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El Espacio Aéreo

 Navegación Aérea y Derecho Internacional

Desde principios del siglo XX y con ocasión de las dos guerras mundiales, los
avances técnicos en el dominio del espacio aéreo motivaron la necesidad de
regular jurídicamente las actividades que los Estados comenzarían a desarrollar
en dicho espacio.

Ante este fenómeno, se produce un creciente interés y preocupación de los


Estados por proteger su seguridad y más tarde sus intereses económicos por la
importancia que adquiriría de la aviación comercial, generándose una práctica
unilateral de los Estados centrada en las regulaciones internas y una
reglamentación internacional convencional recogida en la Convención de París
sobre Navegación aérea en 1919 y, posteriormente, en la vigente Convención de
Chicago sobre Aviación Civil Internacional en 1944, que establece los principios
que rigen la navegación aérea y constituye la Organización de la Aviación Civil
Internacional (OACI).

La regulación jurídica internacional del espacio aéreo parte del reconocimiento


de la soberanía del Estado sobre el espacio aéreo supra-yacente (por encima) a
su territorio.

 Extensión del Espacio Aéreo

• Extensión Horizontal

Con base en la legislación internacional, la noción de espacio aéreo


soberano corresponde con la definición marítima de las aguas territoriales, que
serían 12 millas náuticas (22,2 km) hacia el exterior de la línea de costa. El
espacio aéreo que queda fuera de esta línea se considera espacio aéreo
internacional, análogamente a la declaración de "aguas internacionales" en la ley
marítima. De todas formas un país puede, mediante acuerdos internacionales,
asumir la responsabilidad de controlar regiones del espacio aéreo internacional.
Con base a esto, por ejemplo, Portugal mantiene el control del tráfico aéreo sobre
gran parte del Atlántico, o Estados Unidos, sobre la mayor parte del Océano
Pacífico, incluso tratándose de aguas internacionales.

• Extensión Vertical

No existe un acuerdo internacional sobre la extensión vertical de la


soberanía del espacio aéreo [el límite entre el espacio exterior (sin jurisdicción
nacional) y el espacio aéreo nacional], aunque se sugiere altitudes que van desde
aproximadamente 30 km (19 millas) (el alcance más alto de los aviones) hasta los
160 km (100 millas) (la altitud más baja de órbitas estables a corto plazo de
satélites). La Federación Aeronáutica Internacional (FAI) ha establecido la Línea
de Kármán, a una altitud de 100 km, como el límite entre la espacio aéreo y el
espacio exterior (o ultraterrestre), aunque la NASA de Estados Unidos considera
que cualquier persona que vuele por encima de los 80 km (50 millas) se puede
considerar astronauta. En resumen no hay acuerdo sobre el límite vertical y se
tiene constancia de que los transbordadores espaciales vuelan sobre el espacio
aéreo de Canadá a una altura de 80 km sin pedir ningún tipo de permiso previo

 Intentos por Delimitar la Extensión Vertical del Espacio Aéreo

El territorio aéreo o espacio aéreo es el ámbito superior hasta donde llega la


soberanía de un Estado en su sentido vertical. Colinda con el espacio exterior (o
ultraterrestre). El límite superior del espacio aéreo es, al mismo tiempo, el límite
inferior del espacio ultraterrestre. Pero ese límite aún no se ha fijado. Todos
entendemos que el ámbito atmosférico del Estado debe tener una frontera, que no
puede extenderse al infinito, pero esa delimitación todavía no se ha efectuado y no
se ven posibilidades próximas de que se establezca, porque la indefinición sirve a
los intereses de las potencias espaciales, que son las únicas que, con su dominio
científico y tecnológico, pueden hacer uso pleno de la “libertad del aire”.

La Convención de Chicago de 1944 sobre aviación civil internacional


intentó, sin lograrlo plenamente, establecer el límite del espacio aéreo a la altura
hasta donde una aeronave puede sustentarse bajo las “reacciones del aire”, es
decir, en las respuestas que el aire da a las acciones del motor de la aeronave,
pero como la tecnología aerodinámica avanza y cada vez se inventan aeronaves
más eficientes que, con mejores medios de propulsión y sustentación, pueden
elevarse a mayores alturas y, este límite se vuelve extremadamente incierto. El
progreso tecnológico hace variable y relativa aquella distancia y la invalida como
referencia para señalar los límites superiores del espacio aéreo y los inferiores del
espacio exterior.

