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Instituto Universitario Nacional del Arte

Departamento de Artes Musicales y Sonoras “Carlos López Buchardo”

Historia de la Música Argentina

“Los orígenes del Tango”

Cátedra: Olmillo

Ciclo lectivo 2006

Apellido y nombres: FALCONE, Clarisa Angelina

DNI: 31.175.198

Comisión: Miércoles 8 hs.

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Introducción.

En el presente trabajo se trataran de exponer de manera sintética, los diversos


orígenes del tango para su mayor compresión, ya que este tema ha generado
controversias de lo más disímiles.

Se le atribuye al tango no solamente diversas paternidades, sino también


diversas fechas de nacimiento. Entre los primeros anotamos a la milonga, la habanera,
al tango andaluz, al candombe, etc. y en lo que respecta a lo segundo, la confusión se
nos antoja más explicable, ya que la palabra tango es anterior al propio baile. Así
vemos que hay infinidad de personas que oyeron hablar de tangos mucho antes que
se bailara ese ritmo y que al referirse a él confunden a la danza con la voz en cuestión.

También veremos el origen del vocablo que, para no ser menos, también cuenta
con las más diversas teorías.

Contexto social.

Como toda música nueva, el tango, recibió las influencias propias del contexto
social y cultural de fines del siglo diecinueve, que acompañó parte de su evolución.

Buenos Aires y buena parte de la Argentina habían iniciado una importante etapa
en el tránsito de su evolución. Al acercarse al siglo XX, el crecimiento, en todos sus
aspectos, se iba haciendo cada vez más evidente. Los hombres de estos tiempos
fueron perfilando ese cambio, y la historia optó por encasillarlos en la llamada
“generación del ochenta”.

Se tomó el año 1880 como punto de partida en consideración a diversos


acontecimientos políticos y culturales que se produjeron entonces: la federalización de
la Capital de la República, que hasta entonces había sido, simultáneamente, la Capital
de la Provincia. También en 1880 asumió la presidencia de la República el general
Julio Argentino Roca, luego de una exitosa campaña al desierto patagónico que alejó
definitivamente al indio de la Pampa, y perfiló los confines de la Nación. La
prosperidad económica y la estabilidad institucional orientaron a los creadores hacia
rumbos ajenos a la política misma, y los modelos culturales de Europa comenzaron a
aflorar contagiosamente.

A partir de 1880, la Revolución Industrial se hace presente con sus adelantos


técnicos, el periodismo se hace opinión que pesa, la educación pública comienza a
dejar de ser un privilegio, y el arte y la cultura empiezan a dejar de ser un lujo o adorno
social.

El marco social donde surge el tango primitivo, muy difícil de distinguir como tal
en cuanto a ritmo y estructura, es la Buenos Aires de 1880, que tenía una población de
210.000 habitantes y una importante e incipiente inmigración europea. En 1910, por
este fenómeno, la ciudad crece a 1.200.000 habitantes y el tango adquiere su modo
reconocible.

En el diario "La Nación" de Buenos Aires se publicó el 20 de octubre de 1880 la


siguiente descripción del bullicioso ambiente de la Plaza Constitución, donde
abundaban pulperías, bodegones y cafetines de toda especie: "A la luz vacilante de
una lámpara de kerosene, juegan, beben y bailan o conversan gentes especiales de
ambos sexos. La caña es el licor corriente; se fuman cigarros de hoja del país (de a 8
por un peso); se asan chorizos en un brasero colocado en la puerta de estos locales;

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se fríe pescado, y cuando no suenan las cuerdas de una guitarra mal pulsada por
algún negro borracho, acompañado por una acordeón, un organito parado en el
cordón de la vereda o en la bocacalle, hace oír sus roncas notas. La acción de la
policía ha ido eliminando muchos de estos tugurios..."

Estamos en presencia de una resultante testimonial, sólo posible de comprender


a partir de una visión integral de nuestra historia y de nuestra cultura.

Esa increíble fusión cultural de tan diversas sangres con nuestra vena española y
nativa, hicieron el milagro de expresarse en una comunión musical y espiritual. Es una
síntesis sin antecedentes, que hace del tango un género universal e incomparable,
donde se distingue el aporte del componente italiano que llegó en gran cantidad.

