Está en la página 1de 17

1.

CAMBIO CLIMÁTICO EN EL PERU

Los glaciares tropicales son considerados excelentes indicadores de la evolución del clima.
Diversos estudios han demostrado que en los últimos decenios muchos de estos glaciares se
han reducido considerablemente, lo que implica la disminución del recurso hídrico en diversas
cuencas, así como el in- cremento de la formación de glaciares colgantes, debido a la fragilidad
de la masa glaciar provocada por su retroceso y su tendencia al desprendimiento
(Portocarrero, 1995). El 71 % de los glaciares tropicales1 del mundo se encuentran en el Perú,
los cuales, en un periodo de 27 años, han registrado la pérdida de 446 Km2 , afectando
numerosas cordilleras tales como las de Huagoruncho, Huaytapallana, Raura, Cordillera
Central, entre otras (ver cuadro Nº1).

De mantenerse las
condiciones climáticas
actuales, los glaciares
ubicados por debajo de
los 5,500 m/s/n/m
desaparecerán antes del
año 2015. (M. Zapata,
2007) El abastecimiento
del recurso hídrico en
muchas ciudades de la
costa peruana podría ser
un problema a futuro, ya
que la disminución de la
masa glaciar repercute
directamente en la
disponibilidad del agua,
que es usada en diversas
actividades económicas,
ocasionando incluso,
una serie de conflictos
entre regiones por la
disposición del recurso.
Al
sur del Perú, diversos nevados reducen progresivamente su masa glaciar. Por ejemplo, el
Coropuna en los últimos 50 años ha perdido el 54 %, nevados volcánicos como el Pichu Pichu y
el Misti han reducido su masa glaciar, provocando en las últimas décadas la pérdida
aproximada de 2.000 Ha de terrenos fértiles por falta de agua. (El Comercio 2005) 1.2. Evento
El Niño En 1991, la relación entre El Niño y la evolución de los glaciares fue estudiada por el
Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología del Ecuador y por el Instituto de Hidráulica e
Hidrología de Bolivia (países fronterizos del norte y sur del Perú respectivamente),
concluyendo que la diferencia entre la acumulación de hielo y su desaparición está
directamente relacionada al evento.

El

Niño: en sus fases calientes los glaciares pierden anualmente un grosor de 600 a 1.200
milímetros. Los episodios ocurridos en los años 1982, 1983, 1997-19983 en Perú se consideran
como eventos de gran magnitud (presentaron anomalías en la temperatura y en las
precipitaciones); sus diversos impactos han generado mayores costos en actividades
económicas tales como la agricultura, la pesca y actividades de servicios como el transporte,
salud, la generación de electricidad, educación, y abastecimiento de agua potable y
saneamiento. Las pérdidas estimadas para el total de daños han ascendido a US. $ 2500
millones, el 80 % de los cuales corresponde a infraestructura.
Los efectos de El Niño afectan
negativamente los procesos de desarrollo de
los cultivos4 , ya que el incremento de la
temperatura impacta en el desarrollo
vegetativo y la productividad de los mismos
Los impactos por el incremento de la
temperatura media anual en 2º C, se
presentarán en diversas regiones del Perú;
por ejemplo, los cultivos de algodón
ubicados en la costa se verán afectados
debido a la aparición de plagas, asimismo,
las plantaciones de Mango se verán
afectadas en el norte del país; de igual modo con los animales de la zona alto andinas.
Actualmente, en algunos lugares del sur del país las alpacas sufren de diversas enfermedades
debido a que estas beben agua estancada en lugar de beberla de arroyos. Entre agosto de
1997 a marzo de 1998, las pérdidas del área agrícola ascendieron a 204,000 Ha. Debido
principalmente a la mayor ocurrencia de períodos de sequías, heladas, friajes e inundaciones
en muchas regiones del Perú, siendo los cultivos más afectados la papa, habas, arbejas, maíz y
cebada. En casos como en el valle del Mantaro, se han producido sucesos con temperaturas
por debajo de los 1º C (como el ocurrido el 17 de Febrero de 2007), lo que generó una pérdida
de más de S/.65 millones y 43 mil 720 familias damnificadas (Fuente: La República 22.02.2007).

2. LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE GLOBAL EN AMÉRICA Y EL PERÚ

De acuerdo con ONG Vitalis Latinoamérica, la región enfrenta importantes problemas


ambientales, determinados principalmente por los patrones de uso de sus recursos naturales,
sistemas de producción, hábitos de consumo de las poblaciones humanas y gobernanza
ambiental.
Si bien estos problemas presentan algunas características comunes, su extensión e intensidad
varía de país en país, influenciados por diversas consideraciones sociales, políticas, económicas
y culturales.
Entre los problemas ambientales más importantes de América Latina figuran:

 Deforestación de zonas boscosas silvestres y mal manejo de muchas áreas verdes


urbanas y rurales.
 Incremento en el número de especies animales y vegetales amenazadas de extinción o
con algún grado de peligro.
 Contaminación y degradación de los suelos, incluyendo deterioro por erosión.
 Deterioro del ambiente urbano de las ciudades, en particular por contaminación del
aire por elevados niveles de emisiones atmosféricas y sonoras.
 Incremento del efecto invernadero y del cambio climático, con pocos avances en la
región para mitigar sus efectos y adaptarse a las modificaciones del clima.
 Débil gestión integrada de los recursos hídricos, que incluye despilfarro en los usos
domésticos y agrícolas, y contaminación de los cuerpos de agua por efluentes
industriales, agrícolas y domésticos.
 Mal manejo de los residuos y desechos sólidos, incluyendo el inapropiado tratamiento
de los electrónicos.
 Incremento de la densidad poblacional con las subsecuentes consecuencias
ambientales en el medio natural.
 Poca conciencia ambiental de la ciudadanía. Los latinoamericanos, en general, no
incluyen el tema ambiental como un favor fundamental en su calidad de vida.

Los grandes desafíos ambientales de América Latina y el Caribe deben ser atendidos con
prontitud para el beneficio de la presente y futuras generaciones.
Una mayor cooperación y coordinación regional pudiera contribuir a la solución de muchos de
estos problemas, en la que los países con mayor experiencia y resultados aporten sus
conocimientos a otras naciones, enfocándose en la búsqueda de la sustentabilidad
compartida.
La naturaleza no conoce de límites o fronteras políticas. De allí que en la medida que la salud
ambiental de un país se incremente, sin duda tendrá consecuencias positivas en otras
naciones.

La idea de progreso inherente a la modernidad llevó a creer a muchos, en las últimas


décadas de acelerado cambio tecnológico y globalización de los mercados, que la
humanidad avanzaba, como lo conceptualizó Fukuyama, hacia “el fin de la historia”: una
sociedad global caracterizada por la democracia liberal y la economía de mercado.

Sin embargo el mundo ha conocido, en la primera década del siglo XXI, complejos desafíos y
una crisis multidimensional cada vez más profunda, que han puesto en serio
cuestionamiento esta idea.

Si bien es innegable el avance de la democracia liberal y de la economía de mercado en


América Latina, no se pueden obviar las corrientes que se han manifestado en numerosos
países de la región, ni una ola mucho más grande que rebasa los límites de nuestro
continente: es la crisis ambiental, tal vez más difícil de percibir, pero con efectos
potencialmente mucho más devastadores.

El año pasado, la Secretaría General de la Comunidad Andina encomendó un estudio a las


facultades de economía de las más prestigiosas universidades de Bolivia, Colombia, Ecuador
y Perú, liderado por el Dr. Carlos Amat de la Universidad del Pacífico. Entre sus principales
conclusiones, el estudio arrojó que, para el año 2025, el daño económico del cambio
climático costaría a los países andinos 30 000 millones de dólares anuales, equivalentes al
4.5% de su PIB, sin tener en cuenta la pérdida de fuentes de agua y energía.

Las reservas de terreno cultivable más grandes del mundo se concentran en América Latina y
el Caribe, con 576 millones de hectáreas, cifra que equivale, aproximadamente, al 30% de su
territorio. El 47% de la superficie regional está cubierta de bosques. El 92% del bosque regional
se encuentra en Sudamérica, principalmente en Brasil y Perú. Estos dos países junto con
Colombia, Ecuador, México y Venezuela albergan entre un 60 y un 70% de todas las formas de
vida del planeta.

La tercera parte de los recursos hídricos renovables del mundo se encuentra en la región
latinoamericana. Sin embargo, tres de sus principales zonas hidrográficas – las cuencas del
Golfo de México, el Atlántico sur brasileño y Paraná y el Plata -, concentran un 40% de la
población regional en un 25% del territorio, con sólo un 10% de los recursos hídricos
totales. Muchas áreas en Mesoamérica, los Andes, el noreste brasileño y el Caribe, sufren
carencia recurrente o crónica de agua. La circulación atmosférica y las corrientes oceánicas
causan la existencia de extensos desiertos en el norte de México, Perú, Bolivia y Argentina.

Los expertos prevén, en los próximos años, un aumento en la cantidad de huracanes,


tormentas, sequías, olas de calor y tornados que afectan a la región. Los climas se harán más
extremos: las zonas que sufren sequías se volverán más áridas y los lugares húmedos contarán
con mayor volumen de precipitación. El aumento de la temperatura del planeta podría
provocar la desaparición de los glaciares, disminuir la disponibilidad de agua potable para 70
millones de personas, intensificar las tormentas tropicales y los huracanes, y amenazar a las
poblaciones.

