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“Sri Ramakrishna arpanamastu”

"Vedanta, un camino para encontrarnos con lo Divino".

Cada alma es potencialmente divina. La meta es manifestar esa Divinidad que llevamos adentro,
dominando nuestra propia naturaleza externa e interna. Hacer esto por medio del trabajo inegoísta, la adoración,
el dominio de la mente o el discernimiento entre lo aparente y lo Real; por uno, por más o por todos estos medios
y ser libres; esto es toda la religión. Las doctrinas, dogmas, rituales, libros, templos o formas, no son más que
detalles secundarios. (Swami Vivekananda)

Uttisthata jagrata prapya varannibodhata (Katha Up. I/III/14)

¡Oh hombre, levántate, despierta! Acércate a los sabios y aprende de ellos acerca del Ser.

Swami Vivekananda, en su libre comentario sobre este verso, nos decía:

¡Levántense, despierten! y no se detengan hasta alcanzar la meta.

¿A qué tenemos que despertar? ¿Cuál es esa meta?

La palabra dharma deriva de la raíz sánscrita dhri (sostener). Dharma representa


aquello que sostiene la existencia de una cosa. ¿Y qué es aquello que sostiene la existencia
de una cosa?: su naturaleza esencial, real y verdadera, sin la cual, no podría existir.

Si el dharma no estuviese, nada podría existir. El dharma es eterno, perenne, sin


principio ni fin. Por ejemplo un libro. Si lo destruyo, su dharma no va a perdurar. El dharma
del fuego es el poder de quemar y el de un objeto inanimado, su inactividad.

Dharma es lo que sostiene la existencia de una cosa. Por lo tanto, todo tiene su
Dharma.

El hombre también tiene una naturaleza esencial que sostiene su existencia, a ésta se
la denomina manava dharma. Sobre este concepto se basa el mensaje central de los Vedas,
especialmente en su última porción denominada Vedanta, conocida también como
Upanishads.

Veamos la siguiente analogía:

Supongamos que calentamos un poco de agua en un jarro sobre el fuego. Mientras se


calienta el agua, el jarro se torna, a su vez, cada vez más caliente y lo mismo sucede con el
agua que está dentro del jarro, adquiere más y más calor. Ahora, si les formulo la siguiente
pregunta: ¿Por qué el agua está caliente? Muchos dirán que es por el contacto con el jarro,

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pero, ¿por qué el jarro está caliente? El jarro está caliente por el contacto con el fuego, por lo
tanto el jarro y el agua están calientes por el fuego.

Ahora, ¿por qué el fuego está caliente? ¿Por estar en contacto con el jarro? ¡No! El
fuego está caliente sólo porque es fuego. ¿Por qué el hielo es frío? Porque es hielo
dirán…Así, si lo queremos poner en términos técnicos diremos que es por su swarupa, por
su naturaleza intrínseca.
Entonces, decimos que el fuego está caliente porque el calor es su propiedad
intrínseca. ¿Y por qué el jarro está caliente? No podemos decir que lo está por su propiedad
intrínseca, ya que esta propiedad es prestada por el fuego. Por lo tanto, en el jarro el calor es
incidental, secundario, prestado y dependiente.

En síntesis, el calor en el jarro es una propiedad incidental, lo mismo que en el agua,


pero el calor en el fuego es su swarupa o propiedad intrínseca. Así vemos dos clases de
propiedades:

1. Una es intrínseca, es independiente y permanente.

2. La otra es incidental, es dependiente e impermanente.

El agua estaba caliente porque el calor fue prestado por el fuego, es entonces una
propiedad dependiente de otro principio, mientras que el calor en el fuego no depende de
ningún factor, por lo tanto es independiente.

Si analizamos, el calor en el fuego es independiente, y continúa así todo el tiempo, por


lo tanto es eterno. Entonces podemos decir que la propiedad intrínseca o naturaleza
intrínseca es eterna. No podemos quitar el calor del fuego. A esto se lo llama en sanscrito
nityam (permanente, eterno).

¿Cuál es el dharma del ser humano?

