la legislación
interna del Estado mismo.
El señor BRUNA informa que en todos los casos que se han conocido, el
dueño de los bienes a que se refiere el señor Evans es oficialmente el
Estado denominado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que las ha
adquirido a través del Embajador de ese país, con poderes suficientes para
efectuar tales operaciones.
El señor VARGAS expresa que, aún cuando la pregunta atañe con más
precisión a la práctica diplomática, vale decir, al Ministerio de Relaciones
Exteriores, opina que la posibilidad de modificar la Convención de Viena
aparece como muy remota y difícil de realizar, por cuanto el Derecho
Diplomático ha sido codificado en forma muy lenta, como lo indica el hecho
de que el primer instrumento que rigió durante muchos años fue la
Convención de Viena de 1815, y en el sistema interamericano, este Derecho
se codificó en la Convención de La Habana, de 1928, y después de varios
años de trabajo —seis o siete— la Comisión de Derecho Internacional,
laborando desde los años 1954 ó 1955, logró llegar a esta Convención, cuyo
proceso de codificación, también, se ha caracterizado por una extremada
lentitud. Agrega que Chile suscribió dicha Convención de Viena el año 1961,
y sólo procedió a ratificarla en 1968, y por otra parte, la Comunidad
Internacional está preocupada de diversas materias como, por ejemplo, la
responsabilidad internacional de los Estados, del derecho del mar, del
problema de las relaciones entre organizaciones internacionales y los
Estados, etc.
Reitera que los antecedentes expuestos demuestran las dificultades que
encontraría una tentativa de enmienda de la Convención de Viena en el
aspecto que interesa a Chile en este momento y, a su juicio, tardaría, más o
menos, 15 ó 20 años, la convocatoria a una conferencia internacional para
tal objetivo, y no se advierte mayor interés político en los diversos Estados
en modificar ese tratado multilateral.
Agrega que debe tenerse presente, en esta materia, que aún cuando se
está legislando en aspectos internos, este tema originaría notorias
repercusiones en todos los Estados que mantienen relaciones diplomáticas
con Chile, porque, es indudable que ellos procederán a aplicar las mismas
disposiciones que se pretende utilizar, y si se afirma que en el país esos
bienes extranjeros son expropiables y quedan sometidos a la legislación
común sobre el derecho de propiedad, los bienes chilenos situados en el
extranjero quedarán sujetos a la misma disposición, y ocurrirá que un
Estado con el que se hayan terminado las relaciones diplomáticas o
cualquier otro país que demuestre cierto grado de hostilidad hacia el
Gobierno chileno, aplicarán, ciertamente, dicha norma para dificultar el
funcionamiento de las misiones diplomáticas chilenas ante esos Estados.
El señor VARGAS concuerda con la opinión del señor Bruna en cuanto a que
la situación actual no es posible solucionarla, y lamenta discrepar de las
observaciones del señor Evans en lo concerniente a la interpretación de los
artículos 45 y 47 de la Convención de Viena, ya que considera que los
preceptos del artículo 45, de acuerdo con la intención general con que se
aprobaron, tienden a dar el mismo tratamiento a aquellos Estados que
mantienen relaciones diplomáticas y a los países que han puesto término a
ellas, y el artículo 47 establece el principio general de la reciprocidad, de
modo que la interpretación del señor Evans no le parece procedente en este
caso, no obstante que coincide en cuanto la reciprocidad debe aplicarse a la
adquisición de bienes raíces destinados al uso de las embajadas, que es un
problema diverso, sobre el que no existen dificultades mayores.
El señor BRUNA explica que, aunque carece de datos exactos sobre este
aspecto, el mencionado país dispone de un número apreciable de
departamentos y de otros bienes raíces, pero de acuerdo con la cantidad de
los miembros integrantes de la misión, parece que tal cantidad era
proporcionada.
El señor BRUNA hace presente que, según la opinión del señor Evans, el
artículo 47 permite interpretar en forma restrictiva el artículo 45 de la
Convención de Viena, y recurre, entonces, al argumento de la reciprocidad.
Estima que, de acuerdo a esta apreciación, podría afirmarse que la
interpretación restrictiva del artículo 45 concuerda con el principio de la
reciprocidad, por cuanto la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas no
permite a los Estados Extranjeros, entre ellos, Chile, la adquisición de
bienes en su territorio, lo que permitiría solucionar, aunque tardíamente, la
imposibilidad que presenta para el país aquella nación, de adquirir bienes en
su territorio.
El señor DÍEZ aduce que la Constitución Política sólo debe contener normas
sobre los principios fundamentales de las relaciones internacionales, que se
encuentran incorporados a las Cartas Fundamentales modernas y que la de
Chile no contempla, pero ninguno de tales principios se refieren al derecho
de propiedad, siendo lógico que así suceda puesto que esta materia
corresponde a la legislación común. Agrega que las Constituciones
modernas contienen principios fundamentales por los cuales se rige la
acción internacional del Estado, el reconocimiento de los tratados, la
solidaridad universal, etcétera, pero ninguna de ellas involucra normas
atinentes a la situación de los bienes, materia ésta que se encuentra regida
por una Convención, con características de legislación y no de una Carta
Fundamental.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario.
Oficio N° 203 - a
Por oficio N° 757, de fecha 16 de abril en curso, US. tuvo a bien someter a
la consideración de esta Comisión de Reforma un anteproyecto de decreto
ley que agrega un inciso final al N° 10 del artículo 10° de la Constitución
Política de la República, para regular los derechos de los Estados
extranjeros sobre los inmuebles de su propiedad situados en nuestro país.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
AL SEÑOR
MINISTRO DE JUSTICIA
DON GONZALO PRIETO GANDARA
PRESENTE.
REPÚBLICA DE CHILE
Expresó, en seguida, que está dando término al estudio general del texto
del N° 10 del artículo 10, y que con este motivo, se han analizado los
principios que lo informan y las opiniones vertidas sobre el particular, por
los distintos miembros de la Subcomisión, han quedado consignadas en
actas. Recientemente, prosiguió, se ha comenzado el estudio de la
redacción de las nuevas disposiciones que se propondrán a esta Comisión
Central como acuerdo de la Subcomisión sobre el Derecho de Propiedad.
La Subcomisión estimó que ese concepto de función social tan amplio nada
define y que no es claro en cuanto a precisar lo que ella entiende por tal.
Para la Subcomisión, la función social de la propiedad obliga a emplear a
ésta en el fin que le es natural y en armonía con los intereses colectivos.
Esto es precisamente la función social. Los demás conceptos —los intereses
generales del Estado, la utilidad y la salubridad públicas, la seguridad
nacional, el mejor aprovechamiento de las fuentes de energías productivas,
etcétera— no integran propiamente la función social. Pero no por eso van a
excluirse como causales de limitación del derecho de propiedad.
Evidentemente el señor Eyzaguirre reconoce que los intereses generales del
Estado, la salubridad pública, la seguridad nacional, etcétera, son causales
limitantes del derecho de propiedad per se; pero no en cuanto integran el
concepto de función social de la propiedad.
Por eso, se estimó que la indemnización debería cubrir todos los perjuicios y
ser acordada de común acuerdo con el propietario expropiado o en caso
contrario, determinada por los tribunales ordinarios excluyendo los
especiales que son, por lo general, designados por el legislador, como
representando los intereses del expropiante. Por ejemplo, en el caso de los
tribunales agrarios, dos de sus miembros son designados por el Gobierno,
situación que produce una tendencia a que el fallo le sea siempre favorable.
Por eso se ha preferido entregar esta materia a los tribunales ordinarios,
pero manteniendo la idea de que estos deberán fallar conforme a derecho.
Ante una pregunta del señor ORTÚZAR sobre si el pago diferido sería una
norma de carácter general o sólo por excepción el texto constitucional la
consignaría, el señor EYZAGUIRRE señaló que al parecer, la idea imperante
en la Subcomisión es permitir el pago a plazo de la indemnización como una
norma general, pero estableciendo un plazo máximo, como por ejemplo
cinco años, y disponiendo, asimismo, los reajustes para que el propietario
expropiado tenga realmente la debida compensación en su indemnización.
El señor EYZAGUIRRE (don José María) expresa que en esta materia desea
ser bien claro: se mantiene la imposibilidad de expropiar sin previo pago la
pequeña propiedad rústica trabajada por su propietario y la casa habitada
por su dueño. Existe para ello unanimidad en la Comisión, lo que quedó
muy en claro al discutirse la idea general. Pero ahora, agrega, se está
refiriendo a la expropiación en general.
El señor EYZAGUIRRE (Don José María) expresa que tal como la Comisión lo
puede advertir, se ha tratado precisamente de adoptar normas lo más
generales posibles.
Sin perjuicio de lo anterior, conviene destacar que las propiedades tienen
características distintas, y de cuyo análisis la Subcomisión se tendrá que
ocupar. Por ejemplo, existen propiedades que son caducables por plazo,
como la intelectual o determinadas propiedades industriales, y a las cuales
no se aplica, entonces, la regla general de la propiedad. Es preciso, por
consiguiente, considerar, entre otros, el problema de la caducidad de la
propiedad, porque si realmente toda propiedad es caducable o si sólo
algunas lo son, constituye una materia muy interesante que debe ser
debatida. Hay algunos profesores, miembros de la Subcomisión, que
estiman que todas las propiedades podrían ser caducables; otros opinan que
sólo por excepción podrían serlo, situación que demuestra que existen
criterios dispares sobre la materia.
A juicio del señor DÍEZ lo sucedido en los últimos tres años hace
indispensable la existencia de ciertas normas económicas básicas de rango
constitucional, de manera que la interpretación de las leyes, o las leyes
aprobadas por mayorías accidentales, o los decretos de insistencia,
etcétera, se ajusten a las líneas gruesas formuladas en la Constitución y
que, por lo mismo, estén amparadas por los recursos que esta Comisión
elabore para amparar las demás garantías individuales.
El señor EYZAGUIRRE (don José María) expresó que el tema a que se refirió
el señor Díez fue tratado en la Subcomisión. Señaló que algunos de sus
miembros, en la discusión general que se tuvo, plantearon precisamente
esa inquietud: el estatuto general de la economía. Existe una tendencia,
mostrada por la evolución de las distintas modificaciones constitucionales
desde 1925 a esta parte, de incluir dentro del N° 10 del artículo 10° de la
Carta Fundamental ya no sólo disposiciones que dicen relación con la
garantía del derecho de propiedad, sino que reglamenten la actividad
económica nacional.
El señor DÍEZ señala, con el objeto de aclarar la idea que planteó, que no
está solicitando a la Subcomisión se aboque en detalle al estudio del
régimen económico, porque ello no le corresponde; pero los principios
generales de una sistemática económica, sí que son propios de la
Constitución. Decir, por ejemplo, que la economía está al servicio del
hombre y que, en consecuencia, debe sujetarse a determinadas normas;
que hay libertad para desarrollar ciertas actividades; que el Estado no
puede pretender monopolizar algunas actividades económicas, etcétera, son
principios de carácter constitucional que la Comisión debe considerar y que,
a su juicio, son indispensables consagrar después de la época que ha vivido
el país, en que gran parte del concepto del marxismo radica principalmente
en la centralización del capital y de las actividades económicas en manos
del Estado. En consecuencia, una Constitución que se empieza a elaborar
después de esa época de marxismo, es obvio que tiene que consignar los
principios generales de la sistemática económica. No pretende el señor Díez
que la Constitución consagre el tipo de empresa, ni tampoco el estatuto de
la actividad minera o industrial, ya que no tienen por qué estarlo. Pero los
principios generales que rigen la filosofía de una democracia en cuanto esta
se traduce en algunas normas económicas —porque la filosofía política tiene
alguna traducción en las normas económicas— deben estar en la
Constitución. No hay duda alguna, agregó, que estaban implícitas en la
Constitución de 1925, pero el constituyente actual debe explicitarlas.
El señor EVANS expresa que comparte la idea del señor Díez en cuanto a
que es perfectamente compatible con la labor fundamental de la
Subcomisión que estudia el estatuto constitucional del derecho de
propiedad, considerar la posibilidad de que ella se abocara a esquematizar
lo que denominaría “los principios fundamentales del orden público-
económico en Chile”, que no son más de cuatro o cinco ideas muy
esenciales y fundamentales. Algunas de ellas, agregó, se pretendieron
incorporar en el proyecto de la reforma de las tres áreas de la economía, y
en el que garantizaba la libertad de comercio y la libertad de transporte y
que se frustraron durante la Administración pasada.
Pero lo que preocupa al señor Evans es otra cosa. Estima que la integración
de la Subcomisión de Derecho de Propiedad adolece de falta de personal,
pues dos de sus miembros no asisten a las sesiones y don Julio Phillipi, cuyo
aporte es valiosísimo, se encuentra actualmente en el extranjero en misión
de Gobierno, ausencia que puede prolongarse por lo menos en uno o dos
meses más.
El señor EYZAGUIRRE (don José María) hace presente que está enteramente
de acuerdo con lo expresado por el señor Díez en el sentido de que la actual
Constitución debe consignar las disposiciones centrales que reglamentarán
el orden económico del país, a los cuales, la ley deberá someterse. Lo
anterior quedó muy en claro en el seno de la Subcomisión en la discusión
general que tuvo cuando analizó el proyecto de las tres áreas de la
economía, una de cuyas ideas quedó aprobada por el Congreso antes del 11
de septiembre.
De allí que para aceptar la proposición del señor Díez, lo haga con la
condición que señala: sólo los principios generales que fluyen del concepto
de propiedad que se tenga y se garantice, y de los derechos humanos
consagrados en la Constitución. Ir más allá, agregó, podría implicar poner
cortapisas innecesarias al proceso económico.
El señor EYZAGUIRRE (don José María) solicita del señor Presidente que
todos los miembros de la Comisión de Derecho de Propiedad participen en
un debate a fondo sobre este tema en el seno de esta Comisión Central.
Desde luego, señala que planteará esta inquietud en la próxima sesión que
celebre la Subcomisión.
—Aprobado.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario.
REPÚBLICA DE CHILE
Acuerdos al respecto.
La Comisión se reúne bajo la presidencia del señor Enrique Ortúzar Escobar,
con asistencia de sus miembros,, la señora Alicia Romo. Román y señores
Sergio Díez Urzúa, Enrique Evans de la Cuadra, Jaime Guzmán Errázuriz,
Gustavo Lorca Rojas, Jorge Ovalle Quiroz y Alejandro Silva Bascuñán.
“La finalidad del Estado es procurar el bien común y con tal objeto se
reconoce el derecho de todos a participar en la vida social, política y
económica del país, en la forma que señalen la Constitución y las leyes”.
Estima que este Capítulo —con el nombre que más adelante se considere
apropiado—, debe contener las normas que constituyen los principios
básicos o fundamentales que orientarán nuestro ordenamiento
constitucional y cuyo desarrollo se manifestará en el articulado del texto.
Debe determinarse, asimismo, si dichas normas inspiradoras se consignarán
en un preámbulo de la Carta Política o serán consagradas en el texto mismo
de la Constitución. Considera difícil encuadrar en el Capítulo I, todas
aquellas normas que configuren el Estado de Derecho, bajo la nomenclatura
de “Estado, Gobierno y Soberanía” por lo que propone que su título sea el
de “Fundamentos Básicos de la Constitución” o “Disposiciones Comunes o
Generales”, en razón de que con la actual nomenclatura se tenderá,
naturalmente, a vincular el desarrollo de toda la idea de derecho con los
conceptos que en ella aparecen.
El señor DÍEZ declara que en el transcurso del estudio del documento que
ha elaborado, se le produjeron las mismas dudas a que ha hecho referencia
el señor Guzmán y llegó a una conclusión similar.
El señor DÍEZ estima que las posiciones de los señores Evans, Guzmán y
Silva Bascuñán y la suya, no son contradictorias, y todos están por que la
nueva Constitución contenga un preámbulo en el que se consagren las ideas
a que se ha hecho mención; más aún, cree que existe consenso en que
dicho preámbulo debe estudiarse una vez que, como expresó el señor
Evans, se encuentre terminada la redacción del texto, a fin de que de su
lectura, fluya el espíritu que ha animado a la Comisión en la elaboración del
proyecto. Pero, ello no es óbice, en su opinión, para que ciertos principios
se consignen en el articulado por el efecto generador de interpretaciones
que tienen.
Con respecto a la generación del Poder Público que debe emanar del pueblo,
el único que puede delegar el poder, ¿estará en la generación de los
Poderes Públicos o en los principios generales del Capítulo Primero?
Por ello, cree que la materia en debate debe ser objeto de una profunda
meditación. Hay demasiadas interrogantes envueltas en ella. No desea una
Constitución tropicalizada, ya que se declara enemigo de las declaraciones
teóricas; y, por el contrario, es partidario de una Constitución que
establezca claramente las relaciones entre gobernantes y gobernados, de
manera que si esa relación se modifica, el pueblo tenga conciencia de que
para ello, debe acudirse al ideal que informa el sistema jurídico y no como
se pretendió hacerlo durante el gobierno anterior, sin su participación.
—Así se acuerda.
El señor GUZMÁN señala que cuando postula a que sólo se contengan
ciertos principios esenciales, se refiere a los que son principios
fundamentales del Estado y a que se contengan con la mayor claridad
posible.
—Así se acuerda.
El señor EVANS sugiere la conveniencia de contar con el mayor número
posible de textos de constituciones modernas, europeas, latinoamericanas y
del Tercer Mundo, indicación que hace suya el señor Guzmán proponiendo,
a su vez, solicitar a las Embajadas acreditadas ante nuestro Gobierno, un
ejemplar de ellas para la Secretaría de la Comisión.
—Así se acuerda.
Ante una consulta del señor EVANS relativa a la impresión de las actas de la
Comisión, el señor EYZAGUIRRE (Secretario) expresa que, sobre este
particular, conversó con el señor Guillermo Bruna, Jefe del Gabinete del
Ministerio de Justicia, quien se manifestó de acuerdo en que la impresión de
las actas debe ser hecha por el Instituto Geográfico Militar, para lo cual el
señor Ministro oficiará a dicha repartición a fin de confeccionar un número
reducido de estos documentos.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPÚBLICA DE CHILE
El señor ARRIAGADA señala que otro aspecto sobre el cual formularán los
profesionales algunas proposiciones o ideas, será el relativo a la
descentralización y a las características que debe reunir un Poder Ejecutivo
fuerte, de tipo presidencialista, con el objeto de impedir el antagonismo que
surge entre ambos conceptos, ya que, a su juicio, la descentralización se
dificulta en la misma medida que aumenta el poder del Ejecutivo.
El señor EVANS considera que uno de los aportes más valiosos que puede
entregar la Confederación de Colegios Profesionales es precisamente,
señalar cuáles son, a su juicio, los mecanismos adecuados para convertir en
realidad ese postulado, ya que los dirigentes de los organismos
profesionales están en inmejorables condiciones para aportar su caudal de
experiencia a la Comisión en cuanto se refiere a evitar que la política mal
entendida pueda llegar a infiltrarse en organizaciones de esta naturaleza y a
alejarlas de sus verdaderas finalidades.
Informa que han sido presentadas a la Mesa dos indicaciones sobre esta
materia, una, del señor Silva Bascuñán, y la otra, del señor Evans, las
cuales trasuntan, junto al debate que tuvo lugar en la última sesión, que el
propósito de la mayoría de la Comisión es que el Capítulo I contenga ciertos
preceptos fundamentales.
Artículo 4°. — El Estado de Chile sirve a todos los seres humanos que
forman la comunidad nacional y ampara su dignidad y sus derechos
inalienables. En consecuencia, la acción del Estado procura el pleno
desarrollo de la persona humana y su participación activa en la vida cívica,
social, económica y cultural, debiendo remover los obstáculos que limiten,
en el hecho, la libertad y la igualdad de las personas y de los grupos
intermedios lícitos en que aquellas se integren.
Artículo 10°. — (El actual artículo 23°). Agregar un inciso final: Los que no
acataren o cumplieren, en cualquier forma, una resolución adoptada en las
circunstancias señaladas, serán culpables del delito de………. y si fueren
autoridades públicas su acto será constitutivo de atropello a la Constitución.
Artículo 11°. — (El actual artículo 4°), agregando una frase final, luego de la
palabra “nulo”, “y así podrá declararlo cualquier Tribunal ordinario de Justicia,
de oficio o a petición de parte, dentro de los………. inmediatamente siguientes a
la fecha del acto de que se trate”.
Artículo 13°.— Los preceptos de este Capítulo Preliminar obligan a todos los
habitantes de la República, y su observancia y cumplimiento en la legislación y
en todos los actos de las autoridades políticas, administrativas y judiciales
constituyen obligación primordial para el Presidente de la República, los
Ministros de Estado, los Intendentes Regionales y Provinciales, el Contralor
General de la República, los Tribunales de Justicia y los titulares e integrantes
de las demás autoridades y magistraturas que establece esta Constitución.
Cualquier infracción de esa obligación comprometerá la responsabilidad política
y penal de la autoridad o funcionario y constituirá atropello de la Constitución y
abuso de poder.
Artículo 4°. —La fuerza pública se organiza para dar eficacia al derecho y se
somete a él; su misión comprende la efectiva conservación del orden público
en el interior y la seguridad exterior de la República; y está constituida única y
exclusivamente por las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros,
instituciones esencialmente profesionales, jerárquicas, obedientes y no
deliberantes.
Artículo 5°. —Toda resolución acordada por una autoridad pública a presencia
o requisición de un ejército, de un jefe al frente de fuerza armada o de alguna
reunión del pueblo que, ya sea con armas o sin ellas, desobedeciere a las
autoridades, es nula de pleno derecho y no puede producir efecto alguno.
Artículo 9°. — Los tratados ratificados por Chile una vez promulgados tienen
fuerza de ley; en su política exterior Chile se conforma a ellos y a las reglas de
derecho internacional generalmente reconocidas; consiente, en condiciones de
reciprocidad con otros Estados, en las limitaciones de soberanía necesarias
para un orden que asegure la paz y la justicia entre las naciones, ayuda y
favorece las organizaciones internacionales que tengan estos fines.
El señor DÍEZ manifiesta que los dos memorándum que se han leído
constituyen lo que puede ser un Capítulo preliminar de la Constitución que
contenga declaraciones generales y principios fundamentales que, a su vez,
lleven involucradas ideas comprendidas en otros artículos, razón por la cual
tales indicaciones deben estudiarse y analizarse con la debida calma, por lo
que sugiere suspender la discusión y proseguirla en la sesión próxima, puesto
que sólo en este momento ha tenido conocimiento del contenido de ellas,
proposición que, también, es compartida por el señor Ovalle.
Agrega que, dado el hecho de que se han incluido materias que se encuentran
comprendidas en otros Capítulos de la Constitución, sería de la mayor
conveniencia que los miembros de la Comisión recibieran los antecedentes,
que ya se encuentran preparados, acerca de estos mismos artículos y que
atañen a las Constituciones comparadas, las opiniones de autores y la
jurisprudencia nacional y extranjera, y junto con las indicaciones de los
señores Evans y Silva Bascuñán, puedan estudiarse y compararse todos estos
antecedentes con un mínimo de tiempo disponible, y entonces, proseguir el
debate en la próxima sesión, ya que, en el fondo, existe correspondencia con
el pensamiento central en materia de criterio de ordenación de los preceptos
que deben o no incorporarse a la nueva Constitución.
El señor SILVA BASCUÑÁN señala que el origen de las indicaciones de que son
autores con el señor Evans, en forma independiente, se encuentra en el común
deseo de colaborar en el trabajo de la Comisión aportando cada uno un
proyecto destinado solamente a ser examinado con la más absoluta libertad,
inclusive por sus propios autores, y agrega que en lo que se refiere a un
capítulo preliminar, estima que, lisa y llanamente, más que el contenido de
cada uno de los preceptos, debe constituir una especie de molde, dentro del
cual se incluirían las materias que comprendería el Capítulo I, motivo por el
que le parece útil no trabarse en una discusión o análisis de ninguna de las dos
indicaciones en esta sesión, de manera que pueda disponerse de la
oportunidad para verificar su contenido y establecer cuáles preceptos deben
ser excluidos y qué otros conceptos o ideas no previstas podrían incorporarse.
Quinto: la convicción de que algunas definiciones acerca del papel del Estado
son necesarias en la Constitución, ya que, a su juicio, no debe establecerse
expresamente que “el Estado de Chile es de Derecho”, pues, sería un concepto
redundante, pero de alguna manera, ello debe quedar expresado en la
Constitución, más todavía con las experiencias recogidas en los tres últimos
años en el país. En este aspecto estima posible señalar, por ejemplo, que el
Estado y quienes ejercen potestades públicas someten toda su acción al
imperio de la Carta Fundamental y de la ley, de lo que emanaría un concepto
mucho más explícito que decir, simplemente, que el Estado es de Derecho.
Sexto: la inspiración que deriva de la idea de los fines del Estado, pues si bien
es cierto que todos conocen cuál es el rol del Estado, él se ha debatido durante
siglos; han existido dos posiciones antagónicas: liberalismo y colectivismo; y
se concibe al Estado al servicio del hombre, como un instrumento establecido
en beneficio del ser humano y no como una creación jurídica o social, que es
expresión de una evolución que termina ahogando al ser humano y
sometiéndolo, pero, sin embargo, a juicio suyo, no es posible consignar en la
Constitución, escuetamente, que “El Estado sirve al hombre”, pues es
indispensable desarrollar esta idea con la adecuada amplitud.
Considera que el Estado debe servir al hombre en dos planos esenciales que
procuró reflejar en los artículos 4° y 5° de su indicación: en el primero, el
Estado, como creación del hombre para su servicio, en su concepto, está
destinado a cautelar, respecto de aquél, dos valores fundamentales que los
constituyen su dignidad esencial y sus libertades; y en el segundo, la acción
del Estado no juega tanto con relación al hombre-individuo sino que, más bien,
al medio social, y en este aspecto, estima que en el actual N° 17 del artículo
10 de la Constitución, existe un precepto que, realmente, debe estar
encabezando el texto constitucional, y no es otro que aquel que se refiere a
que la sociedad, la comunidad nacional, deben buscar el pleno desarrollo de la
persona en sus diversos aspectos: social, cultural, económico, cívico y político,
tarea ésta a que debe propender el Estado en su acción.
Por último, señala que la acción del Estado culmina en su preocupación por las
sociedades intermedias, materia para la que se ha inspirado —entre otros
documentos— en la Declaración de Principios de la Junta de Gobierno, pero
considera que el problema en este aspecto consiste en la forma de incorporarlo
a un texto constitucional, porque ocurre que la existencia de las comunidades,
de las sociedades y de los grupos intermedios no sólo expresa que el Estado se
encuentra al servicio del hombre y reconoce las organizaciones naturales que
éste estructura para realizarse plenamente, sino que las ampara y les da un
grado de autonomía, y ello trasciende a lo social, a lo económico y a la
organización económica del país, a la vez que impide propugnar la
colectivización por la colectivización, la socialización por la socialización o la
estatización por cumplir solamente un mandato ideológico determinado.
Agrega que si la Constitución establece que el Estado no sólo no puede
absorber los grupos intermedios sino que tiene la obligación de cautelar su
existencia y de dotarlos de un grado de autonomía necesario para el
cumplimiento de su función social, surge, entonces, una situación jurídica
institucional absolutamente diversa de la consultada en la Carta Fundamental
de 1925, pues en esta materia dicho texto tiene una característica típicamente
liberal, vale decir, no adopta partido en el problema hombre-estado y deja que
éste se resuelva a través de la política o mediante otros mecanismos.
Destaca, en seguida, que, a juicio suyo, una Constitución como la que está
elaborando, como la que se desprende del Memorándum inicial de la Comisión,
como la que deriva de la Declaración de Principios de la Junta de Gobierno, es
decir, de la condición esencial del chileno y de la tradición del país, debe
reflejar una concepción humanista del hombre, de la sociedad y del Estado, y
estas tres ideas fundamentales deben, en alguna forma, recogerse en un
proyecto o proposición de Constitución Política.
Hace presente que, en coincidencia con el señor Silva, sólo les anima el
propósito de proponer, con criterio totalmente independiente, un plan de
trabajo sustentado en ideas como las analizadas, pero, en ningún caso, su
proposición tiende a presentar proyectos de artículos. Señala que la única
diferencia importante entre ambas proposiciones es lo referente a la Fuerza
Pública, materia que el señor Silva aborda en el Capítulo I, y él,
personalmente, estima que este tema debe integrar un capítulo exclusivo,
ubicado en el texto después de las normas concernientes al Congreso Nacional,
Presidente de la República y Poder Judicial, y no en un Título preliminar.
El señor EVANS explica al señor Ovalle que no fue posible extender la iniciativa
a los demás miembros de la Comisión, debido, exclusivamente, a que surgió
una invitación espontánea y recíproca con el señor Silva Bascuñán, al término
de la sesión última, cuando hacían abandono del edificio, circunstancia que
imposibilitó darla a conocer oportunamente a los demás integrantes de la
Comisión.
Concuerda, por otra parte, con la sugerencia del señor Ovalle en el sentido de
proseguir el estudio de esta materia en la sesión subsiguiente, vale decir, el
próximo día martes, con el propósito de disponer de un lapso adecuado para
meditar sobre las proposiciones de los señores Evans y Silva Bascuñán, y
revisar con mayor detenimiento un memorándum presentado por el Profesor
señor Edmundo Vargas sobre temas internacionales, en el que se manifiesta
contrario a la inclusión en la Carta Fundamental de normas atinentes a
materias internacionales. Agrega que, en consecuencia, si la Comisión
consiente en ello, la sesión del próximo día jueves se destinará a escuchar al
Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio que se
encuentra invitado, y luego, se procederá a levantar la sesión, continuándose
el estudio del Capítulo I en la sesión siguiente.
Opina que las proposiciones de los señores Evans y Silva Bascuñán son muy
valiosas para la labor de la Comisión y concuerda con la mayoría de las
apreciaciones que contienen, no obstante que discrepa del orden en que ellas
se encuentran expuestas. Expresa, en seguida, su concordancia con diversos
aspectos de las mencionadas proposiciones tales como el Estado y su
naturaleza, la soberanía, sus alcances, limitaciones y forma de ejercerla, los
principios de índole internacional, etcétera, pero disiente de la opinión vertida
por el Profesor Vargas, en su memorándum, en cuanto a excluir de la
Constitución algunos principios de Derecho Internacional. En este aspecto,
señala que, indiscutiblemente, ciertos preceptos internacionales —la capacidad
negociadora, las doscientas millas marinas, por ejemplo— no deben incluirse,
pero existen otros —la búsqueda de la paz, el respeto a los tratados
internacionales, la libre determinación de los pueblos, etcétera— que
constituyen una tradición en materia de conducta nacional, que,
evidentemente, merecen estar incorporados en la Carta Fundamental.
Añade que, además, debe incluirse una disposición que obligue al Presidente
de la República —que tiene a su cargo la conducción de las relaciones
exteriores— a realizar esta misión dentro de un ángulo determinado, que
estará previsto en la Constitución. Agrega que, a su juicio, la Comisión debe
adoptar acuerdos sobre materias internacionales en las que existe
concordancia, puesto que aparece como indispensable contemplar en la
Constitución un párrafo sobre temas de Derecho Internacional, en
cumplimiento de lo expresado en el Memorándum y cuya ausencia fue
advertida por la propia Junta de Gobierno.
Acota, a continuación, que acerca del concepto del bien común, estima que se
encuentra implícito en ambas proposiciones y prefiere que esta idea quede
incorporada a la Carta Fundamental. Señala que le asiste razón al señor Silva
Bascuñán al referirse a la institución del bien común como una limitación de la
soberanía, pero, dado que este concepto representa una de las finalidades del
Estado y trasciende el concepto de soberanía, el mismo razonamiento
empleado al aludir a la soberanía debería aplicarse tratándose del Poder
Judicial o del Presidente de la República, pues, en el fondo, todos los principios
y mecanismos del Estado se encuentran informados por el bien común, de lo
que se infiere, entonces, que la finalidad del Estado es luchar por el bien
común.
Comparte, en seguida, el criterio del señor Evans para redactar el artículo 4°,
con la sola excepción, quizás, de la frase “la igualdad de las personas”, por
cuanto estima que en la Constitución no deben existir ambigüedades, más
todavía, después de la experiencia del gobierno anterior, y por consiguiente, al
afirmarse que “el Estado debe remover los obstáculos que limitan en el hecho
la libertad y la igualdad de las personas”, alguien podría concluir que ese
precepto propugna la repartición de todos los bienes existentes en Chile en
forma igualitaria.
El señor DÍEZ agrega que el problema de la igualdad es uno de los temas que
deberán ser analizados en forma muy cuidadosa, no solamente en este
artículo, sino, también, cuando se trate lo atinente a las garantías individuales
y a la igualdad, con el objeto de evitar que dicho precepto se consagre en la
Constitución en forma que origine interpretaciones diversas de los verdaderos
propósitos de la Comisión. Concuerda con el señor Evans respecto de la
igualdad jurídica, pero, a su vez, estima que esta norma debe establecerse de
acuerdo con el criterio imperante en la actualidad, y el precepto contenido en
la indicación del señor Evans tiene un alcance mucho más amplio que la simple
igualdad jurídica.
El señor EVANS recuerda que dicho precepto existió durante los tres años del
gobierno anterior.
El señor ORTÚZAR (Presidente) considera que en los textos propuestos por los
señores Evans y Silva Bascuñán se encuentra, prácticamente, incluida toda la
materia, con la sola excepción de un tema mencionado por el señor Díez en
oportunidad anterior, atinente al orden público económico, sobre el cual,
probablemente, podrían quedar incorporados algunos conceptos en el Capítulo
I de la Constitución, dada su notoria trascendencia.
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario
REPÚBLICA DE CHILE
Lectura de la Cuenta.
ANEXO DE DOCUMENTOS
CUENTA
El señor ORTÚZAR (Presidente) ante una pregunta del señor Ovalle, expresa
que le hizo presente al General Canessa que, incluso, en la Comisión hubo
debate y se manifestaron inquietudes sobre este punto y que la aprobación de
ese precepto había correspondido a una indicación formulada por el señor
Guzmán.
Por esta razón, omite un comentario detallado sobre cada uno de los capítulos
de ella, congratulándose que el primero de ellos señale que la nueva
Constitución arraiga en la dignidad de la persona humana, los valores de la
nacionalidad y de la civilización cristiana.
DERECHOS HUMANOS
Este acápite tiene el mejor fundamento al decir que tales derechos son
anteriores y superiores al ordenamiento jurídico.
Nos parece una valiosa innovación la de agregar los conceptos que indica el
documento sobre los deberes del individuo en relación a la comunidad.
EL ESTADO
Los capítulos 7°, 8° y 9° tocan a uno de los aspectos más esenciales de la vida
del país a lo largo de toda su historia; la generación y órbita del Poder
Ejecutivo y el Legislativo y los conflictos de Poderes.
Creemos, que esta función debe ser llenada por un Tribunal de la más alta
categoría.
PODER JUDICIAL
FUERZAS ARMADAS
DESARROLLO ECONÓMICO
Este capítulo toca en forma especial al sector que representamos por lo que
nos parecen digno de todo encomio los conceptos que señalamos:
Quiero, en este sentido, señalar que nos parece fundamental destacar que no
puede haber desarrollo económico sin desarrollo social, tal como lo ha
manifestado reiteradamente el Presidente de la Junta de Gobierno.
ESTABILIDAD DE LA DEMOCRACIA
El señor ORTÚZAR destaca que sería interesante determinar hasta qué punto
conviene o no la creación de tribunales especiales en materia contenciosa
administrativa, o bien dejar entregada esta materia al conocimiento de la
justicia ordinaria con un procedimiento expedito y eficaz.
El señor OVALLE señala que, en general, está de acuerdo con lo propuesto por
el señor Evans, pero respecto de cierto punto se plantea una duda, que en su
concepto podría tener trascendencia. Le parece prudente confiar la jurisdicción
administrativa a los tribunales ordinarios, pero no le parece aconsejable,
porque sería fuente de serias dificultades, someter estos tribunales ordinarios a
dos jerarquías distintas: por una parte, dependientes de la Corte Suprema y,
por otra, de un tribunal especial, una especie de Consejo de Estado o de
tribunal administrativo superior. Lo anterior fluye de las palabras del señor
Evans desde el momento en que los tribunales ordinarios al fallar en primera
instancia una cuestión contencioso-administrativa están sometidos a la
dirección correccional y económica de dos tribunales superiores en cuanto se
produzca la dificultad de saber qué es administrativo para determinar la
competencia de los tribunales de segunda instancia, produciéndose, en
consecuencia, un conflicto de competencia similar al señalado por el señor
Evans hace un instante.
Estima que esta Comisión tiene la posibilidad de dar vida a esos tribunales por
lo cual es partidario de crear una Subcomisión para que estudie lo contencioso-
administrativo y no sólo para que proponga un texto constitucional, sino
también para que elabore un informe preliminar acerca de las ideas básicas y
las líneas fundamentales, a fin de que la Comisión Central pueda decidir entre
las alternativas que la Subcomisión presente.
Por otra parte, estima importante que la Subcomisión que se forme para
analizar lo contencioso-administrativo tenga presente no sólo la intervención
en forma excluyente de los tribunales de justicia o bien de tribunales
especializados constituidos para ese efecto, sino también la posibilidad de que,
por ejemplo, los tribunales de apelación estén integrados por especialistas en
materias de esta índole.
Por lo tanto formula la proposición que, a su juicio, recoge las ideas expuestas,
en el sentido de nombrar una Subcomisión de dos o tres miembros que se
encargue de preparar un anteproyecto sobre lo contencioso-administrativo que
se discutiría detalladamente en esta Comisión en presencia de esos
especialistas.
El señor SILVA BASCUÑÁN señala que siempre ha sido muy sincero en sus
expresiones. Añade que en una oportunidad anterior la Comisión adoptó un
acuerdo, que el señor Guzmán solicitó que no se registrara en el Acta, en el
cual quedó establecida la firme voluntad de adentrarse en el estudio de la
nueva Constitución en forma lógica, siguiendo la secuencia normativa
pertinente. De manera que la fórmula que ahora se propone para redactar una
nueva acta institucional, que en la labor práctica, dada la imposibilidad de
realizar un esfuerzo que permita trabajar simultáneamente en todos los
ámbitos constitucionales, llevaría al desorden. Agrega que esta sugerencia, que
puede ser muy respetable, no la comparte, por cuanto trasunta un criterio
coincidente en el sentido de que valdría la pena que la tarea de esta Comisión
se prolongara indefinidamente.
Cuando recibió el encargo de integrar esta Comisión, lo aceptó con toda la
seriedad que corresponde al deseo de elaborar cuanto antes un proyecto de
reforma constitucional, acotó el señor Silva Bascuñán.
Por ello desea que se discuta a fondo qué se va a hacer. ¿Se seguirá, como al
parecer hay disposición, con la firme voluntad de avanzar para elaborar cuanto
antes un proyecto de reforma constitucional?
Así como se pudo elaborar un acta institucional relacionada con todos los
problemas de la descentralización regional y la división política y administrativa
del país, sería de extraordinaria importancia que se pudiera presentar el día de
mañana a la Junta de Gobierno, sin perjuicio de continuar con el trabajo de
consideración lata de todo el texto constitucional, una segunda acta
institucional relacionada con este problema tan candente e importante de los
tribunales contencioso-administrativos, el que puede tener mucho mayor
trascendencia ahora por las consideraciones que hacía valer el señor Díez.
Porque bien puede ocurrir que durante este régimen de emergencia algunos
funcionarios se extralimiten y vayan más allá de las posibilidades que tiene la
propia Junta de Gobierno para controlarlos. Por eso, sería sumamente útil y
conveniente que precisamente para evitar estos excesos se pudiera ofrecer
esta herramienta constitucional y legal.
Agrega que la proposición original del señor Presidente fue pronunciarse acerca
de la conveniencia de designar una Subcomisión para que estudiara lo relativo
a lo contencioso administrativo, en lo cual, al parecer, existe acuerdo y, en
segundo lugar, fijarle determinados criterios a esa Subcomisión.
