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Estados Unidos y aliados 'castigan' a Siria con

bombardeos aéreos
Gobierno de Damasco denuncia ' violación flagrante del Derecho Internacional' y Rusia
advierte de que habrá 'consecuencias'

Washington y Damasco. Estados Unidos, Francia y el Reino Unido lanzaron en conjunto


ataques militares en Siria en represalia por el presunto uso de armas químicas por parte
del régimen del presidente Bashar al- Asad contra civiles y para disuadirlo de que vuelva
a hacerlo, anunció el viernes el presidente Donald Trump.
Fuertes explosiones iluminaban el cielo de Damasco, la capital siria, mientras Trump
hacía el anuncio desde la Casa Blanca.

La televisión de Siria reportó que las defensas aéreas de Siria habían respondido a los
bombardeos Cuando estos ataque terminaron y los cielos nocturnos volvieron a
oscurecerse, vehículos con altavoces recorrieron la ciudad reproduciendo canciones
nacionalistas.

Los ataques -de los que participaron fuerzas francesas y británicas- constituyeron una
respuesta a las denuncias de un presunto uso de un arma química, el pasado sábado, en la
ciudad siria de Duma, en Guta Oriental.

Trump dijo que Estados Unidos está preparado para presionar de manera “sostenida” a
al-Asad hasta que dé fin a lo que Trump describió como un patrón criminal de asesinar a
su propio pueblo con armas químicas.

Poco más de una hora después de la alocución del mandatario, el secretario de Defensa,
Jim Mattis, manifestó que las acciones militares habían “terminado” y que, de momento,
no había previsión de nuevas.

La primera ministra británica, Theresa May, expresó en Londres que Occidente había
intentado toda vía diplomática posible para impedir que el régimen de Damasco use armas
químicas. “Pero nuestros esfuerzos se han visto frustrados repetidamente” por Siria y
Rusia, añadió.
“Así que no hay una alternativa viable al uso de la fuerza para degradar y disuadir el uso
de armas químicas por parte del régimen de al-Asad” , manifestó. “Esto no se trata de una
intervención en una guerra civil. No se trata de un cambio de régimen”.

El presidente francés, Emmanuel Macron, puntualizó en un comunicado que el objetivo


del ataque era el “arsenal químico clandestino” del Gobierno sirio. Agregó que ni París
ni sus aliados pueden “tolerar la banalización del empleo de armas químicas”.

La intervención está “circunscrita a las capacidades del régimen que permiten la


producción y el uso de armas químicas”, aseveró.

Para el gobernante, "los hechos y la responsabilidad del régimen sirio no dan lugar a
duda” en la muerte de “decenas de hombres, mujeres y niños” en un ataque “con arma
química” el 7 de abril en Duma

Habrá consecuencias
Rusia, aliado del país árabe, indicó que los bombardeos traerán “consecuencias.
“Advertimos de que esas acciones no quedarán sin consecuencias. Toda responsabilidad
yace en Washington, Londres y París”, señaló el embajador ruso en Estados Unidos,
Anatoly Antonov, en un comunicado.

En Damasco, el Gobierno consideró que los ataques conjuntos fueron una “violación
flagrante” del derecho internacional.

“La agresión es una violación flagrante del derecho internacional, es una infracción a la
voluntad de la comunidad internacional y está destinada a fracasar”, señaló la agencia
estatal SANA.

Trump no dio detalles sobre el ataque internacional, pero afirmó que el principal objetivo
es mostrar “un fuerte disuasivo” contra el uso de armas químicas.

El Gobierno sirio ha negado repetidamente que haya usado armas prohibidas.


Blancos seleccionados
Bases militares y centros de investigación científica en la capital siria y sus alrededores
figuraron entre los blancos de los bombardeos, informó una ONG.

“Hubo bombardeos occidentales contra centros de investigación científica, varias bases


militares y locales de la guardia republicana en Damasco y sus alrededores”, informó
el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).

