Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
04
04
El derecho de acción resulta directamente afectado por las normas sobre caducidad, es posible concluir
que éstas no son de carácter procesal o, mejor, que no se trata de disposiciones relativas a la sustanciación
y ritualidad de los juicios. En efecto, la caducidad determina de modo necesario el derecho de acción, al
punto que constituye uno de los elementos esenciales del mismo; si la caducidad ha operado, el derecho
no existe. Por lo anterior, encuentra la sala que el art. 40 mencionado no resulta aplicable a las normas
que regulan la caducidad, que, a pesar de estar contenidas en el C.C.A, tienen carácter sustancial, y no
procesal. Como las normas de caducidad no pueden ser consideradas como relativas a la sustanciación y
ritualidad de los juicios, en el caso concreto, se debe recurrir al artículo 38 de la Ley 153 de 1887, que
acoge la teoría de la supervivencia de la ley antigua en materia contractual. En materia de caducidad, las
normas vigentes al momento de celebrar el contrato resultan inmodificables y, en consecuencia, son las
que se deben aplicar, sin importar que, con posterioridad, el término respectivo sea modificado. Nota de
Relatoría: Ver Exp. 12393 del 19 de octubre de 2000
La norma de caducidad que debe ser aplicada al caso concreto es la que se encontraba
vigente al momento de celebrar el contrato, es decir, la ley 80 de 1993. Como se dijo, los
contratos respecto de los cuales se solicita la declaratoria de incumplimiento fueron celebrados
en 1997, fecha en la cual regía, en esta materia, la ley 80 de 1993, que establecía un término
de caducidad de 20 años. Ahora bien, en principio, puede generar dudas la aplicación del art.
55 de la Ley 80 al caso concreto, para efectos de determinar la caducidad de la acción, pues,
aquél regula “la prescripción de las acciones de responsabilidad contractual”; no obstante, se
debe tener en cuenta que la Sala ha señalado que la disposición mencionada no regula
realmente un término de prescripción, sino que se refiere a uno de caducidad. Lo anterior
resulta obvio si se tiene en cuenta, además, que, como se desprende de los propios términos,
la norma regula la extinción de la acción del derecho. Por lo anterior, en este caso no existe
razón alguna que impida la aplicación del art. 55 de la Ley 80. Teniendo en cuenta lo expuesto
y que, en el caso concreto, la controversia gira en torno a la responsabilidad patrimonial de las
partes, pues se trata del pago de unas actas de reajustes de precios, es claro que la acción se
puede intentar dentro del término de 20 años, contados a partir 4 de septiembre de 1998
CONSEJO DE ESTADO
Se resuelve el recurso de apelación interpuesto por la parte actora en contra del auto
de 1° de octubre de 2002, por medio del cual el Tribunal Administrativo del Cauca rechazó la
demanda, por considerar caducada la acción.
ANTECEDENTES
(…)
A) El valor de las actas de reajuste antes señaladas de que (sic) trata la petición
primera de esta demanda, más los valores correspondientes a actas de obra pagadas y
no reajustadas que no se anexan a la presente demanda, por no haber sido radicadas
por mi poderdante debido a la negación, reconocimiento y pago por la entidad
contratante de los reajustes anteriormente mencionados.
La providencia impugnada
Pero existió interrupción de este término, contrato que (sic) realmente fue
iniciado el día 13 de abril de 1998. El término para no quedar incurso en caducidad de
la acción venció el 14 de diciembre del año 2000.
Ahora bien, como no existió liquidación unilateral por parte del INAT de los
contratos, el término se adicionaría en dos (2) meses más literal d. Numeral 10 del
artículo 136 del C.C.A lo que significa que el término de caducidad se extendió hasta el
día 14 de febrero del año 2001, siendo que la solicitud de conciliación judicial se
presentó por fuera de dicho término (Presentada el mes de julio de 2001), la acción en
consecuencia se encuentra caducada, ya que fue presentada el día 12 de diciembre de
2001”.
Recurso de apelación
Adicionalmente, por parte del Inat, con fecha 13/03/2001, se firmó el ACTA
FINAL DE OBRA, entre el interventor del Inat y el Contratista, habiéndose interrumpido
con este acto, cualquier asomo de caducidad”.
CONSIDERACIONES
En principio, por haberse suscrito en 1997, estos contratos se rigen por la ley 80 de 1993 y, en
consecuencia, conforme al art. 55 del estatuto mencionado, el término de caducidad de la
acción sería de 20 años; no obstante, a la fecha del incumplimiento que se reclama, se
encontraba vigente la ley 446 que modificó dicho término, estableciéndolo en 2 años contados
a partir de las acciones y omisiones causantes de los perjuicios. En efecto, esta ley entró a
regir el 7 de julio de 1998.
