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ENTRE DEIDADES Y ACUARELAS DE LUZ SUPLEMENTARIAS

BETWEEN SUPPLEMENTARY LIGHT DEITIES AND WATERCOLORS

Dra. Elena Judith Ortiz Martínez


Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

RESUMEN

El ensayo tiene por objetivo plantear un análisis sobre el sistema simbólico como forma en
que las sociedades representan el género, tomando como eje central que la construcción del
género en la sociedad es cultural y no natural, de acuerdo a lo planteado por diversos
autores y autoras, de esta manera, la discusión se fundamenta en el análisis de algunos
textos que aportan evidencia de la vinculación que existe entre las deidades existentes en la
génesis de las culturas y la construcción de los roles y las tareas que de ellos se derivan.
Finalmente se enfatiza en la concepción del género como bien lo indica Britt Mari Thuren,
como un principio organizativo central de todas las sociedades conocidas.
Palabras Clave: Sistema simbólico, género, cultura.

ABSTRAC
The objective of the essay is to analyze the symbolic system as a way in which societies
represent gender, taking as its central axis that the construction of gender in society is
cultural and not natural, according to what has been proposed by various authors In this
way, the discussion is based on the analysis of some texts that provide evidence of the link
between the existing deities in the genesis of cultures and the construction of the roles and
tasks that derive from them. Finally, emphasis is placed on the conception of gender as well
as Britt Mari Thuren, as a central organizing principle of all known societies.
Palabras Clave: Symbolic system, gender, culture.

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INTRODUCCIÓN

La concepción del género ha sido estudiada desde diversas perspectivas teóricas, en este
ejercicio, se pretende colocar como elemento de discusión la importancia de la construcción
simbólica del mismo dentro de la génesis de las sociedades, así como el vínculo cultural y
la construcción de las diferencias de género, tienen su origen en las concepciones del grupo
social que orienta la cosmovisión así como los comportamientos, el desarrollo del trabajo
permite plantear los fundamentos enunciando algunas posturas teóricas sostenidas por
autoras del enfoque de género, pero vistas desde una mirada antropológica y social.

Partamos de la siguiente premisa: si toda sociedad posee un campo psicológicamente


compartido, entonces, las interpretaciones y manera de organizar su pensamiento a partir de
la vida cotidiana, se da mediante símbolos, espacios donde se tejen los significados
aceptados por los miembros de una sociedad, comunidad o grupo que orientan la conducta
y determinan sus relaciones; de ahí que entonces resulte necesario estudiar los aspectos
presentes en la base de esas relaciones.

Las plataformas en que se normaliza a la persona humana, están relacionadas con la cultura
(M. Mead.,1982); este ordenamiento emerge a partir de la vida cotidiana, en todo aquello
que los agentes socializadores transmiten a los niños por medio de las observancias
religiosas, los juegos, el arte, la música y la forma de interpretar el mundo. En este contexto
se van conformando también los roles y actividades que corresponden a cada miembro en
sus interrelaciones sociales, recodemos simplemente el género en el simbolismo de
historias de la creación, propuesto por Peggy Reeves (1987)

“....la historia de la creación tiene en su interior una concepción de orden inicial de


las cosas. Una forma particular de relacionarse con la naturaleza: la historia refiere
tres temas: a) agente creador b) existe una referencia explícita al lugar donde son
originados los agentes creadores y c) el método mediante el cual el agente creador
trae al agente al mundo... Así la orientación interna va unida con el género
simbólico femenino en la historia de la creación y la externa está unida al género

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masculino. .. es importante porque la forma en que el creador es concebido, dice
acerca de dónde la gente sitúa la mayor fuente del poder del universo...el poder es
proyectado en la fantasía...el agente creador femenino es asociado con tierra, agua y
el masculino con animales que viven el cielo u omnipresentes...hay dos formas de
crear a las personas, a partir del propio cuerpo creador o a partir de otro cuerpo
como hacer de barro, plantas, animales.” (Peggy Revees S.,1987: 73-95).

