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En: “Motivos, emociones y procesos representacionales: De la teoría a la práctica” (Varios). Pág. 401-410. 2004.

Ed. Fundación Universidad-Empresa de Valencia, ADEIT.

PROPUESTA DE UN MODELO TEÓRICO DE REGULACIÓN COGNITIVA


DE EMOCIONES NEGATIVAS.
La regulación emocional como variable moduladora de los efectos de la emoción
sobre la memoria.

Rafael Jódar Anchía, Juan Pedro Núñez Partido y Carlos Pitillas Salvá
Departamento de Psicología. Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
Universidad Pontificia Comillas de Madrid

Habitualmente las estrategias de regulación emocional son definidas como


todo tipo de procesos implicado en iniciar, mantener o modular la ocurrencia,
intensidad y duración de los estados emocionales (Kokkonen, Pulkkinen, 2001).
Estas estrategias con las que manejamos la emoción han sido clasificadas de
diversas formas, siendo una de las más habituales la diferenciación de las
estrategias conductuales, como por ejemplo, realizar ejercicio físico o llorar, de las
estrategias cognitivas, como recordar episodios vitales alegres o comparar la propia
situación con la de otras personas (Garnefski, Kraaij, y Spinhoven, 2001;
Parkinson y Totterdell, 1999). En el siguiente modelo teórico sólo consideraremos
las estrategias cognitivas de regulación, en detrimento de las conductuales, con las
que los sujetos modulan la emoción. Además, frente a otras investigaciones que
tienen en cuenta la regulación del estado de ánimo negativo indiferenciado, nuestro
modelo teórico incorporará la regulación de diferentes emociones negativas
discretas (ira, tristeza y miedo), ya que consideramos que dichas emociones ejercen
influencias específicas sobre diferentes procesos cognitivos, por ejemplo sobre el
foco atencional (Green y Sedikides, 1999). Por tanto, consideramos conveniente
recoger en un modelo de regulación emocional los efectos que diferentes
emociones negativas ejercen sobre procesos cognitivos, ya que estos a su vez
afectarán a los intentos de regular y modular la propia emoción. Por otra parte,
aunque consideramos que la regulación de la emoción positiva es de gran
relevancia, reduciremos aquí el ámbito de nuestro modelo a la regulación de las
emociones negativas, como primera aproximación teórica, esperando en estadios
más avanzados de la investigación extender el modelo a las emociones positivas.
En resumen, en el presente capítulo se propone un modelo teórico de regulación
cognitiva de emociones negativas.

1) HIPÓTESIS PROPUESTAS

La estructura general del presente modelo se asienta en la distinción de las


reacciones automáticas a la respuesta emocional, que llamaremos reacciones de
primer orden y las reacciones posteriores, reacciones de segundo orden, en las que
hay una mayor presencia de control e intención por parte del sujeto que trata de
regular su propia emoción. Aunque el límite entre estos dos tipos de reacciones es
en ocasiones difuso, existe evidencia empírica a favor de la posibilidad de

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diferenciar ambos tipos de reacciones (McFarland y Buehler, 1997). En concreto,


el modelo teórico propone la existencia de tres reacciones de primer orden de
especial relevancia en la predicción posterior de la estrategia de regulación
emocional utilizada, atendidas habitualmente por separado: la focalización de la
atención al self, el tipo de evaluación que el sujeto realiza sobre su propia
experiencia emocional, que a partir de ahora denominaremos meta emoción, y las
expectativas de regulación emocional del sujeto. En la figura 1 se muestra la
estructura general del modelo, presentando la distinción entre reacciones de primer
y segundo orden.

Clasificamos las hipótesis que constituyen el modelo teórico en cinco


grupos. El primer tipo de hipótesis del modelo contiene predicciones de aparición
de diferentes reacciones de primer orden en función de la emoción negativa
presente. Se expondrán las diferentes influencias que la ira, el miedo y la tristeza
ejercen sobre la atención al self, la meta emoción y las expectativas de regulación.
En la figura 1 se presenta, junto con la estructura del modelo, los cinco grupos de
hipótesis, posicionándose cada grupo en función de las variables a las que hace
referencia.

