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FACULTAD DE DERECHO
INFORME ACADÉMICO
Autor(es):
Docente :
Tarapoto – Perú
2018
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Índice
INTRODUCCIÓN: ................................................................................................................................ 3
CAPITULO I: ........................................................................................................................................ 4
ESCUELAS DEL DERECHO CONSTITUCIONAL ..................................................................................... 4
1.1. Escuela Unidimensional del derecho ................................................................................ 4
1.1.1. Teoría Pura de derecho de Kelsen (escuela de Viena) ............................................ 4
1.1.2. Realismo Escandinavo ............................................................................................. 20
1.1.3. Derecho natural- considera el valor natural (Wolff) .............................................. 21
1.2. Teoría Bidimensional del Derecho .................................................................................. 22
1.2.1. valorativo – sociológico (Escuela Francesa de Hauriau) ......................................... 22
1.2.2. socio – nomológico( Escuela francesa de Duguit) ................................................. 22
Bibliografía ....................................................................................................................................... 29
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INTRODUCCIÓN:
El hombre por su misma condición de ser ente social , así se ha manifestado desde su existencia, es
el único sobre la tierra, que desde tiempos remotos ha convivido en comunidad, habiendo
ensayado diversos y complejos sistemas de organización política persiguiendo encontrar fórmulas
que le permitan desarrollar adecuadas relaciones de comunicación y cooperación con los demás.
Uno de los sistemas, el más complejo quizá, es sin lugar a dudas, el sistema de organización
constitucional creado, hace apenas tres siglos como consecuencia del avance de las ideas
democráticas liberales, con el fin de proveer a la sociedad los mecanismos esenciales e
indispensables para dar solución a sus naturales conflictos dentro de un clima de paz y tranquilidad.
El estudio de nuestra asignatura de derecho constitucional nos permitirá efectuar un análisis de las
leyes fundamentales que definen un estado y que a su vez nos ayudara a construir unas bases
sólidas que nos permitirán comprender toda una evolución histórica y así entender luego la noción
y el estado actual del constitucionalismo reinante.
Además sienta las bases para la construcción de la juricidad. Hace énfasis en los conceptos jurídicos
fundamentales que preparan al estudiante para asumir con plena responsabilidad el futuro
ejercicio en su campo laboral.
Es ciencia formativa de la personalidad puesto que estudia los valores que debe defender todo
ciudadano colombiano como son la justicia, la libertad, el bien común, la convivencia, la
solidaridad, para lograr el progreso social y los altos fines del hombre que se educa en la
trascendencia y en el espíritu de servicio a la colectividad.
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CAPITULO I:
Si partimos de la célebre frase hegeliana “El Estado es Dios en la tierra”, y agregamos a esto que
“Dios no ha muerto, ha sido incorporado en el destino del hombre” podremos adelantar bastante
Pero para hacer esta narración sobre el Estado debemos dar un paso atrás, ya que no debemos
olvidar que en alguna medida durante la modernidad temprana el Estado era, efectivamente, Dios
en la tierra. El Estado moderno se plantea a sí mismo como externo respecto a la sociedad civil (y
la economía que ésta incluye), de acuerdo a principios que son ajenos a las formas espontáneas
Esto, a simple vista, parece ir en contra de la caracterización marxista del Estado o bien como
relación social o bien como superestructura, cuya forma es moldeada en última instancia por el
desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas en sus revoluciones constantes en un determinado
momento.
desarrollo de las fuerzas productivas en las que la acumulación es garantizada de la mejor manera
por un Estado, que planteado como Dios, es capaz de ubicarse como exterior a las dinámicas micro
POSITIVISMO JURÍDICO
Una definición posible del derecho es describirlo como un “orden normativo de la conducta
humana en sociedad”. Dicha definición se puede completar, o complementar, con un
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postulado referido a un orden superior al derecho mismo, como por ejemplo “inspirado en
un ideal de justicia” o “inspirado en la ley natural”.
Kelsen, jurista austríaco nacido en 1881 y fallecido en 1973, quiso formular una teoría del
derecho que lo explicara prescindiendo de cualquier referencia a otros órdenes o sistemas
que pudieran tener alguna influencia en las normas.
Para Kelsen, explicar qué es el positivismo jurídico o el derecho positivo, es imposible sin
referirse a la doctrina del derecho natural. No a una en particular, sino a todas en general.