En lo que a la agricultura respecta, los


modelos proyectados para América
Latina y el Caribe indican
una disminución de los rendimientos de
varios cultivos, como cebada, viñedos,
maíz, papas, soja y trigo. Por otra parte,
el calentamiento global incrementaría
los impactos negativos de las
enfermedades y pestes en las personas,
animales y plantas, con efectos
negativos adicionales sobre la
producción.

La criosfera (parte de la corteza terrestre en la cual se forma el hielo) está representada, en


América Latina, por glaciares en los Andes altos y por tres grandes campos de hielo en el sur
del continente. El calentamiento en las regiones de las altas cumbres podría conducir a
la desaparición de importantes superficies de nieve y hielo. Las simulaciones proyectan que
una subida de 4,0 grados centígrados en la temperatura “eliminaría casi la mitad de los
glaciares del mundo para final del siglo,” según la WWF.

Los estudios de vulnerabilidad, ante el aumento del nivel del mar producido por el
derretimiento, de los hielos sugieren que los países del Istmo Centroamericano, Venezuela y
Uruguay podrían sufrir pérdidas de tierras costeras y biodiversidad, intrusión de agua salada y
daños en las infraestructuras costeras.

El aumento de los desastres climáticos en América Latina, que representan 70% de sus
emergencias, impulsa un debate socio ambiental en la región que busca profundizar sobre las
causas y respuestas ante estos eventos extremos. La advertencia de la ONU es que la
variabilidad climática incrementará la frecuencia y magnitud de los eventos extremos.

Según el Índice de Riesgo Climático Global, en


el periodo 1996-2015 cuatro de los 10 países
más afectados en el mundo son de América
Latina y el Caribe: Honduras (primero de
todos), Haití (tercero), Nicaragua (cuarto) y
Guatemala (noveno). Perú sufrió entre marzo
y abril inundaciones y deslizamientos, debido
al fenómeno de “El Niño costero”, generado
por el calentamiento de las aguas del litoral,
con un saldo de más de 100 muertos, un
millón de personas afectadas, 7.000 productores rurales damnificados (80 por ciento
pequeños agricultores) e incalculables daños de infraestructura. Las lluvias también dañaron
más de 60.000 hectáreas e inutilizaron 18.000.

Casi la cuarta parte de las pérdidas y daños causados por desastres de mediana y alta
intensidad en países del Sur en desarrollo afectaron al sector agrícola, lo que toma especial
significación porque nuestra región es una gran productora de alimentos, un sector del que
depende el 33% de la población activa.

La FAO y la Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres ayudan a desarrollar
una Estrategia Regional de Gestión del Riesgo de Desastres en el sector agrícola y la seguridad
alimentaria y nutricional, a solicitud de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(Celac).

Gabriela Merlinsky, de la Universidad de Buenos Aires, indicó que “la relación sociedad-
naturaleza es la que está definiendo este proceso de aceleración en la tasa de extracción de los
recursos naturales y de formas de uso de los recursos y del suelo, que implican mayores
riesgos ambientales. (…) El aspecto peligroso de esto es que se vuelva un discurso globalizante
por el cual echemos la culpa de todos los males al cambio climático y no tomemos en cuenta
aquellos elementos estructurales de nuestra sociedad que hacen por ejemplo, que nos
inundemos más”, puntualizó.

Señaló que hay es una intensificación del monocultivo, en particular la producción sojera que
absorbe mucho menos agua que otro cultivo. El agua queda retenida en el suelo y hay un
elevamiento de los niveles de las cuencas hidrológicas lo que son las napas freáticas, lo que
aumenta la exposición a las inundaciones. “Lo que está detrás de esos problemas es la vieja
cuestión del capitalismo y del avance despiadado sobre los recursos naturales y los serios
problemas de regulación de parte del Estado, indicó.

Los fenómenos climáticos, en abril causaron en Mocoa, en el amazónico departamento


colombiano de Putumayo, devastadores aludes sobre viviendas, con el saldo de más de 300
muertos, además de miles de desplazados. Catalina Toro, de la Universidad Nacional de
Colombia, señaló a IPS que no es un desastre natural: “Son lugares completamente
deforestados, lugares donde los desplazados de los desplazados son obligados a asentarse en
unas condiciones bastantes frágiles al lado de los ríos”, subrayó.
A su juicio, “estos problemas tienen que ver con la deforestación, la ampliación de la frontera
agrícola, la construcción de carreteras, la exploración petrolera y minera, que va moviendo los
ecosistemas y afectando de manera muy fuerte toda esa zona que es un bosque húmedo
tropical que de por sí ya está bastante intervenido por la colonización”.

