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CAPITULO 1 Capítulo 1

Estrategia de Vida
La Ética como

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Docencia Universitaria. Módulo VI
1.1 La Ética en la Filosofía
En la Antigua Grecia, la Filosofía fue considerada la ciencia de
las ciencias. La Filosofía es el amor a la sabiduría. Los griegos,
expresaban un amor por la naturaleza como un fuego en el alma,
y este amor que sentían en su interior los motivó a cultivarla y
conocerla. Esta es la razón por la que la Filosofía piensa, estudia
todas las cosas y las quiere conocer en todas sus dimensiones,
expone un deseo insaciable de saber. En otras palabras, el Filósofo
es el enamorado del conocimiento.

Una de las figuras más grandes de la historia, Pitágoras fue


el primero quien empleó la palabra Filosofía para describir su
profesión y se llamó a sí mismo "Filósofo". Este ilustre pensador
argumentaba que solo los dioses poseen la tan deseada sabiduría,
mientras que el hombre es un ser limitado por naturaleza que
tiende, se aproxima y ama la sabiduría (sophía). Expresó además
que solo puede ser sabio quien hace de la Filosofía su profesión
y tiende a alcanzar la máxima perfección del alma.

En tal sentido, "Filosofar" es pensar radicalmente la realidad


total porque se ama, y la Filosofía viene a ser el resultado de
este filosofar.

La puerta de acceso a todo sistema filosófico es el problema del


conocimiento, y con toda lógica, porque lo primero es legitimar la validez
del saber, la posibilidad de conocer la verdad (teoría del conocimiento,
gnoseología o epistemología).

Luego vendrá la pregunta que analiza sobre el sentido del ser; este
estudio corresponde a la Ontología, a la Metafísica. Sobrevendrá
el planteamiento de las preguntas sobre el hombre.
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La Filosofía es el amor a la sabiduría.


Los griegos, expresaban un amor
por la naturaleza como un fuego en
el alma, y este amor que sentían en
su interior los motivó a cultivarla y
conocerla.

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La Ética trata del gran deber de realización del hombre, vivir a plenitud; trata sobre los deberes
que, vividos, encauzan el ser mejor de la persona, mejor dicho, el deber ser dirigido al ser
mejor. Desde esta óptica, la Ética al ocuparse de lo bueno, lo justo, lo honesto es la materia
más relevante de todas, puesto que además asiste a alcanzar la verdadera felicidad, resultado
de la plenificación del ser.

Por tanto, la Ética trata de la moralidad de los actos humanos: La moralidad es la propiedad de
un acto que se ajusta a una norma de conducta verdaderamente humana y las normas éticas
son los principios o ideales de esa conducta.

1.2 El Hacer lo que se Debe


Lo importante para el ser humano no es saber lo que debemos
hacer sino hacer lo que debemos. Sin embargo, es área de la Ética,
establecer las razones, los argumentos del obrar bien.

El principio más general de un código universal de conducta es:


Todo ser racional debe hacer el bien y evitar el mal.

Bastaría con el conocimiento y práctica de este principio para lograr la plenitud personal y la felicidad
de la sociedad. En palabras de Platón, el gobierno de la República debe procurar no que la polis sea
rica sino que sea feliz, y la ciudad es feliz cuando es justa, y la ciudad justa es aquella en la que cada
ciudadano hace muy bien lo que le corresponde. En tal sentido, si la actividad de cada ciudadano se
ajusta a su deber tendremos como resultado personas justas, buenas y, en consecuencia, una ciudad
(una sociedad) justa y feliz.

Con estas palabras, Platón explica el fin de la política. Y tiene razón, puesto que si la autoridad
máxima hace muy bien lo que le corresponde, si los ministros son los mejores en sus campos
profesionales, si el ejército obedece las órdenes sabias del gobernante, si el administrador
realiza bien su trabajo, si los trabajadores laboran bien porque su trabajo es el acto prolongado
de su realización, si el que enseña, lo hace bien y el alumno se compromete con su desarrollo
personal y el de la ciudad... finalmente alcanzaremos una ciudad justa, dado que los actos de
los ciudadanos se ajustan a sus deberes y por lo tanto la polis será buena y feliz.
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Si el principio universal de la ética es hacer el bien y evitar el mal, esto da lugar al planteamiento de
grandes preguntas:

Qué es el bien; y cómo se conoce

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1.3 ¿Cómo se conoce el Bien?
En la teoría de las ideas, Platón asevera que conocemos y distinguimos
lo que es bueno porque poseemos la idea innata de lo bueno. Las
cosas que conocemos y los actos que ejecutamos son sencillamente
eso, cosas y actos. Son obstante, cuando se dice que estos actos son
buenos, bellos, justos, es porque se ajustan a la idea, al prototipo de
lo bueno, de lo bello, de lo justo que el alma posee desde siempre.

Por otro lado, Agustín de Hipona, sostiene que el bien, la verdad y la


verdad del bien los conocemos en nuestro interior, porque el bien y
la verdad coexisten en el alma y el grado de claridad del conocimiento
del bien y de la verdad (del que todo bien y verdad participan) depende del grado de purificación
o contaminación del interior del hombre, que es la casa del ser.

Aristóteles sostiene que la inteligencia humana posee una aptitud natural para juzgar, para
diferenciar lo bueno de lo malo, o expresado con otras palabras: Nuestra razón juzga rectamente
sobre el bien y el mal si no ha sido contaminada.

Descartes (1637), en relación al pensamiento humano dedujo que la substancia pensante no


puede sino pensar bien sobre el bien si se conduce rectamente.

Se ha hablado que el hombre desde que nace posee la idea de lo bueno o que también se
deba a que su inteligencia posee la aptitud natural para conocer el bien, lo cierto es que todo
ser humano cuando alcanza el desarrollo del pensamiento dispone de la conciencia moral que
espontáneamente juzga y juzga bien sobre el bien.

Sobre la conciencia José Saramago, considerado uno de los escritores críticos más brillantes
expresa en su “Ensayo sobre la ceguera” lo siguiente:

"La conciencia moral a la que tantos insensatos han ofendido y de la que muchos más han renegado
es cosa que existe y existió siempre, no ha sido un invento de los filósofos del Cuaternario".

Para Honorato de Balzac (1831), la conciencia es: "La conciencia es un juez insobornable mientras
no ha sido pervertida".
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