Figura 1: Estructura general del modelo


R. de primer orden R de 2º orden Carga
Personalidad

Atención al self afectiva del


Emoción
negativa

Meta emoción Estrategias recuerdo


Expectativas de regulación
regulación

Hipótesis I Hipótesis Hipótesis Hipótesis


Hipótesis III IV V
II

El segundo grupo de hipótesis predice que las influencias de la emoción


sobre las reacciones de primer orden están moduladas por rasgos de personalidad
específicos del individuo, de forma que la mayor o menor presencia de
determinados rasgos de personalidad aumentará o disminuirá el efecto que la
emoción ejerce sobre las reacciones de primer orden.

Por otra parte, consideramos que las reacciones de primer orden no son
independientes entre sí sino que, al contrario, la presencia de determinada reacción
favorecerá o dificultará la presencia de otras reacciones. Por tanto, presentaremos
un tercer grupo de hipótesis que recoge las interacciones esperables entre dichas
reacciones de primer orden. En cuarto lugar, se predecirán las estrategias de
regulación más probables en función de las reacciones de primer orden que se
hallen presentes.

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Por último, el modelo predice el efecto de la emoción sobre la memoria, en


concreto, predice qué tipo de sucesos, positivos o negativos, es más probable que
recordemos, en función de la emoción presente, y de las reacciones de primer y
segundo orden desarrolladas. Frente a hipótesis que consideran únicamente la
emoción como responsable de la valencia afectiva de lo recordado (Bower, 1981),
o investigaciones que recogen sólo el efecto de la regulación emocional sobre este
recuerdo (Rusting y DeHart, 2000; Krohne, 2002; McFarland y Buehler, 1997,
1998), el modelo coordina ambas variables, la emoción y la estrategia de
regulación, y establece predicciones acerca de la cualidad afectiva, sucesos
positivos o negativos, de lo recordado.

2) DESARROLLO DEL MODELO

2.1.- Hipótesis I: Reacciones de primer orden ante una emoción negativa

A continuación pasamos a describir las reacciones de primer orden


esperables según el tipo de emoción negativa que se desarrolle, bien sea ira, miedo
o tristeza.

2.1.1.- Emoción negativa y atención al self

Definimos la focalización de la atención al self como el grado en el que el


sujeto dirige la atención hacia aspectos internos, tales como actitudes, valores o
sentimientos, en vez de orientarla hacia aspectos del entorno (McFarland y
Buehler, 1998). Existen estudios empíricos que comprueban diferentes grados de
atención al self en función de la emoción previamente inducida. En la revisión de
investigaciones realizada por Green y Sedikides (1999) se muestra que la tristeza
promueve una atención dirigida al self, mientras que la ira y el miedo orientan la
atención hacia aspectos relacionados con el exterior.

2.1.2.- Emoción negativa y Meta emoción

Consideramos en este modelo dos dimensiones de la meta emoción, ambas


propuestas por Mayer y Stevens (1994): La apertura a la experiencia emocional y
la identificación de la misma. La apertura a la experiencia emocional se define
como el grado de experimentación ausente de rechazo, abierta, de los aspectos
subjetivos de la emoción presente. Traducimos el término “acceptance” empleado
por Mayer y Stevens (1994), como “apertura” en vez de “aceptación”, ya que
creemos que es más fiel al significado que los autores proponen: La
experimentación abierta de la experiencia emocional. Por otra parte, la
identificación de la emoción es definida como el grado de certeza que la persona
siente en torno a la etiquetación de la emoción sentida.

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Tal y como advierten Kokkonen y Pulkkinen (2001) existe escasa literatura


acerca de los efectos de las diferentes emociones negativas sobre la meta emoción,
a pesar de que sabemos que las emociones negativas tomadas en conjunto provocan
una reducción en la apertura en comparación con las emociones positivas (Mayer y
Gaschke, 1988). En cuanto a la relación entre la emoción negativa y la
identificación, suponemos que la ira y el miedo serán más fáciles de identificar por
su carácter explosivo, mientras que la tristeza fomentará una identificación menor.

