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1/8/2018 Edugestor

Instituto Edugestor
SEP - 1° Medio Comprensión Lectora - Diagnóstico - 2018
Comprensión Lectora - 1° ENSEÑANZA MEDIA

NOMBRE: _____________________________________________________ CURSO: __________ FECHA: __________ PUNTAJE: __________

Lee el siguiente texto y responde las preguntas.

Crónica de una muerte anunciada

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que
llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un
instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre
soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes
ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por
entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos,
siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo,
ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte. Tampoco
Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza
y con un sedimento de estribo de cobre en el paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de
bodas que se había prolongado hasta después de la media noche. Más aún: las muchas personas que encontró
desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que fue destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un
poco soñoliento pero de buen humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día muy hermoso. Nadie
estaba seguro de si se refería al estado del tiempo. Muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante
con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un buen febrero de
aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con un cielo turbio y bajo y un denso
olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había
visto Santiago Nasar en el bosque del sueño. Yo estaba reponiéndome de la parranda de la boda en el regazo
apostólico de María Alejandrina Cervantes, y apenas si desperté con el alboroto de las campanas tocando a rebato,
porque pensé que las habían soltado en honor del obispo. Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino
blanco, ambas piezas sin almidón, iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda. Era un atuendo de
ocasión. De no haber sido por la llegada del obispo se habría puesto el vestido de caqui y las botas de montar con que
se iba los lunes a El Divino Rostro, la hacienda de ganado que heredó de su padre, y que él administraba con muy
buen juicio aunque sin mucha fortuna. En el monte llevaba al cinto una 357 Magnum, cuyas balas blindadas, según él
decía, podían partir un caballo por la cintura. En época de perdices llevaba también sus aperos de cetrería. En el
armario tenía además un rifle 30.06 Mannlicher-Schönauer, un rifle 300 Holland Magnum, un 22 Hornet con mira
telescópica de dos poderes, y una Winchester de repetición. Siempre dormía como durmió su padre, con el arma
escondida dentro de la funda de la almohada, pero antes de abandonar la casa aquel día le sacó los proyectiles y la
puso en la gaveta de la mesa de noche. «Nunca la dejaba cargada», me dijo su madre. Yo lo sabía, y sabía además
que guardaba las armas en un lugar y -escondía la munición en otro lugar muy apartado, de modo que nadie cediera
ni por casualidad a la tentación de cargarlas dentro de la casa. Era una costumbre sabia impuesta por su padre desde
una mañana en que una sirvienta sacudió la almohada para quitarle la funda, y la pistola se disparó al chocar contra el
suelo, y la bala desbarató el armario del cuarto, atravesó la pared de la sala, * pasó con un estruendo de guerra por el
comedor de la casa vecina y convirtió en polvo de yeso a un santo de tamaño natural en el altar mayor de la iglesia, al
otro extremo de la plaza. Santiago Nasar, que entonces era muy niño, no olvidó nunca la lección de aquel percance.
La última imagen que su madre tenía de él era la de su paso fugaz por el dormitorio. La había despertado cuando
trataba de encontrar a tientas una aspirina en el botiquín del baño, y ella encendió la luz y lo vio aparecer en la puerta
con el vaso de agua en la mano, como había de recordarlo para siempre. Santiago Nasar le contó entonces el sueño,
pero ella no les puso atención a los árboles. -Todos los sueños con pájaros son de buena salud -dijo. Lo vio desde la
misma hamaca y en la misma posición en que la encontré postrada por las últimas luces de la vejez, cuando volví a
este pueblo olvidado tratando de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria. Apenas si
distinguía las formas a plena luz, y tenía hojas medicinales en las sienes para el dolor de cabeza eterno que le dejó su
hijo la última vez que pasó por el dormitorio. Estaba de costado, agarrada a las pitas del cabezal de la hamaca para
tratar de incorporarse, y había en la penumbra el olor de bautisterio que me había sorprendido la mañana del crimen.
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Apenas aparecí en el vano. de la puerta me confundió con el recuerdo de Santiago Nasar. «Ahí estaba», me dijo.
«Tenía el vestido de lino blanco lavado con agua sola, porque era de piel tan delicada que no soportaba el ruido del
almidón.» Estuvo un largo rato sentada en la hamaca, masticando pepas de cardamina, hasta que se le pasó la ilusión
de que el hijo había vuelto. Entonces suspiró: «Fue el hombre de mi vida». Yo lo vi en su memoria. Había cumplido 21
años la última semana de enero, y era esbelto y pálido, y tenía los párpados árabes y los cabellos rizados de su padre.
Era el hijo único de un matrimonio de conveniencia que no tuvo un solo instante de felicidad, pero él parecía feliz con
su padre hasta que éste murió de repente, tres años antes, y siguió pareciéndolo con la madre solitaria hasta el lunes
de su muerte. De ella heredó el instinto. De su padre aprendió desde muy niño el dominio de las armas de fuego, el
amor por los caballos y la maestranza de las aves de presas altas, pero de él aprendió también las buenas artes del
valor y la prudencia. Hablaban en árabe entre ellos, pero no delante de Plácida Linero para que no se sintiera
excluida. Nunca se les vio armados en el pueblo, y la única vez que trajeron sus halcones amaestrados fue para hacer
una demostración de altanería en un bazar de caridad. La muerte de su padre lo había forzado a abandonar los
estudios al término de la escuela secundaria, para hacerse cargo de la hacienda familiar. Por sus méritos propios,
Santiago Nasar era alegre y pacífico, y de corazón fácil. El día en que lo iban a matar, su madre creyó que él se había
equivocado de fecha cuando lo vio vestido de blanco. «Le recordé que era lunes», me dijo. Pero él le explicó que se
había vestido de pontifical por si tenía ocasión de besarle el anillo al obispo. Ella no dio ninguna muestra de interés. -
Ni siquiera se bajará del buque -le dijo-. Echará una bendición de compromiso, como siempre, y se irá por donde vino.
Odia a este pueblo."

