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17/09/16

- Oye, Lupus. - dijo acariciándole el pelaje.


El animalillo se acurrucó a su lado. La chica apoyó su espalda en las oscuras paredes de la
cueva. La raída capa le protegía del cruel frío que azotaba el interior de la estancia. La
joven cubrió el lomo de Lupus con un poco de su melancólica capa. Bostezó y dirigió su
mirada al paisaje fuera de la cueva.
La feroz lluvia caía acompañada de intensos estruendos. El cielo estaba llorando.
Ciertamente, le dió un poco de pena y esbozó una ligera sonrisa. Eso pareció apaciguarlo
un poco, pues las torrenciales lluvias menguaron. Aun así, los truenos no se calmaron.
Coléricos, estallaron ruidosamente.
Lupus abrió sus ojos. Sus orejas se levantaron y se balancearon. Dawn le acarició el pelaje
entre sus orejas. Lupus volvió a cerrar sus ojos y colocó su cabeza en el regazo de la chica.
Su débil respirar exhalaba un aire cálido. Su compañera le rascó dulcemente las orejas. El
valiente Lupus se quedó dormido.

18/09/16
Érase una vez una niña. Una niña muy pequeña, colmada de inocente luz. Su rizado cabello
rubí la seguía a todas partes, como si de un aura se tratara. Ella vivía en la vieja torre del
reloj, donde solo los recuerdos olvidados moraban, silenciosamente.
Un día, nuestra chica se internó en un bosque de arbustos. Los verdes seres la miraban con
cautela, como si se estuvieran preparando para defenderse de una amenaza invisible. Ella,
inocente como la pequeña que era, los intentó tranquilizar. Sin embargo, las plantas aún
desconfiaban de ella, agitándose en señal de alerta.
De pronto, el viento sopló. Sopló con tanta fuerza y furia que las hojas de esmeralda fueron
arrancadas de las débiles ramas donde estaban sujetas. La niña se enfadó con el viento.
Pero el viento no pudo devolver lo que ya había cogido.

19/09/16
- ¿Tú… estás conmigo... verdad?
Estaba asustado. La oscuridad lo acechaba, las sombras lo miraban malignamente. Parecía
como si miles de ojos lo escudriñaban y malévolas risas se burlaban de él. Aceleró el paso.
Las sombras lo perseguían. No sabía qué hacer. Dobló la primera esquina que encontró.
Ahí los ojos se multiplicaron. Una jauría de oscuras siluetas estaba a punto de alcanzarlo.
Se rindió al cansancio.
No podía correr más. Las fatigadas piernas no se lo permitieron. En algún momento tenía
que recibir el ataque. No podía defenderse por siempre, por muy fuerte que fuera su
escudo. Se preparó para ser herido.
De pronto, una débil luz apareció ante él. Las oscuras formas se detuvieron justo delante de
la luz, desconcertados. Una sombra trató de tocarla, pero retiró la mano al instante. Le
quemó. Se retiró lentamente, y los demás hicieron lo mismo. Desaparecieron por donde
habían venido.
La débil luz lo saludó. Él le sonrió.
- Gracias por estar ahí.- le dijo.

20/09/16
- El desierto es duro.
El chico caminaba lentamente. Sus pesados pasos se hundían entre los granos de arena.
La árida brisa le arañaba la cara, pero su semblante seguía indiferente. Los blancos tejidos
que vestía ondeaban al son del Viento del Sur.
Un cuervo lo miraba fijamente. Sus oscuros ojos reflejaban la delgada silueta que se hallaba
ante él. El chico también lo miró fijamente. Tan pequeño pero tan violento, aquel mensajero
de males presagios.
El cuervo torció su cabeza, batió sus alas y alzó el vuelo. Dejó caer algunas plumas de
carbón, que se deshicieron en cenizas mientras flotaban.
El chico volvió a andar. La arena abrazaba sus pies. Estaba caliente.
- El desierto es duro.

21/09/16
Solitario, el osito de peluche se inclinó levemente hacia su izquierda. Ante él, el
desordenado cuarto de su dueño ocupaba su campo de visión. Nunca le había gustado.
¿No podría haberle tocado otro niño con el que estar?
El chaval era ciertamente muy estúpido y había veces en las que le gustaría gritarle con
toda la ira que acumulaba entre su blando relleno que si era tan amable de no zarandearlo
tan fuertemente puesto que lo mareaba. Bastante grosero además. Se lamentó de su
suerte.
¿Realmente era aquello lo que le tocaba vivir? ¿Nada más? Podría haber sido un delfín y
surcar incansablemente los vastos mares. Podría haber sido uno de aquellos legendarios
cóndores que atravesaban majestuosamente el inmenso cielo.
Podría haber sido tanto… pero él era mucho mucho mucho más que todo eso. Por
desgracia, nunca lo supo.