El Ministerio del Interior británico indicó que los aviones de guerra de ese país dispararon
misiles contra un complejo militar sirio cerca de Homs sospechoso de albergar sustancias
para fabricar armas químicas.

Cuatro aviones Tornado lanzaron cohetes Storm Shadow contra “un complejo militar, una
antigua base de misiles, a unos 24 kilómetros al oeste de Homs, donde se sospecha que el
régimen tiene sustancias para fabricar armas químicas”, agregó un comunicado.

“Los datos iniciales muestran que la precisión de las armas Storm Shadow (sombras de
tormenta) y la planificación meticulosa han dado como resultado un ataque exitoso”, dijo
el Ministerio.

“Se llevaron a cabo análisis científicos muy cuidadosos para determinar dónde era mejor
que golpearan los Storm Shadows a fin de maximizar la destrucción de los productos
químicos almacenados y minimizar cualquier riesgo de contaminación de las áreas
circundantes”, afirmó, a la vez que precisó que el lugar está lejos de cualquier
aglomeración de población que se conozca.

La decisión de emprender los ataques, tomada tras varios días de deliberaciones,


representa la segunda ocasión en que Trump ordena ataques en Siria.

En abril del 2017 autorizó el lanzamiento de misiles Tomahawk contra una base
aérea siria en represalia por el uso de gas sarín contra civiles por parte del régimen.
En el Pentágono, Mattis afseveró que los bombardeos fueron “más duros” que el del 2017
y que se centró en la “infraestructura de armas químicas siria”. Los describió como “un
solo tiro” y añadió que “creo que ha enviado un fuerte mensaje”.

Mattis informó de que no había reportes de bajas en las fuerzas estadounidenses ni en las
aliadas que participaron en el ataque, el cual incluyó aviones tripulados.

Diplomacia agitada
Los ataques coronaron una jornada marcada por intensa movilización diplomática en la
ONU, donde el secretario general, Antonio Guterres, formuló un dramático llamado a
todas las partes involucradas a actuar con “responsabilidad” para evitar que se agravara
un conflicto ya catastrófico.

Guterres declaró que era imperioso evitar una “escalada militar total” en Siria, situación
que atribuyó en parte a la “incapacidad de encontrar un compromiso para establecer un
mecanismo de investigación” sobre lo ocurrido en Duma.

Sin embargo, las decisiones se precipitaron después de que el Departamento de Estado


sostuvo que poseía “pruebas” de que efectivamente el Gobierno sirio había utilizado
un arma química en Duma.

En el Consejo de Seguridad de la ONU, el representante de Francia, François Delattre,


apuntó que era necesario “detener la escalada química” en Siria, y subrayó que Naciones
Unidas no podría “permitir que un país desafíe al Consejo de Seguridad y al derecho
internacional”.

A su turno, la embajadora británica, Karen Pierce, comentó que Rusia impulsaba una
violación de las normas internacionales solo para sostener al Gobierno sirio.

En respuesta, el embajador de Siria, Bashar Jaafari, adelantó en el Consejo de Seguridad


que su país no tendría “otra opción” que defenderse de una agresión militar.“Esto no es
una amenaza. Esto es una promesa”, dijo el diplomático sirio en medio de un grave
silencio en la sala.
La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) anunció que sus
expertos comenzarán el sábado su trabajo para investigar las denuncias sobre el uso de
gases tóxicos en Duma.

Trump ordena al Pentágono que prepare la


salida de las tropas de Siria
Mandatario dijo que presencia de EE. UU. no se extendería más allá de la victoria sobre
yihadistas.

Antes del anuncio sirio, el ejército israelí anunció haber bombardeado posiciones de
las fuerzas armadas sirias tras la caída de un proyectil en los altos de Golán
controlados por Israel.

04 de abril 2018 , 10:58 a.m.