Para Toro ese “modelo de desarrollo depredador extractivo” corre el grave peligro de
ampliarse, ahora que concluyó el conflicto armado entre el gobierno y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) y es posible penetrar y explotar territorios de gran valor
ecológico, antes vedados por la guerra.

Walter Vergara, uno de los autores del estudio del Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), proyectó que para 2050 las consecuencias financieras de los
impactos climáticos para la región serían de unos 100.000 millones de dólares anuales.

Una barrera para el desarrollo

En los últimos años, el problema del cambio climático ha captado un nivel de atención sin
precedentes y ello se tradujo en una movilización internacional para concertar acciones
destinadas a mitigarlo, en un dinamismo en materia de innovación tecnológica para contar con
las herramientas que permitan paliar sus causas y en una preocupación creciente por sus
posibles consecuencias negativas sobre el desarrollo de los países.

El tema ha pasado incluso a integrar la agenda de


prioridades de Naciones Unidas junto a los Objetivos
de Desarrollo del Milenio. En la región, hasta hace
muy poco tiempo, la discusión se centraba en el
impacto ambiental de este fenómeno y solo
recientemente se ha concentrado en los efectos
económicos. En un informe, la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), destaca
algunos aspectos económicos relacionados con el
cambio climático y sus consecuencias en América
Latina y el Caribe, como el vínculo con el comercio
internacional, el contagio negativo de las finanzas públicas y las futuras restricciones a un
desarrollo económico con alto grado de consumo de carbono.

El cambio climático es una barrera para el desarrollo en términos de los recursos que se
perderán o que deberán reasignarse para adaptarse a sus efectos negativos. Sin embargo,
también representa una oportunidad para buscar un desarrollo de mejor calidad, con más
inversiones en tecnologías que puedan mitigar algunas externalidades ambientales negativas
del proceso de desarrollo.

El clima de Latinoamérica está cambiando debido principalmente a las crecientes


concentraciones de dióxido de carbono atmosférico. Los patrones de precipitación están
cambiando, las temperaturas están aumentando y algunas áreas están experimentando
cambios en la frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como las
lluvias intensas. Los impactos van desde el derretimiento de los glaciares andinos hasta
devastadoras inundaciones y sequías.

Los dos grandes océanos que rodean el continente, el Pacífico y el Atlántico, se están
calentando y acidificando a medida que aumenta el nivel del mar.

Desafortunadamente, se esperan mayores impactos en la región ya que la atmósfera y los


océanos siguen cambiando rápidamente. El suministro de alimentos y agua se verá afectado.
Los pueblos y las ciudades, así como la infraestructura necesaria para sostenerlos, estarán cada
vez más en riesgo. La salud y el bienestar humano se verán afectados negativamente, así como
los ecosistemas naturales.

Fenómenos meteorológicos extremos

Los cambios en el clima y los fenómenos meteorológicos extremos han afectado severamente
a América Latina. Eventos como tifones y huracanes, tormentas eléctricas, granizadas,
tornados, tormentas de nieve, fuertes nevadas, aludes, marejadas, inundaciones incluyendo
inundaciones repentinas, sequías, olas de calor y olas de frío, son cada vez más frecuentes y
severos. Todo esto ha provocado el desplazamiento de personas, numerosas muertes e
importantes pérdidas económicas.

Las tormentas tropicales originadas tanto en el Atlántico como en el Pacífico han devastado
algunas áreas de México, Centro América y el Caribe. Más allá de los daños causados por las
tormentas en las zonas costeras, las lluvias torrenciales en el interior han causado muchos
mayores daños. En 1998, tan sólo el huracán Mitch afectó a 600,000 personas – en gran parte
debido a las inundaciones y deslizamientos de tierra causados por las fuertes lluvias.

Sequías

Los investigadores están conservadoramente seguros de que el Amazonas, el noreste de Brasil,


Centro América y partes de México sufrirán mayores sequías. La principal preocupación es la
posibilidad de sequías extremas y más frecuentes en el Amazonas, lo cual podría orillar a la
región hasta un “punto de no retorno”, lo que aumentaría la probabilidad de que se perdieran
grandes cantidades de selva amazónica.

Entre las sequías recientes que afectaron el Amazonas destacan las de 2005 y 2010. Asimismo,
las actuales condiciones de sequía en México, Centro América y el Caribe intensificadas debido
al fuerte fenómeno de El Niño, que está ocurriendo en un contexto de temperaturas más altas
asociadas con el calentamiento global.

