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Egosintonía en la psicosis y el autismo.

Alucinación del código y alucinación del


mensaje.

El sueño carece de relato, el mismo lo encontramos en el decir del analizante en


transferencia. No hay interpretación propia o autointerpretación del sueño, no hay self
como salida “interpretativa” a un sueño. Un sueño que podría parecer muy complejo a
un analizante es, tantas veces, fácilmente interpretado por un analista porque la
presencia del Otro es lo que lo determina. El inconsciente está estructurado como y en
lenguaje y “se organiza” en discurso.
Hay sueños que no despiertan al sujeto, porque hay una transacción que se puede hacer
respecto de lo que la carga inconsciente está revelando. El sueño queda sintónicamente
sostenido por el deseo de dormir, por eso hay sueños que parecen incomprensibles para
el propio sujeto.
El sueño tiene una función fundamental y un motivo de existencia. Porque hay
represión, la necesidad de dormir es pulsional. Lo egosintónico transforma lo instintivo
en pulsional, tiene que dar cabida al deseo inconsciente.
Algunos andan por la vida dormidos.
Freud dice(1):
“La cooperación entre un impulso preconsciente y otro inconsciente, aunque este último
esté intensamente reprimido, puede surgir cuando el impulso inconsciente es capaz de
actuar en el mismo sentido que una de las tendencias dominantes. Es este caso queda
levantada la represión y permitida la actividad reprimida, a título de intensificación de la
que el Yo se impone. Lo inconsciente se hace ego-sintónico únicamente en esta
constelación, pero sin que su represión sufra modificación alguna.” El obsesivo dudará
donde poner la piedra, de un lado o del otro y su defensa prima en el momento del acto
haciendo de la duda un monumento universal. El cirujano opera por un corte exacto.
Continuemos en el quirófano de la escena analítica entonces.
Continúo con Freud (2):
“El dormir establece un apartamiento del mundo real, con lo cual se da la condición del
desarrollo de una psicosis”. Si no olvidamos, agrego, que se trata de una transacción.
Freud plantea que en las psicosis el apartamiento de la realidad es provocado de dos
maneras distintas, no plantea que esto sea la causa justamente sino que una de dichas
formas que encontramos como mecanismo de manifestación es el retraimiento del
mundo exterior, de dicha realidad. Con Lacan diremos que lo real retorna desde lo que
fue verwerfung, expulsado/forcluido/rechazado, no ausstossung (escupido como
displacentero en la formación de la constitución del sujeto ya que no hay bejahung
posible previa). Subrayo No Hay y la castración o la posición que asume un sujeto y la
posición frente a la castración en la madre dará como respuesta la posición de un niño,
un hijo. Digo: si podemos pensar la psicosis o el autismo como una respuesta frente a la
pregunta tácita que no se formula sino que se impone en la madre, entonces podemos
hablar de un deseo anónimo en el autismo, por ejemplo. Como en el sueño: nada de
gramática, nada de sintaxis, nada de semántica. La nada, rien en francés, no puede sino
conducirnos al goce; es el vacío y el agujero el que nos conduce a otro lugar.
“Durante el aislamiento del durmiente…aunque lo inconsciente aprovecha su relativa
liberación para actuar, encuentra de todos modos cerrado el camino a la motilidad y sólo
abierto el innocuo que conduce a la satisfacción alucinatoria”, dice Freud.
La resistencia de la represión que pesa sobre lo inconsciente disminuye para que se
produzca el sueño. “El sueño que así nace es ya el producto de una transacción y tiene
una doble función, siendo por un lado ego-sintónico, 1) en cuanto con la impresión de
los estímulos perturbadores del reposo sirve al deseo de dormir, 2) por otro, permite a
un impulso instintivo reprimido la satisfacción en tales circunstancias, posible en forma
de cumplimiento alucinatorio del de un deseo”(2)
Acaso el goce autista dista de esta egosintonía? Lo que justamente logra, entre otras
cosas, un análisis, es la transformación de lo egosintónico en egodistónico, el despertar
de un sujeto de ese estado de adormecimiento que una inhibición nombrada como
síntoma produce. El psicótico también padece dicha egosintonía, la alucinación da fe
certificando la firma de la escritura, o la falta de ella como Nombres del Padre, es decir:
como forclusión del Nombre del Padre, no forclusión de sentido.