Así es que Kelsen sostiene que el objeto del estudio de una teoría del derecho debe ser sólo
el derecho positivo, que es un orden coercitivo cuyas normas son creadas por actos de
voluntad de seres humanos, es decir, por órganos legislativos, judiciales y administrativos
y por la costumbre. Kelsen entonces sostiene que la teoría del derecho no debe tomar en
consideración otros órdenes normativos, como el derecho natural o el derecho divino.
Según Kelsen, el derecho natural, para sus defensores, es inmanente en la naturaleza del
hombre. Esto significa que es parte inescindible, que es la misma esencia, que no se puede
separar de ella, pero sí conocer por la razón. Se puede conocer a través de su observación
deduciendo entonces cuáles son las normas del derecho natural.
Es decir que, al no ser obra humana, son inmutables y válidas en todo tiempo y lugar y no,
como las leyes creadas por los hombres, sólo válidas aquí y ahora. Sostiene la doctrina del
derecho natural que ese orden normativo inmanente en la naturaleza es un orden justo de
la conducta humana.
Y sostiene que para ser válido, el derecho positivo, es decir, el creado por los hombres,
debe estar de acuerdo, ser consistente, corresponderse, con el derecho natural. Un
ejemplo aclara: si de la observación de la naturaleza deducimos que una de sus normas es
la prohibición del incesto, entonces el derecho positivo, para ser válido y justo, debe
acomodarse a esa norma y no permitir (incluso castigar) el matrimonio entre hermanos.
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Tampoco por supuesto reconoce Kelsen validez a la ley divina, a la creada por Dios. Y critica
a la doctrina del derecho natural en tanto ha pretendido desprenderse o independizarse
de la ley divina. En efecto, la ley divina es aquella dictada por Dios, que además es la fuente
de validez de la ley natural. La ley natural lo es en tanto ha sido allí puesta por Dios al crear
todo lo que existe. Si se pretende separar a la ley natural de la ley divina, se priva a la
primera de su razón de existencia. Porque de otro modo no podría, dice Kelsen, ser eterna
e inmutable.
Sostiene también Kelsen la tendencia anti ideológica de su Teoría pura del derecho, la que
hace de ella una verdadera ciencia del derecho, dado que toda ciencia tiene la tendencia
inmanente a conocer su objeto, en tanto que la ideología encubre la realidad, sea
transfigurándola para defenderla y asegurar su conservación, se desfigurándola para
atacarla, destruirla y reemplazarla por otra. Todas las ideologías emanan de la voluntad, no
del conocimiento. Su existencia está ligada a ciertos intereses o, más exactamente, a
intereses diversos del de la verdad, cualquiera sea, por otras parte, su importancia o su
valor. Pero el conocimiento concluirá siempre por desgarrar los velos con los cuales la
voluntad [ideología] envuelve las cosas.- La autoridad que crea el derecho, y que
naturalmente trata de mantenerlo en vigor, puede preguntarse si es útil un conocimiento
exento de toda ideología. También las fuerzas que quieren destruir el orden social existente
y reemplazarlo por otro que consideran mejor pueden no prestar gran atención a tal
conocimiento del derecho. Pero una ciencia del derecho es indiferente tanto a una como a
las otras. Ésta es la actitud adoptada por la Teoría Pura.
Kelsen, habiendo descartado la ley natural, la ley divina y la ideología como ordenes
normativos superiores, sólo reconoce validez a las normas en tanto y en cuanto han sido
creadas por el hombre siguiendo los procedimientos establecidos en el orden o sistema
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jurídico (en nuestro caso, las leyes conforme el procedimiento de la Constitución). Es decir,
no admite que el derecho positivo deba reconocer su validez en otro orden normativo
superior.
La teoría pura del Derecho pretende ser una teoría depurada de toda ideología política y
de todo elemento de las ciencias de la naturaleza, y consciente de tener un objetivo regido
por leyes que le son propias.
Procura determinar qué es y cómo se forma el Derecho, sin preguntarse cómo debería ser
o cómo debería formarse. Es una ciencia del Derecho, y no una política jurídica. Pretende
constituir una ciencia que tenga por único objeto el Derecho e ignore todo lo que no
responda estrictamente a su definición.
El Derecho positivo y la Moral son dos órdenes normativos distintos uno del otro. Esto no
significa que sea menester renunciar al postulado de que el Derecho debe ser moral, puesto
que, precisamente, sólo considerando al orden jurídico como distinto de la Moral cabe
calificarlo de bueno o de malo
La teoría pura intenta exponer el Derecho tal cual es, sin tratar de justificarlo o criticarlo.
