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Plática 2 para señores

El matrimonio ¿Por qué me conviene casarme por la Iglesia?

Folleto:
La felicidad en el matrimonio

Objetivos:
 Conocer que por medio de los sacramentos Jesucristo vive en mi alma.
Tomar conciencia de que el amor del hombre y la mujer en el matrimonio, es sagrado, pues es un
reflejo del amor de Dios a nosotros, es un camino hacia el cielo.

 Conocer todas las bendiciones que se reciben al casarse. (Nos conviene casarnos, pues de
esa manera invitamos a Dios a nuestra vida y Él nos ayuda a hacernos mutuamente felices)

El hombre por ser un ser social tiene la necesidad de comunicarse y lo hace a través de gestos y
palabras que demuestran lo que lleva en su interior (sentimientos, ideas, deseos y experiencias) por
eso, Dios buscó el medio para comunicarse con el hombre respetando esa necesidad de
comunicación.

Dios creo al hombre para compartir con él su amor y su felicidad en ésta vida y en el cielo. Ésta
felicidad que Dios nos tiene preparada, la podemos disfrutar desde ahora, aquí en la tierra, si
participamos de los sacramentos que nos permiten comunicarnos con Él y recibir los regalos que Él
nos quiere hacer. Al tener a Jesús en nuestra alma, empezamos ya a gozar del Cielo.

Cuando Nuestro Señor Jesucristo se encontraba en este mundo comunicaba sus gracias espirituales
y corporales a través del contacto físico: con su voz o tocando con su mano, como cuando absolvió
a la pecadora (Lc 7, 48) o sanó al leproso o al ciego de nacimiento (Mc 1, 41; Jn 9, 6). Pero ahora
que Jesús ha subido al cielo, ¿cómo podrá estar en contacto con nosotros y comunicarnos su gracia
y amor? Lo hace a través de los sacramentos que confió a la Iglesia: en ellos está Él mismo, que por
medio de la persona del sacerdote también hoy nos toca, nos sana, nos alimenta y nos consuela.
Cuando nos acercamos con fe a los sacramentos nos encontramos con Jesús, que es la fuente del
amor y la felicidad, nos encontramos con aquél que quiere compartir su vida divina con nosotros.

Sacramento viene de la palabra  latina  “sacramentum”  que significa algo que santifica.
Los sacramentos “son  signos  visibles de la Gracia de Dios, confiados por Cristo a la Iglesia y por los
cuales Dios nos regala la  vida  divina” O sea, los Sacramentos nos santifican.
Cristo por medio de los sacramentos, vive dentro de mi alma, y teniendo a Cristo, tengo la felicidad
que Él quiere regalarme. (No quiere decir que todos mis problemas van a desaparecer, pero si los
vivo de la mano de Jesús, me voy a sentir acompañada, apoyada y los voy a poder superar y
resolver mejor.)
Los sacramentos fueron instituidos por Cristo y son siete:
 Bautismo  Penitencia  Orden sacerdotal
 Confirmación  Unción de los  Matrimonio
 Eucaristía Enfermos

Todos ellos corresponden a las diferentes etapas de la vida de un cristiano:


Nacimiento, Crecimiento, Curación y la Misión que cada cristiano tiene.

Sacramentos de Iniciación:
Son los que dan inicio a la vida cristiana:
 El Bautismo: es el sacramento por el que renacemos a la vida divina, nos perdona el pecado
original y cualquier otro pecado. Imprime en el alma el carácter sacramental (pone en el
alma el sello de Dios) que nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia. El Bautismo es el
primero de los sacramentos, pues antes de este no se puede recibir ningún otro.
 La Confirmación: es el Sacramento que nos llena del Espíritu Santo y de sus dones. Nos
hace perfectos cristianos, apóstoles de Jesucristo.
 La Eucaristía: Jesucristo está real y verdaderamente presente en la Hostia que tomamos en
la sagrada comunión. Él es el alimento de nuestra alma, nos aumenta la gracia y nos da la
vida eterna. Jesucristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo, en la última Cena.

Sacramentos de Curación:
Son los que curan, así como Cristo, médico de cuerpo y alma curó y perdonó durante su vida
terrena, quiso que la Iglesia continuase con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de
salvación.
 La Reconciliación o Confesión: es el sacramento por el cual, Dios, a través del sacerdote
nos concede el perdón de nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos. La confesión
nos devuelve (si estábamos en pecado mortal) o nos aumenta (si sólo cometimos pecados
veniales) la gracia santificante, o sea la amistad con Dios y nos da fuerzas especiales para
evitar el pecado y rechazar las tentaciones. (No necesitamos confesarnos cada vez que
vamos a comulgar, puede ser cada 2 meses, si estuviéramos en pecado mortal, no
podemos comulgar sin antes confesarnos).
 La Unción de los enfermos: es el sacramento que da al cristiano una gracia especial para
enfrentar una enfermedad grave o la vejez. La unción une al enfermo a la Pasión de Cristo
para su bien y el de toda la Iglesia; obtiene consuelo, paz y ánimo; obtiene la salud del alma
por el perdón de los pecados (si el enfermo no se ha podido confesar), restablece la salud
corporal (si conviene a la salud espiritual) y le prepara para el paso a la vida eterna.

