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Cómo la física está validando la Teoría del

Valor Trabajo
Por A. Dorado el 27 abril, 2014 en Análisis, Traducción

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El Capítulo Tercero de “Argumentos en pro del socialismo” de Paul Cockshott y David


Zachariah (la traducción de cuyos primer y segundo capítulos ya hemos publicado) supone
una sucinta introducción a los trabajos científicos que, a juicio de los autores, vuelven a dar
carta de validez a la teoría del valor trabajo. Muestra como los diferentes trabajos empíricos
y el uso de los métodos de la Mecánica Estadística y la Termodinámica aplicados a la
Economía capitalista demuestran que los precios se agrupan en torno a los valores
laborales, tal y como había vaticinado Marx (aunque sin dar una explicación causal del todo
satisfactoria) en el Volumen Primero de “El Capital”. Se hace ver que por su propia
dinámica, el sistema capitalista conlleva una enorme polarización de rentas, y que si
aplicamos los mismos métodos al “Socialismo de Mercado”, esta misma polarización
acabará siendo también insoslayable, por lo que los autores no lo contemplan como una
alternativa deseable.Y desde luego, si tomamos China o Vietnam como ejemplos de
“Socialismo de Mercado”, esa afirmación parece verse incluso demasiado corroborada por
la bruta realidad de esos países, sin perjuicio de su innegable y extraordinario crecimiento
económico, pero también sin menoscabo de las increíbles desigualdades y de la
intensificación de la explotación que comporta.

Capítulo Tercero. Cómo la física está validando la Teoría del Valor Trabajo.

Cuando era estudiante de economía nuestro profesor nos explicaba que aunque la Teoría
del Valor-Trabajo había supuesto una fase históricamente importante en el desarrollo de la
economía, ahora se sabía que estaba completamente equivocada. Economistas del Siglo XX
como Sraffa y Samuelson habían mostrado que era innecesario conferir al trabajo ningún
papel especial en el entendimiento de los precios. En realizad la estructura de estos podía
comprenderse perfectamente como el resultado de los costes monetarios de las empresas y
el comportamiento de los empresarios que buscaban maximizar el beneficio. Y si no había
en la realidad nada parecido al Valor-Trabajo, se seguía que la teoría de Marx de la
explotación era una incursión improcedente de prejuicios morales en la ciencia “positiva”
de la economía.
El profesor al que me refiero, Ian Steedman, era bastante de izquierdas en realidad, un
miembro muy activo del Partido Comunista.
Esto no deja de ser una anécdota, pero el hecho de que incluso un intelectual comunista
prominente creyera que el componente central de la teoría económica de Marx carecía de
validez científica es significativo. En retrospectiva nos indica lo mal preparados que
estaban los intelectuales del movimiento comunista cuando se enfrentaban con los intensos
ataques ideológicos al socialismo en los ochenta y noventa.
Pero hace 25 años llegó ayuda de una fuente inesperada. Dos matemáticos, Moshe
Machover y Emanuel Farjoun, escribieron un libro denominado Las Leyes del Caos. Su
libro ofrecía un modo nuevo y radical de observar como el capitalismo funcionaba como un
sistema caótico y desorganizado.

Farjoun y Machover supieron ver que la física ya había desarrollado teorías para describir
sistemas parecidos igualmente caóticos y desorganizados.

En una economía de mercado, interactúan cientos de miles de empresas e individuos,


adquiriendo y vendiendo bienes y servicios. Esto es similar al gas donde interaccionan una
serie de moléculas, que “rebotan” unas con otras. Los físicos dicen que esos sistemas
poseen un “alto grado de libertad”, lo que quiere decir que los movimientos de las
moléculas individuales son “libres” o azarosos. Pero a pesar de que las moléculas
individuales son libres de moverse, aún podemos predicar cosas de ellas en conjunto.
Podemos decir cuál será su velocidad media (su temperatura) y cuál será su probable
distribución en el espacio.

La rama de la física que estudia esto es la Mecánica Estadística o la Termodinámica.

En vez de hacer asertos deterministas, se ocupa de probabilidades y promedios, pero aún


aporta leyes fundamentales, las leyes de la termodinámica, que se ha descubierto que
gobiernan el comportamiento de nuestro universo.
¡Aquí llega la sorpresa! Cuando aplicaron el método de la mecánica estadística a la
economía capitalista, hallaron que las predicciones que hacían coincidían casi exactamente
con la teoría del valor trabajo como había sido expuesta en el volumen I de El Capital. La
mecánica estadística mostraba que los precios de los bienes variarían en proporción con su
contenido laboral tal y como Marx había supuesto. Como el mercado es caótico, los precios
individuales no equivaldrían exactamente a los valores laborales, pero se concentrarían muy
cerca de estos.
En el Tomo Primero Capital la teoría del valor trabajo se tomaba como una “regla de oro”
válida empíricamente. Marx sabía que era correcta, pero no dijo la razón. Aquí por fin
tenemos una teoría física sólida que lo explica.

