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Era fines de agosto de 1979 en Lima, sonó el teléfono y en línea estaba Javier el
internacionalista: "Patequeso ¿conseguiste a los cuatro profesionales que le
hemos prometido a los sandinistas?”. Respondí que no y que nadie había
aceptado. “Busca a Oscar (Ugarteche) y convéncelo para que vaya contigo a
Nicaragua”. Le expliqué que yo no podía ir porque estaba trabajando con los
holandeses, me acababa de separar y tenía muchas deudas. “No importa yo hablo
con Dirk (Kruijt) y Menno (Velinga) que son amigos. Además sólo es por unos
meses y eres economista que es lo que necesitan. Tú habla con Oscar y me
avisas”. Ni modo.
Así era Javier en todo: persuasivo, impulsivo, tajantemente afectuoso, siempre con
las luces altas, sobre todo cuando se trataba de asuntos internacionales. Y la
Nicaragua sandinista era una luz en el horizonte, 20 años después del triunfo de la
Cuba revolucionaria de su amigo Fidel. Alucinado con el principio de que la
solidaridad es la ternura de los pueblos, desde muy joven Javier lo hacía causa y
tarea cotidiana.
Cuando el sábado 4 de mayo del 2013 Javier nos dejó para irse a otras
dimesiones, muy pocos recordaron que al ser injustamente sancionado por la
mayoría del actual congreso de la República - inventando una patraña demostrada
por la justicia -, ocupaba el cargo de Presidente de la Comisión de Relaciones
Exteriores del parlamento que le dio la espalda y al que le dedicó 30 de sus 45
años de vida política. Pero no sólo eso, Javier al morir era el coordinador de la
secretaría Andino-Amazónica del Foro de Sao Paulo que fundó en 1990, en el
Hotel Danubio de esa ciudad, con Luiz Inácio Lula da Silva, Marco Aurelio García,
Cuauhtemoc Cárdenas, Roberto Regalado y otros latinoamericanistas. Por si fuera
poco, Javier al morir presidía el Comité de Solidaridad con el Pueblo Saharaui y la
Liga parlamentaria Perú – Argelia. Tal era su consecuente militancia
internacionalista, solidaria e integracionista con las luchas de los pueblos de todo
el mundo.
Vino un largo periodo que duraría hasta diciembre de 1986, en los que trabajé
para el MIPLAN (Ministerio de Planificación), fundamos con Xabier Gorostiaga el
INIES (Instituto Nicaragüense de Investigaciones Económicas y Sociales) y luego
la CRIES (Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales), fui
investigador en temas rurales de la UNAN (Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua), representé a VR primero y luego al PUM (Partido Unificado
Mariateguista) – desde 1984 que fundamos la célula en el exterior “Esteban
Pavletich” -, me casé jurando “por los Héroes y Mártires de la Revolución Popular
Sandinista” y tuve dos hijos, fui miliciano carnetizado, fundamos con otros y otras
la Asociación de Peruanos Residentes en Nicaragua “José Carlos Mariátegui” y fui
un referente para Javier cada vez que llegaba por Managua, sólo o con su esposa
Liliana Panizo.
Fue uno de los fundadores del Foro de Sao Paulo en pleno auge neoliberal.
Son cientos las anécdotas con mi amigo Javier en varias partes, pero quiero
recordar una. Estando en Managua a finales de 1983, me pidió que lo llevara a
una casa de seguridad del FMLN que quedaba en la carretera a León. Javier se
reuniría con el comandante guerrillero “Leonel Gonzáles”, dirigente de ese frente
salvadoreño. Llovía a mares y el barro de la pista para mi casa que quedaba en
Esquipulas por la carretera a Masaya, en donde Javier estaba hospedado, llegaba
a la mitad de las botas.
en 10:11 p.m.
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Etiquetas: Hugo Cabieses, Perú. Javier Diez Canseco el internacionalista
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