Hasta podríamos decir que hay un placer extremo en el goce autista en el momento de
ejecutar algún movimiento, por ejemplo, que despliegue dicha egosintonía: tal podría
ser el caso de los movimientos reiterativos, movimientos donde un objeto es golpeado
una y otra vez, sin cesar cual retorno desde lo real.
Que podría permitir el pasaje de la egosintonía a la egosdistonía? Porque si tomamos
esto como una posición desde la ética del analista, entonces estamos proponiendo una
cura distinta para el autista y también para el psicótico.
La falla del inconsciente es el amor, el amor al padre es lo que nos permite hacer lazo, la
transmisión a la que permanentemente nos referimos y nos dirigimos es a una
transmisión fálica. En la dirección de la cura hay una relación de filiación entre
analizante y analista (3) cuya transmisión se hace presente y efectiva en la transferencia
donde el comienzo, el Sujeto supuesto al () saber o al que se supone un saber, está
como marca del inicio del tratamiento en tanto identificación primera, incorporación,
identificación a lo real del otro real: maniobra indispensable e inicio del camino. Esta
suposición ya marca el comienzo de una implicación en lo que llamamos síntoma en
tanto algo que denota una extra-territorialidad en lo que atañe al Yo, un inmigrante.
Podemos decir lo mismo en el caso del autismo en niños donde la consulta viene del
lado de los padres lo cual también para ellos es egosintónico en muchos casos? En
cuántas ocasiones la consulta viene por derivación de la escuela o del médico y no de
los propios padres a quienes no les llama la atención el autismo de su hijo? Citaré dos
casos clínicos:
1) R comienza el tratamiento a los 13 años, en vacaciones previo al comienzo de
clases. La consulta se lleva a cabo porque a la tía le llama la atención que
estando en la costa, R dice que todos la miran en la playa, nada llamativo para
los padres. Inmediatamente escucho el despliegue paranoicamente florido de su
hebefrenia, las voces que provenían de lo real la acuciaban, las miradas de los
otros, pares, tocaban su cuerpo quienes además murmuraban cosas contra su
persona.
2) S comienza a los casi 6 años el tratamiento por la falta de control de esfínteres
de la cual el Jardín de Infantes se queja y demanda como algo imprescindible
para pasar a primer grado. La madre no había dicho que su hija tenía una
hipoplasia del vernis cerebeloso diagnosticado a los 2 años, problemas del
lenguaje a pesar de 4 años de tratamiento fonoaudiológico, aislamiento entre
otros síntomas que me llevan a diagnosticar un autismo, ausencias
probablemente de tipo epilépticas también mediante, retraso mental, etc. Nada
de esto era egodistónico para los padres o la madre en particular.(4)
En el primer caso pudimos trabajar hasta mover dicha egosintonía que provenían
cuando las alucinaciones auditivas aparecían: el miedo, la angustia aparecieron y la
paciente solía comunicarse conmigo para que la ayudara.
En el segundo caso, resuelto el control de esfínteres y frente a la encrucijada que en el
Jardín no la promovían a escuela común sino que solicitaban una permanencia en
preescolar con una maestra integradora, frente al trabajo donde indico a la madre una
escuela especial para su hija: esta decide interrumpir el tratamiento por el no
“reconocimiento” de la enfermedad, pura egosintonía de la madre. En la consulta previa
a la interrupción la paciente toma un jarrón y comienza con movimientos autísticos del
mismo contra el piso hasta romperlo a pesar de mi advertencia que ello podría suceder,
el goce autista al igual que los movimientos que concurren al mismo no admiten la
inscripción de los Nombres del Padre sino una pura forclusión, en este caso de la
analista y su decir, su representación la cual no acude en la paciente. Dicho movimiento
no se trata de una repetición sino de una circularidad de la mismidad que la hormiga en
la Banda de Moebius bien muestra. Si la madre hubiera “soportado” su propia angustia,
traducible en el enrojecimiento del rostro al escuchar mi orientación como signo que ha
tocado su propia subjetividad, como signo de un esbozo de separación, podría haber
habido un pasaje a una egodistonía en ella quizás.