En materia de caducidad, en caso de conflicto de leyes, es posible pensar que resulta aplicable
el art. 41 de la Ley 153 de 1887, que dispone:
“La prescripción iniciada bajo el imperio de una ley, y que no se hubiere
completado aún al tiempo de promulgarse otra que la modifique, podrá ser regida por la
primera o la segunda, a voluntad del prescribiente; pero eligiéndose la última, la
prescripción no empezará a contarse sino desde la fecha en que la nueva ley hubiere
empezado a regir”.
No obstante, la Sala considera necesario estudiar cuidadosamente el asunto, pues, por las
razones que a continuación se expondrán, se concluye que la disposición mencionada no es
aplicable a los términos de caducidad propios del proceso contencioso administrativo.
(...)
Adicionalmente, en relación con sus efectos, la Corte Suprema de Justicia ha condensado las
diferencias entre las dos instituciones, de la siguiente manera:
Por el contrario, la caducidad puede ser declarada de oficio por el juez, pues
sería inadmisible que vencido el plazo señalado por la ley para el ejercicio de la acción
o del recurso, sin embargo, se oyera al promotor de la una o del otro. Aparecen como
ejemplos de estas caducidades los términos señalados en el Código de Procedimiento
para el cumplimiento de ciertos actos, la interposición de recursos etc., los cuales no
pueden producir resultados de ningún género si no se cumplen dentro de la
oportunidad prevista, pues de otro modo se surte con respecto a ellos un efecto
preclusivo. En este sentido la caducidad opera ipso iure, vale decir que no es necesario
instancia de parte para ser reconocido.
La diferencia entre las dos instituciones merece mantenerse, como lo señala el profesor
Fernando Hinestrosa:
“Pero, desde el punto de vista práctico, lo más importante resulta ser la distinción
concreta entre caducidad y prescripción, para cuyo esclarecimiento lo que menos
pudiera pensarse es en unificar las figuras y darle a la prescripción el tratamiento
de la caducidad.
(...)
Así, a mi juicio, sostener que por cuanto “serían idénticos los efectos procesales
de una y otra figura”, caso de que, “respetando las diferencias teóricas entre
prescripción extintiva y caducidad, se solucionaría de un tajo el problema estableciendo
que la prescripción extintiva la puede reconocer de oficio el juez (López Blanco.
Instituciones de derecho procesal civil colombiano, cit, pp. 476), implica, de una parte
asimilar el efecto a su razón de ser, desatender la función propia de cada una de las
figuras y, en últimas, sobre una afirmada, que no cierta, modernidad, desarticular el
sistema de la prescripción” (Se resalta)
Sintetizando, las diferencias que separan las dos instituciones, de acuerdo con la jurisprudencia
citada, son, entonces, las siguientes: La caducidad se refiere a la extinción de la acción,
mientras que la prescripción a la del derecho; la primera debe ser alegada, mientras que la
caducidad opera ipso iure; la prescripción es renunciable, mientras que la caducidad no lo es,
en ningún caso, y mientras que los términos de prescripción pueden ser suspendidos o
interrumpidos, los de caducidad no son susceptibles de suspensión, salvo expresa norma legal,
como es el caso de la conciliación prejudicial establecida en la Ley 640 de 2001.
Queda claro, pues, que se trata de dos figuras que regulan fenómenos diferentes y, que, en
consecuencia, no es posible aplicar las normas que regulan la prescripción a la caducidad, o
viceversa. Estas premisas permiten concluir que el artículo 41 de la Ley 153 de 1887 no es
aplicable al presente caso, dado que dicha disposición sólo se refiere a los términos de
prescripción y no a las de caducidad.
Esta conclusión también se deduce de la lectura del artículo 42 de la misma ley que dispone:
“Art. 42. Lo que una ley posterior declara absolutamente imprescriptible no podrá
ganarse por tiempo bajo el imperio de ella, aunque el prescribiente hubiere
principiado a poseerla conforme a una ley anterior que autorizaba la prescripción.”
Todo ello pone en claro que el prescribiente es quien posee la cosa y espera, con el paso del
tiempo, adquirir el derecho; en otras palabras, el término prescribiente alude siempre a quien se
beneficia de la prescripción.
Teniendo en cuenta lo anterior, forzoso es concluir que, pese a la tesis sostenida por la Sala
Plena de la Corporación según la cual el art. 41 mencionado es aplicable en los casos de
conflictos de leyes en el tiempo en materia de caducidad, tal conclusión no resulta acorde con
el ordenamiento jurídico colombiano.