Se preocupa de saber lo que es y lo que puede ser, y no si es justo o podría serlo. En este
sentido es una teoría radicalmente realista. Se abstiene de pronunciar juicios de valor sobre
el Derecho, dado que quiere ser una ciencia y limitarse a comprender la naturaleza del
Derecho y analizar su estructura.
De conformidad con una consistente teoría del Derecho Natural, un derecho positivo, es
decir, un orden coercitivo establecido por actos de seres humanos en todos lados efectivos,
debe ser considerado como nulo e inválido si no corresponde al Derecho Natural. La
pregunta sobre si una determinada norma de derecho positivo está o no de acuerdo con el
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derecho natural y si debe ser o no considerada válida, no puede, según la doctrina del
derecho natural, contestada por todos porque, si todos revistieran dicha autoridad, todo
el mundo podría rehusarse a obedecer la ley positiva, lo que conduciría a la anarquía. Por
lo tanto, sólo puede ser contestada por el creador de la ley positiva y, siendo él el único
que pueda resolver esta cuestión, la ley positiva siempre será válida.
Pero la necesidad política de un modelo absoluto con referencia al cual deba valuarse o
juzgarse todo el derecho positivo, únicamente puede ser satisfecha por el derecho natural
en tanto este pretenda ser un eterno, inmutable, orden de justicia, lo cual sólo resulta
posible si se basa en una autoridad trascendente, que nada más existe dentro de la
especulación religioso-metafísica.
Como se ve, Kelsen ha distinguido el problema del valor del Derecho del de su validez; es
decir, el problema de si una norma es justa (por ej., si es o no conforme al Derecho natural),
del problema de si existe (es decir, de si es válida). Y ha dicho que no es tarea de la ciencia
del Derecho, si quiere ser ciencia como cualquier otra ciencia, esto es, indiferente a los
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En una regla de derecho, diferencia de lo que ocurre en una regla moral, la consecuencia
imputada a la condición es un acto coactivo que consiste en la privación de un bien jurídico
(vida, libertad, propiedad, etc.).
Las normas religiosas si prescriben sanciones, que desempeñan un papel esencial. En los
pueblos primitivos, la sanción por la violación de una norma religiosa (pecado) podía ser un
incendio, una helada, una sequía, una invasión. En las religiones más evolucionadas, la
sanción por los pecados cometidos en este mundo se aplica en otro mundo, después de la
muerte.
Las sanciones religiosas se diferencian de las jurídicas en que las primeras emanan de seres
sobrenaturales, que son quienes por otra parte también crearon las normas religiosas.
Las sanciones jurídicas, por el contrario, son aplicadas por seres humanos, porque las
normas jurídicas son creaciones de la voluntad humana a través de las instituciones que los
hombres se dan a sí mismos. Es por esto entonces que Kelsen dice que el derecho es un
orden coactivo.
Es además una técnica social, un método para inducir a los hombres determinadas
conductas: se sanciona con un acto coercitivo la conducta contraria a la deseada. Se
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amenaza con un mal en caso de seguir una conducta contraria a la deseada. El aspecto
característico de este método consiste en sancionar con un acto coactivo la conducta
contraria a la deseada. El autor de una norma jurídica supone evidentemente que los
hombres cuya conducta es así regulada considerarán tales actos como un mal y se
esforzarán por evitarlos. Su meta es, pues, encauzarlos hacia una conducta determinada,
amenazándolos con un mal en caso de una conducta contraria
Así el derecho es visto como una técnica social, estrechamente ligada a un determinado
orden social que pretende mantener.
CAUSALIDAD E IMPUTACIÓN
El derecho puede ser descripto por la ciencia del derecho mediante fórmulas que señalen
que, bajo ciertas condiciones, determinadas por la ley, ciertos actos coercitivos deban tener
lugar. Estas fórmulas son juicios hipotéticos análogos a los juicios hipotéticos por medio de
los cuales la ciencia de la naturaleza describe a la naturaleza, las llamadas leyes de la
naturaleza, como por ejemplo, un cuerpo metálico expuesto al calor se distiende. En estos
enunciados, la condición es la causa, la consecuencia es el efecto y la relación entre estos
dos elementos es la causalidad.
