juntamente con los maronitas y los Chiitas en Líbano, Ante—Líbano y el Djabel de Hurán, la parte Sur de Siria. No hay documento alguno sobre el origen preciso de los drusos. Unos creen que son originarios de Jarzen, y otros por el contrario, afirman que son de raza árabe. Su religión fue enseñada en el siglo XI, por Mohammed ben Ismail Eddarazi enviado por Hamsa, visir del Kalifa Fatimita El—Hakem— Biamrillah (996—1021). Esta religión enseña la reencarnación y la divinidad del Kalifa, El—Hakem. Eddarazi fue desaprobado por Hamsa, y le sustituyó por el Mektana Beha Edin, pero éste no pudo destruir la obra edificada por su antecesor. Los drusos, gracias a su heroísmo y a su inexpugnabilidad legada por sus montañas, conservaron su fe y su autonomía hasta después de la conquista de Siria por los turcos. Continuaron independientes, elegían a sus jefes que los gobernaban según sus antiguas costumbres, manteniendo su organización feudal. La dinastía Maan y después la dinastía Chehab, ejercieron su autoridad en Líbano. Hasta 1813, la estrecha alianza que unía a los maronitas con los drusos aseguraba la libertad de las poblaciones libanesas; pero en esta época nacieron los primeros gérmenes de rivalidad. Desde. 1840, cuando Mohamed–Alí evacuó la Siria, se acentuó la lucha entre los maronitas (católicos de rito oriental) y los drusos. Los turcos, con el deseo de dominar esta parte de Siria, que siempre se mostró rebelde, excitaron a los drusos contra los maronitas. Después de sangrientas luchas, vino la masacre de 1860, año en el que Francia desembarcó un cuerpo de su armada para establecer el orden. A pesar de las medidas tomadas por la comisión europea en 1861, y de la declaración de la independencia de Líbano, Turquía aspiraba siempre a la conquista de los libaneses, y esperaba la ocasión que se presentó en 1914. Dominó al Líbano por el hambre y el terror; pero no lo consiguió con los drusos del Djabel, al sur de Siria. Por esto, este lugar fue siempre refugio de los hambrientos y de los perseguidos por los turcos. La religión de los drusos es una mezcla de varias creencias. Admiten la existencia de un Dios único, que ya se presentó diez veces a los hombres bajo la forma humana. Pero ellos esperan la undécima y ultima vez. El Kalifa El—Hakem fue la décima encarnación de la divinidad, bajo el nombre de Albar. En su religión, Dios tiene bajo sus órdenes a ocho ministros que son emanaciones directas y que desempeñan el papel de los buenos Genios. Están encarnados bajo nombres diversos y vinieron al mundo en diferentes épocas. Uno de ellos, Hamsa, es el principal ministro y representa exactamente al ángel San Gabriel quien trajo a la tierra el islamismo y el cristianismo, apareciendo a Cristo con el nombre de Eleazar (Lázaro) y a Mahoma bajo el nombre de Selman el Faresi (el persa). Al lado de los buenos Genios, existen los Genios malos que corrompen a los hombres, pero apenas llegan, acuden los buenos Genios para restablecer la verdadera fe. Siete revoluciones de este género fueron acontecidas. Para los drusos, no existe ni el paraíso ni el infierno. Tampoco creen en el pecado original ni en la redención... El hombre que muere, vuelve a la vida bajo una forma nueva, en la que encuentra la recompensa a sus virtudes de la vida anterior, obteniendo así una condición espiritual más elevada a la que le precedió, hasta que por sus reencarnaciones o peregrinaciones, el alma llega a un estado de perfección tal, que le permite confundirse con el Ser Supremo, en la morada de la luz, y no volverá a reencarnarse hasta la undécima encarnación de la divinidad. Las almas depuradas vuelven a habitar la tierra y gozarán de todos los bienes terrestres, mientras que los infieles están condenados a servirlas. Antes de llegar al estado de perfección, el simple fiel o neófito debe llegar a ser Cheik el Aqqel, maestro, por medio de muchas privaciones o continencias. No practican los drusos la circuncisión. Como los cristianos, comen de todo y beben vino. Son monógamos, pero fácilmente pueden practicar el divorcio, tal como practican el matrimonio que no es sino una alianza pasajera. Pero no pueden volver nuevamente a la mujer que fue repudiada antes. Sus mujeres tienen mucha libertad. Se presentan en público con un velo que apenas les cubre el rostro. Son los drusos muy valientes y generosos. Su extremada susceptibilidad les hace andar armados siempre. Son constantes sus luchas con los beduinos. Respecto a la religión drusa, esto es todo lo que el vulgo y los historiadores conocen. A su debido tiempo volveremos a hablar de esta religión, en la parte que nadie ha penetrado, ni aun soñado. El pueblo druso tiene costumbres muy diferentes del resto de Siria y Líbano. Como en Hurán escasean las fuentes y los ríos, este pueblo carece de una limpieza notoria. Cada aldea ha formado un tanque grande o una laguna artificial en los que se recoge el