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado instrucciones a su cúpula
militar para que comience a planear la inminente salida de Siria de las tropas del país,
que lideran una coalición de más de 60 naciones que combaten el islamismo extremista
en la región, informaron este miércoles fuentes locales.
De acuerdo con el diario 'The Washington Post', el presidente aprovechó una reunión
celebrada este martes con algunos de los principales responsables del área de seguridad
para transmitirles su deseo de que le presenten un plan de salida de Siria.

La veracidad de esta información fue confirmada, en parte, por el director nacional de


Inteligencia, Dan Coats, quien este miércoles dijo a un grupo de periodista que el
presidente ya ha tomado una decisión al respecto, según informó la cadena CNN.

Trump, no obstante, estaría dispuesto a que un pequeño remanente de militares


permanezca en Siria con el objetivo de preparar a las Fuerzas de seguridad locales para
que se hagan cargo de la protección de los territorios ya liberados de la presencia del
grupo terrorista Estado Islámico (EI).

Asimismo, Trump subrayó que, en cualquier caso, la presencia de Estados Unidos en


Siria no se extendería más allá de la victoria sobre los yihadistas.
Esta afirmación podría suponer un revés para los principales aliados de Washington en
su lucha en el país árabe, las opositoras Fuerzas de Siria Democrática (FSD), cuyo
objetivo, más allá de derrotar a los islamistas, es derrocar al presidente Bashar Al
Assad.

De hecho, el pasado mes de enero Hadi al Bahra, uno de los miembros de la


delegación de la principal agrupación opositora siria que viajó a Washington a
comienzos de año, aseguró que habían recibido "garantías" del Gobierno
estadounidense de que sólo contemplaba "una transición" política como solución
duradera al conflicto que azota al país desde 2011.
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Sin embargo, en los últimos meses, el Pentágono ha venido insistiendo en que su único
objetivo en Siria es la derrota del EI, dando a entender que la salida de Al Assad, que
cuenta con el beneplácito del Kremlin, no es un tema que siga interesando a la Casa
Blanca.

"Estamos machacando al Estado Islámico. Estaremos saliendo de Siria muy pronto


(...) Estamos allí por una razón: encontrar al EI, acabar con el EI e irnos a
casa",aseguró Trump la semana pasada durante un discurso en Richfield, a las afueras
de Cleveland (Ohio).

Este miércoles, el mandatario volvió a insistir en el asunto al quejarse de que Estados


Unidos ha gastado más de 7.000 millones de dólares en Oriente Medio en los últimos
años y no ha conseguido "nada más que muerte y destrucción".

Sin embargo, casi al mismo tiempo que el comandante en jefe estadounidense hacía
estas declaraciones, el general Joseph Votel, jefe del Mando Central
(CENTCOM), responsable las operaciones de las Fuerzas Armadas en Oriente Medio,
aseguraba que en Siria lo más difícil "está aún por llegar".

Consultado por Efe, el Departamento de Defensa rechazó comentar "escenarios


hipotéticos" y se limitó a confirmar que "de manera rutinaria los comandantes realizan
recomendaciones privadas al presidente a través de la cadena de mando".
A pesar de que ya durante su campaña electoral Trump había expresado su voluntad de
disminuir la presencia estadounidense en los diversos conflictos en los que toma parte,
la decisión de anunciar la próxima retirada de sus tropas de Siria atentaría contra la
estrategia anunciada por la propia Casa Blanca en agosto.
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11 años
Trump y Putin discuten posible encuentro
Las nuevas directrices de Washington dotaron a las Fuerzas Armadas de una
mayor libertad de maniobra, un mayor secretismo para evitar posibles filtraciones por
parte de sus aliados y, ante todo, establecieron el fin a los límites temporales. Es decir,
no existen plazos, sólo objetivos que cumplir.

