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Finalidad de la prueba:
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a la búsqueda y establecimiento de la verdad (ver art. 428 Código de
Procedimiento Civil).
El Derecho probatorio:
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revisen los hechos en sede casacional, lo que es atípico, puesto que esa clase
de recurso está destinada solamente a examinar el derecho.
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(requieren opción conjunta), como por ejemplo el de la tasación legal del valor
probatorio con el de la fijación legal de los medios de prueba.
En nuestra legislación, en lo concerniente a la iniciativa para aportar
pruebas, rige el principio dispositivo (matizado por la existencia de las “medidas
para mejor resolver”, que puede ordenar el juez cuando la causa está en
estado de sentencia, y por normativas especiales en determinados
procedimientos). En lo relativo a la determinación de los medios de prueba, el
Código Civil señala taxativamente cuáles son los medios de prueba (ver art.
1.698 inc. 2° CC, y art. 341 CPC), agregando incluso en algunos supuestos,
casos de inadmisibilidad específica de ciertos medios probatorios. Y en cuanto
a la valoración de la prueba, nuestra legislación determina el valor probatorio
de la mayoría de los medios establecidos (ver por ejemplo, arts. 1.700, 1.702,
1.704, y arts. 383, 384 del CPC, entre otros), sin perjuicio de que hay normas
dispersas en las que se concede al tribunal amplias facultades en la valoración
(por ejemplo, el valor probatorio del informe de peritos, que se determina por el
juez conforme a las normas de la “sana crítica”, art. 425 CPC; ocurre lo mismo
en ciertos casos en las presunciones, art. 426; o en ciertas hipótesis en la
prueba de testigos, art. 384 Nº 3).
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c. Según su finalidad: de cargo y de descargo. Esta clasificación
se formula en relación a la prueba de una parte contradictoria
(si la hay). Es prueba de cargo la que persigue satisfacer la
carga que pesa sobre el que la presenta: quien tiene el peso de
la prueba, para cumplir con ese peso, presenta una prueba,
que será de cargo. Es de descargo, la que persigue desvirtuar
la prueba suministrada por la contraparte. Dependerá entonces
la situación, del peso de la prueba (se verá oportunamente).
d. Según su resultado: Plenas y semiplenas. Es prueba plena (o
completa) la que por sí sola basta para demostrar el hecho de
que se trata (para producir convicción en el juzgador). Es
prueba semiplena (o incompleta, imperfecta), la que por sí sola
no basta para demostrar el hecho (producir la convicción), y se
requiere de la concurrencia de otras pruebas para lograr la
convicción. En su oportunidad se estudiará el valor probatorio
de cada medio de prueba.
e. Según su contradicción: Sumarias y controvertidas. Es sumaria
la que se lleva a efecto sin la intervención (ni oportunidad para
hacerlo), de un contradictor (ejemplo, art. 818 CPC, en materia
de jurisdicción no contenciosa). Es controvertida, la que se
efectúa con la intervención o, al menos, proporcionándose la
oportunidad de intervenir, al contrario. Esta es la regla general.
f. Según la época en que surgen respecto del proceso en que
obran: procesales y extraprocesales; preconstituidas y
casuales. Son procesales (o judiciales) las que se configuran
en el proceso en que obran (ejemplo, testimonio), y son
extraprocesales, las que surgen fuera del mismo (ejemplo,
instrumento). Serian preconstituidas las primeras, y casuales
las segundas. Pero hay quienes distinguen entre
preconstituidas y casuales en base al destino con que se creó
el medio probatorio. Es de la primera clase, la gestada con la
intención de crear un medio de prueba para el futuro (un
instrumento en que se hace constar un contrato, por ejemplo); y
es de la segunda clase, la que surgió sin esa intención (por
ejemplo, una huella).