Sacramentos al servicio de la comunidad:


Son los que van ordenados hacia la salvación de los demás.
 Orden Sacerdotal: es el sacramento por el cual Jesucristo le da poder al sacerdote para
perdonar los pecados y para convertir el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de
Nuestro Señor Jesucristo. El Sacramento del Orden, lo reciben aquellos que se sienten
llamados por Dios a dedicarse a ayudar a la salvación eterna de sus hermanos los
hombres. Esta ocupación es la más grande de la tierra, pues los frutos de sus trabajos no
acaban en este mundo, sino que son eternos.

 Matrimonio: es la base de la familia, y en ella es en donde encontramos la mayor felicidad.


Jesucristo, nuestro Señor, bendice la unión matrimonial y se compromete a dar a los
esposos su gracia para ayudarlos a hacerse felices mutuamente y a alcanzar la salvación.

¿Saben ustedes que el matrimonio siempre es entre tres y no entre dos? La esposa, el esposo y
Dios. De ésta manera, Dios está involucrado en nuestro amor, Él más que nadie, quiere que seamos
felices por lo que Él personalmente nos dará las gracias que necesitamos para ser buenos esposos,
para buscar la felicidad del otro, para saber disculpar, para ser paciente con los defectos del otro. Él
nos acompañará día a día a que nuestro amor crezca, madure y perdure para siempre. Si decidimos
no casarnos por la Iglesia, no invitamos a Dios a nuestro matrimonio, a nuestra familia, y Él
respetando nuestra libertad, se queda afuera sin podernos regalar todas las gracias que nos quería
dar para ser más felices.

Por medio del sacramento del matrimonio, Dios santifica el amor de los esposos e infunde su gracia
en sus corazones para que cumplan los deberes del matrimonio que son:
1. La fidelidad a sus promesas. (Las que se hacen en la ceremonia religiosa: Yo…   prometo
serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad y amarte y
respetarte todos los días de mi vida.)
2. La procreación y educación de sus hijos.
3. La convivencia amorosa en medio de las alegrías y dificultades de su vida.

El matrimonio es un camino de santidad, Dios llama a los esposos a ganar el Cielo santificándose en
el amor y ayuda mutua (debo ayudar a mi pareja a ser mejor persona) y en su vida familiar. El
matrimonio es una vocación divina así como lo es el sacerdocio.

Dios creo al hombre por amor y lo selló con Su amor, por eso el hombre encuentra la mayor felicidad
amando. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, por eso el amor entre hombre y
mujer se convierte en imagen del amor con que Dios ama al hombre. El matrimonio entre un hombre
y una mujer, refleja el matrimonio que Cristo realiza con su Iglesia, por eso el sacramento del
matrimonio es sagrado.

El amor humano abarca todo el hombre: cuerpo y alma. La donación total (alma y cuerpo) de un
hombre y una mujer sólo es verdadero amor en el matrimonio, pues sólo allí se encuentra una
seguridad y estabilidad necesaria para la felicidad. Si Pilar me promete su amor y su fidelidad
delante de Dios, está haciendo un compromiso muy serio, por lo que tengo mayor seguridad de que
lo va a cumplir. Si no nos comprometemos, ni no hacemos ninguna promesa como pasa con la unión
libre, luchamos poco por arreglar los problemas. El matrimonio amarra fuerte, pues quiere mantener
a la pareja unida para siempre y así lograr la felicidad que Dios les tiene preparada.
El compromiso hecho delante de Dios, nos da una seguridad muy especial, pues sabemos que no
estamos solos, Dios nos acompaña todos los días de nuestro matrimonio.
El "amor auténtico" entre un hombre y una mujer en el matrimonio, tiene los siguientes requisitos:
 Se da de manera exclusiva (sólo con mi esposa)
 Es Fiel (en mi vida no habrá nunca otra mujer, ni siquiera en pensamiento)
 Es Fecundo (que deseamos tener hijos)
 Es para siempre (verdadero compromiso)
 Es un camino de santidad (los esposos se ayudan mutuamente a crecer como personas y a
procurarse felicidad)