Estados Unidos tiene desplegados a unos 2.000 militares en Siria, donde lucha junto a
una coalición internacional formada por más de 60 países que combaten el terrorismo
islamista en el marco de la operación 'Inherent Resolve' ('Apoyo Decidido'), que cuenta
con la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Trump, tras el ataque a Siria: “Misión


cumplida”
EEUU bombardea Siria en coalición con Francia y Reino Unido. Trump anuncia que
mantendrá el pulso hasta que el régimen "asesino" de Bachar El Asad abandone las
armas químicas
Estados Unidos dio un paso adelante mirando atrás. En una calculada operación
militar, atacó en coordinación con Francia y el Reino Unido al “bárbaro” régimen de
Bachar El Asad por el supuesto empleo de gas cloro contra la población civil de Duma
(Siria). La represalia, respaldada por Occidente y presentada como un "golpe de
precisión" contra centros de producción y almacenamiento de armas químicas, evitó
cuidadosamente el riesgo de escalada. No hubo soldados muertos y, según las primeras
versiones, tampoco daños a la población civil. Todo quedó en una intervención
quirúrgica que le permite a Washington mantener abierta su salida y enviar una señal de
firmeza a Rusia, Irán e incluso Corea del Norte. “Misión cumplida", festejó el
presidente, emulando la proclama que acompañaba en mayo de 2003 a George Bush
hijo cuando a bordo del portaviones Abraham Lincoln anunció el fin de los combates en
Irak. Una imagen que se volvió un símbolo del error.
Ráfagas antiaéreas en Damasco.
Tras seis días de redoble de tambor, Trump ordenó el ataque. Eran las cuatro de la
madrugada del sábado en Damasco y desde el Mediterráneo oriental, el Golfo Pérsico y
el Mar Rojo se puso en marcha la maquinaria de guerra. La aviación aliada despegó y
105 misiles, en su mayoría Tomahawks, partieron hacia Siria.

El principal blanco fue el centro de investigación de Barzah, en las afueras de Damasco.


Considerado el núcleo de la producción de armas químicas sirias, sus tres edificios
quedaron arrasados. También fueron golpeados dos almacenes en Homs. El alto mando
estadounidense, aunque no cuantificó las pérdidas sirias, consideró la intervención “un
completo éxito”. No hubo bajas ni tampoco daños en la población civil. Y los 40 misiles
lanzados por el régimen de Bachar El Asad no lograron, siempre según Washington,
interferir el ataque, algo negado por Siria. “Tardarán años en recuperarse, les hemos
infligido un daño severo en su arsenal químico”, señaló el Pentágono.

La intervención en Siria forma parte de una historia interminable. Trump, un


aislacionista nato, siempre ha deseado salir del país y, al anunciar el ataque desde la
Casa Blanca, no lo ocultó: “No nos hacemos ilusiones, no podemos purgar el mundo del
mal ni actuar en todos los sitios donde hay tiranía. No hay sangre americana suficiente
para lograr la paz en Oriente Próximo. Podremos ser socios y amigos, pero el destino de
la región está en manos de su propia gente”.

Es un pensamiento que le acompaña desde mucho antes de ganar la presidencia y que es


recurrente en él. Hace dos semanas, el 3 de abril, el presidente clamó públicamente por
repatriar a los 2.000 soldados destinados en Siria. “No sacamos nada de ello, no
tenemos nada, excepto muerte y destrucción”, dijo. Cuatro días después, todo cambió.
La población civil de la rebelde Duma, según la versión estadounidense, fue gaseada.
Hubo al menos 40 muertos y cientos de heridos.

La agresión química, que aún está siendo estudiada por organismos independientes,
traspasó la línea roja establecida hace un año, cuando las tropas sirias atacaron la
localidad de Jan Sheijun. En aquella ocasión murieron 86 personas, entre ellas decenas
de niños. Las imágenes de sus cuerpos fulminados por el tacto cruel del gas sarín, un
legado de la era nazi, impactaron al mundo y activaron el olfato político de Trump. La
represalia se puso inmediatamente en marcha. Pese a que Moscú y Damasco negaron su
participación en la matanza, Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk contra la base
aérea de Shayrat (Homs).