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En doctrina se discute la validez de esta clase de pactos, dominando la
tendencia que rechaza su procedencia. En nuestro Derecho, quienes defienden
su admisibilidad, señalan que primando el principio de la autonomía de la
voluntad, no debiera haber problema en admitirlos, arguyendo incluso que se
permiten modificaciones a otras normas en materias de mayor trascendencia
que la probatoria (por ejemplo, cuando se permite alterar reglas sobre
responsabilidad, ver arts. 1.547 inc. final, y 1.558 inc. final). Y quienes
(tendencia mayoritaria) la rechazan, entienden que las normas sobre la prueba
son de Orden Público, dado que rigen las relaciones entre los particulares y la
autoridad jurisdiccional, en ese orden, la modificación adolecería de objeto
ilícito, y por lo tanto, de nulidad absoluta.
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se puedan establecer, a priori, ciertas puntualizaciones fundamentales como
estados normales y habituales: así por ejemplo, lo normal es la libertad jurídica,
vale decir, que las personas no se encuentren ligadas por un vínculo
obligatorio; que los bienes que son detentados con ánimo de señor y dueño
(que sean poseídos), sean de propiedad de sus poseedores; que las personas
actúen de buena fe; que las personas cuando pagan, pagan lo debido, etc. A
esto de debe agregar que una vez probado un hecho o acto por quien lo ha
sostenido, él ha adquirido una situación en tales términos que quien la
desconozca o niegue, debe probarlo. Esto porque el primero ya ha establecido
esa situación como normal entre ellos. En ese orden, si alguien ha acreditado
la existencia de una obligación (que liga a su contendor), esa situación ha
pasado a ser el estado normal entre las partes, debiendo ser el deudor, si
sostiene que ha pagado o que se ha extinguido por otro modo la obligación,
probarlo.
2.- El que llama a examinar la naturaleza de los hechos que deben
probarse: Este criterio exige distinciones previas: Son hechos constitutivos
aquellos que configuran una situación jurídica (le dan existencia y validez).
Pueden ser genéricos (los que están presentes en toda situación, como la
voluntad, la capacidad, etc.), o específicos (los que se presentan sólo en una
determinada situación jurídica, tipificándola y distinguiéndola de las demás,
como el plazo en el usufructo, o el precio en la compraventa, por ejemplo).
Por otra parte, son hechos impeditivos los que obstaculizan la existencia
o validez de la situación jurídica (por ejemplo, los que configuran una causal de
nulidad). Son hechos modificativos los que alteran o modifican su contenido o
efectos (por ejemplo, un pago parcial). Y son hechos extintivos, los que
eliminan o hacen desaparecer sus efectos (por ejemplo, la prescripción
extintiva, y –en general- los modos de extinguir las obligaciones).
En este orden, el actor debe probar los hechos constitutivos específicos,
y el demandado que alega la existencia de un hecho impeditivo, modificativo o
extintivo, debe probarlo.
Esto porque quien sostiene la existencia de un hecho constitutivo
específico, debe probarlo, ya que es el fundamento inmediato de su pretensión,
y constituye una alteración del estado normal de las cosas. Por ejemplo, si se
sostiene la celebración de determinado contrato de compraventa, debe
probarse los hechos específicos que lo constituyen: la cosa, el precio, y
cualquier otra estipulación propia de la situación. Acreditados esos hechos,
queda relevada la parte de la prueba de los hechos constitutivos genéricos (por
ejemplo, la capacidad de las partes), ya que una vez probados los específicos,
quedan con el carácter de estado normal. En ese orden, quien alega la
ausencia de esos elementos, deberá probarla (ya que esto implica la afirmación
de que existe un hecho impeditivo, los que deben ser probados). Los hechos
impeditivos, modificativos o extintivos, deben ser probados por el demandado,
ya que una vez acreditada la existencia de la situación jurídica, ésta pasa a ser
el estado normal para las partes que han intervenido, y estos otros hechos
importan una alteración de ese estado.
3.- El del efecto jurídico perseguido con los hechos que se plantean, en
relación con la norma jurídica que debe aplicarse: Según este, debe
considerarse no sólo la situación procesal de las partes y el hecho aislado
objeto de la prueba, sino que el efecto jurídico que se persigue con el hecho en
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relación con la norma jurídica que deberá aplicarse. Se debe examinar
entonces la posición substancial de cada parte, en cuanto a qué resultado
jurídico pretende y cual será el presupuesto de la norma que se aplicará.
