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Transgresiones, control social y violencia hacia las mujeres en el dmbito rural Dalia Barrera Bassols TOODO COPE ODO OOOHHOODEOODEOOODOOODOOODDOOODHOODODODDOOODHOODOOOOTOD Introduccién 5 un fenémeno reconocido el dificil acceso de las Be a los espacios de toma de decisiones en las distintas dreas de la vida social, asf como Ia serie de obstéculos a su participaciGn en la Hamada vida “publica”, en espacios como sindicatos, partidos, organi- zaciones productivas y gremiales. Para las mujeres en ‘nuestro pais, sigue siendo dificil salir de casa a estudiar, a trabajar y a participar en organizaciones de todo tipo, Detras de esta problematica esté el implicito: salir es transgredir el esquema establecido, que restringe los movimiento de la mujer a los asuntos relacionados con el hogar, su tinica ocupacién y espacio “legitimo”. De esta manera, una mujer es bien vista si sale de casa a comprar viveres, o llevar a su hijo a la escuela, Pero no se le verd con los mismos ojos en muchos casos, si es tuna nifia o joven que quiere salir a estudiar, 0 trabajar, incluso. Menos atin, si sale para participar en una mar- chao mitin, en una reunién, o taller, porque “descuida sus labores en Ia casa”, Pero no solamente es por esa raz6n. El rechazo a ciertas movilizaciones y acciones tiene que ver con una serie de concepciones de la vida y de lo que es una mujer “decente”, “de su casa”, como parte de lo que Pierre Bourdieu define como el sistema de dominacién mascu- lina, Bourdieu, 1999] Al salir ella pierde o arriesga su “honra”, y corre peligro el “honor” de la familia. Las for- mas de transgresién de los papeles asignados a las muje- res son diversas y van desde el mero hecho de permane- cer solteras, ser adiilteras 0, en el caso extremo, dedicarse alla prostitucién. [Fagetti, 2001] El salir de casa a espacios y ocupaciones no permi- tidos o legitimos para las mujeres, seré castigado mediante diversas formas de violencia, desde la verbal (amenazas, chantajes, insultos, “chimes”, maledicencias), que tiene or objeto estigmatizar ala transgresora, hasta la violen- cia fisica misma (golpes, violencia sexual, asesinato en casos extremos). Estas formas de violencia aparecen en los testimonios de las mujeres que deciden participar en ‘un movimiento social, en una organizacién politica, tanto como en los casos de quienes buscan salir a estudiar, a trabajar, a formar parte de una cooperativa 0 proyecto productivo, Si bien esta situacién se ha modificado como consecuencia del proceso de modemizacién social, por la creciente demanda de fuerza de trabajo femenina, la necesidad familiar de contar con mayores ingresos, la conveniencia para las organizaciones sociales y politicas de contar con la participaciGn de las mujeres, entre otros factores, los avances han sido lentos y muy penosos. [Barrera, 1998, 2001, 2002; Barrera y Massolo, 1998, Barrera y Aguirre, 2002] Uno de los efectos de la violencia y presiones que padecen las mujeres cuando buscan ir més alld de la vida y el espacio familiar, es el de la migracién, con el objeto de lograr mayor independencia, autonomtfa y respeto asus deseos de estudiar, trabajar, participar o elegir a su pare~ 34 ooo ja. En general, existen multiples evidencias de que la atrac- cién de los mercados de trabajo, asf como la biisqueda de otros estilos de vida, ejercern fuerte presién, tradu- cigndose en movimientos migratorios femeninos rurales- urbanos, con una serie de consecuencias sociales para la ate. (Barrera y Oehmichen, 2000] Si analizamos la informaci6n actual a presencia de las mujeres en espacios de toma de deci- siones en el medio rural, encontramos tres fenmenos claramente definidos: en primer lugar, las organizaciones y centrales campesinas resultan ser de especialmente dificil acceso, particularmente al nivel de las dirigenci ituy inalcanzable para ellas, frente a los sindicatos no agricolas, tos partidos politicos, las ONG, etcétera. [Barrera, 1998] Por otra parte, y como un fenémeno que esta de- refs de esta situaci6n, las mujeres dentro de los movimientos indfgenas y campesinos empiezan apenas a hacerse “vi- sibles”, a través de su presencia en movilizaciones y des- plegados en los diarios, asf como por los estudios incipientes que dan cuenta de su participacién, de sus formas de organizacién y de la construccién de demandas especifi- cas, Por tiltimo, la relaci6n de las organizaciones de mu- jeres campesinas e indigenas con grupos diversos de mige cerca de la 8, CONS- Jo el espacio mi activistas preocupadas especificamente por la situacién de las mujeres, o con grupos de feministas, comienza apenas aa ser tomada en cuenta por los analistas sociales y politi- cos, existiendo atin un gran desconocimiento de los en- cuentros, desencuentros e influencias mutuas entre ellos. Una hipétesis que hemos manejado es que la parti- cipacién de las mujeres rurales e indfgenas ha ido desa- rrolléndose hacia proyectos productivos y artesanales, organizaciones de salud, negociacién de servicios y apo: yos para la subsistencia, ademds de Ia participacién di- recta en organizaciones defensoras de los Derechos Humanos o en partidos