El goce autista es localizable(5), en el lugar de lo que llamamos reserva libidinal
operatoria que nos pone en jaque cuando de duelos se trata, cuando también de adicción
a la droga se trata, porque es un goce autoerótico, podríamos decir que es el más mudo
de todos los goces.
Si tuviéramos que ubicar en el esquema óptico dicho goce lo pondríamos en la caja
invertida donde se encuentra dicha reserva libidinal que en el neurótico está “a” “la
espera”, no así en la psicosis ni el autismo. La falta de lazo y de interacción con el otro
da cuenta de ello. Dice Lacan(6) en relación a lo enigmático del síntoma en la neurosis
que bien da cuenta del quehacer autista: “el signo - indicándoles que aquí debe
perfilarse una relación con la reserva libidinal, con ese algo que no se proyecta, con ese
algo que o se inviste a nivel de la Imagen especular por la razón de que permanece
profundamente investido, irreductible en el nivel del cuerpo propio, en el nivel del
narcisismo primario, en el nivel de lo que llaman autoerotismo, en el nivel de un goce
autista, alimento en suma que permanece allí para intervenir eventualmente como
Instrumento en la relación con el Otro, con el Otro constituido a partir de esa imagen de
mi semejante, ese Otro que perfilará con su forma y sus normas la imagen del cuerpo en
su función seductora sobre aquel que es el compañero sexual. En ese goce autista no hay
salida para el sujeto (S) porque no hay nivel de castración posible de la cual podamos
hablar, no hay cuerpo tampoco, estamos en el primer piso de la constitución subjetiva
donde no hay separación entre el sujeto y el Otro: si la hubiera, el Otro se presentaría
marcado por la falta, en este caso: No Hay. Tampoco de cuerpo hablamos en él, a
diferencia de lo poco que hay en la psicosis, en ambos el goce domina pero de diferente
manera.
Pero siguiendo a Lacan en el segundo ejemplo citado, podríamos decir que podría haber
habido una salida para S, no se trata sólo de análisis terminable e interminable sino de
una tercera opción luego de producido el “estallido”(7) en la madre a posteriori de
escuchar la interpretación: “necesita una escuela especial”. Producido el estallido, la
imagen vuelve a armarse y el análisis continúa si el sujeto acepta que lo que mira es el
marco, no el interior del cuadro como lo indican Lacan (8).
Retomando: la egodistonía es producto de un corte, de un movimiento de una parte del
psiquismo que puede migrar y producir una incomodidad en el sujeto, la egodistonía es
posible en el autismo? Si el neurótico retrocede frente a su propia castración, el autista:
retrocede frente a la castración “posible” o “probable” del Otro”? La interpretación
analítica sucumbe a la realidad y la hace sucumbir si y sólo si la suposición de saber
está dirigida al Otro donde el sujeto no puede reconocerse todavía en la metáfora como
implicado en el sufrimiento.
La egosintonía, por el contrario, es una circularidad, decía, porque hay una
imposibilidad de hacer corte. En Schreber la egosintonía se manifiesta a nivel de la
alucinación del código. La represión no encaja, no tiene resultado como en la neurosis.
La lengua fundamental de Schreber es el signo que subsiste en el seno de ese mundo
imaginario la exigencia del significante, va en una constante búsqueda de una
afirmación de una significación que fue forcluida desde el inicio, no es una búsqueda de
un imposible sino de algo que sólo en la alucinación es posible escuchar: el retorno
desde lo real que fue expulsado, forcluido previo a toda inscripción, insisto: verwerfung
en lugar de behajung. En el origen tenemos el estadio del espejo, estructura que hace del
mundo imaginario del hombre algo “des-compuesto” por “adelantado” dice Lacan(10).
Lo encontramos aquí desarrollado, “el delirio muestra el juego de los fantasmas en su
carácter absolutamente desarrollado de “duplicidad”: el mundo de Schreber es de dos
personajes, hechos uno en referencia al otro.