A mediados de 2015, tras cuatro años con lluvias inferiores a lo normal, São Paulo, en Brasil,
estaba atravesando por la peor sequía en más de 80 años. El principal sistema de agua de la
ciudad, la reserva Cantareira, abastece las necesidades de agua de 5.3 millones de personas,
cuando antes de la sequía llego a abastecer hasta 9 millones de personas. En agosto de 2015,
los funcionarios declararon que la situación de agua de la ciudad era “crítica”: Sao Paulo tenía
almacenada agua solo para aproximadamente cinco meses de suministro.
Esta situación ilustra la vulnerabilidad de algunas ciudades latinoamericanas ante la sequía,
mientras que el cambio climático altera la frecuencia y/o severidad de las sequías en la región.

Aumento del nivel del mar

Al calentarse, los océanos se expanden y se elevan aún más al recibir grandes cantidades de
agua dulce debido al derretimiento de los glaciares y las capas de hielo. El nivel del mar
continuará aumentando a un ritmo acelerado en el futuro. Para 2100, el nivel del mar podría
aumentar de uno a cuatro pies más.

El aumento del nivel del mar amenaza a la población latinoamericana – gran parte de la cual
vive en zonas costeras – debido a la contaminación de los acuíferos, la erosión de las costas,
las inundaciones en zonas bajas y el aumento del riesgo de marejadas.

Aumento del nivel del mar y acidificación del


océano

Gran parte del área costera que rodea al


arrecife mesoamericano e islas cercanas son
zonas bajas y por lo tanto vulnerables al
aumento del nivel del mar provocado por el
cambio climático. La erosión costera ya ha
sido documentada y, entre otras cosas, puede
afectar los procesos de anidación y
reproducción de las tortugas marinas.

El aumento de la temperatura del agua genera más episodios de blanqueamiento de los


corales, lo cual es devastador para los arrecifes y toda la vida marina que depende de ellos. La
acidificación del océano, provocada por el aumento de la concentración de dióxido de carbono
en el agua, es otra amenaza que afecta a los arrecifes coralinos. (WWF)

Políticas regionales contra el calentamiento

Aunque 27 países de Latinoamérica han ratificado el protocolo de Kyoto, que establece la


reducción de la emisión de dióxido de carbono y otros gases que retienen el calor en la
atmósfera, las crisis económicas y políticas que sacuden la región han impedido hasta ahora la
implementación de acciones efectivas para combatir el calentamiento.

Los países de la Región han desempeñado un


papel muy activo en las negociaciones
internacionales vinculadas al tema. Al
mismo tiempo, algunas políticas de los
países de la Región constituyen interesantes
iniciativas en materia de energías
renovables y eficiencia energética,
instrumentos innovadores en políticas de
transporte e instrumentos económicos para
la reducción de emisiones de carbono o para la protección y uso sostenible de la biodiversidad
y los recursos naturales renovables.

Pobreza, acelerada urbanización, insuficiente infraestructura básica para el acceso al agua


potable y para el saneamiento, inestabilidad económica y excesiva deuda pública, destacan
entre los factores que imponen estas limitaciones.

Acciones frente al cambio climático

América Latina y el Caribe han tomado medidas importantes para responder al cambio
climático. Países como Brasil, México, Perú y Colombia han hecho importantes compromisos
para reducir sus emisiones de carbono. Entre 1990 y 2012 la deforestación en algunos países
como Brasil y México ha disminuido, reduciendo por lo tanto la contribución relativa del sector
forestal a las emisiones generales de la región.

Otros países como Costa Rica, Uruguay, Nicaragua y Chile están aprovechando el potencial de
la energía renovable y reduciendo gradualmente el aporte de los combustibles fósiles a su red
energética. En el período 2006-2013, la capacidad total de energía renovable en Latinoamérica
creció más del 270%, lo que demuestra el apetito de la región por nuevas tecnologías de
energía renovable.

Cada vez más, los países latinoamericanos están evaluando los impactos actuales y las
proyecciones del cambio climático en todos los sectores críticos de la economía, como la
agricultura, la pesca, la energía y la infraestructura. El objetivo de Latinoamérica es preparar a
su población y a los sectores productivos clave ante la creciente variabilidad climática y los
cambios a largo plazo que ya estamos percibiendo.

Bolivia

Bolivia promulgó las primeras leyes del mundo que


reconocen los derechos de la naturaleza en el 2010
con su Ley de los Derechos de la Madre Tierra. De
acuerdo con esta ley, la Tierra es un sujeto político
con derechos a la vida, la biodiversidad, el agua, el
aire limpio y más. La ley establece que el gobierno
debe desarrollar políticas para proteger a la Tierra
de las causas del cambio climático global.

Villamontes, en La Paz, fue el primer municipio boliviano en implementar un plan de


adaptación ante el cambio climático, completado en 2012 con ayuda del CAF Banco de
Desarrollo de América Latina y varias organizaciones no gubernamentales. El plan, que debe
ser replicado por otras municipalidades, busca reducir los impactos emergentes del cambio
climático a la vez que garantiza la seguridad alimentaria.