En este texto puede identificarse una relación entre los “simbolismos de la creación” que
podríamos decir es la explicación cotidiana acerca de la génesis del ser humano, asociado
con la naturaleza y con el género, donde se le atribuyen ciertas características a los agentes
creadores, en esa orientación interna o externa que se despliega en la fantasía y los
elementos naturales vitales del entorno. Reeves, deja ver esta relación hacia el entorno con
mayor claridad en el siguiente texto:
“...las economías orientadas hacia los animales se caracterizan por la creencia en el
origen masculino y las basadas en los vegetales, por un simbolismo dual o
femenino...las economías simples (recolección y agricultura semi-intensiva) hacia la
simbología femenina o mixta y las economías avanzadas (cultivo de nuevos campos
y agricultura avanzada) muestran un simbolismo exclusivamente masculino,
femenino, o dual. Los pueblos seleccionan sus simbolismos a partir de sus
dependencias... Existe una conjunción entre fantasías culturales compartidas acerca
del papel de los sexos en las historias de la creación, en el comportamiento de los
sexos, en el cuidado de los hijos y en la forma de conseguir el alimento. Los mitos,
reflejan la vida social, lo mismo que la historia sobre el origen”. (Ibid).

En este sentido, la noción de que toda sociedad tiene una génesis que orienta las directrices
acerca del tipo de interacciones, conductas, comportamientos, normas y valores que han de
ser compartidos, aceptados y adoptados por los miembros que la integran, nos lleva a
reflexionar sobre un elemento que colorea esta gama de dinamismos y que es la referencia
a una figura divina que además posee una característica de género y puede entenderse
como un punto de referencia sobre el cual cobra sentido la existencia de muchos pueblos, se

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encuentra asociado a lo que Reves llama fantasías culturales compartidas, en otras
palabras, están afiliadas culturalmente con una noción de Dios o dioses.

En las distintas culturas pueden identificarse en el lenguaje artístico las características


atribuidas a cada uno de los miembros de una sociedad, así entre los aztecas las actividades
estaban regidas por un orden mítico-religioso, social y militar, los ritos comunitarios
estaban también orientados en torno al culto de las deidades, los vestigios arqueológicos
nos hablan de dos festividades importantes en relación al cosmos, en donde no se excluye al
género: la luna y el sol.

La relación que se establece no es sólo con el cosmos, sino también con las
formas de organización y subsistencia, así como las expresiones, en el
comportamiento en sistemas concretos como es el familiar, en donde se gestan
pensamientos, creencias, y prácticas sociales. Éstas junto con comportamientos y
actitudes, adquieren un significado simbólico con la existencia de presencias
superiores en las culturas. Evoquemos lo que expresa el relato de los macehuales:
“... - Maestro: -Maestro: -El Maestro: El Alfarero.
llevaron los huesos a un Quetzalcóatl enseñó sus -Alfarero: El que da un ser al
lugar llamado Tamoanchan. oficios a los hijos de los barro, pone esmero en las
Tan pronto llegaron, la que hombres. La manera de pulir cosas, enseña al barro a
se llama Cihuacóatl molió lo el jade y las otras piedras mentir, dialoga con su propio
huesos y los puso en un preciosas y de encontrar los corazón; hace vivir las cosas,
barreño precioso. Sobre él yacimientos de estas piedras; las crea, todo lo conoce como
Quetzalcóatl virtió su sangre a tejer telas con algodón si fuera un tolteca, hace
y otros cinco dioses hicieron milagroso que ya nace teñido hábiles sus manos.
penitencia. de diferentes colores y -El Maestro: Los fundidores
- Quetzalcóatl: fabricar mosaicos con de metales preciosos.
Han nacido oh dioses los plumas de Quetzal, del -Fundidor: Con carbón, cera
macehuales, o sea, los pájaro azul, del colibrí, de la diseñaban, creaban,
merecidos por la penitencia, guacamaya y de otras aves dibujaban algo para fundir el
puesto que por ellos hicimos de brillante plumaje. Pero metal precioso, bien sea