La regla aquí es que cada parte debe probar los hechos que sirven de
presupuesto a la norma que consagra el efecto jurídico perseguido por ella,
cualquiera que sea su posición procesal. Será el juez quien determine cuál es
la norma aplicable, sin limitarse a la (o las) que las partes hayan invocado.
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de la prueba. Para determinar que es así, habrá que cotejar el resultado de la
presunción con lo que se impondría aplicando las normas generales sobre el
peso de la prueba: si el resultado es distinto, habría alteración, pero en caso
contrario, no (la presunción simplemente reafirmaría el peso de la prueba), ver
por ejemplo, art. 700. Por lo anterior, parece más razonable afirmar que, desde
el punto de vista del peso de la prueba, las presunciones simplemente legales
son distribuciones o fijaciones legales del eso de la prueba, teniendo además
presente que la mayoría de las presunciones simplemente legales son reflejo
de las situaciones normales, por lo que se puede concluir que en realidad –
salvo casos excepcionales-, las presunciones no son alteraciones a las reglas
del peso de la prueba, sino que confirmaciones de las mismas.
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1.027). En la legislación chilena no hay una norma que
solucione directamente el problema. Una posición (doctrina
mayoritaria) defiende que la proposición de que el Derecho no
se prueba, se limita al Derecho nacional, de modo que el
extranjero es, a efectos probatorios, un hecho que requiere de
prueba (que las partes, atendido el sistema dispositivo en el
aporte de las pruebas, deben aportar). Y en el otro extremo, se
ha afirmado que el Derecho extranjero es tan Derecho como el
nacional, por lo que no requiere de prueba (el juez tendrá el
deber de investigar el Derecho extranjero a aplicar, pudiendo
incluso utilizar su conocimiento privado). Sin perjuicio de lo
anterior, se estima que el juez debe aplicar de oficio la ley
extranjera: i. Si se trata del Derecho de un país signatario del
Código Internacional Privado (“Código de Bustamante”),
ratificado por Chile. Si es así, la ley es nacional y corresponde
aplicarla de oficio (arts. 408 a 411. El texto del art. 408 es: “Los
jueces y tribunales de cada Estado contratante aplicarán de
oficio, cuando proceda, las leyes de los demás, sin perjuicio de
los medios probatorios a que este Capítulo se refiere”).
Relevante en este punto es el art. 411 CPC (“Podrá también
oírse el informe de peritos: N° 2 Sobre puntos de derecho
referentes a alguna legislación extranjera.”), que no sería
contradictorio, ya que es facultativo y no obligatorio oír a
peritos; y ii. Cuando la ley chilena, apropiándose de la
extranjera, ordena aplicarla (se da como ejemplo el art. 17). En
estos casos, el juez debería aplicar de oficio el Derecho
extranjero, sin perjuicio de las pruebas necesarias para
determinar su contenido. Y fuera de ellos, la solución parece
ser que requiere de prueba. Se debe tener presente que la
jurisprudencia nacional establece que el recurso de casación
en el fondo no procede respecto de las cuestiones de derecho
resueltas en conformidad a las leyes extranjeras que no estén
incorporadas al ordenamiento jurídico nacional (con lo que se
las equipara a simples cuestiones de hecho).
c. La costumbre: (Recordar que la costumbre no constituye
derecho, sino en los casos en que la ley se remite a ella
(costumbre según la ley), art. 2, ver por ejemplo arts. 1.546;
1.940; 1.944; 1.986; 2.117). Cuando la costumbre tiene fuerza
de ley por mandato expreso del legislador, aunque es tan
norma jurídica como la ley misma, requiere de prueba,
necesita ser alegada como un hecho. Esto porque en esencia,
se trata de un conjunto de hechos, y porque al contrario de lo
que sucede con la ley, ninguna autoridad pública certifica su
existencia (no hay certeza oficial sobre su contenido). En
materia civil, su existencia puede ser demostrada por cualquier
medio idóneo. En materia comercial (donde se admite la
costumbre según la ley, fuera de la ley, y como elemento
interpretativo, ver arts. 4, 5 y 6 del Código de Comercio), la
prueba es más rigurosa (ya que se aplica con mayor
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frecuencia), pudiendo acreditarse por cualquiera de las dos
formas que señala el art. 5 del Código de Comercio.