Urgidas por el vuelo de los dirigibles Zeppelín en 1901 y por la máquina


voladora inventada en 1903 por los hermanos Wright, las teorías que se emitieron
en el siglo XX para tratar de señalar los límites del espacio aéreo han sido de lo
más disímiles. A principios de siglo se propusieron diversas tesis: la de que el
espacio aéreo debe ir hasta donde alcance el poder de la vista, o hasta la altura
máxima a donde puede llegar la bala de cañón, o tan lejos como el Estado
subyacente pueda ejercer control efectivo sobre su atmósfera, o hasta la altura
donde una aeronave pueda sustentarse en las reacciones del aire, o el criterio de
la fuerza de gravedad, es decir, de la atracción terrestre a los objetos que vuelan
sobre el firmamento. Después se propusieron distancias concretas medidas en
millas. Todas ellas resultaron arbitrarias. En resumen, unas teorías carecieron de
la necesaria perspectiva histórica para prever los avances de la aeronáutica y de
la astronáutica, otras obedecieron a los intereses concretos de los países que
manejan la tecnología, por lo que ninguna de ellas prosperó.

En la primera mitad del siglo XX se realizaron importantes conferencias


internacionales sobre aeronavegación y se intentó delimitar el espacio aéreo de
los Estados. En 1910 hubo una reunión en París, otra en Verona el mismo año, la
de los aliados en 1919 en París, la Conferencia Iberoamericana de Madrid en
1926, la Interamericana de Lima en 1928, la de aviación comercial en La Habana
en 1928, la Panamericana de Montevideo en 1933, la de Chicago en 1944, en
1966 la de las Naciones Unidas sobre el Tratado del Espacio Ultraterrestre y la
Convención sobre actividades de los Estados en la Luna y otros Cuerpos Celestes
de 1979.

Si bien ninguna de ellas alcanzó el objetivo de señalar los límites del


espacio aéreo, todas contribuyeron sin duda a la integración del Derecho Aéreo y
del Derecho del Espacio, como ramas especializadas del Derecho Internacional
Público.

Esas conferencias propugnaron el principio de que las capas atmosféricas


forman parte del territorio estatal sobre el cual gravitan y de que, por tanto, deben
estar sometidas a la soberanía del Estado subyacente, pero no llegaron a definir
las dimensiones del espacio aéreo.

El signo de la incertidumbre ha acompañado, en estos puntos y durante


mucho tiempo, a todas las conferencias internacionales. Y la indefinición, que
parece ser buscada de propósito, ha favorecido a las potencias aéreas que son las
únicas que pueden ejercer, en el marco de un amplio aer liberum, las más
irrestrictas prerrogativas sobre el espacio.

La misma incertidumbre ha imperado en el ámbito de la teoría jurídica.


Partiendo del convencimiento de que la delimitación del territorio aéreo de los
Estados es un imperativo de la seguridad nacional y de la vida de relación entre
los Estados, los tratadistas han propuesto toda clase de fórmulas para precisarla.
Unos han señalado, de un modo más o menos arbitrario, distancias que van de los
30 a los 160 kilómetros desde la superficie terrestre, otros han hablado
del perigeo de los satélites artificiales como referencias para fijar ese límite. Se ha
pretendido por algunos autores señalar el ámbito territorial aéreo en función de la
capacidad efectiva de los Estados para controlarlo o han pretendido fijarlo en
razón del grado de densidad del aire. Han sido numerosas las formulaciones
teóricas que se han hecho con arreglo a criterios territoriales, espaciales o
funcionales.

En todo caso, a muchos tratadistas les parece razonable que aquel límite
aún no establecido no debería ir más allá de la atmósfera porque el propio sentido
geofísico de la expresión “espacio aéreo” se refiere al aire y más allá de la
atmósfera no se encuentra este elemento.