La diferencia entre estos juicios hipotéticos y aquellos por los que la ciencia del derecho
describe su objeto, consiste en que los primeros son enunciados de ser, los últimos son
enunciados de deber ser, y de que la relación entre la condición y la consecuencia,
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La Teoría pura del derecho pretende, antes que nada, contestar a la pregunta “¿qué es el
derecho?”. Aún siendo una de las ciencias más viejas, no hay una definición universalmente
aceptada sobre el concepto de derecho.
Existen dos puntos de vista. De acuerdo con uno, el derecho es un hecho, una conducta
determinada de los hombres, que tiene lugar o se realiza en el tiempo y en el espacio y
puede ser percibida por nuestros sentidos. Las relaciones jurídicas con relación de hechos
de la vida. Los hechos son el objeto de las ciencias naturales: la física, la química, la biología.
En consecuencia, de acuerdo con esta doctrina, la ciencia del derecho no se diferencia
esencialmente de esas ciencias naturales: a semejanza de ellas, la ciencia del derecho
describe su objeto con enunciados en el sentido de que algo es o no es, es decir, mediante
enunciados o manifestaciones de ser.
De acuerdo con el otro punto de vista, el derecho no es un hecho sino una norma, es decir,
que algo debe ser realizado, aun cuando en la realidad no se realizado. Una norma tiene el
carácter de una orden o mandamiento y comúnmente se expresa lingüísticamente en
forma imperativa, como por ejemplo los Diez Mandamientos dados por Dios a Moisés:
“honrarás a tu padre y a tu madre”, “no matarás”. Una norma puede tener no sólo el
significado de una orden, sino también el de una autorización, como la Constitución que
autoriza al poder legislativo a dictar leyes. Finalmente puede tener el sentido de un permiso
para realizar algo que, sin el permiso, estaría prohibido; por ejemplo, una norma general
prohíbe matar, pero una norma especial limita a la primera al permitir hacerlo en legítima
defensa. Kelsen distingue este permiso positivo del permiso en un sentido meramente
negativo: una conducta es permitida si no existe una norma prohibiendo lo contrario, de
acuerdo con el principio “lo que no está prohibido, está permitido”. Estas son las tres
funciones normativas: orden o mandamiento, autorización, permiso positivo.
El significado específico de la afirmación de que algo debe ser realizado, sólo puede
explicarse refiriéndose a la diferencia que existe entre esta afirmación y la aseveración de
que algo es realzado. El dualismo lógico del “ser” y el “deber ser” presentan la imposibilidad
de inferir de la afirmación de que algo es o es realizado, la afirmación de que algo debe ser
o debe ser realizado y a la inversa.
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su eficacia. La validez significa que la ley debe ser obedecida y aplicada; la eficacia quiere
decir que la ley es, en verdad, obedecida y aplicada. La eficacia es solamente una condición
de validez, no es igual a ella. Una norma jurídica puede ser válida antes de que se convierta
en efectiva. Si un tribunal aplica una ley, por la primera vez, inmediatamente después que
ha sido adoptada por el órgano legislativo, consecuentemente antes que pudiera
convertirse en efectiva, el tribunal aplica una ley válida. El tribunal sólo puede aplicar una
ley si es válida; y es válida porque ha sido creada de conformidad con la Constitución. Pero
la ley pierde su validez, si no ha cobrado efectividad o ha dejado de ser efectiva. Al hecho
de que una norma jurídica advenga efectiva, debe añadirse el hecho de que es creada por
un acto, a fin de que la norma jurídica se mantenga válida. Pero así como el acto, por el que
se crea la norma, no es idéntico o igual a la norma – que es el significado o resultado de
este acto – la eficacia de una norma jurídica no es idéntica a su validez.
Norma válida: la que existe, es decir que ha sido creada por el hombre, como una
expresión de su voluntad, a través de los órganos legislativos, administrativos, judiciales o
por la costumbre
a) La norma fundamental
Dado que el orden jurídico es un sistema de normas, se plantea una pregunta: ¿Qué es lo
que constituye la unidad de una pluralidad jurídica ¿Por qué una norma pertenece a un orden
jurídico determinado?
Una pluralidad de normas constituye una unidad, un sistema o un orden cuando su validez
reposa, en último análisis, sobre una norma única. Esta norma fundamental es la fuente
común de validez de todas las normas pertenecientes a un mismo orden y constituye su
unidad. Una norma pertenece a un orden determinado únicamente cuando existe la
posibilidad de hacer depender su validez de la norma fundamental que se encuentra en la
base de ese orden.
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La Teoría pura del derecho atribuye a la norma fundamental el papel de una hipótesis
básica. Partiendo del supuesto de que esta norma es válida, también resulta válido el orden
jurídico que le está subordinado.