22/09/16
Ella era realmente preciosa. Un tesoro encarnado en un cuerpo mortal. Una tierna amapola
guardada celosamente en una maravillosa jaula de cristal, cerrada a cal y canto.
Sus brunos cabellos tejidos por Aracne dejaron un brote de envidia entre las blancas astillas
de la Muerte. El Mensajero pues, buscó algo con lo que romperla.
Le hizo mucho daño. Está rota. Rota por dentro. Marchitó la amapola. Ella tiene miedo.
Miedo de todo. Puso siete candados a su jaula. Pero ya nada podía hacer.
Se acurrucó en un rincón y permaneció ahí bastante tiempo. La luz la iluminaba a medias.
Sigue teniendo miedo, por si el Mensajero vuelve a visitarla. No estará preparada para
entonces. Porque la Muerte nunca avisa.
Pero la amapola seguía viva dentro de ella. Aún no quería desaparecer. Seguiría ahí hasta
que llegara su hora. Y esperó pacientemente el paso de los días.

23/09/16
Alguien roto la encontró. Él se había prometido no volver a confiar en los engaños del
Mensajero, pues tres veces fragmentado quedó su corazón. No se sentía completo, pero
orgulloso, trataba de andar como aquellos que nada necesitaban de nadie.
Hasta que la encontró. El olor de una amapola. Su fragancia lo envolvió y él se sintió
completo. Embriagado, siguió su aroma esperando encontrarla algún día.
En su camino, encontró pétalos en el suelo. Horrorizado, recogió solo uno. Guardándola con
sumo cuidado, dejó su antigua promesa de lado y forjó una nueva. En el yunque de Hefesto,
prometió encontrarla antes de que fuera tarde.
Y así, emprendió al fin la búsqueda en solitario de aquella bella flor. Porque seguía siendo
bella, aun desnuda de sus atractivos, y para él no habría flor que alcanzara su perfección.

24/09/16
¿Hasta dónde llega lo infinito? ¿Hasta cuánto dura la eternidad? Los límites de lo
indescriptible y desconocido se difuminan. De los borrones del lápiz de la realidad nacieron
los dioses, los gigantes, los magos, los elfos, los duendes, los dragones y las hadas.
El Reloj de la Eternidad conocía las respuestas. Pues claro, era eterno. Imperecedero en las
salvajes olas del tiempo, había contemplado el surgir y la caída de imperios, el nacimiento y
muerte de los héroes legendarios, hasta la Creación misma y el Apocalipsis destructor.
Pero lo eterno es frágil. Frágil como una débil flor a la merced del rudo viento de invierno,
que acaricia fríamente sus pétalos. Flor frágil y efímera, capaz de desaparecer con el ligero
soplo del tiempo. Puede durar tan solo un segundo.
Lo eterno, pues, puede durar tan solo un segundo.

25/09/16
- Todo es uno. Uno es todo.
El alquimista estaba dormido encima de su antigua mesa de madera de cedro. Había
apoyado su cabeza en sus brazos cruzados. La capa carmesí le colgaba bastante y
ondeaba suavemente mecida por la tímida brisa que entraba a través de una minúscula
ventana.
La habitación era ciertamente grande. Enfrente del dormido chaval había varias estanterías
en filas, cuyos estantes estaban a rebosar de gruesos volúmenes con información acerca
del trabajo de su dueño. Los diversos colores de los lomos de los libros le daban a aquella
pared una imagen bastante pintoresca.
En otra gran mesa cercana, decenas de frascos de multitud de formas y tamaños
descansaban tranquilamente. Alguno estaba lleno de algún líquido extraño. Uno de ellos
incluso cambiaba de color periódicamente. Aquello podría ser una de aquellas casetas
llenas de espejos que reflejaban una imagen deformada en miniatura.
- Todo es uno. Uno es todo. - dijo adormilado el alquimista.

26/09/16
- Estamos solos entre la multitud. - comenzó diciendo aquel señor trajeado.
El público, indiferente ante aquella afirmación, lo miraba como si no tuvieran nada mejor que
hacer esa tarde, aunque fuera cierto. Tantas veces se había formulado aquella oración que
ya era hasta predecible.
- ¿Y si todo fuera una ilusión? Tu familia, tus amigos… todos esos lazos… ¿y si fueran una
ilusión? ¿Y si no son tu familia, tus amigos? ¿Y si solo actuaran como tales? Qué confusión,
¿verdad?
Vivimos solos. Todas aquellas relaciones que creéis que forjáis desde que nacéis se
deshacen con tanta facilidad… Ninguna perdura en el tiempo. La muerte se lo lleva todo.
¿No es cierto?
Pero… eso no implica que… no viváis. Aprovechad que estáis aquí, ahora. Aprovechad que
aún podéis vivir el mundo. Aprovechad antes de que os cosechen. Aprovechad que… aún
podáis decirle a esa persona… que la amas.