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penitencia los dioses. sobre todo enseñó al hombre amarillo, bien sea blanco.
- Nahual: la ciencia, dándole el medio Comenzaban a hacer la figura
¡Señor! ¡Señor estoy de medir el tiempo y de de un ser vivo, comenzaban a
hablándote! ¿No me oyes? estudiar los astros; le enseñó hacer la figura de un animal,
¿De qué piensas el calendario e inventó las grababan, solo seguían su
alimentarlos?, según parece ceremonias y fijó día para las semejanza, imitaban lo vivo.
van a morirse de hambre, no oraciones. -El Maestro: El Orfebre.
gustan más que de estar -Pintor: -Orfebre: Que conoce el
juntos. El pintor, la tinta negra y rostro de las cosas creador de
- Quetzalcóatl: roja, artista creador de cosas las cosas como los toltecas.
Nosostros hallaremos el con el agua negra. Diseña las De mano experimentada, de
sustento de sus cuerpos. Las cosas con el carbón, las mirada certera, guarda sus
ocupaciones de sus manos, dibuja. El buen pintor: secretos, martillea los
los pensamientos para sus entendido, Dios en su metales.
cabezas. corazón, diviniza con su -Nahual: El torpe orfebre
- Nahual: corazón las cosas, dialoga deja mezclar el oro con las
Dioses ¿porqué me acordé?. con su propio corazón. cenizas, lo revuelve con ellas.
-Maestro: -Nahual: -Maestro: El gematista
Las hormigas tenían El mal pintor: corazón -Gematista: Está dialogando
guardado el grano de maíz en amortajado indignación de la con las cosas, diseña obras
los labios de los primeros gente, provoca fastidio, como las de los toltecas, hace
hombres para que engañador, siempre anda sus engastes, pule y bruñe las
comiéndolo, se hicieran engañado. No muestra el piedras preciosas, les saca
fuertes. También los dioses rostro de las cosas da muerte luz, hace con ellas mosaicos.
gustaron del maíz sagrado. a sus colores mete a las cosas -Nahual: el mal gematista
en la noche. deja agujeros en las piedras
-Maestro: El artista de las las deja rotas, es torpe, no
plumas finas. encuentra placer en su
-El Artista: El buen artista trabajo.
de las plumas; hábil, dueño -Maestrto: El poeta.
de sí, de él es humanizar el -Poeta: Comienzo aquí, ya

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querer de la gente, pinta las puedo entonar el canto: de
plumas de diversos colores. allá vengo, del interior de
Las junta unas con otras. Tula, ya puedo encontrar el
-Nahual: El torpe artista de canto: han estallado, se han
las plumas no trabaja bien las abierto las palabras y las
cosas, hecha a perder en flores. Oíd con atención mi
vano cuanto toca. canto...” (Luisa J. H.)

Este fragmento incluye las prácticas asociadas al sentido de la existencia y la ejecución de


las tareas. Existen también expresiones pictóricas, cerámicas, literarias que dejan ver la
grandeza de ésta cultura, donde pueden identificarse los elementos simbólicos, las prácticas
relacionadas con la existencia y el comportamiento social. En otros relatos encontramos
una divinidad asociada con el rito de la tierra y la fertilidad como es el caso de la “serpiente
emplumada” (Quetzalcóatl en Teotihuacan). Las atribuciones a estas deidades darán lugar a
comportamientos específicos en la vida de los seres humanos, hombres y mujeres tratarán
de seguir el ejemplo de su Dios o dioses, culturas en donde hombre y mujer están presentes
en el momento de la génesis del pueblo.

La historia de la creación se relaciona de igual forma con el comportamiento: “En las


sociedades con simbolismo mixto en su origen, los padres tienen un contacto con los niños
que van de escaso a frecuente. En las sociedades con simbolismo de origen femenino, el
cuidado de los hijos se caracteriza por la dedicación y el amor de ambos padres” (P. Sanday,
1987). En sociedades con simbolismo de origen exclusivamente masculino los padres, son
figuras distantes, controladoras, que permanecen inactivas en el cuidado de los niños y en la
socialización con los jóvenes.

Hay muchos casos en que el sentido de paternidad está escasamente expresado en el


comportamiento y la maternidad está ausente en la proyección del principio de las cosas. La
función reproductora de la mujer se celebra en el mito y en el comportamiento en la
ausencia de la figura del creador femenino, los padres están relacionados con los bebés y
los niños, tan solo como figura que impone disciplina.