El señor ORTÚZAR (Presidente) señala que una vez que se disponga de los
antecedentes y del informe de la Subcomisión, se verá la conveniencia de
someter a la consideración de la Junta de Gobierno un acta constitucional, pero
estima que antes no puede adoptarse el acuerdo.
Más aún, es indispensable, para que el trabajo llegue a tener absoluta eficacia,
una relación directa entre esta Comisión y la nueva constitucionalidad que de
hecho vaya naciendo con ese carácter consuetudinario con que el señor Silva la
califica o que estaría rigiendo en nuestro país y que de alguna manera es el
reflejo de la suma de la Constitución vigente más las diversas reformas y
enmiendas que se le hagan en este lapso. No puede entender la conveniencia
de separar estas dos misiones y, por lo tanto, los órganos que las ejecutan.
Comprende que hay órganos de preferencia para las dos, pero es de
extraordinaria conveniencia para la eficacia práctica del trabajo de la Comisión,
que ambas instancias u órganos —como lo son, en el fondo, la Junta y su
asesoría jurídica y la Comisión Constitucional— tengan esta relación o
coordinación.
Cree que el mundo entero sabrá reconocer y respetar esa labor, porque es
evidente que no se puede en un plazo breve llegar a un perfecto ordenamiento
democrático ideal. Por eso es interesante demostrar con hechos los avances
que se han logrado para conformar un ordenamiento jurídico adecuado a las
exigencias de la emergencia, pero al mismo tiempo encuadrado dentro de
concepciones jurídicas que signifiquen el respeto a la voluntad de un Estado de
Derecho, como es el que anima a la Junta de Gobierno.
No es posible, agregó, que se haya producido —por las mismas razones de los
acontecimientos que se han vivido— la regularización de todos los
procedimientos. Ello suele conducir a actitudes a veces dispares y a
resoluciones hasta antagónicas entre distintas autoridades que deben resolver
los problemas que cotidianamente se van presentando.
El señor DÍEZ declara que comparte, en cierto modo, la preocupación del señor
Silva en cuanto a la responsabilidad que les asiste de elaborar un texto
constitucional. Por ello, manifiesta, ha propuesto que las sesiones ordinarias de
la Comisión se dediquen al trabajo propio de redactar la nueva Constitución, y
que, para el estudio de otras materias, se celebren sesiones extraordinarias.
Dice que ignora el plazo de que dispone la Comisión para finalizar la tarea,
pero cree que, sin duda alguna, se debe acelerar la marcha, ahora que se ha
llegado al análisis particular del articulado, tanto más cuanto que gran parte de
los problemas teóricos, doctrinarios y políticos que puedan aparecer envueltos
en él ya han sido debatidos largamente por esta Comisión.
Sin embargo, comparte la preocupación del señor Silva y por eso estima que
se debe sistematizar el trabajo, tal como está realizándose en este capítulo
primero, que probablemente será despachado dentro de breve tiempo.
De manera que a juicio del señor Díez no existe esa contradicción tan tajante
que parecería desprenderse de las palabras del señor Silva. Está cierto que él
tiene una inquietud quién sabe si igual o mayor que la de los demás miembros
de la Comisión por la contingencia; y sabe que lo hace inspirado por el
cumplimiento de su obligación intelectual y moral de elaborar un texto
constitucional. Cree que en todos ellos existe la misma inquietud y declara
estar dispuesto a concurrir a las sesiones que sean necesarias y trabajar
cuando sea menester; pero, en realidad, se consideraría como eludiendo una
responsabilidad, en cierta medida personal, si no se empleara la fuerza moral
que esta Comisión tiene para solucionar los problemas de la emergencia, de
acuerdo con la orientación básica que se pretende, en definitiva, tenga el país.
De otro modo, estima que se corre el riesgo de elaborar un muy buen texto
constitucional, pero tan separado de la realidad que en el momento que
debiera presentársele al Gobierno, a lo mejor, tenga que prescindir del trabajo
de la Comisión porque el país ha caminado en otra dirección.
Por eso, se atreve a solicitarle al señor Silva que dentro del predicamento en
que están todos los miembros de la Comisión de seguir laborando en la forma
como hasta ahora se ha hecho, no dejar de lado esta otra tarea, que es
fundamental, patriótica e imprescindible, desde el momento que es el Gobierno
el que requiere la intervención de esta Comisión Constitucional.
Por lo tanto, el problema no es nada más que una cuestión de tareas, porque
la materia es la misma. Por eso, se está actuando en forma diferente. Ellos
están actuando como gobernantes, realizando los cambios; los miembros de
esta Comisión han sido designados para otra tarea: la de preparar un texto. Y
este texto no va a ser una cosa ideada en la estratósfera, sino que va a
considerar la realidad. Esa es su discrepancia.
El señor GUZMÁN cree que la última intervención del señor Silva aclara
bastante el problema, lo despeja y, al mismo tiempo, lo circunscribe. Se está,
entonces, de acuerdo en el fondo del problema y en la ligazón que existe entre
el resultado de la labor de la Comisión y el flujo de la emergencia en materia
constitucional.
Cree que este debate, que empezó con una aparente o una posible
discrepancia de fondo se ha ido acercando a la identidad profunda de
propósitos que existe. Expresa que creyó advertir una divergencia en el
planteamiento del señor Silva, la que debe haberse producido porque no le
entendió su primitivo planteamiento. Sin embargo, su última intervención fue
clara. De manera que es muy nítido que la emergencia no es separada del
futuro. Los sujetos no pueden ser completamente separados.
Pero hay, además, otras razones que yo estimo revisten singular importancia y
que procuraré resumir en la forma más clara posible.
Con todo, conviene tener presente que para muchas personas una Constitución
es algo más que una selección de normas legales supremas. Muchas veces es
un manifiesto, un credo o un testamento político. Y, en consecuencia, puede
argüirse que inspira el respeto, la afección, y de hecho la obediencia del pueblo
en un sentido que ningún documento exclusivamente legal puede inspirar. Por
eso, es corriente distinguir hoy en día, en una Constitución dos partes: una
que viene denominándose desde antiguo, parte dogmática, en que se hace una
declaración de derechos, y otra orgánica en donde está la organización de los
poderes. Ahora bien, es en esta primera parte o tabla de derechos donde se ha
reñido la más ardua batalla del pueblo con la técnica, porque todo un proceso
de aspiraciones, de ansias y de programas que las gentes desean ver inscritas
en la Constitución, han ensanchado su restricto radio de antes para hacerlo
mucho más henchido de problemas.
Pienso, no obstante, que el rol más relevante que debe asignársele a una
Constitución es el de garantizar la libertad de los ciudadanos. Por lo demás,
históricamente, las Constituciones nacieron, precisamente, para garantizar la
libertad y evitar los abusos y las demasías de quienes detentaban el poder. Y
quisiera señalar desde el comienzo que al utilizar la expresión libertad estoy,
afortunadamente, utilizando esta mimética y omnímoda palabra desde un
punto de vista concreto: el de libertad política.
Hay, pues, una muy especial conexión entre la libertad política y la jurídica.
Este ha sido el sentido general acerca de la naturaleza del derecho hasta hace
poco. Sin embargo, en la práctica se nos presenta un problema muy serio,
pues el derecho no se da, tiene que hacerse. Sólo las sociedades primitivas y
tradicionalistas pueden pasarse sin hacer leyes de manera deliberada y
manifiesta, por lo que tenemos que contestar estas preguntas: ¿Quién elabora
el derecho? ¿Cómo? y además ¿Quién interpreta las leyes? Para que podamos
ser gobernados por leyes; o más bien, por medio de leyes, los propios
creadores del derecho deben estar sujetos a normas jurídicas, pero esto es
obviamente una formidable y fatigosa empresa. El problema tiene que
resolverse dentro del Estado Constitucional, disponiendo el procedimiento
legislativo de tal manera que la “forma de ley” constituya también una garantía
e implique un control de su contenido. Un gran número de arbitrios
constitucionales se ha destinado a crear las condiciones para un proceso
legislativo en el que el ius siga ligado al iustum, en el que el derecho siga
siendo la ley justa. Por esta razón se confía la legislación a cuerpos electos que
deben responder periódicamente ante el electorado y por la misma causa no se
da carta blanca a los funcionarios electos, sino que se les considera como
depositarios del poder, restringidos y sujetos a un papel representativo.
Es evidente, entonces, que “por Gobierno se entiende algo más que gobernar
con arreglo al texto de una Constitución. Significa gobernar con arreglo a
normas, por oposición a gobierno arbitrario; quiere decir gobierno limitado por
los preceptos de una Constitución, y no solamente limitado por el deseo y la
capacidad de los que ejercen el poder. Podría ocurrir, por tanto, que, aún
cuando el gobierno de un país particular sea conducido con arreglo a los
términos de una Constitución, ésta no hiciera otra cosa que establecer las
instituciones de gobierno, dejando que éstas después funcionen con plena
libertad. En este caso difícilmente podría hablarse de gobierno constitucional.
La verdadera justificación de las constituciones, el concepto que preside su
origen, es el de limitar la acción gubernamental exigiendo que los que
gobiernan se amolden a la ley y a las normas”.
Sin duda alguna, los acontecimientos históricos son únicos cuando se ven
desde la perspectiva de los historiadores profesionales. Si utilizamos lentes tan
poderosos como los de ellos, cada manzana parecerá también que es única. No
obstante, no quiere decir que en botánica no podamos hablar de “la manzana”
en general. Cada ser humano en particular también es único, pero los
sociólogos y demás personas que se ocupan de las ciencias sociales tendrán
que buscarse otro empleo, si no reconociéramos el hecho de que, para ciertos
fines, podemos considerar a los individuos como si fueran iguales. 1 Mutatis
mutandis, hay bastantes repeticiones en la historia para permitirnos aprender,
si sabemos cómo, una buena cantidad de cosas del pasado porque éste no es
sólo lo pretérito. Así pues, todo lo que estoy dispuesto a conceder es que
desgraciadamente es enteramente cierto —como Bernard Shaw agudamente
observó— que aprendemos por experiencia que los hombres nunca aprenden
por experiencia. Sin embargo, ésta no es razón para exaltar la ignorancia, y
ciertamente no estaremos mejor sin visión ni conocimientos históricos.
Por consiguiente, creo que hoy como ayer, libertad y legalidad están ligadas,
porque la única forma en que sabemos organizar un sistema político que no
sea opresivo consiste en despersonalizar el poder, colocando el derecho por
encima de los hombres. Pero esta vinculación nunca ha sido tan precaria como
ahora. Cuando el imperio de la ley se convierte en el gobierno de legisladores,
queda abierto el camino, al menos en principio, hacia una opresión “en nombre
de la ley”, que no tiene precedente en la historia de la humanidad. Queda
abierto, repito, a menos que retornemos al Estado Constitucional con renovado
vigor y atención despierta.
Esta tesis no tiene nada de legalista. Creo en la ley como instrumento esencial
de la libertad política, pero sólo mientras esta libertad sea la base y condición
de todo lo demás. En otras palabras, nuestras libertades están protegidas hoy
día por los “derechos” y no por la ley como forma, a la que tantos juristas
parecen atenerse. Y nuestros derechos son la institucionalización de una
libertad de, el atavío jurídico de una libertad concebida como ausencia de
restricción. Es en este sentido, y estrictamente en estas condiciones, en que he
subrayado que sólo la libertad conforme a derecho, sólo un sistema
constitucional que sea instrumento regulador impersonal (no el poder popular
como tal), han sido, y siguen siendo los guardianes de las sociedades libres.
No se me oculta, por otra parte, cuan ardua será la tarea de la Comisión si,
como aparece de la enunciación de propósitos, lo que se desea estructurar en
Chile es un sistema democrático, como quiera que la democracia política es la
más difícil de todas las empresas democráticas, es decir, la que funciona en las
condiciones más precarias. Aunque la democracia en su sentido político
representa la connotación más antigua y persistente de la idea de democracia,
su largo historial sólo confirma que es la realización más decepcionante. Como
sistema político, la democracia tiene que someter las múltiples voluntades de
millones de personas dispersas a una sola autoridad y esto significa que las
condiciones en que tiene que obrar no son sino una remota aproximación a las
circunstancias óptimas que prevalecen en los grupos primarios y en las
pequeñas comunidades integradas.
Creo que tanto el jurista como el político han prestado poca atención al hecho
de que entre una democracia de persona a persona y un sistema democrático
en gran escala hay un abismo. En efecto, cuando se acuñó la palabra
democracia, el pueblo a que se refería era el demos de una polis griega, esto
es, una pequeña comunidad estrechamente unida. De ahí que cuando se habla
de pueblo acuda a nuestra mente el recuerdo del demos griego, pero la verdad
es que mientras mayor se haga una población, menos puede el concepto de
pueblo designar una comunidad real, y más tiende a denotar una ficción lógica.
Para que la democracia sea real la asignación nominal del poder y su ejercicio
efectivo no deben quedar en las mismas manos. De manera que “poder del
pueblo” es solamente una expresión elíptica. En efecto, esa frase describe
únicamente el inicio del proceso político, pero lo deja suspendido en el aire,
porque es evidente que el poder se ejerce sobre alguien y gobernar presupone
la existencia de los gobernados, de modo que lo pertinente sería preguntar:
¿Poder del pueblo sobre quién? Más claramente formulada la pregunta:
¿quiénes son los súbditos de la soberanía popular? Si la expresión se ampliara,
diría: “Democracia es el poder del pueblo sobre el pueblo”.
Los dos sistemas no son, por lo tanto, alternativas entre las que se pueda
escoger basándose en gustos personales. Creo que sólo nos estamos
engañando si consideramos el referéndum y la iniciativa popular de legislación
como equivalentes y sustitutos modernos de la democracia directa.
Gracias, de todos modos, y muy sinceras por la amable invitación a la que, por
fuerza mayor, no pude concurrir como habría sido mi más ferviente deseo.
Lectura de la cuenta
ANEXO DE DOCUMENTOS
CUENTA
Por otra parte, ello guarda relación con la entrevista que se solicitará el señor
Presidente de la Junta de Gobierno y, en su opinión, nada se obtiene con tomar
un acuerdo sobre este particular sin conocer previamente los puntos de vista
de la Honorable Junta de Gobierno.
Con todo, debe tratarse de elaborar, dentro de lo posible, una minuta sobre
cuáles serían los conceptos generales que contendría dicho Estatuto.
El señor SILVA BASCUÑÁN declara que una tarea como la propuesta por el
señor Ovalle, significa, además de apartarse de la labor fundamental, entrar en
consideraciones muy delicadas y de mucha responsabilidad política. A su
juicio, y previo al análisis de esta materia, es menester formular un
planteamiento a la Junta de Gobierno y no avanzar criterios hasta que esa
entrevista se haya celebrado. Por lo mismo, se manifiesta contrario a encargar
a alguno de los miembros de la Comisión la confección de una minuta que
sirviera de base a ese estatuto constitucional.
Al efecto, recuerda que en una reunión informal celebrada con el señor Ministro
de Justicia para tratar el estatuto de los medios de comunicación social, debió
expresar que estimaba manifiestamente inconveniente que la Junta de
Gobierno ponga en evidencia que tiene la totalidad del Poder, porque cuando
se tiene la totalidad del Poder no se necesita ponerlo de relieve en estatutos
como el de la prensa, que no es otra cosa que, respecto de los medios de
comunicación, la manifestación de un Poder total. Sin perjuicio de convenir en
la necesidad de que exista ese Poder total —es legítimo y necesario—, no cree
conveniente, desde un punto de vista político y de imagen, que ello sea
evidenciado.
Expresa que hace algunos días tuvo la oportunidad, junto con el señor Silva
Bascuñán, de conversar con el señor Francisco Bulnes quién
recientemente había estado en los Estados Unidos. Dijo que, a su juicio, en los
medios jurídicos y políticos de Estados Unidos, que tienen importancia porque
reflejan el sentimiento de muchos otros países de similar estructura
democrática y republicana, existe la impresión de que sería razonable que
Chile tuviera, dentro de cierto lapso, alguna organización jurídica más o menos
clara y estable dentro de la cual se estuviera moviendo.
Suprimido el estado de sitio, ¿cuál será el régimen jurídico del país? Este es el
problema que podría inquietar a la comunidad internacional —incluso puede
ser un requerimiento y una necesidad que sienta la Junta de Gobierno y la
opinión pública nacional— para que el país tenga un cauce orgánico y jurídico
en el cual desenvolverse; todo ello expresado en términos realistas, es decir,
que no se pretenda establecer un regreso democrático perfecto, como puede
ser aquel que consagre la Constitución ni que tampoco traduzca la situación en
que se desenvolvería el país de levantarse los estados de emergencia que hoy
vive, sin tener otro ordenamiento jurídico que los restos de una
constitucionalidad y cuerpos institucionales aislados que se van dictando.
Piensa que es conveniente hacer luz, desde ya, sobre estos problemas, porque
competen al campo jurídico y sobre los cuales la Comisión tiene la obligación
de prevenir a la Junta de Gobierno, a fin de evitar que cuando el Gobierno
estime, por ejemplo, que ha llegado el momento de levantar el estado de
guerra interna o el estado de sitio —yendo más lejos— se encuentre con un
dilema jurídico de difícil solución.
Este es el problema que está detrás del planteamiento del señor Ovalle, el que
apunta al fondo de una realidad que puede ser muy trascendente para el
destino de la Junta de Gobierno y del trabajo de esta Comisión.
Le parece que esta materia debe ser abordada por la Comisión, ya que, por lo
demás, se ajusta a los propósitos expresados por la Junta de Gobierno y a la
manera de pensar de sus integrantes y la mejor colaboración consiste en
incorporar disposiciones protectoras de los derechos humanos en el estatuto
provisional que ha propuesto. Ese es el propósito que lo ha movido a sugerir
esta iniciativa.
Una norma básica —muy simple, por supuesto, para que no sea limitativa ni
constriña demasiado a las Fuerzas Armadas— ofrece las ventajas que se han
podido apreciar en el caso de Brasil y evita caer en los problemas que se han
producido en otros países por carecerse de disposiciones claras.
El señor EVANS declara que tanto el profesor Alejandro Silva Bascuñán como
él, han presentado anteproyectos relativos a este Capítulo con la salvedad —
por lo menos en lo que a él atañe— de que el suyo no es sino un compendio de
ideas.
—Así se acuerda.
El primer inciso, continúa, establece que “El Estado de Chile es unitario”; pero
no mantuvo la disposición que preceptuaba que “se estructura en regiones y se
administra en forma funcional y territorial mente descentralizada”, como lo
proponía el señor Silva, ya que, en su opinión, no es exacto que el Estado,
se administrará en forma funcional y territorialmente descentralizada, en
atención a que, en definitiva, el Presidente de la República continuará siendo el
Administrador Supremo de la Nación, sin perjuicio de que las regiones gocen
de cierta autonomía para promover su desarrollo. Por eso, en esta materia se
consignó una disposición que, en cierto modo, es una combinación del
precepto propuesto por los señores Díez y Silva Bascuñán con el que había
sugerido el señor Evans.
Por otra parte, estima muy importante definir lo que es el Estado, porque
cuando se explica el grado del Estado unitario, inmediatamente se piensa cómo
se administra, y es necesario vincular el ordenamiento jurídico del Estado —
que es unitario— con la forma cómo se administra. Por eso, en su indicación —
con la cual concordó el señor Díez—, solamente se anuncia ciertas ideas
fundamentales que serán desarrolladas, posteriormente, en el articulado de la
carta. Estima importante que la vinculación conceptual del Estado unitario
esté ligada, también, a la esencia del sistema que presidirá la
administración, la que será funcionalmente descentralizada. El órgano central,
a su juicio, no asume ni podría asumir, él mismo, las prestaciones de todos los
servicios que la colectividad exige, razón por la cual tiene que instituir,
lógicamente, una serie de reparticiones o entes vinculados a la estructura
central para prestarlos. Eso es lo que se llama una administración
funcionalmente descentralizada, por cuanto hay entidades con personalidad
jurídica y estatutos propios dentro de la unidad del Estado. En seguida, el
órgano central debe instituir, también, la administración territorialmente
descentralizada que es precisamente lo que se tratará de hacer desde el punto
de vista administrativo, ya que no hay nada que esté más de acuerdo con la
democracia que una administración descentralizada en la cual las comunidades
básicas que estructuran los distintos sectores de la colectividad podrán
expresar una voluntad que tendrá que ser considerada en el ordenamiento
jurídico.
Por todo lo anterior, manifiesta preferir esta disposición en la forma que había
propuesto, y que había sido acogida por el señor Díez, en el sentido de
anunciar solamente la estructura del Estado y las bases esenciales de su
organización administrativa.
El señor OVALLE expresa que con respecto al inciso primero de este artículo, se
advierte cierta discordancia conceptual.
En seguida, advierte el señor Ovalle que cuando se trató por primera vez el
problema de la regionalización, hubo consenso en la Comisión en la necesidad
de que el capítulo primero, al tratar del Estado unitario, consignara de
inmediato el concepto de la regionalización, ya que, en realidad, el concepto de
Estado unitario, en cierto modo, se identifica en Chile con, el concepto de una
autoridad central que se opone a la descentralización regional. Entonces, lo
que se quiere es dar la sensación de que, si bien es cierto que el Estado de
Chile es unitario, no lo es menos que habrá un concepto claro de
regionalización que permitirá a las regiones y provincias disponer de cierta
autonomía.
Propone que, en atención a que el señor Ovalle ha dado razones muy justas
desde el punto de vista de la ortodoxia constitucional, se acepte la sugerencia
que ha formulado, lo que es acogido, a su vez, por el señor Evans, quien
agrega aceptar dicha proposición con el objeto de continuar avanzando en la
redacción del texto, todo lo cual no obsta a que se declare en desacuerdo con
la idea planteada por el señor Ovalle ya que, en su opinión, no habría ninguna
contradicción doctrinaria si se la consagra en esta primera disposición.
El señor OVALLE observa que incluir esas ideas en esta disposición sería
concordante, pero limita el carácter de unitario del Estado.
El señor GUZMÁN estima que no hay que llevar la ortodoxia y el orden tan
lejos, que se perjudique la comprensión del texto, en el sentido de que una
misma disposición explicada de inmediato es más fácilmente comprensible
que, para explicarla, haya que recurrirse a un artículo relativamente lejano en
el texto constitucional.
El señor SILVA BASCUÑÁN expresa que sobre este particular habría que
atenerse más a la idea de conjunto de las instituciones que se
establecerán y no contreñirse a una situación que, como la actual, es
transitoria. A su juicio no puede establecerse realmente ahora una
administración descentralizada por que la esencia de la descentralización está
en que las comunidades básicas puedan expresar, al integrarse en la forma
que se determine, una voluntad que sea respetada por los agentes del poder.
En un momento transitorio de la vida del país, como es éste, no se puede
establecer una regionalización descentralizada, sino, a lo más, desconcentrada,
conjuntamente con una serie de organismos sólo asesores o consultivos que
podrían expresar, de alguna manera, la voluntad de la colectividad. Por lo
tanto, este es un caso en el cual la Comisión no puede sentirse constreñida por
la situación actual sino que debe manifestar claramente la idea que sobre esta
materia tiene.
El señor EVANS precisa que había propuesto esa frase en su proyecto. Cree
que es más comprensible, amplia y genérica, porque las expresiones que
propone el señor Silva Bascuñán tienen una significación jurídica muy
particular, concreta y específica y que van a obligar a la Comisión en el
desarrollo del texto constitucional: a realizar la descentralización funcional
y la plena descentralización territorial. En cambio, el decir que el Estado de
Chile se divide en regiones dotadas de facultades, implica el ámbito jurídico y
de recursos lo que, en su opinión, es mucho más amplio, ya que dichas
facultades se otorgan para promover el desarrollo regional, intención, esta
última, que es la que se quiere realmente establecer.
Expresa que una de las grandes fallas o deficiencias que tuvo la democracia
chilena en el último tiempo, fue la ausencia de una efectiva
descentralización funcional y territorial; y en el remedio de esa falla,
advierte una de las perspectivas más importantes que tiene esta Comisión,
ya que existe la tendencia, por idiosincrasia y formación, de no avanzar
demasiado en materias como ésta, ya que todas las fórmulas que se conocen
en el fondo, se han quedado a medio camino, en lo que a este punto se refiere.
Por lo mismo, sugiere que la Comisión se imponga el compromiso de avanzar
lo más posible en el desarrollo del texto de la Constitución y establecerlo,
desde ya, en el artículo 1°.
Sobre este particular, el señor EVANS considera mejor la otra redacción: “Su
territorio se divide en regiones y se administra...”
Fijados estos tres conceptos, concluye, se debe entrar a la redacción del texto.
A su vez, el señor OVALLE propone redactar este inciso en estos términos: “El
Estado de Chile es unitario. Su territorio se divide en regiones y su
administración será funcional y territorialmente descentralizada”.
La señora ROMO acogiendo la idea del señor Guzmán, formula indicación para
redactar este inciso de la siguiente forma: “El Estado de Chile es unitario y
para su administración se divide en regiones funcional y territorialmente
descentralizadas”.
—En definitiva, y a indicación del señor Ovalle, el inciso primero del artículo 1°
se aprueba en los siguientes términos:
Por lo mismo, estima que el señor Presidente logró, en pocas líneas, reducir lo
que habían propuesto los señores Díez, Silva, Bascuñán y él mismo, a un inciso
concreto, poco discursivo y muy claro de lo que son los fines del Estado.
El señor OVALLE estima que, sobre esta materia, hay tres problemas que
deben dilucidarse.
El segundo —si se deja esa constancia y se resuelve vincular los fines del
Estado al concepto de bien común— es planificar un posible preámbulo en el
cual se expresa qué se entiende por bien común.
El tercer problema dice relación —siempre mirando a los fines del Estado—
no sólo con los conceptos de los derechos inalienables del individuo, sino a la
acción que le corresponde al Estado con relación a esos derechos, ya que no se
trata de una mera protección como en el Estado liberal, sino de una activa
participación tendiente a crear ciertas situaciones de hecho que hagan
posible la vigencia de estos derechos.
Manifiesta que señala estos tres temas porque estima que deben ser
debatidos y discutidos, a fin de fijar posiciones respecto de cada uno de
ellos con la latitud que una materia tan esencial como ésta requiere.
Si se retrocede a los últimos tres años, piensa que mucho bien se habría
hecho a la Patria al haber contado con una disposición que hubiera señalado
los fines del Estado.
Por eso considera que respecto de la primera parte de la inquietud del señor
Ovalle está despejada. Siendo así, cree que las otras dos restantes se
resolverían con gran facilidad.
El señor GUZMÁN expresa compartir la opinión del señor Evans, cual es fijar la
misión del Estado, esto es, determinar que el Estado no tiene sino una
finalidad que es la de promover el bien común.
Por lo tanto, opina que si el señor Guzmán trajera en la próxima sesión una
redacción en que aparezca claro cuál es la idea matriz y las vertientes
fundamentales que fluyen de ella, se podría perfectamente encontrar la
redacción adecuada.
RAFAEL LARRAÍN C.
Secretario accidental
1.— Indicación de la Mesa.
Artículo 9°— Es deber primordial del gobierno y de las autoridades que esta
Constitución establece, cumplir los fines y deberes del Estado y demás
preceptos de este Capítulo Primero.
ANEXO DE DOCUMENTOS
Expresa, en seguida, que en relación con esta iniciativa legal, el señor Ministro
de Justicia solicitó la opinión de los diferentes Ministros de Estado, quienes,
en su mayoría, manifestaron su plena conformidad con el texto leído, y que
algunas Secretarías de Estado, a través del Ministro o del Subsecretario
respectivo, han formulado observaciones sobre el proyecto, como por ejemplo,
el Asesor Jurídico del Ministerio del Interior que señala la conveniencia de
precisar que la subrogación sólo procede respecto del Subsecretario titular de
la Cartera correspondiente, vale decir, que si se trata de un Subsecretario
Subrogante, éste no podría subrogar al ‘Ministro que estuviere impedido por
ausencia, enfermedad, renuncia o inhabilidad.
Una vez leídas las mencionadas observaciones, cuyo texto está incorporado al
anexo de documentos de la presenta acta, ofrece la palabra acerca del
proyecto de decreto-ley en discusión.
Menciona que, en relación con este aspecto, hace algún tiempo, un distinguido
Profesor de la Universidad Católica de Chile, apolítico y decidido partidario del
actual Gobierno, le manifestó su preocupación por el trabajo que la Comisión
está realizando y al informarse que se estaba estudiando el inciso tercero del
artículo 1° de la nueva Constitución Política, reaccionó con sorpresa y
escepticismo, estimando que, en esta forma, no se estaba cumpliendo la
misión encomendada por la Junta de Gobierno. Agrega que desea dejar
testimonio de que en lo sucesivo, se opondrá a que la Comisión trate materias
ajenas a aquellas que le determinó el Gobierno, vale decir, la redacción de un
anteproyecto de Constitución Política, a menos que, por tratarse de un tema de
tal envergadura constitucional, que tienda a crear una norma permanente que
sirva de base de la labor de la Comisión en el futuro, estime, desde su personal
punto de vista, que, obvia y naturalmente la función que le es propia debe
extenderse, también, a dicha materia.
Estima que la inquietud del señor Evans deriva, más que del hecho de que la
Comisión esté analizando un proyecto que en su concepto no tiene relación con
la Constitución, de la sensación que le asiste de que no se ha cumplido el
compromiso de considerar estas materias en sesiones extraordinarias, como
fue el acuerdo adoptado sobre la materia, pues si realmente proyectos de esta
naturaleza se hubieran considerado en ese tipo de reuniones de trabajo, tiene
la certeza de que no se habría planteado esta preocupación, que le parece muy
razonable en las circunstancias en que la ha hecho valer el señor Evans.
Por otra parte, destaca otra consecuencia cual es la de que los Ministros de
Estado son responsables personalmente por los actos que suscribieren, y
solidariamente, por los que realizaren con otros Ministros, existiendo muchos
actos que requieren la firma de varios Secretarios de Estado, y entonces,
ocurrirá que la solidaridad se producirá entre los Ministros y un Subsecretario,
no obstante que ella será de los Ministros.
En seguida, manifiesta que concuerda con gran parte del juicio del señor Evans
en el sentido de que existe inquietud en algunos sectores de la ciudadanía
respecto de la labor que está cumpliendo la Comisión, y estima, en
consecuencia, que el señor Ortúzar debería formular una declaración atinente
al trabajo desarrollado por la Subcomisión de Régimen Electoral y Partidos
Políticos, pues, este aspecto ha provocado una apreciable preocupación en el
país.
El señor LORCA acepta, desde luego, las explicaciones del señor Ortúzar sobre
el tema planteado, pues, tienen atinencia directa con diversas interrogantes
surgidas en distintos sectores acerca de la situación de las inscripciones
electorales, materia sobre la cual se ha dictado un decreto-ley que, por
ignorancia u otro motivo, un apreciable número de personas no lo conoce y se
remite, solamente, a las declaraciones de quienes están actuando en este
aspecto, motivo por el que encarece al señor Presidente que formule una
nueva declaración sobre la materia en la misma forma precisa y categórica
que lo hizo respecto del derecho de propiedad, con lo que se evitaría la
repetición de incidentes tan ingratos corno el que presencio, hace algunos días,
en la Iglesia Parroquial de Vina del Mar, con ocasión de una rogativa llevada a
efecto con el objeto de que se pueda restablecer, con prontitud, las
inscripciones electorales y el sufragio en el país.
Añade que la última observación que desea formular tiene relación con la
naturaleza de la suplencia y de la subrogación, pero plantea, especialmente, el
problema que origina esta última. Considera que se enfrenta una dificultad de
orden práctico cuando, en forma inesperada, un Ministro se encuentra,
momentáneamente, impedido de ejercer su cargo por enfermedad u otra
causa, y si bien es cierto que la Ley Orgánica de Ministerios faculta para
dictar un decreto de suplencia, también, es efectivo que el Gobierno
enfrenta una etapa histórica en la que, junto con realizar las tareas
gubernativas que le son propias, intenta crear las bases de un estado de
derecho en el que se evite la repetición de las circunstancias que culminaron
con los acontecimientos que todos conocen, y en la eventualidad mencionada,
la dictación de un decreto o la designación de una persona pueden significar la
pérdida de un tiempo muy valioso,’ por lo cual se considera necesario clarificar
el problema de la subrogación para el futuro, dentro de las líneas generales.
El señor OVALLE señala que la labor de un Ministro tiene dos aspectos: uno, el
propiamente político, cuando colabora con el Presidente de la República en la
gestión de conducir al país, que tiene su mayor expresión en las reuniones de
Gabinete, en las que se delinea la acción gubernativa a seguir, y el otro, de
orden administrativo, que se ejerce hacia dentro de su propia Cartera, en cuya
virtud cautela y dirige las tareas propias del Departamento de Estado que se le
confió.
Añade que, por otra parte, cuando el titular de una Cartera reemplaza a otro—
no siempre se trata de una subrogación propiamente tal— debe ser informado
permanentemente, en detalle, de materias que no alcanza, sin embargo, a
aprehender cabalmente, ya que, de otro modo, ocuparía la totalidad de su
tiempo, problema que, a su juicio, debe resolverse. Agrega, en seguida, que
también se produce la discontinuidad de la labor política debido a que, en
muchos casos, el Subsecretario es un funcionario administrativo carente de la
relevancia y demás condiciones que le permitirían colaborar con el Presidente
de la República en los términos en que éste puede requerirlo de un Ministro, y
entonces, será preciso adoptar algunas medidas sobre este aspecto, pero es
partidario de que, en el plano interno o administrativo, el Subsecretario asuma
las tareas del titular de la respectiva Secretaría de Estado, dentro de ella.
Señala que por el rodaje interno del Ministerio y por la complejidad, cada vez
mayor, que toma la conducción del Estado, en Chile el Subsecretario cumple
funciones normales que en otras Cartas Fundamentales se asignan a los
Viceministros, aspecto éste en el que a la señora Romo le asiste plena razón,
siendo entonces, lógico que deba subrogar al Ministro en relación con dichos
problemas. Estima que si se trata de una mera suplencia, vale decir, que si es
menester que opere un reemplazo por causas repentinas, le parece de la
mayor utilidad que él se produzca de inmediato, en el instante mismo en que
las dificultades o impedimentos lo hagan necesario, recayendo ese reemplazo
en una persona tanto o más entendida que el titular de la Cartera en los
asuntos propios de ella, de lo que resulta la conveniencia de que esa persona
sea el Subsecretario respectivo.
Respecto a cómo podría solucionarse el aspecto político del tema, estima que,
desde luego, serviría esta subrogación, en cierto modo, para que quien
desempeñe el cargo de Jefe de Estado, una vez restablecida la normalidad
constitucional, tenga presente que no sólo designará a un Subsecretario sino
que, también, a un eventual Ministro subrogante. Aclara que sus expresiones
no están fundamentadas en lo que ocurre en la actualidad en el país, sino que
en algunos casos que le correspondió conocer en el ejercicio de su profesión,
en los cuales los Subsecretarios se caracterizaban por su absoluta
incompetencia y no estaban habilitados para actuar ni como Jefes
Administrativos ni como Ministros, aspecto éste que podría servir para criticar
la institución, pero no en razón de que el Subsecretario no esté en condiciones
de subrogar al Ministro sino porque en los casos que ha mencionado carecían
de toda competencia.
Considera que, por las razones anotadas, el criterio que sustenta el proyecto
es adecuado, salvo algunas modificaciones de detalle o de redacción que él
pueda merecer, ya que resuelve los problemas administrativos que la
institución presenta en la actualidad, y permite, a la vez, solucionar los
problemas políticos que pudieran derivar del reemplazo de un Ministro por un
Subsecretario que no tuviera las condiciones necesarias para participar en el
delineamiento de una política determinada.
Agrega que, por otra parte, debería meditarse —esto es sólo una inquietud
suya— en la posibilidad de contemplar el cargo de Viceministro propiamente tal
cuando se organicen, estudien y redacten las disposiciones pertinentes de la
Constitución relativas a las Ministerios.
Señala, por último, que al situarse en el orden práctico, le hace mucha fuerza
la observación del señor Evans en cuanto se refiere a evitar la cadena
indefinida de subrogaciones, que originará desconcierto y caos en la marcha de
un Ministerio, más todavía si la subrogación comprende un lapso muy breve, lo
que le mueve a pensar que podría establecerse, por ejemplo, que el
Subsecretario que subroga al Ministro desempeñara, simultáneamente, la
función de Ministro subrogante y de Subsecretario.
Expresa que tampoco le ha merecido dudas que este Ministro con carácter de
subrogante pasa a ser Ministro de Estado, y que tal es el espíritu del proyecto
para todos los efectos constitucionales y legales, salvo en el caso del artículo
66, que se exceptúa en forma expresa.
La señora ROMO considera que, precisamente, por el estudio que está llevando
a cabo CONARA, al cual se ha referido el señor Ortúzar, aparece como de
urgencia esencial el despacho del proyecto en análisis, para permitir así, que
de inmediato el Subsecretario respectivo empiece a subrogar al Ministro. Hace
presente, en seguida, que en ciertos sectores, inclusive, militares, existe la
idea de que el Subsecretario es un mero funcionario administrativo, una
especie de secretario del Ministro, que depende de éste y no de la confianza
del Presidente de la República, motivo por el que estima fundamental que este
proyecto empiece a aplicarse con prontitud, con el objeto de demostrar que el
sistema operará perfectamente bien y que el Subsecretario es la persona
indicada para subrogar al Ministro, por conocer mejor el funcionamiento del
Ministerio, lo que servirá, además, como antecedente cuando se estudie esta
materia en la nueva Constitución, para ponderar en forma adecuada el rol que
corresponde cumplir al Subsecretario.
El señor SILVA BASCUÑÁN estima muy válidas las razones de orden práctico
mencionadas por el señor Duvauchelle, y estima que, a juicio suyo, por el
conocimiento de la personalidad de quienes han sido Subsecretarios —no sólo
de aquellos que se encuentran presentes sino que, también, de muchos otros—
le llevan a la convicción de que, generalmente, tales funciones han sido
desempeñadas por personas de gran calidad intelectual y humana, las que sólo
por circunstancias políticas inherentes al momento democrático se han visto
impedidas, a veces por su juventud, de tener la influencia necesaria para
ocupar cargos de Ministros de Estado, de modo, entonces, que la cuestión se
plantea en el terreno puramente objetivo y jurídico y no en el de la jerarquía
de valores, ya que, por otra parte, en anteriores períodos presidenciales,
muchos Subsecretarios fueron superiores a los Ministros correspondientes,
razón por la cual advierte en este problema una complejidad exclusivamente
de carácter jurídico.
Prosigue señalando que, por las razones que se han proporcionado y dada la
facilidad existente para modificar la Constitución, en lugar de proponerse un
proyecto de decreto-ley piensa en la redacción de un nuevo inciso en el
artículo correspondiente de la Carta Fundamental —que señala actualmente
que el número de los Ministerios y sus respectivos departamentos será
determinado por ley—a través del que se exprese algo muy similar al texto del
proyecto, pero elevándolo a nivel constitucional, que sería, más o menos, lo
siguiente: “Cuando por ausencia, enfermedad o renuncia, suspensión o
inhabilidad de los Ministros de Estado, el Presidente de la República no hubiere
dispuesto otra forma de subrogación, subrogará el Subsecretario del Ministerio
respectivo, que se considerará como Ministro de Estado para todos los efectos
constitucionales, con excepción del artículo 66. La subrogación no podrá
prolongarse por más de treinta días.
El señor DIEZ expresa que en este aspecto tiene un criterio diverso al del
señor Silva Bascuñán y le parece que así como lo relativo a los Ministerios será
materia de ley, también debe serlo la subrogación, siendo suficiente, en tal
caso, un simple decreto ley, sin requerirse una modificación de la Carta
Fundamental, lo cual aparece como la solución lógica, de acuerdo a la técnica
jurídica, estableciéndose en ese decreto-ley los principios señalados por el
señor Silva Bascuñán.