Hay tres cosas que en verdad son excepcionales y que solo se logran por la
misericordia divina: el nacimiento humano, el anhelo por la liberación y la cuidadosa
protección de un sabio espiritual que ha alcanzado la perfección. (Sri Shankaracharya. “La
joya suprema del discernimiento”. Verso III).

Hay tres rasgos comunes entre los seres humanos y otros seres vivos. Comen,
duermen y tienen miedo a las fuerzas naturales. Todos tienen formas de protegerse a sí
mismos. Además, existe otra característica común: es el amor por la perpetuación de su
propia especie. No solo quieren vivir, sino también propagar la especie teniendo hijos, nietos,
etc. Si los animales y los seres humanos son similares en estas características; ¿cuál es la
característica exclusiva de un ser humano? ¿En qué sentido podemos reclamar
superioridad? ¿Cuál es la gloria del nacimiento humano?

Los seres humanos son superiores por diferentes razones. Comenzando con la
facultad del habla, la cual es exclusiva del ser humano. Hay otra característica excepcional
en los seres humanos: el intelecto. La facultad de pensar, estudiar, analizar, etc. Según las

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escrituras hindúes, el buddhi o intelecto, es una característica extraordinaria, propia del ser
humano. Si el intelecto es removido del ser humano, su resultante será un ser no mejor a un
animal o, quizás, aún peor.

El ser humano es capaz de ver su vida muy claramente por su facultad exclusiva de
pensar. Tener una visión de su futuro, fijando metas, y trabajar para concretarlas es uno de
los rasgos más destacados del nacimiento humano.

El dharma del ser humano es aquello en lo cual se apoya y que lo previene de


degradarse a sí mismo al nivel de un animal. Es algo a lo que uno se aferra para prevenir la
desintegración de su personalidad y así evitar actuar como un animal, después de todo no
hay duda de que somos criaturas biológicas y como tales, somos víctimas de todas las
pasiones.

Manava dharma, por lo tanto, es un sentido de valor al cual nos aferramos para
prevenir nuestra degradación del status de seres humanos. ¿Y qué es un ser humano? Es la
especie más evolucionada del mundo biológico. ¿Y qué es aquello que sostiene la existencia
del ser humano?: su verdadera naturaleza esencial, su Propia Divinidad. El ser humano es
potencialmente divino y su dharma es manifestar ese potencial divino en su vida.

Este es el concepto de dharma según la manera en que lo enunciaron los antiguos


sabios védicos.

Es ese sentido de valor al cual nos aferramos para evolucionar lentamente desde
nuestra personalidad humana a la divina contenida en esta forma humana, para, así,
transformarnos en dioses caminando sobre la faz de la tierra. La historia ha probado esto con
infinidad de santos y videntes que el mundo ha producido.

Uttisthata jagrata

¿A qué tenemos que despertar?


A nuestra propia divinidad.

¿Cuál es la meta?
Manifestar esa divinidad en nuestra vida.

El eterno significado de dharma es real, intrínseco, independiente y permanente.

La revelación de esta verdad, el despertar a esta verdad en los seres humanos


permite detener el sufrimiento y comenzar a ascender de lo humano a lo divino. Y esto se
dice que es eterno.

¿Qué es lo que tanto queremos en nuestra vida?

Todos los seres humanos están involucrados en alguna clase de actividad.


Inicialmente, en la niñez, puede ser la comida; luego, algún juguete; más tarde, algún aparato
sofisticado. Luego serán una casa y varios otros objetos. Estas actividades varían según la

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persona. Existen tantas clases de ocupaciones como seres humanos en la tierra. Pero, a
pesar de que parezcan diferentes ocupaciones, analizando podemos decir que todas estas
actividades tienen algo en común, la búsqueda de la felicidad, de la alegría o del confort en
sus vidas. Algunos pueden pensar que el confort se encuentra teniendo una linda casa e
hijos, y trabajan para eso. Otros, teniendo mucho dinero. Pero, aunque aparentemente
diferentes por fuera, si observamos, encontraremos que hay algo que todos desean: la gente
solo quiere una cosa, paz, es decir, felicidad y alegría en su vida.