La devastación, al igual que ahora, buscaba un rédito político. Si Barack Obama, bajo la
promesa rusa de retirada del arsenal químico, había descartado intervenir en 2013 ante
un ataque que segó la vida a 1.400 civiles, con Trump las cosas iban a ser distintas. La
nueva Administración estaba dispuesta a morder por mucho menos.
Aquella intervención resultó un éxito. No falleció ningún soldado estadounidense y se
eliminó de una tacada el 20% de la fuerza aérea siria. Trump había logrado su primera
victoria internacional. Durante meses, Bachar El Asad acusó el golpe y prescindió del
arsenal químico. Poco a poco, sin embargo, a medida que la tensión estadunidense
aflojaba, volvió a usar supuestamente gas cloro en ataques selectivos contra los
rebeldes. La Casa Blanca lo denunció y declaró que el efecto disuasorio del bombardeo
de Shayrat se había diluido.

El aplastamiento de Duma, un reducto rebelde en la periferia de Damasco, no solo


validó esta interpretación, sino que fue entendida por el Despacho Oval como un desafío
a la prohibición de usar armas químicas. De poco sirvieron los vehementes desmentidos
sirios y rusos. Washington estableció que Damasco había cruzado el umbral prohibido.
Pero a diferencia de la vez anterior, el presidente no actuó en solitario ni por sorpresa.
Anunció con antelación su voluntad de hacer pagar “un alto precio” a los autores,
corresponsabilizó a Vladímir Putin y se movilizó para forjar una coalición internacional.
“Esta malvada y despreciable agresión no es obra de un hombre, sino los crímenes de un
monstruo”, declaró Trump. Siria y su gran padrino, Rusia, desgastados por la sospecha
de reincidencia, no lograron frenar la ofensiva.

Con Occidente apoyándole, sin oposición interna y sabedor de que en un año electoral
la acción le otorgaría el capital político que Obama perdió con sus titubeos, Trump dio
la orden de atacar. En la andanada empleó el doble de misiles que la última vez. Pero el
mismo Pentágono ha reconocido que su objetivo, más que la destrucción masiva, era
propinar “un solo golpe” y evitar el riesgo de escalada. Todo ello ha dado luz a una
intervención de corte quirúrgico, sin sangre ni intención de derribar a El Asad, pese a
haberle calificado de asesino de masas. “Nuestra misión en Siria se circunscribe a la
lucha contra el ISIS, no queremos deponer el régimen”, explicó el Pentágono.

El propio Trump, que durante una semana ha agitado las aguas desde su cuenta de
Twitter, dejó en su discurso ante la nación la puerta abierta al diálogo. “A Irán y a
Rusia, les pregunto: ¿qué clase de nación quiere ser asociada al asesinato masivo de
hombres, mujeres y niños inocentes? Ninguna nación puede tener éxito a largo plazo
promoviendo estados fallidos, tiranos brutales y dictadores asesinos. Rusia debe decidir
si prosigue por la senda oscura o si va a sumarse a las naciones civilizadas como una
fuerza de estabilidad y paz. Ojalá algún día podamos ir con Rusia, e incluso con Irán.
[…] EEUU tiene mucho que ofrecer”, afirmó.

La débil reacción de Rusia e Irán alejan de momento el espectro de una escalada. Pero
también indica que el futuro de la región seguirá donde ha estado siempre: en la cuerda
floja, devorado por la violencia y sometido a las erupciones de un volcán donde chocan
a diario los intereses de las grandes potencias.

En este escenario, nadie duda de que Estados Unidos ha dado un paso al frente. Las
bombas han caído y Damasco ha vuelto a ser golpeada. Pero poco ha cambiado. La
disuasión, en esta zona, es una palabra pasajera. Tras siete años de guerra, medio millón
de muertos y diez millones de desplazados, Siria sigue siendo una tierra oscura para la
esperanza.

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