El señor EVANS expresa que es efectiva tal declaración pero para el futuro, e
insiste, al mismo tiempo, en que la materia en debate carece de relevancia
constitucional.
El señor DIEZ considera que es necesario analizar muy bien este aspecto del
problema, es decir, si procede establecer la subrogación mediante un decreto-
ley o una reforma constitucional, pues le asisten dudas derivadas de las
implicancias que tiene esta materia en cuanto atañen a ciertas normas de la
Constitución, por ejemplo, el juicio político, la responsabilidad solidaria, la no
aplicación del artículo 66, etcétera. Estima que esta clase de disposiciones
deberían incorporarse más bien a la Carta Fundamental y no a la ley, puesto
que ésta no puede exceptuar de la aplicación de un artículo de la Constitución
a determinados funcionarios o Ministros de Estado.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima, en relación con la observación del
señor Díez, que el problema se encuentra resuelto en virtud del conocido
aforismo jurídico que preceptúa que “las cosas son lo que son y no como las
partes las denominan”, ya que, incuestionablemente, se acepte o no, se trata,
en este caso, de una modificación de la Constitución Política del Estado y lo
único que procede es discutir si conviene o no efectuar una modificación
expresa del texto constitucional vigente o dictar un decreto-ley que
implícitamente lleve envuelta dicha enmienda.
El señor DIEZ opina que el principal argumento para apoyar la idea de que
debe efectuarse una reforma constitucional es el de que no puede exceptuarse
a ninguna persona de la aplicación de un artículo de la Constitución mediante
una ley corriente, sino que ello debe realizarse a través de una reforma a la
Carta Fundamental hecha en forma expresa, vale decir, que se agregue lisa y
llanamente un inciso al artículo correspondiente de la Constitución.
El señor OVALLE comparte la opinión del señor Díez y hace presente que al
respecto no le asiste ninguna clase de dudas.
El señor LORCA coincide en esta materia con la redacción dada a ella por el
señor Silva, por estimarla más adecuada.
El señor DIEZ expresa que la opinión que él sustenta está basada en el hecho
de que todas las modificaciones constitucionales que se están realizando deben
servir para un régimen normal pues, de lo contrario, no tendría sentido esta
tarea que se está llevando a efecto por la Comisión, y por tal motivo, estima
que en todo momento, dentro de dicho trabajo, está presente ese régimen
normal y la idea de que existirá un texto constitucional, porque a su juicio, no
puede dejar de existir tal sistema, y cualquiera que sean las modalidades que
se presenten es preciso obrar consecuentemente con la responsabilidad de que
será necesario dar a los Ministros el rango que les corresponda.
El señor DIEZ discrepa de la opinión del señor Silva Bascuñán, pues estima que
cuando se discute el proyecto de subrogación —tal como cuando se estudió el
proyecto de regionalización— se está discutiendo un párrafo que puede quedar
incorporado a la nueva Constitución, con lo que se tendrá la ventaja de la
experiencia antes de disponer del texto definitivo, de modo que no advierte el
hecho de que no se esté laborando en la tarea específica de la Comisión, pues
se está trabajando en esa materia, aunque no en el orden que cada uno tiene
en su mente sino en la medida en que van produciendo los hechos, sistema
que no es de todo su agrado, pues prefiere actuar en el orden científico y
lógico de la elaboración de una Constitución, pero considera que no pueden
escaparse de la realidad, donde existen problemas constitucionales que,
obviamente, son de la competencia de esta Comisión. Añade que no le
agradaría, por otra parte, y estimaría que se habrían atropellado las facultades
que se les confiaron, si el Gobierno solucionara problemas constitucionales
contingentes sin oír a la Comisión que el mismo designó para crear una nueva
institucionalidad de orden constitucional.
Agrega que se inclina por la idea del señor Evans en cuanto a que esta materia
no quede incorporada a la Constitución, porque, en su opinión, ello significaría
desviar a la Comisión del marco de una Carta Fundamental y llevarla a un
ámbito muy detallista, que no ayuda a profesores ni alumnos ni a nadie, y por
el contrario, dificulta la modificación de aspectos que son eminentemente
contingentes, como es el que se encuentra en estudio.
El señor OVALLE considera que la Comisión está abocada a una cuestión de
orden constitucional y celebra que el señor Guzmán sea partidario, como lo es
él, de una Constitución sobria, pero ello no significa que no deban incluirse en
la Carta Fundamental materias de orden general básico, que, elementalmente,
forman parte de la estructura constitucional del país, puesto que no se
mencionará, en la Constitución a cada Ministerio ni las normas que regirán
para los efectos de la subrogación, sino que se pretende establecer una norma
de carácter general, de clara implicancia constitucional, que debe, por
consiguiente integrar la Carta Fundamental.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que, para apreciar con claridad las
observaciones de los señores Ovalle y Díez, con cuyas opiniones se complace
en coincidir, bastaría con formularse una pregunta, ¿en un régimen normal,
habría sido posible modificar, sin infringir la Constitución, la Ley Orgánica de
Ministerios, estableciendo la subrogación de un Ministro de Estado por un
Subsecretario? La respuesta, es evidentemente, negativa, pues se habría
infringido, en tal caso, la Carta Fundamental.
Agrega, que se desea pedir al señor Silva Bascuñán, desde luego, con la mayor
cordialidad, que abandone la idea de que al tratar esta clase de materias la
Comisión está apartándose de su función específica y distrayendo su tiempo,
pues es de toda evidencia que así no ocurre, ya que se han despachado dos
Capítulos de la Constitución y ahora, probablemente, se despachará una
materia muy importante, que evitará tener que considerarla en otra
oportunidad.
El señor SILVA BASCUÑÁN estima que las sesiones extraordinarias no dan
buenos resultados, como ya lo afirmó, enfáticamente, el señor Guzmán, puesto
que la capacidad de trabajo que tienen los miembros de la Comisión no les
permite sesionar en forma extraordinaria, y en consecuencia, el problema no
puede solucionarse a través de esta clase de sesiones.
Agrega, que, en cuanto se refiere a CONARA, le parece que existen dos puntos
de vista: uno, el de la Comisión y el otro, el del Ministerio de Justicia, y en
relación con este aspecto, señala que hace un momento opinó acerca de la
conveniencia de que se escuchara a un representante de CONARA, porque si
bien es cierto que esa Comisión es un organismo asesor del Gobierno, y en
consecuencia, lo que ella proponga será resuelto, en definitiva, por el
Ejecutivo, no es menos efectivo que es aconsejable conocer el pensamiento de
este organismo asesor, con el objeto de adecuar los criterios que se sustenten,
y expresa, finalmente, que agradece en el nombre del Ministro de Justicia y en
el suyo, toda la amplia colaboración que presta la Comisión de Reforma
Constitucional al Gobierno.
Se levanta la sesión.
ANT. No hay.
Saluda a Ud.
DECRETO LEY:
N° 60.
AL SEÑOR
SUBSECRETARIO DE JUSTICIA
P R E S E N T E.
N° 438.
11 de Febrero de 1974.
AL SEÑOR
SUBSECRETARIO
DE JUSTICIA
PRESENTE.
PROYECTO DECRETO-LEY MODIFICATORIO DE
LEY ORGÁNICA DE MINISTERIOS
N° 183.
12 de Febrero de 1974.
SEÑOR MINISTRO:
En atención a sus Oficios números 00272 y 00286, ambos de 7 de Febrero en
curso, que incluían texto del anteproyecto de Decreto-Ley modificatorio de la
Ley Orgánica de Ministerios N° 7.912, que permite la subrogación de los
Ministros de Estado por los respectivos Subsecretarios, en casos especiales, me
es grato manifestar a US. que esta Secretaría de Estado no tiene observación
alguna que formular y está plenamente de acuerdo con el texto del
anteproyecto mencionado.
Por el Ministro
AL SEÑOR
MINISTRO DE JUSTICIA
PRESENTE.
OFICIO N° 282.
SEÑOR
MAX SILVA DEL CAMPO
SUBSECRETARIO DE JUSTICIA
PRESENTE.
N° 286.
OBJETO: PROYECTO MODIFICATORIO LEY ORGÁNICA DE
MINISTERIOS N° 7.912 DE XI - 1927
REF.: Oficio N° 00264 de 7-2-74 de Subsecretaría de Justicia.
SANTIAGO, 12 de Febrero de 1974.
ARTHUR L. CLARK
Comandante de Grupo (1)
Jefe Gabinete
ALBERTO SPOERER C.
Coronel de Aviación (S)
Ministro de Salud.
N° 274.
LORENZO GOTUZZO B.
Contraalmirante
Ministro de Hacienda
AL SEÑOR
MINISTRO DE JUSTICIA
PRESENTE.
MINUTA
N° 429.
AL SEÑOR
SUBSECRETARIO
DE JUSTICIA
PRESENTE.
Responde
Oficio N° 01496, de 9 de Noviembre de 1973, del Ministerio de Justicia.
N° 32.
Sin embargo, considera este Ministerio que, dada la circunstancia que con
posterioridad al Oficio en respuesta, se ha dictado el Decreto Ley N° 212 y la
Junta de Gobierno ha hecho llegar a las diversas reparticiones públicas sus
Circular N° 59, fechada el 10 de Enero, para formular observaciones,
sugerencias e información que se solicitan en el documento en referencia,
convendría esperar que se dicte la nueva Ley Orgánica de la Administración del
Estado en actual estudio.
Por otra parte, el Art. 7 del Decreto Ley N° 212 contempla el que la Comisión
Consultiva, está integrada, entre otros miembros, por representantes de los
diversos Ministerios quienes, en consecuencia, podrán hacer valer las
observaciones y sugerencias que les merezcan las materias en estudio y
proporcionar las informaciones que la Comisión requiera.
Si se toma en consideración que, según la letra b) del Art. 1° del tantas veces
aludido Decreto Ley N° 212, uno de los objetivos principales de la Comisión en
él creada es la de “estudiar y proponer modificaciones estructurales generales
de la Administración del Estado”, parece evidente la conveniencia que sugiere
el Ministro que suscribe de no pronunciarse por ahora sobre las materias a que
se alude en su Oficio N° 1496 y hacerlo cuando se conozca el texto de la nueva
Ley Orgánica de la Administración del Estado, que será la que señale las
pautas en que deberán basarse las modificaciones que sea menester introducir
en la legislación vigente.
Con respecto al proyecto de ley adjunto, debo expresar a US., que en el caso
del Ministerio de Defensa Nacional, el Ministro Subrogante deberá ser el Jefe
del Estado Mayor de la Defensa Nacional.
Saluda a US.,
Lectura de la cuenta
CUENTA
En esta ocasión, agrega, desea conocer con vivo interés el pensamiento de los
trabajadores, pues los empleados y obreros libres jugaron un papel muy
destacado en el proceso de liberación de Chile.
Expresa que ha leído con mucha atención los enunciados básicos del
memorándum elaborado por la Comisión, y ha creído conveniente buscar la
asesoría técnica necesaria para poner un trabajo más concreto y hecho en
forma más orgánica, en algún plazo breve, a disposición de los señores
miembros de la Comisión.
Por eso, en esta primera parte de su exposición debe decir que en general la
Comisión ha enfocado algunos puntos de vista que le satisfacen plenamente en
cuanto a lo que debe ser la Constitución; pero, debe señalar que en lo que
concretamente se refiere a los trabajadores, piensa que el documento es
insuficiente.
Desde luego, habría sido más de su agrado que hubiera habido algún capítulo
especial, en el cual se hiciera referencia a los derechos de los trabajadores. Y
esto, porque ha sido una aspiración permanente de los trabajadores y de las
organizaciones sindicales, el poder definir en forma clara y categórica cuál es el
marco donde deben moverse; o sea, se pretende que las reglas del juego
queden claramente fijadas.
Piensa que los más graves conflictos planteados en el pasado con respecto a
los problemas sindicales han obedecido fundamentalmente al hecho de que no
ha existido realmente una línea jurídica clara, que no ha definido lo que
debiera ser el movimiento sindical. Por eso, muchas veces los gremios, los
sindicatos, los trabajadores mismos, han tenido que ir luchando para
sobrepasar incluso la propia ley, para ir mucho más allá. Es decir,
prácticamente la organización gremial en Chile ha tenido que transformarse en
un grupo de presión y más que eso en un grupo de choque. Y naturalmente
esto no puede ser así: sin duda las organizaciones gremiales no pueden servir
para eso, ni están para eso. Considera que el movimiento gremial es una parte
fundamental e importante en cualquier país y, lógicamente, su misión
fundamental es la de construir, la de poder mejorar las relaciones entre sus
representados.
Los asalariados en este país, los que viven de un sueldo o salario, constituyen
un muy alto porcentaje de la población, el cual va más allá de los dos tercios.
Se piensa que en este instante puede llegar hasta el ochenta por ciento de ella.
Por eso, la Carta Fundamental debiera plantear en forma maciza y clara esa
situación, con el objeto de permitir su pleno desarrollo al trabajador. Si los
trabajadores conocieran esas reglas sería distinto. Siempre ellos han estado
conscientes de sus deberes; pero también desean ahora plantear sus derechos
y que eso se diga y exprese con claridad, a objeto de que las autoridades se
den cuenta de que los trabajadores están muy conscientes de que la
organización gremial no tiene por qué convertirse en un grupo de choque. Muy
por el contrario, ella es una parte importante en la trilogía que siempre se ha
planteado: Gobierno, empresarios y trabajadores. Los trabajadores creen en
este sistema, y pretenden afianzarlo. Por eso, es necesario encontrar fórmulas
en que esa situación quede perfectamente clara, pero con reglas del juego
definidas, que no puedan torcerse por ningún motivo.
Por ejemplo, sería interesante, saber qué piensa en este momento una
institución tan importante como ANEF en cuanto a los principios de la unidad
sindical; si debe expresarse en términos de unidad, como los que se han
propuesto, o en términos de una libertad absoluta. Además, convendría saber
qué se podría hacer para dar mayor eficacia a la organización sindical, en el
sentido de que atraiga en proporción más representativa a todos los
trabajadores, de modo que no quede reducida a cuadros que carezcan del
apoyo masivo de todos los sectores comprometidos. Por otra parte, qué se
podría hacer para mantener la libertad efectiva dentro de la organización
sindical, a fin de que las decisiones correspondan a una voluntad cierta de los
miembros y no se sustituya la voluntad real y efectiva de la masa de los
trabajadores al predominio y voluntad omnímoda de las directivas que, en un
momento dado, se apoderan de las instituciones, sin servir muchas veces las
inquietudes de aquellos a quienes representan verdaderamente. Igualmente,
sería importante saber qué concepto tiene sobre el derecho de huelga, porque
en la práctica tal derecho ha demostrado que, frente a las exigencias del bien
común, que serían o serán las determinantes del nuevo orden jurídico, no
puede menos que tener una serie de limitaciones, ya que la exageración de las
huelgas desprestigió una institución que nació como un instrumento de lucha
social. Entonces, dentro de una visión moderna, convendría saber cómo podría
disminuirse la práctica del derecho de huelga, sin necesidad de suprimirlo, pero
en términos que pudiera ser un arma extrema, sin usarla en forma precipitada,
arbitraria y con daño al bien común, porque la vida histórica del país en estos
últimos años demuestra una pugna en la que cada cual quiere imponer su
propio criterio, sus propios valores, y con eso se destruye toda la colectividad.
Finalmente, el señor FLORES, agradece las palabras del señor Evans con que
se refirió a la Asociación que representa. En verdad, dijo, esta institución
gremial ha sido una de las pocas que por lo menos ha sabido mantener una
actitud independiente, dedicada exclusivamente a la defensa de los intereses
comunes de los trabajadores fiscales.
Así asumió el Poder el señor Allende. Y desde el primer día pretendió imponer
un esquema marxista dentro de un sistema institucional, republicano,
democrático y representativo. Para ello, obviamente, tuvo que violar en forma
sistemática la Constitución y las leyes, a veces en forma flagrante, como, por
ejemplo, cuando dejó de promulgar la reforma constitucional atinente a la
creación de las tres áreas de la economía y la relativa a la inexpropiabilidad de
los predios agrícolas de menos de 40 hectáreas. Y ello sucedió muchas otras
veces, infinitas veces, valiéndose de lo que él mismo y su equipo denominaron
los “resquicios legales”; es decir, torciendo el sentido de la Constitución y las
leyes, infringiendo su espíritu de modo manifiesto.
Para asumir —como lo pretendía— la totalidad del Poder, el señor Allende tuvo
que desconocer desde un comienzo las atribuciones de los demás Poderes del
Estado, del Legislativo y del Judicial, e incluso las del organismo contralor, que
en nuestro país es la Contraloría General de la República.
Con respecto al Poder Judicial, el señor Allende dejó de cumplir los fallos de los
tribunales de justicia hasta tal punto que la Corte Suprema debió declarar la
quiebra de la juridicidad en Chile.
Conculcó en la forma más abierta el derecho de propiedad. Fue así como por
vía de las requisiciones o de la intervención arbitraria, inconstitucional e ilegal,
incorporó a la llamada área social o estatal a más de cuatrocientas empresas,
no sólo grandes, sino también medianas y pequeñas, con lo cual pasó a tener
el control de toda la economía, lo que le interesaba sobremanera, pues de este
modo podía ejercer el control político de los ciudadanos, lo cual hacía posible la
instauración, en forma irreversible, del régimen marxista.
Y llegó al extremo no sólo de permitir, sino que incluso de hacer posible, con
su propia intervención, y desatendiéndose de su condición de Jefe de Estado,
la internación ilícita de armas provenientes de Cuba, Checoslovaquia y Rusia.
Así es como se ha logrado establecer que tenía más de treinta mil hombres
armados, y gran parte de estos arsenales se encontraban en su propia
residencia de Tomás Moro.
Finalmente yo diría que el señor Allende, para darle esta visión de conjunto de
lo que el proceso marxista antes de la liberación, destruyó también la
convivencia pacífica entre los chilenos. Y Chile vivió entonces un ambiente de
violencia permanente, de injurias, calumnias, terrorismo, asesinatos políticos,
desde un ex Vicepresidente de la República hasta modestos ciudadanos. La
lista de los muertos conocidos superó el ciento en esa época. La incertidumbre
y la inseguridad reinaba por doquier. Nadie tenía seguridad en su persona ni
en su hogar.
Así, debió asumir el Poder la Honorable Junta de Gobierno, que rige hoy día los
destinos de Chile. Naturalmente, asumió no sólo el Poder Ejecutivo, sino
también el Poder Legislativo, pues se vio en la necesidad de disolver el
Congreso Nacional el que, por lo demás, profesor, era un Congreso espurio en
cuanto a la representación de los partidos marxistas, porque había sido el
producto del más grande fraude electoral cometido por la Unidad Popular que
conociera la historia, fraude que impidió que la representación de las fuerzas
democráticas, realmente mayoritarias, alcanzara el quórum necesario para
poder destituir por la vía constitucional al señor Allende, como de otra manera
habría sucedido.
Los partidos políticos democráticos podrán actuar, por cierto, en la vida cívica
del país. Lo estimamos indispensable, porque son ellos los que agrupan las
diferentes corrientes de opinión y las inquietudes de los ciudadanos frente a los
problemas nacionales, pero actuarán dentro de la órbita que les es propia,
porque debemos reconocer, que desde hace años en Chile como en otros
países, venía produciéndose un proceso de excesiva politización de las
actividades nacionales. La verdad es que los partidos, por obra más que todo
del sistema institucional que nos regía, intervenían en la administración del
Estado y en la vida gremial y estudiantil de nuestro país, lo que condujo en
cierto modo a crear la situación que hizo posible el advenimiento del marxismo
en Chile.
Pero frente a este poder político, a este poder de decisión, que corresponderá
a los órganos del Estado generados a través del sufragio universal, la nueva
Constitución reconocerá la existencia de lo que hemos denominado “poder
social”, formado por los organismos intermedios ubicados entre el hombre y la
sociedad, agrupados ya sea por razón de común actividad o de vecindad. Pero
estos organismos intermedios, este poder social, no constituirán un poder
político, sino que tendrán una misión eminentemente consultiva y técnica, pero
que no por eso deja de ser de extraordinaria importancia. Especialmente podrá
expresarse esa intervención técnica y consultiva en el Parlamento a través de
la integración de las Comisiones correspondientes.
Estos son algunos de los grandes principios que informarán la nueva Carta
Fundamental.
Me tomo, pues, muy en serio la tarea que ustedes tienen, la que estoy cierto
sabrán cumplir. Tengo fundadas razones para creer que el problema se lo
planteen ustedes, básicamente, a mi juicio, en la forma en que debe ser.
Esa era la antropología de los siglos XVII y XVIII, y de ella surgió la concepción
de una república en la cual se suponía que la libertad siempre era buena y que
la inteligencia siempre tendía a la verdad. Es decir, que de esa concepción se
deducía como consecuencia natural que dentro de un Estado, en ningún
momento, debía existir la menor perturbación de las resoluciones voluntarias
de los hombres y de los motivos que las determinaban. En una palabra, era
una concepción política según la cual, por primera vez en la historia, se daría
un Estado en el cual internamente su propio mecanismo metafísico corregiría
los defectos y garantizaría un grupo siempre claro, igual y permanente,
superior a todos los avatares de la política.
Claro está, mi punto de vista era confrontar esa concepción con respecto a lo
que ha ocurrido en el mundo no sólo en materia antropológica y filosófica, sino
en la realidad. Es decir, si esa inteligencia que tiende naturalmente a la verdad
mantiene todas esa virtudes frente a fenómenos tan nuevos como son la
propaganda, la educación intencionada, la deformación de los hechos a través
de una libertad de prensa irrestricta, etcétera. Y me parece claro que la
definición misma de propaganda no corresponde a esos principios. La
propaganda es una transmisión de informaciones y de pensamientos que
tiende a la provocación de acciones determinadas, no a la investigación de la
verdad. Por ejemplo, si yo fuese un fabricante de zapatos, trataría de hacer
creer falsamente que mis zapatos son los mejores del mundo, aunque en
realidad son muy mal hechos, pero lo que yo quiero es que la gente los compre
y no sepa la verdad acerca de mis productos. Así ha funcionado la propaganda;
primero en el terreno comercial, y después, desgraciadamente, en el terreno
político.
Mi tesis en ese caso fue que por encima de la Constitución no hay nada: ni
siquiera libertad; y cuando hacemos revoluciones no las hacemos con la
libertad de la Constitución, sino con la que Dios nos ha dado para que la
ejerzamos según nos parezca, pero con los riesgos y responsabilidades
consiguientes.
Tampoco podemos olvidar que, dentro del pensamiento del propio Santo
Tomás, la esclavitud era de derecho natural. No podemos olvidarlo. No es que
seamos más inteligentes que Santo Tomás; es que han pasado siete siglos de
historia encima de él. Tampoco podemos decir que el Derecho Romano no era
derecho. Es el derecho que nosotros hemos mamado; en el que hemos
aprendido lo que era derecho. Y han cruzado mil quinientos años de Europa,
con esclavitud y tortura procesal.
Von Ihering decía: “Son derechos, y parece que son naturales y connaturales
al hombre, pero al más connatural ha habido que descubrirlo, sancionarlo,
luchar para ello y consolidarlo”. Y él lo dice respecto del problema de la
culpabilidad. No hay responsabilidad sin culpa. Ese problema es claramente
una conquista moderna. Y lo demás es igual. En una palabra: debemos tener
un pensamiento actual e histórico sobre la tarea constitucional. En
consecuencia, los problemas teóricos de una teoría que podemos compartir o
no respecto del derecho natural, del bien común, de los derechos subjetivos, y
anteriores o no al ser humano, cuando estamos haciendo textos
constitucionales, deben quedar al margen del pensamiento de los
constituyentes modernos.
Porque en ese sentido uno puede ser connaturalista. Yo tengo mis ribetes,
inclusive. Tengo mi teoría; pero, si ustedes me preguntaran cómo vamos a
hacer el texto, diría: “¡Ah, no, los derechos que aquí se proclaman son todos
ellos anteriores a la Constitución y, en consecuencia, tienen más contenido que
el que yo recalco! “. ¡No! A mí no me van a hacer revoluciones con la libertad
de la Constitución! Y veo que esa es la idea básica en la que coincidimos
sustancialmente. El problema es que ustedes encuentren formas
constitucionales por las cuales sea claro que la idea republicana y
representativa es autodefensiva; y que cuando aparece un señor que dice: “Yo
quiero para Chile la dictadura del proletariado”, se le responde: “No, señor, esa
idea no es ni republicana ni representativa ni democrática. Es una idea tiránica,
negadora de toda la Constitución y usted no puede luchar en ese sentido,
como no se puede luchar en favor del homicidio, de la violación o del fraude”.
Este tipo de observaciones son las que encontré al leer este Memorándum, y
otras más que se refieren exclusivamente a la fórmula: propiedad-función
social. Tenemos cierta experiencia, los que hemos padecido esta fórmula. A mi
juicio, está preñada de clara procedencia comunista. Son las consecuencias del
desarrollo de una teoría económico-político, según la cual la propiedad, sobre
todo de los medios de producción y del bien inmobiliario —bien inmueble—,
son las fuentes de la explotación del hombre por el hombre. Si no fuese muy
clara esa procedencia, de la cual viene la enemiga contra toda la forma de
propiedad, podríamos admitir esa fórmula como noble; pero hay demasiada
política metida dentro de eso. De manera que tenemos que reexaminar esa
fórmula verbal en su sustancia y aun desde un punto de vista, digamos, de
teoría pura. ¿Es justo decir que la propiedad es una función social, y decirlo
precisamente sobre el derecho de propiedad? ¿Por qué, hay un solo derecho
que no sea estricta y exclusivamente una función social? ¿Es que el derecho de
reunión no es una función social? ¿Es que no lo es el derecho de libertad? Igual
sucede con el derecho de imprimir sus ideas o de propagarlas por medio de la
prensa. Si la definición latina misma del derecho lo expresa; es decir, que es
necesariamente inter-humano e interasociado. ¿Por qué vamos a subrayar? Si
nosotros vamos a decir en una Constitución “todos los derechos tienen una
función social”, yo no tendría inconveniente en que así se dijera, aunque me
parecería un poco tautológico. Pero la selección del “pobrecito” derecho de
propiedad para decir “Vea, éste es el derecho que tiene función social”, me
parece que es un subrayado inconveniente, y aun injusto, histórica y
legislativamente. Porque si de todos los derechos hay uno que desde el
Derecho Romano viene estrechado, regulado, comprimido y establecida su
función social, ese es el derecho de propiedad.
El señor ORTUZAR (Presidente) señala que no queda sino agradecer, más que
las palabras del profesor Soler, su verdadera clase magistral, simpática y
amena, como decía el señor Díez, llena de filosofía y de profundos conceptos
jurídicos.
Desea el señor Presidente decir dos palabras para que no vaya a pensar el
profesor Soler que realmente se contemplará en la normativa constitucional el
poder social tal como él lo describió. No, más bien la expresión responde a una
metáfora. Lo que se pretende, agregó, es darle una participación consultiva y
técnica a todos los organismos intermedios, lo que parece que el profesor
comparte.
Sesión 43ª
Sesión 44ª
Lectura de la cuenta
Continúa el debate acerca del decreto ley que modifica la Constitución Política
en lo relativo a la subrogación de los Ministros de Estado
4) Que la inasistencia de los señores Sergio Díez Urzúa y Gustavo Lorca Rojas
se motivó en razón de encontrarse ambos fuera del país.
CUENTA
Lo es, porque conjuntamente con generarse una acción laboral en tal sentido
ante entidades empresariales bastante “muertas”, se desarrolló un proceso de
conflicto social que llevó a ambas partes a la creación de instrumentos de
diálogo y lugares sociales de encuentro que producían, realmente, soluciones.
La paz social, que es la resultante de un gremialismo bien desarrollado no se
logró por las razones que más adelante expondrá, pero el régimen de conflicto
y la situación interna de diálogo, ya sea en la empresa o en cada actividad,
produjo una experiencia de significativa importancia.
Cree que la expresión más neta del diálogo social fue la creación, en el marco
de la Cámara Chilena de la Construcción, del Sindicato de Empleadores de la
Construcción y, en el ámbito de la agricultura, del Sindicato de Empleadores de
la Agricultura, que fueron la contraparte de los sindicatos laborales respectivos
y que, en los últimos tiempos, lograron producir soluciones con un dinamismo
socio-económico bastante importante.
Agrega que este proceso de crecimiento del poder del Estado fue haciendo que
se produjera una relación entre los organismos sindicales, empresariales y
Poder Ejecutivo mismo, en que el rol de éste adquirió una importancia
hipertrofiada.
Para evitar estos vicios, antes del Gobierno depuesto, se comenzó a desarrollar
un sistema que casi permitió suponer que se implantaría un esquema de
Consejo Económico y Social. Aún más: le consta que en la campaña
presidencial anterior, las dos candidaturas oponentes a la del señor Allende,
proponían el estudio de un sistema de desarrollo social que estableciera tales
Consejos para la solución eventual de los conflictos sociales.
Agregó que la nueva Constitución debería establecer muy claramente una línea
divisoria entre el Poder Legislativo y el Poder social y, específicamente,
orientar la función de legislar del legislador, como rol social real y principal del
Poder Legislativo unido a sus facultades fiscalizadoras, de tal manera que la
legislación, los principios generales de derecho y la concreción de ellos en
normas objetivas de conducta social, determinen que el país tenga la
seguridad de que se está desarrollando y realizando una legislación adecuada a
sus necesidades, de manera que no se tenga de nuevo un Parlamento
discursivo, mientras el país va por otro camino distinto al de las palabras. Es
así como algunos parlamentarios, en un tácito reconocimiento de la situación
que describe, no concurrían al Congreso ni cumplían sus obligaciones de tales,
tal vez porque el acontecer político, económico y social se estaba produciendo
realmente al margen del proceso legislativo.
Cree que esa es la experiencia más seria que tuvo, a tal extremo que en
reuniones con presidentes de los partidos democráticos se desarrolló la
siguiente tesis: que los dirigentes políticos tomen sus decisiones y el
gremialismo las respaldará, a través de una fuerza que es la fuerza de la
paralización total. Es decir, la idea fue que los políticos asumieran su
responsabilidad y los gremios la suya, y uniéndose se adoptaba una decisión
con imperio. Señala lo anterior, porque cree que es indispensable que la nueva
Constitución que se va a dar a Chile, contemple los elementos de solución en
eventuales conflictos constitucionales de esta naturaleza. Se insinúa, en el
memorándum, la radicación de las Fuerzas Armadas como elemento que
dependa de la estructura del Estado y no solamente de uno de los poderes.
Sobre esta materia, señala que las Fuerzas Armadas, como nuevo factor de
decisión en Chile, serán siempre una buena seguridad para la mantención del
régimen democrático. Pero también le resulta evidente que no se puede volver
a hacer recaer en los Institutos Armados la responsabilidad de tomar una
decisión como ocurrió en septiembre pasado. Cree que es indispensable
generar instrumentos constitucionales que en determinado momento permitan
a las Fuerzas Armadas asumir responsabilidades para hacer cumplir y respetar
el Estado de Derecho. A su juicio, si hubiese existido esos mecanismos, la
crisis del país habría terminado mucho antes. Era evidente, agregó, que había
un consenso general en el país para cambiar el programa y la política del
gobierno, lo que era detenido y frustrado por las situaciones que describe.
En otro orden, manifiesta que tuvo demasiadas ocasiones de ver hasta qué
punto sufrieron y afrontaron la situación los parlamentarios de oposición al
gobierno marxista, como para juzgarlos de modo liviano hoy día.
En todo este proceso fue evidente que los gremios profesionales, que él
representa, fueron cambiando su grado de responsabilidad. Al final se tenía
más seguridad en la fuerza que ellos representaban. Si se ordenaba un paro a
los ingenieros de ENDESA, éstos detenían sus labores; lo propio ocurría con los
pilotos de LAN CHILE, con la marina mercante, con el profesorado; y si se
ordenaba parar a ENAP, ésta paralizaba. Existía, pues, una fuerza real viva.
Hace presente que la Comisión Constitucional debe buscar una solución para
este tipo de problemas. Estima que cualquiera fórmula debe tener como base
la capacidad de provocar la destitución del Presidente de la República y que la
Constitución le otorgue a esa decisión el imperio necesario para que éste no
pueda resistirse desligando a las Fuerzas Armadas de su obligación de
obediencia.
Cree que han sido muy interesantes sus planteamientos y la experiencia que
ha dado a conocer, incluso en aquella parte que ayuda a prevenir el peligro de
que la participación se lleve a extremos que puedan ser contrarios al propio
proceso de desarrollo económico y social del país.
Añade que la intervención del señor Bazán toca a un punto que ha sido
esencial en la filosofía del trabajo de la Comisión. Lo que se quiere no es
elaborar una Constitución teóricamente acabada sino más bien una obra
extraída del mayor número posible de experiencias vinculadas directamente
con la realidad; y, en este sentido, el aporte del señor Bazán es muy valioso.
Agrega que otra indicación es la formulada por el señor Silva Bascuñán para
incorporar al artículo 73 de la Carta los siguientes incisos:
Artículo 2°.— Sustitúyese el inciso final del artículo 1° del Decreto N° 7.912,
de 30 de noviembre de 1927, por los siguientes:
El señor OVALLE cree que cualquiera que sea la solución que se adopte, se
debe exigir a los Subsecretarios los requisitos necesarios para ser Ministro, ya
sea que se establezca que dichos requisitos son exigidos para desempeñar el
cargo de Subsecretario o para que el Subsecretario pueda subrogar a los
Ministros, porque en vista de las implicancias constitucionales que, en virtud
del proyecto en informe, va a tener la subrogación, resulta indispensable que a
estos se le exija que cumplan los mismos requisitos que para ser Ministro.
Añade que con respecto al artículo 2° que el señor Presidente propone para
modificar la ley Orgánica de Ministerios, hará dos sugerencias. La primera,
para reemplazar en el inciso primero la expresión “le subrogará, previo
juramento, como Ministro subrogante” por “le reemplazará, previo juramento,
como Ministro subrogante”.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que es útil tocar este punto, ya que él
había suprimido la expresión “previo juramento”, porque no encontró ni en la
ley Orgánica ni en la Constitución ninguna disposición que establezca el
juramento de los Ministros de Estado. Cree que ello es una costumbre lisa y
llanamente. En consecuencia, dice que
Agrega que al utilizar las expresiones “le subrogará en tal calidad”, se está
refiriendo a la condición de Ministro, que sería la que tendría el Subsecretario
subrogante, para los efectos constitucionales ‘y legales.
El señor EVANS señala que la subrogación es en las dos cosas. Agrega que en
el Estatuto Administrativo hay tres calidades en que se accede temporalmente
a un cargo determinado —fuera de los nombramientos para un cargo de
superior jerarquía—: la subrogación, el interinato y la suplencia. El reemplazo
no existe en el Estatuto Administrativo. En consecuencia, si se expresa que el
Subsecretario reemplazará al Ministro “como Ministro subrogante” está
claramente dicho que accede al reemplazo en virtud de la subrogación, y tiene
el cargo de Ministro subrogante. Cuando el Subsecretario accede al cargo de
Ministro, no podrá firmar como Ministro en propiedad sino como Ministro
subrogante. En consecuencia, es partidario de mantener la calidad de Ministro
subrogante en el texto legal ya que el Subsecretario ha accedido al cargo de
Ministro como subrogante y reemplazado al titular en virtud de dicha
subrogación. Al mantener la expresión “Ministro subrogante” queda en claro
que es una operación que se produce de pleno derecho, elemento éste que es
esencial en la subrogación.
El señor ORTUZAR (Presidente) aclara que ha propuesto sustituir esa frase por
la siguiente: “mientras el Presidente de la República no haga designación
expresa” que es la que emplea la Ley Orgánica de Ministerios.
El señor OVALLE propone con respecto al inciso primero, usando como base la
indicación del señor Presidente y la del señor Silva, la siguiente redacción:
El señor EVANS declara que se inclina por la redacción propuesta por la Mesa
con la modificación que ha insinuado en el curso del debate.
El señor OVALLE expresa que sería cuestión de pulirla un poco, porque está
repetida la palabra subrogación, pero la encuentra apropiada desde un punto
de vista jurídico.
El señor LORCA observa que la proposición del señor Evans para decir que el
Subsecretario “reemplazará” al Ministro como “subrogante” es mucho más
precisa.
—Se da por aprobado el inciso primero del artículo 2° en los términos recién
propuestos por el señor Presidente.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que tiene toda la razón el señor Evans.
A su juicio, ¿qué quedaría connotado con esa redacción? Primero, que todo el
inciso segundo es una excepción y que la parte final de ese mismo inciso qué
se agregaría sería una modalidad de la excepción.
Cree que dada la importancia del Ministro de Defensa Nacional, el Jefe del
Gobierno tal vez estará más preocupado a su respecto de que no se produzca
la subrogación. Al producirse una situación de ausencia, de enfermedad,
renuncia, etc., el Jefe del Gobierno será el primero en preocuparse en proveer
la designación del Ministro de Defensa Nacional. Es de opinión que este
llamado automático al Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, desde
luego, rompe la armonía del sistema y, en seguida, prevee que puede ser
motivo de mucho más dificultades de orden político, en circunstancias que no
cree probable que haya ningún Jefe de Gobierno que vaya a descuidar el uso
de la facultad de designar directamente al Ministro de Defensa Nacional.
El señor SILVA BASCUÑÁN manifiesta que está en antecedentes de que así es.
Pero su opinión es contraria.
Por las razones expresadas, agrega que sin el propósito de negar las buenas
razones que invoca sobre el particular don Alejandro Silva, recuerda que es
conveniente no desatender el orden práctico de los problemas en que se
desenvuelve el Gobierno, de modo de no colocarlo en situación que mañana lo
dejen sin salida.
Insiste en que sobre esta materia el espíritu de la Constitución debe ser que la
política del Ejecutivo influya lo menos posible en los asuntos de esta Cartera.
Recuerda, en seguida, lo dicho por el señor Bazán de que las Fuerzas Armadas
no deben depender del Ejecutivo y se manifiesta absolutamente de acuerdo
con él, pues fue una de las causas de los hechos que culminaron el 11 de
Septiembre.
El señor EVANS no está de acuerdo con la idea del señor Ovalle ya que ello
puede dar margen a nuevos resquicios legales o constitucionales. Prefiere, si lo
que se redacta es una modificación a un texto legal, que él sea claro. Eso tiene
más valor que una constancia en Acta. A su juicio debe consignarse
expresamente en el texto legal que los Ministros subrogantes no se
considerarán para la aplicación del artículo 66 de la Constitución. De otra
manera, algún día podría encontrarse un nuevo resquicio que no es
conveniente insinuarlo y que podría crear inútiles conflictos.
Los señores ORTUZAR y LORCA declaran que comparten la posición del señor
Evans, porque, de no existir .esta disposición, sería muy discutible si se le
podría o no negar al Ministro subrogante el derecho a participar en este
llamamiento.
Por eso cree que, razonablemente, no debería haber esa duda; pero
comprende que la hay, motivo por el cual se inclina por mantener el precepto.
El señor SILVA BASCUÑÁN aclara que esta situación se debe a que antes el
Subsecretario se denominaba Oficial Mayor de la Subsecretaría.
—Se aprueba.
Artículo 2°.— Sustitúyese el inciso final del artículo 1° del Decreto N° 7.912,
de 30 de noviembre de 1927, Ley Orgánica de Ministerios, por los siguientes:
Devuelvo a US. los antecedentes que tuvo a bien adjuntamos para el mejor
conocimiento de esta materia.
AL SEÑOR
MINISTRO DE JUSTICIA
DON GONZALO PRIETO G.
PRESENTE.
REPÚBLICA DE CHILE
Lectura de la cuenta
CUENTA
4.— Del señor Secretario de la Subcomisión encargada del estudio de las leyes
sobre Inscripciones Electorales y General de Elecciones y del Estatuto de los
Partidos Políticos, con el que comunica la designación, como miembros
permanentes de ese organismo, de los señores Andrés Merino Espiñeira y
Fernando Montaldo Bustos.