Fuente: García Márquez, Gabriel. Crónica de una muerte anunciada (Fragmento). Editorial Debolsillo. 23° edición. Buenos Aires. 2008.
( Pregunta 1 a la Pregunta 7 )
1) De acuerdo a la información contenida en el texto, la historia se trata de:
A) Los sueños de Santiago Nasar.
B) Los hechos posteriores al asesinato de Santiago Nasar.
C) Los acontecimientos previos a la muerte de Santiago Nasar.
D) La visita del narrador al pueblo donde asesinaron a Santiago Nasar.
2) El momento en que se narra la historia de Santiago Nasar es:
A) Muchos años después del asesinato.
B) El día después de su asesinato.
C) El mismo día de su asesinato.
D) El día anterior a su asesinato.
3) ¿Por qué razón Santiago Nasar vestía de blanco el día de su muerte?
A) Había salido apurado y tomó lo primero que encontró en el armario.
B) Quería estar presentable por si podía acercarse al obispo.
C) Iría a la fiesta de María Alejandrina Cervantes.
D) Sería un día trabajo y debía vestir formal.
4) Según se deduce del texto, ¿a qué hora se cometió el crimen de Santiago Nasar?
A) A las 5:05 A.M
B) A las 6:05 A.M
C) A las 7:05 A.M
D) A las 8:05 A.M
5) En el siguiente fragmento del primer párrafo:
'Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran
en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo...'
La palabra aciago significa:
A) Triste
B) Alegre
C) Amargo
D) Desafortunado
6) En el fragmento del tercer párrafo:
'y la pistola se disparó al chocar contra el suelo, y la bala desbarató el armario del cuarto...'
El significado de la palabra desbarató es:
A) Destrozó

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B) Derrochó
C) Obstaculizó
D) Desorganizó
7) En el fragmento se afirma sobre Santiago Nasar que 'La muerte de su padre lo había forzado a abandonar los
estudios al término de la escuela secundaria, para hacerse cargo de la hacienda familiar.' ¿Estás de acuerdo
con que el joven abandonara estudios por motivos económicos? Marca con una “X” si estás de acuerdo o si
estás en desacuerdo y entrega dos fundamentos.