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Cuando la función principal es la imposición de orden y control, los padres no son muy
distintos a seres supremos. Son figuras distantes y vigilantes que están lejos del proceso
biológico. “El hecho de que un pueblo se oriente hacia el simbolismo femenino, masculino
o mixto reside en la forma, en como los pueblos se relacionan con su entorno... el papel del
padre en el cuidado de los hijos se ve afectado por la forma en que se asegura la
alimentación, por tanto, el género en el simbolismo de la historia del origen es una
consecuencia su papel en el cuidado de los hijos, por lo que se explora el entorno”. (Op.
cit.: 31).

Esta interpretación se acerca a lo expresado por el relato de los macehuales a la


conformación de ciertos comportamientos, actitudes y creencias respecto al tipo de
“agentes creadores” que se encuentren en una cultura, lo anterior es relevante ya que en
ésta, el sistema simbólico es la forma en que las sociedades representan al género. Así
tendríamos que atender al análisis de las redes simbólicas que subyacen al interior de este
sistema, mediante el lenguaje, identidades y categorías. Es decir la manera en que se
conforman en la organización del pensamiento cotidiano.

Pero además, “el origen de la diferencia sexual es cultural y no natural” (Efrón A.,2000),
lo anterior nos coloca en un nivel de análisis complejo, ya que en la dimensión cultural se
encuentra presente junto con otros factores no menos importantes en la formación de los
comportamientos y las actitudes con respecto al género. Parafraseando a Mead (Margaret,
1982), las condiciones históricas habrían de ser consideradas como un elemento
fundamental no sólo en las actitudes y comportamientos, sino en la conformación de la
personalidad, siendo éste la base para el desarrollo de la misma.

Las condiciones históricas son particulares, para cada sociedad, de ahí que en sus
investigaciones Mead encuentre diferencias importantes entre los Arapesh, los
Mundugumur y los Tchambuli, el comportamiento deseable en las dos primeras
comunidades es tranquilo y para el tercer grupo es violento y está mediado por el género.
Sin embargo, las diferencias existen a un nivel cultural.

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“Las diferencias incluidas en el carácter son la guía sobre las que la cultura trabaja,
incorporándolo deseable en: cuidado de los niños, canciones, la estructura de la
organización política, las ceremonias religiosas, el arte y la filosofía...las personalidades
femeninas o masculinas son un producto social, de ahí el camino para estandarizar a las
personalidades como claramente contrastantes, complementarias y antitéticas” (op. cit.: 34).

Lo anterior nos lleva a la meditación de que un elemento orientador de la cultura es el papel


que tiene por objeto incorporar a los miembros de una sociedad o cultura a un modelo
socialmente deseable, para ello se acude a los agentes socializadores que van desde la
familia, la religión, la escuela hasta el grupo de amigos y de referencia en donde se
transmiten y asumen las conductas permitidas y aceptadas socialmente y donde se definen
de acuerdo al rol y al género de cada persona.

Sin embargo, no hay que olvidar que cada organización social posee su propio antecedente
histórico, existen símbolos que orientan y refuerzan estos comportamientos, a tal grado que
aquellos que no corresponden a esta lógica son sancionados de una manera distinta en cada
cultura.

En este sentido resulta imprescindible considerar que la sociedad es un mosaico, un gran


rompecabezas donde cada pieza está coloreada por el “ideal social” que corresponde a sus
estructuras socio-históricas, a sus condiciones y necesidades vitales presentes y a su
proyección futura, a fin de seguir reproduciendo los patrones de conducta, (incluyendo las
de género) que garanticen la existencia del grupo. De ahí la importancia de este estudio, a
fin de realizar una interpretación del género a partir del sistema cultural; concibiendo
metafóricamente a este último, como una acuarela en la que conviven cuál rayos de luz
suplementarios los géneros.