2.1.3.- Emoción negativa y Expectativas de regulación

El modelo predice que la ira y el miedo presentarán unas expectativas de


regulación menores por el carácter explosivo, de gran activación, antes señalado,
mientras que la tristeza fomentará mayores expectativas de control.

2.2.- Hipótesis II: Personalidad como modulador de las reacciones de primer orden

Las reacciones de primer orden no quedan directamente determinadas por


el tipo de emoción negativa que el sujeto experimenta sino que ciertos factores de
personalidad modulan la influencia de la emoción. En la figura 2 se presentan
mediante flechas las diferentes hipótesis que ahora pasamos a describir.

2.2.1- Ansiedad: De esta manera, asumimos los resultados obtenidos por


Rusting (1998) en los que se muestra que el efecto de la emoción negativa sobre la
focalización de la atención al self, está moderada por la ansiedad, de forma que los
sujetos con mayor ansiedad dirigen la atención en mayor medida hacia aspectos
amenazantes del entorno (también en Richards, French, Johnson, Naparstek, y
Williams, 1992) reduciéndose la atención dirigida al self.

2.2.2.- Represión y factor beta: Por otro lado, el modelo recoge la


influencia moderadora de otros dos factores de personalidad: la represión y el
factor beta. La represión, es definida como la tendencia a evitar la percepción
consciente de la información amenazante (McFarland y Buehler, 1997), cuya
mayor presencia disminuirá la probabilidad de la apertura emocional. Los factores
alfa y beta son los dos factores personalidad de orden superior surgidos del meta
análisis realizado por Digman (1997) acerca de los cinco factores de personalidad.
Mientras que el factor alfa recoge el neuroticismo y la hostilidad en un polo, y la
amigabilidad y consciencia en otro, el factor beta comprende los factores de
apertura a la experiencia y extraversión, lo que hace suponer que moderará la
influencia de la emoción sobre ambas dimensiones de la meta emoción (apertura e
identificación). Además, el factor beta ha resultado relacionado con la reparación
como estrategia de regulación emocional (Kokkonen y Pulkkinen, 2001).

2.2.3.- La expectativa disposicional de regulación, entendida como rasgo


de personalidad, es definida como la percepción estable de la propia capacidad para

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regular la emoción (Rusting y DeHart, 2000). Presumiblemente, esta disposición a


considerarse más o menos capaz de regular la propia emoción, moderará el efecto
de la emoción sobre las expectativas de regulación presentes inmediatamente
después de la inducción emocional concreta, expectativas que denominaremos
expectativas situacionales de regulación emocional.

Figura 2: Papel moderador de factores de personalidad e interacciones


entre las reacciones de primer orden

REACCIONES 1 ORDEN

Tristeza Ansiedad Atención self


EMOCIÓN NEGATIVA

PERSONALIDAD

Miedo META EMOCIÓN


Represión Apertura

Ira
Factor  Identificación

Expectativas Expectativas
disposicionales situacionales

2.3.- Hipótesis III: Interacción entre las reacciones de primer orden

2.3.1.- Asumimos que la atención focalizada al self explicará parte de la


varianza de las puntuaciones en apertura emocional y de las expectativas
situacionales de regulación emocional. En el primer caso porque la atención al self
provoca un mayor procesamiento de la información relevante (McFarland y
Buehler, 1998) y precisamente la experiencia emocional lo es. En el segundo caso,
sabemos que la atención centrada en el self es un precursor crítico que promueve la
regulación general del self (Carver y Sheier, 1982), de forma que presumiblemente
aumentará las expectativas de regulación emocional. En la figura 2 se muestran
gráficamente estas influencias hipotetizadas.

2.3.2- Por otro lado, el grado de apertura ejercerá una influencia directa sobre
el grado de identificación de la emoción. Es de suponer que una mayor apertura
fomentará una etiquetación más clara de la experiencia emocional (ver figura 2).

2.3.3.- De acuerdo con Feldman Barret, Gross, Christensen, y Benvenuto


(2001) que encontraron una relación entre la capacidad para discriminar emociones
y la regulación de las mismas, asumimos que a mayor grado de claridad en la
identificación de la emoción, se presentarán mayores expectativas situacionales de

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regulación (ver figura 2).