De acuerdo ____ En desacuerdo ____

Dos fundamentos:

1.
_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

2.
_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________
Lee el siguiente texto y responde las preguntas.

Don Juan Tenorio


Acto primero
Escena XII
(…)
D. JUAN. Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
¡oh!, ha recorrido mi amor
toda la escala social.
¿Tenéis algo que tachar?
D. LUIS. Sólo una os falta en justicia.
D. JUAN. ¿Me la podéis señalar?
D. LUIS. Sí, por cierto: una novicia
que esté para profesar.
D. JUAN. ¡Bah! Pues yo os complaceré
doblemente, porque os digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté.
D. LUIS. ¡Pardiez, que sois atrevido!
D. JUAN. Yo os lo apuesto si queréis.
D. LUIS. Digo que acepto el partido.
Para darlo por perdido,
¿queréis veinte días?
D. JUAN. Seis.
D. LUIS. ¡Por Dios, que sois hombre extraño!
¿cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?
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D. JUAN. Partid los días del año


entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas.
Pero, la verdad a hablaros,
pedir más no se me antoja,
porque, pues vais a casaros,
mañana pienso quitaros
a doña Ana de Pantoja.
D. LUIS. Don Juan, ¿qué es lo que decís?
D. JUAN. Don Luis, lo que oído habéis.
D. LUIS. Ved, don Juan, lo que emprendéis.
D. JUAN. Lo que he de lograr, don Luis.
D. LUIS. ¿Gastón? (Llamando.)
GASTÓN. ¿Señor?
D. LUIS. Ven acá.
(Habla DON LUIS en secreto con GASTÓN y éste se va precipitadamente.)
D. JUAN. ¿Ciutti?
CIUTTI. ¿Señor?
D. JUAN. Ven aquí.
(DON JUAN habla en secreto con CIUTTI, y éste se va precipitadamente.)
D. LUIS. ¿Estáis en lo dicho?
D. JUAN. Sí.
D. LUIS. Pues va la vida.
D. JUAN. Pues va.
(DON GONZALO, levantándose de la mesa en que ha permanecido inmóvil durante la escena anterior, se afronta
con DON JUAN y DON LUIS.)
D. GONZALO. ¡Insensatos! ¡Vive Dios
que a no temblarme las manos
a palos, como a villanos,
os diera muerte a los dos!
D. JUAN. Veamos.
D. GONZALO. Excusado es,
que he vivido lo bastante
para no estar arrogante
donde no puedo.
D. JUAN. Idos, pues,
D. GONZALO. Antes, don Juan, de salir
de donde oírme podáis,
es necesario que oigáis
lo que os tengo que decir.
Vuestro buen padre don Diego,
porque pleitos acomoda,
os apalabró una boda
que iba a celebrarse luego;
pero por mí mismo yo,
lo que erais queriendo ver,
vine aquí al anochecer,
y el veros me avergonzó.
D. JUAN. ¡Por Satanás, viejo insano,
que no sé cómo he tenido

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calma para haberte oído


sin asentarte la mano!
Pero di pronto quién eres,
porque me siento capaz
de arrancarte el antifaz
con el alma que tuvieres.
D. GONZALO. ¡Don Juan!
D. JUAN. ¡Pronto!
D. GONZALO. Mira, pues.
D. JUAN. ¡Don Gonzalo!
D. GONZALO. El mismo soy.
Y adiós, don Juan: mas desde hoy
no penséis en doña Inés.
Porque antes que consentir
en que se case con vos,
el sepulcro, ¡juro a Dios!,
por mi mano la he de abrir.
D. JUAN. Me hacéis reír, don Gonzalo;
pues venirme a provocar,
es como ir a amenazar
a un león con un mal palo.
Y pues hay tiempo, advertir
os quiero a mi vez a vos,
que o me la dais, o ¡por Dios,
que a quitárosla he de ir!
D. GONZALO. ¡Miserable!
D. JUAN. Dicho está:
sólo una mujer como ésta
me falta para mi apuesta;
ved, pues, que apostada va.
(DON DIEGO levantándose de la mesa en que ha permanecido encubierto mientras la escena anterior, baja al centro
de la escena, encarándose con DON JUAN.)
D. DIEGO. No puedo más escucharte,
vil don Juan, porque recelo
que hay algún rayo en el cielo
preparado a aniquilarte.
¡Ah...! No pudiendo creer
lo que de ti me decían,
confiando en que mentían,
te vine esta noche a ver.
Pero te juro, malvado,
que me pesa haber venido
para salir convencido
de lo que es para ignorado.
Sigue, pues, con ciego afán
en tu torpe frenesí,
mas nunca vuelvas a mí;
no te conozco, don Juan.
D. JUAN. ¿Quién nunca a ti se volvió,
ni quién osa hablarme así,
ni qué se me importa a mí
que me conozcas o no?
D. DIEGO. Adiós, pues: mas no te olvides
de que hay un Dios justiciero.