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b. Negativa de cualidad: se niega una característica
de una persona o cosa;
c. Negativa de hecho: se niega la existencia o
sustancia de un hecho material. Esta negativa
puede ser definida (se le agregan precisiones de
tiempo y lugar, por ejemplo, se niega que tal día
y hora X estaba en Concepción), o indefinida (no
se le agregan circunstancias, por ejemplo, se
niega que X haya estado alguna vez en
Concepción).
Conclusión:
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La valoración de la prueba:
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c. En las presunciones legales y de derecho los arts. 47 y
1.712 CC, y 426 CPC;
d. En la inspección personal del tribunal, el art. 408 CPC.
(Debe recordarse que aún en estos casos en que la valoración está
dispuesta por la ley, siempre hay un margen de apreciación para el tribunal).
Por último, debe tenerse también presente aquí, que el juez debe valorar
toda la prueba rendida, exceptuándose sólo de valorar aquella que sea
absolutamente irrelevante a la controversia planteada.
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Breve advertencia sobre la apreciación de la prueba:
Documentos e instrumentos:
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Clasificación de los instrumentos:
Del concepto que da el art. 1.699, se desprende que los requisitos que
debe reunir el instrumento público son los siguientes:
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la facultad de autorizar instrumentos públicos (se advierte
que la persona debe estar en ejercicio de su cargo, si es
inhábil para el mismo, recordar lo señalado a propósito del
error común).
2) El funcionario debe ser competente en cuanto a la materia a
que el instrumento se refiere y en cuanto al lugar en que lo
autoriza (competencia en cuanto a la materia y en cuanto al
territorio).
3) El instrumento debe otorgarse con las formalidades la ley
señala, las cuales varían, en cada caso.
La escritura pública
Requisitos:
Para que un instrumento público sea escritura pública debe cumplir los
siguientes requisitos:
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los actos notariales que se otorguen ante ellos, ya sea por chilenos o
extranjeros, para tener efectos en Chile, de forma que los cónsules chilenos se
encuentran facultados para autorizar las escrituras otorgadas por chilenos o
extranjeros para tener efectos en Chile (siempre, obviamente, en ejercicio de
sus funciones).
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c. El nombre del abogado o abogados si la hubieren redactado y de la
denominación del acto o contrato.
No obstante, la falta de estas anotaciones no afecta la validez de la
escritura pública otorgada, sin perjuicio de la responsabilidad del notario. El
libro repertorio debe cerrarse diariamente, indicándose el número de la última
anotación, la fecha y la firma del notario. Todo esto tiene por objeto evitar que
se puedan antedatar escrituras.
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si se debe cumplir con esta exigencia, si cualquiera de
las partes lo solicita (art. 407 COT);
d. El notario debe autorizar la escritura. Esta autorización
es la fe que la escritura da, en su última parte, del
contenido de la misma, firmándola a continuación. No
hay sobre este punto, fórmulas sacramentales
(generalmente se utiliza la expresión “doy fe”).
La escritura tendrá fecha el día en que sea firmada por los otorgantes
(que debe ser el mismo día en que consta su anotación en el repertorio).
Respecto a este punto, debe tenerse presente que si, siendo más de un
otorgante, la firmare uno o algunos primero, y otros después, la fecha de la
escritura será la de la primera firma. Es desde el momento en que el primero de
los otorgantes firma la escritura, que ella tiene fecha, y será también el día en
que se anotará en el repertorio (art. 405 inc. 2° COT). Ahora, el resto de los
otorgantes tienen 60 días para concurrir a firmar el instrumento, transcurridos
los cuales queda sin efecto, si no ha sido rubricado por todas las partes (art.
426 N° 6 y art. 429 inc. final COT).
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deben concurrir al otorgarse, y en la dificultad material de falsificar los
instrumentos públicos.
