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Segunda parte Thebaund

En esta tónica, la entrada de las mujeres al mundo del trabajo significaba por otro lado
la sospecha desde la inmoralidad hasta la homosexualidad, significaba una perturbación
en el la economía psicosexual de la guerra, entendida como combate viril para proteger
mujeres y niños, difuminando de esta manera la identidad masculina y femenina. Más
que otras actividades realizadas por las mujeres en la guerra, son los cuerpos auxiliares
los que materializan el miedo a la «masculinización» de las mujeres (p. 42)

LA MASCULINIZACIÓN DE LAS MUJERES Los miedos de los hombres del s. XIX


eran expresados a través de la intimidación de sus compañeras, para lo anterior, llevan
la discusión al plano sexual, en donde a partir de los trabajos del psiquiatra alemán
Krafft- Ebing, se asimiló los nuevos roles de la mujer como una «lesbiana viril», una
mujer peligrosa y desvergonzada, perversa congénita de aspecto y psiquismo
(comportamiento) masculino. Con la entrada de lleno de la guerra que crea una
inversión de los roles y desafía los conceptos existentes y tradicionales de feminidad, se
tiende mas bien a acentuar esta teórica que a cuestionarla. En cuanto a Francia, esta
teoría es aceptada en parte, ya que si bien se reconoce el error en la
constitución«sensitivo emotiva» de la mujer, de igual manera se denuncia el riego de
«anarquía moral» que resulta de la confusión de los sexos(p.44) Hasta ahora se ha
descrito el énfasis patriótico que la propaganda oficial ha tenido, pero no se ha indicado
los efectos que ha tenido sobre la percepción de los roles sexuales. Thébaud los define
como ambiguos. Por ejemplo, el gobierno británico llama a las mujeres a cumplir un
deber temporal de sustitución «pon tu granito de arena, sustituye a un hombre en el
frente» pero la circulación de esta información llama a la competencia; aún así, la
literatura y la prensa siguen poniendo primero el rol tradicional de las mujeres en
tiempos de guerra, como la enfermera, la dama de caridad, etc. En vez de los trabajos
que la población femenina sí estaba realizando. Simbólicamente, antes que demostrar
las capacidades de las mujeres, la guerra revive los mitos de la mujer salvadora y
consoladora.

El caso de Francia, las feministas quieren convertir la experiencia de la guerra en un


trampolín hacia la igualdad profesional, o, por lo menos, hacia la apertura de oficios y la
cualificación de las trabajadoras. Pero la movilización femenina es distinta a la
masculina. Una mujer que trabaja por un hombre, es un hombre que se envía al frente,
la hostilidad de los sectores populares contra el trabajo femenino fue alimentada por la
competencia y por la adscripción de las mujeres al modelo de madre-ama de casa.

¿THE WOMEN'S AGE? En 1918, se describe a Inglaterra como «un mundo de


mujeres» en donde la borrosa solterona ha dado paso a una «mujer capaz, de mirada
brillante, feliz» o bien se evoca una imagen retrospectiva de una «época buena». Pero
esta teoría de la apoteosis femenina es una critica intrincada en donde los hombres y
jóvenes en constante sacrificio y a las ciudades como «un festival del desorden
femenino», esto representa una castración, total o figurada, está vinculada al boom del
antihéroe en la literatura de la época, un antihéroe paralizado, estéril, mutilado

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