El inciso primero del artículo 1°, en los términos en que ha sido aprobado, dice
textualmente:
“La misión del Estado es promover el bien común, entendido como el conjunto
de condiciones sociales que permita a todos y a cada uno de los integrantes de
la comunidad nacional, lograr su plena realización espiritual y material, dentro
de las posibilidades existentes.
Por eso, en la proposición suya se limita a declarar que: “La acción del Estado
está encaminada al bien común, a procurar un desarrollo pleno de la
personalidad humana y a asegurar su libertad y el respeto a su dignidad”. En
esta redacción está contenida la finalidad del Estado que es “encaminar hacia
el bien común”. Está el concepto explicativo de que el bien común debe
procurar el desarrollo pleno de la personalidad humana. Y como “procurar el
desarrollo pleno de la personalidad humana” puede prestarse para una acción
del Estado que no respete, con el pretexto de desarrollarla plenamente, ni su
dignidad ni su libertad, se establecen las dos limitaciones a la acción del
Estado, en la evolución que pueda tener el concepto de bien común: asegurar
la libertad y respetar la dignidad del ser humano.
En seguida, hace notar que en su indicación hay una frase que no figura en la
redacción del señor Guzmán, que es la de propender a una equitativa
distribución de la renta nacional, también sujeto al concepto anterior: del
respeto a la libertad y a la dignidad.
El señor SILVA BASCUÑÁN expresa que le parece que lo pro-puesto por los
señores Diez, Ortúzar y por él, está más de acuerdo con lo que ya está
incorporado en la Constitución como definición. La pro-posición del señor
Guzmán es a su juicio demasiado discursiva y explicativa, pues contiene una
serie de elementos que cabe dar por supuestos o dejarlos a la libre
interpretación y cuyo desarrollo es excesivo. Por eso es partidario de disminuir
el número de palabras para llegar precisamente a lo propuesto en esas
indicaciones, pues se ciñe mucho más a lo que ya está incorporado a la
Constitución, lo que considera satisfactorio.
El señor OVALLE dice que tiene una posición totalmente distinta de la de los
señores Díez, Silva y parece que también con la del señor Guzmán. Cree que si
se va a incorporar un preámbulo a la Constitución en el cual se procurará fijar
los conceptos fundamentales que han orientado este trabajo, y la filosofía que
los ha animado, existe una razón aún mayor que las teóricas o doctrinarias que
se pudieran dar para eliminar de la Constitución, dentro de lo posible, todo
aquello que no responda a la estructuración de los órganos del Estado chileno.
Estima que la Constitución tiene un fin preciso: dar estructura a los órganos
del Estado. Por ello, es contrario a incorporar en el texto constitucional estas
materias. Por consiguiente, no debería hablarse de la misión de los fines del
Estado en el articulado de la Constitución. Considera que la solución a que se
había llegado en sesiones anteriores en orden a considerar en principio la
redacción de un preámbulo que se incorporaría a la Constitución, viene en su
auxilio, porque es allí donde precisamente se deben incorporar conceptos como
los que ha traído el señor Guzmán.
En primer lugar, estima que la finalidad del Estado es una, y no puede ser más
que una: promover el bien común. Esa es la finalidad única que tiene el
Estado.
Agrega que procuró recoger en su indicación todas las ideas envueltas en los
otros proyectos, de manera que más que una proposición alternativa, la
entendió como un proyecto que refunde esas ideas y conceptos. En la idea de
“permitir a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad lograr su
plena realización personal” está implícita la noción de que el Estado se debe a
toda la comunidad nacional y no a una parte de ella, pero esto expresado en
términos más precisos a propósito del concepto del bien común. El bien común
se orienta a la comunidad entera, pero al mismo tiempo no desconoce y deja a
salvo el bien personal de cada uno de sus integrantes, lo cual en el concepto
totalitario del bien común desaparece por entero. De manera que existiendo
dos concepciones de bien común enteramente antagónicos bajo el mismo
nombre, el bien común del colectivismo y el bien común del liberalismo, en
una, desaparece por entero el bien de la persona como algo que hay que
preservar y, en la otra, el bien común se entiende como la simple suma de los
bienes individuales y no como la generación de un conjunto de condiciones
sociales que va a requerir, por lo tanto, de la acción mancomunada de todos
los integrantes de una comunidad. Existiendo, entonces, concepciones
absolutamente diferentes, cree que hay que definir en qué sentido se está
incorporando este concepto, porque tiene varios. Haciendo la salvedad de que
esta concepción, como cualesquiera de las otras, admite la más variada y
cambiante aplicación histórica según las necesidades lo vayan exigiendo,
expresa que lo que no admitiría es la suposición de que el bien común es una
simple suma de bienes individuales que cada cual persigue con independencia
del de los demás, y tampoco que se trata de un bien de la colectividad que va
a excluir el respeto que hay que tener por el bien de cada una de las personas
que la integran, como un ser que tiene una dimensión espiritual que hay que
respetar, porque ella trasciende lo meramente histórico o temporal.
De manera que, en esta primera noción del concepto de bien común, cree que
se excluye de ella precisamente lo que se quiere que quede fuera, cuando se
dice que la misión del Estado es promover el bien común. Queda fuera, desde
luego, la idea de que el Estado pudiera estar al servicio de una parte de la
comunidad nacional.
Finalmente, se hace una tercera derivación del bien común al decir que el
Estado “favorece la participación individual y social en los diversos campos de
la vida del país”, lo que sin duda nuestra época exige, situación que está
contemplada en las demás indicaciones. Ha distinguido también la naturaleza
de esta participación, como individual y social, porque cree que son dos
manifestaciones distintas que debe contemplar y desarrollar el concepto de
bien común. Son dos formas diferentes de participar. Se ha dicho muchas
veces que el sufragio viene a ser como el mínimo de la participación individual.
La participación social viene a ser, precisamente, la de todas las sociedades
intermedias cuya existencia o cuya formación se ha reconocido o amparado
inmediatamente antes. Y para estos dos tipos de participación se dejan
abiertos los diversos campos de la vida del país que son muy amplios y pueden
cambiar enormemente.
Como tampoco tiene ningún orgullo de autor, también se inclinaría por una
proposición semejante, porque la de él es susceptible de mejoramiento. Pero,
reitera: o se definen los conceptos con precisión y se jerarquiza con exactitud
desde el punto de vista conceptual, o prefiere no recurrir lisa y llanamente a
ello. En este caso, se inclinaría por una tesis semejante a la que participa el
señor Ovalle.
No cree que se haya llegado nunca ni que se vaya a llegar más adelante a
tanta perfección técnica desde el punto de vista del ordenamiento jurídico
positivo. Cree que nuestro país, salvo en materia de tribunales administrativos,
que es el gran vacío que existía, había llegado a una gran perfección en ese
aspecto. Pero se demostró, en una forma dura para Chile, que un
ordenamiento jurídico positivo que no dé seguridades en cuanto a propender a
los valores esenciales de la conducta de la vida política no es suficiente. Eso es
lo que se quebró. Hubo una sociedad en la cual sus aspiraciones y las de sus
hombres no estaban suficientemente proclamadas y aseguradas. Entonces
venía a resultar sólo un movimiento técnico que cuando tuvo la prueba del
desvalor, de la falta de valores colectivos, cayó y se derrumbó.
Por eso, suscribe la idea de que, estando en general de acuerdo con estas
ideas esenciales y estando bastante bien expresadas en la proposición que ha
hecho el señor Presidente, en que ha tomado en cuenta las soluciones de los
demás miembros de la Comisión y estando, además, bastante cercana en los
aspectos más sustanciales a la Constitución actual, se dé ella por aprobada, sin
perjuicio de revisión posterior.
En todo caso, cree que existe una idea en la proposición del señor Guzmán que
debe ser considerada y que se refiere a incorporar en la Carta no sólo la
referencia al bien común sino que una definición de lo que por él se entiende.
Continúa precisando lo que sigue: cree que el profesor Silva está en un error,
desde su punto de vista, cuando sostiene que por la circunstancia que en la
Constitución se consagren los mecanismos de gobierno y las estructuras de sus
órganos y no declaraciones de orden filosófico y doctrinario se vaya a
prescindir de la filosofía que inspira a dichos mecanismos. Por el contrario,
estima que todo texto constitucional, especialmente cuando trata del capítulo
que es fundamental en las Constituciones, como es la protección a los
derechos del hombre, a su dignidad, a los derechos sociales, está siendo la
consecuencia de una posición filosófica previa que lo informa y que, a través
de los mecanismos que crea, lo define.
Por eso mismo, de ninguna manera es aceptable, desde su punto de vista, que
se vaya a pensar que la proposición que formula está inspirada precisamente
en lo contrario: en la ausencia de una filosofía. Es que están, en su opinión,
tan claros los conceptos filosóficos que los inspiran y pueden expresarse con
tanta latitud y precisión en el preámbulo, que no es necesario transformar un
texto constitucional en lo que él llama un verdadero texto explicativo de
estudio. Pero, de ninguna manera, pretende, al eliminar de la Constitución
dichos preceptos o declaraciones, que esos conceptos filosóficos queden al
margen del trabajo constitucional de esta Comisión.
Por otra parte, cree que el señor Silva está en un error también cuando piensa
que Chile demostró que, por la ausencia de estas precisiones teóricas dentro
de la Constitución, se llegó a lo que ocurrió al país en los tres años de Gobierno
del señor Allende. Todo lo contrario. Cree que la presencia de algunos
conceptos tan básicos, como la dignidad del hombre, la institucionalidad
democrática, la autonomía del Poder Judicial, es decir, aquellos valores que
son trasunto de una posición humanista, a pesar de que en la Constitución no
se declaraban, pero que estaban involucrados en todo su contexto, permitió
que el país saliera del Gobierno de Allende. Porque el Gobierno de Allende
habría incurrido en las mismas tropelías con esas declaraciones o con
cualquiera otras, porque no fue la Constitución la que falló sino que fueron los
chilenos los que fallaron. Y, es más. Cree que el Gobierno de Allende, con
declaraciones como las que se quieren incorporar a la Constitución, habría
encontrado nuevos pretextos de acción y especialmente en la declaración que
se quiere incorporar en orden a que el Estado debe velar algo así como por la
buena distribución de la renta nacional, habría encontrado mayores pretextos
aún para incurrir en abusos de esa naturaleza.
El señor OVALLE responde que si el señor Silva habla del mismo valor jurídico,
en su opinión, lo tiene. Si él habla del mismo valor práctico, le dice que
también lo tiene. Y así por ejemplo si en la futura Constitución se consagra
esta declaración en forma de precepto y se la incorpora en el preámbulo,
¿cuándo se va a notar, por ejemplo, que una ley es contraria al bien común?
¿Cuándo se va a advertir la oposición entre el bien común y la ley que se
estime contraria al bien común? Se va a advertir sólo —donde sea que esté la
disposición— esa oposición, esa calidad contraria al bien común de la ley que
se quiera atacar, cuando viole disposiciones constitucionales. Estima, por
ejemplo, contraria al bien común una ley que cree privilegios, de cualquier
orden, particularmente económicos. Si no se redactan las disposiciones sobre
las garantías constitucionales con la comprensión y precisión necesarias, ese
texto legal que cree privilegios, no siendo opuesto a una norma dispositiva de
la Carta Fundamental, no podrá, en su opinión, ser atacado eficazmente, a
menos que se entregue a los jueces una facultad tan amplia para juzgar la
constitucionalidad o inconstitucionalidad de las leyes, que se corra el peligro de
caer en la tiranía de los jueces. Si ese va a ser el propósito, cree que se
correrá otro peligro, lo que es un problema aparte.
Se remite a lo que dijo en esta ocasión y en las anteriores y, una vez más,
invoca el criterio del profesor señor Soler, quien dio su opinión al respecto.
El señor DIEZ dice que concuerda con el señor Guzmán en varias cosas. En
primer lugar, en que la Constitución debe señalar con absoluta precisión cuáles
son los conceptos filosóficos que la encuadran y que eso se desprende de la
experiencia anterior.
En otro orden, cree que el concepto de bien común merece estar en el artículo
1° de la Constitución y no le importa que tenga, dos, veinte o más líneas. En el
texto del proyecto que propuso, agrega, aparece como redundancia asegurar
la libertad y el respeto a la dignidad, porque quiere que mañana no se pueda,
con el propósito de justificar la creación de condiciones que hagan posible a
todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad, su plena realización, de
acuerdo con las posibilidades existentes, que se afirme que para poder cumplir
el mandato constitucional para la mayoría del país, los gobernantes digan que
se ven obligados a sacrificar la libertad o la dignidad de determinados grupos
de personas. Por eso, insiste en que el bien común, que es el desarrollo de
todos y cada uno y de su libertad y dignidad, debe quedar explicitado en la
Constitución.
Expresa que hay acuerdo en los conceptos fundamentales, por lo que sugiere
entregar al señor Guzmán, la redacción del precepto, incluyendo las ideas en
que ha habido acuerdo en esta sesión.
El señor SILVA BASCUÑÁN considera que es peligroso usar esa frase, porque
ocurre que hay personas, grupos y clases sumamente egoístas que miran,
dentro de las posibilidades humanas nada más que a su propio punto de vista.
Por esto, cree que en la vida colectiva hay que mantener la inquietud de la
justicia, y la frase “dentro de las posibilidades existentes” puede aquietar
demasiadas conciencias para quedarse en la inmovilidad.
El señor GUZMÁN expresa que buscó esta fórmula por que le pareció más
adecuada que decir “esto es”.
El señor OVALLE declara no ser partidario de incluir esta frase por cuanto daría
motivo a los adversarios del régimen democrático para sostener que la fórmula
“dentro de las posibilidades existentes”, serviría para justificarse en caso de
que no se logre la completa realización de los integrantes de la comunidad
nacional.
El señor DIEZ está de acuerdo con el señor Guzmán en el sentido de que hay
que tratar de que el derecho, sobre todo el derecho fundamental que está en la
Constitución, esté superpuesto a la realidad nacional. Quizás un poco más
adelante que la realidad nacional, para que la arrastre o para que la dirija
hacia un lugar determinado. Pero tampoco el derecho puede dejar de tener
relación con la realidad, pues, de lo contrario, nace la desconfianza hacia el
derecho y su ineficacia. Por eso, la relación, en el artículo 1° de la
Constitución, de las posibilidades nacionales, aunque la redacción de la frase
no la encuentra feliz, porque se presta para lo que dijo el señor Silva, debe
ser, en su concepto, considerada. Quizás, si en la redacción que se proponga
podría establecerse que el Estado procurará el bien común “aprovechando las
posibilidades existentes”, “sacando el mejor partido posible” de ellas, “tratando
de modificar la realidad existente”, etcétera; pero, en todo caso, la relación
entre el bien común y la realidad existente resulta absolutamente
indispensable considerarla.
Cree que la expresión del señor Guzmán no es feliz, porque aparece como una
disculpa. En cambio, puede aparecer como más positivo la frase “aprovechar al
máximo las posibilidades existentes” o “las posibilidades nacionales”.
La señora ROMO manifiesta que el concepto de que todo ello se haga conforme
a “las posibilidades nacionales” es fundamental porque significa reconocer el
esquema de realidad inmediata.
No hay que olvidar, agregó, que la gente está muy inquieta y que esta
conclusión se adopta en un momento político muy especial. En este momento,
se está ofreciendo un esquema muy plausible de realizaciones sociales para
mucha gente, pero hay quienes no tienen la preparación suficiente para
entender el texto constitucional tal como se ha concebido. Entonces, consagrar
esta idea, dentro de un marco realista, cree que es un gesto de sinceridad que
ayuda al desarrollo del país.
“En Chile hay Estado de Derecho. Las potestades estatales y todas las
autoridades públicas someten su acción al imperio de la Constitución y de las
leyes.
El señor OVALLE expresa que está de acuerdo con el señor Díez en cuanto que
no se puede decir que el Estado de Chile es un Estado de Derecho. Será o no
será un Estado de Derecho según como se ejerzan las potestades públicas
aplicando la Constitución. Eso es un resultado que se alcanzará en la medida
que quienes detenten el poder cumplan los fines señalados por la Constitución.
De modo que en la línea permanente de eliminar estas declaraciones
doctrinarias, está por eliminarlas.
El señor DIEZ dice que estima que en el artículo 1° debe restablecerse todo lo
relacionado al Estado, por lo que es contrario a que exista otro artículo sobre
esta materia. En el fondo este inciso cuarto, propuesto por la Mesa y por él
mismo, es una declaración doctrinaria y al mismo tiempo un imperativo que
obliga al Estado y a todos sus organismos a actuar dentro de la Constitución y
de las leyes. También se dispone que el Estado de Chile .. . “adhiere a los
principios y normas universalmente aceptados del derecho internacional.” y
que “favorece los organismos mundiales y regionales para la paz y el
desarrollo.”, todo lo cual reafirma el concepto de Estado como organización
jurídica de la Nación.
Por esa razón, cree que hay perfecta armonía en dejar este inciso cuarto, en el
artículo 1°, tal como está, porque necesariamente habrá que contemplar un
artículo que reemplace o diga más o menos lo mismo que el actual artículo 4°
de la Constitución.
El señor GUZMÁN expresa que concuerda con el señor Ovalle. Estima que la
primera parte del inciso no es acertada, porque el Estado, como tal, está por
encima de la Constitución y de las leyes, ya que tiene el poder de modificarlas.
Naturalmente que sus órganos deben respetarlas mientras existan.
Entiende que las diversas normas tienen que modificarse a través de los
órganos previstos que ejercen la función constituyente o la función legislativa,
en su caso. Pero como concepto, el Estado, a su juicio, ni está por debajo de la
Constitución y de las leyes, sino que está por sobre ellas. La Constitución y las
leyes están al servicio del Estado. Ahora, estima, junto con el señor Ovalle,
que son los distintos órganos del Estado los que están sometidos al imperio de
la Constitución y de las leyes, en el sentido de que ninguno de ellos encarna y
agota al Estado. Por lo tanto, deben obrar dentro del mecanismo que el Estado
contempla. Por eso, se inclina por la tesis del señor Ovalle, de separar las
ideas que se contienen en la indicación de la Mesa, que se propone como inciso
cuarto del artículo 1°.
En parte, este artículo 9° fue propuesto con el objeto que no hubiera ninguna
duda que esta obligación de encuadrarse en la Constitución y las leyes, más
que del Estado, es de los órganos del Estado, del Gobierno.
El señor OVALLE sugiere decir que son “los órganos del Estado”, los que deben
encuadrar su acción dentro de la Constitución y las leyes, porque el Gobierno
es otra cosa.
El señor SILVA BASCUÑÁN estima que la expresión de que los órganos del
Estado deben someter su acción a la Constitución y a las leyes corresponde al
criterio de poner en movimiento o en actividad a todos ellos, lo cual supone,
dentro de la jerarquía y de la lógica de las normas que debe contener este
Capítulo I, que se consigne después de los principios generales y
fundamentales.
Agrega que tal concepto no puede estar colocado a la misma altura de otros
principios, ya que él es una consecuencia del artículo primero que expresa en
forma acertada cuáles son las bases y las metas del Estado. La norma que se
debate es ya muy posterior, pues supone la organización dada del Estado en
que cuyos órganos deben sujetarse obligadamente dentro del marco de la
Constitución y de las leyes.
“Los órganos del Estado deben encuadrar sus actos dentro de la Constitución y
las leyes”.
El señor OVALLE propone, con respecto al inciso final, leído por el señor
Presidente, suspender una resolución, ya que se encuentra ausente el señor
Evans autor de una proposición que no ha sido suficientemente debatida y que
sería interesante escuchar su fundamento.
—Se acoge la indicación del señor Ovalle en el sentido de dejar pendiente esta
materia.
CUENTA
El señor DIEZ expresa, a continuación, que sobre este particular debe aplicarse
el Reglamento del Senado, en virtud del cual, en caso de inasistencia del
Presidente, al momento de comenzar la sesión, los miembros presentes eligen
un Presidente accidental.
—Así se acuerda.
A este respecto, recuerda que el inciso primero del artículo 1° está aprobado
en los siguientes términos:
En primer lugar, se reemplaza la expresión “la misión del Estado es” por “la
acción del Estado se encamina”, a fin de darle, a dichos conceptos, un carácter
más dinámico y, al mismo tiempo, más concreto.
Con todo, concuerda con el señor Guzmán en orden a que, por ser éste un
concepto doctrinario tan relevante que si no se le define, el día de mañana
puede dar pábulo a cualquiera interpretación dentro del régimen constitucional.
Recuerda que para la religión católica, cuando no es posible el bien de todos,
es lícito buscar el bien de la mayoría y, desde ese punto de vista, es dable
pensar en las conclusiones que es lícito obtener: los pobres y los trabajadores
son los más. El bien común, podría ser entonces, el de una clase o de un
grupo, si el bien general de todos en todo no fuera posible en una comunidad
del orden temporal.
Por otra parte, estima insatisfactorio consagrar la idea del bien común en un
preámbulo y a título puramente doctrinario, ya que, en su opinión, ello no
tiene la fuerza necesaria que se lograría si dichos conceptos se contuvieran en
la preceptiva del texto; esto es, imponer al Estado la obligación de arbitrar los
medios en orden a satisfacer las necesidades de bien común.
Por estas razones, expresa que casi reprodujo el contenido del N° 17 del
artículo 10 de la actual Constitución, que estima de gran riqueza y, además,
muy preceptivo ya que importa una verdadera obligación para el Estado.
Finalmente expresa que los anotados, son los tres elementos del bien común, y
prefiere que la Constitución lo consagre así y no del modo propuesto por el
señor Guzmán, es decir, que el Estado tiene por misión la de promover el bien
común. En realidad el Estado no puede hacer otra cosa; nadie, en ninguna
parte del mundo dirá algo distinto; si se lee el capítulo primero de la
Constitución soviética, sus doce artículos iniciales, se concluirá que tiende, sin
duda alguna, a promover el bien común, pero, lo básico y fundamental no está
en definir el concepto en el texto mismo o en el preámbulo, sino en señalar
cuáles son las labores estatales en función del bien común, entendido en un
contexto humanista y democrático.
Reitera que le agrada la proposición del señor Guzmán porque coloca al Estado
al servicio de todos y evita que, por favorecer a las mayorías, se atropellen los
derechos de cualquiera de los ciudadanos. Asimismo, le satisface dicha
proposición, ya que envuelve la idea de un Estado activo, en el cual la acción
del Estado se encamina a promover el bien común, desvirtuando, en
consecuencia, la concepción de un Estado contemplativo.
Además, la referida proposición no sólo consagra los fines del Estado, sino que
también señala los medios para lograr esos fines, e impone al Estado la
obligación de que, para llegar a las metas que se propone, debe asegurar
respeto y protección eficaz a los derechos inalienables que arrancan de la
persona humana. Esta es, en su opinión, la enunciación de la conducta matriz
del Estado: reconocer y amparar la formación y desarrollo de las sociedades
intermedias legítimas entre el hombre y el Estado, garantizando su adecuada
autonomía.
Por lo anterior, estima que si se suprimen algunas de las palabras que forman
la redacción de su indicación, se corre el riesgo de omitir más de un concepto
que la Constitución deba afirmar.
Por lo mismo, concuerda plenamente con los planteamientos del señor Evans,
no sólo por el valor que ellos tienen, sino porque, también, ha venido
planteando esta misma tesis desde hace ya varias sesiones.
Estima que incluir estas ideas en torno al bien común es tan preceptivo como
decirle al Estado que debe favorecer la participación, o que debe configurar un
orden que permita el desarrollo de los grupos intermedios entre el hombre y la
sociedad política; y lo único que se hace es considerar, además, algo que
nunca cambiará: el hecho de que el hombre es espíritu y materia.
A su vez, el señor GUZMÁN expresa que su fórmula es más breve y salva los
inconvenientes que se señalaron.
A su vez, el señor DIEZ expresa que la oración “su más plena realización
personal posible” se refiere tanto a las posibilidades de la nación como a las de
las personas.
Ahora, de aceptarse la fórmula del señor Silva Bascuñán, debería decirse “La
acción del Estado, al promover el bien común, debe crear el conjunto de
condiciones sociales que permitan a todos.. .”; aunque, reitera, prefiere su
propia indicación, por estimar que tiene un carácter más imperativo.
Por otra parte, la expresión “debe crear” podría debilitar el concepto de bien
común y facilitar, posteriormente, su exclusión del texto, ya que, en su
opinión, dicha oración aparece como un comentario. En cambio, es difícil
eliminar los conceptos contenidos en su indicación, desde el momento en que
ella configura un mandato imperativo para el Estado.
Agrega que tal vez no sea propio iniciar la Constitución con una definición,
pero, sobre este particular hay que tener cierta flexibilidad y permitir la
inclusión de ideas que, de otra manera, en caso de ajustarse estrictamente a la
técnica jurídica, no podrían establecerse en la Constitución.
El señor SILVA BASCUÑÁN manifiesta que si se dice “La acción del Estado es
promover el bien común” el resto de las ideas sobre este concepto pierde
eficacia, razón por la cual, su indicación establece que la acción del Estado, al
promover el bien común, asegura o crea las condiciones necesarias…“, lo que
tiene un aspecto mucho más imperativo y preceptivo.
El señor DIEZ expresa que, en su opinión, no existen razones que impidan que
la Constitución defina que lo que se entiende por “bien común” es el conjunto
de condiciones sociales que permite a todos y cada uno de los integrantes de la
comunidad nacional alcanzar su más plena realización personal.
El señor OVALLE estima que con la indicación recién leída no se agota la noción
de bien común, sino sólo una parte, ya que un intérprete, invocando el bien
común, pudiera, yendo más allá de lo que aquí se dice, vulnerar, en el hecho,
lo que se pretende en la indicación, al decir: “La acción del Estado es promover
el bien común creando tales cosas”, o sea, hay otras que el Estado puede no
hacer pero que forman parte del bien común.
El señor SILVA BASCUÑÁN considera razonable lo que dice el señor Ovalle. Por
eso, es partidario, dentro de esa lógica, de dejar la referencia a la definición y
el objeto del bien común en términos sobrios, sin agregar lo que viene a
continuación. Si acaso se agrega “asegurando la libertad y la dignidad del
hombre”, quiere decir que la definición del bien común no es completa, porque
hay que adicionarle elementos nuevos. Mientras tanto, tendría una sobriedad
mucho mayor, el concepto, si se elimina la frase relativa a la libertad y a la
dignidad del hombre, ya que su mención quiere decir que no es suficiente ni es
completa la definición del bien común. Por lo anterior, sugiere limitar la frase a
lo siguiente: “La acción del Estado es promover el bien común creando las
condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de
la comunidad nacional alcanzar su más plena realización personal posible”.
—Así se aprueba con los votos en contra de los señores Evans y Ovalle.
Agrega que hacía presente a los señores Silva Bascuñán y Díez, antes de
comenzar la sesión, que el término “así” estaba de más, y que, aún, era
profundamente equívoco, pues significaba que, de no lograrse la plena
realización personal espiritual y material de cada integrante de la comunidad,
no se aseguraba la libertad ni la dignidad del ser humano, lo que podría
equivaler a dar la razón, precisamente, a la posición que siempre sostuvo el
marxismo en el sentido de que las clases desposeídas no tenían libertad ni
gozaban de respeto a su dignidad, porque no sólo no habían obtenido su
realización espiritual y material, sino que, incluso, vivían en condiciones
misérrimas.
Manifiesta que, conversando con ellos, les pareció bien introducir una pequeña
modificación a este inciso segundo, que quedaría redactado en los siguientes
términos: “La acción del Estado debe promover el bien común, creando las
condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de
la comunidad nacional alcanzar su mayor realización personal posible,
espiritual y material, con pleno respeto a la libertad y dignidad del ser
humano”.
El señor DIEZ acota que esos adjetivos serían restrictivos, por que sin duda
puede haber derechos —y lo pueden sostener algunas teorías políticas— que
emanen del Estado, de la civilización o de la cultura, y no únicamente de la
naturaleza humana. Por lo demás, agrega, existen derechos que no emanan de
la naturaleza humana, sino de la naturaleza del grupo social, de la naturaleza
de la familia o de la naturaleza de la comunidad internacional.
Pregunta a este respecto, por qué se respetarán, entonces, sólo los derechos
que emanan de la naturaleza humana, dándole a ésta un sentido específico y
no el sentido genérico de cubrirlo todo, y manifiesta su acuerdo con el señor
Silva Bascuñán en este aspecto.
El señor DIEZ expresa que Santo Tomás hace un distingo absoluto entre
derechos que emanan del hombre, derechos que emanan de la familia,
derechos que emanan de la sociedad y de la comunidad.
Agrega que tanta razón tiene, en su opinión, el señor Díez, que estaba
pensando si no seria mejor decir: “Para ello, el Estado asegura respeto y
protección eficaz a los derechos inalienables de la persona humana que
reconoce esta Constitución”, a fin de precisar que se refiere a los derechos que
reconoce la Constitución, pues no desea que quede en la Constitución futura
nada que pueda prestarse, no ya a un bagaje de posibilidades dialécticas, sino
al ámbito de posibilidades políticas que permitan decir el día de mañana: “Esto
no está garantizado”, así como tiene el temor, volviendo a lo de la sesión
anterior muy tangencialmente, que se diga: “Aquí no está el Estado
cumpliendo su obligación de promover el bien común, en consecuencia, es
ilegítimo y procede el derecho de rebelión”, lo que comprende que
dialécticamente no es posible, pero políticamente podría presentarse como
aceptable.
Añade que por este motivo teme que al hablar de derechos y no ponerles
adjetivos, pueda decirse el día de mañana que determinado derecho sindical,
social, gremial, o meramente patrimonial establecido por el legislador, que ha
sido o va a ser vulnerado, no está amparado por una garantía constitucional
que no distingue, razón por la que estima necesario precisar el concepto y
decir derechos inalienables o derechos fundamentales, pero señalar cuáles son
tales derechos, aspecto éste en el que coincide con el señor Díez.
Agrega que el señor Evans y él señalaron que les parecía conveniente poner
énfasis en que el objetivo de la Constitución es asegurar respeto eficaz de los
derechos inalienables de la persona humana, es decir, de aquellos derechos,
incluso, anteriores al ordenamiento jurídico; y precisaron que, en realidad, no
podía ser el espíritu de la indicación comprenderlos a todos, porque había
derechos que emanaban de la ley o del reglamento y que, realmente, podían
ser, por así decirlo, de poca importancia o trascendencia y que el legislador
podía modificarlos como estimara conveniente, es decir, que el objetivo de la
Constitución era referirse a estos derechos fundamentales, anteriores al
ordenamiento jurídico, que no puede desconocer el Estado y que ni siquiera
podría desconocer el legislador.
En seguida, señala que se había formulado una sugerencia por el señor Evans
para que, manteniendo la expresión “derechos inalienables que arrancan de la
naturaleza humana”, se agregara la frase: “...que esta Constitución reconoce”,
a fin de evitar la posibilidad de que el día de mañana se pudiera decir que hay
otros derechos que arrancan de la naturaleza humana y que no están
comprendidos en la Constitución.
Piensa que si ahí está de manera muy importante configurada la acción del
Estado, no sería mejor, entonces, refundir esa parte final del inciso anterior
con la parte inicial del inciso en debate disponiendo que el Estado debe:
“asegurar la libertad, los derechos inalienables y la dignidad del ser humano”.
Cree que queda más lógico y más natural, porque en el inciso segundo se
aseguran la libertad y la dignidad, pero ocurre que la libertad y la dignidad, en
el fondo se confunden, pues son los derechos inalienables, el respeto a los
derechos inalienables de la persona humana y nadie podría decir: “Yo le
garantizo su libertad y su dignidad y le conculco sus derechos esenciales”, lo
que sería absurdo, ya que se trata de una misma idea o bien jurídico, y
propone en consecuencia, trasladar de alguna manera, esta frase inicial, que
es mucho más conceptual y rica que las dos que siguen, que son
instrumentales.
“La acción del Estado debe promover el bien común creando las condiciones
sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad
nacional alcanzar su mayor realización personal posible, espiritual y material,
con pleno respeto a la libertad y los derechos inalienables de la persona y la
dignidad del ser humano”.
El señor DIEZ señala que es efectivo lo afirmado por el señor Ovalle, sobre
todo cuando se hace referencia a las condiciones que permitan a cada uno la
plena realización personal, debiendo existir un párrafo especial para considerar
esta materia. Propone, en consecuencia, suprimir lo primero relativo a que el
Estado “asegura y respeta...”, porque irá en un párrafo separado en el inciso
segundo y la frase “de que el Estado reconoce la existencia y ampara la
formación...”, ya que esta idea estará en un capítulo especial relativo a los
derechos individuales.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que esto significa que habría acuerdo
en la indicación del señor Ovalle para mantener el inciso segundo en los
términos despachados anteriormente; o sea, diciendo al final “con pleno
respeto a la libertad y a la dignidad del ser humano”, y suprimir la frase que se
había propuesto introducir relativa a los derechos inalienables de la persona
humana, existiendo, entonces, acuerdo para suprimir la frase inicial.
Considera que en tal caso, para no iniciar la frase diciendo “Para ello...”, sería
mejor decir simplemente “El Estado reconoce y ampara”, porque le parece que
sería darle demasiada trascendencia expresar “Para ello, el Estado reconoce...”
El señor DIEZ concuerda con el señor Evans en que la frase “El Estado
reconoce y ampara...”, debe ir en punto seguido.
El señor SILVA BASCUÑAN recuerda que el sentido de esta parte de la idea del
señor Guzmán era hacer notar, en una forma casi docente, la diferencia que
hay entre fines y medios, y ello quería ponerlo de relieve a través de un punto
aparte, por lo que podría suprimirse, pues no es necesario poner en la
Constitución las conclusiones lógicas de ella.
El señor DIEZ insiste en que esa frase debe colocarse en punto seguido y no en
punto aparte.
El señor SILVA BASCUÑAN estima que con el punto seguido parece que se
agregara algo, y como respecto del primer inciso se tiene la pretensión de que
está completo en su objetivo, no habría que ponerlo en punto seguido sino
aparte.
Recuerda que el señor Díez decía que el Estado reconoce y ampara los grupos
intermedios de la comunidad y les garantiza una adecuada autonomía, lo que
es mucho más corto y de ese modo se evita el gerundio, del que nunca es
partidario, y está dentro de la línea que siempre ha tenido el constituyente
chileno: su discreción.
El señor OVALLE estima conveniente eliminar esa parte del artículo 1°, pues no
cree que sea aconsejable mezclar tantas cosas en dicha disposición.
El señor SILVA BASCUÑAN agrega que, en general, está de acuerdo, pero tiene
que ponerse en el punto de vista de quienes interpretarán la Constitución en el
futuro.
El señor DIEZ afirma que dicha idea está propuesta en todos los borradores
que se encuentran a su disposición.
El señor SILVA BASCUÑAN añade que por esa misma razón mantendría la idea.
El señor ORTUZAR (Presidente) señala que, entonces, quedaría así el texto: “El
Estado reconoce y ampara los grupos intermedios de la comunidad y les
garantiza una adecuada autonomía”.
El señor ORTUZAR (Presidente) considera que dicha frase no puede tener esta
ubicación porque es limitar la participación nada más que a los grupos
intermedios, en circunstancias que la participación no sólo es propia de esos
grupos, sino que tiene un sentido general.
El señor DIEZ propone sustituir en el inciso anterior el punto final por un punto
y coma (;), y decir: “asimismo, asegura la participación individual y social en
los diversos campos de la vida nacional”.
El señor EVANS considera que se está enfocando mal el problema, pues se está
situando la participación como una obligación del Estado, en circunstancias que
es un derecho y en el Nº 17 del artículo 10 del actual texto constitucional está
definido; y le pareció tan rico que hubo acuerdo, por lo menos, asentimiento,
para que, de algún modo, se le incluyera en el Título Preliminar de la
Constitución. Cree que no debe enfocarse la participación desde el punto de
vista del Estado, que a través de su acción la favorece, asegura, la reconoce, la
estimula y la protege, pero la participación es un derecho que como tal debe
consagrarse, es un derecho de todos los integrantes de la comunidad y de los
grupos intermedios a participar activamente en la vida social, cultural, política,
económica y cívica del país.
El señor EVANS opina que para obviar la objeción del señor Ovalle habría que
enfocarla no desde el punto de vista del Estado, sino como un derecho y el
problema es cómo decirlo en este párrafo.
El señor OVALLE pregunta por qué debe decirse esto en el artículo 1°.
El señor ORTUZAR (Presidente) señala que debe recordarse que la frase estaba
redactada así: “su mayor realización personal posible espiritual y material con
pleno respeto a la libertad y dignidad del ser humano”.
El señor EVANS señala que le parece que hay algo que no armoniza en esta
redacción.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que ese “algo” reside en que el origen
de esta indicación, como lo señaló muy concretamente y en forma muy
convincente el señor Díez, fue evitar que pudiera pretenderse desconocer la
libertad y la dignidad del ser humano a pretexto de lograr su realización
espiritual y material.
El señor DIEZ propone dejarlo tentativamente como inciso primero, pues cada
vez que lo piensa le agrada más.
El señor OVALLE acota que así aparece como consecuencia el inciso tercero.
—Se aprueba el inciso segundo, en los términos recién dichos, que son los
siguientes: “La acción del Estado debe promover el bien común, creando las
condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de los integrantes de la
comunidad nacional, alcanzar su mayor realización personal posible, espiritual
y material, con pleno respeto a la libertad y dignidad del ser humano y a su
derecho a participar en la vida nacional”.
El señor EVANS estima que existe un error por cuanto hubo acuerdo —y a él se
le encomendó redactar la proposición y por eso lo hace presente— para
incorporar en el artículo 1° un concepto que la Ciencia Política contemporánea
ya ha recogido y consagrado: el de Estado de derecho.
El señor DIEZ señala que, efectivamente, así ocurrió, y se dejó pendiente esa
materia mientras el señor Evans les presentara un texto sobre el particular.
El señor SILVA BASCUÑAN desea dar una explicación acerca del inciso que se
acaba de leer, con el fin de proponer un agregado, pues se trata de una
materia que a él siempre le ha interesado muchísimo y que es bastante
compleja, y que, a su modo de ver, debe traducirse en una norma
constitucional que aclare una serie de problemas jurídicos, los que, sin mucho
esfuerzo, estima que podrían aclararse al tenor de lo que sugerirá.
Expresa que estas son las bases de la proposición que hará con el fin de
concretar las ideas que acaba de formular en los términos más escuetos
posibles, pero, ojalá, dentro de la mayor riqueza de interpretación y contenido,
cuyo texto dice así: “Los tratados regularmente aprobados, ratificados y
promulgados, prevalecen en el derecho interno en cuanto sean aplicables y su
contenido no se oponga a los preceptos de esta Constitución”, con lo cual se
quiere expresar que, para que un tratado tenga vigencia jurídica en Chile, es
preciso que esté tramitado y promulgado y su contenido no se oponga al
derecho constitucional.
En seguida, agrega que “una ley orgánica” —expresión que coloca entre
comillas, por si más adelante se establecen con una jerarquía superior a las
leyes comunes y con una tramitación especial— “determinará la forma y el
modo cómo las normas, resoluciones y decisiones adoptadas por las
instituciones y órganos establecidos en los tratados se incorporarán al
ordenamiento jurídico nacional y producirán efectos en él”.
Agrega que, de esta manera desea resolver el problema surgido con los
derechos de la integración y de la comunidad internacional, distinguiendo, en
cierto modo, los tratados, por un lado, cuyas consecuencias jurídicas quedarían
más o menos afirmadas en el inciso primero que acaba de leer, y por el otro, el
derecho que emana de las decisiones, resoluciones y normas consagradas por
los órganos e instituciones nacidos de los tratados porque, de esta manera,
queda bien clara la manera de resolver los interesantes problemas jurídicos
surgidos en nuestro país con relación a esa materia.