y organizaciones campesinas, movimientos municipalistas o de insurgencia, del tipo del Ejército Zapatista de Liberacién Nacional (EZLN). primeras formas participativas arriba mencionadas, al no ser consideradas “politica” por los analistas, han sido poco tomadas en cuenta, siendo en realidad espacios de socia lizaci6n politica muy importantes, fuente de aprendizajes y experiencias que forman parte del proceso de construc- cién de la ciudadanfa de amplios sectores de la poblacién femenina campesina e indigena. [Barrera y Aguirre, 2002] Sin embargo, para ir més alld de generalizaciones faciles y de conclusiones como la idea del “atraso” de la participacién politica femenina en el ambito rural, debe~ as + mos considerar la serie de trabajos de investigacin y anzlisis que se han dirigido a conocer la realidad de dichas muje- res, S6lo de esta manera podremos establecer las pecu- liaridades y transformaciones de las relaciones de géne- ro y el sentido de la participacién politica de las mujeres en dicho entorno. En esa direcci6n, daremos una primera mirada a una problemética que nos ha llamado a atencién, en nuestra labor de revisién de los trabajos existentes en tomo de la participacién social y politica de las mujeres en nuestro pais, y es lo que hemos Ilamado los “costos” de la parti- cipaci6n, que podriamos resumir como: culpa, estrés, ansiedad, por “descuidar” o intentar cumplir a toda costa, con los roles de madre-esposa, al mismo tiempo que con, los de trabajadora, y/o miembro de una organizacién so- cial o politica; violencia doméstica acrecentada, presio- nes, chantajes y celos del compafiero y los hijos, hasta violencia fisica, para disuadirla de salir; presin para “elegit entre la familia y la pareja y la participacién o el trabajo; presién social y estigmatizacién de la transgresora (chis- mes, ofensas, desprestigio); alusién a su “masculinizacion”, surgida de su acceso a espacios de poder politico 0 so- cial, considerados “masculinos”. Ante todo esto, es frecuente como resultado la se- paracién 0 el divorcio, la decision de no tener hijos 0 vida familiar, asi como el intentar negociar nuevas formas de convivencia con la pareja y los hijos, para tener una ma- yor movilidad y respeto por su proyecto e inquietudes personales. Todo esto se agudiza en el caso de las diri- gentas o lideres, puesto que sus cargos requieren de un mayor tiempo y dedicacién, fuera del ambito del hogar y Ja familia. Pero los “costos” por participar se viven de manera distinta, hasta cierto punto, de acuerdo con el contexto socio-cultural en que esté inserta la mujer que se involu- cra en una actividad social o politica. Y para “hilar fino”, hemos de contar con anilisis basados en estudios de caso, testimonios y observaci6n participante, que nos permitan saber hasta qué punto los mecanismos de control social masculino se manifiestan y viven de la misma forma, 0 presentan peculiaridades, en los entornos urbano y rural, en las diversas regiones de nuestro pais, desde la expe- riencia de una mujer miembro de la base social de un partido u organizacién, o la de una dirigenta o lider. + Formas de control social y violencia hacia las mujeres que participan social y politicamente en el ambito rural. En estos tiempos en que existe (al menos de manera su- perficial), la intencién asumida por instancias gubemmamen- tales, ONG diversas, y algunos espacios académicos, de pugnar por una sociedad que se encamine hacia la equi- dad de género, encontramos una serie de elementos que aparecen claramente como obstéculos a la masiva incor- poracién de las mujeres a la vida politica y a su acceso a Jas instancias de toma de decisiones en los diversos es- pacios de la vida social, obstiiculos que hemos planteado, forman parte de los “costos” de la participacién y que padecen no solamente quienes ocupan un puesto de liderazgo, sino también quienes se deciden a participar desde Ja base de un sindicato, proyecto productivo, partido po- Iitico u otra organizacién social o politica. ‘A pesar de que muchos de dichos obstéculos son compartidos por las mujeres en los ambitos rurales y ur- banos, en este ensayo hablaremos especialmente de las evidencias encontradas en una serie de trabajos de inves- tigaci6n sobre mujeres en el Ambito rural, que forman parte de gobiernos locales, movimientos sociales, organizacio- nes de tipo productivo, entre otros, ya sea como parte de sus bases, como dirigentas o lideres. (Aranda, 1996; Bonfil, 1996; Lutz, 2001; Martinez, 2000; Millin, 1996; Oehmi- chen, 2000; Rodriguez, 2000, Robles, 2000; Rojas, 1995; Zapata, 1996] En estos textos, encontramos como co! tante una serie de fen6menos relacionados con su parti- cipacién social y politica, que analizaremos a continua- — Oposicién del compaiiero, violencia verbal y golpes. ¢ — Calumnias y difamaciones por parte de hombres y mujeres de la comunidad. 4 Agresiones fisicas por parte de ciertos sectores miembros de la comunidad. ¢ Hostigamiento y violencia fisica por parte de los soldados, en contextos de zona de conflicto, — Acoso sexual por parte de los hombres de la propia organizacién o partido. 56

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