2. Normatividad aplicable
Dado que el art. 41 de la Ley 153 de 1887 no es aplicable para resolver el conflicto de leyes en
el tiempo, en relación con el tema de la caducidad, es necesario determinar cuál es la
disposición que debe regir el presente caso.
Se tiene, en primer lugar, el art. 40 de la Ley 153 de 1887, que establece que “las leyes
concernientes a la sustanciación y ritualidad de los juicios prevalecen sobre las anteriores
desde el momento que deban empezar a regir, pero los términos que hubieren empezado a
correr, y las actuaciones y diligencias que ya estuviesen iniciadas, se regirán por la ley vigente
al tiempo de su iniciación”.
“(...) dentro del conjunto de las normas que fijan la ritualidad de los
procedimientos, pueden estar incluidas algunas otras de las cuales surgen obligaciones
o derechos substanciales. En efecto, la naturaleza de una disposición no depende del
lugar en donde aparece incluida, como puede ser por ejemplo un código de
procedimiento, sino de su objeto. Si dicho objeto es la regulación de las formas de
actuación para reclamar o lograr la declaración en juicio los derechos
substanciales, la disposición será procedimental, pero si por el contrario ella
reconoce, modifica o extingue derechos subjetivos de las partes, debe
considerarse sustantiva”.
Por lo anterior, encuentra la sala que el art. 40 mencionado no resulta aplicable a las
normas que regulan la caducidad, que, a pesar de estar contenidas en el C.C.A, tienen carácter
sustancial, y no procesal.
Como las normas de caducidad no pueden ser consideradas como relativas a la sustanciación
y ritualidad de los juicios, en el caso concreto, se debe recurrir al artículo 38 de la Ley 153 de
1887, que acoge la teoría de la supervivencia de la ley antigua en materia contractual y dispone
lo siguiente:
Lo anterior supone que, en materia de caducidad, las normas vigentes al momento de celebrar
el contrato resultan inmodificables y, en consecuencia, son las que se deben aplicar, sin
importar que, con posterioridad, el término respectivo sea modificado.
3. Caso concreto
Conforme a lo dicho, la norma de caducidad que debe ser aplicada al caso concreto es la que
se encontraba vigente al momento de celebrar el contrato, es decir, la ley 80 de 1993.
Como se dijo, los contratos respecto de los cuales se solicita la declaratoria de incumplimiento
fueron celebrados en 1997, fecha en la cual regía, en esta materia, la ley 80 de 1993, que
establecía un término de caducidad de 20 años. En relación con esta norma, la jurisprudencia
ha afirmado lo siguiente:
(...)
Quizás pueda surgir alguna duda por cuanto el art. 55 de la ley 80 dispuso:
Sobre este particular precisa la Sala que, efectivamente, la ley 80 introdujo la figura de la
“prescripción de la acción” para ciertas controversias contractuales y fijó su término en 20 años,
siempre y cuando el asunto debatido dijese relación con la responsabilidad patrimonial de las
partes o la civil de los servidores públicos.
Las demás acciones fundadas en los contratos del Estado, vale decir, aquéllas que no
comprometen la responsabilidad patrimonial de las partes, como es el caso de la nulidad absoluta
intentada por un tercero ajeno al contrato, continuaron sujetas a la regla general de los dos (2)
años prevista en el art. 136 del C.C.A”. (Negrillas de la Sala)
Ahora bien, en principio, puede generar dudas la aplicación del art. 55 de la Ley 80 al caso
concreto, para efectos de determinar la caducidad de la acción, pues, aquél regula “la prescripción de las
acciones de responsabilidad contractual”; no obstante, se debe tener en cuenta que la Sala ha señalado que
la disposición mencionada no regula realmente un término de prescripción, sino que se refiere a uno de
caducidad. En efecto, ha afirmado:
La modificación introducida por la ley 80 de 1993 frente al artículo 136 inc. 6o. del
C.C.A., se dio en lo que atañe al término de "prescripción de la acción", en dichos
casos; lo fijó en veinte años.
Lo anterior resulta obvio si se tiene en cuenta, además, que, como se desprende de los propios
términos, la norma regula la extinción de la acción del derecho.
Por lo anterior, en este caso no existe razón alguna que impida la aplicación del art. 55 de la Ley
80.
Se advierte, finalmente, que, por obvias razones en estas circunstancias, no hay lugar a
pronunciarse sobre los argumentos expuestos por la parte actora en el recurso de apelación, referidos a la
interrupción de la prescripción.
R E S U E L V E:
5.- SEÑÁLENSE por el Tribunal las expensas necesarias para sufragar los gastos
ordinarios del proceso.
Presidente de Sala