Pero en la práctica ha ocurrido que, mientras se buscan fórmulas de


aceptación general, los Estados desarrollados han establecido, con la fuerza de
los hechos consumados, una norma consuetudinaria internacional según la cual el
límite superior del espacio aéreo de los Estados está dado por el perigeo mínimo
de las naves espaciales en órbita, esto es, entre 100 y 110 kilómetros sobre la
superficie terrestre. Todo lo que está encima de ese límite es el espacio exterior,
considerado como bien común de la humanidad para fines pacíficos.

Por eso es imprescindible que una convención internacional, lo


suficientemente representativa de la opinión mundial, elabore un régimen jurídico
para el espacio aéreo de los Estados, determine su forma y su límite superior —
que es, al propio tiempo, el límite inferior del espacio exterior ( o ultraterrestre) —,
establezca la reglamentación jurídica a que debe estar sometido, regule las
nuevas relaciones humanas que nacen de la utilización de esos espacios y señale
los deberes y derechos de los Estados en los ámbitos espaciales que se abren.

 Régimen Jurídico del Espacio Aéreo

• Posiciones de la doctrina respecto al régimen jurídico del espacio


aéreo

El régimen jurídico del espacio aéreo ha dado lugar a dos posiciones en la


doctrina:

o Aquella que considera el espacio aéreo como una res nullius (cosa de
nadie), regido por el principio de libertad de navegación y no susceptible
de apropiación por los Estados.

o La que considera que el Estado subyacente es el titular exclusivo de la


soberanía sobre el espacio aéreo que se encuentra sobre su territorio.

Esta última es la que prevalece en Derecho Internacional, tal y como pone de


manifiesta la práctica unilateral desarrollada por los Estados. Además, el artículo 1
del Convenio de Chicago establece que “los Estados contratantes reconocen que
todo Estado tiene soberanía plena y exclusiva sobre el espacio aéreo situado
sobre su territorio.
Conforme al principio de soberanía de los Estados sobre su espacio aéreo, se
articula el régimen jurídico de navegación aérea y de tráfico comercial. Aunque la
Convención de Chicago admite que todas las aeronaves que no se utilicen en
servicios internacionales tendrán derecho a penetrar sobre su territorio o
sobrevolarlo sin escalas y, como es sin fines comerciales, no necesita obtener
permiso previo, para los servicios aéreos regulares, que tienen mayor importancia
para los intereses comerciales y económicos, se dispone que ningún servicio de
este tipo podrá explotarse en el territorio o sobre el territorio de un Estado
contratante, excepto con permiso especial u autorización y conforme a las
condiciones de los mismos. Además, ninguna aeronave de Estado podrá volar el
territorio de otro Estado o aterrizar en el sin haber obtenido autorización.

• Libertades del aire

La reglamentación de los servicios aéreos regulares sujetos a itinerario fijo suscitó


una mayor polémica como consecuencia de los intereses económicos que genera
la aviación

o Sobrevolar el territorio de un Estado sin aterrizar.

o Aterrizar pos motivos no comerciales (escala técnica para


abastecimiento de combustible, reparaciones, etc.).

o Desembarcar pasajeros, correo y mercancías embarcadas en el


territorio del Estado cuya nacionalidad tiene la aeronave.

o Embarcar pasajeros, correo y mercancías con destino al Estado cuya


nacionalidad tiene la aeronave.

o Embarcar pasajeros, correo y mercancías con destino al territorio de


cualquier Estado y desembarcar los procedentes de cualquier territorio.

Las dos primeras son libertades de tránsito y las otras tres de tráfico. Esto supone
que la soberanía del Estado sobre su espacio aéreo es exclusiva, pues podrá
negar el acceso de aeronave de terceros Estados, pudiendo ejercerse estas
libertades con permiso previo, formalizándose acuerdos bilaterales, donde se
establecen las condiciones del ejercicio de dichas libertades.

La práctica bilateral tiene el objeto de reconocer las libertades del aire, que tienen
una dimensión comercial, ya que no están incluidas en la Convención de Chicago.

En la Comunidad Europea se ha producido un proceso de liberalización del


transporte aéreo.