Por lo tanto, podemos afirmar que todos los seres humanos trabajan por la búsqueda
de la felicidad.

Pero no solo queremos felicidad, cuando tenemos alguna dolencia o enfermedad


acudimos al médico para curarla. Por lo tanto, no solo buscamos felicidad, sino también
buscamos liberarnos del dolor.

Quiero tener felicidad (sukham), pero sin dolor (dukham). Trabajo por placer sin dolor,
no quiero una combinación de ambos, quiero solo pura felicidad.

Por lo tanto, queremos dicha (ananda) infinita de calidad (sin mezcla), en cantidad, es
decir, no la quiero solo por un momento, quiero que sea sin fin (nityasukham), permanente,
eterna e infinita en duración, es decir, que sea lo máximo, un estado que no pueda ser
superado.

Todas nuestras actividades están dirigidas hacia ello. La pregunta es: ¿tenemos éxito
en esta lucha? Si observamos nuestra vida veremos, sin embargo, que a pesar de la lucha,
no tenemos éxito en nuestra empresa. Algunas personas se dan cuenta a tiempo de este
problema, mientras que otras ni siquiera advierten la superficialidad de su vida. Algunos se
dan cuenta de que hay algo que anda mal en su búsqueda por la vida, y otros ni siquiera lo
notan.

En nuestra frustrada búsqueda por la felicidad, los seres humanos realizamos


nuestras actividades (según el hinduismo) en pos de cuatro metas. Estas son:

I. Artha (riqueza). Obtener toda clase de seguridades para liberarnos de


problemas tales como el hambre, la sed, etc. Es la seguridad para
liberarme de la inseguridad. De hecho cada ser humano,
fundamentalmente, quiere estar seguro de que su vida no se vea
amenazada y de que pueda sobrevivir. Es por eso que se la llama la
necesidad básica (alimento, ropa y refugio).

II. Kama (entretenimiento). Mi segundo interés es cómo disfruto de la vida:


recreación, placeres, etc. Pero solo busco placeres después de que mi
seguridad está cubierta.

III. Punyam (el factor favorable invisible). Lo bueno que se cosechará en el


próximo ciclo vital es ganado con actividades nobles prescriptas en las

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escrituras. Solo punyam y papam (el vicio) adquiridos durante la vida, lo
siguen a uno al próximo ciclo.

Si analizamos, casi toda la gente en este mundo está trabajando para estas tres metas
solamente. Luego de realizar estas tres acciones por algún tiempo, el ser humano inteligente
y sensible, que ha aprendido de la experiencia, se encontrará que estas tres metas humanas
tienen limitaciones inherentes que son:

i. Dolor: Así como en una hermosa rosa encontramos espinas, de la misma


manera, al realizar estas tres metas nos encontramos con sus limitaciones.
Tienen consecuencias positivas y negativas. El primer aspecto negativo es que
todos estos placeres están mezclados con una igual cantidad de dolor y
sufrimiento. Son sin duda placenteros, pero están mezclados con una
equivalente cuota de dolor también. ¿Cómo explicar esto? Adquirirlos o
lograrlos requiere un montón de trabajo y sacrificio y sobre todo competencia.
No hay ganancia sin su correspondiente pérdida. Más alto es el logro, mayor es
la perdida. Pérdida en sentido de dinero, energía, etc. Por lo tanto, la
adquisición involucra el dolor. Pero solo con la adquisición no es suficiente. La
preservación involucra también un gran sufrimiento. El mantenimiento encierra
dolor también. Así, la primera limitación es que los placeres que gozamos están
siempre mezclados con dolor.

ii. Descontento: Cualquiera sea la cantidad que adquirimos, no va a ser suficiente.


Cuando tenemos mucho dinero, nos sentimos inseguros por ello, más aun si
aumenta. Uno nunca llega a estar completamente satisfecho. Así, el
descontento y la insatisfacción son el segundo defecto.

iii. Dependencia: Cuando uno se hace adicto a las cosas o dependiente de ellas.
Para la seguridad, dependo de factores externos; para el placer y
entretenimiento, dependo de factores externos también. Como Artha, Kama y
Punyam son factores externos, me voy a tornar adicto a ellos por su capacidad
de crear dependencia. Son como drogas o esteroides que me hacen
dependiente cuando me hago adicto a ellos.