27/09/16
Una brisa de luz bajó intranquila por las escaleras. Tenía prisa, mucha prisa. No tenía
tiempo para apoyar su mano en la rugosa pared de la torre para comprobar que todo estaba
en su correcto sitio.
La noche caía sobre el valle. Una vanidosa luna se asomaba por encima de las pocas
nubes del cielo, y contemplaba adormilada aquellos verdes pastos que iluminaba
débilmente.
La luz comenzó a adquirir una forma humana. Sus piernas corrían todo lo que su mente
podía ordenar, aun con la fatiga que traía de su largo viaje. De lo que sería su cabeza
salieron unas puntiagudas orejas que se balanceaban al son de los vientos que pululaban
en lo profundo de la torre.
Cuando llegó a la puerta, una mano de alargados dedos rodeó con suavidad el pomo. El
encapuchado elfo inspiró antes de entrar. El frío aliento exhalado hizo estremecer
levemente a la gran y orgullosa puerta. Abrió.
Todo estaba en su sitio. Sonrió.

28/09/16
El sol pintaba con diversos colores el interior de la estancia, colores que cogía de las
espléndidas vidrieras que habitaban en las paredes. Habían sido elaboradas con sumo
cuidado, y eso se notaba.
La Gran Biblioteca era, sin duda, el mayor orgullo de la capital. No había nada comparado
con aquel maravilloso lugar. Ni las mejores plazas, ni las más altas catedrales, ni los más
inmensos templos. Nada. Nada era mejor que la Gran Biblioteca.
Nadie supo cuándo se construyó, pero sí sabían que si sus ancestros habían construido tan
increíble lugar, eran unos sabios predecesores.
Todo el saber del reino se hallaba condensado dentro de aquellas cuatro paredes. La
respuesta a todo se encontraba ahí, en una estancia. Cualquiera podía saber si los
caprichos de los dioses regían o no el mundo, si lo eterno se podía guardar en una botella,
o si el futuro tenía algo bueno para ellos.
Por eso, ahora, sus incendiados escombros yacen en el centro de la ciudad.

29/09/16
Érase una vez, un pez muy bonito.
Aquel pez era muy bonito, por lo que todos lo envidiaban.
Aquel pez era muy bonito, por lo que nadie lo quería, pues se sentían inferiores a él.
Aquel pez era muy bonito, pero como no tenía amigos, se sentía muy solo.
Aquel pez era muy bonito, así que se aisló y se rompió por dentro.
Aquel pez era muy bonito, así que cuando un niño lo vio, lo cogió y se lo llevó.
Aquel pez era muy bonito, así que el niño le dijo la verdad: “Eres muy bonito”
Aquel pez era muy bonito, así que cuando escuchó aquellas palabras, se alegró mucho.
Aquel pez era muy bonito, así que olvidó todo y quiso ser feliz.
Aquel pez era muy bonito, así que con su pequeño dueño, fue muy feliz.
Dicen que nunca jamás hubo en aquel pequeño pueblo un pez tan bonito como aquel.

30/09/16
Una inmensa pradera se abría ante ella. El verde pasto se agitaba mecido por el viento. Las
pequeñas briznas de hierba que se encontraban bajo sus pies le hacían cosquillan con su
balanceo.
Había un mar de flores. Un océano de pétalos de todos los colores. Le hubiera gustado
nadar en aquel precioso océano y sentirse envuelta por los suaves vestidos de las flores.
Pero era tan bonito que temía estropearlo, por lo que decidió simplemente contemplar.
También había un inmenso lago no muy lejos de donde estaba. El espejo de agua reflejaba
los jirones de algodón que suurcaban el cielo. Su azulada superficie se movía acompañada
de ondas producidas por el viento juguetón.
Se giró. Una dorada puerta estaba entreabierta. La rodeaba un marco de piedras bien
apiladas. Apoyó su mano en la metálica superficie e inspiró aquel aire puro por última vez.

1/10/16
Hoy pensé en ti. Qué sorpresa, ¿no?
Estuve un buen rato morando solo por las habitaciones donde guardo tus cosas. Seguían
igual que siempre. Las paredes blancas, el suelo repleto de macetas coronadas de flores de
mil colores. Alguna hoja de papel se escondía tímidamente en algún rincón. Todo seguía
igual.
Hoy tampoco pude regar esas flores que tanto te gustan. Te pido perdón. He estado
ocupado con mis cosas, como siempre. Ojalá tuviera más tiempo cada día. Sería un gran
regalo. Temo que las flores se marchiten. Que la habitación se marchite. Y que yo no esté
ahí entonces. Tuve miedo. Miedo de que todo se marchitara.
Pero aún conservo el frasco de esperanza. Tu calor recogido en una pequeña botella.
Irradia tanta luz como el día en que la guardé. Una sensación agradable acarició mi
corazón. O lo que queda de él. Pero, me sentí bien.
Ahora estoy regando tus flores. Espero que no te importe que lo haga bajo los hilos de luz
de luna. Te quiero.

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