El concepto de género ha sido estudiado principalmente en las últimas décadas del siglo
pasado, las primeras apreciaciones giraban en torno de las diferencias sexuales biológicas,
de tal manera que el proceso va conduciendo a una análisis reflexivo y serio sobre las

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condiciones y factores que se encuentran presentes en torno del género y que no son sólo
biológicas o netamente sexuales, sino aquellos de orden personal y estructural como el
aspecto psicológico, cultural, social y político.

Los estudios de género se han realizado en tejido de las relaciones sociales asociados con
clase o con étnia, patriarcado, parentesco, etc. de ahí que se llegue a distintas definiciones
de género. El género es entendido como “las ideas acerca de los sexos y la organización
social, los criterios para la categorización, las representaciones, la división del trabajo y el
reparto de actividades, es decir el género entendido como un principio organizativo central
de todas las sociedades conocidas” (Britt Marie Thuren, 1990).

Para González Soledad, “el género se construye socialmente e intervienen en él los modelos
que la sociedad define como las actitudes y conductas apropiadas para cada sexo...se
concibe como un proceso continuo a lo largo de la vida”, sin embargo, González también
reconoce la importancia de explorar las dimensiones económica, ideológica, cultural,
social y política. Por otro lado, se considera además que las conductas apropiadas “se
expresan en valores, costumbres, leyes y papeles sociales”, así como en las “metáforas de
reconstrucción cultural”. (Gerda Lerner, 1990).

Otros estudios, (Mabel Burín, 1996), lo definen como “la red de creencias, rasgos de
personalidad, actitudes, sentimiento, valores, conductas y actividades que diferencian a
mujeres y varones...es una categoría histórica que se construye de distintas maneras en las
diversas culturas y no aparece en forma simple sino entrecruzado con factores como:
familia, oportunidades educativas, nivel socioeconómico y otros.”

Para este estudio y sin restarle valor a otros conceptos elaborados sobre género como el
Gerda Lerner (1990), nos centraremos en el concepto de Género propuesto por Anthony
Giddens, (1992) quien define al Género como “las diferencias psicológicas, sociales y
culturales entre hombres y mujeres”. Este concepto al perecer tan simple, es en realidad,
desde mi perspectiva el más complejo porque considera diferencias entre hombres y
mujeres.

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En primera instancia la constitución psicológica es distinta, es decir, la forma de percibir,
interpretar, integrar y responder al entorno estará determinada por cómo ha organizado su
experiencia psicológica cada persona, por lo que habrá diferencias en los hombres con
matices más abstractos y exactos, mientras que en la mujer habrá una integración de las
ideas en relación a las emociones. En segunda instancia el aspecto social incluye las
dinámicas económica, política, religiosa, educativa, familiar, etc. y en tercera instancia la
cultura tocará las redes al interior de la organización social, las manifestaciones de esas
creencias, opiniones, juicios, y la reproducción de esas formas de vida.

Sería ideal que en todas las culturas se tratara con igualdad a hombres y mujeres. Sin
embargo, el proceso es mucho más complejo, para llegar una interpretación de género a
partir del sistema cultural, es necesario enunciar de qué manera se vincula con otros
factores en los procesos culturales y sociales. Es en este tenor donde el aprendizaje social
va a jugar un papel muy importante en la educación de las distintas culturas.

En algunas, las actividades se aprenden a partir de la diferenciación con base al género, así
las mujeres tienen actividades específicas como el cuidado de los hijos, mientras que los
hombres actividades concretas y operativas como es el trabajo y la subsistencia. Los
hombres y mujeres que llevan a cabo estas actividades las realizan en razón de lo que les ha
sido transmitido en la edad temprana, y tengamos presente que un aprendizaje no
necesariamente es consciente.

Se aprenden comportamientos adecuados y deseables socialmente este aprendizaje “se


deriva de los juegos, las historietas e imágenes proyectadas en la T.V.” (Giddens A.,1992),
agregaríamos los comportamientos observados en la vida cotidiana, las actitudes de los
agentes socializadores de quienes se aprende, para posteriormente asumir ese patrón de
conducta.