Buenos Aires del '80 era una gran aldea, donde había academias y teatros,
únicos lugares donde se podía bailar o ver bailar mientras se actuaba. Las academias,
también llamadas "pirigundines", contaban con mujeres contratadas y eran sitios que
requerían una autorización de la autoridad para funcionar. Se encontraban en el
suburbio y en zonas alejadas del centro de la ciudad.

En ellos el tango convivía con otros ritmos como la habanera, la polca, el corrido,
el vals, el chotis y otros ritmos diversos. Es allí donde nace y se va desarrollando con
el impulso propio que tienen los géneros populares, en una ciudad que crecía
permanentemente.

Era común que en toda comedia, zarzuela u otra obra del género chico, los
actores cantaran y bailaran. Ya antes de terminar el siglo, el tango figuraba en esos
espectáculos.

Los organitos callejeros lo difundieron por los barrios y era muy común ver
bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. En esos años las mujeres
escaseaban, la mayoría de los inmigrantes venían sin pareja a probar suerte. El
contacto con el sexo opuesto era en las academias o en las casas de citas.

Los orígenes del tango

De fecha imprecisa y origen aún más incierto, hay teorías que remiten a sus
raíces negras y otras que aseguran su origen inmigratorio. Lo cierto es que a
mediados del 1800, los conocidos conventillos de la pujante ciudad de Buenos Aires
se llenaban de paisanos del interior, “gringos” recién bajados del barco y varios
porteños de pocos recursos que, quizás para diferenciarse o para generar arraigo,
marcaron con impulso propio las nuevas expresiones populares.

Mezcla de códigos cerrados y con lenguaje particular, el tango germinaba en las


casas de baile, orillaba el Riachuelo, los boliches de carreros y cuarteadores, los
conventillos del barrio sur. Por esos años, muchos de los inmigrantes venían solos y
las pocas mujeres que venían se encontraban en las academias o en las casas de
citas.

En nuestros teatros actuaban compañías españolas de zarzuela que, entre las


canciones que importaban al país, traían el “tango andaluz”, aceptado de entrada por
el pueblo, de carácter cantable, que carecía de coreografía en las exhibiciones
teatrales, teniéndola en su país de origen.

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El tango andaluz se difunde enormemente en nuestra ciudad. Distintas melodías
lo afianzan aún más, al agregársele letrillas improvisadas, de episodios porteños del
momento.

La habanera debe su nombre a la tierra donde fue cultivada. Baile dulzón,


sentimental y triste, halló campo propio en ambas márgenes del Plata, adonde fuera
traído por marineros cubanos. Nuestro propios negros no tuvieron inconveniente en
incorporarla a sus propios bailes, realizados generalmente en las afueras de la ciudad,
y con preferencia en los lugares cercanos al puerto, donde existían innumerables
casas destinadas a esos fines. Allí se confundían con mujeres de ínfima categoría, y
entre los vasos de alcohol y el ruido de los instrumentos que interpretaban la música
bailaban las parejas dibujando los primeros cortes que caracterizarían después a
nuestro tango.

Bien pronto la habanera dejó aquellos lugares para adquirir mayor categoría,
ingresando a sitios más selectos, acompañándose de guitarras flautas y violines, que
le dieron jerarquía de baile de salón, aunque bien puede asegurarse que no logró
mayor popularidad entre la aristocracia porteña.

La palabra milonga es de origen africano y significa lío, problema, batahola,


enredo. Por extensión, servía para designar a las casas de baile de los barrios
periféricos y a las mujeres que trabajaban en ellos. Coexistió con la habanera, pero
reinó en ambientes sociales muy humildes. Por eso, incluso se la ha llamado la
habanera de los pobres.

Sin embargo, aunque sea hermana de la habanera, la milonga tiene una mayor
relación con la música afro americana. Según Horacio Ferrer, "bien podemos concebir
su origen como la contradanza europea en su versión ciudadana rioplatense, y
siguiendo la idea de Grenet, describirla como una melodía criolla rioplatense fundida al
poderoso aliento de los tambores candomberos", de cuyos ritmos "es hija dilecta".