La norma fundamental es así la hipótesis necesaria de todo estudio positivista del derecho.
Al no haber sido creado según un procedimiento jurídico, no es una norma del derecho
positivo; dicha norma no es “puesta” sino “supuesta”. Es la hipótesis que permite a la
ciencia jurídica considerar al derecho como un sistema de normas válidas.
b) La Constitución
El derecho regula su propia creación, pues una norma determina cómo otra norma debe
ser creada y, en cierta medida, cuál deberá ser su contenido.
c) La legislación
Inmediatamente después de la Constitución encontramos las normas generales emanadas
del procedimiento legislativo [las leyes y códigos], las cuales determinan no sólo los
órganos y el procedimiento, sino también y sobre todo el contenido de las normas
individuales que han de ser dictadas por las autoridades judiciales y administrativas.
Las leyes pertenecen pues, al derecho material y al derecho formal: el código penal y el
código civil son complementados por los códigos de procedimientos penales y civiles; las
leyes administrativas, por la ley de procedimientos administrativos.
d) La jurisdicción
La función de las sentencias de los tribunales, de lo que se denomina jurisdicción o poder
judicial es la de establecer si, en un caso concreto, estamos en presencia del hecho ilícito
definido abstractamente por la norma general y, en caso afirmativo, de aplicar de modo
concreto el acto de coacción, prescripto también de manera abstracta por la norma
general. Al definir de manera abstracta el hecho ilícito y la sanción que es su consecuencia,
una norma general solo adquiere su verdadero sentido sólo después de haber sido
individualizada.
e) Administración
La administración, al igual que la jurisdicción, tiene por función individualizar y concretar
las leyes. Pero lo hace de manera directa e inmediata lo deseado por la ley, por ejemplo, al
construir un edificio escolar o prestando asistencia a los enfermos en los hospitales. Esta
administración directa es esencialmente diferente de la jurisdicción.
Solos los actos de coacción que aplican las normas individuales son exclusivamente de
aplicación del derecho. Inversamente, al suponer una norma fundamental no hay
aplicación de una norma superior a ella. Pero entre estos dos casos límite, todos los actos
jurídicos tienen a la vez la función de crear y aplicar el derecho.
CONFLICTO DE NORMAS
Ya que el derecho es una obra de los hombres, las normas jurídicas son creadas por catos
de la voluntad humana, las mismas relaciones humanas pueden ser reguladas en diferentes
órdenes jurídicos o en el mismo orden jurídico en distintos tiempos y diferentes modos. En
virtud de ello, son posibles los conflictos de normas jurídicas.
porque conforme al principio jurídico “lo que no está legalmente prohibido, está
legalmente permitido” o como también se formula “nadie puede ser obligado a realizar u
omitir un determinado comportamiento si la ley no le impone la obligación de conducirse
de esa forma” (nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni privado de lo que no
prohíbe). La ley impone esta obligación únicamente cuando atribuye una sanción a la
conducta contraria. Si no hay una norma jurídica que vincule una determinada acción u
omisión de esa acción de un individuo a una sanción, el individuo es jurídicamente libre de
realizar u omitir la acción.
Una sentencia judicial puede entrar en conflicto con el código o ley que debe aplicarse en
esa sentencia, y un código o ley pueden entrar en conflicto con la Constitución. Es común
hablar de una resolución judicial antijurídica o de una ley anticonstitucional. Sin embargo,
para la Ciencia del Derecho, las resoluciones judiciales antijurídicas o las leyes
anticonstitucionales, son válidos siempre y cuando no hayan sido anulados por el acto de
un órgano competente para resolver sobre su antijuridicidad o inconstitucionalidad de
acuerdo con el procedimiento jurídico establecido por la ley. Lo que se llama una resolución
judicial antijurídica o una ley anticonstitucional, son en realidad una sentencia jurídica y
una ley constitucional, que pueden ser anulados por medio de un procedimiento especial.
Por ejemplo: una Constitución establece el libre culto de todas las religiones, lo que
significa, entre otras cosas, que ninguna persona puede ser castigada por el ejercicio del
culto de una religión; ahora bien, una ley prohíben el culto de una religión en particular,
estableciendo un castigo en el caso de ejercicio de ese culto: la Constitución puede
autorizar a los tribunales a rehusarse a aplicar esa ley que considere anticonstitucionales.
Pero en tanto la ley no sea declarados anticonstitucionales por el tribunal, serán válidos
para este caso.