Existe una serie de aspectos que se relacionan con el moldeamiento de la conducta del ser
humano, incluidos los de género, que se encuentran asociados además a un contexto
simbólico y éste remite a la interpretación del comportamiento y de los roles de cada

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persona, algunos elementos que moldean esta construcción del género son además los
procesos de competencia y los rituales, siendo que emergen en un contexto cultural donde
también están presentes la religión, el aspecto político e histórico.

Es decir, el género se va conformando en la intersección de estos aspectos moldeando la


conducta, dando el color propio de cada cultura, de cada pueblo, de cada sociedad. De ahí
que su interpretación también es distinta para cada una de ellas. A simple vista puede
pensarse que los hombres son hombres y las mujeres, mujeres en cualquier parte del
mundo, sin embargo los hombres y mujeres chichimecas, no fueron los mismos hombres y
mujeres africanos, es decir, las construcciones culturales son “un conjunto de enunciados,
predicados, significados e interpretaciones” (Del Valle, T., 1989), que orientan y establecen
las conductas normativas para hombres y mujeres en relación a su contexto delimitado.

Y en este contexto, se encuentra además asociado con sus representaciones sociales, así,
mientras que para las mujeres Hindúes el velo es un signo asociado con la virginidad, a las
mujeres norteamericanas, el velo, puede no evocarles ninguna connotación o dennotación
específica y menos aún cultural. Los elementos que conducen a la interpretación están
determinados por lo que han aprehendido de su entorno, en este caso cultural, 1 y construyen
así una representación, entendida esta como una metáfora donde los símbolos adquieren un
significado con base a un referente presente en la realidad, de esta manera evocará la
representación cada vez que se presente el contexto bajo características semejantes.

En este proceso el lenguaje tiene también una función muy importante, ya que a través de
las expresiones se manifiesta o se traduce esa metáfora aprehendida, es decir, “el lenguaje
se emplea como vehículo de la construcción del género” (Ramos Carmen, 1992), cuando la
metáfora o la representación ha sido asumida, es además transmitida acompañada de
predicados, significados, interpretaciones establecidas culturalmente, que acompañaran la
apreciación de género en cada pueblo determinado.

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Recreados en la acuarela por su propia tonalidad

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Un ámbito donde se gestan estas metáforas es la familia, las representaciones sobre género
y las actitudes óptimas para hombres y mujeres se aprenden en ese espacio de crecimiento
compartido, de esta manera, la familia se encuentra dentro de un orden social establecido y
cuida y resguarda la transmisión de los roles de conducta, además de las tradiciones,
estrategias de sobrevivencia, juicios, etc. el espacio familiar es el espacio concreto donde la
cultura asegura su reproducción, normatividad, sus orientaciones en el comportamiento y
las actitudes, y éstas estarán en función del orden comunitario y social, de ahí que se
establezcan expresiones culturales diversas, respecto al género.

A manera de conclusión puede inferirse que las sociedades humanas poseen un campo
psicológicamente compartido, que es asumido desde los primeros años de vida por los
miembros de una sociedad. Por lo que las interpretaciones y manera de organizar su
pensamiento a partir de la vida cotidiana, se da mediante campos simbólicos, espacios
donde se tejen los significados aceptados por una sociedad, comunidad o grupo que
orientan la conducta y determinan sus relaciones.

En este proceso, el contexto cultural es un factor determinante en la formación de los roles


de los miembros de una sociedad, que se encuentra resguardado por los agentes
socializadores en las observancias religiosas, los juegos, el arte, la música y la forma de
interpretar el mundo, que además pueden estar asociadas a la génesis del ser humano, así, la
vida cotidiana se combina con la fantasía y los elementos vitales del entorno, dando lugar a
una concepción metafórica.

Al mismo tiempo, las sociedades tienen una génesis que orienta las directrices acerca del
tipo de interacciones, conductas, comportamientos, normas y valores que han de ser
compartidos, aceptados y adoptados por los miembros que la integran. Puede estar presente
también la referencia a una figura divina que posee una característica de género y
entenderse como un punto de referencia sobre el cual cobra sentido la existencia de muchos
pueblos. Los pensamientos, creencias, y prácticas sociales que se gestan en la familia junto
con comportamientos y actitudes, adquieren de esta manera, un significado simbólico con

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la existencia de presencias superiores en las culturas que orientan las prácticas asociadas al
sentido de la existencia y la ejecución de las tareas.