Según la Convención de Chicago, un Estado contratante puede, por razones de


necesidad militar o de seguridad pública, restringir o prohibir los vuelos de las
aeronaves de otros Estados sobre ciertas zonas de su territorio, siempre que no
se distinga entre las aeronaves del Estado que se empleen en servicios
internacionales regulares y las aeronaves de los otros Estados en servicios
militares.

Además, cada Estado tiene derecho, en circunstancias excepcionales y durante


un periodo de emergencia o en interés de la seguridad pública, a restringir o
prohibir temporalmente los vuelos sobre todo su territorio o parte de él.

Por otra parte, aunque las aguas que forman los estrechos utilizados para la
navegación internacional pertenecen a la soberanía de los Estados ribereños, los
buques y aeronaves de todos los Estados gozan de un derecho de paso en
tránsito consistente en el ejercicio de la libertad de navegación y sobrevuelo
exclusivamente para los fines de transito rápido e ininterrumpido.

 Medidas y Reglamentaciones Internacionales Particulares

La nacionalidad de las aeronaves será la del Estado en el que estén matriculadas.


La aviación civil se ha visto afectada por los actos de violencia y ataques
cometidos por individuos contra personas a bordo de aeronaves, contra las
mismas y contra las instalaciones o servicios de navegación. Por ejemplo, la
explosión de un avión de Pan Am en Lockerbie y de un avión de UTA en el Níger.

Para ello, con el fin de prevenir y sancionar actos ilícitos contra la seguridad de la
aviación civil, los Estados han adoptado medidas y reglamentaciones
internacionales particulares. Destacan tres convenios:

• Convenio de Tokio sobre infracciones y otros actos cometidos a bordo de


aeronaves, de 1963.

• Convenio de La Haya sobre represión del apoderamiento ilícito de


aeronaves, de 1970.

• Convenio de Montreal sobre represión de actos ilícitos sobre la seguridad


de la aviación civil, de 1971.

Junto a esos acuerdos para hacer frente a los actos de terrorismo internacional, el
Consejo de Seguridad en el marco de atención al terrorismo internacional, ha
condenado todos los actos de injerencia ilícita contra la seguridad de la aviación
civil, exhortando a los Estados a que cooperen en la elaboración y aplicación de
medidas para prevenir el terrorismo.

Desde el 11-S, los objetivos de seguridad preventiva y operativa tienen una


renovada y especial relevancia en el ámbito internacional. Este acontecimiento
puso de manifiesto que cualquier avión puede ser desviado para ser utilizado
como arma de destrucción, evidenciándose que las medidas preventivas tanto en
la seguridad en tierra como la seguridad a bordo interesan a toda la comunidad
internacional.

El Espacio Exterior o Espacio Ultraterrestre

 El Espacio Ultraterrestre

El espacio exterior o espacio ultraterrestre, también simplemente


llamado espacio, se refiere a las regiones relativamente vacías del universo fuera
de las atmósferas de los cuerpos celestes (incluida la Tierra). Se usa el término
espacio exterior o ultraterrestre para distinguirlo del espacio aéreo. El espacio
exterior no está completamente vacío de materia (es decir, no es un vacío
perfecto) sino que contiene una baja densidad de partículas, predominantemente
gas hidrógeno y helio, así como radiación electromagnética. Aunque se supone
que el espacio exterior ocupa prácticamente todo el volumen del universo y
durante mucho tiempo se consideró prácticamente vacío, o repleto de una
sustancia llamada éter, ahora se sabe que contiene la mayor parte de la materia
del universo. Esta materia está formada por campos magnéticos, radiación
electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin masa e incluso formas de
materia no bien conocidas como la materia oscura y la energía oscura. De hecho
en el universo cada uno de estos componentes contribuye al total de la materia,
según estimaciones, en las siguientes proporciones aproximadas: elementos
pesados (0,03 %), materia estelar (0,5 %), neutrinos (0,3 %), estrellas (0,5 %)
hidrógeno y helio libres (4 %) materia oscura (aprox. 25%) y energía oscura
(aprox. 70 %) -resta un 0,17 % sin estimar-. La naturaleza física de estas últimas
es aún apenas conocida. Sólo se conocen algunas de sus propiedades por los
efectos gravitatorios que imprimen en el período de revolución de las galaxias, por
un lado, y en la expansión acelerada del universo o inflación cósmica, por otro.

