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bombardeos aéreos
Gobierno de Damasco denuncia ' violación flagrante del Derecho Internacional' y Rusia
advierte de que habrá 'consecuencias'
La televisión de Siria reportó que las defensas aéreas de Siria habían respondido a los
bombardeos Cuando estos ataque terminaron y los cielos nocturnos volvieron a
oscurecerse, vehículos con altavoces recorrieron la ciudad reproduciendo canciones
nacionalistas.
Los ataques -de los que participaron fuerzas francesas y británicas- constituyeron una
respuesta a las denuncias de un presunto uso de un arma química, el pasado sábado, en la
ciudad siria de Duma, en Guta Oriental.
Trump dijo que Estados Unidos está preparado para presionar de manera “sostenida” a
al-Asad hasta que dé fin a lo que Trump describió como un patrón criminal de asesinar a
su propio pueblo con armas químicas.
Poco más de una hora después de la alocución del mandatario, el secretario de Defensa,
Jim Mattis, manifestó que las acciones militares habían “terminado” y que, de momento,
no había previsión de nuevas.
La primera ministra británica, Theresa May, expresó en Londres que Occidente había
intentado toda vía diplomática posible para impedir que el régimen de Damasco use armas
químicas. “Pero nuestros esfuerzos se han visto frustrados repetidamente” por Siria y
Rusia, añadió.
“Así que no hay una alternativa viable al uso de la fuerza para degradar y disuadir el uso
de armas químicas por parte del régimen de al-Asad” , manifestó. “Esto no se trata de una
intervención en una guerra civil. No se trata de un cambio de régimen”.
Para el gobernante, "los hechos y la responsabilidad del régimen sirio no dan lugar a
duda” en la muerte de “decenas de hombres, mujeres y niños” en un ataque “con arma
química” el 7 de abril en Duma
Habrá consecuencias
Rusia, aliado del país árabe, indicó que los bombardeos traerán “consecuencias.
“Advertimos de que esas acciones no quedarán sin consecuencias. Toda responsabilidad
yace en Washington, Londres y París”, señaló el embajador ruso en Estados Unidos,
Anatoly Antonov, en un comunicado.
En Damasco, el Gobierno consideró que los ataques conjuntos fueron una “violación
flagrante” del derecho internacional.
“La agresión es una violación flagrante del derecho internacional, es una infracción a la
voluntad de la comunidad internacional y está destinada a fracasar”, señaló la agencia
estatal SANA.
Trump no dio detalles sobre el ataque internacional, pero afirmó que el principal objetivo
es mostrar “un fuerte disuasivo” contra el uso de armas químicas.
El Ministerio del Interior británico indicó que los aviones de guerra de ese país dispararon
misiles contra un complejo militar sirio cerca de Homs sospechoso de albergar sustancias
para fabricar armas químicas.
Cuatro aviones Tornado lanzaron cohetes Storm Shadow contra “un complejo militar, una
antigua base de misiles, a unos 24 kilómetros al oeste de Homs, donde se sospecha que el
régimen tiene sustancias para fabricar armas químicas”, agregó un comunicado.
“Los datos iniciales muestran que la precisión de las armas Storm Shadow (sombras de
tormenta) y la planificación meticulosa han dado como resultado un ataque exitoso”, dijo
el Ministerio.
“Se llevaron a cabo análisis científicos muy cuidadosos para determinar dónde era mejor
que golpearan los Storm Shadows a fin de maximizar la destrucción de los productos
químicos almacenados y minimizar cualquier riesgo de contaminación de las áreas
circundantes”, afirmó, a la vez que precisó que el lugar está lejos de cualquier
aglomeración de población que se conozca.
En abril del 2017 autorizó el lanzamiento de misiles Tomahawk contra una base
aérea siria en represalia por el uso de gas sarín contra civiles por parte del régimen.
En el Pentágono, Mattis afseveró que los bombardeos fueron “más duros” que el del 2017
y que se centró en la “infraestructura de armas químicas siria”. Los describió como “un
solo tiro” y añadió que “creo que ha enviado un fuerte mensaje”.
Mattis informó de que no había reportes de bajas en las fuerzas estadounidenses ni en las
aliadas que participaron en el ataque, el cual incluyó aviones tripulados.
Diplomacia agitada
Los ataques coronaron una jornada marcada por intensa movilización diplomática en la
ONU, donde el secretario general, Antonio Guterres, formuló un dramático llamado a
todas las partes involucradas a actuar con “responsabilidad” para evitar que se agravara
un conflicto ya catastrófico.
Guterres declaró que era imperioso evitar una “escalada militar total” en Siria, situación
que atribuyó en parte a la “incapacidad de encontrar un compromiso para establecer un
mecanismo de investigación” sobre lo ocurrido en Duma.