Esto cobra importancia ya que en las sociedades donde la función principal es la imposición
de orden y control, los padres no son muy distintos a seres supremos. Son figuras distantes
y vigilantes que están lejos del proceso de desarrollo de los hijos.

El sistema simbólico es entonces, la forma en que las sociedades representan al género, este
sistema está integrado por redes simbólicas subyacentes que se expresan mediante el
lenguaje, la formación de identidades o categorías a lo largo del tiempo, es decir, tiene una
conexión dinámica con la historia de los pueblos, de ahí la explicación de las diferencias
históricas del comportamiento en la formación de “lo deseable” del carácter de sus
individuos para una sociedad, ya sea una personalidad agresiva, guerrera, pacífica,
dependiente, sumisa o bien libre y creativa. Lo anterior nos lleva a corroborar que las
personalidades femeninas o masculinas son entonces, un producto social.

El sistema cultural; se concibe entonces y metafóricamente hablando como una acuarela en


la que conviven cuál rayos de luz suplementarios los géneros, entendiendo por género “las
diferencias psicológicas, sociales y culturales entre hombres y mujeres”. Guiddens (1992).

De esta manera, hombres y mujeres llevan a cabo actividades en razón de lo que les ha sido
transmitido en la edad temprana. El género se va conformando en la intersección de estos
aspectos como familia, interpretación de roles, rituales, política y religión éstos van
moldeando la conducta, dando el color propio de cada cultura, pueblo y sociedad.

Los elementos que conducen entonces a la interpretación de los roles femeninos y


masculinos de los miembros de una sociedad, están determinados por lo que han
aprehendido de su entorno y construyen así una representación, donde el lenguaje se
emplea como vehículo de la construcción del género que es transmitida y acompañada de
predicados, significados e interpretaciones establecidas culturalmente, que acompañaran la
apreciación de género en cada pueblo.

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Finalmente desde mi perspectiva, es la familia la primera en transmitir los lineamientos a
seguir en sus comportamientos, así, entre deidades y acuarelas de luz, el paso del tiempo
proporciona nuevos aprendizajes, nuevas maneras de relacionarse; tal vez con la travesía
de los siglos, con hombres y mujeres más conscientes de su condición humana, se tiendan
puentes entre los géneros cesando así las guerras ideológicas, conceptuales y las posturas
machistas y se establezcan vínculos fraternos más humanos, justos libres y suplementarios.
Tal vez podamos gestar mediante la educación un mundo con culturas y deidades que vivan
entre acuarelas en armonía, con su entorno y con la humanidad entera.

B I B L I O G R A F Í A:

 Revees Sanday Peggy, “Poder femenino y dominio masculino”. Textos de


Antropología.

 Luisa Josefina Hernández Poema a Quetzalcóatl.

 Efrón Analía y Luisa Roca. Some de Beauvoir para pricnipantes.

 Mead Margaret, (1982) Sexo y temperamento en tres variedades primitivas”

 Britt-Marie Thuren “Del sexo al género” Un desarrollo teórico 1990.

 González Soledad “Hacia una antropología de las relaciones de Género en América


Latina”. Mujeres y relaciones de género en la antropología latinoamericana.

 Lerner Gerda, (1990) “El origen del patriarcado” La creación del patriarcado.

 Burín Mabel, (1996) “Género y psicoanálisis: subjetividades femeninas


vulnerables”
 Giddens Anthony ( 1992) “Sociología”

 Del Valle Teresa (1989)“ El momento actual en la antropología de la mujer:


modelos y paradigmas”.

 Ramos Carmen, (1992), “Género e Historia” Instituto Mora. Universidad Autónoma


Metropolitana.

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Dra. Elena Judith Ortiz Martínez
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
ENSAYO: “Entre deidades y acuarelas de luz suplementarias”.
LINEA TEMÁTICA: Estudios de Género y cultura.
Particular: 01.59.49.57.13.07
Cel. 55 69 06 92 49

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