En dicha alucinación del código quien aparece es Dios hecho a la sombra de Schreber,
un Dios a la vez asexuado y polisexuado y en todo momento tiene que haber fenómenos
de diversión para que Dios no se reabsorba en la existencia central del sujeto. La
dimensión de la tercera persona está perdida, él, sólo subsiste el tú en la homofonía
francesa: tu est/tuer que hace a la homonimia.
La alucinación del código es trabajada por Lacan(10) donde remite a la lingüística quien
la llama fenómenos de código, es la lengua-de-fondo que Scherber describe como un
alemán un tanto arcaico pero siempre riguroso que se señala por su gran riqueza de
eufemismos. Esta parte de los fenómenos está especificada en locuciones neológicas por
su forma y por su empleo. Las alucinaciones informan al sujeto sobre las formas y los
empleos que constituyen el neocódigo. Hay una “entificación” de las palabras que
soportan lo que las voces formulan: “No olvide que la naturaleza de las voces es que
deben hablar”.
“La “lengua fundamental” que el Pte Schreber describe en el inicio de las memorias,
hecha de un alemán antiguo, muy rico en eufemismo, es el tipo de alucinación que
responde al código, donde abundan neologismos que se caracterizan por la inmediata
adjudicación de significado, sin que él las vivencie siquiera advierta hiancia alguna
entre el significante que retorna desde lo real y el significado que se le adjudica”(11)
La alucinación de mensaje presenta otra variedad en la relación con el significado: el
texto alucinado, dice Daniel Paola, interrumpido, donde el shifter tendría que haber
hecho función en la estructura, requiere de la intervención activa del sujeto para
completar la significación. Ej: “habla usted”?, “eso fue muy rápido”. “El significado en
la alucinación de mensaje, debe ser aportado en un esfuerzo importante, no se agrega
fácilmente, Schreber se queja amargamente en su testimonio del agotamiento que esto le
provoca mientras los dolores crecen y la voluptuosidad se exacerba.”(11)
De la alucinación del código a la del mensaje existe una suerte de progresión en virtud
de la significación que retorna desde lo real.
Hay en Schreber un intento de retardo del problema de la significación de lo alucinado
cuando deletrea lentamente el texto alucinado haciendo una “descomposición” vocal
repetida, hay un silencio de las alucinaciones más persistentes.(11)(12).
Bien sabemos que el código deriva en mensaje y el Grafo nos lo recuerda, pero en
Schreber hay un padecimiento que no sólo no cesa sino que el retorno de lo real produce
un incremento.
En la clínica de las psicosis la cuestión del código y el mensaje tienen una función
fundamental y nos habla de la posición que toma el sujeto la cual es ubicable a nivel de
la estructura.

Referencias Consultadas:
(1) Freud, S.: Lo Inconsciente. Comunicaciones entre ambos sistemas. Edit B.
Nueva. Pág 2076
(2) Freud, S.: Nueva lecciones introductorias al psicoanálisis. Lección XXIX.
Revisión de la teoría de los sueños. Edit B. Nueva. Pág 3107 a 3109.
(3) Paola, D.: “Transmisión del psicoanálisis”.
(4) Peisajovich, M.: “EL Paseo en la clínica con niños”. Rv editorial, pág 350.
(5) Cruglak, C.: Clase dictada en Convocatoria Clínica el 05/05/12.
(6) Tendlarz, S.: “Qué es el autismo”, Edit Colección Dva. Buenos aires, 2013.
(7) Paola, D.: “El estallido”, Seminario dictado en EFBA, Bs As 2015.
(8) Lacan, J.: Seminario 10. Clase 07/12/62. Versión CD.
(9) Lacan, J.: Seminario 3. Edit Paidós. Clase 11 de enero de 1956.
(10)Lacan, J.: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis”. Escritos 2. Edit Paidós.
(11)Paola, D.: “Erotomanía, Paranoia y celos”. Edit EFBA. Bs As. 2013, pág 82.
(12) Peisajovich, M.: “Análisis de una niña”. Trabajo presentado en la Reunión
Lacanoamericana de Psicoanálisis. Montenvideo 2015. Referencia: “silencio
primordial o lo primordial del silencio”.

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