Es tarea de la ciencia descubrir los mecanismos causales. Una vez que se ha hecho esto se
pueden hacer predicciones susceptibles de comprobación. Si hay dos teorías en
competencia que hacen diferentes predicciones sobre la realidad, podemos mediante la
observación determinar que teoría es la correcta. Este es el método científico correcto.

La teoría de Farjoun y Machover realizaba ciertas predicciones que se oponían


directamente a las de críticos de Marx, como es el caso de Samuelson. En concreto su teoría
predecía que las industrias con una alta ratio de trabajo en relación con el capital serán más
rentables. La economía convencional predice que no habrá una diferencia sistemática tal
entre las tasas de ganancia de las diferentes industrias. Al comprobarse esto, se vio que
Farjoun y Machover tenían razón.

Las industrias que tienen una ratio de trabajo alta en relación con el capital son más
rentables. Pero esto es exactamente lo que cabía esperar si la fuente del beneficio era la
explotación del trabajador más que el capital. Su teoría realizaba predicciones que no sólo
eran acertadas empíricamente, sino que al mismo tiempo verificaban la teoría de Marx de la
explotación del trabajo.

El segundo avance importante lo desencadenó el físico Víctor Yakovenko, que mostró en


su estudio “La Mecánica Estadística del Dinero”, que el dinero en una economía de
mercado desempeñaba el mismo papel que la energía en la física.

Así como la energía se conserva en las colisiones entre moléculas, así el dinero se conserva
en el acto de compraventa.
¡Hasta ahora es muy obvio!

Lo que no es tan obvio es lo que esto implica. Yakovenko mostró que las leyes de la
termodinámica implicarán que la distribución del dinero entre la gente seguirá la misma
forma que la distribución de la energía entre las moléculas en un gas: la llamada
distribución Gibbs-Boltzmann. Eso suena muy científico, ¿pero qué significa en realidad?

Lo que nos dice la distribución Gibbs-Boltzmann del dinero es que poca gente acabará
teniendo mucho dinero y mucha gente tendrá muy poco dinero. Nos dice que la distribución
del dinero será muy desigual, tal y como observamos en la sociedad capitalista. De hecho
Yakovenko mostró que la distribución de la riqueza en EEUU se ajusta a la distribución
Gibbs-Boltzmann de un modo muy cercano.

Hay una tendencia a pensar que los ricos deben su riqueza a su esfuerzo o inteligencia, pero
la física nos dice que no. En una economía de mercado dada, las leyes de la probabilidad
significan que mucho dinero acabará en manos de poca gente. Y de hecho cuando
observamos los EEUU hallamos que la distribución de la riqueza es todavía más desigual
que la que podríamos esperar de la ley Gibbs-Boltzmann. Si esta ley operara, había
millonarios, pero no gente con miles de millones. ¿A qué se debe la disparidad?

Las ecuaciones originales de Yakovenko representaban una economía que es más bien
como la que Marx denominó: “producción simple de mercancías”. Asumía sólo la compra y
la venta.
Los trabajos más recientes de Yakovenko y Woright han mostrado que si modificas estas
ecuaciones introduciendo las ganancias por interés sobre dinero o la contratación de trabajo
asalariado, entonces las ecuaciones predicen una polarización de la población en dos
grupos. El grueso de la población, los trabajadores asalariados y la pequeña burguesía,
siguen una distribución Gibbs-Botlzmann. Pero existe una segunda clase, la de aquellos
cuya renta se deriva del capital, cuya riqueza seguirá un sendero diferente, lo que se
denomina una “distribución de ley de potencia”. Una vez más, obsérvese en detalle la
distribución de la riqueza y tendremos exactamente la distribución vaticinada por la teoría
de Yakovenko. Esto, dice Yakovenko, demuestra que Marx estaba en lo cierto cuando decía
que la sociedad moderna comprendía dos clases distintas y antagónicas: capitalistas y
trabajadores.