Hay unos pocos inteligentes quienes se dan cuenta de que a pesar de que estas
acciones parecen maravillosas, poseen las mencionadas limitaciones. Estas personas van
por la cuarta meta llamada moksha.

IV. Moksha (libertad interna) Significa liberación. ¿De qué? De todo tipo de
dependencia de factores externos. En otras palabras, no voy a depender de
ningún factor externo por seguridad. Debo encontrar la seguridad en mí
mismo, y no en la gente a mí alrededor, o en el dinero que poseo. Debo
descubrir la felicidad en mí mismo. No debo depender ni siquiera de punyam
para seguridad o placeres futuros. Descubrir la felicidad en mí mismo,
descubrir la seguridad en mí mismo, es llamado moksha.

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Es necesario saber que la búsqueda de la felicidad involucra necesariamente dolor.
Pero nosotros queremos eterna felicidad (nityananda), esta es nuestra meta, la eterna
felicidad, y todos nuestros logros, adquisiciones y nuestro querer deshacernos del dolor se
ven frustrados, porque la forma misma de acercarnos a nityananda es errada.

Cuando obtenemos felicidad (ananda) del mundo exterior, ¿cuál es la naturaleza de


ese ananda?, ¿cuál es su propiedad?, ¿qué tipo de ananda es?

La búsqueda de la eterna felicidad no la encontraremos jamás en el mundo exterior,


cualquier intento será fútil, ya que esa felicidad es momentánea, incidental, dependiente e
impermanente, como el calor en el jarro y en el agua.

¿Cómo obtener felicidad permanente?

Aquello que llamamos “la eterna felicidad” no puede ser dependiente de ningún factor,
por lo tanto debe estar en nuestra propia naturaleza intrínseca. Si descubro ese ananda en
mi propia naturaleza, entonces, y solo entonces, voy a poder disfrutar de una felicidad
permanente.

Tenemos que descubrir nuestra verdadera naturaleza intrínseca.

Como obtener ananda natural? Es algo que no necesito buscar porque al ser natural
ya está allí, en mí mismo, entonces, no hay necesidad de trabajar por la felicidad natural. La
búsqueda de algo es por dos razones, una porque creo que no la tengo y la otra, porque,
efectivamente, no la tengo. En ambas existe la sensación de ausencia, por lo tanto, uno la
busca creyendo que la va a obtener de algún lugar. Nityananda ya esta allí. Es nuestra
propia naturaleza verdadera.
Y no la tengo, no porque no la tenga, sino por no estar consciente de ella. Lo mismo
sucede en nuestros sueños cuando creemos que nos encontramos en una situación
diferente. Así, nos perdemos a nosotros mismos, nos desposeemos.

¿Cual es el problema fundamental del hombre?

La ignorancia (ajñanam). La ignorancia de que la verdadera felicidad se encuentra


solo dentro de nosotros. Es nuestra propia naturaleza divina. Es nuestro poder de quemar,
como en el fuego. Es como buscar las llaves afuera sin saber que están en nuestro propio
bolsillo. Por naturaleza somos eternamente dichosos. Sri Shankaracharya lo denominó de la
siguiente manera en sánscrito: satchitananda swarupa (de existencia absoluta, dicha
absoluta, y conciencia absoluta).

Por lo tanto, nos dice el Vedanta: El conocimiento de uno mismo (Atmavidya) es la


solución.

Pero si es ésta la única solución, ¿cuáles son las condiciones para recuperar ese
conocimiento?

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Una preparación es sumamente necesaria ya que sin ella esta enseñanza será estéril.
Para manifestar nuestra naturaleza, es necesaria una preparación, un entrenamiento. El
mero ejercicio intelectual no soluciona nada si el problema radica en mi carácter, en mis
tendencias, en mi personalidad, en mis hábitos. Por más conocimiento que tenga, si mi vida
es indisciplinada, no habrá una coherencia entre mi pensamiento, palabra y acción; no habrá
conexión. Por lo tanto, la solución no radica solamente en saber, sino en manifestar. Lo
importante es reformar nuestro carácter.