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D. JUAN. Ten. (Deteniéndole.)


D. DIEGO. ¿Qué quieres?
D. JUAN. Verte quiero.
D. DIEGO. Nunca, en vano me lo pides.
D. JUAN. ¿Nunca?
D. DIEGO. No.
D. JUAN. Cuando me cuadre.
D. DIEGO. ¿Cómo?
D. JUAN. Así. (Le arranca el antifaz.)
TODOS. ¡Don Juan!
D. DIEGO. ¡Villano!
¡Me has puesto en la faz la mano!
D. JUAN. ¡Válgame Cristo, mi padre!
D. DIEGO. Mientes, no lo fui jamás.
D. JUAN. ¡Reportaos, con Belcebú!
D. DIEGO. No, los hijos como tú
son hijos de Satanás.
Comendador, nulo sea
lo hablado.
D. GONZALO. Ya lo es por mí;
vamos.
D. DIEGO. Sí, vamos de aquí
donde tal monstruo no vea.
Don Juan, en brazos del vicio
desolado te abandono:
me matas..., mas te perdono
de Dios en el santo juicio.
(Vanse poco a poco DON DIEGO y DON GONZALO.)
D. JUAN. Largo el plazo me ponéis:
mas ved que os quiero advertir
que yo no os he ido a pedir
jamás que me perdonéis.
Conque no paséis afán
de aquí en adelante por mí,
que como vivió hasta aquí,
vivirá siempre don Juan.
Escena XIII
DON JUAN, DON LUIS, CENTELLAS, AVELLANEDA, BUTTARELLI, CURIOSOS y MÁSCARAS
D. JUAN. ¡Eh! Ya salimos del paso:
y no hay que extrañar la homilia;
son pláticas de familia,
de las que nunca hice caso.
Conque lo dicho, don Luis,
van doña Ana y doña Inés
en apuesta.
D. LUIS. Y el precio es
la vida.
D. JUAN. Vos lo decís:
vamos.
D. LUIS. Vamos.
(Al salir se presenta una ronda, que les detiene.)

Escena XIV
DICHOS y UNA RONDA DE ALGUACILES

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ALGUACIL. ¡Alto allá!


¿Don Juan Tenorio?
D. JUAN. Yo soy.
ALGUACIL. Sed preso.
D. JUAN. ¿Soñando estoy?
¿Por qué?
ALGUACIL. Después lo verá.
D. LUIS (Acercándose a DON JUAN y riéndose.)
Tenorio no lo extrañéis,
pues mirando a lo apostado,
mi paje os ha delatado,
para que vos no ganéis.
D. JUAN. ¡Hola! Pues no os suponía
con tal despejo, ¡pardiez!
D. LUIS. Id, pues, que por esta vez,
don Juan, la partida es mía.
D. JUAN. Vamos, pues.
(Al salir, les detiene otra ronda que entra en la escena.)