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La ley será válida y constitucional hasta tanto no sea anulada a través del procedimiento
establecido en la Constitución. Entonces, lo que se llama una ley anticonstitucional, es la
posibilidad de ser anulada por medio de un procedimiento especial.
Este movimiento de la tendencia realista en derecho lo representa, entre otros, Alf Ross; él destaca
entre los realistas escandinavos, para quienes la eficacia o vigencia real de las normas jurídicas es
la propiedad determinante, por encima de la validez meramente formal y del contenido moral de
las mismas.
El punto de partida de estas doctrinas es menos práctico que el realismo americano puesto que
este último se centra de manera casi exclusiva en la actividad judicial, mientras que el escandinavo
se ocupa del derecho como sistema jurídico y de su fundamentación. En este sentido cree que la
aceptación generalizada de las normas jurídicas como vinculantes u obligatorias se debe a un
proceso de condicionamiento psicológico. Como seres sociales llevan el proceso de aprendizaje al
estudio psico-social.
El realismo escandinavo se fundamenta en una doctrina que es el positivismo lógico que dice, entre
otras cosas, que la única realidad es aquella que puede situarse en el espacio-tiempo. Una
consecuencia importante de esto es que los derechos y deberes jurídicos no existen realmente sino
que son el resultado de condicionamientos psicológicos y sociales. La mente humana responde de
determinadas maneras a ciertos tipos de presión social y condicionamiento psico-social.
Para Kelsen la existencia de la norma jurídica reside en su validez formal, para Ross reside en su
eficacia.
Indeterminación del derecho. Los realistas suelen creer que el derecho positivo (las leyes y
los precedentes obligatorios) no determinan las verdaderas soluciones a los caso.
Enfoque instrumentalista. Los realistas creen que el derecho sirve o debe servir como
instrumento para alcanzar propósitos sociales.
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El núcleo fundamental del Derecho no son las leyes sino los hechos.
El derecho no está formado por enunciados con contenido ideal acerca de lo que es
obligatorio, sino por las reglas realmente observadas por la sociedad o impuestas por la autoridad
estatal.
Para los realistas es la decisión del Juez lo que determina que es, y que no es derecho.
La escuela del derecho natural incluye la mayor parte de los filósofos de los siglos XVII-XVIII. Hobbes,
Locke, Leibniz, Kant, Pufendorf son destacados autores iusnaturalistas. Todos ellos comparten un
método filosófico racional-deductivo con el objetivo de reducir el derecho y la moral a una ciencia.
Toda la filosofía política moderna se encamina a demostrar que el poder sólo es legítimo si es
consentido por los individuos, pactado a partir de premisas racionales. Para la mayoría de autores,
el orden social racional por excelencia es el derivado del contrato social. En la medida en que se
niega a las mujeres su estatus de individuo y quedan excluidas del contrato social reivindicarán su
derecho natural a rebelarse contra la tiranía.
Durante este s XIX se abre un amplio frente critico frente al positivismo jurídico, frente a la
reducción absoluta del derecho a una ley formal que no admitiese si quiera procesos
interpretativos van a ser las corrientes sociológicas(hechos) y en concreto la escuela libre de
derecho, y la de la jurisprudencia de intereses, que van ha quebrantar desde una nueva
concepción de la teoría del derecho, ese dogma central del sistema que el último extremo no
permitía una resolución justa de los conflictos sociales.
La gran objeción al positivismo, era sencillamente la carencia de justicia de valor sin e cual el
derecho no es ni siquiera convencible.
No es cierto que ningún caso sea posible aplicar la ley sin interpretarla y esa interpretación, no
puede reducirse a un problema mecánico de su enunciado general de la norma al caso concreto
por el contrario en toda interpretación se produce necesariamente el proceso valorativo
material que concluyó en la ley, debe por tanto y forzosamente manejarse los valores que
articulan la estructura de las instituciones, las cuales son cualquier cosa menos una maquinaria
fría y automática por otra parte los sociólogos del derecho, consideran que la sociedad avanza
con más rapidez que lo hace el propio derecho. Es por lo que en numerosos casos se produce
un desfase entre el derecho y la realidad social dando lugar en contra de la posición dogmática
en numerosos casos ha vacíos legales.