2.4.- Hipótesis IV: Reacciones de primer orden y estrategias cognitivas de


regulación emocional

A continuación se presentan las predicciones del modelo acerca de la


aparición de determinadas estrategias de regulación emocional en función de las
reacciones de primer orden que se hayan dado. Podemos decir que las reacciones
de primer orden tienen estructura en cascada, en la que las reacciones de primer
orden está ordenadas de manera que la reacción que queda encima de otra aumenta
la probabilidad de aparición de esta última. El modelo predice la aparición de
determinadas estrategias de regulación, ante las asimetrías entre pares de
reacciones emocionales contiguas. Por ejemplo, si la atención al self es elevada,
pero la apertura no lo es, se predice la aparición de una determinada estrategia de
regulación. Veamos a continuación las estrategias hipotetizadas en función de
pares de reacciones de reacciones de primer orden. En la figura 3 se presentan
mediante flechas las hipótesis que iremos presentando.

2.4.1- La atención focalizada en el self, en ausencia de apertura a la


emoción, fomenta la probabilidad de aparición de la “rumiación” (Ver figura 3).
Garnefski et al. (2001) definen la rumiación como la estrategia cognitiva que
consiste en incrementar los pensamientos acerca de los sentimientos e ideas
relacionadas con el suceso negativo. Consideramos que esta rumiación conlleva un
incremento de la atención dirigida al self que como vimos anteriormente, tenderá a
incrementar la apertura a la emoción.

2.4.2- La apertura a la experiencia, sin claridad en la identificación,


aumenta la probabilidad de aparición de la estrategia de “exploración” de los
aspectos de la emoción ya que el sujeto necesita entender lo que le pasa (Ver figura
3). Esta estrategia de exploración es recogida en la tipología de Parkinson y
Totterdell (1999) bajo el nombre “compromiso, confrontación”.

2.4.3- La claridad en la identificación de la experiencia, sin expectativas


de regulación, aumentará la probabilidad de aparición de una estrategia de
“aceptación” (Ver figura 3). Dicha estrategia está recogida y descrita en las
tipologías de Parkinson y Totterdell (1999) y Garnefski et al. (2001) como la
experimentación pasiva de la emoción. Esta aceptación de la emoción provocará un
mayor incremento de la identificación.

2.4.4.- Finalmente, la emoción identificada junto con expectativas de


regulación, generará estrategias de “distracción” (Ver figura 3). Esta estrategia fue
propuesta por Parkinson y Totterdell (1999). Las personas que emplean distracción
tras una inducción emocional presentan reducciones de la experiencia emocional
negativa (Rusting y DeHart, 2000).

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Figura 3: Predicción de las estrategias empleadas y de la carga afectiva del


recuerdo
REACCIONES 1 ORDEN ESTRATEGIAS RECUERDO

Atención self Rumiación


Recuerdo
congruente
META EMOCIÓN Exploración
Apertura

Aceptación
Identificación
Recuerdo
Distracción incongruente
Expectativas
situacionales

2.5.- Hipótesis V: Efecto de la emoción sobre la valencia del recuerdo

En las dos últimas décadas se asumía que bajo la influencia de la emoción


negativa el recuerdo tendía a estar teñido de la misma valencia que la emoción (ver
una revisión en Corson, 2002). Sin embargo, recientemente se ha empezado a
acumular evidencia acerca de un recuerdo con valencia opuesta a la emoción
previa, de forma que tras la inducción de una emoción negativa los participantes
tienden a recordar libremente sucesos alegres o positivos (Rusting y DeHart, 2000).
Se ha apuntado que el mecanismo que genera esta incongruencia entre la emoción
previa y la carga afectiva de lo recordado reside en la utilización de estrategias de
regulación emocional, de forma que se comprueba que precisamente las personas
que regulan su emoción son las que generan recuerdos positivos, incongruentes con
la emoción inducida previamente (Rusting y DeHart, 2000; Krohne, 2002;
McFarland y Buehler, 1997, 1998).