El Katha Upanishad en su primera parte, capítulo 3, verso 14 nos dice:

Uttishthata jagrata prapya varannibodhata

¡Levántense, despierten!, acérquense a los sabios y aprendan de ellos acerca del Ser.

Pero este verso no termina allí, continúa diciendo:

Kshurasya dhara nishita duratyaya durgam pathastakavayo vadanti

Los sabios describen a este camino siendo tan difícil de recorrer como caminar sobre el filo de una
navaja.

Es fundamental que el hombre conozca cual es la meta de su vida. Para el hombre


que ha elegido el camino de moksha, liberación, conocer su meta es, sin dudas, el primer
paso. Elevar su vida a ese ideal será su objetivo y para ello deberá llevar una vida basada en
principios espirituales, como el inegoísmo, y destinada al bien general.

Religión, según Swami Vivekananda,”es manifestar la divinidad ya existente en el


hombre”. Esta religión nos pide expansión o inegoísmo; la irreligión es contracción, egoísmo
y equivale a la muerte. Citando nuevamente a Vivekananda: “El mundo es un gimnasio
moral, la expansión es vida y la contracción es muerte”.

Es necesario poner en práctica los valores esenciales de la vida. Sin moralidad y sin
control interno, no pueden edificarse los cimientos de una vida ética.

El mal del momento es la tensión mental, el estrés, la depresión, la preocupación que


son generadas por el egoísmo. Debemos tener una mira religiosa en nuestra vida. Es
fundamental que desarrollemos el hábito por las prácticas espirituales.

Srimad Bhagavad Gita, que constituye una de las máximas autoridades del hinduismo,
por ser considerada la esencia de los Upanishads, desarrolla este conocimiento supremo
llamado Brahma Vidya que cuando se lo aplica en la vida, se lo llama yoga. El Bhagavad Gita
propone cuatro tipos de yogas según el temperamento del aspirante espiritual, llamados:

1. Karma
2. Bhakti
3. Raja
4. Jñana

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Todos estos son medios y técnicas que le permiten al aspirante encontrar esa unidad
con su Divinidad, llamada Yoga.

Swami Vivekananda propone la práctica de la armonía de todos ellos, así lo expone


una de sus máximas:

Cada alma es potencialmente divina. La meta es manifestar esa Divinidad que llevamos adentro,
dominando nuestra propia naturaleza externa e interna. Hacer esto por medio del trabajo inegoísta (karma yoga),
la adoración (bhakti yoga), el dominio de la mente (raja yoga) o el discernimiento entre lo aparente y lo Real
(jñana yoga); por uno, por más o por todos estos medios y ser libres; esto es toda la religión. Las doctrinas,
dogmas, rituales, libros, templos o formas, no son más que detalles secundarios.

Sarvam khalvidam Brahma

Este es el mensaje más importante de los Vedas, “todo y todos los seres son Divinos”.
Hay cuatro sentencias fundamentales (Mahavakyas) en los Vedas que afirman este
conocimiento. Swami Pareshananda, probablemente por primera vez en la lírica en español,
ha incorporado estos cuatro Mahavakyas a sus poemas publicados en su libro “Om
Ramakrishna Vedanta Gita”. Tres de estas grandes sentencias hablan de la divinidad del
alma, y la cuarta, habla de la naturaleza de Dios.

Uno de sus poemas dice así:

¡Despertate!
tomá conciencia,
sólo hay amor
en tu corazón.

Conciencia es Brahman - Prajñanam Brahma.


Yo soy Brahman - Aham brahmasmi.
Tú eres Aquello - Tattvamasi.

Decí:
esta alma es Brahman - Ayamatma Brahma.
Sentí:
todo es Brahman.
Om Tat Sat: Dios es Real, sólo Él es lo Real.
Om Tat Sat.

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