Bolivia pretende aumentar la proporción de energía renovable en su red energética de 39% en


2010 a 79% en 2030. El gobierno también planea reducir la vulnerabilidad del suministro de
agua en aproximadamente un 40% hasta 2030, y se ha comprometido a detener la
deforestación ilegal y a aumentar la superficie forestal en 4.5 millones de acres para 2030
(adicionales a los 52.5 millones de hectáreas existentes en 2015).

Colombia

Colombia ha implementado importantes


innovaciones a nivel de ciudades. Trabajando en
la interface entre la planificación urbana y el
cambio climático, Colombia ha ganado varios
premios por el sentido ecológico de su sistema de
transporte, que incluyen programas de bicicletas
públicas y sistemas de tránsito rápido.

En 2013, Colombia se comprometió a alcanzar cero deforestación neta en la Amazonía


colombiana para el 2020, lo que equivale al 40% de su territorio, mejorando la gobernanza y
promoviendo acuerdos con los sectores productivos clave para hacer frente a la deforestación,
apoyando alternativas de desarrollo de bajo carbono en la región, y apoyando los medios de
sustento, territorios y derechos de los pueblos indígenas en la Amazonía colombiana. Como
parte de este proceso, Colombia ha ampliado el Parque Nacional Natural Sierra de Chiribiquete
a casi 2.8 millones de hectáreas, un área equivalente al tamaño de Bélgica.

Costa Rica

Costa Rica está cerca de convertirse en el


primer país latinoamericano impulsado 100%
con energía renovable (meta 2021). En 2013,
generó el 87% de su electricidad con fuentes
renovables, en especial energía hidroeléctrica,
aproximadamente el 20% del total de la
electricidad renovable no se generó con
energía hidroeléctrica.

El país incrementó su cobertura forestal de 24% en 1985 a casi 52% en 2012, aumentando la
cantidad de carbono removido de la atmósfera y almacenado en la vegetación y los suelos.

Costa Rica ha reafirmado su compromiso de ser neutral en términos de carbono para 2021 y se
ha comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 44% por
debajo de lo que serían en 2030. Esto equivale a reducir las emisiones en un 25% por debajo
de los niveles de 2012. También se ha comprometido a elaborar un plan nacional de
adaptación al cambio climático para 2018, centrándose en particular en los temas de
biodiversidad, agricultura, agua, zonas costeras, pesca, salud, infraestructura, energía, turismo
y ciudades

Ecuador
El Programa Socio Bosque, lanzado en 2008, puso en marcha un programa voluntario, basado
en incentivos para frenar la deforestación y promover la recuperación del ecosistema
(incluyendo reforestación). Ha conservado 1.4 millones de hectáreas de bosque.

El país planea obtener 93% de su electricidad a partir de energía hidroeléctrica (en 2012, el
50% de la energía se produjo así) y desarrollar la energía solar, geotérmica y de biomasa.

Asimismo pretende reducir las emisiones del


sector energético, que actualmente representan el
50% de las emisiones del país, en 20.4%-25% para
el año 2025 y las emisiones de los sectores
agrícola, forestal y de otros usos del suelo, que
actualmente representan alrededor del 43% de las
emisiones de gases de efecto invernadero el país,
aunque indica que la sostenibilidad de estas
medidas forestales y de conservación depende del
apoyo financiero internacional.

Guatemala

Guatemala implementó una nueva política energética con la meta de generar el 80% de su
electricidad a partir de energía renovable para el 2030. Guatemala cuenta ya con una de las
mayores plantas solares de Centro América.

En 2013, el gobierno aprobó una ley sobre


cambio climático que tiene por objeto reducir la
vulnerabilidad y garantizar los esfuerzos de
adaptación a los efectos del cambio climático,
además de mitigar las emisiones de gases de
efecto invernadero, y puso en marcha una
nueva ley para combatir la deforestación, que
se centra en iniciativas de desarrollo sostenible
en comunidades rurales en el período 2017-
2047.

Guatemala se comprometió a reducir en 11.2% las emisiones de gases de efecto invernadero


para el año 2030, en base a los niveles de emisiones del 2005.

México

México fue el primer país en desarrollo que formuló una ley integral para hacer frente al
cambio climático en 2012 e introdujo un impuesto al carbono en 2014 de 3.50 dólares por
tonelada de CO2, para diversos combustibles fósiles excluyendo el gas natural.

Se comprometió a reducir sus emisiones de gases


de efecto invernadero en 22% de lo que serían en
2030 pudiendo llegar a una reducción del 36%, y a
llegar a 0% de deforestación para el año 2030 e invertir en medidas de adaptación para
prepararse ante los impactos del cambio climático.