Añade que esto es lo que quería explicar, sin perjuicio de los esclarecimientos
que se estimen necesarios, ya que cree tener nociones muy claras al respecto
y hace mucho tiempo que le preocupan estos temas que son complejos, y por
lo tanto, confía en que podrá ayudar a consagrar en la Constitución estas
normas, que le parecen de una trascendencia e importancia extraordinarias.
Coincide con su preocupación sobre este tema y recuerda que en esta misma
sala, la Comisión de Constitución Legislación y Justicia del Senado discutió
latamente este aspecto. Señala que en este momento existe el problema
discutido en la sesión 24ª del Pacto de Cartagena, cuya materia fue
promulgada por un decreto supremo, no ha sido ley de la República jamás, que
contradice la legislación existente, teniendo, sin embargo, el carácter del
tratado internacional aparente.
El señor EVANS expresa que está de acuerdo con el señor Silva en su inquietud
y en que ella se traduzca en el texto constitucional, y concuerda, con las dos
soluciones que él ha propuesto: la primera, relativa a la fuerza de los tratados
y a su jerarquía, le parece bien, siempre —también lo establece que los
principios formales de aprobación, ratificación, promulgación y contenido se
ajusten al texto de la Constitución chilena.
Añade que también le gusta, y mucho, la segunda solución, relativa a que una
ley permanente, de carácter general, señale cuáles serían los mecanismos para
obtener una especie de exequátur, para que las decisiones de aquellas
entidades, organismos o tribunales que se establezcan en virtud de tratados
internacionales, puedan tener efecto en Chile.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que sólo quiere agregar que coincide
plenamente con las opiniones manifestadas por los señores Díez y Ovalle, y
que ha concretado finalmente el señor Evans.
Señala que concuerda, también, con la indicación del señor Silva Bascuñán,
pero le parece que no es el artículo 1° donde se debe resolver esta materia.
El señor DIEZ cree que sería mejor decir “El Estado chileno”.
El señor ORTUZAR (Presidente) explica que usó estos términos para no repetir
la palabra “Estado”, y sugiere aprobarlo provisionalmente.
Informa, en seguida, que en relación con el inciso final, hay una indicación
pendiente formulada, precisamente, por el señor Evans, que establece: “En
Chile hay estado de derecho. Las potestades estatales y todas las autoridades
públicas someten su acción al imperio de la Constitución y de las leyes”, sobre
la cual ofrece la palabra.
Agrega que le agrada la redacción del señor Evans, pero tiene una sola
objeción que desea plantearla aquí, que aparece como una discusión, al revés
del bien común, y ella es que considera que el concepto de “estado de
derecho” no está suficientemente explicitado y conocido en el mundo de la
ciencia política, e inclusive, las traducciones de las palabras son distintas, pues
para los sajones, estado de derecho significa como algo contradictorio al
Estado consuetudinario.
Añade que esa sería su redacción como constituyente, sin manifestar que Chile
es un estado de derecho, pues ello es la conclusión de que todos los órganos
deben encuadrar su acción dentro de la Constitución y de las leyes.
El señor EVANS le parece muy importante para abrir debate sobre el tema
planteado la observación del señor Díez, y agrega que la verdad es que él
personalmente —el señor Guzmán le acompañó ese día, cuando se trató el
tema, y por eso se le encargó hacer esta redacción— considera que, a partir
del término de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Organización de las
Naciones Unidas patrocinó la formación de la Comisión Internacional de
Juristas de Ginebra, empezó a perfilarse y a definirse en el ámbito de la ciencia
política contemporánea, en la política contemporánea, el concepto de Estado
de derecho, en oposición al de “estado totalitario”.
Considera que hoy día en la ciencia política es mucho más corto el debate
sobre el estado de derecho, en oposición al estado totalitario, que la discusión
sobre el concepto de “bien común” y posiblemente su debate duraría la mitad
de lo que duraría el de lo que es el bien común, su significado, proyección,
antecedentes y consecuencias.
El señor EVANS agrega que la redacción sugerida por el señor Díez puede o no
ser mejor, pero la suya define, precisa, da frente, da cara, da imagen, y
además, agrega que no sólo las potestades estatales, sino que “todas las
autoridades” —esto es lo rico del concepto de estado de derecho— pues no se
trata solamente de que los que ejercen los poderes públicos sometan su acción
al imperio de una institucionalidad, sino que todas las autoridades, desde el
portero de una repartición pública al alcalde, gobernador, intendente, ministro,
superintendente o al vicepresidente, todas ellas someten su acción al imperio
de la Constitución y de las leyes.
El señor DIEZ expresa que se alegra de la explicación del señor Evans y cree
que el concepto, con la historia fidedigna de su establecimiento, tiene una
riqueza mucho mayor que la de su propia lectura, por lo cual no se opone en
principio a que quede establecido que “Chile es un estado de derecho”, porque
siempre ha aspirado a que lo sea, de modo que ya no tiene las dudas que
había planteado hace un instante, pues le satisfacen las explicaciones dadas
por el señor Evans y le parece que si hay un preámbulo en la Constitución, él
debería repetir estos conceptos y enfatizar que Chile es un estado de derecho.
Señala, como un tercer punto, que todas las instituciones y principios que se
proclamen en el título preliminar son fundamentales y no pierden valor por la
circunstancia de no incorporarlas en el artículo 1°, porque del mismo modo, si
se siguiera ese criterio, se debería introducir en ese artículo otras instituciones
y principios que preceden al estado de derecho y de los cuales éste es su
consecuencia.
Añade, en cuarto lugar, que cabe preguntar aquí qué es el estado de derecho,
si es una característica del Estado, como institución, o es la consecuencia de
otra institución política, y agrega que, a su juicio, el estado de derecho no es
una característica del Estado, en concepto teórico del término, sino que es
consecuencia de otro concepto muy valioso que ya, de cierta manera, está
involucrado al señalarse la misión del Estado en el artículo 1°, pero que no
está todavía específicamente proclamado. Explica que abordó este mismo
punto en una discusión que sostuvo con el profesor don Alejandro Silva
Bascuñán en esta misma Comisión y cree que el concepto político fundamental
del derecho constitucional chileno, que ha presidido toda su evolución y que ha
inspirado sus esfuerzos de perfeccionamiento, es el de democracia o el
democrático, como régimen político y como sistema de gobierno.
El señor SILVA BASCUÑAN manifiesta que observa las cosas de una forma más
sencilla y menos original, es decir, de una manera, tal vez, más tradicional, y
más parecida, por cierto, a lo expuesto por el señor Evans que a lo
manifestado, tan brillante y elocuentemente, por el señor Ovalle.
Hace presente que para él, el estado de derecho requiere, como elemento
esencial, no sólo que exista toda una institucionalidad establecida, consagrada
y respetada, sino que ese ordenamiento esté basado en el respeto de los
derechos fundamentales del hombre y de los grupos intermedios que existen
en la sociedad política. Añade que su duda es nada más que la siguiente: no
cree que el Estado de Derecho brote, como dice el señor Ovalle, de la
democracia, que sea un resultado de ella, porque puede haber Estado de
Derecho en un régimen que no sea democrático, por ejemplo, si la democracia
se la opone a un simple régimen aristocrático o monárquico, no absoluto, sino
condicionado, no tiene por qué no considerarse un Estado de Derecho.
Agrega que en su opinión, el Estado de Derecho tiene como requisito técnico y
lógico un ordenamiento jurídico que se respete, pero como base fundamental
requiere que ese ordenamiento jurídico, esa voluntad, estén sometidas básica
y sustancialmente al respeto de los derechos fundamentales del ser humano,
consistiendo, entonces, su duda, en que si acaso el Estado de Derecho es el
resultado del movimiento del Estado, de cómo se maneja el Estado, no cabría
ponerlo, por lo tanto, en el texto de la Constitución, y en cuanto a la frase que
sigue, que él suscribe, le agregaría, —a pesar de lo que explicaba denantes el
señor Evans en el sentido de que sería un exceso de repetición— que todo esto
tiene que ser dentro de ese sustancial respeto de los derechos de la persona y
de los grupos.
Añade que cree, sí, que en la sociedad contemporánea se han identificado los
términos y en eso el señor Ovalle tiene razón, pues en el mundo de hoy no ha
aparecido un régimen no democrático en el que pueda decirse que juega un
Estado de Derecho, pero teóricamente, no se puede descartar la posibilidad.
El señor DIEZ expresa que el concepto teórico sin explicación de por qué se
pone esa frase, a su juicio, resulta ambiguo y, quizás, contraproducente, pero
el concepto de Estado de Derecho explicado en el sentido en que lo hizo el
señor Evans inserta esta explicación en la historia fidedigna del establecimiento
de la ley —como quedará en las actas de la Comisión—, y además, si puede
quedar incluida en el preámbulo, lo considera conveniente dentro de la idea
general bajo la que están elaborando el artículo 1° que es una especie de
declaración de principios de la Nación chilena para su organización. Agrega que
son estas las razones por las cuales lo convenció el señor Evans.
El señor EVANS manifiesta que desea aclarar al señor Ovalle que el concepto
de Gobierno implica, necesariamente transitoriedad, que los Gobiernos son,
por su naturaleza transitorios, y en consecuencia, estos valores tan
importantes no pueden ser atributos de Gobiernos, sino que son atributos de
algo mucho más permanente, y lo permanente en la organización política de
una comunidad es el Estado, y a él es a quien hay que atribuirle estos valores
de institucionalidad y respeto de los derechos humanos.
Añade que por esta razón cree que es más propio decir que estos valores,
institucionalidad y derechos humanos esenciales quedan representados de
manera permanente más por el Estado que por el Gobierno democrático.
Por último, desea agregar que puede perfectamente, para precisar más el
término, colocarse —no lo quiso hacer, por las razones que expuso— una frase
final relativa a los derechos humanos, a los derechos fundamentales del
hombre, conforme a la sugerencia del señor Díez, pero, repite, que estima que,
dentro del orden lógico que preocupa al señor Ovalle —y con razón—,
contribuiría a redondear en el artículo 1° el concepto de Estado que se anhela
para el país, culminarlo con la declaración de que en Chile hay Estado de
Derecho, porque ello supone un compromiso entre el pueblo que aspira a vivir
en Estado de Derecho y los gobernantes que deben respetar esa voluntad, los
derechos de ese pueblo.
El señor OVALLE cree que las expresiones del señor Evans demuestran muy
claramente —y él mismo lo ha reconocido— la vinculación existente entre
Estado de Derecho y democracia, pero dió una explicación que él, como
profesor de Derecho Constitucional no puede aceptar, cuando afirmó que esta
característica del Estado de Derecho debe estar vinculada al Estado, que es lo
permanente, y no a los Gobiernos que son transitorios. Estima que,
precisamente de eso se trata, pues los Gobiernos determinados son
transitorios, pero el Gobierno de Chile, como respetuoso del régimen
democrático, no es transitorio, ya que el principio de la democracia debe ser
permanente en cuanto a régimen político, existiendo, en consecuencia, mayor
razón para exigírselo a cada Gobierno, porque el Gobierno de Chile —con
mayúsculas— dentro del Estado, debe ser siempre democrático y no
transitoriamente democrático, y es una exigencia que obligará a todos los
gobernantes que se elijan, porque están dentro de la democracia, siendo esto
tan efectivo, que el propio señor Evans ha declarado —y esto forma parte de la
idea democrática, en lo esencial— que el Estado de Derecho es un compromiso
entre el pueblo y los gobernantes que el mismo pueblo elige.
Hace presente que se caracteriza por ser muy sensible, y por ello es que
insiste en que el Estado de Derecho no es una institución que con sólo
declararla se cumpla, pues es necesario consagrar instrumentos a través de los
cuales se alcance, y estima que las generaciones venideras, si la Constitución
que se está elaborando llega a plasmarse y a vivirse, podrán decir: Estos
constituyentes estructuraron una Carta Fundamental que en su resultado dió el
Estado de Derecho.
El señor EVANS expresa que desearía recordar al señor Ovalle un solo aspecto
para cerrar el ciclo, y él es que toda expresión constitucional que tipifique un
sistema es proclamativa de algo, siendo así como la democracia no debe
proclamarse: debe vivirse; el respeto a los derechos humanos no hay que
declararlo: debe vivirse; la soberanía popular no hay que establecerla: hay que
vivirla, en fin, toda institución política, debe ser vivida, y para eso están
laborando.
El señor OVALLE considera que existe confusión, pues aquí se está elevando o
se está rebajando el estado de derecho —no sabe— a una categoría distinta de
la que tiene, y de allí la sorpresa del señor Evans. Opina que, naturalmente, se
deberá proclamar que el Gobierno de Chile o el régimen político chileno —como
se desee hacerlo— es democrático y es representativo, porque esa declaración
involucra ciertos mecanismos que son su consecuencia y entre esos,
lógicamente, el estado de derecho. Pero, agregó, hacer preceder a la
declaración de que el Gobierno de Chile es democrático, la de que es un estado
de derecho, resulta pretencioso, porque el estado de derecho en si mismo no
es una institución política, no es una institución que mira a la estructura
política: es una consecuencia de la vigencia de otras instituciones.
El señor DIEZ llama la atención hacia el carácter bizantino que está tomando el
debate y aún cuando aparece como una exquisitez, estima que en vez de una
Constitución, van a elaborar una serie de tratados de filosofía o de ciencia
política, cuando la verdad es que están todos de acuerdo en que el Estado
chileno enmarque sus actos dentro de la Constitución y dentro de la ley y que
esto es una declaración que debe estar en el título primero de la Constitución.
El señor OVALE disiente con la idea de que el Estado debe enmarcar sus actos
dentro de la Constitución.
El señor OVALLE considera tan propia la discusión que le parece que el mismo
señor Díez cambió de opinión en virtud de explicaciones teóricas, porque él
traía otras opiniones y fue convencido por el señor Evans, lo que está
demostrando que es procedente esta discusión, y si ellos van a consagrar
instituciones políticas que regirán a Chile, parece conveniente que quienes
vivan o interpreten la Constitución deben tener los antecedentes que la
Comisión tuvo en consideración.
Agrega que se permite hacer estas observaciones porque debe fundar sus
opiniones que, en esta materia, son discrepantes con respecto al resto de la
Comisión, porque sería posible a lo mejor, que él tuviera razón en este
aspecto, y le parece que cada cual debe sostener sus apreciaciones, más aún si
no es teórico lo que han dicho, sobre todo, considerando que de ello se van a
desprender muchas consecuencias posteriores.
Recuerda que en una sesión anterior —y espera que el señor Ovalle no lo haya
olvidado— sostuvo lo mismo que él en el sentido de que el estado de derecho
era el resultado de toda la vida y práctica de la Constitución, más que una
expresión doctrinaria que debía establecerse en ella misma. Estima que el
señor Evans ha defendido bien su tesis en cuanto a que son muchos los
conceptos que van a estar en la Constitución y cuya realidad va a ser el
resultado efectivo del respeto cierto de ella misma y no una mera declaración
teórica que en ella se haga, por lo cual se inclina por esa idea y, además, por
el deseo de avanzar cuando en lo sustancial se encuentran de acuerdo.
El señor OVALLE acota que están abocados al estudio del capítulo más difícil,
pues lo otro es simplemente mecánico.
El señor SILVA BASCUÑAN manifiesta que, según lo que entiende por estado
de derecho, conforme a las explicaciones que dio denantes y tratando de ser
consecuente con ellas, le haría un cambio a la proposición en debate, cuya
redacción sería la siguiente: “En Chile hay estado de derecho. Las potestades
estatales y todas las autoridades públicas someten su acción al imperio de la
Constitución y de las demás normas que se dicten dentro del respeto de los
derechos que ella consagra”. Estima que allí está la esencia del estado de
derecho, no sólo que cada órgano se ajuste a su órbita, sino que la voluntad
que expresen los órganos sea dentro del respeto de los derechos que ella
consagra y así se expresa el estado de derecho como él lo concibe.
Agrega que, tratando de ordenar el debate, debe decir que el señor Jorge
Ovalle formuló una proposición que, en realidad, encontró extraordinariamente
interesante, en el sentido de que este concepto de estado de derecho no se
contemplara en el artículo 1° sino en el artículo que establece que el Estado o
el Gobierno de Chile es democrático, porque, en su opinión, el estado de
derecho era una consecuencia de ello. Expresa que a él le asistieron dudas, y
por eso comenzó planteando el debate haciendo presente a los miembros de la
Comisión que era fundamental, para resolver la ubicación de este precepto,
determinar si realmente el estado de derecho es o no consecuencia de la
democracia, y confiesa que la opinión que tenía, después de escuchar al señor
Evans y a otros miembros de la Comisión, se ha reafirmado, pues piensa que
no es condición fundamental para que exista estado de derecho que exista un
régimen democrático.
El señor OVALLE cree que no puede haber un régimen de minoría que respete
los derechos humanos.
El señor DIEZ señala que no participa en el debate teórico, pues cree que éste
no es el lugar para ello.
Estima por eso, que si se deben ajustar las palabras dentro de estos
conceptos, ya que esto es el Estado de Derecho, como le ha tocado expresar
en numerosas oportunidades y en distintas tribunas, ello se concreta con la
frase “y de las demás normas que se dicten dentro del respeto de los derechos
que ella consagra”, de manera que con esto se queda sin la obligación de
respetar todas las normas que implícitamente vayan contra el Derecho.
El señor ORTUZAR (Presidente) considera que esta parte del inciso sería
innecesaria porque está contemplada en otro artículo que establece que
ninguna persona, ninguna reunión de personas, ninguna autoridad, puede
atribuirse otros derechos que los que expresamente les han concedido las
leyes, de manera, que el evento en que se coloca el señor Silva Bascuñán no
podría darse porque hay un precepto constitucional que establece que ninguna
autoridad puede ejercer o atribuirse otros derechos que los concedidos por las
leyes.
El señor DIEZ opina que aquí hay dos cosas distintas: la primera es señalar el
principio de que todas las autoridades se someten a la Constitución y a la ley,
lo que es distinto de decir que las autoridades no pueden ejercer otros
derechos que los que le confieren las leyes, porque es una de las normas a las
que se someten las autoridades, lo que es diferente.
El señor DIEZ acepta la acotación del señor Ovalle porque estima que toda la
Constitución va a derivarse del artículo 1°, pero considera que son dos normas
distintas: una de ellas se refiere a que las autoridades no tienen otras
atribuciones que las que les confieren las leyes, y la otra, a que todos los
organismos del Estado deben someterse al orden jurídico, porque pudiera
ocurrir que se dijera que todos los organismos del Estado deben someterse a la
ley y ésta establecer que las autoridades tienen todas las atribuciones que no
le fueran prohibidas por ella; de manera que son dos aspectos diferentes y
conceptualmente distintos.
Señala, en seguida, que el otro concepto que involucra el señor Silva Bascuñán
en la expresión “y demás normas que se dicten dentro del respeto a los
derechos que la Constitución consagra”, viene a su juicio, a caer no dentro de
este concepto global del Estado, cuyos principios se están procurando contener
en el artículo 1°, sino que en una limitación a la soberanía, el que debe estar
en el artículo relativo a la soberanía; esto es, que la soberanía no reconoce
otra limitación, en el orden interno, que la que establece la propia
Constitución, y en especial, los derechos humanos.
El señor Díez expresa que existe acuerdo en el fondo y que las diferencias son
sólo en cuanto a la ubicación de los conceptos. Cree que estas ideas están
presentes por la experiencia vivida en Chile, como, asimismo, por las ocurridas
en el mundo, como sucedió con el nazismo, el fascismo y el comunismo, en
que no se trepidó para atropellar los derechos que provienen del hombre,
hecho que determina que en cada artículo e inciso que se está discutiendo, a
alguno le aparezca la reserva, como le sucede al señor Silva Bascuñán en este
artículo.
Opina que resulta mucho más lógico decir “dentro del imperio de la
Constitución y de las leyes”, porque las leyes se están usando en sentido
genérico, y se podría dejar la frase “de las normas que se dicten dentro del
respeto a los derechos que consagre la Constitución”, como una limitación de
la soberanía.
El señor SILVA BASCUÑAN manifiesta que desea preguntar al señor Evans qué
pretende con esa frase, si describir realmente lo que constituye la esencia del
Estado de Derecho o no, porque si lo que él pretende es describir lo que es el
Estado de Derecho, en su opinión está mal definido, y en ese caso concuerda
con el señor Ovalle en que no se coloque esa frase.
El señor EVANS explica que, sin duda, lo que desea definir es lo que se
entiende por Estado de Derecho en el texto constitucional, pues respecto de los
derechos humanos —vuelve a repetir, también, al igual que el señor Silva
Bascuñán— que los considera un pilar dentro de la concepción del Estado de
Derecho y lo encuentra implícitamente dicho. Señala que el señor Silva tiene
razón en ese aspecto, lo que podría obviar la pregunta. Agrega que aquí se
habla de las leyes y le parece que el término es demasiado característico,
demasiado expresivo, y podría, quizás, en vez de hablar de las leyes,
expresarse que “Las potestades estatales y todas las autoridades públicas
someten su acción al imperio de la Constitución y de las otras normas dictadas
conforme a ella”.
El señor SILVA BASCUÑAN concuerda con esta sugerencia del señor Evans.
El señor DIEZ considera perfecta la solución propuesta por los señores Evans y
Ovalle.
El señor DIEZ opina que la palabra “imperio” no tiene el sentido que el señor
Ovalle le está dando, pero, como puede tenerlo, prefiere suprimirla.
El señor EVANS añade que desea manifestar una inquietud de orden lógico,
relacionado con el término del debate del artículo 1° y circunscrita a la materia
que expondrá a continuación, en la que espera interpretar al señor Ovalle.
Pregunta, exteriorizando dicha inquietud, si sería más natural y lógico, después
de haber perfilado el Estado de Chile como soberano, territorial y
funcionalmente descentralizado, promotor del bien común, cautelador de los
derechos fundamentales, de la dignidad y la libertad; después de haberlo
tipificado reconociendo las sociedades intermedias y el derecho a la
participación, y de haber culminado todo esto afirmando que en Chile hay
Estado de Derecho, acaso no sería mejor —repite— que una vez tipificado el
Estado lo presenten a la comunidad internacional, y sea, en consecuencia, el
inciso relativo a la comunidad nacional el último del artículo.
El señor DIEZ advierte que en esta forma se volverá al orden lógico que todos
tenían.
—Acordado.
El texto del inciso quinto, que pasa a ser cuarto, quedó redactado de la
siguiente manera:
“En Chile hay Estado de Derecho. Las potestades estatales y todas las
autoridades públicas someten su acción a la Constitución y a toda norma
dictada conforme a ella”.
La acción del Estado debe promover el bien común, creando las condiciones
sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad
nacional, alcanzar su mayor realización personal posible, espiritual y material,
con pleno respeto a la libertad y dignidad del ser humano y a su derecho a
participar en la vida nacional.
El señor OVALLE expresa que no deja de tener sus razones que se diga “y su
administración será funcional y territorialmente descentralizada”, porque la
división del territorio en regiones es una realidad que se constata en cualquier
momento. La calidad unitaria del Estado es una realidad que depende de la
estructura. En cambio, la administración es el desarrollo de una actividad que
supone la existencia de supuestos que “son”, pero supone una actitud
mantenida como política permanentemente que “será”.
El señor DIEZ señala que prefiere utilizar la expresión “es” porque da mayor
fuerza a la norma y porque obliga a la ley a someterse siempre a la
constitucionalidad como algo presente y no para lo futuro.
El señor OVALLE considera que ambas expresiones tienen igual fuerza, pero
que prefiere “será” porque contiene un mandato que debe ser cumplido por el
legislador; lo obliga. En cambio, con el “es” la Constitución estaría constatando
que la administración es funcional y territorialmente descentralizada.
El señor LORCA advierte que la expresión “será” obliga al legislador, pero con
la posibilidad de que éste cumpla o no el mandato.
El señor SILVA BASCUÑAN señala que el artículo 1° tiene por objeto sintetizar
la esencia constitucional de lo que posteriormente se desarrollará en el resto
del articulado. En todo caso, debe decirse “es", porque todo el “es” de ese
primer artículo va a ser “será” en las normas posteriores de la Constitución.
El señor OVALLE declara que acepta la razón que ha dado el señor Silva
Bascuñán, pero, pese a ello, cree que es más precisa en un sentido técnico la
redacción aprobada en la sesión pasada.
En seguida, el inciso segundo dice “La acción del Estado debe promover el bien
común...”. Piensa que es mejor decir “El Estado debe promover el bien
común”.
“En Chile hay Estado de Derecho. Las potestades estatales y todas las
autoridades públicas someten su acción a la Constitución y a toda norma
dictada conforme a ella”.
El señor OVALLE manifiesta que le hizo mucha fuerza una opinión vertida en
los debates anteriores en cuanto a que el cumplimiento de la tradición
constitucional, que contiene preceptos relativos a la soberanía, no es esencial
dentro del Derecho Constitucional, porque declarar que ésta reside en el
pueblo no implica sino constatar uno de los fundamentos teóricos clásicos de la
democracia.
Pero, ¿por qué se expresa que ella reside en la nación o el pueblo, según la
teoría que se acepte? Es sólo la consecuencia de una tradición que viene de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que comenzaba
siempre sus disposiciones con ese enunciado teórico que tenía por objeto
oponer la democracia a la monarquía, que subsistía aun con mucha fuerza en
los espíritus de la época. Sin embargo, superado el problema y teniendo la
democracia, como régimen político, un contenido teórico enriquecido por la
evolución y precisado por la doctrina, le parece conceptualmente innecesario
incluir en la Carta Fundamental, tan sólo por tradición, que la soberanía reside
en el pueblo. Bastaría decir, por lo tanto, que Chile es una democracia —con la
redacción que propondrá en seguida—, lo cual lleva implícita esa idea.
De allí que se permita formular la sugerencia con el afán de ser breve, así
como anuncia que presentará otra proposición al terminar el capítulo
preliminar, pues el artículo 1° no le satisface porque le parece una especie de
“olla común” de ideas desordenadas —contrariamente a lo que opina el señor
Díez y los demás integrantes de la Comisión— demasiado denso, por lo que, a
su juicio, se debe eliminar lo innecesario, a fin de que la Carta Fundamental
sea más escueta y, dentro de ello, lo más precisa posible.
Piensa que la redacción del artículo 2º podría ser, más o menos, la siguiente:
Para explicar esas ideas, expresa que advirtió en reunión anterior, cierta
confusión de conceptos entre lo que es democracia y lo que es república, a raíz
de algunos ejemplos dados por distinguidos miembros de esta Comisión. Le
pareció observar que, implícitamente, se eliminó de la calidad de demócratas a
las monarquías constitucionales, lo que no es efectivo. Por eso es conveniente
destacar que Chile, dentro de las democracias, es una república. Además,
“tradicionalmente republicano” es una expresión usada en todos nuestros
textos y que recoge la tradición chilena: “El Gobierno de Chile es republicano”.
Dentro de ese sistema, ¿cuál es su régimen político? La democracia. Y decir
democrático lleva implícita la residencia de la soberanía en el pueblo, la
existencia y el reconocimiento de los derechos humanos y la obligada acción
del Estado tendiente a obtener el respeto de los mismos y a remover los
obstáculos que se opongan a su libre ejercicio. Es decir, se comprende en el
término todo cuanto la democracia significa. sea directa o representativa. La
Comisión consagra derechamente esta última, al decir claramente que el Poder
se ejerce por el pueblo a través de representantes suyos designados en
elecciones libres, sinceras, informadas y periódicas. Además, se expresa que el
régimen político es presidencialista.
Ahora bien, ¿qué significa que en el pueblo resida la soberanía? Quiere decir
que él tiene que expresar una voluntad que determine la acción del poder
estatal. ¿Cómo se manifiesta la soberanía del pueblo?: por la voluntad del
electorado, el cual está llamada ya a elegir ciertos miembros de los órganos
que están sometidos en su formación a la elección, ya mediante la consulta
que se le haga plebiscitariamente, en los casos que la Constitución establece.
Eso significa concretamente que la soberanía radica en el pueblo que la
expresa, ya por medio de la elección, ya por medio de la consulta, ya en
cuanto no es elección ni consulta, mediante la delegación que hace de su poder
en las autoridades que la Constitución establezca. O sea, hay que señalar
claramente que la soberanía está en el pueblo, lo cual significa que la voluntad
de toda la colectividad nacional, de toda la comunidad organizada, es la que da
orientación al poder. Pero lo esencial del poder es manifestar una decisión.
Ahora bien, ¿qué significa que el pueblo tenga la soberanía? Que es capaz de
formular una decisión para orientar al poder. ¿Quién hace esa decisión? La
hace el cuerpo elector mediante las elecciones, en el caso que la Constitución
llame a elecciones; mediante consultas, en los casos en que, según la Carta
Fundamental, correspondan. Y en cuanto no es ni elección ni consulta,
mediante la delegación permanente que hace de esta soberanía en las
autoridades que la Constitución establece.
El señor DIEZ señala que las observaciones del señor Silva Bascuñán le evitan
gran parte de su intervención, porque concuerda absolutamente con él, por
razones históricas y, además, por razones de conveniencia, en la necesidad de
establecer explícitamente que la soberanía reside en el pueblo, en el sentido de
poder orientador y poder decisorio esencial.
En seguida, las demás ideas expresadas por el señor Ovalle, relativas a los
emblemas nacionales, las propone en un artículo separado, porque le parece
que deben estar en esa forma.
Expresa que las razones históricas que se han dado y la experiencia vivida en
los últimos tiempos, lo lleva a pensar y a decidir su posición en el sentido de
que se debe afirmar de manera categórica que la soberanía reside en el
pueblo, tal cual lo hacen, por lo demás, la mayoría de las Constituciones,
inclusive las últimas que se han dictado.
El señor DIEZ señala que dentro del espíritu de las intervenciones de los
señores Silva Bascuñán, Lorca y de la suya, se advierte cierta coincidencia
para aceptar la expresión “la soberanía reside en el pueblo”. Agrega que con
un sentido de jerarquía lógica del pensamiento, primero establecería que el
pueblo la ejerce directamente a través del plebiscito y, después, a través de la
delegación del ejercicio en las autoridades que la Constitución establece,
agregando la idea del señor Silva Bascuñan de señalar las elecciones. Cree que
hay que establecer que el pueblo ejerce la soberanía directamente a través del
plebiscito, es decir, no se expresa mediante consulta plebiscitaria, sino que se
ejerce —la soberanía— directamente mediante el plebiscito. Es el pueblo que
toma la decisión. Es el pueblo que está ejerciendo la soberanía en el plebiscito,
y en seguida, se expresa mediante elecciones. Por eso, insiste en que el
precepto debe redactarse disponiendo que la soberanía se ejerce directamente
a través del plebiscito o se delega su ejercicio en las autoridades que la
Constitución establece, sin precisar la forma de delegación, porque más
adelante se verá que ella es directa en la elección de algunos poderes y en
otros, se expresa mediante una especie de sistema indirecto de elección, como
en el caso del Poder Judicial.
El señor ORTUZAR (Presidente) cree que, a su juicio, sería conveniente
mantener el concepto de que la “soberanía reside en el pueblo”, porque si bien
es cierto el régimen político democrático supone necesariamente que la
soberanía reside en el pueblo, no lo es menos que la soberanía está incluso por
encima del régimen político y el pueblo soberano hasta podría cambiar, el día
de mañana, el régimen político democrático, teóricamente, cumpliendo los
trámites y condiciones que establece la Constitución para la reforma de la
misma. De manera que le parece fundamental mantener este concepto, porque
es la voluntad soberana del pueblo la que, en este caso, está estableciendo
como régimen político el régimen democrático, como pudo haber establecido
otro.
EI señor DIEZ señala que en el fondo existe acuerdo; pero insiste que en la
redacción se debe tener mucho cuidado. No es partidario de señalar que el
pueblo “conserva” la soberanía, porque tal afirmación podría aparecer como
que en algún momento se ha desprendido de ella. Sugiere decir derechamente
que: “El pueblo ejerce directamente la soberanía a través del plebiscito”. No es
que la conserve, sino que la ejerce directamente o delega su ejercicio en las
autoridades que la Constitución establece. Jamás se desprende. En
consecuencia, la forma verbal “conserva”, que parece una excepción, puede
llevar al error de que el pueblo, en teoría, se ha desprendido de la soberanía,
en circunstancias que el pueblo no se desprende jamás de ella.
El señor DIEZ señala que esa declaración tendrá que venir después al tratar el
plebiscito, pues ahora la Comisión está abocada al capítulo de las declaraciones
fundamentales o preliminares. Es evidente que la norma deberá disponer que
la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente a través del
plebiscito en los casos en que la Constitución establece; pero, como habrá un
título sobre plebiscito se tendrá que discutir allí qué cosas serán sometidas a
plebiscito; si va a haber iniciativa del pueblo; “recall”; consulta llamada por el
Congreso, etcétera. En este momento no se sabe. Se sabe, en cambio, una
cosa, que el pueblo puede ejercer la soberanía directamente a través del
plebiscito y delegar su ejercicio. Es allí, entonces, que hay que explicitar en
quienes delega su ejercicio para lo cual se dispone que “en las autoridades que
esta Constitución establece”.
Expresa que está dentro de una línea que le parece la más acertada en la
elaboración de un texto constitucional sin abandonar, por cierto, ni las
tradiciones históricas propiamente chilenas, ni la manera de ser, ni los
problemas del pueblo chileno. Por eso es que, a su juicio, deben eludirse las
declaraciones meramente teóricas contenidas en la Constitución que, en el
fondo, han demostrado su ineficacia, como la demostró la declaración del
artículo 2° contenida en la Constitución de 1925, porque el señor Allende, con
esa declaración o sin ella, pasó por sobre la soberanía de la Nación, cuando los
mecanismos constitucionales no fueron lo suficientemente acertados como
para obligarlo a encuadrar su conducta a esos propósitos; con lo cual pretende
demostrar que, a pesar de estas declaraciones teóricas, la violación se produce
igualmente.
Ante una pregunta del señor ORTUZAR de si desde el punto de vista teórico, el
pueblo podría cambiar el régimen democrático, el señor OVALLE responde que
ello es imposible por una razón muy simple: porque entre las características de
la soberanía está la de la inalienabilidad. Es decir, el pueblo no puede enajenar
su soberanía, y toda enajenación de la soberanía es nula.
El señor SILVA BASCUÑAN concuerda con el señor Ovalle en esa distinción que
él mencionó, entre la soberanía “del Estado” y la soberanía “en el Estado”.
Expresa que, a su juicio, la calidad inalienable de la soberanía se refiere a la
soberanía del Estado y no a la soberanía en el Estado. Y como se está
tratando, precisamente, de la soberanía en el Estado, la calidad de inalienable
a juicio del señor Silva Bascuñán, no tiene por qué recordarse, ya que es
propia de la soberanía del Estado.
El señor OVALLE disiente del señor Silva Bascuñán. Declara ser partidario de la
tesis de Rousseau, en el sentido de que el derecho de mandar del pueblo es
inalienable. Esta fue, precisamente, la tesis que se empleó para combatir el
régimen monárquico, que se pretendía justificar diciendo que el pueblo había
dejado de ejercer la soberanía y que la había adquirido el monarca por
prescripción. Entonces, se dijo que el pueblo podía no ejercer la soberanía,
pero que nunca la perdía, porque es inalienable, y lo que es inalienable es
precisamente la soberanía del pueblo. Esta es la tesis de Rousseau, y es la
única característica que le asigna a la soberanía, porque las demás son
consecuencia de este principio. Si se es demócrata hay que aceptar que el
pueblo no puede enajenar su soberanía, porque es la definición esencial de la
democracia.
Por estas razones, agregó el señor Ovalle, le parecía suficiente decir que el
régimen político chileno es democrático. Sin embargo, comprende que razones
de orden histórico, principalmente, y doctrinarias, porque no significan sino
repetir la idea, pueden conducir a los demás miembros de la Comisión a
incorporar el concepto “soberanía” en la Constitución.
En seguida, señala que la parte final del inciso segundo propuesto por el señor
Diez, no es correcta, porque confunde lo que es soberanía “en el Estado”, que
está tratada en el inciso primero y en la primera parte del inciso segundo, con
la soberanía “del Estado” que está tratada en la parte final del inciso segundo.
El señor DIEZ advierte que la Constitución establece que hay autoridades que
no son elegidas por el pueblo, como las del Poder Judicial.
El señor ORTUZAR (Presidente) indica que hay dos proposiciones para redactar
el artículo 2°: una, del señor Silva Bascuñán que dice:
“La soberanía pertenece al pueblo, quien la ejerce directamente por medio del
plebiscito o indirectamente por medio de las autoridades que esta Constitución
establece”.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que la única diferencia que hay, entre
la indicación de los señores Silva Bascuñán y Ovalle, es esa.
En el artículo 2°, agrega, propuesto por el señor Díez se contiene un inciso que
dice: “En el orden interno, la soberanía no reconoce otras limitaciones que las
que impone esta Constitución, especialmente en lo relativo a las garantías
fundamentales. Toda delegación de soberanía en organismos supranacionales
que tengan como finalidad asegurar la paz y la justicia será materia de ley”.
—Acordado.
El señor OVALLE señala que para ser precisos, no es necesaria la frase “en el
orden interno”, sobre todo si se está hablando del derecho de mandar en el
Estado se tiene que decir que “la soberanía no reconoce otras limitaciones que
las que impone esta Constitución”.
El señor SILVA BASCUÑAN propone adicionar el inciso primero del artículo 2°,
después de haber dicho cómo se ejerce la soberanía, agregando la frase: “... y
no tiene otras limitaciones que las que esta misma Constitución establece”.
El señor DIEZ responde que sólo se está señalando los límites de la soberanía
y que después se llegará al régimen democrático.
El señor DIEZ responde que no es efectivo que haya fallado la lógica, porque
es evidente que la Constitución tiene que establecer el régimen democrático.
Primero, el Estado; después, el poder, y, en seguida, el gobierno.
—Se aprueba la proposición leída por el señor Presidente que pasa a ser inciso
tercero del artículo 2°.
El señor ORTUZAR (Presidente) manifiesta que falta analizar una frase final
propuesta por el señor Díez, que le parece acertada y que dice: “Toda
delegación de soberanía en organismos supranacionales que tenga como
finalidad asegurar la paz y la justicia, será materia de ley”.
El señor SILVA BASCUÑAN piensa que esta materia tal como lo propuso en
ocasión anterior, debe ser tratada en la parte relativa a los tratados, porque se
refiere a la soberanía externa y no a la soberanía en el Estado. La disposición
tiene como objeto esencial un aspecto puramente organizativo, cual es, que la
delegación de soberanía en organismos supranacionales debe ser materia de
ley. Por lo tanto, no tiene lógica incorporarla en el Capítulo I si luego se va a
subrayar en otra parte.
El señor DIEZ señala haber sido el redactor del artículo, por lo que desea dar
una explicación. El indicar en la Constitución cuáles son las formas, colores,
música, etcétera de los Emblemas Nacionales resulta imposible hacerlo sin
referirse a los textos legales vigentes, como también, es absolutamente ilógico
citar en la Constitución que el Decreto 1.534, del Ministerio del Interior, y el
3.737, del Ministerio de Educación, etcétera, fijaron las normas sobre la
materia. Resulta absurdo decir esto en la Constitución. Por eso, llegó a la
conclusión, y solicita dejar constancia para la historia fidedigna de la
disposición, de que era mejor decir que las características de los Emblemas
Nacionales corresponden a las establecidas por “las normas que actualmente
están en vigor”, las que están señaladas en su indicación.
El señor SILVA BASCUÑAN pregunta si para ello no bastaría solo una ley.
El señor DIEZ expresa que Chile es un país que tiene una historia de tal
naturaleza que permite que se pueda velar por algunas de sus tradiciones. El
hábito, la costumbre y la veneración del pueblo por lo que simbolizan los
emblemas, justifican que para su modificación se requiera de una reforma
constitucional. Ese es el único sentido del artículo 3º; es decir que no baste,
para modificar los emblemas, enmendar la ley, sino que sea necesario
modificar la Carta Fundamental.