Nuestro modelo teórico está en consonancia con estas explicaciones que


postulan que las estrategias de regulación emocional condicionan el grado de
congruencia o incongruencia del recuerdo. Proponemos que la tipología de
estrategias cognitivas de regulación mostrada en la figura 3 queda ordenada
respecto al éxito que cada estrategia tiene en el cambio de la experiencia
emocional. Desde la rumiación, que apenas producirá cambio alguno en la
experiencia emocional, hasta la distracción, que como vimos provoca el mayor
cambio en la experiencia emocional. Entre la rumiación y la distracción,
encontramos la exploración y la aceptación como estrategias que hipotetizamos
generan cambios intermedios en la experiencia emocional, siendo el cambio de la

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aceptación presumiblemente superior que el logrado mediante la exploración. Es


esperable que las estrategias que consigan reducir en mayor medida la emoción
negativa, estén asociados con recuerdos libres posteriores de menor congruencia
con ella. Por tanto, la mayor proporción de recuerdo incongruente suponemos que
irá de la distracción, con la mayor proporción de recuerdo incongruente, a la
aceptación, que a su vez provocará más recuerdo incongruente que la exploración,
y de ésta a la rumiación que es donde se espera encontrar el mayor grado de
congruencia entre el recuerdo y la emoción.

3) CONCLUSIONES

El presente modelo teórico explica los efectos de la emoción sobre la


memoria en función tanto de las consecuencias automáticas como de las
consecuencias intencionales o estratégicas de la emoción. Además se ofrecen
diferentes itinerarios por los que ambos tipos de consecuencias interaccionan. El
conocimiento teórico en este campo de conocimiento tiene una aplicación natural
en el diseño de programas de educación en regulación emocional. Dado que las
emociones generan reacciones primarias diferentes, es necesario que los programas
de educación emocional tengan en cuenta estas diferencias y se aborden formas
concretas de regular cada emoción. De esta manera las formas óptimas de manejar
la ira, el miedo o la tristeza serán diferentes, debido a que generan reacciones
automáticas distintas. Por ejemplo, la ira, que como hemos visto fomenta que la
atención se dirija a aspectos externos, será regulada con mayor éxito si enseñamos
a dirigir la atención al self, ya que aumentaremos así la apertura y la expectativa de
regulación de la misma. Esta estrategia es menos relevante cuando se trata de
regular la tristeza, que ya de por sí promueve una atención autofocalizada.

Pero junto al efecto de las emociones sobre las reacciones primarias,


hemos subrayado el papel moderador de ciertos factores de personalidad. Si los
resultados van ofreciendo apoyo empírico a este modelo, cada vez serán más
pertinentes programas de educación en la regulación emocional que tengan en
cuenta las características personales de los participantes que participen en ellos.
Conocer ciertos factores de personalidad relevantes permitirá diseñar programas de
formación en regulación emocional adaptadas a cada persona concreta, y por tanto
más eficaces.

El modelo teórico que aquí ha sido presentado es coherente con las


perspectivas que consideran que la manera de superar la emoción negativa es
procesarla para después evitarla (Hunt, 1998). Al igual que la evitación de
pensamientos genera un proceso irónico en el que se exacerba la presencia de los
pensamientos evitados (Wegner, 1994), la evitación prematura de la emoción
negativa puede ser contraproducente si no es procesada previamente (Hunt, 1998).
Este modelo ofrece un itinerario de procesamiento estructurado en cuatro pasos:

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atender al self, estar abierto a la experiencia, identificara para, por último, poder
cambiarla.

La exitosa regulación emocional está asociada con menores índices de


depresión (Rude y McCarthy, 2003), mejoras significativas en indicadores de salud
y estrés (Salovey, Stroud, y Woolery, 2002) y con mayores niveles de satisfacción
vital (Palmer, Donaldson, y Stough, 2002). Por todo ello, la aplicación de los
resultados teóricos en programas de regulación emocional que puedan ser
implantados en la realidad de nuestras escuelas, empresas y otras instituciones, es
de gran relevancia.

4) REFERENCIAS

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