Ahora, respecto al mérito probatorio propiamente tal de los instrumentos
públicos, hay que realizar distinciones previas:
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señala que el instrumento público no hace plena fe de
la verdad de las declaraciones dispositivas que
contiene. En otras palabras, no porque alguien señale
algo en un instrumento público, esta afirmación debe
–por ese solo hecho- ser cierta (la doctrina entiende
que el instrumento hace plena fe en lo material del
acto [hechos percibidos por el funcionario], pero no en
lo moral [sinceridad de las declaraciones de las
partes]). Sin perjuicio de lo anterior, estas
declaraciones se presumen verdaderas, dado que
conforme a las normas sobre el peso de la prueba, lo
normal se presume, y lo normal es que el contenido
de las declaraciones sea verdadero y sincero (y en
ese orden, se presume a favor y en contra de todas
las partes otorgantes del instrumento, no solamente
en contra de quienes las emiten).
B. Declaraciones enunciativas: son aquellas que no
constituyen el objeto mismo del acto o contrato de que
se trata. En ellas, las partes relatan en términos
simplemente enunciativos, hechos o actos jurídicos
anteriores. La sinceridad de estas declaraciones no se
presume, pues se entiende que las partes no prestan
a ellas la misma atención que a las dispositivas.
Tienen sin embargo, cierto mérito probatorio, que
resulta de su consideración de confesión extrajudicial
o testimonio, según el caso (contra la parte que la
emite, mérito de confesión extrajudicial, art. 398 CPC;
contra terceros, constituye un testimonio irregular,
prestado fuera de juicio, careciendo de mérito
probatorio, sirviendo a lo más como antecedente para
una presunción) Debe considerarse, eso sí, que en
este caso sí se puede distinguir (en las declarativas
no) entre las partes que formulan la declaración y las
que no la formulan, ya que tratándose de las
declaraciones enunciativas, éstas pueden tener valor
(relativo, como se señaló) sólo contra quienes las
emiten, y no contra los otros otorgantes del
instrumento. Sin perjuicio de lo anterior, hay ciertas
declaraciones enunciativas que el legislador asimila a
las dispositivas: las que tienen relación directa con
estas (art. 1.706). Determinar la existencia de la
relación directa es una cuestión de hecho, que se
debe realizar caso a caso.
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b. Declaraciones contenidas en él: El instrumento público hace plena fe
respecto de terceros del hecho de haberse efectuado las
declaraciones de las partes (este aspecto forma parte del contenido
del otorgamiento). Respecto a la veracidad de estas declaraciones,
se debe distinguir:
A. Declaraciones dispositivas: También se presumen verdaderas
frente a terceros, dado que la regla general del peso de la
prueba dice que lo normal se presume, y lo normal es que las
declaraciones sean veraces. Esto pese a que el texto del art.
1.700 indicare lo contrario: “[…] pero no en cuanto a la verdad
de las declaraciones que en él hayan hecho los interesados. En
esta parte no hace plena fe sino contra los declarantes. Las
obligaciones y descargos contenidos en él hacen plena prueba
respecto de los otorgantes y de las personas a quienes se
transfieran dichas obligaciones y descargos por título universal o
singular.” La doctrina entiende que al redactar el art. 1.700, se
confundió el efecto probatorio del instrumento y el efecto
obligatorio del acto o contrato a que el instrumento se refiere. Lo
que realmente se quiso decir es que lo expresado en el
instrumento no obliga ni alcanza a terceros. Esta interpretación
se corroboraría por el texto del inc. final del art. 429 CPC, que
prescribe que las reglas sobre impugnación de autenticidad de
una escritura pública no se aplican cuando se trata de impugnar
la verdad de las declaraciones consignadas en ella, y con el
hecho de que una interpretación literal podría llevar al absurdo
de no poderse probar jamás frente a terceros los actos y
contratos de que da cuenta el instrumento público, porque la
verdad de las declaraciones resulta imposible de probarse. En
este orden, los terceros deben partir de la base de que las
declaraciones dispositivas son verdaderas (por lo tanto, deberá
probarse su falsedad, por aplicación de las normas generales
del peso de la prueba).
B. Declaraciones enunciativas: Éstas no tienen mérito alguno
contra terceros. Los terceros, por su parte, pueden invocar la
declaración enunciativa contra el que la hace, y tiene en este
caso mérito de confesión extrajudicial: sirve de base a una
presunción judicial para acreditar los hechos confesados (ver
art. 398 CPC). Ahora bien, si son declaraciones enunciativas
directamente relacionadas con lo dispositivo, se presumen igual
verdaderas, pese a la redacción del art. 1706 (esto por
aplicación de las normas generales del peso de la prueba,
señalándose que el texto nuevamente denunciaría una
confusión entre el efecto obligatorio con el efecto probatorio del
contrato).