Así que la física moderna ha demostrado no sólo que Marx estaba en lo cierto en su análisis
fundamental, sino que estaba en lo cierto porque sus conclusiones se seguían de una de las
leyes fundamentales de la física, las leyes de la Termodinámica.
También tenemos una conclusión menos obvia que debemos extraer de la propia física. Que
el socialismo de mercado es una opción indeseable. Podemos ver a partir de la obra de
Yakovenko que en una economía socialista de mercado la economía también tendría una
distribución del dinero muy desigual. Aquí también operaría la ley Gibbs-Boltzmann. Unas
pocas cooperativas acabarían con mucho dinero, y mucha gente trabajando en ellas y otras
cooperativas quedarían sumidas en la pobreza. A partir de esto el capitalismo se
regeneraría. Como escribió Lenin: “la pequeña producción engendra el capitalismo y la
burguesía continuamente, cotidianamente, hora a hora, espontáneamente, y a escala
masiva”.

Escrito en 2008.

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David Zachariah, economía, Paul Cockshott, Teoría del valor-trabajo

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3 Respuestas a Argumentos en pro del socialismo: capítulo III. Cómo la física


está validando la Teoría del Valor Trabajo

1.

Alberto 30 abril, 2014 en 3:20 pm #

Lo de la validación de la teoría del valor del trabajo no está nada claro:


http://bnarchives.yorku.ca/308/02/20101200_cockshott_nitzan_bichler_testing_the_
ltv_exchange_web.htm

Lo de Yakovenko tiene pinta de ser cierto. Pero igual que las moléculas de oxígeno
con mas y menos energia siguen siendo moléculas de oxígeno, que una persona
tenga menos o más pasta en un momento determinado no crea una división de clases
y intereses clara y inamovible.

Además, teneís “Le capital au xxie siècle” que da suficientes razones para que todos
seamos de izquierdas, sin necesidad de heterodoxos ni dogmas marxianos.

2.

Guillem Murcia 20 mayo, 2014 en 10:23 am #

Hola Alberto, te contesto yo, aunque el experto en el tema es A.Dorado. Al respecto


de la teoría del valor trabajo, igual te interesa leer estos enlaces donde Cockshott y
Valle Baeza refutan algunas de las críticas que comentas:

http://www.slashdocs.com/iwrszp/bn-reply.html
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-
16672010000400006&script=sci_arttext

Respecto a a lo de que las moléculas de oxígeno sigan siendo moléculas de oxígeno,


no acabo de compartir del todo la metáfora. El que una persona tenga más o menos
dinero en un momento determinado, no le hace dejar de ser “persona”, por ejemplo
(de igual forma que la molécula de oxígeno no deja de serlo, como señalas), y por
tanto en el ámbito de análisis que atañe a aquello que esté relacionado con su
cualidad de “persona”, el dinero no será necesariamente un aspecto a tener en
cuenta (por ejemplo si hablamos de la filosofía moral, o de la responsabilidad penal:
aquí su condición de “persona” no se ve alterada por esa diferencia de dinero o de
renta).
Sin embargo, en la medida en que el dinero y la economía no dejan de ser
instrumento uno y ámbito de interacciones otro, sociales, y que reflejan una cierta
forma de relacionarse de los seres humanos los unos con los otros, sí que creo que la
diferencia sustancial de riqueza genera determinados intereses materiales
contrapuestos (lo que llamamos “división de clases” de forma clásica). Inamovibles
no son (al fin y al cabo, lo social no lo es nunca), pero el nivel de claridad puede a
veces ser cristalino, y en otros, por supuesto, estar bastante ofuscado. El quid está en
saber cómo determinar dónde está esa “sustancialidad”.

Lo que Cockshott intenta elaborar no es únicamente una justificación para “ser de


izquierdas”, que es algo un poco amplio, ni siquiera para un argumentar la
necesidad de la redistribución de la riqueza. Su proyecto es una reconstrucción de
una cierta óptica científica con la que abordar estos problemas: la de la dinámica de
explotación laboral como ley que los explica. Por supuesto, no es la única forma de
llegar a esas conclusiones, y otras pueden ser también muy válidas (o igual hasta
más acertadas, depende de la postura de uno), pero no son cosas necesariamente
idénticas. Al respecto, igual te interesa esta crítica de David Harvey de Piketty que
hace poco se ha publicado y que esperamos traducir en breve:
http://davidharvey.org/2014/05/afterthoughts-pikettys-capital/

Un saludo, y gracias por el comentario.

3.

Cockshott 26 julio, 2014 en 4:54 pm #

También vistazo a la última contribución


http://www.journals.unam.mx/index.php/rie/article/view/48389

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