Perú

La energía renovable en Perú tiene el potencial de suministrar electricidad a más de 2.5


millones de personas, y se ha comprometido a aumentar el porcentaje de energía generada
por fuentes renovables de un 27% en 2011 a 40% en 2021.

Perú se ha comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del país en
un 20% por debajo de lo que serían en 2030 y también con medidas de adaptación para
prepararse a las alteraciones climáticas, centradas en el agua, la agricultura, la pesca, el sector
forestal y la salud.

El país hace hincapié en cinco temas transversales:


manejo del riesgo de desastres, aumento de la
resistencia de la infraestructura, promoción de la
inversión privada, protección de las poblaciones
más pobres y vulnerables, considerando
explícitamente los temas de género.

Entre los años 1985 y 2017, la minería ilegal ha ocasionado la pérdida de casi 100 000
hectáreas de bosques en la región de Madre de Dios —cifra que corresponde a la tercera parte
de extensión de Lima Metropolitana, la capital de Perú— y que ha sido posible conocer luego
de una investigación que realizó durante dos años el Centro de Innovación Científica
Amazónica (CINCIA), organización científica creada en el 2016 y en la que participan expertos
de la Universidad de Wake Forest (EE.UU.)

Estos datos del trabajo científico impactan más cuando vemos las imágenes escalofriantes
captadas por el Centro de Vigilancia Amazónico y Nacional (CEVAN) de la Fuerza Aérea del
Perú en un operativo realizado recientemente en la misma región. Las fotos y videos
registrados por aviones con sensores y drones última generación muestran como la minería
ilegal está causando la destrucción de la Amazonía peruana.

La Fuerza Aérea del Perú realizó


la operación Harpía para
registrar fotos y videos de los
efectos de la minería ilegal en Madre de Dios. Foto: CEVAN – Fuerza Aérea del Perú.

El uso del mercurio usado en la extracción del oro por la minería ilegal es la principal causa de
esta destrucción. Un estudio elaborado por una organización canadiense que trabaja para
promover una minería responsable revela que los niveles de esta sustancia que se emiten al
ambiente en esta región llegarían a 181 toneladas anuales, cifra excesivamente alta según los
expertos, que contamina no solo bosques, sino también a personas.

Deforestación por minería de oro en madre de dios es la más alta en los últimos 32 años

Entre 1985 y 2017, la deforestación


en los bosques de Madre de Dios ha
superado las 95 mil hectáreas. Foto:
Vanessa Romo/ Mongabay Latam.

Desde el aire, el panorama de la deforestación causada por la minería ilegal en Madre de Dios
es devastador. Solo en La Pampa, lugar que concentra la minería de oro en esa región, la
destrucción del bosque se extiende por 20 kilómetros de largo y cinco de ancho, según el
Centro de Innovación Científica Amazónica (CINCIA)

Esta zona, situada entre los kilómetros 98 y 115 de la Carretera Interoceánica, corresponde al
área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata, territorio en el que CINCIA lleva
más de dos años estudiando la deforestación causada por la minería aurífera y el impacto de la
contaminación de mercurio en peces.

Los primeros resultados de esta investigación indican que la minería aurífera ha deforestado
95 750 hectáreas en los últimos 32 años, es decir, entre los años 1985 y 2017. Hablamos de un
espacio equivalente a un tercio de Lima Metropolitana.

Escalofriantes imágenes de la minería ilegal impulsan operativos en Madre de Dios

Más de 20 000 imágenes de


deforestación de bosques fueron
registradas durante el operativo
Harpía. Foto: CEVAN – Fuerza Aérea del Perú.

Imágenes impactantes que muestran con detalle cómo se está destruyendo la Amazonía en
Madre de Dios han sido captadas por aviones con sensores y drones de la Fuerza Aérea del
Perú (FAP) en una operación que registró más de 20 000 fotos y videos en alta resolución,
durante tres días de vuelos sobre 327 puntos de las provincias Tambopata y Manu.

Esta acción militar denominada Operación Harpía, se realizó para monitorear exhaustivamente
el impacto de la minería ilegal y la tala ilegal en esta parte importante de la Amazonía peruana.
Sin embargo, ese no fue el único fin. Durante el tercer día de sobrevuelos también se
coordinaron, en tiempo real, dos operativos de interdicción a cargo de la Fiscalía Especializada
en Materia Ambiental (FEMA), la Capitanía de Puertos, la Policía Nacional y la FAP.

La mañana del 9 de agosto, un equipo de 12 personas de estas instituciones ingresó en los


sectores de Puerto La Pastora y Tres Islas, en la ribera del río Madre de Dios, valiéndose de las
imágenes que llegaron a sus celulares en el mismo momento que eran registradas por la FAP.