Impugnación:
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aspectos, no obsta a que sea posible atacarlos, destruyendo su mérito
probatorio.
Vías de impugnación:
1.- Impugnación por vía de nulidad: Se pueden aplicar aquí todas las
normas que rigen la nulidad de los actos jurídicos. La nulidad eso sí, puede
tener relación con el funcionario autorizante, o con el instrumento mismo:
a. Nulidad por causa del funcionario autorizante: Esta causal se
puede configurar por falta de investidura del funcionario, por
ejemplo, si fue nulo su nombramiento (no es funcionario en
realidad), caso en el cual el instrumento también es nulo
(salvo casos de apariencia, recordar error común); o por
incompetencia del mismo, sea en razón de la materia o del
lugar. La sanción es la nulidad absoluta (ver también art. 7
Constitución).
b. Nulidad que se refiere al instrumento mismo: La omisión de
cualquier formalidad que debe llenar el instrumento público,
trae aparejada la nulidad absoluta del mismo (art. 1.682, por
ejemplo si una escritura no la ha firmado uno de los
otorgantes, o no ha sido autorizada por un notario). Debe
tenerse presente, que actualmente existe la tendencia a
considerar que solamente se puede anular un instrumento
público por las causales que la ley expresamente consagra,
ver arts. 412 y 426 COT. Sin perjuicio de lo anterior, debe
observarse que puede ser que una ley señale una sanción
distinta, o expresamente establezca que la omisión no acarrea
nulidad (art. 1.026, por ejemplo). Debe tenerse presente que
no hay limitaciones respecto a los medios de prueba con los
que se persiga acreditar la causal de nulidad, todos son
admisibles.
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prueba de la falsedad, se puede recurrir a todos los medios de prueba legal,
dado que la ley no ha establecido limitación alguna. Esto salvo en caso de la
escritura pública, dado que la ley ha limitado su impugnación por falta de
autenticidad, cuando ésta se intenta acreditar por medio de testigos.
- Limitaciones en el caso de la escritura pública (art. 429 CPC):
Se requiere la concurrencia de al menos 5 testigos que reúnan
las condiciones expresadas en la regla segunda del artículo 384
del CPC (que se trate de testigos contestes en el hecho y en
sus circunstancias esenciales, que den razón de sus dichos,
legalmente examinados y sin tacha), y que acrediten que la
parte que se dice haber asistido personalmente al otorgamiento,
o el escribano o alguno de los testigos instrumentales, había
fallecido con anterioridad, o ha permanecido fuera del lugar en
el día del otorgamiento y en los 70 días siguientes. Esta prueba
queda sujeta a la calificación del tribunal, quien la apreciará
según las normas de la sana crítica. Debe observarse que esta
forma de impugnación es solamente para la falta de
autenticidad de la escritura pública, pero no las declaraciones
contenidas en una escritura pública auténtica.
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c. Declaraciones enunciativas que se relacionan
directamente con las dispositivas: Aquellas se
entienden incorporadas en éstas, por lo que gozan de
la presunción de veracidad que ampara a estas
últimas. En este orden, los terceros pueden
perfectamente impugnar su veracidad, subsistiendo el
problema respecto a las partes.
Documentos protocolizados:
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principal es que el instrumento esté firmado por los otorgantes, ya que la firma
sería el signo de aprobación (este requisito se desprende de los arts. 1.701 inc.
2°, 1.702 y 1.703, que requieren firma [o ser “subscritos”]).