La milonga se estructura en compás binario de 2/4, siguiendo un diseño musical


característico del cancionero colonial. Tuvo su denominación al ser incluida en los
repertorios de los establecimientos de baile o "milongas", nombre que se comenzó a
dar a dicho género musical alrededor del año 1870.

El investigador Carlos Vega sostiene, en su libro Danzas y canciones Argentinas,


que la milonga es una "expresión local de viejo arraigo, aunque antes se la llamara de
otro modo. Ha adoptado coreografía porteña y es intensamente cultivada por el bajo
pueblo (...) Subió a la escena muchas veces. Ya la vimos en la revista De paseo por
Buenos Aires (1889), después en la revista Exposición Argentina (1891), más tarde en
el cuadro de costumbres campesinas Ley Suprema (1897) y en la zarzuela el
Deber(l898). La milonga no perdió la vida hacia 1900; perdió el nombre. Alentará
después de muchos años en la entrada del tango argentino".

Horacio Ferrer menciona que entre las milongas que se conocían en las dos
márgenes del Río de la Plata a fines del siglo XlX destaca La Estrella, de Antonio
Domingo Podestá, interpretada en las obras criollas que él y sus hermanos
representaban en los circos.

Hugo García Robles, citado por Horacio Ferrer, afirma por su parte en El folklore
musical de Argentina y Uruguay, que "hacia mediados del siglo pasado está
gestándose ya la Milonga en el Uruguay y en torno a 1870 está ya presente. A fines
del siglo XlX llenaba tres funciones: 1) acompañaba el incipiente baile de pareja

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tomada independiente, subclase de abrazada que conduciría a una verdadera
revolución coreográfica que compartiría con el tango; 2) es payada de contrapunto,
después de haber desplazado en esta misión a la cifra, y 3) es canción criolla que se
canta con diferentes modales de estrofa (cuartetas, sextinas, octavillas o décimas)”

La milonga tuvo una clara anuencia en el surgimiento del tango, pero


paralelamente evolucionó y también se mantuvo como género independiente. Incluso
hay una especie de híbrido que ha sobrevivido con variada suerte -a tal punto que
algunos estudiosos lo consideran extinguido- denominado tango milonga y que ha sido
usado cuando los autores quisieron dar al tango un ritmo fuerte y sostenido.

Porque, precisamente, la milonga se caracteriza por sus compases machacones


y enérgicos. La sola mención de su nombre recuerda la potencia de ese ritmo que, no
obstante, para muchos autores tiene como carácter específico lo cantable. En apoyo
de esta posición se recuerda que, en sus primeras épocas, la milonga era confundida
con la cifra, o se la denominaba de este modo, y se decía de quienes la interpretaban
que cantaban por cifra, haciendo referencia a la división de las estrofas. Y esto es así,
porque, en cierta forma, como canto, la milonga cumple en la música de la ciudad el
papel de la cifra en el contrapunto de los payadores.

El candombe era una fiesta celebrada por los negros, tamboriles y masacallas
marcaban un ritmo a cuya cadencia bailaban y se contorsionaban hombres y mujeres.
Nuestros antiguos músicos han creído ver en ese compás una semejanza notable con
el que hoy caracteriza a nuestro tango, y es muy posible que así fuera. Pero no
podemos decir que haya contribuido a la línea melódica del tango.

La Buenos Aires de los ‘80 poco a poco se descubría en las academias y en los
teatros. En las comedias, zarzuelas y otras obras, los actores empezaron a cantar y
bailar tango.

Los guapos, compadritos y malevos se encontraban en el Café Sabatino, el


Almacén de la Milonga y el Viejo Bailetín del Palomar. En los boliches de la calle
Necochea de La Boca, empezaba a escucharse esta música alegre, juvenil y pícara
que, bajo el ritmo del dos por cuatro, ejecutaban Rosendo Mendizábal, Eduardo
Arolas, Ángel Villoldo y otros autodidactas que componían sin conocer las partituras.