Una mención especial requiere la dirección -o cabría decir mejor, direcciones- de pensamiento del
«solidarismo iussocial». Una corriente bastante heterogénea que se hizo pasar sobre todo a partir
de Francia, y que incluso tiene sus conexiones originarias en la idea de la «fraternidad» que formara
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Es de una visión práctica y reformista tampoco concebía una sociología que no acabara en una
práctica política y social; la sociología debía inspirar «reformas racionales», aportando a la nación
un programa, un principio de orden y una doctrina moral. En la conferencia de Durkheim
pronunciada ante el Congreso Internacional de Educación Social, que tuvo lugar en París, bajo los
auspicios del gobierno, como parte de la Exposición Universal de 1900. Dicho congreso -donde
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también participó Bourgeois - concluyó con una resolución que establecía el significado y las
implicaciones de la noción de «solidarité»: la idea de justicia como pago de una «deuda social» por
parte de los privilegiados a los no privilegiados, que suponía una interdependencia y unas
obligaciones casi contractuales entre todos los ciudadanos e implicaba un programa de enseñanza
pública, seguridad social y legislación en materia de trabajo y bienestar. Es una «solidaridad
orgánica» la que le hace defender la intervención del Estado, la legislación social y las asociaciones
voluntarias, tratando de encontrar un camino intermedio entre el individualismo liberal y el
socialismo revolucionario, entre el individualismo y el colectivismo.
Ello proporcionaba un asidero para la doctrina reformista, para liberales sociales, colectivistas,
corporativismo católico, sindicalismo anarquista, etc., pero en la práctica inmediata constituyó un
soporte ideológico para una amplia y plural corriente de reforma legislativa de carácter social.
Antes de que se creara el sistema de seguros sociales en Francia, Bourgeois lo había propugnado.
Su ideario fue asumido por el Partido Radical francés e influyó en otros partidos de izquierda,
aportando una doctrina reformista y conciliatoria que defendía los valores de la igualdad y la justicia
social, pero sin abogar por una transformación completa del orden existente del capitalismo.
Este hecho es tanto más significativo cuando se repara que Duguit no sólo recibió la
influencia de Durkheim, sino que considerándose su discípulo, aplicó con propia originalidad sus
teorías en el ámbito del Derecho, aunque no aceptó el realismo social durkheimano de la
conflictividad, y realzó más bien que el contenido de la conciencia colectiva era esencialmente
social[144]. Su reconocimiento al maestro se refleja también en la consideración de los elementos
constitutivos de la cohesión social, que asume en los determinados por Durkheim. Esos elementos
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residen en lo que se llama la «solidaridad social». Esa palabra sin embargo, al uso en el lenguaje
político de la época, ha visto cambiado su verdadero sentido. Esta es la razón por la que Duguit opta
por usar la locución «interdependencia social».
La nueva concepción de la libertad-función fundamenta todas las leyes que imponen al individuo
obligaciones positivas. Él postula su aplicación en las «leyes modernas relativas al trabajo y a la
previsión».
de León Duguit, «La transformación del Estado». En este punto, como en el de la organización
«pública» de la solidaridad el modo de pensar de León Duguit estriba en el «intento de elevar las
funciones llamadas privadas a la dignidad de funciones públicas». De ahí su defensa de la
«publicación» de los sindicatos dentro de la estructura interna del Estado.
Posteriormente, «el solidarismo», de contorno siempre difusos (precisamente por ser utilizada
como una palabra «fetiche» por distintas -y menudo contrapuestas, también en distintos planos-
corrientes de pensamiento jurídico, iría transformando su «modus operandi» hasta ser acogido a
principios de siglo XX en especial por la doctrina del socialismo democrático. Su influencia persistió,
penetrando en el esquema integrador de la política jurídico-social de la primera postguerra
mundial, y a partir de ahí se constituyó en uno de los principios político-jurídicos inspiradores de la
legislación socio laboral, y muy especialmente de la Seguridad Social contemporánea.
Por lo demás, varios de los autores adscritos a dicha corriente de pensamiento tuvieron una
evolución aún más marcada hacia el reformismo socializante, como es el caso del «segundo»
Fouillée, con la decidida defensa de una democracia política y social e industrial, pero
significativamente desde una visión armonicista (entre trabajadores y empresarios), convirtiendo a
las empresas en «asociaciones de colaboración», en «órdenes integrativos»; superando su
configuración como «asociaciones de dominación». Es de significar, en lo referente a la formación
interior del pensamiento de Posada, que éste siempre estuvo influido por el solidarismo francés, el
cual, significativamente, presentaba una gran influencia de Krause, vinculándose estrechamente su
«idea social».
