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El gato que se fue a la luna

Nací en lo más profundo de una calle, cercas de un canal de aguas negras con
demasiadas carencias, pero con unas ganas de luchar que me comía las carencias,
mamá y papá todo el día trabajaban.
Mis días eran aburridos y solo veía por la ventana pasar mucha gente que iba y
venía, pero nunca regresaba por el mismo camino. Recuerdo la primera vez que
llego Julián su mamá lo traía cargando en la espalda y el solo sonreía a todo el
mundo, parecía más una carga para su madre, que un hijo que había nacido sin
piernas. Rentaron en la casa de enfrente, en un cuarto demasiado pequeño, que
podías estar en la sala, el cuarto y el baño al mismo tiempo.
Todos los días salía a la misma hora a la ventana y Julián solo estaba sentando en
una silla viendo pasar a la gente, pero siempre con una sonrisa, en un momento
que deje de ver llego un gato a él y se sentó a su lado, un gato gordo, con pelos
blancos como las nubes y sus ojos que reflejaban mares.
Empecé saludando a Julián desde la ventana y el me saludaba muy contento,
mientras el gato todos los días llegaba a la misma hora y se sentaba en el mismo
lugar. Estaba muy nervioso por mi primer día de clases, pero lo más raro es que
Julián no parecía nervioso, mamá me dejo en la puerta y a Julián su mamá lo llevo
hasta el salón y lo sentó, que suerte estuvimos en el mismo salón, por fin pude
saludarlo en persona, pero el solo sonrió, toda la clase estuvo atento y parecía que
nada lo desconcentraba. Al final de la clase su mamá llego por Julián, pero
renegando de ir por él.
El segundo día de clases Julián no asistió, me dio mucha tristeza, así que tome el
valor y toque la puerta de su casa. Su mamá todo el día quejándose y gritando, me
advirtió que no llevaría nunca más a Julián a la escuela porque eso no sirve.
Con mucho miedo enfrente a la mamá de Julián y le dije que yo lo llevaría todos los
días a clase, con gran enojo acepto.
Más de medio día pensando en como le haría para lleva a Julián a clase,
simplemente tome mi mochila y Julián se metería ahí , mamá estaba preocupada
por el peso, pero el no pesaba nada era tan flaco como una ramita de árbol.

Pase muy temprano por él, nos esperaba un camino muy largo, el señor migajón
así llamamos al gato, salió a despedir a Julián, mientras su mamá seguía dormida.
A medio camino nos caímos y solo reímos los dos, no podía con el pero mi voluntad
era más fuerte, llegamos temprano y lo senté alado de mí, era muy inteligente todo
lo aprendí muy rápido y yo lo seguía, le encantaba leer y siempre participaba,
aunque todos le gritaban el tronco, por pura envidia, pero el parecía no escuchar
nada.
De regreso a casa me agradeció por ayudarlo, siempre había querido ir a la escuela,
pero su mamá nunca lo llevo hasta ese momento. Sorprendido no podía comprender
como aprendió a leer y a sumar, hasta que me dijo que el solo lo aprendió de un
libro tirado, que su madre recogió.
Julián y yo nos volvimos inseparables, estábamos en todos lados juntos yo era sus
pies y él era mis ojos. Nos encantaba barrer juntos, podíamos barrer más rápido, ir
al baño juntos, cuando yo terminaba me daba la vuelta y el seguía. Ninguno de los
dos tenía el dinero suficiente para comer, así que hacíamos favores, como barrer
las calles, ir al mercado, cargar cosas y hasta ir por los más pequeños a la escuela.
Siempre me dolía la espalda, pero nunca me detuvo el dolor para seguir ayudando
a Julián, había días que eran muy largos nos sentábamos en la banqueta y
mirábamos a la gente pasar mientras a Julián le encantaba cantar, canciones que
el mismo componía.
Jamás tuve un hermano, pero yo sentía como si él fuera mi hermano.
Un día llegamos de la escuela y el señor Migajón estaba en la azotea y arañaba al
aire como si quisiera tocar la luna, como si la luna lo estuviera acariciando. Camino
como si el tiempo no pasara, como una hoja que se la lleva el aire y jamás regreso.
Julián lo esperaba todos los días en el mismo lugar, pero el no llegaba, lo cargue y
le dije que el señor Migajón estaría bien y solo regreso a su casa.
La mamá de Julián se fue, dejo una carta donde le explicaba que nunca lo quiso,
que fue un error, que el no servía para nada. Nadie podía creer que Julián no estaba
triste, solo sonreía.
Fue un martes cuando escuchaba gritar, corrí para ver que ocurría, Julián no estaba,
corrí buscándolo pero la lluvia no me dejaba, cuando vi algo que se arrastraba por
el suelo era Julián estaba muy cercas del canal, gritaba su nombre pero el no
escuchaba, le repetí mil veces que no siguiera, que no debía seguir, que era lo único
que tenía y solo me vio me quede paralizado sonrió y cayo hacia el canal, comencé
a llorar , grite por ayuda, gritaba, corría intentando buscar a alguien, nadie apareció.
Cuando regresé a casa, la casa ya no estaba se había derrumbado el cerro, solo
escombros había, caí de rodillas y desde el fondo el señor Migajón caminaba como
si el tiempo no pasará, paso entre mis manos y con un salto subió a mi hombro y
camino, no podía dejar de seguirlo.
Cercas del canal el señor migajón se detuvo había mucha gente sin brazos, sin
piernas, sin ojos, platicaban como si fueran personas normales como si una gran
fiesta estuvieran celebrando, callaron al verme y del fondo de la multitud salió Julián
al verme y sonrió como siempre lo hizo, se desvanecieron con el aire y el señor
migajón camino hacia la luna.

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