Escena XV
DICHOS y UNA RONDA
ALGUACIL. (Que entra.)
¡Ténganse allá!
¿Don Luis Mejía?
D. LUIS. Yo soy.
ALGUACIL. Sed preso.
D. LUIS. ¿Soñando estoy?
¡Yo preso!
D. JUAN. (Soltando la carcajada.)
¡Ja, ja, ja, ja!
Mejía, no lo extrañéis,
pues mirando a lo apostado,
mi paje os ha delatado
para que no me estorbéis.
D. LUIS. Satisfecho quedaré
aunque ambos muramos.
D. JUAN. Vamos.
Conque, señores, quedamos
en que la apuesta está en pie.
(Las rondas se llevan a DON JUAN y a DON LUIS; muchos los siguen. EL CAPITÁN CENTELLAS, AVELLANEDA y
sus amigos, quedan en la escena mirándose unos a otros.)
Fuente: Zorrilla, José. Don Juan Tenorio. Acto I. (Fragmento). Editorial Espasa Libros. España. 2010.
( Pregunta 8 a la Pregunta 13 )
8) De acuerdo a la estructura, la presentación de los hechos y los diálogos de los personajes, este texto pertenece
a:
A) El género lírico
B) El género narrativo
C) El género dramático
D) El género no literario
9) ¿Cómo se enteró la policía (Alguacil) de las malas acciones de Don Juan y Don Luis para llegar a apresarlos?
A) A través de Don Gonzalo, quien dio aviso a las autoridades.
B) A través de una investigación que estaban realizando hacía tiempo.
C) A través de Don Diego que, avergonzado de su hijo, dio aviso al alguacil.
D) A través de los pajes que cada uno envió a acusar al otro para ganarle la apuesta.

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10) Cuando Don Diego se dirige a Don Gonzalo y le dice: "Comendador, nulo sea lo hablado". ¿A qué se refiere?
A) A las supuestas mentiras que ha oído sobre Don Juan.
B) Al arreglo de boda entre Don Juan y Doña Inés.
C) A la herencia que pretendía dejar a Don Juan.
D) A la apuesta entre Don Juan y Don Luis.
11) Cuando Don Diego se enfrenta a Don Juan en el siguiente fragmento:

'D. JUAN. ¡Válgame Cristo, mi padre!


D. DIEGO. Mientes, no lo fui jamás.
D. JUAN. ¡Reportaos, con Belcebú!
D. DIEGO. No, los hijos como tú
son hijos de Satanás.'

¿Qué significan las palabras de Don Diego hacia Don Juan?


A) Le revela que él no es su verdadero padre.
B) Le expresa decepción por tener un hijo tan infame.
C) Pretende dejar en evidencia las mentiras de Don Juan.
D) Le expresa su desprecio por someterse a las artes oscuras.
12) En el siguiente fragmento, ¿qué significado adquiere la palabra profesar?

'D. LUIS. Sólo una os falta en justicia.


D. JUAN. ¿Me la podéis señalar?
D. LUIS. Sí, por cierto: una novicia
que esté para profesar'.

A) Enseñar una ciencia o un arte.


B) Ejercer una profesión o un oficio.
C) Defender o seguir una idea o una doctrina.
D) Comprometerse a cumplir los votos propios de la orden religiosa en que ingresó.
13) A partir de los dichos de Don Juan en el siguiente fragmento:

'Largo el plazo me ponéis: / mas ved que os quiero advertir


que yo no os he ido a pedir / jamás que me perdonéis.
Conque no paséis afán / de aquí en adelante por mí,
que como vivió hasta aquí, / vivirá siempre don Juan'.

Marca con una 'X' si estás de acuerdo o en desacuerdo con su actitud. Luego, fundamenta tu respuesta con
ideas propias y apoyándote en el contenido del texto.

De acuerdo _____ En desacuerdo _____

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Lee el siguiente texto y responde las preguntas

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Carta de Charles Dickens a su hijo


Londres , Octubre de 1868.
Querido Plorn:

