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UNA MAÑANA DE SEPTIEMBRE DESAPARECIDO

Yo

Es cierto que son pocos los que pueden negar el cielo raso, los cuadrantes
de Neptuno al llegar la brea o las enlucidas oscuridades en las pupilas de
los marineros. También es cierto que las obediencias de actos inscritos en
los bordes del agua no son duraderas, median en el alma como intercambios
de previas sensaciones: la memoria ha agotado sus iniciales en olas sin
mares diminutos. La aptitud de las labores y la altitud de las abdicaciones:
he renunciado al mareo, a los contornos fáciles de domar, a las inscripciones
donde tu figura de nébula cedió su larga realidad tendida en labrados
pinceles. Por eso el cielo como contorno de todo: cuerpos bien delineados,
sombras quedadas a la espera, facsímiles de letra fea, movimiento en
escalas, paulatino tu raso nombre.

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