El señor OVALLE expresa estar de acuerdo con el principio. Estima que los
Emblemas Nacionales están tan incorporados al espíritu y a la manera de ser y
a la esencia del chileno, que ellos deben estar consagrados en la Constitución,
y deben vincularse además con nuestra propia manera de trabajar, de vivir y
de desarrollarse política y socialmente. Tanto es así que, a su juicio, uno de los
hechos que contribuyó a desprestigiar al Gobierno anterior, fue el esfuerzo por
modificar el Emblema Nacional. Reitera que el principio debe estar consagrado
en la Constitución, y no le parece que sea el modo más adecuado hacer una
referencia a la legislación vigente.
Es partidario de establecer que los emblemas nacionales son el Escudo, la
Bandera y la Canción Nacional, y que sus signos o expresiones representativos
se consideren parte integrante de la Constitución, como el dibujo o la letra y
música en su caso.
El señor DIEZ manifiesta que el emblema tiene plasticidad, tiene color, forma,
proporciones y un texto y una música, expresiones que ha usado en la
redacción del artículo, porque son las que señala la legislación vigente. Se
preocupó de buscar otra solución e imaginó la que propone el señor Ovalle,
incluir su descripción como anexo de la Constitución, pero señala que la
Bandera tiene dimensiones, proporciones y colores, por lo cual, resulta mucho
más difícil incorporar su dibujo como anexo de la Constitución.
El señor LORCA señala que con el propósito de encontrar una solución propone
definir en el texto constitucional lo que son los emblemas nacionales, sus
colores, forma, proporciones, letra y música, etcétera, y establecer que su
modificación requerirá de enmienda constitucional.
Propone como solución lo expresado, pues estima que los chilenos llevan en su
fuero interno estos conceptos que les basta con decir “la Bandera Nacional, el
Escudo de Armas y la Canción Nacional”, para imaginarse cuáles son.
El señor DIEZ manifiesta que la idea sería decir “Los Emblemas Nacionales son
el Escudo de Armas de la República, la Bandera Nacional y la Canción
Nacional”. Y dejar constancia, para la historia fidedigna de la ley, de dos cosas:
primero, de la forma, colores y proporciones, texto y música, fijados en las
disposiciones legales pertinentes y, segundo, que para modificar esta
disposición se requiere de una reforma constitucional.
El señor SILVA BASCUÑAN declara que pese a que como profesor le satisface
que en la definición de Gobierno se diga que éste es “presidencial”, no cree
conveniente establecerlo en esta parte de la Carta. Siendo ello una mera
técnica no sustantiva, sino propia del manejo de la organización y una
caracterización puramente doctrinaria en un aspecto que no es esencial al
pueblo, pues es lisa y llanamente la manera de gobernarse —y a pesar de que
es muy grato saber cuáles son las características del Gobierno, frente a un
término que es eminentemente polémico y que corresponde a una clasificación
puramente intelectual—, no es partidario de anticiparse en este aspecto, tanto
más cuanto que es intención de la Comisión construir un régimen presidencial
que sea aceptable, o sea, que tenga, además, todas las ventajas del Gobierno
parlamentario, que es el sistema presidencial que a él le gustaría establecer.
Por eso, no cree conveniente comprometerse en este aspecto en el Capítulo I
de la Constitución. En principio, el señor Silva Bascuñán duda de que convenga
atarse tanto en esta parte de la Constitución con este homenaje tan
indiscutible al régimen presidencial, que se rinde casi como rutina. Cree que
hay que elaborar una norma mucho más flexible y racional, con una división de
Poderes que sea más lógica, que evite los abusos, que no constituya al
Presidente de la República en un verdadero monarca o emperador. No es lo
mismo, agrega, la eficacia que debe tener la acción del Gobierno que constituir
a una persona que se crea, sólo por ejercer el cargo de Presidente de la
República, con una función mesiánica y realmente en una postura fuera de la
natural, como intérprete fantástico de la voluntad del pueblo.
El señor LORCA participa de la idea del señor Silva Bascuñán. En esta etapa de
la discusión no se puede incluir, sin un análisis serio y exhaustivo, un término
tan clave, como es el relativo a la forma de Gobierno, y comenzar
determinando a priori, en un artículo tan importante y primario de la
Constitución, que el Gobierno de Chile es presidencial, en circunstancias de
que, en definitiva, es intención de la Comisión buscar una fórmula que, aún
cuando sea presidencial, tenga algunas atenuantes, como indicó el señor Silva
Bascuñán, estableciendo alguna forma que represente posiblemente una
diferenciación incluso doctrinaria del régimen presidencial. Se pregunta el
señor Lorca ¿Chile ha tenido efectivamente un régimen presidencial?
¿Doctrinariamente se puede sostenerlo? ¿Se trata del régimen de separación
de Poderes que establece la Constitución de Estados Unidos? ¿Ese es el
régimen presidencial que se propicia para Chile? ¿Cuál es la connotación de
esta palabra?
El señor DIEZ concuerda con algunas apreciaciones del señor Silva Bascuñán.
Principalmente con aquella de que hay diferentes jerarquías entre los
conceptos de república, de democracia representativa y de régimen
presidencial. Por esa sola razón acepta que en el artículo 4° en debate no
figure la expresión “presidencial”.
Aprecia, por lo demás, que entre los miembros de la Comisión puede haber
diversidad de criterios en cuanto al régimen presidencial. De manera que ésta
también es una razón de orden práctico para diferir el debate para cuando se
llegue específicamente a tratar el tema, aun cuando no comparte que ello
signifique una declaración doctrinaria para el futro.
El señor OVALLE está de acuerdo con los conceptos que se han vertido en el
transcurso del debate. Sin embargo, a su juicio, la redacción de la norma debe
destacar más el carácter de república de Chile, y al hacerlo, se recoge
realmente la importancia que ha tenido, en el desarrollo político del país, el
Presidente de la República como institución política chilena.
Propone redactar la norma diciendo que: “Chile es una república cuyo Gobierno
es democrático representativo” o “Chile es una república con Gobierno
democrático representativo”, sin entrar a la calificación de las relaciones entre
el Congreso y el Presidente de la República con un calificativo tan terminante
como explicitando que el Gobierno es “presidencial”, sobre todo si se considera
que el régimen chileno nunca ha sido presidencial en términos claros. En todo
caso, sugiere dejar pendiente esta materia en atención a que se encuentra
ausente los señores Evans y Guzmán a los cuales sería interesante escuchar
sobre estas materias.
El señor ORTUZAR (Presidente) recuerda que el actual artículo 1° de la
Constitución se limita a expresar que el Gobierno de Chile es republicano y
democrático representativo. No dice “presidencial”.
—Así se acuerda.
Se levanta la sesión.
4.— Revisión del artículo 4° que dice: “Chile es una república y su gobierno
es democrático representativo”. Supresión del término “presidencial”
5.— Intervención del señor SILVA acerca del procedimiento de trabajo que
debe seguir la Comisión
El señor VILARIN agradece las expresiones del señor Presidente y entiende que
ellas van dirigidas no a su persona, sino al Gremio que representa.
Dice que nunca pensó que un camionero chileno pudiera llegar a ser invitado a
una Comisión que estudia una materia tan trascendental como es una nueva
Constitución.
Espera que en ella será meta fundamental precaver los riesgos a que estuvo
expuesto el país hasta hace pocos meses.
El señor DIEZ dice que es norma de la Comisión que las cosas se digan con
absoluta franqueza. Porque, cuando se trata de analizar la enfermedad en
forma profunda, hay que ser franco.
El señor VILARIN expresa que, de la lectura del memorándum se desprende
que la Comisión ha comprendido plenamente la responsabilidad que tiene y
que, a su juicio, puede resumirse en dos puntos fundamentales: 1.—
Modernizar la estructura del Estado y 2.— Crear los resguardos necesarios para
que no se repita la quiebra del sistema institucional.
Incluso cree que en el memorándum, tal vez hay dos materias que se abordan
muy someramente: la participación y la presencia de la mujer.
Cree sobre este último aspecto que la Comisión no pensará, sin duda, que la
mujer es persona de segunda clase, como lo sostuvo un alto personero del
gobierno marxista con muy mal gusto y con mucha falta de consideración,
principalmente, por aquella mujer que es su madre; sino por el contrario, que,
sin su valerosa participación, habría sido mucho más difícil la liberación de
Chile. Cree que en la Constitución debería consagrarse expresamente su
situación en cuanto a sus derechos ciudadanos.
Piensa que la Cámara Alta debería disminuir sus miembros a treinta y tres
senadores, considerando que, si el país se va a regionalizar, debería haber tres
senadores por región, dando posibilidades de representación a tres sectores
políticos, en el evento de que el país se dividiera de esa forma.
Señala que si así fuere, además de los extremos, existiría una corriente de
opinión intermedia que podrían constituirla los llamados “independientes”.
Aclara que bajo esta denominación no debe entenderse a las personas
indefinidas, sino a las que teniendo una posición política personal no tienen
compromisos con ningún partido.
Observa que sobre este punto hay una ambivalencia muy frecuente entre, por
una parte, el hecho de auspiciar la libertad para constituir organizaciones
gremiales, y por otra, el propósito de constreñirla a sistema de sindicatos
únicos que, de algún modo, pugnan con esa misma libertad o, al menos, la
limitan. Agrega que el énfasis ya sea en la libertad gremial o en la unidad
gremial se pone indistintamente según la posición que en cada caso detente
cada cual y las conveniencias contingentes que una tesis u otra irroguen para
el que la sustenta.
Señala por vía de ejemplo que los agricultores chilenos tienen cuatro o cinco
asociaciones que desarrollan relativamente sus funciones.
El señor EVANS cree que ése es el sentido de la pregunta de don Sergio Díez.
El señor VILARIN contesta que definitivamente, sí, porque piensa que es tan
importante la actividad sindical de la gente, que es necesario que el Estado los
obligue a asociarse, dándoles toda clase de facilidades para que lo hagan,
pues, los que no se unieron todavía lo están lamentando, como ocurrió con los
agricultores, cuyo problema no está resuelto aún, y no por falta de capacidad.
Expresa que bien valdría la pena que hubiera una sola institución que los
agrupara a todo nivel, como así mismo sería bueno que el Estado, por lo
menos, impulsara o diera un plazo para que tuvieran una sola organización.
Expresa que la unión de todos los trabajadores en una sola institución que los
represente ante las autoridades, es una materia que bien valdría la pena
examinar y pensar.
Hace presente que dentro de su organización gremial se ha avanzado un poco
más en el estudio de la idea, y es así como se ha pensado crear dentro de esta
institución, una entidad que reemplace las funciones que ejerce la autoridad
respecto de los problemas o conflictos de trabajo, como una instancia previa
que pueda evitar que un asunto llegue a los tribunales del Trabajo; o si un
asunto llega a los Tribunales, que ello sea después de agotadas las gestiones
para resolver las discrepancias. Se trata de una especie de justicia arbitral.
Por eso considera interesante, dentro del estudio que han ofrecido, analizar
cómo podría desarrollarse en la nueva institucionalidad la participación de
estos organismos intermedios.
El señor VILARIN expresa que su gremio está interesado en esta materia, pues
ya ha recogido algunas experiencias cuando era necesario asistir a las
Comisiones del Parlamento.
Recuerda que algunas veces consiguieron por benevolencia o conveniencias de
determinados parlamentarios, que los invitaran a dichas Comisiones. El
propósito era en algunos casos obtener el despacho de alguna indicación que,
como era tradicional, se negociaba o transaba y luego era preciso aceptar que
el parlamentario incorporara a ella su propio interés político o su real saber y
entender, pero a la postre resultaba que la legislación que se dictara nada
tenía que ver con lo que había pedido el gremio. Agrega que el gremio ni
siquiera podía disgustarse con el señor parlamentario para no crearse
problemas más graves que los que había ido a resolver.
Agrega que ésta es una de las materias en que le interesa desarrollar por
escrito sus ideas para hacerlas llegar a la Comisión de Reforma.
El señor DIEZ expresa que está muy de acuerdo en que se haga llegar a la
Comisión un memorándum escrito. Sin embargo, no quiere perder la
oportunidad de aprovechar la conversación con el señor Vilarín, sobre todo
porque algunas de sus sugerencias coinciden con las inquietudes que esta
Comisión ha tenido, especialmente relacionadas con el problema de la
participación. Señala que ha sido partidario de una cosa muy concreta: que es
la integración mixta de las Comisiones de estudio del Congreso o de alguna
rama del Congreso, de manera que formen parte de ella en calidad de
miembros permanentes, representantes de las actividades del conocimiento y
de la experiencia nacionales, conjuntamente con los parlamentarios. De modo
que el oír a la experiencia, al trabajo y a los organismos vivos del país no sea
una cosa accidental, sino que ellos tengan un asiento permanente para que
vayan conociendo el espíritu de las Comisiones y para que vayan influyendo en
ellas. Le parece lo más natural que una Comisión de Constitución, Legislación y
Justicia de un Parlamento esté formada mayoritariamente por parlamentarios y
minoritariamente por el Presidente del Colegio de Abogados, un ex Presidente
de la Corte Suprema, un representante de la Asociación de Magistrados
Judiciales, es decir, gente que tiene que ver con la aplicación de la ley y de la
Justicia. Igualmente, en la Comisión de Medicina, o de Higiene Social, o de
Salubridad, podrían participar también el Presidente del Colegio Médico, gente
con experiencia en el ramo que contribuirá a la formación de una tradición en
cada Comisión, tradición donde el aprendizaje es mutuo, donde la ideología
política, el bien común, que representan los partidos, va de alguna manera
mitigando, suavizando los intereses individuales que representan las distintas
personas que llegan a esa Comisión por otros capítulos, y, al mismo tiempo,
los que representan el poder político van aprendiendo el problema específico
de cada actividad, incorporando la tecnología, el progreso y la realidad a sus
discusiones. De manera que, así como la jurisprudencia y la costumbre crean
una serie de instituciones, la técnica de la formación de la ley se tiene que
enriquecer. Considera que no se puede estar siempre constreñido a este marco
estrecho en que sólo pueden opinar en forma permanente en la formación de
la ley quienes han pasado a través del proceso electoral; porque si bien es
cierto que el poder político siempre residirá en el electorado y que, en
consecuencia, siempre habrá candidatos a cargos de representación popular,
no es menos cierto que la permanencia de las personas en ellos, que tiene
muchas ventajas porque va creando tradiciones, espíritu de servicio público,
que las va independizando de alguna manera de los intereses contingentes,
también tiene enormes inconvenientes. El inconveniente de la
profesionalización excesiva, en que el cuidado de una futura elección es mucho
más importante que cualquiera otra decisión en el plano político. Señala que
entre quienes fueron de profesión senador o diputado, se ha visto después del
11 de septiembre a gente desesperada porque se le acabó el ejercicio de su
profesión y que en realidad, reclama por una especie de derecho humano
atropellado que nació por el hábito de años en el edificio del Congreso.
Señala que se ha extendido tal vez un poco más de la cuenta en el tema; pero
lo ha hecho para la tranquilidad personal del invitado, para que sepa que los
problemas que su gremio está enfrentando, no son ajenos a los debates de
esta Comisión, la cual entiende la enorme importancia que ellos revisten sobre
todo frente a un Estado que cada vez tiene una vida más compleja por el
aumento de los problemas que la economía y técnica traen al mundo.
Tal vez sea necesario evitar que el Estado tenga cada vez más funciones y la
tarea sea desestatizar al propio Estado. Es decir, habría que asignar funciones,
que normalmente quedan en manos del poder público, cada vez en mayor
proporción, a organismos que tengan una generación distinta, que no sean
estatales.
A su juicio, hay que ir buscando las fórmulas para dejar al Estado sólo las
funciones que realmente le pertenecen y tratar de que otros organismos se
encarguen de las restantes. Para ese fin cree importante la sindicalización
obligatoria.
Manifiesta que por las razones que ha dado le interesa la conversación con los
gremios; por lo que ellos pueden aportar; para trasmitirles las inquietudes de
la Comisión, y para que sepan que ella no está encajonada por los viejos
moldes clásicos de los que se llama una democracia liberal, sino que trata de
buscar, con la mayor buena fe y con el mayor patriotismo posible, aportando
todo lo que la inteligencia de cada uno sea capaz, para construir un marco
jurídico dentro del cual pueda desarrollarse el país sobre bases que no existen,
tal vez, en otras partes, pero que los chilenos pueden crear. Para eso informa
que se están reuniendo toda clase de antecedentes, incluso legislaciones y
experiencias extranjeras. Cree, en resumen, que los chilenos con respecto a su
sistema jurídico y al sistema político, están en la necesidad no sólo de
replantear algunas cosas, sino de abrir caminos nuevos.
El Estado debe promover el bien común, creando las condiciones sociales que
permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional,
alcanzar su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a
la libertad y dignidad del ser humano y a su derecho a participar en la vida
nacional.
Señala que hubo acuerdo, respecto de esta norma, para que quedara
constancia en el acta de las disposiciones legales vigentes que establecen el
Escudo de Armas y las características de la Bandera Nacional y la Canción
Nacional y, al mismo tiempo, que no podrían modificarse en lo futuro, sino por
intermedio de una enmienda constitucional.
El señor EVANS refiriéndose al inciso final del artículo 2º, que dice: “La
soberanía no reconoce otras limitaciones...” etc., declara que no le agrada el
tenor literal de la disposición, aunque concuerda con el contenido.
Expresa que le interesa dilucidar este punto, porque no son pocos los que
creen que la soberanía popular implica la existencia del mandato imperativo.
De ahí que muchas Constituciones expresamente lo rechazan: como la italiana
de 1947 y la francesa de 1958.
El señor OVALLE recuerda que don Sergio Díez propuso el inciso segundo que
está aprobado, que es la negación expresa de la teoría del mandato
imperativo, porque ésta supone que ciertos sectores del pueblo, las
circunscripciones electorales en su caso, le ordenan gobernar en su nombre y
bajo su fiscalización a los gobernantes que eligen. Esa es la tesis del mandato
imperativo. Desde el momento en que se dice que ningún sector del pueblo y
ningún individuo puede atribuirse su ejercicio, está reafirmando la tesis
opuesta al mandato imperativo; ya que éste se funda en el hecho de que cada
individuo es titular de una parte alícuota de la soberanía; si en una nación son
diez millones los habitantes, cada uno de ellos posee la diezmillonésima parte
de esa soberanía. Por eso es que de acuerdo con esta teoría el que gobierna no
debe sino cumplir la voluntad del elector y no excederse de las instrucciones
que tiene. Pero si, en cambio, lo que se está diciendo en la Constitución, es
que “ningún sector del pueblo ni ningún individuo puede atribuirse su
ejercicio”, entiende que claramente se está rechazando, en definitiva, tal
mandato imperativo.
El señor GUZMAN sostiene que en todo caso se inclinaría por reemplazar “e
indirectamente mediante la delegación de su ejercicio” y decir simplemente “o
la delega”.
El señor SILVA BASCUÑAN estima que la redacción queda muy mal así, y que
es mejor mantenerla como estaba.
El señor ORTUZAR (Presidente) cree que no hay mucha diferencia entre una y
otra.
El señor DIEZ estima conveniente dejar constancia, para ese efecto, del
sistema de trabajo de la Comisión. No se puede usar para la interpretación del
contenido de los artículos que se han aprobado el método que don Jaime
Guzmán está mencionando. El procedimiento que se ha seguido no es
modificar los artículos actuales; de manera que, el que siga ese régimen
interpretativo está en un error.
Igualmente cree que el punto que ha tocado don Sergio Díez es muy
importante porque está convencido de que las actas de esta Comisión van a
desempeñar el día de mañana, un papel decisivo en la interpretación y
aplicación del texto constitucional.
A su juicio, el inciso segundo no es sino una expresión mucho más rica, más
amplia y genérica de lo que es actualmente el artículo 3° de la Constitución.
Señala que el inciso final tiene la ventaja de consignar que el ideal de derecho
de la comunidad chilena es el régimen democrático, el cual, no puede ser
alterado por ningún acto de ejercicio de la soberanía; ni siquiera por un
plebiscito ocasional llamado para los efectos de destruirlo o con el objeto de
cambiar los derechos fundamentales.
Sobre el inciso final manifiesta desconocer las opiniones que se dieron durante
la discusión. En su concepto, la soberanía sólo puede tener como límite lo que
él llama los valores que conforman el ideal de derecho de una comunidad.
Observa que hay constituciones que disponen que la soberanía reconoce como
límite la moral o el derecho; de manera que es perfectamente admisible
establecer estos límites. Cita el caso de la Constitución italiana que pone por
límite al ejercicio de la soberanía, la República; en otras palabras, no puede
cambiarse el régimen republicano por mandato de la Constitución ni aún a
través de un plebiscito.
Cree que tal vez valdría la pena dejar constancia en Actas de que este criterio
es compartido por la Comisión, para los efectos de la interpretación.
El señor ORTUZAR (Presidente) señala que en tal caso, el artículo quedaría así:
—Acordado.
El señor EVANS afirma que si es así, habría que redactar la disposición en otra
forma.
El señor DIEZ sostiene que esta disposición nació de una indicación suya que
presentó a la Comisión, y que tenía por objeto, primero, dejar constancia de
que la soberanía no es absoluta, que tiene limitaciones, y luego salvar la
dificultad que era establecer que la soberanía estaba limitada por el derecho
natural, porque eso significaba entrar en un aspecto conceptual que no es
conveniente disponerlo en la Constitución, conclusión a la que se llegó después
de un largo debate sostenido con don Jorge Ovalle.
Cree que la soberanía no puede tener ni tiene ningún límite en el campo del
derecho positivo.
Estima que pretender establecer límites en este orden, lleva a la doctrina de
las llamadas cláusulas pétreas de la Constitución, sistemas de reforma de la
Constitución extremadamente exigentes, que le parecen irreales y que,
además, dificultan la adecuación de la estructura constitucional a la evolución
social.
En su opinión resulta mucho peor, todavía, sostener que los límites son las
garantías fundamentales que esta Constitución contempla. La Constitución no
está obligada a contemplar todas las garantías fundamentales de la persona
humana.
El señor GUZMAN cree que, en el fondo, la solución está en la idea que don
Sergio Díez se limitó a soslayar sin concretar: la soberanía tiene un solo límite
fundamental, que es el derecho natural. Concuerda en no decirlo como tal,
porque es una expresión vaga, para muchos doctrinaria y tal vez
innecesariamente conflictiva. Pero sí se podría hablar del respeto a “los
derechos fundamentales que arrancan de la naturaleza humana”. Ese le parece
que es un límite de la soberanía, porque tiene que ser algo que esté por
encima del derecho positivo para que limite a la soberanía. Cuestión aparte es
que si el contenido del derecho natural se desdibuja en la conciencia de la
sociedad, el límite pierda eficacia práctica, pero él es en verdad el único límite
de la soberanía desde un ángulo objetivo, habida consideración que él debe
proyectarse conceptualmente a la noción de bien común.
Cree que podría aceptarse como una solución intermedia: contemplar en este
inciso la limitación de la soberanía que don Jaime Guzmán señala y en el
capítulo que trate de la reforma constitucional establecer los casos que
requerirán de quórum especial.
Cree que aquí solamente cabría definir como límite de la soberanía el bien
jurídico que señala don Jaime Guzmán de una manera muy amplia, muy
generosa, muy comprensiva, no restrictiva, y cuando se trate de la reforma
constitucional señalar qué bienes jurídicos que están en la Constitución y que
dicen relación con lo que es la vida democrática y lo que es el ejercicio del
derecho y sus garantías, requieren para ser modificados de determinados
requisitos formales.
El señor GUZMAN propone una redacción distinta, que es: “La soberanía no
reconoce otra limitación que el respeto a los derechos que arrancan de la
naturaleza humana”. No es necesario decir “fundamentales”, porque se refiere
a todos los derechos que arrancan de la naturaleza humana; y no sólo a
algunos.
El señor EVANS considera que esto último es una expresión más amplia y no
restrictiva.
“La soberanía no reconoce otra limitación que el respeto a los derechos que
arrancan de la naturaleza humana”.
Expresa que está de acuerdo con la redacción final de este inciso, porque tiene
la amplitud que le parece necesaria.
El señor OVALLE anuncia su voto en contra por las razones que dió en la sesión
anterior y que puede resumirse en una oposición a toda declaración teórica sin
sentido dispositivo. Por las mismas consideraciones fue contrario a consagrar
el principio de la soberanía en la forma en que lo aprobó la mayoría de la
Comisión.
El señor OVALLE entiende que en el espíritu hay acuerdo: o sea, que los
Emblemas Nacionales no puedan modificarse por la simple vía reglamentaria o
legislativa ordinaria.
Cree que hay un temor tal vez excesivo, porque es muy difícil que si hay
ambiente para cambiar un emblema mediante ley, no se logre el quórum
establecido en el mecanismo de la reforma constitucional.
El asunto podría ser más simple: establecer expresamente que para cambiar
los emblemas se requerirá el plebiscito; que la ley que pretenda modificar
cualquiera de dichos emblemas, deberá ser aprobada por el pueblo
directamente.
El señor ORTUZAR (Presidente) estima que otra solución sería decir en este
artículo que son emblemas nacionales tales y cuales y al tratar ya sea de las
disposiciones relativas a la reforma constitucional, o allá en el artículo 44,
donde dice “sólo por ley se puede”, consagrar la disposición pertinente.
El señor GUZMAN cree que lo que debe dejarse establecido, mientras tanto, es
que no se puede hacer una reforma por la vía legislativa ordinaria, por una
simple ley, pero que es conveniente dejar abierto el camino para determinar
posteriormente como se va a hacer. A primera vista, le parece que el mejor
camino sería: “Sólo en virtud de una ley se puede”... modificar, etc. y que esta
ley debe ser aprobada en plebiscito.
Encuentra muy rara la idea de una reforma constitucional porque ¿qué se va a
modificar? ¿un artículo de la Constitución? Obviamente no; es el emblema el
que se va a cambiar. Por eso le suena muy extraño.
—Así se acuerda.
El señor ORTUZAR (Presidente) observa que, en ese caso, quedaría así: “Chile
es una república y su gobierno, democrático representativo”.
El señor OVALLE estima que está en un error don Alejandro Silva, porque en lo
que a él respecta no ha querido repetir las observaciones que formuló en la
sesión anterior; sólo se ha remitido a ellas. Además recuerda que en esa
oportunidad él y cree que también otros miembros de la Comisión, plantearon
la necesidad de escuchar por la trascendencia de las materias que se
abordaron a los miembros que, justificadamente estaban ausentes, por una
parte; y por la otra, se acordaron las ideas, pero no la redacción, que fue
encargada al Presidente y a la Secretaría, con el objeto de avanzar, y
aprobadas las ideas de los primeros cuatro artículos, se acordó discutir,
obviamente, la redacción. Señala que sobre el particular no le gustaría, por
mucho respeto que le tenga a don Enrique Ortúzar y a la Secretaría, que se
redactaran los conceptos y después no hubiera ocasión de discutir la forma en
que se concretaron.
Manifiesta que por tal motivo no se siente frustrado; por el contrario, cree que
es una muestra de respeto de la Comisión hacia los miembros que no
asistieron en la oportunidad anterior e incluso hacia los que concurrieron
cuando el señor Presidente somete a la discusión la redacción de las ideas
aprobadas.
El señor ORTUZAR (Presidente) declara que se ve en la necesidad de disentir
de don Alejandro Silva, ya que se siente profundamente satisfecho del trabajo
de la Comisión, porque no se trata de una carrera contra el tiempo, sino que
de realizar una obra en la forma más completa y perfecta posible, y en tal
sentido, la verdad es que las opiniones de don Enrique Evans y de don Jaime
Guzmán fueron consideradas fundamentales en una materia tan delicada y
trascendental.
El señor SILVA BASCUÑAN señala que para él hay dos aspectos en el desarrollo
de esta tarea: uno es el corresponder a la confianza que le ha dado la Junta.
En ese plano naturalmente lo tranquilizan las palabras del señor Presidente de
la Comisión. Pero agrega que hay otro aspecto en el cual le funciona vivamente
su personalidad. El es en cuanto a su conciencia ciudadana; la manera como él
interpreta el servicio que puede prestar al país. Y, en este aspecto, señala que
siendo ardiente partidario de la democracia, que comprende las dificultades de
volver a ella, que comprende —y mucho— los tropiezos de la tarea que está
desarrollando el Gobierno, tiene una inquietud permanente de que, por lo
menos en cuanto a él se refiere no haya una posibilidad de sentirse
íntimamente responsable del retardo de un solo día de la vuelta al régimen
constitucional. En ese plano, añade, que le satisface desde el punto de vista
íntimo poder cumplir el encargo de la Junta, pero poder cumplirlo de la manera
como su conciencia se lo indica; y ella le exige entregar todo su tiempo y sus
posibilidades a avanzar hacia la restitución del imperio total de la democracia,
la misma democracia que la Junta y esta Comisión quiere llegar a establecer;
pero que, naturalmente, en cuanto a la tarea que se le ha encomendado,
funciona en relación a él la necesidad de poner todo su esfuerzo para avanzar.
Manifiesta que respeta las opiniones de todos sus compañeros de Comisión y
cree que hay que considerarlas en cada uno de sus aspectos, pero pide que
sobre este punto lo comprendan, ya que su molestia es motivada por razones
de disciplina de trabajo. Reconoce que es importante que siempre haya la
oportunidad de revisar, pero cree que se progresa mucho más respetando un
cierto cartabón lógico de tramitación y no volviendo a repetir porque algún
miembro de la Comisión no pudo venir y deba constar su opinión en una Acta.
El señor DIEZ cree que esta materia puede quedar postergada para cuando se
discuta el régimen político.
—Aprobado.
Señala que en el hecho el cautelador sería el Jefe del Estado, revestido en este
caso de una superioridad demasiado aplastante, por lo que sería menester
estudiar que esas facultades recayeran no en el simple titular del Poder
Ejecutivo. Todo eso lo hace pensar que el artículo es inadecuado.
Asimismo, duda de la conveniencia de decir que los Poderes del Estado son
independientes, porque este carácter es muy relativo, de manera que no se
sabe si conviene establecerlo o no como principio.
El señor DIEZ cree, en cambio, que como principio convendría decir que los
Poderes del Estado son independientes. Lógicamente la independencia va a
deducirse del texto de la Constitución, pero eso no obsta para afirmar una
característica de nuestro régimen político; lo cual, en ningún caso, va a
impedir la interrelación de ellos que existe en la actual Constitución.
En seguida, manifiesta que como miembro que ha sido por muchos años de un
Poder del Estado, el Legislativo, concuerda con don Alejandro Silva, que no
aceptaría jamás como parlamentario que al Poder Ejecutivo le corresponda
cautelar el pleno ejercicio y el libre respeto de las atribuciones que competen a
los otros Poderes Públicos. El cuidado de cautelar tales funciones y facultades
del Congreso Nacional tiene que corresponderle al propio Congreso Nacional.
Para él, los Poderes del Estado son independientes y es partidario de mantener
ese carácter; y lo es, a pesar de lo dicho en el debate, porque la única objeción
que ha oído es la que ha planteado don Alejandro Silva en el sentido de que
hay ciertas categorías de valores cuya realidad no emana de la afirmación que
de ellos haga el texto constitucional, sino de la forma como ese texto
desarrolle esos valores y vaya creando las instituciones destinadas a que sean
verdad.
Manifiesta, para ilustrar lo que está diciendo, que no hay un término más
amplio, más genérico —como afirmaba don Jaime Guzmán—, “saco en que
cabe todo”, que el concepto de democracia; desde la democracia al estilo de la
Europa Oriental, de tipo popular; la seudo democracia de algunos países del
Caribe; la democracia tradicional de los países nórdicos; la democracia
parlamentaria de otros países, hasta la democracia presidencial de América
Latina. Señala que hay aquí un concepto muy doctrinario, y, sin embargo, se
ha consignado expresamente y nadie ha dicho: “Por qué se va a poner cuando
va a emanar de un modo natural del texto constitucional”, lo que equivaldría a
preocuparse sólo de ir estableciendo los valores democráticos que permitan las
realizaciones democráticas.
Estima que es mucho más concreto decir que los Poderes Públicos son
independientes, y afirmarlo categóricamente en el texto, lo cual tiene un
sentido tan positivo como decir que el Gobierno de Chile es democrático.
Luego explica las razones que tuvo en vista para asignar al Poder Ejecutivo la
función de cautelar la independencia de los poderes del Estado. Cree que si
algo se echó de menos en el régimen marxista en los últimos tres años fue la
posibilidad de exigir categóricamente al Presidente de la República una
posición y decirle: “Señor, usted está infringiendo la Constitución al marginar a
los otros Poderes del cuadro de la realidad chilena”. Los otros Poderes del
Estado eran comparsas que sólo opinaban; era una especie de “Patos Donald”
de la política chilena, que intercambiaban cartas con el Presidente de la
República y, en definitiva, era éste el que ejercía enteramente el poder.
Faltaba la disposición que dijera: “No señor, usted, porque dispone de la
Fuerza Pública, porque es el Jefe del Estado, y dentro del Estado están insertos
el Congreso y el Poder Judicial, tiene el deber de cautelar que estos ejerzan su
independencia y puedan realizar en el ámbito del derecho sus atribuciones, y
que ellas sean cumplidas en el ámbito de los hechos”.
Por otra parte, con respecto a los fallos judiciales habría que establecer una
disposición explícita cuando se llegue al Poder Judicial; una fórmula para
hacerlos cumplir. Lo mismo cuando se traten las atribuciones del Congreso;
hay que ver la solución para que ellas sean respetadas; pero, señala que, en
ningún caso, si la atribución del Congreso es destituir al Presidente de la
República o declarar su inhabilidad, él le pediría al Poder Ejecutivo que
cautelara el libre ejercicio de esa facultad.
Cree que las ideas que don Enrique Evans tuvo en vista para proponer la
segunda parte del artículo 5°, no merecen sino ser compartidas, porque nadie
quiere una democracia en que algunas decisiones fundamentales tengan sólo
un valor moral. Será preciso estudiar la posibilidad de darle imperio a las
resoluciones de todos los Poderes del Estado, pero en ningún caso estima
aconsejable esta especie de tutelaje o de preeminencia que aparece en el
artículo 5°.
Cree que la palabra que está creando un poco de confusión es “cautelar”; pero
el contenido de fondo del pensamiento de don Enrique Evans dice relación con
el deber que asiste al Ejecutivo de arbitrar los medios necesarios a fin de
asegurar el libre ejercicio de las atribuciones de los demás Poderes y el
cumplimiento de sus decisiones.
Hay decisiones que pueden tener relación con la Contraloría y no con el Poder
Ejecutivo. Señala el caso de un Ministro de Estado que es destituido por el
Congreso, ¿es lógico que corresponda al Poder Ejecutivo hacer cumplir tal
decisión?.
El señor EVANS observa que si hubiera existido esta norma, Allende no hubiera
podido designar a un Ministro destituido en otra Cartera.
El señor DIEZ cree que lo habría hecho de todas maneras sosteniendo la tesis
de que estaba destituido en cuanto Ministro del Trabajo y no en cuanto
Ministro de Economía, por ejemplo.
El señor DIEZ considera que eso es muy distinto de lo que consigna el artículo
5º; una cosa es la obligación del Ejecutivo de mantener el orden callejero a fin
de que sesione el Congreso, pero otra cosa muy distinta es expresar que
corresponde al Poder Ejecutivo cautelar el libre ejercicio de las facultades de
los demás Poderes del Estado.
Cree, por tanto, que esta concepción de los poderes del Estado como
independientes, tal como está formulada, a su juicio, se apega demasiado a
esquemas que conviene superar; ve detrás de ella, sin embargo, el deseo de
dejar establecido un principio que tiene validez y valor permanente, que es la
idea de la distribución del poder. En otros términos, señala que todas estas
funciones esenciales del Estado van a ser ejercidas por órganos distintos, por
órganos que van a ser independientes entre sí y no concentrados en uno solo,
como ocurre en las que sólo hay órganos simplemente delegatarios.
Cree que es éste el principio de fondo que se quiere contemplar aquí: la noción
de la distribución del poder, a través, de la configuración de órganos dotados
de independencia.
Cree que este artículo ha sido inspirado particularmente por los abusos en que
incurrió el Poder Ejecutivo, bajo la conducción del señor Allende, pero, ve que
la limitación no está dirigida al Poder Ejecutivo, para emplear la nomenclatura
clásica, sino a evitar los abusos del Presidente de la República, no sólo como
titular de ese Poder, sino que principalmente como órgano colegislador; a tal
extremo, que en esa función infringió las disposiciones que regulaban el
ejercicio de su cargo. Por eso cree que la expresión “Poder Ejecutivo”, en la
segunda parte del precepto, no es adecuada; como, tampoco, lo es decir que
los Poderes del Estado son independientes, porque el Poder Legislativo no tiene
ese carácter con relación al Presidente de la República, ya que éste forma
parte de él.
Estima que es conveniente reestudiar los artículos 5°, 6° y 7° sobre la base del
encuadramiento hecho en el inciso penúltimo del artículo 1° aprobado.
El señor SILVA estima que el señor Ovalle tiene razón, porque todas estas
normas, hasta el artículo 8° de la indicación de la mesa, son nada más que de
carácter institucional orgánico, no se relacionan con el ideal de derecho de la
Constitución, sino con principios organizativos que están estrechamente
vinculados.
El señor DIEZ cree que, en todo caso, debe quedar en la Carta Fundamental
que los Poderes del Estado son independientes.
El señor SILVA observa que tiene razón el señor Guzmán, en el sentido de que
la independencia no es de los poderes, sino de los órganos del Estado.
El señor DIEZ señala que en cualquier forma que se quiera redactar la idea
expresada, él lo acepta, pero no dará su voto favorable para que se excluya de
la Constitución una norma que establezca, explícitamente, el concepto.
El señor GUZMAN está de acuerdo en traer una redacción tentativa, pero sólo
de la primera parte; la segunda le parece que habría, previamente, necesidad
de desentrañarla un poco más.
ENRIQUE ORTUZAR E.
Presidente
RAFAEL LARRAIN C.
Secretario subrogante
REPUBLICA DE CHILE
DOCUMENTOS:
CUENTA
Agrega que dicho artículo ha sido objeto de dos indicaciones. La primera, del
señor Silva Bascuñán, para sustituirlo por el siguiente:
Agrega que, por tanto, debe establecerse el régimen de nulidades de los actos,
y esto no sólo para desconocer su eficacia jurídica, sino para que junto a su
ineficacia esté prevista la posibilidad de responsabilidad y de sanciones en los
casos en que se haya producido esa nulidad y en relación a quienes hayan
cometido los actos que adolecen de tal nulidad, situación que se contempla en
el inciso final de su indicación.
Termina, expresando, que la filosofía del artículo propuesto guarda armonía
con la disposición que pretende que la síntesis doctrinaria del Estado en su
razón de ser, en sus metas, se contenga en un solo artículo; además, persigue
hacer una especie de resumen de las exigencias jurídicas para la validez de los
actos de los órganos del Estado.
El señor SILVA BASCUÑAN explica que por un afán didáctico, quiso hacer una
síntesis de la organicidad del Estado y de la validez de los actos jurídicos
estableciendo, también, la sanción de estas nulidades.
Agrega que si los gobernantes y autoridades exceden los límites señalados por
la Constitución y las leyes, sus actos son nulos y además, incurren en
sanciones.
“Artículo….— Las funciones del Estado son ejercidas por órganos diversos e
independientes entre sí y en la forma interrelacionada que determinan la
Constitución y las leyes.”.
Señala que la última parte, incluso, podría suprimirse; pero considera que
puede también, aclarar la idea de que dichos órganos no ejercen funciones con
una separación absoluta entre ellos, sino que concurren muchas veces a
ejercer en común, cierta función de manera interrelacionada. Sin embargo, la
idea central es la de que las funciones del Estado se ejercen por órganos
diversos e independientes entre sí.
Agrega que tampoco sería efectiva la proposición cuando dice “por órganos
diversos”, porque determinadas funciones y particularmente la legislativa, no
van a ser ejercidas por órganos diversos; o sea, en el caso de la función
legislativa, no va a ser ejercida por un solo órgano, sino por dos: el Presidente
de la República y el Congreso. Luego, no sería efectivo que cada función va a
ser cumplida por un órgano determinado.