La Sagrada Escritura nos dice que el hombre  y  la  mujer  fueron  creados  el  uno  para  el  otro:  “No  es  
bueno  que  el  hombre  esté  solo”.  La  mujer,  “carne  de  su  carne”,  es  decir,  su  otra  mitad,  su  igual,  la  
criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como un “auxilio”,  representando  así a
Dios  que  es  nuestro  “auxilio”  (cf  Sal  121,  2).  “Por  eso  deja  el  hombre  a  su  padre  y  a  su  madre  y  se  
une a su mujer, y se hacen una sola carne.”  (Gn  2,  18-25)
Cristo en el inicio de su vida pública realiza su primer milagro en las Bodas de Caná. (Cfr. Jn. 2,1-11)

La familia: Iglesia doméstica; Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y
de María que fueron los primeros que enseñaron a Jesús a rezar. Por eso, dentro de la familia, que
es el lugar por excelencia en donde encontramos el amor y la felicidad, los padres han de ser para
sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo. La familia ha de ser
una comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas. En la familia, es en
donde el hombre aprende a amar y por lo tanto a ser feliz.

¿Cómo nos ayuda Cristo con los Sacramentos?

Imaginemos que la vida de una persona es como una ida al mercado. Un niño va a ser bautizado, y
Cristo, que está en la puerta del mercado, le regala una canasta para que ponga en ella todos los
alimentos que necesite. Al salir del mercado, sólo aquel que tenga su canasta podrá gozar de la Vida
Eterna. Así, la canasta es la gracia santificante, es el boleto de entrada al Cielo. El niño va creciendo
y puede tirar libremente la canasta, como desprecio a Dios. Puede pensar en su comodidad y
abandonar las reglas de Dios. Si así lo hace; es decir, si ofende a Dios y peca, pierde su canasta, o
sea la gracia santificante, su entrada al Cielo. Sin embargo, para recuperarla, Él le da el sacramento
de la Penitencia o Confesión. No nada más le devuelve la canasta, sino que le da más fuerzas para
cargarla mejor, más cosas para depositar en ella, más fuerzas para no pecar. El niño lleva su
canasta, y podrá irla llenando con las buenas obras que realice en su vida. El niño seguirá
creciendo, y para ser fuerte y que nunca desfallezca, y para que siga llenando la canasta, Cristo le
da  la  Eucaristía.  Con  ella  lo  alimenta,  porque  es  el  “pan  de  los  fuertes”, para que pueda vencer las
tentaciones y el cansancio, y para que pueda tomar buenas decisiones en su vida, Cristo le regala el
sacramento de la Confirmación, donde el Espíritu Santo guiará al hombre en su caminar por la vida.
Cuando el niño se vuelve adulto y, libremente decide casarse, se hará responsable de cargar su
canasta, la de su esposa y la de sus hijos, mientras sean niños. Como cargar la canasta propia es
difícil, ahora que tiene que ayudar a su familia a cargar a cada quien la suya, Cristo le regala el
sacramento del Matrimonio. ¡Qué sacramento tan maravilloso! Con éste sacramento, Cristo no deja
solo al hombre para llevar adelante tan grande compromiso, le regala fuerzas especiales para poder
amar con mayor perfección.
Si en el camino por el mercado el hombre se enferma, Cristo le da el sacramento de la Unción de los
enfermos, que le confortará y fortalecerá para no desfallecer antes de la salida.

Finalmente, por medio del sacramento del Orden sacerdotal, Cristo coloca cerca del hombre a los
sacerdotes que estarán siempre cerca de él para que en nombre de Cristo, le den toda la ayuda que
requiera. De esta forma podemos ver que lo más importante para el hombre es conservar su canasta
durante la vida, por lo que merece la pena tener toda la ayuda que necesite.
El hombre es libre. Si quiere que Dios le asista, libre y voluntariamente debe pedírselo. Dios no
obliga a nadie a recibir su ayuda. Cuando alguien se la pide, Él generosamente y amorosamente se
la brinda.

Por lo tanto, el tesoro más grande que tiene el hombre son los sacramentos, pues por medio de ellos
Dios nos acompaña y nos brinda su ayuda a lo largo de toda la vida. No esperes a encontrar éste
gran tesoro hasta el final de tu vida, acércate a Dios hoy y pídele que te ayude, acércate a recibir los
sacramentos que te regala, Él te está esperando pues te ama mucho.

Compromiso:
 Si estoy casado por la Iglesia, voy a leer con mi esposo el folleto del matrimonio y nos
acercaremos al sacerdote para hacer una renovación matrimonial.
 Si no estoy casado por la Iglesia y ni mi esposa ni yo nos hemos casado nunca, voy a leer
con él el folleto del matrimonio para que juntos veamos con más claridad las ventajas de
invitar a Dios a nuestra familia, casándonos por la Iglesia.
 Si no estoy casado y no me puedo casar porque mi pareja o yo ya estuvimos casados antes
y tenemos hijos juntos, nos vamos a acercar a la Iglesia, aunque no podamos recibir los
sacramentos, vamos a ir a Misa, vamos a crecer en nuestra amistad con Dios y vamos a
educar a nuestros hijos en la fe católica.

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