Informe arroja alarmantes niveles de mercurio en Madre de Dios

El Huasaco es una especie amazónica


con alta presencia de mercurio. Foto:
Cortesía CINCIA.

En diciembre del año pasado, un estudio elaborado por expertos del Artisanal Gold Council,
una ONG canadiense que trabaja para promover una minería más responsable en más de 80
países del mundo, emitió el ‘Reporte de inventario: estimaciones del uso y consumo de
mercurio en la minería de oro artesanal y de pequeña escala en el Perú’. Uno de sus resultados
es alarmante: anualmente, se arrojan al ambiente de Madre de Dios 181 toneladas de
mercurio.

De acuerdo con las cifras del Observatorio Mundial de Mercurio, 150 toneladas anuales ya es
preocupante. Madre de Dios está altamente rebasado desde hace décadas. El estudio de
Artisanal Gold Council también señala que cada año, en Perú se extraen 110 toneladas de oro
no registrado, o sea clandestino. Más de la mitad, el 57,4 %, provendría de La Pampa, el gran
emporio de la minería ilegal en esta región.
“El problema es la intoxicación crónica, no la aguda”, afirma Martín Arana, exasesor del
viceministerio de gestión ambiental de Perú, que hoy trabaja para el Artisanal Gold Council.
Explica, además, que esta no se siente y por eso las personas que, por años, van acumulando
mercurio en el organismo no acuden al médico, aun cuando el efecto puede no quedarse en
una dermatitis, sino incluir varios tipos de cáncer, alteraciones genéticas, retardo mental,
lesiones en el feto, y hasta en casos sumamente graves la muerte.

3. GRANDES PROBLEMAS AMBIETALES Y SUS REPERCUCIONES EN EL PERÚ

LA CONTAMINACIÓN DEL AGUA

“El último estudio de la ANA (autoridad nacional del agua) data de 1989, donde se obtuvo el
dato histórico de la pérdida de cobertura glaciar de un 22%. Dicha pérdida de recursos hídricos
generará más de un problema en las zonas costeras del Perú, generando cambios sustanciales,
en producciones agrícolas y ganaderas. La contaminación del agua es un grave problema, y se
contamina por residuos tóxicos de las diferentes empresas industriales y mineras, también por
la mala disposición de los residuos sólidos en las ciudades. El deterioro de las cuencas de los
ríos por actividades antrópicas.

LA INDUSTRIA

La Minería, el uso indiscriminado de agroquímicos, contaminación de las aguas subterráneas,


contaminación de aguas en la selva alta por las actividades de producción de cocaína,
derrames esporádicos de petróleo y de sales y ciertos compuestos metálicos. La minería
informal e ilegal representa una alta taza de deterioro para el medio donde se desarrolla dicha
actividad, deterioro de la tierra, del agua y de las personas que trabajan en ello.

La Industria pesquera, es grave por el vertimiento de aguas de cola, de bombeo y soda cáustica
directamente al mar, por lo que se produce la alteración de las aguas y la mortandad de las
especies.

CONTAMINACIÓN DEL AIRE

Parque automotor, usan combustibles de mala calidad en las ciudades, en la industria minera y
pesquera, ya que el contenido de azufre en el diesel supera las 5 000 partes por millón (ppm),
cuando debería estar en menos de 500 ppm. Es ampliamente conocida la contaminación que
generan las refinerías de Ilo y La Oroya, que está en proceso de solución definitiva; y las
industrias de transformación de pescado (harina y aceite) en Chimbote y otras zonas del litoral.
Es ampliamente conocida la contaminación que generan las refinerías de Ilo y La Oroya, que
está en proceso de solución definitiva; y las industrias de transformación de pescado (harina y
aceite) en Chimbote y otras zonas del litoral.

DISMINUCIÓN DE BOSQUES

La tala de bosques es un proceso de enormes consecuencias ambientales, económicas y


sociales. La degradación de ecosistemas importantes es grave como también la amenaza de
extinción de especies de la flora y de la fauna La Industria maderera, la destrucción de al
menos 10 millones de hectáreas de bosques y tala ilegal de maderas finas

LA DEGRADACIÓN DE LOS SUELOS

pérdida de los suelos agrícolas por erosión, salinización y pérdida de la fertilidad El deterioro
de los suelos afecta la productividad agrícola y ganadera, las causas muchas veces son
naturales(huaycos, lluvias intensas, aluviones y erosión fluvial) y humanas (exceso de pastoreo,
deforestación, malas prácticas de riego y cultivo), como efecto, contrae la economía de las
poblaciones rurales. No existe en el país ninguna institución dedicada directamente al manejo
de los escasos suelos agrícolas.

También podría gustarte