Reconocimiento:
Los instrumentos privados se tienen por reconocidos judicial o
voluntariamente. El reconocimiento es judicial cuando se declara la
autenticidad del instrumento por resolución judicial (art. 346 N° 4 CPC). Es
voluntario el que emana de la declaración de las partes, pudiendo ser expreso
o tácito. Es expreso cuando así lo declara en el juicio la persona a cuyo nombre
aparece otorgado el instrumento o la parte contra quien se hace valer, y
cuando igual declaración se hace en un instrumento público o en otro juicio
diverso (art. 346 N° 1 y 2 CPC). Y es tácito cuando, puesto en conocimiento de
la parte contraria, no se alega su falsedad o falta de integridad dentro de los
seis días siguientes a su presentación, debiendo el tribunal, para este efecto,
apercibir a aquella parte con el reconocimiento tácito del instrumento si nada
expone dentro de dicho plazo (art. 346 N° 3 CPC, ver otros casos de
reconocimiento tácito: art. 434 N° 4).
Debe tenerse presente que la exigencia del reconocimiento se aplica
también al caso del art. 1.701 inc. 2°, y que el instrumento privado reconocido
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judicialmente, o mandado tener por reconocido, tiene también mérito ejecutivo
(art. 434 N° 4 CPC).
La Prueba Testimonial
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presenciales), o por haber oído hablar de él a otros (testigos de oídas). El
denominador común de estas clases de testigos, es que no tienen interés
alguno en el acto o hecho que atestiguan.
Este medio probatorio es frecuentemente criticado en doctrina, por los
diversos inconvenientes que presenta. Entre otros, porque las declaraciones de
los testigos están condicionadas por los diversos factores psíquicos personales
que pueden alterar la realidad. Y porque es un fenómeno conocido que frente a
un determinado suceso, las distintas personas que lo presencian pueden tener
versiones diferentes de lo ocurrido, aún obrando de buena fe. A lo anterior, se
debe sumar la desconfianza del Bello hacia la prueba testimonial (ver en el
mensaje del Código Civil, la opinión del codificador sobre los testigos).
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El hecho mismo de la entrega también puede probarse por testigos,
dado que la ley prohíbe los actos o contratos que contengan la entrega, pero
no el hecho material mismo en que ésta consiste.
Según Alessandri, la disposición debe ser interpretada en sentido
amplio, en el sentido de que comprende todas las obligaciones que nacen de
actos o contratos, sea que tengan por objeto dar, hacer o no hacer alguna
cosa. Así lo probaría el texto que habla de la entrega o promesa de una cosa y
no de la entrega o promesa de entrega de una cosa. De la opinión contraria (y
minoritaria) es Claro Solar, quien defiende que la limitación se aplica solamente
a los actos que contienen obligaciones de dar, y no a los de hacer o no hacer,
ya que en caso contrario, habría bastado con que el legislador simplemente
señalara a los “actos o contratos que valgan más de dos unidades tributarias”,
entendiendo que la redacción de la norma cuando señala “promesa de una
cosa” se referiría únicamente a la obligación de dar en el futuro una cosa
determinada. Se rechaza esta opinión, principalmente porque existe la misma
razón para exigir prueba escrita tratándose de las obligaciones de dar, hacer o
no hacer, dado que el legislador atendió al valor del objeto de la obligación,
más que a su naturaleza.
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Excepciones a los casos en que se rechaza la prueba testimonial: Hay
casos en que aún en los supuestos en que se rechace la prueba de testigos,
ésta es procedente (obviamente no se incluyen aquí los casos en que el acto
es solemne y cuya solemnidad constituya instrumento público o privado, por los
principios ya estudiados), y se permite este medio de prueba:
a. Cuando hay un principio de prueba por escrito: Es un
acto escrito del demandado o de su representante que
hace verosímil el hecho litigioso. Por ejemplo, un
pagaré o un cheque dado para pagar una cosa que vale
más de 2 unidades tributarias, que debe entregarse al
deudor, no hace plena prueba de la deuda, pero si
constituye un principio de prueba para que por medio de
testigos se supla esta circunstancia (art. 1.711 inc. 2°).
b. Imposibilidad de obtener una prueba por escrito: La
imposibilidad puede ser física (cuando las
circunstancias materiales no permiten otorgar un
instrumento) o moral (cuando por razones de afecto,
delicadeza, costumbre, u otras similares, no es
procedente exigir la extensión de un documento
escrito).
c. En los casos expresamente exceptuados por la ley: Por
ejemplo, para probar el depósito de efectos del que
aloja en una posada (art. 2.241 relacionado con el
2.237); en materia mercantil (ver art. 128 C. de Com.); o
en el caso del comodato (art. 2.175).