A su turno, la embajadora británica, Karen Pierce, comentó que Rusia impulsaba una
violación de las normas internacionales solo para sostener al Gobierno sirio.
Antes del anuncio sirio, el ejército israelí anunció haber bombardeado posiciones de
las fuerzas armadas sirias tras la caída de un proyectil en los altos de Golán
controlados por Israel.
Sin embargo, en los últimos meses, el Pentágono ha venido insistiendo en que su único
objetivo en Siria es la derrota del EI, dando a entender que la salida de Al Assad, que
cuenta con el beneplácito del Kremlin, no es un tema que siga interesando a la Casa
Blanca.
Sin embargo, casi al mismo tiempo que el comandante en jefe estadounidense hacía
estas declaraciones, el general Joseph Votel, jefe del Mando Central
(CENTCOM), responsable las operaciones de las Fuerzas Armadas en Oriente Medio,
aseguraba que en Siria lo más difícil "está aún por llegar".
Estados Unidos tiene desplegados a unos 2.000 militares en Siria, donde lucha junto a
una coalición internacional formada por más de 60 países que combaten el terrorismo
islamista en el marco de la operación 'Inherent Resolve' ('Apoyo Decidido'), que cuenta
con la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La agresión química, que aún está siendo estudiada por organismos independientes,
traspasó la línea roja establecida hace un año, cuando las tropas sirias atacaron la
localidad de Jan Sheijun. En aquella ocasión murieron 86 personas, entre ellas decenas
de niños. Las imágenes de sus cuerpos fulminados por el tacto cruel del gas sarín, un
legado de la era nazi, impactaron al mundo y activaron el olfato político de Trump. La
represalia se puso inmediatamente en marcha. Pese a que Moscú y Damasco negaron su
participación en la matanza, Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk contra la base
aérea de Shayrat (Homs).
La devastación, al igual que ahora, buscaba un rédito político. Si Barack Obama, bajo la
promesa rusa de retirada del arsenal químico, había descartado intervenir en 2013 ante
un ataque que segó la vida a 1.400 civiles, con Trump las cosas iban a ser distintas. La
nueva Administración estaba dispuesta a morder por mucho menos.
Aquella intervención resultó un éxito. No falleció ningún soldado estadounidense y se
eliminó de una tacada el 20% de la fuerza aérea siria. Trump había logrado su primera
victoria internacional. Durante meses, Bachar El Asad acusó el golpe y prescindió del
arsenal químico. Poco a poco, sin embargo, a medida que la tensión estadunidense
aflojaba, volvió a usar supuestamente gas cloro en ataques selectivos contra los
rebeldes. La Casa Blanca lo denunció y declaró que el efecto disuasorio del bombardeo
de Shayrat se había diluido.
Con Occidente apoyándole, sin oposición interna y sabedor de que en un año electoral
la acción le otorgaría el capital político que Obama perdió con sus titubeos, Trump dio
la orden de atacar. En la andanada empleó el doble de misiles que la última vez. Pero el
mismo Pentágono ha reconocido que su objetivo, más que la destrucción masiva, era
propinar “un solo golpe” y evitar el riesgo de escalada. Todo ello ha dado luz a una
intervención de corte quirúrgico, sin sangre ni intención de derribar a El Asad, pese a
haberle calificado de asesino de masas. “Nuestra misión en Siria se circunscribe a la
lucha contra el ISIS, no queremos deponer el régimen”, explicó el Pentágono.
El propio Trump, que durante una semana ha agitado las aguas desde su cuenta de
Twitter, dejó en su discurso ante la nación la puerta abierta al diálogo. “A Irán y a
Rusia, les pregunto: ¿qué clase de nación quiere ser asociada al asesinato masivo de
hombres, mujeres y niños inocentes? Ninguna nación puede tener éxito a largo plazo
promoviendo estados fallidos, tiranos brutales y dictadores asesinos. Rusia debe decidir
si prosigue por la senda oscura o si va a sumarse a las naciones civilizadas como una
fuerza de estabilidad y paz. Ojalá algún día podamos ir con Rusia, e incluso con Irán.
[…] EEUU tiene mucho que ofrecer”, afirmó.
La débil reacción de Rusia e Irán alejan de momento el espectro de una escalada. Pero
también indica que el futuro de la región seguirá donde ha estado siempre: en la cuerda
floja, devorado por la violencia y sometido a las erupciones de un volcán donde chocan
a diario los intereses de las grandes potencias.
En este escenario, nadie duda de que Estados Unidos ha dado un paso al frente. Las
bombas han caído y Damasco ha vuelto a ser golpeada. Pero poco ha cambiado. La
disuasión, en esta zona, es una palabra pasajera. Tras siete años de guerra, medio millón
de muertos y diez millones de desplazados, Siria sigue siendo una tierra oscura para la
esperanza.