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Cervantes, a través de su entrañable personaje Don Quijote, nos ha enseñado que “entre los

pecados mayores que los hombres cometen aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que
es el desagradecimiento”. Por eso, hoy aprovecho esta oportunidad que se nos brinda para dar las
gracias públicamente a la Doctora Elena Rojas por su magisterio permanente, que ha sabido
combinar, con justeza, no solo erudición y pasión, sino también rigor y generosidad a lo largo de
una intachable y fructífera vida dedicada de manera exclusiva a la docencia, la investigación y la
gestión, en el ámbito de la Universidad Nacional de Tucumán. Estoy convencido de que su
persona será siempre recordada y su legado atesorado por las diferentes promociones de
estudiantes de grado y posgrado, que tuvieron, como yo, la dicha de contarla entre sus docentes
como un faro destacado de una generación de verdaderos maestros, de esos que dejan huellas
imborrables en sus discípulos. ¡Muchas gracias Elena por tanto!

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