agua de la lluvia. Con esto tienen suficiente para todo el año, y beben de ella animales y hombres. Las mujeres se asean cerca de ella. El pueblo bebe el agua filtrada por una urna grande trabajada especialmente para éste objeto. Pero para evitar las enfermedades, mezclan el agua con alquitrán. Los drusos son llamados también "Bani Mahruf". lo que significa "hijos de la generosidad". Para ellos, el huésped es un ser sagrado, y puede permanecer indefinidamente en el "madafe", salón de huéspedes, comer, y dormir, sin que nadie le moleste en absoluto, y sin que nadie se entere de dónde vino ni a dónde va. Estas preguntas en su criterio, tienen olor a avaricia y denigran su generosidad. Por aquella época eran analfabetos. Creían denigrante el estudio para un hombre rico. Los únicos obligados a saber leer y escribir eran los Maestros. Cuando un huésped penetra en el salón general, el primer honor que le ofrecen es una taza de café árabe amargo. Este café es preparado en el momento y lo sirven en una taza sin asa. Nunca se llena, sino por el contrario, debe contener un sólo sorbo. El huésped, según su categoría, debe servirse tres o siete sorbos seguidos, y después de él, todos los presentes un sorbo. Luego se repite el turno, excepto el recién llegado. La generosidad de los drusos toma caracteres de proporción a la hora del almuerzo. Para cada huésped se degüellan dos o tres carneros, según las circunstancias. Estos carneros son cocinados en un recipiente grande y en el caldo echan una cantidad de arroz, suficiente para la comida de los presentes. Cuando éste se ha cocinado, lo vacían en el "mansef", un recipiente enorme de metal, y sobre el arroz colocan el carnero en pedazos. Por último, sobre ambos, vierten mantequilla derretida. En cuclillas, se reúnen todos o la mayoría de los habitantes de la aldea, acompañando al huésped en su almuerzo o comida. En estas comidas, no intervienen ninguno de los cubiertos conocidos, tales como cucharas, tenedores y cuchillos. La comida la toman con los dedos, pero con tal maestría, que nunca manchan sus vestidos. El que escribe este relato, presenció, en una ocasión, en casa del Jefe General de los drusos, una comida durante la cual, el jefe, subido a una silleta, clavó una lanza de hierro en el arroz servido. Todos los presentes comieron, y la lanza permaneció clavada. Esto puede dar una idea del tamaño del recipiente y de la cantidad de arroz preparado... Cuando pregunté a un compañero qué significaba esta actitud, me respondió que era el símbolo de la generosidad y de la abundancia. La mayor afrenta para un druso es la cobardía, y el morir en su propio lecho, por la edad, es una muerte mal vista. Como guerrero que es, debe morir en el campo de combate. Su mayor diversión es la carrera de caballos y el romper lanzas. Varios días de la semana se reúnen en sus caballos árabes de pura sangre, para intervenir en estas carreras. Por la noche, su diversión consiste en escuchar los cantos heroicos que hacen alusión a sus antepasados y a sus campañas bélicas. Muchas veces llega un beduino trovador con su "rababa" (guzla), y canta ante el Cheik, elogiándolo. Este le gratifica con "el puñado", que es la cantidad de monedas que caben en un puño cerrado, sin contarlas. La mujer drusa es muy hermosa. Como esposa es por naturaleza obediente y fiel a su esposo. Recibe de él el maltrato sin disgustarse y hasta con placer. Mas, con el extraño es muy altiva y a veces cruel. Tal vez la ciega obediencia que guarda al marido, le induce a ser altanera con los sirvientes. Pero en el fondo es muy generosa. Se han dado casos en los que drusos y cristianos han contraído matrimonio entre ellos. Visten los drusos al estilo de los beduinos. Algunos se dejan crecer los cabellos y algunos, la barba. Los drusos y beduinos se hallan en constante pugna: aquéllos los atacan para proveerse de caballos y ganado lanar, y éstos atacan durante la cosecha de trigo para obtener así comestibles y alimentos. En aquel bendito pueblo no existen jueces, ni abogados, ni médicos. Por eso viven sanos y felices. Cuando se produce algún altercado o una desavenencia entre dos personas, es el Cheik quien se encarga de resolverlo, es el único juez. Pero como él es cual padre de todos los de la aldea, los juzga con benevolencia y con amor. A veces gasta de su propio bolsillo para contener a los contendores. Y el altercado termina cuando aquéllos se dan las manos. Turquía creó un tribunal de justicia en la montaña de los drusos, pero a los seis meses tuvo que deshacerlo, pues en ese tiempo no tuvo un sólo juicio que arreglar. La familia más noble es la de "El Atrash", y ellos son los gobernantes de la montaña. Cada miembro reside en una aldea y es el más rico y el jefe de la misma. Esta familia se dice descendiente del rey árabe el Munzer— ibn—Ennamán. Los drusos obedecen ciegamente a sus jefes que los tratan con cariño y justicia.