Esa influencia se hizo extensiva hacia el solidarismo jurídico y objetivista de Duguit, por lo demás
partidario del reformismo social a través de la intervención pública. Duguit entroncaba con la
tradición solidarista de Secrétan, Fouillée y Bourgeois, y en particular con la idea de la solidaridad
como idea de la moral transpersonalista , principio de síntesis entre el individualismo y el
universalismo, en cuanto orden de integración y de comunión excluyente de toda subordinación de
sus miembros a la totalidad, expresándose en las asociaciones igualitarias de cooperación y de
colaboración. Él creyó vislumbrar en el desarrollo social un verdadero «movimiento de integración
social» que afecta a todas las clases y grupos sociales, y al mismo tiempo una realidad y una
tendencia expansiva hacia el pluralismo jurídico de los diversos órdenes jurídicos. Es evidente que
en los primeros años del siglo veinte también España se estaban poniendo, con las nuevas
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orientaciones del liberalismo social institucioncita presente en el Instituto de Reformas Sociales, los
cimientos del futuro Estado social, así como elaborando su forma jurídica más genuina: el Derecho
social, llamado a «reconstituir» los vínculos sociales desechos con la «cuestión social» probada por
el capitalismo y su organización liberal. En esa etapa crítica del liberalismo político y social, entendió
Posada que debería seguirse la senda de transformación de liberalismo «político» en liberalismo
«social», pero, por decirlo con John Rawls, manteniendo los valores fundamentales de la tolerancia
y el pluralismo en garantía de toda concepción pública de la justicia.
La exposición que precede pone de manifiesto el espíritu de transformación que impulsó en todo
momento a Duguit. Sirve igualmente a explicar por qué ejerció una extraordinaria influencia
durante toda la primera mitad del siglo XX, al proponer respuestas renovadoras e innovadoras -
independientemente de que luego fueran en mayor o menor medida y fidelidad trasladadas a la
práctica- ante la crisis del Estado de Derecho Libertad y doctrinario entre los dos siglos. Es obligado
por eso mismo significar que el legado de Duguit fue innegable, pues su idea-fuerza de la solidaridad
y su proyección en la que configurara como Estado de servicio público permitió asentar
constructivamente la forma política del Estado intervencionista que ha presidido la historia en el
pasado siglo XX. En todo caso constituye un revulsivo para el pensamiento jurídico en una coyuntura
de crisis y de emergencia de una nueva época. Admira en él la capacidad de captación de los
problemas reales por la teoría política y jurídica en el marco de la indudable crisis del Estado de
Derecho Liberal. Y ello, más allá de que acertase o no en el diagnóstico y en la valoración de las
consecuencias y propuestas de solución. Nada de esto obsta a reconocerle que en todo lo que
percibió hubo una mirada lúcida e inteligente: así, respecto de la crisis de la soberanía, la crisis del
derecho subjetivo, del sujeto de derecho, la idea de función social, su paulatino e indetenible
avance, la aparición de nuevas funciones del Estado (Estado de servicio público) y el lugar que a
todas esas cuestiones iba a corresponder en el mundo más contemporáneo, el actual. Preclaro fue
asimismo su interés, ante una preocupación ciertamente extendida en la época que vivió, por la
integración de las estructuras organizativas sociales en la dinámica político-institucional del Estado.
No debe extrañar por tanto que las obras de Duguit se convirtieran en centro de atención y de
debate dentro de la comunidad científica del Derecho de su tiempo. Tampoco importa demasiado
que, como es normal, también su pensamiento esté afectado en algunas facetas por el carácter
contingente que a toda teoría jurídica y política es propio. Su aportación a la ciencia del Derecho
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debe evaluarse en los límites del desarrollo de la cultura jurídica de su época, y en confrontación
con el estado de la misma cuando se realizó. Lo fundamental así es no dejar de apreciar que la
estimable teoría sociológica y solidarista de Duguit contribuyó efectivamente a avanzar en la
comprensión de la crisis institucional y en la captación de las transformaciones innovando de un
modo sobresaliente en el campo de la categorización jurídica de los nuevos fenómenos
Bibliografía
Agesta, L. S. (1968). “Lecciones de Derecho Político.". Madrid : Editora Nacional.
Herrera, D. (2001). “Ciencia Política – Teoría del Estado y Derecho. Lima : Editora Jurídica Grijley
9na Edición.
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Quintana, S. L. (1978). “Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional”. Buenos Aires: Editorial
Plus Ultra. Tomo 3.