Se debe distinguir:
A. Testigos de oídas: Son aquellos que relatan hechos que no
han percibido con sus propios sentidos, sino que sólo conocen
por el dicho de otras personas (art. 383 CPC). Éstos no tienen
asignado un valor probatorio especial, ya que únicamente
podrán estimarse como base de una presunción judicial (sin
perjuicio de lo dispuesto en el art. 383 inc. 2° CPC).
B. Testigos presenciales: Son aquellos que declaran sobre
hechos que han visto y presenciado. El valor probatorio lo da
el art. 384 CPC, que contiene diversas reglas (ver) que se
resumen en que los “testigos se pesan y no se cuentan”, más
vale la calidad que la cantidad de testigos.
Las Presunciones
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Clasificación:
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(de ambas clases). Hay quienes estiman que en realidad no constituyen
medios de prueba, sino que son una exención o dispensa de la misma: la ley
simplemente releva de la prueba al favorecido con la suposición (tesis
mayoritaria en Chile). Otros entienden que se debe distinguir entre las
presunciones simplemente legales y las presunciones de derecho. En cuanto a
las primeras, no es que se libere del peso de la prueba, sino que se aliviana de
la misma desde el momento en que se infiere un hecho desconocido, pero no
hay una dispensa propiamente tal, dado que demostrada la verdad de un
hecho, quien desee ir en su contra deberá acreditar lo contrario, situación que
sería idéntica a cualquier otra prueba producida. Y en lo que respecta a las
segundas, no tendrían la calidad de medio probatorio, porque no existe ninguna
posibilidad de probar lo contrario.
La Confesión
Características de la confesión:
a. El reconocimiento debe hacerlo una de las
partes y no un tercero; las partes
confiesan, los testigos declaran.
b. El hecho confesado debe ir contra el
confesante, y no a su favor.
c. La confesión es una declaración unilateral,
en el sentido que es perfecta y plenamente
eficaz desde el momento mismo en que se
presta y no es necesario que la parte a
quien favorece manifieste voluntad de
aceptarla o de invocarla a su favor.
Clasificación de la confesión:
33
b. Según su naturaleza: Pura y simple, calificada o
compleja.
Confesión extrajudicial:
Confesión judicial:
34
por intermedio del juez (siempre que la ley faculte al juez para dar
por confesados los hechos).
Esta clase de confesión puede ser expresa (en términos explícitos) o
tácita (es la que el juez declara, a petición de parte, porque la ley la
deduce de ciertos hechos [ver art. 394 inc. 1° CPC, del que se
desprende la necesidad de redactar las preguntas en forma asertiva,
por ejemplo: “diga como es efectivo que….” y no “¿es efectivo
que…?”]).
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c. Compleja: Es aquella en la que el confesante reconoce lo
alegado por el adversario en lo que atañe al hecho material, a
su calificación jurídica, a los efectos de derecho que en su
nacimiento produjo el hecho, pero agregando que por otro
hecho extraño al nacimiento del primero, los efectos de éste se
extinguieron. A diferencia con la calificada, aquí la reserva que
plantea el confesante es relativa a un hecho posterior al
alegado por el adversario, en tanto que en la primera es
relativa a un hecho coetáneo. Puede comprender hechos
conexos o inconexos, según que el nuevo hecho alegado por
el confesante suponga necesariamente o no la existencia del
hecho invocado por la parte contraria.
Indivisibilidad de la confesión:
Irrevocabilidad de la confesión:
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Inspección Personal del Juez (o “del Tribunal”)
Este medio probatorio está regulado en los arts. 403 a 408 CPC. Se lo
define como el reconocimiento o examen de la cosa litigiosa o del lugar del
suceso, realizados por el mismo tribunal, con el fin de aclarar la verdad de los
hechos controvertidos.
Procede en los casos en que la ley lo ordena (ver por ejemplo, art. 571
CPC), y cuando el juez estima que es necesario y así lo dispone.
Mérito probatorio:
Informe de Peritos
Valor probatorio:
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