El señor GUZMAN considera que hay dos ideas que no deben mezclarse. Una,
es la relativa al problema de la competencia de una autoridad y la validez que
tienen sus resoluciones en la medida que actúa dentro del marco de su
competencia. Ese es un problema que no ha pretendido abordar en el primer
inciso.
Continúa diciendo que no cree que a cada función corresponda un órgano, pero
sí, que en cada función concurren muchos órganos. Señala, por ejemplo, que a
la función judicial en Chile ha concurrido el órgano ejecutivo. A los Tribunales
de Justicia les corresponde en forma preponderante ejercer la función judicial,
pero no únicamente; y lo que ocurre es que esas funciones judiciales que ha
tenido el órgano ejecutivo han estado sustraídas del órgano judicial.
Por último, afirma que cuando se habla de que “las funciones del Estado son
ejercidas por órganos diversos” se alude a las funciones del Estado como
conjunto, como un todo, no necesariamente a que cada una de ellas vaya a ser
ejercida por órganos diversos, sino que, como conjunto, son ejercidas por
órganos diversos e independientes, configurando la idea de distribución del
poder y de autonomía de cada órgano respecto del otro.
Agrega que estas tres causales de nulidad son bases de un sistema general de
nulidad, que debe ser organizado por el propio sistema jurídico, generando no
sólo la ineficacia del acto, sino que también, las responsabilidades y sanciones
consiguientes.
El señor SILVA BASCUÑAN insiste en que la segunda parte del inciso primero
es útil por cuanto afirmará el sistema general de nulidades.
El señor SILVA BASCUÑAN considera necesario clarificar estas ideas con cierta
luminosidad intelectual para dar base a todo un sistema general de nulidades y
de valor de los actos jurídicos, a fin de ir orientando y explicitando el ejercicio
de los órganos para la vigencia posterior de la Constitución.
Agrega que se trata de evitar que más adelante se plantee todo un problema
que no esté resuelto dentro del sistema general de nulidades; como por
ejemplo, qué nulidad cabe esperar de los actos de los órganos incompetentes y
cuáles nulidades se producirán de pleno derecho.
Estima que debe decirse que las bases del Estado de Derecho están en la
obligación de toda la comunidad de respetar la Constitución y las leyes,
incluyendo a los gobernantes, quienes deben actuar dentro de las facultades y
de los límites que la Constitución y las leyes señalen y si los exceden sus actos
son nulos.
El señor DIEZ afirma que el inciso cuarto del artículo 1° contiene la norma
constitucional en virtud de la cual las autoridades deben ajustarse a la
Constitución, pero la actual disposición de la Carta Fundamental es que
ninguna magistratura ni persona tenga otra autoridad que la que ella le ha
dado. Agrega que el actual artículo 4º contiene la máxima de que en Derecho
Público sólo se puede hacer lo que la ley faculta, pero este supuesto, que es
teórico y que por formación se tiene en la mente, todavía no está incluido en el
proyecto de nueva Constitución, por lo que es indispensable establecerlo, ya
que no está comprendido en el inciso cuarto del artículo 1°.
Señala que, por otra parte, la nueva Constitución tampoco puede ser un texto
teórico o docente en que las cosas se expliquen tal como se enseñan para su
mejor comprensión, sino que tiene que exponerse en la forma que permita que
su obediencia sea más fácil y no que el individuo pueda hacer una exposición
más ordenada de sus disposiciones.
Concuerda con el señor Ovalle en que el principio que consagra que los
órganos son diversos e independientes merece ubicarse en el artículo 1° en
forma separada.
En seguida, está de acuerdo con el inciso primero propuesto por el señor Silva
Bascuñán que dispone que los órganos del Estado actúan válidamente, previa
investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma
que prescriba la ley.
El señor SILVA BASCUÑAN acepta que es más lógico colocar el inciso tercero a
continuación del primero y explica que el inciso segundo de su indicación
estaba basado en lo que había propuesto en la primera parte del inciso
primero, en lo atinente a la afirmación de la independencia; entonces, también
es consecuencia. Ahora, la independencia es la libertad de autonomía y por lo
tanto cuando hay presión en la forma prevista en el inciso segundo hay nulidad
debido a esa presión.
El señor DIEZ considera que la inclusión del inciso segundo en este artículo se
presta a confusión porque son muy distintas las circunstancias, las sanciones y
las responsabilidades y pertenecen a personas también distintas; así, por
ejemplo, en el caso en que actúen fuera de su competencia o que no estén
regularmente investidos, ésa es netamente una responsabilidad de las
personas que encarnan la autoridad y, en consecuencia, deben tener sanciones
administrativas, civiles y penales; pero es absolutamente distinto el caso de
una resolución acordada por un organismo público a requisición de un ejército.
Agrega que hay que establecer que este acto es nulo de pleno derecho y que
no puede producir efecto alguno y que la Constitución o la ley establecerá las
sanciones a los responsables de los actos de presión, pero no a las autoridades
administrativas, que es otra cosa absolutamente distinta. Ese es un delito
cometido por gente que no tiene la responsabilidad del poder en ese momento,
sino por un grupo o fuerza armada.
Por esas razones sugiere retirar el inciso segundo del artículo en estudio y
reducirlo a lo siguiente: a) declaración de que las funciones del Estado son
ejercidas por órganos diversos e independientes; b) que actúan válidamente,
previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y
sujetándose a las formalidades y requisitos que establezca la ley; c) consignar
la idea contenida en el actual artículo 4º de la Carta Fundamental, con algunas
modificaciones, y d) establecer las responsabilidades, y que la ley
reglamentará lo relativo a las nulidades, a las responsabilidades
administrativas, civiles y penales, al tribunal encargado de pronunciar la
declaración respectiva, sus efectos, plazos, procedimientos y demás
circunstancias que permitan hacer efectiva esta disposición.
Por último, es partidario de eliminar de la primera parte del inciso primero las
palabras “en la forma prevista por la Constitución”.
El señor EVANS expresa que si se aprueba la segunda parte del inciso primero
propuesto por el señor Silva Bascuñán, no es necesario colocar la frase “en la
forma prevista por la Constitución”, que había sugerido para el caso que la
primera parte fuera aprobado como artículo independiente.
Por eso y resumiendo las opiniones vertidas por los señores miembros de la
Comisión, propone aprobar como artículo 5°, el siguiente’:
“Artículo 5°.— Las funciones del Estado son ejercidas, en la forma prevista por
la Constitución, por órganos diversos e independientes.”.
En seguida, expresa que sería una redundancia insistir más adelante, ya sea
en otros incisos o artículos, para que se establezca que los órganos deben
actuar válidamente, previa investidura de sus integrantes, dentro de su
competencia y sujetándose a las formalidades que deban respetar, no sólo
porque está consignado en el artículo 1°, que establece el Estado de Derecho y
dispone que las potestades estatales y las autoridades someten su acción a la
Constitución y a la ley, sino porque con la frase propuesta por el señor Evans,
no cabe duda de que las funciones del Estado son ejercidas “en la forma
prevista por la Constitución”. En consecuencia, los integrantes de los órganos,
obviamente, van a actuar válidamente con previa investidura, dentro de su
competencia y sujetándose a las formalidades y requisitos que deban respetar.
El señor DIEZ expresa que concuerda con el señor Silva Bascuñán en el sentido
de establecer dos disposiciones. Una, que contenga la declaración terminante
de que las funciones del Estado son ejercidas por órganos diversos e
independientes y otra relativa a la forma, que podría redactarse en los
términos siguientes: “Los órganos del Estado actuarán válidamente siempre
que lo hagan en la forma prescrita por la Constitución”, o bien, que “actúan
válidamente, previa investidura de sus integrantes, dentro de su competencia
y en la forma prevista por la Constitución”.
Agrega que no tiene inconveniente intelectual alguno para señalar los tres
requisitos antes mencionados y que en el artículo relativo a la independencia
de los poderes no incluiría la frase “en la forma prevista por la Constitución”.
Por esa razón sugirió que se expresara que “Las funciones del Estado son
ejercidas por órganos diversos e independientes entre sí en la forma
interrelacionada que determinen la Constitución y las leyes” o que “establezcan
la Constitución y las leyes”, con el objeto de aclarar que la diversidad de
órganos se refiere al conjunto de las funciones del Estado y que la
independencia se refiere a que ninguno está subordinado jerárquicamente ni
depende de otro para su funcionamiento o, constitución, pero sin excluir la
concurrencia de varios órganos en el ejercicio de una determinada función.
Cree que si sólo se aprueba la frase “Las funciones del Estado son ejercidas por
órganos diversos e independientes entre sí”, sin la frase “en la forma prevista
por la Constitución”, podría argüirse que si las funciones son ejercidas por
órganos diversos no puede pretenderse que la función judicial sea ejercida en
parte por el órgano ejecutivo y en parte por el legislativo, apareciendo, así,
una cierta contradicción entre el principio enunciado y disposiciones que en
seguida necesaria e ineludiblemente abrirán esta interrelación que el Derecho
Constitucional moderno necesariamente consagra.
“Artículo 5°.— Las funciones del Estado son ejercidas, de acuerdo con la
Constitución, por órganos diversos e independientes.”.
—Aprobado.
“Artículo 6°.— Los órganos del Estado actúan válidamente, previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescribe la ley”.
El señor DIEZ expresa que la inquietud del señor Guzmán no cabe dentro del
artículo en estudio, pues constituye un problema relativo a las normas sobre
correcta aplicación e interpretación de la ley.
Agrega, que las leyes dictadas ayer están en circunstancias que son muy
diversas hoy y sin embargo esa ley se tiene que aplicar, por cuanto, no ha sido
derogada o modificada. Un ejemplo de ello es la garantía de la libertad de
opinión, que es muy anterior al descubrimiento de la televisión y con toda la
influencia que ésta tiene y con toda la transformación que implica en la
comunicación, ya que la gente no requiere del esfuerzo de leer y adquirir
diarios, sino que la noticia entra por la vista y por el oído o por la sensibilidad
general de una persona; el ejercicio de esta libertad permitió que se
cometieran abusos que quedaron impunes porque no existía la legislación
adecuada para castigar tales excesos cometidos a través de este medio de
comunicación.
Termina diciendo, que cree que el señor Guzmán se está refiriendo, además
del aspecto relativo a la investidura, competencia y formalidad de los
integrantes de los órganos del Estado, a las normas básicas para acatar el
espíritu de la ley y sujetarse de él.
Entiende que el acto obliga a la obediencia en cuanto sea no sólo válido, sino
que, además, lícito, legítimo. Entonces, lo que ha expresado el señor Silva
Bascuñán lo interpreta de la siguiente manera: que la desviación de poder no
priva a un acto de su validez, pero puede privarlo de su licitud y de su
legitimidad, como consecuencia del deber de obediencia.
Manifiesta su temor de que pudiera creerse que el acto, en que hay desviación
de poder, obliga a la obediencia porque es un acto válido. En cambio, si se
entiende que no basta la validez para obligar, ni es la nulidad la única manera
de eximir de la obediencia a los ciudadanos, sino que hay otras referencias,
como la relativa a la legitimidad, que dice relación, entre otras cosas, con que
el poder sea usado correctamente conforme a su fin, entendería perfectamente
la observación.
Estima, por ahora, muy difícil abordar este problema en una disposición
general de la Constitución, a propósito de la materia que se estudia. Sin
embargo, el asunto reviste importancia y toca a un problema que es vital a
toda la organización de nuestra comunidad, que es el ejercicio de buena fe de
las potestades. Sobre esta base se podría llegar a la conclusión de que no
basta cumplir con los requisitos formales, sino que el ejercicio de una facultad
obliga a ejecutarla de buena fe, esto es, teniendo siempre presente el
propósito que se tuvo, en vista, al conferir la facultad asignada.
Agrega que en el artículo en estudio se señalan las normas objetivas a las que
la autoridad debe someterse, como es el nombramiento y la competencia en la
forma prevista por la Constitución. Resulta imposible prever más allá de esto,
porque no se puede declarar en un artículo de carácter general, que esta
Constitución supone la buena fe. Está supuesta la buena fe. Por eso, le
agradaría que algunas normas de interpretación, de aplicación de la ley,
basadas en las normas del Código Civil, con algunas modificaciones, se
introdujeran en la Constitución, para evitar arbitrariedades y abusos por parte
de quien tiene que poner en movimiento la norma legal.
Por eso, considera que falta un cuadro de elementos que entregue al Poder
Judicial, la facultad de ir al análisis de los actos de la autoridad, llegar por esta
vía, si es procedente, hasta el fondo de su equidad, de su justicia, de la
legitimidad. Cree que se puede encontrar una fuente de solución por la vía del
análisis de la validez de los actos de la autoridad, porque no se puede
establecer una Constitución moralista o una Constitución que contemple
jerarquías de otro orden que la normativa o la preceptiva de tipo político o
institucional.
Termina diciendo que se puede otorgar a los Tribunales un poder amplio, a fin
de que todas las nulidades, por ejemplo, que emanen de la infracción de este
artículo, puedan ser declaradas de oficio o a petición de parte, por cualquier
tribunal; y ya será el tribunal superior o, por último, la Corte Suprema quien
irá señalando el ámbito dentro del cual se pueden declarar dichas nulidades.
Todo ello, sin perjuicio de establecer las responsabilidades políticas, penales, o
las que corresponda, para las autoridades pertinentes.
El señor ORTUZAR (Presidente) informa que existe acuerdo para que una vez
terminado el Capítulo I, sea considerado, nuevamente, en conjunto a fin de
hacerle una última revisión, y que en esa oportunidad podría considerarse la
sugerencia del señor Guzmán.
“Artículo 6°.— Los órganos del Estado actúan válidamente, previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescriba la ley”.
— Así se acuerda.
— Se levanta la sesión.
Oficio Nº 0181
HON. COMISION:
Estos juicios dicen relación, en primer término, con el papel que corresponde a
las universidades en la gran tarea de superar el subdesarrollo del país. En
nuestra modesta opinión, la Constitución Política del Estado debe definir los
fines de la Universidad y el papel que se le asigne en la consecución de los
fines del Estado; los principios básicos de su organización; el respeto de su
autonomía y un financiamiento adecuado para el cumplimiento de sus
objetivos. En seguida, y en este mismo orden de ideas, el papel que cabe a los
Colegios Profesionales en la organización social del país, como expresión que
ellos son, de una élite cultural que es determinante en el desarrollo del mismo.
Sin que ello pueda suponer ningún menosprecio para ninguna actividad de
interés para al sociedad, como son las que representan tales oficios, ni menos
que con esa definición que preconizamos se pretenda limitar el derecho o el
acceso de nadie a los dones de la cultura y del conocimiento, como tampoco el
desplazamiento hacia arriba de los diferentes estratos sociales, en legítima
aspiración a una racional y consciente igualdad, el Colegio de Constructores
Civiles de Chile estima que no debe seguir confundiéndose la significación real
e histórica del concepto de profesional universitario en que se ampara la
existencia de estas Instituciones de Derecho Público, con otros tipos y niveles
diferentes de educación, que contribuye a deteriorar la imagen de la
enseñanza superior, la que no sólo está circunscrita a la entrega de
conocimientos y cultura del más alto rango sino que también, y
primordialmente, da sentido y orientación al comportamiento posterior, moral
y social, de quienes serán abogados, médicos, constructores civiles,
arquitectos, etc.
2. — Se aprueba el siguiente inciso primero del artículo 6°: “Los órganos del
Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes,
dentro de su competencia, y en la forma y con los requisitos que prescribe la
ley. La buena fe es siempre requisito de los actos de autoridad”. Debate sobre
las desviaciones y abuso de poder
CUENTA
5.— Del señor Jorge Ramos Gacitúa, abogado y juez jubilado, quien propone
reformar el N° 15 del artículo 10 de la Constitución, sobre la libertad para salir
del territorio nacional, a fin de que ésta no se entrabe con impuestos de
ninguna naturaleza.
“ARTICULO 5°— Las funciones del Estado son ejercidas, de acuerdo con la
Constitución, por órganos diversos e independientes”.
“ARTICULO 6°— Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescriba la ley”.
Declara que al meditar sobre este particular, tuvo muy presente una
observación del señor Ovalle que graficó el problema, cuando recordó lo
sucedido con la resolución de la Corporación de Fomento de la Producción de
emplear una facultad de su ley orgánica que la habilitaba para comprar las
acciones de diversas empresas, con el objeto de crear el área social de la
economía. Evidentemente no era la finalidad prevista por el legislador el que la
Corporación de Fomento formara, a través de ese mecanismo, el área social de
la economía o el área social empresarial. Sin embargo, con una desviación
manifiesta del precepto legal, los agentes de la Corporación de Fomento
procedieron de la manera de todos conocida.
El señor EVANS estima que su planteamiento está de acuerdo con lo que debe
ser, específicamente, el precepto que establezca las condiciones de validez de
los actos de los agentes públicos, el cual estaba contenido en la indicación
propuesta en la sesión anterior.
El señor DIEZ expresa que si tuviera que resolver como tribunal de alzada un
problema de esta naturaleza, conociendo, por ejemplo, un recurso del tribunal
contencioso-administrativo, advertiría de inmediato que la desviación de la
“competencia entregada por el legislador” sería el argumento del particular
afectado por una resolución aparentemente ilegal. En este caso, revisaría las
atribuciones de la autoridad, y si ésta tiene facultades para ejecutar el acto
impugnado, sólo podría constatar la existencia o inexistencia de esas
atribuciones.
Por lo anterior, se declara contrario a la indicación del señor Evans y, en
cambio, estudiaría la sugerencia del señor Silva, pues el objetivo es la forma
de Concretar la finalidad que en el acto se persigue.
El señor EVANS manifiesta que con la indicación del señor Ortúzar recién
transcrita, se obliga a todos los tribunales a verificar siempre la adecuación del
acto con la finalidad de la norma.
Como las denominaciones suelen variar, incluso para las mismas instituciones,
cree que la expresión “desviación de poder” aleja un poco de la naturaleza
íntima del problema que se está debatiendo. A su juicio, no hay tal desviación
de poder, sino abuso de derecho y, desde este punto de vista, la solución
puede alcanzarse de manera más eficaz, porque si al hablar de responsabilidad
gubernamental —es ahí donde incide el problema— se crea una norma que
permita hacer efectiva la responsabilidad, sea en el orden penal, sea en el
orden civil o en el administrativo, del funcionario o gobernante que ha
incurrido en abuso, se habrán resuelto estos conflictos.
En seguida, declara que todo están de acuerdo en que las facultades de los
órganos del Estado y de las autoridades en general, deben ejercerse dentro de
la competencia que les ha sido asignada y para los fines que les han sido
conferidos; pero, no se puede permitir que una autoridad cualquiera comience
a calificar esos fines, porque ello, sería crear las bases de un Derecho
retrógrado y estacionario. Muchas veces, continúa, la evolución del Derecho
camina respetando la norma, pero avanzando en cuanto a sus propósitos, de
modo que resulta muy complejo cuando de buena fe se aplica una disposición
con un propósito distinto al que tuvo en vista el legislador al elaborar el
precepto. En este sentido, aquí no se estaría en presencia de un abuso de
derecho, sino, simplemente, enfrentando lo que es la evolución de la realidad
que obliga a aplicar una norma con un propósito, no torcido ni distinto en el
fondo, pero diferente, en su expresión formal, con aquello que tuvo presente el
legislador. Desgraciadamente, así son los acontecimientos, y ocurre que el
asunto se ha planteado porque, la Administración anterior abusó en demasía.
El, señor ORTUZAR (Presidente) estima que este principio sobre desviación de
poder es de tanta importancia que debiera encontrarse la fórmula para
contemplarlo en el Capítulo I. En seguida, se manifiesta de acuerdo con el
señor Ovalle en el sentido de que hay que referirse a esta materia en el
momento en que se trate la responsabilidad de los funcionarios que ejercen el
poder; pero la verdad es que la responsabilidad es una consecuencia del
principio en análisis; éste dice relación, en lo sustantivo, con la obligación que
tienen las autoridades y los órganos del Estado, sin que en esta materia haya
excepción alguna, de actuar de buena fe, de aplicar las normas de acuerdo con
la intención y espíritu que tuvo en vista el legislador, sin violentar
abiertamente la finalidad para la cual fueron dictadas. Por lo tanto, no sólo se
limita al Poder Ejecutivo, sino también, al Legislativo y al Judicial. Porque el
Poder Legislativo, el día de mañana, al dictar la ley no podría, naturalmente,
violar manifiestamente el espíritu de la disposición constitucional que está
aplicando a través de esa disposición legislativa, sino que tendría que
ajustarse, necesariamente, a la intención que tuvo en vista el constituyente, ya
que de otra manera estaría incurriendo en un delito de abuso o en desviación
de poder. Asimismo, es conveniente que la norma rija para el Poder Judicial,
de modo que el juez no se sienta obligado a aplicar la letra fría de la ley, sino
que pueda, en el caso particular de que conoce, apreciar si la aplicación del
tenor literal de la norma está o no contrariando manifiestamente la intención
que se tuvo al dictarla.
El señor DIEZ estima que la Constitución puede fijar los campos de las
nulidades de derecho público que son fácilmente demostrables, como por
ejemplo, la falta de investidura, o la falta de competencia, o el no
sometimiento a las formalidades o a los requisitos establecidos por la ley, lo
cual permite a los tribunales determinar la norma objetiva que se debe aplicar.
Pero, lo que se quiere, es llegar más lejos y consagrar, en el fondo, lo que el
señor Ortúzar llama la “buena fe en los gobernantes”, y ello es imposible
hacerlo con normas de la naturaleza del artículo propuesto por el señor Silva
Bascuñán, que afirma, sí, una parte muy importante del orden jurídico. Se está
analizando una materia, que quizás, en proporción a nuestra historia política,
no ha tenido mucha trascendencia, con excepción de la experiencia vivida
durante el Gobierno de la Unidad Popular.
Agrega que para que la jurisprudencia, pueda crear normas respecto de los
casos que en nuestra historia son de excepción, es partidario del
establecimiento de preceptos de aplicación e interpretación de la ley y de que
la jurisprudencia construya sobre esa base, dejando claramente establecido en
la historia fidedigna del establecimiento de la Constitución que la intención del
constituyente es la de permitir que la jurisprudencia pueda elaborar una
solución para el problema.
El señor EVANS expresa que la proposición del señor Silva Bascuñán excede
las pretensiones que él tenía sobre esta materia, porque la verdad es que el
distingo que se haga en el futuro entre objetivos y finalidad va a ser muy difícil
y dudoso y, de esta manera, pueden abrirse las posibilidades para aquello que
es, precisamente, lo que se quiere evitar; esto es, el examen obligatorio de la
finalidad, obligando recurrir, para tal efecto, a la historia del establecimiento
del texto legal.
El señor DIEZ declara que le agrada la idea de obligar a los Poderes del Estado
a someterse a la buena fe, porque ésta se presume, y en consecuencia, es una
norma general de conducta que tiene una significación jurídica muy precisa.
Luego, es necesario probar que la conducta del gobernante adolece de mala fe,
lo que constituye una cuestión de hecho, dando lugar a un proceso de
antecedentes que demuestren dicha actitud del gobernante. Al efecto, y
suponiendo que una norma de esta naturaleza hubiere existido durante el
régimen anterior, el tribunal tendría que partir de la norma básica; esto es,
presumiendo la buena fe del gobernante, y el particular perjudicado debería
probar lo contrario. En el caso específico, dicho particular habría podido reunir
una gran cantidad de antecedentes objetivos para probar la mala fe: las
declaraciones de los Ministros, las declaraciones del propio Presidente de la
República, las confesiones públicas de la mala fe en la aplicación de leyes,
etcétera.
Reitera que le agrada la expresión “buena fe”, porque, declara, en las palabras
“abuso de poder” no encuentra la claridad jurídica que existe en aquélla, y su
significado y riqueza que adquiere en el marco de nuestra organización jurídica
la hacen más aconsejable que se utilice para abordar esta situación.
Por lo anterior, preferiría que la expresión “buena fe”, como obligación del que
ejerce el poder, quedara señalada en la Constitución, junto con consignar la
nulidad de los actos cometidos de mala fe.
Estima que con las agregaciones que se han propuesto, se abre la posibilidad a
la formulación de una Constitución irreal, peligrosa y encaminada, en el afán
de hacerla perfecta, a introducir más bien el inmovilismo, la anarquía, u otros
peligros, que vendrían a resultar como consecuencia de los propósitos de
hacerla mejor.
En el mismo orden, declara no tener temor de que esta norma haya sido
concebida, en cierto modo, en términos subjetivos, como dice el señor Silva,
porque, en definitiva, la van a aplicar los tribunales de justicia y, por ende, la
Corte Suprema. La verdad de las cosas es que el Gobierno marxista se
caracterizó por la mala fe, porque, precisamente, aplicaba las normas violando
y contrariando manifiestamente el espíritu del legislador.
El señor EVANS expresa que, con su sugerencia, se deja un campo muy amplio
al tribunal y, al mismo tiempo, no se pone al Ejecutivo en la situación precaria
que significa el que siempre se examine si el acto ejecutado está de acuerdo
con la historia de la ley o con sus antecedentes.
El señor SILVA BASCUÑÁN expresa que le parece muy grave colocar dentro del
mismo plano de exigibilidad, de los tres requisitos objetivos indiscutibles que
requieren nada más que una comparación casi mecánica, otro requisito que es
más de presunción, porque no puede ser lógico exigir que se examine en cada
momento la buena fe del gobernante, ya que cabe exigirla implícita y
excepcionalmente —reconocer la mala fe— sólo en aquellos casos en que ésta
realmente exista. Si el requisito de la buena fe se coloca en un mismo nivel
que los otros, se crearía el problema de que, en cada caso, se deba examinar
la buena fe. Distinto es que, establecidos esos tres requisitos u objetivos
indiscutibles, que pueden ser revisados mecánicamente, se coloque otro inciso
en que se presuma que la buena fe es un estado de normalidad, declarando la
nulidad del acto de manera excepcional, y sólo cuando se advierta que se ha
violado esa normalidad. Entonces, la buena fe no puede ser exigida en el
análisis del acto, sino que cualquier órgano de autoridad tiene que examinar al
actuar, sea por su eficacia técnica, por vocación propia o por necesidad
indiscutible, si el acto está dentro de su competencia, si está debidamente
investido y si está sujetándose a los requisitos legales; pero no podría exigirse
en cada caso la buena fe.
—Aprobada.
El señor SILVA BASCUÑÁN estima que la causal, de nulidad del actual artículo
4°, debe contenerse en una disposición específica y distinta de aquellas que
sancionen a los actos “susceptibles de nulidad por otro tipo de motivos, ya que
en el actual precepto se establece una situación de carácter prohibitivo, que es
lo que debe ser analizado con anterioridad a las demás nulidades ocasionadas
por defectos genéricos.
El señor GUZMÁN advierte que el único cambio que sugiere el señor Silva
Bascuñán es el de reemplazar la expresión “reunión de personas” por “grupo
de personas”. En su opinión es más adecuada la expresión “grupo”, porque
“reunión de personas” es una cosa equívoca, y no se sabe si es una reunión
material, en circunstancias que la palabra “grupo” es más genérica, más
precisa.
—Aprobada.
El señor DIEZ solicita eliminar este inciso del proyecto de artículo 6°.
Por eso, las colocó dentro de un mismo precepto. Pero, si se considera que es
una nulidad tan diferente, por la manera como se produce y por sus efectos,
que merece una disposición separada, cree que ello es razonable, ya que, en el
fondo, la nulidad derivada de una presión de la naturaleza de la descrita por el
constituyente en el artículo 23° de la Constitución actual se refiere a
problemas políticos y de eficacia que no son directamente Jurídicos.
El señor OVALLE declara que hay otra observación que puede formularse al
retirar este inciso del artículo 6°, porque, con la redacción que el señor Silva
dio a los incisos primero y segundo, es casi innecesario el antiguo inciso
segundo, que iba a ser tercero.
En primer lugar, ya está dicho que los órganos del Estado son independientes
en el ejercicio de sus funciones. En seguida, el inciso segundo habla de que
“Ninguna magistratura, persona o grupo pueden atribuirse, ni aun a pretexto
de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos…”. ¿Qué ocurriría
en este caso? Que el acto no es de la autoridad requerida, y estima que el
señor Guzmán no estaba en lo cierto cuando dijo que, con esa redacción, el
acuerdo de la Cámara de Diputados era nulo de todas maneras. No. Era a
requisición de un ejército. Es decir, si hay presión y se hace caso omiso de ella,
es válido el acuerdo y se habría concretado. Pero ése es otro caso.
Ahora bien, como se dice que todo acto de grupo es nulo, en ese caso no lo era
el de la autoridad obligada, sino del grupo que la obligaba, el cual ya es nulo
en virtud de lo dispuesto en el inciso segundo. En consecuencia, resultaría
inocuo declarar carente de validez a esta otra disposición.
Con todo, concuerda plenamente con el señor Guzmán —y así lo hizo presente
en sesión anterior de que es necesario suprimir el precepto— en que tiene sólo
un valor histórico y el deseo de recoger una posibilidad que, quizás, no sea
propia consignarla en la Constitución.
—Así se acuerda.
A su vez, el señor DIEZ, sugiere la siguiente redacción final: “en la forma que
las leyes determinen” o “conforme a lo que disponga la ley”.
El señor OVALLE propone: “respecto de quienes los cometieren a
responsabilidades y sanciones conforme lo determinen las leyes”.
El señor SILVA afirma que es muy importante decirlo, pues debe distinguirse
entre el acto que produce nulidad o validez y sus consecuencias, las cuales se
proyectan sobre quienes lo cometieren. Por lo tanto, la responsabilidad y
sanción no se refieren tanto al órgano como a las personas.
El señor DIEZ sugiere establecer que todo acto nulo dará lugar a
responsabilidades y sanciones de conformidad con la ley, u origina
responsabilidad o será fuente de responsabilidad.
El señor EVANS manifiesta que puede expresarse que “Todo acto nulo origina
responsabilidad y sanciones conforme a la ley”.
—Así se acuerda.
Es decir, considera que ello tiene un gran valor didáctico en este momento de
la historia del mundo, sin detallar, tal vez, las circunstancias casi periodísticas,
según las cuales se recuerdan hechos ocurridos entre los años 1823 y 1830. A
su juicio, esa parte podría suprimirse, pero debe decirse claramente que no es
cuestión de arrancar decisiones a la autoridad para que ellas tengan valor.
El señor DIEZ estima que determinado tipo de presiones deben ser causales de
nulidad; pero no concuerda con la idea de mantener una norma general que
establezca que todos los actos de autoridad ejecutados bajo presión no tienen
validez, porque es muy difícil determinar el tipo de presión que se ha ejercido.
Hay presiones legítimas e ilegítimas; las hay de fuerza física o moral.
Aunque lo que expresa el señor Guzmán es lógico, estima que este precepto
debe ser meditado y estudiado un poco más. Desde luego, es partidario de
considerar el caso de la presión ilegítima de fuerza pero no en la forma general
de las presiones, porque siempre los órganos legislativos, fundamentalmente,
van a ser objeto de presiones, mucho más que el Poder Judicial. Basta haber
pasado algunos años en el Parlamento para darse cuenta del tipo de presión
legítima que se recibía, y algunas que rayaban entre lo legítimo y lo ilegítimo.
Y eso, a su juicio, no invalidaba los actos del Congreso.
El señor SILVA BASCUÑÁN señala que hay dos tipos de fuerza que están
condenadas indiscutiblemente dentro de la Constitución anterior; y lo que se
está reconociendo ahora es la presión multitudinaria de la violencia, es decir la
violencia física que se ejerce por la multitud reunida y la violencia que deriva
de las armas.
El señor EVANS manifiesta que esta es una disposición que tiene una historia
en la Constitución Política. Por tanto, sugiere mantenerla como un homenaje a
nuestra historia constitucional, ya que no ha provocado problemas y mañana
puede ser útil, porque prevé dos elementos: la conducta multitudinaria del
pueblo desatado —expresión muy concreta de presión— y la presión ilegítima
de un grupo armado, ya no multitudinario. En estos dos casos el acto es nulo,
de nulidad absoluta.
Del mismo modo, hay un homenaje a la tradición jurídica de Chile en esa frase
incluida en el número 1° del artículo 10 relativa a que en Chile no hay
esclavos. Esta disposición tiene, a su juicio, un efecto o contenido histórico
dentro de la tradición política de Chile, que debe ser mantenida.
El señor SILVA BASCUÑÁN estima grave crear problemas políticos, a través del
texto constitucional, como lo sería el apreciar la ilegitimidad de la presión. En
cambio, si se ponen dos ejemplos que están dados en la Constitución, y uno
muy configurado como el secuestro, la nulidad queda perfectamente tipificada.
“Artículo 6°.— Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma y con los
requisitos que prescriba la ley. La buena fe es siempre requisito de los actos de
autoridad.
Todo acto nulo origina las responsabilidades y sanciones que la ley señale”.
Hace presente, en seguida, que procede tratar el artículo 7°, que corresponde
al inciso segundo del artículo 6° que había propuesto el señor Silva, y que fue
excluido de esa ubicación en la sesión anterior, precepto que tendría la
siguiente redacción:
El señor SILVA BASCUÑÁN señala que existe un aspecto que le parece muy
importante para salvar los inconvenientes que se recordaban en la sesión
pasada, que sería el de determinar que esa presión sea de tal naturaleza que
opere en el momento mismo en que se adopte la resolución, porque puede
crearse una situación general de violencia en que sea difícil determinar cuál ha
sido el factor esencial para tomar la decisión, por lo cual para producir la
nulidad del acto debe tratarse de un tipo de violencia de tal naturaleza que
opere en el momento mismo que deba adoptarse la resolución, porque si se
trata de una situación muy general debe tenerse mucho cuidado por las
razones que se han recordado, ya que, entonces, la sombra de falta de valor
de los actos sea muy genérica, pues bastaría una situación de presión o de
violencia en la colectividad para que todos los actos queden sometidos a la
posibilidad de ser discutidos, puesto que pueden ser considerados como
resultado de la violencia, por lo cual reitera que debe ser una violencia muy
determinante del acto en el momento en que se adopte la decisión de que se
trata.
El señor EVANS recuerda que la verdad es que este tema lo debatieron al final
de la sesión pasada, en forma bastante completa, y entendió que se había
producido cierto acuerdo, cierta dosis de consenso en la Comisión, en el
sentido de que había algo que debía evitarse en la redacción de este artículo,
que era la generalidad, la expresión demasiado genérica, precisamente, para
no incluir como actos ilegítimos de presión o de violencia, muchos elementos,
como dijo en la sesión pasada, que juegan en una democracia de una manera
muy determinante.
Señala que los centros de poder, los grupos de presión, son realidades del
mundo de hoy que los tratadistas están recogiendo cada día, con mayor
interés y que juegan, cada vez, con mayor verdad dentro de una democracia,
cuyas posiciones, en muchos casos, son extremas y constituyen, dentro de un
marco tradicional de elementos jurídicos, verdaderos actos de presión, y
entonces cree que cabe preguntarse hasta qué punto eso es legítimo y cómo,
el día de mañana, va a determinarse si ello es legítimo o es ilegítimo. Agrega
que por ello es que en la sesión pasada, entendió que se había producido cierto
acuerdo en que la redacción de este artículo debía contener situaciones
específicas en el sentido de determinar qué actos de autoridad acordados a
presencia o a exigencia de un cuerpo armado, a presencia o a exigencia de una
reunión del pueblo alzado, que con armas o sin ellas desobedeciere a las
autoridades, debían ser nulos. Recuerda que el señor Silva propuso incorporar
a esta norma la violencia física, real, actual, expresada a través del secuestro,
a través de la amenaza de ejercer violencia inmediata en contra de quienes
deben adoptar el acto.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que tiene toda la razón el señor Evans
y que su argumentación es muy convincente.
Añade que por ello, entonces, está tratando de centrar la redacción en forma
de referirla a casos específicos de violencia, como el del secuestro —señalado
por el señor Silva en la sesión anterior— u otros de similar naturaleza.
El señor SILVA BASCUÑÁN concuerda con este alcance del señor Ortuzar.
El señor DIEZ propone señalar el secuestro, sin determinación.
El señor DIEZ cree que sería mejor la frase propuesta por el señor Silva
Bascuñán que dice “por la presión de un secuestro”.
Hace presente que el señor Silva Bascuñán, autor del precepto, dará a la
Comisión la explicación correspondiente.
Por otra parte, también le parece que existe consenso para que lo relativo a la
fuerza pública, en sus aspectos más consecuenciales, más institucionales y
orgánicos, esté señalado en un capítulo o en un párrafo especial dentro de la
Constitución, dejando por determinar en qué lugar quedaría establecido.
Señala que, por otra parte, había propuesto inicialmente un artículo sobre la
fuerza pública que, en cierta manera, reproducía en sus aspectos más
sustanciales todo el actual artículo 22 de la Constitución, relacionado con esta
materia, y estimó que esa proposición —que decía: “la fuerza pública se
organiza para dar eficacia al derecho y se somete a él; su misión comprende la
efectiva conservación del orden público en el interior y la seguridad exterior de
la República; y está constituida única y exclusivamente por las Fuerzas
Armadas y el Cuerpo de Carabineros, instituciones esencialmente
profesionales, jerárquicas, obedientes y no deliberantes.” —contenía en su
segunda parte, reproduciendo el artículo 22 de la Carta Fundamental,
conceptos que deben ser afirmados y desarrollados más adelante, en el
Capítulo o párrafo especial que se dedicará a la fuerza pública.
Añade que, sin embargo, aceptando, por cierto, que cabe destinarle a la fuerza
pública —por su importancia y trascendencia, y por los muchos aspectos de
carácter institucional y organizativo envueltos en la materia— un capítulo o
párrafo especial, considera que en este Capítulo I de la Constitución donde
deben estar todas las bases más ineludibles y sustanciales —cuyo desarrollo se
va a observar en los preceptos que van a seguir—, tiene que establecerse el
verdadero papel de la fuerza pública, porque, en realidad, la base del derecho
—lo saben bien todos— es que sea una norma social compulsivamente
obligatoria que tenga detrás la posibilidad de la coacción, ya que la fuerza
pública debe estar al servicio del derecho, porque si así no sucede, su eficacia
desaparece, y si está por sobre el derecho, éste queda dentro de una
peligrosidad extraordinaria.
Añade que le contaba el señor Evans que hace pocos momentos ha estado
conversando con un profesor de Derecho Público norteamericano, el señor
Blaustein Albert Paul, cuya atención le fue solicitada por el Ministerio de
Relaciones Exteriores, y señala que el problema fundamental que preocupaba a
este colega se contiene en la pregunta que le formuló de por qué él considera
que las Fuerzas Armadas tuvieron, dentro de la Constitución, la posibilidad de
actuar fielmente dentro de ella y producir el movimiento que vino a alterar el
ordenamiento jurídico chileno, a lo que él, entonces, replicó procurando
exponerle cómo dentro del ordenamiento jurídico que regía antes del 11 de
septiembre las Fuerzas Armadas no podían menos que estar llamadas a
realizar esa tarea de ser ellas las que garantizaran el pleno y libre ejercicio de
las atribuciones que competen a los demás órganos del Estado, porque se
había producido una situación en la cual todos los demás órganos públicos
fundamentales habían expresado que el Presidente de la República estaba
fuera de la Constitución, y, entonces, las demasías y los excesos que estaba
cometiendo no tenían otro factor de eficacia que la fuerza pública, que,
equivocadamente hasta ese momento, creyendo que sólo estaba al servicio del
Presidente de la República y con el deseo de guardarle lealtad a él, estaban
siendo desleales y destruyendo todo el resto del ordenamiento jurídico;
porque, precisamente, ella debe ser la que le dé toda su realidad, toda su
efectividad y toda su eficacia al ordenamiento jurídico establecido en la
Constitución.