El tango dejaba de ser exclusivo del arrabal para internarse poco a poco en el
centro de la ciudad. Los organitos callejeros lo difundían por los barrios donde era
común ver parejas de hombres bailando en las calles.

Esencialmente porteño, muchos escritores consideran que el tango de finales del


'80 combinaba varios estilos de música. En él estaría involucrada la coreografía de la
milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica, emotiva y sentimental de la
habanera. En un primer momento se creyó que el tango andaluz también había influido
en el nacimiento de nuestro tango pero con el paso del tiempo esta teoría fue dejada
de lado y se llegó a la conclusión que el único punto que tienen en común es su
nombre.

El origen de la palabra tango.

Entre los muchos misterios que encierra el tango, el primero es el de su propia


denominación. La voz tango se encuentra en las culturas africana, hispánica y colonial.

Dicen que la palabra tango es anterior al baile y que por el año 1803 figuraba en
el diccionario de la Real Academia Española como una variante del tángano, un hueso

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o piedra que se utilizaba para el juego de ese nombre. Pero ya en 1889 la institución
normativa de la lengua incluía una segunda acepción del tango como “fiesta y baile de
negros y de gente de pueblo en América”. Sin embargo, debieron pasar casi 100 años
para que el diccionario definiera al tango como “baile argentino de pareja enlazada,
forma musical binaria y compás de dos por cuatro, difundido internacionalmente”.

Según algunas teorías, tango derivaría de tang, que en una de las lenguas
habladas en el continente negro significa palpar, tocar y acercarse. Entre los bantúes,
además, hay dos idiomas que se denominan tanga y tangui. Y entre las lenguas
sudanoguineanas figura la tangalé. Curiosamente, el contenido hispánico de la palabra
se acerca a la africana tang. Tango en castellano es considerada una voz derivada de
tangir, que en español antiguo equivale a tañer, y de tangere, o sea, tocar en latín.

Otros estudiosos de la música ciudadana argumentan que el vocablo es propio


de las lenguas africanas que llegaron con los esclavos al Río de la Plata y cuyo
significado sería “lugar cerrado”.

Es muy probable que tango sea una voz de origen portugués introducida en el
nuevo continente a través del dialecto criollo afro-portugués. Al comparar tango y
tambo, Blas Matamoro afirma que ambas son onomatopeyas del tam-tam o candombe
utilizado en los bailes negros. Más aún, en dialecto bozal la expresión era “tocá tango”
o “tocá tambó” (toca el tambor) para iniciar el baile. El lugar de reunión de los
esclavos, tanto en África como en América, era llamado tango. Y así nombró Buenos
Aires a las casas de los suburbios donde, a comienzos del siglo XIX, los negros se
encontraban para bailar y olvidar temporalmente su condición.

Evolución instrumental

En los orígenes del tango, es la guitarra la que participa de sus pasos iniciales.
Quizás fue el principal medio, en tanto se adaptaba a las primeras letrillas. Se supone
que otros instrumentos acompañaron esta difusión: nos referimos a la mandolina y la
flauta. Y si bien el piano desplazó a la guitarra, ésta volverá nuevamente como
acompañamiento de los cantores, cuando la letra se impuso en el tango.

El violín también recogió y difundió el tango, en manos de músicos ambulantes. Y más


tarde se incorporarán instrumentos de vientos, como la flauta y el clarinete, cuando la
música es incorporada a bandas y orquestas de teatro. También la armónica y el
acordeón se suman a la comparsa instrumental, todos aptos para aquel tango
primitivo, alegre, retozón, vivaz, movido, en tanto eran instrumentos agudos, de
ejecución ligera.

En cuanto a las formaciones musicales, fueron fortuitas, dúos y tríos compuestos


por guitarra, arpa y flauta, a veces acordeón. El bandoneón, de origen alemán, que se
afirmó hacia 1890, terminará desplazando a la flauta y siendo el instrumento más
característico del tango, el que le determinaría su lentitud, su gravedad. Su sonido
quejumbroso incidió en la forma nostálgica, sentimental, que terminó siendo
dominante.