No hay un límite claro entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior, ya


que la densidad de la atmósfera decrece gradualmente a medida que la altitud
aumenta. No obstante, la Federación Aeronáutica Internacional ha establecido la
línea de Kármán a una altitud de 100 kilómetros como una definición de trabajo
para el límite entre la espacio aéreo y el espacio exterior (o ultraterrestre). Esto se
usa porque, como Theodore von Kármán calculó, por encima de una altitud de
unos 100 km, un vehículo típico tendría que viajar más rápido que la velocidad
orbital para poder obtener suficiente sustentación aerodinámica para sostenerse él
mismo. Estados Unidos designa a la gente que viaja por encima de una altitud de
80 km como astronautas. Durante la reentrada atmosférica de las naves
espaciales, de acuerdo a la NASA la altitud de 120 km marca el límite donde la
resistencia atmosférica se convierte en perceptible.

 Comité sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines


Pacíficos. Regulación del Espacio Exterior o Ultraterrestre.

Con los avances logrados en la segunda mitad del Siglo XX por la


tecnología espacial desarrollada por las grandes potencias -que iniciaron en 1957
con el primer lanzamiento al espacio del satélite Sputnik de la Unión Soviética- se
inició una frenética conquista del espacio ultraterrestre, símbolo del poderío
tecnológico de los países más avanzados de ese momento. Con este motivo la
Organización de las Naciones Unidas emprendió, al unísono, una serie de
iniciativas para crear los mecanismos regulatorios que controlaran los avances y
conquistas científicas en materia espacial.

Con amplia visión de futuro, las prioridades fundamentales que la


Organización se planteó desde ese legendario lanzamiento del 57, fue el uso
pacífico del espacio ultraterrestre y el que toda la comunidad internacional pudiera
beneficiarse de las posibilidades científicas de un ámbito hasta entonces
inaccesible al hombre.

En diciembre de 1958, la Asamblea General de las Naciones Unidas crea el


Comité sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos
(COPOUS). Este órgano intergubernamental está integrado actualmente por 77
Estados Miembros y se ocupa de coordinar la actividad que las Naciones Unidas
desarrolla en esta esfera específica. Asimismo, es también competencia de este
Comité

• La cooperación internacional para el uso del espacio ultraterrestre


• La difusión de información
• El estímulo a la investigación
• La creación de programas de cooperación técnica
• El desarrollo del derecho espacial internacional

Para el cumplimiento de estos objetivos el Comité se apoya en dos


Subcomités:

El Subcomité de Asuntos Científicos y Técnicos, que en la actualidad tiene


estos cometidos:

• La investigación astronómica
• La exploración planetaria
• La actividad espacial relativa al medio ambiente en la Tierra
• El uso de fuentes de energía nuclear en el espacio ultraterrestre
• La teleobservancia de la Tierra vía satélite
• Los sistemas de transporte espacial y
• Los desechos espaciales.

El Subcomité de Asuntos Jurídicos que se ocupa de los siguientes aspectos: la


delimitación y definición del espacio ultraterrestre, los medios para garantizar la
utilización racional y equitativa de la órbita geoestacionaria y el seguimiento de la
situación actual de cinco tratados internacionales y cinco instrumentos adicionales
que gobiernan las actividades relacionadas con el espacio ultraterrestre.

 Tratados

o "Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre", de 1966. Es el Tratado


sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en
la exploración del espacio ultraterrestre, incluida la Luna y otros
cuerpos celestes. En el mismo, se estipula que el espacio
ultraterrestre es patrimonio de la humanidad, y que por tanto, no
puede ser objeto de apropiación por parte de ninguna nación, sea
cual sea su grado de desarrollo científico o económico, debe ser
accesible a la exploración y uso, con fines pacíficos, por parte de
toda la comunidad internacional.
o "Acuerdo sobre Salvamento", de 1967. Es el acuerdo sobre
salvamento y devolución de astronautas y la restitución de objetos
lanzados al espacio ultraterrestre. Éste garantiza la devolución de
material espacial o equipos hallados en territorio ajeno a la autoridad
de lanzamiento y el auxilio a tripulantes de naves espaciales en caso
de aterrizaje de emergencia o accidente.
o "Convención sobre Responsabilidad", de 1971. Es el convenio
sobre la responsabilidad internacional de los daños causados por
objetos espaciales. En la misma, se estipula la responsabilidad del
Estado que realice un lanzamiento, de aquellos daños causados por
los objetos espaciales arrojados sobre la superficie terrestre, o a
aeronaves en vuelo, incluidas personas o bienes a bordo.
o "Convenio sobre el Registro", de 1974. Se trata del convenio sobre
el registro de objetos lanzados al espacio ultraterrestre. A través del
citado registro todos los Estados que lanzan objetos al espacio
proporcionarán a la Organización información al respecto. Dicho
registro es mantenido en la Oficina de Asuntos del Espacio
Ultraterrestre.
o "Acuerdo sobre la Luna" de 1979. Este es el acuerdo que debe regir
las actividades de los Estados en la Luna y en otros cuerpos celestes.
En el mismo, se desarrollan los principios básicos del Tratado de 1966
-relativos a la Luna y cuerpos celestes- y se establece la regulación de
la futura exploración y explotación de los recursos naturales que allí se
encuentren.

 Declaraciones y Principios

o Declaración de los principios jurídicos que deben regir las


actividades de los Estados en la exploración y utilización del
espacio ultraterrestre,
o Principios que han de regir la utilización por los Estados de
satélites artificiales de la Tierra para las transmisiones
internacionales directas por televisión,
o Principios relativos a la exploración de la Tierra desde el espacio,
o Principios pertinentes a la utilización de fuentes de energía
nuclear en el espacio ultraterrestre,
o Declaración sobre la cooperación internacional en la exploración
y utilización del espacio ultraterrestre en beneficio e interés de
todos los Estados, teniendo especialmente en cuenta las
necesidades de los países en desarrollo.

 Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre


(UN-OOSA)

La Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre (OOSA) se creó


inicialmente como una pequeña Unidad Experta dentro del Secretariado de las
Naciones Unidas en Nueva York, para asistir al comité ad hoc establecido en
1958 sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos
(COPOUS). En 1962 cuando este Comité realiza su primera reunión, la Unidad
pasa a formar parte del Departamento de Asuntos Políticos y del Consejo de
Seguridad, y en 1968 se transforma en la División de Asuntos del Espacio
Ultraterrestre dentro del mismo Departamento. En 1992, la División se convierte
en la actual Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de la División de
Asuntos Políticos de la Naciones Unidas. En 1993, la Oficina se trasladada a las
oficinas de las Naciones Unidas en Viena.

La Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas


(UN-OOSA), ejecuta las decisiones de la Asamblea General y del Comité sobre la
Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPOUS). La Oficina
cuenta con el doble objetivo de apoyar a los debates intergubernamentales en el
Comité y sus dos Subcomités, el de Asuntos Científicos y Técnicos y el
de Asuntos Jurídicos. Así como de ayudar a los países en desarrollo en el uso de
la tecnología espacial para el desarrollo. Además, da seguimiento a la evolución
jurídica, científica y técnica relacionada con las actividades espaciales y sus
aplicaciones, con el fin de proporcionar información sobre éstas y asesorar a los
Estados Miembros, a Organizaciones Internacionales y otras Oficinas de las
Naciones Unidas.

La Oficina está dirigida por un Director y tiene dos secciones: la Sección de


Aplicaciones Espaciales, que organiza y lleva a cabo el Programa de las Naciones
Unidas de aplicaciones de la tecnología espacial y la Sección del Comité y de
Asuntos Legales y de Política, que proporciona los servicios sustantivos de
Secretariado al Comité COPOUS, sus dos Subcomités y sus Grupos de Trabajo.
La Oficina cuenta con un personal multinacional y desde julio de 2014, está
dirigida por Simonetta de Pippo (astrofísica italiana), quien anteriormente fuera
Directora de Vuelos Espaciales Tripulados de la Agencia Espacial Europea (ESA)

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