El señor DIEZ expresa que, en primer lugar, concuerda con el señor Silva
Bascuñán en la necesidad de un párrafo especial sobre las Fuerzas Armadas y
en segundo término, para información de la Comisión, dará lectura a algunos
artículos de legislación comparada que dicen relación con el problema
planteado, que son bastante inferiores con respecto a la redacción que ha
propuesto el señor Silva Bascuñán:
El artículo 91 dice: “Las Fuerzas Armadas, que son esenciales para la ejecución
de la política de seguridad nacional, están destinadas a la defensa de la patria
y a garantizar los poderes constituidos, la ley y el orden”.
Agrega que lo leído es todo lo que existe sobre legislación comparada en esta
materia y cree que quizás en la redacción del señor Silva falten algunas cosas
como para conformar un artículo de carácter general.
El señor SILVA BASCUÑÁN expresa que tal como lo manifestó hace poco
tiempo, le parece bastante importante dejar constancia que en el Capítulo I
sólo se ha dejado el contenido de los aspectos que han parecido más
esenciales a la Comisión y lo demás se verá después, en su desarrollo. Estima,
a su juicio, que el artículo no necesita ser tan detallado, sino más bien
contener el requisito básico, sin el cual no hay orden constitucional, que la
fuerza pública esté sometida al Derecho, eso es lo esencial, pero, también, lo
es dentro de esta tarea definir y decir de qué manera sirve y da eficacia al
Derecho, pues es el instrumento para la conservación del orden interno y la
seguridad externa de la República, y garantiza el funcionamiento de los demás
Poderes dentro del orden constitucional.
Agrega que le gusta el contenido del artículo propuesto por el profesor Silva,
porque constituye una muy buena síntesis de tres elementos que, a su juicio,
son esenciales para señalarlos en el artículo 1° o en el Capitulo Preliminar de la
Constitución: primero, la fuerza pública existe y está sometida al Derecho;
segundo, está al servicio de la integridad territorial y del ordenamiento jurídico
interno. Enfatiza que está “al servicio” y que el señor Silva Bascuñán hizo muy
bien la distinción al decir que la función esencial para mantener el orden
público y la integridad territorial corresponde al Poder Ejecutivo, esa es su
función permanente, diaria y cuotidiana, pero, para hacerla realidad, tiene que
disponer de la herramienta compulsiva: la fuerza pública, y por eso el señor
Silva empleó muy bien la expresión “sirve”, pues no es esa la atribución de la
fuerza pública, pero sirve de manera determinante, fundamental y muy
principal a ella.
Considera que aquí está lo básico de lo que han escuchado sobre la exposición
de constitucionalismo comparado que les hizo el señor Díez, con la gran
ventaja de que aquí está redactado de una manera mucho más feliz, más
jurídica, más elegante, más galana —si se le permite la expresión— en la
forma, muy comprensiva, y sin ofrecer las dificultades que ofrecían ciertas
redacciones que le tocó escuchar, que le daban a la fuerza pública un cierto
carácter de ángel tutelar demasiado ostensible, que este precepto también lo
tiene, pero sometido al Derecho, cosa que no ocurre en otras Constituciones en
la forma como aquí se expresa.
Añade que tiene la convicción de que este es uno de los temas en que con
mayor facilidad y, al mismo tiempo, con mayor inconveniencia, se puede caer
en una formulación excesivamente tradicional para sortear los problemas que
actualmente se están planteando a este respecto, los cuales estima necesario
abordar y resolver; porque les abre una serie de incógnitas que, a su juicio, no
han sido suficientemente analizadas en los estudios de la ciencia política
moderna, sino que simplemente han sido insinuadas por algunos autores las
interrogantes que plantea este problema.
Añade que cabe plantearse si acaso esta seguridad nacional no aparece como
una función del Estado moderno, y si ésa sería una función distinta a las
funciones legislativa, ejecutiva, judicial, de control, o parte integrante de
alguna de ellas, en cuyo caso no habría que entenderla como una función
separada, supuesto que si se la entiende como función separada o como parte
de alguna de las cuatro enumeradas, habría que establecer qué órgano es el
que, como tal, tiene a su cargo la misión de cumplir esta función dentro del
Estado.
Considera que, a su juicio, lo único que está fuera de duda es que la Fuerza
Pública debe someterse al Derecho, porque cualquiera que sea la solución que
se dé a los problemas anteriores, ya se la estime como un órgano del Estado
que cumple independientemente y con plena autonomía y como tal una función
propia, que sería la seguridad nacional, o bien se le entienda como un órgano
subordinado a otro en el cumplimiento de esta función de la seguridad
nacional, existe una cosa evidente: no puede haber en el Estado ningún órgano
que esté por encima del Derecho, sino que tiene que estar sometido a él, de
manera que la subordinación de las Fuerzas Armadas al Derecho es lo único
que está fuera de discusión.
Expresa que éste es otro problema sobre el cual no tiene opinión definitiva,
pero cree que se debería analizar con bastante profundidad e intercambiar
opiniones con los representantes de las Fuerzas Armadas que estudian este
tema.
El señor DIEZ señala que será muy breve en sus observaciones y que, en
primer lugar, concuerda con el señor Guzmán en la necesidad de discutir este
problema en conjunto con las Jefaturas de las Fuerzas Armadas.
Agrega que sostuvo anteriormente, sin entrar a especificar, que le parecía que
en el artículo propuesto por el señor Silva Bascuñán faltaban algunos aspectos
fundamentales sobre las Fuerzas Armadas, que en cierto grado los va a
especificar, porque el señor Guzmán se introdujo en el tema y no desea dejar
de dar su opinión sobre él.
Recuerda que el artículo propuesto por el señor Silva Bascuñán expresa que la
fuerza pública se establece para dar eficacia al Derecho y se somete a él, lo
que, a su juicio, no es efectivo porque la fuerza pública no se establece para
dar eficacia al Derecho, sino que se establece para la defensa de la patria y
para la seguridad nacional, pues de otro modo, con toda razón, las Fuerzas
Armadas podrían decir que los miembros de la Comisión están sufriendo de
perturbación profesional, ya que como todos son abogados y están en una
Comisión para establecer las bases del Derecho, se han olvidado de que la
función fundamental de la Fuerza Pública es la defensa de la patria, para eso
fueron fundadas y esa es toda su tradición, pero es distinto decir que están
establecidas para dar eficacia al Derecho, aunque es posible que ésta sea una
de sus atribuciones, pero, esencialmente, no están establecidas para eso.
Estima que dar eficacia al Derecho es una consecuencia de la defensa de la
patria y una consecuencia de velar por la seguridad nacional, que son, a su
juicio, las dos grandes finalidades o la gran finalidad de las Fuerzas Armadas,
de manera que si él fuera miembro de las Fuerzas Armadas, se sentiría como
cambiado de misión por este artículo.
El señor SILVA BASCUÑÁN expresa que para él es una enseñanza muy grata
escuchar una cosa tan sorprendente, porque, en su opinión, la fuerza pública
tiene como misión esencial —por eso lo ha estudiado en Derecho— estar al
servicio del Derecho y el aspecto de la defensa es una simple consecuencia,
siendo lo otro una deformación total.
El señor DIEZ considera que las Fuerzas Armadas no han sido creadas para dar
eficacia al Derecho, sino que, históricamente, fueron creadas para la defensa y
la seguridad nacional de la República, siendo una de sus atribuciones, que la
realidad del país les ha ido imponiendo, la defensa del Derecho.
Estima que no hay que confundir las Fuerzas Armadas con la Fuerza Pública
encargada de cumplir las resoluciones de los tribunales de justicia, porque las
Fuerzas Armadas, como tales, tienen como misión fundamental, la defensa de
la Patria, para eso fueron creadas, y para la seguridad nacional de la
República, con el sentido que se le quiere dar a la expresión “seguridad
nacional de la República”, aspecto éste en el que concuerda con el señor
Guzmán en que cada día se van descubriendo más cosas que tienen relación
con la seguridad nacional de la República, y en consecuencia, cada día, las
Fuerzas Armadas pueden tener funciones que son distintas de las que tuvieron
ayer, y habría que establecer sistemas jurídicos y controles para mantenerlas
dentro del Derecho, sobre problemas que ayer ni siquiera imaginaban.
Concuerda en que las Fuerzas Armadas tienen, también, además de velar por
la seguridad nacional y la defensa de la patria, la misión de dar eficacia al
Derecho, como concepto del orden institucional, y le parece que en este
aspecto también se deben evitar las ambigüedades y llegar a especificaciones,
porque no desea que la Comisión que tiene esta oportunidad de resolver una
serie de problemas constitucionales, haga un poco lo que se hizo en la
Constitución de 1925, que los enumeró y, en el fondo, no los solucionó.
Considera que en este punto existe un problema serio y profundo —la misión
de las Fuerzas Armadas— que se debe discutir con representantes de las
Fuerzas Armadas, y que este artículo propuesto por el señor Silva, con algunas
modificaciones, es, indudablemente, un buen precepto para iniciar la discusión,
pero sostiene que el debate debe ser llevado con personeros de los Institutos
Armados.
Opina que por este motivo es partidario de enmendar la proposición del señor
Silva Bascuñán en una materia de redacción y decir que la Fuerza Pública
sirve, no en la conservación del orden interno y resguardo de la seguridad
interior de la República, sino que sirve en la preservación de la seguridad
nacional.
El señor DIEZ opina que el señor Silva Bascuñán observa el problema sólo
hacia adentro.
El señor DIEZ agradece al señor Silva una clase como hacía mucho tiempo que
no oía y concuerda con lo que él dijo, pero estima que ese no es el único
objetivo de las Fuerzas Armadas.
El señor LORCA cree que este es uno de los temas más trascendentales de los
que se han discutido —si no el más importante— precisamente, por las
circunstancias en que vive el país, ya que en este momento las instituciones
armadas gobiernan por todas las situaciones acaecidas en el proceso
constitucional chileno, y por lo tanto, la meditación debe llevarlos a pensar
muy seriamente si se debe elegir aquí y ahora la oportunidad para establecer
un poder o una función perfectamente delimitados, en los que se consagre con
claridad la razón de ser de las Fuerzas Armadas y su intervención en la
constitucionalidad del país.
Manifiesta que por ese motivo, coincide con el señor Guzmán en que, al
abordar el tema, tienen la absoluta necesidad de consultar y cambiar
impresiones con quienes en este momento actúan en calidad de gobernantes
y, al mismo tiempo, interpretan una posición que estima bastante mayoritaria
en el país. Considera, en consecuencia, que no pueden alejarse, como
constituyente o encargados de llevar a cabo una reforma constitucional, ni
siquiera en una medida de ese sentimiento, en que la mayoría de los
ciudadanos piensa en que las Fuerzas Armadas ceben cumplir una función
perfectamente establecida en la Carta Fundamental que elaboran, punto que le
parece fundamental.
Señala que el planteamiento del señor Silva Bascuñán, siendo muy valedero
para una interpretación un poco tradicional de lo que son las Fuerzas Armadas,
es muy rico e interesante y podría servirles, lógicamente, como base de lo que
pudieran proponer a los miembros de las Fuerzas Armadas con quienes
conversarán sobre la materia. Agrega que le parece fundamental, si se desea
establecer en un capítulo posterior todo lo que dice relación con la función de
seguridad, incluir, no sólo lo señalado aquí, sino muchísimos otros aspectos
vinculados con ella, de acuerdo con la interrogante planteada por el señor
Guzmán, y en consecuencia, no se puede dejar de considerar en la carátula a
que hizo referencia el señor Evans, otros rubros en que las Fuerzas Armadas
deben intervenir, porque, si bien lo dicho por el señor Silva Bascuñán es parte
indiscutible de su misión, todavía se ignora la forma cómo se caracterizarán las
demás labores que les corresponden dentro de la Constitución.
El señor DIEZ manifiesta que concuerda con la posición del señor Silva
Bascuñán, pues cree que se trata de una misión fundamental de las Fuerzas
Armadas, pero estima que éstas no fueron creadas sólo para eso.
Agrega que no le agrada la frase “la fuerza pública se establece para dar
eficacia al derecho”, y por considerar que deben llegar con alguna redacción
tentativa a la reunión, que sirva de base a la discusión, propone el siguiente
texto: “Las Fuerzas Armadas se establecen para la defensa de la Patria. Son
esenciales para la seguridad nacional. Dan eficacia al derecho y garantizan el
orden institucional de la República”, con lo cual se establece que no garantizan
las esferas de competencias de otros organismos de poder, sino la eficacia del
orden institucional de la República.
El señor GUZMÁN hace presente que, en primer lugar, quiere hacer una
proposición de orden, esto es que si se va a discutir el tema con los
representantes de las Fuerzas Armadas, piensa que no tiene mayor sentido
mandarles un proyecto del cual discutirán con ellos sólo la carátula.
Estima que si esto no es más que una carátula, desearía que se abordara él
terna apartándose un poco, tal vez, del orden cronológico de los artículos,
porque o se entra a tratar, a continuación, cuál será el desarrollo del tema, o,
al revés, se espera el momento oportuno en que se discuta el desarrollo del
tema para ver la carátula, pues no le parece conveniente, como método,
aprobar una carátula antes de entrar a fondo en el tema, por considerar que, a
veces, y no sin razón, casi siempre, los escritores al finalizar un libro le colocan
el título, ya que primero lo escriben, y una vez que se han empapado de él y le
han dado término se preocupan de cuál es la mejor síntesis de todo lo que han
desarrollado, pero no discuten primero tal problema, aún cuando existen casos
excepcionales, y por regla general, siempre el título es lo último de un libro.
El señor DIEZ estima poco feliz esa expresión, pues en ningún caso es una
carátula.
Manifiesta que por esa razón, se opone a que este artículo sea incluido entre
los principios generales y cree, como lo han propuesto los señores Díez, Evans
y Guzmán, que esta materia debe ser tratada en su conjunto, con la
intervención, naturalmente, de los entendidos, vale decir, de las Fuerzas
Armadas o civiles que tengan los conocimientos y la preparación suficiente
como para que puedan ilustrarlos sobre el particular.
Agrega que, además, le parece que por una razón de deferencia lo lógico sería
tomar contacto con ellos, para lo cual podría la Mesa, si a la Comisión le
parece, tomar ese contacto para saber cuál sería el procedimiento más
adecuado, en concepto de ellos, si estiman que la Comisión debe considerar
aisladamente esta materia y ellos hacerlo por su parte, y después reunirse a
debatirla en conjunto, o en fin, conversar el procedimiento, pero parece
razonable, en realidad, tomar aquel contacto, como cuestión previa.
Considera que es muy posible que ellos deseen recibir una proposición o, a la
Inversa, que deseen venir a la Comisión, con el objeto de considerar en
conjunto esta materia, y estima que es obvio que, una vez que la hayan
considerado en conjunto, van a quedar en situación de determinar si merece o
no la importancia de que figure una disposición en el Capítulo I, y, en seguida,
los términos cómo habrá de establecerse esta carátula.
Hace presente que no considera, como planteó el señor Guzmán —y del cual
discrepa abiertamente— que por el hecho de que se indiquen en la
Constitución algunas bases de una institución, en este Capítulo Primero, deban
abocarse inmediatamente al desarrollo del tema, por cuanto, de lo contrario,
deberían abstenerse de colocar todas las bases, porque todos los temas no
están desarrollados.
Agrega que si analiza el señor Guzmán todos los artículos que se han
aprobado, verá que, siguiendo su tesis, tendrían que haberse abocado de
inmediato al desarrollo de diversas materias que han señalado como base de
sustentación del régimen constitucional a que aspiran. Es así como al decir que
“El territorio de Chile se divide en regiones y su administración es funcional y
territorialmente descentralizada”, se tendrían que haber abocado al tema.
Señala que, siguiendo al señor Guzmán en su planteamiento inicial tampoco
sería suficiente: “Chile es una república y su gobierno es democrático
representativo”, y en consecuencia deberían haberse abocado de inmediato al
tema, y para qué abundar en mayores ejemplos, si cada uno de los preceptos
que han aprobado como bases del futuro régimen político chileno requiere un
necesario desarrollo del texto constitucional.
Señala que discrepa, también, con el señor Ovalle, en el sentido de que esta es
una materia consecuencial del estado de derecho, por cuanto en el mundo
moderno —el señor Guzmán abundó, con mucho talento y versación, en este
asunto—, todo el rol de la fuerza pública está en ebullición dentro de la ciencia
política y el constitucionalismo contemporáneos, y entonces, cómo no abordar
en el Capítulo I, en las bases de sustentación de los criterios importantes que
se estiman esenciales para la futura constitucionalidad, la fuerza pública; cómo
no decir, por último, aceptando la tesis del señor Díez, que la fuerza pública
existe para la defensa de la patria, se somete al imperio del derecho y
garantiza la seguridad nacional y el ordenamiento jurídico, cómo no decirlo en
el Capítulo I, y cabe preguntarse por qué va a ser incompatible y por qué va a
ser consecuencia del estado de derecho, si es una base de sustentación del
régimen político, es elemento fundamental del régimen político que se desea
estructurar; por qué tenerle miedo, entonces, a los artículos iniciales cuando,
como en este caso, son ricos y conceptualmente muy felices y llenos de savia y
pasibilidades de desarrollo.
Hace presente que no le importa que se consulte a las Fuerzas Armadas ahora
o después, pues naturalmente, cree que deben ser consultadas, pero considera
importante decirles que como una presentación de ellas en el texto
constitucional —para no emplear otra vez la palabra “carátula”— se les
presenta una redacción tentativa para que den su opinión, y que luego vendrá
su desarrollo. No divisa por qué no decir las cosas en que se cree, por qué
tener temor de que se va a encontrar poco o de que pueda ser mucho, si por
último es lo que están pensando hoy día, hombres mayores, adultos, a quienes
se les cree especialistas, capaces de discernir y decidir. Expresa, por último,
que esto es lo que desea que se acuerde: proponer algún texto concreto, decir
que ésta es la presentación de las Fuerzas Armadas, pedirles su parecer, y en
cuanto al desarrollo, ya lo verán después, pero se debe aprobar alguna base
esencial para el régimen político, porque no es desarrollo de otra idea, sino la
base del régimen político que debe ir en este Capítulo I, y de alguna manera
las ideas de los señores Silva y Díez y las que surjan respecto de esta materia,
tienen que ser recogidas, a su juicio, en este Capítulo.
Pregunta, en seguida, por qué si realmente hay acuerdo para contemplar una
disposición en este Capítulo I, no lo hacen, entendiéndose que los términos de
ella serán aprobados en forma provisional o condicionalmente y, en definitiva,
sujetos a las conclusiones a que lleguen una vez que se haya abordado todo el
capítulo correspondiente.
El señor EVANS acota que sería tan provisionalmente como todo lo que han
aprobado.
El señor OVALLE manifiesta que desea hacer una aclaración acerca de algunos
conceptos vertidos por el señor Evans, quien ha hablado de que no deben
tener temor. A este respecto afirma que para él no se trata de un problema de
temor, sino de un problema de orden, y como entiende que ésta es una
consecuencia —aquí es donde discrepa abiertamente con él— del estado de
derecho, solicita que quede constancia de ello.
El señor SILVA BASCUÑÁN expresa que desearía decir algo, porque el señor
Ovalle ha expresado una opinión que, lógicamente merece la natural respuesta
dentro de la relatividad de su eficacia, y agrega que él mencionó la idea de que
esta disposición pudiera estar basada en un temor.
El señor GUZMÁN expresa que desea ser lo más breve posible para fijar ciertas
ideas, y señala que, en primer lugar, está de acuerdo de que vaya en el
Capítulo I de la Constitución un artículo respecto de este tema; en segundo
término, es partidario de intercambiar opiniones con los representantes de las
Fuerzas Armadas —el Estado Mayor— cuando se haya terminado el capítulo
pertinente, porque cree que no tiene sentido discutir con ellos un artículo
introductorio, pero sí lo tiene debatir con ellos una proposición de la Comisión
que comprenda todo el tema; en tercer lugar, quiere decir, como explicación al
señor Evans y a la Comisión, el por qué en este artículo observa más
dificultades que en otros para abordarlo ahora. Agrega que, respecto del resto,
cuando se discutieron todas las ideas básicas del memorándum,
intercambiaron puntos de vista, y entonces, ya se sabía un poco sobre lo que
se pensaba respecto del contenido de ellos y no les costaba mayormente poner
los títulos, porque, aun cuando no se haya discutido explícitamente el resto del
articulado, se sabe la inspiración, y en cambio, en lo relativo a las Fuerzas
Armadas, el memorándum de ideas generales se remite a tres líneas y se dice
que este tema se estudiará posteriormente. Le parece que no se ha
conversado, que no se sabe lo que se piensa sobre este asunto, siendo esa la
particularidad que divisa respecto de este tema y por lo cual cree que se
necesita discutirlo un poco más para configurar este artículo inicial, lo que no
era tan necesario en los demás artículos.
El señor GUZMÁN agrega que lo considera, también, del mismo modo, y que si
desean discutirlo en este momento, existe un punto que le parece muy
importante profundizar, cual es qué se entiende por seguridad nacional, y esto
lo plantea por una razón, porque no sabe si será una especie de obsesión
aristotélica de su concepción cerebral, pero a él le importa mucho que en las
clasificaciones se distinga género y especie, y entonces, si resulta, por
ejemplo, que el orden institucional del país o de la República es parte de la
seguridad nacional, cree que no se pueden establecer como cosas separadas.
Considera que este concepto de seguridad nacional, de naturaleza netamente
intelectual, hay que definirlo y precisarlo, pues, distinto sería, por ejemplo, que
para este concepto explícito y único invitaran a los representantes de las
Fuerzas Armadas con el objeto de discutir este único tema de qué se entiende
por seguridad nacional, o sea, cuando dicen seguridad nacional, saber qué
están diciendo, ya que, justamente por el temor de no hacer una cosa que sea
descriptiva —cree que la Constitución no puede tener este carácter—, y si se
refieren a la seguridad nacional, a la defensa de la patria, al orden
institucional, a la eficacia del derecho, están diciendo puras cosas válidas, pero
cuando en una enumeración se mencionan varias cosas se supone que hay una
que no puede ser comprensiva de las demás, sino que distinta de ellas, y
entonces, la interpretación del término tiene mucho valor después.
Estima que una fórmula de redacción para este artículo sería la siguiente: “La
fuerza pública se establece para garantizar la seguridad nacional y dar eficacia
al derecho sometiendo su estructura y su acción al ordenamiento jurídico y
ejerciendo las funciones que le encomiende la ley”.
El señor GUZMÁN manifiesta que eso lo rechazó como opción, ya que lo que
sugiere es invitar a los representantes de las Fuerzas Armadas para discutir el
concepto de la seguridad nacional, no a discutir un artículo, sino que a discutir,
a conversar sobre un concepto nuevo, que ellos han estudiado tanto o más que
la Comisión —se atreve a pensar que más—, siendo, entonces, la invitación
para expresarles que, como este es un concepto clave, básico de todo el tema,
desean discutirlo y conversarlo con ellos, saber cómo ven ellos este concepto.
Reitera que rechaza la idea de discutir un artículo, pues le parece grotesco
invitarlos para discutir un solo artículo, pero que distinto es invitarlos para
discutir un concepto —así como han invitado a Profesores de Derecho
Constitucional para que les den a conocer puntos de vista generales sobre
diversos temas—, a conversar sobre el tema de la seguridad nacional y nada
más.
El señor OVALLE estima que eso les aclara bastante más la idea para la
disposición respectiva.
El señor EVANS añade que, a lo mejor, después de oír a las Fuerzas Armadas,
resulta que el artículo quedaría: “Corresponde a la fuerza pública preservar la
seguridad nacional”, y puede ocurrir que el respeto al Derecho, que el respeto
a la institucionalidad vigente, que la conservación del orden público interno,
que la conservación de la seguridad interior, todo esto, forme parte de la
seguridad nacional.
El señor SILVA BASCUÑÁN opina que basta con escuchar lo que entienden por
“seguridad nacional”, y a su juicio, sería interesante que, en ese momento, no
les dieran a conocer ningún texto, sino que, simplemente, se limitaran a
escucharlos sobre lo que entienden por seguridad nacional, ya que ellos,
también, son especialistas en esta materia.
El señor DIEZ entiende que el señor Ovalle está de acuerdo en esta reunión
con los representantes de las Fuerzas Armadas, pues no se trata de analizar la
disposición que iría en el Capítulo Primero.
El señor SILVA BASCUÑÁN manifiesta que como último punto de este Capítulo
I —aparte la redacción que se le dé— debería venir un artículo relativo a la
materia que propuso incluir el señor Evans, disposición extraordinariamente
rica en su contenido y en sus consecuencias, esto es, poner de relieve que
toda la preceptiva de la Constitución debe ser respetada, tanto por las
autoridades que ella establece como por los gobernados, porque hay gente que
estima que sus preceptos rigen exclusivamente para los gobernantes y no para
los gobernados, o para un determinado grupo de gobernantes y no para todos
ellos.
Agrega que, por eso, como broche de este Capítulo I, —que, también, es
obvio, por cierto— puede ser útil un precepto que ponga de relieve que todo el
texto de la Constitución rige, simultáneamente, con su pleno vigor para todos
los órganos que ella consagra, para todas las personas y los cuerpos
gobernados.
El señor EVANS considera que esta materia es muy rica e importante y la había
propuesto como un artículo final en el Capítulo I, el último de él, como
coronando dicho Capítulo, tratándose, en suma, de un precepto que sugirió en
su proyecto, que es, sintéticamente, lo que ha dicho el señor Silva.
El señor SILVA manifiesta su acuerdo, salvo que las Fuerzas Armadas sean
invitadas para esa oportunidad.
5. —Debate acerca de una petición del señor Ovalle en orden a presentar por
escrito las disposiciones que, a su juicio, debe contener el Capítulo Preliminar
de la Constitución, ya aprobado
La Comisión se reúne bajo la presidencia del señor Enrique Ortúzar Escobar,
con asistencia de los señores Sergio Díez Urzúa, Enrique Evans de la Cuadra,
Jaime Guzmán Errázuriz, Jorge Ovalle Quiroz y Alejandro Silva Bascuñán.
Señala que en esa oportunidad les dará a conocer las opiniones que se han
intercambiado en la Comisión, a fin de que, a la brevedad posible, puedan
elaborar un informe preliminar relativo a los principios que en aspectos
contencioso-administrativos deben figurar en la Carta Fundamental, para que
luego se aboquen, también, al estudio de la organización judicial que tendrá a
su cargo esta materia y que, en principio, de conformidad a lo conversado en
sesiones anteriores, serán los propios tribunales de justicia.
En seguida, expresa que el señor Evans, al proponer que esta materia quede
en el artículo referente a las nulidades, reafirma su primitiva proposición en
cuanto a que el precepto en debate se incluya dentro del capítulo, destinado a
regir las bases de una sistemática en materia de nulidad. Sin embargo, cree
que es peligroso, por las razones dadas en sesiones pasadas, establecer el
requisito de libertad o consentimiento como exigencia general del valor de
todos los actos de la autoridad, porque entonces se entraría a un proceso de
debilitar la autoridad al discutir sobre la libertad misma del acto.
El señor DIEZ insiste en que habría que suprimir el artículo, pues, con
posterioridad al estudio que ha realizado, ha llegado a la convicción de que él
es inútil y sólo responde a una tradición histórica. Ya se ha declarado, agregó,
un estado de derecho y que las instituciones funcionan, por lo que lo relativo a
la fuerza, no vale la pena incluirlo, tal como lo han estimado todas las
Constituciones modernas.
Considera que los actos de autoridad adoptados por presión o fuerza ejercida
por terceros es una materia de derecho penal, ya que trata de perturbar el
libre funcionamiento de los poderes públicos, en tanto el orden jurídico se
mantiene integro, y si no es así, el artículo en debate es ilusorio.
Por estas razones —que más bien las expone a título personal, a fin de que de
ellas quede constancia en actas y no se les atribuya otra intención—, cree
conveniente suprimir la indicación y el actual artículo del texto constitucional.
—Así se acuerda.
El artículo 13 propuesto por el señor Evans y que pasaría a ser 7°, dice así:
El señor GUZMÁN advierte que, en todo caso, este artículo pasaría a ser 8°, ya
que se dejó pendiente el artículo 7°, que se refiere a la fuerza pública.
Los señores ORTUZAR (Presidente) y EVANS concuerdan con los señores Díez y
Silva.
En seguida, se acuerda facultar a la Mesa para que tome contacto con el señor
Ministro de Defensa Nacional, con el objeto de hacerle presente la necesidad
de que los representantes de las Fuerzas Armadas expongan ante esta
Comisión de Reforma Constitucional el rol que ellas deben tener en el nuevo
orden constitucional y en la seguridad nacional.
“Es deber primordial del Gobierno y de las autoridades que esta Constitución
establece, cumplir los fines y deberes del Estado y demás preceptos del
Capítulo Primero.
El señor EVANS declara que le satisface la proposición del señor Silva, porque
su idea central recoge la gran inquietud que tenía en el sentido de que faltaba
en el texto constitucional un precepto expreso que colocara en un plano de
igualdad frente a la Constitución, al gobernante y a los gobernados, al
administrador y a los administrados. Los administrados y gobernados también
deben acatamiento a la Constitución, y eso no parece desprenderse o no está
claramente establecido en el texto vigente del año 1925, agregó el señor
Evans.
Si bien la idea del texto original propuesto por el señor Evans, agregó el señor
Díez, responde al criterio general de la Comisión, lo considera demasiado
específico. A la primera lectura da la impresión de que sólo los preceptos del
Capítulo Preliminar obligan a todos y no al resto de la Constitución. Además,
tiene una especificación al final que puede llevar a interpretaciones dudosas,
cuando establece que cualquiera infracción a esta obligación comprenderá
responsabilidades políticas y penales de las autoridades, cuando en verdad no
cualquier infracción a la Constitución compromete las responsabilidades
políticas que tiene el órgano de Poder.
El señor DIEZ estima, además de las razones dadas por el señor Presidente,
que el precepto establece indirectamente el principio de la jerarquía
constitucional por sobre la ley, porque obliga al Poder Legislativo a someterse
a las normas constitucionales. Es una forma expresa de establecer la jerarquía
constitucional, y por eso aprueba el artículo.
El señor EVANS señala que el señor Díez tiene tanta razón en su afirmación,
que él, incluso, en su indicación, empleaba la expresión “la legislación debe
someterse a los preceptos constitucionales” con lo que establecía el orden
jerárquico de las normas de Derecho.
Se inclina, sin embargo, por el artículo en debate, pero cree que, en ese caso,
no tendría sentido mantener, en el artículo 1°, la parte a que se ha referido,
porque le parece absorbida por éste, el que, además, alcanza otros aspectos.
El señor ORTUZAR (Presidente) expresa que la indicación del señor Ovalle tiene
una ventaja, ya que limita la obligación a los que realmente están en el
territorio de la República. Porque de otra manera podría preguntarse, ¿qué se
ha pretendido con obligar a todas las personas, instituciones o grupos?
Obviamente, que sería a todos los que están en el territorio de la República.
El señor EVANS manifiesta que la razón que tuvo para proponer la supresión
de la frase “sometidos al ordenamiento jurídico chileno” fue la de que alguien
podría sostener el día de mañana la ilegitimidad de todo o parte de ese
ordenamiento y decir que, en razón de esa ilegitimidad, que el habitante,
persona, grupo o institución sostiene, no lo obliga y, en consecuencia, no lo
obliga al acatamiento de la Constitución. Estima que mantener la expresión
entraña un requisito para ser obligado por la Constitución, lo que, a su juicio,
es inaceptable.
El señor DIEZ prefiere, por eso, decir que los preceptos constitucionales
obligan a “toda persona, institución o grupo”, de manera generalizada: a
todos.
El señor OVALLE vota en contra de la disposición por las razones que ha dado
en el curso de anteriores y del presente debate, en cuanto a la ubicación del
precepto y a su redacción, porque le parece inadecuado que en una
Constitución se empleen términos comparativos: “así como” o “tanto como”.
Recuerda un precedente que abona la idea simple de que el señor Ovalle haga
una síntesis de su propio punto de vista, que él ha defendido en forma
concreta y enfática: cuando se trató el proyecto sobre regionalización,
recuerda haber estado todo el tiempo en desacuerdo de tratarlo en la Comisión
y de incorporarlo en forma transitoria en la Constitución, como era la opinión
de la mayoría. Sin perjuicio de ello, participó en el debate y a su término hizo
una síntesis de sus ideas las que sólo constan en actas, ya que no fueron
tramitadas al Ejecutivo como opinión minoritaria de la Comisión.
Insiste en que no pretende prolongar el debate, pero añade que no podía saber
al comienzo de la discusión que iba a estar en desacuerdo con la mayoría,
como para haber sometido a la consideración de la Comisión un proyecto
concreto, sin perjuicio de haber anunciado este propósito en sesiones pasadas.
Finalmente, dice que si pierde la libertad para ordenar sus ideas discrepantes,
haciéndolas constar en forma orgánica en actas, prefiere estar fuera de la
Comisión. Expresa que de alguna manera tiene que fundamentar su posición,
porque así se satisface su inquietud intelectual, porque aparece, por una parte,
concurriendo a la aprobación de varias disposiciones que son absolutamente
incompatibles con los planteamientos constitucionales que él estima
adecuados, pareciéndole más lógico poderlos ordenar en un párrafo muy
breve.
Los señores DIEZ, EVANS, y GUZMÁN hacen presente que todas las opiniones
del señor Ovalle constan debidamente en actas.
Agrega que la opinión del sector campesino tiene especial importancia porque
el gremio que agrupa a sus trabajadores fue una de las mayores víctimas del
engaño durante el régimen anterior, al prometérseles ser propietarios de la
tierra y sólo se pretendió esclavizarlos al servicio de haciendas estatales.
Añade que también han sido invitados don Victoriano Zenteno, Presidente de la
Confederación “Triunfo Campesino” y don Bertil Uribe, Presidente de la
Cooperativa y Asentamiento del Sector Reformado, quien excusó su
inasistencia.
Por otra parte, señala, los dirigentes no actuaban en función de los intereses
de los trabajadores sino de acuerdo con las instrucciones del partido político a
que pertenecían, originando desorden social, un desquiciamiento económico y
la destrucción de la empresa agrícola en perjuicio de los trabajadores que, en
lugar de lograr un mayor nivel de vida, retrocedieron incluso en conquistas
obtenidas muchos años atrás.
Por eso estima que la política debe ser desterrada del sindicalismo, creándose
las condiciones para que éste realmente considere las verdaderas aspiraciones
de los trabajadores.
Dice que por esa razón muchas veces en una provincia se eligen
parlamentarios que no representan auténticamente a las distintas corrientes de
opinión. De ahí que los partidos políticos hayan manejado siempre el
sindicalismo y manifiesta su, temor de que con el loable propósito consignado
en el Memorándum, ellos mismos —con otro cariz, en otra forma— vuelvan a
controlar el movimiento sindical.
Recuerda que cuando la CUT estuvo fuera del Gobierno luchó por las
reivindicaciones de los trabajadores y una vez que llegó a él ya no fue
representante de los asalariados y se puso de parte del partido político al que
pertenecían sus dirigentes.
El señor DIAZ manifiesta que los puntos planteados por el señor Orrego parten
de una verdadera libertad sindical. A su juicio, no podría existir la obligación de
pertenecer a determinada organización. Sin embargo, la existencia de tantas
organizaciones campesinas ha dificultado la acción de la autoridad porque
existe entre ellas criterios diferentes y por eso se producen confusiones. La
unidad que puedan darse los campesinos no puede ser originada en la fuerza
sino que en el propio convencimiento de ellos.
Agrega que, por otra parte, están de acuerdo con la idea de la regionalización
en el sentido de que la organización a nivel nacional no podrá adoptar
resoluciones unilaterales, pues tendría que estar sujeta a lo que las regionales
dispusieran.
Agrega que aprovecha la oportunidad para señalarle que, tal como se hizo en
el caso de su antecesor, la Comisión prestará al señor Ministro la colaboración
que requiera en aquellas materias que tengan incidencia constitucional y que le
someta a su consideración para su mejor estudio y solución.
Agrega que ha traído una palabra de saludo y afecto y que está seguro que las
relaciones recíprocas se mantendrán en un terreno de comprensión, en lo cual
seguirá una línea de continuidad con el señor Ministro anterior en lo atinente a
las conexiones con todos estos organismos de carácter jurídico que están
ayudando a configurar una nueva fisonomía legal de nuestra nación.
Acto seguido, da lectura a los artículos que componen el Capítulo I, que son
del siguiente tenor:
El Estado debe promover el bien común, creando las condiciones sociales que
permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional,
alcanzar su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a
la libertad y dignidad del ser humano y a su derecho a participar en la vida
nacional.
En relación con este artículo, el señor GUZMÁN considera que la redacción del
inciso tercero es muy categórica al decir que “la soberanía no reconoce otra
limitación…”, por lo que pregunta si sería conveniente agregar que la soberanía
de otros Estados constituye una limitación.
Por otra parte, el señor LORCA considera que la frase “que arrancan de la
naturaleza humana” es vaga e imprecisa; en cambio, la Declaración Universal
de los Derechos Humanos es muy clara, por lo que podría referirse a ella
diciendo que “La soberanía no reconoce otra limitación que el respeto a los
derechos que emanan de la declaración de los derechos del hombre.”.
Agrega que al decir “La soberanía no reconoce otra limitación que el respeto a
los derechos que arrancan de la naturaleza humana” se precisa que la
limitación para el ejercicio de la soberanía es la naturaleza humana y no la
declaración de los derechos del hombre, porque ésta es una manifestación de
la voluntad de un conjunto, muy respetable, de ciudadanos que puede haber
omitido algunos derechos o considerado algunos equivocadamente y que
incluso posteriormente puede ser reformada. En cambio, la naturaleza humana
es algo muy superior, que no la han creado los hombres, que la transmiten,
pero no la pueden modificar. Así, un hombre y una mujer no puede vivir y
tener un conejo, tienen que concebir un niño que tendrá la misma naturaleza
humana que Ramsés II, un habitante de Finlandia o un esquimal.
El señor LORCA reitera que si existe una declaración de los derechos del
hombre, que es universalmente aceptada y que considera toda la situación
planteada por el señor Guzmán, sería preferible establecer ese texto de
referencia tan universal y comprensivo de todos los derechos.
El señor EVANS expresa que la revisión del Capítulo I tiene por objeto sólo lo
meramente formal y que este tema fue largamente discutido en su
oportunidad, por lo que se opone a que nuevamente se abra debate sobre el
particular.
—Así se acuerda.
A proposición del señor EVANS se acuerda suprimir la coma (,) que figura
después de la palabra “república”.
“Artículo 5°.— Las funciones del Estado son ejercidas, de acuerdo con la
Constitución, por órganos diversos e independientes.”.
El señor GUZMÁN sugiere agregar después de la palabra “independientes”, las
siguientes: “entre sí”, por razones de redacción.
“Artículo 5°.— Las funciones del Estado son ejercidas, de acuerdo con la
Constitución, por órganos diversos e independientes dentro de la unidad del
Poder estatal, sin perjuicio de la correlación de todos ellos.”.
“Artículo 6°— Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma y con los
requisitos que prescriba la ley. La buena fe es siempre requisito de los actos de
autoridad.
Todo acto nulo origina las responsabilidades y sanciones que la ley señale”.
El señor GUZMÁN estima que la expresión “todo acto” está muy repetida, por
lo que sugiere que en el inciso tercero se diga “El acto nulo origina...”
— Así se acuerda.
“Artículo 7°.- Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de los distintos órganos de autoridad como a toda persona,
institución o grupo.
— Se acuerda reemplazar las palabras iniciales del inciso segundo que dicen
“La infracción de este precepto” por las siguientes
“La infracción de esta norma”.
Señala que en su concepto, cuando alguna materia está en parte tratada por la
Constitución y en parte entregada al legislador, debería usarse la expresión
“Constitución y la ley”; pero cuando la materia está sólo entregada a la ley,
debería hacerse referencia sólo a ella.
— Se levanta la sesión.
ENRIQUE ORTUZAR E.
Presidente
RAFAEL EYZAGUIRRE E.
Secretario