El tango llegó al centenario de 1910 con el núcleo de la “orquesta típica”: violín,


bandoneón y piano; y habiendo superado la etapa del gramófono, y ya con una
pequeña industria discográfica en marcha, la de Max Glücksmann, precisamente ese
año registró una “orquesta típica criolla”, encabezada por Vicente Greco, tocando Don
Juan y Rosendo de Sebastián Vázquez.

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Los primeros tangos.

En el primer período de definición del tango, las obras, compositores e


instrumentistas, que fueron proliferando cada vez más, puede decirse que
permanecen en el anonimato. Tal vez no hubo destacados virtuosos cuyo nombre
fuera repetido popularmente, y como las composiciones improvisadas no tenían títulos,
no se escribían ni se editaban, se perdieron. Seguramente quedaron temas
popularizados que se fueron repitiendo en le tiempo, siendo difícil determinarlos entre
los que pudieron recoger más tarde otros músicos.

Difícil también es señalar los primeros músicos especialistas en tangos, en una


época en que éste convivía en su embrionaria forma con otros ritmos danzantes. Esos
músicos fueron impelidos a adoptar la nueva música para los porteños, pero estaban
formados en otras músicas; habrá que esperar la generación inmediata para que
nazcan músicos “en y para” el tango.

Descartando títulos que pertenecen a tangos de origen español, habaneras o


milongas, han quedado como los primeros tangos que podrían calificarse como criollos
los que llevaron el título de Dame la lata y El queco, lo cual no es ninguna garantía que
sus melodías de que sus melodías hubiesen nacido primeramente sin título y
bautizadas luego por sus recopiladores. Los supuestos autores de dichos tangos
serían para El queco un clarinetista llamado Lino Galeano y para Dame la lata otro
clarinetista llamado Juan Pérez.

Conclusiones.

Hemos tratado de exponer en el presente trabajo con la mayor claridad posible el


incierto origen del tango, si bien la teorías acerca del mismo son muchas y dudamos
que dejen de serlo tratamos de brindar al lector un panorama sintético de todas ellas
para que él mismo pueda sacar sus propias conclusiones.

Por nuestra parte podemos afirmar que el tango rescata de la habanera, la línea
melódico sentimental y la fuerza emotiva; de la milonga, la coreografía y del
candombe, el ritmo. La teoría sobre el tango andaluz que Carlos Vega anteponía al
tango como uno de los precursores es dejada de lado por nosotros ya que no
encontramos en este mayor parecido más allá del nombre.

El tango fue algo más que una simple danza popular. Más allá de su ritmo, y de
las influencias que pudiera haber recibido del inmigrante italiano con su encarnada
nostalgia, es una expresión exclusiva del hombre rioplatense. No es un pretexto para
la diversión, es algo que se dice o se quiere decir con música.

Su auténtica razón de ser demolió todos lo impedimentos que se opusieron a su


crecimiento natural, hasta imponerse categóricamente en el mundo como muy pocas
expresiones populares modernas lo lograron, porque el tango, configura un estilo
definido con ingredientes personales, que supera las transformaciones del tiempo y
excede las circunstancias locales que lo hicieron nacer.

7
Bibliografía.

 Arizaga, R.- Camps, P. (1990); Historia de la música en la Argentina,


Ricordi, Buenos Aires.
 Bates, H y L. (1936); La historia del tango. Talleres Gráficos de la
compañía General Fabril Financiera, Buenos Aires.
 De Caro, J. (1964); El tango en mis recuerdos, Ediciones Centurión,
Buenos Aires.
 Ferrer, H. (1960); Historia sonora del tango. Tecman.
 Gesualdo, V. (1988); La música en la Argentina, Editorial Stella, Buenos
Aires.
 Matamoro, B. (1969); La ciudad del tango: tango histórico y sociedad.
Editorial Galerna, Buenos Aires.
 Vega, C. (1936); Danzas y canciones argentinas: teorías e
investigaciones, Ricordi, Buenos Aires.
 ------ (19??); Tango: los hombres que hicieron historia (Álbum), Editorial
Perfil, Buenos Aires.

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