Te escribo hoy esta carta porque me ocupa mucho tu partida y porque quiero que lleves contigo unas palabras de
despedida, para que pienses en ellas de vez en cuando en momentos de tranquilidad. No necesito decirte cuánto te
quiero y que siento mucho, de verdad siento separarme de ti. La mitad de esta vida, sin embargo, está hecha de
separaciones, y debemos sobrellevar esos dolores. Además, la vida con sus pruebas y peligros te enseñará más que
cualquier estudio o tarea que puedas realizar. Hasta hoy sólo has necesitado una meta fija y constante para vivir.
Desde ahora te aconsejo, hijo mío, que te propongas con firme determinación hacer todo lo que hagas de la mejor
manera posible. No te aproveches vilmente de nadie en ninguna ocasión, y jamás seas duro con los que están bajo tu
fuerza. Procura hacer con los demás lo que quisieras que ellos hiciesen contigo, y no te desalientes si a veces dejan
de hacerlo. Mucho mejor será para ti que sean ellos los que desobedezcan la máxima regla establecida por nuestro
Salvador, y no tú.
Pongo en tu equipaje el libro del Nuevo Testamento, porque es el mejor libro de cuentos que se han conocido y se
conocerán, y porque nos enseña las mejores lecciones por las que puede guiarse un ser humano que procure ser leal
y fiel a su deber. Mientras tus hermanos se han ido yendo uno por uno les he pedido que se guíen por éste libro,
poniendo a un lado las interpretaciones e invenciones del hombre.
Recordarás que en casa nunca te has aburrido con observaciones religiosas o meras formalidades. Siempre he sido
cuidadoso de no cansar a mis hijos con tales cosas antes de sean lo suficientemente grandes para formar opiniones
por sí mismos.
Sólo una cosa más en esta mente. Nunca abandones la sana costumbre de rezar tus propias oraciones privadas, por
la noche y por la mañana. Yo no la he abandonado nunca, y conozco el consuelo de eso.
Confío en que siempre podrás decir que en tu vida tuviste un padre cariñoso. No podrías demostrarle tu afecto tan
bien, o hacerlo tan feliz, como haciendo lo que debes hacer.

Tu afectivo padre.
Fuente: https://goo.gl/x51GDe
( Pregunta 14 a la Pregunta 20 )
14) El propósito fundamental de la carta de Dickens a su hijo es:
A) Aconsejarlo para que sea una buena persona durante su ausencia.
B) Asegurarse de que siga las costumbres de la fe cristiana.
C) Advertirle los peligros que encontrará en el camino.
D) Expresar el dolor que le causa su partida.
15) ¿Para qué se menciona a los hermanos del joven en la carta?
A) Para comparar la forma de actuar de cada hijo.
B) Para contar que ellos también se han marchado.
C) Para demostrar que a todos sus hijos les ha dado buenos consejos.
D) Para comunicar la tristeza que sienten con la partida de su hermano.
16) ¿Por qué razón Dickens le obsequia a su hijo el libro del Nuevo Testamento?
A) Porque el hijo iniciará estudios en un monasterio.
B) Porque es una tradición familiar que no quiere perder.
C) Porque teme que el hijo se aparte de lo correcto y actúe con maldad.
D) Porque enseña las mejores lecciones por las que puede guiarse un ser humano.
17) Después de leer la carta, responde: ¿cuál es el tono o estado de ánimo predominante del emisor?
A) Alegría, porque su hijo alcanzará nuevas metas.
B) Angustia, porque siente temor de lo que le ocurra a su hijo.
C) Desconsuelo, porque no puede tolerar la marcha de su hijo.
D) Resignación, porque sabe que ha educado bien a su hijo y éste hará lo correcto.
18) En el fragmento: "La mitad de esta vida, sin embargo, está hecha de separaciones, y debemos sobrellevar
esos dolores". ¿Cuál de las siguientes palabras puede reemplazar al concepto sobrellevar sin alterar el sentido
del texto?

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A) Sufrir
B) Admitir
C) Soportar
D) Sostener
19) Dickens escribe a su hijo: 'Confío en que siempre podrás decir que en tu vida tuviste un padre cariñoso. No
podrías demostrarle tu afecto tan bien, o hacerlo tan feliz, como haciendo lo que debes hacer'. Señala dos
razones fundadas en el texto que corroboren las palabras del escritor.

1.
_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

2.
_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________
?
20) Considerando la carta de Dickens a su hijo y las razones por las que le escribe, ¿crees que los hijos
actualmente toman en consideración los sentimientos y preocupaciones de los padres a la hora de tomar
decisiones y emprender algún viaje? Responde si estás de acuerdo o en desacuerdo y fundamenta con dos
razones.

De acuerdo _____ En desacuerdo _____


Dos razones:

1.
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_________________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________________

2.
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